2014 02 PerezMarinas
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Revista de Humanidades
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Alicia Yllera Fernández (Filología Francesa, UNED)
STVDIVM 20 (2014)
Índice
Estudios
Nosce te ipsum. Ensayo de un tema en las letras universales
José Palomares Expósito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13-28
Las obras de las crónicas de Alfonso III: Crónica de Alfonso II
sobre el final de los reyes godos, Leyenda de Covadonga,
Crónica de Sebastián de Salamanca y Crónica de Ordoño I
Iván Pérez Marinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29-54
«Esta señora de España siempre le pondrá cuernos con este
enamorado de comunidades.» Un análisis histórico-
conceptual del discurso político en el movimiento comunero
Antonio Suárez Varela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55-96
El Sol de Occidente, San Benito (1697), una comedia
desconocida de José de Cañizares
Elisa Domínguez de Paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97-116
Algunos apuntes sobre el legado de Quintiliano en España
durante los siglos xvii, xviii y xix
Guillermo Soriano Sancha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117-134
Aspectos históricos de Teruel a partir de un problema aritmético
del siglo xviii. Una propuesta multidisciplinar
Vicente Meavilla Seguí & Antonio M. Oller Marcén . . . . . . . . . . 135-150
Acerca del discurso occidental en los relatos mesoamericanos
Rodolfo Fernández & Diana Carrano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151-166
La cultura lúdica en los rituales funerarios de Iberoamérica:
los juegos de velorio
Jaume Bantulà Janot & Andrés Payà Rico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167-188
Los kakemonos del conde Giuseppe Primoli (1851-1927)
María Pilar Araguás Biescas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189-202
El «otro» ainu en el cine documental japonés:
del redescubrimiento de las minorías en la posguerra al
recuerdo como reivindicación en Tadayoshi Himeda
Marcos Centeno Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203-230
Cocina, transformaciones sociales y nuevos conceptos
para nuevas prácticas alimentarias: el caso de la
«cuina compromesa» (Burg, Pirineo de Lleida)
Neus Monllor, Jaume Guillamón, Carles Guirado,
F. Xavier Medina & Ignacio L. Moreno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213-256
De las lentejas con chorizo a la pizza congelada: prácticas
alimentarias del hombre tardomoderno en la era de Internet
José Ignacio Arévalo Sevil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257-282
Postmodernism and ∕ or Post-History. Philosophical
and Political Proceedings
Viorella Manolache . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283-296
Notas y reseñas
Historia de la ciudad de Teruel, coords. M. Martínez &
J. M. Latorre
Alejandro Ríos Conejero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299-304
¿Iría Ulises al médico si fuera inmigrante en España?
Jorge Soler González . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305-313
Sumarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 315-330
Table of contents
Articles
Nosce te Ipsum: Essay on a Topic from the Universal Arts
José Palomares Expósito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13-28
Works from the Chronicles of Alfonso III: Crónica de Alfonso
II sobre el final de los reyes godos, Leyenda de Covadonga,
Crónica de Sebastián de Salamanca and Crónica de Ordoño I
Iván Pérez Marinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29-54
“Esta señora de España siempre le pondrá cuernos con este
enamorado de comunidades.” A Historical and Conceptual
Analysis of the Political Discourse of the Comunero
Movement
Antonio Suárez Varela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55-96
The Sun of the West, San Benito (1697): An Unknown Comedy
by José de Cañizares
Elisa Domínguez de Paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97-116
Some Notes on the Influence of Quintilian in Spain in the 17 , th
Abstracts . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 315-330
Resumen
Las crónicas de Alfonso III (Crónica Rotense y Crónica ad Sebastianum) son fruto
de un largo proceso historiográfico a lo largo del siglo ix en el reino de Asturias. A
partir de estos textos se vislumbran varias obras cronísticas anteriores que fueron
unidas una detrás de otra como bloques textuales para componer la Crónica de
Ordoño I, antecedente directo de las dos crónicas gemelas del Rey Magno. Entre
esas obras historiográficas se encuentran dos elaboradas durante el reinado de
Alfonso II, a principios del siglo ix: la Crónica de Alfonso II sobre el final de los
reyes godos y la Crónica de Sebastián de Salamanca, con un añadido de tiempos del
rey Ramiro I. Junto a ellas se identifica la Leyenda de Covadonga, tradición oral
que se puso por escrito en el reinado de Ordoño I.
Palabras clave: crónicas, Alfonso II, Alfonso III, reino astur, siglo ix
Abstract
The chronicles of Alfonso III (Rotensis and Ad Sebastianum) are the result of a
large historiographical process during the 9th Century in the Kingdom of Asturias.
From both texts we can perceive several older chronicles that were joined one after
another as text blocks to compose Chronicle of Ordoño I, direct antecedent of the
twin chronicles of the Great King. Among those historiographical works there are
two written during the reign of Alfonso II, in the beginning of the 9th Century:
Chronicle of Alfonso II about the end of the Gothic kings and Chronicle of Sebastian
of Salamanca, with an addition from the time of Ramiro I. Besides these, we identify
Legend of Covadonga, oral tradition that was put in writing in the reign of Ordoño I.
Key words: chronicles, Alfonso II, Alfonso III, Astur Kingdom, 9th Century
La composición textual de las dos crónicas de Alfonso III, que han sido
consideradas como un todo bajo el nombre de Crónica de Alfonso III,1 ha
sido discutida por la historiografía durante los últimos cien años, desde la
primera publicación de la Crónica rotense.2 Distintas teorías han sido ofre-
cidas por Zacarías García Villada, Lucien Barrau-Dihigo, Antonio Bláz-
quez, Claudio Sánchez-Albornoz, Manuel Gómez-Moreno, Ramón Me-
néndez Pidal, Antonio Ubieto Arteta, Manuel Cecilio Díaz y Díaz, Jan
Prelog, Juan Gil Fernández e Yves Bonnaz.3 Sin embargo, en el presente
artículo no pretendo realizar un estudio del estado de la cuestión de esta
temática, dada la amplitud que ello requeriría.
11. Ninguna de las dos crónicas de Alfonso III ha mantenido de forma íntegra las obras de
las que se conforman, por lo que solo podemos percibir su presencia y su extensión tex-
tual por ciertas evidencias.
12. Esta carta no fue copiada en la Crónica rotense porque, a diferencia de la Crónica ad Se-
bastianum, siempre pretende dar uniformidad y coherencia a todo el relato.
13. L. Barrau-Dihigo, «Remarques sur la Chronique dite d’Alfonso III», o. cit., p. 326
14. A. Ubieto Arteta, ed., Crónica de Alfonso III, o. cit., p. 12
15. La adjudicación de toda la Crónica de Alfonso III al obispo Sebastián de Salamanca pro-
cede de la edición de la obra por Enrique Flórez en el siglo xviii, probablemente tras la
desacertada interpretación del prólogo de la Crónica del obispo Pelayo de Oviedo, en la
que se indicaba que cierto obispo Sebastián de Salamanca redactó una crónica que com-
prendía desde Pelayo hasta Alfonso II. Posteriormente, en el siglo xx, autores como Fidel
Fita, Zacarías García Villada, Antonio Blázquez o Claudio Sánchez-Albornoz mantuvie-
ron la identificación de Sebastián como obispo y se determinó que se trataba de Sebastián
de Orense, único obispo coetáneo a Alfonso III con ese nombre. Cf. Fidel Fita, «Sebas-
tián, obispo de Arcávica y de Orense. Su crónica y la de Alfonso III», Boletín de la Real
Academia de la Historia, 41, 1902, pp. 332-336; Z. García Villada, ed., Crónica de Alfon-
so III, o. cit., p. 11; A. Blázquez, «Estudios de Historia y Crítica medioevales. Las redac-
ciones de la Crónica atribuida a Alfonso III», o. cit., pp. 261-263; C. Sánchez-Albornoz,
«La redacción original de la Crónica de Alfonso III», o. cit., pp. 47-66.
finales del siglo viii y principios del ix, la cual se caracterizaba por conte-
ner una ampliación del relato original del metropolitano hispalense desde
el reinado de Suíntila hasta el gobierno de Recesvinto.16 El propio Alfonso
II, o su equipo de historiadores, concluyó la historia de los reyes godos en
Rodrigo porque en la ideología política astur aún no había aparecido el
neogoticismo, que pretenderá proseguir el relato con los reyes ovetenses.
Por estas fechas, a finales del siglo viii y en las primeras décadas del siglo
ix, se consideraba que el reino de los astures relevó al reino de los godos
como su sucesor por el hecho de estar ambos fundamentados en el cristia-
nismo. Esta misma ideología, si bien aplicada a los carolingios en lugar de
a los astures, se evidencia claramente en las coetáneas crónicas septimanas,
más en la Chronologia regum Gothorum (797)17 que en el Chronicon Mois-
siacense (818),18 en las cuales se muestra a los francos como los herederos
de los godos en el control de Hispania por tener un rey cristiano, Carlo-
magno, quien debe restaurar la Iglesia y el reino de los cristianos en His-
pania. Asimismo, aunque existen diferencias de opiniones,19 en el Testa-
mento de Alfonso II (812)20 se puede interpretar que, tras la debacle de los
godos causada por los árabes, gracias a Pelayo, a quien no se le señalan
vínculos con los godos a diferencia de escritos posteriores,21 surge un nue-
16. Sobre esta versión de la Historia Gothorum léase J. Gil Fernández, «Introducción», o.
cit., pp. 76-77.
17. Jacques-Paul Migne, ed., Patrologia Latina, París, 1850, t. 83, col. 1118.
18. Georg Heinrich Pertz, ed., Monumenta Germaniae Historica. Scriptorum tomus I, Hannover,
1826, p. 290.
19. Amancio Isla Frez, al igual que yo, no lo interpreta de forma neogótica (Amancio Isla Frez,
«Consideraciones sobre la monarquía astur», Hispania: Revista española de historia, 55,
1995, I, p. 156; Amancio Isla Frez, «Monarchy and neogothicism in the Astur Kingdom,
711-790», Francia. Forschungen zur westeuropäischen Geschichte, 26, 2000, I, p. 41). En
cambio, Carlos de Ayala considera que preanuncia la ideología de la restauración del orden
godo (Carlos de Ayala Martínez, Sacerdocio y Reino en la España Altomedieval. Iglesia y
poder político en el Occidente peninsular, siglos vii-xii, Madrid, Sílex, 2008, pp. 131-133).
20. “Sed quia te offendit eorum prepotens iactantia in era dcc cl viiiiª simul cum rege Ro-
derico regni amisit gloria. Merito etenim arabicum sustinuit gladium. Ex qua peste tua
dextera Christe famulum tuum eruisti Pelagium. Qui >in< principis sublimatus potentia,
uictorialiter dimicans hostes perculit et christianorum asturumque gentem uictor subli-
mando defendit.” En: María Josefa Sanz Fuentes, «Transcripción», en Juan Ignacio Ruiz
de la Peña Soler y María Josefa Sanz Fuentes, eds., Testamento de Alfonso II el Casto.
Estudio y contexto histórico, Granada-Siero, Made, 2005, pp. 87-88.
21. Interpreto en la narración de este documento que la invasión árabe no alcanzó a Pelayo por-
que estuvo dirigida exclusivamente contra los pecadores, evitando Dios que pagaran justos
(astures) por pecadores (godos) entre todos los cristianos. Aquí no concibo que Pelayo se es-
capara de entre los godos, tal y como se narra en las crónicas de la segunda mitad del siglo ix.
vo reino definido como astur (nunca como godo) y cristiano. Este segundo
rasgo sirvió, por un lado, de base ideológica contra la dependencia con
respecto al dominio musulmán y, por otro lado, de legitimación para los
saqueos y ataques dirigidos contra la población de al-Ándalus. Por otra
parte, como se detallará más adelante, en el capítulo XV de la Crónica al-
beldense quedan restos de la Crónica de Sebastián de Salamanca en los que
también se identifica al nuevo reino como cristiano y astur.
La Crónica de Alfonso II sobre el final de los reyes godos se vislumbra
en las crónicas de Alfonso III abarcando desde el párrafo 1a hasta el párra-
fo 7 o, quizás, hasta el inicio del párrafo 8, según la edición de Gil Fernán-
dez.22 Para su confección, posiblemente con la ayuda de unos historiado-
res, Alfonso II, que era intelectual y teólogo debido a su educación en el
monasterio gallego de Samos,23 debió utilizar fuentes escritas procedentes
de al-Ándalus, por lo que realmente se limitó a rescribirlas en un nuevo
redactado en el que se refiere a sí mismo en primera persona del plural por
su rango político-religioso24 y se dirige a su lector, Sebastián de Salamanca,
en segunda persona del singular por ser un hombre de su confianza.25 Estas
referencias se trataron de pulir en las crónicas de Alfonso III para conse-
22. Juan Gil Fernández, ed., Crónicas asturianas, Oviedo, Universidad de Oviedo, 1985.
Todas las referencias a párrafos de las crónicas de Alfonso III y de la Crónica albeldense
las tomo de esta edición.
23. Armando Besga Marroquín, «La estancia de Alfonso II en el monasterio de Samos»,
Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos, 159, 2002, pp. 201-217. Según un docu-
mento de donación de Ordoño II al monasterio de Samos fechado en el año 922, Alfonso
II fue acogido en dicho cenobio siendo niño. Armando Besga Marroquín deduce que
debió ocurrir tras el asesinato de su padre, Fruela I, y que en Samos adquirió su modélica
forma de vida cristiana, sus conocimientos teológicos y su devoción por san Julián y
santa Basilisa, a los que dedicó una basílica en Oviedo.
24. En cursiva las autodenominaciones de Alfonso II en su propia obra: “Pro qua nobis per
Dulcidium presbiterem notuisti” (Crónica ad Sebastianum, 1a), “et nos quidem ex eo
tempore, sicut ab antiquis et a predecessoribus nostris audiuimus et uera esse cognoui-
mus, tibi breuiter intimabimus” (Crónica ad Sebastianum, 1a), “Nos uero antea prosa-
piem generis eius nunciauimus quam regni eius exordia disponamus” (Crónica rotense,
6), “De Ruderico uero rege, cuius iam mentionem fecimus, non certum cognouimus inte-
ritum eius” (Crónica rotense, 7), “Rudis namque nostris temporibus quum Uiseo ciuitas
et suburbana eius a nobis populata esset” (Crónica ad Sebastianum, 7).
25. En cursiva las alusiones al lector único, Sebastián de Salamanca: “Notum tibi sit de istoria
Gotorum, pro qua nobis per Dulcidium presbiterem notuisti” (Crónica ad Sebastianum,
1a), “tibi breuiter intimabimus” (Crónica ad Sebastianum, 1a), “Sed si plenius cognosce-
re uis” (Crónica ad Sebastianum, 1), “beatum Iulianum metropolitanum legito” (Crónica
ad Sebastianum, 1a). Ya fueron detectadas por Zacarías García Villada, «Notas sobre la
Crónica de Alfonso III», Revista de Filología Española, 8, 1921, pp. 253-257.
guir uniformidad en el texto pero, por suerte para nosotros, olvidaron al-
gunas. Asimismo, el hecho de que no estén presentes en el texto restante de
las crónicas de Alfonso III demuestra el origen independiente de esta sec-
ción de las mismas.26
Los conocimientos teológicos de Alfonso II le permiten incluir citas de
la Biblia y de otros libros religiosos, las cuales se han conservado tanto en
la Crónica rotense27 como en la Crónica ad Sebastianum.28 Al utilizar va-
riadas fuentes cristiano-andalusíes, en las que además no está presente el
neogoticismo, Alfonso II muestra al mismo tiempo posturas antiwitizanas
y antirrodriguistas. Se han conservado en la Crónica ad Sebastianum (pá-
rrafos 5 y 6), mientras que en la Crónica rotense, durante el reinado de
Alfonso III, se eliminó la culpabilidad de Rodrigo en la perdición del reino
porque desde la aparición del neogoticismo se consideraba que Pelayo es-
taba enemistado personalmente con Witiza al igual que el rey godo.29
El final del párrafo 7, que quizás también sea el desenlace de la Crónica
de Alfonso II sobre el final de los reyes godos, evidencia la no prolongación
ideológica del reino de los godos en los reyes de Asturias como sus conti-
nuadores directos, puesto que se indica explícitamente que Rodrigo fue el
último rey de los godos. Sin embargo, este texto contiene una referencia a
que la ciudad de Viseo fue populata en el tiempo en que fue escrito, lo que
26. Por poner un ejemplo en el párrafo 15, que como comentaré más adelante se trata de un
añadido de la Crónica de Ordoño I en el texto original de la Crónica de Sebastián de
Salamanca, el cronista habla de sí mismo en primera persona del singular en la redacción
de la Crónica rotense (“Nec hoc miraculum silebo, quod uerius factum esse cognosco”)
o en impersonal en el redactado de la Crónica ad Sebastianum (“Nec hoc stupendum
miraculum pretermittendum est, quod hora discessionis eius certissime actum est”),
mientras que se dirige a todos sus lectores en segunda persona del plural tanto en la Cró-
nica rotense (“Hoc uerum esse cognoscite et nec fabulosum putetis”) como en la Crónica
ad Sebastianum (“Hoc uerum esse prorsus cognoscite nec fabulosum dictum putetis.”)
27. Como se ha localizado en J. Gil Fernández, ed., Crónicas asturianas, o. cit., p. 119, en el
párrafo 5 de esta crónica aparecen referencias a Mt 24, 12; Núm 8, 5 y ss.; Éx 19, 22; Lev
21, 23; y Mt 5, 23. Las tres últimas fueron tomadas de Epístolas de Cipriano de Cartago,
LXVII, 1.
28. Como se ha identificado en J. Gil Fernández, ed., Crónicas asturianas, o. cit., p. 121, en el
párrafo 7 de esta crónica se recoge una sentencia de Pasión de san Tirso, 54. Resulta inte-
resante el uso de esta obra teniendo en cuenta que Alfonso II erigió una basílica en honor
a este santo.
29. En la Crónica albeldense, XIV, 33, se conserva un pasaje que contiene la leyenda de la
muerte del supuesto padre de Pelayo, el duque Fávila, a manos de Witiza y también la
historia de la expulsión de Toledo del futuro caudillo de los astures por parte del mismo
rey en cuanto obtuvo el trono de los godos.
30. Mahmud Ali Makki y Federico Corriente, eds., Ibn Hayyân. Crónica de los emires Al-
hakam I y ‘Abdarrahmân II entre los años 796 y 847 [Almuqtabis II-I], Zaragoza, Insti-
tuto de Estudios Islámicos, 2001, p. 285.
31. G. H. Pertz, ed., MGH. Scriptorum tomus I, o. cit., p. 184.
32. G. H. Pertz, ed., MGH. Scriptorum tomus I, o. cit., p. 185.
33. “Araues tamen regionem simul et regno opresso plures gladio interfecerunt, relicos uero
pacis federe blandiendo siui subiugauerunt. Urbs Quoque Toletana, cunctarum gentium
uictris, Ismaeliticis triumfis uicta subcubuit et eis subiugata deseruit.” (Crónica rotense, 8).
El texto de la Crónica ad Sebastianum cambia algunas palabras y elimina la segunda frase.
34. “Et quia derelinquerunt Dominum ne seruirent ei in iustitia et ueritatem, derelecti sunt
a Domino ne auitarent terram desiderauilem.” (Crónica rotense, 7). La Crónica ad Sebas-
tianum no lo copió de la Crónica de Ordoño I.
35. “Arabes tamen regionem simul cum regno possessam, omnis decor Gotice gentis pabore
uel ferro periit. [...] et quia derelinquerunt precepta Domini et sacrorum canonum insti-
tuta, dereliquid illos Dominus ne possiderant desiderauilem terram. [...] Urbs quoque
Toletana cunctarumque gentium uictrix Ismaeliticis triumfis uicta subcumbuit eisque
subiecta deseruit.” (Crónica albeldense, XVII, 3a)
36. En mi opinión, el Códice Rotense conserva el capítulo XVII al completo, a diferencia de
RAH Emilianense 39 y el Códice Albeldense, que derivan de una copia común en la que
esta parte habría sido eliminada.
37. Ciertos investigadores han considerado que esta obra es la Crónica Profética. Sin embar-
go, no encuentro evidencias que demuestren que el capítulo XVII de la Crónica albel-
dense proceda de esta fuente al igual que los capítulos XVIII y XIX, cuya dependencia
textual con la Crónica Profética es evidente por las referencias claras a la profecía restau-
radora del orden godo.
2. Leyenda de Covandonga
La siguiente obra literaria inserta en las crónicas de Alfonso III (párrafos
8-11 de la edición de Gil Fernández) es la Leyenda de Covadonga, que por
su carácter neogótico debió ponerse por escrito en tiempos de Ordoño I,
primer rey con esta ideología política debido a sus estrechos contactos,
inicialmente políticos pero que pronto se convirtieron también en cultura-
les, con la insumisa población toledana en apoyo a su lucha frente al domi-
nio árabe y musulmán del emirato de Córdoba. Seguramente el relato mi-
lagroso de Covadonga fue elaborándose y transmitiéndose oralmente a lo
largo del siglo viii40 y en la primera mitad del siglo ix por el renombre y
fama que debió adquirir Pelayo al ser el primer hombre en derrotar a un
ejército musulmán, puesto que probablemente su victoria tuviera eco en
toda la Península Ibérica y también en tierras francas. Evidentemente el
po del siglo xii indica el manejo de una crónica que historiaba desde Pela-
yo hasta Alfonso II y fue escrita por cierto Sebastián de Salamanca. Aun-
que se le achaca ser un consumado falsificador de documentos diplomáticos,
para este caso no observo motivos que le llevasen a inventarse la existencia
de esta crónica o su autoría.48 Es posible que Pelayo de Oviedo tuviera ante
sus ojos la crónica y tomara el nombre del autor que aparecía al inicio de
la obra o que existiera una tradición oral que transmitiera su nombre de
forma verídica. De todos modos, opino que es imposible demostrar al cien
por cien tanto la veracidad como la falsedad de las informaciones del pró-
logo pelagiano.
El máximo defensor de esta crónica, a la que denomino Crónica de
Sebastián de Salamanca, ha sido el célebre medievalista Claudio Sánchez-
Albornoz,49 que la calificaba como crónica perdida del año 800 o como
crónica de tiempos de Alfonso II. Considero que queda probada su exis-
tencia con sus argumentos:
• En las crónicas de Alfonso III se observa un cambio de estilo en el
relato del reinado de Alfonso II, lo que puede explicarse por el uso
de una sola fuente desde Pelayo hasta el Rey Casto.
• La semejanza textual de la Crónica albeldense y las crónicas de Al-
fonso III solo es posible por la dependencia de una misma fuente
común.50
• En el Kâmil fî-l-Tâ’rîj del iraquí Ali ibn al-Atîr (siglo xiii), a través
del Tâ’rîj Mulûk al-Andalus del andalusí Ahmad ibn Muhammad ar-
Râzî (siglo x), aparece una historia de los reyes de Asturias que, justo
tras el reinado de Alfonso II, cambia a una tipología propia de anales
debido a que el historiador cordobés utilizó la Crónica de Sebastián
de Salamanca como fuente para el texto hasta el mencionado rey,
mientras que para los siguientes reinados manejó anales andalusíes.
48. Tampoco se los encontraba Sánchez-Albornoz (C. Sánchez-Albornoz, «El relato de Al-
fonso III sobre Covadonga», o. cit., p. 70).
49. C. Sánchez-Albornoz, «¿Una crónica asturiana perdida?», o. cit., pp. 105-146; C. Sán-
chez-Albornoz, «El relato de Alfonso III sobre Covadonga», o. cit., p. 65.
50. Esta observación es matizable porque la semejanza textual puede deberse también a que
las crónicas de Alfonso III pudieron ser fuente de la Crónica albendense. Aun así, es
evidente que en esta crónica aparecen datos del reinado de Alfonso II que no proceden
de las crónicas de Alfonso III, por lo que fueron tomados de la Crónica de Ordoño I,
eliminados en ambas copias alfonsinas, o de la Crónica de Sebastián de Salamanca, trans-
mitidos o no a la Crónica de Ordoño I.
51. Estas denominaciones son similares a la calificación del reino en el Testamento de Alfon-
so II, cuyo texto incluyo en la nota 20. En la segunda mitad del siglo ix hubiera sido co-
mún referirse a ellos como godos.
por tanto, en el eslabón común con la Crónica rotense, esto es, la Crónica
de Ordoño I, es producto de una adición neogótica de la época de Alfonso
III al texto original de Sebastián con el objetivo de, como propuso Julio
Escalona,52 dignificar y legitimar la dinastía petrista del Rey Magno. Según
este autor, la Crónica de Alfonso III tiene varios añadidos propiciados por
el Rey Magno con el fin de dar prestigio a Alfonso I y su padre, el duque
Pedro de Cantabria, porque Alfonso III descendía de esta familia a través
de Fruela de Cantabria, al mismo tiempo que se silenciaba la historia de
Alfonso II y su ascendencia por la política pro-carolingia del Rey Casto.
De ser cierta esta hipótesis, considero que este empeño se puede retrotraer
al reinado anterior, ya que Ordoño I, como padre de Alfonso III, pertene-
cía a su misma prosapia.
Por su parte, el final original de la Crónica de Sebastián de Salamanca
se localizaba en el párrafo 21, concluyéndose poco después de la construc-
ción de las basílicas ovetenses y del complejo palatino, en la segunda déca-
da del siglo ix. Como con certeza es sabido que la iglesia de San Salvador
fue concluida en el 812 gracias al Testamento de Alfonso II, es de suponer
que los restantes edificios ovetenses se terminaran de construir en fecha
cercana. Por esa razón no relata el I Concilio de Oviedo, fechado en el año
821;53 la inventio del sepulcro de Santiago, producida en los años 20 del
siglo ix;54 y quizás tampoco el saqueo o conquista de Viseo, en el que se
halló el sepulcro del rey Rodrigo y que pudo suceder antes del 826 en el
caso de que Abbas al-Qurasi atacase esta ciudad por pertenecer al reino
astur como expliqué anteriormente. Aun así, la omisión a Santiago pudo
deberse a la pérdida de poder por parte de la sede episcopal ovetense fren-
te a Iria55 y sobre todo a la vinculación de este culto con el rey Mauregato,56
rival político de Alfonso II y por ello denostado como usurpador en la
crónica.57 Sin embargo, la no mención de otros acontecimientos significa-
52. Julio Escalona, «Family memories: Inventing Alfonso I of Asturias», en Isabel Alfonso,
Hugh Kennedy y Julio Escalona, eds., Building legitimacy. Political discourses and forms
of legitimation in medieval societies, Leiden-Boston, 2004, pp. 251-255.
53. C. de Ayala Martínez, Sacerdocio y Reino en la España Altomedieval, o. cit., p. 140.
54. Ibídem, p. 145.
55. J. Gil Fernández: «Introducción», o. cit., p. 71.
56. C. de Ayala Martínez, Sacerdocio y Reino en la España Altomedieval, o. cit., pp. 119-121.
57. El hecho de que se deje la figura del rey Mauregato en tan mal lugar demuestra que el texto
sobre él fue compuesto en tiempos de Alfonso II por un fiel servidor de este, ya que en la
época de Ordoño I y Alfonso III no habría un interés político en criticarlo así. Este es otro
argumento que alimenta la hipótesis de que existió la Crónica de Sebastián de Salamanca.
62. Sobre la concepción del reino de Hispania y el reino cristiano en las crónicas altomedie-
vales recomiendo la lectura de Iván Pérez Marinas, «Regnum Gothorum y regnum His-
paniae en las crónicas hispano-cristianas de los siglos viii y ix: continuación, fin o trasla-
do en el relato de la conquista árabe», Estudios Medievales Hispánicos, 2, 2013, pp.
175-200.
63. “Quinquaginta milia Sarracenorum, qui ad eum ex prouinciis Spanie aduenerant” (Cró-
nica rotense, 22, 17-18). “Quinquaginta milia Sarracenorum, qui ad auxilium eius ab Spa-
nia confluxerant” (Crónica ad Sebastianum, 22, 15-16). Por lógica, el cronista nunca
hubiera afirmado tal cosa si concibiese que Mérida, de donde venían los sarracenos, y
Galicia, a donde iban, perteneciesen a Hispania.
64. Pierre David, Études historiques sur la Galice et le Portugal du vie au xiie siècle, Coimbra,
Livraria Portugália, 1947, p. 293.
4. Crónica de Ordoño I
La Crónica de Ordoño I abarca en las crónicas de Alfonso III desde el párra-
fo 1a hasta el párrafo 25, ya que es la refundición de las obras anteriormente
estudiadas en este artículo: la Crónica de Alfonso II sobre el final de los reyes
godos, la Leyenda de Covadonga y la Crónica de Sebastián de Salamanca
con la ampliación final. Como texto original aporta los párrafos 23 al 25, lí-
nea 9, en los que se historiaron los reinados de Ramiro I y Nepociano, pre-
sentado como usurpador, y el comienzo del gobierno del propio Ordoño I.
Las obras anteriores fueron matizadas añadiendo o eliminando texto,
pero nunca corrigiendo el estilo de redacción presente, gracias a lo cual
se ha posibilitado la percepción e identificación de los rasgos textuales
que diferencian unas obras de las otras. Ante la extensión del neogoticis-
mo en la corte de Ordoño I, causada principalmente por la emigración de
dignatarios toledanos tras la fracasada sublevación de su urbe con el apo-
yo del rey ovetense contra el emir Muhammad I de Córdoba,65 se añadie-
ron pasajes neogóticos en la compilación de la Crónica de Ordoño I,
como los linajes de Pelayo y Alfonso I,66 pero no en la parte de la Leyen-
da de Covadonga porque el original, escrito también en este reinado, ya
los contenía. Debido al interés por los linajes quizás también se añadiese
entonces el del rey Rodrigo, conservado en la Crónica rotense (párrafo
6), no estando originalmente en la Crónica de Alfonso II sobre el final de
los reyes godos.
Además de ser ennoblecida con tan prestigiosa prosapia, la figura de
Alfonso I fue sacralizada con la adición del párrafo 15 acerca del milagro
en el tránsito de su espíritu al cielo, coronado con una frase bíblica (Is 57,
1-2) que fue tomada de la antífona del oficio de maitines del Sábado Santo
de la liturgia hispana, según ha señalado Isabel Las Heras.67 Asimismo, se
65. Y. Bonnaz, ed., Chroniques asturiennes, o. cit., pp. XCII-XCIII. Yves Bonnaz autor ofre-
ce más causas para la expansión del neogoticismo en estas fechas: la vinculación de Tole-
do cada vez más a la cultura árabe, la progresión militar hacia tierras cercanas a esta urbe,
la necesidad de un elemento unificador del reino de Oviedo, y la debilidad de los carolin-
gios.
66. El linaje de Alfonso I puede ser una adición del redactor de la Crónica ad Sebastianum
como expuso J. Escalona, «Family memories: Inventing Alfonso I of Asturias», o. cit.,
pp. 251-255.
67. Isabel Las Heras, «La cita “Ecce quomodo tollitur iustus et nemo considerat...” en la
Crónica de Alfonso III y en la Historia Silense», en Ariel Guiance y Pablo Ubierna,
coords., Sociedad y memoria en la Alta Edad Media: Estudios en homenaje de Nilda
tos más recientes. Tiene un estilo diferente a los textos precedentes, con
gran cantidad de detalles y datos concretos. Asimismo, los redactores de
esta parte de la crónica tenían un especial interés en remarcar que Nepocia-
no era un usurpador porque se enfrentó con Ramiro I, padre del actual
monarca, para obtener el trono y, sobre todo, porque había un claro interés
de damnatio memoriae. Según últimas investigaciones de Amancio Isla
Frez,69 Nepociano era el legítimo rey por haber sido designado como suce-
sor por Alfonso II debido a que en una asociación al trono era su comes
palatii, al igual que el Rey Casto ocupó tal cargo en el reinado de Silo I con
la intención de que fuera su sucesor, como de hecho lo fue durante muy
breve tiempo.
69. A. Isla Frez, «Monarchy and neogothicism in the Astur Kingdom, 711-790», o. cit., pp.
51-52.
6. Balance final
En conclusión, descubrimos que el siglo ix asturiano fue muy prolijo en
trabajos cronísticos, aunque solamente se hayan conservado los tres pos-
trimeros, la Crónica rotense, la Crónica ad Sebastianum y la Crónica al-
beldense, ante la carente necesidad de llevar a cabo copias manuscritas de
crónicas cuyo contenido aparece más completo en otras ampliamente
divulgadas en los monasterios y, sobre todo, presenta una ideología acor-
de con la mentalidad neogótica triunfante en los siglos posteriores. Así
70. La interpretación del título de Rotense varía según ediciones de la Crónica de Alfonso
III, ya que algunos investigadores han considerado que el título no hace referencia a
Ordoño I, sino a Ordoño II. Me decanto por la propuesta historiográficamente más re-
ciente expuesta en J. Gil Fernández, «Introducción», o. cit., p. 75.
71. J. Gil Fernández, «Introducción», o. cit., pp. 65-71 y 77-78.
7. Anexos
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