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Un Cuerpo Doctrinal

Este documento resume la evolución de la doctrina social de la Iglesia a través de las encíclicas papales, desde un enfoque inicial en los derechos de los trabajadores hasta una perspectiva más amplia de justicia social y desarrollo internacional. También describe la doctrina social como una guía para la acción cristiana para construir un mundo más justo, el deber de los cristianos de colaborar con creyentes y no creyentes por el bien común, y el papel de la Iglesia en el diálogo y la solidaridad con la
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Este documento resume la evolución de la doctrina social de la Iglesia a través de las encíclicas papales, desde un enfoque inicial en los derechos de los trabajadores hasta una perspectiva más amplia de justicia social y desarrollo internacional. También describe la doctrina social como una guía para la acción cristiana para construir un mundo más justo, el deber de los cristianos de colaborar con creyentes y no creyentes por el bien común, y el papel de la Iglesia en el diálogo y la solidaridad con la
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Un Cuerpo Doctrinal

En un primer momento, la cuestión social gira en torno al problema obrero (Rerum


Novarum y Cuadragesimo Anno), pero gradualmente se abre a la perspectiva de la
dimensión universal e internacional del problema social (Mater et Magistra). Ya no se habla
tan sólo del bien común nacional, sino también se incluye la referencia indispensable al
bien común internacional. Por tanto, se introduce el tema del subdesarrollo, que es
elaborado posteriormente en Populorum Progressio. Esta perspectiva internacional de los
problemas hace necesaria la insistencia en una autoridad mundial (Pacem in Terris 137;
Gaudium et Spes 82; Populorum Progressio 78), en la acción solidaria de un Fondo
Mundial (Populorum Progressio 51), y en la urgente solidaridad entre los pueblos
(Sollicitudo Rei Socialis)

La Doctrina Social de la Iglesia explicita las obligaciones sociales del creyente, es decir, el
deber cristiano de colaborar en la edificación de un mundo humano y justo. Esta enseñanza
es letra muerta si no es llevada a la práctica y, a la vez, es urgente participar en los cambios
necesarios.

A cada comunidad cristiana le toca discernir – en diálogo con todos los hombres y las
mujeres de buena voluntad como también en comunión con los Obispos responsables de la
comunidad – su compromiso concreto. En esta tarea el cristiano está llamado a colaborar
con los no creyentes con un espíritu de fidelidad a su fe y en una actitud de servicio a los
demás. Por último, se recuerda que la fe cristiana no se identifica con ningún sistema
determinado y que la misma fe puede conducir a compromisos diferentes, dando lugar a un
pluralismo legítimo

A lo largo de las encíclicas sociales se observa un giro eclesiológico en la autocomprensión


de la misión de la Iglesia en el mundo. De una Iglesia que se presenta como solución a los
problemas sociales, se da paso a una Iglesia en diálogo y solidaria con la historia humana,
atenta a los signos de los tiempos para discernir en los acontecimientos la presencia y el
plan de Dios.

Sin embargo, constituye una constante en la autocomprensión eclesial que lo social


forma parte de su misión evangelizadora, porque su preocupación pastoral implica e
incluye una visión integral del ser humano y se siente en el deber de defender su dignidad,
denunciar cualquier violación ejercida sobre él y orientar los cambios hacia mayores cuotas
de humanización

El origen del “cuerpo” de la Doctrina Social de la Iglesia es la preocupación por las


situaciones obreras, denunciada como una situación de insoportable explotación. Son la
preocupación por los marginados y los explotados las raíces más profundas de la Doctrina
Social de la Iglesia. Juan Pablo II llega a afirmar que la causa de los marginados confirma
la misión y el servicio de la Iglesia “como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder
ser verdaderamente la Iglesia de los pobres”. Y en esta preocupación por el marginado se
insiste en el rol protagónico que le incumbe y que se le debe respetar en todo momento
dentro de un contexto de crear las condiciones favorables para que él pueda asumir este rol
que le corresponde

PRIMERA UNIDAD: PRINCIPIOS Y FUNDAMENTOS DE LA MORAL SOCIAL

La moral social en la Sagrada Escritura

El lenguaje teológico es un discurso social no tan solo porque la persona humana es un ser
social sino también por ser un discurso sobre el Dios que actúa en la historia y en la vida
del hombre y de la mujer.
La Sagrada Escritura, como palabra revelada, constituye un testimonio privilegiado
de la actuación divina en la historia humana. Por lo tanto, la Biblia es el “alma de la
teología” y es preciso que la reflexión ética sea “nutrida con mayor intensidad por la
doctrina de la Sagrada Escritura”.
La Sagrada Escritura ofrece un horizonte de significado al sentido último de la vida
y al quehacer de la persona porque la historia se comprende como una historia de salvación:
esta historia humana está llamada a su plena realización y esta misma historia llega a ser
una historia de salvación para la humanidad

Evidentemente, la palabra bíblica está envuelta en un contexto cultural determinado y se


requiere buscar el mensaje perenne que trasciende la circunstancia concreta, porque es el
mismo Dios que sigue hablando en las distintas situaciones históricas. Es tarea del creyente
buscar la perspectiva común entre el mensaje bíblico contenido en una situación histórica
determinada y su universalidad de significado en la situación histórica contemporánea,
aunque requiera una traducción histórica distinta

El Dios de la justicia social

El concepto de justicia en el Antiguo Testamento tiene un significado ético-religioso que se


puede explicar en tres momentos complementarios de una configuración rica en sentido:
 
- Una estructura religiosa: la justicia y la injusticia cometidas entre los hombres tienen una
dimensión profundamente religiosa porque se presentan como situaciones delante de Dios.
Dios no es indiferente frente a las injusticias que oprimen al hombre. La imagen que
presenta el Antiguo Testamento es que cuando se pisa al pobre (especialmente al huérfano
y a la viuda) Dios se levanta de su trono para liberarlo

- Una estructura comunitaria: la justicia se presenta como un comportamiento fraternal


dentro de la comunidad escogida por Yahvéh. Las prescripciones legales del Deuteronomio
tienen un sentido de “que no haya ningún pobre” (Dt 15,4). Es la comunidad de la Alianza
con Yahvéh que fue sacada de una situación opresiva en Egipto.
- Una estructura legal: la ley es la expresión de la voluntad de Yahvéh; por lo cual las
prescripciones legales sobre la justicia exigen una fidelidad a la ley de Dios. El ser justo es
el ser fiel a Yahvéh

Yahvéh se revela como el Dios de la justicia que libera al oprimido y es reconocido como
el Dios que hace justicia a los desamparados. Este reconocimiento pertenece a la fe del
pueblo de Israel. Aún más, se establece una relación muy estrecha entre el conocimiento de
Dios y el obrar la justicia con el oprimido
El amor y la justicia son dos temas que van de la mano, que sin embargo, en el
curso de la historia del pensamiento se les ha catalogado como dos categorías distintas. El
verdadero amor tiene un sentido muy agudo de justicia, porque es capaz de sentir
compasión, de padecer con, de hacer suyo el sufrimiento del otro, y de salirse de uno
mismo y pensar desde la situación sufriente del otro

El que sabe lo que es amor no soporta la opresión del desamparado. El amor se torna en
clamor por la justicia frente a la situación de opresión. La caridad –este único precepto- es
el eje de toda ética cristiana, y por eso se transforma en un exigir la justicia para con el
oprimido en la reflexión social. El amor se hace compasión (padecer con) y, desde la
situación del oprimido y del marginado, exige aquellas transformaciones sociales
necesarias para que todo ser humano pueda vivir dignamente. Esto no es un lujo ético sino
una necesidad ética que se fundamenta en la fe de un Dios Padre del cual todos somos
hijos; y si queremos realmente dar sentido a la palabra “todos”, es preciso incluir a los
excluidos de la historia para que “todos” tenga su verdadero significado

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