La Misión Social de La Iglesia

Descargar como rtf, pdf o txt
Descargar como rtf, pdf o txt
Está en la página 1de 9

INSTITUTO EVANGEÉ LICO DE TEOLOGIÉA

Teologíía Sistemaí tica


La misioí n social de la iglesia como elemento
esencial del evangelio

13/12/2017

“Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo


hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis.” Mateo 25:40
La misión social de la Iglesia como elemento esencial del evangelio

¿Es posible acaso la existencia de un evangelio que esté al margen del aspecto social?

2
Introducción

El poco interés que en muchos evangélicos existe frente al tema de la responsabilidad social

se debe principalmente a razones históricas: la mayoría de nuestras iglesias -principalmente

pentecostales- provienen de misiones surgidas en el mundo anglosajón desde los siglos

diecinueve y veinte. En algunos casos la mentalidad pietista1 de estas misiones llevó a

concebir la vida cristiana como separada del mundo, de esta manera varias esferas de la

vida de los creyentes quedaron desvinculadas de su fe.

Cuanto estudiamos el Nuevo Testamento a la luz de su contexto social percibimos la forma

en que los autores apostólicos son perfectamente conscientes del mundo en que viven y son

bastante precisos en su enseñanza sobre cómo vivir la fe dentro de las realidades y las

instituciones de ese mundo. En este sentido es posible observar que son varios los pasajes

del Nuevo Testamento que se ocupan en gran medida de las obligaciones y relaciones

sociales de los creyentes; así por ejemplo, en 1 de Juan, en el capítulo tres, vemos como el

apóstol exhorta a los creyentes a tener un corazón noble hacia el necesitado, llegando

incluso a cuestionar si el amor de Dios mora en el corazón de quien teniendo bienes, no

ayuda a su hermano cuando este último tiene necesidad.

Capítulo I

1 El Pietismo es un movimiento reformista surgido en el siglo XVII en el seno del

luteranismo alemán como reacción a la rutina del culto y al dogmatismo doctrinal, que pone

el acento en los aspectos prácticos del cristianismo.

3
La tarea de la iglesia más allá de la evangelización

Las comunidades de fe (iglesias) son entidades religiosas que se componen de personas

comunes y corrientes, y el hecho de que sea parte del pueblo de Dios no quita que sea un

grupo compuesto de seres humanos, que adopta formas de conducta social y estructuras de

relación como las del medio en que vive. Estas comunidades de fe puede por ello

convertirse en iglesias con cierta tendencia segregacionista, iglesias de clase media con

mentalidad y hábitos burgueses. Por ello también pueden convertirse en una especie de

"quistes" extraños al cuerpo social en que viven, difundiendo una cultura, formas de vestir

o de divertirse extrañas a su medio ambiente. 2 En este sentido es necesario tomar

conciencia de esta situación precisamente para combatirlo; hay que aprender a distinguir

entre lo que es bíblico y fundamental y aquello que es sólo reflejo de la realidad social y

cultural. Peor es aun, cuando se llega al extremo de pensar de que el evangelio sólo consiste

en anunciar las gratas nuevas de salvación, dejando en el olvido situaciones que son de vital

importancia en el mensaje del evangelio plasmado tanto en el Antiguo Testamento como en

el Nuevo. Muy interesante resulta ser los que nos plantea John Sttot en su libro

“Oportunidades y Retos Sociales”, que a propósito de la pobreza señala lo siguiente: “el

Antiguo Testamento dedica su atención a la pobreza como un mal social involuntario que

debe abolirse, no es tolerable y representa al pobre (incluyendo a la viuda, al huérfano y al

extranjero) como personas que debemos socorrer y no culpar.” 3 Por ello es que el llamado

de la iglesia es estar al lado de aquellos para quienes la pobreza es su experiencia diaria. En

2 Tal es el caso de aquellos evangélicos que elevan a una categoría casi sacra el uso de
ciertas prendas de vestir, o también aquellos que no asisten al cine o a algún evento público
por considerarlo demasiado “mundano” de acuerdo a la fe que profesan.

3 John Sttot, Oportunidades y Retos Sociales, Editorial Vida, año 2011, Miami, Florida.
4
el Salmo 82 se les dijo a los jueces “defiendan la causa del huérfano y del desvalido” y “al

pobre y al oprimido háganles justicia”. En Proverbios 31, la madre del rey Lemuel lo

exhorta: “¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los

desposeídos!”, “¡Levanta la voz, y hazles justicia!”, y “¡Defiende a los pobres y

necesitados!” (Salmo 82:1-3; Proverbios 31:8-9; cf. Job 29:11 y ss.; Proverbios 22:22 y ss.;

29:7, 14.

Cuidar de la viuda, del huérfano y del extranjero ha formado parte de la tradición judeo-

cristiana desde el principio. La comunidad que llamamos Iglesia se responsabilizó del

pobre y del marginado, como consecuencia directa del Reino de Dios predicado por Jesús,

y entendió la salvación como algo que afecta no sólo a las "almas" individuales, sino a la

transformación del orden social, político y económico, y del cósmico, hasta que “Morará el

lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia

doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará." (Is 11:6). Predicar y dar testimonio de

este Reino fue la misión de Jesús y es la misión social de la Iglesia.

Capítulo II

El compromiso social de las iglesias evangélicas

5
Una de las características más notables en el mundo evangélico en los últimos diez o quince

años ha sido la recuperación de la conciencia social, viendo al ser humano como un todo

inseparable, integral, dejando atrás ese concepto de que solo el alma es lo importante. Sin

embargo, fue durante varias décadas que muchos evangélicos, particularmente

pentecostales, estuvieron preocupados exclusivamente de “defender” la fe bíblica, saliendo

por calles y plazas anunciando el evangelio para la salvación del alma. Pero ahora, la

iglesia está convencida (aunque falta mucho por hacer) de que Dios le ha dado tanto la

responsabilidad social como la responsabilidad de evangelizar el mundo.

Hoy, en pleno siglo veintiuno, estamos enfrentando un conjunto de desafíos que hace

veinticinco años atrás no lo hubiéramos podido ni siquiera imaginar. Por un lado la rapidez

con que cambia la tecnología ha confirmado la habilidad de la humanidad, y por otro lado

la persistencia de la pobreza global sigue siendo un desafío a nuestra idea de justicia.

Estamos aumentando la interdependencia global, las oportunidades de negocios abundan,

pero los ricos y los pobres están tan alejados como siempre. Y en este sentido, la iglesia

tiene la responsabilidad de ser sensible a los problemas que vive nuestra sociedad, no puede

cerrar los ojos y abandonar a aquellos que el sistema desecha. Nuestro Dios es un Dios

amoroso, que perdona a quienes se vuelven a él arrepentidos, pero también es un Dios que

desea justicia y nos pide a nosotros, su pueblo, que no solamente vivamos en justicia, sino

que también defendamos la causa del pobre y menesteroso. John Wesley es el ejemplo más

impactante de todo esto, se le recuerda especialmente como el evangelista errante y el

predicador al aire libre, pero el evangelio que él predicaba inspiraba a la gente a tomar la

causa social en el nombre de Cristo.

6
En definitiva, el llamado de Dios para nosotros es predicar la justicia y hacer justicia,

incorporarla a nuestras vidas. Su propósito, a través de Cristo, es crear una sociedad

reconciliada en donde no se toleren cortinas, paredes o barreras, en donde se destruya la

división por causa de la influencia racial, nacionalidad, rango o sexo. Él quiere que su

iglesia sea un modelo de su reino, que sea un modelo de comunidad que refleje su reino de

justicia y paz.

Conclusión y desafíos

7
Creo que es de vital importancia que la iglesia asuma con responsabilidad la defensa de los

derechos de aquellos que son más desvalidos, condenando enérgicamente esa conducta

dualista griega en que solo el alma es lo que interesa dejando de lado la integridad del ser

humano. En este sentido, la iglesia necesita proclamar las buenas noticias del reino de Dios

a los materialmente pobres, a los excluidos de la sociedad; darles la bienvenida, tener

comunión con ellos y compartir sus luchas. La iglesia debe estar al frente rechazando todo

tipo de conductas que menoscaban la dignidad humana y no guardar silencio; la verdadera

iglesia incluye a personas no importando los orígenes de éstas, brindando hospitalidad y

bienvenida a la comunidad. Si la iglesia es indiferente a este tipo de situaciones necesitará

considerar si está dando ejemplo de las buenas nuevas del evangelio. Es importante que la

iglesia que tiene pasión por la justicia se manifieste contra cualquier cultura o sistema que

sea injusto, en especial cuando se refiere a las personas más débiles de la sociedad.

Creo que la iglesia en general, tiene una deuda histórica con los más desposeídos, con los

que han marginados por la sociedad, y que si bien en los últimos años ha habido en cierto

avance en distintas materias, debemos seguir avanzando incansablemente por anunciar un

evangelio integral, inclusivo; un evangelio que no desprecia a nadie, que no discrimina a

nadie por su apariencia o forma de pensar. Sin duda que será un desafío importante para la

actual generación de evangélicos y para los que vienen en el futuro, sin embargo, debemos

asumir con madurez y sobre todo con amor uno de los principales mandamientos que la

Palabra de Dios nos manda, cual es, amar a nuestro prójimo a como a nosotros mismos.

Bibliografía

8
1.- Justo L. González, Historia del Pensamiento Cristiano, Tomo I

2.- John Stott, Oportunidades y Retos Contextuales

3.- John Stott, Oportunidades y Retos Sociales

4.- John Stott, Oportunidades y Retos Personales

5.- John Stott, Oportunidades y Retos Globales

6.- Juan Sepúlveda G., De Peregrinos a Ciudadanos

7.- Christian Lalive d’Epinay, El refugio de las Masas

También podría gustarte