El Escritor Argentino y La Tradicion Borges

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Analisis de El escritor argentino y la tradicion, de J. L.

Borges

En este texto Borges cuestiona la idea instalada de que la poesía gauchesca debe ser necesariamente
referencia obligada para los escritores contemporáneos como modelo a seguir, continuar o invocar
en sus temas sentido estético y estilo.

Continúa su crítica citando a Lugones y a Rojas, quién es con autoridad y conocimiento proponer al
Martín Fierro de Hernández como ese modelo clásico comparándolo con los poemas de Homero que
si lo fueron para los griegos de la época clásica aunque no le quita méritos al poema de Hernández y
menciona que estaría de acuerdo al considerar como muchos que el Martín fierro sería nuestra
Biblia o texto canónico, pero cuestiona con fuerza la teoría de rojas, ya que considera que este
confunde la poesía de los poetas gauchescos (escritores con formación académica, estudiosos) con
la de los verdaderos gauchos y payadores, qué es espontánea y popularmente genuina. Es decir,
critica la idea de Rojas que presupone que los poetas gauchescos como Hidalgo Ascasubi, Estanislao
del Campo, Hernández mismo, como continuadores y derivaciones de los verdaderos gauchos
(ignorantes de conocimientos refinados de poesía).

Por lo tanto, resume, Una diferenciación fundamental entre la poesía de los gauchos y la poesía
gauchesca está en el propósito de la primera, sus temas generales, penas y dolor por amor y
ausencia, en un lenguaje básico, con incorrecciones por ignorancia de reglas gramaticales.

En cambio, el poeta gauchesco utiliza un lenguaje deliberadamente popular, indaga en las palabras
nativas exagerando el tono local. Entonces Borges afirma, la poesía gauchesca es un género literario
tan artificial como cualquier otro como la novela, el cuento, etc. y ejemplifica: el propósito del
poeta gauchesco es hacer como que es el gaucho el que habla, intentando convencer al lector de
que está escuchando y leyendo la auténtica entonación del mismo. Al contrario, el poeta popular
cuando escribe considera que su mensaje es trascendente entonces un poco desprecia su propio
lenguaje y busca palabras y tonos altisonantes y pretenciosos; en el fondo intenta parecerse, con sus
pocos recursos literarios, a un escritor profesional.

Ambos por conclusión, el poeta y el gaucho pretende ser uno, el otro.

Borges, al investigar el Martín fierro, poema gauchesco por excelencia, percibe que, en un pasaje, la
payada entre Fierro y el Moreno, estos personajes filosofan sobre temas profundos y abstractos (el
tiempo el espacio) dejando de lado los verdaderos temas cotidianos de un caucho original: el amor,
el dolor, la ausencia, el paisaje, y lo hacen utilizando, sorprendentemente, un lenguaje sofisticado
para hombres tal vez analfabetos.

Aquí Borges un poco se burla de tales pretensiones de los poetas populares haciendo notar que
suelen fracasar en el intento de escribir como si fueran cultos y concluye que él considera que el
escritor argentino no debería necesariamente utilizar un lenguaje popular o temáticas locales para
sentirse argentino. Lo ejemplifica con “La Urna” poema de E Banchs, donde esté utiliza palabras,
conceptos y temas de la literatura universal y haciéndolo, indirectamente el poeta habla de temas
de Ser argentino como el pudor, la desconfianza, la reticencia a manifestar intimidad, sin necesidad
de exagerar artificiosamente asuntos supuestamente nacionales o locales. Esta idea le parece a
Borges qué es arbitraria y recomienda que no se utilice por tratarse de una moda reciente.

Cita un ejemplo curioso: dice que en un escrito clásico árabe no se

menciona en ningún momento la existencia de camellos, propios de esa región. Un extranjero o un


nacionalista hubiese incluido es animal por considerarlo esencial del paisaje árabe; también es una
autocrítica su propia obra de juventud donde para hablar de temas locales utilizó palabras
estudiadamente locales: cuchillo, milonga, tapia, etc. y paradójicamente cuando universal hizo su
lenguaje y sus temas, fue considerado más argentino que nunca.

También analiza “Don Segundo Sombra” de Guiraldes, que los nacionalistas consideran una obra de
tradición gauchesca; sin embargo, dice Borges, este libro contiene metáforas más deudoras de la
tradición de la literatura francesa que argentina; inclusive detecta influencias de otros escritores
europeos y norteamericanos.

No obstante, lo considera bien argentino a pesar de que Guiraldes no usó palabras de tono local.
Sigue su crítica, o se distancia de los que llama “nacionalistas” poniendo en duda nuestra relación
supuestamente natural con la literatura española: cree que, por querer apartarnos de España en la
época colonial, ese es precisamente nuestros rasgos y también considera infundada la opinión de
que como argentinos seria poco recomendable que utilicemos temas y recursos a la europea (aquí
sin decirlo directamente está defendiendo su propia obra madura, criticada por su europeísmo)

Concluye su posición con una pregunta que se apura responder de modo enfático:

“- Cuál es la tradición argentina?”

“- Nuestra tradición es toda la cultura occidental”

Argumenta esta postura citando a los escritores judíos no europeos respecto a Europa y a los
irlandeses en relación con Inglaterra y afirma: “como ellos, los argentinos podemos manejar todos
los temas europeos sin supersticiones, con irreverencia, lo cual nos permite ser innovadores”

En esta posición generaliza y aconseja:

Todo lo que hagamos con felicidad pertenecerá a la tradición argentina tanto como, por ejemplo, los
temas italianos que abordo Shakespeare terminan por pertenecer a la tradición inglesa.

Un error, qué también nota es darle demasiada importancia a una previa intención ética,
moralizante o política que se tenga antes de escribir y ejemplificar con autores cuya obra ha
trascendido más que por sus previas ideas, por su calidad literaria, por eso insiste:

“Nuestro patrimonio es el Universo”

Y finaliza aconsejando: Ensayen todos los temas, ser argentino es una fatalidad, lo seremos de
cualquier modo, si no, correremos el riesgo de ser una máscara. El seecreto sería abandonarse la
creatividad artística de ese modo seremos argentinos, y también buenos o por lo menos tolerables
escritores.

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