Del Valle Fernandez, L.
Del Valle Fernandez, L.
Del Valle Fernandez, L.
FACULTAD DE LENGUAS
TESIS DOCTORAL
RESUMEN
La corporeidad identitaria femenina es un fenómeno social y cultural que se materializa
en los discursos sociales. La construcción identitaria del cuerpo femenino está moldeada por el
contexto social y expresa un determinado momento del devenir cultural. El discurso literario,
como exponente de lo social, presenta huellas de este moldeado socio-cultural. Los interrogantes
que problematizan esta investigación son los siguientes: ¿qué es lo que hace que un hecho social
se vierta en un hecho literario?, ¿cómo es que una práctica socio-cultural plasmada en una obra
modelizante -la shakesperiana- genera o deviene en prácticas culturales similares o disímiles?,
¿cómo se imprime la huella del legado discursivo de las obras de William Shakespeare en autoras
que pertenecen a momentos y espacios culturales que, si bien son de habla inglesa, Toni
Morrison y Margaret Atwood, manifiestan marcadamente su heterogeneidad? Las teorías que
guían esta investigación son: 1- la teoría literaria: Bajtin y Williams, 2- la teoría del poder y la
crítica feminista: Foulcault, Braidotti y Butler; y 3- la sociocrítica y el análisis del discurso
crítico: Angenot y Fairclough. Las preguntas que pautan la construcción de la herramienta
analítica están relacionadas con: 1-¿cuáles son las distintas huellas o marcas en la superficie
textual que constituyen la identidad discursiva del cuerpo femenino en las obras shakespereanas y
las de las autoras en cuestión?, 2- ¿existen prácticas discursivas materializadas en textos literarios
que adquieren el estatuto de modelos culturales? Y, si las hay: 3- ¿pueden dichas prácticas o
construcciones modelizantes trasvasarse de una cultura a otra a través de la producción literaria?
Al concluir el estudio se determina que, en las postrimerías de la normatividad, y a pesar de la
distancia temporal que separa al período isabelino del posmoderno, la corporeidad identitaria
femenina se trasvasa de un estadio a otro. Este vínculo se establece como producto en las obras
afroamericanas y canadienses, en tanto que el legado de W. Shakespeare irrumpe como el
comienzo de un proceso de resquebrajamiento y se constituye en un legado sine qua non de la
cultura posmoderna.
3
AGRADECIMIENTOS
Mi sincero y afectuoso agradecimiento a la Dra. Cristina Elgue por su incondicional
sostén y guía.
Al Dr. Miguel Angel Motezanti por su invalorable lectura de informes de avance y de los
capítulos que analizan la obra de W. Shakespeare.
A la Sra. Decana Dra. Elena Pérez, quien desde la Dirección del Doctorado en Ciencias
del Lenguaje, en 2013, gestionó mi prórroga hasta 2014.
A la actual Directora del Doctorado en Ciencias del Lenguaje, Dra. Mirian Carballo, por
su agilidad y celeridad en los trámites pertinentes a esta tesis.
A la Bibliotecaria de la Facultad de Lenguas, Silvia Natoli, por su eficiencia en la
búsqueda bibliográfica requerida.
A mi querida colega, Mgter. Cecilia Broilo, por su compromiso, voluntad y dedicación en
lectura de este estudio.
A mis colegas investigadores de los proyectos a mi cargo durante el período 2010-2014.
En especial al Becario Rodrigo Lejido por su constancia y esmero en los aportes solicitados.
A mi familia, en especial a mis hijos, Virginia, Emilia y Pablo que acompañaron las
distintas etapas de esta tesis y supieron aceptar mis ausencias.
4
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN _____________________________________________________________________ 7
CAPÍTULO I
ESPACIOS Y CONTEXTOS_________________________________________________ 19
I.1 Estado del Arte _________________________________________________________ 19
I.2 Justificación de la vinculación de espacios y contextos: renacentista inglés, 1598-1616;
afroamericano, 1850-1856; canadiense, 1985-1990 _______________________________ 23
CAPÍTULO II
DEFINICIONES TEÓRICAS ________________________________________________ 28
II.1 Convergencias y disrupciones del concepto de cultura en R. Williams, M. Bajtín, M.
Angenot y S. Greenblatt _____________________________________________________ 28
II.2 Similitudes y aproximaciones en torno del discurso en M. Foucault, M. Bajtín y M.
Angenot__________________________________________________________________ 40
II.3 Configuraciones sobre sujeto, género, corporeidad y poder en M. Foucault
y R. Braidotti y J. Butler _____________________________________________________ 50
II.4 Devenir sujeto en Judith Butler y Rosi Braidotti _______________________________ 54
CAPÍTULO III
CONSTRUCCIÓN DE LA HERRAMIENTA ANALÍTICA ________________________ 61
III.1 El corpus: construcción de la herramienta analítica ____________________________ 61
III.2 Operaciones en los textos seleccionados ____________________________________ 63
III.3 Relevamiento analítico __________________________________________________ 67
CAPÍTULO IV
CONTEXTUALIZACIÓN DISCURSIVA DEL CORPUS LITERARIO RENACENTISTA 72
IV.1 Discurso histórico renacentista: breve introducción ____________________________ 72
IV.2 Discurso religioso renacentista ____________________________________________ 85
IV.3 Discurso médico renacentista _____________________________________________ 88
CAPÍTULO V
DISCURSO SHAKESPERIANO: TITO ANDRÓNICO, NOCHE DE REYES, HAMLET Y
MACBETH _______________________________________________________________ 95
V.1 Tito Andrónico _________________________________________________________ 95
V.1.1 El tráfico del cuerpo femenino en Tito Andrónico ____________________________ 96
V.1.2 Construcciones de femineidad y corporeidad en Tito Andrónico: Lavinia __________ 97
V.1.3 Construcciones de femineidad y corporeidad en Tito Andrónico: Tamora _________ 101
V.1.4 Regularidades discursivas ______________________________________________ 106
V.1.5 El rol de la autoridad patriarcal en Tito Andrónico ___________________________ 106
V.1.6 La construcción de la diferencia: la corporeidad identitaria y sus figuraciones en
Lavinia y Tamora _________________________________________________________ 109
V.2 Noche de Reyes _______________________________________________________ 113
V.2.1 Construcciones de feminidad y subjetividad en Noche de Reyes ________________ 113
5
ANEXO IV: Listado de textos seleccionados como corpus de análisis ________________ 287
BIBLIOGRAFÍA
Textos que integran el corpus ________________________________________________ 289
Bibliografía consultada _____________________________________________________ 289
7
INTRODUCCIÓN
El cuerpo lleno de tierra posee distinciones. Sufriente y peligroso, único, universal, se vuelca sobre
la producción, sobre los agentes y las condiciones de producción. Pero también, sobre él todo se
engancha y se inscribe, todo es atraído, milagreado. Es el elemento de la síntesis disyuntiva y de su
reproducción: fuerza pura de la filiación intensiva, esta disyunción inclusiva donde todo se divide, pero
en sí mismo, y donde el mismo ser está en todo lugar en todos los lados, en todos los niveles,
aproximadamente en la diferencia de intensidad. El mismo ser incluso recorre sobre el cuerpo lleno de
distancias indivisibles y pasa por todas las singularidades, todas las intensidades de una síntesis que se
desliza y reproduce. (Deleuze y Guattari 160)
1
La palabra posmodernismo generalmente refiere a una forma de cultura contemporánea mientras que el término
posmodernidad alude a un período histórico específico. La posmodernidad es un estilo de pensamiento que
desconfía de las nociones clásicas de verdad, razón, identidad y objetividad, de la idea de progreso universal, de la
posibilidad de emancipación del marco de los grandes relatos explicativos y de su fin supremo. En contra de las
normas del Iluminismo, la posmodernidad considera que el mundo es contingente, sin fundamentos, diverso,
inestable, indeterminado, con un conjunto de culturas no unificadas y con interpretaciones que gestan un grado de
escepticismo sobre las normas, lo dado en la naturaleza y la coherencia de las identidades. (Eagleton, Terri. The
Illusions of Postmodernism. U.K.: Blackwell Publishing Ltd,1996: vii)
8
Cada etapa de una cultura dada reinterpreta a Shakespeare de acuerdo con su propio
paradigma estético y ético. A más de cuatrocientos veinte años de la primera publicación de Tito
Andrónico (1593) y otras obras tales como Noche de Reyes (1601), Hamlet (1603) y Macbeth
(1606), considero que el dramaturgo inglés y su producción están inevitablemente implicados en
el paradigma estético de la posmodernidad. Aun cuando el modelo que dominó los estudios
literarios recientes en los países de habla inglesa ha sido el posestructuralista2 resulta apropiado
postular qué posicionamientos teóricos y paradigmáticos han propiciado la reconsideración del
discurso shakesperiano. Al decir de Patricia Parker (1993) existe una revalorización del canon
shakesperiano que abarca tanto la polémica acerca de los aspectos constitutivos de los textos
definitivos de sus obras teatrales como la reconsideración de sus ―juegos de palabras‖ al
vincularlas con el concepto de ―heteroglosia‖3 de Mijail Bajtín (1990).
Este planteo crítico me permite proponer para esta tesis el análisis de las similitudes y
diferencias legadas por la matriz discursiva shakesperiana a los discursos literarios posmodernos
para determinar qué construcciones en torno de la corporeidad femenina emergen en la obras
posmodernas de Toni Morrison: Beloved (1987) y Sula (1998), y de Margaret Atwood: El cuento
de la criada (1985) y Penélope y sus doce criadas (2005). Mi objetivo es dar cuenta de las zonas
del discurso renacentista que circulan y se plasman en otras culturas y contextos y establecer
cómo los ecos renacentistas repercuten en campos discursivos de culturas disímiles.
Presento como hipótesis de trabajo la existencia de un legado entre culturas en apariencia
desvinculadas: la renacentista inglesa del siglo XVI y las posmodernas: afroamericana y
canadiense del siglo XX, presente en las similitudes y diferencias que pasaron desde la matriz
discursiva shakesperiana a los discursos literarios posmodernos en lo que respecta a las
―construcciones identitarias femeninas‖.
2
R. Barthes, junto a G. Deleuze, J. Lacan y M. Foucault son los máximos representantes del posestructuralismo
francés. Este movimiento surgió a finales de los años sesenta en contraposición a la línea saussureana. Su crítica
principal se centraba en la supremacía de esta escuela en las ciencias humanas: antropología, psicología, historia y
teoría literaria. Pero su punto más fuerte está referido al estudio sobre el lenguaje. Los posestructuralistas
consideraban que la lengua no admitía un estudio diacrónico y sincrónico como afirmaba Ferdinand de Saussure,
sino que su única posibilidad de análisis era sincrónica. Cuando Barthes (2004) afirma en S/Z que el texto "es toda
la literatura" y que deben evitarse las estructuras masificadas de análisis y clasificación, lo que estaba haciendo era
una crítica a la escuela anterior.
3
Heteroglosia es el término que Bajtín usó para referirse a las fuerzas centrífugas (o no oficiales) y sus productos. El
concepto remite a las alteraciones y revalorizaciones de la vida diaria minuto a minuto con sus nuevos significados
y matices que, en suma y a lo largo del tiempo, siempre amenazan la integridad de cualquier lengua. (Morson, Cary
Saul y Emerson, Caryl. Mikhail Bakhtin, The Creation of Prosaics.California: Stanford University Press,1990: 30)
9
Bajtín, M. Angenot y S. Greenblatt‖ destaco los conceptos teóricos de Raymond Williams (1981)
en cuanto a los significados y valores que se mantienen vigentes gracias a la herencia social y a la
encarnación de ‗constructos arcaicos‘ en ciertas obras que demostraron ser universales (Williams
53). Esta conceptualización aporta a la construcción del supuesto teórico vinculado con la noción
de ―movilidad cultural de la matriz shakesperiana‖. Esa definición de Williams permite
vislumbrar la impronta de las obras de Shakespeare: Tito Andrónico, Noche de Reyes, Macbeth y
Hamlet, que, una vez aprehendida y asimilada por una sociedad dada, hace un aporte radical al
crecimiento de las culturas involucradas, por ejemplo, las afroamericana y canadiense. Así es que
concibo la producción literaria como una formación artística y discursiva capaz de constituirse en
una tradición cultural universal.
En este estudio adhiero a la postura de Bajtín (1990) en tanto él corrige la definición
general de literatura como mero reflejo del medio ideológico. Además otorga al campo literario
un carácter activo respecto de los contenidos ideológicos de los otros campos representados
(Bajtín y Medvedel, El método formal 48) y denomina a esta dinámica entre el texto y el ambiente
ideológico ―evaluación social‖. (Bajtín y Medvedel, El método formal 55) Por tanto, la literatura
no representa cosas sino ideas, no refleja actos, experiencias y prácticas, sino que pone de
manifiesto cómo la ideología se hace cargo de ellos. Este crítico define la noción de ―ideología‖
como la producción de significaciones y formas de significar a partir de los discursos (Bajtín, y
Medvedel, El método formal 68).
Por su parte Marc Angenot (1989, 2010), cuando habla de hegemonía discursiva, la
presenta como un aspecto de la hegemonía cultural y propone definir el discurso social como el
medio por excelencia de la comunicación y la racionalidad histórica. Es en el seno del discurso
social donde se formulan y se difunden ―todos los sujetos impuestos‖ de una determinada época.
(Angenot, Interdiscursividades. De hegemonías 10-11) Desde este punto de vista, la variedad
misma de los discursos, entre ellos el literario, evidencia los posicionamientos discursivos
permitidos que parecen saturar el campo de lo decible.
Finalmente, Stephen Greenblatt (2005) adhiere a la práctica de la crítica cultural de matriz
antropológica en la línea de Clifford Geertz y Mary Douglas. Aunque estos críticos culturales no
se enlistan bajo un solo método, comparten la visión de que el hombre nace como un animal
inacabado y que los hechos de la vida son menos artísticos de lo que parecen. Luego, una cultura
11
particular y sus testigos inevitablemente sostienen una visión metafórica de lo real. (Greenblatt 6)
En consecuencia, una interpretación antropológica de la cultura debe apelar menos a la mecánica
de las costumbres e instituciones y más a las construcciones interpretativas impuestas por los
miembros de la sociedad a sus experiencias. Una crítica literaria afín a esta matriz antropológica
debe ser consciente de su propio posicionamiento en el modo de acceder a la interpretación y a la
compresión de lo literario como parte del sistema de signos constitutivo de una cultura dada.
A la luz de la lectura crítica de las posturas teóricas, principalmente las de Bajtín,
Angenot y Williams, surgen los interrogantes que problematizan mi estudio: ¿qué es lo que hace
que un hecho social se plasme en un hecho literario?, ¿cómo es que una práctica socio-cultural
plasmada en una obra modelizante4 -la shakesperiana- genera o deviene en prácticas culturales
similares o disímiles?, ¿cómo se imprime la huella del legado discursivo de las obras de
Shakespeare en autoras que pertenecen a momentos y espacios culturales que, aunque son de
habla inglesa, manifiestan marcadamente su heterogeneidad?
Seguidamente, en ―Similitudes y aproximaciones en torno de la noción de discurso‖
coloco en situación dialógica las nociones que varios autores presentan en torno de este concepto.
Al decir de Foucault (1984), existe un planteo propuesto por el análisis de la lengua, a propósito
de un acontecimiento discursivo, que cuestiona las reglas que han construido tal o cual enunciado
y las que podrían usarse para construir otros semejantes. (Foucault, La arqueología 44) Estas
formaciones discursivas son susceptibles de análisis. Así, es posible hablar de un discurso
filosófico o de uno político como ―un conjunto de prácticas que afectan tanto el plano
sintagmático como el plano paradigmático de la lengua y poseen una cierta coherencia lógico
formal‖ (García Hodgson 15)5.
Bajtín percibió los discursos en relación dialógica de sentido y concibió el diálogo como
una de sus formas compositivas, ya que todo monólogo es un eco de otro discurso. De manera
similar, la conceptualización de Norman Fairclough (1995) sobre el discurso expresa que es una
4
Adhiero a la idea de estructura modelizante de I. Lotman en La semiósfera III: ―Toda actividad del hombre como
homo sapiens está ligada a modelos clasificacionales del espacio, a la división de éste en ‗propio‘ y ‗ajeno‘ y a la
traducción de los variados vínculos sociales, religiosos, políticos, de parentesco, etc., al lenguaje de las relaciones
espaciales. La división del espacio en ‗culto‘ e ‗inculto‘ (caótico)…‖ (Lotman, Iuri. La Semiósfera III Semiótica de
las artes y de la Cultura. España: Ediciones Cátedra, 2000: 83)
5
Para la presentación de definiciones teóricas se proponen las elaboradas en García Hodgson, Hernán. Deleuze,
Foucault, Lacan una política del discurso. Argentina: Quadrata 2006. Luego serán retomadas y profundizadas en
los apartados pertinentes.
12
práctica social determinada por estructuras sociales. El discurso real está vinculado con órdenes
del discurso constituidos socialmente, sets de convenciones asociadas con instituciones sociales.
Estos órdenes están ideológicamente forjados por relaciones de poder en las instituciones y en la
sociedad en su conjunto (Fairclough 72).
Finalmente, la noción de discurso es considerada también por Angenot, quien plantea que
es el objeto irrefutable de diversas disciplinas sociales y que su análisis impone una aproximación
interdisciplinaria. El enfoque socio-discursivo es producto de una movilización generalizada en el
campo de las Ciencias Sociales, de modo que el discurso social es heterogéneo y pasible de
transformación puesto que existen fuerzas centrípetas y centrífugas que propician su movilidad
(Angenot, Interdiscursividades. De hegemonías 11).
A continuación, en el apartado: ―Configuraciones sobre el concepto de sujeto, género,
corporeidad y poder‖ pongo en interacción dialógica el concepto de sujeto, el de género y las
fluctuaciones en torno de la noción de poder en Foucault (1984, 2002), Braidotti (2000, 2004) y
Butler (2001).
En Foucault, la noción de subjetividad es un espacio donde convergen prácticas y
enunciados que visibilizan los dispositivos de cada cultura. De manera que la subjetividad aflora
contextualizada por los constructos culturales de cada época.
En lo que respecta a la construcción identitaria del cuerpo femenino, las teorías feministas
de Butler y Braidotti contribuyen a enriquecer el estado de esta cuestión. En Gender Trouble
(1999) y Cuerpos que importan (2003) Butler aborda transacciones complejas entre el cuerpo y la
identidad, a partir de los límites discursivos del sexo y la política del feminismo.
Para Braidotti la subjetividad se contextualiza y estructura en torno del proceso de lo
material (la realidad) y el plano simbólico (el lenguaje). En Feminismo, Diferencia Sexual y
Subjetividad Nómade (2004) ella presenta la noción de ‗incardinamiento‘ (embodiment) como
―dar forma al cuerpo‖, ―modelar la carne‖ diferenciándola de la connotación de la palabra
―encarnar‖, ligada al ámbito religioso. El sujeto está definido por diversas variables: clase, sexo,
edad, nacionalidad y cultura, que se yuxtaponen para determinar y codificar los niveles de nuestra
subjetividad. Así determinado, el sujeto sexuado, ―incardinado‖, se sitúa en una red de complejas
relaciones de poder y la sexualidad, en cuanto poder, es también un código semiótico que origina
la percepción de la diferencia entre los sexos.
13
6
En el campo literario consideraré, al referirme a construcciones identitarias femeninas residuales, a las que surjan
del análisis de las obras shakesperianas propuestas (siglo XVI).
7
He creado este concepto teórico-operativo basándome en el lineamiento lógico deductivo de G. Vattimo cuando
expresa ―El pensamiento débil no es un pensamiento de debilidad, sino del Debilitamiento: el reconocimiento de
una línea de disolución-en la historia de la ontología; el debilitamiento del ser (de la noción del ser), al darse
explícito de su esencia temporal-también, y sobre todo, de su enmendad, nacimiento-muerte, transmisión marchita,
acumulación anticuarial- repercute profundamente sobre nuestro modo de concebir el pensamiento y el ser-ahí que
es su sujeto. El pensamiento débil querría articular estas repercusiones y preparar así “nueva ontología” (Vattimo
45) y … ―no superadora, normativa edificante, sino abierta a la caducidad, que hace posible toda experiencia del
mundo; una ontología dispuesta a la piedad por aquellos monumentos que nos hablan a la vez de caducidad y
duración, en la transmisión del ser que no es, sino que acaece; una ontología para la cual la verdad, se sitúa en un
14
horizonte débil: retórico, dónde-se experimenta el ser desde el extremo de su ocaso y disolución‖ (Vattimo, Gianni.
Dialectics, Difference and Weak Thought. Albany. State University of New York Press, 2012: 38-39)
8
(Ibíd.)
9
―El concepto de complejidad es fundamental porque de él se origina la noción de transdisciplinariedad. La idea de
complejidad quiere decir que los sistemas están configurados por subsistemas que interactúan entre ellos, cada uno
generando sus propias formas de organización. La interacción, por lo tanto, depende de la dinámica particular de
los subsistemas; y un cambio en éstos puede transformar el tipo de consecuencias esperadas, lo cual dificulta la
posibilidad de predecir hacia dónde van a evolucionar los hechos o los fenómenos. Por consiguiente, la manera de
calcular el futuro es por medio de la probabilidad. El descubrimiento de la incertidumbre viene de la mano con la
idea de caos en tanto los sistemas en equilibrio y regulares son mínimos con respecto a aquellos en los que es
imposible dar cuenta con certeza de sus evoluciones. La transdisciplinariedad basa sus reflexiones en el
―descubrimiento‖ de la complejidad como punto de partida para comprender la realidad social contemporánea. Para
tal fin, la primera gran frontera que pretende superar la transdisciplinariedad es aquella que separa el conocimiento
en disciplinas autocontenidas, que cuentan con métodos, objetos de estudios, problemas de investigación, preguntas
fundamentales y marcos teóricos que cambian o evolucionan sólo a partir de ellos mismas y dentro de las
construcciones históricas que han establecido los límites de cada una de las disciplinas. En ese sentido, la
transdiciplinariedad busca que los investigadores transciendan los límites de sus propias disciplinas entablando
vínculos con otros conocimientos‖. (Humar Forero, Zoad. ―Atravesando disciplinas‖ Hispanic Research Journal:
Iberian and Latin American StudiesVol. 9 N°1 (2008):65-86. Maneys publishing On Line Platform .Web.26 Jun.
2014)
10
―Por ―teoría crítica‖ entiendo aquella que no reduce ‗la realidad‘ a lo que existe. La realidad, como quiera que se la
conciba, es considerada por la teoría crítica como un campo de posibilidades, siendo precisamente la tarea de la
teoría crítica definir y ponderar el grado de variación que existe más allá de lo empíricamente dado. El análisis
crítico de lo que existe reposa sobre el presupuesto de que los hechos de la realidad no agotan las posibilidades de
la existencia, y que, por tanto, también hay alternativas capaces de superar aquello que resulta criticable en lo que
existe. El malestar, la indignación y el inconformismo frente a lo que existe sirven de fuente de inspiración para
teorizar sobre el modo de superar tal estado de cosas‖ (Boaventura Da Souza, Santos. Renovar la teoría Crítica y
Reinventar la Emancipación Social. Argentina: Clacso, 2006: 97-98).
15
discursos sino que la creamos con ellos, con lo cual la subjetividad y la indeterminación de los
sujetos se trasladan también a los discursos. El resultado es un mundo con múltiples voces y
opciones en el sentido de Bajtín (1990). De esta manera, el análisis discursivo necesita un trabajo
interpretativo para descubrir una verdad que será siempre inacabada y se irá modificando en el
tiempo y en la interrelación con otros sujetos discursivos, cuyos marcos de interpretación pueden
diferir entre sí dado que se construyeron corporizándolos también con su entorno.
Para acceder al corpus de análisis propongo dos teorías que permiten deconstruirlo y
rearticularlo: la Sociocrítica de Angenot y el Análisis Crítico del Discurso (ACD) de Fairclough.
El primer enfoque estudia un conjunto de discursos de una determinada época y en un lugar
específico que permiten determinar la existencia de un núcleo común constitutivo de la
axiomática de un campo discursivo en particular. Así por ejemplo un campo discursivo se
estructura en torno de una serie de topoi de relatos recurrentes que en un juego de estabilidad y
movimiento se reiteran, renuevan, actualizan o adaptan (Angenot, Interdiscursividades.De
hegemonías 13). Atendiendo al aspecto pragmático de estos relatos recurrentes emergen
estrategias tales como: legitimación y persuasión, construcción de la identidad, activación del
pathos y movilización discursiva.
Por su parte, Fairclough analiza la enorme variedad de discursos que las sociedades
actuales generan en una interrelación constante con las instituciones que los crean. El resultado
no es simplemente un producto lingüístico sino una práctica social que transmite significados al
mismo tiempo que crea relaciones sociales, políticas, religiosas y filosóficas, entre otras.
A partir de los planteos metodológicos expuestos deduzco que en las obras shakesperianas
objeto de mi análisis se pueden encontrar construcciones del cuerpo femenino emergentes en su
superficie discursiva. Seguidamente, he buscado sus puntos de contacto o contraste con las obras
de Morrison y Atwood en lo referente a la construcción del cuerpo femenino. Esas zonas de
contacto se legitiman y reproducen dinámicamente determinando rasgos identitarios y
vehiculizaciones de conductas y prácticas culturales estereotipadas o emergentes. Estas últimas
implican una reactivación del pathos ya existente en la matriz shakesperiana. Finalmente, analizo
las imágenes femeninas propuestas en estas producciones literarias para establecer qué tipo de
construcciones identitarias femeninas afloran desde estos discursos sociales. Por último, observo
cómo esas construcciones se contraponen, superponen o simplemente se desplazan del modelo
16
cultural pautado por el dramaturgo inglés hacia matrices discursivas que traspasan fronteras
témporo-espaciales e ideológicas.
En el cuarto capítulo: ―Contextualización discursiva del corpus literario renacentista‖
reconstruyo primeramente los distintos tipos de discurso que moldean la matriz de la época. Así
es que doy cuenta del discurso médico, histórico, literario, de género, filosófico y religioso
renacentista. En una segunda instancia preciso cómo el dolor en la teoría y las prácticas médicas
de Galeno y Helkia Crook se efectivizan en el cuerpo biológico de Tamora y Lavinia, heroínas
de la obra Tito Andrónico. Esta vehiculización de enunciados también se evidencia en los
personajes femeninos de las otras obras de Shakespeare seleccionadas. Luego observo cómo
estas ideas provenientes del discurso médico afectan las construcciones de femineidad y
corporeidad en las heroínas de las obras estudiadas y vinculo las concepciones de los discursos
renacentistas con las construcciones literarias de femineidad y corporeidad.
Posteriormente, en el capítulo quinto: ―Discurso shakesperiano: Tito Andrónico, Noche
de Reyes, Hamlet y Macbeth‖ observo el posicionamiento relacional y dialógico de las
formaciones discursivas recurrentes que surgen del análisis del capítulo anterior para luego
distinguir cómo se visibilizan esas regularidades en las obras literarias citadas. Así determino el
rol de la autoridad patriarcal, la construcción de la diferencia y la imagen de mujer como
dispositivo de alianza, para citar algunos ejemplos. Concluyo este capítulo con el apartado:
―Conclusiones parciales del discurso renacentista 1598-1616‖ donde presento los modos de
funcionamiento discursivo en el período citado y sistematizo las configuraciones disruptivas y
confluentes en torno de la corporeidad femenina de matriz renacentista.
En el sexto capítulo: ―Contextualización discursiva del corpus literario afroamericano en
Toni Morrison: Beloved y Sula‖ procedo de igual manera que en el capítulo cuatro. Esto es,
reconstruyo el discurso social afroamericano entre 1850 y 1856 que sirve de intertexto al discurso
literario del siglo XX. A tal fin utilizo textos periodísticos como herramienta para reconstruir el
discurso histórico-jurídico, médico, de género, literario y religioso afroamericano del lapso
determinado.
En el capítulo siete: ―El discurso ficcional de Toni Morrison en Beloved y Sula‖ propongo
confrontar las formaciones discursivas que emergen de los campos no literarios con las del
universo ficcional. Luego presento las construcciones de femineidad que afloran en las obras en
17
cuestión, tales como la Venus hotentote como corporeidad material y abstracta, la mujer libertina
y vil, y el cuerpo esclavo como mercancía, entre otras. Estas corporeidades emergentes
constituyen las regularidades discursivas que entran en disputa con el rol de la autoridad
patriarcal. Finalizo el capítulo con la sección: ―Conclusiones parciales sobre la corporeidad
identitaria femenina en Beloved y Sula: aproximaciones dóxicas‖ en la que postulo los modos de
funcionamiento inherentes al discurso afroamericano y sistematizo las configuraciones
disruptivas y confluentes de matriz afroamericana en el período.
A continuación, en el capítulo ocho: ―Contextualización del corpus literario canadiense en
Margaret Atwood: El cuento de la criada y Penélope y sus doce criadas‖ trabajo sobre la
reconstrucción del discurso social canadiense de 1985 a 1990, al que accedo a través de la
recuperación de documentos pertenecientes al ámbito político, étnico, religioso, médico y de
género. De la interrelación entre estas matrices discursivas surge la modalidad dominante en el
pathos del discurso canadiense de la época, que es puesta en contacto con las conceptualizaciones
en torno de la corporeidad en el capítulo nueve: ―El discurso ficcional de Margaret Atwood: El
cuento de la criada y Penélope y sus doce criadas‖. En éste detecto cómo circulan las
construcciones de femineidad y corporeidad en el discurso ficcional de Atwood. Dichas
construcciones me permiten observar las marcas del adoctrinamiento y la política de
reproducción en Gilead, la violación de Offred y la impronta del sistema hecho cuerpo.
Seguidamente establezco las regularidades discursivas recurrentes que se oponen al rol de la
autoridad patriarcal y al sistema de Gilead y luego determino qué construcciones identitarias -
imagen de mujer libertina, transgresora y dual- se manifiestan como constructos de femineidad y
corporeidad en las obras mencionadas. Finalmente, en el apartado: ―Conclusiones parciales sobre
la corporeidad identitaria femenina El cuento de la criada y Penélope y sus doce criadas:
aproximaciones dóxicas‖ sistematizo las configuraciones disruptivas y confluentes de la matriz
canadiense.
En el último capítulo: ―Conclusiones finales‖ confirmo la existencia de un legado cultural
entre ámbitos geográficos, socio-culturales y temporales diversos: renacentista inglés del siglo
XVI, afroamericano y canadiense del siglo XX.
En el recorrido analítico realizado he sistematizado las similitudes y diferencias legadas
por la matriz discursiva shakesperiana a los discursos literarios posmodernos. Sostengo que el
18
11
―Los placeres y los cuerpos, el cuerpo sexuado, no representan una substancia, la verdad, la razón o el núcleo de la
legitimidad ni de la resistencia ni de la identidad, sino el punto de partida de nuestra incardinación material en el
20
siempre está definido por diversas variables: clase, sexo, edad, nacionalidad y cultura, que se
yuxtaponen para determinar y codificar los niveles de nuestra subjetividad. Así definido, el sujeto
sexuado, ―incardinado‖, se sitúa en una red de complejas relaciones de poder en la que la
sexualidad, en cuanto poder, es también un código semiótico que origina la percepción de la
diferencia entre los sexos.
Las posturas teóricas aquí planteadas me permiten precisar la vigencia de la temática
propuesta para investigar. Los antecedentes son diversos y cuantiosos. Las producciones
consignadas a continuación son las que han tenido mayor impacto en el pensamiento crítico de
las últimas décadas.
En Feminist Literary Theory (1985) Moi sintetiza los posicionamientos de la crítica
literaria feminista angloamericana y francesa. Respecto de la primera vertiente señala que existen
relaciones fundamentales entre la crítica tradicional patriarcal/humanista y las feministas de la
década de los años 1970. Asimismo, sostiene que el impacto de la crítica feminista no se
encuentra en el plano de la teoría ni en el de la metodología, sino en el de la política y concluye
su análisis aseverando que la crítica feminista ha derrocado los juicios críticos establecidos
debido al énfasis en la política sexual. Al analizar la segunda vertiente, la crítica feminista
francesa, señala la deuda de las teóricas y críticas feministas con El Segundo Sexo (1949) de
Simone de Beauvoir. Luego argumenta que el feminismo francés dio por sentado que el
psicoanálisis propiciaría una teoría emancipatoria en el plano subjetivo y un cambio en relación
con la exploración del subconsciente. Ambos procesos son de vital importancia para analizar la
cuestión de la opresión femenina en una sociedad patriarcal. En general, Moi sugiere que la
crítica feminista francesa ha preferido estudiar los problemas de la teoría textual, lingüística y
semiótica o psicoanalítica, pero que, a pesar de su compromiso político, esta línea crítica se ha
mostrado curiosamente interesada en aceptar el canon propuesto por la ―gran literatura‖,
especialmente el del Modernismo francés desde Lautréamont hasta Artaud.
Susan Rubin Suleiman (Ed.) en The Female Body in the Western Culture Contemporary
Perspectives (1986) agrupa ensayos que enfatizan la convergencia significativa de estas
mundo, metabólico reducto de certezas sensitivas, umbral de dolor, placer o plenitud, complejo dinámico que no se
descubre, sino que se construye en la interacción con las estrategias de poder-saber que sobre él se vierten, lo
definen, lo escrutan, lo disciplinan... y a las que él responde plegándose, reconociéndose, hurtándose.‖ (Rodríguez
Magda, Rosa María. Foucault y la genealogía de los sexos. Barcelona: Antropos, 2004: 216)
21
primera es considerada por las feministas norteamericanas de la década del setenta como
protofeminista y es presentada por la teoría postcolonial como ejemplo del estado de ―guerras de
culturas‖. Este artículo contribuye a la problematización planteada en la Introducción de mi
estudio debido a que evidencia conceptualizaciones sobre la identidad y el cuerpo femenino de
una cultura emergente: la posmoderna caribeña, en contraposición a conceptualizaciones sobre el
mismo topos propuestas por una cultura dominante: la inglesa victoriana del siglo XIX. La
novela de Rhys ejemplifica un proceso de hibridación cultural como resultado de la creatividad
individual. Este recorrido discursivo es pertinente a la temática de esta investigación porque la
novela de la autora caribeña es un ejemplo de construcción de nuevas identidades femeninas que
se erigen como alternativas. Este precedente me permite sostener mi supuesto de que existen
―ontologías normativas fuertes‖ y otras ―emergentes‖ como expresara anteriormente en la
Introducción (cfr. p. 13). Así es que se concibe a lo emergente como:
[…] la doble ilusión creada tanto por un esencialismo cultural que promueve
exclusividades polarizantes (la identidad británica que construye Jane Eyre, pero
también el nacionalismo negro de 1960 en los E.E.U.U.), como por un relativismo
cultural ilimitado que disuelve la subjetividad en un ‗melting pot‘ universalista o en
un mosaico de diferencias contenido dentro de un marco globalizante […] (Elgue
de Martini 671-2)
del siglo XX, con probada influencia whitmaniana). Como resultado de esa investigación se
generaron dos paradigmas opuestos en relación con las construcciones identitarias femeninas a
los que se denominó paradigmas hegemónico y contra - hegemónico respectivamente. El primero
postula y refuerza las imágenes de mujer-madre, mujer-esposa y mujer-reina del hogar; en tanto
que el contra hegemónico rescata la imagen de mujer-agente, capaz de gestar su propio destino,
mujer apasionada y mujer transgresora del canon pautado por las instituciones religiosas y
sociales (la Iglesia y el matrimonio).
Los resultados que produjo este proyecto fueron presentados en paneles, conferencias y
coloquios, nacionales e internacionales, durante 2001 - 2005. Entre estas presentaciones destaco:
―La Hembra Humana de Luis Franco: Una audaz visión de la mujer‖ de María Elena Hauy, ―La
Construcción de lo Femenino en Whitman y Franco‖ que elaboré en co-autoría con María del
Valle Bulla, y ―¿Hay sexismo lingüístico en La Hembra Humana de Luis Franco?‖ de Graciela
Bosch. Asimismo, como producción del proyecto se publicó Luis Franco y Walt Whitman: La
mujer como transgresión (2006) donde se presentaron más trabajos del equipo de investigación
bajo mi co-dirección. Cabe destacar que este proyecto fue incentivado por la Se. C. y T. con un
premio estímulo por su productividad.
Mi nueva inquietud, materializada en esta tesis, está guiada por mi anhelo de generar una
propuesta crítica, dentro del marco de la literatura comparada, en la que se contraste, compare y
profundice la relación entre los constructos identitarios femeninos emergentes en contextos
literarios y culturales heterogéneos (cultura inglesa del siglo XVI; afroamericana y canadiense
del siglo XX). Considero que dichas construcciones identitarias son portadoras de huellas
discursivas que plasman el contexto cultural que las ha generado.
sus doce criadas. Para dar cuenta de la relevancia del presente estudio me apoyo en las
publicaciones analíticas mencionadas en los párrafos anteriores.
Este estudio prevé como objetivo general observar qué construcciones identitarias del
cuerpo femenino emergen en la superficie discursiva de las mencionadas obras de Shakespeare,
Morrison y Atwood.
El trabajo se encuadra en la intersección entre la crítica literaria y la semiótica (Williams
29). La zona de convergencia se da en el ámbito de los postulados de la teoría cultural referidos al
concepto de hegemonía y de lo dominante. Rescato la definición de tradición porque constituye
un aspecto de la organización social y cultural contemporánea acreditable a los intereses de
dominación de una clase en particular. Además la tradición, como recorte selectivo del pasado, se
conecta con el presente y valida su existencia. En las obras shakespearianas seleccionadas para el
análisis se observa cómo lo tradicional, el imaginario femenino, se plasma en un recorte
discursivo selectivo y poderoso y se valida la continuidad de las prácticas culturales que
producen y reproducen las ideas dominantes. Simultáneamente existen conexiones activas que se
ratifican en las obras contemporáneas de las tres autoras elegidas.
Comienzo con la presentación de distintas textualidades pertenecientes a los momentos y
espacios históricos seleccionados y postulo luego cómo sus flujos y reflujos se mimetizan o
metamorfosean. La indagación posee ipso facto un resultado positivo que emerge sutilmente en
este primer capítulo. Es decir que, al hacer dialogar las matrices discursivas en forma genuina,
distintiva y progresiva, este recorrido da cuenta de la existencia de un legado de matriz
renacentista reeditado en otros espacios y tiempos por similitud y contraposición. Esta matriz se
evidencia en la división de los campos discursivos de los dos períodos contrapuestos. De igual
manera se manifiesta cómo numerosos dispositivos discursivos generan su productividad en la
adhesión a las formas del contrato de lectura ficcional, filosófica, histórica, religiosa, política y
étnica, entre otras. El enfoque de las similitudes y diferencias entre el discurso de ficción y los
demás se abordará en los apartados sucesivos.
La investigación se amplía al considerarla como parte de una cuestión más extensa, la de
la posmodernidad. Los debates en torno del estudio de la discursividad desarrollados actualmente
implican una problematización más abarcadora de los límites de lo conocido tradicionalmente
como función representativa del lenguaje. Es por eso que no puedo dejar de lado la condición de
25
12
Si bien se rastrean discursos pertenecientes al período 1850-1856 en Estados Unidos, éstos sirven de matriz
discursiva coexistente con el relato sobre la vida en esclavitud y su consecuencia. Estos discursos me permiten
reconstruir la revisión histórico-ficcional que Morrison presenta en su obra Beloved, 1987.
13
Considero este lapso como el intertexto de las novelas de Morrison. No es objeto de estudio el análisis sociocrítico
del siglo XIX.
26
14
Como se consideró en la nota 7 de página 13 en la Introducción de este trabajo.
27
Habiendo consignado las categorías propuestas por Williams, considero que el análisis de
la cultura se enlaza con el esclarecimiento de la escala de valores implícitos y explícitos de un
modo específico de vida. Este análisis involucra la crítica histórica, en la que las obras
intelectuales e imaginativas se examinan en relación con tradiciones y sociedades determinadas,
pero también incluye la descripción y observación del modo de vida, es decir que abarca la
organización de la producción, la estructura de la familia y de las instituciones que expresan o
gobiernan las relaciones sociales y las formas por medio de las cuales se comunican los
miembros de las sociedades. Mi razonamiento parte del énfasis ideal, esto es, del descubrimiento
de ciertos significados y valores absolutos, universales, superiores o inferiores, pasando por la faz
documental en la que se caracterizan y tipifican los productos de un modo de vida, hasta una
postura que, a partir del estudio de significados y valores particulares, trata de definirlos y
compararlos, mediante el estudio de sus transformaciones. A partir de esto se precisan las
modalidades de cambios y las leyes o tendencias generales gracias a las cuales es posible alcanzar
una mejor comprensión del desarrollo social y cultural.
Esta comprensión representa, a través de diferentes variaciones, una línea de crecimiento
común. Sigo a Williams cuando habla de tradición en términos de cultura general y agrega que
solamente se re-significan legados culturales dentro de sociedades específicas cuando éstos son
modelados por sistemas más locales y temporales. Esta concepción me permite sostener que las
obras seleccionadas de las dos autoras elegidas para este estudio se conciben como variaciones de
significado y referencia en el uso de un legado cultural, el shakesperiano. En efecto, son obras
consideradas como un genuino complejo discursivo del que emergen construcciones identitarias
femeninas contra–hegemónicas.
Del análisis de las tres acepciones planteadas por Williams se concluye que una teoría de
la cultura debe incluir las tres esferas de hechos a los cuales apuntan esas definiciones (ideal,
documental y social) y, a la inversa, se estima inadecuada toda definición que, dentro de
cualquiera de las categorías, excluya alguna referencia a la anterior. Adopto una perspectiva
teórico–analítica en la que es insostenible una definición ideal de cultura que abstraiga el proceso
descripto de su vinculación con una sociedad específica. Asimismo, son también inválidas una
definición documental de cultura que evalúe registros escritos u otros en forma separada de
30
distintos aspectos de la vida en la sociedad y una definición social que considere el proceso
general o el conjunto de las artes y el aprendizaje como un mero subproducto o reflejo pasivo.
Aunque una investigación que vincule los tres aspectos mencionados sea una meta
dificultosa, mi estudio observa el proceso cultural como un todo y relaciona el corpus
renacentista con las organizaciones sociales y las producciones culturales (afroamericanas y
canadienses) que presentan variaciones y similitudes con las construcciones identitarias
femeninas shakesperianas fundantes. En consecuencia, puedo afirmar que existen huellas
discursivas que dan cuenta del sistema hegemónico y de las luchas de poder en distintos
momentos literarios y culturales. De este modo, se gestan conceptualizaciones sobre la identidad
y el cuerpo femenino, alternativas a las ya instituidas por la cultura dominante, que presentan
rasgos disidentes como reacciones a lo pautado hegemónicamente.
La forma dramática usada por Shakespeare tiene tras de sí una larga tradición artística. El
moldeado cultural de su obra se rige por los dictámenes de la experiencia y por las convenciones
sociales específicas en las que se desarrolló. Sin embargo, las obras del corpus renacentista no
sólo tienen significado en el contexto asignado, puesto que se convierten en elementos de una
gran tradición dramática y cultural general, en sociedades muy diferentes como la afroamericana
o canadiense. La obra shakesperiana fundante en sí misma sobrevive a la sociedad que la moldeó
y es recreada al vehiculizarse directamente hacia otras audiencias. Por eso no se pueden abstraer
ni el valor ideal ni el documental específico de una obra cultural fundante y tampoco ésta puede
reducirse a una explicación desde un contexto local determinado. Es inapropiado suponer que los
valores o las obras artísticas se pueden estudiar adecuadamente sin referencia a las sociedades
específicas en el interior de las que se manifestaron, y tampoco es posible considerarlas sólo
como subproductos, ya que están determinados por la totalidad de la situación en la que se
expresan.
Es por esto que afirmo que una obra dramática o narrativa está claramente relacionada con
otras actividades como la producción, el comercio, la familia y la política, que remiten a distintas
facetas de la organización cultural. Entonces no sólo se trata de relacionar la producción artística
con la sociedad, sino también de estudiar todas las actividades y sus interrelaciones, sin dar
prioridad a ninguna. De tal modo que sólo son pasibles de consideración la organización
cambiante y los diversos efectos producidos por las distintas actividades y sus interrelaciones.
31
Estas prácticas pueden servir a fines diferentes y antagónicos, razón por la que el cambio que se
busca no es simple, siempre hay elementos de persistencia, ajuste, asimilación, resistencia activa
y esfuerzo en las actividades específicas y en la organización social en su conjunto.
El análisis cultural que efectuaré en los capítulos siguientes se llevará a cabo en términos
de reconstrucción del contexto renacentista. Presentaré pruebas discursivas sobre la organización
socio-cultural dentro de la cual se manifestó la obra shakesperiana. No se puede sostener que se
conoce un período determinado de una sociedad y que se precisa cómo su arte y su teoría se
relacionan con ella mientras no se vinculen y analicen todos los aspectos involucrados. Sólo así
será posible afirmar que se ha dado cuenta de esa sociedad.
El siguiente punto de vista crítico a considerar sobre el concepto de ―cultura‖ es el de
Angenot (1989), quien concibe, al igual que Bajtín, una aproximación a la definición de cultura
desde la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad. Ambos sostienen que hay que pensar el
discurso social y captarlo en su totalidad. Es en el poder de los discursos ―en su omnipotencia y
omnipresencia‖ (Angenot, Interdiscurividades. De hegemonías 10) difractada en todas partes
donde se puede registrar el acervo cultural de una época. Para ello se deben vincular los campos
del discurso social de un determinado corte temporal sincrónico y conectar los campos científico
y filosófico, los discursos políticos, la prensa, la publicidad, entre otros. De este modo, Angenot
plantea una forma de conocer la cultura de una época que conduce a desarrollar una ―gnoseología
social o crítica de la ideología orientada a dar cuenta de la particular construcción de mundo que
opera cada sociedad y su consecuente configuración de subjetividades‖ (Angenot,
Interdiscurividades. De hegemonías 11).
Al definir cultura, Angenot usa la noción de ideología y concuerda con Bajtín al sostener
que las ideologías no son sistemas. Cuestiona esta noción y resalta su carácter heterónomo15 e
interdiscursivo. En consecuencia, al eliminar la idea de ideología como sistema, la cultura
aparece como un conglomerado que posee movilidad, cuyos campos discursivos se estructuran en
torno de una serie de topoi16 desde los cuales se construye la argumentación. Además, Angenot
señala la existencia de una gnoseología narrativa que no es privativa de la novela, sino que es
15
Concepto que expresa que el sujeto está ligado a un poder externo que impide el desarrollo de su voluntad
natural. (Teixeira Coelho, José. Diccionario crítico de política cultural. España: Editorial Gedisa S.A., 2004: 165)
16
Conjunto de lugares.
32
―cultura popular‖ opuesta a la ―cultura oficial‖. El banquete, los cuerpos, el disfraz, la subversión
de las jerarquías sociales y la sexualidad son aspectos constitutivos de lo carnavalesco que Bajtín
rastreó en clave arqueológica desde la Edad Media al Renacimiento. Aunque el período medieval
no es relevante para mi estudio, sí lo es el renacentista, por esto destaco que Bajtín establece una
articulación entre el mundo de ficción y el carnaval. Para él la novela articula dos prácticas
diferentes: la carnavalesca y la narrativa, y pone en situación de convergencia un modelo de
mundo que, vinculado con la literatura carnavalizada17 es el mundo ―al revés‖.
Para ahondar más aún en la definición de ―cultura renacentista popular‖ necesito recordar
que este concepto fue revisado por Bajtín en su propia clave. Él retomó las formas y
manifestaciones de la cultura cómica popular renacentista cuando observó que la risa es su rasgo
común enfrentado al tono serio, religioso y feudal de la cultura oficial. En ese momento Bajtín
introdujo la definición de ―realismo grotesco‖. Me detendré en este concepto, ya que remite al
sistema de imágenes de la cultura cómica popular renacentista, es decir el principio material y
corporal que aparece bajo la forma universal de la fiesta utópica. En esta concepción, lo cósmico,
lo social y lo corporal están ligados a un todo que posee vida y es indivisible. Bajtín también
señala los rasgos del realismo grotesco que me sirven de fundamento para el rastreo de las
imágenes del cuerpo femenino características del Renacimiento. El portador del principio
material y corpóreo no es un determinado miembro de una clase social, sino el pueblo en general,
que en su evolución crece y se renueva constantemente.
El cuerpo y la vida corporal están imbuidos de un carácter cósmico y universal, no sólo se
trata de un cuerpo y su fisiología en un sentido estricto y determinado, sino que además el
elemento corporal es magnificado y exagerado y tiene un carácter positivo y universal. A modo
de ejemplo, Bajtín presenta a Sancho Panza, su barriga, su apetito y su sed como rasgos
esencialmente carnavalescos y resalta que su inclinación hacia la exuberancia y la plenitud no es
personal o egoísta sino que es una tendencia a la abundancia. La imagen corpórea de Sancho
remite a la de los antiguos dioses barrigones de la fecundidad que se pueden apreciar en los vasos
corintios, por ejemplo. Sus abundantes y desmesuradas ―necesidades naturales‖ representan en
17
Durante el carnaval se organizaba un lenguaje que expresaba hechos concretos y sensibles, acciones realizadas en
masas o pequeños actos individuales que se prestaban a una transposición al lenguaje de la literatura, este
fenómeno se llama carnavalización literaria.
35
18
Tomo la definición del cronotopo literario propuesta en el Diccionario léxico de la teoría de Mijail M. Bajtín: ―En
el cronotopo literario – artístico tiene lugar una fusión de los indicios espaciales y temporales en un todo consciente
y concreto. El tiempo aquí se condensa, se concentra y se hace artísticamente visible; el espacio, en cambio, se
intensifica, se asocia al movimiento del tiempo, del argumento, de la historia. Los indicios del tiempo se revelan en
el espacio y éste es asimilado por medio del tiempo. Por este entrecruzamiento de las series y esta fusión de los
indicios se caracteriza el cronotopo artístico.‖ (Arán, Pampa, et al., Diccionario léxico de la teoría de Mijail M.
Bajtín. Córdoba: Dirección de Publicaciones de la Universidad Nacional de Córdoba, 1996: 63)
36
19
Empleo la acepción de canon como la postula Bajtín ―en el sentido más amplio de tendencia determinada, pero
dinámica y en proceso de desarrollo, canon para la representación del cuerpo y de la vida corporal‖ (Bajtín, Mijail.
La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. España: Alianza Editorial, 1990: 34).
37
20
Greenblatt cita ―Culture or Civilization‖ escrita por el influyente antropólogo Edward B. Tylor en 1871: ―taken in
its wide, ethnographic sense is that complex whole which includes knowledge, belief, art, morals, law, customs,
and any other capabilities and habits acquired by man as a member of society‖ (Payne, Michael. The Greenblatt
Reader. USA: Blackwell Publishing, 2005: 11)
21
La traducción de la cita de The Interpretation of Cultures (1973) es propia.
38
comprensión de los textos críticos literarios. Como dice Greenblatt, el mundo está ―repleto de
textos, en su mayoría virtualmente incomprensibles cuando se sacan de su entorno inmediato.‖
(Greenblatt 11). Para recuperar su significado se debe reconstruir la situación en la que esos
textos fueron producidos. Él ofrece varias preguntas para guiar esta labor de reconstrucción:
¿Qué tipos de comportamientos y modelos a seguir parece imponer esta obra? ¿Por qué razones
fue atractiva para los lectores de su época? ¿Hay diferencias entre mis propios valores y los
implícitos en este texto? ¿De qué supuestos sociales depende la obra? ¿Se limita en ella la
libertad de pensamiento y movimiento de alguien? ¿Cuáles son las estructuras sociales más
amplias con las que se vinculan estos actos particulares de alabanza o acusación?
Estas preguntas pueden orientar el primer acercamiento a una obra literaria a fin de
establecer relaciones entre los elementos del texto, pero es indispensable ampliar el análisis más
allá de las fronteras de la obra al observar la cultura en la que se encuentra inserta, para crear
relaciones entre el texto y los valores, las instituciones y prácticas culturales que lo nutren,
aunque las obras de arte suelen contener en sí mismas los referentes culturales necesarios para su
comprensión y es por eso que sobreviven a la desaparición de su entorno.
Otro significado de cultura deriva de su relación con el cultivo, con la internalización y la
práctica de un código de comportamiento, acepción importante en las épocas en que los modales
eran signos de estatus social. El arte registra este proceso de aprendizaje de las buenas
costumbres y los buenos modales y además funciona como agente de transmisión de la cultura, es
un vehículo de comunicación entre una generación y otra, y tiene como uno de sus propósitos la
producción de una serie de modelos éticos y morales.
La cultura también regula y garantiza la movilidad: las fronteras culturales se establecen
por medio de la experimentación, el intercambio y la improvisación. Hay culturas que plantean la
estabilidad y el orden absoluto, pero para sobrevivir tienen que mutar, al menos mínimamente;
otras postulan la movilidad absoluta, pero éstas también deben tener algunos límites que
garanticen su supervivencia. Entonces la cultura -una ―estructura de improvisación‖‘- es un
conjunto de patrones lo suficientemente flexibles como para permitir el cambio sin desaparecer
del todo. Esta tensión entre elasticidad e inflexibilidad y la forma en que los individuos se ajustan
o rechazan las fronteras impuestas son temas por excelencia de la novela, una forma narrativa que
39
registra cómo los individuos se ajustan a los patrones culturales aceptados al mismo tiempo que
se apropian de ellos creativamente.
La narrativa, además de registrar este proceso, es una herramienta pedagógica porque
articula y reproduce el fenómeno de aculturación.22 Greenblatt (2005) señala que los escritores no
parten de cero sino que inevitablemente heredan ciertos temas y problemas, pero los manipulan
para adaptarlos a sus intereses, un proceso creativo que implica el intercambio, otra característica
de la cultura: ―Una cultura es una red particular de negociaciones para el intercambio de bienes
materiales, ideas y -por medio de instituciones como la esclavitud, la adopción, o el matrimonio-
personas.‖ (Greenblatt 34). Los grandes escritores dominan con destreza los códigos de
intercambio que regulan la movilidad y por eso pueden ser innovadores.
Este intercambio ocurre porque la cultura suele tener una ―economía simbólica general‖
en la que circulan los signos que incitan el deseo humano, el miedo y la agresión. Los críticos
culturales son particularmente hábiles en el uso de estas economías y en la manipulación de los
signos y, pese a que los estudios literarios suelen ignorar el contexto histórico, es indispensable
conocerlo precisamente para recuperar la dimensión simbólica de las relaciones sociales. Este
tipo de análisis cultural, profundamente historicista, también está atento al hecho de que las obras
literarias no reflejan los materiales culturales que circulan en el momento de su creación, porque
los re-significan y re-imaginan de maneras en ocasiones inesperadas, de hecho es esta habilidad
para combinarlos de modos sorprendentes y novedosos lo que caracteriza a las obras literarias
que cuestionan las fronteras impuestas por la cultura.
La posibilidad de innovar, explica Greenblatt, existe porque la cultura nunca es
armoniosa. También considera que la ideología íntimamente conectada con el término ―cultura‖
es un concepto que se repite sin un sentido específico, es un ―gesto vago hacia un ethos que se
percibe tenuemente‖ (Greenblatt 13). Focaliza su análisis en dos términos: ―constreñimiento‖ y
―movilidad‖. El ensamble de creencias y prácticas de una cultura funciona como una tecnología
de control, un set de límites en el que el comportamiento social debe ser contenido, un repertorio
22
―Aculturación es un término introducido al final del siglo XIX por antropólogos anglosajones para designar los
fenómenos de contacto directo y prolongado entre dos culturas diferentes que conducen transformaciones en
cualquiera de ellas o en ambas‖. (Teixeira Coelho, José. Diccionario crítico de política cultural. España: Editorial
Gedisa S.A., 2004: 37)
40
de modelos a los que el individuo debe ajustarse. Sin embargo, debido a la resignificación de
signos culturales e ideológicos, se acciona la otra característica, que es la movilidad.
Como conclusión de este rastreo por el concepto de ―análisis cultural‖ en cuatro autores
puedo decir que la postura de Bajtín es fundante para las reformulaciones que hacen Angenot,
Williams y Greenblatt. Entre ellos subsiste la idea de que la cultura se compartimenta en
múltiples campos relacionados entre sí. La idea de Bajtín respecto de que las ideologías no son
sistemas es retomada por Angenot, quien resalta su carácter heterónomo e interdiscursivo. Para
Greenblatt el enfoque transdisciplinar es capital en el estudio sociocrítico del Renacimiento,
porque es necesario recuperar la situación en la que los discursos fueron producidos. Las obras
literarias no reflejan todas las prácticas discursivas de una época pero sí las re-significan y
recrean. Por otro lado, el concepto de ―heteronomía‖ de Angenot se vincula directamente con el
de ―prácticas arcaicas‖ de Williams en lo concerniente a la renovación de paradigmas, debido a
que lo nuevo en una cultura no puede gestarse y emerger en la superficie discursiva si no es
trabajando sobre el material olvidado para luego relacionarlo con el dominante.
Los conceptos y posicionamientos aquí vertidos constituyen mi anclaje teórico con
respecto a la crítica cultural y actuarán como parámetros orientadores circulando entre dos polos
disímiles: por un lado las estructuras, organizaciones e instituciones en las cuales se manifiestan
códigos, formaciones discursivas y sistemas de acción. Y por el otro el polo opuesto constituido
por el tejido social con sus vivencias y espacios que afloran en la superficie discursiva. El
concepto de cultura se ubica dentro de este circuito de recursos que se establece y se alimenta del
flujo constante entre ambos polos.
23
A partir de Bajtín los rasgos que permanecen al margen de la Lingüística, en especial el diálogo y la polifonía,
resultan no sistematizables por disciplina alguna. La translingüística es la actividad que se propone el estudio de
estos rasgos externos al funcionamiento de la lengua, consiste por tanto en una casuística. (Bajtín, Mijail.
Problemas de poética en Dostoievski. Méjico: Fondo de cultura Económica, 1993)
42
Esta postura sobre el concepto de discurso complementa la propuesta por Bajtín cuando
sostenía que: ―el texto es la realidad primaria y el punto de partida para cualquier disciplina del
campo de las ciencias humanas‖ (Bajtín, Estética de la creación verbal 303). Además, toda
producción de sentido es social porque el proceso significante se amplía a través de las
condiciones sociales y, simultáneamente, el fenómeno social es un aspecto constitutivo del
proceso de producción de sentido.
A continuación retomo la noción foucaultiana de ―formación discursiva‖ que propicia la
apertura de un horizonte que permite acceder a la ―transdiscursividad‖ como consecuencia de la
―economía discursiva‖.24 Foucault (1970) problematiza la noción de discurso y brinda una
perspectiva diferenciada del campo lingüístico, en un abordaje que puede caracterizarse como
―histórico antropológico‖. En términos generales en La arqueología del saber (1970) elabora una
teoría con dos elementos de estratificación: lo enunciable y lo visible, las formaciones discursivas
y las no discursivas, las formas de expresión y las de contenido. No obstante, este tratado parece
dar una primacía radical al enunciado. Las superficies de visibilidad o emergencia 25 están
situadas en un espacio que es complementario de un campo de enunciados.
El enunciado no es una mera estructura sino una ―condición de producción y de
posibilidad‖ que hace posible la existencia de frases, proposiciones y signos. Esta
conceptualización de la función enunciativa permite acceder al campo de la discursividad desde
24
La economía de la constelación discursiva designa al conjunto de operaciones e intercambios que tienen lugar en
la arquitectura de un discurso, y con arreglo al cual se llevan a cabo exclusiones e inclusiones, analogías y
diferencias y se funda el criterio que orienta las elecciones teóricas, ya sea en dirección a la inclusión, la exclusión
o bien cualquier otro tipo de intervención operada en la superficie de los enunciados como consecuencia de haber
incorporado una nueva formación discursiva. (Albano, Sergio. Michael Foucault: Diccionario Epistemológico.
Buenos Aires: Quadrata, 2007: 62)
25
Estas superficies de emergencia no son las mismas para las distintas sociedades o épocas y en las diferentes formas
de discurso (Foucault, Michael. La Arqueología del Saber. Méjico: Siglo XXI, 1988: 65): ―Designa los puntos de
aparición de un objeto como por ejemplo la locura, a partir de las acumulaciones sucesivas y simultáneas de
prácticas, enunciados y discursos que poseen un cierto grado de coherencia. Desde ese momento el objeto puede
ser nombrado, y por lo mismo se transforma en algo descriptible. Las superficies de emergencias se constituyen a
partir de lo que Foucault denomina ‗campo perceptivo‘, en cuyo interior se fijan las condiciones de visibilidad de
un objeto, su transcripción a un código de formalización, y a partir del cual, el objeto ‗emerge‘ bajo ciertas
condiciones lógicas que lo hacen visible‖ (Ibíd. 47)
43
una perspectiva que trasciende lo lingüístico y se aboca al desarrollo de las reglas de producción
propias de los discursos. Como función, el enunciado entrelaza conjuntos discursivos
heterogéneos. Sin la existencia de los enunciados no es posible la existencia del discurso, éste
como acontecimiento sólo es ―[…] constituido por un conjunto de secuencias de signos en tanto
que éstas son enunciados, es decir, en tanto que se les puede asignar modalidades particulares de
existencia.‖ (Foucault, La arqueología 189).
La función enunciativa es parte constitutiva de las ―condiciones de posibilidad‖ de la
producción discursiva en tanto que las condiciones de existencia se refieren a un conjunto de
reglas de formación de las que dependen los discursos (189). Estas formas o modalidades
específicas de existencia se vinculan con el ―sistema de formación‖ o con la ―formación
discursiva‖26. Angenot aporta a este concepto una nueva denominación, la de ―complejo
discursivo‖ pues lo postula como ―menos sistémico y atomizante‖ que el de ―formación
discursiva‖ (Angenot, Interdiscurividades. De hegemonías 96). Régine Robin, colaboradora de
Angenot, la consigna como una de las conceptualizaciones recurrentes de la teoría del discurso
social.
La noción de ―complejo discursivo‖ es fundante al igual que las de discurso y prácticas
discursivas: ―el discurso es omnipresente, como lo son las formas discursivas y las todavía más
famosas prácticas discursivas‖ (Robin 111). Este concepto me interesa particularmente debido a
que lo encuentro vinculado con la noción de formación social de raigambre materialista, que
incluye un trabajo discursivo ligado a la productividad, que genera valoraciones sociales. A este
proceso se lo denomina etnocentrismo, debido a que implica la validación de ciertas prácticas y la
negación de otras. Foucault dedica una amplia reflexión al concepto de ―formación discursiva‖. A
continuación presento una definición cuyos aspectos más relevantes explico seguidamente:
27
Esta idea de dispersión se conecta con la idea de continuidad. Es un criterio muy explícito en el autor al no
descuidar ninguna forma de discontinuidad, de límite. En este sentido, Foucault propone un intento de describir los
enunciados en el campo del discurso y las relaciones que son susceptibles de dispersión de estos objetos ―captar
todos los intersticios que los separan, medir las distancias entre ellos; en otros términos: formular su ley de
repartición‖. (Foucault, Michael. La Arqueología del Saber. Méjico: Siglo XXI, 1988:50-54)
45
28
Heteroglosia es el término que Bajtín usa para remitirse a fuerzas centrífugas (o no oficiales) y sus productos. El
concepto remite a las alteraciones y reevaluaciones de la vida diaria minuto a minuto con sus consecuentes nuevos
significados y matices que, en suma y a lo largo del tiempo, siempre amenazan la integridad de cualquier lengua.
(Morson, Gary S. y Emerson, Caryl. Mijail Bakhtín: Creation of Prosaics. U.S.A: Standford University Press,
1990: 30). (Traducción propia)
46
todo lo que se dice y escribe en un estado de sociedad; todo lo que se imprime, todo
lo que se habla públicamente o se representa hoy en los medios electrónicos, todo
lo que se narra y argumenta, si se considera que narrar y argumentar son los dos
grandes modos de puesta en discurso. (Angenot, El discurso social 21)
Define seguidamente una noción vinculada con la de intertextualidad: lo que los clásicos
llamaban allégorèse, que él precisa como la sutil superposición de textos que se efectiviza en el
mismo espacio destinado para la producción y lectura de un solo texto y que denomina
―interlegibilidad‖. Angenot destaca aquí, sin embargo, un concepto original no desarrollado por
los teóricos de la intertextualidad y que considero importante para mi análisis. Sostiene que
La interlegibilidad asegura una entropía hermenéutica que hace que leer los textos
de una época (y los de la memoria cultural) con cierta estrechez mental
monosémica, que escotomiza la naturaleza heterológica de ciertos escritos, anula lo
inesperado y reduce lo nuevo a previsible. (Angenot, El discurso social 26)
Tanto para Angenot como para Bajtín todo discurso es ideológico y en ―toda sociedad, la
masa de los discursos -divergentes y antagonistas- engendra entonces un decible global más allá
del cual no es posible por anacronismo percibir lo noch-nicht Gesagtes (lo todavía no dicho)‖
(Angenot, El discurso social 28). Sin embargo, sostuve al comienzo de este apartado que para
Angenot el discurso social es un objeto compuesto en el que intervienen variables hegemónicas.
Por tanto, la hegemonía no es únicamente el rumor más recurrente en el discurso social o lo que
29
Sostengo que Bajtín tiene en realidad la misma perspectiva que Angenot y el acento que pone en la heteroglosia es
simplemente el resultado del énfasis histórico en la hegemonía, propio del momento en el que escribe. El ―mito
democrático‖ que Angenot le atribuye a Bajtín es sólo una lectura de sus escritos. Bajtín no niega la presencia de
un discurso hegemónico ¿no son los discursos de Aristóteles, R. Descartes y F. de Saussure discursos
hegemónicos, acaso? Su propósito es destacar la heteroglosia en la que pocos críticos habían reparado hasta ese
momento.
47
retumba con más fuerza en más contextos. El concepto de ―hegemonía‖ no remite a un conteo
cuantificable de recurrencia discursiva, sino ―fundamentalmente un conjunto de mecanismos que
aseguran a la vez la división del trabajo discursivo y un grado de homogeneización de las
retóricas, de tópicos y de las doxa transdiscursivos.‖ (Angenot, El discurso social 31).
Formalmente, la hegemonía es ―un canon de reglas y de imposiciones legitimantes y,
socialmente, un instrumento de control, una vasta sinergia de poderes, de restricciones, de medios
de exclusión, ligados a pautas arbitrarias formales y temáticas‖ (Angenot, El discurso social 30).
Angenot se compromete, en la segunda sección de su artículo, con la definición de partes
constitutivas del ―hecho hegemónico‖. Existen distintas posturas para interpretar este hecho, una
de ellas es la lengua legítima, considerada desde la visión de Bajtín como ―lengua nacional‖.
Otros aspectos constitutivos son el ―tópico‖ y la ―gnoseología‖. El tópico es ―el conjunto de los
‗lugares‘ (topoi) o presupuestos irreductibles de lo verosímil social‖, ―todos los presupuestos-
colectivos de los discursos argumentativos y narrativos‖ (Angenot, El discurso social 38-39).
Parte de ese tópico es la doxa, o ―pre-construcciones argumentativas casi universales que forman
el repertorio de lo probable‖ (38-39).
Siguiendo a Angenot, si un acto de conocimiento es también un acto de discurso, es
preciso trascender ese ―conjunto de lugares‖ para acceder a la noción de ―gnoseología‖. Es decir:
―conjunto de reglas fundamentales que hacen a la función cognitiva de los discursos, que
modelan los discursos como funciones cognitivas‖ (38-39.). La gnoseología está vinculada con
las formas en las que el mundo puede ser bosquejado haciendo uso de la lengua, lo que constituye
la precondición de los juicios de valor. Luego él remarca que la gnoseología, como
acontecimiento discursivo, no puede separarse del tópico. Esta dinámica se vincula con lo que se
ha denominado ―estructuras mentales‖ de una época o ―pensamientos‖ en frases tales como ―[…]
pensamiento salvaje, pensamiento animista, pensamiento mítico-analógico, etc.‖ (Angenot, El
discurso social 41).
Los discursos sociales se configuran mediante los fetiches y los tabúes, por ejemplo las
ideas de Patria, Ejército y Ciencia configuran, al decir de Angenot, la esfera de los fetiches; en
tanto que el sexo, la locura y la perversión constituyen el espacio de los tabúes. Asimismo señala
que la consideración de estos aspectos es pertinente, ya que no sólo están ―representados en el
discurso social sino que son producidos por éste‖ (Angenot, El discurso social 42). Creo
48
oportuno destacar que cuando más adelante analice el corpus de ficción propuesto mostraré cómo
la construcción en torno de la corporeidad emerge como una construcción fetichística.
Angenot señala también que el egocentrismo/etnocentrismo es otra faceta del hecho
hegemónico:
La hegemonía puede ser abordada también como una norma pragmática que define
en su centro a un enunciador legítimo quien se arroga el derecho de hablar sobre
‗alteridades‘, determinadas con respecto a él [...] en completa armonía con el juego
de las temáticas dominantes. (Angenot, El discurso social 42)
En los géneros canónicos del discurso social el enunciador remite a un lector implícito
legítimo. El mejor medio para legitimar la práctica discursiva del enunciador es: ―[…] darle el
‗derecho de mirar‘ a quienes no tienen derecho de palabra pero a propósito de quienes el
enunciador habla: los locos, los criminales, los niños, las mujeres, las plebes campesinas y
obreras, los salvajes y primitivos.‖ (42). Desde el punto de vista del proyecto de Angenot, ―se
puede notar cómo la hegemonía ofrece a la vez un discurso universal, de omni re scibili, y una
alocución distintiva, identitaria, selectiva, que produce los medios de la discriminación, de la
legitimidad y de la ilegitimidad.‖ (42).
Otra faceta para señalar con respecto al concepto de hegemonía es que, a partir de la gran
variedad de discursos oficiales, se gesta una visión de mundo evidente en todos los tipos de
discurso: periodístico, artístico, filosófico, etc. Angenot remite también en su artículo al pathos
que prevalece en los discursos de una época, por ejemplo afirma que el tono patético del discurso
francés de fin de siglo es la angustia. De igual manera, en mi análisis del corpus literario,
filosófico e histórico pretendo reconocer la tendencia del pathos reinante en los discursos
ficcionales que remiten al devenir de las culturas que analizo.
Entre los conceptos centrales que rescato de la teoría de Angenot para mi trabajo están los
de ―ruptura‖ y ―desplazamiento‖. Para él no existen conceptos francos e irreversibles en la
historia de los discursos y las ideas. Por la naturaleza misma de las cosas toda ruptura es primero
―un deslizamiento de sentido poco perceptible, una erosión mal señalizada, un balbuceo torpe.‖
(Angenot, El discurso social 44). Por ―torpe‖ Angenot entiende ―que tantea para encontrar un
lenguaje otro‖ (44). Las rupturas y los deslizamientos se generan por una crisis radical pero no
hay garantías de que las crisis aporten innovaciones auténticas. El nuevo lenguaje no se erige
49
como ―otro‖ desde el primer momento sino que se produce una necesaria reelaboración general
del contexto para la inteligibilidad de lo que se considera emergente.
En la segunda parte de ese artículo Angenot aborda las funciones del discurso social y
presenta algunas de las nociones que validan mi análisis. Expresa que: ―El discurso social tiene el
‗monopolio de la representación de la realidad‘ ‖ (Fossaert, en Angenot, El discurso social 64).
Esta configuración de la realidad colabora con ―hacer la realidad [...] y la historia" (64). Y
también:
A partir de esta cita interpreto que una función importante del discurso social es censurar
lo inexpresable.
Hasta aquí he resaltado la función óntica del discurso social, es decir su poder de
representar e identificar. Pero también posee otras dos funciones: la axiológica, que permite dotar
de valoración y/o legitimación a un discurso y no a otro, y la pragmática que se manifiesta
cuando los discursos, al generar ideología, actúan en concordancia, o no, con las fuerzas
centrípetas de un contexto histórico-cultural determinado. Es decir que las ideologías no generan
solamente ―representaciones‖ sino también lineamientos de prácticas y comportamientos.
Angenot concluye su artículo afirmando que: ―No se puede disociar lo que se dice, de la manera
en que se lo dice, el lugar donde se lo dice, los diversos fines a los que sirve, los públicos a los
que se dirige.‖ (Angenot, El discurso social 75). Estas premisas contribuirán a mi estudio de los
textos seleccionados.
En el corpus de análisis determinaré las estructuras discursivas que presenten
generalizaciones, expresiones de sentido común y prácticas discursivas que denoten inversiones
hegemónicas, emergentes, contra-hegemónicas. También localizaré desplazamientos de sentido
manifestados a través de discursos que oscilen entre lo residual y lo emergente. Estas prácticas
discursivas delinearán el recorrido del proceso de construcción identitaria del cuerpo femenino en
la topografía de los textos considerados.
50
Me aboco entonces a observar cómo los diversos discursos del corpus renacentista
caracterizan y constriñen la subjetividad femenina, con el convencimiento de que en esa época se
constituyen, organizan y sistematizan corporeidades identitarias femeninas que se transponen y
resemantizan en el siglo XX. Es en este sentido que concibo el proyecto de Foucault en términos
de arqueología.
Gilles Deleuze en su artículo, ―¿Qué es un dispositivo?‖ en Michael Foucault: filósofo
(1990) sostiene:
Dentro de este contexto planteo vincular las principales líneas teóricas que complejizan
las nociones de subjetividad e identidad, estableciendo sus diferencias. Como expresé
anteriormente se trata de conceptos que provienen de paradigmas teóricos distintos o con un
significado contradictorio o ambiguo. Indagar sobre estas nociones implica introducirse en una
discusión filosófico-antropológica que debería ser objeto de otra investigación; por lo tanto el
presente recorrido incluye solamente una problematización acotada a la Teoría Social y la Teoría
de los Discursos. En consecuencia distingo entre la producción de subjetividades en una
investigación que prioriza el análisis del discurso considerado a partir de los postulados
presentados y las políticas de identidad que permiten puntualizar algunos dilemas culturales. De
este modo, la noción de identidad se vincula con campos disciplinarios como la Teoría Social, la
Sociología o los Estudios de Género.
En un acercamiento teórico a los planteos de Bajtín y Foucault, Nancy Fraser expresa:
Incluso las instituciones económicas más materiales tienen una dimensión cultural
constitutiva, irreductible; están atravesadas por significaciones y normas.
Analógicamente, aún las prácticas culturales más discursivas tienen una dimensión
constitutiva irreductible, están atadas a bases materiales. (Fraser 23)
Desde los presocráticos hasta mediados del siglo XIX la identidad fue concebida en
relación con un ser en términos de esencia, definido como ―inmutable‖, ―uno‖ y ―eterno‖. Así la
identidad convivió con la diferencia durante ese vasto período, pero a mediados del siglo XIX se
produjo un cambio de perspectiva que dio lugar a la concepción pos metafísica del ser30. El ser al
que se refiere ya no se determina como esencia sino como ―devenir‖, es un ser ―mutable‖,
―diverso‖ y ―perecedero‖. La consecuencia más relevante de este cambio estructural en la
concepción del ser es la discusión en torno de la identidad, la explicación de lo que uno es supone
indefectiblemente el recurso a la diferencia y al campo semántico que se extiende en su entorno.
La discusión posmoderna en relación con la identidad se centra en la significación de ―alteridad‖.
Me centraré brevemente en René Descartes y en Immanuel Kant (1988) para determinar
cuáles son las características fundamentales del ―yo‖ moderno y luego haré lo propio con los
postulados de Foucault para determinar similares características del sujeto posmoderno.
Con Descartes se consolida el concepto metafísico de la identidad. A este filósofo
moderno le incumbe la subjetividad como principio epistemológico, en tanto que evidencia que la
verdad es una e inmutable: todo es falso excepto el ―yo‖ que piensa como falso lo que excede a
su propio pensar. Todo es falso, a saber: la rex extensa, excepto el ―yo‖ que piensa: la res
cogitans. Con Descartes se experimenta la primera clasificación sistémica entre cuerpo e
identidad. El principio de la corporeidad no participa en la conformación del sujeto, no hace a la
identidad, pues se concibe como identidad pensante y aún más como cognoscente y ésta es su
clave identitaria. El problema cartesiano es el del conocimiento, las condiciones de posibilidad y
sus reglas. El ―yo‖ sujeto al que alude la fórmula: ―dudo, pienso y luego existo‖ es concebido
como un a priori metodológico que carece de valor en sí mismo. El ―yo‖ que piensa existe
porque piensa, en virtud de su pensar. La subjetividad cartesiana y por ende moderna es el
principio de conocimiento por cuanto se sustenta en la razón que es a la vez facultad de actuación
y efecto de pensar. En este contexto, la identidad se configura en la mera idealidad.
Para Kant en Crítica de la Razón Pura (1988) el ―yo‖ designa un principio ontológico
aunque conforme a un mismo interés por el saber y la verdad, y la misma estructura, la unidad y
30
Friedrich Nietzsche inaugura el pensamiento pos metafísico, cuya fuerza radica en la eliminación de la dicotomías,
de las cuales la primera es la del mundo real y el mundo ficticio, traducida en la oposición trascendencia
/inmanencia, en la reivindicación del principio vital que se sitúa en el cuerpo y de las experiencias vinculadas con
él, el orden y el sentido primeros.
53
sí conlleva la configuración de ―discursos verdaderos‖ que se erigen como formas de afrontar ―lo
real‖ (Foucault, Hermenéutica 282). La producción de estos discursos se gesta a partir de lo real.
El sujeto es partícipe de esa realidad y la identidad se construye relacional y dialógicamente en
relación con ella. Esta relación sujeto-realidad termina asumiéndose discursivamente. Al decir de
Foucault, se trata de dotar al sujeto de una verdad que no conocía y no reside en él con el objetivo
de lograr que esa verdad que no conocía devenga en verdad para él (Foucault, Hermenéutica 284-
285). De modo que no se trata aquí de recuperar una verdad escondida en el interior del ―yo‖ ni
de tener una verdad absoluta que reside siempre fuera del sujeto. De esta apropiación crítica y
conflictiva dependen la identidad y su estabilidad. Así, la noción de identidad en Foucault se
desvincula del interés epistemológico e idealista de la modernidad, ya que remite a una práctica
dinámica y dialógica con la realidad.
Del planteamiento anterior puedo precisar que la identidad contemporánea pende de tres
ejes fundamentales: la pragmática, la lingüística y la hermenéutica. De estos ejes deviene la
reflexión feminista actual acerca de la identidad específicamente planteada en los
posicionamientos teóricos de Braidotti (2004) y Butler (2001).
poder, con el cual el cuerpo es formado y cultivado. En este caso -apunta Butler- Foucault aborda
la formación del sujeto efectuada por medio de la subordinación del cuerpo y de su
aniquilamiento: el sujeto asume el lugar del cuerpo y acciona con su alma que contextualiza y da
forma al cuerpo en cautiverio. El alma deviene así en cuerpo sublimado. El cuerpo constituye al
sujeto en su estado disociado y sublimado. La subjetivación posee sus límites y su poder
habilitante en la superposición con otros regímenes discursivos, esto es así porque el sujeto no
está consolidado, siempre se encuentra en proceso de producción. Butler sostiene que los
discursos no sólo constituyen el dominio de lo ―decible‖, sino que están ligados, por medio de la
producción, a una exterioridad constitutiva: lo ―indecible‖, lo ―insignificable‖.
La construcción del sujeto es producto de una red compleja de discursos y de prácticas en
una formación discursiva determinada: ―[…] la formación jurídica del lenguaje y de la política
que representa las mujeres como ‗el sujeto‘ es en sí misma una formación discursiva y un efecto
de una versión dada de una política representacional.‖ (Butler, El género en disputa 35). Para
Butler, el término ―mujer‖ es problemático, debido a que no es una categoría homogénea; está
siempre atravesada por modalidades de raza, de clase y regionales. De allí se deprende el
problema planteado a la teoría cuando esta categoría pretende constituirse en un ―universal de la
condición femenina‖.
La noción de sujeto se ve cruzada por la metafísica de la sustancia. En ella se considera a
la persona31 como ser que preexiste al género y con un conjunto de cualidades universales
esenciales que la constituyen: la razón, la deliberación moral, el lenguaje. Vinculado con esos
atributos encontramos el género que define esencialmente al ―ser‖, ―la identidad del sujeto‖.32
Butler postula un replanteo radical de las categorías de la identidad dentro de un contexto
relacional constituido en base a una radical asimetría de género. Así la categoría ―identidad‖ se
compone de una parcialidad esencial, ya que es dinámica y siempre expuesta a cambios sin
obedecer al telos normativo, ni a clausuras determinantes. De esta manera esta crítica feminista
retoma la idea de identidad como cambiante y en proceso: ―El ‗nosotros‘ feminista es siempre y
solamente una construcción fantasmática, que tiene sus propósitos, pero que deniega la
31
Esta postura crítica de la noción de persona como sustancialista se opone a la propuesta bajtiniana, definida
anteriormente, entre individuo y persona.
32
Desarrollada por Foucault en Historia de la sexualidad, Vol. 1. Bs As: Siglo XXI, 2002.
56
La forma que asume el poder está inexorablemente marcada por la figura de darse
la vuelta, una vuelta sobre uno/a mismo/a o incluso contra uno/a mismo/a. Esta
figura forma parte de la explicación de cómo se produce el sujeto, por lo cual, en
sentido estricto, no existe un sujeto que se dé la vuelta. Por el contrario, la vuelta
parece funcionar como inauguración tropológica del sujeto, como momento
fundacional cuyo estatuto ontológico será siempre incierto. (Butler, Mecanismos
13)
Siguiendo esta línea de pensamiento, Butler usa la identificación para dar cuenta del modo
en que genera topografías psíquicas; de esta forma, si éstas se configuran a través de la
identificación y si el poder externo se delinea psíquicamente mediante la subordinación, la
identificación es el mecanismo psíquico que produce al sujeto en un contexto de subordinación.
El concepto de identificación postulado por Butler le permite aglutinar las nociones de psique y
poder para dar cuenta del momento fundacional del sujeto.
De esta forma, el concepto de identificación permite que los aspectos de la vida social y
política -externos al sujeto- configuren un espacio interno. En este sentido Butler propone que los
sujetos no son autores de las identificaciones que los constituyen, sino que se encuentran
gerenciados en el contexto y ordenados por posibilidades socialmente determinadas.
Braidotti (2009) centra su trabajo en la inserción de la subjetividad y la epistemología en
una perspectiva post-estructuralista de la diferencia sexual. Su estudio plantea una cuestión
central relacionada con la interconexión entre identidad, subjetividad33 y poder. Considera al
―yo‖ como una red en la que confluyen y se interrelacionan variables diversas, se cuestiona sobre
33
―En este sentido es esencial la noción de diferencia como menosprecio, constitutiva tanto de la identidad europea
como de una tradición filosófica que define al Sujeto [en mayúscula por la autora] en términos de mismidad, lo
cual equivale a decir con un conjunto de cualidades y derechos. De ahí que la subjetividad se equipare con la
conciencia, la racionalidad y la conducta ética autorregulada. Esta perspectiva implica una dialéctica con los Otros,
definidos en términos de diferencia negativa, que funcionan como el homólogo espectacular del Sujeto.‖ (Braidotti,
Transposiciones 40)
58
qué tipos de interrelaciones, desvíos y líneas de fuga puede generar un contenido feminista sin
caer en una nueva normatividad, y postula los conceptos de subjetividad y conciencia nómades.
En el primer caso entiende que el ―sujeto nómade‖ es un concepto teórico para definir la
subjetividad contemporánea. El término ―figuración‖ hace referencia a un estilo de pensamiento
que remite a salidas alternativas a la visión falogocéntrica del sujeto. Considera que una
―figuración es una versión políticamente sustentada de una subjetividad alternativa‖ (Braidotti,
Sujetos nómades 26). Establece la necesidad de elaborar constructos diferenciados para aprender
a pensar de un modo diferente su relación con el sujeto. Esta forma de considerar los nuevos
constructos hará posible la generación de nuevos marcos de organización, nuevas imágenes y
formas de pensamiento. Define seguidamente al sujeto nómade como:
filosofía, ya que es un elemento pre-discursivo que, pese a excederlo, resulta indispensable para
el acto de pensar en sí mismo. Se trata de una tendencia ontológica, de una predisposición que no
es ni pensante ni consciente pero que inscribe al sujeto en una red de discursividad, lenguaje y
poder. Pensar se convierte en una tentativa acerca de otros modos de pensar, de otras formas de
pensamiento (Braidotti y Pfeiffer, Feminismo 11). Esto significa que pensar se refiere a concebir
ideas de una manera diferente.
Me interesa rescatar de Braidotti su visión del sujeto entendido como una zona de
interacción de la voluntad con el deseo que se constituye en el primer paso en el camino para re
concebir los fundamentos de la subjetividad. Con esta conceptualización apunto a afirmar que lo
que sustenta todo el proceso de ―devenir sujeto‖ es la voluntad de saber, el deseo de decir, de
hablar, de pensar, de representar. En el comienzo solamente existe ―el deseo de‖: el deseo de
saber, esto es, el conocimiento acerca del deseo. Braidotti argumenta que la tarea de pensar
nuevas formas de subjetividad femenina, mediante el proyecto de la diferencia sexual entendida
como la expresión del deseo ontológico de las mujeres, implica la transformación de las
estructuras e imágenes propias del pensamiento y no sólo de su contenido proposicional.
Al reelaborar la cuestión de la diferencia sexual, Braidotti reformula la relación entre
pensamiento y vida y entre pensamiento y filosofía. En otras palabras, la diferencia sexual apunta
a redefinir las estructuras generales del pensamiento y no solamente las específicas de la mujer.
Otro concepto clave que considero pertinente destacar de su teoría es el de cuerpo o
incardinamiento del sujeto que es un término central en la lucha feminista por redefinir la
subjetividad. No debe entenderse como categoría biológica ni sociológica, sino como un punto de
superposición entre lo físico, lo simbólico y lo sociológico. El concepto de cuerpo -en el
tratamiento específico que se le da por primera vez en la filosofía de la modernidad y en las
teorías de la diferencia sexual- se refiere a la estructura multifuncional y compleja de la
subjetividad, a la capacidad específicamente humana de trascender cualquier variable dada -clase
social, raza, sexo, nacionalidad, cultura, entre otras-, aunque permanezca situado dentro de ellas.
El cuerpo en cuestión se comprende más acabadamente como una superficie de significaciones,
situado en la intersección de la superpuesta facticidad de la anatomía con la dimensión simbólica
del lenguaje. Como tal, el cuerpo es una noción multifacética que abarca un amplio espectro de
niveles de experiencia y de marcos de enunciación. En otras palabras, el sujeto está definido por
60
diferentes variables -clase, raza, sexo, edad, nacionalidad y cultura- que se yuxtaponen para
definir y codificar los niveles de nuestra experiencia (Braidotti, Sujetos nómades 230).
Por último resalto que el sujeto sexuado, incardinado, así definido, se sitúa en una red de
complejas relaciones de poder que lo inscriben en una estructura discursiva material de
normatividad. La sexualidad constituye el discurso dominante del poder en Occidente. En este
sentido, la redefinición feminista del sujeto como sometido, aunque discontinuamente, al efecto
normativo de diversas y complejas variables superpuestas, perpetúa el hábito occidental de
conceder a la sexualidad la máxima prioridad, al tiempo que la rechaza como uno de los rasgos
dominantes del poder discursivo.
61
34
La interdicción lingüística es la coacción a no hablar de una cosa o sugerirla de forma directa. Se trata de un
fenómeno psicológico o social –según la prohibición externa- que provoca una serie de comportamientos
lingüísticos. El eufemismo sería el fenómeno social por el cual una palabra interdicha es evitada o sustituida por
otra. (Quintilla Zanuy, Ma. Teresa. ―La interdicción lingüística en las denominaciones latinas para ‗prostitutas‘‖
Revista de Estudios Latinos (RELat) 4 (2004): 103-124.Web. 09 Jul. 2014)
63
Práctica, producto, objeto social, la novela [la obra literaria] ocupa un lugar de
cruce en la circulación cultural de las ideas, las imágenes, las formas, los
estereotipos, las configuraciones discursivas. Ella ha sido un elemento clave en la
formación del imaginario social antes de la generalización del cine y de la
televisión. (Robin 7)
Es factible entonces encontrar en los textos renacentistas inscripciones de los sujetos del
momento como también fragmentos de mundo que posibiliten la reconstrucción de experiencias y
sentires del siglo XVI; en suma, es posible que esos fragmentos y/o formaciones discursivas
plasmen situaciones y conflictos de las subjetividades que allí se configuran y moldean.
[…] por ello quiero decir textos que, sea cual fuere su forma (discurso, diálogo,
tratado, compilación de preceptos, cartas, etc.), su objeto es proponer reglas de
conductas… El dominio que analizaré está constituido por textos que pretenden dar
reglas, opiniones, consejos para comportarse como se debe; textos ‗prácticos‘, que
en sí mismo son objetos de ‗práctica‘, en la medida en que están hechos para ser
leídos, aprendidos, meditados, utilizados, puestos a prueba, y en que buscan
finalmente constituir el armazón de la conducta diaria. (Foucault. El uso de los
placeres 15)
Postulo esta denominación en forma tentativa a los fines de distinguir los textos
argumentativos, como el discurso filosófico, periodístico, religioso y los ensayos, de los que
denomino ―discursividades en torno de la corporeidad femenina‖ que pueden ser agrupados bajo
el nombre de ―narrativa‖.36
35
Tomo como intertexto la situación afroamericana en el período 1850-1856.
36
Narrar es relatar un(os) hecho(s) que se ha(n) producido a lo largo del tiempo. La narración fija las acciones que
suceden en el tiempo, relacionadas con unos personajes y encaminadas a un determinado desenlace. El que narra
evoca acontecimientos y de forma verosímil ha de hacer participar al interlocutor/lector como espectador casi
presente en los sucesos que relata. De hecho, en la conversación es la forma más utilizada, porque lo habitual en
una conversación es contar cosas. (Ricoeur 494)
65
37
Estas acepciones se usarán como traducción del término usado por Greenblatt (2005): ―self-fashioning‖.
66
La resonancia e importancia que atribuyo a este grupo de textos es fruto de una decisión
personal en el proceso investigativo y a partir de ella hago una enumeración de estos textos a
modo de listado de dramas históricos. Necesito tales piezas debido a que quienes leen literatura
tienden a visualizar el mundo a través de modelos literarios y también porque la vida está
saturada de experiencias artísticamente delineadas. Si constantemente se usan herramientas de
selección para contar historias de vida y se insiste en la importancia de ciertos momentos críticos
para caracterizar una ―historia familiar‖, por ejemplo, no es sorprendente que lleve a cabo una
selección de similares narraciones cuando reflexiono sobre un legado histórico compartido. Un
intento por observar cómo se gesta la identidad del Renacimiento inglés no puede basarse en
estadísticas, ni tampoco puede contar cientos de variantes de una misma historia. Por lo tanto,
accedo a algunos textos que por su peculiaridad poseen lo necesario para hacer un bosquejo de la
identidad en cuestión.
Al realizar un rastreo arqueológico de los discursos que impactaron en la matriz cultural
renacentista desde la óptica propuesta por Greenblatt, he seleccionado los textos que consigno en
la Tabla que se encuentra en Bibliografía, organizados según el ámbito discursivo al que
corresponden: religioso, histórico, médico, literario, de género y filosófico pertenecientes al
Renacimiento inglés.
Más allá de este afán clasificatorio, es preciso aclarar que, dentro del funcionamiento
discursivo más general, encuentro que la ―discursividad en torno de la corporeidad‖ propicia
reglas de conducta que gestan y resignifican figuras de mujeres. En este sentido, observo cómo
los textos exhiben y recrean ―figuras de mujeres‖ en términos de modelos a seguir. Es por esto
que señalo en ellos ciertas manifestaciones, denominadas ―problematizaciones‖ por Foucault
(Foucault, La arqueología 16), que implican la permanencia de temas, preocupaciones y
exigencias relacionados con una inquietud ética y con códigos morales. La problematización se
vincula con lo que Foucault denomina ―juegos de verdad‖ que, en otras palabras, son las
estrategias a partir de las que el sujeto se comprende como tal.
En el tratamiento de esta cuestión me baso también en la postura de Angenot (2010)
referida a la función de la novela ―como el modo más fundamental de enunciado cognitivo‖, que
él denomina ―novelesco general‖, vinculándola en un primer momento con el siglo XVI y luego
con el XX en los ámbitos y períodos ya detallados:
67
Yo diría que hay una gnoseología narrativa ‗realista‘ del siglo pasado que
lejos de ser característica de la novela, se realiza en la novela (con prestigio) como
se realiza también en la requisitoria fiscal, en la crónica publicista, en la lección
clínica de un médico… en otros ensayos yo he propuesto llamar a esta
gnoseología ‗novelesco general‘. (Angenot, El discurso social 80)
Presento aquí lo que denomino el ―relevamiento analítico‖ de los textos del corpus.
Considero que éste permite rastrear en los textos mencionados las diferentes formas y figuras que
asumen la ―corporeidad identitaria femenina‖ y las relaciones amorosas que encontramos en
ellas. Mi propuesta de ―relevamiento analítico‖ también es indicadora de una perspectiva de
análisis interdiscursivo con el que no pretendo un estudio exhaustivo de los textos en sí, sino ver
más allá, en los intersticios, en las fronteras textuales y en las relaciones discursivas. Como
señalé anteriormente, este aspecto está presente en Bajtín con su idea de ―interdiscursividad‖,
pero también en Foucault con su noción de ―formación discursiva‖ y en Angenot con su concepto
de ―discurso social‖.
En el Capítulo IV examinaré los discursos propuestos en la tabla para este capítulo (cfr.
Anexo IV), relacionados con la doxa renacentista que luego, en el Capítulo V, pondré en
situación dialógica con el corpus de discursos no literarios que dan cuenta de las bases dóxicas
del discurso renacentista.
El discurso afroamericano posmoderno -como lo expresara precedentemente- posee como
intertexto la situación de la mujer afroamericana en los años 1850-1856. En el Capítulo VI sigo la
misma línea exploratoria aplicada a la matriz discursiva de cuño renacentista y rescato los
campos relevantes para el estudio de este ámbito discursivo. Para ello considero los textos
periodísticos como herramientas adecuadas a fin de acceder a la reconstrucción del discurso
68
válido para el análisis se advierte cuando los textos se ponen en movimiento, lo que Angenot
llama ―interacción generalizada‖.
Uno de los objetivos de mi estudio es observar cómo se producen las subjetividades y
corporeidades femeninas en distintos contextos culturales. Por ello realizo este relevamiento
analítico considerando las reflexiones de Foucault (2002) vinculadas con la formación de la
subjetividad, el dispositivo de alianza y la sexualidad, entre otros. Los conceptos operativos de
Angenot y Greenblatt, ya considerados en el Capítulo II, se complementan con los aportes de
Bajtín y Foucault a los fines de precisar el dominio y la circulación de las ―discursividades en
torno a la corporeidad femenina/figuras‖ en los campos planteados anteriormente, esto es, el
―discurso social‖ de un momento dado y sus variantes hegemónicas. En este sentido, Angenot
(2010) entiende:
Aunque se puede observar que experimento un recorrido discontinuo debido a los recortes
temporales realizados -con aparentes marchas y contramarchas- sostengo que este trazado es
inherente a las instancias de sistematización del proceso heurístico que implica generar
conocimiento. Esta forma de descubrir y avanzar en la búsqueda puede señalarse como un trabajo
de montaje debido a la intervención de diversas perspectivas teóricas que imponen la
reformulación de problematizaciones y cuestionamientos. Éstos a su vez pautan otros
interrogantes provenientes de los descubrimientos y aciertos del recorrido planteado por el diseño
de la herramienta metodológica aquí detallado.
Retomo lo dicho por Angenot a fin de plantear las problematizaciones que guían mi
análisis:
38
Tomo de Angenot (1989) los siguientes conceptos: a) tópica: es el conjunto de lugares (topoï) o presupuestos
irreductibles del verosímil social. Un ―repertorio tópico‖ constituye la doxa de una sociedad en un momento dado.
Asociada a la doxa y a la tópica se percibe una gnoseología, entendida como una ―base cognitiva‖ a partir de la
cual pueden comprenderse distintos discursos; b) ideologema: pequeñas unidades significantes dotadas de
aceptabilidad difusa en una doxa dada. Angenot remarca dos objetivos temáticos relevantes: ―las dos formas de lo
sagrado, de lo intocable‖: los fetiches y los tabúes. De todos estos factores se desprende una visión de mundo o,
como él dice: ―un cuadro de valores ad hoc, previsiones para el futuro e imperativos inmanentes de acción y de
reacción‖. (Angenot, M. ―El Discurso social una problemática de conjunto‖, en 1889, Un état du discours social.
Quebec: Le Préambule, 1989: 27-34)
39
Tomo la noción de regularidad en el sentido foucaultiano, como la emergencia de ciertos objetos en los discursos.
Con respecto a la ―tarea arqueológica‖, Foucault propone buscar la ―regularidad de los enunciados‖ y entiende que
una de las funciones de la regularidad es ―especificar un campo efectivo de aparición‖ (Foucault, M. La
arqueología del saber. México: Siglo XXI, 1988: 242)
71
40
Lo insertado entre corchetes es a mi cargo.
72
Durante la Edad Media, la monarquía inglesa fue una de las más poderosas de Europa.
Los normandos y la dinastía Plantagenet crearon un estado monárquico con mucha autoridad y
eficacia administrativa. Esto les permitió, por ejemplo, ambicionar territorios franceses durante la
Guerra de los Cien Años. El gran momento de la dinastía Tudor se dio en el siglo XVI y culminó
dramáticamente con la revolución inglesa del siglo siguiente.
Una aproximación fructífera al estudio de escritos históricos y políticos del siglo XVI es
la observación de las figuraciones de la trama discursiva en torno de la construcción de la doble
naturaleza del cuerpo de la reina. Dicha trama me sirve de instrumento para relacionar dos
dimensiones de significación: denotativa y connotativa: ―por la cual los historiadores dotan a los
acontecimientos pasados no sólo de la facticidad, sino también de significado‖ (White 44). Para
mi análisis del discurso histórico-político y jurídico del período me posiciono no sólo en la
superficie de los textos que escojo para reconstruir el pasado, sino también en los elementos
ideológicos de tales escritos.
Seguidamente, considero el primer documento propuesto: ―Loyalty as an Elizabethan
Practice: Establishing the Queen´s Power‖, de Grubbs (1995). No es un documento isabelino
original pero su lectura permite identificar las particularidades histórico-políticas y de género de
la época y posibilita recomponer discursivamente el marco legal, que valida la autoridad de la
reina en el trono de Inglaterra, y la lucha de María Tudor por acceder a él en su legítimo derecho.
El artículo instala los siguientes temas: cómo una mujer llega por primera vez al trono de
Inglaterra y qué debe hacer una reina para lograr estabilidad política y jurídica en su reino.
En The King´s Two Bodies: A Study in Medieval Political Theology (2001), Kantorowicz
parte de una decisión establecida por el Concilio de Calcedonia41. Esta fórmula fue adoptada por
los juristas de la Inglaterra isabelina y usada para diferenciar en el soberano un cuerpo personal
(perecedero) y un cuerpo político (trascendente), cuyos miembros son sus súbditos y que no
muere jamás. La teoría de las dos naturalezas de Cristo fue el molde que permitió forjar esta
conceptualización sobre el Monarca y luego sobre el Estado.
41
Concilio de Calcedonia (451): ―Heráclito propuso a los cismáticos que admitiesen el Concilio de Calcedonia con la
doctrina de una sola operación: los más convinieron fácilmente, y Ciro, patriarca de Alexandría, extendió el acto de
reunión, que contiene nueve artículos. En ellos explica la doctrina católica sobre la trinidad y la encarnación; pero
el veneno está en el séptimo que dice que: ‗El mismo Jesucristo produce las operaciones divinas y las humanas con
una sola operación teántrica, según San Dionisio, esto es, divina y humana a un tiempo. De modo que, entre
aquellas operaciones no hay más distinción que la que se hace a nuestro entendimiento‘‖ (Tratado de la Iglesia de
Jesucristo o Historia Eclesiástica, Amat de Palau, Félix, et al. Madrid, 1806: 245).
75
Los teóricos isabelinos del Derecho establecieron que el cuerpo del rey estaba
desprovisto de infancia, de vejez y de toda otra debilidad o defecto natural. Así, los juristas de la
corona, en una asamblea en Serjant‘s Inn llegaron al siguiente acuerdo:
…that by the Common Law no Act which the king does as king, shall be defeated
by his nonage. For the king has in him two Bodies, viz., a body natural and a body
politic. His body natural (if it be considered in itself) is a body mortal, subject to all
infirmities that come by nature or accident, to the imbecility of infancy or old age,
and the like defects that happen to the natural bodies of other people. But this body
politics is a body that cannot be seen or handled consisting of policy and
government, and constituted for the direction of the people, and the management of
the public weal, and this body is utterly void of infancy and old age, defect and
imbecilities which the body natural is subject to, and for this cause what the king
does in his body politic cannot be invalidated or frustrated by any disability in his
natural body (Plowden vii, 10).42
Esta concepción fue adjudicada al Papa, con el nombre de pontificalis maiestas (Príncipe
y verdadero emperador). A partir de comienzos del siglo XIII, esta figura se encarnó en el
Monarca absoluto y, más tarde, en la Modernidad, se constituyó en una característica definitoria
del Estado. En este sentido, y después de tantas metamorfosis, puede hablarse de una ―teología
política‖ en el origen del Estado.
En su análisis del Ricardo II43 (1595) de Shakespeare, Kantorowicz, consciente de la
complejidad y especificidad del tema, reproduce los versos, atribuidos a Carlos I, de un largo
poema que lleva por título ―Majestad en la miseria‖, en los que la reina lamenta que:
42
Plowden, Edmund ―Commentaries or Reports‖ (London 1816), 21-22. El caso lo comenta Coke, Rep., vii, 10
(Caso Calvin). Web 3 de agosto 2013. O en Kantorowicz (2012: 42).
43
Obra de teatro que estuvo prohibida por revolucionaria durante el reinado de Carlos II, en 1680, y que no se llegó a
imprimir íntegra durante el reinado de Isabel I.
76
Considero que estos versos representan la evidencia interna de la mencionada obra y dan
cuenta del momento político que Inglaterra estaba viviendo en su camino hacia el absolutismo.
Los juristas y los teólogos de la época identificaron cada vez más la noción de corpus
mysticum con corpus fictum, corpus imaginatum y corpus repraesentatum, es decir, el colectivo
corporativo intangible, que es la base de la jurisprudencia. Toda universitas, esto es, todo
colectivo jurídicamente estructurado, o toda politeia, si se prefiere, constituye en cierto modo un
cuerpo, con una cabeza situada en el momento histórico concreto y otra en el ámbito de lo
trascendente. La expresión corpus mysticum designaba, hasta el siglo XII, el sacrificio del altar,
la eucaristía y la hostia como lugar de encuentro de las dos naturalezas de Cristo, pero después se
comenzó a usar esta denominación cuando se remitía al corpus iuridicum de la Iglesia.
Enmarcado en la doctrina corporativa de mediados del siglo XIV, el jurista napolitano
Lucas de Penna escribe:
Penna concluye: ―Del mismo modo, el Príncipe es la cabeza del reino y el reino es el
cuerpo del príncipe‖ (228). El principio corporativo, sin embargo, se hace aún más sucinto
cuando dice: ―Y de la misma manera que los hombres están unidos espiritualmente en el cuerpo
espiritual, cuya cabeza es Cristo [...], así están los hombres unidos moral y políticamente en la
respublica, que es un cuerpo cuya cabeza es el príncipe‖ (228).
La teoría cristiana medieval planteó la unión entre la Iglesia y Cristo en términos de
Esposa y el Esposo. Luego se trasvasó esta idea a la relación entre el Príncipe y el Estado. El rey
Jaime I de Inglaterra decía en el discurso a su primer Parlamento en 1603: ―Pues que ningún
hombre separe lo que Dios ha unido. Yo soy el esposo y esta isla entera es mi esposa legítima; yo
soy la cabeza, ella es mi cuerpo; yo soy el pastor, ella es mi rebaño.‖ (Kantorowicz 140).
77
La concepción del rex et patria y, asociada a ella, la tesis del deber de morir por la patria,
es una idea retomada por la filosofía política republicana, según la cual la Ley (la constitución)
asume el papel que antes correspondió al rey en la vertebración del Estado. De este modo, el rol
de la dinastía como cuerpo le corresponde a las instituciones jurídicas establecidas.
Esta idea del cuerpo del monarca formado por dos naturalezas es retomada por Duncan en
Mary Queenship and Power: Gender, Power and Ceremony in the Reign of England´s First
Queen (2012). Esta fuente es importante, ya que en ella se aplica el principio de la doble
naturaleza del rey a la figura de la ―primera mujer reina de Inglaterra‖. La autora presenta la
división de la doble naturaleza del cuerpo de la reina: una parte sería el cuerpo político y la otra el
cuerpo femenino biológico. Realiza un rastreo de fragmentos de textos emitidos por María Tudor
hacia sus consejos y su Parlamento. Estas fuentes contienen ideologemas que permean la
superficie discursiva de los textos históricos.
Existen fragmentos en los que la reina fue llamada ―rey‖ o ―príncipe‖ por sí misma y por
sus súbditos. En los registros de estas prácticas discursivas se citan, a modo de ejemplo, la
respuesta de María a las objeciones esgrimidas en contra de una alianza externa, expresadas por
un integrante del Parlamento y miembros de su propio consejo, el 16 de noviembre de 1553; y un
discurso que ella brindó en Guildhall, Londres, en febrero de 1554, durante la rebelión de Wyatt.
La reina se dirige a sus súbditos de Londres ―in the word of the Prince‖ y ―governor‖:
[…] I am your Queene, to whō at my Coronation whē I was wedded to the Realme
and lawes of the same (the spousall Ring whereof I haue on my finger, which neuer
hetherto was, nor hereafter shall be left of) you promised your allegeaunce and
obedience vnto me. And that I am the right and true inheritour of the Crowne of this
Realme of England, I take all Christendome to wytnes. My Father, as ye all knowe,
possessed the same regall state, which now rightly is descended vnto me: and to
hym alwayes ye shewed your selues most faithfull and louing subiectes, and
therefore I doubt not, but ye wil shew your selues likewise to me, and that ye will
not suffer a vile Traytor to haue the order and gouernaunce of our person, and to
occupy our estate, especially being so vile a Traitor as Wiat is. Who most certainly
as he hath abused myne ignoraunt Subiectes, which be on his syde, so doth he
entend and purpose the destruction of you, and Marginaliaspoyle of your goodes.
And this I say to you in the word of a Prince: I cannot tell how naturally the Mother
loueth the Childe, for I was neuer the mother of any, but certainly, if a Prince and
Gouernour may as naturally & earnestly loue her Subiectes as the Mother doth the
Child, then assure your selues, that I being your Lady and Maistres, doe as
earnestly and as tenderly loue and fauour you. And I thus louing you, can not but
78
thinke that ye as hartely and faythfully loue me: & then I doubt not, but we shall
geue these rebells a short and speedy ouerthrow. (http://john-
murphy.co.uk/?page_id=3314)44
En este fragmento observo que María entendía que su desempeño como gobernante tenía
un aspecto masculino, evidenciado por su rol de soberana. Es por eso que, en diversas
oportunidades, se refería a su boda con Felipe II como su ―segundo matrimonio‖: ―We have
always preferred the benefit of our Commonwealth before any cause of our own, and being first
married to our own realm, do not mean by our second marriage to prejudice the Commonwealth‖
(Duncan 56). La presentación discursiva que hace de su figura femenina como masculina permite
vislumbrar que, aunque pudiera estar en negociaciones para asumir el rol de esposa, como
monarca ya se había casado con su reino.
Su discurso también remite a que la figura de la reina puede ser encasillada como una
esposa subordinada a su marido, aun cuando existe un compromiso prioritario anterior que limita
el poder de su esposo sobre ella:
She would wholly love and obey him to whom she had given herself, following the
divine commandment and would nothing against his will; but if he wised to
encroach in the government of the kingdom she would be unable to permit it, nor if
he attempted to fill posts and officers with strangers for the country itself would
never stand such interference. (56)
María argumenta también que: ―if disputes arose between her and her future husband, she
would simply remember that God ‗is to be obeyed and feared above husband and all‘ ‖ (56). A
pesar de que, tradicionalmente, las esposas estaban subordinadas a sus esposos, se pensaba que
ellas podrían rechazarlos en circunstancias especiales. En Institution Matrimonii Christiani
(1526), Desiderius Erasmus explicaba a una esposa: ―if he your [your husband] orders you to do
something that is contrary to faith and good manners, gently refuse to obey him; but if he persists
in his wishing to be obeyed, remember that is better to obey God than men‖ (56).
La madre de María, Catalina de Aragón, ya había usado este argumento para desafiar a su
esposo, Enrique VIII, y aconsejó a su hija que hiciera lo mismo: ―Obeying the King, your father
44
En Duncan, Mary Queenship and Power: Gender and Ceremony in the reign of England’s First Queen 2012: 48,
se hace referencia a fragmentos de este discurso. En http://john-murphy.co.uk/?page_id=3314 se puede encontrar el
texto completo.
79
in everything save only that you will not offend God and loose your own soul‖ (56). María estaba
de acuerdo con esta explicación que le permitía obedecer primero a Dios y luego a su esposo. Su
compromiso con la imagen real y sus acciones en concordancia con el reino de Dios indicaban
claramente su determinación de retener su autoridad aún después de su matrimonio.
La reina manipuló y remodeló su imagen varias veces, se llamó rey y reina, princesa y
príncipe, marido y esposa, virgen reina y mujer extraordinaria. Cambió su rol para complacer a su
audiencia: ante su consejo se presentaba como rey, con el fin de convencerlos de la sabiduría de
su elección matrimonial y, ante su gente, como una mujer ordinaria para apelar al sentido de
justicia. En el discurso de Guildhall pronunciado en Londres, la soberana combina estos roles
estratégicamente. Se llama a sí misma reina: ―loving subjects, what I am, you right well know. I
am your queene, to whom at my coronation… ye promised your allegiance and obedience unto
me‖ para luego recordar que: ―she was the right and true inheritor to the crowne of this realme of
England‖ y que esta posición fue confirmada por un acta parlamentaria, ya que no solamente era
su reina, sino que además era la hija legítima de Enrique VIII: ―And to him always ye shewed
your selves most faithfull and loving subjects, and him obeyed and served as our liege lord and
king…but you will shewed your selves likewise to me his daughter‖ (Duncan 57).
En una intervención en el Consejo de Regencia: ―The Lady Mary to the Councel,
justifying her self for using the Mass, in K. Edwards Minotity‖, María cuestionó la validez de las
leyes que se aprobaron y reprochó el hecho que no se contemplaran los deseos de su padre:
It is no final grief to me to parceyve, that they, whom the Kings Majesty my father,
(whose Soul god pardon) made in thys worlde of nothing, in respecte of that they be
come to now; and at hys last ende put in trust to see hys Wyll perfourmed,
wherunto they were al sworne upon a boke; it gryeveth me I say, for the Love I
beare to theym, to see bothe howe they break his wyll, and what usurped power
take upon theym, in making (as they cal it) laws both cleane contrarye to hys
procedynges and wyll, and also ageynst the coustome of al Crystendome, and (in
my conscyence) ageynst the lawe of god and hys chyrche. Which passeth al the
reste. But thoughe you among you have forgotten the Kyng my father, yet both
gods commandment and nature wyll not suffre me to do so. Wherefore, with gods
helpe, I wyll renmayne an obedyent chylde to hys, lawes, as he left theym, tylle
suche tyme as the Kynges majeste my brother, shal have parfait yers od discrecyon
to order the power that god hath fent hym, and to be a Judge in theyfe matters
hymself. And I doubte not but he shal then accept my so doing better then theirs,
80
which have taken a pece of his power upon them in this mynoryte [Edward VI´s].
(Strype 842-843)45
El problema para María fue que la muerte de Eduardo VI en 1553, a los 16 años, impidió
que él llegara a gobernar por sí mismo. En ese momento, ella recibió el apoyo de nobles
importantes y de buena parte del pueblo. Consideró que el nombramiento de Jane Grey era una
injusticia, contraria al Acta de Sucesión de 1544. Pero finalmente, el 20 de julio de 1553, María
Tudor fue proclamada reina en Londres, como recoge la carta: ―The Councellors of Q. Jane, their
Letter to the Lady Mary acknowledging her Queen‖ (20 de julio 1553):
[…] Have this day procalimed, in your city of London, your Majesty to be our true
natural Soveraign Liege Lady, and Queen, Most humbly beseeching your Majesty
to pardon and remit our former infirmities, and most graciously taccept our
meanings which have byn ever to serve your Highness truly: And to final remain in
al our powers and forces to theffufion of our bludds: as thies bearers, our very good
Lords, therle of Arundel, and L. Paget can, and be ready more particularly to
declare. To whom; it may please your Excellent Majesty to give firme credence.
And thus we do, and shal daily pray to Almighty God for the preservation of your
most royal person long to reign over us. From your Majesties city of London this
day of July, the first year of your most prosperous Reygne. (Strype 915)46
reina en particular visualizo el primer paso hacia la transformación de la relación entre los
agentes antes mencionados.
Seguidamente considero el discurso de Isabel I donde indica su matrimonio simbólico con
Inglaterra. Mi posición al respecto es que ese discurso forma un corpus que puede ser leído como
una secuencia narrativa de eventos del pasado. En otras palabras, a pesar de que Isabel I no supo
las derivaciones de su discurso, su retórica tuvo implicancias en el futuro de Inglaterra.
La reina enfrentó los desafíos de los educadores humanistas del siglo XVI, quienes
consideraban que la educación clásica sólo era apta para los varones. Los tratados humanistas se
centraban en cómo entrenar a los políticos de la aristocracia para la vita activa. La aceptación de
la necesidad de una educación humanista para las mujeres implicó un proceso arduo durante el
período isabelino. Hilda Smith (1976) expresa al respecto que, aunque la mayoría de los
pensadores estaban de acuerdo en que las mujeres aprendiesen, el problema se centraba en qué
harían con tal conocimiento, y si éste podría interferir con sus responsabilidades sociales más
importantes: ser esposas y madres.
Contribuyendo al discurso académico actual sobre el género en la Inglaterra del siglo
XVI, Levin en The Heart and Stomach of a King argumenta en pro de una comprensión más
compleja y matizada de la discursividad isabelina. Afirma que los súbditos consideraban a Isabel
como rey y reina. Ejemplifico este argumento con el discurso de Nicholas Health, Arzobispo de
York, a comienzos del reinado de Isabel I: ―our sovaraigne lord and ladie, our kinge and queen,
our emperor and empresse‖ (Levin 121).
Ésta es una adaptación del concepto, que emerge del tratado de Calcedonia, estudiado por
Kantorowicz (2012) y presentado en páginas anteriores. Esta conceptualización de la doble
naturaleza del cuerpo de la reina reafirmó la sanción divina del gobierno isabelino. Luego, en The
Queen’s Two Bodies: Drama and the Elizabethan Succession (1977), Axton revisa nuevamente
el concepto en cuestión, en lo que a mujeres gobernantes respecta. Ella afirma que los abogados
ingleses del siglo XVI también sostuvieron que la reina poseía una doble naturaleza: un cuerpo
natural y un cuerpo político, y los registros históricos evidencian que los súbditos isabelinos
aceptaban las dos naturalezas del cuerpo de la reina. En un discurso de 1566, en la Cámara de los
Comunes, un diputado no identificado pidió que Isabel I se refiriera a su sucesión. Al dirigirse a
ella expresó que: ―and therefore we beseche your Majesty of your princely care and motherly
82
love towards us your servants and children‖ (Hartley 157). Literalmente, este segmento
discursivo remite a la doble naturaleza del cuerpo de la reina. Y, connotativamente, revela que
esta concepción ya circulaba como un ideologema entre los miembros del Parlamento de la
época.
Más aún, Axton (1977), al postular que el concepto de las dos naturalezas del rey se
convirtió en la noción de las dos naturalezas de la reina, observa que esta conceptualización
compensa la supuesta debilidad de género en Isabel I. Asimismo, Levin (2013) asevera que la
doble naturaleza tenía un valor particular para Isabel I: ―If a kingly body politic could be
incorporated in to an actual female body -her natural self […] how much more right Elizabeth
had to rule, and to rule alone‖ (Levin 307-309).
En su primer discurso ante el reino, Isabel I debió asemejarse a un príncipe culto y devoto,
en el mejor estilo de los humanistas políticos contemporáneos de su época: ―as I am but one body
naturally considered, though by his permission a body politic to govern‖ (Leah S. Marcus, et al.
52). La conciencia de Isabel y la construcción de su imagen política se suma al argumento de
Greenblatt (2005), quien expresa: ―in sixteenth-century England there both selves and a sense
they could be fashioned‖ (Greenblatt 1). Para gobernar con eficacia, la reina tuvo que configurar
una agenda con un estilo similar al de sus políticos, y emplear el lenguaje de sus estadistas. Como
humanista y política, no le bastaba con vivir una vita contemplativa. Estas evidencias permiten
inferir que Isabel I se basó en el concepto de las dos naturalezas de su cuerpo para representarse a
sí misma. Al decir de Levin (2013), la figura del rey/reina borra las constricciones de género y
cumple con las expectativas de su posición específica de gobernante.
Otro tema planteado al comienzo de este apartado fue el matrimonio simbólico de Isabel I
con Inglaterra. Presento como eslabón discursivo pertinente la respuesta de la reina ante la
petición de matrimonio, que preocupaba al Parlamento: ―Queen Elizabeth´s Response to the
Parliament´s Requet She Marry‖, del 10 de febrero de 1559:
On Saturday 4 February a motion was carried in the Commons that she should be
requested to marry as soon as possible for the sake of the succession. The following
Monday a delegation from the Commons went to present their petition to her. On
Friday the 10th she sent John Mason to them with her reply. Despite the existence
of several manuscript versions, she must originally have spoken extempore in the
presence of several councillors, among them Paulet, the old Marquis of Winchester,
to whom she addressed her aside in the first part of the speech. (Perry 99-100)
83
And to the first part I may say unto you that from my years of understanding since I
first had consideration of myself to be born a servitor of almighty God, I happily
chose this kind of life in which I yet live, which I assure you for my own part hath
hitherto best contented myself and I trust hath been most acceptable to God (100).
Aquí Isabel enfatiza su papel como gobernante ordenado por la providencia divina.
Advierto que el ideologema subyacente se lee de la siguiente manera: si un poder tan supremo
como divino la colocó en el trono de Inglaterra, todas las posibles disidencias ante su autoridad
deben estar ubicadas en una posición inferior. Su autoconstrucción es parte de la redefinición de
la concepción de género en la sociedad renacentista inglesa del siglo XVI, que contribuye a
ubicar a la reina como cabeza del Estado, relegando al mismo tiempo a todo un género: el
masculino, particularmente a los Miembros del Parlamento, al clero y a los juristas.
El siguiente eslabón discursivo muestra un patrón recurrente, evidenciado en el deliberado
uso de la imagen, que la presenta como ―una sierva amorosa y humilde de Dios‖, divinamente
elegida para dirigir el Estado. La reina aborda al Parlamento haciendo referencia a: su relación de
amor con su pueblo, su cuidado y protección hacia él, la lealtad de sus súbditos hacia ella y,
finalmente, su gratitud a Dios, quien le permite gobernar con sabiduría y en soledad:
En estas líneas, Isabel I combina la justificación religiosa con los argumentos seculares de
María Tudor para justificar su autoridad. La reina virgen responde a quienes tratan de
amedrentarla por ser un monarca mujer, reforzando su relación directa con Dios:
84
Purification is not a theological but rather a civil and politic law made for natural
honesty sake; signifying that a woman before the time of her purification, that is to
say, as long as she is a green woman, is not met to do such acts as other women nor
to have the company with her husband: for it is against natural honesty, and against
the commonwealth. (Payne 230)
Es por esto que, hasta que la mujer aceptó que la doctrina no exigía purificación, Latimer
no le hizo saber del perdón oficial.
Primeramene, considero que el relato, si bien posee un toque alegórico, es auténtico (230).
Es una historia sobre una mujer, expuesta en forma discursiva ante otra mujer, la Duquesa de
Suffolk. El relato sugiere sutilmente la superioridad del obispo ante la presencia de una convicta,
hecho que lleva a reafirmar la superioridad masculina. Con el discurso ―First Sermon of the Lord
Prayers‖ (1552), Latimer se anticipa a la posición que ocupan los actores en las obras
86
shakespearianas: ambos están libres y constreñidos a la vez ya que, tanto los actores como el
obispo, dominan la escena, pero a la vez su representación se lleva a cabo ante superiores sociales
(la Duquesa de Suffolk y los nobles). En otras palabras, Latimer y los actores son objetos de una
catexis intensa, que a su vez puede considerarse como la materialización de la dependencia
(Payne 255).
En segundo término, la historia podría haber referido a un prisionero de género masculino
que poseyera la misma superstición sobre la impureza que la mujer de Cambridge. Payne propone
suponer el caso en el que un reo creyera que está condenado al infierno si no recibe confesión y
absolución antes de ser ejecutado. La diferencia entre este caso y el que Latimer evoca es que el
sujeto en cuestión es una mujer. El cuerpo del hombre no pasa por un estado de ―contaminación‖
similar, ya que no tiene la posibilidad de dar a luz. Latimer postula que el cuerpo de la mujer es
impuro en la cosmogonía de la Commonwealth, pero no ante los ojos de Dios. La mujer de
Cambridge ejemplifica fehacientemente, y en su propia carne, una distinción teológica crucial:
entre el dominio de la ley y lo natural, por un lado; y el orden de la gracia y la salvación, por el
otro. Esta distinción se aplica a toda la humanidad pero, aunque el cuerpo masculino también
pasa por etapas de contaminación, no son comparables con las del femenino luego de dar a luz,
éste es un momento genuinamente inherente a la condición femenina.
En tercer lugar, la particular adecuación del cuerpo femenino para esta alegoría teológica
está basada en un silogismo paulino, convenientemente reafirmado por Latimer: ―…the woman is
to the man as the man is to God‖ (Payne 230). Este silogismo se intersecta con otra analogía
implícita: ―the woman is to the man as the simple peasant is to the gentleman and as the prisoner
is to the free man‖ (230).
En una cuarta instancia, Latimer funciona a nivel representacional como un exponente de
una elite altamente educada, culta, masculina y profesional, que tiene poder sobre una mujer
prisionera, quien está fuera del radio de protección del marido. Por ello, Latimer la aloja en un
reducto de castigo y absolución dentro del aparato del estado. El marido, quien ha contribuido al
encierro de su esposa, al no creer que fuera inocente, usa la tecnología del castigo implementada
por el estado como extensión de su propio poder; esto revela la brecha entre la autoridad
patriarcal y las relaciones matrimoniales, y entre esa autoridad y la sociedad en su totalidad.
87
En quinto lugar, la elite profesional masculina renacentista, formada por juristas, teólogos
y médicos, las ―tecnologías del poder‖ según Foucault (1990), se atribuye la regulación del
cuerpo femenino mediante la identificación de períodos de intocabilidad o contaminación. Por
este motivo es necesario limpiar el cuerpo de sus manchas y distinguir entre las prácticas
supersticiosas y las que conducen a la salud pública e individual.
Lo que Greenblatt destaca, al analizar el sermón de Latimer, es que se trata de un claro
ejemplo de cómo circula la energía social en el proceso de transcodificación y naturalización de
prácticas. En el discurso de este teólogo se observa cómo se transfiere la práctica de purificación
desde lo religioso a la esfera civil. Latimer visualiza la distinción entre las demandas naturales de
aseo, decoro y salud y las ideas supersticiosas. Por lo tanto, niega que antes de su purificación la
mujer posea una influencia maligna sobre los objetos y las personas a su alrededor. Estas
creencias populares son, para el obispo, parte de la órbita del catolicismo y suponen una amenaza
a la Commonwealth, mayor que cualquiera presentada por una ―mujer impura‖. Greenblatt
muestra, mediante estas consideraciones, que los ritos religiosos implementados en el
Renacimiento para evitar la corrupción son corruptos en sí mismos y deben ser saneados al
considerarlos fuera del reducto de lo sagrado y en la esfera de lo secular.
De este modo explica cómo los rituales de purificación se transcodifican de lo religioso a
lo civil, proceso que da forma a ciertas prácticas y representaciones del siglo XVI y comienzos
del XVII, particularmente en personajes femeninos: ―… the tainting of the female her exclusion
from the social contacts that normally govern her sex and her ultimate reintegration into a
renewed community‖ (Payne 231).
La semejanza con los argumentos shakesperianos se debe a que Latimer practicaba
técnicas discursivas con las que movilizaba ansiedades, métodos esenciales en la tecnología
representacional del teatro isabelino y jacobino, desarrollados con gran éxito por los dramaturgos
de la época. La realidad no queda simplemente reflejada en los discursos, sino que éstos poseen
una vida propia que determina su relación con el entorno. Se trata de realidades materiales con
plena validez y no de medios pasivos de información. Por tanto, los discursos determinan la
realidad a través de sujetos que intervienen activamente en sus contextos sociales como (co)
productores y (co) agentes de los discursos que pueden operar cambios en el mundo porque
disponen de conocimiento.
88
conjuntamente con otros oficios. La relación entre cirujanos y médicos estaba cambiando y esto
se evidenciaba en la formación de los nuevos cuerpos colegiados. Por ejemplo, los hermanos
Chamberlaine trabajaron como cirujanos, se especializaron en obstetricia (midwifery) y
postularon una petición de las parteras de Londres, que no tuvo éxito, para formar su propio
cuerpo colegiado y alejarse de la Iglesia.
Este contexto enmarca el estadio del desarrollo del discurso médico que se erige como
trasfondo de la publicación de Microcosmographía (1615) de Crooke. El trabajo estaba basado en
las recientes traducciones de los libros de anatomía de Gaspar Bauhin y André Du Laurens.
Crooke sostenía que no podía llevar a cabo sus propias investigaciones, porque no poseía el
material (los cuerpos) necesario para hacerlas en Inglaterra. En el prefacio del Libro IV dice que
los órganos reproductivos son cruciales en anatomía, porque así como el cuerpo humano es el
epítome del universo, la semilla humana es el epítome del cuerpo, y que, si bien la vida del
individuo es limitada, su capacidad reproductiva la hace trascendente. Opina que las
enfermedades de los órganos reproductores, más específicamente el femenino, provocan ansiedad
y son difíciles de curar, y si no se deja de lado la modestia, que resguarda esas partes del cuerpo,
la ignorancia al respecto persistirá en lo que a medicina se refiere.
Crooke insistía en que incluía este material no para excitar al lector lascivo, sino para
instruir a los cirujanos en su arte, informar a los laicos sobre su propio cuerpo y honrar la
creación de Dios. Incluso decía que los teólogos habían apoyado su texto sobre anatomía para el
conocimiento de los lectores que así lo desearan. Por otra parte, el tratado se presentaba de
manera que el Libro IV podía ser separado del resto y estudiado en privado.
Ahora bien, Crooke se cuestionaba por qué la sección: ―Testículos, el calor, las semillas y
las hermafroditas‖ generaba tanta polémica. No podía concebir qué contenía de ―obsceno‖ en sus
sesenta páginas. Ese capítulo se divide en dos partes: la "Historia", que describe las partes
reproductivas de los hombres y de las mujeres, para luego unirlas en un capítulo comparativo:
"Controversias", en el que plantea preguntas sobre los órganos reproductivos. Las lecciones de
medicina de Crooke son de gran valor y no poseen nada obsceno en sus descripciones.
La homología entre los sexos explica la estructura en espejo del Libro IV: hay dos
capítulos sobre los testículos, uno para cada sexo. Tanto los hombres como las mujeres poseían
testículos, pero estaban ubicados de manera diferente dentro del cuerpo femenino y del
91
The Testicles in men are larger and of a hotter nature then in women; not so much
by reason of their sitution, as because of the temperament of the whole body, which
in women is colder, in men hotter. Wherefore heat abounding in men thrusts them
foorth of the body, whereas in women they remaine within, because their dull and
sluggish heate is not sufficient to thrust them out. (Crooke, Toulalan y Fisher 61)
49
Profesor de Medicina en Montpellier, Francia, y médico de Enrique IV.
92
mujer que descubrió su miembro viril en su noche de bodas. En Vasconia vivió un hombre de
sesenta años que antes había sido mujer. Según la anécdota, cuando tenía quince años se cayó, los
ligamentos entre sus piernas se rompieron y ―her privities came outwards and she changed her
sex‖ (Toulalan y Fisher 61). En el siglo XV, en Nápoles, un par de niñas de quince años se
transformaron en varones (Crooke 249-250).
Se preguntaba Crooke cómo era que tantos anatomistas hubieran encontrado y listado los
casos referidos en el párrafo anterior de mujeres convertidas en hombres. Una respuesta es que
algunas de las historias son irreales, otra es que se trataba de hermafroditas, personas que tienen
órganos de ambos sexos, a menudo con un sistema reproductor en latencia, hasta que algún
accidente o crisis se suscita y aparece el otro sexo. Una tercera respuesta, propuesta por Crooke,
es que podría haber una mujer que tuviera un clítoris desproporcionado, semejante al órgano viril.
Cualquiera que sea el caso, las explicaciones de Du Laurens, tomadas por Crooke, sobre las
diferencias entre los sexos, se apartan de las de Galeno y sus seguidores, quienes prestaban
atención a la forma y el calor.
Crooke basó su cambio de paradigma en sus razonamientos y en las evidencias
estructurales de los órganos observados. Conforme a sus hallazgos, la explicación de las
diferencias entre los sexos responde una pregunta relacionada más con la metafísica que con la
anatomía: ¿es la mujer, tal como se la describe en la tradición aristotélica, imperfecta?
Los marcos explicativos que permiten que las partes femeninas sean descritas como un
órgano viril invertido, y que explican por qué una mujer se convierte en hombre repentinamente,
se llamaron ―modelo de un solo sexo‖, expresión acuñada por Thomas Laqueur en su polémico
libro: Making Sex: Body and Gender from the Greeks to Freud (1990). Allí historiza el cuerpo y
sostiene que, en algún momento durante el siglo XVIII, se produjo un cambio importante en la
forma en que se comprendían sexo y género. Antes el paradigma dominante era el ―modelo de un
solo sexo‖, en el cual hombres y mujeres eran vistos como parte de un gran continuo de ―calor‖.
Este modelo fue reemplazado por el ―modelo de dos sexos‖, que consideraba que ambos son
biológicamente diferentes y que las mujeres se definían por su función materna y sus facultades
racionales menores, diferencias evidenciadas por la pelvis más ancha y los nervios débiles.
Durante el siglo XVIII surgieron argumentos paralelos para diferenciar a las personas de
acuerdo con la raza y el estatus social. La explicación de Laqueur es convincente y esquemática.
93
El ―modelo de un solo sexo‖ proveyó una serie de lecturas que abarcan desde el afeminamiento
de la estilística del humanista erudito, al cuerpo feminizado de Cristo y a los jóvenes actores que
juegan a ser mujeres en el teatro shakespeariano (Parker 337-64).
El legado de Laqueur perdura entre los modernos historiadores del sexo y el cuerpo, para
quienes la transición de un modelo a otro sirve como mito originario de las ideas binarias sobre la
diferencia biológica entre sexos. Los críticos de Laqueur sostienen que él trabaja con una
cronología reductiva y fusiona las ideas aristotélicas sobre la función de los órganos
reproductores con las de Galeno sobre la forma, produciendo así una tradición unificada de
homología en la que no se sostiene el ―modelo de un solo sexo‖ original. La mujer era para
Aristóteles un receptáculo, fresco, pasivo y lleno de sangre que, cuando era inoculada con la
semilla masculina y su calor, generaba un embrión humano; era inferior al hombre, un ser
imperfecto. Para Galeno era también más fría y débil, pero las diferencias estaban en su vientre,
concebido como el origen de su lascivia e inestabilidad. El paralelismo galénico era presentado
en imágenes anatómicas de los órganos reproductivos de la mujer y del hombre que fueron
tomadas como la representación icónica de esta homología (Laqueur 305).
Los estudiosos están de acuerdo en general en que los grandes cambios culturales
relacionados con el sexo y la reproducción se dieron a finales del siglo XVIII, y que estaban
asociados a las tendencias médicas y filosóficas que concebían al cuerpo como un todo definido
por atributos naturales esenciales. Las formas en que las diferentes tradiciones, antiguas o
modernas, médicas, jurídicas o culturales, han contribuido a estos cambios, cómo se periodizaron,
y el cuestionamiento de si el cuerpo implica o refleja los roles de género, sigue siendo un debate
de este siglo. Las prácticas anatómicas se pueden comprender como tecnologías incrustadas
dentro de la política local, la religión, la medicina y el patriarcado (Ferrari 50-106).
Durante la Edad Moderna temprana, los historiadores de la medicina replantearon
preguntas sobre el sexo y el género para destacar la fluidez del cuerpo masculino, demostrar la
creación, por parte de los hombres, de una tradición textual sobre los cuerpos de las mujeres, y
situar las prácticas médicas dentro de culturas y economías del cuerpo más abarcadoras. En este
estadio de la práctica médica era necesaria más investigación sobre la salud y su relación con el
sexo, la sexualidad y el ciclo vital. Crooke contribuyó con los estudios históricos acerca de la
anatomía, el sexo y el cuerpo. Sus hallazgos perduran en el tiempo y, si bien a veces se erigen
94
como una voz en apoyo del ―modelo de un solo sexo‖, en otras circunstancias se los considera
una postura válida en contra de ese modelo. De este modo resaltó la perfección de la mujer e
insistió en considerar que se deben desatender las inconsistencias galénicas en lo referido a la
homología entre los órganos reproductivos.
95
50
El argumento de la obra se encuentra en el Anexo I, p. 276.
97
paz entre las naciones. Así, entregar una mujer, hija -como es el caso de Andrónico con Lavinia-
o hermana, es hacer un regalo distintivo, ya que se fortalecen vínculos a través del parentesco,
que otorga poder tanto a quien regala y como a quien recibe el presente.
Para sostener la continuidad del poderío de la familia, Tito Andrónico accede a
intercambiar a Lavinia -mujer y virgen-. Con este accionar se sostienen las organizaciones
sociales. En la mayoría de los casos, en este circuito de producción los beneficiarios son varones
y las relaciones de este tipo no benefician a las mujeres, que son la mercancía.
Otro intercambio, en calidad de regalo o bien de consumo, es el de la reina goda, Tamora,
y su descendencia, considerados parte del botín de guerra. El canje de mujeres es un concepto
empírico organizacional vigoroso y ancestral que ubica la opresión ejercida sobre mujeres en la
esfera relacional del mundo social antes que en la biológica. Ambas funciones de la corporeidad
identitaria femenina emergen en Tito Andrónico (1598). La situación del patriarcado en la obra en
cuestión se tratará en el apartado V.1.5 (cfr.pp.106-109)
implica movilizar emociones y transmitir principios dóxicos mediante la puesta teatral. Esta
reacción por parte de la audiencia está ligada con la ansiedad teatral:
It is worth stressing, however, that the audience accepts theatrical anxiety for the
sake of pleasure, since this pleasure enable us to make and important distinction
between the manipulation of anxiety in the theatre…The dramatist may have a
palpable ideological purpose, generating anxiety, for example, to persuade women
to submit to their husbands[…] (233)
Para generar este estado anímico, Shakespeare duplica la apuesta en Tito Andrónico y
presenta una variedad de homicidios y descuartizamientos, además de la múltiple violación de
Lavinia. A su vez exhibe la circulación de la energía en el seno de la sociedad representada. En la
época isabelina se mantenía la estructura familiar como base del entramado social tradicional; por
eso, para la mujer no había más que dos destinos honorables: el de casada o el del otro
matrimonio, el amor a lo divino, la monja. Fuera de eso, no quedaban nada más que roles
considerados indignos: las solteras se convertían en solteronas y, si perdían su virginidad,
pasaban a ser madres solteras o eventualmente mujeres de vida libertina.
He destacado ya el papel representativo del status familiar que, con mucho esfuerzo,
asumió la mujer en el Renacimiento. Este rol sólo se podía cumplir en una sociedad en la que
cada vez importaba más el espacio público como plataforma de las manifestaciones externas del
mérito privado (económico, espiritual e intelectual), cualidad imprescindible para ascender en
una estructura funcional desde lo privado (posición económica) hacia lo público (posición
política). En este contexto se advierte la importancia de la mujer-doncella en el mercado
matrimonial con base estratégico-política y el consiguiente aumento del influjo que pudieran
tener determinadas mujeres por el tamaño decisivo de su dote dentro de la economía familiar. Por
eso algunos moralistas opinaron que la costumbre de la dote entrañaba un peligro para la
estrategia social. En consecuencia era imprescindible que las mujeres de ciertos entornos
topográficos actuaran contra las normas morales para satisfacer las socioeconómicas.
Shakespeare anula las voces de los personajes de Lavinia y Tamora, sea de ruego o de sed
de venganza. Lavinia posee todos los atributos de la ―imagen femenina virginal y mártir‖, su
primera acción es arrodillarse ante los pies de su padre:
Tito presenta a su hija como prisionera de los deseos del emperador Saturnino y ella no
protesta ante esta oferta matrimonial. Sin embargo, Bassiano y sus hermanos impiden la boda.
Lavinia genera la idea de virginidad femenina, su violación se expresa en términos de abuso
reiterado (II. iii. 191; II. iv. 26; V. iii. 36-38), su sexualidad y su franqueza desconcentran y a la
vez constituyen el foco de atracción de los personajes masculinos.
El cuerpo de Lavinia posee la doble naturaleza expuesta al considerar el discurso
histórico, en referencia al caso de María Tudor (cfr. Capítulo IV, pp. 77 y ss.). Es decir, el cuerpo
físico perecedero y el de la emperatriz trascendente en el mercado de bienes de la familia
Andrónico.
Los pensadores de la Edad Moderna temprana eran capaces de imaginar y atribuir un
vínculo normativo entre la violación y la muerte (Bal 46). La violación como acto es un concepto
complejo y una metáfora de análisis cultural. William Roper, en su biografía sobre Tomás Moro
(1626) recuerda la historia clásica de la virgen abusada, que me permite observar cómo el
discurso filosófico de la época se trasvasa a la figura de Lavinia:
An Emperor that had ordained a lawe that whosoeuer committed a certaine offence
(which I nowe remember not) excepte it were a virgine, should suffer the paynes of
death, such a reuerens had he to virginity. Nowe so it happened that the first
committer [of that offence] was indeed a virgine, wherof themperour hearinge was
in so small perplexity, as he that by some example fayne wold haue has that lawe to
haue ben put in execution. Whereupon when his councell has sate long, solemly
debatinge this case, solembly debating this case, soddenly arose there vpp one of
his councell, a good playne man, among them, and said, ‗Why make you so much
adoe, my lords, about so small a matter? let her first be deflowered, and then after
may she be devoured.‘ (Roper 26)
toda su economía interior se pone de manifiesto a través de esta imagen del cuerpo,
específicamente de su boca sin lengua, sólo con sangre.
En Mecanismos Psíquicos del Poder (1997) Butler expresa que el poder no sólo se ejerce
desde afuera del orden social y colocando por debajo al sujeto:
En esta tragedia de Shakespeare se ve cómo los patrones de conflicto del sistema social
sexo/género, por los cuales las mujeres son víctimas de actos violentos, tienen origen en el
carácter disruptivo de la sexualidad femenina. Al revocar el capital simbólico que su sexualidad
le confiere, la heroína queda anulada como mujer y como mercancía de trueque, además su
sexualidad es controlada. Se le impone silencio al despojarla de su capacidad para emitir sonidos
y, finalmente, el poder del padre y el del emperador determinan que una mujer violada debe ser
sacrificada. Así, la fragmentación se hace visible y las escenas de silencio tienen como epítome el
cuerpo mutilado de Lavinia. La hija de Tito se convierte en un ―[…] map of woe, that dost talk in
signs‖ (III. ii. 12). Esta línea puede ser considerada como la realización del sufrimiento de la
individuación o la imagen del efecto del silenciamiento a través de la mutilación física. Lavinia
se convierte en el locus donde el silencio se inscribe a través de la violencia:
[…] like the subject of Renaissance anamorphic painting, which can be seen from
one point of view as a vital dynamic figure, and from another point of view as a
decaying corpse, Lavinia is indeed a ―changing piece‖, a cipher a repository of
meaning continually reinterpreted through the observation and voices of others.
(Cunningham 70)
Tamora ingresa como cautiva y se incorpora a Roma a través del matrimonio con el
emperador Saturnino. Su cuerpo se erige como una ―corporeidad identitaria femenina‖ opuesta a
la de Lavinia. Tamora llega a Roma con sus tres hijos Alarbo, Chirón y Demetrio y su amante
Aarón, el moro. Para precisar la relación que liga la corporeidad del colonizador con el cuerpo
colonizado cito a Louis A. Montrose (1993) en el artículo ―The Work of Gender‖:
The conqueror will write the body of the other and the trace there his own history.
From her he will make a historical body – a blazon- of his labors and phantasms
[...]. What is really initiated here is a colonization of the body by discourse power.
This is writing that conquers. It will use the New World, as if it were a blank,
savage page, on which Western desire will be written. (Montrose 177)
Tamora es mayor que Saturnino (Marshall 2) y la edad de sus hijos es la evidencia. Sin
embargo, esto no impide que sea identificada con ―la figura femenina de la libertina‖ por su
incontrolable naturaleza promiscua. Sus hijos no provienen de una unión comparable a la de un
matrimonio cristiano y su relación con Aarón es una burla a la institución matrimonial romana:
She is captured and the incorporated into Rome not only as a woman at the head of
the Gods Army, but also as a barbarous and lascivious queen without a King, and
Amazon whose lustful extremism is made explicit from the first act of the play with
the presence of her black lover, Aaron […] (Golinelli en Del Sapio Garbero, et al.
277-278)
103
Por este acto se produce la unión entre ambos y este voto es transgredido por ella al
relacionarse con el moro:
De esta manera, la imagen de Tamora como ―mujer libertina y vil‖ configura el opuesto
de Lavinia y ambas constituyen un ―binario ético‖. Este concepto también puede abarcar a los
grupos de hermanos varones de la obra (Alarbo, Demetrius, Chiron y Lucio por los godos; y
Mutio, Quinto y Marcio por los Andrónicos) como opuestos a las escasas mujeres que
constituyen la alteridad (Jameson 85).
Respecto de su cuerpo físico perecedero, originalmente Tamora es una reina sin rey, cuya
extrema lujuria se evidencia en el primer acto con la presencia de su amante, Aarón. Este
desbalance en su naturaleza puede explicitarse por medio de las teorías médicas de la época. Para
comprender la fisiología del cuerpo, Galeno sostenía que la alteración era el medio a través del
cual las impresiones externas o internas podían incidir en un organismo. Se trata de un
movimiento cualitativo por obra del cual la substancia en la que ocurría sufría un cambio. En el
Corpus Hippocraticum, las funciones del cuerpo se interpretan a partir de la idea de que
la physis de cada ser vivo es una manifestación de su naturaleza:
104
La fijación de este concepto por parte de Galeno implicó una especificación de las
distintas acepciones dadas al cambio en los escritos hipocráticos. En primer lugar, la alteración
puede ser entendida como signo indicativo de enfermedad, encuadrado en el área semiológica; en
segundo lugar, puede estar originado en una enfermedad y, por último, esta noción puede ser
soporte de doctrinas fisiológicas (Ballester y Rodríguez 7).
Galeno realiza precisiones sobre la percepción, que él consideraba como la presencia de
cambios en el aspecto del paciente y en sus funciones orgánicas. En esta concepción del cambio
está latente la idea de un principio ordenador en el kosmos. De este modo, todos los procesos
vitales se mantienen en funcionamiento por medio de la physis o naturaleza, y a través de su
concatenación podía entenderse por qué una alteración manifiesta en uno de ellos anunciaba
cambios y sufrimientos, es decir que presagiaba la enfermedad:
Esta misma noción de physis es la que permite darle un valor etiológico al concepto
de cambio. En efecto, la naturaleza -para un hipocrático- es bienhechora en sí
misma y su acción continúa; por tanto, el cese de su actividad debía buscarse en
una transgresión del modo de vida habitual del paciente o en una inadecuación
entre éste y las condiciones ambientales. (7)
Estos postulados del discurso médico en términos de ―una transgresión del modo de vida
habitual‖ se aplican a Tamora, cuya sexualidad y voluptuosidad son desbordantes. El eje
―voluptuosidad y desborde‖ se traslada a su cuerpo físico y también a la metáfora del cuerpo
político, que representa y condensa la sensualidad y la salvaje venganza de la heroína, implícita
en la orden que da a sus hijos de violar a Lavinia:
It is the vagina which becomes a contested and demonized symbol for everything
that is awry in the macrocosm. […] In Shakespeare‘s oeuvre such rhetoric recalls
the ‗detested, dark, blood-drinking pit‘ of the earlier Titus Andronicus, articulating
the misogynist impulse that views the female body as a fearful site and, in the very
person of that play‘s raped and mutilates Lavinia, a fearful sight. In Titus the theme
of social ‗disease‘ emblematized by the vagina had a physical manifestation beyond
Lavinia´s body which, like the pit in the woods, becomes a location of bloody
brutality. Such correlative topography was well established in Renaissance rhetoric.
(Vaught 106)
También en ese lugar Aarón escondió el oro (símbolo de riqueza): ―swalling womb‖ /
―this pit por Bassianus grave‖ (II.iii.254-255). La fosa se transforma en boca e infierno:
disrupción al cuerpo político de Roma. Además, ―el oro‖ y ―la riqueza‖ se corresponden con
pasiones tales como ambición, avaricia y envidia, ubicadas en el marco del espacio público,
mientras que el placer y la sensualidad salvaje del cuerpo de Tamora remiten al ámbito de la
privacidad y la intimidad.
51
Rescato las reflexiones de Butler (1997) quien, refiriéndose a la identidad del sujeto mujeres, al mismo tiempo que
diferencia sexo y género cuestiona sus determinaciones fijas. Lo femenino no corresponde a un cuerpo de mujer, si
bien hay una construcción cultural aceptada socialmente (Butler 1-20).
107
Destaco que estos eslabones discursivos manifiestan una serie de juicios y valoraciones
que fueron atendidos por la ley romana: la esposa ocupaba la misma posición de una hija y
permanecía bajo la patria potestad de su marido debido a que la mujer no era capaz de concretar
acciones legales (Bury 402).
Para concluir, presento las muertes de Lavinia y Tamora. Los dos homicidios son
perpetrados por un hombre, Tito, con el agravante de que, en el primer caso da muerte a su propia
hija, validado por el consentimiento del emperador:
Para Belsey (2008) ―los estereotipos definen lo que el cuerpo social avala y excluye‖
(Belsey 165). Lavinia emerge como la ―figura femenina obediente‖, como ―hija virginal‖ y
―mercancía de trueque‖. Su corporeidad identitaria funciona como un ejemplo elaborado de estos
rasgos y señala la manera en que esta figura femenina trata de forjar y reificar la identidad
imperial nacional, mediante la presentación de su reclamo tardío y sin emitir voz. La
comprensión de la relación entre la violación y el sacrificio en Roma permite advertir el contexto
donde se llevan a cabo estas prácticas de castigo que remiten a la diferencia cultural e ideológica
que Mieke Bal (2006) presentó específicamente en referencia a ―La violación de Lucrecia‖.
Sostiene que la violación constituye un asesinato en sí porque conduce a la propia muerte. Es un
abuso que se perpetra en el interior del cuerpo de la víctima y sólo existe en la memoria como
una experiencia atroz.
Shakespeare identifica la violación de Lavinia con la de Roma y todos los valores que la
civilización implica. En este caso el cuerpo de Lavinia se constituye en el ―cuerpo de la reina‖
como ―esposa electa de Roma‖. Es aquí donde se configura la idea ampliada en torno del
concepto de violación: la violación de la ―electa reina virgen‖ y la de Roma.
Esta imagen me permite considerar el fluido vital, la sangre de la boca de Lavinia, como
el vínculo entre generaciones, entre la muerte del cuerpo físico de Lavinia y la continuidad del
cuerpo social y político. Sin Lavinia, esta conceptualización ampliada de la corporeidad femenina
no se materializa. Es decir que las funciones y configuraciones del cuerpo de la heroína no sólo
reflejan el orden político y social sino que, además, están en gran medida determinadas por él.
―La mutilación de la virgen‖ es un constructo cultural que remite a una ideología
subyacente. El cuerpo es, simultáneamente, abstracto y concreto en alusión al doble cuerpo de la
reina. El cuerpo hecho discurso configura un sitio de lucha, diferenciación y apropiación, y sus
discursos son un nexo político en el que se inscriben diferencias de poder.
A partir de estas afirmaciones puedo sostener que la mutilación de Lavinia es equivalente
al desmembramiento de un gobierno tirano:
they transgress confining boundaries, they release an uncanny power upon the
world. (Woodbridge en Tassi, M. 105)
positivo‖ (26) que genera vida, sino que además se convierte en ―un obstáculo estúpido y
moribundo que se levanta contra las aspiraciones del ideal‖ (26). Por eso las imágenes de lo
inferior corpóreo en Tamora quedan reducidas a una corporeidad banal.
Lo expuesto con respecto a las corporeidades identitarias de Lavinia y Tamora presupone
un saber dóxico -un sobreentendido según Bajtín- que establece una tipología de imágenes
materializadas en ambas heroínas. Tamora es una figura periférica, transgresora, y Lavinia es su
opuesto. Estos juicios de valor se emiten en el contexto de las jerarquizaciones presentadas en la
obra: la familia patriarcal romana, la virginidad como una mercancía de trueque y la ley romana
que penaliza el rapto y la violación. Si bien este contexto muestra valores apreciados socialmente
como positivos, también presenta tabúes como la violación, la mutilación y la muerte.
En la época analizada las libertades relativas al sexo estaban cerradas y generaban la
represión de la mujer. En los recorridos discursivos propuestos destaco las características que
Foucault instala como inherentes al dispositivo de sexualidad: ―la histerización del cuerpo de la
mujer‖. Este rasgo comporta un triple proceso: análisis, calificación y descalificación como
cuerpo saturado de sexualidad y puesto al servicio, ―en comunicación orgánica‖, con el cuerpo
social (Foucault, Historia de la Sexualidad 127).
V.2 Noche de Reyes52
V.2.1 Construcciones de femineidad y subjetividad en Noche de Reyes
Sin duda, Shakespeare fue un escritor canónico; como tal, fue transmisor del sistema
patriarcal hegemónico en todos sus aspectos. Este sistema es por naturaleza sexista: promueve la
creencia de que las mujeres son innatamente inferiores a los hombres, afirmación considerada
parte de la experiencia inalterable de la condición femenina. Obviamente, la diferencia entre lo
masculino y lo femenino tiene gran importancia en las sociedades humanas. También parece
incuestionable que, cuando se habla de lo femenino y de lo masculino, se trasciende lo biológico
52
El argumento de la obra se encuentra en el Anexo I p. 277.
114
para referirse a la conducta ―apropiada‖ del hombre y de la mujer, que además difiere en forma
pronunciada de una sociedad a otra. El género es una creación social y en el proceso de su
construcción la palabra tiene un papel preponderante, pues el lenguaje construye el medio
primario que organiza nuestras vidas.
Braidotti (2004) habla de la noción de incardinamiento de la subjetividad femenina (cfr.
Cap. II.3.1, 54-61). Sostiene que la reivindicación de la diferencia implica desligarla de la lógica
dualista en la que se la inscribió tradicionalmente, como marca de exclusión, para que pueda
expresar el valor positivo de ser distinto de la norma masculina, blanca y de clase media.
Ana María Fernández, en La mujer de la ilusión (1994), se pregunta ―¿Qué es la mujer?‖,
a lo que responde:
La mujer es una ilusión. Una invención social compartida y recreada por hombres y
mujeres. Una imagen producto del entrecruzamiento de diversos mitos del
imaginario social, desde el cual hombres y mujeres -en cada período histórico-
intentan dar sentido a sus prácticas y discursos. Ilusión, pero de tal potencia que
consolida efectos no sólo sobre las prácticas y discursos, sino también sobre los
procesos materiales de la sociedad. Ilusión pero de tal fuerza que produce realidad:
es más real que las mujeres. (Fernández 22)
travestirse, sino que también adopta un nombre masculino, Cesario, para poder llegar al entorno
del duque Orsino, quien gobierna Iliria. Su juvenil complexión es elogiada por el duque:
Aquí describe Orsino al joven Cesario como alguien cuyos labios le recuerdan a los de
Diana, diosa de la caza y la luna, que tenía gran belleza. La voz de Cesario es aguda como la de
una mujer y todo en él hace pensar en una dama. Es, sin embargo, a este joven a quien el duque le
encomienda la tarea de convencer a Olivia para que acepte su propuesta de matrimonio. Es Feste,
el arlequín del duque y de Olivia, quien se da cuenta de la falta de barba de Viola: ―Now Jove, in
his next commodity of hair, send thee a beard!‖ (III. i. 38), y le pide a Dios que le envíe un poco
de vello. Ambos destacan la belleza juvenil de Cesario: son dos varones que reparan en la belleza
de otro hombre.
La relación entre Viola/Cesario y Orsino es de mucha confianza desde el principio de la
obra y siempre el duque hace notar su aspecto físico; además, por la forma en la que
Viola/Cesario le habla, trata de hacerle ver su amor hacia él desde su perspectiva de mujer,
evidenciando veladamente su deseo y expresando que una mujer puede sentir el mismo amor que
él pregona hacia Olivia. El duque descree de la aserción de Olivia y se explaya sobre la poca
constancia que hay en el corazón de una mujer cuando le dice:
creencias médicas de la época (cfr. Cap. IV.3 ―Discurso médico renacentista‖, 88). El amor que
puede sentir una mujer hacia un hombre nunca podrá igualar en consistencia y afecto a aquél que
un hombre pregona; en este caso, el amor que puede sentir una mujer es comparado con un
apetito. Por lo tanto, el deseo que experimenta una mujer no tiene la nobleza de su similar
masculino, es decir que la idea de la mujer como sujeto de deseo es subestimada; pero, por el
contrario, se la configura como objeto de deseo.
Al correrse de su posición de objeto, Viola subvierte el rol prefijado socialmente para la
mujer, y en esta relación deja en claro también la distinción entre sus deseos como hombre y
como mujer cuando se pregunta:
En el marco del sistema sexo/género imperante, Viola no podrá ganarse el amor de Orsino
como Cesario y, a su vez, Olivia no podrá ganar el amor de Viola/Cesario porque en realidad
pertenecen al mismo sexo.
En Noche de Reyes se puede observar, por lo tanto, la forma en la que el rol de la mujer
depende de la división de género y cómo ciertas conductas son esperables solamente de un
hombre y, en consecuencia, se estiman inapropiadas en una mujer. La limitación que impone una
conducta aceptable según el género está relacionada con el hecho de que la mujer era considerada
poco confiable e incontrolable desde el punto de su estabilidad. La decisión que toma Viola al
principio de la obra habla también de las limitaciones impuestas por el sistema patriarcal a las
mujeres en su conducta y en sus libertades. Viola decide que, para poder sobrevivir, debe
trabajar, y que para lograrlo necesita disfrazarse de hombre y estar cerca del duque:
las mujeres, solamente a un hombre puede otro contarle lo que siente en su corazón, y es también
a un hombre, el Capitán de la nave que sufre el naufragio, a quien Viola le pide que guarde
silencio sobre su forma de acercarse al duque; por lo tanto, deposita su confianza en otro hombre
y no en una mujer.
También se observan diferencias en la obra en lo referente a la idea de una mujer y un
varón travestidos. Como mencioné anteriormente, el disfraz de Viola realza su belleza como
varón; en cambio, en el caso de Malvolio, se trata de un uniforme ridículo que lo avergüenza
frente a su señora, Olivia, y a los demás miembros de la servidumbre. ―[…] She commend my
yellow stockings of late; she did praised my leg being cross-gathered; […] (II. v. 140-141). A
este pasaje lo lee Malvolio de una misiva que cree que su señora Olivia le dirige a él. La
vestimenta que se espera en él es inusual. Asimismo resulta extraño que alguien de la posición de
Olivia se comunique de ese modo con alguien como Malvolio. Su disfraz es carnavalesco y la
situación que lo lleva a cambiar sus ropas es igualmente grotesca. En el caso de Viola, ella toma
conscientemente la decisión de disfrazarse y lo hace con una motivación seria. Por su parte,
Malvolio es víctima de una broma del resto de los sirvientes de la casa, quienes se quejan de sus
aires de superioridad. Para el mayordomo de Olivia, entonces, el resultado es la representación
del cuerpo grotesco de la mujer, un cuerpo impúdico que traspasa las barreras establecidas por el
género y que enfatiza el aspecto físico y material de la existencia (Chedgzoy 2).
El trato diferente de la corporeidad en ambos casos también refleja la penalización de las
conductas carnavalescas. En esta obra, Shakespeare presenta un caso distinto de lo que se
planteaba en la sociedad isabelina como norma, ya que, según Chedgzoy, la mujer que era vista
con ropa de hombre era duramente reprimida con castigos que rayaban en lo carnavalesco, como
exhibirse en la picota durante dos horas con ropa de hombre, para que quien pasara por allí viese
a la infractora y su penalidad: ―the sexualised display of the female body is a key part of
carnivalesque punishment‖ (Chedgzoy 3-4). Estos castigos, aplicados a mujeres que se travestían
en el siglo XVI, eran impartidos para demostrar el poder patriarcal.
Shakespeare decide en Noche de Reyes que quien reciba el castigo por travestirse sea un
varón: en este caso, Malvolio, quien es enviado a un cuarto oscuro y no reaparece hasta el final
de la obra, luego de enviarle a Olivia una carta con la cual corrige su penosa situación. Por el
contrario, Viola no solamente evita cualquier tipo de castigo, sino que finalmente logra casarse
118
Según Valentine, el luto de Olivia tiene como fin mantener en la memoria el amor por su
hermano. En cambio, en el caso de Viola, no se advierte que desee cuidar el luto por la aparente
muerte de su hermano, pero sí encuentra esperanza en el hecho de que ella por lo menos pudo
salvarse: ―Mine own escape unfoldeth to my hope‖ (I. ii.18), y sin solución de continuidad le
pregunta al Capitán quién manda en estas tierras: ―Who governs here?‖ (I. ii. 22).
Los diálogos de Viola tienden a ser cortos y sin rodeos. El Capitán es quien más habla en
la segunda escena del primer acto y es también quien ayuda a Viola en sus primeros pasos en
Iliria. Solamente cuando describe su plan, Shakespeare le concede más versos a Viola. En ese
caso, también se trata de un vocabulario de carácter práctico y conciso, sin una gran elaboración
poética. Actúa ya como Cesario incluso antes de travestirse: ―Orsino! I have heard my father
name him; / He was a bachelor‖ (I. ii. 26-27).
La otra característica que marca el poder de Olivia en la obra es que no solamente rechaza
a un hombre, sino a dos. El segundo de ellos, después del duque, es Malvolio, su mayordomo.
Aquí el rechazo no pasa solamente por la negación verbal, sino que se traduce en el acto de
detener a Malvolio alejándolo de la casa y encerrándolo en un cuarto oscuro. Quien acude en su
ayuda es Feste, haciéndose pasar por un sacerdote, Sir Topaz, para hablar con él, aunque luego lo
hace en su propia voz. Malvolio le pide algunos materiales: ―Good fool, as ever thou wilt deserve
well at my hand, help me / to a candle, and pen, ink and paper. As I am a gentleman, I / will live
to be thankful to thee for ‘t‖ (IV. ii. 70-72). Al pedir los instrumentos necesarios para escribir una
carta, Malvolio trata de resolver el problema de la misma forma en que comenzó, con una misiva.
La primera misiva era de Olivia para el mayordomo; en este caso, es a la inversa. El tipo de
retribución al que se acoge el mayordomo no le garantiza una solución favorable, pero lo
reivindica y cierra el malentendido por el mismo medio con el que se inició. La ansiedad
masculina demostrada por Malvolio se configura en la perpetuación de las estructuras de
dominación masculinas (Traub 224), ya que el problema lo comienza una mujer, pero lo resuelve
definitivamente un hombre.
Posteriormente, Olivia materializa su poder para proceder activamente cuando se casa con
120
Sebastián. En la corta tercera escena del cuarto acto, le pide a Sebastián, a quien confunde con
Cesario, que la acompañe al interior de su casa, donde se encuentra un sacerdote preparado para
casarlos. Sebastián, aunque sorprendido por la situación, acepta y se casa con ella. Aquí se
cumple una vez más la norma shakesperiana de que las comedias terminen en casamiento, como
un modo de restaurar el orden y reconducir el deseo de las personas a través de la institución del
matrimonio, para adherir a la norma binaria, hombre/mujer determinados por su condición de
género en el contexto renacentista. La particularidad de este casamiento reside en el hecho de que
quien busca la pareja, organiza el matrimonio y lleva al altar, es la mujer en vez del hombre.
Todos los pasos que se esperan del género masculino son dados aquí por la mujer. Al comienzo
de la misma escena Sebastián resalta la capacidad de mando de Olivia y su manejo de los
negocios de la casa. Las cualidades a las que se refiere son de carácter masculino:
El otro personaje femenino que tiene un rol activo es María. Su particularidad está dada
por el hecho de que no se disfraza y encuentra un espacio de poder, según su posición, en una
casa gobernada por una mujer. Ante la primera aparición de Feste, María se queja por su larga
ausencia y, lo que en un principio es un reclamo, pasa a ser una advertencia: ―Nay, either tell me
where thou hast been, or I will not open my / lips so wide as a bristle may enter in way of thy
excuse. My lady will hang thee for thy absence‖ (I. v. 41-43). El personaje de María muestra una
templanza mayor que la de los hombres de la casa. Sabe comunicarse con Toby y Aguecheek y,
cuando este último confunde su nombre, María solamente dice ―My name is Mary, sir‖ (I. iii.
44). Finalmente, y ante las incoherencias que sigue diciendo Aguecheek, María directamente se
despide: ―Fare you well, gentlemen‖ (I. iii. 50).
Es también María quien promueve y materializa la idea de la broma al mayordomo: ―I
will drop in his way some obscure epistles of love; […]‖ (II. iii. 133). Escribe la carta que
Malvolio creerá que es de Olivia puesto que la letra de la esquela que el mayordomo lee es de una
mujer. Su conducta desafiante hacia él tiene, por lo tanto, una doble connotación, ya que no sólo
121
se enfrenta a un hombre, sino a alguien que socialmente, y dentro del rango de la servidumbre, se
encuentra por encima de ella y puede tener decisión sobre su destino dentro de la casa. Hay que
tener en cuenta aquí también el hecho de que las mujeres que escribían en aquella época eran
vistas como desafiantes de la autoridad, actitud que coincide con la broma que María quiere
llevar a cabo (Chedzgoy 7).
/ And tell them, there thy fixed foot shall grow / Till thou have audience.‖ (I. iv. 15-17). Así,
aunque por su género muestra atributos inherentes a la condición masculina, es una mujer, Viola,
quien debe poner en marcha la empresa: ―Sure, my noble lord, / If she be so abandoned to her
sorrow/ As it is spoke, she never will admit me.‖ (I. iv. 18-20).
La aceptación de Viola/Cesario del plan de conquista de Orsino significa obediencia
hacia el rango del duque y la autoridad masculina, pero también revela su agencia, que no es
característica del género femenino en el contexto de la época. Sin embargo, esta cualidad indica
la doble naturaleza de Viola en términos de la doble naturaleza del cuerpo de la reina (cfr. Cap.
IV, p. 74 y ss.). Se corrobora así que estos topoi circulan en el discurso social de la época,
construyendo un conjunto de máximas ideológicas sobre lo femenino y lo masculino.
Alan Bray, autor de Homosexuality in Renaissance England (1982), estudia dos imágenes
contrapuestas de la cultura isabelina, la del amigo y la del sodomita. Al igual que Hidalgo (1997),
Bray destaca que la sociedad isabelina carecía de una minoría homosexual y que la sodomía era
considerada un crimen asociado con la blasfemia y la traición, es decir, un crimen religioso y
político que provocaba el rechazo y el castigo de la sociedad. Por el contrario, la amistad íntima
entre varones, acompañada con frecuencia de lenguaje y gestos marcadamente amorosos, surge
en la doxa de la época como expresión pública de una relación personal del espacio privado. Ni
siquiera el hecho de que dos hombres compartieran el lecho ocasionalmente despertaba la
sospecha de una relación prohibida. Bray ofrece ejemplos significativos de ―bedfellows‖
pertenecientes a la clase alta (Enrique V, II.i.8, la relación entre Scroop y el rey) y vincula esta
práctica con relaciones de clientelismo y alianzas políticas de la aristocracia.
Tras indicar esta arista de la economía sexual masculina, Bray sostiene que un aspecto a
tener en cuenta en estos casos es que ambos protagonistas de la relación amistosa eran nobles,
aunque la posición fuese de señor y servidor, y también que la amistad debía ser real y no
mercenaria. El crítico advierte sobre la traición de los sirvientes en las grandes casas de la
nobleza y la sustitución gradual de los gentlemen retainers por servidumbre campesina
acomodada (Hidalgo 29).
Si bien Bray hace referencia a la compañía masculina y a la latente atracción hacia otro
hombre (Orsino - Viola/Cesario), esta situación se da también en el género femenino (Olivia -
Viola/Cesario). Noche de Reyes es un texto que explota la ambigüedad e irracionalidad del deseo;
123
[…]Cesario come;
For so you shall be, while you are a man;
But when in other habits you are seen,
Orsino‘s mistress, and his fancy‘s queen. (V. i. 364-7)
Jean Howard, en The Stage and Social Struggle in Early Modern England (1994),
argumenta que la amenaza real para el sistema no es Viola sino Olivia. La pasión de la condesa
por Cesario se presenta en forma cómica ya que, al comienzo de la obra, había decidido vivir sin
un hombre al lado. Irónicamente, es ella quien posee independencia económica y autosuficiencia:
―[her] eroticized relationship of ‗service‘ with Cesario is most socially and sexually
transgressive‖ (Jardine 33). La ironía reside en que su autosuficiencia se someterá al control de
un hombre, Sebastián. Howard considera que Viola, la aparente amenaza para el sistema
patriarcal, se ve recompensada y validada por el dispositivo de alianza patriarcal, mientras que
Olivia, la real amenaza para este sistema, es castigada (Howard 112).
El cuerpo femenino y sus correspondientes construcciones de corporeidad evidencian una
superficie de significaciones, situadas en la intersección de la supuesta facticidad de la anatomía,
localizables en la dimensión simbólica del lenguaje. El cuerpo dual de Viola/Cesario y los de
Olivia y María representan una noción multifacética que cubre un amplio espectro de niveles de
experiencia y marcos de enunciación. En otras palabras, el sujeto femenino está definido por
diferentes indicadores: la clase, las tecnologías de poder, el sexo, el género y la cultura, variables
que se yuxtaponen para definir y codificar los niveles de la experiencia de devenir mujer en el
contexto analizado.
V.3 Hamlet53
V.3.1 La subjetividad femenina incardinada en Hamlet: el contexto patriarcal
En el apartado sobre Tito Andrónico he considerado el tema del universo o de la
53
El argumento de la obra se encuentra en el Anexo I, p. 278.
125
interpretación del kosmos como un orden de índole binario. Es necesario aquí explicitar más aún
la relación de este orden con los temas de género y patriarcado. Si durante años el kosmos y el
universo simbólico se vieron como conceptos opuestos, el sexo biológico, y más tarde el género,
fueron percibidos de la misma manera. Hombre y mujer eran pensados como enfrentados, como
las dos posibilidades antitéticas del ser humano en el plano biológico, de modo que, si varones y
mujeres son seres en oposición, sus características de género también operan por contraposición.
La palabra, la capacidad del discurso y su valor como verdad están asociados al género
masculino y su validación se concreta en el contexto patriarcal. Es decir, quien tiene la facultad
de enunciar, y por lo tanto de construir realidad a través de la palabra, es el polo masculino, en
asociación con el eje del poder. Mientras que lo femenino existe sólo en el territorio del silencio,
de lo privado y de lo oral en el plano discursivo, lo masculino está en el terreno de lo público y de
lo enunciativo por excelencia. Esto se traduce en la asociación del poder de la palabra con la
masculinidad en el sistema sexo/género patriarcal.
La posesión de la capacidad enunciativa deriva del hecho de que el varón ha sido durante
siglos el sujeto del modelo cultural patriarcal. La masculinidad, erigida como agente que enuncia
y como medida de todas las cosas, obliga a lo femenino a ocupar siempre la posición de objeto:
Esta matriz excluyente, mediante la cual los sujetos son formados, requiere de la
producción simultánea de un ―área‖ de seres abyectos, aquellos que no son sujetos
y que constituyen el afuera del dominio de los sujetos. (…) en este sentido el sujeto
es construido mediante el poder de la exclusión y la abyección, ambas producen un
sector fuera del sujeto. (Butler, Mecanismos 3)
el que Claudio pide que, aunque la memoria del rey muerto esté todavía viva, se continúe con el
reinado teniendo en cuenta la constante amenaza noruega sobre el Estado danés: ―With one
auspicious, and one dropping eye./ With mirth in funeral, and with dirge in marriage‖ (I. ii. 11-
12). En las palabras de Claudio se observa el apuro por dejar en segundo plano el asesinato del
rey Hamlet y continuar deliberadamente con los asuntos de Estado, sopesando la felicidad
conseguida por el matrimonio con la reina.
La construcción identitaria resultante está ligada por un lado a la asociación entre el
Estado y las decisiones tomadas por los hombres y por otra al papel, relegado hasta ese momento
en la obra, de los personajes femeninos. Claudio es quien guía la suerte de Dinamarca y decide
sobre la memoria del rey muerto y el alcance que tiene sobre su monarquía. Las formas
dominantes no pueden ser discutidas: se las acepta y constituyen parte de la naturaleza del orden
social. En el relato no se propone un cuestionamiento al rey, quien da su largo discurso sin
interrupción alguna y cuyas órdenes son acatadas. Su poder supera las contradicciones de carácter
moral que se le pudieran plantear a quien fue artífice del asesinato del rey anterior.
Esta contradicción tiene también consecuencias de signo religioso dentro del orden
isabelino. Una de ellas está ligada a la calificación de ―pecado capital‖ del asesinato, agravado
por el hecho de que la víctima es el rey. Otra consecuencia resulta del lugar que Claudio pasa a
ocupar luego del homicidio, ya que su ascensión al trono subvierte la cadena jerárquica
establecida por la religión, en la que cada ser humano y creatura viva tiene su lugar dentro del
diseño inteligente del mundo.
La correlación entre el orden social y el simbólico puede ser observada en las relaciones
planteadas por el autor entre Polonio y sus hijos: Laertes y Ofelia. El carácter activo y pasivo que
tienen ambos ante la muerte del padre evidencia sus roles en el espacio social, determinados por
la corporeidad del género. El orden establecido, reproducido en la obra, adjudica el rol pasivo a la
mujer, en este caso Ofelia, quien reacciona con resignación ante la muerte de su padre ―I hope all
will be well. We must be patient‖ (IV. v. 70). En cambio Laertes, en su condición de hijo varón,
parte raudamente hacia la venganza: ―But my revenge will come‖ (IV, vii, 29), tratando de
cumplir con el rol que se le asigna en el espacio social. A través del simbolismo de la obra se
reproduce una realidad que aspira a establecer un orden gnoseológico. Es en este contexto donde
Ofelia debe devenir sujeto. La joven doncella enamorada de Hamlet no es la ficción de una
127
persona particular, sino el retrato de un tipo femenino, una de las posibilidades de ser mujer en el
contexto patriarcal renacentista. Ofelia es un personaje con una profundidad psicológica
destacable, por esto, la considero un modelo de mujer construido por la mirada masculina del
siglo XVI.
El príncipe de Ofelia está obsesionado con asuntos políticos y personales más urgentes
que su relación con ella. Él ha enloquecido, se ocupa de cuestiones más apremiantes: el poder, la
venganza y la justicia, campos en los que, por supuesto, una mujer no puede participar. Ofelia
espera, suspendida en la vida contemplativa y en el amor por Hamlet, que él se decida a hacerla
emerger en la superficie del contexto patriarcal y la convierta en esposa y en princesa; pero esto
no ocurre. Más aún, ella es rechazada, y su condición empeora cuando su padre es asesinado por
el príncipe. Ofelia deja de tener novio y padre, y además su hermano se encuentra distanciado.
Por tanto, ya no es hija, ni novia, ni hermana. No es nada, no posee individualidad. Sólo le queda
como posibilidad última la desaparición, una lenta desintegración de su mente (la locura) y luego
la anulación de su cuerpo (el suicidio). Ofelia se desintegra porque desaparecen las figuras
masculinas de las que depende su identidad. Su destino es trágico porque está vinculado
estrechamente con quienes la rodean y cae en desdicha por las acciones de los demás.
En Hamlet existen sólo dos mujeres y ambas son retratos de dos tipos opuestos: Gertrudis
es perversa, calculadora, promiscua, y es asesinada; por el contrario, Ofelia es buena, ingenua,
virgen, loca, y se suicida. La corporeidad femenina se construye en esta obra de forma dialéctica,
a través de la interacción entre estas dos imágenes antitéticas de mujer. Por un lado Ofelia, quien
representa los ideales isabelinos de juventud, belleza y pureza, y por otro lado la naturaleza
distópica de Gertrudis, quien no sólo no mantiene el debido luto luego de la muerte de su marido,
el rey, sino que contrae matrimonio con el hermano de éste, Claudio.
En lo que respecta a Ofelia, se trata de un personaje de carácter sumiso, que encuentra su
identidad a través del contacto con los hombres que la rodean, en especial su padre, Polonio, y su
hermano, Laertes. Se desconoce qué ha sido de la madre de Ofelia y no hay ninguna mujer cerca
de ella que pueda actuar de contrapeso a las palabras, consejos y admoniciones que recibe de los
varones que la rodean. Desde su primera aparición en escena, el comportamiento de Ofelia
aparece influido directamente por figuras masculinas, primero por Laertes y luego por su padre.
El primero le pide que:
128
Le advierte de este modo que se cuide de las actitudes de Hamlet y que tenga en cuenta el valor
de la castidad al referirle lo que le ocurre a una mujer cuando desenmascara su belleza a la luna.
Los consejos de su hermano tienen carácter prescriptivo, ya que determinan su comportamiento y
le inculcan a Ofelia la responsabilidad sobre sus actos. Si ella no respetara aquellos consejos, sus
actos podrían tener una consecuencia directa sobre su cuerpo y su valor dentro del sistema
patriarcal en el que cumple un rol. Su identidad como mujer, por lo tanto, queda establecida en
las relaciones con sus pares masculinos más cercanos. El único rasgo de valor generado de forma
individual por Ofelia se observa cuando le pide a su hermano que no sea como los clérigos
corruptos, que pregonan un comportamiento pero en la práctica ceden a placeres más terrenales,
contradiciendo así sus palabras, cuyo valor procede de la investidura sacerdotal:
Luego de la salida de Laertes de la escena, es Polonio quien vuelve sobre su hija para
reforzar el mensaje de su hermano y minimizar un poco más, si cabe, la incipiente personalidad
que pudiera emerger de Ofelia. El padre no la trata como mujer, le habla como si fuera una niña
que necesita constantemente de la guía paterna. Cuando ella manifiesta creer que Hamlet le había
prometido afecto sincero, Polonio responde violentamente: ―Affection? pooh! you speak like a
green girl, / Unsifted in such perilous circumstance. / Do you believe his tenders, as you call
129
them?‖ (I. iii. 101-103). La interjección de Polonio muestra la forma simple en que se dirige a su
hija, como si no fuera capaz de entender un mensaje más complejo o profundo. Le habla a una
niña y no a quien, de la mano de Hamlet, pudiera tener un rol primordial en el orden del Estado.
Se configura así la imagen de la joven inocente que complace y obedece los designios de los
hombres a su alrededor, que ven en su ingenuidad algo que hay que cuidar, debido al valor de
cambio que puede tener en la sociedad. Ella no duda de las palabras de su padre y acata de forma
ciega sus designios.
La siguiente aparición de Ofelia corresponde a la segunda escena del segundo acto,
cuando la acción se traslada al castillo donde Gertrudis y Claudio escuchan las quejas de Polonio
sobre la carta que Hamlet le ha escrito a Ofelia. Él es específico sobre el rol de su hija: ―I have a
daughter -have while she is mine-/ Who, in her duty and obedience, mark,/ Hath given me this:
now gather, and surmise.‖ (II. ii. 106-108). En esta oportunidad no la trata sólo como una niña
sino también como un objeto, como un bien que le pertenece y del que no permitirá que nadie
mancille su valor. Luego ella obedece a su padre y se ubica en un lugar determinado cuando llega
Hamlet. Este movimiento en el escenario le permite a Polonio escuchar el encuentro entre el
príncipe y su hija. Al pedirle Ofelia a Hamlet que responda si realmente la ama, como dice la
carta, él le contesta:
Hamlet responde de manera muy violenta y vuelve a imponer a Ofelia un destino, así
como hicieron Laertes y Polonio en su momento, en este caso, en un convento, menospreciando
el rol de madre que ella pudiera desempeñar en el futuro al decirle que allí evitará dar a luz a
pecadores. Esto muestra la determinación del rol de la mujer por su función. El destino de Ofelia,
aunque no está marcado por el rol biológico de engendrar, sí tiene un poder latente dado por su
130
virginidad y su ingenuidad, pero ese valor deja de tener peso al ser rechazada por el príncipe
como su mujer. Por ende, su virtud queda solamente en el carácter pasivo de su sexualidad:
Ella recurre a la virtud que le queda, la inocencia, a fin de evitar una mayor aproximación del
príncipe, cuando éste le pide si puede reposar la cabeza en su regazo. Al preguntarle si le resulta
ofensivo, Ofelia no sabe, o simula no saber, qué responder; ésta es la última vez que ella aparece
en escena hablando normalmente.
Luego de la representación de la obra, Hamlet da muerte a Polonio. Con esto, Ofelia
pierde primero a Hamlet, quien la rechaza, y luego a su padre. Como su hermano Laertes está
lejos, ella queda sin ninguna autoridad patriarcal y su identidad se ve resentida. Nadie puede
guiarla y la consecuencia será su locura. Sin un hombre al lado, la mujer pierde su sentido en el
armado de la estructura familiar y estatal isabelina. Ofelia reaparece en el curso de la obra en la
quinta escena del cuarto acto, ya presa de la locura, cantando ante la mirada negativa de
Gertrudis:
Oph. [Sings]
How should I your true love know
From another one?
By his cockle hat and staff,
And his sandal shoon. (IV. v. 23-27)
Los reyes comprenden enseguida el estado en el que se encuentra. Sin embargo, el canto de
Ofelia tiene una guía temática, la melancolía, similar a la de Hamlet, ya que ambos han perdido a
sus respectivos padres por la intervención de una daga. En el caso de Ofelia, la situación es aún
peor, ya que al asesinato de Polonio ha sido precedido por la partida de Laertes y el posterior
rechazo del príncipe Hamlet. Por ello, su primera canción se refiere a la imposibilidad de
encontrar el verdadero amor; confiesa que no sabe cómo distinguirlo, haciéndose eco del discurso
de Polonio, quien al comienzo de la obra la acusó de no poder reconocer el verdadero afecto.
Luego de ser testigo de la locura de Ofelia, Claudio le pide a Horacio que la cuide, una
vez que ella sale de escena: ―Follow her close; give her good watch, / I pray you.‖ (IV. v. 73-74).
Este pedido concuerda con la incapacidad que se supone tiene la heroína para vivir sin ninguna
132
Oph. [Sings]
And will he not come again?
And will he not come again?
No, no, he is dead:
Go to thy deathbed:
He never will come again.
His beard was as white as snow,
All flaxen was his poll:
He is gone, he is gone,
And we cast away moan:
God ha’ mercy on his soul! (IV. v. 186-197)
En estos versos sigue esperando que un hombre aparezca. Polonio, quien la usaba como valor de
cambio para poder ascender socialmente, está muerto; Laertes, quien la cree casta y pura, está
lejos y no puede mantener comunicación con ella; finalmente, el último que podría aparecer,
Hamlet, tampoco lo hará, ya que la rechazó como esposa y sólo quiso tenerla en un momento
como amante. Ofelia, quien cumple los requisitos de la mujer casta, pura e inocente, no logra el
final ideal según los cánones isabelinos, que sería encauzar su sexualidad a través del casamiento.
Al no poder utilizar sus virtudes, queda fuera del sistema familiar y del Estado, y al no haber
desarrollado un carácter individual, se refugia en la locura. Su demencia no funciona como
escape del sistema patriarcal, sino que, por el contrario, termina siendo el lugar donde llegan las
mujeres cuya función según el género no pudo ser cumplida. No logra aprovechar el valor de sus
virtudes y finalmente muere, como muchos de los personajes femeninos shakesperianos, fuera del
escenario.
espectadores y, por tanto, de su contexto histórico. Pero para el dramaturgo inglés es además un
teatro de operaciones estratégicas donde el creador de la obra ejerce su poder sobre su público,
para así develar, extirpar y volver contra ellos sus propias corrupciones, como si fuesen un
phármakon, palabra que, al mismo tiempo que significa ―veneno‖, significa ―remedio‖. Nos dice
Jonson: ―Mi mano severa fue hecha para sacudir los vicios, y hacer salir el humor de esas almas
esponjosas que se hincharon con todas las pequeñas vanidades ociosas‖ (143-146).
En la obra de Shakespeare, por ejemplo, se encuentran algunos personajes que, lejos de
ser víctimas de la locura, son lo suficientemente ingeniosos para hacer desfachateces con un aire
de gravedad. Por otro lado, se encuentra la locura del bufón, que es consciente de sí misma, juega
a la demencia y, al representarse a sí misma, se desbarata. Al mismo tiempo, el personaje se burla
de los demás. El bufón y el melancólico se introducen en el escenario isabelino en el mismo
momento, independientemente de que sean cómplices o antagonistas.
Al decir de Carol Thomas Neely (1991) en la Edad Moderna el discurso de la locura ganó
prominencia porque estaba implicado en los aspectos médicos, jurídicos, teológicos, políticos y
sociales de la re-conceptualización de lo humano. Poco a poco la locura, y por lo tanto la cordura,
comenzaron a ser secularizadas, medicalizadas, psicologizadas y vinculadas con el género. En el
Renacimiento la locura era considerada el punto de intersección entre lo humano, lo divino y lo
demoníaco. Era vista como posesión, pecado, castigo y enfermedad, en forma simultánea. Así se
confirmaba la inseparabilidad de lo humano y lo trascendente:
Por otra parte, en Historia de la locura en la época clásica I (2002), Foucault la considera
una formación discursiva, presentádola como la enfermedad que reemplazó a la lepra. Plantea
cuestionamientos tales como: ―¿Por qué de pronto esta silueta de la Nave de los Locos con su
tripulación de insensatos invade los países más conocidos?, ¿por qué de la antigua unión del agua
y la locura nace un día preciso este barco?‖ (Foucault, Historia de la locura 28).
135
El lenguaje de Ofelia evidencia su estado psicológico. Sin embargo realiza esfuerzos para
constituir su propia voz, para expresar verdaderamente sus dilemas. Además, su locura le permite
revivir el amor perdido de Hamlet. Igual que él, ella adopta este estado como una forma de hacer
frente a la muerte y la traición; consigue así un espacio para escapar de la realidad, revelando su
impotencia ante la manipulación paterna y la intimidación. La heroína usa su locura para
sobrevivir a la opresión de Claudio y Polonio. Irónicamente, su demencia refuerza la necesidad
de una tecnología de poder para mantenerla vigilada. En lugar de ser comprendida y consolada
por su situación mental, Ofelia está sujeta a más represión y alienación. Cuando el
comportamiento que deriva de su estado supera la tolerancia de la autoridad patriarcal, la muerte
es la opción inevitable para terminar su confusión interna. Sólo desde su locura Ofelia habla con
su propia voz, pero su estado psíquico la lleva a la autodestrucción.
Al decir de David Leverenz (1978) Ofelia no pierde su cordura de repente sino que es
empujada hacia ella a causa de la difícil situación que padece, que la perturba a un punto tal que
resquebraja su sensatez (Chen 9). Ronald D. Laing (1965) comparte también este punto de vista:
Las palabras de Horacio ponen en evidencia la lamentable condición de Ofelia, cuyo discurso
alienado invita a una interpretación psicológica, temática y de género. Se resitúa el material
sagrado en un contexto secular y psicológico:
Ella y Hamlet presentan la distinción entre locura fingida y real y entre el suicidio como un acto
consciente y como un acto demencial (324). Se trata a su vez de distinciones que la cultura estaba
136
estableciendo gradualmente.
La locura de Ofelia está representada a través del discurso fragmentado. Su pérdida de la
cordura amalgama y seculariza rituales que involucran otros aspectos, tales como lo sobrenatural.
Ofelia recita fórmulas, cuentos y canciones que ritualizan pasajes de transformación y pérdidas
varias, entre ellas el amor, la castidad y la muerte. Estas transiciones son expresadas en las
fórmulas sociales de saludo y despedida: ―Well, God ´ild you,‖/ ―Good night, ladies, good night‖
(IV. v. 42, 73). En otras instancias, evocan fórmulas religiosas: ―God be at your table!‖ /―God ha‘
mercy on his soul! / And of all Christian souls, I pray you‖ (IV. v. 44, 198-199); alusiones a
cuentos de mujeres que sufren cambios en su status: ―[tales of the] owl [who] was a baker‘s
daughter‖ (IV. v. 42-43); o el caso de una joven que fue secuestrada por el mayordomo de la
familia, entre otras.
Las canciones de Ofelia también significan ritos de pasaje truncos. Amor y pérdida se
corporizan en los semas de las canciones de amor verdadero: ―imagined with a cockle hat, staff,
and sandals, all icons of his pilgrimage‖ (324). También le canta a la pérdida de la virginidad en
el día de San Valentín, momento en el cual una criada cruza un umbral, tanto literal como
psicológico:
Las otras canciones lamentan una muerte y presentan indicadores concretos de un entierro
ritual en el que se distinguen: ―a flaxen poll / a bier, a stone‖. Este tipo de canciones le permiten a
Ofelia llorar la muerte de su padre, representar su funeral, hallar su cadáver y encontrar consuelo:
―he is gone, he is gone, / And we cast away moan‖ (IV. v. 196-197). En este rito se subsumen las
pérdidas reales e imaginarias de Ofelia: amor, virginidad y cordura.
El reparto de flores en la corte es una extensión de un ritual de dispersión, que simboliza
el amor perdido, la desfloración, y la muerte. A través de su discurso alienado se pone en
137
compos mentis). Cuando se comprobaba que el acto era un asesinato intencionado, racional y
calculado, la propiedad del fallecido era incautada por el Estado y su familia no tenía derecho a
un entierro cristiano. En cambio, si se probaba que el acto era la consecuencia de una enfermedad
demencial, el suicidio volvía inocente al difunto y le permitía a la familia retener la propiedad y
darle cristiana sepultura. La secularización del suicidio y la de la locura se complementaban. El
suicidio de Ofelia es descripto por Gertrudis como accidental: ―[…] an envious silver broke‖ (IV.
vii. 174), en forma pasiva e involuntaria. En la Inglaterra del siglo XVI, el ahogamiento era el
medio más usado por las mujeres para suicidarse, lo que hacía conflictiva la causa de la muerte,
ya que la justicia debía precisar si se había tratado de un accidente o de un acto volitivo.
La obra deja varias posibilidades en suspenso. La representación de la muerte de Ofelia
por parte de Gertrudis evita la condena por motivos religiosos, pero no la absuelve explícitamente
por razones médicas o legales. La reina narra la muerte de Ofelia interpretándola como un
hermoso ritual natural, de pasaje y de purificación. El cuerpo fragmentado, dislocado y
enloquecido inevitablemente regresa a la naturaleza:
A modo de conclusión, se puede afirmar que Shakespeare decide que sea una mujer, pero
del tipo opuesto a Ofelia, quien describa en forma poética su muerte. Según el relato de la reina,
sus ropas se esparcieron manteniéndola a flote para que, aunque fuera por breves momentos,
diera vida a las canciones con las que había tratado en vano de expresarse. Luego, el peso de las
vestimentas la sumergió gentilmente en el seno del agua, que la acogió como si fuese una criatura
de ese ámbito, y regresó en un breve movimiento pendular. Ofelia intenta, con un solo acto,
mantener su propia voz y superar su orfandad al volver al seno que le propone el entorno natural
del agua, como la última forma de lograr identidad y unidad con los elementos definitorios de su
femineidad, al notar su similitud con una flor. Finalmente, el agua es el último refugio para su
atormentada existencia.
139
V.4 Macbeth56
V.4.1 El dolor en las prácticas médicas de Galeno en Macbeth
El cuerpo y la sexualidad femenina de los personajes surgen como construcciones que
quebrantan y amenazan la identidad de género en el contexto misógino de la época isabelina. Son
identidades generadas históricamente a partir de diversos discursos que afectan a la sociedad. En
este apartado, relacionaré el discurso médico residual de la época con el literario de Macbeth.
Trataré de establecer si el discurso médico es fundante en lo que respecta a la concepción del
género femenino durante el período al que pertenece la obra de Shakespeare seleccionada. Por
eso, los discursos en contacto a considerar son el de Galeno y el shakesperiano.
El discurso médico renacentista es el referente fundamental de la visión misógina y
patriarcal aquí tratada. La forma en que se concibe el dolor pone de manifiesto el modo en que el
imaginario renacentista construye el cuerpo y determina cuándo éste es considerado enfermo.
También explicita la diferencia entre dolor físico, moral y psicológico. Para comprender el
discurso médico es necesario entender las teorías de Galeno referidas al dolor que él llamó
―biológico‖, mientras que al moral lo consideraba ―físico‖ o ―somático‖. Ambos tipos de dolor
encontraban su justificación en la contextura humoral del cuerpo, de la que dependían tanto la
fisiología de sus partes como la vida psíquica y moral del ser humano. Se debe tener en cuenta
que entre la concepción de la patología galénica y la actual hay una radical discrepancia: mientras
que hoy se estudia cualquier proceso morboso como resultado de una interacción entre soma y
psykhe, Galeno entendía esta relación únicamente desde el punto de vista somático y las
perturbaciones del alma eran uno de los factores no naturales supuestos como causas de las
enfermedades. Galeno consideraba que los procesos que generan la sensación de dolor son dos: la
alteración y la percepción (Ballester y Rodríguez 1-4). La teoría humoral hipocrática,
frecuentemente mecanicista, no resultó del todo adecuada para Galeno a fin de comprender la
fisiología del cuerpo. Asimismo, sostenía que la alteración era el medio a través del cual las
impresiones externas e internas podían incidir en un organismo: era un movimiento cualitativo
por obra del cual la substancia en la que ocurría sufría un cambio.
56
El argumento de la obra se encuentra en el Anexo I, p. 279.
140
El estudio del dolor en la obra de Galeno presupone una comprensión de su teoría del
enfermar, a partir de la que pueden ser entendidos el fundamento de la sensación dolorosa y su
mecanismo de producción. Él cuestionaba la finalidad de la existencia del dolor en su modo de
concebir la vida porque entendía que los fenómenos vitales están siempre ordenados a un fin.
Este teleologismo se apoya en el concepto hipocrático de physis, según el cual los procesos
vitales están regulados para que el hombre pueda realizar las tareas más definitorias de su
especie. Tanto para Platón como para Galeno las enfermedades y las alteraciones corporales
deben ser evitadas porque afectan la capacidad de razonamiento (Ballester y Rodríguez 18).
Las concepciones galénicas sobre la enfermedad, sus causas y su diagnóstico expresan lo
que luego será reproducido en la literatura. La enfermedad se asociaba con cualidades
supuestamente femeninas; por eso, en el imaginario isabelino, al alterarse el razonamiento, la
pasión (cualidad que dominaba a las mujeres y las convertía en seres imperfectos) también podía
subyugar al varón y conducirlo hacia la enfermedad.
En el caso de Macbeth (1606), la supresión de la cordura de Lady Macbeth, el principal
personaje femenino de la obra, funciona como sustituto de la virginidad de Lavinia y la maldad
de Tamora en Tito Andrónico. En estos casos, el miedo al carácter disruptivo de la sexualidad
femenina se veía materializado en el tratamiento de las víctimas femeninas, mientras que en Lady
Macbeth su capacidad y su poder sexual victimizan a los hombres, ya que ella impulsa la
necesidad de conseguir poder sin importar el costo: ―Bring forth men-children only; / For thy
undaunted mettle should compose / nothing but males.‖ (I. vii. 72-75) exhorta Macbeth a su
esposa, aludiendo a su poder y su carácter. En realidad, la physis de Lady Macbeth poco tiene del
género femenino, por eso desestabiliza el sistema patriarcal. Ella es el hombre, puesto que la
masculinización del personaje es total, al punto que, al invocar a los espíritus, les pide que la
despojen de su sexualidad femenina:
Una vez más la physis de género que la heroína manifiesta no concuerda con el sistema
sexo/género renacentista. Macbeth posee virtudes femeninas cuyos humores le quitan valor y
Lady Macbeth subvierte las suyas exhibiendo su coraje, ambición y sed de poder. Pero los actos
aberrantes no pueden ser sostenidos desde su physis, que sigue los dictámenes de la femineidad
en términos de humores desestabilizantes y da origen a su locura:
142
Según el discurso médico de Galeno, la semilla femenina es débil, y esta cualidad es irreversible.
Por ende, cualquier intento por subvertir este mandato ontológico lleva al caos y a la enfermedad,
traducida en dolor moral, es decir, al desequilibrio de una mente que alucina y de un cuerpo que
deambula sonámbulo.
La maternidad era considerada problemática en la Inglaterra isabelina. Francis Dolan
(1994) explica que ―the fear of, fascination with, and hostility towards maternal power in early
modern English culture motivated attempts to understand and control, even repudiate it‖ (Dolan
283). Si bien se admiraba a las madres por la devoción a sus hijos, también se las condenaba por
dañar a los niños que estaban a su cuidado. Dympna Callaghan (2000) sostiene que ―women were
143
persecuted as mothers: as bad old mothers for witchcraft, and as bad young mothers for
infanticide‖ (Callaghan 367).
El infanticidio en la Edad Moderna temprana es un claro ejemplo de los miedos culturales
sobre la maternidad como agente de un crimen en contra de una persona física y del linaje de una
familia. En este marco, las madres cometían infanticidio para no hacer frente a la ira, la
desesperanza y la indiferencia de una sociedad que las consideraba un problema para el bienestar
económico-social. Recién en 1624 se promulgó el ―Acta de Infanticidio‖ en la que este acto, ―[t]o
secretly bury or conceal the death of [lewd women‘s] children‖, fue considerado una ofensa
criminal (Fletcher 277). En Macbeth, estos sentimientos son convocados una vez más, pero para
ser deformados por la horrenda negación de la vida que constituye el mal. En el siguiente
fragmento Lady Macbeth habla de haber amamantado a un hijo:
la función maternal y necesita diluir ―the milk of human kindness‖ (I.v.18). Imagina una agresión
a su leche maternal que la trastocará en rencor y venganza. La supresión antinatural de la función
materna en Lady Macbeth presenta un escenario de horror y está latente en la imagen del cambio
de sexo: ―unsex me‖, el horror que la función materna podría generar.
Lady Macbeth es también considerada la representación del mal. Las tinieblas, como
figuración convencional de lo ominoso, adquieren en Macbeth una terrible concreción dramática
debido a la relación íntima y personal que establecen con ellas tanto Macbeth como su esposa.
Ambos las invocan constantemente y se hacen eco, sin saberlo y de manera irresponsable, de las
fuerzas de la destrucción y del caos, al intentar utilizar las tinieblas como medio para subvertir las
relaciones naturales de causalidad y temporalidad:
Para Lady Macbeth la plegaria es una manifestación de la esperanza: pide a la oscuridad que se
interponga entre el puñal y la herida, como Macbeth, quien en la escena anterior le imploraba que
se interpusiera entre el ojo y la mano. Ambas son figuraciones de la relación mecánica entre la
causa y el efecto, la concepción y su realización, el acto y su agente. Pero ya en plena identidad
rítmica, sintáctica y semántica, se observan sutiles diferencias simbólicas. Si Lady Macbeth
orienta su plegaria hacia el futuro: ―Come, thick night‖, Macbeth se obstina en querer que se
anule un efecto que ya ha tenido lugar: ―Cancel, and tear to pieces that great bond / Which keeps
me pale!‖ (III. ii. 49-50). La orquestación de sus discursos, la identidad rítmica, sintáctica y
semántica que, como un eco, resuena en sus invocaciones, acusa otra importante diferencia de
orden simbólico:
Lady Macbeth, en cambio, ya desde un principio aparece enajenada de sí misma, por la sola
figuración poética. Permanece ajena a los procesos de su cuerpo. Su plegaria para que los poderes
de la oscuridad le quiten el sexo: ―unsex me here!‖ (I. v. 41), es un indicador de deshumanización
que la acerca a las brujas, entes sin sexo ni sustancia. Ella convoca las tinieblas para anular el
lazo que une la causa con el efecto, por medio de una figuración poética objetivada en ―el
cuchillo‖ y ―la herida‖, a pesar de la personificación que implica el verbo activo ―ver‖: ―That my
keen knife see not the wound it makes‖, pero es una relación sólo entre el puro instrumento y su
objeto, sin que se involucre su subjetividad.
Banquo, por su parte, describe estrellas mediante una metáfora: candles (velas). Su
elección léxica es, irónicamente, una prefiguración de la locura de Lady Macbeth, pues simboliza
las tinieblas en las que finalmente se sumerge. La heroína ya no puede vivir sin luz, aunque sea la
de una vela, dado que ella desterró la del sol con su desprecio. Una vez más, los portavoces de la
proyección cósmica de estas tinieblas son un viejo anónimo y Rosse, un personaje secundario:
Es evidente el valor simbólico de esta descripción, que hace eco del pasaje con el que se abre el
acto segundo. Aquí quedan prefiguradas la locura y la muerte de Lady Macbeth porque las
estrellas, metaforizadas como velas, sugieren la vela que la acompaña en su sonambulismo,
mientras que el sol, astro origen de la luz negada, es designado con otra metáfora: ―lámpara
viajera‖. Esta figura remite a la fuente artificial de luz de la que se sirve Lady Macbeth en su
locura. Más aún, en este segundo fragmento, el hecho de que la luz quede descrita
simbólicamente como estrangulada por la oscuridad, evoca el suicidio de Lady Macbeth. La luz
del entendimiento es ahorcada por las tinieblas de la locura que, irónicamente, parecerían ser las
mismas tinieblas tan insistentemente convocadas.
Finalmente, Lady Macbeth tiene un valor instrumental, del mismo modo que su ambición
es la espuela que necesita Macbeth para decidirse a actuar. Ella apela a la hombría de su marido:
―When you durst do it, then you were a man. / And to be more than what you were, you would /
146
Be so much more the man‖ (I. vii. 49) y lo anima con todo el desprecio de su decisión
inquebrantable:
Macb: If we should fail?
Lad.Macb: We fail?
But screw your courage to the sticking place,
And we‘ll not fail. (I. vii. 59-61)
Los valores dóxicos de este contexto no ubican a las mujeres como privilegiadas. En el caso de
Lady Macbeth, ella aparece insertada en un espacio público y, por tanto, el tráfico del cuerpo
femenino se asocia a los hombres con poder como Macbeth, sus negocios y su forma de hacer
política.
El objeto temático ―ambición‖ se trastoca en ―culpa‖ y ―locura‖ que emergen en la
imagen metonímica de las manos ensangrentadas que Lady Macbeth no puede lavar y cuya
imagen no puede quitar de su mente. Estos temas se evidencian en un campo semántico
reiterativo en el que se encuentran topoi tales como: ―my blood‖, ―knife‖, ―wounds‖, ―rubs her
hands‖, ―Out, damned spot!‖. Asimismo, en los versos citados (V. i. 24-53) aparece la locura
como lugar común en los estados apasionados.
El proceso de deterioro de la condición femenina per se, como objeto temático, se asocia
a campos semánticos recurrentes en las unidades discursivas tratadas: ―Come, you spirits‖, ―make
thick my blood‖, ―no compunctious visitings of nature‖, ―take my milk for gall‖, ―too full o‘ the
milk of human kindness‖, ―Have pluck‘d my nipple from his boneless gums‖. Estos lugares
comunes, que circulaban o estaban en latencia en el discurso social de la época, son fragmentos
de un conjunto de máximas ideológicas que caracterizan al ser masculino, no a la femineidad.
Paradójicamente, se distingue aquí el predominio en la personalidad femenina de la emoción
sobre la razón, eje que condiciona la naturaleza de la mujer. Sin embargo, Lady Macbeth se sitúa
en una posición de poder ante su ―rey‖, cuya naturaleza está definida por la debilidad. Una vez
más, en el universo shakesperiano, devenir mujer en el contexto patriarcal se convierte en un
castigo para la supuesta naturaleza lábil y mutable de la condición femenina, y este castigo se
traduce en locura y muerte para las transgresoras que no se ajustan a los mandatos patriarcales.
He destacado en este análisis las unidades discursivas en las que emerge la corporeidad
femenina como algo que debe ser quitado, como una mancha, como un constructo opuesto al
―valor‖, la ―persistencia‖ y la ―tenacidad‖ masculinas. Con el grito/plegaria: ―unsex me‖, Lady
Macbeth quiere despojarse de su piedad y evidencia cualidades marcadamente masculinas. Así,
junto a estas valoraciones, se conectan otras como ―firmeza‖, ―fuerza‖ y ―resistencia‖ que, en el
contexto renacentista, no son constitutivas de la ―corporeidad femenina‖.
Ante el interrogante sobre qué es ser mujer en Macbeth puedo adelantar una respuesta a
manera de juicio generalizador, entimemático, sobre la condición femenina. Una mujer como
Lady Macbeth es una mujer ambiciosa y sin escrúpulos que socava su propia fortaleza natural
hasta el límite de la cordura. La subjetividad femenina aflora en ella como una mujer que intenta
devenir varón por sus cualidades pero fracasa, y cuya muerte no impacta en su marido (ámbito
privado), ni en su reino (ámbito público). El amor por la esposa también se disuelve en Macbeth
con la sangre que lo invade todo, hasta sofocar incluso la piedad que debió haber sentido por ella
al saber de su muerte, por eso responde a la noticia con una frase ambigua: ―She should have died
hereafter;‖ (V. v. 17). La imagen emergente de mujer y su carácter aparecen como un reflejo
invertido y a contrapelo de la concepción renacentista femenina que impone que la falta de
subordinación y el miedo ante el poder masculino sólo llevan a la pérdida de la femineidad
misma y, consecuentemente, a una ―no existencia‖. La doxa subyacente sólo permite la
coexistencia de seres débiles y funcionales al modelo sexo/género, impuesto para perpetuar el
sistema patriarcal.
religioso se declara que Dios hizo a las mujeres subordinadas a los hombres al dotarlos a éstos de
razón, lógica e intelecto, se está jerarquizando un género en desmedro del otro.
En este contexto, la corporeidad identitaria femenina subvierte el orden y la racionalidad
con su emocionalidad, pasión y debilidad. Estos principios de género están respaldados no sólo
por la religión, sino también por el estado y han provocado una dicotomía entre los sexos, una
batalla entre las dos esferas que se posicionan como opuestas, cuando en realidad debió bregarse
por la armonización de lo masculino y lo femenino como un todo orgánico.
Aunque la dicotomía masculino/femenino es evidente en todas las categorías de la
existencia social, el canon shakesperiano manifiesta una conciencia excepcional de esta división
y sus implicancias. Para la crítica feminista Juliet Dusinberre (1975) las obras de Shakespeare son
particularmente ejemplificadoras, porque él presenta la dualidad femenino/masculino como
equiparada en un mundo que ya las ha establecido como un sistema inequitativo (Dusinberre
308). Aunque, al decir de esta autora, algunas feministas no acuerdan con la forma en que
Shakespeare explora el patriarcado, no se pueden ignorar los planteos surgidos de la reflexión
acerca de sus obras, que refieren a las cualidades morales inherentes a cada sexo en una época en
que lo masculino/femenino adquirió una vasta discrepancia social y política. Los
cuestionamientos son resueltos en broma en las comedias o expuestos brutalmente en las
tragedias.
Todas las obras de Shakespeare exploran simbólicamente los conflictos entre hombre y
mujer, control y emoción, sociedad y ser individual (Novy 3). Sin embargo, en Macbeth el autor
no sólo refleja la necesidad de la mujer de trascender las limitaciones sociales, sino que explora
profundamente los peligros inherentes a una visión del mundo que prescribe la devaluación
extrema y la expulsión de lo femenino para mantener el poder masculino y su dominación.
Macbeth se centra en un mundo masculino que metafórica y literalmente refleja la miserable
alienación de hombres y mujeres cuando el miedo a lo femenino conduce al desorden caótico y a
la muerte del alma (Rogers 1).
Para entender el mundo sobre el que Shakespeare escribió, discutiré brevemente la
dicotomía hombre/mujer en el Renacimiento. Las distinciones de género se pueden rastrear a lo
largo de la historia de Occidente, pero fue con la nueva concepción de la familia durante el siglo
XVI que el patriarcado cobró una fuerza y un impulso especiales. La separación cada vez más
150
de que el hombre se convirtió en un ―pequeño tirano legalizado dentro de la casa‖ (Perkins 151-
153).
En el mundo ficticio de Macbeth, Shakespeare toma las características de la división de
género, de acuerdo con los ideales hipócritas de su sociedad, y los compara con un orden social
de ficción, basado en la violenta dominación masculina y la erradicación de lo femenino. En esta
obra el cosmos está dominado por lo masculino: dentro de él no pueden existir los elementos
compasivos y vivificantes de lo femenino. De hecho, ser ―nacido de mujer‖ es ser mortal en un
mundo donde los héroes, cansados de la guerra, no pueden darse el lujo de ser conscientes de su
mortalidad (Gohlke 157-8). La obra comienza con la descripción de una batalla tras otra, en las
que había espadas ―smoked with bloody executions‖ (I. ii. 17) y los hombres eran ―unseamed...
from the nave to th‘ chops‖ (I. ii. 22): en suma, una existencia infernal que se mantiene hasta la
escena final de la obra.
Me pregunto a qué precio, en este mundo ficticio, opresivo y oscuro, hombres y mujeres
deben negar cualquier conexión con la esfera femenina con el sólo propósito de sobrevivir. El
punto crucial de la ironía que Shakespeare desarrolla en Macbeth es la eliminación de los
principios femeninos, traducida luego en la pérdida de las características tradicionalmente
masculinas del honor y la confianza. Al igual que el fin paradójico de la familia del Renacimiento
entre la reciprocidad y el patriarcado, en el microcosmos de Macbeth, el orden se apoya en una
base precaria, compuesta de honor y lealtad heroica, que exige una conexión emocional con el
rey y el país, y una sedienta frialdad y auto-negación de lo femenino. Pero esta institución se
derrumba cuando Macbeth asesina a su rey.
Por otra parte, Duncan es un líder benévolo que promete: ―I have begun to plant thee, and
will labor / To make thee full of growing […]‖ (I. iv. 28-29) por su papel en la protección de los
invasores fuera de Escocia, y el propio Macbeth se refiere a él como un líder ejemplar:
Duncan representa simbólicamente la fusión exitosa de los principios de los géneros masculino y
femenino, pero esta reciprocidad no puede existir dentro del patriarcado. En un mundo en el que
la supremacía masculina está protegida por la fuerza bruta, no pueden sobrevivir ni el honor, ni la
compasión y la confianza.
Finalmente, se genera una definición de la masculinidad a partir de la oposición a lo
esencialmente femenino, constructo binario que conduce al vacío y a la alienación. Macbeth
asesina a Duncan para definirse a sí mismo como hombre; sin embargo al hacerlo niega también
una parte vital de sí y, en consecuencia, debe sufrir los efectos de ese acto. Sin sus compañeros de
vida, sus amigos y colegas, Macbeth enfrenta trágicamente su muerte, solo y despojado. En un
mundo sostenido únicamente por el patriarcado, cualquier idea de mutualidad debe dejarse de
lado para que el sistema sobreviva (Francés 243). Por lo tanto, el orden ideal de los principios de
género en la Inglaterra de Shakespeare está destinado a fracasar. Independientemente de si él era
consciente o no de los peligros del patriarcado, Macbeth anticipa el caos y el desorden que
finalmente emergen y que se evidencian en las tensiones entre la reciprocidad y el aumento de la
subyugación femenina llevada al extremo. La mutualidad es la respuesta a la familia y a la crisis
de identidad de la sociedad; pero mientras las nociones de género masculino y femenino no
fueron consideradas beneficiosas para la sociedad renacentista, una auténtica subjetividad, sea
femenina o masculina, nunca llegó a ser una realidad en la época isabelina.
credibilidad de su entereza física y moral. Estas cualidades son atributos masculinos que, una vez
más, se truecan en mercancía y le permiten a la heroína circular y erigirse en la esfera social. Sin
embargo, este posicionamiento, desprovisto de atributos femeninos, tiene un alto costo para Lady
Macbeth, porque cambia la presencia de valores inherentes a la masculinidad por su estabilidad
emocional, abrumada por la culpa. Su ambición la convierte en una transgresora de su propio
género y esto la erige en cómplice de muertes y asesinatos. La hegemonía renacentista propone
temas como éste al mismo tiempo que rechaza la emergencia de otros.
Bajo la intención mistificadora y disimuladora de la acción hegemónica, el observador
puede verse sorprendido por la ―ceguera colectiva‖ de no ver qué subyace, en términos de
ideología, cuando Lady Macbeth impulsa a su marido hacia el crimen. En realidad ella efectiviza
la ecuación de la masculinidad y el asesinato. Por ejemplo, la daga sangrienta no aparece como
una vía de escape, sino como la herramienta de un hombre llevado a sostener tenazmente los
esfuerzos masculinos de su esposa.
Asimismo, cabe preguntarse qué se pretende anunciar en Macbeth con la profecía que
presenta la imagen de un hombre no nacido de mujer, que se sostiene hasta el final de la obra.
Una posible respuesta es la existencia de una construcción defensiva de la masculinidad, al
mismo tiempo que se aprueban voluntades femeninas.
Los tabúes universales se distinguen de los oficiales que ciertos sectores sociales se han
empeñado en subvertir. Así, la muerte y la decadencia del padre son ideales que se reconstruyen
con la caída de Macbeth. La muerte de los padres idealmente andróginos se representa en
Duncan, en quien se combinan las cualidades de padre y madre como centro de la autoridad y
fuente de toda gestación, para traer herederos al trono y hacerlos crecer. Él es el padre andrógino
del que todo bien puede imaginarse y fluir, la fuente de una crianza benigna y del
empoderamiento. Esta conceptualización se opone a lo representado en el caldo venenoso de las
brujas y en los senos de Lady Macbeth, llenos de bilis. Un padre de tal magnitud elimina
cualquier necesidad de una madre: él es la imagen de ambos padres en uno, cuyos aspectos son
controlados por la presencia de una amenaza: cuando muere, ―The wine of life is drawn, and the
mere lees / Is left this vault to brag of‖ (II. iii. 77-78). Este eslabón discursivo está impregnado de
la ideología que postula el concepto de no provenir de mujer y de que no es necesaria la
154
existencia de un vientre generador de nueva simiente para el perfecto funcionamiento del sistema
patriarcal.
Mediante la propuesta de la prescindencia de la condición femenina como generadora de
vida, Shakespeare localiza la fuente del miedo de la cultura renacentista en el cuerpo femenino,
que se metaforiza en la brujería y en la larga dependencia de los niños de los gestos femeninos de
la madre, dotando de poder a la corporeidad identitaria femenina. En el plano cósmico, las
implicancias de la vulnerabilidad masculina son expresadas por las brujas, poder que se replica en
el plano psicológico en Lady Macbeth. La imagen de una gestación perturbada es la equivalencia
psíquica del caldo venenoso de las brujas; ambas funcionan como metonimia de la sumisión de
Macbeth a la voluntad de las fuerzas femeninas.
Lady Macbeth es el epítome de la ―mujer tentadora‖ y en esto se asemeja a las brujas. Los
detalles de tal similitud comienzan a emerger en su intento por endurecerse y en sus proyectos
para fortificar a su marido. Así, la perturbación de género que Banquo registra cuando ve por
primera vez a las brujas, se duplica en términos psicológicos en el intento de Lady Macbeth por
devenir sujeto, despojándose de su sexo biológico. Pide a los espíritus (I. v. 40-48) que le
arranquen su propio sexo, acto que simboliza la ruina de su propia función materna corporal. Al
decir de Braidotti (2009), se aplica el concepto de nomadismo a la figura de Lady Macbeth, ya
que los devenires nómades son la afirmación de una estructura inalterablemente positiva de la
diferencia, entendida como un proceso de múltiples transformaciones: ―un flujo de múltiples
devenires, el juego de la complejidad o el principio de lo no Uno‖ (Braidotti, Transposiciones
202). En consecuencia, ese recorrido es un proceso de expresión, composición y selección de
fuerzas que producen una transformación del sujeto. El espesarse de la sangre acompaña la
decadencia de Lady Macbeth y se metaforiza cuando ella detiene sus sentimientos y no evidencia
remordimiento: ―Stop up th‘ access and passage to remorse‖ (I. v. 41). Esto sugiere que la
heroína imagina un ataque a su propio cuerpo y a su condición femenina. Para Butler (1997) la
fabricación de la conciencia es el efecto de una prohibición internalizada: ―la prohibición de la
acción o de la expresión vuelve a la pulsión sobre sí misma, fabricando un ámbito interno el cual
es la condición de la introspección y la reflexividad.‖ (Butler, Mecanismos 33).
La lealtad a menudo observada entre Lady Macbeth y las brujas construye el poder
femenino maligno tanto en el cosmos como en la familia. En efecto, añade todo el peso del orden
155
espiritual a la condena de la insurrección de Lady Macbeth: ella trae al espacio privado el poderío
de las brujas que manejan el aparato cósmico, y posee la fuerza psíquica para operar este poder
que luego se quebranta. Ella es la figura más aterradora, e incluso antes de que la creencia en la
brujería se haya diluido, sugiere cómo está constituida la base doméstica y psicológica de la
imaginación isabelina (Adelman 114).
El temor a la coerción femenina en la época renacentista es palpable en Macbeth. La
definición femenina del sexo está inicial y cósmicamente representada en las brujas, pero luego
encuentra un topoi genuino en la figura de Lady Macbeth, cuyo ataque a la virilidad de su marido
es la fuerza que posee sobre él, porque puede imaginárselo como un infante vulnerable. En su
figura, Shakespeare parafrasea el poder de las brujas como el de la mujer/madre para envenenar
las relaciones humanas en su origen. El poder de su coerción cósmica se reescribe como el de la
madre para destruir al niño (Adelman 114).
La heroína efectiviza su masculinidad mediante la demostración de la voluntad de secar
su propia leche y de destruir en su fantasía a su bebé lactante: ―I would, while it was smiling in
my face, / Have pluck‘d my nipple from his boneless gums / And dashed the brains out [...]‖ (I.
vii. 56-58). Lady Macbeth expresa aquí no sólo su profunda fantasía sobre la total vulnerabilidad
de Macbeth ante ella, sino también su voluntad de deshacer la más esencial de las relaciones de la
corporeidad femenina: la maternidad. De este modo, su violencia cuestiona la masculinidad de
Macbeth e imagina la destrucción de su pequeño hijo. De esta forma, ella articula una fantasía en
la que ser inferior al hombre, en el sistema patriarcal, es ser una mujer o un bebé, en ambos casos
sujetos a la rabia destructiva de la esposa/madre.
156
Angenot propone el concepto de ―bases dóxicas‖ como una determinada manera de ver el
mundo, una forma de conocimiento. Este sistema gnoseológico se aplica al modo como se
concibe el objeto de estudio en una época dada. En el caso de la corporeidad femenina del siglo
XVI, vemos que contiene marcas que perviven en nuestros días, puesto que se constituyó una
matriz que, con variantes, aún permanece. En esta economía discursiva, los textos dramáticos
shakesperianos se integran como un discurso más a ese dispositivo de objetivación constituido
por la corporeidad identitaria femenina. A partir del análisis realizado, sostengo que los textos
dramáticos en cuestión, Tito Andrónico, Noche de Reyes, Hamlet y Macbeth, poseen ideologemas
de época que migran de la matriz shakesperiana considerada en el Capítulo IV, es decir, desde el
discurso médico, religioso y político renacentista. El propósito de esta puesta en circulación de
los discursos es recrear las imágenes de mujer que emergen en las obras del siglo XVI. Se
advierten rasgos que se reiteran y confirman lo femenino, tanto a nivel de las conductas como en
la descripción de los casos no prescriptivos, como por ejemplo los personajes femeninos que se
alejan de lo normativo: Tamora y Lady Macbeth.
A partir de los análisis efectuados en los apartados presentados con el título de
―Regularidades discursivas‖ (V.1.4, V.2.2, V.3.2, V.4.2), reconstruyo la corporeidad identitaria
femenina, en la que se destaca la oposición entre la emoción y la razón. Según los dictámenes
dóxicos del siglo XVI, lo privativo de la condición femenina era la preeminencia de las
emociones sobre la razón. La formación discursiva ―determina lo que puede y debe ser dicho‖
(Cross en Angenot, El discurso social 160), noción que indica un posicionamiento específico
para abordar los discursos relacionados con el poder, entendido éste en el sentido foucaultiano de
―multiplicidad de relaciones de fuerza‖ (Rodriguez Magda 112). Esta omnipresencia hace posible
157
la integración de las relaciones de poder a las instancias discursivas, para detectar allí sus
estrategias. La construcción de ciertos objetos en términos de dominio de conocimiento es una
técnica del poder, un saber que se materializa en formaciones discursivas, cuyas modalidades
específicas, en el caso de mi objeto de estudio, pueden ejemplificarse a través de modelos
femeninos o de corporeidad construidos en un tiempo y un espacio determinados.
En el siglo XVI, las obras de Shakespeare postulan constructos de corporeidad identitaria
femenina que trascienden su propio tiempo: se pueden encontrar sus huellas en las obras de Toni
Morison y Margaret Atwood que analizaré en los capítulos siguientes. Estas elaboraciones
presentan el imaginario social del momento, por tanto están relacionadas con valores dóxicos.
Las imágenes de mujer, a través de las heroínas -Lavinia, Tamora, Viola, Olivia, María, Ofelia y
Lady Macbeth-, señalan la doxa de una época y representan el flujo de presupuestos referidos a la
corporeidad femenina isabelina.
En Tito Andrónico, Tamora es capturada e incorporada a Roma. En su corporeidad se
observa la metáfora del ―doble cuerpo de la reina‖, ya que comandaba el ejército de su pueblo
godo y se convirtió en emperatriz romana. Su imagen como ―mujer libertina y vil‖ configura el
opuesto de Lavinia y ambas forman un ―binario ético‖. Respecto de su cuerpo físico perecedero,
Tamora es una reina sin rey, cuya extrema lujuria se evidencia en el primer acto, con la presencia
de su amante, Aarón. Este desequilibrio en su naturaleza puede explicitarse por medio de las
teorías médicas de la época, expuestas en el Capítulo IV.
Tamora es una figura periférica y transgresora, Lavinia es su opuesto. Estos juicios de
valor se emiten en el contexto de las jerarquizaciones presentadas en la obra: la familia patriarcal,
la virginidad como una mercancía de trueque y la ley romana que penaliza el rapto y la violación.
Si bien este contexto muestra valores apreciados socialmente como positivos, también presenta
tabúes como violación, mutilación y muerte. En el caso de Lavinia, he señalado su carácter de
―mercancía de intercambio‖ en términos de bienes sociales. Resulta evidente que este sistema
sexo/género genera relaciones reproductoras de la opresión, de la que es ejemplo la
comercialización del cuerpo de Lavinia, al proponerse su unión conyugal con Saturnino,
emperador de Roma. El deseo de Lavinia de existir en el contexto patriarcal romano no se puede
cumplir sin humillación y sufrimiento; ella emerge como la ―figura femenina obediente‖, ―hija
virginal‖ y ―mercancía de trueque‖. Su corporeidad identitaria funciona como un ejemplo
158
elaborado de estos rasgos y señala la manera en que esta figura femenina trata de forjar y reificar
la identidad imperial nacional mediante la presentación de su reclamo tardío y sin emitir voz.
Comprender la relación entre la violación y el sacrificio en Roma permite advertir el contexto en
el que se llevan a cabo estas prácticas de castigo que remiten a la diferencia cultural e ideológica.
En Noche de Reyes, Viola debe travestirse para existir en el contexto de Iliria. El discurso
de Orsino remite a la incontinencia sexual de la mujer, inherente a la creencia sobre la condición
femenina en la doxa imperante. Su discurso está influenciado por las creencias médicas de la
época, explicadas en el Capítulo IV. Por medio de sus palabras, se observan las incidencias
dóxicas respecto del amor que puede sentir una mujer, amor que, según el duque, nunca podrá
igualar en consistencia y afecto al de un hombre. El amor que puede sentir una mujer es, para
Orsino, un apetito, no tiene la nobleza de su similar masculino. Esto muestra cómo se subestima
la idea de la mujer como sujeto de deseo y se la configura como objeto de deseo. Es por esto que,
al correrse de su posición de objeto, Viola subvierte el rol prefijado socialmente para la mujer.
Olivia tiene la libertad de rechazar los avances de Orsino, lo que muestra el mando que
ejercía no sólo en su casa, sino también fuera de ella. El poder que no puede tener debido a que es
mujer, lo ejecuta gracias a su posición social. Olivia personifica el desafío a la estasis que quiere
imponer el hombre a través del silencio de la mujer, teniendo en cuenta el miedo hacia la
supuesta imposibilidad de la mujer de contener su sexualidad (Traub 216). A pesar de esto, ella
presenta a su vez una similitud con Viola, ya que ambas están de duelo por sus hermanos,
aunque, en el caso de Viola, Sebastián realmente no ha muerto. Esta coincidencia no hace, sin
embargo, que actúen de igual modo, ya que Olivia, al principio de la obra, decide mantener el
luto para rechazar las insinuaciones del duque.
El otro personaje femenino que tiene un rol activo es María. La particularidad está dada
por el hecho de que ella no se disfraza y encuentra su espacio de poder por su posición en una
casa gobernada por una mujer. Su personaje tiene un carácter que demuestra una templanza
mayor que la de los varones de la casa. Es ella quien propone la broma al mayordomo, Malvolio.
Su conducta desafiante tiene, por tanto, una doble connotación, ya que no sólo se enfrenta a un
hombre, sino a alguien que socialmente y dentro del rango de la servidumbre se encuentra por
encima de ella y tiene poder de decisión sobre su destino dentro de la casa. Es de destacar el
159
hecho de que las mujeres que escribían en aquella época eran vistas como desafiantes de la
autoridad, actitud que coincide con lo que María quiere llevar a cabo (Chedzgoy 7).
En Hamlet, Ofelia espera, suspendida en la vida contemplativa y en el amor por Hamlet,
que él se decida a hacerla emerger en la superficie del contexto patriarcal y la convierta en esposa
y en princesa, pero esto no ocurre. Es rechazada y su condición empeora cuando su padre es
asesinado por el príncipe. Ofelia deja de tener novio y padre; además, su hermano se encuentra
distanciado. Por lo tanto, ya no es hija, ni novia, ni hermana. No es nada, no posee
individualidad. Sólo le queda como última posibilidad la desaparición, una lenta desintegración
de su mente: la locura, y luego la anulación de su cuerpo: el suicidio. Ofelia se desintegra porque
desaparecen las figuras masculinas de las que depende su identidad. Su destino es trágico porque
depende estrechamente de quienes la rodean.
Ofelia es buena, ingenua, virgen, loca y suicida. Su femineidad y corporeidad femenina se
construyen de forma dialéctica en respuesta a una imagen antitética de mujer, como un emergente
a lo ya pautado. Por un lado, está Ofelia, quien representa los ideales isabelinos de juventud,
belleza y pureza; por otro lado, está la naturaleza de Gertrudis, quien no sólo no mantiene el
debido luto luego de la muerte de su marido, el rey, sino que además contrae matrimonio con el
cómplice del crimen, Claudio, hermano del rey Hamlet.
En Macbeth, la supresión de la cordura de Lady Macbeth, el principal personaje femenino
de la obra, funciona como sustituto de la virginidad de Lavinia y la maldad de Tamora en Tito
Andrónico. En esta obra, el miedo al carácter disruptivo de la sexualidad femenina se
materializaba en el tratamiento de las víctimas femeninas, mientras que en Macbeth, la capacidad
y el poder sexual de Lady Macbeth victimizan a los hombres, ya que ella impulsa la necesidad de
conseguir poder sin importar el costo. La inversión de roles genéricos es completa, explícita y
homicida. Se asiste a una verdadera transformación sexual en el escenario para deconstruir la
physis femenina de Lady Macbeth en las cualidades masculinas renacentistas, como si la
naturaleza femenina fuese un atavío. Ella tiene ―entrañas de hierro‖ al decir de Macbeth, pero su
sexualidad no es sólo imagen o cuerpo: tiene también una lengua singular y un deseo tan
ambicioso como el de su marido.
El interrogante planteado respecto de qué es una mujer anuncia una respuesta que es un
juicio generalizador y entimemático sobre la corporeidad femenina, que manifiesta el saber de la
160
época referido a la mujer. De este modo, se construyen sujetos que carecen de tenacidad, fuerza,
firmeza y resistencia: Lavinia y Ofelia. Cuando estas virtudes existen, como en Tamora y Lady
Macbeth, se aniquilan debido a los influjos del sistema. En tanto, Viola/Cesario, Olivia y María
deben adherir al paradigma sexo/género imperante y heterosexual para insertarse en el contexto
de Iliria y tener participación en él.
Estos lugares comunes circulaban en el discurso social de la época, constituyendo un
conjunto de máximas ideológicas sobre el carácter femenino. Si bien el predominio de estos
juicios representa sólo una parte dentro del corpus que trabajo, permiten delinear una galería de
imágenes de la condición femenina isabelina para, al mismo tiempo, realizar una sistematización
de lo observado hasta el momento. El concepto de ―galería de imágenes‖ se entiende como una
topología, es decir, una disposición espacial, en este caso, de imágenes de corporeidad femenina
que se mantienen en los imaginarios colectivos de distintas épocas. En este aspecto, una galería
es un espacio, un ámbito, un lugar de paso, en el que se exponen diversos objetos, cuadros o
esculturas. Los textos dramáticos shakesperianos y las novelas posmodernas del corpus
propuesto, tomados como enunciados, pueden ser vistos como los lugares en los que se exponen
estas diversas figuras sobre la corporeidad femenina.
161
Según Foucault (1990), en el siglo XIX se configuró otro poder cuyo discurso no es el del
Derecho, sino el de la regla natural, el de la norma (Foucault, Genealogía 57). El código de la
normalización sirvió de fundamento a las ciencias humanas por medio de un saber de tipo clínico,
que es el locus donde se despliega el poder. El efecto que le interesa a Foucault es el de ―la
fabricación de sujetos‖, generados por los dispositivos de poder. Para él la idea del
desdoblamiento de razas dentro del cuerpo social implica que hay una raza y una sub-raza, es
decir, una raza verdadera (vinculada con el poder y la norma) y una ―contra-raza‖ que amenaza el
patrimonio biológico. En esta concepción se asientan los discursos biológicos del siglo XIX, por
eso la degeneración y la segregación de etnias podrían poner en peligro la sociedad. El salto que
supone esta nueva concepción es importante porque fundamenta la aparición, a comienzos del
siglo XX, del racismo de estado (57).
Por su parte, Angenot (2010) asevera que el discurso social de una época ―in-forma‖ a los
sujetos. De tal manera que las emociones identitarias se ven interpeladas por diferentes matrices
discursivas y la hegemonía produce globalmente un ―sujeto-norma‖ (adulto-varón-blanco-negro-
mujer). Beloved fue publicada en 1987, dos décadas después de que Morrison descubriera los
registros sobre Margaret Garner (Andrews and Mckay 7) y los considerara válidos como
intertexto para su novela. Este relato se convirtió en su ―sujeto-norma‖. Su objetivo fue explorar
la naturaleza de la esclavitud no a partir de una perspectiva intelectual o de las narraciones, sino
de la experiencia misma de las esclavas afroamericanas reales en su día a día.
La subjetividad se despliega en Beloved y Sula en relación con los conceptos de raza,
esclavitud y femineidad, como una afrenta al pensamiento dicotómico que separa, excluye y
subestima a la gente de color. Es así que la subjetividad de la corporeidad identitaria
afroamericana se configura partiendo de un sujeto descentrado, fragmentado y desplazado. En
Sula, Morrison muestra la construcción de una nueva política identitaria que definitivamente debe
reconsiderarse a la luz de un paradigma posmoderno. Como ya expresé, según Foucault (1992),
se instaura una normativización y jerarquización sobre qué raza posee supremacía sobre otra, y
luego se considera esta noción como verdad indiscutible u orden social natural. Las novelas de la
autora afroamericana constituyen el reservorio de una suerte de memoria alternativa, relatada
desde la cara no siempre visible de la sociedad afroamericana. Se trata de historias que
construyen un locus alternativo de la memoria, que no hay que dejar pasar, y que se posicionan
164
como una reivindicación de la historia de abusos soportada por la raza negra, especialmente de
las aberraciones cometidas y del tratamiento infrahumano sufridos por las mujeres esclavas.
universidades contaban con personal cada vez más calificado. Además el norte recibía el grueso
de los inmigrantes europeos, que eran mayoritariamente antiesclavistas y que no podían ganarse
la vida en los estados del sur, porque los trabajos fáciles los hacían los negros con coste mínimo.
En suma, el norte era tierra de emprendedores y el sur de oligarcas recelosos de los cambios.
El conflicto político-económico entre los estados del norte y del sur se había mantenido
hasta entonces en un delicado equilibrio gracias a la paridad en el Senado, donde cada estado
contaba con dos representantes, había quince estados esclavistas y quince abolicionistas. Otro de
los pilares del equilibrio era el Compromiso de Misuri logrado treinta años atrás gracias a la
diplomacia del senador por Kentucky, Henry Clay, conocido como el gran pacificador, según el
cual los Estados situados al sur del paralelo 36° 30' serían esclavistas y no lo serían los ubicados
al norte de esa línea. Sin embargo, se presentó un problema al iniciarse las gestiones para admitir
como nuevo Estado a California, situado al sur de la línea del Compromiso de Misuri.57
En 1820 se había logrado una solución negociada, gracias a la propuesta de H. Clay, que
consistió en admitir al estado de Misuri, que debía ser esclavista. Pero California no tenía
esclavos ni sus habitantes deseaban tenerlos. Más aún, los abolicionistas querían que el Congreso
aprobara la Salvedad de Wilmot58 que prohibía la esclavitud en el territorio conquistado a
México. Los colonos que estaban migrando a estos territorios provenían mayoritariamente del
norte y eran antiesclavistas. Así es que los estados sureños, que habían promovido la guerra
contra México, esperando extender el número de estados esclavistas, y por consiguiente su peso
en el Senado, vieron en 1850 que su esfuerzo iba a redundar en beneficio de los abolicionistas.
La Ley de Esclavos Fugitivos de 1850 impactó en la vida de los afroamericanos antes de
la Guerra Civil (1861-1865), porque respondieron a ella y a la amenaza que representaba para su
libertad. La ley instaba a los ciudadanos blancos a cooperar en la captura de fugitivos, por lo que
57
El compromiso surgió de la necesidad de mantener el equilibrio entre los 11 estados no esclavistas y los otros 11,
al discutirse en 1819 la ley de admisión de Misuri, que desequilibraría la composición del Senado en favor de los
esclavistas. En el Congreso no había igualdad porque los representantes eran elegidos proporcionalmente a la
población, más numerosa en los estados del norte. (Sellers et. al, A Sypnosis of American History. 1985: 127,
traducción a mi cargo).
58
La salvedad Wilmot propuesta en el Congreso en la década de 1840 prohibía la extensión de la esclavitud en los
nuevos territorios anexados. Después de la guerra con México el presidente J. K. Polk solicitó al Congreso $
2.000.000 para negociar la paz y resolver la frontera con México. En nombre de las fuerzas anti-esclavitud de todo
el país, el congresista demócrata de Pennsylvania David Wilmot propuso en 1846 una enmienda al proyecto de ley
que prohibía la esclavitud en los nuevos territorios. La cláusula Wilmot nunca fue aprobada por el Congreso, pero
el intento de los demócratas y los Whigs para sabotear el acuerdo sobre la cuestión de la esclavitud dio origen en
1854 al Partido Republicano que apoyó específicamente el principio Wilmot. ( Sellers et al. 172-173)
166
los afroamericanos consideraron que era un asalto del gobierno federal, aunque contribuía al
fortalecimiento de su identidad racial y nacional.
La Ley tenía los siguientes apartados: I, que discute las disposiciones de la Ley de
Esclavos Fugitivos de 1850; II, que examina el papel de la juventud negra en su resistencia ante
la esclavitud; III, que presenta el caso de un prominente abolicionista negro, Henry Highland
Granate, su experiencia personal como fugitivo y su oposición a la ley. La organización militante
de la comunidad en defensa de los fugitivos es el tema de la Parte IV. La V analiza la migración
afroamericana a Canadá como una respuesta a la Ley de Esclavos Fugitivos. La VI investiga el
peligro de secuestro que enfrentaban los negros libres del norte. La violencia como una forma de
resistencia a la ley se discute en la Parte VII y el resurgimiento de la emigración a África y al
Caribe es el tema de la VIII.
En el otoño de 1850 el presidente Millard Fillmore, nativo de Buffalo, Nueva York,
convirtió en ley estas medidas demasiado estrictas aplicables a los esclavos fugitivos. Él no
estaba totalmente de acuerdo con la ley y se auto-cuestionó su constitucionalidad (Horton and
Horton 1180). Sin embargo, firmó la ley como parte de un amplio compromiso con el que
esperaba satisfacer a los estados del sur y así impedir una crisis escalonada.
La Ley de Esclavos Fugitivos de 1850 ampliaba el poder sobre los esclavos, ya que
permitía recuperar a los prófugos en cualquier estado libre. Los comisionados de los tribunales
federales de circuito, o quienes actuaban bajo la autoridad de la corte federal superior, podían
emitir órdenes para que los fugitivos fueran entregados a cualquier demandante que exhibiese
pruebas convincentes. Un propietario de esclavos demostraba la posesión de un fugitivo solo con
la presentación de una declaración jurada ante un tribunal en su estado natal, con la
correspondiente descripción física. La ley favorecía la captura y permitía a los mariscales
federales: ―convocar y llamar en su ayuda a los transeúntes... cuando sea necesario para
garantizar el fiel cumplimiento de la cláusula de la Constitución mencionada en conformidad con
las disposiciones de esta ley...‖ (Horton y Hoton 1181).
Esta ley aplicaba fuertes multas y penas de prisión a quienes obstruyeran su aplicación y
proclamaba que ―todos los ciudadanos quedan ordenados a ayudar y asistir en representación del
sistema y de la ejecución eficaz de la presente ley, siempre que sus servicios fueran necesarios‖
(1181). De este modo, y en virtud de estas disposiciones legales, cualquier ciudadano podía ser
167
59
Born in New York City on March 3, 1819, Alexander Crummell defied the racism of the day to become an
Episcopalian minister. Crummell earned his degree from the University of Cambridge in 1853, becoming the first
black student to graduate from the institution. He resided in Liberia for nearly two decades, advocating African-
American immigration to the country, and was a proponent of educational opportunities, founding the American
Negro Academy. Crummell died in New Jersey on September 10, 1898.
168
sur, perturbó al norte de los Estados Unidos y proporcionó argumentos filosóficos contra la
esclavitud. La cuestión de la esclava fugitiva despertó resentimientos en ambos lados y evidenció
que la ley sobre el tema seguía generando controversias.
Los prófugos buscaban refugio en los estados que prohibían la esclavitud pero, como ya
expliqué, los dueños tenían derechos legales para capturarlos y llevarlos de vuelta a su estado. Sin
embargo, en un estado libre el amo no podía contar siempre con la comprensión de la población,
ni con la cooperación de las autoridades policiales. En este caso era aconsejable obtener un
certificado enmarcado en la Ley del Esclavo Fugitivo que prohibía toda interferencia oficial en el
transporte de los esclavos (The Public Statutes at Large of the United States of America, 43 vols.
Washington, 1845-1925, IX, 462. Sec. 6). Si el dueño temía que el esclavo pudiera ser rescatado
por la fuerza podía hacer una declaración jurada a tal efecto y después se concedía el certificado.
Acto seguido, era deber de los comisarios estatales participar, a expensas de la tesorería, en la
captura y entrega del fugitivo. Aunque la acción legal para obtener un certificado tuviera lugar en
un estado libre, ninguna de sus leyes podría servir para emancipar a un fugitivo.
Por lo general, los estados libres se guiaban por el siguiente principio: si el propietario
capturaba al esclavo en territorio libre, éste podía negarse a volver. El amo no podía invocar la
Ley de Esclavos Fugitivos, ya que el ex-esclavo ya había sido liberado por la ley en el estado
libre.61 Aun así, algunas veces los esclavos volvían voluntariamente al estado esclavista y la
cuestión que se planteaba era si esto lo regresaba a su antigua condición de esclavitud. La Corte
Suprema de Estados Unidos sostuvo que, en tales casos, la situación de la persona dependía de la
ley del estado -esclavista o no- en el cual se encontraba.62
61
―In 1821 New Jersey passed a law to prevent their slaves from being kidnapped and sold south before they were
freed by a state law which required that slaves in the state be freed by age twenty-one for females and age twenty-
five for males. For a detailed examination of the New Jersey provision and the 1793 fugitive law and a description
of the case of Prigg see, Paul Finkelman, State Constitutional Protections of Liberty and the Antebellum New
Jersey Supreme Court: Chief Justice Hornblower and the Fugitive Slave Law, 23 Cfr. Commonwealth vs. Aves, 18
Pickering (Mass.) 193 (1836). También Butler vs. Hopper, 4 Federal Cases 904 (1806), and Ex parte Simmons, 22
Federal Cases 151 (1823)‖. Citado en Horton James, Horton Lois. ―A Federal Assault: African Americans and the
Impact of the Fugitive Slave Law of 1850.‖ Symposium on the Law of Slavery: Constitutional Law and Slavery. 68.
(1992): 1184. Web. 11 de Mayo 2013. http://scholarship.kentlaw.iit.edu/cklawreview/vol68/iss3/7.
62
Strader vs. Graham, 10 Howard 82 (1850) citado en Yanuk, Julius: ―The Garner Fugitive Slave Case‖ Mississippi
Valley Historical Review. XL Jun (1953): 11:http://www.motopera.org/mg_ed/educational/FugitiveSlaveCase.html.
170
El 27 de enero 1856 ocho esclavos huyeron del estado de Kentucky. El grupo estaba
constituido por dos hombres, dos mujeres y cuatro niños, propiedad de Archibald K. Gaines y
John Marshall, de la estación de Richwood. Se trataba de la familia Garner completa. Sus
nombres eran Simon, María, Simón Jr., Margaret, la esposa de Simon Jr., y sus cuatro hijos. Los
tres primeros eran propiedad de Marshall, y los otros de Gaines. Los siete formaban parte de un
grupo mayor de diecisiete personas.
El invierno de 1855-1856 fue muy frío y el río constituía una barrera para los fugitivos,
pero como estaba congelado les sirvió de puente para dejar Kentucky. El grupo se dio cuenta de
que caminando juntos por las calles de Cincinnati llamarían la atención, por lo que se separaron
en dos. Un grupo se encontró con amigos del ferrocarril subterráneo que los llevó a Canadá. Los
otros ocho, la familia Garner, luego de algunas averiguaciones, encontraron la casa de un
familiar, Elías Kite, quien los instruyó para llegar a la siguiente estación del ferrocarril
subterráneo. Pero alguien los delató y la policía llegó a la casa para arrestarlos. Los dueños de los
esclavos llegaron a Cincinnati a la mañana siguiente de la fuga y obtuvieron una orden para su
detención según la Ley del Esclavo Fugitivo (Statutes at Large, IX, 462, sec 6). Ante esta
situación límite, Margaret Garner asesinó a su beba con un cuchillo de cocina, para que su
descendencia no volviera a la esclavitud. La familia Garner fue capturada en Ohio según las leyes
estatales.
Hasta aquí he expuesto el caso Garner en detalle, ya que sus complejas derivaciones
permiten mostrar la situación del sistema político norteamericano a mediados del siglo XIX.
Entre tales complicaciones resalto que se produjo un conflicto de competencias jurisdiccionales
entre Ohio y Kentucky. Los propietarios de los Garner los reclamaban en un estado libre, con la
pretensión de que fuesen devueltos a un estado esclavista. Este acto tuvo grandes implicancias, ya
que por un lado se hacía caso omiso a la validez de las leyes de Ohio y, por otro, se ponderaban
las de Kentucky. Al comisario Robinson de Ohio, encargado del traslado de la familia a
Kentucky, la empresa le costó una multa y días en prisión.
Otra derivación del caso fue el conflicto con el estado federal, ya que, si bien Robinson
había cumplido la Ley Federal de 1850, había desatendido una ley estatal. El juez Leavitt -de
competencia federal- lo absolvió basándose en que sólo había dado cumplimiento a los
dictámenes de la Ley de Esclavos Fugitivos, vigente en el contexto federal en aquel momento.
171
the Brain of the negro, compared with that of the European and the Orang-outang‖, en
Philosophical Transactions of the Royal Society of London (1836): 497-527. Seguidamente, el
relato científico de la Venus Hotentote que presenta el Dr. John Baker64 en su libro Race (1974).
En tercer lugar, el artículo de Glenda Sullivan ―Plantation Medicine and Health Care in the Old
South‖ Legacy 10.1.3 (2010 37-47). Si bien este último es actual posee fragmentos de
propagandas médicas, manuales, nombres de médicos y hechos de la época que me ocupa.
Tiedemann fue Profesor de Anatomía y Fisiología en la Universidad de Heidelberg y
miembro de la Sociedad Real de Transacciones Filosóficas de Londres. En 1836 publicó el
capítulo mencionado en el párrafo anterior, en el que proporciona tablas de tallas y medidas del
cerebro del hombre europeo y del de color. Introduce su estudio sosteniendo que naturalistas
reconocidos como Petrus Camper, Samuel Sömmerring y Georges Cuvier consideraban a la raza
negra como inferior a la europea, en su organización y nivel intelectual, y semejante a los monos
(Tiedemann 497). Luego promete examinar detalladamente la estructura del cerebro, que
considera la parte más noble del cuerpo humano en lo que respecta a sus funciones. La
comparación del cerebro de un hombre de color con la de un primate ameritaba atención y
compromiso científico, por eso llevó a cabo una investigación que giró en torno de dos preguntas:
1) ¿existe alguna diferencia esencial entre la estructura del cerebro de un negro y la de un
europeo? 2) ¿posee el cerebro de un hombre de raza negra una diferencia sustancial con el del
hombre europeo de raza blanca?
Él sostenía que, si los hallazgos de su investigación eran afirmativos, esto es, que existían
diferencias entre los cerebros de hombres de diferentes razas, este descubrimiento debería
considerarse una verdad científicamente probada. En caso contrario, las presunciones de los
naturalistas anteriores serían falsas. Comenzó comparando los tamaños y pesando el cerebro de
un europeo blanco y el de un negro. Partió del supuesto de que el tamaño y el peso del cerebro
humano en general, y del europeo de raza blanca en particular, en relación con el resto del
cuerpo, son inciertos, según los hallazgos de otros anatomistas. Pensadores como Aristóteles,
Plinio y Galeno habían considerado que el cerebro humano era relativamente más grande que el
64
John R. Baker en Race (1974) trata en forma objetiva y científica el problema étnico. Considera qué significa la
raza e investiga si esta noción está ligada a la posesión de mayor o menor inteligencia y, por ende, si una raza es
superior a otra (Solapa del libro traducción a mi cargo).
173
de cualquier otro animal. De allí que el posible descubrimiento de Tiedemann tuviera sustento
debido a que estaba basado en mediciones auténticas de la masa cerebral humana.
Lo que el científico tenía por seguro era que el cerebro humano era más grande que el de
las ballenas y los elefantes. Luego decidió que se debía considerar el volumen del cerebro con
respecto al tamaño y espesor de los nervios cerebrales, con tal objetivo, determinó que la médula
espinal comienza en la corpora piramidalia y asciende sobre la médula oblongada. Retrajo
también los nervios de la entrada y de las ranuras del cerebro y removió la túnica aracnoidea o
serosa de la pía madre. Usó el sistema de medición boticario (480 gr es igual a una libra) y el
sistema troy (sistema romano para pesar metales y piedras preciosas: una onza troy es igual a
31,103.476 gr).
De su estudio se desprende que: ―we can also prove, by measuring the cavity of the skull
of Negroes and men of Caucasian, Mongolian, American, and Malayan races, that the brain of the
Negro is as large as that of the European and other nations‖ (Tiedemann 504). Es decir que
concluyó afirmando que no se observa ninguna diferencia entre el cerebro de hombres negros y
blancos, y que todas las partes de ambos cerebros son semejantes. Además, sostuvo que el
cerebro de la mujer era más grande que el del hombre en relación con el tamaño de su cuerpo.
Con estas conclusiones desestimó las creencias aristotélicas que lo concebían como relativamente
pequeño en comparación con su cuerpo.
En segundo término, considero la visión de la Venus Hotentote que presenta Baker en su
libro Race (1974). En los primeros días de la colonización europea de África, los hotentotes65
estuvieron en contacto estrecho con los recién llegados, que eran los bosquimanos66. De acuerdo
con Olfert Dapper, en Mujeres Hotentotes en Holanda (1668), la piel del cuerpo de los hotentotes
parece estar suelta, ―de modo que en ciertas partes cuelga…‖ (Baker 313-319). Otra referencia es
la de Willem ten Rhyne (médico de la East India Company holandesa en 1686), quien alude a las
mujeres hotentote que formaban parte de un grupo de vendedores de ganado. Observó en sus
descripciones que la mayoría de ellas tenía apéndices en forma de dedos dobles colgando de sus
partes íntimas. Evidentemente, se refería a la prominencia de los labios menores. Rhyne obtuvo
65
Pequeño grupo étnico nómade de África del sudoeste, específicamente de Botsuana y Nambia que se separó de
los khoisan y llegó desde el sur a esta región a principios del siglo VI. (RAE)
66
Se llama genéricamente bosquimanos a varios pueblos africanos del norte de la región del Cabo, tradicionalmente
cazadores-recolectores, que hablan alguna de las lenguas noroccidentales, caracterizadas por incorporar sonidos de
chasquidos o cliqueos. La palabra bosquimano deriva del afrikáans boschjesman ―hombre del bosque‖ (RAE).
174
esta información de un cirujano que diseccionó el cuerpo de una mujer hotentote que había sido
estrangulada.
Francois Leguat produjo en 1708 una descripción que fue considerada válida en su época.
Hacía referencia a la vestimenta de las hotentotes:
They would not need this to cover that which bits of skin, hanging like a flounce from
the upper part, would conceal sufficiently from the view of passers-by. Several people
told me that they have had the curiosity to see these veils, and that one can thus satisfy
one´s eyes for a piece of tobacco. (Baker 314)
con sólo veinticinco años, después de sufrir una enfermedad inflamatoria no especificada. Su
cadáver fue puesto a disposición de Cuvier para que continuara con sus investigaciones, quien
finalmente describió su anatomía en una audiencia en 1817. Tuvo así la oportunidad de exhibir
sus órganos genitales externos y confirmar que lo que sobresalía de la vulva era la parte superior
del prepucio del clítoris, mientras que el resto eran los labios menores sobredimensionados.
El discurso científico de la época contribuyó a subestimar la raza negra. El hecho de que
hubiera que comprobar si sus órganos eran equivalentes a los de un ser humano muestra que se
partía de un supuesto de inferioridad en la escala animal. Considerar las características biológicas
de la raza negra es otro dispositivo biopolítico de disciplinamiento del sistema.
En tercer término, propongo el ensayo de Sullivan (2010): ―Plantation Medicine and
Health Care in the Old South‖, Legacy: Vol. 10: Iss. 1, que recopila en forma fragmentada
eslabones discursivos relacionados con el discurso médico y las prácticas sanitarias de la época
estudiada.
Debido a la falta de médicos y a la distancia de las plantaciones, los hombres y mujeres
blancas y negras trataban sus enfermedades, manejaban sus emergencias médicas y atendían sus
partos. Quienes no podían tener acceso a la atención profesional confiaban en manuales de
autoayuda escritos por médicos, medicamentos comerciales o remedios caseros, creencias
populares, magia y superstición para satisfacer sus necesidades médicas. En consecuencia, los
propietarios y sus esclavos fueron fundamentales en la prestación de atención médica en las
plantaciones del sur de los Estados Unidos.
Los sureños padecían enfermedades conocidas también en otros estados, tales como
tuberculosis, difteria, tos ferina, fiebre amarilla, malaria, gusanos, infecciones de la piel,
inflamación de los huesos, de articulaciones y cólera, entre otras. Los efectos residuales de la
malaria continuaban varios meses después de que el paciente se contagiaba la enfermedad. La
tasa de morbilidad de los esclavos era especialmente alta en las plantaciones de arroz y de azúcar
y en las tierras bajas de Carolina del Sur, debido a que el clima y las difíciles condiciones de
trabajo de los esclavos propiciaban el contagio.67
La salud reproductiva de las mujeres también era afectada por la falta de conocimientos
sobre nutrición adecuada, la poca atención prenatal y las precarias instalaciones sanitarias. El
67
Herbert C. Covey, African American Slave Medicine: Herbal and Non-Herbal Treatments (Lanham: Lexington
Books, 2007: 7).
176
incremento de la mortalidad causada por las enfermedades mencionadas, los accidentes y los
problemas en los partos propició el ejercicio de la medicina por parte de aficionados, ya que sólo
existía un reducido número de médicos formados en el sur de preguerra (Sullivan 18):
The Old South had only five medical colleges before 1845 and medical students
spent only one to two years working with a preceptor and attended only a few
lecture courses to complete their medical training. Although some southern
physicians received their medical training in the North or in Europe, the number of
patients in the Old South remained greater than the number of physicians available
to treat them. For example, The Nashville Journal of Medicine and Surgery
reported that in 1850 in North Carolina, South Carolina, and Georgia there were
802, 739, and 700 people per physician, respectively. Consequently, medical
treatments and care in the Old South were not limited to ―regular‖ doctors, those
who completed their formal medical training. In fact, some southerners relied upon
the ―irregular‖ doctors such as. At any rate, the schooling of southern doctors was
limited by, and subject to, the scientific and medical theories of the antebellum
South. (18)
Los manuales ofrecían información sobre temas como el miedo, el dolor y la esperanza, y
también instrucciones para el tratamiento de dolencias físicas graves, como la apoplejía. Estos
textos, destinados al público en general, incluían además secciones especializadas en materia
médica. Este término del latín era intercambiable y se usaba de modo general para designar cómo
los medicamentos o las sustancias extraídas de las plantas y raíces eran utilizados en el
tratamiento de diversas dolencias, por ejemplo, el Dr. John Gunn proponía las siguientes
instrucciones para el tratamiento de la apoplejía en Gunn’s Domestic Medicine:
The chief remedy in Apoplexy is large and copious bleeding, which must be
repeated if necessary. Cupping at the temples ought also to be resorted to, the great
object being to draw the blood from the head and to relieve the oppression of the
brain, as speedily as possible. The next thing to be attended to, is to give the most
active purges:--see table for doses. Apply cold cloths wet in vinegar, and the cold,
est [sic] water constantly to the head. (Gunn 234)
Houses for Negroes should be elevated at least two feet above the earth, with good
plank flooring, weather proof, and with capacious windows and doors for
ventilation, a large fireplace, and wood convenient. A Negro house should never be
crowded…. Good water is far more essential than many suppose…. In relation to
food a word might be ventured; the point is to provide enough. (De Bow’s Review
3, May 1847: 419-20)
Al proporcionarles ropa, comida y calzado apropiados para las diferentes estaciones del
año, la productividad de los esclavos daría mejores resultados. Si una enfermedad grave subsistía,
los pacientes eran trasladados desde las viviendas de los esclavos a la casa de enfermos: sick
house. Esta especie de hospital doméstico y precario era un lugar donde la condición del paciente,
la asistencia médica y su evolución podían ser supervisadas. La vigilancia estaba a cargo de la
dueña de la propiedad quien era asistida por esclavas. Los propietarios también se auto-
administraban atención médica y, en algunos casos, los médicos eran además dueños de
plantaciones. Estos hospitales rudimentarios se encontraban en las propiedades importantes, las
más pequeñas sólo poseían salas de enfermos dentro de la casa principal.
Algunos hacendados se quejaban de que los esclavos hacían uso excesivo de estas
instalaciones, pero también había esclavos reacios a buscar atención médica. Las enfermedades
contagiosas solían extenderse a zonas circundantes y una dolencia no tratada acarreaba
complicaciones al ser atendida en su momento más agudo, crónico o terminal. El cuidado médico
de los esclavos era importante para el propietario, porque la pérdida de un trabajador afectaba la
productividad y la economía de la plantación.
Como expresé anteriormente, las dueñas de las plantaciones (plantation mistress) también
proporcionaban atención médica a su familia y a las de los esclavos. Esta responsabilidad
implicaba que ellas podían moverse fuera de los límites de los roles patriarcales asignados y se
convertían en auxiliares médicas, confiando en los manuales, en los remedios caseros y en el
conocimiento transmitido de generación en generación. Esta responsabilidad comprometía
también su propia salud.
A pesar de que existían consejos y advertencias en los manuales médicos y femeninos
sobre el control de la natalidad en mujeres blancas, la lactancia era considerada como un
178
anticonceptivo natural, ya que demoraba la aparición del primer período menstrual después del
parto (Mc Millen 122-123). Si existían complicaciones y la madre blanca no podía amamantar al
bebé, una esclava oficiaba de nodriza (wet nurse). El ex-esclavo John F. Van Hook, en su
entrevista para Works Progress Administration, recordó la experiencia de su tatarabuela como
nodriza de la familia Angel, circunstancia que le otorgó su libertad. Al morir la madre, ella había
amamantado a una niña blanca. En ese entonces, ser amamantado por una esclava era
considerado un hecho desgraciado, por eso los Angels le dieron a Sarah su libertad, para que la
pequeña fuera alimentada por una mujer libre.68
La lactancia cumplía un rol importante también para las esclavas que amamantaban,
como control de la natalidad. Con este fin también recurrían a supersticiones y creencias
populares, tales como sostener una moneda de cobre debajo de la lengua y permanecer inmóvil
durante el coito, girar a la izquierda luego del orgasmo, beber mezclas de pólvora y leche, tragar
nueve bolitas de perdigones, consumir una cucharadita de esencia de trementina durante nueve
días después de consumado el encuentro íntimo, o ducharse con una mezcla de té de raíz de
bardana y piedra azul. Cuando estos métodos fracasaban las esclavas optaban por diversas
medidas para interrumpir el embarazo, como masticar la raíz de la planta de algodón o hacer un té
con ella (Schwartz 96). La interrupción del embarazo por parte de una esclava era un acto
paradójico porque su continuidad habría generado un trabajador más para el dueño. Al abortar, la
esclava estaba ejerciendo control sobre su cuerpo y su condición femenina, además lo hacía
utilizando la planta que le proporcionaba ingresos al propietario (Schwartz 97).
El discurso médico analizado ofrece un panorama de las convenciones científicas de la
época. Las prácticas presentadas dan cuenta de la realidad de los discursos y de la ideología que
circulaba en el siglo XIX en torno de la corporeidad afroamericana. En esta interacción discursiva
generalizada los textos considerados emergen como una ―costura o un zurcido de collages
disímiles o fragmentos erráticos‖ aunados por un telos particular (Angenot, El discuro social 73).
En este caso, me ha guiado la necesidad de dar cuenta de los ideologemas que migran hacia
distintos compartimientos del discurso social provenientes del discurso médico.
68
John F. Van Hook, ―Plantation Life as Viewed by Ex-Slave.‖ Library of Congress. American Memory, Born in
Slavery: Slave Narratives from the Federal Writer‘s Project, 1936-1938. Georgia Narratives, Volume IV, Part 4, 3-
4/74-75. http://memory.loc.gov/ammem/snhtml/snhome.html (acceso 15 de febrero 2009).
179
siendo esclava hasta que se liberó a sí misma y a su hija menor, Sofía, cuando -según el relato de
Painter (1996)- recibió instrucciones de Dios:
Mirando hacia atrás, dijo Sojourner Truth a finales de 1840 que las respuestas
vinieron de alguien a quien identificó como Dios, un Dios de su propia creación,
muy diferente al de los metodistas que conoció en el condado de Ulster (Nueva
York)... En 1826, Isabel oyó la voz de su Dios le instruye al establecer por su
cuenta como una mujer libre. (Painter 24-25)
Aunque Dumont la persiguió a ella y a su bebé no las tomó por la fuerza. Isabella cuenta,
en su Narrative of Sojourner Truth: A Northern Slave (1850), que había experimentado una
visión santificadora en el momento justo en el que estaba a punto de subir al carruaje y que luego
de su visión Dumont se fue (Gilbert 65-66).
El cuerpo de Truth, al igual que todos los de los esclavos fue el resultado de su entorno
cultural. Su contexto en el siglo XIX ha sido explorado en forma extensa según las variables de
raza, feminidad y color. Las teorías críticas de la posmodernidad, como las feministas post-
estructuralistas de Butler y Braidotti, sugieren que aislar estos discursos como relatos de opresión
sólo perpetúa y mantiene esa condición, debido a que los estigmas de debilidad, feminidad y
alteridad racial en la última parte del siglo XIX posibilitan intersecciones entre estas variables.
Explorando la relación entre estos tres estigmas sociales en el contexto del siglo XIX se puede
precisar una base para considerar cómo Truth utilizó su propio cuerpo para atravesar estas
variables.
Raza, sexo y discapacidad, cuando no coinciden con la norma validada por la doxa de la
época, producen disrupción, especialmente si estas variables se combinan en un solo cuerpo
como el de Truth. Según Braidotti, se trata de una corporeidad materializada en términos de ―una
subjetividad nómade desleal a los estándares de su civilización‖ (Braidotti 69). La existencia de
las mujeres negras planteó un desafío al ideal de mujer blanca del siglo XIX, ya que su realidad
rompió con la imagen de la feminidad de esa época. Como señala Marcia Riggs (1997): ―En
efecto, el ‗culto de la verdadera condición de mujer‘ era una ideología clasista y racista de la
feminidad‖ (Riggs 77). Los estudiosos han demostrado que el culto de la condición femenina de
la mujer blanca es desafiado por el reto de trabajar impuesto a las mujeres negras. Su imagen se
construyó como una corporeidad hiper-sexualizada, de-sexualizada o alternativamente masculina
(van Hooks 114). Esta caricatura es particularmente relevante para el análisis de Truth como
181
corporeidad femenina afroamericana, ya que describe cómo ella fue concebida a fines del siglo
XIX. Estas imágenes sugieren, además, que los estigmas que rodeaban a las mujeres negras no
dependían sólo de la raza y del género, sino también de la ideología que determinaba qué era ―ser
capaz‖ en esa época. Destacar a la mujer negra por su sexualidad equivalía a reducirla a su
capacidad productora y reproductora.
En 1851 Truth participó de la Convención de los Derechos de la Mujer en Akron, Ohio.
Su discurso se hizo famoso y es el centro de diversos análisis feministas de su vida. Existen dos
versiones de ese texto: una fue registrada poco después de la exposición del 21 de junio 1851 en
Salem Bugle y la otra fue escrita por Francis Gage (1881), una antiesclavista que presidía la
convención. La segunda versión está incluida en el Book of Life69 de Truth. Painter sugiere que la
primera detalla mejor lo que realmente ocurrió en relación con la adaptación de Gage. Esto
demuestra la importancia de estos textos para la construcción de la imagen pública de Truth
(Painter 125-131). En la versión de Gage figura su pregunta: "Ain't I a woman?". Después de
describir cómo Truth silenció a la multitud con su presencia y comenzó su discurso, Gage
presenta sus palabras:
And, raising herself to her full hight [sic], and her voice to a pitch like rolling
thunder, she asked, 'And ain't I a woman? Look at me. Look at my arm,' and she
bared her right arm to the shoulder, showing its tremendous muscular power.
(Painter 7)
Las dos versiones del discurso de Truth la muestran usando su cuerpo ―femenino‖ y
―negro‖ para demostrar la igualdad entre mujeres y hombres. Se refiere a sus capacidades
corporales para establecer esa igualdad y así complejiza el tema de los derechos de la mujer
(Painter 125). Sus referencias a su propio cuerpo interpelaron los discursos culturales sobre la
feminidad afroamericana. La potencia de esas palabras mostró que las mujeres eran fuertes, no
débiles, ni pasivas. Como afirma N. Painter: ―At every step, she is the bodily equal of a farming
man‖ (Painter 127).
En la versión de Gage, ella incluso levantó el brazo para llamar la atención sobre su
fuerza muscular. Reconociendo la construcción social de la identidad sexual, Truth generó una
interpretación alternativa de la corporeidad afroamericana. Se negó a aceptar el discurso cultural
69
Book of Life es una sección de Narrative of Sojourner Truth: A Northern Slave (1850)
182
normativo sobre la debilidad de las mujeres y en su lugar optó por una actuación que desafió las
normas. La fuerza femenina que demostró en su discurso evidenció el potencial del cuerpo
femenino en general. Con su discurso ella construyó su corporeidad femenina afroamericana para
desafiar las convenciones culturales vigentes. Retó a su audiencia al sostener que: ―I have
plowed, and planted, and gathered into barns, and no man could head me - and ain't I a woman?‖
(Truth 134). No respondió a su pregunta retórica directamente y sus palabras cambiaron el
discurso sobre los derechos de las mujeres.
Al llamar la atención con su fuerza, Truth se arriesgó a perpetuar la imagen cultural de la
doxa imperante, que establece que las mujeres negras eran masculinas. Sin embargo, en este
punto su discurso explicita enfáticamente que son tan mujeres como las blancas. De acuerdo con
su relato queda fácticamente especificado que la fuerza de las mujeres y la feminidad pueden
coexistir en un mismo cuerpo.
En Akron, la abolicionista construyó no sólo su propio cuerpo, sino también los de las
mujeres negras, que desafían el constructo cultural sobre la corporeidad femenina. Piepmeier
(2004) sugiere que la intención de Truth en 1851 fue construirse a sí misma en un discurso
cultural similar al de los relatos fantásticos, en los que los cuerpos normalmente interpretados
como monstruosos o grotescos se convertían en sobrehumanos. Ella se erigió a sí misma como
heroica y se convirtió en la heroína de un relato fantástico. (Piepmeier 94) Esta interpretación
sólo podría ser posible si ella se consideraba como una mujer negra, alta y fuerte, que construye
su propio grotesco en relación con su corporeidad. Tal vez la atención que otorgaba a otros
aspectos de su cuerpo, como su negrura, su fuerza y su feminidad, eran intentos por auto
construirse a como una figura sobrenatural. Por tanto, utilizó su cuerpo para desafiar los discursos
culturales sobre la condición femenina de la mujer negra.
Este texto también desplegó la retórica feminista y racial del orgullo. Según los hombres
de su época, Truth era una abolicionista que buscaba simpatía y reclutas para su causa a partir de
su historia como ex-esclava. En una reunión donde ella brindó otro discurso, en Indiana, 1858,
estalló el caos y un médico solicitó que permitiera que sus pechos fueran examinados por algunas
de las damas presentes con el fin de determinar su sexo. Ella les dijo que sus pechos habían
amamantado a muchos niños blancos que crecieron fuertes y se integraron a la sociedad. Mientras
hablaba desnudó su seno y en voz baja les preguntó si ellos también querían ser amamantados.
183
En reivindicación de su condición, dijo que iba a mostrar sus senos a toda la congregación porque
este acto no era una vergüenza para ella, sino para quienes lo solicitaron (Piepmeier 139).
Truth construyó activamente su imagen pública como ex-esclava sureña, uno de cuyos
trabajos fundamentales era amamantar a los niños blancos. El punto no es cuestionar la historia y
su legitimidad como figura pública, sino valorar cómo tomó un atributo de un grupo -las mujeres
esclavas- y lo trasladó a su propio cuerpo, y cómo hizo de él una protesta al ofrecerlo para su
examen, lo usó para avergonzar a sus acusadores y a cualquier persona que propiciara el sistema
sexo/género/esclavitud para construir el cuerpo de las mujeres negras como descartable.
En este contexto, la ex-esclava nuevamente usó su cuerpo para desestabilizar los discursos
culturales sobre raza y género que estigmatizaban la corporeidad afroamericana en general. La
construcción de su cuerpo como mujer afroamericana, competente y capaz, arremetió con la
ideología de la discapacidad. Al situar su discurso en su cuerpo -sus senos- neutralizó el núcleo
discursivo que la hacía diferente: la discapacidad de su mano.
A continuación analizo el segundo discurso propuesto, el de Douglass del 4 de julio de
1852, ―What to the Slave is the 4th of July‖ en Rochester, New York. En el siglo XIX, los
discursos por el Día de la Independencia constituían gran parte de la celebración, conjuntamente
con fuegos artificiales, cañonazos, desfiles y campanas (Travers 54). Cada ciudad buscaba un
orador para realizar una reafirmación elaborada de los principios por los cuales los
estadounidenses habían arriesgado sus vidas. Entre las participaciones más apreciadas se
distinguían, sin duda, las de los líderes cívicos, filósofos públicos. Estas personalidades eran
artífices de oratorias trascendentes y poseían la autoridad moral y la capacidad literaria suficiente
para impresionar e inspirar a su público.
Douglass fue un gran orador abolicionista que brindó varios discursos, de los cuales el
más famoso es la argumentación retórica mencionada. Es uno de los textos antiesclavistas más
importantes del siglo XIX. En él se destaca el uso de la ironía, que captó la atención de muchos
estudiosos de la Retórica (Duffy y Besel 2).
Douglass nació esclavo, hijo de padre blanco desconocido y de madre afroamericana,
oriunda de Maryland. Encontró su voz como abolicionista y defensor de la igualdad de derechos
para los afroamericanos en Baltimore. Como orador se alineó inicialmente con los principios
radicales de William Ll. Garrison (1829), quien proclamó que la Constitución de los Estados
184
ardiente. Seguramente, la audiencia reconoció el artificio retórico de su pregunta: ―Do you mean,
citizens to mock me, by asking me to speak today?‖ (Douglass s. p.). Las mujeres abolicionistas
que lo habían invitado no se sorprendieron por la tensión que deliberadamente se creó entre él y
su público. Como remarca el editor de The Frederick Douglass Papers: ―Sarcasm, invective and
ridicule were constants in Douglas orations‖ (Duffy y Besel 9).
El tratamiento irónico de la esclavitud por parte de Douglass pudo concebirse como
estrategia oratoria estremecedora y provocadora, pero es difícil pensar que un público de
simpatizantes abolicionistas se hubiese sentido ofendido por sus comentarios. La audiencia
implícita a la que él dirigió su invectiva sirve como escenario para su burla y genera el
componente crítico del drama retórico que él representa.
El argumento que Douglass usó fue el de la culpa, ya que los estadounidenses de aquel
momento eran culpables por su hipocresía y por aceptar la institucionalización de la esclavitud.
Se asumió como representante de los afroamericanos cruelmente esclavizados en una nación que
propiciaba la libertad. Si sólo hubiera hablado en nombre de la abolición, la ironía de su discurso
hubiera sido menos significativa. Aunque parecía criticar a su audiencia inmediata, la gente a
quien realmente quería llegar e incomodar era otra. Su oratoria estaba destinada a impactar a un
público más amplio y pro-esclavista que leería su discurso cuidadosamente una vez impreso.
Reveló ese objetivo por medio de su alocución: ―Oh! Had I the ability and could I reach the
nations ear‖. Conocía el poder de la palabra impresa y del acto de oratoria desafiante que
convertiría a su discurso en una novedad periodística. Los corresponsales del norte lo describían
con frases como: ―‗saucy negro‘, ‗the impudent negro‘, ‗an impertinent black vagabond‘ [to] ‗that
black disgrace of human nature‘...‖ (Duffy y Besel 5).
El cuerpo principal del discurso se divide en dos apartados: el primero elogia a los padres
fundadores y el segundo critica a la actual generación por no actuar con el mismo espíritu de
libertad que sus antepasados. Douglass comienza reduciendo las expectativas sobre su discurso,
una costumbre retórica del siglo XIX, que él mantuvo: ―I envince no elaborate preparation no
grace my speech with a high sounding exordium. With Little experience and less learning, I have
been able to throw my thoughts hastily and imperfectly together‖ (5). Se había apartado de su
práctica habitual del discurso improvisado y espontáneo porque había preparado durante tres
semanas este texto (Duffy y Besel 7). A pesar de sus afirmaciones contrarias, la introducción es
186
Fellow citizens, I am not wanting in respect for the fathers of this republic… The
point from which I am compelled to view them is not certainly, the most favorable;
and yet I cannot contemplate their great deeds with less than admiration. . . . I will
unite with you to honor their memory.‖ (Douglass s.p.)
Él admiraba los impulsos hacia la libertad de los padres fundadores de la patria, por eso
recordó a sus oyentes que, como ex-esclavo y ciudadano privado de sus derechos, su perspectiva
y sus anhelos estaban más allá de los lemas de los fundadores y que su admiración hacia ellos era
meramente intelectual. Sólo concretó parcialmente los efectos de los discursos del 4 de julio en el
siglo XIX, celebraciones que representaban un ritual importante del patriotismo americano. Su
relato reunía elogios pero estaba sustentado en un desapego sombrío y hosco del objeto de
alabanza. A continuación expuso sus advertencias, consciente de su postura irónica, en la sección
187
histórica del discurso, que preparaba el terreno para la discusión del problema central: ―my
business if I have any here today, is with the present‖.
La narrativa histórica circunspecta y el distanciamiento personal, así como sus intensos
matices, ceden el paso a los imperativos, a las exhortaciones y a las preguntas embarazosas. En
realidad éstas constituyen su retórica: ―You have no right to ware out and waste the Heard earned
fame of your father to cover your indolence‖. Otro claro ejemplo de preguntas inquisidoras es:
―What have I and those whom I represent to do with your national independence?‖ Con este
eslabón discursivo deja en claro que él no está incluido en este glorioso aniversario. En
consecuencia pregunta: ―do you mean citizens to mock me King me to speak again?‖ (Douglas
s.p.). Esta pregunta retórica y la metáfora del hombre afroamericano atado en ―the Temple of
Liberty [América]‖ presentan una doble ironía, ya que en esos momentos él ya no era esclavo, ni
se le estaba forzando físicamente, no obstante, podía hablar ese día como un esclavo. Al igual que
todos los afroamericanos que vivían en Estados Unidos en 1852, incluyendo aquellos que como
él eran nominalmente libres, Douglass estaba encadenado por las prácticas discriminatorias del
Norte que reflejaban en su base dóxica el mismo prejuicio racial que hizo posible la esclavitud.
En otra parte de su discurso Douglass afirmaba que la Ley de Esclavos Fugitivos de 1850
había nacionalizado la esclavitud porque permitía que un afroamericano que vivía en el norte
fuese devuelto a la esclavitud en el sur sólo con la declaración con dos testigos. También se
preguntaba por qué las iglesias no habían criticado públicamente esa ley. La religión, dijo, no
debe ser simplemente una ―forma de culto‖, sino un ―principio vital que requiere la benevolencia
activa, la justicia, el amor y la buena voluntad para con los hombres.‖ Opinaba que las iglesias
debían ofrecer apoyo y protección a los negros que temían por su deportación al sur. En el clímax
de esta sección advirtió, casi proféticamente, que el mantenimiento de la esclavitud dañaría a la
Nación. Puso ante los ojos del público la imagen de la esclavitud como la bestia parasitaria al
acecho: ―Oh! Be warned! Be warned! A horrible reptile is coiled up in your nation´s bosom: The
venomous creature is nursing at the tender breast of your youthful republic, for the love of God,
tear away‖ (Douglass s.p.). Menos de diez años después de esa fecha se produjo la Guerra Civil
en la que se perdieron seiscientas tres mil vidas y las circunstancias de los negros americanos
cambiaron para siempre.
188
directamente a los corazones de los hombres y desafían a cualquiera que reflexione sobre la
esclavitud después de escuchar este tipo de argumentaciones.
La sistematización de los discursos histórico, político-jurídico y feminista afroamericano
de 1850 -1856 buscó brindar una justificación conclusiva a las derivaciones registradas en el seno
de estas distintas matrices discursivas. Los hallazgos permiten descubrir las conexiones entre
situaciones y condiciones de opresión, maltrato, segregación y desplazamiento de la corporeidad
afroamericana dentro de un sistema que arbitró todos los recursos necesarios para ―vigilar y
castigar‖ al cuerpo femenino por no ser dócil, ni adherir al sistema panóptico de la plantación. En
Beloved (1987) se encuentran referencias explícitas a la condición del poder de los blancos para
enunciar discursos, que determinan el posicionamiento y la modalidad subjetiva afroamericana.
children was not the exclusive responsibility of men‖ (O‘Railley 5). Si bien mimar a través del
cuidado y el trabajo era considerado el deber de la comunidad en general, Collins sostiene que
estas dimensiones complementarias de la maternidad y la práctica de la maternidad comunal,
―othermothering‖, dota a las mujeres negras de gran trascendencia en la sociedad. Explica que:
First, since they are not dependent on males for economic support and provide
much of their own and their children‘s economic support, women are structurally
central to families. Second, the image of the mother is culturally elaborated and
valued across diverse West African societies. . . . Finally, while the biological
mother-child bond is valued, childcare was a collective responsibility, a situation
fostering cooperative, age-stratified, woman centered ―mothering‖ networks. (5)
Biological mothers or bloodmothers are expected to care for their children. But
African and African-American communities have also recognized that vesting one
person with full responsibility for mothering a child may not be wise or possible.
As a result, ―othermothers,‖ women who assist bloodmothers by sharing mothering
responsibilities, traditionally have been central to the institution of Black
motherhood. (Collins en O´Reilly 47)
The work began in the most orthodox setting, the U.S. Department of Labor, to
establish at some level of statistical conciseness what 'everyone knew': that
economic conditions determine social conditions. Whereupon, it turned out that
what everyone knew was evidently not so. (Informe Moynihan s.p.)
VII.1 Beloved70
VII.1.1 El sistema: la plantación y la visión panóptica del trabajo esclavo
En este apartado me remito brevemente al dispositivo tecnológico que Foucault introduce
en Vigilar y Castigar (1981) para comparar sus similitudes con el encierro en la plantación. El
siglo XIX se sirvió de procedimientos de individualización para marcar exclusiones: el asilo
psiquiátrico, la penitenciaría, el correccional, los hospitales, entre otros. Estas marcas de
exclusión funcionaron de dos formas: la división binaria mediante la marcación: loco/no loco,
peligroso/inofensivo; y la distribución diferencial: quién es, dónde debe estar, por qué, cómo
ejercer vigilancia constante sobre él, etc. (Foucault, Vigilar 200). El panóptico de Bentham
aparece como la figura arquitectónica de esta composición. Es un modelo de dispositivo
disciplinario apoyado en un registro constante y centralizado: un espacio cerrado, recortado,
vigilado en todos sus puntos, en el que los individuos están insertos en un lugar fijo, en el que
hasta sus menores movimientos se hallan controlados, todos los acontecimientos están registrados
y el poder se ejerce constantemente de acuerdo con una figura jerárquica continua. Materialmente
se trata de un:
Mediante el efecto de contraluz se pueden captar desde la torre las siluetas prisioneras en
las celdas de la periferia, proyectadas y recortadas en la luz, con lo cual se invierte el principio de
la mazmorra. La plena luz y la mirada de un vigilante captan los movimientos mejor que la
sombra, que en último término cumplía una función protectora (Foucault, Vigilar10).
70
El argumento se encuentra en Anexo II, pag. 280.
193
Este modelo funciona como una especie de laboratorio de poder. Gracias a sus
mecanismos de observación, gana en eficacia y en capacidad de penetración en el
comportamiento de los hombres, ese aumento de saber se establece sobre las avanzadas del poder
y descubre los objetos que conoce sobre todas las superficies en la que se ejerce (Foucault,
Vigilar 208). En el panóptico se da un tipo particular de implantación de los cuerpos en el
espacio, de distribución de los individuos en relación con los otros, de organización jerárquica, de
disposición de los centros y de los canales de poder, de definición de sus instrumentos y sus
modos de intervención.
Siempre que se trate de una multiplicidad de individuos a los que haya que imponer una
tarea o una conducta, el esquema panóptico puede ser utilizado (Foucault, Vigilar 209). Su uso es
capaz de reformar la moral, preservar la salud, revigorizar la industria, difundir la instrucción,
aliviar las cargas públicas, entre otras funciones. Acúta sólo porque quienes ocupan el espacio
sienten que son vigilados sin que, necesariamente, el que vigila lo esté haciendo. Los vigilados
activan en sus cuerpos esa tecnología panóptica diseñada para encauzarlos.
En el siglo XIX, el régimen de la esclavitud en EE.UU. seguía creciendo y en las
plantaciones se había desarrollado un complejo sistema de estatus social: existían esclavos de
bajo nivel, que constituían la columna vertebral de la economía de la plantación, eran los esclavos
de campo, divididos en grupos según su fuerza física y su habilidad, los más aptos para el trabajo
duro. Por otra parte, los esclavos de alto rango eran sirvientes domésticos, que se desempeñaban
en la casa del dueño de la plantación. La diferencia de estatus entre los esclavos domésticos y los
de campo causaba problema entre ellos en la plantación.
El trabajo en el campo era intenso y agotador, especialmente la excavación para la
siembra. Durante la cosecha, el trabajo en las fábricas era igualmente duro y las horas eran
interminables. En las plantaciones no se concebía el descanso, se comenzaba cuando despuntaba
el sol y se terminaba al ocaso y sólo se concedían escasos minutos para comer. El trabajo de los
esclavos era organizado según el tipo de cultivo y los propietarios los dividían en diferentes
sectores. Esclavos y amos vivían muy cerca unos de otros, por eso el amo podía controlarlos
directamente, aunque algunos dueños de plantaciones empleaban capataces blancos para
vigilarlos. Como expresé en el capítulo anterior (pp. 176 y ss), en mayo de 1847, De Bow -
propietario de esclavos y fundador de De Bow’s Review- detallaba las condiciones que
194
beneficiarían la salud doméstica en la plantación. Suponía que, al proveer a los esclavos de ropa,
comida y calzado apropiados, su productividad aumentaría. El artículo de Sullivan (2010):
―Plantation Medicine and Health Care in the Old South‖, Legacy: Vol. 10: Iss. 1, plantea cómo
era la vida dentro de la plantación y da cuenta de la vida de los esclavos puertas adentro (cfr. Cap.
VI, p. 161).
Mientras que la existencia en la plantación variaba notablemente según las distintas
regiones de EE.UU., los códigos de explotación para los esclavos eran iguales en todos los
estados. Sus derechos humanos básicos no eran respetados. Sin embargo, a pesar de la
explotación y la opresión del sistema en las plantaciones, las narrativas de esclavos hablan de su
descendencia y de la continua búsqueda de la libertad. A través de la resistencia a pequeña o gran
escala los afroamericanos siempre se rebelaron, huyeron y algunos tuvieron la suerte de reunir a
su familia en estados libres.
En Beloved (1987), de Morrison, se observa cómo el régimen de esclavitud establecido en
las plantaciones es un sistema panóptico. Allí, todos los movimientos de los esclavos estaban
regidos por el control del propietario y el castigo era infligido en su cuerpo. Como en el
panóptico de Foucault, los dueños y sus capataces los agrupaban para controlarlos directamente.
Sus cuerpos eran visibles desde diversos ángulos y, aunque no lo fueran, los esclavos suponían
que estaban siendo vigilados y actuaban como presidiarios. De este contexto es que Sethe y sus
hijos escapan. Su cuerpo sometido hasta la humillación evade esta tecnología de poder para
encontrar otro rumbo y gestar una nueva vida para sus hijos en libertad. La descripción de la vida
en la plantación fue presentada en el Capítulo VI a través de Sullivan.
A continuación tomo un fragmento de Beloved que metaforiza lo que significaba vivir en
la esclavitud. La autora compara la vida en la plantación con un juego de damas. Este eslabón
discursivo corresponde a una matriz que da cuenta de la esclavitud como sistema panóptico. Con
respecto a este primer modelo discursivo, los reiterados tramos narrativos usan morfemas
temporales en pasado que evidencian retrospección y que nos ubican en el mundo narrado:
It made sense for a lot of reasons because in all of Baby's life, as well as Sethe's
own, men and women were moved around like checkers. Anybody Baby Suggs
knew, let alone loved, who hadn't run off or been hanged, got rented out, loaned
out, bought up, brought back, stored up, mortgaged, won, stolen or seized. So
Baby's eight children had six fathers. What called the nastiness of life was the
195
shock she received upon learning that nobody stopped playing checkers just
because the pieces included her children. Halle she was able to keep the longest.
Twenty years. A lifetime. Given to her, no doubt, to make up for hearing that her
two girls, neither of whom had their adult teeth, were sold and gone and she had not
been able to wave goodbye. (Morrison, Beloved 44-45)
En estos segmentos narrativos se ve la recurrencia de formas temporales que se obstinan
en repetirse. Presenta construcciones que introducen pasivizaciones como: ―were moved/ being
hanged/ got rented/brought back/ stored up/ mortaged/ won/ stolen / seized.‖ Las pasivizaciones
borran la subjetividad de la superficie discursiva y hacen efectiva la anulación total de la agencia.
Quienes son ―chained/ hired/loaned out or hanged‖, entre otras vejaciones, son los esclavos del
sistema panóptico de la plantación. Estos verbos poseen un marcado tinte axiológico, porque la
descripción del proceso se hace en términos desvalorizadores. Estos eslabones son generalmente
aplicables a bienes inmuebles, propiedades o monedas de cambio. La pasivización aplicada a
seres humanos: “being hanged‖ (quitar vida colgándolo del cuello), “being seized‖ (destruir o
arruinar enteramente) o ―being arrested‖ están semánticamente conectadas con ―quitar la vida‖.
Por lo tanto, se inmoviliza y despoja a los esclavos de la capacidad de agencia. Además, el uso
del segmento discursivo: ―stopped playing checkers just because the pieces included her
children‖ hace referencia a un hecho doloroso como la venta de los hijos de las esclavas.
De acuerdo con la tipología de contextos real/contrario/posible71, el eslabón discursivo:
―What she [Baby Suggs] called the nastiness of life was the shock she received upon learning that
nobody stopped playing checkers just because the pieces included her children‖ pertenece al
contexto contrario, ya que aquello que el hablante describe no debería ser posible en el mundo
real. En otros términos, se expresan así la perplejidad y el estupor de Baby Suggs, quien, en su
interior, no espera que la venta de esclavos como piezas móviles se lleve a cabo. La connotación
implícita, que se evidencia al comparar la vida de los afroamericanos en las plantaciones con un
juego de damas donde es la propia vida la que se aniquila, se presta, se pierde o se hipoteca, dota
71
―Cada contexto se categoriza entonces como [CONTRARIO], [REAL] o [POSIBLE]. Clasifico como
[CONTRARIO] todo contexto en que queda claro para el hablante y el oyente que el acontecimiento que se
describe contradice lo que es posible en el mundo real, y que por lo tanto el hablante no espera que tal cosa
suceda…Llamo [REAL] a todo contexto que indique que, aunque el hablante está empleando una construcción
hipotética, la está presentando casi como un hecho real en cuanto que su repetición en el futuro puede predecirse de
acontecimientos que ya han tenido lugar… Por último, existen contextos que no permiten decidir si la situación
hipotética es opuesta a lo que puede suceder en la realidad o si más bien es previsible sobre la base de lo que se
sabe hasta el momento. Agrupé este tipo de contextos como casos de [Posible]; es decir, no son casos claros ni de
[contrario] ni de [real]. (Lavandera, Beatriz R., Variación y significado, 1984: 24)
196
al mundo narrado de una escalofriante verosimilitud. Esta metáfora bosqueja el contorno real del
modelo panóptico de la esclavitud como sistema.
Seguidamente, analizo eslabones discursivos que gestan un halo de esperanza ante tan
devastadora condición de vida: ―Halle she [Baby Suggs] was able to keep the longest. Twenty
years. A lifetime.‖ El mayor logro en las existencias de Baby Suggs y de Sethe fue poder retener
con vida a alguno de sus hijos. Así, de los ocho de Baby Suggs, ella conservó a Halle, y de los
cuatro de Sethe, subsistieron tres. En este último caso, la agencia de Suggs es nuevamente
anulada dentro del sistema al cual sustenta, ya que dentro de la plantación el cuerpo femenino es
una gran matriz utilitaria que provee la mano de obra conseguida a bajo costo, la cual es
imprescindible para el sistema económico del sur norteamericano desde el siglo XIX. Como se
puede apreciar en esta trama es notoria la vinculación con el relato del caso Garner, referido en el
Cap. VI pp. 168 y ss). La narración de un hecho histórico que aconteció en Kentucky en 1850
intentaba construir un objeto y fijarlo en una imagen o concepto. Los modos de figuración y de
explicación pueden ser limitados pero las posibilidades de combinación que T. Morrison plantea
son ilimitadas.
72
MacKinnon introduced the idea that there are important connections between objectivity and objectification.
MacKinnon writes: ―The stance of the ‗knower‘ … is … the neutral posture, which I will be calling objectivity—
that is the non-situated distanced standpoint… [This] is the male standpoint socially … [The] relationship between
objectivity as the stance from which the world is known and the world that is apprehended in this way is the
relationship of objectification. Objectivity is the epistemological stance of which objectification is the social
process, of which male dominance is the politics, the acted out social practice. That is, to look at the world
objectively is to objectify it‖ (MacKinnon, C. Feminism Unmodified: discourses on life and Law, 1987: 50)
197
73
La biopolítica es la presencia de los aparatos de Estado en la vida de las poblaciones. (Foucault M., Genealogía del
Racismo, 1990: 10) ―Después de la anatomía política del cuerpo humano instaurada en el setecientos, a fines del
siglo se ve aparecer algo que ya no es una anatomía política del cuerpo humano, sino algo que yo llamaría una
biopolítica de la especie humana. Pero, ¿de qué trata la nueva tecnología del poder, la biopolítica, el biopoder que
están por instalarse? Decíamos que lo que formó los primeros objetos de saber y los primeros objetivos de control
de la biopolítica, fueron esos procesos -como la proporción de los nacimientos y los decesos, la tasa de
reproducción, la fecundidad de la población- que, en la segunda mitad del siglo XVIII, estaban, como es notorio, en
conexión con todo un conjunto de problemas económicos y políticos (en los cuales ahora no me detengo). Objetos
de saber y objetivos de control de la biopolítica eran pues, en general, los problemas de la natalidad, de la
mortalidad, de la longevidad.‖ (Foucault 196)
198
debe realizar un proceso psicológico de auto-percepción de su identidad que implica dejar de lado
las operaciones externas de poder. Esto es, desposeerse de su cuerpo como locus donde se ejerce
el control directo de la hegemonía predominante y apropiarse de un cuerpo emancipado -con
marcas permanentes- pero en posesión de todas sus facultades.
VII.1.3 Las marcas del adoctrinamiento y la política de reproducción: Sethe
Para dar cuenta de las marcas del adoctrinamiento y la política de reproducción en Sethe,
me centraré en los actos del Maestro y sus sobrinos como los agentes en quienes se deposita el
poder político en términos de tecnología para someter al cuerpo esclavo. El comportamiento de
éste esclavista, supuestamente culto, ejemplifica la interacción y la institucionalización del abuso
a los esclavos en general y a Sethe en particular. Al igual que otros propietarios de esclavos, el
Maestro y sus sobrinos evalúan las características físicas de los esclavos como mercancías con
fines de lucro, los consideran como lo desconocido, sub-humano o animal.
En Vigilar y Castigar (2002) Foucault sostiene que el poder y el conocimiento están
directamente relacionados. Concibe que no existen relaciones de poder sin el correlato de la
noción de conocimiento y viceversa: todo conocimiento constituye relaciones de poder. (Foucault
27-28) En Beloved, Morrison presenta la forma en que el Maestro aplica dispositivos de poder
durante su escrutinio de los esclavos de Sweet Home:
There had been six of them who belonged to the farm, Sethe the only female. Mrs.
Garner, crying like a baby, had sold his brother to pay off the debts that surfaced
the minute she was widowed. Then schoolteacher arrived to put things in order. But
what he did broke three more Sweet Home men and punched the glittering iron out
of Sethe's eyes, leaving two open wells that did not reflect firelight. Now the iron
was back but the face, softened by hair, made him trust her enough to step inside
her door smack into a pool of pulsing red light. (Morrison, Beloved 16)
Estas tecnologías para docilizar el cuerpo afroamericano presentaban en realidad las más
aterradoras prácticas deshumanizantes. Foucault sostiene que ―[the human body] is directly
involved in a political field; power relations have an immediate hold upon it‖ (Foucault,
Discipline 25-26). Estas relaciones de poder docilizan, torturan y constriñen el cuerpo femenino
afroamericano. Las prácticas esclavistas que el Maestro impone en Sweet Home constituyen el
procedimiento conocido como ―la inversión política del cuerpo‖ y están asociadas al uso
económico y a la fuerza de producción. Asimismo, esta inversión está sujeta a la obtención de
199
una ganancia. A través de la figura del Maestro y sus sobrinos, Morrison presenta la institución
de la esclavitud y la tecnología política del cuerpo.
En la plantación los sistemas punitivos constituyen lo que Foucault denomina ―economía
política del cuerpo‖ (Foulcault, Vigilar 26). Se apela así, en Sweet Home, a castigos violentos y
sangrientos. Incluso se utilizan métodos más suaves de encierro que pretenden corregir algunas
prácticas indeseadas. Las cicatrices de Sethe son las marcas de su propio adoctrinamiento, su
identidad se concentra alrededor de los signos en su cuerpo, que primero es herido y luego
presenta cicatrices que son la prueba del castigo corporal para adaptarla al dispositivo de la
esclavitud:
The pupils must have taken her to the barn for sport right afterward, and when she
told Mrs. Garner, they took down the cowhide. Who in hell or on this earth would
have thought that she would cut anyway? They must have believed, what with her
belly and her back, that she wasn't going anywhere. He wasn't surprised to learn
that they had tracked her down in Cincinnati, because, when he thought about it
now, her price was greater than his; property that reproduced itself without cost.
(Morrison, Beloved 436)
ultrajó. Así, cuando Denver se refiere al cuello del bebé y a la forma en que su hermana muere:
―‗For a baby she throws a powerful spell‘, said Denver.‖ (Morrison, Beloved 5), su madre le
contesta:
‗No more powerful than the way I loved her,‘ Sethe answered and there it was
again. The welcoming cool of unchiseled headstones; the one she selected to lean
against on tiptoe, her knees wide open as any grave. Pink as a fingernail it was, and
sprinkled with glittering chips. Ten minutes, he said. You got ten minutes I‘ll do it
for free. (5)
She [Beloved] had new skin, lineless and smooth, including the knuckles of her
hands….Her skin was flawless except for three vertical scratches on her forehead
so fine and thin they seemed at first like hair, baby hair before it bloomed and roped
into the masses of black yarn under her hat. (Morrison, Beloved 98-100)
74
Re-memory: the space of shared experiences and altered images (Henderson, Carol E., Scarring The Black Body,
1964: 101).
201
‗She [Beloved] was my best thing.‘ Paul D sits down in the rocking chair and
examines the quilt patched in carnival colors. His hands are limp between his
knees…‘Sethe‘, he says, ‗me and you, we got more yesterday than anybody. We
need some kind of tomorrow‘. He leans over and takes her hand. With the other he
touches her face. "You your best thing, Sethe. You are." His holding fingers are
holding hers. ‗Me? Me?‘ THERE IS a loneliness that can be rocked. Arms crossed,
knees drawn up; holding, holding on, this motion, unlike a ship's, smooths and
contains the rocker. It's an inside kind-wrapped tight like skin. (Morrison, Beloved
520-521)
Sethe es un claro ejemplo de cómo se forma la identidad de una esclava dentro del sistema
de subordinación y de borradura cultural e identitaria. El proceso de devenir esclava en el siglo
XIX implica que el amo, quien en principio parece ser externo a la esclava, re-emerja como la
propia conciencia de ella. El infortunio de esta conciencia emergente se evidencia en la auto-
censura de Sethe. Al decir de Butler (1997) ―…es el efecto del amo en la realidad psíquica‖
(Butler 13). La auto-mortificación intenta corregir esta auto-conciencia. Sin embargo, Sethe
genera una auto-conciencia distorsionada. Esta forma trastocada de auto-percepción constituye su
identidad como sujeto dentro del sistema sexo/género de la esclavitud. Es esta falsa construcción
psíquica la que Sethe debe revertir, ―debe darse la vuelta…incluso contra uno/una misma‖. (13)
Otro tópico que presenta la narración de Morrison es la violación de Sethe y el robo de su
leche para amamantar a Denver. Las críticas feministas post-estructuralistas no creen que la
violación como expresión de la violencia en las relaciones sexuales constituya un acto sexual.
MacKinnon (1989) se opuso a la noción predominante de que la violación es una expresión
202
natural del deseo sexual masculino y un acto de sexo y lujuria. Por otro lado, los textos clásicos
de Kate Millett: Sexual Politics (1969) y Susan Brownmiller: Against Our Will: Men, Women,
and Rape (1975) consideran que el aberrante acto no posee una motivación sexual, sino que la
violación constituye en sí misma una forma de opresión, control social y poder político. De
hecho, se la visualiza como la expresión más significativa de la dominación masculina y como un
mecanismo primario de su supremacía. En consecuencia, la violación es una temática vigente
entre las feministas contemporáneas. MacKinnon (1989) postula que, de acuerdo con la ley, la
violación es un crimen que no se considera como tal cuando se asemeja a una relación sexual. La
ley lo define como un encuentro sexual que posee la fuerza de la coerción y sin el consentimiento
de la víctima (MacKinnon 2).
La mayor humillación que Sethe soportó es la violación. La recurrencia de la imagen de
los sobrinos del Maestro acercándosele es tortuosa: ―the men coming to nurse her‖ (Morrison,
Beloved 6), ―those boys came in there and took my milk. … Held me down and took it‖
(Morrison, Beloved 16), ―two boys with mossy teeth, one sucking on my breast the other holding
me down, their book-reading teacher watching and writing it up‖ (Morrison, Beloved 70), ―they
handled me like I was the cow, no, the goat, back behind the stable because it was too nasty to
stay in with the horses‖ (Morrison, Beloved 200). Cuando Morrison narra la violación del cuerpo
de Sethe usa el verbo nurse con su doble transitividad. Si bien la mayoría de las esclavas
amamantaban a los niños blancos, esta característica del verbo pone en relieve cómo el poder
priva a las esclavas de su agencia, incluso cuando se trata de partes constitutivas de su propio
cuerpo. Así expone la autora el tema de la autoridad sobre el propio cuerpo de las mujeres
afroamericanas.
Sethe le cuenta a la señora Garner que sus sobrinos la habían azotado en la espalda hasta
desmayarla, que ―the nerves in her back‖ están grabados, que ya no tienen vida y que su piel es
―skin buckle[s] like a washboard‖ (Morrison, Beloved 6). Estas cicatrices son tan brutales como
su violación. Tanto es así que Amy, la joven blanca que la ayuda a escapar, no puede dejar de
expresar su repugnancia después de mirar su espalda: ―Come here, Jesus‖, Amy yells, and ―after
that call to Jesus‖ does not ―speak for a while‖, but afterward tells Sethe: ―What God have in
mind, I wonder. I had some whippings, but I don‘t remember nothing like this‖ (Morrison,
Beloved 79). La brutal violación de Sethe indica su mortificación y degradación a un estado
203
Por otro lado, la ideología del patriarcado y su poder no son un dominio exclusivo de los
hombres blancos. Como Bell Hooks (1992) explica: ―The black male quest for his 'manhood' in
American society is rooted in his internalization of the myth that simply having been born male,
he has an inherent right to power and privilege‖ (Hooks 218). Según ella, la relación de los
hombres de color y los blancos con el patriarcado es diferente en EE.UU., ya que la variable que
interviene es la de la supremacía de la raza.
Rich distingue entre la ―experiencia de la maternidad‖ y la subjetividad femenina, la
relación entre una mujer y sus hijos, y ―la maternidad como la identidad forzada y como
institución política‖ (Rich en Roberts 4). Una mujer soltera adolescente y negra como Sethe, por
ejemplo, puede experimentar la maternidad como una fuente poco común de auto-afirmación,
mientras que la sociedad la considera ilegítima y desviada. Sethe puede percibir el cuidado de sus
hijos como una lucha decidida contra las circunstancias adversas, mientras que la sociedad ve en
su maternidad la perpetuación patológica de la pobreza. En otros casos, las mujeres pueden
considerar la maternidad como algo debilitante e intrusivo, a pesar de que la ideología patriarcal
la define como mujer/madre casi ontológicamente.
A continuación explico brevemente qué sucede con el orden patriarcal en el contexto de la
esclavitud. La organización social establecida por los esclavistas estaba fundada sobre tres
componentes inseparables: la deshumanización de los afroamericanos sobre la base de la raza, el
control de la sexualidad de las mujeres y la reproducción. El ordenamiento jurídico de EE.UU.
tiene sus raíces en esta combinación de raza y género. En el sistema de la esclavitud estas leyes se
aplicaban a la descendencia de los propios esclavos, que era de gran valor comercial para sus
amos por su capacidad de producir más esclavos. Los propietarios de las plantaciones, por lo
tanto, podían aumentar su riqueza mediante el control de esa capacidad reproductiva. La
esclavitud permitió perfeccionar la maternidad patriarcal y, a su vez, el patriarcado gestó la forma
más deshumanizante de esclavitud. Un patriarcado racista requiere que tanto mujeres blancas
como negras tengan hijos, las obliga a una maternidad compulsiva. Por consiguiente, a las
207
mujeres se les adjudican funciones complementarias: las blancas reproducían el linaje de futuros
gobernantes de plantaciones y las negras gestaban a los futuros esclavos de tal sistema.
La figura materna en Beloved ocupa una posición contradictoria en el discurso. Por una
parte Morrison presenta a Sethe como ―el gran cuerpo materno‖, figura que le permite construir
el relato de una búsqueda inherente a la condición femenina puesta de manifiesto en su deseo de
proveer de su leche a Denver. Por otro lado, la definición de Sethe como el ―gran cuerpo
materno‖ restringe la participación de Sethe en el lenguaje, por ejemplo, nunca narra cómo mató
a su primera hija.
El continuo pasaje de un mundo mágico (la presencia de Beloved y su accionar) a lo real
(la actual vida de Sethe con Denver) es estipulado por el contrato ficcional. Este vaivén de un
plano a otro constituye un efecto coherente que se pone de manifiesto a través del énfasis con que
Morrison lo plantea como proceso de encarnación o embodiment75. Aquí observo la presencia de
la maternidad concreta en Denver y la contraparte maternal mágica en Beloved: ―Usually
[slavery] is an abstract concept… The purpose of making [the ghost] real is making history
possible, making memory real - somebody walks in the door and sits down at the table, so you
have to think about it‖ (Darling 6) .
Al presentar el viaje de Sethe desde Kentucky al estado libre de Ohio como búsqueda, T.
Morrison elabora la ―figura de la madre heroica y esclava‖. Esto se evidencia en el compromiso
concreto y físico de Sethe para alimentar a Denver: ―I had to get my milk to my baby girl‖
(Morrison 16). Sin embargo, también hay momentos en los que ella quiere abandonar su lucha,
una vez más su subjetividad se constituye en la maternidad y en su combate contra el sistema
patriarcal de la esclavitud: ―[I]t didn't seem such a bad idea [to die],… but the thought of herself
stretched out dead while the little antelope lived on... in her lifeless body grieved her so‖
(Morrison, Beloved 31). Lo paradójico en este pasaje es que lo único que la mantiene viva como
mujer, fuera del sistema de la esclavitud, es su maternidad. Su subjetividad femenina fuera de
este rol es casi inexistente. El ―gran cuerpo maternal‖ parece no tener su propio centro
constitutivo: ―You your best thing, Sethe. You are‖ (Morrison, Beloved 521).
Cuando Sethe trata de explicar su intento de matar a sus hijos y suicidarse, para evitar ser
esclavizada nuevamente, no encuentra palabras: ―Sethe knew that the circle she was making
75
Concepto definido en Capítulo II.4 ―Devenir sujeto en Judith Butler y Rosi Braidotti‖.
208
around… the subject would remain one. That she could never close in, pin it down for anybody
who had to ask.‖ (Wyatt 5). Un espacio vacío persiste en lo más profundo de su historia, un
narrador omnisciente lo introduce, da cuenta y concluye:
[When she saw [the slave owner] coming [to recap-ture them, she] collected every
bit of life she had made, all the parts of her that were precious and fine and
beautiful, and carried, pushed, dragged them through the veil, out, away, over there
where no one could hurt them … where they would be safe. (Morrison, Beloved
163)
…in the shed, the murder replays, at least for Beloved; in the keeping room, an injured
and demoralized Sethe once more gets bathed ‗in sections‘ by loving hands; and a
white man ‗coming into [Sethe's] yard‘ triggers a repeat of her murderous attack -with
a saving difference. (Wyatt 447)
El argumento del tiempo presente no puede fluir hacia el futuro porque en la construcción
de su espacio interior sólo retumba el pasado:
When she woke the house crowded in on her: there was the door where the soda
crackers were lined up in a row; the white stairs her baby girl loved to climb; the
comer where Baby Suggs mended shoes… the exact place on the stove where
Denver burned her fingers.... There was no room for any other thing or body...
(Morrison, Beloved 39)
209
Para concluir este capítulo, afirmo que la idea de maternidad en este contexto es un
concepto colonizado, un evento experimentado por Sethe, pero cuyo valor está marcado y
atravesado por la ideología patriarcal de la esclavitud y el racismo. En ese entorno Sethe, como el
―gran cuerpo materno‖, es sólo una esclava criminal. Esta matriz también indica qué es lo que
constituye a una buena/mala madre, dicotomía impuesta por el género masculino, blanco y
esclavista. Las mujeres que no cumplen con el ideal de madre (madres solteras, madres
infanticidas y/o mujeres que no desean ser madres) violan la norma dominante.
Dentro del marco de la construcción discursiva de la esclavitud, he observado cuáles son
las evaluaciones sociales del momento (1850-1856) puesto que la selección las bases discursivas
de la época permite plasmar ―todo lo que se dice y circula‖. Además, pude constatar ―el efecto de
la masa sincrónica‖ del discurso social analizado y encontré las marcas de repetición
performativa que garantizan la inteligibilidad ―de lo no dicho‖: el revés de lo normativo,
representado por Sethe.
VII.2 Sula76
VII.2.1 El sistema la sociedad en The Bottom
Los términos mujer, negra y norteamericana definen los contextos literarios dentro de los
cuales se enmarcan las obras de Morrison, quien se posiciona como una escritora con identidad
racial, nacional y de género (Carmean 33). Para la Sociología de la Literatura, el autor es un
miembro más del grupo al que pertenece, y esa pertenencia lo lleva a plasmar críticamente su
axiología, su concepción del mundo. Ésta es un patrimonio directo y no un saber transmitido; es
una intuición, un don originario que dicta la forma en que se concibe la realidad. Esa actitud
determina no sólo el pensamiento, sino también los actos. Una obra literaria no llega nunca a
comprenderse en toda su profundidad si no se capta la concepción del mundo que la alienta y que
se hace sentir en la forma y el contenido de la obra. Así ocurre en la novela Sula de Morrison.
Dentro de una estructura aparentemente simple, son numerosos los temas que aborda: la guerra
entre naciones, la desigualdad racial, el conflicto entre los sexos. En este apartado trato
particularmente el choque que se produce entre la sociedad patriarcal imperante en EE.UU. a
mediados del siglo XX y la matriarcal vigente dentro del reducido espacio de The Bottom, un
76
El argumento se encuentra en Anexo II, p. 282.
210
vecindario de gente de color, aislada de la mayoría blanca, que comparte una cultura particular,
creencias y valores.
Es posible trazar un paralelo entre las características de las sociedades patriarcales en
general y las de la matrocéntrica patentizada en Sula y, al mismo tiempo, mostrar los conflictos
de dos sociedades: la de The Bottom y la patriarcal imperante que reproduce la novela.
Morrison enmarca su historia en estructuras narrativas míticas y crea un contexto heroico
para sus temas y personajes. Uno de sus recursos narrativos es el uso de pares de personajes. La
dupla protagonista de la historia, Sula y Nel, representan dos tipos opuestos de mujer pero, pesar
de sus diferentes personalidades y, sobre todo, de las diferentes concepciones de su mundo
familiar, las niñas desarrollan una amistad íntima, quizás porque ambas son ―Daughters of distant
mothers and incomprehensible fathers…‖ (Morrison, Sula 52). Sus diferencias se evidencian
desde el principio en la forma en que cada una de ellas ve y juzga la casa de su amiga:
Nel, who regarded the oppressive neatness of her home with dread, felt comfortable
in it with Sula, who loved it and would sit on the red velvet sofa for ten to twenty
minutes at the time- still as dawn. As for Nel she preferred Sula´s wooly house,
where a pot of something was always cooking on the stove; the mother, Hanna,
never scolded or gave directions; where all sort of people dropped in; where
newspapers were stacked in the hallway, and dirty dishes left for hours at a time in
the sink, and where a one legged grandmother named Eva handed you goobers
from deep inside her pockets or read you a dream. (Morrison, Sula 29)
Es que Nel pertenece a la tradicional familia patriarcal, con sus estructurados principios
sobre el amor, el sexo, la amistad y el matrimonio, mientras que Sula y su familia son parte de
una sociedad matriarcal, con ideas y valores totalmente diferentes.
Pero, ¿qué son las sociedades matriarcales, cómo se constituyen y qué rasgos las
caracterizan? Los matriarcados son sociedades en las que existe una preponderancia de la
autoridad femenina, tanto en cuestiones de la vida pública como de la privada. Durante la
Prehistoria y hasta principios de la Historia, los grupos humanos se congregaron alrededor de las
madres, quienes, por su condición sedentaria, constituían el protoplasma de una vida social
pacífica. Sin embargo, al hacerse el varón más sedentario, cuando aprendió a cultivar los campos,
descubrió los metales, creó el arado y otros implementos domésticos, se desplazó a la mujer del
ejercicio del poder y de la actividad productiva y se la relegó a un segundo plano, iniciándose así
las sociedades patriarcales, más conflictivas y violentas. Sula y su familia son parte de la
211
nieta Sula tiene amoríos con todos los varones del vecindario, casados o solteros. Los esquemas
matriarcales de todas ellas conciben ese comportamiento como natural e intrascendente.
Puesto que las relaciones entre los sexos son circunstanciales y efímeras, en las estas
sociedades no existen los celos. Las mujeres no ven a su enamorado como la razón de su
existencia, ni sus vidas pierden sentido cuando una relación llega a su fin. En Sula, las mujeres
del vecindario saben que sus maridos y novios flirtean con Eva y tienen sexo con Hanna, pero no
se sienten celosas porque saben que el interés de sus vecinas no va más allá del placer lúdico del
flirteo o del sexo por el sexo mismo.
En las sociedades matriarcales las madres tienen poco contacto con sus hijos, porque
desde muy jóvenes salen a trabajar. Es la matriarca la que cuida y educa a los niños de sus hijas.
En la novela de Morrison, Eva es la que provee, ordena y organiza, la madre de Sula nunca da
órdenes, nunca reprende ni educa. Quizás fue por la inexistencia de lazos entre madre e hija que,
cuando su madre está envuelta por las llamas y clama por ayuda, Sula permanece inmóvil, ―she
was paralyzed but she was interesded‖ (Morrison, Sula 78). Para ella Hanna era una madre
distante.
Las relaciones entre mujeres son continuas y estrechas en estas sociedades, y crean fuertes
vínculos de amistad. El afecto visceral entre Nel y Sula es típico de ese tipo de sociedades: ―[…]
they were solitary little girls whose loneliness was so profound it intoxicated and sent them
stumbling into technicolored visions that always included a presence…‖ (Morrison, Sula 51).
Pero una cosa eran las sociedades matriarcales de los comienzos de la historia de la
humanidad, que no conocían otra forma de organización, y otra la realidad que la novela Sula
presenta, donde coexisten la sociedad matriarcal de los habitantes de The Bottom y la patriarcal
imperante en los EE.UU. de mediados del siglo XX. La consecuencia directa de este
solapamiento son los numerosos choques, desajustes y contradicciones que la novela refleja, que
analizo a continuación.
Al comienzo de la novela, Eva Peace, la futura matriarca, llega a The Bottom llevada por
su nuevo marido, respondiendo así a los parámetros de las sociedades patriarcales. Pero, al ser
abandonada por él, se encuentra súbitamente atrapada por lo que esa sociedad impone a las
mujeres abandonas o viudas. Queda sola y desvalida, con tres hijos pequeños que alimentar;
lamenta haber dejado su casa paterna en Virginia, pero ya no puede regresar con tres niños, y
213
tampoco puede salir a trabajar, puesto que nadie cuidará de ellos en su ausencia. Si hubiera
pertenecido a una sociedad matriarcal, sin duda hubiera sido la matriarca quien se hubiera hecho
cargo de la crianza de los pequeños. Esta dura realidad la obliga a cambiar sus esquemas
mentales y a convertir su familia en un clan matriarcal. Observo que hay una correspondencia
entre la discapadcidad de Eva Peace y Truth, cuya historia analicé en el Capítulo VI. Ambas
capitalizan sus capacidades diferentes, poseen impedimentos en sus extremidades y son figuras
icónicas de su contexto. Eva Peace maneja su vivienda como un condominio transitorio, donde su
voz es escuchada. Truth manifiesta su voz en su discurso anti-esclavista y arremete contra los
dictámenes hegemónicos
Como ocurre en las sociedades matriarcales, el marido que un día abandonó a Eva Peace
aparece años después a visitarla. Él no tiene ningún sentimiento de culpa y ella no abriga
resentimientos hacia él. Sin embargo, cuando la corta visita termina y Eva acompaña con la vista
a su ex marido, ve que en la entrada de su casa hay otra mujer esperándolo. Al susurrarle él algo
al oído, la mujer lanza una carcajada estridente que le recuerda a Eva la ciudad de Chicago, la
sociedad patriarcal, y ese choque entre sus parámetros culturales presentes y pasados basta para
infundirle instantáneamente un profundo odio, reacción típica de las mujeres abandonadas en las
sociedades patriarcales, odio que la acompañará por el resto de su vida y que será la mejor razón
para ―…keep her alive and happy‖ (Morrison, Sula 37).
Nel, que admiraba la independencia matriarcal, el valor y la arrogancia de Sula, se
propone desde niña seguir los parámetros de su amiga, definiendo su identidad y viviendo una
vida autónoma, maravillosa y excitante. Sin embargo, años después, traicionando esos propósitos
y cediendo a las convenciones de su familia patriarcal, acepta el rol de esposa sumisa cuando se
casa. El matrimonio abre un abismo insalvable entre ella y Sula, quien siente que todos sus planes
y juramentos de la niñez han sido violados. Para sus parámetros matriarcales, el casamiento
simboliza el estrechamiento de las posibilidades de una mujer.
Como expresé anteriormente, para la madre de Sula ―[…] sex was pleasant and frequent,
but otherwise remarkable‖ (Morrison, Sula 44). Las demás mujeres negras de su vecindario
tomaban con naturalidad el hecho de que ella mantuviera relaciones con sus maridos, y hasta les
halagaba que los encontrara atractivos. No ocurría lo mismo con las mujeres de la sociedad
patriarcal ajena al vecindario negro, para quienes Hanna era una vulgar prostituta. Algo similar
214
ocurre cuando Sula regresa, luego de varios años de ausencia. Las mujeres de The Bottom creen,
erróneamente, que ella llega contaminada de patriarcado, suposición que la convierte en temida
ladrona de maridos.
Pero Sula ha regresado con los mismos esquemas matriarcales que tuvo desde niña, y no
tiene intención de formalizar ninguna de las múltiples relaciones que mantiene con los hombres
del vecindario. Incluso llega a intimar con el marido de su entrañable amiga Nel, sin considerar
eso una traición, ni sentir culpa alguna. Nel, por su parte, imbuida de ideas patriarcales, es
incapaz de ver la responsabilidad que su propio marido tiene, y culpa exclusivamente a Sula de lo
sucedido. Cuando le reclama lo que, para sus esquemas patriarcales, es una traición
imperdonable, su amiga, sorprendida, le responde: ―I haven´t killed him, I just fucked him. If we
were such good friends, how come you couldn´t get over it‖ (Morrison, Sula 145).
Sin embargo, sus conceptos matriarcales sobre el amor cambian cuando, por primera vez
en su vida, se enamora de uno de sus amantes. ―She began to discover what possession was. Not
love, perhaps, but possession or at least the desire for it.‖ (Morrison, Sula 131). Pero su amante,
Ajax, se ha relacionado con ella solamente porque adivina que Sula es ―[…] the only woman he
knew whose life was her own, who, could deal with life efficiently, and who was not interesred in
nailing and who was not interested in nailing him‖ (Morrison, Sula 127); y desaparece en cuanto
intuye en la joven el deseo típicamente patriarcal de posesión del otro. Sula experimenta por
primera vez los sentimientos de devastación, celos y odio propios de las mujeres patriarcales en
circunstancias similares. Ella, que se había preciado de no depender de ningún hombre, expresa
su sentimiento de culpa por haber traicionado sus convicciones matriarcales: ―I did not hold my
head stiff enough when I met him and so I lost it just like the dolls‖ (Morrison, Sula 136).
Cuando dos sociedades con diferentes concepciones del mundo coexisten, los desajustes y
conflictos son inevitables. Esa coexistencia de parámetros culturales sólo es posible en
sociedades pobres, como la comunidad negra de The Bottom, enquistadas en ámbitos más
desarrollados, como el resto de los EE.UU. de principios del siglo XX. Mientras en el Viejo
Mundo las etapas se sucedieron, en las comunidades como la que Morrison presenta se dan
simultáneamente. En ellas coexisten, aún ahora, parámetros culturales semi-feudales y formas
sociales resultantes de un mercado de capitales cada día más intenso. Por ese motivo, para la
conciencia de las comunidades sub-desarrolladas, la historia no es lineal. Por ese mismo motivo,
215
los interrogantes sobre qué es una mujer en la estructura heterosexual dominante y por qué
algunas personas tienen miedo de volverse homosexuales. El miedo de perder el lugar que se
tiene en el género, o de saber quién terminará siendo uno si mantiene una relación con alguien del
mismo género, es en realidad una crisis en la ontología experimentada en el nivel de la sexualidad
y del lenguaje.
El planteo fuerte que hace Butler es en realidad un replanteo: cuál es el vínculo entre
género y sexualidad normativa. Vigilar el género es a veces una manera de afianzar la
heterosexualidad normativa. Sostiene asimismo que es la jerarquía del género lo que la produce y
consolida. En consecuencia, la desigualdad es lo que adopta la forma de género, Nel se encuadra
en lo pautado normativamente, pero Sula es disímil y no encaja jerárquicamente en su género.
Por lo tanto, la jerarquía del género sirve a la heterosexualidad de forma más o menos obligatoria
y la frecuencia de la vigilancia de las normas de género se hace precisamente para apuntalar la
hegemonía heterosexual. La comunidad de Bottom vigila las normas heterosexuales que Sula
transgrede.
Existe una matriz cultural mediante la cual se ha hecho inteligible el género. El sexo
aparece dentro del lenguaje hegemónico como una sustancia, un ser idéntico a sí mismo, en
términos metafísicos. Esta apariencia se logra mediante un giro performativo del lenguaje y del
discurso que oculta el hecho de que ser de un sexo o un género es fundamentalmente imposible.
El objetivo de este apartado es presentar el cuerpo femenino de Sula como una
corporeidad atravesada por condiciones culturales que propician la discordancia entre
sexo/genero y deseo. Se observan fragmentos discursivos de la obra con el fin de mostrar lo
incoherente y discontinuo de la naturaleza del personaje principal.
Analizo fragmentos que apelan a conceptualizaciones y recorridos de ideologemas. Los
segmentos de diálogo entre Sula y su abuela evidencian tales recorridos y sus huellas. En este
devenir caracterizo la actividad discursiva de estos sujetos y las considero como indicios
reveladores de una regularidad discursiva de significativa importancia. De tales regularidades se
infiere un origen, una causa o, finalmente, una relación causa/regla.
En el corpus que analizo se develan matrices discursivas constitutivas de dos paradigmas
diferentes. Por un lado, el discurso de Eva Peace, que sostiene lo normativo, y por otro el de Sula,
que genera provocación y transgresión. En ambos paradigmas se toman enunciados en los que se
217
‗I aim to‘
‗Bible say honor thy father and thy days may be long upon the land thy God giveth
thee‘
‗Mamma must have skipped that part. Her days wasn´t too long.‘
‗Pus mouth! God´s going to strike you!‘
‗Which God? The one watched you burn Plum?‘
‗Don´t talk to me about no burning. You watched your own mamma. You crazy
roach! You the one should have been burn´t!
‗But ain´t. Got That? I ain´t. Any more fires in this house , I´m lighting and its
already burning you…‘
‗Hellfire don´t need lighting and it´s already burning in you…‘
‗Whatever´s burning in me is mine!‘
‗Amen‘ ‗And I ll split this town into two and everything in it before I´ll let you put
it out!‘
What the hell do I care about falling
‗Amazing Grace‘
‗You sold your life for twenty three dollars a month‘
You throwned yours away‘
‗It is mine to throw‘
‗One day you gone need it‘
‗But you know. I ain´t never going to need you. And you know what? May be one
night when you dozing in that wagon flicking flies and swlloing spit, may be I´ll
just tip on up here with some kerosene and who knows- you may make the
brightest flame of them all (Morrrison, Sula 92-93)
De esta interacción entre abuela y nieta extraigo dos grupos semánticos que dan sustento a
los segmentos discursivos constitutivos de la matriz normativa y postulan un paradigma
heterosexual en la voz de Eva Peace:
1. MATRIZ NORMATIVA/ PARADIGMA HETEROSEXUAL
-‗Well, don´t let your mouth start nothing that your ass can‘t stand. When you gone to get
married?. You need to have some babies. It´ll settle you‘.
-Not by choice, I said. It ain´t right for you to want to stay off by yourself.
You need…I´m a tell you what you need.‘
-‗Bible say honor thy father and thy days may be long upon the land thy
God giveth thee‘
-‗Don´t talk to me about no burning. You watched your own mamma. You crazy roach!
219
-‗Hellfire don´t need lighting and it´s already burning in you…‘‗Whatever´s burning in me
is mine!‘‗Amen‘
-Pride goes before a fall
-‗Amazing Grace‘
- You thrown your away
[…] ‗Well, don´t let your mouth start nothing that your ass can‘t stand./ When you
gone to get married? You need to have some babies. It´ll settle you‘. / ‗Don´t
nobody talk to me like that. Don´t nobody…‘/ Don´t talk to me about no burning/.
(Morrison, Sula 92)
Esta matriz prescriptiva genera un discurso que asume un tono religioso, en el que, a
modo de intertexto, se visualiza la estructura de uno de los mandamientos: ―Honrar padre y
madre‖. Seguidamente, la amenaza que profiere Eva, si Sula no depone su actitud, se asemeja a
los castigos que se imparten en el Viejo Testamento, cuando el Dios invocadio no es de amor
sino de ira: ―‗Bible say honor thy father and thy days may be long upon the land thy God giveth
thee‘/ ‗Hellfire don´t need lighting and it´s already burning in you…/ ‗Amen‘‖. (Morrison, Sula
93)
Luego asume un tono profético al sostener, en términos de una generalización, cargada de
ideología y de principios normativos: ―‗Pride goeth before fall‘‖ (93). Seguidamente, con la
infaltable pregunta y la enfática aseveración de que ser madre estabilizará a Sula, Eva refuerza la
orientación argumentativa del texto. Las soluciones de Eva para terminar con la rebeldía de Sula
son prescriptivas: ―When you gone to get married? You need to have some babies. It´ll settle
you‘‖ (92). También, al referirse a Sula hace uso de sintagmas extendidos:
Eva construye así una imagen discursiva de Sula comparable con la de un monstruo. En
realidad, estas unidades léxicas desvirtúan a Sula en vez de revalorizarla. Asimismo, al analizar
los predicados que acompañan a Sula observo que su agencia es inexistente. Su rol es pasivo y
culposo: ―Sula: [Stays] watched your own mamma [burning]/ [is] burning inside.‖(93)
Si la prescripción de Eva en cuanto al rol de madre no se lleva a cabo, Sula ha
desperdiciado su vida, porque un agente que no ha realizado nada valioso en términos de una
configuración heterosexual normativa -ser madre, buena hija o esposa- inutiliza su existencia:
―has desperdiciado la tuya [la vida de Sula]‖.
Los fragmentos discursivos del corpus seleccionado que erigen la matriz transgresora que
evidencia un paradigma performativo en la voz de Sula:
La voz del narrador no presenta a Sula como pasiva, ella realiza con su cuerpo una
secuencia de movimientos que dan cuenta de su desenfado y actitud desafiante: ―shrugged and
221
turned over on her stomach, he buttocks towards Eva. Stand up‖ (93). La configuración
discursiva de Sula sobre sí misma es diferente de lo que Eva imponía como condición femenina:
―‗I don´t want to make somebody else. I want to make myself.‘/ What the hell do I care about
falling /‗You sold your life for twenty three dollars a month. / It is mine to throw‖ (92). El tiempo
presente sitúa al sujeto en un aquí y ahora. El enunciador se hace cargo del enunciado al utilizar
la primera persona del singular y generar marcas de subjetividad en los enunciados. El uso de:
―What the hell do I care about falling‖ (93) genera distancia, sin embargo, la subjetividad está
presente en la primera persona: ―I‖. La sucesión de enunciados asertivos positivos predomina
sobre el único subjetivema negativo, lo cual dota de certeza y veracidad acerca de las necesidades
y decisiones del agente: Sula. Desde esta matriz discursiva Sula no es pasiva. Los predicados que
la acompañan en el paradigma designacional: Sula/ Dios/ Eva, son locativos y de cambios de
estado: ―‗is mine/don´t want to make other people/want to make myself‘‖ (92).
Los siguientes enunciados revelan el uso del tiempo futuro, que es un tiempo
comentativo, por lo tanto marca prospección y anticipación: ―…Any more fires in this house,
―I´m [going to] light and its already burning you…‘Whatever´s burning in me is mine!‘‖ (93).
Sigue a este fragmento una aserción positiva en la que el sujeto se hace cargo de la verdad del
enunciado, que evidencia la modalidad epistémica: ―And I ll split this town into two and
everything in it before I´ll let you put it out!‖ (93).
Dentro del paradigma designacional considero otros agentes aparte de Sula: Eva y Dios.
Es inevitable que del análisis anterior se visualice la relación de Sula como un ente todopoderoso.
En los fragmentos discursivos que se consignan a continuación se cuestiona la autoridad
institucionalizada del Dios Creador, hasta llegar a una transgresión rotunda y manifiesta. Se
configura así la imagen de un Dios pasivo e indolente, que no tuvo ninguna reacción en el
momento de salvar a Hannah, madre de Sula, o a su familia: Dios: ―‗The one watched you burn
Plum?‘/ ―[took away days in her mother´s life] Her days wasn´t too long.‖ (93)
El cambio de tiempo al pasado: ―You was quick enough when you wanted something.
When you needed a little change‖/ no you sold your life for twenty three dollars a month‖ remite
al mundo narrado, a la historia de Eva y la forma de sobrevivir a su propia miseria: cortarse la
pierna para conseguir un resarcimiento económico del cual vivió. Pero también tuvo la maldad
222
suficiente para cortarse su propia pierna, creyó tener derecho a golpear a los demás con el muñón
y vendió su vida por veintitrés dólares al mes.
En este análisis he mostrado cómo se define lo femenino desde dos matrices discursivas
antitéticas: la normativa y la preformativa. Lo importante es reconocer que pueden existir otras
formas de concebir a la mujer en las afuera del pensamiento binario, el cual nos remite sin
objeción a una matriz heterosexual. De este modo, el modelo preformativo posibilita ver a los
sujetos hablantes no como meros efectos de las estructuras o de los sistemas, sino más bien como
agentes socialmente situados que producen una pluralidad de discursos, que a su vez suponen una
pluralidad de lugares desde donde se habla. Consecuentemente, se asume que los individuos
tienen diferentes posiciones discursivas y se mueven de un marco textual a otro
Por lo tanto, según las palabras de Eva, Sula es un ser sin características humanas,
encasillada en un cuerpo desosegado. Mientras que, si se observa la propia construcción
discursiva de Sula, sólo se trata de una mujer en total manejo y control de su voluntad y sus
ideas, aún cuando éstas cuestionen las bases mismas de la comunidad de The Bottom.
Al comenzar este apartado expuse cuáles eran los sustentos de la concepción clásica de
femineidad afroamericana y cuál es la emergente corporizada en Sula. Al llevar a cabo este
análisis surgen dos matrices discursivas que remiten a concepciones paradigmáticas antitéticas:
normativo/heterosexual y trasgresor/performativo. Es imposible visualizar a Sula desde lo
normado. La vigilancia del género llevada a cabo por Eva Peace y el castigo que la transgresión
de Sula implica, desde la matriz discursiva de la abuela, no pueden transpolarse a Sula. No se
puede concebir la nueva estética afroamericana desde un paradigma estático y, para estos
tiempos, arcaico.
Sula es realmente una persona fuera de toda normatividad, una outside - law en términos
de Morrison. Sin embargo, es capaz de reexaminarse a sí misma y sostener su identidad
discordante, promiscua y desasosegada, aún en un contexto adverso, en el que la mujer tiene roles
fijos y preconcebidos desde los orígenes. Butler sostiene, desde su Teoría de la Performatividad,
que Sula es agencia pura: se construye así misma, se posiciona como disímil y se sostiene como
tal hasta su muerte. No se somete al paradigma dominante, lo subvierte. Desde la opresión que la
gesta, se revela, se vuelve un boomerang, aún en contra de su propia supervivencia, y se erige en
resistencia.
223
She [Sula] is a masculine character [. . .]. She will do the kind of things that
normally only men do, which is why she‘s so strange. She really behaves like a
man. She picks up a man, drops a man, the same way a man picks up a woman,
drops a woman. And that‘s her thing. She‘s masculine in that sense. She‘s
adventuresome, she trusts herself, she‘s not scared, she really ain‘t scared. And she
is curious and will leave and try anything. So that kind of masculinity –and I mean
in the pure sense– in a woman at that time is outrage, total outrage. She can‘t get
away with that [. . .] (75).
Cuando Sula era niña ya evidenciaba su carácter salvaje y rebelde. Poseía el sentido
innato de la aventura y la curiosidad de su edad. Ella y Nel sentían que podían darse el lujo de:
―to abandon the ways of other people and concentrate on their own perceptions of things‖
(Morrison, Sula 55). Sula se niega asumir un rol pasivo, por eso no permite que los niños
irlandeses las intimiden, los enfrenta: corta la punta de su dedo con un cuchillo y los amenaza
224
más a quienes rodean a Sula que a ella misma. Nel piensa que se parece a un tallo de rosa, Jude la
percibe como una serpiente y Shadrack la compara con un renacuajo, lo cual puede entenderse
como un signo de auto-desarrollo de Sula. Esta última interpretación tiene una gran connotación,
ya que el estadio del renacuajo es un momento en la evolución de un anfibio. A pesar de todas
esas interpretaciones, su mal carácter parece prevalecer:
lecho de muerte: ―I never meant anything. I stood there watching her burn and was thrilled, I
wanted her to keep on jerking like that, to keep on dancing‖ (Morrison, Sula 147). Hortense
Spillers (citada en López Ramirez 2012) rastrea el comportamiento de Sula, considera la muerte
accidental de Chicken Little y apunta a la ―amoralidad radical‖ de Sula y, en consecuencia, a su
―libertad radical‖ (78).
La novela de Morrison contiene diversos presagios, estrechamente relacionados con el
mal y con frecuencia conectados con Sula, que prefiguran la muerte y la adversidad. Uno de los
más importantes es su marca de nacimiento: ―In many African cultures, a unique marking on a
child often [. . .] presages some future event in which the child will participate (78). Será quizás
un presagio de la futura traición a su amiga Nel, así como del ―rol de conjuradora‖ de la muerte
de su propia madre, Hannah.
Otro augurio que cabe mencionar son los pájaros, que anuncian la llegada de Sula y
señalan el día de su regreso como un ―día malo‖: ―Accompanied by a plague of robins, Sula came
back to Medallion. The little yambreasted shuddering birds were everywhere‖ (Morrison, Sula
89). Incluso, en la casa de Eva hay cuatro petirrojos muertos en el camino, un anuncio de la
inminente maldad y la muerte que traerá aparejada la llegada de Sula. Morrison quiere re-
producir en el lector el horrible sentimiento que pudiese provocar el percibir esas aves muertas
por todas partes, hasta el punto de que Sula los tiene que patear a un lado para poder acceder a la
entrada. Al mismo tiempo, este presentimiento sugiere que algo está a punto de suceder. Así,
inmediatamente después de que Sula vuelve a Medallion, su próxima acción maléfica se ejecuta.
La nieta mantiene una terrible discusión con Eva, su abuela, y la amenaza con quemarla cuando
esté dormida. Por último, Sula logra que trasladen a su abuela a un asilo de ancianos, a cargo de
una iglesia guiada por blancos. Cuando la gente de The Bottom se entera de que Eva es atentida
por extraños, se confirma la crueldad de Sula. En la sociogonía afroamericana, llevar a los
mayores a un lugar así constituye un hecho abominable. Para esta etnia, cuidar de los
antepasados, honrarlos y respetarlos es primordial. Morrison insiste en: ―We take care of them
[old people] like they took care of us‖ (López Ramirez 79). Sula no oculta su total desprecio por
sus antepasados y siente un extraño placer al ver arder a su madre y al enviar a su abuela fuera de
su hogar. Su ―autosuficiencia es suicida, porque carece de una conexión histórica con su pasado‖
(79).
227
En Sula, Morrison presenta la naturaleza humana. Nel y Sula son personajes simbólicos.
Nel es el tipo de persona que vive una buena vida, acorde a los dictámenes que indican qué
significa ser una mujer negra en el contexto de The Bottom: ser madre, cuidar de los hijos e ir a la
iglesia, entre otras prácticas. A pesar de sus limitaciones y falta de imaginación o de glamour, Nel
sobrelleva la impronta patriarcal. Sula es todo lo contrario, quebranta reglas y transgrede
limitaciones de género. Como Morrison señala, Nel conoce y cree todas las leyes de esa
comunidad. Ella es la comunidad y vive en concordancia con sus valores. Sula no lo hace, no
cree en ninguna de esas leyes, las viola a todas o simplemente las ignora.
La transgresión final de Sula se conecta con su sexualidad. Encarna una sexualidad
peligrosa debido a la facilidad con la que tiene relaciones sexuales con hombres de diversa
índole. Las mujeres de The Bottom no la pueden perdonar, como tampoco perdonaron a su madre,
Hannah, por acostarse con sus maridos. Nunca entendieron que sus acciones no son el resultado
del amor o la lujuria. Esas mujeres no pudieron ver el comportamiento Sula como una especie de
agasajo hacia ellas: ―[…] cherished their men […]‖ (Morrison, Sula 115), por su buen gusto. Su
propio género la desprecia y no la considera una mera "experimentadora sexual" que, después de
hacer el amor, descarta sus amantes, ya que: ―none measures up to whatever undefined standard
she uses for judgment‖ (López Ramirez 81). Si bien la sexualidad desatada de Hannah y de Eva:
―came out of compassion or some human feeling. Sula´s behaviour looks inhuman, because she
has cut herself off from responsibility to anyone other than herself‖ (81).
El comportamiento de Sula es inhumano, porque ella se ha mutilado y no responde a
nadie más que a sí misma. Para la comunidad negra, el hecho de que decida intimar con sus
vecinos, amigos y maridos de amigas es inaceptable, pero cuando se acuesta con el marido de
Nel, es imperdonable. Nadie parece entender por qué Sula tiene relaciones sexuales con Jude. Sin
embargo, sus acciones pueden considerarse aceptables desde una perspectiva afroamericana, ya
que, como recuerda López Ramirez (2012) citando a Wilentz las sociedades de origen africano
enfatizan las relaciones consanguíneas, y con ―significant others such as friends over conyugal
relations‖. Esta forma de relacionarse contrasta con las comunidades occidentales, que hacen
hincapié en las relaciones heterosexuales. Sin embargo, Sula, como resultado de sus
transgresiones sexuales interraciales, sobrepasa los límites de aceptabilidad estipulados por su
etnia. La comunidad de The Bottom acusa a Sula de ser una bruja y una mujer demoníaca, porque
228
se presume que también copula con varones blancos: ―that is the ultimate sign of deviation from
their norm, and it puts Sula in league with all manner of strange beings‖ (81).
En una sociedad patriarcal, los varones negros no pueden tolerar el sexo interracial de sus
compañeras del sexo opuesto. Es impensable que una mujer negra voluntariamente se acueste con
un hombre blanco. La excepción a esta base dóxica es la violación. Las afroamericanas tienen
que someterse a la dominación masculina: ―Male sexual antagonism and male subjection of the
female play a major psychological role in the Bottom‘s indictment of Sula as morally evil‖ (9).
Sula es la femme fatal transgresora, una suerte de ―delincuente sexual‖: ―Through her
sexual drive, the demonic woman defies male rule, subverting the patriarchal system…
penetrating forbidden spaces, testing the potentials of an identity and a sexuality outside the
father´s rule‖ (80). La heroína transgresora de Morrison emana sensualidad y expresa su
sexualidad abiertamente. Es comparable a Medea, quien representa la seducción y es el arquetipo
de mujer que no sólo con su arte, sino también con su carisma y encanto impone su voluntad por
encima de la de los hombres que se le acercan.
229
amantes. Así ocurre en Sula: la matriarca Eva disfruta coqueteando con los hombres, pero no
duerme con ellos, su hija Hanna lo hace con todos, pero nunca mantiene una relación por mucho
tiempo, y su nieta Sula tiene amoríos con todos los varones del vecindario, casados o solteros.
Los esquemas matriarcales de las tres conciben ese comportamiento como natural e
intrascendente. Las corporeidades identitarias establecidas en la categoría de amantes como Sula
son funcionales al sistema: excluidas del dispositivo de alianza, modelo de disipación y de vicio,
mientras cumplan su cometido y no se atrevan a ubicarse en otros espacios, su aceptabilidad es
indiscutida. La figura opuesta, de esposa, madre y modelo del paradigma sexo/género
heterosexual es Nel. Por ello la comunidad no perdona a Sula cuando ésta decide intimar con el
marido de su mejor amiga.
En Beloved, Sethe configura la corporeidad identitaria femenina en la esclavitud. Su
benevolencia, su violencia y abnegación, son virtudes que la definen. Por una parte Morrison
presenta a Sethe como ―el gran cuerpo materno‖, figura que le permite construir el relato de una
búsqueda inherente a la condición femenina, manifestada en su deseo de proveer de su leche a
Denver, postulando al nacimiento como una gran aventura. Por otro lado, su definición como el
―gran cuerpo materno‖ restringe su participación de Sethe en el lenguaje y no da cuenta de cómo
mató a su primera hija. La idea de maternidad en este contexto es un concepto colonizado, un
evento experimentado por Sethe, pero cuyo valor está marcado y atravesado por la ideología
patriarcal de la esclavitud y el racismo.
En ese ámbito Sethe, el ―gran cuerpo materno‖, es sólo una esclava criminal. Esta matriz
también indica qué es lo que constituye a una buena/mala madre, dicotomías impuestas por el
género masculino, blanco y esclavista. Las mujeres que no cumplen con el ideal de madre:
madres solteras, madres infanticidas y/o mujeres que no desean ser madres, violan la norma
dominante.
En esta escena dóxica respecto de la condición de la mujer encontramos las primeras
parejas de opuestos como Sula/Nel y Sethe/Eva Peace. A estos binarios se le suma el presupuesto
dóxico de que la mujer de raza negra no tiene facultades de abstracción y argumentación, con lo
que se acrecientan, por la violencia sufrida, las cualidades inherentes a la condición femenina:
emoción y pasión. La esencia femenina en el contexto de ambas novelas se legitima como una
231
inferioridad natural. De este modo, la diferencia se construye como un atributo negativo, una
falta/falla.
En esta constante tematización de mujer y diferencia encuentro los rasgos que he
detallado en Sethe, Sula, Nel y Eva Peace. Esta última, representa en mi análisis la oposición
discursiva con Sula. El acento sobre la pasión y lo no racional recae aquí también sobre el sujeto
femenino, emergiendo nuevamente la dicotomía razón vs emoción. Esta distribución de aptitudes
conlleva una distribución consecuente de roles, también ellos naturalizados y esencializados.
Observo además que las construcciones de corporeidad identitaria afroamericana encontradas en
el análisis conciben, una vez más, el destino doméstico de la mujer, y se concretan en la
determinación de su misión en la vida familiar y esclava en el caso de Sethe. En cuanto a Sula, si
bien su existencia no se contextualiza en la esclavitud, la vida doméstica también surge como
destino privilegiado.
A pesar de que ya fue resaltado en páginas anteriores, hago notar nuevamente que la
construcción de la diferencia nunca está al margen de un modelo de género, en el que los
atributos son evaluados como falta o falla, en relación con el paradigma dominante. Por ejemplo,
la falta de razonamiento permite instalar la actuación de la mujer en el ámbito de la vida privada,
legitimando esta afirmación en base a su presupuesta esencia. Además se destaca la preocupación
por el dispositivo de alianza, que se expresa en los discursos en la forma de consejos acerca del
comportamiento femenino. Al mismo tiempo, la generación de discursos sobre los tópicos del
ámbito privado indica la problematización instaurada por el imaginario de la época.
232
And the first one that I wrote was called The Handmaid’s Tale. And I wanted,
among other things, to try to solve the problem that those kinds of book have,
which I call the tour of the garbage disposal plant, in which the person says to the
visiting character, ―Well in your day, you did this terribly inefficient thing, but now
we have this wonderful garbage disposal plant.‖ And there‘s a lot of exposition
like that and I want to be able to tell the story like that without those big chunks of
exposition. (Atwood http://bigthink.com/videos/the-challenge-of-speculative-
77
fiction)
77
Online posting ―The Challenge of Speculative Fiction‖. Web 10 noviembre 2014. http://bigthink.com/videos/the-
challenge-of-speculative-fiction
233
maternidad subrogada. La autora incluye en su ficción el efecto que producen en la sociedad las
modificaciones tecnológicas. Una definición canónica del género ciencia ficción hace referencia
a las tecnologías que no existen en la actualidad, pero esta novela es considerada una obra de
ficción especulativa porque está claramente establecida en el universo posible. Es destacable el
papel que juegan la ciencia y la técnica en la novela pero, si bien es cierto que el relato depende
en gran medida de la existencia de ciertos tipos de avances tecnológicos, su argumento no gira
principalmente en torno de ellos.
En Penélope y sus doce criadas, en cambio, la autora canadiense recurre a un pasado
imaginario en el que se desprestigian las afirmaciones auto-reificadoras del poder masculino. Del
mismo modo que mirando al pasado se puede buscar el rastro de un futuro utópico, una posible
fuente de subversión o insurrección permite derribar la ley patriarcal, instituyendo un nuevo
orden. Recurrir a este pasado imaginario puede servir también para la auto-justificación del
patriarcado, ya que, como expone Butler (2001):
El pasado imaginario puede servir tanto para legitimar el estado actual de la ley como el
posible futuro más allá de ella. Ese pasado está imbuido de las invenciones auto-justificadoras de
los intereses políticos presentes y futuros, ya sean feministas o no.
En este punto problematizo la investigación preguntándome: ¿cómo circulan los discursos
políticos y jurídicos en Canadá durante 1984-1990? y ¿cómo interviene la formación discursiva
del patriarcado en la constitución de la corporeidad femenina postmoderna?
del 09 de febrero de 1984 de la Cámara de los Comunes. Además completo el enfoque crítico a
partir del texto: ―Canadá: Notas sobre su sistema político e Institucional‖ (2008), de Mario D.
Serrafero78. Si bien es un texto reciente posee marcos contextuales del lapso de referencia.
Es importante presentar una breve síntesis de la escena política de la década de 1980 en
Estados Unidos, ya que es allí donde transcurre la acción de El cuento de la criada. En un primer
momento, Ronald Reagan (1981-1989) acentuó las políticas de estabilización y disminuyó la
carga fiscal, para mermar los gastos sociales del Estado, favorecer el intercambio con el exterior
y profundizar la división internacional del trabajo que ya se venía gestando desde la etapa de
recuperación de 1976 a 1991. La economía internacional estaba en una nueva fase de crecimiento
que tendría como referencia la recuperación norteamericana. La presencia de los conservadores
en el poder: Reagan en los EE. UU., Thatcher en Inglaterra y la Democracia Cristiana en
Alemania, marcaba una tendencia hacia una recuperación moderada y controlada. Sin embargo,
ocurrió fue algo totalmente diferente. Reagan violó los principios del liberalismo económico al
elevar el déficit público norteamericano y, al forzar una recuperación cuyas características
marcaron toda la década y se proyectaron hacia la siguiente.
En la era Reagan aumentaron drásticamente los gastos militares, en particular los
relacionados con la investigación de tecnologías de punta, sintetizardos en la iniciativa de la
defensa estratégica. Se generó así un enorme gasto estatal para generar empleo y renta, y permitir
el funcionamiento de la economía. Se gestó así una política anticíclica que, a falta de una guerra
que justificase los gastos militares como factor de recuperación económica, se volcó hacia la
tecnología, en nombre de una estrategia defensiva cuya comprensión era inaccesible para los
ciudadanos norteamericanos. Esta opción, cargada de pretensiones ideológicas, buscaba reafirmar
la potencia militar cuestionada por el equilibrio estratégico alcanzado con la Unión Soviética
desde finales de la década de 1960 (Dos Santos 3-4).
A modo introductorio presento una síntesis del sistema político-económico canadiense,
como marco contextualizador del discurso de Pierre Elliott Trudeau en la Cámara de los
Comunes, el 9 de febrero de 1984.
78
Online posting 2008 Comunicación del académico Mario D. Serrafero en sesión privada de la Academia Nacional
de Ciencias Morales y Políticas. Web 10 mayo 2013. http://www.ancmyp.org.ar/user/files/12Serrafero.pdf
235
personas del mismo sexo atacan el núcleo de dos tradiciones políticas diferentes: en EE. UU.
estos debates se centran en la libertad individual y en Canadá se enfocan en la igualdad.
El discurso de P. E. Trudeau del 09 de febrero de 1984 en la cámara de los Comunes,
obtenido a través de los archivos digitales de Library of Parliament, Canadiana.org79, tiene la
finalidad de mostrar el panorama existente en torno del debate sobre el desarme nuclear y el
miedo al Holocausto, que remite al comienzo de la novela de Atwood, El cuento de la criada.
Trudeau, líder político liberal, fue Primer Ministro de Canadá durante el período 1980-
1984, su segundo mandato. En 1983, cuando estaba cerca de retirarse de la escena política, fue
criticado por su decisión de probar un misil norteamericano en el Norte de su país. Esta prueba
fue parte de un compromiso en términos de alianza con EE. UU. (Donghy 37). Como reacción
65.000 personas salieron a las calles de Vancouver en demostración de paz y en repudio a P.
Trudeau con el slogan: ―has chosen the wrong crowd. We‘ve chosen to hang around the street
corners of the world with nuclear terrorists‖ (Slotnick)80. Luego de reflexionar sobre la cuestión,
el Primer Ministro comenzó a actuar en forma independiente y en contra de las armas nucleares.
Propuso una cruzada mundial por la paz y el desarme, movilizó la opinión de los líderes políticos
mundiales y, durante sus viajes y reuniones instó al diálogo y a la reflexión sobre el tema. Su
labor fue galardonada con The Albert Einstein Piece Prize 198481.
Su alocución del 09 de febrero de 1984 se inscribe en el campo del discurso histórico-
político y jurídico canadiense en la medida en que todo enunciado se construye en relación con
normas institucionales que lo enmarcan, mediante formaciones discursivas, y siguiendo modelos
de previsibilidad que condicionan las operaciones de lectura. Por eso es posible rescatar unidades
significativas de ese discurso, relacionadas con las condiciones de producción presentadas en
páginas anteriores. La argumentación de Trudeau en esa ocasión comienza planteando el flagelo
de la cuestión nuclear:
79
Biblioteca del Parlamento Canadiense, Cámara de los Comunes, The Address-Mr. Trudeau. Feb. 1984. Web. 09 de
mayo de 2013.
80
Lorne Slotnick, ―Anti-missile marchers defy city bylaw,‖ The Globe and Mail, July 25, 1983. Web 25 de oct. de
2014.
81
―The Albert Einstein Peace Prize Foundation will advance Einstein's hope that the world can achieve a creative,
lasting peace through effective world order. The first activity of the Foundation has been the establishment of an
annual prize to honor the individual(s) who has made the greatest contribution to world peace, consistent with
Einstein's philosophy.‖ (Cousin, Norman, Carta al Dr. Joshua Lederberg. 14 de diciembre de 1979. Albert Einstein
Peace Prize Foundations, Chicago.)
237
Mr Speaker when the atomic bomb exploded in New Mexico desert in 1945, life
changed. Man gave himself the power of his own destruction. Never again would
children be free from fear of the bomb. Never again would we parents be able to
reassure them, nor to calm our anxieties. A nuclear war would make no distinction
between the sides of this House in which we seat between the right and wrong,
between the rich and the poor, between the east and the west or the north and the
south. (Trudeau, House of Commons, 1211)
El posicionamiento es muy claro, usa un nosotros inclusivo para legitimar su lugar desde
un locus tradicional y evidentemente válido: la familia. Al expresar: ―we parents‖ y ―never again
our children be free from the fear of the bomb‖ alude a la axiomática de los valores tradicionales:
familia/cuidado/niños. Sabe que estas palabras sensibilizan a la audiencia e intenta captar su
adhesión, porque con creencias socialmente compartidas es factible controlar actitudes y
decisiones a favor de su política: el desarme.
En el segundo párrafo de su discurso, instala el tema del armamento nuclear y advierte
sobre su permanencia y subsistencia:
Nuclear weapons exist. They probably always will. And they work with horrible
efficiency. They threaten the very future of our species. We have no choice but to manage
the risk. Never again can we put the task of our minds; nor trivialize it; nor make it routine.
(1211)
Su postura asume una situación de crisis, anterior al conflicto armado, para determinar
una característica del discurso hegemónico: ―Nuclear weapons exist. They probably always will.
And they work with horrible efficiency‖. También construye el poder canadiense y su posición
ante un possible adversario: ―[those whom] threaten the very future of our species‖. Se advierten
estrategias de naturalización del discurso hegemónico, ya que plantea una situación en la que las
opciones son limitadas para Canadá, en términos políticos: ―We have no choice but to manage
the risk. Never again can we put the task of our minds; nor trivialize it; nor make it routine‖.
En este contexto, el riesgo de amenaza es una condición indeseable. Considera que el
proyecto nuclear está identificado como un problema estable y trascendente en el tiempo, debido
a que pertenece a un entorno más amplio que el canadiense:
Not dare we lose heart. Managing the threat of nuclear war is the primordial duty of both
East and West. Bur Canadians are concerned that the superpowers have become diverted
from this elemental responsibilities that they may be too caught up in ideological
competition, in endless measurements of purity, in trial of strength and will. Canadians
238
also know it would foolhardy to expect that animosity between East and West will
somehow disappear this side of the point of no return. The expert would have us believe
that the issues of nuclear war have become too complex for all but themselves. We are
asked to entrust our fate to handful of high priests of nuclear strategy and to the scientist
who have taken us from atom bombs to thermonuclear war head theories and instruments,
from missiles with one warhead with missiles to ten or more, from weapons that deter to
weapons to weapons that threaten the existence of all of us. (1211)
Aquí Trudeau identifica a ese ―otro‖, diferente del ―yo/nosotros‖, que presenta un estatus
sospechoso de riesgo. Su discurso se orienta a la percepción del ―otro‖ como adverso, distinto,
temible y competitivo: ―that they may be too caught up in ideological competition, in endless
measurements of purity, in trial of strength and will…‖ Él no comparte un mismo discurso con
ese ―otro‖:
Canadians also know it would foolhardy to expect that animosity between East and West…
The expert would have us believe that the issues of nuclear war have become too complex
for all but themselves. We are asked to entrust our fate to handful of high priests of nuclear
strategy and to the scientist who have taken us from atom bombs to thermonuclear war.
(1211).
Canadian people everywhere, believe their security has been diminished, not enhanced, by
a generation of work spent on perfecting the theories and instruments of human
annihilation. But technological push too often finds a sympathetic political pull. It is
leaders who decide on the defense budget and research budgets. It is leaders who must
direct. It is leaders who must assert their will for peace or science will device aver more
lethal weapons system. Canadian security is at stake; and Canada has earned the right to be
heard, in peace time and in war […] (1211)
device aver more lethal weapons system. Canadian security is at stake; and Canada has earned
the right to be heard, in peace time and in war […].‖ (1211)
Para concluir este análisis sostengo que las estructuras ideológicas están organizadas
dentro de este recorte discursivo del político canadiense. Se presentan dos ideologemas que
circulan en él de manera bien marcada: el de la concientización política de los líderes para el
desarme y el del avance de la tecnología nuclear que se instala y perpetúa. La estrategia de auto
presentación positiva: alarde, y negativa para el otro: detracción, operan en dos ámbitos, de tal
manera que se hace énfasis en las cosas buenas propias y se desestiman las malas; y se hace lo
contrario con los ―otros‖, cuyas acciones malas se destacan y las buenas se empequeñecen,
esconden u olvidan. En este discurso se aplica el principio polarizante que por lo general afecta
tanto las formas como los significados.
En este apartado he dado cuenta de cómo intervienen las instituciones políticas y mi
objeto de estudio ha sido el discurso histórico-jurídico y político. Dado que el análisis del
discurso social parte del supuesto de que las unidades significativas están asociadas con las
condiciones de producción, he presentado la situación político-jurídica del sistema canadiense
apoyándome en los textos de referencia, para luego abordar, en este marco, el discurso de
Trudeau. Éste es un eslabón discursivo importante, ya que introduce el problema del avance de la
tecnología nuclear que indica el contexto en que aparece por primera vez Defred, la heroína de
Atwood en El cuento de la criada.
82
J. Vogel (2000) is the researcher who has probably been most successful in incorporating the different elements
into a single theory. He believes that fertility-related behaviour is influenced by three determining elements in
particular: the family, the labour market and the State. The effect of each of these elements, and especially their
interrelationship, would, among other things, explain variations in fertility from one country to another. (Laurent y
Bernier 2007: 65)
83
Human capital theory refers to expenditures directly related to children (known as direct cost) and the loss
represented by work time that is sacrificed to children, in other words, the loss of paid work that childrearing may
impose (known as indirect cost). (Laurent y Bernier 2007:65)
241
pérdida en el ingreso, ocasionada por la maternidad, el tiempo que los padres les dedican a sus
hijos representa también una potencial merma laboral, experimentada principalmente por las
mujeres, ya que, en términos generales, ellas se hacen cargo de los niños y desarrollan las tareas
hogareñas. Los ingresos familiares podrían incrementarse también en concordancia con la
inversión empresarial o gubernamental destinada al entrenamiento del capital humano.
Por otro lado, la depresión de la década de 1930, con sus bajas expectativas para el
mercado laboral, afectó negativamente a los padres de los baby boomers. Luego de la Segunda
Guerra Mundial hubo un período de vitalidad económica que ofreció oportunidades efectivas de
empleo e incidió de manera positiva la tendencia a procrear, ya que los ingresos superaban las
expectativas de los empleados. En consecuencia, el incremento de la mano de obra de adultos
jóvenes congestionó el mercado de trabajo a largo plazo y esta tendencia provocó un deterioro del
salario de esa franja etaria.
En un contexto en el que el futuro económico y social de un individuo se percibe como
incierto se adoptan estrategias para reducir el riesgo per cápita. El costo eventual asociado con la
llegada de un hijo, pasa a ser un factor de riesgo más. Desde el punto de vista económico, la
incertidumbre laboral se incrementó en Canadá desde la década de 1980, manifestándose a través
de una mayor inestabilidad. En este contexto, la teoría sobre la prevención del riesgo postula que
una persona esta más propensa a invertir en estrategias que incrementen su seguridad económica
si los factores de riesgo laboral son más estables. Las inversiones se evidencian principalmente en
educación, en el aumento de los ahorros y las horas de trabajo adicionales, que satisfacen las
expectativas del empleador e incrementan las chances de mantener el empleo.
La procreación exige tiempo y dinero para el nuevo integrante de la familia, por lo tanto,
quienes deseen evitar riesgos en el mercado económico, no deben emprender la búsqueda de un
hijo, actitud que es sinónimo de prudencia. La prevención del riesgo incluye preocupaciones tales
como el miedo a que el nuevo integrante lleve stres adicional a las relaciones maritales, el temor
ante las contingencias del comportamiento del niño y la inquietud ante la posibilidad de una
separación, entre otras. La intervención del Estado hace posible que la población esté menos
expuesta al riesgo de pérdida del empleo. Esta estrategia permite que los individuos inviertan
menos en protección contra la inseguridad y brinda más espacio para repensar proyectos altruistas
242
como comenzar una familia. En un sentido más amplio, los programas de protección social
pueden tener un impacto positivo en la tasa de fertilidad.
La falta de medidas adecuadas de protección laboral en un contexto en el que es difícil
encontrar un buen trabajo se dificulta aún más cuando las mujeres trabajadoras deciden tener
hijos. La probabilidad de perder su trabajo y los inconvenientes para encontrar otro luego de dar a
luz, hace que muchas mujeres abandonen la idea de ser madres. Según Kohler et al. (2005) la tasa
alta de fertilidad en EE. UU. se debe, en parte, a la gran flexibilidad del mercado laboral de ese
país, porque cuando hay mayor número de trabajos disponibles, reincorporarse luego de una
licencia por maternidad no implica un problema. La posibilidad de organizar diversos
cronogramas familiares y laborales, y la voluntad de los padres y madres que trabajan de poner a
sus hijos en una guardería, son otros factores tenidos en cuenta por estos investigadores para
explicar la alta tasa de natalidad de EE. UU. Mientras que, según diversos investigadores, la
incertidumbre económica de los jóvenes es uno de los factores responsables de la baja tasa de
fertilidad. Los jóvenes aducen, como factor que influye en la merma de la natalidad, las
perspectivas económicas menos auspiciosas de Canadá, comparadas con el mercado de EE. UU.
(Kohler en Laurent y Bernier 56).
En las sociedades económicamente desarrolladas, los factores financieros y los valores
asociados con los comportamientos tradicionales, prácticas religiosas y familiares, entre otras,
influencian positivamente en la natalidad, mientras que sucede lo contrario si se consideran los
comportamientos que están fuera de las normas convencionales. Obviamente, esta conexión es
teórica e históricamente válida sólo si la situación de la familia es estudiada en forma aislada y
los demás factores, el mercado laboral y el Estado, permanecen constantes.
Las prácticas y creencias religiosas están relacionadas con la fertilidad. Durante las
décadas de 1960 y 1970 se sabía que los católicos tenían más hijos que los protestantes debido a
la prohibición del uso de anticonceptivos. La situación fue cambiando y actualmente los países
con baja fertilidad suelen ser católicos, situación que puede relacionarse con la poca participación
de los fieles en su iglesia. Entre los países desarrollados que practican el catolicismo, solamente
Irlanda y Francia mantienen tasas moderadamente altas de fecundidad. Por el contrario, existe
una elevada tasa de fertilidad en las regiones protestantes, donde la participación en el servicio
religioso está ligada a la posibilidad de procrear (56). La práctica religiosa regular está asociada
243
La familia Stern alquiló el vientre de M. Whitehead por 10.000 dólares más gastos
médicos.Whitehead lo firmó con el fin de ―dar el más cariñoso don de felicidad a una pareja
desafortunada‖ (Guzmán Ávalos 116) y de aprovechar la suma de dinero para costear los estudios
de sus dos hijos en el futuro.
Según los términos del contrato, reproducidos en la sentencia, se la obligaba a intentar la
concepción a través de inseminación artificial, llevar a cabo el embarazo, parir y entregar el niño
o niña a Stern, renunciando a sus derechos de potestad y dando por hecho que este acto era en
interés del menor. Además, se convino que el nombre de los Stern aparecería en el certificado de
nacimiento, que Whitehead asumiría el riesgo del embarazo y del parto, y que se sometería a un
examen psiquiátrico, a costa de Stern.
El derecho de dar el nombre al niño(a) le correspondía a Stern y, si él muriera, el niño(a)
se le confiaría a su esposa. Whitehead estaba obligaba a no abortar y a someterse a examen
médico, pero si el feto resultaba con anormalidad genética o congénita ella debería abortar a
solicitud del señor Stern.
El 27 de marzo de 1986 en el Monmouth Medical Center de Long Branch, New Jersey,
nació la niña, quien sería mundialmente famosa como ―Baby M‖. Ese mismo día el padre
biológico y contractual se trasladó al hospital para verla y se percató de que, contrariamente a los
acuerdos firmados, ella tenía el nombre de la familia de su madre natural: Sara Elizabeth
Whitehead, lo cual representaba un primer incumplimiento de lo convenido. De todos modos
solicitó que, según los acuerdos, la niña le fuera entregada. Mary Beth, arrepentida de la
obligación asumida, lo rechazó y se fugó:
Este fue el primer caso de maternidad subrogada en América del Norte y generó
toda una polémica moral y judicial. La nueva forma de maternidad puede definirse
como: ―el contrato mediante el cual una mujer se obliga, frente a una pareja estéril,
mediante una compensación, a llevar a término un embarazo, haciéndose fecundar
artificialmente con el semen del marido de la pareja o su embrión y entregar al
recién nacido inmediatamente después del parto a los cónyuges, los que asumirán
cualquier derecho y deber frente al niño‖. (Guzmán Avalos 119)
El concepto de maternidad subrogada fue acuñado por Noel Keane, abogado de Dearbom,
Michigan, en 1986, quien fue el primero en reclutar mujeres ―criadoras‖, según expresan Busby y
Delaney (2010). Existen diferentes modelos de maternidad subrogada:
245
84
Royal Commission on the New Reproductive Technologies, Proceed with Care: Final Report of the Royal
Commission on the New Reproductive Technologies, Vol2 (Otawa: Minister of Government Services Canada,
1993) [RCNRT] at, for example, xxxii, 15, 22, 52, 107, 199 and Recommendations 199-205. (Busby y Vun en
Canadian Journal of Family and Law, Vol.26,2010:16)
246
85
El argumento se encuentra en Anexo III, p. 284.
248
trabajar en las colonias, áreas contaminadas), Econo-esposas (de familias pobres) o Prostitutas (al
servicio de los funcionarios, como parte del mercado negro). Las esposas de los comandantes
mantienen su prestigio, aunque no sean fértiles, y sustituyen su infertilidad con el cuerpo de las
criadas. Esto se observa en el ritual de procreación: la criada se ubica entre las piernas de la
esposa para ser penetrada por el comandante; de esta manera, se parodia el acto sexual con la
esposa mientras se efectiviza el acto reproductivo con la criada. El capítulo 30 del Génesis hace
referencia a que Raquel, al no poder concebir, le pide a Jacob que tome a una sirvienta, Bilhah.
De este modo, Raquel puede concebir a través de su criada. La ceremonia de El cuento de la
criada reedita ese texto bíblico:
Now when Rachel saw that she bore Jacob no children, she became jealous of her
sister; and she said to Jacob, ‗Give me children, or else I die.‘ Then Jacob's anger
burned against Rachel, and he said, ‗Am I in the place of God, who has withheld
from you the fruit of the womb?‘ And she said, ‗Behold my maid Bilhah, go in unto
her; and she shall bear upon my knees, that I may also have children by her‘. (Gn.
30-1)
La esposa y la criada están recostadas en el mismo lecho en igual posición que en la obra de
Atwood. En esta escena degradante, ambas mujeres están vestidas mientras transcurre la
violación de la criada.
Las criadas forman una casta identificada por el uso de vestido rojo y toca blanca. El
vestido evita que se vea el cuerpo y la toca oculta la cara. Las criadas no pueden ser miradas y no
pueden levantar los ojos. La protagonista, una criada asignada al comandante Fred para garantizar
su descendencia, pierde su nombre e identidad, y pasa a denominarse Defred en alusión al
hombre al que está asignada: es una criada de Fred. Antes de la instauración del régimen, ella
tenía un nombre propio, trabajaba y vivía con su hija y su pareja, Luke. Debido a la baja
alarmante en la tasa de natalidad (cfr. Capítulo VIII), ella y casi todas las mujeres fértiles fueron
asignadas como criadas a distintos hombres importantes dentro de la estructura del nuevo Estado.
El relato de los sucesos lo realiza la protagonista, Defred, en primera persona. Su narración
resulta ser un diario personal, encontrado mucho tiempo después de haber ocurrido los sucesos
relatados, analizado como documento testigo de una época pasada.
La obra representa un llamado a la reflexión sobre los peligros de los tiempos
posmodernos y una toma de consciencia sobre las posibles consecuencias de la energía nuclear
249
mal usada, como es el caso de la infertilidad de las esposas de los comandantes (cfr. Cap. VIII,
―El discurso histórico-político y jurídico canadiense‖). Atwood, en El cuento de la criada,
reactiva la memoria colectiva sobre lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki. También remite a la
catástrofe nuclear de Chernóbil, ocurrida en 1986, que se erige como un claro ejemplo de los
siniestros nucleares de los tiempos posmodernos. Las consecuencias de eventos de esta magnitud
surgen como resultado de las políticas de los súperpoderes mundiales y son padecidas por gente
inocente, animales y plantas, con impacto directo sobre el medio ambiente: ―Not to mention the
exploding atomic power plants, along the San Andreas fault, nobody´s fault, during the
earthquakes, and the mutant strain of syphilis no mould could touch‖ (Atwood, The Handmaid’s
Tale 127). El relato que analizo da cuenta del extremismo religioso y sexual, de la opresión y de
las catástrofes nucleares que se constituyen como las marcas que propician la desesperación y el
nihilismo en el mundo posmoderno. La composición de Atwood expone la desesperación humana
en este contexto posmoderno. Ella ha expresado que parte del libro está inspirada en un viaje a
Afganistán a fines de 1970, en el que su esposo y ella quedaron impactados por la belleza del país
y por el silencio de sus mujeres, que raramente hablan con sus maridos o los miran directamente.
En el caso de Defred, la violencia física no siempre es directa, sino que muchas veces está
mediada por relatos (como las persecuciones y muertes antes del golpe, o el suicidio de alguna
criada), o se muestra a través de su resultado (como los cuerpos de los rebeldes que son colgados
en el muro a modo de recordatorio y amenaza silenciosa). Un acto de acción violenta directa es la
ejecución a gran escala: tres mujeres son ahorcadas (por adulterio, intento de escape y muerte de
una criada), y durante la ceremonia las criadas tienen que poner su mano sobre la soga como
muestra de apoyo a la ejecución. Luego, un guardia acusado de violación es colocado frente a las
criadas, quienes lo golpean y patean hasta matarlo. Asimismo, hasta el simple hecho de que una
criada se integre a la casa del comandante genera violencia verbal hacia ella. Véase a
continuación cómo Defred es recibida en su nueva casa.
I want to see as little of you as possible, she said. I expect you feel the same
way about me. I didn‘t answer, as a yes would have been insulting, a no
contradictory. I know you aren‘t stupid, she went on. She inhaled, blew out
the smoke. I‘ve read your file. As far as I‘m concerned, this is like a business
transaction. But if I get trouble, I‘ll give trouble back. You understand? Yes,
ma‘am, I said. Don‘t call me ma‘am, she said irritably. You‘re not a Martha. I
didn‘t ask what I was supposed to call her, because I could see that she hoped I
250
would never have the occasion to call her anything at all. I was disappointed. I
wanted, then, to turn her into an older sister, a motherly figure, someone who
would understand and protect me. The Wife in my posting before this had spent
most of her time in her bedroom; the Marthas said she drank. I wanted this one to
be different. I wanted to think I would have liked her, in another time and place,
another life. (Atwood, The Handmaid’s Tale 20-21)
Todo acto produce un alto grado de excitación en las criadas. La violencia física, promovida por
el régimen, es ejercitada por las esposas hacia las criadas.
Otro punto álgido es el ritual de procreación, que tiene en sí mucha violencia por el
reduccionismo al que se somete a las mujeres, cuyos cuerpos, símbolos de fertilidad, son usados
como vehículos de continuidad, pero además son expuestos ante todos los que deben presenciar
el acto. Las mujeres se reducen a cuerpos, pero el ritual debe ser aceptado por sus mentes. Esta
ceremonia alude a lo que sucede en la maternidad subrogada. El caso de Defred sería el de la
maternidad de tipo d), explicada en el Capítulo VIII. Si bien el óvulo es suyo, ella no posee
control sobre esa parte de su cuerpo. Su inseminación no es un acto volitivo, sino una violación
bajo el lema de servir al sistema (Gn. 30-1).
Defred intenta dar sentido a los hechos que la llevaron donde está y, aun cuando parece
contrastar con claridad su pasado y su presente, por momentos aflora en sus palabras el discurso
oficial internalizado. Su vida se conforma como un palimpsesto donde las experiencias, propias y
ajenas, se superponen y construyen subjetividades. Ella necesita desarrollar una conciencia crítica
para comprender y hacer que esas repeticiones sean significativas. Sólo después de la experiencia
puede registrar la historia: ―La parodia puede ser políticamente potenciadora con la condición de
que esté sostenida por una conciencia crítica que apunte a engendrar transformaciones y
cambios‖ (Braidotti, Transposiciones 34).
Otra estrategia que opera en la subordinación es la invisibilización del dolor en la
memoria. Defred sugiere que el dolor, una vez superado, queda sumergido y, al menos
superficialmente, olvidado. Además, propone que uno construye una distancia con los hechos,
aunque los cambios estén delante, uno tiende a relacionarlos con algo lejano: ―We were the
people who were not in the papers. We lived in the blank white spaces at the edges of print. It
gave us more freedom‖ (Atwood, The Handmaid’s Tale 64). Desde esta posición, Atwood coloca
al lector en los espacios blancos entre las historias, intentando socavar la seguridad de linearidad
temporal.
251
En la historia de ciencia ficción de Atwood, el tratamiento del régimen hacia las criadas
produce, reproduce y perpetúa estrategias de invisibilización del dolor, mantiene apacibles la
mente de las criadas y naturaliza rituales de reproducción que son una violación del cuerpo
femenino. Según Butler (1997), ―la agencia comienza allí donde la soberanía declina. Aquel que
actúa precisamente en la medida en que él o ella es constituido en tanto que actor y, por lo tanto,
opera desde el principio dentro de un campo lingüístico de restricciones que son al mismo tiempo
posibilidades‖ (Butler, Mecanismos 37). No obstante, debido al adoctrinamiento, el ritual de
reproducción parece una rutina natural. Es casi imposible que las súbditas del régimen cuestionen
su servilismo y su opresión.
86
Rescato las reflexiones de Butler (1997) quien, refiriéndose a la identidad del sujeto ―mujeres‖, al mismo tiempo
que diferencia sexo y género, cuestiona sus determinaciones fijas. Lo femenino no corresponde a un cuerpo de
mujer, si bien hay una construcción cultural aceptada socialmente. (Butler 1-20)
253
través de la estructura y el contenido del relato realizado por la protagonista, se destaca la forma
en que el personaje principal cambia de un territorio a otro y saca al sujeto femenino del territorio
sexuado, con un cuerpo reprimido y conflictivo asignado socialmente, para poder construir una
corporeidad del deseo.
La última sección del libro, titulada ―Notas históricas sobre el cuento de la criada‖
(Atwood, The Handmaid’s Tale 570), establece que lo que el lector termina de recorrer es un
diario personal en el que la protagonista vierte sus experiencias, deseos y pareceres. Debido a
esto, la novela de Atwood presenta una estructura particular, por demás significativa. Esta forma
de presentar el texto es considerada, siguiendo el análisis que se hace en el presente apartado,
como un modo de graficar la manera en la que la protagonista usa la narración escrita para poder
des-territorializarse, y así canalizar, a través del lenguaje, sus opiniones, deseos y frustraciones en
un entorno creado por ella, que le permita desahogarse a fin de comprender mejor la experiencia
que le toca vivir. Esta estructura narrativa lleva a la práctica la idea de Deleuze y Guattari (1990)
de que un libro sólo existe porque hay un afuera, porque hay algo que le es exterior, ya que no
significa, sino que delinea y realiza la cartografía de un afuera, incluso siendo, como en el caso de
esta novela, un exterior futuro, el que la protagonista esboza en su diario.
En lo que respecta al contenido del relato, se registran diferentes momentos en los que
Defred trata de des-territorializarse delineando mapas en los que describe su presente, su pasado
y lo que ella cree que puede ser su futuro. El entorno presente es descripto por la protagonista
mediante un mapa del lugar en el que se encuentra: ―The bell that measures time is ringing. Time
here is measured by bells, as once in nunneries‖ (Atwood, The Handmaid’s Tale 4). También,
como en un convento, hay pocos espejos. La descripción no solo apunta a que el lector tenga
noción del lugar (―here‖), sino a mostrar cómo están marcados los distintos momentos del día. La
campana representa la autoridad que debe ser obedecida, y el lugar es comparado con un
convento, lo que sitúa al lector en un régimen teocrático en el que los momentos del día no los
define cada uno, sino un tercero con la autoridad suficiente para imponer su estructura sobre el
resto.
Es el Estado, el que, teniendo en cuenta lo que surge de la frase citada, requiere que las
mujeres vivan juntas como si fueran monjas. La descripción marca también la relación con el
cuerpo de la mujer, ya que, al haber pocos espejos, se evita que ellas se topen con una imagen
254
completa de su propio cuerpo, y con el de las otras con las que comparten el lugar. A pesar de
esto, la protagonista encuentra un momento de su presente que le permite expresar sus deseos
libremente: ―The night is mine, my own time, to do with as I will‖ (Atwood, The Handmaid’s
Tale 41). El hecho de tener algo propio, aunque sea un breve momento del día, marca la
necesidad de la protagonista de poseer un territorio en el cual poder expresar su voluntad y su
deseo, sin la presión obsesiva de un Estado que fija una estética, un territorio y los momentos del
día.
Defred realiza también un mapa de su pasado:
Luke and I used to walk together, sometimes, along the street. We used to talk
about buying a house like one of these, an old big house, fixing it up. We would
have a garden, swings for the children. We would have children. Although we
knew it wasn‘t too likely we could ever afford it, it was something to talk about, a
game for Sundays. Such freedom now seems almost weightless. (Atwood, The
Handmaid’s Tale 26)
En este caso, al contrario de lo que ocurre con la descripción de su presente, ella recuerda con
nostalgia momentos agradables de su vida que ya no puede vivir y que recrea en el diario, como
un modo de poder vivirlos nuevamente. El recuerdo del pasado no sólo es nostalgia, sino también
un modo de deshacerse de su represivo presente, trata de escapar de él escribiendo, recordando la
época en que era libre de realizar actos por voluntad propia, los momentos del día eran marcados
por ella misma, y podía pasear y planificar un futuro. Saca de este modo su cuerpo del presente,
aunque sea de forma imaginaria, llevándolo al territorio del pasado, des-territorializándolo de un
presente restrictivo, autoritario y dominante de sus tiempos y de su cuerpo.
La otra forma de des-territorializarse es a través de la descripción de lo que considera y
desea como posible futuro: ―Every night when I go to bed I think, In the morning I will wake up
in my own house and things will be back the way they were. It hasn‘t happened this morning,
either.‖ (Atwood, The Handmaid’s Tale 235). Aquí se muestra otra vez que la noche es el
momento que la protagonista encuentra ideal para escapar del presente, y re-territorializar su
deseo en un futuro probable que, al ser proyectado por ella, es similar a su pasado, porque lo que
en realidad quiere es que todo sea como antes. No hay muchas esperanzas, ni se planean grandes
empresas para su futuro: reclama simplemente poder disponer de su tiempo y su cuerpo, de su
propio lugar, su casa, su territorio.
255
Para disciplinar la sociedad de Gilead, la memoria cultural debe ser eliminada. Existe un
extremo control sobre la población que amenaza la existencia del nuevo Estado; es por ello que,
si no se destruyen la memoria cultural y la conciencia histórica, Gilead no puede sobrevivir. La
libertad es entonces definida como la capacidad de narrar y hablar de las injusticias que
desmembran el cuerpo femenino, mientras que la vigilancia es la forma en que los detalles
personales son recolectados, chequeados y transmitidos para manejar a la población. En
consecuencia, la autoridad de Gilead intenta borrar el pasado, la cultura y la historia para lograr el
poder de vigilancia y gobernar la sociedad de forma totalitaria (Kouhestani 131).
Como un medio de ganar poder sobre el lenguaje, la autoridad lo manipula para sus
propósitos. Por ejemplo, en Gilead se cree que la libertad que existía en el pasado fue una de las
causas de la anarquía. La tía Lidia les dice a las criadas: ―There is more than one kind of freedom,
freedom to and freedom from. In the days of anarchy, it was freedom to. Now you are being
given freedom from. Don't underrate it‖ (Atwood, The Handmaid´s Tale 34). Al desestimar los
valores del pasado, la República puede controlar y reforzar el lenguaje, que es la base del
pensamiento, y quienes pueden controlarlo pueden también restringir el pensamiento. Atwood
representa una sociedad que establece una rígida creencia social a través de la dominación del
lenguaje. Sin embargo, Defred lo deconstruye porque ella no es parte del sistema que lo utiliza
como forma de dominación para controlar la realidad social. Ella escribe su diario con su
lenguaje del pasado y explora el discurso totalitario para resistir la autoridad social:
These seem to me like the instrciptions I used to read about, carved on the stone
walls of caves, or drawn with a mixture of soot and animal fat. They seem to me
incredibly ancient. The desk top is of blond wood; it slants down, and there is an
armrest on the right side, to lean on when you were writing, on paper, with a pen.
Inside the desk you could keep things: books, notebooks. These habits of former
times appear to me now lavish, decadent almost; immoral, like the orgies of
barbarian regimes. (Atwood, The Handmaid´s Tale 128-129)
Así, sin importar el nivel de poder que la sociedad logra al final de la novela, ese poder es minado
a través de las palabras y los discursos del lenguaje usado por la narradora.
Atwood sostiene que: ―There is no single detail in the book that does not have a
corresponding reality, either in contemporary conditions or historical fact‖ (Mc Combs 284). Los
257
hombres siempre han tenido control sobre las mujeres, así es que hay pocas sociedades en el
mundo en las que no haya patriarcado. También existen sociedades totalitarias, comunistas o con
una concepción religiosa extrema, sistemas socio-políticos que tienen un control constante sobre
la mente y el comportamiento de sus ciudadanos. Sin embargo, el poder, el control y la opresión
son conceptos que sobresalen en las sociedades patriarcales. En El cuento de la criada, Atwood
describe una sociedad que parodia las sociedades de nuestro tiempo y cuestiona por qué alguien
podría querer el control sobre otra persona o usar su poder como una marca de superioridad.
Históricamente, siempre que los hombres impusieron su autoridad sobre otros, la utilizaron para
dominar. En la sociedad de Gilead, los hombres han logrado una posición de extrema
superioridad, en contraste con las mujeres, y la usan para evidenciar su supremacía.
La sociedad de Gilead está construida sobre la noción bíblica de que los hombres son más
importantes que las mujeres: ―for Adam was first formed, then Eve‖ (Bloom 233). En una
sociedad totalitaria, quienes mandan creen que los que tienen poder tienen derecho al control de
cada faceta de la vida de los sometidos, desde su economía y su política hasta sus ideas y
creencias. Los dictadores del régimen saben cómo usar ese poder y, con este conocimiento, usan
y abusan de la gente.
Atwood lleva a cabo en esta novela un delicado juego de palabras con el término
―hombre‖ tomando su acepción más genérica, humanidad en general, y usando a su vez un
significado más específico de la figura masculina: ―Men highly placed in the regime were thus
able to pick and choose among women who had demonstrated their reproductive fitness by
having produced one or more healthy children‖ (Atwood, The Handmaid´s Tale 316). La autora
muestra cómo las mujeres pierden todos sus derechos sobre su propia vida, incluso sobre sus
propios cuerpos: ―they were picked out by the regime to function as handmaids for rich families,
with no right to object or choose‖ (Atwood, The Handmaid´s Tale 132).
En conclusión, existe una vinculación directa entre el tema del poder y la corporeidad
femenina. El ―cuerpo dócil‖, el ―cuerpo que sufre‖ y que de alguna manera se resiste ha sido
conceptualizado recurriendo a los aportes de Foucault y Butler. Ellos intentaron traducir el
cuerpo femenino a la escritura, recurriendo al cotejo del paradigma decadente y cuestionado del
logos racional clásico: falologocentrismo. Se anuncia la muerte del cuerpo disciplinado para
hacerlo dócil, productivo y reproductor, como lo señala Foucault. Las estructuras apuntaban a
258
encarcelar y a explotar el cuerpo, como una materia prima destinada a ser socializada, como una
productividad, y con una finalidad predeterminada. Este cuestionamiento del paradigma
racionalista cede su lugar a toda una gama de discursos posestructuralistas en las ciencias
humanas y sociales. Así emerge, como un nuevo campo epistemológico, una serie de cuestiones
interrelacionadas sobre la corporización del sujeto y la condición fáctica del cuerpo. En suma, el
cuerpo se vuelve objeto de una proliferación de discursos que contienen nuevas formas de
conocimiento y de vida que asumen sujetos corporizados. Mediante el acceso al mundo ficcional
que contextualiza a la heroína se develará la construcción identitaria femenina como accesible e
inaccesible a la vez, ocultando el cuerpo real y convirtiendo al personaje en alguien abyecto.87
Foucault (1995) habla de los cuerpos dóciles y sumisos: tal es el caso, precisamente, de El
cuento de la criada, en que es posible observar el sometimiento. En esta novela, la autora expresa
claramente una denuncia al sistema, narrando la vivencia del personaje principal, que asume la
docilidad impuesta por el sistema, docilidad que le impide ser feliz. De algún modo, plantea en su
propuesta la idea de que los cuerpos son algo construido. La protagonista genera y elabora, desde
la contrariedad y el disconformismo, un rostro, una máscara, en suma, un cuerpo diferente al
dado per se: un cuerpo que sufre.
Atwood busca cuestionar y desafiar, a través del lenguaje, las verdades absolutas
impuestas por el sistema patriarcal. Entiende el poder político como inherente al lenguaje y su
uso, y muestra cómo las construcciones lingüísticas ayudan a mantener en pie las estructuras
sociales y políticas implantadas por el patriarcado. Al adherirse a reglas y límites no impuestos
por ella, la mujer misma se censura y se limita. La novela El cuento de la criada es un relato que
se erige como metáfora de la condición humana sometida a los efectos, casi siempre
devastadores, de una conducta que se inclina a la propia destrucción. Se asiste a la narración de
un universo ficcional distanciado de las categorías espacio-temporales de la realidad empírica,
pues la historia se desarrolla en el carácter imaginario y profético del hecho estético.
87
―la producción de la abyección, el rechazo, la desdicha, etc., como condiciones previas necesarias para el amor. El
gesto de rechazo puede ser erotizado de manera masoquista sólo porque es un gesto‖. (Butler 72)
259
88
El argumento se encuentra en Anexo III, p.286
260
dime in a dozen in those days; the place was crawling with them. Nevertheless, it never hurts to
be of semidivine birth. Or it never hurts immediately‖ (Atwood, The Penelopiad 1). Acepta su
posición semi-divina y deja en claro que no es algo preocupante, hasta que toma conciencia de las
reglas sociales que establecen y dividen los roles para cada persona.
Posteriormente, Penélope describe el lugar y el tiempo desde el cual narra y los motivos
por los que quiere contar su propia historia. Si bien se trata de un personaje mítico, el relato está
contado en el presente, por lo que se trata de una Penélope que ve su historia desde los primeros
años del siglo XXI. Describe el lugar desde el cual habla como oscuro, aunque no tarda en
encontrarle sus ventajas a la falta de luz, ya que la penumbra le sirve para hacerse la desentendida
cuando alguien la reconoce y la quiere saludar: ―Well, yes, it is dark, but there are advantages—
for instance, if you see someone you‘d rather not speak to you can always pretend you haven‘t
recognized them‖ (Atwood, The Penelopiad 4). La única diferencia aparente de la que ella es
consciente es la de los Campos de Asfodelo, que describe como menos oscuros.
Con respecto a las personas con las que se encuentra, Penélope asevera que las cavernas
interiores son más interesantes por la gente con la que allí se puede conversar: carteristas,
corredores de bolsa o rufianes (Atwood, The Penelopiad 9). Luego, describe distintos momentos
de su vida: su nacimiento, su casamiento y el retorno de Odiseo, mezclando el relato con
descripciones irónicas de las personas con las que lidió: su padre, su marido, e incluso su bella
prima Helena de Troya. El relato de Penélope solo se ve interrumpido por las voces de las doce
criadas asesinadas por Telémaco, que dan su propio punto de vista de la historia, haciendo
contrapeso a las aseveraciones de Penélope.
La descripción que hace Penélope del inframundo, el Tártaro, se acerca a la de Robert
Graves en The Greek Myths (1955). Según el escritor inglés, cuando las almas de los muertos se
adentran en aquel lugar, la primera región que se divisa son los campos de Asfodelo, que
Penélope notaba como más luminosos. En ese lugar se encuentran las almas de los héroes,
vagando de manera conjunta con espíritus de personas menos importantes. Lo único que pueden
consumir es la sangre que a veces suele emanar de los vivos. Luego de pasar Asfodelo, se
encuentran Érebo y el palacio de Hades y Perséfone (Graves 121). Graves también establece que
los que recién mueren son juzgados por un tribunal formado por Minos, Radamantis y Aecus, en
un lugar en el que se cruzan tres caminos. Radamantis juzga a los asiáticos, Aecus a los europeos
261
y los casos difíciles caen en manos de Minos. Los veredictos conducen las almas por uno de los
tres caminos posibles. Los que no son ni virtuosos ni malvados son enviados a Asfodelo, los
malvados van al campo de castigo de Tártaro, y los virtuosos son conducidos al Elisio. Salvo este
último lugar, que se encuentra bajo el control de Cronos, el inframundo es regido por Hades,
quien no deja que ningún súbdito se escape (Graves 121). Se trata de un lugar que, por lo tanto,
está dirigido por una autoridad masculina y en el que quienes definen el destino de las almas son
también varones.
Éste es el lugar desde el cual Penélope, en tiempo presente, realiza una narración
autobiográfica. Comienza relatando que de pequeña, su padre, el rey Icario de Esparta, quiso
tirarla al mar sin que ella supiera muy bien el motivo (Atwood, The Penelopiad 5). Aquí se puede
apreciar lo que establece Carol Ann Howells (2006): la novela tiene en cuenta detalles de la vida
cultural y las creencias de la Grecia clásica, desarrollando a su vez un puente narrativo con el que
trata de unir el mundo actual con el de la Odisea. El hecho de tirar a un hijo al mar sin motivo
aparente no tiene sentido para Penélope, que relata su vida desde una perspectiva posmoderna. Se
trata, según Howells, de un revisionismo auto-consciente que realiza Penélope y en el cual
Atwood entreteje patrones míticos con una reconocible red de relaciones humanas
contemporáneas (10). Penélope, desde el inframundo, realiza conexiones entre el mundo antiguo
y la realidad contemporánea, que se pueden ver en el tono irónico que utiliza en muchos de sus
relatos, como cuando narra su poca fe en la historia del nacimiento de Helena de Troya:
It was claimed she‘d come out of an egg, being the daughter of Zeus who‘d raped
her mother in the form of a swan. She was quite stuck-up about it, was Helen. I
wonder how many of us really believed that swan raped concoction? (Atwood, The
Penelopiad 6)
Se puede ver en este caso la lectura jocosa y desde la incredulidad que la narradora hace de la
historia de su prima, dibujando así también su carácter.
Howell tiene en cuenta que la historia de Penélope está fundada en los detalles domésticos
de su vida como hija, madre, esposa y reina, que ha manejado la hacienda de su esposo durante
los veinte años que estuvo fuera de Ítaca. Penélope comenta también los problemas que tiene con
su suegra y con la vieja criada de Odiseo, Euriclea; habla sobre la deserción de Odiseo y el hecho
de ser madre de un hijo adolescente: Telémaco (Howell 10).
262
Dentro del relato es importante el comentario que Penélope hace sobre la naturaleza de la
institución del matrimonio. Para ella, los matrimonios se hacían para tener hijos: ―Marriages were
for having children‖ (Atwood, The Penelopiad 8), y se celebraban solamente entre personas
importantes, ya que quienes no eran importantes no tenían propiedades: ―Under the old rules only
important people had marriages, because only important people had inheritances‖ (Atwood, The
Penelopiad 8). El matrimonio no consistía en el deseo privado de dos personas para convivir,
sino que se trataba de una institución en la que había muchos intereses en juego, y que resultaba
formativa no solamente para las personas que contraían matrimonio, sino para todos quienes
estaban relacionados con ellas.
La funcionalidad de la institución, o sea, el ser vehículo para la procreación y la crianza
de niños, realza su carácter patriarcal en dos sentidos: el primero se refiere a la función biológica
de la mujer, ya que sería imposible que el viaje durante veinte años lo hubiera hecho Penélope,
dejando solo a Odiseo con Telémaco. El segundo sentido se refiere a que siempre era preferible
que la mujer procreara varones. Como lo explica la propia Penélope: ―The more sword-wielders
and spear-throwers you count on from within your family the better‖ (Atwood, The Penelopiad
9). La procreación de varones era útil para la futura defensa de la hacienda. Por otro lado, si se
tenían solo hijas, solo servían como futuras madres. Como dice Penélope: ―If you had daughters
instead of sons, you needed to get them bred as soon as possible so you could have grandsons‖
(Atwood, The Penelopiad 9). Al haber fallado en entregar hijos varones en primer término, se
esperaba que las hijas pudieran engendrar nietos varones, pero esto debía suceder lo más pronto
posible, porque mientras más joven y bella fuera la hija, mejor y más fructífero sería el arreglo
matrimonial con un joven varón de fortuna.
Respecto de la maternidad, Penélope se desentiende de ella y deja en claro que Telémaco
era más que nada una molestia:
To add to my misery, Telemacus was now of an age to start ordering me around. I‘d
run the palace affairs almost single-handedly for twenty years, but now he wanted
to assert his authority as the son of Odysseus and take over the reins. (Atwood, The
Penelopiad 22)
Es una madre distante. Telémaco le resulta molesto, ya que ella sola ha podido manejar los
asuntos del reino sin ninguna ayuda y, de repente, en su mayoría de edad, Telémaco pretende
263
debe recordar que Penélope tenía un estatuto de semi-diosa porque era hija de una náyade. La
vinculación con el culto a la diosa de la luna implica que la subjetividad masculina es desplazada,
debido a que ese culto tiene un concepto diferente de lo divino y lo maternal. Esto significa que la
idea de hablar acerca de la mujer o hablar como mujer supone expresarse en contraposición al
discurso falogocéntrico. Esta tendencia debe ser reconsiderada mediante la investigación de la
subjetividad en el momento del surgimiento del patriarcado, en términos de sus exclusiones
constitutivas, puesto que existe un mapa diferente del deseo y la sexualidad en las culturas
matriarcales.
En este sentido, Penélope y sus doce criadas es el escenario propicio para plantear la
controvertida cuestión de la subjetividad y la identidad entre el postmodernismo y el feminismo.
Los relatos de Penélope sobre su pasado, el de la sociedad espartana y el de Ítaca subvierten su
representación como la esposa amante y paciente de la Odisea:
You can see by what I told you that I was a child who learned early the virtues—if
such they are—of self-sufficiency. I knew that I would have to look out for myself
in the world. I could hardly count on my family support. (Atwood, The Penelopiad
11)
Penélope es la hija de una semi-diosa, separada de su familia por el matrimonio, conforme a las
tradiciones extranjeras. En su ciudad de origen, Esparta, hay semi-diosas que no encajan en el
papel de madre y esposa tal como se define en una sociedad patriarcal, y una mujer que sale de su
casa es una ―newfangled idea‖ (Atwood, The Penelopiad 37), como expresa Helena. En la
evocación del pasado se observa que la madre de Penélope no disfrutaba con sus posesiones; de
hecho, su indiferencia hacia las propiedades materiales es ilustrada por su negativa a medir
objetos y alimentos en términos de cantidad y número. Su sociedad tenía un sistema de valores
diferente. Se evidencia también cuando la madre de Penélope indica: ―fish come in shoals, not
lists‖ (Atwood, The Penelopiad 86). Este eslabón muestra que hay una relación diferente con la
naturaleza, otra economía de intercambio entre las personas, y entre la naturaleza y las personas.
Otro claro ejemplo de la sociedad matrilineal es que la madre de Penélope no se ocupaba
de los arreglos matrimoniales de su hija, normalmente una responsabilidad de la madre en la
sociedad patriarcal. Cuando Penélope se traslada a Ítaca, tiene que aprender todo desde cero en
esa sociedad extraña a sus costumbres. En ese contexto, los hombres son salvajes, la gente come
265
carne y pan, y la maternidad es el único papel significativo para las mujeres. Para Penélope, hay
un conflicto entre la ley de su tierra y la conceptualización de la maternidad que tiene Euriclea,
nodriza de Odiseo y más tarde de Telémaco, el hijo de Penélope. Ese rol maternal se opone
fuertemente al de la madre de Penélope. Las madres en Ítaca se limitan a alimentar, lavar, cuidar
a los cuerpos de los varones; en cambio, la madre de Penélope no cuidaba de sus hombres.
La diferencia en los alimentos también es importante en este contexto; por ejemplo, la
fruta, abundante en Esparta, se asocia con las religiones y tradiciones femeninas, ya que era el
nutriente básico en las sociedades de recolección de alimentos, mientras que la carne
suministrada por la ganadería indicaba una sociedad sedentaria. Penélope debe intentar encajar en
este contexto tan disímil.
Durante la ausencia de Odiseo por diez años, la familia pasa por un sinfín de cambios
gracias a las habilidades diplomáticas y de gestión de Penélope. La madre de Odiseo ha muerto;
Euriclea, su niñera, es demasiado vieja y Telémaco, muy joven; en consecuencia, Penélope actúa
como la reina de la casa. En este contexto, teje y desteje su manta para ahuyentar a los
candidatos. El tejido se considera un pasatiempo femenino adecuado y parece ser un acto
amenazante contra los hombres, por el que su padre trató de matarla cuando ella era una niña,
debido a que había escuchado a un oráculo que la niña tejería su mortaja. En su posición de reina,
Penélope establece la paz y la prosperidad, y para este difícil trabajo tiene la ayuda del legado
femenino. Ella recuerda el consejo de su madre:
Water is not a solid wall, it will not stop you. But water always goes where it wants
to go, and nothing in the end can stand against it. Water is patient. Dripping water
wears away a stone. Remember that, my child. Remember you are half water.
(Atwood, The Penelopiad 43)
No es extraño que Atwood reescriba la historia de Penélope desde el punto de vista de una
mujer. Después de su muerte, Penélope habla del Hades, donde las sombras de los protagonistas
son visibles y en ocasiones comunicativas. Luego presenta la larga espera por el regreso de su
marido, sus estrategias para posponer los pretendientes que podrían reclamar su herencia, y su
vida entre las mujeres, en las habitaciones del palacio. Atwood centra su texto en el terrible
incidente del ahorcamiento de las doce doncellas cuando Odiseo regresa y mata a los
pretendientes no deseados que habían utilizado su riqueza durante años. Pero ¿qué es lo que
266
significa este horrible suceso, descrito claramente, en el contexto más amplio del mito? El dolor
de Penélope por el estrangulamiento de las criadas es un dolor real, pero su verdadera
preocupación es la acción siguiente. Las sirvientas no tienen individualidad; su función es la de
un coro que ofrece lecturas alternativas. ¿Fueron ellas testigos de la infidelidad de Penélope, o
víctimas de sus estrategias, calculadas pero necesarias, de engaño? El texto de Atwood permite
pensar que la historia tiene dentro de su tejido la destrucción de las religiones matriarcales, y que
las doce doncellas eran sacerdotisas de Penélope. La fuerza del mito, su vivacidad, y en cierto
modo su ambigüedad, admiten una nueva lectura, relevante para la preocupación actual sobre la
motivación y la complejidad de las relaciones ambiguas de las mujeres con sus roles.
Atwood subraya la implicancia del culto a la diosa de la luna en la castración y mutilación
de Melantio. Las doncellas son forzadas a limpiar la sangre antes de ser ahorcadas. A la luz de los
rituales de fertilidad, los reclamos de Odiseo sobre el reino representan esos rituales. Las doce
doncellas coinciden con los doce meses y las doce fases de la luna; Artemis, en cambio,
representa el décimotercer mes en el calendario lunar. El ahorcamiento de las criadas con un
cordón del barco de la luna simboliza la rotación de poder patriarcal (Graves 11-16). Los ritos
seguidos de baños de sangre de las criadas se llevan a cabo para rejuvenecer el ciclo de la vida,
representado por el comienzo del ciclo de la luna. Los hechos sucedidos en este contexto, cuando
retorna Odiseo, se vuelven incomprensibles.
El intento de establecer un nexo entre mito, violencia, derecho y destino es uno de los
aportes más importantes de este apartado. La violencia mítica en su forma original sería pura
expresión de los dioses, no un medio para sus fines, y apenas si podría considerarse
manifestación de sus voluntades. Las leyendas en las que la heroína, por ejemplo, Penélope,
desafía con digna valentía el destino, enfrentándose a él con suerte diversa, demuestran que, en
un sentido arcaico, los castigos divinos poco tenían de derecho conservador; por el contrario,
instauraban un nuevo derecho entre los humanos (Benjamin 39). Sin embargo, la violencia
mítica, tal como se representa en el mito de Penélope, es pura manifestación de la existencia de
los dioses. Si el mito mantiene, según Wolfgang Sofsky (2006), una extraña afinidad con las
ideologías políticas, ya que justifica el contrato, la ley y el poder al explicarlos, podría ser un
privilegio de la imaginación añadir variantes al original e indicar a las historias un camino
diferente (Sofsky 8). Haciendo uso de esa prerrogativa, algunas escritoras han vuelto sobre esos
267
relatos fundacionales, se han detenido en las protagonistas mujeres y han imaginado sus voces,
sus risas, su cercanía, sus modos de habitar el mundo; y también su experiencia de víctimas, el
espanto, lo que pensaron y sintieron antes de que la violencia las destruyera. Esta renovación no
sólo es interesante, también es interesada: se trata de no repetir la misma historia. Estos relatos
están arraigados en nuestra memoria e imaginación, por eso tiene tanta fuerza crítica la audacia
de refigurarlos y re-describir sus metáforas. Para Atwood, si las palabras y las historias nos
encierran, también nos pueden liberar: ―A word after a word / After a word is power‖ (2014). Las
palabras son un arma cargada de pasado que hay que aprender a utilizar para extraviarse, para
empezar de nuevo.
268
reforzando y complementando las conductas y juicios de valor que pautan la condición femenina
desde la doxa imperante en cada momento histórico. El interrogante transdisciplinario planteado,
que compete a una teoría de valores, podría expresarse del siguiente modo: ¿cuáles fueron las
evaluaciones sociales del momento en cada contexto literario?
En esta etapa conclusiva de mi trabajo, es oportuno presentar relaciones y organizar lo
que en páginas anteriores llamé ―bases dóxicas‖. Éstas atraviesan los niveles de análisis
propuestos, recubriendo tanto las figuras o imágenes de mujer como las regularidades
discursivas. Para abordar las distintas zonas de sociabilidad, centré la investigación de las
matrices discursivas en los discursos políticos, jurídicos, religiosos y científicos de los períodos
de referencia, detallando cómo cada matriz regula actitudes y conductas que definen la condición
femenina.
Entre los hallazgos del estudio se encuentran las ―galerías de imágenes‖ propuestas en las
conclusiones parciales de cada matriz discursiva considerada (cfr. secciones V.5, VII.3 y IX.3).
Asimismo, en estos apartados di cuenta de cómo en los tres contextos de referencia,
shakesperiano, afroamericano y canadiense, aparecen configuraciones de corporeidad identitaria
femenina tales como la mujer malvada/vil y promiscua (Tamora y Sula); la mujer casta y virgen
como mercancía de trueque y factor de ascensión social (Lavinia, Ofelia, Nel y Penélope); y la
madre (Sethe, Tamora, Eva Peace, Hannah, Defred y Penélope).
Estas configuraciones se presentan de diversas maneras en cada contexto discursivo. Por
ejemplo, en la presentación del adulterio se subsumen dos calificativos, lo irregular y lo ilícito,
que se corresponden con una imagen de mujer; es el caso de Tamora, la heroína shakesperiana,
que migra a la novela posmoderna de Morrison en la figura de Sula. He explicitado también en
los textos la sanción social que corresponde a las transgresiones. El adulterio es un delito y
existen normas jurídicas que lo castigan, pero al mismo tiempo se produce una sanción social,
expresada mediante la exclusión de los lugares públicos de la adúltera. Mostré en el análisis
cómo la condena pública se hace presente, por ejemplo, en las protagonistas Sula y Tamora. Otro
ejemplo de cómo lo ilícito e irregular debe ser castigado por el sistema es el ahorcamiento de las
criadas en las dos novelas de Atwood. En El cuento de la criada, son las propias nodrizas quienes
castigan a sus pares hasta matarlas. En Penélope y sus doce criadas, las sirvientas son ahorcadas
por Telémaco ante la sospecha de que fueran cómplices de las relaciones ilícitas de su madre. Es
272
decir, no sólo existe la condena explícita por las evaluaciones negativas, sino que también se
produce en el destino final de aquellas que no cumplieron con la ley.
El accionar maligno siempre recibe castigo: por su tenacidad, firmeza y avaricia, Lady
Macbeth es penada con la locura. Esta formación discursiva posee regularidades manifiestas en
términos de castigo para adoctrinar y volver dóciles los cuerpos. Sula también posee
características maléficas y termina su vida en estado deplorable. Sin embargo, una heroína
benévola como Ofelia también enloquece, al no poder concretar su matrimonio con el príncipe
Hamlet, a lo que se suman la muerte de su padre y el alejamiento de su hermano, que hacen que
no le sea factible autoconstituirse por sí misma.
La presencia de la muerte física o simbólica de las heroínas en Tito Andrónico, Hamlet y
Macbeth se repite en Sula y se materializa en el doble destierro de Defred, quien primero es
separada de su familia, luego adoctrinada y finalmente evacuada para preservar su existencia.
Asimismo, Penélope emite sus apreciaciones desde el inframundo. Es la voz de una heroína
muerta que expresa su punto de vista mediante su relato acerca del mito de neto corte patriarcal
que minimiza a las mujeres. También Defred lo expresa desde un contexto espacial especial.
La figura de la mujer virgen como objeto de trueque está presente en las heroínas
shakesperianas: Lavinia en Tito Andrónico y Ofelia en Hamlet. Luego, esta corporeidad
identitaria femenina se materializa en los personajes de Sethe en Beloved, Defred en El cuento de
la criada y Penélope en Penélope y sus doce criadas (cfr. Cap. VII.1 y Cap. IX.1 y 2). Asociado
a las figuras femeninas, este conjunto dóxico refuerza las actitudes esperables de una doncella y
define las conductas que validan las uniones en términos de dispositivos de alianza y legitiman la
intimidad conyugal.
De igual manera, el tópico de la maternidad vincula y distingue posicionamientos al
respecto. Tamora es madre, pero su actitud maternal se manifiesta hacia sus hijos mayores, no
hacia el recién nacido, hijo de Aarón, que fue sustituido por un infante blanco para adherir al
sistema y brindar descendencia al emperador Saturnino. Este tipo de maternidad se contrapone a
la de Sethe, quien es capaz de cometer infanticidio con el fin de no proveer al sistema de otra
esclava. Sin embargo, su benevolencia maternal se observa en cómo hace factible que sus otros
tres hijos lleguen a Ohio. Lady Macbeth, otra heroína shakesperiana, rechaza su condición
femenina manifiestamente y sostiene que también aniquilaría a su descendencia. En estos casos,
273
Finalmente, Tito mata a los hijos de Tamora, engañándola en un banquete en el que los
come como parte de las delicias servidas. En la última matanza, Tito asesina a Lavinia y es, a su
vez, víctima de Saturnino, que será asesinado por Lucio, quien se convierte en emperador.
hermanos y Viola se revela como mujer. Orsino entiende lo sucedido y le ofrece casamiento a
Viola.
Hamlet (1603)
La sombra del rey muerto de Dinamarca aparece y se entrevista con su hijo, el príncipe
Hamlet. Los centinelas, junto a Horacio, amigo del príncipe, observan las apariciones en la
explanada del palacio de Elsinor. El rey le informa a su hijo que su propia esposa, Gertrudis, en
complicidad con su hermano Claudio, lo ha envenenado para apoderarse del trono y que luego
ambos se han casado en secreto. El príncipe no sabe si darle crédito o no; cree en las apariciones,
pero su mentalidad es racionalista. Para tramar su venganza y descubrir la verdad se finge loco,
incluso ante Ofelia, a quien ama. Ofelia es hija de Polonio, cómplice del rey Claudio.
Para desenmascarar a los asesinos del rey, Hamlet se vale de los cómicos ambulantes que
representarán “El asesinato de Gonzago‖, a quienes ha instruido para que representen los hechos
sucedidos durante el asesinato de su padre. El príncipe y Horacio comprueban la verdad al
observar las reacciones de Claudio y Gertrudis. El rey se retira preocupado y nervioso. La reina,
al ver la agitación que Hamlet manifiesta, teme que vaya a matarla y grita pidiendo socorro.
Polonio quiere salir de donde está oculto, pero se detiene. Hamlet advierte este movimiento, cree
que es el rey quien está escondido, saca la espada y mata a Polonio.
El rey, con el pretexto de la violencia de Hamlet, lo envía a Inglaterra, acompañado por
dos embajadores. Estos llevan cartas del rey encargando al soberano inglés que ordene dar muerte
a Hamlet, pero éste se apodera de la carta y la cambia por otra en la que se pide la muerte de los
dos acompañantes.
Ofelia pierde la razón al ver que su amado ha matado a su padre. Su hermano Laertes
vuelve de París y quiere vengar esa muerte. Ella se suicida, ahogándose en un arroyo. En su
sepelio, Hamlet, que ha vuelto con Horacio, se encuentra con el rey, la reina y Laertes.
Claudio y Laertes habían acordado vengarse de Hamlet. Laertes untaría su espada con
veneno y lo retaría a demostrar quién es más hábil. Mientras, el rey prepararía una copa de
veneno que Hamlet debería tomar. Así, aunque se librase de la espada envenenada, moriría de
todas maneras. Se produce el duelo, en el que el rey apuesta por Hamlet. Por error, la reina bebe
la copa envenenada y Laertes también muere.
279
Hamlet, moribundo, abraza el cadáver de Gertrudis. Horacio quiere matarse también junto
a su amigo, pero los criados lo impiden y el príncipe agonizante le pide que divulgue la verdadera
historia.
Macbeth (1616)
Macbeth y Banquo son generales de Duncan, rey de Escocia. Cuando vuelven de una
victoriosa campaña contra los rebeldes, encuentran en una llanura a tres brujas, quienes
profetizan que Macbeth será thane (título nobiliario escocés semejante a ―barón‖, con que se
reconoce a los compañeros del rey) de Cawdor y luego rey, y que Banquo engendrará reyes,
aunque él mismo no esté destinado a serlo. Inmediatamente después, les llega la noticia de que
Macbeth ha sido nombrado barón de Cawdor.
Tentado por el cumplimiento parcial de la profecía, y por Lady Macbeth, que excita en él
la ambición, Macbeth asesina a Duncan mientras duerme, hospedado en su castillo, pero en
seguida es presa del remordimiento. Los hijos de Duncan, Malcolm y Donalbain, huyen, y
Macbeth se apodera de la corona.
Todavía queda un obstáculo en su camino: las brujas habían profetizado que el reino iría a
parar a la dinastía de Banquo, por eso decide hacerlo desaparecer junto a su hijo Fleance, pero
éste logra huir. Perseguido por el espectro de Banquo, que se le aparece durante un banquete,
Macbeth consulta a las brujas, quienes le dicen que se guarde de alguien que no ha nacido de
mujer, ya que sólo un ser así puede hacerle daño; y que sólo será vencido cuando el bosque de
Birnam vaya hasta Dunsinane.
Sabiendo que Macduff se ha unido a Malcolm, quien está reclutando un ejército en
Inglaterra, Macbeth hace asesinar a Lady Macduff y a sus hijos.
A Lady Macbeth se le había caído de la mano el puñal al intentar asesinar a Duncan antes
que su marido, cuando alucinada vio en él a su propio padre. Entonces, pierde la razón, en vano
intenta hacer desaparecer de sus manos la visión de la sangre, y finalmente muere.
El ejército de Macduff y Malcolm ataca el castillo de Macbeth. Cuando pasan por el
bosque de Birnam cada soldado corta una rama y, detrás de esta cortina de follaje, avanzan contra
Dunsinane. Macduff, sacado del vientre materno antes de tiempo, da muerte a Macbeth. La
profecía se ha cumplido y Malcolm asciende al trono de Escocia.
280
hijos mayores. Vivieron allí hasta que el Maestro y sus sobrinos llegaron para llevarlos de regreso
a Sweet Home. Para que sus hijos no fueran esclavos, Sethe huyó y trató de matarlos pero sólo lo
logró con su tercera hija. Escribió en su lápida una sola palabra: Beloved. La enjuiciaron y la
llevaron a la cárcel con Denver, pero un grupo de abolicionistas blancos consiguió su liberación y
volvió a vivir con Baby Suggs, quien estaba deprimida. La familia vivió aislada por la comunidad
debido a que la casa estaba poseída por un fantasma.
Mientras tanto, Paul D fue torturado en una cárcel de Georgia, luego de intentar matar a
Brandywine, su nuevo dueño. Pudo escapar y viajó hacia el norte hasta que, años más tarde, llegó
a la casa de Sethe en Cincinnati. Su llegada desencadena una serie de eventos que tienen lugar en
el tiempo presente. Paul D persigue al fantasma residente en la casa, por lo que Denver lo
rechaza. Sethe y Paul D planean su futuro juntos, hasta que un día, camino a su casa, encuentran
una extraña mujer joven, que se hace llamar Beloved. Todos creen que es el espíritu de la hija
muerta de Sethe. Denver desarrolla un apego obsesivo hacia ella, que también tiene buena
relación con Sethe, no así con Paul D, a quien Beloved persigue por la casa y trata de seducir.
Cuando Paul D se entera de la historia del infanticidio, deja la casa y duerme en el sótano
de la iglesia local. En su ausencia, la relación entre Sethe y Beloved se hace más intensa y
excluyente. Beloved se vuelve cada vez más abusiva y manipuladora con su madre, quien está
obsesionada por satisfacer sus demandas y hacerle comprender por qué la asesinó. Preocupada
por esto, Denver sale de la casa por primera vez en doce años para buscar la ayuda de la Señora
Jones, su antigua maestra. La comunidad le ofrece alimentos a la familia y con el tiempo se
organiza bajo el liderazgo de Ella, la mujer que trabajó en el ferrocarril subterráneo y ayudó a
huir a Sethe, quien intenta exorcizar a Beloved y sacarla de la casa. Cuando llegan allí ven a
Sethe en el porche con Beloved, que sonríe, desnuda y embarazada.
Entretanto, el Sr. Bodwin llega al domicilio para llevar a Denver a su nuevo trabajo. Sethe
lo confunde con el Mestro y lo ataca con un picahielo. Después de este incidente Beloved
desaparece. Paul D regresa con Sethe, quien se ha retirado a la cama de Baby Suggs para morir y
se lamenta de que Beloved era su mejor opción. A lo que Paul D responde: ―Usted es su mejor
opción, Sethe.‖
282
Sula (1998)
Toni Morrison sitúa su novela Sula en la comunidad de The Bottom, Ohio. Se trata de una
población predominantemente negra, situada sobre una colina, que había sido entregada a los ex
esclavos por su maestro blanco, con la falsa promesa de que era un lugar extremadamente rico.
En realidad se trataba de un terreno pobre en la ladera de la montaña. Sin embargo, la población
prosperó, pero sólo para volver a enfrentar la amenaza de los blancos adinerados que querían
apropiarse del terreno para construir un campo de golf.
Entre los residentes, T. Morrison presenta a Shadrack, un hombre que vuelve luego de
haber luchado en la Segunda Guerra Mundial, alterado e incapaz de aceptar las complejidades de
la comunidad. Trata de darle un sentido ordenado a su vida mediante un ritual que él ha
inventado y que denomina Día Nacional del Suicidio. Al principio los pobladores le temen pero
luego lo aceptan.
Paralelamente, la autora introduce al lector en la vida de dos familia sopuestas. Por un
lado, la de Nel, una niña criada siguiendo todas las convenciones sociales, que creía que todos en
su familia eran así, hasta que conoce a su abuela Rochelle, quien había sido prostituta y, por ende,
estaba fuera de todo tipo de convenciones. Por el otro lado está la familia de Sula, quien vive con
su abuela Eva y su madre Hannah, ambas son vistas por la comunidad como excéntricas y
disipadas. La casa de Sula sirve también de hogar para tres niños adoptados informalmente y
varios pensionistas.
Si bien las diferencias son muchas, las niñas son amigas muy cercanas y dependientes
entre sí, hasta que ocurre un hecho traumático que cambia sus vidas: mientras Sula columpiaba a
un niño llamado Chicken Little, lo suelta, cae en el río y muere ahogado. Aunque fue un
accidente, las niñas guardan silencio sobre lo ocurrido. Con el tiempo, la relación que las
mantenía unidas comienza a disiparse y a separarlas. En esta época la madre de Sula se prende
fuego accidentalmente y muere quemada.
Al finalizar la escuela secundaria, las niñas recorren caminos de vida opuestos. Nel se
casa y vive convencionalmente, mientras que Sula decide recorrer distintos lugares de forma
independiente y tiene diversos amoríos, incluso con hombres blancos. Luego de diez años,
regresa a The Bottom que está amenazdo por la construcción del campo de golf. Su comunidad no
la recibe bien, sino que ve en ella el comienzo de todo lo malo, por su forma de vida y sus
283
relaciones interraciales. Sula les da la razón cuando tiene un romance con el marido de Nel, quien
finalmente abandona a su esposa.
A pesar de esto, la llegada de Sula coincide con un período en el que el vecindario
comienza a crecer y prosperar. Finalmente, Sula muere en 1940, habiendo logrado una
reconciliación a medias con Nel. Su muerte pone fin también al período de prosperidad.
Luego Nel visita a Eva, la abuela de su amiga, en el asilo en el que ella la había puesto y
se confronta con la muerte de Chicken Little, dándose cuenta de que ella era tan culpable como
su amiga fallecida, y que se había escudado en su vida rutinaria y convencional para poder
autodefinirse como buena. Como corolario, Nel visita la tumba de su amiga y repite su nombre
tristemente.
284
Los Estados Unidos han sido derrocados por un régimen teocrático, fundado en principios
cristianos rígidos. La nueva república se denomina Gilead. La novela comienza cuando Defred, la
protagonista, recuerda su vida pasada, cuando fue capturada debido a su fertilidad y enviada a un
campo de entrenamiento y adoctrinamiento para criadas. Luego la escena cambia a su residencia,
la casa del comandante y su esposa, Serena Joy. Defred es uniformada para cumplir allí su misión
de procrear la descendencia del dueño de casa.
Por la noche, Defred recuerda a su amiga Moira, a su madre activista, y la pérdida de su
hijo y su marido. Piensa en la criada anterior, quien dejó un mensaje en la pared. Luego recuerda
su visita al médico, que le había sugerido que el comandante podía ser estéril, por lo que le
ofreció tener sexo, a lo que Defred se negó, aunque su vida dependiera de quedar embarazada.
Defred y el resto de la familia se reúnen para escuchar al comandante leer la Biblia. Luego
se realiza la ceremonia en la que el comandante copula con Defred mientras ella yace entre las
piernas de Serena Joy. Después Defred se escapa y se encuentra con Nick, quien le dice que el
comandante quiere verla la noche siguiente. Al otro día, Defred y otras criadas asisten al parto de
Janine. Por la tarde, Defred recuerda cómo Moira logró escapar del centro disfrazada. Por la
noche, se encuentra con el comandante, quien sólo quiere jugar y besarla. Durante varios meses,
se encuentran a menudo, por lo que la ceremonia se hace dificultosa para ella debido a que ya se
conocen.
Defred y Deglen van de compras con regularidad, y su compañera le revela que es parte
de una resistencia secreta organizada. Defred recuerda los acontecimientos que llevaron desde el
anterior gobierno a la República de Gilead, la masacre de la Presidente y el Congreso, la
imposición de sucesivas medidas restrictivas por seguridad y la eliminación de todo el poder y las
posesiones de las mujeres. Una noche, el comandante le explica el significado de lo que la criada
anterior había escrito en la pared y Defred se da cuenta de que se había ahorcado.
Después de un viaje de compras, Serena Joy le pide a Defred que mantenga relaciones con
Nick para que quede embarazada. Para eso la visten y maquillan y Nick los lleva a una discoteca.
Defred se reúne en el cuarto de baño con Moira, quien le revela que pasó muchos meses en la vía
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