SL1073-2021 1

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OMAR ÁNGEL MEJÍA AMADOR

Magistrado ponente

SL1073-2021
Radicación n.° 69725
Acta 07

Bogotá, D. C., veinticuatro (24) de febrero de dos mil


veintiuno (2021).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


ROSMIRA DEL SOCORRO JARAMILLO VÁSQUEZ,
YESSICA MARCELA PULGARÍN JARAMILLO, RUBÉN
DARÍO PULGARÍN JARAMILLO, OSCAR DE JESÚS
ZAPATA ATHEORTÚA y AMANTINA DE JESÚS VÉLEZ,
contra la sentencia proferida por la Sala Laboral de
Descongestión del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá el 29 de julio de 2014, en los procesos que
instauraron contra CARBONES SABALETAS S. A.

I. ANTECEDENTES

OSCAR DE JESÚS ZAPATA ATEHORTÚA y AMANTINA


DE JESÚS VÉLEZ, en calidad de padres del causante,
llamaron a juicio a CARBONES SABALETAS S. A., con el fin
de que se declare que el accidente de trabajo mortal sufrido

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por su hijo, Sr. EVER GUIOVANNI ZAPATA VÉLEZ, cuando


trabajaba para CARBONES DE SABALETAS S. A., se debió
a culpa grave del empleador. En consecuencia, pidieron
condenar a la demandada a pagarles los perjuicios
materiales y morales.

Los demandantes fundamentaron sus peticiones,


básicamente, en que el trabajador laboró para la
demandada, mediante contrato de trabajo entre el 10 de
febrero y el 29 de julio de 2009, como minero. El trabajador
falleció el mismo 29 de julio, a consecuencia de un
accidente de trabajo ocurrido por culpa del empleador.

El accidente se produjo cuando las cuerdas que


sostenían el vagón cargado con carbón se reventaron y este
salió pendiente abajo dentro del socavón de la mina
atropellando al hijo de los accionantes y los también
mineros LUIS ALFONSO SERNA BEDOYA y GABRIEL
ANTONIO PULGARÍN PARRA, ocasionándoles la muerte a
todos ellos.

Los accionantes informaron que dependían


económicamente de su hijo y su muerte les ha producido
una onda pena moral. El causante devengaba un salario
promedio diario de $33.200.

Al dar respuesta a la demanda, la parte accionada se


opuso a las pretensiones y, frente a los hechos, los aceptó
parcialmente en cuanto a la calidad de los demandantes
como padres del trabajador fallecido, el contrato y el

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accidente de trabajo que le produjo la muerte al hijo de los


accionantes, pero no admitió el salario que se afirmó en la
demanda ni su culpa en el accidente. Manifestó que el
causante devengaba el salario mínimo y que el siniestro
ocurrió por culpa imputable a las víctimas y al caso fortuito
de haberse reventado el cable.

La culpa de los trabajadores fue sustentada por la


empresa en que los tres mineros, como era el último carro
que cargaban y, para no dar la vuelta por los túneles de
circulación del personal, se subieron detrás del carro
cargado con carbón, buscando salir más rápido, con tan
mala suerte que, faltando aproximadamente siete metros
para alcanzar la plancha donde llegaba el carro, el cable se
desprendió y ocurrió el accidente, muriendo los tres
operarios de mina por su exclusiva responsabilidad.

La demandada aseveró que, si los trabajadores


hubiesen utilizado el túnel del personal, así el cable se
hubiera reventado, era imposible que alguien saliera
lesionado. Aclaró que el túnel conocido como de «la clavada»
tiene más corto su trayecto, pero su acceso es muy
empinado, pues se dirige hacia arriba sin las limitaciones
de descanso del túnel utilizado para la circulación de
personal. La pasiva tampoco aceptó la dependencia
económica del padre respecto de su hijo.

En su defensa, propuso las excepciones de falta de


legitimación en la causa por activa y por pasiva;
inexistencia de la obligación; culpa exclusiva de la víctima;

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negligencia e imprudencia de la víctima; discrepancia entre


lo pedido y lo probado; ausencia de la culpa probada del
empleador; mala fe de la parte actora y buena fe la pasiva;
guarda y cubrimiento permanente por la pasiva, sus
agentes y administradores del bien jurídico protegido; pago
y compensación; y la genérica.

Por otra parte, la Sra. ROSMIRA DEL SOCORRO


JARAMILLO VÁSQUEZ, en nombre propio y en
representación de sus dos hijos menores, junto con ISABEL
CRISTINA PULGARÍN JARAMILLO, en calidades de
compañera permanente e hijos del trabajador GABRIEL
ANTONIO PULGARIN PARRA, respectivamente, demandaron
igualmente a CARBONES SABALETA S. A., fs.° 3 al 7,
C00159.

Sus pretensiones fueron que se declare que el


accidente de trabajo donde perdió la vida el Sr. Pulgarín
Parra se debió a la culpa del empleador y,
consecuencialmente, este sea condenado a reconocerles los
perjuicios materiales y morales. Como fundamento de sus
pretensiones, narraron que el accidente se debió a la culpa
del empleador por la utilización de herramientas de trabajo
defectuosas, al fallar las cuerdas que sostenían un vagón
cargado con carbón y, cuando este descendió
incontroladamente, pendiente abajo dentro del socavón de
la mina, atropelló al trabajador GABRIEL ANTONIO
PULGARÍN PARRA y a otros dos, ocasionándoles la muerte
a todos. Igualmente, manifestaron la dependencia
económica del causante y el sufrimiento moral que su

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muerte les produjo.


La enjuiciada, igualmente, se opuso a las pretensiones
de esta demanda. Aceptó la relación laboral y la ocurrencia
del accidente de trabajo, pero reiteró que este se produjo
por culpa de los trabajadores, quienes desconocieron la
prohibición de la empresa de transitar por la clavada
mientras el coche, cargado con carbón, estaba en
movimiento y decidieron transitar detrás del coche que
circulaba por la pendiente. Explicó que el cable que halaba
el carro sufrió un desperfecto, se devolvió y los atropelló. Si
ellos no hubiesen desconocido la prohibición, estarían
indemnes ante dicha situación, alegó en su defensa.

Como excepciones, propuso la inexistencia de la


obligación, inexistencia de la culpa patronal, compensación,
culpa de la víctima, ausencia de daño y prescripción, fs.°26
al 30, C00159.

El 6 de marzo de 2012, el juzgado de conocimiento


aceptó la solicitud de los demandantes sobre la
acumulación de los procesos (f.°429 del cuaderno radicado
00189 y f°.118 del cuaderno radicado 00159).

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Promiscuo del Circuito Judicial de Titiribí,


al que correspondió el trámite de la primera instancia,
mediante fallo de 22 de abril de 2013 (fs.° 432 al 446 C.
No.00159), negó las pretensiones de la demanda y declaró
que el accidente de trabajo sufrido por los trabajadores

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Zapata Vélez y Pulgarín Parra, en la mina Sabaletas, el 29


de marzo de 2009, no obedeció a culpa patronal de la
demandada, fs.°432 al 446 del cuaderno radicado 00159.
Apeló la parte actora.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral de Descongestión del Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Bogotá, mediante fallo de
29 de julio de 2014, confirmó en todas sus partes la
sentencia de primera instancia.

En lo que interesa al recurso extraordinario, el


Tribunal consideró, como fundamento de su decisión, que
no fue tema de discusión la existencia de los contratos de
trabajo, como tampoco el extremo final de la relación
laboral, de ambos trabajadores, pues ellos fallecieron el 29
de julio de 2009, con ocasión del accidente de trabajo que
tuvieron dentro de la mina Sabaleta.

Frente al accidente que sufrieron los trabajadores, el


sentenciador estableció que fue calificado como de trabajo,
tanto por la empresa como por la ARL, fs.° 108 de C. No. 1
(00189) y 46 del C. No. 2 (00159), y concluyó que la parte
actora no probó la culpa del empleador en su ocurrencia.

El juez de la alzada manifestó que el art. 216 del CST


prevé el pago de la indemnización plena de perjuicios
cuando existe culpa plenamente comprobada en la
ocurrencia del accidente de trabajo o de la enfermedad

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profesional. La parte interesada en la condena por


indemnización de perjuicios es quien tiene la carga de
probar la culpa del empleador, como lo tiene dicho la
jurisprudencia laboral. A manera de ejemplo, citó la
sentencia CSJ SL No. 22656 de 30 de junio de 2005,
reiterada en la sentencia SL No. 26126 de 3 de mayo de
2006 y No. 39361 de 30 de octubre de 2012.

El Tribunal no compartió el reparo del apelante sobre


que el empleador no proporcionó los elementos necesarios
de seguridad a sus trabajadores, en el sentido de que el
cable que arrastraba la vagoneta de carbón debió ser de
calidad y tener un mantenimiento que impidiera que se
rompiera y produjera el accidente de trabajo al atropellar a
los trabajadores Zapata Vélez y Pulgarín Zapata. El análisis
de las pruebas efectuado por el juez de la alzada le arrojó lo
siguiente:

1.) Del formato de investigación de incidentes y


accidentes de trabajo de la Compañía de Seguros Positiva,
ARL, f.°108 C1, y de la investigación del accidente realizada
el 31 de julio de 2009 por la empresa demandada, fs.°93-97
C1, el juzgador dedujo que el accidente ocurrió cuando los
trabajadores subían detrás del coche, hacia la superficie, y,
faltando 7 m., el cable del malacate se reventó y el coche
descendió a altas velocidades, atropellándolos y
ocasionándoles la muerte. Adicionalmente, que el grupo
investigador concluyó que los operarios incumplieron la
prohibición de transitar por la clavada mientras el coche
estaba en movimiento e hicieron caso omiso a las

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capacitaciones que habían recibido, pues la empresa


siempre les recalcó que nadie podía transitar por la clavada
mientras el coche estuviera en movimiento, e indicaron que
se hacían revisiones a los malacates, cables, rieles, etc.

2.) Igualmente, extrajo que, de forma unánime, los


testigos señalaron que el accidente ocurrió porque los
trabajadores fallecidos se fueron detrás del cajón cargado
de carbón, lo cual estaba prohibido, y, al romperse el cable
de improviso, los atropelló ocasionándoles la muerte;
aunado a que el cable había sido revisado y se encontraba
en buen estado; dicha revisión se hacía diariamente, al
inicio de cada uno de los turnos del día, y el carro no se
encontraba sobrecargado, fs.°158 y ss del C.1.

También, de las versiones testimoniales, el juez de la


alzada coligió que la mina contaba con reglamento interno;
comité paritario de salud ocupacional; a los trabajadores
les hacían las respectivas capacitaciones sobre normas de
seguridad y cuidado personal cada quince días o cada
mes; entre lo cual les habían dicho y se encontraba
señalizado que no podía haber tránsito de personal por la
clavada (pendiente donde transitan los vagones con
carbón) y ellos debían subir por un camino diferente. La
empresa demandada les suministraba todos los elementos
de seguridad necesarios para su labor y todos los
trabajadores de la empresa se encontraban afiliados a
seguridad social. Exactamente, el día del accidente, el
cable de la vagoneta fue revisado y se encontró bien, y es

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normal que el cable se reviente, esto sucede inclusive


cuando están nuevos. Por eso, existía la prohibición de
transitar por la clavada cuando el carro estaba en
movimiento.

Finalmente, los testimonios le indicaron que, si los


trabajadores fallecidos hubieran cumplido con las normas
de seguridad, al romperse el cable, nadie se habría
lastimado y solo se habría tratado de daños materiales.

3.) El juez colegiado también tuvo en cuenta que


fueron aportados el reglamento interno del trabajo, fs.°231
a 257, 260 a 277 del C1; el programa de mantenimiento de
malacates, fs. 280 a 288 C1; el control de mantenimiento
del malacate del mes de julio de 2009, f. 289, y el
reglamento de higiene y seguridad industrial, fs.° 38 y ss
del C1; las comunicaciones del Ministerio de Trabajo,
fs.°83, 84 y 86 C.2, donde le informó a la empresa que fue
ordenado el archivo de la investigación del accidente de
trabajo, por haber cumplido con lo establecido en el artículo
4 del Decreto 1530 de 1996.

4.) El dictamen pericial de 6 de mayo de 2011,


fs.°375 y ss, decretado para la inspección judicial que se
llevó a cabo por parte del juzgado el 11 de noviembre de
2011, fs.°185 y ss, le indicó que, al momento de producirse
el accidente, el cable prácticamente estaba nuevo, pues
había sido cambiado el 24 de julio de 2009, cinco días antes
del accidente, y que su rompimiento pudo ser por fatiga,

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por doblez o aplastamiento o corrosión, lo cual, para el juez


de la alzada, era una suposición, comoquiera que no se
revisó el cable utilizado al momento del accidente, sino el
que se estaba utilizando el día de la inspección; que, si bien
era cierto era de la misma calidad y características, no era
posible determinar a ciencia cierta la causa por la que se
rompió el cable el día del accidente.

Con base en el anterior análisis, el juez colegiado


determinó que lo demostrado era contrario a lo alegado por
el apelante, pues el rompimiento del cable que sostenía al
vagón (el cual desencadenó el fatal accidente) se debió a un
caso fortuito y no, a negligencia de la empresa enjuiciada ni
a su falta de previsión. Además, el accidente de trabajo no
se produjo porque se rompiera el cable, sino porque los
trabajadores fallecidos infringieron las normas de seguridad
establecidas en la mina, pues se fueron caminando detrás
de la vagoneta cuando no solo estaba prohibido, sino que
había otra ruta especial y segura para los trabajadores.

Adicionalmente, estableció que la empresa demandada


cumplió con todas las exigencias de seguridad para con sus
colaboradores, como era darles los elementos necesarios
para evitar accidentes de trabajo; tenía reglamento interno,
comité paritario y afilió a los trabajadores a seguridad
social, etc. Por tanto, el juez de apelaciones concluyó que el
accidente ocurrido fue responsabilidad exclusiva de los
trabajadores y, ante la falta de prueba de la culpa del
empleador, el Tribunal decidió que no había lugar a la
condena por indemnización de perjuicios.

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IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la parte actora, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretenden los recurrentes que la Corte case totalmente


la sentencia impugnada en cuanto absolvió de las
pretensiones de la demanda, para que, una vez constituida
en sede de instancia, revoque la sentencia de primera
instancia. En su lugar, acoja las súplicas de la demanda y
condene a la sociedad demandada a pagar a los
demandantes la indemnización total y ordinaria por los
perjuicios que les fueran irrogados a causa del accidente de
trabajo de 29 de julio de 2009, que causó la muerte de Ever
Guiovanni Zapata Vélez y Gabriel Antonio Pulgarín Parra.

Con tal propósito formularon un solo cargo, por la


causal primera de casación, que fue replicado.

VI. CARGO ÚNICO

Los recurrentes acusaron la sentencia impugnada de


violar directamente y por aplicación indebida los artículos
216 y el 57.2 del Código Sustantivo del Trabajo y 1 de la
Ley 95 de 1890 (que subrogó al artículo 64 del Código Civil).

La censura cuestionó el razonamiento jurídico del

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Tribunal sobre que la ruptura del cable no comportaba una


culpa de la sociedad demandada y que lo calificara como un
caso fortuito.
1. En criterio de la parte demandante, la falla de
uno de los elementos implementados o destinados por el
empleador para efectos de la ejecución de la actividad
empresarial comporta el incumplimiento de una obligación
en cabeza del patrono; y tal incumplimiento constituye una
culpa.

La parte actora argumentó que la obligación prevista


en el nl. 2 del artículo 57 del CST es una verdadera
obligación de resultado y no de medio, ya que el deber del
empleador no se agota en intentar proveer elementos de
trabajo adecuados a los trabajadores, sino en el de
garantizar su entrega y cabal funcionamiento.

De tal suerte, para la parte impugnante, cuando un


elemento de trabajo suministrado por el empleador presenta
una falla o un deterioro, el empleador es responsable de
este hecho, ya que, cuando tal evento ocurre, está
incumpliendo la obligación establecida en el aparte
normativo precitado.

Frente a la posibilidad de que se considere que el


razonamiento que le sirve de sustento al cargo parte de la
base de sustituir la responsabilidad subjetiva del empleador
por una responsabilidad objetiva, la censura manifestó que
ello no era así, pues precisamente lo que se sostenía era
que la culpa del empleador (base del artículo 216 del CST)

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se estructura a partir de la demostración del


incumplimiento de la obligación de procurar al trabajador
locales y elementos adecuados de protección. Insistió, el
incumplimiento de esta obligación que, en su criterio, es de
resultado, constituye la culpa del patrono, sin que ello
comporte una modificación del régimen de responsabilidad
por accidentes y enfermedades laborales regulado por el art.
216 del CST.

Amplió su argumento diciendo que nada se oponía a


que el régimen de responsabilidad del artículo 216 del CST
sea reconocido como subjetivo y que también se admita que
la obligación consagrada en el artículo 57 nl. 2 ib. es de
resultado. El incumplimiento de la obligación de resultado
constituye la culpa, y esta es suficiente para que se
verifique el criterio de imputación establecido por el artículo
216 del CST.

2. Por otro lado, sostuvo que la falla de uno de los


elementos de trabajo utilizados para la explotación de la
actividad económica patronal no puede constituir un caso
fortuito, pues no se trata de un hecho ajeno o extraño a la
actividad.

Afirmó que, quien se vale de máquinas o elementos


para desempeñar una actividad es responsable de los daños
que se generen como consecuencia de las averías o
falencias de aquéllas, así se hayan adoptado medidas para
su cuidado y mantenimiento.

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Dijo, además, que no se puede confundir la prueba de


la diligencia y cuidado en la preservación y mantenimiento
de un bien con un caso fortuito, cuando se presenta una
falla. La demostración del caso fortuito y, en general, de un
supuesto constitutivo de una causa extraña, implica probar
la causa del hecho, sin que ésta se pueda subsumir en la
prueba de la diligencia y cuidado.

Para reforzar el argumento, la parte impugnante citó


textualmente un pasaje de la doctrina, así:

Sin embargo, la doctrina, la jurisprudencia, y a veces el


legislador (infra, 305), han hecho en la práctica una importante
distinción entre una figura y la otra. De este modo, cuando se
exige la prueba de una causa extraña, como fuerza mayor o
caso fortuito, se entiende que el deudor no solo debe demostrar
que fue prudente y diligente, es decir que no cometió culpa a
alguna (sic), sino también que el daño es imputable a una causa
diferente de su propia acción u omisión. Lo que significa que
además de probar que no cometió culpa, debe romper el nexo de
causalidad entre su conducta y el daño, o sea, demostrar que
no lo causó, jurídicamente hablando.

[…]

Pero, en el fondo, la única manera de probar verdaderamente la


ausencia de culpa consiste en demostrar la causa del daño, y
que esa causa le es completamente ajena al deudor, es decir,
que es imputable a una causa extraña. Por ello estimamos
errónea una doctrina según la cual, cuando se exige ausencia
de culpa no es indispensable probar la causa del daño, mientras
que cuando se exige probar la causa del daño, lo que se requiere
es una causa extraña. En nuestro concepto, aun en la ausencia
de culpa el deudor debe probar la causa del daño y luego
establecer que fue diligente y prudente pero que, pese a ello, no
pudo impedir el hecho causante del perjuicio. No puede
perderse de vista (infra, 321) que el artículo 1730 del Código
Civil presume que la cosa perece por culpa del deudor, luego la
única forma de desvirtuar ese nexo de causalidad presunto es

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probando, realmente, cuál fue la causa del daño. Así lo acepta


la doctrina nacional.

Seguidamente, la censura acusó al Tribunal de


equivocarse por aceptar la configuración de un caso fortuito
sobre la base de reconocer que el empleador adoptó las
medidas de cuidado necesarias para el mantenimiento del
bien que causó el daño, pese a que no estableció la causa
que determinó la ruptura del cable que arrastraba la
vagoneta.

Advirtió que el yerro endilgado a la juez de segunda


instancia es de orden jurídico y no fáctico, ya que el error
parte de una base conceptual de identificar la prueba de la
diligencia y cuidado con el caso fortuito, cuando se trata de
dos supuestos diferentes. Calificar la ruptura del cable que
sostenía la vagoneta como un caso fortuito, a partir de la
prueba de la diligencia y cuidado patronal, sin establecer el
hecho que generó la rotura constituye un error de estirpe
jurídica, ya que tiene como sustento la identificación
equivocada de diligencia y cuidado con caso fortuito.

Agregó que para que un hecho sea constitutivo de un


caso fortuito es necesario que reúna las características de
imprevisible e irresistible, según lo establece el artículo 1 de
la Ley 95 de 1980, y estimó obvio que la ruptura de un
cable de una maquinaria es un evento previsible.

Tras lo anterior, los recurrentes concluyeron que, al


haberse demostrado la ruptura del cable (hecho que no fue
discutido por la parte demandante) de la vagoneta de

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carbón que arrolló a los trabajadores fallecidos y al no


haberse establecido la causa de dicha ruptura, no podía
reconocerse un caso fortuito y debió declararse la culpa del
empleador.

Por último, respecto de la culpa de los trabajadores a


la cual el juez colegiado le atribuyó la ocurrencia del
accidente fatal, por ellos no haber acatado las normas de
seguridad establecidas por el empleador, sostuvo que la
aceptación de tal premisa que dijo no discutir en este cargo,
aunada a la existencia de culpa patronal (previamente
sustentada), llevaba a reconocer que el accidente de trabajo
fue por culpa concurrente de las partes y no por culpa
exclusiva de los trabajadores. Aseveró que la concurrencia
de culpas no eximía de responsabilidad al empleador, como
lo tiene dicho la jurisprudencia, entre otras, en las
sentencias de 10 de marzo de 2004, no. 21.498 y de 30 de
octubre de 2012, no. 39.631.

VII. RÉPLICA

La parte demandada se opuso a la prosperidad del


recurso. Consideró que el ataque a la declaración del caso
fortuito debió hacerse por la vía indirecta.

Según la parte opositora, el juzgador declaró la fuerza


mayor o el caso fortuito dado que no fueron demostradas
las acciones y omisiones del empleador que pudiesen haber
causado el rompimiento del cable que arrastraba el vagón, y
porque encontró probado que la parte patronal cumplió a

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cabalidad con las obligaciones de procurar al trabajador


locales apropiados y elementos adecuados de protección,
contra los accidentes y enfermedades profesionales, de tal
forma que se garantizó razonablemente la seguridad y la
salud del trabajador, como estaba probado en la foliatura.

Anotó que no se puede inferir del art. 216 del CST que
la exigencia de la culpa plenamente comprobada del
empleador a cargo de quien la alega debe incluir por aquel
no la prueba de la diligencia y cuidado empleado, sino que
debe romper el nexo causal entre su conducta y el daño,
puesto que la jurisprudencia reiterada y pacífica de la Sala
Laboral de la CSJ lo que exige es la demostración de la
diligencia y cuidado para exonerarse de responsabilidad, lo
cual quedó irrefutablemente acreditado en el proceso.

Tampoco estuvo de acuerdo con que la obligación


contenida en el art. 57-2 del CST es de resultado, como lo
propuso la censura, puesto que esto desvirtúa el contenido
del art. 216 ibidem y da al traste con la vasta
jurisprudencia laboral sobre el tema. Consideró que, de
aceptarse dicha intelección, la culpa suficientemente
comprobada del empleador dejaría de ser tal y la
responsabilidad se tornaría objetiva, pues siempre que se
presente un infortunio de trabajo habría que concluir que
no se evitó el resultado, a pesar de la diligencia y cuidados
empleados, entonces, se daría la culpa del empleador. Pero,
en su criterio, este raciocinio no consulta el contenido de
las normas citadas.

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Se remitió a la redacción del art. 57.2 del CST para


atribuirle que es contundente al expresar que la obligación
patronal se circunscribe a garantizar, en forma razonable,
la protección, no a impedir el resultado dañoso. Luego, no
puede ser una obligación objetiva.

Concluyó que, al no destruir la existencia de los dos


pilares de la decisión, estos son la fuerza mayor o el caso
fortuito y la culpa exclusiva de los trabajadores, solicitó que
la sentencia se mantuviera incólume.

VIII. CONSIDERACIONES

1. Previamente a resolver, la Sala deja en claro que no


comparte la réplica que hizo la parte opositora sobre la
técnica del recurso a la acusación relacionada con la
declaración del caso fortuito o fuerza mayor efectuada por
la vía directa, puesto que es evidente que la censura no está
rebatiendo los hechos probados referentes a la causa de la
ruptura del cable, sino la calificación jurídica que el
juzgador les dio a estos. De tal suerte, la contradicción a la
calificación de una fuerza mayor o caso fortuito dada por el
Tribunal a los hechos demostrados que provocaron la
ruptura del cable sí debía hacerse por la vía directa, como
lo hizo la parte recurrente.

2. Por otra parte, se reitera que el ataque por la vía de


puro derecho supone plena conformidad entre el recurrente
y la sala sentenciadora en cuanto al aspecto fáctico de la
controversia. En cumplimiento de ello, se estudiará la

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acusación con abstracción de cualquier debate de carácter


probatorio.

3. En lo que concierne al recurso de casación, la decisión


absolutoria del Tribunal se fundamentó en los siguientes
supuestos fácticos: a) el 29 de julio de 2009 ocurrió el
accidente de trabajo en el que perdieron la vida los Srs.
Ever Guiovanni Zapata Vélez y Gabriel Antonio Pulgarín
Parra; b) el accidente tuvo origen en el rompimiento del
cable que sostenía al vagón; c) los demandantes
incumplieron la obligación de autocuidado de no caminar
por la clavada cuando el carro estaba en movimiento,
obligación que era conocida por ellos y estaba señalizada; d)
la empresa, para evitar accidentes en caso de rompimiento
del cable que iba a la vagoneta, siempre les recalcaba a los
trabajadores, en las capacitaciones, que nadie debía
transitar por la clavada y les instaló a los operarios una vía
peatonal segura para salir de la mina; hacían revisiones a
los malacates, cables, rieles, etc.; el cable se había
cambiado el 24 de julio de 2009 (cinco días antes del
accidente), fue revisado al inicio de la jornada
encontrándose en buen estado, y el carro no estaba
sobrecargado; e) aunado a que el empleador cumplía con
todas la exigencias de seguridad para con sus trabajadores,
como era darles los elementos necesarios para evitar
accidentes de trabajo; tenía un reglamento interno y un
comité paritario; afilió a los trabajadores a la seguridad
social, etc.

Con base en los precitados hechos, el Tribunal

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concluyó que la parte actora no probó la culpa del


empleador, ya que la empresa cumplió la obligación de
brindarle seguridad a sus trabajadores; y el accidente de
trabajo se produjo no porque se rompiera el cable, sino por
el incumplimiento de los trabajadores de la prohibición de
caminar por la pendiente cuando el carro estuviera en
movimiento. Además, la ruptura del cable se debió a una
fuerza mayor o caso fortuito y no por negligencia de la
empresa o falta de previsión de su parte.

4. La censura pretende el desquiciamiento de la


sentencia impugnada tratando de derribar la premisa sobre
la ausencia de culpa del empleador con los siguientes
argumentos jurídicos: 1) no tener en cuenta el sentenciador
que las obligaciones derivadas del art. 57.2 del CST son de
resultado, por tanto, la ruptura del cable implicó un
incumplimiento de esas obligaciones que configuran la
culpa del empleador; 2) se equivocó el juzgador al calificar
la ruptura del cable como un caso fortuito, pues es una
situación que no reúne las características de imprevisible y
resistible como lo exige el art. 1 de la Ley 95 de 1980 y no
se estableció la causa de esa ruptura; y 3) al configurarse la
culpa del empleador, como dijo quedar demostrada con la
sustentación de los dos yerros jurídicos anteriores, se
presentó concurrencia de culpas y esta situación no eximía
al empleador de la responsabilidad del art. 216 del CST. La
Sala resolverá, uno a uno de los argumentos en su orden.

4.1. La obligación del art. 57.2 del CST es de medio, por


tanto, los arts. 57.2 y 216 del CST fueron aplicados

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Radicación n.° 69725

debidamente por el Tribunal:

La Sala comenzará por referirse en qué consiste la


distinción teórica entre las obligaciones de medios y de
resultado, así como sus efectos frente a la prueba de la
culpa del deudor, en el campo de la responsabilidad civil,
para reiterar que la obligación de protección contra los
accidentes y enfermedades laborales a cargo del empleador
es de medio. Por tanto, no hubo la aplicación indebida de
los arts. 57.2 y 216 del CST que denunció la censura.

4.1.1. De las obligaciones de medios y de resultado:

La teoría sobre las obligaciones de medios y de


resultado ha servido a la jurisprudencia nacional,
principalmente de la especialidad civil, para definir el
comportamiento de la carga de la prueba de la culpa. Esto
es, si se requiere «la culpa probada» o «la presunta» y cuáles
son los eximentes de responsabilidad que puede alegar el
deudor, como parte de los elementos que configuran las
responsabilidades contractual y extracontractual. Así, la
determinación del comportamiento de la carga de la prueba
de la culpa se hace en función del tipo de obligación, esto
es, depende de si es de medios o de resultado.

Esta teoría tuvo su origen en la doctrina francesa y, en


Colombia, fue acogida a nivel jurisprudencial. Para explicar
cómo se concibió originalmente esta distinción entre las
obligaciones de medios y de resultado, a nivel nacional,
sirve acudir a la sentencia de la Sala Civil de esta Corte que

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Radicación n.° 69725

fuera proferida el 31 de mayo de 1938 y recordada


recientemente en la sentencia CSJ SC4786-2020, a saber:

El contenido de cualquiera obligación consiste en la prestación


que el acreedor puede reclamar al deudor y que éste debe
suministrar. La prestación, pues, o bien es una conducta del
deudor en provecho del acreedor, o bien es un resultado externo
que con su actividad debe producir el deudor a favor del
acreedor. Dicho con otras palabras. La obligación puede tener
por objeto un hecho o un resultado determinado y entonces
obliga al deudor a realizar ese hecho o a obtener ese
resultado deseado por el acreedor. El hecho prometido por el
deudor o la abstención a que él se ha comprometido tienen las
características de ser claros, precisos y de contornos definidos.
Es deber del deudor obtener con su actividad ese hecho, tal
resultado. En cambio, en las obligaciones de medios, el
deudor únicamente consiente en aportar toda la diligencia
posible a fin de procurar obtener el resultado que pretende
el acreedor. El deudor sólo promete consagrar al logro de un
resultado determinado su actividad, sus esfuerzos y su
diligencia, pero no a que éste se alcance […]. (GJ n.° XLVI, p.
572, negrilla de la Sentencia CSJ SC4786-2020).

La precitada teoría fue evolucionando hasta


entenderse actualmente por la Sala Civil de esta
Corporación que se trata de obligación de medios cuando el
deudor se compromete a poner a disposición su capacidad y
habilidades para lograr un desenlace, el cual no se
encuentra bajo su dirección exclusiva por existir variables
fuera de su mando; y será de resultado cuando el obligado
dirige los medios requeridos para alcanzar un efecto
determinado, al cual se obliga.

Para efectos de establecer cuándo se está en presencia


de una u otra clase de obligación, se ha de acudir al tenor
literal de la obligación, la interrelación con otras

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 69725

prestaciones y la distribución de riesgos legal o


convencionalmente establecida.

Esta Sala, al igual que su homóloga de la especialidad


civil, considera que, para que sea declarada la
responsabilidad del deudor frente a las prestaciones de
medios es presupuesto necesario la culpa debidamente
probada a cargo del acreedor. Aquel se exonerará del pago
de la indemnización si demuestra que actuó con la
diligencia que le era exigible (lo que equivale a la ausencia
de culpa); o también con la prueba de la existencia de una
causa extraña, es decir, fuerza mayor, caso fortuito, hecho
de un tercero o culpa exclusiva de la víctima; o de un
motivo de justificación de su conducta como son la legítima
defensa, estado de necesidad, cumplimiento de una orden
de autoridad competente, entre otros.

En tanto que, en las obligaciones de resultado, no se


requiere la prueba de la culpa para declarar la
responsabilidad del deudor. Para explicar esto, se ha
admitido por la jurisprudencia civil y un sector de la
doctrina la tesis de la culpa presunta en las obligaciones de
resultado, pues se interpreta que la ausencia del efecto
concreto pretendido por el acreedor demuestra per se la
falta de diligencia del deudor, con la particularidad de que
no admite una alegación en contrario, es decir la prueba de
la diligencia y cuidado debidos.

Es importante resaltar aquí que, frente a esta culpa


presunta de creación jurisprudencial de la especialidad civil

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 69725

basada en la teoría de las obligaciones de medios y de


resultado, para exonerarse de responsabilidad, el deudor
deberá probar la causa extraña o de justificación, y no
podrá entrar a demostrar la diligencia y cuidado que debió
tener. Esta es la postura vigente de la Sala Civil de la Corte,
como se puede apreciar en la sentencia CSJ SC4786-2020,
cuando asienta:

Por tanto, bastará al demandante, para acreditar el hecho


culpable del deudor, alegar que no se alcanzó el efecto concreto
pretendido con la prestación incumplida, correspondiéndole a
este último probar la causa extraña o de justificación para
impedir el nacimiento del deber resarcitorio. «En otras palabras,
la prueba de una culpa del deudor por parte del acreedor no es
una condición de la responsabilidad… [;] el simple hecho de la no
satisfacción del acreedor permite presumir que fue la actividad
del deudor la que originó la inejecución de la obligación. Pero
esta presunción no podría ser irrefragable y del deudor escapa a
la imputación de su responsabilidad… cuando prueba una causa
extraña»1.

En sentido similar, la Sala Civil en la sentencia CSJ


SC7110-2017 asentó:

En coherencia, para el demandado, el manejo de la prueba


dirigida a exonerarse de responsabilidad médica, no es el
mismo. En las obligaciones de medio, le basta demostrar debida
diligencia y cuidado (artículo 1604-3 del Código Civil); y en las
de resultado, al presumirse la culpa, le incumbe destruir el
nexo causal entre la conducta imputada y el daño irrogado,
mediante la presencia de un elemento extraño, como la fuerza
mayor o el caso fortuito, la culpa exclusiva de la víctima o el
hecho de un tercero.

En este último caso, porque como desde antaño ha sentado


esta Corporación, “[l]a prueba (…) no libera al deudor si se
refiere a la ausencia de culpa sino que debe versar sobre el caso

1
Christian Larroumet, Teoría General del Contrato, Volumen I, Temis,
1999, p. 37 y 38.

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 69725

fortuito, la fuerza mayor o la existencia de una causa extraña


que no le sea imputable (…)”2.

La diferencia entre obligaciones de medio y de resultado, por


tanto, sirve para facilitar y solucionar problemas relacionados
con la culpa contractual médica y su prueba, sin perjuicio,
claro está, de otras reglas de morigeración, cual ocurre en los
casos de una evidente dificultad probatoria para el paciente o
sus familiares, todo según las circunstancias en causa,
introducidas ahora por el artículo 167 del Código General del
Proceso.

Otro sector de la doctrina de la especialidad civil


considera que, en las obligaciones de resultado,
simplemente se da la responsabilidad objetiva y, en las de
medios, la responsabilidad subjetiva debiendo el deudor
probar la culpa.

4.1.2. La obligación de protección contra los accidentes de


trabajo y enfermedades laborales del art. 57.2 son de
medio. No hubo aplicación indebida de las normas
acusadas.

En el campo de los riesgos laborales, frente al daño


por un mismo siniestro laboral, el ordenamiento jurídico,
sin hacer referencia a las obligaciones de medios y de
resultado, establece las dos formas de responsabilidad
conocidas según la exigencia de la culpa, estas son: la
objetiva y la subjetiva:

[…] en materia de riesgos profesionales, surgen dos clases de


responsabilidad claramente diferenciadas; una de tipo objetivo,
derivada de la relación laboral, que obliga a las administradoras
de riesgos profesionales a atender y reconocer a favor del
trabajador, las prestaciones económicas y asistenciales
2
CSJ. Civil. Sentencia de 31 de mayo de 1938 (XLVI-573).

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Radicación n.° 69725

previstas por el Sistema de Riesgos Profesionales en tales


eventos, prestaciones que se generan al momento en que acaece
el riesgo profesional amparado, para cuya causación resulta
indiferente la conducta adoptada por el empleador, pues se
trata de una modalidad de responsabilidad objetiva prevista por
el legislador con la finalidad de proteger al trabajador de los
riesgos propios a los que se ve expuesto al realizar la actividad
laboral. Tenemos también la responsabilidad civil y ordinaria de
perjuicios prevista en el artículo 216 del C.S.T., [subjetiva] ésta
sí derivada de la “culpa suficientemente probada del empleador
en la ocurrencia del accidente de trabajo o de la enfermedad
profesional”, que le impone al empleador la obligación de
resarcir de manera plena e integral los perjuicios ocasionados al
trabajador como consecuencia de los riesgos profesionales que
sufra, siempre que en este último caso medie culpa suya
debidamente probada en punto de su ocurrencia». Sentencia
CSJ 14 ago. 2012, rad. 39446 y SL 6497-2015.

En los casos del art. 216 del CST, partiendo del


supuesto legal de que, en todo caso, se requiere de la culpa
del empleador plenamente probada a cargo de las víctimas,
para condenar por la indemnización plena de perjuicios
(responsabilidad subjetiva), esta Sala tiene asentado que la
obligación del empleador de evitar la ocurrencia de los
infortunios laborales es de medios, como se puede ver en la
sentencia CSJ SL1307-2014.

La Sala considera que la responsabilidad del


empleador de adoptar todas las medidas a su alcance
tendientes a evitar o corregir los accidentes o enfermedades
laborales es una obligación de medios, porque a él le resulta
imposible eliminar totalmente, en la práctica, los
infortunios del trabajo. Cuando es negligente, porque no
toma medida alguna o las que toma no fueron las
adecuadas razonablemente, el empleador debe responder

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 69725

por dicha omisión frente a la ocurrencia de la contingencia.


Así, se desprende del siguiente pasaje de la sentencia
mencionada:

Se impone a la Corte Suprema de Justicia memorar que ha sido


línea de doctrina que si bien es cierto las obligaciones
estatuidas en los artículos 56 y 57- numeral 2º- del Código
Sustantivo del Trabajo , son de medio y no de resultado, pues
en general resulta imposible eliminar totalmente, en la práctica,
los infortunios del trabajo, también lo es que si el empleador es
conocedor de un determinado peligro que corre su colaborador
en el desempeño de sus labores, es su deber adoptar todas las
medidas a su alcance, tendientes a evitarlo o corregir tales
situaciones riesgosas, porque de no ser así - es decir, que
pudiendo prevenir un daño, no lo hace-, debe responder por
dicha omisión.

En ese orden de ideas, ha dicho la Sala, es absolutamente


indispensable que se evidencie un patente comportamiento
omisivo o negligente del empleador antes de que ocurran los
hechos, para ser condenado a la indemnización plena de
perjuicios y ello fue lo que encontró acreditado el juez de
apelación y que la recurrente no logra destruir, pues, insístase,
no vio actos de la demandada tendientes a evitar los hechos
fatídicos.

No hay que pasar por alto que hay eventos en los que
efectivamente el empleador sí puede adoptar medidas para
prevenirle a sus trabajadores un deterioro físico o sicológico, y
aún la muerte, como por ejemplo, optar por la reubicación,
petición que fue elevada por el causante, omitida por la
demandada.

Es decir, de cara a la responsabilidad por culpa del


empleador por los infortunios laborales se reconoce por la
jurisprudencia laboral que este no siempre puede evitar el
riesgo laboral, en razón a que se admite la posibilidad de
que haya variables intervinientes en su ocurrencia y que no
están bajo su control el poder evitarlas. De tal forma que
no siempre que se presenta el siniestro laboral fue porque

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Radicación n.° 69725

hubo incumplimiento del empleador de sus deberes de


cuidado y protección.

Así, lo concibió el propio legislador cuando reguló tal


obligación y dispuso que las medidas de protección debían
garantizar razonablemente la seguridad y la salud:

ARTÍCULO 56. OBLIGACIONES DE LAS PARTES EN GENERAL.


De modo general, incumben al {empleador} obligaciones de
protección y de seguridad para con los trabajadores, y a éstos
obligaciones de obediencia y fidelidad para con el {empleador}.

ARTÍCULO 57 […]

2. Procurar a los trabajadores locales apropiados y elementos


adecuados de protección contra los accidentes y enfermedades
profesionales en forma que se garanticen razonablemente la
seguridad y la salud.

Por tanto, la Sala no encuentra razones para cambiar


su postura y mantiene la tesis de que las obligaciones del
empleador para la protección del trabajador en su salud y
su seguridad son de medios respecto de este fin, y, sobre
ese supuesto, se ha de evaluar la conducta del empleador
en un caso determinado. De tal suerte, la culpa del
empleador no se puede identificar de plano o
automáticamente con la ocurrencia de la contingencia
laboral, como tampoco con la falta o la falla de un
instrumento o elemento de trabajo que se presente.

La falta o la falla de un instrumento de trabajo es un


elemento más a considerar junto con otras circunstancias
para efectos de evaluar la conducta del empleador de cara a

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Radicación n.° 69725

la ocurrencia de la contingencia laboral, como lo es también


que exista la prueba del nexo causal entre la culpa del
empleador y el daño sufrido por el trabajador. Al respecto,
esta Sala ha dicho:

[…] menester se exhibe memorar lo expuesto en la providencia


CSJ SL14420-2014 en cuanto a que para que se cause la
indemnización ordinaria y plena de perjuicios consagrada en el
literal b), artículo 12 de la Ley 6ª de 1945 (sector oficial) y en el
Art. 216 CST (sector particular), debe encontrarse
suficientemente comprobada la culpa del empleador en la
ocurrencia del accidente de trabajo o la enfermedad profesional,
de modo que su establecimiento amerita, además de la
demostración del daño originado en una actividad relacionada
con el trabajo, la prueba de que la afectación a la integridad o
salud fue consecuencia o efecto de la negligencia o culpa del
empleador en el acatamiento de los deberes que le
corresponden de velar por la seguridad y protección de sus
trabajadores. La causalidad, es decir, la relación de causa-
efecto que debe existir entre la culpa patronal y el daño, a más
de ser un elemento sine qua non de la responsabilidad plena y
ordinaria de perjuicios del empleador, es una pauta de justicia,
en la medida que, nadie está obligado a resarcir un daño sino
cuando ha dado causa o contribuido a él. De allí que la culpa
exclusiva de la víctima o de un tercero, y el caso fortuito y la
fuerza mayor (denominados por la doctrina causas ajenas),
sean considerados en el derecho común como eximentes de
responsabilidad, en tanto que, con su determinación, el nexo
causal se rompe o quiebra, ante la imposibilidad de imputar el
resultado dañino a quien se afirma lo cometió por acción u
omisión culposa. (CSJ SL 2336-2020)

En suma, se tiene que la responsabilidad del art. 216


del CST requiere de la culpa comprobada del empleador de
cara a los deberes de prevención de los riesgos laborales
(obligaciones de medios) y que tal conducta se configure
como causa adecuada o eficiente del daño en la integridad o
la salud del trabajador. Para establecer la culpa, se
evaluará la conducta del empleador, esto es, si él actuó con

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Radicación n.° 69725

negligencia o no en el acatamiento de los deberes de velar


por la seguridad y protección de sus trabajadores, bajo el
estándar de la culpa leve que define el art. 63 del CC.

Conforme a lo acabado de exponer, la tesis de la


censura queda sin sustento. Con la calificación de la
obligación del art. 57.2 del CST como de resultado, con el
solo argumento de que el deber contenido en dicho precepto
no se agota en intentar proveer elementos de trabajo
adecuados a los trabajadores, sino en el de garantizar su
entrega y cabal funcionamiento, la parte recurrente se
desvía de la finalidad de esa obligación, pues hace la
relación de medio a fin, entre la obligación de dar los
elementos o locales apropiados (medio) con la calidad y
funcionamiento de estos (fin), y no, con el fin de prevenir los
riesgos laborales, cual es el verdadero fin.

El mencionado yerro en la cualificación de la


obligación del art. 57.2 del CST como de resultado en que
incurrió la parte impugnante se hace más evidente cuando
dice que si «un elemento de trabajo suministrado por el
empleador presenta una falla o un deterioro, el empleador es
responsable de este hecho, ya que cuando ocurre está
incumpliendo la obligación en el aparte normativo citado».
Subrayas de la censura, f.°12 C. casación.

La censura desconoce que el art. 216 del CST hace


responsable al empleador de la indemnización plena de
perjuicios por el incumplimiento culposo de la obligación de
procurar a los trabajadores elementos de trabajo apropiados

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Radicación n.° 69725

y adecuados de protección contra los accidentes y


enfermedades laborales (medio), por no garantizar
razonablemente la seguridad y la salud del trabajador (fin) y
porque que existe el nexo causal entre la culpa y el daño.
No, por la falla que los elementos de trabajo presenten.

Con la cualificación de la obligación del art. 57.2 del


CST como de resultado, la censura persigue esquivar la
ausencia de culpa del empleador en el caso de autos que
fue dictaminada por el juez de la alzada con la culpa
presunta, no obstante que es la culpa suficientemente
probada el presupuesto de la responsabilidad del art. 216
del CST.

Según un sector de la doctrina, para las obligaciones


de resultado, dado el mero incumplimiento de la obligación,
opera la culpa presunta. La censura toma partido por esta
tesis y sostiene a su favor que «quien se vale de máquinas o
elementos para desempeñar una actividad es responsable
de los daños que se generen como consecuencia de sus
averías o falencias de aquellas, así se hayan adoptado
medidas para su cuidado y mantenimiento», f.°12 C de
casación. Con esta postura, la censura se sale del campo de
la responsabilidad laboral contractual del art. 216 del CST,
para valerse de la responsabilidad por actividades
peligrosas del art. 2356 del CC que no aplica en estos
casos.

Si se aceptara la tesis de las obligaciones de resultado


propuesta por la censura, con la aplicación de la culpa

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Radicación n.° 69725

presunta, se tendría que negar al empleador la posibilidad


de alegar actos de diligencia y cuidado en aplicación del art.
1604 del CC, que es lo que, en el fondo, la parte recurrente
pretende sin éxito. En ese orden, los actos de diligencia y
cuidado del empleador para la prevención del accidente que
estableció el juez colegiado no se podrían considerar en la
decisión, por la aplicación de la culpa presunta. De tal
manera que se estaría restringiendo el derecho de defensa
que el art. 216 del CST le otorga al empleador, consistente
en que él solo puede ser declarado responsable por los
riesgos laborales por culpa plenamente comprobada.

Resulta evidente que la tesis de la censura es contraria


a la ley, contra legem, pues se rebela abiertamente contra la
regla que trae el art. 216 del CST sobre la exigencia de la
culpa suficientemente comprobada, como presupuesto para
declarar al empleador responsable de la indemnización
plena de perjuicios por la ocurrencia de los siniestros
laborales.

La modalidad de culpa plenamente probada en la


responsabilidad del art. 216 del CST atiende a los principios
de equilibro social y coordinación económica contenidos en
el art. 1 ibidem, propios de la ejecución de los contratos de
trabajo para lograr la justicia en las relaciones laborales,
dado que, se itera, el ordenamiento jurídico ya tiene, por
otro lado, establecida la responsabilidad objetiva por los
siniestros laborales, con el pago de una indemnización
tarifada por la entidad aseguradora.

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La censura dice que, con la calificación de obligación


de resultado a la contenida en el art. 57.2 del CST no
pretende sustituir la responsabilidad subjetiva por la
objetiva. Sin embargo, es evidente que lo que busca con ella
es soslayar los actos de diligencia y cuidado del empleador
que estableció el juzgador (intangibles frente a un cargo
presentado por la vía directa) llevando la responsabilidad
del empleador por el sendero de la culpa presunta al que
conducen las obligaciones de resultado. Así, el empleador
no podría oponer los actos de diligencia y cuidado en la
prevención del accidente que estableció el juzgador, y se
tendría que declarar su culpa por el solo hecho de la
ruptura del cable.

En conclusión, la solución propuesta por la censura de


considerar la obligación del art. 57.2 del CST como de
resultado conduciría a la aplicación indebida del art. 216
del ibidem, porque se tendría que aceptar la culpa presunta
derivada por el mero incumplimiento de las obligaciones de
resultado, que el impugnante invoca cuando dice: «el
incumplimiento de la obligación constituye la culpa» y es
suficiente para que se verifique el criterio de imputación
contenido en el art. 216 del CST.

Contrario a lo pretendido por el recurrente, el art. 216


exige expresamente la culpa plenamente probada, como lo
resolvió la sentencia impugnada. En consecuencia, no se
equivocó el juez de la alzada en la aplicación de los arts.
57.2 y 216 del CST. No prospera esta acusación y la
premisa sobre la ausencia de culpa del empleador en el

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Radicación n.° 69725

accidente de trabajo se mantiene incólume.

4.2. Sobre la aplicación indebida del art. 1 de la


Ley 95 de 1890 que regula el caso fortuito y la fuerza
mayor.

Según la censura, la falla de uno de los elementos de


trabajo utilizados para la explotación de la actividad
económica no puede constituir un caso fortuito, pues no se
trata de un hecho ajeno o extraño a la actividad.

El Tribunal manifestó que la ruptura del cable del


vagón que atropelló a los trabajadores no se produjo por
«negligencia de la empresa de la demandada ni por falta de
previsión de su parte, sino que fue un caso fortuito, el cual
desencadenó en un infortunado accidente».

Para resolver el problema planteado por la censura, se


traerá primero la doctrina de la Sala con relación a los
supuestos del caso fortuito o fuerza mayor; seguidamente,
se establecerá que el juez de la alzada se equivocó al
considerar que la ruptura del cable que llevaba el vagón fue
un caso fortuito; para, finalmente, concluir que, no
obstante el yerro jurídico en la declaración del caso fortuito
respecto de la ruptura del cable, no hay lugar a casar la
sentencia, en razón a que la decisión sigue soportada en los
otros dos supuestos establecidos por el Tribunal sobre que
el empleador actuó con la diligencia y cuidados debidos, y el
accidente ocurrió porque los trabajadores no cumplieron la
prohibición de no caminar por la clavada cuando el carro

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 69725

estuviera en movimiento.

4.2.1. Doctrina de la Sala Laboral sobre el caso


fortuito o fuerza mayor:

El artículo 1 de la Ley 95 de 1890 que modificó el art.


64 del CC que, según el recurrente, fue aplicado
indebidamente prevé: «Se llama fuerza mayor o caso fortuito,
el imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio,
un terremoto, el apresamiento de enemigos, los autos de
autoridad ejercidos por un funcionario público».

Esta Corte, explicó la fuerza mayor y caso fortuito, en


sentencia CSJ SL-7459-2017 (reiterada entre otras en las
sentencias CSJ SL 3169-2018 y SL 3401-2020) de la
siguiente manera:

Para la confrontación sobre la legalidad de la sentencia que


aquí se realiza, y en atención a que es aspecto medular que se
debate en las acusaciones, previo al estudio de las pruebas
denunciadas debe clarificarse que para que la fuerza mayor se
constituya en causa de exoneración de responsabilidad debe ser
de una naturaleza tal que, en principio, no guarde ninguna
relación con el trabajo contratado al ocurrir el accidente, pues
la deuda de seguridad que corresponde al empleador empieza
por no ubicar al trabajador en una circunstancia que no pueda
controlar, o de la que desde el inicio entienda va a causar daño,
así que cuando además del grave peligro al que lo expone,
utiliza elementos de seguridad incipientes, es evidente que se
genera la obligación de indemnizar.

[…]

La fuerza mayor entonces no puede ser resuelta a través de una


clasificación simple o abstracta, sino que debe ser vista a
trasluz de los acontecimientos, teniendo siempre como referente
que aquella solo podrá predicarse en la medida en que se

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Radicación n.° 69725

presente un obstáculo insuperable en el que el empleador no


tenga culpa, pues desplegó toda la gestión protectora, siendo
por tanto en ese evento imposible comprometer su
responsabilidad.

En ese sentido lo primero que debe advertirse es que la fuerza


mayor debe tener un carácter de imprevisible, es decir que en
condiciones normales sea improbable la ocurrencia del hecho
en las labores ordinarias que se contraten, al punto que la
frecuencia de su realización, de haberse contemplado, sea
insular y en ese sentido pueda predicarse sobre su carácter
excepcional y por tanto sorpresiva.

Además de tal criterio, es evidente que el hecho debe ser


irresistible, pese a que el empleador haya intentado
sobreponerse tomando todas las medidas de seguridad en el
trabajo, en últimas significa la imposibilidad de eludir sus
efectos por lo intempestiva e inesperada, de ahí que no tenga
ese carácter cuando aquel ha podido planificarlo, contenerlo,
eludir o resolver sobre sus consecuencias, pues la exoneración
de la responsabilidad por la fuerza mayor impone que, como
carácter excepcional, esta sea de una magnitud y gravedad que
no suceda habitualmente ni sea esperable, pero además, se
insiste, tenga un carácter de inevitable.

En esa línea, no se considera fuerza mayor o caso


fortuito cuando, frente al hecho ocurrido, el empleador ha
podido planificarlo, contenerlo, eludir o resolver sobre sus
consecuencias. La exoneración de la responsabilidad por la
fuerza mayor impone que, como carácter excepcional, esta
sea de una magnitud y gravedad que no suceda
habitualmente ni sea esperable, pero, además, se insiste,
tenga un carácter de inevitable.

4.2.2. La ruptura del cable del vagón no fue un caso


fortuito:

Ahora, en el asunto bajo escrutinio, la ruptura del

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Radicación n.° 69725

cable del vagón era previsible y resistible, por ende, no fue


un caso fortuito. Basta ver la situación fáctica establecida
por el juzgador de la alzada (sobre la cual no cabe discusión
por encontrarse la Sala frente a un cargo presentado por la
vía directa), dentro del marco de los elementos de la fuerza
mayor o caso fortuito acabados de exponer, para llegar a
esta conclusión.

Quedó comprobado que era normal que los cables se


reventaran y esto podía suceder, inclusive, cuando estaban
nuevos. Es decir, era previsible y, por esto, como medida de
prevención de daños en la salud e integridad de los
trabajadores, la empresa tenía prohibido a los trabajadores
el transitar por la clavada cuando el carro estaba en
movimiento y siempre les recalcaba esta obligación a los
trabajadores. Otra medida de cuidado del empleador era
hacer revisiones a los cables, malacates y rieles. El mismo
cable había sido revisado y se encontró en buen estado; esa
revisión se hacía diariamente al inicio de cada uno de los
turnos del día. Aunado a que el carro no estaba
sobrecargado el día del accidente. (fs. 272 y 273 C 00154).

De tal suerte que el Tribunal se equivocó al calificar la


ruptura del cable como un caso fortuito, regulado por el
artículo 1 de la Ley 95 de 1890. El error se dio porque no
tuvo en cuenta los elementos del caso fortuito y por haberlo
motivado en que el rompimiento del cable «no había sido por
negligencia de la empresa demandada, ni falta de previsión
de su parte, sino que fue un caso fortuito el cual
desencadenó el infortunio».

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Radicación n.° 69725

La aplicación indebida del art. 1 de la Ley 95 de 1890


consistió en que el juez de la alzada consideró que, ante la
falta de culpa del empleador en el accidente (ya que había
sido diligente y previsivo), sumado que no fue posible
determinar a ciencia cierta la causa por la que se rompió el
cable el día del accidente, f.°15 C00159, la ruptura del
cable fue un caso fortuito.

4.2.3. El yerro jurídico en la calificación del caso


fortuito no desvirtúa la ausencia de culpa del empleador ni
la culpa exclusiva de las víctimas.

No obstante, el yerro encontrado por la Sala en la


calificación del caso fortuito no conduce al desquiciamiento
de la sentencia, puesto que el supuesto de la diligencia,
cuidado y previsión del empleador conserva intacta su
presunción de legalidad, dado que las premisas fácticas son
inalterables en un cargo por la vía directa y no prosperó el
argumento de la censura de que la obligación del art. 57.2
del CST era de resultado. De tal suerte que, en el caso de
autos, tal y como lo estableció el juez colegiado, no se dio el
elemento estructurante de la responsabilidad del art. 216
del CST, cual es la culpa suficientemente comprobada del
empleador.

Adicionalmente, no pierde de vista la Sala que el juez


de la alzada señaló que el accidente de trabajo se presentó
no porque se rompiera el cable, sino porque los
trabajadores incumplieron con la norma establecida por la

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empresa, como era no caminar por la clavada cuando el


carro estaba en movimiento, de lo cual ellos tenían
conocimiento; y la empresa, precisamente para evitar
accidentes en caso de rompimiento del cable que iba a la
vagoneta, le instaló al personal una vía peatonal segura
para salir de la mina. Así, el Tribunal concluyó que el
accidente fue responsabilidad exclusiva de los trabajadores.

La culpa de las víctimas no fue controvertida por la


censura en el cargo, por tanto, se mantiene inalterable y le
sigue sirviendo de sustento al fallo.

4.3. Sobre la supuesta concurrencia de culpas en el


caso del sublite que no exime de responsabilidad al
empleador.

Al no haber logrado la censura derribar el supuesto de


la ausencia de culpa de la empresa, es evidente que no se
trató de un caso de concurrencia de culpas. Por tanto,
resulta infundado este argumento.

La falta de prosperidad de los argumentos de la


censura para dejar sin piso el supuesto de la ausencia de
culpa del empleador en el accidente ocurrido en la
demandada el 9 de julio de 2009 conduce a que no prospere
el recurso y no se casará la sentencia.

Sin costas en el recurso extraordinario, dado que uno


de los argumentos del cargo resultó fundado.

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IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia proferida por la Sala Laboral de
Descongestión del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá el 29 de julio de 2014, en los procesos acumulados
que instauraron ROSMIRA DEL SOCORRO JARAMILLO
VÁSQUEZ, YESSICA MARCELA PULGARÍN JARAMILLO,
RUBÉN DARÍO PULGARÍN JARAMILLO, OSCAR DE
JESÚS ZAPATA ATHEORTÚA y AMANTINA DE JESÚS
VÉLEZ, contra CARBONES SABALETAS S. A.

Costas como se dijo en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al Tribunal de origen.

OMAR ÁNGEL MEJÍA AMADOR


Presidente de la Sala

GERARDO BOTERO ZULUAGA

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FERNANDO CASTILLO CADENA

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

LUIS BENEDICTO HERRERA DÍAZ

IVÁN MAURICIO LENIS GÓMEZ

JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN

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