#Ejercicios de Comprensión Lectora para Secundaria 11g
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Ejercicio I
Cuando uno compra un objeto tecnológico nuevo, compra la ilusión más importante de los tiempos
modernos: la ilusión de la velocidad y de la ubicuidad.
El objeto promete que, gracias a él, uno puede ser más veloz y estará conectado con más personas en más
lugares y en diferentes tiempos. Cada objeto con que contribuya a anular más tiempos y distancias, es
decir, que ofrezca una versión más sintetizada del mundo, va a prevalecer. En un mundo marcado por la
velocidad, solo los objetos portátiles, que se adosan al cuerpo, que se convierten en parte del cuerpo,
tienen derecho a existir. Estos son los objetos que se cuelgan en nuestros cuerpos como un apéndice y
se convierten, en cierto sentido, en nuestros sirvientes y en nuestros amos. Ya se anuncian dispositivos
que se conectarán a nuestro sistema nervioso y que permitirán acceder directamente, cuando lo
queramos, a una pantalla a través de nuestros ojos. Será entonces cuando llegue la era en la que no
usaremos las máquinas, sino que todos nos habremos convertido en una de ellas
2. Con respecto a los aparatos tecnológicos nuevos ¿cuál no es una afirmación del autor?
A. Se dice que, en el futuro, algunos podrían conectarse a nuestro sistema nervioso.
B. Son objetos que han llegado a convertirse en nuestros amos y sirvientes.
C. La ilusión de la velocidad está relacionada con su compra.
D. Según su capacidad de ofrecer una velocidad más sintetizada del mundo perdurarán.
Ejercicio II
Las basuras de una gran ciudad constituyen tema curioso que tan pronto aparecen como desaparecen de
la atención pública, siguiendo ciclos que al parecer no tienen que ver con lo sucio o lo limpio sino con
la política menuda, barata y cotidiana. Más que un tema de estudio y reflexión para buscar soluciones
permanentes, el asunto de los desechos sirve a los políticos como pretexto para criticar al otro. Mientras
tanto las ciudades no están limpias, y el conjunto de sus habitantes oscila entre considerar que falta
alguna fórmula maravillosa que se encargue de todo y desconfiar de cualquier propuesta que se le ponga
al frente. Observar lo que sucede con los desechos nos coloca en un excelente mirador para reconocer el
funcionamiento de una ciudad. Así sabemos lo que ella produce y consume, apreciamos la multiplicidad
de realidades geográficas. También podemos explorar las costumbres de sus habitantes, su organización,
así como las relaciones entre ellos mismos y con la autoridad. En un país con tantas diferencias como el
nuestro la desigualdad social y económica se expresa de manera clara en las basuras.
Ejercicio III
"Por lo que se ha dicho anteriormente, pareciera a primera vista que escritores del periodo asignaban a
la literatura una función similar a la utilitarista neoclásica o a la edificante romántica. Sin embargo, no
era así. Por el contrario, existía una marcada diferencia en el uso que daban los naturalistas al texto
escrito con respecto a los escritores anteriores. En efecto desde el instante que se considera a la obra
literaria como un documento revelador de condiciones sociales, se le está designando directamente
una función cognoscitiva. La literatura sirve para conocer la realidad, es decir, para hace un
diagnóstico de ella, y no, como afirmaban los románticos, para edificar espiritualmente al hombre. La
doctrina positivista, en la cual se fundamenta el naturalismo, no considera al hombre como un ser
espiritual, sino simplemente material. La vida espiritual no existía para los autores naturalistas. El ser
humano, como cualquier animal, era solo un ente fisiológico movido por la fuerza de sus impulsos y su
temperamento. Por tanto, la tarea del novelista, decía Zolá, es descubrir mediante la investigación, las
causas del comportamiento de la "bestia humana", tal como se investigan las causas del comportamiento
de los seres irracionales.
La literatura naturalista, pues, ejerce una función cognoscitiva de denuncia social. De este modo, los
naturalistas fueron capaces de descubrir y denunciar públicamente una serie de injusticias y tropelías
cometidas por unos en la persona de otros. Esto es lo que hace Benito Pérez Galdós en novelas como las
que tienen por protagonista al avaro Torquemada o en otras como Misericordia, donde presenta la vida
infrahumana de los mendigos y, en general, de los marginales sociales.
Lo mismo sucede en la literatura hispanoamericana de fines de siglo XIX y las primeras décadas del siglo
XX. Un autor como Baldomero Litio (1867-1923), por ejemplo, centra su atención en los mineros del
carbón, preferentemente para publicar la injusticia inhumana que se cometía con ellos, a quienes los
patrones consideraban menos que bestias de carga. Algo similar hace en poesía Carlos Pezoa Veliz (1879-
1908), pero proyectando su mirada al ambiente campesino.
Pezoa Veliz descubre; por ejemplo, que en el campo reina una odiosa dominación de los patrones sobre
los siervos. Los dueños de fundos no son solamente propietarios de la tierra, sino también de los seres
que en ella trabajan. En pleno siglo XX, los campesinos todavía viven y trabajan en condiciones
denigrantes, sometidos a las peores humillaciones de su dignidad, desposeídos incluso de su derecho de
elegir y construir su propio futuro".
Ejercicio IX
Comienza a oscurecer, ya están encendidas las vitrinas de la Carrera Trece, en los andenes se agolpa la
multitud; voy en un bus que lucha por abrirse paso en la congestión vehicular. Entre la ciudad y yo está
el vidrio de la ventanilla que devuelve mi imagen, perdida en la masa de pasajeros que se mueven al ritmo
espasmódico del tránsito. Ahora vamos por una cuadra sin comercio, la penumbra de las fachadas le
permite al pequeño mundo del interior reflejarse en todo su cansado esplendor: ya no hay paisaje urbano
superpuesto al reflejo. Sólo estamos nosotros, la indiferente comunidad que comparte el viaje.
El bus acelera su marcha y la ciudad desaparece. Baudrillard dice que un simulacro es la suplantación
de lo real por los signos de lo real. No hay lo real, tan sólo la ventanilla que nos refleja. Nosotros, los
pasajeros, suplantamos la realidad, somos el paisaje. ¿Somos los signos de lo real?
Un semáforo nos detiene en una esquina. Otro bus se acerca lentamente hasta quedar paralelo al nuestro;
ante mí pasan otras ventanillas con otros pasajeros de otra comunidad igualmente apática. Pasan dos
señoras en el primer puesto. Serán amigas -pienso-, quizás compañeras de trabajo. Pero no hablan
entre ellas. Sigue pasando la gente detrás de las otras ventanas, mezclando su imagen real con nuestro
reflejo. Creo verme sentado en la cuarta ventanilla del bus que espera la señal verde junto a nosotros. Es
mi reflejo, intuyo; pero no es reflejo: soy yo mismo sentado en el otro bus. Con temor y asombro, él y yo
cruzamos una mirada cómplice, creo que nos sonreímos más allá del cansancio del día de trabajo. Los
dos vehículos arrancan en medio de una nube de humo negro.
28. El enunciado “un simulacro es la suplantación de lo real por los signos de lo real” se
introduce en el texto con la intención de:
A. Argumentar la idea de que leer la ciudad es leernos a nosotros mismos.
B. Definir el significado de simulacro partiendo de un viaje en bus por la ciudad.
C. Proponer un método para leer la ciudad a partir de los planteamientos de Baudrillard.
D. Discutir la concepción de Baudrillard en torno a la posibilidad de hallar la ciudad.
29. Del enunciado “Nosotros, los pasajeros, suplantamos la realidad, somos el paisaje”
se puede concluir que:
A. Los individuos que componen la masa son sólo objetos para ser observados.
B. Siempre que se hace parte de algo colectivo, es inevitable suplantar la realidad.
C. El concepto de paisaje se fundamenta en la inexistencia de la individualidad.
D. El objeto que constituye la realidad es el mismo sujeto que la observa.
En nuestro país tenemos una percepción del concepto de autoestima exactamente al revés de lo que
significa realmente. Todas aquellas personas que aparecen con desplante o ‘fuertes de carácter’ son,
en realidad, todo lo contrario: tienen una autoestima baja. Una persona con autoestima sana no
necesita alterarse ni levantar la voz para decir lo que tiene que decir.
Si opinamos distinto no le afecta, no necesita que los demás lo aprueben para mantener su comodidad
interior. Cuando una persona se muestra alterada, revela algo de su mundo interior: nos dice, en el fondo,
que algo lo afecta y no tiene el temple necesario para lidiar con la fuente de su miedo o aprensión.
La expresión bien conocida "Compréndanme, tengo un carácter fuerte" no es más que un recurso
lingüístico para tapar nuestro mal genio y está lejos de representar un carácter verdaderamente fuerte,
sino más bien un carácter débil. Es el miedo lo que nos hace buscar protección con estrategias de defensa:
gritar, golpear la mesa, ofender a quienes queremos. Muchas veces recurrimos a la violencia como forma
de protegernos, y necesitamos crear una ilusión de autoestima, cuando estamos manipulados por ese
miedo.
Ese miedo está relacionado a hechos de nuestro entorno que no podemos controlar por carecer de la
fortaleza de ánimo necesaria para ello. Elevar realmente nuestra autoestima nos permite disminuir la
cantidad de cosas que aparecen amenazantes allá afuera. Esto implica pensar en el fenómeno de la
consciencia, pues debemos estar conscientes de los hechos que nos producen reacciones de miedo.
Si queremos elevar nuestra autoestima, es conveniente comprender los hechos tal como se producen
sin interpretación. Así, el primer paso para obtener una autoestima sana es el despertar, cobrar
consciencia de los factores que vemos potencialmente peligrosos.
Es útil aclarar que lo contrario de la autoestima no es la hetero estima o estima de los otros, sino
la desestima propia. Cada uno de nosotros es valioso por existir. Somos seres completos, disponemos
de todos los recursos internos para proyectarnos, y contemplar el mundo tal como es. Si llegamos a ser
conscientes de esto, nuestra autoestima mejorará y, verdaderamente, tendremos un carácter fuerte.
35. Si una persona sustenta su estima personal en lo que dicen los demás,
A) confunde autoestima con heteroestima.
B) demuestra una autoestima suficiente.
C) aplica un carácter realmente fuerte.
D) tiene una autoestima de índole social.
E) revela un análisis correcto de la autoestima.
Solución:
La autoestima encuentra su fuente en uno mismo, basarse en el juicio de otros es aplicar la
heteroestima, la estima de los otros.
36. Resulta incompatible con el texto decir que una personalidad verdaderamente fuerte
se caracteriza por:
A) una voluntad de querer hacer las cosas bien, aun con muchas dificultades.
B) expresarse siempre con un volumen alto de voz y con frases malsonantes.
C) hablar con cordialidad, incluso, a las personas que se muestran descorteses.
D) no intimidarse frente a los problemas que pueda haber en el difícil entorno.
E) sentir que posee un real valor que no depende de la estima de los demás.
Solución:
Una persona verdaderamente fuerte no tiene por qué alzar la voz, de acuerdo con el sentido del texto.