Dossier Modulo Civil
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La presente obra es una complicación de resúmenes de diferentes autores, normativa y doctrina Boliviana, sobre Derecho
Civil relacionado a las actividades empresariales. Su Reproducción es libre.
1.1. El Derecho.- Conocemos con amplitud las diferentes acepciones que tiene la palabra derecho, ciertamente la
entendemos como ciencia, como atribución inherente a la persona, como sinónimo de justicia, etc. Pero la acepción de
la ciencia es la que más nos interesa, al momento de estudiarla, “conjunto de principios y normas que regulan las
relaciones de las personas en sociedad”, es esta acepción y concepto tan simple y concreto y muchas veces criticado
es el que marcara el inicio de nuestro estudio del derecho y específicamente del derecho civil.
1.2. Derecho Civil, Nociones Generales.- La Paz social, es un estadio que merece necesariamente el acatamiento de
normas de conducta por los individuos integrantes de la sociedad.
En las sociedades primitivas estas normas se confunden entre lo moral, lo religioso, y lo jurídico, especialmente en las
sociedades teocráticas, esta confusión es mas marcada, por ejemplo en el imperio incaico lo religioso y lo jurídico
formaban un conjunto inseparable. El Inca era a la vez príncipe y Dios, por lo que las sanciones a las más pequeñas
infracciones eran sumamente severas. En el derecho Musulmán aún lo jurídico tiene un alto nivel religioso, culturas
antiguas como la egipcia, la sumeria y babilonia, encuadraban su derecho sobre la base de sus creencias religiosas.
Las diferencias y división de estas normas, se fueron aclarando a medida que las sociedades evolucionaron, ahora son las
normas jurídicas las más importantes para la convivencia pacífica de las sociedades, por el factor de la lógica, la razón,
pero fundamentalmente por la coercibilidad de estas.
No obstante de que el acatamiento de las normas jurídicas necesita una imposición legal, existen todavía normas que son
obligatorias más que por lo jurídico, por la costumbre o la moral, como es el caso de las normas del derecho natural.
(Borda, 2002)
1.5. Concepto de derecho civil: evolución histórica.- Para entender el concepto del derecho civil, es importante
analizarlo con relación a su evolución histórica y al contenido de esta.
Conocemos ya que le derecho privado apareció en Roma, a través diferentes normas consuetudinarias y que en la Ley de
las XII tablas, se evidencio por primera normas de solución a los conflictos entre particulares.
En Roma, el concepto de el ius civile se refería al derecho propio del pueblo romano, es decir al derecho local, que incluía
normas de derecho administrativo, tributario, constitucional, penal, familiar, comercial etc,, así le llamaban al conjunto de
normas que los romanos crearon para ellos mismos, en oposición al ius gentium que era el derecho utilizado para la
relación de los romanos con personas de otros pueblos y finalmente el ius naturale que era el conjunto de normas, que
derivaban de la calidad humana de las personas.
El derecho civil como principal rama de todo el derecho privado, tiene una definición amplia, pero bastante clara, así a
decir de Borda derecho civil es “el derecho que rige al hombre como tal, sin consideración de sus actividades o
profesiones peculiares; que regla sus relaciones con sus semejantes y con el Estado, cuando éste actúa en su carácter de
simple persona jurídica y en tanto esas relaciones tengan por objeto satisfacer necesidades de carácter genéricamente
humano”.
En una forma más simple el derecho civil es el conjunto de principios y normas que regulas las relaciones entre los
particulares.
Una definición adicional expresada por la catedra, es que “El derecho civil es el conjunto de principios y normas que
regulan las relaciones entre particulares, sobre asuntos referidos a los derechos civiles de las personas, los derechos
reales, las obligaciones y los contratos y las sucesiones por causa de muerte”.
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En específico el derecho civil de las personas es: El conjunto de principios y normas que regulan los asuntos sobre,
capacidad, personalidad, derechos y atributos, de la personalidad, que afectan las relaciones entre particulares.
1.6 Derechos civiles y derechos subjetivos.- La construcción filosófica e histórica del Derecho Natural, siempre intento
una catalogación de los derechos inherentes a las personas, más precisamente a los seres humanos.
Sabemos que este catálogo se logró realmente, en 1948, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la
primera generación de derechos humanos, que fue creada desde la época de la revolución francesa y la independencia de
los Estados Unidos, se llamó Derechos Civiles del ciudadano, fueron parte de los logros del liberalismo como tendencia
política y social.
Estos derechos civiles se encuentran expresados en el Código Civil Boliviano, en los artículos 6 al 23 y otros
complementarios, son el Derecho a la Vida, disposición sobre el propio cuerpo, libertad, nombre y apellido, derecho a la
imagen, derecho al honor, derecho a la intimidad, derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones, derecho a la igualdad
y derecho al domicilio, adicionalmente derecho a la salud y derecho a la nacionalidad.
Los derechos civiles por tanto, son prioritarios para el desenvolvimiento normal de la vida de las personas, son
inalienables, intransmisibles, inembargables, innatos y la trasgresión de estos, confiere a las personas el derecho a
reclamar a exigir el respeto y la reparación del daño causado, es quiere decir que se confiere un derecho subjetivo.
Un derecho subjetivo, es la facultad de exigir de otra persona determinada conducta, así entenderemos cuando nos
referimos por ejemplo al derecho a cobrar una deuda, del derecho de propiedad, de la patria potestad, del derecho a la
vida, a la libertad, etc. ...
1.6.5. Obligación y responsabilidad.- La obligación es el vínculo jurídico entre deudor y acreedor, el deudor debe
realizar una prestación ya sea de dar, hacer o no hacer, y el acreedor tendrá el derecho de exigir el cumplimiento, como
consecuencia la responsabilidad se presenta cuando la obligación no se ha cumplido, entonces es la situación proveniente
del incumplimiento, que genera daño al acreedor, y este a su vez tiene la posibilidad de acudir a las autoridades
competentes, para exigir se asuma la responsabilidad y se cumpla con el pago mas los daños y perjuicios.
1.7. Relaciones del Derecho Civil, con las otras ramas del derecho.-
Con el derecho comercial.- Siendo que el derecho civil, es la rama principal del derecho privado la materia principal que
se relaciona es el derecho comercial, ya que en muchas situaciones la norma supletoria en materia comercial es el código
civil y los procesos comerciales se llevan ante el mismo juez y bajo el mismo procedimiento.
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2.1. Capacidad.- Capacidad es la aptitud jurídica, de las personas de adquirir derechos y contraer obligaciones.
Es fácil advertir la estrecha relación que existe entre estado y capacidad, puesto que el estado es la base sobre la que
descansa la capacidad, de aquél dependen los derechos y obligaciones de una persona. El estado es pues la estática y la
capacidad, la dinámica de un mismo asunto jurídico: los derechos y deberes de las personas.
La capacidad puede referirse al goce de los derechos o a su ejercicio en el primer caso, se trata de capacidad de derecho o
jurídica, en el segundo de la capacidad de hecho o de obrar. (Ghersi, 1999)
2.2. Capacidad de derecho.- La capacidad de derecho es la aptitud para ser titular de derechos y obligaciones. Esta
aptitud se vincula muy directamente con la misma personalidad humana, por eso todas las personas son, en principio
capaces de derecho, desde el momento de su concepción, hasta el momento de su muerte. Más aún, no podría concebirse
una incapacidad de derecho absoluta, es decir, que comprendiera todos los derechos y obligaciones, porque ello sería
contrario al derecho natural, como ejemplo de incapacidades de derecho absolutas, pueden recordarse la esclavitud y la
muerte civil, por fortuna ya desaparecidas, por lo menos en los países de civilización avanzada.
Con el objetivo de ilustrar mejor el significado e importancia de la capacidad de derecho, es útil comparar las
incapacidades de derecho, relativas, que son aquellas influidas por los elementos del estado de las personas o estado civil.
El artículo 3 del Código Civil, tiene amplia relación con el artículo sobre el comienzo de la personalidad (Art. 1 C.C). La
capacidad de derecho es inherente a la persona por el solo hecho de nacer, así podrá ser titular de sus derechos
personalísimos y de sus derechos patrimoniales, no obstante el ejercicio de estos derechos se perfecciona en un tiempo
posterior como lo veremos mas adelante.
- Son relativas.- Porque solo afectan a determinadas personas, por circunstancias muy especiales, por lo que por
definición pueden variar y ser temporales.
- Son de orden público.- Debido a que las personas tienen, por el solo hecho de ser personas, la capacidad de derecho,
inherente al derecho natural, si se le privare del ejercicio de su capacidad resulta ser de interés para todas las personas
de la sociedad.
Conforme lo que establece la normativa boliviana, comerciante es toda personas natural o jurídica, que se dedica a la
realización de algunas de las actividades de comercio, de manera habitual y con fines de lucro.
Entonces son esos dos elementos los diferenciadores de un comerciante, con una persona que realiza un acto de la vida
comercial, la habitualidad y el fin de lucro.
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Las actividades del comercio, son aquellas establecidas en el artículo 6 del Código de Comercio.
La incertidumbre terminológica de la legislación y la doctrina, resalta en este punto. Hay una anarquía doctrinaria al
respecto, dicen Fadda y Bensa (cit. de Fernández). Los autores no se detienen en las consideraciones generales y por lo
regular concretan directamente sus disertaciones a los elementos singulares del mismo.
En Francia, se usa indistintamente entreprise (empresa) fonds de commerce, maison de commerce. Para Ripert, la empresa
es la unidad económica y el fondo de comercio es el aspecto jurídico de la empresa que da derecho a una clientela
determinada; para Valery, la casa de comercio es el conjunto de personas que hace funcionar el fondo de comercio, que es
el conjunto de bienes que integran la casa de comercio (cits. de Cañízares).
En España y los países latinoamericanos, se usa indistintamente los términos empresa, establecimiento comercial (o
mercantil), acervo comercial, negocio, negociación mercantil, casa de comercio, patrimonio industrial, fondo de comercio
y hacienda.
En Italia, se ha usado el vocablo azienda (hacienda) como sinónimo de empresa y equivalente del francés fonds de
commerce. Vivante define la azienda commerciale, como el objeto importante y característico del comercio que
constituye el organismo económico establecido para su función. Para el concepto legal, (Art. 2555 del Cgo. de 1942)
azienda es el conjunto de bienes organizados por el empresario para el ejercicio de la empresa. Así, ya no se confunde
hacienda con empresa observa Messineo, porque esta designa una actividad económica (Art. 2082, c.c. italiano) y, por
consiguiente no es un objeto como la hacienda, que supone, dice, el conjunto de elementos objetivos (bienes) organizados,
instrumento indispensable de la empresa pero no parte de esta, porque su función es instrumental.
Esta solución del Código italiano de 1942, está asimilada en el Art. 448 del Código, primera fase, que da el concepto de la
actividad económica de la empresa mercantil, pero confundiéndola en su segunda fase con el establecimiento de
comercio.
Los variadísimos bienes que componen el establecimiento o azienda puede reunirse en dos grupos: activo y pasivo
(Vivante) y sus elementos constitutivos aunque heterogéneos son complementarios entre si (Messineo). Según la
enumeración legal (arts. 11 y 449), puede distinguirse:
a) Cosas materiales o corporales (Art. 74 c.c.; c. com. 449, 1) y 6): dinero, mercaderías, bienes muebles e inmuebles (local
o establecimiento, aún sin pertenecer en propiedad al titular del comercio), instalaciones.
b) Cosas inmateriales o no corporales (Art. 74, c.c. y c. com. 449, 2, 3, 4, 7, 8): razón social, nombre, enseña, emblema,
marcas de fábrica, secretos de fábrica, patentes de invención, licencias, fama, etc.
c) Relaciones jurídicas, como las de trabajo con el personal dependiente o las que se dan con la clientela (Art. 449, 2) y 5).
d) Los créditos y fuentes de aprovisionamiento y las deudas u obligaciones (Art. 449, 8).
Parece más propio el vocablo bienes mercantiles que emplea el Código, antes que cosas mercantiles que algunos autores
prefieren (Rodríguez v. gr.), porque su noción coincide mejor con el sentido corriente para los fines de este Art. Si bien el
genero cosas implica todas las que en derecho son susceptibles de apropiación o posesión, la especie bienes, dice
Scaevola, se refiere sólo a aquellas cosas que han sido adquiridas y están en el patrimonio de uno.
La nota peculiar de la azienda (empresa o establecimiento según el inc. 1), que da idea clara de su característica de
movimiento, dice Messineo, es la llamada en el sistema italiano avviamento: funcionamiento o aptitud funcional de los
elementos que componen la azienda para realizar los fines a que está destinada: producir beneficios o utilidades. Para
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Vivante, Vidari y otros, el avviamento es un bien mercantil, objeto de derecho; para Rocco, Ascarelli, Messineo, es sólo
una cualidad de la azienda sin que pueda ser objeto de derecho.
Se asimila al avviamento italiano, el achalandage francés, referida inicialmente a la clientela en función del
emplazamiento del fondo de comercio y considerada después como la cualidad virtual, potencial de este.
En Uruguay y la Argentina, se usa el vocablo llave para designar la hacienda, el avviamento o, más frecuentemente, el
mero traspaso de un local o el acceso a este aún vacío, mediante una prima fijada para la locación.
En Alemania, tradicionalmente, según Cañízares, se ha considerado el vocablo chancen como el equivalente germánico de
la noción de avviamento, aunque se observa que su noción jurídica es vaga y discutida por los autores.
En México, se emplea indistintamente los viejos vocablos españoles aviamiento o avio, que se considera resultado de la
idea organizadora, del trabajo humano que promueve la adecuada organización unitaria de los dispares elementos
materiales e inmateriales que concurren a la obtención del fin deseado. (Rodríguez).
En Colombia, se ha adoptado (en la práctica y aún en los textos legales), la expresión consagrada en los países de common
law: good will, cuya naturaleza jurídica es la de un bien negociable de la categoría de las choses in action, o cosas
inmateriales no susceptibles de transferirse por entrega material.
Si bien no se da una regla especial para definir el aviamiento en el Código, este contiene normas para su protección,
como, v. gr., las disposiciones de los arts. 66 y s. (competencia desleal) o 449, 2) (desviación de la clientela y la fama
comercial).
3.3.- Capacidad.-
Entendiendo a la capacidad como la aptitud legal para ejercer derecho y contraer obligaciones, esta a su vez esta dividida
en dos tipos o etapas de la capacidad que son la capacidad jurídica o de derecho que se la adquiere a partir de la
concepción y la capacidad de obrar que se la adquiere a partir de la mayoría de edad en estos casos estamos hablando de
personas naturales.
La capacidad de jurídica, es aquella aptitud de ser titular de derechos y obligaciones y la capacidad de obrar es la aptitud
de ejercer sus derechos y obligaciones por si mismo.
Si se trata de personas jurídicas, la capacidad de obrar se la adquiere desde que se obtiene la certificación de la
personalidad jurídica por el ente estatal correspondiente.
El código de comercio establece que toda persona capaz de obligarse a contratar civilmente puede realizar el comercio,
aquí se esta haciendo referencia a la capacidad de obrar, que se adquiere a los 18 años de edad, en Bolivia, es por ello que
toda persona de esa edad, ya puede dedicarse de manera habitual y con fines de lucro, por cuenta propia a una de las
actividades del comercio.
En el régimen legal abrg. la mujer casada era considerada incapaz y para ejercer el comercio requería autorización expresa
del marido, otorgada en escritura pública. La igualdad jurídica de los cónyuges (Const. Art. 194 y c.f. Art. 96), hoy
vigente, permite a la mujer casada el ejercicio de cualquier profesión liberal o de la actividad mercantil (c.f. Art. 99), en la
que solo arriesga, nótese bien sus bienes propios y la parte que le corresponde en los comunes (Art. 121, c.f.). El marido
puede oponerse a esa actividad, por razones de moralidad o cuando ella compromete la función esencial de la mujer en el
hogar.
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La menor casada, emancipada por razón de matrimonio (c.f. Art. 360), puede ejercer el comercio, solo desde los 18 años
cumplidos, según dispone expresamente este Art., en aplicación de la regla dada. en el Art. 13 y contando con la
habilitación en la forma explicada del Art. 13. La menor casada con menos de 18 años (Recuérdese que la nubilidad de la
mujer está fijada en los 14 años por el Art. 44 del c.f.), que sea titular, por cualquiera causa, de algún comercio o
establecimiento mercantil, está en consecuencia, para el caso, sometida a las reglas de los arts. 14, 15 y 16. Quiere decir
que la regla del Art. 360 del c.f., en este punto, está derogada por la especialidad del c. com. (Art. 4, loj.).
La terminología del Art. no se encuadra al tecnicismo que, por lo regular, es de rigor en las normas imperativas porque
interesan al orden público.
El vocablo impedido puede estimarse empleado como sinónimo de prohibido, lo que importaría una redundancia
superflua. Puede también significar una noción de inhabilidad, por ausencia de requisitos que condicionan la facultad de
ejercer el comercio, lo que parece más propio y, consiguientemente, evoca una idea vinculada a la capacidad.
Admitida la pertinencia de la ultima alternativa propuesta, el Art. supone el dato final que debe tenerse presente para
definir el concepto de comerciante, calidad que no pueden adquirir o ejercitar quienes están incapacitados y prohibidos
por las determinaciones de la ley, interpretación que presupone la necesidad de distinguir entre incapacidad y prohibición.
La incapacidad como negación de la capacidad, es un impedimento (para emplear la terminología del artículo) que resulta
de la no-concurrencia de los requisitos que integran esta En cambio, la prohibición supone la capacidad; pero, aunque
presenta todos y cada uno de los requisitos que la forman, existen, junto a ellos, otras circunstancias que causan
inhabilidad (Rodríguez) o incompatibilidad (Messineo) para ejercer el comercio. La distinción culmina en la
diferenciación de los efectos de una y otra situación: los actos realizados por incapaces serán nulos o anulables según las
regulaciones del derecho común (arts. 549 y 554, c.c.) por determinación del Art. 822 del Código; los ejecutados por
personas bajo prohibición serán validos y sólo sujetos a especiales sanciones, como, v. gr., las previstas en los arts. 24 y
445, primera fracción.
En consecuencia, a tenor del inc. 1) del Art. en examen, están señalados por la ley como incapaces (impedidos):
1) Los menores de edad (con las salvedades dichas y examinadas en los arts. 13 y 17).
2) Los interdictos, cuando la interdicción ha sido declarada judicialmente (Art. 343, c.f.). A los efectos de la interdicción,
otras legislaciones, v. gr. la mexicana, incluyen entre las personas privadas de inteligencia, a los ebrios consuetudinarios, a
los drogadictos y a los sordomudos que no saben leer y escribir. La imprecisa generalización de la ley en la materia hace
dudar sobre si estos casos pueden ser objeto de interdicción, duda que sólo pueda resolver una legislación aclaratoria
complementaria o una inteligente interpretación de la jurisprudencia.
La segunda parte del inc. 1) del Art.: consecuencia de sentencia judicial y los demás incs., señalan prohibiciones.
Las relativas a los quebrados (que se examinan en su lugar) son efecto de la pena accesoria de inhabilidad dispuesta por
los arts. 35 y 36, 3) del c.p. y 21 del c. com., en los supuestos que regulan, y que producen prácticamente una incapacidad
sobrevenida para el ejercicio del comercio, porque hace perder la calidad de comerciante, conforme previene el Art. 22 del
Código.
Las prohibiciones también alcanzan a los corredores (Art. 104), que no pueden dedicarse a ejercer ninguna actividad
comercial, puesto que no pueden comerciar por cuenta propia, ni ser mandatarios, comisionistas, factores, dependientes o
agentes de un comerciante.
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En cuanto a los funcionarios públicos, la nueva legislación acusa notoria imprecisión y entrega la materia a una
inconveniente diseminación de sus regulaciones entre el Código y el Reglamento del registro de comercio. El c. mtl. abrg.
(Art. 2, inc. 1) prescribe una prohibición general, exceptuados sólo los cargos concejiles.
Cabe ante todo señalar sucintamente la razón de esta prohibición: se persigue con ella -con indudable buen criterio-
mantener libre de toda sospecha el ejercicio de la función pública (Vivante) e impedir que quienes la ejercen, utilicen en
beneficio de sus empresas mercantiles, las fuerzas sociales que por razón de su cargo han de tener a su disposición
(Benito).
El Código, ha circunscrito esta prohibición a los límites fijados en el inc. 4 del Art., mientras otras legislaciones consignan
en su detalle a los altos dignatarios de la Administración, a los magistrados judiciales y funcionarios del Ministerio
Público, a los diplomáticos, a los empleados de la recaudación y administración de los fondos del Estado, etc.
Parece evidente que se ha tratado de salvar la incompleta regulación del Art. con el Art. 28 del Rgto. rg. com., que incluye
en la prohibición a algunos funcionarios señalados nominatim, a los jefes políticos y militares, a los recaudadores y
administradores de fondos del Estado, a los agentes de cambio, corredores de comercio, agentes de bolsa, martilleros
rematadores y a los que las leyes especiales impide realizar actos de comercio.
La complementación, necesaria e inexcusable, sin embargo, no debió ser hecha en el Rgto. que, en primer lugar, no puede
contener por su carácter adjetivo disposiciones substantivas como las de su Art. 28, que corresponden al ámbito del
Código y cuyo lugar propio esta en el Art. en examen. En segundo lugar las reglamentaciones de índole puramente
adjetiva, están sometidas a los marcos que fijan los principios contenidos en los arts. 96, inc. 1) y 229 de la Constitución.
En el caso, son propiamente reglamentarias las disposiciones de los arts. 29 y 30 del Rgto. rg. com.
Finalmente, en materia delicada e importante como está, no parece lo más indicado referir lo omitido o imprevisto a las
leyes especiales. El Art. debió concretar la enumeración de los funcionarios sometidos a la prohibición, con prolija
precisión.
Las obligaciones en el derecho comercial, son, como en el derecho civil, legal y contractual. Las primeras, son las que la
ley impone en atención a la importante función social que, en el caso, cumplen el comerciante y sus auxiliares. Las
segundas, emanan de las relaciones jurídicas que se establecen regularmente mediante el contrato, entre quienes
intervienen en alguna manifestación de la actividad comercial.
A pesar de su aparente diversidad, las que enumera el Art. pueden ser reducidas a tres grupos: a) obligación de inscripción
en el registro, que incluye los casos de los incs. 1, 2 y 3; b) obligación de llevar la contabilidad, que incluye los puntos 4 y
5, y c) la de conservar la documentación, que incluye los incs. 6 y 7, siendo el punto 8 común a todos los demás.
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Las obligaciones de los auxiliares de comercio, son efectivamente más diversas. Unas son iguales o análogas a las del
comerciante; otras, propias de ellos, sea por la representación que ejerzan o por el carácter técnico de las funciones que
cumplen.
La regulación de todas estas obligaciones, está desarrollada en las disposiciones pertinentes del Código, que se examinan
en su lugar.
El Art. 20 del abrg. c. mtl., instituyo el registro público y general de comercio. Abolidos las juntas mercantiles y los
consulados de comercio, que estaban encargados de dicho registro, este no existió prácticamente por buen tiempo. Es
restablecido por D.S. de 20 de Julio de 1936 (Art. 10), como padrón general de comercio, a cargo de las oficinas de
impuestos internos (Administraciones distritales de la Renta, en la nomenclatura administrativa actual). Posteriormente, se
instaura el registro en forma más orgánica, a cargo de las Cámaras de comercio departamentales, mediante D.L. de 28 de
Abril de 1937, complementado para el registro de comerciantes ambulantes por D. de 4 de abril de 1941 y para el de
importadores por D.S. No. 923 de 20 de Oct. de 1947.
El Registro es una institución de funciones múltiples y complejas. De una parte es matrícula de comerciantes, de otra,
registro de actos y documentos y, de otra, un verdadero registro de propiedad (v. gr. en los casos regulados por los arts.
29, incs. 7, 888, inc. 4 y 896).
El verdadero objeto del registro o la razón de la obligación legal que supone, estriba en la necesidad y conveniencia de
tener a disposición elementos de prueba, muchas veces indispensables para determinar los derechos y las
responsabilidades del comerciante, particularmente en los casos de quiebra.
ARTÍCULO 29.- (Actos y contratos sujetos a inscripción). Deben inscribirse en el Registro de Comercio:
1) El régimen que rija las relaciones de los cónyuges y, en su caso, la liquidación de la sociedad conyugal por divorcio o
separación de bienes, cuando el marido y la mujer, o alguno de ellos, sean comerciantes;
2) Las emancipaciones o las habilitaciones que, conforme a Ley, se otorguen a los menores para ejercer el comercio;
3) Las resoluciones o sentencias que impongan a los comerciantes la prohibición del ejercicio del comercio; la
interdicción contra comerciantes pronunciada judicialmente; los convenios preventivos- la declaración de quiebra y el
nombramiento de liquidadores o síndicos; la posesión de cargos públicos que inhabilite el ejercicio del comercio y, en
general, las incapacidades e inhabilitaciones previstas por Ley;
4) Los contratos de constitución de sociedades mercantiles, sus modificaciones y prórrogas, así como la disolución,
transformación o fusión de las mismas;
5) Toco acto en virtud del cual se confiera, modifique, sustituya o revoque la facultad de administración general o
especial, de bienes o negocios del comerciante;
6) La apertura de establecimientos de comercio y de sucursales o agencias y los actos que modifiquen o afecten la
propiedad de los mismos o de su administración;
7) Los gravámenes y demandas civiles relacionadas con derechos cuya mutación está sujeta a registro comercial;
8) La aprobación, adiciones y reformas estatutarias y en su caso, las reglamentaciones;
9) La designación de representantes legales y liquidadores y su remoción en el caso de liquidación de sociedades;
10) Las fianzas de los directores, administradores, síndicos y todos los obligados a prestarlas, así como su cancelación, y
11) Los demás actos y documentos previstos por Ley.
3.8.- FUNDEMPRESA.
En 1834 fueron sancionados los primeros códigos de la República, entre ellos el Código Mercantil. Allí se especificaba
que las condiciones para que una persona pueda llamarse legalmente comerciante eran: 1) que se inscriba en la Matrícula
de Comerciantes, 2) que emplee su capital en negocios o actos de comercio y 3) que se ocupe habitualmente de ellos con
el ánimo de lucrar.
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En la Matrícula tenía cabida todo boliviano, “excepto los funcionarios públicos en el lugar que ejerzan el cargo, los
eclesiásticos, los militares en servicio, los infames declarados, los menores de edad y los quebrados mientras no obtengan
rehabilitación”.
Se estableció un libro de Matrícula General en cada capital de departamento y otro particular en las provincias y podían
registrarse sólo “… los comerciantes que tengan en giro o lo destinen para emprenderlo, el capital de cuatro mil pesos
para arriba”. Quien pretenda comerciar en la capital de algún departamento, debía “presentarse ante el Intendente de
Policía por escrito, indicando su nombre, domicilio y estado de ánimo de emprender el giro, el capital que le dedica y si
pretende comerciar por mayor o menor”. El registro estaba abierto a quien quisiera escudriñarlo.
Al llegar el siglo XX, la Matrícula de Comerciantes a cargo de los intendentes, resultaba incompatible con la realidad del
comercio. La emergencia de la Primera Guerra Mundial desorganizó la normativa de los países periféricos como Bolivia,
tanto en sus requerimientos de mercaderías como en la oferta de materias primas, siendo necesario identificar a los
productores y rescatadores de goma, oro y minerales, mediante un Registro de Comercio actualizado y moderno.
Al respecto el Parlamento solicitó un proyecto a la Cámara de Comercio, facultándola para inspeccionar el estado
financiero de los comerciantes en un registro global de agentes económicos, en calidad de órgano de defensa económica y
factor de cooperación a los fines del Estado. El propósito no llegó a concretarse.
En 1927, se encaró un nuevo Padrón Comercial, estableciéndose la Oficina de Informaciones de la Cámara de Comercio,
inicialmente en La Paz. Sin más recursos que libros, tinta, plumas y buena voluntad, un empleado “serio, honorable y
discreto” abría libros para registrar a los comerciantes, socios o no de esa Cámara, comercien por mayor o menor, sean
importadores o revendedores. En la foja correspondiente, se anotaba la razón social, los componentes nominales, el
género del negocio, puntos salientes de la escritura social, capital de giro, síntesis del último balance, mencionándose sus
bienes raíces, créditos obtenidos, letras que se le protestasen, obligaciones vencidas y cuanto dato sea menester registrar y
que harían fe para establecer la situación de un comerciante ante operaciones que desee emprender.
El 28 de abril de 1937, mediante Decreto-Ley se instituyó el Registro Mercantil que agremiaba forzosamente a los
comerciantes. La Cámara de Comercio recibió la responsabilidad de su manejo y encomendó al Dr. Enrique García la
misión de organizar los Registros Mercantiles en el interior de la República. El Registro Central en La Paz quedó a cargo
del Dr. Federico Gutiérrez Granier.
En mayo de 1948 se aprobó un proyecto de Estatuto y Registro Oficial de Importadores previa calificación por una
comisión integrada por el Superintendente de Bancos, el Administrador de Impuestos Internos y las Cámaras de
Comercio.
En 1977 se promulgó un nuevo Código de Comercio, remozando el instituido por el Mariscal Andrés de Santa Cruz, 143
años antes. El Registro de Comercio, que durante cuatro décadas estuvo a cargo de las Cámaras de Comercio, pasó a
depender del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, implicando la reinscripción de las empresas existentes y una
readecuación a las nuevas disposiciones.
En 1979 se creó, mediante Decreto Ley, el Registro de Comercio y Sociedades por Acciones (RECSA). Pasados varios
años, el RECSA aún intentaba cumplir sus funciones sin éxito, dada la compleja tramitación implícita en su reglamento.
Luego de la crisis por la hiperinflación, en la que el Registro de Comercio perdió relevancia, el Estado estableció el
Registro Único de Contribuyentes (RUC), paso importante para la identificación, así sea parcial, de quienes se dedicaban
a la actividad mercantil aunque con objetivos netamente impositivos. Se buscaba la incorporación de la informalidad al
ordenamiento jurídico, de forma gradual y sostenida, pero ello pasaba por la modificación del Registro de Comercio.
En la vía de reformular las normas registrales, las instituciones del comercio propusieron la descentralización regional, la
coordinación con las Cámaras Departamentales, la simplificación de los trámites, la estrecha coordinación de labores con
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la Renta Interna, Aduanas y otros registros especializados y una amplia y sistemática difusión sobre la importancia del
Registro.
Entre 1991 y 1995 se realizaron gestiones ante el Gobierno Nacional en pos de reformar el RECSA. Por efecto de la Ley
de Descentralización, el Registro de Comercio pasó a depender de las Prefecturas de Departamentos, medida que no llegó
a concretarse porque las prefecturas no disponían de infraestructura para hacerse cargo de esa tarea.
Al concluir el siglo XX, el país ingresó en una crisis económica generada en el exterior, con efectos en el sector
financiero. En el intento de enfrentarla, el Gobierno promulgó la Ley 2064 de Reactivación Económica del año 2000,
determinando que uno de los mecanismos institucionales estratégicos, el Registro de Comercio, sea modernizado para
estimular el registro de los empresarios sin mayores burocracias y con alcance nacional.
Se autorizó, mediante Decreto Supremo, la licitación del Registro de Comercio. Con ese marco normativo, la Cámara
Nacional de Comercio (CNC), la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (CAINCO), la Cámara
Nacional de Industrias (CNI) y la Cámara de la Construcción de Santa Cruz (CADECOCRUZ) conformaron un consorcio
para presentarse como oferentes en tal licitación pública nacional, logrando la concesión bajo un contrato por veinte años.
El consorcio creó la Fundación para el Desarrollo Empresarial - FUNDEMPRESA una entidad privada sin fines de lucro,
especializada en la administración transparente, eficiente y oportuna de registros públicos vinculados a la actividad
comercial del país y de información empresarial. Al concretarse el traspaso del servicio, se establece una alianza público –
privada con responsabilidades compartidas. El rol que se fijó desde sus inicios fue no sólo administrar el Registro de
Comercio como un lugar donde se presenten papeles y se los registre, sino con la misión de contribuir al desarrollo
empresarial del país.
En el siglo pasado el Registro estaba centralizado en La Paz y las empresas del interior debían trasladarse a la sede del
gobierno o designar corresponsales para mantener en actualidad su documentación legal. Ahora el registro posee
cobertura nacional descentralizada, procesos simplificados, donde se han delegado funciones, cambiando los obsoletos
memoriales por declaraciones juradas, permitiendo el oxígeno suficiente para que el servicio sea más eficiente.
FUNDEMPRESA fue adquiriendo infraestructura propia en las capitales de los nueve departamentos y ciudades
intermedias. Se ha constituido en referente de transparencia y eficiencia en el propósito de brindar seguridad jurídica a
todas las actividades empresariales. Otorga el certificado de nacimiento, existencia y defunción a las empresas, de la
manera en que lo hace el Registro Civil en el caso de las personas. Una empresa que no está inscrita puede “vivir” pero
“no existe”. El registro certifica su existencia y la habilita para realizar actividades comerciales, acceder a créditos,
participar en licitaciones, exportar, etc.
Como efecto de la nueva Constitución Política del Estado, el Registro de Comercio del Estado Plurinacional de Bolivia
adecua sus estructuras y procedimientos, para acoger las cuatro formas de actividad económica -Estatal, Comunitaria,
Privada y Social Cooperativa-, apoyándolas para cumplir su rol de agentes del desarrollo socioeconómico sobre principios
de complementariedad, reciprocidad, solidaridad, redistribución, igualdad, seguridad jurídica, sustentabilidad, equilibrio,
justicia y transparencia, garantizando el respeto de usos y costumbres en armonía con las disposiciones comerciales
nacionales. FUNDEMPRESA busca atraer a los agentes económicos, del sector informal, demostrándoles que “la
formalidad es una ventaja competitiva”.
Atravesando las diversas etapas de la formación histórica de Bolivia, el país cuenta hoy con el Registro de Comercio, un
servicio del Estado Plurinacional, adecuando sus disposiciones al marco constitucional vigente; incluyendo y otorgando
igualdad de condiciones a todos los agentes económicos que conforman la economía plural, para Vivir Bien.
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Concepto.- La contabilidad es una disciplina que se encarga de estudiar, medir, valorar y analizar, en forma teórico
practica y científica la realidad económica, financiera y social de una organización empresarial o institución pública. Es el
arte de registrar la situación de los elementos de la contabilidad Activo, Pasivo, Patrimonio, Ingreso y Egresos, de una
persona natural o jurídica.
La historia de la contabilidad y de su técnica está ligada al desarrollo del comercio, la agricultura y la industria. Desde que
comenzó el comercio de bienes, se buscó la manera de conservar el registro de las transacciones y de los resultados
obtenidos en la actividad comercial. Los arqueólogos han encontrado en las civilizaciones del Imperio inca, del Antiguo
Egipto y de Roma variadas manifestaciones de registros contables, que de una manera básica constituyen un registro de
las entradas y salidas de productos comercializados y del dinero. La utilización de la moneda fue importante para el
desarrollo de la contabilidad, ya que no cabía una evolución semejante en una economía de trueque.
El primer autor del que tenemos noticia que estableció claramente el uso del método de la partida doble fue Benedetto
Cotrugli (en eslavo, Kotruljevic) Raugeo, nacido en la actual Dubrovnik en Croacia, entonces una ciudad comercial
adriática del área de influencia veneciana, llamada Ragusa.
Cotrugli residió en Nápoles gran parte de su vida, y fue comerciante y consejero de Fernando I de Aragón. Su obra Della
Mercature e del Mercante Perffeto fue escrita en 1458. De forma casi incidental, dedica uno de sus capítulos al modo de
llevar las cuentas mencionando distintos libros: El Memorial, el Diario y el Mayor, al que denomina Quaderno. Enumera
también algunas reglas generales para contabilizar las operaciones comerciales, pero en conjunto las referencias del
Raugeo a la contabilidad del comerciante son incompletas.
El libro de Cotrugli tardó casi ciento quince años en ser llevado a la imprenta, lo que, unido al carácter incompleto de su
exposición, impide que pueda adjudicar a su autor en la historia de la contabilidad un papel comparable al de Luca
Pacioli. El trabajo de este último fue impreso y conocido muchos años antes, aunque escrito con posterioridad al del
Raugeo
Se define cinco elementos básicos, que componen la contabilidad: activo, pasivo, patrimonio, gastos e ingresos. Todo
ellos deben seguir un itinerario lógico para su adecuada contabilización, que son: definición, reconocimiento y medición,
los cuales quedan reflejados en los estados financieros
Su objeto, obviamente, es permitir el conocimiento del estado de los negocios del comerciante en cualquier momento, lo
que no supone únicamente el interés exclusivo del comerciante, sino también y particularmente el de los terceros que
mantienen relaciones mercantiles con el comerciante, quienes, en su caso, pueden así conocer y juzgar la conducta de este.
La forma adecuada de llevarla a tenor de la regla en examen, ha de entenderse, según Messineo, como la obligación de
ajustarse a las normas de una ordenada contabilidad, sin los espacios en blanco, sin interlineados y sin transportes al
margen, ni tachaduras ni raspados (Art. 42).
La conservación de la documentación que la respalda, está sometida a las disposiciones del Art. 52.
ARTÍCULO 37.- (Clases de libros). El comerciante debe llevar, obligatoriamente, los siguientes libros: Diario, Mayor y
de Inventario y Balances, salvo que por ley se exijan específicamente otros libros.
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Podrá llevar además aquellos libros y registros que estima convenientes para lograr mayor orden y claridad, obtener
información y ejercer control. Estos libros tendrán la calidad de auxiliares y no estarán sujetos a lo dispuesto en el
artículo 40, aunque podrán legalizarse los considerados necesarios para servir de medio de prueba como los libros
obligatorios.
El llevar libros, dice Vivante, fue primero una costumbre de todo comerciante ordenado y luego se hizo obligatorio v fue
reglamentado por la ley en el interés general del comercio.
Los libros obligatorios señalados en la primera fase del Art., deben llevarse necesaria e inexcusablemente (excepto por los
comerciantes minoristas según el Art. 38), porque al representar la obligación de documentación (Messineo) de la marcha
de los negocios, están destinados a finalidades probatorias. Su forma de presentación y los requisitos fiscales que aseguren
su autenticidad, son los que señala el Art. 40.
Los llamados libros auxiliares (2ª fracción del Art.) son facultativos, cuya coexistencia, número o finalidad se deja a la
conveniencia y comodidad del comerciante, que está obligado a legalizados en la forma prevista para los obligatorios (Art.
40), para el supuesto de que quiera servirse de ellos al igual que de aquellos, como medios de prueba.
ARTÍCULO 40.- (Forma de presentación de los libros). Los comerciantes presentarán los libros que obligatoriamente
deben llevar, encuadernados y foliados, a un Notario de Fe Pública para que, antes de su utilización, incluya, en el
primer folio de cada uno, acta sobre la aplicación que se le dará, con indicación del nombre de aquel a quien pertenezca
y el número de folios que contenga, fechada y firmada por el Notario interviniente, estampando, además, en todas las
hojas, el sello de la notaría que lo autorice y cumpliendo los requisitos fiscales establecidos.
Serán también validos los asientos y anotaciones que se efectúen por cualquier medio mecánico o electrónico sobre hojas
removibles o tarjetas que, posteriormente, deberán ser encuadernadas correlativamente para formar los libros
obligatorios que serán legalizados, siempre que faciliten el conocimiento de las operaciones y sirvan de prueba clara,
completa y fidedigna.
La autorización para su empleo será otorgada por el Registro de Comercio, a pedido del interesado, requiriendo
resolución fundada sobre la base de dictamen de peritos, del cual podrá prescindirse en caso de existir antecedentes de
utilización respecto del procedimiento propuesto.
Cuando se trate de sociedades por acciones, la autorización se la otorgara previo dictamen favorable del respectivo
órgano administrativo de control.
Las personas autorizadas, son contadores generales, con titulo en provisión nacional, en merito a que los Estados
Financieros y los libros son revisados periódicamente por el concesionario del Registro de Comercio y en su caso por el
servicio de impuestos y estos libros deben estar firmados por profesionales reconocidos por el Estado.
No basta tan solo llevar la contabilidad o llevarla en la forma establecida por las reglas anteriormente examinadas. La ley
también obliga a la, conservación de los libros y de la documentación relacionada con el tráfico del comerciante, mientras
dura éste, y hasta cinco años después de la liquidación o del cierre de todos sus negocios y dependencias comerciales. En
el caso de que la actividad comercial subsista, ese plazo rige desde la fecha del último asiento, a menos que hubiera
pendiente alguna cuestión que directa o indirectamente, se relacione con la documentación de más de cinco años, evento
en el cual la conservación se prolongara hasta la terminación o solución de dicha cuestión.
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La destrucción de los documentos de que trata el Art., requiere la previa inspección y consiguiente autorización prevista
por el Art. 3, H) del Rgto. rg. com.
El Balance.- El Balance es un informe sobre el estado de las finanzas de la empresa, sobre la valoración y crecimiento o
decrecimiento de los activos, pasivos y patrimonio, el balance solo lo puede elaborar un profesional capacitado para el
efecto, un auditor.
El balance de apertura permite evidenciar las condiciones económicas con las que la empresa está comenzando su
actividad y el balance de gestión que se realiza de manera periódica, ya sema mensual, quincenal, semestral o anualmente,
es otra imagen sobre la situación de la empresa que nos permite ver la evolución de las actividades.
1. Persona auxiliar, historia.- El comerciante en un principio podía atender directamente y sin mayores dificultades su
actividad mercantil, porque estaba circunscrita al lugar donde vivía y considerando que la actividad era sencilla y
rudimentaria. Sin embargo debido al desarrollo del comercio, las actividades mercantiles se complejizaron cada vez mas,
entonces el comerciante ya no podía atender su negocio en diferentes lugares, le fue imposible hacerlo personalmente,
ante esta situación comienza a utilizar personas que le representen y que le cooperen para cumplir con su cometido.
Posteriormente en la Edad Media comenzó a distinguirse con claridad por la labor que cumplían los auxiliares de
comercio, aunque eran denominados "Proxenetas" (Roma) debido al menosprecio a las personas que se dedicaban a la
actividad mercantil.
La participación de los Auxiliares del Comercio, en todo tiempo ha sido de mucha importancia, por el hecho de que estos
coadyuvan directa o indirectamente la función del propietario del negocio comercial, recibiendo por el trabajo que
desempeña, una remuneración acorde con lo determinado por la Ley, o los usos, costumbres del lugar donde prestaban sus
servicios.
2. Requisitos para actuar como Factor.- De lo anterior, se infiere que para ser factor no siempre es preciso ser
comerciante, ya que no actúa por cuenta propia, sino por cuenta del dueño o propietario de un establecimiento comercial.
Funciones.- El factor debe actuar conforme a las instrucciones, facultades y atribuciones concedidos por el titular,
mediante mandato general o especial, debiendo en todos los actos, contratos y documentos relativos al giro de la empresa
o establecimiento, dejar constancia de su calidad de apoderado. Las funciones de los factores son diversas de acuerdo a las
actividades requeridas en todo establecimiento comercial o industrial.
El factor también puede intervenir en juicio como actor o demandado. Sin embargo su principal función se refiere a
inscribir el poder otorgado por el dueño del negocio en el Registro de Comercio, ya que caso contrario sus funciones
llevan el sello personal y no la del dueño del negocio.
3. Validez de los actos del Factor.- Todos los actos y contratos celebrados por el factor en tal calidad obligan al titular,
sin que este pueda oponer excepción alguna, siempre que el factor haya actuado en su propio nombre, si se demostrara
que en realidad lo hizo por cuenta del titular, este responderá solidariamente con el factor.
Si los actos realizados por el factor recaen sobre operaciones comprendidas en el giro ordinario de la empresa o
establecimiento, se entienden hechos a nombre y por cuenta del titular aunque el factor no los haya hecho constar así al
ejecutarlos, haya transgredido sus facultades o cometido abuso de confianza, sin perjuicio de las acciones del titular en
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contra del factor. El titular responde de los actos ejecutados por el factor cuando este hubiere seguido las instrucciones
indicadas en el mandato.
La designación de factor, su mandato o poder y sus modificaciones posteriores se deben inscribir en el Registro de
Comercio, donde se encuentre la empresa o establecimiento comercial. En caso de existir revocatorias, también deben
inscribirse y la falta de inscripción hará inoponible frente a terceros cualquier excepción que pudiera facilitar al titular.
Remuneración del Factor.-El factor tiene derecho a la remuneración convenida y a todos los beneficios sociales
reconocidos por ley (aguinaldo, indemnización por años de servicios, vacaciones, etc.)
5. Terminación de funciones.- Las funciones del factor terminan por las siguientes circunstancias:
1. Muerte, incapacidad o inhabilitación para ejercer el comercio.
2. Revocatoria de sus poderes.
3. Disolución o enajenación de la empresa.
4. Renuncia una vez aceptada.
5. Vencimiento del termino pactado.
6. Quiebra de la empresa.
El Art. 81 del Cod. Comercio establece “La muerte del titular no interrumpe las funciones del factor mientras no se
revoque sus poderes, pero este debe ofrecer caución si así lo solicitan los herederos. La caución o fianza será calificada
por el juez competente”.
El Art. 84 del Cod. Comercio dispone “Son validos los actos y contratos celebrados por el factor en nombre y por cuenta
del titular aun en el caso de revocatoria de poderes o venta de la empresa, si tales actos no fueron notificados o de
conocimiento del factor en la oportunidad debida”.
Responsabilidades.- La factoría termina, además de lo indicado anteriormente, cuando el factor en el ejercicio de sus
funciones comete fraude o abuso de confianza, sin perjuicio a la acción penal que pueda proseguirse.
El factor es responsable de cualquier daño que ocasione al titular por dolo, culpa o infracción a las instrucciones recibidas
para el desempeño de sus funciones.
Corredores de comercio.-
1. Definición.- El Código Mercantil Santa Cruz, definía al Corredor de comercio, de la siguiente forma "Corredor es una
persona publica autorizada para intervenir en los negocios y contratos mercantiles entre comerciantes". Esta definición es
restringida, sin embargo concede al corredor la calidad de persona publica, que le daba enorme significación, otorgando a
sus certificaciones y actuaciones la fe necesaria para su legal validez.
El Código de Comercio vigente, establece que "el corredor es la persona natural o jurídica establecida por cuenta propia
que media entre la oferta y la demanda para obtener el acercamiento de ambas, para la concreción directa del contrato por
los interesados, sin tener relación de dependencia o de representación con las partes".
Requisitos para su habilitación:
• Las personas que quieran desempeñarse como corredores, deben estar habilitados por el órgano administrativo
competente, previo el cumplimiento de requisitos y condiciones del Reglamento respectivo.
• Estar inscrito en el Registro correspondiente.
• El corredor tendrá un especial conocimiento del mercado y estará capacitado para apreciar y cerciorarse de la realidad y
certeza del negocio en cuestión.
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El organismo competente a que se refiere el artículo anterior, es la Dirección del Registro de Comercio y Sociedades por
Acciones, cuyas funciones y atribuciones en relación con la materia, están contenidas en el Reglamento establecido
mediante D. L. de 19 de julio de 1979.
Remuneración.- Los corredores tienen derecho a percibir la comisión convenida. A falta de estipulación se aplicara la
comisión usual y, en su defecto, la que se fija por peritos. Para cumplir con esta obligación los contratantes contribuirán
en partes iguales al pago de la comisión del corredor. Asimismo el corredor tendrá derecho a la comisión en todos los
casos en que las partes hubieren convenido el negocio.
Libro de registro.- Los corredores llevaran un “libro de registro”, en el que anotaran por orden de fechas y numeración
correlativa, todos y cada uno de los negocios en que interviene con indicación del nombre y domicilio de las partes,
cuantía, precio de las mercaderías o bienes, descripción de estos y la comisión percibida. El código establece que este
libro será abierto y llevado con las mismas formalidades requeridas para los libros de contabilidad.
2. Deberes y Obligaciones de los corredores.- De conformidad al Art. 103 los corredores de comercio tienen las
siguientes obligaciones:
a) Comprobar la identidad y capacidad de los contratantes.
b) Proponer los negocios con claridad y exactitud absteniéndose de hacer ofertas falsas que puedan inducir a error en los
interesados.
c) Conservar las muestras de las mercaderías vendidas que hayan servido de base a la negociación mientras no las reciba a
satisfacción el comprador.
d) Guardar secreto de las negociaciones que se le encarguen, salvo orden judicial.
e) Dar inmediato aviso al comitente cuando no acepte su intervención en el negocio, tomando las previsiones necesarias
para la devolución de los objetos, documentos o valores que hubiera recibido, bajo responsabilidad de resarcir danos y
perjuicios.
3. Prohibiciones.- El Código en el Art. 104 determina ciertos actos en los que el corredor no puede incurrir:
a) Comerciar por cuenta propia y ser mandatario, factor, dependiente o agente de un comerciante.
b) Hacerse cargo de cobranzas y pago por cuenta ajena o cumplir exigir el cumplimiento de obligaciones a cargo de los
contratantes.
c) Garantizar los contratos en los cuales intervenga, ser girador, aceptante, endosante o beneficiario de los títulos-valores
negociados por su conducto y, en general, contraer obligación extraña a su función.
d) Formar sociedad, salvo la de ser titular de acciones de sociedades sin poder ser director o administrador de ellas.
e) Comprar para si las mercaderías, bienes o valores que se negocien por su conducto.
f) Incurrir en las demás prohibiciones impuestas por Ley o el reglamento respectivo. La violación de estas prohibiciones
se sancionara con la cancelación de la autorización respectiva.
4. Corredores de Seguros.- El corredor de seguros el la persona que se encarga, de manera habitual, de ofrecer seguros,
promover la celebración de tales contratos y gestionar su renovación. Por ejemplo tenemos a las persona que ofrecen el
SOAT, a los diferentes sindicatos del transporte publico y privado. El corretaje de seguros es una sub-especie del corretaje
en general. El mediador de seguros es personal auxiliar de comercio, no incorporado en el sentido de que trabaja sin
ninguna relación de dependencia, que interviene para el ajuste de seguros de toda clase de riesgos y se rige por las
disposiciones anteriormente indicadas.
Los corredores de seguros deben inscribirse en las entidades aseguradoras, quienes otorgaran un certificado que los
acredite que desempeñan dichas funciones.
Solo podrá usar la denominación de corredor de seguros la persona que haya cumplido con el requisito de la inscripción y
tenga vigente el certificado expedido por dicho organismo.
El Art. 109 del Cod. Comercio establece que “La quiebra del corredor se considera como fraudulenta mientras no se
pruebe lo contrario”. Esta determinación se explica con claridad meridiana, porque la actividad del corretaje esta sujeta a
la Ley mercantil, y porque importa un acto comercial, y el corredor esta sometido a ella aunque haya intervenido en una
operación de naturaleza civil, como seria por ejemplo la compra-venta de un inmueble.
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Rematadores o martilleros.-
1. Definición.- Los rematadores llamados también martilleros, cuya actividad profesional consiste en la venta de bienes en
pública subasta, sea ella judicial o particular, sujetándose a determinadas normas legales y llevando los libros que la ley
establece. El rematador según el lugar donde desempeña sus funciones se asemeja a un mandatario; si la venta en subasta
pública lo hace en su propio local del comerciante particular o propietario, dueño de lo que debe rematarse; pero si lo hace
en su propio local, será considerado como comisionista.
El Código de Comercio nos da el siguiente concepto “martillero o rematador es la persona natural o jurídica que se dedica
habitualmente a vender en subasta pública, al mejor postor, bienes de toda especie que con tal objeto le son
encomendados”. El remate o la subasta consisten en la adjudicación de bienes realizada en público al mejor postor.
Los romanos tenían una forma peculiar para indicar una venta publica al mejor postor, colocaban sobre el objeto por
rematarse una lanza o asta, para significar que el acto estaba protegido por la fuerza pública, de lo que proviene la
expresión "subasta", esto es "bajo el asta", que se emplea comúnmente como sinónimo de remate. En la Argentina, se
sujeta al “asta” un paño rojo con la inscripción “remate” conocido como bandera de remate, para exponerlo públicamente
en el local o lugar de la subasta, práctica que solo responde a la costumbre ya que ninguna ley obliga su empleo, conforme
cita el Dr. Carlos Morales Guillén, en su libro Código de Comercio concordado y anotado.
2. Condiciones para actuar como martillero.- Para ejercer legalmente las actividades de rematador es obligatoria su
inscripción en el Registro de Comercio.
El rematador, para ejercer su actividad, debe tener local adecuado abierto al público para la venta en remate.
Obtener autorización de la Municipalidad.
Los propietarios de bienes que entregan al rematador para la venta de estos en pública subasta, deben acreditar el
derecho propietario de los mismos, ya que sin este justificativo el rematador no puede recibirlos ni venderlos, bajo
sanciones que vayan en perjuicio de dicho auxiliar.
3. Acto de remate.- El acto de remate se inicia en el día y hora señalados y previos los anuncios efectuados con la
anticipación debida, sobre el particular la Ley de 9 de enero de 1918 determinaba que los anuncios debían efectuarse por
lo menos con 24 horas de anticipación al día del remate, el rematador anunciara el estado y características de los bienes
objeto del remate y de viva voz y en forma inteligible, invitara al publico a hacer posturas. Establecida una base mínima,
bastara que una persona manifieste de viva voz una postura para que el remate no pueda suspenderse. Transcurrido el acto
del remate las adjudicaciones definitivas se efectivizan mediante un golpe de martillo en favor del mejor postor.
El Art. 115 del Código sobre la adjudicación establece “todo remate efectuado por medio de rematador será al contado y
este extenderá el comprobante respectiva en favor del adjudicatario. No obstante lo anterior, el adjudicatario que no
pudiera pagar inmediatamente, depositara en el acto por lo menos el diez por ciento del valor del bien rematado y tendrá
un plazo de tres días a partir del remate para pagar, sin necesidad de requerimiento alguno, el saldo adeudado. Vencido
dicho plazo sin que se hubiera pagado el saldo adeudado, la adjudicación quedara sin efecto y se perderá el deposito
efectuado, que se consolidara en partes iguales, en favor del dueño de las mercaderías y del rematador.
El Art. 116 del Código establece que el rematador debe llevar los siguientes libros.
a) De Consignaciones.- Donde se anotara por orden de fechas, los bienes, mercaderías, o especies que reciba, con
indicación de la cantidad, peso o medida y otras características, así como el nombre y domicilio de la persona por cuya
cuenta debe rematarse y el precio estimativo.
b) De Ventas.- Donde se registraran, específicamente, los bienes, mercaderías, o especies vendidas, indicándose que se
hace por cuenta y orden del comitente, el nombre del comprador, su domicilio y su precio.
c) De cuentas corrientes.- Entre el rematador y cada uno de los comitentes.
Los tres libros mencionados tendrán el mismo valor probatorio que los libros de contabilidad, si son llevados con los
requisitos y formalidades establecidas por Ley.
Prohibiciones y sanciones.- Considerando la importancia de las funciones que desempeña el rematador, este se halla
prohibido a adquirir para si las mercaderías dadas para la subasta, hacerse cargo de cobranzas, a garantizar los contratos
en general, etc., en otras palabras todo las prohibiciones determinadas para el Corredor de Comercio. Si el rematador
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adjudicara el bien objeto del remate a alguna persona que no expreso su postura de viva voz y en forma inteligible, será
multado con una suma igual al valor del bien rematado.
Esta sanción se impondrá por la autoridad municipal, sin perjuicio de aplicarse las previsiones indicadas en el Código
Penal.
El Art. 119, establece la obligación que tiene el rematador de rendir cuentas dentro de los tres días de verificado el remate.
Asimismo dentro de los cinco días siguientes del remate, pagara el comitente el saldo liquido de la subasta.
El rematador moroso en la rendición de cuentas y en el pago del saldo liquido de la subasta podrá ser demandado
ejecutivamente, perdiendo en este caso su derecho a la comisión, sin perjuicio de seguirse las acciones correspondientes
por los perjuicios ocasionados.
4. Comisión.- La comisión que percibe el rematador por su trabajo será del diez por ciento del valor de la venta, este
porcentaje incluye gastos de publicidad, almacenaje y otros similares, salvo que tales gastos sean por cuenta del
comitente, por la naturaleza del bien a venderse, o por el tiempo que excede al normal para realizar la subasta y entregar
los bienes al adquirente.
Los rematadores antes de iniciar sus actividades, deben otorgar una fianza a la orden de la respectiva Municipalidad por el
monto que esta determine en sus Ordenanzas. La fianza servirá para cubrir las responsabilidades a que hubiere lugar.
Consignatarios.- El tratadista Capitant nos da el siguiente significado; Consignación es el depósito de una mercadería en
poder de un comisionista que se encarga de venderla. El Art. 122 del Código se refiere a la situación en que los
rematadores son considerados consignatarios. “Cuando no se hallan presentes los dueños de los bienes por rematarse, los
rematadores se reputaran consignatarios y como tales, están sujetos a las obligaciones del Contrato de Comisión
Quiebra fraudulenta.- De conformidad al Art. 124 del Cod. Comercio “La quiebra del rematador es considerada
fraudulenta, mientras no se pruebe lo contrario”. Este aspecto se determina en razón de que siendo el remate mercantil e
importa un acto público y comercial, tanto para el rematador y los propietarios de los objetos rematados, el remate tiene
que efectuarse de buena fe y sin subterfugios de ninguna naturaleza que vayan contra el interés colectivo y en perjuicio de
terceros. En consecuencia, el rematador que actué de mala fe, causando perjuicios será pasible a las sanciones
determinadas en la Ley.
El orden social requiere que las personas sean ubicadas en el territorio, es por ello que este debe ser precisamente eso un
lugar, un espacio territorial, donde puedan recibir notificaciones, facturas, les permita ubicar el lugar de ejercicio de sus
derechos políticos y judiciales, para ser beneficiados con la protección de la ley.
El domicilio siempre está fijado por ley. Las personas naturales y jurídicas tienen domicilio, la ley toma en cuenta la
residencia real, la del trabajo, profesión o comercio, e incluso si no está determinada para las personas jurídicas se
interpreta que el domicilio es el del representante legal.
Clasificación.- El domicilio se clasifica en general; que se aplica a la generalidad de los derechos y obligaciones de una
persona y en especial; que se aplica solamente a ciertas relaciones jurídicas, excepcionales y especialmente determinadas
para cada caso particular
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El domicilio general según lo establece el artículo 24 CC (Determinación), está en el lugar donde una persona tiene su
residencia principal. Cuando esa residencia no puede establecerse con certeza, el domicilio está en el lugar donde la
persona ejerce su actividad principal.
Es importante entonces aclarar que la residencia principal es lo que determina el domicilio, no así la habitación o la
residencia temporal.
El código civil entonces señala que el domicilio en primer lugar es aquel donde vive la persona, y si este no es fácilmente
determinable, entonces se tomará aquel donde tiene su actividad principal, sea su trabajo dependiente, su comercio o
industria o cualquier labor donde realice ésta.
Según la doctrina, el domicilio general u ordinario, también conocido como domicilio real requiere dos elementos: uno
objetivo, que es la residencia habitual; el otro subjetivo, que consiste en el ánimo o intención de permanecer en él. Sin
embargo parte de la doctrina establece que el elemento objetivo por ser aquel que exterioriza esa intención es el que debe
ser tomado en cuenta, por lo que la legislación Boliviana se inclina en este aspecto y no toma en cuenta el elemento
intencional.
6.2.1. Caracteres del domicilio general.- El domicilio tiene los siguientes caracteres:
a) Es voluntario, porque depende de la voluntad de las personas; es decir que si una persona no tiene la intención de
residir en un lugar, no lo hará. Salvo las excepciones de la Ley.
b) Es mutable, porque puede cambiarse de un lugar a otro, éste ha sido entendido como una de las garantías de la
libertad humana y por ello el Código ha dispuesto que dicha facultad no puede ser coartada ni por contrato, ni por
disposición de última voluntad. Artículo 28 CC.
c) Es inviolable, en protección a los derechos de la personalidad, a la intimidad y para brindar seguridad, así lo disponía
el artículo 21 de la CPE, de 1994, y con diferente redacción el artículo 25 de la CPE de 2009, se refiere al domicilio
donde tiene residencia alguna persona.
6.2.2. Cambio de domicilio.- El artículo 28 del Código Civil, establece que el cambio de domicilio se realiza por el
traslado de la residencia principal, o en su caso de la actividad principal a otro lugar.
Entonces la legislación boliviana interpreta como el elemento principal al cambio real, efectivo y físicamente
comprobable de la residencia o de la actividad principal que se tomaba en cuenta como domicilio a otro lugar.
Para evidenciar el cambio de domicilio, en Bolivia se exige que este sea registrado, ya sea en el servicio general de
identificación personal (SEGIP) o ya sea en el sistema del Tribunal Electoral.
6.2.3. Personas sin residencia fija.- Las personas que por su género de vida no tienen residencia en un lugar
determinado, se consideran domiciliadas en el lugar donde se encuentran. Art. 25 Código Civil.
Este aspecto tiene relevancia a fines particulares según sea el caso, si bien judicialmente no se permite que se haga este
tipo de notificaciones, suele suceder que para acelerar los procesos, las autoridades judiciales autorizan que se haga
notificaciones penales o civiles, donde encuentren a la persona buscada. Sin embargo las normas procesales especiales,
presentan alternativas de solución.
A los efectos de aplicación de derechos y obligaciones, las personas sin residencia fija, son de acuerdo a la doctrina las
personas cuyo rubro o actividad les obliga a viajar constantemente y por otro lado también se encuentran en esta categoría
las personas bajo mendicidad.
6.2.4. Domicilio de los Cónyuges.- El domicilio de los cónyuges se halla en el lugar del domicilio matrimonial, salvo lo
dispuesto por el artículo 29 del código civil.
En los casos de separación, se estará a los que dispone el Código de las familias.
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En el caso particular de los cónyuges se establece que el domicilio de las personas que ya tengan el estado civil de
casados, es aquel lugar donde sitúen su residencia, evidentemente la normativa familiar tiene algunas complicaciones, no
obstante a los efectos prácticos y jurídicos siempre se toma en cuenta la residencia.
6.2.5. Domicilio de Menores de edad e interdictos.- Art. 27 CC. El domicilio del menor no emancipado está en el de
la persona a cargo de quien se encuentra. II- El del interdicto está en el domicilio de su tutor.
Este aspecto se refiere al domicilio de los hijos, que normalmente se encuentra en el de los padres, o de cualquier menor
de edad que a falta de padres, tuviera un tutor familiar o no, entonces claramente se señala el domicilio como el lugar
donde aquel que tiene la responsabilidad de cuidar y proteger a un menor lo señale.
En el caso de los interdictos que son declarados como tal, por determinación de un juez en los caso de ebriedad
consuetudinaria, enajenación mental o deficiencia mental, tendrá domicilio en el lugar de su tutor o curador.
6.2.6. Indeterminación de domicilio.- Art. 30 CC. Cuando el domicilio actual de una persona no puede determinarse
con certeza, rige el último domicilio conocido.
Este artículo tiene relevancia para efectos tributarios, municipales, y judiciales siempre que haya sido previamente
comprobado.
6.2.7. Efectos del domicilio general.- Es importante determinar el lugar donde se encuentra el domicilio, para así
determinar:
- ¿Cuál es la ley aplicable, según la jurisdicción estatal, que regirá para la persona y sus actos jurídicos?.
- Que impuesto paga y a que institución se lo paga por sus actos jurídicos.
- En lo judicial que autoridad jurisdiccional decidirá sobre, sus actos y conflictos jurídicos.
- En lo procesal, para determinar el lugar de las citaciones en caso de ser demandado.
- En cuanto obligaciones civiles, para determinar el lugar que corresponda su cumplimiento.
- En lo político, la circunscripción en la que ejercerá su voto, y en la que podrá postularse como candidato.
- En lo Penal, para determinar la viabilidad o no de domicilio fijo y estable, para la aplicación de medidas sustitutivas a
la detención preventiva.
6.3. Domicilio especial.- Es aquel que se señala a elección de la persona según la actividad o acto jurídico que se
realizará, algunos de estos domicilios especiales, rigen de manera específica, sin alterar la existencia del domicilio
general, es decir que una persona puede tener un domicilio general u ordinario, y tener también varios domicilios
especiales, específicos para actividades distintas.
Domicilio procesal, es el que se señala en el primer escrito o memorial del proceso, que puede ser la oficina del abogado,
un casillero en sede judicial, o inclusive de acuerdo a cada país una dirección de correo electrónico.
Domicilio laboral, es aquel donde la persona realiza su trabajo, industria o comercio, que está registrado en la institución
pública que tiene tuición sobre esa actividad.
Domicilio contractual, es el señalado en el contrato específicamente, y de acuerdo al código civil, este será el lugar
donde se deberán cumplir las obligaciones establecidas, salvo pacto expreso en contrario.
Domicilio postal, que es el lugar donde la persona recibe su correspondencia no precisamente será un oficina o vivienda,
también puede ser un casilla.
Domicilio electrónico, que será la dirección donde se enviara información digital, puede ser un correo electrónico, una
página WEB, un número o dominio de redes sociales.
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Domicilio fiscal, es el lugar registrado ante el Servicio de impuestos y rige para la aplicación, determinación y cobro de
los impuestos, este puede ser el lugar de residencia o el lugar de trabajo, industria o comercio,
Estas formas de domicilio solo tienen efectos para la actividad en la que son exigidos y se consideran como el lugar donde
se dará a conocer a la persona todas las noticias respecto de aquella finalidad para la que fueron determinados.
6.4. Determinación Legal del domicilio.- El domicilio legal es aquel lugar que la ley presume, y salvo prueba en
contrario lo determina.
En Bolivia se ha omitido legislar al respecto, no obstante se hace una interpretación respecto de lo establecido en el
artículo 24 del Código Civil, porque establece directamente que el domicilio es el lugar de residencia de las personas y
alternativamente el lugar donde realiza su actividad principal.
El domicilio legal es importante para el caso de los funcionarios públicos, los militares y las personas jurídicas, la
legislación comparada establece que los primeros tiene como domicilio legal aquel donde realizan su labor, en Bolivia
esto se aplica de forma práctica para los funcionarios electos, aunque no esta normado así, la práctica judicial acepta esta
situación como la más útil, debido a su público conocimiento.
En el caso de los militares, se interpreta el lugar de domicilio aquel, en el que esta su destino, establecido por el comando
respectivo, en Bolivia para este caso se hace secundario el destino administrativo o logístico y prima el texto del artículo
24 del CC.
Finalmente para el caso de las personas jurídicas, se establece que el domicilio está situado en el lugar donde realizan sus
actividades, esto es en el lugar registrado, ya sea en Impuestos Nacionales, la Alcaldía de su jurisdicción, las empresa de
servicios, la Asociación a la que pertenezcan (Cámara, Federación, etc.). Actualmente también resulta el domicilio legal,
aquel establecido en el registro de comercio a cargo de Fundempresa, en Bolivia
6.5. Necesidad y unidad del domicilio.- Como ya mencionamos anteriormente toda persona tiene un domicilio, que es el
lugar que determina la ley y es por ello que es un atributo de la personalidad imposible de eludir o faltar.
Toda persona debe tener un domicilio, para ser pasible a todos los efectos legales que le beneficien o le castiguen, que le
impongan obligaciones o para que pueda gozar de derechos determinados, según la jurisdicción, es por ello que la ley,
establece siempre una alternativa para darle domicilio a las personas, así en primer lugar es el de la habitación, si este no
es fácilmente determinable será el de la actividad principal, si no hubiera entonces el lugar donde sea encontrada o el
último domicilio conocido. Entonces la ley procura siempre que exista un domicilio determinado para todas las personas,
esto también debido a que es un atributo de la personalidad.
Para efectos generales, el domicilio es único, y siempre determinado si no es por la voluntad entonces por la ley, salvo los
casos especiales que pueden tener un domicilio excepcional.
Existen casos en los que el domicilio puede ser plural, por ejemplo las empresas que cuentan con sucursales en diferentes
lugares de una ciudad o incluso en diferentes lugares del país
Respecto de la unidad de domicilio en Bolivia, la práctica comercial ha provocado que el domicilio de los contratantes,
sea el que se señala en el contrato, entonces ya no es necesario remitirse a investigar el lugar de residencia de una persona,
debido a que este enunciado basta, para considerar la veracidad del domicilio.
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El estado de las personas es la posición jurídica que ellas ocupan en la sociedad; o para decirlo con mayor elocuencia, es
el conjunto de calidades que configuran la capacidad de una persona y sirven de base para la atribución de deberes y
derechos determinados, según sea la calidad especifica.
a) Con relación a las personas consideradas en sí mismas: Se puede ser mayor o menor de edad, hombre o mujer, sano
o interdicto, médico, militar, abogado u obrero; en estos casos, la edad, el sexo, la salud mental, la profesión, hacen
surgir distintos derechos y obligaciones.
b) Con relación a la familia: Casada, soltera, viuda o divorciada, padre o hijo de familia.
c) Con relación a la sociedad en que vive: Puede ser nacional o extranjero, tienen influencia en los derechos políticos y
en el derecho civil, solo importa a los efectos de que un extranjero no puede ser propietario de inmueble en una zona
de exclusión fronteriza. Art. 262 de la CPE.
7.1.1. Elementos.- Son las calidades individuales, como el Sexo, la edad, la salud mental, la profesión, la circunstancia
del Estado familiar y la nacionalidad, estos pueden modificarse o adquirirse algunos voluntariamente y otros
involuntariamente.
7.1.2. Caracteres.- El estado de las personas, al ser de orden público, tiene los siguientes caracteres:
a) Es inalienable: Porque no esta dentro del comercio humano, no se puede negociar el estado personal de ninguna forma.
b) Es imprescriptible.- El transcurso del tiempo no ejerce ninguna influencia en él.
c) Es público.- Porque es de conocimiento general de la sociedad.
7.1.3. Posesión de Estado.- La posesión de estado se presenta en materia familiar, esta se refiere a gozar de las ventajas
anexas al mismo y soportar sus deberes, es decir es vivir en la realidad de los hechos, como corresponde al padre,
al hijo, esposo, pariente.
Según la teoría clásica para que haya posesión de estado deben hallarse reunidos los tres elementos siguientes: nombre,
trato y fama (nomen, tractus y fama), en Bolivia la posesión de estado es un mecanismo para comprobar la filiación de los
hijos que no estén reconocidos.
La iglesia católica impuso la obligación a los párrocos de registrar en un libro todos los actos más importantes de las
personas, para la religión como el nacimiento, y bautismo, el matrimonio y la muerte, no obstante estos registros que
fueron de mucha utilidad para los Estados, contaban con un problema, debido a que solo se registraban en él, los
ciudadanos católicos, por tanto en 1791 Francia fue el primer Estado en crear y administrar como Estado un registro
público, que contenga los datos mas importantes de la vida de ciudadanos.
En Bolivia desde el inicio de la república debido a que la religión católica siempre fue la religión oficial, los registros de
las parroquias fueron considerados los valederos para la comprobación del estado de las personas, no obstante siguiendo
la corriente mundial era necesario para el Estado, tener bajo su responsabilidad el registro de las personas, por lo que en
1898 con la promulgación de la ley del Registro Civil, se crea la institución que debía registrar a los ciudadanos.
El registro civil, esta a cargo de administración de la Tribunal Supremo Electoral, y sigue la misma estructura de esta, no
obstante la acreditación de la identidad esta a cargo de la policía nacional, bajo la Dirección nacional de identificación
personal.
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Importancia.- Resulta obvio destacar la importancia del Registro Civil. Todos los hechos fundamentales de la vida de los
ciudadanos se anotan allí y los asientos proporcionan una prueba indudable de ellos el nacimiento, que determina la
filiación, con todos sus deberes y derechos; la adopción, el reconocimiento de paternidad, el matrimonio, el divorcio y la
defunción.
Organización del Registro Civil: Libros que deben llevarse.- Actualmente el registro en libros es complementado por
el registro computarizado en la base de datos nacional, existen normas que modernizaron estos aspectos. No obstante los
libros que se llevan son los de nacimiento, matrimonio y defunciones Art. 1525 al 1537 del CC.
Los asientos se llevan en un libro del cual se obtiene una copia, individual, para el interesado con las finalidades
particulares, para las cuales el certificado del acto (nacimiento, matrimonio, defunción) es necesario, este certificado es un
documento público, por tanto constituye plena prueba, del estado civil de las personas.
Las Partidas.- Se llaman partidas a los asientos registrados en cada libro, estos deben ser asentados y autorizados por el
Oficial de registro civil, firmándolas el mismo y dos testigos mayores de edad y el compareciente, además deben asentarse
en los libros de registro, en idioma castellano, unas después de otras y numeradas.
Las partidas contienen diferentes datos según sea el libro en el que se registra el asiento, así por ejemplo en el de
nacimiento, se encuentran, consignados los nombres de los padres, el nombre del nacido, la fecha y lugar de nacimiento,
la oficialía que lo registra y la fecha del registro.
De igual forma en la partida de los nacimientos, se registra los reconocimientos de paternidad, así como las
rectificaciones, y modificaciones hechas luego de una sentencia judicial, en merito a lo establecido en la ley especial.
Las partidas, de matrimonio registran el nombre de los contrayentes, testigos y padrinos, fecha de celebración del
matrimonio civil, de igual forma en esta se registran las anulaciones y los divorcios hechos posteriormente a una sentencia
judicial.
Las partidas de defunción, se registran con base en el certificado médico, aquí se consignan los datos de la causa de la
muerte, el médico que declaro la muerte, fecha y lugar de fallecimiento.
Como producto de la 2616 de 18 de diciembre de 2003, que realizo modificaciones y modernizaciones a la ley de 1898, la
rectificación y corrección de errores de letras, en las partidas de nacimiento, matrimonio y defunción, pueden realizarse a
través de un proceso administrativo, ante la Corte Departamental Electoral, siempre que esos datos no afecten a la
identidad de la persona o a las características del acto registrado.
En Bolivia, la nulidad de los actos procesales debe estar establecida en la ley, en ese sentido no existe normativa expresa
al respecto, sin embargo los requisitos esenciales del acto son los que le dan validez y a falta de alguno de estos, entonces
se interpretaría como una causal de nulidad. Ej. La firma del oficial de registro.
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Concepto.- Conjunto de dos o mas personas naturales agrupadas para realizar un fin licito y determinado, que puede ser un
beneficio colectivo, con o sin fines de lucro.
La característica principal es la creación de una persona cuya, existencia es diferente a la de sus miembros, es por tanto un ente
capaz de adquirir derechos y contraer obligaciones.
Si las personas jurídicas son una ficción, es necesario aceptar que el Estado es también una ficción. ¿Y es un hombre de
este ente ficticio, de una sombra, quien ha de sentenciar un derecho, un tribunal? ¿Y esta ficción crea a su vez otras
ficciones, las personas jurídicas de derecho privado?.
Pero, como lo ha dicho Orgaz con acierto, tal crítica es más ligera que profunda. Es evidente que para una mente tan
lúcida como la de Savigny no podía pasar inadvertida la “realidad imponente del Estado”. Al hablar de ficción no alude al
subtractum de las personas jurídicas: sea en Estado o las asociaciones particulares; la ficción consiste en que esas
entidades, por muy reales que fueren, sean tratadas como si fueran personas. (Borda)
No obstante la crítica mas real y tangible es aquella referente a la responsabilidad de las personas jurídicas, porque si se
entiende que son ficciones entonces cualquier daño que causaren no lo pagan estas sino sus miembros incluso en materia
civil, situación que causaría injusticia. Ej. Varios Socios cometen un fraude económico utilizando el nombre de la persona
jurídica que solo tiene valoración civil, pero para evitar el resarcimiento colocaron con anterioridad sus bienes y a nombre
de la ficción, (persona jurídica) y deciden no pagar, como la persona jurídica es una ficción no tiene responsabilidad esta
alcanza a los socios, pero como estos traspasaron sus bienes a la ficción, entonces no tienen con qué pagar y la deuda se
queda impaga.
Entonces, las personas jurídicas son una ficción necesaria y no tienen responsabilidad, ni civil, menos penal, por ello se
debe buscar a la persona natural, quien cometió el acto que genera responsabilidad. Este extremo en la actualidad no tiene
vigencia.
Teorías Negatorias.- Existen en esta las teorías que niegan solamente la personalidad jurídica, y por otro lado la teoría de
Kelsen.
La primera se refiere a que, con base en la teoría tradicional de la ficción, las personas jurídicas son un conjunto de bienes
o de patrimonios, afectados, al cumplimiento de ciertos fines, pero tienen divergencias en ese sentido así otros exponentes
de esta teoría dicen que las personas jurídicas no pueden ser pasibles al cumplimiento de responsabilidades, debido a que
esto es inherente a los socios, debido a que ellos son los beneficiarios y destinatarios de la actividad de las personas
jurídicas.
Otra postura dentro de esta teoría es que no son un patrimonio afectado a determinado fin, sino que son una propiedad
colectiva, sin embargo esto también deja problemas, porque si bien la primera parte de esta teoría explica, la naturaleza de
las sociedades comerciales, la segunda solo explica la naturaleza de las asociaciones civiles como la iglesia etc, aun falta
por determinar por ejemplo la situación de las fundaciones.
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La Teoría de Kelsen, explica que, el derecho subjetivo no es un derecho distinto del objetivo; es el derecho objetivo
mismo, en tanto se dirige, con la consecuencia jurídica por él estatuida, contra un sujeto concreto (deber) o en tanto que se
pone a disposición del mismo (facultad).
Esta teoría siguiendo el pragmatismo de Kelsen se apoyo en el hecho de que el derecho es lo mas importante y ni siquiera
importa el sujeto por tanto, la persona naturales son mas o menos relevantes por su existencia física, mientras que las
personas jurídicas, son irrelevantes debido a que ni siquiera tienen existencia física, el sujeto del derecho es
intrascendente. Por sus características esta teoría incurre en demasiados errores como para ser tomada en cuenta.
Teorías de la realidad.-
Teoría organicista.- El expositor de esta teoría fue Gierke, que durante cuarenta años la defendió con energía y talento
singular.
Según esta teoría las personas jurídicas no son entes ficticios creados por el Estado, sino realidades vivas, que tienen la
capacidad de querer, como un sentimiento emergente del conjunto de sus miembros, y que el Estado no le da nacimiento a
esta colectividad, solo realiza una serie de actos formales declarativos.
Su voluntad no es la suma de sus integrantes, es una voluntad formada y uniforme de todos ellos haciendo una sola
unidad, de esto deviene la situación de que el administrador no es un representante sino que es un órgano de la
colectividad. Esta teoría es la contraposición mas radical a la teoría de la ficción y como esta también cae en la
exageración y extremo que desvirtúa la intención de su principal exponente.
Teoría de la institución.- Trata de explicar la naturaleza de las personas jurídicas como institución que tiene fines de vida
y medios superiores en poder y en duración a los individuos que la componen.
Esta teoría tiene un claro fundamento jusnaturalista puesto que el derecho de asociación es uno de los derechos naturales
del hombre, como ha proclamado León XIII en su encíclica Rerum Novarum. Este origen jus naturalista de las
instituciones tiene una gran influencia en el derecho de las personas jurídicas. Estos entes no resultan así una creación del
legislador, sino una realidad que aquél no puede desconocer. Ello no significa, desde luego, que los órganos del Estado
debe guardar una actitud neutral o prescindente respecto de las personas jurídicas; sino que estén obligados a respetarlas,
en tanto ellas estén encaminadas en el sentido del bien común.
Teorías propiamente jurídicas.-Todas las que reunimos bajo este rótulo común tienen un mismo punto de partida: si bien
es verdad que desde el ángulo biológico y aun metafísico la única persona es el hombre, desde el jurídico se llama persona
a todos ente capaz de adquirir derechos y contraer obligaciones. Desde este punto de vista tan persona es el hombre como
los entes de existencia ideal, puesto que ambos tienen esa capacidad. No haber advertido el significado jurídico de la
palabra ha sido el error inicial del planteo de la teoría de la ficción.
Posición de la cátedra.- Sin desconocer el fondo de verdad que subyace en las doctrinas que plantean la realidad de estos
entes en el plano jurídico, creemos, sin embargo, que su punto de partida necesita ser rectificado. En efecto, sostienen que
desde el momento en que un ente, sea el hombre, el Estado, una asociación, una fundación es capaz, de acuerdo con el
derecho objetivo, de adquirir derechos y contraer obligaciones, ese ente es persona, en el sentido jurídico de este término,
que equivale a sujeto de derecho.
Este planteamiento lleva de la mano a la teoría que con lógica impecable ha desarrollado Kelsen. Porque si la persona esta
caracterizada por ser titular de derechos y obligaciones, es inevitable arribar a la conclusión de que, en verdad, lo que se
designa como persona no es mas que un haz de derechos y obligaciones nacidos del derecho objetivo o, en otras palabras,
una unidad de una pluralidad de normas que estatuyen esos derechos.
Con este discernimiento lógico, el hombre pasa a un segundo plano como sujeto de derechos subjetivos. Para nosotros, el
planteo de la cuestión debe ser precisamente el inverso. No es que la capacidad para adquirir derechos y contraer
obligaciones, atribuida por el derecho objetivo, determine la existencia de la persona, sino que, por el contrario, el ser
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persona hace que el derecho objetivo deba reconocerle a ese ente la capacidad para adquirir derechos y contraer
obligaciones.
En el caso de las personas naturales, el derecho les reconoce capacidad porque se trata del hombre, criatura de Dios; en el
Estado porque es una entidad necesaria a la convivencia social; en el de las asociaciones, porque el asociarse es uno de los
derechos naturales del hombre; en el de las fundaciones; porque persigue un fin social útil, en el de sociedad porque su
búsqueda de lucro es totalmente legitima y fácilmente alcanzable por la agrupación y la suma de esfuerzos.
Pensamos en la teoría de la institución suministra una explicación satisfactoria, que permite abrazar las entidades morales
o jurídicas, en un concepto unitario. El Estado, las sociedades, asociaciones, fundaciones, son instituciones. Como tales y
por ser esa la única manera en que ellas pueden actuar eficazmente en el comercio jurídico, deben ser reconocidas como
personas jurídicas por el derecho objetivo, siempre que sus actividades estén encaminadas en el sentido del bien común.
Se dirá, tal vez, que una cosa es la institución, el substractum, y otra, la persona jurídica que se le atribuye. Desde el punto
de vista lógico, cabe la distinción; pero en el terreno de la realidad jurídica, no. Ello no importaría tanto como disgregarla
noción de persona de la de hombre. La personería no es sino el sello jurídico que corresponde a entes naturales como lo
son el hombre y las instituciones (que en el fondo, no son sino la expresión de un derecho natural del hombre, el derecho
de asociación).
Sistema del Código Civil.- Se ha discutido acerca de cual es la doctrina que inspiro al legislador en esta materia. La opción
generalmente seguida es la que adopto la teoría de la realidad; así parece demostrarlo la forma en la que se legisla el
comienzo y fin de la existencia de las personas jurídicas y, sobre todo, como se resuelve el problema de la representación
y la responsabilidad, que se ajusta a los cánones clásicos de aquella doctrina.
Por nuestra parte, adherimos a la opinión general de que en la época de la codificación Banzer se inspiro en la doctrina
savigniana; pero no atribuimos a esta cuestión el valor que generalmente se le asigna. La idea que el legislador tuviera
sobre un punto no obliga al interprete, sino en cuanto se ha expresado en normas legales concretas. Al resolver un
problema cualquiera inherente esta materia no cabe preguntarse, por consiguiente, si una solución dada esta o no de
acuerdo con la teoría de la ficción. Lo que interesa en si esta solución se desprende de la ley, rectamente interpretada, es
decir, en la forma de que mejor consulte los intereses públicos y privados. Mas que seguir en todas sus consecuencias
lógicas un determinado sistema importa la solución acertada de cada problema concreto.
A pesar de que esta norma, fiel a los postulados de la realidad, regula expresamente que toda responsabilidad de las
personas jurídica por los hechos ilícitos debe asumirla la persona jurídica, siempre que dicho representantes hayan actuado
en tal calidad (Art.57 CC) la evolución jurisprudencial concluyo por no admirar ampliamente la responsabilidad civil,
como era justo y necesario.
De cualquier modo, es claro que la ley ha terminado con toda posibilidad de que se invoque la teoría de la ficción como
fundamento de cualquier solución anacrónica. Hoy los problemas del comienzo y fin de las personas jurídicas y sobre
todo, la cuestión de responsabilidad, han quedado resueltos correctamente.
El abuso de la utilización de la personería jurídica.- Se vincula con este tema de la naturaleza de las personas jurídicas,
uno de los problemas mas candentes del derecho contemporáneo. Razones de distinta índole, mueven a las personas a
transferir sus patrimonios a sociedades comerciales (generalmente sociedades anónimas, de responsabilidad limitada o en
comandita por acciones) creadas especialmente para ese fin y de las que el titular el patrimonio conserva, por cierto, el
control exclusivo. Estas razones sueles ser diversas: a veces, obtener ventajas del orden fiscal; otras, desheredar a un
heredero forzoso a pesar de que no existan razones legales para ello; a veces, el propietario de un establecimiento
agropecuario o industrial pretende evitar que a su muerte se divida el establecimiento por efecto de la partición entre, los
herederos. De cualquier modo, el dueño de los bienes sigue manejándolos exactamente como lo hacia antes de constituir
la sociedad.
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El sistema se ha difundido tanto, que no es aventurado decir que hoy la mayor parte de las tierras del altiplano y de los
valles pertenecen a personas colectivas en algunos casos sociedades comerciales o en su mayoría a sindicatos agrarios,
incluso a tierras comunitarias de origen.
8.2. Clasificación.- Según lo establece el artículo 52 del Código Civil, existen en Bolivia las siguientes personas jurídicas:
Asociaciones, Fundaciones, Sociedad Comerciales y Personas de Derecho público o entidades estatales.
Sin embargo el conjunto de la legislación boliviana, nos da cuenta de otras agrupaciones colectivas de personas, que
forman una persona jurídica, que tienen características diferentes en fines y objetivos, así como en el ente que les confiere
la personalidad jurídica, en su responsabilidad, y en algunas casos son mixtas, asi veremos la siguiente clasificación:
Las fundaciones, son personas jurídicas, compuestas por un conjunto de bienes y no así de personas, que están destinados
a fines de cooperación, ayuda, solidaridad, de manera filántropa y altruista. Las fundaciones no tienen fin de lucro, sus
miembros patrocinantes se encargan de aportar para el mantenimiento y la obtención de sus fines. Es la gobernación la
que le da la personalidad jurídica y su actuar esta regulado por el Código civil y leyes especiales.
Las ONGs son las Organizaciones No Gubernamentales, personas jurídicas de tipo mixto porque su actuar esta regulado
en parte en las normas de fundaciones y en parte en las normas de asociaciones. No tienen fin de lucro y su objetivo es
participar de programas y proyectos de desarrollo humano, en aspectos y lugares en los que el Estado necesita
colaboración o donde no existe presencia del Estado. A diferencia de las fundaciones estas si están compuestas por un
grupo de personas, que son los que se encargan de realizar las actividades del desarrolle humano que se persigue. Esta
regula también por normas especiales.
Las Asociaciones, que son el principal tipo de persona jurídica que en materia civil se estudia, estas están reguladas por el
Código civil, pero cada sub tipo de asociaciones, según su finalidad tiene también normas especiales. Ahí tendremos a las
asociaciones de tipo, laboral como los sindicatos, de tipo deportiva, gremial, cultural, etc. No tiene fin de lucro, su
finalidad es la defensa de derechos grupales y colectivos, el incentivo de intereses comunes colectivos, principalmente. Su
personalidad la confieren las gobernaciones departamentales.
Las cooperativas, son personas jurídicas, de un tipo mixto porque en parte son asociaciones y en parte son sociedad
comercial, debido a que si buscan fin de lucro, pero además buscan la defensa de derechos comunes y colectivos, así
como el mayor beneficio de intereses comunes de sus miembros, en este caso los cooperativistas. Su personalidad jurídica
es conferida por el Autoridad de Fiscalización de Cooperativas. Se regulan por ley especial, la Ley de cooperativas.
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Las sociedades comerciales, estas son personas jurídicas que si buscan el lucro, como principal objetivo ese es su fin mas
allá del rubro económico al que se dediquen, existen en Bolivia, según el código que las regula, el Código de comercio,
seis sub tipo Sociedad de Responsabilidad Limitada, Sociedad Anónima, Sociedad en Comandita Simple, Sociedad en
Comandita por Acciones, Sociedad Colectiva y la Asociación Accidental. Su personalidad jurídica es conferida por el
Registro de comercio, que en Bolivia desde 2000 hasta 2020 esta concesionado a la fundación Fundempresa.
La Sociedad de Economía mixta, es aquella persona jurídica, compuesta en parte de su capital por aportes privados y en
parte por aportes del Estado, busca el fin de lucro, pero fundamentalmente busca el desarrollo de necesidades de la
sociedad, en procura de la mejora de la calidad de vida, son creadas por leyes especiales y su actuar se rige en parte por el
Código de comercio y en parte por las normas que regulas a las personas de derecho público. Su personalidad jurídica es
entregada por el Registro de Comercio y por las instituciones estatales que según el tipo de sociedad se trate.
Personas de Derecho público.- Estas son las instituciones estatales, las alcaldías, las gobernaciones, los ministerios, las
universidades públicas, incluso las escuelas públicos, los hospitales públicos, etc. Es verdad que la ubicación de algunos
entes resulta clara; así por ejemplo, el Estado debe ser incluido entre las primeras. Su existencia esta establecida desde la
Constitución Política del Estado, o por leyes especiales que las regulan. Su finalidad es la búsqueda y obtención constante
del Bien común, es decir de el bienestar para todos los habitantes del Estado. No requieren de personalidad jurídica puesto
que es la CPE, la que les confiere esta y las leyes especiales la ratifican.
Las Tierras comunitarias de Origen, son personas jurídicas, basadas en un tipo especial de asociación, que obtienen un
cuasi calidad de persona de derecho publico, debido a que para acceder a esta categoría agraria, se debe acreditar estudios
antropológicos, que verifican la existencia de posesión de un determinado conjunto de pobladores, en un determinado
territorio ancestral y que a partir de ello, les permite tener prerrogativas especiales y superiores de tipo político en ese
territorio. En la actualidad son la base de las Naciones Indígena Originario Campesinas. Su personalidad es conferida por
el Instituto Nacional de Reforma Agraria, son reguladas por la Ley INRA y sus modificaciones y reglamentos.
Las organizaciones políticas, son personas jurídicas, cuyo fin es la obtención y búsqueda del poder, de la participación en
los espacios de gobiernos, en todos aquellos que sea electivos, no buscan el lucro, buscan la participación democrática, se
regulan por el Código electoral, sus modificaciones y reglamentos, y su personalidad jurídica es conferida por el Órgano
electoral.
Es pertinente mencionar que el tema de las sociedades comerciales, es una categoría que se estudia, en la Cátedra de
Derecho Comercial o Mercantil, y las personas de Derecho Público, pertenecen a asignaturas como Derecho
Constitucional, Administrativo, Político, Municipal, etc., sin embargo haremos algunas puntualizaciones.
Existen otros argumentos que señalan que las personas jurídicas de derecho privado, siempre buscan el lucro, y por tanto
esta se convierte en una características, no obstante en Bolivia esto no sucede debido a que instituciones como los clubes
culturales y deportivos o los sindicatos, no buscan el lucro sino en el caso de los primeros la difusión de sus intereses o en
el caso segundo, la protección general de sus miembros integrantes.
Para fines prácticos realizaremos un cuadro didáctico de las diferentes clases y tipos de personas jurídicas que en Bolivia
conocemos.
Evidentemente para ello debe haber realizado previamente un acto de constitución, tener Estatutos, reglamentos, directiva,
que exprese sus fines, su estructura, sus objetivos, su misión, su visión, etc.
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Cada tipo de persona jurídica debe seguir un trámite especifico y determinado en las normas, así por ejemplo las
sociedades comerciales, siguen el tramite establecido en el código de comercio, ante el registro de comercio, en Bolivia
concedido a Fundempresa.
Las organizaciones políticas deben realizar este trámite ante el órgano electoral plurinacional, y según sea su alcance
nacional, departamental o municipal, ante los tribunales departamentales electorales.
Y en el caso de la Sociedad de economía mixta y de las personas de derecho público, su personalidad jurídica está
establecida por ley.
Finalmente en el caso de asociaciones, fundaciones y organizaciones no gubernamentales, (ONG), este trámite se sigue
ante la gobernación del departamento donde realizaran sus actividades, cumpliendo los requisitos y procedimientos
establecidos en el Código civil y la Ley No. 351, de otorgación de personalidad jurídica, en el caso asociación que
trabajen en más de dos departamentos.
Indicar Finalidad de la Asociación, Patrimonio; Fuentes de sus recursos; Normas para el manejo o administración de
los recursos; Determinar condiciones de Administración y exclusión de los Asociados; y Derechos y obligaciones, así
como determinar normas relativas a la extinción de la entidad.
Los estatutos establecen la forma de organización de la persona jurídica, este documento es la base del funcionamiento de
la misma, para obtener la conclusión de su fin determinado, del objeto para el que fue creada la persona jurídica, en ese
sentido este documento es el mas importante de la persona jurídica.
Los estatutos son las reglas básicas sobre las cuales se estructura la organización y la vida de las personas jurídicas. En
ellos están determinados el fin u objeto de la entidad, su nombre y domicilio, sus órganos de gobierno, los derechos y
deberes de los miembros, formación e inversión del patrimonio y finalmente, la disolución y el destino de los bienes en
caso de extinción.
La doctrina tradicional veía en los estatutos como un contrato. Como son redactados y establecidos de común acuerdo por
los fundadores, se entendía que ese acuerdo de voluntad importaba un contrato de sociedad. Es verdad que los estatutos no
solo son obligatorios para los socios fundadores, sino también para los que se incorporan después, lo que choca aquella
idea, pues no se ve claro cómo un contrato puede obligar a terceros; pero esta dificultad se salvaba afirmándose que la
incorporación de un nuevo miembro importa un contrato de adhesión y que por ello, queda él también sujeto a los
estatutos.
Esta doctrina no ha resistido el análisis de la crítica moderna. a) el contrato es un instrumento destinado a reglar los
derechos y obligaciones de los otorgantes; pero el estatuto es mucho más que eso; es el sustento de una nueva persona
jurídica, es un acto de creación de una entidad o institución capaz por sí misma de adquirir derechos y contraer
obligaciones; b) el contrato tiene una existencia inseparable de la persona que lo otorga; en cambio, el estatuto implica la
creación de una entidad independiente de sus miembros y cuyos fines están mas allá de los intereses puramente personales
de éstos; de ahí que no importa a una institución, que sus miembros renuncien, fallezcan y se renueven; c) el contrato sólo
puede ser modificado por voluntad de los contratantes; en las asociaciones, en cambio, una modificación de los estatutos
obliga incluso a los socios que no están conformes con ella; d) la intención de los contratantes es crearse una situación
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especial, particular, en cambio, los adherentes a una asociación aceptan someterse a una situación general, única para
todos los asociados; e) finalmente, en las fundaciones, en las que el fundador es una sola persona que redacta e impone los
estatutos, será imposible hallar ni siquiera la sombra de un contrato.
Sobre esta cuestión se han sometido dos teorías distintas. La teoría de la ficción sostiene que existe una representación. En
efecto, si aquellos entes son personas ficticias, creadas por el legislador, es necesario reconocer que no teniendo vida
propia, no pueden actuar por sí; son incapaces de hecho y por lo tanto, sólo pueden actuar por intermedio de los
representantes legales que les da la ley. Por consiguiente, entre la personas jurídica y sus administradores habría una
relación de representado a representante.
Las teorías de la realidad parten de un punto de vista opuesto. Para ellas, las personas jurídicas no son ficticias sino reales;
y los administradores deben considerarse como los órganos “naturales” de ellas. Es por ello que la palabra órgano no se
emplea en un significado biológico, sino exclusivamente jurídico. Lo que se quiere significar es que no hay dualismo
entre la persona jurídica y sus administradores; que ambos no están vinculados por una relación externa, como es el
mandato, sino que, por el contrario, los administradores forman parte de la entidad, la integran. Entre ambos no existe un
vínculo contractual (el mandato), sino una relación institucional, derivada de la constitución y de la organización de la
persona jurídica. Los administradores no están fuera de la entidad, sino dentro de ella.
En cuanto a la responsabilidad contractual, las personas jurídicas son plenamente responsables de los actos de sus
administradores o representantes, mientras éstos actúen dentro de los límites del mandato. El instrumento originario de
donde deriva toda representación de las personas jurídicas son sus estatutos. El mandato puede originarse directamente en
ellos o bien indirectamente, si surge de lo dispuesto por las asambleas, directorios o representantes legales que lo hubieran
otorgado, de acuerdo con poderes derivados de los estatutos.
Sin embargo la legislación Boliviana, da la posibilidad a que las personas jurídicas estén obligadas a resarcir a quien sufra
un daño por un ilícito cometido por su representante en tal calidad. Art. 57 CC.
Es decir que si un administrador, o cualquier persona natural dentro del trabajo de la persona jurídica, comete un acto que
siendo ilícito concretamente o que siéndolo es por negligencia o algún otro tipo de atenuante, es le persona jurídica la que
se deberá encargar de resarcir e indemnizar el daño provocado a un tercero.
Los argumentos fundamentales sostenidos para negar la responsabilidad criminal de los entes de existencia ideal, son los
siguientes:
a) El delito implica la idea de culpabilidad; por consiguiente los entes ideales, que carecen de voluntad humana, no
pueden cometerlo, no tienen voluntad.
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b) Los administradores o agentes, son personas individualmente diversas de la persona jurídica y ligados a ella por
un mandato; de donde resulta que los delitos cometidos por aquellos no se pueden atribuir a la entidad sin violar
el principio elemental del derecho penal que exige la identidad del delincuente y del condenado, es decir que la
responsabilidad penal es personalísima y que solo una persona con voluntad propia se adecuará al tipo penal,
realizando una conducta típica, antijurídica, culpable y punible. Es por ello que solo se puede dar pena privativa
de libertad a las personas naturales, por que por su existencia ideal las personas jurídicas no pueden estar privadas
de libertad.
Sin embargo existen casos en los que es imposible determinar la identidad del autor intelectual, de muchos delitos
cometidos por mandato en las sociedades comerciales, en ese caso se aplica la responsabilidad por los hechos ilícitos,
sancionando económicamente a la persona jurídica y alternativamente según la gravedad y participación a la persona
natural que lo cometió.
Cuando se procede a la extinción de las personas jurídicas, procede la disolución y destino de los bienes, en esta situación
se aplicará lo establecido en el Art. 65 del CC, con relación a lo contemplado en los estatutos de la misma persona
jurídica.
El derecho civil de los derechos reales es el conjunto de principios y normas que regulan los derechos de usar, gozar y
disponer que tiene una persona, sobre una cosa, ya sea bajo su dominio o bajo dominio de otras personas.
Los derechos reales, instituciones jurídicas establecidas en normas positivas, que determinan las características y alcances
de los derechos de usar, gozar o disponer, que tienen las personas con respecto de las cosas.
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b) La relación es de persona y cosa.- Si bien un objeto cosa, no puede ser sujeto de relación, es la relación de una
persona sobre una cosa la acepción que utilizamos aquí, las normas establecen los alcances de los derechos que
una persona tiene sobre una cosa determinada, ya sea propia, ajena o en garantía.
c) Son de carácter patrimonial.- Porque son la base del patrimonio, de una persona y estos pueden ser alienables,
embargables, prescriptibles, etc.
d) Necesitan registro para ser oponibles.- Esta característica se aplica a los derechos reales sobre inmuebles, esto
quiere decir que todas las personas de la sociedad deben respetar el derecho que tiene una persona sobre una cosa,
sin alterarlo o perturbarlo. En muebles esto se aplica con la simple posesión.
e) Son legales y no convencionales.- Es decir que sus alcances están determinados en la ley y ningún acuerdo de
partes puede modificar estos alcances.
Por su parte el registro de los derechos reales, es la institución estatal, encargada de registrar y dar publicidad a los
derechos reales, con el fin de que estos sean oponibles contra todos los ciudadanos (Erga omnes)
El patrimonio es el conjunto de bienes, acciones y derecho, menos las obligaciones que tiene una persona y que son
susceptibles de valoración económica.
LA POSESION.- La posesión no es un derecho real, pero el ejercicio de la posesión permite, la eventual adquisición
formal de derechos reales.
9.2. Concepto Clásico.- Es un hecho jurídico, que está compuesto por la aprehensión física de una cosa, más la
posibilidad de aprehenderla en cualquier momento, más la intención de ser propietario de la cosa, expresada a través de
actos inequívocos.
10.1. Conceptos generales.- La propiedad es el derecho más completo y pleno que se pueda tener sobre una cosa; pero
no es absoluto. Tiene una función social que lo legitima y lo dignifica. Y el gran problema de nuestro tiempo es cómo
conciliar el derecho del dueño con los intereses sociales, cuál será la medida de la socialización hacia la cual tiende el
mundo occidental; cuáles, en fin, los límites de ese proceso de socialización, pasados los cuales el derecho de propiedad
queda afectado en sus esencias y pierde el gran papel de estímulo de la economía, de incentivo en la actividad humana y
queda destruido como derecho natural. Estos son problemas propios de la política y la economía y exceden del marco
propio del Derecho Civil. Lo que no quiere decir que los civilistas debamos permanecer ajenos e indiferentes ante el
problema. Por el contrario, los juristas deben ser particularmente sensibles a los requerimientos de su tiempo; como dice
Josserand, deben vivir en su época, si no quieren que ésta viva sin ellos.
Concepto del derecho de propiedad.- Luego de recordar que en el Derecho Romano el ius abutendi expresaba solamente
la idea de la disposición y no de la destrucción de la cosa, pero, es preciso reconocer que siendo la propiedad absoluta,
confiere el derecho de destruir la cosa. “Toda restricción preventiva tendría más peligros que ventajas. Si el gobierno se
constituye juez del abuso, ha dicho un filósofo, no tardaría en constituirse juez del uso, y toda verdadera idea de propiedad
y libertad sería perdida”.
La idea de que el propietario pueda destruir caprichosamente las cosas que le pertenecen, es hoy inadmisible; ni siquiera
puede considerarse legítimo el derecho de mantener improductiva la propiedad, de no hacerle rendir los frutos que
razonablemente debe producir, si se la explota adecuadamente. En el derecho moderno nadie discute la legitimidad del
impuesto sobre la renta potencial de la tierra, que es una forma de obligar al propietario a mantenerla en un buen pie de
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producción, para poder hacer frente a las cargas impositivas. Y donde por dificultades técnicas o de otro orden, no ha
podido implantarse este impuesto, es sustituido por contribuciones directas cada vez más gravosas, cuyo propósito, en el
fondo, es el mismo. Todo lo cual se explica perfectamente, porque la propiedad, particularmente la propiedad de los
bienes que sirven para producir otros, tienen una función social que cumplir. Por ello es que la propia Encíclica
Populorum Progressio reconoce el derecho de expropiar una cosa deficientemente explotada.
El artículo 105 del Código Civil, establece a la propiedad como el poder jurídico, que permite usar, gozar y disponer, de la
cosa como puede apreciarse se mantiene el derecho de servirse de la cosa, usarla, gozarla y disponer de ella, pero se
suprime el derecho de desnaturalizarla, degradarla o destruirla, tema que estaba inserto en anteriores normas, se suprime
también la frase “según la voluntad del propietario” para indicar que no se trata de un derecho absoluto que depende del
mero arbitrio de éste; y para que no quede ninguna duda de que éste es el significado de la reforma, se agrega que todos
los derechos inherentes a la propiedad (uso, goce y disposición) deben conformarse a un “interés colectivo y al
cumplimiento de la función social”, es decir normal, no abusivo. En el artículo siguiente se insiste en este concepto al
afirmar que el ejercicio de estas facultades no puede ser restringido en tanto no fuere abusivo.
La idea es clara. La cosa puede ser usada, gozada y dispuesta por su propietario de una manera regular, no abusiva, se
entenderá por ejercicio abusivo del derecho el que contraríe los fines que la ley tuvo en cuenta al reconocerlo o el que
exceda los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres.
Se ha dicho ya que en el derecho moderno, la propiedad tiene una función social que cumplir. Por consiguiente, cada vez
que el derecho de propiedad sea ejercido de una manera antisocial, es decir contraria a los derechos de la comunidad, ese
ejercicio será abusivo y no tendrá el amparo de la ley.
La gran cuestión en lo que atañe a la reglamentación del derecho de propiedad es conciliar de modo satisfactorio el interés
individual y el social. Para lograr, PUGLIATTI propone las siguientes bases: a) Eliminar el virtual conflicto entre interés
público e interés privado, haciendo que éste no constituya un obstáculo para la vigencia del primero; b) Encontrar el justo
equilibrio entre la tutela acordada al interés privado y al público, de modo que el logro de éste pueda obtenerse mediante
el logro del primero; c) Dosar exactamente el medio empleado respecto de los fines que se procura conseguir, de modo
que el sacrificio del individuo sea el perfecto equivalente de la ventaja colectiva, y no sólo por la consideración de un
principio económico, sino, sobre todo, por la realización de un ideal ético. En síntesis, agrega, los principios que deben
presidir la configuración jurídica entre el ciudadano y el Estado moderno se resumen en la obligación de todos los
ciudadanos de contribuir con todos los medios, patrimoniales y personales, al logro del interés público, sacrificando todo
lo necesario, pero no más de lo necesario, de modo que pueda valorar el significado ético del sacrificio en la
correspondencia del resultado y de modo que se eviten inútiles dispersiones o destrucciones de valores o de riquezas.
b) Es el más amplio y completo derecho de señorío que se pueda tener sobre una cosa. Lo que no significa decir que sea
absoluto e ilimitado, sino sólo que es el más extenso derecho que se pueda tener sobre una cosa conforme con el régimen
legal vigente. Abarca en sí a todos los otros derechos reales que se ejercen por la posesión, los cuales pueden considerarse
como meros desgajamientos o desprendimientos de este señorío total que es la propiedad.
c) Es perpetuo; no se pierde por el desuso o pérdida de la posesión de la cosa en tanto un tercero no la haya poseído por
el término legal de la usucapión. Puede ocurrir, en efecto, que nadie haya tomado posesión de la cosa, o que ésta haya
tenido varios poseedores sucesivos que sin unir sus posesiones la hayan luego abandonado, antes de cumplir el plazo de la
usucapión; el derecho de propiedad subsiste en cabeza de su titular indefinidamente.
Este carácter de perpetuidad está discutido en el derecho moderno. No parece razonable que quien ha procedido con
incuria, desentendiéndose de la posesión efectiva de la cosa, que la ha dejado inculta con grave perjuicio social y con
desconocimiento de los deberes que importa la propiedad, no tenga la sanción de la pérdida de su derecho.
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El no ejercicio prolongado del derecho de propiedad debería hacer perder el dominio en favor del Estado.
d) No es absoluto, debe ser ejercido en forma regular, es decir, adecuada a lo que es normal, corriente; de manera no
abusiva. Sería notorio abuso degradarla o destruirla, con referencia concreta al derecho de propiedad, la regla general del
art. 107 CC, que condena el abuso del derecho.
Se afirma también que el dominio es exclusivo. Pero ello es exacto sólo en el sentido de que dos personas no pueden tener
al mismo tiempo un dominio exclusivo sobre una cosa. Lo que más que un carácter del dominio es una forma de entender
mejor el derecho. Porque lo cierto es que varias personas pueden ser condóminos de la misma cosa y que su derecho se
extiende no a una parte concreto de ella, sino que se ejerce sobre toda la cosa. De igual modo, el dominio puede coexistir
con otros derechos reales (hipoteca, prenda, anticresis, usufructo, uso, servidumbres). En consecuencia, consideramos
imposible sostener que la exclusividad sea un carácter propio del dominio.
Cabe preguntarse si la propiedad es sólo un derecho o si más bien es un complejo de derechos y obligaciones. El mundo
moderno tiende a considerarla más bien como un derecho y un deber, o si se quiere, como una situación jurídica de la que
derivan derechos y deberes. Verdad es que el acento está puesto sobre los primeros y es bueno que así sea para no
desvirtuar la esencia de la propiedad; pero no por ello deja de ser importante la otra faz, la de las obligaciones. Ya la idea
está implícita en los impuestos que gravan la propiedad, particularmente los recursos de la tierra. Aunque estas leyes
persiguen un propósito fundamentalmente fiscal, ya es algo hacer pesar sobre los propietarios, más que sobre los demás
ciudadanos, la carga de allegar recursos para los gastos públicos.
Pero el problema no se agota en una cuestión impositiva. El propietario de un latifundio, según la sensibilidad moderna,
no tiene derecho a mantenerlo improductivo por más que pague todos los impuestos. La Encíclica Popularum Progressio
sienta el principio de que tales bienes deben ser expropiados, y a partir de la nueva Constitución Política del Estado
Boliviano, esas tierras deberán ser revertidas por el Estado, conforme leyes especiales, pues no es posible legitimar la
conducta abusiva de quien es un obstáculo para la mayor producción de bienes en un mundo que todavía, en vastas
regiones, se halla castigado por el hambre y la miseria. Esa expropiación se ha llevado a cabo en nuestros días en diversos
países, particularmente en Latinoamérica, con o sin indemnización (o con una indemnización apenas teórica). Y aunque
no podemos aprobar esta confiscación de la propiedad privada, la señalamos como un ejemplo de la nueva mentalidad que
ve en la propiedad no sólo derechos sino también obligaciones.
10.2. Contenido- Derechos inherentes al dominio.- La propiedad supone los siguientes derechos:
1) El derecho de servirse de la cosa, usarla y gozarla conforme a un ejercicio regular (art. 105 CC ). Queda comprendido
aquí lo que los romanos llamaban el ius utendi (derecho de usar) y el ius fruendi (derecho de obtener o sacar los frutos de
la cosa). Este es el contenido esencial del derecho de propiedad; la posibilidad de gozar de la cosa en su sentido más
amplio, ya sea para vivienda, comodidad, recreo, o para obtener de ella los frutos que produce, sean naturales o civiles.
El artículo hace una aplicación de esta idea al disponer que el propietario tiene la facultad de excluir a terceros del uso o
goce o disposición de la cosa y de tomar a este respecto todas las medidas que encuentre convenientes. Puede prohibir que
en sus inmuebles se ponga cualquier cosa ajena; que se entre o pase por ella. Puede encerrar sus heredades con paredes,
fosos o cercos, sujetándose a los reglamentos municipales. Y los artículos siguientes agregan que poniéndose alguna cosa
en terreno o predio ajeno, el dueño de éste tiene derecho para removerla sin previo aviso, si no hubiese prestado su
consentimiento. Se trata de meras aplicaciones del señorío que confiere el dominio, es decir de la exclusiva facultad de
uso y goce que tiene el dueño sobre la cosa.
2) El derecho de disponer de la cosa, que supone no sólo el de enajenarla, sino el de alquilarla o arrendarla, gravarlas con
servidumbres, prendas, hipotecas, usufructos, anticresis, etc. Inclusive puede abdicar su propiedad, abandonando
simplemente la cosa sin transmitirla a otra persona. Este derecho de disponer es el llamado ius abutendi por los romanos.
La palabra abuti sólo expresa la idea de disponer y no la de destruir.
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El ejercicio de estas facultades no puede ser restringido, en tanto no fuere abusivo, aunque privare a terceros de ventajas o
comodidades. Tal sería el caso, tomado de la jurisprudencia francesa, del espantapájaros colocado en terreno propio pero
ejecutado con un notable parecido al vecino y con un aspecto particularmente ridículo.
Restricciones a las potestades del dueño.- Sin perjuicio de volver a recordar que las potestades del dueño no son
absolutas, lo que ya establece una muy importante limitación, debemos señalar otras que surgen de textos concretos:
a) Los propietarios no pueden gravar la cosa sino con aquellos derechos reales expresamente establecidos y admitidos por
la ley. De lo contrario se correría el riesgo de desnaturalizar el mismo derecho de propiedad, de crear confusión y
desorden en el régimen inmobiliario, con la secuela de serios inconvenientes de orden económico y social.
b) En sus contratos onerosos, el propietario no puede vender la cosa con cláusula de no enajenar, salvo que se refiera a
determinada persona, en las liberalidades, las cláusulas de no enajenar o no dividir el condominio están también muy
limitadas. Pero si bien se mira, la prohibición de las cláusulas que prohíben enajenar o dividir el condominio no son una
restricción al derecho de propiedad, sino un medio de defender su plenitud. Porque el derecho que interesa es el actual, es
decir el que tiene el que adquirió la cosa.
c) La libertad de disponer por testamento está limitada por la legítima que se reconoce a los herederos forzosos.
d) También existen una serie de restricciones derivadas de la vecindad, sin perjuicio de las que son impuestas en el solo
interés público, que están regidas por el derecho administrativo. Entre éstas podemos citar, a manera de ejemplo, las
reglamentaciones municipales que establecen en ciertas calles una altura máxima o una altura uniforme, que regulan cómo
deben ser los frente de los edificios, la altura de los techos, el grueso de las paredes, las instalaciones sanitarias, etc.
e) Diversas leyes han impuesto restricciones al dominio fundadas en razones circunstanciales. El ejemplo más notable y
característico ha sido de los arrendamientos rurales y de las locaciones urbanas que significaron para el propietario la
pérdida (o, al menos, la postergación sine die) de su derecho a recuperar la cosa al término del contrato.
10.3. Extensión del dominio- Principio.— El problema de la extensión del dominio se plantea, claro está sólo respecto
de los inmuebles; las cosas muebles son en su totalidad pertenecientes al dueño y no hay respecto de este punto cuestión
alguna. Pero sí la hay respecto de los inmuebles. ¿Qué abarca esta propiedad? ¿Hasta dónde se extiende?
Extender el dominio más allá de donde resulte aprovechable para el propietario, es un absurdo jurídico. Por ello, los
códigos modernos extienden el derecho de propiedad en altura y en profundidad sólo a lo que sea necesario para el
ejercicio o para la utilización del predio (código suizo, art. 667; brasileño, art. 526; italiano, art. 840; portugués, art. 1344,
ap. 2). La misma idea se expresa en el art. 111 CC VER TEXTO.
Espacio aéreo.- Luego de sentado el principio de que la propiedad se extiende en líneas perpendiculares hacia arriba y
abajo, el propietario es dueño exclusivo del espacio aéreo; puede extender en él sus construcciones, aunque quiten al
vecino la luz, las vistas u otras ventajas; y puede también demandar la demolición de las obras del vecino que a cualquier
altura avancen sobre ese espacio.
Ya hemos dicho que, en el derecho moderno, este principio es sólo aplicable al espacio aéreo que resulte de utilidad
práctica para el propietario y que de ninguna manera impide el tránsito aéreo. Este principio elemental de lógica y buen
sentido ha sido sancionado con fuerza de ley por el Código Aeronáutico según el cual el despegue, la circulación y el
aterrizaje de aeronaves es libre en el territorio nacional y nadie puede en razón de su derecho de propiedad oponerse al
paso de una aeronave, sin perjuicio del derecho a reclamar indemnización si le produjera algún daño.
Subsuelo.- Ya dijimos que conforme con la primera parte del art. 111 CC la propiedad se extiende a toda su profundidad,
y agrega la referida norma: comprende todos los objetos que se encuentran bajo el suelo, como los tesoros y otros, a
excepción de los recursos naturales no renovables, que pertenecen al Estado Sólo pertenecen al dueño del suelo las
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producciones minerales de naturaleza pétrea o terrosa y en general todas las que sirven para materiales de construcción y
ornamentos, cuyo conjunto forman las canteras.
Accesorios, frutos, productos.- Como principio, el propietario de la cosa principal, es dueño de las accesorias. Esta regla
se aplica tanto a las cosas muebles como a las inmuebles.
El problema es particularmente importante respecto de los inmuebles. Por ello, el Código les ha consagrado algunas
disposiciones especiales que veremos a continuación:
a) Todas las construcciones, plantaciones y obras existentes en la superficie interior de un terreno, se presumen hechas por
el propietario del terreno y que a él pertenecen si no se probare lo contrario.
Existen dos presunciones, 1) que las construcciones o plantaciones han sido hechas por el propietario, lo que significa que
si el usufructuario, locatario, etc., pretende haberlas hecho él, debe probarlo; 2) que esas cosas pertenecen al propietario.
b) La propiedad de obras establecidas en el espacio aéreo que se encuentran sobre el terreno no causa la presunción de la
propiedad del terreno; ni la propiedad de obras bajo el suelo, como una cantera, bodega, etc., tampoco crea en favor del
propietario de ellas una presunción de la propiedad del suelo. Se trata de una disposición sobreabundante pues bastaba con
el principio de que el dominio se extiende sobre el espacio aéreo y el subsuelo. De más está decir que si ese espacio o el
subsuelo ha sido invadido por el vecino, eso no lo autoriza a pretender la propiedad del terreno.
c) En cuanto a los frutos y productos, la propiedad de una cosa comprende virtualmente la de los objetos que es
susceptible de producir, sea espontáneamente, sea con la ayuda del trabajo del hombre; como también de los emolumentos
pecuniarios que puedan obtenerse de ellas, salvo el caso que un tercero tenga derecho a gozar de la cosa y la excepción
relativa del poseedor de buena fe. Mientras los frutos y productos siguen unidos a la cosa principal, es obvio que
pertenecen al dueño de la tierra, puesto que lo accesorio sigue la suerte de lo principal; o, para decirlo en palabras más
precisas, porque mientras esos frutos o productos no han sido separados, forman con el suelo una sola cosa. Una vez
separados, ellos pertenecen bien al dueño, bien al poseedor, usufructuario, locatario, arrendatario, conforme lo establezca
la organización legal o contractual en cada una de estas situaciones jurídicas.
Todo esto es aplicable tanto a los frutos naturales (producidos espontáneamente) como a los industriales (producidos con
ayuda del trabajo del hombre); pero, en cambio, es notoriamente inaplicable a los frutos civiles que, sin embargo, este
artículo incluye también entre sus disposiciones. Puesto que los frutos civiles son las rentas que produce la cosa (intereses
de capital, alquiler de una vivienda o de un predio agrícola), es claro que ese emolumento no forma una sola cosa con la
principal. Ni es exacto que el propietario de la cosa sea propietario de dicho fruto, que no es otra cosa que dinero. El
dinero pertenece a quien lo tiene en su poder. Será del propietario sólo cuando haya percibido el alquiler o interés, pero
hasta ese momento será de quien debe pagarlo y lo tenía en su poder. En suma, significa que mientras no se pruebe lo
contrario, es al propietario a quien corresponde el derecho de percibir los frutos civiles.
10.4. Garantías- Protección constitucional.- La Constitución aprobada en 2009 garantiza de la manera más enfática el
derecho de propiedad al regularlo en el articulo 56 y sentar el principio de que la expropiación debe ser realizada
conforme a ley y por causales expresas.
Pero la inviolabilidad de la propiedad privada establecida en el art. 56 Constitución Política del Estado, no puede
interpretarse con un rigor excesivo; en el fondo, ella no significa otra cosa sino que no puede afectarse ese derecho en sus
cualidades sustanciales, lo que no impide dictar leyes que reglamenten su ejercicio.
Manifestaciones notables de estas limitaciones al derecho de propiedad, son las leyes sobre el tema de la tierra y de los
recursos naturales no renovables, que tienen carácter especial y que tienden a establecer principios de dominio de estos
recursos.
La protección constitucional de la propiedad se confiere tanto a los particulares como frente al propio Estado.
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Protección frente a particulares.- Frente a los particulares, el propietario está protegido por las acciones reales
(reivindicatoria, confesoria y negatoria) de las que nos ocuparemos más adelante; y por los interdictos posesorios, que ya
hemos tratado.
Todas ellas forman un conjunto de remedios que confieren al propietario una sólida defensa contra los ataques ilegítimos
de que pueda ser objeto por parte de otros particulares. Cierto es que los interdictos posesorios pueden volverse, en
algunos casos, contra el propio dueño; pero como la situación normal es que el propietario sea al mismo tiempo el
poseedor, esos interdictos son también normalmente una importante y efectiva protección de sus derechos.
Protección frente al estado.- El principio de la inviolabilidad de la propiedad derivada -interpretando de la manera que lo
hemos hecho anteriormente- tiene dos consecuencias esenciales: 1) deben considerarse inconstitucionales las leyes que
afectan sustancialmente el derecho de propiedad; 2) el Estado no puede expropiar un bien sino por causa de utilidad
pública que debe ser calificada por ley y previamente indemnizada.
10.5. Dominio imperfecto- Concepto y distintos casos.- El dominio se llama menos pleno o imperfecto cuando debe
resolverse al fin de un cierto tiempo o al advenimiento de una condición o si la cosa que forma su objeto es un inmueble,
gravado respecto de terceros con un derecho real, como servidumbre, usufructo, etc. Dominio imperfecto es el derecho
real, revocable o fiduciario de una sola persona sobre una cosa propia, mueble o inmueble, o el reservado por el dueño
perfecto de una cosa que enajena solamente su dominio útil.
En suma, el dominio imperfecto es aquel en el cual los derechos del propietario están sujetos a fuertes restricciones ya sea
porque la cosa no pertenece realmente al titular(dominio fiduciario), ya sea porque el dominio está sujeto a una condición
resolutoria (dominio revocable), ya sea porque el titular del derecho de propiedad lo ha desmembrado, desprendiéndose de
una parte de sus atribuciones, al gravar la propiedad con un usufructo, una servidumbre, etc.
Cabe preguntarse si no existe hoy en nuestro derecho un nuevo tipo de dominio imperfecto: el que tiene quien ha
adquirido de buena fe la posesión de un inmueble, mediando documento de compraventa. Para nosotros es indudable la
respuesta afirmativa. Él es poseedor legítimo, tiene derecho a exigir la escritura del concurso, o quiebra del deudor, si se
trata de un inmueble destinado a vivienda, tiene los interdictos posesorios, puede rechazar las acciones reales que contra él
intente hacer valer el enajenante y, por consiguiente, las que intenten los terceros a favor de quien es el enajenante haya
firmado contrato de compraventa o haya escriturado el dominio. Se le ha reconocido el derecho a interponer tercería de
dominio en la ejecución hipotecaria seguida por el acreedor contra el enajenante que tenía inscripto el dominio a su
nombre, es decir, a ejercer una acción que sólo puede surgir del dominio. El vendedor puede ejecutar el bien cuya
posesión ha transmitido y como es inconcebible ejecutar un bien perteneciente al que lo ejecuta, ello significa reconocer el
dominio en cabeza de quien ostenta la posesión legítima.
Por consiguiente, quien ha adquirido el inmueble por documento de compraventa y de buena fe, recibiendo la posesión,
tiene una posición jurídica muy fuerte, con las características de un verdadero dominio. Pero limitado y, por lo tanto,
imperfecto, desde que la falta de escrituración e inscripción en el Registro le impide, como principio, oponer su derecho a
terceros con las importantes salvedades que acabamos de enunciar; le impide también otorgar los actos que exigen la
inscripción registral: los derechos reales de hipoteca, anticresis, usufructo, etc. Tampoco podrá transmitir el dominio pleno
por falta de la posibilidad de escriturar.
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¿La conocieron y practicaron en Roma? Algunos textos un tanto equívocos, han dado pie a sostener que no fue ignorada
en aquella ciudad, pero prevalece definidamente la opinión de que los romanos no la practicaron.
En realidad la propiedad horizontal nace a comienzos del siglo XV y se encuentra ya regulada en las Costumbres de
Bretaña, art. 714, de Orléans, art. 257, de Berry, título 11, arts. 15 y 16, etc. De allí pasó al Código Napoleón, que fue el
primer Código moderno que acogió la institución.
Importancia actual.- La explosión demográfica que está presenciando el mundo contemporáneo ha venido acompañada
de otro fenómeno no menos intenso: la concentración masiva de la población en las grandes ciudades. En ellas y muy
particularmente en los barrios de mayor densidad, la vivienda horizontal es un anacronismo dado el elevadísimo costo del
terreno. Más aún, razones urbanísticas obligan a los municipios a dictar reglamentaciones estableciendo en ciertas zonas y
calles alturas mínimas.
Afrontar una construcción de varios pisos es hoy inalcanzable para muchas personas que, en cambio, reunidas, pueden
hacerlo. Además, la ley de propiedad horizontal permitió a muchos inquilinos transformarse en propietarios.
El acceso a la propiedad privada de la vivienda es un importante factor de estabilidad social; no es ésta, por cierto, una de
las menores ventajas del sistema. Y si bien es verdad que la convivencia forzosa en un mismo edificio con personas
extrañas suele ser fuente de rocas y disgustos, lo cierto es que en la práctica el sistema de desenvuelve en la gran mayoría
de los casos sin graves inconvenientes y con grandes ventajas.
La propiedad horizontal está definitivamente incorporada al mundo moderno.
11.2. Naturaleza jurídica.- La propiedad horizontal es una institución compleja y no es fácil desentrañar su naturaleza
jurídica. Ello explica los esfuerzos de los juristas por intentar una explicación satisfactoria. Expondremos a continuación
las principales teorías:
a) Derecho de superficie. Algunos autores, en su afán de vincular las nuevas instituciones al Derecho Romano, han
sostenido que la propiedad horizontal es, en esencia, un derecho de superficie. pero obviamente la asimilación es
imposible. El derecho de superficie consiste en desdoblar al dominio de tal forma que el superficiario tiene derecho a
plantar, cultivar el suelo, edificar y levantar construcciones a condición de no causar perjuicio al dueño del suelo, que a su
vez tiene el derecho de realizar construcciones subterráneas siempre que no perjudique los derechos del superficiario.
Fácil es advertir que hay un mundo de distancia entre una institución y otra. Los dueños de los departamentos son también
dueños, en condominio con los restantes propietarios, del suelo. De tal modo que la propiedad de la superficie no está
separada de la propiedad del edificio. Por lo demás, el complejo de derechos y obligaciones que tienen los propietarios en
la propiedad horizontal, nada tiene que ver con el viejo derecho de superficie.
b) Servidumbre. Para otros autores, la naturaleza de la propiedad horizontal se explicaría fácilmente aplicando los
principios de la servidumbre. Cada propietario sería dueño del piso en el que tiene su departamento, incluidas las partes de
uso común, como escaleras, patios, ascensores, etc.; sobre ellos habría una servidumbre constituida en favor de los demás
pisos. Esta teoría no explica porqué todos los condóminos son propietarios del suelo, ni porqué lo son también de las
partes comunes o indivisas. Resulta totalmente insatisfactoria para explicar la naturaleza jurídica de la propiedad
horizontal.
c) Teoría de la copropiedad o comunidad. Conforme con esta opinión, la propiedad por pisos o departamentos crea una
comunidad de derechos que se ejerce sobre todo el edificio en su conjunto. Todos serían dueños de todo, con la salvedad
que cada uno tiene facultades exclusivas de uso, goce y disposición de ciertas partes objetivamente determinadas, que son
susceptibles de aprovechamiento independiente y que se les atribuye a condición de no interferir en el ejercicio de iguales
derechos por parte de los demás partícipes.
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d) Teoría de la sociedad o de las personas jurídicas. Según esta opinión, la propiedad horizontal, en el fondo, sería una
sociedad de todos los condóminos que formarían así una persona jurídica independiente de cada uno de los integrantes.
Pero explicar la propiedad horizontal como una sociedad obliga a forzar mucho los conceptos. Aquélla supone un dominio
separado y ejercido sobre cada una de las unidades, pisos o departamentos. Concebirla como sociedad importa imponer a
los copropietarios una vinculación excesivamente estrecha que no está en su ánimo ni en la esencia de la institución. No
explica con suficiente claridad las diferencias de los pretendidos socios sobre las partes propias y las comunes.
Finalmente, existen marcadas diferencias respecto de la constitución, duración, extinción, etcétera.
f) El sistema de nuestra ley. Nuestra ley ha seguido sobre este punto un sistema claro y realista. Establece que cada
propietario será dueño exclusivo de su piso o departamento y copropietario sobre el terreno y las demás cosas de uso
común del edificio. Es decir, que la propiedad horizontal supone la coexistencia de una propiedad particular y exclusiva
sobre el departamento o piso, con una copropiedad sobre las partes comunes.
Es importante destacarlo, porque constituye un elemento interpretativo de la ley de primer orden; el juez debe tener
siempre presente que la finalidad social del instituto reside en asegurar a los titulares singulares la mayor cantidad posible
del contenido del derecho de propiedad, quedando limitado sólo por la necesidad de conciliar ese derecho con los
concurrentes de los otros propietarios, de tal manera que las limitaciones deben ser consideradas solamente como el medio
para salvaguardar lo más posible el derecho de cada uno.
Pero el contenido de la propiedad horizontal no se agota en la comprobación de que existe una propiedad singular y
exclusiva y una propiedad común. Hay también una suerte de voluntad asociativa que se manifiesta en el consorcio de
propietarios, encargado de administrar y defender los intereses comunes. Ese consorcio actúa y tiene vida, tomando las
decisiones conforme a las mayorías establecidas en la ley o en el reglamento de copropiedad; esas decisiones dentro de la
órbita letal de las atribuciones del consorcio, son obligatorias inclusive para los copropietarios disidentes, de donde resulta
que el consorcio actúa con independencia de la voluntad personal de cada uno de los copropietarios, constituyendo un
verdadero sujeto de derechos, como lo ha reconocido reiteradamente nuestra jurisprudencia. De todo lo dicho surge que la
propiedad horizontal tiene una naturaleza compleja, que se resiste a ser encasillada dentro de los moldes rígidos de otras
instituciones jurídicas, tal como se ha pretendido en las teorías que hemos analizado y desechado.
a) Partes propias.- Pertenece en propiedad exclusiva a cada propietario su propio departamento, o para hablar con mayor
precisión, su unidad, que puede ser un departamento, una oficina, un local de negocios y tener como accesorios una
cochera, una baulera, etc. Ahora bien: dentro de cada unidad hay muros maestros y divisorios o simples tabiques que
separan las paredes de una habitación y otra. Según ya veremos, los muros maestros y los divisorios de los departamentos
pertenecen en condominio a todos los propietarios. Lo mismo ocurre con los techos de un departamento que son los pisos
de los que están situados en el plano superior. Pero aun respecto de estos muros o techos comunes, el propietario de la
unidad debe considerarse dueño de su superficie, de tal manera que puede revocarla, pintarla, etc., libremente. Del mismo
modo le pertenece la superficie de pisos y techos, los tabiques divisorios de las habitaciones de un mismo departamento,
siempre que se trate de tabiques propiamente dichos y no de muros maestros. De igual modo pertenecen al propietario las
puertas, balcones y ventanas de cada departamento, las cañerías de distribución que sirven exclusivamente a las diversas
unidades, las derivaciones particulares de las instalaciones de gas, calefacción, electricidad, etc.
b) Partes comunes.- Las partes comunes, están constituidas por el terreno y todas las cosas de uso común del edificio o
indispensables para mantener su seguridad. Para evitar dudas y resolver algunas situaciones que podrían ser debatidas, la
ley hace la siguiente enumeración de cosas comunes: a) los cimientos, muros maestros, techos y azoteas, patios cerrados o
solares, pórticos, galerías, vestíbulos comunes, escaleras y puertas de entrada, jardines; b) los locales e instalaciones de
servicios centrales como calefacción, heladeras, agua caliente o fría, refrigeración, etc.; c) los locales para alojamiento del
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portero y portería; d) los tabiques o muros divisorios de los distintos departamentos; e) los ascensores, montacargas,
incineradores de residuos y, en general, todos los artefactos e instalaciones existentes para servicios de beneficio común.
La ley aclara que esta enumeración no tiene carácter taxativo; vale decir, que cualquier otra cosa no comprendida en ella
pero que de todas maneras sea de uso común del edificio o indispensable para su seguridad, es también común.
Por lo mismo que se trata de cosas de uso común o indispensables para la seguridad del edificio no es admisible que los
propietarios puedan acordar que alguna de ellas pertenezca en exclusividad a algunos de los propietarios. Tal cláusula
sería nula porque contraría una disposición expresa de la ley que les confiere el carácter de comunes. Hay que hacer, sin
embargo, la salvedad de los sótanos y azoteas, en cuyo caso la ley expresamente convalida la convención de las partes que
les atribuye carácter de propios. Y creemos que por analogía con el supuesto de las azoteas, puede convertirse en propio
un patio común, si no se priva de aire o luz a las unidades. Para convertir en propia una parte común se requiere
unanimidad de los copropietarios.
Ningún inconveniente hay en que en el reglamento de copropiedad se convenga que también otras partes del edificio serán
comunes, como suele ocurrir con cierta frecuencia con los locales de planta baja, que el consorcio destina a aminorar los
gastos de mantenimiento del edificio. Pero aquí ya no se trata del dominio forzoso que es inherente a la naturaleza del
derecho de propiedad horizontal, sino de un simple condominio regido por las norma generales del Código Civil. Ello
significa que los copropietarios pueden enajenarlo, venderlo, etc., independientemente de la propiedad del resto de los
departamentos que forman el edificio, lo que no pueden hacer respecto de las partes que son comunes por naturaleza
11.4 Derechos y obligaciones sobre las partes propias.- Principio general.- El principio general es que cada
propietario es dueño exclusivo de su parte propia, con todos los derechos inherentes a tal. Puede disponer de su unidad,
alquilarla, darla en comodato, etc.
En otras palabras: su derecho sobre el departamento es pleno y tiene todas las características del típico derecho de
propiedad. Pero la circunstancia de estar todos los propietarios vinculados por esa situación de hecho que supone la
convivencia en un mismo edificio, la de ser copropietarios y usuarios de las partes comunes, la estrecha vecindad,
imponen ciertas restricciones al dominio que son características del derecho de propiedad horizontal. Estas restricciones
están presididas por la idea de que es necesario regular la convivencia de modo que permita a todos los copropietarios
gozar al máximo de su propio derecho. O para decirlo de otra manera: las restricciones que se imponen a uno están
destinadas a garantizar a los demás el goce lo más pleno posible de su derecho. Es importante retener esta idea, porque ya
veremos que las restricciones pueden ser legales o convencionales; y estas últimas contenidas en el reglamento de
copropiedad, dejan de ser legítimas si no sirven a ese fin esencial de compatibilizar armónicamente los derechos de todos
los copropietarios.
La aplicación práctica de estas disposiciones ha dado origen a frecuentes problemas, que trataremos a continuación.
a) Destino de las unidades.- Los propietarios no pueden destinar sus unidades a usos contrarios a la moral o buenas
costumbres o a fines distintos a los previstos en el reglamento de copropiedad y administración. Es habitual la inclusión
de cláusulas en el reglamento de copropiedad relativas al destino de las unidades, ya sea estableciendo que solamente
puede destinarse a vivienda, o solamente a oficinas, etc.
b) Ventanas.- Si bien las ventanas son, en principio, de propiedad del dueño de cada unidad, el hecho de estar colocadas
en una pared que da hacia el exterior, restringe los derechos del dueño. La prohibición cambiar la forma externa del frente
o decorar las paredes o recuadros existentes con tonalidades distintas a las del conjunto, debe considerarse aplicable a
ellas. Se ha decidido así, que el propietario no tiene derecho a modificar las ventanas, alterando la uniformidad natural de
una de las partes del espacio de aire y luz interna del edificio y ampliando la vista hacia el patio y hacia las habitaciones
de la unidad que ocupa el actor, la transformación de la ventana de una unidad de planta baja en vidriera.
c) Puerta de entrada a las unidades.- Las puertas de entrada a las unidades son propias del dueño del departamento y, por
lo tanto, pueden ser modificadas mientras no desentonen con el resto de la construcción, por ello, se ha resuelto que el
consorcio no tiene facultades para lograr que se restituya al estado anterior una puerta cuyo traslado hecho por el dueño
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sólo cambió su ubicación sin alterar la estructura ni la estética del palier del edificio; asimismo, se ha resuelto que la
oposición de la mayoría de los consorcistas no obsta a que se conceda autorización judicial a uno de ellos, propietario de
un local con vivienda y entrada independiente desde la calle, para abrir una puerta que le permita el acceso por la entrada
principal, si se demuestra que ella es necesaria y no afecta en nada la estructura, solidez, salubridad, estética y destino del
edificio.
d) Acceso a las unidades.- Los copropietarios están obligados a permitir el acceso a su unidad de operarios y del
administrador del consorcio para la reparación de caños u otros elementos comunes; se ha declarado que cuando el
copropietario no solamente no prestó la debida colaboración sino que obstruyó la acción del consorcio destinada a evitar
filtraciones en el piso inferior.
e) Modificación de las unidades.- Los propietarios tienen el derecho a modificar internamente su unidad, cuando de esos
trabajos no resulte perjuicio para los copropietarios; pero no les está permitido realizar obras que puedan perjudicar la
solidez o seguridad del edificio o cambiar su destino, desvalorizar las unidades, etc.
f) Actos contrarios a la normal convivencia.- Sobre todo vecino, aunque no se trate de propiedad horizontal, pesa el deber
de evitar las molestias que pueden ocasionar el humo, calor, olores, luminosidad, ruidos, vibraciones o daños similares;
pero la vida en común dimanada del régimen de propiedad horizontal hace que esa obligación deba ser contemplada con
un criterio más estricto que en la simple vecindad.
La apreciación de cuándo una actividad, un animal doméstico, los ruidos o la música o cualquier otro género de
inmisiones perturban la tranquilidad de los demás consorcistas, es cuestión que queda librada al criterio judicial, cuya
apreciación debe fundarse en el buen sentido y en lo que indican los cánones ordinarios de la vida.
En consonancia con estos criterios, se ha declarado que el funcionamiento de una whiskería donde se efectúa música
ruidosa, es incompatible con las reglas de convivencia de la propiedad horizontal, por lo que corresponde decretar su
clausura.
Locatarios.- El locatario de una unidad está obligado tanto como el propietario, a respetar el reglamento de copropiedad y
las normas de convivencia propias de la propiedad horizontal.
Obligaciones.- las restricciones que pesan sobre los propietarios respecto de sus unidades propias; latu sensu se trata de
obligaciones que pesan sobre los propietarios, a quienes la ley les impone el deber de abstenerse de determinadas
conductas que puedan afectar la normal convivencia; pero si bien se mira, más que obligaciones en sentido propio, se trata
de restricciones al derecho de propiedad. En otras palabras, la ley limita lo que serían las atribuciones normales de su
propietario.
Ahora nos referiremos a las obligaciones en sentido propio que pesan sobre los propietarios. Ellas son:
a) Conservación y reparación del departamento.- Cada propietario está obligado a realizar los trabajos necesarios para la
conservación y reparación de su propia unidad, a su costo.
b) Impuestos y contribuciones.- Los impuestos, tasas o contribuciones de mejoras, se cobrarán a cada propietario en forma
independiente. A tal efecto se practicarán las valuaciones en forma individual, computándose a la vez la parte
proporcional indivisa de los bienes comunes.
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propiedad a terceros separadamente, sin desvirtuar la naturaleza del derecho de propiedad horizontal, y sin crear graves
problemas a los propietarios. Consecuente con este principio, la ley dispone que la transferencia, gravamen o embargo de
un departamento, lleva implícita la de la propiedad de las partes comunes.
En cuanto al uso de las cosas comunes, todos los propietarios pueden usar de ellas con el único límite de no perjudicar o
restringir el legítimo derecho de los demás. Es decir, que el derecho a usar las cosas comunes no es proporcional al valor
de cada departamento, sino que puede usarse por todos en un plano de plena igualdad.
Sin embargo, es posible que el reglamento de copropiedad establezca que ciertas cosas comunes serán de uso privativo de
alguno de los copropietarios; así suele ocurrir, por ejemplo, con la azotea, cuyo uso privativo suele otorgarse al propietario
del último piso; o con los jardines del fondo, cuyo uso suele otorgarse a los departamentos que dan hacia los jardines.
Bien entendido que si el reglamento de copropiedad no dispusiera nada, estas partes son de uso común.
a) Alteración de la fachada.
b) Aparatos de aire acondicionado.
c) Letreros
d) Toldos
e) Patios
f) Azoteas y terrazas
Partes comunes de uso exclusivo.- Ya hemos dicho que es posible que el reglamento establezca que algunas partes
comunes del edificio sean de uso exclusivo. Tal cosa puede ocurrir principalmente con los patios, azoteas y jardines. En
ese caso es indudable que los gastos de mero mantenimiento corresponden al copropietario que tiene el derecho al uso
exclusivo, pero si se trata de reparaciones a fondo, que no son originadas en el uso que se le ha dado a esa parte, la
reparación corresponde al consorcio.
Aunque la cosa sea de uso exclusivo, el propietario que goza de él no puede oponerse a que el representante del consorcio
tenga acceso a esa parte con el objeto de revisar y reparar los elementos de uso común que allí se encuentran.
Cargas comunes.-La propiedad horizontal supone diversas cargas que pesan sobre todos los propietarios: el pago de los
gastos de administración, de los de conservación y mantenimiento del edificio, de las innovaciones y mejoras, del seguro,
etc. En principio y salvo convención en contrario, estos gastos pesan sobre todos los propietarios en proporción al valor de
sus pisos o departamentos.
Expensas de administración.- Por expensas de administración se entienden todos aquellos gastos que demanda la
administración normal del edificio: retribución del administrador, sueldos del portero, gastos de combustible para los
servicios centrales, gastos de gas o de electricidad para la iluminación de las partes comunes y el funcionamiento de los
ascensores; gastos de limpieza, etc.
Proporción en que se pagan.- Los propietarios deben contribuir a los gastos de reparación y mantenimiento de las partes
comunes del edificio en proporción al valor de sus unidades. Un problema delicado, no resuelto por la ley, se presenta en
el caso de las partes comunes de uso exclusivo. En esa situación, consideramos necesario hacer la siguiente distinción:
gastos de simple mantenimiento (limpieza, pintura, cuidado del jardín, etc) que deben ser a cargo del propietario que tiene
el uso de esa parte; y gastos que no están originados en el uso sino en otras causas, que deben ser afrontados por el
consorcio dado que se trata de un lugar común.
Quién debe realizar la reparación.- El mantenimiento y reparación de las partes comunes deben ser hechos por el
consorcio, por la vía natural de su administrador. Pero puede ocurrir que el administrador esté ausente o simplemente no
realice la obra. En tal caso la ley distingue dos situaciones:
a) Reparaciones no urgentes.- En este caso, cualquiera de los propietarios en ausencia del administrador y no mediando
oposición de los demás copropietarios previamente advertidos, puede realizar los gastos o reparaciones, con derecho a ser
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reembolsado. Como puede advertirse, la ley exige tres condiciones: ausencia del administrador, notificación a los demás
propietarios de la reparación que piensa realizarse y falta de oposición de éstos. ¿Qué debe entenderse por ausencia del
administrador? Pensamos que la expresión legal debe ser interpretada en forma lata y que por ausencia no debe sólo
entenderse el alejamiento físico del administrador, sino también su negligencia revelada por su pasividad ante la necesidad
de realizar obras de conservación o reparación.
b) Reparaciones necesarias y urgentes.- En este caso, el propietario puede actuar sin llenar los requisitos de la ausencia del
administrador y notificación a los demás propietarios, pudiendo reclamar el reembolso en la medida que resultaren útiles.
Como puede apreciarse, el propietario que realizó las reparaciones urgentes se encuentra exactamente en la misma
situación del que realizó las reparaciones no urgentes, sin haber notificado a sus copropietarios.
Sin embargo, esta facultad de la mayoría no puede ejercerse arbitrariamente. No sería lógico que se impusiera a la minoría
mejoras excesivas, que tal vez algunos propietarios no estén en condiciones de afrontar.
a) Las expensas han sido hechas por el consorcio.- Ésta es la hipótesis normal. El único titular del crédito por expensas
comunes es el consorcio de propietarios; de tal modo que los propietarios individualmente carecen de acción para obligar
al deudor a pagar sus deudas.
En cuanto al deudor, ningún problema hay mientras el propietario que ha incurrido en deuda no ha transferido el dominio
de su unidad. En ese caso él es el único deudor. Pero supongamos que el dominio se ha transferido una o más veces. Para
ese supuesto, la obligación que tienen los propietarios de contribuir al pago de las expensas y primas de seguros total del
edificio, sigue siempre al dominio de sus respectivos pisos o departamentos, aun con respecto a las devengadas antes de su
adquisición. Se trata pues de una obligación real o propter rem, que recae sobre el actual propietario del bien, aunque la
deuda haya sido contraída antes de haber adquirido él el dominio. Se ha cuestionado si esta solución es aplicable aun al
caso de que el departamento se haya adquirido en pública subasta. ¿No es injusto hacer pesar en quien ha confiado en la
subasta judicial una deuda que ignoraba y que aumenta el costo para el adquirente?. Además del argumento fundado en el
texto legal que no hace ninguna distinción, es a nuestro juicio decisiva la consideración de que el consorcio no tiene
porqué perjudicarse por la forma de venta del departamento. Que haya sido privada o en subasta pública, le es indiferente.
No es posible hacer pesar sobre los condóminos una conducta a la que son ajenos.
¿Continúa obligado el anterior propietario que vendió la unidad? La ley no resuelve de modo expreso la cuestión, pero la
jurisprudencia la ha decidido afirmativamente. La solución es razonable, porque el verdadero deudor es el propietario que
no pagó en su momento las deudas comunes; si la ley establece la transmisión de esa obligación a los adquirentes del
departamento es con el propósito de asegurar a los copropietarios la percepción de su crédito.
Pero hay una diferencia entre el deudor originario y la situación de los sucesores en la propiedad del departamento: el
primero está obligado personalmente con todo su patrimonio por la deuda contraída; en tanto que los sucesores
particulares en el dominio sólo están obligados con la cosa transmitida, es decir, con el valor del departamento.
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Y como el verdadero deudor es el propietario que no pagó en su momento la deuda, su sucesor que luego es obligado a
pagarla tiene acción de repetición contra él.
Debe las expensas no sólo el propietario con título debidamente inscripto, sino también quien ha adquirido la unidad por
boleto de compraventa y ha recibido la posesión, lo que es justo, pues es poseedor legítimo y como tal, en nuestra opinión,
titular de un dominio imperfecto.
b) Gastos hechos por uno de los propietarios.- En este supuesto el titular de la acción es naturalmente el propietario que ha
hecho los gastos, quien la conserva aun cuando se haya desprendido de la propiedad del inmueble. Se ha declarado que la
acción debe interponerse contra el consorcio y no contra los propietarios. Nos parece una solución discutible. Si bien no
cabe duda de que es procedente la acción contra el consorcio, no se ve inconveniente procesal en que la acción se dirija
contra cada uno de los copropietarios por separado en la proporción que cada uno le toca en la deuda, porque en definitiva
ellos son los deudores últimos de la obligación. Claro está que razones de economía procesal y de comodidad inducirán
casi siempre al propietario que ha realizado el gasto a dirigir su acción contra el consorcio y no dividirla entre todos los
copropietarios.
EFECTOS DE LA AFECTACIÓN.- La afectación del inmueble al régimen de prehorizontalidad tiene muy importantes
efectos:
a) El propietario queda inhibido para disponer del inmueble o para gravarlo de forma distinta a la que la misma ley
permite. La venta total o parcial del inmueble a terceros no afectará los derechos de los adquirentes de unidades cuyos
contratos hayan sido registrados. Es decir, que la enajenación hecha por el propietario a terceros es válida entre las partes,
pero inoponible a los anteriores adquirentes de unidades que hayan registrado el contrato conforme con lo ordenado en la
ley.
b) Los acreedores con hipoteca constituida conforme con la ley están obligados a aceptar cancelaciones parciales al
escriturarse cada unidad. Aunque la ley no lo prevé, pensamos que igual obligación tienen en el supuesto de ejecución de
la hipoteca
c) En caso de ejecución del inmueble por acreedores hipotecarios o comunes, los adquirentes tienen el derecho a
adjudicarse el inmueble en las condiciones que más adelante se analizarán
Constitución definitiva.-
El reglamento de copropiedad y administración
El proceso de formación del consorcio, en él tiene importancia fundamental el proyecto de reglamento de copropiedad que
puede ser redactado por el dueño de un inmueble que se propone venderlo en propiedad horizontal o por los condóminos
del terreno que se proponen levantar en él un edificio para dividirlo entre ellos en propiedad horizontal.
Pero no hay todavía nada más que un proyecto. El consorcio se constituye definitivamente cuando se otorga por escritura
pública el reglamento de copropiedad y administración, que es el alma del consorcio y sin el cual no se puede otorgar los
títulos de propiedad de cada uno de los propietarios, puesto que la aprobación del reglamento conforme con las
disposiciones de la ley, es indispensable para que la propiedad horizontal nazca a la vida jurídica.
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Mayoría requerida.- contenido del reglamento.- El reglamento es, ya lo hemos dicho, la ley interna, la columna
vertebral de la propiedad horizontal. En él deben estipularse todas las disposiciones que sean necesarias o convenientes
para la vida del consorcio.
1) Especificación de las partes del edificio de propiedad exclusiva, es decir, una descripción de cada una de las unidades
del edificio.
2) Determinación de la proporción que corresponde a cada piso o departamento con relación al valor del conjunto, lo que
es fundamental para establecer la forma y proporción de la contribución de los propietarios a los gastos o expensas
comunes, ello sin perjuicio de que el reglamento disponga que algunos gastos han de distribuirse entre los propietarios en
una proporción distinta.
3) Enumeración de las cosas comunes.
4) Uso de las cosas y servicios comunes; el reglamento puede determinar de qué forma han de usarse las cosas a los
servicios comunes, e inclusive disponer que algunas de las cosas comunes serán de uso exclusivo de algunos de los
propietarios.
5) Destino de las diferentes partes del inmueble. El reglamento debe determinar si las unidades se destinarán a viviendas,
oficinas, locales de comercio, tipo de comercio a que pueden dedicarse, etcétera.
6) Cargas comunes y contribución de los propietarios.
7) Designación de representantes o administrador; retribución y forma de remoción; facultades y obligaciones.
8) Forma y tiempo de convocación a las reuniones ordinarias y extraordinarias de propietarios; persona que las preside;
reglas para deliberar; quorum; l mayorías necesarias para modificar el reglamento y para adoptar otras resoluciones;
cómputo de los votos; representación; va de suyo que el reglamento no puede modificar las mayorías especiales
determinadas en la ley.
9) Persona que ha de certificar los testimonios de las actas de la asamblea del consorcio y sobre la existencia de deudas
por expensas comunes, cuando se lo requiera cualquier escribano que deba autorizar una escritura traslativa de dominio de
las unidades.
10) Constitución de domicilio de los propietarios que no han de habitar el inmueble.
Ésta es la enumeración legal de las disposiciones que deben obligatoriamente contener los reglamentos de copropiedad y
administración, sin perjuicio de las otras estipulaciones que los consorcistas crean pertinentes y que no contraríen el
régimen legal ni el espíritu de la propiedad horizontal.
Administración.- No es concebible la vida del consorcio como persona jurídica sin un órgano que la represente. Por ello
la ley establece que el reglamento de copropiedad debe contener obligatoriamente la designación de un administrador.
Como la ley dispone que la primera designación se hará en el reglamento de copropiedad y la reforma de éste requiere dos
tercios de votos, se ha sostenido que el nombramiento de los nuevos administradores requiere también esa mayoría. Es
una opinión insostenible; la designación de nuevo administrador no importa la reforma del reglamento, que es un cuerpo
normativo; si la ley existe que el reglamento provea a su designación, es porque quiere asegurarse que desde el primer
momento tenga el consorcio su representante legal. Pero la designación es un hecho administrativo, no una norma
reglamentaria. Y como tal, basta la mayoría absoluta prevista por la ley para todos los asuntos de interés común, a menos
que el reglamento determine una mayoría distinta.
La designación se hará por escritura pública; pero este requisito formal es riguroso solamente respecto de terceros; los
copropietarios no pueden fundar en la falta de escritura la impugnación de la designación de administrador que ha sido
tomada por la asamblea conforme a las mayorías establecidas en el reglamento.
Nos parece que el requisito de la designación del administrador por escritura pública es excesivo e innecesariamente
oneroso. Debería bastar el acta autenticada de la asamblea. Por ello aprobamos un fallo de la Cámara del Trabajo de la
Capital que resolvió que basta con la protocolización del acta de la asamblea en que se designó el administrador para
acreditar en juicio la representación del consorcio.
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Se ha previsto dos causales de extinción de la propiedad horizontal: la ruina o destrucción total del edificio o parcial de
más de dos terceras partes de su valor y la vetustez. A estas causales legales puede agregarse, todavía, la concentración de
derechos, que se opera cuando una misma persona adquiere todas las unidades y desafecta al inmueble del régimen de la
propiedad horizontal.
Ruina o destrucción del edificio.- En caso de destrucción total o parcial de más de dos terceras partes del valor,
cualquiera de los propietarios puede pedir la venta del terreno y materiales. Si la mayoría no lo resolviera así, podrá
recurrirse a la autoridad judicial.
Al hablar de valor debe incluirse por cierto el terreno, que integra el valor del inmueble.
Si la destrucción fuere menor, la mayoría puede obligar a la minoría a contribuir a la reconstrucción, quedando autorizada
en caso de negarse a ello dicha minoría, a adquirir la parte de ésta según valuación judicial.
Vale decir, se le brinda a la minoría una opción: o bien contribuir a la reconstrucción o bien vender forzadamente a la
mayoría su unidad, conforme con la valuación judicial.
Vale decir, se le brinda a la minoría una opción: o bien contribuir a la reconstrucción o bien vender forzadamente a la
mayoría su unidad, conforme con la valuación judicial.
Supongamos que un edificio haya sido parcialmente destruido por un rayo, una bomba, un incendio. ¿Por qué los dueños
de las unidades indemnes han de contribuir al pago de la reconstrucción de las unidades dañadas? Es razonable que
contribuyan al pago de las cosas comunes destruidas, pero no se ve porqué han de contribuir también al pago de las partes
privativas.
Claro está que si como consecuencia del evento dañoso ha sufrido la estructura del edificio y su reconstrucción impone la
demolición total, entonces se hace inevitable la venta del terreno y los materiales, incluida la parte que quedó indemne.
Pero si no es así, si la reconstrucción es posible sin afectar las partes que han quedado sanas, los propietarios de las
unidades no dañadas no deberían contribuir a rehacer las unidades privativas dañadas o destruidas.
Vetustez del edificio.- En caso de vetustez del edificio la mayoría que represente más de la mitad del valor podrá resolver
la demolición y venta del terreno y materiales. Si resolviera la reconstrucción, la minoría no podrá ser obligada a
contribuir a ella, pero la mayoría podrá adquirir la parte de los disconformes, según valuación judicial.
A diferencia del caso anterior, en éste la solución legal se justifica de modo pleno. Comprobada la vetustez del edificio, es
natural que la mayoría pueda resolver la demolición y venta del terreno y materiales. Más aún, pensamos que si el grado
de vetustez fuere tal que entrañare peligro, cualquiera de los condóminos puede pedir judicialmente la demolición y venta
del terreno y materiales. Independientemente, claro está, de las atribuciones que tienen las autoridades municipales de
ordenar la demolición de un edificio que amenace peligro.
La apreciación del grado de vetustez del edificio no es cuestión que quede librada a la mayoría; de tal modo que
cualquiera de los copropietarios disconformes puede recurrir ante la justicia y demostrar que el edificio no está en
condiciones tales de vetustez que justifique su demolición.
En otras palabras, lo que la mayoría puede hacer es disponer de demolición y venta del edificio comprobada que sea la
vetustez; pero no puede por sí, y arbitrariamente declarar vetusto un edificio que realmente no lo está.
Si la mayoría resolviera la reconstrucción, la minoría no podrá ser obligada a contribuir a ella, pero la mayoría podrá
adquirir la parte de los disconformes según valuación judicial.
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Está bien que la minoría no pueda ser obligada a contribuir a la reconstrucción, inclusive porque puede no tener
posibilidades económicas de hacerlo; pero su actitud no debe ser obstáculo para la reconstrucción del edificio, si la
mayoría decide adquirir la parte de los disconformes.
12.1. Concepto.- Derecho real de garantía por el que una persona titular del derecho de propiedad de una cosa inmueble o
mueble sujeto a registro, entrega para la inscripción del gravamen determinado, el derecho de registrar el mismo, ante el
registro público correspondiente, con el propósito de garantizar una obligación, en su calidad de deudor hipotecario en
favor de otra persona, quien es el acreedor hipotecario, de la mencionada obligación.
12.2. Características.-
- Es un derecho real de garantía, en este sentido es considerado un gravamen, que limita el derecho de disposición del
propietario.
- Es un derecho accesorio, debido a que el derecho principal es la propiedad, como derecho real sobre cosa propia, y la
hipoteca es constituida sobre la base de la propiedad, en Bolivia se inscribe como gravamen dentro de la matricula
computarizada o folio real del inmueble determinado.
- Es derivada de la obligación, ya que la hipoteca es solo una garantía de la obligación, se inscribe posteriormente al
nacimiento de la obligación y se cancela posteriormente a la finalización de la misma obligación, adicionalmente la
extinción de la hipoteca no provoca la extinción de la obligación.
- Es una limitación al derecho de propiedad, en merito a que el propietario al aceptar o permitir la inscripción de este
gravamen, deja de ser titular del derecho de disposición, por tanto no puede vender o donar el inmueble y solo puede
constituir nueva hipoteca si se establece la existencia de la anterior de manera clara.
- Es indivisible, ya que subsiste por la totalidad del bien hipotecado, eventualmente a medida que se vaya reduciendo el
monto de la obligación también se podrá reducir el monto de la hipoteca, a través de un trámite.
Posteriormente en merito a estas injusticias se creo la Pignus, que era otra forma de garantizar la obligación ya no
transfiriendo la propiedad, sino solo la posesión de una cosa, para garantizar la obligación, sin embargo aun generaba
problemas la Pignus, ya que el propietario se veía privado del disfrute del bien o de su uso con fines productivos.
Finalmente, se decidió crea una institución jurídica, que garantice realmente el cumplimiento de la obligación, sin privar
al propietario del uso y disfrute de la cosa, es por ello que desde Roma hasta la actualidad la hipoteca es el mecanismo
jurídico más conveniente para ambas partes en la garantizar la obligación, porque el propietario sigue usando y
disfrutando de la cosa, mientras que el acreedor hipotecario al registrar su derecho real de garantía, evita que la cosa sea
transferida y así, asegura la preservación de su crédito.
El código civil Boliviano establece tres clases de hipoteca, la voluntaria, la judicial y la legal.
La voluntaria es aquella constituida por un contrato entre partes, de manera formal, es decir con la participación de un
notario de fe pública, de tal manera que el propietario del bien, decida registrar el gravamen como garantía de la
obligación, para que posteriormente sea inscrito este contrato en el registro de los derechos reales.
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La hipoteca judicial, es aquella determinada por la autoridad jurisdiccional, como producto de sentencia de primera
instancia pasada en autoridad de cosa juzgada, es decir no apelada o que hayan sido producto de todos los recursos de la
ley, sin que exista ya, recurso ulterior. Normalmente en proceso ordinarios.
La hipoteca legal, es aquella previamente establecida en la ley, para casos particulares, que se determinan con el propósito
de garantizar el cumplimiento de ciertas obligaciones fundamentales, para el desarrollo y la convivencia pacífica de los
ciudadanos, estas se encuentran en el artículo 1368 del código civil.
II. No se pueden hipotecar las servidumbres independientemente del inmueble respectivo, y la hipoteca sobre el
inmueble alcanza a las servidumbres ya constituidas y a las que se constituyen en el futuro.
III. Los derechos de usufructo, uso y habitación constituidos con posterioridad a la inscripción de la hipoteca toman su
propio rango y son oponibles a terceros desde la fecha de la inscripción.
En el momento en que se hipoteca un derecho real, se lo está haciendo sobre el derecho que le brinda al titular el
mencionado derecho real vale decir sobre la posibilidad de usar y gozar o la posibilidad de construir, no se hipoteca el
inmueble como tal, se hipoteca el derecho.
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13.1. Concepto.- Derecho real de garantía, por el que una persona llamada deudor prendario, entrega la tenencia de una
cosa mueble, de su propiedad, para garantizar el cumplimiento de una obligación a favor de otra persona quien se
constituye en acreedor prendario.
13.2. Características.-
Derecho real de garantía, ya que para perfeccionarse se requiere la entrega física de la cosa, en ese sentido al entregar la
cosa, el propietario se ve restringido del uso, y goce de la misma, en merito a que esta se encuentra bajo tenencia del
acreedor prendario.
Indivisible, en merito a que se entrega la cosa, en su totalidad, esta se encuentra como una unidad funcional, que tienen en
sí misma un valor económico, desmembrarla o dividirla, restaría el valor económico, por lo que la cosa prendada, no
puede ser dividida. Es entrega por completo y debe ser devuelta por completo.
Temporal, porque solo dura el tiempo que se mantiene vigente la obligación, una vez que la obligación se extingue,
también se extingue la prenda, ya sea porque es devuelta al propietario o porque es sujeto de embargo y remate o
consolidación en favor del acreedor prendario.
El acreedor prendario, también tiene el derecho de preferencia, que es el derecho del acreedor para apropiarse de la cosa
prendada, ya sea a través de acuerdos y pactos entre partes o ya sea a través de una determinación judicial.
Finalmente también tiene el derecho apropiarse de los frutos de la cosa, si es que esto está permitido por el deudor-
propietario, pero deberá imputar estos frutos, primero a los gastos y luego a los intereses.
Exigir la conservación y cuidado de la cosa entregada, de tal manera que no pierda su valor o cualidades generales.
Exigir la devolución de la cosa, al momento de evidenciar el pago total de la obligación.
Exigir la reparación o indemnización por los daños causados a la cosa, durante el periodo de tiempo que fue dejada en
prenda.
El acreedor prendario y el depositario, ya sea la misma persona o diferentes, tienen la obligación de cuidar, proteger y
resguardar la cosa, tal como lo haría un buen pater familias, es una obligación que se le impone en su calidad de
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depositario, pero si el depositario, es un tercero el acreedor prendario se convierte en garante del tercero sobre la
obligación de cuidado.
La prenda de créditos.- La prenda de créditos, se realiza con la entrega y endoso del documento en el que se evidencia la
existencia del crédito, el endoso debe expresar la palabra “en garantía”, para que se diferencie de la Cesión de créditos y
puede realizarse sobre, documentos privados reconocidos, documentos públicos, a través de otro documento público,
títulos y otros documentos comerciales.
La Prenda sin desplazamiento.- Es un derecho real de garantía que se evidencia en un contrato de préstamo de dinero, por
el que una institución financiera entrega un préstamo con la garantía de cosas muebles productivas, así por ejemplo al
ganadero podrá prestarle con la garantía de las cabezas de ganado, al hotelero con la garantía de las camas, televisores y
demás muebles que se encuentren en el hotel y al agricultor podrá entregarle con la garantía de tractores, y demás
herramientas agrícolas.
La prenda sin desplazamiento tiene el objetivo, de garantizar el cumplimiento de la obligación, sin privar al emprendedor
productivo de las herramientas de su trabajo, que serán a su vez los mecanismos necesarios para el pago de la deuda.
El deudor prendario se constituye en depositario, (quien esta a cargo del resguardo y protección), de sus propias cosas
productivas, bajo un inventario que el acreedor tendrá en su poder, normalmente este inventario debe ser notariado.
14.1. Ubicación del contrato dentro de la clasificación de los hechos y negocios jurídicos.
Como lo hemos dicho en reiteradas oportunidades, el contrato es el principal acto jurídico, porque es un acto voluntario
realizado por las personas, con la finalidad de producir efectos jurídicos, es en la práctica de la realidad cotidiana el
perfecto acto jurídico que las personas realizan en todas las facetas de su vida y este acto desde el punto de vista doctrinal
tiene varias regulaciones de conducta, mas allá de la libertad contractual y los usos contractuales que puedan existir.
El negocio jurídico como cauce de exteriorización del principio de autonomía privada en su faceta del poder de creación,
modificación o extinción de relaciones jurídicas y conformación o autorregulación de las mismas, es el instrumento
práctico con el que cuentan los particulares para el efectivo ejercicio del poder reconocido en virtud de dicho principio.
El precepto negocial, como expresión del contenido preceptivo del negocio, representa al conjunto de reglas de conducta
establecidas por las partes para regular una relación jurídica por ellos mismos creada, con eficacia vinculante para sus
otorgantes desde su creación; es decir, como regulación vinculante de intereses dispuesta para el futuro por los propios
interesados. Esta eficacia vinculante- con refrendo positivo a través de la fórmula fuerza de ley- no significa la atribución
de normatividad jurídica al precepto negocial, sino vinculante como determinante de una conducta o de un
comportamiento concreto, para los sujetos de una relación.
La intervención el Orden jurídico en el proceso formativo del negocio se despliega desde una doble vertiente; por un lado
mediante un reconocimiento del principio de autonomía privada, previo, genérico e independiente de la formación del
negocio, y, por otro lado, mediante un reconocimiento posterior, por el que, perfeccionado el negocio y valorado
positivamente, se integra dentro del sistema negocial, atribuyendo, colmando o modificando los efectos jurídicos
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El consentimiento, entendido como la exteriorización de la voluntad, misma que tiene tres elementos, el discernimiento,
la intención y la libertad, situación que deja claramente establecido quienes pueden dar su consentimiento y desde un
punto de vista estrictamente legal, los menores de edad y los interdictos, carecen de discernimiento y por tanto mal podrán
expresar su consentimiento. El consentimiento puede conferirse de cuatro formas, Verbal, escrita, a través de actos
inequívocos y por el silencio solo cuando la ley lo permite.
El objeto, entendido como la prestación debida, por el deudor a favor del acreedor, que puede ser de Dar, de Hacer o de
No Hacer, el objeto en las prestaciones de Dar, también está compuesto por la cosa, convirtiéndose de esta manera en el
objeto del objeto. Entendemos que el objeto de la obligación es la prestación, pero desde la mayoritaria posición de la
doctrinal internacional, diremos que el objeto de la obligación es a su vez el objeto del contrato.
Causa, entendida como el conjunto de razones prácticas que llevan a la realización de un acto jurídico, de un negocio
jurídico, se diferencia del motivo, siendo este el conjunto de razones psicológicas, que llevan a la realización del acto
jurídico, por tanto la causa si es regulable, el motivo no. Este criterio supera el debate clásica entre las teorías causalistas y
anticausalista.
Forma, que es el conjunto de solemnidades, que deben realizarse para que el acto jurídico (contrato), pueda tener validez
ante la ley y ante la sociedad, estas solemnidades en la actualidad se realizan por ante Notario de fe pública y es
básicamente la elaboración de una minuta, que sea protocolizada, archivada y que se expida el correspondiente testimonio
del protocolo, a los interesados, de tal manera que se cumpla con la forma exigida por el código civil.
El contrato es la principal fuente de las obligaciones, el efecto fundamental del contrato es obligar a las partes: vincularlas.
Recordemos que, las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes, y deben
cumplirse al tenor de los mismos. No dice el precepto, que el contrato sea ley, sino que las obligaciones nacidas de él
vinculan a su cumplimiento como la ley misma: el contrato no tiene la generalidad de la ley, no obliga a todos los
súbditos, sino a las partes contratantes; pero entre éstas tiene la misma autoridad.
Vinculadas recíprocamente las partes, ninguna puede romper por su voluntad el contrato, si bien podrá rescindirlo en
aquellos casos en que excepcionalmente lo permite la ley. El segundo efecto de los contratos se refiere a que en principio
este limitado a las partes conforme a las estipulaciones del contrato.
Cuando se habla de las partes no se considera estas en forma restrictivas, es decir, únicamente entre las personas entre
quienes han pasado los contratos, sino que abarca también a los herederos y sucesores universales.
Quiere decir este precepto que el efecto vinculante del contrato sólo se produce entre las partes, es decir, entre quienes lo
otorgan (no quienes asisten al contrato como notario, testigos, etc.)
Por el contrario, los contratos no obligan a los terceros, es decir, a quienes no son parte contratante. Esto, no implica que
el contrato no sea oponible a los terceros. No les obliga, pero también frente a ellos existe y han de respetar sus
consecuencias.
La cosa se ve más clara en la adquisición de la propiedad: nadie niega que los terceros hayan de respetar la que yo he
adquirido por contrato, al comprar el piso en que vivo. Pero también han de respetar los terceros todas las relaciones de
obligación válidamente constituidas, aunque no sean parte en ellas, y si causan un perjuicio injusto al crédito ajeno
mediando negligencia, incurren en responsabilidad extracontractual.
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Principio de libertad contractual. Las Partes, pueden negociar libremente el contenido de los contratos, ya sea que se
adecuen a aquellos nominados en el código civil o no, la principal limitación a esa libertad, es la Ley.
Principio de eficacia relativa del contrato. Arts. 450, 452, 454 y 519.-
Los contratos rigen entre las partes en su caso rigen para sus sucesores, sin embargo existen excepciones de la relatividad
de los efectos que son:
Cuando las obligaciones nacidas de dicho contrato fueren inherentes a la persona de las partes.
Cuando tal extensión resultare contraria de una disposición expresa de la ley
Y, cuando tal extensión fuere prohibida por una cláusula del contrato o por la naturaleza misma del acto contractual.
Resolución, forma de extinción de los contratos, pactada entre las partes y plasmada en el contrato en una de sus
cláusulas, en su defecto si es que el contrato es nominado, las causales de resolución pueden estar contempladas en el
código civil.
Revocación, extinción del contrato por decisión unilateral, en este sentido solo puede realizarse en aquellos contratos en
los cuales, lo primordial es la voluntad de una de las partes, como la donación y el mandato.
Nulidad, esta forma de extinción, está contemplada en el código civil en el artículo 549, por estas razones el contrato no
surte efectos y aquellos que hubiera producido, deben ser retrotraídos.
Anulabilidad, de la misma manera que la nulidad, esta es una forma de extinción muy específica y está contemplada en el
código civil, en el artículo 554, por estas razones el contrato solo surte efectos hasta el momento en que se declaró la
anulación.
14.5. Regulación de los contratos.- Es importante hacer notar la diferencia en la regulación de los contratos entre
nominados y los innominados, entendemos que los contratos son aquellos cuyos efectos, derechos y obligaciones, se
encuentran establecidos en el código civil, código de comercio y otras leyes sobre la materia.
La libertad contractual, ofrece la posibilidad, de regular los contratos innominados, conforme la voluntad y decisiones de
las partes, y estos no deberán exceder los limites.
Los actos y hechos ilícitos, son la principal fuente de las obligaciones de tipo extracontractual, debido a que en este caso
la obligación de la reparación del daño surge en razón a que, se producen situaciones lesivas a bienes jurídicamente
protegidos.
Hechos ilícitos- concepto y elementos de los actos ilícitos.- Para que exista un acto ilícito, del punto de vista del derecho
civil, es indispensable:
a) Que sea contrario a la ley;
b) Que haya ocasionado un daño a terceros. En efecto, mientras no haya un tercero damnificado, no interesa, en el
orden civil, juzgar la actitud e ilicitud de la conducta humana, puesto que el interés es la medida de las acciones.
Este daño puede ser actual (ya producido) o simplemente eventual (futuro y posible); aun en este último caso, es
evidente el interés de la víctima de poder ejercer las acciones que eviten o prevengan el evento dañoso. Así, por
ejemplo, si mediante dolo o violencia una persona ha conseguido de otra la firma de un contrato que tendrá
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indudablemente para ésta graves consecuencias económicas, habrá derecho a reclamar la nulidad, aunque todavía
no hayan tenido lugar esas consecuencias dañosas.
15.2. Delitos y cuasidelitos.- Los actos ilícitos se clasifican en delitos y cuasidelitos. Los primeros son aquellos realizados
con la intención de producir el resultado contrario a la ley; así, por ejemplo, el homicidio o lesiones premeditados, el
robo, etcétera. En los segundos, en cambio, no media intención, sino que el daño ha resultado de un acto (o de una
omisión) llevado a cabo sin tomar todas las diligencias para evitar el daño: ejemplo típico es el accidente de tránsito
ocasionado por el exceso de velocidad o por cualquier otra negligencia.
Consecuencias de la distinción entre delitos y cuasidelitos.- Interesa formular con certeza esta distinción, por las
consecuencias que tiene en orden a la responsabilidad del agente.
a) Si el hecho es culposo, el autor no responde de las consecuencias casuales; pero sí responderá cuando hay dolo y las
tuvo en miras al ejecutar el hecho.
Vale decir que no basta que haya dolo (cuyas consecuencias, en principio, son las mismas que las de la culpa), sino que es
necesario además que el autor del hecho haya tenido en mira determinadas consecuencias casuales al cometerlo. Basta con
decirlo, para advertir que esta diferencia tiene muy escasa significación, porque es muy poco probable que un delito se
cometa teniendo en mira una cierta consecuencia casual y más difícil todavía probar que se la tuvo en mira. Finalmente, si
se prueba que se tuvo en mira, será poco menos que imposible que se trate de una consecuencia casual.
b) El coautor de un delito civil que hubiera indemnizado a la víctima, no tiene acción contra sus coautores para
reclamarles la parte que a ellos les correspondiere; en cambio en un cuasidelito eso podría intentarse.
c) Tratándose de un cuasidelito, los jueces pueden disminuir equitativamente el monto de la indemnización de los daños
probados en atención a la situación patrimonial del deudor; en cambio, si hay dolo, los jueces carecen de tal atribución y
deben indemnizarse todos los daños probados a su verdadero valor.
Es necesario no confundir el delito civil con el criminal. El primero está caracterizado, según ya lo hemos dicho, por la
intención de cometer el acto contrario a la ley. En cambio, delito criminal es todo acto previsto y penado por las leyes
penales, sea intencional o culposo. De esta divergencia conceptual resulta que muchas veces un hecho importa la comisión
de un delito criminal, pero no de uno civil, y viceversa. Así, por ejemplo, un homicidio culposo, tal como el que resulta de
un accidente de tránsito, es un delito criminal, pero no civil; antes bien, es un caso típico de cuasidelito.
Además, el daño causado no es elemento indispensable del delito criminal, como es en el civil; la simple tentativa es un
hecho punible.
Transgresión a la ley.
Un daño causado.
Relación de causalidad entre el hecho y el daño. Las relaciones de causalidad deben ser determinadas en cada
caso individual y con cuidado de no exagerar los nexos de causación.
Imputabilidad. El hecho debe ser imputable a la persona de la que se reclama la reparación del daño.
15.3.1. Hecho positivo o negativo que transgreda la ley. Art. 984.- Quien con un hecho doloso o culposo ocasiona a
otro un daño, queda obligado a su cumplimiento. El hecho es un suceso dañino, al ser este lesivo de un bien
jurídico protegido, deberá ser sancionado y también deberá ser sujeto a la reparación del daño civil.
15.3.2. Daño causado. Art. 994.- El perjudicado puede pedir cuando sea posible el resarcimiento del daño en especie,
cuando pueda ser posible el daño debe resarcirse valorando la ganancia dejada de percibir, y el daño directo
emergente del hecho dañino.
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15.3.3. Relación de causalidad. La causa adecuada. La causalidad indirecta. Interrupción del nexo causal. Art.
994 p. I.
En tal contexto, encontramos una vinculación íntima entre la causa y la culpa, en este caso, de la causa y la imputabilidad,
por lo que procederemos a presentar las clasificaciones más importantes.
El empleado negligente no es responsable de la muerte del padre, quien se lanzo voluntariamente a la vía en socorro del
hijo; en una palabra, se responde de la "culpa inmediata" no de la "culpa mediata" porque esta más bien es una ocasión de
la causa y no una causa de la causa, y la culpa debe tener una relación directa con el hecho incriminado.
No hay relación de causalidad.
La voluntariedad de la acción u omisión o voluntariedad de la causa es el elemento común a todos los delitos y debe
encontrarse también en el delito culposo. Se trata de la exigencia mínima para que un hecho pueda tener importancia
penal.
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3) Que el hecho no querido se verifique por la imprudencia, negligencia, impericia o inobservancia de reglamentos,
ordenes o instrucciones.
Se requiere en tercer lugar que el hecho no querido sea la consecuencia de un comportamiento voluntario, contrario a las
normas o reglas de conducta que imponen al hombre que vive en sociedad una actuación prudente y diligente en forma tal
de evitar hechos dañosos, en lo cual radica la esencia de la culpa.
Se entiende por daño la pérdida o menoscabo sufrido en el patrimonio, por la realización del hecho que la ley considera
fuente de responsabilidad, reputándose perjuicio la privación de cualquier ganancia lícita que se habría obtenido, de no
haberse realizado el hecho considerado por la ley como fuente de la responsabilidad.
Lato sensu, el término "daño" se refiere a toda suerte de mal material o moral. Más particularmente, en Derecho Civil, la
palabra "daño" representa al detrimento, perjuicio menoscabo que por acción de otro se recibe en la persona o en los
bienes.
El daño puede provenir de dolo, de culpa o de caso fortuito, según el grado de malicia, negligencia o casualidad de entre
el autor y el efecto. En principio, el daño doloso obliga al resarcimiento y acarrea una sanción penal; el culposo suele
llevar consigo tan solo indemnización, y el fortuito exime en la generalidad de los casos, dentro de la complejidad de esta
materia.
Rafael Piña Varo, en su Diccionario de Derecho, define el daño como la pérdida o menoscabo sufrido en el patrimonio
por la falta de cumplimiento de una obligación. Esta definición se debe entender en el sentido de daño material. El daño
también puede ser moral.
Para los efectos de la reparación, se considera como daño emergente el detrimento, menoscabo o destrucción material de
bienes, con independencia de los efectos patrimoniales o de otra índole que el mal origine. El daño emergente, la pérdida
de sobrevenida al acreedor por culpa u obra del deudor, al no cumplir la obligación, se traduce en una disminución de su
patrimonio.
15.4. Imputabilidad. Culpa y dolo. Incapacidad. Estado de necesidad. Legítima defensa. Arts. 984, 985, 986,
988 y 989.
La legítima defensa, admitida con claridad ya en el Derecho romano (naturalis ratio permitit se defendere), autoriza
actuar en defensa de la vida, libertad, honor, cuerpo, bienes. Supone una agresión ilegítima y actual: no cabe defenderse
reaccionando contra agresiones pasadas ni previniendo agresiones futuras. Debe haber necesidad racional del medio
empleado para impedir o repeler la agresión. Y no debe haber provocación suficiente por parte del agredido que se
defiende. Es un eximente de responsabilidad, recogido ya en el Código penal.
La noción de la legítima defensa, dada resumidamente en líneas anteriores, se infiere de lo dispuesto por el Código penal
y refleja la circunstancia de cometer un acto constreñido por la necesidad de defender un derecho propio o ajeno, contra el
peligro actual de una ofensa injusta. De ahí que el tenor del artículo coincide ajustadamente con el de su concordante en el
ordenamiento punitivo. Es pues un eximente de la obligación legal del resarcimiento, aun originando daño.
El estado de necesidad, también tiene antecedentes romanos incidentales en la Lex Rhodia de iauctu, que regula la
echazón de mercaderías al mar en caso de peligro (Scaevola). Es otro eximente de responsabilidad penal. Debe tenerse en
cuenta ciertas condiciones: a) el mal causado ha de ser menor que el que se trate de evitar; b) que la situación de necesidad
no haya sido intencionalmente provocada, y c) que el necesitado no tenga, por oficio o cargo, obligación de sacrificarse.
El sujeto en estado de necesidad, se ve precisado a optar entre recibir un daño o tolerar que otro lo reciba y ocasionar él el
daño a un tercero. Al atenerse a tal alternativa y producir el daño, aunque éste haya sido inferido consciente y
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voluntariamente, no se le considera injusto. Más, a diferencia de lo que ocurre con la legítima defensa, la ley discrimina el
caso del estado de necesidad. Considera que no es lícito el acto, por cuya virtud no aparece el concepto de resarcimiento
en el precepto; pero, como no se puede dejar pasar un injusto enriquecimiento (Messineo), contempla el deber de abonar
una indemnización, cuyo monto ha de corresponder al beneficio personalmente obtenido por el sujeto causante del daño
por razón del estado de necesidad y que, naturalmente, será determinado en su caso por el juez. Esta indemnización, no se
paga en el supuesto del art. siguiente en el que el causante del estado de necesidad queda obligado al resarcimiento.
Emana de lo expuesto, la diferencia entre el daño inferido por legítima defensa y daño inferido en estado de necesidad: en
el primer caso, se produce el daño al autor de un acto ilícito del cual se defiende el ofendido sin cometer, por eso, ilicitud,
cuando la defensa se contiene en los límites que señala el art. 985. En el segundo caso, el daño es ocasionado a persona no
culpable y que no comete ilicitud. Esto explica (Messineo) que en la legítima defensa no se deba ni resarcimiento ni
indemnización y que en el estado de necesidad, se deba, por el contrario, una indemnización.
15.5. Efectos del acto ilícito. El deber de resarcimiento. Pluralidad de autores y solidaridad. Arts. 984 y 999.
El eje cardinal del problema de la responsabilidad civil es saber, cuando un daño ha sido ocasionado, quien debe soportar
el perjuicio. Ninguna ley puede impedir que aquel se produzca. Su función consiste, entonces, consumado el hecho, en
hacer gravitar la carga del perjuicio como mejor convenga a la justicia y a la utilidad del orden social.
Hasta mediados del siglo XIX, imperó sin mayor discusión la regla clásica de la responsabilidad por culpa. El impacto del
industrialismo y el desarrollo de los medios de transporte, crean nuevas circunstancias, y hacen surgir la corriente
doctrinal que funda la responsabilidad en la teoría del riesgo, en la equidad y en el principio quibus est commudum ejus
est periculum, que podría gráficamente (Scaevola) traducirse así: el que está a las maduras, debe estar a las duras.
El movimiento codificador, sin embargo, ha mantenido generalmente el sistema clásico romanista que puede sintetizarse
así:
1) Regla general: no hay responsabilidad por el hecho personal sin dolo o culpa, noción que excluye el caso fortuito y la
fuerza mayor.
2) Si hay culpa del perjudicado, no hay responsabilidad.
3) Por los hechos ajenos (dependientes o subordinados), hay presunción iuris tantum de culpa.
4) Por los hechos de animales y cosas inanimadas, se calcan los textos romanos y se interpretan como excepciones no
susceptibles de ampliación.
5) La prueba corresponde al que reclama la reparación, aunque avanza la tendencia a invertir la carga de la prueba de la
culpa.
La responsabilidad extracontractual, se diferencia de la responsabilidad contractual. Esa diferencia, más que de naturaleza
es de origen. La una es generada por el contrato, la otra por un hecho ilícito extracontrato. Aunque ambas son fuente de
obligaciones, por su diverso origen, las acciones que causan son distintas y no son acumulables (P. Vives).
La obligación que deriva del acto ilícito, es un caso de obligación legal, que nace, no porque lo quiere el obligado, sino
porque así lo dispone la ley, en vista de la naturaleza de ese acto y de los efectos que de el nacen para los terceros
(Messineo).
La hipótesis normal en la responsabilidad extracontractual o aquiliana (llamada también así por la Lex Aquilia, su remoto
origen) es que ella proviene de los actos propios de una persona.
Messineo, pone en claro las diferencias entre daño contractual y daño extracontractual y entre los elementos de las dos
respectivas acciones de resarcimiento. En la responsabilidad contractual, el deber de resarcir emana del incumplimiento de
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una obligación derivada de una relación preconstituida, que configura el comportamiento doloso o culposo del
responsable. En la responsabilidad extracontractual, el deber de resarcimiento nace como obligación primaria y de manera
inmediata, por causa de la lesión del derecho ajeno.
Para poder reputar culpable a la víctima del hecho dañoso que originó la responsabilidad civil debe probarse que el daño
se produjo por la causa eficiente de la pasiva, caso en el cual no es responsable la demandada, esto significa que si el
hecho generador se hubiera producido aun sin la intervención de ésta, entonces no existe responsabilidad, pero si se
demuestra que la conducta de la demandada originó la causa determinante y eficiente del daño, aun cuando la última al
hecho lesivo hubiera sido de la pasiva, será responsable aquélla.
La solidaridad establecida por el art. 999, es regla de rigor para los coautores de un daño. Una antigua tradición, estableció
la regla de la obligación solidaria, de reparar el daño por todos los que hayan tomado parte en un mismo acto ilícito, por
extensión de la regla establecida para las infracciones penales
15.6. Responsabilidad por hechos propios. Consentimiento de la víctima, concurso de culpas y culpa de la víctima.
¿Responsabilidad objetiva?. Actividad peligrosa. Art. 998.
El artículo, relativo a los daños que ocasiona una determinada actividad peligrosa, ha merecido por parte del Código un
tratamiento consecuente con la teoría de la presunción de la responsabilidad, que ha seguido en los arts. 995 y 997,
apartándose así del cuarto de conversión de su modelo italiano (art. 2050), muy criticado por los autores en este punto;
pues, este art. 2050 del Cgo. italiano, sobre la actividad peligrosa, atenúa el rigor de la presunción y admite una prueba en
contrario, para demostrar que el responsable había adoptado todas las medidas idóneas para evitar el daño (con el cuidado
de un hombre particularmente diligente: Messineo). Frente al movimiento codificador moderno, "el Código italiano -dice
Pérez Vives- lejos de implicar un avance, supone un retroceso y una manifiesta injusticia, sólo explicable por la influencia
reaccionaria del capital industrial dentro del régimen fascista que expidió el Código", particularmente cuando la máxima
diligencia, superior a la normal del bonus pater familiae, debe exigirse a quien ejercite una actividad peligrosa.
Estas reglas han de considerarse en concordancia con las relativas a la patria potestad y a la tutela, normadas por el
Código de familia (arts. 249 y s. y 283 y s.).
Se considera que la responsabilidad del padre es directa, derivada del hecho del progenitor mismo, concebido el hecho
como de responsabilidad objetiva (Messineo), porque, tanto para el padre como para el tutor, esta responsabilidad no
depende de la representación legal del hijo o del pupilo. Para los progenitores, la responsabilidad, tanto del padre como de
la madre, es conjunta, por el hecho de que ambos están investidos de la patria potestad como officium conferido por la
ley, independientemente del hecho de que el ejercicio de esa potestad sea del padre o de la madre, aunque ha de tenerse en
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cuenta que el hijo o pupilo debe habitar con quien es declarado responsable por la ley. La mencionada cohabitación no ha
de entenderse en sentido literalmente riguroso de convivencia bajo el mismo techo, y es suficiente a los efectos de la regla
del art. que el padre (o el tutor) tenga de posibilidad de vigilar la conducta del hijo, aun mediante el concurso de otra
persona.
Discípulos y aprendices, son términos que comprenden todos los casos en que se ejercita sobre el autor del daño, una
acción educativa, aun cuando el discípulo o el aprendiz sea mayor de edad, según la disposición fuente y correspondiente
comentario de Messineo. Pero, el artículo, en su adopción, ha sido limitado a los discípulos y aprendices menores, sin que
se sepa la razón de la limitación. También los términos profesores y maestros, suponen funciones igualmente educativas
que obligan, por razón del oficio, a la vigilancia.
No comprende la regla, habida cuenta el significado de los términos analizados, a quienes enseñan sin específicas
funciones educativas y sí sólo didácticas que enseñan alguna cosa diversa de oficio, como el maestro de la escuela
primaria o el profesor de disciplinas científicas o literarias y similares (público o privado), según observa Messineo,
porque en tales casos, de ordinario, no está encargado también de la vigilancia, salvo que ésta la haya sido encomendada.
Los profesores de la enseñanza pública, que no poseen la vigilancia de sus estudiantes, no pueden ser acusados por falta
de vigilancia, señalan los Hnos. Mazeaud, comentando una ley de 1937, dada en Francia sobre el particular.
El no haber podido impedir el hecho, cuando está debidamente demostrado, es prueba liberatoria de la responsabilidad.
Ha de agregarse, recomienda Messineo, que al efecto debe entenderse la posibilidad de impedir el hecho empleando los
medios ordinarios idóneos para ello, lo que implica en que casos de especial peligrosidad del menor, de educación,
insuficiente y similares, el responsable de la vigilancia haya tomado las medidas preventivas convenientes.
El límite de la responsabilidad del patrón o del comitente, está circunscrito a que el acto ilícito del dependiente se realice
en el ejercicio de la incumbencia a que está destinado, porque en caso contrario (inclusive en los casos en que no está de
servicio), falta el nexo de causalidad entre la incumbencia del supuesto y el evento dañoso. Por eso, es opinión
predominante que, el acto doloso, no meramente culposo, del dependiente, rompe la responsabilidad del patrón o
comitente que recae directamente sobre el autor del hecho dañoso.
Faltan en el Título las reglas necesarias para determinar la responsabilidad civil del Estado y de sus funcionarios, extremo
que muchas legislaciones incluyen entre sus reglas, (Cgo. español, art. 1903; Cgo. argentino, art. 1112; Cgo. mexicano,
art. 1928; Cgo. chino, art. 186; Cgo. etíope art. 2126). Es comprensible que el Cgo. italiano, dada la influencia ideológica
bajo la cual ha sido elaborado, haya omitido el tema. Pero en Bolivia, existe el antecedente del Anteproyecto de Ossorio
que la incluye en el art. 928 con esta fundamentación: "El Estado, por los extravíos de sus agentes, origina agravio en la
salud, en la vida, en la tranquilidad, en la honra, en los intereses de todos sus súbditos. Negar su responsabilidad, es erigir
un régimen de gobierno absoluto. En un Estado de Derecho, no se concibe". En Bolivia, la Ley SAFCO, y sus subsistemas
y normas conexas, son las que regulan los mecanismos de responsabilidad en el ejercicio de la función pública.
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Por otro lado en todos estos casos, el responsable de las personas mencionadas, puede según lo establece el art. 993, del
código civil, acceder a la repetición, aunque parece que no puede haber lugar a la repetición de que trata este artículo para
las personas comprendidas en el art. 990. Messineo estima que ella puede consentirse, dentro de ciertos límites, los cuales,
según el autor del Manual, estarían determinados por la capacidad natural (capacidad de entender y de querer) del menor y
la capacidad penal (que el c.p. en Bolivia fija en 16 años). Agrega el citado autor, que no aparecen en las crónicas
judiciales casos de esta naturaleza, ni aun en supuestos de que el hijo menor esté provisto de patrimonio propio, todo lo
que puede comprenderse por razones de mero hecho.
En todos los casos de repetición legislado por el artículo, desde luego, ella está condicionada a que el materialmente
responsable esté en situación de resarcir, circunstancia de hecho que, cual lo ve el propio Messineo, hace dudar del
fundamento del principio.
Como la norma se refiere concretamente a cosa inanimada, esto es, no-viviente, comprende cosas, muebles o inmuebles,
excluídos los semovientes (animales), que son objetos de norma particular (art. siguiente, 996). Para los fines del precepto
en examen, no importa que la cosa sea propia del custodio o que pertenezca a terceros, toda vez que es al custodio a quien
incumbe la obligación de vigilancia, guarda y control. El precepto rige para el propietario, principalmente, pero también
se aplica al no-propietario, poseedor o detentador de la cosa.
El caso del art. es, según observa Messineo, uno de responsabilidad objetiva, porque cae completamente dentro del ámbito
del principio ubi- commoda ibi et incommoda, que constituye su base, aunque no deja de admitir apariencias contrarias
relacionadas con la idea de la culpa in vigilando. Funda su opinión el autor citado en que en el supuesto que se examina,
no es necesaria una culpabilidad en el acto, esto es, que a los efectos de la imputabilidad no es necesario que el sujeto del
acto dañoso incurra en culpa, porque él responde aunque no sea culpable, lo que no condice exactamente con la facultad
de prueba contraria alegando caso fortuito, fuerza mayor o culpa de la víctima.
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ocasione el mal estado del algún edificio, árbol, columna, o cualquier otro objeto análogo, cuya caída pueda ocasionar
daños a las personas o a las causas (art. 615 p.c.). La culpa de la víctima o el caso (fortuito de fuerza mayor), son
eximentes de responsabilidad, en el supuesto de este art. como en el de los dos anteriores. Art. 997 CC.
A diferencia del caso previsto en el art. anterior, la responsabilidad o ruina no incumbe en supuesto alguno -se dice- a
quien goza directamente del edificio (salvo que sea el propietario). Como el mantenimiento del mismo no corresponda al
locatario (excepto las reparaciones menores, según el art. 690 y cuya omisión no puede ser naturalmente causa de ruina) la
responsabilidad corresponde al arrendador o propietario (Messineo). Sin embargo, esta conclusión no parece conformarse
ni concordar con las previsiones del art. 703. Así se entienda ruina, limitadamente, como desintegración, hundimiento,
caída de materiales, que lesionen personas o cosas o que las sepulten (Messineo), eso supone perecimiento de la cosa a
tenor del citado art. 703 (1588 del c.c. it.) del cual y de sus consecuencias, la ley hace responsable al arrendatario (que no
es ni puede ser el propietario), si no demuestra que no tuvo culpa.
Ha de superarse la contradicción de la ley en este punto, con una benévola interpretación, por cuya virtud, en el caso del
art. 703, el no-propietario (locatario) responde por la cosa misma y, en el caso del art. en examen de las lesiones que ese
perecimiento ocasione a las personas o al patrimonio de terceros, responde únicamente el propietario. La interpretación de
que precisamente el hecho culposo del locatario abre el resarcimiento, salva la contradicción anotada.
En caso de condominio de edificio (art. 184), la responsabilidad se distribuye entre los condóminos, en razón de su
participación en la cosa común.
Noción.-
La transmisión de la obligación es el acto por el cual se la transfiere a otra persona sea en su aspecto activo sesión de
crédito, sea en su aspecto pasivo a su noción de deuda. Por tanto, ópera una sucesión en la persona del acreedor o del
deudor, sin que de pronto cambio alguno en los demás elementos prestación y causa de la obligación. La diferencia con la
novación subjetiva radica en que si bien ambas figuras lo único que cambio son los sujetos, en la novación subjetiva las
partes tienen la voluntad de constituir una nueva obligación.
En las obligaciones inherentes a la persona en las obligaciones intuito personae, como quiera que la persona del sujeto, es
un elemento esencial, la transmisión de las obligaciones no podrá hacerse sin afectarla fundamentalmente en su
integridad.
Antecedentes Históricos.- Toda vez que en el derecho romano se consideraba a la obligación como un vínculo de
persona a persona, no habría transmisibilidad del obligación en ninguno de sus aspectos. Pero, poco a poco se fue
posibilitando la transmisión de las obligaciones tanto por muerte de las personas cuanto por la cesión de créditos
propiamente dicha, aunque ingeniando formas para tratar de no apartarse de la concepción personalista del vínculo
obligatorio.
Mucho más resistida fue la aceptación de la transmisión de las deudas; el derecho romano no la conoció bajo el argumento
de que no se debe permitir al deudor que disponga, sin consentimiento del acreedor, del vínculo jurídico que para él
constituye una carga.
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La definición no es del todo exacta con determinados tipos de cesión que importan no una transferencia propiamente
dicha del crédito pronto se trata de la cesión en garantía. Ej. Garantizo el cumplimiento de mi deuda para con Javier, con
la cesión de créditos respecto del cual soy titular. Y del usufructo de créditos. Ej. Estipulo con mi hijo que los intereses de
mi cuenta bancaria irán su cuenta bancaria. Art. 384 al 394 del código civil.
Naturaleza y caracteres.-
Para algunos autores la cesión de créditos un contrato. Otros autores rechazan este carácter contractual de la cesión de
créditos, pues objetivo no es crear obligación sino que se refiere a obligaciones preexistentes y sus finalidades
transmitirlas.
Caracteres
- Es una relación jurídica que solo puede nacer de la voluntad de las partes y no de la ley.
- Es un contrato formal, aunque no de tipo legal. Debe ser hecho por escrito y ante notario de fe pública de acuerdo
a su relevancia y cuantía.
- Cuando la cesión es a título oneroso, el contrato bilateral y es unilateral si es a título gratuito.
- Como venta: Ej. A tiene un crédito por $us. 10000 con su deudor B; a vende su crédito a C, por $us. 9000.
- Como permuta: Ej. A es titular de un crédito con B, cuya prestación es un cuadro de Da Vinci, A decide permutar
su crédito con la vagoneta Ford Explorer de C.
- Como donación: Ej. A es titular de una crédito con B cuya prestación asciende a la suma de Sus. 1000. A decide
donar su crédito a su amigo C.
- Como forma de pago: Ej. A es titular de un crédito por un valor de Bs. 10000 cuyo deudor es C. Pero a su vez A
es deudor de un crédito por Bs. 20000 cuyo titular es B. Entonces A cede su crédito a B como parte de pago por la
deuda que tiene con este.
Sujetos de la cesión.-
La relación jurídica se establece únicamente entre el cedente y el cesionario, El deudor cedido es ajeno al convenio y es
considerado por la doctrina como un tercero con respecto a la cesión.
La capacidad exigida por la ley a los sujetos, a los efectos de la realización de esta clase de convenio es la necesaria para
la celebración de actos de disposición.
Objeto.-
Puede constituir el objeto de una cesión:
a) Créditos exigibles de diversa naturaleza:
Condicionales.- Pueden ser cedidos como tales.
A plazo.- Pueden ser cedidos aun con mayor razón pues esta figura jurídica no afecta para nada la existencia de la
obligación y únicamente difiere o resuelve el derecho a exigirla.
Aleatorios.- Dependen del azar o alea. Ej. Los contratos de minería.
Litigiosos.- No basta la circunstancia de que el mismo esté relacionado con un juicio, sino que es menester que
medie contradicción en cuanto a su existencia, su subsistencia, su alcance o su monto.
b) Derechos sobre cosas futuras, como los frutos naturales o civiles de un inmueble, puede igualmente ser cedidos con
anticipación.
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A- Prohibición Legal.-
Los derechos de uso y habitación. Art. 252 CC
Las esperanzas de sucesión, es decir los derechos expectaticios. Ej. Vender la parte que me tocara cuando mi
Padre se muera.
Las pensiones de asistencia familiar.
Asimismo establece el Art. 386, quienes no puede ser cesionarios directa o indirectamente.
B- Prohibición convencional.-
Las partes pueden convenir que el derecho no pueda ser cedido (pacto non cedendo). Sin embargo, este pacto,
doctrinalmente debe subordinarse a la siguiente limitación no es válida la clausula de no ceder a persona alguna,
es válida, en cambio, la prohibición de ceder a una persona determinada.
Alcance de la cesión.-
La transmisión del crédito comprende el derecho de exigir la prestación en que el mismo consiste y salvo convención en
contrario, todos sus accesorios: Fianzas, hipotecas, prenda, clausulas penales, intereses vencidos, privilegios, etc. Todo
conforme con el Art. 388 I.
Empero, el cedente no puede transferir al cesionario la posesión de la cosa recibida en prenda, sin el consentimiento de
quien la ha constituido, en caso de falta de acuerdo, el cedente queda como custodio de la prenda. Art. 388 p. II.
Forma.-
La cesión de créditos comoquiera, que tiene carácter de formal, debe ser hecha por escrito (Conforme al art. 387 CC). No
se trata de una formalidad ad solemnitatem, sino ad probationem.
A- El cesionario debe pagar al cedente impresión de enero se trata de cesión-venta, cuenta de dar el bien estipulado en
cambio, si se trata de cesión-permuta.
B- Antes de la notificación o de la aceptación por el deudor, tanto cedente concesionario pueden adoptar las medidas
conservatorios necesarias para que crédito no se perjudique. Una vez notificada la cesión al deudor o aceptada por este
cese el derecho de cedente para solicitar medidas cautelares correlacionar crédito cedido y tal facultad incumbe
únicamente a cesionario.
C- Garantía de la cesión pronto es necesario distinguir la garantía de derecho (se refiere a la existencia y legitimidad del
crédito transmitido) de la garantía de hecho (relacionada con la solvencia del deudor), y asimismo el caso de la cesión a
título gratuito de la cesión a título oneroso pronto
A título oneroso.-El cedente en debe garantizar que el crédito transmitido le pertenece al tiempo de hacerse la
cesión, conforme el artículo 392 CC y si el crédito no existe o no pertenece al cedente, este debe resarcir el daño
hace escenario. Por el contrario no responde de la solvencia del deudor (garantía de hecho) salvo que la hubiere
garantizado o cuando la insolvencia pública y anterior a la cesión, en cuyo caso debe resarcir el daño. Art. 394 CC.
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A título gratuito.-El cedente garantiza la legitimidad del crédito transmitido sólo los casos en que la ley establece a
cargo del donante la responsabilidad por evicción de acuerdo al artículo 393. Tampoco responde por la solvencia
del deudor salvo que así lo y ese pactado o cuando la insolvencia fuese pública y anterior a la cesión, en un caso
debe resarcir el daño. Art. 394.
La notificación de la cesión cual aceptación del deudor constituye la exigencia esencial para que la cesión sea oponible a
terceros. El fundamento de cesión radica en la necesidad de informar al deudor cedido de la transmisión operada en
cuanto al crédito y proteger con ello hace cesionario, impidiendo que el deudor pague al cedente, en virtud de la cesión ha
dejado de ser acreedor y no tiene derecho cobrarlo.
En este sentido, la cesión sólo produce efectos contra el deudor cedido cuando ha sido aceptada por dicho deudor. (Es
opcional pues bien puede operarse contrato su voluntad) o cuando se la hubiere notificado por ella. Por interpretación del
artículo 391 in fine también produce efectos cuando el deudor estaba en conocimiento de la cesión realizada.
Enmarcado en el mismo espíritu el artículo 390, establece que en caso de haber varios cesionarios sucesivos del mismo
crédito, tiene prioridad el primero que notificado la cesión al deudor, porque ha obtenido primeramente su aceptación (por
alto de fecha cierta) sin tener en cuenta la fecha de la cesión. Por el contrario se protege al deudor, pues es solamente a
partir de la publicidad de la cesión, que ella niega tener efectos sobre este punto antes de ello el deudor es un completo
extraño. Por otro lado, no se está protegiendo al cedente de mala fe, pues los demás cesionarios siempre tendrán la
posibilidad de accionar en contra suya en pos del correspondiente resarcimiento de daños. La misma disposición se
aplique del usufructo de créditos y en la cesión de crédito en garantía.
16.3. El pago con subrogación. Concepto, tipos y efectos. Arts. 324 al 326.
Pago con subrogación.-
El pago no siempre resulta extintivo de la obligación para el deudor. Si el pago emana de la persona que debe soportar
definitivamente la carga de la deuda, es extintivo bajo todos los conceptos, uno pero no lo es cuando si el cumplimiento
emana de persona distinta del deudor, o cuando se hace con dinero prestado al deudor por un tercero que no tenga la
intención de hacer una liberalidad para con el obligado.
En estos supuestos, el solvens tiene acción para obtener del verdadero deudor lo que ha pagado en lugar suyo. Dispone de
una acción que le es propia contra el deudor, porque al pagar por este se ha convertido a su vez en su acreedor, empero
con calidad de quirografario y en calidad de los demás acreedores del mismo monto que presto que simultáneamente se le
acuerda al tercero que paga, la subrogación en los derechos del acreedor a quien pago, y por cuya virtud pasa a tener la
misma acción y ventajas de que este último gozaba respecto del deudor.
Concepto y requisitos.-
El pago con subrogación es el acto por el que una persona distinta al deudor pague su deuda, subrogando se por acto de
voluntad del acreedor sus derechos y garantías contra el mencionado deudor.
Los requisitos:
Debe probarse la existencia de la obligación pagada por el tercero o que el deudor estaba realmente obligado.
Que el pago sea hecho por un tercero con dineros propios o por el tercero, con dineros de tercero.
Que se trasmitan los derechos del acreedor primigenio al tercero que pago, para que éste se constituya así en nuevo
acreedor.
Importancia práctica.-
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Tiene un gran interés práctico se consulta el interés de todos y no perjudica el de nadie. Facilita el cumplimiento de las
obligaciones, beneficia al acreedor pues le procura el cobro de lo que le adeudaba, beneficia al tercero subrogado que le
asegura la misma protección y ventajas inherentes al crédito que paga el monto beneficia al propio deudor ya que se podrá
sustituir un acreedor exigente por otro más considerado entró en cuanto los demás acreedores del deudor, en nada se
perjudica, por cuanto la situación patrimonial del deudor es siempre la misma.
Naturaleza jurídica.-
Se ha dicho que el pago con subrogación es, una forma de extinción del crédito y transmisión de sus accesorios, una
cesión, una cesión, un pago sui generis. Empero según Cazeaux, no es correcta la denominación de pago con subrogación,
pues el pago strictu sensu, solamente puede provenir, del deudor obligado.
Subrogación Legal.- Provienen de la ley en los casos en que ella determina que tiene lugar la subrogación,
prescindiendo de los que puedan haber querido las partes intervinientes. El Código Civil enumera los casos en el
Art. 326.
- A favor del acreedor que paga a otro que le precede por razón de sus privilegios y garantías reales. El acreedor
que paga puede ser quirografario o privilegiado, y es indiferente el motivo del pago, el monto del crédito y la
causa de la preferencia, pues la ley no distingue y la utilidad que fundamenta la subrogación es común a todos los
supuestos.
- A favor del adquiriente, de un inmueble que paga al acreedor hipotecario sobre el mismo inmueble.
- A favor del que estando obligado con otros (los co deudores solidarios o indivisibles) o por otros al pago de una
deuda (fiadores que pagan la deuda afianzada, el tercero que constituye la hipoteca, prenda u otorga clausula
penal) la satisface.
- A favor del heredero beneficiario que paga con dinero propio las deudas de la herencia. Estamos en el supuesto
que el heredero aceptante bajo beneficio de inventario, pague con fondos propios una deuda de la sucesión. El
heredero beneficiario esta en realidad en la situación de quien paga por otro.
- En otros casos establecidos por ley.
Efectos de la Subrogación.-
El Código Civil, no regula nada referente a los efectos.
A. Principio General.- El Solvens ocupa el lugar del acreedor pagado y se transmiten a él todos los derechos
accesorios y garantías de que gozaba este último. De igual manera por ocupar el tercero la misma situación
jurídica del acreedor primitivo, también se le pueden oponer las mismas defensas que contra este último tenía el
deudor, tal como seria la prescripción.
B. Limitaciones.- el tercero subrogado no puede ejercer los derechos y acciones del acreedor, sino hasta la
concurrencia de la suma que el ha desembolsado para liberación.
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El efecto de la subrogación convencional puede ser limitado a ciertos derechos y acciones, conforme al principio
de la autonomía de la voluntad.
La asunción de deudas no está regulada por el Código Civil, empero, se ha interpretado que está perfectamente permitido
a los interesados convenir asunciones de deudas, en estricta aplicación del precepto constitucional que señala que todo lo
que no está prohibido, está permitido.
Existen una figura similar establecida en el código civil, la delegación de la expromision y la responsabilidad de un
tercero establecida en los artículos 395 al 403 CC.
Capacidad de las partes.- La celebración de un acuerdo de asunción de deuda, en cualquiera de sus clases, exige en el
nuevo deudor, capacidad para obligarse.
Nulidad de la asunción.- Cuando ocurre la nulidad de la asunción por los vicios que puedan afectarla, renace la antigua
deuda con todos sus accesorios, pero con la reserva de los derechos que puedan haber adquirido los terceros de buena fe.
El acreedor puede hacerse indemnizar, por quien asumió la deuda, del perjuicio que hubiere sufrido, salvo que este pueda
demostrar que la acumulación no le es imputable.
Código Civil Boliviano.- Hemos dicho que el Código en Bolivia, no regula la asunción de deuda, sin embargo existen
figuras que de manera implícita regulan situaciones similares, así tenemos los artículos 395 al 403.
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En términos económicos, la obligación genera un crédito, para que acreedor y un debito para el deudor, el Derecho de
crédito es por naturaleza una relación perecedera, ya que su fin es proporcionar al acreedor una ventaja patrimonial y
cuando realiza este fin el vínculo carece de razón de ser. La extinción trae apartados importantísimos efectos jurídicos.
Respecto del sujeto pasivo o deudor, importa la recuperación de su libertad jurídica, restringida en pro del acreedor en la
limitada esfera del acto comprometido; y con relación al acreedor implica la pérdida de un derecho patrimonial: El crédito
que figuraba en el activo de su patrimonio.
La diligencia es un aspecto importante en el cumplimiento de las obligaciones por que permite determinar si el
cumplimiento es correcto y si el caso de incumplimiento es responsabilidad del deudor o de aspectos externos, en ese
sentido debemos revisar el art. 339 CC, que menciona que, el deudor que no cumple la prestación debida está obligado al
resarcimiento del daño, con la excepción de que si prueba que ese incumplimiento se debió a razones insalvables es decir
caso fortuito o fuerza mayor, entonces podrá liberarse de la responsabilidad por el incumplimiento.
En sentido estricto que es el que adopta el código civil, el pago es el cumplimiento de la prestación a que está obligado,
sea que se trate de una obligación de dar, hacer, o no hacer.
En el sentido más restrictivo aunque vulgar y corriente, se entiende por Pago, el cumplimiento de una obligación de dar
sumas de dinero.
A- Teoría del Acto jurídico.- El pago es un hecho humano, voluntario y licito que tiene por fin inmediato extinguir
obligaciones, existen variantes dentro de esta postura:
Acto unilateral, el pago es solo obra del deudor ya que no resulta necesaria la voluntad del acreedor. Una demostración de
este supuesto seria el pago por consignación.
Acto bilateral, como quiera que es necesario que al momento del pago el acreedor sea capaz, es necesaria su intervención.
El pago por consignación no es un verdadero pago sino algo que lo sustituye.
B- Teoría del acto debido.- Según esta postura se incluye dentro de la teoría general, de los hechos y actos jurídicos,
que lo denominan “el acto debido”. En este sentido el pago sería un acto debido porque el deudor no es
jurídicamente libre de cumplir o no cumplir sino que tiene el deber de pagar, quiera o no hacerlo.
C- Teoría del hecho jurídico.- El pago es un hecho jurídico, pero no un acto jurídico, por cuanto lo esencial es la
conducta del deudor y su adecuación objetivo a los términos, o contenido, de la obligación. En este sentido no es
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necesaria ni que la actividad del deudor sea necesaria, Ni su intención de pagar, y de concurrir poco importa pues la
ley, no vincula el efecto extintivo del pago a la intención, de pagar sino a la adecuación objetiva del deudor, al
contenido de la obligación.
D- Teoría ecléctica.- El pago es un hecho jurídico o un acto jurídico, según la índole de la obligación; es bilateral si el
deudor ofrece el pago y el acreedor lo acepta; unilateral en el caso del mandatario que cumple el mandato y así
paga. Critica: si la naturaleza es la esencia lo que constituye a ese algo en lo que va de suyo que allí donde hay dos
naturalezas, hay también dos realidades distintas.
17.5. Sujetos del pago y requisitos para los sujetos del pago.-
A) Introducción.- Los sujetos del pago son:
Solvens: Es quien realiza el pago. En principio el deudor, pero también terceros. Art. 295, 296, 300 y 301.
Accipiens: Es quien recibe el pago. En principio es el acreedor, pero existen casos en que es un tercero o el
poseedor de créditos. Arts. 297, 298 y 299.
B) Personas que pueden pagar.- Pueden revestir la calidad de solvens, dos categorías distintas de personas: El deudor, y
los terceros que a su vez pueden o no ser interesados.
Por otro lado, el pago también puede ser realizado por un representante, del deudor en cuyo caso, teniendo este un poder
especial, se considera como si hubiese sido cumplido directamente por este último. Si se trata de pagos ordinarios de la
administración, queda implícitamente acordado el mandato para cumplir la obligación.
El fundamento para explicar esta circunstancia radica en el interés social que existe de que las obligaciones contraídas se
cumplan. Además, es una conveniencia, para el acreedor que el crédito pueda ser cumplido por alguien más que el
solvens. (Kaune, 2008)
b) Requisitos:
- Ausencia de subrogación.
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- El pago debe consistir en la prestación debida y adecuarse a la circunstancia de tiempo, modo y lugar
correspondiente.
- Capacidad del tercero, como quiera, el pago por tercero es un acto jurídico, la capacidad a quien paga es
imprescindible pues de lo contrario el accipiens estaría expuesto a acciones, de repetición por el pago.
c) Principio: El acreedor no puede rechazar el pago que realiza un tercero, tenga o no interés y es mas está obligado
a recibir dicho pago. Excepcionalmente, conforme al artículo 296, este rechazo procede:
- Cuando el acreedor tiene interés en que el deudor ejecute personalmente la prestación debida. Nos referimos a las
obligaciones intuito personae y las obligaciones de no hacer cuyo deudor es indispensable para el cumplimiento.
- Cuando el deudor comunica su oposición con el pago del tercero.
d) Terceros interesados y no interesados: Es tercero interesado quien no siendo deudor, puede sufrir un menoscabo
en un derecho propio si no se paga la deuda. Ej. El acreedor que paga a otro que le precede con sus créditos y
garantías.
e) Formas de pago por terceros: Según la posición del deudor, el pago puede ser realizado con ignorancia del
deudor, a sabiendas del mismo o en su oposición.
a. Pago a sabiendas del deudor. El tercero se comporta como un representante del deudor.
En este supuesto, nacen a favor del tercero, dos acciones distintas de reintegro, una personal y otro del
pago con subrogación, que trasmite al tercero las acciones del acreedor.
b. Pago en ignorancia del deudor, el tercero se comporta como gestor de negocios. En este supuesto tiene a
su favor dos acciones:
La que emerge de la gestión de negocios (menor a la anterior pues solamente determina el reembolso por
la utilidad brindad al deudor) y la del pago con subrogación.
c. Pago contra la voluntad del deudor. El p. II del art. 297, abre la posibilidad al acreedor pueda rechazar el
pago proveniente de un tercero cuando el deudor comunica su oposición.
17.5.3. Personas que pueden recibir el pago.- El pago debe hacerse, al acreedor, a quienes lo reemplacen y ocupan su
lugar en el derecho de crédito, convirtiéndose en verdaderos acreedores; al representante del acreedor; y al tercero
autorizados para recibir el pago. El código civil en su artículo 297, agrega que también puede rescindir el pago la
persona autorizada por la ley o por el juez; lo cual es aplicación del concepto de representación que además de
convencional puede ser legal o judicial.
1) Pago al acreedor.-
a) Diversos supuestos. El pago de efectuarse ante todo al titular del crédito o acreedor. En caso que el título de
acreedor sea compartido por más personas, se estará a las reglas de la mancomunidad divisibilidad, indivisibilidad, y
solidaridad.
b) Sucesores, también son acreedores aquellas personas que han venido a ocupar el lugar del primitivo acreedor, sea
sucesión a título universal o particular, a quienes se traspasa también el respectivo derecho de acreencia.
c) Requisito de capacidad para recibir pagos. Debe distinguir sea según si la intervención del acreedor es
imprescindible para el perfeccionamiento del pago. Tratándose de obligaciones en cuyo cumplimiento no es necesaria
la participación del acreedor, la deuda debe ser pagada no obstante la incapacidad del sujeto activo. Ej. Obligación de
hacer un puente pronto por el contrario, en el supuesto de obligaciones cuyo cumplimiento haya necesaria la
intervención del acreedor, este debe tener capacidad de hecho.
d) Eficacia del pago hecho al acreedor incapaz. El artículo 229 del código civil señala como principio que el pago
realizado al acreedor incapaz de recibirlo, no libera al deudor.
Sin embargo, excepcionalmente el deudor se libera así demuestra que el pago ha redundado en beneficio de incapaz
(Ej. si con el dinero cobrado comprase otros bienes). La doctrina de otro supuesto más en que el deudor se libera: si ha
pagado en desconocimiento de la incapacidad sobrevenida del acreedor que era capaz a momento de contraerse en
obligación.
17.5.4. Pago al Representante.-Es una simple variación del pago al propio acreedor, ya que al representante se le
imputan los actos del representado.
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17.6.1. El objeto del cumplimiento.- Como reiteramos en numerosas oportunidades el objeto de las obligaciones es la
prestación debida, por lo que la exactitud de la prestación, respecto de las características de la actividad humana o
de la cosas que se entrega, son de vital importancia para determinar la extinción o no de la obligación, en respeto
al Principio de indivisibilidad, de la prestación.
Sin embargo existen Excepciones, a la regla de la indivisibilidad y la exactitud. Art. 303 al 309
- La obligación de entrega de una cosa determinada comprende también la custodia
- Si la obligación tienen solo señalada cosas por género, el deudor se libera entregando cosas de calidad media.
- El acreedor puede rechazar el cumplimiento parcial, a menos que por las características se pueda dividir y así lo
acepte.
- El deudor no puede pagar la deuda con cosas que no son propias y no puede disponer
- El deudor no se libera cumpliendo una prestación diversa a la debida a menos que el acreedor lo acepte.
- El deudor puede ofrecer la cesión de un crédito como forma de pago, en este caso la obligación se extingue
cuando el crédito cedido haya sido cobrado.
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- El deudor también por autorización judicial puede pagar con prestación diversa si es que demuestra la
imposibilidad de cumplir la exacta prestación.
Como ya lo mencionamos anteriormente, el momento o plazo de cumplimiento está determinado por tres alternativas.
Si se trata de obligación contractual, existirá indudablemente un plazo determinado.
Si se trata de una obligación extra contractual, se permite en primer lugar que las partes acuerden y concilien el plazo, en
caso de incumplimiento es el juez quien luego de un proceso determinara el plazo.
También en las obligaciones contractuales incumplidas el juez determinara el plazo del cumplimiento forzada más la
reparación por daños y perjuicios.
Recordemos también que existen las obligaciones de plazo esencial, que están dadas por las características de la misma y
que en caso de incumplimiento, solo se permite la reparación del daño y el perjuicio. Ej. Dos bailarines de caporales,
contratan la confección de sus trajes, ser entregados dos días antes de la fecha de la entrada folclórica y el taller de costura
incumple, con la fecha provocando que los bailarines tengan que recurrir a otros para conseguir algún traje de emergencia,
con precio más elevado y sin las características esperadas.
14.7. La imputación o aplicación de los pagos.- Es la asignación de, a qué aspecto de la deuda un pago parcial será
descontado, ya sea a capital o a intereses y gastos.
El deudor de varias deudas de la misma especie frente al mismo acreedor puede designar a cual quiere que se impute cada
determinado pago, en ausencia de manifestación expresa, se aplicara lo siguiente:
El pago se imputara a la deuda que este vencida
Si hay varias deudas vencidas a la que está menos garantizada
Si están igualmente garantizadas, se imputara a la más onerosa para el deudor
Si son onerosas a la más antigua
El deudor no puede imputar sin que el acreedor consienta el pago al capital con preferencia a los intereses y los gastos,
pero el pago hecho al capital e intereses sin observación del acreedor se imputa en un 20% al capital y el saldo a los
intereses.
14.8. Otros efectos del cumplimiento.- Los gastos del pago corren por cuenta del deudor, en el entendido que el
cumplimiento debe ser acompañado por todos aquellos gastos que implique el logro de la realización de la
prestación.
El deudor tiene el derecho a exigir el recibo de los pagos parciales y en caso de que la prestación haya sido cumplida en su
totalidad, el deudor tiene el derecho de exigir la realización de un documento en el que conste el cumplimiento de la
obligación en merito a que este será aquel necesario para la liberación de las garantías y la evidencia absoluta del
cumplimiento de la prestación debida, en tiempo, forma y lugar determinados, de manera satisfactoria.
Recibo.- Es la prueba necesaria para evidenciar el pago, de igual manera el recibo debe constar a que parte de la deuda
comprende ese pago, ya sea a intereses, gastos o al capital, obviamente si estamos hablando de obligaciones dinerarias.
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DIPLOMADO EN DERECHO EMPRESARIAL
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El articulo 320 CC, establece que el recibo dado por intereses u otras prestaciones periódicas sin detalle, hace presumir
que se trata de pagos de las cuotas pendientes, anteriores.
El recibo otorgado por el capital, sin detallar los intereses hace presumir que es dado también por los intereses.
Si el acreedor extravió el título, el deudor que ha pagado podrá exigir un documento en que aquel declare la anulación de
la deuda
Liberación de garantías.- en el entendido de que el pago o cumplimiento extingue la obligación, también es acompañada
por la extinción del vínculo que relaciona a las garantías, es por ello que la extinción de la obligación, con lleva la
extinción de todo tipo de garantía real, o personal y si es necesario la realización de un documento para la liberación de la
misma el deudor solvens podrá exigir al acreedor accipiens la elaboración de este documento. Ej. Las hipotecas o
anticresis requieren de un documento de extinción de la obligación para ser cancelada su inscripción.
Hay dos tipos de actos dañosos: los que se producen en el desarrollo de una relación jurídica (pactos o contratos) o los que
tienen lugar en cualesquiera actividad humana. Se llaman responsabilidad contractual o extracontractual respectivamente.
La llamada responsabilidad civil -por diferenciarla de la responsabilidad penal- intenta restablecer el bien lesionado por
un hecho. Es decir reparar el perjuicio causado a otro.
Respecto al fundamento de la responsabilidad civil, podemos diferenciar dos teorías: la tradicional, propia de una filosofía
liberal y la moderna doctrina, basada en la objetividad. La primera estima que el autor del daño responde si se ha
producido por su culpa. Está obligado a indemnizar quien actuó mal, quien cometió, al menos, imprudencia en el obrar (la
victima ha de probar la culpa del autor del daño). La objetiva dice que el autor del daño responde haya o no tenido culpa
en el mismo. Hay que resarcir a quien soporta el daño por el mero hecho de sufrirlo, máxima protección a las víctimas de
sucesos dañosos.
Esta segunda teoría tiene, actualmente, aplicación y así se suele apreciar en los fallos judiciales, en los que se nota esta
tendencia proteccionista y tuitiva en favor de las víctimas de los hechos dañosos.
Los estudiosos no se ponen del todo de acuerdo. La responsabilidad civil objetiva es o puede ser injusta (el causante de un
daño responde por el solo hecho de haberlo ocasionado, aunque no haya tenido la culpa) La culpa es la negligencia en el
obrar lícito, mientras que la diligencia en el obrar es hacer con cuidado y previsión todos los actos y los posibles efectos o
resultados derivados de este.
Por ello existen los seguros obligatorios para actividades que la sociedad estima peligrosas (se socializan los riesgos. Es el
seguro el que indemniza los daños que se causen)
El que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado”
Cuando el juez estima la acción «aquiliana», ejercida por la victima, debe establecer una forma de resarcimiento del daño.
Cuando el daño se produce como consecuencia del ejercicio normal o anormal de una actividad, de la que se obtiene
beneficio económico, la persona responsable debe probar que adoptó las medidas de precaución posibles para evitar el
daño. Aquella persona que crea – en su propio beneficio- una situación de riesgo debe poner todos los medios a su alcance
para evitar los daños.
En el Derecho español la responsabilidad civil tiene su origen como dice los artículos 1088, 1089 y siguientes:
Toda obligación consiste en dar, hacer, o no hacer alguna cosa.
Las obligaciones nacen de la Ley, de los contratos, y cuasi contratos, y de los actos y omisiones ilícitos, o en que
intervenga cualquier género de culpa o negligencia. La responsabilidad extracontractual, de acuerdo con la originaria “Lex
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DIPLOMADO EN DERECHO EMPRESARIAL
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Aquilia” tiene su fundamento en la culpabilidad del agente productor del daño y, salvo supuestos muy específicos, no
puede estimarse como una responsabilidad objetiva o por el mero acto, aunque es notoria la tendencia hacia la
objetivación sobre todo cuando cuándo se trata de actividades de alto riesgo.
La culpa o negligencia del deudor consiste en la omisión de aquella diligencia que exija la naturaleza de la obligación y
corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar siendo su límite el caso fortuito, es decir, aquellos
sucesos que no hubieran podido preverse, o que previstos, fueran inevitables
La entidad del resarcimiento de daños y perjuicios alcanza a todo el menoscabo económico sufrido por el perjudicado
consistente en la diferencia que existe entre la situación del patrimonio que sufrió el agravio y la que tendría de no haberse
realizado el hecho dañoso, bien por disminución efectiva del activo, bien por la ganancia perdida o frustrada, pero siempre
comprendiendo en su plenitud las consecuencias del acto lesivo.
Si en la responsabilidad contractual el daño deriva del incumplimiento de la obligación ( artículo 339 del Código Civil), el
daño extracontractual (artículo 984 CC) es el producido con independencia de un incumplimiento obligacional, pero en
ambos casos, se ha de acreditar la existencia del mismo.
La indemnización de daños y perjuicios en el ámbito civil ofrece un carácter reparador y no propiamente punitivo o
sancionador.
c) que se hayan producido daños o perjuicios, daño o daño emergente es la lesión que sufre el patrimonio, y
perjuicio o lucro cesante la ganancia que no se obtiene con motivo del incumplimiento, y
d) que exista nexo causal, sólo se han de indemnizar los daños que constituyen una consecuencia del hecho que
obliga a la indemnización, siendo indiferente la teoría que se adopte al respecto, dado que en cada caso concreto
puede acogerse cualquiera de los criterios doctrinales aplicables, según las condiciones del evento acaecido, pues,
como ha señalado la más autorizada doctrina, "causa es el conjunto de condiciones empíricas antecedentes que
proporciona la explicación, conforme con las leyes de la experiencia científica, de que el resultado haya
sucedido" lo que conduce a determinar, siguiendo las pautas de la llamada "teoría de la equivalencia de las
condiciones" ampliamente difundida y seguida, la que se ha denominado "condición ajustada a las leyes de la
experiencia científica".
Por lo que respecta a la valoración y apreciación de las pruebas que determinan la existencia del daño y su indemnización
es función del órgano de enjuiciamiento y no revisable en apelación cuando se haya ajustado a las normas de la sana
crítica y de la experiencia común, de manera que si las conclusiones probatorias se mantienen razonables deben ser
mantenidas, siendo así que actuando el Juzgador de Instancia como órgano unipersonal la valoración de la prueba
practicada en el juicio corresponde a dicho órgano jurisdiccional, y esta valoración, hecha imparcialmente y debidamente
razonada debe prevalecer sobre la opinión parcial que dichos medios probatorios merezcan a las partes del proceso. Los
artículos del Código Civil, no se refieren a la determinación del daño, a su valoración o a la extensión de la reparación,
sino a las modalidades de infracción y a las posiciones subjetivas involucradas en los supuestos que generan la obligación
de resarcir, en la responsabilidad contractual y en la extracontractual.
Los daños podrán ser tanto los materiales, como los personales e incluso los morales.
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DIPLOMADO EN DERECHO EMPRESARIAL
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Los daños patrimoniales son los que producen un menoscabo valorable en dinero sobre los intereses patrimoniales del
perjudicado.
Los no patrimoniales, en principio, son aquellos en los que su valoración en dinero no tiene una base de equivalencia, por
cuanto afectan a elementos o intereses de difícil valoración pecuniaria.
Los daños morales son los que no afectan al patrimonio del perjudicado; los morales impropios son aquéllos que a través
de la lesión de intereses inmateriales transcienden a valores del patrimonio.
La responsabilidad por el acto ilícito civil o por un riesgo, se ha de entender como la carga económica que la ley impone
al causante, obligándole a responder del daño sufrido. De ordinario se suele hablar de "daños y perjuicios", así aparece en
el Código Civil en cuanto a la responsabilidad contractual, artículos 339 al 350 CC y en los artículos 984 a 999 CC
referidos a la responsabilidad extracontractual, unas veces se habla de daño y otras de perjuicios, con un mismo sentido.
En la práctica se suele considerar a los "daños" como los directos, y a los "perjuicios" como los indirectos.
Ahora bien, producido el daño, el perjudicado pretenderá que la indemnización cubra todo el interés que el menoscabo le
ha producido, por el contrario, el autor del daño pretenderá que la indemnización se corresponda con el desmerecimiento
objetivo que se ha producido. Por lo que se deberá de averiguar que interés debe prevalecer.
El artículo 984 del Código Civil no contiene ninguna regla valorativa del daño, ni se refiere al momento que ha de tenerse
en cuenta para su valoración, por lo que la doctrina y la jurisprudencia entienden que ha de aplicarse el criterio del interés
del artículo 344 del Código Civil al disponer que "la indemnización de daños y perjuicios comprende, no sólo el valor de
la pérdida que hayan sufrido, sino también el de la ganancia que haya dejado de obtener el acreedor, salvas las
disposiciones contenidas en los artículos siguientes". Los daños a los que hace referencia el precitado precepto,
comprenden no solo los daños materiales, o económicos, en su doble modalidad de daño emergente y lucro cesante sino
también los daños morales.
1. Daño emergente
Viene determinado, de conformidad al artículo 344 del Código Civil, por el valor de la pérdida que haya sufrido el
perjudicado; es decir, el perjuicio sufrido en el patrimonio del perjudicado, los daños efectivos.
2. Lucro cesante
Como señala la doctrina, en los daños patrimoniales no sólo se han de computar las disminuciones que sufra el
perjudicado en sus bienes patrimoniales existentes, sino también las ganancias dejadas de obtener: lucro cesante.
Viene recogido en el artículo 344 del Código Civil por cuanto en la indemnización se ha de incluir "la ganancia que haya
dejado de obtener". El principio básico para determinar el lucro cesante es el que éste se delimite por un juicio de
probabilidad. Por cuanto si en el daño emergente el daño es real y efectivo, por el contrario, el lucro cesante se apoya en la
presunción de cómo se habrían sucedido los acontecimientos en el supuesto de no haber tenido lugar el hecho dañoso.
El lucro cesante tiene una significación económica; se trata de obtener la reparación de la pérdida de ganancias dejadas de
percibir, concepto distinto del de los daños materiales, cuya indemnización por ambos conceptos debe cubrir todo el
quebranto patrimonial sufrido por el perjudicado. El lucro cesante, como el daño emergente, debe ser probado; la
dificultad que presenta el primero es que solo cabe incluir en este concepto los beneficios cubiertos, concretos, no incluye
los hipotéticos beneficios o imaginarios sueños de fortuna. Al perjudicado no se le puede exigir que acredite de una
manera absoluta las ganancias esperadas, pero tampoco es suficiente que se trate de supuestos inseguros e inciertos. Las
ganancias que pueden reclamarse son aquellas en las que concurre verosimilitud suficiente para poder ser reputadas como
muy probables.
Por ello, el criterio restrictivo para apreciar el lucro cesante; pero lo verdaderamente cierto, más que rigor o criterio
restrictivo, es que se ha de probar, como en todo caso debe probarse el hecho con cuya base se reclama una
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indemnización; se ha de probar el nexo causal entre el acto ilícito y el beneficio dejado de percibir -lucro cesante- y la
realidad de éste.
Ahora bien, la integración del lucro cesante como elemento indemnizatorio debe moverse bajo los dos polos de su
delimitación, esto es, sin que quepa incluir eventos de futuro rayanos "en los sueños de ganancia", pero tampoco, por ello,
habrá de referirse a acontecimientos reales, existiendo una posición intermedia cuando se comprendan en ese lucro
cesante eventos determinantes de una aportación de medios o recursos que, aunque dependiendo del porvenir, sin
embargo, se han visto truncados por la realización del ilícito, es obvio, que aquellos requieren la prueba indiscutible de
que generaren ese monto económico, el cual, ya totalmente predeterminado, sólo le falta su real materialización.
3. Daño moral
Sobre el daño moral se ha pronunciado en numerosas ocasiones la jurisprudencia diciendo entre otras cosas:
b) Que no obstante el daño moral constituye una noción dificultosa relativa e imprecisa que consiste en un
sufrimiento o padecimiento psíquico al que se ha referido la reciente Jurisprudencia, considerando como tales
situaciones de impacto emocional, quebranto o sufrimiento psíquico o espiritual, impotencia, zozobra, ansiedad,
angustia, inquietud, pesadumbre, temor o presagio de incertidumbre, y trastorno de ansiedad, adoptándose una
orientación cada vez más amplia, con clara superación de los criterios restrictivos que limitaban su aplicación;
c) Que en todo caso resulta preciso acreditarlos y a tal efecto la jurisprudencia viene señalando que no son
necesarias pruebas objetivas, sobre todo en su aspecto económico, sino que ha de estarse a las circunstancias
concurrentes. Cuando el daño moral emane de un daño material, o resulte de unos datos singulares de carácter
fáctico, es preciso acreditar la realidad que le sirve de soporte, pero cuando depende de un juicio de valor
consecuencia de la propia realidad litigiosa, o cuando se da una situación de notoriedad, no es exigible una
concreta actividad probatoria. Articulo 23 CCC
De conformidad con lo establecido en el artículo 345 del Código Civil "Los daños y perjuicios de los que responde el
deudor de buena fe son los previstos o que se hayan podido prever al tiempo de constituirse la obligación y que sean
consecuencia necesaria de su falta de cumplimiento.
En caso de dolo responderá el deudor de todos los que conocidamente se deriven de la falta de cumplimiento de una
obligación".
De lo anterior se deriva que el deudor culposo, de buena fe, responde los daños y perjuicios que se hayan podido prever al
tiempo de constituirse la obligación, y que sean consecuencia necesaria de su falta de cumplimiento. En cambio tratándose
de un deudor doloso, de mala fe, se amplía la extensión de la responsabilidad, respondiendo de la totalidad de los daños y
perjuicios, se hayan podido o no prever, que deriven de la falta de cumplimiento de una obligación.
Según reiteradísima doctrina el dolo abarca no sólo la maquinación directa sino también la reticencia del que calla o no
advierte debidamente a la otra parte, sin que lo invalide la confianza, buena fe o ingenuidad de la parte afectada, de suerte
que habrá dolo negativo o por omisión siempre que exista un deber de informar según la buena fe o los usos del tráfico.
En relación con el "quantum" indemnizatorio se integra dentro de una función valorativa propia de los órganos
jurisdiccionales de instancia, cualquiera que fuera la fuente contractual o extracontractual. Respecto a los daños morales,
el concepto básico de daño moral, que se establece mediante un juicio global basado en el sentimiento social de
reparación del dolor producido por la ofensa delictiva, con repercusión negativa sobre uno de los aspectos de la
personalidad, concretamente las tranquilidad y el ámbito psicoafectivo que proporciona el bien anímico de la persona,
obliga a reparar el daño y compensar los sufrimientos padecidos; constituye un daño en sí mismo la frustración de una
expectativa actual de una oportunidad real, y hay certidumbre en el perjuicio que supone dicha oportunidad, careciendo la
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DIPLOMADO EN DERECHO EMPRESARIAL
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indemnización de daños y perjuicios morales, por su propia naturaleza, de toda posible determinación concreta, y que
afectan, en definitiva, a intereses espirituales del ser humano, y cuya valoración jurídica de los daños morales es clara en
su importancia y gravedad, la valoración económica, que como en todo daño moral, es difícil. Lo normal es que no sean
precisas pruebas de tipo objetivo, sobre todo en relación con su traducción económica, y que haya de estarse a las
circunstancias concurrentes. Cuando el daño moral emane de un daño material, o resulte de unos datos singulares de
carácter fáctico, es preciso acreditar la realidad que le sirve de soporte, pero cuando depende de un juicio de valor
consecuencia de la propia realidad litigiosa, o cuando se da una situación de notoriedad, no es exigible una concreta
actividad probatoria.
Cabe concluir que en todo caso el resarcimiento de perjuicios tiende a colocar el patrimonio del perjudicado en la
situación que correspondía de no existir el hecho dañoso, pero ello no puede suponer un enriquecimiento injusto.
Los intereses moratorios, por su propia naturaleza, no persiguen sino la indemnización del perjuicio asociado al
incumplimiento del deudor, cuyo devengo se produce por un previo incumplimiento del deudor de las obligaciones de
pago asumidas, encaminándose a reparar el daño que el acreedor ha recibido y constituyendo un estímulo que impulse al
obligado a cumplir voluntariamente aquello a lo que se comprometió, siendo por tanto una sanción o pena, por lo que
debe obviarse cualquier consideración sobre su naturaleza leonina por exceder del interés normal del dinero, añadiéndose,
Los intereses legales pueden actuar como factor indemnizatorio en caso de mora en el pago de las deudas consistentes en
una cantidad de dinero, o como factor de actualización de las deudas de valor, de modo que permite la adecuación a un
momento posterior (el del pago) del cálculo valorativo realizado en contemplación de un momento anterior
Ciñéndonos a la obligación consistente en la entrega de una cantidad de dinero, hay que distinguir entre los intereses de
demora o moratorios de naturaleza jurídico-sustantiva, previstos en los artículos 409, al 415 del Código Civil, y los
intereses sancionadores o punitivos de naturaleza jurídico-procesal, concedidos desde la fecha del dictado de la Sentencia,
por ser cuando por primera vez se cuantifica la suma de dinero concedida.
1. Intereses moratorios
Desde que el obligado al pago de una cantidad de dinero incurre en mora en el cumplimiento de su obligación exigible y
vencida, es decir, desde el día en que, pudiéndosele exigir el pago, no paga, queda sujeto a la indemnización de los daños
y perjuicios causados, que consistirá, salvo pacto de las partes en contrario, en el pago de los intereses convenidos por las
partes contratantes, y, a falta de convenio, del interés legal, de la cantidad de dinero adeudada desde la fecha en la que se
incurrió en mora hasta su total satisfacción o hasta que son sustituidos por el interés punitivo o sancionador
Los intereses punitivos o sancionadores que, para el supuesto de que la resolución judicial condene al pago de una
cantidad líquida, impone que ésta devengará, en favor del acreedor y a cargo del deudor, un interés anual igual al interés
legal del dinero incrementado en dos puntos o el que corresponda por pacto de las partes o disposición especial, desde que
fuese dictada en la primera instancia hasta que sea totalmente ejecutada, salvo que, interpuesto recurso, la resolución
judicial fuere totalmente revocada, mientras que, en caso de revocación parcial, el Tribunal resolverá, según su prudente
arbitrio, respecto a si el devengo del interés es desde que se dictó la resolución en la primera instancia, en la apelación o
en casación.
Respecto de la misma cantidad de dinero adeudada y por igual periodo de tiempo, los moratorios y los punitivos son
intereses incompatibles, de tal manera que los punitivos jamás pueden dar lugar a una dualidad de intereses, ya que el
devengo de los intereses punitivos conlleva automáticamente la extinción de los moratorios devengados hasta ese
momento. En consecuencia, la cantidad adeudada, desde la fecha de la reclamación judicial o desde una fecha anterior,
puede devengar intereses moratorios, pero, una vez dictada la resolución judicial que condena al pago de esa cantidad
adeudada con devengo de intereses punitivos, éstos sustituyen a los moratorios. En este caso, el deudor moroso y respecto
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de la cantidad adeudada, tendrá que pagar, desde que se constituye en mora y hasta que se le condena por resolución
judicial a su abono, los intereses moratorios, y, desde que se dicta la resolución judicial hasta la completa satisfacción del
acreedor, los intereses sancionadores o punitivos.
Según constante y reiterada doctrina jurisprudencial, respecto al interés de demora rige de manera incondicional el
principio de rogación de parte, de tal forma que si por el órgano jurisdiccional se concede en su sentencia no habiendo
sido solicitado por la parte en el momento procesal oportuno incurrirá en incongruencia. Por el contrario el interés
punitivo o sancionador previsto a diferencia del moratorio, tiene que ser concedido por el órgano jurisdiccional aun sin
mediar petición de parte, y ni siquiera es preciso que se haga referencia a él en el fallo.
Para que el deudor se constituya en mora y, en consecuencia, pueda comenzar a devengarse el interés moratorio, no basta
con que la obligación sea exigible y esté vencida, pues la jurisprudencia exige, además, que sea líquida, acogiendo el viejo
brocardo "in illiquidis non fit mora", que, en un principio, aplicó a dos concretos supuestos: concesión en la sentencia de
cantidad de dinero inferior a la reclamada en la demanda y necesidad de juicio previo encaminado a cuantificar lo
adeudado.
La jurisprudencia consideró en un primer momento que no procedía conceder a favor del demandante los intereses
moratorios, pues, al concedérsele en la sentencia una suma de dinero inferior a la reclamada en la demanda, nos
encontramos ante una cantidad ilíquida.
Pero recientemente esa línea jurisprudencial ha sido abandonada y sustituida por la nueva doctrina jurisprudencial que
permite conceder intereses moratorios desde la presentación de la demanda aunque en la Sentencia se conceda una
cantidad de dinero inferior a la solicitada en la demanda. Dejando a salvo los supuestos excepcionales, (como son aquéllos
en los que las relaciones que unen a deudores y acreedores pueden ser calificadas como cuentas corrientes en los que sólo
la fijación, en su caso judicial, del saldo, atribuye al acreedor el derecho a su cobro, y en los que la complejidad de las
relaciones habidas entre las partes litigantes excluyen la fácil determinación de la cantidad realmente adeudada), en la
hipótesis o supuesto general o normal, es decir aquéllos en los que la sentencia tiene carácter meramente declarativo, por
lo que, a través de la misma, no se hace sino declarar un derecho a la obtención de una cosa o cantidad, que, con
anterioridad a la resolución judicial, ya pertenecía y debía de haberle sido atribuida al acreedor, el simple dato de que en la
sentencia se condene al pago de una cantidad de dinero inferior a la solicitada por el demandante no impide que el crédito
se tenga por líquido y, por ende, al deudor se le puede considerar incurso en mora, debiendo condenársele al abono de los
intereses moratorios de la cantidad a cuyo pago se le condena en la resolución judicial, desde la reclamación judicial, si
hubieron sido solicitados por el actor.
En aplicación del principio de que la iliquidez de la deuda impide generar los intereses moratorios de los es doctrina
jurisprudencial constante y reiterada que, no siendo líquida la deuda por indemnización de daños y perjuicios, cuya
cuantía no consta de antemano ni resulta de simples operaciones matemáticas, sino que tiene que determinarse mediante
un previo pleito promovido con esa finalidad, no puede el deudor incurrir en mora, de ahí que los únicos intereses que
pueden devengarse, desde la resolución judicial que convierte en líquida a la suma adeudada, siendo su ámbito de
aplicación la llamadas "deudas de valor" en que el dinero actúa en función de sustitución de un elemento patrimonial que
debía ser objeto de restitución y de resarcimiento, y que solo se convierte en deuda de dinero en el momento en que
quedan fijadas en la resolución judicial, momento a partir del cual devengan los intereses punitivos, hasta ese momento de
su fijación en la resolución judicial, las alteraciones del valor deben ser tenidas en cuenta.
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CODIGO DE COMERCIO
DECRETO LEY Nº 14379
DE 25 DE FEBRERO DE 1977
Título Preliminar
DISPOSICIONES GENERALES
ARTICULO 1o.- (Alcance de la Ley). El Código de Comercio regula las relaciones jurídicas derivadas de la
actividad comercial.
En los casos no regulados expresamente, se aplicarán por analogía las normas de este Código y, en su
defecto, las del Código Civil. (Código Civil: D.L. Nº 12760 de 8 de agosto de 1975).
ARTICULO 2o- (Jurisdicción y competencia). Las causas mercantiles son de la jurisdicción y competencia
de los jueces ordinarios, conforme a las previsiones de la Ley de Organización Judicial (Ley de
Organización Judicial: Ley Nº 1455 de 18 de febrero de 1993)
ARTICULO 3o. (Ley Procedimental). Los trámites de procedimiento no regulados por este Código ni por
leyes especiales, se sujeta a las disposiciones del Código de Procedimiento Civil. (Código de Procedimiento
Civil: D. L. Nº12760 de 8 de agosto de 1975).
ARTICULO 4o. (Concepto de Comerciante). Comerciante es la persona habitualmente dedicada a realizar
cualquier actividad comercial, con fines de lucro.
La calidad de comerciante se la adquiere aún en el caso de que la actividad comercial sea ejercida
mediante mandatario, intermediario o interpósita persona.
ARTICULO 5o. (Comerciante). Pueden ser comerciantes:
1) Las personas naturales con capacidad para contratar y obligarse, y (Art. 52 Código de Comercio).
2) Las personas jurídicas constituidas en sociedades comerciales. Las sociedades comerciales con
domicilio principal en el exterior y establecidas con sujeción a sus leyes, quedan sometidas a las
disposiciones de éste Código y demás leyes relativas para operar válidamente en Bolivia (Art. 43, 17
a 19, 433, 416, 424 a 442 Código de Comercio).
ARTICULO. 6o. (Actos y operaciones de comercio). Son actos y operaciones de comercio, entre otros:
1) La compra de mercaderías o bienes muebles destinados a su venta en el mismo estado o
después de alguna transformación, y la subsecuente enajenación de ellos, así como su
permuta;
2) La adquisición o alquiler de maquinaria en general o implementos para alquilarlos o
subalquilarlos y el alquiler o subalquiler de los mismos;
3) La compra venta de una empresa mercantil o establecimiento comercial o la enajenación de
acciones, cuotas o partes de interés del fondo social;
4) La recepción de dinero en préstamo o mutuo con garantía o sin ella, para proporcionarlo en
préstamo a interés y los préstamos subsiguientes, así como dar habitualmente préstamos de
dinero a interés;
5) La compra o permuta de títulos-valores públicos o privados, con el ánimo de negociarlos y el
giro, otorgamiento, aceptación o negociación de los mismos;
6) Las operaciones de bolsa, de rematadores, el corretaje, las comisiones y la representación o
agencias de firmas nacionales o extranjeras;
7) Las fianzas, avales y otras garantías otorgadas en actos y operaciones mercantiles;
8) La actividad empresarial de las entidades que medien habitualmente entre la oferta y la
demanda publica de recursos financieros, así como las operaciones y servicios de
intermediación de las mismas, y el cambio de monedas;
9) La actividad empresarial de entidades de seguros a prima o mutuos, sobre daños patrimoniales
y personas.
10) La actividad industrial dedicada a la fabricación de bienes mediante la transformación de
materias primas, adquiridas o de propia producción;
11) La actividad empresarial de transporte de personas o cosas a título oneroso, cualquiera sea la
vía o medio utilizado; así como la del ramo de comunicaciones;
12) La actividad empresarial de depósito de mercaderías y bienes, así como de suministros;
13) La actividad empresarial de hoteles, pensiones, residenciales, restaurantes, bares, cafés,
espectáculos públicos y otros establecimientos semejantes;
14) La actividad empresarial de publicación de periódicos, editoriales, tipografías, fotografías,
multicopias, librerías, noticias, informaciones y propaganda;
15) La actividad empresarial de sanatorios, clínicas, farmacias y otras similares, incluyendo las
funerarias;
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legado, de acuerdo a las previsiones del Código de Familia, debiendo rendirle cuenta cuando llegue a su
mayoría de edad o haya sido emancipado. (Arts. 360 a 365, 454 Código de Familia, Arts. 1083 a 1232
Código Civil, Código Tributario: D. S. Nº 9298 de 2 de julio de 1970. Ley SAFCO; Nº 1178 20 de julio de
1990).
ARTICULO 15.- (Continuación por los tutores o curadores). En el caso de un menor sujeto a tutela o de
una persona declarada en estado de interdicción, corresponde al juez de familia decidir, con intervención de
peritos y audiencia de quienes ejercieren la representación legal, si continúa el negocio o se liquida,
debiendo fijar para cualquiera de los casos las bases a que se sujetará, salvo disposición especial del
causante, que será respetada.
ARTICULO 16.- (Designación de administrador). Las personas que ejerzan la patria potestad, la tutela o
la curatela y no puedan asumir la administración de los negocios, nombrarán bajo su responsabilidad al
administrador o administradores. El juez de familia fijará las garantías que éstos deban otorgar. (Arts. 269,
270, 271 Código de Familia).
ARTICULO 17.- (Comerciante mujer casada). La mujer casada que haya cumplido la edad señalada en el
artículo 13 puede ejercer el comercio separadamente del marido y obliga, a la responsabilidad de tales
actos, con sus bienes propios o con la parte de los comunes conforme a las previsiones del Código de
Familia. (Arts. 419 a 427 Código de Familia).
ARTICULO 18.- (Comercio por ambos esposos). Si los esposos se dedican juntos al comercio, ambos
tendrán la calidad de comerciantes, salvo que uno de ellos sea solamente auxiliar o dependiente de las
actividades mercantiles del otro. (Arts. 465, 11, 150, 151, 155 Código de Comercio).
ARTICULO 19 .- (Impedidos y prohibidos para ejercer el comercio). Están impedidos y prohibidos para
ejercer el comercio:
Las personas señaladas por disposiciones legales o como consecuencia de sentencia judicial;
Los quebrados que no hayan obtenido rehabilitación;
Los directores, administradores, gerentes o representantes legales, así como los síndicos de las
sociedades declaradas en quiebra culpable o fraudulenta, por el tiempo que dure la condena, y
Los funcionarios o empleados públicos de entidades oficiales o semi-oficiales en relación a
actividades que tengan vinculación con sus funciones.
ARTICULO 20.- (Presunción legal). Se presume, para los efectos legales, que una persona ejerce el
comercio cuando, en cualquiera de los siguientes casos:
Tenga establecimiento local de comercio abierto al público, y (Art. 109 Código de Comercio).
Anuncie, por cualquier medio de difusión, su calidad de comerciante. (Arts. 4º, 23, 34 Código de
Comercio).
ARTICULO 21.- (Pena de inhabilidad para el ejercicio del comercio). En los delitos contra la propiedad,
la fe pública, la economía nacional, la industria y el comercio o por contrabando, competencia desleal,
usurpación de derechos sobre propiedad industrial y otros con sentencia ejecutoriada, se impondrá, como
pena accesoria, la prohibición de ejercer el comercio por el mismo tiempo de la condena. (Art. 35, 324, 1427
a 1692 C. de Comercio).
ARTICULO 22.- (Perdida de la calidad de comerciante). La calidad de comerciante se pierde por
incapacidad o inhabilidad sobrevinientes para el ejercicio del comercio. (Arts. 232, 204 Código Penal).
ARTICULO 23.- (Responsabilidad de los padres, tutores y curadores). El ejercicio del comercio sin la
capacidad requerida, no confiere la calidad de comerciante.
Los que ejerzan la patria potestad, tutela o curatela, responden personalmente de los daños y perjuicios
ocasionados a terceros de buena fe, por las actividades comerciales desarrolladas por los incapaces a su
cuidado, si, pudiendo evitarlo, no lo hacen. (Art. 283 C. de Familia).
ARTICULO 24.- (Responsabilidad de impedidos y prohibidos). Las personas comprendidas en el artículo
19 y que, no obstante se dediquen al comercio son consideradas como comerciantes solamente a los
efectos de la responsabilidad civil y están sujetas a las sanciones penales en que incurran. (Arts. 309, 334,
140 Código de Comercio)
CAPITULO II
OBLIGACIONES DE LOS COMERCIANTES
ARTICULO 25.- (Obligaciones de los comerciantes). Son obligaciones de todo comerciante:
Matricularse en el Registro de Comercio;
Inscribir en el mismo Registro todos aquellos actos, contratos y documentos sobre los cuales la Ley
exige esa formalidad;
Comunicar a la autoridad competente, en su caso, la cesación de pagos por las obligaciones
contraídas, en los plazos señalados por Ley;
Llevar la contabilidad de sus negocios en la forma señalada por Ley; (Arts. 36 a 65, 419 C.
Comercio).
Cumplir con las obligaciones tributarias de la manera prescrita por ley;
Conservar sus libros, documentos y demás papeles relacionados con sus negocios por el tiempo
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1958).
CAPITULO IV
CONTABILIDAD
ARTICULO 36. - (Obligación de llevar contabilidad). Todo comerciante está en la obligación de llevar una
contabilidad adecuada a la naturaleza, importancia y organización de la empresa, sobre una base uniforme
que permita demostrar la situación de sus negocios y una justificación clara de todos y cada uno de los
actos y operaciones sujetos a contabilización, debiendo además conservar en buen estado los libros,
documentos y correspondencia que los respalden. (Arts. 36 a 65, 419 Código de Comercio).
ARTICULO 37.- (Clases de libros). El comerciante debe llevar, obligatoriamente, los siguientes libros:
Diario, Mayor y de Inventario y Balances, salvo que por ley se exijan específicamente otros libros.
Podrá llevar además aquellos libros y registros que estime convenientes para lograr mayor orden y claridad,
obtener información y ejercer control. Estos libros tendrán la calidad de auxiliares y no estarán sujetos a lo
dispuesto en el artículo 40, aunque podrán legalizarse los considerados necesarios para servir de medio de
prueba como los libros obligatorios. (Arts. 55, 64 Código de Comercio).
ARTICULO 38.- (Comerciantes por menor). Los comerciantes individuales que negocian por menor, cuyo
volumen de operaciones y capital empleado en sus actividades comerciales no alcance a los mínimos
exigidos por disposiciones legales sobre la materia, cumplirán la obligación que impone el artículo anterior,
registrando diariamente un resumen de las compras y ventas al contado, y un detalle de las que hagan al
crédito, incluyendo los cobros y pagos realizados con tal motivo.
ARTICULO 39.- (Personas autorizadas para llevar la contabilidad). La contabilidad será llevada por
contadores legalmente habilitados, a quienes se aplicarán las normas reglamentarias sobre
responsabilidades, régimen de actuación, remuneración y la guarda de la reserva de la contabilidad, sin
perjuicio de la responsabilidad del comerciante a quien prestan sus servicios.
ARTICULO 40.- (Forma de presentación de los libros). Los comerciantes presentarán los libros que
obligatoriamente deben llevar, encuadernados y foliados, a un Notario de FE PUBLICA para que, antes de
su utilización, incluya, en el primer folio de cada uno, acta sobre la aplicación que se le dará, con indicación
del nombre de aquél a quien pertenezca y el número de folios que contenga, fechada y firmada por el
Notario interviniente, estampando, además, en todas las hojas, el sello de la notarla que lo autorice y
cumpliendo los requisitos fiscales establecidos.
Serán también válidos los asientos y anotaciones que se efectúen por cualquier medio mecánico o
electrónico sobre hojas removibles o tarjetas que, posteriormente, deberán ser encuadernadas
correlativamente para formar los libros obligatorios que serán legalizados, siempre que faciliten el
conocimiento de las operaciones y sirvan de prueba clara, completa y fidedigna.
La autorización para su empleo será otorgada por el Registro de Comercio, a pedido del interesado,
requiriendo resolución fundada sobre la base de dictamen de peritos, del cual podrá prescindirse en caso de
existir antecedentes de utilización respecto del procedimiento propuesto.
Cuando se trate de sociedades por acciones, la autorización se la otorgará previo dictamen favorable del
respectivo órgano administrativo de control.
ARTICULO 41.- (Idioma y moneda). Los asientos contables deben ser efectuados obligatoriamente en
idioma castellano, expresando sus valores en moneda nacional. Sin embargo, para fines de orden interno,
podrá usarse un idioma distinto al castellano y expresar sus valores en moneda extranjera. (Arts. 404, 795
C. Comercio.)
ARTICULO 42.- (Prohibiciones.) En los libros de contabilidad se prohibe:
Alterar el orden progresivo de fechas de las operaciones;
Dejar espacios en blanco;
Hacer interlineaciones o superposiciones;
Efectuar raspaduras, tachaduras o enmiendas en todo o parte de los asientos;
Arrancar hojas, alterar el orden de foliación o mutilar las hojas de los libros.
Cualquier error u omisión se salvará con un nuevo asiento en la fecha en que se advierta,
explicando con claridad su concepto. (Arts. 36 a 65, 418 C. Comercio).
ARTICULO 43.- (Sanciones). La infracción de los dos artículos anteriores y sin perjuicio de la acción penal
correspondientes hará que los libros que contengan dichas irregularidades carezcan de todo valor
probatorio en favor del comerciante que los lleve. (Arts. 34, 62, 64 C. Comercio).
ARTICULO 44.- (Registro en los libros Diario y Mayor). En el libro Diario se registrarán día por día y en
orden progresivo las operaciones realizadas por la empresa, de tal modo que cada partida exprese
claramente la cuenta o cuentas deudoras y acreedoras, con una glosa clara y precisa de tales operaciones
y sus importes, con indicación de las personas que intervengan y los documentos que las respalden. De
este libro se trasladarán al Mayor, en el mismo orden progresivo de fechas, las referencias e importes
deudores o acreedores de cada una de las cuentas afectadas, con la operación, para mantener los saldos
por cuentas individualizadas.
ARTICULO 45.- (Concentración y anotación por periodos). Es válida, sin embargo, la anotación conjunta
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de los totales de las operaciones por períodos no superiores al mes, siempre que su detalle aparezca en
otros libros o registros auxiliares, de acuerdo con la naturaleza de la actividad de que se trate. En este caso
se consideran parte integrante del Diario.
ARTICULO 46.- (Inventarios y Balances). El libro de Inventarios y Balances se abrirá con el inventario y
balances iniciales y, según el ejercicio anual o semestral, contendrá el inventario final y el balance general,
incluyendo la cuenta de resultados. Estos estados financieros serán elaborados, según la clase de
actividades de que se trate, con criterio contable uniforme que permita conocer de manera clara, completa y
veraz, la situación del patrimonio y las utilidades obtenidas, o las pérdidas sufridas, durante el ejercicio.
(Arts. 369, 62 Código de Comercio).
El estado de resultados reflejará los conceptos por los cuales se hubieran obtenido beneficios y los gastos o
pérdidas que deberán deducirse para determinar las ganancias o pérdidas netas del ejercicio y para
distinguir en éste los resultados corrientes propios de la explotación de los originados en las operaciones de
carácter extraordinario.
ARTICULO 47.- (Valoración de partidas del balance). Sin perjuicio de lo establecido por las leyes
especiales, las Partidas del balance se valorarán, cuando corresponda, siguiendo criterios objetivos que
garanticen los intereses sociales y de terceras de acuerdo con los principios que exige una ordenada y
prudente gestión económica. Adoptado un criterio de valoración, habrá de mantenerse y no podrá ser
alterado sin causa justificada. Deberá indicarse además en los balances e inventarios, o en hoja separada,
el método de determinación del costo u otro valor aplicado.
ARTICULO 48.- (Balances de bancos, entidades financieras y de seguros). Sin perjuicio de lo
establecido en este Capítulo, los bancos y otras entidades financieras o de crédito, así como las entidades
de seguros, se sujetarán a las normas que sobre información, contabilidad y otros aspectos concomitantes,
establezca el respectivo órgano administrativo de fiscalización.
ARTICULO 49.- (Firmas y responsabilidades) El propio comerciante o sus representantes legales
autorizados, firmarán el balance del ejercicio y la cuenta de resultados, conjuntamente con el profesional
interviniente. En cuanto a la responsabilidad por la veracidad de los mismos, se estará a lo dispuesto por las
normas legales aplicables.
ARTICULO 50.- (Plazo de elaboración y revisión de balances). Los comerciantes deben presentar el
balance y demás estados financieros a las autoridades señaladas por ley y a los organismos de dirección y
control internos si los hay, en los plazos señalados por las respectivas disposiciones, bajo su propia
responsabilidad o la de sus representantes legales autorizados. (Arts. 62, 190, 46, 47, 369 C. de Comercio).
Además, en las sociedades por acciones, los síndicos pueden examinarlos en un plazo de quince días, para
presentar su informe a la junta.
ARTICULO 51.- (Archivo de correspondencia). El comerciante, al dirigir correspondencia en relación con
sus negocios, debe dejar copia fiel de ésta utilizando cualquiera de los medios que asegure la exactitud y
duración de la copia. Igualmente, conservará la correspondencia que reciba en relación con sus actividades
comerciales, con anotación de la fecha de recepción, contestación o nota de no haberse dado respuesta.
(Art. 815 C. de Comercio).
Asimismo, conservará archivados y ordenados los documentos que respalden los asientos en sus libros de
contabilidad, de manera que se facilite su verificación en cualquier momento. (Art. 65 Código de Comercio).
Si los libros están formadas por hojas removibles o tarjetas, éstas deberán estar numeradas y conservarse
archivadas para su posterior encuadernación.
ARTICULO 52.- (Conservación de libros y papeles de comercio). Los libros y papeles a que se refiere el
artículo anterior, deberán conservarse cuando menos por cinco años, contados desde el cierre de aquellos
o desde la fecha del último asiento, documento o comprobante, salvo que disposiciones especiales
establezcan otro período para cierto tipo de documentos. Transcurrido este lapso podrán ser destruidos,
previo el cumplimiento de las normas legales. (Arts. 51, 65, 369 Código de Comercio).
ARTICULO 53- (Obligación de mantener libros y papeles aun en caso de cese de actividades o
muerte del comerciante). El cese de las actividades comerciales no exime al comerciante del deber
referido en el articulo anterior, y si éste hubiera fallecido, la obligación recae sobre sus herederos. En caso
de disolución de la sociedad, serán sus liquidadores los obligados a cumplir lo prevenido precedentemente.
(Arts. 52, 397 C. Comercio.)
ARTICULO 54.- (Auditoria). El balance del ejercicio y la cuenta de resultados serán sometidos a
verificación y dictamen por auditor legalmente habilitado, en los siguientes casos:
1) Cuando la Ley, el reglamento o los estatutos lo establezcan expresamente;
2) A solicitud de persona o entidad que ostente derecho reconocido por la Ley;
3) Cuando se trate de emisión de valores de oferta pública o cotizables en Bolsa de Valores;
4) A solicitud fundada ante juez o autoridad contralora, por quien acredite un interés legítimo.
La verificación comprenderá una comprobación del balance y cuenta de resultados por el auditor bajo su
responsabilidad y, en la medida que resulte indispensable, de la contabilidad y sus documentos.
A quienes realicen la auditoría, se aplicarán las normas que, reglamentariamente, se dicten sobre
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los límites de su mandato. Aunque el factor hubiera actuado en su propio nombre, si se demostrara que en
realidad lo hizo por cuenta del titular, éste responderá solidariamente con el factor.
ARTICULO 75 (Presunción de mandato). Si los actos realizados por el factor recaen sobre operaciones
comprendidas en el giro ordinario de la empresa o establecimiento, se entienden hechos a nombre y por
cuenta del titular, aunque el factor no los haya hecho constar así al ejecutarlos, haya transgredido sus
facultades o cometido abuso de confianza, sin perjuicio de las acciones del titular en contra del factor. (Art.
1240, 78, 87 Código de Comercio).
El titular responde también de los actos ejecutados por el factor cuando, siendo ajenos al giro ordinario de la
empresa o establecimiento, hubiera obrado de acuerdo con sus instrucciones; cuando las haya aprobado
expresamente o, si por hechos positivos, se presumen válidos.
ARTICULO 76.- (Inscripción en el Registro). La designación de factor, su mandato y sus modificaciones
posteriores, se inscribirán en el Registro de Comercio donde se encuentre la empresa o establecimiento
principal.
La revocatoria de poderes debe inscribirse también en el mismo Registro.
La falta de inscripción hará inoponible frente a terceros cualquier excepción que pudiera favorecer al titular.
ARTICULO 77.- (Pluralidad de titulares) Si los titulares fueran varios, todos responden solidariamente por
los actos del factor. (Arts. 435, 825 C. Civil).
ARTICULO. 78.- (Varios factores) Si los factores fueran varios, todos actuarán en conjunto, a menos que
del mandato se desprenda que cada uno podrá actuar, en todo o parte, con independencia de los demás.
ARTICULO 79.- (Remuneración). El factor tiene derecho a la remuneración convenida y a los beneficios
sociales reconocidos por ley. (Art. 6 C. Seguridad Social).
ARTICULO 80.- (Prohibiciones). El factor, salvo autorización expresa del titular, no puede realizar los
siguientes actos:
Delegar el mandato que se le haya conferido;
Revelar los secretos industriales o comerciales de la empresa que administra;
Constituir una empresa con fines análogos al de la empresa del titular;
Ejecutar, en nombre propio o ajeno, negocios del mismo género que los de la empresa en que
presta servicios.
En este último caso el titular puede hacer suyas las utilidades que se obtengan, sin quedar obligado
a responder de las pérdidas.
ARTICULO 81.- (Terminación de funciones). Cesarán las funciones del factor por:
Muerte, incapacidad o inhabilitación para ejercer el comercio;
Revocatoria de sus poderes;
Disolución o enajenación de la empresa;
Renuncia, una vez aceptada;
Vencimiento del término pactado;
Quiebra de la empresa.
La muerte del titular no interrumpe las funciones del factor, mientras no se revoquen sus poderes, pero
éste debe ofrecer caución si así lo solicitan los herederos. La caución será calificada por el juez
competente.
Todos los casos señalados de cesación de funciones del factor deben inscribirse en el Registro de
Comercio.
ARTICULO 82. - (Cumplimiento de leyes). El factor observará con relación a la empresa o establecimiento
que administra el cumplimiento de las leyes y reglamentos que regulan el comercio. (Art. 1 C. Comercio).
ARTICULO 83.- (Rendición de cuentas). El factor debe rendir cuentas de su gestión en los periodos
establecidos.
ARTICULO 84.- (Revocación o enajenación no notificada al factor). Son válidos los actos y contratos
celebrados por el factor en nombre y por cuenta del titular aun en el caso de revocatoria de poderes o venta
de la empresa, si tales actos no fueron notificados al factor con la oportunidad debida. (Art. 833 C. Civil).
ARTICULO 85. - (Terminación del mandato por fraude). Además de los casos señalados por ley, el
mandato termina cuando al factor, en el ejercicio del mismo, comete fraude o abuso de confianza sin
perjuicio de la acción, penal a que hubiere lugar. Igualmente, si contraviene la prohibición de delegar su
mandato.
ARTICULO 86.- (Responsabilidad por daños). El factor es responsable de cualquier daño que ocasione al
titular por dolo, culpa o infracción a las instrucciones recibidas para el desempeño de sus funciones.
ARTICULO 87.- (Factor no constituido expresamente). Los actos del factor no autorizados expresamente
comprometen, asimismo, la responsabilidad del titular cuando éste da lugar, con hechos positivos u
omisiones graves, a que se crea que aquél está facultado para actuar en su nombre. (Arts. 973 C. Civil, 74,
807 C. Comercio).
ARTICULO 88.- (Multas). Las multas impuestas por culpa del factor por contravención a la ley o los
reglamentos, se harán efectivas con cargo al establecimiento que administra, salvándose el derecho del
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titular para obtener su devolución del factor si éste fuere responsable de los hechos que dieron lugar a
dichas sanciones.
CAPITULO II
DEPENDIENTES
ARTICULO 89.- (Concepto). Se entiende por dependiente a la persona a quien el titular de una empresa o
establecimiento encarga la realización de determinadas labores propias del giro comercial o de una clase de
negocios, en forma temporal o permanente. (Arts. 18, 1270 C. Comercio).
ARTICULO 90.- (Actos de los dependientes). El titular responde por los actos de sus dependientes
cuando ha conferido expresamente la facultad de ejecutar, en su nombre, determinadas operaciones de su
giro comercial o resulten del ejercicio de las funciones encomendadas.
Los contratos celebrados por el dependiente con personas a quienes el titular haya dado a conocer por
escrito su autorización para que aquél ejecute algunas operaciones de su giro, obligan también al titular;
pero la autorización para firmar correspondencia, cobrar, girar, aceptar, endosar letras de cambio, girar
cheques, suscribir otros documentos que produzca obligación o celebrar contratos por correspondencia,
deben otorgarse mediante poder notariado que se registrará en la forma señalada en el articulo 76.
ARTICULO 91.- (Autorización para cobrar). Los dependientes encargados de vender por menor se
reputan autorizados para percibir el precio de las ventas cuando la cobranza se hace en el local del negocio,
debiendo expedir, en nombre del titular, las facturas o recibos correspondientes utilizando los formularios al
efecto.
Tienen igual facultad los dependientes que vendan por mayor siempre que las ventas se hagan al contado y
el pago se realice en el establecimiento en que prestan servicios.
Podrá limitarse las facultades de recibir dinero haciendo conocer tales limitaciones en lugar visible del
establecimiento o mediante una adecuada información.
ARTICULO 92.- (Autorización para cobrar en caso de ser portador del documento) Cuando la venta
sea efectuada a plazos y el precio no se pague en el local, el dependiente sólo podrá cobrar su importe si el
documento en el cual se declara el recibo de la cantidad adeudada está debidamente firmado por el titular o
su representante autorizado. (Arts. 90, 91 C. Comercio).
ARTICULO 93.- (Dependiente viajante). Es dependiente viajante el que se dedica a la promoción de
ventas o a la colocación de pedidos en zonas o plazas diferentes a las del establecimiento principal.
Cualquier facultad debe ser otorgada en forma expresa y por escrito, y obliga a los titulares dentro de las
atribuciones señaladas en los documentos respectivos.
El dependiente viajante podrá tener, sin perjuicio de lo prescrito precedentemente, la calidad de
dependiente común durante los períodos en que actúa en la misma plaza del establecimiento principal, en la
forma y condiciones convenidas.
ARTICULO 94.- (Recepción o despacho de mercaderías). La recepción o despacho de mercaderías que
el dependiente haga por instrucciones del titular, se tendrán como hechas por éste,
ARTICULO 95.- (Normas aplicables). Se aplican al dependiente los artículos 79, 85 y 86.
CAPITULO III
CORREDORES
ARTICULO 96.- (Concepto). El corredor es la persona natural o jurídica establecida por cuenta propia que
media entre la oferta y la demanda para obtener el acercamiento de ambas, para la concreción directa del
contrato por los interesados, sin tener relación de dependencia o de representación con las partes. (Arts. 5,
104-I).
ARTICULO 97.- (Requisitos para su habilitación) Sólo pueden usar la denominación de corredor las
personas habilitadas por el órgano administrativo competente, previo el cumplimiento de los requisitos y
condiciones del reglamento respectivo y estar inscrito en el Registro correspondiente. (Arts. 12, 19, 98 C.
Comercio).
Además de las condiciones exigidas por este Código para los comerciantes, el corredor tendrá un especial
conocimiento del mercado y estará capacitado para apreciar y cerciorarse de la realidad y certeza del
negocio en cuestión.
ARTICULO 98.- (Infracción de normas). En caso de infracción de las normas señaladas en éste Capítulo y
las del Reglamento, el órgano administrativo competente está facultado para imponer sanciones, desde
multas hasta la cancelación de la autorización, sin perjuicio de las sanciones penales correspondientes.
ARTICULO 99.- (Remuneración). Los corredores tienen derecho a la comisión convenida. A falta de
estipulación, se aplicará la comisión usual y, en su defecto, la que se fije por peritos, en tanto se ponga en
vigencia el arancel correspondiente.
Salvo estipulación en contrario, los contratantes contribuirán en partes iguales al pago de la comisión del
corredor.
El corredor tendrá derecho a la comisión en todos los casos en que las partes hubieran convenido el
negocio.
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ARTICULO 100.- (Gastos en que incurra el corredor). El corredor tendrá derecho a que se le reembolsen
los gastos autorizados en que hayan incurrido en la gestión encomendada, aunque el negocio no se haya
celebrado ni ejecutado.
ARTICULO 101. - (Negocios con condición o nulos). En los negocios sujetos a condición resolutoria, el
corredor que haya intervenido tendrá derecho a la comisión desde la fecha del negocio. Si se ha celebrado
bajo condición suspensiva, el corredor tendrá derecho a aquella al cumplirse la condición.
La nulidad del contrato no afectará tales derechos si el corredor ignoraba dichas causas de nulidad.
ARTICULO 102.- (Libro de registro). Los corredores llevarán un libro denominado "Libro de Registro", en el
que anotarán por orden de fechas y numeración correlativa todos y cada uno de los negocios en que
intervienen, con indicación del nombre y domicilio de las partes, cuantía, precio de las mercaderías o
bienes, descripción de éstos y la comisión percibida.
Este libro será abierto y llevado con las mismas formalidades requeridas para los libros de contabilidad.
ARTICULO 103.- (Deberes y obligaciones de los corredores). Son deberes y obligaciones de los
corredores:
1) Comprobar la identidad y capacidad de los contratantes;
2) Proponer los negocios con claridad y exactitud, absteniéndose de hacer ofertas falsas que puedan
inducir a error en los interesados;
3) Conservar las muestras de las mercaderías vendidas que hayan servido de base a la negociación,
mientras no las reciba a satisfacción el comprador;
4) Guardar secreto de las negociaciones que se le encarguen, salvo orden judicial, y
5) Dar inmediato aviso al comitente cuando no acepte su intervención en el negocio, tomando las
previsiones necesarias para la devolución de los objetos, documentos o valores que hubiera
recibido, bajo responsabilidad de resarcir daños y perjuicios.
ARTICULO 104. - (Prohibiciones). Al corredor le está prohibido:
Comerciar por cuenta propia y ser mandatario, factor, dependiente o agente de un comerciante;
Hacerse cargo de cobranzas y pagos por cuenta ajena o cumplir o exigir el cumplimiento de
obligaciones a cargo de los contratantes;
Garantizar los contratos en los cuales intervenga; ser girador, aceptante, endosante o beneficiario de los
títulos-valores negociados por su conducto y, en general, contraer obligación extraña a su función.
Formar sociedad, salvo la de ser titular de acciones de sociedades, sin poder ser director o
administrador de ellas;
Comprar para si las mercaderías, bienes o valores que se negocien por su conducto;
Incurrir en las demás prohibiciones impuestas por ley o el reglamento respectivo
La violación de estas prohibiciones se sancionará con la cancelación de la autorización respectiva.
ARTICULO 105.- (Corredor de seguros). El corredor de seguros se encarga, de manera habitual, de
ofrecer seguros, promover la celebración de tales contratos y gestionar su renovación. Se distingue del
agente de seguros en que éste último se halla sujeto a una relación de dependencia con el asegurador,
conforme a reglamentación especial.
ARTICULO 106.- (Sujeción al control del órgano respectivo). Los corredores de seguros están sometidos
al control y fiscalización del respectivo órgano administrativo especializado y deben cumplir con los
requisitos y condiciones señalados en este Código en todo lo que sea compatible, y en el reglamento
respectivo.
ARTICULO 107.- (Inscripción y certificado). Los corredores de seguros deben inscribirse en el órgano
administrativo especializado, el cual les proporcionará un certificado que los acredite como tales, previo el
cumplimiento de los requisitos y condiciones señalados en el reglamento respectivo. (Arts. 97, 106 C.
Comercio).
ARTICULO 108.- (Uso de la denominación de corredor). Sólo podrá usar la denominación de corredor de
seguros la persona que haya cumplido con el requisito de inscripción y tenga vigente el certificado expedido
por dicho organismo.
ARTICULO 109.- (Quiebra fraudulenta). La quiebra del corredor se considera como fraudulenta mientras
no se pruebe lo contrario. (Arts. 1657, 1658 C. Comercio).
CAPITULO IV
MARTILLEROS O REMATADORES
ARTICULO 110.- (Concepto). Martillero o rematador es la persona natural o jurídica que se dedica
habitualmente a vender en subasta pública, al mejor postor, bienes de toda especie que con tal objeto le
son encomendados.
ARTICULO 111. - (Inscripción). Para ejercer legalmente las actividades de rematador es obligatoria su
inscripción en el Registro de Comercio. (Arts. 525, 530 Pr. Civil).
ARTJICULO 112.- (Local y autorización de funcionamiento). El rematador, para ejercer su actividad,
debe tener local adecuado abierto al público para venta en remate y obtener autorización de la
Municipalidad respectiva. (Ley Orgánica de Municipalidades de 10 de enero de 1985).
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ARTICULO 113.- (Constancia del derecho). Las personas que entreguen bienes al rematador para
subastarlos, deben acreditar el derecho de disposición de los mismos. Sin este justificativo el rematador no
puede recibirlos ni venderlos.
ARTICULO 114.- (Acto de remate). Iniciado el acto de remate en el día y hora señalados, y previo los
anuncios efectuados con la anticipación debida, el rematador anunciará el estado y característica de los
bienes objeto del remate y de viva voz y en forma inteligible, invitará al público a hacer posturas.
Establecida o no una base mínima, bastará que se produzca una postura para que el remate no pueda
suspenderse.
Las adjudicaciones definitivas se harán mediante un golpe de martillo en favor del mejor postor.
ARTICULO 115. - (Adjudicación al contado). Todo remate efectuado por medio de rematador será al
contado y éste extenderá el comprobante respectivo en favor del adjudicatario.
No obstante lo anterior, el adjudicatario que no pudiera pagar inmediatamente, depositará en el acto por lo
menos el diez por ciento del valor del bien rematado y tendrá un plazo de tres días a partir del remate para
pagar, sin necesidad de requerimiento alguno, el saldo adeudado.
Vencido dicho plazo sin que se hubiera pagado el saldo adeudado, la adjudicación quedará sin efecto y se
perderá el depósito efectuado, que se consolidará, en partes iguales, en favor del dueño del bien y el
rematador.
ARTICULO 116.- (Libros). El rematador llevará obligatoriamente los siguientes libros:
"De consignaciones", donde se anotará por orden de fechas los bienes, mercaderías o especies que
reciba, con indicación de la cantidad, peso o medida y otras características, así como el nombre y
domicilio de la persona por cuya cuenta deba rematarse y el precio estimativo.
"De ventas", en el cual se registrarán, específicamente los bienes, mercaderías o especies vendidas,
indicándose que se hace por cuenta y orden, del comitente en nombre del comprador, su domicilio y
el precio, y
"De cuentas corrientes", entre el rematador y cada uno de los comitentes.
Los tres libros mencionados tendrán el mismo valor probatorio que los libros de contabilidad, si son
llevados con los requisitos y formalidades de Ley.
ARTICULO 117.- (Prohibiciones). Al rematador se aplicarán todas las prohibiciones señaladas para el
corredor.
ARTICULO 118.- (Sanciones). El rematador que adjudicara el bien objeto del remate a alguna persona que
no expresó su postura de viva voz y en forma inteligible, será multado con suma igual al valor del bien
rematado. Esta sanción se impondrá por la autoridad municipal, sin perjuicio de las previstas en el Código
Penal. (Art. 235 C. Penal).
ARTICULO 119.- (Rendición de cuentas). Dentro de los tres días de verificado el remate, el rematador
rendirá cuentas, y, dentro de los cinco días siguientes del remate, pagará al comitente el saldo líquido de la
subasta.
El rematador moroso en la rendición de cuentas y en el pago del saldo líquido de la subasta podrá ser
demandado ejecutivamente, perdiendo en éste caso su derecho a la comisión, sin perjuicio de seguirse las
acciones correspondientes por los perjuicios ocasionados.
ARTICULO 120.- (Comisión) A falta de arancel que regule adecuadamente la comisión del rematador, ésta
no excederá del diez por ciento del valor de la venta e incluirá gastos de publicidad, almacenaje y otros
similares salvo que tales gastos sean de cuenta del comitente por la naturaleza del bien a venderse o por el
tiempo que exceda al normal para realizar la subasta y entregar los bienes al adquirente.
ARTICULO 121.- (Fianza) Los rematadores antes de iniciar sus actividades, deben otorgar una fianza a la
orden de la respectiva Municipalidad por el monto que ésta determine en sus Ordenanzas. La fianza servirá
para cubrir las responsabilidades a que hubiera lugar.
ARTICULO 122.- (Rmatadores considerados consignatarios). Cuando no se hallen presentes los dueños
de los bienes a rematarse, los rematadores se reputarán consignatarios y, como tales, están sujetos a las
disposiciones del Capítulo "Comisiones y Consignaciones".
ARTICULO 123.- (Aplicación suplementaria de disposiciones). En los casos no previstos en éste
Capítulo se aplicarán supletoriamente las disposiciones del mandato, en todo lo que sea compatible.
ARTICULO 124.- (Quiebra fraudulenta). La quiebra del rematador se considera fraudulenta mientras no se
pruebe lo contrario. (Art. 1657 C. Comercio).
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