La Caida Del Imperio Galactico - Carlos Saiz Cidoncha
La Caida Del Imperio Galactico - Carlos Saiz Cidoncha
La Caida Del Imperio Galactico - Carlos Saiz Cidoncha
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Titivillus 31-07-2021
Carlos Saiz Cidoncha, 1978
Emperadores reinantes de la
dinastía KLUTÉNIDA
(1393-1884 Era Imperial)
Kilos II (1393-1427) Katius III (1659-1693)
Sandor I (1427-1450) Katius IV (1693-1744)
Kilos III (1450-1485) Katius V (1744-1786)
Katius I (1485-1532) Katius VI (1786-1791)
Kilos IV (1532-1583) Antheor III (1791-1842)
Sandor II (1583-1624) Katius VII (1842-1884)
Katius II (1624-1659)
«En los últimos tiempos del Imperio sucedió que las nuevas
generaciones de Larios se desentendieron por completo de la
Administración Imperial, dedicándose a llevar una vida de
parasitismo dorado tanto en Olimpia como en el resto de la Galaxia.
Con ello quedó rota la tradición de una poderosa casta nobiliaria
asesorando al Emperador en los problemas gubernativos del
estado, y siendo la emanación de su voluntad ante las castas
inferiores.
»Ciertamente quedaron hasta el final los llamados Grandes
Larios, manteniendo los restos de tal tradición contra viento y
marea, pero cada vez con mayor frecuencia los herederos de esas
mismas casas elegían el parasitismo, negándose a aceptar la menor
obligación o responsabilidad.
»Así sucedió que numerosos cargos elevados de la
Administración quedaron en manos de funcionarios del Servicio Civil
Imperial, esto es, miembros de la clase popular, quienes accedieron
incluso a algunas megaprefecturas.
»Paralelamente registróse una apreciable disminución en el
número total de los Larios. Eran raros los matrimonios estables
entre ellos, predominando las uniones irregulares y efímeras, sin
descendencia. Pero incluso en los casos de existir el matrimonio,
especialmente entre los Grandes Larios, el hecho de heredar el
Anillo tan solo el primogénito contribuía a la recesión numérica de la
clase noble.
»La política de ennoblecer a miembros de las clases inferiores,
iniciada por Antheor III, lejos de solucionar el problema, contribuyó a
crear tensiones y diferencias entre la antes monolítica clase de los
poseedores del Anillo, llevando también una cierta degradación a la
idea del mismo, hasta entonces indiscutible para las restantes
clases».
«Una de las más grandiosas obras del Tercer Imperio fue sin
duda la red de comunicaciones hiperespaciales, que por primera vez
permitió el contacto instantáneo entre los diversos planetas, y aun
con las astronaves en vuelo. Planeada ya en los tiempos del
Segundo Imperio, nada más acabada la guerra mersiana, no fue
iniciada su construcción hasta el reinado de Sandor II, ya en pleno
período kluténida, y terminada por su sucesor Katius II.
»Se componía la red de alrededor de cien millones de boyas-
relais situadas en los lugares apropiados para servir de repetidores
a las transmisiones hiperespaciales. Su coste fue, desde luego,
fabuloso, pero los resultados superaron toda esperanza, y jamás el
Imperio Terrestre se había sentido tan unido como aquel histórico
primero de enero de 1640, cuando el Emperador inauguró la red
mediante el envío de mensajes de saludo a los seis planetas
civilizados más alejados de Tierra de Sol en las diversas
direcciones.
»Dicha red, por su propia naturaleza, tenía el defecto, no
obstante, de ser grandemente vulnerable, y ello se hubo de
demostrar en los últimos años de la dinastía kluténida».
FIN
CARLOS SAIZ CIDONCHA (Ciudad Real, 1939). Escritor español,
uno de los clásicos en el género de la ciencia-ficción española.
Leyó en español, inglés y francés desde muy joven, acumulando
una cultura enciclopédica. Se aficionó también a la literatura pulp y
llegó a apasionarse por la historia, los viajes y la aventura en estado
puro. Su obra refleja esa pasión dentro de las corrientes más
sociales de la ciencia ficción, pues desde temprano militó en la
oposición política al Franquismo.
A mediados de los cincuenta se instaló en Madrid para estudiar
Ciencias Físicas en la Universidad Complutense, licenciándose en
Física, en Derecho y en Ciencias de la Información, y se doctoró en
esta última disciplina con una tesis doctoral pionera sobre la ciencia
ficción en España.
Recién licenciado ingresó en el Cuerpo de Facultativos del Instituto
Nacional de Meteorología, donde consiguió una plaza para Guinea
Ecuatorial. Allí vivió allí largo tiempo la experiencia de la
colonización y la descolonización posterior; la visión del mundo
africano influyó poderosamente su narrativa, que empezó a crear
entonces. Tras la independencia de Guinea Ecuatorial en los
sesenta, continuó aún dos años en el país hasta que la situación
política de los cooperantes y residentes españoles se deterioró y
tuvo que volver a España en una difícil operación de evacuación y
rescate.
En Madrid empezó a frecuentar la tertulia de aficionados, escritores
y críticos de ciencia-ficción conocida como Círculo de Lectores de
Anticipación, y colaboró en su revista Nueva Dimensión
frecuentemente con relatos y críticas. En los setenta el Círculo se
transformó en la Asociación Española de Ciencia-Ficción, y en 1975
organizó la Hispacón, su reunión anual. En 1978 publicó su primera
novela extensa, La caída del imperio galáctico.
Conocido por los aficionados españoles como «el buen doctor»
(apelativo concedido igualmente a Isaac Asimov), ha escrito más de
una docena de novelas, decenas de relatos y varios centenares de
artículos. Ha publicado en España, Francia, EE. UU. y en Hungría y,
al margen de su obra como investigador en temas militares o
históricos (es autor de una Historia de la piratería en América
española, de una Historia de la guerrilla en Cuba y otros países de
Iberoamérica y de una Historia de la aviación republicana en tres
volúmenes), siempre ha escrito obras de ciencia ficción
ambientadas en el futuro lejano. También es el cronista del Imperio
Galáctico más «clásico» de la ciencia ficción en lengua castellana
(La caída del imperio galáctico, Crónicas del Imperio galáctico).
Destaca su obra escrita por cultivar el sentido de la maravilla, lo que
le convierte en un representante vivo de la llamada Edad Dorada del
género, el aprecio por los temas exóticos, la riqueza y variedad de
sus personajes y el tratamiento del lenguaje (espectacular en
Memorias de un merodeador estelar). Sus obras están teñidas
igualmente de un gran sentido del humor y llenas de referencias a
famosas obras del género, lo que hace las delicias del entendido y
enriquece la lectura de los nuevos lectores.
Ha escrito también varios cómics para el dibujante Alfonso Azpiri,
siendo el cocreador de la famosa Lorna. Igualmente ha colaborado
en decenas de fanzines y revistas profesionales o de aficionados,
llevando su actividad incesante en defensa y extensión del género
por decenas de congresos, convenciones españolas (ha estado en
todas las HispaCon desde su fundación) o extranjeras (WolrdCon de
Bielefield, Alemania, y de Glasgow, Reino Unido) como
conferenciante invitado. Ha recibido dos premios Ignotus (premio
español concedido por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia
Ficción y Terror): en 1993 a la labor de toda una vida y en 1998 al
mejor libro de ensayo por La gran saga de los Aznar, en
colaboración con Pedro García Bilbao.