La Noche

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 13

La Noche

La Habana, 3 de febrero de 1985

O cualquier ciudad de todos los días de todos mis años.

Exilia:

Esta es una carta tonta, la empecé a escribir hace mucho y, ahora, que tú no puedes leerla, la termino para que otros la
lean.

Hoy quisiera que las hadas existieran, porque estoy segura de que tú serías una de ellas. Me tocarías con una varita de
noche y volvería a ser tu muchacha, tu Exilia, tu nieta…

Después te la pediría prestada para regalarles a mi Mayito y a David […] y a todos los que amo una viejita gorda,
carapachito de jicotea. Maga, dulcera, campanita de bronce, libro de todas las respuestas, mito, verdad, raíz… abuela.

Este es el libro de La Noche y de Abuela. Y de Mayito. Y del que lo lea. Este libro es para ti: Así como te lo cuento, así lo
viví.

El vuelo de cuando empecé a soñar y la madre-nana que supe arrullar. Juego y canción, historia y leyenda para la
hermana grande y para la pequeña. Ven conmigo a crecer esta rueda. Ven para que conozcas mi noche entera. Este es
el libro de la noche y de abuela.

En un zapato, en la concha de un caracol, en el ala de una mariposa, en el nido del picaflor, en la corona de la piña, en
las arrugas del anón, en la masa de la calabaza, en el cogollo de la col: abuela y yo juntas siempre, siempre juntas las
dos.

- Muchacha, ve a saludar al cielo.


- Abuela, que el día está nublado.
- Niña, a los amigos no se les mira ni el vestido ni el calzado.
- Muchacha, ve a jugar con la luz.
- Abuela, el portal está mojado.
- Niña, también lo está el mar, y el arco de los colores lo salta de un lado a otro lado.
- Muchacha, ve a arrullar al sol.
- Abuela, que es muy pesado.
- Niña, más pesan las penas en el pecho atribulado.

Y allá se va abuela a dormir al sol en sus brazos para que al fin llegue la noche a visitar nuestro patio:

Sueña el sol que se ha dormido


En su nido de coral
Y que el mar lo está empollando
Con sus alas de cristal.
Duerme, sol, niño querido,
Y no dejes de soñar,
Que mañana, luz-gaviota,
Por el cielo has de volar.

Nocturno 1. Jaula de ácana. Nidada de plata.

- ¿Qué es la noche, abuela?


- Es una doncella de dulce mirada, vestida de ébano, descalza y cansada.

Es negra y es bella. Es sabia y callada. En nada recuerda a sus otras hermanas.

< En potro muy negro de sueños cabalga y va a la laguna a mirarse la cara: ¡Qué cara tan negra le devuelve el agua, qué
cara tan linda, qué envidia de cara!

< -Quisieran las flores tener tu fragancia - le dice el rocío que a solas la ama. ¡Si tus pétalos negros mojar me dejaras!
< -Si yo fuera flor tu amor aceptara – le dice la Noche y luego se escapa. Tímida se esconde en las ramas más altas.

< El canto callado del viento que pasa la duerme y la mima, la cubre y la guarda.

- Le quité las plumas a la urraca, su tintero al cielo, el vuelo a la tatagua, sus alas al murciélago
- Has dejado a la noche sin cuerpo.
- Es para que solo sea ojos, abuela: tus dos ojos negros.

Madrigal de abuela

Mariposa,

Primorosa,

Candenciosa,

Tan mimosa,

Ven a mí.

Cariciosa

Vergonzosa

Sé dichosa:

Vuela en mí.

Ovillejo ovillado por abuela.

¿Qué perdiste, qué has perdido?

-Un nido

¿Quién te canta y te consuela?

-Mi abuela

¿Qué te da contra el dolor?

-Su amor

Basta sentir su calor,

Aún en la noche fría,

Ella da comienzo al día:

Abuela, nido de amor.

-¿Qué cómo era mi abuela? Abuela estaba hecha de vuelo de zunzún y miel de abeja. Era como una vieja guitarra guajira
cantando en la noche cuando la faena termina. O como un tambor, que cuanto más tenso el parche, habla más alto y
mejor.

- Guitarra, abuela mía, mi tambor, yo no sé lo que es una estrella, dímelo, por favor.

- Una estrella es un suspiro, una flor; es un zafiro, una perla, un surtidor. Una estrella es una bella niña de luz, es traviesa
y se querella, y a su abuela luego besa como tú.

- ¿Qué cómo era mi abuela? Abuela era tan sabia que no sabía palabras oscuras pero podía conversar con los astros o
con la humilde matica de ruda.

- ¿Dónde vive el egoísmo?

- En casa de soledad.
- ¿Y dónde vive bondad?

- Dentro de uno mismo.

¿Qué cómo era mi abuela? Abuela era una jícara de magia cotidiana. Elemental y simple como el milagro cotidiano del
agua.

-¿Adónde vas, abuela, con esa tinaja de agua serena?

- A cazar lunas llenas.

- Tengo sed, abuela.

- anda, bebe algo fresco.

- Tengo sed, abuela.

- Caza las gotas del viento.

- Tengo sed, abuela.

- El río no está lejos.

- Tengo sed, abuela.

- Eso lo quita un beso.

- Si no fueras quien eres, si no te gustaran las flores, ni las rejas, si fueras de mi nombre analfabeta, ¿quién quisieras ser
tú, abuela?

- Pues me gustaría ser alguien a quien le gusten las flores, que coleccionara rejas, que hubiera combinado sonidos hasta
llegar a tus letras. Si fuera quien no soy, quisiera ser al menos tu abuela.

- Abuela, ¿cómo aprendo la lección de ser sabia, humilde y discreta?

- Por cada pregunta antigua, sal y busca una respuesta. Por cada respuesta que halles siembra una pregunta nueva.

- Abuela, hoy puse en mi canto camión y razón, comer y leer, Orión y rumbón.

- Si rama rima con rema ¿rema con rama la rima? ¿Rima quien rema en la rama?

<Niña, rima flor con cantero, noche con olor, guarandol con pañuelo y tu nombre con sol. Apréndete la lección.

- Abuela, ¿cuál es el misterio mayor de la poesía?

- No servir al mercader, no ser mercancía.

- ¿Quién conoce ese misterio?

- El poeta, su hechicero.

- Si la poesía es misterio, y el misterio, hechicerías, ¿dónde está la fantasía?

- En el espacio infinito de la vida.

- Abuela, ya sé lo que es el poema, ya sé lo que es la poesía, ya sé lo que es el misterio, ya sé lo que es la fantasía, ya lo


sé todo, ¡Soy dueña de la sabiduría!

- Pienso que no, si no vuelves a ignorarlo cada día.

- Abuela, ¿qué es el río?

- Las lágrimas de un gigante por un amor perdido.

- ¡Qué tonto es el puente: Cree que construyeron el río para que bajo él corriera!

- Abuela, ¿qué es mejor, ser río o ser puente?


- Ser río, si quieres conocer la corriente; ser puente si no quieres pasar frío.

- Y tú, ¿qué prefieres, abuela, ser río o ser puente?

- Ser río, mi niña, ser río. Desbordante con la lluvia, llegar al mar, cantar en la fuente. Sí, yo nací para ser río y no para
ser puente.

- ¡Abuela, me encontré una sombrilla!

- ¡Te compraré un sol radiante y una lluvia fina!

- Abuela, mira las nubes.

- Hay, hija, si yo pudiera zarpar en esa barca de encaje y tules, sobre ti lloviera para hacer crecer tu perfume.

Cuando comenzaban los truenos, aunque fuera de noche, abuela salía a caminar

¡Qué linda era abuela cuando llovía: era flor, era tierra… y era más mía!

¡Mójese, plantica – un día me dijo-, para que la sangre se surta de la fuente del regocijo. ¡Mójese, plantica, para que
pueda crecer! ¡Mójese en este cuento de La Habana de ayer!

- Adivina, abuela, si eres buena adivinadora, adivinafina, ¿en qué se diferencian engaño y fantasía, mentira e ilusión?

- El enigma con el enigma se contesta: en lo que ellos se apartan se diferencian. Como la serpiente del ave y el hombre
de la bestia.

- Abuela, ¿y si todos estuvieran juntos cómo sería el teorema?

- La mentira y la serpiente se arrastran, la ilusión y el ave vuelan, el engaño y la bestia destruyen, la fantasía y el hombre
crean.

- Abuela, ¿por qué no puedo pisar el césped que crece bajo mis pies? Si es suave y tierno, ¿por qué me lo prohíben, por
qué?

- Porque hay cosas que se dañan cuando nos brindan placer. Tu alegría es importante, pero más importante es que
hagas el bien: El césped es un niño pequeño que no te puede sostener.

- Abuela, dice el carbón -tan humilde, tan tratable, tan barato- que el diamante lo insulta cuando pasa a su lado. Dice el
pobrecito, que a su pariente allegado le ha dado por esplender solo por vanidoso y malvado.

- No te dejes engañar, no hay mayor mezquindad que no solazarse en el brillo de los demás.

<No hay vanidad más fatua y más vergonzosa que la que grita “humildad” con hipocresía engañosa.

- ¿Por qué existe el odio, abuela?

- Porque a esa pobre palabra, de niña, nadie le dijo: Eres bella.

- ¡Qué bella eres, abuela, ni el tiempo ni las lluvias borran en mí tu huella!

- Las palabras del amor ya nacen siendo promesas.

- Y los que traicionan una promesa, los que olvidan una voz, un rostro, una fecha, ¿qué castigo merecen, abuela?

- Seamos amantes o amigos, hayamos dado amistad o amor no hay castigo mayor que la vida que matamos en el olvido,
no la del otro, sino la de nosotros mismos.

<Es el invierno el que tiembla de frío por no recordar que existe el sol.

- Los que no han amado, abuela, ¿por dónde van?

- Por los caminos abiertos, hechos de piedra y crueldad, para que los amantes descalzos nunca puedan descansar.

- Abuela, ¿debemos contestarle a la maldad con amor? ¿O debemos golpear con la venganza hasta dar dolor al dolor?

- ¡Qué difícil es tu pregunta porque al mismo tiempo quisieran contestar razón y corazón!
<El amor todo lo vence, pero hay que saber enseñar al amor. No en la ciega venganza del torpe, ni en el rencor de la
frustración, sino en la lucha hasta la victoria para que triunfe lo mejor.

<El aullido de la maldad es la impotencia. No podemos sentir lástima por lo que no es dolor.

Nocturno 2

-Noche, ¿dónde tú te miras

Que te quiero reflejar?

-En las gotas de rocío

Que por ti saben llorar.

-Noche, ¿dónde tú te escondes

Porque no te puedo hallar?

-En el jazmín de tu pelo

Que envidian lirio y azahar.

-Noche, ¿dónde tú tiritas

Porque te quiero abrigar?

-En el frío de tu miedo

De no poderme alcanzar.

-Noche, ¿dónde tú eres noche,

Que te quiero iluminar?

-En lo alto de tu cielo

Para que puedas brillar.

-Noche, ¿dónde está tu nombre

Porque lo quiero arrullar?

-Donde está el tuyo está el mío.

Nombres ambos de soñar.

-Abuela, tengo una pregunta que al mismo tiempo es deseo.

-Te escucho y atiendo.

-¿Es el primer amor, el amor verdadero?

-Siempre el verdadero amor, aunque sea el último es el primero.

-¿Estás llorando?

-Abuela, es que te oculté un secreto.

-Pero me diste su más íntimo cuerpo.

-No entiendo. ¿Qué cuerpo te día si acallé al labio y enmudecí al pensamiento?

-Me diste el silencio. Tu confesión en el silencio.

-¿En qué se diferencian, abuela, lo que callo y lo secreto?


-Una vergüenza que ocultas, cuerpo torcido y maltrecho; el otro, belleza que cuidas como joya en tu joyero.

-Niña, ¿qué haces?

-Te hago un espejo

-¿Qué haces, abuela?

-Te hago un recuerdo.

-Abuela, ¿qué haces frente al espejo?

-Te miro y me veo.

-Niña, ¿qué haces con mi recuerdo?

-Me lo hago reflejo.

-¿No recuerdas, gentil bayamesa,

Que tú fuiste mi sol refulgente

Y risueño en tu lánguida frente

Blando beso imprimí con ardor…

-¿No recuerdas que en un tiempo dichoso

Me extasié con tu pura belleza,

En tu seno doblé mi cabeza

Moribundo de dicha y amor.

Añoranza

La anciana busca a la niña.

La niña sin voz ni cuerpo.

La va a buscar en el río

Y el río se aleja lento.

La busca bajo la lluvia.

La busca en el mar sereno.

Y la busca en la mirada

De su más íntimo sueño.

La niña busca a la anciana,

La niña sin voz ni cuerpo.

Y al fin se encuentran sentadas

Cantando sobre el recuerdo.

Nocturno 3
-Cuando no se había inventado ni el jardín, ni la jaula, ni la mudez de animales, ni cosas, había un hombre que tenía una
rosa… pero también tenía una zorra. Tan blanca y tan fina una, la otra tan inteligente y tan valiosa. A la rosa el hombre
la cuidaba; el hombre se protegía en la zorra.

Un día dijo la flor, celosa: “Me marchito y todo es por culpa de esa zorra. Ha querido destruir mis botones con sus
zarpas y con su boca”. El hombre lleno de ira apartó de su lado a la zorra.

Desde entonces todo el que se la encuentra la acosa.

-¿Y nunca pudo el hombre arrepentirse, abuela, de haber hecho acción tan monstruosa?

-Desgraciadamente murió al poco tiempo… desangrado por una espina d la rosa.

-Abuela, si un principito pudo domesticar a una zorra hasta hacerla llorar, ¿cómo luego la abandonó por una rosa lejana
y vulgar?

-A veces, sin que lo sepamos, bajo la fidelidad al pasado, se oculta la crueldad.

-Abuela, ¿es cierto que hubo un par de hermanos que lanzaron migas al viento, se las comieron los pájaros y se
perdieron el regreso? ¿Es cierto que en el bosque se quedaron huérfanos de hogar y techo?

-Nadie que ha tenido hogar puede perderlo.

<El hogar no es la casa ni los muebles que hay dentro, de cualquier parte del mundo se llega en un momento: Es el sol
de su patio, las noches de invierno, una sonrisa, un regaño, agua, pan, lecho. El hogar está dentro de uno, su llama arde
en el pecho.

-Abuela, ¿qué son los celos?

-Unos animalitos tontos que ven lo que no existe y oyen ruidos inciertos. Siempre van acompañados y con todo el
mundo pelean: Arrasan siembras y amores con la voracidad de sus quejas.

<Pero cuando no van en manada, cuánta ternura encierran, que delicada su voz, que útil su mirada atenta.

Los celos son una plaga; el celo, guardián de la cosecha.

-Abuela, ¿es verdad que había una vez los celos y una rueca, un huso y la envidia y una noche de cien años y una bella
durmiente que esperaba su día?

-Es verdad que había una vez, y es verdad que aún no termina, en que la maldad y sus cómplices hechizaron la alegría.

-¿Y es verdad que con un beso se abrieron los caminos, se acabaron las espinas, despertó la princesa, el amor reinó en
su vida?

-Es verdad que en cada beso una leyenda se inicia.

Cenicienta

Yo te voy a regalar

Mil zapatos de cristal

Y una carroza de besos

Y dos cocheros traviesos

Y tres largos pajes tiesos

Que te sepan resguardar

También te he de regalar

Completa mi sed de andar.


Caminante y peregrino

Tu camino es mi camino

Si vas a hacer la guerra

Yo seré tu lanza.

Si vas a hacer la paz

Yo seré tu azada.

Si vas a hacer la vida

Yo seré tu amada.

Nocturno 5 Luna, haga guardia en mi ventana

Recuerdo

La noche es como una abuela

Con un gran moño de plata.

Se mece suave y serena

En su sillón de aguas blancas.

Cuéntame, abuela

Cuéntame

Tu historia

De viejas hadas.

Se mece suave y serena

En su sillón de aguas mansas

Y dos estrellas le corren

Despacito por la cara.

Cuéntame, abuela

Cuéntame

Tus viejas

Historias de hadas.

Y dos estrellas le corren

Despacito y desmayadas,

Si canta con voz de niña

Su infancia de noche esclava.

-Abuela, ¿qué es la alegría?

-uno + uno + uno más


-Multiplicado…

-… x el infinito.

-¿Resto?

-El egoísmo.

-Dividido todo…

-/: la humanidad.

Paisaje con mujer angolana.

El mundo sobe tu cabeza

Y el hijo a la espalda.

Sobre tu cabeza de viento

La tierra seca

La lluvia escasa.

Sobre tu cabeza de lluvia,

La palma enhiesta.

El fuego canta.

Sobre tu cabeza de fuego,

El funche tibio,

El hambre mala.

Sobre tu cabeza de hambre,

Luz de rubí,

La joya cara.

Sobre tu cabeza de joya,

Crece la selva,

Corre un impala.

Sobre tu cabeza de impala,

Reina el baobab,

El pez te habla.

Sobre tu cabeza de pez,

Talla el marfil

Vejez del agua.

Sobre tu cabeza de agua,

Hierve el café,

Nace la patria.

Sobre tu cabeza, mujer, sobre tu cabeza de mujer africana…


Nana de la retahíla

Que nadie vele,

¡Que nadie vele!

Si el niño llora,

Mamá lo duerme.

¡Mamá lo duerme!

Si llora en su cuna,

Le invento la luna;

Le invento la noche

Si llora en su coche;

Si llora en la luna,

Lo mezo en su cuna,

Lo mezo en su coche

Si llora en la noche.

Lo mezo en la noche,

Le invento su cuna,

Lo mezo en la luna,

Le invento su coche.

-Abuela, ¿qué es la patria?

-Una forma en el mapa no le basta. Ni el escudo, ni el himno, ni la bandera. Es la tierra y la luz y los muertos y los vivos y
el poema que aprendemos de niños en la escuela. Es el pasado y el futuro, y el hoy que construye y crea. Es un niño en
los hombros de su padre vitoreando líderes e ideas. Es tu vecino más cercano y el desconocido que se aleja. Es tu país,
tu ciudad, tu barrio, tu calle, tu casa, tu sillón, tu cama, tu mesa.

La patria también es luchar por la humanidad entera.

Nocturno 6 Un solo galán de noche basta para perfumar todas las nanas.

-¿Soy yo, abuela, solo carne y sangre, uñas, pelo, lengua, un cuerpo que camina, una idea?

-Eres más. Eres la Tierra.

-¿Soy también el árbol, el fruto necesario, hijo de la flor ingenua?

-Eres más, eres el agua.

-¿Soy entonces, el mar, el río, la fuente que canta, la lluvia que refresca?

-Eres más, eres el aire.

-¿Soy la brisa, el viento, el huracán, la loca ventolera?

-Eres más, eres el fuego.

-¿Soy la llama, el incendio, el sol que calienta y hace olvidar las penas?
-Eres más, eres el amor. Aquella dulce promesa que bajo una noche de ternura juró otra muchacha, y juró su pareja.

<Eres más, eres el amor, el que ahora indagas y frecuentas, el que harás palpable en el hijo, amor y promesa.

<Eres más. Eres el amor: Para que una noche, aún inédita, contestes a otra niña esta pregunta eterna: ¿Soy yo, abuela,
solo carne y sangre, uñas, pelo, lengua, un cuerpo que camina, un pensamiento que sueña?

-¿Qué es el tiempo, abuela?

-Es el viaje de la semilla al árbol, el vuelo que nadie recuerda, la ola convertida en sal, la roca que se hace arena. Y esa
playa por donde vuela una gaviota y lleva en su vientre una arboleda.

<El tiempo son las niñas que se convierten en abuelas.

-La araña te está tejiendo una mantilla para tus nietos, una rosa será la capa y las boticas dos pensamientos.

- Abuela, aún soy casi una niña.

-Sí, pero las cosas se hacen con tiempo.

-Para cuando yo salga, para cuando yo crezca, abuela, puse un anuncio buscando una hermana que también te quisiera.

-¡Caramba! Ahora comprendo por qué en la puerta pregunta por ti una estrella.

No sé cómo lo conocí, nunca antes lo había visto, pero una noche llegó Mayito. Era pequeño, juguetón, alegre, maldito.
Revolvía las fotos viejas, rompía juguetes y libros, pero tenía una risa que daban ganas de amarrarla a un hilo, para
ponerla en un papalote y hacerla volar por sobre todos los que tuvieran frío.

Mayito todo lo pregunta, con todo se hace un lío… Ignora hasta las cosas que conocen todos los niños: No hablar con la
boca llena, decir su edad, su dirección, de quién le viene el primer apellido. Él solo sabe que siempre quiere estar
conmigo.

Cuando le digo a abuela: ¿cómo es que no lo has visto cuando me arropas de noche o cuando nos sentamos en el
quicio? ¿Cómo es que no lo descubres en el desorden del romerillo? ¿Cómo puedes estar sorda a su paso descalzo y
tibio?

<Ella me mira y sonríe: Solo la madre presiente el latido del hijo. Un día no será un duende, lo veré en la cuna de tu
sangre vivo y dormido. ¡Anídate el cuerpo para su vuelo de niño! Mayito me mira y se ríe y yo le hago un guiño.

<Un amigo tiene lo que te falta y aún lo que no tiene lo comparte contigo.

-Es el que te brinda su vida, el que te da su abrigo, el que te señala el error, el que te habla en un solo sentido, el que te
da su alegría y quiere suyo tu castigo. El que no le impone la sangre, sino la fuerza del cariño.

Eres

Eres, mi niño, eres

En las ramas de mis brazos,

Hijo

Eres tú

Pájaro alegre.

Eres, mi niño, eres

En la playa de mi pecho

Hijo, eres tú
La ola más fuerte.

Eres, mi niño, eres

En la tierra de mi vientre,

Hijo,

Eres tú

El sol naciente.

Eres, mi niño, eres.

-Abuela, vi un pájaro negro.

-Sería paloma o un mayito o un quiscal que extravió su paradero.

-No, no era una paloma, ni un mayito, ni una urraca, ni un cuervo.

<Era grande y misterioso, olía a flor en el pelo y en el pico, blanco y redondo saltaba un conejo.

-Entonces era la Noche que iba en busca de otro cielo para otra abuela y otra nieta, para otro libro de insomnes sueños.

Nací (1946-1999 Exilia Saldaña) a las seis de la tarde. Cuando el sol se preparaba para darle paso a la noche. Entonces
llegó ella: Mi abuela, cuando la miro en los retratos veo una mujer sin edad, rolliza y saludable como buena hija de
mulata caribe y de isleño. Ya no está, solo me quedan unas manillas de oro, una jarra rota y el perfil de mi hijo, mas, ¿no
es acaso la memoria presencia del corazón? Ella es. Tengo mi nombre extraño y suyo, y los recuerdos inmarcesibles
nuestros. En la casona de La Víbora o bajo el portalón de Santa Fe, aprendí su silencio y la mejor parte de mí.

La mesa más pobre es rica con la hogaza de su beso.

A veces a media noche un beso me despierta:

-¿Por qué ríes, mi tesoro? ¿con qué sueñas?

-Con castillos de dulce, con princesas de altea, con la más bella y más joven, con la más buena, sueño contigo, abuela.

-La araña teje una tela blanca, la noche oscura, un manto de estrellas. Y tú, ¿qué le tejes a tu muchacha? ¿qué es lo que
tejes? Dímelo, abuela.

-Tejo una risa que es luz y trampa para que apreses el dolor en ella.

-Abuela, ¿qué es la ternura?

-La caricia del rocío sobre la rosa desnuda.

¿Qué es un niño?

Un niño es la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado. La esperanza del futuro con una rana en el
bolsillo… Un niño es una criatura mágica. Usted puede cerrarle las puertas del cuarto donde guarda las herramientas,
pero no puede cerrarle las puertas de su corazón, puede echarlo de su escritorio, pero no puede echarlo de su
pensamiento. Todo el poderío suyo se rinde ante él: Es su carcelero, su jefe, su amo.

Cuando usted llega a casa, de noche con las esperanzas hechas pedazos, él puede remediarlo todo solo con dos palabras
mágicas: ¡Hola, papá!

J.R.

A mi madre
No fuiste mujer, sino una santa,

Que murió para dar vida a un desdichado.

Pues salí de tu seno delicado

Como sale una espina de una planta.

Hoy que tu dulce imagen se levanta

Del fondo de mi lóbrego pasado

El llanto está a mis ojos asomado

Los sollozos comprimen mi garganta.

Y aunque yazgas trocada en polvo yerto,

Sin ofrecerme bienhechor arrimo,

Como quiera que estés siempre te adoro

Porque me dice el corazón que has muerto

Por no oírme gemir como ahora gimo,

Por no verme llorar como ahora lloro.

También podría gustarte