Culpabilidad Percy Garcia Cavero
Culpabilidad Percy Garcia Cavero
Culpabilidad Percy Garcia Cavero
CULPABILIDAD
I. INTRODUCCIÓN
La culpabilidad es el concepto definitorio de la teoría del delito. “N o hay pena
sin culpabilidad del autor” (nullum crimen sine culpa) reza un principio elemental
del Derecho Penal1. Sin embargo, el significado dogmático del término “culpa
bilidad”, así como su específica ubicación sistemática en la teoría del delito no
son temas resueltos en la dogmática penal, sino que, por el contrario, constituyen
tópicos de discusión sobre los que se ha debatido y sigue debatiendo aun incesa
blemente desde distintas perspectivas y con variados argumentos2. Por esta razón,
antes de entrar a precisar lo que, a nuestro parecer, es el fundamento de la categoría
de la culpabilidad, su contenido y los supuestos en los que queda excluida, resulta
conveniente hacer un recuento de las propuestas más importantes que, a lo largo
de la historia de la dogmática penal, se han formulado sobre la manera como debe
configurarse en la teoría del delito.
1. La categoría de la culpabilidad
En la medida que la categoría de la culpabilidad relaciona el delito con el
autor, su configuración dogmática ha estado siempre vinculada con el concepto
de persona como la base teórica mínima sobre la que se define el sujeto respon
sable. Esto hace que no se pueda renunciar a la idea de persona sin mostrar luego
deficiencias al desarrollar la categoría de la culpabilidad o asumir determinados
presupuestos antropológicos y luego desconocerlos al momento de determinar la
culpabilidad del autor de un delito. Si bien la historia nos muestra momentos en
los que tuvieron lugar reacciones punitivas contra animales e incluso objetos, la
razón de este proceder podría encontrarse seguramente en la incorrecta atribución
de personalidad a estas entidades, con la que se justificaba cierta equiparación con
los seres humanos.
Desde finales del siglo XVIII, la elaboración racional de los criterios de deter
minación de la responsabilidad penal partió de entender el delito como una impu
tación3. D e K a n t se tom ó la idea de que la imputación consiste en el juicio por el
que alguien es considerado causante (causa libera) de una acción que se denomina
hecho {factum) y queda sometida a las leyes4. Persona es, en este marco conceptual,
el sujeto “cuyas acciones son susceptibles de una imputación”, lo que, en casos
concretos, permite que se le pueda considerar “autor” (en sentido amplio) de una
determinada acción y su efecto5. En la imputación penal, el juicio de atribución
del hecho delictivo al autor estaba claramente sustentado en la esencia moral de la
persona como aspecto distintivo frente a otros seres6. Así lo confirma la concepción
del delito formulada por los penalistas hegelianos, quienes pusieron el énfasis en la
actitud interna del autor frente al ordenamiento jurídico en general7. Sin embar
go, hay que indicar que los presupuestos de la imputación se presentaron en esta
comprensión del delito como una amalgama inarticulada8, en la que no era posible
diferenciarlos conceptualmente.
Una primera conceptualización de la culpabilidad en la teoría del delito la
realizó A dolf M erkel, quien, apartándose de la escuela hegeliana, formuló un plan
teamiento de la imputación penal basada en la psicología empírica y la historia910.
Definió la culpabilidad como “el obrar o no obrar antijurídico de una persona que,
según los criterios corrientes, constituye a ésta, como tal, en una deudan°. Esta caracte
rización de la culpabilidad no le significó, sin embargo, una autonomía conceptual
en la construcción teórica del delito, en la medida que culpabilidad era la propia
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conducta causal digna de imputación11. Por ello, la doctrina penal calificó a la con
cepción de M e r k e l como una tesis unitaria, donde la culpabilidad carece de sus-
tantividad propia y no puede ser formulada como una categoría independiente de
la antijuridicidad12. La distinción conceptual entre antijuridicidad y culpabilidad
tuvo lugar recién con el planteamiento de v o n I h e r in g , en tanto admitió la posi
bilidad de que el derecho valorara como antijurídica una conducta, pese a la falta
de culpabilidad del autor. A la antijuridicidad de la conducta se le dio una tesitura
objetiva, mientras que la culpabilidad fue entendida en un sentido subjetivo13, por
lo que resultaba perfectamente posible admitir un “ilícito no culpable”, esto es, un
hecho objetivamente antijurídico, aunque sin culpabilidad del autor.
Una vez que la culpabilidad adquirió autonomía conceptual, la doctrina penal
asumió la labor de discutir cuál es su contenido específico. El tenor moral que se le
asignó en la concepción globalizante de los hegelianos, se perdió apenas iniciado el
siglo X X con la aparición en escena del positivismo científico que el causalismo se
ocupó de desarrollar integralmente en la teoría del delito. En lo que aquí interesa, la
visión mecanicista del planteamiento positivista alcanzó a la subjetividad del hecho
punible, por lo que la culpabilidad, desligada completamente de la idea del libre
albedrío de la persona, pasó a ser definida en términos de una vinculación psico
lógica entre la voluntad del autor y el resultado lesivo14. Dos eran las formas en las
que esta vinculación psicológica podía manifestarse: como dolo o como culpa. A
esta comprensión de la culpabilidad se le vino a denominar “concepto psicológico
de culpabilidad” .
La propuesta psicológica de la culpabilidad mostró rápidamente ciertas defi
ciencias prácticas, siendo una de las más acusadas la insatisfactoria solución teórica
que, en estricto, se tenía que dar a los supuestos de culpa inconsciente y de estado
de necesidad exculpante15. En la culpa inconsciente no era posible encontrar una
vinculación psicológica entre autor y resultado con la que poder sustentar la cul
pabilidad del autor, precisamente por la falta de una representación psicológica del
autor. En el caso del estado de necesidad exculpante, en el que el agente actúa para
11 Así Merkel: Derecho P en al, PG, p. 72, expresa lo siguiente: “ la culpabilidad no es algo exis
tente a l lado de la conducta cau sal del culpable , algo independiente de esa conducta, algo como
form ado de un a especial m ateria, sino que es la m ism a conducta causal, apreciada con arreglo a
los criterios dom inantes y d ign a de im putación según estos criterios ’.
12 En este sentido, Fernández: C ulpab ilidad y teoría del delito , p. 150 y ss.
13 Vid., las referencias en J escheck/Weigend: Tratado, I, p. 273.
14 Vid., von L iszt: T ratado , II, p. 375. Al respecto puede consultarse también la exposición
de Bacigalupo, S.: R esponsabilidad, p. 356.
15 Destaca las limitaciones del concepto psicológico de culpabilidad, Welzel: D as Deutsche
Strafrecht, p. 139 y s.
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hacerle ningún reproche ético por su actuación21. Como puede verse, en todas estas
caracterizaciones del reproche que sustenta la culpabilidad existe una concepción
implícita de la persona de base ética que trasciende a su constitución empírica22.
N o obstante, hay que indicar que este cambio de perspectiva no trajo consigo el
abandono de la visión psicológica de la persona. Lo que hizo, más bien, fue comple
mentar esta base psicológica con una naturaleza ética de la persona fundamentada
en el libre albedrío23.
El abandono de la comprensión psicológica de la persona a nivel de la culpabi
lidad se produjo propiamente con el finalismo, en la medida que dicha formulación
de la teoría del delito remitió lo psicológicamente subjetivo al injusto y dejó en la
culpabilidad únicamente los aspectos que conforman el juicio de reprochabilidad
(la valoración del objeto)24. A la categoría de la culpabilidad se le dotó de contenido
a partir de la estructura lógico-objetiva del “poder actuar de otro m odo”, por lo
que el juicio de reproche al autor se le hacía porque no había actuado conforme a
Derecho, pudiendo haberlo hecho. N o hay duda que en el trasfondo de esta visión
de la culpabilidad subyace una comprensión ontologica de la persona25, en la que la
libertad del autor vuelve a ser el fundamento de esta categoría del delito. N o obs
tante, cabe hacer la precisión de que la libertad no se tomó como un dato empírico
que debía comprobarse en el caso concreto, sino como una estructura ontologica
propia de la actuación de las personas que vincula necesariamente al sistema penal
una vez que la asume.
En la segunda mitad del siglo X X hubo una fuerte corriente orientada a qui
tarle el piso antropológico a las visiones normativistas de la culpabilidad que, en
menor o en mayor medida, se estructuraron a partir del libre albedrío del autor. Se
alegó la imposibilidad de demostrar empíricamente la existencia de una libertad de
la voluntad, tal com o lo hizo E n g is c h en su clásico estudio sobre este tema26. Pero
este cuestionamiento al fundamento de las visiones normativas de la culpabilidad
no trajo como consecuencia una vuelta a la visión psicológica de culpabilidad, sino
que dio lugar, más bien, a propuestas que intentaron desplazar el centro de atención
de la culpabilidad del acto al autor como fue el caso precisamente de la culpabilidad
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34 Vid., estas ideas Jakobs: Aspekte der Freiheit, p. 72; El M ismo, en Estudios, p. 385;
G onzález Rivero: Strafrechtliche Z urechnung p. 132 y ss.; La Misma, LH -Bacw alupo
(España), p. 279.
35 Así, expresamente, Armaza Galdós: Revista de Derecho y Ciencias Políticas, Vol. 51, 1993,
p. 41.
36 En este sentido, K östlin: Grundbegriffe , p. 131 y ss. Sobre el concepto de culpabilidad en
las interpretaciones hegelianas del delito, vid., la referencia a autores de finales del siglo XIX,
Achenbach: H istorische un d dogm atische Grundlagen , p. 20 nota 6.
37 Vid., Binding: H andbuch , p. 158; El Mismo, Norm en , II, p. 102 y s.
38 Vid., sobre este proceder, con mayores referencias, Achenbach: H istorische un d dogm atische
G rundlagen , p. 24 y s.
39 Vid., así, la formulación normativa de la culpabilidad de Frank: Sobre la estructura,
p. 40. De manera general, Achenbach: H istorische und dogm atische Grundlagen , p. 75 y ss.
40 Así, por ejemplo, la concepción de Achenbach: Historische und dogmatische Grundlagen , p. 229.
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1. El concepto de persona
Com o ya se ha dicho, la categoría de la culpabilidad penal debe estar asociada
a un concepto de persona que le permita definir al sujeto al que se le imputa el
hecho delictivo. Cualquier intento por conceptualizar la culpabilidad penai, por lo
tanto, requiere resolver primero lo que se entiende por persona para la imputación
penal. La concepción jurídico-penal de Ja k o b s acierta al definirla en un contexto
social. Pero lo correcto de esta perspectiva no debe llevar a pensar que la perso
na constituye un simple constructo determinado por las necesidades del sistema
social45. Ser persona significa sin duda poseer un estatus que hace referencia a la
situación social del individuo, pero esta titularidad no depende de una decisión de
reconocimiento del sistema social o de sus órganos competentes (Constitución Po
lítica, Congreso e incluso tribunales judiciales)46. El acuerdo social o a las especiales
reglas de constitución de la sociedad no son los que constituyen la personalidad,
sino el hecho natural de ser un ser humano47. La calidad de persona le corresponde
a alguien por el hecho de formar parte del género humano48, por lo que puede de
cirse que la naturaleza posee, en este sentido, una fuerza normativa49.
Las afirmaciones precedentes encuentran sustento en el hecho de que el re
conocimiento social de la persona se debe a su dignidad. Lo que la hace digna y
cualitativamente distinta de los otros seres es que está naturalmente orientada a
alcanzar de manera libre su realización en sociedad. D e este contenido de la dig
nidad humana se desprenden sus dos formas de manifestación. Por un lado está la
dignidad absoluta de carácter ontologico que le corresponde a todo ser humano
por el solo hecho de serlo y que no se encuentra históricamente condicionada50. A
ningún ser humano se le puede negar socialmente el estatus de persona derivado
de la dignidad humana absoluta. Junto a la dignidad absoluta está la dignidad
humana relativa de carácter moral, la cual se sustenta en que el ser humano actúa
libremente orientado a su realización personal en sociedad. Esta actuación práctica
de la persona, como puede apreciarse, tiene una clara referencia al contexto social,
por lo que su determinación no siempre alcanza en todos los ámbitos sociales un
mismo sentido o extensión.
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D erecho P enal - parte general
A. L a individualidad
La individualidad de la persona significa atribuirle libertad y reconocerle la
capacidad de expresar esta libertad hacia el mundo exterior mediante acciones54.
Com o puede verse, este componente individual de la culpabilidad se inclina por
resolver la eterna disputa filosófica entre el determinismo y el indeterminismo a
favor del segundo55. Sin embargo, debe hacerse la atingencia de que no se sigue la
versión radical del indeterminismo que alcanzaría a los valores y que negaría, por lo
tanto, la posibilidad de un orden y de la propia responsabilidad56, sino, más bien,
aquella posición matizada que, dentro de un conjunto de condicionantes de la
acción, deja al individuo un margen de indeterminación en cuanto a la decisión de
ordenar su comportamiento hacia los valores objetivamente existentes. Desde estas
51 Vid., en este sentido, Radbruch, en D erM ensch im Recht, p. 81, al indicar que “ todopunto
de vista m aterial en el Derecho solam ente es válido bajo el presupuesto de una determ inada
situación de la sociedad o un determ inado sistem a de valores”.
52 Vid., Silva Sánchez, en P olítica crim in al y nuevo Derecho p en al, Silva Sánchez (ed.),
p. 27, nota 50, sobre la imposibilidad de acceder racionalmente a la esencia del hombre, de
manera que hay que conformarse con una imagen del mismo que no es permanente, sino
necesariamente histórica, dependiente del medio y del tiempo.
53 En el mismo sentido, Fernández Sessarego: Iu s et ventas 12, p. 102.
54 Similarmente, K aufmann, Arthur: D as Schuldprinzip , p. 208; E l M ismo, Unrechts-
bewusstsein , p. 102, diferenciando la libertad de acción y la libertad de voluntad. Esta distin
ción no enerva, sin embargo, que el objeto de referencia de la libertad (jurídica) sea siempre
la acción, como lo desataca Sánchez-O stiz Gutiérrez: L a lib ertad del Derecho Penal,
p. 184 y s.
55 Una exposición de la llamada disputa de escuelas (los clásicos y los modernos) en el Derecho
penal, vid. en Engisch : L a teoría , p. 58 y ss.
56 Así, correctam ente, F e ijo o S á n c h e z : In D re tlU Q W , p. 19.
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64 Vid., Pérez M anzano, en N eurociencias y Derecho p e n al, Demetrio Crespo (dir.), p. 130
y s.; O tto : M an u al de D erecho Penal, § 1, n.m. 63.
65 Vid., así, Pardo/Patterson: In D r e tlllü W , p. 7
66 Lo que puede ser muy útil para descubrir situaciones, en las que no cabe sustentar una
imputabilidad penal, como lo propone Cancio M eliá, en N eurociencias y Derecho pen al,
Demetrio/Maroto (coord.), p. 532.
67 Destaca así H irsch, en N eurociencias y Derecho p e n al, Demetrio Crespo (dir.), p. 51, que el
punto de partida de las normas sociales es el autoentendimiento de la persona como libre en
sus actuaciones. Este entendimiento no puede ser considerado una ilusión o un autoengaño,
como lo ha puesto de manifiesto Burkhardt, en E l problem a de la libertad de acción en el
Derecho p en al, Alcácer (comp.), p. 60 y ss. Críticamente, sin embargo, con esta perspectiva
de primera persona Feijoo Sánchez, en N eurociencias y Derecho p e n al, Demetrio Crespo
(dir.), p. 282 y ss.; D emetrio C respo, en N eurociencias y Derecho p en al, Demetrio Crespo
(dir.), p. 26, quien considera que esta percepción subjetiva no es suficiente para la hetero-
imputación jurídica.
68 De una pequeña libre voluntad habla Herzberg: Z S tW 124 (2012), p. 21. De una “compa-
tibilismo humanista” habla D emetrio C respo, en N eurociencias y Derecho p en al, Demetrio
Crespo (dir.), p. 39.
69 Vid., Roxin: Derecho P en al, PG, § 19, n.m. 35. Críticamente, Feijoo Sánchez: In D ret
2/2011, p.23 y ss.
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la imputación penal no es algo cierto, entonces todo el sistema penal no sería más
que una suposición. Por esta razón, algunos autores, con la finalidad de dar mayor
solidez a la libertad de actuación, la han caracterizado como una atribución social
desprendida de todo tipo de referencia antropológica70. Si bien cabe coincidir con
estas últimas posturas que la libertad constituye un concepto normativo, disenti
mos en el total abandono de puntos de partida antropológicos para fundamentar
dicho concepto. L a normatividad del estatus de persona no está determinada por
simples condicionalidades sociales71, sino por su finalidad: la realización individual
en sociedad. Y para poder individualizar la actuación de la persona en sociedad
resulta indispensable la libertad.
B. L a socialid a d
La sola individualidad de la persona no basta para determinar la relevancia de
su actuación práctica72, sino que resulta necesario considerar su socialidad, la cual
dota a su actuación de un sentido comunicativo específico73. T oda actuación de
una persona, por el hecho de ser tal, tiene un sentido social74. Pero esto no quiere
decir que siempre se le atribuya el mismo sentido comunicativo o tenga la misma
capacidad de conexión en los distintos ámbitos sociales. Para poder comunicar so
cialmente se requiere que la actuación de la persona exprese algo necesitado de una
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D erecho Penal - parte general
respuesta social específica para el desarrollo o mantenimiento del orden social, esto
es, que la persona sea considerada por el sistema social como sujeto responsable75.
Esta responsabilidad constituye un concepto dependiente de las características de
la sociedad en la que la persona se encuentra y actúa76. N o obstante, la afirmación
precedente no debe llevar a entender la responsabilidad como un aspecto basado
exclusivamente en la necesidad social de imputar a alguien determinado resultado.
La responsabilidad está necesariamente ligada al ejercicio de la libertad personal
frente a los demás77, aunque la forma de responder requiera evidentemente contex-
tualizar socialmente la actuación de la persona.
75 Vid., en este sentido, van der Ven, en Schuld un d Verantw ortung, Baumgartner/Eser
(Hrsg.), p. 33. Como lo pone de relieve Lesch: Injusto y cu lpabilidad , p. 8 : “(...), pues
libertad sin responsabilidad no es una libertad person al verdadera, sino pura arbitrariedad
subjetiva (las cursivas son del original).
76 En este sentido, K aufmann, Arthur: Unrechtsbewusstsein, p. 83 y s.; G ünther, en E lprob le
m a de la lib ertad de acción en el Derecho p en al, Alcácer (comp.), p. 1 0 0 y s. De una opinión
distinta, Welzel: D as D eutsche Strafrecht, p. 143, en tanto entiende que. el hombre es res
ponsable ya en un plano existencial.
77 Similarmente, Kaufmann, Arthur: D as Schuldprinzip , p. 208: “L ap erso n a está orientada a
su autorrealización y e lla decide librem ente sobre los objetivos de sus acciones y responde p o r sus
acciones”.
78 Como lo precisa Sánchez-Ostiz G utiérrez: L a libertad del Derecho P en al, p. 30: “ G racias
a la im putación h ablam os de acciones” .
79 Sobre la importancia de la antropología filosófica como fundamento para la comprensión de
la constitución espiritual del hombre, vid., Welzel: Z S tW 60 (1941), p. 429. Igualmente
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toda imputación, incluida la penal, precisa de una libertad originante (causa libera)
que convierte el suceso imputado en una acción del sujeto de la imputación.
En la actualidad la doctrina penal se muestra reacia a construir la culpabilidad
penal a partir del dato antropológico de la libertad. La razón de ello sería el prejui
cio del positivismo científico, aún hoy existente, de reducir la dignidad de la ciencia
solamente a las que utilizan el método descriptivo-experimental para alcanzar u
ordenar el conocimiento. H oy debería quedar claro que seguir con una visión así
constituye una reducción irrazonable del universo científico. Por ello, no debería
haber ninguna dificultad para admitir científicamente la libertad como un dato de
rivado de la comprensión del orden social. Sin la atribución de libertad al autor no
es posible fundamentar la imputación del hecho delictivo como propio. En tanto
el Derecho penal se ocupa de la actuación de las personas, la culpabilidad jurídico-
penal sólo podrá tener lugar si se considera que la individualidad de la persona le
otorga la capacidad de manifestar libertad en sus actuaciones80.
La importancia de la libertad para la imputación penal no debe llevar a la
errónea conclusión de que la culpabilidad debe sustentarse únicamente en la indi
vidualidad. Para llevar a cabo un proceso de atribución de sentido conforme a las
características del sistema social correspondiente es necesario tener en cuenta tam
bién la socialidad de la persona. En este sentido, la configuración de la culpabilidad
jurídico-penal no puede estar referida únicamente a la capacidad de la persona de
poder manifestar libertad en sus actuaciones, sino que requiere además la presencia
de una responsabilidad81, lo que quiere decir que el sistema social necesita, para el
mantenimiento de su identidad, responder ante el sentido atribuido a la actuación
de la persona, esto es, la negación del orden social82. Este orden social está expresa
do en cada sociedad en atención a sus propias instituciones y bajo la forma de roles
asignados a cada una de las personas involucradas. Cuando una persona infringe
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D erecho Penal - parte general
libremente el rol asignado, el sistema jurídico-penal requiere dar una respuesta co
municativa para mantener el orden social alterado.
Tanto la individualidad como la socialidad necesarias para poder sustentar
una imputación penal se alcanzan con la atribución del estatus de ciudadano a la
persona. En el plano del poder, sólo el ciudadano puede organizarse libremente en
sociedad y únicamente a él se le reconoce la capacidad de cuestionar con su actua
ción el orden normativo vigente en la sociedad83. La culpabilidad jurídico-penal
presupone, pues, la capacidad individual del ciudadano de cuestionar la identidad
normativa esencial de la sociedad a través de la libre infracción de los roles jurídica
mente atribuidos. En el plano del deber, al ciudadano le corresponde una obedien
cia a las normas legítimamente aprobadas, lo que fundamenta la exigencia de una
fidelidad al Derecho en sus actuaciones (persona de derecho)84. Con base en estas
ideas, puede decirse que, en términos materiales, el autor del delito será culpable
penalmente por su falta de fidelidad al Derecho puesta de manifiesto con la libre
infracción de los roles jurídicamente atribuidos85.
83 J akobs: Sobre la norm ativización , p. 30, destaca en el ciudadano su competencia para poder
intervenir en asuntos públicos. De modo más vinculado a la teoría del discurso, G ünther:
Schuld u n d kom m unikative Freih eit, p. 243 y ss., se refiere a las personas deliberativas, es de
cir, que pueden participar en las interacciones sociales como un igual, criticar las conductas
propias o ajenas, y tomar posición en los procedimientos democráticos. Considera necesario
dar un mayor contenido al estatus de ciudadano por encima de su mera participación en
los procedimientos democráticos, Pawlik: C iu dadan ía y Derecho p en al, p. 36 y ss., bajo la
forma de un deber de cooperar con el mantenimiento del estado de libertad.
84 Así sobre la necesidad de validar la expectativa de fidelidad al derecho en una culpabilidad
material entendida como falta de fidelidad al Derecho, M analich: R evista de Estudios de la
Ju sticia, N ° 6 (2005), p. 65 y s.
85 La idea de la falta de fidelidad al derecho como expresión de una culpabilidad material es
sostenida en la doctrina penal actual con matices distintos. Por mencionar dos posiciones
destacables: Jakobs, en E studios, p. 365 y ss., en relación con normas que son legítimas por
permitir el libre e igual desarrollo de todos; Kindhauser: R P D JP 1 , p. 171 y ss., sobre la
base de un déficit de lealtad comunicativa.
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1. La imputabilidad
La imputabilidad penal se sustenta en la capacidad de una persona para po
der responder jurídicamente por sus acciones y, por lo tanto, recibir imputaciones
penales86. D ado que esta situación es predicable de todos los ciudadanos, la impu
tabilidad es expresión del principio de igualdad87. En nuestro sistema penal la capa
cidad de recibir imputaciones penales empieza a partir de los 18 años88, cuando la
persona adquiere plena capacidad de ejercicio. N o se trata de un dato ontologico89,
sino de un aspecto determinado socialmente en función del momento en el que,
se estima, la persona adquiere la madurez suficiente para poder sopesar sus actua
ciones90. Pero* por otra parte, no basta con ser mayor de ;edad para ser penalmente
imputable, sino que es necesario que la persona esté en pleno uso de las facultades
físicas y mentales, de manera tal que pueda percibir adecuadamente la realidad,
comprender el orden social y determinarse conforme a esta comprensión. Una per
sona es penalmente imputable únicamente bajo estas condiciones.
El requisito de la mayoría de edad para la imputabilidad penal constituye un
estado permanente que no admite graduaciones ni diferenciaciones, sin perjuicio
de la disminución de la pena en el caso de la imputabilidad restringida (artículo 22
del CP). La situación se presenta distinta para la salud física y mental, en la medida
que no se requiere necesariamente de un nivel óptimo, ni tampoco que esta con
dición de la salud sea permanente. En efecto, para la imputabilidad penal resulta
necesario solamente que el autor cuente al momento del hecho con las capacidades
de percepción, de comprensión y de determinación que le permitan evitar la reali
zación del injusto penal. Por lo tanto, la merma en alguna de estas capacidades que
no le impida aún actuar conforme a Derecho, no excluirá la imputabilidad penal,
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D erecho P enal - parte general
aunque podría ser considerada a efectos de disminuir la culpabilidad. Por otro lado,
la existencia de momentos en los que el autor pierde alguna de las capacidades
mencionadas no debería afectar la imputabilidad respecto de un injusto realizado
en un momento en el que contaba con dichas capacidades, pues cuando actuó era
propiamente un sujeto imputable91.
La imputabilidad puede verse disminuida y provocar, por tanto, una situa
ción especial en la culpabilidad del autor que justifique la atenuación de la pena
al momento de ser individualizada92. N o es que el sujeto pierda la capacidad de
recibir imputaciones penales, sino que concurren factores que, sin impedirle caer
en cuenta sobre lo que está haciendo, no le permiten realizar una completa ponde
ración de las consecuencias de su proceder. En estos casos, por lo tanto, el sujeto
es penalmente imputable, sólo que se encuentra en una situación tal que se reduce
la severidad del juicio de reproche de culpabilidad. Esta disminución del reproche
puede tener lugar tanto en el componente de la edad, como en el componente de
la salud física y mental.
A. La im putabilidad restringida
En el caso de la edad, el artículo 22 del CP establece una imputabilidad res
tringida para los mayores de edad hasta los 21 años y para los que tienen más de
65 años93. Esta disminución de la pena se apoya en la idea de que la madurez
plena se alcanza progresivamente y que también se empieza a afectar con el pasar
de los años94. El juez penal puede, en tales casos, reducir prudencialmente la pena
legalmente prevista para el delito cometido. Conforme al Pleno Jurisdiccional de
Iquitos de 1999 (tema 4, acuerdo primero), los jueces acordaron, por mayoría, que
esta circunstancia de atenuación de la pena es facultativa (por lo que requiere siem
pre de un análisis en el caso concreto) y opera a partir del mínimo legal de la pena
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hacia abajo (lo que quiere decir que el marco penal mínimo del delito cometido se
convierte en el nuevo marco penal máximo)95.
Por modificaciones posteriores al artículo 22 del CP, impulsadas por razones
de lucha contra la inseguridad ciudadana, se establecieron supuestos de exclusión
de la atenuación de la pena por imputabilidad restringida96. Actualmente esta ex
clusión se produce cuando el agente ha incurrido de forma reiterada en delitos
de homicidio o lesiones graves culposos, cuando el agente ha cometido el delito
como un integrante de una organización criminal o cuando se trata de delitos es
pecialmente graves (violación sexual, homicidio calificado, feminicidio, sicariato
en sus diversas modalidades, extorsión, secuestro, robo agravado, tráfico ilícito de
drogas, terrorismo, terrorismo agravado, apología, genocidio, desaparición forzada,
tortura, atentado contra la seguridad nacional, traición a la patria y, en general, los
delitos sancionados con una pena no menor de 25 años o cadena perpetua)97.
L a decisión legislativa de establecer excepciones a la imputabilidad restringida
fue criticada duramente por la doctrina penal por afectar el principio de igualdad98.
Esta crítica ha motivado que la Corte Suprema de la República haya decidido por
Acuerdo Plenario N ° 4-2016 la inaplicación de dicha restricción por constituir una
discriminación no autorizada constitucionalmente, en la medida que la disminu
ción de la pena por la edad no está en función de la gravedad del injusto penal,
sino en la evolución vital del ser humano99. N o obstante, la Sala Penal de Derecho
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D erecho Penal - parte general
P en al & Procesal P e n a l 103 (2018), p. 78. El pleno siguió la posición expuesta por Caro
J ohn, A ctu alid ad P é n a l a (2016), p. 15 y ss.
100 Así, la Consulta N ° 1618-2016 de 16 de agosto de 2016 y la Consulta
N ° 13848-2016-Huara de 10 de enero de 2017. Vid., al respecto, C órdova Rosales:
A ctu alid ad P e n a lti (2018), p. 60 y ss.
101 Así lo destaca H inostroza Pariachi, en Ju rispru den cia p e n al com entada, Huamán Castella
res (dir.), p. 863 y s.
102 Vid., el conocimiento pleno del sentido de delitos nucleares M eini M éndez: Lecciones, PG,
p. 148; D íaz Lazo: A ctu alid ad P en al 30 (2016), p. 76 y s.
678 ¿d e as
Percy G arcía C averò
A. C ontenido
Luego de que el finalismo trasladara el dolo natural al ámbito del injusto, en
la categoría de la culpabilidad se dejó el conocimiento del carácter antijurídico del
hecho (el llamado dolus malus). El acierto de esta inclusión empezó, sin embargo,
a ponerse en tela de juicio en el ámbito del Derecho penal no convencional (por
ejemplo, en los delitos económicos), por lo que un sector importante de la doctrina
penal consideró conveniente aplicar, en este ámbito de la criminalidad, criterios si
milares a los establecidos por la teoría del dolo, esto es, requerir para la imputación
dolosa también un conocimiento efectivo de la antijuridicidad del hecho105. Esta
propuesta no sólo ha sido acogida con una frecuencia cada vez mayor, sino que
también se ha visto conveniente tenerla en cuenta, en general, para todas las formas
de criminalidad.
La teoría del delito es entendida como una teoría de la imputación penal, en
la que el injusto y la culpabilidad se encuentran funcionalmente vinculados, siendo
sólo razones expositivas las que permiten una diferenciación conceptual. En el aná
lisis del injusto penal, se trabaja con una categoría provisional que permite imputar
el hecho a una persona. Esta imputación no sólo debe cumplir con ciertos requisi
tos objetivos, sino que debe tener también una base subjetiva. La vertiente subjetiva
del injusto no se limita, como ya se vio, a una imputación de conocimiento de la
realización de un determinado suceso, sino que debe incluir también su carácter
penalmente relevante. En consecuencia, el conocimiento de la antijuridicidad del
103 Vid., Roxin: Derecho Pen al, PG, § 20, n.m. 33; Luzón Peña: Derecho P en al, PG, Cap. 27,
n.m. 2 .
104 Vid., V illavicencio Terreros: Derecho P en al, PG, p. 608.
103 En este sentido, Lange:J Z 1936, p. 73 y s.; Kaufmann, Arthur: Unrechtsbewusstsein , p. 168
y ss.; Hardwig: Z S tW 78 (1966), p. 2 1 ; Baumann/Weber/M itsch: Strafrecht, AT, § 2 1 ,
n.m. 41; T iedemann: Tatbestandsfunktionen , pp. 281 y ss., 327; Weber: Z S tW 96 (1984),
p. 391 y ss.; M uñoz C onde, en H acia un Derecho pen al, p. 281 y s.
679
D erecho Penal - parte general
106 Vid. M anso Porto: D esconocim iento , p. 2 1 y s. No se debe entender el conocimiento del
ordenamiento jurídico como un conocimiento pleno de todo el conjunto de dispositivos
jurídicos, sino como un orden de valores que permiten el desarrollo de la persona en socie
dad, (vid., similarmente, S chmidhauser: FS-H . M ayer, p. 329).
107 Similarmente, M a n so P o rto : Desconocim iento , p. 9 y ss.; F r is c h : L H -M ir P u ig (2017),
p. 573. Así lo exige también la Casación N ° 436-2016-San Martín, Considerando Décimo
Quinto.
108 Como lo ha puesto de manifiesto J akobs: Derecho Penal, PG, Apdo 1 , n.m. 9; El M ismo,
Z StW 107 (1995), p. 848 y s., el ordenamiento jurídico no puede abandonarse a un acto de
voluntad de conocimiento de las normas jurídicas. De la misma opinión, Lesch: JA 1996,
p. 351.
109 Esto explica también por qué un sector importante de la doctrina penal considera la clá
sica inimputabilidad como déficit que afecta también la conciencia sobre el injusto; vid.,
así, Welzel: D as D eutsche Strafrecht, p. 153; Kaufmann, Armin: F S-E b . Schm idt, p. 322;
Groteguth: N orrn- V erbots(un)kenntnis, p. 2 2 . Sostienen, por el contrario, la necesidad de
una diferenciación conceptual entre los supuestos de error de prohibición y los casos tradi
cionales de inimputabilidad, Kaufmann, Arthur: Unrechtsbewusstsein , p. 6 8 y s.; Rudolphi:
Unrechtsbewusstsein, p. 170 y s.
680 ¿deas
Percy G arcía C averò
110 Muestra las limitaciones de una teoría del conocimiento para explicar y justificar el concep
to jurídico-penal del error, G össel: Bedeutung des Irrtum s, p. 8 y s.
111 Entiende el conocimiento del hecho a partir de un presupuesto psicológico para un jui
cio de culpabilidad, Rudolphi: Unrechtsbewusstsein, p. 33. Crítico ante esta perspectiva,
G roteguth: N orm - Verbots(un) kenntnis, p. 34.
681
D erecho Penal - parte general
112 Vid., en este sentido, S chmidhauser: FS-H . M ayer, p. 322 y s. Por el contrario, Rudolphi:
Unrechtsbewusstsein , p. 33, entiende que se tiene que determinar este aspecto, en tanto sólo
así el autor habría podido adecuar su conducta concreta de conformidad con el derecho.
113 Una interpretación vinculada a una comprensión psicologicista pretende afirmar en estos
casos la existencia de una presunción [vid., T iedemann: Tatbestandsfunktionen , p. 269;
Vogel, en E studios, Arroyo/Tiedemann (ed.), p. 50]. No se trata, sin embargo, de una
presunción, pues no interesa si psicológicamente el sujeto conoce o no el ordenamiento
jurídico, sino si normativamente posee tal conocimiento.
114 En este sentido, la línea jurisprudencial de la Corte Superior de Lima Exp. N ° 3016-97 de
26 de agosto de 1997 [.Revista peru an a de ju rispru den cia 23 (2003), p. 3 5 y s.].
115 En este sentido, Radbruch : S JZ 1948, p. 309, a partir de un predominio de la norma
de valoración sobre la norma de determinación. De una opinión contraria, Welzel, en
A bhandlungen , pp. 250, 256; Felip i Saborit: R P D JP 2 (2001), p. 145 y s., en tanto cons
tituye una garantía del ciudadano frente a posibles abusos de Estado.
116 Vid., similarmente, Schmidhauser: FS-H . M ayer, p. 329.
682 ¿d eas
Percy G arcía C averò
¿d e a s 683
D erecho Penal - parte general
121 Vid. , con mayor detalle, García Cavero: Derecho p e n al económico, PG, I, p. 641 y ss.
122 Así, consideran la clásica inimputabilidad como déficit que afecta también la conciencia so
bre el injusto Welzel: D as Deutsche Strafrecho p. 153; Kaufmann, Armin: FS-E b. Schm idt,
p. 322; Groteguth: N orrn - Verbots(un)kenntnis, p. 2 2 .
123 Sobre la necesidad de una diferenciación conceptual entre los supuestos de error de prohibi
ción y los casos tradicionales de inimputabilidad, K aufmann, Arthur: Unrechtsbewusstsein,
p. 6 8 y s.; Rudolphi: Unrechtsbewusstsein, p. 1 7 0 y s.
684 ¿d eas
Percy G arcía C averò
124 Vid., Frank: Sobre la estructura , p. 40 y s. Vid., la referencia también en Sáinz Cantero:
L a exigib ilidad de conducta, p. 20 y ss.
125 Vid., al respecto, Sáinz Cantero: L a exigibilidad de conducta, p. 26 y ss.; Melendo
Pardos: E l concepto m aterial de culpabilidad , p. 15 y s.
126 Vid., Sáinz Cantero: L a exigib ilid ad de conducta,, p. 123 y ss.
127 Vid., así, M ir Puig: Derecho P en al, PG, L20/50; Villavicencio Terreros: Derecho P en al,
P G ,p . 638.
128 Vid., J akobs: Derecho P en al, PG, Apdo 17, n.m. 53.
D erecho Penal - parte general
capacidad interna del autor la que permite decidir la exigibilidad de otra conducta,
sino la normalidad de las específicas circunstancias en las que actúa129. La culpabili
dad requiere que al autor se le pueda exigir, en atención a su situación concreta, un
comportamiento acorde con el ordenamiento jurídico.
V. LA AUSENCIA DE CULPABILIDAD
A partir de los elementos constitutivos de la culpabilidad, se pueden sistema
tizar los supuestos en los que falta la culpabilidad del autor y, por lo tanto, decae
la imputación personal del injusto penal. Así, se habla primero de los casos de
inimputabilidad, luego de las situaciones de error de prohibición y finalmente de
los supuestos de inexigibilidad de otra conducta. Mientras que en los dos primeros
la culpabilidad es excluida, en el tercero lo que tiene lugar es una disculpa por el
injusto realizado. ^
1. La inimputabilidad
A. Concepto
La inimputabilidad es una causa de exclusión de la culpabilidad que se presen
ta cuando quien realiza el injusto penal no reúne las condiciones constitutivas para
ser sujeto de una imputación penal. La exclusión de la culpabilidad se sustenta en
una situación de déficit que hacen al agente incapaz de poder comunicar, mediante
un acto, un hecho penalmente relevante130. Para determinar la inimputabilidad del
autor se sigue un modelo mixto que vincula una deficiencia biológica con un grado
de perturbación en la percepción o en el juicio131.
B. Form as
Los supuestos en los que el agente es penalmente inimputable se pueden or
denar en dos grandes grupos: la minoría de edad (artículo 20 inciso 2 del CP) y las
deficiencias en la salud (artículo 20 inciso 1 del CP).
a. M inoría de edad
En el Perú una persona puede responder penalmente una vez que alcanza la
mayoría de edad, esto es, a los 18 años de edad. A los menores de edad se les excluye
129 En este sentido, Jakobs: Derecho penal, PG, Apdo 17, n.m. 54, sostiene que en la exigibili
dad no importa sólo la situación psíquica en el instante del hecho.
130 Como lo dice Jakobs: Derecho pen al, PG, Apdo 17, n.m. 48: “F a lta un sujeto capaz de res
ponder a una interpelación \
131 Vid., sobre los métodos conceptuales'de la inimputabilidad, D onna: R evista Ju ríd ic a de la
U n iversidad de Palerm o , 3 (1998), p. 45 y ss.; J orge Barreiro: R evista de Derecho P en al y
C rim inología , n° 6 (2 0 0 0 ), p. 199 y ss.
686 ¿deas
Percy G arcía C averò
b. D éficits de salu d
La incompetencia para negar el orden jurídico-penal se presenta, por otro
lado, en el caso de las personas con problemas de salud que no reúnen las condicio
nes físicas y mentales para recibir una imputación penal137. Se trata de enfermeda
des o situaciones de pérdida de las capacidades mínimas que afectan gravemente su
representación de la realidad, su capacidad de comprender el carácter delictivo de
su hecho o de determinarse conforme a esta comprensión. Esta situación deficitaria
puede ser permanente o transitoria, puede ser congènita o sobrevenida. Lo decisivo
132 Destaca el factor de la inmadurez, Luzón Peña: Derecho P en al, PG, Cap. 27, n.m. 34.
133 Igualmente, Salinas Zavala: A ctualidad P en al 1 2 (2013), p. 107 y s.
134 Vid., Villa Stein : L a culpabilidad , p. 36.
135 Sobre el carácter sancionatorio de las consecuencias jurídicas aplicables a los adolescentes
en la actual regulación del Código de Niños y Adolescentes, García H uayama: A ctualidad
7 W l 7 ( 2 0 1 5 ) , p . 83 y s.
136 Vid., con mayor detalle, García Huayama: A ctualidad P en al 17 (2015), p. 90 y ss.
137 Jakobs: Derecho p en al, PG, Apdo 18, n.m. 3.
¿d e a s 687
D erecho Penal - parte general
688 ¿d e a s
Percy G arcía C averò
penal alemana que menciona supuestos específicos y una cláusula general para en
globar a las otras anomalías psíquicas graves145, la formulación legal contenida en
el artículo 20 inciso 1 de nuestro GP hace mención solamente al término general
de “anomalía psíquica”, el cual abarca las diferentes manifestaciones anormales de
la siquis146. Las exposiciones doctrinales incluyen dentro del término “anomalía
psíquica” a la psicosis, las oligofrenias, la demencia, las psicopatías y las neurosis147.
L a psicosis es una enfermedad mental que envuelve anormalidades psico-
biológicas que producen una escisión o pérdida de contacto con la realidad148. Sus
causas se pueden clasificar en endógenas y exógenas. Las primeras son originadas
por el propio organismo del enfermo, tales como la esquizofrenia (trastorno que
provoca una profunda alteración de la consciencia del yo y del mundo), la paranoia
(trastorno delirante), la ciclotimia (trastorno bipolar) o demencia maniaco-depre
siva (trastorno que afecta el sistema emocional)149. Las segundas son aquellas que
penetran al organismo desde fuera, cuyo origen puede ser traumático (por lesiones
cerebrales), por intoxicación (debido al consumo de drogas o alcohol) o por infec
ción como la parálisis progresiva, las dolencias convulsivas orgánico-cerebrales y
los casos de desintegración de la personalidad con base orgánico-cerebral como la
artereoesclerosis o la atrofia cerebral150.
Las oligofrenias son, por su parte, estados de debilidad intelectual congènita
o adquirida en los primeros años de vida151. Se presenta una insuficiencia cuanti
tativa del grado de inteligencia152. Esta anomalía síquica se clasifica, en función del
grado de debilidad intelectual, en tres clases: la debilidad mental, la imbecilidad y
la idiocia153. La primera es el grado más ligero de oligofrenia154, la cual permite la
terminación de los estudios escolares, pero muy difícilmente el aprendizaje de una
145 Vid., sobre la función de recogida, Frister: Derecho Pen al, PG, p. 366.
146 Así, Galván Ramos: A ctu alid ad Ju ríd ica T. 196, marzo de 2010, p. 96; Pérez L ópez:
G aceta P en al & Procesal P en al 72 (2015), p. 46.
147 Vid., Galván Ramos: A ctu alid ad Ju ríd ica, T. 196, marzo de 2010, p. 97.
148 Vid., D e Vicente M artínez: LH -Paredes Vargas, p. 93 y s.
149 Vid., Roxin: Derecho Penal, PG, § 20, n.m. 12; Luzón Peña: Derecho Penal, PG,
Cap. 27, n.m. 8 ; Pérez L ópez: Gaceta Pen al & Procesal P en al 72 (2015), p. 52 y ss. Resalta
D e Vicente M artínez: LH -Paredes Vargas, p. 94, a la esquizofrenia como la más frecuente
psicosis endógena.
150 Vid., R o x in : Derecho Penal, PG, § 20, n.m. 9. Igualmente, L u z ó n Peñ a : Derecho Penal,
PG, Cap. 27, n.m. 8 ; P é r e z L ó p e z : Gaceta P en al & Procesal P en al 7 2 (2015), p. 52.
151 Vid., Peña terreros: G aceta P en al & Procesal P en al 3 (2009), p. 79.
152 Vid., D e Vicente M artínez: LH -Paredes Vargas, p. 98.
153 Vid., Villegas Paiva: G aceta P en al & Procesal P en al 65 (2014), p. 91 y ss.; Pérez L ópez:
G aceta P en al & Procesal P en al 72 (2015), p. 55 y s.
154 Vid., D e Vicente M artínez: LH -Paredes Vargas, p. 98.
¿d e a s 689
D erecho Penal - parte general
155 Vid., Roxin: Derecho P en al, PG, § 20, n.m. 21 y s. En la doctrina nacional, igualmen
te, Galván Ramos: A ctu alid ad Ju ríd ica., T. 196 (marzo de 2 0 1 0 ), p. 98; Villegas Paiva:
G aceta P en al & Procesal P en al 65 (2014), p. 91 y ss.
156 Igualmente, Villegas Paiva: Gaceta P en al & Procesal P en al 65 (2014), p. 93 y s.
157 Vid., Galván Ramos: A ctu alid ad Ju ríd ic a , T. 196 (marzo de 2010), p. 98.
158 Vid., Roxin: Derecho P en al, PG, § 20, n.m. 24; Luzón Peña: Derecho Penal, PG, Cap. 27,
n.m. 1 0 .
159 Así, D onna: R evista Ju ríd ic a de la U niversidad de Palerm o , 3 (1998), p. 54.
160 Así, Villa Stein : L a culpabilidad, p. 97; Galván Ramos: A ctu alid ad Ju ríd ica, T. 196, (mar
zo de 2010), p. 98; D e V icente Martínez: LH -Paredes Vargas, p. 97.
161 Vid., C erezo Mir: Derecho Penal, PG, p. 824; D e V icente Martínez: LH -Paredes Vargas,
p. 97. Aunque Luzón Peña: Derecho Penal, PG, Cap. 27, n.m. 1 0 , destaca que en algunos
casos ni siquiera se le ha dado el carácter de una atenuante.
690 £ deas
Percy G arcía C averò
162 Así, Roxin: Derecho Pen al, PG, § 2 0 , n.m. 26; Cancio Meliá, en N eurociencias y Derecho
p en al, Demetrio/Maroto (coord.), p. 543.
163 Vid., Cancio M eliá, en N eurociencias y Derecho pen al, Demetrio/Maroto (coord.),
p. 533.
164 Vid., Roxin: Derecho Penal, PG, § 20, n.m. 24.
165 Vid., Galván Ramos: A ctu alidad Ju ríd ica, T. 196 (marzo de 2 0 1 0 ), p. 98.
166 Vid., con mayor detalle, Pérez L ópez: G aceta P en al & Procesal P en al 72 (2015), p. 56 y s.
167 Destaca la afectación a la esfera cognoscitiva del sujeto, Pérez L ópez: A ctu alid ad P enal 18
(2015), p. 163.
168 Similarmente, H urtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho Penal, PG, I, § 14,
n.m. 1683; M eini M éndez: Lecciones, PG, p. 150; Pérez L ópez: A ctu alidad P en al 18
691
D erecho P enal - parte general
ejemplo, los trastornos producidos por el consumo de alcohol o drogas169; los que
se originan por el agotamiento, la fatiga o el pánico; las acciones bajo hipnosis, los
estados posthipnóticos, así como determinadas formas de estado pasional170. Por
ello, la duración de la alteración es, en principio, momentánea171. Es importante
destacar la exigencia legal de que estas alteraciones de la conciencia sean graves, lo
que significa que deben ser de tal intensidad que se suprima la estructura psíquica
del afectado172.
(2015), p. 163; Alcócer Povis: Introducción a l Derecho P en al, PG, p. 124. Por el contrario,
admite que las causas de grave alteración de la conciencia puedan tener un trasfondo patoló
gico, Galván Ramos: A ctu alid ad Ju ríd ica, T. 196 (marzo de 2010), p. 99.
169 La Corte Suprema de la República ha reconocido en el R.N. N ° 1377-2014-Lima la po
sibilidad de afirmar una inimputabilidad por grave alteración de la conciencia debido al
consumo del alcohol, utilizando el método Widmark.
170 Vid., Roxin: Derecho P en al, PG, § 20, n.m. 13; V illavicencio Terreros: Derecho Penal,
PG, p. 603; Pérez L ópez: A ctu alidad P en al 18 (2015), p. 163 y s.
171 Vid., Pérez L ópez: A ctu alid ad P en al 18 (2015), p. 172.
172 En este sentido, Roxin: Derecho Penal, PG, § 20, n.m. 13; O tto : M an u al de Derecho Penal,
§ 13, n.m. 8 . En la doctrina penal nacional, Pérez L ópez: A ctu alid ad P en al 18 (2015),
p. 164.
173 Similarmente, H urtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho P enal, PG, I, § 14, n.m.
1687; Villavicencio T erreros: Derecho Penal, PG, p. 606.
174 Vid., Galvan Ramos: A ctualidad Ju ríd ic a , T. 196 (marzo de 2 0 1 0 ), p. 100; Meini
M éndez: Lecciones, PG, p. 153; Alcócer Povis: Introducción a l Derecho Penal, PG, p. 124.
175 Así, H urtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho Penal, PG, I, § 14, n.m. 1689.
692 ¿d eas
Percy G arcía C averò
edad. Lo usual es probar este dato con la partida de nacimiento, lo que no impide
que, de no ser posible acudir a este medio probatorio, se pueda utilizar una pericia
antropométrica que arroje información sobre la edad biológica del agente. En nada
influye el hecho de que, conforme a la regulación civil, haya adquirido plena capa
cidad de ejercicio (p.e. por matrimonio). La imputabilidad penal es definida por
la edad sin que se admita ninguna excepción al respecto. Si durante la ejecución
de un delito permanente, el agente cumple la mayoría de edad, no debería haber
ningún inconveniente para responsabilizarlo penalmente a partir del momento en
el que cumple la mayoría de edad (por ejemplo, el secuestro es cometido siendo el
autor un menor de edad, pero se mantiene a la víctima secuestrada hasta después
de alcanzar la mayoría de edad).
A diferencia de la minoría de edad, la falta de imputabilidad penal por defi
ciencias de salud se determina en cada caso, teniendo en consideración el análisis
especializado que ofrece la ciencia médica correspondiente. N o obstante, lo deter
minante para afirmar si el sujeto carece de capacidad de imputación penal, no es
el informe de los peritos médicos consultados, sino la valoración que hace el juez
penal para determinar si, dadas las condiciones de salud expuestas por los peritos,
el sujeto efectivamente no puede representarse la realidad, comprender el carácter
antijurídico de su hecho o determinarse conforme a esa comprensión176. La deter
minación de esta condición de la imputación penal caso por caso, permite que sea
posible atenuar la pena cuando se da el estado de anormalidad, pero no se excluyen
totalmente las capacidades antes mencionadas, recurriendo para ello al artículo 21
del CP.
N o toda situación de pérdida de las condiciones de imputabilidad implica la
inimputabilidad del sujeto. En el capítulo 10 referido a la categoría de la acción, se
abordó la figura de la actio libera in causa, poniéndose de manifiesto que dicha figu
ra puede aplicarse también a los supuestos de inimputabilidad. Se trata de aquellos
casos en los que el autor se encuentra afectado por una pérdida de las capacidades
mentales (por ejemplo: embriaguez o drogadicción) que afecta la imputabilidad,
pero que, pese a ello, puede sostenerse la imputabilidad en razón del comporta
miento precedente de ponerse en tal situación177. Si la actuación es preordenada o
176 Así, respecto del método psicológico-normativo, Jakobs: Derecho pen al, PG, Apdo 18, n.m.
3: “Lo psicológico se refiere a los estados ( ...) Lo norm ativo se refiere a la capacidad, ésta no es
un estado psíquico, sino un a atribución \ Con consideraciones críticas, Roxin: Derecho Penal,
PG, § 20, n.m. 2. En la doctrina nacional, Villegas Paiva: G aceta P en al & Procesal P en al
63 (2014), p. 87; Peña terreros: G aceta P en al & Procesal P en al 3 (2009), p. 75 y s., en
relación con los pronunciamientos de la Corte Suprema de la República.
177 Así, O tto : M an u al de Derecho Penal, § 13, n.m. 15; Luzón Peña: Derecho P en al, PG,
Cap. 27, n.m. 2 .
£ deas 693
D erecho Penal - parte general
fortuita, la solución es clara: en el primer caso el autor será imputable, mientras que
en el segundo no lo será178. En caso que el agente entre en la situación de inimpu-
tabilidad de manera imprudente sobre las posibles consecuencias, entonces lo que
corresponde es imputar el delito cometido a título de imprudencia179.
2. El error de prohibición
A. Concepto
El error de prohibición tiene lugar cuando no es posible imputar al autor el
conocimiento de la normativa jurídico-penal. Tal situación se presenta cuando el
autor no tiene acceso al conocimiento de la regulación penal (p.e.: el miembro de
una tribu selvática no contactada) o dicho conocimiento no ha sido posible en sus
concretas circunstancias (p.e. el extranjero que llega al país y es mal informado
sobre la penalización de la bigamia). En estos casos, el autor carece de un elemento
esencial para dotar de sentido jurídico-penal a su actuación, pues solamente el que
conoce un orden normativo puede tomar una posición crítica frente a dicho or
den180. Debe advertirse que no se trata de un error sobre el carácter antijurídico del
hecho (<error iuris), pues, tal como se vio, este supuesto de error excluye el dolo y se
ubica, por lo tanto, a nivel del injusto. A lo que se hace referencia con el error de
prohibición es, más bien, al desconocimiento del orden jurídico-penal {ignorantia
legis), el cual se mueve en el plano de la categoría de la culpabilidad.
El planteamiento precedente sobre el error de prohibición no se corresponde
con la concepción dominante en la doctrina penal, pues se circunscribe a supuestos
excepcionales de ignorancia sobre el ordenamiento jurídico-penal. Esta vincula
ción con el desconocimiento del derecho no debe llevar, sin embargo, a calificar
a nuestra propuesta com o un retorno a la vieja clasificación del error que lo divi
día en error de derecho y error de hecho181. El error de derecho defendido por el
Reichtgericht alemán se encontraba referido a un hecho concreto182, mientras que la
694 ¿d e a s
Percy G arcía C averò
183 Más cercanos nos encontramos, por ello, a la clasificación de S avigny : System , III,
p. 327: “E l error de derecho tiene p o r objeto el contenido de una regla ju ríd ica, esto es, el derecho
objetivo; el error de hecho se refiere a los hechos jurídicos, es decir, a las condiciones reales de
aplicación de un a regla ju ríd ic a .
184 Sobre la necesidad de una comprensión normativa del error, M a n so P o r t o : R P C P 12,
p. 73yss.
183 Vid., J a k o b s : Sociedad norm a y persona, p. 35 y s.; L e s c h : JA 1996, p. 351; M a n so P o rto :
D esconocim iento , p. 48
186 Así A rm aza G a l d ó s : R evista de Derecho y Ciencias Políticas, Vol. 50, 1993, p. 51, que in
cluso refiere que se asume la teoría estricta de la culpabilidad.
187 En el mismo sentido respecto de la regulación en el Código Penal Alemán S a u e r : Z S tW 69
(1957), p. 10; O t t o : Z S tW 8 7 (1975) p. 595; L a n g er : GA 1976, p. 214; S c h ü n e m a n n ,
B.: N JW 1980, p. 7 38; G r o t e g u t h : N orm - un d Verbots(un)kenntnis, p. 87. Sobre la poca
relevancia de las cuestiones terminológicas en la denominación del error M a n so Po r to :
R P C P 12, p. 70.
¿deas 695
D erecho P enal - parte general
696 peleas
Percy G arcía C averò
191 Vid., V illa v icen cio T e r r e r o s : Derecho Pen al, PG, p. 618; H urtado P o zo /P rado S alda -
rriaga : Derecho P en al, PG, I, § 14, n.m. 1766.
¿d e a s | 697
D erecho Penal - parte general
c. E l error de validez
El error de validez se presenta cuando el autor conoce la prohibición penal,
pero considera que dicha prohibición no es válida193. Las razones en las que se basa
ría esta suposición de falta de validez pueden ser de diverso orden, así, por ejemplo,
por entender que es ilegítima o que ha sido derogada. N o obstante, debe quedar
claro que la validez no se puede sustentar en un cuestionamiento moral, religioso
o de conciencia a la ley aprobada194, sino que debe basarse en la asunción errónea
de que, en el caso concreto, se presentan circunstancias que le restarían validez a
la ley penal. Para valorar la relevancia de este error, un punto que debe ser tenido
especialmente en cuenta es la presunción de constitucionalidad que tiene toda ley
expedida conforme a los procedimientos legalmente previstos, lo que lleva a reducir
el margen para admitir un supuesto de error penalmente relevante en estos casos.
En consecuencia, la admisión de esta forma de error de prohibición resulta, en la
práctica, muy excepcional.
193 Vid., R o x in : Derecho P en al, PG, § 21, n.m. 24; P ér e z L ó p e z : G aceta P en al & Procesal
P en al 65 (2014), p. 71.
194 Así, R o x in : Derecho P en al, PG, § 21, n.m. 24.
193 Vid., C a str o C o r n e jo : E l error en el Derecho p en al, p. 119. De legeferenda , existen plan
teamientos que proponen resolver el problema de la diversidad cultural en otras categorías
j
698 jadeas
Percy G arcía C averò
de condicionamiento que darían lugar esta clase de error: por un lado, el condi
cionamiento por la cultura que afectaría la capacidad de comprender el carácter
delictuoso del acto o de actuar conforme a esa comprensión (el error culturalmente
condicionado propiamente dicho); y, por el otro, el condicionamiento derivado
de la costumbre que reduciría la capacidad de internalizar la antijuridicidad de la
conducta (la llamada conciencia disidente)196. A nuestro entender, el artículo 15 del
CP se limita a los supuestos referidos a cuestiones de carácter cultural, sean valores
o costumbres culturales197. Los casos de conciencia disidente deben abordarse en el
ámbito de la actuación por razones de conciencia que, como se verá, se enmarca en
las situaciones de inexigibilidad.
En la doctrina penal se discute cuál es la naturaleza jurídico-penal del llamado
error culturalmente condicionado. Algunos autores sostienen que, aun cuando se
hable de un error, se trata, en realidad, de un supuesto de inimputabilidad, pues se
parte de que el autor no poseería las condiciones personales necesarias para actuar
conforme a Derecho198. Si bien la falta de comprensión derivada de condiciona
mientos culturales afecta la capacidad del sujeto para realizar una comunicación
j urídico-penalmente relevante, este déficit no es equiparable a los derivados de razo
nes de salud física o mental, sino que se debe a una integración cultural divergente.
Otros autores sostienen que, en realidad, se trata de una situación de inexigibilidad
de otra conducta, pues a nadie se le puede exigir actuar como no sabe o compren
de por tener pautas culturales divergentes199. Tam poco este planteamiento resulta
viable, en la medida que la inexigibilidad está referida a situaciones excepcionales
de una persona y no a lo que constituye su entorno ordinario, como sería el caso
de su propia cultura.
De lo anterior, se desprende que lo más adecuado es sostener que el error cul
turalmente condicionado es, como se deduce del tenor del artículo 15 del CP, un
supuesto de error. Dentro de los que defienden esta posición, hay divergencias a la
hora de precisar si se trata de un supuesto de error de prohibición o, más bien, de
¿deas 699
D erecho P enal - parte general
un error especial200. A favor de este último parecer se podría alegar que la regulación
diferenciada del error culturalmente condicionado en el artículo 15 del CP, llevaría
a la conclusión sistemática de que se trata de un supuesto de error distinto al error
de prohibición regulado en el segundo párrafo del artículo 14 del CP. A ello cabría
agregar que de la propia exposición de motivos se desprende que el legislador penal
le dio al error culturalmente condicionado un carácter independiente al calificarlo
como “una form a especial de error \ Pese a estos argumentos de orden sistemático e
histórico, un sector de la doctrina penal señala que la estructura del error cultural
mente condicionado es igual a la de un error de prohibición, con la particularidad
de que el desconocimiento tiene su origen en la cultura o en costumbres del autor.
Por lo tanto, la autonomía regulativa del error culturalmente condicionado se ex
plica únicamente en lo que causa el error de prohibición, pero no en una naturaleza
distinta.
A nuestro entender, el error culturalmente condicionado es una forma de
error que puede ser de tipo o de prohibición. Si los condicionamientos culturales
impiden el acceso al conocimiento de las prohibiciones penales (por ejemplo, por
razones de aislamiento étnico o por barreras idiomáticas), entonces el error cultu
ralmente condicionado será un error de prohibición en sentido estricto. Si, por el
contrario, los condicionamientos culturales no impiden el acceso a la prohibición
penal, sino que influyen en la comprensión del hecho como antijurídico o en la
capacidad de asumir dicha comprensión en el proceder concreto, entonces el error
será de tipo. Por ejemplo, si razones culturales no le permiten al autor calificar
como obscena su actuación o hacen que no siga la prohibición absoluta de mante
ner relaciones sexuales con menores de 14 años.
D e lo anterior se desprende que lo particular de la regulación del error cultu
ralmente condicionado no está en una estructura distinta al error de tipo o de pro
hibición, sino en la asunción de un criterio más laxo para admitir una situación de
error, lo que justifica que se haya hecho una regulación diferenciada201. En efecto, el
700 ¿deas
Percy G arcía C averò
C. La vencibilidad d el error
La consecuencia jurídica de afirmar una situación de error de prohibición no
es siempre la exoneración de responsabilidad penal, pues ese error debe pasar aún
por el filtro normativo de la vencibilidad. En este sentido, solamente el error de
prohibición que el autor no está en capacidad de superar o vencer, le libera de res
ponsabilidad penal, mientras que, si el error es vencible, esta situación dejará abier
ta la posibilidad de imponerle la sanción penal prevista. En este último caso, sin
embargo, la pena que corresponde imponer al autor deberá atenuarse, tal y como
se desprende del tenor del segundo párrafo del artículo 14 del C P203. Aunque no
se establezca expresamente en la ley, la atenuación de la pena por vencibilidad del
error podrá ser por debajo del mínimo legal previsto para el delito correspondiente.
En cuanto a la vencibilidad, su determinación requiere una exigencia norma
tiva de conocimiento y la posibilidad concreta del autor de salir del desconocimien
to. Si la vencibilidad del error se determinase desde el plano de la sola obligación
impuesta al ciudadano de conocer el derecho, su desconocimiento sería siempre
vencible. Por esta razón, la vencibilidad del error dependerá de la situación espe-
¿deas 701
D erecho Penal - parte general
702 ¿deas
Percy G arcía C averò
3. Situaciones de inexigibilidad
La culpabilidad es negada también si la realización del injusto penal se produ
ce en una situación especial de conflicto de una magnitud tal que el ordenamiento
penal decide otorgarle razonablemente al autor una indulgencia208. En tal caso,
aunque el autor haya podido actuar conforme a Derecho, su culpabilidad resulta
sustancialmente disminuida por la presencia de circunstancias especiales que ponen
en riesgo ciertos intereses existenciales. Esa disminución sustancial de la culpabili
dad impide hacerle un juicio de reproche por la realización de un injusto dirigido
a preservar intereses que son vitales. La inexigibilidad parte de la idea de que, en
el caso concreto, pueden presentarse ciertas situaciones excepcionales que levantan
la obligatoriedad del Derecho, ya que el cumplimiento de lo legalmente dispuesto
significaría una afectación a aspectos existenciales del autor.
Si bien en las situaciones de inexigibilidad el autor conserva aún cierto margen
para una actuación alternativa conforme a Derecho, el ordenamiento jurídico no le
impone hacerlo bajo sanción. Por lo tanto, el que opte finalmente por la preserva
ción de intereses existenciales, no puede serle reprochado por el Derecho penal, a
no ser que exista una base material para exigirle la realización de un comportamien
to supererogatorio (p.e. la presencia de deberes positivos especiales de protección).
Este razonamiento podría levantar la sospecha de que la inexigibilidad es producto
de cierto decisionismo del legislador o del juez209, pero lo cierto es que no consti
tuye una decisión puramente política, sino que debe sustentarse en la idea de hasta
dónde puede razonablemente el Derecho penal exigir la observancia de sus normas.
En la doctrina penal se manejó inicialmente la tesis de que la inexigibilidad
constituía una causa supralegal de falta de culpabilidad210, por lo que no era nece
703
D erecho Penal - parte general
211 En este sentido, Roxin: Derecho P en al, PG, § 22, n.m. 140.
212 De otro parecer, sin embargo, Sáinz C antero: L a exigih ilidad de conducta, p. 122.
213 Vid., H urtado Po z o /P ra do S aldarriaga : Derecho P en al, PG, I, § 14, n.m. 1804; P érez
L ó p e z : G aceta P en al & Procesal P en al 7 6 (2015), p. 90.
214 Resuelve el estado de necesidad exculpante con el criterio de la exigibilidad, Lesch: D er
Verbrechensbegriff, p. 271 y ss.; Frister: Derecho P en al, PG, p. 387.
213 Sobre estos supuestos, en los que se mantiene la competencia por la situación de peligro,
J akobs: Derecho P en al, PG, Apdo 20, n.m. 12 y ss.; T impe: J uS 1983, p. 35 y ss.
704 i ¿d eas
Percy G arcía C averò
¿d e a s 705
D erecho Penal - parte general
220 En este sentido, Feuerbach: T ratado , § 91, p. 90 y s. Este planteamiento tiene su base
filosófica en las ideas de Kant como lo pone de manifiesto Pawlik: In D ret 4/2015, p. 6 y s.
,
221 Vid., Welzel: D as D eutsche Strafrecht p. 178 y s.; Kaufmann, Armin: D ogm ática de los
delitos de om isión , p. 172 y s.
222 Así, Pawlik: In D ret 4/2015, p. 10; Frister: Derecho P en al, PG, p. 388.
2 2 3 A sí la crítica de R o x in : Derecho P en al, PG, § 22, n.m . 9.
224 En este sentido, Roxin: Derecho P en al, PG, § 22, n.m. 11.
223 Vid., Roxin: Derecho P en al, PG, § 22, n.m. 6.
706 ¿d eas
Percy G arcía C averò
rídico no requiere hacer culpable a quien realizó dicho hecho, sino simplemente
tratarlo como una fatalidad226.
En nuestra opinión, el efecto exculpatorio del que actúa amparado en un es
tado de necesidad exculpante no se fundamenta en un déficit motivacional227, pues
el autor siempre puede motivarse conforme a la norma, aceptando el sacrificio de
los bienes personales en situación de peligro. Si bien es cierto que, desde el punto
de vista social, no es necesario imponer una pena a una persona que lesiona bienes
esenciales de otra para evadir una amenaza actual, no evitable de un modo lícito,
a bienes jurídicos personalísimos propios o de alguien estrechamente vinculado, la
mención de esta situación social no responde a la pregunta sobre el fundamento
de la exculpación. Siguiendo a Pawlik, puede decirse que dicho fundamento sola
mente es posible alcanzarlo si tanto el que actúa en estado de necesidad exculpante
como el que sufre la intervención son entendidos como sujetos que tienen como
legítimo la salvaguarda de bienes de trascendencia existencial228. Esta comprensión,
sin embargo, no debe llevar a una legitimación objetiva del acto lesivo de salva
guarda, sino a la falta de reproche al autor por no poder exigírsele, como persona,
soportar una eliminación o reducción de aspectos existenciales229.
b. Requisitos
Los requisitos para la procedencia de un estado de necesidad exculpante se
desprenden con claridad del tenor del artículo 20 inciso 5 del CP. En primer lugar,
se requiere la existencia de la situación de peligro para bienes jurídicos de carácter
existencial. En segundo lugar, resulta necesario que no haya otra manera de evitar
que esa situación de peligro se materialice en un menoscabo efectivo. En tercer
lugar, el hecho antijurídico dirigido a alejar el peligro debe ser realizado por el afec
tado o por una persona con quien tiene una estrecha vinculación.
226 Así, Jakobs: Derecho P en al, PG, Apdo 20, n.m. 4, por lo que cabe solucionar el conflicto
como accidente.
227 Por el contrario, V illavicencio Terreros: Derecho Pen al, PG, p. 638.
228 Vid., Pawlik: In D ret Al2 0 1 5 , p. 15.
229 Así, Frister: Derecho Penal, PG, p. 390.
230 H urtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho Penal, PG, I, § 14, n.m. 1803.
¿deas 707
D erecho Penal - parte general
708 £ deas
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239 Vid., Pawlik: In D ret 4/2013, p.21 y s. Sobre la significancia del peligro en el caso de la
integridad física, Roxin: Derecho Penal, PG, § 22, n.m. 25.
240 Vid., Frister: Derecho P enal, PG, p. 390; O tto: M an u al de Derecho Penal, § 14, n.m. 5.
En la doctrina nacional, Pérez López: G aceta P en al & Procesal P en al 76 (2015), p. 94.
241 Así, Roxin: Derecho Penal, PG, § 22, n.m. 16; Jakobs: Derecho Penal, PG, Apdo 20, n.m. 5.
En la doctrina nacional, Pérez L ópez: G aceta P en al & Procesal P en al 76 (2015), p. 95-
2 4 2 Así, F r is t e r : Derecho Penal, PG, p. 391.
243 En este sentido, Frister: Derecho Penal, PG, p. 393.
¿d e a s | 709
D erecho Penal - parte general
do, no habrá problemas para aceptar un estado de necesidad, como sería el caso de
la persona que preserva su vida sacrificando la vida de dos o más personas244. Sin
embargo, en caso que la diferencia sea cualitativa, la situación se torna distinta.
N o se puede exculpar la afectación de intereses desproporcionadamente mayores a
los preservados245. En este sentido, la preservación de la libertad o de la integridad
física que lleve a la lesión de la vida de un inocente no puede levantar la exigibilidad
de otra conducta, por lo que el amenazado tendrá que tolerar la afectación si es
que quiere evitar una sanción penal246. La irreversibilidad de la afectación a la vida
obliga a mantener la exigibilidad de otra conducta frente a alternativas de lesión
reversibles como las referidas a la integridad corporal o a la libertad.
244 Vid., Pawlik: In D ret A!2 0 \5 , p. 24; Frister: Derecho P en al, PG, p. 393. En contra de este
parecer, Silva Sánchez: I us P uniendi 2 (2013), p. 341 y ss., quien solamente admite el
abandono de cualquier límite de proporcionalidad si es que se trata de situaciones excepcio
nales de conflicto que implican una vuelta al estado de naturaleza.
245 En el mismo sentido, Pawlik: In D ret 4/2015, p. 23, sostiene que es imposible invocar el
estado de necesidad exculpante si el perjuicio de los intereses del destinatario de la inter
vención es esencialmente mayor que la exculpación que el autor logra con su intervención.
Igualmente, Frister: Derecho P en al, PG, p. 393.
246 En el mismo sentido, Frister: Derecho P en al, PG, p. 393.
247 Vid., Pérez López: G aceta P en al & Procesal P en al 76 (2015), p. 95.
248 Así, Roxin: Derecho P en al, PG, § 22, n.m. 18.
249 Iguálmente, Pérez L ópez: G aceta P en al & Procesal P en al 76 (2015), p. 96.
710 ■eas
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necesitado para salir de la situación de peligro, pues cuanto más grave sea dicha
conducta, mayor será la exigibilidad de asumir riesgos o afectaciones parciales250.
c. Efectos
El principal efecto del estado de necesidad exculpante es la exclusión de la
culpabilidad del que actuó de manera antijurídica para alejar la situación de peligro
amenazante. N o obstante, debe tenerse en cuenta que la conducta de alejamiento
del peligro constituye un hecho antijurídico, pero que, por las circunstancias excep
cionales en las que se encontraba el autor, no se le exige actuar de una forma distin
ta y, por ello, no se le hace un reproche de culpabilidad. Bajo estas circunstancias,
el hecho de que la conducta del que actúa en estado de necesidad exculpante sea
antijurídica, produce ciertas consecuencias sistemáticas en la teoría del delito que
resulta conveniente resaltar253.
Por un lado, el que se ve afectado por el que actúa en estado de necesidad
exculpante puede oponer perfectamente una legítima defensa o recibir incluso un
auxilio necesario, pues si bien la actuación del necesitado no daría pie a una impu
tación culpable, su injerencia mantiene un carácter antijurídico254. En consecuen
cia, el afectado por la acción salvadora no tiene el deber de soportar o tolerar la
agresión. Por esta m isma razón, el afectado por la acción del que se encuentra en
estado de necesidad está autorizado a solicitar el pago de una reparación civil por el
daño producido. La exclusión de la culpabilidad por la situación de necesidad no
250 En el mismo sentido, Roxin: Derecho Penal, PG, § 22, n.m. 19.
251 Vid., H urtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho Penal, PG, I, § 14, n.m. 1808; Pérez
L ópez: Gaceta P en al & Procesal P en al 76 (2015), p. 97.
252 Vid., Frister: Derecho P en al, PG, p. 392.
253 Así, R oxin: Derecho Penal, PG, § 22, n.m. 3.
254 Igualmente, Pérez L ópez: G aceta P en al & Procesal P enal 7 6 (2015), p. 100.
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D erecho Penal - parte general
B. Miedo insuperable
El miedo insuperable es una causal de exclusión de la responsabilidad penal
regulada en el artículo 20 inciso 7 del CP. Según el texto legal, está exento de res
ponsabilidad penal el que obra compelido por un miedo insuperable de un mal
igual o mayor. La naturaleza del miedo insuperable ha sido muy discutida en la
doctrina penal. Por un lado, existen voces que le niegan autonomía conceptual
255 En este sentido, Roxin: Derecho Penal, PG, § 22, n.m. 66. En la doctrina nacional, Pérez
L ópez: G aceta P en al & Procesal P en al 7 6 (2015), p. 100.
256 Vid., Pérez López: G aceta P en al & Procesal P en al 7 6 (2015), p. 97.
257 Al infringir su propia incumbencia, el autor no puede invocar luego un estado de necesidad
exculpante como lo pone de manifiesto Pawlik: D as Unrecht, p. 356.
258 Vid., con mayor detalle, Jakobs: Derecho P enal, PG, Apdo 20, n.m. 12 y ss.
259 Así, Frister: Derecho P en al, PG, p. 394 y s. En la doctrina nacional, Pérez L ópez: G aceta
P en al & P ro cesalP en al7 6 (2015), p. 99.
712 | ¿d eas
Percy G arcía C averò
260 Vid., al respecto, con mayores referencias doctrinales, Mir Puig: Derecho P en al, PG, L24/18
y ss.
261 Así, Mir Puig : Derecho P en al, PG, L24/20; V illavicencio Terreros: Derecho Penal, PG,
p. 641.
262 Vid., Luzón Peña: Derecho P en al, PG, Cap. 28, n.m. 44.
263 De otro parecer, H urtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho Penal, PG, I, § 14, n.m.
1830; Villavicencio Terreros: Derecho P en al, PG, p. 643; Paredes Vargas, en Código
P en al Com entado , Castillo Alva (coord.), p. 758 y s. La situación es distinta en la actual re
gulación española que no establece, a diferencia de la regulación anterior, que exista un mal
igual o mayor (vid., L uzón Peña: Derecho P enal, PG, Cap. 28, n.m. 40).
j
¿d e a s 713
D erecho P enal - parte general
rabie y los que debe causar para superar la situación. Podría pensarse que si el mal
amenazante es mayor al que realiza el que actúa con miedo insuperable, no tendría
sentido recurrir a esta causal, pues bastaría con utilizar la causa de justificación del
estado de necesidad justificante. N o obstante, hay que tener presente que, como
ya se dijo, el miedo insuperable no comparte la estructura del estado de necesidad,
de manera que podrá desplegar sus efectos exoneratorios aun cuando no se cumpla
con algunos de los requisitos del estado de necesidad, en especial la racionalidad de
la defensa.
El Código Penal no establece expresamente si el mal amenazante puede estar
referido también a personas estrechamente allegadas. Pero tampoco lo limita expre
samente a aquél que recae sobre el agente. Lo único que establece es que el autor
actúe compelido por m iedo insuperable de un “mal igual o mayor” . Dado que es
perfectamente posible que una persona entre razonablemente en una situación de
miedo por un mal que acecha a una persona con la que está estrechamente vincula
da (la madre, por ejemplo, en relación con un mal que amenaza a un hijo menor de
edad), no hay ninguna razón de fondo para excluir tales casos de la causa de inexi-
gibilidad del miedo insuperable264. Está claro que no se trata de cualquier tercero,
sino solamente de aquellos respecto de los cuales el agente asume una identificación
con sus padecimientos.
En segundo lugar, el agente debe actuar compelido por una situación de mie
do. N o es necesario que la actuación esté exclusivamente motivada por el miedo,
bastando con que sea el motor preponderante265. H ay que precisar que el miedo
no es un estado psíquico equiparable al pánico en el que el agente pierde absoluta
mente control de sí mismo. En caso de pánico o temor podría discutirse un estado
de demencia transitoria que permita excluir la imputabilidad del autor266. Por el
contrario, en una situación de miedo el autor comprende lo que está haciendo, con
la única particularidad de que se produce una reducción de su capacidad de análisis
de la realidad y de las alternativas de actuación de las que dispone. La doctrina pe
nal engloba el miedo dentro de los afectos asténicos que, a diferencia de los afectos
esténicos, no son violentos o agresivos267. A nivel de la legislación penal a los pri
meros se les reconoce virtualidad para exonerar de responsabilidad penal, mientras
264 Acepta el miedo insuperable respecto de un mal para personas allegadas, Luzón Peña:
Derecho Penal, PG, Cap. 28, n.m. 43.
263 En este sentido, L uzón Peña: Derecho P enal, PG, Cap. 28, n.m. 38; Alcócer Povis: Intro
ducción a l Derecho P en al, PG, p . 13 3.
266 Así, M ir Puig: D erecho Penal, PG, L24/25; Villavicencio Terreros: Derecho Penal, PG,
p. 642.
267 En este sentido, L uzón Peña: Derecho Penal, PG, Cap. 28, n.m. 33.
714 £ deas
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que a los segundos se les atribuye, por lo general, un efecto atenuatorio (como, por
ejemplo, la emoción violenta).
N o cabe duda que el miedo es un estado interno, pero debe ser determinado
con parámetros objetivos que permitan asumir la reducción de la capacidad de aná
lisis antes mencionada. La situación interna de miedo debe pasar, además, por el
filtro normativo de su insuperabilidad. En este sentido, no basta con que el agente
alegue haber actuado compelido por una situación de miedo, sino que el juez debe
determinar si esa situación de miedo no pudo ser superada por el autor, de manera
que habría podido ponderar adecuadamente las alternativas de acción de las que
disponía. Com o criterio de valoración para determinar la insuperabilidad del mie
do, el juez debe recurrir a la figura del hombre promedio en las circunstancias par
ticulares del autor268. Si bien el miedo es una situación interna, la insuperabilidad
que sustenta la exculpación no está definida en términos subjetivos, sino con base
en parámetros de carácter objetivo269.
268 Recurren a la figura del hombre medio (generalidad de los hombres) en la posición del au
tor, M ir Puig: Derecho P enal, PG, L24/25; Villavicencio Terreros: Derecho Penal, PG,
p. 643. Críticamente, Paredes Vargas, en Código P en al Comentado, Castillo Alva (coord.),
p. 736 y s.
269 Así, Hurtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho Penal, PG, I, § 14; n.m. 1832.
270 Vid., J akobs: Derecho P enal, PG, Apdo 20, n.m. 28; Otto: M an u al de Derecho Penal, § 14,
n.m. 16.
271 Vid., así, H urtado Pozo/Prado Saldarriaga: Derecho Penal, PG, I, § 14, n.m. 1812;
O tto: M an u al de Derecho Penal, § 14, n.m. 19 y ss., con matizaciones. Críticamente, res
pecto a la inclusión del exceso extensivo, Pawlik: D as Unrecht, p. 339.
j
¿d e a s 715
D erecho P enal - parte gen eral
D. La objeción de conciencia
El artículo 2 inciso 3 de la Constitución Política establece que toda persona
tiene derecho a la libertad de conciencia. Este derecho fundamental establece que
a nadie se le puede obligar a actuar en contra de sus convicciones personales275. A
partir de esta idea se ha desarrollado la llamada objeción de conciencia, segunda
cual la vinculatoriedad del ordenamiento jurídico se desvanece si una persona obje
272 Vid., así, la diferenciación que hace Jakobs: Derecho P en al, PG, Apdo 20, n.m. 29, de los
estados pasionales asténicos como la ofuscación, el miedo o el terror frente a los estados
pasionales esténicos como la ira, el furor, etc. Sin embargo, R oxin: Derecho P en al, PG,
§ 22, n.m. 71, precisa que no basta esta situación pasional especial, sino que hay razones
de prevención general que fundamentan la inexigibilidad en caso de exceso en la legítima
defensa.
273 Similarmente, Jakobs: D erecho P en al, PG, Apdo 20, n.m. 28.
274 Vid., sobre esta cuestión, con mayores referencias, D opico G ómez-Aller: L H -M ir P u ig
(2017), p. 539 y ss.
275 Igualmente recurre a la disposición constitucional que reconoce la libertad de conciencia,
Roxin: Derecho P en al, PG , § 22, n.m. 102.
716 ¿d e a s
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276 Vid., Frister: Derecho Penal, PG, p. 399; Otto: M an u al de Derecho Penal, § 13,
n.m. 29.
277 En este sentido, R oxin: Derecho Penal, PG, § 22, n.m. 103.
278 Vid., así, J akobs: Derecho Penal, PG, Apdo 20, n.m. 21; Roxin: Derecho Penal, PG,
§ 2 2 ,n .m . 111.
279 Igualmente, Otto: M am u il de Derecho Penal, § 14, n.m. 31.
280 Igualmente Frisch: L H -G im bem at, I, p. 909.
717
D erecho Penal - parte general
718 ¿d eas
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286 Así, Caro J ohn : Inform e legal sobre los alcances del aborto terapéutico , p. 14, no obstante
luego (p. 18 y s.) considera correcta una regulación estandarizada del aborto terapéutico,
de manera que entiende como plenamente lícito el aborto terapéutico practicado por el
médico {lex artis m édica). Como puede verse, existe una mezcla poco conciliable del estado
de necesidad exculpante y la figura de las conductas neutrales.
287 Bramont-Arias Torres/G arcía Cantizano: M an u al, PE, p. 94.
288 En este sentido, Kaufmann, Arthur: FS-M aurach , p. 340; Lesch: Zeitschrift fü r
Lebensrecht, 1 (2001), p. 2. A la debilidad del concepto de persona para abarcar a los conce
bidos, Sánchez-Ostiz G utiérrez: R E C P C 11-11 (2009), p. 11:16 y ss., propone dotarlos
de fortaleza con el apoyo de los conocimientos científicos.
289 Vid., anteriormente, García C avero: R evista de Derechos H um anos de la U niversidad de
P iu ra, Vol. 1 (2010), p. 201.
290 Similarmente, Tróndle/Fischer: StG B-Kom m entar, 31. Aufl., preliminares a los §§ 218-
219b, n.m. 7. Por su parte, Eser: Derecho pen al, m edicina y genética, p. 36, reconoce que el
principio de exigibilidad se encuentra en la base de las indicaciones.
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D erecho Penal - parte general
291 Como lo destaca, por ejemplo, Eser: Estudios, p. 245, nota 19.
292 Sobre la posición de garante de la embarazada, M erkel: StG B-N om osKom m entar, §218,
n.m. 102 y ss.
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293 Vid., Frister: Jah rbuch der H einrich-H eine-U niversität-D üsseldorfs 2003, p. 386.
294 Vid., García C avero: R evista de Derechos H um anos de la U niversidad de P iu ra , Vol. 1
(2010), p. 204 y s.
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D erecho Penal - parte general
295 Así, por ejemplo, E ser: Derecho penal, m edicina y genética, p. 56.
296 Por el contrario, Laurenzo C opello: E l aborto no p u n ib le , p. 328 y s., parte de entender
que el médico no está en el círculo de allegados a la gestante, por lo que justifica su impuni
dad en el hecho de considerar al aborto terapéutico un supuesto de exclusión de la respon
sabilidad por el hecho (una categoría intermedia entre la antijuridicidad y la culpabilidad),
que permitiría fundamentar el no castigo de los partícipes por una sustancial reducción de
la ilicitud del hecho.
297 Así, García Cavero: R evista de Derechos H um anos de la . U n iversidad de P iu ra , Vol. 1
(2010), p. 205.
298 Como una causa de exculpación en el Derecho penal español, García Pérez: E l encubrimien
to, p. 147; Luzón Peña: Derecho Penal, PG, Cap. 28, n.m. 28. Por el contrario, como una
exención de pena lo explica Sánchez Ostiz-Gutiérrez: E l encubrimiento como delito, p. 169.
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