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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN FACULTAD DE CONTADURÍA PÚBLICA Y ADMINISTRACIÓN

PRODUCTO INTEGRADOR DE APRENDIZAJE

MACROECONOMIA
PROYECTO INTEGRADOR
Lic En Administración

Semestre: 4° Grupo: DB

Maestro: LETICIA PERLA GARZA ESTEVANEE

Integrantes de equipo:
LARA HERNADEZ JOSE ISRAEL 2036263
JAAIR ADERIK LOZANO RODRIGUEZ 1926143

Contenido Mínimo A Evaluar Cumplimiento


Índice ☐
Introducción. - incluye valores ☐
UANL aplicados
Análisis y emisión de juicio ☐
Conclusiones individuales ☐
Conclusión del equipo ☐
Actividad en inglés ☐
---------------------------------------------------------------------------------------------------
Calificación PIA Calificación final.

Firma:

Ciudad Universitaria, 1 de noviembre del 2021


INDICE

VALORES………………………………………………………1
INTRODUCCIÓN………………………………………………2
La economía……………………………………………………3

VALORES
Respeto a la vida: Es reconocer, apreciar y valorar a mi persona así como valorar
las opiniones, creencias, estilos de vida y la autonomía de los demás;
garantizando absoluta transparencia y creando un ambiente de cordialidad y
seguridad; permitiendo la aceptación de las limitaciones ajenas y el
reconocimiento de las virtudes de los demás.

Honestidad: Es una cualidad de calidad humana que consiste en comportarse y


expresarse con coherencia y sinceridad, respetando la verdad en relación con el
mundo, los hechos y las personas.

Responsabilidad Social: Es una filosofía que tiene como pilares fundamentales,


valores éticos y morales y cuya principal incidencia se manifiestan en nuestros
actos y de que manera éstos pueden impactar a un determinado entorno social.

Solidaridad: Sentimiento que se basa en la unión de la sociedad para conseguir


metas, fines, objetivos o intereses en común.

Libertad: Facultad que posee toda persona y principio esencial que garantiza el
pleno ejercicio del derecho a decidir su comportamiento y acción sin interferencias
ajenas, sin lesionar los derechos de los demás, asumiendo las consecuencias de
sus actos de manera responsable e informada.

Verdad: La verdad es la integridad personal de quien la mantiene como hábito o


costumbre en sus compromisos y obligaciones para la sociedad, abarcando desde
la honestidad, la buena fe y la sinceridad humana, hasta el acuerdo de los
conocimientos con las cosas que se afirman como realidades.

Equidad: Uso de la imparcialidad para reconocer el derecho de cada uno,


utilizando la igualdad mediante la justicia, entendida ésta como la virtud mediante
la cual se da a los demás lo que es debido a sus derechos.

Integridad: Es la capacidad de actuar con rectitud y congruencia, buscando


permanentemente la posesión de todos los valores y la demostración constante de
actitudes positivas, aspirando a la eficacia, calidad y a la perfección humana,
siendo fiel a los sentimientos, principios y compromisos significativos para ellos
mismos y para los demás.

Comportamiento ético con vocación de servicio: Involucra la responsabilidad


de nuestras acciones en el comportamiento integral frente a los demás seres
humanos y el medio ambiente, haciéndola extensiva a la previsión para una buena
vida de las generaciones futuras.

Justicia: Conjunto de reglas y normas que establecen lo que debe hacerse de


acuerdo a lo razonable, lo equitativo o lo indicado por el derecho, autorizando y
prohibiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones.

INTRODUCCIÓN
En este pía que se nos encargó tratamos de cubrir la mayor información acerca de
la evolución de la economía mexicana y creemos que la urbanización de nuestro
país en los últimos 50 años está asociada ya sea en mayor o menor medida sobre
la economía mexicana. Pudimos notar que México experimentó un crecimiento
económico exponencial casi de inmediato a la apertura comercial derivada de un
contrato y esto ayudo a México, se observó una evolución acelerada del régimen
protector del estado mexicano a un estado liberal regido bajo los principios del
comercio, engendrando un cambio estructural en todos los niveles
gubernamentales relacionados con el comercio. Creemos que, ante algunos
evidentes fracasos de tales políticas, propone construir estrategias que den paso a
un desarrollo con equidad, mediante instrumentos de política económica que
atiendan objetivos buenos.

La economía y las modalidades de la urbanización en México:


1940-1990
La economía mexicana: un horizonte de crisis recurrentes

La historia reciente de la economía mexicana, en sus diferentes periodos, ha


recibido calificativos ingeniosos, ahora ya convencionales: “milagro mexicano”,
“docena trágica”, “modelo neoliberal”, etcétera. En este apartado sigo la
nomenclatura utilizada por Gollás (1994) para narrar los cambios experimentados
en la economía mexicana. Él señala cinco periodos a los que bautiza como
lecciones.

Primera lección: el desarrollo estabilizador


Durante cuarenta años (1940-1980), el producto bruto por habitante en México
creció a una tasa anual de 3.1 por ciento. En estos años el tipo de cambio se
mantuvo fijo, hubo amplia libertad cambiaria, y hasta principios del decenio de
1970, la inflación fue muy baja. Al periodo comprendido entre 1950 y finales de
1960 se le conoció como la etapa del desarrollo “estabilizador”.

La estrategia de crecimiento fue la política de sustitución de las importaciones al


amparo de la protección estatal. Los rasgos característicos de esta política fueron:
a) elevado proteccionismo; b) generosidad en los subsidios a la industria; c)
fuertes concesiones fiscales a la importación de bienes de capital; y d) un alto
contenido importado de la producción manufacturera (García Rocha, Gómez-
Galvarriato y Romero, 1988).

Por estos años, tanto el crecimiento demográfico como la concentración de la


población fueron muy intensos; pero como la economía presentaba tasas de
crecimiento mayores que las de la población, existía una gran confianza en los
hacedores de las políticas. Con el tiempo, una estructura por edad
extremadamente joven, junto a un crecimiento industrial insuficiente en las
grandes urbes, generaron una profunda desigualdad económica y social.

Segunda lección: el populismo


La disminución en el crecimiento de la economía en los primeros años de la
década de 1970 condujo a cambios sustanciales en la política fiscal. Durante la
administración de Luis Echeverría (1971-1976), con el propósito de satisfacer
demandas populares sin modificar la estructura de la producción, el gasto público
se ejerció con demasiada soltura.

Este gasto produjo un incremento en el déficit fiscal que se financió –


principalmente mediante préstamos extranjeros, sin alterar la tasa de cambio.
Estas medidas tuvieron como consecuencia: a) un aumento en el déficit de cuenta
corriente de la balanza de pagos (de 0.9 mil millones de dólares en 1971, cambió
a 4.4 mil millones en 1975); b) la deuda externa creció de 6.7 mil millones de
dólares en 1971, a 15.7 mil millones de dólares en 1975; y c) la tasa de inflación,
de 3.4 por ciento en 1969, pasó a 17 por ciento en 1975 (Gollás, 1994).

La forma de conducir la economía era insostenible. En 1976 comienza a


manifestarse una fuga de capitales que el Gobierno trata de amortiguar mediante
más préstamos del extranjero, y usando las reservas monetarias. Estas políticas
sólo agudizaron los problemas: en ese mismo año el peso se devaluó en 40 por
ciento, la producción disminuyó su crecimiento en forma drástica, y la inflación
fuen aumento. Por primera vez en 20 años el Gobierno mexicano acudió a la
ayuda del Fondo Monetario Internacional.

Tercera lección: el derroche


La recesión de 1976 duró poco; pronto se descubrieron reservas petroleras que
liberaron a la economía de las restricciones financieras externas. Con el auge
petrolero se estimuló el crecimiento dirigido por el gasto público, lo que dio lugar a
los resultados esperados: el producto interno bruto, el empleo y la inversión
crecieron a tasas elevadas. Las expectativas del Gobierno de obtener mayores
ingresos por el petróleo (de 1978 a 1981 el precio del petróleo aumentó de 13 a 30
dólares por barril) indujeron a un mayor gasto. Con el tiempo, el efecto de un
elevado déficit público y un peso sobrevaluado fue un desequilibrio en la balanza
de pagos (Gollás, 1994). Para finales de 1981, el déficit total del sector público era
más de 14
por ciento del Producto Interno Bruto (pib), y como su financiamiento se hizo con
base en préstamos extranjeros, la deuda externa aumentó de 26 a 34 mil millones
de dólares entre 1978 y 1980. Por otra parte, las exportaciones no petroleras
tuvieron un crecimiento muy bajo, lo que unido al déficit fiscal, incrementó la
demanda de bienes importados, situación que se reflejó en el crecimiento del
déficit comercial. Entre 1978 y 1980 pasó de 1.8 mil millones de dólares, a 3.4 mil
millones de dólares (Lustig, 1994).

Al mismo tiempo, la inflación por arriba de la mundial, sumada a un cambio fijo,


significó una sobrevaluación insostenible del tipo de cambio real. En 1982 la caída
en el precio del petróleo y la enorme sobrevaluación del peso elevaron las
expectativas de devaluación. Las tasas de interés reales eran negativas, lo cual
provocó una voluminosa fuga de capitales que produjo el colapso cambiario
(García Rocha, Gómez-Galvarriato y Romero, 1988).

Para entonces resultaba ya imposible mantener la tasa de cambio mediante


préstamos externos, por lo que el peso se devaluó de 26 a 45 pesos por dólar. En
agosto de 1982 las reservas casi se habían agotado, la fuga de capitales
continuaba, y se había interrumpido el flujo de préstamos del exterior, lo que llevó
a otra devaluación.

En ese mismo agosto el gobierno federal nacionalizó la banca privada, y en


diciembre de ese año México declaró la moratoria al pago principal de su deuda
externa. Esto provocó el cierre de flujos de crédito externo, el cese de las
inversiones privada y pública, y una fuga de capitales sin precedente (Gollás,
1994; y García Rocha, Gómez-Galvarriato y Romero, 1988).

6
Cuarta lección: las bases del ajuste
La nueva administración comenzó su periodo enfrentando una aguda crisis
económica. Las tareas heredadas exigían corregir los enormes desajustes fiscales
y monetarios, además de la negociación con los acreedores bancarios
internacionales. Con este propósito, en diciembre de 1982 Miguel de la Madrid
anunció un plan de estabilización: pire (Programa Inmediato de Reorganización de
la Economía). La instrumentación de este plan en 1983, se tradujo en una
reducción sin precedente del gasto público.

El déficit primario, que representaba 7.6 por ciento del pib en 1982, en 1983 se
convierte en superávit de 4.4 por ciento. La oferta monetaria también disminuyó
durante este periodo, y el grueso de los ajustes presupuestales fue a costa de la
inversión pública. La inflación de casi 100 por ciento en 1982, bajó a 80.8 por
ciento en 1983, y a 59.2 por ciento en 1984.

A pesar de la contracción en la demanda, el tipo de cambio tuvo que ajustarse


para permitir una subvaluación que redujera el saldo comercial y fomentara las
exportaciones. Esta depreciación del tipo de cambio real tuvo los efectos
esperados; la balanza comercial en 1982 alcanzó un superávit de 6 mil millones de
dólares, después de un déficit del mismo monto en 1981. En 1983 el superávit fue
de 13.3 millones de dólares, y en 1984 de 12.4 (Gollás, 1994).

En 1985 comenzó el proceso de restructuración industrial que consistió


básicamente en eliminar subsidios y abrir la economía a la competencia externa.
En ese año México ingresó al gatt (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y
Comercio), y se registró un aumento sin precedente de las exportaciones
manufactureras. Desafortunadamente, en 1985 y 1986 hubo fuertes choques de
oferta. (El terremoto de septiembre de 1985, y una caída brusca en el precio del
petróleo en 1986). Fue necesario depreciar una vez más el tipo de cambio, lo que
causó un fuerte descenso en el salario real y un aumento en la inflación. En 1985
ésta fue de 63.7 por ciento, y en 1986 llegó a 105.7 por ciento (García Rocha,
Gómez-Galvarriato y Romero, 1988).

Por otra parte, ante la crisis provocada por la disminución de los precios del
petróleo, el país estuvo en 1986 a punto de declarar una moratoria de pagos. Ante
esta perspectiva, los bancos internacionales, con poco entusiasmo, acordaron
cooperar con el Plan Brady, mediante el cual se le prestaron a México 6 mil
millones de dólares y se renegoció 83 por ciento de la deuda (Gollás, 1994).

En 1987 los precios del petróleo comenzaron a recuperarse, pero la inflación no


cedió a pesar de la restricción de la demanda. La elevada inflación provocó el
desplome del tipo de interés real, y la reducción del crédito condujo a un auge en
los mercados secundarios de crédito. Durante este año la Bolsa de Valores fue
muy promisoria, hasta que declinó bruscamente en el mes de octubre, cuando
cayeron las Bolsas del resto del mundo. Con esta experiencia los inversionistas
cambiaron la composición de su cartera a favor de activos denominados en
dólares. Las autoridades monetarias percibieron este hecho como un posible
ataque especulativo, y con el objeto de proteger las reservas internacionales,
decidieron retirarse del mercado cambiario. El anuncio del Banco de México
provocó una devaluación especulativa que desató niveles inflacionarios altos. La
inflación en 1987 llegó a 159.2 por ciento (García Rocha, Gómez-Galvarriato y
Romero, 1988).

Quinta lección: la modernización


El primer paso del gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) fue anunciar
el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (pece). En él se destaca
el compromiso del Gobierno con la recuperación del crecimiento sin sacrificar la
estabilidad de precios. Parte importante de la política económica consistía en
recuperar los capitales mexicanos que habían salido del país, por lo que era
necesario ganar la confianza del sector privado nacional y extranjero. Reducir las
transferencias de recursos al exterior exigía concentrar los esfuerzos en tres
objetivos: disminuir la carga del servicio de la deuda, alentar la repatriación de
capitales, y atraer la inversión extranjera. Para estos propósitos era fundamental
convencer al Gobierno de Estados Unidos de que la política económica mexicana
prometía seriedad y eficacia. Las buenas negociaciones condujeron a que el
Gobierno estadounidense decidiera poner en práctica el llamado Plan Brady,
orientado a reducir el monto y servicio de la deuda de aquellos países elegibles.
México fue el primer país en solidarizarse con ese Plan (Lustig, 1994).

A pesar de ese acuerdo (Plan Brady), el ahorro y las entradas de capital no fueron
sustanciales. El gobierno de Salinas tomó entonces dos medidas espectaculares:
a) en 1990 reprivatizó los bancos, lo que provocó que el flujo de capitales hacia
México creciera y que las tasas de interés disminuyeran; y b) se iniciaron las
negociaciones para un Tratado de Libre Comercio (tlc, o nafta, por sus siglas en
inglés) entre Estados Unidos, Canadá y México. Estas medidas restablecieron la
confianza del sector privado en el Gobierno y en la economía. De enero a
septiembre de 1991 el monto del flujo de capitales hacia México fue de alrededor
de 154 mil millones de dólares.

En la administración de De la Madrid se dieron los primeros pasos para privatizar


las empresas paraestatales, pero fue el gobierno de Carlos Salinas el que llevó a
cabo esa medida hasta sus últimas consecuencias, vendiendo o cerrando la
mayoría de las empresas del Estado. En 1983 el Gobierno controlaba o era
propietario de 1 155 empresas; en 1988, 130 se habían vendido al sector privado,
526 se habían liquidado, y 496 aún estaban en manos del Gobierno, o estaban en
proceso de cerrarse o de venderse. Paralelo al programa de “privatización”, el
Gobierno instrumentó un programa de “desregulación” cuyo objetivo era disminuir
los trámites y trabas burocráticas a la actividad productiva privada (Gollás, 1994).

Parecía, en 1991, que la economía había arrancado. En ese año la inflación


fue de 18 por ciento y el crecimiento de la economía de 3.6 por ciento. El
entusiasmo por los primeros logros del “nuevo” modelo de desarrollo se hizo letra
impresa en los estudios de especialistas en la economía mexicana. Nora Lustig,
por ejemplo, dice: el caso de México ilustra cómo la austeridad fiscal, la reducción
del salario real y la adopción del menú completo de reformas sugerido por las
instituciones de Bretton Woods pueden ser insuficientes para activar la
recuperación económica... Este tipo de medidas se expresó en México en la
decisión del gobierno de buscar un acuerdo de libre comercio con los Estados
Unidos. Esta iniciativa, aunada a la reprivatización de los bancos, contribuyó a
modificar la imagen de México en los mercados externos y en las expectativas de
los empresarios de forma contundente y en consecuencia aumentaron las
entradas de capital privado y se posibilitó la recuperación (Lustig, 1994:86).

Y de manera exagerada, Pedro Aspe declara:


Existen razones para ser optimistas ante el futuro porque sabemos que fuimos
capaces de crecer con estabilidad en el pasado y porque los resultados
alcanzados hasta ahora nos han demostrado que el esfuerzo del ajuste y la
confianza entre todos los sectores de la sociedad mexicana pueden realmente
traducirse en proceso económico y social [...] Hoy en día, la sociedad civil y su
gobierno, democráticamente más fuerte y al mismo tiempo más ágil, están
encontrando una nueva vitalidad y determinación para tener un proceso todavía
mayor, con nuestras aspiraciones firmemente encaminadas hacía un futuro mejor
(Aspe, 1993:208-210).

El optimismo no duró mucho; en 1993 la estabilidad de precios marcó un record (la


tasa de inflación fue menor a 10 por ciento), pero el crecimiento del pib fue de sólo
0.4 por ciento; y 1994 estuvo marcado por hechos dramáticos que parecían
superados en nuestra historia reciente. El primero de enero de 1994 estalló en el
estado de Chiapas el levantamiento armado que cambiaría el futuro político y
económico del país, y en marzo de ese año fue asesinado Luis Donaldo Colosio,
candidato a la presidencia de la República por el partido oficial, el Revolucionario
Institucional (pri).
A pesar de estos hechos, los pronósticos de la economía para 1994 y 1995 eran
optimistas. Incluso las previsiones no oficiales tenían ese carácter. Para una firma
extranjera, por ejemplo, el pib crecería a 2.0 por ciento en 1994 y a 3.5 en 1995; la
inflación permanecería en alrededor de 7.5 por ciento en los dos años; la tasa de
cambio entre 3.40 y 3.51 nuevos pesos; y las tasas de interés entre 12 y 11 por
ciento (Blue Chips Indicators, citado por Gollás, 1994).

Sexta lección: nueva crisis, nuevo ajuste


En los primeros meses de 1994, la violencia estuvo acompañada de cambios
negativos en las variables macroeconómicas. La política monetaria de los Estados
Unidos (E.U.) comenzó a restructurarse, y parte del capital (en bonos y valores)
que había venido a México cuando las tasas interés en E.U. eran bajas, comenzó
a retornar a ese país. Para mantener el capital extranjero en México se elevaron
las tasas de interés, pero como lo mismo sucedía en E.U., comenzó a disminuir de
manera sustancial la inversión en portafolio. Se recurrió entonces a las reservas
monetarias para enfrentar los flujos de capital, con el fin de mantener la tasa de
cambio.

A esto se agregaba el hecho de que la cuenta corriente en la balanza de pagos


empeoraba. Los diferenciales en las tasas de interés en México y en E.U. se
ampliaban, y con una tasa de cambio constante en nuestro país, se hacían más
atractivos los productos mexicanos a los compradores mexicanos. Por otra parte,
la apertura comercial con el Tratado de Libre Comercio favoreció a la competencia
extranjera, en términos que algunas compañías mexicanas no podían solventar.

De esta manera, la disminución en el flujo de capital extranjero, el exceso de las


importaciones sobre las exportaciones, y la tasa de cambio fija, hacían predecible
un impacto negativo en las reservas monetarias. Cuando las reservas comenzaron
a caer de una manera abrupta, se emitieron en México bonos de corto plazo
(tesobonos) que garantizaban a los inversionistas su reembolso en dólares. En los
últimos meses de 1994 la mayor parte de los bonos gubernamentales en manos
privadas eran tesobonos.

Modalidades de la urbanización: auge y depresión económica


Con el riesgo de ser excesivamente esquemático, propongo una asociación entre
los tiempos de la economía y los tiempos de la urbanización en nuestro país. El
desarrollo estabilizador estuvo acompañado de un ritmo intenso de concentración
de población en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (1940-1970); luego,
los años de la “docena trágica”, no tan trágica para el desarrollo regional,
comenzaron a presentar indicios de descentralización de la población, que para
algunos autores fue anuncio de una transición urbana (1970-1982); y, finalmente,
los nuevos años de crisis-ajuste-crisis continuaron esa descentralización
demográfica por el estancamiento de la economía (1982-1995). Hago referencia a
estos periodos.

1. Desarrollo estabilizador y concentración de la población: 1940-


1970
En los años del “milagro mexicano” (1940-1970), como dije antes, la tasa de
crecimiento económico de México fue cercana o mayor a 6.0 por ciento anual. En
ese periodo, el sector agrícola generó la mano de obra para las ciudades, produjo
bienes, salario y materias primas baratas, y con base en los cultivos de
exportación, fue la principal fuente de divisas. De 1940 a 1995 la agricultura creció
7.4 por ciento anual y la industria manufacturera 6.9 por ciento, y en el lapso 1955-
1970 la agricultura disminuyó su tasa de crecimiento a 3 por ciento anual, por
debajo del crecimiento de la población; en cambio, la industria aumentó a 8.6 por
ciento anual (Solis, 1970). Mientras en la economía se hablaba de milagros, en el
desarrollo urbano se veían problemas. En los años sesenta y setenta, como se
recordará, el panorama de la urbanización, según los especialistas, era alarmante,
sobre todo para países menos desarrollados, cuya población se concentraba con
una intensidad sin precedente, las características atribuidas a la urbanización
justificaban esa alarma. Aun cuando la proporción de población urbana en los
países de mayor desarrollo había alcanzado un límite que permanecía constante,
las grandes ciudades continuaban aumentando de tamaño debido al crecimiento
de la población total.

Cuando aparecieron los datos de población de la zmcm para 1970, y con base en
éstos se elaboraron proyecciones para décadas posteriores, las reacciones de
alarma no se hicieron esperar. La catástrofe parecía un anuncio en el futuro de la
ciudad de México: ésta llegaría a ser en el año 2000 la metrópoli más poblada del
mundo. Esta visión de la ciudad de México alimentó a los estudios urbanos, que
en el decenio de los años setenta estaban fuertemente influidos por conceptos de
la economía política. Para esos estudiosos, la concentración de población en las
grandes ciudades se debía a características inherentes al capitalismo; en los
países con esa modalidad productiva, las ciudades seguirían aumentando de
tamaño de una manera irreversible. A la zmcm se le auguraba un futuro
megalopolitano.

Los datos del Censo de Población de 1980 disminuyeron, en parte, esa visión
alarmante. El volumen de la población de la ciudad de México en 1980 fue de 13.9
millones de habitantes, con una tasa de crecimiento de 4.38 por ciento en el
periodo 1970-1980. Quizá estos resultados, o quizá la nueva literatura de países
avanzados, dio lugar a investigaciones relacionadas con la transición urbana, la
descentralización de la población y las ciudades medias.

2. La “docena trágica” y los inicios de la transición urbana


En el curso de los años setenta, buen número de países desarrollados tuvieron,
por primera vez en su historia industrial, un decrecimiento demográfico de sus
grandes metrópolis. La novedad de este fenómeno sustituyó la concepción clásica
de la urbanización, que pronosticaba mayores incrementos relativos de la
población en las ciudades grandes (Davis 1965; y Simon, 1955).

La experiencia de ese cambio demográfico contrarió al esperado, y originó


múltiples estudios sobre la descentralización de lo que algunos autores bautizaron
como proceso de “contra-urbanización” (Berry, 1976; y Champion, 1989). El claro
rompimiento con el pasado (clean break) se manifestaba en el crecimiento
poblacional de las ciudades pequeñas, mayor que el de las grandes urbes (Vining
y Strauss, 1977), y en el crecimiento autónomo (no megalopolitano) de las
ciudades localizadas alrededor de las grandes metrópolis (“reversión de la
polarización”) (Richardson, 1980). Preocupaciones afines a este tema produjeron
estudios aplicables a países de menor nivel de desarrollo. Alonso (1980), por
ejemplo, sugiere que el desequilibrio en el progreso de un país en sus primeras
etapas de desarrollo, disminuye en etapas posteriores de industrialización. Según
Alonso, varios procesos sociales toman la forma de campana en el tiempo: las
etapas de desarrollo, la desigualdad social, las disparidades regionales, la
concentración geográfica (primacía), y la transición demográfica. Wheaton y
Shishido (1981), por su parte, asocian –en un modelo logístico– la disminución en
la concentración de la población con un determinado nivel de desarrollo. Cuando
este último llega a los 2 000 dólares per cápita, las economías de aglomeración de
la gran ciudad dejan de funcionar y se presenta una incipiente descentralización
de la población.

La base teórica de esa literatura fue expuesta por primera vez en un artículo de
Zelinsky (1971), quien supone cinco etapas de desarrollo, durante las cuales la
migración rural-urbana manifiesta un comportamiento en forma de campana. Las
etapas intermedias se caracterizan por migraciones masivas que van decreciendo
conforme el país avanza en su desarrollo. Es decir, las transferencias de población
de las zonas rurales a las urbanas, de manera similar a la transición demográfica,
aumentan y disminuyen de acuerdo con el desarrollo económico (transición
urbana). Al aplicar este modelo a México, Ledent (1981) encontró que la tasa de
migración rural-urbana del país en 1980, estaba en el punto más elevado, por lo
que consideró que después de ese punto la tendencia creciente de la migración se
revertiría.

Los datos del Censo de Población de 1980 –como se dijo antes– mostraban una
incipiente descentralización de la población. La ciudad de México, en el periodo
1970-1980, había disminuido su velocidad de crecimiento demográfico en
comparación con el decenio 1960-1970, y más de diez ciudades (con población
mayor de 100 000 habitantes en 1980) experimentaron una tasa mayor que las
grandes metrópolis del país (más de 5 por ciento anual).

Estos cambios en la distribución de la población fueron interpretados de distinta


manera; para algunos autores se trataba de indicios que anunciaban grandes
cambios (transición urbana, despegue de las ciudades medias, reversión de la
polarización, etcétera) (Graizbord, 1984; Negrete y Ruiz, 1991; Velázquez y
Arroyo, 1992; y Chávez, 1995); para otros, la gran atracción de la zmcm
continuaría en los años por venir, por lo que era de esperar un crecimiento
megalopolitano (Garza y Partida, 1988; y Garza y Rivera, 1993).

3. Crisis económica y descentralización de la población


La “contra-urbanización” no fue duradera. Los primeros datos de los Censos de
Población de 1980 en los países desarrollados –específicamente Estados
Unidos– mostraron que la caída en el crecimiento demográfico de las grandes
ciudades en el periodo 1970-1980, no continuó en el quinquenio 1980-1985. Las
grandes metrópolis del noreste de E.U. (Nueva York, Filadelfia y Boston) que
habían experimentado tasas de crecimiento negativas en el decenio 1970-1980,
tuvieron un crecimiento positivo después de ese periodo. Un comportamiento
semejante se presentó en las grandes ciudades de países europeos.

Dos estudios fundamentales (Vining y Pallone, 1982; y Cochrane y Vining, 1988)


apoyaron la explicación de varios autores a estos nuevos fenómenos. La
migración a las áreas periféricas de las regiones centrales (metrópolis) parecían
sólo un acontecimiento pasajero que ocurre cuando se exigen nuevos requisitos
en la localización espacial de la población por ajustes en la economía (Cochrane y
Vining, 1988). El surgimiento y la caída de la contraurbanización se debían
entonces a fuerzas económicas y demográficas que daban lugar a la
desconcentración de la población y a la restructuración de las regiones
(Champion, 1988). Para Frey (1988) los años ochenta no indicaban un retorno a la
alta urbanización, ya que las tasas de crecimiento de las ciudades en ese periodo
fueron sustancialmente menores que en la década 1960-1970. Mera (1988)
encuentra que, en Japón, fueron las medidas conservadoras de la política
económica (desregulación y privatización) las que contribuyeron a la
reconcentración de la urbanización en los ochenta; y Berry (1988) busca una
explicación de mayor alcance temporal, ubicando los cambios de la urbanización
en la teoría de los ciclos económicos de larga duración.

Geyer y Kontuly (1993) proponen una teoría (urbanización diferencial) que busca
explicar los elementos característicos de la desconcentración de la población
(“reversión de la polarización”, “clean break” y “contra-urbanización”) y el retorno a
la urbanización. Suponen ellos ciclos urbanos en los que el predominio en el
crecimiento demográfico (las tasas más altas) corresponde primero a las ciudades
grandes, luego a las medianas, y al final a las pequeñas. Terminado este ciclo
comenzará otro con las mismas características. Urbanización-contraurbanización-
urbanización, etcétera, marcan los puntos de auge y depresión en los ciclos de la
concentración de la población.

Considerar ciclos en la urbanización lleva a revisar los modelos que ven en los
procesos de desarrollo el comportamiento de una forma de campana (Williamson,
1965; Zelinsky, 1971; y Alonso 1980), pues en ellos no se establece con claridad
la relación que puede darse entre una crisis económica y la concentración y
desconcentración de la población.
México, en los años ochenta, experimentó una profunda crisis económica. De
1982 a 1988 el crecimiento del pib fue de sólo 0.2 por ciento, los salarios reales
disminuyeron sustancialmente su poder adquisitivo, el gasto público se contrajo, y
la inflación llegó en algunos de esos años a los tres dígitos. Esta crisis, sin duda,
detuvo el desarrollo regional incipiente de los años setenta, afectando
especialmente a los grupos de población de menores ingresos. A partir de estas
consideraciones, es posible pensar que al agravarse los factores de rechazo en
los lugares de origen de la población, la migración rural-urbana sería más intensa.
Por otra parte, los datos económicos indicaban que las entidades con mayor grado
de desarrollo eran las más afectadas por la caída de la economía. La literatura
sobre el tema es breve, pero muy clara: los ciclos económicos en sus etapas de
auge dan lugar a mayores flujos migratorios, y en épocas de depresión los
disminuyen (Thomas, 1954; Lee, 1969; y Schultz, 1945).

Los datos del Censo de Población de 1990 se dieron a conocer con una rapidez
desacostumbrada (a menos de cinco meses de su levantamiento se publicaron los
datos preliminares). Las cifras no esperadas para la población del país, y para el
Distrito Federal, provocaron reacciones desfavorables al nuevo Censo.

Sustentabilidad y economía: la controversia de la valoración


ambiental

Uno de los mayores retos que enfrenta actualmente la humanidad es la


convivencia armónica con la naturaleza. Es imposible concebir al ser humano
independiente de los recursos que el medio ambiente le proporciona; su
alimentación, y todos los insumos materiales que sostienen la producción de
bienes y la misma vida, está soportada en los ecosistemas de la tierra, de ahí
proviene la importancia de conservarlos.
Por otra parte, las demandas de la población van más allá de cubrir sus
necesidades básicas, incluyen la mejora en niveles de confort y, en algunos
sectores, la acumulación de riqueza. Esto, aunado a la administración inadecuada

de los recursos naturales, ha ocasionado la alteración de prácticamente todos los


ecosistemas y la consecuente afectación del bienestar del ser humano.

Cualquier intento por explicar este proceso nos remite a la revisión de los orígenes
del desarrollo, en cuya evolución han surgido respuestas orientadas a mejorar el
bienestar social sin deteriorar los recursos, como las que ofrece el paradigma del
desarrollo sustentable.

Alrededor de esta aspiración o principio ético se han construido desarrollos


teóricos que retoman algunos postulados básicos de la ciencia económica. La
sustentabilidad es abordada, fundamentalmente, a través de dos enfoques: la
economía ambiental, basada en el pensamiento económico neoclásico; y la
economía ecológica, que constituye una perspectiva ecléctica al retomar premisas
de distintas ciencias como la economía, biología, ecología y sociología.

Economía ambiental y economía ecológica

Las distintas teorías del desarrollo han tenido como base las doctrinas
económicas, de ahí que sea imposible separarlas de la dimensión económica
(Jiménez-Herrero, 2003). El desarrollo sustentable utiliza las herramientas de la
economía para operativizarse, es decir, para poner en práctica los elementos que
permitan alcanzar esta aspiración o principio ético, lo que hace a través de dos
aproximaciones o enfoques: la economía ambiental y la economía ecológica.

De acuerdo con algunos autores, como Jiménez-Herrero (2003), este tipo de


desarrollo va más allá de los parámetros de la economía convencional y se adapta
mejor al enfoque de la economía ecológica. A continuación, se describen ambos
enfoques, los cuales tienen como fin la integración de la naturaleza a la economía,
aunque difieren en la forma de hacerlo.

Valoración monetaria y conmensurabilidad


La valoración es el proceso de estimar y expresar un valor para una acción u
objeto en particular; en el caso del medio ambiente, este proceso se enfoca a la
asignación de valor monetario a bienes y servicios de un ecosistema.

Se trata de una herramienta controversial, ya que existen diversos


cuestionamientos a la asignación de un precio a la naturaleza; se argumenta la
dificultad o imposibilidad de medir su valor intrínseco además de la incapacidad de
asignar valores a costos sociales futuros, debido a la incertidumbre de los
procesos. Sin embargo, de acuerdo con el enfoque de la economía ambiental la
valoración monetaria constituye un instrumento indispensable para avanzar hacia
el equilibrio entre economía y medio ambiente.

Sustentabilidad en la asignación de valores monetarios

De acuerdo con Naredo (2001), el objeto de estudio de la economía ecológica es


la sustentabilidad sin que para ello necesariamente se tenga que recurrir a un solo
tipo de valor expresado en números. El otorgar valores al ambiente es útil, aunque
no necesario; este enfoque no renuncia a la valoración de algunos de los objetos
económicos, sino que la limita. Así, algunos de estos objetos tendrán valores
monetarios y otros se podrán expresar en unidades físicas.

Es necesario tener en cuenta algunos problemas básicos que aborda la economía


ecológica, a partir de los cuales debe realizarse la valoración. Según este enfoque,
los retos elementales a superar son escala sustentable, distribución justa y
asignación eficiente. La primera se refiere a que la escala o magnitud de las
actividades humanas debe ser ecológicamente sustentable; alude a las
capacidades naturales del ecosistema para regenerar los insumos y absorber los
desperdicios sobre una base sustentable.
CONCLUSIÓNES

JAAIR ADERIK LOZANO RODRIGUEZ

Español
Creo que esto de la inflación afecta a distintos negocios ya sea grandes o
pequeños siempre los afectara ya que es algo imprevisto que aumente algo de
valor y sobre las evoluciones que vienen pasando días antes sobre la economía
creo que es importante saber acerca de estas ya que te pueden afectar en el
negocio. Las sorpresas que más impactan en la dinámica de precios son las
relacionadas con la inflación y las exportaciones netas; sorprendentemente, las de
menor influencia son las del desempleo. Se encuentra evidencia de la influencia
de sorpresas sobre el desempeño macroeconómico en el mercado accionario
mexicano.

Inglés

I believe that this inflation affects different businesses, whether large or small, it will
always affect them since it is something unforeseen that something in value
increases and about the evolutions that have been happening days before on the
economy I think it is important to know about these since They can affect you in the
business. The surprises that most impact price dynamics are those related to
inflation and net exports; surprisingly, those with the least influence are
unemployment. There is evidence of the influence of surprises on the
macroeconomic performance in the Mexican stock market.
JOSÉ ISRAEL LARA HERNÁNDEZ

Español
En años recientes, hemos podido constar una profunda transformación de la
economía mundial, que se explica fundamentalmente por la recomposición del
sistema capitalista que ha buscado modificar el patrón de acumulación del capital
por la vía de elevar la rentabilidad y expandir las fronteras del comercio
internacional. La transformación del régimen de producción se ha constituido
sobre la base de revolucionar y perfeccionar permanentemente, el conjunto de
tecnologías aplicadas a la industria y la fabricación de nuevos productos. Además
de eso sabemos que en cualquier lugar encontramos la inflación ya sea en
pequeñas o medianas empresas por eso es muy importante saber todo sobre lo
que es la economía y gracias a la materia de macroeconomía me ayudo bastante
a saber cosas que realmente no tenia en mente y m mediante eso tendré presente
todo este tipo de información que requerimos y nos ayudó a resolver nuestro
proyecto integrador.

Inglés
In recent years, we have been able to record a profound transformation of the
world economy, which is fundamentally explained by the recomposition of the
capitalist system that has sought to modify the pattern of capital accumulation by
raising profitability and expanding the borders of international trade. The
transformation of the production regime has been established on the basis of
permanently revolutionizing and perfecting the set of technologies applied to
industry and the manufacture of new products. In addition to that we know that
anywhere we find inflation, whether in small or medium-sized companies, that is
why it is very important to know everything about what the economy is and thanks
to macroeconomics it helped me a lot to know things that I did not really have in
mind. And through that I will keep in mind all this type of information that we require
and it helped us to solve our integrating project.

CONCLUSION GRUPAL
En este producto integrador de aprendizaje, pudimos conocer un poco más acerca
de la evolución de la economía de parte de nuestro país y creo que nos llamó la
atención mucho el cómo se ha ido desarrollando de alguna u otra manera buena, y
creemos que es importante saber un poco más acerca de esta historia que se
relata ya que podría serte de buena utilidad en tu vida cotidiana. En general como
equipo creemos que esto de la economía es muy importante aprender ya que hoy
en día la economía es algo de suma importancia para la persona, empresa o
negocio. En conclusión este trabajo nos ha abierto la mente un poco más sobre la
economía de nuestro país y el cómo se ha ido desarrollando al paso de estos
últimos años y lo que ha traído consigo que serían ventajas y desventajas para
nuestra sociedad.

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