Resumen Pladeco Valparaiso Aplicación Fisher 09022021

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RESUMEN EJECUTIVO PLADECO 2021 VALPARAISO

“En la comuna de Valparaíso se entrelazan aspectos humanos, sociales,


políticos, económicos, ambientales, productivos, urbanísticos, patrimoniales y
culturales que deben ser incorporados en la visión de la ciudad futura. Dichos
aspectos nacen a partir de una comunidad que supo darle vida al territorio, que
descifró cómo construir su asentamiento y que construyó una historia y memoria
que la integra al presente y futuro”.

“Valparaíso es un territorio con características únicas. Tiene un valor


patrimonial inconmensurable, reconocido nacional e internacionalmente. Este
patrimonio considera, por cierto, la arquitectura de la ciudad y, al mismo
tiempo, valora y reconoce la cultura, las prácticas, los saberes y relaciones
locales de sus habitantes”.

1) Construir un nuevo proyecto de ciudad que devuelva la soberanía a los


habitantes, fortaleciendo la organización social, comunitaria y al
gobierno local como garantes de la socialización de la riqueza del
territorio, buscando superar la pobreza y la desigualdad.
2) Recuperar y resguardar las riquezas naturales, urbanas y productivas del
territorio como parques y quebradas, el agua dulce, el mar, la flora y la
fauna nativa, el patrimonio, los bienes comunes, el borde costero y el
puerto para Valparaíso.
3) Defender y mejorar nuestra forma de habitar el territorio y el acceso a
los derechos comunes: vivienda, salud, educación, trabajo, movilidad,
espacios públicos y comunitarios, miradores, entre otros, con una
propuesta de planificación territorial que considere las tendencias socio
espaciales que son relevadas desde los y las habitantes

“El Plan Comunal de Desarrollo (PLADECO), instrumento rector del desarrollo en


la comuna, contemplará las acciones orientadas a satisfacer las necesidades de
la comunidad local y a promover su avance social, económico y cultural (...) En
todo caso, en la elaboración y ejecución del plan comunal de desarrollo, tanto
el alcalde como el concejo deberán tener en cuenta la participación ciudadana y
la necesaria coordinación con los demás servicios públicos que operen en el
ámbito comunal o ejerzan competencias en dicho ámbito”. Artículo 7º de la Ley
Orgánica Constitucional de Municipalidades.
“Debemos recuperar la ciudad a partir de un nuevo modelo de desarrollo que
socialice y proteja el suelo, el patrimonio y los recursos que se encuentran en
los cerros, el plan y el mar, articulando de una nueva forma las dimensiones
pública, privada y comunitaria, que resguarde y fortalezca la soberanía sobre el
territorio de quienes lo habitamos. Avanzar así en la construcción de
capacidades directivas de la producción del territorio desde el entramado social
característico de Valparaíso, desde la actividad participante hasta la
apropiación que se expone en el derecho a la ciudad”. (Lefebvre, 1978).
El rol de la economía local es central, pone de manifiesto el aporte que cada
habitante realiza a la producción del territorio a través de circuitos económicos
diversos. Estos circuitos dialogan, se articulan y son el principal aporte
económico para la ciudad. Un territorio social y ambientalmente sostenible, que
busca un nuevo equilibrio entre lo que se produce, lo que se usa y/o consume,
los beneficios y costos ambientales y sociales que generan estos procesos,
requiere un nuevo trato entre las diversas actorías. Una ciudad que cuide su
propia producción y reproducción, cambiando los paradigmas de su construcción
solo para algunos, avanzando hacia el cuidado colectivo de sus habitantes y sus
capacidades. La iniciativa económica privada debe jugar un rol junto a los demás
actores cooperativos, solidarios y a un Estado democrático.

El territorio, en tanto espacio social3 no está vacío, sino lleno de relaciones, de


vidas y procesos de producción y reproducción. Es decir, es habitado y
transformado por grupos humanos que se organizan para vivir en sociedad.

Una clave central del desarrollo territorial se encuentra en la sostenibilidad, lo


que implica protección ambiental, patrimonial y el mejoramiento en la calidad
de vida de las y los habitantes. Esto requerirá de impulsar un proceso de
desarrollo económico, social, cultural y político, basado en la cooperación entre
actorías públicas, privadas y comunitarias, desde sus diversas experiencias y
aproximaciones, en favor de los intereses de la comunidad toda.
Es decir, una economía más cooperativa, que requiere por cierto de una
democracia más participativa.

Por otra parte, el concepto de derecho a la ciudad y al territorio, ha sido


introducido como forma de reivindicar el protagonismo de las comunidades y
los/las habitantes en su producción. El derecho a la ciudad “se manifiesta como
forma superior de los derechos: el derecho a la libertad, el derecho a la
individualización en la socialización, al hábitat y al habitar. El derecho a la obra
(a la actividad participante), y el derecho a la apropiación (muy diferente del
derecho a la propiedad) están imbricados en el derecho a la ciudad” (Lefebvre,
1978, p.159).

Principios orientadores:
• Desarrollo humano, justicia social y de género, enfrentando las desigualdades y
exclusiones, buscando garantizar el derecho a un habitar de calidad e integrado,
donde los derechos sociales y humanos sean garantizados para todos y todas.
• Desarrollo económico con capacidad de producción local, fortaleciendo la
capacidad productiva de las y los actores locales, comprendiendo el aporte a la
reproducción de la vida que cada ciudadano y ciudadana realiza en el proceso de
producción del hábitat.
• Sostenibilidad ambiental con capacidad de gestión del riesgo, enfrentar los
efectos del cambio climático y gestionar las vulnerabilidades a los que estamos
expuestos; construyendo una relación con el medio urbano, rural y marítimo de
protección de sus recursos procurando su reproducción.
• Democracia territorial y gobierno local participativo, expresión de la soberanía
de los y las habitantes y sus organizaciones; poniendo al servicio de sus intereses
y prioridades las herramientas municipales; a través de procesos de participación
territorial, transparencia y medidas anti corrupción.
• Memoria e identidad local desde la diversidad, fortalecimiento de las prácticas
sociales colectivas que generan identidad y aportan a la producción social,
cultural, económica, medio ambiental, urbano, rural y política del territorio.

Se ha organizado entonces la estrategia de planificación territorial a partir de


tres pilares integrados: participativo, situacional y multi escalar. De esa forma se
construyen los insumos para el Plan de Desarrollo Comunal, así como para el Plan
Regulador Comunal de Valparaíso.
En este marco, la planificación situacional busca la cooperación entre actores,
visibiliza el conflicto, no lo oculta, ni menos lo da por superado en torno a las
posiciones de poder que cada actor ha construido en el pasado. Se trata de
entender que la conflictividad forma parte de la vida en sociedad, sobre todo
cuando ésta se expresa en contextos de alta desigualdad y por tanto nos obliga a
hacernos cargo de ella. Propone la posibilidad a todos los actores de participar
de este ejercicio (no solo el Estado ni el mercado) es decir, propone sumar a la
comunidad en la planificación. Por último, entiende la planificación como una
herramienta de gobierno para el ejercicio de la soberanía, por lo tanto, dialoga
con los mecanismos institucionales, pero al mismo tiempo con las dinámicas
sociales y organizacionales que producen el territorio.

Para ello es necesario repensar el desarrollo urbano y rural, poner en el centro la


necesidad de cooperación y encuentro social y comunitario de los habitantes en
torno a las actividades que permiten su desarrollo pleno para recuperar y
transformar el territorio. Lo anterior, debe avanzar hacia un proceso de
transformación de la ciudad en que se produzca una relación de sostenibilidad
que democratice los recursos que permiten la producción de la vida y que
proteja los recursos ambientales que originan las condiciones de base que
permiten que el territorio sea ocupado como escenario de aquello.

Los objetivos específicos que se requieren abordar son los siguientes:


1) Promover la participación de las y los habitantes de la ciudad en el desarrollo
social, urbano y rural de la comuna.
2) Vincular el Gobierno Local a la comunidad, poniendo las herramientas
municipales al servicio de sus intereses y prioridades.
3) Provocar la colaboración entre distintas áreas municipales para el trabajo
territorial, articulada a través de los planes de barrio y el plan comunal.
4) Articular a los actores públicos, privados y comunitarios en la construcción y
ejecución del Plan de Desarrollo Comunal.
Las consideraciones principales se relacionan con la necesidad de generar un
mayor dinamismo de la economía local, promoviendo transformaciones que le
otorguen una mayor solidez y la pongan de una forma más clara al servicio del
mejoramiento en las condiciones de vida de las porteñas y porteños. Para ello, es
necesario dirigir la inversión hacia procesos virtuosos que generen empleos de
calidad, que se adapten de forma flexible a las cambiantes condiciones
medioambientales, que respeten el ordenamiento urbano y la memoria local, y
aporten en definitiva a un desarrollo productivo efectivo y durable a la comuna.

Hoy un Valparaíso ya consolidado como ciudad universitaria, prolonga su vocación


portuaria, mientras sostiene su lugar de relevancia en los circuitos turísticos
internacionales
y nacionales. Sin embargo, se mantiene la tensión que atraviesa el territorio en
la medida
en que no logra definir sus polos productivos y laborales de forma coherente y
encadenada,
y se mantiene la desarticulación entre la expansión del puerto, las dinámicas de
las
universidades y el crecimiento turístico acordado en el marco de su nominación
como
capital cultural y su condición de ciudad patrimonial. La proporción del territorio
que forma
parte de la Reserva Mundial de la Biosfera y el mega incendio del año 2014
permiten
apreciar la dimensión de estas tensiones.

Debemos superar las concepciones fragmentarias del territorio, e integrar de


forma solidaria cerro, plan, borde costero y puerto; articular el trabajo
remunerado y el trabajo doméstico no remunerado, realizado principalmente por
mujeres, que resulta fundamental para aquel, y que aún espera por su debido
reconocimiento; integrar con sentido comunitario las niñas y niños, los jóvenes,
la población productiva adulta y una expansiva tercera edad; vincular la cultura,
el desarrollo patrimonial, el turismo, la educación y el conocimiento y una
actividad portuaria concebida en la amplia articulación productiva que integra
las labores de carga y descarga con la cadena logística. El Valparaíso del siglo
XXI, una vez más ciudad irrepetible, solo podrá emerger con su riqueza singular
de la integración coherente de sus múltiples potencias productivas.
Junto a dicha forma de integración comunal, debe encontrarse otra, que vincule
vocaciones
económicas como las ya descritas, establecidas desde el Estado y desde la
dinámica de la
economía nacional y global, con las pequeñas economías del territorio, las
prácticas
productivas familiares, las economías comunitarias y los esfuerzos de un
municipio que
debe fortalecerse como actor económico del territorio.
En tercer lugar, la mencionada integración requiere poner en diálogo, de modo
de
redistribuir mejor las capacidades productivas y por consiguiente los ingresos en
la comuna,
a los distintos sectores, esto es, las economías comunitarias, pequeñas,
solidarias, a
menudo familiares, muchas veces cooperativas; la economía privada, realizada
por
empresas de diferente tamaño, que en la comuna son principalmente micro,
pequeño y
mediano; y lo público, donde debe registrarse un crecimiento sustantivo de la
capacidad
del municipio para convertirse en un actor económico más robusto, lo que en
alguna
medida –aunque no exclusivamente– pasa por modificaciones en los marcos
legales que es
necesario impulsar.
Se requiere, en síntesis, para el nuevo impulso del desarrollo económico
comunal, la triple
articulación de a) las diferentes vocaciones del territorio, b) los distintos niveles
de la
actividad económica, y c) los sectores productivos. Encadenamientos, por cierto,
más
colaborativos, más solidarios.

Para ello, el sector


universitario debe avanzar de forma sostenida en sus capacidades de
investigación y
producción de conocimientos, sumando la instalación de nuevos centros de alto
nivel,
especialmente vinculados con actividades relevantes del territorio como la
oceanografía y
el patrimonio. Pasar, en síntesis, de la ciudad universitaria del siglo XX a la
ciudad del
conocimiento del siglo XXI, que además de acoger a una masa relevante de
estudiantes,
atraiga a científicos y fondos de financiamiento, realice congresos
internacionales y
simposios, ponga de nueva a cuenta a Valparaíso en los circuitos internacionales,
influenciando positivamente otros espacios de la vida local, como el turismo y la
cultura.

Se trata, en síntesis, de proyectar las vocaciones productivas ya existentes en la


ciudad,
repensándolas, reestructurándolas tanto en los encadenamientos que contienen
en su
interior como en la forma en que se vinculan unas con otras bajo las directrices
de una
comunidad local participativa.

En el caso de la comuna de Valparaíso, en términos porcentuales, la población


mayor de 60
años corresponde a un 22,67% de la comuna.

Los párrafos antes descritos, evidencian tres fenómenos a nivel comunal: el


fenómeno de
la feminización de la vejez, el fenómeno del envejecimiento de la vejez y el
fenómeno del
envejecimiento en el lugar.

Lamentablemente las condiciones morfológicas y la configuración urbana de


Valparaíso
especialmente de sus barrios con calles a pie de cerro, estrechos pasajes,
escaleras,
miradores y casas pendiendo al vacío, dificultan las posibilidades de movilidad de
quienes
presentan algún grave de dependencia, que les permita seguir gozando de
autonomía y
retrasar la soledad, manteniendo vínculos significativos tanto con familiares y
vecinos como
con la ciudad en sí misma.
Otro grupo de relevancia aquí son las personas en situación de discapacidad
(PeSD), que en
el RSH 2017 totalizan las 2.124 personas con dependencia severa y moderada. En
la comuna
de Valparaíso, los hogares con adultos mayores y personas en situación de
discapacidad no
tan solo se ven afectados por el gasto por condición de salud, sino también por la
falta de
autonomía dadas las condiciones topográficas del territorio. Esto aumenta las
probabilidades de ser vulnerados/as por la falta de acceso a servicios y derechos.
Lo
anterior, es un desafío para la comuna, sobre todo dada la tendencia al
envejecimiento de
la población mostrado en las proyecciones poblacionales, y particularmente en
las unidades
vecinales con más población adulta mayor, ubicadas en los sectores de Placilla,
cerro
Placeres, el área Barón-Rodelillo y cerros Artillería y Playa Ancha53.
Según el diagnóstico participativo sobre la Estrategia de Desarrollo Local
Inclusivo (EDLI) de
la Oficina de Diversidad Funcional de la Municipalidad, realizado el año 2018,
existe una
discriminación persistente hacia las PeSD en la comuna dada la escasez instancias
de
participación y las barreras que provoca el propio entorno, sumado a la baja
incorporación
de criterios que incluyan la discapacidad en las iniciativas de su interés,
particularmente las
de deporte, ocio y recreación.

Asimismo, existen condiciones estructurantes del territorio comunal, tanto a


nivel de diseño
urbano como de gestión del espacio, que favorecen en la sensación de amenaza,
casos de
violencia e inseguridad en las y los habitantes, principalmente en las mujeres y
también
hacia las diversidades sexuales, lo que restringe el uso y disfrute de la ciudad en
igualdad
de condiciones entre todas y todos.

Se consideran servicios básicos urbanos, el abastecimiento del agua potable,


saneamiento
y energía. El acceso de estos es fundamental para garantizar un mínimo de
calidad de vida,
es un indicador del bienestar social para quienes habitan las ciudades,
independiente de los
niveles de ingreso y de la ubicación donde se encuentren sus asentamientos.

En la actualidad vemos que el espacio público está en decadencia, por lo que


“pone en
cuestión la posibilidad de ejercer el derecho a la ciudad” (Borja, 2012, p.1), ésta
decadencia se expresa en el déficit y en el estado de abandono en el que se
encuentran, por la privatización y la tendencia a la exclusión, debido a la mala
distribución en términos
espaciales, a la falta de conectividad, porque no todas y todos tienen la
posibilidad de tener un entorno de la vivienda con espacios públicos, siendo los
habitantes de los sectores periféricos de las ciudades los y las más afectadas.

Con respecto a las áreas verdes en el Área Metropolitana de Valparaíso “existe un


importante déficit de áreas verdes habilitadas, ya que en promedio cuenta con
2,29 m2 de
áreas verdes por habitantes” (Gobierno Regional, 2014, p.17; Salas, 2019), muy
por debajo
del estándar planteado por la Organización Mundial para la Salud (OMS) que
establece un
mínimo de 9 m2/habitante (OPS y OMS, 2016).
De acuerdo a lo planteado en las participaciones ciudadanas en el marco de la
actualización
del PLADECO, se señala que los espacios públicos se refieren “al espacio de
encuentro, todo lo que no es privado y se materializa en plazas, parques,
veredas, hospitales, junta de
vecinos, calles, etc.”107 Dichos espacios son escasos, se reflejan en el déficit que
mide SINIM (SUBDERE, 2014) a escala comunal, el que corresponde a 1,73 108
mÇ/habitante (Gobierno Regional, 2014, p.18), cifra que, si se compara con las
comunas del Gran Valparaíso, Valparaíso junto con la comuna de Villa Alemana,
son las que presentan una situación más crítica, cifra que refleja las pocas áreas
verdes presentes en el espacio público de la comuna.
Son escasos los espacios públicos y las áreas verdes, plazas, parques, árboles,
donde se
puedan realizar actividades para que las niñas y niños jueguen, para que las y los
adolescentes y adultos mayores puedan tener su espacio de esparcimiento, para
que las
mujeres puedan acceder sin miedo, ya que en las participaciones ciudadanas las
mujeres
reconocen actos de violencia en el espacio público y mencionan que caminan
inseguras en
la calles, en todos lados, además de ser violentadas por los hombres que orinan
en la calle
y por el acoso callejero.
Si nos remontamos a parte de la historia de la comuna, se usaba como espacio
público las
calles, las aceras, el cerro, la quebrada, la escalera, el mirador. Jacobs (2013)
plantea la
importancia de las calles y las aceras para la ciudad más allá del uso para el
peatón y los
automóviles, ya que son los principales lugares públicos de una ciudad, sus
órganos más
vitales. En la actualidad pensar en la calle y aceras para jugar o como espacio de
encuentro
se vuelve solo una reminiscencia, ya que el transporte motorizado público y
particular han
acaparado estos espacios. Por otro lado, los otros lugares de la ciudad usados
también como
espacios públicos, como las laderas de los cerros y las quebradas, se encuentran
urbanizadas y coartadas por calles, avenidas y carreteras.

Hemos expuesto la falta de acceso a los espacios públicos y áreas verdes, otra
problemática
que se suma, es que de los que existen se encuentran deteriorados. En las
jornadas de
participaciones territoriales para la actualización del PLADECO, señalan que se
asocia a una
falta de planificación territorial, y a una falta de conocimiento de las
necesidades de los habitantes para pensar la ciudad desde ahí, y se suma “la
indiferencia de los vecinos y la
poca participación de ellos”.

La conectividad y movilidad, constituyen “dos caras de una misma moneda”. Los


habitantes necesitan infraestructura de conectividad para poder moverse, y por
otro lado, también, al moverse van determinando necesidades de conectividad y
nuevos territorios a integrar.
Ambos fenómenos son relevantes para alcanzar objetivos de calidad de vida y
eficiencia o
sostenibilidad ambiental.

2.3.4.2. Movilidad y conectividad, dos caras de una misma moneda


En el marco de las participaciones ciudadanas de la actualización del PLADECO,
los y las
habitantes de los barrios plantearon como menciones más relevantes las
siguientes:
“Movilidad Urbana”, “Transporte”, “Equipamiento e Infraestructura Vial”,
“Ascensores” y
“Conectividad Funcional”112. Dichas distinciones se pueden interpretar como
aquellas que
están presentes en las experiencias de viaje y habitación de los ciudadanos que
se movilizan
por distintas razones diariamente en la comuna, y constituyen vivencialmente
aquellos
aspectos que rompen el flujo cotidiano de la movilidad urbana en Valparaíso. De
aquí la
pertinencia de estudiar la movilidad frente al acceso al equipamiento, servicios
urbanos, y
empleo, desde la perspectiva de la experiencia cotidiana de los ciudadanos que
se mueven
cotidianamente en la ciudad, pues permite observar desde una perspectiva que
difiere de
la que se adopta tradicionalmente desde las políticas públicas de transporte
urbano, de base infraestructural y orientado a modelar la demanda a nivel
global, para dar respuestas
a los requerimientos de movilidad.

Existen dos problemas de movilidad en Valparaíso, que demandan diseños en


virtud de la
forma del territorio y la topografía accidentada en la cual se habita (Ilustre
Municipalidad
de Valparaíso, 2018a):
▪ Dispositivos de movilidad vertical (Vehículos motorizados, ascensores, escalas
mecánicas, teleféricos, etc.), en general, para “vencer la gravedad” o las
pendientes en
los viajes diarios e integrar los territorios del Plan y los cerros.
▪ Dispositivos de movilidad horizontal (vehículos motorizados, caminatas,
pasarelas,
miradores, sendas peatonales, etc.), para “vencer la topografía” en los
movimientos a
lo largo de una misma cota, de manera de integrar principalmente los barrios, y
facilitar
acceso a equipamiento comunitario y áreas verdes para la dotación de los
espacios
residenciales con criterios de equidad territorial de acceso. La infraestructura de
equipamiento y de movilidad, debe integrar a nivel de cotas, los accesos y
barrios que
habitan Valparaíso, salvando quebradas, mesetas, divisorias de aguas y cima,
sobre la
base de viajes cortos y caminatas o medios no motorizados.

2.3.5. SEGURIDAD HUMANA


La seguridad humana surge como una preocupación universal en la Agenda de las
Naciones
Unidas del año 1994, apareciendo en el Informe sobre Desarrollo Humano
(Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo, 1994), donde se aborda desde un enfoque
integral,
clasificándola en siete categorías, a saber, seguridad económica, alimentaria, de
la salud,
ambiental, seguridad personal, de la comunidad y política, entendiendo además
que las
amenazas y sus efectos afectan de manera diferente a la población según sus
contextos
territoriales. Además, plantea que es más fácil velar por la seguridad humana
mediante la
prevención temprana, que en la intervención posterior.

Lo anterior se relaciona con el diseño y gestión de los espacios urbanos, en


términos de
accesibilidad, circulación, equipamiento urbano, ubicación de las actividades,
visibilidad
(por ejemplo, cuando no existe luz natural los espacios en la ciudad tienen que
tener
luminosidad para la circulación de la población), calidad de la materialidad de
construcción
de las edificaciones, etc. Ello implica diseño y condiciones de uso del espacio que
lo hagan
posible, incluso un diseño acorde a las necesidades de las y los habitantes, puede
facilitar
estrategias comunitarias de prevención de la violencia en los hogares, barrios,
lugares de
reunión y calles, entre otros120, fortaleciendo la confianza en el propio derecho a
habitar un
espacio, el que se construye de la mano de formas no sexistas ni discriminatorias
de
convivencia, un asunto particularmente sensible en grupos violentados por estas
razones,
y un problema que ha adquirido relevancia a la hora de pensar y planificar las
ciudades.

2.4. PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL


Se suele enmarcar el patrimonio en definiciones institucionales, que vehiculan
una carga
ideológica asociada a la expresión del poder, en base a una mirada escalar
proponiendo
idearios urbanos que no necesariamente corresponden al sentir de quienes
habitan
territorios y barrios. Comprender el patrimonio desde el paisaje físico y natural,
a partir de
las territorialidades que le dan significado, es pensar las relaciones espacio-
temporales que
construyen memoria, prácticas y espacios que se buscan salvaguardar. Según lo
señalado
en las jornadas de participación de actualización del PLADECO, existen diversos
elementos
culturales y naturales patrimoniales significativos en los barrios de la comuna y
que es
necesario conocer, valorar, proteger y gestionar evidenciando prácticas sociales
que en el
día a día se entretejen en las memorias de la construcción de los barrios, en los
distintos
procesos históricos de urbanización, en la vida cotidiana, etc. Y es porque lo
propiamente
cultural no es solo tangible “la cultura es exclusivamente humana, de hábitos y
costumbres
realizados en sociedad, como recurso fundamental para adaptarse al medio
ambiente”
(Chanfón, 1988, p. 72, citado en Rojas, 2018).

Comprendido así, el rol del habitante históricamente anónimo ha logrado ser


parte de la
producción y reproducción de las ciudades construyendo fenómenos singulares en
sus
barrios, que son una proyección fragmentada e interconectada del paisaje
urbano histórico
(Márquez, 2009). Más que por la propia arquitectura del barrio, este se construye
desde la
experiencia y la costumbre, formas de vivir ese espacio territorial que construye
en el sujeto
una forma de saber hacer, una convención social que es el principal sustento de
tradición (Márquez, 2009). Es así como un gran componente de las identidades
deviene de la relación
entre el espacio material junto con estas prácticas concretas que se desarrollan y
se
constituye lo que Lefebvre llama el Poder de Habitar (Certeau, 2000), factor que
produce y
reproduce la historia popular que le entrega la singularidad mundial a este
puerto.

Por lo tanto, más


allá que exista un relato colectivo del pasado y el reconocimiento que hacen
otros sobre
este relato, la identidad territorial nos habla también de un proyecto, de la
acción social,
del hacer, de las utopías y del futuro, en tanto saber que se plasma de manera
práctica, no
solo siendo reducido a lo narrativo y lo memorial (Márquez, 2009).

De esta manera, el espacio visto se hace indisociable del cuerpo que lo ve y lo


siente, produciendo distintos modos de apropiación entre los que destacan las
lógicas que se emplazan el lugares “ganados”, donde la localización y la
autoproducción del hábitat constituye un logro en sí mismo; y, por otro lado, los
espacios que dan cuenta de la presencia de sentimientos de pertenencia que
plasman la correspondencia entre un sujeto y el lugar habitado, donde se
“alcanza una identificación a partir de la práctica de residir prolongadamente en
un lugar determinado, o bien de pertenecer a él de alguna forma como puede ser
la condición de originario del lugar o de fundador del mismo” (Lindón, 2009).

Por lo tanto, no es posible entender el territorio como algo constituido desde


arriba, desde
procesos de inversión o industrialización, sino que debe ser entendido sino desde
su
producción social, multiescalar, indisolublemente ligada al devenir local y
nacional, urbano
y rural, de cerro a mar y con una visión estructurada desde la identidad que nos
provee el
habitar en conjunto.
En múltiples sectores de la comuna, el quehacer cultural se refleja en las
tradiciones o
festividades que históricamente han congregado a los y las habitantes y visitantes
en torno
a una tradición cultural, lo que a nivel internacional se declara como patrimonio
cultural y
que comprende una dimensión inmaterial ineludible. UNESCO considera como tal
a las
siguientes prácticas y actividades: las tradiciones y expresiones orales,
incluyendo el
lenguaje; las artes escénicas; las prácticas sociales rituales y festividades, en
tanto prácticas
que refuerzan la identidad; y las artesanías tradicionales.

c) Acerca de la Participación
La participación, entendida como un ejercicio de soberanía e implicación de las
comunidades en la toma de decisiones (Sandoval, Sanhueza, Williner, 2015), es
una
aspiración de todo proyecto genuinamente democrático. Como punto de inicio en
este
apartado, es importante establecer que aspiramos a relacionarnos con las
comunidades de
Valparaíso desde la co-gestión, entendida esta como “(…) una gestión conjunta
entre
ciudadanos o representantes de ciudadanos. En este nivel de participación se
busca que las personas y grupos que participaron de la toma de decisiones, se
involucren en su
implementación y seguimiento de forma de asegurar que se lleve a cabo en
forma
adecuada” (Sandoval, Sanhueza, Williner, 2015). Esta perspectiva para abordar la
relación
con la comunidad cobra sentido ya que los gobiernos locales, son la institución
administrativa más cercana a la ciudadanía y asumen la responsabilidad de las
complejidades generadas en la cotidianidad de sus habitantes y sus demandas
(Varela,
2015).

“VALPARAÍSO, CIUDAD PUERTO DEL SIGLO XXI, TERRITORIO QUE SE ABRE AL


MUNDO
DESDE SUS MEMORIAS Y RECORRIDOS INTERMINABLES, LUGAR DE NUEVOS
CONOCIMIENTOS Y APRENDIZAJES, QUE AVANZA AL BUEN VIVIR SIN DEJAR A NADIE
ATRÁS, CON SUS MÚLTIPLES FORMAS DE HABITAR SUS BARRIOS Y SU NATURALEZA
PERSISTENTE”

Se trata de una propuesta de desarrollo para un territorio con un ecosistema


que debe mantenerse vital, recuperarse y desarrollarse, adaptarse al cambio
climático. Que
no padezca los proyectos, sino que los integre a una estrategia encadenada con
las
capacidades productivas locales.
Somos una comuna centrada en el buen vivir de sus habitantes, que se recupera
territorialmente en términos urbanos, ambientales, económicos y sociales. Con
una
topografía, un paisaje e identidades múltiples y excepcionales, que se expresan
en su
espíritu libre, cosmopolita y en su condición de pluri e interculturalidad. Una
comuna que
implementa una estrategia de desarrollo local basada en una visión común para
abordar
sus desafíos, que integra la relación entre lo urbano y lo rural, el borde costero,
el mar y la
ciudad, cuyos polos de desarrollo se articulan de forma virtuosa y conviven de
forma
armónica con el territorio integrado al área metropolitana, a la región, al país y
al mundo.

Más segura, con mejor y mayor coordinación entre las instituciones responsables
de la
seguridad pública, y con mecanismo de fiscalización y sanción efectivos.
Una comuna articulada, donde los diversos actores e instituciones están
conectados y
coordinados a través de un sistema de participación que se perfecciona
permanentemente
y permite abordar de manera vinculante, temas y proyectos que les involucran.
Una comuna a escala humana, que promueve la vida en comunidad, la
profundización de
su cultura participativa y el fortalecimiento de su tejido comunitario con
relaciones sobre
la base del respeto a su territorio, a la diversidad, la cooperación, la
reciprocidad, la
solidaridad y la organización.

Que desarrolla y aplica una gestión estratégica energética, a partir de la


utilización de
energías limpias, amigables con los habitantes; con un sistema de espacios
públicos de
calidad, repartidos en los diversos sectores de la comuna y con una red de
servicios básicos
(alcantarillado y agua potable) y equipamientos urbanos para toda la comuna.
Que permite una adecuada movilidad entre plan y cerro y entre los cerros; una
conectividad a nivel metropolitano y comunal, y entre lo rural y urbano; con un
sistema de transporte público de alto estándar, limpio, integrado y diversificado
(donde coexisten
medios convencionales y no convencionales).
Una comuna consciente del manejo de sus residuos, limpia, sin animales en la
calle, con
un adecuado sistema de servicios medioambientales y gestión de residuos
domiciliarios.
Una comuna que cuida y preserva el agua y las quebradas como elementos únicos
de su
geografía, que cuida sus playas y su acceso libre a la bahía y al mar.
Que resguarda su condición de sitio patrimonio de la humanidad implementando
una
gestión sostenible fundada en la noción de paisaje urbano histórico, que ha
permitido
rescatar, repoblar y proteger el casco histórico de la ciudad, preservando las
dinámicas de
vida de sus habitantes.
Una comuna que promueve mayores oportunidades de trabajo y empleos de
calidad,
sustentados sobre la base de un enfoque de desarrollo económico sostenible y de
una
economía a distintas escalas.
Que incentiva la inversión pública y privada para contribuir al proceso de
reactivación
económica de la comuna, insertándose en el ecosistema del Gran Valparaíso y la
Región de
Valparaíso. Que implementa planes estratégicos que permiten la integración
productiva del
turismo, la cultura, la vida universitaria, el patrimonio, la actividad comercial,
portuaria y de servicios. Que incentiva la inversión pública y privada, de calidad
para la comuna.

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