Alma America Tomo 2

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Vicente Cervera Salinas
Mª Dolores Adsuar Fernández
(Editores)





ALMAAMÉRICA
INHONOREMVICTORINOPOLO

TomoII












UNIVERSIDAD DE MURCIA
2008
Alma América: In honorem Victorino Polo / Vicente Cervera Salinas,
Mª Dolores Adsuar Fernández (editores).- Murcia: Universidad
de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2008.
2 v.
ISBN: 978-84-8371-746-2 v. I
ISBN: 978-84-8371-747-9 v. II
ISBN: 978-84-8371-748-6 Obra completa

1. Polo García, Victorino - Homenajes. 2. Literatura hispanoamericana -


Colección de escritos. I. Cervera Salinas, Vicente (1961-). II. Adsuar Fernández,
María Dolores. III. Universidad de Murcia. Servicio de Publicaciones. IV Título.
929 Polo García, Victorino
821.134.2(7/8)(082.2)

1ª edición, 2008

Reservados todos los derechos. De acuerdo con la legislación vi-


gente, y bajo las sanciones en ella previstas, queda totalmente
prohibida la reproducción y/o transmisión parcial o total de este li-
bro, por procedimientos mecánicos o electrónicos, incluyendo foto-
copia, grabación magnética, óptica o cualesquiera otros procedi-
mientos que la técnica permita o pueda permitir en el futuro, sin la
expresa autorización por escrito de los propietarios del copyright.

© Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2.008

ISBN: 978-84-8371-746-2 v. I
ISBN: 978-84-8371-747-9 v. II
ISBN: 978-84-8371-748-6 Obra completa

Deposito legal: MU-2633-2008

Ilustración de cubierta: RiberasdelMapocho.Alberto Valenzuela Llanos (1869-1925)


Óleo sobre tela. Museo Nacional de Bellas Artes

Impreso en España – Printed in Spain

Imprime: F.G. Graf, S.L.


fggraf@gmail.com

ÍNDICE



Europaseva…Hispanoaméricaviene(1890–1930)
Martínez Arnaldos, Manuel .........................................................................................7

UnalecturagenéticadeViajeOlvidado(1937),deSilvinaOcampo
Martínez Pérsico, Marisa ............................................................................................20

BibliotecasyArchivosNacionaleshispanoamericanosenlared:hacialadifu
siónglobaldelaeducaciónydelamemoriahistórica
Más Bleda, Amalia – Chaín Navarro, Celia..............................................................28

Exilio,memoriayescrituraenlanarrativadeReinaRoffé
Mauro Castellarin, Teresita ........................................................................................45

Estatua del Apóstol Santiago del escultor conquense Miguel Gallego para la
IglesiadelHospitalRealdeCuenca
Melendreras Gimeno, José Luis .................................................................................56

Cortazarpoeta,Telqu’enluimeme
Mesa Gancedo, Daniel.................................................................................................63

Notas para un realismo del simulacro: écfrasis de la fotografía digital en la
narrativadeCésarAira
Montoya Juárez, Jesús .................................................................................................83

Presenciadelaliteraturahispanoamericanaenelbachilleratoespañol.Estado
actualdelacuestión
Morales Mayordomo, José Eduardo .......................................................................101

Lasoledadvistaconojosdeperroazul
Morin, Elodie..............................................................................................................129

Joaquínd.Casasús,traductordelospoetaslatinos.
Moya del Baño, Francisca .........................................................................................145

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Juntos,peronorevueltos:lacoleccióndecuentosintegradosenlasliteraturas
hispánicas
Noguerol Jiménez, Francisca ...................................................................................162

Dos textos emblemáticos del teatro argentinocontemporáneo: El Campo de


GriseldaGambaroyUnapasiónsudamericanadeRicardoMonti
Obregón, Osvaldo......................................................................................................173

TransformacionesdelimaginarioenRubénDario:cisne,caracoloPegaso
Oviedo Pérez de Tudela, Rocío................................................................................186

Loslibrosylavida
Paoletti, Mario ............................................................................................................212

LamiradacinéfiladeSomozaatravésdeLaventanapintada
Peebles, Verónica .......................................................................................................218

Dios en los fundadores de la nueva poesía hispanoamericana: Huidobro, Va
llejo,Borges
Peñas Ruiz, Ana .........................................................................................................231

DualidadydisonanciaenlatrayectoriapoéticadeÓscarHahn
Pérez López, María de los Ángeles .........................................................................252

UlisesyRayuela:dosnovelasurbanas
Ramón Sales, Elisa .....................................................................................................268

El cementerio marino enel vaivén desustraducciones españolas e hispanoa


mericanas
Ramón Trives, Estanislao..........................................................................................282

ÁngelesodemoniosenYomeperdono,deFiettaJarque
Reverte Bernal, Concepción......................................................................................293

LacorrespondenciadelaAvellanedaaCepeda:problemasentornoalatrans
misióndeltexto
Rodríguez, Milena .....................................................................................................306

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ÍNDICE

A.deValbuena,M.MenéndezPelayoeIgnacioMontesdeOca
Roldán Pérez, Antonio ..............................................................................................321

SobrelibrosenIndias:desuexistenciaycomercioencubaentrelossiglosXVI
yXVII
Sánchez Baena, Juan José ..........................................................................................340

LasmúltiplesvenganzasdeDonMendo
Sánchez-Blanco Celarain, Dulce ..............................................................................363

JoséMartí,elimpresionismopictóricoyFranciscodeGoya
Serna Arnaiz, Mercedes ............................................................................................376

Loscorridosdenarcotraficantes:valorespopularesymemoriacolectiva
Tabakova, Liliana.......................................................................................................389

La“noveladeamor”y“deaventuras”enlaAntigüedad.Literaturadeconsumo
enlaedaddorada
Tomás Loba, Emilio del Carmelo ............................................................................403

LasprosasapátridasdeJulioRamónRibeyro
Veres, Luis ..................................................................................................................416

La formación de las disciplinas literarias en españa. Del modelo retórico al
modelocríticoehistóricoliterarios
Vicente Gómez, Francisco.........................................................................................429

LiteraturaydisidenciareligiosaenespañaenelsigloXIX.
Vilar Ramírez, Juan Bautista ....................................................................................448

TABULAGRATULATORIA ..................................................................................461



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EUROPASEVA…HISPANOAMÉRICAVIENE
(1890–1930)

Me sirvo del título, y hasta cierto punto del argumento, de la novela del
cubano Eduardo Zamacois, Europa se va…1, como coartada o juego de concor-
dancia, para invitar a la reflexión histórica, sociológica y crítica, sobre la venida
a Europa de un conjunto de jóvenes argentinos, colombianos, cubanos, chilenos,
guatemaltecos, mejicanos, peruanos, portorriqueños y venezolanos, plenos de
inquietudes e ilusiones literarias. Jóvenes que, en una relativa similitud con los
hombres de diferentes nacionalidades, en su mayoría europeos, españoles, fran-
ceses, italianos, alemanes, ingleses y rusos, de distintos estratos sociales, mu-
chos de ellos fracasados, a bordo del buque “Paraná”2, alojados en primera o en
segunda clase, hacen la travesía, previa escala en Dakar, a Buenos Aires: “la
ciudad cosmopolita y enorme, nuevo Eldorado que brilla como un faro de bo-
nanzas al otro lado del Atlántico, y susurra una canción sirena de oro al oído de
todos los necesitados del viejo mundo […]”3. Abigarrado conjunto de seres, el
descrito por Zamacois en su novela, que pueblan los distintos espacios del bar-
co, con sus ilusiones, enconos, amoríos, conversaciones y diatribas, que nos
permiten pensar en el heterogéneo grupo de escritores hispanoamericanos,
aunque en este caso unidos por el idioma, en su viaje y, sobre todo, posterior
escala, más o menos prolongada, en París como tránsito, en muchos de ellos,
hacia Madrid o viceversa en otros casos. Dos espacios socio-culturales, París y
Madrid, que enmarcan y determinan el acontecer de una serie de tendencias y
preocupaciones literarias, artísticas e ideológicas, que habrán de afectar, indu-
dablemente, al pensamiento de los escritores hispanoamericanos que en ellas
residieron. Provocando, entre ellos, más afinidades que diferencias respecto a
una concepción cultural y política unificadora de lo hispanoamericano por en-
cima de las fronteras de sus respectivos países.
De ahí que, atendiendo a tal consideración y perspectiva, para mejor valo-
rar críticamente la actitud y coyuntura en la historia literaria de ese grupo de

1 Barcelona, Biblioteca “Iris”, Martínez y Calvet, 1913. Años después, la revista La NovelaCorta, nº
66, 7 de abril de 1917, volvió a publicar una adaptación de la novela según los límites propios
de una novela corta exigidos por la editorial.
2 Según se desprende del libro de memorias de Eduardo Zamacois, Unhombrequeseva…, la novela

que tratamos es fruto del viaje que en 1911, a bordo del “Paraná”, realizara éste a Buenos Ai-
res (Cfr. E. Zamacois, Unhombrequeseva…, Barcelona, AHR, 1964, p. 261).
3 Cfr. E. Zamacois, Europaseva…, cit., p. 30.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

escritores hispanoamericanos que ejercieron su labor a finales del siglo XIX y


primeras décadas del XX, es necesario atender a sus avatares como emigrantes,
a su perfil de apátridas. Un factor sociológico, íntimamente ligado al quehacer
literario, que se inscribe, según Manuel Ugarte, en su excelente y apenas tratado
libro de memorias Ladramáticaintimidaddeunageneración4, en el eje intelectual
que, en esa época, representaron París y Madrid5. No obstante, ciudades como
Londres, Berlín, Roma o Venecia, también fueron visitados, pero más en un
sentido turístico, por los escritores hispanoamericanos. Pero fue en París y Ma-
drid donde fijaron su residencia por un prolongado espacio de tiempo. Ade-
más, en el tránsito de un siglo a otro, del XIX al XX, París significó todo un ali-
ciente y revulsivo de orden social, cultural e intelectual, de proyección interna-
cional. Pues en ella tuvo lugar, en 1889, una Exposición Internacional, con mo-
tivo del Primer Centenario de la Revolución Francesa, que propició la construc-
ción de la emblemática Torre Eiffel; y en 1900 la Exposición de París de la que,
por cierto, en diversas crónicas nos dio cumplida información Amado Nervo6. Y
de ese grupo de autores hispanoamericanos, que adquirió notoriedad durante
su estancia en Europa, queremos destacar y centrar nuestra atención en aqué-
llos, tal vez los menos considerados por la crítica literaria, que desarrollaron
una amplia producción novelística, y más ocasionalmente crítica y ensayística, a
través de editoriales y revistas literarias españolas dedicadas a la publicación de
novelas cortas. Sirva, como ejemplo y referente de nuestra propuesta, la si-
guiente relación de autores: argentinos: Valentín de Pedro (Tucumán, 1896 –
Buenos Aires, 1966), Manuel Gálvez (Paraná, 1882 – Buenos Aires, 1962), Al-
berto Ghiraldo (Buenos Aires, 1875 – Santiago de Chile, 1946), Carlos María
Ocantos (Buenos Aires, 1860 – Madrid, 1949), Manuel Ugarte (Buenos Aires,
1875 – Niza, 1951); colombianos: José María Vargas Vila (Bogotá, 1860 – Barce-
lona, 1933); cubanos: Emilio Bobadilla, “Fray Candil” (Cárdena, Matanzas, 1862
– Biarritz, 1921), Alfonso Hernández Catá (Aldeadávila de la Ribera, Salamanca,
1885 – Río de Janeiro, 1940; a los pocos meses de nacer fue trasladado a Santiago
de Cuba), Alberto Insúa (La Habana, 1883 – Madrid, 1963), Eduardo Zamacois
(Pinar del Río, 1876 – Buenos Aires, 1971); chilenos: Augusto D´Halmar (Valpa-

4 Madrid, Prensa Española, 1951.


5 “Nuestra generación se definió en Iberoamérica pronunciando el nombre de dos ciudades: París y
Madrid.
Su inquietud la llevó también hasta Inglaterra, Alemania, Italia…El pensamiento quedó situado, sin
embargo, entre España y Francia, especialmente alrededor de sus capitales” (Cfr. M. Ugarte,
Ladramáticaintimidaddeunageneración, cit., p. 41).
6 Véase Amado Nervo, “Crónicas de viaje”, en ObrasCompletas, 2 vols., México, Aguilar, 1991, vol. I,

pp. 1377- 1424.


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MANUEL MARTÍNEZ ARNALDOS

raíso, 1882 – Santiago de Chile, 1950); guatemaltecos: Enrique Gómez Carrillo


(Guatemala, 1873 – París, 1927); mejicanos: Amado Nervo (Tepic, 1870 – Mon-
tevideo, 1919), Luis G. Urbina (Ciudad de México, 1864 – Madrid, 1934); perua-
nos: Felipe Sassone (Lima, 1884 – Madrid, 1954); portorriqueños: Luis Bonafoux
(Saint Loubez, Burdeos, 1855 – Londres, 1918; al poco de nacer fue llevado a
Puerto Rico, por lo que algunos historiadores lo adscriben a esa nacionalidad y
otros, los menos, a la española); venezolanos: Rufino Blanco-Fombona (Caracas,
1874 – Buenos Aires, 1944).
Un conjunto de autores o “generación de 1900”7, como la denomina M.
Ugarte, con entronques esenciales, según afirma, con la generación española de
1898, pero con la diferencia respecto a ésta en que dio sus mejores frutos en el
extranjero8. Y efectivamente, autores como los que acabamos de citar son mere-
cedores de una mayor atención no tanto a título individual, en dependencia con
las correspondientes historias de la literatura nacionales en las que se inscriben,
sino por su condición de responder a un fenómeno literario dominado por un
ámbito, por la relevancia que en su destino como escritores, y por ende en su
obra, ha tenido el espacio físico. Dado que el cambio de lugar supuso una nueva
perspectiva, en el sentido que le confiere Ortega y Gasset, en cuanto a renovación
espiritual y de pensamiento a la par que revisión cultural de la realidad hispa-
noamericana antes vivida. Un ámbito europeo en el que se instalaron estos es-
critores hispanoamericanos que les ayudó a “ordenar y formar” las ideas9. De
tal manera que junto a la desilusión provocada por un medio que les ahogaba y
el ansia de evasión ante el aislamiento cultural en sus países, también alberga-
ban un afán por reformar el medio en el que nacieron. Y así lo afirmó Rubén
Darío desde París: “- Nosotros no hemos salido de América; traemos a América
a compartir la civilización de Europa […]”10. Y con tales afanes partieron, en la

7 No hemos incidido o aplicado el término de generación, para referirnos al grupo de escritores que
tratamos, por la problemática que como método histórico implica, y consecuentemente en su
referencia al hecho de las generaciones literarias. Sobre tal consideración, véanse, entre otros,
los ya clásicos estudios de: José Ortega y Gasset, EntornoaGalileo, Madrid, Revista de Occi-
dente, 1976; Julios Petersen, “Las generaciones literarias”, en E. Ermantinger (ed.), Filosofíade
laciencialiteraria, México, F.C.E., 1946, pp. 137-193; Julián Marías, Elmétodohistóricodelasge
neraciones, Madrid, Revista de Occidente, 1967; Julián Marías, Literaturaygeneraciones, Madrid,
Espasa Calpe, 1975; VV. AA., Cambiogeneracionalysociedad, Madrid, Karpos, 1978.
8 Cita como núcleo generacional a: “Rubén Darío, Amado Nervo, Luis Bonafoux, Gómez Carrillo,

José Santos Chocano, José María Vargas Vila, Luis Urbina, Florencio Sánchez, Francisco Con-
treras, Leopoldo Lugones y José Ingenieros” (Cfr. M. Ugarte, Ladramáticaintimidaddeunage
neración, cit., p. 13).
9 Sobre las nociones de “perspectiva” y de “ámbito” como ordenación y forma de las ideas, véase

José Ortega y Gasset, Eltemadenuestrotiempo, Madrid, Revista de Occidente, 1976, pp. 69-107.
10 Apud. M. Ugarte, Ladramáticaintimidaddeunageneración, cit., p.19.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

mayoría de los casos, primero a París y después a Madrid. Pues sus ilusiones
estaban preñadas de un fervor romántico plenamente confabulado con el ro-
manticismo, ya en su ocaso, que todavía vislumbraban en París; aunque luego
fuera el Modernismo el que les impusiera otra visión de la realidad, de la cultu-
ra y de la literatura. De ahí que fuera la suya una generación “modernista como
arbitrariamente la definen algunos, pero nadie le podrá quitar el penacho ro-
mántico que la llevó a cultivar el disparate divino del desinterés y del ensueño.
En ese crisol fundimos una visión de Europa y una abstracción de América que
nos llevó a escribir, fuera de la geografía y del tiempo, todas las cosas que nos
podían perjudicar.”11. Y así, para muchos de ellos, el París soñado y mitificado
al que dirigen sus pasos es el de Murger, el del barrio latino y la bohemia o,
cuando no, el de Victor Hugo. Una fascinación que alguno de ellos declara
abiertamente. Según manifieta Enrique Gómez Carrillo, “lo que más curiosidad
inspirábame era el quartier Latin, no tanto por sus escuelas como por su vida
bohemia. Y naturalmente, allí me fui apenas me hube apeado del tren, […] Y
para alejarme de lo real, buscaba en la lectura de LavidadeBohemia la imagen
que había soñado.”12; en tanto que M. Ugarte nos dice que “llegamos a París
cuando la Vie de Boheme, de Murger, era una especie de Biblia para los jóve-
nes”13; mientras que Amado Nervo se muestra exultante por el hecho de dirigir-
se a París y al pisar suelo francés: “- ¡Alma mía, vamos a París! […] ¡Estoy en
Francia! / Es cierto, corazón, no por eso lates más aprisa; pero en el íntimo fondo
de mi ser, algo como una fluida y misteriosa corriente de júbilo corre y salta. El
heredismo latino exulta en los más hondos veneros del alma” (sic.)14.

*******

Pero una vez llegados a París, como se deduce de la anterior opinión de E.


Gómez Cariillo, la realidad se impone a los iniciales entusiasmos y fantasías.
Una atmósfera postromántica, parnasiana y simbolista, los envuelve. Lo que les
lleva a interesarse y buscar relación con los P. Verlaine, Anatole France, J. Mo-
réas, M. Barrès, Paul Fort, F. Copée, Rémy de Gourmont, Henri de Régnier o
Catulle Mendès, entre otros, mediante la asistencia a las tertulias de afamados
cafés como d´Harcourt, La Vachette, de Cluny, Taverne du Panteón, de la Paix,

11 Cfr. Ibid., pp. 36-37.


12 Cfr. E. Gómez Carrillo,LosprimerospasosenParís, LaNovelaCorta, nº 197, Madrid, 6 de septiembre
de 1919, sin paginar.
13 Cfr. M. Ugarte, Ladramáticaintimidaddeunageneración, cit., p. 27.

14 Cfr. A. Nervo, “El éxodo y las flores del camino”, en ObrasCompletas, cit., vol. I, p- 1433.

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MANUEL MARTÍNEZ ARNALDOS

etc.15 Cafés que también encarnan el declinar romántico y de la bohemia. Y no


sólo se preocupan e interesan por la literatura y el acontecer estético y artístico
que les rodea como referente para sus creaciones individuales, sino que tam-
bién, como modo de subsistencia y para darse a conocer, buscan refugio en las
editoriales, periódicos y revistas francesas, al igual que en las españolas y unas
pocas de países hispanoamericanos a las que suministran crónicas y artículos
desde París. Un ambiente mundano y cosmopolita que sustantiva a un grupo o
generación de escritores hispanoamericanos instalados en París y que, poste-
riormente, con ligeras variantes, se reproducirá durante su estancia en Madrid.
Y es ese fenómeno de sociabilidad, conexo al acaecer literario, el que nos inter-
esa destacar. Pues si, de una parte, el medio coopera a ordenar y formar una se-
rie de ideas y principios literarios e ideológicos, acogiéndonos de nuevo a Or-
tega y Gasset, aunque atendiendo más a un sentido pragmático que filosófico,
de otra, ese medio también quedó determinado, en parte, por el dinamismo
cultural que supuso para París el cosmopolitismo de la época. Y al que contri-
buyeron, aunque justo es de reconocer que en un tono menor, los escritores
hispanoamericanos que nos ocupan. Pues no en balde, en el París de los años
que giran en torno al 1900 era constante la presencia de numerosos escritores y
artistas de diferentes países europeos que con el discurrir de los años adquirie-
ron fama mundial: R. M. Rilke, E. Verhaerem, G. Rodenbanch, M. Maeterlinck,
O. Wilde, G. D´Annunzio, S. Zweig, Albéniz, Falla, Picasso, R. Cases, M. Utrillo,
J. Gris, Modigliani, y un largo etcétera. Nombres cuyo esplendor oscurece, lógi-
camente, el de los novelistas y críticos hispanoamericanos que antes hemos
anotado. Además, en el ocultamiento también a nivel internacional de esos es-
critores hispanoamericanos es de consignar, en la década de 1890, el interés
europeo por autores norteamericanos como Walt Whitman, tan del agrado de
los simbolistas, Henry James o Ezra Pound, residentes éstos dos últimos en
Inglaterra. Una tendencia que empieza a decrecer hacia 1900 y que se reafirma
en los años siguientes cuando sociológica y políticamente los Estados Unidos
son contemplados, y denunciados, como el mundo de la estandarización, del
utilitarismo y de la dicha materialista. Se genera, pues, un paulatino distancia-
miento entre el modelo cultural norteamericano y el de la vieja Europa que se
ve incrementado por la actitud literaria adoptada por autores como Mark
Twain, Stephen Crane, Upton Sinclair o el propio W. Whitman, a la hora de
presentar los temas americanos (miseria en las grandes ciudades, guerra de
Secesión y naturaleza del hombre americano) según convencionalismos litera-

15 Sobre éstos y otros cafés parisinos, de ambiente literario, de la época, véase Géraldi Leroy et Julie
Bertrand-Sabiani, LavielittéraireàlaBelleÉpoque, Paris, P.U.F., 1998, pp., 47-50.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

rios alejados de la tradición europea16. Sucinto panorama que nos permite cons-
tatar el aludido menor conocimiento de los novelistas hispanoamericanos por
parte de sus contemporáneos europeos no españoles; o cuando no, a conferirles
un cierto grado de españolismo del que trataron de defenderse, aunque no to-
dos con el mismo entusiasmo, como por ejemplo E. Zamacois, A. Insúa o F.
Sassone, reivindicando una exclusividad literaria hispanoamericana. Posterga-
ción y olvido que también procedía de sus paisanos dirigentes políticos, pues,
según nos cuenta M. Ugarte, a propósito de Rubén Darío, éste se sentía opri-
mido, “como todos los del grupo, por la escasa atención que le concedían los
residentes de nuestras Repúblicas en Europa […] los únicos cuya labor en Eu-
ropa fue silenciada, los únicos a quienes no se dio oportunidad para intervenir
fuimos nosotros. Ni nos invitaban siquiera las Legaciones a las ceremonias pro-
digadas en épocas en que trigo, salitre, guano y café entregaban su Pactolo (sic)
a la dilapidación universal”17. De ahí la lucha y el esfuerzo particular que tuvie-
ron que asumir los escritores hispanoamericanos llegados a París, tanto para la
subsistencia como por darse a conocer.
Una situación la de estos hispanoamericanos en París, y en Madrid, que, si
atendemos a los libros de memorias o textos de carácter autobiográfico de algu-
nos de ellos, como los hasta ahora citados de M. Ugarte, E. Zamacois, A. Nervo
y E. Gómez Carrillo, junto a los de Alberto Insúa18, Felipe Sassone19 o Luis Bona-
foux20, les llevó a establecer redes solidarias y a buscar contactos en el agitado
ambiente social y cultural que se fomentaba en cafés como los referidos, en las
casas editoras o en los diversos actos públicos que se celebraban. Así, la tertulia
del café Napolitaine, en el boulevard des Italiens, presidida por E. Gómez Ca-
rrillo, fue una de las que más asilo ofreció, lógicamente, a los hispanoamerica-
nos. Los más asiduos eran los cubanos Emilio Bobadilla y M. Laberdesque, y el
francés Ernest Lejeunesse, a los que, ocasionalmente, acompañaban A. Insúa, M.
Ugarte, F. Sassone, A. Nervo y E. Zamacois. Un café, por cierto, el Napolitaine,
frecuentado en sus últimos meses de vida por O. Wilde21. En La Feria, sala de
fiestas de flamenco, en la plaza Pigalle, se reunían por la noche E. Gómez Carri-
llo, Blanco Fombona, M. Ugarte y R. Darío. A la tertulia del café Vachette, don-
de pontificaba Moréas, acudían E. Gómez Carrillo, A. Nervo y L. Bonafoux.

16 Para una evaluación más amplia de las consideraciones propuestas, véase Jacques Dugast,Lavida
culturalenEuropaentrelossiglosXIXyXX, Barcelona, Paidós, 2003, en especial pp. 211-214.
17 Cfr. M. Ugarte, Ladramáticaintimidaddeunageneración, cit., pp. 91-92.

18 Memorias, 2 vols., Madrid, Tesoro, 1953.

19 Laruedademifortuna, Madrid, Aguilar, 1958.

20 Demividaymilagros, LosContemporáneos, nº 26, Madrid, 25 de junio de 1909.

21 Acerca de este dato, véase F. Sassone, Laruedademifortuna, cit., p. 80.

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MANUEL MARTÍNEZ ARNALDOS

También en la tertulia privada en casa de Anatole France estaba E. Gómez Ca-


rrillo22. Un Gómez Carrillo que, como se puede deducir, con su carismática per-
sonalidad, era un eje en torno al cual giraba casi todo lo iberoamericano de Pa-
rís. En algunos actos públicos, la presencia hispanoamericana tuvo relevancia;
como en el no muy concurrido acto en el que se descubrió un busto, en los jar-
dines de Luxemburgo, a Paul Verlaine, donde estuvieron presentes A. Insúa.
Blanco Fomboana, Rubén Darío y Leopoldo Lugones. A finales de 1913 o prin-
cipios de 1914, en el café Voltaire, de la plaza del Odeón, se ofreció un banquete,
por un grupo de admiradores cosmopolitas, en honor de Rubén Darío, presi-
dido por Paul Fort. En las casas editoras encontraron asilo para poder sobrevi-
vir por medio de traducciones y, en mucha menor medida, por la edición de
alguna de sus obras. Las traducciones se pagaban a un franco la página, según
afirma E. Zamacois, traductor para la editorial Garnier, al igual que A. Nervo,
quien tradujo la novela Fantômas23. En la editorial Garnier publicaron Gómez
Carrillo, Bonafoux, R. Darío y Hernández Catá, entre otros, a veces a cambio de
20 ó 30 ejemplares o pagando parte de la edición. Las editoriales Garnier, con
una mayor difusión, Bouret, donde publicó A. Nervo, Vargas Vila y Luis Ur-
bina, Michaud y Ollendorf, poseían secciones de español. A este respecto, y en
lo que concierne a la introducción de la literatura española, por esas fechas, en
Francia, es de considerar la tarea emprendida por A. Insúa, junto a su hermano
José, para distribuir los libros de la editorial Renacimiento a través de diversas
librerías de París. Entre otras, y más conocidas, las que tenían las casas Flamma-
rion, Didier y Paul Rosier, o la existente en los soportales del Odeón. Sin em-
bargo, la prensa fue el dominio que proporcionó una mayor actividad y benefi-
cios económicos a los escritores hispanoamericanos. En la Revue Mondiale, que
dirigía Jean Finot, colaboró M. Ugarte; Gómez Carrillo enviaba semanalmente
sus famosas crónicas sobre París a ElLiberal, a LaLibertad, y a diferentes perió-
dicos de Argentina, Venezuela y Méjico, además de escribir para los semanarios
MadridCómico, BlancoyNegro, y LaIlustraciónEspañolayAmericana; E. Bobadilla
colaboraba en La Nouvelle Revue, Le Gil Blas y Le Figaro, entre otras revistas y
periódicos franceses, así como en los españoles ElImparcial, LaEsfera y LaLec
tura, y en LaEstrella, de Panamá; L. Bonafoux era corresponsal, en París, de El
HeraldodeMadrid; la firma del chileno Francisco Contreras fue asidua en diver-

22 De esta tertulia, del ambiente en la casa de A. France y de los preparativos de éste para su viaje a
Buenos Aires para dar una serie de conferencias, nos informa el propio E. Gómez Carrillo en
LasSibilasdeParís, Madrid, Viuda de Pueyo, 1910, pp. 95-112.
23 En cata a Rubén Darío así lo confirma; y en la misma le indica que empieza la traducción de Los

pájarosvuelan. Ganancias de las traducciones que comparte con R. Darío (Cfr. A. Nervo, “Car-
tas a Rubén Darío”, en ObrasCompletas, cit., vol. II, pp. 1130-1131).
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

sos periódicos franceses, sobre todo en el MarcuredeFrance, desde cuyas pági-


nas dio a conocer la obra de muchos escritores hispanoamericanos. La prensa,
pues, que en esas fechas vivía su época dorada, facilitó trabajo a la casi totalidad
de escritores hispanoamericanos residentes en París, al igual que a los de otras
nacionalidades. Incluso los que se resistían a escribir crónicas y artículos hubie-
ron de ceder por razones económicas, como fue el caso de Rubén Darío: “- Me
pagan lo que no se hacer o lo que hago a regañadientes; pero por los versos, en
cambio, que son buenos, no me dan un centavo […]”. Lo que explica la ayuda
prestada por Eduardo Carrasquilla, Amado Nervo, y algún otro, para redactar
los artículos que luego aparecían firmados por R. Darío24. Consideración de R.
Darío y comentario de M. Ugarte que contrastan con las abundantes crónicas
que escribiera aquél desde diferentes ciudades europeas (París, Madrid, Barce-
lona, Londres y Bruselas) luego recopiladas en una serie de libros de crónicas.
Opinión, a su vez, la de M. Ugarte, distinta a la de G. Schmigalle, quien recien-
temente afirma que “Darío no menospreciaba su prosa periodística, a la cual
logró imprimir un sello muy personal”; aunque, en otro momento, cuando se
refiere a la crónica «París. Hombres, hechos e ideas», manifiesta: “Firmada des-
cuidadamente con una D., como si el poeta Rubén Darío no estuviera plena-
mente identificado con ella, […]”25. Cuestión no exenta de interés, que evidencia
el entreverado mundo de crónicas y cronistas en la época, pero que nos aleja de
nuestros presupuestos.

******

Madrid, ciudad en la que también residen la mayoría de los escritores his-


panoamericanos que han estado en París, determina, para éstos, un ámbito es-
piritual distinto al de París que se sobrepone al estrictamente cultural y mun-
dano. España representa una vuelta a sus orígenes, a sus ancestros; pues una
buena parte de ellos tienen una línea de ascendencia familiar directa de padres
o de abuelos españoles que marcharon a América. Por ello, una vez entre noso-
tros, además de compartir el mismo idioma y por una mayor afinidad en las
costumbres, no son considerados “rastas” o metecos como, despectivamente, a
veces, los denominan en Francia. Aquí, su integración en el ambiente cultural y
literario fue rápida. Y a muchos de ellos, en cierta forma, la experiencia parisina
de buscar relaciones con los grandes escritores del momento, la de integrarse en

24 Cfr. M. Ugarte, Ladramáticaintimidaddeunageneración, cit., p. 125.


25 Cfr. Günter Schmigalle, “Introducción”, en Rubén Darío, ¿VaaarderParís…?Crónicascosmopoltias,
18921912,en G. Schmigalle (ed.), Madrid, Veintisieteletras, 2008, pp., 7-20, pp., 7 y 11, respec-
tivamente.
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MANUEL MARTÍNEZ ARNALDOS

tertulias literarias o la de introducirse en las casas editoras y en las redacciones


de los periódicos, le facilitó el adiestramiento necesario para mejor moverse por
el ambiente de un Madrid menos cosmopolita que el de París. Hasta el punto de
que su incorporación a la sociedad española fue total. Sus nombres, los títulos y
la temática de sus obras apenas tenían el marchamo de extranjeros en el pano-
rama literario español. Tal es así, que los editores y empresas periodísticas los
aceptaron con complacencia. Y éstos, los autores hispanoamericanos, respon-
dieron mediante una cooperación eficiente al mundo editor; como por ejemplo
E. Zamacois con la creación de las revistas VidaGalante, junto al editor Sopena,
en Barcelona, ElCuentoSemanal y LosContemporáneos,en Madrid; y asimismo la
editorial Cosmópolis, en Barcelona, de corta existencia, destinada a la traducción
de obras españolas para su distribución en Francia. Idea, la de la divulgación de
la literatura española en el país vecino que, como ya hemos apuntado, también
tuvo otro cubano: A. Insúa. Sin embargo, E. Zamacois es recordado por su feliz
iniciativa de crear El Cuento Semanal. Todo un referente, por el éxito editorial
alcanzado, que constituyó como el pistoletazo de salida para la fundación de
muy numerosas revistas literarias dedicadas a la publicación de novelas corta. Y
que fue, sin duda, un terreno abonado para que los novelistas hispanoamerica-
nos divulgaran su narrativa breve y se hicieran populares en España. Populari-
dad a la que contribuyó la presencia constante de sus firmas en periódicos y
revistas nacionales. Hecho que no pasó desapercibido a los editores con presti-
gio a la hora de ofrecer contratos de edición a los novelistas hispanoamericanos,
o bien a la hora de publicar antologías de autores iberoamericanos. Unos pocos
ejemplos pueden ser representativos: la editorial catalana Sopena publicó las
obras completas de J. M. Vargas Vila, y la mayor parte de los títulos de A. Her-
nández Catá, E. Zamacois, Carlos María Ocantos y M. Ugarte; la editorial Rena-
cimiento, por su parte, dio a la luz numerosos títulos A. Insúa, E. Bobadilla, E.
Zamacois, A. Hernández Catá, y A. Nervo; la librería de la Viuda de Pueyo
editó las obras de E. Gómez Carrillo; y la editorial Maucci, en su colección
“obras poéticas” publicó una serie de antologías bajo la denominación “Par-
naso”: argentino, venezolano, cubano, mexicano, chileno y nicaragüense.
Pero más que la publicación de artículos y crónicas en la prensa diaria o la
edición de sus obras en editoriales de prestigio, lo que realmente dio celebridad
a los escritores hispanoamericanos, como acabamos de indicar, fue la publica-
ción de sus novelas cortas en las revistas especializadas en el género. Revistas,
alguna de ellas, de las que se hicieron tiradas que superaban los 40.000 ejempla-
res. Y en las que estuvieron presentes, desde su aparición, los novelistas hispa-
noamericanos. En concreto, en ElCuentoSemanal, que inicia su andadura el 4 de

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

enero de 190726, y en cuyo seno se generó la llamada por F. C. Sainz de Robles


LaPromociónde«El Cuento Semanal»(19071925)27, aparecieron novelas cortas,
según orden alfabético, de: M. Aranaz Castellanos (nº 213, 1909), J. S. Chocano
(nº 83, 1908), E. Gómez Carrillo (nº 144, 1909), A. Hernández Catá (nº 74, 1908;
nº 172, 1909), A. Insúa (nº 48, 1907; nº 123, 1909; nº 153, 1909; nº 186, 1910; nº 251,
1911; nº 261, 1911), A. Nervo (nº 17, 1907), F. Sassone (nº 69, 1908; nº 167, 1910),
M. Ugarte (nº 29, 1907; nº 89, 1908), G. Vivero (nº 178, 1910), y el propio E. Za-
macois (nº 4, 1907; nº 60, 1908; nº 97, 1908)28. Amplia representación hispanoa-
mericana que se hará más ostensible en años sucesivos en otras revistas. En
algún caso, como fue el de J. M. Vargas Vila, se dio la circunstancia de publicar
casi en exclusiva para una sola revista: La Novela Corta. En ella aparecieron 13
novelas cortas del autor colombiano (nº 30, 1916; nº 58, 1917; nº 100, 1917; nº
125, 1918; nº 145, 1918; nº 166, 1919; nº 190, 1919; nº 204, 1919; nº 226, 1920; nº
256, 1920; nº 282, 1921; nº 295, 1921; nº 316, 1922)29. LaNovelaSemanalfue una de
las revistas que más se preocupó por la publicación de novelas cortas autores
hispanoamericanos que no eran asiduos en otras revistas de la misma naturale-
za. Por ejemplo: el colombiano Eduardo Carrasquilla Mallarino, Augusto
D´Halmar, Manuel Gálvez o Carlos María Ocantos. Frente a éstos, hubo otros
tan prolíficos y requeridos que no había revista en la que no aparecieran varias
de sus novelas cortas: A. Insúa, E. Zamacois, A. Hernández Catá y F. Sassone.
También eran habituales en las revistas, aunque en menor medida que los ante-
riores: R. Blanco-Fomboana, A. Nervo, Valentín de Pedro, E. Gómez Carrillo, A.
Ghiraldo y los hermanos cubanos Augusto y Gustavo Vivero.

******

Un grupo de autores, muchos de ellos, considerados hoy de segunda fila,


cuyos nombres y obras apenas han merecido una contadas líneas en las histo-
rias generales de la literatura hispanoamericana, que estimamos son dignos de

26 Para una breve perspectiva de conjunto sobre la creación y desarrollo de tal revista, véase Manuel
Martínez Arnaldos, “ElCuentoSemanal: proyecto y proyección”, en Monteagudo, 3ª época, nº
12, 2007, pp. 11-26. Un estudio más amplio y completo nos lo ofrecen B. Magnienetal., Ideolo
gíaytextoenElCuentoSemanal(19071912), Madrid, ediciones de la Torre, 1986.
27 Madrid, Espasa-Calpe, 1975.

28 Razones de espacio nos impiden anotar, junto a los números de la publicación, los títulos de la

novelas cortas; pero se pueden comprobar en el catálogo de la revista que nos ofrece B. Mag-
nien etal, IdeologíaytextoenEllCuentoSemanal(19071912), cit., p. 221 y ss.
29 Para la correspondencia del número de la publicación y el título de la novela corta, véase el catá-

logo en CD que se incluye en el libro de Roselyne Mogin-Martin, La Novela Corta, Madrid,
C.S.I.C., 2000.
- 16 -
MANUEL MARTÍNEZ ARNALDOS

una mayor atención. Pues fueron ellos de los primeros, desde la lejanía de sus
respectivos países, en hacer un frente común para mostrar un sentido naciona-
lista de iberoamérica. Aunque es cierto que, en algún caso, su vinculación, sobre
todo con España, fue tan intensa que aquí pasaron la mayor parte de su existen-
cia (Valentín de Pedro, Manuel Ugarte, Eduardo Zamacois) e incluso hasta el
final de sus días (Carlos María Ocantos, Alberto Insúa, José María Vargas Vila,
Luis G. Urbina y Felipe Sassone). Siendo considerados, y a veces confundidos,
como autores españoles. Una integración en el ambiente cultural español de la
época, que a muchos de ellos (E. Zamacois, A. Insúa, A. Hernández Catá, Va-
lentín de Pedro, J.M. Vargas Vila, F. Sassone, A. Ghiraldo, o E. Gómez Carrillo)
les llevó a aprovechar el rendimiento que la literatura popular ofrecía para des-
arrollar una extensa producción literaria cercana a lo subliterario. Una opción
que no fue obstáculo para que alguno de ellos, en concreto A. Hernández Catá,
J.M. Vargas Vila y Valentín de Pedro, junto a otros como M. Ugarte, A.
D´Halmar, A. Ghiraldo y M. Gálvez, se involucraran, ideológicamente, en cues-
tiones sociales y políticas, en ocasiones tendentes al anarquismo (J. M. Vargas
Vila, A. Ghiraldo), al sindicalismo de la C.N.T. (Valentín de Pedro), o al socia-
lismo (M. Ugarte, al que luego renunció), que habrán de quedar reflejadas no
sólo en ensayos específicos, sino que transcenderán, de forma más o menos
ostensible, a su novelística. Y puede servir la obra de A. Hernández Catá como
ejemplo revelador de esa ambivalencia o conexión de ideología, política y lite-
ratura. Antes de su ensayo UncementerioenlasAntillas (1933) había publicado
novelas cortas como Lapiel (1913), EldramadelaseñoritadeOccidente (1921), La
puertafalsa(1931), o Laniñadébil (1931), en las que denuncia las diferencias so-
ciales, de razas y de culturas30. Concienciación ideológica compartida por este
grupo de hispanoamericanos, entre los que también prevalece la lucha contra
las dictaduras, el anticolonialismo, el antiimperialismo de Estados Unidos, y la
búsqueda de una unidad iberoamericana. Y fue la condición de apátridas, más
que la lengua común, lo que les hizo borrar fronteras, pues en París o en Ma-
drid era complejo trazar una línea divisoria, por ejemplo, entre la literatura
hondureña, costarricense y panameña, y desarrollar una percepción de lo ibe-
roamericano como unidad geográfica y espiritual. Coincidieron, no como llega
a postular E. Anderson Imbert que los nacidos entre 1870 y 1885 “por acomo-
darse mejor a la línea de luces en el horizonte europeo, alinearon hombro con
hombro y dieron la espalda a América”31; sino que fueron las circunstancias de

30 Véase, Manuel Martínez Arnaldos, “El modernismo y la evolución de los géneros narrativos
breves. A propósito de Alfonso Hernández Catá”, en Tropelías, 12-14, 2001-2003. pp. 313-325.
31 Cfr. E. Anderson Imbert, historiadelaliteraturahispanoamericana, 2 vols., México, F.C.E., 1970, vol.
I, p. 398.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

la vida, más allá o en relativa dependencia con las corrientes modernistas, de


los formalismo y del acontecer estético, en el que vivieron inmersos, las que les
hicieron emanciparse de la tradición clásica para unirse en un nuevo sentir
humano, social y cultural, impregnado de sociología romántica y de cosmopo-
litismo europeo, para tener una nueva visión de América. Pero nunca dieron la
espalda a América, ni fueron, ante todo, como también afirma Anderson Im-
bert, “cosmopolitas y exóticos” que a través de los románticos, parnasianos y
simbolistas, iluminaron de extrañas fosforescencias las tierras americanas32.
Antes bien, iniciaron un movimiento de renovación, en la opinión que compar-
timos de M. Ugarte, dentro del idioma, en concordancia con la generación del
98. “La vacuas solemnidades y las frondosas circunlocuciones, llenas de arren-
dajos, se trocaron pese al inevitable americanismo hereje, en prosa palpitante,
rápida, flexible, apta para expresar matices modernos”33. Un grupo, en defini-
tiva, que desde la distancia, desde Europa, pero con frecuentes viajes o giras
para impartir conferencias, y con prolongadas permanencias en sus tierras ame-
ricanas, y pese a los matices diferenciales de sus componentes, incorporaron a la
literatura en general una moderna visión alejada del criollismo engañoso como
expresión de un nuevo sentimiento unificador de lo hispanoamericano.

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32 Ibid.
33 Cfr. M. Ugarte, Ladramáticaintimidaddeunageneración, cit., pp. 207-208.
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MANUEL MARTÍNEZ ARNALDOS

géneros narrativos breves. A propósito de Alfonso Hernández Catá”, en Tropelías,


12-14, pp., 313-325.
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MANUELMARTÍNEZARNALDOS34
Universidad de Murcia

34 Este trabajo es resultado de una investigación realizada en el proyecto de investigación de refe-


rencia HUM2007-60295/FILO, concedido por la Dirección General de Investigación del Minis-
terio de Educación y Ciencia.
- 19 -
UNALECTURAGENÉTICADEVIAJEOLVIDADO(1937),
DESILVINAOCAMPO1


Como “arte” de lo irracional y del deseo,
la fantasía ha sido persistentemente silenciada.
Rosie Jackson, TheLiteratureofSubversion

ITINERARIOSDELARECEPCIÓNCRÍTICA.
Luego de la publicación del primer libro de relatos de Silvina Ocampo, Via
je Olvidado (1937), su hermana Victoria censuró desde las páginas de Sur los
“desaciertos que molestan”, las “imágenes no logradas, que parecen atacadas
de tortícolis”2, los maladresses, los defectos, la pereza de una narradora empe-
ñada en sacarle la lengua no sólo a la gramática sino a la literatura en general.
Más allá de este acontecimiento anecdótico, la recepción inicial que la crítica
tuvo de sus cuentos más de una vez cayó en el lugar común de insistir sobre la
profundaincomodidadqueprovocanenelgustoclásico”3.
¿Pero qué propiedad inmanente de los textos de Ocampo tendría la capa-
cidad de “desarmar” al lector, de transformarlo en el receptor de una textuali-
dad anómala, capaz de quebrar todo pacto de lectura? ¿Qué características lo
convierten en un auténtico texto degoce capaz de hacer vacilar los fundamentos
culturales del lector empírico? 4
Un rápido inventario de diferentes trabajos críticos permite comprobar que
muchos de sus comentaristas recuperan el lugar preponderante que la prosa de

1 Agradezco a la profesora Beatriz Sarlo, quien en septiembre de 2002, durante mi examen final de
la materia LiteraturaArgentinaII en la Universidad de Buenos Aires –cátedra de la que enton-
ces era docente titular– me impulsó a emprender abordajes comparatistas de la literatura con
disciplinas limítrofes: el tema de este trabajo –el discurso fantástico en la narrativa de Ocampo
interpelado desde las categorías de la Psicología Genética– fue sugerido en ocasión de ese
examen y, ante mi incertidumbre en avanzar hacia otros ámbitos del conocimiento a priori
alejados del terreno literario, su aliento resultó vital.
2 Victoria Ocampo. “Viaje olvidado” en Surnº 7, Buenos Aires, noviembre de 1937, p. 121.

3MatildeSánchez(comp). Las reglas del secreto,FondodeCulturaEconómica,México,1991,p14.

4 A este respecto, señalaJudith Podlubne que es probable que nadie haya leído mejor los comienzos

literarios de Silvina Ocampo que su hermana Victoria. Como indicó Enrique Pezzoni (1986:
195), la exasperación que le provocó comprobar que sus recuerdos de infancia no coincidían
con los de ella le permitió “ser certera, a pesar de sí”. Se ha insistido con frecuencia en el rece-
lo manifiesto que este debut le causó y en “el gesto elocuente de primogénita ofendida” (Sán-
chez 1991: 13) que la impulsó a reseñar con severidad el primer libro de Silvina. Se ha señala-
do también que sus objeciones pueden leerse, en sentido contrario, como un registro de los
hallazgos de su hermana.
- 20 -
MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO

Silvina otorga a los niños. Noemí Ulla opina que Ocampo se introduce en el
mundo de los infantes y, sin ninguna máscara de idealización, descubre la mal-
dad, el odio, la venganza que suelen convivir en ellos5.
En 1959, Tomás Eloy Martínez comenta el libro La Furia, recientemente
aparecido, y afirma que todos sus cuentos señalan alguna forma de crueldad,
principalmente encarnada en los niños, que es capaz de “suscitar malestares”,
cambios de ánimo y desencadenar el estupor del lector. Por su parte, Antonio
Pagés Larraya también identifica la importancia que Silvina Ocampo otorga al
mundo íntimo de la infancia y a la “torturadora presencia de la niñez”. Victoria
Ocampo reconoce el lenguaje cifrado de la infancia, que es el del sueño y la
poesía, y Matilde Sánchez identifica a los niños como agentes de la crueldad, de
las transformaciones y de la inversión del tiempo, propulsores de un “mundo
bajo” que tiene “la mayor intensidad del deseo”6.
Otros autores acentúan la dimensión biográfica de esta elección: resucitar
la infancia, para José Bianco, consigue poner de manifiesto la nostalgia del adul-
to ante la desaparición de la misma, mientras que Adriana Mancini rastrea los
referentes históricos reales de sus cuentos –por ejemplo, los mendigos que pulu-
laban cerca de su casa de San Isidro cuando ella era niña– sosteniendo que los
materiales que constituyen los cuentos de Silvina remiten a conflictos y ten-
siones sociales cribados por una mirada sutil e inquisitiva7, que la escritura re-
crea a posteriori. Mancini descubre una especie de resistencia en la escritura de
Ocampo, un cuestionamiento de las ideologías, del orden y de las prácticas
dominantes. En consonancia con este planteo, Sylvia Molloy ve en la corrosión
de las estructuras y los lenguajes tradicionales una estrategia de denuncia de las
convenciones que rigen la visión de mundo que las origina8.

Existen tres propiedades que determinan la unidad de un texto: una de-


pende del enunciado, otra de la enunciación y otra de la sintaxis. Analizaré la
especificidad del discurso fantástico de Ocampo desde el punto de vista del
enunciado.

MODOFANTÁSTICOYCATEGORÍASPIAGETIANAS.
Uno de los rasgos fundamentales del modo fantástico es un determinado
empleo del discurso figurado. Desde mi punto de vista, los relatos de Ocampo

5NoemíUlla. La continuación y otras páginas,CentroEditordeAméricaLatina,BuenosAires,1981.


6 Matilde Sánchez, Ibíd., p. 16.
7 Adriana Mancini, “Amo y esclavo, una relación eficaz: Silvina Ocampo y Jean Genet” en Cuadernos

Hispanoamericanos Nº 575, 1998, pp. 73-88.


8 Sylvia Molloy, “Silvina Ocampo, la exageración como lenguaje” en Sur nº 320, octubre de 1969.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

llevan al extremo la tensión entre el sentido literal y el metafórico, uno de los


peligros que para Todorov acechan al género. La presencia de los niños como
actantes privilegiados y como sujetos de la enunciación es una estrategia su-
mamente funcional para recrear la atmósfera fantástica porque la primera in-
fancia se caracteriza por una percepción alterada del tiempo, del espacio, de la
causalidad y de los objetos.
Los niños son portadores de un discurso en el cual se hace evidente la lite-
ralidad con que comprenden la metáfora y el símbolo –rasgo que, según Todo-
rov, es propio de la literatura fantástica– y el foco de enunciación asume siem-
pre una perspectiva que, de acuerdo con las categorías provistas por la Psicolo-
gía Genética –cuyo representante más destacado es Jean Piaget– siempre es
prelógica, egocéntrica, animista, atomista y concreta, lo cual se plasma en el
discurso mediante sus correspondientes figuras retóricas.
Lo que intento decir es que el narrador ocampiano –en primera o tercera
persona, homodiegético o empleando un personaje reflector pero siempre con
focalización interna– expresa un pensamiento basado en una lógica que re-
quiere la colaboración de un lector implícito dispuesto a recuperar lagunas,
vacíos y lugares de indeterminación implícitos en procedimientos como la iro-
nía, la metáfora, la parodia o la elipsis.
Para Todorov, “lo fantástico tiene un vida llena de peligros”9. Uno de ellos
nace cuando el lector no se pregunta por la naturaleza de los acontecimientos
sino por la del texto mismo que los evoca, por ello este género mantiene rela-
ciones cercanas con dos géneros vecinos: la poesía y la alegoría. Esto significa
que la lectura poética constituye un obstáculo para lo fantástico si se lee el texto
rechazando toda representación y considerando cada frase como una pura
combinación semántica. Sin embargo, es innegable que este género o modo
trabaja continuamente con figuras retóricas, al punto de encontrar en ellas su
origen.
Cabe precisar que la identificación entre el narrador (o los personajes sobre
los cuales se focaliza) y los atributos de la mirada infantil –que desarrollaré en
el siguiente apartado– no significa que debamos rastrear estos atributos sólo en
los personajes que son niños, sino que el narrador ve, describe a través de esos
ojos y recorta la realidad según las capacidades intrínsecas de esa mirada. In-
cluso los adultos actúan, piensan y hablan como niños.
Por ejemplo, en el cuento Elvestidoverdeaceituna, la protagonista, Miss Hil-
ton, “se sonrojaba fácilmente (...) No tenía ninguna edad (...) uno creía sor-
prender en ella un gesto de infancia, justo en el momento en que se acentuaban

9 Tzvetan Todorov, Introducciónalaliteraturafantástica, Premia Editora, México, 1980, p. 48.


- 22 -
MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO

las arrugas más profundas de la cara”10.

LACAUSALIDADMÁGICA
Jean Piaget identificó invariantes del pensamiento comunes a diferentes
edades; así encontramos, por ejemplo, el pensamiento intuitivo, el concreto y el
formal o hipotético–deductivo. La primera infancia, antes de la adquisición de
la función simbólica y luego de adquirida, durante el período en que el pensa-
miento es aún concreto (ligado a experiencias empíricas efectivas), el pensa-
miento se caracteriza por ser prelógico, egocéntrico, animista y atomista11.
El animismo es la tendencia a concebir las cosas como vivas y dotadas de
intenciones. Aparece una indisociación entre el mundo interior o subjetivo y el
universo físico; el sujeto “anima” a los cuerpos inertes. Esta operación resulta de
la asimilación de las cosas a la propia actividad. Un ejemplo sería el de un niño
que pregunta, mientras ve una bola que, en una terraza ligeramente inclinada,
se dirige hacia la persona que se halla al final de la pendiente: ¿Por qué rueda?
¿No sabe que hay una persona allí, debajo? El pequeño interpreta los movi-
mientos como intencionales y dirigidos; es vivo todo objeto que ejerce una acti-
vidad que comparte el hombre: la lámpara que alumbra, el horno que calienta,
la luna que brilla… Los astros son particularmente inteligentes: la luna nos si-
gue durante nuestros paseos, incluso puede denunciarnos cuando robamos algo
por la noche. En el cuento Visiones, incluido en Lasinvitadas (1961) un personaje
explica que el armario de su habitación se transforma en otra cosa cuanto deja
de mirarlo.
El animismo se traduce, en la escritura de Ocampo, en personificaciones
mediante la atribución de cualidades y actividades humanas a elementos iner-
tes. En el cuento Cielo de claraboyas se escucha una “voz de pies abotinados”,
brotan “gritos de pelo tironeado”, se oye “una voz de cejas fruncidas”, un “llan-
to pequeño” y “una risa de pelo suelto y la voz negra [que] gritó, haciendo un
pozo oscuro sobre el suelo”12. La lámpara de kerosene le chista a la noche (Espe
ranzaenFlores), el calentador Primus susurra en el silencio (EladioRadaylacasa
dormida) y las vidrieras van al encuentro de la gente de la forma más natural.
El animismo de los objetos, en Cielo de claraboyas, se concentra en frag-
mentos desgajados de una totalidad, como los órganos del cuerpo. Se corres-
ponde con una visión atomística y acumulativa de lo real. La sinécdoque se
funde con la personificación y encontramos pedazos móviles de cosas que fun-

10SilvinaOcampo,“ViajeOlvidado”enCuentos completos I,Emecé,BuenosAires,1999,p.16.


11 Jean Piaget, SeisestudiosdePsicología, Planeta Agostini, Barcelona, 1993.
12 Silvina Ocampo, Ibíd., p. 12.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

cionan como resortes de la trama, que se convierten en protagonistas del relato:


una pollera disfrazada de tía que pulula por la casa de arriba del techo, el cor-
dón de un zapato negro que se desata, una cabeza partida en dos que se dibuja
en el vidrio.
Para la psicología genética, la construcción del universo objetivo es una
operación progresiva. En la primera infancia, el sujeto presenta una percepción
alterada de las categorías de objeto, espacio, causalidad y tiempo… Recursos
plenamente aprovechados por la literatura fantástica, y en especial, por Silvina.
El egocentrismo consiste en la relación entre un resultado empírico y una
acción cualquiera que lo ha producido. Así, por ejemplo, si un niño tira de los
cordones que penden del techo de la cuna y provoca el derrumbamiento de los
objetos colgados, eso lo hará relacionar causalmente la acción de tirar de un
cordón para provocar un derrumbamiento, dando lugar a una causalidad má-
gica. En el cuento Laenemistaddelascosas, el protagonista razona de esta misma
manera: súbitamente se daba cuenta de que vivía rodeado de la enemistad de
las cosas. A veces era una corbata, a veces era una tricota o un traje que le pare-
cía que provocaba su desgracia. Por eso, el día en que estrenó la tricota azul, su
novia había estado distante con él.
En los SeisestudiosdePsicología, Piaget describe cómo un niño de seis años
se sorprende de que en Ginebra existan dos lagos Salève. ¿Por qué hay dos
Salève? ¿Por qué el lago de Ginebra no llega hasta Berna? La respuesta que en-
saya es sencilla: hay un Gran Salève para las grandes excursiones y las personas
mayores, y un Pequeño Salève para los pequeños paseos y para los niños, y si el
lago de Ginebra no llega hasta Berna es porque cada ciudad debe tener su lago.
De acuerdo con este razonamiento, no existe el azar en la naturaleza sino que
las razones son siempre causales y finalistas. De la misma manera, en el cuento
Elremanso “era evidente que [Venancio] había nacido para ser cochero, con sus
grandes bigotes y un chasquido inimitable de lengua contra el paladar, que
hacía trotar cualquier caballo sobre el barro más pesado”13.
El análisis acerca de cómo el niño hace las preguntas demuestra claramente
el carácter egocéntrico de su pensamiento. Cuando el pensamiento del niño se
aleja de lo real substituye los objetos ausentes por su representación: varios
años más tarde alcanzará la reflexión libre y desligada de lo real. Por ello el
pensamiento concreto no permite acceder a la metáfora, y es verosímil que un
niño haga asociaciones extrañas al intentar reponer la laguna de sentido que
existe entre lo que se dice y el concepto evocado.
La interpretación literal de la metáfora en el género fantástico se ofrece de

13 Silvina Ocampo, Ibíd., p. 20.


- 24 -
MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO

manera paradigmática, por ejemplo, en el cuento Vera, de Villiers de L´ Isle


Adam, donde la frase “el amor es más fuerte que la muerte” hace irrumpir el
plano sobrenatural cuando el sentido figurado pasa a ser interpretado literal-
mente. Así también lo entiende Claude Vildrac en El pasaporte perdido: ¿Quién
era Elvia? Una guaranga, decían algunos. Una mujer de la vida, había dicho un
viejo, tapándose la boca. Pero para Claude, en vez de ser una prostituta, “una
mujer de la vida debería tener un traje negro de trabajadora, con grandes re-
miendos y zapatos gastados de caminar por la vida (...) con la boca despintada
y una gran bolsa en las espaldas”14.
El narrador de los relatos de Silvina Ocampo también acumula exagera-
damente, se regodea en la descripción del espacio, conecta elementos pertene-
cientes a diferentes campos semánticos, crea una atmósfera donde las cosas más
disparatadas, más incongruentes están cerca y caminan abrazadas, como en los
sueños, según la apreciación de su hermana en Sur. Significado asociativo de la
palabra que a veces puede propiciar las combinaciones más extrañas y que se
vincula con el intento de recuperar significado por contexto. Así Claude Vil-
drac, va al restaurante “La sonámbula” y ve aparecer en el plato a varias so-
námbulas chiquititas de cabellos sueltos. En el cuento Elremanso, Cándida huye
ante su imagen porque creyó ver un parentesco lejano con una estrella de cine
que había visto un día en un film, donde la heroína se escapaba de su casa.
La “atmósfera propicia a la magia surte efecto desde el primer relato. El
lector se habitúa a ella sin violencia, y poco después experimenta el mismo
asombro de los niños ante las peripecias (...) y los sucesos milagrosos le parecen
el colmo de la naturalidad”15. En la causalidad de la primera infancia, según
Piaget, “las leyes naturales accesibles al niño se confunden con las leyes morales
y el determinismo con la obligación”16. Así, el barco flota porque tiene que flo-
tar; no hay lugar para el cuestionamiento de las causas ni la demostración, y la
luna sólo alumbra de noche porque “no es la que manda”.
Podemos ver hasta qué punto son coherentes entre sí dentro de su prelo-
gismo las diversas manifestaciones de este pensamiento incipiente: asimilación
deformadora de la realidad a la actividad propia, sostiene Piaget. En la narra-
tiva de Ocampo es natural que de pronto un pez redondo, de aletas festoneadas
por las grandes profundidades del mar, con un pico largo de medio metro in-
grese volando por la puerta y comience a picar las peonías de un cuadro y des-
pués las bombitas de luz, como anticipación de un naufragio. Para Todorov

14 Silvina Ocampo, Ibíd., p. 30.


15JoséBianco,“Extravaganciascotidianas”,enClarín,BuenosAires,16demayode1999,p.8.
16JeanPiaget,Ibíd.,p.112.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

estaríamos en el campo de lo maravilloso hiperbólico: los fenómenos son sobre-


naturales por sus dimensiones superiores a las que nos resultan familiares pero
no provocan sorpresa alguna en los personajes.
Menciona también Todorov la falta de sorpresa ante un acontecimiento in-
audito, como sucede en Lanariz de Gogol o en Lametamorfosis kafkiana (“nunca
nos asombraremos lo suficiente de esa falta de asombro” decía Camus refirién-
dose a Kafka). En Ocampo, la falta de sorpresa de los personajes suele estar
asociada a circunstancias donde se desarrolla alguna forma de la crueldad. En
La boda –relato posterior, incluido en Las invitadas, de 1961–una niña de siete
años ve una araña en una enredadera y quiere matarla, pero Roberta, su amiga,
le dice que una señora francesa le había contado que “la araña por la noche es
esperanza”. La niña piensa que entonces es mejor guardarla en una cajita para
una oportunidad en que “necesite” esperanza. Como ese día era la víspera del
casamiento de su amiga Arminda, la niña decide colocar la enorme araña de-
ntro del rodete que va a usar la novia el día de la boda. Pero como la araña es
venenosa, la novia cae muerta apenas entra a la iglesia, episodio relatado por la
niña como un acontecimiento cotidiano, sin huellas de asombro, quedando en
evidencia la distancia que existe entre la ingenuidad infantil y la crueldad de lo
narrado que Daniel Balderston había identificado también en la narrativa de
Wilcock17.

LAMIRADAQUERESISTEALADOMESTICACIÓN

…Me llamo Beatriz. Tengo doce años.


Tengo una falda azul y cintas en el pelo.
A través de estas flores como a través de un velo
Veo confusamente los detalles extraños
De un infierno en el cielo.
Silvina Ocampo, Fantasmasdelasglicinas.

Una lectura “genética” de los cuentos fantásticos de Silvina Ocampo nos


permite identificar un aspecto original de la obra de esta narradora, que es la
evocación eficaz de las estructuras del pensamiento infantil a través de perso-
najes que se comportan y razonan como si comprendieran la realidad de una
manera pre–lógica, egocéntrica, animista y acumulativa.
Tal vez el mayor logro de Ocampo en el terreno de lo fantástico no radique
en la vacilación experimentada por un receptor que no conoce más que las leyes
naturales cuando se encuentra frente a un acontecimiento que contradice las

17 Daniel Balderston, “Los cuentos crueles de Silvina Ocampo y Juan Rodolfo Wilcock” en Revista
Hispanoamericana nº 125, octubre de 1983.
- 26 -
MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO

leyes de la naturaleza “tales como la experiencia nos enseñó a conocerlas”. Si


para definir el modo fantástico el análisis estructural hace intervenir la relación
entre el mundo del discurso y el mundo fenoménico, tal vez para definir más
ampliamente lo fantástico haya que considerar otros tipos de experiencias de
percepción del mundo, como pueden ser la enajenada o la infantil.
Quizá el absurdo que Victoria censuró en el estilo de su hermana radique
en otra forma de mirar el mundo. La incomprensión, en este caso, pondría en
evidencia la imposibilidad de recuperar la inocencia originaria, perdida tras la
metódica domesticación de una mirada “adulta”.


BIBLIOGRAFÍA.
BALDERSTON, Daniel, “Los cuentos crueles de Silvina Ocampo y Juan Rodolfo Wil-
cock” en RevistaHispanoamericana nº 125, octubre de 1983.
BIANCO, José, “Extravagancias cotidianas”, en Clarín, Buenos Aires, 16 de mayo de
1999.
GOLDCHLUK, Graciela, “Silvina Ocampo. La inquietud de la palabra” en Cuadernos
Angers–LaPlata, nº 1, 1996.
MANZINI, Adriana, “Amo y esclavo, una relación eficaz: Silvina Ocampo y Jean Genet”
en CuadernosHispanoamericanos Nº 575, 1998.
MOLLOY, Sylvia, “Silvina Ocampo, la exageración como lenguaje” en Sur nº 320, octu-
bre de 1969.
OCAMPO, Silvina, “Viaje Olvidado” en CuentoscompletosI, Emecé, Buenos Aires, 1999.
OCAMPO, Victoria, “Viaje olvidado” en Surnº 7, Buenos Aires, noviembre de 1937
PEZZONI, Enrique, “Silvina Ocampo: orden fantástico, orden social” en El texto y sus
voces,Buenos Aires, Sudamericana, 1986.
PIAGET, Jean, SeisestudiosdePsicología, Planeta Agostini, Barcelona, 1993.
PODLUBNE Judith, “Infancia, sueño y relato (algo más sobre la reseña de Victoria
Ocampo a Viajeolvidado)” en revista OrbisTertius. Disponible en:
http://163.10.30.203:8080/OrbisTertius/numeros/numero-12/18-podlubne.pdf
SANCHEZ, Matilde (comp).Lasreglasdelsecreto, Fondo de Cultura Económica, México,
1991.
TODOROV, Tzvetan, Introducciónalaliteraturafantástica, Premia Editora, México, 1980.
ULLA, Noemí, EncuentrosconSilvinaOcampo, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982.
ULLA, Noemí,Lacontinuaciónyotraspáginas, Centro Editor de América Latina, Buenos
Aires, 1981.


MARISAMARTÍNEZPÉRSICO
Universidad de Buenos Aires (Argentina)

- 27 -
BIBLIOTECASYARCHIVOSNACIONALES
HISPANOAMERICANOSENLARED:HACIALADIFUSIÓNGLO
BALDELAEDUCACIÓNYDELAMEMORIAHISTÓRICA

1.INTRODUCCIÓN
Las bibliotecas y los archivos son instituciones públicas que deben poten-
ciar el crecimiento intelectual y personal de los ciudadanos de un país. Sin em-
bargo, la población hace poco uso de ellas, especialmente de los segundos. La
conservación del patrimonio escrito y la difusión de la cultura nacional son
tareas perfectamente compatibles en esta nueva forma de comunicación y difu-
sión que permite la utilización de la Red.
Si nos referimos ahora a los archivos y las bibliotecas nacionales, nos en-
contraremos con dos de las instituciones documentales más importantes de un
país, ya que generalmente albergan las mayores y mejores colecciones, y suelen
disponer de las mayores partidas presupuestarias. Una Biblioteca Nacional es
un elemento significativo de la cultura de una nación, y representa unas señas
de identidad cultural. Esta situación está tan clara que cuando se quiere destruir
la cultura de un país y sus símbolos más representativos, la Biblioteca Nacional
es uno de los primeros objetivos de dicha destrucción1.
Es difícil encontrar una definición común2 sobre qué es una Biblioteca Na-
cional3. Sin embargo, sí que está claro el papel fundamental que representan en
la función de conservar y mantener el patrimonio cultural nacional. La difusión
sería la tercera de estas funciones, y actualmente Internet ofrece una serie im-
portante de herramientas para facilitar el conocimiento de esa identidad tanto
para los propios habitantes del país como para el resto del mundo que esté inte-

1 FUENTES ROMERO, Juan José.La memoria de lo escrito: bibliotecas nacionales e identidad cultu-
ral. BoletíndelaANABAD. 2001, t. 51, n. 4, p. 109.
2 Este tema ha sido estudiado, entre otros, por Fuentes Romero y Line y Line, que coinciden en la

dificultad de encontrar unanimidad en ello. Véase: FUENTES ROMERO, Juan José.Lasbiblio


tecasnacionales:unestadodelacuestión. Gijón: Trea, 2003, p. 16-18; y LINE, Maurice B. y LINE,
Joyce. NationalLibraries. Londres: ASLIB, 1979.
3 El Diccionariodebibliologíaycienciasafines, en la edición del 2004 (p. 113), la define como la “institu-

ción de carácter público, enciclopédico y conservador sostenida por la nación y destinada a


guardar los tesoros bibliográficos y la producción intelectual de su país”. El Diccionariodelar
chiverobibliotecario:terminologíadelaelaboración,tratamientoyutilizacióndelosmaterialespropios
deloscentrosdocumentales, en la edición del 2000 (p. 51) la definen como la “biblioteca estatal
representativa de la cultura de una nación, a cuyo efecto reúne la producción bibliográfica na-
cional como beneficiaria del depósito legal, así como la de los autores nacionales y la relacio-
nada con cualquier aspecto de la vida de la nación, a la vez que actúa como cabecera de sus
sistema bibliotecario”.
- 28 -
AMALIA MÁS – CELIA CHAÍN

resado en ello. Sin contar que aparte de la difusión, la digitalización y la posibi-


lidad de ofrecer fondos a través de la Red contribuyen a que los documentos
originales se conserven, y facilita el acceso desde cualquier ordenador conecta-
do a Internet.
Tampoco existe unanimidad sobre el concepto de Archivo Nacional4. A pe-
sar de que también encontramos distintas concepciones, hay una función clara:
conservar la memoria histórica, los testimonios de la identidad forjada a través
de los siglos. Sin embargo, difícilmente se asocian éstos con la difusión, pero no
hay duda de que si la memoria no se conoce, no se puede apreciar; incluso a
muchos efectos es como si no existiera, con lo cual la divulgación, manteniendo
por supuesto la integridad de la colección, tácita o explícitamente, late dentro
los deberes de estas magníficas y extensas instituciones públicas, dormidas o en
letargo durante mucho tiempo. Pero la responsabilidad de esta aparente pasivi-
dad no tiene porqué dirigirse siempre a sus directores o trabajadores, a veces
también es el resultado de una política nacional que ignora los deberes de las
modernas Administraciones Públicas, y que con frecuencia condena al ostra-
cismo a estas instituciones centenarias. A pesar de ello, sea de quien sea la res-
ponsabilidad, es necesario recordar que de tanta riqueza escondida u olvidada
no beneficia a nadie, sino que sólo refleja despreocupación y desconocimiento.
Y que en el aparente antagonismo entre Historia y Tecnología, la última puede
ser una aliada de la primera en la función, hoy día ineludible, de difundir el
patrimonio, la memoria y los testimonios de muchos siglos de historia, y trans-
mitirlo a las siguientes generaciones,.
En general, la población asocia las bibliotecas con la educación, pero des-
conoce la relación existente entre archivos y educación. Como hemos mencio-
nado anteriormente, los archivos albergan grandes depósitos de documentos
históricos, por lo que estas instituciones culturales pueden ayudar a mejorar los
procesos de enseñanza y aprendizaje de las Ciencias Sociales, y particularmente
de la Historia. Sin embargo, en la actualidad apenas se potencia la relación entre
ellas5.

4 Una definición válida es la que se recoge en el Diccionariodelarchiverobibliotecario: “archivo históri-


co que recoge y conserva la documentación relacionada con la historia de la nación”. Otra se
recoge en el Diccionario enciclopédico de ciencias de la documentación (edición 2004, p. 101) y lo
define como aquella “institución que custodia y gestiona fondos documentales permanentes
producidos por las personas físicas y jurídicas, públicas y privadas de un país, región o na-
ción”.
5 GARCÍA ANDRÉS, Joaquín y FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, María Jesús. Archivos y educación:

otras experiencias. Boletín Acal. 1998, n. 30, p. 18-24. Estos autores describen algunas de las
experiencias llevadas a cabo e indican que algunas son iniciativa de los archivos, otras de los
centros de profesores y la mayoría son fruto de la colaboración entre ambos.
- 29 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

El objetivo de este trabajo consiste en descubrir la situación actual de los


archivos y bibliotecas nacionales de América Latina6 con presencia en Internet.
Pretendemos conocer el número de ellos que están en la Red y evaluar los con-
tenidos que ofrecen.

2.ESTADODELACUESTIÓN
Varios son los autores que han teorizado sobre este interesante tema. Por
una parte añadimos los trabajos que se han encargado de revisar la relación
entre archivos y educación, y por otra la vinculación, creemos que deseable y
necesaria, entre instituciones documentales, y en especial la de rango nacional,
y las tecnologías de la información y de las comunicaciones.
Boadas7 opina que los archivos deben actuar y promover actividades, pero
no para dar a conocer el archivo, sino para satisfacer las necesidades e intereses
de los ciudadanos, pues de esta forma se conseguirán nuevos usuarios. Martín-
Pozuelo y Crespo8 analizan la difusión que llevan a cabo los archivos de todos
los países del mundo como herramienta para tener presencia en la sociedad y
concluyen que la archivística debe crecer teórica y prácticamente contemplando
la rentabilidad social como una de sus funciones prioritarias.
Estepa9 especifica los motivos de esa escasa comunicación entre archivos y
educación: la escuela y los archivos tienen poca relación; el profesor tiene des-
confianza y recelos, y los archiveros han desatendido la vertiente más huma-
nista de la profesión, la de promover y difundir el conocimiento de su entorno a
través de la investigación y difusión de los fondos documentales. Por su parte,

6 Vargas habla de lo inapropiado de “etiquetar toda la gente y las naciones localizadas en América
Central, América del Sur y el Caribe como 'Latina'”. La autora defiende que no hay una iden-
tidad común entre las naciones mesoamericanas, sudamericanas y caribeñas. Puede consul-
tarse esta y otra información de la autora en: VARGAS HERNÁNDEZ, José Guadalupe. Al-
gunos mitos, estereotipos, realidades y retos de Latinoamérica. Historia Actual Online [en
línea]. 2004, n. 3.
Disponible en <http://www.historia-actual.com/HAO/Volumes/Volume1/Issue3/esp/v1i3c6.pdf>.
[Consulta:16.05.2007]
7 BOADAS, Joan. Archivos, ciudadanos y cultura: un encuentro posible. En: XIIJornadasdeArchivos

Municipales. Madrid: Consejería de Educación y Cultura, Ayuntamiento de Coslada. 1998, p.


57-62.
8 MARTÍN-POZUELO CAMPILLOS, Mª Paz y CRESPO NOGALES, Sonia. La rentabilidad social

del archivo: nueva dimensión de la archivística. En: ActasdelCongresodeArchivosdeCanarias.


ElArchivo,¿unserviciopúblico? La Oliva (Fuerteventura): 19-21 de octubre de 2006, p. 119-136.
9 ESTEPA JIMÉNEZ, Jesús. El Patrimonio documental y los archivos como recursos en la enseñanza

de las Ciencias Sociales. En: Aprenderyenseñarconelarchivo:VIIJornadasArchivísticas. Huelva:


Diputación provincial de Huelva, Archivo, 2004, p. 33-45.
- 30 -
AMALIA MÁS – CELIA CHAÍN

Álvarez10 defiende la colaboración entre los archivos y las universidades.


Realmente es que resulta muy difícil acceder a las fuentes primarias (leja-
nía, lo que se transforma en costos y tiempo de los que con frecuencia no dispo-
nemos), y en el caso de conseguirlo, nos enfrentamos a otros problemas, como
el horario, la accesibilidad y estado de conservación del documento, la tipología
de la letra, etc. Petrel Marín11 critica algunos de estos problemas. Sin embargo,
las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) están reduciendo
estas barreras de acceso al documento, aunque desde luego sólo estamos en el
principio y queda mucho por hacer12.
En una de sus obras, Cerdá13 defiende la oportunidad que Internet ofrece
para romper con la imagen de espacio cerrado y lejano que siempre han tenido
los archivos, y en otra14, explica la relación existente entre archivos y educación,
así como de la importancia que tienen las tecnologías de la información como
nuevo medio de acceso y difusión de los servicios de archivo. El autor habla de
las limitaciones que existen para la utilización de las tecnologías por parte de
los archiveros y de los profesores, y afirma que el primer y gran problema es el
de la formación. Comenta el autor que según recientes prospectivas, en España
el 34% de los profesores de enseñanza no universitaria ignora el manejo básico
de un ordenador, y que apenas existen webs de archivos accesibles, fáciles de
utilizar, de interfaz amigable y con sistema de ayuda.
Tribó15 también habla de la interacción entre la enseñanza y la archivística.
Reflexiona sobre qué enseñar de historia en la escolaridad y la utilización de las
fuentes primarias documentales en la enseñanza-aprendizaje de la historia. La

10 ÁLVAREZ PINEDO, Francisco Javier. La contribución de los archivos al conocimiento científico.


En: RIBOT GARCÍA, Luis A. (coord.). Ellibro,lasbibliotecasylosarchivosenEspañaacomienzos
delTercerMilenio. Madrid: Sociedad Estatal España Nuevo Milenio, 2002, p. 291-304.
11 PETREL MARÍN, Aurelio. El investigador y los archivos. En: Miradas a la Historia: reflexiones

historiográficasenrecuerdodeMiguelRodríguezLlopis. NICOLÁS, Encarna y GÓMEZ, José An-


tonio (coords.). Murcia: Universidad de Murcia, 2004, p. 219-229.
12 En ese sentido Pilar Gil defiende el amplio abanico de posibilidades que ha abierto la Red a los

archivos, en la obra: GIL GARCÍA, Pilar. Tejiendo archivos: lo que la WWW puede hacer por
un archivo. Biblios. 2001, n. 10 [en línea].
Disponible en <http://www.bibliosperu.com/sitio.shtml?apc=Aae1-&x=188>. [Consultado:
06.08.2007]
13 CERDÁ DÍAZ, Julio. Archivos e Historia local. En: MiradasalaHistoria:reflexioneshistoriográficas

enrecuerdodeMiguelRodríguezLlopis. NICOLÁS, Encarna y GÓMEZ, José Antonio (coords.).


Murcia: Universidad de Murcia, 2004, p. 203-218.
14 CERDÁ DÍAZ, Julio. Archivos y educación en la era digital. Nuevas vías de acceso y difusión para

los servicios de archivo. En: VIIJornadasArchivísticas. Huelva: Diputación Provincial de Huel-


va, Archivo, 2004, p. 48-75, ISBN: 84-8163-343-7
15 TRIBÓ TRAVERIA, Gemma. Enseñarapensarhistóricamente.Losarchivosylasfuentesdocumentales

enlaenseñanzadelahistoria. Barcelona: I.C.E., Universitat de Barcelona, 2005, 222 p.


- 31 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

autora otorga a la investigación un papel clave en la interacción profesor, histo-


ria y alumnos, y para ella, enseñar a pensar históricamente no es sólo una es-
trategia innovadora, sino que es un reto que ha de asumir el sistema educativo,
y asegura que es necesario que “el docente de historia sepa investigar, enseñe
investigando y enseñe a investigar”. Añade que “la investigación escolar en
historia y en ciencias sociales puede facilitar la adquisición de habilidades so-
ciales y cognitivas, y ayudar a reconstruir la memoria rota de la propia comuni-
dad, al mismo tiempo que educa en valores cívicos y fomenta la aparición del
pensamiento crítico”. La autora defiende el perfil de profesor-investigador, ya
que éste será capaz de ofrecer a los ciudadanos los instrumentos necesarios para
que de forma autónoma sean capaces de transformar la información en conoci-
miento.
Lorente y Frías16 enumeran las dificultades a las que se enfrentan los usua-
rios de los servicios virtuales de las bibliotecas públicas: a) falta de integración
de los recursos: se encuentran dispersos, b) invisibilidad: el usuario no conoce
todos los productos que le ofrece la biblioteca, c) desinformación/desorientación
del usuario: no conoce qué recursos son los más adecuados y d) servicios y pro-
ductos no sensibles al usuario: la mayoría de las webs de bibliotecas no tienen
en cuenta si el usuario se ha validado, o si se trata de un usuario desconocido.
Por otro lado, disponer en el aula de acceso directo a las fuentes primarias
digitalizadas permite organizar experiencias interesantes, “así lo han entendido
las autoridades británicas y norteamericanas, ya que disponen en los portales
de acceso a sus archivos nacionales de un completo programa de apoyo a la
docencia en historia en los niveles de enseñanza obligatoria, incluyendo tras-
cripciones e imágenes de los documentos originales”17.
López y López-Gay18 proporcionan una serie de parámetros para evaluar
la usabilidad del sitio web, entendiendo ésta como la facilidad de interacción
entre el usuario y la aplicación informática. Algunos de estos parámetros son:
soporte del navegador, tiempo de conexión, carga de página, proyecto de la
página, armonía visual, elección del idioma, motores de búsqueda, etc. Bonal y

16 LORENTE, Magdalena y FRÍAS, Amparo. Biblioteca virtual centrada en el usuario: nuevas solu-
ciones para viejos problemas. En: ActasdelIICongresoNacionaldeBibliotecasPúblicasEspañolas
[en línea]. Salamanca: 17-19 noviembre 2004.
Disponible en <http://travesia.mcu.es/documentos/congreso_2bp/3a_sesion/ comunicación07.pdf>.
[Consulta: 01.07.2007].
17 FERNÁNDEZ IZQUIERDO, Francisco. Investigar, escribir, y enseñar historia en la era de Internet:

presentación. Hispania:RevistaEspañoladeHistoria. 2006, vol. 66, nº 222, p. 11-30.


18 LÓPEZ MUÑOZ, Manuel y LÓPEZ-GAY LUCIO-VILLEGAS, José Ignacio. Estado actual y pers-

pectivas de las bibliotecas digitales latinas. Revistadeestudioslatinos:ReLat. 2005, n. 5, p. 329-


352.
- 32 -
AMALIA MÁS – CELIA CHAÍN

Ortego19 reflexionan sobre los contenidos que pueden ofrecer los archivos en
línea, y Moro20 proporciona una serie de consejos a tener en cuenta en el mo-
mento en que se decide incorporar el archivo a la Web. En este mismo sentido,
Angulo21, en un artículo bastante más reciente, analiza la utilidad y futuro de
los contenidos localizables en la Web sobre los archivos, centrándose especial-
mente en los estatales y nacionales y Cerdá22 afirma que lo que se le va a de-
mandar al archivo independientemente del tipo de éste, la clase de fondos y el
tipo de usuarios, va a ser contenidos útiles, facilidad de uso y acceso rápido.
Con respecto a la situación bibliotecaria de Latinoamérica, Rodríguez23 ex-
plica que no hay un único modelo de biblioteca pública en Latinoamérica, y que
“los graves problemas de financiación estatal de la biblioteca pública son de
carácter político y tienen que ver con la negligencia de los gobernantes y la falta
de actitud política de los gestores de éstas. Y ello se refleja en la escasez de co-
lecciones y recursos materiales en general, así como en la ausencia de bibliote-
carios profesionales que generalmente prefieren ubicarse en otro tipo de bi-
bliotecas, con una mejor remuneración y mayor estatus, constituyéndose con
ello un círculo vicioso que condena a la biblioteca pública al atraso”. Las bi-
bliotecas nacionales son un caso muy especial de biblioteca pública, de hecho
son las rectoras del resto del sistema bibliotecario nacional, y aunque la autora
se refiere a la totalidad de ellas, sus juicios sobre el tema dan de lleno en los
problemas crónicos que padecen tanto las Nacionales como el resto de las bi-
bliotecas públicas. Comenta la autora que ante esta situación, han aparecido las
bibliotecas populares, bibliotecas de organizaciones no gubernamentales, con
problemas de dotación, espacios y personal pero vinculadas a proyectos de
construcción de ciudadanía. Otro problema que detecta Rodríguez es la escola-
rización de la biblioteca pública, y en este sentido estima que el 80% de los

19 BONAL ZAZO, José Luis y ORTEGO DE LORENZO-CÁCERES, María Pilar. Archivos en línea:
formatos de difusión archivística en Internet. En: VIJornadasEspañolasdeDocumentación. Va-
lencia: FESABID, 1998, p. 169-182, ISBN: 84-331-4609-X.
20 MORO CABERO, Manuela. Internet: los recursos informativos para el profesional de archivos:

conectarse a la red, estar conectados. BoletínACAL. 1999, n. 31, p. 12-23.


21 ANGULO MORALES, Alberto. Algunas reflexiones sobre los recursos de archivos históricos en

Internet y la enseñanza de la historia. Hispania:RevistaEspañoladeHistoria. 2006, vol. LXVI, n.


222, p. 31-58.
22 CERDÁ DÍAZ, Julio. Pensando en los ciudadanos inventamos el futuro. Archivos para el siglo

XXI. En: Actas del Congreso de Archivos de Canarias. El Archivo, ¿un servicio público? La Oliva
(Fuerteventura): 19-21 de octubre de 2006, p. 69-115.
23 RODRÍGUEZ, Gloria Mª. Las bibliotecas públicas ¿un servicio necesario? Una visión desde Amé-

rica Latina. En: ActasdelICongresoNacionaldeBibliotecasPúblicasEspañolas [en línea]. Valen-


cia: 29-31 de octubre 2002.
Disponible en <http://travesia.mcu.es/documentos/actas/pon_344bis.pdf>. [Consulta: 20.06.2007].
- 33 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

usuarios de la biblioteca pública son escolares que construyen las nociones de


lectura, escritura y estudio como prácticas pertenecientes a la escuela”. Por su
parte, Patalano24 afirma que existe una preocupación por parte de los responsa-
bles de los servicios de información y bibliotecas sobre la inserción de las bi-
bliotecas de América Latina en la Sociedad de la Información, pero las bibliote-
cas no representan en estos países, salvo algunas excepciones, un papel de rele-
vancia. Esta misma autora, en otra de sus obras25, analiza los sitios webs de las
bibliotecas universitarias argentinas, y elabora 4 criterios de análisis que res-
ponden a los aspectos relevantes que presentan los sitios webs académicos y 45
indicadores. Estos criterios se pueden dividir en las siguientes categorías: pre-
sentación de la información, productos y servicios, información sobre la biblio-
teca y conectividad e interacción con el usuario.
Así pues, tanto las bibliotecas como los archivos nacionales pueden y de-
ben ser productores de recursos digitales. Las bibliotecas no sólo tienen que
ofrecer, mediante catálogos, la información que reúnen, sino que deben “crear y
desarrollar herramientas mas potentes que permitan ofrecer toda la informa-
ción, aunque ésta no se encuentre, en forma catalográfica legible por el ordena-
dor”26.
Para estos fondos antiguos y actuales de incalculable valor, que represen-
tan los testimonios de la identidad histórica y cultural de un país, Internet ofre-
ce la posibilidad de hacerlos accesibles, es decir, permite difundir la cultura
hispanoamericana de forma rápida y a un mayor número de usuarios, por lo
que es una oportunidad que se debería aprovechar. La mejor forma de hacerlo
es a través de sus páginas webs. Pero no sólo se debe crear una web en la que se
ofrezca información de carácter general acerca del Archivo o la Biblioteca Na-
cional, se debe ir más allá y crear un espacio en el que además de estos datos
generales se ofrezcan contenidos digitales y fondos digitalizados, pues entre
otras ventajas, aparte de la difusión, con ellos se contribuye a la conservación de
los fondos27. En este sentido, Fuentes28 afirma que “desde este enfoque de difu-

24 PATALANO, Mercedes. Las bibliotecas de América Latina en la Sociedad de la Información.


Investigaciónbibliotecológica. 2004, vol. 18, n. 36, p. 138-169.
25 PATALANO, Mercedes. Análisis de los sitios web de las bibliotecas universitarias argentinas. El

profesionaldelainformación. 2002, vol. 11, n.2, p. 102-111.


26 AGENJO BULLÓN, Xavier. Recursos digitales: un nuevo reto para las bibliotecas nacionales [en

línea]. En: JornadassobreBibliotecasnacionales. Valencia: 18-21 de mayo de 2005. Disponible en:


<http://bv.gva.es/documentos/Ponencias/Agenjo.pdf> [Consulta: 15.09.2007].
27 ÁLVAREZ-COCA GONZÁLEZ, María Jesús. El archivo y las nuevas tecnologías. En: RIBOT

GARCÍA, Luis A. (coord.). Ellibro,lasbibliotecasylosarchivosenEspañaacomienzosdelTercer


Milenio. Madrid: Sociedad Estatal España Nuevo Milenio, 2002, p. 387-400.
28 FUENTES ROMERO, Juan José (2001).La memoria de lo escrito... p. 118.

- 34 -
AMALIA MÁS – CELIA CHAÍN

sión, la digitalización es una de las mejores herramientas con que se cuenta para
conseguir que una Biblioteca Nacional sea eficaz y eficiente en la defensa y pro-
pagación de las señas de identidad de un país, de una cultura” y Agenjo29 ani-
ma tanto a las bibliotecas nacionales como al resto de instituciones guardianas
de la memoria y del patrimonio nacional a que creen contenidos digitales y los
difundan en la web; de esta forma se haría accesible internacionalmente el pa-
trimonio cultural y aumentaría en la Red los contenidos en idioma español.

3.METODOLOGÍA
El presente trabajo supone una continuación y complemento de estudios
anteriores realizados por las mismas autoras. En uno de ellos30, analizamos los
sitios webs de las bibliotecas nacionales hispanoamericanas, cuya recogida de
información se realizó en los meses de junio a septiembre del año 2006. En el
otro31, evaluamos las sedes web de los archivos nacionales, también de Hispa-
noamérica, cuya extracción de datos se produjo entre los meses de marzo y abril
del 2007. Posteriormente, consideramos interesante comparar los sitios webs de
ambas instituciones (archivos y bibliotecas nacionales), de manera que nos
permitiera tener una idea, tanto individualmente como colectiva, de esos espa-
cios, lo que nos impulsó a preparar esta obra.
Se han localizados y analizado los sitios webs utilizando los cuestionarios
usados en los estudios mencionados recientemente, formados por 95 y 108 items
según se refiera a los archivos o a las bibliotecas nacionales respectivamente. En
ambos casos, los items se encuentran clasificados en 11 apartados o secciones:
información básica (elementos informativos básicos, y que suelen incluirse en la
página principal del sitio web), institución (información sobre la propia institu-
ción), servicios que ofrece, fondos (descripción de los fondos que albergan, fon-
dos en línea, trascripciones, etc.), catálogos (verificamos si se trata de catálogo
simple o de fondos en línea, y si poseen unas características básicas), publica-
ciones, buscadores (interno y externo), metadatos, enlaces (externos), navega-
ción y otros.
Finalmente, se comparan las webs de los archivos con las de las bibliotecas

29 AGENJO BULLÓN, Xavier. Recursos digitales: un nuevo reto...


30 CHAIN NAVARRO, Celia y MAS BLEDA, Amalia. Las Bibliotecas nacionales de Hispanoamérica en
Internet:servicios,recursos,facilidaddeaccesoyrecuperacióndelainformaciónofrecida. Libro-Homenaje
a la profesora Isabel de Torres. Granada, 2007 (en prensa).
31 MÁS BLEDA, Amalia, SÁNCHEZ BAENA, Juan José y CHAIN NAVARRO, Celia (2007). Los archi-

vos nacionales de la América Hispana y su inmersión en Internet. Presencia, contenidos y dispo-


nibilidad informativa. RevistaNuevosMundos. 2007, n. 7.
Disponible en <http://nuevomundo.revues.org/document9633.html>. [Consulta: 23.10.2007].
- 35 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

para determinar las principales diferencias.

4.RESULTADOS
De los 19 países hispanoamericanos, 14 (73,68%) proporcionan información
en la Red de su Archivo Nacional (en adelante también AN), y 17 (89,5%) de su
Biblioteca Nacional (en adelante también BN). En las figuras 1 y 2 se indica a
qué país pertenecen. Los archivos nacionales de Honduras, Panamá y Paraguay
no tienen presencia en Internet, el sitio web del Archivo de la República Domi-
nicana se encuentra en construcción y el de Venezuela fuera de servicio. Res-
pecto a las bibliotecas nacionales, las de Honduras y Paraguay son las únicas
que no están disponibles en la Web.
Las figuras 1 y 2 también muestran el porcentaje de items que contienen los
sistemas webs. Estos porcentajes se han calculado según un número predeter-
minado de items, que en el caso de los archivos son 95 y de las bibliotecas 108.
Los archivos nacionales en línea más completos son los de Chile, México y Co-
lombia y las bibliotecas mejores las de Argentina, Panamá, Cuba, Chile y Perú.
Los websites más incompletos pertenecen, en ambas instituciones, a Ecuador, El
Salvador, Guatemala y Nicaragua. Se puede afirmar que las bibliotecas nacio-
nales hispanoamericanas proporcionan más información, y que Chile es el país
que tiene tanto su Biblioteca como Archivo Nacional en línea entre los cinco
más completos.

70%
61%
60% 54% 53%
49%
50% 48%
44%
40%
40% 37% 36% 34% 33%
30% 27%
24%
20% 11%
10%
0%
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Figura1: Porcentaje de ítems, de los 95 pre-establecidos,


del sistema web de cada Archivo Nacional.

- 36 -
AMALIA MÁS – CELIA CHAÍN

70% 65% 61%


60% 57% 56% 56%
53% 49% 49%
50% 44% 43%
39% 39%
40% 33% 30%
30% 24%
19% 19%
20%
10%
0%

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Figura2: Porcentaje de ítems, de los 108 pre-establecidos,
del sistema web de cada Biblioteca Nacional.

A continuación se proporciona información detallada de los resultados obte-


nidos, clasificados por apartados:

- Apartado 1: Información básica. Tanto bibliotecas como archivos tienen


un porcentaje similar en cuanto a dominios propios32: 9 de los 14 archivos
(64%) y 11 de las 17 bibliotecas (65%) nacionales en línea lo poseen. Ape-
nas se perciben diferencias entre los archivos y bibliotecas en cuanto a la
información de contacto que proporcionan. Se informa de la dirección fí-
sica, teléfono y fax, aunque es algo mayor el número de bibliotecas (82%)
que de archivos (71%) que incluyen un correo electrónico en el que poder
contactar. Es poco frecuente indicar la última fecha de modificación, ya
que lo encontramos sólo en el 36% de los archivos y en el 29% de las bi-
bliotecas. Un mapa web proporciona un esquema de los contenidos del
portal, por lo que facilita en gran medida la navegación y la consulta de in-
formación al usuario. Sin embargo, sólo 7 archivos (50%) y 7 bibliotecas
(41%) lo incluyen. Ninguna web permite consultar el sitio en otro idioma
diferente al español. Esta carencia puede repercutir en el número de usua-
rios potenciales que pueden navegar por el sitio y consultar información.
- Apartado2:Institución.En general, las bibliotecas nacionales aportan más
información acerca de la propia institución que los archivos. Es mayor el

32Dominio propio es la parte de la dirección principal de la página web que es propiedad de la


institución responsable de la web. Por ejemplo, el Archivo Nacional de Cuba tiene su dominio
propio “arnac”, que se puede apreciar en la dirección de éste (http://www.arnac.cu). Cuando
la web depende de otra institución, ya sea una empresa y otra entidad pública, se denomina
dominio ajeno, como por ejemplo Costa Rica, cuya web depende de la principal del Ministerio
de Cultura, Juventud y Deportes (mcjdcr)
(http://www.mcjdcr.go.cr/patrimonio/archivo_nacional.html).
- 37 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

porcentaje de aquellas que incluyen alguna fotografía de la fachada de la


institución y de sus salas, así como la descripción de éstas. También es más
alto el porcentaje de bibliotecas que proporcionan reseña histórica, objeti-
vos, misión, organigrama y normas de acceso y consulta. La diferencia
más notable la encontramos en el elemento “directores”, ya que 12 biblio-
tecas nacionales (71%) especifican quiénes han sido sus directores desde su
creación hasta la actualidad, y sólo un Archivo (7%) los menciona. Sin em-
bargo, esta situación difiere con algunos elementos informativos; así, el
93% de los archivos presentan la institución en el sitio web, mientras que
sólo lo hacen el 76% de las bibliotecas. También es algo mayor el porcen-
taje de archivos que informan de presupuestos y de proyectos u organis-
mos en los que participa. Por otra parte, es poco común informar a los
usuarios sobre cómo llegar físicamente a la institución; de hecho esta in-
formación sólo la encontramos en 3 archivos (21%) y 3 bibliotecas (18%).
- Apartado 3: Servicios. En cuanto a los servicios, aunque los valores no
presentan grandes diferencias, en general los archivos son algo más com-
pletos que las bibliotecas. Algunas de las diferencias más notables se refie-
ren a lo siguientes apartados: informan de los servicios que ofrecen 13 ar-
chivos (93%) y 14 (82%) bibliotecas; incluyen un apartado con preguntas
frecuentes 6 As (43%) y 5 bibliotecas (29%), y encontramos información
sobre cursos en las webs de 7 archivos (50%) y 5 bibliotecas (29%). Sin em-
bargo, 3 bibliotecas (18%) proporcionan un apartado con efemérides (aun-
que el enlace a uno de ellos no funciona), pero no las encontramos en nin-
gún archivo, y 12 (65%) incluyen un apartado con noticias o novedades
(aunque en 4 de ellas la información no es completa o se encuentra obso-
leta), mientras que sólo lo ofrecen 7 archivos (50%). Es muy similar el por-
centaje de archivos y bibliotecas nacionales que incluyen un formulario de
quejas y/o sugerencias y que ofrecen información sobre el horario de aper-
tura, tarifas, visitas guiadas y agenda cultural. Por otra parte, las únicas
webs que permiten aumentar y disminuir el tamaño de las letras (para fa-
cilitar la lectura a quienes tengan dificultades de visión) en el portal web
son las del Archivo y la Biblioteca Nacional de Chile; sólo ofrecen exposi-
ciones virtuales los archivos de Costa Rica y México (la del primero son
más completas) y las bibliotecas de Chile y Puerto Rico; los que ofertan
una visita virtual son los archivos de Argentina y Costa Rica así como las
bibliotecas de Cuba, Perú y la República Dominicana (la de este último se
encuentra en construcción), y permiten realizar trámites en línea (solicitar
el carné de usuarios o de visitas guiadas) sólo los archivos de Chile y Co-
lombia y las bibliotecas de Colombia, Panamá y Perú.
- 38 -
AMALIA MÁS – CELIA CHAÍN

- Apartado4:Fondos.Con respecto a los fondos, no se pueden realizar mu-


chas comparaciones entre archivos y bibliotecas nacionales de América La-
tina, ya que los elementos analizados difieren dependiendo de la insti-
tución a la que nos refiramos. Cuadro de clasificación e inventario son dos
elementos informativos que se analizan en los sitios webs de los archivos
pero no de las bibliotecas. De igual forma, a la hora de estudiar el sitio web
de éstas tenemos en cuenta elementos que no se han evaluado en los ar-
chivos: descripción de manuscritos, libros raros, antiguos e incunables, po-
sibilidad de consultar estos últimos en línea e inclusión o no de audios y
vídeos. Aún así, sólo vamos a comparar los elementos comunes: tanto los
archivos (71%) como las bibliotecas (82%) contienen una presentación del
acervo documental que custodian; es más común en las bibliotecas (47%)
que en los archivos (21%) describir los fondos especiales que albergan, sin
embargo, es mayor el número de archivos (79%) que de bibliotecas (47%)
que proporcionan en sus páginas web fondos en línea (entendidos éstos
como los documentos, ya sean cartas, legislación, mapas, etc., a texto com-
pleto, imágenes digitalizadas de parte de documentos y fotografías). En-
contramos trascripciones en los archivos de Argentina, Ecuador y México
y en las bibliotecas de Argentina y México.
- Apartado5:Catálogos. De los 14 archivos nacionales con presencia en In-
ternet, sólo 5 (36%) poseen catálogo: los de Argentina, Chile, Colombia,
Cuba y México. De las 17 bibliotecas nacionales, 12 (71%) lo tienen: Ar-
gentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá,
Perú, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay. De los cinco catálo-
gos proporcionados por los archivos nacionales, dos (el chileno y mexi-
cano) son simples (permiten realizar la consulta ofrece una ficha de los re-
gistros recuperados, sin posibilidad de acceder al texto completo del do-
cumento) y los otros tres (argentino, colombiano y cubano) de fondosenlí
nea (además de ver la ficha informativa de los registros recuperados, per-
mite acceder en línea al documento). Los catálogos más completos son los
pertenecientes a los archivos de Chile y de México. Los archivos de Ar-
gentina, Colombia y Cuba poseen un catálogo específico, ya que tratan ex-
clusivamente sobre la esclavitud, aunque el cubano no funcionaba las úl-
timas veces que se intentó acceder a él. De los doce proporcionados por las
bibliotecas nacionales, dos (el argentino y el chileno) son catálogos de fon-
dos en línea y el resto simples. El de la BN de Bolivia presenta grandes di-

- 39 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

ficultades para su consulta33. Los catálogos incluidos en las webs de las bi-
bliotecas de Argentina y Chile son los más completos. El de la BN de Uru-
guay se refiere sólo a manuscritos históricos y la BN de Costa Rica tiene
varias bases de datos, pero ninguna se refiere a todos los fondos de la bi-
blioteca. Por otra parte, la BN de la República Dominicana tiene varios ca-
tálogos, cada uno referido a un fondo, aunque en el periodo en que hemos
realizado la revisión (marzo-abril 2007) no funcionan.
- Apartado6:Publicaciones.Apenas existen diferencias entre los archivos y
bibliotecas en cuanto a publicaciones se refiere. En ambos casos lo más
habitual es encontrarse información sobre publicaciones impresas de la
propia institución. En los archivos, lo más frecuente es encontrar como
publicación la revista del archivo. Todas las webs descritas tienen un apar-
tado denominado “Publicaciones”, excepto las de Cuba y Puerto Rico, que
se denomina “Boletín”. Los únicos archivos que proporcionan alguna pu-
blicación de forma electrónica son el de Puerto Rico y el de El Salvador. En
el caso de las bibliotecas, en casi todas las webs las publicaciones se en-
cuentran en un apartado con el mismo nombre. Sólo proporcionan publi-
caciones electrónicas las bibliotecas nacionales de Argentina, Chile y Cuba.
- Apartado7:Buscadores.Los buscadores internos se incluyen en los sitios
webs de 8 bibliotecas (47%) y de 5 archivos (36%). Peor es el caso de los
buscadores externos, ya que sólo es utilizado en la página web del AN de
Uruguay y en las páginas web del AN y BN de Puerto Rico (aunque en
ambos casos no se refiere expresamente a la institución, sino al sitio en el
que se incluyen: el Instituto de Cultura Puertorriqueña). De todas formas,
es mucho más útil la inclusión del buscador interno, que permite encontrar
cualquier información concreta a través de una ventana de búsqueda en
vez de estar entrando en cada página para localizarla, ya que en el caso de
que el usuario desee realizar consultas externas, puede hacer uso de su
buscador externo preferido.
- Apartado8:Metadatos.La utilización de los metadatos34, tanto por parte

33 Hemos realizado múltiples consultas en este catálogo, y en todas nos aparecía un texto indicando
que no existen datos con los argumentos especificados, y cuando la búsqueda se hace en el
campo “materia” también aparece un texto de código informando que existe un error. Por es-
te motivo no podemos saber si el catálogo es simple o de fondos en línea.
34 Los metadatos son etiquetas que llevan las páginas webs que sirven para describir su contenido.

No son visibles sino que se visualiza el código fuente de la web, y son usadas por muchos
buscadores para indizar los contenidos de la web, y posteriormente facilitar al usuario las
búsquedas. A pesar de todos los avances tecnológicos, quienes mejor clasifican e indizan los
contenidos de una web siguen siendo sus creadores, no los robots de búsqueda ni ningún
programa hecho a medida. Ello significa que si en el código fuente se facilitan los términos de
- 40 -
AMALIA MÁS – CELIA CHAÍN

de los archivos como de las bibliotecas es escasa, y en muchos casos en los


que se utilizan no están completas o son erróneas. Esta misma conclusión
la obtuvo Chaín35 hace ya más de dos años. Sorprendentemente, ninguno
de los archivos nacionales de América Latina proporciona en sus websites,
a excepción del de Puerto Rico, la etiqueta “título”36.
Respecto a la etiqueta “descripción”, sólo 4 archivos (29%) la contienen,
y todas están incompletas, pues no describen el sitio web, sino que vuel-
ven a incluir una información muy similar a la proporcionada en el título.
Es el caso de los archivos de Bolivia, Cuba y Guatemala y Puerto Rico (este
último se refiere al Instituto de Cultura Puertorriqueña). Esta meta eti-
queta se incluyen en la web de 7 bibliotecas nacionales (41%), aunque sólo
la proporcionada en el sitio web de Panamá está completa (las de Ecuador
y Puerto Rico se refieren a la web en la que están incluidas y no específi-
camente a la Biblioteca).
Por otra parte, 5 archivos (36%) tienen la etiqueta “palabras clave”,
aunque sólo dos las usan correctamente: las de Cuba y Nicaragua. De las 6
bibliotecas (35%) que la incluyen, sólo dos la usan bien: las de Panamá y
Perú. En algunos portales, las palabras clave no son ni siquiera represen-
tativas del contenido del sitio37.

búsqueda, los motores recogerán mucho mejor, con más precisión y acierto los contenidos de
cualquier página web. Y todo ello contribuirá a que cuando se busque cualquier web, ésta
aparezca antes si contiene de forma precisa y clara los términos que mejor la describen.
35 CHAIN NAVARRO, Celia y SANCHEZ BAENA, Juan José. Hacia la web semántica como red de

identidades en América Latina. En Abarrotes.Construcciónhistóricadeidentidades. Sevilla: Universi-


dad Pablo de Olavide, 2006, p. 433-468.
36 Todos han incluido una etiqueta <title>, pero ésta no es una meta etiqueta, es simple código

HTML. Además, aunque sólo incluyen <title> (que insistimos no es un metadato), seis (46%)
ni siquiera están completas, ya que informan que se trata del sitio web del Archivo Nacional,
pero no indican el lugar (país). Es el caso de los archivos de Argentina, Costa Rica, Ecuador,
El Salvador, México y Uruguay. Con las Bibliotecas nacionales ocurre algo similar. Sólo en 4
sedes web (24%) se proporciona la meta etiqueta “título” (Bibliotecas de Costa Rica, Ecuador,
Nicaragua y Puerto Rico), y de éstas dos (las de Costa Rica y Nicaragua) no están completas, y
las otras dos se refieren a la instituciones a las que pertenecen (Casa de Cultura Ecuatoriana e
Instituto de Cultura Puertorriqueña). Respecto a las trece Bibliotecas que sólo proporcionan la
etiqueta <title>, seis además están incompletas.
37 Por ejemplo, no representan en ningún caso los contenidos de un Archivo o Biblioteca Nacional

estas etiquetas:
ANyBNdeBolivia: <META NAME="KEYWORDS" CONTENT="News, news, New, new, Techno-
logy, technology, Headlines, headlines, Nuke, nuke, PHP-Nuke, phpnuke, php-nuke, Geek,
geek, Geeks, geeks, Hacker, hacker, Hackers, hackers, Linux, linux, Windows, windows,
Software, software, Download… ">
- 41 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

- Apartado9:Enlaces.Las bibliotecas son más completas en cuanto a víncu-


los proporcionados. El 41% de ellas enlazan a otras bibliotecas nacionales,
mientras que el 21% de los archivos tienen vínculos hacia otros archivos
nacionales; el mismo 41% de las bibliotecas hacia otras del país, pero sólo
el 29% de los archivos enlazan a otros archivos del país. Además, presen-
tan enlaces a otros portales el 76% de las bibliotecas y el 57% de los archi-
vos. Aproximadamente la mitad de los sitios webs incluyen vínculos con
otras instituciones documentales. Los enlaces son actualmente uno de los
indicadores de calidad de las webs. Como las citas o referencias en papel,
una web es mejor, tiene más impacto cuantos más vínculos reciba de otras
webs. Paralelamente la función de informar de cualquier sitio web se ve
mejorada si ofrece a sus visitantes enlaces seleccionados, referidos a temas
concretos que puedan ser del interés del usuario para especificar o ampliar
en cualquier campo específico del conocimiento relacionado con los de la
propia web.
- Apartado10:Navegación.Son 10 (71%) los archivos y 15 (88%) las biblio-
tecas nacionales que permiten en sus sitios webs volver a la página princi-
pal o de inicio desde cualquier punto del sitio, aunque el nombre del botón
difiere (Inicio, Home, Portada, etc). Ésta es una función muy fácil de incluir
en cualquier web, pero que facilita mucho la navegación, permitiendo al
usuario volver cuando quiera a la página de inicio. En general las sedes
web son fáciles de utilizar y legibles, y un alto porcentaje (71% de los ar-
chivos y 76% de las bibliotecas) permiten navegar por las páginas de forma
rápida. Sin embargo, hemos observado que 4 archivos (29%) y 6 bibliotecas
(35%) tienen algún enlace ciego o que no funciona.
- Apartado 11: Otros. En esta sección hemos valorado si el portal tiene un
buen diseño web. Se trata de un elemento subjetivo, pues nos basamos en
nuestra opinión como usuarias. Hemos tenido en cuenta la estructura de la
información y la combinación de fondo y colores. Teniendo en cuenta es-
tos criterios, consideramos que los websites de los archivos nacionales de
Cuba y Chile y de las bibliotecas nacionales de Argentina, Cuba y Chile
son las que presentan un mejor diseño web.

ANdeEcuador: <meta name="keywords" content="estilismo, cabello, look, belleza, peluca, postizos,


pr&oacute;tesis, permanente, tinte, rubia, morena, joven, elegancia, moda, colombia, ecuador,
depilaci&oacute;n, peluquer&iacute;a, jorge, russinsky">
- 42 -
AMALIA MÁS – CELIA CHAÍN

5.CONCLUSIONES
En general, las bibliotecas nacionales hispanoamericanas proporcionan
más información, y Chile es el país que tiene tanto su Biblioteca como Archivo
Nacional entre los cinco más completos. Las bibliotecas aportan más informa-
ción acerca de la propia institución, aunque apenas se perciben diferencias con
los archivos en cuanto a la información de contacto que proporcionan, y es po-
co común facilitar a los usuarios información de cómo llegar. La mayoría de los
archivos y las bibliotecas describen el acervo documental que custodian, aun-
que es más común en las bibliotecas describir los fondos especiales que al-
bergan. No obstante, es mayor el número de archivos que proporcionan en sus
portales fondos en línea.
En cuanto a los servicios, aunque los valores son muy similares, en general
los archivos nacionales son algo más completos. Es bastante mas frecuente en-
contrar un catálogo en el sitio web de una Biblioteca Nacional hispanoameri-
cana que en la de un archivo. Se incluyen en las bibliotecas de Argentina, Boli-
via, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú, Puerto Rico,
República Dominicana y Uruguay y en los archivos de Argentina, Chile, Co-
lombia, Cuba y México. Por otra parte, es evidente que existe un desconoci-
miento general de la importancia de los metadatos. En general, los sitioswebs de
las bibliotecas son bastantes más completas en cuanto a enlaces externos pro-
porcionados, aunque es poco habitual la inclusión de publicaciones y buscado-
res. Todos los portales permiten una adecuada navegación.

6.EPÍLOGO
A grandes rasgos las bibliotecas nacionales almacenan la identidad cultu-
ral, mientras que los archivos nacionales custodian las fuentes de la identidad
histórica. Ambas unidas contribuyen a formar la representación de la identidad
nacional de un país, y son fuentes indudables para fomentar el conocimiento de
su pasado y su presente. Internet se puede convertir en un potente aliado que
contribuya a mejorar la educación en zonas donde no es tan fácil acceder a to-
dos los recursos de los que dispone la capital de una nación, a que se conozca el
pasado cercano y remoto de los pueblos, a acercar las fuentes a los investigado-
res, y en resumen, a mantener y potenciar una riqueza cultural poco conocida y
explotada, tanto por sus legítimos dueños, los habitantes de una nación, como
por el resto de la Humanidad.
Una vez repasadas las características técnicas de estas webs, queda abordar
si realmente existe una política común centrada en presentar estas instituciones
como verdaderos espacios culturales, o sólo como simples escaparates de su
riqueza material incuestionable. Incluso en entenderlos como elementos de
- 43 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

difusión de la identidad e idiosincrasia propia y rica de ese espacio geográfico


denominado Hispanoamérica. Es indudable que la propia inercia de los siste-
mas webs terminará llevándolos a ello, a convertirlos en depósitos virtuales de
la impresionante y variada memoria histórica de cualquier realidad nacional.
Sin embargo, en la actualidad no hay evidencias de políticas nacionales conso-
lidadas a este respecto, tal y como puede desprenderse del análisis realizado, y
lo que hoy es una posibilidad clara: la difusión global de sus fondos gracias a
Internet, se presenta más como una promesa que como una auténtica realidad.
La herramienta de difusión existe (a veces es omnipresente) y los documentos
abundan, falta disponer los recursos que lo hagan viable y acordar políticas
conjuntas que lo hagan virtualmente real.

AMALIAMÁSBLEDAYCELIACHAÍNNAVARRO38
Universidad de Murcia

38 Este trabajo es uno de los resultados del proyecto de investigación subvencionado por la Secreta-
ría General de Política Científica y Tecnológica del Ministerio de Educación y Ciencia, I+D
HUM-2007-61093/HIST.

- 44 -
EXILIO,MEMORIAYESCRITURA
ENLANARRATIVADEREINAROFFÉ


…intentabavalermedeagudosartificiosparadar,mediantelagran
metáfora,lososcurospadecimientosdemiépoca.Cadapalabratenía
paramidiversossignificados–nihablemosdelsignificante;elpro
blemasurgiócuadomedicuentadequeparaellector,aúnparael
másesclarecidooelmáspiadoso,mispalabrasnoremontabanvuelo,
quedabanenjauladasensulinealitad.
Reina Roffé, Larompiente

Reina Roffé, narradora, docente, ensayista, periodista, transitó, como otros
tantos intelectuales y escritores argentinos, los caminos del exilio durante el
periodo más cruento de la historia del país con la instauración de la dictadura
militar en 1976. El secuestro y prohibición de su novela ElmontedeVenus, edi-
tada en ese mismo año, considerada por los militares como una novela contraria
a los valores morales de la sociedad argentina, la llevaron en un primer mo-
mento a Estados Unidos y luego, de regreso a Argentina. Más tarde, en 1988 se
radicó en Madrid, lugar en el que reside en la actualidad.
La experiencia del exilio en una joven narradora que estaba en los comien-
zos de su labor creativa, trajo aparejado el sentimiento de desarraigo, de pér-
dida de los referentes habituales, del contacto con la lengua habitual y la inmer-
sión en otra lengua extraña, en un espacio ajeno y desconocido, como ella
misma afirma:

“Creo que para un escritor, por sobre todas las cosas, su verdadero lugar es aquel desde
donde escribe, un lugar interno que va con él a todas partes y que está constituido por la
memoria, una memoria enraizada en su infancia, en el sitio que lo formó y le dio sus
primeras determinantes experiencias de la vida; ese sitio también lo constituye la len-
gua, la lengua materna que caracteriza las inflexiones de su voz para decir, para con-
tar…1”

En general, la escritura concebida en el exilio, reúne ciertas particularida-


des en común relacionadas con esa distancia impuesta y la pérdida del ritmo de
vida en el mundo habitual. En el caso de la literatura femenina en aquellos
años, “en general exiliada del canon, confinada a la periferia del aparato de

1 Reina Roffé, entrevista por María Esther Vázquez, “La Nación”, Buenos Aires, Sección Cultura,
1996
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

circulación, difusión y consumo2”, el desarraigo, la pérdida de contacto con lo


cotidiano, con una forma de vida, con un lenguaje propio, abrió el camino a la
memoria, refugio de recuerdos, de vivencias que se magnifican a la distancia.
Esto marcó una ficción de tono aparentemente autobiográfico, intimista que
intensifica el desarraigo de la mujer y la lleva a la reconstrucción de su expe-
riencia como forma de asumir el desgarro existencial y el del destierro.
Reina Roffé, más allá de la situación del exilio, ha elaborado en sus textos
ficcionales una compleja red de personajes femeninos que se lanzan en una
búsqueda, a veces infructuosa, de una voz propia, de un lugar en el mundo, a
través de la inmersión en la memoria, en la subjetividad y en las intrincadas
redes del lenguaje. El pasado, los recuerdos, la memoria y la palabra son los
instrumentos para evocar y hacer aflorar un yo íntimo, que se esclarece por
momentos mediante la recuperación de hechos clave en su vida, de temores
acunados desde tiempos remotos, el terror de diferentes signos, la dura expe-
riencia del exilio.
En Larompiente(1987), primera novela publicada después de diez años de
silencio, Reina Roffé reinició una nueva etapa de audaces experimentos narrati-
vos, tanto en la temática como en la deliberada y compleja trama discursiva. El
tema central de Larompiente y de Elcielodividido (1996), está estrechamente li-
gado con la experiencia de la salida del país hacia el exilio y el posterior retorno
al país. Estas novelas combinan en su trama experiencias más amplias y sutiles
además de la memoria de la salida del país. Transgreden y reafirman la función
desacralizadota de la palabra estatuida como canon dominante y resemantizan
el discurso femenino, como un logro que fue ganando espacio en el campo de la
ficción en todas sus modalidades. El yo narrativo se proyecta en la búsqueda de
una voz que la identifique, se desdobla en otras voces, recompone los frag-
mentos de su yo dispersos, en un constante contraste entre las dicotomías entre
lo interno y lo externo, el yo y el otro, la realidad y la ficción.
Como explica la narradora en una discusión dialéctica ficticia acerca de la
escritura femenina, entablada con un caballero muy serio con el que se cruza en
una cafetería de la calle Corrientes de la capital argentina:

El viaje a un país extranjero donde se habla otra, lengua alude al exilio, tema recurrente
de toda la literatura argentina, y es consecuente con la tematizacion del silencio, del otro
silencio, el no poder hablar con comodidad, el tener siempre trabas que exilian a la mu-
jer y la recluyen, la colocan en el jardín cerrado de su mundo en donde la pugna de lo

2 Andrés Avellaneda, “Canon y escritura de mujer: un viaje al centro de la periferia”, Espacios de
crítica y producción, Facultad de Filosofía y Letras, Univ. De Bs. Aires, Nº 10, noviembre-
diciembre de 1991, pág. 88
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TERESITA MAURO

interno y lo externo se torna en desafuero. (…)


Satisfecho o no, el caballero pidió dos cafés más y sonrió por primera vez en toda
la noche. Revisó cada uno de los temas tratados y luego me dijo:
- A pesar de las 'diferencias' y las 'marcas sexuales y sociales', deberá usted reconocer,
señora, que el escritor y la escritora tienen un territorio en común: cuando buscan la pa-
labra justa, cuando gestan un discurso, cuando procuran un estilo que los hará recono-
cibles entre miles. Frente a la mesa de trabajo reaparecen con todas sus variables los
mismos problemas, las mismas soluciones, la misma desazón por los días en blanco, la
misma alegría por los hallazgos obtenidos. A la hora de escribir, ambos están desnudos3.

Más allá del tono de reflexión profunda que atraviésale texto, la ironía, el
doble sentido recorren la prosa de Reina, una sutil y a veces sarcástica frase,
deja al descubierto ese humor corrosivo, arltiano, con el que, en algunas ocasio-
nes, se refiere a si misma. Su propio nombre le sirve en otros momentos como
paradigma de la ironía. La sesuda e intelectual discusión con el caballero, acaba
en tablas, como en el ajedrez, juego al que se dedicaba Eleanora en Larompiente,
al fin luego de la discusión intelectual, comounaverdaderareinapaga los cafés.
El exilio, como experiencia vital, trae aparejadas otras consecuencias por el
mismo hecho de ser una situación forzada, los efectos negativos se vinculan, sin
lugar a dudas, con el aspecto emocional, las vivencias de cada escritor y las
circunstancias que rodean esa expulsión.
En sus textos no domina sólo una temática vinculada al exilio, al des-
arraigo, sus ficciones están atravesadas también por conflictos personales, so-
ciales, familiares, de inserción en el medio, ya sea el local y propio o en el ex-
tranjero. En Larompiente, el tema central gira en torno a la salida hacia el exilio
pero, al mismo tiempo, hay una voluntad de superación por medio de la escri-
tura de una única e imposible novela. Las situaciones de angustia, de desaso-
siego se desdoblan en otras voces que entablan un diálogo paralelo. Eleanora
Elis no sólo sufre el sentimiento de asfixia por la situación social y política, sus
inquietudes están dominadas también por la reflexión metaliteraria y por la
búsqueda de sí misma.
En Elcielodividido, se narra el regreso de la protagonista después de varios
años en el extranjero. Vuelve para escribir su tesis doctoral, relacionada con el
tema de la represión sufrida en el país. “En Elcielodividido, la autora investiga
las posibilidades de crear un discurso diferente que esté al margen de los de-

3 Reina Roffé, “Qué escribimos las mujeres en la Argentina de hoy”, Kart Kohut, Andrea Pagni (eds)
Literaturaargentinahoy.Deladictaduraalademocracia,, Vervuert, Frankfurt, 1993, pág.213.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

terminantes de las metanarrativas patriarcales4. El regreso a su tierra implica


también la recuperación de la historia, de la represión, al mismo tiempo que
genera nuevas rupturas relacionadas con las convenciones acerca de la sexuali-
dad. Eleanora comparte relaciones con varias mujeres en la búsqueda de nuevas
formas de comunicación, desarticula el discurso sexista dominante y, funda-
mentalmente, cuestiona la referencialidad del lenguaje mismo. Se superponen
diferentes voces que dicen, reproducen lo que creen haber escuchado, discursos
en los que la represión está presente en este lenguaje mediatizado por la cen-
sura, lo no dicho, lo sugerido, que no permite elaborar un mensaje coherente
que pueda dar cuenta de la represión en el periodo de la dictadura. Esta novela
se formula desde la presencia de varios discursos, permite diferentes niveles de
lectura, recurre a la inserción de intertextos procedentes de diferentes fuentes
de información.
La laboriosa construcción del texto refleja, en cierta manera, la fragmenta-
ción, la imposibilidad de articular un discurso unívoco, una experiencia común
en el periodo inmediato de la posdictadura. La novela se inserta en un mo-
mento histórico preciso y complejo ante las políticas del olvido propugnadas
por los nuevos gobiernos democráticos. En este sentido se puede afirmar que
los textos de Reina Roffé dejan al descubierto el problema del lenguaje en la
ficción a través de la figura del narrador y de los personajes, por otra parte, se
perfila de manera clara la extimidadde la escritura, es decir, el tratamiento de lo
real en lo simbólico que sólo tiene sentido en el nivel puramente imaginario,
pues sólo en ese nivel se puede experimentar la alteridad y dejarse atravesar
por los otros que habitan el yo, de acuerdo con la acepción de Jacques-Alain
Miller5.
Al fin, como otros textos, la protagonista se vuelca en el aislamiento, en la
soledad, en la búsqueda de la escritura, de la palabra como una forma de re-
crear el mundo. Literatura desacralizadora de las convenciones sociales, de
recuperación de la memoria del exilio y de la dictadura y de búsqueda del pro-
pio yo en el ensimismamiento y en la orfebrería del lenguaje. Como afirma Ana
M. D’Errico,

4 Mónica Szurmuk, “Entre mujeres: sexo, pasión y escritura en El cielo dividido de Reina Roffé, en
Daniel Balderston (Ed.) Sexualidad y nación, Instituto Internacional de Literatura Iberoameri-
cana, Universidad de Pittsburg, Biblioteca de América, 2000, pág. 272.
5 Jacques-Alain Miller, “Extimidad”, Elanaliticón, Nº 2, Barcelona, 1987. El concepto de extimidad es

un neologismo utilizado por Miller a partir de las enseñanzas de Lacan en su Seminario, para
tratar de explicar la intersección entre lo real y lo simbólico, el campo más propicio para ex-
presarlo es justamente el discurso literario, como espacio por excelencia del significante.
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TERESITA MAURO

“Escribir un yo es la consigna, escribir vidas de mujeres que entrelazan sus propias tra-
diciones y alianzas es la tarea que asume Reina Roffé en la composición de su escritura.
Convocar voces y rumores, recuerdos y silencios colabora en el diseño de rostros que,
sin embargo, oblitera toda definitiva figuración de todo eso –como expresa Deleuze en
su cita- extraigoalgoquellamoyo,quedevienefragmentario,queseconstruyederetazosytra
zosinscriptosenelcuerpodelaletra6”.

Reina Roffé, experta, cuidadosa y sutil entrevistadora, que sabe conectar


con sus entrevistados indagando en las recónditas tramas y complejidades del
oficio, domina y utiliza con precisión y con una gran economía discursiva un
lenguaje que se ha ido enriqueciendo, modulando y matizando en el contacto
con otras lenguas, en el caso de los relatos posteriores, con el español peninsular
en la hibridación de un lenguaje que toma esencias de ambas márgenes del
océano.

CONVERTIRELDESIERTO,POBLARLOCONPALABRAS
En los cuentos breves, no sólo amplía y adopta formas léxicas propias del
entorno cultural, también incorpora espacios tópicos, fácilmente reconocibles de
la gran ciudad y la periferia. Se percibe en los relatos un proceso de transcultu
ración,no en el sentido de pérdida de sus raíces culturales, sino en el de amplia-
ción de horizontes narrativos y de enriquecimiento con el nuevo espacio vital 7.
Avesexóticas.Cincocuentosconmujeresraras8, desde el título sorprenden al
lector. El sintagma avesexóticas pertenece a un campo semántico específico, el de
las aves extrañas, peregrinas, migratorias que pueden encontrarse ocasional-
mente. Mujeres raras, alude a una condición de extravagancia, de mujer poco
común o chocante, en la acepción de la RAE.Un título y un subtítulo paralelos
que entablan una relación paratextual. ¿Las mujeres son como las aves de paso,
que no dejan huellaspermanentes en su tránsito ocasional por el espacio?, ¿son
raras y extravagantes porque detienen su vuelo antes de lograr la consumación
de un acto proyectado o propuesto? Son rarasavis, como lo es en otro sentido el
rufián melancólico del relato que lleva el mismo apelativo que el personaje de

6 Ana M. D’ Errico, “Convertir el desierto: el poder de la palabra en la escritura de Roffé”, en Desde


laniebla.Sobreloautobiográficoenlaliteraturaargentina, Córdoba, alción, 2000, pág. 162
7 Término utilizado por Fernando Ortiz en Contrapunteocubanodeltabacoyelazúcar(1963),concepto

ampliado posteriormente con los conceptos de hibridez, multiculturalidad o transculturali-


dad, como se utiliza con más frecuencia en Europa.Cfr.Birgit Mertz-Baumgartner, “Introduc-
ción, experiencias de exilio y procesos de transculturación. ¿Dos percepciones de una misma
realidad? Y Alfonso de Toro, “Pasajes-heterotopías-transculturalidad: Estrategias de hibrida-
ción en las literaturas latino/americanas: un acercamiento teórico”, en Avesdepaso.Autoresla
tinoamericanosentreexilioytransculturación(19702002), Iberoamericana/Vervuert, 2005
8 Reina Roffé, Aves exóticas, Buenos Aires, Leviatán, 2004.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Roberto Arlt como título del relato.


En estos microrrelatos, Reina Roffé pone de manifiesto un dominio preciso
del lenguaje y de las situaciones planteadas en cada texto. La concisión, la bre-
vedad le otorgan mayor efectismo e impacto al cuento, tal como lo sugieren las
diversas teorías en torno al cuento, al relato breve o la microficción.
La autora entabla una red de relaciones intertextuales y dialógicas en las
que combina la poesía, la pintura, la enfermedad, los trenes, las estaciones, la
violencia, como un mundo enfrentado al del exilio, el odio y el resentimiento.
“Convertir el desierto” el primer relato, implica un proceso de transformación,
allí aparece, como señala Piglia el carácter alegórico de muchos textos escritos
fuera de Argentina, vinculados con el periodo de la dictadura y del exilio.

“No digo que sean textos alegóricos; yo veo rasgos alegóricos, formas de expresar la si-
tuación de opresión. …en situaciones de terror político, uno tiende a una lectura alegó-
rica y que la situación de presión política genera una lectura alegórica, me parece que es
un modo de acercarnos a la problemática de la relación entre escritura y política”9.

El título del relato está tomado de un verso del poeta y artista plástico
Hugo Padeletti (Santa Fe, 1928) que hace referencia al desierto africano y las
semillas que podrían convertirlo. No sólo el título, sino la imagen del anciano
pintor que viaja a diario desde Chamartín a Atocha y luego a Móstoles, tiene la
imagen de serenidad y de bondad del poeta real.
María R. que había cruzado el océano como única superviviente de un
campo de concentración militar durante la dictadura, sentía que su vida transi-
taba en una estepa sin horizonte. Su viaje cotidiano a la periferia de la ciudad
era un ritual tras la huella del hombre al que iba a matar. El anciano iba a tratar
de salvar la vida de su único hijo enfermo.
Este proceso de pérdida y adecuación a un nuevo entorno tuvo compo-
nentes positivos para algunos escritores, ya que les permitió tomar distancia
con la perspectiva y la mirada que tenían de su entorno, reflexionar y profundi-
zar de un modo más objetivo sobre la misma. En otros casos, la negación del
propio espacio, su imaginario y su lenguaje, llevó a otros a una poética del si-
lencio o a la imposibilidad de escribir. Para ellos queda entonces, como afirma
Mario Goloboff:

“como único elemento la memoria: un ámbito donde las sombras crecen exagerada-
mente y en el cual, mediante esfuerzos casi sobrehumanos, se intenta conservar, redecir,

9 Ricardo Piglia “Zona de discusión”, debate dirigido por Andrea Pagni, en Kart Kohut/Andrea
Pagni (eds.) Literaturaargentinahoy,p.291
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TERESITA MAURO

reelaborar las palabras cada vez más lejanas de la tribu”10.

Dos historias paralelas y contrapuestas reúnen ocasionalmente a los dos


personajes. La mujer, que sobrevivió a un fusilamiento masivo en el periodo de
la dictadura, dedica su vida a buscar a aquel hombre que le perdonó la vida,
pero la condenó al castigo de la venganza, a la no vida, tras las huellas del ase-
sino. Joaquín Brais, un anciano que salió de su pueblo en Argentina para ir a ver
a su hijo enfermo en el hospital de Móstoles, entabla conversación con la oca-
sional compañera de viaje diario. María, como durante tanto tiempo “recorrería
el pueblo buscando infructuosamente a quien era un fantasma, más que un
hombre. Lo intuía cerca…. Lo buscaba para matarlo y aniquilar en él el odio de
su exilio involuntario, de su irremisible fracaso11”. María mastica su odio ali-
mentado durante veinte años, mientras soporta la compañía del anciano sin una
razón explícita, como simple compañía en sus diarios pasos tras las huellas del
asesino. El anciano pintor que usa un verso para entablar conversación cumple
la función de espejo, de otra voz, como el usted de La rompiente, ese otro que
contrapone la bondad, la pintura, la poesía, el diálogo al abigarrado odio que no
conduce a ningún sitio a María.
La tensión del relato se produce en el momento en el que, después de tan-
tas esperas, la mujer ve al hombre buscado durante años. El juguete sublime, a
diferencia del de Silvio Astier en El juguete rabioso, el arma para consumar la
venganza queda en el fondo de su cartera. Vio pasar al hombre y alejarse, “No
era cobardía, sino destiempo. Acaso un error en la cadena del azar: lo había
matado ya tantas veces que repetir la escena se le hacía oneroso, absurdo, un
acto de violencia contra ella misma” (pág. 15). El encuentro con el fantasma tan
odiado, opera como un acto catártico, María R. decide reservar las energías para
empezar otra vida.
En los relatos cortos, Reina recurre ya no sólo al largo periodo de duelos,
dolor por el destierro y el exilio. La condición exiliar no es sólo fruto de las cir-
cunstancias sociales y políticas de la dictadura. La temática se amplía en estos
cuentos a otras formas de exilio, de marginación y de violencia. El desarraigo, la
soledad depende en otros textos de factores más próximos, de la estructura
familiar misma, como un microcosmo regido por un orden patriarcal que asigna
a cada miembro un determinado rol. Planteamientos similares encontramos en
la destacada novelista y dramaturga Griselda Gambaro, a quien Reina le hizo

10 GOLOBOFF, Gerardo Mario, “Las lenguas del exilio”, Kart Kohut- Andrea Pagni, Literaturaargen
tinahoy, op.cit. p. 135
11 ROFFÉ, Reina, Avesexóticas, pág. 9, en las siguientes citas del mismo libro se pondrá el número de

página a continuación de la misma.


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

una sugerente entrevista con el título de “Libertad condicionada”12.


Coinciden ambas autoras en la libertad de los temas, en la superación de
los tabúes relacionados con el sexo, en el tema del exilio y el destierro, en la
recuperación de la memoria de la dictadura, pero también en la recuperación de
los viajes de los antepasados hacia una Argentina próspera, en la visión de la
situación de exilio interior y sumisión que sufre la mujer en el ámbito de la fa-
milia.
En el relato “Aves exóticas”, que da título al libro, Reina retoma el perso-
naje de la tía Reche. Recupera los recuerdos de la infancia, la casa familiar, la
cocina lugar de discusiones y de desencuentros y en la imprevista decisión de la
tía de marcharse, de volar para siempre del poco acogedor nido. Tía Reche so-
ñaba con subir a un tren, ir a Buenos Aires. La familia se trasladó posterior-
mente a la capital, pero a la tía sólo le interesaba el puerto, tratando de rescatar
una imagen del barco que llevó a sus antepasados de origen sefardí a esa nueva
tierra. Como Griselda Gambaro en “El mar que nos trajo”, Reina recobra ese
exilio interior, el desarraigo vital de tantos emigrantes que llegaron a comienzos
de siglo a Argentina.
Se suma, de este modo, el doble exilio de una tierra y de una cultura que
sólo se conoce por referencias aisladas, por prácticas religiosas, por comenta-
rios. La tía sufre, además, el destierro familiar. Nadie repara en ella, se va tor-
nando cada vez más invisible a los ojos de los demás. No tiene casi esencia, sólo
apariencia de muchacha que se va a quedar a vestir santos. Soportaba el des-
precio de la madre, la rudeza de los hombres de la casa, mendigaba una señal
de afecto, sin conseguirlo.
Esta rara avis, llegó a reírse de sí misma, la única satisfacción de la que pu-
do gozar, fue la de interpretar su propio personaje, de ave exótica que pretende
el vuelo para cobrar vida pero, en el momento decisivo en el que emprende la
marcha hacia la puerta que la conduciría a la libertad, se detiene, vacila y se
rompe la energía del vuelo proyectado.

“La soledad familiar suele tener un tono menos desolador que la del exilio y, por tanto,
carecía de importancia dónde y con quién estuviese: una mujer afincada sólo en su
mundo particular es una extraña para todos en todas partes…. Su mirada era la de un
guardabosques escudriñando aves exóticas”.

En la literatura argentina de la época de la última dictadura, los escritores


recurrieron, en muchas ocasiones, al lenguaje cifrado, a la parodia de otras rea-
lidades para aludir al presente, para juzgar la violencia y la muerte, enmascara-

12 ROFFÉ, Reina, Conversacionesamericanas, Madrid, Páginas de espuma, 2001.


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TERESITA MAURO

das en otro momento histórico del país. La Semana Trágica, las luchas del pe-
riodo de la independencia, la época de Rosas y otros caudillos, reflejaban, la
violencia, las luchas, las matanzas de obreros ocurridos en un pasado más o
menos próximo.
Otra vertiente narrativa utilizó a la manera de Griselda Gambaro, exiliada
también en Barcelona, o al modo de Andrés Rivera (Marcos Ribak en la reali-
dad), la huída de sus familias de las guerras europeas, de los progroms, de los
zares en busca de un país y una tierra mejor. Contrasta la lucha, el sufrimiento
para lograr una anhelada meta y la sórdida realidad que encuentran en el país
de promisión.
Reina aborda el mismo tema en “La noche en blanco”, relato sobrecogedor,
de un gran realismo y efectismo, logrado con escasas palabras y diálogos, las
imágenes dicen más que lo que se calla. Una noche, un “grupo de tareas”, entra
a un departamento para secuestrar a la mujer que habita en él, alertada del peli-
gro, la mujer recurre a una anciana vecina, con la que no tiene ninguna relación
y le pide que cobije a su pequeña hija por esa noche. La anciana en su soledad y
miseria comienza a recordar su propia historia, ocurrida 40 años atrás, cuando
en Francia, los alemanes de la GESTAPO detenían, torturaban y mataban. La
mujer estuvo en prisión, casi se alegraba de que sus dos hijos hubieran muerto
antes de esos sucesos, uno de ellos de hambre. La presencia de la niña y la ino-
cencia de la madre que suponía que volvería pronto, desatan los recuerdos de la
anciana en una patética imagen de desolación y abandono que envuelve a la
mujer mayor y a la pequeña.
La mujer se convierte en un testimonio vivo del horror de todo un siglo
plagado de guerras, de horror, de muertes, de fanatismo. Una luz de esperanza
le traen sus pensamientos, por la mañana marcharse, tomar un barco y regresar
a su París de la France de la France, bebiendo brandy y fumando Gitanes, tal
vez, el antiguo luchador que fue Mitterand podía acordarse de ella y concederle
una pensión.
Sueño, esperanza al borde de la nada, ilusión o delirio, el relato deja a la
anciana y a la niña en la misma posición en la que estaban, al borde del precipi-
cio.
Comprobamos cómo la temática del exilio, interior o, como proclamaba en
sus poemas Quasimodo, que se sentía exiliado de si mismo en la Italia de las
grandes guerras, ha abierto en estos relatos el espectro de los diversos exilios.
La distancia, el paso del tiempo va mitigando los dolores antiguos y tan propios
para dar lugar a una visión más universal. La depredación del hombre por el
hombre mismo, como atributo de la propia condición humana.
Los otros dos relatos de las raras avis de Reina Roffé, recurren nuevamente
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

al microcosmo familiar, la violencia del padre contra la hija, huérfana y que


oficia de madre de sus hermanos más pequeños, llega a límites insoportables.
La violencia de los hombres en general, provocan en la joven, mientras va a
cumplir con un recado de su padre, una explosión, un estallido de violencia en
un bar en el que se ha sentado a descansar. La “Línea de flotación”, como anti-
cipa el título, se rompe, el desprecio, el vociferente y castrador discurso de los
hombres, en el camino de ida y vuelta a Móstoles que realiza la joven, es la gota
que colma su capacidad de resignación, de tolerancia y la violencia se cierne
sobre el cristal del local al que le arroja una herramienta que había ido a buscar
por mandato del padre.
La rebelión femenina, en un mundo regido por hombres y por su propia
violencia, no admite un acto semejante. La explosión tanto tiempo contenida de
la jovencita acaba con más acoso y violencia por parte de los hombres que se
encuentran en el bar. Como si la condición femenina cumpliera un rígido pre-
cepto y cierto determinismo, no se puede escapar a la dominación, al maltrato y
la violencia, patrimonio del género masculino por excelencia.
El último cuento raro con una mujer, más que exótica, también rara, recu-
pera la afición arltiana de Reina, que está nítidamente marcada a lo largo de sus
ficciones, especialmente en Larompiente y, luego a lo largo de otros textos me-
diante citas indirectas, alusiones, nombres, objetos. “El rufián melancólico”, el
personaje de Lossietelocos, aquí está representado por la figura de un Gerifalte,
como lo denominan los demás, por su aspecto, por su excelente posición eco-
nómica que le permite conocer a lo más selecto de “Gallegolandia”, recuerda
también a los estrafalarios personajes en zona de derrumbe del otro gran narra-
dor rioplatense, Juan Carlos Onetti. Personaje marginal, que está metido en
negocios poco claros, va bajando por la pendiente de la degradación, arras-
trando tras de sí a la joven Silvita, que sólo había llegado a Madrid para conocer
el Museo del Prado y tomar unas tapas en la Plaza mayor.
Con ese fatalismo e indolencia que lleva a Eleanora Elis a dejarse arrastrar
por una especie de inercia incapaz de detener y que la lleva por distintos rum-
bos, Silvia comienza a trabajar con el Gerifalte. La empresa que regentaba éste
comienza a caer en la ruina y acaba en un derruido edificio haciendo un trabajo
que no se sabe en qué consiste. Esta rara avis, con aspecto de gorrión y garras
de ave de cetrería, cazaba piezas del género femenino para que le hicieran tra-
bajos varios mientras él recogía algunas migajas de los más poderosos. Silvia, la
inocente joven, que se detuvo allí dejando su proyecto de viaje interrumpido,
acaba en la miseria, entre los escombros y las ruinas de un destartalado edificio,
las únicas compañeras de suerte que encuentra en su exilio voluntario es la
compañía de unas muchachas del prostíbulo vecino, también en ruinas.
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TERESITA MAURO

Estas raras avis, exóticas, responden a un horizonte narrativo en la produc-


ción de Reina Roffé que se abre a nuevas experiencias de exilio, desarraigo,
miseria, soledad y desamparo. Tal vez la condición más arraigada en la raza
humana.
Los relatos presentan matices y variaciones con respecto a la etapa narra-
tiva más próxima a la dura vivencia del exilio. La utilización de espacios, per-
sonajes, lenguaje propio de su otra patria, aunque no le genere sentimiento de
pertenencia, sin lugar a dudas, ha dado lugar a una penetración de algunas
formas creativas que se aproximan a la literatura delaemigración. Cada circuns-
tancia conlleva actitudes y formas de asumir la distancia, la temática, el len-
guaje, la interrelación con el nuevo espacio y cultura del lugar de adopción.
El desplazamiento de muchos escritores hacia el exilio forzado, más tarde
el desexilio, el retorno y reintegración al país de origen, se sumó en la historia
reciente de Argentina, a migraciones ocasionadas por diversas razones, gene-
ralmente por causas económicas, hechos que han generado una diáspora de
importantes sectores relacionados con la producción cultural argentina.
En estos textos se concentran una serie de viajes, al exterior en el exilio, via-
je al interior de los personajes, viajes en el espacio y en el tiempo. Viaje es tam-
bién el vuelo de la imaginación y de las palabras que van entretejiendo un tupi-
do tapiz por cuyos intersticios circula la vida, las ilusiones o frustraciones de
una serie de personajes que tratan de reconstruir su imagen y su pasado y pre-
sente con el balbuceo y las palabras entrecortadas de sus discursos.

TERESITAMAUROCASTELLARIN
Universidad Complutense de Madrid

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ESTATUADELAPOSTOLSANTIAGODELESCULTOR
CONQUENSEMIGUELGALLEGOPARALAIGLESIA
DELHOSPITALREALDECUENCA

EL ESCULTOR CONQUENSE MIGUEL GALLEGO PRESENTA UN MODELO DE ES
TATUA DEL APÓSTOL SANTIAGO PARA LA IGLESIA DEL HOSPITAL REAL DE
CUENCA.
El 24 de febrero de 1818, el escultor conquense Vicente Bort, dirige una ins-
tancia a la Academia de San Fernando, en la cual manifiesta que un compañero
suyo en la profesión de escultura, Miguel Gallego, se halla esculpiendo una
estatua en piedra del Apóstol Santiago para la iglesia del Real Hospital del
mencionado santo en la ciudad de Cuenca1,sin el correspondiente permiso de la
Academia de Bellas Artes de San Fernando, para lo cual ha de enviar a esta
notable Institución el debido modelo, según lo manda la Real Orden de 12 de
febrero de 1817, por la cual se ordena que ningún profesor de pintura, escultura
y grabado,"no puede hacer p.a el publico imagenes sagradas, ni de la Rl. Fami-
lia, sin que preceda la aprobación dela Academia bajo la mu!ta de 50 ducados".
Por dicho motivo Vicente Bort, súplica a la Academia que se le condene al
referido Miguel Gallego a la multa de 50 ducados2.

1 El monarca don Alfonso VIII, después de la toma de Cuenca dio solar y rentas a la naciente y ya
famosa Orden de Santiago, para fundar cerca de los muros de Cuenca y a las orillas del Jucár,
un hospital. Hallase la donación en el Bulario de la Orden. El Hospital de Santiago, fue en un
principio destinado a la redención de cautivos, y con este objeto dispuso Alfonso VIII que se
le pagará por todos los labradores del término, cientos de alnudas de trigo, sobre cuya peti-
ción se avinieron los vecinos con la orden de pagar una vez 4.500 maravedis, aprobando Al-
fonso X el Sabio, en 1261, dicha avenencia. La tradición dice que en este edificio estuvo el úl-
timo rey almohade de Valencia y Murcia, don Ginés Pérez Chirino en el Castillo de Caravaca,
(actualmente iglesia de la Santa Cruz). Actualmente el Hospital de Santiago, magnífico edifi-
cio sirve de Hospital Provincial.
SANZ SERRANO, Anselmo: CuencaysuProvincia. Guías Artísticas de España, Barcelona, Ed. Aries,
1960, pp.130-131.
Los edificios históricos del exterior se absorben por el Ensanche del Siglo XIX, como ocurre con la
posada y con el Hospital de la Orden de Santiago, asentado en el cerrillo del mismo nombre, y
resulta ser un magnífico mirador sobre el casco de Cuenca.
El Hospital de Santiago fundado por Alfonso VIII, y reconstruido en varias ocasiones en el siglo
XVIII, se le adosa la actual Capilla.
V.V. A.A.: CuencaEdificada. Madrid. Servicio de Publicaciones del Colegio Oficial de Arquitectos de
Madrid, 1983, p. 219.
2 A.R.A.B.A.S.F. (Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando). Legajo nº: 28-5/2.

Monumentos Civiles. Siglo XIX.. Dn. Vicente Bort, Profesor de Escultura en Cuenca, sobre que
el Escultor Dn. Miguel Gallego trabaja una estatua del Apóstol Santiago, sin haber remitido su
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JOSÉ LUIS MELENDRERAS

La Academia de San Fernando, el día 10 de abril del citado año le remite


un informe de archivo al escultor Vicente Bort señalando que efectivamente hay
unas Reales Ordenes firmadas por S.M. el 11 de enero y 29 del mismo mes y
año, otra del 2 de octubre de 1814,y otra de 17 de febrero de 1817,en la cual no
se pueden pintar, esculpir o grabar imagenes sagradas, ni de la familia real para
el público sin la correspondiente aprobación de la Real Academia, bajo pena de
cincuenta ducados.
Todo esto es cierto, pero también es verdad, que el artista Vicente Bort sin
tener más privilegios, ni facultades que los demás profesores de Cuenca, se
erige en denunciante de los Talleres de Escultura de la mencionada ciudad,
excediéndose en su profesión.
En el año 1807, envió un memorial fechado en 15 de noviembre quejándose
a S.M. de que un tal Gabriel Calleja, ensamblador, sin tener el oficio de escultor
había realizado una estatua para la Catedral, causándole graves perjuicios a sus
intereses.
La Real Academia le recuerda a Bort, que aunque discípulo suyo en tan
noble Institución, ya que se encontraba matriculado en 1785, no gano ninguno
de los premios mensuales, ni tampoco progreso en los Estudios Generales, ni
goza de facultades para responder a otros iguales en el ejercicio de su arte. En
realidad Bort no ha dado todavía a la Academia pruebas suficientes de su maes-
tría en el difícil arte de la Escultura.
Esta bien que sin la aprobación de la Rl. Academia no se podía permitir
hacer modelo alguno, en cuanto a la multa de 50 ducados impuesta última-
mente por el Rey en 1817 no se puede llevar a cabo ya que no ha circulado to-
davía en los Tribunales de Justicia y en el Consejo3.
El día 4 de mayo del correspondiente año, el Obispo de Cuenca, don Ra-
món Falcón, envía una carta al Secretario de la Real Academia de San Fernando,
don Martín Fernández de Navarrete en la cual señala que ha recibido su carta
de 28 de abril en la que se le notifica que don Miguel Gallego se encuentra es-
culpiendo una estatua del Apóstol Santiago para la iglesia del Hospital Real,
ignorando si había presentado el modelo necesario para su aprobación y pi-
diendo en su caso que se le suspenda y se le multe de conformidad a las Reales
Ordenes y a las Circulares enviadas a los Prelados.
El Obispo le dice que la Iglesia del Real Hospital de Santiago de Cuenca,
no corresponde a su jurisdicción, pero si al Consejo de las Ordenes Militares, y

modelo a la aprobación de la Academia según las Rls. Ordenes. Se pasa oficio al Obispo y Ga-
llego presenta después el modelo que fue aprobado. 24-II-1818.
3 A.R.A.B.A.S.F. Legajo nº: 28-5/2. 10-IV-1818.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

en especial a la de Santiago, sobre todo a su administrador.


También le señala que de algunas noticias sabe que el escultor, que se halla
esculpiendo la imagen de Santiago, don Miguel Gallego, profesor de escultura e
individuo de la Academia de San Fernando, trata de cambiar el modelo para
obtener su aprobación sin perdida de tiempo4.
El día 8 de mayo el escultor Miguel Gallego escribe una carta al Secretario
de la Real Academia de San Fernando, señalando que ha iniciado su obra de la
imagen de Santiago, manifestando también que si no se ha presentado el mo-
delo original, se debe ala ignorancia de la orden que S.M. se sirvió circular, ya
que ha residido en la Villa de Ventosa, pues hasta este año no me he establecido
en la ciudad de Cuenca.
Como discípulo de la Real Academia de San Fernando, pasare personal-
mente a presentar el modelo original de la citada obra, ya que si no lo hecho con
anterioridad ha sido por mi quebrantada salud, pero pronto estaré en dicha
Academia, ya que el director de Escultura don José Guerra le podrá informar de
todo.
El día 21 de los corrientes, don Martín Fernández de Navarrete, como se-
cretario de la Academia, informa que los Directores y Tenientes, Vicente López,
Esteban de Agreda, José Gines, José Camarón, Francisco Elías y otros acuerdan
conceder el permiso para que el escultor Miguel Gallego concluya y coloque la
estatua de Santiago5.
Finalmente la Academia de San Fernando, el 28 de mayo de 1818, accede a
que se coloque la estatua6.
Al igual que otros objetos artísticos la estatua de piedra del Apóstol San-
tiago desapareció en nuestra pasada Guerra Civil.

4 A.R.A.B.A.S.F. Legajo nº: 28-5/2. 4-V-1818.


5 A.R.A.B.A.S.F. Legajo nº: 28-5/2. 21-V-1818.
6 A.R.A.B.A.S.F. Legajo nº: 28-5/2. 28-V-1818.

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JOSÉ LUIS MELENDRERAS

DOCUMENTACION

El escultor de Cuenca Vicente Bort envía una instancia a la Real Academia de San
Fernando, señalando que un compañero suyo también escultor Miguel Gallego, se halla
esculpiendo una estatua en piedra del apóstol Santiago para la iglesia del Hospital Real
de Cuenca, sin el permiso de la Academia de San Fernando.
(A.R.A.B.A.S.F. Legajo nº: 285/2.Monumentos Civiles. Siglo XIX. 24 – 11 - 1818).

Excmo. Señor.
Dn. Vicente Bort, Profesor de Escultura en esta Ciudad a V.E. por el recurso mas
util dice que Dn. Miguel Gallego de esta vecindad, y profesor tambien de Escultura,se
alla esculpiendo una estatua de Santiago Apóstol para la iglesia del Rl. Hospital de dho
Santo de esta Ciudad, para cuya construcción ignora al exponente si dho Gallego a to-
mado el permiso de la Academia y presentado en ella p.a su aprovacion el modelo nece-
sario, segun lo que manda por la RI. Orden de 12 de Febº del año ultimo.por la que se
ordena que ningun profesor de pintura escultura y grabado no puede hacer p.a el publi-
co imagenes sagradas, ni de la Rl. Familia,sin que preceda la aprobac.on dela Academia
bajo la multa de 50 ducados. En esta atención.
A.V.E. Suplica que si dho Dn. Miguel Gallego no hubiera obtenido el permiso y
aprovacion necesarios de la Academia para la construccion de dha estatua se sirba man-
dar su echura y colocacion aplicandole la pena de los 50 ducados que prebiene dha real
resolucion. Asi lo espera el recurrente dela justifición de V.E. a quien Dios Nro. Sor gue
ms. as.

Cuenca 24 de Febº, de 1818.


Excmo. Sor.
Rubricado: Vicente Bort.

.............................................................................................................

II

El día 10 de abril de 1818, la Academia de San Fernando remite un informe de ar-


chivo al escultor Vicente Bort.
(A.R.AB.A.S.F. Legajo nº 28-5/2. Monumentos Civiles. Siglo XIX. 10 – IV -1818).

Ynforme del Archivo para Dn.Vicente Bort.


La Rl. Orden de S.M. comunicada al Sr. Gobernador del Consejo en 11 de enero de
1808, y circulada por este Tribunal en 29 del mismo mes y año previene que no se hagan
pinturas y esculturas sagradas o profanas por los caudales publicos o de Comunidades
eclesiasticas, seculares y regulares, sin que primero se presenten sus diseños o modelos a

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

censura de esta RI. Academia o de las Provincias en sus respectivos distritos. La Real
Cedula de 2 de octubre de 1814 manda este mismo: y ultimamente las disposiciones de la
Academia aprovadas pr. el Rey en 12 de febrero de 1817, previenen que no se puedan
pintar, esculpir o grabar imagenes sagradas, ni de la Rl. Familia para el publico sin la
correspondiente aprovacion dela Academia bajo la pena de 50 ducados.
Todo esto es cierto,pero tambien lo es,que el Dn. Vicente Bort sin tener mas privile-
gios, ni facultades que los demas profesores de Cuenca se ha erigido en denunciador de
los Talleres de Escultura de dha Ciudad: ocupacion que ciertamente le proporcionara en
una capital de Provincia pocos apasionados y escasisimas ocasiones de exceder su arte.
En el año pasado de 1807 en memorial de 15 de noviembre dió queja a S. M. de que un
tal Gabriel Calleja ensamblador sin tener la pericia necesaria y con pretexto de rebaja se
habia alzado con la execucion de una estatua que debia colocarse en aquella Santa Ygle-
sia, causandole a el graves perjuicios en sus intereses. Como ese memorial fuese remitido
de Real Orden a informe de la Academia, tuvo este presente, por una parte que
Bort,aunque discipulo suyo matriculado en 1785 ni gano premios algunos mensuales, ni
se habia opuesto a los Concursos Generales, ni tampoco habia asientos de sus progresos
en el estudio: y por otra que no gozaba de facultades algunas para responder a otros
iguales siempre el exercicio de su arte.Considero tambien que los verdaderos profesores
carecen de obras de entidad,al paso que otras de poco o ningun mérito tienen en que
ocuparse: que las obras públicas sagradas y profanas devian ser executadas con esmero e
inteligencia por lo que en esto interesan la piedad cristiana y el credito de la nación: y
por último que la Rl..Orden Circular de 25 de noviembre de 1777 encarga terminante-
mente a todos los Prelados Eclesiasticos seculares y regulares que cuanto en los lugares
sagrados executa no solo la Arquitectura sino las dos Artes sus compañeras Escultura y
Pintura sea correspondiente a la sublimidad dela Religion y al mayor esplendor y Ma-
gestad del Culto.
En vista de todo esto y de otros antecedentes se acordo representar a S.M. en solici-
tud del remedio de aquellos males, lo cual executando mando S.M. en Su Real Orden de
11 de enero de 1808 circulada después por el Consejo del 29 del mismo mes que no se
hagan pintura ni estatua para templos, plazas y otros parages publicas sin presentar
antes sus diseños o modelos a censuras de las Academias Reales,sin cuya aprovación no
podran colocarse dichas obras en sus respectivos lugares.
Acude ahora el expresado Bort diciendo que el Profesor Dn. Miguel Gallego esta
trabajando una estatua de Santiago sin que se sepa si ha obtenido el debido permiso de
la Academia. Este Real Cuerpo sabrá muy bien dar a está denuncia la calificación que se
merece; pero ello es que Bort no ha dado todavía á la Academia pruebas algunas de su
pericia en la escultura. De todos modos parece que siempre convendria supiese la Aca-
demia con certeza en cumplimiento de las Ordenes del Rey, si Gallego executa aquella
estatua sin la aprovacion de su modelo por alguna de las Academias de las Artes; pues
de lo contrario seria muy oportuno a las Corporaciones o personas que hubiera manda-
do hacerla, a fin de que no se colocase en parte alguna sin preceder la aprovacion de esta
Real Academia. La exaccion de la multa de 50 ducados ultimamente impuesto por el Rey
en 1817 acaso no podra verificarse por cuanto la Orden de S.M. aunque publicada por la

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JOSÉ LUIS MELENDRERAS

Academia en gaceta y diario no se ha circulado todavia a los tribunales, justicia por el


Consejo, mandando su exacto cumplimiento.

Madrid 10 de abril de 1818.


Rubricado: Juan Pascual.
.............................................................................................................

III

El día 4 de mayo de 1818, el Obispo de Cuenca, don Ramón Falcón, envía una carta
al secretario de la Academia de San Fernando, en la cual le señala que el artista Miguel
Gallego esta esculpiendo una estatua del apóstol Santiago para el Hospital Real de
Cuenca.
(A.R.A.S.A.S.F. Legajo nº: 28-5/2. Monumentos Civiles. Siglo XIX. 4 – V -1818).

He recibido el Oficio de V.S. de 28 de abril último, en que con motibo del aviso que
Dn. Vicente Bort, Profesor de Escultura de esta Ciudad, dio ala Rl. Academia de Sn. Fer...
nando, de que Dn. Miguel Gallego de la propia vecindad, y profesíon se hallaba escul-
piendo una estatua de Santiago Apostol para la Yglesia del Rl. Hospital del mismo Santo
y de esta dha capital, ignorando si habia presentado el modelo necesario para su aproba-
cion y pidiendo que en su caso se manden la suspensión y aun sele multase en confor-
midad ala Rs.Ordenes Circulares del Asunto, se sirve V.S.encargarme de acuerdo de dha
Rl.. Academia informe lo quehaya en el asunto,con presencia de las anunciadas circula-
res, cuya observancia esta recomendada por ellas a los Prelados; y en contestación diré a
V.S.
Que la Iglesia del Real Hospital de esta Capital de mi Diócesis, no corresponde a mi
jurisdicción, y sí al Consejo delas Ordenes Militares, y al cargo inmediato de un indivi-
duo de la de Santiago, como su Administrador.
Sin embargo, de algunas noticias que he tomado resulta, que Dn. Miguel Gallego,
profesor de Escultura e individuo de la Rl. Academia de Sn. Fernando, se halla escul-
piendo la estatua de Santiago, y que se trata de cambiar el modelo para obtener su apro-
bación sin perdida de tiempo.
Es quanto puedo manifestar a V.S. para que se sirva hacerlo ala Real Academia, y
ruega a Dios guarde su vida ms. as.

Cuenca, 4 de mayo de 1818.


Rubricado: Ramon Obpo de Cuenca.

Sr. Dn. Martín Fernandez de Navarrete.


La Academia accede a que se coloque la estatua.
28 de mayo de 1818.
Excmo. e Yltmo. Sr. On. Ramon Falcon y Salcedo. Obispo de Cuenca.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

........................................

IV

El escultor Miguel Gallego el 8 de mayo de 1818, envía una carta al secretario de la


Real Academia de San Fernando, manifestándole que ha comenzado la estatua de San-
tiago.
(A.R.A.B.A.S.F. Legajo nº: 28-5/2. Monumentos Civiles. Siglo XIX. 8-V-1818).

Cuenca y Mayo 8 de 1818.


Señor Dn. Martín Fernandez Navarrete.

Muy Señor mio:


E tenido noticia que de parte dela Academia se apasado un Oficio al Sr. Obispo de
esta Ciudad, para saber si es cierto se había echo ó se estaba haciendo, una ymagen de
Santiago Apostol ala que Su E. se sirvio contestar no se en que terminos. Ciertamente la
obra se a dado principio, pero si el modelo original no se a presentado a la Academia no
asido por inobediencia, sino por ignorancia dela Orden que S.M. se sirvio circular. EI
haver estado residiendo en la villa de Ventosa a poco vecindario asido la causa de no
saverlo. pues hasta este año no me establecido en esta ciudad.
Ultimamente como discipulo de esa Rl. Academia, estoy presto a obedecer sus pac-
tos,y yo personalmente paso a presentar el modelo original de dha obra.Si no lo echo
antes asido por mi quebrantada salud, pero a pesar de todo hoy parto para esa.
El Director de Escultura, Dn. José Guerra puede informar de mi persona.

Disimule V.S. esta libertad y disponga de su servidor Q.B..S.L.M.

Rubricado: Miguel Gallego.

Señor Dn. Martín Fernandez de Navarrete.


Hallandose reunidos en esta RI. Academia en la tarde del 21 del corriente los Sres.
Directores y Tenientes Dn. Vicente Lopez, Dn. Esteban de Agreda, Dn. José Gines, Dn.
José Camarón, Dn. Francisco Elías y otros acordarán que podría darse al Profesor Miguel
Gallego, el permiso para concluir y colocar la expresada estatua de Santiago.
Rubricado: Martin Fernandez de Navarrete.

JOSÉLUISMELENDRERASGIMENO
I.E.S. Prado Mayor (Totana, Murcia)

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CORTAZARPOETA,
TELQU’ENLUIMEME

Quién sabe si la eternidad, en fin, convertirá a Cortázar en sí mismo, si le


sentará mejor la cristalización inaudita de los clásicos o el inconstante vaivén
del tiempo y de la historia. Antes de volver a leer lo ya leído, acaso podamos
suscitar nuevas lecturas si nos acercamos a su poesía estrictamentepoética; a sus
poemas enverso, para no inducir a error. Conviene leer esos poemas1. Así podrá
comprobarse que, cuando Cortázar hablaba de poesía en ensayos, entrevistas o
en sus novelas, sabía muy bien de qué hablaba. Y esa lectura puede ir prepa-
rándose mediante el análisis de numerosos aspectos conexos, entre los que ocu-
pa un lugar no menor, desde luego, la visión que el propio autor tenía de su
actividad como estrictopoeta.
A lo largo de toda su obra, Cortázar traza un completo repaso no sólo de lo
que para él significa la escritura poética en general2, sino también del proceso
de formación y auto-asimilación de su propia poesía, al punto que ha habido
quien ha afirmado que en ella cifraba su “secreto anhelo de inmortalidad”3. An-
tes de que la eternidad lo cambiase, Cortázar prefirió utilizar palabras intercam-
biables, propias y ajenas, de poetas preferidos como Poe o Yeats, para decir lo
mismo: su nostalgia de la poesía. En 1956, traducía Cortázar este párrafo de
Poe:

Razones al margen de mi voluntad me han impedido en todo momento esforzarme se-


riamente por algo que, en circunstancias más felices, hubiera sido mi terreno predilecto.
Para mí la poesía no ha sido un propósito, sino una pasión, y las pasiones merecen reve-
rencia; no deben y no pueden ser excitadas a voluntad con vistas a las mezquinas com-
pensaciones de la humanidad o a sus encomios, aún más mezquinos. (E. A. Poe, “Prefa-
cio a “El Cuervo y otros poemas””, traducción de Julio Cortázar; Poe, II: 293).

Unos veinte años más tarde, Cortázar confesaba, con voz propia, en la que
resuena el eco de las palabras de Poe:

[...] si alguna nostalgia tengo yo es que mi obra en definitiva no es una obra exclusiva-
mente poética. Tengo a veces esa nostalgia. (Picón Garfield, 42).

1 Hoy accesibles de modo bastante completo en PP. Las siglas se descifran en la bibliografía final.
2 Que he procurado sistematizar en varios de mis trabajos (Mesa Gancedo, 1998, 1999).
3 “Yo tengo para mí que el secreto anhelo de inmortalidad de Cortázar fue la poesía [...]” (C. Noriega:

“Julio Cortázar y su proyecto de inmortalidad”; en Cócaro etal., 1993: 111).


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Por fin, poco antes de morir, decía con Yeats, en una página de su libro
póstumo, de poemas:

And I am melancholy because I have not made more and better verses. (Yeats, Autobio
graphy; citado por Julio Cortázar en SC: 91).

LAFORMACIÓNDELPOETA
Las referencias cortazarianas a los inicios de su propia escritura son nume-
rosas. Esa etapa, en la que Julio Cortázar, antes de llegar a ser quien iba a ser,
firmaba como Julio Denis, aparece marcada esencialmente por la producción de
poemas. La afición infantil a la lectura llevó a la escritura a Cortázar. Las oca-
siones en que el impulso se encauzaba hacia el verso (más fácil inicialmente que
la prosa para el aprendiz de escritor o para el “escritor vocacional”, como afir-
ma Cortázar en TT: 51) eran enamoramientos infantiles, cumpleaños de tías o
maestras (SC: 43) u otras circunstancias que propiciasen el desbordamiento de
la “cursilería romántica” que, según el Cortázar adulto caracterizaba su viven-
cia infantil de la poesía. El juicio que ulteriormente esas composiciones merecen
al autor era cariñoso e irónico: prefería condenarlas al olvido, aunque al parecer
contra la voluntad de la madre, obstinada en conservar algunas muestras4.
En los comentarios sobre esa obra primigenia, se revelan a veces impor-
tantes datos acerca del sentimiento que el autor experimenta en la actividad de
escritura:

Adolescente, creí como tantos que mi continuo extrañamiento era el signo anunciador
del poeta, y escribí los poemas que se escriben entonces y que siempre son más fáciles
de escribir que la prosa a esa altura de la vida que repite en el individuo las fases de la
literatura. Con los años descubrí que si todo poeta es un extrañado, no todo extrañado
es poeta en la acepción genérica del término. (“Del sentimiento de no estar del todo”,
VDOM: 35-36).

Semejante convicción, apoyada, además, en la habilidad formal, deriva en


la escritura de no pocos poemas que pretenderán ser leídos, en primer lugar,
por los más allegados, sus familiares, y, especialmente, por la madre. Cortázar
recordó en varias entrevistas esa escena “germinal”5 en la que el niño muestra
sus poemas a unos tíos o a su madre y nadie cree que sean suyos, sino que los
habrá copiado de alguno de sus muchos libros.

4 De hecho, el fondo cortazariano de la Universidad de Princeton conserva algunos de esos poemas


infantiles, fechados en 1927, que se han publicado en PP (745-756).
5 Cfr. Soler Serrano y Prego. La he analizado en Mesa Gancedo (2004).

- 64 -
DANIEL MESA

Esa incomprensión inicial (que Cortázar confiesa haber vivido trágica-


mente) podría incluso interpretarse como causa “mítica” del ocultamiento de la
obra “exclusivamente” poética durante toda su carrera, una actitud que sólo
muy tardíamente dejará paso a la reivindicación más o menos decidida. Pero el
íntimo compromiso cortazariano con la poesía surge más o menos por las fe-
chas en que por primera vez exhibe públicamente sus poemas, para descubir
inmediatamente el riesgo de incomprensión de unos textos que siempre serán
considerados como los más propios. Hacia los 8 o 9 años –como recuerda el
propio Cortázar mucho después–, el niño que fue había comenzado a experi-
mentar una alteración en su relación con las cosas y las palabras, que considera
propia del “estado poético” y que desde entonces marcará para siempre la poé-
tica cortazariana: “[...] entré en una etapa que podría haber sido peligrosa y
desembocado en la locura: es decir que las palabras empezaban a valer tanto o
más que las cosas mismas” (Prego, 25).
Más allá de esos mínimos recuerdos primitivos, la configuración de la
imagen que Cortázar elabora de sí mismo como poeta queda documentada en
su correspondencia, sobre todo en las cartas posteriores a la publicación de Pre
sencia en 1938. Ahí están los orígenes del que mucho más tarde se reconocerá
como “viejo poeta” al que durante toda su vida los poemas, como a Martín Fie-
rro las coplas, le han nacido “como agua de manantial”6.

ELMOMENTOPOÉTICO
Lo primero que hay que subrayar en ese proceso de auto-elaboración de la
figura del Cortázar-poeta es la conciencia que tiene de ser sujeto de “momentos
poéticos”. O dicho de otro modo: la práctica poética en Cortázar sólo puede ser
instantánea, fulguración singular, de inequívoca raigambre romántica. Si algo
caracteriza al momento poético, es su espontaneidad urgente, ajena a cualquier
tipo de “ritual” o de intención. La escritura poética, en definitiva, es “rapto”. Su
justificación estriba en una especie de urgencia terapéutica. La escritura poética

6 “Yo soy un viejo poeta y esas formas me son naturales y familiares, aunque haya guardado inédito
casi todo lo escrito en esa línea a lo largo de más de treinta y cinco años; hubiera sido un error
privarme de algo que, como a Martín Fierro las coplas, me nace como agua de manantial (poste-
riormente filtrada y embotellada, por supuesto)” (“Poesía permutante”; UR, I: 274). La intimidad
de la correspondencia da prueba de lo arraigado de la auto-denominación: “Un abrazo del viejo
poeta.” (17-II-1974; CP: 40). Esa conciencia puede rastrearse también en algunos personajes de
sus novelas: “-Poeta de corte clásico y basta -dijo Jorge con una sonrisa burlona-” (D: 128); “-A
los veinte años éramos distintos. -Sí, pero usábamos más palabras que vivencias, nos creíamos el
centro del mundo y aprovechábamos. Las cosas que escribíamos, unos poemas metafísicos, una
elegía...” (Traveler-Oliveira, R, cap. 46: 229 n. [Tachado en el ms.]).
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

es pharmakon: veneno y antídoto, enfermedad7 y salvación:

[...] Es como si un exceso de sentimiento poético amenazara desbordarse, y fuera necesa-


rio decirlo, decirlo inmediatamente, sin perder un instante; de lo contrario, quién sabe
qué podría ocurrir. Pienso que las repentinas insanias, los asesinatos sin premeditación,
los suicidios inexplicables, son formas que asumió esa necesidad de expresión al ser re-
tenida por dignidad, acaso porque faltaba un lápiz o una cuartilla... (22-X-1941; Domín-
guez, 246)

La idea de que es frágil la frontera que separa al poeta del enfermo, el loco
o el criminal se repite en sus cartas y en otros textos. Lo mismo ocurre con esa
evocación del momento de la escritura como asalto inopinado en el discurrir de
la vida: cuarenta años más tarde, al comentar algunos poemas de Salvo el cre
púsculo (“Poemas de bolsillo, de rato libre en el café, de avión en plena noche,
de hoteles incontables”, SC: 65), Cortázar refleja sus hábitos de escritura (poé-
tica): “cuando escribo ciertas cartas o ciertos poemas, jamás hago un borrador,
jamás reflexiono demasiado; lo que tengo que decir nace de mí como podría
nacer un abrazo o una bofetada, según las circunstancias” (carta a Haydée Santa
María, 4-II-1972; en Cortázar 1984, 146)8.
La virtud terapéutica de la poesía alivia el sufrimiento íntimo. Muchas de
las cartas del Cortázar de los años 40 desarrollan sus particulares “meditaciones
metafísicas”: la lucha con “el problema de Dios, de la muerte”, por ejemplo, es
una de ellas, que sólo se atenúa en la escritura:

A veces es él quien me vence a mí, y yo escribo cosas desesperadas (y desesperantes); a


veces venzo yo al problema, y entonces escribo poemas sobre los ángeles, como uno que
le enviaré dentro de poco, si no lo quemo antes. (Mayo de 1940; Domínguez, 224).

La poesía es, pues, en estos primeros momentos de la escritura cortaza-


riana, excipiente agónico. Su papel precariamente consolador, según le confesará
a Marcelle Duprat, puede ser resultado, no obstante, de una actitud aprendida,
un gesto decididamente buscado:

[...] Nada me salva de meditaciones sordas y torturantes, ni el cansancio, ni los conflictos


más o menos sentimentales, ni los libros, ni la música. Apenas sí la Poesía... y eso por
unos instantes, que harto le agradezco. (s. f., post 1941; en Cócaro etal., 112-113).

7 Irónicamente comenta en 1939: “Ni siquiera en Bolívar me abandona la enfermedad poética. Ad-
vertirás que el nombre que le doy es otro síntoma claro de mi caradurismo.” (A E. A. Castag-
nino, enero, 1939, C/1: 41).
8 La corrección como castigo, que traiciona lo que debe ser dicho, se evoca en un texto de Historiasde
cronopiosydefamas (“Trabajos de oficina”; HCF: 54).
- 66 -
DANIEL MESA

Pero en ocasiones, si el sufrimiento es intolerable, el poeta se ve entregado


al silencio. Entonces, la vuelta a la escritura se presentará en el Cortázar de esta
época como “recuperación” del “yo”, como síntoma de una cierta normalidad:

Estoy volviendo poco a poco a mí mismo. Hasta la Poesía, esa traidora, que se marcha
de mi lado cada vez que sufro mucho, retorna a pasos menudos y me dicta, por las tar-
des, versos. (carta de Chivilcoy, 30-VI-1941; ibid., s. p.)9.

En esa misma carta, Cortázar ofrece dos detalles muy interesantes acerca
de su relación con su escritura. Por un lado, revela el espíritu de selección rigu-
rosa que aplica al tratamiento de su propia poesía: “estoy revisando, destru-
yendo, decidido a fijar lo verdaderamente logrado” (ibid.). Por otro, consigna
explícitamente que necesita escribir a máquina –costumbre que no abandonará–
. Si le falta su máquina no puede escribir nada “legible”: “No les envío nada
mío porque [...] me falta la máquina de escribir, que utiliza momentáneamente
un amigo. Tan pronto la recobre -y haya concluído de recobrarme a mí mismo-
les haré llegar poemas” (ibid.).
El valor concedido a la espontaneidad y a la función “terapéutica” de la es-
critura conduce a preguntarse por la “inspiración” que desencadena el poema.
Los testimonios cortazarianos conservados al respecto son más tardíos. Al
hablar de sus cuentos afirma que “como ocurre con los poemas, tengo la impre-
sión de que se hubieran escrito a sí mismos” (“Volviendo a Eugenia Grandet”,
VDOM: 41). Esa especie de irresponsabilidad del poeta-médium podría acercar a
Cortázar a los procedimientos surrealistas10, a los que corresponde también la
importancia del sueño como proveedor de materia poética:

[...] los poemas, como muchos cuentos míos, nacen de imágenes oníricas, son una tenta-

9 Este mismo pasaje había sido citado por Cócaro (1991), asignándole la fecha de 1944. Por su mayor
precisión y por referencias internas -que se cruzan con algunas de cartas a M. Arias- a la muerte
de Francisco Reta, origen de ese sufrimiento, tan importante para Cortázar que aún se evoca en
un cuento treinta años posterior (“Ahí, pero dónde, cómo”, de Octaedro), la fecha verdadera debe
ser la de 1941. Esa presión del silencio suscitado por el dolor perdura en épocas posteriores: “[...]
no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a
producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente. La
verdad es que la escritura, hoy y frente a esto [se refiere a la muerte del Che], me parece la más
banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible [...]”
(Cortázar, 1984: 76).
10 Algunos personajes de novela también sirven de “intermediarios” para poemas que proceden de

otras instancias: “[Heredia iba] dándole vueltas a una especie de poema que el ritmo del vagón
podía reivindicar como suyo [...]” (LM: 372).
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

tiva de poner en escritura visiones o entrevisiones que me da el sueño. No todos, por


cierto, pero que lo onírico juega un papel muy importante en mi poesía es un hecho que
no sé si puede comprobarlo el lector. Pero el autor lo sabe perfectamente. (Prego, 153)

No obstante, esta posible adscripción surrealista es atenuada por el propio


Cortázar en la misma época, cuando confiesa que “nunca había aceptado una
gratuidad que no me fuera paradójicamente impuesta por un impulso irresisti-
ble -que entonces se llamaba intuición y no gratuidad” (SC: 343). Cortázar, así,
establece distinciones en su corpus poético: de un lado, hacia 1950, reconoce
haber producido y conservado poemas “espontáneos”, escritos “a sí mismos”
(los que recopilará bajo el epígrafe de Razonesde lacólera en diversas coleccio-
nes), poemas seducidos por el automatismo surrealista, pero siempre teñidos de
implicaciones existenciales: “vi escribirse cosas en las que textos pasablemente
ininteligibles se abrían paso quieras que no y era preciso dejarlos, estaban ahí
por algo y ese algo era la razón de todo lo demás” (ibid.)11. Por otro lado, apa-
rece una escritura, anterior quizá, pero que por esas mismas fechas, los años 50,
empieza a verse irónicamente, aunque nunca se abandone: la que Cortázar lla-
mará poesía “lujosa” (Prego, 158): “cuando tenía veinte años la evocación de un
emperador romano me hubiera exigido un soneto-medallón o una elegía-estela:
poesía de lujo como se practicaba en la Argentina de ese tiempo” (SC: 70). Estas
“evocaciones” cederán al empuje de la poesía espontánea-existencial y serán
enviadas por el autor a “otro tiempo” casi mítico, dentro de la historia literaria
personal: “Me hacía gracia pensar en los tiempos en que pulía sonetos en las
soledades pampeanas, en los eriales de Bolívar, de Chivilcoy, de Mendoza. [...]
Fue un tiempo en que la naturaleza imitó más que nunca el arte” (SC: 343). Por
fin, y en tercer lugar, también hacia 1950 surge en Cortázar la conciencia de
estar explorando otra veta poética, que no es “automática” ni “lujosa”: la que
busca la inspiración en la cultura popular inmediata, cuyo emblema serán los
tangos12, un tipo de poesía que alimenta la conciencia del poeta expatriado:

[...] a nosotros los tangos nos vuelven en una recurrencia sardónica cada vez que escribi-

11 Esa escritura surrealista más ortodoxa se traslada a algunos personajes de novela: “Jorge se cultivaba
la instropección, decía poemas automáticos con infaltable belleza. Aplastado contra la mesa de
dibujo, el pelo entre papeles canson y carbonilla, murmuraba para sí las melopeas preliminares
que lo ponían en trance” (D: 13).
12 A tal respecto es iluminador el juicio que hace Cortázar de la “antigua” poesía lujosa: “Nuestra

autocompasión estaba demasiado presente en la poesía bonaerense de ese tiempo plagado de


elegías, que en el fondo eran tangos con diploma de alta cultura, el mismo amargo regusto de
nuestras frustraciones locales que se travestían con la involuntaria ayuda de los dior o los cardin
importados por las modas poéticas del momento (el año Lorca, el semestre Hölderlin...)” (SC:
337).
- 68 -
DANIEL MESA

mos tristeza, que estamos llovizna, que se nos atasca la bombilla en la mitad del mate.
[...] Hoy (podría dar los nombres de quienes opinan que es una regresión lamentable), el
ronroneo de un tango en la memoria me trae más imágenes que toda la historia de Gib-
bons. (SC: 69-70)

Lo que me interesa subrayar es que, además de perfilar una especie de cla-


sificación estilística y de señalar una mínima diacronía, estas referencias marcan
la conciencia cortazariana de que el “momento poético” está lejos de ser una
epifanía simple, pero su coherencia interna es constante: del mismo modo que
en los años 40 las “meditaciones sordas y torturantes” podrían provocar un
soneto “escapista”, más tarde los tangos alivian de los acosos de tristeza. La
forma del poema será distinta, pero su acicate es análogo.

LAESCRITURASECRETAYLAESCRITURAPRIVILEGIADA
La actitud del poeta en ciernes oscilará entre la ocultación y el orgullo. No
puede dejar de escribir poemas, pero –frente a la incomprensión o la sospecha
de sus lectores más inmediatos– puede intentar esconderlos mejor. Conviene
indagar en las razones que fueron convirtiendo esa obra exclusivamente poética
en algo casi secreto. Si la relación entre lo secreto y lo sagrado es estrechísima,
es verosímil que el sigilo con que Cortázar tratará su propia poesía tenga que
ver con un aprecio privilegiado, que la convierte en cifra de su escritura.
En los años 40, la razón que Cortázar aduce para no publicar sus poemas es
privada y estrictamente “objetiva”: la exigencia de perfección. Un testimonio
contemporáneo habla de “falta de deseo” o “apagamiento de la llama sagrada”,
al parecer fatal: “Tal vez emplee el dinero del viaje en publicar un libro, o vice-
versa (que es más probable; siento pocos deseos de publicar; la llama sagrada
amenaza apagarse)” (22-X-1941; Domínguez, 246). La necesidad de autopubli-
carse obliga al poeta a plantearse seriamente la conveniencia de hacerlo. Años
más tarde recordará la circunstancia, de forma impersonal:

[...] como tengo una idea muy alta de la literatura, me parecía estúpida la costumbre de
publicar cualquier cosa como se hacía en la Argentina de entonces, donde un jovencito
de veinte años que había escrito un puñado de sonetos se precipitaba a publicarlos. Si
un editor no los aceptaba, él pagaba la edición. Por mi parte preferí guardar mis papeles.
(Harss, 262).

Lo cierto es que en este pasaje Cortázar parece estar hablando de sí mismo


y de su primer libro publicado: Presencia. La fría recepción, estrictamente pri-
vada, que al parecer obtuvo ese volumen de sonetos actúa entonces como com-
plemento de la frustración originaria en el marco familiar, con lo que a partir de

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

1940 parece ya definitiva la decisión de no dar a conocer la obra poética, si no es


en circunstancias excepcionales.
Las declaraciones acerca de las razones de la ocultación de su obra poética
se hacen más explícitas, paradójicamente, en el momento en que Cortázar de-
cide volver a publicar un volumen “exclusivamente poético” en 1971. En el
prólogo a Pameos y meopas justifica con ironía la ocultación por desconfianza
hacia su propia obra. Así, considera que los poemas son “textos que tal vez
ocasionen la lapidación de las ventanas de Gianni [Toti, el traductor italiano]”
(PM: 7) o los califica como “resonancias de mi plectro” (PM: 8). Probablemente
hay en esas calificaciones una estrategia defensiva ante un posible nuevo fra-
caso como poeta.
A partir de ese momento, el análisis comienza a hacerse más sutil, dando
paso a una especie de catarsis. La primera razón que Cortázar aduce para la
ocultación es el desdén crítico: “Debo decir además, que se ha discutido mucho
si yo soy un buen o mal prosista, pero donde hay un acuerdo absolutamente
total es que [sic] soy un pésimo poeta...” (Díaz Sosa, 25). Un poco más tarde, en
una entrevista de 1978, Cortázar retrotrae el juicio a una instancia íntima:

Que yo tenga una conciencia vergonzosa con respecto a la poesía, proviene de que nin-
guno de mis amigos gustara de mis poemas y que se entusiasmaran inmediatamente
con mi prosa. Ellos, al igual que los críticos argentinos, me clasificaron como prosista.
Esto me hizo considerar mi poesía como una actividad privada. (Lartigue, 109).

Y aún insiste en ello en la última entrevista extensa concedida antes de mo-


rir:

[...] cuando yo era joven y mostraba alguno de mis poemas a mis amigos, la respuesta
era invariable. “¿Cuándo escribís otro cuento?” Lo cual mostraba una abierta preferencia
por lo que yo hacía en prosa. [...] Durante mucho tiempo me desanimó el hecho de que
mis poemas caían un poco en el vacío de mis amigos lectores, cuya opinión cuenta para
mí. (Prego, 147 y 149).

Es, pues, el juicio externo de los próximos el que lleva a Cortázar a no mos-
trar sus poemas. Pero en ningún caso dudará de su calidad o de la necesidad de
escribirlos, porque el hecho es que, a pesar de convertirla en actividad secreta,
privada13, Cortázar nunca abandonará la poesía. El efecto íntimo de ese rechazo

13 La referencia es constante y quizá no sobra hacer un inventario de esa actitud: “Tengo la impresión
de que [los poemas] son, no sé, mi mundo secreto, mi mundo personal.” (Díaz Sosa, 25); “attività
intima”(Cortázar, 1982: 35); “[...] tengo que reconocer que he sido débil en lo que toca a la poesía:
la convertí, la fui convirtiendo en una actividad un poco secreta” (Prego, 182); “Desde niño es-
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DANIEL MESA

es, tras la frustración, la timidez, “esa abyecta criatura que no existe por sí mis-
ma, que exige ser inventada por los otros” (SC: 65), o incluso la “vergüenza”: “a
mí me da un poco de pena tener que admitir ahora que la poesía siempre fue en
mi caso una actividad un poco vergonzante. Es decir, que nunca la mostré, o la
mostré muy poco, como vos señalabas en tu pregunta, en los libros almanaque”
(Prego, 146).
Al lado de esa motivación psicológica, Cortázar intenta dar otra magnitud
al “veto” mediante una justificación teórico-crítica: el encasillamiento de los
autores por parte de una crítica demasiado estrecha dificulta la recepción de
obras multifacéticas y, por tanto, la comprensión de un proyecto literario com-
plejo:

[...] todos los críticos del mundo, prácticamente todos, me han clasificado como un pro-
sista, como un cuentista o un novelista. Entonces, cada vez que se ha publicado un poe-
ma mío, o bien no ha habido ningún comentario, como si se tratara de una travesura de
Julio Cortázar que publicó un poema que no merece ser criticado y comentado, o bien
han sido recibidos yo diría con una cierta desolación, una cierta tristeza, como quien di-
ce: “Caramba, este hombre que tan bien estaba encauzado en su línea de trabajo y ahora
se pone a hacer versos”... Ese tipo de reacción profesional de los críticos. (Prego, 151-
152)

Cortázar, no obstante, reconoce que en un momento dado, tras la publica-


ción de Pameosymeopas, también ha habido, por su parte, una cierta “concesión
culpable”, una cierta falta de vigor a la hora de defender esa parcela de su es-
critura frente al encasillamiento crítico:

[...] yo he publicado muy poca poesía en verso. Y ello por una razón de la que me aver-
güenzo un poco: a pesar de que a todo lo largo de mi vida he luchado contra las catego-
rías, los géneros, las compartimentaciones, me doy cuenta en este momento, que de to-
das maneras he acatado esa especie de decisión que toman los lectores y los críticos
cuando le ponen una etiqueta a un escritor y deciden que es un novelista, como apén-
dice un cuentista, pero que no es poeta.[...] Eso puede haber quizá influido por algun
motivo conciente o inconciente [sic] en que yo limitara la publicación de mis poemas. [...]
mis poemas son legión, sólo que también hay una legión de cajones en mi casa donde es-
tán guardados. [...] no siento el deseo de publicarlos (por el momento). [...] No hay nin-
gún egoísmo en el hecho de no publicarlos, y creo verdaderamente que soy culpable de
haber aceptado demasiado las etiquetas. (Díaz Sosa, 25-26).

cribí poemas, luego fui narrador, pero los poemas continuaron siendo para mí una actividad se-
creta, personal, una especie de diario íntimo en el que dejaba constancia de todos mis azares y
aventuras” (entrevista con Annubis Galardy, Granma, La Habana, 14-II-1984; apud Rodríguez
Núñez, 244); “-[...] tu sais que j’écris des poèmes- mais en général je ne les publie pas, bon, je ne
sais pas, ils sont un peu confidentiels” (Sicard, 13).
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Lo mismo le confiesa a Gianni Toti, su traductor italiano, cuando quiere


justificar la sorpresa de que algún lector se interese por su poesía:

[...] il riflesso di un colpevole condizionamento ai dozzinali “generi” letterari; in effetti, il


fatto di non aver pubblicato niente altro che opere in prosa (ecetto un peccato di
gioventú in forma di sonetti) mi aveva abituato pavlovianamente a lasciare le mie poesie
allo stato di manoscrito, come attività intima, senza cercar loro quel lettore o quei lettori
che, ciò non ostante, implicavano sempre. (Cortázar, 1982: 135)

En ese reconocimiento comienza a percibirse, sin embargo, un germen de


reivindicación de la propia poesía. Cortázar no cierra la puerta a futuras publi-
caciones poéticas (“no siento el deseo de publicarlos (porelmomento)”); antepo-
ne una defensa contra la acusación de recatarlos en exceso (“No hay ningún
egoísmo en el hecho de no publicarlos”); garantiza la presencia constante de un
lector hipotético, quizá deseado (“lettori che, ciò non ostante, implicavano sem-
pre”). En algunos casos, la reivindicación implica un ataque directo contra la
incomprensión de los críticos:

El sentimiento de que, o bien no leen mucha poesía (aunque todos dicen que sí, no pue-
do saberlo, yo sí soy un gran lector de poesía) o no están demasiado dispuestos a acep-
tar que un autor, al que tienen clasificado como cuentista o novelista, se les escape del
casillero. (Prego, 149)

El caso es que declaraciones como éstas preparan y justifican una obra co-
mo Salvo el crepúsculo, que, no por casualidad, culminará –póstumamente– el
proyecto literario de Cortázar como máximo ejemplo de librolibre en el que los
poemas llevan el peso del discurso.
Como contrapartida a la ocultación de la obra poética, se verifica en las de-
claraciones cortazarianas un simultáneo orgullo íntimo por esa faceta de su
escritura. La reivindicación comienza a mitad de los años 60 de modo negativo,
expresada a través de las dudas explícitas sobre la conveniencia de ocultar los
poemas: “Y poemas, creo, que se quejan de olvido quizá justo pero eso no se
sabe nunca [...]” (“Para hacer bailar a una muchacha en camisa”, VDOM: 12). La
superación de esa especie de veto personal se identificará entonces con vencer
el “miedo al público”, algo conseguido tardíamente: “Sólo en los últimos años,
he perdido el miedo al público, he metido poemas míos en algunos de mis li-
bros y sobre todo en mis almanaques” (Lartigue, 109). El ciclo externo de la
poesía cortazariana, que comienza con la censura materna, se cierra con la
aprobación de los amigos: “Ahora, al final del camino de mi vida, me agrada

- 72 -
DANIEL MESA

que esos poemas sean leídos por la gente que me quiere. Por eso los reuní y
decidí publicarlos” (entrevista con Annubis Galardy, loc. cit.; apud Rodríguez
Núñez, 244). Parece, pues, que ante esos poemas que José M. Oviedo considera-
ba “conmovedoramente malos” (SC: 122) Cortázar estaba más atenazado por un
pudor sentimental que por una estricta censura estética. La defensa que hace
Cortázar de esa obra poética se mueve también casi siempre dentro de los mis-
mos límites. Los poemas se presentan como tesoro privado o “placer perverso”,
difícilmente “objetivable”:

[...] me he preguntado por qué casi nunca quise publicar versos, yo que he escrito tantos;
será, pienso, porque me siento menos capaz de juzgarme por ellos que por la prosa, y
también por un placer perverso de guardar lo que quizá es más mío. (VDOM1: 195)

La intimidad no revelada comienza a liberarse de la culpabilidad narcisis-


ta. Los poemas vivían naturalmente en el secreto, sirviendo a su autor, exclusi-
vamente, y no por ello menos preciosos:

[...] nunca creí demasiado en la necesidad de publicarlos; excesivamente personales,


herbario para los días de lluvia, se me fueron quedando en los bolsillos del tiempo sin
que por eso los olvidara o los creyera menos míos que las novelas o los cuentos. (PM: 8)

En el prólogo a Pameosymeopas sostendrá inequívocamente que la antigua


“conciencia vergonzante” sólo afecta a la ocultación y no al hecho de haber
escrito esos poemas, de los que nunca reniega (“mis poemas no son como esos
hijos adulterinos a los que se reconoce in articulo mortis”, PM: 8). Rescatarlos,
entonces, supone reforzar la coherencia de un proyecto literario “trascendente”:

Es natural entonces que estos poemas que siguen me parezcan demasiado marginales y
que a la vez no lamente haberlos escrito; hombre entre dos aguas del siglo, habré tenido
el privilegio agridulce de asistir a la decadencia de una cosmovisión y al alumbramiento
de otra muy diferente; y si mis últimos años están y estarán dedicados a ese hombre
nuevo que queremos crear, nada podrá impedirme volver la mirada hacia una región de
sombras queridas [...]. (PM: 10)

La actitud reivindicativa destaca en ese prólogo, aunque la lucidez del au-


tor prevé que no sean comprendidas sus razones para publicar, por coherencia
personal, un volumen “exclusivamente poético”. Y reconoce, no sin melancolía:
“nada cambia en el fondo para ellos [los lectores] o para mí, creo que nos que-
daremos siempre como del otro lado del libro, asomando a veces allí donde la
poesía habita algún verso, alguna imagen” (PM: 8).
Publicar poesía supone para Cortázar, en este momento (comprometido

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

con la revolución cubana, con la que empiezan a surgir las primeras tensiones;
reconocidísimo maestro del relato breve; cerrado el ciclo de novela experimen-
tal-existencial tras 62/Modelo para armar), un riesgo necesario en el proceso de
elección y construcción de una identidad literaria, un proyecto cada vez más
acuciante. La calidad exigible al poema está, entonces, estrechamente relaciona-
da con el ser del autor, con su autenticidad:

Yo no me hago ninguna ilusión sobre la calidad de mi poesía; lo que defenderé siempre


es mi autenticidad, porque ella ha nacido como nace toda poesía. De reacciones muy
personales frente a determinadas cosas, frente a sentimientos, a felicidades y a desgra-
cias. (Prego, 147)

La decisión de publicar poesía se convierte, pues, en huella importantísima


del proceso que ha llevado al sujeto a ser lo que es, asumiendo todo lo que lo
constituye:

Non so se scriverò piú poesie, né che cosa saranno; però, in ogni caso, quelle che aprono
questo libro mi esprimono oggi cosí come io sono, cosí come tante altre che popolano
queste pagine mi espressero lungo la rotta solitaria che mi portò finalmente a
incontrarmi con i miei fratelli, quelli che avanzano verso l’uomo futuro, quelli che
combattono e muoiono per quest’uomo, per portarlo alla fine, nuovo nato, alla vita
nuova. (Cortázar, 1982: 137)

El libro poético que Cortázar atisba en sus últimos años es ciertamente


“diario de viaje”, quizá incluso reflejo de un proyecto de transformar la vida en
libro (según el modelo dantesco evocado en el fragmento recién transcrito). Ese
proyecto, no estaría tan alejado de aquella norma mallarmeana, de la que confe-
saba haberse liberado al traladarse a París14. En ese hipotético proyecto se asu-
me la historia personal no sólo como proceso que configura al sujeto, sino como
esencia misma de ese sujeto. El libro se construye recibiendo ese “algo [que]
llama desde el pasado, busca volver, resbala en el tiempo, devuelve o reclama”
(SC: 252). El poema es, definitivamente, lo que contiene (“estos pameos son mis
amores, mis bebidas, mis tabacos”, ibid.). Una metáfora singular con la que se
define al poema en SC (como “botellita de ludiones”) indica la dirección de esta
interpretación: el poema –como esas “botellitas”– es recipiente en el que flota
algo en equilibrio más o menos precario; y a la vez resulta testimonio de ese

14 Cfr. la carta a R. Fernández Retamar de 10-V-1967: “De la Argentina se alejó un escritor para quien la
realidad, como la imaginaba Mallarmé, debía culminar en un libro; en París nació un hombre
para quien los libros deberán culminar en la realidad.” (Cortázar, 1984: 62; también en UR, II:
272).
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DANIEL MESA

equilibrio. Es también el “juego” del juglar (otro significado de “ludión”) para


encontrar su ser, para inventar su verdad:

Detrás de eso, la certidumbre de que los poemas, fueran lo que fuesen, guardaban en
sus botellitas de ludiones lo más mío que me hubiera sido dado escribir, y que no llega-
ría a la verdadinventada por un mero barrido de hojas secas. (SC: 243)

En esas condiciones, ya puede comprenderse que la reivindicación de la


obra poética sea, a veces, radical: “la poesía es absolutamente necesaria para mí
y si alguna nostalgia tengo yo es que mi obra en definitiva no es una obra exclu-
sivamente poética. Tengo a veces esa nostalgia.” (Picón Garfield, 42). Más ade-
lante confesará a esa misma interlocutora la confianza en su propia poesía: “a lo
largo de muchos poemas que he escrito, una inmensa cantidad, millares de
poemas, hay algunos que se pueden salvar y se pueden publicar...” (ibid.: 124)15.
De la ocultación culpable a la reivindicación con un cierto carácter trascendente,
la obra poética de Cortázar permanece constante como proyecto de escritura en
marcha a lo largo de más de cincuenta años.

LARELACIÓNCONELLECTORDEPOESÍA
El papel que Cortázar concede al lector es un aspecto reiteradamente anali-
zado en relación con su prosa, pero olvidado en cuanto hace referencia a la poe-
sía. Dada la importancia que tiene la opinión ajena en los inicios de la imagen
de poeta que Cortázar se hace, la relación entre texto y lector, inexcusable en el
momento mismo de la escritura del poema, será un factor clave en la construc-
ción de esa imagen.
De nuevo las cartas de 1939 a 1945 ofrecen un tesoro riquísimo para explo-
rar la actitud de Cortázar. Muy a menudo, la carta es vehículo para un poema
que busca inexcusablemente la opinión de su lector, desencadenando en oca-
siones un diálogo acerca de tal o cual pasaje más o menos oscuro. Aunque no es
lo más frecuente, a veces el “lector-modelo” coincide con el destinatario de la
carta (generalmente una mujer, en esas fechas), puesto que el poema le está
dedicado. Muy pronto, Cortázar plantea abiertamente a Mercedes Arias el pro-
blema de la imagen del lector en el momento de componer el poema:

Siempre he pensado que yo no debería dar a leer mis cosas a nadie, porque, en el fondo,
para nadie están escritas. Aclaro: suelen ser escritas pensando en alguien, o con referen-
cia a determinado momento de mi vida que, por fatalidad propia de nuestra condición,

15 La magnitud de lo ocultado queda de manifiesto a poca credibilidad que se otorgue a esa declara-
ción: frente a los “millares” de poemas escritos, los publicados aún quedan lejos del “millar”.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

se relaciona con alguien -uno o varios seres ligados de un modo u otro al propio ser-.
Pero, en lo que respecta a la obra en sí, no es creada en función de un lector. ¿Me hago
entender? Quiero decir que escribo, muchas veces, con referencia a otros seres; pero que
nunca pienso en ellos como posibles lectores. Ellos pueden dictar mi obra; pero yo no la
creo para ellos. Todos, o casi todos mis poemas, son por X o Z; pero nunca para X o Z.
(14-X-1939; Domínguez, 213).

El poema no legitima su propia existencia por haber llegado a manos de


quien lo suscitó, como mero pre-texto. Sólo en el caso de los malos poemas esa
circunstancia puede atenuar un tanto su torpeza estética: “copiaré para usted
unos versos simplísimos, que sólo tienen para mí el valor de haber sido recibi-
dos por aquella que los motivó” (Chivilcoy, s.f., ca. 1939; en Cócaro etal., 65). En
los casos logrados, el poema escrito por alguien, pero no paraalguien, arriesga la
dificultad de comprensión para quien no dispone de las claves:

De donde se sigue, por lo común, una oscuridad que yo soy el primero en deplorar, pero
de la cual no me desprenderé jamás -a menos que una imprevista gracia descienda del
cielo para enseñarme una belleza menos compleja-. (14-X-1939; Domínguez, 213)

Ese sentimiento de la belleza críptica se corresponde bien con la actitud del


poeta que cifra su discurso para protegerlo, limitando su difusión y librándolo
sólo a una comprensión muy restringida. Cortázar considera esto casi una fata-
lidad, que se disfraza de desdén hacia el público: “[...] créame que me es impo-
sible sentir la Poesía de manera distinta; si yo escribiera para el público, acaso
mis poemas tuvieran bellezas más universales; no lo sé verdaderamente” (ibid.:
214). No obstante, Cortázar se siente también orgulloso de contar con algunos
lectores y los “mima”, afectando que él mismo es capaz de prever el efecto de
sus poemas:

But... why spoil that “heavenly” place with my bitter, chilly and unpleasant poems? I
thought, at first, that it was better if I refuse send them to you; but, after deep medita-
tion... you see, there they go! I hope my poor verses won’t cover your blues [sic] skyes
[sic] with another kind of “blues”. (febrero, 1943 ?; Domínguez, 262)

En otras ocasiones, halagará a su lector: “[...] recuerde que su franca opi-


nión sobre mis poemas tiene para mí un valor inapreciable” (22-V-1943, ibid.:
265). Este vaivén entre desdén y halago deriva del sutil juego que se establece
entre un autor y un lector disponibles mutuamente: Cortázar percibe la sibilina
intención del lector elegido que pretende obligarle a descifrar sus textos, cuando
lo probable es que éstos ya hayan sido comprendidos:

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DANIEL MESA

Es por eso que [sic] siento el placer de enviarle lo que yo puedo escribir; [...] en el muy
pequeño círculo de espíritus amigos que me consuelan de la vida, usted está desde hace
mucho; y por eso siento la alegría de poner mis músicas en sus manos. Usted es dema-
siado modesta, a veces; yo sé que lee en mi Poesía mucho más de lo que confiesa. Quizá
lee todo; y si no encuentra más, esporquenohay. Cuántas veces, detrás de la oscuridad se
oculta el vacío. (14-X-1939; ibid.: 214).

El poema debe justificarse a sí mismo y entre las atribuciones del lector no


está la exigencia de explicaciones, ni es derecho del poeta completar lo ya dicho.
En cualquier caso, Cortázar se muestra especialmente consciente en los años 30-
40 de la especial dificultad de su poesía: “bien sé que soy oscuro -y acaso tene-
broso- en mis poemas” (ibid.: 212). A veces atribuye esa oscuridad a la forma
elegida:

[...] loúnico que me acerca al simbolismo es esa aparente oscuridad. ¿Y es ése mi paren-
tesco? No, porque se trata de una consecuencia externa al Poema en sí, a su intención, y a
los cánones que rigieron su nacimiento. [...] Si hay versos míos de forma y música sim-
bolistas, es sólo resultante de la forma empleada, el soneto, que lleva a un cierto herme-
tismo, y al deseo de lograr resonancias eufónicas. (a L. Duprat, 31-7-1940, C/1: 90)

Pero como Cortázar, por esa época, es capaz de figurarse (y de orientar)


también el momento de la recepción (“no ignoro el sacrificio que usted consagra
a descifrar algunas de mis demasiado crueles poesías-”, a Mercedes Arias, 14-X-
1939; en Domínguez, 213), el problema de la incomprensión resulta ser, enton-
ces, uno de los que más le preocupan:

Usted me ha dicho muchas veces que no comprendía bien algunos poemas de mi libro;
¿le servirá de consuelo el saber que, hasta ahora, nadie me ha dado la alegría de com-
prenderlos íntegramente? Ni siquiera algunos seres por quienes los sonetos surgieron de
mí mismo; esos -dolorosamente se lo confieso- fueron los primeros en no comprender,
en decirme, a manera de crítica, que nada había más helado y más distante de la Poesía
que ese pobre montón de versos. Quizá usted crea que yo hablo “por la boca de la heri-
da”; no es así. Yo sé -ahora, sobre todo, que ha transcurrido el tiempo- cuántos y qué
graves son los defectos de mi libro; sé que, en el fondo, no debí publicar versos que no
habían sido escritos para que los leyeran. Y, sin embargo, usted y acaso uno o dos ami-
gos vieron con intuición admirable pasajes y alusiones tal como yo los había intuido y
deseado (ibid.: 213).

No es posible saber con certeza a qué libro se refiere Cortázar en esta carta
(quizá Presencia o algún otro inédito), pero la decepción del poeta justifica una
vez más su retraimiento. La comprensión, por el contrario, conlleva alegría, a
pesar de que sus reparos han podido suscitar en su corresponsal la impresión

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

contraria:

I’m not disappointed because you say you understand my poems. In [sic] the contrary, I
feel very glad; it’s a comforter thought, to know I have a friend who reads me, and feel
[sic] the same feelings I have. You say: “I like them” (the poems). Thanks for that; it’s
wonderful to hear it. (diciembre, 1939; Domínguez, 218).

En esa tensión entre la (afectada) indiferencia hacia el lector y el deseo de


comprensión se mueve, sin duda, el primer Cortázar. En pocos años se observa-
rá, no obstante, una rápida evolución hacia la “claridad”. Comienza por modifi-
car su actitud ante la explicación del poema: “No crea usted que me irrita expli-
carme; por el contrario, es un deber para con usted, y me proporciona la
satisfacción de ser, en última instancia, bien entendido” (15-IV-1942; ibid.: 256).
El autor comienza a considerar más importante la revelación del sentido (por
especial “obligación” o “deber” hacia el lector) que el prurito de intransitividad
poética. Apenas meses después confesará haber hallado un “nuevo tono”, más
claro, que pre-juzga quizá inapropiado para su lector(a):

[...] No sé si este “nuevo tono” que quizá usted no conozca en mí, la sorprenderá des-
agradablemente. [...] -¿no encuentra en ellos un desesperado deseo por decir lo que se
anhela y evitar, a la vez, problemas de comprensión al lector? (Sus observaciones al res-
pecto tienen mucho que ver en esta actitud; he comprendido que no hay derecho a es-
cribir solamente para uno... si al final se termina dando los poemas a otros. De todas
maneras, me agradaría una opinión.). (febrero, 1943 ?; ibid.: 262)

Al final, la actitud del lector conduce al autor a una coherencia de propósi-


tos. Puesto que Cortázar no dejaba de escribir poemas y de difundirlos, aunque
fuera en correspondencia privada, intentará reducir su hermetismo y facilitar la
comprensión. La misma correspondencia muestra que la exhibición pública de
la poesía cortazariana no era tan restringida: Cortázar se presentaba también a
concursos públicos. Por eso, en el “cambio de tono”, hacia una mayor claridad,
quizá tuvo algo que ver también el fracaso en un concurso convocado por la
revista MartínFierro en 1940, bastante documentado en sus cartas16. La posible

16 Merecería la pena dedicar más atención a ese concurso, cuya importancia para la generación
poética bonaerense de 1940 la han consignado, por ejemplo, Devoto (68), Cambours Ocampo
(49) y Fernández Moreno (230). En la correspondencia con Mercedes Arias, entre el mes de
abril de 1940 y marzo de 1942 las referencias al libro presentado por Cortázar al certamen son
reiteradas (Domínguez, 220, 222, 234, 253), a veces con descripción explícita de su contenido.
También aparece en cartas a Lucienne C. de Duprat (C/1: 67). El concurso de Martín Fierro
queda en la prehistoria de la escritura cortazariana como ejemplo de una confianza absoluta
en la valía de la propia obra que, contradiciendo la opinión generalizada que ve al primer
- 78 -
DANIEL MESA

decepción derivada de ese concurso se suma al “fracaso” relativo en cuanto a la


comprensión de Presencia poco tiempo antes, y ambas experiencias justifican,
acaso, la restricción de la difusión de sus poemas y el paralelo orgullo “herméti-
co” que Cortázar defiende entre 1939 y 1942. Esa circunstancia, además, aparece
evocada en una frase publicada muchos años después: “[...] para mandar poe-
mas la vida me cortó el chorro allá por los años treinta y ocho” (“The smiler
with the knife under the cloak”, VDOM: 63). La significativa contradicción entre
el plural “años” y la precisión “treinta y ocho” (año de Presencia) apunta a la
existencia de un suceso concreto que motiva la suspensión de ese “chorro”. Y si
bien no es estrictamente cierta (pues en 1940 Cortázar seguía “mandando poe-
mas”), sí que parece condensar en una fecha simbólica dos decepciones tem-
pranas.
El problema del lector de poesía no desaparecerá en años posteriores a esas
cartas, sino que se inscribirá en una consideración general y más elaborada de la
lectura. En SC, por ejemplo, vuelve a corroborar la desconfianza en la compren-
sión de un supuesto lector-ideal, tras tantos años de fracaso. El ejemplo que
pone para no confiar la selección de sus poemas a nadie distinto de sí mismo, se
refiere, sin embargo, a un cuento, y pretende ser irónico:

[...] me creo capaz de suprimir lo que entonces me había parecido particularmente bue-
no. Tal vez debí dejar el arbitraje literario en manos amigas pero es algo que nunca me
ha tentado, sin duda por nefanda vanidad; la única vez que lo intenté tímidamente en
Buenos Aires, el amigo consultado me aconsejó destruir Elperseguidor. No es una prueba
de nada, pero uno se queda con sus dudas para el futuro. (SC: 320)

Cortázar ha decidido asumir la responsabilidad absoluta frente a su obra,


erigirse finalmente como lectormodelo de su propia poesía, para conseguir al-
canzar la imagen de escritortotal, que subyace al proyecto de su libro póstumo.
No obstante, la figuración del autor como lector ideal a veces es rebajada iróni-
camente, como cuando se identifica implíctamente con un “típico lector de poe-
sía”, para justificar la presencia de ciertos poemas: “Lo elegíaco, inevitable, do-
minando como el azul en los vitrales góticos, no sólo por estar aquí sino
también en el lector que no-por-nada-es-lector-de-poesía” (SC: 99). En otros
casos, sin embargo, el autor se presenta como el “lector más agudo”:

Un buen crítico no necesita de fechas precisas para establecer una cronología literaria, el
tiempo está inscrito en lo escrito, en las adherencias del momento, las modas estéticas, lo

Cortázar como un escriba secreto, intenta imponerse en el contexto literario que lo rodea va-
liéndose de cauces de difusión “oficiales”. Ello sitúa la obra de Cortázar en el centro de las
tensiones de desarrollo literario de los miembros de su generación.
- 79 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

in y lo camp. [...] Soy capaz de fechar viejos textos sin fecha, el vocabulario es mi carbono
14, no así los temas y los moods porque nada ha cambiado en este terreno donde sigo
siendo el mismo, quiero decir romántico / sensiblero / cursi (todo esto sin exagerar, che).
(SC: 117)17

Como dirá Cortázar al justificar su antología de Pedro Salinas18, el poema


es el lugar de encuentro entre el sentido y su lector. No todos los poemas son
para todos los lectores, pero es preciso permitir que se encuentren, sin alcahue-
terías críticas, sin dilaciones que pueden distorsionar. Cuando Cortázar expone
sus preferencias “materiales” a la hora de enfrentarse con el texto poético, pre-
gunta, por ejemplo, a su traductor italiano: “Juanito -gli ha detto [JC a Toti]- ma
davvero non ti danno fastidio le note-in-calce alle poesie? Non sono anche per
te, le poesie, corpi integri, autonomie assolute di senso? L’occhio ester-interiore
deve essere libero di concentrarsi, al di là dei tipografèmi -no?” (Cortázar,
1982:135).
Por fin, en último lugar, hay que recordar que Cortázar, como escritor de
poemas, asume otro compromiso importante: el de ampliar el número de los
lectores:

Porque todo lo que he escrito en poesía -vos lo has notado- ha sido una tentativa a [sic]
transmitir la poesía sin que tuviera la mayúscula de la palabra Poesía, algo capaz de pa-
sar sin esa automática hipervaloración que hace que la gente siempre abra un poco los
ojos cuando se habla del Poeta y de la Poesía. Esa jerarquización de la poesía que yo no
creo necesaria para llegar a la poesía más alta y más grande, ¿no? (Prego, 157)

La relación con el lector, pues, constituye un elemento fundamental en la


construcción de la imagen que Cortázar tiene de sí mismo como poeta. Podría
decirse como conclusión, que de una entrega total al texto, desdeñando al lec-
tor, en sus primeros años de escritor de poemas, Cortázar pasa a una preocupa-
ción por ese mismo lector, modelizado sobre la figura del autor como “lector-
ideal”, que, en su opinión, beneficiará tanto al poema como al destinatario.

17 En relación con la inscripción del tiempo en la escritura conviene recordar también este pasaje de
una carta a Yurkievich: “Los poemas que incluiré en Últimoround me suenan a viejo, a resabi-
do, mientras corrijo las pruebas [...]. Pero cada cosa tiene su tiempo, y cuando los escribí yo
era ese que los escribía, estaba en la tierra semántica y estética que justificaba esas cosas”
(Saignon, 2-7-1969, C/3: 1348).
18 Hay algunas referencias al proceso de elaboración de esa antología en sus cartas. Desde el punto

de vista de la actitud de lector de poesía, interesa una de las primeras: “[...] este invierno voy a
preparar una antología de Pedro Salinas, a quien siempre quise mucho; su hijo, que es un
buen amigo, tiene suficiente confianza en mí para pedirme que haga la antología y la preceda
con algunas páginas mías. Es una tarea insólita para mí, en todos los campos, y precisamente
por eso fascinadora” (a Graciela de Sola, Saignon, 29-8-1970, C/3: 1421).
- 80 -
DANIEL MESA

Para concluir, y si el espacio lo permitiera, cabría dedicar cierta atención a


las relaciones que Cortázar establece entre su poesía y su obra en prosa, porque
en muchas ocasiones se ha desdeñado su obra “exclusivamente” poética ale-
gando que su obra en prosa es “esencialmente” poética. Baste por ahora decir,
que lo esencial, en Cortázar, no canceló nunca lo exclusivo: la musicalidad, el
juego de imágenes, la intensidad de la atención requerida del lector, son valores
poéticos que instiló en su prosa… Pero esa presencia no justifica la desatención
a sus poemas, un corpus extenso y de calidad que revela, como poco, la tensión
subyacente a la producción cortazariana: la que se da entre el deseo teórico de
alcanzar la fusión de discursos (y que acaso se consigue en momentos privile-
giados) y la realidad práctica de que se sigue manteniendo una escritura poética
ortodoxa, exclusiva y exacta durante toda la vida. La sola presencia imborrable
de esos versos cortazarianos testimonia en cierta medida el feliz fracaso relativo
de ese proyecto de confusión de géneros y motiva la lectura de una parte muy
importante de la obra de Julio Cortázar.


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DANIELMESAGANCEDO
Universidad de Zaragoza

- 82 -
NOTASPARAUNREALISMODELSIMULACRO:
ÉCFRASISDELAFOTOGRAFÍADIGITAL
ENLANARRATIVADECÉSARAIRA1

No hay en las letras argentinas una narrativa tan fascinante y a la vez re-
pudiada como la de César Aira. Verdadera “marca literaria” (Montaldo, 2005),
esta literatura reivindica una tradición- Lautreamont, Arlt, Puig, Lamborghini,
Copi- y un modo de situarse o intervenir en el campo literario que ha vuelto
visibles en el contexto de la narrativa más reciente a escritores muy diferentes
que se hallan por diferentes razones en sintonía con “algo de lo de Aira”2 o con
algo de esa tradición “a través de lo de Aira”. A lo largo de sus más de sesenta
textos, dicha “marca” se ha constituido bajo el signo de lo metaficcional, de la
transgresión de las categorías de lo alto y lo bajo, lo literario y lo masivo, ple-
gándose a una narrativa del silencio que, al mismo tiempo, en un contexto iné-
dito de convivencia de la literatura con otras redes discursivas fruto de la mul-
tiplicidad de la información, la massmediación y el espectáculo, se proyecta hacia
el afuera de la literatura en un impulso ecfrástico3 que se quiere realista. El pro-
yecto de la obra airiana parece descansar en la negación de un mensaje o de la
posibilidad de inferir un sentido en la lectura, de leer en vertical, planteamiento
cuya seducción entronca con la construcción desde los textos de un mito perso-
nal entre lo “ya hecho y la firma” (Contreras, 2002). No obstante, más allá de la
vindicación de la vanguardia del arte como procedimiento, encontramos que la
influencia de la obra de Aira en ciertas estéticas del presente en el Río de la Pla-
ta quizás tenga que ver más con el modo en que los textos construyen su rea-

1 El presente trabajo es un fragmento de una tesis doctoral que lleva por título “Realismos del Simu-
lacro: imagen, medios y tecnología en la narrativa del Río de la Plata”, Universidad de Gra-
nada, 2008.
2 Nos hemos extendido más en las conexiones entre Aira y algunos escritores argentinos como

Alberto Laiseca, Sergio Bizzio, Daniel Guebel, Washington Cucurto, Dalia Rosetti, Javier Bari-
laro, Fabián Casas, o los latinoamericanos Crispín Portugal o Daniel Umpi en una ponencia
leída en abril de 2007 en el Seminario Internacional de Narrativa Hispanoamericana Contem-
poránea de Granada. Una versión publicada de la misma aparece en Entrelolocalyloglobal:la
narrativalatinoamericanaenelcambiodesiglo (Montoya Juárez, 2008).
3 Podríamos definir el concepto de écfrasis junto a Murray Krieger “Ekphrasis (…) clearly presup-

poses that one art (…) is defining its mission through its dependence on the mission of anot-
her art- painting, sculpture or others” (1992: 6), o, ampliando su campo semántico, aunque
originalmente fuera predicable de las relaciones del texto con las artes figurativas, junto a
Heffernan, a otras artes o formas de reproducción visual; así, podríamos afirmar que la écfra-
sis es toda representación verbal mediada por la representación visual: “(ekphrasis is) the
verbal representation of visual representation” (Heffernan, 1991: 297).
- 83 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

lismo a través de esta negación vanguardista de la representación.


Apoyándonos en el concepto de realidad como un constructo cruzado de
los órdenes real, simbólico e imaginario que establece Lacan, podemos decir
que la narrativa airiana agrupa sus referencias a un “real” o a una “realidad” al
menos en torno a dos niveles: la realidad de partida, lo que está al principio o
los fragmentos miméticos que la novela se toma la molestia de construir, y, en
segundo lugar, la realidad de llegada o “lo real”. En palabras de Lacan: “Se
podría decir que lo real es lo estrictamente impensable. Esto sería al menos su
punto de partida. Eso haría un agujero en el asunto” (Lacan, 1975).
Ese límite lacaniano puede ayudarnos a construir una hipótesis para pen-
sar dónde ubican los textos de Aira determinado “real” diferente de la realidad
que se postula en las novelas de inicio. Un “real” como punto de destino, para
cuya expresión juega un papel primordial la “des-realización” de la realidad
simbolizada a través de un entrecomillado verosímil más o menos “realista”. Es
en este sentido que el cruce de lo visual en la mayoría de las novelas airianas de
los noventa puede leerse como una vuelta del relato (Contreras, 2002), pero
también, como una restitución de lo real que para afirmarse debe liquidar cierto
verosímil de corte mimético-realista. Así, con la disolución de la realidad “re-
alista” se accede a otra forma contemporánea de “realismo”.
Esto es lo paradójico: en estas fábulas metatextuales es en la sustracción del
verosímil y la interferencia de los lenguajes de la tecnología audiovisual pos-
moderna cuando las novelas parecen afirmarse en un “verdadero realismo”. El
rasgo inherente a esta narrativa es la precipitación en lo massmediático como
forma de abandono del verosímil realista previamente construido, como si todo
lo escrito previamente fuera, en palabras de Aira, aquello que “da peso al aban-
dono” (“Ars narrativa”, 4). En Aira la coagulación imaginaria y la aceleración
en el verosímil a partir de un cierto momento-bisagra en muchas de sus novelas
se tematiza en la figura de la anamorfosis, el medio por el que la realidad- por
decirlo en términos airianos- “se hace real”.
El debate sobre la cuestión del realismo ha flotado siempre en los estudios
referidos a la obra del autor, sea al abordar cuestiones de orden narratológico e
identitario (Fernández della Barca, 2000; Estrín, 1998; Contreras, 2002; Breuil,
2003; García 2006) o en aproximaciones comparativas, analizando el papel de la
literatura de Aira en relación a su generación o la generación inmediatamente
anterior, la de figuras centrales del campo literario argentino como Juan José
Saer o Ricardo Piglia (Contreras 2002), habida cuenta de la omnipresencia del
concepto no ya en la obra narrativa sino en los ensayos de Aira. Pero en ningún
caso ha sido abordado en toda su compleja relación con el espectro audiovisual.
La paradoja de si una narrativa tan fuertemente metaficcional como la de Aira,
- 84 -
JESÚS MONTOYA

hermética y autorreferencial4, pueda leerse como realismo queda en suspenso.

TELEVISUALIZACIÓNYMENEMISMO
Creemos que es significativo que esta televisualización simultánea a la re-
flexión alrededor del realismo en la narrativa airiana se radicalice desde lo es-
crito en 1987, pudiéndose leer como un síntoma de una atmósfera nueva en la
cultura argentina. Entre el final del gobierno radical y el inicio de las políticas
neoliberales del nuevo peronismo, con las reformas y privatizaciones llevadas a
cabo por Carlos Saúl Menem, se produce en Argentina un verdadero boom de
las emisiones audiovisuales, un proceso de contaminación sin precedentes de la
iconosfera (Gubern, 2007) estableciendo las condiciones para la constitución de
un nuevo sensorium que hemos descrito como “simulacro”, que alcanza todos
los aspectos de la esfera pública y política del país. Durante este período la tele-
visión en Argentina alcanza una considerable fuerza mito-poética, convirtién-
dose en el espacio de más influencia en la transformación de la identidad argen-
tina y del espacio en que se juega el destino de lo político.
Éste es el período- desde la transición democrática, pero sobre todo duran-
te la década menemista- en el que se produce lo que hemos descrito como tele-
visualización o- con Contreras (2002)- como “caída en lo masivo” de la narrativa
de Aira, cuando se hacen particularmente abigarradas y significativas las co-
nexiones de la narrativa airiana con la cultura de masas, no sólo por la parodi-
zación de determinados géneros, personajes o imágenes procedentes de la cul-
tura de masas, también por lo indistinto de su selección desjerarquizada de
elementos a incluir y su voluntad de hacer funcionar la narrativa como si de
una emisión televisiva se tratara. Todo ello dota a sus textos de una textura
massmediática(Montoya Juárez, 2004; 2005), que al mismo tiempo determina el
modo de presentación en el mercado (Montaldo, 2005) de una narrativa que
funciona y busca distribuirse a sí misma, con la proliferación sobreabundante
de novelitas en editoriales de tirada diversa, según una paradójica artesanía que
simula la lógica de lo masivo.
Es también el período en el que la obsesión por una afirmación de un rea-
lismo como distorsión de un planteamiento realista de inicio en los textos se da

4 Como ha señalado Remón Reillard, la noción de fábula metatextual es particularmente adecuada y


también elegida por el propio autor, para comprender el procedimiento airiano del continuo
que se establece “entre la novela escrita y el trabajo de escribirla” (Aira, Copi, 1991, 52-53), que
Remón Raillard califica como “un modo de representación paradójica en el que se da una fu-
sión de términos que lógicamente deberían regirse por una relación de causa a efecto. En otras
palabras nos hallamos ante el objeto terminado que simultáneamente nos muestra cómo está
siendo creado” (Remón Raillard, 1999: 143-144).
- 85 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

con mayor insistencia y radicalidad. Y esto es lo que vamos a tratar de analizar


en las páginas siguientes: cómo la tecnología y la gramática de la imagen y los
massmedia, en este caso la infografía o la fotografía digital, inciden en el verosí-
mil de la narrativa del período a través del análisis de un texto fundamental de
Aira: Laprueba, escrita en 1989 y publicada en 1992, que ha llegado a ser versio-
nada cinematográficamente5 y constituye una referencia fundamental para la
joven narrativa en el Río de la Plata.

LAPRUEBA:LAÉCFRASISPARAIRMÁSALLÁDELASEXPLICACIONES.
La anécdota que constituye el argumento de La prueba es relativamente
simple: Marcia, una joven adolescente de clase media baja, tímida, gorda, pa-
seando por el sempiterno barrio de Flores de la novelística airiana es asaltada
por dos muchachas punks, “Mao” y su amante “Lenin”. La novela se abre con la
declaración de Mao de querer “coger” con la protagonista. El grueso de la nove-
la consiste en un diálogo absurdo que tiene lugar por las calles que circundan la
Plaza y los establecimientos de ocio y consumo de Flores- en concreto el “Pum-
per Nic”6-, en el que reiteradamente Marcia se niega a la proposición de Mao.
Un diálogo entre mundos opuestos, el de la adolescente convencional y el de las
punks, que nace de la reacción de inadecuación entre lo cotidiano, el paseo ves-
pertino por el barrio, y el exabrupto dirigido a Marcia por Mao:

“¿Querés coger?7

5 Diego Lerman en Tan de repente (2002), su ópera prima, versiona esta novela, describiendo la
errancia juvenil de las tres jóvenes de Flores que efectúan juntas un viaje al interior- inexisten-
te en la novela de Aira-. El film de Lerman conserva un cierto aire de la NouvelleVague. La pe-
lícula reproduce la primera parte de Laprueba, manteniendo los personajes, buena parte de los
diálogos y el efecto de non-sense de la novela, aunque elude su final onírico.
6 Cadena de hamburgueserías popular y muy extendida en la ciudad de Buenos Aires en los ochen-

ta y principios de los noventa.


7 En la primera versión de la novela, publicada en Grupo Editor Latinoamericano, el término “co-

ger”, utilizado en toda Latinoamérica en sentido sexual figurado, aparece autocensurado con
puntos suspensivos. Cabría preguntarse por la decisión del autor por reformular la pregunta
de un modo más literal en las sucesivas ediciones. No tenemos información suficiente para es-
tablecer una hipótesis, si bien es cierto que no es el propósito de este trabajo explicar las va-
riantes textuales en la obra de Aira. Lecturas como las de O´Connor (1999) vinculan esos pun-
tos suspensivos del inicio con un juego irónico, del no querer decir lo que luego dice- falsa
mojigatería que subraya una estética camp, o, pensamos, con metáforas de la indecibilidad
para subrayar ese “límite de lo real” que no se llega a franquear ni siquiera por el narrador de
inicio y que sólo será franqueado cuando se atraviese el umbral de la acción, en la escena final
del supermercado. No obstante el abandono de ese recurso en una edición posterior de la no-
vela puede volverlo menos significativo. Es la única variante textual que hemos encontrado
en las dos ediciones que hemos contrastado, sorprende, puesto que parte del procedimiento
- 86 -
JESÚS MONTOYA

A Marcia la sorpresa le hizo incomprensible la pregunta. Miró a su alrededor sobresal-


tada para ver de dónde provenía... Aunque no estaba fuera de lugar, y quizás no podía
esperarse otra cosa, en ese laberinto de voces y miradas, a la vez transparente, liviano,
sin consecuencias, y denso, veloz, algo salvaje. Pero si uno se ponía a esperar algo...” (La
prueba,7)

El texto se estructura en dos partes diferenciadas por un cambio violento


en el verosímil. Una primera parte, cuyo verosímil narrativo oscila entre el hi-
perrealismo de la descripción minuciosa de la superficie visual de las calles y
las escenas del presente, narra el recorrido físico que hacen los protagonistas
por los espacios de la cotidianidad barrial de Flores. Si en un principio la prota-
gonista muestra un cierto rechazo a la proposición y la figura de las dos punks,
termina orientando sus esfuerzos en el diálogo hacia la comprensión de las mo-
tivaciones de sus acompañantes, su modo de ser, su posición ideológica o su
visión del mundo, en un verdadero esfuerzo etnográfico que está buscando
reiteradamente conceptos en que poder apresar el modo en que se conducen
sus interlocutoras y, al mismo tiempo, aislar los preconceptos de los que ella
misma parte. En esta primera sección se construye una forma de verosímil re-
alista que acepta ciertos elementos extraños al contrato mimético, por ejemplo,
que la voz del autor y sus digresiones teóricas se inmiscuyan sin excesivo pro-
blema en el discurso de una adolescente de apenas dieciséis años, como si el
narrador no quisiera que los lectores suspendan definitivamente el descreimien-
to (O´Connor, 1999):

“Era verdad, en cierto modo. Salvo que Marcia no creía poder avanzar (…) si no era
cambiando de papel, haciendo personajes. De otro modo se metía en callejones sin sali-
da, se precipitaba al abismo, la paralizaba el miedo. En ese momento se le ocurrió que
quizás ese miedo era algo que había que mirar de frente, algo que aceptar. Ésa podía ser
la lección del nihilismo punk. Pero no lo creía; por un lado, sus dos acompañantes nega-
rían que tuvieran ninguna lección que proponerle; por otro, ellas mismas, disfrazadas
como estaban, eran un mentís a esa moral. Aunque no era tan descabellado, dentro del
clima de transmutación de todos los valores en el que se movían” (36)

Toda esta primera parte, que ocupa los dos primeros tercios de la novela,
está narrada en una tercera persona por un narrador que mantiene el modo
realista. Si bien existen algunas diferencias en la presentación de los personajes:

vindicado por Aira contempla la corrección en lo siguiente, o la no revisión de sus textos.


Existe la posibilidad de la traición editorial, Haikus, publicado por Mate, es otra obrita de Aira,
inclasificable, nunca reeditada, de la que Aira se queja de haber sido traicionado por su editor,
no respetando la estructura que él mismo quiso darle. Así nos lo confiesa, en una entrevista
de 2004, el propio autor.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

frente a Marcia, las dos punks son presentadas como superficies objetivas y sólo
son descritas en su modo de actuar, de hablar o desde el punto de vista de Mar-
cia, único que el narrador penetra o adopta.
La segunda parte, se inicia con una revelación de un secreto, un secreto
que quizá no sea tal y se recoge en apenas un puñado de páginas (las últimas
veinte8). Mao hace a Marcia una revelación aparentemente tautológica, que no
avanza en la explicación del sentido sino que vuelve sobre el principio, a la
declaración amorosa: Mao revela a Marcia que, de algún modo, el amor que
siente es en realidad la vía de acceso a un “real”, un real resistente a toda defi-
nición, un real inmediato alejado de la realidad simbolizada o de lo que en la
novela se denomina “reino de las explicaciones”, un real más real que lo apa-
rentemente real, que es descrito como “un sueño hecho realidad” o con reitera-
da frecuencia como “lo real de la realidad”. En el discurso de Mao ni el “amor”,
como tampoco “lo real” o “la felicidad”, son definidos, continúan herméticos,
sin posibilidad de equivalencias. Sólo puesto en funcionamiento- con la acción-
el amor cobrará sentido, un sentido que recupera, traicionándolos, motivos de
la cultura popular y clichés melodramáticos:

“Marcia, no te voy a decir una vez más que estás equivocada porque ya debés saberlo.
Ese mundo de explicaciones en que vivís es el error. El amor es la salida del error. (…)
Mi amor te ha transformado. Ese mundo tuyo está dentro del mundo real, Marcia. Voy a
condescender a explicarte un par de cosas, pero tené en cuenta que me refiero al mundo
real, no al de las explicaciones. ¿Qué es lo que te impide contestarme? Dos cosas: lo súbi-
to y que yo sea una chica. De lo súbito no es necesario decir nada; vos creés en el amor a
primera vista tanto como yo y como todo el mundo. (…) te escandaliza nuestra brutali-
dad, pero no se te ha ocurrido pensar que en el fondo sólo hay brutalidad. (…) en las
mismas explicaciones que estás buscando, cuando llegan al fin, a la explicación última,
¿qué hay sino una claridad desnuda y horrible?” (50)

La realidad desplegada en el texto previamente se manifiesta como un con-


junto de mundos incluidos, de perspectivas monádicas no composibles media-
das por lo simbólico, que se desvanecen cuando se pone a funcionar “el amor”.
Y en Lapruebaes particularmente visible la espacialización de esos mundos en
el desplazamiento de las protagonistas por Flores y, más en concreto, a partir de
la “trasgresión” (Breuil, 2003) de diferentes umbrales que conectan los espacios
abiertos con los espacios cerrados o interiores como el Pumper Nic o el super-
mercado. La trasgresión física de cada uno de estos umbrales paralela a la tras-
gresión lingüística inicial, pone a Marcia en una nueva situación en relación a

8 Trabajamos con la edición mexicana de la misma, a cargo de la editorial Era.


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JESÚS MONTOYA

sus dos acompañantes, debiendo reubicarse ella misma a través del diálogo en
una posición sostenida por los atributos de la normalidad y lo previsible, hasta
que “la realidad comienza” y las explicaciones no pueden sostenerse. Estos
atributos son valorados por vez primera cuando las tres jóvenes entran en el
“Pumper”:

“Por dentro el local de Pumper Nic era una llama de luz blanca, con la calefacción al
máximo. Entraron las tres juntas, o no del todo, en una fila irregular, Mao la última. ¿La
rodeaban acaso, temían que se escapara? Nada de eso. Entraban como tres amigas, dos
de un tipo, una de otro. Marcia se sentía tranquila y casi contenta. Dar por terminada la
escena de enfrente le resultaba un alivio, era como si entraran en otra etapa, más normal
y previsible” (Laprueba,21).

La entrada al local significa también el inicio de un proceso de desidentifi-


cación de la protagonista seducida por la extrañeza exótica de las punks, por un
simulacro de realidad que se superpone o sustituye provisoriamente a la reali-
dad anterior, porque en todo momento Marcia exhibe sus dudas de que efecti-
vamente las punks sean tales, sugiriendo que en realidad proyectan una pose:

“¿Qué pensaría ese público ultranormal hecho de jóvenes, mayores y niños que comían
hamburguesas y tomaban gaseosas? ¿Se sentirían invadidos, amenazados? No pudo evi-
tar la pueril satisfacción de pensar que la envidiaban por estar con ellas, por tener acceso
a su modo de ser y pensar, tan esotérico. Quizás pensarían que eran amigas de la infan-
cia: unas habían tomado un camino en la vida, ella otro, y se reunían para intercambiar
experiencias. O quizás pensarían (era más lógico, dentro de todo) que ella también era
una punk, sólo que vestida y peinada de modo convencional. Apuró el paso para poner-
se a la altura de las otras, no fuera que alguien se confundiera y creyera que sólo por ca-
sualidad habían entrado juntas” (22) (…) “Lo lógico sería pensar que el efecto se agota-
ría a la larga; nadie es una caja perpetua de sorpresas, y a pesar de la extrañeza de estos
dos ejemplares, bien podía adivinar debajo de ellas un fondo muy escaso, la vulgaridad
de unas chicas extraviadas representando un papel. (…) Pero también podía pensar lo
contrario (…) quizás el mundo, cuando se transforma una vez, ya no puede dejar de
cambiar” (27-28).

Aunque el “amor-real” irrumpe en la novela como “lo súbito”, lo “inme-


diato”, lo que no necesita de explicaciones para darse a conocer, sólo puede
expresarse a través de “un rodeo”, un lenguaje, el de “la prueba de amor”. Pa-
radójicamente, de igual manera que Mao rechaza durante toda la novela ingre-
sar al “mundo de las explicaciones”, en el que la quiere ubicar Marcia, pero no
puede hacer otra cosa que “explicar”- desplegar- su mundo a partir de un “ro-
deo” o un “relato”- (Mao a Marcia) “Voy a condescender a explicarte un par de
cosas” (50)-, el acceso a “lo real de la realidad” acaba sugiriéndose a través del

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

relato de un espectacular asalto al “supermercado Disco” que se salda con la


destrucción del local y la muerte de numerosos consumidores. Pese a todo la
legibilidad no se pierde, como ocurre en ciertos fragmentos de la narrativa van-
guardista en que se obtura la comunicación narrativa, como en ciertos textos de
Osvaldo Lamborghini o en la propia novela iniciática de Aira, Moreira,sino que
se acelera, con una diferencia ostensible: ahora, la sustitución violenta del vero-
símil introduce la exposición del mundo bajo un tipo de écfrasis que podríamos
denominar massmediática. Los cuerpos, los objetos, los mismos protagonistas
adoptan una textura cinemática o fotográfica, una densidad de imágenes deli-
rantes, en las que se materializa una violencia visual expresionista que se ha
comparado con la de cierto cine hollywoodense posmoderno- como el film Pulp
fiction(1994),de Quentin Tarantino (Santos, 2004)-, y en ese deslizamiento hacia
lo visual, remarcado por ciertas referencias metatextuales al lenguaje fotográfico
y a la visualidad massmediática, se insertan las vindicaciones de la textualidad
de hallarnos ante una “captura” aproximada de lo real. Aproximada porque,
pese a todo, el episodio sigue necesariamente ciñéndose al “rodeo” de la “ac-
ción”, moviéndose en cierto modo en el borde interior del “reino de las explica-
ciones”. No obstante, en las referencias al marco o a la exterioridad material de
la imagen del fragmento final de la novela podemos leer un recurso típico de la
representación ecfrástica9 (Pineda, 2005), o en la explicitación de una temporali-
dad retardada simultánea a la velocidad hiperacelerada, alusiones propias de la
tecnología del vídeo (González Requena, 1988; Sarlo, 1994):

“Pero su advertencia del principio reverberaba ahora en la conciencia colectiva de los


rehenes: si todo esto se hacía por amor, faltaba algo, faltaba más horror. El amor siempre
podía más. Y en respuesta a este pedido Lenin tomó una iniciativa escalofriante. (…) se
oyó el paso estrepitoso de un carrito lanzado de un extremo al otro del corredor del fon-
do, como un misil. Los que estaban cerca pudieron ver que iba cargado hasta el tope con
botellas de champagne, coronadas por media docena de bidones de nafta, y con una au-
reola de fuego azul (…) chocó contra la punta de la góndola de gaseosas. La explosión
fue inaudita, la onda expansiva un oleaje espeso de polvo de vidrio verde y alcohol in-
flamado. La onda produjo además el estallido en veloz sucesión de un millar de botellas
de gaseosa. (…) Los movimientos de Mao sobre las cajas se habían hecho de una lenti-
tud sobrenatural (66-67).

La forma bajo la que ingresa la écfrasis en la presentación de las escenas vi-


suales que se suceden en el supermercado contribuye, no a traducir la gramáti-

9 Con frecuencia, como ocurre en la novela, en la representación ecfrástica el marco del cuadro, del
fotograma o la fotografía se citan expresamente para marcar la densidad artificial de lo repre-
sentado
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JESÚS MONTOYA

ca visual en recursos narrativos, sino a hacer ingresar las imágenes como obje-
tos extraños a la textualidad (Mitchell, 1994). El narrador marca la textura visual
de la violencia desplegada en el fragmento, aislando las imágenes para que
éstas no queden integradas completamente en lo textual y, resulten, de alguna
manera, marcados los límites de ambos lenguajes en su misma intersección.
Josefina Ludmer ha señalado a propósito de la opción final por la violencia
en la novela de Aira que ésta es expresión de la violencia gratuita10 de los años
noventa (Ludmer, 1999: 366-367), Lidia Santos replica que “no es gratuita” sino
que expresa la nueva configuración social implantada por el neoliberalismo”
(2004) Mao y Lenin, cuyos apodos se vinculan a las dos alternativas más segui-
das en el marxismo de los años sesenta, representadas por las “guerrillas”
(Mao) y los “partidos comunistas” (Lenin) atacan a los consumidores11 (Ludmer
1999; Santos, 2004). Más allá de estas plausibles lecturas, pensamos que la vio-
lencia forma parte de la retórica del realismo que construye la novela a partir de
la revelación como momento bisagra o anamorfosis que transforma el verosímil
de la novela. La violencia es el complemento necesario del ingreso del lenguaje
visual.
En el instante en que tiene lugar la revelación de Mao, Marcia percibe re-
pentinamente la belleza del objeto extraño en su mundo de clase media- la mu-
chacha punk.Percepción que reenvía a la lectura metaficcional o metanarrativa
que vuelve a remitir en el caso de Aira a la pregunta por la calidad artística o el
valor literario. Si Marcia, según se insinúa en el texto, concibe a los seres huma-

10 Lipovetsky señala a propósito de la violencia en las sociedades posmodernas una cierta gratuidad
vinculada al espectáculo. “(…) esa criminalidad hard, sin proyecto, sin ambición, sin imagina-
rio. El proceso de personalización que aspira a aumentar la responsabilidad de los individuos
favorece de hecho los comportamientos aberrantes, inestables, indiferentes de algún modo al
principio de realidad, como tales en consonancia con el narcisismo dominante y su correlato,
lo real transformado en espectáculo irreal, en un escaparate sin espesor (…) lejos de ser anti-
nómico con el orden cool y narcisista, es su expresión exasperada” (Lipovetsky, 1986: 209).
11 No obstante, aunque en líneas generales coincidimos con los vínculos entre violencia y mercado

que la crítica ha leído en Laprueba,diferimos de la lectura que hace Lidia Santos al señalar que
ambos personajes femeninos, las punks, se construyan como consumidoras ellas mismas-
“ellas también son consumidoras, hecho que el narrador resalta al citar los programas de tele-
visión que miran o el tipo de rock que compran” (Santos, 2004: 209)-. A diferencia del trata-
miento del consumo cultural que operan las novelas de Manuel Puig, en Lapruebano hemos
encontrado ninguna referencia al tipo de rock que estas punks compran o a los programas de
televisión que miran11. Si bien es cierto que existen referencias a un cierto reconocimiento por
parte de las dos punks de la existencia de grupos como TheCure, no hay reconocimiento algu-
no de haber escuchado o leído nada vinculado con el grupo o su solista, no hay apología de
ningún grupo, menos haber comprado nada relacionado con ello, antes al contrario, es Mar-
cia, la adolescente virgen aparentemente convencional y de clase media, la que sugiere ciertos
criterios de consumo para definir o clasificar a las punks como tales.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

nos en lo relativo al rubro del amor como estereotipos, es decir, como receptá-
culos o representaciones de “tipos generales”12 (Laprueba:33), la radical diferen-
cia en la repentina extrañeza de la visión de Mao es que su belleza: “no era un
efecto. No era el tipo de belleza que se descubría a la corta o a la larga, por el
hábito o el amor o por las dos cosas juntas, no era la belleza que se veía por la
lente de la subjetividad o el tiempo”. Se trata de una belleza “objetiva” una
“belleza real” (52), sublime, que no resiste las comparaciones:

“Entre sus compañeras de colegio había varias que podían jactarse de bellezas sin falla.
En comparación con Mao, eran algo así como ilusiones que caían ante lo real. (…)” (52)

La perspectiva abierta por “la revelación” no sólo posibilita el reconocimiento


de la belleza en Mao, también de la diferencia o “lo distinto” en Lenin:

“Lenin (…) era distinta. Tan distinta que hacía prensar en una clase de belleza que pudie-
ra apreciarse en otra civilización. (…) en ella había un descubrimiento latente, que para
Marcia se hizo real en ese momento: lo novelesco. (…) se revelaban como las dos caras de
un mismo asunto. La belleza y lo distinto estallaban en la noche, y la transformación que
producían no era, como las anteriores que había creído percibir (ésta las cambiaba de na-
turaleza), la vuelta de página a una nueva versión del mundo, sino la transformación del
mundo en mundo. Era la cima de la extrañeza, y no creyó que se pudiera ir más lejos”.
(52-53)

La pregunta por cómo unas punks a las claras construidas como estereoti-
pos se pueden erigir como seres reales se conecta con otra de mayor alcance en
la obra de Aira: ¿cómo lo que está al borde de la desagregación, cómo el fraude,
puede ser transmutado en verdad o en algo frente a lo que no sea necesario
pensar en términos de verdad o falsedad? Es en este sentido que la elaboración
del simulacro posmoderno en Aira trabaja sobre el estereotipo para transfor-
marlo en realidad13, o para reconocerse como única posibilidad de seguir escri-
biendo más allá del fin, del límite, del simulacro. Sobre esta cuestión debemos
regresar, para pensar el costado político de esta explicitación y transgresión de

12 “Marcia era típicamente joven en tanto no concebía el amor sino como una cuestión de tipos
generales; uno se enamoraba de un conjunto de características que se reunían en un indivi-
duo, y también podrían reunirse en otro. Sólo había que encontrar al que las tuviera. (…) por-
que el amor puede estar en cualquier parte, en todas; el mundo entero es amor para ellos”
(33).
13 En “invención”, en palabras de Contreras (2002), cuyo análisis de Lapruebase mueve en el espacio

del análisis metaficcional o metaartístico. Pero, ¿no es posible en esta vuelta imagen de los es-
tereotipos, pensar implicaciones vinculadas al problema de lo real, el realismo y la represen-
tación?
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JESÚS MONTOYA

los límites de la representación, para afirmar sin embargo un realismo14. Si la


literatura de Aira se distingue por lo que Sandra Contreras ha denominado las
vueltas del relato- vuelta al relato después de los experimentos antinarrativos
de la neovanguardia sesentista, frente al modelo ejemplarizado por las narra-
ciones de Piglia o Saer, vuelta o forzamiento también del relato en las novelas
airianas (Contreras, 2002)- quizás una metáfora válida para describir cómo tra-
bajan los textos la cuestión del abandono del relato sin llegar definitivamente a
abandonarlo pueda ser la de la “media vuelta”(Prieto, 2005):

“(…) la vuelta al revés del relato, tal como se vuelve del revés un guante, dejando a la
vista su forro interior, obsceno e informe. Aunque casi sería más justo hablar de la “me-
dia vuelta” del relato: como un guante a medio volver, que no se sabe bien de qué lado
va, si del lado de la fábula o del envés de lo real. O, mejor aún, como un guante-globo a
medio inflar, que lo mismo se hincha hasta un máximo de invención que se deshincha
de golpe, con el resoplido irrisorio de brusca caída de la ficción en lo real” (Prieto, 2005:
182)

Si en la lectura de Prieto esta “media vuelta” del relato supone tanto una
reacción contra las vanguardias como un modo renovado de vanguardia que
recupera ciertas técnicas y muestra similaridades con la narrativa de, por ejem-
plo, Macedonio Fernández (Prieto, 2005), también puede ser válida para pensar
el modo en que coexisten en las novelas hermetismo y reproducción de una
experiencia contemporánea de lo real. La presentación del simulacro, del límite
de la representación, dada media vuelta, escribe en su envés un deseo utópico
de real, auténtico mitologema de esta narrativa.
La crítica ha puesto de relieve cómo la narración, que proyecta una literali-
zación de numerosos clichés románticos y telenovelescos que podrían resumirse
en el axioma “la fuerza del amor” (Contreras, 2002), se hibrida con otros géne-
ros, el de la ficción massmediática de los films de acción, el fanzine o el manga.

14 El texto de Contreras- reflexionando sobre los estereotipos de la tradición decimonónica que se


trabajan en Laliebre deja insinuada una interesante pregunta sobre la que deberemos volver
más adelante, la de si toda vez que la narrativa de Aira por la vía de la deconstrucción de los
estereotipos o su subrayado hasta la ostensividad camp más obscena no está en realidad po-
tenciándolos, y si esa potenciación como aceleración del verosímil no es una vía por la cual “la
literatura salta a otro dominio que el de la representación” (88). La solución de Contreras ra-
dica en pensar la narrativa de Aira alrededor de las categorías de invención y afirmación, po-
sicionando a Aira en un altomodernismo que pervive en el contexto contemporáneo de simu-
lacro, moviéndose en el territorio de la reflexión por la periodización artística. Este trabajo
busca poner en relación tecnología, massmedia y realismo en la narrativa de Aira para pre-
guntarse, ¿puede haber un realismo más allá de la representación? Pensamos que este aspecto
de la narrativa airiana debe pensarse todavía más.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Es evidente que la voz narrativa de Laprueba es una voz asimilable a una cierta
tradición “campqueer”15, que puede ponerse en relación con el proyecto escritu-
rario que el autor manifiesta en ciertos textos en los que lo híbrido y lo andrógi-
no se rescatan en tanto ofrecen la posibilidad de materializar los opuestos:

“Si uno se decide por la literatura es con ese fin: salir de una lógica de exclusión de los
contrarios que califica de falso a uno solo de los miembros del par. No para hacerlos fal-
sos o verdaderos a los dos, sino para ponerlos en una teoría falsa que hace irrelevante la
clasificación. Por eso debemos hacer teorías. (…) ¿Por qué empezar entonces? Por nada.
Por una especie de locura benévola al alcance de todos; por pasar el rato. Porque mien-
tras tanto uno está viviendo y debe ocuparse de algo. Esa es la parte de realismo, la úni-
ca parte de realismo, que tiene nuestro oficio: se hacen teorías con la vida (o viceversa)
(…)” (“Nouvelles impressions”, 43)

Esa lógica de las transformaciones es sugerida como coexistencia de opues-


tos en una teoría falsa en cuyos términos, sin embargo, sea imposible refutar su
“verdad” por ser improcedente preguntarnos por la relevancia de tal concepto.
Lo necesario, por tanto, es, una vez más, la “creencia en proceso”:

“Debo responder con una teoría (…) para concentrarlo en mí (el interés), para volverlo
tema y espectáculo. Después de todo, ¿para qué componen sistemas los filósofos? Para
poder hablar en sus propios términos, para redefinir todo su vocabulario como una len-
gua extranjera y no poder ser refutados. Lo mismo hace un escritor, tomando a la filoso-
fía como modelo y dándole a la filosofía esta función de modelo” (52).

Pero si rastreamos el diálogo que muchos textos de Aira desde los años
noventa establecen con las escenas del presente que se eligen como material
para ese proyecto, podemos advertir cómo el juego de las transformaciones que
se define como verdadera realidad, como un progresivo cambio de atmósfera
que en el texto se sugiere por contacto con la “otredad” representada por las
“falsas punks”, encontramos la explicitación de un límite en la representación y
la simultánea apuesta, desde el horizonte del simulacro massmediático, por la
explicitación de una cierta realidad. Las novelas de Aira sugieren un “real” a
partir de la vuelta imagen de los personajes y las acciones que despliegan. En La
prueba se expresa el deseo de fugarse de la “lógica de las explicaciones”, del
rodeo lingüístico o verbal, en pos de una “expresión fotográfica” (Montoya

15 “I again invoke Ovid, Sterne and Carrol to remind us that pre-gay and non-homosexual voices in
the tradition (…) it is good to recall that the term queer was invented to include sexual trans-
gresiveness that ignore the false binary between heterosexual and homosexual. Aira´s voice
may not be gay, but it is queer” (O´Connor, 1999: 24).

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JESÚS MONTOYA

Juárez, 2005) que simultáneamente visibilice el delirio- propio de las imágenes


electrónicas (Deleuze, 2002)- al tiempo que apele a un “radical fotográfico”
(González Requena, 1998), a un “punctum” (Barthes, 1997), expresado por con-
tacto, por contigüidad de lo visual con la materialidad de lo fotografiado, inclu-
sive aunque el cuerpo de lo fotografiado no exista. Si, por un lado, la escena de
la prueba funciona como estereotipo, la literalización del axioma melodramáti-
co “el amor lo puede todo”, a medida que la realidad deviene imagen, la prueba
se convierte en “figura de amor” (Contreras, 2002), “circunscrita (como un sig-
no) y memorable (como una imagen o un cuento)” (Barthes, cit. en Contreras
2002: 153). El simulacro que se tematiza en los textos airianos16, antes que darse
en función de la descriptio de una des-realización de la realidad o sustracción de
la experiencia conducente al silencio propia de las formas escriturarias en la
senda de la neovanguardia, es, en textos como éste, la exploración de un contex-
to y un archivo como puntos de partida para un nuevo realismo, cifrado en un
impulso ecfrástico que acompaña las digresiones teóricas en torno a la noción
de la transformación continua, que se viene sugiriendo desde el principio de la
novela.
La declaración violenta de Mao inicia una ruta por lo imprevisible que ex-
cede todas las consideraciones articuladas por Marcia y acaba, finalmente, por
degenerar en catástrofe, por literalizarse, haciéndose real. Esta catástrofe visual
introduce una lógica onírica que disuelve la coherencia previa de la representa-
ción realista en una acumulación de imágenes y formas que se suceden vertigi-
nosamente, como en el género massmediático posmoderno del videoclip. La
verdadera realidad comienza cuando se termina la oscilación entre la explica-
ción y las transformaciones- cuando todo toma la lógica de una gran transfor-
mación- en el instante en que da comienzo verdaderamente “la prueba”. Es el
momento en el que las tres muchachas se adentran en el supermercado17, un
nuevo espacio cerrado al que se accede atravesando un umbral:

16 Incluso cuando se trata de ficciones del procedimiento en que trabaja sobre las posibilidades
creativas y artísticas de los diferentes media produciendo cada una de ellas un “simulacro del
simulacro” (Latrompetademimbre,127), en Aira hay siempre una obsesiva preocupación por el
realismo, por referir a lo exterior a la literatura a sabiendas de que todo es simulacro.
17 No podemos obviar que la escena del atraco y violencia exacerbada traduce como imagen una
violencia cotidiana en el período en que se escribe Laprueba, 1989, hiperinflación, y saqueos a
supermercados a cargo de sectores desfavorecidos para aprovisionarse de mercancías y ali-
mentos se convierten en noticia cotidiana. La exposición espectacular del fragmento- con sus
hipérboles expresionistas- no deja de ser, en realidad, la traducción en imagen de otra imagen,
pues los acontecimientos que inspiran el relato son percibidos a través de la mediación televi-
siva. Y en ese sentido, la transcripción conserva un cierto realismo evanescente, propio del
contexto posmoderno.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

“Cuando entró... no exactamente cuando entró, sino cuando miró atrás y vio lo que
hacía Lenin al entrar... fue como si comenzara un sueño. Y al mismo tiempo como si co-
menzara la realidad. Lenin había sacado del bolsillo, o quizás entre las cosas metálicas
que le colgaban del cuello, un grueso candado de hierro negro; cerraba la puerta de vi-
drio, corría el pasador y le ponía el candado, que al cerrarse hizo un clac que la sobresal-
tó. Fue como si el candado se hubiera cerrado sobre su corazón, literalmente. Más toda-
vía, fue como si su corazón fuera el candado de hierro negro algo herrumbrado, pero
funcionando a la perfección, demasiado bien en realidad. Porque la maniobra había te-
nido algo de irreversible (un candado, cuando se cierra, parece como si nunca más fuera
a abrirse, como si la llave estuviera extraviada desde ya) lo que sumado a lo imprevisto,
a la sorpresa, la volvía un sueño hecho realidad” (55).

Bajo las luces fluorescentes que iluminan el supermercado, espacio simbó-


lico por excelencia de la sociedad de consumo (Breuil, 2003; Santos, 2004), se
“prolongan” y “amplifican” los procesos de revelación de la violencia a través
de una atmósfera que es al mismo tiempo “desrealizante” e “hiperrealizante”
(Breuil, 2003). Atmósfera que hemos vinculado al recurso de la écfrasis- po-
dríamos decir-, écfrasis de la fotografía digital o de las “imágenes infográficas”
(Gubern, 2007). La infografía o la animación por ordenador permiten la mani-
pulación digital de las imágenes fotográficas, haciendo ingresar en éstas lo deli-
rante, la invasión de lo imaginario y la seducción sobre lo real. El realismo de la
infografía admite la convención del simulacro como punto de partida, introdu-
ce la categoría de la “presentatividad” frente a lo “representativo” (Gubern,
2007). Estas dos características del lenguaje fotográfico contemporáneo, la con-
tigüidad o el punctum barthesiano, y lo delirante intensificado por la manipula-
ción infográfica, se tematizan en la novela, bien a través de metáforas o adjeti-
vación proveniente del lenguaje fotográfico o massmediático, bien,
simplemente, mediante el señalamiento de la superposición de velocidades
superpuestas, la aceleración absoluta de lo “súbito”, y la inmovilidad fotográfi-
ca de la “revelación”18:

18 Como hemos estudiado en otro trabajo sobre Moreira,primera novela de Aira,la cuestión relativa
a las perspectivas “acelerada” y “retrasada” (Paz, 1978), habría de ponerse en relación con la
figura de la anamorfosis de inspiración leibniziana que supone un rasgo sustantivo en esta
narrativa, anamorfosis que tiene un carácter eminentemente dual: “la imagen nace de su pro-
pia desfiguración, señalando a su paso el carácter doble que la sustenta: es una representación
que esconde el objeto mismo que representa” (García, 2006). Es en este sentido que podemos
entender la hiperbolización o el gigantismo y la miniaturización de los tamaños en Aira cuyos
ejemplos son legión en sus novelas: la discoteca miniaturizada en Yoeraunachicamodernao el
aumento y reducción del tamaño del gigante Chin Fu en Laguerradelosgimnasios,el camión-
planeta-mónada del Chiquito, la Virgen de LosmisteriosdeRosario,o la perspectiva que dismi-
nuye al gaucho que se aproxima a la pulpería en Moreira.La velocidad es según Virilio, la ca-
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JESÚS MONTOYA

“Cuando la atacante se alzó, como una moderna Salomé de negro, sostenía con las dos
manos la cabeza de la señora. El espectáculo había atraído la atención general. El clamor
se multiplicó, y lo que surgía de él, más que los ¡Asesina! ¡Bestia!, etcétera eran los ¡No
mires! (…) era la segunda parte de lo soñado: el miedo a soñar. O a recordar, que es lo
mismo (…) Mao (…) lanzó la cabeza como una pelota hacia los que gritaban (…) La at-
mósfera se había enrarecido. El calor del fuego estaba cargado de olores asfixiantes. To-
da la materia comestible y bebible del supermercado se transmitía al aire. (…) los enva-
ses de solventes, ceras, lustres, amoníacos, estallaban con hedores irrespirables. Las
masas cautivas presionaban por alejarse y pasaban unos por encima de las cabezas de
los otros (…) en pleno sálvese quien pueda. (…) Góndolas enteras empezaban a de-
rrumbarse sobre la gente. Y la cabeza de la señora seguía en el aire, no porque se hubie-
ra detenido en un milagro de levitación postmortem, sino porque había pasado muy po-
co tiempo”. (68)

Las descripciones ecfrásticas de estas escéneras oníricas introducidas junto


a un esfuerzo de verosimilización realista rozan el extremo del delirio.A pesar
de la impresión de Marcia que nos entrega el narrador- “no se podía ir más allá
(55)”- el relato sigue escribiendo tras el fin las transformaciones hasta lo “indife-
rente” de una violencia extremada que logra su objetivo en el contexto monádi-
co en que tiene lugar, el supermercado. Las transformaciones visuales, buscan
concitar el delirio y lo real provenientes del lenguaje otro de la fotografía de la
era digital o lo massmediático, bajo la forma de una “utopía ecfrástica” (“ekph-
rastic hope” (Mitchell, 1994)), para tematizar, al término de la novela, una ex-
pulsión del verosímil realista en pos de un verosímil que se quiere ahora “real”,
en un continuo al más allá de la escritura. Nótese en la cita siguiente las referen-
cias al marco en un deseo de volver imagen la escena narrada y conectar el texto
con el discurso otro de la representación pictórica o fotográfica:

“Una mujer, por ejemplo, un ama de casa del barrio (…) se fundía en su lugar a la vista
de sus congéneres que no le prestaban atención. El fuego se había apoderado de la fibra
viscosa de su tapado matelassé. La señora se hacía monstruo, pero monstruo bayadera,
con una voluptuosidad que durante toda la vida se le había escapado: sus miembros se
alargaban, una mano al extremo de un brazo de tres metros reptaba por el suelo, una

tegoría sobre la cual se apoya la visión, “la velocidad permite ver” (Virilio, 1997). Velocidad y
percepción están íntimamente ligadas en Lapruebaen un sentido idéntico al que lo están en
Unsueñorealizadoo en Lavilla.Nos parece que frente a las velocidades en que se mueven los
personajes que pueblan el supermercado, las punks suponen velocidades alternativas- hiper-
aceleración y estatismo- a la velocidad del mercado pudiéndose leer como alegoría de la nece-
sidad de hallar una velocidad particular de la literatura en su contexto actual, el del mercado-
espectáculo finisecular. Sobre las relaciones entre mercado, realismo y velocidad en la litera-
tura contemporánea, pueden leerse los excelentes trabajos de Daniel Noemí (2004, 2008).
- 97 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

pierna se enroscaba una y otra vez, innumerable como una cobra... Y estaba cantando,
sin abrir la boca, con un registro que en comparación habría hecho parecer flatulento y
abotagado al de María Callas, sin contar con que el canto se enriquecía en ella con unas
risas y jadeos y unas danzas no humanas... Se hacía animal, pero todos los animales al
mismo tiempo, animal espectáculo con los barrotes de la jaula saliéndole como espinas
de cada repliegue del cuerpo, animal selva cargado de orquídeas. (…) Un arcoiris to-
rrencial la recorría, era roja, azul, blanca de nieve, verde, un verde profundo, sombrío...
Se hacía vegetal, piedra, piedra que se entrechocaba, mar, pulpo autómata... Murmura-
ba, actuaba (Rebeca, una mujer inolvidable), declamaba y era mimo a la vez, era un au-
to, planeta, envoltura crujiente de caramelo, frase activa y pasiva en japonés... Y al mis-
mo tiempo era sólo una mirada, una pequeña insistencia. Porque otro tanto podía pasar
con cualquiera; y de hecho pasaba, ella era apenas un caso entre cientos, un cuadro en
una exposición” (69-70).

AMODODECONCLUSIÓN:NOTASPARAUNREALISMODELSIMULACRO.
Como hemos querido mostrar con este artículo, la écfrasis intermedial jue-
ga un papel no sólo como aspiración de partida de la praxis narrativa de Aira-
Duchamp o Godard como modelos para su arte-, ni como tema recurrente en
sus novelas, sino también como recurso para las transformaciones y manipula-
ciones del código realista que éstas operan, especialmente desde fines de los
ochenta, y que podríamos definir como “experimentos en realismo” o como un
“realismo del simulacro”. Así, massmediación y metaironía juegan un papel
clave en la elaboración de una retórica de la “literatura mala” en la narrativa de
Aira: vanguardista en el gesto y realista en su impulso ecfrásticoy su reflexión
teórica- realismo del simulacro- toda vez que la realidad ha devenido simulacro
y el simulacro más allá de toda nostalgia de una experiencia previa o moderna,
es la vía de acceso a la representación

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JESÚSMONTOYAJUÁREZ
Universidad de Granada

- 100 -
PRESENCIADELALITERATURAHISPANOAMERICANA
ENELBACHILLERATOESPAÑOL.
ESTADOACTUALDELACUESTIÓN

En el presente artículo abordamos la presencia que la literatura hispanoa-


mericana tiene en el bachillerato español. Para ello, después de señalar la meto-
dología que seguimos, vamos a desarrollar una serie de reflexiones sobre los
problemas teóricos que se plantean a la hora de enfrentarse a esta cuestión: el
interés de la literatura hispanoamericana en la crítica española, la existencia de
literaturas que pertenecen a naciones distintas pero que se producen en una
misma lengua y la formación del concepto de literatura nacional como hecho
determinante de la distinción clara entre literaturas de países distintos. Asi-
mismo, llevamos a cabo un repaso de la literatura hispanoamericana que se
incluye en los libros que han servido de texto en el bachillerato español desde la
instauración del sistema educativo en 1836 hasta nuestros días, con especial
detenimiento en los libros de texto que se utilizan hoy en las aulas de bachillera-
to para determinar el estado actual de la cuestión, teniendo en cuenta que estos
libros están elaborados por un equipo tan amplio de personas que, en cierto
modo, se diluye la responsabilidad de la autoría.
Para establecer en qué medida ha estado y está presente la literatura his-
panoamericana en nuestro sistema educativo, necesariamente hemos de recurrir
a dos tipos de documentos: uno, el documento legal denominado PlandeEstu
dios, emanado del Ministerio de Instrucción Pública o del Ministerio de Educa-
ción, según el momento histórico, y aprobado por el Gobierno y las Cortes; otro,
el librodetexto, donde se lleva a cabo la concreción de las materias enumeradas
por los distintos Planes de Estudios.
En los Planes de Estudios que se han sucedido desde que se instauró el sis-
tema educativo en 1836 con el Plan del Duque de Rivas, es bastante significativa
la ausencia de toda mención explícita a la literatura hispanoamericana hasta el
Plan de 1953, donde se establece específicamente la referencia a las Literaturas
regionalesehispanoamericanas para los cursos quinto y sexto, además de estable-
cer una serie de lecturas en las que se incluyen autores hispanoamericanos.
Sirva esta referencia para dar una idea de cuánto tardó el sistema educativo en
incorporar la literatura hispanoamericana a los Planes de Estudios.
No obstante, el hecho de que la literatura hispanoamericana no figurase
explícitamente en los Planes de Estudios no quiere decir que los autores de los
libros de texto no la tuviesen en cuenta, puesto que muchos de ellos incorporan
autores hispanoamericanos a sus libros. Por ello, vamos a centrarnos en este

- 101 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

segundo tipo de documento que, al fin y al cabo, es el que se maneja en las au-
las y el que efectivamente nos revela en qué medida tiene presencia la literatura
hispanoamericana, para lo cual hemos manejado un corpus de sesenta libros de
texto.
En este sentido, distinguimos tres tipos de libros de texto en función de la
tejné que subyace en cada uno de ellos: primero, las poéticas, retóricas y precep-
tivas literarias, que se utilizan en las aulas hasta finales del siglo XIX; segundo,
las historias generales de la literatura, los elementos y las historias de literatura
española o los compendios histórico-críticos de la literatura española, presentes
en las enseñanzas medias desde finales del XIX hasta alrededor de los años
cuarenta del siglo XX; y tercero, los libros de texto tal como los entendemos hoy,
cuyo uso empieza a difundirse en esos años y alcanza hasta nuestros días. Esta
distinción obedece al propio devenir de la historia y de los estudios literarios y
se explica por una serie de causas que vamos a ver a lo largo del recorrido dia-
crónico. No obstante, es claro que no hay una división tajante ya que, en el paso
del predominio de uno a otro tipo de libro, conviven unos con otros, dado que
hay años en los que se estudian en unos cursos las preceptivas literarias y en
otros, los elementos de historia literaria o las historias generales de la literatura,
como ocurre, por ejemplo, durante la vigencia de los planes de estudios de 1900
y 1903, entre otros.
Es innegable el interés que la literatura hispanoamericana ha suscitado en
España. Desde que Cervantes hiciera en el“Canto de Calíope” y en el “Viaje al
Parnaso” la primera crítica de los poetas hispanoamericanos1, es un hecho in-
discutible la importancia que concede la crítica española a la literatura hispa-
noamericana. A partir de Cervantes fueron muchos los poetas y críticos que se
ocuparon de esta literatura, emitiendo opiniones favorables y adversas, pero
hasta que Menéndez Pelayo publicó la Antología de poetas hispanoamericanos
(1893-1895)2 y la Historiadelapoesíahispanoamericana (1911) no se dispuso de un
panorama amplio y sistemático de la literatura hispanoamericana. Aun cuando
la Antología sólo reúne poesía, en las introducciones sobre la historia literaria de
cada una de las regiones americanas se dan noticias y referencias de los demás
géneros, de modo que la Antología y la Historia ofrecen una visión bastante mi-
nuciosa de la literatura en Hispanoamérica. Una muestra de la importancia que

1 En “El Canto de Calíope”, Cervantes hace referencia a dieciséis poetas americanos: Alonso de
Ercilla, Salcedo, Francisco Terrazas, Martínez de Ribera, Alonso Picado, Alonso de Estrada,
Ávalos, Sancho de Ribera, Pedro de Montes de Oca, Diego de Aguilar, Gonzalo Fernández de
Sotomayor, Enrique Garcés, Rodrigo Fernández de Pineda, Juan de Mestanza, Baltasar de
Orena y Pedro de Alvarado.
2 Por encargo de la Real Academia Española, para conmemorar el IV centenario del descubrimiento.

- 102 -
JOSÉ EDUARDO MORALES

esta última obra tenía para Menéndez Pelayo está en el hecho de que fue la pe-
núltima que corrigió, antes de morir, para la edición de sus Obras completas,
estando ya en el lecho de muerte3.
Entre Cervantes y Menéndez Pelayo fueron muchos los autores y críticos
que se interesaron por la literatura del otro lado del Atlántico, y muchos han
sido los críticos y las obras que desde Menéndez Pelayo se han dedicado a la
literatura hispanoamericana: historias generales de la literatura hispanoameri-
cana, historias de las literaturas nacionales, antologías generales, antologías por
géneros literarios y antologías por naciones4.
Esta preocupación desde España por la literatura hispanoamericana nos
obliga a preguntarnos si se trata de una literatura asumible por el concepto de
literatura española o si, por el contrario, estamos ante una literatura ajena a la
española y, por tanto, distinta. En este sentido, es fundamental la reflexión que
gira en torno a la lengua española como nexo ineludible entre la literatura espa-
ñola y la hispanoamericana, una cuestión que el propio Menéndez Pelayo apun-
taba en su IntroducciónyProgramadeliteraturaespañola:

“¿Y qué diremos de la hermandad literaria entre las metrópolis y sus colonias emanci-
padas? Literatura inglesa es la de los norte-americanos: literatura española la de Méjico
y las de las repúblicas del Sur. Y sin embargo las nacionalidades políticas son distintas.”
(Menéndez Pelayo 1934: 5)

Nos encontramos, por tanto, ante el problema de literaturas en una misma


lengua pertenecientes a naciones distintas. De él se ocupó René Wellek en su
artículo “Literatura general, comparada y nacional” a propósito de las literatu-
ras en lengua inglesa, una reflexión perfectamente allegable al problema de la
literatura española e hispanoamericana:

“Los problemas de nacionalidad se complican extraordinariamente si hemos de decidir


que literaturas en una misma lengua son literaturas nacionales distintas, como sin duda
lo son la norteamericana y la irlandesa moderna. Cuestiones como la de por qué Golds-

3 “Cuando Dios lo llamó a sí quedaban publicadas tan solo dos volúmenes, los primeros de los
Heterodoxos y de la Historiadelapoesíahispanoamericana, y en prensa el tercero, cuyas pruebas
corrigió en su mismo lecho de muerte pocas horas antes de expirar, con pasmosa lucidez y
cristiana serenidad de espíritu” (Amezúa y Mayo 1918: 21).
4 Véase, por ejemplo, el libro de Anna Wayne Ashhurst, La literatura hispanoamericana en la crítica
española, donde la autora hace un recorrido por los autores y críticos españoles que se han
ocupado de la literatura hispanoamericana desde el siglo XVI hasta el XX. Para hacerse una
idea de la cantidad de historias literarias y antologías dedicadas a la literatura hispanoameri-
cana, véase la bibliografía que ofrece José María Valverde en el cuarto volumen de su Historia
delaliteraturauniversal:laliteraturahispanoamericana.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

mith, Sterne y Sheridan no pertenecen a la literatura irlandesa, mientras que Yeats y Joy-
ce sí, requieren respuesta. ¿Existen literaturas independientes belga, suiza y austriaca?
Tampoco es muy fácil determinar el punto en que la literatura escrita en Norteamérica
dejó de ser “inglesa colonial” para convertirse en literatura nacional independiente. ¿Se
debe al simple hecho de la independencia política? ¿Es la conciencia nacional de los
propios autores? ¿Es el empleo de asuntos nacionales y de “color local”? ¿O es la apari-
ción de un neto estilo literario nacional?” (Wellek 1979: 65)

Lo que se plantea es si Literatura Española es un conjunto de autores y de


obras en el que están incluidos o no los de la literatura hispanoamericana, cues-
tión que se ha resuelto, en general, de dos maneras en virtud de la aplicación de
un criterio lingüístico (según el cual sí lo estarían) o de un criterio geográfico y
nacional (según el cual no lo serían)5. Sin embargo, estos dos criterios no son los
únicos que entran en juego. Claudio Guillén señala, además de la lengua6 y el
territorio, la temática como seña de individualidad de una literatura, y muestra
la complejidad y amplitud del problema: hay literaturas que comparten el mis-

5 Es un debate que estuvo presente también en tierras americanas, y lo podemos resumir en la po-
lémica que mantuvieron Andrés Bello y Domingo Faustino Sarmiento:
“Para Bello la emancipación intelectual de Hispanoamérica implicaba el refinamiento del espíritu
humano en una geografía distinta: defendía la unidad de la lengua y de la literatura española.
Para Sarmiento, en cambio, la emancipación política debía representar a su vez una emanci-
pación literaria: exhortó a los literatos hispanoamericanos a que rompieran con la literatura
española de su tiempo. [...]
Las posiciones sostenidas por Bello y Sarmiento fueron muy influyentes en el siglo XIX, pero nin-
guna predominó sobre la otra. Siempre ha habido quienes consideran la literatura hispanoa-
mericana como un campo autónomo, a la par que ha habido otros que la entienden como una
rama de la española.” (Kristal 1994: 195-196)
Y así, por ejemplo, están enfrentadas las posturas de Alfonso Reyes y de Crispin Ayala Duarte. Para
éste, “la historia de la literatura hispanoamericana comprende las obras literarias escritas en
español por los hispanoamericanos. Forma, pues, parte de la literatura española” (Kristal
1994: 196). Sin embargo, según Reyes hay un nuevo espíritu hispanoamericano desde el pri-
mer siglo de la colonia: “En sólo el primer siglo de la colonia, consta ya por varios testimonios
la elaboración de una sensibilidad y un modo de ser novohispanos distintos de los peninsula-
res, efecto de ambiente natural y social sobre los estratos de las tres clases mexicanas: criollos,
mestizos e indios” (Kristal, 1994: 196), una postura que le lleva a dar cuenta de lo limitados
que eran algunos críticos españoles cuando abordaban la literatura hispanoamericana; en
concreto, considera que Menéndez Pelayo nunca comprendió completamente el espíritu ame-
ricano por considerar América como algo externo caracterizado por el colorlocal: fue incapaz
de ver que “la vida cotidiana, la trama de pequeñas existencias [...] labran una psicología na-
cional” (Kristal 1994: 199).
6 A propósito de la lengua, trae a colación una cita de Octavio Paz: “No hay una literatura peruana,

argentina o cubana; tampoco hay una literatura española, al menos desde el siglo XVI [...] No
se clasifica a los escritores por su nacionalidad o su lugar de nacimiento, sino por su lenguaje”
(Guillén 1998: 300).
- 104 -
JOSÉ EDUARDO MORALES

mo idioma (Alemania, Suiza y Austria comparten el alemán; Noruega y Dina-


marca, el danés; muchos países, el árabe); hay naciones con más de un idioma
(Bélgica, Suiza, Filipinas, Finlandia); hay estados bilingües o multilingües don-
de unos escritores sienten que “contribuyen a una sola literatura nacional”
(Guillén 1998: 302) y escritores que se adhieren a una u otra literatura. En cuan-
to a la temática, Guillén señala los “aspectos locales del existir social” (Guillén
1998: 304), pero recuerda las palabras de Borges sobre la ausencia de camellos
en el Corán.
Sobre esta cuestión creemos que son bastante reveladoras las siguientes pa-
labras de Claudio Guillén:

“Es posible y hasta probable que una literatura surja como campo inteligible de cultura
en la medida en que los escritores, los críticos y los lectores creen que ha existido, o que
debe o que está a punto de existir. Los comienzos son en este terreno indivisibles de una
voluntad consciente.” (Guillén 1998: 307),

Esa voluntadconsciente podríamos situarla en España en el momento de la


formación del concepto de literatura nacional, incluso quizá un poco antes,
cuando los retóricos empiezan a recurrir a los autores españoles del XVI para
ilustrar las preceptivas, retóricas y poéticas; en Hispanoamérica, en los momen-
tos de la independencia de las colonias7.
En las poéticas, retóricas y preceptivas literarias la presencia de la literatu-
ra hispanoamericana es prácticamente inexistente, pero también lo es la de la
literatura española, salvo la del siglo XVI, porque los autores sólo se utilizan
para ejemplificar los diversos aspectos de la elocutio. Predominan los autores
griegos, los autores latinos, los Santos Padres y los textos bíblicos y, junto a
ellos, autores españoles del Siglo de Oro. La finalidad de estas preceptivas era la
de ofrecer modelos que ayudasen a la “necesaria consolidación y expansión de
un canon que concentrara simultáneamente la buena elocución y los méritos
nacionales, y que restaurara la juiciosa emulación de nuestros autores del XVI”
(Pozuelo Yvancos 2000: 150). En estos libros, a la hora de citar a los autores,
impera el principio de autoridad, ya que todavía no se plantean problemas de
historia literaria.
La inmensa mayoría de preceptivas, poéticas y retóricas traen a colación,
como ejemplos de distintas figuras retóricas, versos de Alarcón y de Ercilla, a
quien utilizan también para ilustrar la poesía épica con su poema LaAraucana8.

7 Las historias de la literatura hispanoamericana distinguen claramente la época colonial de la época


de la independencia.
8 Según opinión de Mata y Araujo se trata de un poema épico; según Coll y Vehí, carece de grande-

za épica (p. 182); según Quintana no lo es porque no fue la intención de Ercilla escribir un
- 105 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Así, Luis Mata y Araujo (1841), José Coll y Vehí (1859 y 1862), Salvador Arpa y
López (1878), Antonio Espantaleón y Carrillo (1886), Godofredo Escribano Her-
nández (1895) y Félix Sánchez y Casado (1906), entre otros. A pesar de ser Erci-
lla español de nacimiento (Madrid, 1533-1594), pasó siete años en Perú y en
Chile, donde escribió parte de su poema, y lo consideramos con las debidas
reservaras como presencia de la literatura hispanoamericana por la tradición
existente en la historiografía literaria hispanoamericana de incluirlo en sus pá-
ginas de historia literaria9, así como por la tradición de la historiografía literaria
española de relacionarlo con temas y ambientes americanos10.
El paso de la utilización en la enseñanza de las poéticas, retóricas y precep-
tivas literarias a las historias generales de la literatura y a los elementos e histo-
rias de la literatura española viene determinado por una serie de circunstancias
que resulta obligado reseñar, puesto que tales circunstancias van a explicar la
presencia de la literatura hispanoamericana en estos libros. Nos interesan, por
ser determinantes en esa presencia de la literatura hispanoamericana en el ba-
chillerato español, dos hechos: la labor de Menéndez Pelayo, por un lado, y la
formación del concepto de literatura nacional, por otro.
Sobre la labor de Menéndez Pelayo, además de lo que ya hemos señalado,
tenemos que añadir algunas notas más sobre su contenido, importancia y tras-
cendencia. En primer lugar, en su Historia lleva a cabo un estudio de la poesía
hispanoamericana por regiones: Méjico, América Central, Isla de Cuba, Isla de
Santo Domingo, Isla de Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Boli-
via, Chile, República Argentina y Uruguay. Señalamos este dato porque, como
veremos, en los libros de texto que se suceden no hay, por lo general, una orga-
nización de los autores en función de criterios geográficos, lo que determina
que a los alumnos se les presente la literatura hispanoamericana como un todo,
sin atender a las peculiaridades de las diversas naciones de Hispanoamérica.

poema épico; según Martínez de la Rosa y Menéndez Pelayo tampoco lo es si se considera a la


luz de las épicas griegas (Wayne Ashhurst 1980: 196 y 226).
9 En la Historiaycríticadelaliteraturahispanoamericana de Cedomic Goil se le dedican unas cincuenta

páginas del primer volumen a Alonso de Ercilla y la poesía épica. Se dice que “la épica hispa-
noamericana tiene en Ercilla y LaAraucanasu autor y obra modelos” (Goil 1988: 196). “Hablar
de Ercilla en una historia de las letras hispanoamericanas resulta imprescindible” (Bellini
1997: 112). “Es el gran poema hispanoamericano del siglo XVI (Lazo 1969: 232).
10 Así, en la HistoriadelaLiteraturaespañolaehispanoamericanade Díez-Echarri y Roca Franquesa, pp.

216-219. En la Historia de la literatura española de Valbuena Prat, encontramos los apartados
“La poesía épica del tema de Indias: Ercilla” y “Los héroes y el ambiente de LaAraucana” (pp.
434-447). En cambio, en la Historiaycríticadelaliteraturaespañola de Francisco Rico, apenas se
le dedican seis páginas a la obra de Ercilla: dentro del epígrafe “Fernando de Herrera y la
poesía de su época”, un artículo de Dámaso Alonso titulado “El narrador en LaAraucana” (pp.
471-476).
- 106 -
JOSÉ EDUARDO MORALES

Por otro lado, lo original de la literatura hispanoamericana se encuentra,


para Menéndez Pelayo, en la poesía descriptiva y en la poesía política, razón
por la cual considera que los poetas más importantes de América son Andrés
Bello, José Joaquín Olmedo y José María Heredia. El hecho de que la originali-
dad de la poesía americana radique en esos temas determina que Menéndez
Pelayo resalte también la importancia de la poesía gauchesca en la literatura
hispanoamericana11 y, aunque inicialmente rechaza que el componente indíge-
na tuviera influencia en esta poesía americana12, acaba teniéndolo en cuenta,
como no podía ser de otra forma. Estas opiniones de Menéndez Pelayo ya están
presentes en otros críticos del XIX13 y serán tomadas por muchos críticos de
finales del XIX y principios del XX. Frente a ellos, hay muchos críticos moder-
nos (Henríquez Ureña, Anderson-Imbert, Rofolfo Grossman, etc.) que conside-
ran que la literatura hispanoamericana es distinta de la española por varios
motivos, entre los cuales se pueden destacar la influencia de las culturas indí-
genas, de la cultura española y de las literaturas europeas, sobre todo de la
francesa, conjunto de influencias que determina en Hispanoamérica una litera-
tura que no es una mera continuación de la española, “aunque no cabe duda de
que sigue mostrando un fuerte sustrato español” (Wayne Ashhurst 1980: 236).
La Historia y la Antología de Menéndez Pelayo cumplen, asimismo, una
función canonizadora de los poetas americanos incluidos en ellas, como vemos
al repasar los nombres de autores hispanoamericanos incluidos en las historias
generales de la literatura y en los elementos de literatura utilizados como texto
en la enseñanza del primer tercio del siglo XX. No obstante, por las fechas en las
que escribe sus obras, los autores americanos que canoniza Menéndez Pelayo
pertenecen a los siglos XVI-XIX, una circunstancia que determina que tales au-
tores sean hoy absolutamente desconocidos para la mayoría de estudiantes,
pues a partir de los años cuarenta del siglo XX los escritores hispanoamericanos
que se incluyen en los libros de texto pertenecen casi en exclusiva al propio
siglo XX, y son muy pocas las excepciones.
Por otra parte, en cuanto al concepto de literatura nacional, se trata de un
hecho fundamental para comprender la presencia de la literatura hispanoame-
ricana en el bachillerato español. No es éste el lugar para exponer el proceso
evolutivo de la Ilustración al Romanticismo por el que se llega a la construcción
de la historia nacional de la literatura española y de las demás literaturas, pero

11 Menéndez Pelayo considera que el gaucho pampero es el campesino de Andalucía o de Extrema-


dura adaptado a un medio distinto (Menéndez Pelayo 1948: II, 396).
12 Aun cuando considera que el elemento indígena es el más sobresaliente de los Comentarios del

Inca Garcilaso de la Vega (Ashhurst 1980: 197).


13 De ellos se ocupa Anna W. Ashhurst en las páginas 13-169 de su obra.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

sí es conveniente indicar algunos aspectos clarificadores del problema que nos


ocupa o vinculados con él.
A los autores de las preceptivas, retóricas y poéticas, tanto del XVIII como
del XIX, no les preocupaban, como hemos señalado, los problemas de historia
literaria, pero sí la elaboración de un canon “que concentrara simultáneamente
la buena elocución y los méritos nacionales, y que restaurara la juiciosa emula-
ción de nuestros autores del XVI” (Pozuelo Yvancos 2000: 150). Esta preocupa-
ción, en la medida en que supuso la proposición de modelos dignos de imita-
ción, y sin que estos autores pretendieran intervenir en la elaboración de una
historia literaria, “abrió las puertas a una visión histórica de la literatura” (Ra-
mos Corrada 2000: 19).
Por otra parte, a lo largo del XVIII se publicaron algunas obras sobre histo-
ria literaria, pero ya antes encontramos algunos antecedentes de historias litera-
rias14. En el XVIII, los primeros en publicar fueron los jesuitas expulsados, para
defender la literatura española de los ataques de los críticos italianos15. Junto a
la labor en Italia de los jesuitas, los liberales exiliados a Inglaterra se ocuparon
de la historia literaria española16, y quizá una de las aportaciones más interesan-
te sea la de Mendíbil, que propone un método histórico para conocer bien la
literatura española, “sujeta a las vicisitudes políticas, que son las que originan
las innovaciones y los cambios literarios” (Ramos Corrada 2000: 27).
Sin embargo, el aspecto más influyente en la formación del concepto de li-
teratura nacional viene dado por el nacimiento, a finales del XVIII y principios
del XIX, de un discurso procedente de la filosofía alemana que se ve desplaza-
do, como consecuencia de las crisis que suponen la Revolución Industrial y la
Revolución Francesa, al terreno de la historia. Dicho discurso “permite [...] ofre-
cer a la historia modelos de ser, reconocerse e identificarse sobre la base de una

14 Como la BibliothecaHispanaNova y la Bibliotheca Vetus de Nicolás Antonio (1672 y 1696).


15 La obra de Juan Andrés Dellorigine,progressi,statoattualed’ognilitteratura (1784-1806) se propuso
como libro de texto para la “cátedra de Historia Literaria de los Reales Estudios de San Isidro
de Madrid, por intervención de Floridablanca” (Ramos Corrada 2000: 22). Lampillas publica
entre 1778 y 1782 su SaggioApologeticodellaLetteraturaEspagnola, donde no encontramos auto-
res hispano-americanos, aunque sí aparece Ercilla, sobre cuyo poema dice Lampillas que “Mr.
Voltaire compara este discurso con el que hace Nestor en la Iliada á los Capitanes Griegos, y
decide que el de la Araucana es superior con mucho exceso al de la Iliada” (Lampillas 1789: 97),
referencia que encontramos también en la Historiadelaliteraturahispanoamericana de Hamilton
(1966: 39).
A estas obras hay que sumar, ya en España, las de los hermanos Rodríguez Mohedano (Historia
literariadeEspañadesdesuprimerapoblaciónhastanuestrosdías, Madrid, Imprenta de Francisco
Xavier García - Joaquín Ibarra Impresor, 1766-1791, 10 vols.) y la del Padre Sarmiento (Memo
riasparalahistoriadelapoesíaypoetasespañoles, Madrid, Imprenta de Joachin Ibarra, 1775).
16 Mendíbil, Mora, Galiano y, con reservas, Blanco White (Ramos Corrada 2000: 25-28).

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JOSÉ EDUARDO MORALES

serie de ideas matriz: a) La primacía de la unidad. b) El viaje al origen. c) La


conjunción de lo uno y lo heterogéneo. d) La búsqueda y encuentro con la iden-
tidad propia y la colectiva” (Ramos Corrada 2000: 73-74). Este corpus ideológico
penetra en España de la mano de los exiliados que estuvieron en contacto con
los poetas románticos ingleses —influidos por el movimiento romántico ale-
mán— y que regresan en los años treinta del siglo XX.
La construcción nacional se realiza desde diversos frentes, entre ellos la
historia y la literatura:

La historia y la literatura se verán embarcadas, pues, en el compromiso de contribuir a


crear un corpus ideológico integrador y nacionalista al servicio de los inte-reses de un
sector social determinado (la oligarquía). Se manipula, de este modo, la tradición y el
pasado para aplicarlos a la resolución de determinados problemas prácticos del presen-
te. La historia y la literatura han de dar la credibilidad, la pátina, el respeto que propor-
cionan la tradición y los años a este nacionalismo recién nacido, y para ello el relato his-
tórico pondrá su discurso al servicio de la modelización de la conciencia nacional,
organizará, seleccionará, valorará hechos, personajes, obras y autores buscando en todos
ellos valores y actitudes permanentes a lo largo de los siglos que permitan definir a la
patria y al patriota y ofrecer un modelo, con el que todos se identifiquen y alrededor del
cual todos se aglutinen. La nueva historia de la literatura nacional no va a responder, en
absoluto, a las exigencias de un desarrollo autónomo del sistema literario, sino a las
condiciones sociopolíticas del momento. (Ramos Corrada 2000: 86-87).

Esta labor de organización, valoración y selección es, pues, la que va a con-


figurar el canon de autores españoles desde la Edad Media hasta ese momento,
una labor que se lleva a cabo a través de las ediciones de textos, las antologías y,
por supuesto, las historias de la literatura española, y en ella jugará un papel
fundamental el Centro de Estudios Históricos, al que más abajo haremos refe-
rencia. Los autores y las obras de la literatura española canonizados se incorpo-
ran a los libros de texto, ya que la enseñanza es el campo donde más fácil resul-
ta la creación y difusión de una conciencia y de una identidad nacional, y “los
textos literarios se convierten [...] en un instrumento de articulación y verbaliza-
ción del contexto que desde el sistema se pretende imponer” (Ramos Corrada
2000: 89).
Además, hay que tener en cuenta que con el Plan Pidal de 1845 se procede
a la centralización de la enseñanza:

El nuevo arreglo está destinado a realizar esta especie de centralización, haciendo que
concurran a perfeccionarse en una misma escuela los que intenten dedicarse a la ense-
ñanza; de este modo tendrán ocasión de oír a los más ilustres profesores; ensancharán
sus conocimientos con los mayores medios que la capital ofrece; adquiriránideasfijasso
bremultituddepuntoscientíficos,yllevaránalosestablecimientosprovincialesesauniformidad

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

que, siendo el resultado de la discusión y del roce de opiniones encontradas, no se opo-


ne a los progresos de las ciencias, antes bien los impulsa con los esfuerzos que cada uno
hace para adquirir renombre entre los sabios. (Colección Legislativa de España, tomo
XXXV, 2ª ed., Madrid, Imprenta Nacional, 1846, p. 207)

No olvidemos, como señala Gil de Zárate, que “el que enseña domina,
puesto que enseñar es formar hombres y hombres amoldados a la mira del que
los adoctrina” (apud Ramos Corrada 2000: 91).
En este contexto empiezan a surgir las historias literarias y encuentra ex-
plicación la aparición de historias generales de la literatura, elementos de histo-
ria literaria y compendios histórico-críticos de la literatura española que se uti-
lizarán en las enseñanzas medias. La conjunción de estos factores, entre otros,
determina que desde finales del XIX hasta los años cuarenta del siglo XX los
libros de texto utilizados en la enseñanza —tanto historias y elementos como
antologías— incorporen una nómina de autores hispanoamericanos que varía
en función del libro de texto: en las antologías y en las historias generales de la
literatura es amplia, pero tímida en los elementos y en las historias de literatura
española. En este punto son interesantes las palabras del Prof. Beltrán Almería:

“El aspecto más polémico de esta etapa resulta ser la dimensión nacional (incluso nacio-
nalista) de estos estudios. Se trata de comprender a través del estudio histórico de la lite-
ratura cómo se ha ido conformando el espíritu nacional de cada pueblo. La historia lite-
raria del XIX parece creer que la historia política de las naciones no basta para definir su
espíritu y que se precisa un complemento histórico derivado de la comprensión del arte
y de la literatura que ha sido capaz de elaborar ese pueblo o nación.” (Beltrán 2007: 39)

Estamos en un periodo en el que funciona el Centro de Estudios Históricos,


donde Menéndez Pidal está trabajando para “demostrar la existencia de una
poesía épica nacional y original”, lo que significaría “haber encontrado un ar-
gumento de peso para justificar la presencia de una conciencia nacional caste-
llana y española de rancio abolengo” (López Sánchez, 2006: 296). En este senti-
do, López Sánchez nos da una pista muy importante para entender la presencia
mínima de la literatura hispanoamericana:

“La trascendencia que las investigaciones sobre historia literaria alcanzaron en el CEH
se reflejó en la gran cantidad de trabajos que los discípulos de Menéndez Pidal dejaron
impresos. La obra literaria fue considerada miembro de pleno derecho dentro de las
formas artísticas españolas. En ella se podían rastrear los principios y las directrices más
elementales que habían coadyuvado a la formación de la nacionalidad española. Todo
ello estuvo impregnado por un fuerte barniz regeneracionista procedente de institucio-
nes como Giner, Cossío o Altamira. Mediante una labor de escarda en lo que había
hecho grande al pueblo español se tendría que dotar a la nación de las fuerzas activas

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JOSÉ EDUARDO MORALES

que contribuyeran a su regeneración. Con el fin de dar cumplimiento a esta tarea se


hacía imprescindible la recuperación y publicación de aquellas obras donde la búsqueda
podía dar los frutos apetecidos, a saber, la literatura española entre otras.” (López Sán-
chez 2006: 306)

De modo que, de acuerdo con esa tarea, los autores griegos, latinos y los
textos bíblicos se van dejando progresivamente de lado, al tiempo que en las
asignaturas de las disciplinas literarias aumenta el número de autores españo-
les, pues, a fin de cuentas, la educación siempre tuvo entre sus funciones la de
construcción y reforzamiento de la conciencia de nación en el individuo, lo que
explica que la literatura hispanoamericana, en la medida en que es producida
por autores de otras naciones y, aunque sea literatura en lengua española, se
deje en un segundo plano.
En los elementos e historias de la literatura española de Sancho Barreda
(1918), Rufino Blanco y Sánchez (1920), Pilar Diez y Jiménez-Castellanos (1929)
y Narciso Alonso Cortés (1951), sólo aparecen autores hispanoamericanos que
“han pasado en España la mayor parte de su vida, y a quienes generalmente se
incluye en la literatura peninsular, puesto que los más de ellos hasta política-
mente fueron españoles, así Ventura de la Vega, Baralt, Gertrudis Gómez de
Avellaneda, Heriberto García de Quevedo y el general Ros de Olano” (Menén-
dez Pelayo 1948: I, 14), aunque en la mayoría de historias de la literatura espa-
ñola se incorporan, por su importancia, otros autores hispanoamericanos distin-
tos a los citados por Menéndez Pelayo17.
Caso distinto es el de las historias generales de la literatura, donde se dedi-
ca un capítulo a la literatura hispanoamericana, del mismo modo que se abor-
dan literaturas de otros países. Sirvan de ejemplo los autores tratados en los
Elementos de historia general de la literatura de José Rogerio Sánchez (1919)18, si

17 Además de a Alarcón y Ercilla, se incluyen, entre otros, a los siguientes: Heriberto García de
Quevedo (Sancho Barreda 1918: 216); Sor Juana Inés de la Cruz (Sancho Barreda 1918: 248;
Cortés 1951: 169-170); Gertrudis Gómez de Avellaneda (Sancho Barreda 1918: 265; Blanco y
Sánchez 1920: 365); el Inca Garcilaso de la Vega (Sancho Barreda 1918: 318; Cortés 1951: 234);
Baralt (Blanco y Sánchez 1920: 71-72); Andrés Bello (Blanco y Sánchez 1920: 96 y 355); José Eu-
sebio Caro (Blanco y Sánchez 1920: 364); Rufino José Cuervo (Blanco y Sánchez 1920: 96);
Marco Fidel Suárez (Blanco y Sánchez 1920: 96); Pedro de Oña (Cortés 1951: 171); Carlos de
Sigüenza y Góngora (Cortés 1951: 235); Bernardo de Balbuena, a quien, aun siendo español,
Menéndez Pelayo incluye en su Historiadelapoesíahispanoamericana: mejicano por su educa-
ción,“es en rigor el primer poeta genuinamente americano” (Menéndez Pelayo 1948: 46) (San-
cho Barreda 1918: 158-159; Blanco y Sánchez 1920: 122, 256-258; Cortés 1951: 171; Diez y Jimé-
nez-Castellanos 1929: 67).
18 Andrés Bello, José Antonio Maitin, Cecilio Acosta, José A. Calcaño y Julio Calcaño, José Joaquín
Olmedo, Juan Montalvo, José Eusebio Caro, José Joaquín Ortiz, Rafael Mª Baralt, Miguel A.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

bien en los Elementosdehistorialiterariade Ciurana (1935) se incluye la literatura


hispanoamericana dentro del bloque de Literatura Española, en una lección
junto con la literatura gallega19. Sí es interesante tener en cuenta que, al igual
que hiciera Menéndez Pelayo en su Historia, algunos historiadores agrupan a
los autores hispanoamericanos por países, algo que, como veremos, no se hará
por regla general en los libros de texto de la siguiente etapa, aunque hay algu-
nas excepciones. Estas historias generales de la literatura también se usaban
como libros de texto, de modo que, si no en las asignaturas de literatura españo-
la, los alumnos sí podían conocer la literatura hispanoamericana en las asigna-
turas de historia general de la literatura.
A partir de los años cuarenta se empieza a publicar el otro tipo de libros de
texto. Si bien se siguen utilizando en las aulas historias literarias generales y
elementos de historia literaria española, comienzan a predominar los libros de
lengua y literatura española, que pronto serán los únicos que manejen los estu-
diantes. Frente a la mínima presencia de autores hispanoamericanos en las his-
torias y en los elementos de literatura española, desde este momento se va a
incluir en los libros de texto de literatura española un amplio número de escri-
tores hispanoamericanos, que se agrupan en un capítulo que, por lo común,
aborda la novela y el cuento hispanoamericano del siglo XX, aunque en algunos
libros también se trata la lírica y el teatro.
Este capítulo de literatura hispanoamericana suele ser el último o penúlti-
mo del libro de texto, lo que se explica por el hecho de que, aun siendo literatu-
ra en lengua española, no es una literatura producida por españoles, y en esto
tiene mucho que ver todo ese proceso de construcción nacional en virtud del
cual se había establecido un canon literario de autores españoles, y permitir la
entrada de autores hispanoamericanos mezclándolos con los españoles iría
frontalmente en contra de esa construcción política. Recordemos que la historia
de la literatura nacional no responde a “exigencias de un desarrollo autónomo
del sistema literario, sino a las condiciones sociopolíticas del momento” (Ramos
Corrada 2000: 86-87). Sin embargo, la presencia de la literatura hispanoameri-
cana con respecto a la etapa anterior es bastante mayor.

Caro, Rafael Pombo, Jorge Isaacs, Rufino José de Cuervo, Felipe Pardo y Aliaga, Ricardo Pal-
ma, Esteban Echeverría, Vítor Olegario Andrade, José Mármol, José Mª Gutiérrez, José María
de Heredia, Rafael Obligado, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Manuel E. de Gorostiza, Ven-
tura de la Vega, Manuel Ascensio Segura, Rubén Darío y Amado Nervo.
19 Se citan como las figuras más notables a Rubén Darío, Gabriel de la Concepción Valdés, José
María de Heredia, Andrés Bello, José Joaquín Olmedo, José Mármol, Ricardo Palma, Salvador
Díaz Mirón, José Santos Chocano, Leopoldo Lugones, Manuel Acuña, Ignacio Altamirano,
Diego Fallón, Rufino Blanco-Fambona y Manuel Gálvez.
- 112 -
JOSÉ EDUARDO MORALES

Entre los libros de texto de este tipo que se manejan en las aulas hasta fina-
les de siglo XX hemos consultado un corpus de quince. En líneas generales, y
sin entrar en detalles, en todos ellos la literatura hispanoamericana no se aborda
hasta la última o penúltima lección del libro y, por lo general, sólo autores del
siglo XX.
Puesto que nos interesa determinar el estado actual de la cuestión, exami-
nemos detalladamente la presencia de la literatura hispanoamericana en los
libros de texto editados desde principios de siglo, para lo cual utilizamos un
corpus de once libros de primero y diez de segundo de bachillerato, de editoria-
les distintas20, aprobados por el Ministerio de Educación y Ciencia, de modo
que contienen doctrina oficial.
El Real Decreto3474/2000, de 29 de diciembre, por el que se modifican el
Real Decreto 1700/1991, de 29 de noviembre, por el que se establece la estructu-
ra del bachillerato, y el Real Decreto 1178/1992, de 2 de octubre, por el que se
establecen las enseñanzas mínimas del bachillerato (BOE de 16 de Enero de
2001), incluye entre los contenidos de la asignatura Lenguacastellanayliteratura
II, de segundo curso de bachillerato, “3. [...] La novela y el cuento hispanoame-
ricano”, así como “4. Análisis y comentario de una obra de cada época y lectura
de los fragmentos más representativos de algunas de las literaturas de las len-
guas constitucionales y de las literaturas extranjeras”21.
Estos son los contenidos que se exigen oficialmente y que figuran en todos
los libros de texto actuales, si bien en cada uno se configuran de una manera
distinta. Por tanto, como señalamos al principio, son los libros de texto los do-
cumentos a los que hemos de recurrir para determinar efectivamente en qué
medida tiene presencia la literatura hispanoamericana en el bachillerato espa-
ñol.
Además del contenido exigido por el Real Decreto 3474/2000, en todos li-

20 Ecir, Anaya, Edebé, Vicens Vives, McGraw Hill, Oxford Educación, Edelvives, Bruño, SM, Santi-
llana y Octaedro. Todos estos libros de texto han sido publicados entre los años 2002 y 2006 y
se utilizan actualmente en las aulas.
21 Este Real decreto es objeto de desarrollo legislativo por las diversas Comunidades Autónomas. En

el caso de Murcia, el Decreto 113/2002, de 13 de septiembre, por el que se establece el currícu-


lo del Bachillerato en la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia (BORM de 14 sep-
tiembre), señala entre los contenidos de la asignatura de Lengua castellana y literatura de se-
gundo curso de bachillerato: “12.a. Modernismo y 98 como tendencias. Renovación de los
géneros literarios. Rubén Darío”, “13.g. La narrativa. Nuevos modelos narrativos. La novela y
el cuento hispanoamericano” y “14. Análisis y comentario de obras de autores contemporá-
neos españoles e hispanoamericanos, y lectura de los fragmentos más representativos de al-
gunas de las literaturas pertenecientes a las lenguas de España y de las literaturas extranje-
ras”.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

bros de texto de bachillerato que hemos manejado figuran dos autores hispa-
noamericanos: en los de primer curso de bachillerato, Juan Ruiz de Alarcón; en
los de segundo curso, Rubén Darío. Tenemos que preguntarnos, pues, por qué
figuran estos autores que no son españoles y cuyo estudio no se establece explí-
citamente por la legislación estatal.
Si recurrimos a las historias de la literatura española, que son las fuentes de
las que procede la información contenida en los libros de texto, comprobamos
que en ellas también figuran estos dos autores; si recurrimos a las historias de la
literatura hispanoamericana, fuentes de las que procede la información que los
libros de texto ofrecen en el capítulo relativo a literatura hispanoamericana,
observamos que en ellas también se contienen estos dos autores. La respuesta a
la pregunta que nos formulamos la encontramos en algunas historias literarias y
en algunos libros de texto cuyos autores se plantean este problema: un autor
mejicano y un autor nicaragüense que aparecen sistemáticamente en las histo-
rias de la literatura española.
El caso de Rubén Darío no es conflictivo, porque su presencia en las histo-
rias de la literatura española y en los libros de texto del bachillerato español se
explica por el hecho de ser una figura fundamental e imprescindible para com-
prender la evolución de la poesía española. De entre las muchas afirmaciones
que en este sentido encontramos en las diversas historias de la literatura espa-
ñola22, destacamos la del Prof. Valbuena Prat:

“Maestro Rubén, mágico y responsable de este estilo, es absolutamente necesaria su fi-


gura en la evolución de las formas literarias, tanto en la Literatura de América como en
la española. Por esto, en nuestro libro, hacemos una excepción con el gran poeta. Una li-
teratura española sin hablar de Rubén Darío, como centro, equivaldría a la supresión de

22 Citamos algunas: “Darío debe adscribirse a la historia de la literatura española no sólo por la
incidencia hispánica de sus innovaciones, sino también por su explícito hispanismo. Queda
por añadir el hecho de que durante un momento histórico fue acogido como “maestro” de
una joven generación de poetas españoles, la mayoría de origen andaluz” (Rico 1994: 138); “la
impresión causada por Prosasprofanaspuede ser comparada a la que siguió en 1543 a la publi-
cación de los poemas de Garcilaso” (Brenan 1984: 436); “nadie discute que Darío revolucionó
la poesía de su tiempo a un lado y otro del Atlántico” (Pedraza Jiménez 1986: 256); “el autor
apenas tiene veinte años [en 1888, cuando publica Azul...] y va a revolucionar la literatura en
lengua española” (Canavaggio 1995: 59); “aunque su influjo sea quizá más decisivo en la poe-
sía hispanoamericana, resultaría inexplicable la evolución de la literatura española si no con-
táramos con el nicaragüense Rubén Darío” (Valverde 1969: 201); “la profunda influencia que
Rubén Darío y su movimiento ejercieron sobre los hombres del 98 en su juventud, su impacto
esencial que la profunda renovación lingüística del modernismo dejó en la literatura peninsu-
lar” (Aub 1966: 467). También hay críticos que no están totalmente de acuerdo con estas afir-
maciones y las matizan, v. gr. (González López 1965: 672); (Menéndez Peláez 1995: 453); (Diez
Borque 1974: 251).
- 114 -
JOSÉ EDUARDO MORALES

Garcilaso o de Góngora en sus épocas correspondientes. Rubén es tan esencial en el de-


sarrollo de la lengua literaria en España, como en el castellano de América.” (Valbuena
Prat 1983: 120)

En cambio, el caso de Juan Ruiz de Alarcón sí es conflictivo, porque hay


una apropiación de su figura por parte de la crítica literaria española, algo que
es reprochado por una parte de la crítica hispanoamericana. La mayoría de
historias de la literatura española lo sitúan en la escuela dramática de Lope de
Vega23, sin cuestionarse, salvo alguna excepción, el hecho de que, siendo meji-
cano, figure en la literatura española. Traemos a colación unas citas de varias
historias literarias, unas españolas y otras hispanoamericanas, que hacen refe-
rencia al problema y que ponen de manifiesto la falta de acuerdo al respecto.
Menéndez Peláez, en su Historia de la literatura española, dice que deja
“aparte el falso problema del mejicanismo de Ruiz de Alarcón, que ha dado
demasiado trabajo a las prensas para su trascendencia: se ha llegado a hablar de
sinuosidad india [...] del poeta, que de indio no tenía nada” (1995: 393); en la
Historia de Alborg se dice que “esta busca de exterioridades mexicanas en el
teatro de Alarcón es difícil y aún estéril” (1981: 95).
Frente a estas posturas, Hamilton, en su Historiadelaliteraturahispanoame
ricana señala que “Bergamín le llama un “intruso” en el teatro español del Siglo
de Oro. Es que no es español sino mexicano hasta la médula. Y sin embargo es
el último de los autores americanos que España reclama para sí, para que la
gloria de la Edad de Oro no quedara manca” (Hamilton 1966: 83); en la Historia
delaliteraturahispanoamericanade Íñigo Madrigal se señalan los desacuerdos de
la crítica: mientras que Henríquez Ureña y Alfonso Reyes defienden la idea de
un Alarcón mexicano, Casalduero defiende que es “un perfecto peninsular del
Siglo de Oro”. Además, se apunta una posible solución al problema:

“La verdad de Ruiz de Alarcón no pertenece a un México que aún no existía ni tampoco
a una España en la que siempre se sintió forastero y en la que buscó tenazmente inte-
grarse. Ella reside en su situación de hombre colonial que hacía gala de sus antecedentes
genealógicos en Cuenca, precisamente porque había nacido en suelo americano.” (Íñigo
Madrigal 1982: 353)

Como vemos, hay opiniones en todos los sentidos, y por esta razón Gonzá-
lez Echevarría y Pupo-Walker, en su Historia de la literatura hispanoamericana,
ponen de manifiesto que la crítica no ha podido resolver esta controversia:

23 Así, Alborg, Cannavagio, Valbuena Prat, Edward M. Wilson y Duncan Moir, Diez Borque, Val-
verde. Cejador y Frauca dice de él que “es nuestro mejor autor de dramas éticos” (Cejador
1972: IV, 327).
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

“Nacido en México, Ruiz de Alarcón llegó a la fama como dramaturgo en España, a la


que emigró cuando era joven. El debate critico sobre cuál es su patrimonio cultural ver-
dadero no ha llegado a ninguna conclusión; los criterios de clasificación son subjetivos y
variables. En este estudio, el criterio principal que se obedece para emplazar a un autor
es el lugar donde éste escribió su obra, y no el lugar de nacimiento, lo cual deja algunos
emigrados desde las colonias hasta España —el más importante de ellos es Ruiz de
Alarcón— fuera de nuestro estudio.” (González Echevarría 2006: 294).

Esta disputa entre críticos sólo puede explicarse si admitimos que Juan
Ruiz de Alarcón es uno de los grandes dramaturgos del Siglo de Oro español24
y, en cualquier caso, es un hecho generalizado su presencia en las historias de la
literatura española y en las historias de la literatura hispanoamericana.
Una vez planteadas estas cuestiones historiográficas, veamos brevemente
cómo se presentan y qué importancia se otorga a estos dos autores en los libros
de texto, para adentrarnos después en el capítulo que en cada uno de los libros
se le dedica a la literatura hispanoamericana.
Frente a la importancia que se ha concedido y a las páginas que se le han
dedicado a Ruiz de Alarcón en las historias literarias, los libros de texto de pri-
mero de bachillerato, adecuándose al contenido de las historias literarias, sitúan
a Alarcón como discípulo de Lope de Vega, señalando que es mejicano, pero
apenas le dedican unas pocas líneas. En el libro de la editorial Ecir ni siquiera se
cita en el cuerpo del texto, aunque ofrece un fragmento de Laverdadsospechosa
en el apartado de lecturas; en los de la editorial Oxford y Santillana tan solo se
cita su nombre y su obra La verdad sospechosa; el de la editorial Anaya señala,
además, sus defectos físicos, mientras que el de Octaedro únicamente añade
otra obra, Lasparedesoyen. En los libros de las editoriales McGraw Hill y Edebé
se le dedica un recuadro en el margen de la página, con una brevísima biografía
en la que se incluye la referencia a sus defectos físicos, pero mientras que el de
Edebé cita tres de sus obras, el de McGraw Hill no cita ninguna. En todos estos
libros de texto apenas se le dedican a Alarcón cuatro o cinco líneas.
Los libros de la editorial SM y Edelvives señalan, a diferencia de los ante-
riores, algunas características de las obras de Alarcón, haciendo hincapié en el

24 El propio Menéndez Pelayo afirmaba que quizá ninguna de las comedias de Lope esté tan acaba-
da como Laverdadsospechosa o Lasparedesoyen de Alarcón, que pertenece a la estirpe de los
genios creadores. Con respecto a la cuestión que tratamos, señala: “Ruiz de Alarcón ha de ser
tenido por un americano españolizado, que sólo por su nacimiento y su grado de licenciado
puede figurar en los anales de México. Toda su actividad literaria se desarrolló en la Penínsu-
la; son rarísimas en él las alusiones o reminiscencias a su país natal; de una sola comedia suya,
El semejante a sí mismo, se puede creer o inferir con verosimilitud que fuese compuesta en
América” (Menéndez Pelayo 1948: I, 57).
- 116 -
JOSÉ EDUARDO MORALES

componente moral de éstas, citando respectivamente dos y ocho obras del au-
tor. Lo mismo encontramos en el de la editorial Vicens Vives, donde son tres las
obras que se citan.
El que más atención le dedica es el de la editorial Bruño, que además de
señalar las características de su obra destacando el componente moral y dedi-
carle un recuadro al margen para exponer el tema de cuatro de las obras de
Alarcón, ofrece un fragmento de Laverdadsospechosa para el comentario.
De todos estos libros de texto, únicamente uno, el de la editorial Bruño, se-
ñala sucintamente la cuestión de un autor mejicano que escribe en España: si-
tuándolo en el apartado “Los dramaturgos castellanos: Juan Ruiz de Alarcón”,
se indica que, “aunque nacido en Méjico, desarrolló toda su labor literaria en
Castilla”, en la línea, pues, de González Echevarría.
Como vemos, en los libros de Lenguacastellanayliteratura de primer curso
de bachillerato, apenas se le concede importancia a la figura de Alarcón: dentro
del teatro del Barroco se le presta especial atención a Lope de Vega y a Calderón
de la Barca.
En cuanto al tratamiento que se da a Rubén Darío, en los libros de Lengua
castellanayliteratura de segundo curso de bachillerato, es uniforme. Se le consi-
dera máximo representante del modernismo, su introductor en España y, de-
jando claro que es nicaragüense, se le atribuye la responsabilidad de renovar y
revolucionar la lírica en lengua española.
Siguiendo la opinión mayoritaria de los críticos contenida en las historias
de la literatura española, lo sitúan como una figura fundamental en el moder-
nismo español: en el libro de la editorial Octaedro se le señala como “paradig-
ma del Modernismo” y “representante del modernismo”, y se indica que “triun-
fó a un lado y al otro del Atlántico”25; en el de la editorial Edebé se le considera
“el máximo exponente de la lírica modernista”; Lázaro Carreter, autor del libro
de la editorial Anaya, señala que “es, sin duda, uno de los mayores poetas del
siglo XX. Hizo girar polarmente la poesía española, igual que Garcilaso en el
Renacimiento”26; en el libro de la editorial Oxford Educación se indica que en la
influencia del modernismo en España “fue determinante la segunda visita de
Darío a Madrid, en 1899”; en el de Ecir, que el introductor del modernismo en
España fue Rubén Darío; en el de SM, que Darío fue el principal representante y
el mensajero del modernismo, y en este mismo sentido, los demás libros de
texto.

25 Como hiciera Pedraza Jiménez (1986: 256).


26 Esta referencia a la importancia de Garcilaso para compararla con la de Darío la encontramos en
la Historiade Brenan (1984: 436) y en la de Valbuena Prat (1983: 120).
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

En definitiva, si a Darío se le dedican varias páginas en cada uno de los li-


bros de texto de lengua y literatura de segundo de bachillerato es porque, como
se dice en el de la editorial Edelvives, “sin su obra, nuestra poesía contemporá-
nea sería poco menos que incomprensible”.
En estos libros de segundo de bachillerato, se dedica el último o uno de los
últimos temas al contenido exigido por el Real Decreto 3474/2000: la novela y el
cuento hispanoamericano, así como la lectura de los fragmentos más represen-
tativos.
Del corpus de libros que manejamos podemos distinguir tres grupos en
función de sus contenidos: uno, compuesto por cinco libros, se ajusta escrupu-
losamente a la exigencia legal y únicamente trata la novela y el cuento hispa-
noamericano (los de las editoriales Bruño, Edelvives, Oxford Educación, Vicens
Vives y Anaya); otro grupo, de cinco libros, incorpora, junto a la narrativa, la
lírica hispanoamericana (editoriales Octaedro, SM, McGraw Hill, Ecir y Edebé);
el último, un solo libro, trata, además de la narrativa y la lírica, el teatro (edito-
rial Ecir). En todos ellos se indica la nacionalidad de todos los autores citados,
aunque son pocos los que, como hiciera Menéndez Pelayo, hacen una exposi-
ción de una parte del contenido siguiendo un criterio territorial27.
En cuanto al tratamiento de la narrativa, la exposición de los contenidos se
lleva a cabo atendiendo a criterios cronológicos, de suerte que, en líneas genera-
les, se hace un repaso desde principios del siglo XX hasta la actualidad, si bien
el libro de Lázaro Carreter, de la editorial Anaya, dedica un párrafo a la novela
del siglo XIX al XX28. Casi todos los libros (salvo los de Ecir y McGraw Hill)
distinguen explícitamente las siguientes etapas: la novela realista hasta los años
cuarenta, el realismo mágico, el boom de la literatura hispanoamericana en los
años sesenta y las últimas tendencias de la narrativa hispanoamericana. Única-
mente dos de estos diez libros, los de las editoriales Bruño y Edebé29, plantean
la distinción genológica entre novela y cuento; el resto realiza la exposición sin
dedicarles apartados específicos. En cada una de estas etapas se incluye una
breve definición y descripción de sus características, y se destacan las obras más
importantes de los autores citados, siendo García Márquez, Vargas Llosa, Bor-

27 Los libros de las editoriales SM, Ecir y Edelvives clasifican por países a los autores dentro de un
apartado específico del contenido del tema. El de SM y el de Edelvives hacen esta clasificación
sólo en el apartado del boom, de los narradores de los años 60; el de Ecir, que se ocupa tam-
bién de la poesía y el teatro, clasifica por países a los grandes autores de la narrativa después
de unas consideraciones generales sobre las tendencias narrativas del siglo XX.
28 En este apartado incluye a tres autores que publicaron en el siglo XIX: José Joaquín Fernández de

Lizardi, Ricardo Palma y Jorge Isaacs.


29 Este libro incluye unas breves nociones teóricas sobre estructura, técnica y temática del cuento.

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JOSÉ EDUARDO MORALES

ges y Cortázar los narradores a los que más atención se les dedica; de los poe-
tas, el más destacado es Neruda.
Dentro de la novela realista (también llamada en algunos libros posmoder-
nista —ed. SM— o regionalista —ed. Bruño—; el libro de la editorial Ecir no la
incluye), todos los libros distinguen la novela de la tierra, la novela de la revo-
lución mejicana y la novela indigenista, y alguno incluye en este apartado la
novela gauchesca (ed. SM). Los autores que figuran en este apartado son, por lo
general, J. Eustasio Rivera, R. Gallegos, R. Güiraldes, J. Icaza, Ciro Alegría y M.
Azuela.
En el realismo mágico casi todos los libros incluyen a Asturias, Carpentier
y Rulfo, si bien hay libros que en vez de hablar de realismo mágico hablan de
narradores surgidos en los años cuarenta e incluyen a Onetti, Sábato, Fuentes,
Lezama y Roa Bastos. En este caso, hay alguno que distingue entre el realismo
mágico y el realismo fantástico (eds. Oxford y Ecir), e incluye en este último a
Felisberto Hernández y a Bioy Casares. Sin embargo, el de la editorial Vicens
Vives separa a Borges de este apartado y le dedica uno de “narradores de van-
guardia”, y el de la editorial SM incluye entre otros, clasificándolos por países, a
Borges, Sábato, Onetti y Roa Bastos en el boom de la literatura hispanoamerica-
na.
En cuanto a los narradores del boom, la nómina de los que se incluyen es
más o menos amplia, según las editoriales. Autores que aparecen en todos los
libros son García Márquez, Vargas Llosa y Cortázar, a los que se les presta es-
pecial atención y de los que se presenta algún texto para la lectura y el comenta-
rio. El resto de autores que se incluyen en el boom varía de una editorial a otra,
pero en más de la mitad de los libros de texto que distinguen las etapas que
hemos señalado más arriba se cita a Sábato, Donoso, Cabrera Infante, Roa Bas-
tos, Fuentes, Onetti y Benedetti30.
Por su parte, el libro de texto que ofrece un listado de autores más amplio
en el apartado de últimas tendencias es el de la editorial Octaedro: Bryce Eche-
nique, Jorge Edwards, Galeano, Monterroso, Mutis, Neuman, Paso, Peri Rossi,
Piglia, Puig, Scorza, Sepúlveda y Soriano. Algunos de estos autores aparecen en
unos u otros libros de texto, además de Skármeta, Sarduy y Abel Posse, entre
otros.
Creemos conveniente destacar, además, que en los libros de las editoriales
Vicens Vives y Edebé se dedica un apartado exclusivo a las narradoras: se citan
a Isabel Allende, Laura Esquivel y Marcela Serrano en el primero y se añaden,

30 Además de estos autores, según las editoriales se incluye en esta etapa a Mújica Láinez, Puig y
Borges. El caso de la editorial Edelvives
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

en el segundo, a Ángeles Mastretta y a Zoe Valdés.


Para terminar con la narrativa hispanoamericana, señalemos que de los
textos que se ofrecen para la lectura o el comentario, en nueve de los libros hay
fragmentos de textos de García Márquez, y en siete de ellos los fragmentos son
de Cien años de soledad; en ocho libros, textos de Borges; en siete, de Rulfo; en
cuatro, de Vargas Llosa. Los libros que más lecturas ofrecen son Oxford y Vi-
cens Vives31.
Acerca de la poesía, como hemos dicho, de los diez libros que manejamos
son cinco los que le dedican una parte del tema de literatura hispanoamericana,
si bien, en la medida en que no es obligatoria, se le dedica menos atención. Po-
demos establecer dos grupos en función del tratamiento que le dan a la poesía
hispanoamericana del siglo XX: uno, formado por el libro de la editorial
McGraw Hill, sólo se ocupa de tres autores: Vallejo, Neruda y Paz; el otro, com-
puesto por los de las editoriales Octaedro, Ecir, Edebé y SM, establecen una
distinción de las corrientes estéticas que siguen al modernismo: el posmoder-
nismo o sencillismo o poesía intimista32, la poesía comprometida o poesía social
y la poesía vanguardista. Las subdivisiones dentro de cada una de estas corrien-
tes varían de unos a otros libros. Así, dentro de las vanguardias se distinguen el
creacionismo, el ultraísmo, la poesía pura y la poesía negra (ed. Octaedro) o
bien únicamente el creacionismo y el surrealismo, y en algún caso un mismo
autor figura en una o en otra corriente según la editorial33. En general, la nómi-
na de autores es similar en todos los libros34, y se presta una atención especial a
Borges y, sobre todo, a Neruda, de cuyos poemas se ofrece en todos los libros
un fragmento para su lectura y comentario.
En cuanto al teatro, el libro de la editorial Ecir le dedica media página35, en
la que distingue sucintamente varias corrientes dramáticas, indicando los auto-
res más representativos (realismo, teatro de ideas, evolución de realismo y ex-
perimentación, y teatro de vanguardia y comprometido). Además, se ofrece

31 Además de los autores citados, el de la editorial Oxford incluye textos de Asturias, Fuentes, Onet-
ti y Sábato; y el de la editorial de Vicens Vives, de Allende, Carpentier, Esquivel, Güiraldes y
Roa Bastos.
32 Con las autoras G. Mistral, A. Storni y J. de Ibarbourou.

33 Así, Borges figura en el ultraísmo (ed. Octaedro) y en el surrealismo (ed. Ecir).

34 Además de los poetas citados, Vallejo, Huidobro, Nicolás Guillén, N. Parra, E. Cardenal y Bene-

detti. En el libro de la editorial Octaedro el listado de poetas se amplía bastante: X. Villaurru-


tia, J. Torres Bodet, Lezama Lima, L. Palés y Matós, Dulce María Loynaz, V. Piñera y Gastón
Baquero.
35 Se indica en el cuerpo del texto que “aunque el Teatro hispanoamericano no suele contemplarse

en la programación de Bachillerato, sí debemos reconocer su importancia y su aporte al acer-


vo común”.
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JOSÉ EDUARDO MORALES

para la lectura y el comentario un extenso fragmento de LaseñoritadeTacna de


Vargas Llosa.
Una vez vista la presencia de la literatura hispanoamericana en los libros
de texto y habiendo prestado especial atención a los que se utilizan hoy en las
aulas, hagamos unas consideraciones finales sobre el estado actual de la cues-
tión.
Mientras que la literatura española se explica en los libros de texto en fun-
ción, primero, de criterios cronológicos y, después, genológicos, la organización
de la hispanoamericana tiende a realizarse en virtud del criterio genológico
primero (en los casos en que se aborden varios géneros literarios) y cronológico
después, y muy pocos libros ofrecen, como hemos visto, una organización aten-
diendo a las nacionalidades que integran Hispanoamérica.
Con esta observación coincidimos con una de las que hacen los autores del
ProyectoIberlingua:laenseñanzadelalenguaespañolaylaliteraturaiberoamericana
enelnivelmedio(1998), donde se lleva a cabo una descripción del sistema educa-
tivo y de los planes de estudios de España y de los países de Hispanoamérica en
lo que a lengua española y literatura se refiere, así como un análisis de la ense-
ñanza de la lengua y la literatura:

“De los documentos se infiere que, en el Bachillerato [español], se dedica un porcentaje


mayor a la literatura clásica (incluyendo los contemporáneos) que a la literatura actual.
Al ser el área de lengua y literatura castellana, no se estudian, en general, obras escritas
en otras lenguas, pero sí la literatura hispanoamericana, especialmente la del siglo XX.
Sin embargo, el porcentaje mayor pertenece a la literatura española. [...]
Ningún sistema educativo aborda como conjunto el estudio de la literatura iberoameri-
cana, si consideramos dentro de ella a la literatura en lengua portuguesa [a la que sólo se
hace referencia en Venezuela y Uruguay]. Sí hay, en cambio, conciencia de pertenencia
al área de literatura en lengua española, aunque se suele separar la literatura de España
de la hispanoamericana.” (pp. 59 y 235)

No obstante lo anterior, en vez del porcentaje mayor creemos más justo


hablar de lacasitotalidad, como queda evidenciado con la exposición que hemos
hecho del contenido de literatura hispanoamericana en los diversos libros de
texto. Por lo demás, con la elección del sintagma “literatura en lengua españo-
la”, al que ya hicimos referencia anteriormente, quedan resueltos los problemas
que suscita la denominación “literatura española”, teniendo en cuenta que en
España también se producen, además de literatura en lengua española, literatu-
ras en lengua no española.
¿Por qué no integrar a los autores hispanoamericanos en el momento cro-
nológico que les corresponde dentro de la literatura española? Posiblemente
sería ésta una solución conciliadora que contemplaría en su totalidad la literatu-
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

ra en lengua española y que respondería a la elaboración de un sistema literario


no determinado de cuestiones políticas, pero iría en contra de la construcción y
la formación de una conciencia nacional que si es efectiva en algún nivel lo es
en el de la enseñanza, donde los individuos están inmersos en el proceso de
conformación de su pensamiento y son más manipulables. Sin embargo, tal
opción requeriría de una reelaboración de los libros de texto de literatura, con la
dificultad de que sería necesario integrar literaturas que pertenecen a países
distintos, con lo que se rompería o se quitaría fuerza a esa construcción nacional
que a través de la literatura se llevó a cabo a lo largo del siglo XIX y que sigue
funcionando para conservar la identidad nacional.
Por otra parte, no podemos perder de vista que, hoy en día, y desde hace
varias décadas, la única literatura hispanoamericana que se estudia en el bachi-
llerato español es la del siglo XX, de modo que se excluyen autores anteriores
tan importantes como Sor Juana Inés de la Cruz, el Inca Garcilaso, Sarmiento,
Echeverría, Lizardi, Ricardo Palma, Amado Nervo, etc., lo cual nos obliga a
interrogarnos acerca de por qué sólo se incluye en los libros de texto actuales y
de las últimas décadas la literatura hispanoamericana del siglo XX.
A tenor de todo lo que hemos visto, podemos concluir señalando que se ha
producido un aumento notable de la materia hispanoamericana en los libros de
texto de bachillerato a lo largo de la evolución de nuestro sistema educativo,
aunque también es cierto que el sistema no ha sido capaz de asumir e integrar
estéticamente36, por razones políticas e identitarias que tienen muchísimo más
peso en el legislador que las estrictamente literarias, a los autores y las obras
literarias de Hispanoamérica en la literatura española. Sin embargo, es evidente
que en los libros de texto de las últimas décadas del siglo pasado y en los del
presente siglo se ofrecía y se ofrece a los alumnos de bachillerato un panorama
más o menos amplio y sintetizado, según las distintas editoriales, de la narrati-
va y, en su caso, de la lírica hispanoamericana37.

36 Dijimos más arriba, citando a Ramos Corrada, que “la nueva historia de la literatura nacional no
va a responder, en absoluto, a las exigencias de un desarrollo autónomo del sistema literario,
sino a las condiciones sociopolíticas del momento”. En este mismo sentido, Beatriz González
señala que “la identidad de un sistema literario rebasa en muchas oportunidades las fronteras
que imponen la geografía y las demarcaciones políticas [...] el concepto de “literatura nacio-
nal” surgió [...] haciendo coincidir las fronteras geo-políticas de la nación [...] con el perfil de
un corpus de autores literarios que debían haber nacido y escrito su obra en ese territorio y en
ese idioma” (González-Stephan 2002: 119). Sin embargo, ya hemos visto que hay ciertos auto-
res, como Darío, Ruiz de Alarcón o Ercilla, que escapan a esa tendencia.
37 No obstante somos conscientes de que, al situar esta materia en la última lección del libro, es
frecuente que, por razones de tiempo, el profesor no la explique y los alumnos no la estudien.
Sería interesante realizar una encuesta entre los profesores de bachillerato para determinar
- 122 -
JOSÉ EDUARDO MORALES


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con datos estadísticos en qué medida se explica esta lección en clase. En cualquier caso, nues-
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JOSÉEDUARDOMORALESMORENO
Universidad de Murcia

- 128 -
LASOLEDADVISTACONOJOS
DEPERROAZUL


Muchos años después, frente al éxito planetario de su novela, el autor Ga-
briel García Márquez había de recordar aquella tarde remota en que escribió su
primer cuento.
En 1967, CienAñosdeSoledadconsagra al autor como uno de los embajado-
res de la literatura hispanoamericana entre los mejores en la escena internacio-
nal. La obra constituye una prueba de la madurez creativa del autor cuadrage-
nario, el fruto de una literatura de ultra-mar que habrá de afirmar su autonomía
y su valor ante el Viejo continente pocos años después, durante la época del
"boom".
Mario Vargas Llosa en su obra Historiadeundeicidiodesarrolla todo un es-
tudio sobre Gabriel García Márquez que demuestra la unidad de su obra y la
recreación lograda de una realidad que alcanza una dimensión universal.
Sobre la "novela total", Vargas Llosa comenta:

El proceso de edificación de la realidad ficticia alcanza con CienAñosdeSoledadsu cul-


minación: esta novela integra en una síntesis superior a las ficciones anteriores, cons-
truye un mundo de una riqueza extraordinaria, agota este mundo y se agota con él. Difí-
cilmente podría hacer una ficción posterior con CienAñosdeSoledadlo que esta novela
hace con los cuentos y novelas precedentes: reducirlos a la condición de anuncios, de
partes de una totalidad.1

La fuerza de la novela ha ido alimentándose de la experiencia narrativa del


autor a lo largo de los años que constituyen su gestación.
La colección Ojosdeperroazulreúne los primeros cuentos publicados entre
1947 y 19542, y constituye los primeros pasos del estudiante en derecho hacía la
creación literaria.
A pesar de haber demostrado públicamente su talento gracias al género
novelesco, sus primeros intentos narrativas se concretaron a través del cuento,
género trabajado por los más grandes autores vanguardistas como Borges, Rul-
fo, Cortázar, Vargas Llosa, Carpentier, pero todavía considerado como menor
frente a la novela por la opinión pública.
No sólo estos cuentos son las primeras pruebas del joven García Márquez,

1 VARGAS LLOSA, Mario, GabrielGarcíaMárquezHistoriadeundeicidio,Barral editores, Barcelona,


1971, p. 479.
2 Isabel viendo llover en Macondo (1945) está incluida en la edición de Plaza Janés pero marca una
transición hacia la segunda etapa de la producción narrativa (1955-1972).
- 129 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

sino que también constituyen las primeras notas olvidadas de la sinfonía total y
autónoma que habría de ser CienAñosdeSoledad.
Donald Mac Grady, en un artículo titulado "Acerca de una colección des-
conocida de relatos por Gabriel García Márquez"3, resalta la importancia de
estos cuentos que permanecen olvidados frente a las futuras creaciones del au-
tor. Y Vicente Cervera Salinas, refiriéndose específicamente al cuento que dio su
nombre a la colección, comenta que: Ojosdeperroazulaparecía como la semilla
de un gran árbol mítico y frondoso, a cuya sombra reposan los sueños arraiga-
dos en el cuerpo del primero de la estirpe de los Buendía”4.
Las primeras producciones del autor se plantean como objeto legítimo de
estudio en el conjunto de su obra. De manera integral, los cuentos de la colec-
ción Ojosdeperroazulse dejan abordar a través del estudio de la expresión de la
soledad, de la muerte y del sueño que constituyen sus temas pilares y los de la
obra maestra.
La soledad actúa sobre los personajes de los catorce cuentos como una
condición irremediable y alienante que les tortura eternamente, hasta en la
muerte. La presencia de ésta marca la dualidad de la existencia que no termina
con la vida pero que sigue en el mundo de más allá.
A fin de recrear la realidad en su totalidad, el autor usa del principal mal
humano: la soledad, la principal preocupación: la muerte, y la principal esca-
patoria: el sueño. Este constituye otra modalidad fascinante de la que el autor se
sirve para recrear una realidad que a menudo se confunde con la quimera.
Los conceptos de soledad, de muerte y de sueño son los elementos temáti-
cos constitutivos de los primeros cuentos escritos por García Márquez que de-
clara haber privilegiado la creación temática en su obra juvenil: "Siempre tenía
frente a mí el problema de los temas: estaba obligado a buscarme el cuento para
poderlo escribir"5.
Sin embargo los tres conceptos no sólo forman parte de lo esencial de los
temas sino que también se plantean como motivos estructurales.
La omnipresencia de la soledad y el afán de recrear los mundos de la
muerte y del sueño implican que la narración al igual que la temática se vea
afectada. Constituyen los motivos narrativos en el sentido en que su presencia
es tan potente que exigen, que dirigen y motivan también la estructura narra-

3 MAC GRADY, Donald, "Acerca de una colección desconocida de relatos por Gabriel García Már-
quez", EARLE, Peter, dir.,GabrielGarcíaMárquez,Taurus, 1981, p.60.
4 CERVERA SALINAS, Vicente, "Un cuento soñado con Ojos de perro azur, La palabra en el espejo,

Universidad de Murcia, Murcia, 1996, p.148.


5 VARGAS LLOSA, Mario, op.cit.ia cita procede originariamente de "papeles", Revistas del Ateneo

de Caracas, N.S,año 1, Nov-Dic, 1967, Enero 1968.


- 130 -
ELODIE MORIN

tiva.
A fin de verificar este planteamiento, hemos clasificado los catorce cuentos
en tres grupos definidos por los tres motivos: la soledad que actúa a todos los
niveles de la vida social e intima del Hombre, la muerte en que penetramos
poco a poco hasta llegar a sus entrañas, y el sueño que expresa en la otra faceta
de la existencia los deseos frustrados durante la vigilia. En este artículo nos
ceñiremos exclusivamente al estudio de la esfera de la soledad ejemplificada en
algunos relatos que analizaremos en tres etapas.
La primera etapa designará la relación que entretienen los personajes con
la acción gracias al método de Algirdas - Julien Greimas expuesto en Du sens,
que permite el resumen rápido del argumento del cuento.
En una segunda instancia, el análisis de los procedimientos narrativos, dis-
cursivos y del narrador ejemplificará la implicación formal de la temática de la
soledad. Utilizaremos el método expuesto en FiguresIIIde Gérard Genette que
describe de manera concisa y eficaz las diferentes herramientas del arte de na-
rrar.
La tercera etapa reúne la percepción de las dimensiones espacio-temporal
que constituyen un elemento primordial en la aprensión de la realidad ficticia.
El espacio y el tiempo bajo la influencia de la soledad ya no corresponden con
las pautas realistas tradicionales sino que proceden más bien de lo imaginario.
La soledad ya aparece en las obras juveniles (1947-1955) de Gabriel García
Márquez como un motivo omnipresente que alcanzará más tarde una dimen-
sión mítica en su obra maestra, CienAñosdeSoledad.Es una condición sinequa
nondel mundo en que se mueven los personajes, es su denominador común. No
sólo sus primeros intentos están marcados por una influencia de la soledad,
sino que toda su obra gira en torno a esta condición humana de la cual muy
pocos personajes pueden escapar. Así, el propio autor declara:

-Sí, lo creo: en general, un escritor no escribe sino un sólo libro, aunque ese libro apa-
rezca en muchos tomos con títulos diversos. ( ... )
-Si no es el libro de Macondo, ¿Cuál sería ese libro único tuyo?
-El libro de la soledad.6

La concepción de la soledad en estos cuentos y, por extensión, en toda la


obra del escritor, no tiene que ver con una visión lírica o romántica. Es más bien
una visión realista, una condición fatal a la que el hombre tiene que someterse a
la fuerza, porque forma parte de su esencia misma. En el mundo del autor, el
hombre nace y muere solo, a pesar de intentarlo todo para hallar un remedio:

6 MENDOZA, Plinio, ElolordelaGuayaba,Bruguera, Barcelona, 1982, p.77.78.


- 131 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

-Si la soledad es el tema de todos tus libros, ¿Dónde habría que buscar la raíz de este
sentimiento dominante? ¿Quizás en tu niñez?
-Creo que es un problema de todo el mundo. Cada quien tiene su modo y su medio de
expresarlo. Muchos escritores, algunos sin darse cuenta, no hacen otra cosa que expre-
sarlo en su obra. Yo entre ellos.7

La soledad es parte integrante de los personajes de García Márquez, y la


podemos encontrar en diferentes niveles si nos interesamos por la colección
Ojosdeperroazul,en la que cada cuento expresa a su manera la omnipotencia de
su reino.
Para ilustrar las diferentes facetas de esta condición humana hemos ele-
gido siete cuentos que mejor representan su manifestación. Estos siete cuentos
convergen en la definición del mundo alienante y solitario del Hombre. Aunque
verificamos la presencia de la muerte o del sueño, los cuales constituyen tam-
bién motivos temáticos recurrentes en la obra del autor, en este grupo de relatos
la narración se sitúa en una perspectiva interior a la soledad, mientras que en
los cuentos que determinamos como ejemplos de las dimensiones de la muerte
o del sueno, la perspectiva del narrador se sitúa en los mismos espacios morta-
les u oníricos8.
Veremos cómo la soledad puede actuar como un telón de fondo para Na-
tanael, encerrándolo en un mundo sin comunicación, en DecómoNatanaelhace
unavisita.La causa principal de la condena eterna de los personajes a su condi-
ción solitaria es el amor, o más bien, la incapacidad para el amor, como lo prue-
ban los protagonistas de los cuentos: La mujer que llegaba a las seis y Amargura
para tres sonámbulos. En su manifestación extrema, la soledad, al igual que la
vida, conduce a la muerte, y es el momento en que el hombre experimenta una
torna de conciencia aguda de su condición, como lo demuestran Lanochedelos
alcaravanes,que expresa todo lo absurdo de la soledad, Laotracostilladelamuer
te,Diálogodelespejo,y TubalCaínforjaunaestrella,que abordan el tema del do-
ble.

LASOLEDADCOMOTELÓNDEFONDO:DECÓMONATANAELHACEUNAVISITA
Para el análisis de los personajes tenemos que interesamos en el papel que
desempeñan en el relato. Recurrimos para ello a los trabajos de Algirdas-Julien
Greimas quien, basándose en la investigación de Vladimir Propp, que definió

7 ibid.,p.78, 79.
8 Muerte:Evaestádentrodesugato,MonólogodeIsabelviendolloverenMacondo,Nabo,elnegroquehizo
esperaralosángeles,Alguiendesordenaestasrosas,Laterceraresignación.Sueño:Unhombreviene
bajolalluvia,Ojosdeperroazul.
- 132 -
ELODIE MORIN

treinta y una funciones de los personajes a partir de cien cuentos de Manassief9


elaboró a su vez el famoso modelo de seis polos “actanciales”, combinando las
relaciones de deseo, de comunicación y de lucha. Greimas desea establecer una
“sintaxis elemental” de la significación, dentro de la cual el juego narrativo se
reparte en tres niveles:
“El actor” es una unidad del discurso a la diferencia del “actante” que es
una unidad de la historia. Respecto a la referencia a la “historia” y al “dis-
curso”, nos remitimos a la antigua dialéctica de Aristóteles entre “mimesis” y
“diégesis”, o de cierta manera entre el “showing” y el “telling” de Henry James,
es decir entre el tiempo de lo contado y el tiempo del contar.
El actor puede integrar uno o varios papeles. La diferencia entre el actor y
el papel estriba en el hecho de que el papel rechaza el sema de individuación.
En cuanto al actante, es el agente de la acción representado por un sustantivo
que puede ser o no sujeto gramatical, y cuyo modelo es:

DI (Destinateur) vs D2 (Destinataire)
S ( Sujet-Héros) vsO ( Objet- Valeur)
A (Adjuvant) vs T ( Opposant- Traitre)10

La simplicidad de este modelo reside en el hecho de que el esquema está


organizado alrededor del objeto de deseo del sujeto, y situado como centro de
comunicación entre el "destinateur", que traducimos destinador, y el "destina-
taire", destinatario. El interés de este tipo de método es que ya no separa el ca-
rácter de un personaje y la acción, y no trata al personaje únicamente como un
caso psicológico, sino también como una entidad que pertenece a un sistema
global de acciones.
En el cuento De cómo Natanael hace una visita, el esquema actancial va va-
riando a lo largo de la narración. El primer objeto de deseo de Natanael, quien
es el sujeto-héroe, va a fomentar una primera impresión de misterio porque no
se da a conocer explícitamente. Este primer intento desconocido fracasa por
culpa del mal estado de sus zapatos, y lo llevará al puesto del limpiabotas, en el
que nos encontramos con un esquema diferente.
Esta vez el objeto de deseo de Natanael es doble: sacarle brillo a sus zapa-
tos y hablar con el joven limpiabotas. El primer deseo se realiza con éxito, ya
que Natanael experimenta un dulce sentimiento de correspondencia, de sineste-
sia entre la sensación de frescura que le da “la media naranja” en “la punta del

9 PROPP, VIadímir, Marphalagieducante,Seuí1, París, 1970.


10 GREIMAS, Algírdas-Ju1íen, Dusens,Seuíl, París, 1970, p.lO.
- 133 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

zapato” y en “el paladar”11, sensación en la que el limpiabotas actúa como ayu-


da.
Es una de las pocas ocasiones (dos en total), en que el personaje experi-
menta una sensación de bienestar, un minuto fugaz en el que la comunicación
se establece entre otro actante y él.
Esta primera experiencia con el limpiabotas, sumada a la proximidad, lo
pone en situación de confianza y quiere entablar la conversación:

Sólo entonces (cuando se desvaneció en su boca la última naranja exprimida) Natanael


vio el rostro del muchacho. “Parece joven”, pensó. Al menos está a prudente distancia
para parecerlo, pensó.12

El joven no se posiciona como ayuda en la conversación sino como obs-


tructor, cuestionando cada enunciado de su interlocutor. Tiene la característica
paradójica de ser a la vez el receptor en el esquema de comunicación y el opo-
nente en el esfuerzo de comunicación de Natanael, lo que vuelve absurda la
situación:

Natanael habló."¿Es usted soltero? Dijo.


El muchacho no levantó la vista. Siguió con la caja de betún rojo en el zapato derecho.
Cuando acabó de hacerla respondió.
-Depende.
- ¿Depende de qué? , preguntó Natanael.
-Depende de lo que usted entienda por soltero, respondió el limpiabotas, todavía sin le-
vantar la cabeza (…)
Natanael dio una chupada al cigarrillo. Se inclinó hacia delante, hasta donde quedó con
los codos apoyados sobre las rodillas.
- “Quiero decir si es casado.
- Ya eso es otra cosa, dijo el muchacho.13
La escena de incomprensión entre los dos se repetirá en torno a otros dos
motivos: el aire musical que está silbando el limpiabotas y los árboles que ador-
nan la calle.
El joven interlocutor se rehúsa a todo tipo de comunicación y constituye un
espacio cerrado en el que Natanael no puede penetrar. Impide la comunicación
verbal cuestionando el referente del emisor, pero también impide la comunica-
ción fisica:

Le entregó dos monedas; le entregó la cajita y hasta le habría preguntado si le gustaba la

11 GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, Ojosdeperroazul,Plaza & Janés, Barcelona, 2000, p.90.


12 ibid.,p.90.
13 ibid.,p.90.

- 134 -
ELODIE MORIN

goma de mascar, pero el muchacho se dio la vuelta en el acto y se alejó sin darle las gra-
cias. 14

Encerrados cada uno en su propio espacio, los dos personajes quedan presos
de su soledad, ya que no pueden abrirse el uno al otro para escapar. Desde su sole-
dad Natanael mira e intenta penetrar en la del limpiabotas, que rechaza el inter-
cambio comunicativo contestando de manera enigmática.
Este primer intento y primer fracaso de Natanael no le impedirá seguir su ruta
para llegar a identificar otro motivo de deseo: entrar en una casa desconocida, y no
en la que inicialmente tenía que entrar, donde una mujer está aparentemente en una
actitud de espera. Natanael piensa entonces que la mujer podría estar esperando “al
único hombre que nunca había visto en su vida.”15
Es el único objeto deseado y conseguido, aparte de lustrar los zapatos, por Na-
tanael en todo el cuento. Estos logros son la prueba del empeño del personaje para
salir de su soledad. Intenta todo lo posible para poder comunicar con “el otro” o con
“el mismo”, para retornar la fórmula de Jorge Luis Borges (1899-1986) que designa al
otro como el espejo de sí mismo, a través del cual podemos existir.
El hecho de haber conseguido entrar en la casa es importante para el desarrollo
de la acción, pero no tanto para el significado del cuento, en el que el propósito real
de Natanael es comunicar con otro personaje. Es un pequeño avance en su bús-
queda, pero lo más difícil queda todavía por hacer.
El objetivo siguiente, que se convierte en una necesidad, es evidentemente el
de comunicar con la mujer, ya que ha hecho irrupción en su casa. Una vez que ha
entrado, nos damos cuenta de que el oponente a la comunicación es otra vez el
mismo interlocutor: la mujer. Provocan una situación absurda en la que terminan
sintiéndose solos en la misma sala de la casa:

Al oírse a sí mismo, tal vez no supo por qué lo dijo. Sólo supo que en este instante la
mujer, sentada en el sofá, volvió a ser la mujer, y él mismo un hombre solo, sin rumbo,
sin dirección, en la mitad de una sala desconocida. ( ... ) Era como si otra vez se sintiera
sola en la casa.16

Pero Natanael no se conforma con la actitud hostil de la mujer, y sigue insis-


tiendo en entablar la conversación con ella; hasta que ella lo amenaza con llamar a
Clotilde. Esta amenaza constituye el último deseo del personaje, que convierte el
“peligro” de Clotilde en “deseo” de conocerla:

Tal vez la mujer no seguiría hablando, pensó; pero si él lo hacía, era posible que viniera

14 lbid.,p.93
15 lbid.,p.94
16 Ibid.,p.96, 97.

- 135 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Clotilde. Deseaba saber quién era Clotilde. Deseaba conocerla.17

Natanael cambia de objetivo y decide olvidar el primer propósito de comuni-


car con la mujer para hablarle sin esperar ninguna respuesta, sino a que llame por
desesperación a Clotilde. Poco a poco la mujer se desinteresa de su discurso y ter-
mina exasperada a causa de un poco de ceniza en la alfombra que él deja caer por
inadvertencia. Esta última consideración lleva al personaje a considerar a la mujer
con ligereza y a formular su último deseo que ya conocíamos: el de encontrar a
Clotilde, como si quisiera salir de lo absurdo de una situación por lo absurdo de
otra.
La resolución final del cuento, la flecha lanzada que por fin da en el blanco, pa-
ra retomar la imagen de Horacio Quiroga, estalla en el colmo de lo absurdo ya que
Natanael quiere salir de su condición de hombre solitario por un acto sin sentido, el
de entrar en una casa en la que hay, aparentemente, una mujer tan solitaria como él.
Y como si no fuese suficiente, ante el rechazo de la mujer desconocida y la amenaza
de llamar a Clotilde, Natanael ve en la advertencia una posible salida.
El estudio del esquema actancial de De cómo Natanael hace una visita pone en
evidencia el fracaso del héroe, que por la misma razón se convierte en anti-héroe, ya
que no consigue salir de su condición de hombre solitario y sin rumbo, confundido
en la masa humana de la ciudad en la que erra en vano. La soledad los ha atrapado,
a él y a los demás, en su telaraña de la que, fatalmente, es imposible salir.

Para el análisis estructural hemos elegido el resultado de la investigación de


Gérard Genette en su obra titulada FiguresIII18, porque la obra del narratólogo fran-
cés es, hoy en día, una de las más logradas. Genette se propone revisar las teorías
inglesas y americanas de la novela de finales del siglo XIX, así como las nociones de
“showing” y de “telling” (provenientes de la antigua dialéctica aristotélica “mime-
sis” / “diégesis”), de allí que determine la relación entre “histoire”, historia y
“récit”, discurso. Inscribe este estudio en una primera categoría llamada
“temps”, tiempo.
Su importante contribución consiste en la distinción que establece entre la
perspectiva y la instancia narrativa, dos categorías que hasta entonces habían
sido confundidas. Genette propone nombrarlas “mode” y “voix”. En la catego-
ría del “mode”, modo, analiza el discurso narrativo, las formas y los grados de
la representación, y expone en la de la “voix”, voz, que es el aspecto de la narra-
ción considerado en su relación con el "narrataire", que traducimos "narratario".
En la categoría “tiempo”, del estudio de De cómo Natanael hace una visita,
los movimientos narrativos demuestran la frecuencia de "pausas", en la historia,

17 Ibid.,p.96.
18 GENETTE, Gérard, Figures111, Senil, Paris, 1972.
- 136 -
ELODIE MORIN

y “sommaires”, "síntesis". En los momentos de pausa, el tiempo del discurso se


alarga indefinidamente frente al tiempo de la historia, puesto que el primero no
se puede medir exactamente; mientras en los momentos de sumario el tiempo
de la historia es más amplio que el del discurso. Entre estos dos modelos narra-
tivos, la “scène”, "escena", irrumpe puntualmente pero marcando momentos
claves de alta tensión, y contrastando con la pausa y la síntesis que son movi-
mientos más pasivos.
En los momentos de síntesis, la trama de la acción avanza, de manera con-
densada como lo requiere la escritura del cuento:

Caminó hasta el puesto del limpiabotas, a mitad de cuadra. Encendió un cigarrillo,


mientras el muchacho, silbando un airecillo de moda, ponía en orden todos los trastos,
antes de iniciar la tarea de lustrarle los zapatos.19

Los momentos de síntesis son interrumpidos por escenas, si consideramos


que las palabras de los personajes restituidas por el narrador, entre comillas y a
través de un verbo introductor, quedan intactas. Sin embargo, notamos la parti-
cularidad de que sólo al entrar en la casa de la mujer y al final, encontramos una
serie de frases en discurso directo entre los personajes. Son intercambios fuga-
ces, ya que el primero deja sin voz a la mujer, y el segundo anula todo el dis-
curso de Natanael:

"No me interesan nada sus limpiabotas", dijo con frialdad.


-Eso he descubierto, dijo Natanae1.20

La casi inexistencia de diálogo entre los personajes refleja la incomunica-


ción que reina entre ellos. Las palabras están restituidas por el narrador, remo-
deladas, o según Genette “transposées”, transpuestas, de la misma manera que
transpone las acciones en las síntesis. Respecto al estilo del discurso, G. Genette
define en la categoría "modo": primero, el discurso “narrativisé”, contado, en el
que el narrador cuenta lo que se ha dicho o hecho como un acontecimiento en-
tre otros; luego, el discurso transpuesto, en el que el narrador no sólo transpone
las palabras y los hechos de los personajes con proposiciones subordinadas,
sino que las condensa y las interpreta. Este discurso no garantiza al lector la
autenticidad de las palabras. El tercero es el discurso “rapporté”, restituido, es
el más mimético, en el que el narrador finge ceder la palabra a los personajes.
Los momentos que más llaman nuestra atención son los momentos de pau-

19 GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, Ojosdeperroazul,Plaza & Janés, Barcelona, 2000, p.89.


20 Ibid., p. 100.
- 137 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

sa, en los que el narrador disminuye el ritmo de la acción y nos informa del
pensamiento del personaje.
Las pausas son momentos claves del pensamiento de Natanael y de la mu-
jer, en los que el narrador se permite un guiño al narratario. En estos momentos
tiene una relación estrecha con el personaje que le revela su estado anímico y
sus intenciones.
Respecto a Natanael, su pensamiento corresponde con la costumbre de
arreglar el nudo de su corbata. Son momentos decisivos de recogimiento que
transitan hacia una nueva instancia clave de la acción, así lo comprobamos an-
tes de que se declare a la mujer desconocida. Su ayuda para dirigirse a ella es
“el nudo de su corbata”21, como si el movimiento de rectificado fuera un ritual
para retomar fuerzas antes de actuar, como un talismán de energía. El motivo
de la corbata ha aparecido ya dos veces a lo largo del cuento, una primera al
principio antes de que se decidiera a ir al puesto del limpiabotas, y una segunda
antes de dirigirse a una casa precisa en la que tiene que entrar. Es cada vez un
momento de pausa en la historia, que señala el tránsito de Natanael hacia otra
acción:

Y cuando la mujer preguntó qué deseaba, con una voz que daba vueltas más allá de lo
convencional, Natanael volvió a rectificar el nudo de su corbata y lo advirtió puntual,
presente, como si sus dedos hubieran rozado la orilla del milagro.22

Durante el encuentro con la mujer tenemos una muestra de su pensa-


miento que confiesa su profundo sentimiento de soledad en presencia del des-
conocido:

Tal vez ella misma no sabía por qué estaba actuando en esa forma; por qué no recobró
(cuando el hombre empezó a hablar de nuevo) su natural expresión de hostilidad. Era
como si otra vez se sintiera sola en la casa.23

Esta confesión nos lleva a considerar la situación como trágica, ya que has-
ta ahora hemos tenido la visión de los hechos a través de un narrador “hétéro-
extradiégétique” con una focalización interna. Como lo define Genette en la
categoría de la “voix”, el narrador tiene una relación "heterodiegética" con el
relato, ya que está ausente de la historia que está contando. Su nivel narrativo es
"extradiegético", porque narra los hechos a un primer nivel de narración. Nata-
nael hubiera podido ser un narrador "intradiegético" si hubiera presentado el

21 Ibid., p. 95.
22 Ibid., p. 95.
23 Ibid.,p.97.

- 138 -
ELODIE MORIN

episodio del limpiabotas como tal y no como una generalidad:

A veces, cuando uno se está haciendo lustrar los zapatos, les pregunta por pura curiosi-
dad si son casados o solteros y ellos responden siempre una idiotez: “Depende...”. 24

El episodio, que para el lector es una “analepse”, "analepsis", ya que es un


episodio retrospectivo para él, Natanael lo presenta como un elemento diacró-
nico interno que designa un elemento iterativo, que no menciona la duración
externa porque la indicación temporal de tipo iterativo alternativo: “A VECES”
no modifica el transcurso del relato como lo haría una anacronía.
La posición externa del narrador respecto al relato hubiera podido alejarle
del pensamiento interior de los personajes si no relatara los hechos desde una
perspectiva, o mejor dicho, según Genette, una focalización interna:

“Ahora se sentía bien. Un poco mal trajeado pero con los zapatos limpios.”25

Esta focalización es válida desde el punto de vista de la mujer y Natanael,


pero no para el limpiabotas, en cuyo caso es externa, lo que acentúa su indife-
rencia.
En muchas ocasiones el narrador desde su perspectiva interna despista al
narratario, utilizando locuciones modalizantes para transponer lo que está ocu-
rriendo. Esta técnica tiene la ventaja de decir hipotéticamente lo que el narrador
podría afirmar sin salir de la focalización interna, y enfatiza la fatalidad del
momento, en un cierto distanciamiento del narrador quien sabe que, contra
todos los esfuerzos, la situación de Natanael es irremediable:

Tal vez pensaba ahora que la mujer era absurda, indiferente. Tal vez pensaba que más
respuestas del limpiabotas debían parecer interesantes a una mujer de inteligencia nor-
mal.26

Las múltiples pausas en la historia, la presencia recurrente de discurso


transpuesto contra la casi ausencia de discurso directo, así como la posición
ajena, distanciada y a la vez interna por la necesidad de dar cuenta del desam-
paro interior de Natanael, son las pruebas formales del encierro del protago-
nista en un mundo absurdo, en el que sus semejantes no se abren a la comuni-
cación, y cada uno está condenado a vivir prisionero.

24 Ibid.,p.98. Las mayúsculas pertenecen al autor.


25 Ibid.,p.93.
26 Ibid.,p.94.

- 139 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II


La interpretación espacio-temporal en este cuento es la más importante, ya
que la soledad define, aquí, en la ciudad, su sistema geométrico impenetrable.
La primera frase es la prueba de la supremacía que el espacio ejerce:

En la esquina había cuatro vientos encontrados. En el centro de la trabazón, la corbata


gris aleteó un momento hacia el este; se desvió luego (impulsada por el otro viento); se-
ñaló alternativamente hacia las direcciones contrarias y se quedó quieta después, pa-
rada, sostenida en el equilibrio de los cuatros vientos iguales.41

Los cuatro vientos representan, al igual que el motivo de la corbata, un


momento de transición, un espacio cero, vacío, en el que Natanael puede deci-
dir franquear una nueva barrera. Fuera de este microespacio, los cuatro vientos
dividen el aire al igual que la ciudad se divide en cuadras, calles, esquinas, ca-
sas o rincones la libertad de sus habitantes:

Nunca había transitado por esa calle, no porque estuviera demasiado distante de su
apartamento, sino porque sólo existía una ruta para él. La única ruta para todos los días
de su vida, del apartamento a la oficina.42

Natanael es prisionero del espacio castrador de la ciudad, que reduce su


vida a una calle y lo condena a estar perdido si sale de su encierro habitual.
Quiere librarse de esta incomodidad frente a las barreras de la soledad, quiere
franqueadas para salir del vacío de su vida cotidiana.

Debía recorrer la media cuadra que lo separaba de la mujer. Y al no decidirse se sentía


culpable. Culpable de todo lo que puede ser un hombre que permanece parado en la es-
quina, sin resolverse, mientras seis casas más allá una mujer lo espera.27

Esta minuciosa definición de las barreras espaciales se opone a la natura-


leza de Natanael, que se sitúa más bien en la marginalidad, y en la incertidum-
bre del hombre prisionero que no consigue convivir con los espacios arbitrarios
de la ciudad. En diferentes ocasiones el narrador lo califica de “hombre sin
rumbo”28 que camina “sin dirección”29, cuando tiene un rumbo predefinido:

Debía entrar en la sexta casa de la acera. Lo sabía, porque contó las puertas, aunque le
habría bastado con advertir que era la única casa que permanecía con las luces encendi-
das.30

27 Ibid.,p.96
28 Ibid.,p.94.
29 Ibid.,p.93

30 Ibid.,p.93.

- 140 -
ELODIE MORIN

El reino del encierro espacial toma toda su dimensión en el momento en


que Natanael ve por la ventana a la mujer esperando en su casa:

Y allí mismo cuando se disponía a regresar, vio una salita estrecha, decorada con nume-
rosos objetos de fantasía. En un rincón de la salita, sola sentada en un sofá, estaba una
mujer. 31

Otro microespacio es el de la salita, un microespacio de fantasía, opuesto a


la realidad geométrica en la que queda prisionero. La salita es también una sa-
lida y Natanael tiene la esperanza de que la mujer, a la que no conoce aún y que
está sentada en un rincón, como un tesoro que se hubiera guardado, tiene el
poder de sacarle de este mundo absurdo, porque ella también parece estar en
un espacio distinto de la realidad:

Cuando pasó frente a la ventana, la mujer no regresó de la abstracción; no cambió de ac-


titud sino que siguió con la mirada fija en el cielo indefinido.32

Cuando Natanael duda en franquear el umbral, el tiempo entra en duelo


con el reino espacial:

Estaba, todavía indeciso, parado frente a la puerta. Y sólo cuando la firme decisión del
minuto anterior tambaleó a la orilla de su propio equilibrio, Natanael se mordió los la-
bios y entró.33

“La firme decisión del minuto anterior” contra el futuro remordimiento,


frente a “su propio equilibrio”, es decir la aprensión espacial, provocan un mo-
mento de alta tensión en la mente de Natanael que, por fin, se atreve.
Frente al espacio, el tiempo carece de definición exacta, la ubicación de los
hechos es borrosa, es más bien la sucesión de acciones la que determina el paso
del tiempo. Esta especie de atemporalidad nos lleva a considerar la experiencia
de Natanael como posible en cualquier momento de la vida de cualquier per-
sona, es una cuestión de destino y no de tiempo.
Además el personaje consigue hacer suyo el concepto de tiempo, razo-
nando y encontrando soluciones a su búsqueda. Tal es el razonamiento por el
absurdo que expone a fin de encontrar una esperanza en la mujer desconocida:

31 Ibid.,p.94.
32 ibid.,p.95
33 ibid.,p.95

- 141 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Y al verla, Natanael pensó que si había llegado este instante sin que terminara la espera,
era porque la mujer podía estar esperándolo a él. Esperando al único hombre que nunca
había visto en su vida. 34

Es una bella prueba de desamparo, tan bella como poética, que refleja la
confianza que el personaje tiene en el destino, en la suerte, porque es la única
esperanza que le queda de conjurar el triste hechizo de la soledad a la que está
condenado.
Los límites que impone la soledad no son únicamente materiales, sino que
incluyen también a las personas. El limpiabotas y la mujer constituyen dos es-
pacios humanos impenetrables. Respecto al limpiabotas ya hemos visto que
impedía la comunicación física por su actitud desinteresada: ni siquiera se mo-
lestaba en mirar a su interlocutor.
La mujer pasa por diferentes estados de abstracción: la indiferencia y la
hostilidad, e impone la distancia entre Natanael y ella transportándose a un
espacio paralelo impenetrable:

Visiblemente indignada volvió a sumergirse en el indefinido espacio que la había ro-


deado antes, pero no ya con su primitivo gesto de abandono. Su indiferencia, ahora, era
falsa; era una forma de su desconcierto. 35

En una ocasión fugaz, como ya hemos visto, ella dirige su mirada hacia él
con mucho sentido del humor, abriendo así su propio espacio al de su interlo-
cutor, que no ha cesado de solicitar su interés echándose cada vez más para
adelante en su asiento. Pero él no aprovecha el momento para convertir la si-
tuación en una farsa, o en una instancia de seducción, sino que continúa insis-
tiendo en la importancia de la actitud absurda de los limpiabotas:

Pero Natanael no sonrió. Por el contrario, se inclinó un poco más hacia adelante. (...) No
son simplicidades, dijo; estoy hablando en serio.36

A partir de este momento los papeles se invierten, Natanael ya se muestra


indiferente a la mujer, mientras que ella se fija, no en sus palabras, sino en la
ceniza que está a punto de desprenderse. Esta situación invertida no cambia
nada a la incomprensión que sigue vigente entre los dos:

Se sentía consecuente con la mujer; pero su consecuencia era inconscientemente iró-

34 ibid.,p.94
35 ibid.,p.96
36 ibid.,p.99

- 142 -
ELODIE MORIN

nica.37

Lo único que cambia esta situación es que la mujer, al fijarse en él, se irrita
del comportamiento despistado de Natanael. La actitud extrema de la mujer
contrasta con la causa fútil de su enojo:

Se sentó derecha en el sofá y aclaró:


-Lo único que faltaba era que me echara a perder la alfombra con la ceniza.
Natanel se inclinó hacia adelante, sin mover la mano que sostenía el cigarrillo y llevó a
la butaca el cenicero de la mesa del centro.38

Pero esta decepción no impedirá que el antihéroe siga insistiendo en su


búsqueda de comprensión y concluya con toda arrogancia en que quizás Clo-
tilde pueda entenderle:

Dio una nueva chupada al cigarrillo. “Usted no”, dijo admirando el sabor que ya se ma-
duraba en sus palabras. Y empezó a expulsar el humo. "Usted no: pero tal vez Clotilde
me entienda.39

Es ahora cuando el papel del cigarrillo toma toda su amplitud. El humo
que echa es arrogante, como respuesta a su decepción, y es como él, informal,
ligero, transparente, y se dirige de manera caprichosa sin trayectoria predeter-
minada; tiene las características de la libertad a la que Natanael aspira.
La ultima réplica del protagonista, que constituye el cierre final del cuento,
muestra que adopta una actitud absurda para salir de una situación también sin
sentido.
En realidad, la actitud de Natanael es totalmente coherente, ya que lo que
es absurdo en un mundo sin sentido puede ser considerado como sensato en un
mundo en que los hombres quieren a los árboles para contemplarlos, y en que
las mujeres se preocupan más por un hombre desamparado que por una alfom-
bra.
El narrador presenta la actitud del protagonista como absurda porque deja
al narratario la posibilidad de elegir si el protagonista está loco, o si son los de-
más los que lo están al complacerse en su propia soledad. El mismo narrador
experimenta una tierna piedad hacia Natanael, quien es uno de los seis perso-
najes que llevan un nombre en los catorce cuentos.
De hecho, en la obra del autor encontramos otros cuentos que ponen en es-

37 ibid.,p.100
38 ibid.,p.100
39 ibid.,p.100

- 143 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

cena a un personaje con el mismo nombre y que fueron publicados en la misma


revista semanal Crónica40 en 1950 pero cinco meses después, en octubre: "Un
profesional de la pesadilla" y "Final de Natanael". Podemos encontrarlos en la
recopilación de la obra periodística de García Márquez, Textos Costeños, Obra
periodística,Vol. 141.
Como el título del primero indica, el profesional de la pesadilla, es decir
Natanael, queda prisionero en un abismo de sueños superpuestos cuya salida
no encuentra, o, más bien, no sabe si ha salido y está condenado a esperar el
momento en que se despierte para huir de esta triste realidad. Aparentemente,
los “Natanael” están destinados al encierro, al encarcelamiento en uno u otro
espacio. Nuestro personaje, el Natanael de la colección de Ojosdeperroazul,está
condenado por el espacio de la soledad, que actúa como un telón de fondo con
el que el actor tropieza y se enfrenta, sin poder franquear nunca sus límites.
En este cuento,el imperio de la soledad se ejerce al nivel espacial en el que las
cosas, al igual que las personas, están recluidas. El encierro de la mujer o del lim-
piabotas provenía de su falta de apertura hacia la soledad de Natanael, es decir su
falta de “simpatía” (sufrir con) hacia él.
Este mismo motivo vuelve a encontrarse en CienAñosdeSoledad,donde se con-
centran todos los temas y motivos más importantes de la obra del autor:

-Hablemos del libro. ¿De dónde proviene la soledad de los Buendía?


-Para mí de su falta de amor. Los Buendía no eran capaces de amor, y ahí está el secreto
de su soledad, de su frustración. La soledad, para mí es lo contrario de la solidaridad.42

La falta de amor es la causa principal de la soledad de los personajes, que en


algunos casos están incapacitados para tal experiencia, o bien lo experimentan pero,
al no ser correspondidos, el sentimiento se hace amargo. En ambos casos, la soledad
será la consecuencia del fracaso, porque al no abrirse unos a otros los personajes
permanecen ensimismados, encerrados en su propia condición.


ELODIEMORIN
Universidad de Murcia

40 Barranquilla.
41 GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, Unprofesionaldelapesadillay FinaldeNatanaef,GlLARD, Jac-
ques, dir.,TextosCosteños,Obraperiodística,Vol.1,Bruguera, Barcelona, 1981, p. 462-465.
42 MENDOZA, Plinio, op.cit., p.108.

- 144 -
JOAQUÍND.CASASÚS,
TRADUCTORDELOSPOETASLATINOS.

Hace ya un buen número de años, haciendo búsquedas en la Biblioteca


Nacional, me encontré con una traducción de Tibulo, publicada en la ciudad de
México en 1905, cuyo autor era Joaquín D. Casasús (Frontera, Tabasco 1858 –
New York 1916-; la obra me impresionó muy gratamente y así lo dejé reseñado
en 19821; hace apenas un año volví a esta traducción y mi juicio sobre ella se
mantuvo igual de favorable; supe más del autor y su obra, y pensé que mere-
cían ser atendidos, pues en España, salvo alguna excepción, no se conocen hoy
como debieran; la ocasión se me ha presentado en este Homenaje al Profesor
Polo García; en estas páginas dedicadas al mundo hispanoamericano, algunos
rememorarán al personaje; otros se encontrarán con él por primera vez; y al-
guno habrá, espero, que se decida a estudiarlo, o al menos a leerlo; para ello se
precisaría una reedición, ya que los ejemplares que hay en España son poquísi-
mos; de algunas obras solo un ejemplar he podido encontrar2.
Como ya he dicho, decidí escribir en este Homenaje unas páginas sobre la
traducción que Casasús hiciera del poeta elegíaco; al centrarme en el autor des-
cubrí cosas que desconocía y que ahora comparto con el profesor Polo y con mis
posibles lectores.

TIBULO
La edición de Tibulo3, que sale a la luz en 1905, es, ciertamente, magnífica,
en adecuada conjunción de fondo y forma; la imprenta mexicana de Don Igna-
cio Escalante cuidaba con esmero sus trabajos. La traducción, en verso, va
acompañada, en edición bilingüe, del texto latino que le sirve de base, el de
Postgate; va precedida de un Prefacio (pp. 7-17), firmado en México, el 18 de
noviembre de 1904, y seguida de Comentarios que abarcan las páginas 291 a
572, es decir, es claro que no se trata solo de una bella traducción en verso.
En el Prefacio nos encontramos con la persona que, como dice, tiene her-

1 Cf. Moya del Baño, F., PresenciadeTibulo, Murcia, Secretariado de Publicaciones, 1982, p. 31.
2 Si el profesor Polo hace suya la idea, pronto contaremos con la traducción de estos poetas. Hago
votos por ello.
3 Casasús. Joaquín D., LaselegíasdeTibulo,deLígdamoySulpicia, traducidas en verso castellano por

(…), México, 1905. El único ejemplar que conocemos en España es este que manejamos (Ma-
drid BN 2/ 86438). En el título leemos los nombres de “Tibulo, Lígdamo y Sulpicia”; nosotros
nos referimos normalmente a la obra con el nombre Tibulo, o, en otras ocasiones, con Corpus
Tibullianum,ya que se trata, como se sabe y acepta, de poemas de distinta autoría, aunque la
mayoría pertenecen a Tibulo.
- 145 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

mosas razones para haber traducido, y ahora, para publicar, a Tibulo; son, por
una parte, “despertar en la juventud mexicana el gusto por la poesía clásica” y
llenar en la literatura española un vacío, que no llenó la traducción de Pérez del
Camino. Ciertamente Tibulo hasta 1874, fecha en que se publica la mencionada
traducción4, no contaba con ninguna completa al castellano5; la existencia de la
versión de Casasús está, pues, justificada. Sin embargo hay otra razón más po-
derosa, que dice bien de la personalidad de su autor; nos informa de que Igna-
cio M. Altamirano6 había prometido publicar una traducción de Tibulo (él mis-
mo lo decía en el prólogo que escribió para las poesías de Manuel M. Flores),
pero, dice Casasús, Altamirano no llegó a poner manos sobre aquel trabajo; por
eso, afirma “juzgué que era un deber mío para con su memoria (…) realizar el
propósito que, como una ilusión de su vida, había acariciado, y cumplir la pro-
mesa contraída por él para con las letras patrias”, añadiendo, con el tópico de la
modestia que su trabajo distará mucho del que hubiese podido realizar aquel
“portentoso ingenio”, que unía a su inspiración la maestría en el manejo de la
hermosa habla castellana7.
Ennoblecen, pues, la traducción de Casasús la juventud de su patria, a la
que va destinada, y la memoria y honor del maestro Altamirano, al que se le
dedica un homenaje de admiración y cariño; él, afirma Casasús, hubiese sido la
persona adecuada para traducir a Tibulo, porque era poeta y alma gemela de
Tibulo. Lo dice con palabras que consideramos deben citarse textualmente:

“La traducción que el maestro Altamirano hubiera llegado a hacer hubiera sido una
verdadera obra de arte, porque para interpretar a Tibulo, el poeta tierno y elegíaco por
excelencia, y copiar sus descripciones de la naturaleza y hablar de encantos, los que él
hallaba en la vida del campo, y dar voz a sus arrebatos de pasión, y expresión á sus
amores tan sensuales como profundos, nadie más a propósito que aquél gran poeta, hijo

4 Norberto Pérez del Camino, Tibulo,Elegías, Madrid, imp. J. Peña, 1874.


5 El jesuita valenciano Ceris y Gelabert (1743-1825) pudo acabar antes una traducción que permane-
ce inédita y perdida; cf. Menéndez Pelayo, M., Bibliotecadetraductoresespañoles, vols. I-IV, edi-
ción preparada por Enrique Sánchez Reyes, Santander, Obras completas de Menéndez Pelayo,
Madrid C.S.I.C. 1952-1953, (vols. 54-57), v. IV, p. 51. Sobre las traducciones de Tibulo en Espa-
ña podrá verse F. Moya, “Tibulo”, en DiccionarioHistóricodelaTraducciónenEspaña(en pren-
sa).
6 1834-1893. Se le considera el padre de la literatura mexicana, poeta y novelista, orador polítco,

maestro y militar, héroe en la guerra, diplomático, profesor, periodista, etc., una personalidad
indiscutible en la historia de México, que influyó decisivamente en todos los campos; como
indígena defendió la identidad mexicana, pero sus lecturas de clásicos y modernos encuadra-
ron esa mentalidad. Sus obras completas empezaron a editarse en 1986 por iniciativa de una
bisnieta suya. En la actualidad es objeto de bastantes estudios.
7 Lengua que, por cierto, no conoció ni empezó a utilizar hasta los 15 años.

- 146 -
FRANCISCA MOYA DEL BAÑO

de las montañas del Sur, que nació y vivió, durante algunos años, al calor de una tierra
tan bella como fecunda, y en cuyo espíritu se desencadenaron, quedando entregadas
siempre á sus propios impulsos, todas las grandes pasiones, pero sobre todo, el amor, ya
lo consagrara a la mujer, ideal supremo que constituye el atractivo de todos nuestros de-
seos; a la familia, puerto donde se refugian las almas que huyen de las tempestades de la
vida, ó á la patria, tierra común por cuyo engrandecimiento ofrecemos todos nuestros
esfuerzos y trabajos, todos nuestros triunfos y nuestras glorias y todo nuestro brazo y
nuestra sangre” (p. 8s.).

Las palabras que acabamos de leer dicen más de lo que aparentan; la mi-
rada de Casasús está contemplando en Altamirano lo que él valora, lo que él
mismo quiere ser y siente que es; su vida lo confirma. Si su personalidad es
semejante a la de Altamirano, la traducción que realiza, pese a calificarla él de
“literal”, posee virtudes que pueden ser semejantes a las que hubiésemos en-
contrado en la que no se llegó a realizar. Y, por otra parte, si alaba los valores de
fidelidad a la familia y amor a la patria es, lógicamente, porque los valora y
comparte.
Pero, lo que sí muestra la traducción de Casasús es la “honradez” del tra-
ductor que, aunque posee -así dice con exagerada humildad- un conocimiento
de la lengua latina bastante superficial, ha buscado la opinión de comentadores
e intérpretes que aclaran y hacen comprensible el texto tibuliano.
Esta es otra de las grandes virtudes del trabajo de Casasús, pues no se li-
mita a poner en verso, en un castellano rico y elegante, a Tibulo, sino que se ha
ocupado de incorporar a sus traducciones las lecturas filológicas más significa-
tivas, es decir, ha tenido en cuenta los comentarios y traducciones anteriores; y
hay algo más, el trabajo que hicieran los comentaristas que le precedieron no
solo está detrás de sus traducciones, sino que aparece ampliamente en los co-
mentarios que añade Casasús; el trabajo que el mexicano realiza es de una
grandísima utilidad para la “juventud” a la que va dedicado, y lo es para los
estudiosos en general, pues facilita el acceso a las contribuciones más impor-
tantes, que a lo largo de los tiempos, comenzando desde el Humanismo hasta
los días en que traduce nuestro autor, se han publicado sobre el CorpusTibullia
num; aquí se pueden encontrar las ediciones y comentarios fundamentales, por-
que Casasús resume o traduce lo que ellos dicen.
Comienza aludiendo a los muchos problemas textuales que presenta el tex-
to tibuliano y alude al trabajo no siempre acertado de los editores; pasa revista
al de Iosephus Scaliger (que mucho critica), I. Dousa, I. Passerat, Gabbema, Jo.
Vulpius, Ch. G. Heyne, E. Carl Bach, E. Baehrens, L. Müller, E. Huschke, L.
Dissen, C. Lachmann, M. Haupt y A. Rossbach; en cuanto a los comentarios,
dice haber seguido los más célebres, los de quienes con sus conocimientos han

- 147 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

expurgado el texto de errores, han hallado explicaciones claras a los pasajes


difíciles de comprender, o han contribuido al conocimiento de usos y costum-
bres de Roma, que están presentes o aludidas en el CorpusTibullianum; los en-
cabeza Bernadino Cilenio, y sigue M. A. Muret, A. Estaço, I. Dousa, Broukhu-
sius o Heyne8.
En los comentarios de Casasús todas estas obras y autores están incorpo-
rados, ya para abordar estructura, orden y transposiciones de versos, lectiones
diversas, o cualquier clase de explicación, sea de realia o poética; los lugares
paralelos aducidos por sus fuentes son seleccionados, y se comenta la traduc-
ción de los pasajes controvertidos siguiendo las explicaciones que han sido
ofrecidas; en la primera elegía (p. 292), ya encontramos mencionado que la tra-
ducción de los versos 11s.: Namveneror,seustipeshabetdesertusinagris/seuvetus
intriviofloridasertalapis,dístico que traduce en cuatro endecasílabos (“Yo rindo
culto al solitario tronco/ que en los campos señala los linderos;/ en el camino, a
la vetusta piedra,/ que flores enguirnaldan, reverencio”), contiene la explicación
que han dado los críticos; añade Casasús que Tibulo se refiere a troncos y pie-
dras que marcaban los linderos de las propiedades, y que eran objeto de adora-
ción en los caminos, y que representaban al dios Término, a Silvano, a Pan y a
Priapo; y no deja de aducir, en su apoyo, pasajes ilustrativos de Ovidio u Hora-
cio.
Valga este ejemplo de muestra de unos comentarios que van incorporando
explicaciones y textos clásicos, que hablan de historia, religión, literatura, y que
nos ponen frente a los ojos a autores griegos, latinos, antiguos y tardíos, amén
de estudiosos de diversas épocas; el acopio de información y el modo inteli-
gente de presentarla permite entender mejor el texto de Tibulo, Lígdamo y Sul-
picia, y aprender con las diversas y ricas relaciones de todo tipo que presenta
nuestro autor.
Todo ello sirve de adorno a una hermosa traducción, digna toda ella de lec-
tura; nos vamos a limitar, sin embargo, a unos ejemplos, escogidos casi al azar;
el principio de la elegía I 2, en que el vemos cómo el poeta enamorado se siente
desdichado:

Adde merum vinoque novos compesce dolores,


Occupet ut fessi lumina victa sopor:
Neu quisquam multo percussum tempora Baccho

8 Puede verse páginas 10-17; allí se encuentran algunos juicios y referencias bibliográficas exacta;
sobre muchas de las obras citadas pueden verse, Moya del Baño, F., “Notas sobre ediciones y
comentarios de Tibulo desde el Humanismo”, en Simposio Tibuliano, Murcia, Universidad,
1985, pp. 59-87.
- 148 -
FRANCISCA MOYA DEL BAÑO

Excitet, infelix dum requiescit amor.

Muy bien lo traduce Casasús, fielmente, pero, a la vez con la libertad que
se permite a los poetas; la comparación lo evidencia:

“Dadme más vino para ahogar mis penas,


y que un grato sopor mis ojos cierre;
mientras mi amor se duerme infortunado,
de la embriaguez que nadie me despierte.

En I 5, los cuatro dísticos latinos iniciales son vertidos en ocho endecasíla-


bos:

Creí yo altivo resistir tu enojo,


Mas son ya de tal gloria me envanezco;
Pues vivo cual peonza que los niños
Hacen girar con raudo movimiento.
Haz de amores arder al fiero amante,
Castígalo imponiéndole silencio;
Más no, por nuestras frentes y por Venus,
Por nuestra unión furtiva te lo ruego.

Que así decía en latín:

Asper eram et bene discidium me ferre loquebar:


At mihi nunc longe gloria fortis abest.
Namque agor, ut per plana citus sola verbere turben,
Quem celer assueta versat ab arte puer.
Ure ferum et torque, libeat ne dicere quicquam
Magnificum post haec: horrida verba doma.
Parce tamen, per te furtivi foedera lecti,
Per Venerem quaeso compositumque caput.

Y, para terminar, podemos recordar, invitando a la lectura completa del


poema, el inicio de la famosa elegía a la paz (1,10)
¿Quién, ¡ay! las armas inventó el primero?
Fue de hierro y crüel quien tal hiciera;
Que hay desde entonces guerras y homicidios,
Y a la Muerte acortósele la senda.

Que traduce los versos latinos de Tibulo:

Quis fuit, horrendos primus qui protulit enses?


Quam ferus et vere ferreus ille fuit!
- 149 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Tum caedes hominum generi, tum proelia nata,


Tum brevior dirae mortis aperta via est

Basten, pues de ejemplo de un trabajo en el que el autor decía esperar “jus-


tas censuras”; sin embargo, a sabiendas de esas posibles críticas, daba nueva
ocasión y motivo para ellas; lo justifica con otros argumentos para nosotros
elocuentes, al confesar que hace esto

“porque no me he podido curar todavía de la manía del trabajo que me obliga a consa-
grar a estudios literarios mis ocios dominicales, y algunas horas que a veces robo a más
importantes y útiles ocupaciones. Empero, no debo quejarme de esta manía; antes a ella
le soy deudor de un bien inapreciable, pues en ella he hallado casi siempre gratísimo so-
laz, y la dulce serenidad que por fortuna hoy reina en mi espíritu. La recompensa ha si-
do amplia”.

Con estas palabras acababa su prefacio; de ellas, y de lo anteriormente di-


cho, deducimos que su ocupación no era la de poeta, ni traductor, ni profesor
de latín; otras más “importantes y útiles” eran sus ocupaciones; al poeta Tibulo
le dedicaba los domingos y poco más. Casasús era, como habíamos visto antes,
un hombre preocupado por su patria, por la juventud, por la familia, y tenía en
grandísima estima y admiración a Altamirano. Y -lo que hoy nos puede intere-
sar destacar- hallaba en la lectura de los clásicos gratísimo solaz y dulce sereni-
dad. No poco, pues, aportan estos textos, cuya ausencia quizá ha colaborado en
parte a provocar el desasosiego que hoy se ha instalado en nuestras vidas.
Este es el personaje singular, que se mantiene prácticamente igual a lo lar-
go de su vida, y, por supuesto, firme en su devoción por los poetas latinos.

HORACIO
Antes de la traducción del poeta Tibulo había llevado a cabo otras; había
comenzado Casasús traduciendo a Horacio; de 1900 son Algunas Odas de Q.
Horacio Flaco traducidas en verso castellano9, que dedicaba “A Catalina”, su es-
posa.
En sus primeras palabras vemos cómo considera una temeridad haber
abordado esta traducción, la cual pretende que sea fiel; debe excusarse por no
ser hombre de letras; sin embargo, y por eso mismo se justifica diciendo que se

9 Continúa el título: “porJoaquínD.Casasús,conelcomentariodeDubneryunPrólogodeManuelSán


chez Mármol, en México, en la Imprenta de I. Escalante”. Manejo el ejemplar Madrid BN 2-
89884. Tengo noticia de un ejemplar de 1899, que no he visto, con el mismo título y publicado
en la misma imprenta, que se encuentra en la Real Academia española, sig. 12-V-21. En nin-
gún lugar se dice que la edición de 1900 sea la segunda.
- 150 -
FRANCISCA MOYA DEL BAÑO

ha rodeado de los más sabios comentadores. El texto latino que elige para tra-
ducir es el de la edición de Firmin Didot, de 1855, y su versión, así lo manifiesta,
sigue a Fr. Dübner; pero ha consultado también a Dionisio Lambino, fundador,
como reconoce, de la interpretación sabia de Horacio y ha consultado igualmen-
te las notas eruditas de Gaspar Orelli, y el Horacio inusumDelphinide Ludovi-
cus Desprez, la edición de A. J. Valpy, la de E.C. Wickham, y la de Urbano
Campos, cuyas notas, dice, “no merecen el desdén que por su traducción hemos
sentido todos los estudiantes”; es decir nuestro autor cuenta con mucho de lo
mejor que se ha escrito.
Es evidente que Casasús trabaja bien y con seriedad; para evitar errores,
dice también que ha comparado su versión con las que ha podido haber a ma-
no, españolas, francesas, inglesas e italianas, en prosa y en verso. Y reconoce
que le ha sido de gran utilidad el HoracioenEspañade Menéndez Pelayo; tam-
bién ha leído, gracias a la bondad de su amigo Francisco Sosa, una traducción
de Horacio hecha en Argentina por Bartolomé Mitre. En cuanto al comentario,
ha traducido, dice, el de Fr. Dübner que acompaña la edición de F. Didot, el
cual, no deja de comentar, ha sido redactado a la manera del de Juan de Bond.
Justifica implícitamente haber elegido y traducido las notas de Dübner
porque ve en él una “precisión sobria y elegante”; pero comunica a sus lectores
que también a veces ha añadido otras notas tomadas de los antes citados Ur-
bano Campos, Gaspar Orelli o Juan Bond, e incluso tambien podrán encontar
algunas notas suyas.
Es decir, este primer acercamiento a los poetas clásicos de un hombre no de
letras, pero sí amante de las letras, tiene una virtud que permanecerá en sus
restantes trabajos; lo hemos visto en su “Tibulo”, que nos ha servido de punto
de partida; quizá por sentirse “ajeno” al mundo de la filología se ha exigido no
desmerecer de él, y eso le ha movido a unir a sus traducciones estudios espe-
cializados, de otros, o aportarlos él partiendo de otros; y, como decíamos antes,
la utilidad de ellos fue y sigue siendo notable.
Su capacidad de trabajo la destacaba Sánchez Mármol en el prólogo a esta
obra, el cual firma en México el 2 de abril de 189810; decía de Casasús que era un
infatigable trabajador, que acompañaba de amor su trabajo a la vez que de be-
lleza y buen gusto; lo compara con Martínez de la Rosa, Echegaray y Rafael
Pombo (a este dice superarlo), comparaciones que ofrecen noticias indirectas
sobre el personaje, que, además de poeta o escritor, compartiría funciones polí-
ticas o científicas con ellos.
En fin, la traducción, que se lee junto al texto latino no es de “algunas

10 Se deduce que en esa fecha tendría acabada –o casi acabada- la traducción.


- 151 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

odas”; es de un número muy notable de poemas, veintiuno, del libro primero11;


nueve, del segundo12; diecisiete, del tercero13; ocho, del cuarto14, además de siete
epodos15 y el Carmen saeculare. Son traducciones muy hermosas, para las que
Casasús elige sobre todo el verso endecasílabo y heptasílabo, siendo también
notable la presencia de la “estrofa sáfica”.
Como muestra de su trabajo traemos algunos breves pasajes, los primeros
versos de la oda 1,4, la que inicia su amplia selección; dicen así:

Vuelve la Primavera y el Favonio


Y hacen cesar el riguroso invierno;
Con máquinas al mar llevan las naves,
Ya no blanquea con la escarcha el suelo,
Ya el ganado no gusta del aprisco,
Ni la lumbre le place a los labriegos;

Es una versión fiel, pero no literal, en seis endecasílabos de dos dísticos


horacianos:

Solvitur acris hiems grata vice veris et Favoni,


trahuntque siccas machinae carinas,
ac neque iam stabulis gaudet pecus aut arator igni,
nec prata canis albicant pruinis.

El que los dísticos latinos estén representados por un esquema en el que un


verso, el impar, está compuesto de dos, un tetrámetro dactílico y un trímetro
trocáico, y el par corresponda a un trímetro yámbico cataléctico, quizá movió a
Casasús a traducir un dístico por tres versos.
Dísticos y heptasílabos traducen la oda 1, 5, que está en Horacio en estrofa
asclepiadea de asclepiadeos (2), heptasílabos (1), y octosílabos (1):

¿Qué adolescente grácil


Perfumado con líquidas esencias,
Bajo esa gruta, y entre tantas rosas
Amoroso te estrecha?16

11 Las odas 4, 5, 8, 9, 10, 11, 13, 14, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 25, 30, 31, 32, 33 y 38.
12 Las odas 3, 4, 5, 6, 8, 10, 11, 12 y 14.
13 Las odas 4, 7, 9, 10, 12, 13, 15, 16, 17, 18, 20, 21, 22, 23, 26, 28 y 30.

14 Las odas 1, 5, 7, 10, 11, 12, 13, 14.

15 2, 3, 6, 7, 13, 14, 15.

16 Cf. c. 1,5: Quis multa gracilis te puer in rosa / perfusus liquidis urget odoribus / grato, Pyrrha, sub

antro? / cui flavam religas comam?


- 152 -
FRANCISCA MOYA DEL BAÑO

Y al endecasílabo acude también para traducir los trímetros yámbicos del


epodo segundo, que comienza:

¡Feliz quien de negocios apartado,


Cual de los hombres la primera raza,
De toda usura libre, con sus bueyes
Las heredades paternales ara!17

Con estos textos dejamos el hermoso Horacio de Casasús, y pasamos a su


Virgilio.

VIRGILIO
Virgilio, en concreto sus Bucólicas, es otro de los poetas de los que se ocupa;
en 1903, salen a la luz en México, en la misma imprenta, la de Ignacio Esca-
lante18; acompañan la traducción, como se indica en el título, los comentarios de
Conington, Nettleship y Haverfield, además de algunas notas del propio tra-
ductor19.
Dedica esta obra al señor D. Rafael Ángel de la Peña y en el Prefacio (pp.
vii-xviii), encontramos explícitas las ideas del autor, el valor que confiere a la
traducción de los clásicos, a las suyas, sin duda también, pues pone de relieve la
necesidad que tienen los jóvenes de volver sus ojos hacia los viejos ídolos “res-
taurados en sus altares”; estos textos traducidos pueden demostrar que estos
autores antiguos se compadecen con los cánones del momento y sirven de base
a la instrucción moderna. Defiende la necesidad de armonizar ciencias y arte,
defender la verdad y la belleza, pues es esto lo que hace amar la vida.
Mucho dice del traductor este prefacio; la armonía que hay que buscar y él
ya encontró es lo que justifica la defensa de la poesía clásica, que es la deposita-
ria de todo lo verdaderamente humano.
La traducción, enfrentada al texto latino, de Conington, revisado por Net-
tleship y Haverfield, llega hasta la página 137, siguiendo en las páginas 139-444
los comentarios y notas. Como hemos recordado, allí se encuentran íntegros,
traducidos al castellano, los de estos autores, pero no omite, pues suelen ser

17 Cf. epod. 2: Beatus ille qui procul negotiis, / ut prisca gens mortalium, / paterna rura bobus exer-
cet suis / solutus omni faenore.
18 LasBucólicasdePublioVirgilioMarón,traducidasenversocastellanoporJoaquínD.Casasús,presidente

delLiceoAltamirenoeindividuocorrespondientedelaRealAcademiaespañola.
19 Manejamos el ejemplar del Instituto Cisneros T 31/78, que está dedicado por el autor al Excmo. Sr.

Francisco Commeleran, con fecha 1º de enero de 1904; también hemos visto el de Madrid BN
HA/ 28170.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

conocidas y citadas, notas de Heyne, Benoist o Dubner, y también de Keigntley


o Martyn. El alarde de erudición, prestada, como él reconoce, es, sin embargo,
de una utilidad enorme para esos mismos jóvenes a los que Casasús tiene in
mente en cada una de sus versiones20.
Solo un breve pasaje, apenas cinco endecasílabos, que traducen los cinco
primeros hexámetros de la primera bucólica, nos vale para ilustrar su traduc-
ción:

Bajo un haya coposa recostado


Rústicos sones con tu avena ensayas:
Mas los fértiles campos hoy nosotros
Dejamos desterrados de la Patria;
Y Amarilis decir al bosque enseñas
Tú, feliz a la sombra de las ramas.

Si miramos el texto latino comprobamos, como en otros casos, la fidelidad


y la acualización (“viejos ídolos restaurados en sus altares”); basta con compro-
bar la eliminación de Títiro, que se repite dos veces en boca de Melibeo en el
texto latino; sí ha conservado, sin embargo, el nombre de “Amarilis”.

Tityre, tu patulae recubans sub tegmine fagi


silvestrem tenui musam meditaris avena:
nos patriae fines et dulcia linquimus arva.
nos patriam fugimus: tu, Tityre, lentus in umbra
formonsam resonare doces Amaryllida silvas.

CATULODE1904
Los ocios dominicales no daban pocos ni malos frutos a nuestro Casasús;
su capacidad de trabajo era mucha, pero también su inteligencia, y otras dotes,
como su dominio de todas las lenguas de cultura, que le facilitaba la lectura de
las mejores obras de la filología europea, amén, lógicamente, de su buen cono-
cimiento del latín. Queda patente de nuevo cuando se contempla el libro que
publicó en 1904, CayoValerioCatulo.Suvidaysuobra21.
En su Prefacio da cuenta de la génesis del mismo; en ella se aunan el gusto
por los textos del poeta y la admiración y cariño hacia Altamirano. Cuenta Ca-
sasús que, cuando a él lo nombraron Presidente del Liceo que lleva el nombre
de tan admirada persona, quiso honrar la figura de Altamirano, lo que le llevó a

20 Cierra la obra un Índice y una Fé de erratas.


21 Autor: Joaquín D. Casasús, Presidente del Liceo Altamirano e individuo correspondiente de la
Real Academia española. Con un Prólogo de Victoriano Salado Álvarez, México, 1904. Hemos
manejado el ejemplar Madrid BN H-A -16400
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FRANCISCA MOYA DEL BAÑO

pronunciar una serie de conferencias sobre Catulo, Tibulo, Propercio, Horacio y


Virgilio, que son, dirá otra vez más, los poetas que más ama y a cuyo estudio y
traducción dedica sus ratos de ocio los últimos años22; de ellos, de Catulo tam-
bién, dice tener reunidos ediciones, traducciones y comentarios alemanes, ita-
lianos, franceses e ingleses. En cuanto a esta obra de Catulo, informa de que en
la sesión que celebró el Liceo en diciembre de 1902 ya leyó lo que son los tres
capítulos primeros, y que en las sesiones de mayo de 1903 dió término a su la-
bor.
De capital importancia nos parecen las afirmaciones siguientes, que hablan
de la naturaleza de este y de todos sus trabajos. Quizá con demasiada modestia
afirma otra vez que en él nada hay de original, por lo que “nada enseña a los
humanistas conocedores de la literatura latina”. Mucha modestia hay, al menos
en las palabras; ciertamente, se suele reconocer que ofrecer “un estado de la
cuestión” es un trabajo muy valioso, que no todos pueden hacer bien; en cuanto
asu utilidad, sí la reconocía expresamente Casasús, sobre todo para los jóvenes,
que hallarán en él, dice, un resumen de los trabajos emprendidos hasta hoy
acerca de Catulo, con el objeto de precisar los episodios de su vida, rectificar o
aclarar su texto y de explicar y hacer apreciar mejor sus obras. Promete, porque
si no la obra quedaría incompleta, la traducción, de la que solo, dice, le faltan
por concluir algunos poemas. Firma la obra el 3 de mayo de 1904.
Antes de los diversos capítulos se lee el Prólogo de Victoriano Salado Ál-
varez, que, como su título indica, “Conferencias sobre literatura clásica”, supo-
nen una reseña laudatoria de las que Casasús pronunció en el Liceo Altamirano,
como ya hemos mencionado, sobre los poetas latinos, entre las que estaban las
de Catulo, convertidas ahora en libro. Con el ejemplo de lo hecho por Casasús,
al que compara con Gaston Boissier23, proclama que la literatura clásica no es
solo para tres o cuatro eruditos; insiste, pues, el prologuista en las opiniones
hechas vida del autor. El “prólogo” está firmado en México en 1903.
Los índices de los capítulos del libro dan fe de las grandísimas virtudes de
este trabajo, que sitúa con inmensa claridad ante los ojos del lector todas las
cuestiones discutidas por los filólogos hasta el momento, y todo lo digno de
saberse. Son los siguientes: I. Fecha, lugar de nacimiento y nombre de Catulo (p.
33); II. Catulo y sus amigos (p. 51); III. Los amores de Catulo con Lesbia (p. 103);
IV. Las obras de Catulo (p. 123); V. Los manuscritos de Catulo (p. 137); VI. Las
ediciones de Catulo (p. 157); VII. El poeta (p. 187); VIII. Las poesías ligeras de
Catulo (p.209); IX. Los epigramas (p. 219); X. Las Odas, himnos y epitalamios (p.

22 De Propercio no he encontrado que hiciese, y menos que publicase, ninguna traducción.


23 Cf. P. 23.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

243); XI. Las elegías y los cuentos épicos (p. 257); XII. La métrica de Catulo (p.
297); XIII. Los imitadores de Catulo p. (327); XIV. Conclusión.
La mera mención de ellos, el que tantos aspectos de Catulo, o relacionados
con Catulo le interesaran a Casasús, es señal evidente de que, como afirma,
consideraba a Catulo “el primero y más genial de los poetas líricos de Roma”, y
de que él hace un muy digno y valioso trabajo.

CATULODE1905.
Como había prometido en su Catulo de 1904, tradujo Casasús y dio a la luz
los poemas que ya entonces tenía, casi todos, traducidos24. Así lo manifiesta al
decir que con esta traducción del “príncipe de los poetas líricos latinos” quiere
cumplir la promesa que había hecho a sus amigos del Liceo. Ha dedicado al
trabajo, como suele ser habitual en él, “sus ocios dominicales”, y se lamenta y
excusa de no haber tenido el tiempo necesario para corregir la obra; su situación
personal ha sido muy complicada (leemos expresiones como “agotado por en-
fermedades”, “vencido por la pena”), y a ello se han añadido las responsabili-
dades que su gobierno le ha encomendado cerca de los Estados Unidos del Nor-
te; reconoce que podía no haber publicado el trabajo, pero –de nuevo vemos el
valor de la amistad- prefiere complacer a sus amigos y no demorar más la pro-
mesa.
Comprobamos otra vez que la juventud está en la mente del traductor; a
ella desea dar a conocer los eternos modelos de la poesía latina. Dedica, como es
también costumbre, unas palabras a la traducción; informa de que ha seguido el
texto oxoniense de R. Ellis, de que ha pretendido la fidelidad, pero ha huido de
la literalidad, que es enemiga del buen gusto. Propósito suyo ha sido utilizar el
lenguaje adecuado, dejar vivas las ideas, sin hacer perder las imágenes.
La obscenidad de algunas expresiones ha intentado salvarla25, y solamente
ha omitido traducir un poema, el LXVII. Ha añadido, sin embargo, los priapea.

24 LasPoesíasdeCayoValerioCatulotraducidasenversocastellanoporJoaquínD.Casasús,Presidentedel
Liceo Altamirano e individuo correspondiente de la Real Academia española, México, Imprenta de
Ignacio Escalante, S. Andrés, número 69, 1905,
25 Puede verse su traducción del poema 16, que comienza Pedicabo ego vos et irrumabo: Yo os he de

convencer de que soy hombre, / Cínico Furio, afeminado Aurelio; / ¿Me juzgáis poco púdico,
vosotros,/ Porque algo muelles encontráis mis versos? / Si castos ser conviene á los poetas, /
Los versos no han de ser como ellos. / Para haber sal y gracia, deben muelles / Poco púdicos
ser, y los deseos / Incitar, ya no digo de los niños, / Sino de aquellos que por ser ya viejos /
Mover no pueden sus caderas duras. Porque a millares ofrecí los besos, / ¿Poco viril me supo-
néis acaso? / Yo voy de que soy hombre a convenceros. El “yo voy de que soy hombre a con-
vencersos” se suele traducir más literamente por “os daré por el culo y por la boca”, “os jode-
ré/ os sodomizaré y me la chuparéis”, etc.
- 156 -
FRANCISCA MOYA DEL BAÑO

Igualmente da cuenta de que le ha parecido oportuno encabezar los poemas con


“títulos”, los que se leían en las ediciones del XVI, XVII y XVIII –las cuales es
evidente que posee-, títulos que estaban en el manuscrito Sangermanensis.
En esta traducción, y en contra de lo que ocurre en todas las demás del au-
tor, no se encuentran notas ni comentarios de ninguna clase; justifica esta au-
sencia de “discusiones” en que en su anterior “Catulo”, el de 1904, “vida y
obras” estaban ampliamente contempladas; es posible, a nuestro juicio, que no
dispusiera del tiempo que esas notas precisan; de todos modos sí deja claro que
el hecho de que no estén expresas, no significa que él no haya acudido para su
traducción a los comentarios, en concreto, al “copioso comentario de Robinson
Ellis”, y, cuando éste no le satisfacía, al de H.A. Munro.
No alude a que haya consultado traducciones en otras lenguas, como ex-
presamente lo hace en otros trabajos, pero es lógico que sí las consultase. En fin,
para terminar dejamos ya que Casasús nos hable directamente en su bella tra-
ducción “A Lesbia”:

Vivamos para amarnos, Lesbia mía,


Y mientes no paremos en lo que hablen
De nosotros los viejos pudibundos;
Pueden soles ponerse y levantarse;
Dormiremos los dos perpetua noche
cuando por siempre nuestra luz se apague.
Ven y dame mil besos, luego ciento,
Otros mil y otros cien al punto dame,
Y otra vez cien y mil dame enseguida;
Y al ir a completar muchos millares,
La cuenta equivoquemos, que ignorando
Cuantos besos a darme al fin llegaste,
Por lo menos, ¡oh Lesbia!, a algún celoso
Le ahorraremos la pena de envidiarme26.

MUSAANTIQUA
Decía Casasús en su edición de Tibulo que la traducción de Altamirano,
poeta, hubiese sido, mucho mejor que la suya; posiblemente sí, no lo podemos
saber, pero sí sabemos que Casasús poseía algunas dotes poéticas, como sus

26 Cf. c. 5: uiuamus mea Lesbia atque amemus / rumoresque senum seueriorum / omnes unius
aestimemus assis./ soles occidere et redire possunt / nobis cum semel occidit breuis lux / nox
est perpetua una dormienda. / da mi basia mille deinde centum / dein mille altera dein secun-
da centum / deinde usque altera mille deinde centum / dein cum milia multa fecerimus / con-
turbabimus illa ne sciamus / aut ne quis malus inuidere possit / cum tantum sciat esse basio-
rum.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

traducciones pueden avalar, y desde luego lo evidencian sus poemas reunidos


en su obra Musa antiqua. Él sigue negando, empero, esa realidad, quizá recor-
dando lo que decía Horacio sobre a quién había de dársele el nombre de “poe-
ta”27. Así lo vemos en un “poema” que se sitúa en el Prefacio, (“En el album de
Carmen Fortuño”); dice así:

Yo poeta no soy; que los poetas


Pulsan su propia lira,
Y yo tan solo soy un arpa muda
A quien su dueño en el salón olvida,
Y si no hay una mano que la pulse
El arpa nunca vibra;
Y si hay notas que viven en sus cuerdas
En sus cuerdas están como cautivas.
………
¡Ah, cuántas notas que brotar no pueden
hay en las cuerdas mías!
Son aves mil, de un bosque habitadoras,
Por la nieve invernal entumecidas.
………
Alguna vez de Príncipes ya muertos
De la Musa latina
Vienen a mí las almas, y ellas solas
Mis cuerdas pulsan y a cantar me obligan.
Pero es porque lamento que la muerte
Acallara sus liras
Y anhelo que sus cánticos sonoros
En mis cuerdas encuentren otra vida.
……….
Mas de esos cantos apagados ecos
Son los que en mi arpa vibran,
E imitar nunca pueden la belleza
De aquella incomparable poesía.
……….
Las poesías que se encuentran en esta obra guardan mucha relación con las
traducciones de los poetas latinos que venimos recordando; las componía a la
vez que traducía; observamos que de 1904 es la primera edición de Musaanti
qua, que, pasados unos años, completará28; que un año antes había publicado

27 Cf. HOR. serm. I 4, 43s.: ingenium cui sit, cui mens divinior atque os / magna sonaturum, des
nominis huius honorem.
28 Musaantiqua, por Joaquín D. Casasús, [s.l.] Imprenta I. Escalante 1904, 128pp. (ejemplar de Ma-
drid BN 2/ 86848); Musaantiqua, por Joaquín D. Casasús, Presidente del Liceo Altamirano (2ª
edición), México, Imprenta de Ignacio Escalante, 1911, 324 pp. (ejemplares en Instituto Cisne-
- 158 -
FRANCISCA MOYA DEL BAÑO

sus Bucólicas, y en ese mismo 1904 está traduciendo a Catulo; lo dice en su edi-
ción de “Vida y obra”, en que promete dar a la luz la traducción que está casi
acabada y que publicaría al año siguiente. Estas simultaneidad y gran parte de
su temática justifica que dediquemos unas palabras -pocas- a esta importante
obra29.
Con “antigua” no se refiere Casasús, como cabría esperar, solo a Grecia y
Roma; el abanico es mayor. Esta Musaantiqua la componen poemas que tratan,
como indican los títulos que los preceden, de: “Egipto” (p. 17); “Grecia” (p. 39);
“Roma” (p. 89); “Tierra Santa” (p. 163); “España” (p. 177); “Paisajes” (p. 215);
“Hojas de album” (p. 245); y “Traducciones” (p. 269); en la mayoría de ellas un
breve texto de un autor clásico precede al poema (Mosco, Teócrito, Anacreonte,
Virgilio, Ovidio –este poeta muy presente-, Catulo, Horacio o Tibulo), pero no
se trata de traducciones, sino poemas originales, en todo caso, recreaciones li-
bres de un tema que se preludia; sin embargo, sí lo son, como queda expresado,
las que dedica el autor sobre todo al poeta José Mª Heredia, tan valorado e in-
fluyente siempre en el mundo hispanoamericano.
Pero dejamos ya al traductor, del que sabemos, gracias a lo que leemos en
su obra, muchas cosas, para hacernos más preguntas sobre él. ¿Quién es este
personaje, que no es hombre de letras, como él mismo va repitiendo en sus edi-
ciones, que tiene responsabilidades por encargo del Gobierno, que admira a
Ignacio M. Altamirano, que fue Presidente del Ateneo Altamirano, o individuo
de la Academia española?
A este último “título” (individuo de la Academia) debemos sin duda la
existencia de algunos de los pocos ejemplares que existen en España de sus
traducciones; concretamente en el Instituto Cisneros de Madrid; los que el autor
dedicó a D. Francisco Commeleran, secretario perpetuo de la Academia, fueron
donados por este, junto con su Biblioteca, al mencionado Instituto Cisneros.
En cuanto a su admirado Ignacio M. Altamirano, era su suegro; se casó con
Catalina, hija adoptiva de Altamirano30; con él mantuvo una relación absoluta-
mente filial a lo largo de su vida; la correspondencia de Altamirano, que está
publicada, ofrece muchos datos de interés.
Pero en las bibliotecas, y ahora en las páginas de internet, encontramos tí-

ros, T 10/23; Madrid BN 4/27004, 2-86848 y HA -29399). El número de páginas, 128 y 324 res-
pectivamente, confirma que la segunda edición está “aumentada”; también “revisada”, aun-
que nada de ello se diga. La segunda se reeditó en México, Consejo editorial del Estado de
Tabasco, 1981, 154 pp. (ejemplar en CSIC R-35182).
29 Nos limitamos a la segunda edición.

30 Catalina Sierra Casasús, bisnieta de Altamirano, y nieta de Casasús, es la que inició en 1986 la

edición de las obras completas de Altamirano, como antes decíamos.


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

tulos e informaciones que muestran claramente cuáles eran las ocupaciones de


las que descansaba los domingos nuestro personaje. Vemos que entiende y es-
cribe, y está preocupado, desde 1885, por la hacienda pública, problemas mo-
netarios y bancarios31, que tiene un papel fundamental en las Conferencias Pan-
Americanas, y lógicamente, una relación diplomática con Estados Unidos, en
donde fue embajador plenipotenciario32. Importantes fueron, como se reconoce,
sus aportaciones como La cuestión de los bancos, Las instituciones de crédito en
México, LosproblemasmonetariosylaConferenciadeBruselas y Lareformamonetaria
enMéxico.
Todo ello se explica bien si sabemos que estudió derecho en la Escuela Na-
cional de Jurisprudencia de México (la economía y la política era propia de los
juristas); se sabe que, tras licenciarse, fue nombrado secretario de Gobierno de
su estado natal; también que desarrolló una importante labor docente como
catedrático en la Escuela de Ingenieros, en la Escuela Nacional de Jurispruden-
cia y de Economía política en la universidad mexicana. A él, junto con otros
intelectuales juaristas, se debe la inauguración en Tabasco de un Instituto Supe-
rior, el Instituto Juárez. Asimismo, participó en las redacciones del Código de
Comercio, de la Ley de Instituciones de Crédito y de la Ley Monetaria. En 1892
representó a México en la Conferencia Monetaria Internacional que tuvo lugar
en Bruselas (Bélgica). Además de diversos cargos diplomáticos, fue diputado y,
en 1902, resultó elegido presidente del Congreso; papel fundamental tuvo en
litigios fronterizos o en cuestiones del “agua” (trasvases), y un larguísimo etcé-
tera, en el que hay que incluir el periodismo, ya que dirigió y creó periódicos.
Como su suegro, con el que tenía tanto que ver, fue una figura fundamental en
su momento33, una personalidad múltiple, influyente y decisiva en la política y

31 Cf., por ejemplo, HistoriadeladeudacontraídaenLondres,conunApéndicesobrelahaciendapública,


México 1885, Imprenta del Gobierno, 532 pp.LaQuestiondel´argentauMexique,matériauxpre
sentésparJoaquínD.Casasús, Paris, 1892, Chaix, 136 pp. (ejemplar en Madrid, Real Academia
de Ciencias morales y políticas); LeproblememonetaireetlaConferenceinternationaledeBruxelles,
París [s.n.] 1893, 189pp. (ejemplares Madrid, Ateneo de Madrid, sign. F-1766, y Real Acade-
mia de Ciencias Morales y políticas sign. 17046 (1)).
32 Cf. TheRecordofAchievementofthePanAmericanConference 27, Supl. M., 06, 5-13; ThePanAmerican

Conference and their significance L.S. Roe, Joaquín D. Casasús, Joaquim Nabuco, Ignacio Cal-
derón, Bernardo Calvo, Annals of the American Academy of Political and Social Science, vol. 24,
Supplement (may 1906, 1-22); ConventionbetweentheUnitedStatesandMexicoprovidingforthe
EquitableDistributionofthewateroftheRioGrande(…), TheAmericanJournalofInternationalLaw,
v. 1, nº 3. Suppl.: Officiel Documents (jul. 1907, p. 281-284), etc. etc.
33 Esta multiplicidad de facetas viene reflejada en una obra algo distinta, pero que conserva el mis-

mo espíritu, Enhonordelosmuertos por Joaquín D. Casasús, Presidente del Liceo Altamirano,


México 1910 (ejemplar en Madrid BN R-24244); sabemos de ediciones con otras fechas, pero
no las hemos visto. En ella nos encontramos con una serie de personalidades de distintos lu-
- 160 -
FRANCISCA MOYA DEL BAÑO

la economía, digna de estudio, pero de estas facetas se encargan otros; nosotros


ni debemos ni sabemos. Nos basta insistir en la actividad de la que venimos
hablando, la de intelectual humanista, amante y traductor de los poetas latinos,
lo que le llevó sin duda a la Presidencia del Ateneo Altamirano, a ser nombrado
individuo de la Academia Española, a mantener relaciones con los grandes
hombres del momento. En fin, su ingente y variada actividad, que implicaba
viajes, reuniones, discusiones al más alto nivel fueron compensadas con el amor
a las letras, con la lectura de los clásicos, con un fecundo otium dominical. La
valía de sus traducciones no se la reconocemos nosotros; lo hizo Menéndez
Pelayo, como muestra claramente una carta de 15 de febrero de 1905 de Casasús
a D.Marcelino34.




FRANCISCAMOYADELBAÑO
Universidad de Murcia

gares, lo que evidencia algo sabido; sus diversos “oficios” le relacionaron con las personalida-
des más importantes de su época: francesas, españolas, brasileñas, estadounidenses, y, lógi-
camente, mexicanas. Esta obra muestra igualmente sus dotes de orador.
34 Cf. Epistolario de Menéndez Pelayo, v. 18, carta 73; más veces encontramos a nuestro traductor en

este epistolario, concretamente en cartas de Rafael Ángel de la Peña (cf. por ej. la de 4 de ene-
ro de 1903 (vol. 16, carta 689).
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JUNTOS,PERONOREVUELTOS:
LACOLECCIÓNDECUENTOSINTEGRADOS
ENLASLITERATURASHISPÁNICAS

Hablar de la colección de cuentos integrados1 en las literaturas hispánicas


resulta complicado tanto por la escasez de estudios críticos sobre el tema2 como
por la maleabilidad del género cuento, adscripción bajo la que actualmente se
aglutinan páginas a medio camino entre el texto narrativo y el fragmento, la
viñeta, el ensayo, el apólogo, la fábula, el instructivo o el poema en prosa. Baste
recordar en este sentido el éxito de la minificción, una de las aportaciones más
originales de Latinoamérica a la literatura universal, categoría que algunos crí-
ticos incluyen bajo el marbete cuento pero que, como señala Lauro Zavala, sólo
puede ser estudiada aparte; esto es, como “serie fractal” según la nomenclatura
que propone el crítico mexicano para los microrrelatos enlazados (Zavala 2004:
2)3.
Teniendo en cuenta estas consideraciones, en las siguientes páginas trazaré
un recorrido por las más significativas colecciones de cuentos integrados en
español a la luz de una tesis fundamental: en esta categoría han corrido parale-
las dos corrientes estéticas a lo largo de los últimos ciento treinta años. La pri-
mera procede de los textos costumbristas decimonónicos e intenta ofrecer una
visión caleidoscópica pero total de la realidad que retrata; la segunda, sin em-
bargo, hunde sus raíces en la experimentación de las vanguardias y, más re-
cientemente, en las ficciones borgesianas, reflejando un universo en el que es
imposible la aprehensión de verdades absolutas.
En la primera tendencia predomina la nostalgia del pasado y el repudio de
la realidad actual, la crítica socioeconómica y la revisión de los modelos estable-

1 Aunque la terminología para nombrar los cuentos interrelacionados en un volumen es muy abun-
dante y procede en su mayoría de la crítica anglosajona, pionera en este tipo de estudios -
“cuentos integrados”, “secuencia de cuentos integrados”, “ciclo cuentístico”, “cuentos enla-
zados”, “cuentos moleculares”, “cuentario” o “colección de cuentos integrados”-, en este artí-
culo usaré los términos “cuentario” y “colección de cuentos integrados” por ser los más neu-
tros, lo que ya destaca Mora en “Notas teóricas en torno a las colecciones de cuentos
integrados (a veces cíclicos)” (Mora 132).
2 Son pocos y muy recientes los estudios dedicados al tema en español, destacando en este sentido

los trabajos pioneros de Mora, Antonaya y Gomes y el volumen Elojoenelcaleidoscopio:lasco


leccionesdetextosintegradosenLatinoamérica, editado por los profesores Evelia Romano y Pablo
Brescia (cf. Noguerol 2006).
3 Zavala distingue entre “fragmento” y “fractal”, destacando cómo el primero es autónomo –

relacionable por tanto con el cuento- y el segundo conserva las características de la serie a la
que pertenece, por lo que se equipara a la minificción.
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FRANCISCA NOGUEROL

cidos por la historia. Estaría compuesta, por tanto, por cuentarios clásicos y
modernos, de marcado carácter narrativo. En la segunda, por su parte, son fun-
damentales los juegos metaficcionales, la ironía y el desencanto ante cualquier
certidumbre, por lo que los textos que la componen –colecciones de relatos ex-
perimentales e híbridos- se adscribirían a la vertiente de pensamiento posmo-
derno.
Ambas tendencias estarían perfectamente representadas en los cinco cam-
pos referenciales que Maggie Dunn y Ann Morris proponen en relación a las
colecciones de cuentos integrados en inglés. Las formas clásicas de estos ciclos
presentarían unidad espacial y/o de personaje (individual o colectivo), mani-
festando un sentimiento de nostalgia hacia el pasado y de alienación en el pre-
sente. Por el contrario, las formas contemporáneas de estas series, correspon-
dientes a la sensibilidad posmoderna, serían aquellas que tratan básicamente
sobre el acto de crear o narrar, en las que los textos descubren su esencial natu-
raleza irónica, metaficcional e intertextual (Dunn y Morris 1-19). Son, por consi-
guiente, dos maneras de aprehender el mundo que se han manifestado sucesi-
vamente –primero la sensibilidad moderna y luego la posmoderna- pero que
hoy conviven con naturalidad. Este hecho explica la frase que he utilizado como
título de mi exposición para los textos integrados: “Juntos, pero no revueltos”4.

TEORÍASSOBREELCUENTARIO
La colección de cuentos integrados surge como consecuencia de lo que co-
mentara André Jolles sobre las formas simples en su ensayo homónimo: la
combinación de éstas conduce al desarrollo de formas literarias complejas (Jo-
lles 24). Una hipótesis semejante fue formulada por Alastair Fowler, quien pos-
tuló que en el origen de las formas literarias nuevas podían encontrarse siempre
textos menores (Fowler 48).
Forrest Ingram ofreció una de las mejores definiciones sobre esta nueva
categoría textual cuando la presentó como “a book of short stories so linked to
each other by their author that the reader’s successive experience on various
levels of the pattern of the whole significantly modifies his experience of each of
its component parts” (Ingram 19). Este hecho sería ratificado posteriormente
por Susan Garland Mann -“There is only one essential characteristic of the short
story cycle: the stories are both self-sufficient and interrelated” (Mann 16)- y por
Robert Luscher: “The story’s status as a significant part of a progressive whole

4 Para entender el cambio entre estas dos sensibilidades resulta especialmente interesante consultar
el artículo de Lauro Zavala “El cuento clásico, moderno y posmoderno (elementos narrativos
y estrategias textuales)” en Cuento y figura. La ficción en México. Ignacio Díaz Ruiz, Eduardo
Casar, Pablo Brescia et al. eds. Tlaxcala: Universidad Autónoma de Tlaxcala, 1999.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

does not undermine its independence, but rather expands its function and sig-
nificance within an open book” (Luscher 166-167).
En el caso de los cuentarios en español, contamos con antecedentes tan
significativos como El libro de los ejemplos del conde Lucanor y de Patronio, texto
escrito en el siglo XIV por don Juan Manuel y en el que se integran en el marco
de una conversación entre amo y criado relatos derivados tanto de las parábolas
cristianas como de las fábulas grecolatinas, las historias caballerescas o las tra-
diciones islámicas; más adelante, la tradición de relatos vinculados se manifes-
taría en los comienzos de nuestra novela (ya fuera en la tradición picaresca,
pastoril o de caballerías), para alcanzar una de sus mejores expresiones en el
siglo XVII con los Sueños de Quevedo.
En la Modernidad, el cuento ha gozado de especial prestigio entre los auto-
res latinoamericanos. No olvidemos su reconocimiento por parte de Horacio
Quiroga, Jorge Luis Borges o Julio Cortázar, quienes plasmaron en inolvidables
páginas las posibilidades infinitas de un género renovado a partir de las crea-
ciones de Edgar Allan Poe.
Especialmente significativo resulta el incremento de relatos publicados
desde los años sesenta del siglo XX hasta nuestros días, hecho que se corres-
ponde con la fascinación por la estética del fragmento que define nuestro tiem-
po. En el caso de España, donde se privilegió la novela por encima de cualquier
otro género durante la etapa franquista, se produjo una verdadera eclosión de
la brevedad a partir de 1975. Como señalara Fernando Valls en su artículo “El
renacimiento del cuento en España (1975-1990)”, “hallamos con frecuencia rela-
tos formando parte de novelas, trastocándose así las fronteras de los géneros,
adquiriendo ambos una nueva dimensión en su unidad y complementariedad”
(Valls 39).
Debido a este interés, los cuentarios han sido muy abundantes en las letras
hispánicas. Sin embargo, en general han resultado incomprendidos, relegados
al grupo de los textos inclasificables o taxonomizados como novelas para satis-
facer criterios de mercado.
Así, una colección de cuentos integrados tan evidente como La frontera de
cristal(1995),de Carlos Fuentes, apareció en la editorial Alfaguara con el subtí-
tulo “una novela en nueve cuentos” debido a que los textos, que pueden ser
leídos de forma independiente, se encontraban unidos por el tono humorístico,
el tema de la inmigración, la historia –las difíciles relaciones entre México y
Estados Unidos a lo largo de doscientos años-, y los personajes –la familia Ba-

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FRANCISCA NOGUEROL

rroso-.5 Así ocurrió también con LacasaenMangoStreet (1983) de Sandra Cisne-


ros, aparecida en inglés y traducida al español en 1995, los CuentosdeEvaLuna
(1989) de Isabel Allende –publicados como novela aunque en el título aparezca
reseñada su adscripción genérica-, o los textos que componen Difuntos,extraños
yvolátiles (1983) del venezolano Salvador Garmendia, bautizados por su autor
con el nombre de novela aunque compongan un claro cuentario.
Obviamente, es necesario crear conciencia de esta nueva categoría textual
para evitar tamaños dislates. Como señalara con toda propiedad Todorov:

C’est parce que les genres existent comme une institution qu’ils fonctionnent comme des
horizonsd’attente pour les lecteurs, des modèlesd’écriture pour les auteurs. Ce sont en effet
là les deux versants de l’existence historique des genres (...). D’une part, les auteurs écri-
vent en fonction du (ce qui ne veut pas dire: en accord avec le) système générique exis-
tant (...). D’autre part, les lecteurs lisent en fonction du système générique, qu’ils
connaissent par la critique, l’école, le système du diffusion du livre ou simplement par
ouï-dire; il n’est cependant pas nécessaire qu’ils soient conscients de ce système” (Todo-
rov 34-35).

LOSCUENTARIOSMODERNOS
Como ya señalé, las colecciones de cuentos integrados modernas presentan
unidad espacial, temática y de personajes para ofrecer una visión totalizadora
de la realidad, en la que predomina la nostalgia del pasado y la visión de un
presente marcado por la alienación. Veamos los títulos más significativos en la
evolución del género.

Textosunidosporelespacio:laciudadyelpueblo.
En América Latina, encontramos un precedente claro del cuentario mo-
derno en las celebérrimas Tradiciones peruanas (1872-1919) de Ricardo Palma,
seis volúmenes que reúnen páginas a medio camino entre la anécdota costum-
brista y amable, la conseja de la abuela y el apunte histórico, y que en su mo-
mento recuperaron la cadencia del habla limeña y el sentimiento de identidad
nacional para los compatriotas de Palma. Las tradiciones, que pueden ser leídas
de forma independiente, se caracterizan por retomar personajes, por contar con
un mismo narrador de los hechos y por narrar la intrahistoria de “la ciudad de
los Reyes” desde sus albores hasta el siglo XIX. De ahí su subtítulo de “serie” y
la originalidad de su tono, que ha sido retomado recientemente por el hispano-

5 Fuentes continúa la tradición de cuentarios sobre la frontera como LosviernesdeLautaro (1979), de


Jesús Gardea; Tijuanenses (1989), de Federico Campbell o Registrodecausantes (1992), de Daniel
Sada, títulos que demuestran la preocupación por este tema en la más reciente literatura
mexicana.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

peruano Fernando Iwasaki en sus excelentes Inquisicionesperuanas (1994).


Misteriosa Buenos Aires (1950), del argentino Manuel Mujica Lainez, conti-
núa esta línea revisionista, ahora marcada por el culturalismo y exenta del
humor que rezuman las páginas de Palma. Mujica repasa en un lenguaje neo-
modernista los sucesos que marcaron el devenir de Buenos Aires desde 1536 a
1904, deteniéndose con nostalgia en las grandes familias que determinaron la
vida aristocrática de la ciudad. Este ejercicio de memoria se repite con frecuen-
cia en las letras hispánicas. Así, Paloma Díaz-Mas refleja en Elsueñode Venecia
(1992) la historia de Madrid desde el siglo XVII hasta nuestros días centrándose
en el espacio reducido de la calle del Pez y a través de personajes unidos por un
omnipresente retrato de bodas. Por su parte, en Ciudad lejana (2003) el ecuato-
riano Javier Vascónez describe con suntuosidad la historia de Quito desde la
Colonia hasta nuestros días a través del clan de los Castañeda. Al final del cuen-
tario, el último miembro de la estirpe experimenta un terrible sentimiento de
desarraigo entre fotos y recuerdos que no alivian su soledad mientras percibe el
crecimiento de una ciudad ajena, construida gracias al auge petrolero e ignoran-
te de su historia.
Frente a los escritores que prefieren recrear un pasado ya perdido, se en-
cuentran los que retratan la ciudad en el presente. Esta línea fue iniciada por el
argentino Roberto Arlt en sus Aguafuertes porteñas (1928-1935), textos híbridos
entre la crónica, el cuadro de costumbres y el cuento en los que se revela con
humorismo agridulce la idiosincrasia de Buenos Aires y los habitantes de su
arrabal. Todos sus personajes se distinguen por su vagancia y por su identidad
difusa, consecuencia del gran aporte inmigratorio experimentado por el país a
principios del siglo XX. Unidos por el espacio inhóspito de Misiones se encuen-
tran asimismo Losdesterrados (1929) del uruguayo Horacio Quiroga, individuos
que, como los retratados por Arlt, apenas se comunican entre sí y que ignoran
las circunstancias análogas en las que se desenvuelven sus duras existencias6.
El tema de la alienación cobra una importancia fundamental en los años
cincuenta, marcados por la filosofía existencialista. Así se aprecia en La noria
(1951), de Luis Romero, retrato amargo de la Barcelona de posguerra donde
treinta y siete personajes signados por la soledad y la incomunicación unen sus
historias mediante un efectivo recurso: el individuo que ha aparecido circuns-
tancialmente en un cuento se convierte en protagonista del siguiente. Esta mis-
ma situación de extrañamiento asfixia a los solitarios del extrarradio barcelonés

6 Este hecho ya fue destacado oportunamente por Kennedy: “Characters in story sequences, unlike
those in novels, rarely meet or become conscious of one another and thus remain unaware of
the ways in which their situations may be similar" (Kennedy 196).
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FRANCISCA NOGUEROL

que protagonizan Las afueras (1959), de Luis Goytisolo, y a los Montevideanos


(1959) de Mario Benedetti, colección de cuentos integrados que ya en el título
homenajea al canónico Dubliners de James Joyce.
Aunque publicada en 1973, Lapalabradelmudo de Julio Ramón Ribeyro re-
flejará la presión de la modernidad tecnológica sobre la Lima de los años cin-
cuenta, denunciando la pauperización del interior del país y la deshumaniza-
ción de la ciudad como consecuencia de la salvaje industrialización a que fue
sometida. De forma semejante, Salvador Garmendia tradujo el impacto enaje-
nante de la urbe a través de los extraños ensueños y divagaciones de los perso-
najes que pueblan las páginas de Difuntos, extraños y volátiles (1983), y el uru-
guayo Julio Ricci diseccionó la existencia de urbanitas mezquinos y solitarios,
felices en su propia inmundicia, en cuentarios de títulos tan significativos como
Losmaniáticos (1970), Losmareados (1987) o Losperseverantes (1993).
Frente a la hostilidad citadina, los pueblos y comarcas campesinas se des-
cubren aún inmersos en el espíritu de las consejas, historias a medio camino
entre la realidad y la ficción que unen a los habitantes de la comunidad y con
frecuencia nos sumergen en extraordinarios juegos metaficcionales. Es el caso
de El bosque animado (1943), del gallego Wenceslao Fernández Flórez; De Zitil
chén (1981) del mexicano Hernán Lara Zavala, o HistoriasdeObaba (1988; tradu-
cido al español en 1989),del vasco Bernardo Atxaga.

Textosunidosporlahistoria
La estrategia del fragmento, fundamental en la colección de cuentos inte-
grados, subvierte estatutos propios de la narración histórica clásica como el de
la heroicidad. En vez de presentar cualidades de un individuo excepcional, los
cuentos unidos por el tema histórico narran anécdotas curiosas protagonizadas
por personajes secundarios. Se trata de dar a la luz las microhistorias de acuerdo
con la terminología popularizada por Carlo Ginzburg en Elquesoylosgusanos,
donde se refleja el espíritu de toda una época a través de un proceso inquisito-
rial seguido contra un molinero en el siglo XVI (Ginzburg passim). Así, se borra
el nombre de los próceres, colocados en igualdad de condiciones con mujeres,
soldados, campesinos o niños.
Este hecho ya se aprecia tempranamente en Laguerragaucha(1905) del ar-
gentino Leopoldo Lugones, relatos enlazados por el trasfondo histórico de las
campañas de Martín Miguel de Güemes en los años de lucha por la Indepen-
dencia.
La revolución mexicana de 1910 marcará la mayoría de los cuentarios his-
tóricos de la primera mitad del XX, mientras la cubana de 1959 lo hará con los
últimos cincuenta años del pasado siglo. En el primer caso destacan las voces de
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Mauricio Magdaleno en Elardienteverano (1954) y, sobre todo, la de Juan Rulfo


en El llano en llamas (1953), con personajes unidos por el hambre y la falta de
ideales, un paisaje infértil e inhóspito y una historia de inacabables luchas fra-
tricidas.7
En el segundo apartado Termina el desfile (1981), de Reinaldo Arenas, su-
pone un doloroso paseo por la historia cubana desde la caída de Batista hasta
1980. Así, la desilusión del pueblo ante el cariz que adopta el proceso revolu-
cionario es descrita entre dos relatos enmarcadores, titulados significativamente
“Comienza el desfile” y “Termina el desfile”.
Las dictaduras que azotaron el Cono Sur durante los años setenta y ochen-
ta fueron reflejadas también en diferentes colecciones de cuentos integrados.
Entre ellos destacaría los escritos por tres mujeres, pues en esta época las escri-
toras comienzan a aparecer en los mercados con textos de excepcional calidad.
Así, Elizabeth Subercasseaux presenta en Silendra (1986) la historia de una co-
munidad marcada por el terror bajo la dictadura de Pinochet. El clima de incer-
tidumbre que provocaron las desapariciones y un sistema político marcado por
la represión, el miedo y la violencia, explica asimismo el ambiente de visos su-
rrealistas -claramente alegórico para evitar la censura- de dos excelentes vo-
lúmenes: Aquí pasan cosas raras (1975), de la argentina Luisa Valenzuela, y El
museodelosesfuerzosinútiles (1983), de la uruguaya Cristina Peri Rossi.

Textosunidosporlospersonajes:lacomunidadyelindividuo.
Para concluir este repaso, aunque ya he señalado en los anteriores aparta-
dos múltiples colecciones unidas por una familia o comunidad, me gustaría
destacar la importancia de los volúmenes enlazados por un individuo que,
haciendo el papel de narrador en los diferentes textos, relata las aventuras de su
infancia y adolescencia siguiendo la estructura del bildungsroman. Es el caso de
Huertocerrado (1968) de Alfredo Bryce Echenique, Naturalezasmenores (1991) del
venezolano Antonio López Ortega o Elcoroadosvoces (1997) del andaluz Fer-
nando Quiñones, páginas cercanas a las memorias que, por reunir recuerdos
dispersos, resultan especialmente adecuadas en esta nueva categoría textual.

LOSCUENTARIOSPOSMODERNOS
Mientras la obra de arte orgánica oculta su artificio buscando la mímesis,
los textos de ruptura se presentan como artefactos artísticos marcados por la
indagación metaficcional, la intertextualidad y la ironía. Estas obras dan lugar a

7 La miseria de Chiapas ha merecido especial atención en títulos como Benluzul (1959), de Eraclio
Zepeda, y CiudadReal (1960), de Rosario Castellanos.
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FRANCISCA NOGUEROL

una segunda corriente de textos integrados en las literaturas hispánicas, la más


original y subversiva, procedente del espíritu rompedor de las vanguardias
pero cuyos primeros balbuceos se remontan a los experimentos formales mo-
dernistas.
Desde los albores del siglo XX encontramos en las literaturas hispánicas
páginas híbridas e inclasificables –recordemos los textos de Rubén Darío, Julio
Torri o Carlos Díaz Dufoo Jr. entre otros-, que serían continuadas en novelas
fragmentadas de la vanguardia histórica como las escritas por el argentino Ma-
cedonio Fernández o por los “Contemporáneos mexicanos”8.
Sin embargo, sólo con la canonización de Jorge Luis Borges en los años se-
senta del pasado siglo -con su interés por lo breve y lo abocetado, su descrei-
miento en las nociones de autoría, sus juegos culturalistas y su invención de
nuevos géneros- el cuentario posmoderno cobre carta de identidad. Los relatos,
de naturaleza predominantemente híbrida, se encuentran desde entonces enla-
zados por constantes estructurales como la repetición de un motivo o la ads-
cripción a un determinado género literario.

Textosunidosporunmotivo
Los Cuentosdecolor (1899) del venezolano Manuel Díaz Rodríguez, en los
que a cada texto le corresponde un color distinto y simbólico en la historia, sub-
rayan la gran renovación expresiva que se dio en el modernismo. Así se aprecia
también en los Cuentosfrágiles (1883) o Cuentoscolordehumo (1898) del mexicano
Manuel Gutiérrez Nájera, a partir de los que se puso de moda la reiteración de
un símbolo como motivo de enlace.
A lo largo del siglo XX se han repetido los volúmenes sustentados en esta
técnica. A veces, el motivo une las tramas con un hilo tan delicado que es difícil
de apreciar. No es el caso, sin embargo, de títulos tan magníficos como Canonde
alcoba (1988) de la argentina Tununa Mercado, que comienza con el texto “Anti-
eros” –en él la protagonista arremete contra el sentido convencional de la pala-
bra amor - y que acaba en “Punto final”, después de haber jugado con todas las
posibilidades del erotismo en nuestra tradición, en la historia y los sueños. La
buena salud de este recurso se aprecia por la publicación en 2007 de tres cuenta-
rios unidos, respectivamente, por el tema del viaje, la droga y los animales: La
siberia, de la argentina Cristina Siscar; Cocaína.Manualdeusuario, del mexicano
Julián Herbert; y Otrozoo, del guatemalteco Rodrigo Rey Rosa.

8 Vid. en este sentido los excelentes estudios de D’Lugo (1997) y Epple (2004).
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Textosunidosporsuadscripcióngenérica
En estos casos, las series están formadas por textos adscritos a un género
determinado sea éste considerado alto o bajo, exista o no. En ellas se producen
frecuentes parodias, pastiches o variantes irónicas del modelo original, cuya
referencia suele hacerse hace explícita ya en el título del volumen.
Leopoldo Lugones abrió el camino a la ciencia ficción hispánica con Las
fuerzasextrañas (1906), colección en la que, haciendo gala de un lenguaje pseu-
docientífico, reúne doce relatos y una original teoría del cosmos con una pauta
común: el narrador es amigo de un científico ermitaño que lo invita a conocer el
resultado de sus experimentos. La tradición de la ciencia ficción se ha mante-
nido con fuerza hasta nuestros días, destacando entre sus cultivadores el mexi-
cano Mauricio José Schwarz con Escenas de la realidadvirtual (1981) y la argen-
tina Angélica Gorodischer en Bajolasjubeasenflor (1987).
Los cuentos policiales, canonizados en SeisproblemasparadonIsidroParodi
(1942) de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares -que sus autores firmaron
bajo el seudónimo común de H. Bustos Domecq-, han sido especialmente culti-
vados en los últimos treinta años con títulos como Elregresodelaverdaderaaraña
(1988), del mexicano Paco Ignacio Taibo II, o LaspartidasdeljuezBelisarioGuz
mán (2004), del argentino Alejandro González Foerster, lectura deliciosa en la
que el ya retirado juez Guzmán narra uno de sus extraños casos con cada par-
tida de ajedrez que juega en “El Tábano”.
Asimismo, la revisión paródica y reivindicativa de nuevas lecturas de los
cuentos de hadas, que tuvo una de sus mejores expresiones en TheBloodyCham
ber (1979) de la británica Angela Carter, ha contado con cultivadoras tan reco-
nocidas en el ámbito hispánico –existe una abrumadora mayoría de mujeres en
esta tendencia- como la portorriqueña Rosario Ferré en Arrozconleche (1977) o
las argentinas Luisa Valenzuela –"Cuentos de hades", incluidos en Simetrías
(1993)- y Ana María Shua –“Versiones”, en Casadegeishas (1992)-.9
Capítulo aparte merecen los cuentarios procedentes de géneros revitaliza-
dos por Jorge Luis Borges. Es el caso de las biografías ficticias, herederas de
Historiauniversaldelainfamia (1935) y que llegan a nuestros días signadas por el
saber enciclopédico, el humor, los juegos metaficcionales y la complicidad con
el lector. Así, en Lasinagogadelosiconoclastas(1973) el argentino Juan Rodolfo
Wilcock (1973) combina vidas ficticias y reales de científicos que perpetraron
graves crímenes contra la humanidad en nombre de la razón y el progreso. En

9 Vid. al respecto mis artículos “Para leer con los brazos en alto: Ana Mª Shua y sus versiones de los
cuentos de hadas” (Noguerol 2001) y “CuentosdeHades de Luisa Valenzuela: relatos integra-
dos en el infierno de la escritura” (Noguerol 2004).
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FRANCISCA NOGUEROL

este mismo registro y, elevando el nivel de metaficcionalidad a niveles insospe-


chados, se inscriben bastantes títulos del catalán Enrique Vila Matas -Historia
abreviadadelaliteraturaportátil (1985), Suicidiosejemplares (1991), Bartlebyycom
pañía (2000)- y la indispensable La literatura nazi en América (1996) del chileno
Roberto Bolaño, obra escrita a modo de diccionario de literatura que, en la me-
jor senda borgesiana, realiza la semblanza de inexistentes aunque siempre vero-
símiles escritores latinoamericanos de ideología nazi.
En conclusión, las páginas precedentes nos han permitido acercarnos a un
corpus textual tan numeroso como interesante, practicado por los más impor-
tantes autores hispánicos de la pasada centuria pero, desgraciadamente, aún
hoy mal conocido. En él se aprecian las tendencias estéticas imperantes en los
últimos cien años, suponiendo un laboratorio de formas e ideas dinámico y
valioso. Por todo ello, nos corresponde como críticos reformular los cánones y
analizar con la atención que merecen estos escritos disconformes con la tradi-
ción, a los que resulta imprescindible atender en un momento en que las escri-
turas fronterizas se han convertido en centro y en el que mantenemos, como
señalara ya hace algunos años Frank Kermode, "the postmodern Love-affair
with the Fragment" (Kermode 38).


BIBLIOGRAFÍACITADA
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FRANCISCANOGUEROLJIMÉNEZ
Universidad de Salamanca

- 172 -
DOSTEXTOSEMBLEMÁTICOSDELTEATRO
ARGENTINOCONTEMPORÁNEO:
ELCAMPODEGRISELDAGAMBARO
YUNAPASIÓNSUDAMERICANADERICARDOMONTI

INTRODUCCIÓN
Casi a fines de los ’90, el entonces director de Ediciones Unesco, Fernando
Aínsa, me propuso preparar la primera antología sobre teatro latinoamericano a
ser publicada en Francia, gracias a un equipo de traductores coordinado por
Claude Demarigny. En mi selección original figuraban doce textos de once
países, incluyendo Brasil. Excepcionalmente, Argentina estaba representada por
dos autores, cuyas obras respectivas figuran en el título de este trabajo. Por
razones de edición, hubo que sacrificar lamentablemente Una pasión
sudamericana y reducir drásticamente nuestra introducción al volumen.1 La
presente colaboración me da la oportunidad de reunir ambas en un mismo
análisis, que de ninguna manera pretende ser exhaustivo, dado el espacio
disponible.
Antes de entrar en materia, nos parece indispensable situar ambas obras en
el marco teatral que las precedió. La fundación del Teatro del Pueblo (1930) por
Leónidas Barletta fue el punto de partida del movimiento de teatro
independiente, motor de la renovación escénica argentina, que se prolongó
hasta los años cincuenta con la fundación de nuevos grupos: La Máscara,
Nuevo Teatro (1949), Organización Latinoamericana de Teatro (OLAT, 1950),
Los Independientes (1951) y la creación del Instituto de Arte Moderno (IAM,
1950), que dieron a conocer a nuevos autores como Carlos Gorostiza (1920-),
revelado con El Puente (1949); Agustín Cuzzani (1924-1987), de alcance
internacional, autor de las "farsátiras” Una libra de carne (1954) y El centro
forwardmurióalamanecer (1955); Osvaldo Dragún (1929-1999), introductor de los
procedimientos brechtianos en América Latina con sus Historiasparasercontadas
(1957); Andrés Lizárraga (1919-) y su trilogía de inspiración histórica: AltoPerú,
Santa Juana de América y Tres jueces para un largo silencio (1960); Juan Carlos

1 Théâtre latinoaméricain contemporain, Paris, Actes Sud Papiers – Éditions Unesco, 1998 (contiene:
“Robe de mariée” de Nelson Rodrigues, “Soluna” de Miguel Ángel Asturias, “Collacocha” de
Enrique Solari Swayne, “Les envahisseurs” de Egon Wolff, “La nuit des assassins” de José
Triana, “Á la campagne” de Griselda Gambaro, “Les vieilles malles poussiéreuses…” de Car-
los José Reyes, “La passion selon Antigone Pérez” de Luis Rafael Sánchez, “Soirée culturelle”
de José Ignacio Cabrujas, “Les sauveurs” de Ricardo Prieto y “Photographie sur la plage” de
Emilio Carballido).
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Ghiano (1920-) y Narcisa Garay, mujer para llorar (1959); y Griselda Gambaro
(1928-), de la cual hablaremos después, a propósito de El campo. Estos
dramaturgos son herederos, a la vez del grotesco criollo y de las corrientes
europeas asimiladas después de la Segunda Guerra Mundial: el teatro del
absurdo y el teatro épico de Brecht, de preferencia.
Un grupo de autores que comenzó a estrenar pocos años después de los
precedentes está compuesto por David Viñas (1929-) Carlos Somigliana (1932-
1987), Roberto Cossa (1934-), Ricardo Talesnik (1935-), Patricio Esteve (1933-),
Sergio de Cecco (1931-), Eduardo Pavlovsky (1933-), Germán Rozenmacher
(1936-1971), Oscar Viale (1932-), Juan Carlos Gené (1928-) y Roma Mahieu
(1937-).
En todos los autores nombrados es dominante el interés por la realidad
argentina pasada y presente, acentuando fuertemente la crítica social, aunque
con medios expresivos diversos. Si en un comienzo hubo un enfrentamiento
entre las tendencias realista -representada por Gorostiza, Halac, Cossa,
Somigliana, Viale, entre otros- y no realista, encabezada por Griselda Gambaro
y Eduardo Pavlovsky, con el correr del tiempo y en el contexto histórico de las
sucesivas dictaduras, se produjo una progresiva interacción de los lenguajes
respectivos. Se puede así medir, por ejemplo, la distancia que separa Nuestrofin
de semana (1964) de LaNona (1977) o Elviejocriado (1980), todas de R. Cossa. La
misma comparación puede hacerse entre Lasparedes (1965), primera obra de G.
Gambaro, y Lamalasangre(1980)oMorgan(1989).
En la generación siguiente se destacan los dramaturgos Eduardo Rovner
(1942-), Mauricio Kartún (1946-), Roberto Perinelli (1940-), Jorge Goldemberg
(1941-) y, sobre todo, Ricardo Monti (1944-). En este último se puede ver
también una evolución muy marcada desde Una noche con el Señor Magnus e
hijos (1970) y La historia tendenciosa de la clase media argentina (1971) hasta Una
pasiónsudamericana (1989) y Laoscuridaddelarazón (1993, en verso), en el sentido
de una mayor complejidad del mundo representado y un alejamiento radical de
la estética realista.
El teatro argentino fue uno de los primeros de América Latina en lograr
una profesionalización parcial de autores, directores, escenógrafos y actores. En
forma paralela a la aparición de nuevos dramaturgos, han surgido numerosos
directores, cuya contribución ha sido indispensable para la elevación del nivel
teatral. Entre los más destacados: Jaime Kogan, Laura Yusem, Alberto Ure,
Ricardo Bartis, Alberto Félix Alberto, Roberto Villanueva, Omar Grasso, Carlos
Gandolfo, José Bove, Agustín d'Alessio y Francisco Javier, aparte los que han
hecho una brillante carrera internacional: Alberto Rody, Víctor García, Carlos
Giménez (muertos prematuramente), Jorge Lavelli, Alfredo Rodríguez Arias y
- 174 -
OSVALDO OBREGÓN

otros tantos.
El golpe militar de 1976 impuso al teatro una fuerte censura, además de
asesinar, encarcelar o condenar al exilio a numerosos teatristas. Como respuesta
a la represión se creó "Teatro Abierto" (1981), muestra de teatro argentino
organizada colectivamente, que tuvo un éxito de público sin precedentes.
Restablecida la democracia con la elección de Raúl Alfonsín (1983), el teatro se
ha dinamizado con la organización de congresos - en particular los del Grupo
de Estudios de Teatro Argentino (GETEA), de la Universidad de Buenos Aires -
y de festivales regionales, nacionales e internacionales, celebrados en la capital
federal y otras ciudades importantes, signo de una descentralización en
aumento.

GRISELDAGAMBARO:ELCAMPO(1968)
Es la culminación del primer ciclo de sus obras, comenzado con Lasparedes
(1965), seguida por El desatino (1966) y Los Siameses (1967), en que dominan
situaciones insólitas y paradógicas entre los personajes, sin un referente
espacio-temporal preciso. En la primera de ellas se configura una situación
kafkiana, en que el joven protagonista ignora las razones que lo ponen a merced
del Funcionario y del Conserje. Si el universo de Kafka es un claro antecedente
literario, sus primeras obras han sido vinculadas, en particular, con el "teatro
del absurdo", aunque la gravitación social sea mucho mayor que la existencial, a
diferencia de autores europeos como Ionesco y Beckett.
En sus obras posteriores: Nadaquever (1972), Sucedeloquepasa (1976) y La
Malasangre (1982), los personajes principales no se encuentran en una situación
sin salida tan radical como antes, aunque lo grotesco predomine siempre como
estilo. Esta evolución puede explicarse como respuesta a los años de dictadura
(1976-1983). En Decirsí, excelente obra en un acto estrenada en Teatro Abierto
1981, la pasividad de uno de los dos personajes lo conduce a la muerte, en tanto
que en Antígona furiosa (1987), de tono trágico, reactualiza el mito griego de
exaltación de la libertad y denuncia de la tiranía.
El campo está dividida en cinco escenas que se desarrollan sin
interrupción. La acción está centrada en tres personajes principales: Franco,
Emma y Martín. La autora aplica la técnica de la focalización utilizada por la
narrativa para mostrar las situaciones desde el punto de vista de Martín, recién
llegado aparentemente a ese lugar (institución, empresa...?) para prestar sus
servicios de contador. Ha comenzado por entrevistarse con el responsable,
llamado Franco, el cual viste uniforme nazi.
Martín percibe, a ratos, situaciones inquietantes (voces de niños, ladridos,
gemidos), que no sabe cómo interpretar. Además, su relación con Franco es
- 175 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

tirante, en el límite de lo soportable en ciertos momentos. Éste se comporta, a


veces amablemente y otras de manera hostil o francamente agresiva.
Hasta la llegada de Emma, la ambigüedad de la situación, de la atmósfera
que pesa sobre "el campo" es máxima. La presencia del único personaje
femenino aclara en parte la naturaleza siniestra del lugar y la verdadera
identidad de Franco. Emma presenta, tanto en su cuerpo como en su estado
psíquico, las huellas indelebles de su martirio (marca de fuego sobre el brazo,
mano herida, cabeza rapada, tics, picazón crónica, pérdida de la memoria...). Se
encuentra en un estado de alienación de su personalidad, totalmente dominada
por Franco, dueño en todo momento de la situación. Sin embargo, Martín no
parece percibir cabalmente los hechos, aunque demuestre a veces cierta
perplejidad ante Emma.
Desde la perspectiva del lector / espectador - perplejo también al comienzo
- la situación comienza a aclararse (relativamente), ya que puede captar el
contraste manifiesto entre las presencias físicas de Martín y Emma, así como la
naturaleza del lugar, un "campo...de concentración". Aparte la simulación de
Franco y de los propios desmentidos de Emma, ésta ha experimentado allí
todos los sufrimientos, humillaciones y torturas imaginables. Es un "producto"
ya acabado del sistema carcelario, de aniquilación casi completa. En cambio
Martín parece sólo comenzar ese mismo proceso, que lo llevará también
progresivamente a su eventual destrucción.
Podemos perfectamente imaginar el trágico destino que espera a Martín,
sometido al final de la obra a la prueba de la marcación a fuego, que lo
identifica con un número y lo integra ya "oficialmente" al campo
concentracionario.
¿Qué puede explicar la ingenuidad o la ignorancia de Martín frente a
Franco y la situación que está viviendo?. Hay indicios, en ciertos momentos de
la acción, de un estado amnésico de Martín, hechos que apenas recuerda, de
niños que se van: "Yo vi fotos una vez, chicos que marchaban"2 (p. 240). Se
trataría de un trauma causado por las primeras torturas o por el efecto de
alguna droga. Estos síntomas amnésicos resultan aún más perceptibles en
Emma, que confunde repetidamente a Martín con Franco.
Podemos suponer que el recién llegado estaba en una antesala del "campo"
antes de entrar a escena, aunque él dé una versión "normal" de su presencia allí;
y pensar que su actitud es producto de la enajenación provocada por los

2 Todas las citas referentes a “El campo” y “Una pasión sudamericana” remiten a la antología Teatro
argentino contemporáneo (Gerardo Fernández, coordinador), Madrid / México, Centro de Do-
cumentación Teatral / Fondo de Cultura Económica, 1992, 1205 p. Al final de la cita sólo se se-
ñala el número de página entre paréntesis.
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OSVALDO OBREGÓN

interrogatorios y torturas.
No se trata en El campo -como es habitual en el teatro de estructura
aristotélica- de un conflicto que oponga fuerzas opuestas, antitéticas, sino de
mostrar seres humanos atrapados en un sistema represivo implacable, cuyas
esperanzas de escapar indemnes son nulas, como lo prueba el estado de Emma.
Martín opone todavía una débil resistencia a Franco y al sistema carcelario,
en la medida en que no esconde sus pensamientos o intenciones. Sus reacciones
son las únicas que poseen espontaneidad. Su conducta contrasta precisamente
con la de Emma y de Franco, que actúan con sus máscaras respectivas. Se
interesa por lo que ocurre a su alrededor, formula preguntas y, sobre todo,
dedica especial atención a Emma, mostrando una humanidad completamente
ausente de "el campo".
Si los ruidos que provienen del exterior le inquietan progresivamente, la
situación particular de Emma, su estado físico y psíquico, le crean un malestar
que se va intensificando a través del desarrollo dramático. En sus escasos
momentos de lucidez, Emma esconde sus verdaderos sentimientos por temor a
Franco y al sistema del cual es víctima.
La picazón constante que la atormenta en todo su cuerpo exterioriza su
psiquis enajenada. Un componente importante de su estado es considerarse una
eximia concertista de piano (¿lo fue realmente en el pasado?), lo que da lugar a
la burla grotesca de su concierto en la Escena 3.
Otro rasgo de su trastorno psíquico es la pérdida parcial de su memoria y
la dificultad de retener los nombres de las personas que conoce. A Martín le
confunde con Franco y hace grandes esfuerzos al final por aprender el nombre
del primero. En el momento en que Martín va a ser marcado a fuego, grita
desesperadamente su nombre, identificándolo y reconociendo en él una nueva
víctima del sistema.
Su instinto de conservación determina en ella una actitud aparentemente
amistosa hacia Franco, que le sigue perfectamente el juego. Ni aun a solas con
Martín se atreve a denunciar a su verdugo, tal vez por desconfianza visceral
hacia cualquier persona. La ocultación de su situación pasada y presente forma
parte de los mecanismos defensivos adquiridos en "el campo". Cuenta a Martín,
por ejemplo, cómo son las cacerías practicadas por Franco, elogiando las
virtudes deportivas de "su amigo de la infancia". Emma contribuye a
enmascarar la situación de la cacería humana que se produce en "el campo",
presentándola a Martín como una cacería animal. Franco, al llegar desde el
exterior, obliga a Emma a mirar el producto de la cacería: "pelos, uñas, piel,
cuero, todo" (p. 276); "Algunos dientes recuperables" (p. 277), lo que no permite
a Martín.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

La caracterización de Franco es, sin duda, un acierto, ya que su


comportamiento encubre, en general, su verdadera condición. En varios
momentos de la obra se muestra amable, bondadoso, comprensivo, de manera
contraria a lo que es. Sin embargo, esta máscara positiva es desmentida en
algunas secuencias por una agresividad apenas disimulada o claramente
manifiesta hacia Martín y Emma. Su agresividad se descarga físicamente o
verbalmente. Es el único en emplear palabras y expresiones groseras: "¡Un
desorden de puta!"; "¡Ese uniforme de mierda!"; "¡Se armó un embrollo de
puta!".
Franco encarna el poder absoluto en ese extraño lugar. Controla
perfectamente las situaciones y los personajes con los cuales trata. Martín le
opone resistencia, discute con él y no se pliega enteramente a su voluntad. Por
el contrario, Emma le obedece servilmente y se deja manipular por él de manera
resignada.
Las escasas referencias históricas permiten situar la acción en un período
coincidente o posterior a la guerra de Vietnam, es decir, en el contexto de la
"Guerra fría", pero en ningún momento "el campo" es situado espacialmente.
Los decorados de las escenas representan espacios interiores, cerrados. El
mundo exterior, vedado para Martín, sólo se percibe mediante las alusiones de
Franco y Emma, así como por las sonoridades diversas que penetran al interior:
ladridos, gemidos, cantos, tableteo de ametralladoras, creando un clima
inquietante, amenazante.
Algunos indicios caracterizadores del lugar evocan los campos nazis de
concentración, como metáfora de todo sistema opresivo: dictaduras
latinoamericanas o regímenes totalitarios de cualquiera índole. En la Escena 3
del concierto, una de las acotaciones es explícita en cuanto a los habitantes del
"campo": "Entra una fila de S.S., uniformes impecables, botas relucientes.
Detrás, un grupo de presos, astrosos, salidos realmente de un campo de
concentración. Visten el uniforme característico." (p. 261)
En Elcampo se condensan con particular intensidad algunas constantes del
teatro de Griselda Gambaro: ambigüedad y deshumanización del mundo
representado; crueldad extrema de las relaciones entre los personajes -sin
recurrir a escenas truculentas- en donde la agresividad es algo subyacente;
humor negro y uso de la parábola para mostrar una realidad que trasciende lo
puramente local y concreto.
Fue estrenada el año emblemático de la contestación estudiantil (1968), un
lustro antes del inicio de las feroces dictaduras militares del Cono Sur, como
una verdadera premonición de los hechos que sumieron a Argentina en una
verdadera pesadilla (censura, torturas, desaparecidos...). La favorable recepción
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OSVALDO OBREGÓN

en su país y la repercusión internacional lograda por El campo confirman su


lugar de privilegio en la dramaturgia latinoamericana.

RICARDOMONTI:UNAPASIÓNSUDAMERICANA(1989)
Lo esencial del texto se compone de un "Prólogo" y un solo acto,
precedidos de un largo esbozo sobre los personajes, el lugar y el tiempo de la
acción, con carácter para-textual. En el breve "Prólogo" sólo participa en la
acción el grupo de personajes, denominado "Los Locos": Farfarello, San Benito,
Murat, Estanislao y Bigua. Éstos poseen una función generalmente coral en el
único acto, con la excepción de Farfarello, a la vez Corifeo e interlocutor
importante del Brigadier, conjuntamente con el Edecán.
Los Locos constituyen, por su comportamiento, un grupo excéntrico y
esperpéntico, guiado por Farfarello, representación bufonesca de un músico
napolitano. Por lo menos tres de ellos tienen un estatuto genérico: Farfarello, el
artista; San Benito, el clérigo; y Murat, el militar.
En el "Prólogo", Farfarello invoca a la Virgen María mediante una canción
litúrgica del Sur de Italia ("Madonna de la Grazia"), en tanto que San Benito
entona salmos en latín, Murat da órdenes de guerra y Estanislao se muestra
obsedido por el agua. Las palabras y actitudes de cada uno de ellos no guardan
entre sí ninguna coherencia y, sin embargo, esta introducción anuncia ya
algunos elementos esenciales de la estructura de la obra: lo religioso y lo bélico,
por una parte; el juego intertextual y la utilización de idiomas diversos, por la
otra. Da también el tono general, que mezcla constantemente lo serio (lo grave y
aun lo místico) con lo cómico y lo grotesco.
El acto único se apoya en el contrapunto de dos líneas temáticas
fundamentales: la guerra civil, el enfrentamiento inminente de dos ejércitos y la
trágica historia de los enamorados: Camila y el Cura, que esperan ser juzgados
por el Brigadier. En ambos casos la ficción tiene correspondencias históricas
precisas: la guerra entre unitarios y federalistas a mediados del s. XIX en
Argentina y el episodio real protagonizado por Camila O'Gorman y el cura
Ladislao Gutiérrez, condenados a muerte por el Dictador Rosas en 1848.
Sin embargo, las referencias espacio-temporales son mínimas en la obra, ya
que Monti no ha tenido, en absoluto, la intención de componer un drama
histórico, en estricto sentido. El calificativo de "Misterio" - género teatral
medieval, dado por su autor a Una pasión sudamericana - es suficientemente
explícito para orientarnos en cuanto a sus propósitos.
En el contrapunto ya señalado, tanto la guerra como el caso de los amantes
prisioneros, están tratados dramatúrgicamente de manera singular. La figura
del jefe militar (Brigadier) y la de sus acólitos (Edecán y Escribientes) ocupan la
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

escena durante una pausa en las acciones de guerra - horas de la noche, antes
del amanecer - y sólo a veces se percibe el mundo exterior de los combates. En
cambio, la pareja de jóvenes enamorados nunca aparece en escena y el episodio
es sólo evocado intermitentemente y de manera fragmentaria por el Edecán, el
Brigadier y los Escribientes, en este último caso, en la lectura de los documentos
que manejan (carta del padre de Camila, informe policial sobre los amantes...).
Pero la estructura se hace aún más compleja con la participación de Los
Locos, con sus comentarios, representaciones, sueños y fantasías acerca de la
guerra y del amor. El juego intertextual se realiza en gran medida gracias a
ellos, cuya actuación bufonesca le imprime a la acción dramática un sello
particular. Prisioneros del Brigadier, éste tolera sus extravagancias e
impertinencias como otrora el Rey aceptaba las de sus bufones.
Farfarello se permite opinar ante el Brigadier sobre los dos temas
esenciales de la obra: lo absurdo de la guerra y la fuerza incontrolable del amor,
hijo "de la oscuridad y el sueño", a propósito de los enamorados. El Brigadier
acepta que Farfarello conduzca el juego, guiado por la fantasía de éste: "Avante,
ilustre italiano, podés armar tu teatro de sueño. ¿Cómo empieza la comedia?"
Farfarello: "En el infierno. Así debe ser" (p. 1042). A partir de ese momento
comienza un juego intertextual con La Divina Comedia, en que las sucesivas
etapas de la acción corresponden también al "Infierno", "Mundo", "Purgatorio" y
"Paraíso" dantescos.
Pero la intertextualidad se hace aún más densa, ya que Monti integra
también estrofas de la Egloga IV de La Eneida de Virgilio, textos de los
argentinos Sarmiento, Alberdi y José Mármol y una paráfrasis del "Cantar de
los Cantares", plena de sensualidad, a propósito de la pareja de amantes.
Mediante Los Locos el autor introduce el recurso del "teatro dentro del
teatro". Farfarello y su "troupe" representan, a su manera, la historia de Camila,
adjudicándose los diferentes roles: El Cura (San Benito), Camila (Estanislao), El
Padre (Murat) y La Madre (Bigua). Monti se permite las mayores audacias con
las intervenciones sucesivas de Los Locos, al hacerlos oscilar continuamente
entre la vigilia y el sueño, la cordura y la locura, la realidad y la irrealidad
dentro de la ficción.
El tema de la locura desborda sobradamente el ámbito de Los Locos. El
Brigadier califica sistemáticamente de "loco" a su principal enemigo, el jefe del
ejército contrario. El Edecán, presentado como un anciano venerable, principal
interlocutor del Brigadier, le confiesa a éste su "hambre de iluminación" y de
trascendencia. Se muestra poseído por una locura mística que no se aviene con
su papel de hombre de confianza del jefe guerrero y político.
Para Farfarello, "la locura del amor" se apoderó de la joven pareja, como
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OSVALDO OBREGÓN

una fatalidad, como obra diabólica. Y este mismo personaje habla de esa guerra
como algo irracional, en que todos se matan entre sí, exclamando: "Dio, Oh Dio,
quando terminar questo sogno, questo sogno di assassini." (p.1036)
A propósito de la guerra civil, el autor aborda uno de los temas capitales
de la sociedad americana de la segunda mitad del siglo XIX: "civilización contra
barbarie", caro a Sarmiento (unitario), enemigo acérrimo de Juan Manuel de
Rosas (jefe federalista), en quien Monti se inspiró muy libremente para
componer su Brigadier.
Según la posición dominante entre la mayoría de los intelectuales de la
"América Meridional", la civilización por excelencia era la europea, en tanto que
la barbarie estaba representada preferentemente por los pueblos originarios del
continente. De allí la política de inmigración europea masiva patrocinada por
diversos gobiernos americanos, con fines de desarrollo "civilizador" y
posibilidades de mestizaje.
El Brigadier reivindica también estas ideas en la carta dictada al General
Flores, cuidadoso de no ser asimilado a la barbarie por sus oponentes. Esto
explica, en gran parte, su orden de ejecutar a los enamorados para que ello sirva
de escarmiento a quienes desafían las normas de la cordura y la moral: "Fueron
demasiado naturales (...). Con esto el Loco va a saber que yo también soy un
civilizador..." (p. 1095). La razón debe imponerse a la pasión, cueste lo que
cueste, aunque en el fondo de su ser, el Brigadier tenga simpatía por la joven
pareja. Al final, en un gesto significativo, abriga con su poncho al hijo recién
nacido de Camila.
La comparación Europa /América Meridional aparece también en otros
momentos de la obra. La referencia a Inglaterra como potencia mundial, que
mueve los hilos de la política en el Nuevo Mundo es muy explícita, sobre todo
en la escena farsesca de la entrevista del Embajador inglés Canning - inspirado
en el personaje real, pero anterior cronológicamente - con el Brigadier.
La caracterización del Embajador es totalmente opuesta a la exigida por su
rango, ya que se muestra sucio de aspecto y grosero de actitudes y lenguaje,
resultando así ridiculizado. Amenaza con represalias por parte de su país, a
causa de los robos de mercadería inglesa en el puerto de desembarco. Durante
la entrevista es constantemente hostigado por Los Locos.
El recurso de animalización es aplicado a varios personajes secundarios,
despojados así de verdadera humanidad. Canning "Es un grueso toro, vulgar,
borracho y sucio" (1024): los Escribientes son "polillas" o "sabandijas"; Bigua se
comporta como un perro y Murat tiene "ojos de víbora".
Barrabás es un personaje aparte, rodeado de misterio, que sólo actúa por
presencia. Descrito como un gaucho de "enorme estatura", habitado por "el
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

furor homicida y la demencia". Corresponde su caracterización a una de las


representaciones literarias del s. XIX, con los rasgos de salvaje, libre,
incivilizado, incontrolable, asimilado también a la barbarie (Ver Facundo de
Sarmiento, por ejemplo).
En la obra, el gaucho Barrabás tiene un carácter emblemático. Encadenado
todo el tiempo, al final es el Brigadier quien lo libera de sus cadenas,
demostrando con este gesto que cree en el destino del gaucho en el marco de la
sociedad en construcción. Su nombre se integra a la red de referencias bíblicas,
evocando el criminal crucificado junto a Cristo, que necesita ser redimido.
En el plano puramente formal y lingüístico, Una pasión sudamericana
integra materiales muy diversos: canciones, poemas, cartas, informe policial...
Alterna la prosa y el verso, da cabida aparte del español, a otros idiomas, según
los personajes y situaciones, sin que resulte arbitrario y comprometa la
comprensión de los hechos. Gran parte de las acotaciones posee un valor
narrativo (como en el teatro de Valle Inclán), que hacen más agradable la
lectura de la obra y que plantean el problema de su pérdida o rescate en las
eventuales puestas en escena.
En suma, se trata de un texto dramático heteróclito por la diversidad de
sus componentes y la variedad de registros, que maneja con gran libertad los
géneros épico, lírico y dramático. Pasa con facilidad y fluidez de lo social a lo
existencial, de lo sensual a lo místico, de lo grave a lo bufonesco, de lo religioso
a lo profano.
...............
Sin ninguna pretensión de exhaustividad, podemos establecer algunas
conclusiones. Se trata de dos textos antológicos en el marco del teatro argentino
y latinoamericano, por la excelencia de su construcción y la profundidad en el
desarrollo de sus temas. En ambos casos se trata de una poética no realista,
opción muy temprana de G. Gambaro, en tanto que para Monti es una marca
más tardía en su evolución creadora. Esta opción no excluye sin embargo una
visión crítica implacable del contexto político y socio-económico, a la par que
engloba la dimensión existencial de la condición humana. La obra de Monti está
más anclada en la historia sudamericana por sus referentes espacio-temporales,
en cambio la de G. Gambaro sitúa la acción primero en un “campo
indeterminado”, que después adquiere connotaciones nazis, como metáfora de
la situación argentina o latinoamericana. La atmósfera oprimente de El campo
produce extrañeza, perplejidad, dominada por la crueldad y el humor negro, en
cambio Una pasión sudamericana adopta una mezcla tragi-cómica, en que el
humor es francamente bufonesco. En fin, globalmente, es notable la calidad
estética de ambas obras, cuya vigencia permanece aún intacta en el plano
- 182 -
OSVALDO OBREGÓN

internacional.
Se podrá advertir, en consecuencia, que la dramaturgia argentina
contemporánea sigue estando estrechamente ligada a los problemas
circunstanciales o permanentes de las sociedades respectivas, tradición que se
remonta a los comienzos del período republicano. La proliferación del teatro
"histórico" o de "inspiración histórica" es otra forma de establecer analogías
entre el pasado y el presente o un medio de encontrar filiaciones e indagar
acerca de la identidad de los pueblos respectivos o acceder, incluso, a lo más
profundo de la condición humana.

BIOBIBLIOGRAFÍAMÍNIMA

GriseldaGambaro(1928)
Dramaturga, novelista y cuentista, su teatro ocupa un lugar de importancia en
América Latina. Sus primeras obras fueron situadas en la línea del “teatro del absurdo”,
aunque el carácter social sea tan o más importante que el aspecto existencial. Los
estrenos en el extranjero en diversos idiomas se han multiplicado durante estos últimos
decenios y ha recibido numerosas invitaciones en países de Europa y América. Varios
premios le han sido otorgados en Argentina, entre ellos el Premio Argentores, el de los
Investigadores y críticos de teatro y el Nacional de Teatro. Paralelamente a su
producción teatral, ha publicado varias novelas: Madrigal en ciudad (1963), Una felicidad
conmenos pena (1967), Nadaqueverconotrahistoria (1972), Ganarselamuerte (1976), Diosno
nos quierecontentos (1979), Loimpenetrable (1984), entre otras. Obtuvo la beca Guggenheim
por su obra narrativa (1981-1982).

Obras principales de su teatro: Eldesatino (1965), Lossiameses (1967), Elcampo (1968),


La malasangre (1982), Antígonafuriosa (1986), Morgan (1989), Penassinimportancia (1990),
Informaciónparaextranjeros (1992).

Sobre el teatro de G. Gambaro.


CASTELLVI DE MOOR, Magda C.: “El teatro de Griselda Gambaro: vanguardismo y
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Yurkievich, ed.), Madrid, Alhambra, 1986.
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Ediciones de la Universidad de Concepción, 1994.
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University of Texas Press, 1976.
MAZZIOTTI, Nora (ed.): Poder, deseo y marginación. Aproximaciones a la obra de Griselda
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José Triana, Ottawa, Ontario, Girol Books, 1989.

RicardoMonti(1944)
Dramaturgo, director y guionista de cine, en plena progresión de su creatividad, se
ha convertido en una figura irreemplazable del teatro argentino actual. Cursó estudios
de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, pero prefirió aventurarse en el
medio teatral, difícil e incierto, aun en una gran metrópolis como Buenos Aires. Sus
primeras obras, estrenadas en los años ’70 y comienzos de los ’80, tienen la marca
ostensible de aquel tiempo, un período de gran agitación política y social en los países
del Cono Sur de América. Con Unapasiónsudamericana, el teatro de Monti entró en una
nueva fase evolutiva, que se prosiguió con Asunción y La oscuridad de la razón, en el
sentido de utilizar deliberadamente formas teatrales arcaicas, con textos más complejos y
ambivalentes, en que se funden historia y mito. Con motivo del estreno de sus obras ha
sido invitado a diversos festivales internacionales con sede en Caracas, Nueva York,
Montevideo y Stuttgart. Monti ha sido distinguido con numerosos premios: Argentores
(varias veces), Carlos Arniches, María Guerrero, Pepino el Breve y Premio Nacional por
Unapasiónsudamericana, entre otros.
Obras principales de su teatro: UnanocheconelseñorMagnusehijos (1970), Historia
tendenciosadelaclasemediaargentina (1971), Marathon (1980), Lacortinadeabalorios(1981),
Unapasiónsudamericana(1989),Laoscuridaddelarazón(1994),Rayuela(1994, adaptación
de la novela de J. Cortázar).

Sobre el teatro de R. Monti


ARLT, Mirta: “Los ’80 --Gambaro-Monti-- y más allá”, Latin American Theatre Review
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Fernández (ed.) Teatro contemporáneo argentino (Antología), Madrid, Centro de
Documentación Teatral / Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 1015-1021.
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(UBA), Buenos Aires, 1990, pp. 19-21.
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Instituto de Artes Combinadas, VIII, Facultad de Filosofía y Letras (UBA), Buenos
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Sobre historia del teatro argentino.


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PELLETTIERI, Osvaldo (dir.), HistoriadelteatroargentinoenBuenosAires.Laemancipación
cultural(18841930), Vol. II, Buenos Aires, Galerna / Facultad de Filosofía y Letras
(UBA), 2002.
PELLETTIERI, Osvaldo (dir.), Historia del teatro argentino en Buenos Aires: la segunda
modernidad(19491976), Vol. IV, Buenos Aires: Galerna, 2003.
PELLETTIERI, Osvaldo (dir.), HistoriadelteatroargentinoenBuenosAires.Elteatroactual
(19761998), Vol. V, Buenos Aires, Galerna / Facultad de Filosofía y Letras (UBA),
2001.
PELLETTIERI, Osvaldo (dir.), Historia del teatro argentino en las provincias (coord. de
Patricia Fischer, Grisby Ogás Puga y Martín Rodríguez), Vol. I, Buenos Aires:
Galerna, 2005.

OSVALDOOBREGÓN
Université de Franche-Comté (Francia)

- 185 -
TRANSFORMACIONESDELIMAGINARIOENRUBÉNDARIO:
CISNE,CARACOLOPEGASO

La evolución de Darío desde el Romanticismo al Modernismo y de éste a la


Vanguardia se realiza mediante una clara valoración y evocación de los senti-
dos. La propensión al gozo de los sentidos, como recuerda José Emilio Pacheco,
tiene su raíz en el movimiento positivista que incide directamente en el arte y
produce un cambio en el concepto artístico. De igual modo lo había de recordar
Rodó en 1899 "reacción que, partiendo del naturalismo literario y del positi-
vismo filosófico les conduce, sin desvirtuarlos en lo que tienen de fecundo, en
concepciones más altas"1. A este respecto en el año 1952 Paul Henry Lang coin-
cidía en la misma opinión, si bien destinada a la música: "Desde el subjetivismo
del Sturm und Drang se yergue otra fase de humanidad que, juzgada por su
tendencia, no podría sino denominarse objetiva"2.
Darío defiende un concepto de arte que mantiene la idea de iniciación y
revisión de los textos precedentes. Un hecho que resulta paradigmático en la
revisión poética que realiza de su obra en los volúmenes:"Muy siglo XVIII"
"Muy antiguo y muy moderno" con "Y una sed de ilusiones infinitas", títulos
que dan origen a los tres libros que, desde 1914, reúnen casi toda su producción
lírica. Revisión que también delata la modificación de algunos títulos como es el
caso de "Marina" - ProsasProfanas-que pasa a titularse "El viaje a Citeres" - Muy
sigloXVIII-.
El estudio del arte en Rubén Darío es un lugar recurrente3. Desde el año 89
he desarrollado una serie de investigaciones sobre la idea de recreación artís
tica, en la que influyen los dos conceptos previamente expuestos: laobjetividad
como cambio respecto al concepto artístico, -que hace irrumpir a la imagen, en
todas sus modalidades, como confirmación y complemento de la palabra-, y la
revisión poética que el propio autor realiza de su obra. En este aspecto cabe
añadir la consciente y obligada iniciaciónpoéticadellector. En la construcción
del símbolo dariano intervienen ciertas técnicas entre ellas la ya citada de la

1 Rodó. Obrascompletas. Montevideo, Barreiro y Ramos, 1956. t.II, pp.101-102


2 XI Conferencia Kenyor, Sassar college, 12 noviembre 1952.
http://www.hist.puc.cl/programa/documentos/Lectura.pdf
3 El estudio del arte en Darío no es algo nuevo, a los ya clásicos de Lopez Estrada, Marasso y Gu-

llón, cabe añadir los recientes de Sainz de Medrano, respecto a la pintura y Juana Martínez
Gómez, respecto a la música, expuestos por primera vez durante el curso de verano que pro-
puse en El Escorial sobre Imagen y Literatura, y publicados o en vías de publicación. poste-
riormente. Mi aportación en este caso se centra en ciertas apreciaciones que, partiendo de es-
tos estudios, pueden llegar a completar la visión dariana.
- 186 -
ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

recreación del pasado, a la que se refirió Ricardo Gullón y más adelante Angel
Rama, a la que cabe añadir la que consigné como autorreferencia, en los térmi-
nos de G. Durand -sistertextuality de acuerdo con la terminología de Linda
Hutcheon, en aquel año de 1994-.
En el caso del modernista su conciencia de la intertextualidad personal, o
autorreferencia, es esencial puesto que marca la diferencia más clara con los
románticos. Es el logro de la libertad del arte unida a la del genio que procla-
man los modernistas, y que evoluciona desde el concepto de libertad personal
de los románticos.
Esta libertad elimina cualquier tipo de copia o imitación, incluida la de la
naturaleza o la de los mitos, y se aplica con respecto al arte en dos aspectos que
son claves esenciales en la formación de su imaginario y que configuran los dos
ejes sobre los que he de basar este ensayo:

LARECREACIÓNDELPASADOARTÍSTICO.LAAUTORREFERENCIA
Dos sistemas de creación lírica que, en este caso, voy a aplicar a las artes
plásticas. Con respecto a la recreacióndelpasado nos remite a la función que
adopta el artista, más que creador, vate, o enviado, como recordaba Gutiérrez
Girardot. Situación que implica determinados cambios: es el caso de la mitolo-
gía. Los mitos pueden ser transformados por el autor, o convertirse él mismo en
un mito, como en "La Ninfa" o “El pájaro Azul”, de la misma colección. Recrea
mitos pero también puede recrear el arte en cualquiera de sus modalidades, la
pintura, la música o la literatura. E incluso se puede aplicar a la historia. En
cuentos como La muerte de Salomé, reforma la historia sagrada y convierte al
collar en el propio verdugo de la bailarina.
Desde sus primeras textos la relación con la pintura y la música es clave.
"Wagnerianas", uno de los poemas iniciales, se funda en la asistencia de Rubén
Darío a la representación de Sarah Bernardt4, cuando contaba diecinueve años,
y que más adelante rememora y repite en "Teatros".
La novedad que nos ofrece Darío en Azul se encuentra en la relación con el
parnasianismo y sus modelos. Como movimiento el parnasianismo le pone en
contacto con la pintura, relación que jamás abandona a lo largo de su obra. Los
libros, incluso la literatura infantil, recogen grabados y pinturas de los prerra-
faelitas, como en el caso de L. Rackham. Esta inclusión de la pintura y el gra-
bado en los libros puede dar alguna respuesta a preguntas como la inclusión del
concepto de Año lírico. Si aplicamos el patrón de la pintura no solo a los escritos

4 Su fascinación le lleva a seguir a la actriz hasta Valparaíso y asistir a la representación de Rome


vaincue
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

de Azul, sino a la propia organización del calendario, el orden que establece


Darío cobra cierto sentido. En estudios anteriores5 señalé que cada uno de los
cuentos de Azul responde a un tipo de literatura concreto, realismo6, romanti-
cismo, cuento mítico, etc.
Estas tipologías literarias se unifican bajo el eje de la narración breve, al
tiempo que se insertan en una obra, Azul, caracterizada por la mezcla de géne-
ros -cuento, ensayo lírico, poesía- sin otra relación entre ellas que el propio es-
tilo "modernista" del autor. Sin embargo, el eje de unión entre estos cuentos
que, como he indicado se refieren a una tipología cultural y literaria, se en-
cuentra en el concepto de Recreación y justificaría la situación de la poesía en el
conjunto de la obra como culminación de este largo proceso. "El año lírico", a su
vez, responde a una serie de épocas literarias, de manera que "Estival" se rela-
ciona con el Barroco, de igual modo que "Primaveral" nos remite al Renaci-
miento, con esa llamada de cantiga de amor y "Autumnal" al Romanticismo,
por el que Darío sentía cierta predilección. "Invernal" parece identificarse con la
etapa más cercana a Rubén en este momento, el Rococó -o en su defecto el Mo-
dernismo-, que incluye el espacio urbano7 y las escenas de interior, junto con el
motivo recurrente de las fiestas galantes que fue el tema predilecto de Watteau
y que tanta repercusión tuvo en Verlaine. Pero lo que me interesa destacar es la
relación de este "Año lírico" con las representaciones pictóricas del año a ma-
nera de calendario, como ocurre con Joseph Cott, Delacroix, Watteau o el propio
Moreau, quienes personifican en sus cuadros a las cuatro estaciones. El hallazgo
de Darío se encuentra en la aplicación de dichas representaciones a una época
literaria concreta. Un descubrimiento que no se le pasó por alto a Valle Inclán
quien lleva a cabo este mismo proceso de época literaria, eso sí, española, en sus
Sonatas8. Las diferencias se establecen en el pesimismo con que Valle Inclan

5"Recreación del pasado y representación en la obra de Rubén Darío", AnalesdeLiteraturaHispanoa


mericana, n.º 18, 1989, pp. 263-278. “Recreación e iniciación: la imagen como consecuencia da-
riana”, Analesdeliteraturahispanoamericana, n.º 24, 1995, pp. 181-188.“Al paso de Darío: símbo-
lo iniciático y acceso a la Vanguardia” RubénDarío.EstudiosenelCentenariodeProsasProfanas,
Alfonso García Morales(ed.), Sevilla, Universidad de Sevilla, 1998, pp. 189-216
6 Vargas Llosa en su tesis de licenciatura señalaba, por ejemplo, que en el caso de "El Fardo" Darío

percibió su negación para escribir este tipo de literatura por lo que se orientó hacia el modelo
francés parnasiano. BasesparaunainterpretacióndeRubénDarío(tesisuniversitaria.1958). Ed. y
prólogo de A. Mudarra. Lima, Universidad Mayor de San Marcos, Instituto de Investigacio-
nes Humanísticas, 2001.
7 A. Salvador, “El impuro amor de las ciudades”

8 Cfr. R. Oviedo. "José Fernandez y el Marqués de Bradomín: el amor, un objeto de recreación litera-

ria" ErosLiterario. IV Coloquio. Acción integrada. Universidades Complutense - Toulouse-Le


Mirail. Madrid, 19-21 de diciembre 1988. ACTAS. 1989, pp. 149- 157 “Tirano Banderas. Edi-
- 188 -
ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

finaliza su serie (Sonata de invierno), bajo el dominio de la Iglesia y las luchas
civiles, mientras que en Rubén Darío se percibe un contenido sentimiento de
esperanza9.

Watteau

Las estaciones son un tema constante en la pintura, sobre todo en Dela-


croix, pero también en Watteau, una tradición que procede de los calendarios y
de la afición al grabado y a la imagen por parte de la cultura decimonónica (A.
Rackam)

ción y configuración de un tópico” en ConAlonsoZamoraVicente:Lalengua,laacademia,lopopu


lar,losclásicos,loscontemporáneos.Alicante. Universidad de Alicante. 2002,pp. 913-922
9 Cfr. “Baudelaire y Darío: La isla en el simbolismo”. Laislaposible. Ed- de JC Rovira, C. Alemany, R.

Mataix. Alicante, Universidad de Alicante, 2001. Pp. 421-430


- 189 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

J. Cott. Primavera Burne Jones. Verano

Watteau.Ceres.Verano Watteau. El invierno

Darío en los poemas de "El Año Lírico" recrea un modelo pictórico que
adapta a la literatura, al modo parnasiano y se adentra en el proceso de autorre-
ferencia desde otra écfrasis: "En Chile, en busca de cuadros" donde el cisne será
un motivo esencial para su evolución posterior. Avala este proceso de recrea-
ción pictórica mediante la palabra el famoso poema en prosa: "Un retrato de
Watteau". Al analizar los cuadros del pintor francés del Rococó, conocido como

- 190 -
ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

pintor de las fiestas galantes10, sorprende la erudición de que hace gala Darío,
ya que opta no sólo por la escena galante que le caracteriza, sino por esa faceta
menos conocida, como es la alcoba, presente también, aunque en menor cuan-
tía, en los cuadros de Watteau. Una preferencia por este autor que se justifica
así mismo por ser uno de los pintores en los que el baile y la música tienen un
trato especial.

Watteau. El aseo El aseo intimo

En "Un retrato de Watteau" (Azul), Rubén Darío, al igual que hiciera Gutié-
rrez Nájera en su poema "La duquesa de Job", se adentra en la habitación de la
mujer: "Estáis en los misterios de un tocador. Estáis viendo ese brazo de ninfa,
esas manos diminutas que empolvan el haz de rizos rubios". Por otra parte, la
descripción del vestido, efectivamente, nos lleva a otras pinturas en las que re-
cuerda el amplio faldellín y los zapatos rojos, que, curiosamente, no suelen apa-
recer en los retratos de Watteau porque habitualmente la larga vestidura los
tapa, excepto en la intimidad de la alcoba.
Por otra parte, aunque de forma esporádica, Watteau introduce un ele-
mento esencial para la poética inicial de Darío y también para la poética de su
última etapa, la representación de escenas cotidianas que alternativamente se
reflejan en Azul.La inclusión de ese espacio íntimo de la mujer avala a su vez
esta preferencia por la cotidianeidad, que señala el principio y el final del mo-
dernismo, como podemos ver tanto en Gutiérrez Nájera como en Gabriela Mis-
tral o López Velarde.

10 cuya influencia llegará hasta ProsasProfanas, en "Era un aire suave".


- 191 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

La pretensión de Rubén Darío en el texto es recrear a través de su pluma


otra escena galante, al igual que en la escena de "El baile en el pabellón" o en
"La flauta", donde el haz de luz que recibe la figura de la mujer la convierte en
el foco de atención de quien la contempla. En la prosa de Rubén la mujer atrae
hacia sí la mirada si bien añade el movimiento frente al estatismo obligado de la
pintura.

Baile en el pabellón del jardín

- 192 -
ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

Si profundizamos en alguno de los poemas, encontramos también en la


pintura la justificación del topoi dariano de los tigres en "Estival". Animales
presentes en los cuadros de Delacroix11, pero también en los de Jean Louis Ge-
rome. En ambos, los tigres pasan de ser elementos de un paisaje a convertirse en
un verdadero tema, como corresponde al deseo de exotismo y contemplación
de la naturaleza que comparten con los románticos. Este exotismo es paralelo a
la extensa producción de una literatura de viajes, gracias al despuntar de la
burguesía y a los avances científicos derivados de la Ilustración. Tratan de co-
nocer y reflejar mediante el arte mundos y pueblos nuevos, y una de sus más
reiteradas referencias se encuentra en Atala de Chateaubriand.

Delacroix J. L- Gerome

Obras como las de Buffon, la de Lavater, con sus nueve volúmenes sobre
los tipos y costumbres de los pueblos, o la precedente de Humboldt, se apresu-
ran a descubrir mundos diferentes para el ávido lector europeo, deseoso de
viajar, en virtud del papel que ocupa en este momento la burguesía. Por su par-
te el cientificismo del XIX promueve a su vez la investigación en la naturaleza.
El exotismo se une a la valoración de lo salvaje como muestra de lo inocente y lo
natural. Caracteres que presenta el tigre frente al Príncipe de Gales en el poema
dariano.

11 Cfr. Luis Sáinz de Medrano, "Rubén Darío y la pintura". Actodeinvestiduradelosdoctores:Manuel


C.Palomequey..........Servicio de publicaciones de la Universidad de La Laguna, 2005, p.99.
- 193 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Delacroix. Tigre descansando

Pero a su vez el tigre tiene para Darío el aroma de los cuentos infantiles, tan
pródigos en este momento en la utilización del grabado y las ilustraciones12. Los
prerrafaelitas no desdeñan participar en esta nueva industria del arte. Tal vez,
producto de esta influencia sean estos dos cuadros: el de Delacroix, que muestra
a unos tigres jugando, y el de J L. Gerome que nos muestra a la fiera con sus
crías en su cubil.

12La sustitución de las antiguas prensas por la linotipia a principios del XIX marca un hito en la
historia del grabado.
http://www.monografias.com/trabajos13/hisdisgr/hisdisgr.shtml#LOND.Una muestra de la impor-
tancia que adquiere el grabado la tenemos en el cuadro de Fortuny, quien representa a un co-
leccionista de grabados (1863), y al coleccionista de estampas con ropajes del siglo XVIII. Una
escena anecdótica al estilo de Messonier

- 194 -
ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

Kelmscott-Chaucer- Burne Jones/W.Morris Fantin-LatourLohengrin

La recreación que él mismo llega a hacer de su imaginario, nos habla de una


escritura sometida a un continuo proceso de evolución y transformación. Su-
giere una paulatina estilización de los símbolos. Desarrollo idéntico al que ex-
perimenta la vanguardia, que reduce la pintura a sus formas y estructuras esen-
ciales, como ocurre con el cubismo. Ángel Rama señaló la singular construcción
del imaginario dariano: "Progresivamente Darío irá construyendo su 'selva sa-
grada' mediante una articulación de símbolos, de tal modo que ella sea lo que
no es la sociedad humana: una ardiente unidad en que todos los opuestos pue-
dan coexistir sin dañarse ni negarse mutuamente, dentro de un clima de vitali-
dad y verdad, de luz espiritual"13
El cisne, como recuerda Login Jrade, es también representante del Apolo
hiperbóreo a quien estaba dedicada la isla de Delfos. Para Bachelard14 el cisne
en la literatura es símbolo de la mujer desnuda, pero también símbolo herma-
frodita puesto que su largo cuello es un signo claramente fálico, al tiempo que
la redondez del cuerpo sugiere formas femeninas. Es animal de Apolo de quien
lleva la barca, pero también de Venus. Más adelante en la leyenda artúrica del

13 "Da cuenta de Dios mientras que la sociedad lo niega, unifica mientras la sociedad disgrega, pero
aún más reúne los contrarios que la religión separa: el placer carnal y el espíritu(....) el sincre-
tismo que opera en la emergencia burguesa de la época, pero también el espíritu integrador
de Darío" Angel Rama, "Prólogo" en Darío Poesía. Caracas, Bib. Ayacucho, 1977, p.xxxii
14 Bachelard, Elaguaylossueños. Madrid. FCE, 1994

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Santo Grial se le relaciona con Percival, al tiempo que, más cercano a Darío, con
la leyenda del Caballero del cisne, Lohengrin. Cirlot añade que el sentido dual
del cisne hace que sea uno de los escogidos por los alquimistas que le identifi-
caban "con el Mercurio filosófico, el centro místico y la unión con los contra-
rios"15
Iris Zavala reincide en este contenido simbólico del cisne, al que identifica
con la escritura16. La constante referencia del símbolo císnico a una compleja
semiosis fue también destacada por Login Jrade quien afirma el conocimiento
de los gnósticos por parte de Darío, mientras que, desde la filosofía, Adriana
García de Berchenko al mismo tiempo afirma y cuestiona las posibilidades de la
relación del cisne dariano con los sistemas iniciáticos. Entre la acumulación de
opiniones diversas, Ricardo Gullón equilibra la teoría al afirmar que "lo sobre-
natural estaba en el aire y que los escritores se interesaban por explotar con
fines artísticos este filón"17 y añade una serie de referencias bibliográficas de la
época que lo confirman entre las que se encuentran revistas como La España
moderna. Sin embargo un artículo de Paul Sansonetti sobre Los imagineros del
Graal, relaciona la leyenda artúrica en la que el cisne ocupa un lugar destacado,
con el pensamiento hindú. Darío concuerda con esta tradición en dos sentidos:
en primer lugar la semiología dual que otorga al cisne (representación del sujeto
poético, pero también de la amada) y, en segundo lugar, la búsqueda de un
espacio singular que se identificará finalmente con la isla blanca del hin-
duismo18.
El símbolo del cisne acompaña también a la poesía parnasiana francesa:

15 Cirlot, Diccionariodesímbolos, Barcelona, Labor, 1988, p. 132


16 La equiparación entre Leda y la página en blanco, y la escritura como signo de una violación. Iris
Zavala. RubénDaríobajoelsignodelcisne. Puerto Rico. Ed. de la Universidad de Puerto Rico.
1989.
17 Ricardo Gullón "Espiritismo y modernismo". Ivan Schulman: Nuevos asedios al modernismo. Ma-

drid, Taurus, 1987,p.87


18 El " "en otra parte" mágico es mencionado frecuentemente en las novelas de caballería. En efecto,

más allá del reino artúrico que centra la Mesa Redonda, existe un espacio que escapa a cual-
quier topografía. Los valientes que se aventuran en él sin saber que atraviesan los límites de
las tierras conocidas descubren magníficos castillos //.../ ". Así mismo en el cuento Lacourtise
dEtaine, los dos héroes que pertenecen al pueblo mágico de Dana y que viven en el reino de
los hombres se convierten en cisnes para alcanzar su lugar original. La blancura de los cisnes
les permite ser portadores de Apolo o de Lohengrin. LesYmagiersduGraal, VillarddeHonne
court (nº 26, primer semestre 1993) y http://www.geocities.com/antologia_hermetica
/076graal.htm
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ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

aparece esporadicamente en Baudelaire19, quien, en Lasfloresdelmal,establece la


relación del cisne con la belleza. Baudelaire en "Les Cygnes", dedicado a Victor
Hugo relaciona el adjetivo "de nieve" con la misma percepción de Dario: "Bajo
alburas de cisne llevo un alma de nieve"20, sin embargo, en LesTableauxdeParis,
aparece como un cisne caído y maldito, identificado con el poeta, cuyas alas
embarradas le impiden elevarse, pegado y encenagado en el suelo: " Sur son
cou convulsif tendant sa tête avide".
En Verlaine el cisne aparece como ornamento esencial para el decorado de
Las fiestas galantes, pero al igual que en Baudelaire la imagen del cisne se con-
templa con una percepción decadentista como podemos ver en " A Clymene"
(Fêtes galantes) "Vision qui déranger/ Et trouble l'horizon /De ma raison,/ Puis-
que l'arome insigne /De ta pâleur de cygne. /Et puisque la candeur /De ton
odeur,/Ah ! Puisque tout ton être,/Musique qui pénètre,/Nimbes d'anges dé-
funts,/Tons et parfums, /A, sur d'almes cadences,/ En ses correspondances/.
Por su parte Mallarmé acompaña su poema sobre el cisne con el dibujo de
la impresionista francesa Berthe Morisot.

Morisot. Cygnes. 1885

19 "La belleza": Yo soy bella, ¡oh mortales!, como un sueño de piedra./.........../ Campea en el azul -
esfinge impenetrable-:/bajo alburas de cisne llevo un alma de nieve;/odio los movimientos que
las líneas remueve;/lo mismo ignoro el llanto que la risa inefable."
Du Bellay: "Fantôme qu'à ce lieu son pur éclat assigne,/Il s'immobilise au songe froid de mépris
Que vêt parmi l'exil inutile le Cygne."...."Comme on voit quelquefois, quand la mort les ap-
pelle,/ Arrangés flanc à flanc parmi l'herbe nouvelle,/Bien loin sur un étang trois cygnes la-
menter."
20 A pesar de su malditismo el cisne de Baudelaire se caracteriza por su indiferencia ante las accio-

nes humanas lo que le identifica con los dioses.


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Berthe Morisot. Cisnes. 1888

Esta presencia del cisne se une a la tradición de los emblemas y configura


un imaginario singular que llega hasta las últimas producciones poéticas de
Dario. Símbolo solar e hiperbóreo compañero del carro de Apolo, el poeta le
concede una inusual trascendencia21, seguramente influido por los escritos de
Wagner y por los mitos que configuran el imaginario de ambos.
Sin duda a todos ustedes les resultará conocido el proceso de transforma-
ción emblemática del cisne. Pero lo que llama la atención es su sincronía con la
evolución de la vanguardia pictórica del momento que acaba en el esquema
tismocubista. Desde la visión del cisne en "Acuarela", que la crítica no recoge,
hasta llegar al mayor proceso de estilización y simplificación en "¿Qué signo
haces ¡Oh cisne! con tu inmaculado cuello?".
En Azul el cisne que se percibe es el de los cuentos: en su jardín, el rey bur-
gués es "saludado por los cisnes de cuellosblancos". Cisnes que son elemento
central en el escenario de los pintores ingleses como Constable

Constable. WynehauPark

21 El cisne se nos ofrece con un significado múltiple pues es también Lohengrín y refleja el alma de
Luis de Baviera como recordara en su célebre poema. Como tal se identifica con la música tan
presente en su obra como ritmo. Iris Zavala había destacado la capacidad de evolución y de
ductibilidad del cisne: RubénDaríobajoelsignodelcisne. Op. cit.
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ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

Esta primera aparición que se completa con el paralelismo entre el cisne de


"Acuarela" (Azul) y el de "Blason" (Prosasprofanas) y que se percibe en los deta-
lles más nimios, que subrayo:

"En la pila, un cisne chapuzaba revolviendo el agua, sacudiendo las alas de unblancor
denieve, enarcando elcuello en la forma del brazodeunalira o del asadeunánfora, y
moviendo el picohúmedo y con tal lustre como si fuese labrado en ágatacolorderosa".

La presencia de la niña, en el relato, por otra parte, recuerda a la pintura de


Berthe Morissot en la que el personaje infantil es frecuente, frente a la costum-
bre de la época. Y, sin embargo, el paisaje que Darío nos describe en el relato,
recuerda a Constable.

.
Berthe Morisot. En el lago En el lago del bois de Boulogne

La diferencia con el cisne de "Blasón" se encuentra en un proceso de estili-


zación de la figura del cisne, eliminación de la descripción y de la comparación
por la metáfora.

"El olímpico cisnedenieve


con el ágatarosadelpico
....................................
En la forma de unbrazodelira
y del asadeunánforagriega
es su cándidocuello que inspira..."

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Leda- Tillier – 1834

Cisnes y lagos configuran una imagen recurrente en "Era un aire suave", donde
el cisne de nieve se convierte en el:

"ebúrneo cisne, sobre el quieto estanque/


como blancagóndola imprima su estela".

Leda. Gervex

La transformación surge en "Divagación" para favorecer la imagen metoní-


mica, centrada en el cuello, que aparecía en "Acuarela":

"Y sobre el agua azul, el caballero


Lohengrin; y su cisne, cual si fuese
un cincelado témpano viajero
consucuelloenarcadoenformadeS"

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ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

Proceso de estilización, por tanto, que selecciona de la imagen císnica el


cuello para centrarse en el verbo "enarcar" cuyo significado le lleva finalmente
al signo de interrogación. En "Leda" (Prosas profanas), vuelve a repetirse este
verbo:

"Y luego, en las ondas del lago azulado,


después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y elcuelloenarcado,
el cisne es de plata, bañado de sol"

El gran cambio del símbolo císnico en la poesia europea se produce a través


de la música de Wagner y el propio Darío lo recuerda en su poema "El cisne" de
Prosas Profanas. Como símbolo ejemplifica a su vez el abandono de la poética
clásica y la adopción de un nuevo modo literario. En el poema destaca la resu-
rrección del cisne como símbolo apoyado por la génesis mitológica: si el cisne
cantaba antes solo para morir ahora se escucha "el acento del Cisne wagne-
riano". Adopta, de este modo, la tradición clásica del origen de Helena, descen-
diente de los Dioscuros y por tanto de Leda y Júpiter, a la manera de Leconte de
Lisle22. Darío, empero, añade a este referente literario un contenido personal
que insiste en la renovación de la poesía, al igual que ocurría en cuentos prece-
dentes como "El rey burgués":

"·¡Oh cisne! ¡Oh sacro pájaro! Si antes la blanca Helena


del huevo azul de Leda brotó de gracia llena,
siendo de la Hermosura la princesa inmortal,

bajo tus blancas alas la nueva Poesía


concibe en una gloria de luz y de armonía
la Helena eterna y pura que encarna el ideal" 23

22Hurtado Chamorro, LamitologíagriegaenRubénDarío. Avila, Ed. La muralla, 1967- "Helena":


"O vous fils du grand Zeus, Dioscures sublimes/ qui de l'Olympe auguste illuminez les cignes" p.
115
23 Es seguramente uno de los temas que ha dado lugar a una mayor proliferación de figuraciones

eróticas en el arte. Algunos pintores como Antoine Coypel (1661-1722), llegan a representar
tanto la violación por parte de Zeus como la relación con su esposo Tyndareo, rey de Esparta,
en una de las pinturas más eróticas de la historia.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Miguel Angel Boucher

El esquema figurativo del cisne que más nos interesa no es éste de las refe-
rencias mitológicas y literarias o la recreación que elabora de la figura del cisne
la poesía francesa y su posible relación con el poeta, sino el cisne creado por
Darío mediante el uso de sus propias claves simbólicas de modo que recrea una
figuración de gran plasticidad.
Estas claves simbólicas se centran en el cuello del cisne, como también hace
el simbolismo francés, pero Rubén Darío avanza con respecto a sus modelos. La
acción, enarcar, lleva finalmente a otra acción, interrogar, mientras que la ima-
gen se estiliza hasta convertirse en un signo gráfico y visual -el signo de inter-
rogación- coincidente con la acción inquisitiva. La iniciación del lector aparece
de forma destacada, pues se puede deducir que si dividimos la S ("con su cuello
enarcado en forma de S") nos encontramos con dos signos de interrogación, el
que abre y el que cierra la pregunta24.
En su soneto “Propósito primaveral” el ave acompaña al triunfo del amor
“Mientras el blanco cisne del lago azul navega/ En el mágico parque de mis
triunfos testigo”. Y nuevamente su Término barbudo surge “En el erecto tér-
mino coloco una corona” a su vez testigo de cómo Darío “inicia” a la adoles-
cente, “Apuraré alternando con tu dulce ejercicio / las ánforas de oro del divino
Epicuro”
En "El poeta pregunta por Stella" son para su amada, como ramilletes de li-
rios los "cuellos de los cisnes". La muerte de Stella (cuya S líquida reitera el con-
cepto del cuello) une este complejo imaginario del cisne a lo ignorado, y desco-
nocido. De este modo fondo y forma coinciden para destacar la importancia que
el enigma y lo esfíngico adquieren en su poética.
El más claro ejemplo lo tenemos en "Yo persigo una forma" de las adiciones

24 El juego gráfico no es extraño en Darío, cabe recordar que él mismo se firma como Nebur Darío.
Sería un tanto arriesgado señalar las referencias de esta S con la cruz gamada propia de la teo-
sofía, pero no deja de resultar sugerente.
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ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

de 1901 a Prosas profanas. Poema que resume las imágenes plásticas del cisne
incluido el movimiento del agua. El cisne que chapuzaba en "Acuarela", se con-
vierte en el que imprimesuestelaenelestanque, como una góndola (del poe-
ma "Era un aire suave"), o el del caballero Lohengrin ("cual cincelado témpano
viajero" en los versos de "Divagación) o el que "Boga y boga en el lago sonoro"
(de "Blasón") pero que ya no se asemeja a una góndola, sino que se dirige hacia
ella. En este poema, el cisne se convierte en el ave de la luna sobre un lago
tranquilo, mientras que el signo de interrogación surge ya de manera explícita
para asombrarnos con la belleza de su lograda metaforización: "yelcuellodel
grancisneblancoquemeinterroga".
Así desde la figura del cisne, desde el símbolo, evoluciona hacia el esque-
matismo del signo de interrogación y se convierte en el misterio de una eterna
pregunta, identificada en Darío con la muerte, y que se suma al concepto nega-
tivo que le había otorgado Mallarmé.
Sin embargo, cuando lleguemos a "Los cisnes", en los cuatro poemas que
componen el apartado, continúa la misma orientación que guía el poemario, es
decir, primero la poesía socio-política, después el reconocimiento al amigo, y
más tarde dos poemas en los que el poeta se personaliza, se convierte en mate-
ria poética. Del presente -Poema III. "Por un momento ¡Oh Cisne! juntaré mis
anhelos/ a los de tus dos alas que abrazaron a Leda!"- camina hacia el pasado
como corresponde a la poética nostálgica de Cantos: "Melancolía de haber ama-
do".
Finalmente el cuello del cisne se materializa y convierte en signo fálico para
adoptar un manifiesto contenido erótico, cuya claridad sorprendía al mismo
Salinas. El último poema de la sección "Los Cisnes", convierte la nostalgia de la
juventud en la nostalgia del placer:

"¡Melancolía de haber amado,


junto a la fuente de la arboleda
el luminoso cuello estirado
entre los blancos muslos de Leda!"

En este tiempo se hace presente la obsesión de Darío por el deseo, de modo


que recuerda Carmen Ruiz Barrionuevo, desaparece "el erotismo intrascen-
dente" y deja paso a un "hombre maduro que, consciente del paso del tiempo,
lucha contra él y se aferra al placer y al goce"25.

25 Carmen Ruiz Barrionuevo, RubénDarío. Madrid, Síntesis, 2002, p. 138. Recoge las opiniones de la
acertada crítica de Pedro Salinas en LapoesíadeRubénDarío. Barcelona, Seix Barral, 1975. Un
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

La imagen erótica no sólo está en Darío sino que se repite incansablemente


en la pintura. Leda se convierte en un lugar común e incluso obsesivo en la Eu-
ropa finisecular.

Leda - R. Tegner

Leda - Louys

claro ejemplo se encuentra en "La bailarina de los pies desnudos" (1907), poema que remite al
orientalismo erótico de las bailarinas de la época.
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ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

Convertido nuevamente en símbolo, en "Flirt" de ElCantoErrante, pero fe-


chado en 1893, el cisne ocupa el lugar del poeta y nos lleva a una conjugación
de los contenidos que habían aparecido previamente: es el "ilustre cisne, cual
labradoennieve", tan semejante al de "Acuarela", que recogía el término nieve
de Baudelaire, y que "boga sobre el tersolagoespecular", como también bogaba
en "Blasón" y como la barca del ensueño que navegaba -bogaba- en el espacio
de "Yo persigo una forma". Finalmente, la cabeza del cisne adopta nuevamente
la postura que le es característica, "elcuelloenarco", mientras ritma el aria que
se dedica a “la entreabierta rosa solitaria/ que abre el fresco cáliz a la luz lunar”.
Sin embargo presenta un cambio esencial pues, desde CantosdeVidayEspe
ranza, es la oralidad, la voz, lo que domina sobre la escritura como característica
esencial del poeta. Es la segunda vez que el cisne, en el que predominaba la
muda contemplación -incluso en la misma actitud interrogante-, se asimila e
identifica con la acción poética, pues en esta ocasión, adopta la función del can-
tor: "Y aunque no lo dice va ritmando un aria/ para la entreabierta rosa so-
litaria/ que abre el fresco cáliz a la luz lunar26".
Una función que permite afirmar la cada vez mayor presencia del yo poé-
tico que pasa, de este modo, a convertirse en sujeto y materia de poesía, desde
aquel primer poema confesional de Cantos: "Yo soy aquel que ayer no más de-
cía". El poema es un ejemplo más de su continuo despojarse del disfraz poética
para unificar poeta y poesía, abandonando paulatinamente la premisa del arte
por el arte y convertirse en una sola voz que habla.
Como ya indiqué en otro trabajo, la muerte de su mujer, Rafaela, produce
una ocasional relación entre el cisne y la amada muerta. La S inicial del nombre
poético que le dio Rubén Darío a su amada, Stella, se convierte en la silueta del
cisne, cuya estilización paulatina se condensa en el signo de interrogación. El
cisne es el reflejo del arte pero también la amada, cuya muerte la identifica con
el misterio esencial. El misterio se convierte en algo dinámico, con alma propia,
de tal manera que lo inerte o lo imaginario y mental cobra movimiento. Es el
cisne el que interroga al poeta.





26 El último de los cisnes aparece en el Canto a la Argentina: "¡Oh, cómo, cisne de Sulmoma,/ brinda-
ras allí nuevos fastos/ celebraría nuevos ritos,/ y ceñirías la corona/ lírica por los campos vas-
tos/ y los sembrados infinitos".
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II


ELCARACOL
Junto al símbolo del cisne, y en relación con el dinamismo de la espiral
esencial de la creación27, Darío nos ofrece otro símbolo: elcaracol. Según Cirlot
el caracol es el símbolo que refiere la espiral microcósmica en su acción sobre la
materia. Aparentemente, como imagen, procede de los emblemas, al modo que
lo representa Darío, como instrumento musical del Tritón.

Su primera aparición es un elemento ornamental de esa ópera que es el Co-


loquio de los Centauros: En una cuidada escenografía vemos surgir al caracol:
"Isla de Oro/ en que el Tritón erige su caracol sonoro"28.

27 Como muestra Kircher en alguno de los dibujos de egiptología, en los que se refiere al dinamismo
del caracol relacionado también con el infinito de Ouroboros.
28 En la arquitectura de los edificios la pata de oca, el caracol o la espiral son símbolos comunes a

ciertos clanes de constructores.


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ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

El sonido de ese caracol, es un canto, una voz que se identifica con la fun-
ción del poeta, como podemos ver en el poema "Caracol" de CantosdeVidaEspe
ranza:
"He llevado a mis labios el caracol sonoro/ y he suscitado el eco de las di-
anas marinas/ acerqué a mis oídos y las azules minas/ me han contado en voz
baja su secreto tesoro". El caracol, por tanto, encierra en sus círculos el misterio
del mundo, recoge lo oculto del caos mistérico que es el mar.
El misterioso significado del último verso situado entre paréntesis, que a su
vez son circulares e imitan una concha: "(el caracol la forma tiene de un cora-
zón)" introduce una nueva interrogación que se suma al concepto de sonoridad
y al misterio del alma de las cosas. De este modo el caracol es el símbolo que
permite comunicar lo ignoto a través de la voz del poeta. Es por tanto un ins-
trumento de enlace, una comunicación para difundir y propagar el misterio.
Misterio que, identificado con la esfinge, se vuelca en la voz personal al
afirmar: "Ay triste del que un día en su esfinge interior/ pone los ojos e inte-
rroga! Está perdido"29
La siguiente explicación del símbolo se encuentra finalmente en El Canto
Errante donde Ruben Darío elimina la retórica del misterio y revela el signifi-
cado de su símbolo: La esfinge interior, el misterioso caracol, es el propio poeta,
pero ya no identificado con el corazón sino con el cerebro:
"¡Oh, cómo gustaría sal de mar, miel de aurora/ al sentir como en un caracol
en mi cráneo/ el divino y eterno rumor mediterráneo".
Esta localización del caracol, asumido por el poeta, se repite de nuevo en "El
poema del otoño": "Nuestro cráneo guarda el vibrar/ de tierra y sol,/ como el
ruido de la mar/ el caracol".
Podíamos concluir, pues, que finalmente Darío identifica el misterio más
que con una analogía sentimental, con una gnosis que se dirige al conoci
miento intelectual, de manera que guarda ciertas reminiscencias con el esfuerzo
arduo de Sor Juana. Un conocimiento que no impide sino que incentiva la cada
vez mayor presencia del propio sujeto poético, sin máscara, en sus versos.






29 "¡Ay del que pide eurekas al placer o al dolor/ Dos dioses hay, y son: Ignorancia y Olvido /" Y
vuelve a la armonía El arbol y el animal se asemejan al hombre que cristaliza en palabra y
pensamiento como "maneras de expresar lo distinto"
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II


PEGASO
Cantosdevidayesperanzanos depara la sopresa de la equiparación de otro
mito como Pegaso con el poeta, de igual modo que previamente lo había sido el
cisne: El poema dedicado a Cyrano de Bergerac nos indica:

“Cyrano hizo su viaje a la luna; mas, antes,
ya el divino lunático de don Miguel de Cervantes
pasaba entre las dulces estrellas de su sueño
jinete en el sublime pegaso Clavileño”.

Pegaso, finalmente, le brinda la oportunidad de elevarse hacia las esferas


celestes, convertido en Belerofonte. Se transforma en el inteligente animal de los
Viajes de Gulliver de Swift, al tiempo que añade el componente alado, como
posibilidad de trascendencia.
Una de las escasas obras guardadas en el Archivo Rubén Darío es el Maga
zinePittoresque del año 1863. En él se nos refiere la historia de Pegaso en la que
resulta finalmente salvado por la poesía. Cantosdevidayesperanzanos reserva la
mejor de las imágenes de este ser mitológico que, guiado por Belerofonte y con-
fundido a veces con él como poeta, muestra en concordancia los más nobles
ideales y una singular aspiración celeste:

El primer volumen de la antología recopilada por Darío se cierra, precisa-


mente, con el título de “Pegaso” y se abre con su poema confesional “Yo soy
aquel…” de Cantosdevidayesperanza. Ha modificado el orden de Cantosdevida
yesperanza y combina los poemas con otros de Prosasprofanase incluso Elcanto
errante.

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ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

“Sobre mi frente Apolo hizo brillar su escudo


Y de Belerofonte logré seguir la huella.
Toda cima es ilustre si Pegaso la sella,
Y yo, fuerte, he subido donde Pegaso pudo”

“Yo soy el caballero de la humana energía,


Yo soy el que presenta su cabeza triunfante
Coronada con el laurel del Rey del día.
Domador del corcel de cascos de diamante,
Voy en un gran volar, con la aurora por guía,
¡Adelante en el vasto azur, siempre adelante!”

Rubén contempla en Pegaso la imagen del poeta. En la historia del


Magazin, el caballo alado es un ejemplo del fracaso que finalmente logra
acceder a las estrellas. Son quienes utilizan a Pegaso los responsables de que se
haya visto obligado a arrastrar el carro y hundir sus patas en el lodo. La
comparación se percibe con claridad en el poema: “Mientras tenéis oh negros
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

corazones!”

-¡Oh Shakespeare pobre, y oh Cervantes manco!-y


la pasión del vulgo que condena.

Un gran Apocalipsis horas futuras llena.


¡Ya surgirá vuestro Pegaso blanco!

Por último quiero cerrar este estudio con el eje de unión entre los tres sím-
bolos expuestos (cisne, caracol y Pegaso, ): la armonía del amor. En El Canto
Errante el cisne aparece unificado con la amada. Otros pintores, como Dante
Gabriel Rossetti, parecen convertirse en un referente añadido. Entre otros facto-
res que motivan la elección se encuentra el hecho de que Rossetti contribuye
con sus ilustraciones en la publicación de las poesías selectas de Tennyson. A
esto se añaden unas concretas coincidencias biográficas entre Dario y Rossetti:
la mujer del pintor se suicida durante su ausencia, y se sospecha que a causa de
sus continuas infidelidades y la depresión que le ocasionó un aborto. En el caso
de Darío su mujer muere, mientras él está lejos, a consecuencia del parto. Ros-
setti llevado por la hipocondría y el pesimismo figura un espacio singular y
paradisíaco para Elizabeth, transformada en la Beatriz de Dante.
Beatriz30, a su vez, es personaje central de uno de los más singulares poemas
de Darío, "Visión". El paralelismo que establece entre Beatriz y su mujer -Ra-
faela Contreras-, permite localizarla en el paraíso, antes incluso de la cita de
Dante. Nuevamente le otorga el nombre poético con el que siempre la citó en su
poesía, si bien en su pronunciación castellana, Estela, sin la S líquida, como si
quisiera desenmascarar y responder a la construcción artística del complejo
imaginario que había ocasionado la relación entre el cisne y la interrogación, o
como si las preguntas hubieran obtenido ya una respuesta. Las flores que la
envuelven, los jazmines -flores liliales y por tanto mortuorias de acuerdo con
Lily Litvak- recuerdan las figuraciones de Rossetti y la Ghirlandatta, mientras
que el espacio se identifica con ese lugar específico en el que figurara el ave de
la luna, transformada en Estela, semejante al espacio insular utópico y paradi-
síaco, y así mismo, lugar del amor, la isla de Venus Citerea:

30 El excelente libro de V. Cervera ilustra la presencia del mito de Beatrice en la literatura hispanoa-
mericana, incluido el modernismo y Dario. Cfr. ElsíndromedeBeatrizenlaliteraturahispanoa
mericana.Madrid, Iberoamericana Vervuert, 2006.
- 210 -
ROCÍO OVIEDO PÉREZ DE TUDELA

"surgió ante mi, ceñida de azahares,


y de rosas blanquísimas, Estela,
la que suele surgir en mis cantares.
Y díjome con voz de Filomela:
-No temas: es el reino de la lira
de Dante; y la paloma que revuela
en luz, es Beatrice. Aquí conspira
todo al supremo amor y alto deseo.
Aquí llega el que adora y el que admira.
-¿Y el trono, le dije, que allá veo?
-Ese es el trono en que su gloria asienta,
ceñido el lauro, el gibelino Orfeo" (Visión)31




ROCÍOOVIEDOPÉREZDETUDELA.
Universidad Complutense de Madrid

31 Guarda una singular relación con “Venus” de Azul, pues aquí Su EStela-Beatriz: "ascendió como
un lirio soberano/ hacia Beatriz, paloma de los cielo./ Y en el azul dejaba blancas huellas/ que
eran a mi delicias y consuelos./ ¡Y vi que me miraban las estrellas!"

- 211 -
LOSLIBROSYLAVIDA1

Alguna vez relaté, en este mismo lugar, cómo llegaron los libros a mí y
cómo llegué yo a los libros. Vengo de una familia argentina de hijos de inmi-
grantes, de la baja clase media, de gente no familiarizada con la literatura y con
pocos libros en casa. Pero con mucho respeto por la cultura y el arte. De gente
que veía con buenos ojos que sus hijos estudiaran y se capacitaran. Gracias a
esta actitud, los libros fueron muy importantes en mi vida. No los que yo escribí
–y sigo escribiendo—que no son sino otra forma de admiración por este antiguo
oficio, sino los que leí y sigo leyendo. En ese sentido, la etapa más rica de mi
vida ocurrió entre mis 25 y mis 35 años (1965 a 1975), en los que leí vorazmente
y con esa sensación de fiebre permanente que caracterizaba a Rodión Romano-
victh Raskolnikof. Por aquellos tiempos yo trabajaba en un diario de provincia,
en La Rioja de Argentina, y había elegido el último turno de la noche, el del
“cierre”, porque el periodismo de mesa de redacción me atraía muy poco. En
cambio, el último turno de la noche, con la redacción ya sosegada y casi vacía y
con la teletipo como único ayudante e interlocutor, me parecía muchísimo más
interesante.
Además, había un premio extra: vivir de noche, dormir de día. Y el vivir de
noche incluía la lectura solitaria y sin impedimentos, que empezaba sobre la
una de la madrugada, una vez que había “cerrado” la edición, y concluía con
las primeras luces del día, que es el momento en que todos los insomnes se
duermen. Y los lectores a contrapelo, también.
En esos diez años leí cientos de libros de todo tipo, sobre todo novelas.
Luego, lentamente, me fui acercando al ensayo y a la poesía. Y desde que co-
menzó este siglo busco cada vez más las biografías y las autobiografías, que si
bien no me garantizan que sean menos fantásticas que la prosa de ficción (no
hay nada tan fantástico como la memoria) al menos se centran en una historia
de vida, que es el comienzo de toda indagación filosófica. Cada día que pasa,
menos me interesa la “invención” en el arte y en la literatura. Empiezo a estar
de vuelta, si se me perdona la pedantería, de la “sorpresas” y la “originalidad”
como motores de la creación artística. Por encima y más allá de la obra, siempre
busco al hombre y su estela. De modo que aplicaré esa misma fórmula a esta
intervención.
El venerable Victorino Polo me ha pedido que haga referencia a unos libros
determinados, pero yo estoy convencido de que ustedes no tienen ningún inte-

1 Conferencia pronunciada en febrero de 2008 en el hemiciclo de la Facultad de Letras.


- 212 -
MARIO PAOLETTI

rés en escuchar una aproximación técnica, otra más, a unas obras canónicas de
las que les vienen hablando desde la niñez. Creo que puedo contarles algo más
interesante: qué relación mantuve yo con sus autores o con sus sombras.

1. UNAFOTODEMACHADO
Empecemos por Antonio Machado, a quien yo redescubrí, como tantos
otros, en los años 60’, de la mano de Joan Manuel Serrat. Machado ya nos gus-
taba, pero con la música de Serrat nos gustó todavía más. Eso es lo que tiene la
música. Y a partir de ese hallazgo de Serrat, a Machado ya fue posible no sólo
leerlo sino también silbarlo. En este mismo momento, seguramente, hay alguien
que está silbando a Machado por la calle, o mientras se afeita, o mirando por la
ventanilla de un tren los campos de Castilla, esa tierra que, al decir de Ortega,
es “ancha y plana como el pecho de un varón”.
Afortunadamente, mi relación “personal” con Machado ha estado a la al-
tura del personaje. La historia es ésta: en 1969 el entonces Instituto de Cultura
Hispánica me becó para participar de uno de sus Cursos para Periodistas His-
panoamericanos que organizaba anualmente. Era un desvergonzado intento de
soborno (nos pagaban el billete aéreo, un mes de hoteles y además nos entrega-
ban 70.000 pesetas de entonces para “gastos personales”) con la esperanza de
que, a nuestro regreso, cantáramos las bondades del régimen. No lo conseguían,
claro, pero sí conseguían que nos enamoráramos de España, de sus paisajes y
de sus gentes y entonces, en cierto modo, el dinero invertido no resultaba un
absoluto despilfarro.
Ese enamoramiento hizo que volviera a España en 1973, cuando en mi país
empezaban a engrasar las guillotinas. Mi amigo Hugo Ditaranto, un buen poeta
que también estuvo en dos ocasiones en este mismo lugar hablando a los estu-
diantes de la universidad de Murcia, me dijo entonces que tenía algo para en-
tregarme. Y me contó una historia extraña: un amigo suyo, portugués que vivía
en África, y a quien él había alojado en su casa de Buenos Aires, le escribía para
contarle que había recibido un legado en un testamento de un pariente lejano
que quería, a su vez, cederle. El legado consistía, ni más ni menos, en el nega-
tivo de una foto que le había sido tomada a Antonio Machado unos días antes
de morir en Francia. Mi amigo no era experto en la vida de Machado, pero
comprendió que la foto tenía un enorme valor documental.
-- Tomá –me dijo—llevala a España para que allá la conozcan.
En la foto aparecía un Machado envejecido, extenuado y triste, metáfora
viva de la derrota. Entregué el negativo a Félix Grande, que lo difundió a través
de Cuadernos Hispanoamericanos y que lo incluyó, dos años después, en la
portada de su libro “Mi música es para esta gente”, una compilación de ensa-
- 213 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

yos.
Desde entonces la foto fue reproducida en muchísimas ocasiones (y en es-
pecial en un libro que narraba los últimos días del poeta y que ilustraba la tota-
lidad de la portada) pero no se puede decir que sea muy conocida. En Google,
por ejemplo, sólo aparece una vez.
Lo que nunca pude saber es quién había tomado la foto. Mi amigo Dita-
ranto me dijo que, según le dijera su amigo, era Enrique Amorim, el escritor
uruguayo, y yo le pedí a Mario Benedetti que lo confirmara. Pero la mujer de
Amorim no sabía nada del asunto, de modo que empecé a pensar que la dis-
lexia le había jugado una mala pasada a Ditaranto. Después de un tiempo me
dijo que, haciendo memoria, creía que se trataba, en realidad, de José Bergamín.
Pero está confirmado que Machado le escribió a Bergamín, que estaba en París,
el 9 de febrero de aquel año nefasto (en esa carta decía Machado que sus espe-
ranzas eran radicarse en Francia o en la Unión Soviética) y no se tiene constan-
cia de que Bergamín lo hubiese visitado con posterioridad. También se atribuyó
la foto a Corpus Barga, que había acompañado a Machado en el paso de la fron-
tera y ayudado a instalarse en el hotelito de la familia Bougnol-Quintana. Pero
Barga regresó de inmediato a París, dos semanas antes de la muerte de Macha-
do, el 22 de febrero de 1939, y nunca habló de esa foto, ni de su existencia. (Ya
saben que a Machado le encontraron en uno de sus bolsillos un papelito con sus
últimos versos: Estosdíasazulesyestesoldelainfancia). Magnífico modo de aca-
bar una vida redonda.

2.TRESPOETASLATINOAMERICANOS
Victorino Polo también me ha pedido que hable de tres poetas latinoameri-
canos: Rubén Darío, César Vallejo y Pablo Neruda, tres señores de los que es
muy difícil decir nada nuevo, sobre todo si nos referimos a su obra. Así que
volveremos a probar el atajo de lo personal.
El dato biográfico que más me impresionó de Rubén Darío lo relata un le-
trista de tangos, Cátulo Castillo. Darío, que visitó largamente Buenos Aires, era
amigo de su padre, el también poeta y letrista de tangos José González Castillo.
Cátulo cuenta que cuando Darío iba a almorzar a su casa, en el barrio de Boedo
del Buenos Aires de los años 20, solía acompañar la comida con champán. Y
tenía por costumbre –y aquí viene el detalle— revolver el champán de su copa
con el puro que luego se fumaría. Siempre me ha parecido que debió ser todo
un espectáculo para un niño observar a ese extranjero superfamoso, con cara de
indio y con un corpachón enorme, darle vueltas al champán con su habano
mientras no dejaba de hablar en su dulce lengua nicaragüense. ¿Por qué lo
haría? ¿Para quitarle al champán las burbujas y reducir de ese modo los riesgos
- 214 -
MARIO PAOLETTI

de embriaguez, o para aromatizar el puro que iba a fumarse inmediatamente


después? Misterio.
De César Vallejo siempre me han llamado la atención dos hechos de su vi-
da. Uno, que escribiera en total exactamente 255 poemas y todos sobre el mismo
tema: César Vallejo. Y sin embargo, en toda su obra no hay ni una sola brizna
de vanidad. El otro dato es más político y ocurrió después de su muerte. Su
mujer, Georgette, preocupada por la situación política de aquellos años, con
Hitler iniciando su avance sobre Europa, entregó a principios de 1940 la obra
completa de Vallejo al embajador peruano en París, que se comprometió a
guardarla en un lugar seguro. Algo debió haber, sin embargo, en la actitud del
embajador, que no dejó del todo tranquila a Georgette. Y cuando en junio de
1940 la Wehermacht entró en París, Georgette corrió a la embajada y se encontró
con lo que más temía: el edificio, de varios pisos, estaba alfombrado con los
poemas de Vallejo. Los recogió uno por uno salvando así una obra única. Re-
cuérdese que en vida de Vallejo se publicó sólo una pequeña parte de su obra.
De modo que hay que agradecer a Georgette y a Max Brod que hayan preser-
vado dos de las producciones más importantes de la literatura del siglo XX.
En cuanto a Neruda, se pueden decir tantas cosas… Neruda era, en cierto
modo, lo opuesto a Vallejo. Hubo poco humor en la vida y en la obra de Vallejo;
en la de Neruda, a raudales. Vallejo era un medio indio callado, trágico, austero,
metido hacia adentro. Neruda, un buscador de placeres, de hábitos burgueses,
burlón y cizañero. (Yo mismo llegué a la poesía a través de Neruda, cuando leí
una de aquellas noches: Yoeraelhambreylased/ytúlafruta. Esto es la poesía,
me dije: una novela entera en dos versos. Un territorio donde nada debe sobrar.
Las palabras transformadas en joyas, y en joyas sonoras).
En uno de sus muchos destierros Neruda acuñó una frase que atravesó to-
do el siglo XX, como su marca registrada. Estaba almorzando en un gran hotel
cuando alguien le preguntó cómo le iba la vida. Y respondió: “Ya vé; comiendo
el duro caviar del exilio”. Con lo cual se burlaba de sí mismo y quitaba drama-
tismo a una situación, el exilio, que es ciertamente dramática, pero que también
tiene sus momentos buenos. Sobre todo si se lo está viviendo desde una posi-
ción de privilegio, como era su caso. Y como suele ser también el caso de mu-
chos intelectuales y profesionales arrojados de su patria por las tormentas polí-
ticas. Otros, en la misma situación, preferían el victimismo cadavérico. Neruda,
por el gusto de provocar, pero también por pudor, prefería el desvío del humor.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

3.JUANRAMÓNYMANUELITO.

Y Victorino también me ha pedido que les hable de Juan Ramón Jiménez.


No lo haré, claro, pero sí que lo haré, porque les contaré una historia que tiene
que ver con él.
Ocurrió a fines de los años 70 en la cárcel de Sierra Chica, a la que el escri-
tor Roberto Arlt llamaba “el agujero del diablo”. Allí estaba Manuelito, un
campesino riojano represaliado por la dictadura de Videla a causa de ser el
responsable de una minúscula cooperativa de pueblo que intentaba organizar a
las tejedoras de ponchos y trabajadores del cuero de la zona.
Manuelito era mi compañero de celda. La falta de libertad lo tenía en per-
manente desasosiego. No sabía qué hacer con tanto tiempo en blanco, con tanto
tiempo lleno sólo de Tiempo. Con paciencia oriental repasaba una y otra vez
sus ropitas, fregaba la celda, perseguía insectos, intentaba desprender las cos-
tras de sangre vieja de las paredes. Pero es imposible llenar de trabajo útil vein-
ticuatro horas de encierro en seis metros cuadrados.
Y entonces ocurrió un milagro: se nos autorizó a recibir libros. Uno por
preso, uno cada cuarenta y cinco días. Para un director de cárcel todos los libros
son iguales. El “un libro” del reglamento abarcaba desde el Kempis hasta Ro-
cambole. Hubo que elegir, y por supuesto elegimos los más gordos. Cuando
hay un millón de horas por llenar, Camus debe ceder el paso a los Dumas, pa-
dre e hijo. En infinitos días iguales leímos en voz alta (para hacer durar aún más
los libros) la saga entera de Los Tres Mosqueteros y la pérfida Milady Winter,
las tribulaciones de La Guerra y la Paz y las aventuras de Robinson Crusoe.
Pero poco a poco el interés de Manuelito fue decreciendo y acabó recayendo en
su desasosiego de animalito enjaulado. Hubo un fugaz renacimiento con Los
Miserables (¡qué cerca de Víctor Hugo nos sentimos al leer aquello de que la
capacidad de sufrimiento es como una esponja que, cuando está colmada, el
mar entero puede pasar sobre ella sin que sea capaz de absorber una gota más
de agua!) pero al fin me pidió que dejase de leer en voz alta y que leyera sólo
para mí.
Y entonces ocurrió el segundo milagro. La madre de Manuelito, haciendo
sacrificios que no son de este mundo, recorrió los 1.500 kilómetros de distancia
que los separaban para visitarlo. Era una vieja pequeña, apenas un bollito de
ropas negras, sentada en silencio en los bancos de la capilla que servían de lo-
cutorio. La media hora de reglamento apenas le alcanzaron a madre e hijo para
mirarse con ojos desorbitados de afecto, para repetirse cien veces que todo pa-

- 216 -
MARIO PAOLETTI

saría y para transmitirse unas pocas y escogidas novedades del pueblito lejano.
Parecía que eso iba a ser todo, pero no. Una semana después de la visita se abrió
el pasaplatos, la voz del guardián llamó a Manuelito por su número y le entregó
un librito pequeño, con la orla amarilla de los muchos años en los bordes de las
páginas. Pensé con piedad en esa vieja que no entendía que un libro tan pe-
queño no podía servirnos para nada. Manuelito le daba vuelta entre sus manos.
-- Platero y yo. ¿Lo conocés?
Conté lo que sabía de Juan Ramón Jiménez, pero en nada de lo que yo le
dije encontró la razón secreta de ese regalo de su madre. Dejó el libro sobre la
cama y allí quedó. Pero al caer la tarde, después de la parca cena, Manuelito
abrió el libro al azar y leyó: “Miedo. Aliento contenido. Sudor frío. El terrible
cielo bajo ahoga el amanecer. No hay por dónde escapar. Silencio”.
Manuelito sonrió.
Un preso es un lector muy especial. En la cárcel hay muchas palabras que
significan cosas distintas que Afuera; libertad, miedo, justicia, coraje. El Plateroy
yo que leía Manuelito lo había escrito, sin duda, Juan Ramón Jiménez. Pero
también lo estaba escribiendo, día a día, el conmovido Manuelito.
En esas aguas frescas, al fin, Manuelito calmó su sed. No importaba que
desconociese el significado de muchas de las palabras, que ignorase qué podía
ser un “tío de las vistas” ni una “tortuga griega”. Con otros nombres, con otras
historias, allí estaba el olor y el tamaño de su aldea, día por día y estación por
estación.
Y el día que Manuelito leyó: “¡Se van a morir de frío, Platero!”, Manuelito
lloró. Porque nos estábamos muriendo de frío. Y muchos murieron.

MARIOPAOLETTI
Fundación Ortega y Gasset

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LAMIRADACINÉFILADESOMOZA
ATRAVÉSDELAVENTANAPINTADA

Para Juan Paz Mariñas,


por colmar mis pupilas con su mirada iridiscente.

Existen numerosas miradas creativas que traspasan la superficie donde se


generan, parpadean entre varios géneros y acuden al encuentro de otros siste-
mas semióticos combinando, por ejemplo, la página impresa con el anverso y el
reverso de la gran pantalla. Tal es el caso de José Carlos Somoza, escritor espa-
ñol de origen cubano (La Habana, 1959), cuyas obras se debaten constantemente
entre las luces y las sombras no sólo de la existencia humana, sino también de la
ficción. La visión artística del autor abarca la fascinante relación de la literatura
contemporánea con el cine en el seno de un proceso interminable de redefini-
ción de las convergencias, divergencias e interferencias entre ambos medios.
Una de las manifestaciones más sobresalientes de este intercambio es el
“diálogo interartístico” que a menudo se establece entre el discurso literario y el
discurso fílmico, según la terminología empleada por Darío Villanueva (1999:
215) para sustituir la expresión más difundida en el ámbito coloquial: la adapta
ción. La dimensión comunicativa también está presente en otro tipo de vínculo
narrativo y ficcional que hemos denominado como interacción fílmicoliteraria,
basada en la incorporación al texto literario de elementos que recrean diversos
componentes del lenguaje cinematográfico en la diégesis, los personajes, el
tiempo y el espacio donde transcurre la acción. Laventanapintada (VP), novela
publicada en 1999 y galardonada con el premio Café Gijón el año anterior, con-
tinúa siendo un ejemplo paradigmático de la necesaria participación del lector o
la lectora en el proceso interactivo.
Bajo la atenta mirada de Charles Chaplin y Greta Garbo plasmada en la
cubierta del libro, Somoza nos introduce en una búsqueda muy peculiar efec-
tuada en el contexto del coleccionismo cinematográfico unido a la reflexión
existencial. Tres epígrafes nos dan la bienvenida a esta indagación sobre el arte
y la vida, procedentes de las citas relacionadas con San Agustín (Confesiones),
Platón (República) y la interjección de un aficionado al cine en un programa te-
levisivo. El elemento paratextual presagia la dualidad que envuelve al prota-
gonista literario, Javier Verdaguer Vélez, sumido en las sombras de la realidad e
inmerso también en los destellos –a menudo cegadores, pero siempre atracti-
vos- de la fantasía fílmica. La sala de cine se convierte en el referente actual para

- 218 -
VERÓNICA PEEBLES

adentrarse en las profundidades del mito platónico que el autor vuelve a explo-
rar en Lacavernadelasideas (2002: 154):

Cuando un texto posee una eidesis muy fuerte, como es el caso, las imágenes llegan a
obsesionar de tal manera al lector que lo implican de algún modo en la obra. No pode-
mos obsesionarnos con algo sin sentir, al mismo tiempo, que formamos parte de ese al-
go. En la mirada de tu amante crees atisbar su amor por ti, y en las palabras de un libro
eidético crees descubrir tu presencia...

Las voces narradoras del filósofo y el cinéfilo evocan el aspecto eidético de


la representación como experiencia compartida, una mirada recíproca del autor
hacia su obra y de ambos hacia quien la recibe. Se trata de una visión bidirec-
cional e interdisciplinar que permite la combinación del componente visual con
el elemento verbal de la escritura a fin de que, tras la lectura, la percepción del
estímulo perdure incluso después de que éste haya desaparecido. La obsesión
de Verdaguer, contable de una compañía de seguros, surge de un gesto casual
efectuado por uno de los clientes del videoclub al que acude con frecuencia
para buscar material fotográfico de su ídolo de celuloide: Jodie Foster. A pesar
del anonimato, el personaje secundario adquiere una gran importancia debido a
la apariencia externa que guarda una cierta similitud con Borges según el na-
rrador, la sabiduría ligada a su edad avanzada y, sobre todo, el hecho de que
actúa como desencadenante del enigma escondido en la novela.
La conversación privada que este admirador confeso de Greta Garbo enta-
bla con el encargado del local deriva en una anotación en un fragmento de pa-
pel marrón que contiene un secreto espectacular e inesperado, crucial para la
diégesis y la ontología del relato. Aunque la dialéctica entre el recuerdo y el
olvido de todos los detalles asociados a ese momento significativo no es capaz
de precisar ningún indicio de los acontecimientos extraordinarios que van a
tener lugar, el hallazgo gráfico transforma por completo la vida del protago-
nista y, por fortuna, la nuestra. Quizás la primera advertencia del asombro que
vamos a experimentar a través de la ficción de Somoza sea el ejemplar que sos-
tenemos en las manos pues, tal y como afirmaba Jorge Luis Borges, “el libro es
una extensión de la memoria y de la imaginación” (1983: 13).
El misterio que encierra Laventanapintada se construye a través de la mi-
rada en sentido literal y metafórico, dibujada con la palabra a modo de tram-
pantojo de acuerdo con la doble perspectiva del narrador en calidad de prota-
gonista: “No puedo describirlo, por lo tanto: tendrían ustedes que haberlo
visto” (VP, pág. 12). La expresión, repetida con frecuencia, crea la ilusión de que
estamos involucrados en el universo ficcional y constata la incapacidad del na-

- 219 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

rrador para verbalizar lo que debemos visualizar con el propósito de compren-


der su motivación. La pérdida parcial del control sobre la narración nos trans-
forma en espectadores de la doble vertiente representada en la novela: el feti-
chismo fílmico y el ámbito familiar. Así por ejemplo, la imagen fotográfica de
Michelle Pfeiffer, utilizada como pretexto para recuperar el mensaje secreto,
coexiste con la mirada póstuma de los suegros del protagonista que le observan
desde un retrato. La conversión recurrente del espectador en sujeto observado
se produce durante la comida con sus hijos: Laurita y Javi, cuyo rostro es des-
crito como el reflejo especular de la expresión y la mirada del padre, superficial
sólo en apariencia. El muchacho, al que la novela le depara un trágico final,
también ha heredado la vocación del progenitor (en su caso, colecciona los ví-
deos de Akira).
La capacidad de observación descrita en la novela está implícita en la bús-
queda de identidad del ser humano y el conocimiento del mundo que le rodea.
Verdaguer se define como un voyeur, un mirón contemporáneo a quien no le
deleita exclusivamente el erotismo sino la introspección sobre sí mismo y su
narración: “Yo soy, sobre todo, un hombre que mira, o que contempla, que es
más puro que mirar” (VP, pág. 18). Ocasionalmente, el protagonista del texto
literario recuerda a otro coleccionista de uno de los textos fílmicos de los años
sesenta más famosos y polémicos de la época. Nos referimos al personaje inter-
pretado por Terence Stamp en The Collector (1965), coproducción británica y
estadounidense dirigida por William Wyler, basada en la novela homónima de
John Fowles. La transposición cinematográfica1 narra la historia de Frederick
Clegg, un empleado de banca tímido e introvertido que se dedica a atesorar
espléndidos ejemplares de mariposas hasta que descubre la belleza de una jo-
ven llamada Miranda Grey (encarnada por Samantha Eggar) y decide raptarla.
La prisionera escribe sus impresiones sobre la afición del hombre que la ha
agregado violentamente a la colección, desencadenando la lucha dramática por
la supervivencia: “I know what I am to him. A butterfly he has always wanted
to catch. I remember […] G. P. saying that collectors were the worst animals of
all. He meant art collectors, of course. […] They’re anti-life, anti-art, anti-eve-
rything” (Fowles, 1963: 58).
Al igual que la obsesión del entomólogo se origina al observar el objeto o
sujeto de deseo, seguida de la posesión física de la mujer/mariposa mediante el

1 Término propuesto por José María Paz Gago para un replanteamiento teórico y práctico en el
estudio de las relaciones de literatura y cine, en base al “método comparativo semiótico-
textual” (cfr. 2004) que pone de manifiesto las diferencias entre ambos sistemas semióticos, así
como los dos aspectos en los que convergen el texto literario y el texto fílmico: la narratividad
y la ficcionalidad.
- 220 -
VERÓNICA PEEBLES

secuestro o el alfiler, el contable adicto al cine afirma que el placer proviene de


dos factores distintos y complementarios: la acción y la contemplación. La dua-
lidad persiste, incluso, en el terreno yermo de la rutina laboral donde la actitud
participativa y la creatividad son sustituidas por los factores opuestos: la pasi-
vidad, la alienación y la falta de imaginación.2 La ventana pintada proyecta la
multiplicidad de superficies sobre las que se posa la mirada de Somoza para
captar nuestra atención. Cabe destacar el fragmento de papel que Verdaguer
identifica con una pantalla en blanco, repleto de figuras fantasmagóricas desci-
fradas gradualmente como vestigios de una escritura anterior, formas geométri-
cas y numerosos dibujos de ojos que observan a quien los mira a través de un
guiño casi buñuelesco. La interacción fílmicoliteraria3 impera en la descripción
del descubrimiento, por medio del tacto y de la visión, de estas presencias au-
sentes que han quedado calcadas como manifestación de la representación en el
sentido posmoderno del término: “representación, lo único presente que pre-
senta lo que no está presente” (Vidal, 1994: 147).
En contraposición a la función primordial que desempeña la percepción
sensorial en la búsqueda de significado elaborada por el protagonista, la voz y
la mirada del narrador constatan la atrofia generalizada de los sentidos –a ex-
cepción del visual- en el ámbito profesional y la inercia de la sociedad contem-
poránea. Sentado ante la pantalla del ordenador en la oficina en la que trabaja,
Javier asegura que su labor consiste únicamente en esperar y mirar, someterse
al mecanicismo de la repetición y al hecho de que la cotidianidad es inmutable.
El poder de metamorfosis –tanto de la experiencia vital como de la ficción- re-
side en la mirada, pues para él lo único que cambia es la imagen de las cosas y
el ojo es el órgano capaz de evidenciar el paso del tiempo. Cada día es idéntico
a los demás si no mira a su alrededor y, por ejemplo, al lema que contiene cada
página del calendario, próximo a una iluminación mística o trascendente.
La oscilación entre el estatismo y el dinamismo nos induce a considerar un
cambio de perspectiva respecto a la fenomenología de la percepción sobre las

2 El trabajo que desempeña como jefe de contabilidad de su empresa contrasta con el que le ha sido
asignado a su compañero Roberto, jefe de creatividad que pone de manifiesto el uso imagina-
tivo de la imagen con fines comerciales y competitivos, no artísticos. En un momento dado
Roberto asegura que Javier equivale a la realidad y él sólo constituye la máscara.
3 El narrador emplea el lenguaje cinematográfico para establecer una analogía entre la emoción que

experimenta debido a la solución inminente del enigma y el suspense característico de una pe-
lícula de misterio (cfr. VP, pág. 21). Recurre a la mención del género fílmico, los movimientos
de cámara, la tipología del código de la planificación que podrían componer la escena si su si-
tuación se viera reflejada en la gran pantalla, la utilización del zoom y la inserción de la banda
sonora, hasta llegar al plano final para exhibir su satisfacción al hallar el significado de la ins-
cripción: una dirección que le conduce hasta el número trece de la calle Ballesta.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

relaciones procelosas de la literatura y el cine. Nicolás Rosa asegura que el se-


gundo debe ser concebido como una desterritorialización acelerada de lo literario,
un proceso que no sólo afecta al objeto de estudio sino también al sujeto: “La
permanencia, como una larga agonía de cetáceo, de las categorizaciones y
enunciados” en esta materia, aún siendo necesarios, “dislocan el sentido pro-
fundo de una nueva forma de visión del mundo y de sus realizaciones: es decir,
un nuevo sujeto. El hombre, como soporte de este sujeto, a partir de la trans-
formación cinematográfica, es un hombre mediado por la kinesis y por la este-
roscopía” (1999: 256).
La pertenencia de José Carlos Somoza a la comunidad de coleccionistas
que habitan en La ventana pintada depende de su reflexión personal sobre la
aportación de los géneros a la literatura, según la entrevista concedida por el
autor a propósito de la publicación de ZigZag: “Libertad. Lejos de etiquetas y
clasificaciones, la mariposa de los géneros sigue volando, y muchos autores
creemos que es preciosa, de colores anárquicos, y nadie podrá nunca clavarle
un alfiler y ponerla en un tablón” (Sark, 2006: s.n.). En sentido figurado, el batir
de alas equivale al parpadeo del autor que vislumbra otras posibilidades narra-
tivas en la confluencia de varias expresiones artísticas, así como su personaje
acostumbra a abrir y cerrar los ojos cuando entra en un lugar oscuro, especial-
mente la sala de cine.
El descubrimiento de una joya inesperada e irrepetible, la Filmoteca Sole-
dad situada en la calle del mismo nombre, se debe a un hombre que propor-
ciona de forma clandestina fotografías de la época dorada de Hollywood. El
clasicismo de aquellos que se decantan por la sonrisa de Ava Gardner o el llanto
de Ingrid Bergman contrasta con la inclinación de Verdaguer hacia Jodie Foster
como representante del cine moderno, una predilección que le induce a defi-
nirse como un cazador de novedades relacionadas con la actriz. A medio ca-
mino entre la tradición y la innovación, las conversaciones que el protagonista
entabla con el coleccionista anónimo de Ballesta giran en torno a la realidad o la
virtualidad de aquello que se contempla. El personaje secundario considera que
sus clientes a menudo se desengañan porque están obsesionados con algo irreal,
pero él le contradice al afirmar de manera categórica: “Todo lo que puede con-
templarse existe” (VP, pág. 31).
La distinción inicua entre las películas y los acontecimientos que transcu-
rren fuera de la pantalla constituye la temática principal, representada formal-
mente en la estructura global de la novela compuesta por treinta y siete capítu-
los. En opinión de Luis Barragán: “Importa la vida virtual tomada por real, en
los capítulos impares, convertida la vida real en virtual, según los pares” (2004:
2). Sin embargo, el juego constante con las expectativas del lector y las estrate-
- 222 -
VERÓNICA PEEBLES

gias narrativas empleadas por el autor demuestran que la obra subraya la di-
solución de las dicotomías, en base a la concepción generalizada de la vida coti-
diana y la expresión artística, la vida y la muerte, la realidad y la fantasía, o la
luz y la oscuridad. En este sentido, la propuesta que Somoza pone en boca de
uno de sus personajes consiste en traspasar el umbral e invertir las categorías
hasta que se vuelvan indiscernibles:

[...] En el cine ves dos clases de vidas: la que se desarrolla en la pantalla la llamamos fic-
ticia; la del patio de butacas, real. Pero todo depende de la dirección de la luz y de nues-
tra mirada; si aquello que llamamos vida real se iluminara como una pantalla blanca y
nosotros la contempláramos sentados a oscuras desde la ficción, invertiríamos las cate-
gorías (VP, pág. 182).

La intensidad de la mirada determina la aparición de sorpresas y enigmas


por resolver en el interior de la diégesis. En el ámbito extradiegético, podemos
afirmar que toma dos direcciones diferentes pero complementarias: la superfi-
cialidad y las claves esenciales para aprehender la naturaleza intersticial tanto
de la obra de arte como de la existencia humana. La alusión anecdótica a la apa-
riencia externa de los artistas de cine, modificada gracias al maquillaje, la ves-
timenta o la fotografía, reviste cambios más sutiles pero cruciales en la fiso-
nomía de los personajes literarios. A la luz de un leve temblor en los dedos cau-
sado por su vocación, Verdaguer sopesa las consecuencias profundas de este
gesto sintomático propio de la “enfermedad” del coleccionista. El rasgo físico de
la cinefilia introduce una serie de cuestiones metafísicas sobre el paso del tiem-
po y la condición mortal, cotejadas con la velocidad a la que transcurren los
fotogramas de una película y la permanencia repetitiva del modelo: “Una pelí-
cula es una vida inmortal” (VP, pág.128). El tratamiento temporal de la novela
coincide exactamente con los fundamentos de la interacción fílmico-literaria al
situar la acción cuatro años después del estreno de El silencio de los corderos
(1991), uno de los filmes preferidos del protagonista.4
La conjunción de lo disímil forma parte del período de aprendizaje de
Verdaguer, efectuado desde la infancia hasta la madurez, sobre varias materias
como el cine, el sexo, la religión, la muerte y su propia identidad contradictoria
al concluir que “toda felicidad auténtica requiere tinieblas previas” (VP, pág.
32). Por su parte, la disyuntiva entre la imagen y la palabra se resuelve por me-

4 La transposición cinematográfica fue dirigida por Jonathan Demme en base a la novela homónima
de Thomas Harris y el género al que pertenece coincide con aquel que Somoza cultiva a me-
nudo en el ámbito literario: el thriller o la novela de suspense. Verdaguer también admira la
interpretación de la idolatrada Jodie Foster en el filme Acusados, realizado por Jonathan Ka-
plan en 1988.
- 223 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

dio del consejo del anciano que le recomienda acudir a la sala de cine para cul-
minar la búsqueda. Sin embargo, Somoza devuelve el poder a la palabra al re-
crear una velada cinematográfica en torno a la película que narra la historia de
un hombre que posee una doble vida como samurai y escritor, hasta que las dos
identidades –antes separadas- se funden.5 La fantasía fílmica coexiste con la
penumbra, cada vez más oscura, del drama familiar: la relación marital con
Andrea y la enfermedad del hijo que sufre leucemia. El deterioro de ambas
acrecienta la sensación de abandono, soledad, aislamiento e incomprensión en
el seno de la cultura del entretenimiento, ajena a las tragedias individuales y
colectivas de la vida cotidiana.
Además de esta sesión convencional a la que acuden Javier, Andrea, Ro-
berto y Ana, el autor introduce un elemento extraordinario, el arquetipo de la
Filmoteca Soledad, para albergar simultáneamente la diversión y la reflexión
crítica sobre el cine como forma de evasión de la realidad. La filmoteca pro-
puesta por el escritor obedece al lema de ofrecer al espectador el cine que le
gusta, organizando la programación en función de sus preferencias personales
y ofreciéndole un descuento en la adquisición de la entrada. En un intento por
combatir la mortalidad del ser humano análoga a la linealidad de la obra litera-
ria, los responsables del local realizan sesiones especiales en las que se proyecta
la misma película de forma cíclica. La expresión “sesión continua” cobra enton-
ces un nuevo sentido al indagar en el funcionamiento del local que Verdaguer
visita por primera vez el día que proyectan dos películas de Charles Chaplin: La
quimeradeloro y Elgrandictador. Aunque el neófito confiesa que el cine mudo o
silente no le atrae especialmente –no por la ausencia de sonido, sino porque a
veces la calidad de la imagen es defectuosa-, admite que la incursión en este
mundo alternativo le aporta distracción.
El trampantojo sugerido en el título y el contenido de la novela fusiona lo
que sucede en el interior de la pantalla (las escenas protagonizadas por Charlot)
con el exterior, donde el divertimento de Verdaguer no procede de la evasión
sino de la visión: la observación de los demás espectadores en el patio de buta-
cas y de sí mismo. El autor crea una serie de procedimientos narrativos que
podríamos considerar como recursosópticos, aplicados no tanto a las actrices y a
los actores que se mencionan a lo largo del relato como a los personajes litera-

5 La consciencia sobre la dualidad origina el suicidio del escritor, incapaz de compartir a su musa
que es una prostituta en la vida paralela. Las opiniones sobre la fotografía y la dirección de la
película pierden relevancia ante la aparición de un símbolo que llama la atención sobre el
componente metaficcional: la presencia de una flor en escenas donde es imposible su existen-
cia, como un defecto del celuloide que indica que hay algo más allá de lo que se proyecta en la
pantalla o sobre la página.
- 224 -
VERÓNICA PEEBLES

rios. Nos referimos al desdoblamiento de Javier al contemplarse mientras rea-


liza alguna acción, una duplicación visual originada por la soledad y lo desco-
nocido, o los trucos visuales de los juegos infantiles en el pasado; la capacidad
del anciano borgesiano para imitar o simular su condición; la mímica empleada
por Alfred; las sombras chinescas que Lázaro proyecta sobre la pared; y el re-
flejo de los personajes ante un espejo.
De acuerdo con el encargado de la cartelera, la finalidad de la filmoteca
consiste en que el cine sea una satisfacción y no se reduzca a una simple expe-
riencia. A pesar del carácter solitario que su nombre indica, se trata de un pro-
yecto colectivo (previa recopilación de los datos personales de los usuarios para
elaborar una estadística sobre las inclinaciones cinéfilas) encaminado a satisfa-
cer el deseo.6 Además de los principios que rigen este espacio privilegiado para
la interacción fílmico-literaria, cabe destacar la doble concepción de quien ob-
serva el espectáculo cinematográfico y su correlativo vital: el espectador que lo
contempla y el expectante que aguarda la obtención de sus anhelos. Javier Ver-
daguer reúne ambas cualidades pero también debe afrontar ciertos impedi-
mentos: el calendario de proyección de las películas es aleatorio, impredecible,
con el propósito de que el factor sorpresa asegure la asistencia del público y la
gratificación aumente al ver cumplidas sus expectativas. En un contexto muy
distinto, la expectación en la sala del ambulatorio para recibir el diagnóstico
médico revela que en ese espacio concreto –ajeno a la sala de cine excepto por
un olor similar- nada sucede en consonancia con los deseos o las miradas.7
Cabe mencionar otra espera que anhela superar la adversidad con la espe-
ranza de que las cosas cambien: la del autor que reflexiona sobre su oficio y
aguarda el regreso de los libros en medio de la tragedia producida por los con-
flictos bélicos. La fragilidad de la literatura en ese contexto contrasta con la ca-
pacidad de adaptación del cine para sobrevivir en un mundo hostil, retratar la
muerte por medio del espectáculo y proporcionar evasión a quienes observan

6 El responsable de la programación –término que evoca la predestinación en un contexto más


amplio- afirma: “No es lo mismo ver que querer ver: primero hay que querer ver. Nosotros
fomentamos el gusto por el cine mediante el conocimiento de lo que se quiere ver, no de lo
que otros dicen que debemos ver. Lo primero de todo es el deseo, después la búsqueda, por
último la satisfacción” (VP, pág. 50).
7 De hecho, la enfermedad del hijo discurre paralela a la dolencia del padre aunque sus síntomas y
consecuencias difieran. En el primer caso, cabe destacar la transformación violenta de la mi-
rada en unos ojos que reflejan el reposo hospitalario, convirtiendo a los familiares en especta-
dores pasivos de la tragedia a través del cristal de una habitación que no es una habitación re-
al, sino una falsa ilusión óptica que imita un dormitorio infantil para vigilar al paciente. No
sólo la mirada, sino también el espacio y los objetos que adornan su cuarto (tebeos, juguetes,
dibujados animados, etcétera) se transforman en ausencia del niño.
- 225 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

impávidos al otro lado de la pantalla. Por el contrario, la lectura requiere abne-


gación y complicidad. En palabras de Somoza:

Lo primero que perdemos en una tragedia es la imaginación, y es lo último que reco-


bramos. [...] Aves y libros, frágiles y asustadizos, echan a volar con las tragedias. Las aves re-
gresan antes. Debemos esperar, con paciencia y ternura, el regreso de los libros. Aguardare-
mos a ver cómo se posan de nuevo en nuestra imaginación con ese aleteo de hojas pasadas.
Todavía tardarán un poco. Pero volverán. (2004a: s.n.)

Las ventanas reales y/o imaginarias que nos introducen en el universo fic-
cional de Somoza se multiplican exponencialmente conforme avanza la narra-
ción: la referencia paratextual del título se suma a la ventana pintada en la pa-
red del sótano de la Filmoteca Soledad, la cristalera de la habitación del hospital
donde internan a Javi, la del apartamento donde reciben la noticia de su enfer-
medad o la que el doctor Hannibal Lecter posee en su celda en la película. Cada
abertura a otra vertiente narrativa nos permite vislumbrar las distintas defini-
ciones del mundo que elaboran los personajes secundarios y el protagonista,
relacionadas con la profesión que ejercen públicamente y sus aficiones ocultas.
Para Andrea, maestra de escuela acostumbrada a que todas las preguntas deben
tener una respuesta pero no halla una explicación satisfactoria a la muerte del
hijo, la realidad debería circunscribirse a un mapamundi. Los límites impuestos
por esta visión esquemática se complementan con la opinión del marido que
define la vida como un juego de luces y sombras:

Nuestra vida consiste en paz y costumbre: eso es la oscuridad. Todo lo que no es oscuri-
dad es luz que se mueve a gran velocidad, la luz que contemplamos, que nos hipnotiza,
que nos retrata, que inmoviliza nuestros cuerpos en los asientos, que nos hace parpa-
dear (VP, pág. 57).

Los capítulos fluctúan entre el interés que despiertan los pasajes dedicados
al cine, subrayado por el protagonista que nos interpela directamente para que
reconozcamos dónde se centra nuestra atención, y la disminución de la relevan-
cia o la pérdida del control sobre la narración en aquellos que reflejan los con-
flictos vitales. Verdaguer asume que la problemática central no consiste en des-
velar el misterio de la imagen, sino de la palabra, poniendo énfasis en la
incapacidad de la representación para narrar lo incognoscible, la muerte: “Ne-
cesito un narrador. Un narrador detrás de mis ojos, que me cuente a mi hijo”
(VP, pág. 95). La determinación que demuestra el cinéfilo en su búsqueda fan-
tástica se opone diametralmente a la inacción que le caracteriza en situaciones
inesperadas y complicadas, como la discusión con su esposa o el encuentro
fortuito con otra pareja participante en el enigma: unos aficionados que también
- 226 -
VERÓNICA PEEBLES

acuden a la filmoteca, Alfred y Gemma, promotores del ciclo sobre Charlot. Ella
ejemplifica el movimiento y él el silencio. Su intervención nos introduce en un
mundo en blanco y negro sugerido por el contraste de su piel blanquísima con
la vestimentas negras, un tatuaje similar a un ojo, la decoración de su casa y el
tono que a menudo adquiere la conversación.
Alfred padece la misma enfermedad que Javier: la cinefilia, representada
en los parpadeos constantes de las películas silentes, la rapidez del mundo ci-
nematográfico con respecto al real, la seriedad bajo la superficie aparente de la
comicidad, las anécdotas falsas que se toman por verdaderas o la confusión
entre la corporeidad y el celuloide. En opinión de Barragán, la novela nos ofrece
una droga nueva y peligrosa, la filmoadicción, en la que cobra importancia tanto
la cantidad como la calidad de las películas:

Una suerte de poesía insurreccional, si la elección del film es la más adecuada, puede en-
tusiasmar y ganar adeptos entre el vasto contingente de desarraigados, enajenados, alie-
nados o cosificados por el orden imperante, en cualquier lugar del globo terráqueo,
siempre que se atrevan a despejar las claves de acceso (2004: 9).

No existe una solución definitiva para resolver el misterio que contiene La
ventanapintada sobre el cine, la imagen y la concepción visual del arte vinculado
inexorablemente a la existencia, sino claves múltiples, heterogéneas e incluso
contradictorias: 1) la enajenación, 2) la sacralización del mito cinematográfico, 3)
la indiferencia o 4) la indefinición. Al primer tipo pertenece la explicación teó-
rica de Alfred y su compañero Lázaro8, basada en el efecto estroboscópico: una
especie de dispositivo óptico que, al compás de los giros de la narración, pro-
duce la ilusión de movimiento a partir de imágenes fijas. Las sustancias psico-
trópicas que ingieren los fanáticos de Charles Chaplin y Mia Farrow respecti-
vamente, no son tan perjudiciales como las visiones producidas por las
películas, en el seno de una locura cuya ventaja más destacada es combatir la
soledad: “El cine es el mejor manicomio que hemos inventado después de siglos
de putear la fantasía” (VP, pág. 100).
En segundo lugar el aficionado a Greta Garbo, un hombre acostumbrado a

8 El nombre del personaje, extraído de la referencia bíblica correspondiente, no sólo posee connota-
ciones religiosas sino artísticas puesto que la imagen, anclada en el “presente eterno” asociado
a las películas, implica una forma de resurrección. Por otra parte, el tratamiento de la muerte
constituye una de las distinciones principales entre el cine y el teatro que Alfred expone ver-
balmente (cfr. VP, págs. 102) e ilustra por medio de un experimento macabro en el que se rea-
liza un montaje con diversas muertes interpretadas por los actores en la pantalla. El fundido
en negro como metáfora de la muerte sigue siendo uno de los recursos más utilizados por la
literatura contemporánea para ilustrar el fin de la función y de la existencia.
- 227 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

ver y devoto de la iglesia de San Ildefonso, se decanta por concebir la fascina-


ción alucinógena de las imágenes a través del carácter sagrado y ritualista del
mito cinematográfico que el texto literario trata de subvertir.9 Como si de una
predisposición genética se tratase, el anciano también ha heredado la pasión de
su padre y tras años de reflexión sobre la atracción que despierta la imagen
fílmica concluye que ésta no reside en sus componentes, sino en la mirada del
espectador: “Lo más terrible de todo es que nosotros somos los creadores de lo
que deseamos” (VP, pág. 89).
La tercera en discordia es Gemma, la única que no pertenece a la secta o
comunidad cinéfila, convencida de que esta obsesión es una forma de eludir la
realidad, sujeta al beneficio económico de la industria, y que la repetición exce-
siva e invasora de las imágenes posee efectos dañinos.10 La metáfora del cine
ilustra el aislamiento y la incomunicación que paradójicamente caracteriza a la
sociedad de los medios de comunicación masiva, en virtud de la concepción de
la literatura descrita por Somoza en la versión electrónica de su columna de
opinión Elespejoylamáscara. Tras citar el periplo de Alicia al atravesar el espejo
en la obra de Lewis Carroll, el creador de la Filmoteca Soledad traspasa la ven-
tana pintada para afirmar que escribir siempre consiste en contar sueños y con-
fiar en que otros ojos los interpreten y se apoderen de ellos. El carácter indivi-
dual o solitario de la lectura no le resta solidaridad a la actividad porque, al
igual que la experiencia del espectador cinematográfico, se trata de compartir
durante un cierto tiempo la misma alucinación, los mismos sueños. Somoza
concibe a los lectores como solitariossolidarios porque “leer es escuchar con los
ojos: ceder la palabra al otro para que nos desvele parte de sus secretos. Y ceder
la palabra (podemos comprobarlo cada día) se vuelve cada vez más perentorio,
más urgente” (2003: s.n.).
En última instancia, el viaje de Javier Verdaguer no concluye cuando se
clausura la Filmoteca Soledad, sino después de recorrer las calles laberínticas de
Madrid perseguido por las visiones que le acechan en el texto literario a través

9 Además de los mitos cinematográficos que dibujan el contorno de la ventana pintada, la novela
contiene otras referencias clásicas procedentes del ámbito literario y filosófico, proyectando
una serie de temas recurrentes en el conjunto de la obra de José Carlos Somoza a modo de se-
sión continua: “Platón hablaba de proyecciones, de imágenes de luces y sombras en una ca-
verna oscura, reflejos de la perfección de las cosas [...]. En realidad, Platón hablaba de cine.
Naturalmente que él no sabía que sus teorías se relacionaban con el cine, pero lo hubiera sa-
bido de haber vivido años después de la invención de los Lumière: una proyección de la ima-
gen ideal de los objetos en una caverna oscura” (VP, pág. 90).
10 La situación es crítica según el personaje femenino: “Lo único que queremos es ver cosas. Ya no

escuchamos lo que nos dicen, ya no hablamos, ni siquiera nos paramos a darle vueltas al coco:
lo que queremos es ver muchas cosas, y cuantas más vemos, mejor” (VP, pág. 115).
- 228 -
VERÓNICA PEEBLES

del lenguaje cinematográfico: planos, profundidad de campo y encuadres que


se superponen hasta no poder distinguir entre ambas percepciones. La ambi-
güedad se impone sobre el momento de revelación del personaje, una ilumina-
ción que alberga la sombra de la incertidumbre al comprender lo oscuro e inex-
plicable: “Yo había sido un hombre que había empezado en algún instante y
que alguna vez finalizaría, pero, en el trayecto, mi historia tendría sentido, sig-
nificaría algo y podría comprenderse al ser contemplada” (VP, pág. 227). No
obstante, si la vida de Verdaguer es cine, no cabe duda que la de Somoza es
literatura: “Leer es una llama. [...] Los libros no son películas: no arden en salas
vacías, sin ojos espectadores. [...] Los libros son luces apagadas. [...] La llama
que enciende todos los libros está en nuestros ojos” (2004b: s.n.).



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VERÓNICAF.PEEBLES
Universidade da Coruña

- 230 -
DIOSENLOSFUNDADORESDELANUEVAPOESÍA
HISPANOAMERICANA:HUIDOBRO,VALLEJO,BORGES


- ¿Cree V. en Dios?
- Quiero creer; no logro creer. A veces no quiero
creer; a veces creo sin creer. Creo hoy; mañana
dejo de creer. Dudo.
- Pero Dios existe o no existe; hay que creer en él
o negarlo; no cabe dudarlo.
- Eso es lo que V. cree.1


Este trabajo pretende ser un acercamiento a la imagen de Dios que se de-
riva de la poesía de Vicente Huidobro, César Vallejo y Jorge Luis Borges, tres
voces que contribuyeron a crear la nueva poesía hispanoamericana –de comien-
zos del siglo XX–, como planteó Saúl Yurkievich en un ya clásico estudio2. De
todas las preocupaciones posibles que acosan al ser humano, una de las más
trascendentales ha sido sin duda la existencia de Dios. Creer en la divinidad, en
Dios o en un dios, es más que un problema de creencia, un problema de esencia.
El hombre necesita definir lo divino para definir lo humano, esto es, necesita
para comprenderse a sí mismo comprender “lo otro”; y para ello se encuentra
en constante debate consigo mismo y con la realidad circundante.
La literatura es un modo de explicar y comprender el mundo, o una forma
de evadirse de él, o un instrumento para crear una nueva realidad que no es
necesariamente más irreal que la vida misma. Huidobro, Vallejo y Borges de-
muestran tres opciones distintas de enfrentarse a la idea de Dios a través de la
poesía; los tres crean en sus poemas imágenes diferentes de un dios que habita
en las palabras y que es recreado a través de ellas. No olvidemos que la voz
latina poeta proviene del griego poits, que etimológicamente significa “el que
crea”, de modo que el poeta es aquel que inventa, que crea; su misión no está,
pues, tan alejada de la de Dios.

1 “Habla Juan de Mairena a sus alumnos. I”, Antonio Machado, JuandeMairena, Madrid, Alianza,
1986, pág. 69.
2 Saúl Yurkievich, Fundadores de la nueva poesía latinoamericana: Vallejo, Huidobro, Borges, Girondo,
Neruda,Paz,LezamaLima, Barcelona, Ariel, 1984.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

I. VICENTEHUIDOBRO:UNDIOSCREACIONISTA.
La figura de Vicente Huidobro se alza con fuerza como una de las más des-
tacadas del panorama poético latinoamericano en el siglo XX. Junto a César
Vallejo y Pablo Neruda integra el “tríptico mayor de la poesía contemporánea
hispanoamericana”3.
Detener la mirada en la escritura poética de Huidobro es vislumbrar el
creacionismo, movimiento de la primera vanguardia del que se erige como
trasmisor y propagandista, corriente –o actitud– revolucionaria que concebía al
poeta como una especie de dios taumaturgo destinado a crear un nuevo tipo de
poesía no subordinada a la Naturaleza, pues el poeta, en lugar de reflejarla mi-
méticamente, debía situarse frente a ella. Huidobro defiende la máxima “inven-
ción es igual a creación”, y su poesía es en este sentido una invitación continua
a crear. Obviamente, esta defensa de la originalidad creadora no impide que el
propio Huidobro acusara en su estilo distintas influencias, especialmente la
obra de Apollinaire; en este sentido, todo poeta –y Vicente Huidobro no era una
excepción– está inserto en tradición previa de la que no puede ser aislado.
Uno de los pilares fundamentales del creacionismo es la idea de que todo
lo perteneciente al mundo sensible, perceptible, se puede crear verbalmente; así,
el poeta conmina a los compañeros en el poema-manifiesto “Arte poética” de El
espejodeagua(1918): “Por qué cantáis la rosa, ¡oh, Poetas!/ Hacedla florecer en el
poema.”4. En este principio que distingue creación de re-creación radica precisa-
mente la base del credo estético que más tarde Huidobro denominará Creacio
nismo5, una apuesta por un arte más creativo que supone la aportación funda-
mental del chileno a la poesía hispanoamericana ya que, a pesar de la actuación
e influjo de las vanguardias en Hispanoamérica, éstas tuvieron un marcado
carácter europeo, y los autores latinoamericanos no supieron –o no quisieron–
contribuir con una literatura verdaderamente propia y original a los correspon-
dientes ismos en los que militaron. César Vallejo advirtió muy acertadamente
este problema, y lo expresó duramente en un texto de 1927, “Contra el secreto
profesional acerca de Pablo Ruiz de Vivero”. En él, Vallejo acusa abiertamente a
su generación de “falta de honradez espiritual” al imitar las vanguardias euro-
peas, mediante una expresión que parece evocar el comienzo del famoso mani-

3 Caracciolo Trejo, E., LapoesíadeVicenteHuidobroylavanguardia, Gredos, Madrid, 1974, pág. 58.


4 V. Huidobro, “Arte poética”, en Obra poética completa, ed. crítica Cedomil Goic (coord.), Madrid,
ALLCA XX, 2003, pág. 391.
5 En “Le Créationnisme”, escribe al respecto: “(…) se me bautizó como creacionista por haber dicho

en mi conferencia que la primera condición del poeta es crear; la segunda, crear, y la tercera,
crear”; Vicente Huidobro, Poesía y poética (19111948), antol. comentada por René de Costa,
Madrid, Alianza Editorial, 1996, pág. 137.
- 232 -
ANA PEÑAS

fiesto de Zola6: “Acuso a mi generación de impotente para crear o realizar un


espíritu propio, hecho de verdad, de vida, en fin, hecho de sana y auténtica
inspiración humana.”7; “Hoy, como ayer, los escritores practican una literatura
prestada. Hoy, como ayer, la estética –si así puede llamarse esa simiesca pesa-
dilla de los escritores de América– carece allá de fisonomía propia.”8. Años más
tarde, y en el ámbito de la literatura argentina, el espíritu cosmopolita de Borges
le llevará a expresarse en opuestos términos en una conferencia dictada en el
Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires, titulada “El escritor ar-
gentino y la tradición”, en la que anima a los jóvenes escritores argentinos a no
encerrarse necesariamente en los límites de una literatura nacional, local, sino a
ensayar cualquier tema y beber de cualquier tradición; no se trata de tomar
prestado, como decía Vallejo que había que evitar, sino de no rechazar las fuen-
tes literarias europeas en pro de un aperturismo artístico que enriqueciera las
letras argentinas.
Para César Vallejo, por su parte, la nueva poesía latinoamericana podría
salvarse a través de una vuelta a la voz natural del poeta, a la originalidad, sin
raíces prestadas, de la lírica autóctona: “Hay un timbre humano, un sabor vital
y de subsuelo, que contiene a la vez, la corteza indígena y el sustractum común
a todos los hombres, al cual propende el artista, a través de no importa qué
disciplinas, teorías o procesos creadores. Dése esa emoción sana, natural, sin-
cera, es decir, prepotente y eterna, y no importa de dónde vengan y cómo sean
los menesteres de estilo, técnica, procedimiento, etc. A este rasgo de hombría y
pureza conmino a mi generación.”9. El texto de Vallejo se despliega a través de
una isotopía doble; de un lado lo natural –auténtica, sana,natural, sincera, pureza–
y, de otro, lo particularizador vs. lo universalizador –espíritupropio, sustractum
comúnatodosloshombres–. A través de esta doble isotopía Vallejo conmina a los
escritores hispanoamericanos a abandonar esa actitud imitativa y servil de mol-
des extranjeros, consciente como es de que lo esencial para la creación literaria y
artística es “esa emoción sana” –que repite de modo significativo hasta dos
veces en ese breve texto– que constituye, más allá del eterno dualismo tradi-
ción/innovación, el sello de cada escritor.

6 Émile Zola, “J’accuse”, LAurore, 13-I-1898.


7 C. Vallejo, “Contra el secreto profesional acerca de Pablo Ruiz de Vivero”, en Jorge Schwartz, Las
vanguardiaslatinoamericanas.Textosprogramáticosycríticos, ed. Tierra Firme, FCE, México, 1991,
pág. 552.
8 C. Vallejo, “Contra el secreto profesional acerca de Pablo Ruiz de Vivero”, en Jorge Schwartz,Op.

cit., pág. 553.


9 C. Vallejo, “Contra el secreto profesional acerca de Pablo Ruiz de Vivero”, en Jorge Schwartz, Op.

cit., pág. 554.


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

En este panorama, Huidobro sin duda posee voz propia. En “La création
pure. Essai d’Esthétique”, Huidobro explica las bases estéticas del creacionismo,
planteando su concepción personal del sistema de creación poética. Podríamos
asimilar este sistema al proceso creativo que lleva a cabo ese dios-creador que
para Huidobro es el poeta: en primer lugar percibe la realidad, sistematizando
el mundo que le rodea –estadio de la pre-creación, en el que se sirve del aparato
fenomenológico como instrumento de captación del mundo–; después interio-
riza lo percibido, trasladándolo a su mundo subjetivo para devolverlo, final-
mente, al mundo objetivo a través de la técnica. Entre el sistema y la técnica se
situaría el estilo, es decir, aquello que particulariza a cada autor y da voz propia
a cada obra. Ahora bien, previamente a ese estado de creación poética situamos
la actitud del poeta hacia la creación. Instalado en un lugar elevado, el poeta
observa todo a su alrededor, con mirada desafiante, y grita a la madre Natura-
leza: “¡Non serviam!”10. Su actitud es, pues, retadora, puesto que se siente –y, en
cierto sentido, es; recordemos la etimología de poeta– un pequeño Dios, un imi-
tador de la divinidad; no un esclavo de la naturaleza, sino muy al contrario, un
ser superior, porque todo lo que forma parte de ella puede ser re-creado por él.
En palabras de Huidobro, “(...) el hombre sacude su esclavitud, se rebela contra
la Naturaleza como otrora Lucifer contra Dios”11. Esta idea resulta clave para
entender Altazor y la propuesta que implica, una teoría del mundo que también
habita en los numerosos manifiestos poéticos que Huidobro redactó. David
Bary12 explica el afán de Huidobro por convertirse en el primer poeta de Amé-
rica, quizá en esa línea de ascendencia emersoniana –el poemario Adán (1916)
está dedicado, precisamente, a Emerson– del poeta como héroe: “Ymientrasque
el ensueño pertenece a todo el mundo, el delirio sólo pertenece a los poetas.”, afirma
Huidobro13. En este sentido, nos es lícito pensar que el poeta, especialmente el
creacionista, se mueve en ese espacio ambiguo y visionario con la amplitud de
mirada que le confiere su estatuto de “pequeño Dios”.
El Dios huidobriano es un Dios creacionista, un dios que ha dibujado “la
geografía de la tierra y las líneas de la mano”14; en “Arte poética”, Huidobro

10 Texto leído en el Ateneo de Santiago de Chile (1914); V. Huidobro,Poesíaypoética(19111938), Op.


cit., págs. 40-41. Gaston Bachelard, en su ya clásico estudio sobre Lautréamont, calificó la obra
de éste como una fenomenologíadelaagresión: “Es agresiónpura, en el estilo mismo en que se ha
dicho poesíapura.”, en G. Bachelard, Lautrèamont, FCE, México, 1985, pág. 8.
11 En Guillermo de Torre,Historiadelasliteraturasdevanguardia, II, Madrid, Guadarrama, 1974, pág.

209.
12 “Comienzos de una vocación poética”, en Guillermo de Torre, Op.cit., págs. 202-209.

13 V. Huidobro, “Manifieste manifiestes”, en Poesíaypoética(19111948), Op.cit., pág. 135.

14 V. Huidobro, Prefacio a Altazor, ed. de René de Costa, Madrid, Cátedra, 2003, 12ª edición, pág. 56.

- 234 -
ANA PEÑAS

afirma explícitamente: “El poeta es un pequeño Dios”15. El instrumento del que


se sirve es la poesía: “La poesía es el lenguaje de la Creación. Por eso sólo los
que llevan el recuerdo de aquel tiempo, sólo los que no han olvidado los vagi-
dos del parto universal ni los acentos del mundo en su formación, son poe-
tas.”16; el poeta sería un intérprete de ese lenguaje primigenio. De la mano de la
palabra, simplemente ha de dejarse llevar –“caer”, vertiginosamente, “sin para-
caídas”– hacia lo más profundo del lenguaje mismo, de la vida: “Se trata, pues,
de condensar el caos en diminutos planetas de emoción”17.
En Altazor Huidobro partía de una nueva genealogía, situando al protago-
nista poemático en lo que podría llamarse un post-cristianismo: “Nací a los
treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Eq0uinoccio, bajo las
hortensias y los aeroplanos del calor.”18; “Señor, hoy es el aniversario de tu
muerte./ Hace mil novecientos veintiséis años tú estabas en una cruz/ Sobre una
colina llena de gente.”19. Es una inversión de los valores tradicionales y morales
similar a la que propugnara Friedrich Nietzsche en La genealogía de la moral
(1889) o Lavoluntaddepoder(1901), al considerar el cristianismo como una mo-
ral que esclaviza al individuo20.
El proceso poético que sigue Huidobro es sistematizado por Saúl Yurkie-
vich en distintas fases: “(...) primero postula una poética, una ética y una meta-
física sobre las que asienta su cosmogonía; luego las pone en práctica. Y aunque
preconiza una poesía vital, agnóstica, intuitiva, onírica, ilógica, lúdica, libé-
rrima, el decurso de Altazor presupone, como todo proceso idiomático, cierto
código, un principio de sistema”21. En efecto, el poemario presenta en un sen-
tido muy claro un esfuerzo innovador por mostrar la palabra poética libre de
las limitaciones del mundo físico. Esa innovación no es ajena a un componente
lúdico: Huidobro nos está invitando constantemente a jugar. Como antes men-
cionaba, crear es inventar, pero de forma análoga crear es también jugar o, me-

15 V. Huidobro, “Arte poética”, Elespejodeagua, en Poesíaypoética(19111948), Op.cit., pág. 47.


16 V. Huidobro, “La poesía”, en Poesíaypoética(19111948), Op.cit., pág. 96.
17 V. Huidobro, Vientoscontrarios (1926), en Poesíaypoética,(19111948), Op.cit., pág. 167.

18 V. Huidobro, Prefacio a Altazor, Op.cit., pág. 55.

19 Publicado originalmente en el periódico chileno Lanación, 2-IV-1926 con el título “Pasión y muer-

te”, en la edición crítica de Goic se recupera el título de la Antología de 1945, “Pasión, pasión
y muerte”; V. Huidobro, Obrapoéticacompleta, Op.cit., pág. 1183.
20 También en la poesía de Vallejo hay una isotopía de inversión de los valores tradicionales y de

muerte del cristianismo:“Yo nací un día que Dios estuvo enfermo”, leemos en el poema “Es-
pergesia”; C. Vallejo, Los heraldos negros, Madrid, Cátedra, 2004, 3ª ed., pág. 141. Pero esta
imagen tiene un sentido muy distinto para Vallejo, quien propugna una rehumanización en
su poesía que está ausente en la descarnada poesía de Huidobro.
21 Saúl Yurkievich, Fundadoresdelanuevapoesíalatinoamericana, Barcelona, Ariel, 1984, pág. 87.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

jor dicho, hay en ambas acciones una relación de causa-efecto; y es que para
crear previamente hay que jugar, con libertad, con imaginación, con valentía. La
propuesta huidobriana se revela en este sentido como un proyecto trascenden-
tal a la par que lúdico. Es importante que no caigamos en el error de quedarnos
en la epidermis de Altazor, porque el creacionismo aspira a una renovación del
lenguaje a través del juego pero, al mismo tiempo, con una finalidad trascen-
dental, para que así “agotemos la vida en la vida”22.

II. CÉSARVALLEJO:UNCRISTIANOSINDIOS.
“(...) Quizá conmigo empieza a cerrarse un ciclo y a abrirse otro en el Perú
y lo que él representa: se cierra el de la calandria consoladora, del azote; del
odio impotente, de los fúnebres 'alzamientos', del temor a Dios y del predomi-
nio de ese Dios y sus protegidos, sus fabricantes; se abre el de la luz y de la
fuerza liberadora, invencible del hombre de Vietnam, el de la calandria de fue-
go, el del dios liberador, aquel que se reintegra. Vallejo era el principio y el
fin.”23 Quien así se expresa es José María Arguedas, quien consideraba que Va-
llejo representaba un estadio anterior en la poesía peruana, que él mismo cierra
para abrir y representar un nuevo ciclo.
Rastrear las huellas del Dios de los cristianos en la obra poética de César
Vallejo no es ciertamente una labor compleja, porque la simbología cristiana
alimenta toda su obra, y esto es algo fácilmente perceptible tanto en los títulos
de sus poemarios –España, apartade mí este cáliz–, como de sus poemas, en los
que aborda con amplia mirada lo divino y que nos ayudan a comprender su
difícil relación con Dios y la religión cristiana –“Espergesia”, “Los dados eter-
nos”, “Dios”, entre otros–. Además, la obra de Vallejo muestra no sólo una sim-
bología, sino también las grandes inquietudes de en un espíritu como el suyo,
que asimila y discute los valores religiosos recibidos; precisamente en el con-
texto en que Vallejo escribe los valores religiosos y morales son continuamente
relativizados y discutidos. Las vanguardias artísticas y estéticas imponen una
concepción global de la vida y el arte que rompe con los presupuestos positi-
vistas heredados de la etapa inmediatamente anterior, y con los valores abso-
lutos que la aceptación de éstos supone. La influencia de Kierkegaard sobre
Vallejo es especialmente interesante, y fue puesta de manifiesto por Rafael
Méndez Dorich24, sobre todo en lo referido a la concepción de la existencia como

22 V. Huidobro, Altazor, Op.cit., pág. 67.


23 Recogido en Vélez, J. y Merino, A., EspañaenCésarVallejo.TomoI:Poesía, Madrid, Fundamentos,
1984, pág. 9.
24 Rafael Méndez Dorich, “José Manuel Sotero, Kierkegaard y Vallejo”, en A. Flores (dir.), Aproxima

cionesaCésarVallejo, Las Américas, New York, 1971, págs. 135-136.


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ANA PEÑAS

una auto-realización, mediante la libre elección entre alternativas y por el com-


promiso propio –punto de contacto éste último con Sartre y otros existencialis-
tas de la primera mitad del siglo XX–. Vallejo también será fiel durante toda su
vida a este principio, aunque le diferencia del filósofo danés, quien nunca acep-
tó la unión Dios-hombre, su búsqueda incesante de la síntesis de las anti-
nomias25: “Dios mío, si tú hubieras sido hombre/ hoy supieras ser Dios;/ pero
Tú, que estuviste siempre bien,/ no sientes nada de tu creación./ Y el hombre sí
te sufre: el Dios es él!”26. Este aspecto existencial de la poesía de Vallejo es un
tema complejo sobre el que la crítica se ha mostrado a menudo en desacuerdo.
Ello es debido, en gran parte, a la ambigua relación que vincula el ideario poé-
tico del peruano con un pensamiento cristiano y que cristaliza, por ejemplo, en
su actitud ante la experiencia de la muerte, que le aparta voluntariamente de la
resignación propia del dogma católico.
Para Vallejo, el amor y la reivindicación de la Vida con mayúsculas, la de-
fensa de una vida digna, son constantes en su ideario poético. No puede per-
derse de vista en el ambiente en que Vallejo creció: un pequeño pueblo, San-
tiago de Chuco; un hogar andino, cristiano, mestizo; unos padres fruto de la
unión de dos sacerdotes gallegos con dos indias chimú… En suma, un ambiente
cargado de religiosidad asumida como doctrina para el pequeño César.
Al aludir a César Vallejo, en el epígrafe de este apartado, como uncristiano
sin Dios27, quiero manifestar la relación paradójica que Vallejo mantuvo con la
ortodoxia católica, si bien cabría hablar más bien de heterodoxia, por ese en-
frentamiento continuo a la figura de Dios padre. A él se dirige, desde su auto-
consciencia de ser inferior y humilde, para reclamar consuelo y alguna explica-
ción de la desprotección que sufre el ser humano en un mundo hostil. La poesía
de Vallejo es, ante todo, poesía humana, que busca incansablemente una comu-
nión que, en ausencia de Dios, es reclamada con el resto de hombres. Desde esta
reflexión cobran sentido unas palabras de Juan Larrea sobre la obra del amigo:
“(…) tras una aparente impiedad, atesora no solo la esencia, sino innumerables
alusiones al drama cristiano, cuya realidad profunda fuera vano desconocer.”28.
Para el poeta peruano, era más importante la asunción de la libertad crea-
tiva que el sometimiento a dogmas, provinieran estos de donde fuese. En este

25 Americo Ferrari, “César Vallejo entre la angustia y la esperanza”, estudio preliminar para su
edición de la obra de Vallejo; Obrapoéticacompleta, Madrid, Alianza Editorial, 1982, págs. 9-55.
26 C. Vallejo, “Los dados eternos”, en Losheraldosnegros, Op.cit., pág. 125.

27 Utilizando la expresión que Ian Gibson ha utilizado recientemente en referencia a Antonio Ma-

chado, en una entrevista a ElPaís con motivo de la publicación de su autobiografía sobre el


poeta sevillano; en “Machado era un libro abierto en sus versos” (16-04-2006).
28 Juan Larrea, AlamordeVallejo, Valencia, Pre-Textos, 1980, pág. 26.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

sentido y en relación con la política, escribía categóricamente: “(…) en mi cali-


dad genérica de hombre, (…) simpatizo sinceramente con ella [con la propa-
ganda revolucionaria en América], pero en mi calidad de artista, no acepto nin-
guna consigna o propósito, propio o extraño, que aún respaldándose de la
mejor buena intención, someta mi libertad estética al servicio de tal o cual pro-
paganda política”29. Separa por tanto al hombre del artista, porque “(…) no está
en manos de nadie ni en las mías propias el controlar los alcances políticos que
pueden ocultarse en mis poemas”.30
Vallejo se referirá en varias ocasiones a la necesidad de amoruniversal entre
todos los hombres. En Elarteylarevolución plasma su concepción de la obra de
arte, que para él “(…) escapa, cuanto más auténtica es y más grande, los resor-
tes conscientes, razonados, preconcebidos de la voluntad”31. Vallejo cree since-
ramente que su época exige un “aperturismo espiritual” que no se está produ-
ciendo –y recordemos, en este sentido, la “falta de honradez espiritual” de la
que acusa a sus contemporáneos anteriormente mencionada–.
Si por un lado existe una relación tensa entre Dios y Vallejo, por otro es
obligado reconocer que el poeta desea tomar lo mejor del cristianismo: la idea
del sacrificio, en este caso en aras del resto de los hombres –idea bellamente
reflejada en uno de los poemas de Poemashumanos, “Masa”, al que podría con-
traponerse aquel verso de Pedro Salinas, “Amor total, quererse como masas”,
de Lavozatidebida32–.
Llegados a este punto, consideremos cómo se refleja la idea de dios en la
poesía de Vallejo. Su primer poemario, Losheraldosnegros, se abre con una signi-
ficativa referencia bíblica: “Qui potest capere, capiat”. A pesar de que los pri-
meros poemas mantienen aún reminiscencias claras del modernismo, Vallejo
avanza ya con paso seguro hacia la transformación radical de la experiencia
poética y de la libertad creadora que supone la escritura de Trilce. Los temas de
la muerte, la angustia, el tiempo, lo cósmico y telúrico, constituyen una serie
topoi de la tradición literaria, sobre todo a partir del legado del Romanticismo,
pero en Vallejo adquieren un significado distinto por la novedad del trata-
miento. El hecho es que todos sus escritos teóricos sobre arte y literatura revelan
un conocimiento profundo y una asimilación crítica de la estética de su tiempo,
así como del legado cultural del que él mismo es partícipe. Rafael Gutiérrez
Girardot afirma que “Losheraldosnegros es la expresión de una experiencia uni-

29 C. Vallejo, “Literatura proletaria”, en J. Schwartz, Op.cit., págs. 517-518.


30 C. Vallejo, “Literatura proletaria”, en J. Schwartz, Op.cit., pág. 518.
31 C. Vallejo, “Anotaciones” de Elarteylarevolución, en J. Schwartz, Op.cit., pág. 515.

32 P. Salinas, “¡Qué entera cae la piedra!”, en La voz a ti debida (1933); Obras Completas, I. Poesía

NarrativaTeatro, ed. al cuidado de Enric Bou, Biblioteca Avrea, Madrid, Cátedra, 2007.
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ANA PEÑAS

versal; de una expresión que sobrepasa y determina las experiencias indivi-


duales y comunes del amor, de la muerte temida, de las penas, de los ‘golpes
tan fuertes en la vida’, de los recuerdos y de las nostalgias, y que en Losheraldos
negros se refleja no sólo en las imágenes de cada poema y en la totalidad de lo
que quiere expresar el libro, sino de modo fácilmente perceptible en su lenguaje
poético”33. Lenguaje el de este libro traspasado por las imágenes de la Historia
Sagrada, y más concretamente por las más familiares de la vida y pasión de
Jesucristo, escenas que habitan en las imágenes de Heraldos: “El poeta a su ama-
da”, evoca la imagen del beso como una “crucifixión” de la amada; en el ciclo
de “Nostalgias imperiales”, aparecen figuras como Lázaro, el apóstol Santiago o
la Eucaristía.
Es especialmente interesante el planteamiento de James Higgins sobre el
cristianismo de Vallejo en cuanto a la connotación de dialéctica que aporta, y su
posicionamiento claro sobre la cuestión religiosa, frente a la ambigüedad que
demuestran las propuestas poéticas de otros autores: “La religión supone dos
actitudes: una frente a Dios y otra frente a los demás hombres. La controversia
acerca de la posición religiosa de Vallejo proviene, en gran parte, de una confu-
sión de estos dos aspectos… Lo esencial es nuestra actitud ante Dios. Un estu-
dio de este aspecto de la obra de Vallejo demuestra que no es un poeta cris-
tiano”.34 No obstante, la mayoría de los críticos desmienten o matizan esta
afirmación categórica.
En cualquier caso, Vallejo se aleja de todo dogmatismo en su poesía, evi-
tando posicionamientos claros y proponiendo una poesía existencial, que en el
poemario concreto de Heraldos busca ansiosa y desesperadamente desentrañar
el misterio insondable de la humanidad, la incertidumbre de la existencia. En
esta búsqueda dolorosa el poeta trata de adaptarse y esquivar las continuas
dudas que lo atormentan, todas relacionadas con la muerte y con Dios; imáge-
nes que irrumpen con fuerza dramática en el universo poético vallejiano. Dios
es una presencia constante especialmente en Heraldos porque este libro muestra
en toda su crudeza la escisión polémica entre el ser humano y Dios.
El sentimiento cristiano que atraviesa los poemas de Vallejo es, como
hemos visto ya, consustancial a la emoción trágica que acompañará al poeta du-
rante toda su vida. No obstante, no encontramos en el libro una imagen nítida
de Dios con la que poder reconstruir la imagen que de éste tiene el poeta, pero
sí alcanzamos a vislumbrar ecos de lo que sería una actualización de la relación

33 Rafael Gutiérrez-Girardot, “La ‘muerte de Dios’”, en Ángel Flores (dir.), Op.cit., págs. 337-338.
34 James Higgins, Visión del hombre y de la vida en las últimas obras poéticas de César Vallejo, México,
Siglo XXI, 1977, págs. 161-162.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

de Vallejo con Dios. Éste, como bien ha señalado Americo Ferrari, puede pare-
cer en la poesía vallejiana como hostil al hombre –“Hay golpes en la vida tan
fuertes… golpes como del odio de Dios” (“Los heraldos negros”)– o indiferente
–“Dios mío, si tú hubieras sido hombre,/ hoy supieras ser Dios;/ pero tú, que
estuviste siempre bien,/ no sientes nada de tu creación” (“Los dados eternos”)–.
Asimismo, si aparece como un Dios con la capacidad de amar, es impotente
(“Mas, ¿no puedes, Señor, contra la muerte,/ contra el límite, contra lo que aca-
ba?” (“Absoluta”)– 35.
Ese Dios ambiguo y fluctuante que aparece en la poesía de César Vallejo
revela el conflicto existencial que definirá su itinerario poético, que en él se
identifica con el vital. En cierto modo, el propio Vallejo es un heraldo, un men-
sajero de Dios, no en el sentido de transmisor de su palabra, sino como media-
dor en el conflicto moderno de ruptura entre Dios y los hombres. Vallejo es, en
palabras de Juan Larrea, un “emisario de América”, cuya “(…) vida participa,
pues, de aquella condición profética de la mejor tradición, que estos últimos
siglos parecía exclusiva de los fenómenos religiosos”36; incluso este crítico lle-
gará a asegurar que la propia biografía del poeta encarna “(…) ese aspecto
esencial de superación del plano religioso por la Poesía, propio de América (…).
Su obra está por eso plagada de elementos religiosos entendidos de nueva ma-
nera.”37. Repasemos algunos de esos elementos a través de los poemas de Los
heraldosnegros.
El poema liminar que da nombre al poemario presenta ya el motivo del si-
lencio de Dios. El poeta parece preguntarse amargamente por qué el hombre ha
de asumir el dolor sin comprender sus causas; la respuesta es ese “yo no sé”
repetido casi a modo de salmo o letanía, y que marca tanto la estructura como el
ritmo interno, melancólico, del poema. Las imágenes bíblicas son abundantes:
las zanjas abiertas “en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte”; las “caídas
hondas de los Cristos del alma” o el “charco de culpa” de la mirada38.
En “Nervazón de angustia”, las referencias cristianas utilizadas por Vallejo
y trasvasadas al ámbito amoroso son numerosas: la mujer es apostrofada como
“dulce hebrea”, y se la insta a “desclavar” la tensión del poeta, causada por el
amor y el dolor que a un tiempo siente por ella. El desierto, el vino, los clavos y
la acción misma de desclavar, continuamente repetida, o la “sinfonía de olivos”
son referencias claras que apelan al imaginario cristiano. También en el poema
“Comunión” se utilizan los caracteres cristianos, esta vez los preliminares de la

35 A. Ferrari, Op.cit., pág. 14.


36 Juan Larrea, Op.cit., pág. 27.
37 Juan Larrea, Op.cit., pág. 47.

38 C. Vallejo, “Los heraldos negros”, Losheraldosnegros, Op.cit., pág. 51.

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ANA PEÑAS

Pasión, para hablar de la pasión sensual y amorosa. Otro ejemplo manifiesto de


cómo Vallejo vierte las imágenes tradicionales de la religión cristiana, tratán-
dolas con un sentido completamente distinto, es “El poeta a su amada”; por
ejemplo, la imagen de Cristo crucificado es trasplantada a la amada: “Amada,
en esta noche tú te has crucificado/ sobre los dos maderos curvados de mi be-
so”39. La simbología de la cruz también aparece en otros poemas de Heraldos,
como “Comunión”, “Impía” o “Amor”:

Amor, cruz divina, riega mis desiertos


con tu sangre de astros que sueña y que llora (…)
(…) Y que yo, a manera de Dios, sea el hombre
que ama y engendra sin sensual placer.40

“Los dados eternos” presenta, como un nuevo coupdesdéesbaudelaireano,


a un Dios jugador que apuesta con el destino de los hombres en una partida de
dados. La voz del sujeto poético recuerda en su apelación violenta de desafío a
Dios la del propio Fausto de la tradición germana:

Dios mío, y esta noche sorda, oscura,


ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.41

En “Los anillos fatigados”, como en otras ocasiones, suprime Vallejo la


mayúscula para presentarnos a un dios común, más humano, más cercano, con
el que dialoga de nuevo para enfrentarlo a sí mismo y a su poesía:

Hay ganas de… no tener ganas, Señor;


a ti yo te señalo con el dedo deicida:
hay ganas de no haber tenido corazón.42

Otras veces Vallejo humaniza a este mismo Dios al que antes acusaba, co-
mo sucede en el bellísimo poema “Dios”:

Siento a Dios que camina


tan en mí, con la tarde y con el mar.

39 C. Vallejo, “El poeta a su amada”, Losheraldosnegros,Op.cit., pág. 76.


40 C. Vallejo, “Amor”, Losheraldosnegros,Op.cit., pág. 129.
41 C. Vallejo, “Los dados eternos”, Losheraldosnegros,Op.cit., pág. 125.

42 C. Vallejo, “Los anillos fatigados”, Losheraldosnegros,Op.cit., pág. 126.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Con él nos vamos juntos. Anochece.


Con él anochecemos, Orfandad… (…)
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle mucho el corazón.43

En el poema “La cena miserable” asistimos a un lamento por la incom-


prensión del hombre ante la vida y su sentimiento de culpa. La última cena de
Cristo se eterniza, metaforizada en la vida del ser humano que, como el Segis-
mundo de Calderón, siente la culpa de haber nacido aunque sabe que no fue su
elección voluntaria: “Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde/ yo nunca
dije que me trajeran.”44.
Finalmente, es el poema que cierra el libro, “Espergesia”, aquel que revela
una mayor tensión poética y muestra el significado de la búsqueda trágica de
Dios que Vallejo efectúa a través de su poesía. El poema revela la quiebra pro-
funda entre el hombre y Dios, y la emoción doble de orfandad y ausencia que
aísla la fragilidad del ser humano:

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo. (…)
Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar (…).45

En Trilce, publicado en 1922, César Vallejo persiste en su obsesión por de-


terminados aspectos de la cuestión religiosa, si bien la originalidad y novedad
de este segundo poemario radica en el lenguaje del que se sirve para poetizar
los mismos temas de Heraldos. Por primera vez Vallejo se aleja de la tradición y
sus modelos, aportando una voz poética propia que se ha considerado como un
hito fundacional en la renovación del lenguaje poético hispanoamericano. Para
Xavier Abril, “Trilce representa no sólo la ruptura con una determinada tenden-
cia del pasado literario, la norma poética y la expresión lingüística tradicionales,
agotadas, sino también con respecto a las formas represivas del espíritu…”46.
Vallejo introduce lo que podría llamarse una “poética del guarismo”47, es decir,

43 C. Vallejo, “Dios”, Losheraldosnegros,Op.cit., pág. 130.


44 C. Vallejo, “La cena miserable”, Losheraldosnegros,Op.cit., pág. 119.
45 C. Vallejo, “Espergesia”, Losheraldosnegros,Op.cit., pág. 141.

46 Vélez, J. y Merino, A., Op.cit., pág. 65.

47 Sobre la “poética del guarismo” en Vallejo asegura Jean Franco que “todos los números están

desacralizados”, son simples cifras; en Historia de la literatura hispanoamericana, Barcelona,
Ariel, 1975, pág. 291.
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ANA PEÑAS

una poesía de los números, con un valor lírico y emocional no necesariamente


ligado únicamente a su valor puramente simbólico. En cualquier caso, se trata
de un componente puramente místico que colabora en la búsqueda misteriosa
de la condición humana que rastrea el poemario. En el poema XXXI reaparece
ese temible Dios, que acosa a un hombre sometido:

(…) Cristiano espero, espero siempre


de hinojos en la piedra circular que está
en las cien esquinas de esta suerte
tan vaga a donde asomo.

Y Dios sobresaltado nos oprime


el pulso, grave, mudo,
y como padre a su pequeña,
apenas,
pero apenas, entreabre los sangrientos algodones
y entre sus dedos toma a la esperanza.48

En el poema LVI compara a los padres con Dios: en ambos casos la protec-
ción de estas figuras se subvierte y acaba por hacer daño, de nuevo, al hombre.
En el poema LXI lo imagina como a un animal que duda; y acompaña todas
estas referencias con metáforas del aislamiento y la soledad del ser humano,
como la imagen de la celda en el poema XVIII, desde un tratamiento irónico de
sus connotaciones religiosas –la celda como aislamiento del mundo–.
En sus poemarios finales,Poemashumanosy Poemasenprosa, Vallejo conti-
núa esa búsqueda incesante del sentido de Dios a través de un lenguaje que
regresa esta vez a sus cauces originarios de sencillez expresiva, retomando la
línea de Losheraldosnegros. La experiencia personal de la Guerra Civil española
y el profundo impacto emocional que ésta le causó quedan manifestados en
toda su crudeza en estos nuevos textos, que demuestran la coherencia de su
trayectoria poética; aparecen los temas de siempre: el amor, el sufrimiento, la
comunión universal de los hombres. Sigue existiendo una ruptura entre Dios y
el ser humano, pero por primera vez Vallejo ya no busca el fundamento ni el
origen de esa distancia: “Hoy sufro solamente.”49.
En una carta fechada en París el 18 de octubre de 1936, Vallejo escribió a
Juan Larrea a propósito de la Guerra Civil española: “Nunca medí tanto mi
pequeñez humana, como ahora. Nunca me di más cuenta de lo poco que puede

48 C. Vallejo, Trilce, Madrid, Cátedra, 1993, 2ª edición, pág. 160.


49 C. Vallejo, “Voy a hablar de la esperanza”, Poemashumanos; en Poemasenprosa.Poemashumanos.
España,apartademíestecáliz, ed. Julio Vélez, Madrid, Cátedra, 1991, págs. 99-100.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

un hombre individualmente. Esto me aplasta.”50. El poeta, pues, está gritando


quedamente pero de manera angustiosa al mismo tiempo, que no hay vuelta
atrás una vez asentado en el alma el drama humano; trata de luchar, de hacer
desaparecer el dolor, la nostalgia. En este sentido el dolor nostálgico de Heraldos
Negrosen Poemasenprosa ya no aparece; no queda ya esperanza para el poeta,
que intenta desembarazarse de esa melancolía a través de la expresión de su
dolor, poetizándolo.

III. JORGELUISBORGES:LACONJETURADEUNDIOS.
Rastrear cuáles son las influencias, las fuentes de las que bebe la poesía
borgiana, es tarea harto complicada, máxime cuando Borges se caracteriza pre-
cisamente por un continuo diálogo con tantas tradiciones literarias. Más allá del
romanticismo inglés o el barroco español, de Shelley, Keats o Browning; John
Donne, Quevedo o Gracián, el imaginario poético borgiano se construye en
torno a los postulados filosóficos de Nietzsche, Spinoza, Berkeley, Descartes,
Heidegger, y tantos otros. La Biblia, las sagas nórdicas, los árabes, la Cábala,
Dante, Milton, Verlaine, Swedenborg… son asimismo presencias continuas,
fácilmente rastreables, con las que mantiene un “íntimo diálogo” que es más
real que la propia realidad porque, como él mismo afirmara, “siempre llegué a
las cosas después de encontrarlas en los libros”51. Todo sirve al poeta de estí-
mulo creativo; una creatividad que en Borges se convierte en instrumento ana-
lítico de esos dos universos que conviven en Borges: el de los libros, y el de la
vida cotidiana. La cultura es, en sí misma, un medio de afrontar la duda –una
duda que en el poeta argentino, más que existencial, es intelectiva y dialéctica–
en lo que supone una manera de estar en el mundo.
La filosofía52 cumple un papel muy importante en la vida de Borges desde
las tempranas lecciones de su padre, como recuerda en su autobiografía: “(…)
con la ayuda de un tablero de ajedrez, me explicó las paradojas de Zenón (…);
sin mencionar el nombre de Berkeley, hizo todo lo posible por enseñarme los
rudimentos del idealismo”53. La influencia de la filosofía y sus consecuencias en
la poesía de Borges ha sido estudiada por Vicente Cervera, quien considera al
“Borges-poeta dentro del ámbito global de las imbricaciones poético-filosóficas
como soporte dialéctico y como fecunda relación problemática”54, y analiza dos

50 C. Vallejo, Epistolariogeneral, Valencia, Pre-Textos, 1982, pág. 262.


51 J. L. Borges, Autobiografía(18991970), Buenos Aires, Librería Editorial El Ateneo, 1999, pág. 32.
52 Acerca de los temas filosóficos en la poesía de Borges, véase el estudio de Ana María Barrenechea,

LaexpresióndelairrealidadenlaobradeBorges, Buenos Aires, Paidós, 1967.


53 J. L. Borges, Autobiografía., Op.cit., pág. 20.

54 Vicente Cervera Salinas, Lapoesíadellogos, Universidad de Murcia, 1992, pág. 26.

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ANA PEÑAS

poemas paradigmáticos de la visión poético-filosófica del logos borgiano, “Aje-


drez” –en Elhacedor(1960)– y “Spinoza” –en Elotro,elmismo(1964)– 55.
La influencia que ciertos pensadores pudieran haber ejercido en su obra y
pensamiento religioso se conjugan con la experiencia directa vivida desde niño.
La fe católica de su madre –de quien dice que “silenciosa y eficazmente esti-
muló mi carrera literaria”56– y algunos amigos le sorprendía; pero hay que pen-
sar que con esa imagen de lo católico entraba en conflicto la educación de su
abuela inglesa, calvinista, o el particular modo de concebir el catolicismo de
Argentina en una época de conflictos con el liberalismo. En su autobiografía,
Borges recordará la percepción de la cuestión religiosa en su niñez: “En épocas
de mi infancia la religión era cosa de mujeres y de niños; los porteños en su
mayoría eran librepensadores, aunque si se les preguntaba por lo general se
declaraban católicos”57. A pesar de todo, Dios asoma muy frecuentemente en la
obra del poeta argentino que reconoció en el prólogo a Discusión (1932) –en
referencia su cuento “La duración de Infierno”– su “afición incrédula y persis-
tente por las dificultades teológicas”58, lo que convierte la figura de Dios en uno
más de sus numerosos símbolos estéticos.
En la obra de Borges podemos apenas intuir la presencia de Dios, leve-
mente esbozada, otras veces aludida; en otras ocasiones, su imagen irrumpe con
fuerza en algún verso aislado o en el conjunto del poema. Borges no niega la
existencia de Dios, pero tampoco la asume; simplemente queda ligada, como
otros tópicos temáticos de su obra, a una Literatura que construye la realidad a
partir de sí misma. El existencialismo textual es, de hecho, la idea central en
torno a la que Borges construye su sistema de pensamiento. Se trataría de una
postulación textual del mundo, una defensa de la realidad escrita, más que em-
pírica. La Historia, para Borges, es un gran Texto, y todo lo que forma parte de
la realidad entra dentro de esa textualización del mundo. En este sentido, la fe
de Borges se dirige a los textos, a las ideas e imágenes representadas en ellos,
más allá de las cuales la realidad sólo muestra un eco, una ausencia, una ilu-
sión. En el prólogo a Larosaprofunda(1975), uno de sus últimos libros, defendía
esa desvinculación de todo sometimiento a la realidad puesta en duda –su
puesta–, a lo extratextual: “Trato de intervenir lo menos posible en la evolución
de la obra. No quiero que la tuerzan mis opiniones, que, sin duda, son baladíes.
El concepto de arte comprometido es una ingenuidad, porque nadie sabe del

55 V. Cervera, Op.cit., págs. 105-111.


56 J. L. Borges, Autobiografía, Op.cit., pág. 22.
57 J. L. Borges, Autobiografía, Op.cit., pág. 21.

58 J. L. Borges, Obras completas, I, Barcelona, RBA-Instituto Cervantes, 2005, pág. 177. En adelante

citaré como OC.


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

todo lo que ejecuta. Un escritor (…) debe ser leal a su imaginación, y no a las
meras circunstancias efímeras de una supuesta 'realidad'.” 59.
Las religiones en general parecen no preocuparle –si exceptuamos deter-
minados métodos exegéticos, como la Cábala, que le atrajo enormemente60–:
califica el cristianismo de “superstición judía” y el catolicismo, un “conjunto de
imaginaciones hebreas supeditadas a Platón y Aristóteles”61. Para Borges, la “fe
de Roma” carece de sentido común: “Los católicos (léase católicos argentinos)
creen en el mundo ultraterreno, pero he notado que no se interesan por él.
Conmigo ocurre lo contrario: me interesa y no creo.”62. Así explica Borges su
acercamiento a la vida más allá de la muerte; cuando tenga que poetizar la ima-
gen de Cristo, plasmará a un ser humano despojado de todo atributo divino:

No le está dado ver la teología,


la indescifrable Trinidad, los gnósticos, (…).
Sabe que no es un dios y que es un hombre
que muere con el día. No le importa.63

Casi al final de su vida, en su Autobiografía, Borges se autoproclama “pro-


testante vocacional”64 y afirma, en alusión a su libro Elogiodelasombra, que “mi
preocupación central (…) es de naturaleza ética, independiente de toda inclina-
ción religiosa o antirreligiosa”65. Precisamente había explicado esta importancia
que concede a la ética en el prólogo a Elogiodelasombra (1969), donde leemos:
“Una de las virtudes por las cuales prefiero las naciones protestantes a las de
tradición católica es su cuidado de la ética.”66.
Borges es un agnóstico muy preocupado por las posibles huellas de la di-
vinidad en el mundo real. El dios de Borges no es un dios real sino un dios en
forma de búsqueda, de búsqueda infinita. En palabras del crítico Blas Mata-
moro, “Alguien busca a alguien y alguien a su vez es buscado y en esa bús-
queda infinita está la divinidad infinita.”67. Para nuestro autor, existe un arque-

59 J. L. Borges, Prólogo a Larosaprofunda (1975), OC, II, pág. 77.


60 “Desde mis días de Ginebra siempre me interesó la cultura judía, que considero un elemento
intrínseco de la llamada civilización occidental”; J. L. Borges, Autobiografía, Op.cit., pág. 148.
61 Osvaldo Pol, “La poetización del tema de dios en la obra de Jorge Luis Borges” (Conferencia),

Córdoba, octubre 1958, págs. 14-15.


62 J. L. Borges, en Osvaldo Pol, Op.cit., pág. 15.

63 Borges, “Cristo en la cruz”, en Losconjurados, OC, II, pág. 453.

64 J. L. Borges, Autobiografía, Op.cit., pág. 144.

65 J. L. Borges, Autobiografía, Op.cit., pág. 150.

66 J. L. Borges, OC, I, pág. 975.

67 Blas Matamoro, Exposición en el Encuentro Nacional LaArgentinaenelespejodesuslibros, XXIX

Feria Internacional del Libro, Buenos Aires.


- 246 -
ANA PEÑAS

tipo de Dios: un Dios hacedor que ha construido la arquitectura del mundo, en


un proceso que para el argentino sólo cristaliza en las obras artísticas y, funda-
mentalmente, en las literarias.
El interés de Borges hacia la religión en general, como fenómeno ideológico
y universal, reside en su relación con la textualidad: la creación de un gran mu-
seo textual en el que estarían encerradas todas las palabras, las cosas, el mundo.
La idea del “universo como libro” es tratada en varios relatos, pero sobre todo,
en la hermosa alegoría del universo que es “La biblioteca de Babel” y en “La
escritura del Dios”, donde plantea que “todo, mundo, universo” son “ambiciosas
y pobres voces humanas”68. Podemos rastrear en estas palabras el famoso pan-
teísmo borgiano, postulado con mucha más fuerza en “El Zahir” y “El Aleph”,
donde el narrador plantea una identificación entre escritura –“libro”– y univer-
so.
Como Platón, al que cita, Borges creyó firmemente que “los poetas son
amanuenses de un dios, que los anima contra su voluntad...”69. La escritura en
este sentido es un acto sagrado, aquel instante mágico en el cual un elegido, el
poeta-hierofante, reproduce la palabra de un dios que a través de él se expresa.
El poeta, mediante el acto de dar nombre a las cosas, crea poesía que es previa a
la historia y a la propia escritura.
La máxima expresión del poder de la palabra se cifra en el Golem, un ser
construido a partir del barro y creado a través del poder mágico del Nombre.
Borges convierte a este Golem de la Cábala judía en una metáfora de la existen-
cia humana. Andrew P. Debicki, quien analizó precisamente este poema, consi-
dera que a pesar de que esta figura del folklore judío es tratada por Borges pa-
ródicamente –en tanto que le sirve para ridiculizar nuestro papel en el mundo
al contraponerlo con el de este homúnculo–, ello no resta dramatismo a un tema
filosófico como es el del origen de la vida y la creación poética70. En el fondo
podría decirse que lo que Borges está poetizando es la relación misma del ser
humano con la divinidad.
En definitiva, el tema de la religión en Borges debe ser tratado con las de-
bidas reservas; en su obra literaria se reflejan las preocupaciones religiosas y los
temas que pueden en ellas ser objeto de especulación; a ellos se asoma siempre

Fuente: www.sololiteratura.com/bor/claramengoliniblas.htm [19-V-08]


68 J. L. Borges, “La escritura del dios”, en ElAleph, OC, I, pág. 598.

69 J. L. Borges, “El escritor argentino y la tradición”, en Discusión, OC, I, pág. 273.

70Andrew P. Debicki, Poetashispanoamericanoscontemporáneos.Puntodevista,perspectiva,experiencia,

Madrid, Gredos, 1976, págs. 67-72.


- 247 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Borges de modo escéptico.71 De hecho, la inquietud metafísica es un rasgo esen-


cial del pensamiento borgiano y, en opinión de Zunilda Gertel, “es el pilar bá-
sico sobre el que se fundamenta su estética y el ‘escepticismo esencial’ como
resultante del proceso de dilucidar la realidad, donde todo es nada. La cósmica
ironía de una contradictoria verdad, en la evasión a lo irreal, donde es posible
conjeturar todas las verdades en busca de la unidad y el orden del universo”72.
A modo de relación especular, la obra de Borges y la postulación en ella de
la existencia de Dios son, en sí mismas, plasmaciones conjeturales. Si Dios no
pertenece al mundo sensible, no puede ser objeto de intuición o materia de aná-
lisis lógico, razonado, de ahí que Kant lo denominara “la ilusión trascendental”
enLareligióndentrodeloslímitesdelamerarazón (1793). En realidad, la cuestión
de la postulación de Dios en Borges puede estar íntimamente relacionada con
indefinición de los límites que separan la realidad de la literatura. Borges mis-
mo se pregunta “¿Por qué nos inquieta que Don Quijote sea lector del Quijote, y
Hamlet, espectador de Hamlet? Creo haber dado con la causa: tales inversiones
sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores,
nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios”.73 En esta confusión
de la relación difusa entre personajes y personas se puede ver un correlato de la
confusión entre el ser humano y la divinidad; en esta línea creo que es donde
mejor se sitúa el acercamiento de Borges a la idea de dios.
Iván Almeida reflexiona en torno a esta cuestión: “Quizá el universo de
Borges está hecho de tal presunción. Lo supuestamente real es sólo un sueño,
una ficción, una representación que contiene otro sueño. La noción de realidad
es sólo una cuestión de “(…) posición relativa: cada sueño es realidad para el
sueño que contiene y sueño para el sueño que lo contiene”74. De este modo, la
conjetura de Borges se hace consecuencia inevitable, pero en este caso invertida
hasta rozar casi el absurdo: “(…) si somos sólo apariencias de Dios, pero al
mismo tiempo participamos de su única sustancia, nada nos impide invertir la
visión y decir que Dios es como nosotros somos, es decir, apariencia, emanación
infinita. En ese caso, todo sería atributo, apariencia o, en términos borgianos,
sueño”75.

71 Esta es una de las evidencias de la universalización de saberes que se da en la obra del argentino,
desde el punto de vista de la textualidad como espejo de ese acervo multicultural.
72 En Vicente Cervera Salinas, Op.cit., pág. 99.

73 J. L. Borges, “Magias parciales del Quijote”, Otrasinquisiciones (1952), en Obrascompletas, I, pág.

669.
74 Iván Almeida, “Conjeturas y mapas: Kant, Peirce, Borges y las geografías del pensamiento”, en

VariacionesBorges5(1998), pág. 32.


75 Iván Almeida, Op.cit., pág. 33.

- 248 -
ANA PEÑAS

En una conversación entre Borges y Sábato, otro grande de la literatura


hispanoamericana, ambos se refieren a cuestiones religiosas y a su trascenden-
cia en el pensamiento del poeta argentino:

(...)
- S: ¿YquéopinadeDios,Borges?
- B: (Solemnementeirónico)¡Eslamáximacreacióndelaliteraturafantástica! Lo que imagi-
naron Wells, Kafka o Poe no es nada comparado con lo que imaginó la teología. Laidea
deunserperfecto,omnipotente,todopoderosoesrealmentefantástica.
- S: Sí, pero podría ser un Dios imperfecto. Un Dios que no puede manejar bien el asun-
to, que no haya podido impedir los terremotos. O un Dios que se duerme y tiene pesadi-
llas o accesos de locura: serían las pestes, las catástrofes....
- B: O nosotros (Se ríen). No sé si fue Bernard Shaw que dijo: “Dios está haciéndose”.
(…)
- S: Pero dígame, Borges, si no cree en Dios, ¿por qué escribe tantas historias teológicas?
- B: Es que creoenlateologíacomoliteraturafantástica. Es la perfección del género. (...)76

Estas afirmaciones de Borges confirma la ironía del poeta hacia la cuestión


religiosa, aunque no por ello demuestre menos interés por el tema. La Biblia es
para Borges, lector irónico acostumbrado a vivir en los universos ficcionales, el
mejor ejemplar de literatura fantástica que existe.
El escepticismo de Borges ante las religiones es congénito al propio acto de
la escritura –lo que asegura haber aprendido de Macedonio Fernández, gran
amigo de su padre, como recordará con respeto en su Autobiografía–. La Biblia le
interesa como una manifestación histórica más del gran ámbito de la literatura
universal, puesta lógicamente en duda: “Un libro impenetrable a la contingen-
cia, un mecanismo de infinitos propósitos, de variaciones infalibles, de revela-
ciones que acechan, de superposiciones de luz, ¿cómo no interrogarlo hasta lo
absurdo, hasta lo prolijo numérico, según hizo la Cábala?”77. El Dios de Borges
no es el dios cristiano, ni el judío; es todos ellos y ninguno, es el dios cuestio-
nado y textualizado que aparece en su obra como una más de las figuras estéti-
cas con las que debate dialécticamente, en el marco de una inquietud constante
por ahondar en el conocimiento de la “humana experiencia” a través del pen-
samiento y la palabra. Si, como defendía Wittgenstein, solamente las palabras
significan en la corriente del pensamiento, para Borges solamente a través de la
textualidad puede cobrar vida Dios. Fuera del texto, “de lo que no se puede

76 Entrevista reproducida en la revista Pérgola, Bilbao, pág. 3. Fuente:


http://www.bilbao.net/castella/residentes/vivebilbao/publicaciones/periodicobilbao/200601/pergola
02-03.pdf. [19-V-08]. Tomada de: Barone, Orlando (ed.): Diálogos Borges/Sábato, Emecé Edito-
res, Buenos Aires, 2007.
77 J. L. Borges, “Una vindicación de la Cábala”, en Discusión, OC, I, págs. 211-212.

- 249 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

hablar, hay que callar”78, porque Dios –ese personaje de la literatura fantástica,
para Borges– puede ser pensado, pero no demostrado. En todo caso, y mediante la
literatura y la palabra, Dios puede cobrar vida, animado por la voz poética de
estos tres grandes de la poesía hispanoamericana.

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ANAPEÑASRUIZ
Universidad de Murcia

- 251 -
DUALIDADYDISONANCIA
ENLATRAYECTORIAPOÉTICADEÓSCARHAHN


De entre los poetas chilenos contemporáneos destaca con fuerza Óscar


Hahn (Iquique, 1938), autor de poemarios profundamente originales. Aunque
ha sido incluido en la conocida como “generación emergente”, en la que pode-
mos citar a Floridor Pérez, Federico Schopf o Jaime Quezada, Hahn se considera
un “disidente”1 de su generación y su obra resulta de gran singularidad.
Varios títulos han ido conformando una voz propia atravesada por cues-
tiones medulares (el mal de amor, la llaga nuclear, la relación postvanguardista
entre tradición y ruptura) que van engrosando un discurso lírico de gran poten-
cia. En el año 92 tuvimos ocasión de conocer en España el magnífico Tratadode
sortilegios (Madrid, Hiperión), que recogía poemas de Arte de morir (Buenos
Aires, Hispamérica, 1977), Imágenesnucleares (Santiago, América del Sur, 1983),
Mal de amor (Santiago de Chile, Ediciones Ganymedes, 1981, 19862) y Estrellas
fijasenuncieloblanco (Santiago, Editorial Universitaria, 1988). Con posterioridad
han visto la luz Versos robados (Madrid, Visor, 1995; Santiago de Chile, Lom,
20043), Aparicionesprofanas(Santiago, Lom, 2002; Madrid, Hiperión, 2002) y En
un abrir y cerrar de ojos (Madrid, Visor, 2006). Está en prensa Archivo expiatorio
(Madrid, Visor), que recoge el conjunto de su producción poética y en el que
verá también la luz Penadevida, por salir en Lom (Santiago de Chile), así como
el libro Hoteldelasnostalgias(Perú, Lustra Editores-Centro Cultural de España)
o la antología Poemasdelaeranuclear(Madrid, Bartleby). Otras muchas antolo-

1
En una entrevista publicada en 1990, señalaba Hahn: “Yo soy considerado como un miembro de la
llamada promoción poética chilena de 1960. Sin embargo, yo creo que mi poesía es muy dis-
tinta a la de los otros componentes de esa generación o de esa promoción. Los otros poetas
que son considerados de la misma promoción son Gonzalo Millán, Waldo Rojas, Omar Lara,
Manuel Silva Acevedo, Jaime Quezada, Floridor Pérez, Federico Schopf. Si Ud. lee a los auto-
res que yo acabo de nombrar, va a notar que hay una cierta semejanza en todos ellos. Claro,
todos tienen su personalidad poética, pero Ud. nota un estilo parecido. En cambio, la poesía
mía no tiene nada que ver con ellos. Yo he dicho en alguna entrevista que yo me considero un
disidente de mi generación”. En Martha Ann GARABEDIAN: “Entrevista con Óscar Hahn”,
RevistaChilenadeLiteratura 35 (abril de 1990), p. 143.
2
La segunda edición agregaba los poemas “Partitura” y “Televidente”.
3
La versión actual, con carácter de definitiva, integra además los sonetos de Estrellasfijasenuncielo
blanco y un texto inédito de 1957.
- 252 -
Mª ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

gías han recogido en estos años lo más relevante de su producción4.


Su amplia trayectoria poética viene definida por el papel protagónico que
asume la muerte, omnipresente y poliédrica figura que revela, a lo largo de más
de cuarenta años, su semblante todopoderoso. El vacío, la nada, el abismo o la
ausencia van encarnándose en cada poemario para dar los rostros del Cero,
cuya presencia contundente se alimenta de la tensión insoportable entre el Cero
y el Uno –a la vez fusión imposible y necesaria con la vida y su expresión gené-
sica nombrada por el Eros–, ya que la obra de Hahn, de extraordinaria coheren-
cia verbal, aspira a dar como resultado el Dos (la unión amorosa, la reintegra-
ción platónica5) pero guarda sobre sí la densidad del vacío: “detrás de todo gran
amor la nada acecha” (“Escrito con tiza”, Maldeamor6).
El primer libro central de Hahn, como los arsmoriendi, se entrega cual un
Arte demorir de filiación medieval particularmente intensa por la “danza de la
7

muerte” que, al abrir el texto, funciona como su principio estructurador al


tiempo que lo dota de sentido apocalíptico en clave alegórica. Otras capas geo-
lógicas aportadas por la tradición vienen a sumarse a aquella, en particular los
ecos del barroco literario y en concreto de Góngora y Quevedo, como puede
verse en “O púrpura nevada o nieve roja” o en “Gladiolos junto al mar”. En este
sentido, la primera gran obra de Hahn, en la que desembocaron los poemarios
anteriores Esta rosa negra (Santiago, Editorial Universitaria, 1961) y Agua final
(Lima, La Rama Florida, 1967), en algunos casos con variantes significativas,
muestra su dominio del oficioliterario al servicio de una activa incorporación de
la tradición cultural8 que se conjuga con el uso de un lenguaje conversacional y

4
Destacan Obras selectas (Santiago, Andrés Bello, 2003, Premio Latino de Poesía concedido por el
Instituto de Escritores Latinoamericanos de Nueva York) o Sincuentapoemas(Santiago, Lom,
2005).
5
Para ampliar esta cuestión, véase el artículo de Christine LEGAULT “Óscar Hahn: arte de sufrir y
mal de amor” –en Enrique LIHN y Pedro LASTRA (eds.): AsediosaÓscarHahn, Santiago de
Chile, Editorial Universitaria, 1989, pp. 77-83–, en el que desarrolla por extenso la reseña que
había dedicado previamente a la segunda edición del poemario –”Segunda edición de Malde
amor (Óscar Hahn)”, RevistaChilenadeLiteratura 30 (noviembre de 1987), pp. 205-206; en Enri-
que LIHN y Pedro LASTRA (eds.): AsediosaÓscarHahn, op.cit., pp. 122-123–.
6
Cito por Madrid, Visor, 1998, p. 22. A partir de este momento daré la referencia en el texto entre
paréntesis.
7
Techne, o destreza en el oficio, pero también el tratado en el que se trasmite.
8
Ha dicho HAHN: “Cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años, leía bastante a los poetas españoles
del siglo XV, especialmente aquellos textos dedicados al tema de la muerte –desde luego, la
famosa Danzadelamuerte, las Coplas de Jorge Manrique, y otros poemas, todos relacionados
con el tema de la muerte, que aparecían en los cancioneros españoles del siglo XV. Después de
eso, tuve un período en que leí muchísima poesía española de los siglos XVI y XVII, funda-
mentalmente, Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, sobre todo, que leía todo el tiempo,
- 253 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

popular en el que también pueden destacarse numerosos chilenismos.


De esta forma es plural y diversa la gama de niveles lingüísticos presentes
en su obra, esa “convivencia democrática de lo culto, lo popular, lo banal, lo
religioso”, esa “integración” a la vez que “choque de los distintos actos de len-
guaje” de los que habló Enrique Lihn9 y que vienen a mostrar las múltiples ca-
ras bajo las que aparece la muerte: es la muerte de la noche, la personal, la colec-
tiva, la terrible y burlona también. Incluso el acto de nombrar, la escritura,
aparece, siguiendo con las palabras de Lihn, como “una catástrofe que se goza”
o “una muerte que se vive”10. Frente a la potencia fecundante del acto de escri-
bir, frente a la idea de la poesía como “tratado de sortilegio” para detener la
muerte, toma carácter de poética su “Invocación al lenguaje” que advierte de
forma brutalmente desmitificadora las limitaciones del decir:

Con vos quería hablar, hijo de la grandísima.


Ya me tienes cansado
de tanta esquividad y apartamiento,
con tus significantes y tus significados
y tu látigo húmedo
para tiranizar mi pensamiento.

Ahora te quiero ver, hijo de la grandísima,


porque me marcho al tiro al país de los mudos
y de los sordos y de los sordomudos.
Allí van a arrancarme la lengua de cuajo:
y sus rojas raíces colgantes
serán expuestas adobadas en sal
al azote furibundo del sol.
Con vos quería hablar, hijo de la grandísima.11

Semejante imprecación al lenguaje parece situarse en la misma órbita en la


que el poeta mexicano José Emilio Pacheco define la poesía como “perra in-
fecta” o “sarnosa”, como aquella que tradicionalmente ha sido adjetivada “dul-

que releía, Góngora y Quevedo”. En Martha Ann GARABEDIAN: “Entrevista con Óscar
Hahn”, loc.cit, p. 141.
9
Enrique LIHN: “Poetas fuera de Chile 77. Óscar Hahn”, Vuelta 15 (febrero de 1978), pp. 18-20; en
Enrique LIHN y Pedro LASTRA (eds.): AsediosaÓscarHahn, op.cit., p. 106.
10
Enrique LIHN: “Arte del Artedemorir. Primera lectura de un libro de Óscar Hahn”, Textocrítico 4
(mayo-agosto de 1976), pp. 47-53. Apareció con el título de “Arte del Artedemorir” como pró-
logo a la primera edición del libro, Buenos Aires, Hispamérica, 1977, pp. 11-21; p. 16. Recogi-
do en Enrique LIHN y Pedro LASTRA (eds.): Asedios aÓscarHahn, op.cit., pp. 99-104.
11
Óscar HAHN: Arte de morir, op. cit., pp. 91-92. Salvo que se indique lo contrario, seguiré esta
edición indicando las páginas entre paréntesis en el texto.
- 254 -
Mª ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

ce eterna luminosa poesía” (en “Crítica de la poesía”) pero en realidad es huidi-


za y limitada, el signo con el que dar cuenta de la premura o del desencanto a
partir de su propia limitación. Ni siquiera el Dos que podrían formar poeta y
lenguaje encuentra acomodo.
La poesía se convierte también en un “arte de morir” que, en el último
poema del libro, ofrece el pórtico hacia el que le continúa: la sexualidad per-
versa y mortífera del “Tractatus de sortilegiis” con el que enlaza Mal de amor.
Como comenta Ethel Beach-Viti, el lugar escogido se convierte en “parodia del
jardín edénico y del axismundi medieval”12, de modo que se alían indisoluble-
mente la fecundidad y la muerte: la menstruación de las muñecas, el esqueleto
naciendo entre organzas llevan a la sucesión angustiosa de los imperativos

No se pare, no se siente, no hable


con la boca llena
de sangre:
que la sangre sueña con dalias
y las dalias empiezan a sangrar
y las palomas abortan cuervos
y claveles encinta (p. 180)

Precisamente en Maldeamor, libro dedicado a la “bella enemiga”, el amor


aparece como forma del agostamiento, como un enemigo al que también acom-
paña el terror porque se copula “hasta el exterminio” (“A la una mi fortuna a
las dos tu reloj”, p. 17). La fusión de Eros y Tánatos es tan íntima que uno y otro
se alimentan y consumen de forma necesaria e imparable, ya que se ama “con
pasión sin compasión” (calambur ejemplar, pseudo epanadiplosis, dolorosa
paradoja):

La destrucción del ser amado por el ser amado


es una práctica común desde la antigüedad

Nos embestimos con pasión sin compasión


y dormimos aferrados a esos cuerpos exánimes (p. 34)

Los amantes participan de un clima de violencia desgarradora en el que la


amada es calificada de “asesina”: “Vuelves a mí/ porque el asesino/ siempre
vuelve/ al lugar del crimen” (“Lugar común”, p. 29). De donde la herida del
amor, “herida de todas mis muertes” (“Cuerpo de todas mis sombras”, p. 20), es
permanente porque la belleza es aterradora, no es del otro mundo pero tam-

12
Ethel BEACH-VITI: “El paraíso al revés en un poema de Óscar Hahn”, Inti 12 (otoño de 1982),
pp. 72-74; en Enrique LIHN y Pedro LASTRA (eds.): AsediosaÓscarHahn, op.cit., p. 120.
- 255 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

poco de éste (“A mi bella enemiga”, p. 15) y hace de la hermosa la encarnación


del mal, la asesina a la que se desea “que sueñes con demonios/ con cucarachas
blancas// y que veas las cuencas/ de la muerte mirándote/ con mis ojos en lla-
mas// y que no sea un sueño” (“Buenas noches hermosa”, p. 33).
En Maldeamor, la muerte como pérdida del cuerpo comporta además, de
forma profundamente original, la conversión del amante en fantasma13, en som-
bra de sí mismo. Y esa cualidad que se va desarrollando en el texto (donde el
poeta se vuelve sábana, funda de almohada o camisa sucia) se ramifica doble-
mente: por un lado, el fantasma subraya la cualidad enfermiza del amor que el
título del libro señala inequívocamente; por otro, el fantasma es también, en
tanto que sombra persistente, metáfora de las huellas de la cultura (tanto de la
literatura fantástica, a la que Hahn ha dedicado notables esfuerzos ensayísti-
cos14, como de la visión cristológica del cuerpo del amado):

Estuve todo el día entre tu ropa sin lavar


disfrazado de camisa sucia

Te oí llenar la artesa con agua


y abrir la caja de detergente

[...]
Y ahora siento tus manos atónitas
y tus ojos clavados en mí bajo el agua

porque aunque raspas y escobillas y refriegas


no consigues sacar la sangre de mi costado
(“Fantasma en forma de camisa”, p. 35)

La presencia de referencias cristianas, a menudo en un contexto de profa-


nación o de blasfemia, es destacable en la obra. Recordemos, en este sentido,
que después de ser publicada en Chile, fue retirada y prohibida por “inmoral” –
lo que no impidió que se hicieran copias mimeografiadas de muchos textos– ya
que funde lo sexual y lo religioso de una forma deliberadamente provocadora
en el poema titulado “Misterio gozoso”:

Pongo la punta de mi lengua golosa en el centro mismo


del misterio gozoso que ocultas entre tus piernas

13
El fantasma puebla la lúcida vigilia del poeta como afirma Julio ORTEGA en “Óscar Hahn y los
fantasmas del eros”, en Enrique LIHN y Pedro LASTRA (eds.): AsediosaÓscarHahn, op.cit.,
pp. 85-87.
14
En Fundadores del cuento fantástico hispanoamericano (1998) y Magias de la escritura (2001), ambos
publicados en Santiago por la editorial Andrés Bello, que lo ha postulado al Premio Nacional.
- 256 -
Mª ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

tostadas por un sol calientísimo el muy cabrón ayúdame


a ser mejor amor mío limpia mis lacras libérame de todas
mis culpas y arrásame de nuevo con puros pecados
originales, ya? (p. 18)

Y se trata de un aspecto ya presente en Arte de morir (donde la atrocidad


que acompañaba a las referencias religiosas se convierte en recurrente pues,
mientras el “Hombre” “miraba/ desde lo Alto de las aspas en cruz”, “el sol,
violentamente rojo,/ quemaba los trigales”, “El Viviente”, p. 34) que puede ras-
trearse en la producción posterior de Hahn.
Aunque Mal de amor viene a intensificar la tensión erótica de la obra del
chileno y comporta una cierta “simplificación formal”15 a raíz de su menor liga-
zón con lo “literario”, refrenda la suya como una poética de la muerte tal como
ya se apuntaba en Artedemorir, pues el mismo hecho de escribir se tiñe de furia,
de grito de guerra, de la sangre que moja la pluma del pájaro con la que se es-
cribe el poema (“Eso sería todo”, p. 41). Por ello, Edgar O’Hara puede sugerir
que “quizás Óscar Hahn tenga un solo libro que podría llamarse Artedemorirde
amor”16. Y el poeta mismo declararía en una entrevista concedida a Martha Ann
Garabedian que “así como el amor está en la muerte” “la muerte está en el
amor”, concluyendo en la unidad de los dos poemarios, pues “pasan los temas
de un lado al otro, esos dos temas básicos”17.
En el siguiente libro, una modulación de la poética de la muerte ya pre-
sente en la obra previa de Hahn es enfatizada bajo el título de Imágenesnuclea
res. El libro, dedicado “A Otto Hahn, Premio Nobel de Química 1944, descubri-
dor de la fisión nuclear”18 ofrece un conjunto de imágenes impresionantes en su
terribilidad: imágenes de la furia, de la ira, de la violencia abrasadora19, la del
hongo radiactivo que lleva a la pregunta que cierra “444 Visión de Hiroshima”:

15
Cuando el poeta se refiere con estos términos a Maldeamor, los justifica porque el libro arranca
de una experiencia de tipo real más que cultural. En Martha Ann GARABEDIAN: “Entrevista
con Óscar Hahn”, loc.cit, p. 146.
16
Edgar O’HARA: “Óscar Hahn, Maldeamor”, RevistadeCríticaLiterariaLatinoamericana 17 (primer
semestre de 1983), pp. 246-248; en Enrique LIHN y Pedro LASTRA (eds.): Asedios a Óscar
Hahn, op.cit., p. 116.
17
Martha Ann GARABEDIAN: “Entrevista con Óscar Hahn”, loc.cit, p. 147.
18
Cito por Tratadodesortilegios, Madrid, Hiperión, 1992, p. 55.
19
El motivo del fuego es extraordinariamente importante en la poética hahniana. Basta revisar sus
poemarios para advertir que la calcinación se le aparece como la forma por excelencia de la
destrucción, del desastre en sentido absoluto. Podrían citarse, entre otros y de distintos libros,
“111 Ciudad en llamas”, “555 El muerto en incendio”, “Adán recuerda la fallida destrucción
del árbol de la ciencia”, “Higiene bucal” o “Adán postrero”.
- 257 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

el rojo sangre, el rosado leucemia,


el lacre llaga, enloquecidos por la fisión.
El aceite nos arrancaba los dedos de los pies,
las sillas golpeaban las ventanas
flotando en marejadas de ojos,
los edificios licuados se veían chorrear
por troncos de árboles sin cabeza,
[...]
Por los peldaños radiactivos suben los pasos,
suben los peces quebrados por el aire fúnebre.
¿Y qué haremos con tanta ceniza? (p. 61)

Dos palabras dan título a un libro que se abre con un “prólogo para sobre-
vivientes” en el que Hahn denuncia la proliferación de armas nucleares, y el
conjunto de visiones apocalípticas viene a confirmar que su preocupación por
una de las formas contemporáneas de la muerte amplía y ahonda lo aportado
en sus obras anteriores, hasta el punto de que la primera parte de Agua final,
después recogida en Artedemorir, anticipa en gran medida las secuencias poéti-
cas publicadas con el título de Imágenesnucleares.
De esta forma va haciéndose evidente un aspecto central de la obra del chi-
leno: su vocación intertextual, que comporta el diálogo con textos tanto propios
como ajenos e implica necesariamente la noción de palimpsesto, de literatura de
segundo grado aguzada en sus siguientes Flordeenamorados (Santiago, Francis-
co Zegers editor, 1987) y Estrellasfijasenuncieloblanco. El primero se elabora a
partir del cancionero anónimo Flordeenamorados, impreso en Barcelona en 1562,
una colección de poemas de amor que Hahn reescribe al mismo tiempo que
ofrece en un diálogo complejo y fecundo: el que mantienen un conjunto de
poemas cortesanos del cuatrocientos reescritos a fines del XX que, al mismo
tiempo, conversan con varias fotografías de personas anónimas tomadas a prin-
cipios del XX en Valparaíso, con lo que se evidencia la posibilidad de transitar
de manera nueva el viejoespacio común de la cultura. Como afirma Jorge Guz-
mán, “leer estos poemas es tanto el reencuentro con viejas unidades culturales
aún vivas, como la conciencia de la transformación que han sufrido”20. O en
palabras de Adriana Valdés, “un texto que rastrea su propio deseo en el juego
de la identidad/desidentidad con otro; en las ranuras donde logra caber; en sus
afinidades electivas”21; en definitiva, un texto que se emparenta, más allá de las

20
Jorge GUZMÁN: “El amor del 1500 al 2000. Flordeenamorados de Óscar Hahn”, Suplemento“Lite
raturayLibros”de“LaÉpoca” [Santiago de Chile] (25 de septiembre de 1988); en Enrique LIHN
y Pedro LASTRA (eds.): AsediosaÓscarHahn, op.cit., p. 127.
21
Adriana VALDÉS: “Sobre Flor de enamorados, de Óscar Hahn”, en Enrique LIHN y Pedro LAS-
TRA (eds.): AsediosaÓscarHahn, op.cit., p. 90.
- 258 -
Mª ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

literaturas nacionales, con los del peruano Antonio Cisneros o el mexicano Pa-
checo, por citar sólo dos nombres.
En el mismo sentido, Estrellasfijasenuncieloblanco ratifica la profunda co-
hesión de la obra del chileno, pues varios de los 21 sonetos que componen el
libro ya habían sido publicados anteriormente en Arte de morir o en Imágenes
nucleares. El poemario muestra una nueva forma de unidad, en este caso la dada
por la forma métrica elegida, y cuyo carácter acrónico es plenamente asumido
por el autor que identifica el soneto con la “estrella fija” que da título al libro, tal
como puede leerse en el “Prefacio”:

Estrellas fijas en un cielo blanco


son los bellos sonetos pues no giran
en torno de orbe alguno ni han rotado
sus densas masas de catorce cifras

No reflejan la luz del sol tampoco


pero irradian su propia luz de adentro
Y en el albor parecen en reposo
o muertos cuyas tumbas son sus cuerpos
[...]
Y aunque hace miles de años extinguidas
su fulgor todavía nos alcanza22

Al cultivar una de las formas estróficas clásicas de la poesía en español,


muestra al mismo tiempo el carácter plural que asume el diálogo con aquellos
elementos que forman el espacio cultural común, pues Estrellasfijas se abre con
una dedicatoria, “Para Marceluna y Constansol”, que paralelamente recuerda a
uno de los poetas chilenos de la vanguardia histórica, Vicente Huidobro23, del
que Hahn es uno de sus estudiosos más fructíferos. El Uno personal no puede
entenderse sin el diálogo (la summa24: homenaje, pastiche, parodia25) con otras

22
Óscar HAHN: Estrellasfijasenuncieloblanco, dibujos de Roser Bru, Santiago de Chile, Editorial
Universitaria, 1988, p. 11. A partir de este momento citaré por esta edición.
23
En la entrevista concedida a Garabedian ha afirmado Hahn que entre los autores y obras que más
han influido en su formación literaria se encuentran “algunos poetas chilenos, fundamental-
mente, Vicente Huidobro, lo cual era muy extraño porque en ese tiempo la figura era Neruda,
digamos, lo que los jóvenes leían era Neruda. Pero por alguna razón que yo no sé, yo prefería
a Huidobro, que en ese tiempo era un poeta muy desconocido, incluso en Chile –y estoy
hablando de los años sesenta”. En Martha Ann GARABEDIAN: “Entrevista con Óscar Hahn”,
loc.cit, p. 141.
24
“Mi obra es una summa, es todas las voces pero ninguna. Esa ninguna, aunque parezca paradóji-
co, es mi voz”. En la entrevista que le realizó Cristóbal ALLIENDE PIWONKA: “Óscar Hahn.
Residencia en Iowa City”, en “Artes y Letras” de ElMercurio, 15de abril de 2001. Recogido en
- 259 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

voces, lejanas y cercanas en el tiempo, aquellas por las que pueda conjurarse,
como si de un tratado de sortilegios se tratase, el Cero temido. Además, la inte-
gración de lenguajes y discursos supone en Hahn no sólo la apelación al artista
como bricoleur, sino también la inclusión de técnicas del montaje cinematográ-
fico, la presencia de la música contemporánea (los Rollings, Mick Jagger, Nir-
vana, Miles Davis, el rock, el pop o el jazz, que suenan de manera muy intensa
especialmente en sus últimos libros) o la relación con la pintura de Goya o el
Bosco, lo que permite hablar de una estética hahniana de corte plural26.
Por otra parte, también en Estrellasfijas, los temas recurrentes de la obra de
Hahn confirman su carácter: el amor y la muerte apuntalan su inquebrantable
adhesión y llevan hacia lo maléfico tal como expresa “La expulsión del Pa-
raíso”. Por ello la escritura, en tanto que gesto de amor, también está contami-
nada por todas las formas de la destrucción: el poema que cierra el libro es un
acto de conmiseración al lector, condenado a desvanecerse al mismo tiempo que

la dirección electrónica http://www.letras.s5.com/archivohann.htm (Proyecto Patrimonio,


consultado el 15 de marzo de 2008).
25
Aunque Miguel Ángel ZAPATA enfatiza el valor paródico de los sonetos hahnianos –en “Óscar
Hahn y el arte del soneto”, RevistaChilenadeLiteratura 39 (abril de 1992), pp. 151-154–, Óscar
GALINDO propone una mirada más compleja y rica en el artículo “La poesía de Oscar Hahn:
“los símbolos despavoridos””, del que cito:
Contrastes diacrónicos y diastráticos que hacen de su poesía un espacio de intersección se-
mántica y comunicativa que niega estatuto a la estabilidad, y que impide concentrarse sólo en
las virtudes miméticas, pues en el presente desde el que se sitúa la voz de este hablante algo
ha hecho trizas. Lo específico de este sistema intertextual es que no se inclina por la parodia,
tan usual en los poetas contemporáneos, sino por la “imitación diferencial” para utilizar la
expresión de Gilbert Dubois (1980: 32-39), y que Lihn ha llamado, a propósito de la poesía de
Hahn, “doblaje mimético”.
Publicado en EstudiosFilológicos35 (2000), pp. 167-181. Puede consultarse en la dirección electrónica
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0071-17132000003500011&script=sci_arttext#cit4
(13/3/2008).
26
“Siempre pensé que todas las obras literarias, aunque hubieran sido escritas hace siglos, eran
coetáneas. El lector actual no regresa al siglo XVII para leer el Quijote. Puede leerlo, por ejem-
plo, el año 2004, paralelamente a su lectura de Cienañosdesoledad. Como los libros antiguos y
modernos estaban, por así decirlo, en la misma mesa del tiempo, yo no veía mayor diferencia
entre un soneto de Góngora, los Cuatro Cuartetos de Eliot o las letras de los Rolling Stones.
Además, a mí no me interesaba romper con nada. Lo que yo quería era integrar”. […] “A dife-
rencia de la antipoesía, que es bastante unidimensional, lo que hay en mi poesía es una convi-
vencia pacífica o bélica de diversas estéticas: algo así como un pluralismo verbal”. En la en-
trevista que concedió a Luis GARCÍA MONTERO titulada “La voz de la reflexión”, “Artes y
Letras” de El Mercurio, 26 de junio de 2005. Puede consultarse en la dirección
http://www.letras.s5.com/archivohann.htm (12/2/2008).
En palabras del poeta Ossip MANDELSTAM: “leemos a Catulo, a Horacio y nos invade la
profunda alegría de la repetición”. Citado por Juan Antonio GONZÁLEZ IGLESIAS en Poesía
yPoética, Madrid, Fundación Juan March, 2008.
- 260 -
Mª ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

el poemario se cierra sobre sí:

Desdichado lector tuya es la mano


que puso en marcha este reloj de arena:
las sílabas ya caen grano a grano
allá abajo palpita tu condena
[...]
Se te acaba la arena: no hay demora
Despídete lector: llegó tu hora (p. 91)

De la evidente preocupación metapoética surge la pregunta “¿Por qué es-


cribe usted?”, a la que responden cuarenta y dos razones que señalan, en su
trabazón compleja, las múltiples y sin embargo complementarias motivaciones
de la poética hahniana

Porque el fantasma porque ayer porque hoy:


porque mañana porque sí porque no
Porque el principio porque la bestia porque el fin:
porque la bomba porque el medio porque el jardín

Porque góngora porque la tierra porque el sol:


porque san juan porque la luna porque rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel:
porque la carne porque la tinta porque la piel

Porque la noche porque me odio porque la luz:


porque el infierno porque el cielo porque tú
Porque casi porque nada porque la sed:

porque el amor porque el grito porque no sé


Porque la muerte porque apenas porque más:
porque algún día porque todos porque quizás (p. 55)

Como extraordinario versificador, Hahn re–utiliza (re–cicla) las formas li-


terarias para que digan más de lo que sus moldes estrechos les podrían permi-
tir, para que nombren su propia verbalidad. Tomar prestado entonces lo que la
tradición consagró y tal vez conserve aún parte de su antiguo brillo, o incluso
robarlo es lo que propone su siguiente libro, titulado precisamente Versosroba
dos. En él se ratifican dos aspectos ya apuntados: el diálogo intertextual de los
poemas –en particular con otros anteriores del mismo Hahn (aunque pueden
citarse también intertextos bíblicos o relecturas de destacadas novelas hispa-

- 261 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

noamericanas27)– y el ahondamiento de algunos aspectos que van modulando


una poesía fuertemente cohesionada y al mismo tiempo dinámica.
Por lo que se refiere al primer aspecto, ya evidente desde el mismo título
(“Todos mis versos son ajenos/ Yo tal vez los robé”), los poemas muestran imá-
genes de una violencia siempre estremecedora en la que se hace el amor hasta el
vértigo y resulta emblemática la figura de la “Mantis religiosa” ya que fusiona
perfectamente lo erótico y lo tanático, así como también aporta por el uso del
adjetivo un conjunto de referencias cristianas de enorme brutalidad, presentes
en “Una noche en el café Berlioz”, “Silla mecedora”, 3 de “Sujeto en cuarto
menguante”, “En una estación del Metro” (escrito a modo de “malaventu-
ranza”) o “Higiene bucal”:

Tomo una escobilla de dientes


y la mojo con agua bendita

La escobilla empieza a arder


como trapo empapado en gasolina
[...]
Tomo la escobilla en llamas
y me lavo los dientes uno a uno

Rezo porque se quede encendida


y libere de pecados mi verbo

Podré sonreírle al Altísimo


con la boca llena de cenizas28

En cuanto al segundo aspecto, lo más novedoso del libro es que indaga en


una veta absurdista que surge de las visiones surreales que el inconsciente y lo
autocontemplativo generan en aquel que navega “a la deriva por el sueño” (7
de “Sujeto en cuarto menguante”, p. 38), aunque esta característica sólo corres-
ponde a la primera parte del poemario, la titulada “Versos robados”. La se-
gunda, “Hotel de las nostalgias”, tiene un carácter referencial más fuerte: es el
testimonio nostálgico de lo vivido, la crónica de una generación –la de los ado-
lescentes de los años 50, los exiliados/represaliados a partir del 7329, los testigos

27
“Rulfo en la hora de su muerte”.
28
Cito por la edición de Visor, p. 14.
29
“Con 35 años, una hija que vivía con su mamá y casado en segundas nupcias fui detenido en
1973, la misma noche del golpe militar. Estuve preso diez días. Me echaron de la universidad,
así que vagué casi un año por distintos lugares de Chile, tratando de ordenar mi cabeza y sa-
ber qué hacer. En este período decidí postular a varios programas de doctorado en literatura
en EE.UU., más que nada como una manera de salir del país con un buen pretexto”. En Nancy
- 262 -
Mª ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

del asesinato de Lennon–.


Por otro lado, y a pesar de tratarse de un libro con dos partes claramente
diferenciadas, las dos están inundadas por el “sol de la muerte”, el que ilumina
y al mismo tiempo mortifica, con lo que toman cuerpo propio las palabras con
las que Hahn se refiere a su obra: “mi poesía es un llamado de atención, de aler-
ta; no pretende ser didáctica sino ética”30, ya que aspira a revelar “la condición
de exiliado permanente que tiene el ser humano, con todos los elementos de
creación, de destrucción”31.
Ambos rostros señalan la condición dual de su poética: la articulación nu
merológica que apuntaba al principio y que cada vez va siendo más explícita o
consciente: Aparicionesprofanas, publicado siete años después, suma en sus dos
términos la noción de paradoja (oxímoron con el que dar cuenta de la fusión de
sacralidad y mundo): demonio y exorcista a un tiempo, el poeta articula tam-
bién la relación del hueso contra la carne32 o del hombre contra la mujer en una
lógica binaria33 de consecuencias dolorosísimas que recupera sus viejos fantas
mas34para fundir Eros y Apocalipsis en una propuesta ecológica que podríamos
nombrar como ecoerotismo. El lenguaje bíblico que cuenta el fin del mundo es así
el lenguaje que describe la llaga radiactiva, la herida de uranio que aún no ha
cicatrizado en Hiroshima y es, también, la herida que el amor causa, cauteri-
zada por el amor como cara y cruz de la misma moneda.
El existencialismo agudo de los libros anteriores se ha asimilado comple-
tamente al lenguaje del texto, y los ecos de la tradición, siempre presente en
Hahn, han sido integrados de tal forma que son ya cuerpo misma del poema.
Menos explícitos que en libros anteriores, sin embargo siguen dotándolo de
riqueza geológica porque abren capas de significado, así en “El soñador” o en

ARANCIBIA: “Conociendo a Óscar Hahn, el escritor errante”, Primera Línea, 8 de agosto de


2001. Puede consultarse en http://www.letras.s5.com/archivohann.htm (22/1/2008).
30
Citado por Jorge RODRÍGUEZ PADRÓN: “Óscar Hahn: Artedemorir”, DiariodelasPalmas [Ma-
llorca] (1 de mayo de 1981), p. 16; en Enrique LIHN y Pedro LASTRA (eds.): AsediosaÓscar
Hahn, op.cit., p. 32.
31
Martha Ann GARABEDIAN: “Entrevista con Óscar Hahn”, loc.cit, p. 147.
32
En un poema, “Hueso”, que evidencia el espanto de la dictadura chilena y en general, de las
dictaduras del Cono Sur.
33
El propio Hahn se ha referido a su poética a partir del poema “Fragmentos de Heráclito al estre-
llarse contra el cielo”, como “coincidencia de los opuestos”: amor/ muerte, vida/ literatura,
fantástico/ realista, consciente/ inconsciente (y podríamos seguir: cuerpo/ alma, etc.). “Estas
oposiciones no sólo coinciden en mis poemas, sino que además son neutralizadas de una ma-
nera semejante a como lo hace la literatura fantástica”. En la entrevista ya citada “La voz de la
reflexión”.
34
“Palabras de un fantasma anterior a su nacimiento”, “Fantasma en forma de toalla”, “Fantasía en
blanco y negro”.
- 263 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

“Cuerpos gloriosos”, que hace lenguaje las características anotadas:

Yo que siento el mensaje de otro cuerpo en la piel de mis dedos


de otro cuerpo que me dice temblando yo también te deseo

Te deseo en la lluvia que llena de plata tu espalda


te deseo en aquello que gime e implora debajo de tu falda

Tu cuerpo palpitante con todas sus voces me invoca


Su puerta se humedece y me llama como una nueva boca

Y mi llave que tiene la forma de una llama erecta


va buscando el camino glorioso que conduce a tu puerta

Majestuosa es la blanca montaña majestuosos tus pechos


y mi mar que tranquilo te baña y que empapa tu lecho

Puro fuego es tu cielo puros besos te cruzan también


Nuestros cuerpos tendidos son la copia feliz del Edén35

La suma de pareados se cierra de forma irónica en los dos últimos con la


reescritura del himno de Chile, que comienza “Puro Chile, es tu cielo azulado,/
puras brisas te cruzan también,/ y tu campo de flores bordado/ es la copia feliz
del edén”. La montaña majestuosa, el mar tranquilo que baña Chile36 o el campo
de flores que cantara el poeta Eusebio Lillo, es aquí suma de los cuerpos en el
acto de amarse; se superponen las imágenes idílicas, de carácter bucólico com-
puestas por el poeta a mediados del XIX con las encendidas por Eros en el poe-
ma de Hahn. La visión arcádica y serena, reescrita en el contexto ecopoético de
los últimos años37, es atravesada por el fuego del amor carnal que modifica la

35
Cito por la edición de Hiperión, p. 28.
36
Continúa el himno: “Majestuosa es la blanca montaña/ que te dio por baluarte el Señor,/ y ese
mar que tranquilo te baña/ te promete futuro esplendor”.
37
Como define Cheryll GLOTFELTY, “La ecocrítica es el estudio de las relaciones entre la literatura
y el medio ambiente”. En Cheryll GLOTFELTY & Harold FROMM (eds.): The Ecocriticism
Reader:LandmarksinLiteraryEcology, University of Georgia Press, 1996.
En el ámbito chileno e hispanoamericano, quien ha trabajado con gran agudeza la cuestión es
Niall BINNS en ¿Callejónsinsalida?Lacrisisecológicaenlapoesíahispanoamericana (Zaragoza, Pren-
sas Universitarias de Zaragoza, 2004). En tres de los capítulos del libro, se centra en las figuras de
José Emilio Pacheco, Homero Aridjis y Nicanor Parra, quienes, de modo notablemente distinto,
muestran un mundo apocalíptico nacido del hombre moderno. Para el ámbito específicamente
chileno, Binns ha escrito el artículo “¿Puro Chile, es tu cielo azulado? Poesía ecologista en la del-
gada patria (Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Nicanor Parra)”, en Ixquic 2
(2000), pp. 38-54.
- 264 -
Mª ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

naturaleza de lo poético al agudizar un ecoerotismo de intensa eficacia que ya


había asomado en poemas anteriores (“Partitura” de Maldeamor proponía que
“La música de las esferas/ no la produce la rotación/ de los planetas en el cielo/
sino la frotación/ de los cuerpos en la tierra”), ahora profundizado en su signifi-
cado escatológico. Así, entre las numerosas reelaboraciones del mito del Apo-
calipsis en la contemporaneidad, hay en Hahn una gran coherencia al articular
una poética que atiende tanto al holocausto nuclear como al holocausto amo-
roso, ambos formas extremas tanto para el individuo como para la especie38.
De esa misma articulación dual brota el poemario Enunabrirycerrardeojos
(2006), con el que ganó el VI Premio Casa de América de Poesía Americana y
que encierra en ese doble movimiento el abrir de Eros, el cerrar de Tánatos. Si
para libros anteriores podíamos hablar de un doble holocausto, ¿cómo no leer
los extraordinarios “Torres gemelas” o “Los jinetes del Pentágono” en el mismo
contexto teórico?

“Torres gemelas”

Estrellaste tu avión contra mi torre


y yo mi avión contra la tuya

Eso fuimos los dos:


torres gemelas que se desplomaron
torres en llamas que se hicieron escombros

Y ni siquiera habrá un monumento


A la memoria de nuestro amor:

Solamente un terreno baldío


Y una nube de polvo (p. 10)

La zona cero, ese espacio baldío y desolador enclavado en el corazón mis-


mo de la isla de Manhattan, metáfora a su vez desoladora de este comienzo del
siglo XXI que promete no dejar en mal lugar al siglo XX, es al tiempo expe-
riencia individual y colectiva, mito e historia, Eros y Apocalipsis. Este último,
además, se hace particularmente intenso en el siguiente poema, que convoca a

En mi opinión, la obra de Hahn muestra ciertas vinculaciones con dicha visión al tiempo que
ofrece una perspectiva original que la ecocrítica puede ayudar a elucidar.
38
Ha advertido Julio ESPINOSA GUERRA que a partir del poema “El doliente”, surge cierto “pan-
teísmo contemporáneo, en el cual no hay más razón de ser que la naturaleza misma, tanto en
cuanto “naturaleza”, tanto en cuanto “existencia””. En la reseña que escribió del poemario pa-
ra la revista La estafeta del viento 3 (2003), pp. 102-104. Puede consultarse en
http://www.letras.s5.com/archivohann.htm
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

los cuatro jinetes del libro de la Revelación:

“Los jinetes del Pentágono”

A las doce vendrán llenos de espuma


ante ti dejarán coronas de humo
bajo el sol calaveras de caballos
con jinetes vestidos de esqueletos
contra ti lanzarán sus improperios
de siete en siete en formación marcial
desde Londres Berlín Washington Roma
en carrozas con swásticas y estrellas
entre animales con cabezas de hombres
hacia el mismo confín del orbe en llamas
hasta las catacumbas del infierno
para escarnio del ojo no vidente
por un río de sangre radiactiva
según ordenan las corporaciones
sin compasión sin compasión avanzan
so riesgo de vaciar el firmamento
sobre los inocentes escondidos
tras murallas de paja y de papel (p. 11)

La riqueza simbólica del poema es extraordinaria y la larga sucesión de


endecasílabos, que aporta el tono de letanía al texto, recrea numerosas imágenes
apocalípticas enraizadas en el Antiguo Testamento que ahora moja el río de
sangre radiactiva, la amenaza del hongo nuclear. Tal imperativo ético permitió
al jurado valorar el uso de la ironía y el compromiso del libro “con la interpre-
tación del mundo contemporáneo”, porque lo antiguo y lo nuevo se funden
completamente, el lenguaje arcaico de los textos antiguos cobra actualidad y los
caballos del Apocalipsis parten de las capitales económicas y políticas del mun-
do. Guerra, hambre, enfermedad y muerte son los cuatro jinetes vestidos de
esqueletos que, para conformar la imagen del Pentágono con sus cinco lados,
necesitan una figura más, el Amor mortífero del poema “Torres gemelas”, con-
trapunto en cierto sentido de “Los jinetes” (de modo que ambos forman un
díptico central en el libro), que a la vez se complementa con el del poema “Pena
de muerte”: Eros escatológico por tanto, asociado al Tánatos nuclear en tanto
que dualidad recorrida por la disonancia.
Como si toda la obra de Hahn gravitase sobre un mismo centro, siempre
dual: son numerosos los títulos que se conforman a partir del dos (sustantivo y

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Mª ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

adjetivo –Imágenesnucleares, Versos robados, Antología virtual39, Antología retroac


tiva40, Aparicionesprofanas, Archivoexpiatorio– o dos sustantivos unidos por pre-
posición y por tanto, sin significado propio –Tratadodesortilegios, Artedemorir,
Penadevida–). Incluso títulos más largos como Estrellasfijasenuncieloblanco o
Enunabrirycerrardeojos se conforman a partir del mismo principio estructura-
dor (sustantivo + adjetivo, verbo + verbo).
Lo doble, lo jánico, aquello que revela su cara y su cruz (otra de las parejas
centrales de un lenguaje empapado en su raíz judeocristiana que mira con es-
cepticismo los tiempos modernos), la relación dialéctica de contrarios alimenta-
dos por Eros y la muerte en su fusión medular (nuclear) de significación ecoeró
tica, la aspiración al Dos siempre atravesada, en la extraordinaria producción de
Hahn, por el chirrido disonante que otorgan la lucidez y la poesía.

MªÁNGELESPÉREZLÓPEZ
Universidad de Salamanca

39 Santiago, Fondo de Cultura Económica, 1996.


40 Venezuela, Monte Ávila, 1998.

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ULISESYRAYUELA:DOSNOVELASURBANAS

INTRODUCCIÓN
Hay escritores que dejan una marca indeleble en la historia de la literatura
universal y uno de ellos es James Joyce, que revolucionó la narrativa del siglo
XX. Su influencia se ha extendido a escritores de las más diversas nacionalida-
des y numerosas son las publicaciones que así lo atestiguan. Por ejemplo, en la
obra Silverpowdered Olivetress: Reading Joyce in Spain, Jeffrey Simons y otros 1,
recopilan diversos ensayos en los que se muestra la calidoscópica respuesta a la
obra de Joyce en toda Europa y fuera de ella, a través de diferentes períodos
históricos y políticos, junto con la pluralidad de perspectivas desde las que el
genio literario de Joyce se puede analizar. De ellos cabe destacar el de M. Mo-
rales 2 que analiza la importancia de las tradiciones célticas en Joyce y en To-
rrente Ballester: “Lo que las obras de Joyce y Torrente comparten es la creación
de mundos autónomos, regidos por sus propias reglas, tanto lingüísticas, na-
rrativas y formales, como en lo que respecta a la conformación de realidades
ontológicas, en las que mito, ficción y realidad coexisten hasta llegar a confun-
dirse”. También merece especial mención el de M.I. Porcel 3 que construye un
análisis coherente de las interrelaciones entre Ulises y Luna Benamor de Blasco
Ibáñez apuntando a una posible influencia del personaje femenino de Molly
Bloom en Luna. Siguiendo con las influencias de Joyce en los escritores de habla
hispana podemos mencionar a Martin-Santos en cuya novela TiempodeSilencio
también hay una clara presencia de Ulises en cuanto se refiere a la experimenta-
ción formal, el empleo de recursos narrativos y estilísticos de carácter innova-
dor, y una temática que une lo social con lo existencial. Todo ello hizo de esta
novela un hito literario que vendría a renovar el panorama de las letras espa-
ñolas.
Sin embargo, donde más patente se muestra la influencia de Joyce es en los
escritores hispanoamericanos. Nada como la literatura para mitificar aquello
que simplemente existe en la realidad o en la imaginación de un hombre, y los
escritores hispanoamericanos, también se dejaron influir por Ulises de Joyce
adaptándolo a sus propias historias nacionales. Primero fue el poema épico con
Neruda y después la novela con Fuentes, géneros ambos a través de los cuales

1 SIMONS, Jeffrey; Tejedor Cabrera, José Mª; Estévez Saá, Margarita; and García León, Rafael I. eds.
(2003) Silverpowdered Olivetress: Reading Joyce in Spain, Sevilla: Secretariado de publicaciones
de la Universidad de Sevilla.
2 SIM·ONS, J., et al., op. cit.

3 SIMONS, J., et al., op. cit.

- 268 -
ELISA RAMÓN

pudieron contar las historias de la formación de sus países y de la individuali-


dad de sus propias culturas. Esa fue la deuda para con Joyce.
No podemos olvidar que la influencia de Joyce en los escritores hispanoa-
mericanos del siglo XX no es única, ya que viene avalada por otros escritores
irlandeses como Swift y Yeats y norteamericanos como Poe, Whitman, Faulkner
y Dos Passos cuyas obras están íntimamente relacionadas con el desarrollo de la
ficción en Hispanoamérica. Sin embargo, la influencia de Joyce fue tan esencial
y decisiva en algunos excelentes escritores hispanoamericanos del siglo XX que
se le ha considerado, en gran parte, origen y causa de lo que se denominó el
“Boom” literario hispanoamericano del pasado siglo. Jorge Luis Borges de Ar-
gentina, Pablo Neruda de Chile y Carlos Fuentes de Méjico tuvieron la oportu-
nidad de leer a Joyce en los comienzos de su formación intelectual y literaria y
son responsables del gran cambio que se efectuó en la escritura en español,
tanto en Hispanoamérica como en la península Ibérica. Es más, son los escrito-
res hispanoamericanos de mediados del siglo XX en adelante los que han propi-
ciado el desarrollo de la sensibilidad modernista en la escritura en español.
De ellos destaca Borges por su identificación con el escritor irlandés ya que
éste fue su inspiración para el resto de sus días. Borges y Joyce fueron modelos
de innovación, de humor y de ingenio. Es digno de resaltar que mientras la
lectura de Ulises estaba prohibida en Inglaterra y Estados Unidos a causa de la
acusación de obscenidad que pesaba contra la novela, Jorge Luis Borges, en
Buenos Aires, recibió desde Francia un ejemplar del entonces recién publicado
Ulises. De esta manera, en 1925 Borges escribió su famoso ensayo “ElUlisesde
Joyce”, y también tradujo al español el capítulo final de la novela, el denomi-
nado soliloquio de Molly Bloom.
La influencia de Joyce a través de Borges en los escritores hispanoamerica-
nos fue decisiva. Empezaron a surgir cambios narrativos, la lengua evolucionó
y se desarrollaron estilos innovadores de escritura. Según David Vela 4, tanto en
poesía, como en ensayos, cuentos y novelas, a lo largo del siglo XX en español y,
en ocasiones, en inglés, los escritores hispanoamericanos han encontrado en las
obras de Joyce, complementos, guías y pistas literarias para desarrollar sus pro-
pias invenciones. Escritores y poetas, que fueron atalayas en el cambio de len-
guaje, miraron a James Joyce cuando llevaron a cabo sus propios proyectos,
dando la circunstancia de que muchos de ellos eran exiliados. La opinión de
Carlos Fuentes sobre la influencia de Joyce en la actitud crítica de los escritores
sobre el lenguaje, es reveladora: “Nosotros teníamos la sensación de que tenía-

4 VELA, David (2007) “Irish Mexican, Latin Irish: Fountains of Literary Invention” in IrishMigration
StudiesinLatinAmerica 5:1 (March 2007), pp. 5-10. Available online (www.irlandeses.org).
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

mos que inventar el lenguaje, que teníamos que luchar con los cánones del len-
guaje, que es falso creer que existe una lengua española establecida”5.
Joyce devuelve la novela a un origen épico, desafiando y cambiando el
lenguaje, y ello ha dejado su impronta no sólo en Borges, Neruda y Fuentes,
mencionados anteriormente, sino también en el peruano Vargas Llosa, en el
chileno José Donoso, en el colombiano Gabriel García Márquez, en el cubano
Guillermo Cabrera Infante y en el argentino Julio Cortázar, entre otros. Todos
ellos leyeron ávidamente las obras de Joyce y su lectura ha sido fuente de inspi-
ración para la modernización, invención e innovación de la lengua española y la
narrativa en general permitiendo que el desarrollo de la novela en español evo-
lucionara a cotas muy elevadas. Elretratodelartistaadolescente, Ulisesy, en algu-
nos casos Finnegan’s Wake, son las fuentes en las que los escritores hispa-
noamericanos bebieron para inspirarse en la modernización de la narrativa 6.
Ejemplo claro de estas afirmaciones es Julio Cortázar, cuya novela Rayuela, se-
gún los críticos, es a Hispanoamérica lo que Ulisesde Joyce es a Europa. Novela
que eleva a Cortázar a personaje central de nuestra cultura, y a la que especial-
mente nos referimos en estas páginas.
Joyce y Cortázar comparten algunas características determinadas. Los dos
son exiliados, uno en Italia y Suiza, el otro en París. Ambos utilizan su propia
vida y experiencias como base fundamental de sus novelas, y sus protagonistas,
Bloom en Ulises y Oliveira en Rayuelason un compendio de distintos persona-
jes, en el que los propios autores tienen gran parte de protagonismo. También
en sus novelas resalta la ausencia de acontecimientos políticos o sociales de su
época. Joyce y Cortázar abrieron caminos en la narrativa en lengua inglesa y en
lengua española respectivamente, y en este trabajo mostramos algunos rasgos
que ponen de relieve la sintonía entre ambos escritores.

DUBLÍNYPARÍS
La ciudad, centro de choque e intercambio de culturas, lenguas y civiliza-
ciones ha sido un elemento esencial de la creación literaria. Es por ello que la
literatura moderna surge inequívocamente con la ciudad moderna. Mucho se
ha escrito y debatido sobre el impacto del urbanismo en la novela moderna e,
indudablemente, es notable el efecto de la experiencia urbana en la narrativa
modernista escrita en lengua inglesa. La relación entre el crecimiento de las
ciudades y el desarrollo del modernismo se puede decir que reconfigura la per-
cepción que el escritor tiene del mundo moderno, no sólo en términos de la

5 VELA, David (2007), op.cit.


6 VELA, David (2007), op.cit.
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ELISA RAMÓN

representación literaria de la ciudad, sino también desde la perspectiva de cómo


la experiencia urbana, tanto excitante como alienante, afecta a su propia narra-
tiva. A esto hay que añadir el surgimiento de nuevas reacciones a los tradicio-
nales conceptos del yo y la identidad. Es en la ciudad donde, más que nunca, se
produce la escenificación del desarraigo de una sociedad cambiante en la que
aparecen los soñadores de refugios. Para Cortés García 7“La ciudad moderna es
un espacio nuevamente descubierto y conquistado por la trama literaria para la
ideación poética. Hay una trama genuina en la ciudad moderna que no se pue-
de dar en otros territorios”
En la ciudad se produce una lucha entre el determinismo del urbanismo, la
línea argumental y la libertad de la utopía literaria donde los personajes tejen la
trama definitiva, tal y como señala Robert Alter en su obra Imagined Cities 8
donde examina la conexión entre literatura y la ciudad moderna. Tenemos que
observar el lenguaje de la novela para poder comprender cómo la experiencia
ciudadana repercute e influye en las tradiciones literarias. Para Alter, la novela
es el género literario moderno por excelencia y, por tanto, su centro neurálgico
debe ser la ciudad, escenario de la vida burguesa y colectiva con su incesante y
dinámico crecimiento, especialmente durante el período moderno.
Y hemos de tener en cuenta que la ciudad, como entidad propia, es “un
conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; lugar de
trueque, no sólo de mercancías, sino también de palabras, de deseos, de recuer-
dos”9. Además, la ciudad puede ser: un no-lugar, como la utopia de Tomás
Moro; invisible, como las ciudades de Italo Calvino; imaginaria, sólo existente
en la literatura, como Macondo de García Márquez; un microcosmos, que a su
vez, lo reúne todo; poliédrica y profundamente literaria; una geografía de na-
rraciones como dice Carmen Martín Gaite; un sitio de paso, etc. o, como en este
caso, la clave de la trama literaria moderna: el laberinto y el encuentro.
En el espacio que nos ocupa, vamos a centrarnos en dos ciudades concre-
tas, Dublín y París, porque ambas ciudades son el centro neurálgico de los peri-
plos de Bloom y Oliveira, protagonistas de Ulises y Rayuela respectivamente.
Ciudades que son microcosmos de unidad con proyección universal, cuyo valor
mítico trasciende la temporalidad y son reflejo de la búsqueda de la propia
identidad de sus protagonistas. Aunque en el caso de Rayuela la segunda parte

7 CORTÉS GARCÍA, F. (2003) La construcción del concepto de ciudad a partir de la ideación literaria.
Mediterráneo Económico n.3”Ciudades, arquitectura y espacio urbano”) Cajamar.
8 ALTER, Robert (2005) Imagined Cities. Urban Experience and the language of the Novel. New Haven
and London. Yale University Press.
9 Palabras de Italo Calvino (Conferencia pronunciada en inglés, el 29 de marzo de 1983, para los
estudiantes de la Graduate Writing Divison de la Columbia University de Nueva York.)
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

de la novela tiene lugar en Buenos Aires, debido a la limitación en la extensión


de este trabajo, las referencias a dicha ciudad no se incluyen en este estudio.
Dublín es una ciudad en la que se respira literatura. Sus calles han visto
nacer a cuatro ganadores del premio Nobel –W.B Yeats, Samuel Beckett, Sea-
mous Heaney y Bernard Shaw-, así como a literatos de la talla de Oscar Wilde o
James Joyce. Sin embargo, el influjo de la ciudad ha ejercido en todos ellos una
mezcla de amor y odio que les ha alejado en mayor o menor medida de su seno.
Pese a todo, la literatura sigue imbricada en las calles, las costumbres y el acon-
tecer diario de Dublín y un simple paseo por la capital irlandesa permite im-
buirse en su pasado literario 10.
Y grande es el pasado literario de París, epicentro de los movimientos que
iban transformando el panorama cultural de Europa. Quizás no hay ciudad que
pueda compararse a ella y sus múltiples encarnaciones literarias. Está la ciudad
de Balzac; la de Baudelaire que vió las calles de París como el verdadero crisol
del empuje del cambio histórico; la de Flaubert, con su “flaneur” convertido en
personaje de ficción literaria, con quien Robert Alter 11 encuentra la clave del
realismo que anticipa a los modernistas; la de Proust, pletórica de lugares e
imágenes capaces de despertar sensaciones complejas y viajes melancólicos al
pasado en aristócratas frívolos; la de Cortázar, con esos pasajes que describió
Walter Benjamin como lugares clave en el desarrollo del capitalismo en el siglo
diecinueve y se convirtieron en lugares de paso de un mundo a otro en la obra
del escritor argentino. París no se acaba nunca, y se las ingenia para ser dife-
rente con cada gran escritor que se atreve a imaginarla. El París de Cortázar
tiene la esencia de las ciudades literarias.
“Yo creo que París es la mujer de mi vida”, afirma el propio Cortázar en
una entrevista personal 12. Para el escritor argentino, como para Calvino, las
ciudades son mujeres y su relación con ellas ha sido siempre la de un hombre
con una mujer: un encuentro. La trama de la novela es la esencia del espacio
urbano. Para Cortázar cualquier punto de París es un lugar de encuentro donde
ver a la Maga, pero un lugar diferente. La Maga de Cortázar es una muñeca
dentro de otra muñeca rusa (La Maga dentro de París) en un París laberíntico,
heterogéneo, donde cada espacio proporciona un sentido diferente 13. Y es que

10 LUCIO, Cristina. Destinos literarios. elmundo.es.


http://www.elmundo.es/especiales/2003/07/sociedad/destinos_literarios/dublin/index.html
11 ALTER, Robert, op.cit.p.10.

12 Entrevista con Julio Cortázar inédita en la red, transcrita del programa radial español Esbozos,

conducido por Adelaida Blázquez el 26 de mayo de 2006 y publicada por Rocamadour.


http://pasodelania.blogspot.com/2006/05/de-una-conversacin-con-julio-cortzar.html
13 ZAMPAGILIONI, H. (1997) ElParísdeRayuela. Barcelona, Lunwerg, p.7.

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ELISA RAMÓN

las ciudades han tenido sus escritores, seres urbanos que no se contentaron con
vivir en sus calles sino que buscaron historias, las inventaron y las escribieron;
historias que ocurrían en sus calles, en sus casas y en sus paisajes. Eso pasó con
James Joyce que agotó las calles de Dublín y al recorrerlas reescribió la ciudad.
Y pasó también con Cortázar y su personaje Oliveira recorriendo París, y segu-
ramente seguirá ocurriendo con las ciudades que ceden sus calles y sus historias
a la literatura.
Al igual que Cortázar por París, Joyce presupone que el lector es un cono-
cedor de la ciudad de Dublín, como si fuera un habitante más, por lo que las
calles por las que deambula y los lugares por los que pasa son exactos pero no
hay apenas descripciones de ellos. Se puede ser “extraterritorial” y crear una
auténtica cosmovisión sin salir de una ciudad, Dublín de Joyce o París de Cor-
tázar. La literatura es, también, capaz de producir el sentimiento y la sensación
de “sentirse en casa” en la ciudad, por muy ajena que ésta sea para el lector.
Este fenómeno es particularmente evidente en Ulises y Rayuela, pues como no-
velas urbanas, no se limitan a presentar los lugares de la ciudad, sino que los
elaboran. Sus lectores no sólo leen el texto e imaginan el lugar sino que lo viven,
lo sienten y los palpan de acuerdo con el ritmo de la narrativa.
La trama de Ulises consiste en el vagabundeo de sus dos personajes princi-
pales por Dublin, síntesis material y espiritual del mundo, y cuyas aventuras
ocurren en un solo día, un 16 de junio de la mañana a la noche. El paseo que
realizó por Dublín Leopoldo Bloom es equiparable a otro periplo literario, el
que emprendió desde Ítaca el astuto Ulises, al que el propio Joyce quiso equipa-
rar a su manera --hermética y con cierta sorna irlandesa adornada de filología--
desde el mismo título de su novela. Por tanto, el gran tema ulíseo vuelve a la
ciudad, en una peregrinación laberíntica y recurrente, pues aunque la ciudad es
limitada, como microcosmos literario, es infinita.
Y, en este sentido, la relación con Rayuela es tan evidente, tanto que po-
dríamos utilizar las palabras que García Tortosa dedica a Ulises y aplicarlas
también a Rayuela: “Ulises, lo mismo que la Odisea, consiste en la narración de
un viaje, en la crónica de las peripecias de unos seres que viven y deambulan
por Dublín. Todos los personajes viven su propia aventura que roza las aventu-
ras de los demás. Todos parecen hacer algo y tener un propósito en el vagar por
la ciudad; llevan sus preocupaciones e ilusiones a cuestas; recuerdan el pasado,
el individual y el colectivo; aman a su manera; unos, se comportan con agresi-
vidad; otros, con paciencia; ríen, cantan, guardan silencio, comen, beben, defe-
can, discuten y sueñan. En resumen, nada distinto a la aventura que todos em-
prendemos en el comienzo de un nuevo día en París, Madrid o Dublín, porque

- 273 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Ulises es una novela urbana, a diferencia de la Odisea”14.


También Rayuela es una novela urbana y Oliveira camina por las calles de
París como un flaneur de Flaubert. París es la libertad y sus calles parecen haber
sido trazadas para que por ellas caminen los personajes sin rumbo, contem-
plando la ciudad, contemplando el mundo. “Parado en una esquina […] Oli-
veira se había puesto a mirar lo que ocurría en torno y que como cualquier es-
quina de cualquier ciudad era la ilustración perfecta de lo que estaba pen-
sando” 15. Pero también la ciudad moderna, es percibida por Oliveira como
fuente de desorientación y refugio de alienados “París estaba lleno de gentes
que hablaban solas por la calle” 16, y él se siente excluido cuando habla de la
necesidad que tiene de “…salir al rellano, bajar, bajar solo, salir a la calle, salir
solo, empezar a caminar, caminar solo, hasta la esquina, la esquina sola, el café
Max, Max solo, el farol de la rue de Bellechasse donde…donde solo.” 17. La
magnitud de la gran ciudad empequeñece la figura humana que se pierde en la
nada “…y todo eso va tejiendo un dibujo, una figura, algo inexistente como vos
y como yo, como los dos puntos perdidos en París que van de aquí para allá, de
allá para aquí, haciendo su dibujo, danzando para nadie, ni siquiera para ellos
mismos, una interminable figura sin sentido”18.
En ocasiones el deambular por la ciudad es reflejo del amor. “París es un
gran amor a ciegas” 19, y de su amor por la Maga: “Así habían empezado a an-
dar por un París fabuloso, dejándose llevar por los signos de la noche, acatando
itinerarios nacidos de una frase de clochard de una buhardilla iluminada en el
fondo de una calle negra, deteniéndose en las placitas confidenciales para be-
sarse en los bancos o mirar las rayuelas” 20. Se dejaban llevar por el azar. “Se
citaban por ahí y casi siempre se encontraban”. “Los encuentros eran a veces
tan increíbles, que Oliveira se planteaba una vez más el problema de las proba-
bilidades” 21. La ciudad formaba parte intrínseca de la expresión de su amor:
“Sentados en un café reconstruían minuciosamente los itinerarios”. “Se habían
encontrado en pleno laberinto de calles, casi siempre acababan por encontrarse
y se reían como locos, seguros de un poder que los enriquecía”22.
La ciudad y el amor. Amor deambulante en la ciudad. “Andaban por ahí

14 JOYCE, James (1999). Ulises (5ª ed.) Ed. de Francisco García Tortosa. Madrid. Cátedra, p. XLIII.
15 CORTÁZAR, Julio (2007) Rayuela (19ª ed.) Edición de Andrés Amorós. Madrid. Cátedra, p. 241.
16 Rayuela, op. cit. p. 255.

17 Rayuela, op. cit. p. 207.

18 Rayuela, op. cit. p. 347.

19 Rayuela, op. cit. p. 282.

20 Rayuela, op. cit. p. 145.

21 Rayuela, op. cit. p. 157.

22 Rayuela, op. cit. p. 158

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ELISA RAMÓN

vagando y parándose en los portales” 23. Así, sin recatos ni ambagues Oliveira y
la Maga paseaban su amor. “Durante semanas o meses (la cuenta de los días le
resultaba difícil a Oliveira, feliz, ergo sin futuro) anduvieron y anduvieron por
París, mirando cosas, dejando que ocurriera lo que tenía que ocurrir […] que-
riéndose y peleándose y todo eso al margen de las noticias de los diarios, de las
obligaciones de familia y de cualquier forma de gravamen fiscal o moral” 24. En
los besos que le da a la Maga, Oliveira se siente como el mítico Ulises surcando
los mares: “La Maga no sabía que mis besos eran como ojos que empezaban a
abrirse más allá de ella, y que yo andaba como salido, volcado en otra figura del
mundo, piloto vertiginoso en una proa negra que cortaba el agua del tiempo y
la negaba”25.
En suma, en el deambular de Bloom por Dublin -en Ulises y de Oliveira
por París -en Rayuelase reescribe el texto literario transformándolo en una ex-
periencia urbana física, sensual, emocional y estética, con una reproducción
indefinida de ideales, de fantasías, de imágenes y de sueños.

ADMIRACIÓNPORJOYCE.NOVELAYLENGUA
Al igual que Borges, Cortázar siente una profunda admiración por Joyce
como lo muestra Saúl Yurkievich cuando recoge las palabras de Cortázar en las
que habla de “la tentativa superestilística de Ulysses” y cuando se refiere a esas
“obras admirables” de las dos primeras décadas del siglo XX 26. También, cuan-
do desaprueba a aquellos que critican al “escritor rebelde”, pues caen en “el
ridículo de denostar una liquidación del estilo en un Joyce […] con su tentativa
de Ulysses”. Tampoco está de acuerdo con aquéllos que “abominan de los es-
fuerzos del nuevo escritor” 27. Para Cortázar la obra de Joyce “es la primera
gran creación de un orden distinto” y pronostica que en la década de los 30 “la
línea de Joyce ascenderá a la posición dominante por obra del grupo surrealista
francés y la actividad poética de Europa entera” 28.
Así pues, Cortázar no sólo está en desacuerdo con los que abominan de los
esfuerzos del nuevo escritor, sino que siguiendo la estela del maestro, busca
también la creación de un orden distinto en su novela Rayuela. Así lo reafirma
Yurkievich cuando dice que para Cortázar “la novela debe ser una acción exis-

23 Rayuela, op. cit. p. 152


24 Rayuela, op. cit. p. 148.
25 Rayuela, op. cit. p. 136

26 YURKIEVICH, Saúl (1994) JulioCortázar. Obracrítica/1. Edición de Saúl Yurkievich. Buenos Aires.

Alfaguara, p.42.
27 YURKIEVICH, Saúl. op.cit. p.68

28 YURKIEVICH, Saúl. op.cit p.76

- 275 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

tencial que parte del hombre para retornar al hombre haciéndolo más hombre”
29. Es, por tanto, una “postura vanguardista, partidaria del antiarte, la anti-

forma, la cultura adversaria o contracultura revivificadora” 30, en la que, tam-


bién según Yurkievich: “Los escritores amplían las posibilidades del idioma, lo
llevan al límite, buscando siempre una expresión más inmediata, más cercana al
hecho en sí que sienten y quieren manifestar” 31.

LASBÚSQUEDAS
Cortázar,persona de su tiempo, está convencido de que el novelista “com-
parte con el siglo una angustia colectiva del hombre frente al problema de su
puesto en el cosmos; angustia existencial […] angustia cuyos portavoces abso-
lutos conoce él muy bien, pues que los llama Kierkegaard, Rilke, Joyce, Neruda,
Sastre, Kafka…”32. Y esa angustia existencial le lleva a proyectar en el protago-
nista de Rayuela la búsqueda de sí mismo.
Según Félix Terrones33, la búsqueda es el motivo recurrente en Rayuela y se
desarrolla básicamente en función de los espacios urbanos de dos ciudades:
París y Buenos Aires, ya mencionados anteriormente, como pretexto para expo-
ner los cambios que el protagonista sufre durante la búsqueda de sí mismo.
Búsqueda en el sentido de derrotero físico y emotivo en función de un fin de-
terminado.
Para nosotros, esta búsqueda tiene en Rayuela distintas manifestaciones: la
personal, la literaria y la utópica. La primera, se muestra desde el inicio mismo
de la novela con la pregunta que se hace Oliveira (aunque también se la podría
hacer el lector) “¿Encontraría a la Maga?”, búsqueda constante en la ambigüe-
dad cronológica del pasado, el presente y el futuro, costumbre casi ritual de
buscarse sin encontrarse por las calles de París cuando ambos, Oliveira y La
Maga hacen de los encuentros fortuitos el medio de construcción de su relación
amorosa. Esta búsqueda personal es también evidente cuando observamos que
Oliveira, exiliado de mediana edad y escultor mediocre, dedica parte de su
tiempo a buscar por las calles hierros, pedazos de latón o cualquier cosa que le
sirva para armar sus esculturas. En realidad, busca algo más allá de los objetos:
la verdad de su yo como artista.
De la misma manera que Joyce presenta la relación entre Leopoldo Bloom

29 YURKIEVICH, Saúl. op.cit p.29


30 YURKIEVICH, Saúl. op.cit p.29
31 YURKIEVICH, Saúl. op.cit p. 74

32 YURKIEVICH, Saúl. op.cit p.109

33 TERRONES, Félix (2004)LabúsquedacomomotivoenRayueladeJulioCortázar.

http://halshs.archives-ouvertes.fr/halshs-00004641
- 276 -
ELISA RAMÓN

y Dublín como la de un protagonista marginado que deambula por las calles de


la ciudad a la búsqueda de un espacio físico en el que pueda afirmar su propia
identidad, también Cortázar hace que el protagonista de Rayuela deambule a la
búsqueda de sí mismo, como cuando dice: “Ya para entonces me había dado
cuenta de que buscar era mi sino, emblema de los que salen de noche sin pro-
pósito fijo”34. Y Oliveira sigue buscando su centro, su equilibrio, “eje, centro,
razón de ser, Omphalos […] esta existencia que a veces procuro describir […]
este París donde me muevo como una hoja seca […] cuántas palabras, cuántas
nomenclaturas para un mismo desconcierto”35. Al final, el desánimo se apodera
de Oliveira: “digamos que todo se acabó y que yo ando por ahí vagando, dando
vueltas, buscando el norte, el sur, si es que lo busco. Si es que lo busco. Pero si
no lo buscara, ¿qué es esto? 36.
En realidad, esta búsqueda de Oliveira no es más que un reflejo de la bús-
queda del propio Cortázar desvelada por él mismo cuando afirma en una en-
trevista personal:
“Al buscar mi identidad, yo estoy buscando la manera más auténtica, la más eficaz de
salir fuera de mí mismo y buscar a mi prójimo, buscar a mi semejante, ya sea en el te-
rreno personal, o ya sea en el terreno histórico. Es decir, salgo de mí mismo para ir en
busca de mi prójimo, incluso en sus formas multitudinarias, lo que podemos llamar mi
propio pueblo, mi nación y toda América Latina, y bueno, y finalmente por qué no, todo
el planeta”37.

La segunda de las búsquedas, la literaria, es algo consustancial con Cortá-


zar pues como apunta Yurkievich, “desde el comienzo, Cortázar se muestra
como el inconformista, descontento de la literatura confinada a las bellas artes
que conforma un ámbito prefigurado por las estructuras del lenguaje. Desde
entonces, escribir será para él un instrumento de exploración global del vínculo
entre persona y mundo[…] en una búsqueda que supera no sólo lo literario sino
también lo lingüístico” 38. Esta búsqueda se pone de manifiesto desde el mo-
mento en que el lector se enfrenta a la primera de las dos lecturas de Rayuela
propuestas por Cortázar. Es la búsqueda orientada a los caminos del arte, la
música, la amistad, la literatura… y que, en la segunda de las lecturas propues-
tas, se intensifica cuando se cuestiona a la novela como género literario.
Tanto Ulises como Rayuela están plagados de referencias -directas e indi-
rectas- de la literatura universal que forman parte intrínseca del texto. Además

34 Rayuela, op. cit. p. 127


35 Rayuela, op. cit. p. 138
36 Rayuela, op. cit. p. 232

37 CORTÁZAR, Julio. Entrevista personal, op.cit.

38 YURKIEVICH, Saúl. op. cit.p.21

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Ulises, dice García Tortosa 39, “representa un microcosmos en el que se aglome-


ran referencias a la literatura universal, a la historia, filosofía, matemáticas, as-
tronomía, música, etc. y, por si todo esto fuera poco, estilos y registros diferen-
tes se suceden y entremezclan sin cesar; la información sobre los hechos que se
narran se suministra esparcida y casi oculta en distintos pasajes de la novela; y,
por añadidura, el vocabulario es en ocasiones anacrónico o de tal precisión que
obliga a consultar el diccionario insistentemente”. ¿Podría esta definición refe-
rirse a Rayuela? A buen seguro que la respuesta podría ser afirmativa si nos
atenemos a lo expresado por Félix Terrones cuando afirma que Cortázar, con
Rayuela, busca nuevos caminos de expresión a un género inclasificable y pro-
teico. Para ello, cambia el orden temático tradicional de lo que se concebía debía
ser una novela a favor de la concepción temporal del autor y entrecruza tema,
lenguaje, anécdota, sintaxis e introduce textos “no literarios” para encontrar un
nuevo lenguaje novelesco, de tal manera que al cimentarse en el lenguaje resalte
la posibilidad de reinventarse sin descanso. Y en esa búsqueda de nuevos cami-
nos de expresión, Cortázar reúne textos diversos para hacer de ellos instancias
de realidad, mostrar todas las facetas posibles de ella y, al mismo tiempo, con-
vertirlos en literatura. Así, se da un movimiento doble: la literatura adquiere
una expresión más cotidiana, menos académica y, por otro lado, se eleva a lite-
rario escritos que, por su naturaleza, bajo ningún aspecto podrían ser conside-
rados como tales40.
La tercera de las manifestaciones de la búsqueda, la utópica, se pone de re-
lieve cuando Oliveira deja atrás, consciente o inconscientemente, una sucesión
de experiencias concretas por la necesidad que tiene de culminar su búsqueda y
llegar a esa utopía que es el cielo 41. Y para ello busca la respuesta en una utopía
final que pasa por el kibbutz del deseo, un kibbutz a la manera de la isla Utopía
de Tomás Moro, es decir, que no está en ningún lugar y puede estar en cual-
quier parte, hasta terminar en la sociedad futura soñada por Cortázar, tal como
lo atestiguan las palabras del autor de Rayuela en una entrevista personal, ya
mencionada anteriormente:
JC: [...] Volvemos a la noción de antropofanía; esa noción, esa especie de ideal que yo
veo perfectamente realizable, en el sentido de que el hombre actual, es solamente un
proyecto de hombre, está muy lejos de ser lo que llegará a ser; que cuando llegue a ser
entonces se verá a sí mismo verdaderamente, como puede ser, esa es la antropofanía,
bueno eso se producirá digamos, eso se producirá en un lugar, que podemos calificar de
kibbutz del deseo; es decir, el lugar donde se cumplirá esa especie de encuentro del

39 GARCÍA TORTOSA. Op. cit. P. XX


40 TERRONES, Félix. Op.cit.
41 TERRONES, Félix. Op.cit.

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ELISA RAMÓN

hombre con el hombre mismo, una vez que se hayan franqueado estas etapas incom-
pletas, estas etapas en donde el hombre usa más lo negativo que lo positivo tiene en sí
mismo, es evidente que en nuestro tiempo, desde luego yo no soy el único, ha habido
una cantidad de filósofos, de poetas que han insistido en que estamos muy lejos de rea-
lizar nuestras posibilidades, y que esas posibilidades existen, están dadas y dependen de
nosotros cumplirlas 42.

AMODODECONCLUSIÓN

No sería difícil aventurar que Ulises y Rayuela son dos de las novelas más
importantes del siglo XX. Ellas han transformado la narrativa contemporánea,
estimulando la experimentación en busca de un nuevo concepto de novela.
Desde el punto de vista literario, Ulises representa un repertorio de estilos
y modos de escribir diferentes y explora temas de género, estructura, persona-
jes, narración, lengua y la relación entre arte y realidad. A su vez, Rayuela que
fue denominada antinovela por no acomodarse a los cánones literarios y al or-
den establecido, revoluciona el lenguaje literario y la estructura formal del gé-
nero narrativo presentando una estructura fraccionada con elipsis, saltos anár-
quicos y, sobre todo, con el experimentalismo propio de Cortázar que incluye
citas, noticias de periódico, etc. También alterna la lengua de Proust con el
idioma de Joyce y el castellano, junto con juegos verbales y juegos de palabras
de corte filosófico y existencial al más puro estilo joyceano. De tal manera que
podríamos hacer nuestras las palabras de L. Harss cuando afirma en la contra-
portada de la edición cubana de Rayuela, “que no sería una exageración llamarla
nuestro Ulises, (porque) como Joyce, Cortázar, mediante una magnitud perso-
nal, ha calibrado nuestro mundo desde el exilio” 43. En ambas novelas sus auto-
res nos muestran a los protagonistas por dentro y por fuera en un medio es-
trictamente ciudadano. Además nos señalan sus flaquezas y su bondad con sus
preferencias y aversiones dentro de la rutina diaria, convirtiéndose de este mo-
do, en los personajes de ficción más completos y paradigmáticos de la literatura
en lengua inglesa y española contemporánea.

42 CORTÁZAR, Julio. Entrevista personal. op. cit.


43 Palabras de L. Harss en la contraportada de la edición cubana de Rayuela

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Rayuela, en palabras de Irene Chikiar44,es una novela en la que el amor y el


humor son intercesores de ese centro, kibbutz del deseo, Paraíso perdido, Arca-
dia milenaria o Edén que guiándose por intuiciones persigue el hombre en su
afán de alcanzar lo absoluto, aunque subyazga el peligro de que –como dice
Oliveira– una vez alcanzado "deje por completo de ser interesante". Así pues,
Rayuela forma parte de la esencia mítica que se configura cada vez que el lector
participa activamente en el juego propuesto por el propio Cortázar, volviendo a
la niñez, al espíritu infantil representado por los dibujos de la rayuela con la
intención de alcanzar el cielo. Por ello nos gustaría terminar este trabajo con las
palabras del propio Cortázar en boca del protagonista de Rayuela:45

“Y porque se ha salido de la infancia se olvida que para llegar al Cielo se necesitan como
ingredientes, una piedrita y la punta de un zapato... No ya subir al Cielo, sino caminar
con pasos de hombre por una tierra de hombres hacia el kibbutz allá lejos pero en el
mismo plano, como el Cielo estaba en el mismo plano que la Tierra en la acera roñosa de
los juegos". Palabras de Horacio Oliveira. Rayuela(capt.36, pp.368, 369).

44 CHIKIAR, Irene. "Alcanzar el cielo", La Maga, 1 de noviembre de 1994 (fragmento).


http://www.cortazartextual.com
45 Palabras de Horacio Oliveira. Rayuela(capt.36, p.368, 369).

- 280 -
ELISA RAMÓN

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http://halshs.archives-ouvertes.fr/halshs-00004641/en/
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ELISARAMÓNSALES
Universidad de Murcia

- 281 -
ELCEMENTERIOMARINOENELVAIVÉNDESUS
TRADUCCIONESESPAÑOLASEHISPANOAMERICANAS

La razón por la que me he decidido por reemprender una nueva traduc-


ción con rima consonante y asonante del tan conocido poema de Paul Valéry ha
sido la amable invitación de Paola Masseau, con ocasión de su muy documen-
tada Tesis Doctoral presentada a finales de 2007 en la Universidad de Alicante.
El hecho de confluir en nuestro compañero y amigo, Victorino Polo, la condi-
ción de escritor y, muy especialmente, de poeta, me ha conducido a presentar
aquí, en su tan merecido Homenaje, esta nueva muestra de mi persistente lectura
de LeCimetièremarin, de Paul Valéry.
Cuando el ser humano progresa desde los estereotipos y los prototipos, que
todos los vocablos convencionalmente comparten, hasta los arquetipos, en tal
momento, se cumple lo que me comentaba mi amigo Francisco Torres Monreal
a propósito de la expresión poética en todos los poetas respecto de sus lenguas,
de todas las lenguas. Para los auténticos poetas su lengua es extraña y, en cierto
modo, extranjera; hasta tal punto lo que experimenta, intelige o siente, desde su
esencialidad o arquetipicidad, se queda inevitablemente en el más allá de la
digitalización de la lengua, al amparo de la fuerza de la analogía, como se hace
ver, entre otros, en Steven Pinker (2007:211-312), que es ese horizonte imposible
o utópico que nos brinda la palabra del poeta, que siempre irá en busca de otras
palabras, de otros compromisos, de otras complicidades, de otras palabras, en
definitiva, puesto que las palabras no agotan el poema, que siempre nos llevará
más allá de ellas, aunque en nuestro, en cierto modo, logocentrismo tengamos
que recaer en otras palabras, siempre pletóricas de otras resonancias o viven-
cias, a las que inevitable y persistentemente apuntan en una tarea interminable,
esencial o utópica. Para decirlo con el ya mencionado Steven Pinker, o.c.:312, la
palabra poética “es la forma más cercana que tenemos de llegar al sueño de la
ligera paloma de volar en el espacio vacío”.
El poeta metafísico igual que el místico, al toparse con la esencialidad o ar
quetipicidad, se encuentra en una situación de asombrosa e inconsciente certi
dumbre que emana de la fuerza analógica del choque con el noséqué estético-
vivencial. El poeta, agnóstico o creyente, desde su poderoso psiquismo esencia-
lizador, se sume en una situación de asombrosa y consciente incertidumbre
que se topa con la digitalización verbal imposible, de poliédrica y multiforme
polaridad, ante la que no cabe sino la fascinante dubitación o zaumásica enaje-
nación, alteración o alteridad.

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ESTANISLAO RAMÓN TRIVES

La analogización de experiencias arquetípicas o esenciales de acuerdo con el


umbral analógico-creativo del cerebro, en general, como hacen ver Jacques
Mehler y Emmanuel Dupoux (2002:201-212), tiene su sede impulsora en el
hemisferio derecho, que, al incidir en el fenómeno de la palabra, queda como
analógico fondo dinamizador de la figura verbal ahormada por la digitalización
verbal, cuya sede, a su vez, se halla en el hemisferio cerebral izquierdo. En un
poema logrado, como ElCementerioMarino, confluye el dinamismo de ambos
hemisferios cerebrales, y, en consecuencia, su lectura o traducción provoca la
dinamización integrada de todas las potencialidades psicosomáticas humanas,
tanto analógicas como digitales. La experiencia de la lectura-contemplación
estético-verbal de un poema dado nos conduce a las raíces perceptivo-cogniti-
vas del ser humano y puede provocar una condensación analógica del fondo
esencializadordelpoemapor entre los entresijos de la figura o configuración digi-
tal en otra lengua.
En los términos de Ortega (1937), en su Miseriayesplendordelatraducción,
todo aquel que se aventura en el reto o faena utópica de traducir un poema se
convierte en portavoz, en su propia lengua, del texto que su autor ha configu-
rado en la suya propia, con todas las exigencias de utópica autenticidad y fide-
lidad que la portavocía entraña. Ni que decir tiene que lo verbal, desde su con-
dición personal e intransferible, es intraducible, pero el fondopreverbal o postver
bal es lo que mueve la pluma del traductor de los textos que merecen tal em-
peño.
A la hora de dar cuenta de la legitimidad de una traducción, conviene te-
ner presente el paraqué de la operación verbal, su teleología, que se sustancia en
los efectos de sentido, en los términos de Gustave Guillaume y, ulteriormente,
Émile Benveniste. Como no se puede poner el carro delante del caballo, tam-
poco, en un sentido radical, se pueden anteponer las palabras a los conceptos.
Los conceptos son previos y exigencialmente motores de las palabras con sus post
ceptos o significados en solidaridad con su expresión significante. En efecto, los
infantes activan o maduran su circuitería mental en forma de lo que llama Ste-
ven Pinker (2007:242) “alfabetocognitivo” hecho de nocionessustantivas, espaciales,
temporales ycausales más básico que los sustantivos, las preposiciones y los verbos
de una lengua dada”. Ciertamente, como señala Steven Pinker (2007:218), “in-
cluso cuando parece que nuestros pensamientos están inmersos en la pura levi-
tación, los encontramos surcando el aire, con el empuje que reciben de los con-
ceptos invisibles pero omnipresentes de espacio, sustancia, tiempo y causa-
lidad”. Y todo ello, en mi opinión, dinamizado por el vaivén dialéctico propi-
ciado por los estadios del poliédrico cuadradosemiótico, sustanciado por el poder
inferencial de la mente entre lo dispar –contrarios y contradictorios- y lo seme-
- 283 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

jante –entrañados e implicados-, en cuya virtud, de algo se pasa a nada, o de lo


presente, a lo no presente, pasado o futuro, etc., sin que la experiencia o mero
aprendizaje puedan postularse como los únicos responsables, siendo necesario
postular “une disposition innée qui rende compte de l’apprentissage lui-
même”, según Jacques Mehler y Emmanuel Dupoux (2002:173).
Aunque no es mi propósito actual adentrarme en la problemática episte-
mológica de la operación verbal de la traducción, no quiero dejar de mencionar
algunos pasajes de la reflexión de Ortega y Gasset de hace setenta años. De la ya
mencionada Miseria y esplendor de la traducción, en el volumen 5 de sus Obras
Completas (1983:431-452), quiero destacar en este lugar lo siguiente:

“elasuntodelatraducción,apocoquelopersigamos,nosllevahastalosarcanosmásrecónditos
delmaravillosofenómenoqueeselhabla”(o.c.:435)
“cadalenguaesunaecuacióndiferenteentremanifestacionesysilencios.Cadapueblo calla unas
cosasparapoderdecirotras”(o.c.: 444)
“La realidad es un “continuo de diversidad” inagotable. Para no perdernos en él tenemos que
hacerenélcortes,acotaciones,apartados,ensuma,establecerconcarácterabsolutodiferenciacio
nesqueenrealidadsólosonrelativas.PoresodecíaGoethequelascosassondiferenciasquenoso
trosponemos”(o.c.: 446)
“Alhablarsomoshumildesrehenesdelpasado” (o.c.: 448)
“siantesdijequeesimposiblelarepeticióndeunaobrayquelatraducciónessólounaparatoque
nosllevaaella,secoligequecabendeunmismotextodiversastraducciones.Esimposible,porlo
menos lo es casi siempre, acercarnos a la vez a todas las dimensiones del texto original” (o.c.:
450)

Con la mirada puesta en la precedente filosofía traductológica orteguiana,


propongo la que, tras muchas tentativas, que necesariamente han de quedar en
el tintero, es para mí la presentación de una nueva traducción de LeCimetière
marin, de Paul Valéry, que espero sea mi más sustancial aportación a este
Homenaje:


LECIMETIÈREMARIN, Paul Valéry ELCEMENTERIOMARINO, Paul Valéry

I I
Ce toit tranquille, où marchent des colombes Ese tejado quedo, donde palomas rumban,
Entre les pins palpite, entre les tombes; Retumba entre los pinos, palpita entre las tum-
bas.
Midi le juste y compose de feux Mediodía, el justo, compone con sus soles
La mer, la mer, toujours recommencée ! La mar, el mar, en permanente renacimiento.
Ô récompense après une pensée ¡Oh recompensación, después de un pensa-
miento,
Qu’un long regard sur le calme des dieux ! Una mirada fija en la calma de los dioses!

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ESTANISLAO RAMÓN TRIVES

II II
Quel pur travail de fins éclairs consume ¡Qué puro trabajo de finos rayos esfuma
Maint diamant d’imperceptible écume, Ese enorme diamante de imperceptible espuma,
Et quelle paix semble se concevoir! Y qué serenidad concebirse parece!
Quand sur l’abîme un soleil se repose, Cuando sobre el abismo un sol hace una pausa,
Ouvrages purs d’une éternelle cause, Inmaculadas obras de una eviterna causa,
Le Temps scintille et le Songe est savoir. El Soñar es saber y el Tiempo resplandece.

III III
Stable trésor, temple simple à Minerve, Indeleble tesoro, simple templo a Minerva,
Masse de calme, et visible réserve, Mar de tranquilidad, y visible reserva,
Eau sourcilleuse, Œil qui gardes en toi Agua resplandeciente, Ojo que en ti conservas
Tant de sommeil sous un voile de flamme, Tánto acopio de sueño bajo un velo de llama.
Ô mon silence!... Édifice dans l’âme, ¡Oh mi propio silencio…! ¡Edificio en el alma,
Mais comble d’or aux mille tuiles, Toit ! Tejado, promontorio del oro de mil tejas!

IV IV
Temple du Temps, qu’un seul soupir résume, Templo del Tiempo, que condensa un suspiro
solo,
À ce point pur je monte et m’accoutume, Hasta ese punto puro asciendo y me acomodo,
Tout entouré de mon regard marin; Por mi mirar marino del todo circundado;
Et comme aux dieux mon offrande suprême, Y como mi suprema hecatombe Divina,
La scintillation sereine sème El resplandecimiento sereno disemina
Sur l’altitude un dédain souverain. Sobre las altitudes un desdén soberano.

V V
Comme le fruit se fond en jouissance, Cual la fruta se funde en disfrute gozoso,
Comme en délice il change son absence Como cambia su ausencia en gusto delicioso
Dans une bouche où sa forme se meurt, En una boca donde su figura se altera,
Je hume ici ma future fumée, Aquí estoy yo husmeando mi humareda futura,
Et le ciel chante à l’âme consumée Y el cielo está cantando al alma que se esfuma
Le changement des rives en rumeur. La modificación en rumor de las riberas.

VI VI
Beau ciel, vrai ciel, regarde-moi qui change ! Bello cielo, real cielo, ¡mírame cómo cambio!
Après tant d’orgueil, après tant d’étrange Más allá del orgullo, detrás de tan extraño
Oisiveté, mais pleine de pouvoir, Tiempo de ociosidad, mas de poder no exento,
Je m’abandonne à ce brillant espace, Yo me entrego en los brazos de ese espacio
brillante,
Sur les maisons des morts mon ombre passe Sobre casas de muertos mi sombra va ambulante
Qui m’apprivoise à son frêle mouvoir. Y me infunde sosiego su lábil movimiento.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

VII VII
L’âme exposée aux torches du solstice, ¡Con el alma expuesta a las luminarias solsticias
Je te soutiens, admirable justice Yo te otorgo mi apoyo, admirable justicia
De la lumière aux armes sans pitié! Del fuego luminoso con armas sin piedad!
Je te rends pure à ta place première: Yo te devuelvo pura a tu lugar primero:
Regarde-toi!... Mais rendre la lumière ¡Échate una mirada!... Mas alumbrar de nuevo
Suppose d’ombre une morne moitié. Deja en forzosa sombra la otra adusta mitad.

VIII VIII
Ô pour moi seul, à moi seul, en moi-même, ¡En mí solo, en mí mismo, para mí únicamente,
Auprès d’un cœur, aux sources du poème, Pegado al corazón, que es del poema fuente,
Entre le vide et l’événement pur, En medio del vacío y el acontecer puro,
J’attends l’écho de ma grandeur interne, Voy escuchando el eco de mi grandeza interna,
Amère, sombre et sonore citerne, Amarga, inescrutable y sonora cisterna,
Sonnant dans l’âme un creux toujours futur ! Que retumba en el alma tenaz hueco futuro!

IX IX
Sais-tu, fausse captive des feuillages, Falsa cautiva de las frondas, ¿sabes acaso,
Golfe mangeur de ces maigres grillages, Golfo devorador de magros enrejados,
Sur mes yeux clos, secrets éblouissants, A mis ojos cerrados, secretos refulgentes,
Quel corps me traîne à sa fin paresseuse, Qué cuerpo es quien me arrastra a su fin pere-
zoso,
Quel front l’attire à cette terre osseuse ? Y qué meta lo impele a este suelo huesoso?
Une étincelle y pense à mes absents. Una centella piensa en los míos ausentes.

X X
Fermé, sacré, plein d’un feu sans matière, ¡Cerrado, sacro, pleno de un fuego inmaterial,
Fragment terrestre offert à la lumière, Ofrecido a la luz, fragmento terrenal,
Ce lieu me plaît, dominé de flambeaux, Me place este lugar, al que antorchas circundan,
Composé d’or, de pierre et d’arbres sombres, Compuesto de oro, piedra y de árboles som-
bríos,
Où tant de marbre est tremblant sur tant Do tánto mármol tiembla por las sombras me-
d’ombres; cido;
La mer fidèle y dort sur mes tombeaux ! La mar exacta allí duerme sobre mis tumbas!

XI XI
Chienne splendide, écarte l’idolâtre! ¡Cancerbera imponente, al idólatra hostiga!
Quand solitaire au sourire de pâtre, Mientras en solitario, con pastoril sonrisa,
Je pais longtemps, moutons mystérieux, Apaciento incansable, carneros misteriosos,
Le blanc troupeau de mes tranquilles tombes, Blanca mayoralía de mis tumbas tranquilas,
Éloignes-en les prudentes colombes, Aléjame de allí las palomas precavidas,
Les sognes vains, les anges curieux ! Los sueños ficcionales, los ángeles curiosos!

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ESTANISLAO RAMÓN TRIVES

XII XII
Ici venu, l’avenir est paresse. Al llegar a este punto, el futuro es cansera.
L’insecte net gratte la sécheresse; El escuálido insecto la sequedad restriega;
Tout est brûlé, défait, reçu dans l’air Todo ardió, se deshizo, en el aire cobrado
À je ne sais quelle sévère essence... En la severa esencia de la que nadie sabe…
La vie est vaste, étant ivre d’absence, La vida, ebria de ausencia, en límites no cabe,
Et l’amertume est douce, et l’esprit est clair. Y dulce es la amargura, y el espíritu es claro.

XIII XIII
Les morts cachés sont bien dans cette terre Los muertos guarecidos bien están en la tierra
Qui les réchauffe et sèche leur mystère. Que vuelve a calentarlos y su misterio seca.
Midi là-haut, Midi sans mouvement Mediodía en lo alto, al fiel de la balanza,
En soi se pense et convient à soi-même... En sí mismo se piensa y consigo concuerda…
Tête complète et parfait diadème, Cabeza en plenitud y perfecta diadema,
Je suis en toi le secret changement. Dentro de ti yo sigo la secreta mudanza.

XIV XIV
Tu n’as que moi pour contenir tes craintes ! ¡Sólo conmigo cuentas para aguantar tus mie-
dos!
Mes repentirs, mes doutes, mes contraintes Mis arrepentimientos, mis dudas, mis aprietos
Sont le défaut de ton grand diamant... De tu enorme diamante son ellos el defecto…
Mais dans leur nuit toute lourde de marbres, Mas dentro de su noche con tan pesados már-
moles,
Un peuple vague aux racines des arbres Un pueblo oscuro de entre raíces de los árboles
A pris déjà ton parti lentement. Ya ha tomado partido por ti, con paso lento.

XV XV
Ils ont fondu dans une absence épaisse, ¡Se diluyeron dentro de una ausencia tupida,
L’argile rouge a bu la blanche espèce, Se ha bebido la blanca especie roja arcilla,
Le don de vivre a passé dans les fleurs! El regalo de vida se ha ido a los acantos!
Où sont des morts les phrases familières, ¿Qué se hizo de los muertos, las frases familia-
res,
L’art personnel, les âmes singulières? El arte personal, las almas singulares?
La larve file où se formaient des pleurs. La larva está allí hilando do se formaban llantos.

XVI XVI
Les cris aigus des filles chatouillées, ¡El cosquilleo de niñas con sus gritos gozosos,
Les yeux, les dents, les paupières mouillées, Los ojos y los dientes, los párpados llorosos,
Le sein charmant qui joue avec le feu, El encantador seno que juega con el fuego,
Le sang qui brille aux lévres qui se rendent, La sangre que refulge en los labios que se entre-
gan,
Les derniers dons, les doigts qui les défendent, Los últimos regalos, los dedos que los celan,
Tout va sous terre et rentre dans le jeu! Todo va bajo tierra y vuelve a entrar en juego!

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

XVII XVII
Et vous, grande âme, espérez-vous un songe ¿Y tú, magnífica alma, te esperarás un sueño
Qui n’aura plus ces couleurs de mensonge Que ya no tenga más el color del señuelo
Qu’aux yeux de chair l’onde et l’or font ici ? Que, a los ojos carnales, onda y oro aquí forman?
Chanterez-vous quand serez vaporeuse ? ¿Seguirás con tu canto cuando estés vaporosa?
Allez ! Tout fuit ! Ma présence est poreuse, ¡Poco importa ! ¡Todo huye!¡ Mi presencia es
porosa,
La sainte impatience meurt aussi! La sagrada impaciencia también se nos des-
fonda!

XVIII XVIII
Maigre immortalité noire et dorée, Magra inmortalidad denegrida y dorada,
Consolatrice affreusement laurée, Consoladora en forma horrenda laureada,
Qui de la mort fais un sein maternel, Que conviertes la muerte en un maternal seno.
Le beau mensonge et la pieuse ruse ! ¡Qué cándida mentira, qué piadosa patraña!
Qui ne connaît, et qui ne les refuse, ¿Quién no conoce bien, tanto como rechaza,
Ce crâne vide et ce rire éternel ! Ese cráneo vacío y ese reír eterno?

XIX XIX
Pères profonds, têtes inhabitúes, ¡Subterráneos Padres, testas deshabitadas,
Qui sous le poids de tant de pelletées, Que soportando el peso de tantas paletadas,
Êtes la terre et confondez nos pas, Configuráis la tierra y confundís nuestros pasos,
Le vrai rongeur, le ver irréfutable El roedor verdadero, gusano irrefutable,
N’est point pour vous qui dormez sous la No es para vosotros, bajo la losa estable;
table,
Il vit de vie, il ne me quitte pas! Se alimenta de vida, no abandona mi rastro!

XX XX
Amour, peut-être, ou de moi-même haine ? ¿Amor, tal vez, o acaso odio contra mí mismo?
Sa dent secrète est de moi si prochaine, ¡Tan cerca está de mí su secreto colmillo,
Que tous les noms lui peuvent convenir ! Que todas las palabras le pueden convenir!
Qu’importe ! Il voit, il veut, il songe, il touche ! ¡Qué importa! ¡Si él ve y quiere; si tiene tacto y
sueños!
Ma chair lui plaît et jusque sur ma couche, ¡Mi carne le apetece y hasta cuando me acuesto,
 ce vivant je vis d’appartenir ! Sólo atado a ese vivo, me es dado a mí vivir!

XXI XXI
Zénon ! Cruel Zénon ! Zénon d’Élée ! ¡Zenón! ¡Crüel Zenón ! ¡Eleático Zenón!
M’as-tu percé de cette flèche ailée ¡Tú me has atravesado con flecha de alerón
Qui vibre, vole, et qui ne vole pas ! Que está vibrando, vuela, y, en realidad, no
vuela!
Le son m’enfante et la flèche me tue ! ¡El sonido me anima y la flecha me ejecuta!
Ah ! le soleil... Quelle ombre de tortue ¡Ah! estrella solar… ¡Qué sombra de tortuga
Pour l’âme, Achille immobile à grands pas ! Para el alma, Aquiles, que, veloz, surto queda!

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ESTANISLAO RAMÓN TRIVES

XXII XXII
Non, non!... Debout! Dans l’ère successive ! ¡No y no!... ¡Levantémonos! ¡En la era sucesiva !
Brisez, mon corps, cette forme pensive ! ¡Desgarra, cuerpo mío, la forma pensativa!
Buvez, mon sein, la naissance du vent ! ¡Bebed, pulmones míos, del viento la movida !
Une fraîcheur, de la mer exhalée, Un aura de frescura, exhalada del mar,
Me rend mon âme... Ô puissance salée ! Me recupera mi alma… ¡Salado potencial !
Courons à l’onde en rejaillir vivant ! ¡Corramos a las olas a resurgir con vida!

XXIII XXIII
Oui! Grande mer de délires douée, ¡En verdad ! Mar inmensa de delirios dotada,
Peau de panthère et chlamyde trouée Con tu piel de pantera y clámide moteada
De mille et mille idoles du soleil, De miles y millares de ídolos solares,
Hydre absolue, ivre de ta chair bleue, Hidra sin ningún límite, de tu carne azul ebria,
Qui te remord l’étincelante queue Que te muerdes y muerdes la cola en refulgencia
Dans un tumulte au silence pareil. En medio de un tumulto al silencio allegable.

XXIV XXIV
Le vent se lève!... Il faut tenter de vivre ! ¡El viento se levanta!... ¡Hay que intentar vivir!
L’aire immense ouvre et referme mon livre ¡El aire inmenso abre y vuelve mi libro a ocluir !
La vague en poudre ose jaillir des rocs ! ¡Rebasar rocas osa la ola pulverizada!
Envolez-vous, pages tout éblouies! ¡Volaos también vosotras, páginas sorprendidas!
Rompez, vagues! Rompez d’eaux réjouies ¡Romped, olas!¡Romped con aguas divertidas
Ce toit tranquille où picoraient des focs ! Ese tejado quedo, do foques pecoreaban!

En esta nueva traducción he tenido en cuenta el horizonte de “la reinter-


pretación del ritmo del verso francés”, como argumenta tan lúcidamente Agus-
tín García Calvo (2006), según se aduce en la inédita Tesis Doctoral de Paola
Masseau (2007:637-645). En tal sentido y por razones análogas y, si se quiere,
complementarias, no renuncio al alejandrino de 7+7 que ya utilicé en mi ante-
rior versión sin rimas (2005:873-899). Me sirvo de la rima consonante y aso-
nante, según me exige la cadencia verbal en cada momento estrófico, como frá-
gil urdimbre para dar cuenta en español de mi utópica y, por lo mismo, reite-
rada lectura del genial poema valeryano, “the most personal and existentially
direct of Valéry’s works”, en los términos de Richard Cox (1977:135), puesto
que, según la acertada reflexión de Víctor García de la Concha (1999:1), “lo que
Paul Valéry llamaba la “ética de la forma” suponía que la literatura sólo intere-
saba de verdad en tanto en cuanto su ejercicio transformaba el espíritu”. Un
excelente comentario fundamentado y profundo a este singular poema puede
verse en Francisco Torres Monreal (1996:587-799).
Dejo esta traducción como una voz más en la variada sinfonía de las nume-

- 289 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

rosas traducciones habidas, desde las muy tempranas, DerFriedhofamMeer, de


Rainer Maria Rilke (1927) y ElCementeriomarino, de Jorge Guillén (1929), hasta
las más de 35 versiones españolas –corpus complementable, con otros títulos,
por las traducciones aducidas por Francisco Ruiz Noguera (2007:179-194)- que,
desde España e Hispanoamérica, según se refleja en el corpus del excelente
trabajo de Paola Masseau (2007), van dando cuenta de la grandeza y genialidad
del poema de Paul Valéry, como, en su día, hiciera ver el gran filólogo y muy
buen poeta Manuel Alvar (1993:9), pues, para él, cada traducción está llamada a
ser, en efecto:

“lareaccióndecadatraductoraunmensajeincompleto,pueselpoetanohadichoqueAseaB,
sinoquesuAnoeslaaparienciatangiblequetenemosalalcancedelamano,sinotodaslasaso
ciacionesreales,funcionales,psíquicas,quesehanproducidoenundeterminadomomentoyque,
alponerB,sondesconocidasporellector.Más aún, A no es siempre una A, total, estática, ni
siquiera para su estático inventor. Y esto es singularmente complejo en Valéry, proclive
a la vida contemplativa, a la abstracción, al mundo intacto en su creación, pero clausu-
rado en los elementos primarios que llamamos luz y agua”

Como ya indicábamos en nuestro anterior trabajo (2005:876).

“Las palabras son en sí mismas meras virtualidades, puntos, utópicoreferenciales. Las pa-
labras en el texto son vectores, flechas, convergentes en la configuración significativo-
textual, que a todas se debe, pero que no depende de ninguna, influyendo más bien en
todas y cada una de las palabras que componen un texto, sin sentido alguno que no sea
el que extraen de los hábitos o usos memorizados, pero que adquieren vida o viven en los
textos logrados estéticamente, que están en ese más allá asociado, que las hace palabras
vivas y plenas en el acontecimiento textual, como parte integrante de la línea cuyos pun-
tos están todos en la misma dirección de la gran flecha del decir, que apunta siempre a lo
que no puede sino ser intuido o perseguido, pero no dicho. Elmásalládelaspalabrasnoes
sinolaexperienciahumanaylamemoriamismadedichaexperiencia,laquedesdesuvivacidady
plenitud,noshacehablar”

Volviendo a la traducción presentada aquí, se puede observar que man-


tengo <tejado> para la traducción de <toit>, por las razones de perspectiva de
arribaabajoya aducidas en mi trabajo anterior (2005:897). En el corpus aducido
por Paola Masseau (2007) sólo la edición de Cátedra de Renaud Richard (1999)
traduce, al final del poema, <toit> por <tejado>. Para una plausible “especifica-
ción parisina” de tal perspectiva, remito a Umberto Eco (2008:215-216).
Con respecto al último verso, <Jesuisentoilesecretchangement>, de la es-
trofa XIII, me permito justificar la traducción de <Jesuis>por <Yosigo>, dentro
del paradigma flexional del verbo <suivre>, y no por <Yosoy>, que, obviamente,
- 290 -
ESTANISLAO RAMÓN TRIVES

habría que conectar con el paradigma flexional de <être>, que es la solución


adoptada por todas las traducciones aducidas en el corpus de Paola Masseau
(2007). Mención aparte merece la traducción al alemán, <ich bin in dir die Spur
Veränderung>, de Rainer Maria Rilke (1927), que al unir el verbo ser, <sein>, con
la huella o pista, <die Spur>, tenemos una construcción allegable al verbo <se
guir>, que es el que vengo adoptando desde 2005. Al traducir <Dentro de ti yo
sigolasecretamudanza>, en vez de <Dentrodetiyosoylasecretamudanza> -per-
fectamente compatible desde el punto de vista rítmico-, <yo>, como responsable
utópico-versal, me propongo como uno más en la interminable secuencia de <la
secreta mudanza> vital, y no me propongo como el único protagonista de <la
secreta mudanza>, que es lo que se daría a entender si se tradujera por <Dentrode
tiyosoylasecretamudanza>. En lugar de eso, me presento, más bien, como mo-
desto jinete a lomos de la Vida, <Cabeza en plenitud y perfecta diadema>. Ello es
isosémico o concordante con la estrofa XVI, en mi opinión, una de las estrofas
más tiernas y bellas del poema, pues el trágico destino de todo cuerpo vivo,
incluso el de tiernas niñas, reflejado en el primer hemistiquio del último verso,
<Todovabajotierra>, se abre a la esperanza con el hemistiquio final de la estrofa,
<yvuelveaentrarenjuego>. Se diría –cito por Ortega y Gasset (1949/2006:573) y
siguiendo su reflexión- con Goethe, de cuyo Fausto tantas resonancias hay en el
poema valeryano, que el VIVIR puede ser identificado como “Un mutante que
en nosotros y con nosotros se muda”, Ein Wandelndes, das in uns und mit uns
wandelt.
Antes de terminar, debo remitir a los ÉtudesLittéraires,dePaulValéry,reco
gidos en sus Œuvres (1957), colmados de sus tan certeras reflexiones sobre la
operación verbal en general y, en particular, sobre la poesía.

BIBLIOGRAFÍA:
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(La traducción del original de 2003, Direquasilastessacosa, ha sido hecha por Hele-
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- 291 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

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ESTANISLAORAMÓNTRIVES
Universidad de Murcia

- 292 -
ÁNGELESODEMONIOS
ENYOMEPERDONO,DEFIETTAJARQUE

La novela histórica Yomeperdono(1998), de la peruana afincada en España


Fietta Jarque, posee varios ingredientes característicos de un bestseller actual:
hábil dosificación de la intriga, personajes misteriosos y ambiguos, una recrea-
ción del Cuzco colonial –antigua capital del Imperio incaico-, heterodoxia reli-
giosa, esoterismo; pero, a mi juicio, sobrepasa ampliamente el nivel de calidad
común de esa clase de obras, para suscitar la reflexión sobre lo que pudo ser la
mentalidad de hombres cultos del siglo XVII hispánico y sobre nuestra propia
manera de pensar, a día de hoy, en un mundo cada vez más relativista y globa-
lizado. Aunque, por lo que acabo de decir, la novela admite varios tipos de lec-
tores, para apreciar las tesis que encierra es preciso señalar algunas fuentes
históricas y culturales que han servido de base al relato, en el que ocupa un
lugar central la entidad de los seres angélicos, definidos por el Papa Juan Pablo
II en una audiencia de 1986, como “seres puramente espirituales, creados por
Dios”, “dotados de inteligencia y de libre voluntad, como el hombre, pero en
grado superior a él”, con nombres propios y rasgos “personales”, que sirven de
intermediarios o mensajeros entre Dios y los hombres y están organizados je-
rárquicamente entre sí.1 Esta creencia secular, que choca con una sociedad tan
materialista como la nuestra, ha gozado en las últimas décadas de un nuevo
auge; todos podemos recordar fácilmente su presencia en imágenes, libros, pelí-
culas e incluso, en España, la existencia de un museo dedicado a ellos, formado
por la actriz Lucía Bosé.
En el grupo de creyentes en los ángeles parece situarse la misma autora de
la novela, Fietta Jarque, y la novela se entiende de un modo diferente cuando se
sabe que había publicado poco antes sobre esto, en 1995, con Rosa Rivas, un
libro de reportajes titulado Entrevistaconlosángeles, donde en la “Introducción”2
las periodistas sostienen:

Los autores de los libros más vendidos en todo el mundo tenían distintas posiciones
respecto al tema, aunque también muchos puntos en común. ¿Es un producto de la
mentalidad de la NuevaEra, una inesperada derivación universalista o sincrética de las
religiones monoteístas, una nueva superstición, una extraña manifestación del renacer

1 Véase la colección de textos sobre el asunto de sus alocuciones de los miércoles: Lossantosángelesy
losdemonios.
2 Ps. 18-19.

- 293 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

de la espiritualidad? ¿O, como se anuncia en cada fin de siglo –y, en este caso además,
de milenio-, están llegando los jinetes del apocalipsis? Nada más lejos de esto último.
Los ángeles que nos invaden son, según estos autores y los testimonios que hemos re-
unido, mensajeros individuales. Se dirigen a cada persona y a su circunstancia. Están en
todos lados para ayudarnos y, sí, están en campaña publicitaria. Quieren que se hable de
ellos.

Junto a esta vertiente universal, la novela posee otra regional andina, pues
la iconografía angélica es particularmente frecuente en esa zona de América,
donde está en el siglo XVII, en el que se sitúa la novela, y prolifera en el XVIII
en forma de arcángeles arcabuceros, vestidos a la usanza de la época, a los que
se da una justificación intercultural, que es otro de los pilares que sustentan esta
obra de ficción.
Por su recreación del pasado a partir del conocimiento artístico y su interés
en conocimientos ocultos que no pertenecen a la tradición cultural mayoritaria,
Jarque resulta una digna discípula del experto en Arte y excelente narrador Luis
Enrique Tord (Lima, 1942), cuyos trabajos y relatos sobre los ángeles coloniales
y la iglesia de Andahuaylillas o Andahuailillas en el Cuzco le sirven de prece-
dente, sobre todo, los cuentos “Siete ángeles insólitos” y “Ángeles de Anda-
huailillas”, de su libro Espejodeconstelaciones(1991). En el último cuento citado,
Tord habla del párroco de la iglesia de Andahuailillas, Juan Pérez de Bocanegra,
quien contrató al pintor limeño Luis de Riaño para decorar la iglesia, hecho que
interpreta Tord como una batalla personal contra el Mal del sacerdote, apoyada
en lecturas permitidas y heterodoxas, como la Biblia y la Patrística, el Libro de
Enoch, el Liber Razielis o Libro de Raziel, la Clavicula Salomonis o La clavícula de
Salomón, la cábala judía, autores gnósticos, platónicos y creencias indígenas.3 Sin
embargo, pese a seguir a Tord en sus ideas centrales, la novela de Jarque no es
una mera amplificación del cuento del anterior, sino que, tomándolo como pun-
to de partida, plantea cuestiones que sobrepasan el período histórico del relato.
Yomeperdono se construye sobre cuatro personajes principales de ámbitos
culturales distintos: el sacerdote secular (que ella supone jesuita por su forma-
ción) Juan Pérez de Bocanegra, párroco de Andahuailillas; el pintor limeño,
discípulo del italiano Angelino Medoro, Luis de Riaño; el comerciante español
de origen judío León Montero de Espinoza y un indígena cuzqueño, educado
en las dos culturas, llamado simbólicamente Tomás Puka Huamán. Los tres
primeros son personajes que se sustentan en documentos históricos, con las
lagunas que causa la distancia temporal, mientras que el indio Tomás Puka es

3 Véase además Ramón Mujica: ÁngelesapócrifosenlaAméricaVirreinal. Estas lecturas se citan en la


novela.
- 294 -
CONCEPCIÓN REVERTE

un personaje inventado, hecho que se entiende fácilmente si tenemos en cuenta


cómo se configura la historia del Virreinato, donde de ordinario se dedicaba
escasa atención a ese sector de la población. Los cuatro personajes quedarán
ligados entre sí por la decoración de la iglesia de Andahuailillas, llamada elo-
giosamente “la capilla sixtina americana”, y tres de ellos, con el perfil de sabios
(Bocanegra, Montero, Puka), por sus elucubraciones en torno a los ángeles.
Con los escasos datos de los que dispone sobre Bocanegra (fue un sacer-
dote muy culto y políglota, educado en el seminario San Antonio Abad del
Cuzco dirigido por los jesuitas, autor de un Ritualformularioeinstitucióndecuras
paraadministraralosnaturalesdeestereinolosSantosSacramentosy de un célebre
himno a la Virgen María, en quechua, titulado HananPachac que se publicó con
el anterior en Lima, en 1631),4 Jarque traza el perfil psicológico del sacerdote,
imaginándolo reo de la Inquisición de Lima (de lo que no hay ninguna constan-
cia).5 Así, su enigmática voz, en primera persona y presente, diferenciada por el
uso de cursivas, se alterna en casi toda la novela con la rememoración del pa-
sado que lo condujo a esta triste situación. Cualquiera que visite hoy el Museo
de la Inquisición de la capital peruana, no podrá evitar asociar las pequeñas
celdas bajo tierra de las excavaciones arqueológicas con lo que aparece en la
novela.6
En el caso de Riaño, está documentado su trabajo como pintor en la iglesia
de Andahuailillas, donde existe, entre otros cuadros firmados por él, un famoso
San Miguel Arcángel de 1628, el cual pertenecería a una serie de siete arcángeles
canónicos y apócrifos, según el proyecto contra el mal pensado por Bocanegra.
A Riaño, de quien se saben unas cosas y se ignoran otras lógicamente,7 se asocia
la trama amorosa de la novela, que posee menos importancia que las disquisi-
ciones angélicas de los tres sabios, aunque también se vincule a la postre al

4 Ni Jarque (por la fecha de publicación de la novela) ni yo hemos llegado a ver Ellegadomusicaldel


Cuscobarroco, de José Quezada Macchiavello, publicado en Lima, Fondo Editorial del Congre-
so del Perú, 2004, donde, según me ha dicho un historiador peruano, puede haber más infor-
mación sobre el P. Bocanegra.
5 En relación a los fondos documentales de la Inquisición de Lima hay que tener en cuenta, no obs-

tante, que el archivo fue saqueado en 1813, quedando mermado además durante la guerra con
Chile y el incendio de la Biblioteca Nacional del Perú en 1943 (ej. Guibovich: En defensa de
Dios...).
6 Por internet se puede hacer una visita virtual al Museo, que, si no es igual, al menos puede servir

para hacerse una idea de lo que digo. En la página oficial del Museo se dice que las excava-
ciones dejan ver restos del acueducto que atravesaba el inmueble, el cual, presumiblemente,
correspondía al servicio de desagüe o regadío, lo cual explicaría el sonido de agua que escu-
cha Bocanegra encarcelado en la novela.
7 Véanse, por ej., José de Mesa y Teresa Gisbert: Historia de la pintura cuzqueña o el libro colectivo

PinturaenelVirreinatodelPerú.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

mismo asunto. En los AnalesdelCuzco, publicados por Ricardo Palma en 1901,


que hoy sabemos escritos durante el siglo XVIII por el canónigo de la Catedral
del Cuzco Diego de Esquivel y Navia, se refiere el apresamiento por la Inquisi-
ción de un grupo de judaizantes del Cuzco en 1643, uno de los cuales sería el
comerciante Pedro Montero de Espinosa (Jarque modifica un poco el nombre),
que se menciona asimismo en papeles del Santo Oficio. Por su relación con lo
que se cuenta en Yo me perdono, transcribo el correspondiente párrafo de esos
Anales:8

1643: Entre estos meses, hasta el de Junio, fueron reprendidos y castigados por el Santo
Oficio de la Inquisición muchos y gruesos mercaderes de esta ciudad. Es tradición muy
válida en el Cuzco haberse procedido contra ellos por la perfidia del judaísmo. Celebra-
ban cinco sinagogas en casa de Pedro Montero de Espinosa, residente en el Cuzco, jun-
tándose cada noche de Viernes, no á las ceremonias legales que observan, sino á ejecutar
la más fiera y execrable impiedad, repitiendo con pertinaz furor los azotes y golpes á un
crucifijo, el que después fué colocado en la iglesia de Santo Domingo. Fueron llevados á
Lima, donde se les castigó; sus bienes pasaron al fisco por orden del Tribunal, lo mismo
que la casa de Montero, hoy tambo del mismo nombre, donde para quitar toda sospecha
de judaísmo, ponían siempre los de la sinagoga, á la vista, algún pernil de tocino.

Supe por la autora que este suceso estaba también en una breve tradición
cuzqueña de Clorinda Matto de Turner, “Tambo de Montero”, que añade poco
a lo referido en los Anales. Según se desprende de la bibliografía sobre la Inqui-
sición, este apresamiento de judaizantes en el Cuzco fue continuación de la
persecución a la “gran complicidad”de comerciantes portugueses en Lima, que
culminó en el auto de fe de 1639 y cuyo trasfondo político y económico es re-
saltado.9
Tomás Puka Huamán (del quechua puka = colorado y huamán = halcón) es
en la novela un noble indígena educado a la española por los franciscanos, a
quien se ha encargado velar por los saberes indígenas.10 En el estudio sobre el
lenguaje angélico, será él quien encuentre la clave para descifrarlo aportando su
tradición cultural, aunando sus conocimientos a la tradición judeo-cristiana de

8 P. 83. Al final de la novela (p. 349) Jarque menciona las “Noticiascronológicas, escritas por el cronis-
ta social de la ciudad, Pablo Esquivel”. Hay una edición más reciente de Diego de Esquivel y
Navia: Noticias cronológicas de la gran ciudad del Cuzco, 2 vols., Lima, Fundación Augusto N.
Wiese, 1980. 
9 Castañeda/Hernández sitúan “la complicidad del Cuzco” entre 1639-1641, t. II, ps. 437 y ss.

10 En la novela se dirige a él el curaca Sebastián Qespe:

-Tú eres un Puka Huamán, un halcón rojo que, pese a haber recibido una educación en el
convento y haberte ganado la confianza de los españoles, sigues guardando en el fondo los
conocimientos más profundos de nuestros antepasados. P. 176.
- 296 -
CONCEPCIÓN REVERTE

Bocanegra y Montero. Cuando Bocanegra y Montero son apresados por la In-


quisición, Puka desaparece convertido en “caballero del aire” (ps. 348-349).
La novela posee como marco cronológico, para su inicio, un terremoto o
temblor fuerte de tierra el 21 de marzo de 1625,11 que destruiría parte de la igle-
sia de Andahuailillas, dando origen a su reconstrucción y embellecimiento, y,
para su final, el apresamiento de Montero como judaizante y de Bocanegra por
sus proposiciones heréticas, en torno a la década de 1640, mientras gobierna
todavía el Perú el Virrey D. Pedro de Toledo y Leyva, Marqués de Mancera
(1639-1648).
Otros personajes relevantes de la novela serán: el Corregidor del Cuzco D.
Alonso Mejía Carvajal, a quien no encuentro como tal en esas fechas, quien se
dice hombre de confianza del Virrey que acabo de mencionar;12 el Obispo de la
misma ciudad andina, el mercedario D. Agustín Gómez de Távora, que también
parece inventado;13 el descendiente del cronista Juan Polo de Ondegardo, Ber-
nardo Polo de Ondegardo;14 el anciano curaca de Andahuailillas Sebastián Qes-
pe o Quispe, cuyo nombre podría estar tomado del de un pintor cuzqueño de
esos años o de maestros de albañilería apellidados igual.15 Hay otros personajes
claramente imaginarios, como las dos damas de la trama amorosa, doña Rosau-
ra y su sobrina Teresa, o el pastorcillo de Quispicanchis. Pese a tratarse aquí de
una novelista, el mundo femenino posee escaso relieve en la obra, quizás el
único párrafo que puede resultar significativo en este sentido es cuando Riaño
se siente “fecundado” (no fecundador, como hombre) por la extraña mujer con
la que mantiene relaciones amorosas y que cree Rosaura (ps. 296-297); el cual
también puede interpretarse ligado a la temática angélica de la obra, pues el
misterio que la envuelve hace pensar que podría tratarse de un ángel humani-

11 No he hallado constancia de esto, pero sí del terremoto que destruyó gran número de edificios del
Cuzco, en 1650.
12 No lo he visto como Corregidor del Cuzco en esos años, no he llegado a revisar los nombres de las

personas que formaban el séquito del Virrey. Mendiburu recoge en su Diccionario histórico
biográficodelPerú, t. VII:
Otro conquistador apellidado también Mejía, y cuyo nombre era Francisco, se avecindó en el Cuzco
y se le adjudicó en el repartimiento de solares, parte de la gran casa de las vírgenes del sol.
Mejía fué un valeroso soldado, y cuando la guerra de Manco Inca y sitio del Cuzco lo tomaron
los indios en un combate, y lo degollaron lo mismo que a su caballo.
En los AnalesdelCuzco se dice que era Corregidor del Cuzco, en 1621, Nicolás Mendoza de Carvajal.
13 Cfr. la bibliografía. En la p. 353 se habla de su sucesor, el Obispo Fernando de Vera, quien sí está

en los AnalesdelCuzco.
14 Este cronista fue quien descubrió las momias de los Incas, a las que los indios rendían culto, lo

que justifica un pasaje de la novela. Tampoco he hallado un hijo suyo llamado Bernardo Polo
de Ondegardo en la bibliografía que he utilizado.
15 Véase Milla Batres: DiccionariohistóricoybiográficodelPerú, t. VII.

- 297 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

zado, lo cual forma parte del acervo cultural referido a los ángeles malos o de-
monios, que se aparecen a los hombres como íncubos o súcubos. El pastorcillo
de Quispicanchis habla en ocasiones desde las alturas como si fuese un ser ala-
do andino y en las últimas páginas de la novela, es causante del fin del P. Boca-
negra cuando lo ve vestido de ángel arcabucero. Las principales autoridades del
Cuzco en la novela, el Corregidor y el Obispo, junto con el hijo de conquistador
Bernardo Polo de Ondegardo, pecan de vanidad y orgullo, por su condición; lo
que contrasta con la sencillez de los tres sabios, quienes, sin embargo, pecan por
algo que tiene peores consecuencias, que es la soberbia intelectual. Estas expli-
caciones de la base histórica de Yo me perdono no deben hacer pensar que yo
valoro la novela por su aportación de datos veraces, como si fuese un tratado
histórico, pero sirven para resaltar una de las cualidades que posee, en mi opi-
nión, la obra, que es la capacidad de la autora para recrear de modo convincen-
te un lugar y una época, gracias a un esfuerzo documental.
La atormentada voz de Bocanegra en prisión, dirigiéndose a Dios, con una
plasticidad claramente barroca, que recuerda la célebre escultura de Santa Te-
resa de Jesús de Bernini o imágenes de San Sebastián herido por las flechas,
abre la novela:

Agujasdeluzmeatraviesanlacarne.Nohaysangre,niheridanicicatrizqueloatestigüe,mas
cientosdepuntasdeunmetalinvisibletraspasancadamañanamipiel,misentrañasyhastalos
huesossienteneldoloragudodeVuestropreciso,Vuestrorebuscadocastigo,Señor,Señor,Señor
mío,Resplandeciente.Lospunzantesrayossefiltranatravésdelentramadodelaesteradejunco
que cubre los barrotes del tragaluz. Me hieren, sí, me laceran con el recuerdo del astro que no
quierovolveraver.Señortodopoderoso,castigadmeconlaoscuridad,puesporjugarconelpoder
devuestrasluminariasmehalloaquícondenado.Lasombraesmidestino,mientrasnomelancéis
alabismointerminable.Noalcanzoaarrepentirme,Señor.¡Nosépordóndeempezaraarrepen
tirme!Noséapartirdecuándometransformédeobedienteesclavodevuestravoluntaddivinaen
transgresordevuestrassagradasleyes.Yesesemomentoelquebuscosincesarentremisrecuer
dos–lasúnicasimágenesquedesfilanantelapantallaoscuradeestaceldaparaponerordenami
pasado,paraentendersiesjusticiadivinaoerrordevuestroshumanosinquisidoreselquemeen
cuentreenesteterrenalpurgatorio.Parasabersideboresistircomounmártirydefenderlasver
dadesquemerevelasteisosidebopagarporunospecadosquenoalcanzoacomprender.

La oposición luz/oscuridad de estas palabras será conforme a otros aspec-
tos propios del Barroco en la novela, como la obsesión por las apariencias del
Corregidor Mejía Carvajal, que trata de emular en el Cuzco las fiestas de la cor-
te madrileña de Felipe IV o su posesión de una “cámara de maravillas”, donde
guarda, entre otras cosas, una princesa china momificada y objetos que proce-
den del ajusticiamiento de D. Rodrigo Calderón, quien fuera valido del Rey
Felipe III. El propósito de Bocanegra de convertir su iglesia en un baluarte co-

- 298 -
CONCEPCIÓN REVERTE

ntra las fuerzas del mal, dotándolo de una rica ornamentación, deriva de las
directrices del Concilio de Trento, que hace hincapié en la importancia de los
signos externos, captados a través de los sentidos, para el afianzamiento de la
fe.
Volviendo a la cuestión angélica, que es la principal en la novela, Bocane-
gra está obsesionado con el tema a partir del estudio del LibrodelángelRaasiel
(escrito así en la novela),16 que llegó a sus manos durante su juventud, y que
será complementario de la Clavicula Salomonis, en poder de Montero, y de los
saberes angélicos de Tomás Puka. Juntos tratarán de descifrar el malakh (len-
guaje angélico ligado a la etimología de la palabra ángel en hebreo), para poder
invocar a las huestes del cielo. El proyecto de ornamentación que tiene Bocane-
gra para su iglesia de Andahuailillas contiene una representación del mundo
angélico, donde figura como aspecto central los cuadros encargados a Riaño
que representan a los siete arcángeles en presencia de Dios (Tobías 12,15), de los
cuales tres poseen nombres personales admitidos por la ortodoxia católica (San
Miguel, San Gabriel, San Rafael), mientras que los cuatro restantes tienen nom-
bres que varían y que proceden de fuentes diversas, incluyendo los dos libros
esotéricos que he citado más arriba. El libro de la Biblia en el que participan más
los ángeles es el Apocalipsis, que, como sabemos, es un texto lleno de oscuri-
dad, que trata de los últimos tiempos y el juicio final. El culto a los siete arcán-
geles recibió un gran impulso del franciscano Joannes Menesius de Silva (1431-
1482), más conocido como Amadeo de Portugal, quien influyó mucho en el
Papa Sixto IV, en los franciscanos y en los jesuitas, aunque la Contrarreforma
frenara este culto por miedo a desviaciones doctrinales.17 En la compleja cultura
de la Edad Media y la Edad Moderna, cada uno de los siete arcángeles posee
atributos propios, correspondiéndose con uno de los siete planetas según la
concepción de entonces (Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno),
los siete días de la semana, las siete virtudes teologales y cardinales y los dones
del Espíritu Santo, oponiéndose a siete diablos y los siete vicios principales.18 La
iconografía de los siete arcángeles se extendió mucho a raíz del descubrimiento
de las pinturas sobre ellos de la iglesia de Santa Ana en Palermo, Sicilia, en
1516, las cuales habían sido cubiertas con cal en fecha posterior a su factura; esta
iconografía llega al Nuevo Mundo, a través grabados, como los de Jerome Wie-

16 Este raro y enigmático libro, cuyos manuscritos datan de la Edad Media, existe en la realidad; cfr.
Fernando Martínez de Carnero.
17 Véase, por ejemplo, la conversación que mantienen Bocanegra y Montero sobre sus lecturas, ps.

142-149.
18 Cfr., por ej., Mujica: Ángelesapócrifos..., con un cuadro que lo resume en la p. 183; Alonso: Diccio

narioEspasaCienciasOcultas, ps. 169-170.


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

rix, que sirven de inspiración a cuadros americanos, a partir del siglo XVII.19
La creencia en los ángeles está en culturas precristianas y en las tres gran-
des religiones monoteístas: Judaísmo, Cristianismo e Islamismo, con algunos
matices distintos.20 Esta tradición confluye en el mundo andino con otra exis-
tente entre los Incas, que es relatada tanto en la anónima Relacióndelascostum
bresantiguasdelosnaturalesdelPerú, como en la obra del cronista Juan Polo de
Ondegardo, los que refieren el culto a las aves rapaces por los indígenas: águila,
halcón y cóndor, que se identifican con unas criaturas invisibles que sirven de
criados al dios Viracocha, de ahí la importancia de las plumas como elemento
de ornamentación sagrado. También el Inca Garcilaso de la Vega trata de la
celebración del Inti Raimi en el Cuzco con curacas vestidos con alas de cóndor
(libro VI, cap. XX), como huaminca o ángeles guerreros. Todo esto se incluye en
la novela de Jarque, además de la identificación que hacen los indios entre el
dios Illapa, el rayo, con los arcabuces de los españoles.21 Hay que añadir que en
el Cuzco colonial la procesión del Corpus vino a sustituir la celebración pagana
del Inti Raimi, lo cual tiene asimismo interés en la novela por su participación
en ella de ángeles arcabuceros.
Según el Catolicismo y otras religiones, el hombre puede invocar a los se-
res espirituales, sean espíritus buenos y fieles a Dios (los que comúnmente lla-
mamos ángeles) o malos y rebeldes (los ángeles caídos, llamados genéricamente
demonios o diablos), de ahí la importancia de no equivocarse al pronunciar sus
nombres. La preocupación de Bocanegra, en su deseo de asociar a los ángeles en
la extirpación de idolatrías y combate al maligno, ligado entonces a las creencias
indígenas, estriba por ello en la correcta invocación y denominación de esos
seres espirituales, la que hace paradójicamente con libros como el Librodelángel
Raasiel y la Clavicula Salomonis, que quedan fuera de las lecturas permitidas y
que se citan en estudios sobre Esoterismo dentro de la demonología.22 En esta
época surge en Perú una secta indígena perseguida por los españoles, el Taki
Onqoy, que invoca a los espíritus considerados malignos, la cual está asimismo
en la novela, donde se define una de sus reuniones como “Una suerte de misa
negra” (p. 214), en la que los indios se convierten en “huacas” (algo sagrado).

Bocanegra reza a Dios desde su celda del Santo Oficio en Lima:

Sí,alabadoSeñor.Ambossabíamosqueeraunaempresapeligrosa.Noestababiencontempladoel

19 Op. cit. y en Tord.


20 Véase, por ej., Cuende.
21 Cfr. Mujica, Tord.

22 Por ej., en Alonso.

- 300 -
CONCEPCIÓN REVERTE

usodeestosritualesenlaIglesia.LosdoctoresdelaInquisiciónqueríanacabarconlasprácticas
paganasdebrujería,peroestoeradistinto.¿NohabíansidolosángelesVuestrosmensajerosper
sonales,quieneshabíantraídoestapalabraalhombre?¿NonoslahabíaistraídoVosenestemo
mentodeamenazaparavuestrosfrágilesfieles?¿Nomehabíaisanunciadoensueñosloquede
bíamos hacer? Tanto un libro como el otro contenían sólo invocaciones a tus ángeles enviados.
Era la forma exacta de llamarlos y armarlos de poder contra las fuerzas del Mal. Eran simples
procesosdecomunicación.Ypronto,sí,muypronto,tuvimospruebasdesueficacia. Ps. 100-101.

Más adelante, se queja nuevamente:



¡Cuánamargaeslasalivadelrecuerdodulcedelpasado!¡Cuántomedisteis,ohSeñor,ycuánto
más me quitasteis! Entumecido, casi enmohecidomi cuerpo en esta pocilga subterránea, me re
sultadifícilvolveratráslamemoriaaaquellosdíasenqueminombreserepetíaconadmiración
enbocademilesdefieles,enmuchasleguasalaredonda.Mimentedesvaríaahoraqueyanosé
dóndeestáVuestrobienodóndeempezóelcastigo.CuálesfueronVuestrasobrasodóndeempezó
elengañoalquemesometióelMaligno.¿FueronaquellosángelesarmadosVuestrosenviadoso
fueroneliniciodemicaída?¿SantosodemoniosdelosAndes,osimplessoldadosdesuMajes
tad?Nohalloahoralasrespuestas,aunqueensumomentonilamáslevesombradedudacruzó
mientendimiento.MesometoaVuestroJuiciodivino,Señormío.Aunqueloquemásdeseoenes
tanegruraquemedevoraeslacomprensióndeestesino. P. 221.

En la profusa denominación de ángeles y demonios que excede a la afian-


zada en la tradición (Miguel, Gabriel, Rafael / Lucifer, Satanás, Belcebú, etc.
respecto al demonio principal), Raziel puede encontrarse como nombre de un
ángel o de un demonio, ligado a los terremotos. A principio de la novela se
pone en boca del párroco de Andahuailillas:

-¡Calla, Raziel! ¡Calla, invisible! Si he pronunciado la palabra equivocada, me desdigo. Si


he inscrito el símbolo maldito, me retracto. Si he invocado tu nombre, doy un paso atrás
y te saludo. Ángel príncipe de los terremotos, el que vuela veloz bajo el lodo, el ambi-
dextro. Apaga tus ánimos, aplaca tu ira, cierra esos ojos, vuelve a tu sueño pétreo. Olví-
dame. P. 19.

En medio de sus conjeturas, los personajes de la novela llegan incluso a


identificar a Raziel con el mismo Dios (ps. 269-270).
El último arcángel que, según la novela, pinta Riaño para Andahuailillas es
Zerachiel (p. 308) que, si se identifica con Zadkiel, está vinculado al pecado de
orgullo,23 que sería el que empuja a Lucifer a rebelarse contra Dios y el mismo
achacable al P. Bocanegra de la novela al enfrascarse en el estudio de textos

23 Alonso, p. 170. Se trata de una suposición mía siguiendo la lógica interna de la novela, pero que
tendría que corroborar con su autora, ya que no soy experta en la materia.
- 301 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

oscuros descuidando, en parte, la atención de sus feligreses, por más que su


intención inicial fuese buena. Tampoco es buena la doblez de la conducta de los
cuatro amigos y socios de Andahuailillas (y de otros personajes de la novela),
recordemos los engaños: Bocanegra persigue un fin bueno –la evangelización
de los indios- por medios equivocados; Montero patrocina económicamente la
empresa de Bocanegra en Andahuailillas, simulando una devoción cristiana que
no posee, porque en su interior odia el Catolicismo y mantiene su fe judaica;
Puka aparenta ser un fiel servidor católico del sacerdote, encubriendo sus
creencias indígenas, lo cual lo sitúa en una encrucijada al verse a sí mismo entre
dos mundos: el cristiano y el indígena; Riaño, mientras mantiene la supuesta
relación adúltera con Rosaura, simula ser un buen católico y traiciona su com-
promiso con el proyecto angélico de Bocanegra, al enviar una serie igual de
siete arcángeles a su hermana Elvira en España, lo que le había sido prohibido.
Por otra parte, la obsesión angélica de Bocanegra puede equipararse a la de
otros intelectuales o visionarios del período, como el dominico Fr. Francisco de
la Cruz, del grupo de María Pizarro, condenado por el Santo Oficio años antes,
en cuyas enloquecidas declaraciones ante el Tribunal, se preguntan si el espíritu
con el que mantuvo trato carnal la Pizarro era realmente un ángel o un demo-
nio.24
La confusión ideológica y vital que pudo padecer un hombre culto del si-
glo XVII, como el P. Bocanegra de Yomeperdono, fruto de sus múltiples fuentes
de información, de su contacto con los indígenas y de los extravíos del mismo
Tribunal de la Inquisición, que en su misión de erradicar las malas costumbres
y las herejías en ocasiones incurría en despropósitos o errores flagrantes (no es
casual que Puka mantenga correspondencia en la novela con Galileo Galilei, ps.
224-226); puede equipararse a la zozobra del hombre contemporáneo, que, en
su falta de fe religiosa, abraza creencias y conocimientos diversos, pudiendo
dudar a veces acerca de dónde se halla la Verdad, el Bien o el Mal, mezclando
los términos. Recordemos que el diablo es visto tradicionalmente como el Padre
de la mentira.
Las dudas existenciales de Bocanegra o del hombre contemporáneo se
plasman en las Elegías de Duino de Rainer María Rilke, de las que se toma un
fragmento del inicio de la “Segunda Elegía” para encabezar Yomeperdono:

Todoángelesterrible.

24 Por ej., Castañeda/Hernández, t. I, p. 301. Mujica fundamenta su investigación de Ángelesapócri


fos... en obras de varios jesuitas, en particular del teólogo murciano Andrés Serrano (1655-
1711), quien trató por extenso del culto a los siete arcángeles y no fue condenado por la Inqui-
sición.
- 302 -
CONCEPCIÓN REVERTE

Y,noobstante,¡aydemí!,
osinvoco,pájaroscasiletalesdelalma,
sabiendoloquesois

El poema sigue a continuación refiriéndose a Tobías, guiado en la Biblia


por el arcángel S. Rafael:

¿DóndeestánlostiemposdeTobías,
cuandounodelosmásdeslumbrantesseirguióanteelsencilloumbral
unpocodisfrazadoparaelviaje,yyanoterrible
(jovenalosojosdeljovenque,curioso,lomiraba?
Siahoraelpeligrosoarcángelbajasedetrás
delasestrellas,sólounpaso,acá:haciaarriba
saltando,nuestropropiocorazónnosmataría.¿Quiénsois?25

La creencia enigmática en los ángeles, buenos o malos, pero de poderes so-


brehumanos, se ve proyectada en el interior del hombre en esas dos tendencias,
al Bien y al Mal, que pugnan en su corazón y frente a las cuales, en ciertos mo-
mentos, no sabe bien cómo actuar, sumido en la confusión. Cuando Bocanegra
piensa en el arcángel Uriel, quien pelea contra Jacob hasta el amanecer, se pre-
gunta a sí mismo:

Según la tradición extracanónica AlabanzadeJosé, Uriel dice: “He bajado a la tierra para
construir mi morada entre los hombres, y soy llamado Jacob”. El ángel se hace hombre.
¿Contra quién lucha Jacob?, se preguntaba hace unos días Bocanegra, al explicarle el
nuevo encargo. ¿Lucha tal vez contra sí mismo, contra su aceptación incondicional de
las órdenes de Dios? ¿Se funden ángel y hombre en esta figura que después de la lucha
cambia su nombre por el de Israel, padre de las doce tribus de su pueblo elegido? Ps.
183-184.

De ahí que esta novela se titule Yo ME perdono, con un juego de palabras
que remite a lo que dice el sacerdote, en nombre de Dios, en el sacramento ca-
tólico de la Confesión, que es lo que puede pensar un hombre en su perplejidad
y debilidad, arrogándose a sí mismo la clemencia y el perdón que corresponden
a Dios.





25 Sigo la traducción de la edición bilingüe en la bibliografía, p. 775. La presentación del yo indivi-


dual como una pugna angélica está en otros escritores, piénsese, por ej., en ese gran poemario
que es Sobrelosángeles, de Rafael Alberti.
- 303 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II


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CONCEPCIÓNREVERTE
Universidad de Cádiz

- 305 -
LACORRESPONDENCIADELAAVELLANEDAACEPEDA:
PROBLEMASENTORNOALATRANSMISIÓNDELTEXTO

1.INTRODUCCIÓN
En 1951 Ricardo Gullón escribía:

Los papeles privados de la Avellaneda, y especialmente el cuadernillo en donde trazó su


autobiografía, escrita a la defensiva, acaso sean el documento más interesante de nuestro
romanticismo –y uno de los peores estudiados. (Gullón, 1951: 3)

Desde esa fecha, son varios los estudiosos que han dedicado su atención a
los papeles privados de Gertrudis Gómez de Avellaneda (Puerto Príncipe, 1814-
Madrid, 1873), la célebre escritora cubano-española, o hispano-cubana. Y, de-
ntro de estos papeles privados, a las cartas amorosas dirigidas por la autora de
Baltasar a Ignacio de Cepeda a lo largo de quince años, desde 1839 hasta 1854.
Estas cartas, publicadas póstumamente en 1907 y editadas de nuevo en
1914, ocupan un lugar primordial entre los papeles privados de la Avellaneda:
una de ellas es precisamente el cuadernillo mencionado por Gullón. Como la
obra literaria de la Avellaneda, dichas cartas pertenecen tanto a la literatura
española como a la cubana. Sobre ellas, decía Vicente Llorens: “Las cartas a
Cepeda forman el epistolario amoroso femenino más apasionado que hasta
ahora poseemos en lengua española, no muy abundante en testimonios de este
género” (Llorens, 1979, 574). Antes había escrito palabras parecidas el estudioso
cubano Salvador Bueno, quien las consideró “las más bellas cartas amorosas
que existen en lengua española” (Bueno, 1964: 40).
La mayoría de los estudios sobre estas cartas, al menos aquellos que hemos
podido consultar1, están centrados en la interpretación y análisis de esta corres-

1 Los trabajos revisados son los siguientes; entre los libros, la mayoría publicados en fechas relati-
vamente recientes y casi todos del ámbito feminista (campo en el que actualmente despierta
mayor interés la obra de la Avellaneda): la antología de Gertrudis Gómez de Avellaneda, Poe
síasyepistolariodeamorydeamistad. Edición, introducción y notas de Elena Catena (Madrid,
Castalia, 1989); LasRománticas.EscritorasysubjetividadenEspaña18351850, de Susan Kirkpa-
trick (Madrid, Cátedra, 1989); Deldominiopúblico:itinerariosdelacartaprivada, de Roxana Pa-
gés-Rangel (Amsterdam, Rodopi, 1997); Mi amor, mi juez: alteridad autobiográfica femenina de
Mercedes Arriaga Flórez (Madrid, Rubí, Anthropos, 2001) y Soycomoconsigaquemeimaginéis:
laconstruccióndelasubjetividadenlasautobiografíasepistolaresdeGertrudisGómezdeAvellaneday
SorJuanaInésdelaCruz, de Mary Torras (Cádiz, Universidad, 2003). En cuanto a los artículos,
podríamos mencionar: “La Avellaneda. Una mujer en sus cartas y en su poesía”, de Carmen
Bravo-Villasante, publicado en el folleto Gertrudis Gómez de Avellaneda, que incluye, además
- 306 -
MILENA RODRÍGUEZ

pondencia. Mi propósito en este trabajo es situarme en un escalón anterior, en


una etapa previa a la interpretativa. Me refiero a esa que supone la indagación,
la pregunta por los manuscritos originales de estas famosas cartas. Porque con-
sideramos que no se debe pasar por alto que dichos manuscritos se encuentran
desaparecidos. Todo parece indicar, además, que estos manuscritos nunca fue-
ron vistos y / o leídos más que por su primer editor, Lorenzo Cruz de Fuentes
(además de por su autora; su destinatario y propietario, Ignacio de Cepeda; y,
casi con absoluta seguridad, por su viuda). Tampoco debemos obviar que pro-
bablemente no conocemos esta correspondencia en su totalidad, sino sólo las
cartas que su editor determinó apropiado legarnos; y, todavía más, que, aún en
aquellas que nos legó, el editor pudo haber introducido, introdujo de hecho,
cambios y modificaciones.
Entre los estudios consultados sobre estas cartas, hay dos que merecen ci-
tarse según nuestros propósitos, ya que contienen la pregunta por los manus-
critos originales y el cuestionamiento de la labor editorial. Curiosa o significati-
vamente, ambos estudios pertenecen al ámbito feminista o de género. Estamos
pensando en la antología de la Avellaneda Poesíasyepistolariodeamorydeamis
tad, realizada por Elena Catena y publicada en 1989; y en el ensayo Deldominio
público:itinerariosdelacartaprivada, de Roxana Pagés-Rangel, de 1997. Veamos,
por ejemplo, lo que escribe la primera a propósito de las circunstancias que
rodean al texto de la Avellaneda y a su edición:

La obra de Cruz de Fuentes, muy meritoria, por cuanto nos ha dado a conocer esta ex-
traordinaria correspondencia, adolece de graves faltas, aunque disculpables para la épo-
ca y circunstancias en que se publica: no conocemos los originales de esta corres-
pondencia, no sabemos si está publicada toda ella o, si por el contrario, varias cartas
quedaron inéditas; Cruz de Fuentes suprimió párrafos enteros, unas veces lo hace cons-
tar en nota, pero otras silencia los cortes, aunque el lector avisado advierte la maniobra
censoria. (Catena, 1989: 187)

del trabajo citado, otros dos de Gastón Baquero y José Antonio Escarpanter (Madrid, Funda-
ción Universitaria, 1974); “Epistolario amoroso de la Avellaneda”, de Salvador Bueno, perte-
neciente a su libro Temasypersonajesdelaliteraturacubana (La Habana: Unión, 1964); “La an-
gustia de una mujer indiana o el epistolario autobiográfico de Gertrudis Gómez de
Avellaneda”, de Eugenio Suárez-Galbán, incluido en L’ Autobiographie dans le monde hispani
que. Actes du Colloque International de la Baume-lès-Aix, 11-12-13 Mai 1979 (Aix en Proven-
ce, Université, 1980) y “Estrategias de seducción en un artificio epistolar de Gertrudis Gómez
de Avellaneda: Diario de amor”, de Paco Tovar, publicado en Anales de Literatura Española
(Alicante, Universidad, 2003).

- 307 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

En otro lugar de la antología, y refiriéndose específicamente al conocido


como “Cuadernillo autobiográfico”, Catena dirá:

...cabe la posibilidad de que este cuadernillo, como lo denominó la propia Avellaneda,


haya sido censurado por su editor, suprimiendo frases y párrafos. Mientras no se publi-
quen la Autobiografía y la Correspondencia a Cepeda en edición facsímil del autógrafo,
siempre quedará alguna razonable sospecha de posible manipulación del texto. (Catena,
1989: 140)

Por su parte, Rosana Pagés Rangel, precisa algunas de las censuras del edi-
tor y relaciona su causa con razones sexistas. Así, escribe:

El editor censura varios pasajes y sustituye con puntos suspensivos las expresiones
“inspiradas en los celos”, que devoraban a la poetisa, y faltos por tanto de verdad (Nota
64). El lenguaje pasional y descontrolado del deseo, opuesto al lenguaje de la ley [...]
queda borrado por la mano editorial que contrarresta además, con su palabra constativa,
la palabra disruptiva y performativa de la escritora. (Pagés-Rangel 1997: 126)

Nuestro objetivo en este trabajo es precisamente referirnos a algunas de las


modificaciones, alteraciones y /o censuras concretas que se advierten al compa-
rar las dos ediciones de las cartas a Cepeda preparadas por Cruz de Fuentes. Se
trata de modificaciones que, en algunos casos, podrían ser consideradas, hasta
cierto punto, menores: cambios en la puntuación, correcciones ortográficas, etc.;
pero que afectan, sin duda, al estilo de la escritora. En otros casos, sin embargo,
estos cambios llegan a establecer matices distintos o aún significados diferentes
del texto. A estas modificaciones se añade también la alteración en la numera-
ción y orden de las cartas efectuadas de una edición a otra. Estas modificaciones
a las que nos referiremos no fueron mencionadas ni justificadas por el editor. Y,
hasta donde conocemos, no han sido señaladas hasta ahora de manera especí-
fica. Asimismo, pretendemos en nuestro trabajo hacer mención de otros pro-
blemas relacionados con ediciones posteriores de esta correspondencia.

2.LASEDICIONESDELORENZOCRUZDEFUENTES,1907Y1914
Los problemas con las cartas de la Avellaneda a Cepeda comienzan en la
propia edición. En 1907, Lorenzo Cruz de Fuentes, catedrático del Instituto de
Almonte, pueblo de Huelva en el que tenía su casa de veraneo la familia Ce-
peda, edita estas cartas, que les son entregadas, al parecer, por la viuda de Igna-
cio de Cepeda, María de Córdova y Govantes, a la muerte de Cepeda y por
indicación expresa de éste. Así, en el prólogo a esa primera edición, escribe
Lorenzo Cruz de Fuentes:

- 308 -
MILENA RODRÍGUEZ

...unos manuscritos que paran hoy en nuestro poder, trasmitidos por el que fué su pro-
pietario el Ilmo. Sr. D. Ignacio de Cepeda y Alcalde; quien mirando en mí, no segura-
mente al más hábil de sus amigos, sino a uno de los más devotos y sinceros, quiso con-
fiarle el honroso encargo, que yo acepté agradecido como un halago de la fortuna, de
dar á los moldes de la imprenta tan preciosas reliquias. (Cruz de Fuentes, 1907: 3-4)

Y después, aclara:

...la Ilma D.ª María de Córdova y Govantes, viuda del Sr. Cepeda, ha querido rendir un
homenaje de cariño á la venerenda memoria de su esclarecido esposo, costeando la pre-
sente edición, que seguramente le agradecerán los amantes de las buenas letras. (Cruz
de Fuentes, 1907: 10)

Se trata de una edición no venal, de 300 ejemplares, y ya muy difícil de en-


contrar.
En 1914, Lorenzo Cruz de Fuentes prepara una nueva edición de las cartas
de la Avellaneda. Esta vez es una edición comercial (no consta en ella la canti-
dad de ejemplares) que se publica en Madrid. Además de reproducir el prólogo
a la primera edición, Cruz de Fuentes escribe uno nuevo. Sobre los manuscritos,
sólo nos dice:

Va enriquecida la colección con trece cartas, que si no han traído nuevo interés sobre las
cuarenta ya publicadas, sirven de modo admirable para robustecer el encadenamiento
de las ideas, enlazando lo que antes pudo parecer suelto ó sin sentido, en aquella co-
rrespondencia muy difícil de coordinar por carecer de fechas la mayoría de los manus-
critos. (Cruz de Fuentes, 1914: 14)

Pero lo más desconcertante es que esta segunda edición de 1914 incluye un


“Informe de la Real Academia Española” en el que, sin embargo, tampoco se
mencionan los manuscritos originales. Francisco Rodríguez Marín, que es quien
hace el informe, se limita a escribir:

Por designación del señor director de esta Academia he examinado el libro titulado La
Avellaneda.Autobiografíaycartasdelailustrepoetisahastaahorainéditas, con un prólogo y
una necrología, por D. Lorenzo Cruz de Fuentes (Huelva. -1907), quien, como Catedrá-
tico del Instituto general y técnico de Huelva, solicita que esta obra le sirva de mérito en
su carrera. (Rodríguez Marín, 1914: 19)

En ningún momento, Rodríguez Marín afirma que haya examinado los


manuscritos. Incluso, un poco más adelante, escribe: “Estas interesantísimas
cartas, que sólo podrían serlo más si se conocieran, y con ellas hubiera salido a
la luz pública las de su inspirador y destinatario...” (20). Los manuscritos pare-
- 309 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

cen, pues, no haber sido vistos por nadie más. Y, en estas fechas, como hemos
dicho antes, se encuentran misteriosamente desaparecidos, sin que nadie haya
querido, o podido, dar una explicación coherente sobre dicha desaparición2.
En esta segunda edición de 1914, Cruz de Fuentes y también Rodríguez
Marín sostienen que han sido agregadas trece nuevas cartas de la Avellaneda a
las cuarenta publicadas en 19073; en realidad, no son trece, sino catorce las nue-
vas cartas. Pero, sobre todo, en esta segunda edición, Cruz de Fuentes rompe el
orden que él mismo había establecido en 1907 y que resultaba de utilidad para
identificar estas cartas. Las nuevas cartas se entremezclan entre las ya existen-
tes, no se añaden al final. En sus notas al texto, Cruz de Fuentes argumenta en
ocasiones por qué coloca en un sitio determinada carta, basándose en la fecha
que le atribuye, pero esto no lo hace siempre; además, no especifica, en los casos
en que hubiera sido preciso, que se está en presencia de una carta inédita, no
incluida en la primera edición; ni tampoco justifica, en aquellas ocasiones en
que cambia el orden anterior, cuáles son los motivos en los que se apoya. Así,
las cartas no sólo adquieren en 1914 una nueva disposición en el libro, sino que
Cruz de Fuentes ni siquiera señala el número que tenía cada una en la edición
de 1907; de esta forma, contribuye a aumentar la confusión que él mismo ha
creado. Si ahora queremos citar estas cartas, debe ser el crítico o el investigador
el que tenga que cotejar ambas ediciones, averiguar cuáles son las nuevas cartas
añadidas y dónde está su correspondiente en cada edición. En la siguiente tabla
puede apreciarse la correspondencia entre las cartas en cada una de las edicio-
nes, notándose además que las cartas nuevas son catorce y no trece (sigo la nu-
meración, arábiga o romana, utilizada por Cruz de Fuentes de modo alterno en
cada una de las ediciones):

2 Nosotros intentamos ponerme en contacto con los supuestos herederos o depositarios de los ma-
nuscritos originales. Logramos hablar con la nieta de Lorenzo Cruz de Fuentes, María Victoria
Cruz del Pozo, quien nos aseguró que los manuscritos sólo estuvieron en poder de su abuelo
de modo provisional, y que, en algún momento que no supo precisar, fueron devueltos a sus
dueños, la familia Cepeda-Córdova. Su afirmación se basaba además en el hecho de que entre
los papeles dejados por su abuelo, y revisados por ella, no se encontraban dichos manuscritos.
No nos fue posible comunicarnos con ninguno de los miembros de la familia Cepeda-
Córdova; sólo conseguimos hablar con el escritor Juan Villa, residente en Almonte, lugar de
origen de la familia Cepeda, y autor de una reedición de las cartas de la Avellaneda realizada
por la Diputación de Huelva en 1997, que reproduce la versión de 1914. Villa nos aseguró que
él conocía y había tenido cierta relación con la familia Cepeda, y que sus descendientes decían
no haber visto nunca los manuscritos originales, y afirmaban desconocer que había sucedido
con ellos.
3 Aunque se habla siempre de la cifra de 40, se trata en realidad de 41; esta última carta, que en
realidad es la primera en todas las ediciones, es la denominada por Cruz de Fuentes “Auto-
biografía” y es el mismo cuadernillo al que se refiere Gullón.
- 310 -
MILENA RODRÍGUEZ

  
1914 1907 CARTASNUEVASEN1914

Carta 1ª Carta I
Carta 2ª es carta nueva, no aparece en 1907 1
Carta 3ª Carta II
Carta 4ª es carta nueva, no aparece en 1907 2
Carta 5ª Carta III
Carta 6ª Carta IV
Carta 7ª Carta V
Carta 8ª Carta VI
Carta 9ª Carta VII
Carta 10 Carta VIII
Carta 11 es carta nueva, no aparece en 1907 3
Carta 12 Carta IX
Carta 13 Carta X
Carta 14 Carta XII
Carta 15 es carta nueva, no aparece en 1907 4
Carta 16 es carta nueva, no aparece en 1907 5
Carta 17 es carta nueva, no aparece en 1907 6
Carta 18 Carta XI
Carta 19 Carta XIII
Carta 20 Carta XIV
Carta 21 Carta XV
Carta 22 Carta XVI
Carta 23 Carta XVII
Carta 24 Carta XVIII
Carta 25 Carta XIX
Carta 26 Carta XX
Carta 27 es carta nueva, no aparece en 1907 7
Carta 28 Carta XXI
Carta 29 es carta nueva, no aparece en 1907 8
Carta 30 es carta nueva, no aparece en 1907 9
Carta 31 Carta XXII

  
  
  
  
  

4 Por error, Cruz de Fuentes repite el número 47 de las cartas; le hemos añadido el carácter b a la
segunda para diferenciarla de la primera. Este error es el que motiva que tanto él como Ro-
dríguez Marín afirmen que son trece y no catorce las cartas nuevas.
- 311 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

  
  
1914 1907 CARTASNUEVASEN1914

Carta 32 Carta XXIII 10


Carta 33 es carta nueva, no aparece en 1907 11
Carta 34 es carta nueva, no aparece en 1907
Carta 35 Carta XXIV
Carta 36 Carta XXV
Carta 37 Carta XXVI
Carta 38 Carta XXVII
Carta 39 Carta XXVIII
Carta 40 Carta XXIX
Carta 41 es carta nueva, no aparece en 1907 12
Carta 42 Carta XXX
Carta 43 es carta nueva, no aparece en 1907 13
Carta 44 Carta XXXI
Carta 45 Carta XXXII
Carta 46 es carta nueva, no aparece en 1907 14
Carta 47 Carta XXXIII
Carta 47 b4 Carta XXXIV
Carta 48 Carta XXXV
Carta 49 Carta XXXVI
Carta 50 Carta XXXVII
Carta 51 Carta XXXVIII
Carta 52 Carta XXXIX
Carta 53 Carta XXXX

Asociada a esta cuestión del orden (desorden) de las cartas, podemos to-
davía añadir un dato más: un fragmento de la Carta 2ª (1914) que, como hemos
visto en la tabla anterior no aparece en la edición de 1907, es, sin embargo, ci-
tado por Cruz de Fuentes en el prólogo de esta primera edición, sin que sea
advertido el lector, por otra parte, de que la carta no ha sido incluida en el libro.
En la segunda edición de 1914, Cruz de Fuentes tampoco ofrece ninguna expli-
cación al respecto.
Pero lamentablemente los problemas textuales con estas famosas cartas de
la Avellaneda no terminan aquí. Si uno lee y compara ambas ediciones de esta
correspondencia, puede percibir numerosos retoques en las mismas; unos arre
glos que llegan a producir en determinado momento asombro y estupor porque

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MILENA RODRÍGUEZ

suponen un cambio en el estilo de la escritora, cambio ante el que uno se pre-


gunta: ¿qué autoridad se concede a sí mismo el editor para atreverse a alterar
ese estilo? Se trata, es cierto, por lo general, de pequeños cambios, pero suma-
dos, alcanzan una proporción bastante alta. Veamos algunos de los casos más
notorios.
Hay, por ejemplo, un uso de la coma muy peculiar en las cartas de la Ave-
llaneda, uso que se aprecia en la primera edición y que Cruz de Fuentes corrige
en la segunda. Dicho uso podría acaso ser considerado incorrecto algunas veces
desde el punto de vista de la Academia de la Lengua en la época, pero alterarlo
supone retirarle a la Avellaneda la licencia que tiene como escritora para elegir
el modo en que coloca los signos de puntuación; además de escamotearle a sus
lectores parte del sabor de su estilo, siendo esas pausas, generadas precisamente
por su modo peculiar de utilización de la coma, uno de los ingredientes más
personales de la escritura de la Avellaneda. Son muchísimos los casos en los
que Cruz de Fuentes corrige este rasgo estilístico de la Avellaneda; citaré sólo
algunos, contenidos precisamente en el famoso cuadernillo o “Autobiografía”:

1907: “... que nadie más que usted en el mundo,tenga noticia de que ha existido” (13)
1914: “... que nadie más que usted en el mundo tenga noticia de que ha existido” (39)

1907: “Usted sabe, que he nacido en una ciudad del centro de la isla de Cuba” (14)
1914: “Usted sabe que he nacido en una ciudad del centro de la isla de Cuba” (39)

1907: “... le dije que me daría la muerte antes que casarme con el hombre, que me desti-
naban” (26)
1914: “... le dije que me daría la muerte antes de casarme con el hombre que me destina-
ban” (58) [nótese que aquí, además, Cruz de Fuentes sustituye el que por de, a pesar de
que el primero es tan correcto como el segundo]

1907: “... el mundo, amigo mío, se venga cruelmente del desprecio, que se le hace” (28)
1914: “... el mundo, amigo mío, se venga cruelmente del desprecio que se le hace” (62)

1907: “... yo le amé desde el primer día, que le conocí” (33)


1914: “... yo le amé desde el primer día que le conocí” (68)

1907: “... deseaba emociones débiles y pasajeras, que me preservasen del tedio sin pro-
mover el sentimiento” (36)
1914: “...deseaba emociones débiles y pasajeras que me preservasen del tedio sin pro-
mover el sentimiento” (73)

1907: “... me juraba se daría un pistoletazo, si no me casaba con él antes de tres meses”
(41)
1914: “...me juraba se daría un pistoletazo si no me casaba con él antes de tres meses”
(80)
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

1907: “... sería muy despreciable a mis ojos, si hubiera procedido de otro modo” (42)
1914: “... sería muy despreciable a mis ojos si hubiera procedido de otro modo” (82)

Hay que decir, además, que, en ocasiones, Cruz de Fuentes lleva a cabo
justamente la corrección contraria; o sea, añade comas que no aparecían en la
primera edición (ni en los manuscritos originales, debemos suponer). Pero tam-
bién sustituye las comas por dos puntos, o coloca dos puntos donde antes no
había ningún signo de puntuación. Valga como ejemplo el cambio producido en
la Carta 13 (1914), correspondiente a la Carta X (1907):

1907: ¡Desgraciados los que quieren apretar el corazón hasta romperlo: los que dan im-
pulso á una máquina sin saber si tienen fuerzas para detenerla cuando quieren! Es santa,
es sagrada la vida del corazón y nos empeñamos en gastarla. Por que todo se gasta, to-
do! Hoy no puedo resistir mi corazón: me ahoga! (70)

1914: ¡Desgraciados los que quieren apretar el corazón hasta romperlo, los que dan im-
pulso a una máquina sin saber si tienen fuerzas para detenerla cuando quieren! Es santa,
es sagrada la vida del corazón, y nos empeñamos en gastarla. ¡Porque todo se gasta, to-
do!¡Hoy no puedo resistir, mi corazón me ahoga! (125-126)

Con sus modificaciones en los signos de puntuación, Cruz de Fuentes ha


alterado, sutilmente, el sentido de la frase de la Avellaneda o, al menos, ha dis-
minuido su potencia: “Hoy no puedo resistir mi corazón: me ahoga” es, sin
duda, una frase más dura e inquietante que “Hoy no puedo resistir, mi corazón
me ahoga”.
Para concluir este epígrafe sobre los problemas en las ediciones de Cruz de
Fuentes, sería preciso mencionar las alteraciones más graves producidas por el
editor de las cartas. En las ediciones cubanas y en otros trabajos críticos de auto-
res de la isla se ha acusado a menudo a Lorenzo Cruz de Fuentes de proteger a
Cepeda frente a la Avellaneda, debido a la amistad que unió a los dos hombres.
Sin embargo, consideramos que Cruz de Fuentes no sólo protegió a Cepeda, sino
que intentó, además, cuidar la imagen de la Avellaneda. No sabemos si este
propósito protector existía en 1907, o si apareció, quién sabe por qué motivo, en
1914 (tal vez porque la edición de 1914 era una edición comercial, y no así la de
1907); pero sí estamos en condiciones de afirmar que la comparación entre am-
bas ediciones delata las huellas de estos propósitos. Hay, al menos, dos ocasio-
nes en las que podemos percibir que Cruz de Fuentes altera una frase de la Ave-
llaneda, suprimiendo parte de ella y sin ofrecer ninguna explicación al respecto.
En ambos casos, se trata de cuestiones asociadas con la moral y las creencias re-
- 314 -
MILENA RODRÍGUEZ

ligiosas y lo suprimido contiene un elemento que podía resultar perturbador en


la época en la que se editan las cartas, por lo cual creemos que no se trata de
inofensivos, casuales errores del editor o de la imprenta, y que no nos excede-
mos si afirmamos que los dos casos evidencian que, como dijera Elena Catena,
el editor se convirtió, también, en censor. Veamos ambos casos:

1907: “Mamá le amó acaso con sobrada ligereza, y antes de los 10 meses de haber que-
dado huérfanos tuvimos un padrastro” (15)
1914: “Mamá le amó, y antes de los diez meses de haber quedado huérfanos, tuvimos un
padrastro” (42)

1907: “¡Cuántas veces lloré en secreto lágrimas de hiel, y pedí a Dios que me quitase la
ecsistencia [sic], que no le había pedido, ni podía agradecerle!” (28)
1914: “¡Cuántas veces lloré en secreto lágrimas de hiel, y pedí a Dios me quitase la exis-
tencia!” (61)

Como puede apreciarse, la edición de 1914 contiene dos blancos llamativos.


Tanto la referencia de la Avellaneda a que no ha pedido a Dios existir y que
tampoco tiene motivos para agradecerle su existencia, como su opinión sobre la
supuesta ligereza de su madre al contraer matrimonio por segunda vez apenas
diez meses después de morir su padre, desaparecen en la edición de 1914. Co-
mo decíamos antes, no parece tratarse de simples errores.
Por cierto, y permítasenos la digresión con la que concluimos esta referen-
cia a las ediciones de Cruz de Fuentes, resulta bien interesante señalar que la
segunda frase, en la versión primera de 1907, suprimida en 1914, es casi exac-
tamente la misma que dirige el esclavo Sab, personaje de la novela homónima
de la Avellaneda, a su amiga Teresa en esa emocionante escena en la que le
confiesa su amor por su dueña Carlota. Dice Sab en la novela:

Preguntádselo también a este cielo que ostenta sobre nosotros sus bóvedas eternas: él
sabe cuántas veces le rogué me descargase del peso de una existencia que no le había
pedido, ni podía agradecerle (Avellaneda, 2003: 207).

¿La escritora copia a su propio personaje? O, por el contrario, ¿es el perso-


naje el que es construido a partir, no de vivencias (ese hecho resultaría más
habitual), sino de escrituras personales de la autora? U, otra posibilidad más:
¿La Avellaneda mezcla, a conciencia, su escritura personal y su escritura litera-
ria? Es difícil contestar. Digamos, en todo caso, que la fecha de redacción del
cuadernillo autobiográfico, 1839, se corresponde con la etapa de escritura de la
novela, que se publica en 1841. Podríamos acaso afirmar también que la escri-
tora no deja nunca de considerarse como tal, incluso cuando supuestamente

- 315 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

escribe para ser leída por una sola persona: el amado; y aún cuando parece pen-
sar que ese texto no merece otro destino que el fuego. Lo que sí queda claro es
que la supresión de esta frase supone que Cruz de Fuentes hurte también a los
lectores de la segunda edición de las cartas la posibilidad de especular con esta
¿involuntaria? correspondencia entre personaje y autor, entre mujer y esclavo
(cabría añadir), que desliza la Avellaneda.
Después de estos ejemplos, que no agotan las modificaciones de Cruz de
Fuentes, nos parece apropiado exhortar a mantener cierta cautela, cierta pru-
dencia en la interpretación de estas cartas; interpretación que, a nuestro juicio,
debe extenderse también, como hace Pagés-Rangel, a la propia labor editorial.
Asimismo, nos parece recomendable que el despistado lector sea advertido de
que se acerca a un material que no posee toda la legitimidad o garantía espera-
das.

3.ELDIARIODEAMOR
Pero los problemas con las cartas de la Avellaneda a Cepeda no terminan
en Cruz de Fuentes. En 1928 se editó un libro con varias cartas de la Avella-
neda, supuestamente inéditas, bajo el título de Diariodeamor. Según su compi-
lador y prologuista, el escritor argentino Alberto Ghiraldo, se trataba de unas
cartas que una desconocida pariente de la Avellaneda le había entregado. La
edición de Ghiraldo está dedicada precisamente a esta extraña y desconocida
pariente y dice textualmente:

Dedicatoria
A la señora Gertrudis Gómez de Avellaneda y de Porras:
A usted, que puso en mis manos las cartas de su antecesora ilustre, con las que yo he
compuesto este libro; a usted, señora; a usted, mujer; digna heredera de aquel gran espí-
ritu, dedico en esta página mi labor de ordenador y prologuista (Ghiraldo, 1928: 7)

En el breve prólogo del libro, Ghiraldo no ofrece ningún dato más sobre es-
ta supuesta pariente ni sobre cómo llegan a sus manos las cartas; señala sólo
que “una feliz indiscreción familiar, o más bien dicho, un rasgo de vanidad
justificada, nos ha puesto en posesión de estas cartas de amor de la Avellaneda”
(Ghiraldo, 1928: 9). Ghiraldo tampoco aclara a quién iban dirigidas estas su-
puestas nuevas cartas de la Avellaneda.
En realidad, este libro es un fraude, un plagio. Lo que hace Alberto Ghi-
raldo es reproducir algunas de las cartas de la Avellaneda a Cepeda publicadas
por Cruz de Fuentes en sus dos ediciones. Pero lo hace cambiando su orden,
suprimiendo párrafos enteros y hasta el nombre de Cepeda en todos los lugares

- 316 -
MILENA RODRÍGUEZ

en los que aparece, que no son pocos; y alterando también, en ocasiones, la re-
dacción y el estilo de la Avellaneda (por ejemplo, se eliminan a menudo esos
cambios en el trato tan peculiares en las cartas, en las que la Avellaneda llama
indistintamente a Cepeda de tú o de Ud. Ghiraldo convierte en tuteo casi todos
los tratamientos de Ud.). De este modo, el libro de Ghiraldo supone un falsea-
miento doble: no se limita a vender como inéditas unas cartas ya publicadas;
sino que, además, altera dichas cartas, a menudo gravemente, llegando incluso
a mutilarlas.
Resulta evidente un claro propósito en Ghiraldo de rizar el rizo romántico
de las cartas amorosas de la Avellaneda. Así, las cartas se presentan agrupadas
como si constituyeran una novela, novela en la que el amor y la pasión son pro-
tagonistas exclusivos y absolutos. De este modo, desaparecen de los textos to-
das las referencias a la cotidianidad5; y también ciertas menciones con nombre y
apellidos que hacía la Avellaneda del que fuera su esposo o de antiguos aman-
tes: Sabater es eliminado6 y Tassara se convierte en X (Carta XIII [es Carta
XXVII, 1907]: 156-158); o incluso, en las cartas correspondientes a fechas más
avanzadas, se suprime la alusión que hace la autora a su condición de viuda7:
suponemos que una viuda no es un personaje protagónico apropiado para la
fulgurante novela romántica que quiere fabricar, y de hecho fabrica, Ghiraldo.
Escribe el prologuista:

...estas páginas fulgurantes que hoy, coordinadas y ordenadas por nosotros en capítulos
de libro, ofrecen el inapreciable interés de una novela vivida, la novela de amor en que
ella, la autora desesperada y sangrante, es la propia protagonista extraordinaria. He
aquí, desnuda, con la desnudez de una estrella, el alma de una gran escritora (Ghiraldo,
1928: 11)

Las coordinaciones de Ghiraldo convierten, pues, las cartas románticas, en


novela melosa y artificiosa. Las partes o capítulos, en las que quedan contenidas
las veintiuna cartas incluidas, son ocho, y sus títulos, inventados por el crítico-
novelista, delatan su propósito: “Autobiografía”; “Amor que nace”; “Amor que
resplandece”; “Ausencia”; “La escala divina”; “Locuras de amante”; “La rup-

5 Véanse, por ejemplo, la Carta XIX (es Carta XXV, 1907), p. 202; la Carta XX (es Carta XXXIX, 1907),
p. 214; o la Carta XXI (es Carta XXXX, 1907), p. 215 y 218.
6 Véase Carta XI (es Carta XXVII, 1907), p. 141; Carta XII (es Carta XXIX, 1907), p. 152 y la Carta XIII

(es Carta XXVIII, 1907), p. 162.


7 Véase la Carta XIII en la que de la pagina 162 y donde le correspondería estar, desaparece la si-

guiente frase: “Pedirías a una viuda cuentas de su corazón en un pasado, que cesó de pertene-
cerle a ella misma desde que un hombre incomparable la colocó bajo la égida de su nombre
respetado?” (Cruz de Fuentes, 1907: 107).
- 317 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

tura”; y “Cenizas”.
Sólo al hablar de la “Autobiografía”, que no es otra cosa que el famoso
cuadernillo de 1839, sugiere Ghiraldo, aunque sin decirlo explícitamente, que se
trata de un texto ya conocido; pero se cuida de mencionar el nombre del desti-
natario, Cepeda; y, aún menos, el del editor de las cartas; o sea, Lorenzo Cruz
de Fuentes. Así, Ghiraldo escribe en nota al pie:

Anteponemos a las cartas de amor, y como primer capítulo de este “Epistolario”, la au-
tobiografía de la Avellaneda, página íntima y casi desconocida, documento psicológico
importantísimo, salvado, contra la voluntad expresa de su autora, por la infidencia de
aquel a quien fue dedicado, el mismo personaje masculino de esta crónica pasional, tan
llena de verdad humana.
Se sabe que esta “Autobiografía” precedió a la redacción de las “Cartas”, que, en reali-
dad, vienen a ser como la continuación de la presente confesión, o sea, el prólogo del
diario amoroso comenzado cuando la escritora cubana estaba en plenitud de su vida, en
el año de 1839, a los veinticinco de su edad. (Ghiraldo, 1928: 17-18)

Después de la autobiografía, vienen las demás cartas que, como decíamos


antes, son reordenadas por Ghiraldo. Pero su reordenamiento no apela a la
búsqueda de la fidelidad en la cronología, como intentaba Cruz de Fuentes, sino
al argumento novelístico. Por ejemplo, la Carta I (así denominada) de Ghiraldo
es la Carta VII en Cruz de Fuentes (1907). Al texto de la carta editada por Cruz
de Fuentes, que no tenía ningún apelativo, Ghiraldo añade al inicio “Amado
amigo” (Ghiraldo, 1928: 83).
Habría que decir que Emilio Cotarelo y Mori, a quien se debe uno de los
trabajos más exhaustivos y rigurosos sobre la escritora, LaAvellanedaysusobras,
señaló en fecha muy temprana, 1930, esta falsificación del Diariodeamor publi-
cado por Ghiraldo. Advertía Cotarelo en nota al pie de su libro:

En el presente año de 1928 se ha publicado en Madrid un libro titulado: Gertrudis Gó-


mez de Avellaneda. Diariodeamor.Obrainédita. Prólogo, ordenación y notas de Alberto
Ghiraldo. M. Aguilar, editor, Madrid, 1928; 222 páginas [...] todo el libro es una super-
chería y nada más que un vil plagio del libro publicado dos veces por Cruz de Fuentes.
Se copió al pie de la letra la Autobiografía que Cruz puso al principio de su obra, y a
continuación las Cartas 9, 10, 12, 13, 18, 14, 19, 20, 21, 37, 38, 39, 40, 39, 42, 44, 45, 47 bis,
52 y 53, por este orden, con algunas mutilaciones, de las publicadas por Cruz de Fuen-
tes. (Cotarelo, 1930: 36)

A pesar de esta advertencia, no son pocos los críticos y estudiosos que ci-
tan esta recopilación de cartas sin mencionar el plagio y algunos utilizan, ade-
más, este título, Diario de amor, de indudables resonancias negativas, como el

- 318 -
MILENA RODRÍGUEZ

título por antonomasia para nombrar las cartas amorosas de la Avellaneda a


Cepeda.
Para concluir, debemos indicar que no hemos agotado el tema que aquí nos
ha ocupado. Además de seguir indagando en las ediciones de Cruz de Fuentes,
sería necesario acercarse a las ediciones cubanas posteriores a 1959. Digamos
tan sólo que las dos ediciones realizadas8 han titulado las cartas de la Avella-
neda a Cepeda con el título tramposo. O sea, para los lectores cubanos contem-
poráneos la correspondencia de la Avellaneda a Cepeda no se llama de otro
modo que Diariodeamor.
En todo caso, sí consideramos que nuestra aproximación a este tema de-
muestra las manipulaciones y tergiversaciones llevadas a cabo en la transmisión
de este significativo texto; filtros paternalistas y sexistas en última instancia (¿se
hubiera alterado el estilo de un autor masculino tan alegremente?; ¿se habría
fabricado una imagen tan forzadamente romántica de un escritor hombre?) que
se sintieron autorizados a seleccionar, juzgar y decidir por encima de la volun-
tad textual de la escritora, y que han determinado que uno de los más intere-
santes documentos del romanticismo español, como dijera Gullón, y también de
la literatura cubana, no posea la dignidad filológica que merece.

OBRASCITADAS:
BUENO, Salvador (1964). “Epistolario amoroso de la Avellaneda”. Temasypersonajesde
laliteraturacubana. La Habana: Unión: 29-40.
COTARELO Y MORI, Emilio (1930). La Avellaneda y sus obras: ensayo biográfico y crítico.
Madrid, Tipografía de Archivos.
GÓMEZ DE AVELLANEDA, Gertrudis (1907). LaAvellaneda.Autobiografíaycartasdela
ilustrepoetisahastaahorainéditas. Con un prólogo y una necrología de Lorenzo Cruz
de Fuentes. Huelva: Imprenta y papelería de Miguel Mora y compañía.
___ (1914). Autobiografíaycartas(hastaahorainéditas)delailustrepoetisaGertrudisGómezde
Avellaneda. Con un prólogo y una necrología de Lorenzo Cruz de Fuentes. Segunda
edición corregida y aumentada. Madrid: Imprenta Helénica.
___ (1989). Poesíasyepistolariodeamorydeamistad. Edición, introducción y notas de Elena
Catena. Madrid: Castalia e Instituto de la Mujer.

8 A partir de 1959, se han realizados en Cuba dos ediciones de esta correspondencia; ambas se basan
en la edición de 1907 de Cruz de Fuentes, por lo que excluyen las cartas nuevas introducidas
en 1914. En los dos casos el título elegido es Diariodeamor. (Véase Gertrudis Gómez de Ave-
llaneda. Diariodeamor, La Habana: Letras cubanas, 1969 y Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Diariodeamor. Prólogo y notas de Bernardo Callejas, La Habana: Letras cubanas, 1981 (2ª edic.
1993).

- 319 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

___ (2003). Sab. Edición de José Servera, Madrid: Cátedra.


GHIRALDO, Alberto (1928). Gertrudis Gómez de Avellaneda. Diario de amor. Obra inédita.
Madrid: M. Aguilar.
GULLÓN, Ricardo (1951). “Tula, la incomprendida”. Ínsula 62. Madrid. Año VI, 15 de
febrero: 3.
LLORENS, Vicente (1979). “Gertudis Gómez de Avellaneda”. El Romanticismo español.
Madrid: Fundación Juan March y Editorial Castalia: 568-579.
PAGÉS-RANGEL, Roxana (1997). Del dominiopúblico:Itinerariosdelacartaprivada. Ams-
terdam-Atlanta: Rodopi.
RODRÍGUEZ MARÍN, Francisco (1914). “Informe de la Real Academia Española. Dicta-
men”. En Gómez de Avellaneda, Gertrudis. Autobiografíaycartas(hastaahorainédi
tas) de la ilustre poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, Madrid: Imprenta Helénica:
19-22.


MILENARODRÍGUEZGUTIÉRREZ
Universidad de Granada

- 320 -
A.DEVALBUENA,M.MENÉNDEZPELAYO
EIGNACIOMONTESDEOCA


§ I. LA FIGURA DE D. ANTONIO DE VALBUENA muy poco o nada dice a las
actuales juventudes universitarias y, en cambio, casi todos sus contemporáneos
que, por uno u otro motivo, se cruzaron en su camino, han pasado al panteón
ilustre de los consagrados; aunque sea ‘ilustre’ es sin embargo panteón, y es
usualmente frecuentado por el mundo de las letras. Es cierto que en estos últi-
mos tiempos los estudiosos leoneses han dirigidos sus esfuerzos a reivindicar1 la
figura de Valbuena con un análisis sereno y objetivo de su obra, si es que cabe
serenidad ante la sola lectura de algunas de sus producciones.
Uno se pregunta: ¿cómo es posible que después de escribir más de 40 li-
bros, o mantener sus diatribas antiacadémicas con motivo del Diccionario de la
RAE de 1884, durante más de cuatro años, o de haber cultivado con mayor o
menor fortuna casi todos los géneros literarios –salvo el teatro-, haya sido rele-
gado a la modesta condición de escritor sin pena y sin gloria al que sólo el fer-
viente amor de sus paisanos intenta salvar del olvido total? Homero Serís, en su
Bibliografía de la Lingüística Española (Bogotá 1964) despacha a Valbuena con
cuatro fichas; Simón Díaz trae en su Manual de Bibliografía los números 12282-
12289.

§II.LAFIGURADEDONMARCELINO
Aunque pudiera parecer extraño, traer a colación la figura de Menéndez
Pelayo forma una tripleta un tanto heterogénea –un Obispo poeta, un crítico
aclamado y temido por lo acerbo de sus comentarios y un académico el más
insigne polígrafo acaso que haya tenido España-, y debo justificar la presencia
del primero y, sobre todo, del último que indirectamente se vio enredado en la
polémica; esta fue mantenida fundamentalmente entre Valbuena y Montes de
Oca y es una más de las innumerables que el escritor leonés mantuvo con aca-
démicos, con poetas –malos poetas- de allende el océano o de la propia
.península. Indirecta, pues, la intervención de D. Marcelino del que no tenemos
una respuesta directa a los ataques de Valbuena aunque sí haya sido el pole-
mista el que nos haya transmitido la reacción de Menéndez Pelayo: nunca haría

1 Entregado ya este artículo, acaba de aparecer (León, Diciembre, 2007) un libro de 524 págs., titula-
do Antonio de Valbuena (18441929.Poeta, narrador y crítico polémico, cuyo autor es Joaquín Se-
rrano y Serrano. Lo edita el Servicio de Publicaciones de la Universidad de León, y con él la
figura del polémico Valbuena tiene ya para los estudiosos un punto de referencia seguro con.
el que resistir a la inexorable ley del olvido.
- 321 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

la historia de la sátira española por no tener que incluir a Valbuena2.


Porque todavía hoy la cita de Don Marcelina vacila entre ‘y Pelayo’, o la
ausencia de conjunción,

§ III. LAS ELOGIOS DE ENRIQUE CALCAÑO A ESCRITORES DE FINALES DEL XIX
FRENTEALASCRÍTICASDEVALBUENA
Joaquín Serrano y Serrano3 publica, extractado de LaIlustraciónEspañolay
Americana4, un documento, Carta Literaria, en el que entre otros varios asuntos
culturales se habla de los autores de la época de Valbuena. Me limitaré a co-
mentar la opinión de este Calcaño sobre los autores contemporáneos que apare-
cen, sin entrar a fondo en el asunto de las relaciones de esta revista con nuestro
autor; sólo recordaré unas palabras de los RipiosAristocráticos:

«Yo censuro los malos versos dados á la luz pública, los malos versos que se venden en
las librerías ó que sirve á sus suscritores LaIlustraciónEspañolayAmericana.Si hay mal
en hablar de ciertas cosas, no es mía la culpa, sino de los marqueses que hacen sonetos
interiores. Y que los publican, pues todavía no es lo peor hacerlos, sino publicarlos».

Aunque es cierto que, sin rodeos, antes en los Ripio Ultramarinos5 había es-
crito:

«¿Dónde les parece á ustedes que había yo de ir á buscar el cuerpo del delito?
A casa de la gran encubridora de los delitos de esa índole: á las columnas de la Ilustra
ción Española y Americana»

2 Cf. RipiosAcadémicos, cap. II. Única respuesta airada de Don Marcelino ante las critica vertidas por
Valbuena en estos dos capítulos de lo RipiosAcadémicos, y, claro está, contada por Valbuena
que ‘amortigua’ su expresión con un “como creo que te pusiste hablando de mí “.Cf Joaquín
Serrano y Serrano .PolémicasdeAntoniodeValbuena…EH, Filología , 28, 2006, p.202
3 Escritores españoles en 1884.

Fragmento de la “Carta literaria” de Eduardo Calcaño, dirigida al “Excelentísimo Señor Don


Víctor Balaguer. De la Academia Española”. Publicada en la revista La Ilustración española y
americana,el 29 de febrero de 1884, pp. 131-134.
(Se recoge este documento como muestra del punto de vista —público y publicado en un importante
mediodecomunicación—deunintelectualdelaépoca,sobrequiénessonlosescritoresimportantesen
Españaen1884,momentoenqueValbuenaempiezaaseruncríticoconocido). [subrayado mío]. Los
subrayados que aparecerán a lo largo de este artículo son míos salvo indicación contraria; sir-
ven como tales subrayados y no indican cursiva.
4 Hay ejemplar en la Biblioteca General de la Universidad de Murcia, Campus de Espinardo, RR

1918. El texto citado corresponde a la columna última de la pág, 134


5 Monton 1º, 2ª edición , pág.. 212, hablando de Roa Bárcena

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ANTONIO ROLDÁN

Pero volvamos a los textos de Calcaño que selecciono:

“Cheste, el trovador épico, con la ferrada armadura del Orlando, que tan bien sienta a
su pecho de caballero; Cánovas, con su culto a todo lo respetable, con su amor a todo lo
grande, con su lira de poeta, su pluma de historiador y su elocuencia de trueno; Núñez
de Arce, que siente como ángel y escribe como con pluma de cisne y tinta de aurora; los
Guerra y Orbe, que serían los Argensola si no fueran más dulces, o los Moratines si no
fueran más sabios; Castelar, el gigante de la tribuna el opresor de todas las sensibilida-
des, el déspota de todos los auditorios, que encanta o aterra, levanta o derriba, entu-
siasma o deprime, según sea en perlas, en huracán, en manojos de luz, en lava hirviente,
en notas de ruiseñor o en rugidos de león que conviertan sus labios la palabra que viene
del rico fondo de su alma; Campoamor, el poeta filósofo cuya fantasía vuela por los es-
pacios del sentimiento con las alas irisadas del colibrí, y cuya poesía penetra al corazón
como penetra el rayo de luz a través de las linfas cristalinas; Cañete, el de la cítara clá-
sica, el de la crítica educadora, el que enseña si habla, y leyendo deleita; Tamayo, el Es-
quilo español, el de la gran gloria y el punible silencio; Alarcón, el poeta cristiano, el
hablista puro, el fecundísimo novelador, que ha tomado a su cargo inocular en los hoga-
res las austeras virtudes del alma y las santas obligaciones del bien, con la miel de su es-
tilo seductor y el palpitante interés de sus creaciones originales; Valera, escritor eximio,
pluma que destila luz y dibuja elegancias; Rodríguez Rubí, dominador de la escena,
creador singular, astro nunca puesto en el cielo de las glorias dramáticas de España; Ar-
nao, alma de artista enamorada de la armonía, alondra que se goza en la luz y cuyocan-
to embalsama el ambiente como flor de primavera o pebetero oriental; Menéndez Pela-
yo, el milagro que pasma, el prodigio que fascina con el primor de su ciencia universal y
con aquel cerebro codicioso que se ha absorbido todas las facultades y aptitudes que la
Naturaleza distribuye equidad entre los hombres; Molins, el poeta caballero y escritor
amenísimo, el opulento de fama, que reparte generosas glorificaciones a todos los inge-
nios de la patria; Zorrilla, la celebridad de siempre, el fundador de una época literaria, el
cantor de María, el autor del CristodelaVega;Echegaray, cerebro-volcán donde se elabo-
ran terrores y agonías bajo florido césped de encantadora versificación; Mir, castizo co-
mo Santa Teresa, profundo y claro como los mares meridionales de la América; y la pa-
labra poderosa de Pidal y de Romero Robledo, y el saber de Cueto, de Pascual y de
Saavedra; y la pluma fecunda de Casa-Valencia, de Pi y Margall, de Castro y Serrano, de
Fernández, de Nocedal, de Galindo, de Batantes, de Silvela, de Benavides, de Catalina,
de Tejada y de Madrazo; y Velarde, Grilo, los dos Palacios, el Duque de Rivas, García
Gutiérrez, Villahermosa, Fernández Shaw, y cien más, con los variados tonos de su de-
leitoso canto poético”.

No aparece para nada el nombre de Valbuena a pesar de que en 1884 tenía


ya publicados varios libros de prosa o verso, traducciones, dirige periódicos, ha
hecho la crítica de PepitaJiménezo de AmayaoElniñodelaBola,y, sobre todo, ha
publicado los RipiosAristocráticos(1883) que pudiera haber influido en su elimi-
nación de la Crónica de Eduardo Calcaño, ya que bastantes escritores poetas
aristocráticos ensalzado por este son acerbamente criticados por Valbuena.

- 323 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Unos ejemplos; se lee en la IlustraciónEspañolaeHispanoamericana:

1.Cañete,eldelacítaraclásica,eldelacríticaeducadora,elqueenseña
sihabla,yleyendodeleita,

Por el contrario al juicio durísimo de Valbuena a lo largo de losRipiosAris


tocráticos6:

«Porque, eso sí, usted será mal escritor ¿qué digo, será? lo es usted positivamente, muy
mal escritor, en verso y en prosa, pues ni en prosa ni en verso tiene usted inspiración, ni
estilo, ni nada, más que un poco de baja erudición, como se lo probaré á usted... porque
yo digo las cosas y las pruebo.., como se lo probaré á usted cuando empiece á recoger los
Ripios Académicos; pero como no hay nadie en el mundo que no sirva para alguna cosa y
que no tenga su especialidad, usted, que no sirve para escritor, es usted un excelente
acumulador de salarios, Y uno por la Academia, otro por Fomento ó por Gracia y Justi-
cia, otro por una empresa particular de beneficencia, otro por el periódico de Cuba, en
fin, que reune usted lo necesario para comer en LosCisnestodos los días qué no está us-
ted convidado en casa de alguno de esos marqueses productores de ripios. Mi amigo
Clarindice que le ha visto á usted muchas veces.
Pero bueno; con su pan se lo coma usted,
(…) babosear… ¡Hombre! me gusta el verbo. Y me alegro de que sea usted el que le ha in-

6 Ripios Aristocráticos XV, p. 147; todo el capítulo está dedicado a Cañete; con juicios del siguiente
tenor:
« (p.149) Porque con pocos ejemplos así, no vaáquedar un alma que no se convenza de que
usted y los demás cultivadorescomo usted de la literatura académico-fútil, es decir, académi-
co-académica no son más que unos fantoches ridículos, que sólo pueden pasar por literatos ó
por personajes á favor de la oscuridad y del misterio.
¡Vaya con el Sr. Ca... ca... ñete ó Cucañete, qué vocabulario ha sacado á última hora!
«Erialdelopedestre...»«lodazaldelochabacanoydeloinmundo...»«tropaligeradelperiodismo.. »
«ignorancia». . .» «insolencia...» «escritos groseros e insulsos...» «engendros...» « Sandeces...» «tan
ayunosdeingeniocomodeciencia...»«babosear...»«repugnante...»etc., etc.
«Le refriego á usted así sus productos por los hocicos, como se les hace á los gatos etc.».

Y casi al final del capítulo recoge Valbuena la opinión de ElEspañol(p.150):  


«El Sr. Cañete no es crítico.
El Sr. Cañete es un académico al uso que se pasa la vida dando los grandes bombosá los poe-
tas americanos. Todo porque ellos le mandan tabacos de la Habana.
El Sr. Cañete no es, pues, autoridad. ¡Es un crítico subvencionado con nicotina.
Milanés fué poeta, no porque lo diga Cañete; todo lo contrario, á pesar de decirlo el crítico de
los cigarros puros.
¿Conque esas tenemos, D. Manuel? ¿Cigarros puros? »
- 324 -
ANTONIO ROLDÁN

ventado7».

Téngase en cuenta que el verbo ya en 1884 existía ; luego por esta afirma-
ción de Valbuena hay que pensar que se le da un nuevo significado despectivo..

2. Cánovas, con su culto a todo lo respetable, con su amor a todo lo
grande,consuliradepoeta,suplumadehistoriadorysuelocuenciadetrue
no.
A Cánovas le dedicaría Valbuena todo un capítulo, el XV, de sus RipiosUl
tramarinos8,pero antes, en los Aristocráticos9 habíaescrito:

«En fin, él caso es que usted [Se refiere al vizconde de Campo Grande] se ha dejado en-
gañar, y ya no tiene remedio; pero, ¿quién le ha engañado á usted? Vamos á
ver...Siempre sería Cánovas. Lo que es el que le metió á usted á sonetero fué D. Antonio
Cánovas, de seguro. Rivalidades de clase; porque ya sabe usted que D. Antonio también
es visconde...al natural. A más de que ese es el oficio del diablo, y de D. Antonio, que le
imita en eso y en otras cosas. El diablo, ya que él está perdido, procura perder á los de-
más, Y D. Antonio, ya que él hizo aquellas fechorías poéticas de Losamoresde laluna yLa
golondrinaaventurera,procura hacer caer á los otros en iguales delitos.
Y usted, pobre hombre, digo pobre vizconde, inexperto é incauto, pero no impermeable
á las malignas insinuaciones de Don Antonio, ha caído usted en el garlito
Quiero decir, en el soneto».

7 Cf . FedeerratasdelDiccionario, (3ª ed, 1891), tomo I, p.118 y ss. Valbuena da a la palabra ‘babosear’
un sentido figurado.despectivo.
8 Monton 1º, pp. 185 y ss,.Véase en la Antología. He aquí el principio:

XV
Quimeras..
Quimerasse llama la última poesíade D. Antonio.
Entiéndase que al decir la última, no quiero significar que D. Antonio, en su maldita fecundi-
dad antipoética, no haya producido después ninguna otra, sino que es la última que ha llega-
do á mis manos, por la benevolencia de un amigo.
Benevolencia que D. Antonio llamará seguramente malevolencia...
¿Que qué D. Antonio es éste, preguntan ustedes?
¡Toma! Pues D. Antonio Cánovas.
¿Que por qué ha de figurar D. Antonio en un libro de RIPIOS ULTRAMARINOS?
¡Ah! Pues por dos razones principales.
La primera, porque á D. Antonio le gusta figurar en todo. (p. 186) Y la segunda, porque D.
Antonio fué Ministro de Ultramarantiguamente.
Muy antiguamente, pues D. Antonio es ya muy antiguo.
Y si cometió ripios, que sí los cometería siendo Ministro de Ultramar,me parece que bien justo
es incluírselos entre los Ripios ULTRAMARINOS.
9 RipiosAristocráticos, XII, p.115, y otros muchos lugares

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

3.Cheste,eltrovadorépico,conlaferradaarmaduradelOrlando,quetan
biensientaasupechodecaballero.
Frente a este parco (¿forzado?) elogio, compárense las 9 págs. de los Ripios
Aristocráticos,cap IV, (amen diversas alusiones despectivas), donde entre otras
reticencias, afirma Valbuena:

«El conde de Cheste.


—Este ¡Este
No crean ustedes que lo digo yo: lo dice el eco
El eco de la fama.
Para la cual será sin duda desconocido el conde de Cheste como guerrero; mas no puede
ser desconocido como mal poeta. Hay cosas y malos poetas que no puede desconocer
nadie.
Con todo, por si alguno de ustedes ha tenido hasta hoy la fortuna loca de no tropezarse
jamás con una poesíadel conde de Cheste, es decir, por si algunode ustedes no conoce
todavía los versos del conde de Cheste más que de oídas, no cometeré yo la impruden-
cia de mostrar á ustedes la clase, sin ciertas precauciones.
¡No faltaba más!
Tiene versos el conde, que, leídos así, sin preparación, pueden hacerle á cualquiera caer-
se muerto de repente.
¿No están ustedes cansados de oir echar (p.44) pestes contra LaCorrespondencadeEspaña
por la irreflexión con que estampa noticias de fallecimientos, bodas y otros desastres,
que producen luego en cualquier lectora desprevenida por lo menos desmayos y sínco-
pes?
Pues, aseguro á ustedes, á fe de Venancio [González10] , que la generalidad de los versos
del conde de Cheste, es decir, todos, porque todos son generales,tienen mucha más fuer-
za destructora que cualquier noticia de LaCorrespondencia.
Así es que no, yo no quiero dar á ustedes de sopetón los versos del conde.
Por lo menos he de hacer esta advertencia de antemano.
El conde de Cheste es académico de la Española.
Y no un académico así, de tres al cuarto, como el conde de Casa-Valencia, sino el princi-
pal, el presidente ó el director, que no sé á punto fijo cómo se llama; en fin, el que rige y
gobierna todo aquel zurriburri literario, que comienza por el expresado conde de Ches-
te, continúa por Alejandro Pidal y Mariano Catalina, y concluye ó va á concluir por el
duque de Villahermosa. etc.etc.»

10 Es el seudónimo con el que publica LosRipiosAristocráticos. Utilizo la 4ª edición que trae el seudó-
nimo debajo del nombre del autor. En el prólogo se señala que al frente del libro Los Editores
pusieron una nota de 2 págs. y media que entre otras cosas dicen:« ¡Lo que sentimos de veras
es no poder revelar el nombre del autor, que sería la recomendación máseficaz; pero su modes
tiano nos 1oconsiente. Modestia por cierto bien inútil, pues entre las personas acostumbradas
á conocer estilos, á nadie ha podido ocultarse ni tras de lo prosaico del pseudónimo, cuya
elección es uno de los mejores chistes de la obra, el castizo prosista, el cáustico é intencionado
escritor, que comenzó á darse á conocer procurándose, por la dureza é inflexibilidad de sus
juicios etc. etc » (p.6-7)
- 326 -
ANTONIO ROLDÁN

4.MenéndezPelayo,elmilagroquepasma,elprodigioquefascinacon
elprimordesucienciauniversalyconaquelcerebrocodiciosoquesehaab
sorbidotodaslasfacultadesyaptitudesquelaNaturalezadistribuyeequidad
entreloshombres.
Y he aquí la opinión de Valbuena (RipiosUltramarinos,I, pp.18-19):

« ¡Ah! ¡Si les digo a ustedes que parece enteramente una traducción de los de Marcelino
Menéndez Pelayo! El cual, aunque no es duque ni marqués, se parece mucho á los mar-
queses y á los duques en una cosa: en hacer malos versos.
Con la particularidad de que siempre los hace malos; lo mismo que sean originales, que
traducidos».

Y en los RipiosAristocráticos11 certeramente describe la situación de las edi-


ciones poéticas de los aristócratas de la época:

« ¡Lástima que el rasgo del joven prologuista no sea del todo original!
Que no lo es; porque se parece mucho al del predicador aquel que, precedido de grandí-
sima fama, se subió al púlpito de una aldea y exclamó con voz estentórea: ¡No hayDios!
quedándose callado por espacio de dos ó tres minutos.
Y sólo cuando los feligreses, asustados en el primer instante, se preparaban á tomar co-
ntra él alguna medida salvadora, como la de hacerle bajar del púlpito, considerándole
caso patológico, añadió á media voz: «Dicenlosateos.»
Lo que hay es que aquí andan invertidos los términos; porque no es la exclamación ini-
cial del prólogo, sino las explicaciones que vienen detrás, las que pueden acusar, ya que
no locura, por lo menos debilidad y condescendencia.
Mas dejemos el prólogo, y vamos al grano. O á la paja, que en esto puede haber opinio-
nes. En fin, á los versos del marqués coleccionados en el libro que, por supuesto, esta
impreso con lujo.
Es otra condición de todos los libros que no sirven. Ya se sabe, muy buen papel, tipos
nuevos, y prólogo de Menéndez Pelayo.
Y versos rematadamente malos, ó prosa de la misma calidad».

5.Molins,elpoetacaballeroyescritoramenísimo,elopulentodefama,
querepartegenerosasglorificacionesatodoslosingeniosdelapatria.
Y en los Ripios AristocráticosValbuena le dedica todo el cap. III pp. 35-42:

«Ahí tienen ustedes al marqués de Molins, muy señor mío,- y supongo que también de
ustedes; pero, sobre todo, de la embajada de Paris, que ha usufructuado unos seis años,
para lo cual no necesitó el viejo moderado y aun polaco12 más que resellarse de liberal

11 Pág. 122
12 Dícese del partido político que gobernó en España de 1850-54
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

conservador».

6.ElDuquedeRivas,..ycienmás,conlosvariadostonosdesudeleitoso
cantopoético.
Valbuena le dedica los capítulos XXII y XXIII de los RipiosAristocráticos; ex-
traigo del primero:

«Tentaciones me dan de creer que tenía razón D. Luis González Bravo cuando llamaba
calamidad al ilustre duque do Rivas.
Pues para la literatura lo fué realmente. Por aquello que, al explicar su apóstrofe, decía
D. Luis; por haber formado toda una familia de poetas, todos malos.
¡Y malos de veras!
Tan malos, como D. Leopoldo Augusto de Cueto, modernamente marqués de Valmar,
que es cuñado.
Y como el marqués de Heredia, que es yerno.
Ycomo el marqués do Auñón, hoy duque de Rivas, que es hijo.
A los dos primeros ya los conocen ustedes como poetas malos. Al último le van ustedes
á conocer ahora como peor, si cabe. No crea su excelencia que por haber retirado del
comercio su tomito de poesías, es decir, de ripios, se va á quedar, en el doble de la man-
ta. (p.204) No. Mi trabajo me ha costado hallar muestras que ofrecer á ustedes de su nu-
men; mas como querer es poder, y yo quería, claro es que había de encontrarlas.
Yo sabía que el duque de Rivas actual, cuando no era más que marqués de Auñón y
académico de la lengua, había publicado un tomito de versos, casi todos baladas,y todos
muy malos, sin casi.
Empecé á buscarle por las principales librerías de la corte, y en unas no habían oído
hablar de él, mientras en otras me decían al poco más ó menos: «Sí, aquí se vendía antes,
es decir, aquí estaba de venta que vender precisamente no se vendía, y quizá sea usted
el primero que pregunta por él... el primero después del autor, que preguntó varias ve-
ces; y como nunca se hubiera vendido ningun ejemplar, los retiró todos, diciendo que lo
necesitaba para regalar á los amigos...»
—¡ Pobres amigos!’—exclamé yo maquinalmente, y me fui, si no con la música, con el
deseo del libro á otra parte.(p.205). ¿Qué hubieran hecho ustedes en este caso’?.. Mas lo
que importa es saber lo que hice yo, y lo que yo hice fué seguir impertérrito buscando el
libro.
Discurrí pedírsele á un ilustre poeta amigo mío, que lo es (las dos cosas, mi amigo y poe-
ta), á pesar ser académico, y á quien, por esta última cualidad, debía de habérsele re-
galado el duque.
Así era, en efecto; mi amigo tenía el libro; sino que cuando le dije lealmente el objeto con
que se le pedía, no quiso dármele.
Ustedes creerán que aquí desistí ya de mi propósito, pues la verdad es que cualquiera
con esta serie de fracasos se aburre y deja el libro para no volver á acordarse de él en su
vida.
Pero precisamente por eso no me aburrí yo, porque yo no hago nunca lo que hace cual-
quiera. Yo me propuse hacerme con el libro, no hacerme del libro, como dice bárbara-
mente la Gramática de la Academia, y lo conseguí, sin que les importe á ustedes saber

- 328 -
ANTONIO ROLDÁN

cómo ni dónde. Etc. etc. »

7.ElsaberdeCueto
El Marqués de Valmar desde hace unos años, es defendido por ‘un redac-
tor joven de LaEpoca’contra la suave crítica mía de sus versos’, y refiriéndose al
cronista, anatematiza así Valbuena13:

« Un redactor joven..., digo, yo no sé siquiera si es joven, pero me parece que lo debe ser,
porque lo que escribe es bastante tierno, á más de que creo que él mismo lo dice que jo-
ven; un redactor joven de LaEpoca,parece que había comido alguna vez en casa de don
Leopoldo... pues... Augusto... vamos.., de Cueto (a) marquésdeValmardesde hace unos
años; ó por lo menos, había estado allí de tertulia, según él mismo dice, y se creyó en
obligación de defender ó de hacer como que defendía á don Leopoldo contra la suave
crítica mía de sus versos. Para lo cual escribió un articulejo con el título de cascotedemo
crático.(…)
Siempre es una buena cualidad y hasta una razón de bastante poder para explicar la de-
fensa de don Luis, aunque no de bastante fuerza para hacer que los versos malos del
marqués de Valmar dejen de ser malos. Pero lo peor es que da otras razones el señor
don Luis en favor de su defendido, mucho más débiles todavía que la de los recibi-
mientos afables».

8. Fernández Shaw, y cien más, con los variados tonos de su deleitoso
cantopoético.
He aquí el irónico juicio de Valbuena14 en los RipiosVulgares (cap. XIII), en
el que se lleva también de pasada a Cañete:

«Y tan joven yya tan.., mal poeta! que desde luego cayó bajo la protección de don Ma-
nuel Cañete.
El cual don Manuel…. le escribió un prólogo, ó cosa así para el primer tomito de versos,
diciendo que estos eran sublimes y otras cosas…; en fin, lo que puede decir un acadé-
mico del trapío de don Manuel; lo contrario de la realidad.
En trueque de lo cual, el joven diz que asegura que don Manuel es el poeta menos pe-
destre y de más vigorosa y alta inspiración de cuantos han invocado a las musas. ..El jo-
ven se llama Carlos Fernández, para servir y alabar a Cañete. Fernández yotro apellido
que unos pronuncian sa yotros so, pero que yo no sé apunto fijo cómo se pronuncia».

§IV.LAOMISIÓNDEVALBUENA.
Como puede comprobarse por las ejemplificaciones anteriores, los poetas
que Eduardo Calcaño reseña y califica en La Ilustración Española y Americana,

13 Ripios Aristocráticos XVII, p,160-1


14 Cf. Joaquín Serrano y Serrano. Polémicas…p. 191-194
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

merecieron un juicio bien distinto a D. Antonio de Valbuena. Es cierto que hay


otros poetas citados sobre los que el crítico guarda silencio; pero parece que
todos ellos o pertenecen a la aristocracia académica, o están amparados bajo el
cobijo académico. Vuelvo a preguntarme ¿que razón(es) hubo para no incluir a
Valbuena? ¿Por qué el seleccionador omitió su nombre? Poquísimos de los se-
leccionados han pasado a la historia literaria. Pero ¿qué sabemos del autor de
esta Crónica Literaria?

§V.¿QUIÉNESEDUARDOCALCAÑO?
Sólo puedo hacerme una pregunta sobre su identidad ¿Pertenece este
Eduardo Calcaño a la familia hispanoamericana de los Calcaños, dinastía según
Valbuena y que aparecen entre los nombres que el Diccionario de la RAE dedica
a los miembros de la misma ya sean de número, o bien correspondientes? Apa-
recen: Julio Calcaño, Secretario de la Academia venezolana, José Antonio Cal-
caño miembro de número, de la misma. Del primero, Valbuena dice en los Ri
pios Ultramarinos15

«Julio Calcaño, (…) Este vate, académico de la correspondiente de allá, pertenece á una
especie de dinastía de Calcaños, ya antigua en el país, todos ellos muy tentados á. escri-
bir versos, sin que ninguno haya conseguido, como poeta, pasar de la altura de su ape-
llido.
La composiei6n de Julio Calcaño se titula Acuarelay está dedicada á un señor AlirioDías
Guerra,que será otro mal poeta regularmente.
De estilo modernista, quiere, por el número de versos y la combinación de los conso-
nantes, parecer un soneto; pero no siendo sus versos endecasílabos, que son los propios
del soneto en castellano, sino de doce sílabas.., y tampoco de doce propiamente, sino de
siete y de cinco escritos cada dos como uno solo, más que á soneto suena á seguidilla
mal concertada»

Del segundo, Jose Antonio16, dice Valbuena:

«Pero todavía tenemos allá en Venezuela otro Calcaño no menos vate ni menos ripioso
que los conocidos, el cual se firma J. B. Calcaño y Paniza.
La composición de este vate.., y la llamo así porque de algún modo tenía que llamarla,
se titula Losmuertosdelmar, y lleva debajo del título el tema siguiente: (…)
Así, con la firma primero que el texto, lo pone el vate, sin duda por ir contra la costum-
bre general do poner primero el texto y debajo la firma.»

¿Constituyen los Calcaños una especie de clan, como pudo formarlo Mon-

15 Montón 4º capítulo I, pág.7


16 Montón 4º capítulo XIX, pág.283 y ss.
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ANTONIO ROLDÁN

tes de Oca (correspondiente de la Academia mejicana) y Roa Bárcena (aspirante


permanente) fustigados por Valbuena17?

§VI. Estas simples muestras ofrecen al lector, frente a las melosas (¿adula-
doras?) frases del cronista Calcaño una vigorosa visión del polemista, mordaz e
irónica, con hallazgos lingüísticos sorprendente vg.: Obligación de defender ó de
hacercomoquedefendía;todosmuymalos,sincasi;yonohagonuncaloquehacecual
quiera;ustedserámalescritor¿quédigo,será?loesustedpositivamenteetc.Etc.


§VII.LIMITACIÓNDELAMATERIA
Y quisiera en estas páginas escritas por motivos jubilares, acercarme a la fi-
gura de Valbuena, a sus escritos desde una perspectiva que aúne por un lado
mi condición de estudioso de la lengua y por ende la literatura, y por otro que
tenga en cuenta la especialidad de la persona a la que va ofrecido el homenaje:
la literatura hispanoamericana, terreno movedizo en el que solo prefiero gozar
de su, por lo general, sugerente escritura.
Un estudio pormenorizado de los escritores hispanoamericanos cuya(s)
obra(s) fueron literalmente vapuleadas por Valbuena, resultaría excesivo e im-
procedente para las páginas de un homenaje teniendo en cuenta que fueron
más de 70 los poetas analizados por el leonés, y de muy variada catadura temá-
tica.
He escogido, en consecuencia, una figura sola, acaso la más duramente va-
puleada – la de D. Ignacio Montes de Oca -. En Montes de Oca además, coincide
otra circunstancia; es del grupo de académicos extranjeros que aparecen en el
Diccionario de 1884 (12 ª edición) motivo para estar en el punto de mira de Val-
buena con lo que la unidad de tema se garantiza; so pretexto de la crítica de
Valbuena al Obispo de San Luís de Potosí, se permitió Valbuena ironizar, fusti-
gar o simplemente aludir negativamente a D. Marcelino Menéndez Pelayo (D.
Marcelino no entró al trapo de la polémica con Valbuena).
Y si se añade que Montes de Oca mereció ser recogido por Menéndez Pe-
layo en su Biblioteca de traductores españoles (acaso por la dedicatoria al polígrafo
santanderino que el Obispo hizo de sus Traducciones griegas), aunque en la His
toria de la Poesía Hispano-Americana le dedicara una simple nota a pie de pá-
gina18, queda justificada la elección del tema con los flecos indirectos.

17 Montón 4º capítulo XVII-XVIII


18 Historia dela Poesía Hispano-Americana,CSIC, 1948, tomo I p.137. Habrá que comprobar si la refe-
rencia de D. Marcelino, en su Biblioteca de traductores españoles, a Montes de Oca. no formaba
- 331 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

En tanto la biografía de Valbuena amplísima pudo ser conocida por medio


del Diccionario Enciclopédico Hispano Americano, la del Obispo mejicano en lo
esencial la sabemos por la obra de D. Marcelino aunque (en extensión al menos)
sea insignificante comparada con la publicada del leonés en la Enciclopedia.
Por curiosidad he consultado la HistoriadelaLiteraturaHispanoamericana19,
en cuyo vol. II debería aparecer nuestro autor y solo he encontrado en la pág. 94
una nota – la 7- en la que se da la irrelevante noticia, desde la perspectiva litera-
ria, de la convivencia política de Ignacio Monte de Oca y José Mª Roa Bárcena
calificados como conservadores frente a otros republicanos como Ignacio Ramí-
rez. Por cierto, Roa fue también acremente criticado por Valbuena en los Ripios
Ultramarinos20.
Por ello me permito traer a colación la biografía que D. Marcelino Menén-
dez Pelayo, trae del Obispo en su BibliotecaDeTraductoresEspañoles,III,Madrid
CSIC, p.430-31, con lo cual podrá juzgar la objetividad o el apasionamiento del
Obispo:

§VIII.BIOGRAFÍADEMONTESDEOCAYOBREGÓN,IGNACIO.

«Nació en Guanajato, capital del Estado de este nombre en la República de México, el 26


de julio de 1840.A los doce años comenzó sus estudios en un colegio de Inglaterra. Cur-
só las ciencias eclesiásticas en Roma, graduándose de doctor en Teología en 1862, y or-
denándose de presbítero el 28 de febrero de 1863, en la basílica de San Juan de Letrán. El
1865 se graduó de doctor en ambos Derechos. Cura párroco de Ipswich (Inglaterra)
donde hizo su aprendizaje de misionero, predicando en la lengua del país. Cura de
Guanajato, después; capellán de las tropas pontificias, promotor fiscal de la Curia de
México, capellán de honor del Emperador Maximiliano, camarero secreto de Su Santi-
dad en 1873, primer obispo de la diócesis de Tamaulipas, preconizado por Pío IX en
1871; obispo de Linares después y actualmente obispo de San Luís de Potosí. Las empre-
sas de su apostólico celo merecerían narración muy detenida, que no cuadra a propósito
de este libro. En su primera diócesis, levantó de planta el Seminario Conciliar, y la Cate-
dral, restaurando además muchas iglesias. Como obispo de Linares, sostuvo larga gue-
rra con el gobernador de Cohanila en defensa de las libertades de la Iglesia y combatió
enérgicamente la introducción del anabaptismo en aquella región fronteriza de los Esta-
dos Unidos.
En el mundo de las letras es conocido con el seudónimo de ( p, 431) IpandroAcaico,con
el cual ha firmado la mayor parte de sus trabajos poéticos. Entre ellos descuellan sus
traducciones en verso castellano de los Poetas bucólicos griegos (México. 1877; Madrid,

parte de la Antologíadepoetashispanoamericanos en cuatro volúmenes del fondo editorial de la


Librería de Don Victoriano Suárez, de la calle Preciados .
19 Madrid, Cátedra, 1987

20 Montón 1º, 2ª edición. capít. XVII, p. 207 y ss. Antes se había publicado en los RipiosVulgares.

- 332 -
ANTONIO ROLDÁN

r88o); odas de Píndaro(México, r882; Madrid, 1883). Tiene, además: traducida en parte.
la Argonauticade Apolonio de Rodas, yvarias anacreónticas y piezas sueltas de la Anto
logía Griega. De sus versos originales hay dos ediciones, muy aumentada la segunda
(México, 1878; Madrid, 1896). Tres voluminosos tomos encierran sus ObrasPastorales y
oratorias (México. 1883-1884), muchas de las cuales se habían impreso antes por sepa-
rado. En1868 fundó en Guanajato y redactó casi solo, unaRevistaCatólica,de la cual lle-
garon a salir dos tomos.
Reservamos para la Biblioteca grecohispana el estudio de los trabajos de este eminente
helenista, ornamento de la Iglesia de América».

§IX.Entrando ya en materia de este artículo, debo señalar como nota do-


minante de los escritos de Valbuena -no los de creación literaria: novelas, cuen
tos, parábolas etc.- una que impregna toda la obra denunciando la personali-
dad de su autor; me refiero al aire polémico de que la penetra, como buscando o
incitando a que se le plante cara, y, por otra parte, su ingenio y capacidad para
traer a colación asociaciones lingüísticas que le permiten zafarse y abandonar
por un momento su discurso, para devenir por otros derroteros donde se deja
indefenso a ese nuevo adversario evocado por la asociación y a quien á veces
tritura y pulveriza
Joaquín Soto y Soto21 ha publicado las polémicas particulares que mantuvo
con las figuras literarias del momento (ahora recogidas en su libro Antonio de
Valbuena, León 2007); pero esas largas diatribas no agotan su mordaz discrepan-
cia, sino que ya aparecerán esos personajes a lo largo de sus escritos indicados
con una frase, a veces muy corta, y que viene a ser como un recordatorio o aviso
al aludido de estar pronto a empuñar las armas dialécticas.
Sirva de muestra las referencias a Menéndez Pelayo, por la ilustre perso-
nalidad del santanderino. Y acaso deba empezar refiriéndome a las vacilaciones
que se dieron – y aun se dan- entre “Menéndez Pelayo” y “Menéndez y Pelayo”
para citar al glorioso polígrafo.. Creo que la razón hay que buscarla en la forma
de referirse Valbuena a sus polemizados; a D ª Emilia Pardo Bazán la llama Dª
Emilia Pardo, o el nombre completa, o D ª Emilia; a Menéndez Pelayo o sim-
plemente Marcelino o Marcelino Menéndez., o Marcelino Menéndez y Pelayo22;
todo ello para mortificar a los autores con una malignidad un tanto ingenua.
Por ejemplo en la crítica inmisericorde que Valbuena hace a D. Ignacio Montes
de Oca, obispo mejicano protagonista cuya crítica por Valbuena ocupará las
páginas que siguen, encuentro entre otras referencias:

21 Polémicas de Antonio de Valbuena con sus contemporáneos sobre la corrección gramatical y los
defectosdel Diccionario de la Academia, en EH.Filología,28,2006, pp.185-220
22 «Parece enteramente [la poesía que critica] de Marcelino Menéndez y Pelayo. Con lo cual ya está
dicho que no puede parecer poesía. Ni serlo.» (Montón 2º, VI,105)».
- 333 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

“Lo primero que yo leí del señor Montes de Oca fué una composición á Marcelino, otro
paganizante, pues, como dice el refrán, Dios los cría y ellos se juntan”(II, 7).
“La composición comenzaba diciendo á Marcelino Menéndez:” (II, 8)

Este procedimientos, se concreta y materializa de diversas modos según la


naturaleza de la obra, o del autor, criticados. En los RipiosUltramarinos sus dia-
tribas van contra poetas hispanoamericanos –o así se lo creen y denominan
ellos- vinculados o no, con la Academia. En el caso del obispo Montes de Oca el
pretexto de haber dedicado sus poesías a don Marcelino.
Pero también so pretexto de la dualidad fondo/formaarremete contra es-
critores peninsulares, como Dª Emilia Pardo Bazán, He aquí el texto de ‘Ripios
Ultramarino23 en el que por su temática, no debieran entrar escritores peninsula-
res con la extensión que le dedica:

«Puede que se figuren ustedes que las poesías no laureadas de D. Eduardo de la Barra
son mejores que las favorecidas con el premio en el certamen sugestivo del Sr. Varela.
Porque, como peores, ya no cabe... Pues no, no son mejores. Verdad es que peores no
podían ser; pero podían y pueden ser, y, en efecto, son igualmente malas. Duras y des-
aliñadas en la forma; frías, insustanciales y llenas de prosaísmos en el fondo. Y eso que
del fondo no quiero hablar.
«Porque como la señora Doña Emilia Pardo Bazán, en ese Nuevoteatrocríticoque escribe
mensualmente, poco más que para su particular uso24, creo que ha dicho que no veo
apenas más que la superficie de las cosas, podía parecer que trataba de defenderme de
ese cargo si hablara del fondo; y nada hay más lejos de mi ánimo que hacer semejante
defensa.
No la necesito, á Dios gracias. etc.25

23 Montón Primero IX., 99 y ss.


24 En mi opinión, Valbuena hace un casi desapercibido juego de palabras en el sintagma ‘para su
particularuso’.Segmenta el vocablo como particular, -con primera articulación- dejando aho-
ra la frase convertida en una infamante valoración de los escritos del NuevoTeatroCrítico: sólo
sirven para poco más que un ‘uso higiénico’. Tal expresión la reitera Valbuena al menos en
otra ocasión. Una Agudeza nominal basada, en mi opinión, en la falsa 1ª articulación que Val-
buena hace de la palabra ‘particular’= parti-cular.
25 Merece la pena acabar la transcripción del texto por los ataques sutiles contra la Pardo; ha sido

publicado por Serrano y Serrano en las Polemicas…, y ensu libro Don Antonio deValbuena:
«Pues ya se sabe que la buena de Doña Emilia dijo esa y otras cosas, contra lo que siente, para
ver de congraciarse con los académicos, porque tiene el afán de ser académica.
Y, naturalmente, ha pensado: «Qué cosamás grata para los académicos puedo yo hacer que escribir
algo contra Valbuena?... Por una cosa así han hecho académico á Comelerán, el cual no escri-
bió, porque no sabe, pero firmó con el barbarismo de Quintiliusunos artículos contra Valbue-
na escritos por Tamayo, Cañete, Marcelino, Cánovas y otros... Pues manos a la obra.»

- 334 -
ANTONIO ROLDÁN

Volviendo á las poesíascon pe encarnada de D. Eduardo, verán ustedes cómo son las que
no han recibido premio. etc. etc. »

Y continúa ya con el poeta correspondiente de la Academia, D. Eduardo de


la Barra.
Para concluir estas referencias a Dª Emilia, diré que no solo es en este mon-
tón, sino también en Ripios Ultramarinos, Montón II26, p.92. en donde Valbuena
la saca a relucir; fue de hecho la polémica más continuada y duradera (que no
son sinónimos) que mantuvo Valbuena.
 

§X.LACRÍTICADEVALBUENA
Con distintas variantes, es la dualidad fondo /forma la que (no podía ser
de otra forma) vertebra gran parte de su crítica, mordaz a veces, divertida como
para no tomar en serio al criticado etc. etc.

1. La cacofonía –privación de armonía, como la llamará- le produce a Val-


buena un espasmo de tal índole que se le hace insufrible en cualquiera de sus
manifestaciones y da la impresión que la persigue con tenacidad implacable
porque denota la mala índole y calidad del verso:
He aquí la dedicatoria que Montes de Oca pone a su obra dirigida a D. Marcelino

«Hijo queridodelagriegamusa,
Glorianacientedelhispanosuelo!
Agradecido te saluda Ipandro,
¡ínclitopúber!»

Para inmediatamente continuar:




Y se decidió Doña Emilia. Porque lo que es el afán de ser académica le tiene tan desapodera-
do, que cuando se enteró, ó creyó enterarse, de que el obstáculo más serio que tenían los aca-
démicos para recibir á una señora, era el temor de verse privados de contar en las sesiones
cuentos verdes, que es su entretenimiento favorito, dio ella en escribir novelas verdes (Morri
ña, Insolación, Una cristiana, etcétera), como queriendo demostrar que no la asustarían los
cuentos aunque verdiguearan [creado por Valbuena frente a la Academia] un poco, siendo el
verdor artístico... Porque Doña Emilia se suele disculpar (p. 101) de las verdosidades de sus
novelas, diciendo qué el artees independiente y que el arte es libre, etc. ¡Ah, mi amiga Doña
Emilia! Porque la quiero á usted bien se lo digo. Crea usted que no hay semejante libertad ni
tal independencia del arte. Ni el arte ni ninguna manifestación del pensamiento humano es
independiente de Dios y de su ley santa.
Créalo usted ahora; no aguarde usted .á creerlo á la hora de la muerte»
26 Capit. VI, p. 92-96

- 335 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

«¿Cómopagarte la preciosalira
que me mandaste de tu amor en prenda?
Aunque me pides mi zampoña en cambio
Dártelatemo...»

Y este verso final desencadena en Valbuena el aluvión de su estro satírico o


irónico, que engloba tanto al dedicador como al que va dirigida la dedicatoria.

« Darte-la-te-mo... Te-la-te... ¡Qué suavidad y qué dulzura y qué combinación tan ele-
gante!; irónica expresión, decimos nosotros, justificable tan solo para una aliteración y
no a una combinación silábica como la señalada: te-la-te.
« ¡Y luego, todo un señor obispo andar ahí con la monada de la zampoña para significar
sus malos versos, y con el embuste de la lira preciosa para significar los de Marcelino,
igualmente malos!... »

Y continúa con otra estrofa en cuyo contenido aparece la dualidad que ve-
nimos comentando de forma vs. fondo:

« ¿Pueden mis cañasá las cuerdas de oro


Ser comparadas,yal ebúrneoplectro
Con que los himnos de Catulo y Safo
Blandorepites?!... »..

¡Y tan blando! ... Como que los repite con todas sus obscenidades asquerosas. [fondo]
Que por lo demás, los versos de Marcelino Menéndez son tan duros y tan malos como
los de su amigo [forma]
Los cuales, según se ve, además de la insulsez del fondo, tienen asonantados [forma] los
hemistiquios:
«Cómo pagarte.
Que me mandaste...
Pueden mis cañas...
Ser comparadas...»
Y tienen asonantados los versos de una estrofa con los de la siguiente:
«Dártela temo...
Ebúrneo plectro...»
Todo lo cual, en estos versos libres de la sujeción del consonante y privados de ese ele-
mento de armonía, es defecto insufrible.
¡Ah! Pero... ¡pluguiera á Dios que los del señor obispo no tuvieran más que ese!»

Y al comentar la estrofa que comienza «Crucen los mares / y á tus manos


lleguen…», en la que el poeta desea que sus cantos pastoriles lleguen a manos
de Marcelino, cantos que al castellano ha vertido del ‘nativo ritmo dórico’, Val-
buena comenta de una forma que se convertirá en habitual. “X no está bien,
pero lo demás tampoco”: como se ve una construcción que rompe la secuencia
- 336 -
ANTONIO ROLDÁN

lógico-sintáctica esperable “X no, pero Y sí” cuando X e Y pertenecen a órdenes


distintos, y que se hace inesperada y por tanto fuera de lo trivial, si X e Y son
subconjuntos de un mismo orden que se contradicen: “X no, pero Y tampoco”.
Y así comenta Valbuena: Nativoritmonoestábien.Perolodemástampoco.
2. Las cuestiones métricas constituyen otro punto de crítica de Valbuena;
así por ejemplo, acentuaciones de endecasílabos sáficos que en vez de 4ª y 8ª
silabas, llevan además acento en la 6ª; tal como en el verso “los que modulo
férvidoscantares”. Verso que además le sirve para criticar la impropiedad adje-
tiva de ‘férvidos’, atribuyendo a los cantares del obispo precisamente el antó-
nimo:’A más que los cantares de usted no son férvidos, sino fríos como la nie-
ve’. La descalificación -por la impropiedad- la resuelve en muchos casos
devolviendo al texto la palabra propia, generalmente su antónimo. Está hacien-
do onomasiología.
3. Y es claro que Valbuena no desaprovecha la ocasión de criticar el fondo,
cuando la palabra así lo exige; hace sociología semasiológica: las palabras para
el lector tienen virtualidades que es preciso vigilar y denunciar los daños posi-
bles que puedan ocasionar. Y así, los ‘férvidos cantares son el métrico fruto [=
cantos pastoriles] de tiernos años o forzados ocios”. Y aquí se desencadena una
diatriba contra la pasividad de los cristianos –y más en un Obispo-

« ¿Qué forzados ocios?... No, señor. Un obispo no puede tenor ocios.Si no le da bastante
que hacer el gobierno de su diócesis, ó se ve por fuerza mayor privado de gobernarla,
que se ocupe en escribir; pero no métricosfrutosó versos insustanciales y paganos, apo-
logías de la Religión Cristiana.
¡Pues apenas hay necesidad en estos tiempos malaventurados de defender la Religión
Como que parece que sigue cumpliéndose en ella la profecía de David, ya cumplida en
nuestro Redentor Divino (….) [p. 13] Y cuando tantísimos becerros mugen por todas
partes, en ateneos, academias y periódicos, contra la Religión de Cristo, uno de sus
guardadores se entretiene en hacer chucherías feas y hablar de la zampoña y rebauti-
zarse de árcade romano... ¡Por Dios, señor obispo!... Piense usted en que ha de ser juz-
gado, y muy duramente.(….). Piense usted que se le ha de pedir estrecha cuenta del
tiempo desperdiciado».

Objetivamente, muchas veces la crítica de Valbuena mezcla, o no distingue


el plano de los mundos poéticos o virtuales y el de las realidades morales: en
otras palabras ambos son mundo que tienen sus propias reglas y no resulta por
razones de decoro literario un intercambio de las pautas que gobiernan unos y
otras.

4. Esta dualidad fondo/forma articula muchas de sus críticas .Y así en pág.


16 ante la concurrencia de tres aes seguidas, Valbuena sentencia en una compa-
- 337 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

ración simétrica y popularmente bien acreditada:

«Dice el aforismo:
No hay obligación de tocar las castañuelas; pero, de tocarlas, hay que tocarlas bien; y de
no tocarlas bien, no tocarlas.
Tampoco tiene nadie obligación de hacer versos; pero el que los haga, tiene obligación
de hacerlos bien; y de no hacerlos bien, no hacerlos»

Es el respeto a las leyes métricas (una de las manifestaciones de la forma) el


que debe ser observado en armónica conjunción con el fondo que tiene para
Valbuena en mi opinión, prioridad sobre los aspectos exclusivamente materia-
les. Y así encontramos a propósito del siguiente inicio de la estrofa «No te aver-
güence de Neptuno y Ceres /en tus cantares invocar los nombres...», el siguiente co-
mentario:

[p.16]«Pues sí, debe avergonzarle, sí, señor; porque para un cristiano es vergonzoso in-
vocaresas tonterías.
«No te avergüences de Neptuno y Ceres
En tus Cantares invocar los nombres;
Cubra tan sólo sus divinasformas(¡!)
Púdicomanto. »
Bueno: los quiere vestir á la moderna... ¿Y saben ustedes que estarían bien, Neptuno
vestido de sietemesino, y Ceres y Venus de coristas de Mam’zelleNitouche!
Qué cosas discurren estos obispos clásicos, académicos!
Todo esto aparte de aquella tontería -por caridad no la llamo más que tontería- de las di
vinasformas.
Y aparte de que eso es confundir la forma con el fondo; porque se puede imitar la forma
griega sin invocar á Ceres ni á Neptuno, pues la mitologíanoesforma griega, sino fondo
de lapoesíagriega».

Una ultima muestra del tipo de comentario que hace Valbuena a propósito
de la siguiente estrofa:
«Del frionorte las heladashojas
Arroje al fuego la piadosaEspaña;
A Victor Hugo la cristianapuerta
CierrePirene.»

El poema servirá de pretexto para otra cuestión más ideológica y acuciante,
y discutible: “Si fue el Renacimiento clásico un retroceso frente a la visión teo-
crática de la Edad Media”.

«Bueno, que se la cierre. Pero ¿qué adelanta con cerrar la puerta á Víctor Hugo, si se la.
abre á Teócrito y á todos los cantores de la materia y de los placeres sensuales?

- 338 -
ANTONIO ROLDÁN

[p.18]Y por otro lado, ¿cree el señor obispo que nos va á convencer de la necesidad ni
aun de la utilidad de manosear los clásicos paganos, con estrofas tan prosáicas y tan ri-
piosas como esa del norte fríoy las hojas heladasy los muchos epítetos y los asonantes de
cierrey Pirene»

¡Ya, ya!
El ejemplo es para convencer á cualquiera... de lo contrario.
Y concluye:
«Renacimiento clame de Cantabria
Allá en los montes ¡inspirado vate!
Renacimiento clame en las aztecas
Playas Ipandro»

Bueno, clamen usted y él todo lo que quieran, porque nadie les ha de hacer caso.
Pero es muy triste, crea usted que es muy triste, oir á un obispo clamar desgañitándose:
¡renacimiento!¡renacimiento!á estas horas, cuando todos los hombres de sana inteligencia
y recto corazón están convencidos de que el renacimiento es la vuelta á la barbarie.
Y de que el renacimiento del siglo xvi fue el que paró aquel generoso impulso, el que
atajó aquella gran corriente de ideas elevadas y nobles que venía de la Edad Media y
que no se sabe á qué altura de prosperidad espiritual hubiera llevado á las naciones cris-
tianas.».

Obsérvese cómo Valbuena desliza su crítica desde lo puramente formal


(esas rebuscadas imprecaciones debidas a los hipérbatos, dirigidas al ‘ínclito
vate= Menéndez Pelayo’; ‘a Ipandro= Montes de Oca’); y los lugares comunes
para indicar su procedencia:’aztecas playas=Méjico (la parte por el todo); ‘Mon-
tes de Cantabria=Santander (con reiteración de la poco atractiva figura anterior,
y a la que tampoco falta su hipérbato correspondiente). Rasgo este -el de los
hiperbatones- –como los llamaría Jiménez Patón- que abunda excesivamente
oscureciendo en algunos casos el sentido.
El lector constatará en las páginas de Valbuena que toda su sátira e ironía
se resuelve en una crítica sobre el fondo (ideología, en sus distintas modalida-
des), o sobre la forma que rompe la armonía de los versos. Eso sí, hecha con
humor o mordacidad la mayoría de las veces…. mordacidad que pocas veces
hace llegar la sangre al río.

ANTONIOROLDÁNPÉREZ
Universidad de Murcia

- 339 -
SOBRELIBROSENINDIAS:DESUEXISTENCIA
YCOMERCIOENCUBAENTRELOSSIGLOSXVIYXVII

1.INTRODUCCIÓN.
Desde el comienzo de la conquista de América llegaron desde la Península
libros de diversos géneros1. La llamada literatura popular llegó al mismo tiem-
po, con el resto de la sociedad civil y militar. Prueba de ello es el conocimiento
que tenían el propio Bernal Díaz del Castillo y varios soldados de Hernán Cor-
tés de los libros de caballerías2. Concretamente, Jerónimo de Aguilar cuando fue
encontrado prisionero de los indios yucatecos por la gente de Cortés en el año
1519, entre sus escasas pertenencias, conservaba un libro3.
La mayoría de aquellos pequeños libros, sobre todo los de comedias, llega-
ban sin cubiertas, en forma de folletos y su vida era efímera. Además, la mayor
parte de esas obras eran "recicladas" por las autoridades para aprovechar el
papel; pues la escasez de este artículo en los virreinatos era constante, como
veremos más adelante4. A todo ello debemos añadir el factor climático -con
unos índices de humedad altísimos-, que junto con las catástrofes naturales y
los avatares políticos constituyen las principales razones de que fuera casi im-
posible la supervivencia física de alguna de estas obras, o de los clásicos del
llamado Siglo de Oro.
Pero la existencia de estas publicaciones la corrobora, por ejemplo, la con-
cesión del monopolio del comercio de libros con México al conocido tipógrafo
Jacobo Cromberger, desde 1500 hasta 15255. Ante la ausencia de listados de
exportación de libros al Nuevo Mundo, para saber cuáles eran las preferencias
en la lectura, el inventario de existencias que dejó a su muerte en 1540 su hijo
Juan Cromberger nos puede ilustrar sobre esta cuestión. En dicho listado se
destaca una gran variedad en obras de ficción, una literatura en la que una can-
tidad importante de títulos estaban prohibidos. En el citado listado encontra-
mos, por ejemplo: 1017 ejemplares de EspejodeCaballerías, 446 AmadísdeGaula,
800 Troyanas, 823 DoncellaTeodor, 550 CaballerosOliverosdeCastilla, 325 Celestina

1 TORRE REVELLO, J. Ellibro,laimprentayelperiodismoenAméricaduranteladominaciónespañola. Buenos


Aires: Jacobo Peuser, 1940.
2 LEONARD, Irving A. Loslibrosdelconquistador. La Habana: Casa de las Américas, 1983, pág. 83.

3 DÍAZ DEL CASTILLO, B. HistoriaverdaderadelaconquistadelaNuevaEspaña. La Habana: Ed. Consejo

Nacional de Cultura, 1963, tomo I, pág. 82.


4 LEONARD, Irving A. Op.cit., pág. 219.

5 GESTOSO Y PEREZ, J. Noticiasinéditasdeimpresoressevillanos. Sevilla: Diputación, 1924.

- 340 -
JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BAENA

y un largo etc6. Los derechos exclusivos de que gozaba esta familia de impreso-
res, hacen suponer que una parte considerable de todos estos libros se destina-
ban al incipiente mercado ultramarino7. Además, el envío de libros a Indias,
aunque debía seguir los trámites requeridos por la Casa de Contratación a cual-
quier otra mercancía, gozaba de la exención de pagar tributos, privilegio que se
mantuvo especialmente durante el reinado de los Reyes Católicos, quienes en
una pragmática dada en 1480 la hicieron extensiva a los libreros, y que fue re-
frendada en 1548.
No es de extrañar que una buena parte de la legislación de estos primeros
años, en lo que a materia de libros se refiere, estuviera centrada en detener la
introducción de cierta literatura profana (algunas obras de romances, caballería,
etc). Así, el 4 de abril de 1531 se dicta una Real Cédula dirigida a los oficiales
reales de la Casa de Contratación de Sevilla en los siguientes términos:

"...yo heseydo ynformada qse pasan alas yndias muchos libros de Romançe deystorias
vanas yde profanidad como son el amadis y otros desta calidad ypor que este es mal
exerçiçio para los yndios e cosa en q no es bien qse ocupen ni lean por ende yo vos
mando q de aqui adelante no consyntays ni deys lugar apersona alguna pasar a las yn-
dias libros ningunos de ystorias y cosas profanas saluo tocante ala Religion xthiana e de
virtud en quese exerçiten y ocupen los dhos yndios e los otros pobladores delas dichas
yndias por que a otra cosa no se ha de dar lugar"8.

Prohibición que no tuvo mucho éxito, a tenor de la repetición que se hace


en otras Reales Cédulas posteriores, como lo demuestra la del año de 1543, pero
esta vez dirigida al Presidente y Oidores de la Audiencia del Perú, ordenándo-
les que no consientan vender, ni que haya en su distrito libros de romances,
fábulas y otras materias profanas9.
A una fase inicial de prohibición legal de este tipo de obras en la primera
mitad del siglo XVI, le seguiría otra de medidas de control cada vez más ex-
haustivas. Para ello, paulatinamente se fueron poniendo en marcha una serie de
filtros que evitaran el paso a los nuevos territorios de una cada vez más larga
lista de temas y de obras prohibidas. Así, por ejemplo, en 1550 por medio de
una Real Orden de Carlos I, la Casa de Contratación se encargaría de revisar
todos y cada uno de los libros, y de exigir a los remitentes una declaración de
los temas que trataban: "que quando fe huvieren de llevar á las Indias algunos

6 LEONARD, Irving A. Op.cit., págs. 86 y 87.


7 GESTOSO Y PEREZ, J. Op.cit., págs. 86-99.
8 Archivo General de Indias (AGI). IndiferenteGeneral. Leg. 1961, lib. II. También ha sido reproducida por

J. Toribio Medina y J. Torre Revello.


9 AGI. Lima. Leg. 566. Libro manuscrito, 1543-1548.

- 341 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

libros de los permitidos, los hagan regiftrar expecificamente cada vno, decla-
rando la materia de que trata, y no fe regiftren por mayor"10.
Unos años después, fue Felipe II en 1556 y 1560 quien sancionó y ratificó
una Real Orden en los siguientes términos: "no confienta, ni permitan que fe
imprima, ni venda ningun libro, que trate de materias de Indias, no teniendo
efpecial licencia defpachada por nueftro Confejo Real de las Indias, y hagan
recoger, recojan y remitan con brevedad á él todos los que hallaren, y ningun
Impreffor, ni Librero los imprima, tenga, ni venda; y fi llegaren á fu poder, los
entregue luego en nueftro Confejo"11. El incumplimiento de la misma acarreaba
a los impresores y libreros una fuerte multa de 200.000 maravedis y la pérdida
de la imprenta con todos sus instrumentos12. Además, en las visitas que se efec-
tuaban a las embarcaciones, otra Real Cédula ordenaba a los oficiales reales que
se reconocieran todos los libros, y que los prohibidos se entregasen al Santo
Oficio13. En 1585, también se ordenaría a los funcionarios de la Real Hacienda
en América que revisaran las naves que arribaban a puerto por si se encontraba
algún libro a bordo de los denominados prohibidos14.
Por tanto, no parece ilógico pensar que muchas de estas obras que se ex-
portaban pasaran por la Isla de Cuba, y que algunas podrían haberse quedado
en esas tierras. A ello tenemos que añadir la apertura de una sucursal en 1525
en México y el posterior establecimiento de la primera imprenta americana en
1539 por Juan Pablos; con lo que no es de extrañar -debido a las relaciones ma-
rítimas existentes entre estas dos zonas- que también llegaran algunos impre-
sos. Todo ello nos permite inferir que desde un principio podían encontrarse
tales obras en Cuba, ya que junto con Santo Domingo era de donde partían la
mayoría de las expediciones hacia Tierra Firme.
Ahora bien, de todas las obras que pasaron a los territorios ultramarinos
las que menos cortapisas encontraban eran las de temática religiosa; que fueron
las que preferentemente el clero llevó consigo (biblias, breviarios, estampas,
etc.). Lógicamente hacía falta difundir la religión, y para ello se necesitaba que

10 RECOPILACIONdeleyesdelosReynosdelasIndias.MandadasimprimirypublicarporlaMagestadCatólica
delReyDonCarlosII,NuestroSeñor. Libro I. Título XXIV. Ley V. Madrid: Ivlian de Paredes, 1681.
Hay reimpresiones hechas en 1756, 1774, 1791 y 1841). La edición consultada es un facsímil publi-
cado en 4 volúmenes en Madrid en 1973.
11 Ibidem.

12 Real Cédula. Valladolid, 5 de septiembre de 1550. RecopilacióndeleyesdelosReynosdelasIndias. Libro I.

Título XXIV. Ley V. Madrid: Ivlian de Paredes, 1681.


13 Real Cédula. Valladolid, 9 de octubre de 1556. RecopilacióndeleyesdelosReynosdelasIndias. Libro I.

Título XXIV. Ley VII. Madrid: Ivlian de Paredes, 1681.


14 Real Cédula. Madrid, 18 de enero de 1585. RecopilacióndeleyesdelosReynosdelasIndias. Libro I. Título

XXIV. Ley VI. Madrid: Ivlian de Paredes, 1681.


- 342 -
JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BAENA

los nuevos súbditos conocieran la lengua del conquistador15. A la vez, también


comenzaba a considerarse necesario ofrecer algún tipo de enseñanza para los
naturales y para la gente que pasaba a Indias con un bajo grado de alfabetiza-
ción. Por ello, otro buen contingente de libros de los permitidos para Ultramar,
fue de temática educativa, para la enseñanza del castellano y el latín (gramáti-
cas). Sirva de ejemplo, una lista de libros recogida por Leonard para ser vendi-
dos en México en 1576, donde encontramos títulos como Rudimentosoprincipios
degramática, Principiosderetórica, InSyntaximscholia de Juan de Mal Lara. Dic-
cionarios, tratados de retórica y gramática, como el siempre presente Artedela
Lengua de Elio Antonio de Nebrija (1442-1522) y, Deelegantialinguaelatinae de
Lorenzo Valla (1407-1457)16.
Los privilegios otorgados y concesiones destinadas a favorecer, desde los
primeros años, cierta educación y sus vehículos oficiales, los libros, se ve refle-
jada en la Isla cuando en 1523, por una Real Cédula se ordenaba a los Oficiales
Reales de Santiago de Cuba que dejasen habitar, sin costo alguno, una casa pro-
piedad de la corona a Achilles de Holden, "maestro de mostrar gramática" y de
origen flamenco17. También, Torres Cuevas señala, que gracias al obispo Juan de
Wite, se debe la existencia desde 1522, de un "maestrescuela" y de un maestre
de música en Santiago18.

2.LASPRIMERASNOTICIASDELIBROSENCUBA.
La primera noticia constatable de la existencia de libros en la Isla data de
1525, en Santiago en el testamento del cirujano Domingo de Alpartil, que dejó
entre sus bienes "...15 volumenes de libros grandes con ciertos cuadernos de
libros", además de un "librillo que se dice MemorialdePecados"19. Posiblemente
sea la referencia más antigua conocida de un título en la Isla. A partir de este
momento, y hasta la segunda mitad del siglo, son casi inexistentes las referen-
cias a este tema.

15 Sobre material iconográfico conocemos en 1588, el "recibo de dote otorgado por Nicolás de los Reyes,
soldado de la fortaleza de la Havana, de los bienes, ropas y alhajas traidos en dote por su mujer
Mari Sánchez, la moza". Entre estos aparecen "quarenta y çinco estanpas (apreçiadas) en quarenta
y çinco rreales". ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana. Escribano Martín Calvo de la Puerta. 20
de julio de 1588. IV, fol. 295.
16 LEONARD, Irving A. Op.cit., págs. 150 y 151.

17 Archivo Nacional de Cuba (ANC). AcademiadelaHistoria. Leg. 50, exp. 332.

18 TORRES-CUEVAS, E. El obispado de Cuba: génesis primeros prelados y estructura. Santiago (Santiago

de Cuba), jun.-sept., 1977 (26-27). Pág. 87 y ss.


19 AGI. SantoDomingo. Leg. 124. También GARCÍA DEL PINO, C. y FUENTE GARCÍA, A. de la. Intro-

ducción a la cultura en Cuba en los siglos XVI y XVII. Elementos para un nuevo enfoque. Revista
delaBibliotecaNacionalJoséMartí. Núm. 2, 1989, pág. 9.
- 343 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

La designación de La Habana en 1561 como el principal puerto de escala al


implantarse el sistema de flotas del comercio de Indias, provocó que Cuba, y
concretamente la región occidental, pasara a un primer plano, y comenzara a
consolidarse como uno de los enclaves más importantes de América, relegando
a un segundo plano la zona oriental de la Isla. Por otra parte, la vida cultural
durante la segunda mitad del siglo XVI fue bastante reducida. Tan solo la labor
docente de religiosos dejaba su huella. Sí sabemos, que en el Cabildo de 11 fe-
brero de 1569 se acordó: "Ansi mismo se trató en este cabildo que por cuanto Su
Señoria determina á su costa fundar en esta villa un colegio de la órden de la
compañia de Jesús á donde sean doctrinados los hijos de vecinos de toda la Ysla
ó de otras cualesquier partes que quisieren venir y ansi mismo para los hijos de
caciques y otro niños é indios de la Florida que ocurrieren donde se han de leer
y enseñar todas ciencias y artes"20. No hemos encontrado noticia de la puesta en
marcha de lo que hubiera sido el primer colegio en la Ciudad. Ramiro Guerra,
nos comenta que unos pocos jesuitas, de paso en La Habana, llegaron a impartir
instrucción entre los años 1568 y 1574. La institucionalización conocida de la
enseñanza, llegaría al establecerse los franciscanos en 1574 y los dominicos en
1578 en La Habana21, y presumiblemente con ellos viajaría también un buen
número de libros. Todo ello hacía, como consecuencia, que aumentaran las ne-
cesidades de papel en la Ciudad. Así, hemos localizado varias obligaciones por
compras de mercancías, entre las que se encuentra el preciado género:

"Obligación contraída por Juan Ortiz, vecino de la Havana, a favor de Bartolomé de Mo-
rales, también vecino y regidor de esta villa, por 150 ducados en buena moneda de Cas-
tilla, que le debe de ciertas mercancías que le compró (...) una rresma de papel en se-
senta rreales"22.

"Obligación contraída por Alonso de Molina, vecino de la Havana, a favor de Diego de


Lara, mercader, vecino de esta villa por 1.500 reales de plata de a treinta y cuatro mara-
vedís el real, que le debe por mercancías que le compro (...) Yten una mano de papel dos
reales"23.

20 Existen trasuntadas y publicadas varios años. Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana. La
Habana: Municipio, 1939, tomo II (1566-1574), pág. 99.
21 GUERRA Y SÁNCHEZ, R. ManualdeHistoriadeCuba. La Habana: Cultural, 1938, pág. 91.

22 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana. Escribano Juan Pérez de Borroto. 20 de octubre de 1579. I, fol.

1036. ROJAS Mª.Tª. de. IndiceyExtractosdelArchivodeProtocolosdelaHabana15781585. La Haba-


na: Imprenta Úcar, García y Cia., 1947, págs. 245-246.
23 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana. Escribano Martín Calvo de la Puerta. 30 de junio de 1586. III,

fol. 442. ROJAS Mª.Tª. de. Índice y Extractos del Archivo de Protocolos de la Habana 15861587. La
Habana: Imprenta Burgay y Cia., 1950, pág. 116.
- 344 -
JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BAENA

"Obligación contraída por Rodrigo Ortiz, vecino del Puerto Principe, estante en la
Havana, a favor de Juan de Cabrera Betancor, vecino de esta villa, por 600 ducados de a
once reales de plata cada uno (...) mercancías: (...) una rresma de papel a tres rreales la
mano.... 60 reales"24.

El primer antecedente sobre adquisición de libros por parte de una institu-


ción lo encontramos en La Habana, data de 23 de agosto de 1577, y se refiere a
la propuesta de compra por parte del Cabildo de los libros titulados Recopilación
deLeyesdeIndias, LibrodeOrdenesReales y LibrodelasSietePartidas de Alfonso X
el Sabio25. Una semana después se informa que se compraron dos libros de la
RecopilacióndeLeyesdeIndias, con un costo de 16 ducados, que se guardaron en
el Cabildo26. Es evidente que las obras legislativas civiles y canónicas funda-
mentales eran indispensables para la vida diaria de estas jóvenes poblaciones.
Por otra parte, en 1588 hemos localizado que un "estante" de La Habana pago
una deuda a un vecino de Jamaica, a través de una venta de ciertas pertenencias
que tenía en Santiago de Cuba, mediante un poder otorgado, en donde entre
éstas aparecen unos libros, de los que no conocemos nada más, por estar dete-
riorado el documento, precisamente en ese lugar:

Poder de Diego Muñoz, estante en la Havana a favor de Pero de Rivas, vecino de la isla
de Jamaica, para cobrar del depositario general de la ciudad de Santiago de Cuba, 608
reales "que se hicieron en almoneda en la dicha ciudad de Santiago de Cuba, de cierta
ropa mia (...) donde hizo dexación a la justicia de la dicha mi casa con la rropa que de-
ntro llevaba (...) y tres o quatro libros de........y otras minudencias que no me acuerdo,
que todo se bendió en la dicha ciudad de Cuba, por mandado de la justicia: para otorgar
la carta de pago correspondiente"27.

Éstas y otras cuestiones nos corrobora la necesidad y existencia de cierto


comercio librario difícil de determinar, ya que no sólo pasaban obras permiti-
das. La aparición de títulos prohibidos en las colonias hacía que se controlara
no sólo su salida desde Sevilla, sino también la entrada en puertos americanos.
Y así consta en el interrogatorio realizado en 1587, al maestro Pedro de Aguirre

24 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana. Escribano Martín Calvo de la Puerta. Octubre de 1588. IV, fol.
542. ROJAS Mª.Tª. de. ÍndiceyExtractosdelArchivodeProtocolosdelaHabana1588. La Habana: Ed.
C.R., 1957, pág. 249.
25 Museo de la Ciudad de La Habana (MCLH). Actas Capitulares de La Havana. 23 de agosto de 1577.

Libro 2, fols. 198-201.


26 MCLH. ActasCapitularesdeLaHavana. 30 de agosto de 1577. Libro 2, fols. 201-204.

27 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana. Escribano Martín Calvo de la Puerta. 23 de agosto de 1588. IV,

fol. 427. ROJAS Mª.Tª. de. IndiceyExtractosdelArchivodeProtocolosdelaHabana1588. La Habana:


Ed. C.R., 1957, págs. 208-209.
- 345 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

al arribar a La Habana: al que entre otras preguntas se le hizo la de "...si traen


libros de los prohibidos"28. Además, el miedo se basaba, por ejemplo, en hechos
como que "los pescadores vascos apresaron en Terranova 24 navios de mal-
hechores (...) siendo de notar que a su bordo se encontraron Biblias de Ginebra
y barajas con figuras ridiculizando las ceremonias del culto católico"29. A finales
de la centuria, y a tenor de los registros de embarque, podemos decir que co-
mienza a consolidarse un comercio más o menos continuo de libros, con los
territorios ultramarinos30. Quizás, por todo ello, en 1599 un tal Luis de Salas, en
exposición dirigida a la Corona, aconsejaba dotar a La Habana de un comisario
de la Inquisición, dependiente del Tribunal de México31.
Una serie de actuaciones a finales del siglo XVI comenzarían a consolidar a
La Habana como la población más importante de la Isla. En 1592 se le otorgó el
título de Ciudad, se iniciaron las construcciones de las fortalezas de El Morro y
la Punta, aunque ya contaba con un importante astillero, así como con un grupo
de comerciantes y artesanos que iban en aumento. Aunque no hay datos exactos
y fiables para la población de Cuba durante los siglos XVI y XVII, según José
María de la Torre, "En 1598 la población (La Habana) constaba de 800 vecinos ó
sean 4.000 habitantes"32. Además, había que sumar una incipiente industria
azucarera impulsada por la corona y apoyada por los grupos de poder tanto
gubernamentales como eclesiásticos, que dieron como resultado una recupera-
ción económica y una aparente mayor preocupación en el ámbito cultural y
educativo33.
Así, en el tránsito de un siglo a otro en La Habana, el cabildo destinaba
unos 100 ducados al año a costear un maestro de gramática, encargado de la

28 AGI. SantoDomingo. Leg. 118, exp. 194B.


29 FERNANDEZ DURO, C. LaArmadaespañoladesdelaunióndelosreinosdeCastillayAragón. Madrid:
Museo Naval, 1973, tomo 2, pág. 339.
30 Es precisamente en la década de los noventa cuando son más o menos regulares los envíos "oficiales"

de cajas de libros a las principales ciudades coloniales. Véase AGI. Contratación. Leg. 1126, 4 y 9 de
septiembre de 1598; Leg. 1131, 7 de junio y 13 de julio de 1599; Leg. 1134, 2, 6 y 17 de junio de
1600.
31 GUERRA SÁNCHEZ, R. et al. Historia de la Nación Cubana. La Habana: Ed. Historia de la Nación

Cubana, 1952, tomo I, pág. 139.


32 TORRE, J.M. de la. LoquefuimosyloquesomosoLaHabanaantiguaymoderna. Habana: Imprenta de

Spencer y Compañía, 1857, pág. 18.


33 Según cierta descripción de La Habana de finales del siglo XVI, que cita textualmente de la Torre:

"Hay en esta villa cuatro músicos que asisten á los actos á que se les llaman mediante un previo
convenio. Son estos músicos: Pedro Almanza, matural de Málaga, violín; Jácome Viceirn, de Lis-
boa, clarinete; Pascual de Ochóa, de Sevilla, violón; Micaela Ginez, negra horra [es decir libre] de
Santiago de los Caballeros, vigüelista, los cuales llevan generalmente sus acompañados para ras-
car el calabazo y tañir las castañuelas". TORRE, J.M. de la. Op.cit., pág. 118.
- 346 -
JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BAENA

enseñanza del latín a los hijos de los principales vecinos34. No entraba dentro de
los planes de la Corona dedicar fondos de la renta de propios al pago de ese
servicio de instrucción; y es por ello por lo que en 1606 el cabildo habanero re-
mite una misiva a su majestad argumentando y pidiendo autorización sobre el
tema en los siguientes términos: "...por ir como va esta ciudad en aumento, para
que también crezca en virtud, santos, virtuosos y buenos ejercicios, tienen muy
gran necesidad haya en ella un preceptor de gramática que lea y muestre la
gramática a los hijos de vecinos, con que se conseguirán tan grandes y buenos
efectos"35.
En esas fechas, concretamente en 1605, encontramos también el primer an-
tecedente de conformación de institución o repositorio documental mediante
una solicitud "...para que se haga Archivo y se ubique en la sala del Cabildo,
para que esté con los libros y provisiones de la ciudad, según lo mandan las
reales ordenanzas"36. Esta medida de creación de un archivo entraba dentro de
la política centralista y de control utilizada por Felipe III en la Isla. En el caso de
Cuba se empezaron a buscar nuevos procedimientos para hacer más efectiva la
acción centralizadora de la Corona, y en 1607 se decidió la división de Cuba en
dos gobiernos, creando una segunda sede gubernamental en Santiago, aplicada
en 1608. Esta decisión fue clave para el desarrollo cultural de toda la Isla, esta-
bleciendo fuertes diferencias, y en décadas posteriores marcó la preponderancia
de La Habana, haciendo de ella el centro cultural e impresor por antonomasia.

3.ELSIGLOXVII.HACIAUNINCIPIENTEMERCADOLIBRARIO.
Durante la primera mitad del siglo la Ciudad crecía en importancia estra-
tégica37, y con ello su comercio, incluido el librario, como lo demuestra una
operación de venta de libros, de diferentes materias, entre dos mercaderes de La
Habana en octubre de 160038, y cuya relación de títulos y sus correspondientes
precios es la que sigue en la tabla 1.

34 Ibidem.
35 ANC. AcademiadelaHistoria. Leg. 86, exp. 339.
36 MCLH. ActasCapitularesdeLaHabana. 17 de marzo de 1605. Libro 4, fol. 72.

37 Como lo demuestra una Real Cédula de 24 de mayo de 1634, donde ya se la denominaba "Llave del

Nuevo Mundo y antemural de las Indias occidentales". ANC. RealesCédulasyOrdenes. Leg. 3, exp.
12. Año 1634. Curiosamente fue el título que eligió Arrate más de cien años después para deno-
minar su conocida obra.
38 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana, Escribanía de Regueira, 6 de octubre de 1600, s/f.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Nº ejemplares OBRAS (1600) Reales


47 CarloMagno39 3
35 Romanceros40 6
24 Oratorios de Fray Luis de Granada41 5
19 LosInfantesdeLara42 1
12 LusmanCasado43 6
11 ViajedeJerusalen44 5
10 Secretosdenaturaleza45 6
10 Celestina46 6

39 Se trata, probablemente, del Carlofamoso (Valencia, 1566), de Luis Zapata (1526-1595): inmensa crónica
versificada de gran interés histórico, en 50 cantos y 20.000 versos. El resto de la épica carolingia
conocida no parece encajar en este contexto.
40 El Romancerogeneral se publica en 1600 (Cfr. Rodríguez-Moñino, A.: LasfuentesdelRomanceroGeneral.

12 vols. Madrid, 1957). A partir de mediados del XVI, se imprimieron unos pequeños volúmenes
llamados "Romanceros". Entre los anónimos, están: Cancioneroderomances (Amberes, s.a., Martín
Nucio; 2ª ed. Amberes, 1550, Romancesenqueestánrecopiladoslamayorpartedelosromancescastella
nosquefastaagorasehancompuesto (Amberes, Martín Nucio, 1568 y 1573; Lisboa, Manuel de Lyra,
1581; Barcelona, 1587), y Silvadevariosromances (Zaragoza, Esteban de Nájera, 1550). Con nombres
de autor: Romances nuevamente sacados de historias antiguas, de Lorenzo de Sepúlveda (Amberes,
Juan Steelsio, 1551), CancioneroderomancessacadosdecrónicasantiguasdeEspaña, del mismo Sepúl-
veda (Medina del Campo, Francisco del Canto, 1570), el Romancerohistoriado, de Lucas Rodríguez
(Alcalá, Fernando Romírez, 1579 y 1581; Huesca, 1586; Alcalá, Querino Gerardo, 1582), y la Florde
variosromancesnuevosycancioneros, de Pedro de Moncayo (Huesca, 1589). Puede verse en Menén-
dez Pidal, R.: Cancioneroderomances, impreso en Amberes sin año. Edición facsímil, Madrid, 1945.
La expresión "Romanceros" puede, en principio, designar cualquiera de ellos.
41 El dominico Fray Luis de Granada O.P. (1504-1543) fue -junto con Santa Teresa y San Juan de la Cruz-

el escritor ascético-místico de la literatura española que más difusión obtuvo en el mundo y que
más influjo ejerció en la espiritualidad católica de todos los tiempos. El "Oratorio" se corresponde
con el Librodelaoraciónymeditación (Salamanca, 1554).
42 La Leyenda de los Siete Infantes de Lara (o Salas) había encontrado una versión, veintiún años atrás,

en la obra de Juan de la Cueva (¿1550?-1610) LatragediadelossieteinfantesdeLara (Sevilla, 1579).


43 Con toda probabilidad, se trata del GuzmándeAlfarache,atalayadelavidahumana, de Mateo Alemán

(Sevilla, 1547-México, c. 1615), cuya primera parte acababa de imprimirse en 1599, pero que obtu-
vo un éxito inmediato sin paralelo en la época. Su autor partiría en 1606 para Nueva España.
44 Los libros de viajes a Tierra Santa se venían sucediendo en gran cantidad, desde la FaziendadeUltra

mar (siglo XIII). Con el título ViajeaTierraSanta, Bernardo de Breindenbach había descrito la ciu-
dad en 1484. Catorce años después, Pablo Hurus imprimiría una versión castellana del ViajeaTie
rraSanta, del canónigo de Maguncia Bernardo de Breidenbach. Su traductor, Martín Martínez de
Ampiés, hace algo más que una versión literal, al añadir comentarios propios e incluso otra obra
suya: TratadodeRoma. Esta obra, profusamente ilustrada por Reuwich, alcanzó una gran difusión.
45 CORTÉS, J. Phisonomiayvariossecretosdenaturaleza. Barcelona: Geronimo Margarit, 1614. 4ª edición.

46 TragicomediadeCalixtoyMelibea. A pesar de despertar como los de caballería la ira de los moralistas

durante el siglo XVI, se hicieron 22 ediciones y se vendió con regularidad durante más de dos si-
glos desde su aparición en 1499.
- 348 -
JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BAENA

168 libros 8 títulos 737 r.


Tabla 1. Venta de libros realizada en La Habana en 1600.

En dicha transacción también se recogen otro tipo de impresos y libros, pe-


ro destinados a la instrucción pública, como "Dies y seys dosenas y media de
cartillas a cinco reales dosena" (198 cartillas a 5 reales la docena), más "48 Cato-
nes a 8 reales la docena". La cartilla contenía las primeras letras47. El Catón era
un libro compuesto de frases y períodos cortos y graduados para ejercitar en la
lectura a los principiantes48; en definitiva, era el primer o segundo libro de lec-
tura. Además debemos añadir los dos utensilios básicos para escribir: 200 caño-
nes49 a "14 reales el ciento" y, una resma y media de papel a 44 reales, cantidad
equivalente a 750 pliegos50. El montante total de la operación ascendió a 926
reales51, en el que el material librario era el más importante exponente de la

47 Según la primera acepción del Diccionario de la Real Academia Española, la "cartilla" es un "cuaderno
pequeño, impreso, que contiene las letras del alfabeto y los primeros rudimentos para aprender a
leer". Con el tiempo este término se utilizaría también para referirse, en su segunda acepción, a
"cualquier tratado breve y elemental de algún oficio y arte". VIÑAO FRAGO, A. Aprender a leer
en el Antiguo Régimen: cartillas, silabarios y catones. En: ESCOLANO BENITO, A. (Dir.). Historia
ilustradadellibroescolarenEspaña.DelAntiguoRégimenalaSegundaRepública. Madrid: Fundación
Germán Sánchez Ruipérez / Ediciones Pirámide, 1997, pág. 154. Según Agustín Escolano, desde
1583 hasta comienzos del XVIII disfrutaban de un peculiar monopolio las cartillas de la catedral de
Valladolid. ESCOLANO BENITO, A. Libros para la escuela.- La primera generación de manuales
escolares. Op.cit., pág. 19].
48 MARTÍNEZ DE SOUSA, J. DiccionariodeBibliologíaycienciasafines. Madrid: Ed. Pirámide, 1989, pág.

123. Antonio Viñao, citando al Diccionariodelalenguaespañola, nos dice que por "catón" se entiende
un "libro compuesto de frases y períodos cortos y graduados para ejercitar en la lectura a los par-
ticipantes. Era, pues, el segundo libro de lectura, aquel que se ponía en manos de los niños tras la
cartilla. (...). El origen de este texto, en su versión clásica, arranca al menos de final del siglo III. Los
DistichaCatonis o Dichos de Catón constituían un breve tratado de urbanidad y moral, ampliamen-
te utilizado en Occidente durante el Medievo y el Renacimiento, cuyo texto original nos es desco-
nocido pero del que se conservan un buen número de versiones posteriores que ofrecen una am-
plia diversidad en su contenido. Su difusión e influencia parecen haber sido consecuencia de su
disposición y estilo didáctico, así como de su sencillez y graduación. Esta obra de la literatura di-
dáctica latina, integrada por una serie de pensamientos o frases breves en prosa o en verso, expe-
rimentó a lo largo de su historia un proceso de cristianización progresiva tanto en el texto en sí
como en los comentarios o glosas que se le añadían". VIÑAO FRAGO, A. Aprender a leer en el
Antiguo Régimen: cartillas, silabarios y catones. En ESCOLANO BENITO, A. Op.cit., págs. 155-
156.
49 Plumas de ave para escribir.

50 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana, Escribanía de Regueira, 6 de octubre de 1600, s/f.

51 El libro era un objeto costoso y, al igual que otros estudiosos del tema, pensamos que era motivado

principalmente por la carestía del papel. CHEVALIER, M. LecturaylectoresenlaEspañadelossiglos


XVIyXVII. Madrid: Destino, 1976, págs. 20-21; FEBVRE, L. y MARTIN, H.J. Lapparitiondulivre.
Paris: Albin Michel, 1958, págs. 162-173.
- 349 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

primera transacción comercial conocida de este género, y entre particulares. Es


además la constatación documental de que las necesidades de la instrucción
pública contribuyeron, como no podía ser de otra manera, a activar el incipiente
comercio trasatlántico de libros. En 1604, se venden 120 cartillas, destinadas a la
instrucción básica, y algunos Librosdememoria52 y, un año más tarde, 25 Orato
rios de Fray Luis de Granada53. En el mismo 1605 aparecen relacionadas ocho
obras referentes a cuestiones farmacéuticas en el inventario de una botica54.
Por otra parte, en 1602 se menciona en una escritura de alquiler de una ca-
sa, a un "librero"55 y en 1607 a otro llamado Pedro Francisco, de origen portu-
gués56, establecido en La Habana como otros muchos compatriotas en la Isla57.
Es evidente que había cierto mercado para estos comerciantes de libros, que
posiblemente ofrecían su género en mercados y ferias de las obras de siempre y
de los últimos títulos aparecidos; como pudiera ser ElQuijote, todavía no muy
conocido, ya que sabemos que las flotas que zarparon en 1605 rumbo a México
y Tierra Firme llevaban ejemplares de la primera edición de esta obra58. Tam-
bién es posible que fueran de los llamados libreros "de lance", que se dedicaban
a la compraventa de libros de segunda mano, restos de ediciones o saldos. Así,
comenzaron a llegar remesas de libros con una cierta asiduidad, como la regis-
trada en 1608 en la nao "Santiago" o, en 1621 cuando se embarca hacia La Haba-
na "un caxon de libros" (sin más detalle, y formula que comenzó a ser habitual)
en el navío "Nuestra Señora del Socorro" destinados al clérigo Juan Luis An-
gel59.
Citamos en la tabla 2 la relación de libros llegados a La Habana en 1608,
según Macias Domínguez, por ser una de las pocas listas que se han encon-

52 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana. Escribanía Regueira. Año 1604, fols. 431, 483 y 689.
53 Ibídem. Año 1605, fol. 236.
54 Ibídem. Año 1605, fol. 538v.

55 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana. Escribanía de Regueira. Año 1602, fol. 209.

56 AGI. SantoDomingo. Leg. 100. Informe de D. Pedro de Valdés a Felipe III, 12 de agosto de 1607.

57 Como así lo manifiesta una carta del capitán general Pedro de Valdés: "Portugueses de que ay muchos

avezindados y cassados con mugeres e hijos e cassas pobladas en esta ciudad y en todos los luga-
res de la tierra dentro. Los quales tienen tiendas y mercadean publicamente y en Sevilla sus co-
rrespondientes de la misma nacion a cuyas manos va a parar todo el dinero Oro y Plata q. de aqui
embian". AGI. SantoDomingo. Leg. 100. Informe de D. Pedro de Valdés a Felipe III, 15 de diciem-
bre de 1605.
58 RODRIGUEZ MARIN, F. El Quijote y Don Quijote en América. Madrid: Ribadeneyra, 1911, pág. 35.

Sobre este tema también: AGI. Contratación. Leg. 1145a, fol. 259. Citado por LEONARD, I.A. Op.
cit., pág. 191.
59 TORRE REVELLO, J. Op.cit., pág. 217.

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JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BAENA

trado60. Completaba dicho envío "una resma de copias" y otra de "cartillas del
estanco", más nueve resmas de papel. Como vemos, en estos primeros años
hubo un movimiento librario relativamente importante cuyas cifras podemos
completar con los que llegaron de forma "ilegal". Hay diversos testimonios de
esta llegada fraudulenta de libros, como la carta del capitán general Pedro de
Valdés, que en 18 de julio de 1603 informaba a Felipe III sobre el contrabando e
introducción de libros en Cuba, por medio de los rescatadores extranjeros que
"...procuran yntroducer sus dañadas setas (sic) y herejías y asentarlas a enta-
blarlas en los tales y para mejor lo hacer traen ciertos librillos a manera de horas
traducidas en español y estos los dan por regalo y en ellos con figura y palia-
cion de santidad entrometen con disimulación sus herejías"61. Para ello se ela-
boró en la Península una "Memoria de los libros que se han entendido que han
impreso los herejes para enviar a estos reinos de España" y en donde podemos
citar LasInstitucionesdeCalvino, editada en Londres en 1597 o LaBiblia impresa
en 1602 en Ámsterdam, y otras cuya temática va en "contra de la iglesia católica
y la monarquía española"62. En 1607 una Real Cédula expulsa a los extranjeros
residentes en Cuba y los diferentes problemas surgidos con la interpretación de
la aplicación de las normas inquisitoriales, hicieron que desde 1610 la Inquisi-
ción tuviera un representante oficial en la Isla dependiente de Nueva España, el
notario Juan Bautista Guilisasti63.

Nºejemrs. OBRAS INTRODUCIDAS


EN LA HABANA EN 1608
24 Devocionario de Fray Luis de Granada64.

60 MACÍAS DOMÍNGUEZ, I. CubaenlaprimeramitaddelsigloXVII. Sevilla: Escuela de Estudios Hispa-


no-Americanos, 1978.
61 AGI. SantoDomingo. Leg. 129. Carta de D. Pedro Valdés a Felipe III, 18 julio de 1603.

62 Real Academia de la Historia. Manuscrito9, 3662-158. Cit. por BOUZA ALVAREZ, F.J. Delescribanoala

biblioteca. Madrid: Síntesis, 1992, págs. 140-141.


63 TRELLES Y GOVIN, C.M. EnsayodebibliografíacubanadelossiglosXVIIyXVIII. 2ª ed. Habana: Impren-

ta del Ejército, 1927, pág. 188; y PEZUELA, J. de la. HistoriadelaisladeCuba. Madrid: C. Bailly-
Bailliere, 1868, t. 2, pág. 10.
64 Indistintamente referido al Librodelaoraciónymediación (Salamanca, 1554), a la más famosa Guíade

pecadores (Lisboa, 1555), o al Memorialdelavidacristiana (Lisboa, 1565).

- 351 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

4 Los cuatro libros de Zamora65 y elBernardo66.


2 Güelamo(sic)67 de lamisa68 y otros de laSalve
1 ArtedeserviraDios del agustino Rodriguez de Solís
1 LaAureaEvangelistaEvangelica69
1 Obrascompletas del padre maestro fray Pedro de Balderrama70
1 Silvaespiritual de Alvarez71.
1 TratadodelPurgatorio72
1 SummayExplicación de Manuel Rodríguez Francisco73.
1 resma Libros pequeños de caballerías74.
Tabla 2. Libros llegados a La Habana en 160875.

A pesar de todas estas medidas en América circulaban libros prohibidos,


como lo corrobora la existencia de ejemplares en las bibliotecas privadas. Otro
ejemplo para la zona del Caribe, citado por Torre Revelló, lo encontramos en la
denuncia que hizo en 1606 el obispo de Puerto Rico, fray Martín, en la que decía

65 Son una serie de obras de temática religiosa (moral cristiana y sermones, preferentemente) de fray
Lorenzo de Zamora, impresas y reimpresas en Alcala, Madrid, Valencia, Barcelona y Lisboa en los
primeros años del siglo XVII.
66 ElBernardo;poemaheroyco. Es un extensísimo poema épico (40.000 versos, en 24 cantos), compuesto por

Bernardo de Balbuena (1562-1627); y que fue considerada por Marcelino Menéndez y Pelayo co-
mo la verdadera epopeya del Barroco hispano (Cfr. Historiadelapoesíahispanoamericana, tomo I,
Madrid). Hay una edición posterior titulada ElBernardooVictoriadeRosceualles, 1624.
67 Expresión o palabra inexistente no localizada.

68 Al obispo de Ávila, Alfonso de Madrigal, mejor conocido como "El Tostado" (¿1400?-1455) se debe un

Tratadosobrelamisa, consistente en una serie de comentarios sobre textos religiosos.


69 Creemos que se refiere a la obra del cisterciense Fr. Angel Manrique, titulada LaureaEvangelica:hecha

devariosdiscursospredicablescontablasdetodoslossantosydominicasdeesteaño. Barcelona: Iayme


Cendret, 1608.
70 Fr. Pedro de Valderrama (1550-1611), agustino, predicador del rey.

71 ALVAREZ, A. Fr. Silvaespiritualdevariasconsideraciones. 1º ed. de 1591. 2º ed. Salamanca, 1593; 3º ed.

Salamanca, 1595.
72 Del sacerdote SERPI, D. Tratadodelpurgatorio,ytratadoespiritualsobrelasleccionesdeeloficiodeDifuntos.

Barcelona, 1604.
73 Creemos que se trata de: Fr. Manuel RODRÍGUEZ LUSITANO (1545-1613). ExplicaciondelaBulla(sic.)

delaSantaCruzadaydelasclausulasdelosiubileosyconfessonarios(sic.)queordinariamentesueleconce
dersuSantidadmuyprouechosa(sic.)parapredicadores,CurasyConfessores,aunenlosReynosdondeno
hayBulla. 2º imp. Zaragoza: Vda. de Ioan Escarrilla, 1590. Se publicaron otras ediciones con adi-
ciones en 1602-1604, y otra en Salamanca en 1607.
74 Los poemas épicos o cantares de gesta todavía tenían aceptación y se mantenían dentro de lo que se

ha denominado romanticismo caballeresco en la lectura en América. Los 480 pliegos que compo-
nen una resma eran encuadernados, la mayoría de las veces por el propio librero, para ofrecerlas
así posteriormente al público, convirtiéndose en una actividad normal en este gremio, ya que solí-
an comprar cantidades de volúmenes en rama. BOHIGAS, P. El libro español. Barcelona: Teide,
1962, pág. 231.
75 MACÍAS DOMÍNGUEZ, I. Op.cit., págs. 134 y 135. Las notas son nuestras.

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JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BAENA

que los navíos extranjeros que iban a cargar sal a Punta Araya, circulaban por
las islas de Barlovento con libros luteranos, difundiendo "sus falsas y perversas
sectas", así como otros donde se arremetía contra "la Iglesia Católica, su pastor y
sus ministros"76. Finalmente, se dotó a La Habana en 1634 de un comisario, pro-
cedente del Tribunal de Cartagena de Indias. Por otra parte, volvían a repetirse
reales ordenes anteriores, como la de Felipe IV en 1641, que recordaba la limita-
ción de "Que ninguna perfona pueda paffar a las Indias libros impreffos, que
traten de materias de Indias fin licencia del Confejo"77. La multa era de 50.000
maravedís y la pérdida del libro en cuestión.
Otro de los datos que pueden expresar el desarrollo, aumento e importan-
cia de esta plaza es la cada vez mayor y patente necesidad de papel78. Problema
que no afectaba sólo a las colonias, sino que ya venía agravado desde la Penín-
sula por las pocas fábricas existentes, que no podían abastecer la demanda, te-
niéndose que recurrir a la exportación de papel desde Francia y Génova79. Su
abastecimiento era tan importante que un comerciante genovés, Carlos Espo-
drón, llegó a proponer a la Corona crear un estanco de papel, debido al fuerte
contrabando existente80. A mediados del siglo XVII, en La Habana había una
gran carencia de este material, incluso oficialmente para la realización manus-
crita de cualquier tipo de transacción publica o privada. Un ejemplo lo encon-
tramos en las Actas Capitulares de 1648 cuando se expresa que "deben ser des-
pachados en papel blanco ordinario, pues el papel sellado se ha terminado. Se
han acabado los cuadernos con los sellos 3ro y 4to para formar los libros que se
van recibiendo"81. Conocemos la cantidad consignada en papel sellado en esas
fechas, según la entrada oficial en la Caja Real de La Habana en este ramo, entre
septiembre de 1647 y octubre de 1649 fue de 27.182 reales82. De ahí el ascenso
continuo que conforme avanzaba el siglo XVII experimentaban los envíos de
este preciado bien a Cuba, ya que de los casi 500 balones de papel en los últimos

76 A esta cuestión se debe el origen de la Real Cédula de 11 de febrero de 1609, incorporada a la Recopila
cióndeleyesdelosReynosdelasIndias. Lib. I, tít. XXIV, Ley XIV. Madrid: Ivlian de Paredes, 1681.
77 RecopilaciondeLeyesdelosReynosdelasIndias. Tomo I, Lib. I, Tít. XXIV, Ley II. Madrid: Ivlian de Pare-

des, 1681.
78 Durante toda la Edad Moderna era considerado uno de los bienes más importantes de las sociedades

europeas y americanas. De hecho, uno de los problemas constantes de los territorios ultramarinos
fue siempre la carencia de éste; cuestión que veremos será habitual y que se verá agravada sobre
todo con la llegada de la imprenta, y que continuará hasta el siglo XIX.
79 Sobre este tema VALLS I SUBIRA, O. LahistoriadelpapelenEspaña,siglosXVyXVI. Madrid: Empresa

Nacional de Celulosas, 1980. 276 págs.


80 GARCÍA FUENTES, L. Op.cit., pág. 306-307.

81 MCLH. ActasCapitularesdeLaHabana. 11-/-1648. Libro 1, fols. 96-98v.

82 La suma total entre los años 20-X-1645 al 28-I-1653 fue de 76.553 reales. Cifras tomadas de: MACÍAS

DOMÍNGUEZ, I. Op.cit.Pág. 508.


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

treinta años del siglo XVII, 300 corresponden a la última década83.


Tampoco debemos olvidar que en el siglo XVII, tras el aumento y consoli-
dación de la jerarquía eclesiástica, también aumentó el número de colegios. La
actividad del convento de Santo Domingo en el campo de la enseñanza adqui-
rió, a mediados de siglo, el carácter de studiumgenerale, cuyo contenido era si-
milar al de las universidades, aunque no podían otorgar grados académicos. En
1670, los dominicos habaneros solicitaron al Ayuntamiento que elevara un in-
forme al Rey manifestando la conveniencia de fundar en el Convento de San
Juan de Letrán una Universidad como la de Santo Domingo, aunque no será
hasta 1688 que el Cabildo trámite la petición a la Corona. Todos estos intentos
fructificaran, como veremos más adelante, en la concesión papal de 1721 y su
puesta en marcha en 172884.
Todo ello coincide, durante la segunda mitad del siglo XVII, que comienza
a resurgir ese comercio librario que pareció detenerse en las primeras décadas
del siglo pero que ahora retorna, para ya no cesar, con un protagonismo cre-
ciente85. Para Cuba, en ese medio siglo, sólo tenemos constancia de la llegada de
unas 30 cajas de libros86 (Tabla 3), que no llegan ni al 1 % (0,41 %) del total de lo
remitido desde la metrópoli hacia el Nuevo Mundo.

Exportación LIBROS (cajas)


Años
N. España América
Cuba
1650-59 172 673
12
1660-69 138 1931
1
1670-79 615 1487
9
1680-89 776 1292
-

83 GARCÍA FUENTES, L. ElcomercioespañolconAmérica(16501700). Sevilla: Diputación Provincial, 1980.


Págs. 308-312.
84 LEROY Y GALVEZ, L.F. La Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana. Síntesis

Histórica. RevistadelaBibliotecaNacionalJoséMartí. 1966, núms. 1-2, págs. 81 y ss.


85 Las licencias del Santo Oficio para embarcar libros durante los años 1623 a 1739, nos dan información

de los listados de las diferentes obras. AGI. Contratación. Leg. 674. También en TORRE REVELLO,
J. Op.cit. Apéndice, III-CCXXXVII.
86 GARCÍA FUENTES, L. El comercio español con América (16501700). Sevilla: Diputación Provincial,

1980, págs. 308-312.


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JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BAENA

1690-99 415 1253


5
TOTAL 2116 6636
27
Tabla 3. Exportación de libros a América 1650-170087.

Ahora bien, con este tipo de "mercancía" nos movemos en una nebulosa,
puesto que a la información obtenida debemos añadir la que no ha sido locali-
zada, y sobre todo el volumen de introducción a través del contrabando, sabe-
dores de que tanto el papel, elemento básico en la administración colonial, co-
mo ciertos tipos de libros censurados eran una mercancía comercializada de
manera fraudulenta a lo largo y ancho de estos territorios. Los géneros de libros
más utilizados, los de temática religiosa y aquellos destinados a la instrucción
pública, suelen ofrecer testimonio de la existencia y circulación de otros prohi-
bidos. Así, en el SínodoDiocesano celebrado en 1684 se dice que se debe: "...con
todo cuidado enseñar a los niños y niñas la doctrina cristiana por el catecismo
del padre Ripalda u otros de los aprobados y no por los formados por ellos, ni
les den a leer sonetos profanos, ni novelas, ni libros de comedias"88. Otra prueba
de la circulación de estos libros la brindaba el gobernador Manzaneda, en 1693,
al quejarse al rey del teniente auditor de guerra Diego Díaz Florencia; el que,
decía dilataba un proceso contra los oficiales reales, alegando que no podía
dictaminar, "...sin ver primero cuantos autores hallase en las bibliotecas de la
ciudad"89.
En cualquier caso, todas las cantidades citadas anteriormente son inferiores
a las reales y, como el propio García Fuentes apunta: "es evidente que las cifras
del comercio oficial no reflejan la verdadera importancia que debió tener en la
masa global del comercio indiano las transacciones de papel y libros"90, géneros
como hemos comprobado sobre los que pesaba -sobre todo el papel- una fuerte
demanda.
La Isla estaba en pleno proceso de organización y estructuración econó-
mica (distribución de la tierra), social (formación de oligarquías, sobre todo la
eclesiástica) y cultural (formación de seminarios, conventos y colegios en manos

87 Datos extraídos de GARCÍA FUENTES, L. Op.cit., págs. 311 y 312.


88 Biblioteca Nacional José Martí (BNJM). SínododiocesanoquedeordendeS.M.celebróelilustrísimoseñor
doctordonJuanGarcíadePalacios,ObispodeCuba,enjuniode1684.Reimpresaporordendelilustrísimo
señordoctordonJuanJoséDíazdeEspadayLanda,segundoobispodeLaHabana;yanotadaconformaa
las últimas disposiciones eclesiásticas y civiles. La Habana: Imprenta de Arazoza y Soler, 1814. 152
págs. Constitución VIII, título I, libro I.
89 MARRERO, L. Cuba:economíaysociedad. Madrid: Ed. Playor, 1975, tomo 5, pág. 151.

90 Ibidem. Pág. 310.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

del clero). Acababa el siglo XVII, según estimaciones de F. Portuondo, con una
población de unos 50.000 habitantes en la Gran Antilla91. La Habana según nos
cuenta el viajero italiano Gemelli Careri, que la visitó desde finales de diciembre
del año 1697 a marzo de 1698, contaba con unos 4.000 habitantes92. Curiosa-
mente, justo cien años antes, Arrate, daba la misma cifra. ¿Errores de cálculo?,
¿estancamiento de la población?. Lo que sí parece claro es que todavía seguía
siendo principalmente una importante ciudad de paso.

4.NOTICIASATRAVÉSDEPROTOCOLOSNOTARIALES.
En un documento de 23 de julio de 1614, María de Cervantes vende al al-
guacil y vecino de la ciudad de La Habana, Rui Gómez de Prado, por "300 du-
cados de a once reales, (...) todos los libros de latín y Romanze del estudio que
le dexo por su testamento el licenciado Alonso Ruiz de Valdivieso, teniente
general que fue desta dicha ciudad"93. Debía de ser una biblioteca numerosa, ya
que el precio es una suma considerable para la época; por lo que se llevó a efec-
to el pago en dos veces, 200 ducados al contado y los 100 restantes quedaban
aplazados a agosto del año siguiente, hasta la llegada de los galeones de regis-
tro de plata. Aunque no hemos encontrado la relación de dichos libros -si es que
se realizó-, podemos afirmar que estamos ante la noticia documentada de la
primera biblioteca privada de la Isla.
Es probable, aunque no tenemos datos suficientes para afirmarlo, que la
costumbre que existía en la Península por parte de las viudas de vender en las
almonedas (lugares de pública subasta) los bienes heredados, y entre ellos los
libros del difunto, se hubiera convertido por esta época en tradición, y llegara a
América. La venta de libros en estas subastas era una forma habitual de adqui-
sición, conformación y enriquecimiento de bibliotecas privadas de personas
relevantes como la del Conde-Duque de Olivares94.
En 1673 se publica en Madrid la obra Artedenavegar escrita en La Habana

91 PORTUONDO DEL PRADO, F. HistoriadeCuba. 6ª ed. La Habana: Consejo Nacional de Universida-


des, 1965, tomo I, pág. 161.
92 El napolitano Giovanni Francesco Gemelli Careri dio la vuelta al mundo entre 1693 y 1698, publicando

dicha experiencia en 6 volúmenes durante los años 1699 y 1700, con el título GirodelMondo. Fue
uno de los mayores éxitos de la literatura de viajes de la primera mitad del siglo XVIII (Hasta siete
ediciones en italiano y traducido al inglés y francés). La Habana de fines del siglo XVII vista por
un italiano. Presentación por J.P. Berthe. RevistadelaBibliotecaNacionalJoséMartí. 1971, núm. 2,
págs. 63-85.
93 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana. Escribanía Regueira. Año 1614, fol. 275.

94 ESCOLAR, H. Historia de las bibliotecas. 2ª ed. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1987,

pág. 301.
- 356 -
JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BAENA

por Lázaro de Flores95, comenzada en 1663 y finalizada el 12 de junio de 1672.


Sin embargo no pudo ver impresa su obra, ya que le sorprendió la muerte el 11
de febrero de 167396. Su muerte repentina hizo que su mujer tampoco reclamara
inmediatamente la edición, lo que puede ser una de las razones de que no ten-
gamos constancia de que circulara por la Isla97. Ya en 1678 encontramos que su
viuda, Juana de Esquivel vecina de La Habana, nombra apoderados para que
ante el Rey y el Consejo de Indias: "y ante los demas que a nuestro derecho con-
benga y pidan sea servido de conceder (...) lisencia para la ympresión de un
libro que el dicho mi marido compuso yntitulado arte de nabegar"98. Este docu-
mento ha hecho que algunos autores como García del Pino se preguntaran si es
que habría ya imprenta en La Habana, puesto que el libro ya había obtenido
licencia y había sido publicado. Sin embargo, debemos recordar que una reim-
presión en una imprenta diferente a la primera edición debía obtener permiso o
licencia, a la vez que éstas eran personales e intransferibles. Esta hipotética im-
presión se pudo llevar a cabo en la Península, o bien en México. No hemos en-
contrado documentación alguna sobre este tema, aunque la muerte de Juana de
Esquivel a los pocos años, 1681, nos hace suponer que ya no se llevará a efecto
dicho solicitud, ya que de sus tres hijos, inmediatos herederos, uno murió y los
otros dos se ordenaron religiosos99.
Otras informaciones que han servido para sostener el establecimiento de
imprenta en La Habana la ofrecen los mismos protocolos notariales cuando en
1683 encontramos citado al vecino Andrés Juárez cuya profesión era "maestro
librero"100. Sin embargo, y a pesar de que algunos autores sostienen que puede
ser una prueba de la existencia de talleres de impresión antes del siglo XVIII,
debemos recordar que el título de maestro librero era el que según las Ordenan

95 Podemos considerarla como la primera obra técnica escrita en la Isla. FLORES, L. de. Artedenavegar,
navegaciónastronómica,theoricaypractica. Madrid: Imprenta de Julián Paredesa, 1673. Biblioteca del
Museo Histórico de las Ciencias "Carlos J. Finlay". La Habana (Existe otro ejemplar en el Museo
Naval de Madrid). Citado también por TRELLES Y GOVIN, C.M. Ensayodebibliografíacubanade
lossiglosXVIIyXVIII. Matanzas: Impr. El Escritorio, 1907, pág. 144; Op.cit. 2ª ed. Habana, 1927,
pág. 261.
96 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana. Escribanía Junco. Testamentos. Testó ante el escribano público

Luis Pérez el 28 de enero de 1673. Archivo de la Catedral de La Habana. LibrodeDefunciones, núm.


2, fol. 241.
97 No encontramos ninguna cita de la obra en la literatura científica cubana de final del siglo XVIII, ni

durante el siglo XIX.


98 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana. Escribanía Junco. Años 1677 y 1678. Citado por: GARCIA DEL

PINO, C. y FUENTE GARCIA, A. de la. Op.cit., pág. 28.


99 LOPEZ SANCHEZ, J. El primer libro científico escrito en Cuba. Revista de la Biblioteca Nacional José

Martí. 1973, núm. 64, (3), pág. 72.


100 ANC. ProtocolosNotarialesdeLaHabana. Escribanía Ortega. Año 1683, fol. 99v.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

zas de 1553 se necesitaba para abrir una tienda de libros101. Lo que significa que
si bien no tenemos testimonio de imprentas, sí hemos encontrado la prueba de
que en esa época existía una librería en La Habana, o lo que puede ser lo mis-
mo, había una necesidad y una demanda de libros creciente que hicieron posi-
ble que un maestro librero llegara para abrir, probablemente, uno de los prime-
ros, sino el primero, establecimientos de venta de libros de la Ciudad. Además,
otro dato que ratificaría dicha demanda, es que en el año 1690 vivía en La
Habana "Miguel Ruiz, oficial de enquadernar libros"102.

5.ALGUNASOBRASMANUSCRITASYLIBRARIASSOBRECUBA.
Varios son las obras manuscritas que precedieron a las impresas en Cuba y
sobre Cuba, que por su aportación es relevante nombrar para no hacer una his-
toria de la cultura impresa que negara inconscientemente cierto desarrollo cul-
tural de la Isla antes de que llegara la imprenta. No es ésta una enumeración,
que ya hace casi un siglo realizó brillantemente Trelles, sino un breve estudio
que trata de mostrar la aparición de una evolución del sentimiento isleño, de la
identificación de sus habitantes con la realidad caribeña. De esta manera son
significativos los escritos realizados por algunos vecinos de la Isla que han lle-
gado hasta nosotros. En La Habana son destacables los del Gobernador Pedro
Valdés redactados entre 1602 y 1608. Aparte de su Colección de cartas inéditas,
son importantes, por las noticias que en ellas se encuentran sobre la Isla, dos
manuscritos citados por Trelles y Beristain: Advertenciasparaquequitenlosfrau
desydañosquesenotanenlaIsladeCuba y CartadirigidaalReyen3deenerode
1604enjustificacióndesuconductaenelgobiernodelaIslayrespondiendoávarias
calumnias103. Pezuela consideró esta última como la mejor crónica de principios
del siglo XVII.
Unos años después, en Santiago de Cuba, el Capitán Juan García de Navia
y Castrillón, gobernador de la plaza a partir de 1614, dejó manuscritos impor-
tantes para la ciudad oriental, tales como Relaciónoriginaldelascossasmasnece
sarias é importantes que hay en elGobierno de Santiagode Cuba de que da noticia el
CapitánJuanGarcíayCastrillón,GobernadorquefuédedichoGobierno.Junio18de

101 El oficio de librero estaba reglamentado por la Ordenanzas de 1553, que rigieron hasta principios del
siglo XIX. Se establecía el aprendizaje durante un período de cinco años, después del cual los aspi-
rantes lograban la categoría de oficiales. Los libreros, para poder tener tienda abierta, necesitaban
adquirir el título de maestro, previo examen y, además, estar inscritos en la matrícula de la corpo-
ración. BUONOCORE, D. DiccionariodeBibliotecología. 2ª ed. Buenos Aires: Marymar, 1976, pág.
280.
102 AGI. SantoDomingo. Leg. 123, exp. 82.

103 TRELLES Y GOVIN, C.M. Op.cit., págs. 187-188.

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JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BAENA

1617 y Relacióndelosingeniosdeazúcar,ganadosyminasqueayenelbaiamoygo
vierno de Cuba. Son trabajos que ponen de manifiesto las riquezas de la zona
oriental, escritos en un afán de no quedar relegados por el desarrollo y evolu-
ción de La Habana. Para ello proponen soluciones que mantengan a la Ciudad
como enclave fundamental en la Isla, y en la zona del Caribe, tales como que los
buques negreros hicieran escala en Santiago.
De nuevo en La Habana, la ciudad, ya convertida en un centro de cons-
trucción naval y punto de reunión de las flotas, era un lugar visitado, con estan-
cias más o menos largas, por personas relevantes en conocimientos e ideas,
como por ejemplo Tomé Cano o el propio Alonso de Ercilla104. Esta evolución
insular surgida de la designación real del sistema de flotas, las nuevas construc-
ciones y el astillero, hicieron surgir en la Ciudad un cierto sentimiento de iden-
tidad que puede verse reflejado en la obra EspejodePaciencia105, poema histórico
dedicado al obispo Altamirano106, escrito en octavas reales en 1608 por Silvestre
de Balboa, escribano de origen canario y que fue el antecedente del movimiento
proyectista que tendría lugar años más tarde107. En él se narran los hechos acae-
cidos en 1604, cuando el pirata Gilberto Girón capturó al obispo citado, así co-
mo su rescate, y el triunfo de los vecinos de las cercanías de Yara sobre los pira-
tas108. La obra es un fiel reflejo de un mundo cultural en el que se expresaron las
peculiaridades que empezaban a distinguir a Cuba dentro del conjunto de los
territorios americanos, con frecuentes alusiones a la fauna y flora locales (biaja-
cas, hicoteas, iguanas, jutía, piñas, tabaco, etc.). Muchos de estos términos nos
llevan al campo del americanismo lingüístico más álla de los estrictamente del
marco de la naturaleza (hato, sabana, bujío, etc). También debemos resaltar la
utilización prematura, o poco frecuente todavía, del término "criollo" usado en
el Espejo para diferenciar al nacido allí de los que llegaron de otras tierras ("crio-

104 FERNANDEZ DURO, C. LaArmadaespañoladesdelaunióndelosreinosdeCastillayAragón. Madrid:


Museo Naval, 1973, tomo 5, págs. 338 y ss.
105 ESPEJOdepaciencia.DondesecuentalaprisiónqueelCapitánGilbertoGironhizodelapersonadelIlustrísi

moSeñorDonFrayJuandelasCabezasAltamirano,ObispodelaIsladeCubaenelPuertodeManzanillo.
Añodemilseiscientosycuatro.dirigidoalmismoSeñorObispoporSilvestredeBalboaTroyayQuesada,
naturaldelaIsladeGranCanaria,vecinodelavilladePuertoPrincipe.
106 El obispo Altamirano fundó en 1605 una escuela en La Habana, una de las primeras de la Isla, y abrió

el 10 de mayo de 1607 el seminario Tridentino de Santiago de Cuba. Citado por TRELLES, C.M.
Op.cit., pág. 188.
107 De hecho, el Obispo Morell reproduce integro el poema en su historia de Cuba. Ambas obras fueron

editadas en el siglo XX. Vid. BALBOA Y TROYA DE QUESADA, S. de: Espejo de Paciencia. En:
Pedro A. Morell de Santa Cruz. HistoriadelaIslayCatedraldeCuba. La Habana: Imprenta Cuba In-
telectual, 1929, pág. 158 y ss.
108 La obra aparece publicada por primera vez íntegra en uno de los apéndices del libro de TRELLES,

C.M. Op.cit., págs. 375-403.


- 359 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

llo del Báyamo", "un negrito criollo"). Y sobre todo la repetida idea de manifes-
taciones de presencia y pertenencia geográfica insular "nuestros Isleños", inclu-
so en términos elogiosos, en un mundo en el que éstos estaban restringidos
básicamente a los grupos de poder del momento (como es el caso del criollo
Miguel Baptista). También, ofrece un ejemplo de identificación literaria con el
medio, reflejando el ambiente y la vida de la Isla. Ese ambiente nativo es, qui-
zás, la característica diferenciadora sobre cualquiera de las obras literarias me-
tropolitanas o hispanoamericanas de la época en que se realizó109. Incluso algún
estudioso llega a afirmar que es el "primer poema de espíritu americano en la
historia literaria del continente"110.
En 1651 el médico Lázaro de Flores que desarrollaba sus tareas sanitarias
en La Habana, escribió la obra Artedenavegar111 anteriormente citada, conside-
rada como el primer trabajo científico producido en Cuba112. En ella se ofrecen
datos valiosos de carácter geográfico y astronómico sobre la Isla. Por otra parte,
gracias a ella sabemos que en La Habana se construían instrumentos náuticos
de gran exactitud, y se desarrollaban técnicas dentro de este ámbito. De hecho,
la mayor aportación que Flores ofreció en su obra es que dejó anotados dos
eclipses de luna contemplados por él en La Habana (21 de febrero de 1663 y 6
de agosto de 1664)113. La observación de este fenómeno le permitió fijar la situa-
ción geográfica de La Habana, y la diferencia de tiempo que existe entre ésta y
Sevilla114. Sobre esta obra, López Sánchez opina que si bien estaba algo anti-
cuada, desde el punto de vista de los saberes astronómicos, sí que supuso una
buena labor de aplicación de la geometría y la trigonometría, y sobre todo, una
aportación significativa y actualizada de la náutica115.

109 FERNANDEZ DE CASTRO, J.A. EsquemahistóricodelasletrasenCuba(15481902). La Habana: Depar-


tamento de Intercambio Cultural de la Universidad, 1949, pág. 16.
110 OLIVERA, O. Siglo XVI, espíritu local y literatura cubana. Revista de la Biblioteca Nacional. 1951, II,

núm. 4, pág. 57.


111 Museo Naval. Madrid. FLORES, L. de. ArtedeNavegar,NavegaciónAstronomica,TheoricayPractica,en

la qual se contienen tablas nuevas de las declinaciones de el Sol, computadas al Meridiano de la Havana
TraensenuevasdeclinacionesdeEftrellas,yinftrumentosnuevos. Compuesta por el Doct. D. Lázaro de
Flores, vezino de la Ciudad de la Havana en la Isla de Cuba. Y lo consagra Al Excmo. Señor Con-
de de Medellin, Prefidente del Confejo Supremo de Indias, &c. Año 1673, Con Privilegio, En Ma-
drid: Por Iulian de Paredes, imprefor de Libros, en la Placuela del Angel. También hay una viñeta
con una leyenda que dice: "Vitoria. Con inftrumento rotundo el iman y derrotero vn Vascongado,
primero dio la Buelta, á todo el Mundo".
112 Un estudio más detallado puede encontrarse en LOPEZ SANCHEZ, J. El primer libro científico

escrito en Cuba. 300 aniversario. RevistadelaBibliotecaNacionalJoséMartí, 1973, 15, 3, págs. 61-83.


113 FLORES, L. de.Op.cit., pág. 297.

114 Ibidem. Pág. 301.

115 LOPEZ SANCHEZ, J. Op.cit., pág. 82.

- 360 -
JUAN JOSÉ SÁNCHEZ BAENA

Por último, reseñar, que entre finales del siglo XVII y comienzos del XVIII,
en Cuba, encontramos manifestaciones de temática religiosa, como la abra del
presbítero Onofre de Fonseca, escrita en 1703 y titulada Historia de la aparición
milagrosadenuestraseñoradelaCaridaddelCobre. En esta obra aparece separada
por primera vez la literatura del relato histórico, constituyendo este último un
objetivo en sí mismo. Desde un punto de vista religioso la Isla ya iba a contar,
como en otras zonas de Hispanoamérica, con su "propio" hecho religioso tras-
cendente, extraordinario e identificativo116.
Como vemos, ni la falta de imprenta en la Isla, ni aún siquiera las repetidas
ordenanzas de prohibición de recoger cualquier tipo de información, pasada o
presente, que sobre las Indias tratase (como por ejemplo, una Real Cédula del
propio Felipe IV en 1641, que intentaba controlar la impresión de obras en
América y se especificaba que "se den las ordenes que convengan, fin permitir
ni dar lugar se impriman ningun libro de hiftoria fin efpecial licencia defpa-
chada por el dicho mi Confejo"117) fueron suficientes. Nada de esto detuvo ni
fue un obstáculo para que se realizaran y circularan este tipo de trabajos -im-
presos o manuscritos-, que a modo de crónicas recogían algunos aspectos pasa-
dos o cotidianos de la realidad del momento. Pero mayoritariamente, las fuen-
tes de información disponibles sobre las Indias, en España y, sobre todo, en el
resto de Europa, seguían siendo muy limitadas a finales del siglo XVII. El Con-
sejo de Indias mantiene un control estricto sobre la impresión y la circulación de
libros referentes a los dominios americanos. Sirva de ejemplo, que no solamente
se prohíbe la posesión y la lectura de los escritos publicados por Las Casas en
Sevilla, sin licencia, en 1552, sino hasta la reimpresión de los relatos de Cortés y
de los libros de Gómara. Gran número de obras que consideramos hoy como
indispensables para conocer América estaban todavía prohibidas en el siglo
XVII: así, además de Las Casas, buena parte de la obra de Fernández de Oviedo,
la Geografía de López de Velasco, obras de Sahagún, etc. El estereotipo geográ-
fico y descriptivo de las Indias publicado durante el siglo XVI estaba ya anti-
cuado, pero no cambiará hasta el primer cuarto del siglo XVIII. Mientras per-
manecían inéditas e ignoradas obras del siglo XVII que se acercaban con más
verosimilitud a la América de esa época, como por ejemplo el CompendioyDes
cripcióndelasIndiasOccidentales de Fray Vázquez de Espinosa, o la Historiadel
NuevoMundo del padre Bernabé Cobo.

116 Fue impresa en el siglo XIX. FONSECA, O. de. HistoriadelaApariciónMilagrosadeNuestraSeñoradela


CaridaddelCobre. Habana: Imprenta Fraternal, 1840.
117 TORIBIO MEDINA, J. HistoriadelaImprentaenlosantiguosdominiosdeAméricayOceanía. Santiago de

Chile: Fondo Histórico y Bibliográfico J. Toribio Medina, 1958, pág. 9.


- 361 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

6.AMODODECONCLUSIÓN.
La impresión se fue generalizando lentamente y se terminó convirtiendo
en el mejor elemento de difusión de las ideas. Es por ello, por lo que fue el pri-
mer objeto de una legislación que trataba de "velar" por la pureza de la em-
presa, aplicando un grado de censura que irá incrementándose a lo largo del
tiempo, y de acuerdo con las circunstancias. La Corona española empezó a con-
trolar no sólo el tipo de información que pasaba a Indias, sino sobre toda la que
se imprimía y editaba en la propia Península. Así, la maquinaria de control y
censura cada vez era mayor y más compleja. Aunque todo ello no significó, ni
mucho menos, una impermeabilización de obras prohibidas, tal y como se ha
demostrado, tanto para la metrópoli como para los territorios ultramarinos.

JUANJOSÉSÁNCHEZBAENA
 Universidad de Murcia

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LASMÚLTIPLESVENGANZASDEDONMENDO

"La venganza de don Mendo", obra maestra de Pedro Muñoz Seca, tiene
como todas las obras de arte varias posibles lecturas. Para la nuestra vamos a
aplicar un prisma trágico, similar al del gran actor Ruiz Tatay, que se indignaba
por el tratamiento cómico que Muñoz Seca dio su héroe; un hombre de honor
que por salvar el buen nombre de su amada, lo da todo: la reputación y la fama,
algo que él estima mucho más que la propia vida.
Este planteamiento sería válido siempre que la dama fuera impecable en su
conducta y merecedora por tanto de cualquier sacrificio; pero he aquí que la
protagonista es la antítesis de todo este supuesto. Para ella el honor no tiene
ninguna importancia; su único objetivo válido es medrar a cualquier precio,
aunque este signifique el deshonor e incluso la muerte para los demás.
Un conflicto paralelo será la base, años más tarde, de una controvertida
obra de Aldous Huxley: Un mundo feliz (1932). Esta obra, adelantada para su
tiempo, cuyo título ni siquiera ha sido bien traducido, ya que las palabras de
Miranda en Latempestad (1611), de William Shakespeare: " O brave new world!
That has such people in't!", en las que se apoya Huxley, hacen referencia a un
mundo maravilloso, que produce tales criaturas. Se trata, una vez más, de la
lucha del héroe contra la realidad.
John Savage, protagonista de Un mundo feliz, sólo conoce el mundo occi-
dental y sus costumbres a través de la lectura del dramaturgo inglés, único libro
del que ha podido disponer durante su infancia y primera juventud. Por este
motivo cree ver las imágenes literarias que tan bien conoce, como pertenecien-
tes al mundo real. Y por ello responde mental y verbalmente a las situaciones
reales, con la Ética y los parlamentos literarios que conoce a fondo desde niño.
Por si esto fuera poco, John Savage, apodado "El Salvaje" por su nombre y
actuación incomprendida, ha crecidoen la tradición ascética amorosa de los
Indios Americanos, en la que el varón debe ofrecer a la amada la piel de un león
de las montañas, o en su defecto, un lobo, como prenda de su respeto, y para
merecer la benavolencia de ella poder desposarla.
Como en el Londres de aquel momento histórico no existen animales sal-
vajes que capturar, John está dispuesto a realizar cualquier trabajo sustitutorio
para ser digno de la mano de Lenina, tal como ocurre en la historia o leyenda
india de la Muchacha de Matsaki. En ella los pretendientes debían cavar toda
una mañana entera en el jardín, asediados por mosquitos y moscas encantados.
Entre todos los jóvenes sólo uno resistió el duro trabajo y el no menos duro
acoso y así fue digno del amor de la muchacha.

- 363 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Además la tradición literaria en la que se ha formado hace que el ideal de


mujer de John identifique a Lenina con Julieta-Desdémona, obligándole a él a
actuar dentro de las coordenadas de Romeo- Otelo y, en consecuencia, sus pri-
meras palabras de amor son las más hermosas de la Literatura Inglesa:

"¡Admirada Lenina, cumbre misma de lo admirable;


de cuanto precioso hay en el mundo, digna!.
¡Oh, tú, perfecta, tan perfecta y sin par,
creada sólo de lo mejor de cada ser...!"

La idea del honor del Salvaje sufre una brutal convulsión cuando Lenina,
absolutamente desprovista de afecto, y dado su extraordinario nacimiento y
especialísima educación, carente de cualquier clase de apetencia espiritual, es
capaz de entregarse físicamente gratis y no como compensación natural al sacri-
ficio.
El choque de las dos conductas es tal que, además de rechazarla a golpes,
el Salvaje, en su tan conocido papel de Otelo, profiere las terribles palabras del
Moro:

"¡Impúdica ramera!
(...) ¡Oh, mala hierba,
tan amable y bella, con tan dulce perfume,
que el sentido llega a sufrir!...

¡Que libro tan hermoso se haya hecho


para escribir "ramera" en sus hojas!
Cuando te acercas, los cielos se tapan la nariz..."

Este terrible desajuste entre lo que John espera de su amada y la actuación


tan poco escrupulosa y tan simplemente carnal de Lenina sólo puede conducir a
la autodestrucción del Salvaje.
Pero volvamos a LavenganzadeDonMendo... Ya en la primera jornada, ob-
servamos que la hermosa Magdalena, cansada de su "chevalier servant",y espe-
cialmente de su crisis pecuniaria al comprobar la ruina total de éste, decide del
mismo golpe sacudírselo de encima y mejorar de posición con una boda venta-
josa. Tan segura como está de la fidelidad de su amante, del que ya conoce el
juramento:

"Juro que morir prefiero


a delatarte; lo juro
por mi fe de caballero."

- 364 -
DULCE SÁNCHEZ-BLANCO

que se aprovecha de la ventaja que esta situación privilegiada le confiere


para sus perversos planes, al tiempo que, sin necesidad alguna, humilla y za-
hiere al infeliz Don Mendo. Sin embargo, cuando el desdichado caballero, al
sentir la doblez de Magdalena va a confesar la verdad, hay algo que se lo im-
pide:

"¿Y la palabra que di?"

Por tanto, asqueado, amenaza con tomarse la revancha:

"¡Venganza, cielos, venganza!


Juro y al jurar te ofrendo
que los siglos en su atruendo
habrán de mí una enseñanza

pues dejará perduranza


LA VENGANZA DE DON MENDO."

Ésta es la primera alusión a la venganza que habrá de convertirse en el "leif


motiv" de la obra. De modo que siempre vamos a tropezar con estas dos ideas
básicas: por un lado el deseo de venganza y por otro la fidelidad a la palabra
empeñada, que batallan continuamente en el alma de Don Mendo, dividiendo
en dos su personalidad y llevándole a la locura.
La escisión se verifica entre el hombre de honor que permanece fiel a la pa-
labra dada aún en las más adversas circunstancias, y que se conforma, incluso
con el más simple de los epitafios:

"Y cuando os hablen de mí


decid, Marqués, decid vos
que caballero morí,
pues una palabra di
y la cumplí, vive Dios."

y la idea de la venganza que ya no abandonará, reapareciendo en un cons-


tante "rittornello":

"¡Juro a Dios que he de miralla


y escuchalla sin vendella!."

Y a continuación, como reafirmación de la dualidad de Don Mendo, apa-

- 365 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

rece la nota trágica:

"Mas si juré no perdella


tambien vengarme juré
en la infausta noche aquella."

que será la segunda vez en que menciona la venganza. Con todo esto la
más atroz de las dudas tortura su mente, trastornada ya:

"¿Moriré sin venganza? ¡Cielos!¡Nunca!


Ha de morir la que mi vida trunca
y morirá a mis manos...Mas,¿Qué exclamo?
¿Cómo podré matalla si aún la amo?."

Con lo que sabemos que todavía existe el amor en su dolorido pecho. Algo
después continúa con sus dos ideas fijas, unidas en los tres versos siguientes:

"¿Cómo vengarme podré


si lo que juré, sé que
lacra mi boca y la sella?."

Estas son la tercera y cuarta mención a la venganza. En la primera jornada


Don Mendo ya había propuesto a Magdalena el morir juntos, algo que ella, por
supuesto no aceptó (no entraba tal cosa en sus planes), así que cuando en pri-
sión él decide autoinmolarse, es la segunda vez que piensa en la muerte como
única salida digna:

"Penetra puñal en mí
llega pronto al corazón
y a quien te pregunte di
que a pesar de su traición
adorándola morí."

No obstante, esta letal decisión se verá interrumpida nada menos que por
la comitiva de la boda:

"Mas ya llegan ¡Maldición!


¡Qué lindo tiempo perdí!."

La lealtad de Don Mendo hacia la infame Magdalena queda de manifiesto


una vez más:

"(Lo que prometí, cumplí.)"


- 366 -
DULCE SÁNCHEZ-BLANCO

Este caballeroso comportamiento hace que Magdalena, que podía albergar


dudas más que razonables, repita:

"(Lo que prometió, cumplió.)"

Y sorprendida, Doña Ramírez, conocedora de la situación como nadie,


apostilla:

"(Jamás tal lealtad se vió.)"

Conmovido el caballero en lo más profundo de su ser por la maldad que su


antigua amante demuestra, cambia sus anteriores elogios:

"¡Magdalena!...¡Blando pecho
que envidia diera a las aves!...
¡Corazón de suaves pétalos!...
¡Alma pura cual la linfa
del transparente arroyuelo!...
¡Magdalena!...¡Magdalena!...
¡Ave, rosa, luz, espejo,
rayo, linfa, luna, fuente,
ángel, joya, vida, cielo!...

por otras expresiones más en consonancia con la actual actitud de la pér-


fida:

"(Monstruo de maldad, quimera


con forma de ángel divino!...)

Cuando, por fin, conoce el infame e injusto baldón con el que va a ser con-
denado, intenta terminar con su vida por tercera vez, pero vuelve a ser estor-
bado, ahora por Moncada y Sigüenza:

"Sed testigos, cistercianos,


de que muero por mis manos."

Y su muerte frustrada le permite huir del castillo disfrazado de monje; pe-


ro dejará allí, enterrada para siempre su recia personalidad:

"Huiré, sí; pero yo juro


que nadie sabrá de mí;

- 367 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

que Don Mendo queda aquí


sepultado en este muro."

Consecuente con la nueva vida que se le ofrece, ratifica su diferente "mo-


dus vivendi":

"Yo ya no soy el que era;


he muerto, y el que ha nacido
ni es Don Mendo, ni lo ha sido,
ni volverlo a ser quisiera."

Dispuesto por tanto a un cambio radical, explica su nueva filiación:

"Soy un ente, una quimera;


soy un jirón, una sombra;
alguien sin patria y sin nombre...
una aberración...un hombre
que de ser hombre se asombra."

De modo que cuando le llaman por su nombre, insertado ya en esta perso-


nalidad tan recientemente adquirida, sorprendido contesta:

"¿Don Mendo yo?...


Despedidme de otra suerte,
porque yo no tengo nombre."

consolidándose con esto la muerte psicológica de Don Mendo.

Algún tiempo después advertimos que la veleidosa Magdalena, ascendida


a amante oficial del rey, se ha prendado de un vulgar poetastro -cantautor di-
ríamos hoy- sin los signos externos propios de los caballeros:

"De un trovador, que no lleva


ni crestón, ni barberada,
ni casco, ni cruz, ni peto,
ni porta en el cinto espada..."

Enseguida nos llega, por personaje interpuesto,(que no es otro que la ena-


moradiza Magdalena),la primera y ünica descripción física del errante trovador:

"Tiene la color oscura,


tiene la su voz velada,
la su cabeza es pequeña

- 368 -
DULCE SÁNCHEZ-BLANCO

y algo braquicefalada.
Tiene rubios los cabellos,
tiene la barba afeitada,
breve el naso, noble el belfo,
la su frente despejada,..."

También vamos a conocer algo de su etopeya:

"Y una mirada tan dulce,


tan triste, tan apenada,..."

Recordemos que Muñoz Seca terminaba de refundir LasfamosasAsturianas,


de Lope de Vega, y que la frase de ésta comedia:

"Si perdió la razón,


razón tenía..." (8)

se podría aplicar con toda justicia a nuestro hombre, que motivos más que
suficientes tenía para tal tristeza y tal locura...
Vamos a saber también el nombre del atractivo bardo: RENATO, es decir,
nuevo Ave Fénix, renacido de su propia muerte. Pero va a ser la mora Azofaifa
con su declaración de amor:

"Aquesto es, Renato, que muero de amores;"

la que, con sus terribles celos ante el renovado deseo que Magdalena pa-
rece sentir por Renato, hará concebir a éste una nueva ilusión de venganza:

"(Si tal fuera cierto


que hermosa venganza
matalla de amores.)"

Además, la muerte sería incruenta y en una diferente dimensión -inédita


totalmente-, la poética:

"Que de estar enamorada


mi venganza tendría efeto,
porque podría, discreto,
herirla de una balada
y matalla de un soneto."

que costituyen, por otra parte, la sexta y séptima alusión a la venganza.

- 369 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Con esto llegamos a uno de los más inspirados momentos de la obra, aquel en
el que se parafrasea con gracia el Romance de Abenamar:

"Mora que a mi lado moras,


mora de la morería,
mora que ligó sus horas
a la triste suerte mía..."

Nuevamente aparece el nefasto recuerdo de la traición y sus negativos


efectos:

"Mora digna de mi amor,


pero a quien no puedo amar...
porque un hálito traidor
heló en mi pecho la flor
aún antes de perfumar..."

Sigue el dolor latente:

"No celes del desgraciado


que sin merecer reproche
fue vilmente traicionado."

Pero lo tristemente gracioso del caso es que han cambiado las tornas:

"¡Ironías de la suerte:
la que condenóte a muerte
y te arrojó de sus brazos,
agora sin conocerte
se muere por tus pedazos!

Por otra parte, el duelo amoroso en el que Magdalena lleva la voz cantante,
es de gran belleza:

"Trovador, soñador,
un favor.
-¿Es a mí?
Sí, señor.
Al pasar por aquí
a la luz del albor
he perdido una flor.
-¿Una flor de rubí?

- 370 -
DULCE SÁNCHEZ-BLANCO

Concreta ella:

"Aún mejor:
Un clavel carmesí,
trovador,
¿No lo vio?
-No le ví.
¡Qué dolor!
No hay desdicha mayor
para mí
que la flor que perdí
era signo de amor.
Búsquela
y si al cabo la ve
démela."

Magdalena, temiendo errar el tiro, apunta certera al blanco:

"Lo sabrá
porque al ver la color
de la flor,
pensará
¿Seré yo
el clavel carmesí
que la dama perdió?"

El escarmentado trovador desconfía:

"-¿Yo, decís?
Lo que oís,
que en aqueste vergel
cual no hay dos,
no hay joyel ni clavel
como vos."

La sorpresa y el estupor hacen mella en Renato:

"¿Quién sois que venís a mí,


a un errante trovador,
y me comparáis así
a un clavel carmesí
que es signo de vuestro amor?"

Y ella, al ver su desprecio, midiéndolo con su propio rasero y recordando,

- 371 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

de paso, que "Dádivas quebrantan peñas:

"Tengo en mi casa un tesoro:


para amarme, ¿queréis oro?"

Pero Renato, altivo, declina el ofrecimiento:

"-¿Para qué lo he de querer


si el oro no da el placer?"

Insiste la dama, con cohecho:

"Mi capricho es siempre ley.


¿Quieres ser Duque o Virrey?"

El despechado Renato permanece hasta el final esclavo del honor:

-"Honor que otorga el favor,


¿para qué si no es honor?"

Y la dama, rendida ya:

"¡Tómame y hazme dichosa!"

Desprecio final del trovador, que no cede a inmerecidos honores, ni al


trueque de amor por oro o placer:

"¿Quién habla de goces ya


si el goce la muerte da?"

Todavía ella miente una vez más, gratuitamente, al recordar a Don Mendo,
con lo que el beso de la perjura asquea de tal manera al pobre Renato, que le
hace recuperar de nuevo y por octava vez la idea de su larvada venganza, al
tiempo que reaparece el odio reconcentrado. Y así, remacha con las mismas
palabras de ella:

"Juro por quien fui y no soy


que he de vengarme y que voy
a dejarte como nueva.
Porque al hacer explosión
todo el odio que hay en mí,
seré para tu expiación
no ya un clavel carmesí

- 372 -
DULCE SÁNCHEZ-BLANCO

sino un clavel reventón."

A partir de este momento la acción se precipita. El esposo traicionado de-


cide la muerte de la infame y el propio padre de la adúltera considera también
obligación suya salvar con la muerte el honor familiar:

"Pues la comedia acabará en tragedia."

Inconsciente del peligro, Magdalena sigue obsesionada por conseguir el


amor de Renato, cuya apostura hace mella en su veleidoso corazón:

"¡Es bello como una flor!


Doña Ramírez le quiero;
muero por ese doncel."

Mientras, la historia de la traición es glosada por el Trovador:

"...Y delatalla no pudo


porque salvalla juró,
como ladrón fue tenido
...y muerto como ladrón."

Esto es, indudablemente, lo que más duele al caballero.


Por su parte, Azofaifa, al conocer por el recitado detalles esclarecedores,
persiste en su decisión:

"...Si es ella, la he de morder


la lengua y el corazón."

Aunque Renato reniegue todavía de su nombre:

"¡Vos sois Don Mendo!


-¡Jamás!."

siente que el final está próximo e itera una vez más:

"¡Qué cerca está la venganza,


LA VENGANZA DE DON MENDO!"

que resulta ser la novena y décima mención a la venganza y cierra la ter-


cera jornada, casi con las mismas palabras del final de la primera.
Pero Magdalena, inconsciente de lo que se le viene encima, no ceja en sus

- 373 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

ansias y describe la fuerza de su amor así de poéticamente:

"¿Has visto cómo la flor


cuando despunta la aurora
abre sus pétalos tiernos
buscando luz en las sombras?
Pues así mi boca busca
el aliento de tu boca.

¿Has visto cómo los ríos


buscan el mar con anhelo
para darle cuanto llevan
porque es el mar su deseo?
Pues así mis labios buscan
los suspiros de tu pecho.

¿Has visto cómo la luna


busca en el bosque frondoso
un lago de linfa clara
donde mirarse a su antojo?
Pues así mis ojos buscan
el espejo de tus ojos."

Finalmente, el Trovador se conciencia de ser el Marqués de Cabra:

"Que ahora he dado palabra


de matarte y morirás."

Y no contento con esto, estalla:

"¿Mujer asesina,
baldón de tu infame casta
a quien mi pecho abomina!

Decidido ya a terminar con aquella por quien tanto ha padecido:

"Y vas a morir, arpía!


¡Vas a morir sin tardanza!"

Otra vez Moncada le frena, aunque sólo sea momentáneamente:

"Tu venganza
aplaza para otro día."

- 374 -
DULCE SÁNCHEZ-BLANCO

Él insiste:

"¡Te juro que morirás!"

Pero es la celosa mora Azofaifa quien clava su daga en Magdalena:

"¡Baldón de mujeres, muere!"

Renato grita enloquecido:

"¿Qué has hecho, maldita mora?


¿EN QUIÉN ME VENGO YO AHORA?"

Con esto llegamos a la undécima y última vez que menciona la venganza.


Y en este momento de exaltado extravío, imposible la venganza para la que ha
vivido, rota su vida para siempre, termina con su existencia, inútil ya. Con lo
que se produce la destrucción del Héroe. En este instante supremo y cuando ya
el frío de la muerte entrecorta su palabra, es cuando revelará su bien guardado
secreto:

"SABED QUE MENDA...ES DON MENDO."

Sólo con la muerte real las dos partes de su dicotomía vital vuelven a en-
samblarse y unifican la dualidad RENATO = DON MENDO con la que se cierra
la tragedia.


BIBLIOGRAFÍA:
MUÑOZ SECA, Pedro: La Venganza de Don Mendo. En Obras Completas, 3ª Edición Fax,
Madrid, 1969.
SÁNCHEZ-BLANCO CELARAIN, Mª Dulce: Vida y Teatro de Pedro Muñoz Seca. Tesis
Doctoral. Murcia, 1989.
HUXLEY, Aldoux: Unmundofeliz, Plaza y Janés, Barcelona, 1965.
SHAKESPEARE, William: LaTempestad (V.I) Penguin books, New York, 1968.
SHAKESPEARE, William: Otelo. Penguin Books, New York, 1968.

MARÍADULCESÁNCHEZBLANCOCELARAIN
Universidad de Murcia

- 375 -
JOSÉMARTÍ,ELIMPRESIONISMOPICTÓRICO
YFRANCISCODEGOYA

MARTÍYLOSIMPRESIONISTAS
El impresionismo pictórico nacido en Francia sobre los años cincuenta tuvo
como fin principal mostrar el desacuerdo hacia los temas clásicos y las fórmulas
artísticas de la Academia francesa de Bellas Artes. La escuela impresionista se
apoyó en dos constantes: el color y la fugacidad. Con respecto al primero, los
impresionistas buscaban una representación espontánea, directa y subjetiva de
la vida y se centraron en los efectos que produce la luz natural sobre los objetos.
Los pintores más representativos de este movimientos son Degas, Manet, Mo-
net y Morisot. En pintura, según su concepción, no existen ni los colores ni las
formas de los objetos en sí sino masas de color colocadas unas junto a otras sin
mezclar. La mezcla de colores debe de efectuarse, en pintura, en la retina del
espectador. Dichos colores mudarán según la intensidad de la luz que reciban
los objetos. Es por ello que un mismo paisaje puede variar según las diferentes
horas del día en que se contemple.
A fines del siglo XIX, el impresionismo pictórico, que se preocupó también
por la observación de la naturaleza además del estudio de las variaciones de la
luz y los colores, influyó en otras expresiones artísticas como la escultura, la
música o la escritura.
Con respecto a la escritura, los hermanos franceses Edmond y Jules Gon-
court son una clara muestra de la "escritura artista", escritura a través de la cual
buscaron transmitir una imagen impresionista de la realidad. Tanto por su es-
tilo como por la concepción que tenían del arte en general y su forma de plas-
marlo en sus escritos, los Goncourt pueden considerarse los pioneros del mo-
vimiento impresionista pictórico. 1

José Martí se incorporaría en su escritura a la escuela impresionista fran-


cesa a través de una crónica fechada el 1 de enero de 1877. A punto de dejar el
escritor cubano México para trasladarse a Guatemala, escribe estas notas rápi-
das, a modo de breves pinceladas:

Coronaban montañas fastuosas el pedregoso escirro y sombrío niblo; circundaban las


nubes crestas rojas y se mecían como ópalos movibles; había en el cielo esmeraldas vas-
tísimas azules, montes turquinos, rosados carmíneos, arranques bruscos de plata, des-

1 Véanse al respecto los estudios de Manuel Pedro González en Martí,Daríoyelmodernismo, Madrid,


Gredos, 1974.
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MERCEDES SERNA

borde de los senos del color; sobre montes oscuros, cielos claros, y sobre cuestas tapiza-
das de violetas, arrebatadas ráfagas de oro. Gocé así la alborada, y después vino el sol a
quitar casi todos sus encantos al paisaje, beso ardiente de hombre que interrumpía un
despertar voluptuoso de mujer. El ópalo es más bello que el brillante2.

Martí describe de forma plástica y pictórica un amanecer y crea una prosa


musical, un ritmo cadencioso logrado por el uso particular que hace de la pun-
tuación, más musical que lógica, las frases cortas de similar longitud y los con-
juntos paralelísticos sintácticos y semánticos. El fruto es una prosa imaginativa
e inusitada.
La técnica impresionista, que se irá desarrollando progresivamente, pudo
haberla aprendido del arte pictórico impresionista, cuyos máximos represen-
tantes son Renoir, Manet, Monet o Degas, o bien del literario francés a través de
la obra de los Goncourt.3
Es muy posible que Martí, inquieto por la necesidad de renovar la lengua
y la literatura y habiendo dirigido su mirada a Francia (en 1876 conocía las
obras de Baudelaire, Gautier y Victor Hugo), se interesara por las expresiones
artísticas de los Goncourt.
No parece posible que Martí asistiera a la Primera Exposición de pintores
impresionistas que tuvo lugar en Francia, el 15 abril de 1874, en el Salón del
fotógrafo Nadar. Fue ésta una exposición colectiva privada y en la que intervi-
nieron otros artistas a fin de no escandalizar al público. Expusieron Monet, Re-
noir, Berthe Morisot, Degas, Sisley y Pisarro, Cézanne y Manet. El término im-
presionista les fue impuesto por el crítico Louis Leroy, de forma peyorativa, al
ver la obra de Monet titulada “Impresión atardecer” expuesta en la exposición
del 74. Dicha exposición, como comenta el historiador Francastel, daría tristes
resultados:

Presentadas en masa, las obras de los intransigentes –como entonces se les llamaba-cho-
caron todavía más al público por su color desacostumbrado y el insólito tratamiento de
la forma. La gente sólo vio estas obras en esta exposición mixta. Volvió a oírse la risa
imbécil del Salón de los Rechazados de 1863. Allí nació el nombre de Impresionismo,
proferido como una injuria, e inspirado por el cuadro de Monet a un periodista del Cha-
rivari, un tal señor Leroy, que debe a esta burla el que su nombre sea aún pronunciado
en la historia. 4

2 José Martí, Obrascompletas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975. Todas las referencias a
las obras martianas están extraídas de la citada editorial.
3 Martí en casi todas sus referencias -desde 1878 hasta 1894- elogia el arte de los hermanos Goncourt

por sus libros pictóricos, detallistas, coloridos, "con denodado amor por lo miniaturesco".
4 Pierre Francastel, Historiadelapinturafrancesa, Madrid, 1970, p. 313

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Los artículos periodísticos de Martí sobre los representantes del impresio-


nismo pictórico datan, en su mayoría, de 1884 y 1886. El más significativo es el
realizado por la “Exposición de pintores impresionistas”, celebrada en Nueva
York, en 1886. Dicha exposición se llevó a cabo con motivo de la donación por
parte de los franceses de la Estatua de la Libertad. De ella Martí destacará los
cuadros expuestos de Monet -que califica de “desbordamientos”-, de Renoir, los
cuadros “La joven del palco” y “Los remadores del Sena”, “Bailarinas”, de De-
gas, o de Pisarro señalará que sus cuadros son brumas y vapores.
Anteriormente a tales fechas no hay prácticamente referencias de Martí so-
bre dicha escuela y la única que hay es muy significativa. Se trata, en concreto,
de una referencia indirecta pues el objetivo de Martí era hablar de Madrazo.
Dicho artículo se publicaría en “The Hour”, el 21 de febrero de 1880, tras haber
pasado el escritor cubano por Paris. Pero Martí debió de ver los cuadros de
Madrazo en Madrid, en 1879, pues la primera versión, en francés, está fechada
en 1879. Señala:

Madrazo ha sabido hallar la originalidad verdadera: no las locas manías de los impre-
sionistas y de los ultrarrealistas, furiosos mendicantes de una opinión desdeñosa, dema-
siado gran dama para ocuparse de aquellos que la llaman ofendiéndola para atraer su
atención. La ha hallado donde siempre debe buscarse: en la verdad y en la grandeza, sin
forzar brutalmente la naturaleza, sin torturarla, sin oprimirla, sin mirarla con ojos irrita-
dos y duros5.

Un último dato despeja dudas acerca de la relación que mantuvo Martí con
los pintores impresionistas. En 1879, el escritor cubano escribió distintos artí-
culos sobre pintores franceses pero no nombró la exposición que realizaron los
impresionistas en París. En dichas crónicas habla de Gérome, Beaumont, Dela-
croix, Lecomte du Nov, Jules Lefebvre, Perrault o Parrot, pintores formalistas
algunos, pertenecientes a la generación anterior, pero nada dice de los intransi-
gentes.
No hay por tanto ningún testimonio en la obra martiana sobre su asistencia
a la exposición de 1874 y, como hemos señalado, la primera mención se realiza
entre 1879-1880, en donde se reafirma en su voluntario silencio. En sus artícu-
los, sin embargo, aparecen extensas citas sobre pintores de segunda fila o pinto-
res de la época romántica.
La posición del escritor cubano con respecto a la escuela impresionista iría
cambiando con los años. Así, en la crónica que hemos citado y que escribió con
motivo de la Exposición de 1886, de Nueva York, no reconoce el triunfo de di-

5 José Martí, ob. cit., t. 15, p. 149


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MERCEDES SERNA

chos pintores, pero sí su esfuerzo:

Ninguno de ellos ha vencido todavía. La luz los vence, que es gran vencedora. Ellos la
asen por las alas impalpables, la arrinconan brutalmente, la aprietan entre sus brazos, la
piden sus favores; pero la enorme coqueta se escapa de sus asaltos y sus ruegos. Y sólo
quedan de la magnífica batalla sobre los lienzos de los impresionistas esos regueros de
color ardiente que parecen la sangre viva que echa por sus heridas la luz rota: ¡ya es
digno del cielo el que intenta escalarlo!6

Martí declarará que la raíz del movimiento impresionista pictórico se en-


cuentra en el pintor español Francisco de Goya, a quien tuvo ocasión de estu-
diar durante su estancia en Madrid, mientras cumplía deportación. De esta
manera, en una crónica dirigida a “La Nación”, de Buenos Aires, fechada en
1886, señala de forma categórica,

De Velázquez y Goya vienen todos –esos dos españoles gigantescos: Velázquez creó de
nuevo los hombres olvidados; Goya, que dibujaba cuando niño con toda la dulcedum-
bre de Rafael, bajó envuelto en una capa oscura a las entrañas del mundo humano y con
los colores de ellas contó el viaje a su vuelta. – Velázquez fue el naturalista: Goya fue el
impresionista: Goya ha hecho con unas manchas rojas y parduscas una Casa de Locos y
un Juicio de la Inquisición que dan fríos mortales: allí están, como sangriento y eterno
retrato del hombre, el esqueleto de la vanidad y la maldad profundas. Por los ojos re-
dondos de aquellos encapuchados se ven las escaleras que van al infierno. Vio la corte,
el amor y la guerra, y pintó naturalmente la muerte.7

MARTÍYGOYA
Juan Marinello señalaba ya en 1937 en su libro Literaturahispanoamericana,
hombres, meditaciones que “Goya, Whitman y Wilde dejan en las manos del li-
bertador cubano la entraña magistral que ahora le están descubriendo los pers-
picaces”.
De las dos deportaciones de Martí a España, la de 1871 y la de 1879, la ma-
yoría de anotaciones sobre el arte pictórico español corresponden a 1879 y están
recogidas en su Libro de Apuntes. Las crónicas martianas anteriores a 1879 son
escasas. Sólo contamos con un artículo fechado en 1875 en donde Martí estudia
a los pintores Rosales y Palmira Borrás de Coll. Martí contempló dichos cuadros
en 1871, en la Exposición de pinturas de Madrid, y escribió la crónica para la

6 José Martí, ibídem, t. 19, p. 303


7 José Martí, ibídem, t. 19, p. 304.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

RevistaUniversaldeMéxico, cuatro años después.


Con respecto a la pintura de Goya, todas las referencias de Martí datan de
1879, por lo que debió de conocer sus cuadros durante su segunda deportación.
El 11 de octubre, con 27 años, Martí llegaba a Madrid. Vuelve a visitar,
como lo había hecho en su primera deportación, la Biblioteca Nacional y por
primera vez el Museo del Prado. A esta segunda estancia pertenecen sus estu-
dios sobre “La batalla de Wad-Ras”, del pintor catalán Fortuny, fechado el 6 de
diciembre de 1879, sobre el pintor Madrazo –tal como hemos comentado-, y
sobre algunos cuadros de Murillo que tuvo ocasión de ver en diferentes exposi-
ciones de París.
Posteriormente, Martí, partiendo de las anotaciones recogidas durante su
estancia en Madrid, escribirá distintos artículos periodísticos sobre el arte pictó-
rico español desde su afincamiento en los Estados Unidos, es decir, a partir de
la década de los ochenta.
Velázquez y Goya, en concreto, fueron estudiados por Martí gracias a las
exposiciones que se presentaron en la Academia de San Fernando, en Madrid,
en 1879.
Desde Nueva York, años más tarde, recordaría la estancia de un mes en
Madrid y, en concreto, sus visitas a la Academia de san Fernando y al museo
del Prado:

Qué buen mes, un mes en Madrid! Se va a la Academia de San Fernando, y se estudia


Goya, frente a los retratos de la duquesa de Alba, siente el poeta joven arder en torno
suyo enloquecedores pebeteros, y flotarle en la espalda manto de beduino (...) Se va al
Museo riquísimo, a ver los Velázquez, que pasman, los Correggio, que convidan; y los
árabes de Fortuny, que deslumbran8

Ya desde Nueva York, en uno de sus posteriores escritos para “La Opinión
Nacional”, de Caracas, Martí aconsejaría a los venezolanos, de ir a Madrid,
acercarse a la Academia de San Fernando, “un museo riquísimo, lleno de Muri-
llos y de Goyas, que no debe dejar de ver venezolano alguno que vaya a Ma-
drid”. 9

Pero la influencia de Goya sobre Martí será tan profunda que marcará la
prosa del escritor cubano. Martí, que entendió que el escritor debe pintar como
el pintor, encarnó en su escritura el estilo pictórico y la filosofía de Goya.
Como señala David Leyva González, en su artículo “El arte de Goya en Jo-

8 José Martí, ibídem, t. 14, p. 326


9 José Martí, ibídem, t. 23, p. 163
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MERCEDES SERNA

sé Martí” , es curioso cómo un político y educador tan controvertido como Do-


10

mingo Faustino Sarmiento, que llegó a ser Presidente de Argentina, distinguió


en la prosa de Martí dos tipos de estilo: por un lado “el torrente romántico que
llegaba a través de Víctor Hugo en la prosa martiana: largos párrafos, sintaxis
enrevesada, como si no parara de emanar ideas, hiperbólicas analogías como
quien ha bebido del gigantismo hermoso de los primeros poetas” pero, por el
otro, también vio Sarmiento que Martí pintaba, y pintaba caprichosamente, con
extravagante contraste que era capaz de equiparar un nacimiento a una muerte,
con descripciones insólitas, al punto que en un párrafo podía enumerar un cú-
mulo impresionante de grotescos acontecimientos, y dijo entonces, que aquel
desconocido cubano que escribía para LaNación tenía un “estilo goyesco”.
Sarmiento aconsejó que el escrito de Martí sobre la Estatua de la Libertad
para La Nación de Buenos Aires se tradujera al francés para que Europa cono-
ciera aquella alucinante escritura. A Martí le impresionó sobremanera lo dicho
por Sarmiento y escribió a su amigo Fermín Valdés Domínguez las siguientes
palabras de complacencia:

En paquete separado le mando una carta que acaba de publicar a propósito de mí en


Buenos Aires el glorioso y anciano ex Presidente Domingo Sarmiento. Ya verá qué
enormidades dice; pero yo se la envío con placer, para que vea que su amigo no lo des-
honra. Si U. cree que “El Partido” deba reproducirla, para que se vea que tiene en casa
gente estimada, envíeme algo más de un ejemplar, porque a mi tierra no la he mandado,
y así satisfaría el deseo pueril de que se leyese esa exageración en mi tierra. No me diga
orgulloso. Pero endulza mis penas el sentirme amado11

Y es que el influjo de Goya sobre Martí, reconocido por el propio escritor,


es trascendental. Así en una de sus epístolas Martí confiesa: Goya es uno “de
mis maestros y de los pocos pintores padres” . Martí declaró en muchas ocasio-
12

nes su denodado amor por las pinturas goyescas y por la filosofía y la rebeldía
que emanaban de sus cuadros.
El escritor cubano fue revolucionario en la acción y en la palabra. No es ex-
traño que por ello se identificara con Goya, artista que como él estampaba en el
arte su inconformismo. Goya fue elegido por Martí tanto por su arte como por
el aspecto revolucionario de sus obras. Martí destacó reiteradamente su admira-
ción por el pintor español, glorioso e inmortal, “el más grande entre los gran-
des”. Uno y otro sufrieron las injusticias de los hombres de poder. Martí recor-
dará el cuadro de Goya en donde aparecen juntos en un manicomio hombres

10 Consultar el Portal José Martí. www. josemarti.cu


11 José Martí, ibídem, t. 20, p. 132
12 José Martí, ibídem, t. 20, p. 189

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

ricos, generales, obispos y reyes. Martí anotará las palabras goyescas adjuntas al
cuadro: “El mundo de los egoístas es un mundo de tontos” . 13

Martí vivirá los temas de los cuadros goyescos en sus propias entrañas y
unirá su voz de rebeldía a los gritos que lanzan desde el otro lado las vivientes
pinturas de goyescas:

Cada aparente error de dibujo y color de Goya, cada monstruosidad, cada deforme
cuerpo, cada extravagante tinta, cada línea desviada, es una áspera tremenda crítica. He
ahí un gran filósofo, ese pintor, un gran vindicador, un gran demoledor de todo lo in-
fame y lo terrible. Yo no conozco obra más completa en la sátira humana14.

El escritor cubano, en una carta dirigida el 19 de Febrero de 1888 a Enrique


Estrázulas, comenta cómo él mismo había visto un cuaderno de dibujos a lápiz
del Goya niño:

(...) Goya, que hacía cabezas con lápiz rojo a lo Rafael, que he visto en su cartera de niño
en Aragón; y luego hizo sus cucuruchos de obispos y sus cabezas sin ojos, y una maja
que todavía no me he podido sacar del corazón. Es de mis maestros, y de los pocos pin-
tores padres.15

Como señala Leyva, si nos remitimos nuevamente a la carta a Estrázulas,


podemos afirmar que Martí vio con detenimiento aquella cartera de dibujos de
Goya, y por las imágenes que comenta, analizó los cuadros que en el siglo XIX
se encontraban en la Academia de San Fernando, de la cual Goya fue presi-
dente, y luego de su sordera permanente, paso a ser, presidente vitalicio: Los
cucuruchos de obispo y cabezas sin ojos son imágenes referidas a los cuadros de
Autos de Fe de la Inquisición, y la Maja que no se puede sacar del corazón, es la
maja desnuda, que junto a la vestida, no habían sido trasladadas aún al Museo
del Prado.16
Martí hace referencias a los cartones que hace Goya para la Real Fábrica de
Tapices de Santa Bárbara,17 a los grabados que hiciera el pintor sobre la ocupa-
ción francesa18 y existen breves comentarios sobre otros lienzos que están en el
Museo del Prado; aunque en el año 1879 se conoce por sus apuntes que sólo

13 José Martí, ibídem, t. 19, p. 304


14 José Martí, ibídem, t. 15, p. 136
15 José Martí, ibídem, t. 21, p. 189

16 Las famosas majas pintadas por Goya fueron llevadas al Museo del Prado en 1901.

17 Véase José Martí, ob. cit., t. 14, p. 124.

18 Este, que fue pintor de la corte mezquina de Carlos IV, dibujó en aguafuertes famosos los espan-

tos de aquellos días de mayo (...) José Martí, ob. cit., t..23, p.261.
- 382 -
MERCEDES SERNA

visitó el museo principal de Madrid para observar cuadros de pintores contem-


poráneos, apuntes que llama, luego de los realizados sólo para Goya en la Aca-
demia de San Fernando, como “Notas sin orden tomadas sobre la rodilla, al pie
de los cuadros. –Rapidísima visita al Salón de “Autores Contemporáneos”. –
Museo de Madrid”.
En una de sus crónicas para “La Opinión Nacional”, de Caracas, del cuatro
de octubre de 1881, al tratar la política del momento, con Sagasta, Ruiz Zorrilla
y Castelar, comenta cómo un hallazgo artístico ha venido a distraer un punto
los ánimos de las contiendas en Cortes y recuerda sus visitas al Prado: “aquel
maravilloso museo henchido de joyas, el Museo del Prado, en que Los Borra-
chos de Velázquez compiten con El Pasmo de Rafael, y el Dos de Mayo del
magnífico Goya, con la Concepción alada de Murillo.” 19

Señala Leyva como las insólitas Pinturas Negras de Goya pasaron a lienzos
en 1873. Martí ese año partía, en calidad de deportado, de Madrid a Zaragoza, y
no hay registro de que las haya visitado en la Quinta del Sordo, donde estaban
originalmente en las paredes. Como en el año 1879, sólo hace un estudio de
Goya en la Academia de San Fernando y pasa como dice en “visita rapidísima”
por el Prado, podemos suponer que Martí no alcanzó a ver las pinturas negras.
Las Pinturas Negrasfueron cedidas al Museo del Prado en 1881. Martí por en-
tonces vivía en Caracas.
Martí va a la Academia de San Fernando, en 1879, y el primer apunte que
escribe es sobre “La Maja”, de Goya, la cual -como en una especie de sincre-
tismo connatural a la cultura latinoamericana y al movimiento modernista en
concreto- ve como una Venus andaluza: “nunca negros ojos de mujer, ni encen-
dida mejilla, ni morisca ceja, ni breve, afilada y roja boca, ni lánguida pereza, ni
cuanto de bello y deleitoso el pecaminosos pensamiento del amor andaluz, sin
nada que pretenda revelarlo exteriormente, ni lo afee, -halló expresión más rica
que en La Maja” . Con respecto a dicho cuadro Martí aseverará que es uno de
20

los más maravillosos que puedan existir. Los ojos de la Maja queman y matan
de una mirada a Martí.
Martí se detiene en las piernas, “osadamente tendidas, paralelas, la una
junto a la otra, separadas y unidas a la vez por un pliegue oportuno de la dócil
gasa!”.Martí no duda de que la Maja en cualquier momento puede levantarse
porque está dotada de vida: “Si se levanta de sus almohadones, viene a noso-
tros y nos besa, pareciera naturalísimo suceso, y buena ventura nuestra, no
germánico sueño, ni vaporización fantástica. !Pero no mira a nadie”. Y he aquí

19 José Martí, ibídem, t. 14, p 99


20 José Martí, ob. cit., t. 19, p. 253
- 383 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

lo que detiene el sueño erótico de Martí: “Piélago son de distraído amor sus
ojos. No se cansa uno de buscarse en ellos. En esto estuvo la delicadeza del pin-
tor; voluptuosidad sin erotismo”.
En este erotismo truncado se halla uno de los rasgos que definen la perso-
nalidad de Martí. Éste no puede por más que admitir el deseo de ser besado por
la Maja pero una vez más trunca el sueño su misión apostólica. “Ya no se puede
amar, dirá en un famoso verso, ¡Oh Margarita!”. De cariz profundamente ro-
mántico, el erotismo aparece insinuado pero como quimera o ensueño.
A Martí no le hizo falta, aunque fue una pena no tener comentarios de
ellas, ver las pinturas negras de Goya para advertir el expresionismo y la sátira
de las pinturas de Goya. Así se ve cuando comenta el lienzo de Goya, “El entie-
rro de la sardina”.
Señala Martí que una característica esencial del arte expresionista de Goya
es que a éste le gusta pintar en vez de ojos, agujeros como expresión del vacío
existencial, pues los ojos no son otra cosa que la luz del entendimiento. Martí,
que usó en muchas de sus crónicas del simbolismo cromático, comenta como
Goya “ama y prefiere los oscuros; gris, pardo, castaño, negro, humo, interrum-
pidos por manchas verdes, amarillas, rojas, osadas, inesperadas y brillantes”.
Martí descubre los símbolos anímicos que se esconden a través de los colores,
pues él mismo había comentado, en otra ocasión, que “ el ópalo es más bello
que el diamante”.
Martí se hace eco de la técnica y visión expresionistas de “El entierro de la
sardina” cuando comenta que en el cuadro no hay que ver al pueblo que danza,
porque son “cadáveres desenterrados y pintados los que bailan” . Igualmente 21

destaca del cuadro como “lo feo llega a lo hermoso”. Martí utiliza a su vez el
esperpento y lo grotesco en la descripción del cuadro de Goya:

Uno ora, otro gruñe, éste feliz figura se coge un pie, sostiene en otra mano la flauta, y se
corona de barajas, el otro se finge obispo, lleva una mitra de latón, y echa bendiciones;
éste, con una mano se mesa el cabello, y con la otra empuña un asta; aquél, señalando
con airada ademán la puerta, luce un sombrero de tres puntas, y alas vueltas; tal se ha
pintado el rostro de bermellón, y va como un iroqués, coronado de enhiestas plumas;
bésale la mano una cana mujer de faz grosera, enhiesta la cabeza con un mano; a aquél
le ha dado por franciscano, a éstos por inflar un infeliz soplándole en el vientre.22

21 José Martí, ibídem, t 15, p. 132.


22 José Martí, ibídem, t. 15, p. 132
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MERCEDES SERNA

Después de todas estas enumeraciones acumulativas, típicas del estilo de


Martí, nos llega por fin el pensamiento filosófico y ético del cubano: “Estos
cuerpos desnudos ¿no son tal vez las miserias sacadas a la plaza? ¿ Las preocu-
paciones, las vanidades, los vicios humanos?¿Qué otra forma hubiera podido
serle permitida? Reúnelos a todos en un tremendo y definitivo juicio”. Y en una
crítica sin ambages al sistema monárquico feudal español señala Martí: “Reli-
gión, monarquía, ejército, cultos del cuerpo, todo parece aquí expuesto, sin ro-
pas, de lo que son buen símbolo esos cuerpos sin ellas, a la meditación y a la
vergüenza. Ese lienzo es una página histórica y una gran página poética”. Martí
termina señalando que el genio embellece los monstruos que crea.
En su recorrido por el museo, Martí se encuentra de frente con otro lienzo
de Goya, es este caso se trata de “Corrida de toros en un pueblo.” Los apuntes
al describir este cuadro son rápidos, a modo de bosquejo, como imitando el
estilo de Goya en donde el color no es lo central del lienzo sino el triunfo de la
expresión. Parece, dice el cubano, “un cuadro manchado, y es un cuadro aca-
bado”. Martí describe el lienzo siguiendo el estilo goyesco, en este caso a través
de frases cortas, inacabadas, cambiantes o abruptas que encarnen y reflejen un
rasgo esencial del cuadro, es decir, el movimiento. Así procede:

Un torillo, de cuernos puntiagudos, y hocico por cierto demasiado afilado, viene sobre el
picador, que a él se vuelve, y que, dándonos la espalda, y la pica al toro, es la mejor fi-
gura de esta tabla. Allá sobre la valla, gran cantidad de gentes. Tas el toro, un chulillo
que corre bien. Junto al picador, el de los quites. Tras ellos, dos de la cuadrilla. Por allá,
otro picador. En este tendido puntos blancos que son, a no dudar, mozas gallardas con
blanca mantilla: y con mantilla de encaje....

Tras la descripción, llega el aserto o el pensamiento más trascendental del


cubano: “Fuérzate a adivinar, dice Goya, lo que yo he intentado a hacer”.
Martí hace suya esta frase de Goya en el sentido que, como el pintor, en-
tiende que la importancia del arte esté en la idea y no en devaneos innecesarios
del color. En una identificación total con el pintor, Martí manifestará que el
escritor ha de pintar como el pintor pero advierte que la idea jamás debe quedar
asfixiada por la forma. Tal aserto no significa que Martí no buscara la belleza o
se preocupara por la forma. Escultórico como la porcelana, modernista en su
amor por el arte y la belleza, es perfecta la descripción que hace del cuadro de
Goya, “La tirana”. Viendo el retrato, Martí descubre una paradoja del arte de
Goya que le causa profunda admiración por la similitud de criterios. Destaca el
cubano que “al amor de la forma, opuso el pintor el desprecio de la forma, la
falta casi absoluta de expresión origino en Goya el cuidado casi único del espí-
- 385 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

ritu, de la madre idea en el cuadro”. Y señala a continuación: “Pero su secreto


está, por dote rara de su indiscutible genio, en el profundo amor a la forma, que
conservaba aun en medio de su voluntario olvido, de sus deformidades volun-
tarias”.
Martí sintió que Goya era su maestro en la escritura y seguiría estos mis-
mos presupuestos: revolución en el arte pero sin desdeñar la forma.
Martí describe a “La Tirana” con pasión miniaturesca, prerrafaelita, dete-
niéndose en el resplandor de su vestido y el resplandor de su mirada, la belleza
del tocado y el enigma de su expresión:

De esos ojos –impresión real– tan pronto brotan efluvios amorosos, enloquecedoras mi-
radas, dulcísimas promesas, raudales de calientes besos, como robando suavidad a la fi-
sonomía, con esa extraña rudeza que da a las mujeres la cólera, chispeante y relampa-
gueante, a modo de quien se irrita de que la miren y la copien.23

Martí imagina un trío amoroso entre él, la Tirana y la Maja: “Y la Maja al


verme pasar, como que sonríe, si un tanto celosa, bien segura de que la Tirana
no la ha vencido”. Pero el Martí romántico y profético pone freno, una vez más,
al erotismo y trunca el deseo:

Qué seno el de la Maja, más desnudo porque está vestido a medias, con la chaquetilla
de nuestro alamares, abierta y a los lados recogida, con esa limpia tela que recoge las
más airosas copas del amor! Ma guarda-e passa. Que este cuadro es de la Academia de
San Fernando.

Otra de las escenas colectivas más grotescas del siglo XVIII español era la
relacionada con la Inquisición, tanto el momento del juicio, como la procesión
de los penitentes. A los acusados se le ponía un sambenito, especie de escapula-
rio que se cargaba con motivos del infierno, unido a ellos se le encasquetaban
enormes cucuruchos por gorra, que resaltaba su figura en la multitud. En uno
de los cuadros de Goya es Viernes santo y se sacan a los penitentes en proce-
sión, se amarran encadenados de manos y pies, y se van golpeando por las ca-
lles, flagelándose con látigos de muchas puntas. “!Oh defecto sublime, oh osa-
día soberbia, oh pintor admirable!”, exclama Martí ante el cuadro. Martí recalca
los admirables desnudos, robustos músculos de las piernas, posturas en las que
se siente el dolor del último latigazo.

23 José Martí, ibídem, t.15, p. 134.


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MERCEDES SERNA

El segundo lienzo que comenta Martí sobre el tema de la inquisición es un


“Auto de Fe”: En el estrado, elevado del resto, se ve como a un acusado le leen
la larga condena. Encogido, con su gran cucurucho y su sambenito, esconde los
ojos en lo bajo. Otros tres penitentes, casi desfallecidos, esperan sentencia.. Mar-
tí se dedica a descifrar toda la cruda sátira de las aparentes imperfecciones de
Goya, o mejor dicho, de las deformaciones explícitas que hace el pintor en el
rostro de los distinguidos para sacarle todo rasgo humano. A Martí no se le
olvida un comentario crítico contra los religiosos:

Frailes de redondos carrillos, carrillos cretinos, —éste, de manchas negras por ojos, que
le suponen mirada siniestra;— aquellos, revelan brutal indiferencia, —éstos, viejos do-
minicos, calaveras recompuestas y colgadas de blanco,— mal disimulado júbilo. En-
frente del tablado, dos juzgadores, —el uno, con todos lo terrores del infierno en la an-
cha frente, el otro, de cana cabellera, de saliente pómulo, de huesos boca, de poblada
ceja, de frente con siniestra luz iluminada, como que le convence de que se ha obrado
bien: y extiende la mano, por un capricho trascendental y admirable, hecha con rojo.24

Martí, reflejándose en las pinturas de Goya, dirá que cada tinta, cada línea,
cada monstruosidad, cada aparente error de dibujo y color de Goya es una ás-
pera tremenda crítica: “He ahí un gran filósofo, ese pintor, un gran vindicador,
un gran demoledor de todo lo infame y lo terrible. Yo no conozco obra más
completa en la sátira humana”.
Martí, en estos apuntes que pertenecen a su segunda deportación, comenta
el cuadro “La familia de Carlos IV”. Tras los rostros de la realeza, pueden des-
cubrirse la malignidad y la estulticia. Martí ya había descubierto la sátira en los
cuadros de Goya cuando en sus “Escenas norteamericanas” comentaba: “la
pintura no tolera lo caricaturesco. La sátira puede usarse con buen provecho,
como lo han hecho Kaulbach, Goya y Zamacois; pero sátira y no mofa inútil”.25
Tras los retratados, aparece el autorretrato del propio creador, Goya, que
Martí describe de la siguiente manera:

Pegada boca, hondos hoyuelos, ojos cuya bóveda resalta, y cuya mirada sorprende. Acá
en la abierta frente, golpe enérgico, y a la par suave, de luz, - por entre ella flotan esos
menudos cabellos que nacen a la raíz. En el resto del rostro, vigoroso tono rosado, dies-
tramente no interrumpido, sino mezclado en la sombra.26

El último cuadro es la “Casa de Locos”. Goya pinta un grupo de locos es-

24 José Martí, ibídem, t. 15, pp. 135-136.


25 José Martí, ibídem, t. 13, p. 477.
26 José Martí, ibídem, t. 15, p. 135.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

quinados y sólo los que están frente a la alta ventana muestran su locura y su
desnudez: uno, hincado de rodillas y calvo, ora, y al lado derecho hay uno co-
mo de fiesta, divirtiéndose de lo que hacen sus compañeros. En la frontera de la
penumbra y la luz aparece uno de pie con plumas en la cabeza, como si man-
dase un gran ejército, frente a él, la figura más admirable: desnudo enteramente,
con sombrero de tres puntas, extiende su brazo recto hacia la pared como si
luchara con la luz que entra del nuevo día.
Esta “Casa de Locos” representa cierta España de finales del XVIII e inicios
del XIX: la nobleza aristocrática, con cargos religiosos y monárquicos, pero
también representa el poder mostrado en la más profunda desnudez de un ma-
nicomio oscuro.





MERCEDESSERNA
Universidad de Barcelona

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LOSCORRIDOSDENARCOTRAFICANTES:
VALORESPOPULARESYMEMORIACOLECTIVA

Yolesdigoamisamigos
vámonosacomodando,
quesisesiguenmatando
corridossigoarreglando1


El mes de febrero de 2005, leí por casualidad en Internet que en México se
llevaba a cabo una discusión suscitada por la divulgación de una colección de
textos de corridos2 en las bibliotecas escolares del país. El problema radicaba en
que la colección contenía cuatro corridos, que se referían al tráfico de drogas en
la frontera con los Estados Unidos. Después de serias discusiones entre los po-
líticos, los pedagogos, los padres de familia, etc., fue tomada la decisión de no
recurrir a la censura oficial de la edición, aunque en algunos Estados de México
–como por ejemplo Tamaulipas y Coahuila– el libro fue retirado de las escuelas.
Los especialistas afirmaban que desde que los alumnos del quinto año tenían
acceso a los libros de texto en cuestión, no fueron registradas consecuencias
negativas y que incluso los niños estaban aprendiendo a distinguir el bien del
mal, lo cual contribuía a su desarrollo intelectual3.
Yo misma había escuchado años atrás –a mediados de los noventa– du-
rante mi estancia en México, algunos corridos que relataban las “hazañas” de
los delincuentes en la frontera, y reconozco que en aquel momento éstos pro-
vocaron mi risa nada más, subvalorando, por lo visto indebidamente, un fe-
nómeno interesante en la cultura popular mexicana.
Desde aquel entonces, los corridosdenarcotraficanteso narcocorridoshan te-
nido una trayectoria ascendiente, hasta convertirse en auténticos bestsellersdis-
cográficos.
Los tres mil doscientos kilómetros de frontera entre los México y los Esta-
dos Unidos son una herida abierta y están cargados de gran simbolismo: son la
frontera entre la prosperidad y el atraso económico, entre el mundo de las “po-

1 Corrido tradicional mexicano, citado por: Gutiérrez Ávila, Miguel Ángel: “Corrido y memoria
popular”.- en: Plural,julio de 1987, N 190. p. 27.
2 Se trata de Ciencorridos,almadelacanciónmexicana. Comp. Mario Arturo Ramos, México, Océano,

2002, quecontienetextos de famosos corridos desde 1760 hasta la fecha de edición. La Secreta-
ría de Educación Pública (SEP) divulgó 80 989 ejemplares de esta colección en las escuelas
primarias de todo el país.
3 “Contienen bibliotecas michoacanas narcocorridos desde hace dos años” – en: NotimexenMorelia,

Febrero 22, 2005.


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

sibilidades ilimitadas” y la miseria extrema. Desde Matamoros a Tijuana y des-


de Brawnsville a San Diego; en Arizona, Texas, Florida, California, Nueva York
(los Estados norteamericanos con más fuerte presencia de hispanos), lo mismo
que en las regiones septentrionales de México, la “raza”, aferrada a su “identi-
dad mexicana”, baila al ritmo reiterativo y pegajoso de la “música norteña”,
Mientras unos sueñan con colarse a la tierra de promisión vedada, los otros
padecen la nostalgia por su “México lindo y querido”, persistiendo en mantener
su idiosincrasia, su sistema de valores y los comportamientos típicamente mexi-
canos.
La frontera no sólo es una zona de grandes tensiones entre la esperanza y
la desilusión. Ni es únicamente una franja fuertemente vigilada en que las auto-
ridades norteamericanas construyeron un muro que los artistas pop mexicanos
pintaron contestatariamente por todo su largo4.
La frontera es, antes que nada, un lugar de encuentro de dos culturas con
diferencias marcadas que, no obstante, precisamente allí empiezan a convergir
y a parecerse.
Son conocidos de sobra los tópicos que manejan los angloamericanos sobre
México: para ellos es un mundo antagónico, separado del de ellos por un “telón
de tortilla”, que marca los límites entre civilización y barbarie. El término, que
hace clara referencia al “telón de acero”, fue formulado en los Estados Unidos
para señalar las diferencias económicas entre ambos países, pero con el tiempo
ha ido adquiriendo un sentido propagandístico diferente, refiriéndose última-
mente a la penetración constante de mexicanos –y otros latinoamericanos– al
Norte. Algo similar sucede con los nombres con que se designa el río de la fron-
tera: es el Río Grande para los norteamericanos, por su transcurso largo, y Río
Negro para los mexicanos y demás hispanos, lo cual indica la percepción de un
peligro, de un probable destino fatal para los “espaldas mojadas”.
Si se piensa en los clisés establecidos por el cine norteamericano, los Esta-
dos del Sudoeste son el reino del cawboy, que no tenía más amigo que su caba-
llo, ni más ley que su arma. Se sobreentendía que la frontera nunca había sido
dominada ni “domada” del todo. El mexicano era feo, bruto, primitivo, borra-
cho, lascivo y arbitrariamente violento.
El cine mexicano, por su parte, presentaba una idea similar sobre su propio
Norte: estaba poblado de aventureros y tribus indígenas aisladas, de oportu-
nistas y fracasados, que no habían conseguido echar raíces más al Sur. La mar-
ginalidad se medía según las distancias que separaban los territorios septen-

4 El lector recordará que en febrero de 2005 en la exposición “Arco” en Madrid, fue presentada una
réplica del muro, llamado en México “el muro del la vergüenza”.
- 390 -
LILIANA TABAKOVA

trionales de la capital. Por otro lado “el gringo” era de pocas luces y afemi-
nado5; a los chicanos se les veía con desprecio, por haber pasado por procesos
de aculturación y, finalmente, se creía que el mexicano que cruzaba la frontera
con “Gringolandia” era un traidor, que se “había vendido”, al someterse vo-
luntariamente a la pérdida de su identidad.
A lo largo del s. XX –algo que no es menos vigentes en la actualidad– las
dos culturas se oponían, se sentían amenazadas la una por la otra. Sin embargo,
mientras en el interior de los Estados Unidos se desarrollaban las campañas del
tipo Englishonly y en México se creaba una Comisiónparalalimpiezadelalengua
española, en la frontera se intensificaba la hibridación lingüística, conocida con el
nombre despectivo de “spanglish”. O sea, en los respectivos “centros” crecía la
resistencia a los valores que nacían a ambos lados de la frontera, puesto que
distorsionaban las imágenes que cada uno tenía –y aún sigue teniendo de sí
mismo– o, dicho en otras palabras, atentaban contra el statuquo.La verdad es,
sin embargo, que la frontera entre Estados Unidos y México es un gigantesco
laboratorio intercultural y estético, y las tensiones culturales entre el chicano y
el mexicano del Norte van disminuyendo cada vez más.
*
Este contexto particular fue creado por varios factores, siendo uno de los
de principal importancia el contrabando con la droga, en gran medida causante
de los procesos migratorios a ambos lados de la frontera. Éste se inició hacia los
años veinte del siglo pasado, cuando algunos Estados del Norte mexicano –
entre los que destacaban Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Durango– se convirtieron
en productores y exportadores de droga a los Estados Unidos. Fue entonces
cuando se promulgaron las primeras leyes prohibitorias –en 1920 fue estigmati-
zada la producción de marihuana6, y en 1926, la de amapolas (papaversomnife
rum)– que, lo mismo que las actuales medidas drásticas tomadas por las autori-
dades norteamericanas, quedaron lejos de dar los resultados deseados. Se trata
de un tema complicado y muy doloroso, pero en este caso concreto nos interesa
sólo uno de sus aspectos: la forma singular en que los estratos populares inclu-
yen esta problemática en su producción simbólica.
La llamada “narcocultura” que se ha ido formando a lo largo del siglo pa-
sado, tiene sus manifestaciones en casi todas las esferas sociales: desde las acti-

5 No deja de ser curioso que los representantes de un país económica y militarmente atrasado se
autoproclamen muy valientes y potentes sexualmente (en términos hispanos, “muy machos”),
comparándose con los integrantes de la otra nación vecina más desarrollada, a los que se ve
como a “afeminados”. Este fenómeno no es típico únicamente para el ámbito cultural al que
nos referimos y tiene razones históricas y culturales muy profundas.
6 “Disposiciones sobre el cultivo y comercio de productos que degeneran la raza”.

- 391 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

vidades de los “naropolíticos” hasta la “narcolimosna”7; desde las imponentes


mansiones del llamado estilo “art narcó”, hasta las monumentales “narcocrip-
tas”, tremendamente kitsch(que ya se han convertido en lugares de peregrinajes
turísticos), y las ermitas y santuarios erigidos a “santitos”, que alguna vez fue-
ron bandoleros y que en la actualidad son venerados por los narcos y la gente
de los pueblos aledaños8.
Las publicaciones en la prensa, la producción cinematográfica, algunos tex-
tos literarios, los expedientes policiales, etc., consiguen plasmar en cierta medi-
da un cuadro de la existencia de los narcos. Como es lógico, éstos mismos no
suelen crear ni conservar archivos ni redactar memorias ni responder a los cues-
tionarios de los sociólogos; tampoco hacen declaraciones públicas. Solo los más
insignificantes de ellos se convierten de vez en cuando en “estrellas me-
diáticas”: cuando los matan o caen presos, se hacen fortuitamente protagonistas
de una especie de reality shows. El conocimiento objetivo de su mundo “desde
dentro” es prácticamente imposible. Por lo tanto, las historias que se cuentan
sobre los narcos están saturadas de elementos mitológicos. Lo que se sabe viene
a ser más bien el resultado de un proceso de imposición de significados “desde
fuera”, sea de parte de las autoridades oficiales –fiscales y abogados, policías,
políticos o médicos–, sea de los representantes de la “cultura de élite” –perio-
distas, escritores, cineastas–, cuya tarea es definir los perímetros de la reacción
de los sectores sanos de la sociedad frente al fenómeno. En cuanto a los propios
narcos –que debido a su extracción social marginal, normalmente tienen una
formación cultural muy baja–, pueden expresar su particular código moral,
contar sus hazañas o explicar las razones que los llevaron a actuar fuera de la
ley, sólo por medio de las narraciones orales y, actualmente en los corridos,
siendo éstos la única manera de formular su versión de los hechos, marcada-
mente divergente de la oficial.
*
A todas luces, el tradicional corrido mexicano y centroamericano está em-

7 Es de conocimiento público que algunos representantes de la Iglesia en México no encuentran


nada malo en la aspiración de los narcotraficantes a comprarse la indulgencia divina.
8 Como por ejemplo el famoso Jesús Malverde de Culiacán, que es una especie de Robin Hood local.

(Ver: Sada, Daniel: “Cada piedra es un deseo” – en: LetrasLibres, México, año II, n. 15, p. 32-
37). Es interesante la iconografía de estos “santitos”: los representan jóvenes y viriles, de finos
mostachos, con sombrero de alas anchas y botas altas de piel de serpiente con hebillas brillan-
tes. Parecen hermanos gemelos de Pedro Infante, el eterno galán del cine mexicano de los
años 40 y 50.
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LILIANA TABAKOVA

parentado con el romance medieval español9. Temáticamente refiere hechos


históricos violentos en la mayoría de los casos. Se ha ido trasmitiendo de forma
oral y en épocas más recientes ha sido fijado en papel, gracias a lo que es posi-
ble seguir su evolución y registrar sus variantes.
Aún hoy en el ámbito cultural hispanoamericano se conserva el hábito de
narrar en forma versificada o cantar sobre los acontecimientos de importancia,
aunque en los diferentes países estas composiciones tienen manifestaciones
variables (en México y Centroamérica, los corridos; Colombia y Venezuela, los
vallenatos, en Cuba, las décimas, etc.) La persistencia de dicha tradición sin duda
se debe también a su confluencia con los cantos épico–narrativos de los pueblos
precolombinos, por lo que es legítimo creer que se trata de unas manifestacio-
nes culturales mestizas.
Durante la Colonia en México tuvieron gran divulgación los llamados
“cantares de ciegos”, que algunos invidentes memorizaban e interpretaban en
lugares públicos –plazas y mercados– y en que eran versificados más que nada
hechos de delincuentes, ladrones y asesinos, caídos en manos de la justicia laica
o divina. Se narraban cantando también las historias de famosos bandidos, de
secuestros, persecuciones y ejecuciones, de venganzas sangrientas o viles trai-
ciones, de maldiciones, de caballos, de corridas de toros, desastres naturales,
etc. Eran una especie de periódicos orales. Incluso había composiciones desti-
nadas especialmente a un público infantil.
Durante la guerra por la Independencia, el corrido tuvo un resurgimiento.
Algo más tarde, a finales del sigo XIX proliferaron los corridos de bandoleros
(gavilleros) “buenos” que cometían violencia contra los ricos para compartir
luego el botín con los pobres. Estos corridos son considerados como precursores
de los corridos de la Revolución Mexicana (1910 – 1917). Algunos de los perso-
najes, llevados a delinquir por causa de la injusticia y la pobreza, se convirtieron
en factores importantes durante la Revolución: el caso más famoso es el de Pan-
cho Villa. Es el momento en que los corridosadquieren un tono épico-narrativo,
y también registran su auge mayor hasta convertirse en un fenómeno emble-
mático para México.
En el período enmarcado entre los años treinta y sesenta del siglo XX, el
corrido pierde su originalidad y vigor, se llena de contenidos artificiales dedi-
cados a ensalzar a políticos y otros “héroes” dudosos.
El último resurgimiento del género se da a mediados de los setenta y dura

9 En su ya clásico texto ElcorridoMexicano (FCE. México, 1984) Vicente Mendoza afirma que “no es
sólo un descendiente directo del romance español, sino aquel mismo romance trasplantado y
florecido en nuestro suelo”.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

hasta nuestros días. Se rescata la temática de las penurias de los emigrantes


indocumentados y también el anecdotario relacionado con el contrabando de
substancias psicoactivas ilícitas.
Es un hecho que, a pesar de la increíble eficiencia de los medios de comu-
nicación contemporáneos, en México se siguen haciendo corridos. Entonces su
esencia no ha de radicar únicamente en la función comunicativa que han cum-
plido desde siempre, sino en algo más.
*
El corrido suele ser una composición larga de un número no determinado
de versos, la mayoría de las veces octosílabos, rimando los pares, mientras los
impares quedan libres. El corrido cuenta un suceso ya pasado que ha dejado un
recuerdo duradero. Por lo tanto, la memoria es lo que queda de toda vivencia,
lo único que tiene importancia. Los recuerdos son un acto selectivo, un proceso
que registra, reelabora y codifica los hechos, para convertirlos en categorías,
establecidas por cada tradición cultural concreta, con lo que éstos adquieren
valor y utilidad social.
La constancia o la variabilidad con que los recuerdos se convierten en valo-
res colectivos dependen de su función en la vida de la comunidad. Esta es la
razón por la que las obras de la tradición oral son capaces de adaptarse y actua-
lizarse según los cambios en la sociedad o si pasan a otro espacio cultural.
Estilísticamente el corrido aprovecha la carga emotiva de la narración bio-
gráfica, pero plasma sólo los acontecimientos que son importantes para el gru-
po social o étnico. No se trata de atribuirle al grupo cualidades personales o
psicológicas características de un individuo, sino al revés: la constitución psi-
cológica de cada individuo es el resultado de su socialización. Los signos socia-
les se convierten en estructuras mentales a través del lenguaje. De ahí que la
memoria colectiva no es ningún archivo del que se puede sacar una ficha de
datos, sino que busca tender lazos entre el destino del individuo y la colectivi-
dad a la que pertenece: sólo así los acontecimientos aislados adquieren coheren-
cia.
El corrido, siendo una plasmación de la memoria colectiva, selecciona entre
los hechos y acontecimientos heterogéneos los que tienen alguna trascendencia:
sobre todo la muerte, mucho más si ésta ha sido violenta, porque justo en estos
casos es cuando se manifiestan todos los matices de los conceptos éticos y mo-
rales de la comunidad que teme que la violencia salga de control, lo cual puede
amenazar el equilibrio social.
El corrido es la narración de una historia, pero no de una historia abstracta.
Para la comunidad tradicional, que vive sumergida en la cotidianeidad, la his-
toria “científica” es una suma de hechos sin resonancia concreta en la vida del
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LILIANA TABAKOVA

individuo: no puede ser utilizada con fines pragmáticos. La realidad se interio-


riza antes que nada por medio de repeticiones o de la participación personal
directa.
En este sentido el corrido es una historia selectiva y, además, utilitaria. Di-
cho en otros términos, es la historia de la ética tradicional, del sistema de valo-
res vigentes en un grupo o una comunidad. Algo más: el corrido transforma la
historia, prestando a la memoria el apoyo del ritmo musical.
Son escasos los corridos de contenido legendario. El hecho violento que se
refiere no suele tener gran antigüedad: como máximo se remonta a 30–40 años
atrás10. Afirma Mircea Eliade que la memoria colectiva difícilmente reproduce
hechos “muertos”. Según él, la memoria popular no retiene personajes reales ni
hechos individuales, sino que funciona por medio de estructuras específicas:
categoríasen vez de hechos, y arquetiposen vez de personajes históricos.El per-
sonaje histórico es asimilado por un modelo mitológico, mientras que el aconte-
cimiento se integra en la categoría de las acciones míticas.11
El corrido, en su calidad de memoria colectiva pretende retener la memoria
sobre los acontecimientos y más concretamente, sobre sus aspectos de impor-
tancia social, sacándolos de su contexto temporal concreto. Se ha dicho que la
memoria colectiva es ahistórica12: se modifica de manera que se pueda adaptar al
molde de la conciencia arcaica, que no se interesa por las manifestaciones indi-
viduales sino por lo ejemplar, lo común a todos.
El corrido tradicional “hace” historia, sin alabar ni justificar la violencia: la
revela, trata de prevenirla, pero hay casos en que la considera indispensable si
es en defensa de ciertos elementos que configuran el código moral de la comu-
nidad. De este modo funciona como una especie de reguladorinternode la vio-
lencia. El cantante de corridos se convierte en una especie de juez social, cuya
finalidad es conservar los valores colectivos. El protagonista de un corrido, aún
siendo un delincuente, posee cualidades que la comunidad aprecia: valentía,
dignidad, honor, generosidad, etcétera.
El corrido no pretende extenderse fuera del ámbito cultural en que ha sur-
gido. Es una especie de espejo en que la gente se reconoce. El cantante de corri-
dos goza de prestigio, mientras que la comunidad reafirma su identidad.

10 GutiérrezÁvila, M. Á.: Op.cit., p. 28.


11 Eliade, Mircea: Elmitodeleternoretorno. Sofía, Ed. Jristo Botev, 1994. p. 58.
12 Eliade, Mircea: Idem.p.59

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Teniendo en cuenta todo lo arriba expuesto, no es de extrañar que preci-


samente por medio del corrido los mexicanos a ambos lados de la frontera bus-
quen dar una versión de su vida cotidiana, distinta a la versión oficial.
Los protagonistas de los primeros corridos de narcotraficantes eran hom-
bres y mujeres reales o ficticios, que traficaban con pequeñas –en comparación
con las actuales– cantidades de droga. Cruzaban la frontera a pie o en coches,
escondían la carga en ataúdes o en los neumáticos de los coches. Iban armados
de navajas o pistolas.13 Más tarde aparecen las avionetas y trylers, las cantidades
de carga se mide por toneladas y las mertalletas desplazan las demás armas.14
Con el tiempo los personajes de los corridos han ido saliendo de su anoni-
mato y aparecen los nombres de famosos narcos, que siembran miedo y respeto,
amigos de sus amigos15 y horror para los traidores16 y los agentes de seguridad.
A algunos les ha sido dedicado un corrido aislado, mientras que de otros se han
compuesto auténticas “sagas”.
Aunque despiadados, violentos y arbitrarios, los personajes del moderno
corrido de traficantes tienen las mismas cualidades humanas que se valoraban
en el corrido tradicional: son audaces,17 generosos, aman y odian con fuerza,
desprecian la muerte, saben disfrutar de la vida.18
Todo esto los asemeja a los héroes populares de otros tiempos y los con-
vierte en ejemplos a seguir. El gavillero generoso de antaño se ha asimilado al
burlador de las leyes de ahora.19 Por lo visto con todo ello se busca una conti-

13 Salieron de San Isidro/ procedentes de Tijuana/ traían las llantas del coche/ repletas de mariguana. (Los
Tigres del Norte: “Contrabando y traición” ).
14 Ya no gasten en radares/ ni destrozando mis pistas / yo soy un ave nocturna/ que aterriza en cualquier

milpa. (Los Tigres del Norte: “El tarrasco”).


15 Legustasermuysencillo,/atodosbrindasumano,/alamigoqueesamigo/lotratacomoaunhermano,/

peroaaquelquetocaasugente/loaplastacomoaungusano. (Banda La Costeña: “El fugitivo”);


16 Lauro Cantú Villareal/ fue el que traicionó a Quintana/ cuando llevaban la carga/ para entregarla a la

mafia,/ahífirmósusentencia,/yaanduvoasaltodemata.[...]Latraiciónnoesbuennegocio/cuando
seapuestalavida,/Lauronoquisoentenderlo/ytraicionóalafamilia,/lecostómuchodinero/yalfinal
hastalavida.(Los Tigres del Norte: “La muerte del soplón”)
17 Senecesitavalor/paraentrarlealcontrabando./Valoresloquelesobra/alagentedeDurango(Los Tuca-

nes de Tijuana: “Carrera prohibida”)


18 Paraalegrarmelabanda,/Paradormirunadama,/pa’misamigosmimano,/yaloscobardemiescuadra,

/pa’minarizunsuspiro/yuntragopa’migarganta.(Los Tucanes de Tijuana: “La carrera prohi-


bida”).
19 No es de extrañar que existan varios corridos dedicados al ya mencionado Jesús Malverde, en su

papel de “santito” protector de los traficantes. Claro está, que la Iglesia no lo reconoce. Los
traficantes suelen ser profundamente religiosos y los más “ortodoxos” entre ellos rezan a Ju-
das Tadeo, quien ayuda a llevar a cabo las “tareas difíciles”. La prensa en México en varias
ocasiones ha sacado a luz los tratos escandalosos de altos representantes de la Iglesia con nar-
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LILIANA TABAKOVA

nuidad histórica.
Los narcocorridos hacen referencia a casi todos los grupos sociales. En
primer lugar a los que están involucrados en la producción y el tráfico: cam-
pesinos y gente pauperizada de la ciudad, que optan por actuar fuera de la ley,
para no morir de hambre.20El motivo de tomar la decisión de arriesgar la vida
cayendo en el delito, suele ser no sólo el deseo de enriquecerse rápidamente
sino también de alcanzar una mejor posición en la sociedad.21
La denuncia social va dirigida antes que nada contra las estructuras oficia-
les, y la infracción de las leyes es vista como una autodefensa legítima.22 Sin
embargo, también se tematiza la frecuente rebelión contra los mafiosos que
hacen fortunas inmensas a costa de los pobres “mulas” –”poquiteros”, como se
les llama en México– que llevan en su cuerpo pequeñas cantidades de droga y a
quienes se les paga muy poco para el riesgo que asumen.23
En el particular código ético y moral que tienen los personajes, ser valiente
es lo más importante. La audacia se relaciona con el amor por el terruño24 y el
orgullo por haber nacido en México.25 Los personajes se definen por la seme-

cos que acuden a ellos a confesarse. (Ver: Agustín, José: Tragicomedia mexicana. La vida en
Méxicode1982a1994. México, Planeta, 1998. p. 70; p. 244)
20 Porambiciónaldinero/memetíenelcontrabando,/nosoportélapobreza,/laspromesasmecansaron./Me

estabamuriendodehambre/ytodoporserhonrado./Aligualquemuchosotros/tengoderechoalavida
/hoytengomuchodinero/yvivocomoquería,/sigosiendoagricultor,/nomáscambiélasemilla.
(Los pumas del norte: “El agricultor”).
21 Séqueundíapuedenmatarme/peroserpobrenoquiero./Comotemiran,tetratan/elmundoesconvencie

ro:/nosetevenlosdefectos/seereshombrededinero. (Los Tucanes de Tijuana: “El hijo de la ma-


fia”). O: Yamuchotiempofuipobre/muchagentemehumillaba,/empecéaganardinero,/lascosases
tán volteadas,/ ahora me llaman patrón,/ tengo mi clave privada. (Los tucanes de Tijuana: “Clave
privada”).
22 Megustaburlarlaley,/soygentemuyespecial,/megustaquemerespeten/aunquelesparezcamal./No

presumodevaliente,/soyhombremuynatural,/sialgatopisanlacola/puestetienequearañar.(Los
Tucanes de Tijuana: “El balido de mi ganado”).
23 LesdijoSilvanoGuerra/conunavozmuyopaca:/“Llevamostreintamillones/ynospaganconmigajas/y

los que nos la rajamos/ somos los hombres de paja” (Los incomparables de Tijuana: “Los
traficantes”). O: Losempleadosdelosgrandesjefes/sonlosquehacentodoelmovimiento/ylespagan
conunamigaja/cuandodemillonesganancientos;/elpatróngastándoselalana/yunoeselquesela
vapartiendo. (Los Tucanes deTijuana: “Un puño de polvo”).
24 Mi orgullo es ser sinaloense,/ lo digo donde yo quiero,/ estado de muchos gallos/ que hoy se encuentran

prisioneros,/peroestegalloesmásbravo,/lescantaensugallinero(Los Tucanes de Tijuana. “Clave


privada”). O: SoydemeroTierraBlanca/yesomellenadeorgullo/porqueenmiestadoquerido/ha
habidogallosmuyfinos/ypa’mujeresbonitas/Sinaloaesreconocido.(Puma de Sinaloa: “Línea de a
metro”).
25 Sumadreesmexicana,/deahísacólovaliente,/esunahembramuybrava/quehamatadoamuchagente,/

trespolicías,seissoldados/ydepilónunteniente. (Grupo Extermnador: “La Jefa”) O: Como todo


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

janza con una serie de animales totémicos: gallos, tigres, pumas, leones.26 Se
aprecia el valor, pero no la crueldad excesiva.27
Aunque el corrido no está eximido de una buena dosis de misoginia, los
personajes femeninos suelen ser no menos atrevidos que sus compañeros. Tam-
bién se les caracterizadas por medio de cualidades animales (comúnmente se
les llama “hembras”, son “perronas”, etc.) No sólo son amantes que siguen a
sus parejas; son igual de arrojadas, astutas, codiciosas y despiadadas que ellos.28
La actitud hacia la muerte es la tradicional para el pueblo mexicano, en que
se nota la herencia precolombina.29 Es aceptada como algo muy natural, con una
mezcla de resignación, nihilismo y espíritu festivo. El traficante sabe que la
muerte es el único destino que le corresponde. Por eso disfruta de sus aventuras
y vive con la misma intensidad con la que espera su fin.30 No se hacen largos
comentarios sobre la muerte. Simplemente se refiere la forma en que ha acae-
cido. Siempre esperada, la muerte es el castigo merecido por no atenerse a las
normas sociales.31
En los corridos aparecen muchas autoridades corruptas que son vistas con
desprecio.32

mexicano/megustaviviralegre/yconmúsicanorteña/elcorazónsemeenciende,/vivalasierramu
chachos/juntocontodasugente. (Los punas del Norte: “El agricultor”)
26 HombrescomoesteJaimito/nosevenpordondequiera,/esastutocomountigre/ysagazcomopantera./

Tengancuidadoculebras/porqueandasueltaestafiera.(El puma de Sinaloa: “Jaime Pantera”).


27 Vuelvenlosbuitresmafiosos/asunidoenTierraBlanca/cortandoadedosjariosos/yasoplonesenvengan

za/enbarriosdeCuliacán/seoyenrugirlasmetrallas.(Indelesio Anaya: “Vuelve la mafia”).


28 Unahembrasiquiereaunhombre/porélpuededarlavida,/perohayquetenercuidado,/siesahembrase

sienteherida./Latraiciónyelcontrabando/soncosasincompartidas.[...]EmiliodiceaCamelia:/“Hoy
tedaspordespedida/coneldineroquetetoca/puedesrehacertuvida./Yomevoypa’SanFrancisco/
conladueñademivida.”/Sonaronsietebalazos,/CameliaaEmiliomataba./Lapolicíasólohalló/una
pistolatirada./DeldineroydeCamelia/nuncamássesuponada.(Los Tigres del Norte: “Contra-
bando y traición”).
29 Nohayquetemerlealamuerte/esalgomuynatural/nacimosparamorir/ytambiénparamatar/onome

diganqueustedes/nohanmatadoaunanimal(Los Tucanes de Tijuana: “El puño de polvo”).


30 Cuandomemueranoquiero/llevarmeunpuñodetierra/yoquierounpuñodepolvo/yunacajadebote

llas/peroqueseadeBuchanans/ yelpolvitoqueseareina.(Los Tucanes de Tijuana: “El puño de


polvo”). O: Ya tengo lista la tumba/ para cuando yo me muera,/ tengo pagada una banda/ y
un entierro de primera (Grupo Exterminador: “La tumba”).
31 Quierodarlesunconsejo/atoditalaplebada,/estenegocionoesbueno,/esunabombaactivada,/perosile

entranmeavisan,/ai’tengoyerbaclavada.(Los tucanes de Tijuana: “El manos verdes”).


32 Soyeljefedejefes,señores,/merespetanatodonivel,/minombreymifotografía/nuncavanamiraren

papeles,/porqueamíelperiodistamequiere/ysinomiamistadselapierden.[...] Soyeljefedejefes
señores/ydecirlonoesporpresunción,/muchosgrandesmepidenfavores/porquesabenquesoyelme
jor,/hanbuscadolasombradelárbol/paraquenolesdéduroelsol. (Los Tigres de Norte: “El jefe de
jefes”); Unpolicíadeshonesto/quetambiénmurióenlaquema/dijoqueestabaescondido/enlaciudad
delasVegas(Los Tigres del Norte: “La muerte del soplón”);
- 398 -
LILIANA TABAKOVA

Finalmente, la droga va dirigida a los “gringos” que son “diferentes”, son


perversos por disponer de mucho dinero, por lo cual son los responsables de
que florezca “el negocio”.33 En ningún momento se plantea el dilema moral de
lo perjudicial que puede ser la droga para la salud humana.34
Los personajes de los nacocorridos proceden de ambos lados de la frontera,
por lo cual pronuncian largas frases en Spanglish. De hecho, algunos de los co-
rridos que han tenido mayor éxito comercial han sido escritos directamente en
inglés.
*
Los corridos no destacan por la variedad de los temas musicales ni de los
instrumentos que se emplean. Se utilizan efectos especiales como disparos, chi-
rridos de frenos, bocinas de coches, etc. Las melodías son parecidas e intercam-
biables porque lo que importa son los textos. La voz domina sobre los instru-
mentos.
Las compañías discográficas empezaron a incluir los narcocorridos en su
producción hacia mediados de los años setenta. Desde entonces se han venido
haciendo intentos de prohibir esta música porque, como afirma Luis Astorga,
“según la lógica de algunos gobernantes, si las drogas destruyen el cuerpo, los
corridos de traficantes corrompen el espíritu. En otras palabras, son las drogas
del alma que tienen la propiedad mágica de transformar la bondad innata de
quien los escucha en la maldad intrínseca de los demonios modernos”.35 Se ha
llegado a considerar que como todo discurso simbólico –fuera político, ideoló-
gico o religioso– la “filosofía” vital que se trasmite a través de los corridos, no
puede influir negativamente ni siquiera en los que la profesan. Astorga afirma
que los narcocorridos no tienen una carga didáctica negativa, sino al contrario:
la muerte de los personajes se debe al hecho de que viven al margen de la legi-
timidad, por lo que siempre reciben lo merecido. También José Manuel Valen-
zuela, especialista en la cultura de la frontera entre los Estados Unidos y Méxi-

33 EnlosEstadosUnidos/rolabastantedinero,/poresolosmexicanos/negocianconlosgüeros,/deDurangoy
Sinaloa/lesmandamoslosborregos(Los Tucanes de Tijuana: “Carrera prohibida”); EnlosEstados
Unidos/ allá la compran por kilos,/ la mercancía es muy vendida/ porque le gusta a los gringos,/ sea
yerbaococaína,/loquenospidansurtimos (Vaqueros musical:“Avionetas cargadas”).
34 Muchagentecriticamivida/porquetrabajocontralaley,/dicenqueganodinerosucio,/noloniego,esolo

sémuybien;/peroeldinero,aunqueestémuysucio,/quitaelhambre,analízenlobien./Lapobrezanien
cineesbonita/poresohayquetrabajar,señores,/noseasustenporloqueandohaciendo,/enelmundo
haycosasmuchopeores,/simeocupanmemarcanalbiper/yalfinalcuántosochosleponen. (Los Tu-
canes de Tijuana: “El puño de polvo”).
35 Astorga, Luis: “Los corridos de traficantes de drogas en México y Colombia”. Prepared for deliv-

ery at the 1997 meeting of the Latin American Studies Association, Guadalajara, México, April
17 – 19, 1997. 8 pp.
- 399 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

co, considera que en los narcocorridos se escuchan mensajes sobre el peligro


que corren los que actúan fuera de la ley.36. El autor insiste en que la vida de la
gente es regulada por una serie de convencionalismos sociales, cuya desobe-
diencia causa un profundo choque emocional, incluso en los que no viven di-
rectamente las experiencias de la infracción de los tabúes. Por lo tanto, la fun-
ción tradicional de los corridos como regulador de valores y normas sociales
sigue sin cambiar. En el mencionado estudio sobre el tema, Luis Astorga llama
los narocorridos “sociodisea musicalizada” de un grupo social que de marginal
ha pasado a ser omnipresente, que estaba en pleno proceso de autoconstrucción
de una nueva identidad tratando de deshacerse del estigma que la había acom-
pañado desde su nacimiento.37
Sin duda alguna a través del narcocorrido los involucrados en el fenómeno
del trafico han obtenido “poder interpretativo”,(como lo llamaría Jean Franco),
oponiendo al monopolio estatal de producción simbólica sus propias versiones.
Es de conocimiento público que muchos autores de corridos los componen por
encargo, aunque la mayoría de ellos lo niega, aduciendo que simplemente can-
tan sobre “las cosas de la vida”. Los trágicos sucesos de finales de 2007, cuando
fueron asesinados varios gruperos38, demuestran que en aquel medio es difícil
tocar el tema, manteniéndose al margen de toda la coyuntura que lo acompaña.
El éxito que han tenido los corridos de traficantes –prácticamente no hay canal
televisivo o radioemisora que no los transmita– los convierte, sin embargo, ya
en un fenómeno nada inocente, dado que las “convenciones sociales” de los que
hablaba Valenzuela, has sufrido cambios progresivos.
También los narcocorridos han sufrido algunos cambios estructurales, res-
pecto al corrido tradicional. Aunque no ha perdido del todo la sobriedad y con-
cisión de la propia narración, el patrón en que ésta se desarrollaba –presenta-
ción del corridista, desarrollo de la historia cantada y despedida, que contenía
una moraleja– ya prácticamente ha desaparecido. El lenguaje sigue siendo sen-
cillo –aunque se hace uso de metáforas cuidadosamente pensadas–, refiriéndose
a la vida cotidiana (la pobreza, la cosecha, la Sierra, el caballo) mezclado con la
jerga delictiva y con una serie de términos que indican modernidad (teléfonos
celulares, biper, todoterrenos, avionetas, armas de última generación, etc.).
El cambio más importante, a mi modo de ver, no es que haya desaparecido
la presentación del corridista en el principio, sino que en la mayoría de los nue-
vos corridos la tercera persona en que se solían referir los sucesos cantados, ha

36 lClarín, Argentina, Edición nº 103, abril 30, 2003. p.3.


37 Astorga, Luis: Opcit.
38 En los últimos dos años su número ha ascendido a nueve personas.

- 400 -
LILIANA TABAKOVA

cedido ante la primera persona del singular. Lo narrado es presentado como


vivencia personal, confiable, lo cual contribuye a que el oyente se identifique
con los hechos narrados y las opiniones emitidas, en vez de distanciarse. Los
reclamos de honestidad, de valor, de generosidad de este “yo” suscitan admira-
ción, lo mismo que se vuelven aceptables las justificaciones de las actitudes
delictivas. Es un “yo” sinecdóquico, que proyecta los conceptos del individuo
sobre el grupo que representa. De este modo los narcocorridos legitiman en la
conciencia popular la delincuencia, relacionada con la producción y tráfico de
drogas, mucho más que la imagen de los que están destinados a combatirlos –
políticos, policías, militares– es negativa.39 Ante unas autoridades corruptas,
susceptibles a delinquir, incapaces de defender los intereses sociales, los trafi-
cantes aparecen como verdaderos héroes. El narcotráfico es visto como única
alternativa de supervivencia en medio de la miseria generalizada y como una
posibilidad de ascenso social. El consejo final del corrido tradicional ha sobrevi-
vido a sus cambios estructurales, pero no va dirigido a los que han de ser pre-
venidos de los peligros que encierra la actuación ilegal, sino a los que están en
el tráfico o piensan entrar en él. La moraleja es que el “negocio es duro”, pero
que vale la pena arriesgar. Como es notorio, en los narcocorridos está plasmada
una versión parcial, limitada y socialmente no aceptable de lo que es el tráfico
de estupefacientes.
Por lo tanto, las prohibiciones directas de los narocorridos no van a solu-
cionar ninguno de los problemas. Es absurdo combatir las consecuencias, sin
erradicar la causa que los precede: la producción y el tráfico de drogas. Los
narcocorridos plasman los actuales códigos de comunicación de emociones,
sentimientos, valores y motivaciones compartidos por determinados sectores
marginales de las sociedades mexicana y chicana. El libre mercado discográfico
ha hecho posible que elementos antisociales hayan obtenido “poder interpreta-
tivo” y una capacidad de decisión sobre los elementos culturales. “Como la
cultura es un fenómeno social, la capacidad de decisión que define al control
cultural es también una capacidad social, lo que implica que, aunque las deci-
siones las tomen individuos, el conjunto social dispone, a su vez, de formas de
control sobre ellas”.40 Los narcos han conseguido desequilibrar el statuquo exis-
tente hasta no hace mucho en la de por sí asimétrica relación entre cultura ofi-
cial y cultura popular en México. Puesto que los distintos componentes de una

39 En el citado artículo, Luis Astorga señala que aunque muy pocos, también hay corridos de policí-
as, aduaneros y militares que no han llegado a corromperse y han pagado con su vida.
40Bonfil Batalla, Guillermo:Lopropioyloajeno.Unaaproximaciónalproblemadelcontrolcultural(pen-

sar nuestra cultura. Ensayos. Capítulo 2.Alianza ed., 1991).


Tomado de: http://www.culturatradicional.org/zarina/articulos/lopropio.htm
- 401 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

sociedad no poseen culturas diferentes, sino que participan de la cultura gene-


ral de la sociedad de la que forman parte, aunque a niveles diferentes, es nece-
sario analizar el fenómeno del éxito avasallador de los narcocorridos, situán-
dolos en sus respectivas coordenadas diacrónicas y sincrónicas, para que la
parte sana de la sociedad pueda reaccionar de manera adecuada a la guerra sin
cuartel que le han declarado los narcos también el campo de la producción sim-
bólica.

LILIANAK.TABÁKOVA
Universidad de Sofía “San Clemente de Ojrid” (Bulgaria)

- 402 -
LA“NOVELADEAMOR”y“DEAVENTURAS”
ENLAANTIGÜEDAD.LITERATURADECONSUMO
ENLAEDADDORADA

Lejos de las preceptivas academicistas que han dispuesto, tradicional-


mente, el modelo de producción clásica como un compendio de saberes filosófi-
cos, históricos, morales y religiosos, y en el anonimato de este maremágnum,
creció un género tardío, y posteriormente despreciado por determinados círcu-
los ilustrados, que venimos en llamar: género de amor y aventuras1.
Este estadio de creación de corte amorosa, aparece o se alza como un tipo
de novela de carácter lúdico o, dicho de otra forma, como un tipo de literatura
propuesta para provocar un determinado placer estético, denotando por ello un
notorio carácter apolítico, destinado a un público “burgués” por llamarlo de
una forma genérica o, lo que es lo mismo, dirigido a una clase social con unos
gustos literarios y/o culturales muy lejanos a los fines establecidos por las Aca-
demias de formación. Es decir, parece “escapar” esta propuesta o subgénero
literario de la producción ortodoxa, para crear una nueva realidad paralela re-
presentando, de esta forma, un aspecto novedoso dentro de una sociedad acor-
de a unos cánones literarios distintos, pero positivamente demandados por un
público lector–oyente… Es, en definitiva, lo que en la actualidad ha venido a
denominarse como “literatura de consumo”2.
Las obras que aquí nos reúnen y sobre las que trabajaremos son Quéreasy
Calírroe de Caritón de Afrodisias, las Efesíacas de Jenofonte de Éfeso, y Fragmen
tos de diversas obras que nos han quedado, cuya creación más antigua es Ninoy
Semíramis (año 100 antes de C.). En cuanto a la situación cronológica de las
obras reseñadas, la datación más aceptada por los estudiosos para Quéreas y
Calírroe es el siglo I después de C.; en cuanto a las Efesíacas, su situación tempo-
ral data del siglo II después de C., esto es, posterior a la anterior, y parece nu-
trirse esta obra de la de Caritón (al menos como modelo de inspiración o una
aportación temática sobre una moda literaria ya impuesta).
Lo que caracteriza tanto a la obra de Caritón como a la de Jenofonte de Éfe-

1 Para la realización de este trabajo hemos utilizado la edición de Gredos con obras como Quéreasy
Calírroe de Caritón de Afrodisias, Efesíacas de Jenofonte de Éfeso, y diversos FragmentosNove
lescos, supervivientes del tiempo, relacionados con este tipo de género. Véase bibliografía.
2 Estudiosos del género como FUSILLO, M., en su trabajo “Il romanzo antico come paraletteratura? Il

topos del raconto di ricapitolazione”, La letteratura di consumo nel mondo greco–latino, PECERE
O., e STRAMGLIA A. (eds.), prefiere hablar de “paraliteratura”, término más amplio que “litera-
tura de consumo”, puesto que, según él, éste sale del ámbito sociológico, remitiendo al ámbito
estructuralista y semiológico. Véase bibliografía.
- 403 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

so es la claridad en la arquitectura compositiva del texto, así como la expresión


utilizada para tal construcción. Esto concuerda, obviamente, con el objeto o
finalidad de la producción literaria cuyo destino no es otro sino que el máximo
alcance en la masa social lector–oyente, abarcando desde el público más docto o
preparado intelectualmente al menos. Es por esto que no hay una relación de
parentesco presupuesta o preestablecida con ningún tipo de estatus social a
pesar de que las novelas posean un estilo notablemente distinto a los discursos
históricos, filosóficos o la poesía lírica.
Por otra parte, si comparamos la evolución narrativa marcada por laOdisea
o por la Iliada, observaremos que, frente a éstas, la agilidad proporcionada al
lector, por este tipo de “literatura de consumo”, es mucho mayor tanto en cuan-
to la movilidad de los personajes marca un itinerario creciente de posibilidades
narrativas.
Es así que no tenemos más que pensar en el personaje de Jenofonte, Habró
comes, puesto que, en pos de su amada, recorre una serie de aventuras...; o bien
el de Caritón, Quéreas, el cual, tras desposarse con su mujer, agredirla, creerle
muerta y enterrarla, va en busca de ella sufriendo esclavitud, haciendo las ve-
ces, incluso, de militar… Además, si observamos las obras detenidamente, in-
dependientemente de la presencia del elemento religioso (como ocurre en las
Efesíacas), la novela no está sometida a los avatares históricos pasados (aunque
mencione y utilice personajes históricos como en el caso de QuéreasyCalírroe3)
ni tampoco a la mitología tradicional4.
La contrariedad quizá radique en el hecho de ver cómo se desenvuelven
las historias traídas aquí al caso, dado que el marco creativo es original5, de
donde se deduce cierta libertad narrativa con la que están expuestos los hechos
que conforman las historias. Por otra parte, tal libertad se ve contrariada por el
armazón configurados en los relatos ya que éstos están definidos por un mismo
esqueleto y muestran, ciertamente, similitudes…, es decir, las estructuras de
ambos esquemas vitales responden a los siguientes pasos (independientemente
de que, repetimos, las Efesíacas pudieran tomar elementos temáticos de Quéreas

3 Si para Quéreas parece difícil establecer qué tipo de personaje histórico fue, en el caso de Calírroe sí
que sabemos que se trata de un personaje real, y por tanto histórico, dado que es el nombre de
varias personas de cierta relevancia de la antigüedad: una mujer calidonia que desdeñó a Co
reso, un Sacerdote de Dioniso; una princesa de Beocia, hija del rey Foco; una hija de Escamandro
y esposa del rey Tros de Troya; una hija de Lico, rey de Libia, que se enamoró de Diomedes
cuando éste se hospedó en su casa al regreso de la guerra de Troya…
4 aunque FUSILLO afirma que Caritón realiza una novela de corte “histórico” y Jenofonte lo hace en

la línea del “patetismo sentimental”.


5 Original entendido como principio, nacimiento o causa de algo, y por tanto, singular, aunque no

por ello exento de extravagancia.


- 404 -
EMILIO DEL CARMEL TOMÁS LOBA

yCalírroe):

a) Dos jóvenes de buena familia, bellísimos, sufren el impacto de Eros.


b) Se casan, pero el azar, la fortuna o el destino les impide que la felicidad
vaya por cauces de normalidad.
c) Tiene lugar una serie de trabajos que terminan en la feliz unión de los
jóvenes.

De esta forma, los datos de los que disponemos para establecer unos rasgos
definitivos en torno a la fisonomía de la novela griega giran en torno a las
muestras literarias que han sobrevivido al paso del tiempo, esto es, las obras de
Caritón, Jenofonte, Aquiles Tacio, Heliodoro y Longo. Es así que volviendo al
término propuesto por Fusillo6 de “paraliteratura” anteriormente mencionado,
hemos de señalar que Couégnas7 propone una “paraliteratura” como propuesta
hacia una “literatura mala”, carente de valor creativo, así como medio artístico
en el que tiene lugar una exaltación antijerárquica que niega los valores, de ahí
que tal modo literario esté basado o perfilado en base a una serie de constantes:

Larepetición: el lector de la “paraliteratura” se espera un género absolu-


tamente prefijado y previsible, proponiéndole los mismos temas tanto a
nivel intertextual como intratextual, pero que, dentro de la individualidad
de cada propuesta, aparece algo nuevo, alguna variación del tema8. La no-
vela griega presenta de una manera masiva la repetición de lugares comu-
nes o topoi prefijados, siempre entre una sutil dialéctica entre convención e
innovación dado que la repetitividad y la convencionalidad eran connatu-
rales en la escritura clásica. La pregunta que cabría preguntarnos es si la li-
teratura es “paraliteraria” a nuestros ojos o si ya lo era para los antiguos…,
el público contemporáneo al género primitivo.

6 En opinión de FUSILLO, hay que distinguir dos fases: Una primera fase presofística de la novela
griega (Caritón, Jenofonte de Éfeso, y fragmentos de Nino y de MetíocoyParténope) que tiene
todos los trazos de la paraliteratura sentimental y que se dirigía probablemente a un público
amplio, semiculto, donde prevalece un público femenino y donde también parece prevalecer
la lectura oral (por otra parte, el tipo de lectura, recitada o dirigida a un auditorio, era un
hecho notablemente extendido en el mundo antiguo). Y una segunda fase influenciada por la
SegundaSofística, de mayor refinamiento literario, retórico y filosófico. Una fase que presupo-
ne el género popular como floreciente y lo transforma hasta casi darle la vuelta del género a
los trazados con una serie de preciosas operaciones metaliterarias.
7 COUEGNAS, Daniel, Introductionàlaparalittérature. Véase bibliografía.

8 Algo que, por otra parte, marcó notablemente la estética antigua así como, posteriormente, la

medieval.
- 405 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Lailusiónreferencial: la “paraliteratura” tiende a la abolición de los con-


fines entre ilusión y realidad, a la desaparición del narrador, a la total
transparencia de la historia gracias a la ocultación del proceso de enuncia-
ción y el predominio del discurso directo. Esta serie de procedimientos ex-
presivos, en parte comunes a la novela naturalista, tienden a crear una vía
de asimilación entre el lector y el héroe. La “paraliteratura” se une así a la
expresión directa del deseo, a la fascinación inmediata de sueño.
Eltodosignifica: donde no hay detalles inútiles, no funcionales al entra-
mado, que no prevé la participación dinámica del lector.
Eldominiodelanarrativa: que es casi un corolario del “todo significa”,
donde el desarrollo en que se desenvuelve la intriga viene a despecho o
prevalece sobre los otros elementos textuales.
Los rasgos de los personajes: reducidos casi a conceptos antropomorfi-
zados o prototípicos, representando uno de los puntos más debatidos o cri-
ticados en la “literatura de entretenimiento”.

Por otra parte, no cree que haya, desde el punto de vista del mencionado
Fusillo, un criterio objetivo para clasificar una obra. De hecho, el que sea un
texto literario, no–literario o “paraliterario” depende del público y del sistema
cultural que lo reciba. Y sin ir más lejos, la novela griega constituye un ejemplo
de lo que ha sido un cambio de estatuto en la recepción literaria de las distintas
épocas. Es decir, mientras este tipo de literatura estaba devaluada frente a los
escritos de los intelectuales (Persio, Filóstrato...), considerada como meras crea-
ciones efímeras de entretenimiento, fue produciéndose una sobrevaloración en
el mundo bizantino y sobre todo en el barroco (Racine, Cervantes, Shakespeare,
Calderón...) para los cuales Heliodoro llegó a ser una especie de segundo
Homero, es decir, un digno y prestigioso modelo de creación.
Ya no sólo en la propia recepción diacrónica y sincrónica se produce una
revaloración de estas novelas griegas, como ocurre en el caso de Heliodoro, sino
que el destino al cual es conducido la novela griega, a lo largo de aproximada-
mente cinco o seis siglos (esto es, su contemporaneidad), camina acorde a una
perfección indudable de las formas. Es decir, desde la “literatura de consumo”
de Caritón y Jenofonte de Éfeso, al “pastiche” irónico, según Fusillo, de Aquiles
Tacio y a la reelaboración filosófica de Heliodoro, la novela griega avanza en un
refinamiento evolutivo, sin liberarse del gozo de la oralidad…, renunciando,
contrariamente, de una forma progresiva, al resumen y sumarios que aclaran la
intriga (“mímesis de la oralidad”).
Tras la exposición de estas ideas, parece obvio pensar que no es precisa-
mente una clase social selecta la que va a impregnarse de estas aventuras, o
- 406 -
EMILIO DEL CARMEL TOMÁS LOBA

dicho de otra forma, a la que va dirigida todo este compendio creativo... No


obstante, y volviendo a las obras de la llamada “literatura de consumo” que
centran nuestra atención, la similitud que muestran las propuestas parecen
responder a un trasunto literario que consiste en “agrandar” el relato en pos de
una intriga narrativa como consecuencia, a su vez, de unos gustos que imperan
en una determinada época9.
¿Qué es si no lo que hoy en día conocemos como “culebrones”? Pues ni
más ni menos que un desplazamiento semántico por analogía, producido por el
alargamiento, quizás excesivo, de unos hechos que van, a la vez, bifurcándose
para acabar en un final feliz, con lo que así se cierra una historia generalmente
escabrosa. La pregunta que podríamos hacernos al respecto es la siguiente: ¿Por
qué son emitidos tales eventos televisivos, y por tanto, son escritos? La res-
puesta es sencilla, porque se consumen, o lo que es lo mismo, este género res-
ponde a un estímulo cuyo centro está en el consumo, y es este consumo el que
dicta o determina, a través de los gustos sociales, la forma en la cual ha de ser
manifestada una historia de este tipo. En definitiva, los gustos imperantes de
una época son los que mandan en el criterio de creación artística...
No tenemos más que pensar que este último medio de difusión literaria an-
teriormente mencionado, el de los “culebrones”, tuvo su antecedente en la lla-
mada “novela rosa”, tanto europea (con múltiples ejemplos) como americana
(aquí quizás hay un antes y un después de María, de Jorge Isaacs). Pero no te-
nemos más que pensar en la Comedia del Siglo de Oro: ¿qué es si no una come-
dia de esta época?, no es sólo literatura, es también una fuente de ingresos por
parte del poeta, que conoce, que advierte, que asume..., los gustos imperantes
en su época...
El mismo Lope de Vega tuvo que enfrentarse a la férrea censura que de sus
comedias hicieron en todo el territorio español los más doctos y eruditos (entre
ellos el Licenciado Cascales). Lope de Vega lo dejó bien claro en su Artedehacer
Comedias donde afirma que da al pueblo lo que pide10... Todo hace pensar que si
Lope daba al pueblo lo que pedía, iba dirigido a todo el mundo que asistía a sus
corrales y que más tarde, al cabo de algún tiempo, las leía impresas… Un pue-
blo que, en definitiva, basaba su doctrina vital en la “toledadana”, la religión y
la obediencia indisoluble al rey…, con una formación cultural baja.
Así, volviendo al campo delimitado por la “literatura de consumo” primi-
tiva veremos que, cronológicamente, abarcamos un abanico temporal que va

9 Tal vez un trasunto de esa propuesta creadora, muy cercano a nuestros días, sería el folletín.
10 Véase Lope de Vega en la B.A.E. (Biblioteca de Autores Españoles), ordenadas por Eugenio Hart-
zenbusch, Librería y Casa Editorial Hernando, Madrid, 1925.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

desde la obra más antigua que es Ninoy Semíramis, siglo I a. C., hasta Finalen
armonía, siglo IV d. C., y Unbandidoastuto, siglo VI d. C.?, donde hay que sub-
rayar la coincidente monotonía de los argumentos. Entendemos que, como ha
tenido lugar en muchos casos posteriores de la literatura mundial, los novelistas
han sabido aprovechar el éxito de una fórmula de creación literaria (o recrea-
ción, según se mire), siempre que contara con la aceptación o agrado del pú-
blico. Esto nos conduce, obviamente, a la relación producción literaria–público
(que es la que existió en el teatro del Siglo de Oro español–público, folletín del s.
XIX–público, u, hoy en día, “culebrones”–público televidente...).
Esta relación o binomio antes mencionado nos conduce a un planteamiento
motivado por los numerosos llamamientos que, en estas novelas helénicas, apa-
recen en referencia con el pasado narrativo en un intento de resumir, o estable-
cer un sumario11 (tal vez “para no perder el hilo”)…, y es que hemos de destacar
una función congénere al nacimiento de la literatura: la recitación pública o
transmisión oral… De esta forma, se produce una conexión: creación literaria–
destinario–oyente o lector, donde el autor de este tipo de literatura, denomi-
nada “de consumo”, parece advertir perfectamente a qué sector social escribe y,
aunque hubiera un sector crítico de intelectuales que despreciara tales intentos
creativos, como señala Bowie12, este tipo de novela es popular tanto en cuanto
no es escrita para esta “élite”cultural, sino para un amplio sector del pueblo
lector–oyente que se identifica con estas escenas, ratifican el éxito de la obra y la
perpetúan en el espacio y el tiempo.
Así, establecemos las siguientes características en función a los indicios tex-
tuales para las obras que son un punto de referencia en la adecuación de este
género:

a) El resumen de las peripecias al final de cada obra (incluso de cada capí-


tulo).
b) La función receptora en los diferentes niveles comunicativos estableci-
dos por la propia narración donde, de alguna forma, es delimitado quién o
quiénes son los lectores virtuales de un texto, quiénes los destinatarios im-
plícitos y quiénes los lectores reales. Esta situación, de alguna forma, pro-
pone o facilita la “caja china” o el relato dentro el relato como forma crea-
tiva…, propuesta muy recurrente en periodos literarios posteriores.

11 Para estos “volver atrás” GENETTE habla de analepsishomodiegéticainternadetiporepetitivo, es decir,


donde son relatados hechos, previamente ya contados, que pertenecen a la misma historia.
12 BOWIE, E, “The Ancient readers of the Greek Novels”, TheNovelintheAncientWorld. Véase biblio-

grafía.
- 408 -
EMILIO DEL CARMEL TOMÁS LOBA

¿Qué tipo de peripecias presentan estas novelas? Pues como hemos seña-
lado al principio de estas líneas, relatos de aventuras (escabrosas con un final
dichoso o favorable) y de amor (centrado en la figura de jóvenes bellos que
llevan el sentimiento mutuo de fidelidad conyugal hasta el punto de intentar el
suicidio –como así ocurre con Quéreas–, tras producirse los azarosos sinsabores
que dan lugar a la acción narrativa).
Por lo que respecta a los personajes hemos de decir que no se produce nin-
guna introspección psicológica13 en el “ser” del protagonista, de hecho, los indi-
viduos aparecidos en las obras carecen de autonomía, esto es, que pertenecen o
están dentro de unos cánones prototípicos no–definitorios de la personalidad
individual: jóvenes bellos, apasionados, castos, etc.
En referencia al corpus de las novelas, debemos apuntar que en la obra de
Caritón domina la “ilusión referencial” donde podemos atisbar una elevada
utilización de escenas del discurso directo así como de monólogos, donde el
narrador parece consignar la palabra al personaje obteniendo una transparencia
plena de la historia…, lo cual facilita la identificación al lector. Esta transparen-
cia, sin embargo, no es absoluta en Quéreas y Calírroe dado que la voz externa
que narra interviene, tal vez, como “narrador ideológico” y conductor de la
dirección narrativa, pero, en el último capítulo da un giro en su función y hace
un alto en la enunciación para dirigirse a su público, comunicándole que ese
capítulo no va a ser “trágico” como los anteriores, sino que en él va a tener lu-
gar el triunfo del amor... Tras este giro, Quéreas se dirige a un auditorio dado
que éste le pide que explique sus aventuras, creándose así una situación “épica”
en la narración que, tras haber sido relatada, vuelve de nuevo a ser contada...
De esta forma, el hecho de aparecer el relato dentro del relato en la obra de
Caritón, da lugar a la fusión de modalidades de géneros en la novela14, produ-
ciéndose una repetición sumaria propia de la “literatura de consumo” que, a su
vez, presenta tres funciones base:

1. Dar un ennoblecimiento de la historia en la que se suceden tres hechos:


la alegría exultante de los siracusanos (incluso más que en la victoria co-
ntra Atenas), la concesión de un decreto a favor de Policarmo, y otro de
ciudadanía a los griegos que le acompañaban (coronación jurídica en el
texto).
2. La novela de Caritón, así como también la de Jenofonte, contiene nume-

13 Algo que va a quedar patentado como modelo de creación tanto en la antigüedad como en el
medievo.
14 Es lo que Luigi Enrico ROSSI ha llamado la “mímesis de la oralidad”, un fenómeno típico del
helenismo. Véase bibliografía.
- 409 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

rosas recapitulaciones de la intriga transcurrida, resúmenes, tanto en los


discursos directos (monólogos de lamentación) como en la narración pri-
maria (al principio del libro). Parece casi probable que esta analepsisrepeti
tiva sirviera para clarificar el guión para el sector menos culto del público.
3. La tercera función, la metalingüística, en la que Quéreas refleja todos los
trazos de la narrativa de Caritón, donde el personaje trata de contar lo úl-
timo acaecido, lo más glorioso, pero el público insiste en que cuente todo el
relato.

En cuanto a la técnica narrativa, hemos de decir que se basa en los mismos


principios de toda la novela: una información lineal y totalizante, que no olvida
nada y tampoco deja efectos de suspense, dándose, como antes mencionába-
mos, una analepsisrepetitiva continuamente.
Es así que tal recurso, el de la analepsisrepetitiva, ocupa un especial lugar al
final de la obra puesto que es ahí donde cuenta Quéreas cómo fueron arrasados
por los piratas, generando en el público oyente de esa escena, el mismo senti-
miento que sus hechos provocaron en la corte de Mitrídates en Caria. En la no-
vela de Caritón, de esta forma, se genera la imagen de un público cómplice que
sufre ante las desgracias padecidas por el personaje, pero que aplaude y ova-
ciona sus éxitos, es decir, que goza como oyente de la historia dentro de la pro-
pia historia…, participando el espectador de los paradigmas del teatro clásico,
provocando un efecto de catarsis comunitaria.
En cuanto a la novela de Jenofonte de Éfeso hemos de decir que también
presenta una estructura circular como la novela de Caritón, de tal forma que,
después de la salida de Éfeso y la primera permanencia en Rodas, se ven los
bellos jóvenes traumáticamente separados y viven una serie de peripecias pa-
ralelas para, posteriormente, reunirse en Rodas y regresar a Éfeso. Como Cari-
tón, también recurre el autor a idénticas recapitulaciones de los marcos narrati-
vos ya pasados, donde el lector retoma los nexos contextuales de intriga, a pesar
de configurarse éstos como breves sumarios o índices de los capítulos.
No obstante, curiosamente el autor nos anticipa el final feliz de la pareja, y
por tanto del relato, avanzando en el tiempo mediante el efecto conocido como
prolepsis, técnica que se anticipa al género cuentístico (y fabulístico) de épocas
posteriores y que hará de esta propuesta algo suyo…, con el objeto de producir
un efecto “de sujeción” en el público lector–oyente en torno al desarrollo de la
trama o argumento.
El penúltimo párrafo de esta obra, rememora la escena de la Odisea de Uli-
ses y Penélope donde se pone de manifiesto la “fidelidad mantenida”, donde la
pareja protagonista, de forma recíproca, relata los trabajos acaecidos en tan
- 410 -
EMILIO DEL CARMEL TOMÁS LOBA

agónica ausencia. La diferencia con el fragmento análogo de Caritón radica en


que en ambas situaciones son los personajes los que cuentan los avatares, refor-
zando así el pacto de fidelidad. El topoi, que reside en clave privada y senti-
mental de acuerdo con la exaltación de la pareja casta y fiel presente en toda la
novela griega…, está distribuido en las Efesíacas a lo largo de la novela en un
discurso rápido y sintético, con un narrador muy presente y con una tendencia
a hacer una serie de enumeraciones abstractas.
Es así que, Jenofonte, nos presenta a una pareja ya no en su “forma más
pura” como afirma Fusillo, sino más bien rígida y mecánica, lo cual puede al-
zarse como una prueba de la naturaleza literaria del escritor, proclive al es-
quema básico, modelo que sirvió a los escritores de esta “literatura de con-
sumo”, a decir por la escasa elaboración formal del género.
Por lo que respecta a los Fragmentos, hemos de señalar un aspecto que nos
ha llamado la atención: la diversidad temática…, de tal forma que atendemos a
historias como la de Nino; un evento geográfico como LacrecidadelNilo; un sue-
ño (trágico); la transmisión de un rito en Yolao (no exento de ironía); los sucesos
de unos jóvenes que arman escándalo al ver las puertas cerradas del templo y
tras ser invitados a un banquete se “amansan” al oír un himeneo; un rey que se
escapa con su esclava (Olenio); la marcha a la patria con la esposa tras la victoria
(¡Encontrado!); la concesión de una reina (tal vez botín de guerra de un rey) a
Dionisio; etc. Esto demuestra de alguna manera, la aceptación del género en
base a las variantes, y de forma más o menos clara advertimos cierto gusto por
lo fantástico, los detalles macabros, los amorosos llegando incluso al erotismo
como así tiene lugar en NinoySemíramis, detalles, en definitiva, que no apare-
cen en las vidas arquetípicas de los personajes de las obras anteriores. Así, fren-
te a esa espiritualidad conyugal afianzada por la fidelidad, nos encontramos un
abanico de posibilidades donde ciertos destellos de literatura de temática mun-
dana hacen acto de presencia. El género, creemos, nació o estuvo abierto a nu-
merosas posibilidades temáticas que, a medida que fueron “consumiéndose” y
debido a la gran aceptación del público, asumió un proceso de adaptación a
unas propuestas temáticas acordes a los prototipos de la novela de amor y de
aventuras15…, en base a la relación oferta–demanda.

&

Para dar por terminado este esbozo, entendemos que hay que hacer men-

15 Y que en periodos posteriores daría en llamarse novela bizantina o, más cercana a nuestros días,
novelarosa.
- 411 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

ción sobre la repercusión social que provocó este tipo de literatura ya que, diri-
gida a un pueblo más o menos llano, se alza, sin duda, como un representante
creativo de autoafirmación de la figura de la mujer siendo por ello, decisiva, su
actuación en la delimitación y configuración de ciertos temas: el amor puro,
casto, la virginidad, etc. Además, hemos de darnos cuenta que la mujer ocupa
casi siempre un primer plano (quizás en Caritón se vea de una forma más acu-
sada), hasta el punto que en las diferentes secuenciaciones que presentan los
dos personajes, el hombre sistematiza el consabido papel de “héroe” que, en su
viaje por encontrar a su amada, ejerce en una serie de trabajos, y, por otra parte,
en igualdad de condiciones aventureras, el papel es coprotagonizado también
por ella.
Pensemos además en la postura del lector, el cual tiende tradicionalmente
a identificarse con los personajes y es en este periodo temporal donde entende-
mos que debió producirse un efecto similar al que se produjo en la sociedad de
posteriores eras literarias. De tal forma, en esta pionera “literatura de consumo”
podemos atisbar el efecto que personajes, totalmente indefinidos o no definidos
por un perfil concreto, determinaron en una sociedad que buscaba el entreteni-
miento o placer estético acorde con las virtudes recogidas por estos relatos: el
amor, la belleza, la aventura, el encuentro…
También entendemos que los paradigmas creativos de este tipo de novela
sentimental y deaventuras que ayudaron a construir el género y a definirlo, eran
perfectamente conocidos por los autores, de tal forma que tales esquemas y la
función primordial concedida a la figura de la mujer, sirvieron para seducir al
destinatario. Es por ello que, conocedores del tipo de producción de rotundo
éxito y el público receptor, los estudiosos optan por creer que habría un público
femenino considerable fiel a este “divertimento”16.
Otro elemento de gran importancia, común a este tipo relatos, son los ava-
tares fortuitos origen de escenas escabrosas, laboriosos trabajos, escenas sobre-
cogedoras de una gran emotividad…, quizá con el fin de provocar una deter-
minada reacción en el público–lector–oyente. Este azar, desde nuestro punto de
vista, creemos que se bifurca en dos claros senderos:

 Uno provocado por la deidad Fortuna, mediante la cual los personajes


son ajenos al destino preestablecido por aquella.
 Y el otro aspecto viene representado por la desgracia modelada por la

16 Hemos de pensar que en la época helenística y romana tiene lugar un progresivo acercamiento de
la mujer a la cultura, de ahí que no sea nada gratuito pensar que la figura femenina fuera no
sólo oyente, sino también lectora.
- 412 -
EMILIO DEL CARMEL TOMÁS LOBA

crueldad de la hermosura, la cual se alza como motivo principal de culpa


en las continuas lamentaciones a través de angustiosos monólogos.

Por otra parte, parece inevitable contemplar la importancia que ejerce el


Viaje como elemento vital en la historia para que ésta cobre sentido. No obs-
tante, la contrariedad es también un punto a tener en cuenta como elemento
confabulador de dolorosos destinos en tan intrincados viajes, dado que en
ejemplos como las Efesíacas, los personajes, sabedores de que su destino des-
afortunado va a dar comienzo en el mar, el viaje por mar es la decisión tomada
por ellos… Esto, obviamente, nos conduce a calificar positivamente la habilidad
técnica del autor, adscrito a las propias directrices narrativas marcadas por el
género, ya que recurre con calidad a ciertos temas de acción, sabedor de la fór-
mula creativa:

AMANTES–DESGRACIA–VIAJE–REENCUENTRO–REGRESO.

Dentro de ese mundo establecido por el Viaje, hemos de anotar la impe-


riosa necesidad que advierte el género por requerir un viaje no–sencillo, esto es,
uno de tal magnitud o dimensiones que pueda dar lugar a la incursión de peri-
pecias (inserción de anécdotas, cuentos, historias mitológicas, recuerdos, trans-
misión de recuerdos o hechos…). Es aquí donde se deduce el talante del autor
para desarrollar toda esta clase de acciones o avatares tales como raptos, escla-
vitud, juicios, etc., y, Caritón, parece perfilar con gran maestría e ingenio este
mundo creativo.
Otro hecho importante de ese Viaje viene representado por el desarrollo
del mismo en un país extranjero, como es también, de alguna forma, el mismo
motivo que condujo a los escritores del Medievo, Renacimiento o Barroco a
escribir obras tales como Perceval, PalmeríndeInglaterra, LostrabajosdePersilesy
Segismunda, fuera de los países de origen de los autores, con el fin de situar la
aventura en el universo de lo exótico, de lo desconocido, de lo extranjero, o
como definirían los estudiosos de la narratología fantástica: el terreno del otro
lado o del más allá desconocido17. Ese desconocimiento, por parte ya no sólo del
pueblo sino del propio escritor, provocaba un efecto psicológico de libertad por
un lado, a la vez que de oscuridad por otro…, no obstante, hemos de entenderlo
como un mecanismo casi de obligado acceso que, de alguna forma servía para
“agrandar” el relato proporcionándole esa dosis de intriga que la historia nece-

17 GARCÍA BRAVO, Víctor A., Lairrupciónyellímite:haciaunareflexiónsobrelanarrativafantásticayla


naturalezadelaficción. Véase bibliografía.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

sitaba. Contrariamente y a pesar de que este tipo de género hace uso del Viaje
como desplazamiento o salida del terreno materno, la característica de este pai-
saje exótico en la literatura que aquí avistamos, al igual que ocurre con los ras-
gos de los personajes, denota cierta “impersonalidad”, de lo cual el lector ad-
vierte que el protagonista viaja de un sitio para otro sin explicación alguna del
contorno geográfico.
Frente a obras como la Odisea, por poner un ejemplo, los personajes de este
tipo de género no son Héroes18, no podemos contemplarlos con los perfiles que
hacen del Héroe un salvador como queda patentado en la literatura que forja la
Historia así como la Religión (mitología, Sagradas Escrituras…), sino que aquí
hablamos de “héroes” tanto en cuanto los protagonistas intervienen en la acción
narrativa como detonantes, partícipes o receptores de los hechos e, incluso,
emisores… Lo cierto es que este tipo de “héroe”, cercanos al pueblo, consiguió
ser aceptado y elevado a la categoría de “Héroe”, no por la capacidad quasi
sobrenatural que porta cada elegido para aportar luz o el cumplimiento de una
profecía sobre el mundo o la historia, sino por el parecido que el lector–oyente
advierte en el personaje…, a través del cual, el pueblo es consciente de la cerca-
nía de los trabajos y sentimientos derrochados a lo largo de la narración…
Para ello, autores como Caritón, de una forma inteligente y a pesar de estar
caracterizado el género por una ideología mundana y/o materialista, y lejos de
las magnificencias épicas e históricas, realiza guiños a la narrativa tradicional
tanto por la incursión de versos de la Odisea como de la Iliada, así como también
por la añadidura de hechos históricos tales como los que tuvieron lugar en la
ciudad de Siracusa, conocidos por el pueblo, creando así, en base al concepto de
verosimilitud, un marco de veracidad y realismo.
Como epílogo a este trabajo afirmaremos que este tipo de literatura lla-
mada “de consumo”, sin duda, configura y delimita los antecedentes que en
definitiva marcarán la constante y servirán de motor a los géneros o subgéneros
de la literatura mundial distribuidos en multitud de creaciones literarias como
la novelabizantina, la pastoril, la decaballerías, lacomedia, elfolletín, elromancero…
Y parece indudable admitir que para adentrarse en el estudio de la “literatura
de consumo” de cualquier periodo histórico–literario, antes debamos comenzar
por el principio…, por la “literatura de consumo” en la Edad Dorada.

18 FLORES ARROYUELO, Francisco J., “Algunas reflexiones sobre el héroe”, Yakka, RevistadeEstudios
Yeclanos, Ayuntamiento de Yecla (Murcia), nº 7, 1996, páginas 131-137.
- 414 -
EMILIO DEL CARMEL TOMÁS LOBA

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EMILIODELCARMELOTOMÁSLOBA
Universidad de Murcia.

- 415 -
LASPROSASAPÁTRIDAS
DEJULIORAMÓNRIBEYRO

En su libro Lacazasutil el mismo Julio Ramón Ribeyro (1976) nos pone en


la pista de los antecedentes de la literatura de diarios en el Perú. Dichos ejem-
plos no son frecuentes y se remontan a José García Calderón y Alberto Jocha-
mowitz, aunque ambos aparecen escritos en francés, y a cuatro textos clasifica-
bles como diarios de José María Arguedas. Sí que existen textos posteriores
como Elpezenelagua (1993) de Vargas Llosa, Permisoparavivir (1993), Siempre
extraño (1995) de Igartúa o Autobiografíafugaz (2000) de Zavaleta. Por esa razón
se puede decir que los libros autobiográficos de Ribeyro constituyen uno de los
ejemplos más originales de este tipo de literatura en el país andino1. Esos títulos
se recogen en Latentacióndelfracaso (1992), DichosdeLuder (1989) y Prosasapátri
das (1986). La literatura memorialística responde, como señala el propio Ribeyro
el 29 de enero de 1954, a “el derivativo de una serie de frustraciones que por el
solo hecho de ser registradas parecen adquirir un signo positivo”2. Ribeyro
reconoció su interés por este género desde su infancia:

“Mi afición a los diarios íntimos data de muy temprano, desde que a los catorce o quince
años leí el de Amiel, en una edición en dos volúmenes que encontré en casa. El libro me
apasionó y a partir de entonces leí cuanto diario cayó en mis manos (…) Con el tiempo
logré reunir una apreciable colección y me convertí, si no en un erudito, en un buen co-
nocedor de la materia.”3

El mismo Ribeyro no sabía bien si encasillar su libro de extraña factura


como literatura de memorias:

“En cuanto a que sea un género nuevo, yo no lo creo, como tú. Pero sí creo que muchos
lo considerarán como una forma de expresión novedosa y original y tratarán de imitarlo
–ya he notado algunas tímidas tentativas-, lo que será fatal para ellos y para mí. Para
ellos, como bien supones, estos textos no surgen del aire, sino que son la emanación y la
selección de una obra mucho más vasta, mi diario, que les sirve de sustento. Fatal tam-
bién para mí, pues la imitación degrada y caricaturiza al modelo”4
En su Antología personal Ribeyro reconocía la fragilidad de las adscripcio-
nes genéricas, opinión que mucho tenía que ver con su apego a las verdades es-

1 Sergio R. Franco, “Primer acercamiento a Latentacióndelfracaso de Julio Ramón Ribeyro”, en Espé


culo, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, nº15.
2 Julio Ramón Ribeyro, Latentacióndelfracaso, Barcelona, Seix Barral, 2003, p.30.

3 Ibídem, p. 1.

4 Carta a Luis Loayza, París, 1 de septiembre de 1978, en -Loayza, Luis, “Algunas cartas”, en hueso

húmero, nº47, agosto de 2006.


- 416 -
LUIS VERES

curridizas y paradójicas:

“Las fronteras entre los llamados géneros literarios son frágiles y catalogar sus textos en
uno u otro género es a menudo un asunto circunstancial, pues toda la obra literaria es en
realidad un continuun. Lo importante no es ser cuentista, novelista, ensayista o drama-
turgo, sino simplemente escritor.”5

Pero, Ribeyro sí que entendía que este genero era uno de los más acertados
para explorar la realidad por su proximidad, por su inmediatez, por su contacto
directo:

“El diario es para mí una especie de sucedáneo de los demás. El diario se convierte en
un comentario de la esterilidad y la impotencia, de la falta de creatividad. Pero de todos
modos es siempre un buen instrumento para analizar y observar a los demás y para re-
gistrar sensaciones, pensamientos, reflexiones, que son a veces muy fugaces, y que, si
uno no las anota, quedan perdidos para siempre.”6

Una de las razones de que esta especie de confesiones aforísticas se ajusta-


rán holgadamente en el molde autobiográfico es su carácter de justificación de
los propios errores vitales del autor. Y Ribeyro sabía que la justificación de su
vida era la justificación de su propio fracaso. De ahí el título de sus diarios.
Como señaló Georges Gusdorf, loa textos autobiográficos siempre han tenido
mucho de confesión, influidos por la doctrina cristiana, y mucho de justificación
ante los demás7.

“En esta retórica se incluye el fenómeno de la apelación al otro para presentarle la ver-
dad sobre lo que uno es, por encima de la imagen exterior o primera. Y en esa represen-
tación hay un carácter reivindicativo de la verdad sobre uno mismo, de la propia ima-
gen. La autobiografía dialoga siempre con un tú en la medida en que el autógrafo quiere
que se haga justicia. En toda biografía hay un principio de justificación ante los demás.”8

Lo cierto es que desde el propio título de sus diarios hasta el párrafo más
pequeño de sus cuentos la idea del fracaso como componente esencial de la
vida se presenta en su producción como una constante que inunda sus escritos

5 Irene Cabrejos, “El legado literario de Ribeyro. A propósito de La tentación del fracaso”, enhueso
húmero, Lima, nº46, mayo de 2006.
6 EnDebate. Lima, setiembre–octubre 1992, nº 7 (versión magnetofónica de las palabras pronuncia-

das en la presentación del primer tomo del diario de Ribeyro en Barranco, julio de 1992).
7 Georges Gusdorf, “Condiciones y límites de la autobiografía” (1948), en Ángel Loureiro, Latobio

grafíaysusproblemasteóricos.Estudioseinvestigacióndocumental,Madrid, Suplementos Anthro-


pos, 1991, pp. 9-17.
8 José María Pozuelo Yvancos, Delaautobiografía.Teoríayestilos, Barcelona, Crítica, 2006, p.60.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

y que está especialmente presente en las Prosasapátridas. Las prosas de Ribeyro


reproducen los postulados característicos de su época, una época compartida
con escritores como Enrique Congrains, Eduardo Zavaleta, Luis Loayza, u Os-
waldo Reynoso, al convertirse en la voz de una generación acuciada por los
cambios históricos a los que se sometió un país como el Perú que quedaba defi-
nitivamente relegado a una crisis e inestabilidad que iba afectar a los escritores
de la generación de 1950. Como señala Kristal estos cambios se dan del si-
guiente modo:

“En el Perú moderno, el sector de la economía agrícola y ganadera controlada hasta en-
tonces por la oligarquía latifundista, es desplazada para privilegiar a intereses indus-
triales y modernizantes. Este proceso cuyo germen se distingue a comienzos del S. XX
(…) se intensifica en la época de maduración de Ribeyro en que definitivamente los sec-
tores latifundistas pierden su hegemonía política. Contribuye este cambio en la co-
yuntura económica a producir el crecimiento inorgánico de la ciudad de Lima, debido a
la masiva migración de la población indígena desplazada por la quiebra del sector eco-
nómico agropecuario no industrializado.”9

La trasformación acelerada de esa sociedad produjo el desplazamiento de


un grueso de la clase media de las instancias de decisión y, como consecuencia,
la sensación de la imposibilidad de cambiar el estatismo y el encasillamiento de
cada clase social. La idea de Ribeyro reproducía en cierto modo los andares del
Sorel de Stendhal en la Francia napoleónica, un mundo en el que las posibilida-
des de promoción social eran dificultosas, quizás imposibles. Como señala Mª
Teresa Pérez “este venir a menos en el orden social (y sus consecuencias: des-
clasamiento, marginalidad, precariedad existencial) se convierte en uno de los
ejes sustentadores de toda su obra.”10
La opinión de Vargas Llosa, sobre la primera vez que vio a Ribeyro, resulta
ilustradora al respecto:

“Cuando le conocí, era casi la caricatura del fin de una estirpe, ya que pertenece a una
familia aristocrática, una de las familias más antiguas de Lima, venida a menos y arrui-
nada económicamente, integrada en la clase media. Pero, además, en él se daba una es-
pecie de indefensión ante la vida, la persona que no ha sido preparada en absoluto para
dar una batalla en este mundo de fieras que se matan en la vida moderna.”11

9 Efraín Kristal, “El narrador en la obra de Julio Ramón Ribeyro”, en RevistadeCríticaLiterariaLati


noamericana, Lima, nº20, 1984, p.166.
10 Mª Teresa Pérez, “Introducción”, en Julio Ramón Ribeyro, Cuentos, Madrid, Cátedra, 1999, p.12.

11 Ángel Esteban y Ana Gallego, “Ribeyro por Vargas Llosa”, en Identidades.SuplementodeldiarioEl

Peruano, Lima, nº21, 23 de septiembre de 2002.


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LUIS VERES

De ahí surge la certeza de una desasistencia existencial, un pesimismo ante


la vida ya presente en la frase de Tagore que abre el libro: “El botín de los años
inútiles, que con tanto celo guardaste, disípalo ahora: te quedará el triunfo des-
esperado de haber perdido todo.”12 Ante ese clima de perdición, la literatura es
realista y es cierto que la obra de Ribeyro se caracteriza por la presencia de ese
mundo asfixiante propio de los barrios sórdidos de Lima, que, sin ser localista
apunta a una “realidad inquietante lograda mediante una especie de acumula-
ción de lo grotesco y de lo hórrido”13. Ribeyro inicia una tradición que se re-
monta a las Tradicionesperuanas de Palma, momento en el que se da lo que Eva
Valero ha denominado “la fundación literaria de la ciudad, esto es, la primera
creación de la ciudad mítica”14. Pero la generación del 50 reacciona de manera
crítica sobre esa realidad nueva que ha cambiado con los nuevos procesos mo-
dernizadores que suponen la implantación del capitalismo inflexible e in-
humano. Ribeyro reconoció este carácter de su obra repetidamente:

“Escribir, más que trasmitir un conocimiento, es acceder a un conocimiento. El acto de


escribir nos permite aprehender una realidad que hasta el momento se nos presentaba
de forma incompleta, velada, fugitiva o caótica (…). Escribir es escrutar en nosotros
mismos y en el mundo con un instrumento mucho más riguroso que el pensamiento in-
visible: el pensamiento gráfico, visual, reversible, implacable de los signos alfabéticos.”15

Como en muchos de los relatos del autor limeño, desde Los gallinazos sin
plumas o Alpiedelacantilado a Elprofesorsuplente o Porlasazoteas, la realidad se
presenta como un estrato falto de consistencia, como una zona marginal del
mundo en el límite entre dos grados de desarrollo que se corresponden con dos
mundos perceptibles en los que se ubica la clase social de esa pequeña burgue-
sía. Se da, por tanto, un mundo que no se entiende o no se puede explicar:

“La realidad que nos presenta Ribeyro es, sobre todo, una realidad heterogénea. Esto no
quiere decir que se niegue esa realidad, más bien al contrario, se afirma la imposibilidad
de reconocerla e interpretarla desde un único punto de vista.”16

La complejidad de un mundo edificado en esa ciudad que Salazar Bondy


denominó horrible se convierte en reflejo del ánimo de un narrador que no en-

12 Julio Ramón Ribeyro, Prosasapátridas, Barcelona, Seix Barral, 2007, p.7.


13 Giuseppe Bellini, Nuevahistoriadelaliteraturahispanoamericana, Madrid, Castalia, 1997, p. 519.
14 Valero, Eva María, “La otra ribera: un escritor entre dos mundos. Introducción a la ciudad en la

obra de Julio Ramón Ribeyro”, en Ciberayllu, 7 de enero de 2008, p.4.


15 Julio Ramón Ribeyro, Prosasapátridas, ed.,cit., pp. 50 y 52.

16 Jesús Rodero, LosmárgenesdelaRealidadenlosCuentosdeJulioRamónRibeyro, New Orleáns, Uni-

versity Press of the South Inc., 1999, p.60.


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

cuentra su lugar en el mundo de los hombres que actúan en la vida, ni tampoco


en el de los escritores que triunfan, y hay que tener en cuenta que Ribeyro sólo
triunfó al final. Porque a Ribeyro hay que leerlo a la sombra de sus diarios, sus
cuentos y sus declaraciones en la escasas entrevistas que concedió. En la reali-
dad existen para Ribeyro pocas verdades: “no hay verdad que no contenga su
contraverdad, o como dice Proust más explícitamente, iln’yapasunidéequene
porteenellesaréfutationpossible”17.Este hecho es sintomático para que a menudo
la realidad aparezca como una entidad en donde domina el relativismo como
impedimento para la actuación del propio Ribeyro, que se muestra como un
sujeto dominado por la duda y la pasividad:

“Vivimos en un mundo ambiguo, las palabras no quieren decir nada, las ideas son che-
ques sin provisión, los valores carecen de valor, las personas son impenetrables, los
hechos amasijos de contradicciones, la verdad una quimera y la realidad un fenómeno
tan difuso que es difícil distinguirla del sueño, la fantasía o la alucinación. La duda, que
es signo de la inteligencia, es también la tara más ominosa de mi carácter. Ella me ha
hecho ver y no ver, actuar y no actuar, ha impedido en mi la formación de convicciones
duraderas, ha matado hasta la pasión y me hadado finalmente del mundo la imagen de
un remolino donde se ahogan los fantasmas de los días, sin dejar otra cosa que briznas
de sucesos locos y gesticulaciones sin causa ni finalidad”18.

El relativismo no sólo afecta al lenguaje, a conceptos y a valores que debe-


rían ser absolutos, cuestiones tan mesurables como la edad: “El sentimiento de
la edad es relativo: se es siempre joven o viejo con respecto a alguien. César
Vallejo dice en un poema en prosa que por más que pasen los años nunca al-
canzarán la edad de su madre, lo que es cierto además.”19
Ese universo de la urbe se plantea como algo confuso cuya percepción esta
velada a los mortales. Así el protagonista de SilvioenelRosedal intenta salir de
su brumosa cotidianeidad en busca de “algo que le permitiera quebrar la ba-
rrera de la rutina y acceder al conocimiento, a la verdadera realidad”20 y en Los
gallinazossinplumas la ciudad se manifiesta al amanecer con “una fina niebla” y
“las personas que recorren la ciudad a esta hora parece que están hechas de otra
sustancia, que pertenecen a un orden de vida fantasmal”21. Pero en las Prosas
apátridas esta idea de irrealidad se manifiesta en la misma tesis fenomenológica

17 Carta a Luis Loayza, París, 7 de junio de 1975, en Luis Loayza, “Algunas cartas”, en huesohúmero,
nº47, agosto de 2006.
18 Julio Ramón Ribeyro, Prosasapátridas, ed.,cit., p14.

19 Ibídem, p.15

20 Julio Ramón Ribeyro, “Silvio en el Rosedal”, en LaPalabradelMundo, Lima, Editorial Milla Batres,

1972, pp.200-201.
21 Julio Ramón Ribeyro, “Los gallinazos sin plumas”, en LaPalabradelMundo,ed.,cit., p.11.

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LUIS VERES

de considerar la realidad una construcción de la mente que pone de relieve el


conflicto entre la percepción, la memoria y el olvido:

“Nunca podremos saber cómo veíamos la ciudad soñada a la cual alguna vez llegamos.
¿Cómo era el París que yo imaginaba de adolescente? De él existió seguramente alguna
plancha, pero mi experiencia de la ciudad la veló por completo. Ahora mismo no puedo
representarme cómo veía hace un mes la playa de carboneras (y estoy convencido de
que la veía en los días que precedieron a mi viaje), pues luego la conocí y traje de ella
una memoria de lo vivido que recubrió la memoria de lo imaginado. Hablo de ciudades,
pero ello puede aplicarse a apersonas, obras de arte, objetos. Antes de conocer a Samuel
Beckett, de ver un cuadro de Bacon o de comer un camembert, yo tenía una imagen
aproximativa o errada de lo que eran. ¿Dónde está esa imagen? Es inútil que indague,
no queda nada. Construcciones de nuestra imaginación, existen sólo provisionalmente
porque son falsas y se retiran para siempre cuando aparece el verdadero modelo.”22

Este conflicto conduce a una interpretación de la historia que también se


muestra como relativa y dependiente del sujeto que la juzga, de modo que se
pone de relieve la paradójica naturaleza de la historia, hecha no para recordar
sino para olvidar. Como señaló en una entrevista, “en la historia no existen
reglas, no hay un progreso que va desde lo más rudimentario hasta lo más des-
arrollado, no hay una perfectibilidad en el hombre, en la sociedad.”23Los hechos
que fueron importantes en el pasado no lo son hoy y los acontecimientos tri-
viales de la actualidad serán las páginas de la Historia del futuro. La recopila-
ción de los hechos se convierte en algo sujeto un tanto al azar y al capricho
humano:

“Diríase que la historia se ha hecho para olvidarse. ¿Qué humano a no ser un especia-
lista, reflexiona ahora sobre las exacciones que sufrieron los judíos bajo Felipe el Her-
moso o sobre la confiscación y destrucción de los templarios? Por ello mismo, en la his-
toria que se escriba en el año tres mil, la segunda guerra mundial que tanto costó a la
humanidad ocupará tan sólo un párrafo y la guerra de Vietnam, una nota al fin del vo-
lumen que muy pocos se darán el trabajo de leer. La explicación reside en que el hombre
no puede al mismo tiempo enterarse de la historia y hacerla, pues la vida se edifica so-
bre la destrucción de la memoria.”24

La historia general no se comporta de manera diferente a como transcurre


nuestro propio acontecer. El propio sujeto que narra es incapaz de reconocer su
propia trayectoria vital, ya que ésta está sujeta al olvido que supone toda inter-

22 Julio Ramón Ribeyro, Prosasapátridas,ed.,cit., p.110.


23 Jorge Coahuila, “Dos conversaciones con Julio Ramón Ribeyro”, en Caretas, Lima, nº1366, 8 de
junio de 1995.
24 Julio Ramón Ribeyro, Prosasapátridas,ed.,cit.,, p. 47.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

pretación, ya que, como señalaba Bergson, “para evocar el pasado en forma de


imágenes, hay que poder abstraerse de la acción presente, hay que saber otorgar
valor a lo inútil, hay que querer soñar”25. O en palabras de Ribeyro:

“Un amigo me revela negligentemente, como si de nada se tratara, algo que ocurrió hace
años, muchos años, y de pronto siento dentro de mí un derrumbe de galerías. Zonas ín-
tegras de mi pasado se hunden, se anegan o se transfiguran. Esto me sirve para compro-
bar que no somos dueños de nada, ni siquiera de nuestro pasado. Todo lo que hemos
vivido y que tendemos a considerar como una adquisición definitiva, inmutables, está
constantemente amenazado por nuestro presente, por nuestro futuro. La maravillosa
historia de amor, que guardábamos en un sarcófago de nuestra memoria y que visitá-
bamos de cuando en cuando para buscar en ella un poco de orgullo, de ánimo, de calor,
de consuelo, puede reducirse a polvo por la carta que hallamos en un libro viejo el día
en que mudamos de lugar la biblioteca. Una puta nos revela una noche que el padre ve-
nerado, que permanecía hasta la tarde en la oficina para ganar más y mantener con hol-
gura a su familia, frecuentaba a esa misma hora los prostíbulos más abyectos de la ciu-
dad. Por un azar descubrimos que el amigo adulto, porque era con nosotros tan
generoso y tan asiduo, era un pederasta que nos hacía astutamente la corte con el pro-
pósito de corrompernos. Pero no todo se deteriora en esta permanente erosión del pa-
sado. También las épocas sombrías se iluminan. Así la abuela que odiábamos y que lle-
nó de rencor nuestra infancia por su severidad, su mal humor, sus caprichos, era en
realidad una mujer buenísima, que sufría un mal incurable y que repartía prospectos de
madrugada en las casas para con su salario comprarnos caramelos. En suma, nada
hemos adquirido, ni paz, ni gloria, ni dolor, ni desdicha. Cada instante nos hace otros,
no sólo porque añade a lo que somos, sino porque determinará lo que seremos. Sólo po-
dremos saber lo que éramos cuando ya nada pueda afectarnos, cuando –como decía al-
guien- el cuadro quede colgado en la pared.”26

La visión que encierra la memoria es para Ribeyro un conjunto de parado-


jas que ponen de manifiesto el carácter confuso que posee la realidad ante la
imposibilidad de las personas para comprenderla y ello forma parte intrínseca
de nuestra trayectoria vital:

“Teoría del error inicial: en toda vida hay error un preliminar, aparentemente trivial,
como un acto de negligencia, un falso razonamiento, la contradicción de un tic o de un
vicio, que engendra a su vez otros errores. Carácter acumulativo de éstos. Al respecto:
imagen del tren que, por un error del guarda-agujas, toma la vía equivocada.”27

25 Henri Berson, “Materia y memoria. Ensayo sobre la relación del cuerpo y el espíritu”, en Obras
escogidas, Madrid, Aguilar 1963, p.228. Véase también Paul Ricoeur,Lamemoria,lahistoria,el
olvido, Madrid, Trotta, 2003, pp.40 y ss.
26 Julio Ramón Ribeyro, Prosasapátridas,ed.,cit., pp. 58-59.

27 Ibídem, p.15.

- 422 -
LUIS VERES

La imposibilidad de retener el pasado en la memoria y la propia imposibi-


lidad de percibir correctamente esa realidad ambigua que se le escapa a Ribeyro
de las manos y le conduce, como hemos visto a la paradoja histórica que se ex-
tiende a la propia historia personal, la cual resulta difícil de construir. En conse-
cuencia, para él, el mundo está lleno de confusión, ante la cual el sujeto se
muestra como un ser incapaz de darle sentido, de darle un orden que resulta
imposible de encontrar:

“Nunca he podido comprender el mundo y me iré de él llevándome una imagen con-


fusa. Otros pudieron o creyeron armar el rompecabezas de la realidad y lograron distin-
guir la figura escondida, pero yo viví entreverado con las piezas dispersas, sin saber
dónde colocarlas. Así, vivir habrá sido para mí enfrentarme a un juego cuyas reglas se
me escaparon y en consecuencia no haber encontrado la solución del acertijo. Por ello lo
que he escrito ha sido una tentativa para ordenar la vida y explicármela, tentativa vana
que culminó en la elaboración de un inventario de enigmas. La culpa la tiene quizás la
naturaleza de mi inteligencia, que es una inteligencia disociadora, ducha en platearse
problemas, pero incapaz de resolverlos. Si alguna certeza adquirí fue que no existen cer-
tezas. Lo que es una buena definición del escepticismo.”28

Ello implica la existencia de un hombre sin atributos, un sujeto que se di-


luye en la nada, una pieza del sistema que carece de todo o que lo pierde todo
en la maraña del sistema social, un hombre que ve perderse su propia denomi-
nación:

“La empleada de Correos que se niega a entregarme una carta certificada porque el re-
mite ortografió mal una letra de mi apellido es tan terrible como Minerva desarmando a
un soldado troyano para dejarlo indefenso en manos de un griego. Muerto los dioses
por la Razón, renacieron multiplicados en las divinidades mezquinas de las oficinas pú-
blicas. En sus ventanillas enrejadas están como en altares de pacotilla, esperando que les
rindamos adoración.”29

La imposibilidad de esa historia dificulta la consistencia del sujeto que


habita un universo de paradojas:

“Nuestra vida depende a veces de detalles insignificantes. Por un desperfecto momen-


táneo del teléfono no recibimos la llamada que esperábamos, al no recibirla perdemos
para siempre el contacto con una persona que nos interesaba, al perderlo nos privamos
de una relación capaz de trasformarnos, al privarnos de ella desaparece una fuente de
gozo, de innovación y de enriquecimiento, al desaparecer clausuramos la única alterna-
tiva verdaderamente fecunda que nos ofrecía el mundo, al clausurarse volvemos al pun-

28 Ibídem, pp.139-140.
29 Ibídem, p.18.
- 423 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

to de partida: la de quien espera la llamada que nunca vendrá.”30

La imposibilidad de retener la realidad no conduce siempre al fracaso, co-


mo puede parecer. Ribeyro reconoce la imposibilidad de retener el dolor y el
sufrimiento como modo de liberación del propio hombre:

“Podemos memorizar muchas cosas, imágenes, melodías, nociones, argumentaciones o


poemas, pero hay dos cosas que no podemos memorizar: el dolor y el placer. Podemos a
lo más tener el recuerdo de esas sensaciones, pero no las sensaciones del recuerdo. Si
nos fuera posible revivir el placer que nos procuró una mujer o el dolor que nos causó
una enfermedad, nuestra vida se volvería imposible. En el primer caso se convertiría en
una repetición, en el segundo en una tortura. Como somos imperfectos, nuestra memo-
ria es imperfecta y sólo nos restituye aquello que no puede destruirnos.”31

Ante ese mundo inaprensible y esa realidad escurridiza la única salvación


que queda para el escritor es la propia literatura, porque es el arte la que fija
para el recuerdo esos hechos, objetos o realidades que desaparecen de la memo-
ria y sólo quedan recogidos en el soporte artístico. Ello implica la necesidad de
una literatura de lo cotidiana, acorde con la postmodernidad y alejada de los
grandes hechos y los grandes discursos:

“No creo que para escribir sea necesario ir a buscar aventuras. La vida, nuestra vida, es
la única, la más grande aventura. El empapelado de un muro que vimos en nuestra in-
fancia, un árbol al atardecer, el vuelo de un pájaro, aquel rostro que nos sorprendió en el
tranvía, pueden ser más importantes para nosotros que los grandes hechos del mundo.
Quizás cuando hayamos olvidado una revolución, una epidemia o nuestros peores ava-
tares, quede en nosotros el recuerdo del muro, del árbol, del pájaro, del rostro. Y si que-
dan, es porque algo los hacía memorables, algo había en ellos de imperecedero, y el arte
sólo se alimenta de aquello que sigue vibrando en nuestra memoria.”32

Por esta razón, en la reflexión sobre la literatura de Ribeyro hay que tener
en cuenta que ésta siempre está sujeta a las duplicidades y las paradojas, ya que
la literatura está férreamente pendiente de esa realidad que se muestra de modo
ambiguo y confuso. Por ello la literatura es para Ribeyro vida y liberación, pero
también una forma de esclavitud que retiene al hombre y lo priva de otros pla-
ceres y componentes de la existencia humana:

“En algunos casos, como en el mío, el acto creativo, está basado en la autodestrucción.
Todos los demás valores –salud, familia, porvenir, etc.-quedan supeditados al acto de

30 Ibídem, pp.107-108.
31 Ibídem, p.19.
32 Ibídem, p.132.

- 424 -
LUIS VERES

crear y pierden toda vigencia. Lo inaplazable, lo primordial, es la línea, la frase, el pá-


rrafo que uno escribe, que se convierte así en el depositario de nuestro ser, en la medida
en que se implica el sacrificio de nuestro ser. Admiro pues a los artistas que crean en el
sentido de su vida y no contra su vida, los longevos, verdaderos y jubilosos, que se ali-
mentan de su propia creación y no hacen de ella, como yo, lo que se resta a lo que nos
estaba tolerado vivir.”33

Pero también el terreno de la cultura encierra un cúmulo de contradiccio-


nes, ya que la cultura se incluye dentro del sistema social. Muertos los grandes
discursos, también se agota la cultura con mayúsculas. El reconocimiento del
fracaso de la cultura en determinados contextos es acorde con el debate plan-
teado con Eco en Apocalípticoseintegrados al confundirse cultura y erudición34:

“Lo fácil que es confundir cultura con erudición. (…) Por eso mismo el componente de
una tribu primitiva que posee el mundo en diez nociones básicas es más culto que el es-
pecialista en arte sacro bizantino que no sabe freír un par de huevos.”35

Este cuestionamiento de la cultura con mayúsculas le conduce a Ribeyro a


cuestionar el papel de la crítica, sobre todo el de la crítica universitaria. Frente a
la literatura como discurso que prevalece en la historia y que sobrevive en ella,
se encuentra el discurso pasajero de la crítica al cual se le achaca su falta de
validez en el futuro. Los grandes discursos del pasado quedan cojos en una
sociedad postmoderna y huérfana de tradición en donde todo se pone en cues-
tión:

“La crítica no se opone necesariamente a la creación y son conocidos los casos de crea-
dores que fueron excelentes críticos y viceversa. Pero generalmente ambas actitudes es-
tas actitudes no se dan juntas, pues lo que las separa es una manera diferente de operar
sobre la realidad. Ahora que he leído las actas de un coloquio sobre Flaubert me he que-
dado asombrado por el saber, la inteligencia, la penetración, la sutileza y hasta la ele-
gancia de los ponentes, pero al mismo tiempo me decía: A estos hombres que han des-
montado tan lúcidamente la obra de Flaubert nadie los leerá dentro de cinco o diez años.
Un solo párrafo de Flaubert, qué digo yo, una sola de sus metáforas, tiene más carga de
duración que estos laboriosos trabajos. ¿Por qué? Sólo puedo aventurar una explicación:
los críticos trabajan con conceptos, mientras que los creadores con formas. Los conceptos
pasan, las formas permanecen.”36

33 Ibídem, p.94.
34 Vid. Umberto Eco, Apocalípticos e integrados, Barcelona, Tusquets, 1995 (1968); Manuel Vázquez
Montalbán, Historiaycomunicaciónsocial, Barcelona, Bruguera, 1980; Francisco Rodríguez Pas-
toriza, Periodismocultural, Madrid, Síntesis, 2006.
35 Julio Ramón Ribeyro, Prosasapátridas,ed.,cit., pp.27-28.

36 Ibídem, p.102.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Las confusiones humanas afectan a la historia, a la memoria, a la historia


personal de los hombres y también al universo de lo cotidiano, al día a día. Ello
da lugar a que Prosas apartidas quede plagado de pequeñas historias, meras
captaciones de instantes efímeros, muy propios del periodismo, el cual Ribeyro
cultivo en muchas publicaciones, y que decoran y deslumbran el libro con pin-
torescas escenas que constituyen elegantes microrrelatos en donde abunda el
humor:

“El curita profesor del colegio andino que encontré en la Feria de Huanta. No sé cómo
terminamos almorzando y tomando cerveza juntos en una tienda campestre. Julio Ra-
món Ribeyro, decía mirándome arrobado, quién lo iba a pensar. Estas y otras frases del
mismo género, Me parece mentira, Julio Ramón Ribeyro, puntuaron nuestro encuentro.
Cuando nos despedíamos, al estrecharme la mano calurosamente, añadió: Y decir que
he almorzado con el autor de La ciudad y los perros. Quedé lelo. Todo había sido el
producto de un equívoco. No lo desengañé, ¿para qué? Que me atribuyera, además, la
célebre novela de Vargas Llosa me pareció lisonjero. Que más tarde descubriera su error
y me tomara por un impostor poco me importa.”37

Estos pequeños relatos ponen de relieves los aspectos más grotescos de la


vida, cuestiones disparatadas que reflejan el universo de paradojas de Ribeyro.
Así un poema de Baudelaire exige una prologista sensual y hermosa, impúdica,
una novela de Proust exige un prologuista lento y los poemas de Rimbaud al-
guien que sea capaz de dar golpes con violencia:

“Un editor francés, comprobando que ha decaído la venta de clásicos, decide lanzar una
nueva colección, pero en la cual los prólogos nos serán encomendados a eruditos desco-
nocidos, sino a estrellas de la actualidad. Así Brigitte Bardot hará el prefacio de Baude-
laire, el ciclista Raymond Poulidor el de Proust y el actor Jean Paul Belmondo empieza
su preámbulo con estas palabras: cada vez que leo un poema de Rimbaud siento como
un puñetazo en la quijada. Venta asegurada.”38

Estos mismos relatos ponen de relieve la imposibilidad de captar la reali-


dad al ser ésta un estrato confuso y diluido de la vida de los hombres. Las per-
sonas de este modo pueden tener su envés, su doble, el lado de los simulacros
en sentido postmoderno de Baudrillard. Todo ello envuelto con cierto humos y
a modo de pequeña historia sin pretensiones, tal como es la vida del pequeño
burgués:

“El asombro, el sobresalto, incluso el malestar que me produjo comprobar hoy que el in-
quilino calvo, con anteojos y perrito con el que me he cruzado durante ocho años en las

37 Ibídem, p.124.
38 Ibídem, p.37.
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LUIS VERES

escaleras, diciendo siempre la misma e invariable frase, “Pardon, monsieur”, no era uno,
sino eran dos. Dos hombres exactamente iguales, con anteojos, calvos y perrito, pero con
los que me he cruzado siempre a horas diferentes, de modo que los había fundido en un
solo ser. Ya me había intrigado un poco la facultad que tenía este hombre de multipli-
carse, pues a veces tenía la impresión de cruzarme siempre a horas diferentes, de modo
que los había fundido en un solo ser. Ya me había intrigado un poco la facultad que te-
nía este hombre de multiplicarse, pues a veces tenía la impresión de cruzarme con él
demasiado seguido y a veces en lugares incongruentes, Pero hoy sucedió lo que debía
haber sucedido hace años y encontré a ambos en la puerta del edificio, con sus perritos y
sus anteojos, departiendo amigablemente, al igual que sus perros. Tan confundido que-
dé que no supe a cuál decirle mi “Pardon, monsieur”, y los miré alternativamente, con la
boca abierta, hasta que al fin ambos se anticiparon y pronunciaron al unísono el saludo
habitual, acompañándolo de una sonrisa y una venia. Salí a la calle sin responderles,
francamente indignado, como si hubiera sido víctima de una farsa.”39

Como se puede observar, Julio Ramón Ribeyro capta la realidad con cierto
desengaño, unido a una falta de confianza en los asideros reales que sujetan la
existencia del hombre. Pero dicho desengaño se ve acompañado por cierta re-
signación, cierto estoicismo y cierta falta de ambición que fue un rasgo predo-
minante de su carácter, pero que enalteció su obra como una de las más intere-
santes de la literatura latinoamericana del S.XX y, sin duda alguna, de la
literatura peruana de todos los tiempos.

“La carta que aguardamos con más impaciencia es la que nunca llega. No hacemos otra
cosa en nuestra vida que esperarla. Y no nos llega, no porque se haya extraviado o des-
truido, sino sencillamente porque nunca fue escrita.”40


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----------“El otro Ribeyro”, en Identidades.SuplementodeldiarioElPeruano, Lima, nº21, 23

39 Ibídem, pp. 97-98.


40 Ibídem, p.137.
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LUISVERES
Universidad Cardenal Herrera-CEU.Valencia

- 428 -
LAFORMACIÓNDELASDISCIPLINASLITERARIAS
ENESPAÑA.DELMODELORETÓRICOALMODELOCRÍTICOE
HISTÓRICOLITERARIOS.LOSELEMENTOSDELITERATURA
(RETÓRICAYPOÉTICA)DEFRANCISCOHOLGADOYTOLEDO,
DE1863.

La historia de la educación literaria en España ineludiblemente reclama


una historia de la formación de las disciplinas literarias, que articulan de forma
institucional esa educación. Estas disciplinas, a su vez, jalonan una historia de la
formación literaria de una nación. Impulsadas desde instituciones legisladoras
como leyes, normas y, sobre todo, Planes de Estudio están en el origen de las
obras que desarrollan sus contenidos, manuales y tratados.
No cabe duda que su conocimiento histórico, su propia historiografía, más
allá de la propia necesidad informativa, permitirá entender mejor nuestro pre-
sente y qué hacer ahora. Así lo reconoce L. Romero Tobar y José-Carlos Mainer1
para el caso de la historia de la literatura española como disciplina, cuando
rastrean su historiografía a lo largo del siglo XIX. Es el caso también de investi-
gaciones sobre la Poética o la preceptiva literaria española2; y sobre la vertiente
didáctica de la literatura, de la educación literaria3. Todas estas investigaciones
tiene como marco temporal nuestro siglo XIX, alguna incluso se remonta al
XVIII, y proyectan su reflexión a la situación del siglo XX.
Se trata, sin duda, de indagar en los procesos de formación de una educa-

1 ROMERO TOBAR, Leonardo: “La Historia de la Literatura Española en el siglo XIX”, 1996, en La
literatura en su literatura. Arco/Libros. Madrid.2006. Pp.110-145; pp.109-110. MAINER, José-
Carlos: “De historiografía literaria española, el fundamento liberal”, en EstudiossobreHistoria
deEspaña.HomenajeaManuelMuñóndeLara. Santander.UIMP. 1981, vol.II. Pp.439-472, pp.440-
448. Idem “La invención de la literatura española”, 2000, en ROMERO LÓPEZ, Dolores (Ed.):
Nacionesliterarias. Anthropos/Editorial Complutense de Madrid. Barcelona.2006. Pp. 201-230,
pp.439-440. Cf. NÚÑEZ RUIZ, Gabriel: La educación literaria. Síntesis/Instituto de Estudios
Almerienses.2001, pp.7-15.
2 ARADRA SÁNCHEZ, Rosa María: Delaretóricaalateoríadelaliteratura(SiglosXVIIIyXIX). Mur-

cia. Universidad.1997. GONZÁLEZ ALCÁZAR, Felipe: Procesosdelapoéticaclasicista:lostrata


dosdepreceptivaespañolesdelsigloXIX. Murcia, Universidad, 2005. Además de trabajos clásicos
de CARBALLO PICAZO, Alfredo: “Los estudios de preceptiva y de métrica españolas en los
siglos XIX y XX”, en RevistadeLiteratura, VIII, 1995. Pp.23-56; de JOSÉ DE PRADES, Juana: La
TeoríaLiteraria. Instituto de Estudios Madrileños. 1954; y de DOMÍNGUEZ CAPARRÓS, José:
ContribuciónalahistoriadelasteoríasmétricasenlossiglosXVIIIyXIX. Anejos de la Revista de
Filología Española, XCII. CSIC. Madrid. 1974.
3 NÚÑEZ RUIZ, Gabriel: Laeducaciónliteraria. Síntesis/Instituto de Estudios Almerienses.2001, pp.7-

15. NÚÑEZ RUIZ, Gabriel - CAMPOS FERNÁNDEZ-FIGUARES, Mar: Cómonosenseñarona


leer. Akal. Madrid. 2005.
- 429 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

ción, la literaria, en sus distintas dimensiones y, desde ese conocimiento, in-


cluido el disciplinar, comprender mejor y encauzar el esfuerzo de la práctica
diaria de tantos agentes que intervienen en la formación literaria española, tan-
to institucionales –desde las instituciones legisladoras a las docentes en todos
sus niveles-, promoviendo contenidos y seleccionando autores y obras, como de
mercado, editoriales y promociones, que asimismo impulsan sus cánones de
autores y de obras4.
Es un vasto territorio de investigación en el que la indagación legislativa5,
la pedagógica6 y la disciplinar, además de la propiamente historiográfica, entre-
tejen un haz de interrelaciones inevitables, a la que vez que dibujan espacios
propios. Ceñiremos el interés de nuestro estudio al ámbito disciplinar, y en
concreto al de la preceptiva literaria, sin duda germen de las actuales discipli-
nas teórico-literarias. Y lo remitiremos al análisis crítico de un tratado publicado
en Murcia en 1863 por D. Francisco Holgado y Toledo, la Literatura elemental
(RetóricayPoética)7.
En el marco de la formación de la educación literaria en el que interactúan
el orden legislativo, el pedagógico y el disciplinar la fecha de 1845 es hoy, a
todas luces clave, pues en ella se promulga el primer Plan General de Estudios
de España, más conocido por Plan Pidal, por ser su redactor Pedro José Pidal.
Este Plan intenta ordenar todos los estudios en España, desde los primarios a
los universitarios, pasando por la enseñanza media o segunda enseñanza; y
quiere ser expresión del esfuerzo definido por superar el desorden y retraso de
España en esta materia, y por superar las viciadas estructuras del antiguo régi-
men y a partir de sus cenizas edificar la Modernidad española8, de la que el
nuevo sistema educativa habría de ser uno de sus pilares. El referido Plan Pidal
destaca importancia de la llamada ‘segunda enseñanza’, no sólo como tránsito
que consolida las primeras enseñanzas y prepara para las universitarias, sino
también como formación completa que prepara al alumno para una vida social
y ciudadana suficientes. Entre las varias razones que el mencionado Plan da de
la mencionada enseñanza, elegiremos una para determinar que nuestro estudio

4 POZUELO YVANCOS, José María – ARADRA SÁNCHEZ, Rosa María: Teoríadelcanonyliteratura


española. Cátedra. Madrid. 2000.
5 UTANDE IGUALADA, Manuel: PlanesdeEstudioenlaEnseñanzaMedia. MEC. Publicaciones de la

Dirección General de Enseñanzas Medias. Madrid. 1964.


6 NÚÑEZ RUIZ, Gabriel - CAMPOS FERNÁNDEZ-FIGUARES, Mar: Cómonosenseñaronaleer. Op

cit., pp.53 y ss.


7 Damos los datos de su segunda edición, que es la que hemos manejado y que reproduce, según

confiesa el propio autor en la Advertencia, la primera: Tipografía de Antonio Molina. Murcia.


1879. Francisco Holgado, fue catedrático de esta asignatura en el Instituto de Murcia.
8 Cf. NÚÑEZ RUIZ, Gabriel: Laeducaciónliteraria. Op. Cit. Pp.25.27.

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FRANCISCO VICENTE GÓMEZ

sobre la formación de las disciplinas literarias se detenga en este ámbito: en ella


el estudio de la literatura está extendido a todo el alumnado, hecho que no tiene
lugar en la tercera enseñanza, la universitaria, y es muy incipiente todavía en la
primera enseñanza9. Este doble punto de partida, la investigación disciplinar y
la enseñanza secundaria, orientarán preferentemente nuestro trabajo.
La primera edición de La Literatura elemental (Retórica y Poética) de Fran-
cisco Holgado y Toledo es publicada en Murcia en 1863. Su segunda edición,
también en Murcia, data de 187910. En la ‘Advertencia’ de la misma, el autor
hace constar que ‘reproduce’ la primera edición, “si bien introduciendo en él
algunas variaciones justificadas por la corta edad en que los alumnos cursan
esta asignatura y por la conveniencia de acomodar la distribución del texto al
método generalmente seguido por los profesores de Retórica”. José Gómez
Hermosilla y Antonio de Campmany serán los que cite cuando afronte las figu-
ras de dicción a partir del capítulo XIX, concretamente en el XIX y el XXI (pp. 39
y 45).
Se adscribe el tratado de Francisco Holgado al ‘modelo retórico’ de educa-
ción literaria, de acuerdo con la descripción que Gabriel Núñez Ruiz y Mar
Campos Fernández-Fígares realizan del desarrollo de los manuales de literatura
a lo largo del siglo XIX en España en el ámbito de la ‘segunda enseñanza’ pú-
blica, y que en el siglo XX determinaría tanto el bachillerato elemental como el
superior11. Estos autores proponen dos modelos dominantes, el mencionado
‘retórico’, que dominaría la producción de tratados hasta prácticamente media-
dos de siglo, la publicación del Manual de Literatura de Antonio Gil de Zárate
en 1842 marcaría su declive12; y el de las ‘historias de la literatura’, que lenta-
mente se abriría paso desde mediados de siglo, sitúando entre ambos modelos
un largo período de transición, que asiste al paulatino desplazamiento de la
Retórica. Además, a partir de la promulgación del llamado ‘Plan Pidal’, en 1845,
los ‘elementos de retórica y poética’, tan extendidos como denominación de
buena parte de los manuales de literatura, son materia de la segunda enseñanza
elemental, mientras que las Literaturas y las Historias literarias lo serán de la
misma segunda enseñanza pero en un grado superior al que se le da el nombre

9 Cf. NÚÑEZ RUIZ, Gabriel: Laeducaciónliteraria. Op. Cit. Pp.17-20.


10 Tipografía de Antonio Molina. Murcia. 1879.
11 NÚÑEZ RUIZ, Gabriel - CAMPOS FERNÁNDEZ-FIGUARES, Mar: Cómonosenseñaronaleer. Op

cit., pp.58-59.
12 GIL DE ZÁRATE, Antonio: ManualdeliteraturaoArtedeHablaryEscribirenprosayenverso.Resu

menhistóricodelaliteraturaespañola. T. I. Boix Editor. Madrid. 1844. Esta es la Segunda Parte


del Manual. La Primera había aparecido en 1842 en la misma imprenta con el título de Princi
piosgeneralesdeRetóricayPoética.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

de ‘asignaturas de ampliación’, ya muy cerca de la preparación universitaria:


“Este modelo de educación literaria basado en la retórica estuvo vigente –afir-
man los citados profesores- hasta el mismo momento en que tiene lugar la im-
plantación del sistema escolar moderno, en 1845, y de su mano se lleva a cabo la
introducción en las aulas de esta nueva forma de entender y manipular lo lite-
rario que inician las historias de la literatura, necesarias a su vez a las burgue-
sías de España y de la América hispana para asentar su concepto de nacionali-
dad y su independencia de la Metrópoli”13.
La ‘antigua retórica’14, desde el siglo XVI, y aún antes15, había comenzado a
sufrir lo que se convertiría en una prolongada ‘restricción’16 en torno a la ‘elocu-
ción’17, gracias a su capacidad codificadora y sistematizadora del funciona-
miento de los discursos, ya fuesen estos de carácter religioso, epistolar, literario
o docente como ‘saber hablar y escribir bien’ o con ‘perfección’18. La tradición
elocutiva de la retórica19 le había permitido a ésta vincular a las tradicionales
virtudes ‘elocutivas’ de la perspicuitas y del ornatusque a partir de lo aptum la
antigua retórica desarrollaba, la virtud gramatical de la puritas. Y aún más, el
ornatus, por las mismas razones y por el convincente corpus de recursos expre-
sivos que ofrecía la operación retórica de la elocutio para el estudio de la poesía,
había atraído hacía sí la virtud poética de la maiestas20. La belleza, morada que el
proyecto moderno reservará al arte y también a la literatura21, aún en un sentido
restrictivo, discursivo y no estético y con ciertas resonancias morales, era ya
susceptible de ser explicada a partir de los preceptos retóricos del ‘ornatus’. La
epistemológica necesidad preceptística, que desde Cicerón había ido mol-

13 NÚÑEZ RUIZ, Gabriel - CAMPOS FERNÁNDEZ-FIGUARES, Mar: Cómonosenseñaronaleer. Op


cit., p. 62.
14 Cf. BARTHES, Roland: Laantiguaretórica.Ayudamemoria.Comunicación.BuenosAires.1970(1966).

15 Cf. MURPHY, James J. (ed.): LaelocuenciaenelRenacimiento.Estudiossobrelateoríaylaprácticadela

retóricarenacentista. Visor. Madrid. 1999. Cf. Igualmente HERNÁNDEZ GUERRERO, José An-
tonio - GARCÍA TEJERA, Mª del Carmen: Historiabrevedelaretórica. Síntesis. Madrid. 1994
16 GENETTE, Gérard: “La retórica restringida” (1972), en COHEN, Jean et alii: Investigacionesretóri

casII. Ediciones Buenos Aires. Barcelona.1982. Pp.203-221.


17 FUMAROLI, Marc : L’Âge de l’Éloquence. Rhétorique et ‘res literaria’ de la Renaissance au senil de

l’époqueclassique. Droz. Géneve. 1984.


18 PUJANTE, David: Manualderetórica. Castalia. Madrid.2003.

19 ALBALADEJO MAYORDOMO, Tomás: Retórica. Síntesis. Madrid. 1989. Pp.35-39.

20 LAUSBERG, Heinrich: Elementosderetóricaliteraria. Gredos. Madrid. 1983 (1963). Pp. 64-68.

21 AULLÓN DE HARO, Pedro: “Epistemología de la teoría y la crítica de la literatura”, en AULLÓN

DE HARO, Pedro (Coordinador), Teoríadelacríticaliteraria. Trotta. Madrid. 1994. Pp.11-113,


pp. 43-46.
- 432 -
FRANCISCO VICENTE GÓMEZ

deando la oscilante ideología clasicista22, propiciaba una coexistencia de la tra-


dición retórica y la poética.
Las bellasletras23, la gramática, la retórica y la poética encontraban, en con-
sonancia con el pensamiento generalizado europeo y español24, en la tradición
escolar de la primera mitad del siglo XIX en España todavía una razón de ser en
la elocuencia, en una sólida formación discursiva de los estudiantes que les
posibilite la adecuada expresión de sus pensamientos: “ La retórica escolar –
especificarán Nuñez Ruiz y Campos Fernández-Fígares- tuvo entre sus fines el
de enseñar a los estudiantes de secundaria a transmitir sus pensamientos y sus
afectos, ayudándoles, a su vez, a expresarlos a través del lenguaje y a embelle-
cerlos mediante la expresión adecuada. El estudio de las reglas y de los proce-
dimientos técnicos por medio de los cuales podamos llegar a escribir bien o a
juzgar con propiedad lo escrito por otros y la elección de los autores canónicos
que nos sirvan como modelos son dos pilares en los que se asientan estas retóri-
cas escolares”25. Textos representativos de este modelo retórico son las obras de
Francisco Sánchez Barbero, de 180526, José Mamerto Gómez Hermosilla, de
182627, y la de Pedro Felipe Monlay y Roca, de 184228, entre otras.
El discurso historicista de sustrato romántico que ha ido abriéndose paso a
lo largo del siglo XIX e incorporando la visión empírica y crítica de la de la lite-
ratura y el arte, junto a una visión histórico-positivista que estima necesaria la

22 GARCÍA BERRIO, Antonio - HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, Teresa: LaPoética:TradiciónyModer


nidad. Síntesis. Madrid. 1988. Pp. 14-35.
23 Su conceptualización está bien encarnada en el impacto que tuvieron en España las traducciones

de las obras de Hugo Blair y de Charles Batteaux. BLAIR, Hugo: LeccionessobrelaRetóricaylas


BellasLetras, traducidas y adicionadas por José Luis Munárriz. Imp. De A. Cruzado y de Gar-
cía y Compañía. Madrid. 1798-1801 (1783); y BATTEAUX, Charles: PrincipiosfilosóficosdelaLi
teratura,ocursorazonadodeBellasLetrasydeBellasArtes.ObraescritaenfrancésporelSeñorAbate
Batteaux.Traducidaalcastellano,eilustradaconalgunasnotascríticasyvariosapéndicessobrelalite
raturaespañolaporAgustínGarcíadeArrieta.Imp. De Sancha. Madrid. 1797-1805 (1746). 9 vols.
24 Vid HERNÁNDEZ GUERRERO, José Antonio: “Supuestos epistemológicos de las retóricas y

poéticas españolas del siglo XIX”, en Investigaciones semióticas III, I. UNED. Madrid. 1990.
Pp.537-544. También las obras ya citadas de ARADRA SÁNCHEZ, Rosa María: Delaretóricaa
lateoríadelaliteratura(SiglosXVIIIyXIX). Op. cit.pp.135-173, y GONZÁLEZ ALCÁZAR, Fe-
lipe: Procesos de la poética clasicista: los tratados de preceptiva españoles del siglo XIX. Op. cit.,
pp.183-230.
25 NÚÑEZ RUIZ, Gabriel - CAMPOS FERNÁNDEZ-FIGUARES, Mar: Cómonosenseñaronaleer. Op

cit., p. 61.
26 PrincipiosdeRetóricayPoética. Imp. De la Administración del Real Arbitrio de Beneficiencia. Ma-

drid. 1805.
27 Artedehablarenprosayenverso. Imp. Real. Madrid. 1826.

28 ElementosdeLiteratura,oartedecomponerenprosayenverso. Imp. y Librería de Pablo Riera. Barce-

lona. 1842.
- 433 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

interpretación y análisis de la obra literaria, provocaron que mediados el siglo


XIX la crítica al modelo retórico se generalizara, por considerarlo insuficiente. El
modelo histórico literario ve expedito así su camino; camino que en España se
alargará hasta bien entrados los años 70 del siglo XX, y que abrirá la discusión
sobre la historiografía de las historias de la literatura española29, y sobre la ‘in-
vención de la literatura española’30. Texto representativo de este momento ini-
ciático es el ManualdeLiteraturade Antonio Gil de Zárate, de 184231: “Habiendo
dado en la primera parte de esta obra las reglas generales del buen decir, así en
verso como en prosa, y las particulares de cada uno de los principales géneros
de composiciones literarias que se conocen, réstanos presentar una idea general
de la literatura española… procuraremos no ser tan lacónicos que la reseña que
hagamos sea una mera lista de los autores y sus obras, falta de crítica e insufi-
ciente para dar el necesario conocimiento de nuestras riquezas literarias. Nos
proponemos entrar en cuantos pormenores sean compatibles con la naturaleza
de este escrito… también nos detendremos en analizar la índole de nuestros
principales poetas y prosistas, citando trozos de cada uno, a fin de que se admi-
ren sus bellezas y se eviten sus defectos. De esta suerte uniremos la práctica a la
teoría…”32.
También resulta significativo el testimonio de otro de los tratadistas mur-
cianos, D. Andrés Baquero Almansa, quien en sus LeccionesdePreceptivaLitera
ria, editada por primera vez en 1897, en el “Prólogo” advierte que desde hace ya
bastante tiempo, que está en tela de juicio la índole, el carácter, el objeto de la
Retórica y Poética, dentro del actual plan de estudios, y la conveniencia de su
modificación, discutida sin haberse llegado todavía a un acuerdo unánime” (pp.
V-VI).Y en la defensa de esta materia recuerda un pasaje del gran inspirador de
las ideas educativas en el primer tercio del siglo XIX Manuel José Quintana, en
el que dice concebir el estudio de la Literatura (preceptiva) como aquél que ha
de enseñar la adquisición del buen gusto y de las bellezas de la composición en

29 ROMERO TOBAR, Leonardo: “La Historia de la Literatura Española en el siglo XIX”, 1996, en La
literaturaensuliteratura, 2006. Op. cit. Pp.110-145; MAINER, José-Carlos: “De historiografía li-
teraria española, el fundamento liberal”, en Estudios sobre Historia de España. Homenaje a Ma
nuelMuñóndeLara. 1981. Op. cit. Pp.439-472.
30 MAINER, José-Carlos: Idem “La invención de la literatura española”, 2000, en ROMERO LÓPEZ,

Dolores (Ed.): Nacionesliterarias. 2006. Op. cit. Pp. 201-230.


31 GIL DE ZÁRATE, Antonio: ManualdeliteraturaoArtedeHablaryEscribirenprosayenverso.Resu

menhistóricodelaliteraturaespañola. T. I. Boix Editor. Madrid. 1844. Esta es la Segunda Parte


del Manual. La Primera había aparecido en 1842 en la misma imprenta con el título de Princi
piosgeneralesdeRetóricayPoética.
32 GIL DE ZÁRATE, Antonio: ManualdeliteraturaoArtedeHablaryEscribirenprosayenverso.Resu

menhistóricodelaliteraturaespañola. T. I. Boix Editor. Madrid. 1844. Pp. 2-3.


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FRANCISCO VICENTE GÓMEZ

todos los géneros de escritura. Estudio, añadirá Baquero Almansa, que habrá de
completarse con un ‘cuadro de modelos’ de la literatura española que haga
innecesaria “la adquisición de cualquiera otro libro de esos llamados ‘Análisis
literario’”33.
El modelo histórico literario reclamará un específico conocimiento de los
modelos literarios españoles, y de las cualidades de dichos modelos y géneros
que habrán de conformar el espíritu de lo español, y que incorporarán una
cosmovisión biologicista de la evolución de la misma34. Por su parte, la institu-
ción legisladora dará carta de naturaleza disciplinar a la nueva distribución de
las materias de la Segunda Enseñanza que inicia el Plan Pidal en 1845, que con-
templa además de la tradicional materia de Elementos de Literatura ( Retórica y
Poética), que habrá de desarrollarse en el 5º año de la parte elemental de esta
enseñanza, otras disciplinas en la parte de Ampliación de la Segunda Ense-
ñanza, entre las que se encuentra, en la Sección de Letras, una Literatura gene-
ral y, en particular, la Española35.
El modelo retoricista, asentado desde el siglo XVIII, y el modelo histori-
cista, incipiente a mediados del siglo XIX, coexisten en la configuración de las
disciplinas literarias durante un largo período, como ya hemos indicado, com-
patibilizándose la enseñanza de la retórica y la poética con la historia de la lite-
ratura española. Período que marca la transición de una enseñanza de los prin-
cipios y reglas compositivas de los discursos, incluidos los géneros literarios, a
otra que parte de una clarificación conceptual del objeto, de la literatura, y llega
a proponer una historia ejemplarizante –en cuanto modelos, en los primeros
momentos- de la literatura española. Esta situación lleva a algunos autores a
publicar tanto una Retórica y Poética como unos Elementos de Literatura que
incluyen una parte histórica sobre la literatura española. Es el caso, por ejemplo,
de Luis Mata y Araujo36, de José Coll y Vehí37 y del propio Manuel Gil de Zá-

33 BAQUERO ALMANSA, Andrés: Lecciones de Preceptiva Literaria (Retórica y Poética). Imp. de El
Liberal. Murcia.19032 (1897).
34 NÚÑEZ RUIZ, Gabriel - CAMPOS FERNÁNDEZ-FIGUARES, Mar: Cómonosenseñaronaleer. Op

cit., pp. 69-70; ROMERO TOBAR, Leonardo: “La Historia de la Literatura Española en el siglo
XIX”, 1996, en Laliteraturaensuliteratura, 2006. Op. cit. Pp.100-102.
35 Cf. UTANDE IGUALADA, Manuel: PlanesdeEstudioenlaEnseñanzaMedia. 1964. Op. cit.

36 LeccioneselementalesdeLiteratura,aplicadasespecialmentealacastellana. Norberto Llorenci. Madrid.

1839. Versión más completa de sus Elementos de retórica y poética, extractados de los autores de
mejornota, de 1818, publicados por José Martín Avellano en Madrid.
37 ElementosdeLiteratura. M. Rivadeneyra. Madrid. 1856. De estos Elementos, dado su éxito publicó

una versión abreviada con el nombre de CompendiodeRetóricayPoéticaoNocioneselementales


deLiteratura, en 1862 en Barcelona. La edición manejada es la decimoséptima edición publica-
da en 1914 asimismo en Barcelona por la Imprenta de Barcelona.
- 435 -
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

rate, que como ya hemos dicho dividió su Manual38 en dos partes, la primera
contenía la preceptiva retórica y poética, y la segunda un resumen de la historia
de la literatura española.
Las carencias del modelo retórico heredero de la cultura neoclásica para
dar cuenta del objeto, la literatura, en nuestro caso de la literatura española, en
toda su complejidad, observadas ya desde el legislador, y que desde principios
del siglo XIX están empezando a ser revisadas en Europa aupadas por el Empi-
rismo inglés y la Ilustración alemana, revisión que culminarán Romanticismo y
Positivismo39. Esta situación es atinadamente diagnosticada en 1866 por Fran-
cisco Giner de los Ríos en un ensayo que muy pertinentemente titula “Sobre el
estudio de la Retórica y la Poética en la segunda enseñanza”40. En él Giner de
los Ríos advierte la desatención que la clarificación del propio objeto, la litera-
tura, está sufriendo y reclama primero conocer dicho objeto y luego derivar de
él toda clase de reglas: “ Sólo, pues, del conocimiento de la Literatura –afirma-
en sus términos elementales pueden derivarse las leyes prácticas correspon-
dientes á cada género particular, uya naturaleza se define y comprende en
aquella, suministrando en consecuencia el modelo ejemplar para toda determi-
nada obra literaria” (p.32).
A continuación defiende que la instrucción secundaria debe ser un fin en sí
misma y no mero tránsito a la universitaria, por lo que ha de ser completa sin
perder su carácter elemental. Objetivo que no cumple la enseñanza de la Retó-
rica y la Poética tal y como está, que debe organizarse en un plan elemental de
estudio de la Literatura, fuente primera del pensamiento reflexivo (pp.138-143),
y que él mismo se encargará de redactar en 187041. José Coll y Vehí en su Com
pendio, de 1862, dicen en la “Introducción” que “El estudio de la literatura com-

38 GIL DE ZÁRATE, Antonio: PrincipiosgeneralesdeRetóricayPoética. Primera parte de suManualde


literaturaoArtedeHablaryEscribirenprosayenverso. Boix. Madrid. 1842. Manualdeliteraturao
ArtedeHablaryEscribirenprosayenverso. SegundaParte.Resumenhistóricodelaliteraturaespa
ñola. T. I y II. Boix Editor. Madrid. 1844.
39 Cf. GARCÍA BERRIO, Antonio - HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, Teresa: La poética: Tradición y

Modernidad. Op.cit.: 32 y ss. AULLÓN DE HARO, Pedro: “Epistemología de la teoría y la críti-


ca de la literatura”, en AULLÓN DE HARO, Pedro (Coordinador): Teoríadelacríticaliteraria.
Op. cit.: 28-32.
40 Recogido en sus Estudios de literatura y arte. Segunda edición, corregida y considerablemente

aumentada, de los Estudiosliterarios. Lib. de Victoriano Suárez. Madrid. 1876. Pp. 131-146.
41 GINER DE LOS RÍOS, Francisco: “Plan de un curso de principios elementales de literatura”, en

Estudiosdeliteraturayarte. Segunda edición, corregida y considerablemente aumentada, de los


Estudiosliterarios. Op. cit.: 147-164. En su redacción reconoce la ayuda prestada por D. Manuel
de la Revilla, así como el débito contraído de las enseñanzas del Dr. Fernández y González,
“profesor que fue de Literatura en la Universidad de Granada, y hoy de Estética en la de Ma-
drid” (p.147)
- 436 -
FRANCISCO VICENTE GÓMEZ

prende tres partes: una filosófica (estética), otra preceptiva (teórica) y otra histo-
rico-crítica”42. Reserva para la Estética el análisis filosófico de lo bello y la con-
vierte en el ‘verdadero fundamento de la literatura; al estudio ‘histórico-crítico
de la literatura’, además de la vida de los autores, el ‘conocimiento, in-
terpretación y juicio de sus obras’, así como el ‘examen’ de las influencias reci-
bidas y que ejercieron, ‘tanto en su patria’ como en las ‘naciones extrañas’. Y,
por último, a la ‘parte preceptiva o teórica’ le asigna el objeto de de ‘fijar y or-
denar las reglas generales observadas por los más insignes escritores’, con el
vivo ejemplo de los ‘buenos modelos’, y una práctica bien dirigida. Esta ‘parte
preceptiva’ “es la que se designa –afirma- con alguna vaguedad con el título de
Retórica y Poética”43.
Otro de los textos de gran difusión en la segunda mitad del siglo XIX, las
InstitucionesdeRetóricayPoéticade Manuel de los Ríos, de 1862, también se hace
eco de esta tripartita división del estudio de la literatura, que por otra parte se
hará tópica: “Pecado harto comun es por desgracia el confundir lo que toca de
cerca y corresponde á la Retórica y la Poética con lo que pertenece esencialmente
y filosóficamente á la Literatura… La Retórica y la Poética tienen por único y ex-
clusivo objeto la parte rudimental y externa de las letras: la Literatura, propia-
mente dicha, abarca mayor espacio, y apoyándose en la filosofía, explica las
leyes fundamentales de las creaciones artísticas, elevándose á las verdaderas
fuentes de la belleza, cuya realización es el fin principal del arte”44. Y añade
poco más adelante que “Con la vista en los alumnos de Retórica y Poética, y la
mira en los estudios superiores de Literatura, he aspirado á decir sólo aquello
que deben saber los alumnos de segunda enseñanza, bien que indicándoles á
menudo que hay unmásallá, cuyo conocimiento corresponde á edad más gra-
nada, y á otro grado de los estudios académicos. Causa ha sido esta importante
consideración de que, al disponer la distribución de las materias que forman las
presentes Instituciones ó elementos de Literatura, haya procurado consultar los
programas de la Facultad de Filosofía y Letras en lo que á los Principiosgenerales
de aquella se refiere, para no caer en dolorosas contradicciones…”45.
La clásica articulación disciplinar del estudio de la literatura entre Estética,

42 COLL Y VEHÍ, José: Compendio de Retórica y Poética o nociones elementales de literatura. Imprenta
Barcelonesa. Barcelona. 191417 (1862): 7.
43 COLL Y VEHÍ, José: CompendiodeRetóricayPoéticaonocioneselementalesdeliteratura. Op. cit.: 7-8.

44 DE LOS RÍOS, Diego Manuel: Instituciones de Retórica y Poética ó elementos de literatura. Antiguo

profesor del Seminario de Nobles de Madrid y Catedrático numerario de la indicada asigna-


tura en el Colegio É Instituto de segunda enseñanza de Granada. Obra declarada de texto pa-
ra la segunda enseñanza por el Gobierno de S.M. Imp. de Joaquín Muñoz. Madrid. 18673
(1862): III-IV.
45 DE LOS RÍOS, Diego Manuel: InstitucionesdeRetóricayPoéticaóelementosdeliteratura. Op. cit.: VI.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Preceptiva o Teórica (Retórica y Poética) e Historia y Crítica se muestra como


un hecho a estas alturas del siglo XIX. Si bien cada manual las trata a su modo,
no cabe duda que es un referente obligado, y que a ella hemos de remitirnos, si
bien con mayor amplitud y complejidad, para indagar el recorrido formativo de
la educación literaria en España, en lo que a la configuración de sus distintas
disciplinas se refiere. Pero el camino estaba ya iniciado. Francisco Giner de los
Ríos articula el mencionado ‘Plan’ de 1870 en torno a una ‘Parte general’ que
llama ‘teoría de la literatura’, y una ‘Parte especial’ que denomina ‘teoría de los
géneros literarios’. El estudio de los ‘principios elementales de la literatura’
paulatinamente irá acompañándose de estado de cuentas y descripciones histó-
ricas de la literatura española a partir de incipientes adiciones de compendios
de autores españoles tomados como modelos de cuanto se ha dicho en la parte
preceptiva. Tal y como antes habían hecho las retóricas con los autores griegos y
latinos. Así ocurre en las Lecciones de Baquero Almansa46
Aún el estudio teórico, que Giner de los Ríos ya llama teoríadelaliteratura
tendrá que dilucidar competencias con la estética47, y reencontrarse con la tradi-
ción de la poética y recuperar su propio pensamiento histórico48; y el histórico
crítico además evolucionar desde su inaugural orientación canónica y positivista
y abrir el cerco normativo a la actividad crítica sobre las obras literarias, junto a
la histórico literaria.
La Literatura elemental (Poética y Retórica) de Francisco Holgado y Toledo,
de 1863 (18793) parece adscribirse bien a ese período de transición que hemos
indicado del modelo retórico al historicista. En el capítulo I, que denomina
“Preliminares” hará constar lo siguiente: “En el primer sentido, la Historia crí-
tica de la literatura nos dá noticia de las obras ya producidas, de sus autores y
de la influencia que han ejercido en la sociedad. En el segundo, la Estética ó
Kalología nos enseña el fundamento de la obra Literaria como manifestación
artística de la belleza; y en el tercero, la parte preceptiva, denominada aunque
impropiamente Retórica y Poética, formula y establece las reglas á que ha de
someterse tanto la expresión del pensamiento literario en general como en las
formas especiales de cada uno de los diversos géneros”49.

46 BAQUERO ALMANSA, Andrés: LeccionesdePreceptivaLiteraria(RetóricayPoética). Op. cit.:245 y


ss. Y que titula “Modelos castellanos en prosa y verso.
47 AULLÓN DE HARO, Pedro: “Epistemología de la teoría y la crítica de la literatura”, en AULLÓN

DE HARO, Pedro (Coordinador), Teoríadelacríticaliteraria. Op. cit.: 54-56.


48 GARCÍA BERRIO, Antonio - HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, Teresa: Lapoética:TradiciónyModer

nidad. Op.cit.: 11-14.


49 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Tip. de Antonio Molina.

Murcia. 18792 (1863).


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FRANCISCO VICENTE GÓMEZ

Frente a la práctica habitual de los tratados del momento de organizar su


doctrina diferenciando una ‘parte’ o ‘preceptiva’ general, dedicada al análisis de
la ‘elocución literaria’, la ‘expresión del pensamiento en general’ y sus cualida-
des, y una ‘preceptiva particular’ o ‘especial’, en el decir de los tratadistas, dedi-
cada a la descripción elocutiva de las principales formas expresivas del pensa-
miento literario o ‘formas especiales de cada uno de los diversos géneros’, en
prosa, de una parte, bajo el marbete de ‘composiciones oratorias’50, de ‘Retó-
rica’51 o simplemente ‘composiciones en prosa’52, Francisco Holgado y Toledo
sigue el patrón conceptual pero decide desarrollar su obra a partir de una suce-
sión de concisos capítulos sin mayor agrupación. El empeño de elementalidad
formulado en la “Advertencia” pareciera obligarlo a ello.
Se ajusta la Literatura elemental al propósito disciplinar de la materia que
afronta la elocución de las composiciones literarias, y manteniéndose siempre
en la órbita de un conocimiento elemental y práctico sobre el funcionamiento de
los discursos literarios, referida tanto como ‘facultad’, elocución, como ‘arte’,
oratoria, recurre a la disciplina que ha de proporcionar los preceptos, las reglas
necesarias a ese arte para desarrollar dicha facultad, la Retórica: “La Elocuencia
es la facultad ó el don de imprimir con calor y fuerza en el alma de los oyentes,
los afectos que tiene agitado el nuestro. No es por consiguiente un arte ó colec-
ción de reglas…, sino un don de la naturaleza…; pero este talento, que debe ser
guiado por las reglas del arte, emplea los medios que la Retórica enseña y sigue
el método trazado por ese arte”53.
Toda vez que las obras literarias son susceptibles de ser estudiadas en su
realidad compositiva, son composiciones, fruto del arte de la palabra, el final del
silogismo es fácil de adivinar. Las composiciones literarias caen por derecho
propio bajo el dominio de la Elocución y, por supuesto, de la Retórica. Sus re-
glas y preceptos son válidas igualmente para descubrir/elaborar las virtudes de
estas composiciones literarias, por mucho que su denominación parezca impro-
pia: “La Retórica –dice en el capítulo II- se limita á dar reglas para hablar y es-
cribir con perfección, pero como estas reglas son necesarias y aplicables á todos
los géneros de composición literaria, resulta de aquí, que la Retórica sea como
un principio fundamental, aplicable no tan sólo á la Oratoria sino también a la

50 COLL Y VEHÍ, José: CompendiodeRetóricayPoéticaonocioneselementalesdeliteratura. Op. cit.: 161 y


ss.
51 BAQUERO ALMANSA, Andrés: LeccionesdePreceptivaLiteraria(RetóricayPoética). Op. cit.:91 y ss.

52 DE LOS RÍOS, Diego Manuel: InstitucionesdeRetóricayPoéticaóelementosdeliteratura. Op. cit.: 175

y ss.
53 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 8-9.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Preceptiva literaria ó Arte de composición literaria, que es el que nos dá á cono-


cer los varios géneros literarios, ó sea, las formas que cada uno de estos exige
para su expresión más conveniente.
La elocuencia como don natural ó talento de persuadir, cabe dentro de to-
dos los géneros de composición literaria y más principalmente, dentro del dis-
curso oratorio que es su verdadero campo”54. Bastará con realizar los impres-
cindibles ajustes conceptuales, que por otra parte se encontraban bastante
sancionados ya por la sostenida vigencia elocutiva de la Retórica en la historia
del pensamiento occidental.
El ajuste primero es fijar en la elaboración, en la dación de forma, esto es,
en la composición la confluencia de la tradición retórica y de la tradición de la
Literatura. La Literatura como una de las integrantes de las Bellas Letras, en el
más estricto sentido de la tradición clasicista. Y así lo hace al comienzo mismo
del Capítulo III, que dedica a “la obra literaria en general”. Afirma Francisco
Holgado: “Composición ú obra literaria es una ordenada série de pensamientos,
dirigida á conseguir un fin determinado”55. Por este motivo a nivel preceptivo,
pero sin ocultar la vocación crítica que se puede derivar del mismo, la Retórica
sigue en ese momento consolidando su lugar propio dentro de las Humanida-
des: “Llámanse Humanidades los estudios que sirven para ilustrar al hombre en
los conocimientos indispensables para vivir en la sociedad, bajo las condiciones
que reclama la instrucción en nuestros días. El estudio de las humanidades
comprende principalmente la Filología ó estudio de las lenguas, así antiguras
como modernas, la Gramática, la Retórica, la Geografía y la Historia”56.
Aunque las diferentes clases de composiciones reciban su nombre propio
“según su fin directo”57, objetual en sentido retórico, todas ‘realizan’, en dife-
rente medida, la belleza, a pesar de que ésta sea el fin específico de las composi-
ciones poéticas58. Y por este motivo caen todas dentro del dominio de la Litera-
tura. El segundo ajuste ha tenido lugar, radicar en la composición el logro de la
Belleza, en una operación que ya se asoma a la modernidad que en Europa está
abriendo paso el Empirismo inglés y la Ilustración alemana, que ya por este
tiempo han realizado una importante apertura del principio de imitación al
extenderlo a toda la naturaleza, y al reconducirlo en el marco de la discusión
sobre la Belleza, el Sublime y el Genio acaban relegándolo. La Belleza es forma,
y el arte una actividad que transforma desde la imaginación y el entendimiento

54 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 9-10.


55 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 10.
56 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 11.

57 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 10.

58 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 9-10.

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FRANCISCO VICENTE GÓMEZ

lo dado, la naturaleza, y lo eleva a la categoría de lo Bello59. Por tanto, si la obra


literaria es sinónimo de ‘composición’ y el terreno de la Literatura es el de la
Belleza, por ser éste su fin, todo lo que tiene que ver con la composición, en los
términos referidos de elaboración de lo dado, entra en los dominios de la Lite-
ratura, y de lo literario. Y como la composición de los discursos en tanto pro-
ducción de obras que comprenden específicamente las operaciones retóricas de
la Inventio, la Dispositio y la Elocutio60, era objeto de la Retórica, Retórica y
Literatura Preceptiva aúnan empeños y confluen: “Aunque sumamente filosó-
fica y aplicable esta división de la retórica, en cuanto á sus tres primeros miem-
bros –invención, disposición, elocución- á todos los géneros de composiciones
literarias, no puede admitirse sin embargo. Cada tratado debe estudiarse en el
lugar que le corresponde”61. La elocución en las composiciones líricas y la dis-
posición en las composiciones en prosa; la invención, aunque el tratamiento de
su naturaleza lo remite a la Lógica, es aplicada cuando habla de los pensa-
mientos (capítulos V, VI y VII).
La literaturización de la Retórica se ha cumplido, pero también la retoriza-
ción de la Literatura o Preceptiva literaria, que como saber normativo y expli-
cativo permitirá a la Retórica, redimida de secular restricción y recuperada a
mediados del siglo XX en la amplitud y complejidad de todas sus operaciones,
convertirse en una suerte de discurso crítico capaz de dar cuenta de la expresi-
vidad literaria62: “Sin embargo, el fin propuesto en cada una de esta clase de
composiciones, no puede considerarse como único y exclusivo… y las poéticas
no tan solo deleitan con la expresión de lo bello, sino que instruyen y moralizan:
por eso el estudio que tiene por objeto el conocimiento de la belleza, realizada
en toda clase de composiciones ú obras literarias, se llama Literatura, aunque
esta palabra, según su origen, y en su acepción mas lata es el estudio de todo
aquello que pertenece á las letgras, si bien en el estado actual de los conoci-
mientos humanos, la Literatura solo comprende el estudio de las Bellas Letras, ó
sea, el de los modelos en aquellos géneros cde composición en que la belleza
entra como fin directo”63.
Si esta literaturización de la Retórica sigue insistiendo en la restricción de

59 AULLÓN DE HARO, Pedro: “Epistemología de la teoría y la crítica de la literatura”, en AULLÓN


DE HARO, Pedro (Coordinador): Teoríadelacríticaliteraria. Op. cit.: 45-47.
60 ALBALADEJO MAYORDOMO, Tomás: Retórica. Op. cit.:45-49 y 57-64.

61 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 13.

62 GARCÍA BERRIO, Antonio: Teoría de la literatura (La construcción del significado poético). Cátedra.

Madrid. 1994. Segunda edición revisada y aumentada (1989): 198-244. También CHICO RICO,
Francisco: Pragmáticayconstrucciónliteraria.Discursoretóricoydiscursonarrativo. Universidad
de Alicante.1988.65-106.
63 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 10-11.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

su proyecto originario, no es menos cierto que a su vez la retorización de la


Literatura está habilitando los cimientos de un discurso crítico sobre la expresi-
vidad literaria, que como disciplina el siglo XX desplegará como Estilística,
incluso como Crítica literaria, y en el ámbito escolar como Comentario o Expli-
cación de textos, cuya ubicación en la Segunda Enseñanza en un curso elemen-
tal previo a que el alumno se adentre en la Teoría literaria, en la Teoría de los
géneros literarios y en el estudio histórico de las literaturas nacionales, hoy es
difícilmente discutible64. Y aquí radica, creemos, buena parte del interés de este
tratado y de otros que ocupan ese momento de transición que hemos indicado
con anterioridad. Afirma Francisco Holgado respecto de ‘esta’ Retórica: “El
estudio de la Retórica es de utilidad suma, pues el arte de hablar y escribir con
perfección deben poseerlo todos los hombres como indispensable, no solo para
los altos fines de la sociedad, sino también para los usos comunes de la vida. La
Retórica, es la base fundamental de la literatura y como arte de inmediata apli-
cación á todos los géneros de composición literaria, es indispensable su estudio
si ha de adelantarse en la carrera de letras”65.
La dominante compositiva del tratado, como prácticamente ocurre en los
tratados de mediados del siglo XIX, ordena la totalidad del tratado en sentido
normativo, pero permitiendo entrever los senderos de la indagación estilístico-
crítica sobre las obras literarias. Fiel a este espíritu hace propias de la Oratoria la
dispositio y la elocutio; la inventio la remite a la Lógica, la reflexión de su natu-
raleza, pero le dedica tres capítulos (V, VI y VII, pp.13-18) a su tratamiento
constructivo -partes y tipos de ideas- (Capítulo V)66 y estilístico (Capítulos VI y
VII). Como era de esperar, el siguiente argumento de las ‘composiciones’ que
trata es el propiamente elocutivo-verbal, que compendia con un sentido estilís-
tico las virtudes gramaticales (capítulos VIII a XVII,pp.18-34) y las retóricas,
incluido el lenguaje figurado (capítulos XVIII a XXXIII, pp.35-71, del que dice el
autor: “El lenguaje figurado, lleva siempre un signo, algún desvío de la senci-
llez de la expresión, pero no obstante, en muchas ocasiones, es el más común y
natural, consistiendo precisamente en esto su principal mérito y belleza”67.

64 Cf. LÁZARO CARRETER, Fernando: “Cuestión previa: el lugar de la lieratura en la educación”,


en ALARCOS, Emilio et alii: Elcomentariodetextos. Castalia. Madrid.1973:7-29.
65 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 11

66 Cuando habla de los pensamientos verdaderos distingue entre la verdad científica y verdad poéti

ca. Y de ésta dice “que es la conformidad del pensamiento con el asunto, cual debería ser ad-
mitidas ciertas suposiciones. Esta verdad poética, verosimilitud ó verdad relativa es la que
generalmente se emplea en todas aquellas obras cuyo objeto es deleitar, pero no debe estar en
pugna con la verdad científica”. HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(Retó
ricayPoética). Op. cit.: 14
67 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 38.

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FRANCISCO VICENTE GÓMEZ

A partir del capítulo XXXIV (p.72) que titula “De los géneros literarios (de
la Oratoria)” da comienzo la ‘preceptiva especial’ o ‘específica’, de acuerdo con
los argumentos que hemos señalado, la focalización ‘composición-obra literaria’
y la Belleza como propósito de todas sus producciones, de las distintas clases de
composiciones literarias, ‘prosaicas y poéticas’ y sus diferentes especies: “Las
composiciones literarias se dividen en prosáicas y poéticas. Son prosáicas las que,
proponiéndose como fin directo la utilidad, se valen siempre de la verdad cien-
tífica y se expresan por medio de un lenguaje suelto ó libre; son poéticas, las
que teniendo por fin directo el agradar, realizando la belleza, se expresan por
medio del lenguaje sujeto a una forma artística; pero esta división solo es real en
cuanto a la forma…”68. Despliega una generosa tipología de ‘composiciones’ de
ambas clases, si bien el espacio que dedica a cada especie es escaso.
Como era de esperar el tratamiento de las composiciones prosaicas, que
comprende el género oratorio, el didáctico, epistolar e histórico, lo inicia con
una breve consideración sobre qué debe observarse en la Invención (Capítulo
XXXV, pp.73-75), y una explicación de la ‘Disposición ó Plan del discurso’, de
las partes en las que organiza la composición (capítulos XXXV a XXXIX, pp.75-
81), y que con atención irá aplicando cuando trate cada tipo de composición en
prosa, a partir del capítulo XL y hasta el LII (pp.81-110). Hecho que destacamos,
pues confirma la vocación analítica que se desprende del tratado. Detalles en
los que no nos podemos detener y cuyo tratamiento dejamos para otro mo-
mento. Por ejemplo, la inclusión del género periodístico dentro de la ‘oratoria
política o parlamentaria’ (Capítulo XLIII, pp.90-91); o los dos capítulos que de-
dica dentro del género histórico a las ‘novelas, cuentos y leyendas’ (Capítulos LI
y LII, pp.105-110), calificadas de ‘altamente poéticas’, y que dan interesante
noticia de los modelos narrativos vigentes en Europa y en España (Capítulo LII,
pp.109-110).
La misma inclinación analítica percibimos en el conjunto de capítulos que
dedica a las ‘composiciones poéticas’, pues además de las habituales normas
que da sobre ellas ofrece una esmerada descripción de las cualidades ‘composi-
tivas’. De nuevo es la poesía “nombre que reciben las composiciones u obras
poéticas” (Capítulo LIII, p.110), “expresión de lo bello por medio de la palabra
sujeta a una forma artística” (Id., p.111), su ‘verdadera esencia’, y a ella se atiene
la verdad que expresa, la ‘verdad poética’ que combina lo ‘útil’ –recordemos
que era lo propio de las composiciones en prosa- con lo ‘dulce’ “deleita e ins-
truye a la vez” (Id. P.110). De sus reglas se ocupa la Poética, que es a la poesía,
lo que la retórica a la elocuencia (Id., p.111). Y es ese carácter preceptístico pero

68 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 72.


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

también analítico el que hermana a Retórica y Poética en la explicaciones de las


‘composiciones literarias’: “Por consiguiente –afirma el tratadista-, la retórica y
poética, aunque dos artes distintas, se unen para formar una misma asignatura
á causa de la afinidad entre sí tienen, de ser la primera la teoría de la elocuencia,
y la segunda, la teoría de la poesía”69.
Una breve presentación del lenguaje poético (Capítulo LIV, pp.112-114),
que reenvía a las ‘figuras’ del discurso ya tratadas, y un ‘Arte métrica’ (Capítu-
los LV a LXIV, pp.115-156), en la que vuelven a aparecer ejemplos de los mis-
mos autores, precede a la detallada tipología explicativa de las diferentes clases
de ‘composiciones poéticas’, incluida la sátira (Cpítulos LXVII, pp.162-167), la
poesía épica (Capítulos LXVIII-LXXI, pp.167-171), y la poesía dramática (Capí-
tulos LXXIV a LXXXI, pp.181-202) que cierra el tratado.
Perviven ciertas ambigüedades en algunas decisiones terminológicas, por
ejemplo, entre literatura y poesía, prosa y verso, etc.; ciertas interferencias de la
moral en definiciones. Así como una abundancia tipológica, propia del mo-
mento, que hoy día difícilmente hoy se sostendrían, particularmente en lo que
se refiere a los géneros de composiciones en prosa. Pero no es menos cierto, y
con esto concluimos, el propósito que guía el tratado de Francisco Holgado
Literatura elemental (Retórica y Poética) de 1863, como otros, mediar entre el
alumno y las obras literarias, de instruir su relación expresiva con ellos. Y de
hacerlo desde unas exigencias de sencillez y brevedad expositivas que faciliten
su uso instrumental y analítico.

69 HOLGADO Y TOLEDO, Francisco: Literaturaelemental(RetóricayPoética). Op. cit.: 111.


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FRANCISCO VICENTE GÓMEZ

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FRANCISCOVICENTEGÓMEZ70
Universidad de Murcia

70 Estudio realizado dentro del Proyecto de Investigación Larecepcióndelasdisciplinasliterariasenel


BachilleratoenEspaña, 03074/PHCS/05, Fundación Séneca, Comunidad Autónoma de la Región
de Murcia.

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LITERATURAYDISIDENCIARELIGIOSA
ENESPAÑAENELSIGLOXIX.
LADIFUSIÓNENELSURESTEPENINSULARDESDEALICANTE
DELIBROSYFOLLETOSPROTESTANTESPORTRIPULANTES
DEUNBUQUENORTEAMERICANO(1857)

NOTAPRELIMINAR
La Constitución española de 1845, auspiciada y elaborada por el Partido
Moderado, la derecha dinástica del momento, en el poder desde el año anterior,
en su artículo 11 establecía un modelo de Estado confesional católico: “La Reli-
gión de la Nación española es la Católica, Apostólica, Romana. El Estado se
obliga a mantener el culto y sus ministros”1. Por tanto el catolicismo sería en
adelante religión oficial del Estado español con exclusión de los restantes cultos,
que legalmente no existían, y en consecuencia eran prohibidas y castigadas
todas las actividades religiosas que no fuesen las de la confesión del Estado.
Esta realidad fue ratificada por el CódigoPenal aprobado en 1848, libro 2º,
título 1º, artículos 128-132 (“Delitos contra la religión”)2, que preveía diferentes
penas de cárcel, presidio, fuertes multas e incluso extrañamiento perpetuo fuera
del país, en caso de cualquier “... tentativa para abolir o variar en España la
religión católica...”3, o acto de propaganda, proselitismo u actividad religiosa
diferente a las de la confesión oficialmente establecida4. Estatus privilegiado
para el catolicismo, que no tardaría en ser garantizado mediante el Concordato
del Reino de España con la Santa Sede de 16 de marzo de 18515, que vino a nor-

1 “Constitución de la Monarquía española (23 de mayo de 1845)”, en LeyesPolíticasEspañolasFunda


mentales (18081936). Presentación y edición de Enrique Tierno Galván. Madrid: Ed. Tecnos.
1972, p. 93. Entre las glosas al expresado artículo, véanse las de SÁNCHEZ AGESTA, Luis:
HistoriadelConstitucionalismoespañol. 2ª ed. Madrid: Inst. de Estudios Políticos. 1964, pp. 267-
269; CANOVAS SÁNCHEZ, Francisco: El Moderantismo y la Constitución de 1845. Madrid:
Fundación Santa María. 1985, p. 31ss.; CLAVERO, Manuel: Manualdehistoriaconstitucionalde
España. Madrid: Alianza Universidad. 1990, pp. 81-83, y VARELA SUANZES-CARPEGNA,
Joaquín: Política yConstituciónenEspaña(18081978). Madrid: Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales. 2007, p. 93ss., quienes remiten además a la bibliografía disponible.
2 CódigoPenaldeEspaña. Edición oficial reformada. Madrid: En la Imprenta Nacional. 1850, pp. 43-

44.
3 Ibídem, p. 43 (art. 128).

4 Ibídem, pp. 43-44 (arts. 129-138).

5 Edición bilingüe del Concordato en Raccoltadi Concordati. A cura di A. Mercati. Roma. 1919, pp.

770-79. El texto español ha sido editado en varias ocasiones a partir de su publicación oficial:
“Concordato entre Su Santidad el Sumo Pontífice Pío IX y S.M. Católica Doña ISABEL II, Reina
de las Españas, Madrid 16 marzo 1851”, GacetadeMadrid, 17 marzo 1851. La negociación del
- 448 -
JUAN BAUTISTA VILAR

malizar las relaciones con Roma, tensas y difíciles desde la muerte de Fernando
VII, en que el Antiguo Régimen dio paso a la reforma política, con el consi-
guiente triunfo y consolidación del sistema liberal. El artículo 1º del expresado
Concordato reza así: “La Religión Católica, Apostólica, Romana, que con exclu-
sión de cualquier otro culto continúa siendo la única de la Nación española, se
conservará siempre en los dominios de S.M. Católica con todos los derechos y
prerrogativas de que debe gozar según la ley de Dios y lo dispuesto por los
sagrados Cánones”.
Ahora bien, en 1854 una revolución de signo progresista desplazó del po-
der al Partido Moderado, con la consiguiente apertura del régimen. En lo que a
la cuestión religiosa se refiere, la intolerancia dio paso a la tolerancia, prevista
en el artículo 14 de la nueva Constitución, la de 1856, primer paso hacia una
libertad religiosa plena, que por cierto España nunca había conocido hasta el
momento. El artículo de referencia se hallaba redactado en los siguientes térmi-
nos: “La Nación se obliga a mantener y proteger el culto y los ministros de la
religión católica que profesan los españoles. Pero ningún español ni extranjero
podrá ser perseguido por sus opiniones o creencias religiosas, mientras no las
manifieste por actos públicos contrarios a la religión [católica]”6.
El ensayo de tolerancia duró poco. En 1856 la conjunción política liderada
por el Partido Progresista fue derribada del poder, al término de apenas un
bienio, por un golpe militar seguido de una reacción conservadora y el consi-
guiente retorno del Partido Moderado, sin que diera tiempo promulgar la ex-
presada Constitución, siendo la del 45 totalmente restablecida.
Durante ese breve paréntesis aperturista, el Bienio reformador o progre-
sista, al amparo de una transitoria tolerancia, se intensificaron las actividades
propagandistas en España de las asociaciones protestantes británicas y nortea-
mericanas como consecuencia del reavivamiento religioso iniciado a comienzos
de siglo en los países de confesión evangélica. Todo ello como reacción frente a
los efectos secularizadores de la Revolución francesa, fenómeno conocido como
II Reforma, para diferenciarla de la I, la del siglo XVI. Una ofensiva en la que
España figuraría entre los objetivos prioritarios, por ser considerado este país

Concordato puede seguirse desde el lado pontificio a través de diferentes estudios de V. Cár-
cel Ortí, y desde el lado español por los de, entre otros, J. Pérez Alhama, F. Suárez Verdaguer,
J.U. Martínez Carreras, E. de la Puente, J. de Salazar, C. Corral o J.M. Cuenca. El Concordato en
el contexto de la proyección exterior española del momento puede verse en J.B. VILAR, “Las
Relaciones internacionales de la España isabelina: precisiones conceptuales y anotaciones bi-
bliográficas (1833-1868)”, en J.B. Vilar (dir), LasRelacionesinternacionalesenlaEspañacontempo
ránea. Prólogo de J.Mª. Jover Zamora. Murcia-Madrid: Universidad de Murcia-Univ. Complu-
tense. 1989, pp. 37-77.
6 LeyesPolíticasEspañolasFundamentales..., op. cit., pp. 104-105.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

uno de los más emblemáticos e irreductibles bastiones del catolicismo romano.


Aunque desde comienzos del siglo XIX esas sociedades de propaganda, li-
deradas por la londinense British and Foreign Bible Society (B.F.B.S.) y la neo-
yorquina Religious Tract Society (R.T.S.), se mostraron especialmente activas,
bien directamente, y sobre todo desde sus bases en Gibraltar7, la fundación en
febrero de 1855, en Edimburgo, de la Spanish Evangelical Society (S.E.S.), a
socaire de las oportunidades que brindaba la apertura conocida por España
durante el mandato del progresismo, imprimió un impulso formidable a la di-
fusión en este país de la Biblia neta, en castellano (la espléndida traducción que
hicieran en pleno siglo XVI Casiodoro Reina y Cipriano de Valera, considerada
todavía hoy la mejor hasta el momento), sin latines ni notas, y sin la adición de
los libros deuterocanónicos, considerados apócrifos por los no católicos. Al
propio tiempo también serían difundidas todo tipo de obras sustentadoras de
las tesis protestantes, escritas expresamente para lectores hispanófonos de Eu-
ropa y América, editadas en Gran Bretaña y Estados Unidos, y ampliamente
difundidas en España e Iberoamérica, o bien con igual objeto traducciones al
castellano de los clásicos del protestantismo.
Mary Peddie, viuda del conocido dirigente presbiteriano de igual apellido,
fervorosa evangelista y alma del comité director de la S.E.S., aporta información
detallada sobre los circuitos de distribución en España de esas publicaciones.
Refiere que, por vía terrestre, lo era básicamente desde Gibraltar, y en menor
medida desde Lisboa y Bayona. Añade que el tráfico clandestino por vía marí-
tima resultaba ser bastante más activo que desde Portugal y Francia. Bien di-
rectamente desde el Reino Unido, o con escalas de aprovisionamiento en los
depósitos que esa sociedad mantenía en Gibraltar y en los ya mencionados
puertos francés y portugués. “Los servicios de piadosos capitanes, pilotos e
ingenieros navales –refiere Peddie8- fueron conseguidos para llevar surtidos de

7 Para la penetración del movimiento evangélico de signo protestante en la España del XIX véase
VILAR, Juan B.: IntoleranciaylibertadenlaEspañaContemporánea.LosorígenesdelProtestantismo
españolactual. Prólogo de Raymond Carr. Madrid: Ed. Istmo. 1994; VILAR, J.B.: Manuel Ma-
tamoros, fundador del Protestantismo español actual. Granada: Ed. Comares. 2003 (hay ver-
sión francesa ampliada: ManuelMatamoros,fondateurduProtestantismeespagnolcontemporaine.
Orthez-Pau: Editions Gascogne-Université de Pau. 2003); VAN DEER GRIJP, Rainer Maria
Klaus: GeschichtedesSpanischenProtestantismusim19.Jahrhundert. Wageningen: H. Veenman
& N.V. Zonen. 1971; J.B. VILAR, Jean Pierre BASTIAN y R.M.R. VAN DER GRIJP: Minoríasre
ligiosas en España y Portugal, ayer y hoy. Murcia: Universidad de Murcia. 2001 (nº 17 –
monográfico– de AnalesdeHistoriaContemporánea). Obras todas ellas que remiten, a su vez, a
la restante bibliografía disponible.
8 PEDDIE, Mrs. Mary Denoon Robert: LosalboresdelaSegundaReformaenEspaña. Prólogo de Manuel

Carrasco. Traduc. de Fernando Cabrera. Madrid: Ed. La España Evangélica. 1924-1925. (1ª ed.
inglesa: ThedawnoftheSecondReformationinSpain. Edinburgh. 1871), vol. V, p. 203.
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JUAN BAUTISTA VILAR

estos libros y distribuirlos en los varios puntos de destino en España. También


se comprometieron a llevar consigo paquetes de libros para otros puertos espa-
ñoles, o para enviarlos desde los puertos a puntos del interior”.
Por su parte los viajeros británicos que se desplazaban a España eran apro-
visionados de igual mercancía. Por último, para su obra difusora, la S.E.S. se
sirvió de los servicios postales españoles. “Esta parte del trabajo –apunta nues-
tra informante9- se llevó del modo siguiente: Se compraron en España una gran
cantidad de sellos de correos que se trajeron a Escocia. Se remitieron aquí nom-
bres y direcciones de muchas personas de varias partes de España. Se colocaron
folletos en sobres dirigidos a estas personas; se pusieron los sellos; se los lleva-
ron los capitanes de algunos barcos ingleses, y éstos los depositaron en el correo
en las ciudades de España que visitaban. También desde Gibraltar se hizo este
trabajo”. Y concluye: “De esta manera gran número de familias españolas tuvie-
ron dentro de sus casas estos tratados, cosa que de otro modo no hubiera po-
dido lograrse”.
La larga serie de publicaciones bíblicas, doctrinales, de cristiana edificación
o puramente polémicas publicadas en el idioma de Cervantes y auspiciadas por
la sociedad escocesa se abre en el mismo año 1855 con unos ExtractosdelasSa
gradasEscrituras del prolífico publicista Peter Drumond, folleto del que solo en
unos meses se imprimieron 29.000 ejemplares10. En el mismo año salió ElAlba,
uno de los primeros periódicos protestantes en lengua castellana11, que contaba
con el precedente de las revistas publicadas en Londres por José Mª. Blanco
White12 y Juan Calderón13.

9 Ibídem, id.
10 Sobre P. Drummond y sus actividades en España, véase J.B. VILAR: Intolerancia y libertad..., op.
cit., pp. 359-60.
11 VILAR, J.B.: “ElAlba, una revista británica protestante para su difusión en España (1854-1862)”,

AnalesdeHistoriaContemporánea, nº 12 (1996), 617-38.


12 Sobre Blanco White, sus revistas de específica difusión protestante (aparte las restantes suyas), y

el problema de la intolerancia en la España de su tiempo, véase especialmente su autobiogra-


fía: ThelifeoftheRev.JosephBlancoWhite,writtenbyhimself,withportionsofhiscorrespondence.
Edited by John Hamilton Thom. Londres: John Chapman. 1845, 3 vols. Hay traducción espa-
ñola presentada, editada y anotada por Antonio Garnica: Autobiografía de Blanco White. Sevi-
lla. Universidad de Sevilla. 1988. También: CartasdeInglaterrayotrosescritos. Edición de Ma-
nuel Moreno Alonso. Madrid: Alianza Editorial. 1989; CartasdeEspaña. Edición de A. Garnica.
Sevilla: Fundación J.M. Lara. 2004, y Ensayossobrelaintolerancia. Edición de M. Moreno Alon-
so. Sevilla: Caja de San Fernando. 2001, así como el libro clásico de Vicente LLORENS, Libera
lesyrománticos. UnaemigraciónespañolaenInglaterra(18231834). Madrid: Castalia. 1967, y el
repertorio de estudios de este mismo autor: Literatura,historia,política.(Ensayos). Madrid: Ed.
de la RevistadeOccidente. 1967. Interesan, también, las numerosas aproximaciones a la biogra-
fía del autor. Acaso las más completas: MORENO ALONSO, M.: BlancoWhite.Laobsesiónde
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

En sus trabajos de difusión de literatura evangélica, la S.E.S. estaba conec-


tada estrechamente a asociaciones bíblicas y misionales tales como la B.S.B.F., la
Sociedad Bíblica Trinitaria y la del Conocimiento Cristiano, todas inglesas, pero
sobre todo con la Sociedad Bíblica de Edimburgo, rebautizada por los años de
1850 como Sociedad Bíblica Nacional de Escocia y con la ya mencionada R.T.S.
neoyorquina. De todas ellas recibía en compra, donativo o intercambio partidas
de libros y folletos en español, que sumaba a sus propias ediciones. En cuanto a
las asociaciones norteamericanas y francesas de evangelización, las primeras de
signo presbiteriano, bautista o metodista principalmente, y las segundas vincu-
ladas a la Iglesia Reformada de Francia o Iglesia Libre, una y otra de preferente
orientación calvinista como continuadoras que eran del antiguo movimiento
hugonote, operaban desde Nueva York y Bayona. Aunque menos introducidas
en el país, distaban de permanecer inactivas.
Es de señalar que, si bien esa acción difusora alcanzaba a la totalidad de la
geografía española, se centraba principalmente en las provincias del arco me-
diterráneo, más accesibles desde el mar y por tanto abiertas al exterior, con co-
lectivos extranjeros de cierta importancia y cuyas poblaciones, entonces como
ahora, por lo general, practicaban un catolicismo más superficial, rutinario,
ritualista y menos intelectual que en Castilla-León y en las regiones del pre-
Pirineo y la cornisa cantábrica. En Andalucía y el Sureste peninsular sobre todo.
Como siempre las publicaciones que llegaban por vía marítima lo hacían
directamente desde Inglaterra o a través de los depósitos de Gibraltar y Lisboa.
Unas veces eran distribuidas por las tripulaciones de los buques británicos en
los puertos de arribada. Otras, para soslayar en lo posible riesgos innecesarios,
se atraían hasta el buque a quienes se interesaban por la mercancía, tan pronto
era difundida ampliamente por la ciudad la voz de que allí se regalaban buenos
libros a quienes los solicitasen personalmente. Otras veces, en fin, se recurría a
enlaces e intermediarios que subían a bordo para hacerse cargo de los paquetes
de libros y folletos, que luego remitían a sus destinatarios.
La ofensiva protestante sobre España no tardó en ser denunciada por los
responsables de las diócesis más amenazadas. “Sabed –advertía el obispo de

España. Sevilla: Ediciones Alfar. 1998, y DURÁN LÓPEZ, Fernando: JoséMaríaBlancoWhiteo


laconcienciaerrante. Sevilla: Fundación J.M. Lara. 2005.
13 VILAR, Mar: “El nacimiento de la Prensa protestante en lengua española. El Dr. Juan Calderón y
sus revistas londinenses CatolicismoNeto y ElExamenLibre”, ActasdelasJornadassobrePrensay
SociedadenlaEspañaContemporánea. Murcia: Universidad de Murcia. 1995, pp. 107-148. Inter-
esa a su vez de la misma autora diferentes estudios sobre el expresado gramático, profesor de
idiomas, helenista y biblista español emigrado en Inglaterra, incluidos en su libro misceláneo:
M. VILAR: Docentes,traductoreseintérpretesdelalenguainglesaenlaEspañadelsigloXIX:Juan
Calderón,loshermanosUsozyPascualdeGayangos. Murcia: Univ. de Murcia. 2004, pp. 89-228.
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JUAN BAUTISTA VILAR

Orihuela y Alicante a sus diocesanos en el 5414- que ninguno, sea de la clase,


estado y condición que se quiera, si no tiene licencia de la autoridad competente
de la Iglesia, puede en buena conciencia leer, ni retener con ningún pretexto
libros, escritos o folletos prohibidos y de mala doctrina, sin ser desobedientes a
la Iglesia y sin ser responsables de las penas y censuras, impuestas respectiva-
mente por la misma, y todo el que los tenga, está obligado a entregarlos según
queda mandado”.
Al toque de alarma del Dr. Herrero Valverde, antiguo militante carlista re-
integrado a su sede al término de un largo exilio en Italia, y obispo muy en-
tregado al ministerio pastoral15, se sumaron otros varios prelados, de forma que,
habiendo abandonado los progresistas el poder, el nuevo gobierno, presionado
desde todos lados, hubo de tomar cartas en el asunto. “Enterada la Reina
(Q.D.G.) de que en varias provincias, y muy especialmente en las del litoral,
circulan clandestinamente libros cismáticos y heréticos, cuya lectura condenan
de consuno las leyes eclesiásticas y civiles –se apercibirá a los gobernadores en
circular de 20 de enero de 185716- se ha servido mandar que se de conocimiento
a V.S. de los títulos de las expresadas obras, a fin de que ejerzan la mayor vigi-
lancia e impedir su circulación y perseguir con toda severidad a sus autores y
propagadores”.
La denuncia concreta había partido del celoso prelado orcelitano, quien
había puesto en conocimiento gubernativo cómo en los primeros días del expre-
sado año se había presentado en Alicante el “Nazareno”, mercante de bandera
norteamericana, que permaneció fondeado en el puerto durante varias fechas.
Coincidiendo con su estancia allí, las calles de la ciudad se vieron sembradas de
folletos protestantes. Denunciado el caso por la autoridad eclesiástica, y practi-
cadas las oportunas pesquisas de orden del gobernador civil, el murciano José
María Palarea, todos los indicios apuntaron hacia el buque extranjero, supo-
niéndose que algún miembro de la tripulación, y más probablemente el capitán,
cierto Mr. Smith, era el oculto propagandista.

14 Félix HERRERO VALVERDE: CartaPastoraldelIltmo.Sr.ObispodeOrihuela,Dr.D.(…),alcleroy


pueblodesuDiócesis. Orihuela: Imp. Pedro Berruezo Puebla. 1854, p. 14.
15 Sobre el obispo Félix Herrero Valverde véase VILAR, J.B.: OrihuelaContemporánea. Prólogo de José

Manuel Cuenca Toribio, vol. VII de J.B. Vilar, HistoriadelaCiudadyObispadodeOrihuela. Mur-


cia: CAM. 1982, p. 316ss (8 vols.: 1975-1982). También en MORENO SECO, Mónica: “Historia
de la Diócesis de Orihuela en la época contemporánea”, en J.B. Vilar y M. Moreno Seco, La
IglesiadeOrihuelaAlicante, en V. Cárcel Ortí (coord.): HistoriadelasDiócesisEspañolas. 6. Iglesia
de Valencia, SegorbeCastellón y OrihuelaAlicante. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos
(B.A.C.). 2006, pp. 692-771.
16 “R. Orden de 30 de enero de 1857 a los gobernadores de provincias contra la circulación de malos

libros”, ElFaroNacional 5 febrero 1857.


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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

Así lo manifestó Palarea en oficio al ministro de la Gobernación17, al tiem-


po que le notificaba que, previa entrevista con el abad de la colegiata de San
Nicolás, sin duda el denunciante inicial, había sometido el buque sospechoso a
estrecha vigilancia por agentes del orden público, intentando así sorprender in
fraganti al autor o autores de la punible siembra publicística.
En principio los folletos difundidos fueron estimados poco peligrosos por
atacar sólo indirectamente el dogma católico. Uno de ellos defendía la conve-
niencia de leer las Escrituras –CartadelPapaPíoSexto, en tanto los tres restantes
tampoco exponían doctrinas acatólicas de forma positiva: Seriasreflexionessobre
la Eternidad, Vida y escritos de San Pedro Apóstol y El sermón en el monte. Todos
ellos sin pie de imprenta, exceptuando el último “Publicado por la Sociedad
Americana de Tratados”, establecida en el nº 150 de la neoyorquina calle de
Nassau. El gobernador hizo recoger esas publicaciones “… por las doctrinas
disolventes y antirreligiosas que contienen”, y por el momento se contentó con
poner vigilancia al buque sospechoso y alertar al comandante de carabineros
para que inquiriese “…la existencia de cualquier depósito, y lo decomisase co-
mo materia de ilícito comercio”18.
Las medidas practicadas, lejos de dar los resultados apetecidos, no pudie-
ron impedir la distribución de otro librito mucho más virulento, el Preservativo
contra Roma19, presentado como folleto anónimo pero que no era otro que la
obra de igual título de Blanco White, en que se ataca frontalmente el catolicismo
en sus dogmas, prácticas y ritos. A su circulación siguió la inmediata denuncia
en el juzgado por parte del gobernador20, acuerdo que notificó al ministro de la
Gobernación21, justificándolo por el hecho de que, a su juicio, la expresada pu-
blicación suponía un intento de cambiar la religión del Estado y atacaba la uni-
formidad religiosa de España, delitos ambos tipificados, según ha quedado
referido, en el entonces vigente CódigoPenal de 1848. Palarea denunció también
otro folleto recientemente interceptado: Cuatropalabrasalossabios, así como uno
de los recogidos anteriormente: SeriasreflexionessobrelaEternidad, por estimar-
los también punibles. De los otros solamente hizo mención.

17 AHN, Consejos, leg. 11.316, exp. 59: DifusióndefolletosprotestantesenAlicanteporunbuquenortea


mericano. 1857: Oficio del gobernador civil al ministro de la Gobernación. Alicante 17 enero
1857.
18 Ibídem: Oficio del gobernador civil de Alicante al comandante de carabineros de la provincia,

Alicante 17 enero 1857.


19 Edimburgo: Imprenta de Tomás Constable, Impresor de Cámara de S.M. la Reina. 1856.

20 AHN, Consejos, leg. 11.316, nº. 59: Difusión…, op. cit.: Oficio del gobernador civil de Alicante al

juez de primera instancia, Alicante 22 enero 1857.


21 Ibídem: Oficio del gobernador civil de Alicante al ministro de la Gobernación, Alicante 22 enero

1857.
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JUAN BAUTISTA VILAR

Tanta diligencia del agente gubernativo acaso obedeciese al hecho de ocu-


par la cartera de Gobernación, Cándido Nocedal, inflexible con este tipo de
delitos, que dejaría lacerante recuerdo de su paso por el Ministerio por su dura
y restrictiva Ley de Imprenta, que según parece tanto coadyuvó a la caída del
gobierno Narváez22, que apenas pudo mantenerse un año entre 12 de octubre de
1856 y 15 de octubre del 57. Orador y polemista elocuente dentro y fuera de las
Cortes, e incisivo y temible periodista desde las páginas de ElPadreCobos, No-
cedal terminaría resellándose como tradicionalista, siendo hasta su muerte el
representante oficial del pretendiente carlista (el titulado Carlos VII) en España.
Actitud la del gobernador Palarea por lo demás todavía más comprensible
habida cuenta de que el subsecretario de Gobernación, y por tanto hombre de
confianza y factótum del ministro Nocedal, era el también literato y periodista
Francisco Navarro Villoslada, de ideas católicas y tradicionalistas no menos
firmes, autor, entre otras obras, de la conocida novela histórica Amayaolosvas
cos en el siglo VIII23, comenzada a escribir en 1855 aunque no publicada hasta
1876. Una hermosa y atrayente mixtificación histórico-literaria que luego sería
invocada como texto legitimador por los ideólogos de la patria vasca.
En cualquier caso, sustanciado sumario en Alicante contra los desconoci-
dos divulgadores de publicaciones prohibidas, nada se siguió del mismo. Tam-
poco parece que las gestiones gubernativas dieran resultados apreciables, y
como el “Nazareno” no tardó en levar anclas, la causa fue archivada. El suceso
sirvió siquiera para alertar a Madrid. En la mencionada circular a los goberna-
dores de las provincias marítimas, el ministro pasó relación de las publicaciones
confiscadas en Alicante, apercibiéndoles al propio tiempo sobre la posibilidad
de introducción de esos u otros impresos protestantes, debiendo impedir, como
queda dicho, su circulación y perseguir con toda severidad a sus autores y
agentes difusores.










22 Así lo refiere el coetáneo Manuel ANGELÓN: Isabel II. Historia de la Reina de España. Barcelona:
Imp. de Narciso Ramírez. 1860, pp. 471-90.
23 Madrid: Imp. de F. Maroto e Hijos. 1879, 3 vols.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II


APÉNDICEDEDOCUMENTOS24

1. El gobernador civil de Alicante notifica al ministro de la Gobernación la difusión
desde ese puerto de libros y folletos protestantes por los tripulantes de un buque
norteamericano(enero,1857)25

“Excmo. Sr.,
Apercibido de que en esta capital se circulaban clandestinamente libros cismáticos
y heréticos, cuya lectura simultáneamente condenan las leyes eclesiásticas y civiles, hice
las indagaciones necesarias para conocer su origen y a sus propagadores.
Mis averiguaciones me han dado hasta ahora por sentado la adquisición de los fo-
lletos, que tengo el honor de incluir a V.E., recojidos por los dependientes de Vigilancia,
y que son parte de los varios que han sido esparcidos de una manera subrepticia por las
calles de esta capital.
La frecuencia con que este hecho tiene lugar (nunca reprimido por cierto), la forma
tipográfica de los folletos y hasta la etimología del nombre Nazareno, que es el del buque
anglo-americano que según confidencias recibidas los conduce, me hace comprender que
todo pertenece a la Sociedad de la propaganda protestante de Londres26.
En su consecuencia, y de acuerdo con el Sr. Abad de esta Colegial, he comunicado
las órdenes mas terminantes al Comisario de Vigilancia para que, sin levantar mano,
haga las gestiones mas eficaces con objeto de sorprender a los circuladores de los escritos
a que aludo. Y así mismo, como V.E. puede servirse ver por la copia adjunta, he preve-
nido al Comandante de Carabineros de la Provincia, que indague con sagacidad y tacto
la existencia de cualquier depósito que pueda existir y lo decomise como materia de
ilícito comercio.
Seguiré dando a V.E. parte del éxito que obtenga. Dios guarde a V.E. muchos años.
Alicante, 17 de Enero de 1857. JOSÉ MARÍA PALAREA.
Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación.”







24 Es mantenida la ortografía original en la documentación transcrita.


25 AHN, Consejos, leg. 11.316, exp. 59: El gobernador civil de Alicante al ministro de la Gobernación,
Alicante 17 enero 1857.
26 British and Foreign Bible Society.

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JUAN BAUTISTA VILAR

2. Instrucciones del gobernador civil de Alicante al comandante de Carabineros de esa
provincia(enero,1857)27

“Tengo noticia fidedigna y datos veraces, que inducen a creer que el buque anglo-
americano llamado Nazareno, su capitán Smith, surto hoy en esta bahía, conduce a bordo
grande cantidad de libros y folletos, cuya lectura se halla justa y rigurosamente prohibi-
da, por las doctrinas disolventes y antirreligiosas que contienen.
Hay también indicios vehementes de que algún individuo de la tripulación del in-
dicado buque es quien ha esparcido por las calles de esta capital los ejemplares de aque-
llos volúmenes, que en parte han sido recogidos por los agentes de mi autoridad.
En su consecuencia, y cumpliendo con lo que las leyes y la razón mandan, he to-
mado las disposiciones convenientes para impedir la propagación de tales escritos, sien-
do una de ellas el escitar el celo notorio de Vd., a fin de que comunique a sus subordina-
dos las órdenes más terminantes para que con la sagacidad y tino necesarios indaguen la
existencia de cualquier depósito, y lo decomisen como materia de ilícito comercio.
Para la mejor inteligencia de Vd., le advierto que los folletos de que tengo co-
nocimiento se titulan: CartadelPapaPioSesto –sic-, SeriasreflexionessobrelaEternidad, El
sermónenelmonte y VidayescritosdeSanPedroApóstol.
De cualquier resultado bueno que V. obtenga, se servirá darme parte.
Dios…, etc. Alicante, 17 Enero 1857. JOSÉ MARÍA PALAREA.
Sr. Comandante de Carabineros de la Provincia.”

3.Hallazgodenuevaspublicacionesacatólicas(enero,1857)28

“Excmo. Señor,
Consecuentemente con mis gestiones para venir en conocimientos de la proce-
dencia y propagadores de los libros y folletos prohibidos, de que tuve el honor de hablar
a V.E. en comunicación de 17 de los corrientes, he conseguido que lleguen a mis manos
dos ejemplares más, y entre ellos uno titulado PreservativocontraRoma, lleno de doctrinas
tan perniciosas y principios tan antisociales, que no he vacilado un instante en pasarlos
desde luego al Tribunal ordinario con una excitación al Juez de la capital para que
acuerde la instrucción del oportuno proceso.
Para que V.E. conozca de un modo exacto hasta que punto se halla justificada esta
medida, me concreto a remitirle copias de la portada y prefacio del indicado folleto (nº
1º)29. Del oficio dirigido al Juzgado también incluyo copia íntegra (nº 2)30.
Todo lo que tengo el honor de participar a V.E. en cumplimiento de mi deber.
Dios… etc. Alicante, 22 de Enero de 1857. JOSÉ Mª. PALAREA.
Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación.”

27 AHN, Consejos, leg. 11.316, exp. 59: El gobernador civil de Alicante al comandante de Carabine-
ros de la provincia, Alicante 17 enero 1857.
28 Ibídem, id.: El gobernador civil de Alicante al ministro de la Gobernación, Alicante 22 enero 1857.

29 No constan en el expediente consultado.

30 Ibídem.

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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II


4.InstruccióndecausaporelJuzgadodeAlicante(enero1857)31

“Noticioso de que por esta capital circulaban algunos libros y folletos en que se en-
señan máximas y doctrinas contrarias a la Religión Católica Apostólica Romana, única
del Estado, he practicado las mas exquisitas diligencias en averiguación del hecho, que
han tenido por resultado recoger entre otros los tres folletos que incluyo titulados, uno
PreservativocontraRoma; otro, Reflexionesserias; y otro, Cuatropalabrasalossabios. La pro-
cedencia de estos es, según las noticias confidenciales que he adquirido, el buque anglo-
americano nombrado Nazareno, surto en esta bahía; y el propagador, algún marinero de
su tripulación y especialmente su capitán, que ha ido esparciéndolos por las calles de
esta capital, de las cuales los recogían los muchachos.
Baste leer el título, especialmente de ElpreservativocontraRoma para conocer que su
tendencia es promover el cisma en esta Católica Nación, desviándola de la obediencia
del Gefe Supremo de la Iglesia. Las doctrinas que contiene van todavía más adelante,
pues destruyen por su base los dogmas católicos, inculcan la inoservancia de los precep-
tos religiosos, y escitan al desprecio de los Misterios y Sacramentos de la Iglesia. El modo
clandestino e insidioso de su propagación revelaría, aún sin otros antecedentes, el crimi-
nal fin que se proponen sus autores. Clara y manifiestamente se dice en la especie de
prólogo que va al frente del folleto PreservativocontraRoma.
Equiparando a la Nación Española, eminentemente Católica y Monárquica, con una
tribu salvaje en la que hasta ahora no hubiese aparecido la luz del Cristianismo, se ex-
presa que dicho folleto se ha escrito directamente para los españoles, a fin de que conoz-
can la naturaleza del verdadero cristianismo, puesto que en la época de su impresión,
Febrero de 1856, gracias a la Divina Providencia, había penetrado la luz del Evangelio en
España, circulaba libremente la palabra divina revelada a los Apóstoles y Profetas, y se
estaba desmoronando en esta Nación el usurpado poder con que por espacio de tantos
siglos la ha estado oprimiendo el error, la impostura y el fanatismo, conviniendo por lo
mismo promover por todos los medios posibles esta saludable tendencia, con cuyo obje-
to se publicaba en castellano.
No puede manifestarse de una manera mas explícita y terminante el verdadero y
directo propósito de variar en España la Religión Católica Apostólica Romana, [y] alterar
sus creencias y su culto, delitos todos previstos y penados por el Código vigente32, en que
hay sanción expresa contra todos los que intentan cometerlos, fuera de la calificación de
subversivos que dichos folletos merecen con arreglo a la legislación de imprenta. No me

31 AHN, Consejos, leg. 11.316, exp. 59: El gobernador civil de Alicante al Juez de 1ª Instancia de esa
ciudad, Alicante 22 enero 1857.
32 Alusión a la tolerancia religiosa introducida durante el Bienio Progresista de 1854-1856, si bien

con el retorno al poder del Partido Moderado en ese último año y la normalización de rela-
ciones con la Santa Sede fue restablecido el modelo de Estado confesional católico neto de
acuerdo con la vigente Constitución de 1845 y el Concordato de 1851, este de nuevo vigente
tras su suspensión parcial por el Partido Progresista.
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JUAN BAUTISTA VILAR

consta quien o quienes hayan sido los propagadores de aquellos, pero no admite duda el
considerar este hecho como una explícita infracción de los artículos 128 y 130 del Código
penal33.
Se han dictado, y se continuarán adoptando por mi autoridad, las disposiciones
oportunas para impedir la circulación de esos y cualesquiera otros escritos que tiendan a
subvertir el orden público, atacando una de las instituciones fundamentales de la Mo-
narquía. Pero al mismo tiempo es de mi deber excitar el celo de V.S. para que desde
luego se ocupe en la formación de la correspondiente sumaria, y por su resultado proce-
da a lo que haga lugar en justicia, a cuyo efecto le paso como cuerpo de delito los antedi-
chos folletos34.
Dios… etc. Alicante 22 de Enero de 1857. JOSÉ MARÍA PALAREA.
Sr. Juez de 1ª Instancia de esta capital.”

5. El literato católico y protradicionalista Francisco Navarro Villoslada, a la sazón
subsecretariodeGobernación,sugierealministromayorvigilanciaparaimpedirla
circulacióndepropagandaevangelistayelcastigodesusdifusoresdeacuerdocon
lalegislaciónvigente(enero,1857)35

“El Negociado opina que se debe encargar a los gobernadores la mayor vigilancia
para impedir la circulación de estos folletos, que no se habrán esparcido únicamente en
Alicante, y para averiguar así mismo quien los envía y acoge, a fin de proceder con arre-
glo a justicia.
V.E. resolverá. Madrid 22 Enero 1857. NAVARRO VILLOSLADA.”

6. Circular del ministro de la Gobernación a los gobernadores de provincias orde
nándolesreprimirmáseficazmentelacirculacióndelibrosyfolletosprotestantes
(enero1857)36

“Enterada la Reina (q.D.g.) de que en varias provincias y muy especialmente en las


del litoral, circulan clandestinamente libros cismáticos y heréticos, cuya lectura conde-
nan de consuno las leyes eclesiásticas y civiles; se ha servido mandar que se de conoci-
miento a V.S. de los títulos de las expresadas obras, a fin de que ejerza la mayor vigilan-

33 CódigoPenaldeEspaña.Ediciónoficialreformada. Madrid: Imprenta Nacional. 1850, pp. 43-44.


34 No se conservan en el expediente.
35 AHN, Consejos, leg. 11.316, exp. 59. Minuta del subsecretario de Gobernación, F. Navarro Villos-

lada, presentando el expediente al ministro, Madrid 22 enero 1857.


36 Ibídem, id.: Circular del ministro de la Gobernación a los gobernadores civiles, Madrid 30 enero

1857.
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ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

cia para descubrir su existencia, o la de otros impresos de la misma índole, impedir su


circulación y perseguir con toda severidad a sus autores y propagadores.
De Real orden lo digo a V.S. para su cumplimiento, incluyéndole el catálogo a que
se hace referencia37.
Dios… etc. Madrid 30 Enero 1857.”

ABREVIATURASUTILIZADAS
AHN: Archivo Histórico Nacional (Madrid)
BFBS: British and Foreign Bible Society (Londres)
RTS: Religious Tract Society (Nueva York)
SES: Spanish Evangelical Society (Edimburgo)






JUANB.VILAR
Universidad de Murcia

37 No se conserva en el expediente.

- 460 -
TABULAGRATULATORIA



PilarAguadoJiménez.
DepartamentodeFilologíaInglesa.

AntoniaAlonsoGómez.
DoctoraenFilologíaHispánica.

ConsueloÁlvarezMorán.
DepartamentodeFilologíaClásica.

CristóbalBeldaNavarro.
DepartamentodeHistoriadelArte.

EstebanCalderónDorda.
DepartamentodeFilologíaClásica.

JoséCaleroHeras.
I.E.S.ValledeLeiva (Murcia).

ClaraCalvoLópez.
DepartamentodeFilologíaInglesa.

FranciscoChacónJiménez.
DepartamentodeHistoriaModerna,ContemporáneaydeAmérica.

CarlosClementsonCerezo.
DepartamentodeLiteraturaEspañola(UniversidaddeCórdoba).

ConcepcióndelaPeñaVelasco.
DepartamentodeHistoriadelArte.

MarianodePacoSerrano.
DepartamentodeLiteraturaEspañola,TeoríadelaLiteraturayLiteraturaComparada.

FranciscoFloritDurán.
DepartamentodeLiteraturaEspañola,TeoríadelaLiteraturayLiteraturaComparada.

461
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II


PatricioGarcésRamírez.
CónsuldelEcuadorenlaRegióndeMurcia.

JoséGarcíaLópez.
DepartamentodeFilologíaClásica.

DionisiaGarcía.
Poetisa.

JosefaGómezFayrén.
DepartamentodeGeografía.

ConsueloGómezMás.
LicenciadaenFilologíaHispánica.

JoséLuisGonzálezOrtiz.
DepartamentodeGeografía.

AnaMaríaGuerraMartínez.
DepartamentodeHistoriaModerna,ContemporáneaydeAmérica.

ElíasHernándezAlbaladejo.
DepartamentodeHistoriadelArte.

RosarioHernándezMartínez.
DoctoraenFilologíaHispánica.

JoaquínHernándezSerna.
DepartamentodeFilologíaFrancesa,Románica,ItalianayÁrabe.

JoséMiguelHernándezTerrés.
DepartamentodeLenguaEspañola,LingüísticaGeneralyTraduccióneInterpretación.

JuanManuelHernándezCampoy.
DepartamentodeFilologíaInglesa.

MiguelHerráezSerra.
UniversidadCardenalHerrera–CEU(Valencia).
462
 TABULAGRATULATORIA


RosaIglesiasMontiel.
DepartamentodeFilologíaClásica.

PedroLuisLadróndeGuevara.
DepartamentodeFilologíaFrancesa,Románica,ItalianayÁrabe.

AntonioLilloAlcaraz.
DepartamentodeFilologíaClásica.

JosefaLópezAlcaraz
DepartamentodeFilologíaFrancesa,Románica,ItalianayÁrabe.

FranciscoLópezBermúdez.
DepartamentodeGeografía.

JerónimoMartínezCuadrado.
DepartamentodeFilologíaFrancesa,Románica,ItalianayÁrabe.

JaimeJoséMartínezMartín.
DepartamentodeLiteraturaEspañolayTeoríadelaLiteratura(UNED).

RemediosMataixAzuar.
DepartamentodeFilologíaEspañolayLingüísticaGeneral.UniversidaddeAlicante.

ÁngelLuisMolinaMolina.
Departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua, Historia Medieval y
CienciasyTécnicasHistoriográficas.

MaríaTeresaMuñozZielinski.
DepartamentodeFilologíaFrancesa,Románica,ItalianayÁrabe.

JoséMiguelNogueraCeldrán.
Departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua, Historia Medieval y
CienciasyTécnicasHistoriográficas.

DavidPrietoGarcíaSeco.
DepartamentodeLenguaEspañola,LingüísticaGeneralyTraduccióneInterpretación.

463
ALMA AMÉRICA. IN HONOREM VICTORINO POLO. TOMO II

ÁngelLuisPujanteÁlvarezCastellanos.
DepartamentodeFilologíaInglesa.

SebastiánRamalloAsensio.
Departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua, Historia Medieval y
CienciasyTécnicasHistoriográficas.

MaríaAsunciónRomeroDíaz.
DepartamentodeGeografía.

JesúsRosdelMoral.
DepartamentodeFilologíaFrancesa,Románica,ItalianayÁrabe.

ConsueloRuizMontero.
DepartamentodeFilologíaClásica

LuisSainzOrtega.
DepartamentodeFilologíaFrancesa,Románica,ItalianayÁrabe.

PedroSegadoBravo.
DepartamentodeHistoriadelArte.

JoséMaríaSerranoMartínez.
DepartamentodeGeografía.

FranciscoTorresMonreal.
DepartamentodeFilologíaFrancesa,Románica,ItalianayÁrabe.

CristinaTorresFontesSuárez.
DepartamentodeHistoriadelArte.

MarianoValverdeSánchez.
DepartamentodeFilologíaClásica.

MaríadelCarmenVázquezÁlvarez.
I.E.S.JiménezdelaEspada(Cartagena).

MaríadelMarVilarGarcía.
DepartamentodeFilologíaInglesa.
464

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