34.-El Ámbito de Aplicación Del Principio in Dubio Pro Reo
34.-El Ámbito de Aplicación Del Principio in Dubio Pro Reo
34.-El Ámbito de Aplicación Del Principio in Dubio Pro Reo
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En el presente artículo el autor realiza un breve análisis del principio in dubio pro reo. Así, de la
mano de la jurisprudencia, estudia, en primer lugar, la relación existente entre este principio y el
derecho a la presunción de inocencia (y cómo opera este derecho en conexión con la libre
apreciación de la prueba por el juez penal), para, en segundo lugar, establecer en qué medida la
justicia constitucional puede controlar la valoración de la prueba realizada por el juez penal,
cuando se invoca la infracción del in dubio pro reo.
MARCO NORMATIVO:
• Constitución Política del Perú: art. 1, 2 inciso 24 literal e), y 139 inciso 11.
I. INTRODUCCIÓN
Un tema que causa gran controversia en el ámbito procesal penal es si la aplicación del principio in
dubio pro reo puede ser objeto de control por el Tribunal Constitucional, lo que sucede cuando
este, al revisar las decisiones de jueces penales inferiores, examina la legitimidad de la concreta
valoración de la prueba efectuada en la construcción de la sentencia objetada.
En tal sentido, recogiendo aportes doctrinales y jurisprudenciales, pretendo estudiar: a) cuál es la
relación entre el in dubio pro reo y el derecho fundamental a la presunción de inocencia y, a la vez,
cómo opera este derecho en conexión con la libre apreciación de la prueba por el juez penal, y b) en
qué medida puede controlar la justicia constitucional la valoración de la prueba realizada por el juez
penal.
El Tribunal Constitucional(2), sobre la aplicabilidad del principio in dubio pro reo, ha expresado:
El principio de presunción de inocencia(3) se configura así como una garantía del debido proceso
que resguarda al procesado durante el curso del iter procesal. Por su parte, el principio in dubio pro
reo es aplicable cuando las pruebas de cargo actuadas no han dotado de certeza al juez sentenciador
sobre la responsabilidad penal del procesado, originando la emisión de una sentencia absolutoria.
De este modo, el principio de in dubio pro reo se configura como una confirmación o certificación,
al momento de emitirse la sentencia, de la incolumidad del derecho a la presunción de inocencia del
procesado.
Expresaba García Rada(4) que el principio in dubio pro reo es aplicable en caso de duda o de
conflicto en el tiempo de leyes penales, casos donde la Constitución dispone que el juez se incline
por la norma que sea más favorable al reo.
El término in dubio pro reo es una expresión latina que generalmente es traducida como “la duda
favorece al reo”. Se trata de la existencia en el juzgador de una “duda razonable”.
“La duda razonable –aplicable al ámbito judicial– está más relacionada con la ‘duda metódica’ de
la filosofía cartesiana (…) consiste en rechazar como falso todo aquello sobre lo cual albergue
incertidumbre, con la finalidad de partir sobre lo cual exista absoluta certeza (…) en el ámbito
procesal, la aplicación de este principio implica que cuando el juzgador se vea obligado a suspender
su razonamiento porque se encuentra ante presupuestos de hecho improbables, no comprobados o
que sencillamente no justifican la aplicación de la pena, debe abstenerse de condenar a una
persona”(5).
En tal sentido, el in dubio pro reo opera como mecanismo de valoración probatoria, en la medida
que cuando se presente “duda razonable”, el juez deberá absolver al procesado.
La naturaleza jurídica del in dubio pro reo ha sido arduamente discutida. En general, es
considerado un principio esencial del proceso penal, que atañe al juzgador al momento de la
valoración de la prueba, y cuya aplicación está protegida por instrumentos internacionales y la
Constitución (vide infra).
“El principio in dubio pro reo no es un derecho subjetivo, sino un principio de jerarquía
constitucional cuyo fin es garantizar el cabal respeto del derecho fundamental a la libertad
individual, bien para resguardar su plena vigencia, bien para restringirlo de la forma menos gravosa
posible, en el correcto entendido de que tal restricción es siempre la excepción y nunca la regla”(6).
La duda (lato sensu) que al comenzar el proceso tiene poca importancia (v. gr. solo la
improbabilidad impide la convocatoria coactiva a prestar declaración indagatoria), va cobrando
relevancia a medida que aquel avanza, aumentando su virtualidad (v. gr. ya no solo la
improbabilidad, sino también la duda stricto sensu, impedirán el procesamiento o la elevación a
juicio), hasta llegar a la máxima expresión de su alcance en el dictado de la sentencia definitiva (en
la cual la improbabilidad, la duda stricto sensu y aun la probabilidad, impedirán la condena del
imputado)(7).
Según Bacigalupo, el principio in dubio pro reo tiene dos dimensiones: una dimensión normativa y
una dimensión fáctica que, en general, no han sido diferenciadas por la jurisprudencia ni por la
doctrina. La fáctica alude al estado individual de duda de los jueces, en tanto que la normativa se
manifiesta en la existencia de una norma que impone a los jueces la obligación de absolver cuando
no se hayan podido convencer de la culpabilidad del acusado o de condenar por la hipótesis más
favorable, supuesto en que el tribunal de revisión puede verificar la infracción del principio in
dubio pro reo(8).
Esta dimensión normativa del in dubio pro reo hace viable su tutela a través del proceso
constitucional de hábeas corpus.
Si bien el principio in dubio pro reo no tiene expresa consagración constitucional, su fundamento
puede rastrearse en el derecho a la presunción de inocencia, de la defensa de la persona humana y el
respeto de su dignidad, como fin supremo de la sociedad y del Estado (artículo 1 de la Constitución
Política).
La aplicación del principio in dubio pro reo corresponde en forma exclusiva al juez penal, sin
embargo, al estar reconocido tácitamente en la Constitución Política, compete al Tribunal
Constitucional velar por su respeto y vigencia efectiva, a través de un proceso constitucional.
Este Colegiado ha señalado que: “Las normas del ordenamiento jurídico nacional, en particular,
aquellas que tienen relación con los derechos y libertades fundamentales, deben ser interpretadas
con los tratados en materia de derechos humanos en los que el Estado peruano sea parte”(9).
El hábeas corpus es una garantía constitucional que procede contra cualquier persona o autoridad
ante la violación o amenaza de la libertad individual o derechos conexos, lo que puede suceder, sin
duda, en caso de resoluciones judiciales en las que el juez condene sin respetar el principio in dubio
pro reo.
Sin embargo, se advierte que el Tribunal Constitucional, cuando se ha invocado como agravio de
un hábeas corpus la infracción del principio in dubio pro reo, en la gran mayoría de los casos, ha
declarado “infundada” o “improcedente” la demanda. Sobre el particular, el Tribunal
Constitucional ha anotado:
“Si bien compete a este Colegiado, en última instancia, la defensa de los derechos fundamentales,
es cierto también que, en principio, no corresponde a este tribunal evaluar el criterio utilizado por la
judicatura para arribar a sus decisiones, pues ello supondría una inaceptable injerencia en la
independencia de la función jurisdiccional. De este modo, solo corresponderá a este tribunal restar
efectos a una resolución judicial cuando sea en tal grado arbitraria, que sea imposible reconocer en
la misma algún grado de objetividad y razonabilidad que pudiera justificarla, pues lo contrario
supondría desnaturalizar al Tribunal Constitucional, situándolo como un órgano cuya función
consista en hacer las veces de suprainstancia revisora de las resoluciones judiciales”(10).
La convicción de la judicatura a través de la cual arribó a sus decisiones no puede ser cuestionada
ni siquiera por el Tribunal Constitucional. En tal sentido, si el juez, al evaluar las pruebas
obtenidas, llega, según su libre convicción, a una conclusión (la duda o certeza sobre la
culpabilidad del procesado), esta no resultará cuestionable en ninguna instancia ordinaria o
constitucional.
No es función del juez constitucional determinar la inocencia o responsabilidad penal del imputado,
ni tampoco el reexamen o revaloración de las pruebas incorporadas en el proceso penal; estas son
tareas exclusivas del juez ordinario(11).
En efecto, el in dubio pro reo, como norma de interpretación dirigida al juzgador, envuelve un
problema subjetivo de valoración de la prueba que, por afectar de modo preponderante a la
conciencia y apreciación del conjunto probatorio, no puede ser objeto de posterior revisión;
sostener lo contrario implicaría negarle independencia al juez penal.
Únicamente procederá el hábeas corpus cuando el juez penal, no obstante tener dudas razonables
sobre la culpabilidad del procesado, lo condene, o pese a tener certeza de culpabilidad, lo absuelva;
sin que ello implique un reexamen de la valoración de las pruebas efectuada por el juez, sino solo
una verificación de la logicidad de la sentencia. En tales casos, el juez constitucional podrá declarar
nula la sentencia del juez penal.
La alegación de vulneración del in dubio pro reo no debe hacer prosperar un recurso ante la justicia
ordinaria o ante la justicia constitucional cuando el tribunal de instancia, al condenar, en definitiva,
no expresó tener dudas sobre los extremos señalados, y tampoco se infiere de la sentencia que
implícitamente hubiera condenado a pesar de estar indeciso o habiendo comprobado solo una mera
posibilidad del hecho.
En suma, no debe estimarse el recurso donde la duda proviene del impugnante y este pretende
trasladársela al juzgador, arguyendo que este debió vacilar o tener dudas. En estos casos, es
frecuente advertir el deleznable argumento de que “en el caso concreto el tribunal ‘debió aplicar el
principio in dubio pro reo”, con lo que se pretende alterar externamente el grado de
convencimiento subjetivo del juez.
“El recurso [de casación] se apoya en una diferencia de opinión referente a una cuestión de hecho,
dado que se estima que el Tribunal a quo no debió dar crédito a las afirmaciones del acusado, es
decir, no debió conferirles credibilidad. Repetidamente esta Sala ha sostenido que el principio in
dubio pro reo impone al Tribunal de los hechos no condenar si tiene dudas sobre la prueba de los
elementos constitutivos del tipo penal. Consecuentemente, el principio in dubio pro reo puede
fundamentar el recurso de casación cuando surge de la sentencia recurrida que, no obstante las
dudas, el Tribunal ha considerado cumplidos los presupuestos fácticos del tipo penal. Por el
contrario, la jurisprudencia ha sido categórica al afirmar que el principio in dubio pro reo no otorga
un derecho a las partes a que el Tribunal en determinadas condiciones dude y que, por lo tanto, el
recurso de casación no puede fundamentarse en la pretensión de que los jueces hayan tenido dudas
que no tuvieron o que, a la inversa, no hayan tenido las dudas que tuvieron”(12).
La jurisprudencia del Tribunal Supremo español, asimismo, nos da un ejemplo en que el tribunal
sentenciador, pese a expresar dudas sobre la acreditación de los hechos incriminados, emitió un
pronunciamiento condenatorio:
“B) La objeción de la defensa debe prosperar toda vez que el Tribunal a quo ha vulnerado el
principio in dubio pro reo, dado que la Audiencia ha considerado que la lesión tardó 180 días en
curar a pesar de que reconoce que ha podido comprobarlo con seguridad. En efecto, en el
fundamento jurídico segundo afirma que basa su decisión en la explicación de un forense que dijo
en el juicio ‘que muchas veces pueden surgir complicaciones después de haber dado sanidad, y esto
es lo que parece que ocurrió en la causa, pues el hematoma que padecía la perjudicada no era
normal sino del tipo recidivante morel-lavalé’. Tales expresiones solo afirman, en verdad, una
posibilidad y un parecer, pero en modo alguno, la seguridad en conciencia que requiere el art. 741
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Es indudable, por otra parte, que sobre la base de una complicación que no se pudo establecer y que
solo se considera en general, posible, no se puede llevar a cabo el juicio de imputación objetiva del
resultado, toda vez que este requiere que se precise con seguridad que el resultado producido es la
concreción del peligro creado por la acción y esto no es factible si no existe una convicción segura
respecto de su producción y de su conexión causal con la acción.
C) Ciertamente la jurisprudencia de esta Sala ha excluido que el principio in dubio pro reo sea un
fundamento suficiente para fundamentar el recurso de casación. Sin embargo, ello se limita a los
casos en los que su invocación se refiere a la pretensión de que el Tribunal haya dudado en la
valoración de una prueba que se considera erróneamente ponderada. Pero, no cabe duda que el
principio in dubio pro reo tiene también un aspecto normativo, que prohíbe la condena en el caso
en el que el Tribunal reconoce no tener seguridad en conciencia respecto de los hechos probados.
Como norma, por lo tanto, el principio in dubio pro reo, resulta vulnerado cuando –como ocurre en
este caso– el Tribunal condena al procesado por un hecho del que solo ha podido establecer su
posibilidad”(13).
Por último, más allá del ámbito de aplicación señalado, un alcance mayor del in dubio pro reo se
aprecia en la jurisprudencia más o menos reciente del Tribunal Supremo español, donde se admite
el control casacional sobre la razonabilidad de la falta de dudas expresada por el Tribunal
sentenciador con relación a las pruebas de cargo (cuando aquel si bien no dudó, “debió
razonablemente dudar”):
“Dicho principio [in dubio pro reo] constituye un criterio interpretativo dirigido al Tribunal que
valora la prueba, para indicarle que si tras la valoración de la prueba –de cargo y de descargo– no
alcanza un juicio de certeza en un contenido incriminatorio con el canon de exigencia de ser una
certeza ‘(...) más allá de toda duda razonable (...)’, debe absolver. De alguna manera dicho principio
se inserta en el derecho a la presunción de inocencia, porque no basta para la condena la sola
convicción del Tribunal –el impresionismo o convicción judicial–, poco vale este si no encuentra su
anclaje en una sólida prueba de cargo.
Por ello, si bien en una primera aproximación se ha dicho que este principio/regla interpretativa, se
vulnera cuando el Tribunal, tras expresar una duda, no obstante condena. En una segunda
aproximación, más profunda trasciende su estudio en este control casacional que no se detiene en la
constatación de la presencia de la convicción condenatoria del Tribunal sentenciador, sino que, esta
Sala casacional debe controlar si esa falta de duda, está razonada y es razonable por la calidad de la
prueba de cargo que la soporta. Dicho de otro modo, aunque el Tribunal de instancia no dudara,
correspondería a esta Sala casacional verificar si debió dudar por la escasa fiabilidad de la prueba
de cargo”(14).
NOTAS:
(1)MAIER, Julio. Derecho Procesal Penal. Editores del Puerto, Buenos Aires, 1996, p. 494.
(3)La presunción de inocencia es una garantía consagrada en nuestra Constitución Política como un
derecho fundamental de la persona; también en la Declaración Universal de los Derechos Humanos
y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos: “Toda persona es considerada inocente
mientras no se haya declarado judicialmente su responsabilidad” (artículo 2 inciso 24 literal “e” de
la Constitución Política del Estado. “Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se
presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en un juicio
público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias a su defensa” (artículo 11 de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos). “Toda persona inculpada de delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad”
(artículo 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos).
(4)GARCÍA RADA, Domingo. Manual de Derecho Procesal Penal. 8ª edición, Lima, 1984, p.
438.