Stella Martini
Stella Martini
Stella Martini
El periodismo produce las noticias que construyen una parte de la realidad social y que
posibilitan a los individuos el conocimiento del mundo al que no pueden acceder de manera
directa. El producto e su trabajo multiplica y naturaliza gran parte de los discursos en circulación
en las sociedades. Por eso mismo, toda teoría de la noticia se inscribe en una teoría de los
medios y en el paradigma mayor de una teoría de la comunicación.
En la segunda mitad del siglo XX, desarrollo tecnológico y procesos de globalización económica
favorecieron la expansión de los medios y la constitución de los grupos multimedia[1]. Una de
las consecuencias de este fenómeno es la monopolización del mercado y de los discursos sobre la
sociedad, y la dificultad para la aparición de voces diferentes y la práctica de un periodismo
independiente. Y también el surgimiento del periodista "multimediático", que reparte su tiempo
entre el diario de papel, el digital y la pantalla televisiva, en detrimento de las investigaciones
(Klinenberg: 1999). La localización en las lógicas del marketing reduce la extensión de las
noticias, y el producto periodístico se resiente en explicitación y en la contextualización de los
hechos construidos[2].
La relación fundamental entre comunicación, cultura y medios y el mundo de la política, la
economía y la sociedad ha cambiado sustancialmente, y ha dado forma a nuevos procesos
socioculturales (Ford: 1999a). Lejos han quedado las utopías de la comunicación de Marshall
McLuhan, una "aldea global" igualadora desde los medios masivos, o de los cibernéticos, desde
Norbert Wiener[3] (1986), hasta Nicholas Negroponte (1995), para quienes (en momentos y con
perspectivas diferentes) las máquinas inteligentes anularían los conflictos en el mundo.
Se debe reconocer que actualmente hay nuevas formas de construir la información y nuevas
formas de consumirla, y, por tanto, series de sentido diferentes. Los datos económicos, sociales y
culturales se constituyen en contexto y en variable para explicar la noticia, ya que una teoría
sobre la información periodística se pregunta para quién hablan los medios informativos, qué
competencias y expectativas suponen en sus enunciatarios, de qué manera esperan que sus
mensajes sean decodificados, qué sentidos producen los individuos a partir de esa información y
qué relación se establece entre las agendas de los medios y las agendas sociales.
Los medios son formadores de opinión en la sociedad, pero ellos son formados también por la
opinión pública. En a actualidad es difícil identificar de manera fehaciente a la opinión pública,
categoría que está siempre en boca y en la mira, de los políticos y de los medios. Se podría
considerar "como indicador fundamental de los estados de la opinión pública a los resultados de
las encuestas de opinión pública , de las mediaciones y de los comicios (Muraro, 1997:91)
Aunque, como observa también Muraro " la opinión pública no se _agota en las encuestas o en
los escrutinios electorales" (1997: 92), ya que hay maní estaciones de opinión que no son
relevadas por sondeos. La opinión pública se constituye a través del "diálogo de ciudadanos con
otros ciudadanos o consigo mismos" a modo de "un trabajo de generación de consensos" (1997:
93). Estas consideraciones resultan significativas para abordar la relación entre la noticia
periodística _y la sociedad, y en especial la jerarquización de los criterios de noticiabilidad
sustentados por el periodismo en el momento de construir la noticia. Aunque los individuos no
obtienen los datos para constituir su opinión desde un único tipo de discurso, las noticias
periodísticas son el discurso central y privilegiado a tal fin. El público procesa los discursos de
los medios desde diferentes niveles de percepción, reconocimiento y análisis, en esas formas
dialógicas de las que habla Muraro, y que se integran constituyendo una densidad informativa
que se mueve de manera transversal, cruzando los campos de interés, de problemas y de
experiencias, e integrando también las formas de los imaginarios sociales. El imaginario, "una
construcción cultural, histórica, comunicacional que opera en función de instituciones sociales y
por actores sociales... un modo (cultural) de interpretar e interpelar al mundo", posibilita la
referencialidad a un colectivo en el cual los individuos se integran simbólicamente, y pueden
"construir una explicación y una posición respecto al mundo" (Martini y Halpem, 1998:)[10]'°.
Mantiene una relación dinámica con los discursos de los medios: "la información estimula la
imaginación social y los imaginarios estimulan la información, y todos juntos, estos fenómenos
se contaminan unos con otros en una amalgama extremadamente activa a través de la cual se
ejerce el poder simbólico" (Baczko, 1991: 32).
En la relación singular que reúne a la noticia de los medios, la opinión pública y los imaginarios
sociales, el sentido que los individuos (en los ámbitos privados y
públicos) conceden a la noticia se construye de diversas formas, muchas de ellas contradictorias,
en general nunca lineales. No siempre las modalidades del discurso periodístico refieren de
manera transparente a los sentidos vigentes en una sociedad, sino que resultan aproximaciones a
él, o construcciones que intentan acercarse a un estado muy general de consenso.
El peso de las agendas públicas obliga a preguntarse por el periodismo que la sociedad-necesita
en estos momentos en nuestro continente.
La pantalla cinematográfica (en especial la de Hollywood) ha producido históricamente a los
periodistas como personajes que comprometen su vida en la causa informativa, como el que
encarma Michael Keaton en The paper (El diario, 1994) o que la venden al mejor postor en el
mercado, al estilo del que representa Robert Downey jr., en Natural born hillers (Asesinos por
naturaleza, 1997). En el medio, algunas variantes de esos estereotipos ficcionales. Por su parte,
la publicidad televisiva de los productos informativos, adhiriendo a la primera versión, los
presenta como incondicionales de una práctica objetiva al servicio de sus audiencias. Esas
imágenes aportan al contexto del consumo de la información massmediatizada. En opinión de las
sociedades latinoamericanas, los periodistas son aún profesionales relativamente creíbles (Reyes
Matta: 1992; Fraga: 1997), con lo que se diferencian de las sociedades del mundo desarrollado,
que, en los últimos tiempos han manifestado un alto nivel de desconfianza hacia los "hacedores"
de noticias. Luego del veredicto judicial de inocencia a O. J. Simpson, en 1995, y a pesar de que
las cámaras televisivas estuvieron presentes durante todo el juicio (lo que según la opinión de
muchos garantizaría la transparencia del proceso), los sondeos realizados por la American Bar
Association- Gallup indicaron que así como el 80% de los encuestados siente que las
celebridades reciben de la justicia un tratamiento preferencial, más de la mitad de esos
individuos habían perdido su respeto por los. medios informativos como resultado de la
cobertura del juicio (Alexander: 1996).
Lo cierto es que la definición que sobre el periodista da el Diccionario de la Real Academia
Española, la "persona que tiene por oficio escribir en los periódicos", no revela ni la
especificidad ni la densidad de la tarea periodística. Porque el periodista no sólo "escribe" sino
que construye la información, tarea en la que se incluye un alto grado de interés y de curiosidad,
etapas de documentación y de búsqueda y verificación de las fuentes, de selección y valorización
del grado de noticiabilidad, y de interpretación del acontecimiento. Reconocido como de
importancia fundamental en las sociedades democráticas (Rosen: 1996 y 1999; McQuail: 1998;
Ramonet: 1998; Bonilla Vélez: 1997; Martini: 1997; Wolton: 1997; Charon: 1991; Ulibarri:
1988), los resultados del trabajo periodístico se revisten de autoridad, y constituyen una
herramienta de poder [11]
Como en todo oficio o profesión, en el periodismo entran en juego opiniones, representaciones
del mundo y ce-la propia tarea, prejuicios y adscripciones a un estilo, un género, una empresa,
una ideología determinados. Es una práctica investida_ tanto del -Poder que da la información
como. de su_ capacidad potencial para aportar al ejercicio de la ciudadanía. La noticia
periodística comparte con la educación la función de difusión y consolidación de imaginarios,
símbolos valores y tradiciones [12].
El trabajo del periodista se. desarrolla en _el contexto de sociedades en crisis, de fuertes
transformaciones socioestructurales y en una tensión constante entre las _noticias que producen y
el estado de la opinión pública,-por una parte, y en una relación conflictiva con el poder (político
y económico), por otra. Es esta relación con el poder la que hace del periodismo también una
tarea riesgosa. En ocasión de "Día mundial de la libertad de prensa", el diario argentino Clarín,
bajo el título de "El año 1999 fue `nefasto' para la prensa en el mundo" (03-05-00), dedicó dos
páginas para informar, a partir de datos suministrados por el último Informe Anual de la
"Asociación Mundial de Periodistas" (representa a 17.000 publicaciones en 90 países del mundo)
sobre amenazas, asesinatos y persecuciones de que fueron víctimas numerosos periodistas en el
mundo, durante 1999, situación denunciada también por otras asociaciones que defienden la
libertad de prensa"[13].
Estos datos se constituyen en contexto para la formulación de una teoría de la noticia: se trata de
la situación en la que se desenvuelve el trabajo real en muchos casos y del contexto de
construcción de sentí o entre individuos de muchas sociedades. Este panorama de riesgo que
condiciona en mayor o menor medida el trabajo actual no exime al periodismo de una evaluación
constante de los efectos de su labor, y de la reflexión sobre el estado de la noticia en relación con
las necesidades y los intereses de la sociedad. El periodista precisa también una actualización
permanente que le permita ver y entender las tendencias que cruzan las sociedades
contemporáneas, los nuevos mapas de problemas, que le exige una tarea constante e
documentación y de manejo de fuentes muy diversas y un trabajo sobre el propio discurso que lo
aleje del peligro del binarismo (acontecimientos blancos o negros) construcción que pareciera
facilitar la interpretación de hechos complejos.
Numerosos trabajos, muchos de ellos originados en el propio ámbito periodístico, afirman la
necesidad-de cambios y ajustes en las agendas noticiosas en, términos de favorecer y contribuir
al debate público y a la reivindicación del lugar del ciudadano7(Glasser: 1999; Peters: 1999;
Miceli, Albertini y Giusti: 1999; Rosen: 1999, 1997, 1996, McQuail: 1998; Bonilla Vélez: 1997;
Colombo: 1997; Charity: 1993). Las innovaciones tecnológicas (la vigencia de las transmisiones
en directo, entre mitras) y las lógicas mercantilistas han producido severos cambios en la
concepción del trabajo periodístico, traducidos en un mayor conformismo con respecto a la
validación e las fuentes de información, a la aceptación de una escasa interpretación de las
imágenes y a una reducción en la comprensión del mundo (Mouchon: 1999).
El acontecimiento significa una ruptura en cualquier ámbito, privado o público, que se destaca
sobre un fondo uniforme y constituye una diferencia, y se define por los efectos en el tiempo y
en el espacio en los que ocurre. Sólo cobra sentido en una serie, y en relación con los sujetos
sociales (Rodrigo Alsina, 1996; 82), por ello su reconocimiento es una operación situada y
dinámica. En el periodismo, el acontecimiento forma parte de una triangulación que incluye al
público y a las fuentes (que producen y/o permiten el acceso al acontecimiento).
Hay diversas clases de acontecimientos, y de noticias. Los procesos de globalización de las
economías y de mundialización de las culturas afectan a las clasificaciones y jerarquizaciones
(Ford: 1999; Garcia Canclini: 1999; Ortiz: 1997; White, Little & Smith: 1997), y las agendas
públicas se han reformulado en términos de región o de globo, pero también en términos de
segmentos de intereses y necesidades menores pero igualmente significativos y antes no
identificables. Por eso, establecer si un acontecimiento pertenece al ámbito local, nacional o
global no es un tema menor. En la actualidad, se asiste a la formación de "bloques de
informaciones que no son clasificables o explicables como noticias sólo locales o sólo
internacionales", y a los que se puede calificar de transnacionales (Colombo, 1997: 14),
fenómenos como el sida, el narcotráfico, las amenazas al medio ambiente, las migraciones
poblacionales o los conflictos fundamentalistas, por ejemplo. Un acontecimiento como el
atentado a la sede de la mutual israelita de la AMIA, ocurrido en la Ciudad de Buenos Aires en
marzo de 1994, es por contexto de ocurrencia (y por contactos locales en la preparación del
atentado) un hecho nacional, pero por las causas y los efectos que produjo, un acontecimiento
internacional, o siguiendo la tipificación que hace Colombo, transnacional: instala como
escenario de un conflicto de Medio Oriente, a una región geográficamente distante y a una
sociedad aparentemente alejada de ese conflicto, en los efectos entran en juego problemas
nacionales e internacionales (con características que exceden el lugar de ocurrencia del atentado)
y las agendas de seguridad se transnacionalizan. La conmoción operó sobre la sociedad
argentina, también en la sociedad israelí, y repercutió en las agendas de seguridad de Brasil,
Europa y los Estados Unidos, en términos de afianzamiento del tema en las agendas mundiales.
Más allá de la complejidad de los efectos, la noticia apareció en las secciones de "Política
nacional" de los diarios y televisores argentinos, y en las de "Política internacional" de los
medios de otros países y en la CNN. La selección y clasificación de los acontecimientos que
serán noticia se apoya en los ejes información-sociedad, en términos de necesidades y
expectativas, y de reconocimiento-realidad, en términos de verosímiles que constituyen la
realidad cotidiana, y tiene que ver con los valores de noticiabilidad de los que se carga en cada
situación y en cada medio en particular.
Los medios ordenan las noticias según formas clasificatorias diversas que constituyen las
distintas secciones, fijas en los diarios, más flexibles en los noticieros televisivos. Las
clasificaciones se hacen según los ámbitos de ocurrencia de los acontecimientos, y responden a
veces a un interés común, como política nacional o información sobre la sociedad, otras, a un
interés sectorial, como economía, cuyo discurso y lenguaje más especializados se dirigen a un
público con una competencia y un interés puntuales en ese ámbito.
Al ordenar los materiales según criterios tipificados, las secciones de los medios arman
recorridos de lecturas posibles, y construyen versiones de una clasificación de la realidad,
responden a la vigencia de determinadas agendas de problemas y al contrato de lectura que el
medio mantiene con su público.
Las secciones de los diarios remiten al sistema clasificatorio de la modernidad con espacios que
responden a los ámbitos de las actividades de las instituciones públicas, casi coinciden con las
áreas en que se organiza la tarea gubernamental, privilegian los campos de la política (nacional e
internacional) y la economía. Las noticias que tematizan problemas de la sociedad, la salud, la
educación, el medio ambiente, etcétera, suelen incluirse en "información general" o "sociedad".
Puede pensarse que es un tipo de sección demasiado generalista, donde se publica todo aquello
que no refiere a los ámbitos político-administrativo o económico, sin embargo, se ha ido
convirtiendo en una zona de información cada vez más jerarquizado en el momento de la lectura
y por tanto de la producción. El crecimiento de esta zona ilustra la movilidad de los sistemas
clasificatorios, fenómeno que se observa también diacrónicamente, y que tiene como efecto una
reacomodación de las agendas del medio. justamente, la sección que incluye las agendas sobre la
sociedad ha crecido en los últimos años en detrimento de las secciones de política, donde ha
desaparecido la crónica parlamentaria. Se trata del efecto de varios fenómenos
rnacroestructurales, pérdida de credibilidad de los sistemas políticos y caída de los grandes
relatos explicadores de la realidad; reformulación del Estado-nación con la desaparición de su
función protectora del bienestar; creciente protagonismo de la sociedad civil y aparición de
nuevas agendas de problemas tanto globales corno locales. Las zonas de interés general incluyen
problemáticas "cercanas", en términos geográficos y de interés, y de fuerte impacto en la vida
cotidiana. Es una forma de clasificar todo aquello que interesaría más de cerca al individuo
común, por fuera de las agendas programáticas de las instituciones del Estado- y del mundo
empresarial.
Construidas a modo de ventana abierta a la realidad común, se apoyan en retóricas
narrativizadas, incluyen la casuística, y las llamadas notas "de interés humano" y "de color", y
resultan quizás más creíbles para el público, porque le permiten el anclaje en la experiencia
propia. El protagonismo y la autonomía de este tipo de secciones ofrecen, con todo, algunos
problemas relativos a la construcción y ordenamiento de la información, hay noticias que se
mueven de una sección a otra (muchas noticias sobre el delito o sobre educación aparecen a
veces en "información general", otras, ocupan secciones propias), y no siempre la jerarquización
(el énfasis recibido) que se hace de la información responde al lugar que los temas ocupan en las
agendas públicas, sino a la variable conmoción o escándalo que hace a un hecho más noticiable.
En esta sección, la categoría identidad ciudadana suele aparecer fragmentada y ambigua en
términos de participación. Son noticias que enfatizan los temas con el "color" y variadas dosis de
sensacionalismo, y reducen la participación ciudadana a reclamos y denuncias, y que, al
acentuar el padecimiento y el recorte de los derechos ciudadanos, o bien olvidan el ámbito de los
deberes implícitos en todo derecho, o bien cristalizan una imagen de ciudadano victimizado, al
margen de la actividad pública. No se trata de adjudicar a las noticias -a los medios- las
responsabilidades por la grave situación actual, sino de enfrentarlos con las jerarquizaciones y
retóricas que se articulan en los discursos a través de los cuales se produce el reconocimiento de
la actualidad.
Justamente, la ampliación de esta zona, que traduce parte de las transformaciones políticas y
sociales contemporáneas, exige al periodista una lectura mucho más experta de "la calle" y
también de los diversos medios, y una mirada al conjunto de las agendas temáticas, para evitar la
construcción de una imagen recortada o parcial de lo que está sucediendo.
Hay ciertos temas que, como se señaló antes, ya constituyen agendas públicas y buscan su lugar
en la organización que los medios hacen de la realidad. Pero ya que atraviesan diferentes ámbitos
(político, social, económico, o local, nacional, internacional), como los conflictos interculturales,
las migraciones forzadas, las pretensiones de universalismo de los procesos globales y de los
fundamentalismos, resultan un problema a la hora de su clasificación. Hasta el momento, los
diarios resuelven el problema remitiéndose al lugar geográfico de ocurrencia de los sucesos, así
les quitan gran parte de su carga de inscripción en el nivel macroestructural de ocurrencia real.
Los desplazamientos en la jerarquía de ciertas secciones y la necesidad de la renovación de
sistemas clasificatorios tradicionales y de la disposición de otros que den cabida a agendas
públicas nuevas ubican el tema de las clasificaciones en un lugar de urgencia en el debate sobre
la noticia, ya que no sólo implican a las mismas formas del trabajo de construcción de la noticia
(los valores de noticiabilidad de un hecho) sino también a las formas de percepción y
reconocimiento de los individuos.
En la televisión las clasificaciones son flexibles, pueden abrirse a etiquetas nuevas, o modificarse
por la importancia de temas de "último momento" o de aquellos que, por su relevancia o
gravedad, se imponen en el primer bloque, o por la dominancia de alguna serie de noticias. Hay
una tendencia a explicitar las clasificaciones generales, anunciando las noticias "políticas",
"económicas", o "policiales", pero también aparecen bajo el rótulo del caso particular que
desarrollan, "guerra en los Balcanes", "inundaciones" o "el
caso Elián" (el niño cubano que sobrevivió al hundimiento de la balsa que lo trasladaba a Miami,
donde se convirtió en objeto de disputa política). Esta modalidad de ordenar la información
intenta atraer la atención del público, y funciona también como título destacado (permite a la
audiencia ubicarse fácilmente en la agenda propuesta).
Un medio moderno se caracteriza no sólo por sus servicios a la opinión pública en términos de
construir la información de "rutina", sino también por la introducción de nuevas problemáticas y
tendencias que aparecen en las sociedades. La lectura de nuevas tendencias depende de la
capacidad del periodismo para interpretar la diversidad de acontecimientos que se producen en el
mundo y la aceleración de las transformaciones. A veces son datos estructurales los que plantean
la posibilidad de un nuevo fenómeno social, como los datos sobre desempleo, que permiten no
sólo prever conflictos sociales sino también cambios socioculturales.
Otras veces, un acontecimiento se transforma en un tema que se instala en la agenda del medio y
constituye una serie, como el de las migraciones pobres o el del desempleo en los sectores más
jóvenes de la población. Un acontecimiento en apariencias imprevisible exige hipótesis o
explicaciones particulares, como los casos de violencia armada en las escuelas o de corrupción
que cruzan empresas transnacionales con gobiernos nacionales (como el caso IBM-Banco
Nación, en la Argentina).
Las nuevas tendencias o nuevos problemas (new issues) en las agendas públicas se constituyen
en temas que se resisten a los encasillamientos tradicionales. Algunos comienzan a constituir
zonas fijas en la agenda de los diarios (cuerpo principal o suplementos) y de la televisión (los
canales temáticos), y de la sociedad (así sucede con el conjunto formado por la ciudad, la
seguridad, el tránsito, la calidad de vida, la ecología, o también con el de género, feminismo,
acoso sexual, aborto, planificación familiar). Esto se corresponde con nuevas necesidades de la
opinión pública.
Usualmente, las noticias de mayor gravitación en la sociedad constituyen series que se retoman
cuando se producen nuevos hechos, o se incluyen en agendas ya reconocidas. Este fenómeno
favorece la clasificación rápida de un nuevo acontecimiento y facilita su presentación al público,
ya que se lo supone conocido por el público. Y también permite la habilitación de los supuestos
que se manejan en el momento de construir la noticia. Los supuestos remiten a la información
recibida con anterioridad por el público, que estaría archivada en su memoria y sobre la que no
sería necesario volver. El recurso a los supuestos se apoya en el imperativo de la brevedad y en
la preocupación por evitar la redundancia. En la dificultad de establecer el estado real de esta
información almacenada, la tendencia general en los medios es evitar supuestos, aunque tampoco
se elige dar información muy obvia. Se suele suponer que una noticia que se inscribe en una serie
reciente o una agenda temática habitual reactiva fácilmente información previa que colabora en
su interpretación. Sin embargo, hay niveles de supuestos que los medios tendrían que corregir o
discutir (no todos los individuos saben, por ejemplo, qué es un proyecto de ley y cuál es su
mecánica de acción, y las noticias sobre el tema suelen omitir las aclaraciones). La pregunta
pertinente en este caso es si se debe suponer que el lector tiene una educación cívica adecuada
para leer correctamente tales temas o si el medio tiene que recordar o explicar estos
procedimientos.
Se pueden identificar diferentes niveles de saberes que los medios atribuyen a la competencia de
sus públicos: supuestos informativos, que tienen que ver con hechos ya difundidos relacionados
con el presente informativo, y por los que se informa sobre algo sin explicar qué fue lo que
provocó la acción que se relata.
Los supuestos informativos son quizás los que ofrecen menores posibilidades de error, se pueden
establecer fácilmente, porque se derivan de la importancia de la agenda que incluye a la noticia o
de la cercanía del hecho nuevo con la serie. Hay también supuestos históricos, conocimientos
que refieren a hechos del pasado, que se relacionan con la información del presente. Trabajar
desde ellos implica un riesgo alto porque si no están correctamente fundados pueden recortar el
sentido de la información construida (dar por supuesto un conocimiento que refiere a hechos
ocurridos más de veinte años atrás puede provocar la parcialización del sentido de la noticia
actual).
Los supuestos interpretativos apelan al lugar del lector como interpretador de la noticia, y anulan
el eje de construcción, propio del discurso periodístico: la información televisiva da por
supuesto, muchas veces, que la imagen es elocuente y no merece una interpretación por parte del
medio. Los supuestos de relación dejan por sentado que el lector hará las relaciones que el texto
considera pertinentes, aunque la información suministrada pueda no ser suficiente para ello. En
estos casos, quizás los más frecuentes, los medios suelen desvincular los procesos del nivel
macroestructural donde encuentran su sentido completo.
El trabajo con la gran masa informativa a la que acceden diariamente los medios se inicia con la
verificación de la adecuación de los acontecimientos a los criterios de noticiabilidad. Una teoría
sobre la noticia trabaja en la identificación de esos criterios y las formas de su aplicación en el
armado cotidiano de las ofertas informativas. La tarea incluye la entrada en el campo de las
rutinas que se ponen en práctica en la construcción de la noticia, y la consideración de que
cualquier definición de noticia y de las cualidades que hacen a un hecho noticiable cobran
sentido en el marco de una cultura y de un momento histórico, y en relación con el contrato de
lectura de un medio con su público.
Un estudio de la noticia, centrado en los criterios de noticiabilidad, incluye, necesariamente,
varios niveles que remiten a los procesos de definición, producción, y consumo de la misma: el
nivel de los productos, el de los productores, y el de la recepción (Ford y Martini: 1997). Tiene
como objetivo analizar las diferencias que pueden darse entre las concepciones y los sentidos
sobre la noticia y los criterios de noticiabilidad en los públicos y en los productores de las
noticias, y los que aparecen en los productos en el circuito de comunicación. El abordaje de los
productos es primero: da las pautas de análisis. En la noticia se estudian las formas en que se
legitima y naturaliza como discurso ante la opinión pública, los criterios de noticiabilidad a los
que responde, y bajo qué clasificación aparece, los sentidos posibles construidos, y la conexión
con las series de representaciones que circulan en la sociedad.
En el nivel de los productores, se trabaja sobre la concepción de la noticia que dirige su labor; los
criterios implícitos y explícitos de selección y jerarquización que aplican y los sistemas de
construcción de la noticia que manejan, el acceso y verificación de las fuentes y los efectos de la
vinculación con el poder; y el imaginario con respecto al público, a la realidad y a su tarea en el
espacio público, y los sistemas de análisis y desarrollo de tendencias (new issues) que aplican.
En el nivel de los públicos, hay que entender a qué llaman noticia y el interés que tienen por ella,
el lugar que ocupa en su vida cotidiana; cómo la leen, y qué relación establecen entre la
jerarquización que plantean los medios y la que ellos hacen de la realidad y, finalmente, la
articulación entre los niveles de comprensión de la noticia, la propia experiencia y los
imaginarios que sustentan.
En el análisis del producto puede no aparecer alguna información que provea la construcción de
sentido que hacen receptores y productores. Aunque tales desvíos no suelen ser importantes, son
datos que ajustan las conclusiones del estudio, y permiten a los medios mejorar la oferta en
términos de la noticia como un servicio de interés público (Ford y Martini: 1997).
Los estudios sobre la construcción de la noticia señalan el paso de las teorías centradas en el
mensaje periodístico y en sus efectos sobre los públicos al de las investigaciones que colocan
corno objeto el proceso de producción y la labor de los emisores. En la actualidad, el resultado
de las investigaciones ofrece formulaciones teóricas en dos direcciones: la sociología de las
profesiones, dedicada al análisis de los emisores en su inserción en la profesión y en su relación
con la sociedad; y "los estudios que analizan la
lógica de los procesos con la que se produce la comunicación de masas y el tipo de organización
del trabajo en el que tiene lugar la «construcción» de los mensajes" (Wolf, 1991: 204).
El estudio de los procesos productivos que hacen al pasaje del acontecimiento a la noticia
incluye dos etapas, cronológicamente diferenciadas en las investigaciones: la primera centrada
exclusivamente en la selección de la información, proceso que se denomina gatekeeping
(cuidado del acceso), y la actual, que abarca el proceso productivo completo, identificada como
newsmaking (construcción de la noticia).
Hacia 1950, David White decidió aplicar al estudio de la práctica productiva periodística el
concepto de gatekeeping, acuñado por Kurt Lewin en 1947 en el campo de la psicología. El
concepto de gatekeeping (cuidado de la puerta o del acceso) investiga la manera irregular en que
las informaciones circulan y se encuentran sometidas a instancias que las demoran o "traban" en
algún punto de la cadena comunicacional, y la fluidez con que circulan luego aquellas que
consiguen pasar la barrera. Estos lugares de demora o nudos que actúan como barrera y filtro en
la circulación de la información serían los gatekeepers o porteros.
En el campo del periodismo, White "utilizó el concepto para estudiar el desarrollo de la afluencia
de noticias a los canales organizativos de los aparatos de información, y sobre todo para
determinar los puntos que funcionan como «porterías», que determinan si la información pasa o
es descartada" (Wolf, 1991: 205).
Primera etapa en los estudios sobre la producción de la noticia, la investigación sobre el
gatekeeping se centró en la relación entre los contenidos publicados en los diarios y el proceso de
filtrado de la información. Estableció, básicamente, dos hipótesis: los acontecimientos no
acceden a la categoría noticia porque no reúnen las condiciones para serlo (no tienen relevancia),
y porque son más de lo mismo (son redundantes, ya hay o hubo otros similares). Con lo que se
deduce que los criterios de noticiabilidad sobre los que se trabajó en esa etapa fueron la novedad
y la importancia de un hecho, aunque muchas veces los editores y gatekeepers entrevistados
aludían a problemas relativos a la disponibilidad de espacio para la publicación.
Las investigaciones explicaron los resultados de la selección a partir de los efectos y la presión
que la institución periodística imponía a sus empleados, y que se traducía en una distorsión
voluntaria de la información.
La tarea del gatekeeper, evitar que se filtre la información indeseada (por la institución o por el
poder), ha sido considerada una actividad que manipula y recorta la libertad de información. Si
bien en una primera etapa las investigaciones incluyeron sólo a los individuos que cuidaban el
acceso de la información, más adelante se trabajó sobre el sistema productivo en su conjunto, en
su funcionamiento como gatekeeper, y se estableció que la tarea de selección es un "proceso
jerárquicamente ordenado y vinculado a una extensa red de feed back"(Wolf, 1991: 206).
Shoemaker explica que, en 1965, Gieber había criticado "los estudios sobre el gatekeeper que
usan el nivel individual de análisis, sugiriendo que las decisiones de la tarea de gatekeeping están
bajo la influencia no sólo de los valores del gatekeeper sino también de los valores de la
sala de redacción y de la audiencia (niveles de las rutinas y social/institucional)" (1991: 32).
Sustentado en la sociología funcionalista, los trabajos se propusieron analizar la producción en
los medios según las formas de control que reciben y las funciones de control social que ejercen.
El modelo de investigación centrado en la tarea de gatekeeping resulta incompleto y
teóricamente esquemático (su localización en las funciones), con todo, es necesario reconocer
que aportó una perspectiva de análisis hasta el momento relegada, la de los productores, e instaló
el concepto de selección, axial para determinar el sentido de los procesos productivos de la
noticia. Las investigaciones no explicaron todas las etapas y modos del proceso productivo, y no
tuvieron en cuenta a la sociedad como caja de resonancia, en términos de intereses y
expectativas, sino que identificaban como referente de la selección al grupo de trabajo, a las
normas institucionales, y a las fuentes. Las críticas más fuertes que se hicieron a esta propuesta
se sintetizan en la exclusión del resto de las fases del proceso de construcción de la noticia, que
permitirían entender los "desvíos" de la información publicada y la relación de la noticia con la
sociedad, y en la perspectiva científica, predominantemente funcionalista.
Es posible organizar y clasificar los criterios de noticiabilidad según variables diferentes, que se
conciben como valores, atribuidas a los acontecimientos. Los valores-noticia, "componentes de
la noticiabilidad" (Wolf, 1991: 222) de un acontecimiento, son las cualidades significativas que
construyen su relevancia. La relevancia opera en el conjunto de periodistas de un medio, en el
medio como empresa y en la sociedad.
Las noticias carecen de valor "si no se ocupan de los temas significativos de la actualidad y de lo
que realmente sucede", por eso la relevancia se constituye en "el término clave para evaluar la
calidad de la selección de las noticias" (McQuail, 1998: 291). El punto de partida para la
investigación es cómo se verifica la relevancia de un hecho.
La cuestión de la relevancia o cualidades de noticiabilidad que operan en el pasaje del
acontecimiento a la noticia exige formas de verificación de su adecuación a las necesidades de
información de una sociedad, independientemente del trabajo de verificación y corrección
realizado en el mismo medio.
Un acontecimiento es noticia por su valor informativo, que incluye importancia y gravedad de lo
que se informa, y si concierne a una parte notable de la población en un margen de tiempo corto
o largo, pero de modo profundo, ya que la noticia establece un lazo con un sector amplio de la
población que se siente implicado o afectado, identificado o interesado. En este sentido la noticia
puede referirse tanto a grandes colectivos sociales (nación, conjunto de naciones, regiones),
como a personajes representativos o jerarquizados por diversas razones, o a individuos comunes.
Para sistematizar los diferentes criterios que operan en la noticiabilidad se puede recurrir a dos
variables básicas, el efecto del acontecimiento sobre la sociedad y sobre otros medios en
términos de transformaciones, y la cualidad del acontecimiento en términos de trabajo
periodístico y de percepción por los sujetos sociales.
Según los efectos que un acontecimiento puede tener sobre la sociedad, los valores-noticia más
importantes son:
• novedad
• originalidad, imprevisibilidad e ineditismo
• evolución futura de los acontecimientos
• importancia y gravedad
• proximidad geográfica del hecho a la sociedad
• magnitud por la cantidad de personas o lugares implicados
• jerarquía de los personajes implicados
• inclusión de desplazamientos
La novedad es la marca que define la noticia porque es "índice de la variación en el sistema", que
implica la existencia del hecho como ruptura (Rodrigo Alsina, 1996: 98). la calidad de novedoso
parece no necesitar aclaración, sin embargo como gran parte de las noticias que son tapa
diariamente en los diarios constituyen series (se continúan durante varios días o semanas, porque
tematizan problemas graves o abiertos, que requieren de un desarrollo, producen otros hechos
conexos, como son los casos de medidas de gobierno, delitos, juicios o catástrofes naturales)
cada día la serie debe ser alimentada con información nueva, si no desaparece corno tal. Estas
noticias sobre temas serializados deben marcar un cambio con respecto a la noticia anterior.
La originalidad, la imprevisibilidad y el ineditismo refuerzan la marca de novedad de un hecho,
permiten su énfasis, apelan a la curiosidad que pueda despertar, y a la inquietud que provoca. Un
hecho original es más noticia porque es más novedad. Los hechos imprevisibles operan con
fuerza en los imaginarios sociales, propician el surgimiento de significaciones asociadas a la
inseguridad y la amenaza. Las explosiones, las catástrofes, los desastres, los golpes de Estado y
los crímenes son altamente noticiables, constituyen el término imprevisto de procesos
inesperados y representan la alarma en la sociedad (son una amenaza a la estabilidad). Suponen
la irrupción de lo desconocido en los medios: se traducen en noticias que circulan rápidamente y
movilizan a la sociedad. Los acontecimientos marcados por la imprevisibilidad no desaparecen
fácilmente de las agendas mediáticas, la conmoción que provocan probablemente se resuelva en
nuevos acontecimientos (como medidas para paliar la situación o para corregirla) que se
constituyen en serie, y la información periodística puede permitir una cierta sensación de
tranquilidad ya que posibilita que el público reorganice la percepción de la realidad y sus
actividades habituales.
La evolución futura de los acontecimientos marca la significatividad que el acontecimiento
adquiere respecto de las expectativas en la sociedad, ya sea que se trate de un hecho que debe
resolverse, o que tenga un desarrollo secuencial (se esperan las consecuencias posibles), para lo
cual se constituye en una serie que se relaciona con otros hechos-noticia que se seguirán
(característico de catástrofes, conflictos sociales agudos, corrupción, juicios públicos o crímenes
espectaculares) y cuyas derivaciones pueden ser imprevistas, difíciles de prever o simplemente
previsibles.
La posibilidad de permitir la evolución futura de la información se relaciona también con la base
de la práctica periodística: una noticia es más noticia si se puede seguir construyendo
información a partir de ella durante varios días. Y no sólo porque permite el despliegue sobre
diversas zonas del campo de la realidad, sino también porque facilita el trabajo sobre un tema ya
tratado, es un acontecimiento conocido, para cuyo acceso se ha establecido un conjunto
determinado de fuentes y una manera de encararlo.
En el mismo sentido, se puede pensar en la incidencia que un acontecimiento tiene sobre las
agendas públicas, ya sean éstas locales, o sectoriales, sobre las agendas nacionales o
internacionales, y sobre otras agendas conectadas con el tema.
El grado de importancia y de gravedad de un acontecimiento se mide en varios niveles, y el
central es la incidencia sobre la vida de la sociedad, en términos presentes o futuros, y en
términos relativos de conmoción. Aquí se incluyen las formas de articulación con el impacto
sobre la nación y sobre el interés nacional, o sobre el interés local. Las noticias nacionales pesan
más que las internacionales (en principio), a menos que las internacionales refieran a hechos que
comprometen la nación (guerras, embargos, catástrofes ecológicas, amenazas globales). Las
locales son más relevantes que las nacionales cuando afectan a un gran número de personas, y
tienen consecuencias sobre el futuro de una comunidad (elecciones a intendente, impuesto local,
incremento del delito, epidemias). Si bien últimamente ha ido aumentado la preferencia por la
información local, resultado probable de un estado de crisis que obliga a preocuparse por lo
inmediato y cercano, y que presenta los problemas macroestructurales como distantes y en los
que la participación resulta difícil, siempre la noticia local ha resultado más interesante para el
público porque construye el sentido de su cotidianeidad.
Se trata de un valor que se explicita a través de otros valores como la cantidad y la jerarquía de
las personas implicadas en el hecho, la proximidad de ocurrencia, y las consecuencias
implicadas.
La proximidad geográfica de un acontecimiento se conecta con los centros de interés del público.
Cuanto más cerca del público ocurre el hecho, más noticiable resulta: la cercanía instala lo
siniestro (un crimen ocurrido a dos cuadras de la casa de un individuo le causa un impacto más
grande que otro ocurrido en una localidad distante), y dice que el peligro está al acecho en el
terreno conocido y transitado habitualmente. La proximidad se enlaza con el efecto sobre lo local
y, en el caso de la información televisiva, las imágenes golpean por el reconocimiento posible.
Este valor se asocia con la cantidad de las personas implicadas. Por eso se suele decir que un
accidente con una víctima fatal en la propia ciudad es más noticia que otro con cien víctimas a
miles de kilómetros, el reverso, para que sea noticia un suceso ocurrido remotamente la cantidad
de víctimas o de personas afectadas debe ser grande.
La magnitud por la cantidad de personas o lugares implicados se conecta con la potencial
implicación del público al que la noticia va dirigida, e implica su gravedad (en términos
cualitativos propios del hecho y en términos de los efectos sobre la sociedad, la nación, etc.). Un
hecho es más noticia si afecta a muchas personas o ámbitos geográficos (por los efectos de una
medida económica, la noticia es más relevante si da cuenta de un nuevo impuesto que afecta a
toda la población, o un accidente es más noticiable si produce un elevado número de víctimas
fatales). El modelo de diario popular sensacionalista se maneja habitualmente con el grado de
noticiabilidad que remite a la cantidad de personas implicadas y la proximidad geográfica del
acontecimiento, con lo que ratifica un contrato en términos de cercanía.
La jerarquía de los personajes implicados en un acontecimiento apela a las apariciones o la
presencia pública de personajes conocidos que son siempre noticia. Ellos significan la presencia
del comentario en la información, porque entra en juego la popularidad, garantía de la
repercusión de la aparición. Pero también adquieren valor de noticiabilidad los hechos
protagonizados por personajes comunes, que pueden referir a colectivos o grupos cercanos al
interés o la simpatía del público. Así sucede con hechos con la participación de niños, ancianos,
o grupos de voluntarios, por ejemplo. Muchas veces, algunos personajes comunes adquieren
publicidad y se instalan corno nuevos actores en el espacio público: se trata por lo general de
hechos que provocan un sentimiento de empatía con los personajes o las situaciones implicadas,
o que irrumpen con el dato grave e imprevisible, o que permiten al periodista la nota de interés
humano o de color.
La inclusión de desplazamientos resulta significativa, tanto si son conjuntos de personas (una
manifestación, una procesión religiosa) o individuos públicos reconocidos (viajes de un
presidente o de un artista famoso).
Se trata de movimientos o agrupaciones significativas, cambios de lugar o de posición, y
trayectorias que permiten efectos diversos sobre la sociedad (Gomis: 1991). Son útiles para la
práctica periodística porque son hechos anunciados, previstos, con una organización detrás, y
resultan más fácilmente abordables, y son muy adecuados para la televisión, por su carácter
visible, notorio y espectacular. Presentan las ventajas que se prolongan en el tiempo, y permiten
la instalación de series (no muy extensas), provocan resultados casi inmediatos, forman parte de
las rutinas informativas y de lo que podría llamarse la "normalidad informativa".
Según las cualidades que el acontecimiento presenta en relación con los procesos productivos,
los criterios más importantes son:
La comprensión e inteligibilidad de un acontecimiento impiden la confusión. Cuando un hecho
no es comprensible, el periodismo suele descartarlo o esperar a la obtención de mayor
información a través de fuentes alternativas. Un acontecimiento comprensible por lo general
permite mostrar resultados, Gomis (1991) agrega que los resultados constituyen el rasgo ideal de
una noticia, porque de esta manera, un hecho se define como tal, es público y tiene repercusiones
en el futuro. Este tipo de hechos dan respetabilidad a los diarios, y corresponden a los modelos
informativo-interpretativo de la prensa gráfica (algo que puede ser informado de manera clara y
comprensible).
La credibilidad construye un dato confiable, mientras que un hecho de escasa credibilidad
enfrenta al periodismo a la posibilidad de violar sus normas tácitas de concisión y brevedad, ya
que lo obliga a realizar complejas operaciones de explicitación y legitimación. Explica Sohr que
"la credibilidad de una noticia a menudo está más ligada a la fuente que la emite que a la
verosimilitud del acontecimiento" (1998: 89), por lo que un suceso poco verosímil puede
legitimarse si la fuente goza de reconocimiento público.
La brevedad se relaciona con las cualidades anotadas antes, y consiste en la posibilidad de
construir una noticia en pocas líneas o al menos de manera directa.
La periodicidad facilita la labor periodística. Como se señaló en un capítulo anterior, los hechos
que son habituales y tienen una aparición periódica en los medios son más fáciles de construir y
también de interpretar por el público que los consume. Se inscriben en una serie o en una agenda
que no necesita mayor explicitación, se puede apelar a los conocimientos supuestos, y permite
recurrir a interpretaciones de especialistas o de figuras públicas, en suma, posibilitan una
cobertura sustentada en lo conocido y dominada por la función del periodista como denunciante
de una serie de hechos o como consejero de la población. La periodicidad permite formular
series acumulativas o noticias cíclicas, y en un extremo de este tipo de construcciones encuentran
su anclaje las denominadas "leyendas urbanas", que son "narraciones de hechos a los que falta
tanto una fuente como una verificación, pero que son muy ricas en detalles" y se sitúan cerca de
series de acontecimientos que preocupan, apasionan y se comprueban, y que instalan creencias a
cuyo alrededor "se forman vastas oleadas de pánico colectivo, denuncias, procesos..." (Colombo,
1997: 196-197).
La exclusividad o la primicia es uno de los grandes desafíos del periodismo, no sólo permite el
éxito que significa la captura de la novedad antes que otros lo hagan, sino que implica la
capacidad para contactar fuentes legítimas y privilegiadas y para leer de manera productiva los
hechos en la realidad. Cuando un acontecimiento que fue comunicado como primicia exclusiva
de un medio se instala en la agenda de todos los medios, obtiene su reconocimiento, ese medio lo
usa para promocionarse públicamente, y validar su trabajo habitual.
La noticia como resultado de una ideología de la información refiere, según Wolf, a una
concepción de la información entendida como lo más novedoso, pero también lo más
conmocionante y terrible. El criterio implica que para un medio "son noticiables en primer lugar
los acontecimientos que constituyen y representan una infracción, una desviación, una ruptura
del habitual curso de las cosas" (1991: 253) y que hace que lo más negativo sea más noticia.
Remite al dicho de que las malas noticias son las buenas noticias (bad news is good news),
porque permiten la construcción en términos de color o de sensacionalismo. A modo de síntesis,
es necesario recordar que estos valores suelen funcionar en conjunto, y que no todos ellos son
imprescindibles para que un acontecimiento se transforme en noticia. Ciertos acontecimientos,
como algunos actos de gobierno reúnen los valores fundamentales de noticiabilidad y no
necesitan ni siquiera pasar (en las mismas salas de redacción) por la etapa de selección de
manera explícita: el reconocimiento de que deben ser publicados facilita el trabajo periodístico,
la selección está implícita en las rutinas de trabajo (son novedad, tienen valor informativo,
afectan a la sociedad en su conjunto e incluyen a personajes jerarquizaclos públicamente), en
todo caso se elige dónde ubicarlos y cómo presentarlos, para los cual también se acude a los
valores-noticia que representan.
Los periodistas consideran que su labor es acertada si coinciden en su selección de los hechos
con la selección realizada por otros medios: si varios medios marcan un hecho como noticia, hay
acierto, el hecho tiene la jerarquía noticiosa adjudicada. Tienden también a pensar que han
acertado si los hechos que se transformaron en noticia repercuten en otros hechos, tienen
continuidad en una serie noticiosa o en otras noticias como opiniones. En pocas palabras, una
noticia que aparece en más medios es más noticia que aquella que aparece sólo en uno, salvo en
el caso de una noticia exclusiva, una primicia. Y cuanto más coincidan los medios en la selección
de la misma información, mayor será su efecto sobre la opinión pública (Gomis: 199l).
En síntesis, un medio acierta cuando publica una noticia que será publicada en el día por otro
medio; cuando destaca una noticia que será comentada y destacada por otros medios; o cuando
destaca una noticia que se convertirá en serie. Y se equivoca cuando destaca una noticia que no
será comentada ni siquiera por ese mismo medio; cuando destaca una noticia que no tendrá
consecuencias; cuando omite una noticia que será comentada por otros y se instala como serie.
El estudio de los procesos de producción de las noticias pone en escena la organización interna
del trabajo de los medios. El énfasis con que el periodismo destaca los valores-noticia, la
inclusión en la tapa, titulares grandes, recuadros o infografías, en el caso de la prensa gráfica, o
los avances que interrumpen un programa, los gestos y la acentuación que utiliza el presentador
de las noticias en la televisión o la música que anticipa la primicia o la catástrofe, permiten la
legitimación del proceso de selección y construcción del discurso periodístico. El periodista y el
medio metacomunican a su público su capacidad de reconocer lo que es importante y de interés,
lo que alcanza relevancia para la sociedad, y su competencia para ponerlo a su disposición.
Con todo, no permite dirimir la cuestión de por qué y cómo desaparecen las noticias del espacio
de los medios. Hay dos grandes tipos de noticias, las que informan puntualmente de un hecho y
su función social se agota en el mismo acto de la comunicación, y las que se instituyen a modo
de serie y se publican durante un cierto tiempo y luego desaparecen. Las primeras pueden ser
inicio de serie pero su sentido como relato de hechos no depende de esa serialización, aun
cuando se abra a posibles y eventuales futuras noticias.
Una noticia sobre el resultado de elecciones para formar un gobierno se cierra en el mismo cierre
de la noticia, no instala un suspenso, aunque quede abierta a las consecuencias futuras y permita
muchos hechos conexos al acto eleccionario. Las segundas, en cambio, hablan de un
acontecimiento que necesita de más noticias sucesivas para obtener un sentido completo, para
que la historia tenga su cierre. Se incluyen en este orden las noticias sobre crímenes, conflictos
sociales, ciertos actos de gobierno o interpelaciones judiciales que en algún momento
desaparecen del espacio mediático, y por tanto casi seguramente de la realidad social, sin que se
haya llegado a la etapa de resolución o explicación definitiva. Nunca se sabe si el caso (el
misterio) se resolvió o no, por eso son historias que quedan truncas y fragmentan el
conocimiento y la percepción del mundo de lo real. A partir de la afirmación de que "no todas las
muertes son «naturales»", Colombo advierte sobre los riesgos de una práctica que ofrece tantas
noticias "suspendidas" o "mutiladas" como "cíclicas" (aquellas que reaparecen cada tanto en los
medios y que son abordadas como un hecho nuevo, nunca antes acaecido) (1997: 81) y que
pierden así su carga de sentido que les posibilita la adscripción a una serie.
Posiblemente, se puedan usar los criterios que hacen a la noticiabilidad de un hecho para
entender en una primera instancia que las noticias muertas tematizaban problemas o casos cuyo
interés había bajado notoriamente ya que no se producían nuevos hechos articuladores. Con todo,
trabajar exclusivamente desde la perspectiva de la originalidad y la conmoción lleva a descuidar
los procesos de cognición de los públicos y su necesidad de articular con sentido los datos sobre
la realidad social. Las historias que no se cierran no cierran en el sentido de los individuos,
instalan la sensación de una realidad atravesada por la fragmentación y la inconsistencia. Pero
fundamentalmente colaboran a la naturalización de una participación reducida e incompleta de la
ciudadanía en los asuntos de interés público.
El trabajo periodístico elabora datos, información bajo el formato de noticias, y es justamente la
calidad de noticia la que permite establecer el circuito de comunicación con y entre la sociedad.
A partir de este reconocimiento, la construcción de las noticias debería considerarse un trabajo
sobre los valores y los significados marcado por la cohesión y la coherencia.
La noticia periodística es una construcción de la realidad (Verón, 1981), que "existe en función
de que la comunicación permite disponer de un mecanismo de relación (de interacción) entre los
individuos" (Saperas, 1987: 148). Esta definición se constituye en punto de partida del análisis
discursivo de la noticia, y desarma la hipótesis de la objetividad periodística. Si "los periodistas
tienen un rol socialmente legitimado e institucionalizado para construir la realidad social como
realidad política y socialmente relevante" (Rodrigo Alsina, 1996: 30), es natural que realicen
operaciones para reafirmarlo.
La definición de la noticia como construcción de la realidad social implica que la comunicación
no es un proceso lineal, y que incluye de modo necesario la labor de los públicos en su
interacción con los mensajes de los medios. Este proceso "de producción, circulación y
reconocimiento" (Rodrigo Alsina, 1996: 31) implica también el consenso que la sociedad otorga
a los medios como soporte comunicacional que construye y difunde sentido sobre el mundo. A
partir de este reconocimiento, se puede hablar de otra figura, que reúne a públicos y textos
periodísticos, el contrato de lectura (Verón: 1983), o contrato mediático (Escudero: 1997). Los
periodistas prefieren hablar, en términos de intención de discurso, de target o perfil de su
receptor.
En el nivel del discurso, se articulan las categorías del enunciador, que da cuenta del relato
informativo, el enunciado, el mensaje, y el enunciatario, destinatario del mensaje. El texto se
constituye en el lugar de pasaje que soporta la circulación social de los significados, trabaja en
diversos niveles, a modo de red, y "es capaz de producir una variedad de significados de acuerdo
con la experiencia sociocultural del lector" (O'Sullivan et al. 1994: 317). La noticia periodística,
que es un tipo genérico de texto que da cuenta "cotidianamente (de) lo que ocurre en el mundo"
(Verón, 1987: 111), cobra sentido en la sociedad porque se aceptan como "reales" los
acontecimientos que construye. Según Verón, "algún discurso ha engendrado en nosotros la
creencia y en él hemos depositado nuestra confianza. La confianza se apoya en el siguiente
mecanismo: el discurso en el que creemos es aquel cuyas descripciones postulamos como las
más próximas a las descripciones que nosotros hubiéramos hecho del acontecimiento si
hubiéramos tenido de éste una «experiencia real»" (1987: V). El sentido de credibilidad de un
discurso periodístico se cruza con otras series de verosímiles culturalmente compartidas que
permiten su legitimación.
La noticia es un discurso verosímil. Todo texto verosímil se define por su negación, es lo que
parece real, lo que "sin ser verdadero, sería el discurso que se asemeja a lo real" (Kristeva, 1970:
65). Atravesada por la variable temporal, la verosimilitud de un texto depende de los significados
de verdad en una cultura determinada, y de las reglas del género. Por su efecto, se produce la
coincidencia de un texto particular con otro texto que se constituye en el cruce entre la opinión
pública y las representaciones sociales. El sentido verosímil, que simula preocuparse por lo
objetivo, se interesa por construir y mantener la relación con sus lectores a través de un discurso
reconocido. Categoría que apela a una identidad de juicios sobre el texto entre el autor y el
lector, o al menos aspira a lograrla, "... opera sobre numerosos registros ideológicos y formales:
religiosos, políticos y aún científicos" (Genot. 1970: 50). Se origina en el efecto de similitud, que
conecta cada noticia con una agenda de noticias ya leídas e interpretadas como verosímiles, con
el imaginario del lector y con la historia misma de la comunidad a la que él pertenece. La
organización de las agendas temáticas y clasificatorias, las retóricas exigidas a cada tipo de
noticias, y los valores que hacen a un hecho noticiable remiten pues al propósito de mostrar algo
como verdadero.
La verosimilitud en el discurso periodístico está sujeta a variaciones relativas a la historia y a la
cultura. La serialización de la información contribuye a su reconocimiento como verosímil: el
proceso que naturaliza un tipo de hechos los instala como más reales.
Sin reconocimiento hay sanción extratextual: cuando el enunciatario experimenta extrañeza ante
una noticia que interpreta como inverosímil se produce una falta de confianza que puede
extenderse al contrato de lectura mismo. Un sistema de preceptos se apoya en realizaciones
anteriores más que en leyes abstractas, por eso, una puesta en acto del género implica
justificaciones relacionadas con las competencias supuestas en el enunciatario, y de esta manera
el texto se conecta, en términos de sentido, con sus lectores.
En los diarios, las modalidades de decir responden a las diferentes agendas temáticas y
clasificatorias, que organizan el significado de la lectura de las noticias. Según Wanta, los diarios
pueden demostrar "el significado que le otorgan a una historia determinada a través del énfasis y
la significatividad. Los lectores, por ejemplo, saben que las noticias largas son más importantes
que las cortas. De manera similar, los lectores entienden que hay otros factores que indican la
importancia relativa de las noticias: noticias con fotografías versus noticias sin fotografías;
amplios titulares versus pequeños titulares; primera plana versus contratapa; la parte superior de
la página versus la parte inferior" (1997: 144).
El uso de los códigos lingüísticos es uno de los elementos más significativos en las modalidades
de enunciación de los diarios. El nivel estándar de la lengua garantiza una comunicación fluida,
a veces se incluyen dichos, giros idiomáticos y metáforas vigentes en la comunicación cotidiana,
o jergas o dialectos peculiares (en el caso de los diarios de lectorado popular son más habituales).
El discurso periodístico aparece como impersonal, "debido a que no lo produce y expresa un
único individuo, sino organizaciones institucionalizadas" (Van Dijk, 1990: 113), y porque remite
al verosímil de la objetividad.
La primera persona sólo aparece en las menciones a las fuentes, en una forma de estilo referido.
Las deixis contextualizan y dan sensación de "verdad". La deixis espacio-temporal permite la
crónica y remite al mundo real a través de la explicitación del lugar y la datación. La deixis
socio-cultural, constituida por las referencias a personajes públicos, lugares de moda, libros o
teorías, formas de vestir y moverse de los actores de las notas, aporta al efecto de
reconocimiento, y posibilita el verosímil porque es la realidad que "todos conocemos" (presentar
a un personaje público en la privacidad de su despacho, con los detalles de su vestimenta o lo
que tiene sobre el escritorio, o a un personaje común en tareas habituales acentúa la cercanía y
aumenta la credibilidad).
El material ilustrativo (fotografías, gráficos, dibujos) se constituye cada vez más en el punto de
anclaje para la atención del lector. Las fotografías adquieren un valor significante en la
construcción del verosímil: lo que no alcanzan a describir las palabras lo muestran las imágenes,
y agregan la fuerza del testimonio, el "haber estado allí" (que la cámara televisiva pone en escena
de manera efectista). Ha cobrado importancia el epígrafe de la foto, ya que allí se fija, luego de
los titulares, la atención del lector. Las fotos también tienen valor de agenda, de énfasis: las notas
acompañadas de material fotográfico jerarquiza el tema como relevante.'
A este conjunto se agrega la significación de las infografías, que ya son una forma discursiva
habitual en los medios últimamente. Su valor es completar la in- formación brindada por el texto
escrito o sintetizarla, y ponen al lector en contacto con la información de una manera directa.
El texto periodístico no hace uso de un único estilo, sino que cruza formas informativas,
narrativas y argumentativas. Los estilos responden a los tipos de agenda y a las secciones
(clasificaciones) y también a los criterios de noticiabilidad implicados en una noticia,
Un texto informativo da el relato de los hechos, evita descripciones secundarias y secuencias
laterales, y recurre a estrategias de legitimación, corno la referencia a las fuentes oficiales o
jerarquizadas, que permiten al lector el anclaje de la credibilidad. Puede incluir otros discursos a
través del estilo directo o la reconstrucción de declaraciones de los actores involucrados en los
hechos y que reafirman el efecto de realidad.
La forma narrativa es una manera de acercarse más al lector. En este momento se asiste a una
cierta narrativización de las noticias más duras, favorecida por la fuerza narrativa de la imagen
televisiva y también por un crecimiento de las narraciones particulares. A diferencia del estilo
informativo, la narración apela a las anécdotas, secuencias laterales, descripciones, y notas de
color. El uso del estilo narrativo, más propio de las noticias sobre la vida cotidiana y el delito,
incluye la descripción que contribuye a la verosimilitud, y que subraya la fuerza del referente.
El texto argumentativo busca persuadir, y apelar a la capacidad de razonamiento del lector, e
intenta convencer (la argumentación racional) o conmover (la argumentación emocional). Esta
última es típica del periodismo de corte sensacionalista, y aparece como una tendencia fuerte en
secciones de información general de los diarios serios.
Como registro propio de las secciones de opinión y de las columnas, el estilo argumentativo
suele cruzarse con los estilos informativo y narrativo.
En realidad, es difícil identificar un estilo único en las noticias de la prensa gráfica. La necesidad
de un acercamiento mayor a los lectores ha ido produciendo transformaciones significativas en
las modalidades estilísticas de los diarios. La pureza de las formas de decir en una nota no
siempre es posible, los textos rara vez son exclusivamente informativos, narrativas o
argumentativos, por lo general, cruzan estilos.
Las propuestas contractuales de los noticieros televisivos se basan en la seriedad, en mostrar los
resultados de la investigación periodística, sinónimo de compromiso con la audiencia y garantías
de veracidad y objetividad (el verosímil construido), de servicio (el público necesita estar
informado), y de transparencia (la cámara "no miente"). Como la televisión trabaja en tiempo
real, la primera apuesta se sustenta en las modalidades que hacen al efecto de instantaneidad a
través del directo. Así se construye el periodista arquetípico, que está "en el lugar de los hechos",
observa, interpela, y transmite sus impresiones tanto con palabras como con gestos. Y dispone de
la cámara, que viabiliza la primicia. Se articulan los efectos de la "objetividad" con la capacidad
de la hiperinformación -sobreabundancia de noticias-, que asegura el panorama del mundo
entero. La televisión "dice" mostrar todo y a tiempo. El directo, que muchas veces elude una
interpretación de las imágenes exhibidas, "valora el acontecimiento pero no la información...
transforma al público en periodista, lo cual tampoco parece ser el ideal" (Wolton, 1992: 173),
porque la noticia es la construcción singular que el periodismo hace sobre un hecho.
La imagen reúne el escenario con los personajes (actores del hecho), los testimonios y hasta las
consecuencias. La cámara es testigo y lleva la escena hasta la audiencia, que puede escuchar de
labios del actor social el relato o la propuesta. Cuando se trata de movimientos de gente
(desplazamientos, catástrofes) la cámara permite la presencia -virtual- en el lugar. A través de la
cámara se establece también un símil de relación de conversación con la audiencia donde la
mirada del presentador de las noticias es fundamental, y se liga al uso del "usted" como forma
pronominal exclusiva que caracteriza a casi todas las formas discursivas que presentan las
noticias, y que personaliza a la audiencia.
En el texto hablado, el sonido permite la prosodia (acentuación especial sobre sílabas o palabras,
el tono y las modulaciones de la voz). Al igual que en la prensa gráfica, la noticia televisiva hace
uso del lenguaje estándar de una manera sistemática, para los temas en general, y el
mantenimiento de sociolectos más específicos para algunos aspectos de la realidad (la
información económica, por ejemplo). La brevedad de la noticia en televisión obliga a recurrir a
fórmulas o giros lingüísticos, que en la coincidencia con los códigos del público, permiten la
información rápida. El discurso se completa con la comunicación gestual, las formas del guiño
cómplice, la sonrisa o el gesto adusto. Como refuerzo de la cercanía con la audiencia se recurre a
formas de interpelación del tipo "como es de público conocimiento" o "como los vecinos de tal
zona conocen".
En la clasificación de las noticias, más flexible que la de los diarios, operan el tono de la voz, las
inflexiones exclamativas, la seriedad o la sonrisa (la información política no se dice sonriendo,
salvo en casos que rocen situaciones amables o que pueden ser satirizadas; la información sobre
rescates, premios o situaciones cotidianas agradables incluyen el gesto distendido, la sonrisa
aprobatorio). El equilibrio entre los diferentes tonos con que se dicen las noticias es un efecto
buscado en la construcción del contrato con la audiencia.
En el contrato se incluyen formas propias del espectáculo, por eso la pareja de presentadores
(hombre y mujer) resulta frecuente, y sus roles se construyen como una suerte de estereotipo de
género y de relaciones entre los dos sexos, el hombre pone la nota de reflexión y la mujer habla
desde el supuesto "sentido común" femenino. La pareja comenta la noticia (en forma de
conversación) y enfatiza el cómo en la agenda. El espectáculo incluye un escenario que a la vez
quiere ser la "cocina" de las noticias: las pantallas, la redacción, las computadoras, los teléfonos
(explican cómo se trabaja), junto con la explicación de cómo se comunican desde el canal con
los enviados que aparecen en vivo, las dificultades a veces con el satélite. El sonido del directo,
el jadeo del periodista que corre tras el acontecimiento, los gritos, los llantos o las voces airadas
en un hecho determinado son parte central del espectáculo, junto con los riesgos de la práctica en
la transmisión en vivo (confirmación de que la audiencia "ve" la realidad), como los efectos de
los gases lacrimógenos, los golpes, el frío o la lluvia sufridos por el periodista. En suma, la
información televisiva es una información abiertamente espectacularizada que requiere de las
marcas propias de la dramatización, un escenario, actores-personajes, un conflicto, la
construcción de un clima adecuado a través de índices precisos.
La multiplicidad de las estrategias del texto televisivo permite asumir que la intención es instalar
no sólo el qué sino también el cómo en la agenda.
[6] Situaciones similares se planteaban desde antes de la aparición del periodismo como tal: cuando los
pregoneros voceaban las órdenes reales en la plaza pública y las hojas manuscritas informaban acerca de los
movimientos comerciales, esta forma de las noticias convivía con los relatos de viajeros o soldados de
regreso de otras tierras o con los cantares de gesta que entretenían y a la vez hacían la crónica de las hazañas
constitutivas de las tempranas formas de la nacionalidad. Para un recorrido histórico y un significado de la
noticia y la prensa gráfica cfr. Ford (1985).
[7] Esta modalidad informativa tiene un efecto "disto rsionador en la democracia, en la cultura, en la organización
social...", y cruza pocesos políticos como la desregulación del Estado, económicos, como el avance de los grupos
multimedia y las fusiones entre empresas de información y empresas de entretenimientos, y tecnológicos, como las
posibilidades que brinda la compleja infraestructura técnica comunicacional y el software interactivo (Ford, 1999a:
97).
[8] Esta modalidad informativa tiene un efecto "disto rsionador en la democracia, en la cultura, en la organización
social...", y cruza pocesos políticos como la desregulación del Estado, económicos, como el avance de los grupos
multimedia y las fusiones entre empresas de información y empresas de entretenimientos, y tecnológicos, como las
posibilidades que brinda la compleja infraestructura técnica comunicacional y el software interactivo (Ford, 1999a:
97).
[9] En los '90, un importante sector del periodismo estadounidense se plantea la necesidad de trabajar sobre
modelos diferentes, que excluyan la espectacularización y la banalización de la noticia. Pensado desde y para
los modelos de la sociedad y la democracia de los Estados Unidos, el Periodismo público o Periodismo cívico,
iniciativa de gente de prensa como ]ay Rosen o David Merritt, propone una tarea que incentive la participación
ciudadana en el debate público para reactivar la democracia (cfr. Rosen: 1996, 1997, 1999; Merritt: 1995;
Charity: 1993).
[10] Los medios construyen, consolidan y difunden las representaciones globales de la vida social (de sus agentes,
instancias y autoridades, los mitos políticos, los modelos formadores de mentalidades y de comportamientos, los
símbolos). Baczko (1991) señala dos momentos en la historia de la humanidad que marcan las rupturas significativas
en los imaginarios, el pasaje de la cultura oral a la alfabetización, y la implantación durable de los medios de
comunicación de masas.
[11] Es un trabajo inevitablemente expuesto que ha inspirado reflexiones en tono cínico como la de Janet Malcom,
colaboradora de publicaciones como The New Yorker y The New York Review, y que caracteriza al periodista como
"una especie de hombre de confianza, que explota la vanidad, la ignorancia o la soledad de las personas, que se gana
la confianza de éstas para luego traicionarlas sin remordimiento alguno (...) Los periodistas justifican su traición de
varias maneras según los temperamentos. Los más pomposos hablan de libertad de expresión (...); los menos
talentosos hablan sobre arte y los más decentes murmuran algo sobre ganarse la vida" (1991: 8).
[12] A diferencia de la educación formal, cuyo efecto se podría circunscribir -a grandes rasgos- a una etapa de la
vida de los individuos, los productos de los medios tienen la posibilidad de vigencia durante toda la vida de esos
individuos.
[13] Según la nota, 71 personas empleadas en medios de comunicación perdieron la vida, 80 periodistas
fueron encarcelados (según informa Clarín, más del 50% de estos casos pertenecen a China, Turquía y
Birmania), y en 103 países existe algún tipo de restricción a la práctica periodística. Por su parte, el Balance
1999 de «Reporteros sin fronteras" habla de 36 hombres de prensa asesinados en ese año (las cifras remiten
exclusivamente a los periodistas); 85 encarcelados y 446 detenidos circunstancialmente) (Sala de Prensa, año
11, vol. 2, mayo 2000 www.saladeprensa.org). Por su parte, la "Asociación para la defensa del periodismo
independiente", de la Argentina (creada en 1995) da cuenta del contexto de la labor periodística en este país
durante 1998, que se sintetiza en cifras como 35 casos de agresiones diversas; 55 casos de amenazas; 40 casos
de intimidación y 44 casos de hostigamiento judicial, entre otros datos (1999: 35-36).