La Noche
La Noche
La Noche
Exilia:
Esta es una carta tonta, la empecé a escribir hace mucho y, ahora, que tú no puedes leerla, la termino para que otros la
lean.
Hoy quisiera que las hadas existieran, porque estoy segura de que tú serías una de ellas. Me tocarías con una varita de
noche y volvería a ser tu muchacha, tu Exilia, tu nieta…
Después te la pediría prestada para regalarles a mi Mayito y a David […] y a todos los que amo una viejita gorda,
carapachito de jicotea. Maga, dulcera, campanita de bronce, libro de todas las respuestas, mito, verdad, raíz… abuela.
Este es el libro de La Noche y de Abuela. Y de Mayito. Y del que lo lea. Este libro es para ti: Así como te lo cuento, así lo
viví.
El vuelo de cuando empecé a soñar y la madre-nana que supe arrullar. Juego y canción, historia y leyenda para la
hermana grande y para la pequeña. Ven conmigo a crecer esta rueda. Ven para que conozcas mi noche entera. Este es
el libro de la noche y de abuela.
En un zapato, en la concha de un caracol, en el ala de una mariposa, en el nido del picaflor, en la corona de la piña, en
las arrugas del anón, en la masa de la calabaza, en el cogollo de la col: abuela y yo juntas siempre, siempre juntas las
dos.
Y allá se va abuela a dormir al sol en sus brazos para que al fin llegue la noche a visitar nuestro patio:
< En potro muy negro de sueños cabalga y va a la laguna a mirarse la cara: ¡Qué cara tan negra le devuelve el agua, qué
cara tan linda, qué envidia de cara!
< -Quisieran las flores tener tu fragancia - le dice el rocío que a solas la ama. ¡Si tus pétalos negros mojar me dejaras!
< -Si yo fuera flor tu amor aceptara – le dice la Noche y luego se escapa. Tímida se esconde en las ramas más altas.
< El canto callado del viento que pasa la duerme y la mima, la cubre y la guarda.
- Le quité las plumas a la urraca, su tintero al cielo, el vuelo a la tatagua, sus alas al murciélago
- Has dejado a la noche sin cuerpo.
- Es para que solo sea ojos, abuela: tus dos ojos negros.
Madrigal de abuela
Mariposa,
Primorosa,
Candenciosa,
Tan mimosa,
Ven a mí.
Cariciosa
Vergonzosa
Sé dichosa:
Vuela en mí.
-Un nido
-Mi abuela
-Su amor
-¿Qué cómo era mi abuela? Abuela estaba hecha de vuelo de zunzún y miel de abeja. Era como una vieja guitarra guajira
cantando en la noche cuando la faena termina. O como un tambor, que cuanto más tenso el parche, habla más alto y
mejor.
- Guitarra, abuela mía, mi tambor, yo no sé lo que es una estrella, dímelo, por favor.
- Una estrella es un suspiro, una flor; es un zafiro, una perla, un surtidor. Una estrella es una bella niña de luz, es traviesa
y se querella, y a su abuela luego besa como tú.
- ¿Qué cómo era mi abuela? Abuela era tan sabia que no sabía palabras oscuras pero podía conversar con los astros o
con la humilde matica de ruda.
- En casa de soledad.
- ¿Y dónde vive bondad?
¿Qué cómo era mi abuela? Abuela era una jícara de magia cotidiana. Elemental y simple como el milagro cotidiano del
agua.
- Si no fueras quien eres, si no te gustaran las flores, ni las rejas, si fueras de mi nombre analfabeta, ¿quién quisieras ser
tú, abuela?
- Pues me gustaría ser alguien a quien le gusten las flores, que coleccionara rejas, que hubiera combinado sonidos hasta
llegar a tus letras. Si fuera quien no soy, quisiera ser al menos tu abuela.
- Por cada pregunta antigua, sal y busca una respuesta. Por cada respuesta que halles siembra una pregunta nueva.
- Abuela, hoy puse en mi canto camión y razón, comer y leer, Orión y rumbón.
- Si rama rima con rema ¿rema con rama la rima? ¿Rima quien rema en la rama?
<Niña, rima flor con cantero, noche con olor, guarandol con pañuelo y tu nombre con sol. Apréndete la lección.
- El poeta, su hechicero.
- ¡Qué tonto es el puente: Cree que construyeron el río para que bajo él corriera!
- Ser río, mi niña, ser río. Desbordante con la lluvia, llegar al mar, cantar en la fuente. Sí, yo nací para ser río y no para
ser puente.
- Hay, hija, si yo pudiera zarpar en esa barca de encaje y tules, sobre ti lloviera para hacer crecer tu perfume.
Cuando comenzaban los truenos, aunque fuera de noche, abuela salía a caminar
¡Qué linda era abuela cuando llovía: era flor, era tierra… y era más mía!
¡Mójese, plantica – un día me dijo-, para que la sangre se surta de la fuente del regocijo. ¡Mójese, plantica, para que
pueda crecer! ¡Mójese en este cuento de La Habana de ayer!
- Adivina, abuela, si eres buena adivinadora, adivinafina, ¿en qué se diferencian engaño y fantasía, mentira e ilusión?
- El enigma con el enigma se contesta: en lo que ellos se apartan se diferencian. Como la serpiente del ave y el hombre
de la bestia.
- La mentira y la serpiente se arrastran, la ilusión y el ave vuelan, el engaño y la bestia destruyen, la fantasía y el hombre
crean.
- Abuela, ¿por qué no puedo pisar el césped que crece bajo mis pies? Si es suave y tierno, ¿por qué me lo prohíben, por
qué?
- Porque hay cosas que se dañan cuando nos brindan placer. Tu alegría es importante, pero más importante es que
hagas el bien: El césped es un niño pequeño que no te puede sostener.
- Abuela, dice el carbón -tan humilde, tan tratable, tan barato- que el diamante lo insulta cuando pasa a su lado. Dice el
pobrecito, que a su pariente allegado le ha dado por esplender solo por vanidoso y malvado.
- No te dejes engañar, no hay mayor mezquindad que no solazarse en el brillo de los demás.
<No hay vanidad más fatua y más vergonzosa que la que grita “humildad” con hipocresía engañosa.
- Y los que traicionan una promesa, los que olvidan una voz, un rostro, una fecha, ¿qué castigo merecen, abuela?
- Seamos amantes o amigos, hayamos dado amistad o amor no hay castigo mayor que la vida que matamos en el olvido,
no la del otro, sino la de nosotros mismos.
<Es el invierno el que tiembla de frío por no recordar que existe el sol.
- Por los caminos abiertos, hechos de piedra y crueldad, para que los amantes descalzos nunca puedan descansar.
- Abuela, ¿debemos contestarle a la maldad con amor? ¿O debemos golpear con la venganza hasta dar dolor al dolor?
- ¡Qué difícil es tu pregunta porque al mismo tiempo quisieran contestar razón y corazón!
<El amor todo lo vence, pero hay que saber enseñar al amor. No en la ciega venganza del torpe, ni en el rencor de la
frustración, sino en la lucha hasta la victoria para que triunfe lo mejor.
<El aullido de la maldad es la impotencia. No podemos sentir lástima por lo que no es dolor.
Nocturno 2
De no poderme alcanzar.
-¿Estás llorando?
Añoranza
La va a buscar en el río
Y la busca en la mirada
Nocturno 3
-Cuando no se había inventado ni el jardín, ni la jaula, ni la mudez de animales, ni cosas, había un hombre que tenía una
rosa… pero también tenía una zorra. Tan blanca y tan fina una, la otra tan inteligente y tan valiosa. A la rosa el hombre
la cuidaba; el hombre se protegía en la zorra.
Un día dijo la flor, celosa: “Me marchito y todo es por culpa de esa zorra. Ha querido destruir mis botones con sus
zarpas y con su boca”. El hombre lleno de ira apartó de su lado a la zorra.
-¿Y nunca pudo el hombre arrepentirse, abuela, de haber hecho acción tan monstruosa?
-Abuela, si un principito pudo domesticar a una zorra hasta hacerla llorar, ¿cómo luego la abandonó por una rosa lejana
y vulgar?
-Abuela, ¿es cierto que hubo un par de hermanos que lanzaron migas al viento, se las comieron los pájaros y se
perdieron el regreso? ¿Es cierto que en el bosque se quedaron huérfanos de hogar y techo?
<El hogar no es la casa ni los muebles que hay dentro, de cualquier parte del mundo se llega en un momento: Es el sol
de su patio, las noches de invierno, una sonrisa, un regaño, agua, pan, lecho. El hogar está dentro de uno, su llama arde
en el pecho.
-Unos animalitos tontos que ven lo que no existe y oyen ruidos inciertos. Siempre van acompañados y con todo el
mundo pelean: Arrasan siembras y amores con la voracidad de sus quejas.
<Pero cuando no van en manada, cuánta ternura encierran, que delicada su voz, que útil su mirada atenta.
-Abuela, ¿es verdad que había una vez los celos y una rueca, un huso y la envidia y una noche de cien años y una bella
durmiente que esperaba su día?
-Es verdad que había una vez, y es verdad que aún no termina, en que la maldad y sus cómplices hechizaron la alegría.
-¿Y es verdad que con un beso se abrieron los caminos, se acabaron las espinas, despertó la princesa, el amor reinó en
su vida?
Cenicienta
Yo te voy a regalar
También te he de regalar
Tu camino es mi camino
Yo seré tu lanza.
Yo seré tu azada.
Yo seré tu amada.
Recuerdo
Cuéntame, abuela
Cuéntame
Tu historia
De viejas hadas.
Cuéntame, abuela
Cuéntame
Tus viejas
Historias de hadas.
Despacito y desmayadas,
-… x el infinito.
-¿Resto?
-El egoísmo.
-Dividido todo…
-/: la humanidad.
Y el hijo a la espalda.
La tierra seca
La lluvia escasa.
La palma enhiesta.
El fuego canta.
El funche tibio,
El hambre mala.
Luz de rubí,
La joya cara.
Crece la selva,
Corre un impala.
Reina el baobab,
El pez te habla.
Talla el marfil
Hierve el café,
Nace la patria.
Si el niño llora,
Mamá lo duerme.
¡Mamá lo duerme!
Si llora en su cuna,
Le invento la luna;
Le invento la noche
Si llora en su coche;
Si llora en la luna,
Lo mezo en su cuna,
Lo mezo en su coche
Si llora en la noche.
Lo mezo en la noche,
Le invento su cuna,
Lo mezo en la luna,
Le invento su coche.
-Una forma en el mapa no le basta. Ni el escudo, ni el himno, ni la bandera. Es la tierra y la luz y los muertos y los vivos y
el poema que aprendemos de niños en la escuela. Es el pasado y el futuro, y el hoy que construye y crea. Es un niño en
los hombros de su padre vitoreando líderes e ideas. Es tu vecino más cercano y el desconocido que se aleja. Es tu país,
tu ciudad, tu barrio, tu calle, tu casa, tu sillón, tu cama, tu mesa.
Nocturno 6 Un solo galán de noche basta para perfumar todas las nanas.
-¿Soy yo, abuela, solo carne y sangre, uñas, pelo, lengua, un cuerpo que camina, una idea?
-¿Soy entonces, el mar, el río, la fuente que canta, la lluvia que refresca?
-¿Soy la llama, el incendio, el sol que calienta y hace olvidar las penas?
-Eres más, eres el amor. Aquella dulce promesa que bajo una noche de ternura juró otra muchacha, y juró su pareja.
<Eres más, eres el amor, el que ahora indagas y frecuentas, el que harás palpable en el hijo, amor y promesa.
<Eres más. Eres el amor: Para que una noche, aún inédita, contestes a otra niña esta pregunta eterna: ¿Soy yo, abuela,
solo carne y sangre, uñas, pelo, lengua, un cuerpo que camina, un pensamiento que sueña?
-Es el viaje de la semilla al árbol, el vuelo que nadie recuerda, la ola convertida en sal, la roca que se hace arena. Y esa
playa por donde vuela una gaviota y lleva en su vientre una arboleda.
-La araña te está tejiendo una mantilla para tus nietos, una rosa será la capa y las boticas dos pensamientos.
-Para cuando yo salga, para cuando yo crezca, abuela, puse un anuncio buscando una hermana que también te quisiera.
-¡Caramba! Ahora comprendo por qué en la puerta pregunta por ti una estrella.
No sé cómo lo conocí, nunca antes lo había visto, pero una noche llegó Mayito. Era pequeño, juguetón, alegre, maldito.
Revolvía las fotos viejas, rompía juguetes y libros, pero tenía una risa que daban ganas de amarrarla a un hilo, para
ponerla en un papalote y hacerla volar por sobre todos los que tuvieran frío.
Mayito todo lo pregunta, con todo se hace un lío… Ignora hasta las cosas que conocen todos los niños: No hablar con la
boca llena, decir su edad, su dirección, de quién le viene el primer apellido. Él solo sabe que siempre quiere estar
conmigo.
Cuando le digo a abuela: ¿cómo es que no lo has visto cuando me arropas de noche o cuando nos sentamos en el
quicio? ¿Cómo es que no lo descubres en el desorden del romerillo? ¿Cómo puedes estar sorda a su paso descalzo y
tibio?
<Ella me mira y sonríe: Solo la madre presiente el latido del hijo. Un día no será un duende, lo veré en la cuna de tu
sangre vivo y dormido. ¡Anídate el cuerpo para su vuelo de niño! Mayito me mira y se ríe y yo le hago un guiño.
<Un amigo tiene lo que te falta y aún lo que no tiene lo comparte contigo.
-Es el que te brinda su vida, el que te da su abrigo, el que te señala el error, el que te habla en un solo sentido, el que te
da su alegría y quiere suyo tu castigo. El que no le impone la sangre, sino la fuerza del cariño.
Eres
Hijo
Eres tú
Pájaro alegre.
En la playa de mi pecho
Hijo, eres tú
La ola más fuerte.
En la tierra de mi vientre,
Hijo,
Eres tú
El sol naciente.
<Era grande y misterioso, olía a flor en el pelo y en el pico, blanco y redondo saltaba un conejo.
-Entonces era la Noche que iba en busca de otro cielo para otra abuela y otra nieta, para otro libro de insomnes sueños.
Nací (1946-1999 Exilia Saldaña) a las seis de la tarde. Cuando el sol se preparaba para darle paso a la noche. Entonces
llegó ella: Mi abuela, cuando la miro en los retratos veo una mujer sin edad, rolliza y saludable como buena hija de
mulata caribe y de isleño. Ya no está, solo me quedan unas manillas de oro, una jarra rota y el perfil de mi hijo, mas, ¿no
es acaso la memoria presencia del corazón? Ella es. Tengo mi nombre extraño y suyo, y los recuerdos inmarcesibles
nuestros. En la casona de La Víbora o bajo el portalón de Santa Fe, aprendí su silencio y la mejor parte de mí.
-Con castillos de dulce, con princesas de altea, con la más bella y más joven, con la más buena, sueño contigo, abuela.
-La araña teje una tela blanca, la noche oscura, un manto de estrellas. Y tú, ¿qué le tejes a tu muchacha? ¿qué es lo que
tejes? Dímelo, abuela.
-Tejo una risa que es luz y trampa para que apreses el dolor en ella.
¿Qué es un niño?
Un niño es la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado. La esperanza del futuro con una rana en el
bolsillo… Un niño es una criatura mágica. Usted puede cerrarle las puertas del cuarto donde guarda las herramientas,
pero no puede cerrarle las puertas de su corazón, puede echarlo de su escritorio, pero no puede echarlo de su
pensamiento. Todo el poderío suyo se rinde ante él: Es su carcelero, su jefe, su amo.
Cuando usted llega a casa, de noche con las esperanzas hechas pedazos, él puede remediarlo todo solo con dos palabras
mágicas: ¡Hola, papá!
J.R.
A mi madre
No fuiste mujer, sino una santa,