Alicia Puelo

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FILOSOFÍA, GÉNERO Y

PENSAMIENTO CRÍTICO.
Alicia H. Puelo
Secretariado de publicaciones e intercambio editorial.
Universidad de Valladolid. 2000.

Alumna: Marina Amo Lacorzana.


Profesora:...........................................
Filosofía de la Educación.
Universidad de Pontevedra.
Enero de 2022.
Este ensayo repasa la pertinencia del concepto de género (construcción sociocultural de lo
masculino y femenino) en la Filosofía y en otras disciplinas del conocimiento. El movimento
ideológico feminista ha propiciado los estudios centrados en la mujer, la recuperación del labor de
pensadoras y científicas olvidadas o invisibilizadas y, sobre todo, la introducción del concepto de
género como herramienta útil en las ciencias humanísticas y en diferentes campos del saber. Estos
estudios han supuesto un cambio importante en el conocimiento y pensamiento de la realidad
social, así como en los avances sociales y logros hacia una sociedad más igualitaria.

Parte I. RELACIONES ENTRE PODER, SABER Y GÉNERO


Capítulo 1: Objetividad y género.
La crítica feminista y su denuncia de que las ciencias desarrollan un saber sesgado guarda
relación con las hermenéuticas de la sospecha que denunciaron la relación entre Filosofía y poder.
Ya el pensamiento ilustrado feminista del siglo XVII apunta el sesgo de género del saber, un sesgo
androcéntrico. El concepto de verdad y objetividad entra en crisis desde el relativismo posmoderno,
sin embargo, la contribución crítica feminista, de raíz ilustrada, no desecha totalmente el concepto
de verdad y objetividad y se vincula a la fuerza de la razón, frente a la razón de la fuerza.
El género en tanto construcción cultural en base al sexo anatómico determina a las
personas y se compone de roles, estatus, identidad sexual, normas, estereotipos y sanciones. El
rol es un componente del género fundamental que centra la división sexual del trabajo,
restringiendo a la mujer al ámbito doméstico, la crianza y cuidados de la familia. La división sexual
entre el ámbito privado y el ámbito público está en la base de las democracias modernas y
fundamenta la educación diferenciada por sexo de Rousseau, por ejemplo. Será en los 70 con el
feminismo radical cuando el rango sexual resulte relevante para el estudio social y también se
reinvindique lo privado como público.
La construcción de la identidad de género no es sencilla y pasa por filtros interpretativos
individuales y de grupo. Esa construcción puede comportar conductas de riesgo en la adolescencia
(peleas y conducción temeraria para ellos y adelgazamiento y embarazo para ellas). Los roles de
género condicionan también las aptitudes de la persona, el carácter instrumental masculino y el
expresivo y comunicativo feminino. Igualmente el género conlleva una serie de normas que trazan
lo permitido o prohibido; las sufragistas ponían de relevo con su irónico lema “Votes for women,
chastity for men” la imposición de la conducta sexual y la prohibición de la participación en la vida
política y pública. Los estereotipos son modelos de género que funcionan en la cultura, refuerzan
las normas y las sanciones que van desde desprecios y burlas puntuales a conductas de género
disidentes hasta formas más graves como los asesinatos de transexuales o la aprobación de la
violencia doméstica.
Este sistema género-sexo, según Seyla Benhabib, es lo que explica la relación entre el
patriarcado y la asunción de la identidad de género. Normas, estereotipos y sanciones trazan un
patriarcado basado en la coerción y violencia explícita y/o en el convencimiento y seducción. Se
debate que el concepto de patriarcado es muy abstracto y que puede ser concretado en
determinados momentos como cuando los jacobinos prohibieron los clubs políticos femeninos. En
todo caso, el sistema género/sexo es un sistema de dominación de la mujer y para algunas
feministas (materialistas) no es posible que se mantenga como igualitario, frente a las propuestas
del feminismo de la diferencia que retoman la condición biológica y reivindican a nivel histórico el
legado infravalorado de lo femenino y de la mujer.
Creo que desde el ámbito educativo es necesario tomar conciencia de las normas y
sanciones no escritas que funcionan en la asunción y construcción de la identidad de género. Es
desde el conocimento de este tipo de condicionantes, que podremos actuar de modo concreto y
práctico por una educación y sociedad más igualitaria y libre. Si esa sociedad es posible sin la
diferenciación de género o con su reformulación, no me parece predecible. Pero considero que
tanto la contribución del feminismo materialista como el de la diferencia ayudan a cuestionar y
deshacer la desigualdad y modos de abuso de poder contra la mujer del actual sistema género-
sexo.

Capítulo 2. De la legitimización a la contestación.


La ideología sexual o de género son las representaciones simbólicas o de género que
funcionan como discursos de legitimización de la desigualdad de las relaciones de poder entre los
sexos. Según Janet Saltzsman es el sistema de creencias que explican como se diferencian
hombres y mujeres (derechos, restricciones, etc.). En la medida en que el patriarcado es un
sistema metaestable que se adapta, puede observarse su variación y adaptación en diferentes
momentos de la historia y campos. La autora nos ofrece cinco ejemplos de ideología sexual de
diferentes ámbitos y períodos históricos.
En la Antigüedad griega se ofrecían mitos sobre la femineidad normativa (Penélope fiel,
abnegada y limitada al hogar) y sobre modelos de mujer negativos (amazonas, Citemnestra, Circe,
Medusa). En otras culturas se observan mitos que tratan de un matriarcado primitivo y la
explicación de su substitución por un sistema patriarcal; estes mitos tienen como función legitimar
el sistema patriarcal, como más idóneo o evolucionado.
En el ámbito de la religión católica, la figura de Eva como iniciadora del pecado original fue
combatida por los defensores de las damas del Renacimiento, que presentaban al primer hombre
como pecador. Los manuales de la Inquisición dejaban claro el vínculo entre mujer- sexo- pecado-
maldad. De medio millón de víctimas el 82% eran mujeres, principalmente comadronas y
curanderas. Sin embargo, en el ámbito religioso están desarrollándose nuevas interpretaciones de
los textos sagrados católicos y musulmanes.
En la medicina a nivel histórico la ideología sexual encontró un campo idóneo debido a la
justificación biológica del género y la desigualdad social. Roussel en el s. XVIII confinaba a las
mujeres al ámbito privado en base a la diferencia biológica.Ya M. Foucault analizó desde el término
dispositivo de sexualidad esa manipulación y dominación. En el s. XIX el útero era visto como parte
fundamental del cuerpo femenino y cualquier síntoma de disidencia de la norma como histeria. Con
el psicoanálisis y los postulados de Freud esa discrepancia normativa en la mujer se definía por
ausencia y envidia del pene. Hay en la actualidad nuevas interpretaciones de esas pautas sexistas
del psicoanálisis. El ámbito artístico tambien presenta estos refuerzos de la ideología sexual. Las
representaciones de mujeres míticas como Circe ou Salomé en obras finiseculares son el ejemplo.
La contribución del feminismo a la sociología y los estudios académicos deshace la visión
androcéntrica, observa la relación entre los sexos como social y no natural, denuncia la gratuidad
del trabajo, el acoso, violación y la violencia a la mujer. Pero sobre todo introduce el concepto de
género como legado a las ciencias sociales.
Desde mi punto de vista estas revisiones feministas no sólo ayudan a que la mujer acceda a
la cultura, medicina, religión y arte sin ser violentada o cosificada, también permiten el avance
científico (no es útil cientificamente tratar la totalidad del útero) y la actualización de la religión y el
diálogo cultural, para que no se queden atrás y que puedan participar y contribuír a una sociedad
más igualitaria. Pero esos ejemplos tan obvios, dieron paso a otros más sutiles (publicidad,
consumismo, etc) que no permiten dar por concluída la revisión y lucha feminista por la igualdad.

Parte II. Hacía una filosofía no androcéntrica.


Capítulo 3. Genealogía y deconstrucción.
Para comprender la compleja relación entre Filosofía y patriarcado es necesario mostrar la
historicidad de los conceptos. Requiere concebir la Filosofía como un discurso que puede legitimar
las relaciones de poder existentes o impugnarlas. Hay que tener en cuenta por lo tanto el conjunto
de la obra y los debates del momento. Se trata pues de una metodología basada en la genealogía
y deconstrucción del pensamiento.
Un buen ejemplo de esta compleja tarea es el llevado a cabo por María Luísa Femenias
sobre la obra de Aristóteles en Inferioridad y exclusión. Un modelo para desarmar. Aristóteles niega
el estatus de ciudadanas en sentido pleno para las mujeres en Política. El varón es parte y patrón
de medida en una ordenación jerárquica de la naturaleza, en la que la mujer figura como máis
débil, blanda, menos agresiva: plantas, animales, mujeres y hombres. Ya desde la ontología
justifica la complementariedad de la mujer y su necesidad para la reproducción de la especie: la
causa eficiente o forma masculina informa la materia femenina claramente inferior. La mujer inferior
es recipiente o lugar del activo masculino. Las categorías materia/ forma se ven así totalmente
adscritas a la preconcepción de género desde la metafísica. Era la época? No era posible outra
formulación o parámetro de pensamiento? Existieron propuestas de isonomía en nombre de la
igualdad natural defendidas por sofistas como Licofrón o Antifonte y que criticaban la esclavitud y el
sometimiento de la mujer; fueron olvidadas, pero sitúan la obra de Aristóteles como un
posicionamento claro del stablishment. Igualmente las propuestas de Parménides o Empédocles de
la teoría biseminal, se alejan de esa mujer necesaria pero inactiva en la procreación que non puede
ser sujeto. Este discurso aristotélico condiciona su ética y concepción de la virtud, que el varón libre
alcanza con el ejercicio de la razón y la mujer presenta al cumplir su función sin mérito. Desde la
ontología y metafísica a la política y ética, las implicaciones de género de la filosofía aristotélica,
tan totales en la historia de la filosofía, guardan repercusiones graves en el ámbito social y
educativo.
Celia Amorós analiza en su obra la tradicional negación de la individualidad a las mujeres
por parte de la Filosofía. Señala como Hegel define a la mujer como naturaleza lejos de la
individualidad. Quedamos reducidas al espacio de las idénticas, al de la domesticidad, fuera de la
individualidad como categoría política y ontológica propia de los espacios de poder. Con los
filósofos románticos se intensifican estas posturas, como contestación a las reivindicaciones
feministas, debedoras de la Ilustración y concretadas en el sufragismo. Kierkegaard mantiene la
idea de feminidad y defiende al seductor extensivo y al intensivo, renovador del amor cortés, en
ambos la mujer desaparece. Schopenhauer considera a la mujer una trampa de la especie que
incita a la reproducción y el dolor. También Ortega y Gasset, ya en el s. XX, consideró que la mujer
es un genérico.
En relacion con los conceptos de mujer y naturaleza Alicia H. Puleo ha analizado el
tratamiento de la sexualidad desde la Metafísica decimonónica. La sexualidad se mostró como
expresión última de la naturaleza. Para Schopenhauer es la Voluntad de vivir, concretada en el
deseo sexual y representada por la mujer, por lo que, ante el carácter doloroso de la vida, apostará
por una renuncia ascética. En el siglo XX la sexualidad se identificará como Naturaleza buena y,
para Wilhem Reich la revolución sexual conducirá a la revolución política. Será Marcuse el que vea
a la mujeres como representantes de Eros y como el nuevo sujeto revolucionario capaz de
reconciliar al varón con la Naturaleza, por lo que debe apartarse del poder. Para Bataille, en
cambio, lo femenino será la naturaleza ”maldita” que ayudará a canalizar el deseo destructivo; así
pues la mujer erotizada y de la pornografía aparece legitimada.
Algunas feminista explican pormenorizadamente las contradicciones de los discursos
filosóficos, basicamente centrados en la neutralidad del término hombre y en la identificación de
mujer como naturaleza. Así lo observó Cristina Molina Petit sobre la Ilustración, o Elisabeth
Roudinesco al reportar el cambio de justificaciones religiosas por justificaciones de la Medicina
Filosófica sobre el cerebro femenino como blando para impedir el acceso de las mujeres a la
enseñanza superior. El atrévete a saber kantiano, no alcanzó en su presupuesto universal a la
mitad de la humanidad, será Olimpia de Gougues quien escriba Declaración de los derechos de la
Mujer y de la Ciudadana. Los ilustrados negaron los derechos civiles y políticos del colectivo
femenino. Según analiza Rosa Cobo silencian el contrato sexual que precede al contrato social
entre iguales. Especialmente Rousseau que en el Emilio detalla las funciones sociales de cada
sexo y argumenta la necesidad de una educación diferenciada: “toda la educación de las mujeres
debe referirse a los hombres” puesto que el hombre público necesita del cuidado doméstico.
Desde el concepto de naturaleza o de sexualidad la mujer cumple un papel para el hombre
y se mantiene así el poder patriarcal con discursos que varían y se reformulan pero que son
siempre el mismo: el de la reducción e instrumentalización de la mujer para su mejor control y la
restricción de su autonomía y acceso al poder. No importa la contradicción del discurso, sino su
pertinencia y utilidad social, incluso en momentos claves de avance del pensamiento. La educación
y el acceso a la enseñanza y el saber fueron un punto clave que hoy en día debemos cuidar
especialmente, para que la libertad, universalidad e igualdad sean efectivamente realidades
sociales.

Capítulo IV. Constitución de un corpus filosófico.


Es necesario recuperar la obra de pensadores/as que se distanciaron de la ideología sexo-
género y que por eso mismo fueron olvidados o silenciados. Igualmente se debe recuperar la
contribución de las mujeres a la historia del pensamiento. Algunas obras críticas con la desigualdad
de género fueron tratadas como menores o parciales, simplemente por tratar la situación de la
mujer. Fueron silenciadas, no propiciaron debate, o si lo suscitaron, no fueron conservadas y
atendidas.
Constituír un corpus filosófico no sexista presenta varios objetivos: observar la continuidad
de un contradiscurso; prevenir retrocesos; recuperar un discurso para no partir de cero;
comprender mejor el pensamiento de grandes pensadores y homenajear a los/as que se atrevieron
a ir más allá de lo establecido.
En la Edad Media se concibió a la mujer como representante de la maldad, los defensores
de las damas respondían a ese pensamiento misógino predominante, sobre todo de modo retórico.
Así Christine de Pizan, autora de La ciudad de las damas, que centra la defensa de la mujer en el
símbolo de una ciudad construída para proteger a aquellas mujeres virtuosas y honorables,
reivindica así una actitud de respeto por las funciones femeninas. Isotta Nogarola, que vivió
dedicada al estudio sin casarse ni recluírse en un monasterio, defenderá que Eva no puede ser la
primera pecadora debido a su debilidad femenina.
Ya en el Renacimiento, Agrippa de Nettesheim afirma la igualdad de alma entre el hombre y
la mujer en Sobre la excelencia y superioridad de las mujeres; rebate también el vínculo entre
mujer y maldad y denuncia la violencia de la Inquisición contra las mujeres. La mujer sería un ser
superior pues Dios creo los seres inferiores primero. También se encuentra en su obra el mito del
matriarcado originario que posteriormente defenderán las feministas de los 70, algo que la
Antropología actual descarta.
Estas obras no desarrollan aún un discurso de la igualdad, pero suponen lo que Celia
Amorós denomina un memorial de agravios para la defensa de la mujer. Será con la Ilustración y la
obra de Marie de Gournay que se introduce la idea de igualdad y del reconocimiento de la mujer
como sujeto. Poulain de la Barre con su obra Sobre la igualdad de los sexos reclama los puestos
vedados a la mujer en base al principio ilustrado de igualdad de todos los seres humanos en la
capacidad de razonar, pues sólo la costumbre y el interés mantiene vigente el prejuicio sobre la
diferencia de sexos. También Condorcet presentó a la Asamblea revolucionaria un proyecto de
educación igualitaria y la propuesta de concesión de derechos de ciudadanía a las mujeres. Pero el
libro Emilio de Rousseau se propaga cada vez más a finales del s. XVIII. Sin embargo
rousseaunianas como Olympe de Gouges (Declaración de los derechos de la mujer) y Mary
Wollstonecraft (Vindicación de los Derechos de la mujer) percibieron las contradicciones de su
pensamiento. En ellas la educación y autonomía de la mujer son claves. La herencia de la
Ilustración llegó también hasta John Stuart Mill, exponente del liberalismo político, y su compañera
Harriet Taylor. Defendieron que para el establecimiento de una auténtica democracia era necesario
el desarrollo de los sentimientos sociales y solidarios, el reconocimiento de los derechos de las
mujeres y la transformación de la familia patriarcal, primera escuela de desigualdad.
En la recuperación de referentes femeninos en la historiografía se optó primero por
recuperar figuras de reinas y favoritas, luego se interesaron por las vivencias y ocupaciones de las
mujeres. Finalmente se observó que para entender la historia de las mujeres olvidada, había que
contemplarla junto con la de los hombres y de un modo plural. La recuperación de textos escritos
por mujeres cumple un papel fundamental, tuvieran o no una visión crítica con la ideología de
género-sexo y sin mistificarlas.
En la Antigüedad destaca la figura de Hipacia de Alejandría, neoplatónica interesada por las
matemáticas y la astronomía, asesinada por las autoridades religiosas. También sabemos que
Pitágoras contó con diecisiete discípulas. Otra figura que destaca es la de Aspasia de Mileto,
amante de Pericles y maestra de retórica, su legado fue escrito por dos discípulos de Sócrates,
pero se ha perdido. En el siglo XVIII la física Madame de Chatelet, introduce en Francia las teorías
de Newton. También escribe el Discurso sobre la felicidad y Correspondencia en la que defiende la
exaltación de las pasiones desde su experiencia del amor y del ansia por saber. Otros estudiosos
se centran en la obra de autoras que desarrollan un pensamiento pre-lógico, observándolo como
autenticamente femenino, como es el caso de Hildegarda de Bingen, del s. XII, autora de tratados
científicos, filosóficos y místicos.
Ya en el siglo XX la presencia de pensadoras es más notoria. La rusa Alejandra Kollontay
analiza la identidad femenina y defiende una revolución socialista centrada en la revolución de la
vida cotidiana y de las relaciones humanas. Simone Weill criticó el totalitarismo de cualquier signo y
elaboró un proyecto ético y político fundado en los deberes para con los demás. Hanna Arendt,
discípula de Heidegger, desarrolla en La condición humana, una teoría de la existencia basada en
la natalidad y no en la mortalidad, como su maestro. También desde la hermenéutica
heideggariana, María Zambrano apuesta por una razón poética y recupera el dualismo alma
(femenino) e intelecto (masculino). Supera el solipcismo existencial Seyla Benhabib que concibe la
acción humana como interacción y las apariencias como la red de relaciones e historias vividas.
Dentro del existencialismo y como un gran exponente de la teoría feminista figura Simone de
Beauvoir. Con El segundo sexo, exploró la condición de heteronomía de las mujeres, nombradas
por el discurso dominante como Otra, lo que hace de la heteronomía la pérdida de autonomía.
Simone de Beauvoir expresó desde la filosofía existencialista, en la que también influyó, una serie
de reivindicaciones de igualdad de las mujeres. Su obra influyó notablemente en el movimiento
feminista de los sesenta, y en el concepto constructivista de la femineidad: “No se nace mujer, se
llega a ello”. El peso que la autora da a las determinaciones sociales en los conceptos de sujeto,
libertad o subjetividad, es mayor que en Sartre y otros representantes existencialistas.
Me parece fundamental dar visibilidad, divulgar y hacer presente la obra y vida de mujeres
que desarrollaron una obra y un pensamiento propio. Necesitamos referentes y más puntos de
vista para seguir trabajando en la creación de una sociedad igualitaria. Películas como Hipatia,
recientemente un film sobre Arendt, cumplen esa función. Pero la divulgación y conocimiento debe
ser mayor, entrar en la enseñanza y cultura divulgativa, porque la mayoría de las mujeres y
hombres no leen filosofía en su tiempo libre.

Capítulo V. La fuerza de un pensamiento emergente.


La investigación feminista recoge el carácter crítico de la Filosofía en tanto pensamiento
comprometido con su tiempo. La crítica al androcentrismo partió del feminismo radical y supuso
desvelar el punto de partida de dupla identificación entre masculino y humano. También supone ver
el uso de los conceptos con implicaciones de género como realiza L. Posada Kubissa con
sensibilidad, entendimiento e imaginacion en la obra de Kant. En este sentido, resulta de utilidad el
estudio y análisis de las metáforas en el discurso filosófico dispuesto por Michèlle La Doeuf. En la
medida en que las metaforas apelan a lo subjetivo y sentimental y guardan relación con la
estructura de la obra y con otras obras, pueden desvelar el sesgo de género y un vacío teórico. Así,
el ascenso se ha relacionado con lo masculino y el descenso con lo femenino; la luz con lo
masculino y la oscuridad con lo feminino, excepto en Ortega y Gasset que justifica la inversión
metafórica pero mantiene el sesgo de género.
En la Ética, Kant no consideraba a las mujeres como sujetos morales, al no regirse por la
razón, no pueden regirse por el deber. Igualmente, Freud argumenta que el super-yo de las
mujeres no es tan fuerte como el de los hombres y por eso sus criterios éticos no serán
inexorables. Gilligan, plantea que la ética de las mujeres sería diferente a la de los varones y el
desarrollo moral femenino no sería menor, sino que su experiencia la situaría en una ética del
cuidado y la responsabilidad. Dicha ética sería la 3ª etapa de desarrollo ético trazada por Kohlberg
en un estudio, la 6ª y última sería el juicio individual según principios éticos universales. El modelo
Kholberg fue criticado por etnocéntrico y también por androcéntrico, por asumir supuestos de la
Ética occidental, que parten del sesgo de género. Gilligan también sufrió críticas por el carácter
esencialista y ahistórico de la ética de los cuidados, puesto que tendrían que darse cambios en las
relaciones de poder para desgenerizarse.
En el ámbito científico también se denuncia el sesgo androcéntrico. Particularmente Evelyn
Fox Keller, científica y filósofa, observa un modelo androcéntrico en la ciencia como proyecto de
dominio de la Naturaleza. Frente a una objetividad estática la autora propone una objetividad
dinámica, consciente de la conectividad con el mundo. Sus propuestas junto con las de Gilligan y
Chodorow dieron lugar a nuevas teorías ecofeministas. Comenzaron con Mary Daly como una
inversión acrítica de la valoración patriarcal, partieron de la crítica al capitalismo y consumismo y
hoy permiten pensar de otra manera sobre la naturaleza y las mujeres.
En el propio feminismo ha habido debates internos, especialmente en las últimas décadas
entre las propuestas de igualdad y diferencia y el Modernismo y Postmodernismo. Lucía Irigaray y
Luisa Muraro propusieron profundizar en la diferencia femenina para alcanzar una definición
autoconstituyente, partiendo del pensamiento pre-lógico de la naturaleza femenina. Otras autoras,
entre ellas Celia Amorós y Raquel Osborne, cuestionan que ese reaprovechamiento esencialista de
la polaridad de los sexos pueda posibilitar una realidad emancipatoria e igualitaria que está en la
raíz ilustrada del feminismo. Del mismo modo las teorías postmodernas, especialmente las de M.
Foucault en su análisis del poder y la sexualidad, desdibujan tanto el sujeto en los mecanismos de
opresión por los que se define que no habría espacio de contestación a las situaciones de poder,
unicamente parodiarlas y difuminarlas. Pero la autora de este ensayo lo considera insuficiente.
Por último, se repasan diferentes propuestas desde la Filosofía política. Carole Pateman
teoriza la existencia de un contrato sexual previo al contrato social ilustrado, lo que explicaría el
paso del poder de los padres a cualquier ciudadano varón. Otras autoras como Susan Moller Okin
y Ann Phillips ven compatibles el liberalismo y el feminismo. Amelia Valcárcel considera en cambio
que el acceso al poder por parte de las mujeres es aún muy limitado por lo que apela a la
solidariedad entre mujeres para cambiar esa situación. Victoria Camps considera que el desarrollo
del Estado de Bienestar pasa por incluír políticas basadas en las experiencias de las mujeres en
los programas, para deshacer la división entre vida privada y pública. En el tema de las políticas de
identidad, Nancy Fraser apuesta por tratar conjuntamente las desigualdades socio-económicas y
las simbólicas y culturales, con políticas de redistribución y reconocimiento. Diferente acogida y
valoración presentan las políticas de discriminación positiva sobre la representación parlamentaria
de ambos sexos; para algunas feministas es un buen paso transitorio hacia la igualdad, para otras
es una concesión al más rancio naturalismo.
En mi opinión, el pensamiento ético de Kant y la propuesta de Freud no deben ser tenidas en
cuento o asumirse como punto de partida por sexistas y machistas, están sesgadas, están fallidas.
La ética debe contemplar otros parámetros y entre ellos la experiencia de las mujeres. Si bien la
propuesta de Gilligan puede ser muy limitadora, las del ecofeminismo parecen apuntar a una ética
de la posibilidad y responsabilidad. En cuanto a los debates internos del feminismo, no me
considero a favor de las propuestas del feminismo de la diferencia, subliman una femineidad con la
que no me identifico y considero que no son una gran contribución al avance por la igualdad, sin
embargo que haya diversidad de propuestas en el feminismo creo que significa un avance. Con
relación a los mínimos de mujeres en la representación parlamentaria, lo considero un avance del
que se podrá prescindir de alcanzar una sociedad más igualitaria. De poco servirán si no se
contemplan políticas de cambio de la discriminación y situación de las mujeres.

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