Escuela de Padres 2020
Escuela de Padres 2020
Escuela de Padres 2020
A continuación, por medio de preguntas, los padres de familia deben ubicar diferentes
aspectos alrededor del dibujo y de esta forma se desarrollará el tema. Es de suma
importancia, solicitarle a los padres de familia, que para cada una de las preguntas se
propicie un diálogo en familia como medio para llegar a acuerdos y puntos en común.
3. ¿En qué momentos vemos televisión? ¿A qué volumen está el televisor? ¿Por
qué le subimos el volumen?
Puesto que usamos muchos lenguajes —el de los dichos, los gestos, las actitudes— y como
nuestros hechos también hablan, es importante aprender a darles coherencia. Ésta
sólo es posible si mantenemos una comunicación honesta y profunda con nosotros mismos.
El amor y la aceptación sustentan el diálogo en familia. Si aprendemos a comunicarnos con
palabras sinceras y respetuosas, los niños recibirán mensajes de estímulo y así podrán
satisfacer su necesidad de autoestima y pertenencia a su familia. El niño tiene derecho a
sentirse amado como el ser único e irrepetible que es. El amor de los padres no está
condicionado a lo que hace o deja de hacer. Sin embargo, necesita saber qué conductas son
aceptables y cuáles no.
Para que los mensajes de aliento y reconocimiento que damos a nuestros hijos realmente
refuercen su autoestima, tienen que ser auténticos, verdaderos, deben reconocer su
esfuerzo, sus logros y las actitudes que queremos estimular en ellos.
A veces los padres no somos conscientes de cómo nuestros mensajes pueden devaluar y
desalentar al niño. Cuando estamos molestos, fácilmente soltamos frases como: “tenías que
ser tú”; “yo ya sabía que no podía confiaren ti”; “¿sería mucho pedir que hicieras tu tarea?”.
Con ironías, burlas, apodos, etiquetas, comparaciones e insultos no lograremos que la
conducta del niño mejore, pero sí conseguiremos que se sienta mal consigo mismo y con
los demás.
Por esto, es importante detenernos a pensar en el lenguaje que utilizamos, ya que de este
depende el trato que le damos a los demás, el que le enseñamos a nuestros hijos y el clima
familiar que fomentamos en casa.
Quisiera ser un televisor. Me gustaría ocupar su lugar para poder vivir lo que vive un televisor en
mi casa: Tener un cuarto especial para mí. Congregar a todos los miembros de la familia a mi
alrededor; ser el centro de atención, al que todos quieren escuchar, sin ser interrumpido ni
cuestionado; que me tomen en serio cuando hablo. Sentir el cuidado especial e inmediato que recibe
la televisión cuando algo no le funciona. Tener la compañía de mi papá cuando llega a casa, aunque
venga cansado del trabajo. Que mi mamá me busque cuando está sola y aburrida, en lugar de
ignorarme. Que mis hermanos se peleen por estar conmigo. Divertirlos a todos aunque a veces no
les diga nada. Vivir la sensación de que lo dejen todo por pasar unos momentos a mi lado. No es
mucho, sólo lo que vive cualquier televisor todos los días.
Tomado de Mendivi, Gerardo (comp.), Huellas perdidas. Antología de lecturas para docentes,
edición del compilador, México, 1992, p. 36.
5. Solicitar a los padres de familia, subir a la carpeta de classroom correspondiente al curso de su hija,
la evidencia del trabajo realizado.
Puentes de comunicación. Elige un momento en que esté reunida tu familia. Puede ser en
la mesa, después de cenar o en la comida del domingo, cuando nadie tenga prisa por salir.
Puedes proponer hablar de su situación. ¿Qué es lo que a cada uno le gusta más o le
preocupa de su relación familiar? Hagan un listado de los obstáculos que cada uno
considera impiden la comunicación. Pide a cada miembro de la familia que elabore su
propia lista y compártanla. No se vale juzgar. Cada quien debe ser libre de expresar lo que
siente sin recibir la censura de alguien más. Acuerden cuáles son los principales obstáculos
y aporten ideas concretas para solucionarlos.
Por amor al arte. Si tus hijos aún son pequeños, aprovecha los dibujos que hagan en el
colegio o en casa sobre la familia. Pide a cada uno que elija el que más le guste. Enmárcalo
y cuélgalo en un lugar visible para que siempre tengas presente cómo la percibe cada uno.
Así también sentirán que se valora lo que hacen.
Hacer consciente la crianza. Ser padres llega de manera natural con el nacimiento de los
hijos, pero cuántas veces nos hemos detenido a preguntarnos cómo y por qué los estamos
formando de determinada manera y si necesitamos hacer algunos cambios. Recuerda cómo
era la comunicación de la familia en la que te criaste y reflexiona sobre cómo es la
comunicación con tus hijos. Atrévete a cuestionar tus métodos de crianza, analiza y escoge
un comportamiento que quieras cambiar en tus hijos, busca cuáles son los motivos del
mismo y modifica la estrategia de acuerdo con lo que quieres que ellos aprendan.
Tomado de: Molina, A. Familias valiosas. Ideas para fortalecer valores entre padres e hijos.
(2005) Centro Mexicano para la filantropía, Et. al. México.