Juan Bravo y La Arqueología Subacuática en Ceuta.
Juan Bravo y La Arqueología Subacuática en Ceuta.
Juan Bravo y La Arqueología Subacuática en Ceuta.
JUAN BRAVO
Y
LA ARQUEOLOGÍA
SUBACUÁTICA EN CEUTA
UN HOMENAJE A LA
PERSEVERANCIA
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© EDITA: INSTITUTO DE ESTUDIOS CEUTÍES
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Depósito Legal: CE -3/2004
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INDICE
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III. PUBLICACIONES DEL AUTOR
1- BRAVO PÉREZ, J. (1963): “Algo más sobre el ancla llamada romana”, CRIS, Revista del Mar, nº 57,
Octubre 1963, pp. 4-6. ............................................................................................................................................. 131
2- BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Los cepos romanos con alma de madera”, CRIS, Revista del Mar, nº 67, Agosto
1964, pp. 4-6. ........................................................................................................................................................... 135
3- BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Anclas romanas”, CRIS, Revista del Mar, nº 70, Noviembre 1964, pp. 8-10. ........... 139
4- BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Un cepo de ancla decorado en aguas de Ceuta”, Rivista di Studi Liguri XXX
(nº 1-4), pp. 309-311 ................................................................................................................................................ 143
5- BRAVO PÉREZ, J. (1965): “Más cepos de anclas romanas en Ceuta”, CRIS, Revista del Mar, nº 78,
Barcelona, Julio 1965, pp. 10-11 .............................................................................................................................. 147
6- BRAVO PÉREZ, J. (1965): “Deformaciones de los cepos de anclas romanas”, CRIS, Revista del Mar, nº 83,
Barcelona, Diciembre 1965, pp. 2-4 ........................................................................................................................ 149
7- BRAVO PÉREZ, J. y MUÑOZ, R. (1965): Arqueología submarina en Ceuta, Madrid .......................................... 153
8- BRAVO PÉREZ, J. (1966): “Cepos de anclas con relieve”, CRIS, Revista del Mar, nº 86, Marzo 1966,
pp. 2-4 ...................................................................................................................................................................... 175
9- BRAVO PÉREZ, J. (1966): “Más sobre anclas romanas”, CRIS, Revista del Mar, nº 95, Diciembre 1966,
pp. 16-17 .................................................................................................................................................................. 179
10- BRAVO PÉREZ, J. y MUÑOZ, R. (1966-68): “Hallazgos arqueológicos submarinos en Ceuta”, Noticiario
Arqueológico Hispánico 10/12, pp. 159-171 ........................................................................................................... 181
11- BRAVO PÉREZ, J. (1968): “Fabrica de salazones en la Ceuta romana”, CRIS, Revista de la Mar, III,
Barcelona, p. 30 ....................................................................................................................................................... 189
12- BRAVO PÉREZ, J. (1970): “Anclas romanas de Ceuta”, XI Congreso Nacional de Arqueología, pp. 821-826 ..... 191
13- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1972): “Vestigios del pasado de Ceuta”, Inmersión y Ciencia, 4,
Barcelona, 1972, pp. 5-39 (reeditado en 1984 con el mismo título en Transfretana,4, Ceuta, pp. 49-82) ............... 197
14- BRAVO PÉREZ, J. (1975): “Ánforas púnicas recuperadas en Ceuta”, Inmersión y Ciencia, núm. 8-9,
Barcelona, pp.25-33 ................................................................................................................................................. 231
15- BRAVO PÉREZ, J. (1976): “Evolución y técnica en la construcción de Anclas Antiguas”, Ancorae Antiquae I,
Sala Municipal de Arqueología, Ceuta, pp. 1-19 (editado asimismo en el nº 2 de la revista Inmersión y
Ciencia) .................................................................................................................................................................... 237
16- BRAVO PÉREZ, J. (1976): “Cepos de anclas con relieves recuperados en el Mediterráneo Occidental”,
Ancorae Antiquae II, Sala Municipal de Arqueología, Ceuta, pp. 1-24 ................................................................... 247
17- BRAVO PÉREZ, J. (1988): “¿Fondearon los fenicios sus naves en las costas de Ceuta?”, Cuadernos del
Archivo Municipal, 1, Ceuta, pp. 5-9 ....................................................................................................................... 261
18- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1988): “Rescatado en Ceuta un naufragio del s. XVII”, Revista de
Arqueología nº 92, pp. 50-51 ................................................................................................................................... 267
19- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1989): La flota que nunca llegó a su destino (Naufragio de dos
navíos franceses en Ceuta, 1692), Granada, 1989 ................................................................................................... 269
20- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1990): “L’Épave Isleos de santa Catalina. Naufrage d’une navire
français à Ceuta (1692) », Cahiers d’Archéologie Subaquatique IX, pp. 55-74 (=en la misma revista también
está publicada la versión del texto en castellano en las pp. 75-82) ........................................................................ 347
21- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1991): “L’Épave de Santa Catalina (Ceuta)”, La ceramique, l’Archéo -
lo gue et le Potier. Etudes de Ceramiques a Aubagne et en Provence du XVI au XX siécle, Arguilla, pp. 39-40. ... 375
22- BRAVO PÉREZ, J. y VILLADA PAREDES, F. (1993): “Las ánforas prerromanas del Museo de Ceuta”, Trans-
fretana, 5, Ceuta, pp. 93-112. ................................................................................................................................... 377
23- BRAVO PÉREZ, J., HITA RUIZ, J.M., MARFIL RUIZ, P. y VILLADA PAREDES, F. (1995): “Nuevos datos
sobre la economía del territorio ceutí en época romana: las factorías de salazón”, Actas del II Congreso Interna-
cional El Estrecho de Gibraltar, T. II. (Ceuta, 1990), Madrid, pp. 439-454 ............................................................ 397
24- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1998): “El pecio Isleos de Santa Catalina: Un naufragio del s. XVII
en Ceuta”, Homenaje al Profesor Carlos Posac Mon, Tomo II, Ceuta, pp. 305-324 ............................................. 407
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Entrega de una distinción en marzo de 1982 a D. J. Bravo Pérez (a derecha) por parte del Excmo. Sr. D. Fernando Marín, Delegado del
Gobierno en Ceuta (a la izquierda), en presencia del Director del Instituto de Estudios Ceutíes, Sr. D. Antonio Bernal Roldán (al fondo).
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PRÓLOGO
La obra que el lector tiene en sus manos es el resultado de la decisión adoptada por el Instituto de Estudios
Ceutíes de homenajear a don Juan Bravo Pérez: persona entrañable y pilar esencial de esa institución, de la que fue
durante casi una década su director. Por muchas razones el IEC y la ciudad de Ceuta estaban, y están, en deuda con
don Juan y, en cierta forma, el objeto de ese homenaje era intentar saldar este débito mediante un reconocimiento
público de su magnífica labor en el campo de la arqueología submarina de Ceuta, tarea difícil dada su amplia trayec-
toria de investigador.
En el mundo académico —que es el ámbito en el que se mueve el IEC— es costumbre saldar este tipo de deuda
editando un libro colectivo en el que numerosos autores escriben un artículo en su honor, para que así quede constan-
cia y se reconozca la labor intelectual desarrollada por el homenajeado, así como para que su nombre permanezca y se
recuerde cada vez que alguien consulte o cite la obra. Se trata, por lo tanto, de un reconocimiento inter pares que
intentan agasajar públicamente y ensalza la labor desarrollada por un primus inter pares, y en ello justamente radica
la importancia de este tipo de homenajes.
No obstante, en este caso, la decisión adoptada por el IEC se apartó ligeramente de modelo tradicional. En
primer lugar, porque se optó por reproducir en el libro la integridad de su obra publicada, debido a que la misma estaba
muy dispersa y, en mucho casos, era difícil de conseguir, tratando de facilitar con ello su consulta. Y en segundo,
porque en vez de hacer una invitación general a participar en el libro, se eligieron expresamente a seis de los mejores
especialistas nacionales en los temas que don Juan había abordado para que redactaran un artículo sobre aspectos
concretos de su obra. Además de todo lo anterior, otros artículos que incidieran en aspectos biográficos, vivenciales y
en la revisión de su bibliografía completarían el volumen.
Hoy ya con el libro en las manos, el IEC se siente sumamente orgulloso del resultado por dos razones funda-
mentales. Primero porque creemos cumplido el deseo y el deber de homenajear a la persona que tanto ha hecho por
nuestra institución. Y segundo, porque el IEC ha generado una obra útil y valiosa que realzará la figura de este
singular investigador y facilitará enormemente la difusión de su obra.
Desde estas páginas quiero indicar que el IEC se siente también en deuda con todos aquellos que de alguna
manera han hecho posible el nacimiento de este entrañable libro, y sobre todo lo está con los autores que han interve-
nido en la misma, especialmente con el director de su edición, nuestro querido miembro don Darío Bernal Casasola,
cuyo tesón y entrega han hecho posible que ésta vea la luz en un tiempo record.
Pocas instituciones pueden contar en sus filas con una persona de la talla y el carisma de don Juan. Investigador
incansable y riguroso, intelectual de honradez intachable y, sobre todo, persona de entrañable humanidad y de tesón
envidiable, don Juan ha sido para muchos el modelo a imitar y el referente admirado. Todos los que hemos tenido el
placer de conocerlo y la suerte de contarnos entre sus amigos y colaboradores sabemos cuan poco de halago y cuanto
de cierto hay en los adjetivos que se vierten sobre su persona en este modesto prólogo.
La Ciudad de Ceuta y el IEC tienen mucho que agradecer a este insigne caballa que ha dedicado gran parte de
su talento, tiempo y esfuerzo al estudio de la arqueología, la historia y, en general al fomento de la cultura con
mayúsculas de nuestra ciudad, y todo ello además con tan magníficos resultados. Sin duda esta obra no será suficiente
para saldar tanta dedicación y entrega, pero espero que el cariño con que la hemos realizado junto con la admiración
que muchos le profesamos ayude a equilibrar el fiel de esta balanza.
S. Chamorro Moreno
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INTRODUCCIÓN
Durante los últimos meses del año 2001, y como resultado de múltiples conversaciones aceleradas como las
que marcan nuestro devenir cotidiano en esta sociedad europea en la que la reflexión ha pasado, desgraciadamente, a
un segundo plano, se nos planteó la feliz idea a diversos miembros del I.E.C. de realizar un evento en homenaje a la
figura y obra de J. Bravo Pérez. Y digo planteó -y no ocurrió- por cuanto esta cuestión era ya un fermentado caldo de
cultivo en el ambiente cultural ceutí desde hacía no pocos años. Tres pruebas demoledoras y contundentes de dicho
interés por parte de diversos colectivos constituyen, a mi parecer, suficientes –que no necesarias- para poder valorar
con cierta objetividad, como hacemos en el ámbito de las Humanidades, esta percepción ciudadana. La primera, el
hecho de que J. Bravo fuese nombrado a finales de los años ochenta Director del Instituto de Estudios Ceutíes, sin
duda alguna honor más que merecido y, quien lo duda, distinción que constituyó, en su momento, la mejor prueba de
gratitud y deferencia hacia lo que su labor había constituido para la promoción cultural de la Perla del Mediterráneo
desde los años sesenta. La segunda, que no en el tiempo, y sin duda de mayor proyección social, fue la concesión de
la Medalla de Bronce al Mérito en las Bellas Artes en el ya lejano año 1981, que convertía la figura de este conocido
personaje ceutí en una más de las pocas que, a lo largo de los años, consiguieron dicho galardón. La tercera, y más
reciente, fue la celebración de las III Jornadas del Mar en el año 2000, organizadas por la Consejería de Educación y
Cultura de la Ciudad Autónoma de Ceuta, que constituyeron un pequeño pero cálido homenaje a esta persona tan
querida por todos y cuya mayor parte de su vida la pasó mirando o trabajando en el ponto euxino, como diría Homero.
Sin embargo, los que dedicamos nuestro tiempo a desentrañar las vicisitudes del pasado, cada uno desde su
atalaya, compartimos un elemento tan valorado que no por ello deja de ser de uso común: la literatura, y no precisa-
mente la lírica, sino la escrita en letra impresa, y normalmente, ordenada con pocas florituras. Por ello, desde el I.E.C.,
en complicidad con S. Chamorro, su actual Director, se planteaba como fundamental plasmar en una monografía, que
es la que ustedes tienen ahora en sus manos, todos esos sentimientos esbozados en los párrafos precedentes. Por todo
ello, se consideró pertinente buscar un formato de homenaje que reuniese todas las facetas que caracterizaban a J.
Bravo, y hacerlo de la manera que más place a los Historiadores de la Antigüedad, por escrito. Ante tal tesitura, se
decidió tácitamente, para evitar que él se negase, propio como es de su persona –variable de carácter, que como
sabemos en los tiempos que corren, no es extensible a buena parte de las fuerzas vivas de la sociedad que nos rodea–
organizar dicha actividad en un plazo de tiempo prudencial.
Este sencillo Homenaje se ha articulado en dos partes netamente diferenciadas. La primera, la edición de una
monografía que recogiese tanto la reimpresión de las publicaciones del autor como una serie de estudios específicos
que permitiesen valorar en su justa medida las aportaciones de los trabajos de J. Bravo a la arqueología de Ceuta y a
la Arqueología Subacuática en España. La segunda, organizar unas Jornadas en las cuales, al hilo de la presentación
de este trabajo, se pudieran destacar en diversas mesas de trabajo, las aportaciones contenidas en la misma.
El formato de publicación que tienen delante es, siguiendo al eterno Ortega, fruto de sus circunstancias y del
objeto de estudio que se ha planteado con ellas. El primer condicionante de la misma ha sido el apriorismo del cual se
partía, considerando como fundamental reunir todos los trabajos del autor en una única obra de conjunto. Dicha
premisa de trabajo parte de la inexistencia en ninguna institución ceutí –y por tanto a escala regional o nacional– de
todos los trabajos editados por J. Bravo entre los años sesenta y el s. XXI, aspecto éste derivado básicamente de la
reducida tirada y notable especialización de los foros donde se dieron a conocer la mayor parte de sus trabajos,
especialmente los anteriores a los años ochenta. Estas carencias, puestas en evidencia en la recientemente terminada
Carta Arqueológica Terrestre del Término Municipal de Ceuta (enero de 2002), serían al menos parcialmente cubier-
tas en lo referente a los trabajos de este arqueólogo subacuático ceutí. El resultado de este trabajo, que constituye la
segunda parte de esta publicación, condicionó asimismo la elaboración de la primera, por lo que entenderán ahora el
por qué de este hysteron proteron. Y efectivamente, si en una primera previsión pensamos encargar casi una quincena
de colaboraciones a diversos autores, la reducción de espacio se plasmó desgraciadamente en una consensuada modi-
ficación a la baja de la pléyade de contribuciones previstas al inicio. Es por ello que si alguien hubiese querido
contribuir en este sentido, como han sido varias las propuestas recibidas a lo largo de estos meses, esperamos entienda
ahora el por qué de una selección harto complicada –como todas- y condicionada, como se dice en el argot artístico,
por las necesidades del guión.
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Los trabajos están organizados siguiendo un criterio tanto deductivo inicialmente –de lo general a lo particular-
como temático y cronológico al unísono en la segunda parte. Se presentan, en primer lugar, algunos trabajos destina-
dos a valorar la vida y obra del autor. Su biografía ha sido realizada por su hijo J. Bravo Soto, quien además de
conocerla mejor que nadie la ha vivido, no sólo desde fuera como sería normal por parentesco sino también desde
dentro de las aguas ceutíes, gracias a su participación en buena parte de las recuperaciones arqueológicas que han
propiciado la redacción de estas páginas. A continuación se presenta la bibliografía del autor, ordenada cronológicamente.
Completan estos primeros trabajos introductorios una serie de reflexiones generales realizadas por J.M.Hita, del
Museo de Ceuta, y por F. Villada Paredes, Arqueólogo de la Consejería de Educación y Cultura de la Ciudad Autóno-
ma de Ceuta, que completan sustancialmente la visión de la Vida y Obra del Autor que es como hemos denominado a
esta primera parte del trabajo realizado. Dicen que los árboles no dejan ver el bosque, y cierto es que al ser caballas
todos los autores mencionados, incluido el firmante, podría cumplirse el paradigma mundano. Son varios los puntos
de vista planteados, tanto personal y familiar como profesional, y en este último caso desde diferentes ópticas –la
Universidad, el Museo, y el Servicio Municipal de Arqueología-. Serán ustedes los responsables de valorar el gradiente
de objetividad y, por ello, de cercanía a la semblanza del personaje que le aportan estos textos. La segunda parte de
este estudio aúna una serie de trabajos monográficos encargados selectivamente a diversos investigadores para cen-
trar la problemática de las aportaciones arqueológicas de J. Bravo. La clave geográfica centra los dos primeros análi-
sis. Inicialmente la repercusión de sus estudios para la Historia de Ceuta, visto por el firmante, desde el I.E.C. y desde
la Universidad de Cádiz, en cuya Tesis Doctoral se utilizaron los trabajos de J. Bravo y algunos de cuyos estudios más
recientes se han centrado en el tráfico comercial y la dinámica portuaria de Septem en la Antigüedad Clásica, como
todos sabemos uno de los platos fuertes de la vida científica de nuestro más insigne arqueólogo ceutí. También la
óptica geográfica es la que aglutina el trabajo presentado por J. Blánquez Pérez, de la Universidad Autónoma de
Madrid, uno de los especialistas de mayor renombre sobre Arqueología Subacuática en España en los años ochenta y
noventa, cuyo prestigio y aquilatada percepción del panorama nacional eran ingredientes indispensables para valorar
la arqueología subacuática ceutí a escala general. Tres son los campos científicos de la arqueología subacuática en los
cuales, como veremos en las páginas que siguen, ha destacado este autor: las ánforas -especialmente las púnicas-, las
anclas y el estudio de los pecios de época moderna. Y por tanto han sido tres las líneas que han vertebrado el análisis
continuista de su trabajo. Las ánforas de la ya extinta Sala Municipal de Arqueología de Ceuta, publicadas por este
autor durante años han sido revisadas por el mayor especialista en este tema de reconocido prestigio internacional, J.
Ramón Torres, Arqueólogo de la Conselleria de Cultura, Educació i Patrimoni del Consell Insular d’Eivissa i Formentera.
El Dr. Martín Bueno, Catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza y Vicepresidente de la Confédération
Mondiale des Activités Subaquatiques ha tenido la gentileza de evaluar la importancia de los trabajos subacuáticos de
J. Bravo en un entorno geográfico, el del Estrecho de Gibraltar, por él bien conocido por diversas campañas ya
clásicas en nuestra disciplina. Y rematan la faena por un lado C. León Amores, sin duda uno de los arqueólogos
hispanos más especializados actualmente en las “cosas de galeones” y en el análisis de los pecios de época moderna,
como así coloquialmente se las tilda, tal y como avalan proyectos del calado del de los Galeones del Azoque en la
Republica Dominicana, por él abanderado en los últimos años. El decano de la arqueología ceutí, Dr. C. Posac Mon,
cierra este decálogo de artículos con un trabajo sobre un episodio bélico acontecido en aguas del Estrecho a principios
del s. XIX, parodiando amablemente con el título de su trabajo el conocido libro de Bravo sobre los navíos “Assuré”
y “Sage” e insistiendo, con ello, en la importancia de los trabajos de este autor.
Son en total más de cinco instituciones, tanto universitarias (Universidad Autónoma de Madrid, Universidad de
Cádiz y Universidad de Zaragoza) como científicas (Instituto de Estudios Ceutíes, Consejería de Educación y Cultura
de la Ciudad de Ceuta y Conselleria de Cultura, Educació i Patrimoni del Consell Insular d’Eivissa i Formentera) las
representadas en este trabajo, a las cuales agradecemos públicamente su generosidad y dedicación por haber partici-
pado en una actividad tan generosa –por altruista– como necesaria, para poner, como decía Newton, las cosas en su
sitio.
Todos los que han contribuido en este trabajo han conocido y conocen, han trabajado o lo siguen haciendo, con
J. Bravo Pérez. Es por ello que estas páginas son tanto ciertas como sentidas, al menos es lo que debo manifestar tras
un consenso de opiniones por parte de todos los autores. Agradecer nos queda a J. Bravo su dedicación ya quincuagenaria
a una disciplina la Arqueología, por todos querida, y a una vertiente de la misma, la subacuática, poco transitada aún
en estas aguas del Fretum Gaditanum.
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J. A. Bravo Soto
Instituto de Estudios Ceutíes
El recuerdo es muy claro, como si lo estuviera vi- beres bajo la luz de un quinqué, quemándose la frente
viendo ahora mismo, la fecha no la puedo precisar, pero por el cansancio, recuerda con cariño los coches de caba-
sería al final de la década de los 50 y yo debía tener unos llo circulando por las calles sin asfaltar, la aparición de
5 o 6 años. Aquella tarde estaba sentado en el alféizar de los primeros camiones Berliet de ruedas macizas, la in-
la ventana agarrado por los brazos de mi madre. De pron- auguración del puerto por Alfonso XIII, y sobre todo el
to aparece mi padre por la calle Machado con una caja placer que le producía asomarse a la muralla de la Mari-
gris sobre los hombros y cuando llega a nosotros la deja na para ver el mar y los barcos.
sobre el suelo, su cara sudorosa por el esfuerzo e invadi-
da por un brillo especial de satisfacción. Dentro de la caja Una cierta mejoría económica hace que mis abue-
había un equipo de buceo Nemrod con las botellas de un los con sus hijos se trasladen a la calle Obispo Barragán
color amarillo brillante y un regulador plateado de dos donde ya tienen luz eléctrica. Viviendo en este lugar el
tráqueas. A mi madre le iba a dar algo, meterse en ese país rechaza al Rey y se define por la II República.
gasto con las penurias económicas de la época, por el
contrario a mí me dejó alucinado, era una maravilla e Pronto se despierta en mi padre el interés por la
imaginé todo tipo aventuras bajo el agua con aquel arte- ebanistería. Tras una formación básica en la escuela se
facto sobre la espalda. Sin embargo, mi mentalidad de mete muy joven a aprender este oficio, pero la entrada
entonces no alcanzaba para predecir que el mar y la posi- del nuevo régimen no se lo permite hasta los 14 años,
bilidad de respirar en su interior iban a marcar la vida de tiene que volver a los estudios y lo hace de noche con D.
mi padre y de nuestra familia. Baldomero Olivencia, por la mañana reparte pan con suel-
do de 2,5 pesetas al día.
A principios del siglo XX, Juan Bravo García y
María Pérez Acedo, mis abuelos paternos, salen de Álora Cuando cumple la edad adecuada entra de apren-
y del Valle de Abdalajís, con la intención de mejorar; diz en la ebanistería de Florencio Arcos, cobrando bas-
cogen el velero de Ceuta y desembarcan en nuestra ciu- tante menos: 1 peseta a la semana. En una ocasión ve al
dad, aquí se establecen en un patio de la calle de la Mari- maestro trazar unas piezas, escondido como un alquimis-
na Española donde inician su vida familiar, fruto de esa ta, sin querer enseñar esa parte del oficio, para evitar la
unión tienen tres hijos. Juan Bravo Pérez, mi padre, nace competencia, entonces decide seguir estudiando por la
el 23 de febrero de 1920, es el segundo y único varón. Su noche, se matricula en la Escuela de Artes y Oficios don-
infancia transcurre como la de cualquier niño de la época de aprende dibujo lineal y artístico, y perfecciona sus
con pocos recursos económicos, va por primera vez a la conocimientos de matemáticas. En aquel lugar hizo unas
escuela a los seis años, sin querer y llorando porque no láminas preciosas de una máquina de tren, un ascensor y
sabe leer, el maestro le tiene que convencer para entrar, una caja de cambios, las guardaba como un tesoro, pero
pues a eso va allí: a aprender. De aquellas fechas de de- yo se las descubrí de niño y con un lápiz primero se las
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emborroné y como no me debió gustar el resultado final, cuya ruta era Cádiz- Palma de Mallorca, para abastecer a
las destrocé con mis manos, debía estar en la etapa los aviones de la Legión Cóndor. Cuando salían de puer-
destructiva de mi infancia. to navegaban sin luces, ponían proa al Estrecho de Gi-
braltar, donde izaban bandera italiana y, cambiaban el
Con el paso del tiempo mis abuelos se trasladan a nombre original por “Capacitas”. Luego seguían rumbo
la calle Simoa y más tarde a la calle Molino donde les paralelo a las costas africanas hasta la altura de las Balea-
coge la Guerra Civil Española. Aquel 18 de julio amane- res, y a ese nivel lo cambiaban 90º norte hasta llegar fue-
ció con neblina; camino de su trabajo, mi padre, se en- ra de la rada de Puerto Pi en Mallorca, a espera de la
cuentra el bando de los rebeldes pegados por todas par- orden de atraque. Ese barco era una bomba en potencia
tes, conminando a los ciudadanos a acatar la nueva situa- ante el mínimo incendio a bordo, o el ataque por aire o
ción y condiciones, y lo más preocupante, que quien no por mar del bando republicano. Mi padre hizo en él tres
las cumpliera sería pasado por las armas. En la puerta del viajes y en uno de ellos frente a Gibraltar, de noche, reci-
taller la guardia de asalto no le permite la entrada al tra- be los siguientes destellos en morse: WHAT SHIP, se-
bajo y sin otra cosa que hacer va a darse un baño al guido de FROM, los mandos del barco no saben lo que
Sarchal, inconsciente de lo que se avecinaba. preguntan desde el Peñón y él les dice las palabras en
inglés sin saber que significaban, la orden de sus supe-
Varios días más tarde los barcos republicanos bom- riores fue la de no contestar y seguir navegando, me ima-
bardean Ceuta y el pánico cunde en la población. Mi abue- gino el miedo de aquellos jóvenes marinos, en la flor de
lo, todo un estratega, coge a su familia y la esconde en el la vida, teniendo en cuenta la carga que llevaban.
Desnarigado, donde pasan una noche, al día siguiente se
trasladan a Calamocarro y allí están otros 5 o 6 días con Su segundo destino fue el Castillo Monforte, un
otras familias, viviendo a la intemperie hasta que se aca- carguero que llevaba vituallas a los puertos tomados por
ban los víveres y los falangistas les exaltan los ánimos el bando rebelde, con él estuvo en Barcelona, Vinaroz y
para volver a la ciudad, tachando de cobardes a los que Castellón de la Plana. Con posterioridad hace de nuevo
no lo hacen. el itinerario Cádiz-Mallorca llevando el mismo combus-
tible que con el Gobeo, pero esta vez en un barco más
Al inicio de la Guerra Civil mi padre tenía 16 años moderno, el Campuzano. Ya en los últimos estertores de
y empieza a barruntar en su cabeza la idea de hacerse la Guerra lo trasladaron al José Luis Díez, atracado en la
marino mercante. Para aprender y obtener el título ade- factoría de Matagorda (Cádiz).
cuado -la cartilla naval-, intenta alistarse en la Marina,
pero le exigen el permiso paterno, cosa que no hace, pre- Sus buenos conocimientos de señales hacen que sus
fiere esperar hasta el mismo día que cumple los 18 años. mandos le encarguen unas clases de morse en la escuela
Se traslada a Cádiz donde hace las prácticas en el Juan de torpedistas y electricistas, en esa línea pudo tener fu-
Sebastián Elcano durante unos meses, en ese velero saca turo en la Armada Española si hubiera escuchado los con-
el título de señalero timonel con el número cuatro de su sejos de su jefe D. Luis Charlo, pero como ya había vivi-
promoción, aprende el código internacional, el código de do muy fuerte la vida de marino durante 16 meses, con
escuadra, morse y a manejar el timón (figura 1). todas sus penurias y calamidades, decidió licenciarse,
volviendo a Ceuta para retomar su antiguo trabajo de eba-
Terminada su formación naval es destinado al nista. De esa etapa conservó buenos amigos, sé que se
Gobeo, un petrolero cargado de combustible de aviación, reunieron en la década de los ochenta en Marín.
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Además de los valores propios de la persona, los zos de goma de cámara, un círculo de vidrio transparen-
amigos también definen nuestro trayecto por la vida. Mi te, un tubo y otros utensilios de fabricación propia o adap-
padre siempre tuvo buenos amigos, pero hay una familia tados consigue construirla (figura 2).
con la que entabló una amistad, sincera y duradera, me
refiero a los Rivera. Ignacio, Manuel, José y Rafael tu-
vieron mucha importancia en su juventud. Ya se cono-
cían antes de la Guerra Civil, pero tras ella se reanudó
con más intensidad. Iban a la misma playa, la de San
Amaro, donde con esquifes propios, alquilados o roba-
dos temporalmente, hacían de las suyas por las playas
cercanas, se acercaban a los Isleros o daban la vuelta a
Ceuta. Con Ignacio, por entonces estudiante de bachiller,
se dedicaba a coger animales y disecarlos, conservándo-
los en cajas de madera. Un lagarto preparado por ellos
llegó a mantenerse en buenas condiciones más de 20 años.
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concreto en el Banco Español de Crédito, cuando apare- María de la Encarnación y por último, el benjamín de la
ce su amigo con el fusil que se acaba de comprar. Ese familia, mi hermano Jesús.
mismo día, que digo horas más tarde, se van a la playa
del Chorrillo donde consiguen arponear dos peces, uno Aunque mi madre no practicaba los deportes sub-
de ellos un sargo soldado de buen tamaño, los muy "fan- marinos, solía acompañar a mi padre por esas playas de
tasmas" lo pasean por la ciudad hasta su total desecación. Ceuta y Marruecos en busca de pesca (figura 4). Con
mucha frecuencia iban con ellos Manuel Rivera y su es-
La posibilidad de ver y pescar bajo el agua atrae a posa Loli Sánchez. Yo creo que disfrutaron mucho de la
otros jóvenes ceutíes, formándose grupos que se dedican virginidad de nuestras costas, sin las aglomeraciones ac-
a esta práctica por todo nuestro litoral, incluyendo las tuales, en la mejor etapa de sus vidas, sin importarles lo
aguas de Marruecos bajo protectorado español. La ma- que dijeran los demás por irse a veces tan lejos y solos,
yoría se reúnen en una sección de actividades subacuáticas en una sociedad que no veía con buenos ojos este tipo de
dentro de la Unión África Ceutí. Curiosamente los equi- cosas. A tenor de lo que he oído, nunca han olvidado ese
pos de pesca submarina se llamaban: AZUL, BLANCO, periodo de sus vidas.
ROJO, VERDE etc. como los bandos bizantinos, no sé si
esto reflejaba el pique y las discusiones entre ellos. El
caso es que por aquellas fechas había en Ceuta más de
diez equipos de tres miembros cada uno. Como ya he
dicho inicialmente, mi padre pescaba junto a Manuel Ri-
vera, más tarde formaron el equipo AZUL cuando se unió
a ellos Manuel Pumares, una persona estupenda de la que
tengo recuerdos imborrables (figura 3). Anualmente se
celebraban los Campeonatos Ceutíes de pesca submari-
na, y los equipos más fuertes solían ser el AZUL y el
BLANCO formado por Salvador Fossati, Manuel
Martínez y José Lara, aunque ocasionalmente cambiaba
de miembros incorporándose Rafael Rivera o Emilio
García. Sé de buena tinta que eran unos canallas entre sí,
llegaban a esconder los peces capturados bajo la arena,
para que el otro equipo creyera haber ganado la competi-
ción, no hace falta decir que al final desenterraban sus
capturas ante el cabreo, pataleo y maldiciones de los con-
trincantes.
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marroquíes cuando veían este comportamiento los tacha- Jacques-Yves Cousteau y Émile Gagnan. Antonio
ban de locos y fanáticos de la pesca. Benítez, el dueño de Radio Self quien los trajo, Manuel
Rivera y mi padre se compran los tres primeros. El pre-
En el año 1954 el presidente de la Unión África cio, 14000 pts, una fortuna para la época. En el caso de
Ceutí, Sr. Cavilla, se entera que la Unión Internacional mi padre se pagó con el abandono del tabaco, los trabajos
de Clubs y Asociaciones de Caza, Documentación y Ex- bajo el agua y con la pesca. Al poco tiempo se dictó la
ploración Submarina va a organizar, entre el 11 y 13 de prohibición de hacer pesca submarina con ellos, lo que
septiembre, el primer Campeonato Mundial de Pesca fue todo un acierto.
Submarina, en aguas de Tánger, se lo propone a su gente
y los equipos AZUL y BLANCO sin pensárselo dos ve- Nadie hizo un curso especial para aprender el mane-
ces se ponen en marcha. Acuden al evento en un camión jo del aparato, estos pioneros aprendieron sobre la mar-
del ejército donde iban sentados en la zona de la carga, cha, con la práctica y la lectura de Hombres de Otro Mun-
sobre sillas de tijera. Los bañadores del equipo AZUL do de Clemente Vidal Solá. Al poco tiempo se sumergie-
eran modelos exclusivos, pues lo había hecho Manuel ron a 68 m y empezaron a dar cursos de buceo, indudable-
con restos de chalecos en la sastrería de su padre. Tam- mente el entusiasmo y el desconocimiento les hizo ser atre-
bién las gafas de buceo eran exclusivas y hechas a mano, vidos. No obstante, consta a su favor, que el nivel de los
de artesanía; eso sí las aletas eran compradas, ya habían buceadores ceutíes siempre ha sido muy bueno y hay po-
abandonado las alpargatas. Cuando llegan a Tánger es de cos accidentes de buceo registrados en nuestra ciudad.
noche y en el camping del Club Polynesie la gente está
bailando, al venir de una España en total represión sexual Ocurrió durante un concurso de pesca submarina
lo primero que se fijan es en los mínimos bikinis de las en la Isla del Perejil, mi padre en lugar de dedicarse a los
mujeres, nada más bajar del camión, sin montar siquiera meros, llenó su portapeces de restos cerámicos cubiertos
las tiendas de campaña, se unen a la fiesta. de incrustaciones marinas. Aquello fue objeto de mofa
del resto de los participantes y de enfado por sus compa-
Al principio del campeonato las cosas no van bien, ñeros de equipo. La vuelta a Ceuta fue pregonando por
las piezas capturadas son escasas y se corre el rumor de todo el camino la venta de “botijos viejos y morunos”.
que han ido allí para quitarse el hambre, incluso el mate- Por aquellas fechas ya estaba en Ceuta Carlos Posac Mon,
rial del equipo AZUL es fotografiado por curiosos y par- profesor de griego, y arqueólogo, quien les dio el verda-
ticipantes como algo digno de un museo. Afortunadamen- dero valor a lo recuperado: eran restos de ánforas roma-
te, en los días sucesivos la pesca mejora y cogen dos meros nas (figura 5).
grandes, al final quedan en tercer lugar entre dieciseis
equipos de todo el mundo, con una dotación material in- La aparición de los equipos de buceo con aire com-
finitamente mejor. Un año más tarde participan de nue- primido y la prohibición de pescar con ellos hizo que las
vo, las tiradas se hicieron en Tánger y Melilla, esta vez actividades bajo el agua tuvieran más diversidad, ya se
quedaron en quinto lugar. En esos dos años fueron el equi- podía observar la vida submarina sin el apremio de la
po más regular. apnea. Se potencian con esto la biología, la arqueología,
la fotografía, los trabajos sobre barcos hundidos, en puer-
Esta fase predadora de animales marinos claramente tos y plataformas petrolíferas, y aparecen nuevas moda-
obedecía a dos objetivos; uno era satisfacer el compo- lidades deportivas.
nente cazador de todo ser vivo, sobre todo en la juven-
tud, y el otro sacar alguna ayuda económica tanto para la A partir de 1960, con 40 años, mi padre inicia un
casa como para poder seguir manteniendo el deporte, cuyo alejamiento progresivo de la pesca, dedicándose más a la
material era caro. Las pesqueras eran impresionantes, a arqueología, a los rescates bajo el agua y a promocionar
veces las ponían sobre el suelo de la Plaza Azcárate y era el buceo entre la juventud. Para esto último nunca tuvo
todo un espectáculo ver tal cantidad de meros juntos, a problemas, ya que pocas personas he conocido con más
veces más de 150 Kg. empatía con los jóvenes, nunca lo he visto desentonar
con ellos y siempre sus opiniones han calado para iniciar
Aquel grupo de pescadores submarinos afiliados a proyectos.
la Unión África Ceutí decide un buen día caminar por su
cuenta y fundan el C.A.S (Club de Actividades Submari- El entusiasmo inicial por las actividades
nas) cuya primera sede fue una casa alquilada en la calle subacuáticas en nuestra ciudad condujo a acontecimien-
Espino y su primer presidente Salvador Fossati. Más tar- tos muy bonitos. Tal es el caso de la travesía del foso bajo
de tuvieron una salida al mar en la playa del Puente Cris- el agua, yo era muy pequeño, pero es de las cosas que no
to, donde se construyó la sede actual. se olvidan, aquella fila india de buceadores nadando lenta-
mente por el centro del canal desde la bahía norte a la ba-
Alrededor de 1958 llegan a Ceuta los primeros equi- hía sur, con las botellas amarillas resaltando sobre el fon-
pos autónomos de buceo, basados en el “aqualung” de do. Otro acontecimiento casi totalmente olvidado fue la
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colocación de una Virgen del Carmen en la Piedra del cionar problemas bajo la superficie del mar, los más im-
Pineo, ese día fue memorable para Ceuta. portantes fueron, el Tuxhan, hundido en la Laja del Ca-
ballo al chocar con un escollo; el Alonso Baro, un barco
Nuestras aguas son de una belleza extraordinaria, de almadraba que naufragó frente al Desnarigado; y El
pero temibles con temporal, ese ha sido el motivo de al- Niño la Brecha, con la proa totalmente destrozada por la
gunos naufragios. Los equipos de buceo y quienes los colisión con otro barco al encontrarse en una de las es-
utilizan han ayudado de una forma importante a solucio- quinas del muelle España. Estos rescates fueron muy la-
nar muchos desastres de este tipo. Mi padre participó en boriosos y salvaron de la ruina a sus armadores.
varios, su profesión le dio habilidad y recursos para solu-
Llegó un momento en que mi padre consideró opor-
tuno su independencia profesional, deja el taller de Mateo
Mauricio y monta el suyo propio con dos socios, Anto-
nio Cañete y Ángel Duo, en la calle Isidoro Martínez,
cerca del Pasaje Recreo. No sé si a ese lugar debiera lla-
marse sólo taller de ebanistería, pues fue un sitio donde
se reunía la gente más dispar que uno pueda imaginar y
allí además de muebles se hacían otras actividades muy
diversas, sirvan a modo de ejemplos la reconstrucción de
un ánfora, la realización de un boomerang, de una estufa
para cultivos bacteriológicos o de un aparato de orienta-
ción submarina (figura 6); incluso en sus bancos prepa-
ramos dos esqueletos humanos para mis estudios de ana-
tomía. Ese taller fue hasta su jubilación el santuario don-
de podía realizar todo lo que se le venía a la mente. Sería
injusto si no recordara otro lugar importante para su vida:
la zapatería de Ricardo Muñoz. Hasta su desaparición hace
algunos años fue parada obligatoria y entre sus paredes
mi padre y Ricardo razonaron muchas cosas y gestaron
otras, el flujo de ideas era muy bueno, en ambos senti-
dos. En ese lugar yo he visto debates de todo tipo, era un
verdadero foro de discusión y cultura.
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cer todo resto de madera de aquellos navíos. Por lo tanto
no hay ningún ancla completa que nos permita conocer
con certeza cómo se construían. Pero es que además el
ensamblaje entre las tres piezas sobre la madera tiene su
dificultad, pues el cepo suele tener un pasador en el cen-
tro y el zuncho unos ángulos determinados para las uñas
y la caña. Por aquellas fechas se lanzaron varias teorías
sobre la construcción, algunas eran prácticamente impo-
sibles. Mi padre estuvo dándole vueltas al problema en
su taller hasta que finalmente llegó a la conclusión de
que se fundían sobre la madera (figura 8). Para demos-
trarlo hizo réplicas a escala y a tamaño normal, llegándolas
a utilizar desde un barco y comprobando su buen funcio-
Figura 7.- Una de sus últimas inmersiones, durante la recuperación
de un cepo de ancla romana.
Figura 9.- Detalle de una de sus reproducciones del ancla romana de Ceuta a escala natu-
ral, depositada en el Palacio Municipal.
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A partir de entonces se vuelca en sus horas libres plar. La década entre 1960-1970 fue de mucho trabajo
en el estudio de las anclas antiguas y su evolución, en el relacionado con este tema, de discusiones con los gran-
taller y en mi casa había cepos por todos lados, incluso des expertos mundiales para que aceptaran su hipótesis,
debajo de las camas; llega a tocar temas tan específicos pero siempre desde la demostración práctica que su mo-
como las deformaciones por el uso y la mejora que supo- delo se podía llevar a cabo y además funcionaba en lo
ne el alma de madera, los relieves de las caras externas, que era su misión: mantener un barco en superficie me-
el tema del ensamblaje del zuncho-contrapeso con las uñas diante el agarre del ancla al fondo. Yo recuerdo su co-
y caña, incluso presume la existencia de los clavos inter- rrespondencia con el Sr. Federico Foerster, un alemán
nos del zuncho antes de que se encontraran en algún ejem- afincado en Cataluña muy dedicado a la arqueología sub-
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marina, constantemente le exponía sus dudas acerca del dir sus datos, y se le ofertó la posibilidad de ir en años
modelo, y una a una mi padre se las fue aclarando, hasta sucesivos a Londres, Niza y Estocolmo, sueño no reali-
el punto que quedó totalmente convencido. También es- zado por falta de medios y la necesidad de su trabajo dia-
tuve presente cuando otro estudioso sobre anclas antiguas, rio para mantener la economía doméstica, llegó incluso a
Gerard Käpitan, vino expresamente a Ceuta a conocerlo pedir una ayuda al entonces alcalde de Ceuta, Sr. Zurrón,
y ver todos sus trabajos. que le fue denegada.
Figura 11.- Artículo periodístico de El Faro de Ceuta (4 de septiembre de 1970, p. 13), mencionando la participación de J. Bravo en el
Congreso a celebrar en La Habana (extraído del Anexo II de la Carta Arqueológica Terrestre del Término Municipal de Ceuta).
Para dar mayor difusión a su hipótesis publicó una Por esas fechas (1968) mi padre había sustituido al
serie de artículos al respecto, escribió un libro junto a Sr. Francisco Lecha en la presidencia de la Federación
Ricardo Muñoz, titulado Arqueología Submarina en Ceutí de Actividades Subacuáticas (FCAS), esta etapa la
Ceuta (figura 10) y participó en el I Simposio del Comité caminó junto a Ricardo Muñoz, que en su labor de Secre-
Científico de la CMAS celebrado en La Habana (Cuba), tario fue alma y vida de la entidad. Este nuevo cargo le
el año 1970, con el trabajo Evolución y Técnica en la llevó a repartir sus horas de vigilia con la organización y
construcción de las anclas antiguas, que despertó mu- promoción del buceo entre la juventud. Por este motivo
cho interés entre los asistentes, ya que además de la ex- organizó varios cursos sin coste alguno para estudiantes
posición teórica él llevaba toda una gama de anclas he- y jóvenes con pocos medios, sólo se requería una edad
chas a escala para mostrarlas (figura 11). Después de aquel mínima de dieciséis años y el consentimiento paterno. Se
Simposio, vino con ganas de seguir en esa línea de difun- iniciaron actividades como la biología submarina, la na-
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Figura 12.- Aparato de orientación submarina fabricado por Juan Bravo Pérez, utilizado
por el equipo ceutí en las primeras competiciones.
tación-velocidad con aletas y la orientación submarina. rumbos que el buceador iba a seguir bajo el agua con su
En estas dos últimas modalidades nuestra ciudad siem- brújula y contador de metros. Ceuta llegó a tener muy bue-
pre tuvo muy dignos representantes en las competiciones nos representantes en esta modalidad tal es el caso de José
nacionales, incluso algunos miembros formaron parte del María Garrido y J.L.Barreto.
equipo de nuestro país en las internacionales.
Sin embargo, en esta etapa de su vida, a él le tiraba
Al inicio de la orientación submarina en nuestra ciu- mucho más la arqueología submarina. Además de las
dad los aparatos que manejaban los buceadores bajo el agua anclas antiguas, su tema principal, se dedicó al estudio y
los construía mi padre en su taller, en esencia consistían reconstrucción de las ánforas halladas en nuestras costas,
en una brújula de mucha precisión montada sobre una cruz clasificó las romanas según las tablas de Dressel y las
de madera y un dispositivo para medir distancias (figura púnicas según la de Mañá, incluso hizo el primer mapa
12). Tanto uno como otro fueron mejorando con el tiempo arqueológico submarino de Ceuta por la agrupación de
y llegaron a tener mucha exactitud. La prueba consistía en los hallazgos sobre una carta, de esa forma pudo averi-
hacer un recorrido bajo el agua salteando una serie de bo- guar que existían determinados sitios que pudieran ser
yas y llegar al centro de una meta. En tierra se trazaban los considerados como fondeaderos de las naves antiguas.
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Por la tipología de las ánforas, muchas de ellas portado- pal de Arqueología cuando estaba ubicada en los Jardi-
ras de garum, llegó a sospechar que Ceuta era una zona nes de la Argentina y más recientemente en el de la sala
de fabricación de este producto tan apreciado en la civili- III del Museo Municipal, donde hay una excelente colec-
zación romana, esta suposición se vio confirmada tras ción de ánforas, anclas antiguas y material del Pecio Isleos
los hallazgos de una fábrica de salazones de esa época de Santa Catalina) (figura 14). De este hallazgo había un
durante la construcción del Hotel La Muralla (figura13). asunto pendiente y era donde ubicar el cañón de bronce
de casi 2095 Kg. encontrado en la campaña de 1970, que
Tras el hallazgo del “Pecio Isleos de Santa Catali- estaba totalmente abandonado en un almacén. Consiguió
na” en el año 1962, siempre tuvo gran interés en su estu- sacar los fondos necesarios para hacerle una cureña, se-
dio, fue el primero que se dio cuenta del expolio de los gún unos dibujos enviados por el Sr. Jean Boudriot, un
cañones de bronce, localizó su paradero en Francia, tras experto en arquitectura naval francesa del siglo XVII, y
pasar por el puerto de Tánger y organizó varias campa- que esta pieza de artillería se colocara en la sala de entra-
ñas para su recuperación, contando con unos medios muy da del Ayuntamiento para disfrute y recuerdo de todos
modestos, dado el escaso apoyo de las instituciones. Como los ceutíes.
siempre tuvo que aguzar el ingenio, disponer de los ami-
gos y contar con gente que no cobraba por el trabajo sub- En 1989 fue nombrado Director del Instituto de
marino, para sacarle el mayor partido posible a su pro- Estudios Ceutíes, tras el Sr. Antonio Bernal. En este car-
yecto. Pues a pesar de todo ésta ha sido, hasta la fecha, la go estuvo durante 8 años, fue una etapa en la que estuvo
mayor recuperación submarina de nuestra ciudad, la que rodeado muchos y buenos colaboradores y quizá ese pe-
se ha hecho con mayor rigor y lo más importante: sacó a riodo fue importante para crear el germen de lo que esta
la luz un acontecimiento histórico, ocurrido a finales del entidad es en el momento actual.
siglo XVII, totalmente olvidado.
Hace mucho tiempo cayeron en manos de Ricardo
Su interés por la historia de nuestra ciudad queda Muñoz los planos de un bergantín-goleta de 50 m de es-
fuera de toda duda, pero además siempre quiso que los lora llamado Rosendo, construido en Ceuta en 1918. Se
restos recuperados en nuestras aguas formaran parte del los enseñó a mi padre y con su tacto habitual, le animó a
patrimonio local, de ahí su lucha para que las piezas ar- realizar una maqueta. Ese fue un gran reto y motivo de
queológicas de interés no salieran de Ceuta, todos sabe- frecuentes quebraderos de cabeza. Después de algunos
mos los beneficios que se pueden sacar vendiendo un titubeos iniciales se puso mano a la obra, y poco a poco
ánfora, un cepo o incluso un cañón, y a esto no son aje- con muchas dificultades lo terminó en diciembre de 1998.
nos los buceadores locales. Pero él con su forma de ser y El esfuerzo mereció la pena y esa réplica a escala 1:50
honradez se ganó la amistad de la mayoría ellos de tal refleja hasta en los más mínimos detalles lo que fue aquel
forma que casi todo lo recuperado se ponía en su conoci- barco.
miento, ese material al menos era dibujado, fotografiado
y señalado el lugar de origen. Gracias a él o a su media- Después de su jubilación fue durante varios años
ción piezas de incalculable valor están hoy en Ceuta. Su Profesor de Ebanistería en los Cursos de Formación Pro-
labor en este sentido también abarca la organización y fesional organizados por el Ayuntamiento de Ceuta, como
conservación del material submarino de la Sala Munici- aún tenía facultades, por las tardes hizo la estructura del
Figura 14.- Material del pecio de Santa Catalina expuesto en el Museo Municipal de Ceuta.
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Figura 15-. Selección de tres artículos de El Faro de Ceuta (respectivamente del 16/II/1994, p. 7, del 4/IV/1995, p. 48 y del 12/XII/1998, p. 11),
que muestran la continuidad del trabajo de J. Bravo en pro de la arqueología subacuática ceutí en los últimos años (extraídos del Anexo II de
la Carta Arqueológica Terrestre del Término Municipal de Ceuta).
paso de la Hermandad del Descendimiento, y una conso- Para mí reúne varias cualidades muy importantes,
la preciosa de estilo isabelino, actualmente propiedad de que definen su camino por la vida, es una persona vitalista
la Esmeralda. que no se amilana ante situaciones adversas, conecta bien
con la gente sea cual fuere su edad, es amigo de sus ami-
A sus 83 años, mi padre está retirado de toda acti- gos, hábil en su profesión y con sus manos, trabajador, le
vidad pública y de investigación, sin embargo goza de gusta aprender y tiene capacidad investigadora pese a que
una salud envidiable, a pesar de haber pasado por varias su formación académica no ha sido la adecuada. Con esto
enfermedades importantes que ha superado gracias a sus quiero decir que se puede ser buena persona, hacer cosas
ganas de vivir y al apoyo de la familia (figura 15). Aún muy dignas y saberlas transmitir, sin haber pasado por la
lo veo con facultades para hacer más cosas, pero hay que universidad, y ese es el caso de mi padre.
dejar paso a los demás y disfrutar de la vida por el simple
hecho de vivir, sin otras pretensiones.
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D. Bernal Casasola
Universidad de Cádiz e Instituto de Estudios Ceutíes
La bibliografía de este autor incluye más de una veintena de trabajos, constituyendo la práctica totalidad de
ellos artículos, así como dos libros (Bravo y Muñoz 1965; Bravo y Bravo 1989). De ellos, catorce trabajos constitu-
yen el nódulo de su producción, de autoría exclusiva, siendo las dos monografías citadas y los restantes estudios
realizados en colaboración con otros autores. Se presentan a continuación dichos títulos siguiendo un orden cronológico
en la publicación de los mismos, independientemente que se trate de contribuciones únicas o en colaboración con
otros autores. Prácticamente la mitad de sus trabajos fueron publicados en los años sesenta, continuando hasta media-
dos de los años setenta con un ritmo de publicación prácticamente anual, muy notable para la época en cuestión. En
las últimas dos décadas ha continuado realizando síntesis, fechándose en este momento los trabajos coeditados con
otros investigadores.
- BRAVO PÉREZ, J. (1963): “Algo más sobre el ancla llamada romana”, CRIS, Revista del Mar, nº 57, Octubre 1963,
pp. 4-6.
- BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Los cepos romanos con alma de madera”, CRIS, Revista del Mar, nº 67, Agosto 1964,
pp. 4-6.
- BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Anclas romanas”, CRIS, Revista del Mar, nº 70, Noviembre 1964, pp. 8-10.
- BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Un cepo de ancla decorado en aguas de Ceuta”, Rivista di Studi Liguri XXX (nº 1-4),
pp. 309-311.
- BRAVO PÉREZ, J. (1965): “Más cepos de anclas romanas en Ceuta”, CRIS, Revista del Mar, nº 78, Barcelona,
Julio 1965, pp. 10-11.
- BRAVO PÉREZ, J. (1965): “Deformaciones de los cepos de anclas romanas”, CRIS, Revista del Mar, nº 83, Barcelona,
Diciembre 1965, pp. 2-4.
- BRAVO PÉREZ, J. y MUÑOZ, R. (1965): Arqueología submarina en Ceuta, Madrid.
- BRAVO PÉREZ, J. (1966): “Cepos de anclas con relieve”, CRIS, Revista del Mar, nº 86, Marzo 1966, pp. 2-4.
- BRAVO PÉREZ, J. (1966): “Más sobre anclas romanas”, CRIS, Revista del Mar, nº 95, Diciembre 1966, pp. 16-17.
- BRAVO PÉREZ, J. y MUÑOZ, R. (1966-68): “Hallazgos arqueológicos submarinos en Ceuta”, Noticiario
Arqueológico Hispánico 10/12, pp. 159-171.
- BRAVO PÉREZ, J. (1968): “Fabrica de salazones en la Ceuta romana”, CRIS, Revista de la Mar, III, Barcelona, p.
30.
- BRAVO PÉREZ, J. (1970): “Anclas romanas de Ceuta”, XI Congreso Nacional de Arqueología, pp. 821-826.
- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1972): “Vestigios del pasado de Ceuta”, Inmersión y Ciencia, 4, Barcelona,
1972, pp. 5-39 (reeditado en 1984 con el mismo título en Transfretana,4, Ceuta, pp. 49-82).
- BRAVO PÉREZ, J. (1975): “Ánforas púnicas recuperadas en Ceuta”, Inmersión y Ciencia, núm. 8-9, Barcelona,
pp.25-33.
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xxxxx
- BRAVO PÉREZ, J. (1976): “Evolución y técnica en la construcción de Anclas Antiguas”, Ancorae Antiquae I, Sala
Municipal de Arqueología, Ceuta, pp. 1-19 (editado asimismo en el nº 2 de la revista Inmersión y Ciencia).
- BRAVO PÉREZ, J. (1976): “Cepos de anclas con relieves recuperados en el Mediterráneo Occidental”, Ancorae
Antiquae II, Sala Municipal de Arqueología, Ceuta, pp. 1-24.
- BRAVO PÉREZ, J. (1988): “¿Fondearon los fenicios sus naves en las costas de Ceuta?”, Cuadernos del Archivo
Municipal, 1, Ceuta, pp. 5-9.
- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1988): “Rescatado en Ceuta un naufragio del s. XVII”, Revista de
Arqueología nº 92, pp. 50-51.
- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1989): La flota que nunca llegó a su destino (Naufragio de dos navíos
franceses en Ceuta, 1692), Granada, 1989.
- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1990): “L’Épave Isleos de santa Catalina. Naufrage d’une navire français
à Ceuta (1692) », Cahiers d’Archéologie Subaquatique IX, pp. 55-74 (=en la misma revista también está publicada
la versión del texto en castellano en las pp. 75-82).
- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1991): “L’Épave de Santa Catalina (Ceuta)”, La ceramique, l’Archéologue et le
Potier. Etudes de Ceramiques a Aubagne et en Provence du XVI au XX siécle, Arguilla, pp. 39-40.
- BRAVO PÉREZ, J. y VILLADA PAREDES, F. (1993): “Las ánforas prerromanas del Museo de Ceuta”, Transfretana,
5, Ceuta, pp. 93-112.
- BRAVO PÉREZ, J., HITA RUIZ, J.M., MARFIL RUIZ, P. y VILLADA PAREDES, F. (1995): “Nuevos datos
sobre la economía del territorio ceutí en época romana: las factorías de salazón”, Actas del II Congreso Internacional
El Estrecho de Gibraltar, T. II. (Ceuta, 1990), Madrid, pp. 439-454.
- BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1998): “El pecio Isleos de Santa Catalina: Un naufragio del s. XVII en
Ceuta”, Homenaje al Profesor Carlos Posac Mon, Tomo II, Ceuta, pp. 305-324.
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Al aceptar la amable invitación de los organizado- ánforas. Posac le animó a continuar buscando y así co-
res a participar en este Homenaje pensamos cuál podría menzó todo. Un nuevo universo, insospechado hasta aquel
ser nuestra mejor aportación en este merecido tributo a momento, se abría ante Juan y su innata curiosidad y per-
nuestro amigo Juan. Rápidamente llegamos a la conclu- severancia harían el resto. Desde entonces las recupera-
sión de que era la cercanía al personaje el aspecto que ciones de cepos, ánforas, etc... no cesaron (figura 1).
podríamos desarrollar para intentar arrojar algo de luz
sobre algunas características de la labor llevada a cabo
por el homenajeado en los últimos cuarenta años. No es-
pere pues el lector en estas páginas un estudio crítico de
la bibliografía producida en este amplio periodo, tampo-
co una fría valoración de sus principales aportaciones a
la investigación arqueológica submarina en nuestro país,
ni tan siquiera uno de esos panegíricos tan habituales en
este tipo de obras. Nuestra aportación será tratar de poner
de relieve, especialmente a aquellos que no tienen la for-
tuna de disfrutar de su amistad, algunos aspectos de su
biografía intelectual y de sus preocupaciones que confia-
mos contribuyan a valorar en su justa medida su trabajo a
lo largo de casi cuatro décadas.
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piamente dicha. En los años de su infancia y juventud las de piezas de plomo inconexas que constituían elementos
posibilidades que tenían de acudir a la escuela los hijos aislados de un rompecabezas cuya imagen completa apa-
de familias humildes eran muy remotas. A temprana edad recía muy desdibujada. Esse fue el reto, que afrontó con
gran parte de aquellas generaciones abandonaban sus en- su habitual tenacidad y sentido práctico nuestro investi-
seres escolares para adentrarse en el duro mundo del tra- gador.
bajo a fin de obtener unos ingresos que, por modestos
que fuesen, resultaban imprescindibles para la subsisten- Las propuestas de reconstrucción del ancla romana
cia familiar. Juan no fue una excepción. Tras completar aceptadas en aquel momento se revelaron a sus ojos in-
los ciclos formativos de su infancia y primera adolescen- congruentes: simplemente los objetos de plomo no po-
cia, el mundo del trabajo fue su auténtica escuela. Duran- dían ser ensamblados como se proponía. Se inició enton-
te años ha fabricado objetos de la más variada naturaleza ces una ingente labor de reconstrucción a partir de ma-
y es en ese proceso de transformación de las materias quetas a escala que desembocaron en una novedosa pro-
primas en objetos útiles en el que adquirió una experien- puesta de reconstrucción del ancla romana que hoy se ha
cia que tan decisiva iba a ser en su investigación. convertido en canónica (figura 2).
Si a esa formación práctica añadimos su extraordi- Animado por un entusiasta grupo de amigos, los
naria curiosidad, su inquietud por conocer y su indudable resultados de sus investigaciones fueron publicados ge-
ingenio tendremos los pilares sobre los que cimentó sus nerando por parte de algunos de los más reputados
investigaciones. arqueólogos del momento fuertes críticas hacia las pro-
Figura 2.- Detalle del proceso experimental de fundición del cepo de un ancla sobre el propio astil de
madera de la misma, realizado por J. Bravo.
Con estos antecedentes es lógico que sus estudios puestas de este “advenedizo” que fue considerado por
de aquellos objetos se abordasen desde una perspectiva muchos como un nuevo “erudito local” sin conciencia de
totalmente novedosa a los usos académicos habituales. sus propias limitaciones. Juan no se amilanó ante la llu-
Así, casi sin darse cuenta, nuestro amigo Juan se convir- via de críticas recibidas. Continuó recuperando nuevas
tió en uno de los pioneros de la arqueología experimental piezas, construyendo nuevas maquetas e incluso anclas a
tan en boga hoy en día. escala real que probó personalmente. ¡Casi dos mil años
después anclas romanas volvían a ser utilizadas para fon-
Centrándonos en sus investigaciones sobre el ancla dear en las calas ceutíes! Sus experiencias siguieron siendo
romana abordó su estudio de manera absolutamente “or- publicadas y, al cabo de algún tiempo, las críticas de an-
todoxa”: describió y analizó aquellos objetos para inten- taño se convirtieron en elogios y Ceuta se transformó en
tar reconstruir cómo iban dispuestos, cómo fueron cons- un lugar de peregrinación de algunos de los más insignes
truidos, qué función desempeñaba cada una de las pie- arqueólogos europeos para ver “in situ” aquellos peque-
zas... La pérdida de los materiales orgánicos (maderas, ños tesoros construidos con enorme paciencia (figura 3).
sogas, etc.) había dejado a los arqueólogos un conjunto Los trabajos de investigación continuaron y fueron pau-
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Figura 3.- Una de las anclas romanas reconstruidas por el autor, conservada en la actua-
lidad en las instalaciones de la Autoridad Portuaria.
latinamente publicados definiendo nuevos modos de cons- es su vocación por mostrar a los demás los frutos de sus
trucción a raíz de los nuevos hallazgos, analizando las investigaciones. Juan no guardó para sí sus maquetas y
deformaciones producidas por el uso, en fin, dando como dibujos.
resultado el ingente cúmulo de publicaciones sobre el
ancla romana que todos conocemos. Efectivamente, durante estos años se intensifica
también la tarea divulgadora de nuestro personaje. Con-
De este modo, el “aficionado” acabó ganándose el ferencias y charlas, en nuestro país y fuera de él, que se
respeto de los medios académicos. Años después, un in- convertían en todo un espectáculo cuando Juan aparecía
teresantísimo conjunto de reproducciones a escala mues- cargado con sus numerosas maquetas que eran manipula-
tran en el Museo de Ceuta la evolución de las anclas des- das por los asistentes, aportando al estudio arqueológico
de las primitivas piedras horadadas hasta las actuales cons- un aire fresco que rejuvenecía los anquilosados cimien-
truidas en hierro (figura 4). tos de la vieja erudición universitaria.
Junto a su sentido común, su excelente formación Se suceden también las exposiciones públicas en
artesanal y su perseverancia, otra característica que, a Ceuta concebidas como un medio para difundir los nue-
nuestro juicio, define el trabajo de nuestro homenajeado, vos descubrimientos y también para captar a nuevos co-
Figura 4.- Cuadro con maquetas a escala de la evolución tipológica de las anclas antiguas,
conservado actualmente en el Museo de Ceuta.
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laboradores interesados en participar en nuevas actuacio- salazoneras ceutíes de época romana de las que apenas
nes. conservamos más testimonios que las fotografías y dibu-
jos realizados por él con enormes dificultades. Soportan-
Es ésta otra faceta que, como ya indicamos, consi- do fuertes presiones, trabajando casi a escondidas, am-
deramos determinante en la obra de Juan Bravo: su afán bos consiguieron preservar estos importantes testimonios
por dar a conocer el resultado de sus estudios –de ahí su para nuestra historia. Son estos ejemplos de una amplia
amplia bibliografía- y su compromiso con la recupera- actuación de compromiso con la lucha por los bienes cul-
Figura 5.- Detalle de la balsa de construcción personalizada utilizada para el izado de los
cañones de época moderna del pecio Isleos de Santa Catalina.
ción y conservación del patrimonio arqueológico ceutí. turales en nuestra ciudad en la que la figura de ambos es
Acciones que lindan en muchas ocasiones con el relato esencial.
de aventuras.
Algo semejante podríamos decir de su afán por
Como ejemplo puede traerse a colación la recupe- mantener y consolidar la institución museística en nues-
ración de parte de los restos del navío francés L´Assure tra Ciudad. En aquellos duros años en que la Sala de Ar-
en los isleos de Sta. Catalina. Con el apoyo de un entu- queología Municipal fue prácticamente abandonada a su
siasta grupo de colaboradores del Club de Actividades suerte, en que la nueva sede del Museo era poco más que
Subacuáticas, Juan logró recuperar, casi sin medios pero un edificio de paredes desnudas y un atractivo proyecto,
dando muestras una vez más de su ingenio, un valioso en un momento en que el Museo quedó huérfano casi por
legado que estaba siendo expoliado y hoy es exhibido en completo de personal, Juan asumió personalmente la ta-
el Museo de Ceuta. Ideó una curiosa balsa formada por rea de empezar a organizar la sala de Arqueología Sub-
bidones vacíos, atados entre sí a una estructura de made- marina, instalando los cepos y ánforas hoy exhibidas,
ra de pino, que servía de soporte a un “tractel” que le cediendo sus maquetas y reproducciones. Era su contri-
permitiese izar los cañones del lecho marino y trasladar- bución a mantener la idea del Museo viva en esa larga
los a puerto (figura 5). Tras una amplia labor de investi- travesía del desierto. Así, este esfuerzo, no exento de ro-
gación, conjuntamente con su hijo, fue publicado un in- ces y polémicas, fue decisivo para, en un momento en
teresante y ameno volumen –La flota que no llegó a su que su continuidad peligraba, hacer posible que la idea
destino- en el que se recoge la historia de este infortuna- de contar con un Museo se mantuviese y llegase a alcan-
do navío. Así pues, ante la indiferencia de la mayoría y la zar el status que hoy posee (figura 6).
hostilidad de otros, su perseverancia había dado nueva-
mente sus frutos. La ligereza de los humanos en el enjuiciamiento de
las obras de sus semejantes parece una característica co-
Otra muestra del compromiso de Juan en la recu- mún a esta especie. Intentar juzgar la labor de Juan Bravo
peración de los testimonios de nuestro pasado y su puesta desde los parámetros actuales es, en nuestra opinión, in-
a disposición del resto de sus conciudadanos lo constitu- justo. Muchos de los hallazgos de hace treinta años care-
ye su actuación, conjuntamente con Carlos Posac, para la cen del estudio que el actual desarrollo de la disciplina
documentación de los primeros restos de las factorías arqueológica ha alcanzado hoy. Los criterios
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Figura 6.- Vista general de la Sala de Arqueología Submarina del Museo de Ceuta.
museográficos evidentemente han evolucionado. Pero lo Por eso, con la perspectiva que dan los años, única-
que nunca podrá negársele es su trabajo y su compromiso mente podemos agradecer a Juan Bravo su esfuerzo, su
personal en la conservación de nuestro legado patrimo- trabajo y su generosidad, que ha permitido que otros
nial cuando muchos otros, con mayor formación acadé- muchos hoy en día sigan la senda por él trazada.
mica y mayores recursos y posibilidades, optaron, sim-
plemente, por inhibirse.
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ESTUDIOS
MONOGRÁFICOS
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D. Bernal Casasola
Universidad de Cádiz e Instituto de Estudios Ceutíes
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nos en la España de la posguerra y las décadas subsi- las tres primeras décadas, precisamente aquellas en las
guientes, no se caracterizó especialmente, por su cuales se gestaron los principales descubrimientos y las
aperturismo. Desde el Museo Municipal a todos aquellos publicaciones científicas del autor, las informaciones son
investigadores que han utilizado las fuentes materiales esporádicas y alternadas, con una cadencia media bianual.
arqueológicas para aproximarse a la reconstrucción inte- Podemos por ello afirmar con contundencia que los ha-
gral del pasado de la ciudad de Ceuta, la recurrencia a los llazgos subacuáticos en el litoral ceutí y los trabajos cien-
trabajos y a la persona de J.Bravo ha sido una constante, tíficos derivados de ellos, realizados por J. Bravo, eran
y la prueba más contundente de ello es el uso que de estos una constante en las actividades culturales de la ciudad.
trabajos se ha hecho, como veremos en los siguientes Pocos referentes cercanos tenemos al efecto en ámbito
apartados. nacional, entre los cuales deberíamos destacar el caso de
la vecina ciudad de Cádiz, la de Cartagena (ésta última
epicentro por antonomasia de la arqueología subacuática
de la España meridional) y algunos lugares del litoral ca-
talán, especialmente Gerona, y las Baleares (Blánquez y
2. La prensa local, testimonio vitalista de Martínez Maganto 1993). Desde principios de los años
la arqueología subacuática en Ceuta ochenta, podemos comprobar que prácticamente todos los
años se publican artículos de arqueología subacuática, fiel
Antes de comenzar a valorar científicamente las reflejo, por tanto, de la continuidad del interés por parte
diversas contribuciones de este autor, consideramos la po- de los órganos de difusión de la ciudad en unos temas sin
sibilidad de realizar un estado de la cuestión sobre su fi- duda alguna, de candente actualidad.
gura, el tipo de trabajo desarrollado y los diversos frentes
en los cuales articuló sus estudios. Quienes procedemos Al hilo de la lectura de los artículos reunidos en la
de un lugar de tierra pequeño, sabemos que muchas ve- tabla anterior es posible realizar una serie de valoracio-
ces algunos factores locales permiten proyectar o cerce- nes de interés historiográfico en relación con la vida y
nar desde la raíz iniciativas o proyectos de diversa natu- obra de J. Bravo. De todos ellos, destacaremos en este
raleza. Y por ello valoramos la posibilidad de rastrear a la apartado las cuestiones relacionadas con la Difusión y
figura de J. Bravo, siguiendo a Ortega y Gasset, en su Puesta en Valor de la Arqueología Subacuática a varios
contexto geográfico, en este caso la ciudad de Ceuta. niveles.
Para realizar tal aproximación de la manera más En primer lugar, se documenta una rápida y amplia
objetiva posible, se seleccionó un único instrumento de difusión de la importancia de los hallazgos subacuáticos
trabajo, en este caso hemerográfico, El Faro de Ceuta, para el conocimiento de la historia local desde los años
pues constituía el único diario local que permitiría, de sesenta, lo cual se materializa en el interés por recuperar
manera ininterrumpida, documentar literaria y gráfica- dichos objetos, por su estudio y, a continuación por su
mente las actividades acaecidas en torno a este personaje musealización, siendo considerados pronto como elemen-
y, por tanto, en torno a la Arqueología Subacuática en tos del acervo local.
esta ciudad norteafricana. De él, se ha seleccionado una
serie cercana al medio centenar de trabajos que nos van a Permiten ilustrar dicha tendencia el hallazgo de res-
permitir, de manera cercana y dilatada en el tiempo, se- tos anfóricos de diversa naturaleza en la Playa de Benzú
guir la trayectoria de las actividades desarrolladas en tor- (figura 1). Se trata de la recuperación a finales de los años
no al tema que centra nuestra atención en estas páginas. sesenta de nueve ánforas, por lo que se aprecia en la ilus-
Se ha decidido optar por utilizar una fuente de informa- tración romanas, y entre ellas algunas olearias Dr. 20 cla-
ción más objetiva que nuestro propio raciocinio, pues ramente diagnosticables, teniendo intención los autores
casos como el presente se prestan más a la subjetividad del hallazgo de donar las mismas al grupo “Misión Res-
que otros, por lo que de tal manera nos acercaremos, si cate” (Artículo nº 5). Pocos años más tarde, en 1972, y
bien tenuemente, a vislumbrar una realidad compleja, una vez inaugurada la Sala Municipal de Arqueología se
diversificada y amplia en el tiempo. En la tabla 1 recoge- continúa planteando en medios no especializados la im-
mos una sinopsis de los artículos utilizados directamente portancia de documentar dichos hallazgos, reflejando una
como fuente informativa, a los cuales ha sido posible ac- serie de recuperaciones subacuáticas en diversos puntos
ceder gracias a la consulta del Anexo II de la Carta Ar- del litoral ceutí (figura 2).
queológica Terrestre del Término Municipal de Ceuta1 .
Concretamente, se mencionan una serie de
La primera cuestión que se desprende del material donaciones de materiales cerámicos y metálicos a la Sala
hemerográfico contenido en la tabla anterior es la pre- de Arqueología, las cuales de manera adicional se ilus-
sencia de temas relacionados con la “arqueología tran gráficamente (Artículo nº 9). En primer lugar, se
subacuática” en la vida cultural de Ceuta desde finales de menciona el hallazgo de “un ánfora casi completa, del
los años 50 (1958 exactamente) hasta la actualidad. En tipo 24 de la escala de Dressel” a “media milla al norte de
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Artículos seleccionados de “El Faro de Ceuta”
Año Fecha exacta Título Nº2
de edición
Tabla 1.- Selección de artículos periodísticos de El Faro de Ceuta sobre Arqueología Subacuática.
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Figura 1.- Artículo periodístico de El Faro de Ceuta (7 de agosto de 1969, p. 15), relatando hallazgos arqueológicos subacuáticos en la Playa
de Benzú (extraído del Anexo II de la Carta Arqueológica Terrestre del Término Municipal de Ceuta).
la bocana del puerto”, mencionando adicionalmente el tores en diferentes momentos de las últimas décadas del
nombre de la traíña, el del armador y la documentación s. XX que reflejan cómo esta disciplina había calado en-
reglamentaria del barco (Dorinda Dapena, Sra. Viuda de tre los aficionados a la Historia local, de los cuales trae-
Miras y CU-1-1421), en un intento más que tangible por mos a colación en estas páginas dos ejemplos (Artículos
“oficializar” tal donación, considerando dichos hallazgos nº 16 y 30).
como fundamentales para la Historia de Ceuta. En dicho
artículo, se hace referencia adicionalmente a la recupera- Precisamente en esta misma línea de puesta en va-
ción de una segunda ánfora en la Bahía Sur, por el barco lor de los restos arqueológicos de procedencia subacuática
de arrastre “Antoñita Navarro”, “identificable como ro- debemos mencionar la constatación de la donación al
mana, correspondiente al número 8 de la clasificación es- Museo Municipal de Melilla a mediados de los años se-
tablecida por Dressel”. El tercer hallazgo fue rescatado senta de dos ánforas –al parecer romanas- recuperadas en
por la traíña “Los Parejas”, concretamente un ánfora sin aguas jurisdiccionales ceutíes (figura 3). Esta donación
asas ni boca, recuperada con un arte de cerco a una milla por parte de las autoridades ceutíes constituye un testi-
al norte de la costa, sin mayores especificaciones. Por monio clarividente de la importancia conferida a estos
último, el armador de la embarcación “Inés y María” re- restos en unos momentos en los cuales aún eran concebi-
cuperó una serie de objetos de época moderna, concreta- dos únicamente como objetos con valor intrínseco, no
mente una bomba de achique de hierro y otro elemento teniéndose en cuenta, evidentemente, el perjuicio deriva-
metálico a una milla al NE de la bocana del puerto, fe- do de la descontextualización de estos materiales arqueo-
chados posiblemente en los siglos XVII o XVIII d.C. se- lógicos (Artículo 4)3 .
gún los autores de los hallazgos. Sirvan estos dos ejem-
plos de artículos periodísticos como ilustrativos de una Otro aspecto de gran relevancia que se transluce de
tendencia bien conocida por los ceutíes de los años se- la documentación periodística manejada es el notable in-
senta y setenta y que encuentra, en la prensa local, un fiel terés demostrado por J. Bravo en la difusión de sus traba-
reflejo. jos sobre arqueología subacuática al público no especia-
lizado. En esta línea debemos situar tanto los reportajes
También es de justicia referir cómo todos los es- filmados sobre los hallazgos como las conferencias o las
fuerzos de J. Bravo en favor de la arqueología subacuática exposiciones temporales. Entre los primeros, debemos
encontraron, años después, sus continuadores a escala traer a colación el reportaje titulado “Arqueología Sub-
local. Y por ello no faltan artículos escritos por otros au- marina en Ceuta” retransmitido cíclicamente en diversos
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Figura 2.- Artículo de El Faro de Ceuta, titulado “La Arqueología y los hombres de la Mar” (5 de agosto de 1972), que recoge diversas
donaciones de materiales arqueológicos a la Sala de Arqueología por parte de barcos pesqueros (extraído del Anexo II de la Carta Arqueoló-
gica Terrestre del Término Municipal de Ceuta).
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Figura 4.- Dos artículos de El Faro de Ceuta (9 de diciembre de 1977, p. 15 y 28 de febrero de 1978, p. 18), recogiendo las noticias relativas a
la proyección de la película “Arqueología Submarina de Ceuta” (extraídos del Anexo II de la Carta Arqueológica Terrestre del Término
Municipal de Ceuta).
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foros, caso de la Residencia de la Juventud, del Centro a cabo en diciembre de 1998 en la sede ceutí del Rotary
Cultural Municipal o diversas instituciones educativas Club International (Artículo nº 37), constituyen una prueba
(Colegio Lope de Vega, Colegio de los Padres Agusti- más que tangible de la vitalidad con la que la arqueología
nos...), de cuya emisión tenemos constancia al menos subacuática ha formado parte de la vida ceutí durante más
desde los años setenta (figura 4; Artículos nº 13 a 15). de cuatro décadas.
Estas proyecciones continuaron durante muchos años en
diversos foros culturales ceutíes, en ocasiones alternantes Un indicador adicional de esta misma tendencia es
con exposiciones monográficas, como es el caso de las la cantidad de entrevistas y artículos periodísticos de di-
actividades conjuntas realizadas en la Caja de Ahorros de versa naturaleza centrados en torno a la “arqueología sub-
Ceuta durante mediados de los ochenta (Artículos nº 20 y marina” de la ciudad publicados periódicamente desde
21). En las exposiciones se combinaban al unísono tanto los años setenta. Traemos a colación un ejemplo de 1975
materiales arqueológicos –básicamente ánforas púnicas (figura 6), uno de la trilogía publicada sucesivamente
y/o romanas y elementos de anclas romanas- como re- (Artículos nº 10 a 12) que ilustra con claridad esta ten-
producciones de los mismos o ilustraciones de la evolu- dencia, surgidos al amparo del título de su conocida mo-
ción de dichos artefactos a lo largo de la Antigüedad. Fruto nografía editada por el Instituto de Estudios Africanos
del carácter pionero de Ceuta en la vertiente subacuática del CSIC (Bravo y Muñoz 1965). La cantidad de expe-
de nuestra disciplina, la conocida exposición nacional “La riencias vividas y un sinfín de datos sobre el litoral ceutí
Figura 5.- Detalle de la Sala de la Caja de Ahorros de Ceuta que albergó en 1989 la exposición
de ámbito nacional sobre “La Arqueología Subacuática en España” (fotografía D. Bernal).
Arqueología Subacuática en España”, que constituyó un y hallazgos de diversa naturaleza los podemos encontrar
auténtico estado de la cuestión sobre el tema a escala na- en El Faro de Ceuta, en diversos momentos de los años
cional (Antona y Blánquez 1988) visitó nuestra ciudad ochenta y noventa (Artículos nº 18, 19 y 34).
en marzo de 1989 (figura 5; Artículo 25). En fechas más
recientes, este germen sobre la difusión del patrimonio Otra característica –tercera y última- de la voca-
subacuático sería continuado por otros buceadores depor- ción “difusora” de J. Bravo es la relacionada con su inte-
tivos, como ilustra la exposición de arqueología subma- rés por la existencia de un lugar en el cual la población
rina realizada en el Instituto de Formación Profesional 1 ceutí y los interesados en el particular pudiesen admirar
“Almina” en 1991 (Artículo 29). Actividades de princi- los vestigios del pasado marítimo de Septem Fratres. Es
pios de los años noventa, como es el caso de la filmación por ello que desde las primeras llamadas por parte de di-
sobre arqueología subacuática realizada por un equipo versos colectivos en pro de la creación de un Museo lo-
de la televisión checoslovaca, coordinada por J. Bravo cal, la arqueología subacuática era un elemento indispen-
(Artículos nº 31 y 32), o las conferencias sobre el tema sable de dicha propuesta museográfica, como se puede
organizadas por este investigador en diversos foros hasta comprobar en un artículo de principios de los años sesen-
fechas casi inmediatas a nosotros, como ilustra la llevada ta (figura 7; Artículo nº 3). En la Sala Municipal de Ar-
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Figura 6.- Reportaje sobre “La arqueología submarina en Ceuta” (El Faro de Ceuta, 11 de septiembre de 1975, p. 24), conte-
niendo parte de una entrevista a J Bravo (extraído del Anexo II de la Carta Arqueológica Terrestre del Término Municipal de
Ceuta).
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queología, sita en su momento en los Jardines de la Re-
pública Argentina e inaugurada el 13 de octubre de 1971,
el componente subacuático constituyó, ab origine, una
pieza consustancial de la misma4 (figura 8). Esta misma
tónica se ha mantenido en fechas posteriores, como de-
muestra el montaje de una de las Salas del actual Museo
Municipal del Rebellín, dedicada a la Arqueología
Subacuática (figura 9), tal y como se puso de manifiesto
en la inauguración oficial de esta institución (Artículos
nº 31 y 33). A finales de los años noventa, y precisamente
desde la inauguración de las I Jornadas del Mar, en la
planta baja del Palacio Autonómico se conserva el cono-
cido cañón broncíneo del pecio de los Isleos de Santa
Catalina, conjuntamente con otras piezas, iniciativa una
vez más surgida de la mano de J. Bravo (Artículo nº 36),
y que confirma cómo la arqueología submarina ha sido
siempre un elemento presente en los museos ceutíes y
cómo en ese concepto moderno del museo integrado en
la arquitectura contemporánea, también en este caso ha
conformado una perfecta simbiosis con el Palacio Muni-
cipal de la Ciudad Autónoma de Ceuta (figura 10).
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A B
Figura 8.- Detalle de la ya inexistente Sala de Arqueología de Ceuta (enero de 1988); A.- Cañón de bronce del pecio de Santa Catalina en
primer término y restantes piezas de artillería en hierro al fondo; B.- Vista interior de la Sala con los cepos en la parte central (fotografía D.
Bernal).
Museo Municipal de Ceuta el 18 de mayo de 1995, con derno de los Isleos de Santa Catalina (Artículos nº 41 y
motivo del Día Internacional de los Museos (Artículo nº 42).
35) y en fechas más recientes las III Jornadas del Mar,
organizadas en febrero del año 2000 por la Consejería de Una reivindicación planteada por Bravo a lo largo
Cultura de la Ciudad Autónoma de Ceuta, y centradas en de estas décadas, la creación de un documento en el cual
torno a su figura (Artículo nº 39). se pudiesen recoger todos los datos relacionados con los
hallazgos subacuáticos para poder así plantear su protec-
De los tres frentes científicos abanderados por J. ción y puesta en valor, tuvo eco recientemente, pues la
Bravo –las anclas, las ánforas y la arqueología de los Ciudad Autónoma encargó durante el año 2000 la redac-
pecios de época moderna– destacar, para rematar este ción de la Carta Arqueológica Subacuática de Ceuta, en
apartado, cómo en los últimos años sus esfuerzos han es- armonía con el estudio biológico del litoral, siguiendo las
tado encaminados a continuar reivindicando la necesidad recomendaciones emanadas de las ya mencionadas Jor-
de proteger un patrimonio subacuático en peligro de ex- nadas del Mar realizadas en la ciudad, con el objetivo de
polio y de olvido por parte de una sociedad preocupada proteger el patrimonio subacuático ceutí (Artículos nº 38,
por otros temas más acuciantes. Sus artículos periodísti- 40 y 43). Esta idea, a todas luces necesaria, aún no ha
cos más recientes, normalmente en compañía de su hijo sido ultimada, al menos en la fecha de redacción de estas
Juan, se sitúan en la línea de la protección del pecio mo- líneas. Cuando lo sea, uno de los anhelos de J. Bravo, y
Figura 9.- Detalle de la segunda planta del Museo de Ceuta, con la “arqueología subacuática” como
protagonista expositivo de una de las salas.
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por extensión de toda la ciudadanía ceutí, habrá llegado a 1972; Bravo 1975). Estas publicaciones fueron el foro de
buen puerto. Tarde, casi cincuenta años después del ini- debate de los buceadores deportivos dedicados a investi-
cio de los trabajos arqueológicos subacuáticos, pero con gaciones de carácter arqueológico, con personajes de la
contundencia. talla de R. Pascual o F. Foerster, que desgraciadamente
solamente fueron utilizadas por una parte del mundo aca-
démico, concretamente aquella que valoraba el esfuerzo
y trabajo de estos investigadores amateurs y que no veía
en ellos un colectivo carente de interés científico (pro-
blemática recogida en Blánquez y Martínez Maganto
1993, 18-31). Es por ello que desgraciadamente las citas
a los trabajos anteriormente citados no brillan por su abun-
dancia en la literatura subacuática a escala nacional o in-
ternacional.
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del s. XVII d.C. en los Isleos de Santa Catalina (Bravo y Catálogo de la Exposición La Arqueología Subacuática
Bravo 1989). en España (AA.VV. 1988, 133, nota 8 A) o, en fechas
más recientes, el tratamiento privilegiado que tiene la
No es éste el lugar para hacer un estudio sistemáti- Ciudad Autónoma de Ceuta entre las pioneras en esta dis-
co del impacto de los trabajos de J. Bravo en la investiga- ciplina a nivel nacional (Blánquez y Martínez Maganto
ción de la época. Simplemente vamos a citar algunos de- 1993, 26-27 y 48-49). En los escasos manuales sobre ar-
talles que pensamos sí pueden contribuir a contextualizar queología subacuática en España, se menciona a Ceuta
el calado de sus trabajos arqueológicos. Por un lado, te- entre los lugares que han contribuido al desarrollo de los
nemos constancia de la existencia de una fluida corres- estudios sobre el ancla romana, si bien de manera some-
pondencia entre el autor y algunos de los investigadores ra, a pesar de que se utiliza y cita la bibliografía de J.
más sobresalientes de la época, caso de G. Käpitan6 o el Bravo (Nieto 1984, 167 y 175-176). Los estudios de este
conocido F. Foerster para el tema específico de las anclas investigador también son recogidos en las obras
romanas, por citar dos ejemplos claramente ilustrativos monográficas centradas en reunir la bibliografía sobre la
de esta tendencia. Por otro lado, cuando D. Cerdá publi- arqueología subacuática en nuestro país (Domingo 1993,
có a principios de los años setenta el conocido mapa del 330 y 351).
mediterráneo con la tipología anfórica de cada una de las
zonas productoras (Cerdá 1971), Ceuta ya figuraba en el
mismo junto a los principales yacimientos conocidos por 3.1. J. Bravo y las anclas antiguas
entonces, recogida con el epíteto “factoría de salazones
de Ceuta según J. Bravo. Año 7 a.C. – 53 d.C.” (Cerdá La mayor parte de estudios de J. Bravo han estado
1971, nº 44), tal y como ilustramos en la figura 11. Asi- destinados a evaluar la problemática e importancia de las
mismo, en los trabajos de síntesis realizados sobre la Ar- anclas antiguas, especialmente de las de época romana.
queología Subacuática en España, Ceuta ha sido siempre Estas investigaciones se desarrollaron especialmente du-
cita obligada. Baste citar en este sentido las referencias al rante los años sesenta y setenta, destacando sobre todo
Figura 11.- Reproducción parcial del mapa del mediterráneo editado a principios de los años setenta, con referencia a la factoría de salazones
de Ceuta (Cerdà 1971, nº 44).
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sus trabajos personales (Bravo 1963; 1964 a, b y c; 1965; modelizaciones para detectar la viabilidad de las propues-
1966, 1970 y 1976), si bien realizó algunos estudios de tas teoréticas. Desde el principio de sus trabajos la ar-
conjunto con otros autores no limitados exclusivamente queología experimental está presente, sin que podamos
a la evolución de las anclas antiguas (Bravo y Muñoz dejar de atribuir la aplicación de esta “novedosa” faceta
1965 y 1966-68; Bravo y Bravo 1972). Debemos desta- de la arqueología por entonces a una consecuencia lógica
car que esta temática fue, sin lugar a dudas, la que real- de sus investigaciones. Buena prueba de ello son las re-
mente centró la atención de este investigador por la ar- producciones del ancla romana con todos sus elementos
queología subacuática, a la cual él ha dedicado la mayor en madera, algunas de las cuales pasaron pronto a ser di-
parte de trabajos arqueológicos realizados con el paso de fundidas entre las autoridades locales. De dicha cuestión
los años. da fe la publicación de un artículo en El Faro de Ceuta
(Sábado, 31 de agosto de 1963; Artículo 2), cuyo título
Desde un principio, se aúnan en sus trabajos dos “Entrega de una reproducción de anclas romanas” es bas-
variables, como tendremos ocasión de comprobar deta- tante expresivo, y que refleja la donación por parte de
lladamente a continuación: sus esfuerzos por la recupe- diversos miembros del Club de Actividades Submarinas
ración e interpretación de elementos de cultura material (C.A.S.) de dicha réplica al Ilmo. Sr. D. Alberto Ibáñez
y la aplicación de procedimientos prácticos o Trujillo en las dependencias de la Jefatura Provincial del
Movimiento (figura 12).
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cha pulcritud es el modelo de ancla ya rematado al cual tor publica diversas fotografías con las fases del proceso
“...no se le han puesto uñas por no tener datos sobre ellas” de fundición de un cepo con alma de madera, y un cepo
(Bravo 1963, 6), limitándose su reconstrucción a los da- de estas características procedentes de aguas ceutíes. En
tos constatables arqueológicamente, en la línea de la ar- la figura 13 reproducimos este proceso, cuya comproba-
queología experimental más moderna. ción experimental deja pocas dudas al respecto de su via-
bilidad.
Un segundo trabajo también publicado en la revis-
ta CRIS se dedica monográficamente al estudio de los En un segundo artículo dado a conocer también en
cepos con alma de madera (Bravo 1964 a). Para este in- el año 64, Bravo incide en el deficiente aparato gráfico
vestigador la colocación de un alma de madera parte de proporcionado por los investigadores a la hora de proce-
una cuestión exclusivamente funcional: el material utili- der a explicar cómo se articulaban las diferentes partes
zado –plomo- provocaba notables deformaciones en las de un ancla romana, por lo que incluye una serie de ilus-
anclas (Bravo 1964 a, 5). Tras un estudio detallado de traciones para explicar dicho proceso (Bravo 1964 b, 8-
numerosos de estos cepos, fue posible realizar una serie 9), concretamente 5 dibujos y 7 fotografías, los primeros
de observaciones prácticas atribuidas asimismo a cues- de los cuales reproducimos a continuación (figura 14).
tiones funcionales. Se documenta en la parte longitudinal Básicamente, se ilustran las tres partes esenciales de toda
de algunos ejemplares el alma de madera no cubierta de ancla -arganeo, cepo y zuncho- (figura 14, nº 1), un siste-
plomo, cuya motivación no es otra que permitir la dilata- ma de ensamblaje de las maderas con cuñas o con ajustes
ción de dicha pieza al arrojar el ancla al agua con la con- (figura 14, nº 2 y 3), siendo el primero de ellos inviable
secuente hidratación de su parte lignea, por lo que se au- porque se parten las maderas. Se reproduce asimismo el
menta de tal manera la cohesión madera-plomo (Bravo sistema de ensamblaje de los brazos con hierros metáli-
1964 a, 5). Dichas zonas visibles no siempre se sitúan en cos –como en Nemi-, así como la angulación óptima que
la misma parte del cepo, localizándose bien en los latera- ha de tener el ancla para optimizar su gradiente de fon-
les, bien la zona alta y baja. Por su parte, la presencia de deo (figura 14, nº 5). Las pruebas realizadas bajo agua
los extremos del cepo recubiertos de plomo deriva de la con estas reconstrucciones de anclas probaron la efecti-
necesidad de reforzar el conjunto. En este artículo el au- vidad de las apreciaciones contenidas en estas páginas.
50
xxxxx
produce una lámina con los diferentes tipos de cepos re-
2 cuperados en aguas ceutíes, que se ajustan a cuatro mo-
delos: macizos, con resaltes en las escotaduras, con pasa-
dor de plomo y con alma de madera y taladros en las ex-
tremidades (figura 15).
51
xxxxx
A B che de la misma por el cepo en fondos rocosos, aguantan-
do este último elemento toda la tracción del barco. El tipo
de arqueamiento más frecuente es simétrico en ambos
bravos hacia abajo, provocado el mismo por el choque
con piedras, tal y como el autor ilustra gráficamente (fi-
gura 16 c). Destacar, por último la fabricación de los mis-
mos con un alzado casi rectangular, para evitar deforma-
ciones, al tiempo que la existencia de los taladros en los
extremos de sus brazos deriva de una intencional clara,
que no es otra que arriostrar el cepo a la caña del ancla,
evitando potenciales deformidades (figura 16 a y b).
Figura 17.- Mapa de la ciudad de Ceuta con las localizaciones de hallazgos de elementos de
ancla y de ánforas (Bravo y Muñoz 1965, 17, fig. 1).
52
xxxxx
Tratan en este mismo trabajo el hallazgo más im-
portante derivado de sus estudios sobre anclas antiguas,
destacando la aparición conjunta de las tres partes del
ancla –arganeo cepo y zuncho- que permitió la recons-
trucción del ancla de Ceuta (figura 18). Insistir una vez
más en la escrupulosidad del trabajo realizado, pues para
las proporciones se utilizaron las del ancla del lago Nemi
(figura 19). En el libro citado los autores resumen las prin-
cipales conclusiones de los trabajos anteriores, por lo que
no insistiremos sobre dicha cuestión. Como novedad,
mencionar la publicación de algunas piedras perforadas
que interpretan tanto como elemento de fondeo (en el caso
de las grandes) como contrapesos para el velamen (Bra-
vo y Muñoz 1965, 41, fig. 38 y 43, fig. 41 respectiva-
mente), y que reproducimos en las figura 20. Destacar de
esta monografía, por último, la publicación de numero-
sos restos anfóricos de época romana, que trataremos en
el siguiente apartado de este capítulo.
Figura 19.- Detalle de la famosa ancla del lago Nemi (Ucelli 1950, 113, nº 1).
53
xxxxx
A B
mólogo de los mismos (Bravo 1966 a, 4), iconografía que Santa Catalina, interpretado por este investigador como
luego documentaría en otros ejemplares también ceutíes un “apostadero de vigilancia” que permitía zarpar en caso
(figura 21). Por último, destacar el hallazgo de ambas pie- de emergencia, no tan protegido por la Bahía (Bravo 1966
zas y de otras tres más anicónicas en un lugar situado a, 4), que reproducimos en la figura 22. Posiblemente se
fuera de la protección que dan Punta Blanca y la Punta de correspondía con un lugar de fondeo para grandes naves
B C
Figura 22.- Zona de localización de cepos en la Bahía Norte de Ceuta (A), tanto dos
ejemplares decorados (B) como tres piezas anicónicas (C) (Bravo 1966 a, 2, figs. 5 y 6).
54
xxxxx
Figura 23.- Cepos (nº I-X y XII), arganeo (nº XI), zuncho (nº XIII) y barra-contrapeso (nº XIV) procedentes de aguas ceutíes, según J. Bravo
(1970, láms. I-III).
55
xxxxx
Figura 25.- Estadios evolutivos de las anclas de madera, desde el cepo pétreo (A), pasando por los primeros elementos de plomo unidos
con cabos (B y C), a cepos de madera con alma plúmbea (D a G), según J. Bravo (1976 a, figs. 4 a 11).
56
xxxxx
mosaico de la villa malacitana de Río Verde, en Marbella
(Posac 1979), desgraciadamente el último numero de esta
colección que tanto prometía temáticamente. En el pri-
mero de ellos este insigne investigador aborda la proble-
mática de la evolución de las anclas de piedra a partir de
los hallazgos ceutíes, plasmada en tres pasos hasta que
los ejemplares adquieren forma piramidal, tal y como ilus-
tramos en la figura 24 (Bravo 1976 a, 5, figs. 1-3), pro-
H puesta que este mismo autor tomó de trabajos suyos más
recientes (Bravo y Bravo 1972). Resulta muy significati-
vo destacar que al evaluar la evolución de las anclas pé-
treas, Bravo alude explícitamente a su compleja clasifi-
cación cronológica, al haber sido usados estos artefactos
en diferentes momentos de la Historia, incluso en época
contemporánea, basándose para sus deducciones en un
perfeccionamiento derivado del gradiente evolutivo –y
con ello de mejora de operatividad- de estas piezas (Bra-
vo y Bravo 1972, 51).
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xxxxx
un motivo central ilegible; el séptimo es el último que conocer, que las aguas de Ceuta constituían a mediados
presenta astrágalos, en número de cuatro; los restantes de los años setenta el lugar de todo el litoral hispano en el
presentan dos grupos de dos delfines respectivamente y cual se habían recuperado más cepos decorados, conjun-
el último un motivo rectangular ilegible. El autor presen- to que se ha incrementado con hallazgos más recientes,
ta diversos ejemplos peninsulares, especialmente de la como es el caso del cepo con la decoración de cabezas de
zona catalana, con motivos iconográficos similares (Bra- gorgona, ejemplar inédito del cual se conserva una répli-
vo 1976 b). Queda claro, a tenor de la información dada a ca en el Museo de Ceuta (figura 28). Se trata de un cepo
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B C
Figura 28.- Réplica de un cepo con decoración de cabezas de gorgona, conservado en el Museo de Ceuta. A.- Detalle de una de las caras
decoradas del cepo; B.- Uno de los relieves de gran tamaño, con indicación de la cabeza de gorgona en disposición frontal; C.- Detalle del
relieve figurado de menores dimensiones.
en cuyos laterales aparecen sendas representaciones cir- Arqueología de Ceuta en la cual figura un apartado espe-
culares con cabezas en disposición frontal de cuyo cabe- cífico sobre Arqueología Submarina, y dentro de él se
llo nacen algunas serpientes, elementos especialmente vi- dedica atención monográfica a las anclas, en el cual se
sibles en los relieves de mayor tamaño (figura 28 b), sien- reproducen algunos de los dibujos publicados en su mo-
do la representación figurada del pequeño (figura 28 c) mento por Bravo (Fernández Sotelo 1980, 141-147 y lá-
poco nítida10 . mina LXX). También otros autores posteriores retomaron
esta cuestión, pero sin aportar novedades significativas
A finales de los años ochenta, vuelve a evaluar este más allá del inventario de todos los cepos y elementos de
autor la problemática de las anclas de piedra con motivo ancla existentes en la Sala Municipal de Arqueología
de la valoración de la hipótesis de una posible presencia (Fernández García 1983, 85-94; 1985). En fechas poste-
fenicia en las costas ceutíes, considerando que hasta tal riores ningún investigador se ha dedicado a esta cuestión
momento únicamente dichas anclas constituían un argu- en ámbito local, por lo que desgraciadamente este carác-
mento probable al respecto (Bravo 1988). Presenta este ter pionero de los estudios de las anclas romanas en Ceuta
autor una figura con los tipos de anclas hallados en las no ha tenido la continuidad que de justicia le correspon-
costas ceutíes (figura 29), citando la existencia de un pa- día.
ralelo egipcio, concretamente un bajorrelieve de la tum-
ba de Sahure, de la Vª Dinastía –3000 a.C. aprox.- que
dotaba de contundencia a la existencia de este tipo de
elementos de fondeo desde la Prehistoria Reciente y por 3.2. Las ánforas y el tráfico marítimo en la
tanto, de “probabilidad” a su hipótesis de trabajo (Bravo Antigüedad
1988, 6, fig. 1).
El origen de la Arqueología submarina en Ceuta
En fechas posteriores contamos con algunos traba- aparece ligado a las recuperaciones de “cuellos de ánforas”
jos en los cuales se han reproducido los materiales dados por parte de diversos participantes en un concurso de pesca
a conocer por J. Bravo en sus investigaciones. Por un lado, submarina desarrollado en aguas de la Bahía de Benzú
nos referimos a la Guía-catálogo de la Sala Municipal de (Bravo y Bravo 1972, 49), como nos hemos encargado
59
xxxxx
Figura 29.- Anclas de piedra documentadas en el litoral ceutí según J. Bravo (1988, fig. 1).
de recordar en la cita introductoria de este trabajo. Y si Los dos temas de investigación a los cuales se de-
bien dichas recuperaciones servirían para ilustrar la dicó J. Bravo fruto de las recuperaciones de ánforas fue-
historiografía del inicio de esta disciplina en aguas ceutíes, ron tanto a la clasificación de las ánforas púnicas como al
también pueden ser utilizadas para rememorar los oríge- estudio de los envases de época romana, por lo que a con-
nes de la anforología ceutí, y de hecho así lo hacemos tinuación vamos a tratar dicha cuestión guiados por un
aquí y ahora, puesto que las mismas están directamente parámetro cronológico, si bien éste no se corresponde con
relacionadas con el elemento arqueológico más abundante las publicaciones de materiales por parte de este investi-
en ambiente marino, las ánforas de transporte. Traemos a gador, pues en primer lugar dio a conocer materiales de
colación un artículo periodístico, que además es el pri- época romana (Bravo y Muñoz 1965, 6-7), dedicándose
mero en el cual se alude a las recuperaciones submarinas en un segundo momento a las ánforas púnicas
realizadas por el Club Náutico C.A.S en Ceuta, publica- monográficamente (Bravo 1975; Bravo y Bravo 1972, 53).
do a finales de los años cincuenta (figura 30). En él se
mencionan los hallazgos, los cuales fueron objeto de un En relación con las ánforas púnicas, queremos
intenso informe por parte del por entonces Catedrático comenzar destacando la pronta filiación de este tipo de
de Griego del Instituto de Enseñanza Media, Sr. D. Car- envases destinados al tráfico comercial, gracias a la com-
los Posac Mon, cuya atribución a época romana estaba paración de los mismos con la conocida tabla de Mañá,
fuera de toda duda, otorgándoles una cronología de los como él mismo reconoce en varios de sus artículos (Bra-
ss. I y II d.C.11 vo y Muñoz 1966-68, lám. 12, nº 42). No obstante, fue C.
Posac el primer investigador que aludía a la existencia de
A partir de ese momento, y parafraseando a uno de ánforas de estas características en diversos trabajos pu-
los autores de las recuperaciones, “...muchos de los com- blicados algunos años antes (Posac 1958, 124 y 1962),
ponentes de aquellos equipos de pesca submarina se de- fruto del contacto mutuo entre ambos colegas. Estos ha-
dicaron a la recuperación arqueológica y debido a ella se llazgos, que se fechaban como mucho en el s. IV a.C. por
vienen organizando, desde aquel entonces, excursiones entonces, permitieron a este investigador plantearse la
dedicadas a este fin. Prueba del fruto obtenido es la co- posible presencia fenicia en el litoral ceutí, consciente de
lección que existe en el C.N. C.A.S....” (Bravo y Bravo la inexistencia “...hasta ahora....(de) restos arqueológicos
1972, 49). que afirmen el paso de las naves fenicias por nuestras
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xxxxx
Figura 30.- Primer artículo periodístico sobre arqueología submarina en Ceuta, publicado en El Faro de Ceuta (5 de enero de 1958,
portada y p. 6), que documenta las pioneras recuperaciones arqueológicas por miembros del C.A.S. (extraído del Anexo II de la
Carta Arqueológica Terrestre del Término Municipal de Ceuta).
costas” y relacionando, a nivel de hipótesis, su presencia ciudad en las rutas comerciales transmediterráneas y en
con las ya mencionadas anclas pétreas (Bravo 1972, 53). la existencia de las mencionadas anclas de piedra (Bravo
Esta idea la desarrollaría mas adelante en otro trabajo 1988, 5-6).
monográfico, argumentando su hipótesis sobre la posible
presencia fenicia en Ceuta en el lugar estratégico de esta
61
xxxxx
Figura 31.- Mapa de distribución de los yacimientos púnicos de las costas de Ceuta (Bravo y Bravo 1972, 52, fig. 3).
Otra cuestión a destacar dentro del panorama apor- lle de pescadores y el poblado de Benzú, incluyendo dos
tado por sus estudios sobre ánforas púnicas fue la cons- mapas genéricos a gran escala en los cuales se detallan
tante preocupación por detallar los lugares de hallazgo dichos hallazgos (Bravo 1975, fig. 1 y 2). Presenta un
de ánforas, marcándolos en las cartas de navegación, por conjunto de diecisiete piezas que asocia a la forma Mañá
lo que de sus trabajos se derivaron los primeros mapas de A, de las cuales menciona su similitud con las aparecidas
distribución de materiales por épocas, entre los cuales en los talleres de Kouass, así como cinco envases del tipo
contamos con uno específico sobre yacimientos púnicos Mañá C, utilizando la terminología de la época, los cua-
en las costas de Ceuta (figura 31), que luego volvería a les reproducimos en la figura 32 (Bravo 1975, 27-33, figs.
publicar más detallado a finales de los años ochenta (Bravo 4-13). Casi una veintena de años después volvió a reto-
1988, fig. 2; reproducido en figura 45). En ellos, destaca mar este autor este tema, en compañía de F. Villada, tra-
una presencia casi exclusiva de ánforas púnicas comple- bajo en el cual realizan inicialmente un balance
tas en la Bahía de Benzú, así como restos fragmentarios historiográfico sobre este tipo de hallazgos en Ceuta,
frente al Castillo de Santa Catalina (Bravo 1988, fig. 2). retrotrayendo los primeros hallazgos a C. Posac (1958,
1962), las primeras publicaciones con material gráfico a
Pronto se vería abocado este investigador a reali- mediados de los sesenta (Bravo y Muñoz 1965), amplia-
zar estudios monográficos sobre ánforas púnicas, habien- dos años más tarde (Bravo y Bravo 1972) hasta el primer
do publicado un ejemplar completo en sus primeros estu- estudio monográfico en 1975, ya citado (Bravo y Villada
dios (Bravo y Muñoz 1966-68, lám 12, nº 42). En los 1993, 93-94). Estos autores reflejan la difusión de los
primeros trabajos cita la existencia de materiales anfóricos hallazgos ceutíes en los trabajos de J. Ramón, A. Muñoz,
de filiación púnica, clasificando algunas piezas dentro del E.A. Fernández Sotelo o M.I. Fernández García, a cuyas
grupo de las Mañá C, y otras, por el contrario, restan in- páginas remitimos para las consultas específicas (Bravo
determinadas (Bravo y Bravo 1972, 53-55, fig. 5 y 4 res- y Villada 1993, 94)12 . Destacar, de este último trabajo de
pectivamente). Dedicaría J. Bravo a mediados de los años J. Bravo sobre las ánforas púnicas, una clasificación mu-
setenta un estudio monográfico sobre ánforas púnicas cho más precisa y exhaustiva del material púnico ceutí,
(Bravo 1975), que se sumaba a los pioneros de J.M. Mañá, comprobando su filiación mayoritaria dentro del grupo
a los de R. Pascual y a los por entonces realizados por M. de las producciones fenicias occidentales del área
Ponsich en los conocidos talleres de Kouass (Ponsich gaditana, seguidas por las imitaciones tardías de tipos
1967). En él menciona el autor los hallazgos en 1973 en centromediterráneos producidas en talleres del Extremo
diversos lugares de la costa, especialmente entre el mue- Occidente, aparte de la referencia a un PE-17, de produc-
62
xxxxx
Figura 32.- Totalidad de las ánforas púnicas de la forma Mañá A y C según J. Bravo publicadas a mediados de los años setenta (1975,
figs. 5, 7, 9, 10, 11 12 y 13).
63
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ción púnico ebusitana, identificada por J. Ramón en sus cientes confirman dichas propuestas, incluso ilustrando
trabajos sobre Ibiza (Bravo y Villada 1993, 94-95). Este el tipo de ánforas recuperadas con ilustraciones reduci-
“estado de la cuestión” ilustra, a nuestro parecer, que Ceuta das de cada una de las piezas (Bravo 1988, fig. 2), y que
sí había entrado de lleno en los canales de difusión inter- reproducimos en la última figura de este trabajo. En este
nacional de estos trabajos. Precisamente por este motivo, sentido, las últimas síntesis realizadas sobre estos mate-
los hallazgos de ánforas ceutíes fueron utilizados por J. riales confirman dichas atribuciones, pues “...las ánforas
Ramón en sus conocidos estudios (Ramón 1991), a cu- estudiadas proceden en su totalidad de un limitado espa-
yas páginas remitimos para la ampliación de estos datos. cio situado en la ensenada de Benzú, muy cerca de la
Además, habiendo pasado ya casi una década de la publi- actual frontera con Marruecos. Solo tenemos noticias de
cación de su conocido trabajo de síntesis sobre las pro- otros dos ejemplares fragmentarios localizados uno en la
ducciones fenicio-púnicas del Mediterráneo central y oc- bahía norte y otro en el sur. La hipótesis de que todas las
cidental (Ramón 1995), se consideró muy útil que fuese ánforas de Benzú puedan corresponder a un único pecio
este investigador quien revisase, a principios del s. XXI, resulta inviable por su diversidad cronológica” (Bravo y
la problemática en cuestión, por lo que remitimos a las Villada 1993, 96). En un anterior trabajo ya citado (Bernal
páginas de su contribución en este homenaje para las con- 2000, 1144), comentamos con contundencia cómo este
sultas oportunas. lugar debió ser claramente un fondeadero, si atendemos a
la frecuencia de tipos que cronológicamente no pudieron
Por nuestra parte, y en relación con este tema, ya coexistir (por poner un ejemplo claro en el ambiente pú-
dedicamos un trabajo hace algunos años a plantear la to- nico las T-12.1.1.1. y las T.7.4.3.3.), propuesta además
tal inexistencia de restos de filiación fenicio-púnica en confirmada por la continuidad de hallazgos de época ro-
territorio ceutí, valorando los testimonios subacuáticos mana y cepos de anclas. No obstante, un hecho es indis-
comentados en este apartado como los únicos referentes cutible: buena parte de los ejemplares están completos y,
de época prerromana disponibles en la actualidad (Bernal algunos de ellos, remiten a unos tipos que se repiten.
2000). Solamente queremos insistir en una cuestión que Cuando el propio Parker realizó en estudio de los pecios
a nuestro parecer es fundamental para la correcta valora- en el mediterráneo, al referirse a esta zona del Estrecho
ción de los restos aquí tenidos en consideración, y es la de Gibraltar cita la existencia de un naufragio en la Isla
propuesta relacionada con un pecio en la Bahía de la Ba- del Perejil y otro en Punta Leona (Parker 1992, 307-307
llenera (Bernal 2000, 1140-1144). Desde las primeras y 315), correspondiéndose posiblemente el segundo con
publicaciones de mapas de distribución de hallazgos por el que citamos aquí y ahora.
parte de J. Bravo (1972; reproducido en figura 31), que-
daba clara la aparición de la práctica totalidad de mate- Queremos aportar en este trabajo un documento
riales anfóricos de época púnica en la Bahía de Benzú. gráfico que confirma la existencia de dicho pecio, corro-
Los mapas más detallados publicados en fechas más re- borando datos orales detallados de la mano de diversos
Figura 33.- Detalle de la recuperación de ánforas púnicas en la Bahía de Benzú en los años
sesenta (ilustración de J. Bravo), documentándose tanto la subida de una pieza completa como la
localización de una pieza aún in situ sobre el fondo marino.
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buceadores, entre ellos el propio J. Bravo (Bernal 2000, vadas en el Museo Municipal y las conocidas indirecta-
1144, nota 18). Se trata de una fotografía, cedida por J. mente en colecciones particulares, que ascienden a bas-
Bravo y que refleja la época de los hallazgos en los años tantes ejemplares.
sesenta (figura 33). En ella se advierte con total claridad
un buceador que sube una de las ánforas recuperadas, de Desde nuestro punto de vista sería interesante rea-
tipología claramente púnica y correspondiente posible- lizar un trabajo de actualización de esta cuestión, proce-
mente con una de las piezas publicadas por este autor del diendo tanto a redibujar todas las ánforas púnicas como a
tipo Ramón T-12.1.1.1, documentándose en el fondo avanzar en la atribución macroscópica de los envases en
otro envase púnico de similares características pero con función de las pastas, lo cual permitiría, entre otras co-
el cuello más estilizado que está aún clavado en la arena, sas, confirmar la procedencia de este cargamento de
y del cual se aprecia su tercio superior (figura 33). Posi- salazones de pescado naufragado en aguas de Benzú, con
blemente en el lecho marino, que a pesar de la escasa toda probabilidad gaditano. Asimismo, se podría com-
nitidez de la imagen se aprecia muy irregular con pletar el mismo con los hallazgos de la última década aún
abultamientos, existiesen otros ejemplares de similares inéditos, conservados tanto en el C.N. C.A.S como en el
características. Este testimonio gráfico –que ya forma Museo Municipal. Podría ultimarse este trabajo con una
parte del patrimonio documental arqueológico de la Ciu- prospección oral para tratar de documentar algunas de
dad de Ceuta-, confirma la existencia de al menos un pecio las ánforas conservadas en colecciones privadas de la ciu-
en la zona de la Bahía de Benzú cargado con ánforas dad, e incluso realizar una búsqueda de material gráfico
púnicas, por cuya tipología debemos fechar entre el s. IV entre los buceadores deportivos para la obtención de más
y el III a. C.13 . Desgraciadamente este pecio debe encon- datos al respecto.
trarse en un estado de expolio muy considerable, si tene-
mos en cuenta la cantidad de ánforas completas conser- La segunda cuestión que mencionábamos era la de
aquellos estudios de Bravo en relación con los hallazgos
de ánforas de época romana. El propio J. Bravo comen-
ta cómo se produjeron estas primeras recuperaciones, pues
“...durante el afanoso buscar, se descubrieron fragmentos
de ánforas en número no pequeño. Animados por este
2 éxito inicial se emprendieron excursiones dedicadas a la
búsqueda de pecios...” (Bravo y Muñoz 1965, 6-7). Estos
autores publicaron numerosos fragmentos anfóricos a
mediados de los años sesenta, las cuales constituyen bue-
3 na muestra del registro anfórico subacuático existente en
el litoral ceutí, y por tanto de las épocas de mayor fre-
cuentación de las costas de Ceuta durante la Antigüedad.
Destacar de sus primeros trabajos la atribución precisa
de algunas formas, caso de las Dr. 1 (Bravo y Muñoz
5 1965, 7, fig. 3), al tiempo que daban a conocer otros ejem-
plares de atribución más compleja por entonces y que hoy,
4
casi cuarenta años después, es posible clasificar con pre-
1
cisión. En las ilustraciones adjuntas recogemos un mues-
trario de los dibujos presentados por este autor. Por un
lado la documentación de cuatro ánforas vinarias itálicas
del tipo Dr. 1, una pieza parcialmente reconstruida de la
forma Haltern 70, así como dos envases fragmentarios de
fondo plano vinculados al complejo mundo de las ánforas
gálicas del tipo G. 4 (Laubenheimer 1985), todos ellos
ilustrados siguiendo la norma aún vigente, a excepción
de la sección de las asas (figura 34). Junto a ellas, publicó
7 este autor una amplia variedad de ánforas salsarias
altoimperiales de tipología bética, destacando ante todo
6 las Dr. 7/11 y las Beltrán II A, como se puede apreciar en
la figura 35. Son más los ejemplares recuperados en estas
fechas, algunos de ellos incluidos en fotografías, concre-
Figura 34.- Ánforas del tipo Dr. 1 (nº 1-4), Haltern 70 (nº 5) y vina-
tamente un cuello de una Ramón T-7 y algunas Dr 7/11 y
rias de época medio imperial afines a la Gauloise 4 (nº 6-7) dadas a Haltern 70 en estado fragmentario (Bravo y Muñoz 1965,
conocer a mediados de los años sesenta (Bravo y Muñoz 1965, 18-19, fig. 31, 32 y 34). Pocos años más tarde se publicaron
figs. 2 a 4). nuevos ejemplares volviendo además a reproducir algu-
65
xxxxx
apreciar en su trayectoria científica, reparto de compe-
tencias que es habitual en lugares pequeños como era el
caso de la Perla del Mediterráneo. Por ello, y por la apa-
rición de otros investigadores en escena que también de-
dicaron parte de sus esfuerzos al mundo de la romanidad,
como es el caso de E.A. Fernández Sotelo, pensamos que
J. Bravo no continuó en la senda del estudio de las ánforas
romanas como lo había hecho con los envases de filia-
ción púnica. No obstante, la semilla estaba plantada, y
germinó de la mano de otros investigadores. Baste citar
1 los ya mencionados trabajos de M.I. Fernández García
2 (1983 y 1985), y muy especialmente su contribución al
ya clásico congreso de Badalona sobre El ví a l’antiguitat
(Fernández García 1987), desgraciadamente con una cla-
sificación no apoyada en aparato gráfico y, por ello, poco
fiable. La continuidad de recuperaciones de ánforas y la
creciente importancia cuantitativa y cualitativa del
anforario de la Sala Municipal de Arqueología, posterior
Museo Municipal, propició nuevos estudios, como ilus-
tran los dedicados a mediados de los años noventa a las
ánforas altoimperiales de salazón (Martínez Maganto y
García Giménez 1997) o el centrado en las producciones
de época tardorromana (Bernal 1997a). Ambos son deu-
3 4 5 dores, como explican los autores mencionados en estas
páginas, tanto del aparato gráfico como de los consejos y
ayudas proporcionadas por J. Bravo. Por poner otro ejem-
plo, en la Tesis Doctoral del firmante de este capítulo, el
Figura 35.- Ánforas salsarias de producción bética y de cronología
altoimperial, tanto del tipo Dr. 7/11 (nº 1-2) como Beltrán II A (nº 3- apartado dedicado a Septem Fratres contó con multitud
4); la última publicada con posterioridad (en Bravo y Bravo 1972, 65, de información inédita proporcionada altruistamente por
fig. 16), así como una probable Haltern 70 vinaria (nº 5), publicadas J. Bravo (Bernal 1997b, 149-160). Estudios de los últi-
por J. Bravo y R. Muñoz (1965, 21, 37 y 41, figs. 6-7, 29-31 y 37).
mos años sobre la problemática de las producciones
anfóricas en el “Círculo del Estrecho” son deudores de
sus trabajos. Por poner un ejemplo tangible, hace pocos
nos de los anteriormente mencionados, caso de las cuatro años se ha podido demostrar el abastecimiento de las fac-
Dr. 1, la Haltern 70, las dos parejas de Beltrán II A y Dr 7/ torías de Ceuta con envases procedentes de la Bahía de
11 y un cuello de Ramón T.7 –antigua Mañá C- (Bravo y Cádiz, aspecto éste nada sorpresivo si tenemos en cuenta
Muñoz 1966-68, nº 30 y 36 a 40). Entre los nuevos citar los intereses de las societates a ambos lados del Estrecho
algunas Dr. 20 fragmentarias, restos de algunas bocas de (Bernal y Pérez 2000). Dicha propuesta cuenta con una
Beltrán II A, algún ejemplar republicano –posiblemente confirmación en la tipología anfórica de los envases ro-
Dr. 1 también- y otros tipos béticos salsarios y otra posi- manos recuperados en aguas ceutíes, todos ellos de
ble Haltern 70 (Bravo y Muñoz 1966-68, nº 31 y 33, 37 “tipología gaditana”. Otros investigadores, por el contra-
infra, 34, 43, 32 y 35). En fechas posteriores J. Bravo e rio, no utilizan la información gráfica aportada por J. Bra-
hijo publicaron otros fragmentos, algunos ya previamen- vo al realizar balances generales de la zona (Villaverde
te ilustrados, como el caso de una Beltrán IIA (Bravo y 2001, 535-552), la cual es, observada con una pupila
Bravo 1972, 65, fig. 16), y otros no, como sucede con avezada del s. XXI, más que reveladora de las tendencias
dos Dr. 7/11 el tercio superior de una Dr. 20 antigua y una económicas y del trafico comercial acontecido en aguas
Dr. 1 C completa (Bravo y Bravo 1972, figs. 17 a 20 res- del Estrecho entre época tardorrepublicana y la Antigüe-
pectivamente). Estos autores también han publicado el dad Tardía.
fondo de un ánfora con pez en su interior (Bravo y Bravo
1972, 67, fig. 21), problemática tratada recientemente en En síntesis, podemos decir que las aportaciones de
Ceuta teniendo en cuenta otros ejemplares ceutíes (Bernal Bravo al conocimiento de la economía marítima y al trá-
y Petit 1996 y 1999). fico comercial en la Antigüedad Clásica fueron más vela-
das que explícitas. Este investigador publicó materiales
En dichas fechas, los estudios sobre la romanidad de época republicana y altoimperial, que denotaban un
de Septem fueron siendo ampliados de la mano de C. Posac activo comercio en tales momentos. Sería cuestión de los
Mon (Posac 1962), hecho que probablemente indujese a trabajos de los últimos años avanzar en la atribución
Bravo a profundizar en otras cuestiones, que se pueden tardorromana de algunas formas, cuya seriación era
66
xxxxx
complicadísima por entonces (recordemos la fecha de pu- lizadas por C. Posac, algunas de las cuales da a conocer
blicación de la Tesis de S. Keay en los B.A.R. en 1984.) J. Bravo desde fechas muy tempranas (Bravo 1968)15 .
Actualmente contamos con un probable pecio cargado con Nos interesa destacar de este trabajo publicado en la re-
salazones sudhispánicas o septenses de época vista CRIS en 1968 cómo se interconectan los hallazgos
tardorromana, envasados en ánforas del tipo Keay XIX, subacuáticos con los acontecidos en tierra firme. Bravo
también en aguas de la Ballenera (Bernal 1996; Bernal et alude al hallazgo de ánforas completas en la factoría re-
alii 1996), y un cargamento con Haltern 70 béticas hun- cientemente descubierta, como la que ilustramos en la
dido posiblemente en la misma zona en época figura 36 correspondiente a la forma Beltrán II A, del
tardorepublicana 14 . En este caso, por tanto, la labor “mismo tipo” –palabras textuales- que las documentadas
embrionaria realizada por Bravo en los años sesenta y en tierra (Bravo 1968, 30).
setenta puede considerarse en buen estado de salud y con
perspectivas de trabajo a corto y medio plazo. Este ejemplo es un referente claro del carácter pio-
nero de sus investigaciones en la línea de referenciar los
hallazgos subacuáticos con la realidad terrestre de la zona
objeto de estudio, dinámica que hasta bien entrados los
3.3. Arqueología Submarina versus años ochenta no constituía, en España, la tónica más fre-
Arqueología Terrestre cuente (Blánquez y Martínez Maganto 1993). Una vez
más Ceuta –de la mano de Bravo-, se convertía, tácita-
A mediados de los años sesenta, y con motivo de la mente, en ejemplo pionero en la interconexión de los
publicación de su ya citado libro Arqueología submarina arqueólogos de mar y tierra firme.
de Ceuta, y el hallazgo de algunas ánforas romanas en la
dársena del puerto ceutí atribuidas al comercio del “garum Otros ejemplos de esta tendencia se encuentran en
hispanii”, este autor planteaba que “...suponiéndose, por muchos de sus trabajos, pues desde el principio práctica-
tanto, que también se produciría en Ceuta dicho adobo, mente, se advertía una necesidad de relacionar los restos
producto de las factorías conserveras de entonces, ante- subacuáticos con los procedentes de tierra firme. En este
cesoras de las actuales” (Bravo y Muñoz 1965, 7). Esta contexto debemos situar en primer lugar sus mapas de
“intuición” sería luego confirmada por los hallazgos acon- distribución de anclas y ánforas, en los cuales aparece
tecidos años después con motivo de la construcción del siempre reflejada la existencia de restos arqueológicos
Parque de Artillería en Ceuta y de las recuperaciones rea- en tierra. Así se deriva del dedicado a las ánforas púnicas,
67
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tangible este modus vivendi en la mención y en la recons-
trucción del conocido acueducto de “Arcos Quebrados”,
en la zona de El Tarajal, hasta el momento la única publi-
cada (figura 38), al analizar el poblamiento romano en la
ciudad de Ceuta (Bravo y Bravo 1972, 63, fig. 13).
Figura 38.- Reconstrucción del acueducto de “Arcos Quebrados”, posiblemente de época romana
(Bravo y Bravo 1972, 63, fig. 13).
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Figura 39.- Primeras recuperaciones de cañones en aguas de Ceuta, según dos artículos de El Faro de Ceuta de 1970 (1 de agosto, p. 12 y 13
de agosto, p. 17 respectivamente), extraídos del Anexo II de la Carta Arqueológica Terrestre del Término Municipal de Ceuta.
posiblemente de época medieval (figura 40), si bien es Estos hallazgos tan significativos llevaron a estos
difícil realizar una diagnosis más precisa ante la ausencia investigadores a plantearse la necesidad de acometer un
de referencias más detalladas de cada una de las piezas. estudio monográfico del particular, cuyos primeros re-
sultados comenzaron a vez la luz a finales de los años
Precisamente uno de los intereses más claros de J. ochenta (Bravo y Bravo 1988). Se confirmaba la relación
Bravo en la década de los ochenta fue sacar adelante el de los testimonios hallados con parte de la flota francesa
estudio del pecio de época moderna naufragado a finales capitaneada por el conde Victor Marie d’Estrées, almi-
del s. XVII en los Isleos de Santa Catalina, tarea investi- rante francés en época de Luis XIV, la cual naufragó par-
gadora a la cual tanto él como J. Bravo Soto dedicaron cialmente a finales del s. XVII en nuestras costas en su
sus últimos trabajos de investigación (Bravo y Soto 1988, periplo entre Toulon y Brest, con el objetivo de invadir
1989, 1990 y 1998). Los restos arqueológicos aparecidos Inglaterra para devolver la corona a Jacobo II (Bravo y
durante la década de los setenta indicaban, sin lugar a Bravo 1988, 50). Fueron dos los navíos naufragados, de
dudas, la existencia de un naufragio de época moderna tercer rango, el L’Assuré y Le Sage, parte de cuyo arma-
en las aguas cercanas al islote de Santa Catalina, según se mento ya fue recuperado en 1694 por buzos, según se
desprendía de la presencia de cañones de hierro, los pri- recoge en las cartas entre el Marqués de Valparaíso y el
meros de los cuales fueron sacados a tierra en agosto de Almirante de Castilla conservadas en el Archivo Históri-
1970 (figura 41). Con motivo de dichas recuperaciones, co Nacional. Desgraciadamente, como comentan estos au-
y ante la ausencia en Ceuta de medios especializados para tores, entre el hallazgo por parte de varios pescadores del
dicha tarea, fue necesaria la construcción de una balsa de pecio en 1962 y las primeras recuperaciones de cañones
madera en cuya parte baja se lastraron los pesados caño- en 1970 (figura 43), parte de los mismos fueron expoliados
nes (Bravo y Bravo 1988, 51). Se continuaron sucedien- y vendidos, algunos de ellos al Museo de la Marina de
do las recuperaciones en esta zona, por lo que las posibi- Francia.
lidades de que hubiese uno o varios barcos hundidos en
la misma fueron cobrando cada vez más solidez, siendo Entre los años 1983 y 1986 estos buceadores reali-
uno de los testimonios más significativos un cañón zaron una planimetría a escala de la disposición de los
broncíneo completo (figura 42). restos del pecio (figura 44), procediendo a la recupera-
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ción de materiales procedentes de la vajilla de a bordo así
como proyectiles y otros enseres metálicos que forma-
ban parte de los elementos del barco, entre ellos un ancla
de grandes dimensiones que durante años estuvo deposi-
tada en la Sala de Arqueología, en los Jardines de la Re-
pública Argentina. En 1989 el Ayuntamiento de Ceuta
publicó una monografía titulada La flota que no llegó a
su destino. Naufragio de dos navíos franceses en Ceuta,
1692 (Bravo y Bravo 1989), cuyo resumen fue también
publicado, en francés y castellano, en los Cahiers
d’Archéologie Subaquatique (Bravo y Bravo 1990), que
recoge todos los pormenores de este interesantísimo es-
tudio y por el momento totalmente pionero en la zona del
Estrecho de Gibraltar, a cuyas páginas remitimos para
ampliar los datos al respecto. Únicamente insistir en cómo
este constituye un ejemplo modélico de arqueología mo-
derna, en la cual los restos materiales son contextualizados
históricamente con la documentación existente, en este
caso magistralmente recopilada16 .
4. A modo de síntesis.
La Arqueología subacuática en Ceuta:
pasado y ¿presente?
Resumir, en pocas palabras, las contribuciones cien-
tíficas de J. Bravo a lo largo de más de cuarenta años es
una tarea compleja. De los tres frentes científicos abor-
dados por este investigador (anclas, ánforas y pecios mo-
dernos), debemos destacar que hay una línea que despun-
ta sobre todas las demás, cual es la relacionada con las
anclas y los elementos de fondeo. Y destaca la misma
Figura 40.- Materiales cerámicos de época moderna publicados en tanto por ser la primera a la cual él se dedicó como por la
los años sesenta por J. Bravo, tanto un bacín y elementos de vajilla de cantidad de tinta dedicada a la misma. El desarrollo de la
mesa (nº 1-4) como un mortero pétreo (nº 5), posiblemente marmóreo
(Bravo y Muñoz 1965, 20 y 41, figs. 5 y 37).
Figura 41.- Dos detalles del proceso de recuperación de uno de los cañones de hierro del pecio de Santa Catalina en 1970.
70
xxxxx
Figura 42.- Detalle del cañón de bronce depositado en el Muelle España, recuperado en 1970,
posiblemente construido en la fundición de Toulón.
arqueología experimental en Ceuta y el conocimiento de cos. La publicación de ánforas romanas también fue cons-
esta ciudad en ámbito nacional e internacional vino de la tante en buena parte de sus estudios sobre la antigüedad
mano de estos trabajos. Por todo ello, consideramos que más remota de Ceuta. Pensamos que lo más importante
es éste el punto fuerte de su trayectoria científica y en de esta segunda línea de estudios fue crear un anforario
esta línea deben ser valoradas sus aportaciones científi- en la Sala Municipal de Arqueología, posterior Museo
cas. Municipal, el cual se convirtió en cita obligada para to-
dos los estudiosos sobre la Historia Económica de la An-
En relación con las ánforas de transporte, valorar tigüedad en el “Círculo del Estrecho”. Prueba tangible de
cómo el trasiego continuado con este tipo de testimonios este fenómeno han sido tanto los trabajos de J. Ramón
arqueológicos fruto de sus inmersiones le llevó a investi- sobre las ánforas púnicas, como los realizados por M. I.
gar sobre los orígenes, procedencia y cronología de la Fernández García, J.M.Pérez Rivera, J. Martínez Maganto
mayor parte de estos envases, especialmente de los de o el firmante en fechas posteriores. Es la segunda vez en
época púnica a los que dedicó algunos trabajos específi- este trabajo que parafraseamos a Ortega, pero efectiva-
Figura 43.- Izado de un cañón y de un ancla de tipo almirantazgo en 1970, procedentes del
pecio de Santa Catalina.
71
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Figura 44.- Plano con la localización del pecio y la distribución de los hallazgos en la campaña de 1984 (Bravo y Bravo 1989, 29).
mente es cierto que “crear escuela” es un concepto sciendi, superarse a si mismo en lo referente al intelecto
polifacetado. A Bravo le debemos muchos, entre ellos yo y, por supuesto, a lo metodológico. Ojalá en otros ámbi-
mismo, al haber orientado mi Tesis Doctoral en el estu- tos del saber cercanos –geográfica y temáticamente- con-
dio de las ánforas tardorromanas como elemento de tásemos con tanta información como la producida por
aproximación a la dinámica comercial en la Antigüedad Bravo y su equipo de buceadores del Club Náutico C.A.S.
(Bernal 1997 b), que buena parte de nuestras horas hayan
sido y continúen siendo consumidas en analizar las ánforas El segundo aspecto que consideramos fundamen-
de transporte. Creo que es de justicia reconocer este as- tal es destacar el interés ab origine por acometer una di-
pecto que, por lo que tengo constancia, no había sido su- fusión de sus trabajos en diversos entornos. En el estric-
brayado por otros colegas en trabajos anteriores. tamente científico y especializado, a través de sus libros
y artículos en revistas de investigación. Entre el público
El tercer aspecto importante, los pecios de época no especializado, mediante conferencias, exposiciones y
moderna, sigue siendo pionero en Ceuta y en todo el ám- audiovisuales, que han recorrido las instituciones públi-
bito del Estrecho de Gibraltar, pues aún no ha sido reali- cas ceutíes durante años. Y por supuesto, en ámbito
zada una recuperación de similares características como museográfico, pues si una característica han tenido todos
la realizada en el caso de L’Assuré y Le Sage, multiplica- los museos arqueológicos ceutíes ha sido precisamente
da exponencialmente por un contundente estudio históri- la omnipresencia de la arqueología subacuática. En la Sala
co que sitúa a estos trabajos en la línea más moderna de Municipal de Arqueología tanto en la propia exposición
análisis. como en el recorrido por las galerías subterráneas de la
poliorcética moderna. Y en el Museo del Rebellín ya
J. Bravo continuamente entona ante los colegas el dignificada con una sala monográfica al efecto. También
“mea culpa” de haber realizado con pocos medios sus hay que sentirse satisfechos por una cuestión de difusión
trabajos y además en una época en la cual reinada el que pensamos ha incluido a un amplio espectro de la so-
autodidacta, en Ceuta y en el resto de España, por lo que ciedad caballa, por lo que se han generalizado estos co-
se han perdido muchos datos –según sus propias pala- nocimientos y, sobre todo se han preservado para el futu-
bras- que hubiesen sido mucho más amplios de haber uti- ro, el cual será, sin duda alguna, deudor de los trabajos de
lizado otra metodología de trabajo. Creemos que esta estos pioneros investigadores subacuáticos.
postura suya muestra el talante más moderno de un in-
vestigador que continuamente anhela, con esa ansia
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El tercer elemento necesario en esta valoración es bitren las medidas de protección convenientes para pa-
la protección del patrimonio subacuático, sin la cual el liar una hemorragia que tanto ha hecho sangrar a nuestro
binomio investigación y difusión carecen de ya solidez acervo cultural local.
propia de una sociedad que reside amparada por un Esta-
do de Derecho a todos los efectos. Destacar que J. Bravo De las investigaciones realizadas por J. Bravo se
ha planteado en numerosas ocasiones la necesidad de pro- deduce asimismo cómo durante finales del s. XVII, en
teger el patrimonio subacuático, para lo cual era necesa- 1694, se produjo la recuperación de una parte de la arti-
rio contar con un instrumento básico de protección, la llería de estos barcos, concretamente sesenta y dos caño-
Carta Arqueológica del litoral ceutí. Citando literalmente nes (Bravo y Bravo 1998, 311). Este sí constituye, a to-
sus trabajos, al realizar el estudio y la representación das luces, el inicio de la arqueología subacuática en aguas
cartográfica de los resultados de sus investigaciones, plan- ceutíes. J. Bravo, posiblemente de manera intuitiva y no
teaba que dicho esfuerzo “...nos ha llevado a realizar la premeditada, rescató la memoria de sus propios antece-
carta arqueológica del litoral ceutí...”, que es la que re- sores reiniciando en la ciudad en los años sesenta una
producimos en la figura 45 (Bravo 1988, fig. 2). Con acier- línea de investigación arqueológica que mantuvo a Ceuta
to, la Consejería de Cultura de la Ciudad Autónoma de en la punta de la lanza a escala nacional durante casi una
Ceuta encargó durante el año 2000 la realización de di- treintena de años (1960-1990). Desgraciadamente, su la-
cho documento, el cual permitiría completar la Carta Ar- bor no ha tenido continuidad, como sí ha acontecido en
queológica Terrestre, coordinada por un equipo científi- tierra firme con la semilla plantada por C. Posac en su
co de la Universidad de Cádiz. Pensamos que es impres- momento y desarrollada después por E. A. Fernández
cindible a corto plazo acometer medidas de protección Sotelo. Esta es, a nuestro juicio, la asignatura pendiente
sobre nuestro rico patrimonio arqueológico submarino, de los órganos que tutelan en la actualidad en Patrimonio
pues algunos pecios, como es el caso del púnico en la histórico-arqueológico ceutí. Rescatar de la memoria la
Bahía de Benzú, ha sido casi totalmente expoliado por arqueología subacuática, una disciplina que prácticamente
buceadores clandestinos. En las páginas de la Carta Ar- ha desaparecido de la práctica arqueológica cotidiana.
queológica Terrestre (puntos 2.1 y 2.2) ya se detallan al- Algunos controles de dragado realizados en los años no-
gunos de los yacimientos subacuáticos más significati- venta (Muelle Alfau, Muelle España y Playa de Benítez)
vos, guiados de la mano de los trabajos de Bravo. Espe- constituyen los únicos referentes de actuaciones arqueo-
ramos que pronto –aunque a todas luces ya tarde-, se ar- lógicas subacuáticas, los cuales no han sido ejecutados
Fig: 2
Figura 45.- Carta arqueológica del litoral ceutí según J. Bravo (1988, fig. 2).
73
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de la mano de intereses científicos, sino de la necesidad en su justo lugar a un investigador, Bravo, y a una parte
de proteger un patrimonio no emergente ante la realiza- de nuestra disciplina, la subacuática, que lo merecían. A
ción de infraestructuras portuarias que conllevan movi- ambos, seguro que el futuro les rendirá un tributo a su
miento del subsuelo. El cómo será labor del futuro, pero memoria más profundo que el que recogen estas páginas,
crear un Beca de Investigación –por que no Beca J. Bra- cual es el recuerdo. El Instituto de Estudios Ceutíes, al
vo- o financiar un Proyecto de Investigación con esta menos, ha plasmado en letra impresa un sentimiento co-
orientación temática serían dos de las salidas más via- tidiano que ya está escrito en tinta, como se hace en Ar-
bles. Sirva este “aviso para navegantes”, utilizando la jerga queología, en Historia Antigua y por extensión en el mun-
marinera, para rematar un trabajo que pensamos coloca do de las Humanidades o “Las Letras”.
NOTAS
1
Este trabajo se ilustra únicamente con una decena de dichos artículos, concretamente los más significativos entre los editados de 1958 a finales
de los años setenta, aparato documental que permite completar los comentarios contenidos en estas páginas.
2
Esta numeración es la que utilizamos en el texto para referirnos a cada uno de los artículos, para conseguir, de esta manera, una redacción más
ágil y amena.
3
Por la información consultada este hecho ha pasado desapercibido a la investigación arqueológica, por lo que será necesario en el futuro rastrear
la existencia de dichas piezas en la Ciudad Autónoma de Melilla y confirmar su procedencia ceutí. En los últimos trabajos publicados sobre
materiales anfóricos procedentes de Rusaddir no se mencionan dichos datos (Villaverde 2001, 535-552), por lo que es probable que algunas
ánforas de las incluidas en dicho estudio o en cualquier caso las aún inéditas conservadas en instituciones melillenses se correspondan con las
donaciones ceutíes ya mencionadas.
4
Una de las imágenes más cotidianas de aquellos años era la visita a las galerías subterráneas de época moderna, a las cuales había acceso desde
la Sala de Arqueología, en las que se podían contemplar decenas de ejemplares de ánforas púnicas y romanas, así como elementos de anclas
que, en la visión más romántica de nuestra disciplina, amenizaban la visita del lugar.
5
Pueden consultarse ideas similares en los trabajos de J. Blánquez, M. Martín Bueno o J. Ramón en las páginas de esta misma monografía.
6
Este investigador estuvo físicamente en Ceuta en los años sesenta, invitado por J. Bravo para contrastar in situ sus trabajos y reproducciones, las
cuales utilizaría luego en sus investigaciones.
7
Al referirnos al trabajo titulado “Vestigios del pasado de Ceuta”, las citas reconducen a la paginación de la reedición del trabajo en 1984, que es
la que hemos consultado, si bien no debemos olvidar que las indicaciones realizadas son referidas a 1972, fecha de la publicación de dicho
artículo.
8
El primer ejemplar y los nº 7 y 8 se encontraban depositados en el C.A.S., y los demás en la Sala Municipal de Arqueología (Bravo 1976 a, 6-16).
9
Este autor propone una filiación griega para esta pieza en dicho trabajo, propuesta que deriva de otros anteriores (Bravo y Bravo 1972, 57).
10
Agradecemos a J. Bravo habernos facilitado estas ilustraciones inéditas, así como su generosidad por dar a conocer en ámbito científico esta
pieza que, a pesar de ser conocida en ámbito local desde hace años, no había sido aún publicada. Pertenece a una colección particular,
limitándose el ejemplar conservado en el Museo de Ceuta a una réplica realizada a molde por este investigador hace pocos años.
11
Sugerimos la atenta lectura del artículo periodístico reflejado en la figura 30 para documentar el carácter pionero de la arqueología ceutí a finales
de los cincuenta, de la mano del Sr. Posac, Delegado Local de Excavaciones Arqueológicas.
12
Se incluye al final de este trabajo un estudio arqueométrico realizado por F. Huertas, destinado a la caracterización de las pastas de estos
ejemplares (pp. 84-104), si bien no se llega a ninguna conclusión contundente, ante la imposibilidad de contar con registros de comparación
de contextos similares. Además, debemos tener en cuenta el inevitable enriquecimiento de sales y la alteración de algunos de los componentes
de la pasta debido a la procedencia subacuática de todos estos ejemplares.
13
Remitimos a las precisiones cronológicas sobre estos tipos planteadas por J. Ramón en este trabajo, derivadas de los hallazgos de los últimos
años.
14
Este último trabajo, aún inédito, constituye la memoria de la Beca de Investigación del I.E.C. realizada por el firmante en torno al “Análisis
arqueológico de los restos del cargamento de un pecio romano de vino. Contribución al conocimiento de las relaciones comerciales entre
Baetica y Tingitana”, realizado durante el año 2000.
15
En uno de los últimos trabajos de J. Bravo, realizado con otros colegas con motivo del II Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar, se
presenta un estado de la cuestión sobre los primeros hallazgos de estructuras de cetariae vinculadas con la producción de salazón en la
Antigüedad, a cuyas páginas remitimos para ampliar esta problemática (Bravo et alii 1995, 439-442).
16
Los comentarios realizados al respecto por C. León en las páginas de esta monografía son contundentes. En una línea similar se sitúa C. Posac
en el trabajo con el cual tributa homenaje a este investigador con motivo de su Homenaje.
74
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JUAN BRAVO Y LA ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA EN ESPAÑA
1. Juan Bravo y el Mar. Breves notas de ello, se abría una nueva página en el conocimiento del
un buceador arqueólogo pasado: el desarrollo del buceo científico aplicado a la
biología marina... y al patrimonio sumergido (Ivars y
Con toda seguridad en otras páginas de este mismo Rodríguez Cuevas 1987).
Homenaje se presenta al lector una adecuada biografía
de Juan Bravo Pérez mas, no por ello, queremos dejar de Desde entonces, el desarrollo del buceo deportivo
resaltar aquí algunas notas sobre la misma que, con segu- en ciudades como Ceuta, o en sus vecinas norteñas de
ridad, permiten entender mejor su trayectoria científica a Cádiz, Almuñecar o Almería fue notable y, con ello, el
lo largo de más de treinta años de trabajos en favor de la rescate de numerosas piezas arqueológicas que pronto
arqueología subacuática -submarina como él la ha siem- pasarían a “decorar” estancias de sus respectivos clubes
pre llamado- y, en definitiva, de la historia de la ciudad o a depositarse en los Museos Provinciales o Municipa-
de Ceuta. les. Reflejo de estas afirmaciones ha sido, con el tiempo,
el anforario del Museo de Almería, el más completo de
Juan Bravo Pérez empezó a bucear en 1958, tan Andalucía hasta la fecha (figura 1) seguido, probablemen-
sólo quince años después del descubrimiento por J. te, por los de Ceuta (figura 2) y Cádiz y sólo superados
Cousteau y E. Gagnan de la escafandra autónoma, una por el expuesto en el Museo Nacional de Arqueología
innovación tecnológica que permitía por primera vez al Submarina en Cartagena (figura 3).
hombre desconectar de superficie para trabajar, con total
independencia, en los fondos marinos. De aquella mane- Consecuencia de aquel auge deportivo acontecido
ra, la imagen tradicional de los buzos de puerto trabajan- en los años 60 y 70 fue la paulatina configuración de sig-
do en la vertical de los barcos quedaba superada y, con nificativos fondos museísticos con materiales arqueoló-
Figura 1.- Ánforas y anclas del antiguo Museo de Almería (fotografía de J. Blánquez).
79
Figura 2.- Detalle de la Sala de Arqueología Subacuática del Museo Municipal
de Ceuta con la colección anfórica.
gicos de procedencia subacuática que, en el caso de iconos de la Arqueología Subacuática y, coherente con su
Almería, alcanzaría notable significación hasta el punto generación, han sido los hilos conductores en los estu-
de constituir, con toda probabilidad, el más importante dios de Juan Bravo a los que, posteriormente, se añadiría
de Andalucía. Factores coyunturales, caso de la limpieza -con el estudio de la nave L’Assuré- la historia de Ceuta a
de sus aguas y, por ende, de frecuentes concursos de pes- finales del s. XVII (Bravo y Bravo 1989). Ahora bien, en
ca submarina, indudablemente, lo favorecieron. Todo ello, unos y otros siempre atento al ensayo histórico “profun-
junto con otras circunstancias coincidentes, favorecería dizar en su estudio (de los restos materiales) para dar a
en los años 80 la realización de la Carta Arqueológica conocer un episodio más de la historia de nuestra ciudad
Subacuática de la Costa de Almería (Blánquez et alii que había quedado en el olvido “ (Bravo y Villada 1993,
1998); por cierto, la única acometida hasta la fecha (figu- 12).
ra 4) ¡Cuantas veces, públicamente, Juan Bravo ha de-
fendido y pedido la realización de su homónima para las En efecto, para nuestro homenajeado, como él mis-
costas ceutíes! (Bravo y Villada 1993, 95). mo defendía desde sus primeras publicaciones (Bravo y
Muñoz 1965, 6 y 14) la finalidad del trabajo arqueológi-
Derivado de aquellas actuaciones se entiende en- co submarino ha estado “orientado siempre con el senti-
tonces cómo, ánforas y cepos, los objetos más frecuente- do de la lógica” y, por ello, nunca se limitó al mero resca-
mente recuperados por los buceadores deportivos, han te de piezas. Así, “la configuración del litoral ceutí (...)
quedado grabados en el subconsciente de todos como embarcaderos y corrientes (...) su catalogación(...) y, en
80
2. Panorama de la Arqueología Suba-
cuática en España. Los años 60
El protagonismo del mar en el desarrollo de los pue-
blos ha sido fundamental a lo largo de los siglos. Esta
máxima, pensamos que objetiva, en el caso concreto del
Mediterráneo y sus culturas ribereñas, constituye un ejem-
plo paradigmático. Es así cuando la ciudad de Ceuta -la
antigua Septem Fratres- cobra verdadera relevancia, si
bien hoy en parte devaluada por su posición continental
africana con respecto al sur de la península europea. Sin
embargo, en época romana o durante la Tardía Antigüe-
dad ambas costas configuraban culturalmente el denomi-
nado “Círculo del Estrecho” y, gracias a él, un
protagonismo económico floreciente acicatado por el co-
mercio naval, la salazón e industrias derivadas.
81
periodo republicano, con un cargamento anfórico, si bien 1964). La riqueza arqueológica del litoral ibicenco favo-
como elemento excepcional habría que destacar la recu- recería, veinte años después, la realización de su Carta
peración de una bomba de sentina (Foerster, Pascual y Arqueológica Submarina (Martínez Díaz y León 1993,
Barberá 1987). Posteriormente, uno de sus investigado- 251 y ss.), así como el estudio detallado de la arquitectu-
res estudiaría piezas similares encontradas en otros pecios ra del barco.
catalanes, caso de Los Ullastres y Cap del Volt (Foerster
1985, 331 y ss.). Prácticamente al tiempo (1961) en el También en aquellos años (1960), en el litoral mur-
fondeadero de Punta Salinas (Gerona), cercano a L’Escala ciano se habían acometido trabajos subacuáticos en el de-
y apto para embarcaciones de pequeño cabotaje, se recu- nominado “Polígono Submarino de Cabo de Palos”, una
peraron cepos de pequeño tamaño publicados por este in- amplia zona litoral que comprendía desde el límite con la
vestigador y R. Pascual (Foerster y Pascual 1961). provincia de Alicante hasta el citado Cabo de Palos; es
decir, todo el frente correspondiente a la Manga del Mar
Un año después, en 1962, fue cuando por primera Menor con, aproximadamente, 28 km. de longitud. Los
vez se empleó la denominada “manguera de succión” (fi- trabajos subacuáticos acometidos de manera continuada,
gura 5). Se trataba en aquella ocasión del pecio Sa Nau si bien intermitente, se prolongaron a lo largo de dos dé-
Perduda (Cap Sa Sal, Girona). Los trabajos arqueológi- cadas, hasta 1980, y a lo largo de los mismos se llegaron
cos se prolongaron, de manera intermitente, hasta 1969, a localizar hasta un total de veinte pecios (Mas 1985a,
y a través de los mismos fue posible documentar una pe- pp.153 y ss.).
queña embarcación romana de, no más 15 ó 20 m. de
eslora (Foerster y Pascual 1972). Uno de los trabajos de mayor antigüedad dentro de
aquel Proyecto fue la excavación del pecio de Punta de
En las Islas Baleares, concretamente en Ibiza y con Algas, en San Javier (1959-60). Se trataba de una nave
anterioridad al inicio de las investigaciones de J. Bravo, romana republicana con ánforas Lamboglia 2 evolucio-
Figura 5.- Detalle del proceso de trabajo subacuático con una manga de succión (fotografía de
J. Blánquez).
tan sólo se conocía el fondeadero y nave de Grum de Sal. nadas y constituyó, posiblemente, la primera excavación
Ubicado en la Bahía de San Antonio, junto al islote de acometida de manera sistemática en nuestro país (Mas
Conejera, en 1962 y 1963 se había localizado y trabajado 1969-70) con la ayuda de buceadores de la Armada
en una embarcación romana, altoimperial, de notable en- (C.B.A.). Diez años más tarde, a pocas millas de distan-
vergadura con más de 35 m. de eslora. El cargamento, cia, se excavaría el pecio de San Ferreol (San Pedro del
básicamente, se componía de ánforas Beltrán IV (Dressel Pinatar). De nuevo otra nave republicana esta vez con un
14b) para garum y salazón de escómbridos (Vilar y Mañá cargamento de campaniense B y ánforas Dressel 1b, solo
82
que esta vez sólo con arqueólogos buceadores y por pri- rina, pusieron de manifiesto la riqueza arqueológica de
mera vez en España (Mas 1985b). los fondos del entorno y favorecieron interesantes mati-
zaciones a lo, hasta entonces, publicado (Roldán 1993,
Otro pecio de notable importancia, junto a la isla 277 y ss.). Se acometió un estudio exhaustivo de sus ma-
de Escombreras, fue el pecio de El Capitán, descubierto teriales (Blánquez et alii 1998) hasta el punto de llegar a
por buceadores de La Armada en 1961; de ahí su nombre. permitir apuntar la posible procedencia original del car-
Años después, ya en 1972, el entonces Patronato de Ar- gamento así como el inventario, primera vez, del conjun-
queología, con el empleo de la denominada “chupona”, to total de los tituli picti anfóricos (Martínez Maganto
realizaría diversas catas encaminadas a delimitar este área 1993, 285 y ss.) posteriormente mejorado (Liou y
arqueológica de notable riqueza. De aquellas labores de Rodríguez Almeida 2000), parte del cual reproducimos
rescate, complementadas con planimetrías básicas, se lle- en la figura 6.
gó a recoger más de un centenar de ánforas grecoitálicas,
plomos y vajilla que, lamentablemente, no acabaron con
continuadas actividades clandestinas dado su cercanía a
tierra (Mas 1973).
83
bituales “cuellos anfóricos”. De nuevo el interés y persis- rior o continentales”, quedaban definitivamente inclui-
tencia de una persona, con sus limitaciones y aciertos, das en el campo de la investigación arqueológica (Rubio
iba a sentar las bases de la arqueología subacuática en 1993).
Ceuta en un mecanismo semejante al llevado a cabo por
F. Foerster en Cataluña o J. Mas en Cartagena. Recordamos en aquellos años una reunión llevada
a cabo en Barcelona con motivo de la edición del Salón
Náutico en 1987. En uno de sus Salones de Prensa se
llevó a cabo una medio improvisada reunión entre
3. La dicotomía buceador deportivo y arqueólogos y cargos de la FEDAS con objeto de comen-
arqueólogo buceador tar las nuevas orientaciones que la arqueología subacuática
española estaba adoptando, ya de manera definitiva, acor-
Desde los años 60, el paulatino desarrollo de la Ar- des con las, por entonces, resoluciones del Consejo de
queología Submarina, paralelo al auge del buceo deporti- Europa. Citamos de memoria pero, entre otros
vo, planteó en repetidas ocasiones y foros, tanto interna- arqueólogos, estaban Víctor Antona, entonces Director
cionales como españoles, la oportunidad -o no- de una del Centro Nacional de Cartagena; Belén Martínez, di-
colaboración entre ambos. Valgan como ejemplo las opi- rectora de la Carta Arqueológica Subacuática de Ibiza y
niones vertidas en favor de la misma en las actas del IIº Técnica del Ministerio; Martín Bueno, por entonces
Congreso Internacional de Arqueología Submarina, ce- Subdirector General de Arqueología; Javier Nieto, direc-
lebrado en Albenga (VV.AA. 1961); o el posteriormente tor de las excavaciones del barco romano de Culip IV
celebrado en Barcelona, tercero de la serie (VV.AA. 1971) (Gerona) y Lourdes Roldán y nosotros mismos, directo-
donde, por cierto, se presentaría el primer ensayo de Car- res de la Carta de Almería. Por parte de la Federación y
ta Arqueológica Subacuática centrada en las costas cata- Clubes deportivos estaban, entre otros, Juan Bravo re-
lanas (VV. AA. 1971, XXX). De igual modo, investiga- presentando a Ceuta. ¡Por fin conocía a este hombre tan-
dores de manera individual, han defendido esta tesis (Nieto tas veces leído y citado! (figura 8).
1984) y, como no podía ser de otra manera, el propio J.
Bravo (Bravo y Bravo 1989, 12). Pero lo que más me sorprendió de él fue observar
con que noble actitud aceptaba ver cómo las nuevas orien-
La década de los años 80 marcaría, sin embargo, taciones de la práctica arqueológica -los preceptivos Per-
un punto de inflexión en este tema que, bajo nuestro pun- misos de Prospección y Excavación- exigían, ya de ma-
to de vista, iba a acabar con tan larga discusión. Numero- nera definitiva, una titulación universitaria paralela a la
sas circunstancias coincidentes habían cambiado los de buceador. Se apartaba así, definitivamente, a los Clu-
parámetros de esta dicotomía. La exigencia científica de bes Deportivos de dicha actividad. Igualmente ha queda-
la Arqueología hacía ya inviable defender la existencia do grabado en nuestro recuerdo su disciplina al asumir,
de una modalidad subacuática centrada en la mera recu- como representante en aquel momento del buceo depor-
peración de materiales. Contexto y estratigrafía consti- tivo de Ceuta, la responsabilidad de comunicar al CAS la
tuirían, a partir de entonces, dos pilares básicos en toda necesidad de abandonar este modo de trabajo.
excavación y su aplicación hacía necesaria una forma-
ción especializada ajena al buceo deportivo. En este sen- Sin embargo, con la perspectiva que da el tiempo y
tido es reveladora la consulta -siquiera somera- de las actas aunque, irónicamente, la actividad arqueológica
del VIº Congreso Internacional celebrado, años más tar- subacuática esté hoy prácticamente paralizada en España
de, nuevamente en España (VV.AA. 1985). La realiza- por una serie de circunstancias que no vienen al caso ahora
ción del mismo con 207 asistentes procedentes de más de comentar, la teórica imposibilidad de participar el
14 países, así como las 86 comunicaciones presentadas al buceador deportivo en la práctica arqueológica no es tal.
mismo ponían en escena el inevitable relevo de toda una Su incuestionable pericia bajo las aguas, así como el siem-
generación y una manera de acometer la Arqueología pre mejor conocimiento del fondo marino son factores
Subacuática; si bien, en honor a la verdad y sin por ello imposibles de soslayar a la hora de estructurar una activi-
ser contradictorio, sin la cual ésta no se habría desarrolla- dad, o un proyecto científico, bajo las aguas. Equipos en
do. los que, por pura cuestión de método, están hoy caracte-
rizados por su interdisciplinaridad -arqueólogos, topógra-
La tradicional separación existente, hasta entonces, fos, geógrafos- tienen perfecta y necesaria cabida los
entre la arqueología desarrollada en tierra y la acometida buceadores deportivos. Una pieza más, como todas las
bajo las aguas llegaba a su fin. La arqueología se conce- anteriores, en favor de la investigación de nuestra histo-
bía ya como una ciencia única al margen del medio en ria bajo las aguas.
que se acometiera. De ahí el cambio de su denominación
tradicional -submarina- por subacuática; los fondos de
ríos, lagos y pantanos, las denominadas “aguas del inte-
84
4. Las Instituciones ción y la no incorporación de esta actividad a los circui-
tos universitarios, bajo nuestro punto de vista, lo habían
Prácticamente, hasta la década de los años 80, no impedido. Con respecto a lo primero no deja de ser signi-
surgen en España instituciones de carácter científico de- ficativo cómo la UNESCO, ya a mediados de los años
dicadas a la investigación de la Arqueología Subacuática. sesenta, en su Recomendación de 5 de Diciembre de 1965,
Dos males endémicos, la falta de una adecuada legisla-
Figura 8.- Artículo de El Faro de Ceuta (16 de febrero de 1987), rememorando la asistencia de J. Bravo al Salón Náutico de Barcelona.
85
Figura 9.- Artículo de El Faro de Ceuta (17 de marzo de 1989), que alude a la inauguración de la exposición La Arqueología
Subacuática en España.
recogía la ampliación del patrimonio arqueológico (ade- lidad científica; de igual modo que, hasta el final de la
más de la plataforma continental) a las aguas interiores. misma, no se acometería en nuestro país la primera expo-
sición nacional, itinerante, sobre el tema (Antona y
Por lo que respecta a lo segundo apuntar otro dato Blánquez 1988), la cual, por cierto, también visitó la ciu-
revelador: cómo, hasta el inicio de la década de los años dad de Ceuta (figuras 9 y 10). Hasta entonces -durante
80 (Blánquez 1982; Nieto 1984), no se publicarían en tres décadas- la escafandra autónoma había favorecido el
España los dos primeros “estados de la cuestión” elabo- buceo deportivo y, a través del mismo, la actividad ar-
rados ya por investigadores especializados en esta moda- queológica se había limitado en la mayoría de las ocasio-
Figura 10.- Detalle de las salsas de Caja-Ceuta donde se desarrolló la exposición La Arqueología
Subacuática en España (fotografía D. Bernal).
86
nes al rescate de los objetos aparecidos en los fondos la Universidad Autónoma de Madrid, primero en su gé-
marino; preferentemente ánforas y anclas. nero en el ámbito universitario español, con la decidida
intención de acabar con la endémica falta de arqueólogos
Fue por ello positivo el hecho de que algunos Clubs especializados en la investigación subacuática. Posterior-
Deportivos, sensibles a la importancia de aquel patrimo- mente, en esta misma universidad se celebraría el I y IIº
nio sumergido, crearon dentro de los mismos Secciones Curso de Arqueología Subacuática (VV.AA. 1988 y 1993)
específicas dedicadas a la Arqueología. Sin embargo, con convirtiendose así, a finales de la década de los 80, esta
la perspectiva que da el paso del tiempo, creemos más Universidad Autónoma en referencia obligada en los es-
correcto destacar, más bien, la presencia en los mismos tudios de la arqueología subacuática española.
de determinadas personas especialmente interesadas o
conscientes de la proyección histórica de aquel patrimo- Como consecuencia de la aprobación, en 1985, de
nio. la todavía hoy vigente Ley de Patrimonio Histórico Es-
pañol, el por entonces Ministerio de Cultura, aprobaría el
Así, en 1954, se creaba en Barcelona el Centro de Plan Nacional de Documentación Subacuática del Lito-
Recuperación e Investigaciones Submarinas (CRIS), pio- ral Español siguiendo, así, recomendaciones del enton-
nero en su género, y aglutinante de muy diversas activi- ces vigente Consejo de Europa para la protección del pa-
dades: arqueología, biología marina, fotografía... y, en la trimonio subacuático. Sin embargo, el arranque del Esta-
modalidad que nos ocupa, a personas de indudable pres- do de las Autonomías y, con ello, el traspaso de todas las
tigio si tenemos en cuenta los criterios metodológicos de competencias en cuestiones de Cultura a las Autonomías
la arqueología (en tierra) de entonces con la carencia de marcaría otro punto de inflexión en el desarrollo de la
arqueólogos buceadores. De esta manera se entienden las Arqueología Subacuática en España que escapa aquí, a la
obligadas citas -prácticamente en exclusiva- de pecios del intención de estas páginas (Blánquez y Martínez Maganto
área catalana en aquellos años en la bibliografía arqueo- 1993, 31 y ss.).
lógica española.
87
Figura 11.- Tipología de las anclas pétreas procedentes de aguas ceutíes, según
J. Bravo.
Ello no debe extrañar al lector. Si quisiéramos re- anfóricas, la industria de la salazón... para nosotros, to-
saltar dos significativas características de los 32 años de das ellas, diferentes manifestaciones de lo apuntado con
estudio de este incansable buceador serían, pensamos, su anterioridad: un ceutí enamorado de su historia apoyada
amor a Ceuta y, derivado del mismo, su conocimiento del en la mar.
mar. ¡Qué fácil es, así, caracterizar su producción cientí-
fica!: anclas de piedra, cepos romanos, producciones Como sistema de fondeo las anclas de piedra siem-
pre han constituido una propuesta fácil y barata. Ello las
ha convertido en un tipo de muy larga pervivencia medi-
terránea asociada, por lo general, a embarcaciones de pe-
queña envergadura dedicadas a la pesca litoral. Sus for-
mas -y los ejemplares ceutíes lo cumplen- son sencillas:
perfiles planos; perforaciones para favorecer su engan-
che al fondo, dado que trabajarían por rozamiento
(Blánquez et alii 1998, 232).
88
algo del paso de esta civilización las piedras horadadas de los 80 (ver aptdos. 2.1 y 4 en estas mismas páginas),
de las que ya hemos hablado” (Bravo y Bravo 1972, 53); fue el buceo deportivo el único protagonista en el rescate
cuestión ésta que volvería a defender en posteriores tra- de materiales arqueológicos subacuáticos.
bajos (Bravo 1988).
En pocos años la actividad del CAS, perteneciente
Lo que en su día era no fue mas que una mera hipó- al Club Náutico de Ceuta, había rescatado hasta un total
tesis hoy, en el estado actual de las investigaciones, es de 35 cepos de plomo, muy similares a los procedentes
totalmente plausible. Baste recordar los hallazgos arqueo- de otros lugares del litoral español como es el caso de los
lógicos encontrados en las Islas Canarias (Atoche, Mar- recuperados en Almería (figura 12); fundamentalmente,
tín Culebras y Ramírez Rodríguez 1979; Atoche y Mar- provenientes de la Bahía Norte ceutí al estar ésta protegi-
tín Culebras 1999); o los mucho mejor conocidos de la da de los vientos del Segundo y Tercer Cuadrante (Bravo
costa portuguesa (Arruda 1999-2000). Así, pues, sólo falta y Muñoz 1965, 6). Con el tiempo su número aumentaría
ahora una constatación directa en la bahía de Ceuta. hasta configurar, en la actualidad, una más que notable
colección expuesta, mayoritariamente, en las Salas del
Museo de Ceuta (Hita y Villada 1998, 30 y ss.).
5.2. Sus estudios de anclas romanas Pero también desde el principio y ahí reside uno de
los mayores méritos de J. Bravo, paralelo a sus artículos
Son, probablemente, los más conocidos y numero- en revistas deportivas, trabajos más científicos fueron pre-
sos. Iniciados en 1963 -fecha ésta también de su primer sentados de manera periódica en revistas y congresos es-
trabajo- (Bravo 1963) los ha mantenido hasta, práctica- pecializados. De este modo, sus descubrimientos eran ci-
mente, la actualidad. Son un total de más de una decena tados y discutidos en los ámbitos científicos junto a los
de aportaciones de variada orientación: divulgativos, pu- de F. Foerster, o R. Pascual Guasch.
blicados en CRIS; puntuales de investigación, en Ancorae
Antiquae I y II y Congresos Nacionales; y compilaciones Indudablemente, fue el hallazgo casual en un único
editadas por el Instituto de Estudios Africanos, del CSIC, conjunto de las tres partes metálicas que componen las
y en la revista Transfretana. anclas romanas -cepo, zuncho y arganeo- lo que le per-
mitió desarrollar, bajo nuestro punto de vista, una de sus
Todo ello refleja, bajo nuestra manera de ver, la tra- más interesantes aportaciones; máxime si tenemos en
yectoria vital de este buceador investigador que debe ser cuenta el método aplicado -propio de la arqueología ex-
valorado -¡qué mejor rigor científico!- en su contexto tem- perimental- y el momento -años 60- de casi total desco-
poral y espacial. Como buceador deportivo que ha sido nocimiento en este campo. Y, aunque pueda parecer ane-
no ha de extrañar, sobre todo al joven lector, su frecuente cdótico al lector, fue la publicación del mismo en el Ins-
presencia en la revista CRIS, editada por la Federación tituto de Estudios Africanos, del CSIC, el primer contac-
de Actividades Subacuáticas (FEDAS). No olvidemos to que nosotros tuvimos de sus trabajos sorprendiéndo-
cómo, en aquellos años y prácticamente hasta la década nos, en aquel entonces, por su interés y novedad. De he-
Figura 13.- Reproducción a escala natural del ancla romana de Ceuta, según J. Bravo.
89
cho, particularmente, ha sido una de nuestras citas obli- En 1970 y con el patrocinio de la Delegación de
gadas en nuestra docencia a la hora de impartir arqueolo- Cultura de Ceuta, se diseñó una actuación de rescate de
gía subacuática. aquellos materiales esparcidos en el fondo, paulatinamente
expoliados. Se recuperaron, así, 13 cañones de hierro (fi-
En aquel momento el arganeo aparecido era el se- gura 15); uno de bronce (calibre 24) y un ancla de 4 m.
gundo documentado en todo el mundo y, al tratarse de un que pasaron a formar parte del Museo de la Ciudad. Con
conjunto completo, permitió una experimentación lleva- posterioridad, entre 1983 y 1986 y aun careciendo de sub-
da a cabo con notable éxito (Bravo 1966; Idem 1976) hasta vención, se realizaron trabajos encaminados a acotar la
el punto de ser, todavía hoy, ampliamente reconocida (Hita zona arqueológica y a realizar esquemas de situación de
y Villada 1998, 30 con dos fotografías). De hecho, cuan- otros materiales del segundo naufragio del pecio: balas
do en 1982 colaboramos en el montaje del Museo Nacio- de cañón; vajilla de abordo y planchas de plomo y cobre;
nal de Arqueología Submarina de Cartagena, una repro- probablemente, estas últimas, del forro de la obra viva.
ducción a escala natural de un ancla romana seguía, fiel- Del resto del barco nada más se había conservado.
mente, las pautas apuntadas por los trabajos de J. Bravo
(figura 13). Las otras conservadas eran las, tristemente La flota naval a la que pertenecerían los restos en-
desaparecidas, embarcaciones del lago Nemi (figura 14), contrados en el pecio de Los Isleos de Santa Catalina
en Italia (Ucelli 1950). hay que asociarla al comisionado del rey francés, Luis
XIV, en su pretensión de reponer al derrocado Jacobo II
en la corona de Inglaterra. Los navíos hundidos - L’Assuré
5.3. Sus estudios sobre ánforas y Le Sage- de tres palos (los tradicionales 5 palos, pro-
pios de los galeones, para esta fecha ya estaban en desu-
En relación a los estudios realizados por J. Bravo so) eran barcos de tercer rango, pues combinaban artille-
sobre ánforas, remitimos a los estudios monográficos rea- ría de hierro con la de bronce y limitaban su número a un
lizados por J. Ramón (ánforas fenicio-púnicas) y D. Bernal máximo de 50-60 cañones. Para aquella época -finales
(ánforas romanas y tardorromanas) en las páginas de esta
misma monografía.
A B
Figura 14.- Fotografías del lago Nemi (según Ucelli 1950, 72 y 243). Detalle de una de las embarcaciones (A) y momento de la aparición de una
de las anclas completas (B).
90
Figura 15.- Uno de los cañones procedente del pecio Isleos de Santa Catalina, conservado en la actualidad en uno de los
museos de la Ciudad de Ceuta.
91
investigaciones (Bravo y Bravo 1989, 55) cómo el resca-
te de los cañones se habría hecho, posiblemente, median-
te el empleo de campanas de buceo. No obstante creemos
que la propia cita de la Casa de Contratación de Sevilla
en todo este asunto -incluido el pago de los costos del
rescate- nos pone en la pista de otros medios más
sofisticados imperantes en aquella época y conocidos por
la citada Casa de Contratación (Ledesma 1623), una de
cuyas ilustraciones reproducimos parcialmente en la fi-
gura 17.
6. Epílogo
Una ciudad, como Ceuta, históricamente volcada
al mar tiene en éste su mejor yacimiento. La necesidad de
acometer una continuada y modélica Carta Arqueológica
Figura 17.- Ilustración del libro de P. de Ledesma de 1623 (VV.AA.
Subacuática, o la potenciación del Museo Arqueológico 1993, portada).
de la ciudad, quizás mejor, un ambicioso Museo Maríti-
mo, ideas ambas defendidas por Juan Bravo en repetidas
ocasiones (Bravo y Bravo 1989, 108) siguen vigentes. Su
merecido homenaje, tanto a la persona como a su
esforzada obra científica es ya, al menos, una deuda sal-
dada.
92
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94
LAS ÁNFORAS FENICIO-PÚNICAS DE CEUTA
J. Ramon Torres
Conselleria de Cultura, Educació i Patrimoni
Consell Insular d’Eivissa i Formentera
95
“Las ánforas fenicio-púnicas del Mediterráneo Central y mente citado, se omitió citar algunas ánforas de Ceuta.
Occidental”, –publicado en Barcelona en 1995– cuando Pero no tantas como se pretende (Bravo y Villada 1993,
se produjo un encuentro físico con la persona de J. Bra- 94), sino un solo individuo (MMC-82), el único T-11.2.1.3
vo. De dicho encuentro no cabe sino poner de manifiesto publicado antes de estas fechas, puesto que tal definición
la amabilidad y liberalidad del homenajeado, permitien- y su correspondiente abasto trataba exclusivamente las
do el examen y documentación directa de todo el lote de SG-11.2.1.0 y no los “derivados” de la S-12.0.0.0.
estas interesantísimas ánforas, en unas condiciones, esto
sí, difíciles para la investigación, las galerías subterrá- Tuvieron, sin embargo, que transcurrir dieciocho
neas de las fortificaciones modernas de Ceuta, húmedas, años para asistir a la publicación de un nuevo estudio
sumidas en permanente baho y sin la mínima luz para anfórico del personaje, concretamente el trabajo “Las
una observación clara de las pastas, agravando ello el pro- ánforas prerromanas del Museo Municipal de Ceuta”,
blema de las concreciones de las piezas tras siglos de per- realizado conjuntamente con F. Villada (Bravo y Villada
manencia en el mar. En definitiva, un gesto por parte de 1993, 93-112). En el nuevo estudio, reincluyendo unos
D. Juan Bravo, que con las salvedades expresadas, re- pocos recipientes ya conocidos previamente, se recojen
dundó muy positivamente en la calidad de la obra citada. un total de venticuatro ánforas que, con los años, habían
ido recuperandose del mar de Ceuta y sumándose a los
Es justo hacer un breve repaso a los trabajos de este primeros hallazgos depositados en el Museo Municipal
personaje acerca de las ánforas fenicio-púnicas de Ceuta. de esta localidad (abr. MMC). Destaca igualmente el es-
Cabe recordar que él, a principios de los años 60 del siglo tudio químico de pastas de estas ánforas incluido en el
XX, fue Director del Club de Actividades Subacuáticas mismo trabajo, a cargo de F. Huertas (Huertas 1993, 89-
de Ceuta, impulsando mucho la recuperación de piezas. 104). Este apartado pone de manifiesto algunos hechos,
como la homogeneidad de pastas según tipos anfóricos,
Dejando de lado la publicación precoz de un frag- entendidos ahora según pertenezcan a los T-11.2.1.3 /
mento de ánfora de procedencia submarina, probablemen- 12.1.1.1 /12.1.2.1, los T-7-4.3.2/T-7.4.3.3 o el T-8.1.3.2,
te T-7.4.2.32 (Bravo y Muñoz 1965, 37, fig. 31), es nece- con la excepción de los individuos MMC-82, 85 y 103.
sario recordar la aportación de nuevos materiales anfóricos Se hace también una comparación con muestras de ánforas
fenicio-púnicos (un ánfora incompleta del SG-11.2.1.0, imperiales de Algeciras, comprobándose que en relación
otras dos en estado también incompleto T-12.1.1.1 ade- a éstas, las púnicas tienen un mayor contenido en diópsido,
más de fragmentos T-7.4.3.2. y/o T-7.4.3.3. en uno de los wolastonita y calcita, pero menos cuarzo. Otro dato de
trabajos publicados por este autor en los años 70 (Bravo dicho análisis es que las ánforas ceutíes englobadas en
Perez y Bravo Soto 1972, 53-55). En él se hacía ya hinca- los T-11.2.1.3, 12.1.1.1 y T-12.1.2.1, junto con el indivi-
pié en las dificultades para clasificar en la tipología de J. duo T-8.1.3.2 (respectivamente 1.022º y 1.099º) estan
M. Mañá algunos recipientes de Ceuta –que ahora pue- cocidas a mayor temperatura que las del G-7.4.0.0 (919º).
den ser encuadrados en tipos concretos de las S-11.0.0.0
y 12.0.0.0– a la vez expresaba opiniones de diferente Sin embargo, no se establecen, como sería intere-
consideracion acerca del tipo más abundante entonces, el sante, datos comparativos con ánforas púnicas proceden-
Mañá C. tes de otros lugares, que permitiera afinar sobre la proce-
dencia del material ceutí, hecho por otra parte lógico, en
Mucho más meritoria resultó, muy poco después la medida que prácticamente no existían bases de compa-
(Bravo 1975, 25-33), la publicación de un pequeño catá- ración, fuera de los análisis arqueométricos sobre ánforas
logo-estudio sobre un lote, ya mucho más importante, de T-11.2.1.3 del siglo -V halladas en Corinto (Maniatis et
ánforas fenicio-punicas del mar de Ceuta. Su aportación alii 1984).
radicó en el carácter monográfico del trabajo (hecho casi
pionero en materia de ánforas fenicio-púnicas), sobre un
lote de piezas en absoluto desdeñable y con suficiente 3. Las ánforas fenicio-púnicas de
aparato gráfico para una lectura clara del tipo de material Ceuta. Un balance actual
que era objeto de presentación. De este modo, diecisiete
ánforas fenicio-púnicas, muchas de ellas completas o casi El enunciado plantea en sí mismo una cuestión de
completas, procedentes del mar ceutí eran en conjunto, puro rigor: ¿que relación existe entre el material subma-
dadas a conocer con su correspondiente fotografia y di- rino ceutí y el enclave y/o territorio de lo que en época
bujo. romana sería Septem Fratres? Los propios investigado-
res locales, comenzando por el propio J. Bravo, en su día,
Es cierto, como remarcan después el mismo Bravo ya se hicieron esta misma pregunta, buscando diferentes
y otros autores, que en dos trabajos, en su día claves para explicaciones alternativas.
el planteamiento de la definición y otros aspectos de las
Mañá A4 (Ramon 1981, 15-16; Íd. 1985), por el simple, Pero el marco de probabilidades permanecerá abier-
pero rotundo hecho de no contar con el trabajo anterior- to mientras no se resuelva definitivamente la estructura y
96
mecánica del propio yacimiento subacuatico y se tenga pia, del universo morfológico de las SG-11.2.1.0, cuya
un conocimiento más extenso de la situación en el suelo vulgarización (aún!) bajo nomenclaturas desfasadas y
terrestre citado. peligrosas, como Mañá-Pascual A44 y muchas otras, de
carácter “sectorial”, no hace sino entorpecer el avance de
En cualquier caso, conviene recordar que en el so- la investigación. Más aún, habida cuenta que en el mar
lar de Ceuta, los datos materiales procedentes de hori- de Ceuta han sido recuperados un mínimo de seis indivi-
zontes no sólo fenicio-púnicos, sino también púnico- duos distintos T-11.2.1.6 (MMC- 79, 101, 102, 105, 106
mauritanos, son practicamente nulos (Bernal 2000, 1127- y 130), número más que significativo (figura 2). Este tipo
1151). anfórico, dejando ahora aparte el caso del pecio Tagomago
1, hundido en la costa NE de Eivissa (Ramon 1981, 15-
Es decir, que el problema evidente, aún hoy, es sa- 16; Íd. 1985), ha sido hallado en muchísima menor pro-
ber si las ánforas de Ceuta son exportaciones, importa- fusión que otras hermanas, sobre todo las T-11.2.1.3. Y
ciones o material en tránsito. En realidad y evidentemen- es aquí donde doblemente se echa de menos una conclu-
te en el marco del área del Estrecho o geografías próxi- sión acerca de la naturaleza del hallazgo submarino, por-
mas, no se sabe dónde exactamente fueron fabricadas, que si se trata de un naufragio puntual, posibilidad apun-
por falta de conocimiento de talleres de estricta compara- tada hace tiempo (Ramon 1995, 99) con recipientes de
ción, así como una nueva revisión de las pastas de estos este tipo, es una cuestión y si son producto esporádico,
materiales. Es más, otras acumulaciones de ánforas, otra distinta: el resultado de fondeos o tránsito de buques
presumiblemente del SG-11.2.1.0 y / o del G-12.1.0.0. por la zona.
no muy lejanas a Cala Ballenera, se citan en las inmedia-
ciones de la Isla Perejil o de Punta Leona (Parker 1992, El T.11.2.1.6. no parece haberse fabricado en la
307, 338 y 355), sin que existan tampoco claras eviden- Bahía de Cádiz. Allí el material publicado se reduce, in-
cias sobre su naturaleza y relación con los hallazgos variablemente, a una breve selección de perfiles de bor-
ceutíes. des o segmentos de perfiles, no siempre concluyentes,
del abundante material anfórico procedente de un gran
En cualquier caso, la morfología, cronología ori- número de excavaciones de urgencia5 , donde aparente-
gen y destino del repertorio de Ceuta merece comenta- mente nada indica la localidad del tipo citado. En zonas
rios, que en realidad no son estrictamente nuevos, o no lo como la costa de Málaga o Granada, dejando sentado que
son en su totalidad. En este sentido cabe advertir que es- no hay nada definitivo al respecto, tampoco ningún indi-
tos comentarios van en relación al material depositado cio apunta en este sentido, máxime considerando que sus
enel Museo Municipal de Ceuta, no habiéndose tenido pastas son distintas. El misterio se ubica en la zona atlán-
aún la ocasión de examinar otras ánforas que según cons- tica y/o mediterranea de Marruecos, donde conviene no
ta en la bibliografía existen en el Club de Actividades olvidar, que al margen de algunas iniciativas, brillantes
Subacuáticas y en otras manos privadas (Bernal 2000, en su grado de incipiencia, como la que lleva a cabo la
1139). misión hispano-tunecina en Lixus (Aranegui ed. 2001),
queda un mundo entero por analizar y dar a conocer.
Otro dato a considerar es que el noventa y cinco
por cien de las ánforas procede la zona conocida como De este modo, puede decirse que los siglos -IV y -
Cala de la Ballenera, cerca del poblado de Benzú, mien- V marroquíes son escasamente conocidos. Es el caso del
tras que el resto se reparte, aisladamente por la bahía N, centro alfarero de Kouass, que gracias al brillante y pio-
bahía S, e isla de Santa Catalina (Bernal 2000, 1140). nero esfuerzo M. Ponsich, es aún un yacimiento emble-
mático y un símbolo de la producción cerámica del área
Entre las ánforas estudiadas, las más antiguas del sur del Atlántico fenicio (Ponsich 1967, entre otros traba-
litoral de Ceuta corresponden al SG-11.2.1.0. Por una jos de este autor). Sin embargo, hoy se hecha en falta un
parte, dos individuos se adscriben al T-11.2.1.3. (MMC- cuadro global y analítico de su gama cerámica, durante
82 y 100), ambos con cuerpos, que por su perfil general, los siglos citados, que de repuesta a preguntas como, en-
podrían ser producciones de diversas zonas, como la tre muchas otras, sí fabricaban solamente ánforas T-
gaditana, entre otras3 , y evidentemente del siglo –V (fi- 11.2.1.3., o también T-11.2.1.6.
gura 1). Ahora no se va a profundizar en este tipo y no
sólo porque el material ceutí resulta, por sí mismo poco Otros lugares, clásicos en la bibligrafia del tema,
definitorio, sino por que se trata de un tipo anfórico de como Banasa (Luquet 1964, entre otros trabajos), adole-
vasto aspectro, sujeto actualmente a profundos estudios cen del mismo problema, incluso en mayor grado: no
sectoriales, como los centros alfareros de Camposoto, en existen datos reales de comparación. El resto de niveles o
la Antipolis gaditana. unidades de yacimientos marroquíes, dadas globalmente
a conocer, son interesantes para fases tardías, especial-
Otra cuestión es la presencia de ánforas T-11.2.1.6, mente la púnico-mauritana, pero los siglos –VI y –V se
o sea, una de las diversas “definiciones”, con entidad pro- hallan totalmente indocumentados.
97
Figura 1.- Ánforas púnicas de contexto subacuático procedentes de Figura 2.- Ánforas púnicas de contexto subacuático procedentes de
Ceuta, del tipo T-11.2.1.3 (MMC-82 y 100) y T-11.2.1.4 (MMC-84). Ceuta, del tipo T-11.2.1.6 (MMC-101, 102 y 105).
Lo mismo en cuanto a materiales de hallazgo espo- del relleno del pozo SJ-90, con una cronologia de segun-
rádico, no se han llegado a publicar colecciones ánforicas da mitad del siglo –V (Ramon en pres. b). Por el resto, el
de época feniciopúnica, de los que, sin duda, deben exis- mapa de distribución de este tipo (Ramon 1995, mapa
tir y ello priva de un importante elemento tipológico de 119), limitado aparte de Ceuta y Eivissa, a Ischia, na
juicio. Guardis (Mallorca), l’abric de les Cinc (Castelló), Cerro
Macareno (Sevilla) y Puerto de Santa María (Cádiz), pue-
En resumen, cabe profundizar en la investigación de solo ampliarse a un hallazgo en Castro Marim –Portu-
marroquí, dejando totalmente abierta la posibilidad que gal- (Arruda 2001, fig. 11 abajo).
en su costa atlántica se fabricara el T-11.2.1.6.
Las ánforas T-12.1.1.1 son sin duda el material fe-
En cuanto a la cronologia del tipo, para cuyo caso nicio-púnico de mayor interés entre los hallazgos subma-
el material de Ceuta no cuenta con ningún apoyo rinos de Ceuta (figuras 3 y 4). Este tipo –y genericamente
contextual, existen algunos datos. Uno de ellos es el pecio todo el SG al cual pertenecen– con toda evidencia, deriva
Tagomago 1, donde, con un 40,82 % del total de tipos de modelos precedentes del SG-11.2.1.0. Más exactamen-
anfóricos documentados6 , constituye un porcentaje muy te, es probable que el T-11.2.1.4 (Ramon 1995, 236) sea
considerable entre todos los tipos, todos ellos del SG uno de sus principales prototipos. Esta aseveración se basa
11.2.1.0. Allí, se halla acompañado por envases T-11.2.1.2, en el hecho característico de las T-11.2.1.4, definido por
T-11.2.1.3, 11.2.1.4 y 11.2.1.5. y su cronología no parece una espalda ancha, con carena muy angular y rectilínea, a
rebasar el último cuarto del siglo –V (Ramon 1981; Íd. diferencia de otros tipos hermanos. Se trata además de
1985, 72). recipientes de considerables dimensiones, ligeramente
mayores que las T-11.2.1.3 y generalmente por encima
En Eivissa también existen ánforas T-11.2.1.6, ha- de 1,10 m.
lladas en yacimientos de tierra bien fechados. Es el caso
98
Figura 3.- Ánforas púnicas de contexto subacuático procedentes de Figura 4.- Ánforas púnicas de contexto subacuático procedentes de
Ceuta, del tipo T-12.1.1.1 (MMC-87, 112 y 113). Ceuta, del tipo T-12.1.1.1 (MMC-81, 103, 107 y 178).
Cabe recordar que las T-11.2.1.4 estan bién repre- Cádiz, Marruecos atlántico, etc., durante tres, o tres cen-
sentadas en Tagomago 1 (Ramon 1995, 72), con pastas turias y media de producción, debieron existir más tipos
que a primera vista cabe englobar en los grupos Málaga- de esta serie individualizables, tanto desde un punto de
Granada o, si se prefiere, genéricamente en la costa cen- vista físico, como tipológico.
tral de Andalucía. En cuanto a su cronología, su misma
presencia en el pecio ibicenco y, de nuevo, en el pozo SJ- ¿Que puede decirse hoy al respeto? En primer lu-
90 (Ramon en pres. b ), indica claramente su adscripción gar, que para este SG el panorama ha cambiado poco en
al último tercio o cuarto del siglo –V. relación al de los documentos de hace quince años, sobre
todo en cuanto a la publicación de secuencias estratificadas
En el mar de Ceuta, existe al menos un ánfora T- de materiales de esta clase.
11.2.1.4 (MMC-84).
Para la evolución de la S-11.0.0.0 hacia la S-12.0.0.0
Globalmente, al menos tal y como pudo definirse un yacimiento clave, aunque realmente sin explotar, si-
en un momento dado (Ramon 1995, 237-238), el T- gue siendo el pecio de la Mezquitilla, en plena costa Ma-
12.1.1.1, no solo abarca un enorme porcentaje del total lagueña, frente al morro de Las Chorreras. De este
de la línea costera fenicio occidental de producción, sino yacimento se recuperaron sólo cinco individuos (Martínez
un lapso temporal dilatado. Ello, unido a la publicación y Martínez 1987, 249), de los diversos que se documen-
de series homogéneas y amplias de individuos reales y taron a más de 20 m de profundidad. Todos ellos estan
más completos, morfológicamente hablando, de este tipo, incompletos, pero por primera vez fue posible observar
aún insuficiente a todas luces, impide una seriación morfo- ánforas T-11.2.1.4 (idénticas a las de Tagomago 1) junto
cronològica y areal que, seguramente, debería ser más con especímenes que, con su cuerpo superior ya
afinada y acorde con el progreso actual de la investiga- cilindroide, pertenecen indiscutiblemente al T-12.1.1.1
ción. Es evidente que en la costa de Granada, Málaga, (Ramon 1995, 80). Como es lógico, las T-12.1.1.1. de
99
este yacimiento subacuático malagueño aún tienen asas hoy) un significativo e infrecuente lote de individuos com-
de tipo antiguo, es decir, grandes y arqueadas, muy próxi- pletos, o casi completos, de este tipo.
mas a las que exiben las T-11.2.1.4. La pieza más com-
pleta muestra además un cuerpo superior fuertemente Por ejemplo, el individuo MMC-87, con sus asas
acanalado, de arriba abajo y una espalda alta rectilínea y no completamente circulares, sino de 1/2 de círculo y no
oblícua. excesivamente pequeñas, su cuerpo superior, con un
acilindramiento solo moderado es, sin embargo, otra de
Por la asociación de tipos anfóricos, se trata de un las versiones de detalle del siglo –III avanzado y siglo –
naufragio fechable con toda verosimilitud en el primer II. Otros especímenes, como el MMC-112, representan
cuarto o tercio del siglo –IV, cosa que al mismo tiempo distintas variantes: cuerpo superior cilindro-convexo, asas
permite aventurar que la cronologia de las T-11.2.1.4 se pequeñas, espalda corta, de perfil cóncavo y borde en for-
enmarca entre el último cuarto, o tercio, del siglo –V y ma de simple exvasamiento apenas engrosado, con el
los primeros decenios del siglo –IV cuando ya se habia doble cono del cuerpo inferior ancho y proporcionalmente
definido el T.12.1.1.1 (Ramon 1995, 80). alto a su parte superior. Se encuentra igualmente entre
los perfiles de Kouass, Cartagena, etc. También los indi-
También es muy interesante, un perfil anfórico que viduos MMC-81 y 107 encajan perfectamente en el re-
se halló en el denominado nivel Mauritano 1 de Djar pertorio de variables antes citado, con espaldas oblicuas
Djdid, en Marruecos (Akerraz et alii 1981-1982, pl. y ligeramente cóncavas, rematadas por bordes levemente
XVIII). En cuestión, el anfora publicada tiene una espal- destacados por el exterior, largo cuerpo superior cilin-
da, oblicua alta y rectilínea, con un borde apenas engro- dro-convexo y asas redondeadas, no muy grandes. Final-
sado, asas grandes y un cuerpo superior de moderado, mente, el ánfora MMC-103, por el perfil arcaizante de la
pero decidido, acilindramiento. Asociados con el ánfora espalda y otras características formales, podría ser un re-
existían vasos de tulipa (“a chardon”), con decoración de cipiente a caballo entre los primeros ejemplos de anforas
bandas bícromas o platos de barniz rojo idénticos a algu- T-12.1.1.1 del siglo –IV y la masa productiva de la se-
nos modelos fabricados por el horno I bis de Kuass gunda mitad o último cuarto del siglo –III y siglo –II.
(Ponsich 1967, fig. 4). Se ha discutido la cronologia del Todas estas ánforas de Ceuta tienen un evidente paralelo
nivel Mauritano 1 de Djar Djdid, cuyos excavadores ini- en las producciones de Kuass, especialmente las del hor-
cialmente situaron en el siglo –II, siendo posteriormente no III, que probablement tuvo un punto álgido en último
rebatidos (López 1990, 22-23; Ramon 1995, 97). Los cuarto del siglo –III.
materiales dados a conocer, aunque escasos, tienen un
paralelo evidente en el horno I bis de Kuass, que M. Aparte de las producciones marroquíes de ánforas
Ponsich fecha en las postrimerias del siglo –V. Es una T-12.1.1.1, atestiguadas en Kouass –pero que probable-
fecha post quem, dada la evolución del ánfora, inexisten- mente estuvieron mucho mas extentidas por la costa me-
te, en horizontes de este siglo, pero con un lapso muy diterránea y atlantica de este país– en la costa ibérica con-
corto, vista la morfología del conjunto de cerámicas. Es trapuesta también son tanto o más significativas.
decir que la pieza hallada en la fase mauritana 1 de la
antigua Zilil debe pertenecer a un siglo –IV no muy avan- En Cádiz, cabe recordar que en la calle Tolosa
zado y no muy alejado de la época de hundimiento del Latour (Muñoz inédito, b; Ramon, en pres. a: fot 5) se
barco de La Mezquitilla. halló el cuarto superior de una T-12.1.1.1 completamente
requemado, prueba de su fabricación in situ. Tiene un
Por ello cabe observar y hacer incapié en el indivi- borde apenas diferenciado y una espalda rectilínea y muy
duo MMC-113. Con sus asas grandes de 3/4 de círculo, oblicua y baja, con una ancha banda de acanalados hori-
su espalda carenada, ancha, oblicua y rectilínea y, en es- zontales en el cuerpo, por debajo de las asas, que no son
pecial, su cono superior alargado, que anuncia un cerca- ni completamente redondas ni excesivamente pequeñas.
no acilindramiento, igual que las piezas de Djar Djid y Este tipo ha sido documentado en otros muchos lugares
La Mezquitilla. La citada ánfora de Ceuta es pues un de la ciudad de Cadiz. Destaca el conjunto del pozo LP-
modelo morfológicamente precoz del T-12.1.1.1., fechable 70 (Muñoz, inédito a), fechable con precisión en la época
en el siglo –IV, probablemente su primera mitad, sin po- de la segunda guerra púnica y que proporciona un mues-
der por ahora precisar más este lapso temporal. trario ampliamente significativo del repertorio anfórico
de producción gaditana y de las importaciones en circu-
Es muy interesante el material de Ceuta en cuanto lación en este momento.
a recipientes clásicos T-12.1.1.1, que se halla representa-
do al menos por seis individuos (MMC inv. nos. 81, 87, En este conjunto, las ánforas T.12.1.1.1 constitu-
103, 112, 107, y 178), que en su momento ya fueron un yen seguramente el material más abundante, seguidas por
firme apoyo, no cronológico –dadas las condiciones de las T-8.2.1.1 y entrando en escena un grupo, al parecer
descontextualización del material, repetidamente citadas– minoritario, de individuos precoces T-9.1.1.1. Junto con
pero sí tipológico, en la medida que constituyeron (y aún todas ellas piezas turdetanas de cuerpo cilíndrico y
100
bicónico7 y ánforas de la zona cartago-tunecina, con re- pastas del taller de Kuass, sin que hasta la fecha, la exis-
cipientes T-5.2.3.1 y T-6.1.2.1. Perfiles idénticos al de tencia paralela de una producción lixitana de este tipo
Tolosa Latour se hallan en también contextos del último anfórico, pueda llevarse más allá de una suposición de
tercio del siglo –III del Castillo de Doña Blanca (Niveau orden lógico.
de Villedary 1999, lám. 1 nos. 1 y 2) y en el vecino pobla-
do de Las Cumbres (Ruiz y Niveau de Villedary 1999: A modo de recapitulación, cabe recordar que las T-
fig. 4), donde la cronología del asentamiento cubriría todo 12.1.1.1 evolucionan a partir del SG-11.2.1.0 y aunque
el siglo –III, con inicio, tal vez, a finales del siglo ante- ello deba ser visto de un modo genérico. Ya se ha dicho
rior. Los citados horizontes tienen otro estricto parangón que modelos como el T-11.2.1.4 pudieron haber sido cla-
en Cartagena. Entre otros muchos datos procedentes de ves en la definición del proceso.
la plaza fuerte fundada por Asdrúbal en el año –229, des-
tacan los claros niveles de destrucción del -209 de la c. La fase antigua del T-12.1.1.1 es aun poco conoci-
Serreta, nos. 8-12 y el vertedero de la Plaza de San Ginés. da y ello es debido a la rareza de contextos fiables del
En la c. Serreta se observa el mismo repertorio de perfi- siglo –IV, representados ahora por la fase mauritana 1 de
les, especialmente de bordes y espaldas (Camino y Roldán Djar Djid o el pecio de la Mezquitilla. En relación a todo
1997, lám. VII 1-4 y 8), que en Kuass o en los niveles del ello conviene recordar que tras el –400 se produce una
último cuarto del siglo –III del área gaditana, antes co- caída en picado de la distribución mediterránea, anterior-
mentados. En estos niveles, asociados con la toma de la mente amplísima, de recipientes SG-11.2.1.0.
ciudad por Escipión el Africano, las ánforas T-12.1.1.1
son acompañadas por algún recipiente ibero-turdetano, o Lo significativo es que en los propios centros pro-
ebusitano T-8.1.3.1, aunque dominantemente por mate- ductores de estos tipos, los documentos arqueológicos –
riales del área Cartago-Túnez, especialmente ánforas T- es el caso del área de Gadir– se enrarecen considerable-
5.2.3.1, T-5.2.3.2 y T-6.1.2.1, aunque también T-7.2.1.1 y mente, pudiendo ser ello el reflejo de lo dicho antes. Ana-
T-7.7.1.1, siendo también importante el grupo de lizar ahora las causas de esta indudable crisis llevaría el
grecoitálicas. La gran escombrera de la plaza de San Ginés presente discurso por derroteros que no son del caso. Sin
(Roldán y Camino 1996; Camino 1998) se halla en la embargo, en el último tercio del siglo –III se observa un
línea, tanto cronológica, como compositiva, de la c. Se- relanzamiento, sobre todo, aunque no exclusivamente, a
rreta. En el vertedero, dentro de las producciones extre- nivel ibérico. Sin duda, es este el momento del horno III
mo-occidentales, predominan las T-12.1.1.1, acompaña- de Kouass, de buena parte de los datos en Cádiz y los
das de algunos individuos T-8.2.1.1 y T-9.1.1.1 precoces, entornos de su bahía o de los niveles de Cartagena.
y de nuevo, el mismo repertorio con ánforas ibero-
turdetanas, ebusitanas T-8.1.3.1, aunque mayoritariamente El ánfora T-12.1.1.1, durante la económicamente
tunecino-cartaginesas, sobre todo T-5.2.3.1, T-3.2.1.2 y activa y expansiva época de la Segunda Guerra Púnica,
T-6.1.2.1, con algunas T-7.2.1.1, entre otras y, para ce- equivale para sus zonas productoras de Marruecos, Cádiz
rrar, también un buen número de piezas grecoitalicas. y Málaga-Granada, lo mismo que la T-8.1.3.1 para Eivissa
o la T-5.2.3.1 para Cartago-Túnez, por citar sólo estos
Esto, en cuanto al siglo –III, pero las ánforas T- ejemplos. Se trata de envases de carácter internacional.
12.1.1.1 perduran más allá. ¿Cuáles son los datos al res-
pecto?. En el terreno de los nuevos datos, puede citarse Cabe matizar que Eivissa, junto con la T-8.1.3.1,
en Lixus el sondeo del Algarrobo, realizado en 1995 y ampliamente predominante, fabricó recipientes a menor
1999, afectando niveles de época púnico-mauritana. En escala PE-22 y que el entorno gaditano fabricó junto con
la fase I, que es la que interesa ahora, cubre un lapso en- las T-12.1.1.1 envases T-8.2.1.1 seguramente en una pro-
tre c. -175/-150 y –80/-50, los fragmentos anfóricos (Vi- porción aunque significativa, menor, aunque fue notable-
ves-Ferrándiz y Assini 2001, 63-71), ofrecian un 20 % de mente exportada (Ramon 1995, mapa). Ya se apunto como
envases T-12.1.1.1, 11 % T-7-4.3.3, 2 % púnico-ebusitanos propio del entorno gaditano (Ramon 1995, 225-226), de-
(T-8.1.3.1), 9 % Greco-itálicas / Dressel 1, etc. Como ra- jando solo un margen a la posibilidad, aún no contrasta-
zonablemente opinan los excavadores, seguramente, es da, de su producción en otros talleres fenicio-púnicos del
una evidencia de la perduración de las T-12.1.1.1, duran- extremo-occidente. Al contrario, en Marruecos durante
te todo o gran parte del siglo –II, ya apuntada antes el siglo –III, el T-12.1.1.1 parece exclusivo, aunque con-
(Ramon 1995, 238), enlazando con la aparición de las T- vendrá profundizar en esta investigación, antes de dar el
7-4.3.3 a finales de esta centuria. Lo cierto es que los hecho por sentado. Durante el siglo –II ya se ha visto que
fragmentos de ánforas T-12.1.1.1 de Lixus tienen formas en Lixus este tipo se halla aún vigente, dominando el pa-
de bordes y espaldas idénticos a los observados en el si- norama de las ánforas fenicio-púnicas. Entonces sucede
glo –III. La procedencia del material de Lixus no es cla- lo mismo que en otros centros de producción alejados, la
ra, al no haberse realizado análisis de pastas, apreciándo- continuidad de la producción y seguramente tambien de
se preliminarmente dos grupos. En cualquier caso, los la exportación, en épocas cuando la traducción práctica
editores de la excavación apuntan su semejanza con las del dominio romano se haría sentir cada vez más.
101
En la bahía de Cadiz el T-12.1.1.1 parece derivar Otra pieza de Ceuta (MMC-95), fue uno de los ra-
(¿o convivir?) en esta época hacia el T-12.1.1.2, que se rísimos ejemplos de un individuo real, para perfilar el T-
fabricó ya junto con un volumen muy considerable de 12.1.2.1 (Ramon 1995, 211). Destaca su cuerpo, que de-
anforas T-9.1.1.1. El T-12.1.1.2 es un tipo que, a pesar de fine arriba un perfecto y largo cilindro y abajo un trayec-
heredar las características mofológicas claves del antes to acentuadamente bicónico y ancho. Es presumible que
citado, tiene peculiaridades propias. Entre entre ellas, su espalda, borde y asas sean idénticos a otros recipientes
destaca la estrechez de su carena entre asas, que llega a T-12.1.1.1. Es difícil aún decidir de si se trata de una va-
ser, solo por muy poco, superior al diámetro del borde, riable más dentro de este último tipo o es un modelo con
adoptando forzosamente tipos peculiares de espaldas. Los entidad propia.
bordes tienen formas redondeadas y apenas engrosadas,
indicadas por el exterior con algunas acanalaciones hori- Las anforas englobadas en el G-12.1.0.0 debieron
zontales. Y también el diámetro del cuerpo superior, sen- ser primordialmente envases para pescado salado. Pero,
siblemente estrecho y alargado. No es siempre, ni fácil ni a diferencia que lo que sucede con sus predecesoras del
objetiva, la distinción entre el T-12.1.1.1 y el T-12.1.1.2, G-11.2.0.0, cuya relación con las salazones está amplia-
cuyo emparentamiento es obvio, máxime cuando los per- mente atestiguada, cabe observar que no se han encontra-
files completos que por ahora se han podido describir en do, o no se han dado aún a conocer, pruebas materiales de
ambos tipos, y especialmente en el último, son insufi- su contenido. En cualquier caso, su herencia, directa y a
cientes. En cualquier caso, fragmentos que se insertan en todos los niveles, con respecto a las G-11.2.0.0, hace esta
el T-12.1.1.2, en el área gaditana aparecen ya a finales presunción algo más que una idea lógica.
del siglo –III, como en Las Cumbres (Ruiz y Pérez 1995,
fig. 30, 1). Existe también en el mar de Ceuta un pieza de fa-
bricación ebusitana, a la cual sólo le falta un asa (MMC-
115). Se adscribe al T-8.1.3.2 y cabe fecharla en pleno
siglo –II, seguramente antes de –125 (figura 5). En cuan-
to a su mapa de distribución, cabe decir que en el Atlánti-
co puede ampliarse hasta las Gadeira. Concretamente,
en una de las tumbas superpuestas a los hornos abando-
nados de Camposoto, sector 3 (actual San Fernando, la
Antipolis de Estrabón), dos individuos de este tipo fueron
utilizados como cubierta.
102
asociado al cuello y borde de un individuo T-7.4.3.3, de número de hallazgos, siempre en contextos de finales del
perfil muy esbelto y no lejano a algunos prototipos del siglo –II y prácticamente hasta los últimos decenios del –
área de Túnez, e imitaciones locales –¿de la zona de I, cuando son substituidas por las series Dressel 7-11, se
Cádiz?– de ánforas Dressel 1 A. Es interesante, en la va incrementando con el avance de la investigación9 . Ac-
medida que constituye el primer hito cronológico firme y tualmente la fabricación del T-7.4.3.3 está demostrada en
ante quem para la aparición de las T-7.4.3.2. y, por otro Cádiz, tanto en las antiguas Eritheia/Kotinoussa, como
lado acumula en la estricta zona del Estrecho de Gibral- Antípolis, siendo prácticamente segura en lugares marro-
tar los hallazgos de ánforas de este tipo. En realidad, aún quíes como Banasa, Sala, Kuass, etc. (Ramón 1995, 212-
se debate en que momento el extremo occidente empieza 213) y lógica en talleres de la costa de Málaga, Granada
a fabricar ánforas T-7.4.3.3 y T-7.4.3.2. Se dijo hace tiem- y Almería, aún escasamente conocidos.
po que más atrás del último cuarto del siglo –II no había
pruebas de su fabricación. En cuanto a su contenido, se ha dado a conocer un
ejemplar procedente de Asta Regia y conservado en el
Recientemente se ha intentado subir la cronología Museo Municipal de Jerez, con un titulus pictus que dice
de aparición de las T-7.4.3.3 hasta la primera mitad del VINUM / D […] (García 1998, 68, lám. 3, 1), en posible
siglo –II (García 1998, 67) en base a datos del complejo alusión a un contenido vinario. A pesar de ello, su enva-
alfarero de Torre Alta. Sin embargo, los datos de esta ex- sado primordial, de salazones de pescado, es un hecho
cavación no son concluyentes en este sentido, por lo cual hace años contrastado (Ramón 1995, 212-213, recogien-
la situación sigue siendo la misma. do la bibliografia anterior).
NOTAS
1
Todas las imágenes del presente trabajo son obra del autor.
2
Para todas las referencias al sistema de clasificación de ánforas fenicio-punicas S, SG, G y T, cfr. Ramon, 1995.
3
En el sector III de Camposoto existen talleres funcionando entre finales del siglo –VI y al menos toda la primera mitad del siglo –V, actualmente
en curso de estudio por A. Sáez Espligares, Á. Muñoz, A. Sáez Romero y J. Ramon. Lo mismo en el Cerro del Villar (Lavado 1999, 128-131).
Cabe recordar igualmente que los hornos I, I bis, II y IV de Kuass (Ponsich 1967) debieron fabricar ánforas T-11.2.1.3 en esta misma época.
4
Por otra parte, se sigue confundiendo (incluso en trabajos de muy reciente publicación) lo que, hace más de veinte años (Ramon 1981, 15-16), se
pretendió definir como Maña-Pascual A4 (= SG-11.2.1.0), con la serie de modelos derivados, por evolución tipológica temporal (G-12.1.0.0)
que de cualquier modo son “formas” y “tipos distintos”.
5
Una selección bibliográfica de interés para los materiales anfóricos en la bahía de Cádiz es la siguiente: Arteaga Blanco 1991; et alii 2001;
Clavaín y Sáez Romero, 2002; De Frutos, Chic y Berriatúa 1988, 295-306; García 1998; González et alii 2002; Gutierrez 2000; Huertas 1993,
98-104; Lagóstena 1996; Muñoz 1987, 471-478; Íd. 1990-1991, 287-333; Íd. 1995-1996, 77-105; Íd. Inédito a; Íd. Inédito b: Muñoz, De
Frutos y Berriatua 1988, 487-508; Muñoz y Baliña 1987, 156-163; Niveau De Villedary 1999, 133-140; Perdigones y Muñoz 1987; Íd. 1990a,
71-79; Íd. 1990b, 86-90; Íd. 1990c, 91-94; Íd. 1990d, 106-112; Íd. 1990e, 95-98; Perdigones, Muñoz y Marcos 1987, 38-40; Perdigones et alii
1987, 50-54; Ramon 1995; Íd. en prensa; Ruíz y Pérez 1995; Ruiz y Niveau de Villedary 1999, 125-132; Sáez Romero et alii en prensa;
Vallespín 1985, 59-74.
6
El resto de tipos, con sus porcentajes entre este lote es el siguiente: T-11.2.1.2 = 2,04%, T-11.2.1.3 = 28,57%, T-11.2.1.4 = 16,33% y T-11.2.1.5
= 12,24%.
7
Las ánforas que se clasificaron como T-8.1.1.2 junto con las T-4.2.2.5, actualmente pueden ser desclasificadas de las producciones fenicio-
púnicas extremo-occidentales (en cuyos centros alfareros, las investigaciones de los últimos quince años no demuestran su producción, sino
indicios de lo contrario) y ser adscritas al área turdetana de Huelva, provincia de Cádiz y, tal vez, Sevilla.
8
Se agradece a los directores de estas excavaciones el haber podido examinar este material en la misma Baelo Claudia, con las excavaciones en
curso y una serie de informaciones complementarias al respecto. Los resultados de estos trabajos serán publicados en el 2003 en la monografía
Rei Cretariae Romanae Fautorum Acta 38 (Roma, American Academy).
9
Como, por ejemplo, en el Atlántico portugués (Arruda y de Almeida 1998; de Almeida y Arruda, en pres.).
103
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106
PARA NO PERDER LA MEMORIA:
ANCLAS ANTIGUAS, ESTRECHO DE GIBRALTAR Y JUAN BRAVO
Manuel Martín-Bueno.
Catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza
Vicepresidente de la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas (CMAS)
Juan Bravo, buceador ceutí, ha dedicado durante que él lo ha visto siempre desde la orilla del aficionado,
cuatro décadas buena parte de su tiempo al estudio de apasionado sin duda por ofrecer aquello que con su cono-
vestigios de la navegación antigua, particularmente de cimiento del buceo podía facilitar a los demás.
época romana, en la zona costera de la ciudad de Ceuta.
Fruto de estos trabajos fueron una serie de artículos sobre Para resumir podríamos decir sin riesgo a equivo-
anclas romanas en los que junto a muchas novedades de carnos que Juan Bravo es de aquellas personas que han
hallazgos en la zona, experimentó con reconstrucciones dado mas nueces que ruido en su actividad de sencillo
de modelos hasta dar con uno satisfactorio. Aquí analiza- colaborador con la investigación histórica desde su cam-
mos precisamente esta parte de sus trabajos realizados en po de aportación en la Arqueología Subacuática.1
unos años en los que la Arqueología Subacuática en Es-
paña era todavía tan solo una esperanza de futuro. Por otra parte conviene recordar que Juan Bravo,
profano en estas lides, pero buen conocedor del terreno
que ha cultivado y frecuentado, la zona del Estrecho de
1. A modo de delantal Gibraltar y sobre todo las aguas ceutíes, ha puesto a dis-
posición de la comunidad científica en su totalidad una
Hace unos meses, en el 2002, recibí el encargo que serie de aportaciones científicas, mal difundidas y menos
ahora me trae aquí. El de contribuir, yo añado modesta- conocidas de lo que debieran, seguramente por ser de
mente, al homenaje que se le tributa ahora, cuando estas carácter local o en revistas de difusión restringida2 , que
palabras ven la luz en forma de libro impreso, a D. Juan han significado un alto porcentaje de lo que se conoce
Bravo Pérez, persona a la que conozco desde hace mu- sobre la zona en particular y sobre el tema específico de
chos años aunque haya de confesar, por aquello de ser de su atención preferencial, las anclas antiguas, a las que
justicia, que no todo lo profundamente que hubiera de- dedicó buena parte de su tiempo y sobre las que ahora
seado por razón de lejanía, geográfica fundamentalmen- nos corresponde comentar (figura 1).
te. Podemos decir, con una pizca de pedantería, que he-
mos seguido la trayectoria de su contribución a la cien- Su producción científica no es nutrida3 , si bien cer-
cia, la historia náutica en este caso, de D. Juan Bravo, y cana a la veintena de trabajos, casi todos sobre temas
ello es cierto, pero también lo es que conociendo un poco próximos a su lugar de residencia, Ceuta, con excursos
a la persona, no es justo comenzar de esta manera, pues por asuntos mas generales como las anclas antiguas y su
razones de edad obligan a un respeto mayor y sobre todo evolución y aún más, por naufragios de periodos históri-
lo merece el hecho de que Juan Bravo, ahora le apeare- cos mas recientes como los siglos XVII o XVIII, siempre
mos el don por razones de amistad tan solo, no es perso- que tuvieran que ver con la zona. Podemos decir por lo
na amante de los protocolos y mucho menos de las vani- tanto que nuestro buen amigo facilitó una buena cobertu-
dades inútiles. Una persona modesta, entrañable y aman- ra informativa de calidad científica suficiente sobre lo que
te de los trabajos sencillos pero bien hechos, mas dado a acontecía en este campo en el lado africano del Estrecho
la simplicidad que al circunloquio y desde luego amigo de Gibraltar, lo que no es poco si tenemos en cuenta las
de los amigos, aunque estén lejos y respetuoso hasta lí- especiales condiciones de aquellas difíciles aguas, poco
mites muy altos del trabajo científico serio, tal vez por- propicias con quienes quieren arrancarles sus secretos.
107
esfuerzo y dedicación un hueco que no eran todavía ca-
paces de llenar ni la ciencia oficial ni las instituciones
que debían haber prestado más atención a la actividad4 .
Por todo ello nuestro agradecimiento al que sin duda se
asocian inmediatamente gran parte de la comunidad cien-
tífica española que trabaja en este campo y por supuesto
el mundo del buceo que es capaz de ver, respetar y abrir
el campo para que otros puedan continuar por ese camino
con mayor rigor o medios5 .
108
Figura 2.- Detalle de los trabajos de arqueología experimental realizados por Bravo, con-
sistentes en la fundición de las diferentes parte de un ancla romana.
mentación continuada y de una larga evolución de deta- para permanecer casi invariable hasta la actualidad (figu-
lle hasta los tiempos modernos, pese a que el modelo se ra 3).
definió con relativa rapidez desde la Antigüedad.
La mar8 y su contexto, la navegación, las activida-
En la historia de su evolución podríamos estable- des que se desarrollan sobre y bajo las aguas, es un mun-
cer una sencilla línea evolutiva que iría desde ese primer do eminentemente conservador. El dominio de la mar ha
peso atado a un cabo que se arroja al agua ya en tiempos sufrido pocos avances desarrollados con rapidez, con ser
prehistóricos, hasta el ancla romana, de madera o hierro, estos espectaculares, a lo largo del tiempo. Este corre a
que podemos considerar como el paradigma del mundo velocidad menor sobre y bajo las aguas, que en el mundo
antiguo en respuesta al problema, del que surgirán mode- de tierra. Por otra parte la necesidad de adaptar técnicas
los posteriores en los que sin cambiar notablemente el de navegación y descubrimientos tecnológicos al hecho
modelo, se sustituirán los materiales en que se constru- del desplazamiento sobre las aguas, ha creado un mundo
yan y se producirán algunos avances en su simplificación aparte en todo lo relacionado con el tema, muy a menudo
Figura 3.- Museo Arqueológico de Ceuta, con una maqueta de la evolución de las
anclas antiguas según J. Bravo.
109
a lo largo de la historia de la navegación sujeto a un halo
de misterio, real o provocado, dada la importancia de cual-
quier nuevo descubrimiento que permitiera adquirir ven-
taja sobre el contrario en la conquista del medio marino9 .
110
Los modelos de ancla totalmente en metal, en este
caso en hierro son también prematuros aunque sin fecha,
pero quedan atestiguados desde el siglo IV. a.C. convi-
viendo en época romana imperial con las otras hasta ser
mas frecuentes en la baja romanidad, y únicas en el mun-
do bizantino16 . Será en este momento, mundo romano
avanzado, cuando se generalicen las anclas metálicas evo-
lucionando lentamente durante la Edad Media hacia los
tipos que conocemos luego sin grandes cambios hasta la
época del cambio de los sistemas de propulsión en los
barcos que motivará también algunas modificaciones for-
males en las anclas aunque persiste como conocemos la
fisonomía tradicional17 .
111
se avecinaba, siempre incierta y especialmente en estas
aguas, hizo que se perdieran numerosas anclas en manio-
bras de fondeo o en intentos de frenar la inercia de las
embarcaciones que los vientos, levante o poniente, arras-
traban contra las rocosas costas de la zona. El hecho de
haber encontrado cepos de grandes dimensiones y peso
muy considerable en profundidades muy escasas demues-
tra estas contingencias. Por otra parte se conoce y otros
autores lo han recogido (J. Rougé, La marine dans
I’antiquité, 1975, 74) que los barcos llevaban abordo un
numero indeterminado de anclas que eran arrojadas al
agua según necesidad, menos aquellas que por sus di-
mensiones y peso estaban siempre fuera de la borda, en
la proa y que se dejaban caer como último recurso. En la
Figura 6.- Detalle del hallazgo de algunos cepos plúmbeos, conserva- Antigüedad llamada ancla sagrada y en los tiempos mo-
dos en el C.A.S. de Ceuta, recuperados por J. Bravo y otros buceado- dernos ancla de misericordia.20
res deportivos.
La identificación de las diferentes partes de un an-
cla antigua, sobre todo cepo y zuncho, hizo que estas pie-
hacen dilapidar buena parte del plomo antiguo que se re- zas entrasen a formar parte, rápidamente del imaginario
cupera de los fondos marinos.19 de cuantos buceadores se adentraban en las profundida-
des en busca de lo desconocido. Pronto empezaron a
El cepo desde su aparición fue una pista segura para menudear los hallazgos de ambos tipos de piezas, sobre
la identificación de yacimientos sumergidos pero al mis- todo cepos, ya que por su menor tamaño y su fragilidad
mo tiempo un señuelo que era necesario comprobar para los zunchos conservados son proporcionalmente muchos
verificar aquel extremo. Durante mucho tiempo existió menos.
la creencia generalizada de que la presencia de un cepo
conducía inexorablemente a la existencia de un pecio
antiguo, cuando la realidad puede ser muy otra. Es cierto 4. Formas, tamaño y marcas
que un cepo denuncia una actividad de navegación y una
maniobra de fondeo, pero no lo es menos que muchas La forma de las anclas mixtas de madera y plomo
veces no se recuperaban las anclas por razones diversas, no varió mucho durante el tiempo que estuvieron en uso,
mala mar, pérdidas accidentales, maniobras defectuosas que hoy sabemos fue mucho mas dilatado de lo que se
o fallidas de recuperación, etc. y ello provocaba la pérdi- suponía, gracias al hallazgo de Mazarrón que no comen-
da irremisible de muchas anclas que quedaron en los fon- taremos por estar en estudio.
dos marinos como testigos mudos de una presencia a ve-
ces inexistente. Por otro lado, en muchos casos la exis- La bondad del modelo debió ser satisfactoria dada
tencia de uno o varios cepos y su posición, nos pueden su permanencia, y conocemos muchos ejemplares (figu-
marcar el lugar del hundimiento de una embarcación que ra 7). No obstante los nuevos descubrimientos pueden
tal vez por un golpe de mar, un temporal repentino o cual- hacer revisar algunos hallazgos tenidos por romanos con
quier causa accidental pudieron hacer naufragar el barco. anterioridad. Pese a ello, la forma y fabricación parecen
La distancia del cepo a un pecio puede indicarnos pautas homogéneas durante el periodo de utilización, aunque las
de navegación, maniobras y circunstancias de su pérdi- diferencias en algunos cepos han llevado a pensar en va-
da, así como información preciosa sobre la entidad de la riantes en los mismos.
embarcación a que pertenecía.
La fabricación era simple, con empleo de buena
La zona del Estrecho de Gibraltar, tanto en la costa madera para las partes de aquel material, principalmente
africana como europea, ofrece un valioso muestrario de roble o coníferas, aunque podían ser sustituidas por otras
cepos de ancla antiguos, zunchos y otros elementos, sufi- especies duras. Para el cepo, zuncho y brida superior del
cientes como para poder testimoniar sin peligro de equi- arganeo la utilización del plomo fue, por lo que sabemos,
vocación, que se trataba de una zona muy frecuentada en sistemática. Un metal del que había suministro continua-
los tiempos antiguos, pese a todas las reservas que habla- do y barato permitía su utilización sin grandes dificulta-
ban del mar tenebroso y otros peligros que significaban des, aportando el peso necesario para la finalidad que se
adentrarse en el océano una vez atravesadas las colum- requería. En los casos de cepos mixtos de madera forrada
nas herculinas (figura 6). Sin duda la necesidad de espe- de plomo, que se han tenido por mas antiguos hoy por
rar vientos favorables, tomar fuerzas para la travesía que hoy sin gran fundamento, el empleo de la madera estaría
112
justificado seguramente para dar rigidez a la pieza, lo ha librado algunos de estos ejemplares que se guardan en
que contradice su mayor antigüedad ya que parece signi- manos de privados.
ficar una evolución técnica.
Respecto a las formas de los cepos, tal vez conven-
El tamaño de los cepos indica evidentemente y en dría hablar más de deformaciones de los mismos, aunque
manera proporcional el tamaño de las anclas y en este no se excluye, a la vista de las representaciones en relie-
caso tenemos desde cepos de seiscientos kilogramos y ves y a los hallazgos arqueológicos, muy numerosos, que
más, llegando a alcanzar en casos excepcionales los 1200 pudieran ser efectivamente fabricados así en algunos ca-
o incluso 1800 Kg. hasta cepos de escasamente ocho ki- sos. De tal modo que tenemos cepos rectos, los más abun-
los, siendo lo mas usual cepos de pesos que oscilan entre dantes, con un lado, el inferior, plano y el superior, cerca-
los treinta o cuarenta kilogramos hasta los setenta, sien- no al extremo proximal del ancla, ligeramente inclinado
do los de doscientos kilogramos ya menos frecuentes21 . desde el centro a sus extremos lo que significa refuerzo
Se ha de tener en cuenta la maniobrabilidad y manejo de de la zona central para prevenir precisamente deforma-
las anclas por pocos hombres, por lo que si sumamos el ciones producidas por la tracción en la maniobra de recu-
peso de un cepo mediano, mas el zuncho, arganeo, astil peración del ancla. De ellos muchos aparecen deforma-
de madera, uñas, etc., tendremos un peso ciertamente con- dos con alteraciones que afectan a una o dos uñas, en
siderable. movimientos simples de tracción o en movimientos que
han curvado de forma helicoidal la pieza lo que indica
Los cepos pequeños, de menos de ocho kilogra- los esfuerzos por recuperarla antes de perderla definiti-
mos, se ha especulado si serían realmente cepos útiles vamente. El hecho de que también se hayan recuperado
correspondientes a anclas verdaderas o tal vez piezas cepos partidos reafirma la hipótesis de la deformación
votivas. La zona levantina de Denia, la antigua Dianium, por el uso.
113
clas de las que por fortuna para nosotros se han recupera- utilizaron intentando ponerles nombre y recrear el mo-
do ejemplos significativos. mento de su pérdida.
Las anclas, artilugios fundamentales para la nave- Esas mismas anclas me han servido en este mo-
gación son y han sido a lo largo de la historia el nexo de mento como hilo conductor entre la pasión de quién como
unión de los navegantes por ser referentes de la seguri- Juan Bravo, buceador e investigador amateur infatigable,
dad de su conexión con la deseada tierra firme en la que ha dedicado muchas horas de su vida a la búsqueda de las
se inicia y debe terminar toda singladura. Ese deseo que incógnitas que se encerraban tras cada una de esas piezas
muchas veces quedaba incumplido por la fuerza de la tem- y la seguridad de que su obra, reconocida por todos los
pestad u otras causas que interrumpía un deseo natural. que nos dedicamos a estos menesteres, tendrá la conti-
Gracias a partes de esas anclas podemos nosotros hoy nuidad que merece.
escudriñar un poco más en el pasado de aquellos que las
NOTAS
1
La coincidencia de que en aquellos años iniciales, residiera en Ceuta D. Carlos Posac Mon, arqueólogo local, fue una feliz conjunción que sirvió
para que la arqueología ceutí fuera algo mas que una realidad anecdótica, como se puede verificar por su presencia continuada en los Congre-
sos Nacionales de Arqueología.
2
Revistas del CRIS de Barcelona, Revista del Mar y de FEDAS (Federación Española de Actividades Subacuáticas), Inmersión y Ciencia, esta
última desaparecida tras una década de publicación en la que se encuentran los primeros trabajos llevados a cabo por la entonces sección de
Arqueología Submarina de dicha federación bajo la dirección de Federico Foërster, también buceador aficionado y uno de los iniciadores de
la actividad arqueológica en España desde el campo amateur.
3
La bibliografía de Juan Bravo Pérez se incluye de manera detallada en los primeros apartados de esta monografía, por lo que no la reproducimos
aquí de manera íntegra.
4
Los inicios de los años setenta significaron el comienzo de una cierta preocupación oficial por lo que luego sería la Arqueología Subacuática y
entonces todavía Arqueología Submarina, a cargo de la administración estatal. Recuerdo tan solo la actividad incipiente de los Patronatos de
Actividades Submarinas de Cartagena primero y de Gerona luego, la reunión para armonizar la actividad y plantear los primeros problemas
de competencias entre la administración de educación y las autoridades de Marina celebrada en Cartagena en 1971 bajo la pauta del profesor
Martín Almagro Basch, o el Primer Simposio sobre el tema celebrado en el Museo Arqueológico de Barcelona en 1972, en el que hubo
interesantes enfrentamientos dialécticos entre buceadores y los escasos arqueólogos que entonces cultivábamos la especialidad. La revista
Mastia en su primera época dio noticia de la reunión cartagenera.
5
Mucho se ha debatido, aunque no todo lo necesario, sobre la colaboración entre buceadores amateurs y profesionales de la Arqueología, en este
caso Subacuática, ya que hablamos de este medio. Es cierto que ha habido y hay una cierta colaboración y me remito simplemente a las
pruebas palpables de algunos de los últimos descubrimientos alicantinos de pecios gracias a información de buceadores deportivos, pero no lo
es menos que son mundos que necesitan un lugar de encuentro mayor que sólo se puede lograr con conversaciones, colaboraciones y una
mayor permeabilidad en ambos sentidos, no olvidando nunca que la legislación vigente está para ser cumplida hasta que sea modificada.
En este sentido la necesidad de colaborar, sobre todo en información y porqué no en colaboración directa en trabajos de prospección y
excavación, cumpliendo las normas establecidas por ley, debería ser la tónica real de la situación. Tenemos en el mundo amateur del buceador
deportivo una cantera inigualable y una potencialidad extraordinaria que puede ser de gran utilidad, si está bien canalizada, para la protección
y valoración de nuestro Patrimonio Cultural Sumergido y ello ha sido reconocido en el preámbulo de la Convención de la UNESCO para la
protección de dicho Patrimonio de diciembre de 2001, en el que se incluyó por iniciativa de CMAS. La posibilidad de establecer acuerdos de
cooperación con clubes de buceo a través de las federaciones deportivas autonómicas, coordinadas por FEDAS en lo nacional y por CMAS
(Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas) en el campo internacional, podría ser un buen comienzo, de ahí la importancia vital de
las secciones, departamentos o vocalías científicas en nuestras federaciones autonómicas o nacional, no solo para temas de patrimonio cultu-
ral sumergido, sino también para protección del medio ambiente marino y subacuático en general, biología, etc.. El buceador deportivo
necesita ser adecuadamente formado en estos campos y al mismo tiempo informado de los límites de la ley que protege este patrimonio para
evitar expolios siempre injustificados, pero al mismo tiempo debe ser consciente de la obligación (por ley) de informar de los eventuales
hallazgos casuales que se puedan producir en este campo sin dar lugar a la ocultación o lo que es peor al expolio o al tráfico de bienes
patrimoniales procedentes de medio subacuático. Va siendo hora de que todo el mundo se conciencie de la realidad de bien público de este
patrimonio, como del resto del patrimonio, lo que no quiere decir para uso privado de cada uno en su domicilio particular o vendido al mejor
postor. Actualmente algo se mueve en este ambiente desde hace algún tiempo y los cursos de formación para amateurs, la mejor comprensión
entre ambos campos, profesional y amateur pueden llevar a buen puerto las iniciativas que surjan. El guante está lanzado pero alguien tendrá
que ser el primero en recogerlo.
6
En conversaciones mantenidas con J.Bravo nos contaba un sinfín de anécdotas sobre las dificultades relacionadas con los problemas de las
corrientes, muy fuertes, imperantes en el Estrecho y lo que aquello significaba para la realización de una investigación en seguridad en tales
aguas. Los problemas de visibilidad, las diferencias de temperatura, termoclina y correntines inesperados, junto a la velocidad siempre alta de
la corriente que hacía casi imposible un trabajo estable manteniendo la posición. Por ello estas aguas son mas propicias a la prospección que
a trabajos de mayor envergadura que requieren instalaciones estables sobre el terreno.
114
7
En la bibliografía clásica sobre temas de navegación antigua publicados luego, como el clásico de L.Casson, Ships and Seamanships in the
Ancient World, Princeton 1971 o J.Rougé, La marine dans l’antiquité, Paris 1975, ya aparecen como conocimientos consolidados la forma y
estructura de las anclas antiguas, seguirían mas, pero no olvidemos que J.Bravo había publicado su primer trabajo en 1963, Algo mas sobre el
ancla llamada romana, en CRIS, Revista del Mar, 57, pp.4-6.
8
Aceptaremos aquí que cuando se hable de la mar y la navegación, se extienda el concepto también a las aguas interiores, lagos y ríos fundamen-
talmente en los que los problemas técnicos son los mismos o muy similares a los que acontecen allí.
9
Es útil consultar La navigation dans l’Antiquité (P.Pomey, dir.), Aix-en-Provence 1997.
10
La presencia de fondeos sencillos, simples pesos de piedra sujetos mediante cabos, o de anclas de tipo tradicional de piedra, forma triangular y
perforaciones para uñas de madera, se han atestiguado hasta fin del siglo XIX e incluso el siglo XX en aguas portuguesas atlánticas y del
Golfo de Vizcaya en España sin ir mas lejos.
11
P.Gianfrotta y P. Pomey, en su clásico L’Archeologie sous la mer, Milán 1980, pp, 297 ss., ya recogen información suficiente para elaborar la
teoría de las anclas de forma sucinta y clara.
12
No aceptamos el criterio exclusivamente cronológico que se dio por algunos autores durante bastante tiempo, viendo en estos tipos de fondeos
una simple etapa en el recorrido evolutivo del ancla. Hoy día sabemos de su perduración muy larga, por lo que es imprescindible conocer el
contexto en que aparecen para poder valorar su posible datación.
13
Gianfrotta y Pomey, op. cit., p. 298.
14
Unos ejemplares ya citados por Gianfrotta y Pomey, op. cit, p. 300, de un solo travesaño inferior en Pantelaria, Motia y Chipre, mientras que de
tres tenemos el ejemplo de Apollonia en Cirenaica. Mas raramente ejemplares con número mayor de palos atravesando una piedra, a modo de
rastrillo, en Mochlos, Creta, en Cirenaica y en Puzzoli.
15
La aparición de un ancla completa en uno de los barcos de Mazarrón que se han excavado y están en curso de estudio definitivo bajo la dirección
de Iván Negueruela Director del CNIAS, Cartagena, del Ministerio de Educación y Ciencia abren nuevas posibilidades a la interpretación ya
que se trata del ancla completa de modelo desarrollado mas antigua conocida a través de la arqueología.
16
El navío bizantino de Yassi Ada, arrojó once ejemplares de anclas, todos en hierro. G.F.Bass y F.Van Doorninck, Jr. Yassi Ada, I. Texas, 1982, pp.
121 ss.
17
La época de los grandes navíos oceánicos de madera, siglo XVIII, mantiene el mismo tipo de ancla, de grandes dimensiones, operativa desde
mucho antes gracias a los molinillos de elevación, principal problema a resolver en los barcos. El ancla Almirantazgo ha sido desde su
aparición el modelo mas extendido y, así como algunos modelos de anclas articuladas no tuvieron gran éxito, aquella si gozó de gran predica-
mento. En la actualidad se usan variantes sencillas que junto con el ancla propiamente dicha combinan su fuerza de inmovilización con su
peso y el del cadenote que la sujeta lo que contribuye enormemente a su eficacia.
18
Gianfrotta y Pomey, cit. supra, p. 301.
19
Desde hace unos cuantos años existe un tráfico clandestino aunque conocido en niveles altos de la Administración, sin que se hayan tomado las
medidas pertinentes, consistente en la localización y extracción, por encargo, de cepos y lingotes de plomo antiguos, preferentemente roma-
nos, que son recuperados bajo encargo de forma clandestina, pasando a ser vendidos a laboratorios de física nuclear para la protección de
determinadas instalaciones. Gran Sasso en Italia, CERN en Francia y Canfranc en España entre otros, son receptores habituales de este
material. Este tráfico dispone ya de conexiones internacionales y los ejecutores de dichas recuperaciones y posteriores transacciones son
buceadores poco escrupulosos que vulnerando la legislación nacional e internacional existente, no dudan, a cambio de unos beneficios
económicos, extraer estas piezas para suministrarlas a los laboratorios receptores que una vez transformadas en bloques de tamaño y peso
según el estándar fijado, en fundiciones discretas pero en actividad ilegal llegar a su lugar de destino y ser utilizadas.
Es obvio que esta utilización, hoy por hoy clandestina y fuera de la ley pero al parecer tolerada por los responsables de la política investiga-
dora de determinadas administraciones, debería ser regulada adecuadamente para evitar de este expolio continuado y lo que es peor, la pérdida
de contexto arqueológico que supone por una parte y los datos de las mismas piezas, como procedencia, composición metálica, dimensiones
y peso, marcas y epigrafía, etc. que de esta manera se pierden para siempre. Una adecuada política y adecuación de la legislación vigente en
materia de patrimonio podría permitir tal vez dicha utilización una vez recuperada toda la información arqueológica posible, con lo que el
beneficio científico quedaría doblemente asegurado. Al mismo tiempo que se conseguiría terminar con esta práctica delictiva tan dañina para
nuestro patrimonio cultural sumergido. Es de reseñar que los laboratorios receptores de este plomo conocen muchos datos sobre la identidad
del material que reciben y estarían dispuestos a colaborar con la ciencia arqueológica y la preservación del patrimonio por lo que la palabra
está como casi siempre en las instancias administrativas.
20
Rougé, op. cit. p.74, hace mención a la representada en un relieve de Narbona colocada a proa, ya recogida por él mismo en, Recherches sur
l’organisation du comerse maritime en Mediterranée sous l’Empire Romain, París, 1966. Otro ejemplar clásico en un relieve que representa
el arribo de un carguero romano a un puerto adriático del 98-117 d.C., en Casson, op.cit. 1971, fig. 150.
21
Un ejemplar de 256 Kg. fue hallado en aguas ceutíes, según noticia de J.Bravo, Mas sobre anclas romanas, CRIS, Revista del Mar, 95, 1966, pp.
16-17.
22
La lucerna, así como el delfín hacen referencia a la necesidad de conseguir un buen rumbo, una singladura sin incidencias y la seguridad de ver
en la oscuridad y llegar a buen puerto. Estas características quedan patentes en la luz representada por la lucerna como símbolo de visibilidad
o del animal amistoso como el delfín que le acompañará a buen puerto.
115
116
LA FLOTA QUE NO LLEGÓ A SU DESTINO
C. León Amores
Fundación Icasur
El verano de 1958 fue un verano especial para la his- cía realmente las características de la inmersión con aquel
toria de la arqueología submarina española, una disciplina equipo. Quizá por eso su primer “buceo” atravesó la barrera
científica y una forma de hacer historia que aún estaba por de los 60 metros sin tener la menor idea de que transcurrido
descubrir. Aquel verano, Juan Bravo, un hombre entusiasta cierto tiempo en el fondo en aquella profundidad había que
y emprendedor se decidía a adquirir, con cierto escepticis- hacer una serie de paradas de descompresión para disolver
mo, los equipos de buceo que hasta entonces sólo había vis- convenientemente el nitrógeno acumulado, o que la veloci-
to utilizar en documentales de televisión a uno de sus inven- dad de ascenso no debía superar los 18 metros por minuto.
tores, el comandante Cousteau. Por suerte no hubo problemas serios y después de aquella
experiencia bajo el mar siguieron otras más hasta descubrir
Los equipos no parecían los mismos que los del cono- centímetro a centímetro el fondo submarino del litoral ceutí.
cido buceador, más bien parecían elementos sueltos, inco-
nexos y demasiado pesados e incómodos como para nave-
gar con ellos al ritmo silencioso del mar. Había un recipien- Los Isleos de Santa Catalina.
te metálico para el aire comprimido que pesaba una barbari-
dad, un cinturón de plomos como los que utilizaban los bu- En 1962, Juan Bravo contactó por casualidad con
zos clásicos, unas gafas de goma, un pequeño tubo, unas Agustín Pizones y Ernesto Valero, dos asiduos aficionados
extensiones para los pies en forma de pata de rana, un traje a la pesca submarina a pulmón que le hablaron de un hallaz-
también de goma perfilado con una línea amarilla, un chale- go histórico localizado frente al cementerio de Santa Catali-
co salvavidas y un enorme y pesado regulador con dos na, del que habían dado parte a la Comandancia Militar de
tráqueas de goma. Marina de Ceuta (figura 1). Coordenadas: 35º 54’ 12” N y 5º
17’ 25” W.
Para un buceador clásico, de los de escafandra y
umbilical, aquel invento no podría compararse jamás a su Cualquier buceador siente algo especial cuando le ha-
equipo. En cierto modo era un equipo para aficionados, nada blan de buscar un barco hundido, ya sea histórico o no. Es la
profesional. Era débil, tenía limitada la capacidad de aire, sensación de encontrar algo que no pertenece al mar, algo
podía fallar fácilmente y además, su estética resultaba fran- que no es naturaleza, que no es fauna, que no es flora, que
camente ridícula. Sin embargo tenía una gran ventaja frente no es geología, sino el fruto de una tragedia humana. Para
al equipo de buzo tradicional: su autonomía. El hombre que Juan Bravo, que además de buceador había sido desde niño
utilizase aquel traje, aquella botella y aquel regulador de aire un profundo amante de la historia, la noticia tenía un doble
sería, por unos minutos, libre totalmente; el sueño hecho interés. Su respuesta fue inmediata “¿Cuándo bajamos a
realidad de cualquier buzo. La escafandra autónoma de verlo?”.
Cousteau y Gagnan significaba la liberación del buceador
con respecto a la superficie. Llevaba el aire a la espalda, En una de las primeras inmersiones con su equipo de
como una mochila y no necesitaba nada más, ni a nadie más, buceo autónomo, Juan Bravo se dio de narices con lo que
excepto otro compañero con el que compartir la aventura. buscaba, sin embargo no lo supo hasta que no entendió que
bajo el agua los restos de un barco histórico están totalmen-
Aquel verano de 1958 la costa de Ceuta sirvió de es- te camuflados con el entorno. Bajo el agua un barco no pa-
cenario para las primeras inmersiones de Juan Bravo. La rece un barco, parece más bien un amasijo de formas que no
ingravidez bajo el agua, la autonomía y la libertad de movi- acaban de ser naturales. Cuando un barco se hunde sus res-
miento eran sensaciones que muy pocos habían experimen- tos sufren un proceso inmediato de destrucción. Las made-
tado antes. Solo existía un pequeño problema: nadie cono- ras comienzan a perder sus propiedades, se ablandan, se des-
117
Figura 1.- Vista general de la zona del naufragio en los Isleos de Santa Catalina, desde el
Monte Hacho.
hacen y acaban quedándose sin fuerza para sujetar su propia hallazgo era importante y de que aquellos restos debían ser
carga. Como una caja de cartón cuando se moja. Los objetos estudiados con minuciosidad. Sabía perfectamente que una
se salen por todos lados. Las cubiertas caen unas sobre otras, actitud apresurada e inexperta podía borrar para siempre las
los costados se rompen por el peso de los cañones, la arbola- huellas de aquel suceso histórico. Y es que la arqueología y
dura y la jarcia se va partiendo. El casco desaparece y va la excavación como medio de investigación es siempre un
surgiendo un paisaje de objetos diseminados que esconden medio de estudio destructivo. Cuando un arqueólogo excava
un cierto orden, una cierta relación con el sitio que ocupa- un yacimiento y va extrayendo poco a poco las piezas y ob-
ban. Finalmente todo queda cubierto por una costra calcárea jetos que lo componen lo va destruyendo y va destruyendo
y por la vida vegetal del lugar. Tan solo la parte del casco de también la posibilidad de que otro investigador pueda hacer
madera que haya quedado enterrado bajo el cargamento se una lectura distinta del hallazgo. Esta es la razón por la que
conservará por los siglos de los siglos. la arqueología impone una metodología de trabajo que do-
cumente todos y cada uno de los detalles del yacimiento.
Inmersión tras inmersión, Bravo fue descubriendo e
interpretando los restos de aquel naufragio. Sus conocimien- Bravo no se precipitó, sin embargo, otros buceadores
tos de historia y su pasión por la navegación y los barcos se conocedores también de la noticia, sí lo hicieron. Años des-
entremezclaban con el silencio del mar. Mientras sus manos pués se constató la noticia del expolio de algunos cañones
acariciaban un momento fosilizado de la historia se hacía de bronce que acabaron depositados en el Museo de la Ma-
preguntas y proponía respuestas. Era consciente de que el rina de Francia.
Figura 2.- Detalle de algunos de los cañones extraídos durante las inmersiones realiza-
das por J. Bravo.
118
En 1970 Bravo realizó su primera campaña de inves- agua correspondían a dos barcos, el Assuré de 60 cañones y
tigación contando con la ayuda de su hijo Juan Antonio Bra- el Sage armado con 56, que componían la flota francesa de
vo, coautor del libro, y otros buceadores, y del equipo nece- 1692 mandada por Víctor Marie d’Estrées. Por fin aquel
sario para realizar inmersiones y extraer piezas de gran ta- amasijo de cañones descubierto en 1962 tenía nombre y ape-
maño. Prepararon un pontón con un polea de gran resisten- llidos. Pero ¿a dónde se dirigían? ¿por qué se hundieron?
cia para poder subir cañones y transportarlos después hasta ¿cuál era su misión?. Bravo buscó respuestas a todas estas
tierra firme remolcados por una embarcación. A pesar de ser preguntas. Las buscó buceando en las páginas y páginas de
rudimentario, el invento funcionó a la perfección. Durante textos referentes a la flota de Víctor Marie d’Estrées que
varios meses el equipo dirigido por Bravo extrajo del mar zarpó de Toulon, en la costa mediterránea de Francia, el 21
catorce cañones de hierro, uno de bronce y un ancla de un de marzo de 1692, con 16 barcos armados con más de 1000
hundimiento aún sin nombre (figura 2). cañones.
La segunda campaña se organizó casi trece años des- Este marino ilustre de la armada francesa, comenzó a
pués, en 1983, con el objetivo de averiguar qué barco o bar- servir al rey a los 17 años en el ejercito para pasar años des-
cos podían ser los que naufragaron en aquellas costas. Bra- pués a la marina en la que llevó a cabo la vigilancia del
vo dibujó y fotografió todas las piezas recuperadas, inclu- Mediterráneo luchando durante años contra los corsarios
yendo las piezas expoliadas que pudieron localizar. Ahora berberiscos. Su carrera militar le llevó a ser uno de los hom-
había que tratar de montar el puzzle de la historia. Saber el bres de confianza del propio Luis XIV, quien lo nombra
cómo, el cuándo y el por qué del naufragio. Había que cami- Mariscal de Francia en 1703, y más tarde Presidente del
nar desde la fuente primaria, los restos arqueológicos, hasta Consejo de Marina, miembro de la Academia Francesa y
las secundarias, los textos sobre el hundimiento. Una forma Gobernador de Bretaña.
de hacer historia muy común en la arqueología subacuática.
El día 18 de abril de 1692, Victor Marie d’Estrées,
Las inmersiones de esta segunda campaña trataron de embarcado en el Sceptre, dirigía su flota hacia la ciudad de
dibujar la ubicación exacta de los restos para relacionarlos Brest, en la costa atlántica de Francia, para participar con
entre sí conformando así el “escenario del crimen”. Con ca- otras flotas en un ataque definitivo contra Inglaterra cuando
bos, boyas, pesos y un rudimentario teodolito submarino, un fuerte temporal le sorprendió en el estrecho hundiendo a
realizaron una planimetría del fondo en la que situaron los dos de sus barcos. El Assuré, un barco construido en 1690
principales hallazgos. en Dunkerque con un porte de 800 toneladas y un calado de
más de cinco metros, se estrelló contra los isleos de Santa
Paralelamente Juan Bravo y Juan Antonio Bravo ras- Catalina muriendo la mayor parte de la tripulación. El otro
trearon todos los archivos españoles, franceses e ingleses en barco, el Sage, de 900 toneladas, construido en 1669 en
busca de pistas para identificar el hallazgo, llegando a la Rochefort, encalló en la rocas del Sauciño (figura 3) donde
conclusión de que aquellos restos concrecionados bajo el sus tripulantes fueron capturados por soldados españoles que
Figura 3.- Localización de la zona del hundimiento en la Bahía Norte de Ceuta, según J. Bravo.
119
Figura 4.- Detalle de uno de los cañones de hierro recuperado por J. Bravo, actualmente sobre
cureña, expuesto en las instalaciones del Museo del Desnarigado.
los apresaron de inmediato. Aquella pérdida le supuso un denar la información histórica y la arqueológica y tratar de
retraso importante en su viaje, aunque le salvó de participar plasmar en un libro las conclusiones de su trabajo con la
en la batalla de La Hougue en la que los franceses sufrieron metodología de un arqueólogo y la emoción de un apasiona-
un gran derrota. do por la historia. El resultado: “La flota que nunca llegó a
su destino” publicado por la Concejalía de Cultura del Ayun-
En un momento determinado de la investigación so- tamiento de Ceuta en 1989 y dedicado a los submarinistas,
bre el doble naufragio Bravo se planteó un nuevo interro- verdaderos pioneros de la arqueología submarina.
gante. En el lugar del hundimiento de los dos barcos sólo
había 23 cañones y cinco anclas, ¿qué había ocurrido con el No quisiera terminar esta breve reflexión sobre el tra-
resto de los 116 cañones que transportaban? (figura 4). bajo de Juan Bravo sin mencionar un apunte que él mismo
hace en la introducción de su libro a propósito de la finan-
La opción más probable, teniendo en cuenta la cerca- ciación de las intervenciones arqueológicas. Bravo insiste
nía a la costa a la que quedó el Sage era la de la recuperación en varios momentos de su publicación sobre la falta de re-
de los cañones en la misma época del hundimiento. Sin em- cursos con los que contó para su intervención arqueológica
bargo esta teoría se complicaba al tratar de aplicarla al Assuré y propone un modelo que, en parte, hoy está siendo utiliza-
situado entre los 14 y los 20 metros de profundidad. do por algunos arqueólogos, entre los que me encuentro. Se
trata de la financiación de las prospecciones y excavaciones
Juan Bravo encontró un documento de 1750 en el que sistemáticas por parte de entidades privadas sin ánimo de
se hablaba, efectivamente, de la recuperación de algunos lucro, por ejemplo, fundaciones de grandes empresas que
cañones en las rocas de Sauciño y de otros en las inmedia- realizan obras de carácter social o cultural por razones de
ciones de los isleos. Una serie de cartas localizadas por Bra- prestigio. Tal es el caso de las excavaciones y exposiciones
vo en otro archivo, el Histórico Nacional, narraban las difi- sobre los galeones españoles Guadalupe y Tolosa hundidos
cultades de una campaña de rescate de artillería de dos bar- en la República Dominicana que realicé junto a los especia-
cos franceses ocurrida en 1694. Comienzan entonces las dis- listas en construcción naval antigua Cruz Apestegui y Manu
putas por el destino final de las sesenta y dos piezas de arti- Izaguirre, y que fueron financiados por la Fundación la Caixa;
llería localizadas. El Almirante de Castilla las quiere para o la Carta Arqueológica Submarina de Panamá que actual-
armar una flota de galeones próxima a partir, sin embargo, mente llevo a cabo junto a Beatriz Domingo, financiado por
el Gobernador de Ceuta, ya tenía sus planes hechos para la Fundación Icasur. Como apunta Bravo “Tampoco debe
aquellos cañones y expone ante el Almirante sus necesida- ser siempre la administración pública la que proporcione los
des de defender las murallas de su ciudad. medios o corra con todos los gastos de la arqueología”. Este
modelo de financiación privada se ha demostrado como una
Con esta última información sobre los cañones y con vía válida para la investigación arqueológica, siempre y cuan-
el estudio y análisis de las cerámicas halladas en los dos do se establezcan convenios adecuados entre la entidad pri-
naufragios, realizados en la Universidad de Granada, Juan vada y la administración competente. Estos convenios de-
Bravo y Juan Antonio Bravo daban por terminada su inves- ben precisar la metodología de trabajo a seguir, la cantidad
tigación y comenzaban la segunda parte de su aventura: or- y cualificación de los profesionales que intervendrán, la fi-
120
nalidad y justificación de los trabajos, el equipamiento ne- garse las necesidades de actuación de la Administración y
cesario, la garantía de conservación de los materiales extraí- los intereses de quienes apuestan por la recuperación de la
dos y el destino final de las piezas arqueológicas recupera- historia a través de la arqueología y por la protección del
das. Como propone Bravo, de esta manera pueden conju- Patrimonio Arqueológico Sumergido frente al expolio.
121
122
LA GOLETA QUE NO LLEGÓ A SU DESTINO
C. Posac Mon
Instituto de Estudios Ceutíes
El 21 de marzo de 1692 zarpó del puerto de Tolón ciudad el General Horacio Sebastiani que se encargó de
una flota de 16 navíos mandada por el Almirante Victor su defensa, con tanto acierto, que obligó a los ingleses a
Marie d’Estrées que puso rumbo al Sur, camino del At- retirarse.
lántico. Tenía órdenes de incorporarse en el puerto de Brest
a la expedición que por orden de Luis XIV se preparaba De estas operaciones tuvo noticia el Cónsul de Es-
para un desembarco en Inglaterra con el fin de derrocar a paña en Tánger, Antonio González Salmón, quien en car-
la dinastía allí reinante y poner en su lugar a los Estuardo. ta del 11 de abril la transmitió a su Gobierno, contando
que una división naval inglesa mandada por el Almirante
Al llegar el 18 de abril a la embocadura oriental del Sydney Smith había pasado más allá de los Dardanelos
Estrecho de Gibraltar, aquella escuadra tuvo que enfren- siguiendo instrucciones del Almirante Lewis, y no se sa-
tarse con un violentísimo temporal y dos de sus barcos, el bía el resultado de su empresa2 .
“Assuré” y el “Sage” naufragaron en las costas de Ceuta,
frente a la península de la Almina. Los restantes navíos En el periódico local “Gibraltar Chronicle” del 14
tuvieron que retroceder y no pudieron incorporarse a la de marzo, en la sección dedicada al movimiento de bu-
proyectada expedición que, por cierto, tuvo un final de- ques en el puerto durante el período que iba del 6 al 13,
sastroso para los franceses en la batalla naval de la daba cuenta de la arribada del schooner “Crafty”, man-
Hougue, librada el 29 de mayo. Un mar embravecido ha- dado por el Teniente de navío Richard Spencer, tras un
bía impedido que la flota de d’Estrées llegara a su desti- viaje de 35 días desde los Dardanelos, con cartas del Al-
no. De este episodio histórico ofrece valiosa información mirante Thomas Lewis para Lord Collingwood, sucesor
un libro escrito por Juan Bravo y su hijo, Juan Antonio1 . de Horacio Nelson en el mando de la Royal Navy. En ese
mismo periódico, el sábado 21 de marzo se comunicaba
Pasados muchos años, en marzo de 1807 la goleta su captura por 3 corsarios españoles el 9 del mismo mes,
inglesa “Crafty” arribó al puerto de Gibraltar, proceden- después de un combate que duró menos de un cuarto de
te del Mediterráneo oriental. Zarpó poco después con rum- hora. En tan breve espacio de tiempo no fue posible tirar
bo a Inglaterra pero tampoco pudo llegar a su destino al mar la correspondencia oficial que portaba. En la pelea
aunque en esta ocasión no fue debido a turbulencias me- tuvo 3 muertos y 14 heridos, contándose entre éstos su
teorológicas, sino por una contingencia bélica. Comandante. Las bajas españolas fueron de 4 muertos y
9 heridos. Un Capitán corsario pereció en la lid y un Ofi-
En aquel tiempo España, aliada con Francia estaba cial resultó herido. Terminaba la información diciendo
en guerra contra Inglaterra. Reinaba Carlos IV pero ha- que el navío inglés fue considerado como buena presa y
bía dejado prácticamente las riendas del Estado en ma- se anunciaba su subasta en Algeciras para el 7 de abril.
nos de un favorito, Manuel Godoy, que ostentaba el pom-
poso título de Príncipe de la Paz. La versión española de la captura de la “Crafty” la
encontramos en diversos documentos conservados en el
A comienzos del año 1807, mientras Napoleón se Archivo General de Marina “Don Alvaro de Bazán”, que
batía victoriosamente contra los prusianos y los rusos, sirven de fuente informativa fundamental del presente
fuerzas navales inglesas se movían por el Mediterráneo artículo3 . Consta en ellos que a las 9 de la mañana del 9
oriental amenazando las costas turcas. En febrero, una de marzo, 3 navíos corsarios de Algeciras, el “Gibral-
flota británica forzó el paso del estrecho de los Dardanelos tar”, el “Hurón” y el “Aguila” avistaron la goleta britá-
y se presentó amenazadora frente a Constantinopla. En nica “Crafty” que, esperando un viento favorable para
calidad de Embajador de Francia se encontraba en esta pasar al Atlántico, había echado el ancla cerca de la costa
123
africana del Estrecho. Estaba al mando del Teniente de marineros, cifrado en 9 cuartos diarios y una ración de
Navío Richard Spencer y contaba con una tripulación de pan, recluyéndolos en prisiones adecuadas con cama, luz
50 hombres. Su armamento consistía en 10 carronadas y los utensilios precisos4 .
del calibre 12 y 2 cañones del 4. Tenía como misión con-
ducir a Inglaterra importante correspondencia oficial re- El 16 de marzo zarparon de Ceuta los navíos
mitida por los Estados Mayores de las unidades de la Royal corsarios con su captura y se presentaron en Algeciras.
Navy que operaban en el Mediterráneo Oriental. De ello dió el oportuno comunicado el Comandante inte-
rino del apostadero local, el Capitán de Fragata Antonio
Al ver que se le acercaban los 3 barcos españoles, Vacaro. No tardó en permitirse a todos los marinos britá-
la goleta picó el cable de su ancla y trató de escapar, pero nicos que pasaran a Gibraltar.
su intento fue inútil y se trabó un duelo de artillería hasta
que, finalmente, los corsarios tomaron al abordaje el na- Poco después, a comienzos de abril se desencade-
vío enemigo. En la pelea, que duró aproximadamente nó un violento temporal en el área gibraltareña del que
media hora, los atacantes tuvieron 5 muertos y 8 heridos, fue víctima la fragata de guerra portuguesa “Príncipe”.
contándose entre los primeros al Capitán del “Hurón”, El periódico “Gazeta de Madrid” el 17 del mismo mes
Bartolomé Cacoby, alcanzado por una bala cuando se dis- daba cuenta de que perecieron en el naufragio 201 tripu-
ponía a saltar sobre la cubierta de la “Crafty”. Las bajas lantes y sobrevivieron 114, gracias a las medidas toma-
contrarias fueron 4 muertos y 7 heridos siendo uno de das por el Coronel Ramón Orell, Comandante de la línea
éstos, con carácter leve, Richard Spencer. fronteriza que acudió a la playa acompañado de alguna
tropa y trabajó sin descanso en el salvamento.
Los corsarios condujeron la goleta apresada a Ceuta
y aquí desembarcaron en unos botes a toda su tripula- Orell acogió en su residencia al Comandante de la
ción. Los muertos fueron enterrados, los heridos lleva- fragata y con él a un Oficial, un Comisario, un capellán y
dos a un hospital y los demás internados en un cuartel, un guardiamarina. Los 5, despojándose de sus ropas, ha-
salvo Spencer que fue albergado en una fonda y tratado bían alcanzado la playa a nado y el Coronel les facilitó
más como un huésped distinguido que como un prisione- ropa adecuada. Pasados unos días todos los supervivien-
ro de guerra. tes pasaron a Gibraltar y antes de partir quisieron abonar
los gastos ocasionados pero no se les exigió el menor dis-
Desde tiempos inmemoriales las gentes de mar, con pendio. También contribuyeron en la ayuda a los portu-
cierto espíritu caballeresco, solían mostrar una actitud gueses el Capitán Pedro Rodríguez del Regimiento de
respetuosa con sus adversarios cuando caían prisioneros España y el Teniente Manuel Casaus del de Murcia, des-
y les prestaban alguna ayuda económica durante su cau- tacado en el paraje de la Tunara. Todo ello constaba en un
tiverio. Por el lado español citemos, como ejemplo, una escrito firmado en Algeciras el 9 de abril y dirigido a
Real Orden firmada en Aranjuez por el Príncipe de la Paz Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, por el General Xavier
y comunicada el 29 de marzo de 1805 a Miguel Cayetano de Castaños, el futuro vencedor de Bailén que desempe-
Soler, Secretario del Despacho de la Guerra. Una copia ñaba el cargo de Comandante General del Campo de Gi-
de la misma se conserva en el Archivo Central de Ceuta. braltar.
De ella recogemos los datos que siguen, referentes a los
súbditos británicos capturados en acciones navales y que Con el retorno de los Oficiales y marinos de la go-
se aplicaron a los tripulantes de la goleta. leta a Gibraltar podía darse por terminado el episodio de
su captura pero al recuperar la libertad Spencer envió una
Si se trataba de Oficiales de cualquier rango, perci- carta a Londres dirigida al Almirante Collingwood. En
birían un subsidio de 6 reales diarios. Cantidad que tam- ella denunciaba el trato cruel y los violentos despojos que
bién percibirían los cirujanos, comisarios y capellanes. él y sus hombres sufrieron por parte de sus apresadores.
Además se les permitiría la libre circulación por el recin-
to de los castillos o ciudadelas en que los internaran en Contaba que cuando arribaron a Ceuta, antes de
tierra firme, tomando su palabra de honor de que no in- embarcar en los botes que los condujeron a tierra, le qui-
tentarían escapar. sieron quitar las botas, el pantalón y la corbata. Ya le ha-
bían arrebatado la casaca y el sombrero. Desnudaron a
Los guardiamarinas y cadetes serían socorridos con uno de sus Maestres, dejándolo con la camisa y los cal-
3 reales, al igual que los capitanes, primeros pilotos y zoncillos y a otro le dieron en la cara con una pica que le
pasajeros de distinción capturados a bordo de barcos atravesó la nariz y casi le privó de un ojo porque no se
mercantes. La misma cantidad percibirían los mandos de quitó la chaqueta que le pidieron. Casi todos los marine-
los corsarios que contaran con un mínimo de 14 cañones, ros fueron desnudados, incluyendo a los heridos graves
siempre que no formaran parte de los escalafones de la que continuaron así en el hospital durante varios días hasta
Marina Real. Si contaban con menos artillería percibi- que algunos de sus camaradas les dieron unas camisas.
rían igual emolumento que los soldados rasos y simples
124
Los asaltantes de la goleta practicaron un despia- Mondragón. Tenía una brillantísima hoja de servicios.
dado pendolaje5 . A él le quitaron diversas prendas y ob- Ingresó en la Armada como Guardiamarina en 1751. En
jetos que tenía en su cámara. Daba una larga lista 1760 con el grado de Capitán de Fragata pasó a Cuba y 2
pormenorizada de todo lo sustraído. Incluía en ella gran años después fue uno de los defensores del castillo del
cantidad de variadas ropas y calzados, 3 relojes, 2 de oro Morro de La Habana, atacado por los ingleses. En 1772
y 1 de plata, También numerosas piezas del servicio de participó en el asedio de Gibraltar al mando del navío
mesa, entre ellas 2 jarritas de plata, una para leche y otra “San Miguel” que arrastrado por un violento temporal
para cerveza, un baúl con 40 libros y 4 pistolas. En dine- embarrancó en el litoral de Peñón y le prendió fuego para
ro, 70 onzas de oro, 140 piastras turcas y monedas suel- evitar que cayera en manos enemigas. En 1793 estuvo en
tas españolas e inglesas. Sus insistentes demandas a las Tolón, luchando contra los revolucionarios franceses. En
autoridades de Ceuta y de Algeciras para que le devolvie- 1801 fue nombrado Capitán General del Departamento
ran sus propiedades y el vestuario de los heridos no fue- Marítimo de Cádiz y fallecería en esta ciudad en 18126 .
ron atendidas.
Gavarrón decía en su escrito que cuando pensaba
Las autoridades navales británicas comunicaron las que la gloriosa captura de la goleta la valdría elogios, se
denuncias de Spencer al Comisario Manuel de la Torre, encontraba con la desagradable novedad de que le habían
encargado en Londres de la protección de los prisioneros embargado la cantidad que le correspondía recibir por la
de guerra españoles en el Reino Unido que las transmitió denuncia de Spencer de que le quitó ropas y efectos por
a Pedro Cevallos, Ministro de Estado y éste, a su vez, las valor de más de 900 pesos fuertes.
hizo llegar a Manuel Godoy, el omnipotente valido de
Carlos IV, en su calidad de Generalísimo Almirante de la Según declaraba, durante el abordaje no pudo iden-
Marina Real. tificar a Spencer como Comandante del navío atacado
porque no llevaba uniforme, ni insignias acreditativas de
Godoy dispuso que se hicieran las debidas averi- su rango. El se jugó la vida y otros la perdieron y según
guaciones para comprobar si eran ciertas las acusaciones explicaba “en aquella confusión y concurrencia de
del Oficial británico y dio noticia de ellas al monarca. corsarios era imposible sujetar los individuos que llenos
Según sus palabras “miré como cosa increíble y agena de de ardor y celo peleaban intrépidamente y se considera-
españoles pechos la inhumana conducta. Que el Rey ha ban acreedores al pendolage y mas quando tenian a la
oido con lastima y enojo la relacion de semejante suceso vista las victimas que ocasionaba el furor de los enemi-
y castigará a los transgresores de los preceptos que dicta gos poseídos de odio y rencor por habersele intercepta-
la humanidad con el mayor rigor”. No obstante, esa se- do los pliegos y dilatada correspondencia que conducía
veridad sólo se aplicaría en el caso de que se comprobara la goleta para el Gobierno Británico y otras personas”.
la veracidad de las denuncias de Spencer.
El Capitán corsario recordaba la moderación con
Para aclarar lo sucedido se encomendó a Lino que él actuó recientemente cuando tomó al abordaje la
Trujillo, Comandante del apostadero de Algeciras, que cañonera inglesa “Ana”, acción en la que resultó herido.
incoase el oportuno expediente. Este confió la tarea al De forma totalmente contraria solían actuar los ingleses
Capitán de Fragata Antonio Vacaro quien dispuso que el que desnudaban a los tripulantes de los navíos españoles
Teniente de Navío José Agustín Lobatón tomara declara- que cogían, como sucedió con una fragata apresada cerca
ción a Capitanes, Escribanos y Contramaestres de los 3 de La Habana. Otro tanto ocurrió, hacía poco más de un
corsarios apresadores, citándolos para el 11 de julio. mes, en la captura de un corsario de Algeciras, el “San
Francisco Solano”, por el bergantín de guerra ingles
Por otra parte, Trujillo solicitó informes de varias “Scot” en la noche del 21 de mayo frente al cabo de
autoridades de Ceuta: el Gobernador y su Ayudante de Trafalgar. Sus tripulantes fueron despojados de las ropas.
Campo, el Capitán del puerto, el Comisario de Guerra y Tampoco era ejemplar la conducta de los que desembar-
el Ayudante de Sanidad, así como del Director del Hospi- caban con frecuencia en las playas de Barbate y de Zahara,
tal, del Cirujano mayor del mismo y del intérprete oficial cometiendo toda clase de tropelías contra las gentes
de lengua inglesa. ribereñas e, incluso, en una de sus incursiones profana-
ron una ermita. También fue censurable su conducta cuan-
Antes de que se iniciaran los autos judiciales, el 13 do en fecha reciente capturaron de forma ilegal la barca
de junio, Damián Gavarrón, Capitán del místico “Gibral- “Victoria” que estaba en aguas jurisdiccionales de Ma-
tar”, alias “El Generalísimo”, había enviado desde rruecos.
Algeciras una carta al jefe naval del departamento de
Cádiz, el Almirante Juan Joaquín Moreno. Ante las denuncias de Gavarrón, el Almirante Mo-
reno ordenó que se abriera un expediente pero al infor-
Este Almirante había nacido en Ceuta en 1735 y marse de la decisión de Godoy de encomendar el pleito a
era hijo del Mariscal de Campo Francisco Moreno la Comandancia de Marina de Algeciras, transfirió a este
125
organismo la responsabilidad de aclarar lo sucedido en la más próximo a España de la costa africana del Estrecho.
captura de la goleta. Su barco fue el primero en abordar a la goleta pues en el
“Hurón” hubo un momento de confusión al caer su Capi-
El 11 de julio, cumpliendo puntualmente las ins- tán herido de muerte y el “Aguila” no tomó parte en el
trucciones dictadas por Vacaro, comenzaron los asalto. El fue uno de los que se encargaron de conducir la
interrogatorios de los imputados en los supuestos malos “Crafty” a puerto seguro y al desembarcar en Ceuta ob-
tratos sufridos por Spencer y sus hombres. Buena parte servó que un marino del “Hurón”, al que sólo conocía de
de los testimonios que prestaron daban informaciones que vista, trataba de quitarle la chaqueta a un marino inglés y
ya se han expuesto en párrafos precedentes por lo que él le dio algunos sablazos de plano para que la soltara.
nos limitaremos a recoger las que aportaban alguna no- Describía la ropa de Spencer como los antecedentes,
vedad. pormenorizando que cubría su cabeza con un sombrerito
redondo de paja, forrado de tafetán y de mala calidad.
El primero en declarar fue Damián Gavarrón, que Tenía derecho a 10 partes de la presa pero todavía no le
dijo tener 40 años de edad. Respecto a Spencer aseguró habían dado nada.
que nadie le quitó prenda alguna. No llevaba uniforme
sino una chaqueta de paño azul, un pantalón del mismo Le siguió en las declaraciones Francisco Macías,
color, zapatos y un sombrerillo redondo. En la cámara de Capitán del “Aguila”, navío conocido también como
la goleta encontró un cajón con una casaca, 2 pares de “Pastora”. Tenía 45 años y fijaba el escenario del com-
calzones, 2 chalecos, 2 camisas y un sombrero de galón. bate en la ensenada de Benzú, muy próxima a Ceuta, aun-
Todas estas prendas se las devolvió al inglés. No se quitó que desde esta ciudad no se pudo ver. El no intervino en
ropa alguna a los heridos. A la pregunta de cuánto le ha- el abordaje. Pasados unos días facilitó 14 hombres y un
bía tocado en el reparto de la presa contestó que confor- Capitán de presa para conducir la goleta a Algeciras . No
me al contrato con el armador cada parte se evaluó en 30 le habían dado nada por la presa.
reales y como a él le correspondían 12, cobró 360.
El siguiente testigo fue José de Leyva, Capitán de
El armador del “Gibraltar” era el Comisario de presa del “Hurón”, de 28 años que situó la acción en la
Guerra de Marina Juan Barhen, cuyo apellido se ensenada de Almansa, es decir, la actual Al Marsa. Cuan-
transcribía también Barhem. Se trataba de un extranjero do se disponían al abordaje, el Capitán recomendó orden
avecindado en Cádiz que desde hacia algunos años era el y buena conducta con los enemigos. Respecto a la herida
socio capitalista de varios navíos corsarios7. del segundo Maestre inglés, dijo que en el abordaje reci-
bió un golpe en la nariz y tiró al suelo el arma que lleva-
Declaró a continuación Antonio Montesinos, Es- ba. Lo hirió un marino catalán con un sable. No era cierto
cribano y Capitán de armas del mismo barco. Tenía 35 que desnudaron a los heridos y sólo vio a uno sin ropa,
años. A la pregunta de si advirtió que los marinos españo- cuando lo iban a bajar a una lancha y lo estaban curando,
les rompieron arcas, baúles o alacenas, contestó que sólo pero la llevaba en la mano y le ayudó un compañero. No
estuvo a bordo de la goleta hasta que se rindió y con toda ha tomado dinero de la presa.
prisa retornó a su navío porque advirtieron la presencia
de una fragata enemiga por barlovento. En la confusión Declaró después Manuel Manzano, Escribano del
producida por el abordaje, dado por más de 100 hombres, “Hurón”, de 26 años de edad que tomó el mando del na-
no pudo advertir señales de saqueo. Respecto a la vesti- vío al morir el Capitán Bartolomé Cacoby. Terminada la
menta de Spencer coincidía en la descripción de Gavarrón, lucha bajó a la cámara de la goleta y echó a 2 ingleses
precisando que tanto la chaqueta como el pantalón eran que estaban debajo de la escalera. Puso 2 centinelas en la
viejos. Cuando trajeron los prisioneros a Algeciras, les puerta para que no entrase nadie. Luego volvió a su barco
devolvieron a los Oficiales la ropa y libros que encontra- dejando como Capitán de presa a Leyva con 15 hombres.
ron en la cámara. Spencer reclamó como suyas una casa- Saltó a tierra en Ceuta a las 6 de la tarde y se apresuró a
ca de paño azul fino con solapa blanca, 2 pares de panta- llevar al Comandante del puerto los papeles cogidos en la
lones del mismo color, 2 chalecos blancos, 2 chaquetas, “Crafty”. Cuando en Ceuta desalojaron la tripulación de
una de paño azul y otra oscura, 2 camisas finas y un som- ésta, algunos corsarios la registraron y se llevaron pren-
brero de 3 picos con galón ancho. das que no devolvieron. Sabe que al desembarcar en
Algeciras Gavarrón dio algunas prendas a Spencer, al que
En tiempos precedentes Montesinos formaba parte en el abordaje, uno de sus marinos hirió levemente. Ni ha
de la tripulación como simple marinero de la lancha “La recibido ni tiene esperanza de recibir parte de la presa.
Conquistadora” del armador Juan Barhen8 .
Continuó el interrogatorio con Domingo Torrens,
Habló a continuación Francisco Morera, segundo Contramaestre del “Hurón”, de 27 años. Sabía que no les
Capitán del “Gibraltar”, de 36 años de edad. Situó el quitaron nada a los ingleses. Uno de sus Contramaestres
lugar del combate a sotavento de Punta Cires, el saliente vendió un silbato por 4 pesetas y varias prendas. Lo mis-
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mo hicieron otros marinos británicos. Considera falso lo los heridos, luego se ocupó de que atendieran debidamente
de la herida en la nariz del Contramaestre pues la única de camas, pan y socorro a los acuartelados. Oyó decir al
en ese sitio la sufrió Spencer y le vio la cicatriz cuando Administrador de Correos, José Dávila y a un Capitán de
todavía estaba en Algeciras. Tampoco había recibido nada Artillería que algunos ingleses vendieron prendas o las
del valor de la presa. Con sus declaraciones se puso final dieron a cambio de vino y aguardiente. Fue a la fonda
al interrogatorio. para ver a Spencer que se hacía entender hablando en
francés y lo recomendó al fondero, así como a sus Oficia-
El mismo día en que se iniciaba en Algeciras la toma les. Ante su demanda de que le permitiera tener un cria-
de declaraciones, al otro lado del mar el Gobernador de do, Menacho dispuso que trajeran a su ordenanza del cuar-
Ceuta Francisco de Orta y Arcos enviaba un informe a tel en que estaba alojado. En ningún momento le llegó
Lino Trujillo relativo a la arribada a Ceuta de la presa queja alguna del forzoso huésped.
británica.
El día antes de salir la goleta para Algeciras por la
Su Excelencia había nacido en Tarifa el 1 de febre- mañana se le presentó Spencer y le pidió por favor que le
ro de 1744. De noble estirpe ingresó en el Ejército en entregara unos papeles particulares que iban con la co-
1762 como Oficial de Ingenieros. Había tomado pose- rrespondencia oficial requisada por los corsarios. Le con-
sión de su cargo de Gobernador el 25 de abril de 1805. testó que no le era posible atender su petición porque todo
Firmó el escrito precedente el 11 de julio y quiso el Des- estaba sellado. Menacho obsequió al marino británico en
tino que falleciera una semana después, el 18 del mismo su casa, invitándolo a desayunar y tratándolo con la ma-
mes9 . yor cortesía porque compadecía su desventura.
En su informe explicaba que al presentarse los 3 El Ayudante de Sanidad Antonio Jiménez dijo que
navíos corsarios con su presa, antes de que nadie desem- se presentó en el navío de Gavarrón para informarse de
barcara, el Capitán del puerto, Pablo Menacho, envió per- los cuidados médicos que se necesitaban. Según dijo, entre
sonal de Sanidad y al tener noticia de que había gente los ingleses capturados se contaba un hermano de Spencer.
herida, dispuso que se prepararan parihuelas para su trans-
porte al Hospital. Los muertos de la goleta fueron ente- El Ayudante de Campo José Ramón de Brito con-
rrados en la playa: No se privó a nadie de las vestimentas taba que al llegar los 4 navíos, bajó al foso con 100 hom-
que llevaban puestas y si hubo algún saqueo fue en los bres de la brigada de Zapadores. Llevó a los prisioneros
petates. ilesos al cuartel contiguo al barrio de los moros. Esa mis-
ma noche, bastante tarde, les dieron a cada uno una libra
Por su parte Pablo Menacho prestó una declaración de pan y un cuartillo de vino. Al día siguiente Menacho
bastante extensa. Explicaba en ella que apenas fondearon con anuencia del Gobernador hizo que les sacaran camas
las 4 embarcaciones, se les acercó en una lancha de Sani- y les abonaran el subsidio fijado para los prisioneros. Acto
dad y al saber que había bajas de uno y otro lado, volvió seguido, pasó al cuartel buscando al criado del Coman-
apresuradamente a la ribera y pidió al Gobernador ayuda dante británico y se lo llevó. Ese mismo día Spencer pi-
de gente y camillas. Luego envió varias lanchas para que dió la devolución de la ropa que le quitaron tras el asalto
desembarcaran todos los ingleses, remitiendo los heridos de su barco. Se preguntó por ella a los Capitanes y dije-
al Hospital Real e hizo enterrar sus muertos en la playa ron que en la confusión del abordaje no se percataron de
de la Sardina. Llamó al Escribano del Juzgado de Marina la supuesta rapiña de sus marineros.
y en su presencia mandó desembarcar los cajones que
contenían correspondencia. Hizo que los clavaran bien, Carlos Aguirre, Comisario de Guerra y Director del
los sellaran y lacraran para remitirlos a la Comandancia Hospital no aportó nada nuevo. Pedro Díaz, Cirujano
de Marina de Cádiz. Mayor, dijo que estaba en el Hospital cuando llevaron a
los heridos, unos en parihuelas y otros entraron por su
Habló con los captores de la goleta y le dijeron que pie. Todos iban vestidos y ante él los desnudaron para
Cacoby fue victima de un disparo que le hicieron desde encamarlos. El segundo Maestre tenía una herida en el
la puerta de la cámara de la goleta y cayó al agua muerto, ángulo mayor del ojo derecho causada por estocada de
“de que resultó acometer los españoles causando muer- sable. Penetraba en las fosas nasales pero sin dañar el ojo
tes y heridas sin producir posterior desavenencia”. Lo y curó sin el mas leve defecto. Jamás oyó decir que les
antes que se pudo, se mandó la nave apresada a Algeciras quitaron camisas. Spencer se presentó en el Hospital a
tomando las debidas precauciones para que no tratasen los 2 días con una ligerísima contusión en la nariz y no
de recuperarla los enemigos. guardó cama. Se le tuvieron las mayores consideraciones
pues además de la ración de Oficial, de gallina y carnero,
Todos los prisioneros desembarcaron, sin que se se le facilitó cuanto pidió de arroz, fideos, chocolate, te,
advirtiera que les habían robado prendas de vestir. Al día café, leche, manteca, etc., a fin de que se alimentara se-
siguiente, por la mañana pasó al Hospital a visitar a todos gún los hábitos de su nación y por no ser opuestos esos
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productos a su ligero mal. Su hermano era un Salían del cuartel acompañados por el cojo inválido que
guardiamarina jovencito al que se puso en la sala de Ofi- hablaba inglés y, a veces, con el declarante y vendían las
ciales. prendas para beber vino y aguardiente. El compró 2 sil-
batos de plata, al primero y segundo Contramaestres y a
Por medio del intérprete, un día el Contramaestre un marino 2 pares de calzones, 3 de medias y 2 camisas.
herido preguntó su nombre al Doctor Díaz y lo apuntó en Tiene 58 años y no sabe firmar.
un libro de memorias para recordar siempre a un hombre
que consideraba muy benéfico. Todos los ingresados en Todos los documentos precedentes fueron envia-
el Hospital habían sido bien cuidados y el día en que sa- dos a la Corte. En ellos quedaba bien patente la falsedad
lieron para Algeciras en el jabeque correo, los dos que de las denuncias de Spencer. Así lo afirmaba una carta
revestían mayor gravedad, un marino y un guardiamarina fechada en Madrid el 8 de agosto dirigida por orden de
joven, los colocaron en camillas de doble colchón para Manuel Godoy al Ministro Cevallos. Se decía en ella que
preservarlos del aire, sol y agua. Por cierto que ambas “con estas robustas pruebas puede rebatir Vuestra Exce-
camillas quedaron en Gibraltar y no las devolvieron. No lencia la infundada quexa que han hecho los ingleses”.
se habían reclamado por decoro.
Las investigaciones practicadas en torno a ese plei-
El intérprete Luis Asencio Collado manifestó que to evidencian que, pese a la dureza de la guerra que en-
todos los ingleses desembarcaron vestidos y algunos de- frentaba a españoles e ingleses, existían unas convencio-
centemente. Ya en tierra vendieron ropas: medias, pañue- nes de mutuo respeto entre los dos antagonistas.
los, camisas y calzones, quedándose con las mas viejas.
NOTAS
1
Bravo Pérez, J. y Bravo Soto, J.A., La flota que no llegó a su destino, Granada 1989.
2
Archivo Histórico Nacional, sección Estado, legajo 6231 (2).
3
J.F. Guillén, Indice de los papeles de la sección de Corso y Presas, expedientes 720 y 729. Agradezco al Coronel don Pedro Giménez Hernández,
del Museo Naval, su valiosa ayuda.
4
Archivo Central de Ceuta. Libro Copiador de Reales Ordenes del Ministro Principal de la Real Hacienda de Ceuta 1803-1809, folios 80 vº y
81.
5
Pendolaje era el derecho de apropiarse en las presas marítimas de todos los géneros que estaban sobre cubierta aunque pertenecieran a los
individuos de la embarcación apresada.
6
R. Vidal Delgado, El fuerte de Santiago y la batalla de Algeciras, Algeciras 2000, pp. 60-1.
7
M. L. Ocaña Torres, El Corso marítimo español en el estrecho de Gibraltar (1700-1802), Algeciras 1993, pp. 150-2.
8
Ibidem, pág. 151.
9
J.L. Gómez Barceló, “Francisco de Orta y Arcos, Mariscal de Campo e Ingeniero Militar tarifeño”, Almoraima 13, 1995, pp. 277-90.
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PUBLICACIONES
DEL
AUTOR
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Primera publicación.- BRAVO PÉREZ, J. (1963): “Algo más sobre el ancla llamada romana”,
CRIS, Revista del Mar, nº 57, Octubre 1963, pp. 4-6.
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Segunda publicación.- BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Los cepos romanos con alma de madera”,
CRIS, Revista del Mar, nº 67, Agosto 1964, pp. 4-6
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Tercera publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Anclas romanas”, CRIS, Revista del Mar, nº
70, Noviembre 1964, pp. 8-10.
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Cuarta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1964): “Un cepo de ancla decorado en aguas de
Ceuta”, Rivista di Studi Liguri XXX (nº 1-4), pp. 309-311.
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Quinta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1965): “Más cepos de anclas romanas en Ceuta”,
CRIS, Revista del Mar, nº 78, Barcelona, Julio 1965, pp. 10-11.
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Sexta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1965): “Deformaciones de los cepos de anclas
romanas”, CRIS, Revista del Mar, nº 83, Barcelona, Diciembre 1965, pp. 2-4.
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Septima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y MUÑOZ, R. (1965): Arqueología submarina en
Ceuta, Madrid.
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Octava publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1966): “Cepos de anclas con relieve”, CRIS, Revista
del Mar, nº 86, Marzo 1966, pp. 2-4.
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Novena publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1966): “Más sobre anclas romanas”, CRIS, Revista
del Mar, nº 95, Diciembre 1966, pp. 16-17
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Décima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y MUÑOZ, R. (1966-68): “Hallazgos arqueológicos
submarinos en Ceuta”, Noticiario Arqueológico Hispánico 10/12, pp. 159-171.
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Undécima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1968): “Fabrica de salazones en la Ceuta
romana”, CRIS, Revista de la Mar, III, Barcelona, p. 30.
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Duodécima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1970): “Anclas romanas de Ceuta”, XI Congreso
Nacional de Arqueología, pp. 821-826.
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Decimotercera publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1972): “Vestigios del
pasado de Ceuta”, Inmersión y Ciencia, 4, Barcelona, 1972, pp. 5-39 (reeditado en 1984 con el
mismo título en Transfretana, 4, Ceuta, pp. 49-82).
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Decimocuarta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1975): “Ánforas púnicas recuperadas en
Ceuta”, Inmersión y Ciencia, núm. 8-9, Barcelona, pp. 25-33.
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Decimoquinta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1976): “Evolución y técnica en la construcción
de Anclas Antiguas”, Ancorae Antiquae I, Sala Municipal de Arqueología, Ceuta, pp. 1-19
(editado asimismo en el nº 2 de la revista Inmersión y Ciencia).
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Decimosexta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1976): “Cepos de anclas con relieves
recuperados en el Mediterráneo Occidental”, Ancorae Antiquae II, Sala Municipal de
Arqueología, Ceuta, pp. 1-24.
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Decimoséptima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. (1988): “¿Fondearon los fenicios sus naves en
las costas de Ceuta?”, Cuadernos del Archivo Municipal, 1, Ceuta, pp. 5-9.
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Decimoctava publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1988): “Rescatado en
Ceuta un naufragio del s. XVII”, Revista de Arqueología nº 92, pp. 50-51.
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Decimonovena publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1989): La flota que nunca
llegó a su destino (Naufragio de dos navíos franceses en Ceuta, 1692), Granada, 1989.
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Vigésima publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1990): “L’Épave Isleos de
santa Catalina. Naufrage d’une navire français à Ceuta (1692) », Cahiers d’Archéologie
Subaquatique IX, pp. 55-74 (=en la misma revista también está publicada la versión del
texto en castellano en las pp. 75-82).
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Vigésimo primera publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1991): “L’Épave de Santa Catalina
(Ceuta)”, La ceramique, l’Archéologue et le Potier. Etudes de Ceramiques a Aubagne et en Provence du XVI au XX
siécle, Arguilla, pp. 39-40.
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Vigésimo segunda publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y VILLADA PAREDES, F. (1993): “Las
ánforas prerromanas del Museo de Ceuta”, Transfretana, 5, Ceuta, pp. 93-112.
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Vigesimo tercera publicación.-BRAVO PÉREZ, J., HITA RUIZ, J.M., MARFIL RUIZ, P. y
VILLADA PAREDES, F. (1995): “Nuevos datos sobre la economía del territorio ceutí en época
romana: las factorías de salazón”, Actas del II Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar,
T. II. (Ceuta, 1990), Madrid, pp. 439-454.
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Vigesimo cuarta publicación.-BRAVO PÉREZ, J. y BRAVO SOTO, J. (1998): “El pecio Isleos
de Santa Catalina: Un naufragio del s. XVII en Ceuta”, Homenaje al Profesor Carlos Posac
Mon, Tomo II, Ceuta, pp. 305-324.
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