Cartilla S8
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Cartilla S8
LA LÚDICA
Los juguetes como
recurso del juego
• LOS JUGETES COMO RECURSO DEL JUEGO
El juguete se define como el elemento con el cual se juega. Es decir, que el juguete no es el
juego en “sí mismo”. Para que haya juego, debe necesariamente, existir la acción del jugador
al utilizar un juguete, lo que significa que no hace posible que existan juegos sin la acción
humana.
Los juguetes, al igual que los juegos, se encuentran presentes a lo largo de la historia de la
humanidad y se encuentran marcados por las condiciones sociales, económicas, políticas y
culturales de los pueblos que determinan los juguetes con los que las personas juegan; por
ello no es extraño que en épocas antiguas, o mejor, en culturas denominadas antiguas, las
muñecas se fabricaban con barro; aun hoy algunas comunidades indígenas construyen
juguetes para los juegos infantiles con materiales de su medio, y a medida que vamos
recorriendo la historia, las muñecas especialmente, denominadas como la reina de los
juguetes, ha ido evolucionando en materiales, diseño, presentación, resistencia etc.
Hoy, es fácil encontrar diversas ofertas de juguetes en casi todos los medios, aunque en
muchos espacios geográficos y en muchos sectores sociales, aún existen niños que no tienen
acceso a ellos, a pesar de que la oferta es muy amplia y se supone más democrática1.
Otro factor importante a tener en cuenta es que los juguetes, al no ser el fin sino el medio,
tiene la virtud de adaptarse al juego, es decir a los tipos de juegos que realiza el ser humano
durante su desarrollo, pues lo que realmente importa es lo que representa para la personas.
Por ejemplo, un pedazo de madera puede ser un teléfono, o una espada, un carrito o
lo que la imaginación y la necesidad del juego lo requieran.
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En lo referido al desarrollo infantil, el juguete sirve de estímulo para que el niño y la niña
explore el entorno individualmente, enriqueciendo las percepciones que recibe; lo utiliza
proyectivamente; además, a través del uso del juguete, el niño aprehende el mundo en el
que se encuentra, ya que el juguete no puede
desligarse de la sociedad que lo ha producido, puesto que el juguete reproduce la cultura, los
modelos, las costumbres de los pueblos. La forma de utilizarlo potencia y favorece
determinadas actitudes y la transmisión de valores sociales2.
Por otra parte, a través del juguete se adquieren: conocimientos sobre los objetos y el
medio, se desarrollan hábitos y se transmiten costumbres y tradiciones culturales3. De ahí, la
importancia de utilizarlo como recurso en las diferentes interacciones con los niños y las
niñas.
Sin embargo, al momento de realizar estas intervenciones debemos tener en cuenta que el
juguete tiene que ser el adecuado para conseguir los procedimientos, conceptos, actitudes y
valores óptimos.
Es posible que sea el adecuado por sus condiciones materiales o puede que sea un buen
juguete en sí, pero no el apropiado para un niño en particular; por lo tanto su elección no
debe darse únicamente a partir de argumentos puramente atractivos o económicos
sino también, a partir del proceso de desarrollo que lleva el niño o la niña, de sus intereses,
de sus necesidades, de sus habilidades. No necesariamente el juguete más atractivo o
más costoso es el que un niño o una niña disfrutará a plenitud.
El adulto no siempre sabe elegir lo mejor para cada niño, por eso debe guiarse por unos
criterios que puedan orientar su elección.
Algunos son:
Seguridad. Es un criterio básico, dada las condiciones de los niños y niñas. Para ello, hay
que fijarse en estos aspectos: materiales empleados, tamaño, tamaño de las piezas, peligros
potenciales, riesgos posibles, ausencia de aristas y bordes.
Duración. Es importante tener presente la duración, ya que un buen juguete debe
permanecer con el niño mientras según este vaya creciendo.
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Estética. El color, la forma, la presentación son elementos importante para el n color, forma y
presentación.
Criterios pedagógicos. Son fundamentalmente estos:
• Un juguete debe ser eminentemente divertido, debe incentivar el juego.
• Tendrá carácter global, será polivalente, sencillo, abierto, con múltiples
aplicaciones y combinaciones, permitirá transformaciones con varias
posibilidades de jue
go.
• Estará adaptado a las necesidades de los niños, respondiendo a sus intereses y
a su experiencia, y facilitando la creación de intereses nuevos.
• Debe posibilitar el descubrimiento, la necesidad de exploración, la
creatividad y la socialización, estimulando la participación y el contacto con los demás.
• Su mecanismo e instrucciones deben ser comprensibles para el niño.
• La forma de juego será comprensible y suficientemente flexible para el niño, en el
sentido de que ha de poderse adaptar a cada niño en particular.
En resumen, un buen juguete es aquél que está compuesto de materiales idóneos, que
desarrolla capacidades en el niño, que divierte y que estimula la consecución de valores y
aptitudes positivas (participación, socialización, solidaridad, respeto, autoestima,...)5
Todos tenemos del juego alguna idea más o menos acabada, podríamos hasta ensayar alguna
aproximación basada ya sea en nuestras vivencias infantiles, juveniles y adultas, ya sea en
alguna lectura que hayamos hecho sobre el tema. Este fenómeno es tan inherente al
hombre, que todos hemos tenido alguna experiencia aunque sea mínima, si bien, en la
mayoría de los casos –y por lo menos en cuanto a la infancia se trata- bastante más que
mínima.
Muchos teóricos, representantes de las más diversas disciplinas, han intentado definir el juego,
encontrándose con las consecuentes limitaciones al pretender encerrar en pocas palabras una
dimensión casi inabarcable del ser humano. Así podremos encontrar posturas psicológicas,
pedagógicas, filosóficas, biológicas
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históricas, antropológicas, etc. En cada una de ellas hallaremos una óptica del juego, pero
que no deja de ser una óptica parcial. En relación a esto Buland escribe: "El concepto
de juego, como objeto de la investigación científica del juego no debe ser definido, debería
permanecer siendo un concepto precientífico." (Buland, 1996) Y más adelante continúa:
"La pregunta por la esencia del juego lleva a una cortada, contrariamente sería mucho más
rico, agrupar los juegos y preguntar por semejanzas." (Buland, 1996)
A pesar de ello igualmente podremos hallar puntos en común que se pueden hallar
prácticamente en todas las expresiones lúdicas. Se podría sintetizar de alguna manera que es
un fenómeno/una actividad que transcurre en un tiempo y espacio diferente al de la vida
cotidiana, tiene reglas propias y se desarrolla en un "como sí". Otro aspecto importante es la
libertad, entendida la misma desde una actividad "libremente" aceptada, libertad en tanto y
en cuanto el jugador elige jugar o no, y elige el tema y material de juego. Tanto el "como
sí", como la libertad, fueron aspectos cuestionados por otros investigadores más modernos.
Diferentes investigadores postulan al respecto que, mientras el niño está jugando y en
su juego transformó objetos de la realidad en objetos de fantasía estos últimos "son" estos
otros objetos con su significación real para el niño.
De cualquier manera, más allá de estos cuestionamientos de algunos autores, las diferentes
definiciones del juego coinciden en los aspectos arriba mencionados. Así podemos decir
no tiene las ataduras de nuestra vida seria. El juego es más libre, más pasajero, es abierto
en su tendencia. El juego es el límite incierto de nuestra realidad. El juego une realidad y
posibilidad. Es un área intermedia del hombre, en el que se forman nuevas realidades y
las realidades antiguas se pueden desvanecer. El juego es un motor para la extensión
del hombre en lo material como en lo espiritual. El juego no se limita a una actividad
lúdica determinada. Aparece mucho más en todas las actividades del hombre: desde el juego
de pensamiento a través de un jugueteo previo a una acción hasta la conducta lúdica en las
situaciones serias de la vida (Fritz, 1992).
Las diferencias se basan también desde el ángulo en que se esté estudiando el fenómeno lúdico.
Así por ejemplo, desde el estudio antropológico "el juego es una actividad en la que no sólo se
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proyectan cosmovisiones colectivas bien establecidas, sino que además, refiere a otros mundo
posibles en lo simbólico, expresivo e imaginario", como lo expresa Ana María Dupey en su
reciente publicación (Dupey, 1998). Así para la psicología evolutiva el juego es visto como parte
del desarrollo evolutivo del niño que se manifiesta en las diferentes formas de expresión
lúdica. Para el psicoanálisis el juego es una instancia intermedia
Pero, investigaciones históricas sobre el juego y los juguetes, muestran aún más la
significación que este fenómeno aporta al hombre, a la sociedad y a la cultura. Se han
encontrado elementos referidos al juego y a los juguetes de tiempos muy antiguos, incluso
desde antes de Cristo. Elementos que refieren diferentes simbologías e importancia para el
hombre en dichas épocas. Así por ejemplo se han encontrado tableros de juego en las
sepulturas de reyes en Ur de la época del 2500 a.C. (Glonnegger, 1996) El hecho de haber
encontrado numerosos juegos en tumbas de altas personalidades, por ejemplo, hace
referencia a que se les daba a los muertos como entretenimiento y esparcimiento en el
viaje al más allá (Glonnegger, 1996). A través de los diferentes estudios y análisis
históricos se pueden ver las diferentes dimensiones y grados de importancia sociocultural
por a que atraviesa el juego (y los juguetes), así como también las manifestaciones y
una prohibición de todos los juegos de azar sin excepción, los juegos detrás de puertas
cerradas y juegos luego de las 9.00 horas de la noche, y juegos con apuestas (Instituto para la
Investigación y Pedagogía del Juego, 1995). Otro ejemplo es la Prohibición de juegos de
suerte y envite en el Virreinato del Perú en el siglo XVII, donde también se prohibían
juegos a todas las personas sin excepción (Dupey, 1998). La Edad Media se caracterizó
justamente por el auge de los juegos de azar, por lo que las prohibiciones han comenzado a
surgir con mayor notoriedad en dicha época, aunque no exclusivamente.
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No obstante, hubo otros juegos que, si bien se jugaban también por dinero, eran –
contrariamente a las prohibiciones arriba mencionadas, recomendados por médicos,
por ejemplo, como es el caso del juego de billar. Bauer en su trabajo de investigación sobre
W.A. Mozart cita al respecto: "El juego de billar era también, ya en el siglo XVII, una
combinación ideal de un juego corporal, de un juego de concentración" (...) "Como juego
corporal se presta (...) adecuadamente para
ofrecer al cuerpo algo de movimiento y una múltiple ocupación, extensión, trabajo muscular,
también por el frecuente caminar, levantarse y sentarse" (Bauer, 1996).
La importancia del juego y los juguetes está ligada también a la naturaleza, siendo que
muchos juegos se jugaban en determinados momentos y no en otros, como por ejemplo
en época invernal o primaveral con el fin de actuar o influenciar a través de los juegos
determinados fenómenos naturales. Se puede mencionar, por ejemplo, el juego del trompo
para asegurar una buena cosecha, las muñecas que simbolizan la fertilidad femenina y se les
regalaba a las jóvenes con tal fin. Otros juegos estaban estrechamente relacionados con la
divinidad y tenían un alto contenido simbólico (juegos de pelota, por ejemplo), donde, a
través de poner en práctica determinadas expresiones lúdicas, determinadas jugadas o
partidas, se buscaba influenciar o agradar a los dioses, estando por lo tanto estos juegos
estrechamente ligados a rituales.
Juego y Educación han sido muchos los autores que han relacionado el juego con la
educación y con el aprendizaje. Ya Platón en Las Leyes afirma que el juego es un factor
determinante en la formación del ciudadano perfecto, haciendo hincapié también en la
importancia del respeto de las reglas de juego como aprendizaje para una vida
comunitaria armónica. Diferentes autores han postulado posteriormente la importancia del
juego en la educación, alrededor de cuyas posturas aún se han desarrollado diferentes
La importancia aquí radica en que los diferentes autores comienzan a dar un nuevo
valor al juego espontáneo, a la característica de "no serio" tratando de reivindicar la seriedad
y la asociación a la utilidad educativa, otorgando nuevos
Si consideramos el juego como un fenómeno inherente al hombre, y, mucho más, del niño, si
tenemos en cuenta que el juego es uno de los primeros lenguajes del niño y una de sus
primeras actividades, a través del cual conoce el mundo que lo rodea incluyendo las personas,
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los objetos, el funcionamiento de los mismos y la forma de manejarse de las personas
cercanas, no podemos excluir el juego del ámbito de la educación formal. Claro que aquí
tendremos que tener en cuenta algunos aspectos siendo que la escuela no es el mismo
espacio que el hogar o un lugar de juego abierto como puede ser el barrio donde los niños se
encuentran a jugar en sus horas libres. Esto ocasiona en muchas oportunidades "dudas" y
"temores" por parte de las personas responsables en cuanto a la inclusión del juego en
la escuela, cuestionando diferentes puntos como pueden ser la eficacia en el aprendizaje,
el posible desorden/desborde del grupo y la supuesta "pérdida de tiempo", como ejemplo.
Pero contrario a esto, el aprendizaje a través de situaciones lúdicas es mucho más
enriquecedor. Por otro lado, son múltiples las posibilidades educativas y de aprendizaje que
brinda el juego libre y espontáneo, elegido y organizado por los mismos niños sin necesidad
de intervención de un adulto.
En el juego el niño en primer lugar aprende a jugar. Aprende la agilidad, los modos de
comportamiento, técnicas, improvisaciones, sistemas sociales que se requieran para las
diferentes formas de juego. Se adapta a una forma de vida que es imprescindible para la
humanidad y para la afirmación del hombre dentro de límites de un sistema y que le
ayudan a mantener espacios de libertad y felicidad en un mundo de rendimiento y
constante búsqueda de objetivos no siempre accesibles. (Flitner, 1986)
El juego libre y espontáneo no tiene otro objetivo que jugar y cuando desde afuera, ya sea
como coordinadores, docentes o desde otro rol, estamos dando un objetivo al juego, lo
estamos limitando de alguna manera. Pero esto no significa que no se pueda jugar. La
función de aquella persona que coordina es, entre otras, la de tener suficiente amplitud y
libertad como para permitir ciertos cambios de rumbo cuando el grupo lo propone o los va
"imponiendo" de alguna manera en el juego mismo. Probablemente no se hayan cumplido
estrictamente los objetivos propuestos, pero seguramente se estén poniendo otros objetivos
en juego, que – quien sabe- aún pueden ser más importantes para el grupo en ese momento.
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Bibliografía
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