Ansiedad - 8

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Título: Ansiedad

Autor: PsicoActiva
Página web: http://www.psicoactiva.com

TRASTORNOS ANSIOSOS

     Clínicamente la angustia es el miedo sin saber


a qué. El miedo normal es una reacción con
componentes psicológicos y corporales. El miedo y
la angustia forman parte de la respuesta normal del
individuo, con reacciones necesarias para la
supervivencia. 
    Como en todas las neurosis, una reacción que
originalmente es normal y útil para la supervivencia
se desvirtúa al aumentar tanto en intensidad y
frecuencia que, en lugar de ser un mecanismo
defensivo provechoso, se convierte en una fuente de
sufrimiento y de incapacidad. Si esta respuesta
desproporcionada se hace crónica estamos ante una
neurosis de ansiedad o neurosis de angustia.

      Las neurosis de angustia suelen predominar en el sexo femenino y su edad


de inicio es entre los 20 y los 40 años. Las cifras que se tienen oscilan entre un
15 y un 25% de probabilidad de incidencia de los trastornos de ansiedad a lo
largo de la vida.

    La angustia puede aparecer de dos formas: en un estado permanente de


ansiedad o en ráfagas de angustia, separadas por intervalos de aparente
normalidad.

Crisis de angustia

    Consiste en la aparición repentina de la ansiedad en su máxima intensidad. La


típica crisis se presenta generalmente de modo repentino, sin síntomas previos de
aviso. No es raro que se desencadene durante el sueño, despertándose el
paciente con los síntomas en toda su intensidad.

    Estas crisis se viven por el paciente como una señal de muerte inminente, la
intensidad de sufrimiento es equivalente a la de alguien que nota que lo van a
matar. Se acompaña de síntomas corporales de pánico: taquicardia, palpitaciones,
respiración acelerada, sensación de ahogo o falta de aliento, náuseas o molestias
abdominales, mareo, desmayo o aturdimiento, palidez, manos y pies fríos,
sensación de opresión precordial que en ocasiones llega a ser dolor precordial,
sudoración, parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo), miedo a
perder el control o "volverse loco" y miedo a morir.

    La crisis suele durar unos minutos, pero puede persistir durante horas. Es tan
viva la sensación de peligro para la vida durante la crisis (sobre todo por el dolor
precordial), que el paciente acude a varios médicos no quedando tranquilo si se le
afirma que no tiene nada del corazón, pues no le parece posible que síntomas tan
alarmantes como los suyos no tengan una causa orgánica grave.

Ansiedad generalizada

     Son manifestaciones permanentes, pero más leves, de ansiedad. Los síntomas
no se presentan de forma tan aguda, producen una sensación de malestar
generalizado y los síntomas suelen ser: palpitaciones, palidez, ganas de orinar,
diarrea, sudor, temblor, dificultad para concentrarse, hablar o incluso para
respirar. Lo frecuente es que se combinen las crisis de ansiedad con el estado
ansioso generalizado y que el paciente entre sus crisis no esté normal, si no
angustiado ante cualquier estímulo (ir en metro, alejarse de casa, acudir a una
entrevista, etc).

    Para el diagnóstico de este trastorno lo primero que se debe observar es que el
sujeto haya estado padeciendo la mayoría de los días, por no menos de seis
meses, de una ansiedad excesiva y sobrepreocupación en relación a una amplia
gama de situaciones y actividades.

    A su vez, el individuo tiene que haber tenido dificultades para controlar ese
estado de constante preocupación y aprehensión, acompañados de al menos otros
tres síntomas tales como inquietud, fatiga prematura, desconcentración,
irritabilidad, tensión muscular y trastornos en el sueño.

Fobias

     Son respuestas ansiosas superiores a lo normal frente a un estímulo concreto:


viajar en avión, estar en lugares cerrados, etc. aquí se encuentran las
agorafobias, las fobias simples y las fobias sociales. 

 Agorafobia: es un tipo de trastorno de ansiedad muy frecuente. Puede


tratarse de miedo a estar en espacios abiertos, o miedo a estar en
espacios o situaciones donde la huída se difícil porque implica un
compromiso. Como la persona tiene miedo a padecer la crisis y a no poder
ser ayudado, acaba por recluirse en su casa sin salir. Las situaciones que
son más comúnmente evitadas son el encontrarse lejos del hogar, en un
ascensor, en un avión, automóvil, en un lugar cerrado, en medio de una
multitud o en espacios abiertos. Algunos sujetos pueden enfrentar estas
situaciones pero a expensas de sufrir severas ansiedades, miedo o
síntomas equivalentes.
 Fobias simples: es un miedo específico a algo, a las arañas (aracnofobia),
al agua (hidrofobia), al fuego (pirofobia), a la sangre (hematofobia), a
viajar en avión, etc. La fobia específica es más frecuente que la fobia social
y pueden desarrollarse tras haber presenciado o sufrido un evento
traumático.

La fobia específica se caracteriza por un marcado y persistente miedo


irracional y excesivo, originado por la presencia o anticipación a objetos o
situaciones concretos. El estar frente al estímulo fóbico provoca en el
sujeto una respuesta ansiosa. La mayoría de las veces este estímulo es
evitado, pero si es experimentado se desencadenará un episodio de
intensa ansiedad.

 Fobias sociales: es el miedo por parte del sujeto a estar expuesta bajo la
observación de otros. La fobia social suele aparecer típicamente en la
adolescencia, y puede haber antecedentes infantiles de timidez o inhibición
social. La aparición de la fobia social puede surgir bruscamente luego de
haber experimentado una situación humillante o estresante, o bien puede
aparecer lentamente. 

Un sujeto que padece de fobia social, al estar frente a un evento en


público, ya sea hablar frente a un grupo de gente, comer, beber o escribir,
experimenta una constante preocupación por la posibilidad de que los
demás los perciban como loco, ansioso, débil, además suele creer que la
situación puede resultar embarazosa. Ante las situaciones sociales temidas
es muy común el enrojecimiento.

Trastornos por estrés postraumático

    Ocurre cuando la persona ha sufrido de forma real una acontecimiento


traumático en el que su vida ha corrido peligro, y aunque fue un episodio aislado,
la experiencia vuelve en forma de pesadillas y miedos. Se incluye también como
traumático el hecho de haber tomado conocimiento de una situación horrorosa
inesperada que haya sufrido una persona significativa. Dentro de estos traumas
están incluidas las catástrofes naturales, las violaciones, ser secuestrado, las
experiencias de combate, las torturas, diagnósticos de enfermedades mortales y
los accidentes serios. A veces se instauran las adicciones a drogas para poder
olvidar.

    Existen personas que se enfrentan a experiencias traumáticas muy graves que
no presentan este tipo de trastorno y algunas personas que experimentan sucesos
menos catastróficos pero debido al significado subjetivo del acontecimiento,
sufren de un trastorno por estrés postraumático.

     Este trastorno posee un comienzo agudo. Puede aparecer a cualquier edad,
incluso durante la infancia. Se diagnostica cuando una persona desarrolla
determinada sintomatología, después de haber experimentado una situación que
podría ser categorizada como traumática.

     La respuesta sintomatológica al evento traumático es la reexperimentación


intensa del mismo a través de recuerdos, pesadillas y malestar psicológico intenso
al exponerse a estímulos parecidos o asociados. Puede aparecer una incapacidad
para recordar aspectos importantes del trauma, reducción del interés en
actividades antes placenteras, desapego, sensación de un futuro de desolación y
restricción de la vida afectiva.

    Un criterio para el diagnóstico de este trastorno es la duración de estos


síntomas, ya que debe prolongarse por más de un mes, de lo contrario se trataría
de un trastorno por estrés agudo.

Trastorno por estrés agudo

     Al igual que en el trastorno por estrés postraumático, en el trastorno por


estrés agudo el individuo experimenta nuevamente el acontecimiento traumático
acontecido con anterioridad, respondiendo con horror, un intenso miedo y
desesperanza. 

    Los síntomas más comunes son la reducción de la expresión de los


sentimientos, la reducción de la conciencia, desrealización (sensación de que el
entorno es irreal o extraño), despersonalización (sensación de irrealidad o falta de
familiaridad consigo mismo) y amnesia disociativa (incapacidad de recordar el
evento traumático). Para hacer el diagnóstico las alteraciones deben durar entre
dos días como mínimo y no más de cuatro semanas.

    Las personas con este trastorno pueden tener sentimientos de desesperación,
muchos se sienten culpables por haber sobrevivido al evento, o por no haber
prestado la suficiente ayuda a otros que estuvieron allí. A veces hasta llegan a
sentirse responsables de las consecuencias de lo que sucedió. 

    Existe un alto grado de probabilidad que sujetos con este trastorno, sufran un
trastorno por estrés postraumático.

    El tratamiento de este trastorno es similar al utilizado para el estrés


postraumático, pero a su vez se debe tratar los síntomas disociativos.
Generalmente se ofrece una combinación entre la psicofármacoterapia, la
psicoterapia y la psicoeducación. Los grupos de apoyo para el paciente como para
la familia sirven para poder identificarse con otros que pasaron por la misma
situación y para no sentirse aislados, además de recibir un apoyo adicional.
Trastorno de ansiedad inducido por sustancias

    Se caracteriza por la presencia de síntomas ansiosos secundarios a los efectos


fisiológicos directos de una sustancia (droga o medicamento).

    Dependiendo de la naturaleza de la sustancia, puede incluir crisis de angustia,


fobias, obsesiones y/o compulsiones, tanto durante la intoxicación como en los
períodos de abstinencia. Los síntomas han de persistir más de un mes después del
período agudo de abstinencia o intoxicación para diagnosticar este trastorno, o
que han de ser claramente excesivos en función al tipo y la cantidad de sustancia
ingerida.

    La sintomatología ansiosa producida por la abstinencia o la intoxicación de las


sustancias suele ser transitoria y remite después de ser metabolizada la sustancia,
reestableciendose el equilibrio fisiológico del organismo.

    Las sustancias más comunes que producen la aparición de un trastorno de


ansiedad son: alcohol, anfetaminas y derivados, alucinógenos, cafeína, cannabis,
cocaína, fenciclidina y derivados, inhalantes, y otras sustancias desconocidas. En
el caso de la abstinencia, las sustancias que pueden desarrollar un cuadro similar
son el alcohol, cocaína, sedantes, hipnóticos y ansiolíticos. También se incñuirían
las sustancias volátiles como la gasolina, las pinturas, insecticidas, etc.

Trastorno obsesivo-compulsivo

    La sintomatología principal de este trastorno es un sentimiento de compulsión


subjetiva, al que se ofrece resistencia, para persisitir en una idea, efectuar alguna
acción,  recordar una experiencia o rumiar acerca de un asunto abstracto. Los
pensamientos no son deseados, y son percibidos por el paciente como
inapropiados y carentes de sentido. La idea obsesiva es reconocida como ajena a
la personalidad, pero proviniente de dentro de sí misma. Las acciones obsesivas
pueden adquirir un carácter casi ritual con el fin de aliviar la ansiedad, por
ejemplo, lavarse las manos. Las tentaciones por desechar los pensamientos que
no son aceptados conducen a una lucha interna acentuada.

    Las obsesiones son pensamientos, ideas, sensaciones o sentimientos


recurrentes que provocan gran  ansiedad, son intrusivos y las personas los
califican como ajenos a su control, aunque saben que son producto de su mente.

   Las compulsiones son conductas o actos mentales de carácter recurrente,


conscientes y estereotipadas, que se llevan a cabo con el fin de calmar o prevenir
la ansiedad, nunca por placer o gratificación. Cuando el individuo se resiste a
realizar la compulsión su ansiedad se intensifica. Las compulsiones más comunes
son las relacionadas con tareas de lavado o limpieza, comprobaciones, exigencias
de certeza, el orden de los objetos y actos repetitivos.

    Este trastorno puede llegar a ser muy perturbador, debido a la gran cantidad
de tiempo que las obsesiones pueden y las compulsiones pueden provocar en las
rutinas normales del sujeto, en su trabajo o sus relaciones sociales. Por ello
suelen ocasionar un deterioro de sus actividades cognoscitivas en donde necesitan
del empleo de la concentración, como son la lectura o el cálculo.

    Algunos sujetos acaban evitando o alejándose de objetos o situaciones que les
provocan obsesiones y compulsiones, pudiéndose generalizar este
comportamiento evitativo, limitando seriamente la actividad global del individuo.
Las preocupaciones hipocondríacas son frecuentes y se revelan en las repetidas
visitas médicas.

Tratamiento

    Durante las crisis de angustia se pueden administrar medicamentos ansiolíticos


o tranquilizantes para proporcionar alivio sintomático al paciente. Posteriormente
el tratamiento ha de ser psicoterapéutico con técnicas cognitivo-conductuales
como la relajación, la exposición a estímulos angustiantes la desensibillización
sistemática, el biofeedback, entrenamiento asertivo, etc. Las técnicas de
relajación y el entrenamiento en respiración son fundamentales para el alivio ante
las crisis, el miedo y la ansiedad anticipatoria.

    Igualmente se recomienda la terapia familiar y terapia de grupo para ayudar a


las personas afectadas y a sus familiares a adaptarse a las dificultades
psicosociales que trae aparejado este trastorno.

    La combinación de estos tipos de tratamientos ayuda del 70 al 90% de las


personas afectadas. Se puede apreciar una mejoría significativa de 6 a 8 semanas
después de iniciarse el tratamiento.

Bibliografía:

Belloch, A., Sandín, B. (1996): Manual de psicopatología. McGraw-Hill


Interamericana. España.

CIE 10, Trastornos mentales y del comportamiento. Descripciones clínicas y


pautas para el diagnóstico. (1992) Organización Mundial de la Salud. Madrid.
Mediator.

DSM-IV, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. (1997).


Barcelona. Masson.

Vila, J., Fernández, M. (1990): Activación y conducta. Madrid. Alhambra.

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