MATEMATIZACION

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OPORTUNIDADES Y RIESGOS DE LA MATEMATIZACIÓN DE LA

CULTURA

En la actualidad, la penetración de la matemática en la cultura es bien


patente. En la ciencia antigua y moderna, el campo de aplicación por
antonomasia del pensamiento matemático fue durante mucho tiempo la
ciencia física. Hoy día sin embargo la matemática va penetrando todos
los ámbitos de las ciencias, incluidas las ciencias sociales y humanas,
como la economía, la
psicología, la lingüística, a medida que el matemático se ha ido
enfrentando con el problema de la creación de nuevas herramientas que
se adapten a las estructuras peculiares de tales ciencias.

Nuestra medicina, por ejemplo, en sus modernos métodos de


exploración no intrusiva hace un intenso uso de los resultados del
análisis de Fourier, y en el estudio profundo de los problemas relativos
al extraño equilibrio que reina en nuestro organismo entre orden y caos
comienza a aprovecharse del desarrollo
espectacular que en nuestros días está experimentando la teoría de los
sistemas dinámicos. Incluso la lingüística y aun el arte actual se
aprovechan considerablemente de la matemática, no solamente a
través de las nuevas tecnologías, fruto frecuentemente de
exploraciones matemáticas profundas, sino incluso en sus mismas
concepciones artísticas.

Esta tendencia a la matematización de las ciencias de todo tipo se ve


intensamente reforzada por la entrada en escena del ordenador. La
aparición del telescopio trajo consigo una verdadera revolución
científica. Esquemas enteros del pensamiento científico vigentes hasta
el momento hubieron de ser reemplazados por otros nuevos. La
invención, más tarde, del microscopio introdujo una remodelación
parecida en otros campos. Telescopio y microscopio venían a
perfeccionar tan sólo las herramientas de observación del hombre.

La irrupción del ordenador en el siglo XX como instrumento auxiliar del


pensamiento humano continúa introduciendo una revolución mucho
más drástica y profunda, no sólo por los cambios más o menos
superficiales que en nuestra forma de vivir se están operando, sino
sobre todo por las transformaciones que conllevan en lo que se refiere
a lo mas específico de nuestro ser humano, la capacidad de pensar. La
superioridad del sistema hombre-microscopio para la observación sobre
el hombre con sus ojos libres es ciertamente notable, pero
probablemente resultará insignificante comparándola con la
superioridad para ciertos aspectos importantes de la actividad mental
del sistema hombre-ordenador sobre el hombre desprovisto de este
instrumento, sobre todo cuando con el avance de la tecnología se logre
una interacción mucho más cómoda y fluida entre el hombre y su
máquina. Cuando en un futuro próximo el médico, por ejemplo, o bien
el economista pueda incorporar a su dinamismo mental el sistema
experto hábilmente programado de forma tan natural como ahora se
cala sus gafas, para tener así una idea más exacta de los problemas
con que se enfrenta, su capacidad de tomar una decisión acertada en
la mayor parte de los casos será extraordinariamente superior a la
actual.

La inexorable participación imparable de la matemática en multitud de


aspectos de la actividad cotidiana del hombre es bastante obvia. La
mayor parte de nuestras máquinas, unas más sofisticadas y otras más
simples, no son sino la encarnación de principios y métodos que
provienen, en última instancia, del análisis matemático de la realidad.
Los principios de organización de nuestras empresas y de una buena
parte de nuestra economía pretenden basarse en principios
matemáticos bien sofisticados. La influencia de la matemática en el
desarrollo humano se hace bien patente a cualquiera que observe con
atención la historia de las ciencias y de la tecnología, y aun de algunas
porciones del arte.

Pero los logros obtenidos gracias al desarrollo de la matemática son de


tal magnitud, y muy especialmente en nuestro siglo, que a veces nos
pueden hacer olvidar las limitaciones profundas del
pensamiento matemático que provienen, al igual que su potencia, de lo
más hondo de su naturaleza. A ellas debemos dedicar también una
parte de nuestra atención.

El éxito de la matemática se debe a que es una mutilación de la realidad,


una abstracción. A través de tal mutilación dominamos ciertos aspectos
de la realidad, pero no la realidad misma en su totalidad. Podemos
sentir la tentación de pensar que tenemos el
pleno señorío de ella con nuestra construcción que, sin embargo, es
potente en muchas ocasiones precisamente porque ha dejado fuera de
consideración aspectos que pueden resultar enormemente importantes
para el hombre como tal, no como productor de artefactos.

Viene bien percatarse de las limitaciones inherentes al pensamiento


matemático a fin de contrarrestar las posibles
aberraciones de una corriente hacia la exagerada matematización de
nuestra cultura. La matemática es muy poderosa y muy útil en nuestro
intento de obtener un cierto dominio de algunos aspectos de la
naturaleza, pero conviene no olvidar que el ser humano es mucho más
profundo que lo que la más potente de las estructuras matemáticas
pueda abarcar.

Trataremos de examinar a continuación algunos de los importantes


riesgos que tanto el pensamiento científico en general como la filosofía
misma corren si se dejan llevar por el espejismo del éxito matemático
tratando de adaptar indiscriminadamente sus métodos de exploración.
Desafortunadamente, aspectos importantes de la cultura humana han
emprendido esta tendencia peligrosa que no parece fácil reconducir.

LOS RIESGOS DE LA MATEMATIZACIÓN DE LAS CIENCIAS

En un artículo muy breve y punzantemente titulado: “la perniciosa


influencia de la matemática sobre la ciencia”, J.T. Schwartz
proporciona tres claves para analizar las perjudiciales consecuencias
que pueden sobrevenirle al científico si cede al prurito de
matematización-informatización a ultranza prevalente en el ambiente.
La matemática, y más aún la informática, responde, en una descripción
psicológica del tipo de intelección que proporciona, a tres palabras
clave: single-mindedness (con un sólo objetivo), literal-
mindedness (apegada a la letra), simple-mindedness (de mente
simple). Estas características señalan fuertes diferencias de
aproximación a los problemas de los científicos y tecnólogos con
respecto a la de los matemáticos.

Incluso las ciencias más precisas funcionan normalmente con


aproximaciones más o menos bien entendidas hacia las que el mismo
científico tiene que mantener un apropiado escepticismo. Este
autoescepticismo extraordinariamente saludable es ajeno a la actitud
del matemático.

Por otra parte, la matemática, e igualmente la informática, ha de trabajar


con situaciones bien definidas. El hábito del matemático de ejercitar su
sentido de literalidad puede tener consecuencias bien desafortunadas.
El matemático convierte las hipótesis teoréticas del científico, que para
el científico mismo no
son en principio más que puntos de partida para su intención
analítica, en axiomas y luego toma estos axiomas en sentido literal
estricto. Ello comporta el peligro de que intente persuadir también al
científico a tomar literalmente tales axiomas. Y de este modo queda en
la penumbra la cuestión central en la investigación científica, que es
fuertemente perturbadora en el contexto matemático: ¿qué va a pasar
con toda esta aproximación inicial si los axiomas se relajan?. Se puede
pensar en el episodio de la función delta de Dirac, tan útil a los físicos
por largo tiempo y ocasión de burla para los matemáticos hasta que
encontraron las razones profundas del éxito de los físicos.

El físico tiene sus razones para temer el argumento preciso, ya que un


argumento que solamente es convincente si es preciso pierde toda su
fuerza cuando las hipótesis sobre las que se basa cambian ligeramente,
mientras que un argumento que es robusto, es decir convincente
aunque impreciso, bien puede permanecer estable bajo pequeñas
perturbaciones de los axiomas subyacentes.

Por otra parte, la simplicidad e ingenuidad del ordenador, como la de la


matemática misma, la hacen propicia para fabricar conclusiones a partir
de cualquier idea por absurda que sea, para vestir con igual entusiasmo
ideas científicas brillantes y otras
totalmente absurdas con impresionantes uniformes de fórmulas y
teoremas. Desgraciadamente, una idea absurda resulta mucho más
persuasiva en uniforme que desnuda. El resultado, tal vez más común
en las ciencias sociales, es mala teoría con pasaporte matemático.

La atracción intelectual de un argumento matemático, así como el


esfuerzo considerable para seguirlo, hace de la matemática una
poderosa herramienta de prestidigitación intelectual, una situación de la
que algunos se aprovechan y en la que otros se dejan embaucar
ingenuamente.

RIESGOS DE LA MATEMATIZACIÓN DE LA FILOSOFÍA

Son muchos, entre los filósofos del siglo xx, los que han quedado
desmedidamente deslumbrados por el innegable éxito de los
métodos matemáticos para conseguir resolver muchos de sus
intrincados problemas. La inspiración en el pensamiento matemático de
importantes filósofos clásicos se ha convertido en una impositiva
imitación de su modo de proceder en escuelas enteras de pensamiento.
La opinión de Kant, a la que antes hemos aludido, que él mismo no hizo
aplicable a la filosofía, sino a las ciencias de la naturaleza, "tanto de
verdadera ciencia cuanto de matemática", se la han apropiado para sí
mismos y para su propia actividad muchos de los filósofos de las
escuelas dominantes del neopositivismo y de la filosofía analítica. El
examen de las razones del éxito del método de la matemática en los
últimos 150 años, les ha llevado a prescribir como método propio de
trabajo el método axiomático, la precisión absoluta, el rigor,...
declarando sin sentido todos aquellos temas de la filosofía tradicional
que no sean
abordables mediante tales esquemas.

En gran parte, esta situación tiene su origen en un malentendido de


profundas consecuencias. Gian-Carlo Rota, gran matemático y gran
filósofo, ha analizado en un breve artículo algunas de las características
de esta equivocada concepción de las matemáticas por parte de los
filósofos (Mathematics and Philosophy: The Story of a
Misunderstanding).

Los filósofos han pensado en el método axiomático como método de


investigación. Ningún matemático ni de este siglo ni de
ninguno ha utilizado el método axiomático como herramienta de
descubrimiento en su propio campo. El método axiomático ha servido
para ayudar en la depuración del trabajo de la imaginación e intuición
de posibles desvaríos al examinar objetos particularmente sutiles.

La precisión y el rigor de pensamiento al modo matemático se han


convertido para muchos filósofos actuales en imperativos absolutos.
Todo lo que no sea tratable con baremos de precisión semejantes a los
matemáticos carece de sentido para el filósofo. Tal vez, dicen, se deba
ocupar de él el psicólogo, o tal vez nadie. Pero no se han percatado de
que el rigor y precisión de la matemática se consigue al precio de una
mutilación consciente de la realidad, que el filósofo, si lo que pretende
es tratar de dar una
interpretación a los problemas profundos que el espíritu humano en su
confrontación con el universo tiene ante sí, no se puede permitir. Con
razón se expresa Gian-Carlo Rota del siguiente modo a propósito de la
filosofía analítica: "¿Cuánto durará la presente manía por la precisión
en filosofía? ¿Es que a un concepto le hace falta ser preciso para estar
lleno de sentido y ser efectivo? ¿O es que los filósofos quieren hacerse
el harakiri ante el altar de la matemática?" (M.Kac, G-C. Rota,
J.T.Schwartz, Discrete Thoughts. Essays on Mathematics, Science, and
Philosophy).

El pensamiento matemático llega hasta donde puede llegar. Y será


inadecuado pedirle que llegue más allá. Bajo esta luz se puede entender
la trayectoria del pensamiento de Wittgenstein. En
su Tractatus Logico-Philosophicus, al parecer leído sólo a medias por
los filósofos neopositivistas, aparece: "Sentimos que incluso cuando
todos los posibles problemas de las ciencias de la naturaleza hayan sido
resueltos, nuestros problemas vitales no han sido tocados en absoluto.
Por supuesto que entonces no queda ninguna pregunta ya; y
precisamente ésta es la respuesta.-La solución del problema de la vida
se manifiesta con la desaparición de este problema. (¿No es éste el
motivo por el que las personas a quienes el sentido de la vida, tras
largas dudas, se les ha hecho claro, no pudieron decir en que consistía
este sentido?).-Existe ciertamente lo inexpresable. Se muestra. Es lo
místico".

En realidad, se podría decir que la actitud razonable ante la


imposibilidad del lenguaje científico de expresar todos los
contextos posibles en que se colocan los problemas del hombre, no es
la expresada al final del Tractatus: Wovon man nicht sprechen kann,
darüber muss man schweigen (Sobre lo que no se puede hablar hay
que callar). Más bien, puesto que hay multitud de cuestiones sobre las
que es imposible que el hombre calle, debería ser: Wovon man nicht
sprechen kann, darüber muss man musizieren. Aunque no con el rigor
y precisión de la matemática, el hombre puede y debe expresarse sobre
sus problemas más profundos mediante las infinitas formas de
comunicación no matemática que posee, la evocación, la
contemplación, la religión, la música, la poesía, el juego,....

Y en realidad Wittgenstein así lo entendió más tarde. La obra del que


se conoce como "segundo Wittgenstein" es un intento de
retomar el quehacer filosófico, especialmente sobre el lenguaje,
mediante otras formas de acercamiento y comunicación humana.

LOS RIESGOS DE LA MATEMATIZACIÓN EN NUESTRA VIDA COTIDIANA

En el proceso de matematización e informatización, tal como va


teniendo lugar, se pueden percibir rasgos profundamente inquietantes
que, de no ser neutralizados a tiempo, pueden ciertamente conducir a
una situación que, desde nuestra perspectiva actual, deberíamos juzgar
como un lamentable empobrecimiento y deterioro de la actividad
humana. La matematización de la cultura acompañada de una
adecuada humanización de la matemática puede servir como meta
brillante del futuro. Pero la matematización e informatización en sí
misma no es un ideal tras el que haya que correr sin una buena dosis
de discernimiento. En la amplia avenida de la matematización e
informatización podemos encontrar numerosas trampas en las que
podemos quedar atrapados si no caminamos con suficiente atención.
En un artículo de 1988, escrito al margen de la lectura de El Sueño de
Descartes de Davis y Hersh, traté de expresar algunas de ellas, que
inciden tanto en aspectos de la cultura humana general como en la
misma visión científica y matemática actual:

Pensar ingenuamente que todo puede ser matematizado sin residuos.


Si la misma matemática, como enseña el teorema de Gödel, deja
necesariamente resquicios por matematizar, incluso en temas tan
importantes como los que se refieren a su propia consistencia, es decir
a la posibilidad de que en ella surjan contradicciones, ¿qué no habrá de
quedar por hacer en el intento de matematizar la física o la biología?
Bueno es que aceptemos desde un principio la existencia de lo
inmatematizable. De este modo no caeremos fácilmente en la ceguera
hacia otros aspectos tan ricos del universo como la vida y los valores
del espíritu humano.

Dejar que nuestra vida se ahogue en cifras y en formalismos


matemáticos.
El ambiente del ordenador está constituido por recetas, lenguajes
precisos, formalismos, donde lo que interesa es más lo operativo que el
auténtico sentido de las operaciones. El gran peligro no es, como
algunas películas de ciencia-ficción pretenden, que el ordenador pase
a ser cuasi humano, sino que el hombre, por adaptarse a su máquina,
pase a ser un robot. Ejemplares de este fenómeno no escasean incluso
en nuestra cultura actual.

Inducir al matemático a jugar a aprendiz de brujo.


Se piensa que para cada situación real la matemática tiene un modelo
adecuado, sin tener en cuenta que la matematización comporta
necesariamente una cierta amputación de la realidad, y que los
elementos, de los que en este proceso se hace caso omiso, pueden
resultar en muchas ocasiones y para muchas personas enormemente
importantes y su omisión catastrófica. Hay muchos aspectos de la vida
del hombre demasiado importantes como para acudir con ingenuidad al
matemático y pedirle que sea él quien nos los aclare.

Confundir manipulación con sabiduría.


Nuestros ordenadores nos hacen capaces actualmente de manipular
con éxito fragmentos importantes de la realidad sin que comprendamos
bien por qué. Podemos estar satisfechos de nuestro éxito. Al fin y al
cabo también manejamos nuestro cerebro sin que entendamos casi
nada de su funcionamiento. Pero no conviene perder de vista que el
éxito manipulativo está aún lejos de la comprensión a la que podemos
y debemos aspirar. No perdamos el sentido y la atracción del misterio.

Caer en el mito del genio universal que puede pontificar


infaliblemente sobre cualquier asunto.
Con respecto a ciertas figuras distinguidas de la ciencia moderna
parece haberse producido en muchas personas, tanto de la calle como
de la ciencia, el siguiente discurso de pensamiento: "Si la matemática
es la base y el cemento de la cultura, aquel que logre situarse en el
corazón de ella y desde allí contemplar nuestro mundo, está en una
situación privilegiada para juzgar adecuadamente sobre su destino.
Oigámosle y sigámosle". Este
parece haber sido el significado de la veneración cuasi religiosa de
muchos en nuestro propio siglo hacia ciertos personajes de la ciencia.
Muy a su pesar, Einstein fue convertido en una especie de sumo
pontífice de la verdad no sólo científica, sino religiosa y moral. Sería
bueno recordar que muy a menudo el matemático, y el científico en
general, fuera de su propia esfera de competencia suele ser tan
superficial y sesgado como el que más.

A la vista de problemas tales como los aquí esbozados es claro que el


proceso de matematización creciente que estamos viviendo
actualmente, acelerado por la presencia de la informática, necesita ir
acompañado de una reflexión profunda sobre su sentido y sus
implicaciones profundas para el hombre y la sociedad. Si nuestros
científicos y educadores no son conscientes de las posibles trampas
subyacentes al estilo matemático y al modo de pensar que la cultura
informática propicia, pueden conducir fácilmente a generaciones más
jóvenes a adoptar actitudes francamente perjudiciales.

La penetración de las matemáticas en las ciencias naturales se tornó


un rasgo caracterizante de la modernidad. Posteriormente, ya en la
contemporaneidad, se estudió también con los métodos matemáticos la
problemática de las ciencias sociales y del pensamiento. Todo ello ha
sido denominado la "matematización del saber", como parte del empeño
de explicación nomológica (sujeta a leyes) de los procesos de la
realidad.

Es también conocido el llamado "giro hermenéutico" en las ciencias


contemporáneas sobre la sociedad, el hombre y el pensamiento, en un
intento de comprender el sentido de esos procesos de la realidad y las
posibilidades de la matemática de asimilar dicho sentido.
Matemáticos, hermeneutas y científicos sociales prosiguen hoy los
esfuerzos de explicación y de comprensión, muchas veces sin contacto
mutuo y otras en debate enconado. He aquí la importancia del tema que
nos ocupa (1).

La matematización del saber la enfocamos en dos planos: uno dirigido


a explicar mediante modelos matemáticos las leyes, regularidades y
tendencias que rigen la realidad, y otro orientado a la aplicación de las
matemáticas en la investigación científica. Al partir de esta concepción,
nos hemos trazado el propósito de poner en manos del lector varias
consideraciones acerca de la problemática planteada y compartir
algunas experiencias de la aplicación de las matemáticas a la
investigación pedagógica.

LA MATEMATIZACION DE LA ECONOMIA
Introducción
A lo largo de la historia, la matemática ha incursionado en el ámbito de
la economía de diferentes maneras. Inicialmente, cumpliendo un rol
básico de cuantificación y de medición. El uso y desarrollo de este
aspecto de la matemática condujo, en parte, a lo que actualmente
conocemos como econometría, En este sentido, la matemática nos
permite abordar los hechos económicos de manera más formal y
rigurosa.
Esta última función de la matemática, la de la econometría, no
desplaza, de manera alguna, a un segundo uso de la misma, donde la
matemática ha sido incorporada a los aspectos teóricos de la economía
cumpliendo un nuevo rol metodológico. De este modo se propone
representar el comportamiento de las variables económicas,
principalmente por medio de ecuaciones. Así, por ejemplo, aquellos
autores que consideran, junto con Rosenberg (1992), que la economía
es matemática aplicada, han privilegiado el vínculo de la economía con
las ciencias formales. También privilegian a las ciencias formales
aquellos que consideran que el método deductivo es exclusivamente el
que debe seguir la economía: la lógica y la matemática son para ellos
las herramientas requeridas. De esta manera se pierde el carácter
fáctico de la disciplina, y esta es la cuestión que discuten Hutchinson
(1999) y Hausman (1998).
Orígenes I – mentalidad burguesa
La matematización de la economía surge como resultado de un
proceso social. Remontándonos a un momento clave de la historia,
durante varios siglos, una parte de la humanidad se desarrolló bajo el
orden feudal, conformando una sociedad caracterizada por una
mentalidad dogmático-religiosa, la cual puede ser entendida como un
sistema no trasgresor de dominación por ideas. El hombre de esa
época entendía que la sociedad estaba constituida bajo un orden social
fijo y preestablecido, así la ética y la moral provienen de la divinidad, de
un cuadro canónico perfectamente claro y de ideas integradas en un
corpus todo poderoso.
A partir del siglo XI, poco a poco una porción minoritaria de tal sociedad
abandona las ideas preestablecidas y comienza a operar sobre la
realidad, contrastando y desafiando el dogmáticamente establecido, al
tiempo que va modificando sus opiniones sobre la ética y la moral. Esto
da inicio a la mentalidad burguesa, que comienza su carrera de
formación como un conjunto de actitudes que parten de la experiencia
y sin un todo organizado que lo respalde. En resumen, se observa en la
mentalidad burguesa una moralidad relativa, contextualista, que se
redefine constantemente, y que no se apoya en la palabra revelada o
principio divino, sino en los hechos y en el consentimiento de la
humanidad tal como se la observa en la vida cotidiana.
Hacia fines del siglo XVII, la mentalidad burguesa triunfa, dejando atrás
las reglas divinas que regulaban la acción del hombre en sociedad. De
este modo, en el renacimiento de las universidades de los siglos XVI y
XVII, el Estado tendió a sustituir a la Iglesia en el control de la actividad
intelectual. Fue en esas universidades donde nació la filosofía moderna
y, con ella, la ciencia. En este sentido, los aportes de David Hume han
consolidado y fundamentado las bases de la mentalidad burguesa,
presentándose así como uno de los máximos referentes del empirismo
de aquella época. A continuación haremos una breve referencia de su
teoría para refrescar los principales conceptos.
El renovado entendimiento del hombre: La Acción Humana
Básicamente Hume se ocupó de examinar el entendimiento humano y
posteriormente analizó la vida en sociedad que se le presenta a este
renovado ser. El autor sostiene que el hombre motiva sus acciones a
partir de los sentimientos y las pasiones, los cuales se originan a raíz
de las percepciones que tiene de los objetos externos, es decir, de los
hechos. En cambio, las ideas son copia de nuestras percepciones más
fuertes, originadas en la experiencia y en los sentidos. La manera en
que el hombre relaciona las ideas sigue, posiblemente, el principio de
causa y efecto. Así, el autor nos explica que siempre que dos objetos
se mantengan constantemente unidos, la aparición del objeto-causa
provocará que la mente, guiada por la costumbre y el hábito, nos
conduzca a esperar el objeto-efecto, y a creer que existe tal relación
entre ambos sucesos, y así es posible realizar la inferencia de un efecto
a partir de su causa. De ello se desprende la conexión necesaria entre
sucesos, y lo que hace posible esta conexión es el fuerte sentimiento
que conecta causa y efecto en la imaginación del hombre.
En este sentido, el autor acepta como un axioma que las acciones
humanas mantienen una gran uniformidad en todo tiempo y espacio. Si
esto no se cumple, y por ende toda la experiencia que se pueda
encontrar en ella no mantenga una constante regularidad, sería
imposible observar hechos repetidos que nos permitan construir en
nuestra imaginación el vínculo que las conecta. En resumen, el hombre
actúa movilizado por sus pasiones, las cuales a partir de su constante
regularidad y uniformidad pueden inferirse siempre que los sucesos se
encuentren necesariamente conectados.
Orígenes II – aspecto económico
Bajo este paradigma, comienzan a percibirse las conexiones necesarias
que presenta la economía, y a partir ellas se elaboran leyes, modelos,
teorías, etc. utilizando la matemática como instrumento metodológico.
En este sentido, el impulso originario de las explicaciones económicas
cuyos argumentos están basados en términos cuantitativos se debe a
William Petty (1623-1687). Su contribución ha sido metodológicamente
innovadora para su época, y el método consiste en utilizar sólo los
argumentos basados en los sentidos y considera únicamente las
causas que tienen un visible fundamento en la naturaleza. Las
argumentaciones de carácter cualitativo, basadas en comparativos y
superlativos, se deben sustituir por otras más rigurosas, basadas en un
número, peso y medida (vol. I. p. 244). Por lo tanto, se trata de un
método fundado en la inducción de datos cuantitativos.
Por el contrario, el método que ha prevalecido es el propuesto por
Dudley North (1641-1691), y se basa en la deducción, y no en la
inducción tal como señalaba Petty. Para North, el conocimiento
económico debía ser “un conocimiento basado en verdades claras y
evidentes” (p. 511). De “principios indiscutiblemente verdaderos” se
podían deducir, simplemente en virtud del riguroso uso de la lógica,
conclusiones que - por eso mismo – serían claras y evidentes como las
premisas.
Por otra parte, si bien desde la escuela fisiócrata se han planteado
ciertas críticas al pensamiento mercantilista, las diferencias
metodológicas no fueron significativas aunque cabe rescatar algunas
tentativas en el uso de la matemática como instrumento formalizador de
sus propuestas.
Entonces, es a partir de estos autores que se introduce la idea del uso
de la matemática como instrumento para el desarrollo del estudio
económico. Las propuestas teóricas de los mercantilistas y los
fisiócratas, junto con el avance de la corriente italiana sustentaron las
bases para desarrollar los primeros intentos en el uso de la matemática
como un nuevo instrumento metodológico. Gracias a ello, “la revolución
marginalista de los años 1870-1880” ha dado un salto verdaderamente
sustancial hacia la matematización de la economía. Los rasgos
principales del marginalismo ya habían sido presentados en la segunda
mitad del siglo XVIII al formularse la “Teoría Subjetiva del Valor ” y la
“Ley de Utilidad Marginal Decreciente ”. Sin embargo, el marginalismo
ha iniciado su etapa explosiva a partir de la obra publicada por Cournot
(1838) , cuyo principal aporte ha sido la introducción de la demanda
como variable económica determinada únicamente por los precios, y
formulando así la Ley de la Demanda D=F(p). Walras (1834-1910)
asocia la formulación de Cournot con la Ley de Utilidad Marginal
decreciente, donde revela la misma forma funcional entre ambas, lo que
le permite formular matemáticamente que el cociente de utilidades entre
dos bienes coincide con su cociente de los precios. Walras intenta hacer
con la Economía la misma trasformación que operó en Física al
abandonar la Física aristotélica y construir una nueva Física,
auténticamente científica gracias a su matematización. Walras es el
primero en destacar que la matemática es una herramienta influyente
en la economía y por ende no es neutral, ya que para él produce
cambios en la naturaleza de la Teoría Económica. Su conciencia
epistemológica es muy superior a la de autores de la época en cuanto
a lo que significa la matematización de la economía, ya que no se trata
de estadísticas, sino de la construcción del objeto de una ciencia que
no desemboca en la posibilidad de obtener resultados cuantificados.
Pareto llegará a decir que no se trata, ni tan siquiera, de intentar resolver
numéricamente el sistema de ecuaciones: “es imposible y además inútil,
ya que la solución práctica está dada por el mercado”.
Entonces, esta última concepción de la matemática como herramienta
para la economía difiere del planteo de William Petty mencionado
anteriormente, el cual seguía un método inductivo a partir de la
cuantificación de los fenómenos económicos. En cambio, la propuesta
de Walras se asemeja al planteo de Dudley North, quien presenta el
camino deductivo como vía metodológica.
¿Qué explican los que explican?
La matematización de la economía se corresponde con varios hechos
entre los cuales se destaca el desarrollo y crecimiento de la sociedad
civil moderna, posterior al régimen feudal. De este modo, hubo un nuevo
entendimiento de las ciencias en general y de la economía en particular.
La regularidad y uniformidad en la conjunción de sucesos de la vida
cotidiana juegan un rol determinante, ya que permiten establecer una
formulación matemática que conecte causa y efecto en la imaginación
del hombre.
Pero si se desea estudiar la acción del hombre nos enfrentamos al
siguiente problema:
¿hay uniformidad y regularidad en sus acciones? En caso afirmativo,
entonces es posible matematizar las conexiones necesarias que se
perciben, y así poder hacer inferencias de la acción humana. Muchas
veces, la homogeneidad se logra a costa de perder precisión, es decir,
se podrá hablar de uniformidad en función del zoom con que se lleve a
cabo el análisis. Por el contrario, la realidad muchas veces nos enseña
que no se cumple tal condición de uniformidad, y quizá se debe a
diferencias en la cultura, en el desarrollo de la sociedad, etc.
Muchos modelos en economía se construyeron sólo para una parte de
la realidad, y por lo tanto incorporan la uniformidad y regularidad de esa
porción social. Pero cuando se intentó utilizar el modelo para otras
sociedades, no funcionó. En este sentido, el comportamiento humano
es cambiante según el tiempo y el espacio en que se estudie al hombre,
es decir, de acuerdo al momento histórico. Parecería que la ética y la
moral no sólo difieren en cada conjunto social, sino que además sufren
cambios tales que no permiten definir un comportamiento regular y
uniforme por parte del ser humano.
Muchas de las explicaciones en economía se expresan a través de
modelos que los economistas hacen de la realidad, los cuales suelen
estar fuertemente influenciados por la matemática. Analicemos esta
relación, matemática y economía, por separado.
Por el lado de la economía, se trata de una disciplina que se ocupa de
atender las cuestiones de hecho en una sociedad. Al considerar el
carácter fáctico de la disciplina, el camino para acceder al conocimiento
es, o debería ser, de tipo empírico. “La matematización es un proceso
de revelación o aplicación de estructuras que pueden ser cualitativas o
cuantitativas”. Por lo tanto se destaca la inexistencia de un carácter
racional a priori en esta materia.
Por otro lado, la matemática es una ciencia que no se basa en los
hechos empíricos, sino en relaciones formales de ideas, las cuales
provienen de la mente humana. La matemática asume, por lo tanto, un
status formal como disciplina.
Debido a estos dos últimas consideraciones, surge que los hechos
económicos ocurridos a partir del desarrollo de la sociedad civil, han
permitido observar en el ser humano determinados hábitos,
costumbres, y creencias que vinculaban a los hombres entre si. A partir
de estas observaciones en la sociedad, en el mercado y en el individuo,
ciertos comportamientos regulares despertaron el interés de muchos
economistas en transformar en operativas las relaciones observadas,
dando lugar a la matemática como herramienta formalizadora de
estructuras fácticas.
A partir de la revelación de las causas asociadas a los efectos
observados, los economistas utilizan la matemática para determinar tal
conexión y tejer en base a ella nuevas relaciones. Por ejemplo, al
prestar atención en ciertos hechos económicos de la vida cotidiana, es
posible formalizarlos matemáticamente a través de una ecuación, y así
presentar la relación funcional que vincula una causa con un efecto. De
este modo, podemos establecer un conjunto de ecuaciones que nos
describan la porción de la realidad que hemos formalizado u
operacionalizado. Resolviendo estas ecuaciones, obtenemos como
solución una nueva relación de comportamiento que no estaba al
alcance de nuestras percepciones iniciales. Este es uno de los más
recientes aportes metodológicos que la matemática ofrece como
herramienta para la economía. Así la economía alcanza nuevas
relaciones que le permiten arribar a conclusiones que se corresponden
con el espacio definido en las ecuaciones iniciales.
En resumen, el concepto de modelo matemático en economía debe
basarse fuertemente en la experiencia, que es de donde se recolectan
las interpretaciones económicas que se incorporan a los axiomas del
modelo. De esta forma, los modelos matemáticos en economía sólo
sirven como instrumento para interpretar y analizar la realidad en un
momento histórico determinado. Esto se debe a ese carácter empírico
que tiene la economía, donde en cada época y lugar las sociedades se
han desarrollado, se desarrollan y se desarrollarán de manera
específica.
Consideraciones Finales
En este trabajo he presentado, de acuerdo a mi interpretación,
momentos claves en el desarrollo de las ciencias y en particular de la
economía matemática, cuyo origen y progreso ha sido fruto de un
cambio radical en la manera de concebir el conocimiento.
Una de las consignas de la economía posterior al siglo XVII consistía
en el intento de revelar el comportamiento natural de la sociedad y del
hombre, con el fin de poder construir argumentos económicos más
precisos, y así utilizarlos como vehículo para alcanzar nuevos
argumentos derivados. En este sentido, la matematización opera sobre
los hechos de la vida cotidiana, definidos para un momento histórico, y
del cual los economistas de la revolución marginalista y sus seguidores
han adoptado la matemática como herramienta principal de la
economía, constituyéndose así en uno de sus instrumentos
metodológicos favoritos.
Cualquier forma matemática que se incorpore a la economía debe partir
siempre de la evidencia empírica. En este sentido, un modelo
matemático en economía no va más allá de los axiomas de los que
parte. Con esto me refiero a que no podemos esperar un resultado
preciso cuando partimos de axiomas vagos, y por ende hay una relación
entre la operacionalización de las observaciones de la realidad
económica y sus resultados. La semejanza o diferencia con la realidad,
respecto a los resultados que arroja un modelo económico, tiene que
ver con la semejanza o diferencia con la realidad que se incorpora a la
interpretación de los axiomas de los que parte. Muchos académicos han
cuestionado los resultados que arrojan los modelos económicos, y por
tal motivo han atacado fuertemente a los denominados “supuestos
económicos”, siendo estos las reglas de juego que rigen para alcanzar
el salto deductivo. Pero la realidad o irrealidad de los supuestos es un
tema muy discutido y amerita un estudio aparte.
Finalmente, considero que debe quedar en claro que la matemática es
un instrumento útil para la teoría económica, así como también le
resulta útil a la física, la biología, entre otras. Creo que la discusión en
economía matemática tiene lados obscuros para unos y altas
pretensiones explicativas para otros. Frecuentemente se cuestionan
los modelos junto con la matemática como instrumento metodológico
cuando en realidad se trata de dos cosas diferentes, instrumento y
formulación, que se deben analizar por separado. La matemática en
economía permite dar otro tipo de explicación a los fenómenos que nos
preocupan, pero depende de cómo se formulen los supuestos para
saber lo que podemos esperar de ella.

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