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EL ARBITRAJE COMO MEDIO DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS:

CARACTERÍSTICAS, VENTAJAS E INCONVENIENTES

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN............................................................................................................2

1. ¿Que es el arbitraje?...................................................................................................3-4

1.1. Breve referencia al marco contextual del arbitraje....................................................4

1.2. Breve reseña histórica sobre el arbitraje.................................................................4-6

1.3. El arbitraje en España.............................................................................................6-8

1.3.1. El denominado sistema arbitral de consumo en España.................................8-11

1.3.2. El sistema arbitral en otros países.................................................................11-13

2.TIPOS DE ARBITRAJE........................................................................................13-15

2.1.Arbitrajes voluntarios y obligatorios...................................................................15-16

2.2.El arbitraje de Derecho Administrativo...............................................................16-18

2.3.El arbitraje institucional............................................................................................18

2.4.El arbitraje internacional de inversión.................................................................19-20

3. CARACTERÍSTICAS DEL ARBITRAJE............................................................20-21

3.1. Caracteres y principios del procedimiento arbitral............................................21-22

3.2. Garantías constitucionales del procedimiento arbitral:

principios de audiencia, contradicción e igualdad.....................................................22-23

4.VENTAJAS DEL ARBITRAJE.............................................................................24-25

5.INCONVENIENTES DEL ARBITRAJE..............................................................25-26

6. CONCLUSIÓN.....................................................................................................27-29

7. BIBLIOGRAFÍA...................................................................................................30-31

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INTRODUCCIÓN

La sociedad en la que vivimos, demanda con más frecuencia y de forma más


insistente, que se lleven a cabo políticas más eficaces ante los crecientes e innumerables
conflictos entre particulares, o entre los particulares y la Administración, ya que en la
mayoría de las ocasiones, se judicializa y eterniza la resolución del citado conflicto,
creando serios y graves perjuicios a las partes implicadas. Ante dicha problemática de
largos y cansinos procesos judiciales, que en muchas ocasiones finalizan sin una
solución justa y/o equitativa para las partes, la sociedad exige que se tomen las medidas
necesarias para que estos conflictos no se dilaten en el tiempo, y si es posible, se
solucione en un tiempo razonable y sin tener que acudir a los tribunales. Para ello, se
han creado diferentes procesos establecidos legalmente, los llamados medios de
resolución de conflictos alternativos, que facilitan la solución a los conflictos sin tener
que llegar a interponer denuncias entre las partes. Estos medios son fundamentalmente
mediación, arbitraje, negociación y conciliación. De ellos cabe destacar el arbitraje que
trataremos en este TFG, el cual define la Real Academia Española de la Lengua como:
“1. Acción o facultad de arbitrar. - 2. Juicio arbitral. - 3. Procedimiento extrajudicial
para resolver conflictos de intereses mediante sometimiento de las partes, por mutuo
acuerdo, a la decisión de uno o varios árbitros. - 4. Operación de cambio de valores
mercantiles, en la que se busca la ganancia aprovechando la diferencia de precios entre
unas plazas y otras. - 5. Estrategia de inversión financiera beneficiosa y sin riesgo, que
no necesita el empleo de fondos propios”

Vista la definición, y si observamos el título del TFG, “El Arbitraje como medio
de resolución de conflictos”, descubrimos la interrelación entre los conceptos que lo
componen, en la medida en que se busca la resolución de un conflicto de mutuo
acuerdo, sin necesidad de llegar a la vía judicial eternizante, siendo la consecuencia
primordial que se desea conseguir a través de este procedimiento, es decir, resolverlo
cuanto antes y de la mejor manera posible para las partes.

Para llevar a cabo el presente TFG, me he basado en las aportaciones realizadas


por los diferentes autores y estudios llevados a cabo sobre la materia, lo cual, tras una
selecta recopilación y análisis de los diferentes documentos reportados por los mismos,
he recogido en la bibliografía.

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1.¿QUE ES EL ARBITRAJE?

A groso modo, podemos decir que el arbitraje es un mecanismo de resolución de


conflictos alternativo a los juzgados. El mismo es de carácter privado e informal, y la
partes muestran la buena intención de solucionar el problema ante una o varias personas
neutrales, a los cuales se les denomina árbitros, quienes están capacitados para dictar
una resolución definitiva y de cumplimiento obligado, que puede llegar a tener similar
valor que una sentencia dictada por un juzgado, y de igual forma, puede ser ejecutada de
manera forzosa. Una diferencia importante entre el arbitraje y la sentencia, es que la
sentencia puede ser recurrida, mientras que el arbitraje no, ya que no hay una segunda
instancia arbitral donde se pueda recurrir.

Al iniciarse una disputa y optar por el arbitraje como medio de solución, en


principio, se prescinde de la vía judicial, pero si ambas partes lo acuerdan, el arbitraje se
puede invalidar en favor de la Administración de Justicia. Por todo esto, el
consentimiento de las partes es fundamental y necesario a la hora de someterse al
arbitraje, así como para revocarlo cuando ya está pactado. Por la vía del arbitraje puede
resolverse tanto una disputa ya existente como una posible disputa futura, siempre y
cuando exista un contrato en el que aparezca una cláusula de acatamiento o imposición
al arbitraje. Ante un conflicto, las partes podrán acordar el acatamiento a arbitraje sin
más, o acordar la imposición a arbitraje según unas determinadas reglas, en las que una
institución arbitral concreta encarga de llevar a cabo el procedimiento arbitral,
obligando a que el arbitraje se ponga en marcha, se lleve a cabo conforme a sus reglas
de procedimiento previamente pactadas, y con ello, la solución al conflicto sea decidida
por los árbitros nombrados. Estas instituciones arbitrales (o cortes) no dictaminan sobre
las disputas, sino que sólo velan para que el procedimiento arbitral se lleve a cabo tal y
como está acordado, siendo los árbitros propiamente dichos los que resuelven o
disponen sobre el conflicto que dio origen al arbitraje.

Atendiendo a lo expuesto anteriormente, tal y como bien se expone en el blog


del bufete de abogados “Fernandez Gambero, (14 de julio de 2016). Consulta sobre
arbitraje. el 26 de marzo de 2017 de http://fernandezgamberoabogados.com/arbitraje-
_ventajas_y_desventajas/”, podemos considerar el arbitraje como un medio más rápido

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para la resolución definitiva de un conflicto, ya que habitualmente en la Administración
de Justicia se suele dilatar y eternizar en el tiempo la solución de un conflicto.

1.1. BREVE REFERENCIA AL MARCO CONTEXTUAL DEL ARBITRAJE

Actualmente, cuando surge una disputa o desavenencia entre dos o más partes, se
recurre habitualmente a los tribunales de justicia para resolver cual de las partes tiene la
razón. Es frecuente, que una o incluso las dos partes intervinientes, no se sientan
congratuladas por el sistema judicial actual, ya que el procedimiento para resolver el
conflicto es tedioso y prolongado en el tiempo. Es cierto, que los tribunales de justicia
están saturados, llegando a tardar años resolver algún conflicto, y por ello, la
concepción de la mayoría de las personas, es que la figura del arbitraje aparece como la
solución de crear un mecanismo de resolución alternativa de los conflictos, es decir,
como una alternativa para no tener que acudir a los tribunales de justicia, agilizando con
ello el procedimiento para llegar a un acuerdo entre las partes.

1.2. BREVE RESEÑA HISTÓRICA SOBRE EL ARBITRAJE

La figura del arbitraje puede parecer como una figura novedosa, pero no tiene
nada de nueva, pues aunque históricamente, la forma originaria de resolver un conflicto
era la justicia privada, con el paso del tiempo, la sociedad en el afán de superar la era
salvaje hacia la civilización y el progreso social, adopta las primeras normas de
comportamiento, estableciendo que personas respetables con cierta autoridad moral,
como podían ser, los ancianos, los sacerdotes o los sabios, serían los encargados de
dictar resoluciones sobre las disputas que pudieran surgir entre los ciudadanos, de este
modo, se dejaba atrás la época en la que se aplicaba la revancha personal, y se incluía la
dosificación de la pena, aplicándola proporcionalmente a la gravedad del hecho. De
este modo, al eliminar el concepto de venganza personal, surge el concepto de
graduación de la pena, aplicándose la misma en función de la trascendencia del hecho,
como por ejemplo muestra la Biblia en el libro del Éxodo: “Si en una riña golpean a
una mujer encinta, y la hacen abortar pero sin poner en peligro su vida, se les
impondrá la multa que el marido de la mujer exija y que en justicia le corresponda. Si
se pone en peligro la vida de la mujer, esta será la indemnización: vida por vida, ojo

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por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, herida por herida”.(Francesco
Zappalà, (2010) Universalismo histórico del arbitraje SSN:0041-9060. Universitas.
Bogotá (Colombia) N° 121: 193-216, julio-diciembre de 2010).

La figura del arbitraje, surge en la civilización Griega sobre el año 520 a.C., donde
ya el famoso filósofo Aristóteles considera que es mejor: “preferir un arbitraje más
bien que un conflicto ante el tribunal, de hecho el árbitro cuida la equidad, el juez la
ley; y el arbitraje ha sido inventado propiamente para esto, para dar fuerza a la
equidad”.

Posteriormente, en la época del Imperio Romano, la figura jurídica del arbitraje


desarrolla un importante avance, siendo en gran medida el origen, más de dos mil años
después, de la actual estructura de la citada figura jurídica; como ejemplo, tenemos que
en el año 451 a.C. surge la Ley de las XII Tablas, mediante la cual se concedía firmeza y
obligatoriedad a los acuerdos entre individuos ante una disconformidad entre partes.

En la época Medieval y hasta la Revolución Francesa, se llega a considerar más


seguro y natural solucionar un conflicto entre los mismos afectados, no teniendo que
interceder ningún juez para dictar un acuerdo entre las partes. En la época feudal,
aparece una gran desconfianza hacía el sistema público por los innumerables abusos de
la clase noble, generándose una crisis del poder estatal, y con ello nacen nuevos
métodos alternativos de resolución de conflictos, siendo más habitual la toma de
decisiones arbitrales que las sentencias judiciales, aunque si es cierto, que en esta época
normalmente, las citadas decisiones arbitrales estaban manipuladas por la clase noble.

En la edad Contemporánea, con la Revolución Francesa, el arbitraje se considera un


mecanismo idóneo contra los abusos, la lentitud y el elevado precio de la justicia del
Estado, siendo un instrumento muy útil para solucionar los conflictos entre ciudadanos,
erigiéndolo como un principio constitucional en la Carta Política de 1791 (Manuel
Ossorio, 1986, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales.), al facilitar el
derecho de los ciudadanos para solucionar sus diferencias por la vía del arbitraje,
garantizando que el ciudadano no puede sufrir ninguna restricción por parte del poder
ejecutivo de Estado.

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En la actual época moderna, después de la Segunda Guerra Mundial, los contratos
entre particulares aumentan, llegando a tener el valor de la ley en muchos sectores de la
vida social. Además, el comercio se internacionaliza, y aparece un amplio vacío
normativo y con ello dificultades para solucionar los posibles conflictos que surjan,
existiendo una desprotección por parte del sistema. Ante estos conflictos, aparece el
arbitraje, que sufre un gran desarrollo en el campo internacional, llegando a crearse
estructuras e instituciones propias del arbitraje internacional, e igualmente en el ámbito
nacional, teniendo un reconocimiento patente, específico y singular en casi la totalidad
de legislaciones, de hecho, existen tanto sentencias del Tribunal Constitucional español,
así como distintos tribunales internacionales, que reconocen y dan valor de equivalente
jurisdiccional, como medida de resolución de conflictos.

1.3. EL ARBITRAJE EN ESPAÑA

El marco normativo donde se recoge la figura del arbitraje en España es bastante


amplio. El arbitraje aparece regulado por primera vez en la Ley de Enjuiciamiento Civil,
aprobada por Real Decreto de 3 de febrero de 1881 (BOE-A-1881-813), y en el Código
de Comercio, publicado por Real Decreto de 22 de agosto de 1885 (BOE-A-1885-
6627), así como en el Código Civil de 24 de julio de 1889 (BOE-A-1889-4763).
Posteriormente, el arbitraje queda regulado tácitamente, pero no en todo su contexto,
por la ley de 22 de diciembre de 1953, por la que se regulan los arbitrajes de Derecho
Privado (Boletín Oficial del Estado nº358 de 1953). Con esta regulación se pretendía
regular todos los procedimientos que comprendan cualquier tipo de arbitraje común o de
derecho privado, y el fin era conseguir una supresión radical de todas las
complicaciones técnicas, y muchas veces innecesarias, en las que se veían inmersas las
partes. Esta Ley supuso un gran avance sobre la situación existente en la época, pero
estaba pensada para solucionar conflictos de derecho civil, por tanto, dicha Ley no era
eficaz para solucionar las polémicas que aparecen en el intercambio mercantil, y aún
menos para las que se llevan cabo en el tránsito mercantil internacional. La citada ley es
derogada y en su lugar surge la Ley 36/1988, de 5 de diciembre, de Arbitraje, teniendo
validez la misma hasta el 26 de marzo de 2004, ya que fue derogada y sustituida por
Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de arbitraje (BOE-A-2003-23646).

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Finalmente, se proclama la Ley 11/2011, de 20 de mayo, de reforma de la Ley
60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje y de regulación del arbitraje institucional en
la Administración General del Estado. Esta reforma de la Ley de Arbitraje y de
regulación del arbitraje institucional en la Administración General del Estado tiene dos
objetivos fundamentales: “por un lado, mejorar algunos aspectos de la Ley de 60/2003,
de 23 de diciembre, de Arbitraje, requeridos por su aplicación práctica y, por otro,
impulsar los medios alternativos de solución de conflictos, en especial, el arbitraje, al
que las sentencias del Tribunal Constitucional 43/1988 y 62/1991 ya reconocieron la
consideración de «equivalente jurisdiccional».”

Además de la regulación especifica nombrada, también podemos encontrarnos


con otras normas donde se recoge la figura del arbitraje, como puede ser el capitulo III
de la Constitución Española de 1978 (BOE Nº311, de 1978), donde se habla de los prin-
cipios rectores de la política social y económica y más concretamente en el art. 51, dice
que “los poderes públicos garantizarán la defensa de los consumidores y usuarios, pro-
tegiendo, mediante procedimientos eficaces, la seguridad, la salud y los legítimos inte-
reses económicos de los mismos”. Igualmente, esta figura está recogida en el art. 31.
Ley 26/1984, General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (BOE nº176, de
1984), donde dice: “1.- Previa audiencia de los sectores interesados y de las Asociacio-
nes de consumidores y usuarios, el Gobierno establecerá un sistema arbitral que, sin
formalidades especiales atienda y resuelva con carácter vinculante y ejecutivo para
ambas partes las quejas o reclamaciones de los consumidores o usuarios, siempre que
no concurra intoxicación, lesión o muerte, ni existan indicios racionales de delito, todo
ello sin perjuicio de la protección administrativa y de la judicial de acuerdo con lo es-
tablecido en el artículo 24 de la Constitución. 2.- El sometimiento de las partes al siste-
ma arbitral será voluntario y deberá constar expresamente por escrito. 3.- Los órganos
de arbitraje estarán integrados por representantes de los sectores integrados, de las or-
ganizaciones de consumidores y usuarios y de las Administraciones públicas dentro del
ámbito de sus competencias”. Ante esta nueva figura, en el año 1993 entra en vigor el
Real Decreto 636/1993, de 3 de mayo, por el que se regula el Sistema Arbitral de Con-
sumo, para posteriormente ser derogado con efectos de 25 de agosto de 2008, por Real
Decreto 231/2008. Con este Real decreto, se resuelven los problemas que, ante la falta
de regulación expresa, habían sido objeto de controversias en las Juntas Arbitrales de

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Consumo, llevando a pronunciamientos desiguales y a la división del sistema, aclarán-
dose que materias podían ser objeto de arbitraje de consumo, así como la regulación de
las Juntas Arbitrales de Consumo y de los órganos encargados de la resolución del con-
flicto.

La regulación básica del Sistema Arbitral de Consumo también se recoge en los


artículos 57 y 58 del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se
aprueba el texto refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y
Usuarios y otras leyes complementarias, así como para el arbitraje electrónico y los ac-
tos realizados por vía electrónica, la Ley 11/2007 de 22 de junio, de acceso electrónico
de los ciudadanos a los servicios públicos.

1.3.1. EL DENOMINADO SISTEMA ARBITRAL DE CONSUMO EN ESPAÑA.

Tal y como hemos visto en el epígrafe anterior, el arbitraje en nuestro país está
bien regulado normativamente. El sistema arbitral en España presenta dos
particularidades importantes, como son la voluntariedad y la accesibilidad. Por ello, ante
un conflicto entre partes, es fundamental que a la hora de iniciar el procedimiento del
arbitraje, exista el sometimiento voluntario de las partes al sistema arbitral, y además
deberá hacerse constar expresamente por escrito. Es decir, que es esencial que para que
exista un convenio arbitral entre partes, haya una reclamación por escrito de una de las
partes y la aceptación de la otra, para que posteriormente, ambas se adhieran al
procedimiento de mutuo acuerdo. En cuanto a la accesibilidad, no requiere
formalidades especiales, y por ello, no precisa de abogado ni procurador para formalizar
el procedimiento, de hecho, existen formularios disponibles y la posibilidad de una
audiencia oral. Para facilitar la accesibilidad, el procedimiento es gratuito, salvo que
alguna de las partes quiera aportar pruebas en su favor. Con este sistema arbitral, se
consigue una mayor rapidez en la solución de un conflicto, siendo un punto a favor en
cuanto a economía procesal se refiere.

Una vez que las partes se adhieren a este sistema, aparece la figura de la
mediación en el conflicto, función propia de las Juntas Arbitrales, las cuales están
constituidas en administraciones públicas, es decir, que es un Servicio Público, que llega

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a asumir casi la totalidad de los costes. En estas juntas, estan muy pendientes de la
legalidad y los defectos en el procedimiento, así como las causas de anulación judicial.
En las juntas arbitrales prima la objetividad, la profesionalidad y las garantías de
legalidad, así como de la impulsión del procedimiento y de los derechos de las partes.
Realmente, estas juntas son un sistema de arbitraje privado que se lleva a cabo en sede
de las Administraciones Públicas, y sus funciones son las actuaciones de mediación,
tales como el traslado al consumidor (normalmente reclamante) de la propuesta de
solución aportada por la empresa. Del mismo modo que estas juntas son un sistema
público, también podemos decir que son un sistema participativo, ya que en los órganos
de arbitraje tiene que haber representación de las asociaciones de consumidores y
organizaciones empresariales, para con ello ofrecer el compromiso de fomentar el
Sistema Arbitral de Consumo, además de ofrecer asesoramiento, asistiendo a las partes
intervinientes, normalmente un consumidor y una empresa.

Para iniciar el procedimiento, debe existir una solicitud de Arbitraje, es decir,


una reclamación, la cual será presentada directamente por el consumidor o a través de
organización de consumidores, aportando el documento que acredite relación
contractual y documentos de prueba. Una vez vista dicha solicitud, y vista la legalidad y
coherencia de la misma, se admite a trámite, y se le da traslado a la empresa, y con ello
se formaliza el llamado convenio arbitral. Posteriormente, se debe de producir una
aceptación expresa por parte de la empresa, siempre y cuando la empresa no está
adherida con anterioridad a este sistema. Una vez las partes aceptan el arbitraje, se inicia
la fase de mediación, donde se puede llegar a una acuerdo y resolver directamente el
conflicto, archivando el procedimiento. En caso que no se llegue al acuerdo “express”,
la Junta Arbitral designará al Colegio Arbitral, que es el órgano que se encargará de
dictaminar una solución al conflicto. Este colegio o tribunal, estará formado por un
presidente, que será personal de la Administración, obligatoriamente licenciado en
Derecho, dos vocales, perteneciendo uno de ellos a la Asociación de Consumidores y
Usuarios, pudiendo proponerlo el reclamante, y el otro perteneciente a una organización
empresarial, pudiendo proponerlo el reclamado. También debe estar presente en el
procedimiento un Secretario, que será obligatoriamente personal de la Administración,
el cual tendrá voz pero no voto. Este tribunal es imparcial.

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Una vez compuesto el tribunal, se inicia el acto de Audiencia, existiendo un
plazo máximo de 3 meses desde designación del Colegio Arbitral. Esta audiencia para
ser más consistente debe ser oral y presencial, aunque también puede ser por escrito, o
por medio de representante o vídeo conferencia. En esta fase, se presentan las
alegaciones, pudiendo o debiendo contestar la parte reclamante, y teniendo derecho a
réplica. En esta fase también tiene lugar la proposición de prueba, donde se aportan
documentos y pruebas necesarias. El Colegio Arbitral puede acordar práctica de más
pruebas en caso que lo estime necesario y oportuno. Una vez vista la reclamación y las
pruebas, el Colegio Arbitral intentará la conciliación entre las partes, llegando a
dictaminar lo que se conoce como Laudo Conciliatorio, levantando acta al respecto.
Este Laudo es un escrito donde se recogen el lugar, fecha, árbitros intervinientes, partes
implicadas, puntos controvertidos, alegaciones, pruebas, plazo para cumplimiento de la
resolución dictada, el voto, y las firmas de todos los que operan en el procedimiento.
Para llegar a dictaminar este laudo, es necesario el voto por mayoría, y con unanimidad
de los miembros. Una vez todo este proceso, se llega a la resolución del conflicto, el
cual puede ser estimado total o parcialmente, o desestimado con respecto a las
pretensiones del consumidor-reclamante. Este laudo es vinculante, y tiene efecto de cosa
juzgada, es decir, que tiene título ejecutivo y en caso de incumplimiento, la parte
afectada puede acudir al Juez (1ª Instancia del lugar donde se dictó), no para que cambie
la resolución, sino para que obligue la ejecución del mismo. Indicar también que las
partes pueden pedir a los árbitros la corrección de algún punto, complementar la misma
o aclaración en alguno de sus extremos. Si las partes llegaran a un acuerdo por sí
mismas a lo largo del procedimiento, éste será recogido en un laudo llamado
conciliatorio, con el fin de que tenga también la misma eficacia que si de una sentencia
judicial se tratase.

Se puede decir, que la admisión a trámite es una condición subjetiva de


consumidor final y materia disponible. Hay ocasiones, en las que una de las partes
plantea una reclamación a la Junta Arbitral, y automáticamente se desestima por
diferentes motivos, como pueden ser que sobre la reclamación ya ha dictado resolución
firme, o que es una materia sobre la que las partes no tienen libre disposición, o
cuestiones en las que tiene que intervenir Fiscalía, tales como que existen indicios
racionales de delito en la reclamación o por muerte de una de las partes. Lo que si se

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debe destacar, es que en España, cada vez más, se opta por este procedimiento para
llegar a la solución de un conflicto entre partes, de hecho existen Juntas arbitrales a
nivel nacional, autonómico, provincial, de mancomunidades y provinciales.

1.3.2.EL SISTEMA ARBITRAL EN OTROS PAÍSES.

En EEUU, el sistema arbitral es conocido como ADR (Alternative Dispute


Resolution en su denominación en inglés). Es a finales de los años 30 del siglo pasado
cuando aparece en Estados Unidos este movimiento, que germina las ADR. Se trataba
de una corriente básicamente anglosajona y muy arraigada, denominada movimiento de
libre acceso a la justicia, que buscaba garantizar para todos un acceso efectivo a la
justicia, buscando para ello una alternativa distinta a los tribunales. Con el paso del
tiempo, este movimiento potenció su protagonismo, llegando en la actualidad a
suplementar y convivir, cada vez más, con el recurso a los tribunales del Estado. Esta
corriente surge, por un lado, como la alternativa de solucionar los conflictos acudiendo
a la mediación y al arbitraje, como alternativa para evitar acudir a los tribunales de
justicia para resolver un litigio. Por otro lado, en Estados Unidos supone un coste
cuantioso a la hora de iniciar un pleito, todo ello unido a la demora en el tiempo de los
procesos judiciales. Todo ello, ha supuesto un aumento de este tipo de recursos en los
últimos tiempos. Una particularidad de las ADR a la hora de solucionar un conflicto en
Estados Unidos, es la división del sistema, coexistiendo conjuntamente los servicios
públicos y privados, aumentando las empresas y entidades, así como organizaciones y
asociaciones sin ánimo de lucro que se ocupan de esta materia, y no sólo en el ámbito
laboral, sino también en otros sectores de la práctica jurídica. Fuera de las fronteras de
los estados Unidos, este movimiento de las ADR está obteniendo un considerable
protagonismo que va en aumento, siendo un paradigma de ello la “Directiva
2008/53/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 21 de mayo de 2008”.

El país vecino de Francia, es considerado el lar de la Corte de Arbitraje de la


Cámara de Comercio Internacional (ICC), siendo uno de las mayores centros
establecidos a nivel mundial, en cuanto a arbitraje internacional se refiere. La situación
de la ICC a nivel mundial incide en que los cambios que se suceden en la ley de
arbitraje francés, tengan un elevado interés directo para las partes involucradas en el

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comercio internacional, sean del país que sean, repercutiendo en nuestro entorno directo
como corte de arbitraje. En Francia también existe la denominada Asociación Francesa
de Arbitraje (AFA), que es un centro de arbitraje y mediación independiente y privado,
que ofrece sus servicios en colaboración directa con la Administración francesa. Francia
en relación con el arbitraje internacional, es uno de rivales más directos con respecto a
nuestro país.

Los elementos susceptibles de arbitraje en nuestro país, son muy diferentes de los
regulados en la legislación alemana. El Derecho alemán, adopta el mismo modelo del
Derecho arbitral establecido en Suiza. De esta manera, en ambos países son susceptibles
de arbitraje las disputas relativas a los derechos patrimoniales, de modo que no podrán
ser objeto de arbitraje los conflictos relativos a derechos sobre los que las partes no
puedan resolver sin la intervención de las autoridades. Según la jurisprudencia alemana,
como es el caso de determinados bienes jurídicos realmente estimables que el Estado ha
excluido del poder de disposición de las partes implicadas, reservando la competencia
exclusiva para resolver sobre los citados conflictos, a la jurisdicción ordinaria, con la
finalidad de proteger el interés de los particulares, como por ejemplo, que no podrán ser
objeto de arbitraje las cuestiones que traten sobre los derechos de familia.

En los últimos años, el arbitraje comercial internacional en Iberoamérica ha


sufrido aumento considerable y tiene mayor relevancia. Tal es así, que la gran mayoría
de los países iberoamericanos se han visto obligados a crear nuevos y más modernos
marcos legales que favorezcan al arbitraje, teniendo un amplio reconocimiento y
aceptación la figura del arbitraje, tanto en contratos suscritos por partes privadas como
públicas, así como en tratados y convenios internacionales. Ello conlleva, que en la
última década, que los casos que se resuelven por la vía del arbitraje en las que
participan países iberoamericanos, ha sufrido un crecimiento imparable.

Ante el aumento y la creciente importancia del arbitraje internacional como


forma de resolver los conflictos comerciales internacionales, se crea la Comisión de la
Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI). Esta comisión es
reconocida como el órgano jurídico central del sistema de las Naciones Unidas, en lo
relativo al ámbito del derecho mercantil internacional. Es un órgano jurídico de
composición universal, dedicado a la reforma de la legislación mercantil a nivel
mundial durante más de 40 años. La función de la CNUDMI consiste en modernizar y

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armonizar las reglas del comercio internacional. Esta comisión surge en la Convención
sobre el Reconocimiento y la Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras, llevada
a cabo en Nueva York en el año 1958, siendo conocida como la "Convención de Nueva
York". La citada Convención entró en vigor el 7 de junio de 1959, y entre sus objetivos
principales se encuentra tratar de instaurar normas legislativas comunes para el
reconocimiento de los convenios de arbitraje, y el reconocimiento y la ejecución de los
laudos arbitrales dictaminados. El fin primordial de esta Convención es impedir o
prevenir que las sentencias o laudos arbitrales, sean objeto de exclusión, por lo que
obliga a los Estados que componen la comisión, a vigilar para que dichos laudos
internacionales sean reconocidos en su jurisdicción, y puedan ejecutarse en ella, del
mismo modo que las sentencias o laudos arbitrales nacionales.

2.TIPOS DE ARBITRAJE.

Según los principios, los procedimientos y el ámbito de la institución arbitral,


normalmente suelen distinguirse estas clases de arbitraje:

1) De derecho y de equidad: En el primer caso, el árbitro elegido, debe de


velar para que se cumpla la legislación vigente para resolver sobre la solución
del conflicto. Para el segundo caso, debe actuar y solventar el conflicto en
función de su profundo conocimiento sobre la cuestión tratada. A la hora de
elegir sobre la forma del arbitraje a utilizar, son las partes las que eligen el
procedimiento, y habitualmente se interpretó que en el caso de que las partes no
se decidiesen tácitamente por el arbitraje de derecho, los árbitros resolverían por
el de equidad (con la excepción de que se hubiere pactado el arbitraje a una
corporación o asociación, actuando en este caso en función de lo que se recoja en
su reglamento). La Ley de Arbitraje actual, establece en su art. 34.1 que “los
árbitros sólo decidirán en equidad si las partes les han autorizado expresamente
para ello”.

2) Formal y no formal: podemos hablar de arbitraje formal (o ritual) y no


formal (o irritual), según que se adecue o no a las disposiciones de la Ley
Arbitral. En el caso del arbitraje formal, podemos decir que se trata del
verdadero arbitraje, es decir, el que está sometido a la ley. Para considerar que un

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arbitraje es válido y eficaz, el miso debe ajustarse a los preceptos legalmente
establecidos. Por ejemplo, en el caso que se actúe de forma distinta a la
establecida, cuando dos o más personas acuerden la intervención de un arbitro,
podremos decir que estamos ante un convenio cuya acción vinculante será la de
un contrato, pero lo decidido por el árbitro no producirá el efecto de cosa
juzgada, y tampoco tendrá el valor necesario como para ser ejecutado.

3) Individual e institucional: En el primer caso, las partes implicadas en el


arbitraje, designaran un árbitro en función a las específicas particularidades del
conflicto. Sin embargo, en el segundo caso, será una institución especializada y
permanente, la que se ocupará tanto de la organización del arbitraje como de la
designación de los árbitros, siempre en función de su reglamento, tal y como se
recoge en el art. 14 de la Ley de Arbitraje dispone “que las partes pueden
encomendar la administración del arbitraje y la designación de los árbitros, de
acuerdo con su reglamento, a: 1) Corporaciones de Derecho Público que
puedan desempeñar funciones arbitrales según sus normas reguladoras, y en
particular el Tribunal de Defensa de la Competencia, y 2) Asociaciones y
entidades sin ánimo de lucro en cuyos estatutos se prevean funciones
arbitrales”.

4) General y especial: El arbitraje general es el que esta supeditado a la Ley


11/2011, y el arbitraje especial es aquel que esta supeditado a una regulación
singular en otras leyes, siendo en todo caso la Ley del Arbitraje de aplicación
supletoria.

5) Nacional e internacional: Tal y como se recoge en el articulo 3 de la Ley


del arbitraje, el arbitraje tendrá carácter internacional cuando: “1) En el
momento de celebración del convenio las partes tengan sus domicilios en
Estados diferentes; 2) El lugar de cumplimiento de una parte sustancial de las
obligaciones de la relación jurídica de la que dimane la controversia o el
lugar con el que ésta tenga una relación más estrecha, esté situado fuera del
Estado en que las partes tengan sus domicilios; o 3) La relación jurídica de la
que dimane la controversia afecte a intereses del comercio internacional. En
caso contrario, el arbitraje será interno”. El arbitraje Nacional, es aquel en el

14
que las partes implicadas residen o tienen sede en territorio nacional, y el
conflicto entre las mismas no sale de las fronteras del territorio donde se produce
lel conflicto. Y el arbitraje Extranjero, es aquel en el bien una de las partes o bien
el conflicto, tiene la necesidad de reconocimiento para su ejecución en España,
ya que según el artículo 46 de la Ley de arbitraje “Se entiende por laudo
extranjero el pronunciado fuera del territorio español. El exequátur de laudos
extranjeros se regirá por el Convenio sobre reconocimiento y ejecución de las
sentencias arbitrales extranjeras, hecho en Nueva York, el 10 de junio de 1958,
sin perjuicio de lo dispuesto en otros convenios internacionales más favorables
a su concesión, y se sustanciará según el procedimiento establecido en el
ordenamiento procesal civil para el de sentencias dictadas por tribunales
extranjeros”.

6) Convencional y testamentario: En función del origen del arbitraje, éste


puede ser convencional o testamentario, siendo el convencional el que ese utilza
normalmente, y el convencional el que se impone por disposición testamentaria
para solucionar diferencias entre herederos no forzosos o legatarios por
cuestiones relativas a la distribución o administración de la herencia (art. 10).

En nuestro país, también podemos encontrar otros tipos de arbitraje, los cuales
implementan los expuestos anteriormente, ampliando las posibilidades de las partes
implicadas, encontrándonos con los siguientes y mas significativos:

2.1. ARBITRAJES VOLUNTARIOS Y OBLIGATORIOS.

El arbitraje voluntario surge, cuando por parte de un colectivo del trabajo se


busca una solución arbitral en un conflicto, siendo la opción más idónea, ya que los
propios sindicatos, trabajadores y la propia empresa acuerdan por consenso la solución
del conflicto, ya que posiblemente, la inflexibilidad de una las partes ha hecho
imposible la solución del conflicto colectivo, y con certeza, han fallado la conciliación y
mediación en el mismo. Con la figura del arbitraje voluntario, se da por concluido el
procedimiento del conflicto, y las partes delegan y aceptan el laudo arbitral como la
solución del conflicto colectivo que puede perjudicar la paz laboral y social.

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En cambio, con el arbitraje obligatorio, a diferencia del voluntario, surge cuando
las partes afectadas por un conflicto colectivo laboral, cuando no han logrado la
solución del mismo y han descartado el arbitraje voluntario. El arbitraje obligatorio es
facultad del Ministro del Trabajo, Si los trabajadores consideran que el arbitraje afecta
sus derechos podrán utilizar la acción de amparo laboral para restituir la situación
jurídica infringida. En la mayoría de los casos, los trabajadores han hecho uso del
ejercicio del derecho de huelga reconocido legalmente. Pero cuando la huelga por su
extensión, duración u otras circunstancias graves, afecten servicios públicos esenciales
que pongan en peligro inminente la vida, salud de la población, su seguridad o una parte
de ella, el Ministro de Trabajo podrá dictar mediante resolución motivada, el arbitraje
obligatorio, poniendo fin al conflicto, suspendiendo la huelga, reanudando las
actividades y sometiendo la solución del conflicto a un laudo arbitral, el cual deberá ser
dictado en treinta días después de ser constituida la junta arbitral.

2.2. EL ARBITRAJE DE DERECHO ADMINISTRATIVO.

En relación con el arbitraje de derecho administrativo, surge debido al colapso


que existe actualmente en los procedimientos que se cursan por la vía contencioso-
administrativa, procedimientos que transcurren de forma lenta, motivo por el que se
incrementan progresivamente la importancia de las medidas cautelares, motivo por el
que sufre un auge este tipo de arbitraje, alcanzando una especial trascendencia a la hora
de resolver un conflicto. En este tipo de arbitraje, al menos una de las partes es
implicadas es una Administración Pública, y pactan formular las cuestiones que han
surgido o que puedan surgir durante el conflicto a varios árbitros. El número de
materias y el tipo actuaciones administrativas en las que se puede emplear este tipo de
arbitraje es muy amplio, ya que la Ley especifica solamente cuales deben ser tratadas
en determinados marcos sectoriales, y cuando la peculiaridad de la materia así lo
justifique. De este modo, este tipo de arbitraje se llevará a cabo con mayor agilidad en
los conflictos que aparezcan, tanto en su aplicación como en su interpretación, de
convenios acordados por la Administración. Algunas materias aptas para este tipo de
arbitraje pueden ser los contratos privados de la Administración, los convenios entre
Administraciones Públicas entre otros. Por lo tanto, este arbitraje nunca podrá tratar

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sobre actos administrativos reglados o sobre el la actuación de actos discrecionales en
sus aspectos normalizados, ya que éstas no son materias de libre disposición. Con este
tipo de arbitraje, las personas naturales o jurídicas puedan proponer, previo convenio,
sobre la decisión de uno o varios árbitros, así como las cuestiones dudosas surgidas o
que puedan aparecer, en materias de su libre disposición conforme esta regulado en
Derecho.

Este arbitraje presenta como ventajas, el factor temporal, es decir, que el


procedimiento se agiliza en contraste con los procesos contencioso-administrativos, los
cuales se eternizan. Con este procedimiento arbitral, los árbitros deberán pronunciar su
laudo en un plazo mucho más reducido, y en caso de no respetar dicho plazo, se
considera como una de las causas de nulidad del laudo arbitral. Otra ventaja relevante,
es la flexibilidad, ya que el procedimiento arbitral puede adaptarse a las circunstancias
de cada caso concreto. También es un ventaja el componente de especialización y el
ámbito competencial, pues según el tipo de materia objeto de conflicto, corresponderá
el enjuiciamiento a un grupo de expertos conocedores de las materias del conflicto.
Este arbitraje, también se caracteriza por su potestad para someterse al procedimiento,
ya que en caso contrario se verían vulneradas las reglas tutela judicial efectiva. Otra
característica reseñable es la libre elección de los árbitros, siendo obligatorio que sean
órganos colegiados o comisiones específicas, que no se encuentren sujetas a normas
jerárquicas superiores. Para llegar a la resolución del conflicto, es un tercero el que
decide una resolución obligatoria. El laudo o decisión judicial es de obligado
cumplimiento para las partes y tiene efectos análogos a una cosa juzgada. Por ello, no
puede ser fiscalizado en vía jurisdiccional salvo motivos específicos y tasados.

En relación con la forma de aplicar el arbitraje, éste tiene que tener carácter
voluntario, y no puede suponer el descarte del recurso administrativo ordinario. Por
todo ello, la Ley intenta fomentar que los ciudadanos se acepten voluntariamentea este
sistema del arbitraje, o bien al sistema tradicional de recursos existente, siempre y
cuando el arbitraje sustituye también de forma parcial al contencioso-administrativo.
Lo que se intenta es conseguir es que la solución de los litigios sean más rápidos, y que
el sistema funcione mejor para los intervinientes. Para ello, este tipo de procedimiento
arbitral debe atenerse a una serie de principios que son los de oficialidad, celeridad,
contradicción, prueba y defensa, los cuales inculcaran el conjunto de actuaciones y

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trámites previos al laudo arbitral, y en ningún caso podrá suponer una limitación ni de
los derechos de los ciudadanos reconocidos en la Ley de régimen jurídico y
procedimiento de las Administraciones Públicas.

2.3. EL ARBITRAJE INSTITUCIONAL.

A este tipo de arbitraje también se le conoce como arbitraje administrado, ya que


las partes deja que sea una corporación de derecho público, o a una asociación o
entidad sin ánimo de lucro en cuyos estatutos se prevean funciones arbitrales, la
encargada de administrar y designar de los árbitros del procedimiento. Es decir, que las
parte no participan en desarrollar el procedimiento arbitral, sino que corresponde a la
institución elegida para tal fin. Dicha institución ejerce sus funciones en virtud de su
propio reglamento de funcionamiento. Con la regulación actual, las Corporaciones de
Derecho Público que puedan desempeñar funciones arbitrales, así como las distintas
Asociaciones y entidades sin ánimo de lucro en cuyos estatutos se prevean funciones
arbitrales, nombran a los árbitros y se encomienda la regulación del arbitraje. Estas
instituciones arbitrales deben aprobar notarialmente unos reglamentos en relación con
el procedimiento. En la actual regulación de nuestro país, la nota más importante es la
administración del arbitraje y la designación de los árbitros a cargo de una institución,
es que siempre se ejecuta el reglamento existente en la institución, sin que ello altere o
deforme la condición en si del arbitraje institucional. En idea de administración del
arbitraje se incluye el apoyo organizativo, de infraestructuras en lo relativo a medios
materiales y técnicos, así como medios humanos, y todo ello, para el eficiente
desarrollo de las funciones arbitrales, entre las cuales se incluye el control de la
actuación arbitral y el cumplimiento del convenio arbitral. En los reglamentos de las
instituciones arbitrales se suelen la regulación de algunos aspectos que se incorporan en
la constitución del Tribunal de Arbitraje, todo ello siempre que exista ausencia de
acuerdo entre las partes. Entre los aspectos más destacables encontramos el
procedimiento de elección, sustitución y recusación de árbitros, y el lugar donde se
lleve a cabo, así como las costas del procedimiento o las reglas del mismo, pudiendo
llegar a recogerse incluso los honorarios de los árbitros.

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2.4. EL ARBITRAJE INTERNACIONAL DE INVERSIÓN.

Actualmente, ha aumentado considerablemente las relaciones entre paises de


diversos continentes, y con ello, surgen problemas entre los mismos a la hora de
resolver algún conflicto. Antes las posibles desavenencias que surjan, para garantizar
en cierta medidas que la resolución de un conflicto llegue a buen puerto, se intenta
garantizar la protección de la inversión extranjera en países en vía de desarrollo, y para
ello se crean los Acuerdos de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones
(APPRI), de los cuales España ha firmado más de medio centenar, entre otros con
varios países latinoamericanos. El contenido de dichos APPRI de España con esos
países, recoge que “cada Estado garantizará a los ciudadanos y empresas del otro, que
las inversiones tendrán tratamiento justo, equitativo y no discriminatorio, con
imposibilidad de nacionalización o expropiación, o medida similar, sin indemnización,
equivalente al valor de mercado de la inversión expropiada antes de la medida”.Para
estos casos, existe una garantía de su cumplimiento, con una cláusula que posibilita la
reclamación directa del grupo inversor contra el Estado que infringe el acuerdo, y para
ello, en 1965 se crea el Tribunal Internacional de Arbitraje creado por el Banco
Mundial, cuya sede se encuentra en las oficinas centrales del Banco en Washington,
siendo este lugar donde tendrán que asistir las empresas, en caso de no llegar antes a un
acuerdo efectivo para las partes. Este Centro Internacional de Arreglo de Diferencias
Relativas a Inversiones (CIADI) es una institución especialmente creada para mediar o
arbitrar una posible solución a los conflictos que surgen entre gobiernos y grupos
inversores, empresas, incluyendo empresas multinacionales, de otros Estados que
hayan invertido en los Estados anteriores. Normalmente en estos casos, una empresa
multinacional suele ser la que presenta la demanda, y el demandado es un país en vías
de desarrollo, y los árbitros seleccionados por los Estados, que no tienen por qué ser
obligatoriamente los que constan en las Listas del Banco Mundial, deben gozar de una
amplia estima moral, así como tener reconocida una amplia competencia en el ámbito
del Derecho, del Comercio, de la Industria o de las Finanzas, y por último, transmitir
una plena confianza en su imparcialidad de juicio. Los laudos acordados en el CIADI
equivalen a sentencias firmes dictadas por el más alto Tribunal de Justicia de los
Estados, siendo de cumplimiento obligado y sin derecho apelación, teniendo que ser

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ejecutados inmediatamente según consta en el Convenio de su constitución, ahora ya
firmado por más de 150 Estados, entre ellos España.

A titulo anecdótico, España fue el primer país condenado de la UE por la


reclamación de un ciudadano argentino, y es ahora dicho país, el que ostenta el mayor
número de reclamaciones pendientes ante el CIADI. Con estos países aparece un serio
problema, y es que cuando se desvinculan del FMI y del Banco Mundial, no hay
ningún otro tribunal internacional ante el cual pueda ejercitar sus derechos el inversor
expoliado. Como es conocido, ante el Tribunal Internacional de Justicia, sólo pueden
presentar demanda los Estados, nunca los particulares y/o las empresas, considerándose
una conclusión muy restrictiva del mismo en cuanto a la legitimación y competencia se
refiere. En estos supuestos, al acordar los APPRI de esos Estados que existe una
cláusula que permite acudir al arbitraje internacional del CIADI, los inversores
extranjeros, al verse mermada la eficacia del Tribunal Internacional de Justicia de La
Haya, por sus cuestiones estructurales y que únicamente pueden demandar a los
Estados, la única vía que queda frente a estos países que incumplen, es presentar una
reclamación ante los tribunales internos de justicia del país, con todo los perjuicios que
ello conlleva.

3. CARACTERÍSTICAS DEL ARBITRAJE.

Tal y como hemos podido ver en los puntos anteriores, queda claro que el
arbitraje está regulado por una ley especial, la ley 60/2003 de arbitraje, siendo éste un
procedimiento que se aplica en el ámbito de las relaciones jurídicas contractuales,
siendo aplicable tanto en el ámbito de nuestro país como en otros países, sin perjuicio de
los tratados o convenios internacionales en los que España este incluida.

Por todo lo anterior, podemos decir que el arbitraje es un procedimiento


alternativo y excepcional al judicial, alternativo porque es un procedimiento que relega
la aplicación del procedimiento judicial, siendo un tercero diferente a las partes quien se
encarga de resolver el conflicto, y excepcional porque se releva a la justicia ordinaria
para que un conflicto sea resuelto por particulares investidos de capacidad legal para
administrar justicia. Esto no significa que el arbitraje pueda llevarse a cabo como le

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interese a las partes o al árbitro, sino que debe de seguir una serie de pautas y normas.
Es por ello, que la ley de arbitraje concede la posibilidad de que las partes y el árbitro
establezcan un procedimiento, el cual se sustente en unas garantías mínimas y
necesarias, para que de este modo se impida la indefensión de las partes intervinientes
en el procedimiento. Los principios básicos que impiden dicha indefensión, son el
principio de audiencia, la proposición de pruebas en defensa del derecho de cada uno y
el principio de igualdad de cada una de las partes. Una vez se llega la resolución del
conflicto por el arbitro, es decir, al laudo, éste produce los efectos de cosas juzgada, no
puede ser objeto de recurso. El arbitraje también se caracteriza por la celeridad y
flexibilidad con las que el procedimiento se desarrolla, siendo de este modo
beneficiadas las partes. Es costoso, es decir, que se deben abonar los honorarios y
gastos del tribunal para que se pueda agilizar y adelantar el procedimiento. El arbitraje
es temporal, puesto que el tribunal arbitral nombrado, cesa en sus funciones cuando se
resuelve del laudo o se produce el vencimiento del procedimiento entre otros.

3.1. CARACTERES Y PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO ARBITRAL.

Una vez visto en los puntos anteriores que es el procedimiento arbitral, hay que
decir que el mismo debe ajustarse a una serie de principios, los cuales son: oficialidad,
celeridad, contradicción, prueba y defensa, los cuales sugerirán los trámites y
actuaciones necesarias previas a la resolución del laudo arbitral. La Ley de Arbitraje
en nuestro país, ha supuesto en un giro radical en el funcionamiento de este
procedimiento, ya que se dan las condiciones necesarias para convertir España en un
referente mundial en esta materia, posibilitando un aumento de la tendencia
internacional atrayendo a otros países para la realización de arbitrajes internacionales, y
con ello se fomenta el intercambio económico y cultural entre las empresas y/o
ciudadanos de nuestro país con el resto de los países, en especial los de iberoamérica, y
con ello se favorece el intercambio y movimiento de capitales, a la vez que supone un
aumento de la seguridad jurídica de las inversiones en el extranjero

Reseñable también, es que gracias a la actual legislación, así como una


regulación unitaria del arbitraje interno e internacional, se ha detectado un el aumento
importante en la dimensión de las inversiones en el extranjero, la mayoría en sectores
estratégicos, observando un favorable incremento de los flujos comerciales

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internacionales y una mayor interdependencia de la economía global. Y se ha optado,
además. Igualmente, con esta Ley de Arbitraje, aparecen unas condiciones idóneas para
hacer de España un atractivo proveedor de servicios jurídicos de alta cualificación,
facilitando de este modo la internacionalización de nuestra economía y fortaleciendo la
presencia de nuestras empresas en el ámbito internacional. En definitiva, gracias a este
modelo arbitral más seguro y moderno, así como la agilización del procedimiento, la
posición de España es favorecida sustancialmente en cuanto al arbitraje internacional
se refiere, ya que con ello se atrae a los empresarios de otros países a someterse al
arbitraje en España, redundado en múltiples beneficios.

3.2. GARANTÍAS CONSTITUCIONALES DEL PROCEDIMIENTO


ARBITRAL: PRINCIPIOS DE AUDIENCIA, CONTRADICCIÓN E
IGUALDAD

A la hora de llevar a cabo un procedimiento arbitral, es fundamental conocer el


artículo 24 de la Constitución Española, donde se corona el derecho para que cualquier
persona tenga una tutela judicial efectiva en el ejercicio de sus derechos e intereses,
prohibiéndose totalmente la indefensión. En la gran mayoría de los Estados
democráticos se reconoce este derecho. Esta tutela efectiva, de los derechos e intereses,
es aplicable en cualquier ámbito, no siendo menos el arbitraje. En cualquier
procedimiento arbitral, nunca se podrá desestima este derecho a las partes, por ello, son
los árbitros los que deben resolver cualquier asunto que se supedite al mismo,
concediendo a las partes implicadas equidad de oportunidades para hacer valer sus
demandas. De hecho, hablamos de un derecho que se reconoce a todas las personas,
sean físicas o jurídicas, públicas o privadas, nacionales o extranjeras, En los todos los
procedimientos arbitrales, se obliga a los árbitros a garantizar esos derechos
fundamentales, ya que el arbitraje equivale a la función jurisdiccional que llevan a cabo
Jueces y Tribunales, formando igualmente parte del orden público de nuestro país. El
laudo arbitral que se decida, puede ser anulado ante el juez competente, suponiendo un
efectivo control Estatal, igualando el procedimiento arbitral con las mismas garantías
procesales a otros procedimientos, ante los órganos judiciales.

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En la Ley de Arbitraje, concretamente en la exposición de motivos, se
menciona tácitamente el derecho de defensa de las partes y al principio de igualdad, de
modo que en cualquier arbitraje, son aplicables unas serie de normas procesales de
obligado cumplimiento, dirigidas a proteger los principios de audiencia, contradicción
e igualdad, no existiendo la posibilidad de su vulneración por parte de los implicados e
incluso por el árbitro. Igualmente, en la Ley de Arbitraje, donde se recogen principios
de igualdad, audiencia y contradicción, dice que “deberá tratarse a las partes con
igualdad y darse a cada una de ellas suficiente oportunidad de hacer valer sus
derechos».

En relación con principio de contradicción, es necesaria la audiencia de la parte,


ya que nadie puede ser condenado sin ser oído, para que se traslade la demanda
arbitral, otorgándole la oportunidad de utilizar los medios de defensa que crea
adecuados. Gracias a este principio, la parte demandada tiene la posibilidad de
intervenir en el proceso, debiendo formalizarse unas obligaciones determinadas, como
son el derecho a la representación letrada, o al conocimiento previo de la demanda, así
a contestar a la demanda y tener una última palabra en la fase de las alegaciones. Sin
embargo, en relación con el principio de audiencia, se toma como un derecho y no
como una obligación, por lo que si una de las partes no comparece a una junta o cita
correctamente notificada, o no aporta pruebas o alegaciones, los árbitros del
procedimiento pueden proseguir con el mismo y resolver un laudo, siempre y cuando
estimen que tienen pruebas suficientes para adoptar una decisión sobre el conflicto.
Con el principio de igualdad, se rechaza que una de las partes sea considerada de
manera distinta y preferente frente a la otra, por lo que ambas partes deben de contar
con igualdad de oportunidades de alegación, prueba y de la impugnación de las
decisiones que pueda tomar el árbitro.

En conclusión, hay que reseñar que los principios de igualdad, audiencia y


contradicción encuentran su fundamento en el artículo 24 de la Constitución Española,
así como en el también articulo 24 de la Ley de Arbitraje, garantizando con ello que las
partes tienen la misma posibilidad de hacer valer sus propósitos, formulando cuantas
alegaciones estimen oportunas, y presentados todas las pruebas que crean necesarias
para defender su situación en el procedimiento del arbitraje.

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4. VENTAJAS DEL ARBITRAJE.

De entre las muchas ventajas que podemos encontrar con el procedimiento del
arbitraje, voy a destacar las siguientes:

• Celeridad en el procedimiento arbitral es mucho más rápido que el judicial,


donde los jueces, los cuales normalmente están más ocupados y disponen
de menos tiempo para dedicar a cada casos, y los árbitros pueden dedicar
más tiempo a resolver los conflictos. De igual modo, existe la posibilidad
de fijar el plazo máximo para la resolución del conflicto en el convenio
arbitral, por lo que se resuelve un laudo en un mucho tiempo que una
sentencia.

• Flexibilidad, ya que el procedimiento no es tan rigido como el


procedimiento judicial, y las partes tienen la posibilidad de pactar como
dirigirlo.

• La especialización de los árbitros, y con ello se asegura que los mismos


son profesionales expertos en la materia, asegurando una resolución más
técnica y equitativa.

• El precio. En bastantes ocasiones llega a ser más barato acudir al arbitraje


que a la justicia ordinaria.

• Confidencialidad. Los procedimientos arbitrales son confidenciales, sin


embargo los procedimientos judiciales son públicos. En el caso del
arbitraje, nadie tiene por qué conocer de las disputas, lo que ayuda a
mantener una mejor imagen de las partes.

• No se pueden impugnar los laudos por cualquier razón, sino que tiene que
ser por un motivo regulado previamente, lo que evita la interposición de
recursos como medio dilatorio.

• En estos casos, existe un mayor cumplimiento voluntario de las


resoluciones adoptadas.

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• Libertad para elegir el foro. Esto significa que ante una controversia
internacional o con foros comunes y especiales, las partes pueden acordar
someterse a un foro concreto, por lo que ninguna parte debería quedar
perjudicada por el foro de un país o región determinado.

• Sistema más sencillo que el judicial, ya que las partes acuerdan el método
por el que resolver el conflicto, ahorrando tiempo y esfuerzo. Y también se
puede elegir el idioma.

• Se puede decidir por las partes el número de árbitros que deban resolver el
conflicto, lo que ayuda en casos que son de especial dificultad, siempre
con un número impar.

• Cuando se dicta un laudo, este es ejecutable al igual que una sentencia,


pero no existe la impugnación, siendo una de sus principales ventajas. En
los procedimientos judiciales, las partes suelen impugnar hasta las últimas
instancias, sin embargo, con el caso del arbitraje, el laudo no puede ser
impugnado, únicamente se podrá solicitar su anulación ante los tribunales
si se vulneraran los motivos formales y pactados previamente..

5. INCONVENIENTES DEL ARBITRAJE.

De los inconvenientes que nos encontramos el procedimiento del arbitraje, voy a


destacar las siguientes:

• Existe un mayor coste inicial, ya que por lo general hay que proveer el pago a
los árbitros.
• Dificultad de nombrar árbitros, si no se somete a una institución.

• Salvo que se pacte expresamente en el convenio, no se condena en costas y


gastos a la parte contraria.

• Al ser el arbitraje de obligado cumplimiento, no se puede recurrir sobre el


fondo del asunto, el laudo es firme. Aunque si ambas partes así lo acuerdan,
pueden ignorar el convenio arbitral y someterse a los tribunales.

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• Puede haber necesidad de acudir a los tribunales ordinarios para realizar
determinadas actuaciones.

• Pueden surgir otros inconvenientes, para ello hay que prevenirlos desde el
inicio, primero con la redacción de la cláusula arbitral y con la elección de la
institución o corte de arbitraje.Si se ha elegido a una institución para que
resuelva el conflicto, esta será la encargada de seleccionar a los árbitros, por lo
que ya no serán las partes quienes lo hagan, y puede que la calidad técnica de
los árbitros no sea la deseada por las partes.
• Los costes pueden llegar ser más elevados, ya que hay que pagar a los árbitros,
y al carecer generalmente de la cláusula de “condena en costas”, cada parte
deberá afrontar los honorarios de sus letrados, aunque podría el laudo condenar
en costas totales o parciales a una de las partes. También, al no estar regulado
expresamente, los honorarios de los letrados puede ser realmente elevado.
• Y para finalizar, quizás la mayor desventaja en nuestro país, es el
desconocimiento y la desconfianza sobre este procedimiento, que tiene gran
trascendencia y es muy utilizado a nivel internacional.

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CONCLUSIÓN

Una vez visto el funcionamiento del procedimiento del arbitraje con todas sus
particularidades, así como sus ventajas y desventajas, se puede decir que el arbitraje
como método para la resolución de conflictos se considera como un síntoma de
evolución innegable de una sociedad. Afortunadamente, en España se ha avanzado
bastante en los últimos años en cuanto al número de procedimientos sometidos al
arbitraje, ya que desde los distintos estamentos encargados, se ha visto la necesidad de
fomentar la cultura orientada al arbitraje, empezando a ser una realidad y
considerándose la ley del arbitraje como algo positivo y eficiente, ya que ofrece
grandes ventajas como forma de llegar a la resolución de un conflicto, y más aún si se
compara con la justicia ordinaria, donde existen una gran cantidad de organismos,
llegando a ralentizarse los procedimientos, y con ello la solución para las partes. Pero
también es cierto, que muchísimas veces, por desconocimiento, las partes implicadas
no acuden al arbitraje, cuando con este tipo procedimientos, ademas de optimizar y
ganar en tiempo, se garantiza en cierto modo la confidencialidad del procedimiento, ya
que al contrario que ocurre en los procedimientos judiciales, las vistas o citas en el
Arbitraje se llevan a cabo en emplazamientos más reservados, y para más inri, las
resoluciones se notifican sólo a las partes intervinientes, y no tienen que ser publicadas
en boletines oficiales o ser expuestas en tablones de anuncios de organismos públicos.

Gracias al arbitraje, también se reduce en gran medida la carga administrativa a


las partes implicadas en el procedimiento, así como a los árbitros, ya que se regulan
reglamentos específicos de arbitraje, que se adaptan y consideran las necesidades de la
partes que recurren al arbitraje, redundando de forma beneficiosa en cuanto a tiempo,
gastos y seguridad legal, así como también se garantiza la capacitación o
profesionalidad, calidad y eficiencia del procedimiento. Viendo las muchas y
beneficiosas ventajas del arbitraje, es importante también a nivel interno, arriesgar por
el arbitraje como solución extrajudicial de un conflicto, y todo ello, conociendo que el
tejido empresarial de nuestro país, el cual está formado en su mayor parte por pequeñas
y medianas empresas, no está preparado para perder tiempo ni dinero presentando
demandas ante los tribunales de justicia ordinaria, los cuales son muy lentos por el

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número tan grande de causas que tienen por resolver y la actual burocracia. Es
importante deja claro, que el arbitraje no es órgano auxiliar de los tribunales ordinarios,
sino un colaborador de los mismos, por lo que es casi inevitable una colaboración o
asistencia entre este tipo de procedimientos y la autoridad judicial, siempre y cuando,
lo que se pretenda es que la institución arbitral desempeñe su cometido eficientemente
y de manera positiva para las partes implicadas.
En nuestro país existen una gran cantidad de organismos arbitrales, que van
desde los de menor repercusión (de carácter regional o provincial), hasta los que se
especializan en procesos o demandas internacionales, e incluso los organismos que se
especializan en alguna materia concreta. Por ello, entendiendo que el procedimiento del
arbitraje es positivo para las partes, repercute en que su evolución, crecimiento y
desarrollo en los últimos años han sido muy favorables, llegando a situarse nuestro país
en un lugar inconcebible hasta hace no muchos años, y todo ello gracias a la regulación
existente en cuanto a materia de arbitraje se refiere, en cuanto al número instituciones y
asociaciones creadas, y por la calidad de árbitros, abogados y demás intervinientes en
el procedimiento.

Ante la existencia y creación de tantas instituciones arbitrales en nuestro país, y


la competencia entre las mismas, aparece la rivalidad, y con ello la incertidumbre de
que ante la variada oferta de instituciones arbitrales, el número de procedimientos que
tiene que solucionar cada una es menor, lo que puede implicar que ninguna de estas
instituciones consiga el grado de experiencia y profesionalización que realmente se
desee para ser efectiva. Lo que llega a ocurrir, es que sólo algunas de estas
instituciones centralizan la mayor parte de los procedimientos arbitrales, y sobre todo
los que implican más beneficios. Ésto implica que la mayor parte de las instituciones
arbitrales en España carecen por sí solas de los medios y la experiencia adecuada para
actuar en este tipo de procedimientos. Pero también es cierto, que las que llevan el peso
de estos procedimientos, tiene la suficiente capacidad para llevarlos a cabo, y no solo
dentro de nuestras fronteras, sino también a nivel internacional, de hecho, pienso que la
Ley del Arbitraje contribuye de manera positiva para que se impulse el arbitraje en
España, debiendo fomentarse una cultura que sea favorable hacia esta institución,
debiendo aprovecharse esta nueva Ley, para potenciar a nuestro país como un lugar
atractivo y moderno para llevar a cabo los futuros procedimientos arbitrales

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internacionales, y con ello que las empresas extranjeras vean a nuestro país como un
lugar protegido, por existir una ley avanzada y segura, y con prestigio reconocido
internacionalmente. Decir también, que la globalización hace que el arbitraje se perciba
como una institución jurídica autónoma que facilita la resolución de conflictos a nivel
internacional, y con ello la relación entre países.

A modo de conclusión final, pienso que el arbitraje surge como un recurso ante
la ineficiencia y lentitud de la justicia ordinaria, para poder actuar en unos tiempos
razonables con la mecánica empresarial actual. Creo realmente que el arbitraje es un
sustitutivo de un sistema judicial deficiente y costoso, y para solucionar este dilema, se
debería promover y fomentar el Arbitraje como método alternativo a la justicia
ordinaria, ya que con la figura del arbitraje los resultados en muchos tipos de conflictos
son mejores que los resultados obtenidos mediante el sistema judicial tradicional.

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BIBLIOGRAFIA

-Artículos Jurídicos: HINOJOSA SEGOVIA, RAFAEL. El proyecto de la ley de


reforma de la ley de arbitraje. Economist & JuristNº 145 (noviembre 2010).

-Battista Guzzetti, G., L’uomo e gli altri uomini, Marietti, Roma, 1965.

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1978.

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Boletín Oficial del Estado núm. 176, de 24 de julio de 1984.

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26 de Diciembre de 2003.

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Arbitraje y de regulación del arbitraje institucional en la Administración General del
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