Sadam Husein

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SADAM HUSEIN, EL REO AL QUE NO PUDO JUZGAR EL TRIBUNAL DE

LA HAYA
GRANDES JUICIOS
Estados Unidos entregó al derrocado presidente a la justicia iraquí y
construyó un edificio de alta seguridad para albergar un tribunal especial

La sangrienta guerra entre Irán e Iraq

Sadam Husein, ante el tribunal especial iraquí que lo juzgó

LOS ANTECEDENTES

Un argumento para una intervención armada internacional que acabó


resultando una falacia y un juicio a los dirigentes derrocados cuestionado por
las principales organizaciones de defensa derechos humanos y de
promoción de la justicia penal internacional. Así podrían resumirse los dos
años y medio que transcurrieron entre la invasión de Iraq del 2003 por
parte de una coalición internacional liderada por Estados Unidos sin el
aval explícito de Naciones Unidas y con el argumento de que el régimen
de Bagdad estaba desarrollando un programa de armamento químico y
la posterior detención y juicio de su presidente, Sadam Husein, por parte de
un tribunal especial iraquí.

Ni las inspecciones previas de técnicos de la ONU ni los invasores y


posteriores administradores del país encontraron las armas químicas ni
rastro alguno de la infraestructura para desarrollarlas, ni los máximos
dirigentes del Gobierno derrocado fueron juzgados por el Tribunal
Internacional de Justicia de La Haya, constituido para juzgar casos como
el que se instruyó en Iraq contra Sadam Husein y otros siete acusados.
Justo antes del inicio de la campaña militar y en plena captación de apoyos
internacionales, el presidente estadounidense George W. Bush transmitió a
su homólogo español, José María Aznar, la voluntad de Washington de
llevar al rais  iraquí ante el Tribunal de La Haya. Sin embargo, una vez
detenido el Tikrit en diciembre de 2003, nueve meses después de la
invasión y con el país bajo la administración de Estados Unidos, Husein no
fue entregado a la justicia internacional.

El derrocado presidente estuvo bajo la custodia militar estadounidense


durante seis meses, el tiempo necesario para la instauración de un sistema
administrativo y judicial provisional en Iraq. Al cabo de ese período, la
autoridad militar del país lo puso a disposición de la justicia iraquí, que
constituyó un tribunal especial para juzgarlo junto a otro de miembros de
su Gobierno y del partido Baas pese a que el país aún vivía en una guerra
de facto.

El presidente derrocado estuvo bajo custodia militar

estadounidense seis meses, hasta que se instauró el nuevo

sistema administrativo y judicial iraquí

Los reglamentos del tribunal contaron con el asesoramiento jurídico


de expertos estadounidenses y el Parlamento iraquí le dio legitimidad
apenas un día antes de que se iniciase el proceso contra los dirigentes del
régimen derrocado. Pese a que la Administración estadounidense solicitó
a Naciones Unidas, la Unión Europea y diversos países occidentales que
colaborasen con la sala, todos ellos rehusaron por no compartir los principios
de su constitución o bien estar en desacuerdo con la pena de muerte que
establecía el código penal iraquí.

Tras una instrucción llevada a cabo por el propio tribunal, Sadam Husein y


los otros siete dirigentes puestos a disposición de la justicia (Barzán
Ibrahim Al Tikriti , hermano de Husein y director de Inteligencia; Taha
Yasín Ramadán , vicepresidente; Auad Hamed Al Bandar Al Saadun,
juez principal del Tribunal Revolucionario, además de Abdulá Kadhem
Rouid Al Musheiji, Mizher Abdulá Rouid Al Musheiji -hijo del
anterior-, Alí Daim Alí y Mohamed Azaui Alí, dirigentes del partido Baas)
fueron acusados de crímenes de lesa humanidad por el asesinato de 148
ciudadanos iraquíes de credo chií en lo que se conoce como la matanza
de Duyail como represalia a un intento de atentado contra el propio Husein.

La Administración estadounidense sufragó la exhumación de tumbas que


exigía la instrucción del sumario y parte del proceso de investigación
judicial en busca de pruebas y testimonios de un episodio que culminó en
su día con juicios sumarísimos de más que dudosa imparcialidad.

EL JUICIO

El proceso se abrió con una primera vista el 19 de octubre del 2005 en
un edificio de máxima seguridad construido ex profeso con fondos de
reconstrucción estadounidenses. Su presidente titular fue Rizgar
Mohamed Amín, si bien las acusaciones de tibieza por una parte y las
amenazas que recibió por los partidarios de antiguo régimen por otra le
hicieron renunciar apenas dos meses después. Un hecho que para los críticos
con el proceso evidenciaba que el país no estaba en condiciones de asumir un
proceso de estas características. A este episodio se sumaron varios ataques
armados, secuestros y asesinatos de hasta tres abogados de la
defensa.

Todos los acusados rechazaron los cargos y sus defensas incidieron en la


necesidad de que el juicio se llevase a cabo en un tribunal internacional
no viciado, aunque conformado por jueces árabes. El tribunal, presidido
desde enero del 2006 por el juez Rachid Adbel Al Rahman, rechazó todas
las peticiones de la defensa y mantuvo las vistas pese al alto clima de tensión
en el que se desarrollaron, con alguna escena de violencia física hacia
algún acusado que se negaba a entrar en la sala y con la huelga de
hambre iniciada por el propio Sadam Husein.
El fiscal jefe del tribunal, Jaafar Al Mousaui, después de exponer con
crudeza pruebas y testimonios, formuló el 19 de junio la petición de pena
de muerte para el expresidente, Barzan Al Tikriti, Taha Yasín Ramadán y
Auad Hamed Al Bandar. En agosto del 2006, con este proceso visto para
sentencia, el mismo tribunal especial inició un nuevo juicio contra Sadam
Husein, en esta ocasión acusado de genocidio por la represión y muerte
de 180.000 iraquíes kurdos entre 1987 y 1988 después de otra compleja
instrucción. Un proceso, en cualquier caso, que no concluyó.

LA SENTENCIA

El 5 de noviembre de 2006 el presidente del tribunal, siguiendo la petición del


fiscal, condenó a muerte a Sadam Husein, su hermano Al Tikriti y al exjuez Al
Bandar y a cadena perpetua a Ramadan. Su caso, sin embargo, fue revisado
meses después y resultó también condenado a muerte. Abdulá Rouid Al
Musheiji, Mizher Rouid Al Musheiji y Alí Daim Alí fueron condenados a 15
años de prisión al probarse su implicación en los hechos en tanto que
dirigentes políticos de la región. Mohamed Azaui Alí, por su parte, fue
absuelto al no encontrarse pruebas concluyentes sobre su culpabilidad.

Las defensas recurrieron las sentencias ante el Tribunal Supremo iraquí,


que las confirmó el 25 de diciembre. Ante el clima de tensión instalado en
todo el país, la fecha de ejecución de los reos permaneció en secreto. En
su condición de militar, Sadam Husein solicitó morir fusilado, una petición
rehusada por las nuevas autoridades del país, que lo ahorcaron el 30 de
diciembre del 2006 pasados unos minutos de la 6.00 h en una base
militar al noreste de Bagdad.

Diversas entidades internacionales criticaron todo el proceso al considerarlo


contrario al Convenio de Ginebra y al derecho penal
internacional y Amnistía Internacional emitió un informe en el que
consideró que el juicio había sido "profundamente deficiente".

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