Derecho y Diversidad. Crónica de Una Imposibilidad
Derecho y Diversidad. Crónica de Una Imposibilidad
Derecho y Diversidad. Crónica de Una Imposibilidad
RESUMEN: El presente escrito tiene la motivación de arrojar algo de luz sobre una dificultad
intrínseca a la función social que cumple el Derecho: el manejo de la diversidad. En particular,
la diversidad psicosocial ha supuesto históricamente un obstáculo persistente a la
configuración de un molde jurídico que permita incluir en él todo el espectro de la realidad. El
argumento que vehicula la exposición es que el carácter irresoluble de esta tensión conduce a
la criminalización de una subjetividad que escapa a la pulsión normalizadora del sistema.
Abordando las diferentes coyunturas que tratan, sin éxito, de disolver todas las diferencias en
su seno se intentará demostrar la incompatibilidad de este proceso con la realización plena de
los individuos.
ABSTRACT: This essay is motivated to shed some light on an intrinsic difficulty to the social
function that the Law fulfills: the management of diversity. In particular, psychosocial diversity
has historically been a persistent obstacle to the configuration of a legal mould that allows it
to include the entire spectrum of reality. The steering argument here is that the unsolvable
nature of this tension leads to the criminalization of a subjectivity that escapes system’s
normalizing drive. By addressing the different junctures which try, unsuccessfully, to dissolve
all the differences within them, an attempt will be made to demonstrate the incompatibility
between this process and the full realization of individuals.
doi: https://doi.org/10.20318/universitas.2022.6572
∗
El escrito corresponde a un Trabajo de Fin de Grado de Derecho realizado para la
matrícula del 2º cuatrimestre del curso 2020-2021.
∗∗
Universidad Carlos III de Madrid. E-mail: 100348659@alumnos.uc3m.es
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1
Aforismo recogido por Ray Bradbury en su novela Fahrenheit 451.
2
Abstracciones lógicas que, a su vez, son el producto «de una mediación real de las
relaciones de producción». Evgeny B. Pashukanis, Teoría General del Derecho y
Marxismo (Ministerio de Trabajo, Empleo y Previsión Social, 2001), p. 73.
3
Esta terminología, frente a otras más estandarizadas como «discapacidad
psicosocial» o «experiencia vivida de mala salud mental» (Mental Health Europe),
tiene una doble intencionalidad: desmarcarse de fórmulas asociadas a uno u otro
paradigma e incidir en el espectro experiencial que históricamente ha sido
enclaustrado bajo el rótulo de la locura.
4
Sobre el «dogma de plenitud» y las diferentes propuestas doctrinales que han
intentado salvar el componente cosmológico del Derecho, es interesante el capítulo
que se le dedica a ello en Norberto Bobbio, Teoría General del Derecho (Temis, 2017),
pp. 201 y ss.
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5
María Teresa Fernández, “La Discapacidad Mental o Psicosocial y la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”, Dfensor, n.º 11 (2016), p. 10.
6
Marc Augé, Los no lugares (Gedisa, 2017), p. 26. Esta alteridad esencial o íntima,
como la define el autor, es inherente a la noción misma de persona y a la construcción
de su identidad individual.
7
La ruta de viaje que traza el trabajo no pretende insinuar que las distintas fases
que lo conforman se hayan sucedido de manera lineal y sucesiva, sino que están en
constante interacción y cada una juega su propio rol de contención.
8
«Lo concreto es concreto por ser la síntesis de muchas definiciones, o sea, la unidad
de aspectos múltiples». Karl Marx, Contribución a la Crítica de la Economía Política
(Editorial Progreso, 1989), p. 150.
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«De alguna manera, la enfermedad no existe hasta que hemos acordado su
existencia, al percibirla, nombrarla e intervenir sobre ella». Rosenberg, “Disease in
History: Frames and Framers”, The Milbank Quarterly 67, n.º 1 (1989), p. 2.
10
World Health Organization, “Mental health: Strengthening mental health
promotion”, WHO Fact Sheets, n.º 220 (2007).
11
Fernández, “La discapacidad mental o psicosocial…”, p. 12.
12
Gabriel Bernat, “Las Brujas”, fecha de acceso 20 de mayo de 2021, Gabriel Bernat,
<http://www.gabrielbernat.es/espana/inquisicion/ie/delitos/brujas/brujas.html>
13
Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría, Las redes de la psicología, (Ediciones
Libertarias, 2015), p. 23. Se narra el episodio de las religiosas del convento de San
Plácido, uno de los primeros casos de «histeria femenina» que dejan de tratarse como
una posesión que debe ser purgada a través de la carne pecaminosa para pasar a
considerarse como enfermedad que necesita curarse.
14
“Del gran encierro de Foucault a un Gulag químico”, Anti-psiquiatría (blog), 20 de
mayo de 2021, <https://biopsiquiatria.wordpress.com/2009/05/16/gulagquimico/>.
La limpieza higiénica de los leprosos se sustituía por una limpieza disciplinaria.
15
Michel Foucault, Historia de la locura en la época clásica I, (Fondo de Cultura
Económica, 1967), p. 39. Foucault se refiere a este establecimiento como una
estructura semijurídica: «[e]n su funcionamiento, o en su objeto, el Hôpital Général
no tiene relación con ninguna idea médica. Es una instancia del orden, del orden
monárquico y burgués que se organiza en Francia en esta misma época».
16
«Art. 11: De todos los sexos, lugares y edades, de cualquier ciudad y nacimiento
y en cualquier estado en que se encuentren, válidos o inválidos, enfermos o
convalecientes, curables o incurables».
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17
Andrea C. Mosquera Varas, “De la ruptura o el vínculo entre razón y locura en
Descartes, Foucault y Derrida”, Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. 37, n.º 131 (2017), p.
25.
18
Gladis Swain, Dialogue avec l’insensé: Essais d'histoire de la psychiatrie
(Gallimard, 1994), p. 37 [Francés].
19
«La idea de “lo otro” nos recuerda que las alternativas a la normalidad han existido
desde hace siglos, en resistencia y frente a una normalidad carente de futuro, pero
aceptada como parte de un sistema tautológico». Christian O. Grimaldo-Rodríguez,
“Una perspectiva psicosocial sobre la noción de normalidad en medio de la crisis”,
Análisis Plural, Semestre 1 (2020), p. 216.
20
Josep M. Costa i Molinari, Manual de Psiquiatría (Servei de Publicacions de la
Universitat Autònoma, 1994), p. 43.
21
Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas (Alianza,
1997), §408. Abstrayendo la contradicción en la razón de este desorden se
encontrará el pretexto para su criminalización. En este sentido, vid. Franco Basaglia,
“El hombre en la picota” en Ramón García (Ed.), Psiquiatría, antipsiquiatría y orden
manicomial (Barral, 1974), p. 156: «para el hombre moralmente desviado, la cárcel;
para el hombre enfermo del espíritu, el manicomio».
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La transmutación de lo que tenía como origen uno o varios detonantes sociales se
completa cuando ya no se ve más allá de lo que ocurre internamente en el organismo,
vid. Thomas S. Szasz, Ideología y enfermedad mental (Amorrortu, 1976), p. 23:
«tales dificultades –a las que podríamos denominar simplemente, creo yo, problemas
de la vida- se atribuyen entonces a procesos físico-químicos que la investigación
médica descubrirá a su debido tiempo (y sin duda corregirá)».
23
Pablo Simón, “Diez mitos en torno al consentimiento informado”, Anales del
Sistema Sanitario 29, n.º 3 (2006), p. 30. El principio prevalente era el de
beneficencia, como «el buen padre cuida de sus hijos».
24
Víctor Aparicio y Ana Esther Sánchez Gutiérrez, “Norma y ley en la psiquiatría
española (1822-1986)”, Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. 17, n.º 61 (1997), p. 126.
25
Pedro Marset Campos, “Legislación sanitaria” en Ana I. Romero Hidalgo, Rafael
Huertas y Raquel Álvarez Peláez (Ed.), Perspectivas Psiquiátricas (CSIC, 1987), p.
65.
26
Manuel Herrera Gómez, Los orígenes de la intervención estatal en los problemas
sociales (Escuela Libre, 1999), p. 625. El pleno bienestar material tendría como
requisito, desde esta concepción, una sociedad sana.
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27
David Cooper, El lenguaje de la locura (Ariel, 1979), p. 178.
28
Organización Mundial de la Salud, Salud mental: nuevos conocimientos, nuevas
esperanzas (OMS, 2001); Organización Mundial de la Salud, Plan de acción sobre
salud mental 2013-2020 (OMS, 2013). Estos informes han recopilado planes de
tratamiento comunitario que partían de la premisa de liberar a la salud mental de
reduccionismos médicos y propugnar el avance hacia una sociedad más integrada.
29
Un ejemplo de la pervivencia de retórica biomédica en los planes de acción puede
encontrarse en Ministerio de Sanidad, Política social e Igualdad, Estrategia en Salud
Mental del Sistema Nacional de Salud 2009-2013 (Centro de publicaciones, 2011),
p. 42: «[…] los trastornos mentales, en especial los del ánimo, suelen presentarse
en comorbilidad, entendida como la presencia de uno o más trastornos o
enfermedades, y se asocian con un mayor grado de discapacidad».
30
Asamblea General de Naciones Unidas, Informe del Relator Especial sobre el
derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental
(A/HRC/35/21, 28 de marzo de 2017), párr. 12.
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Organización Mundial de la Salud. Manual de Recursos de la OMS sobre Salud
Mental, Derechos Humanos y Legislación (OMS, 2006). Al final del Capítulo 1 (p. 17),
que explica el contexto legislativo, se expresa de manera cristalina este principio:
«en el campo de la salud mental, existen cuadros clínicos que hacen necesaria la
aplicación de estas restricciones o limitaciones».
32
Asamblea General de Naciones Unidas, Principios para la protección de los
enfermos mentales y el mejoramiento de la atención de la salud mental (Resolución
46/119, de 17 de diciembre de 1991).
33
Otras circunstancias para imponer un tratamiento sin contar con el paciente como
«la seguridad de terceros» tendrán un rol central en la fase de castigo que comentaré
más adelante.
34
Daniel J. Brauner, “The structure of Autonomy-Paternalism: An exercise in framing
and reframing”, The American Journal of Bioethics 16, n.º 8 (2016), pp. 15-17.
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los datos eran preocupantes ―un 80% de los pacientes sin ese
dispositivo fallecen a la edad de 50 años―, el Comité de Ética
asistencial del centro no logró hacerle cambiar de opinión. En la
polémica que desató el caso aparecían enfrentados dos enfoques
profesionales que tomaban posición: respetar la decisión del paciente
o replantearse los límites de esa voluntad en determinados casos
críticos. 35
La verticalidad que caracteriza al modelo paternalista, donde el
conocimiento es patrimonio de una élites que, en tanto únicas
poseedoras del saber, deben ser las encargadas de decidir en los
momentos delicados, empieza a mostrar signos de debilidad con el
surgimiento y desarrollo de la bioética, una disciplina que se
fundamenta sobre el debate abierto y la asunción de que la ciudadanía
expresa su libertad cuando todos sus miembros pueden participar en
esta toma de decisiones y la información es solo un requisito previo
que debe coadyuvar a ese proceso, no actuar como barrera. 36
Los conceptos de salud y enfermedad, partiendo de esta óptica,
no pueden considerarse como absolutos y, por tanto, determinados por
la mirada objetiva y unilateral del profesional, sino que para tener la
fotografía completa es necesario incluir los valores del afectado en la
consolidación de su subjetividad. 37 Una muestra de cómo este nuevo
modelo de relaciones sanitarias se traslada al plano jurídico es el
consentimiento informado, que en nuestro Derecho aparece definido
en el art. 3 («la conformidad libre, voluntaria y consciente de un
paciente, manifestada en el pleno uso de sus facultades después de
recibir la información adecuada, para que tenga lugar una actuación
que afecta a su salud») y desarrollado en el Capítulo IV de la Ley
41/2002. 38
Así, el cambio comienza a operarse en cada ámbito de la
medicina, sustituyendo la protección como valor supremo que debe
preservarse a toda costa por una progresiva horizontalidad en la que,
si bien sigue existiendo cierto desequilibrio entre profesional y persona
usuaria, la tendencia de imponer un tratamiento se diluye en favor de
un diálogo de consenso. La formalización teórica de estos atributos
toma cuerpo en la segunda mitad del siglo XX, cuyo espíritu es
plasmado dentro de los principios básicos de la mencionada Ley. 39
35
Luis Carlos Álvaro González, Competencia en demencia. Manual de uso clínico
(Editorial Médica Panamericana, 2018), p. 17.
36
Álvaro, Competencia en demencia…, p. 51.
37
Simón, “Diez mitos en torno…”, p. 31.
38
Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente
y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica (BOE
n.º 274, de 15 de noviembre de 2002).
39
«Toda actuación en el ámbito de la sanidad requiere, con carácter general, el previo
consentimiento de los pacientes o usuarios […]. Todo profesional que interviene en
la actividad asistencial está obligado no sólo a la correcta prestación de sus técnicas,
sino al cumplimiento de los deberes de información y de documentación clínica, y al
respeto de las decisiones adoptadas libre y voluntariamente por el paciente».
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40
Pío Iván Gómez Sánchez, “Principios básicos de bioética”, Revista peruana de
obstetricia y ginecología 55 (2009), p. 231. Entre 1974 y 1978, el Congreso de los
Estados Unidos introduce cuatro directrices éticas para proteger a las personas
incluidas en estudios de investigación biomédica. El Informe Belmont recoge los
principios de autonomía, beneficencia, justicia y no maleficencia.
41
Declaración de Madrid Sobre Los Requisitos Éticos de la Práctica de la Psiquiatría,
aprobada por la Asamblea General de Madrid, España, del 25 de agosto de 1996 y
revisada por la Asamblea General de Yokohama, Japón, del 26 de agosto de 2002.
42
James M. Vaccarino, “Consent, informed consent and the consent form”, N Engl J
Med 298, n.º 8 (1978), p. 455. El consentimiento suele consistir en la firma de un
formulario donde se incluyen multitud de matices orientados más a la protección legal
del profesional que a una mejor comprensión del tratamiento por parte del paciente.
43
Lourdes Mendiburu Belzunegui, “Bioética y psiquiatría” (Tesina, ICEB, 2004), p.
25.
44
Instrumento de Ratificación del Convenio para la protección de los derechos
humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la Biología
80
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60
Ley 13/1982, de 7 de abril, de Integración Social de los Minusválidos (BOE n.º 103,
de 30 de abril de 1982).
61
El Applied Behavioral Analysis consiste, a todos los efectos, en una terapia
psicológica de conversión en la que comportamientos calificados como disruptivos se
sustituyen por otros más funcionales. En Brian A. Boyd y otros, “Effects of a family-
implemented treatment on the repetitive behaviors of children with autism”, J Autism
Dev Disord 41, n.º 10 (2011), p. 6, se expone cómo las sesiones se desarrollan a
golpe de «avisos» verbales y físicos cada treinta segundos cuando el niño o la niña
repite el hábito que se está tratando de modificar hasta que se obtiene el resultado
perseguido.
62
De hecho, su promoción pública ha llegado a tal extremo que la Ley 43/2006, de
29 de diciembre, para la mejora del crecimiento y del empleo (BOE n.º 312, de 30
de diciembre de 2006), ha establecido en su artículo 2 una escala de bonificaciones
para los empleadores que contraten una persona con discapacidad ―artículo que,
dicho sea de paso, en el derogado párrafo primero ponía como uno de los colectivos
que conferían beneficios a las «mujeres en general»―.
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63
Carlos Egea García y Alicia Sarabia Sánchez, “Visión y modelos conceptuales de la
discapacidad”, Polibea, n.º 73 (2004), p. 32.
64
Francisco J. Bariffi, El régimen jurídico internacional de la capacidad jurídica de las
personas con discapacidad y sus relaciones con la regulación actual de los
ordenamientos jurídicos internos (CINCA, 2014), p. 30.
65
Maribel Cruz Ortiz y otros, “La enfermedad mental severa desde la perspectiva del
modelo social de la discapacidad”, Index de Enfermería 20, n.º 3 (2011), pp. 179-
83.
66
Asamblea General de Naciones Unidas, Declaración de los Derechos del Retrasado
Mental, (Resolución 2856 (XXVI), de 20 de diciembre de 1971).
67
Asamblea General de Naciones Unidas, Declaración de los Derechos de los
Impedidos, (Resolución 3447 (XXX), de 9 de diciembre de 1975).
68
De la segunda Declaración citada, cabe destacar los preceptos 5 y 11:
«5. El impedido tiene derecho a las medidas destinadas a permitirle lograr la mayor
autonomía posible».
«11. […] Si fuere objeto de una acción judicial, deberá ser sometido a un
procedimiento justo que tenga plenamente en cuenta sus condiciones físicas y
mentales.
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69
El “Manifiesto de Cartagena por unos servicios de salud mental respetuosos con
los derechos humanos y libres de coerción” (Cartagena: 3 de junio de 2016), pone
de manifiesto contradicciones que se verán con más detalle en la exposición del
modelo social.
70
CDBI, “Statement on the United Nations Convention on the Rights of Persons with
Disabilities” (Strasbourg: 7 de noviembre de 2011).
71
Se puede encontrar un estudio detallado de su génesis y desarrollo en Gerben
DeJong, The Movement for Independent Living: Origins, Ideology and Implications
for Disability Research (Michigan State University, 1979).
72
Instrumento de Ratificación de la Convención sobre los derechos de las personas
con discapacidad, hecho en Nueva York el 13 de diciembre de 2006 (BOE n.º 96, de
21 de abril de 2008).
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73
Patricia Cuenca Gómez, “Discapacidad y privación de la libertad”, Derechos y
libertades, n.º 32 (2015), p. 166.
74
AGNU, Informe del Relator, párr. 32.
75
Christian Courtis, “La Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad. ¿Ante un nuevo paradigma de protección?”, en Memorias del Seminario
Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (Instituto de
Investigaciones Jurídicas UNAM, 2007), p. 71.
76
UN Human Rights, “Convention on the Rights of Persons with Disabilities: Advocacy
Toolkit”, Professional Training Series, n.º 15 (2008), p. 10.
77
Michael Oliver, Understanding disability: From theory to practice (Palgrave, 1996),
p. 32.
78
Simo Vehmas y Pekka Mäkelä, “The ontology of disability and impairment: A
discussion of the natural and social features” en Kristjana Kristiansen, Simo Vehmas
y Tom Shakespeare (Ed.), Arguing about Disability: Philosophical Perspectives
(Routledge, 2010), p. 44.
79
Jenny Morris, Pride against prejudice. A Personal Politics of Disability (Women´s
Press Ltd., 1991), p. 17.
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80
La «estrategia de situación» ha sido definida desde el Derecho como medida de la
discriminación que sufre un grupo dado. Vid. Rafael de Asís, “Las situaciones de
dependencia desde un enfoque de derechos humanos” en Miguel Ángel Ramiro y
Patricia Cuenca (Ed.), Los derechos humanos: la utopía de los excluidos (Dykinson,
2010), pp. 163-80.
81
Art. 3. a): «El respeto de la dignidad inherente, la autonomía individual, incluida
la libertad de tomar las propias decisiones, y la independencia de las personas».
Art. 19: «Derecho a vivir de forma independiente y a ser incluido en la comunidad».
82
Preámbulo, m): «Reconociendo el valor de las contribuciones que realizan y pueden
realizar las personas con discapacidad al bienestar general y a la diversidad de sus
comunidades».
83
Ley 26/2011, de 1 de agosto, de adaptación normativa a la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (BOE n.º 184, de
2 de agosto de 2011).
84
«a) Adoptar todas las medidas legislativas, administrativas y de otra índole que
sean pertinentes para hacer efectivos los derechos reconocidos en la presente
Convención».
88
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85
Ley 8/2021, de 2 de junio, por la que se reforma la legislación civil y procesal para
el apoyo a las personas con discapacidad en el ejercicio de su capacidad jurídica (BOE
nº 132, de 3 de junio de 2021).
86
Rafael de Asís, “Derechos y situaciones de vulnerabilidad” en Ana María Marcos del
Cano (Ed.), En tiempos de vulnerabilidad: reflexión desde los derechos humanos
(Dykinson, 2020), p. 41.
87
Asamblea General de Naciones Unidas, Informe provisional del Relator Especial
sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (A/68/295,
de 9 de agosto de 2013), párrafo 72.
88
La puesta en común de una serie de reflexiones y de propuestas concretas para
llevar acabo la referida actualización puede encontrarse en Patricia Cuenca Gómez,
La adaptación de la normativa penitenciaria española a la convención internacional
sobre los derechos de las personas con discapacidad: informe propuesta (CINCA,
2019), pp. 87-196.
89
Steven R. Smith, “Social justice and disability: Competing interpretations of the
medical and social models”, en Arguing about Disability…, cit., p.19.
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98
Bobbio, Teoría General del Derecho, p. 102.
99
José Bettiol, Instituciones de Derecho penal y procesal (Bosch, 1977), p. 25.
100
«La pericia permite pasar del acto a la conducta, del delito a la manera de ser
[…]; desplazar el nivel de realidad de la infracción, porque lo que estas conductas
infringen no es la ley, ya que ninguna ley impide estar afectivamente
desequilibrado». Michel Foucault, Los anormales (Fondo de Cultura Económica,
2000), p. 29. La infracción que se sanciona no apunta a la Ley, sino a una serie de
reglas psicológico-morales que han sido alteradas por el comportamiento.
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101
Así lo expresa el art. 64 del Código Penal Francés de 1810: Il n'y a ni crime ni
délit lorsque le prévenu était en état de démence au moment de l'action.
102
El artículo 20.1 CP establece que estará exento de responsabilidad criminal: «1.º
El que, al tiempo de cometer la infracción penal, a causa de cualquier anomalía o
alteración psíquica, no pueda comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a
esa comprensión».
103
Foucault, Los anormales, p. 37.
104
Ley francesa de 30 de junio de 1838 sobre los alienados.
105
«Ya no, por lo tanto, los estigmas de la incapacidad en el plano de la conciencia,
sino los focos de peligro en el del comportamiento». Foucault, Los anormales, p. 135.
106
«En Paris el jefe de policía, y en los departamentos los gobernadores, ordenarán
de oficio la reclusión en un establecimiento de alienados, de toda persona
incapacitada o no, cuyo estado de alienación comprometa el orden público o la
seguridad de las personas».
107
«la sociedad va a proponer una respuesta homogénea con dos polos: uno,
expiatorio; el otro, terapéutico. Pero ambos son los dos polos de una red continua de
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instituciones, cuya función, en el fondo, ¿es responder a qué? […] Al peligro». Ibídem,
p. 41.
108
AGNU, Informe del Relator, párr. 64.
109
El tenor literal de este precepto es el siguiente:
«El ingreso en observación de dementes, en la forma establecida no podrá tener
efecto sino en casos de verdadera y notoria urgencia, declarados así en los informes
del alcalde y delegado de medicina y mientras el presunto alienado pueda
permanecer en su casa sin peligro o molestias excesivas para las personas de su
familia o que vivan próximas a él no podrá ser recluido, a menos que lo acuerde el
juzgado de primera instancia respectivo, previa la instrucción del oportuno
expediente».
110
«Para justificarse como intervención científica y autoritaria en la sociedad, para
justificarse como poder y ciencia de la higiene pública y la protección social, la
medicina mental debe mostrar que es capaz de advertir, aun donde nadie más puede
verlo todavía, cierto peligro». Foucault, Los anormales, p. 117.
111
Ibídem, p. 135.
112
«[El monomaníaco] será sucedido ahora como figura típica por el pequeño obseso:
aquel que […] podría matar, y demanda muy cortésmente a su familia, a la
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Michel Foucault, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión (Siglo XXI, 2009), p.
213: «penalidad perfecta que atraviesa todos los puntos, y controla todos los
instantes de las instituciones disciplinarias, compara, diferencia, jerarquiza,
homogeiniza, excluye. En una palabra, normaliza».
120
En el mismo sentido, vid. Franco Basaglia, La institución negada y otros escritos
(Irrecuperables, 2020), p. 108: «la exclusión del enfermo libera de este modo la
sociedad de sus elementos críticos y confirma al mismo tiempo la validez del concepto
de norma que ha establecido».
121
Decreto del gobierno provisional de la República de 3 de julio de 1931, sobre
asistencia de enfermos psíquicos (Gaceta de Madrid, de 7 de julio de 1931).
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122
Piedad González Granda, Régimen Jurídico de la protección de la discapacidad por
enfermedad mental (Reus, 2009), p. 159.
123
Gonzalo A. López Ebri, El internamiento psiquiátrico involuntario y el tratamiento
ambulatorio forzoso: historia de una encrucijada (Real Academia Valenciana de
Jurisprudencia y Legislación, 2009), p. 12. Desde 1983 hasta el cumplimiento del
mandato del TC para su modificación en 2015, la regulación de privación de libertad
de todos aquellos que han sido tachados como locos o enfermos mentales por un
diagnóstico psiquiátrico era un procedimiento regulado por Ley ordinaria. Su
paradigmática modificación consistió en redactar una norma ad hoc para el referido
precepto con carácter ordinario.
124
Santiago Delgado Bueno y José Luis González de Rivera, “Aspectos legales de los
internamientos psiquiátricos”, Psiquis 9, n.º 88 (1994), p. 304. Lo que empezó como
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<https://fernandosantosurbaneja.blogspot.com/2012/03/n-61-salud-mental-
mayores-propuesta.html>. Este completo desequilibrio respecto del principio de
proporcionalidad fue denunciado en Defensor del Pueblo, Informes, estudios y
documentos estudio y recomendaciones del defensor del pueblo sobre la situación
jurídica y asistencial del enfermo mental en España (Mácula, 1991). No obstante, el
TC ratificó la validez de las medidas por «la finalidad de curación conforme a su
esencia» (Sentencia del Tribunal Constitucional 24/1993, de 21 de enero de 1993).
130
Esta situación era producto del paradigma global de la enfermedad mental. En
Szasz, Ideología y enfermedad mental, p. 105, el autor describe el caso de Daniel
M’Naghten, quien de iure fue absuelto de un homicidio por motivos de insania, pero
que de facto fue condenado a pasar lo que le quedaba de vida en un establecimiento
psiquiátrico.
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sido los derroteros que ha tomado el trabajo los que han mostrado no
únicamente que la diversidad es constantemente reprimida ―lo cual sí
constituía, dada la magnitud de la violencia que se manifiesta de
manera ostensible, uno de los presupuestos asumidos― sino, más
importantemente, que su existencia no puede ser asimilada por el
Derecho. El anatema de la locura revela así la imposibilidad de aquel
de erigirse en sistema cerrado.
Si el cumplimiento del ideal de integración universal que, al hilo
de lo comentado sobre la extrema racionalidad, todo sistema jurídico
persigue se descubre como inviable, ¿no estamos acaso ante el indicio
más claro de que su razón de ser homogeneizante es incompatible con
la autorrealización plena de cada individuo? Y si la totalidad que
postula, tal y como se ha demostrado inmanentemente, escapa de su
control, ¿no es también síntoma de que el Derecho es una contingencia
meramente ideológica y, en tanto que «forma mistificada de una
relación social específica», 131 la voluntad integradora que proyecta
esconde en realidad otra cosa?
Para conseguir sostenerse en estos términos y con la efectividad
que ha demostrado históricamente, la actividad represiva que
despliega requiere poderse reivindicar a título de reacción legítima.
Ahora bien, la legitimidad, como juicio ético-jurídico que es, se articula
con arreglo a las necesidades del dominio que la invoca: alegarla
recurriendo únicamente al valor de la mayoría, fundamentación que sí
bastaba para la implementación de una estrategia de defensa social,
resulta insuficiente. Es indispensable que a ello se le añada un giro
racional, de modo que la naturaleza del sistema se justifique como
positiva en oposición a una acción criminal simplemente negativa. 132
Es decir, no es admisible que quien comete el delito esté
afirmando ningún valor, pues esto implicaría otorgar implícitamente
cierto crédito a intereses antagónicos a los hegemónicos. Así, la
legitimación que el Capital se arroga para sojuzgar la subjetividad,
incluso en su versión democratizada, es absoluta; y el gesto que la
avala, en tanto en cuanto aspira a abarcar el conjunto de la materia
social, es totalitario. En definitiva, esa otra cosa detrás de la fachada
es lo que a lo largo del recorrido se ha denominado normalización, una
función que ahora es revelada como lo que siempre fue: sometimiento
del exceso social.
Para tomar conciencia de la significación que tiene este hallazgo
puede ser de ayuda la Filosofía del Derecho de Hegel y su
conceptualización del Estado moderno, en concreto el papel de la
plebe. 133 Hegel da cuenta del nexo indisociable entre Derecho y Estado
131
Pashukanis, Teoría general del Derecho…, p. 115.
132
Massimo Pavarini, Control y dominación. Teorías criminológicas burguesas y
proyecto hegemónico (Siglo XXI, 2002), p. 50.
133
Un estudio en detalle de la problemática que plantea la plebe para la filosofía
política hegeliana se puede ver en Frank Ruda, Hegel’s rabble: An Investigation into
Hegel’s Philosophy of Right (Continuum, 2011). Sirva a los efectos del cierre de este
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Karl Marx, Elementos fundamentales para la Crítica de la Economía Política
(Grundisse), borrador 1857-1858, volumen 3 (Siglo XXI, 1976), p. 166.
141
Ruda, Hegel’s rabble…, p. 166: «Hegel ha señalado en su Filosofía del Derecho el
lugar desde donde puede emerger la propuesta para una igualdad fundamentalmente
diferente a la de la igualdad estatal, para una concepción de justicia distinta de
aquella en la que el Estado fracasa; más aún: un llamamiento a la superación del
estado hegeliano».
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6.- REFERENCIAS
6.1.- Bibliografía
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