Texto Argumentativo DH
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Se ha señalado regularmente por la doctrina en todos los ámbitos del conocimiento, que la mejor
forma de romper con el mito utópico es cuando esta entra y se establece en una situación crítica,
en ese sentido; vale pensarse si los Derechos Humanos y los impactos regulatorios como lo son
la Declaración Universal de los Derechos Humanos se constituyen como tales en utopías a la luz
de la praxis, y si su cenit o fracaso; si quiere pensarse, se corresponden a lo que en la industria se
llamaría defecto de fábrica, es decir, si el carácter universal de un Derecho atiende de manera
correspondiente a las realidades de los pueblos.
Ante todo, la retorica sobre los Derechos Humanos se ha reconstruido como un lenguaje de
resistencia civil y emancipatorio, inclusive vinculados al desarrollo de una política de progreso,
bajo ese entendimiento Boaventura de Sousa Santos1, ha señalado que desde la posguerra y en las
últimas décadas del siglo XX, fue naciendo una cultura jurídica cosmopolita, pues se ha fundado
una comprensión trasnacional del sufrimiento humano y la opresión social, marcado por crisis
migratorias y entre otros fenómenos; tanto ha evolucionado esa forma, que el autor señala que se
ha establecido gradualmente un régimen de derechos humanos, donde colisionan organizaciones
no gubernamentales, las mismas que han creado la globalización de la resistencia y la
emancipación como los objetivos de los derechos humanos, reacción no más coherente ante la
desintegración en las sociedades de estos. Así las cosas, ante las desventuras que encontramos en
la praxis de los derechos humanos y sus regulaciones, la comprensión de tales, se ha configurado
como una amplia galaxia de luchas y discursos frente a distintas formas de opresión, explotación
y dominación bajo el manto de democracia, inclusive reducida a la representación y consignas
electorales. Sin embargo, una posición crítica tendría que proponerse explicar como es que ha
ocurrido esta transformación y los impactos sobrevinientes en la estructura ideológica de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Visto el informe sobre derechos humanos en Colombia, más la comprobación evidente o los
hechos notorios, es posible determinar que no son más que el efecto frente a una abstracción al
1
Santos Boaventura de Sousa, Sociología jurídica crítica. Para un nuevo sentido común en el derecho, Madrid, Trotta, p. 410.5
2
Ver Samuel Moyn, The Last Utopia, Human Rights in History, Cambridge, Belknap Press, 2012
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considerarlos universales, y una respuesta a esta consideración paradójica sería asentir que lo
universal de los derechos humanos afecta el núcleo esencial del derecho, pues lo accesorio
podría considerarse afecto por circunstancias materiales, temporales, culturales y sociales. Pero
esta teoría así pensada, busca resolver un problema con una tensión, tensión entre lo general y lo
particular, el hecho es que mientras más generalizo más me alejo de realidades concretas, lo cual
no me dice nada como resolver problemáticas puntuales; y es ahí donde se configura un modelo
de derechos humanos que busca materializar la paz sustentada en tolerancia e igualdad con
resistencia, resistencia de minorías indígenas, sexuales, de género, raciales, migrantes, entre
otros grupos, los cuales se niegan y se emancipan de la idea que todas las personas deben encajar
en un molde de tinte universal homogéneo.
Los derechos humanos, empezando, son más de carácter humano que derecho, esto es,
primordial y principalmente humanos; como vivencias sociales, que son susceptibles de
emplazar y crear hechos sociales, es decir, acontecimientos históricos. En definitiva, acciones
humanas con la potencialidad necesaria para inmiscuirse en las condiciones prevalecientes,
producir situaciones precipitadas, acciones humanas que alteran el orden prevaleciente,
modifican el ámbito que domina en el espectro político, esto más allá de su positivización, pues
si de lo que se trata es, de analizar el andamiaje ideológico, pues la mejor forma, es comprender
los derechos humanos como comportamientos teórico-prácticos, cursos de acción y dichos
lingüísticos que son en si acciones de rechazo, de incomodidad, gestos de indignación frente a
una raíz de abuso, es decir, paz, tolerancia e igualdad obtenidas con resistencia, y esa es la
inspiración de la Declaración. Leída esta y abordada en forma acuciosa solo puede comprenderse
su sustento ideal en practicas de resistencia ante abusos, de el tiempo de su creación y de ahora,
solo que hoy día, resalta matices diferenciales respecto de la universalidad lo que puede
constituirse en una dificultad de aplicación y ante eso los índices de vulneración.
Desde una postura naturalista y liberal, los ideales que inspiraron la declaración y todo el sistema
de derechos humanos, no son más que la contraposición a su carácter universal y eso paradójico,
porque la misma declaración es una pretensión universalizante, pero a decir verdad la misma
recoge una indignación o conversación acerca de los derechos como prácticos y discursivos que
Herrera, 1999:94
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son en si inabarcables, lo que produce un desacuerdo sobre lo que son los derechos humanos en
realidad.
Se dice que estamos ante un proceso en construcción porque el discurso critico no existe como
tal, la masa critica de los derechos humanos se encuentra en desconstrucción, constituida por la
revisión de las tendencias ideales en curso, no obstante, la conexión entre el discurso de los
derechos humanos y el proceso globalizador sólo puede aparecer comprensible si mediado por
una matriz teórica básica, dotada de principios constructivos y operacionales, práctico materiales
y también conceptual-culturales generados por las condiciones inherentes de la globalización, sus
tendencias determinantes y sus tensiones polarizantes.
El statu quo de una sociedad globalizada muestra que, por un lado, las orientaciones económicas
hacen posible la fuerte tendencia a la homogeneidad, cultura y tecnología estándares, hábitos y
modas de consumo y producción de todo el mundo; sin embargo, por otro lado, se fortalece la
heterogeneidad cultural a partir de la prueba de diferencias de raza, religión, identidad cultural e
incluso diferentes tipos de vida. Decidido en estas condiciones, sociedad y cultura conviven en
una paradoja de tensión y es ahí donde el idealismo de tolerancia toma sentido, lo que en
definitiva provoca la paz.
El nuevo discurso de los derechos humanos puede ser reconocido como el campo discursivo de
la mediación no sólo un referente normativo, la afirmación de la universalidad en Occidente y su
correspondiente cuota de violencia, su afirmación y las condiciones de realización (universalidad
impura) Entre la matriz; y el cuestionamiento radical del relativismo cultural y el particularismo
étnico, racial, religioso y lingüístico: el desafío multicultural a Occidente.
De esta forma, resolver problemas o luchas contra riesgos producidos por los propios países
desarrollados, como la contaminación ambiental, el cambio climático, las megaciudades y la
limpieza de materias primas, requieren un enfoque interdisciplinario y ahora deben incorporar
temas de tecnología avanzada.
De estos elementos básicos comienzan a delinearse los perfiles del desafío multicultural y los
retos en igualdad material, que en definitiva son el marco orientador para la paz.
Por tanto, puede ser apropiado reconsiderar ampliamente los componentes de la trinidad
moderna de revolución y liberación: libertad, igualdad y fraternidad; estas promesas previenen
una mala transición al posmodernismo.
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El discurso multicultural, como se sabe, proviene de tradiciones arraigadas, más bien, al curso de
la filosofía política del liberalismo y del relativismo cultural en clave antropológica. Las
modalidades críticas de la teoría crítica de Marx y de la genealogía de los mecanismos del poder,
desarrollados por Foucault, son susceptibles de soportar explicativamente la condición de las
minorías culturales, en un código diferente al del discurso filosófico, político y cultural moderno
de raíz liberal.
Conviene evitar dos equívocos de implicaciones negativas a fin de encarar el desafío suscitado
por el multiculturalismo y que pueden complicar sobremanera la posibilidad de una apropiación
normativamente adecuada del tema. Los procesos de construcción política de la identidad de
grupo poseen decisivos componentes de elección y estrategia y son dependientes del contexto. El
concepto de multiculturalismo refiere, entonces, no a grupos e identidades colectivas como tales,
sino a la dimensión cultural y política de los mismos y a los contextos sociales y políticos,
movimientos, discursos, políticas y arreglos institucionales correspondientes. El
multiculturalismo, en sentido amplio, incorpora no sólo diferencias meramente culturales, sino
que involucra un principio capaz de subvertir la propia homogeneidad de la nación, tal es su
concepto de comunidad político-cultural.
Ante esta inquietante perspectiva, ¿qué papel jugará la democracia, al menos? En primer lugar, la
transformación fundamental está sujeta a una serie de problemas principales (preguntas) que se
miden y que deben asumirse históricamente. Una herramienta maravillosa para cuestionar la
democracia es la cuestión de la explotación, una intención crítica apoyada, como vemos aquí, en
el proceso de desigualdad (la negación de la igualdad), que hoy pretende resolverse de manera
predominante y desconocida, no marginalmente. Sin embargo, la cuestión de la definición ya no
puede plantearse de la manera clásica, basada principalmente en indicadores socioeconómicos y
discurso social. Por lo tanto, el tema de la integración de una dimensión cultural crítica, está
llamado a un enfoque comparativo de las consecuencias culturales de la globalización.
Con todo y a todas luces evidente que tanto la argumentación como las conclusiones
provisionales aquí enunciadas expresan ideas en construcción, se constituyen así en momentos
en el desarrollo. Ello significa asumir el hecho de la perdida de potencialidades emancipatorias
de los derechos humanos y el empeño de que el quehacer teórico adopte una finalidad correctiva
de la deficiente evolución teórica, jurídica y política del discurso.