Ensayo (Semana 2)

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“La importancia del estudio en el desarrollo infantil en la

actualidad.”
La primera infancia está marcada por un notable crecimiento físico y desarrollo sensorial y
perceptivo, varias investigaciones han señalado que las experiencias físicas, sociales,
emocionales, cognitivas y sensoriales, a las cuales están expuestos para la organización
de su sistema nervioso y para el desarrollo del cerebro, pueden dejar huellas para toda una
vida. Teniendo en cuenta que las experiencias van a “influenciar” en el “cableado” cerebral,
propiciando oportunidades, recursos y ambientes adecuados, ya que en pocos años los
niños tendrán que aprender muchas cosas: escuchar, hablar, caminar, escribir, leer,
interpretar el mundo que los rodea, seleccionar, clasificar, inferir, entre tantas otras
capacidades, base para todos los aprendizajes posteriores.

El desarrollo infantil y la educación inicial no deben ser abordados como fragmentos sin
relación con todo el ciclo de vida. Todo lo que se haga o deje de hacer en los primeros años
de una persona, repercute a lo largo de toda su vida. Se entiende que el desarrollo integral
infantil es un proceso interactivo de maduración que resulta de una progresión ordenada de
autocontrol. Debemos determinar por lo menos dos niveles de desarrollo del niño. Cuando
evaluamos la edad mental del niño con ayuda de tests, estamos
refiriéndonos siempre al nivel de desarrollo real. (Fabricio, 2019)

Los niños “leen la mente de los otros” desde los tres años, los niños parecen saber lo que
el adulto siente, quiere y a veces lo que piensa. Igualmente establecen diferencias entre los
deseos y las creencias del otro y sobre sus acciones, ‘quiere’, ‘sabe’, ‘cree’ y ‘siente’. Esta
capacidad les ayuda a entender la diferencia entre creencias y afectos; se trata de un
proceso que los niños forman lentamente y no de manera repentina. Lo empiezan a
construir a lo largo del primer año, pero hacia los tres o cuatro años al darse cuenta de las
creencias, deseos y diferencias de los propios para el proceso de aprender a negociar entre
sus deseos, la mayoría de las veces, van en contravía del deseo del adulto; de aceptar las
normas y restricciones que impone el adulto, es una tarea llena de retos y dificultades.
Encontrar el punto medio, el momento y las condiciones para hacer una transacción o
negociación con los deseos y las normas está en la base del proceso de socialización. El
proceso de socialización y salirse de lo absoluto que presenta el blanco, es la relatividad en
el soporte del proceso de socialización, de los principios de tolerancia, civilidad y del
proceso de construcción de conocimientos. Entre los cuatro años los niños son capaces de
entender, expresar y controlar las emociones. Empezar a controlar éstas últimas se ha
llamado “regulación emocional”, pueden anticipar la posición que toman y la evaluación que
los otros hacen de sus sentimientos y comportamientos. En esa medida, el control de las
emociones está relacionado con la manera como comprenden la perspectiva que los otros
tienen sobre ellos. Aquel pequeño de cambios súbitos, de alegría a rabietas, va abriendo
camino a un niño que tiene una comprensión emocional cada vez más compleja, que regula
sus emociones. Hacia los cinco años, los niños necesitan sentir que tienen algún grado de
control sobre sus vidas y empiezan a comprender que son responsables por los efectos de
sus comportamientos y que son sus elecciones y esfuerzos los que influencian el logro o
no logro de las metas que se proponen.
La capacidad para demostrar empatía ante las situaciones agudas igualmente se desarrolla
en esta edad, mostrando mayor colaboración con los adultos en situaciones de enfermedad
o discapacidad. La capacidad de los niños para descubrir los afectos les permite
comprender la complejidad de las relaciones humanas. Diferenciar las dos facetas de la
misma realidad constituye una vía para comprender que se pueden albergar dos
sentimientos distintos hacia la misma persona. De cuatro a cinco años pueden empezar a
entender que estos dos sentimientos no son necesariamente excluyentes y pueden
atribuirlos a experiencias y contextos diferentes, a elaborar esas diferenciaciones y a
reflexionar sobre ellas; intentan pulir sus emociones y comprender su papel y la manera de
cómo funcionan en el mundo real. (Kurt Fischer, Samuel Rose, 1994)

La aprobación y desaprobación que los adultos hacen de los comportamientos de los niños
desde edad temprana; son la fuente para la construcción de sus valores. El desarrollo
infantil integral o potencial con un relacionamiento social fortalece las habilidades y
destrezas cognitivas, emocionales, físicas, sociales y culturales que harán que el niño esté
en condiciones más favorables para desarrollar su vida.

“Como sociedad, no podemos permitirnos postergar la inversión en los niños hasta que sean
adultos, ni podemos esperar hasta que lleguen a la edad escolar - etapa en que puede ser
demasiado tarde para intervenir. La mejor evidencia apoya la siguiente proposición de políticas
públicas: inviertan en los más pequeños e incrementen la enseñanza básica y las habilidades de
socialización.” – James J. Heckman
Referencias

Fabricio, S.-L. (2019). Educación: La importancia del desarrollo infantil y la educacion inicial en un
pais en el cual no son obligados. Revista Ciencia UNEMI, 144-145.

Kurt Fischer, Samuel Rose. (1994). PRIMERA INFANCIA: una mirada desde la neuroeducacion.
Obtenido de PRIMERA INFANCIA: Una mirada desde la educacion:
http://www.iin.oea.org/pdf-iin/rh/primera-infancia-esp.pdf

Rebeca Puche Navarro. Mariela Orozco Hormaza, B. C. (Noviembre de 2009). Mine ducacion.
Obtenido de Mineducacion:
https://www.mineducacion.gov.co/primerainfancia/1739/articles-
178053_archivo_PDF_libro_desarrolloinfantil.pdf

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