Ataques de Pánico

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Ataques de pánico

Una crisis de angustia o ataque de pánico consiste en la


aparición repentina, habitualmente en menos de 10 minutos, de
una sensación incontrolable de malestar o aprensión intensos,
miedo o terror, con frecuencia asociada a una idea de
catástrofe inminente (sensación de muerte, de estar
volviéndose loco o de estar perdiendo el control), junto con una
urgente necesidad de huir de la situación. El episodio se
acompaña de diferentes manifestaciones clínicas y suele
desaparecer solo, en minutos o, más raramente, en horas.
Entre 1 y 3 personas de cada 100 presentarán algún ataque de
pánico a lo largo de su vida.

El trastorno de angustia o trastorno por ataques de


pánico consiste en la aparición mantenida en el tiempo de
crisis de angustia recurrentes e impredecibles. La frecuencia de
los ataques de pánico es variable, desde uno por semana
hasta varios episodios en un corto espacio de tiempo seguido
de grandes periodos sin ningún tipo de síntoma. El primer
ataque suele producirse fuera de casa y con frecuencia
aparece al final de la adolescencia o al inicio de la vida adulta.
Frecuentemente el paciente recuerda con precisión el momento
de la primera crisis, sin que necesariamente hubiera ninguna
situación precipitante clara. En muchos sujetos, la aparición del
primer ataque se asocia a miedo y ansiedad progresiva a que
el ataque repita, y evitan por ello aquellos lugares o situaciones
que piensan que pueden desencadenar de nuevo el episodio.
En este sentido, la agorafobia, o miedo irracional a sentirse
atrapado en lugares de donde no se pueda escapar, es muy
frecuente en pacientes con ataques repetidos de pánico y
conlleva un progresivo aislamiento psíquico y físico.

El trastorno de angustia es frecuente en la población y suele


tener un curso crónico, aunque de intensidad oscilante.

Causas de los ataques de pánico

Sus causas se desconocen aunque se ha demostrado un


componente genético importante. Parece que está implicada
una libración exagerada de catecolaminas (sustancias que
favorecen el nerviosismo, el temblor, la taquicardia y la
agitación) ante determinados estímulos.

¿Cuáles son los síntomas del ataque de pánico?

Un ataque de pánico consiste en la aparición de un episodio


diferenciado de miedo o angustia que evoluciona en menos de
10 minutos y en el que aparecen de forma brusca 4 o más de
los siguientes síntomas:

1. Palpitaciones, sacudidas del corazón o aumento de la


frecuencia cardiaca.
2. Sudoración.
3. Temblores o sacudidas.
4. Sensación de ahogo o falta de aliento.
5. Sensación de atragantamiento.
6. Opresión o malestar en el pecho.
7. Náuseas o molestias abdominales.
8. Inestabilidad, mareo o desmayo.
9. Desrealización (sensación de irrealidad) o
despersonalización (sentirse separado de uno mismo).
10. Miedo a perder el control o volverse loco.
11. Miedo a morir.
12. Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo)
en extremidades o alrededor de la boca.
13. Escalofríos o sofocos.

Estos síntomas suelen desaparecer tras aproximadamente una


hora de evolución.

Se han propuesto criterios diagnósticos para las crisis de


angustia en función de las circunstancias en que aparecen y el
modo de inicio:

 Crisis espontáneas o inesperadas. Aparecen sin


asociarse con ningún desencadenante inmediato. Son las
que definirán la existencia de un trastorno de angustia (o
trastorno de pánico).
 Crisis desencadenadas por determinadas
situaciones. Aparecen de forma invariable inmediatamente
después de la exposición o anticipación a un estimulo o
desencadenante ambiental. Son características de los
trastornos fóbicos. El inicio de estas crisis suele ser
progresivo en función de la aproximación y/o premonición
del estimulo fóbico. Ceden rápidamente o no llegan a
aparecer cuando las conductas de evitación tienen éxito.
 Crisis predispuestas por situaciones. Aparecen durante
la exposición a un desencadenante ambiental, aunque no
se asocian siempre con dicha situación, ni cuando
aparecen lo hacen inmediatamente después del
afrontamiento. Estas crisis serian características de la
agorafobia.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico de trastorno de angustia implica persistir al


menos un mes con temor sobre la posibilidad de que aparezca
un ataque de pánico o que se produzcan cambios en el
comportamiento como consecuencia de ello, de acuerdo a los
siguientes criterios:

 Se cumplen 1 y 2:

1. Crisis de angustia (ataques de pánico) inesperadas


recidivantes (repetitivas).
2. Al menos una de las crisis se ha seguido durante 1 mes (o
más), de uno (o más) de los siguientes síntomas:

 Inquietud persistente ante la posibilidad de tener más


crisis.

 Preocupación por las implicaciones de la crisis o sus


consecuencias (por ejemplo perder el control, sufrir un
infarto de miocardio, “volverse loco”).

 Cambio significativo del comportamiento relacionado


con las crisis.

 Las crisis de angustia no se deben a los efectos fisiológicos


directos de una sustancia (drogas, fármacos) o una
enfermedad médica (hipertiroidismo).
 Las crisis de angustia no pueden explicarse mejor por la
presencia de otro trastorno mental, como por ejemplo fobia
social (aparece al exponerse a situaciones sociales
temidas), fobia específica (aparece al exponerse a
situaciones fóbicas específicas), trastorno obsesivo-
compulsivo (por ejemplo al exponerse a la suciedad cuando
la obsesión versa sobre el tema de la
contaminación), trastorno por estrés postraumático (en
respuesta a estímulos asociados a situaciones altamente
estresantes), o trastorno por ansiedad de separación (al
estar lejos de casa o de los seres queridos).

Los ataques de pánico o trastorno de angustia pueden cursar


con o sin agorafobia. Los criterios de agorafobia se refieren a:

1. Aparición de ansiedad adquirida e irracional al encontrarse


en lugares o situaciones de donde puede resultar difícil (o
embarazoso) escapar o en los que puede no disponerse de
ayuda en el caso de aparecer un ataque de pánico o
situación de angustia inesperada. Los temores agorafóbicos
suelen estar relacionados con un conjunto de situaciones
características entre las que se incluyen estar solo fuera de
casa, mezclarse con la gente o hacer colas, pasar por un
puente o viajar en autobús, tren o automóvil. Se debe
considerar el diagnóstico de fobia específica si el
comportamiento de evitación se limita a una o a pocas
situaciones específicas, o de fobia social si tan sólo se
relaciona con acontecimientos de carácter social.
2. Estas situaciones se evitan (por ejemplo se limita el número
de viajes) a costa de un malestar o ansiedad significativos
por temor a que aparezca una crisis de angustia o síntomas
similares a la angustia, o se hace indispensable la
presencia de un conocido para soportarlas.
3. Esta ansiedad o comportamiento de evitación no puede
explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental
como fobia social (evitación limitada a situaciones sociales
por miedo a ruborizarse), fobia específica (evitación limitada
a situaciones aisladas como los ascensores), trastorno
obsesivo-compulsivo (por ejemplo evitación de todo lo que
pueda ensuciar en un individuo con ideas obsesivas de
contaminación), trastorno por estrés postraumático
(evitación de estímulos relacionados con una situación
altamente estresante o traumática) o trastorno de ansiedad
por separación (evitación de abandonar el hogar o la
familia).

Cualquier diagnóstico de ansiedad debe haber descartado


previamente algunas enfermedades que pueden cursar con
nerviosismo extremo en algunas situaciones.

¿Es hereditario?

El trastorno de angustia es más frecuente en familiares


cercanos. Entre un 30 a un 50% de los hermanos gemelos de
un paciente con trastorno de angustia tienen también la
enfermedad.

¿Cuál es el pronóstico?

El tratamiento suele controlar los episodios. La mayoría de los


pacientes tratados consiguen no tener ningún síntoma y
muchos de ellos pueden retirar el tratamiento sin que vuelva a
aparecer la enfermedad. Desgraciadamente muchas personas
con ataques de pánico no acuden al médico y pueden sufrir
alteraciones importantes en su calidad de vida.

Tratamiento del ataque de pánico

El objetivo del tratamiento es reducir el número de ataques de


angustia y su intensidad.

El tratamiento fundamental de estos pacientes son los


antidepresivos, sobre todo los inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina (fluoxetina, paroxetina, citalopram,
etc.). Generalmente se inician a dosis más bajas que las
utilizadas para tratar la depresión y se mantienen hasta 2 años
después de que hayan desaparecido los ataques. Las
benzodiacepinas (ansiolíticos) suelen usarse cuando se
diagnostica inicialmente la enfermedad y de forma esporádica
posteriormente.

Las intervenciones psicoterapéuticas pueden ayudar al


paciente a controlar los síntomas durante los ataques. Son
estrategias utilizadas por profesionales para explicar y ayudar a
enfrentarse al problema.

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