Liliana Rodríguez
Liliana Rodríguez
Liliana Rodríguez
16 Raúl Pont. Breve Historia do PT, Brasilia, Centro de Documentación e Información, Coordinación de Publicaciones,
1992. pp. 5-6.
17 Vito Giannotti. História das lutas dos trabalhadores no Brasil, Rio de Janeiro, Mauad, s/fecha, p. 222.
18 “O estopim: bracos cruzados, máquinas paradas.”, Fundagao Perseu Abramo (FPA), 31/12/2002.
19 Ricardo Antunes. A rebeldía do trabalho (confronto operário no ABCpaulista: as greves de 1978/80). Sao Paulo, Ensaio,
Campinas,1988.
20 Iram Jacome Rodríguez. A ligao da greve. Chega de pelegos!, Cadernos Políticos, Publicagao da Oposigao Metalúrgica
de Sao Paulo, 1979, p. 5.
21 Lincoln Secco. Historia do PT. 1978-2010, Sao Paulo, Atelie, 2012, p. 38.
22Vito Giannotti, ob. cit., p. 224. 3
23 Helena Hirata, ob.cit., p. 110.
Lula y la intervención de los sindicatos. Sin embargo, el proceso de huelgas no se detuvo. Ante la detención de los dirigentes se constituyó un comité de
trabajadores electos en las fábricas y asambleas, alentando la creación de un fondo de huelga que recogió una enorme solidaridad. La imposibilidad de
realizar asambleas en las fábricas hizo que se realizaran en las principales iglesias de la región, cercados por la policía y bajo amenaza de represión.
En estas condiciones, la huelga llegó al Primero de Mayo con fuerza para resistir las amenazas de represión. En el estadio de Villa Euclides se realizó un
acto en el que participaron más de cien mil personas, exigiendo la libertad de los presos y en apoyo a las demandas. El clima antidictatorial ganaba fuerza y el
conflicto se transformó en algo más que un movimiento de oposición, pues expresaba el descontento masivo y popular contra el régimen, organizado desde
las fábricas, lo que implicaba una amenaza no solo para la transición pactada sino especialmente para las grandes patronales. Como señala Keck, “Los
representantes de la comunidad empresarial se juntaron a otros sectores de la elite de la sociedad civil - la Orden de los Abogados de Brasil, por ejemplo - en
la reivindicación del fin del dominio del arbitrio. (...) La identificación de los empresarios con la oposición tendía a disminuir a medida que aumentaba la
movilización de la clase obrera, cuando a mediados de los años setenta constituía una poderosa señal de colapso de las bases de sustentación del régimen y
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ayudaba a incentivar a otros grupos de la sociedad civil a expresar sus críticas.”
El régimen militar retrocedió ante la posibilidad de radicalización obrera y un salto mayor de la crisis. Desde el punto de vista reivindicativo la huelga se
levantó sin imponer sus demandas. El gobierno debió aceptar la liberación de los detenidos y restablecer en sus cargos sindicales a los dirigentes desplazados,
exigiendo la suspensión de las protestas. El balance de los líderes sindicales se centraba en destacar que a pesar de no haber logrado las demandas se había
conquistado una mayor conciencia política de la fuerza de los trabajadores frente a toda la sociedad. Sin embargo, la derrota de esta huelga representó un
punto de inflexión en el proceso de radicalización política contra la dictadura militar. Lula y los sindicalistas “Auténticos” al promover el levantamiento de la
misma bloquearon la dinámica de un proceso que amenazaba terminar con la dictadura en las calles, impidiendo que el PT en gestación inscribiera en sus
banderas el grito popular que ganaba cuerpo: ¡Abajo la dictadura!
Hacia la fundación del PT
En el colegio Sion de San Pablo, el 10 de febrero de 1980 se fundó oficialmente el Partido de Trabajadores. Participaron cerca de 1200 personas, entre
ellos cuatrocientos delegados electos en diecisiete estados brasileros. La idea de construir un partido de trabajadores venía siendo discutida desde los años
previos e incluía diferentes opciones: de tipo socialdemócrata, inspirado en el modelo europeo, u otros de arraigo “popular” ligado a las organizaciones
sindicales y movimientos sociales.
La dinámica política que fue adquiriendo el proceso de huelgas obreras promovió la diferenciación en el seno de la “oposición democrática” respecto a las
formas que debería adoptar el nuevo partido, su programa, estrategia y formas de organización. En los primeros momentos ganó relevancia la idea de un
partido popular y nacional, impulsada por el exministro de trabajo del expresidente Goulart, Almino Afonso, que contuviera una visión del socialismo en su
horizonte y en el que participaran liderazgos obreros junto a políticos de trayectoria progresista y democrática. También se discutía la opción de recrear el
antiguo Partido Laborista Brasileño (PTB) varguista, tesis defendida por Leonel Brizola, amparado en que la trayectoria del PTB podía resultar atractiva para
los sectores progresistas. Aunque el MDB no se presentaba como una opción renovadora, sectores provenientes de la izquierda defendían un proyecto
socialista que no excluía la opción de organizarlo a su interior. Por su parte, el PCB que en las décadas del ‘50 y ‘60 había ganado inserción en el movimiento
obrero, se había disociado de sus bases y rechazaba la idea de construir un partido obrero y socialista. Figuras e intelectuales reconocidos como Fernando
Henrique Cardoso, que en 1978 habían competido en las elecciones por el MDB, en 1979 llegan a impulsar la propuesta de crear un Partido Popular
Democrático y Socialista (PPDS), integrado por sectores provenientes del MR-8 y del MDB, estableciendo contactos con las dirigencias sindicales. Así lo
relataba Lula en una entrevista: “Luego se dieron las huelgas del 79. Creamos ahí un movimiento pro-PT. Tuvimos una gran reunión en San Bernardo do
Campo, con más de 70 diputados del MDB. Todo lo que era auténtico en el MDB estaba ahí: Alceu Collares, Chico Pinto, Jarbas Vasconcelos, Marcos
Freire, Walmor de Lucca, Airton Soares, Cristina Tavares, Fernando Lyra, Alencar Furtado, Almino Afonso y Fernando Henrique Cardoso, entre otros.
Surgieron algunos desacuerdos. Unos creían que no podríamos tener un partido de los trabajadores. Otros que no era la hora de crear el partido y que
deberíamos permanecer alrededor del PMDB. Yo creía que el PMDB no podía representar al conjunto de la clase trabajadora. Creía que los sindicatos no
podrían ser apéndices del PMDB. Si era para crear un partido, era preferible crear el nuestro. Y resolvimos crearlo. Ahí, en los 80 fuimos quedando los más
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importantes y Fernando Henrique Cardoso se fue apartando de esta idea.”
En una primera etapa se afianzó su carácter clasista, como una propuesta obrera. La idea de construir un partido obrero ganó apoyo entre los principales
sectores combativos del país. A comienzos de 1979, en el IX Congreso de los Trabajadores Metalúrgicos del estado de San Pablo, que tuvo lugar en la ciudad
de Lins, fue aprobada la tesis planteada por un sector de los metalúrgicos de Santo André (la llamada Tesis de “Santo André-Lins”), ligados a Convergencia
Socialista26, luego ratificada en junio de ese mismo año, en el Congreso Nacional de los metalúrgicos, en Pocos de Caldas, propiciando la formación de un
Partido de Trabajadores. En el acto del Primero de mayo de 1979 en San Bernardo do Campo fue lanzada la Carta de Principios del PT, que entre otros
puntos señalaba, “no creemos que partidos y gobiernos creados y dirigidos por los patrones y las elites políticas, aun las que ostentan fachadas democráticas,
puedan propiciar el acceso a las conquistas de la civilización y la plena participación política de nuestro pueblo. Los males profundos que se abaten sobre la
sociedad brasilera no podrán ser superados si no es por la participación decisiva de los trabajadores en la vida de la nación. El instrumento capaz de propiciar
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esta participación es el Partido de Trabajadores.”
Respecto al MDB planteaba, “El MDB por su origen, por su ineficacia histórica, por el carácter de su dirección, por su programa pro-capitalista, pero sobre
todo por su composición social esencialmente contradictoria, en que se congregan industriales y obreros, hacendados y peones, comerciantes y empleados, en
fin clases sociales cuyos intereses son incompatibles y en las cuales, lógicamente, prevalecen en toda la línea los intereses de los patrones, jamás podrá ser
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reformado.” Para señalar finalmente que, “El Partido de los Trabajadores entiende que la emancipación de los trabajadores es obra de los propios
trabajadores, que saben que la democracia es participación organizada y consciente y que, como clase explotada, jamás deberán esperar de la actuación de las
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elites privilegiadas la solución a sus problemas.”
En esas instancias los debates giraron alrededor de la necesidad de construir una herramienta política que defendiera los intereses y demandas de los
trabajadores sin interferencia de las patronales. Se aprobó esa propuesta y hacia octubre de 1979, 130 representantes de 6 estados lanzaron en carácter oficial
el Movimientopro-PT trazando un plan de extensión a otros estados y avanzando con el programa y los estatutos.
Un segundo momento (1980) será el de reafirmarse en la estrategia de integración al nuevo sistema de partidos como parte de la transición democrática. Su
legalización se produjo en 1981 y se presentó con candidaturas propias, por primera vez, en las elecciones de 1982. Convivirán a su interior sectores
referenciados en la izquierda y el trotskismo con grupos de trayectoria política burguesa e intelectuales críticos, muchos provenientes de la experiencia
fracasada del PCB. Como señala Lincoln Secco al momento de su fundación: “La mayoría de los presentes eran estudiantes, intelectuales y líderes de
movimientos populares, pero no de trabajadores. Además, el Manifiesto del PT, aprobado en aquella reunión, no hablaba de socialismo (al contrario de la
Carta de Principios divulgada el año anterior), era patente que se trataba de una organización de izquierda y radicalmente favorable a los intereses inmediatos
de los trabajadores, hasta entonces impedidos de tener voz en la sociedad civil, es decir ‘integrar en la actividad política legal camadas que estaban
marginalizadas de ella’. La simple presencia de intelectuales históricos, vinculados al trotskismo, al comunismo, o a una opción liberal clásica y radical junto