Oe Kenzaburo Dinos Como Sobrevivir A Nuestra Locur

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Kenzaburo Oé

DINOS CÓMO SOBREVIVIR A NUESTRA LOCURA


Prólogo
El pasado es una mímica inabordable: de convenciones rituales, de sufrimientos
auto
autoin
infl
flig
igid
idos
os,, de acto
actoss dese
desespsper
erad
ados
os que que se sume sumergrgen
en en los los sile
silenc
ncio
ioss
extrah
extrahuma
umanosnos de la locura
locura,, del haraki
harakiriri (Kawa
(Kawabatbata,
a, Mishim
Mishima, a, los kamika
kamikaeses
estrell!ndose contra los portaaviones norteamericanos en nombre del emperador"#
El futu
futuro
ro,, desd
desdee el vemo
vemos,s, una
una prome
promesa sa incu
incump
mplilida
da:: en el hi$o
hi$o defi
defici
cien
ente
te o
condenado, en el c!ncer que se extiende inexorable, en la imposibilidad metafísica
de producir un cambio % situarse en ese otro lugar que no es ahora#
Escritura entre abismos, la obra de Kenaburo &' (&se, ap)n, *+-" da a ese
presente al que se confina .inm)vil como el pasado mítico de las f!bulas. un
sentido
sentido mu% distinto del mero abandonarse
abandonarse a lo que depare el día# /l igual que en
el tiempo ahist)rico del sue0o posmoderno, sus persona$es son prisioneros de una
experiencia a la que les est!n negados, en primera instancia, tanto la esperana
redento
redentora ra del futuro
futuro como
como el consue
consuelo
lo del ciclo
ciclo de con$et
con$etura
urass geneal
geneal)gi
)gicas
cas %
explicaciones míticas del pasado# 1ero a diferencia de aqu'l, su literatura insiste en
interrogar ese presente inescapable en busca de las constantes del destino del
hombre# En sus persona$es cautivos, siempre al borde de lo autobiogr!fico, la
locura quiere descifrarse a sí misma % reponer al hombre en su relato discontinuo,
en la pista de su sentido extraviado# 2esde la aparici)n de sus primeros cuentos en
la d'cada del sesenta, &' ha ocupado un lugar principal en la literatura $aponesa
posterior
posterior a la segunda guerra mundial#mundial# 3ormado en la tradici)n
tradici)n francesa,
francesa, profesor
profesor
en el 4olegi
4olegio o de M'xico
M'xico durante
durante los a0os setent setenta,a, conoce
conocedor
dor de la litera
literatur
turaa
hispanoamericana.que lee en su lengua original., fluido interlocutor de escritores
como &ctavio 1a o 56nter 5rass, &' alcan) notoriedad en &ccidente, a partir de
los ochenta,
ochenta, con libros
libros como La presa, Una cuestión
cuestión personal y El grito silencioso,
silencioso,
que contribu%eron a abrir las fronteras literarias de su país# 7ukio 7ukio Mishima, de quien
&' puede considerarse el polo opuesto, de$) en una frase un testamento atendible:
89a cspide de la literatura $aponesa actual ha% que buscarla en Kenaburo &'8#
;enr%
;enr% Miller
Miller,, para
para quien
quien el autor
autor de Crimen
Crimen y casti castigo, idiota % <os hermanos
go, El idiota
Kara
Karamamaz zov repre
represe
sent
ntaa la ma%o
ma%orr glori
gloriaa lite
litera
rari
ria,
a, no escaescati
tim)
m) en el elogielogio:
o:
8Ken
8Kenaabu
buroro &' es un legí egítim
timo hered
eredereroo de 2os 2ostoi
toievs
evski8#
ki8# En *++=
*++= ese ese
reconocimiento mundial hio cuerpo en el premio pre mio >obel de literatura#
Kenaburo &', escritor dotado de un intenso sentido musical, de una prosa precisa
% aparentemente simple cu%as resonancias se paladean en muchos niveles de
lectura, % de una penetraci)n humana c!lida % desesperada, ha sabido, en todo
caso, como 2ostoievski, fundir la tragedia singular de los persona$es con la tragedia
colectiva de sus tiempos hist)ricos#
?egu
?eguididor
or de 2ant
2ante,
e, de Eras
Erasmo
mo % @a@abe
bela
lais
is,, de los
los gran
grande
dess huma
humaninist
stas
as del
del
@enacimiento, apasionado lector del Aui$ote, &' manifest) siempre su adhesi)n al
persona$e de ?ancho 1ana: la locura se desdobla en su propio escudero, que la
secundar! como una sombra para suplicarle desde el fondo de la propia alienaci)n,
igual que el hombre gordo del relato que presentamos aquí:8BCh, te lo suplico, dime
c)mo sobreviviremos todos a nuestra locuraD8# / pesar de haberse reconocido a sí
mismo como un pesimista en el brevísimo plao de una vida humana, o en el de
unas cuantas generaciones, Kenaburo &' ha defendido en su literatura % en su
vida la necesidad de re.fundar el humanismo, que s)lo puede surgir, segn el
escritor, de nuestros fantasmas m!s oscuros, del v'rtigo capital de los horrores de
este siglo: >ankín, /uschwit, 2resden, ;iroshima#

 Ariel Dilon
Dinos cómo sobrevivir a nuestra ocura

2urante el invierno de *+###, un hombre anormalmente gordo estuvo a punto de


caerse al estanque de agua sucia donde se ba0aban los osos blancos# /quello fue
para 'l una experiencia tan dura, que casi se volvi) loco# 5racias a este suceso, no
obstante, logr) librarse de una idea fi$a que hasta entonces lo había obsesionadoF
pero, una ve liberado, una lastimosa sensaci)n de soledad hio encoger todavía
m!s el alma pusil!nime de aquel hombre gordo# Entonces, aunque no venía a
cuento, debido sobre todo a que por su car!cter obraba siempre movido por
impulsos repentinos, decidi) quitarse de los hombros otro peso que lo oprimía# ?e
 $ur) a sí mismo que iba a liberarse de una ve por todas de 'l, sucediera despu's lo
que sucediera, %, lleno de una energía % un valor que rebosaban por todos los poros
de su cuerpo .un cuerpo de aspecto desagradable % que, adem!s, an llevaba
adheridos el hedor % las escamas de las sardinas podridas que había en el agua que
hio saltar como un surtidor la gran piedra que ca%) en su lugar al estanque de los
osos blancos., llam) por tel'fono, aunque era medianoche, a su madre, que estaba
en su le$ano pueblo natal, % le di$o:
.B;a el favor de devolverme las notas % el manuscrito que me robaste % tienes
escondidosD BEsto% hasta las naricesD B?' todo lo que has hechoD El hombre creía
firmemente que su madre estaba, con el anticuado auricular descolgado, al otro
lado del hilo, a m!s de mil kil)metros de distancia# Gncluso estaba convencido, de
una manera mu% poco científica, de que por ser medianoche, una hora en que tenía
pocos usuarios la línea telef)nica, podía oír la respiraci)n de la persona que
guardaba silencio al otro extremo del hiloF % como se trataba de la respiraci)n de su
madre, sinti) una especie de opresi)n en el pecho# / decir verdad, lo que oía no era
m!s que su propia respiraci)n a trav's del auricular que tenía apretado contra su
ore$a, desproporcionadamente peque0a en comparaci)n con su enorme cabea#
.B?i no quieres devolv'rmelos, all! tD .di$o chillando, fuera de sí, pues acababa de
darse cuenta de su equivocaci)n.# Ho% a escribir de nuevo la biografía de mi padre,
pero esta ve ser! mucho m!s francaF revelar! que, despu's de volverse loco %
vivir durante a0os % a0os recluido voluntariamente, de pronto, un buen día, solt)
un alarido %, acto seguido, muri)# B1or mucho que lo intentes, no conseguir!s
impedírmeloD
El hombre se qued) callado de nuevo, % cubriendo ahora el auricular
cuidadosamente con la palma de su gruesa mano, intent) captar la m!s mínima
reacci)n por parte de su interlocutora# 7 al oír colgar el tel'fono al otro extremo de
la línea, con una suavidad que no por ello resultaba menos significativa, se puso
p!lido, igual que una chiquilla asustada, volvi) a la cama tembloroso %, a pesar de
las n!useas que le provocaba el olor del agua sucia del estanque de los osos
blancos, desli) su corpach)n entre las s!banas % rompi) en solloos de
indignaci)n# ?i temblaba como una ho$a agitada por el viento, era tambi'n a causa
de la tremenda % lamentable soledad interior que sentía desde que aquella ma0ana,
en el oo, había experimentado lo que para 'l fue una liberaci)n# Eso era lo que le
hacía solloar envuelto en la oscuridad maloliente de las s!banas, donde era obvio
que nadie le veía# El hombre gordo gimoteaba a causa de la indignaci)n, el temor %
la pat'tica sensaci)n de soledad que se había apoderado de 'l, igual que lo habría
hecho si las frías mandíbulas de color pardo amarillento del oso blanco, inmerso
hasta los hombros en el agua sucia casi congelada, hubieran mordido con fuera su
enorme cabea que parecía un pe exageradamente voluminoso, %a que no s)lo
abultaba por el di!metro de su cr!neo sino tambi'n por la manera que tenía de
peinarse el pelo, en direcci)n opuesta al remolino de su coronilla, lo cual hacía que
se le alborotara# Iranscurrido cierto tiempo, las s!banas del lado de la cama en que
estaba tumbado quedaron empapadas % se cambi) al otro lado, donde se acurruc)
% permaneci) así, solloando, durante un buen rato# El hombre gordo dormía solo
desde hacía unos a0os en la cama de matrimonio que anta0o había compartido con
su mu$er, % le resultaba placentera esta libertad un tanto particular, que no por ser
insignificante era de desde0ar#
9a noche en que el hombre gordo se qued) dormido acurrucado en su cama de
matrimonio, lloriqueando, su madre, en su pueblo natal, se decidi) a emprender la
batalla decisiva contra su gordo hi$o# /sí pues, bien mirado, el hombre gordo no
tenía ninguna ra)n para acongo$arse, pues la causa de su pena era que pensaba
que su madre no le había hecho ni caso# 4uando era ni0o, cada ve que interrogaba
a su madre sobre la vida de confinamiento % la repentina muerte de su padre, ella,
para no responderle, se hacía la loca# 7 un día, por fin, el hombre gordo fingi)
volverse loco antes de que lo hiciera su madre, %, tras destroar todo cuanto
encontr) a su alrededor, se tir) de cabea desde el muro que había al fondo del
 $ardín a un talud donde crecían unas frondosas matas de helechos# 1ero ni siquiera
así consigui) que su madre le respondiera, aunque sabore) una intil sensaci)n de
gloria# Ello contribu%) simplemente a crear una relaci)n de permanente tensi)n
entre el hombre gordo % su madre durante veinte a0os, en el curso de los cuales
ambos reconocían en secreto que resultaba victorioso en sus enfrentamientos el
primero de los dos que decidía hacerse el loco# Era una tensi)n comparable a la de
los pistoleros de las películas del &este cuando avanan el uno hacia el otro con la
mano a la altura de la funda del rev)lver# 1ero aquella noche, finalmente, las cosas
empearon a cambiar# 2ecidida a reanudar la lucha d!ndose un nuevo
planteamiento, la madre del hombre gordo, tras redactar inmediatamente despu's
de colgar el tel'fono el texto de una circular, lo llev) a la imprenta del pueblo vecino
a la ma0ana siguiente, % cuando estuvo impresa envi) un e$emplar por correo
urgente % certificado a los hermanos % hermanas del hombre gordo, a sus cu0ados
% cu0adas % a todos sus parientes# En la circular dirigida a la esposa del hombre
gordo se indicaba que era 8confidencial8, aunque, a causa de su contenido, tuvo
que mostr!rsela a su marido# 2ecía así:
>uestro @E7EJE9& se ha vuelto loco, pero su locura no ha sido heredada, lo cual
le comunico para su conocimiento# Es consecuencia de una sífilis que contra$o en el
extran$ero, por lo que, para evitar un posible contagio, le ruego que rompa toda
relaci)n con 'l#
3irmado:
L
Gnvierno de *+###

8El orfanato
con sus retretes
en el patio###
1ero <a los treinta % tres a0os###8 1

;7/KKE>
1or desgracia, de todas las personas a las que iba dirigida la circular, s)lo el hombre
gordo podía comprender su significado# 9a alusi)n a sus treinta % tres a0os
de edad % el apelativo despectivo de 8re%euelo8 s)lo pretendían aherirlo, % otro
tanto podía decirse del poema final (aunque 'l no estaba seguro de que fuera de
chida ;%akken", con aquella miserable indirecta acerca de los retretes de un
orfanato, como si su madre quisiera dar a entender que no era hi$o su%oF tan

1 Juego de palabras intraducible. Por una parte, "reyezuelo" es en japonés misosazai-, por otra, "treinta y
tres años" se escribe mediante cuatro ideogramas, que normalmente son leídos en japonés*
sanjusansai, pero que en teoría también podrían leerse mitosansai. (N. de las T.)
mequinas alusiones manifestaban a las claras el odio que la redactora de la
circular sentía por 'l# 4on todo, entre el hombre gordo % ella existía un indudable
vínculo de sangre, pues, al igual que su hi$o % su nieto, estaba hecha una boti$a#
4uando el hombre gordo le%) la circular, a pesar de que estaba seguro de que su
mu$er no creería que había contraído ninguna enfermedad en el extran$ero, le
deprimi) muchísimo la idea de que el impresor del pueblo vecino por fuera tenía
que haberla leído, % tambi'n que hubiera llegado a manos de sus parientes en los
cuatro puntos cardinales del ap)n# 1arad)$icamente, este incidente le hio darse
cuenta de lo importantes que habían sido para su bienestar personal las pesadas
cadenas que hasta entonces lo unían (o, al menos, eso pensaba 'l" a su hi$o, con
independencia de lo que pudieran suponer para 'ste# ?in embargo, despu's de la
terrible experiencia en el oo, veía con claridad que la existencia de tales cadenas
era sumamente dudosa % que m!s bien era 'l quien se había empecinado en
mantenerla# /dem!s, la libertad que había obtenido al liberarse de ellas no podía
desprenderse de sus manos ni de su cora)n, como si se tratara de un troo de celo
extraordinariamente adhesivo que le impidiera volver a la situaci)n anterior#
;asta el día en que estuvo a punto de darse un chapu)n en el estanque de los
osos blancos % al borde de perder la ra)n, el hombre gordo no se separaba de su
hi$o: iban $untos a todas partes, $ugaban revolc!ndose por el suelo, comían
 $untos### 1or esta ra)n, % de una manera mu% concreta, para el hombre gordo su
hi$o representaba una cadena m!s pesada % m!s molesta que cualquier otra cosa
en el mundo, pues regulaba su vida cotidiana a la ve que pendía sobre ella como
una amenaa# 7 a pesar de que, en realidad, era 'l quien se lo había buscado, le
gustaba verse como una víctima pasiva % soportaba pacientemente todas las trabas
que la presencia de su hi$o le imponía# El hombre gordo era de esas personas a las
que por naturalea les gustan los ni0osF tanto es así, que se había licenciado en
tres especialidades distintas en el campo de las ciencias de la educaci)n, % al
acercarse el momento de que naciera su hi$o corrían por todo su cuerpo una
especie de convulsiones, mecla de esperana e inquietud, que no le de$aban
permanecer quieto ni un instante# /l reflexionar m!s tarde sobre este fen)meno,
dedu$o que depositaba en la llegada de su hi$o al mundo la esperana de iniciar una
nueva vida desembara!ndose de la sombra de su difunto padre# ?in embargo,
cuando el m'dico sali) del quir)fano, tras el nacimiento de la criatura, a la pregunta
impaciente que le formul) su padre, que en aquella 'poca todavía estaba delgado,
contest) con tono sereno diciendo: 8?u hi$o tiene un grave defecto cong'nitoF me
temo que, aunque le operemos, muera o quede retrasado mental8# En ese instante,
algo en su interior se resquebra$) irreparablemente# 7 el beb' llen) mu% pronto esa
brecha que se había abiertoF era como si un c!ncer ocupara ese lugar destru%endo
las c'lulas normales % avanara multiplic!ndose# 1ara realiar las gestiones previas
a la intervenci)n quirrgica, el hombre gordo, que entonces todavía estaba
delgado, corría de un lado para otro, de tal manera que estuvo a punto de
enfermar# Entre tanto, sus nervios presentaban un estado ca)tico, con unas onas
hipersensibles % otras embotadasF era algo así como si desde el fondo de una lcera
comenara la cicatriaci)n con brotes de te$ido nuevo en algunos puntos, % al
tocarlos con miedo no sintiera nada %, sin embargo, un momento despu's, cuando
%a estaba tranquilo, el dolor le hiciera temblar# 9leg) la fecha límite para inscribir al
reci'n nacido# % fue a la oficina del registro civilF pero no se le había ocurrido
pensar qu' nombre le pondría a su hi$o hasta que la empleada se lo pregunt)# 1or
esas fechas todavía estaba pendiente de la operaci)n, es decir, an no se había
decidido si el destino de su hi$o sería la muerte o el retraso mental# / una
existencia así, <podría pon'rsele algn nombre###
El hombre gordo (que, vuelvo a repetirlo, en esa 'poca estaba m!s delgado que
nunca por el exceso de traba$o", al recibir el formulario de inscripci)n, sin embargo,
record) una palabra latina de las que había aprendido en el primer curso de la
universidad: morí, que podía relacionarse tanto con la muerte como con la vida
carente de inteligencia de un vegetal, pues significa 8bosque8 en $apon's, % bauti)
a su hi$o con este nombre# 2espu's, se fue al retrete con el formulario en la mano,
% all! se mondo de risa durante largo rato sin poderse contener# Este acto repentino
tan despreciable era consecuencia, en parte, de los nervios que teníaF pero aquel
hombre gordo, desde peque0o, tendía a burlarse sin el menor reparo de su propia
vida % de la de los dem!s, en los momentos m!s cruciales#
Esto era algo que se le hio cada ve m!s evidente cuando comen) a vivir con
Mori una ve que su hi$o hubo de$ado la clínica# 4ada ve que llamaba al ni0o por
su nombre, creía oír, en las tinieblas del fondo de su espíritu, su propia risa,
espantosa, desconsiderada, por no decir indecente, que convertía en burla toda su
existencia# 2e modo que se propuso darle un sobrenombre a su hi$o para usarlo en
la vida cotidiana, hecho que no sabía c)mo $ustificar ante su esposa# /sí pues, le
puso el sobrenombre de Ee%ore, el asno mis!ntropo que aparece en Ninnie.the.
1ooh2# 1or lo dem!s, había vuelto a pensar que las relaciones con su padre, al cual,
cuando era ni0o, había visto vivir en reclusi)n voluntaria durante mucho tiempo
antes de su repentina desaparici)n, constituían la causa principal de la ambig6edad,
la falta de equilibrio % la falsedad en su ser actual, % se había propuesto intentar
reconstruir en su totalidad la imagen de aquel padre del que s)lo guardaba un
recuerdo difuminado# Ello dio origen a nuevos % reiterados conflictos con su madre,
quien, mediante el subterfugio de sus ataques de locura simulados, se oponía
sistem!ticamente a contestar a las preguntas con que 'l la apremiaba acerca de las
causas del encierro voluntario % la muerte de su padre# >o s)lo no consigui)
arrancarle ni una palabra sobre esta cuesti)n sino que, adem!s, en ve de cooperar,
aprovech) una estancia en su casa mientras 'l se encontraba de via$e por el
extran$ero para robarle las notas % el manuscrito todavía no concluido de la
biografía paterna que estaba escribiendo# B7 todavía estaba en su poder###D >o era
imposible que los hubiera destruidoF pero como esta posibilidad le daba ganas de
asesinarla, no tenía m!s remedio que evitar pensar en ello# 2icho esto, le era
foroso reconocer que era anormal que un hombre de su edad dependiera todavía
hasta tal punto de su madre#
na noche en que el whisk% que usaba como somnífero le emborrach) en exceso,
mientras $ugueteaba con una figurita de adorno que representaba a un perro,
recuerdo de M'xico, un artículo evidentemente falseado en serie, pues la arcilla s)lo
estaba decorada por la parte que debía quedar a la vista, descubri) por casualidad
un orificio deba$o de la cola del animal, sobre el cual sopl) con todas sus fueras,
como si se tratara de una flautaF % de ahí, para su gran sorpresa, sali) una espesa
nube de fino polvo negro que se pos) como un velo sobre sus pupilas# 4re%endo
que se había quedado ciego, conmocionado por el p!nico, grit) implorando a su
madre: 8BMam!D BMam!D BHen a a%udarme, por favorD ?i me quedo ciego % pierdo la
cordura como mi padre, <qu' va a ser de mi hi$o B&h, te lo suplico, dime c)mo
sobreviviremos todos a nuestra locuraD8 /unque an no tenía motivos para ello, no
paraba de pensar con inquietud en la cada ve m!s pr)xima ve$e de su madre: si
se moría de$ando las cosas tal como estaban, se llevaría con ella a la tumba el
secreto que le había ocultado durante tantos a0os, las explicaciones relativas no
s)lo a la reclusi)n voluntaria % a la muerte de su padre, sino tambi'n a las extra0as
causas de todo aquello### % de la inestabilidad de su hi$o, así como de la existencia
del peque0o retrasado mental, que no podía ser m!s aut'ntica, un retrasado
mental del que presumía que no podría separarse $am!s# En efecto, tanto la familia
como la gente de su barrio estaban perfectamente al corriente de que el hombre
gordo % su hi$o Morí, al que daba el sobrenombre de Ee%ore, iban siempre $untos#
4omo he dicho antes, la noche que sigui) a aquella terrible experiencia, en la que
poco falt) para que se remo$ara en el estanque de los osos, durmi) m!s solo que
nunca en una cama demasiado grande incluso para alguien de su talla# 1ero aquella
soledad tenía su explicaci)n# ;asta ese día decisivo, en efecto, 'l no había logrado

2 4olecci)n de cuentos infantiles publicada en *+O por el escritor brit!nico /# /#


Milne (*PPO.*+-"# (! de las "!#
 $am!s conciliar el sue0o sin tener un brao extendido hacia la cama de su hi$o,
instalada $unto a la cabecera de la su%aF % si su mu$er se había trasladado a otra
habitaci)n, no era por desavenencias entre ellos, sino porque no quería inmiscuirse
en la intimidad entre el padre % el hi$o, a fin de que 'ste, si se despertaba por la
noche, pudiera alcanar inmediatamente en la oscuridad, por encima de su cabea,
la mano obesa % c!lida de su padre#
Esta actitud ponía de manifiesto la voluntad deliberada de 'ste de ser su protector
% su salvador# 1ero ahora le era foroso reconocer que, incluso en esos detalles de
su existencia, alguna cosa no marchaba, pues sinti) la misma desa)n que si unos
granos de arena de afiladas aristas se le hubieran metido en los apatosF % esto era
consecuencia de la ruptura que se produ$o dentro de 'l inmediatamente despu's de
aquellos minutos durante los cuales aquella pandilla de gamberros que lo tenían
agarrado por la cabea % los tobillos hacían acci)n de ir a tirarlo al fondo del
estanque, desde donde los osos blancos le dirigían miradas llenas de un inquietante
inter's# <>o cabía la posibilidad, mir!ndolo bien, de que fuera 'l, el hombre gordo
que supuestamente dormía con un brao extendido para prestar a%uda a su hi$o,
quien buscara la c!lida manita de la criatura para reponerse tras haber sido
arrancado del sue0o por alguna terrorífica pesadilla en plena noche### na ve
aceptada esta posibilidad, surgida del fondo de sí mismo, todos % cada uno de los
detalles de aquella existencia compartida con su hi$o, acerca de los cuales hasta
entonces había estado persuadido de que eran la expresi)n de su esclavitud
respecto a 'l, se le presentaban ahora ba$o un aspecto nuevo, cargado de
incertidumbre# >o obstante, los detalles m!s simples de la convivencia de aquel
padre obeso con su hi$o no menos obeso no estaban afectados por los granos de
arena de aquellos pensamientos perturbadores, lo cual fue un consuelo para el
hombre gordo ahora que estaba de nuevo inmerso en la lucha contra su madre, %a
que se sentía tremendamente solo# 2e hecho, aun despu's de su terrible aventura,
su comportamiento respecto a los aspectos cotidianos de aquella existencia seguía
siendo, en cierto modo, el mismo#
9os dos, hiciera literalmente el tiempo que hiciera, montaban en bicicleta para ir a
un restaurante chino donde encargaba una 1epsi.4ola % tallarines en caldo de
carne# 9os días de lluvia, el hombre gordo se enfundaba en un impermeable, como
los que usan los bomberosF %, en cuanto al ni0o, lo embutía en un vie$o anorak que
había sido su%o# Mientras el ni0o tuvo un tama0o normal % no engord), lo instalaba
en una silla de metal ligero fi$ada al manillar % lo llevaba pedaleando# B4u!ntas
discusiones había tenido con policías que le advertían:8B9e recuerdo que la le%
prohíbe formalmente que monten dos personas en una bicicleta, % sobre todo
utiliando artilugios como 'steD8 1ero 'l seguía en sus treceF precisamente porque
estaba convencido de lo $usto de su causa, todo su ser se alborotaba cuando tenía
que enfrentarse a un policía# /hora bien, al reflexionar de nuevo acerca de ello, no
le pas) inadvertido que había algo que fallaba en toda aquella historia# <Estaba, de
verdad, tan convencido### /nte cada agente que le detenía por ir montados dos en
la misma bicicleta, rehusaba rendirse, proclamando que su hi$o era 8retrasado
mental8 (el hombre gordo había acabado sintiendo el odio m!s profundo por este
t'rmino, por lo que lo utiliaba incansablemente como arma contra la policía", que
el ni0o, como era l)gico, no tenía casi ninguna diversi)n % que su nico
entretenimiento era sentarse en ese peque0o asiento de metal ligero por mu% ilegal
que fuera, para ir en busca de una 1epsi.4ola % unos tallarines en caldo de carne# El
ni0o, fatigado % aburrido de estar sentado en la bicicleta parada en una posici)n
inestable en medio de la calada, no tardaba en empear a gru0ir malhumorado# El
hombre gordo, a su ve, levantaba indignado la vo, ronca de por sí, de modo que
tambi'n parecía gru0ir# /sí pues, por lo general, la discusi)n terminaba con la
capitulaci)n del agente de policía# Entonces, como si continuara siendo víctima de la
persecuci)n policíaca a prop)sito de un asunto grave en extremo, decía:8<;as visto,
Ee%ore, c)mo mantengo a ra%a a los polis B;emos vencido otra veD B4on este %a
van dieciochoD8 El ni0o, al que de$aban por completo indiferente estas palabras que
su padre murmuraba c!lidamente a su oído, agarrado al centro del manillar, se
contentaba con mirar.hacia delante en tanto que el hombre gordo, lleno de ímpetu
% !nimo, pedaleaba en direcci)n al restaurante chino# Mientras aguardaban que
estuvieran a punto sus tallarines en caldo de carne, se dedicaba a contemplar, con
toda la atenci)n del mundo, a su hi$o que bebía su 1epsi.4ola#
En el restaurante, adonde iban cada día, los tallarines en caldo de carne se
componían de tallarines, caldo, pedaos de costilla de cerdo finamente reboados
con harina, espinacas % setas# 4uando, por fin, se los servían, ponía en un peque0o
cuenco las dos terceras partes de los tallarines % algunas setas % espinacas, % se lo
daba al ni0oF mientras se enfriaba el resto que reservaba para sí, no apartaba los
o$os de su hi$o, vigilando atentamente c)mo comía su raci)n# 4uando le parecía
que %a se había enfriado lo suficiente, empeaba a comerse los pedaos de costilla
que se había reservadoF % cuando, a fuera de buscar, conseguía encontrar con la
lengua entre la fina capa de harina % la carne peque0os fragmentos de cartílago,
examinaba minuciosamente aquella especie de semiesferas blanquecinas % las
ponía en un cenicero fuera del alcance de su hi$oF por fin, cuando calculaba que
había llegado el momento, se comía sus tallarines para terminar al mismo tiempo
que el ni0o# 2espu's, con la cara congestionada a causa del caldo hirviente,
pedaleaba al viento de vuelta a casa sin parar de preguntarle a su hi$o: 8<Ee%ore,
estaban buenos los tallarines en caldo de carne % la 1epsi.4ola8 % al oír la
8respuesta8 de su hi$o: 8Ee%ore, <estaban buenos los tallarines en caldo de carne %
la 1epsi.4ola8, se sentía lleno de felicidad al pensar que la comunicaci)n entre los
dos era perfecta# Muchos días estaba completamente convencido de que los
tallarines en caldo de carne que acababa de ingerir eran, entre todos los man$ares
que había comido en este mundo, el m!s delicioso# na de las raones principales
de su obesidad, al igual que la de su hi$o, debía de ser precisamente la ingesti)n de
aquellos tallarines en caldo de carne# 2e ve en cuando su mu$er le advertía al
respectoF pero, por lo general, 'l la mandaba a paseo haciendo valer los mismos
argumentos que empleaba con los agentes de policía# 4uando el ni0o, demasiado
gordo %a, no pudo introducir sus nalgas en la peque0a silla de metal ligero, su
padre compr) una bicicleta de un modelo especial con un sill)n de extraordinaria
longitud (era difícil discernir la intenci)n con la que había sido fabricada"F ambos
se sentaban en ese sill)n, el uno delante % el otro detr!s, % marchaban mientras el
padre pedaleaba en busca de los tallarines en caldo de carne % la 1epsi.4ola# <1or
qu' se iban los dos cada día en busca de los tallarines en caldo de carne % la 1epsi.
4ola#
El hombre gordo había llegado a la conclusi)n de que era para que su hi$o captara
el placer de comer en toda su autenticidad a trav's del goo experimentado por un
padre en lo m!s íntimo de su ser, un placer % un goo que el ni0o le hacía sentir a
su ve gracias a la misteriosa simbiosis que parecía existir entre los dos# 1ero
despu's de su experiencia $usto al borde del estanque de los osos no puso el
mismo fervor que antes en detectar con su lengua los pedaos de cartílago % en
analiarlos con minuciosidadF % mientras su hi$o ingería, como de costumbre, sus
tallarines en silencio a su lado, %a no le result) tan evidente que el apetito con que
comía el ni0o le provocara goosas repercusiones en lo m!s íntimo de su propio ser
a $l! / veces se preguntaba, hecho un mar de dudas, si la lamentable obesidad de
su hi$o no se debía simplemente a la ingesti)n maquinal de lo que le ponían
delante, % si lo que 'l había tomado por marcada predilecci)n hacia los tallarines en
caldo de carne % la 1epsi.4ola no habría sido s)lo una suposici)n infundada# no de
esos días, dado que no tenían nada de apetito, sali) del restaurante de$ando intacta
la mitad de sus pedaos de costilla reboada de cerdoF el cocinero chino, que $am!s
se había de$ado ver, se lan) en su persecuci)n sobre una bicicleta terriblemente
mugrienta de grasa %, cuando lo alcan), le pregunt) en su mal $apon's: 8<?i había
algo no le ha gustado, ho%, del caldo de tallarines con carne8 El hombre, de tan
desanimado que estaba, ni siquiera tuvo el cora$e de responderle % se limit) a
preguntarle a su hi$o:8<Ee%ore, estaban buenos los tallarines en caldo de carne % la
1epsi.4ola8 7 al contestarle el ni0o, con el tono monocorde que le era habitual:
8Ee%ore, estaban buenos los tallarines en caldo de carne % la 1epsi.4ola8, el
cocinero chino % 'l se quedaron tranquilos#
/l reflexionar el hombre gordo acerca de aquella relaci)n tan particular entre su
hi$o % 'l, había llegado a la conclusi)n de que se había establecido a causa de una
infinita repetici)n de los mismos gestos % las mismas actitudes# /dem!s, durante
mucho tiempo estuvo persuadido de que 'l estaba atado sin remedio a esa forma
de vida porque así se lo había impuesto la existencia de aquel hi$o retrasado
mental# ?in embargo, ahora que volvía a reconsiderarlo todo tras su terrible
aventura en el parque ool)gico, descubría con una claridad cada ve m!s cegadora
que era 'l quien m!s había contribuido a establecer aquella relaci)n tan especial
entre los dos#
;asta el día en que estuvo a punto de ser devorado por un oso blanco % tom)
conciencia de que su hi$o, como la costra seca de una lcera, se desprendía de 'l,
no había dudado $am!s de que todo dolor físico experimentado por el peque0o
obeso lo sería al mismo tiempo por 'l# En, una publicaci)n sobre peces le%) un
artículo dedicado al celatiusF el macho de ese pe, que vive en aguas profundas
cerca de las costas de 2inamarca, es diminuto % permanece constantemente
pegado como una verruga al vientre de la hembra, la cual, por comparaci)n, es
enorme# 7 el obeso se puso a so0ar que 'l era un celatius hembra que crecía en las
profundidades marinas con su hi$o pegado a su cuerpo como un peque0o celatius
macho# Este sue0o era tan dulce, que le dolía despertarse de 'l# /l principio, como
era natural, nadie podía creer, aunque lo viera, que 'l experimentara los mismos
sufrimientos que su hi$o# 1ero pasado algn tiempo incluso su esposa, que era
particularmente esc'ptica, termin) por convencerse# Esta sensaci)n de compartir el
mismo dolor no apareci) en 'l inmediatamente despu's del nacimiento de su hi$o,
sino al cabo de unos a0osF un buen día, de repente, se le revel) al hombre gordo#
/unque el día en que el beb' fue sometido a la operaci)n en el cerebro inst) de tal
modo al equipo m'dico a fin de que le extra$eran sangre para las transfusiones,
incluso en cantidad superior a lo indispensable % le$os de todo sentido comn, que
los m'dicos se cuestionaron sobre el estado de su salud mental, mientras su hi$o
estaba ba$o los efectos de la anestesia en ningn momento se sinti) desfallecer ni
experiment) en su carne un sufrimiento parecido al del ni0o# En el plano del dolor
físico, la conexi)n entre aquellas dos corpulencias, con toda evidencia, se había
instaurado (para ser m!s exactos, ha% que decir que 'l lo veía así, pues no de$aba
de darse cuenta de que no era posible determinar si el dolor que sentía era
aut'ntico o no % de que no ha% cosa m!s difícil que reproducir con exactitud un
dolor que se encuentra almacenado en la memoria" cuando su hi$o tenía tres a0os,
durante el verano, el día en que se quem) el pie al caerle encima agua hirviendo#
4uando el ni0o se puso a emitir algo m!s que simples gemidos % grit) a pleno
pulm)n, desesperadamente, 'l se encontraba en la sala de estar, echado en el sof!,
le%endo una revista, % vio ba$o sus p!rpados, de donde salían a chorro las l!grimas,
con una nitide meridiana, igual que en una película a c!mara lenta, c)mo se
ladeaba % basculaba la cacerola de donde se verti) el agua hirviendoF sin embargo,
no corri) a la cocina en auxilio del peque0o que lloraba a vo en grito# 1ermaneci)
donde estaba, inm)vil en el sof!, abatido, sin fueras, con la sensaci)n de haber
tocado el fondo de la debilidad física, como cuando una fuerte subida de fiebre da la
impresi)n de que todos los msculos, todas las articulaciones del cuerpo, se van
desenca$ando, una tras otraF % sus propios gemidos hacían coro a las que$as
agudas de su hi$o# B1ero decir que había llegado a sentir realmente el dolor físico es
mucho# decirD 2espu's de atar s)lidamente la pesada masa adiposa del ni0o, que
gritaba como un loco, en el cochecito mohoso que había sacado del trastero, logr)
colocar de modo que no se lastimara, aunque con mucha dificultad, el pie quemado#
4amino de la clínica, que estaba mu% ale$ada, iba empu$ando suavemente el
cochecito con el ni0o, que no paraba de emitir sordos % breves gemidos, ba$o la
mirada de los viandantes que observaban curiosos el avance de aquel estrafalario
doF pero 'l no podía asegurar que, en ese momento, hubiera sentido el dolor en
su propia carne#
Mientras el m'dico curaba el pie de su hi$o, horriblemente quemado, al hombre
gordo, que estaba ocupado su$etando el peque0o cuerpo, similar a un cohete
ahusado sacudido por furiosas convulsiones, se le ocurri) la idea siguiente: <podía
darse una situaci)n de sufrimiento m!s espelunante que aqu'lla, en la que se
sufría porque el cerebro, oscuramente revuelto, de un peque0o retrasado mental
era incapa de captar nada de lo que en con$unto estaba ocurriendo: no sabía por
qu', pero de repente sinti) dolor, %, al parecer, nadie estaba en condiciones de
calmarloF adem!s, pareci) un extra0o ser arrogante con el poder de hacerle sufrir
todavía m!s %, para colmo, su propio padre prestaba a%uda a tal verdugo# En ese
momento, el hombre obeso, que estaba a punto de asustar al m'dico % a las
enfermeras meclando sus gritos con los de su hi$o, había comenado a soltar entre
sus dientes firmemente cerrados que$as seme$antes a los gemidos de su hi$o,
porque ahora sí que sinti) realmente el dolor lancinante que le producía la
quemadura en el pie (o, por lo menos, el creía sentirlo"#
na ve que, lista la cura, el dolor se hubo apaciguado ligeramente, al lado de su
hi$o agotado % p!lido por el solo hecho de que continuaba sinti'ndose mal, el
hombre gordo tambi'n estaba cansado, tanto, que no era capa de proferir una
sola palabra# ?u esposa, que había permanecido en la sala de curas su$etando al
ni0o, tom) un taxi % se march) llev!ndose consigo a su hi$o, de$ando que su
marido volviera solo a casa por la estrecha calle que se extendía a lo largo de la vía
f'rrea, con las cuerdas con las que habían su$etado al ni0o dentro del cochecito
vacío# 2urante el camino, lleno de perple$idad, se preguntaba por qu' su mu$er se
había ido así, arranc!ndole a su hi$oF <habría sentido miedo <Miedo de que, si
volvían todos $untos a casa por el mismo camino, con el peque0o en el cochecito,
su marido atravesara con cochecito % ni0o las vie$as traviesas desechas, que
acababa de plantar a lo largo de la vía para mantener apartada a la gente, % se
de$ara atropellar por un tren, a fin de erradicar el sufrimiento físico del que los dos
eran presa 1ues si el m'dico % las enfermeras no se habían dado cuenta de sus
gritos a do con los del ni0o, su esposa, que estaba frente a 'l, al otro lado de la
mesa de curas su$etando la otra mitad del cuerpo del ni0o % ech!ndose tanto hacia
a delante que su cabea roaba la de su marido, había tenido que oír con toda
claridad cada uno de los gemidos de dolor que 'ste profería# /unque empu$aba el
cochecito vacío con energía, el regreso a lo largo de la vía f'rrea fue
exageradamente lentoF iba a paso de tortuga, como si de verdad tomara mil
precauciones para proteger un pie dolorido que se hubiera quemado % acabara de
ser curado# ?i tenía que saltar por arriba de un minsculo charco de agua, no
olvidaba $am!s soltar un grito de dolor: 8B/%D B/%D8 / partir de ese día, por lo
menos en la medida en que 'l tenía conciencia, el dolor físico de su hi$o se
transmitía directamente al hombre gordo en forma de resonancia a trav's de sus
manos unidas, % sentía en su cuerpo el mismo sufrimiento que el ni0o# ?i el hombre
gordo daba una significaci)n positiva a este fen)meno del sufrimiento físico
simult!neo, aunque los temblores que le sacudían fueran puramente imaginarios,
era porque creía que el conocimiento que tenía de tal sufrimiento, por e$emplo, del
dolor experimentado al despegar con una pina la piel muerta, despu's de la
formaci)n de ampollas, de la quemadura, podía llegar hasta su hi$o por el canal de
sus manos estrechamente unidas, % estaba convencido de que así reinaría un poco
de orden en el caos de terror % de dolor que invadía el cerebro nebuloso %
entenebrecido del ni0o# Es decir, el hombre gordo desempe0aba para la mente de
su hi$o sacudido por el dolor, de algn modo, el papel de ventana, una ventana
abierta por un lado sobre el temible mundo exterior % por el otro sobre el lastimoso
% oscuro universo interior tan s)lo capa de sufrimiento % pr!cticamente cerrado a
las realidades externas# 7 así, si el ni0o no manifestaba nada en contra de que su
padre desempe0ara ese papel, 'ste no tenía ninguna ra)n para dudar de su
convicci)n# /dem!s, port!ndose de aquel modo, podía conseguir, incluso, el
consuelo de sentirse una víctima inocente que pensaba que sufría por una
esclavitud impuesta por la presencia de su hi$o, a la que, sin embargo, aceptaba
someterse voluntariamente#
1oco despu's de su cuarto cumplea0os, Ee%ore fue sometido a una revisi)n ocular
en el servicio de oftalmología de cierta universidad# 3uera quien fuera el
especialista, no era cosa f!cil el examinar la vista de un ni0o retrasado que
exceptuando cuatro palabras, en extremo sumarias desde el punto de vista de la
organiaci)n de frases % de vocabulario, palabras, adem!s, sin relaci)n con la
situaci)n del momento, no manifestaban m!s que simples reacciones de dolor o de
placerF no podía ser una tarea m!s difícil % molesta# 7, adem!s, el $oven paciente
era, aparte de gordo % pesado, % por consiguiente difícil de llevar en braos,
anormalmente fuerte en las cuatro extremidades, de modo que si empeaba a
resistirse porque cogía miedo a algo, era como una bestia salva$e asustada,
imposible de dominar# ?u madre, que pronto not) algo anormal en la vista de su
hi$o % que se había de$ado llevar por poco científicas especulaciones sobre una
posible relaci)n entre este hecho % el retraso mental del ni0o, deseaba, desde hacía
mucho tiempo, someterlo a una revisi)n exhaustiva por un especialista en
oftalmología# 1ero todos los oftalm)logos a los que acudieron se negaron a visitarlo#
2esesperados, fueron a consultar al especialista del cerebro, que, puesto que oper)
a su hi$o a muerte o a retraso mental, como mínimo había conseguido que viviera#
7 consigui) una carta de presentaci)n para el servicio de oftalmología de dicha
universidad# 9os tres fueron al hospitalF para empear hicieron aguardar al hombre
gordo en la sala de espera % su esposa subi) con Ee%ore a la sala de exploraciones
% curas# 4uando, una buena media hora despu's, su mu$er reapareci) arrastrando
por el suelo la masa pesada de su hi$o, que no hacía m!s que chillar % chillar, le
bast) con una mirada para comprender que se les habían agotado todas las
fueras# En efecto, apenas comenada la exploraci)n, el especialista, las
enfermeras % la madre se habían quedado exhaustos,. % los enfermos que
esperaban su turno en la sala de espera, al ver al ni0o ofreciendo el aspecto de un
animalito cruelmente martiriado, conmocionados, no apartaban sus o$os de 'l# /l
ver a su hi$o en aquel estado, el hombre gordo comprendi) indignado, a la ve que
lleno de terror, la ra)n por la cual su esposa, a pesar de que 'l les había
acompa0ado hasta el hospital, le indic) que aguardara en la sala de espera %
prefiri) subir sola con Ee%ore a la consulta# na exploraci)n a fondo de la vista de
un ni0o debía conllevar una serie de torturas generadoras de terrores tan in'ditos
como atroces# Ee%ore continuaba emitiendo desde el fondo de su garganta algo así
como el eco de un alarido apenas audible# El hombre gordo se puso de rodillas en el
suelo sucio para abraar la peque0a masa redonda de su hi$o# El ni0o le ech) los
braos al cuello: sus manitas estaban totalmente mo$adas, como la parte inferior de
las patas de un gato que acabara de afrontar un peligro# /l contacto de esas
manos, una ve m!s, penetr) en 'l toda la quintaesencia de aquello que en el
transcurso de media hora acababa de vivir su hi$o (así era, por lo menos, lo que 'l
creía entonces"#
Iodos, absolutamente todos los salientes % oquedades del cuerpo del hombre gordo
eran presa de una dolorosa torpea por haber estado sometido, durante treinta
minutos seguidos, a las eriadas puntas de unos instrumentos de investigaci)n
oftalmol)gica que, en realidad, no había visto# 7 si Ee%ore, poco a poco, no se
hubiera puesto a lloriquear por sí solo, se habría revolcado por el suelo profiriendo
gritos de terror# 4omo previsi)n, la esposa del hombre gordo .la nica persona
delgada de la familia. había tomado sus medidas para impedir que su marido % su
hi$o dieran un espect!culo en la consulta ofreciendo una imagen de alienaci)n
mental: 'sa era la ra)n por la que le había de$ado solo en la sala de espera# Ql
estaba tan indignado como su hi$o: se identific) instant!neamente con la
desconsoladora fatiga que se leía ahora en el rostro de aquel ni0o tan rudamente
tratado, que tenía la actitud de un peque0o m!rtir impotente o (por decir las cosas
de una manera m!s a$ustada a la psicología del hombre gordo" de una víctima
impotente de la temible estructura burocr!tica del hospital universitario, % se
lament), suspirando agitadamente: .B/hD B1obre Ee%oreD B1or qu' atrocidades te
habr!n hecho pasarD <Aui'nes se han creído que son, Ee%ore, esos canallas .B1ero
si ha sido Ee%ore el que se ha comportado como un animalD B2aba patadas a todo
el mundo, al m'dico, a las enfermerasD B;a roto un mont)n de instrumentosD .di$o
su esposa, que no es que procurara ser imparcial, pero $am!s daba alas a la manía
persecutoria de su marido# /l oírla hablar así, llena de triste indignaci)n por la
brutalidad de su hi$o, el hombre gordo lo tom) como un ataque personal#
.B>oD B?e ha debido de cometer un grave errorD ?i no es así, <c)mo Ee%ore ha
podido comportarse de ese modo tan bruscamente, siendo, por norma general, un
ser inofensivo 2ices que an no le habían hecho ninguna prueba seria# ?i es así,
<c)mo podía captar Ee%ore que le esperaba algo a lo que debía oponerse como lo
ha hecho B2igo que se ha cometido un grave error, aquí, en el servicio de
oftalmología de esta universidadD B7, sin embargo, a ti te ha pasado por altoD
4on esta perorata, que soltaba a toda velocidad, interrumpía la r'plica de su mu$er,
mu% probablemente fundada en la ra)n, en tanto que 'l, al tiempo que formulaba
estas críticas, se convencía cada ve m!s de que ciertamente alguna cosa iba mal
en el servicio de oftalmología de aquel hospital# 7 su veredicto se fundaba sobre
una base inatacable: era su hi$o, que había cesado de acariciarle la nuca con las
palmas de sus manos empapadas de sudor % que no emitía m!s que d'biles
gru0idos, el que le había transmitido, por vía telep!tica, esa informaci)n# .Ho% a
subir con Ee%ore para pedir que lo examinen de nuevo# B?i no consigo obtener un
diagn)stico, al menos me cerciorar' de lo que va malD .di$o el hombre gordo
mientras su cara redonda enro$ecía % le faltaba el aliento., si no, aunque vuelvas
otro día, ocurrir! lo mismo, % Ee%ore concebir! la experiencia que acaba de vivir en
este hospital como una abominable pesadilla de la que no entender! nada, pero de
la que siempre guardar! un mal recuerdo#
.Ee%ore no tardar! en olvidarlo, diría que casi %a lo ha hecho#
.B/l contrarioD BEe%ore no lo olvidar!D Rltimamente llora con frecuencia a
medianoche# >unca lo había hecho durante tanto tiempo# 1ero <no te duele
imagin!rtelo preso de sue0os aterradores sin que pueda comprenderlos .di$o el
hombre gordo insinuando claramente % de modo categ)rico algo que hio callar a
su esposa: que ella no pasaba la noche con su hi$o#
7 lleno de en'rgica decisi)n, con su abrigo manchado de barro a la altura de las
rodillas, se dispuso a subir las escaleras, con el gordo ni0o sobre los hombros,
hasta la sala de consultas# El poder mostrar, no sin ostentaci)n, que para su hi$o,
aquella peque0a masa redonda, no era su madre sino 'l, su padre, el nico ser
irremplaable, le llenaba de una exaltaci)n indescriptible# 1ero, al mismo tiempo, la
b!rbara perspectiva de la horrible tortura que iba posiblemente a tener que
soportar el do padre.hi$o parecía provocarle anemia, % a cada paso que daba por
las escaleras su rostro pasaba, alternativamente, de las sofocaciones a los
escalofríos# .Ee%ore, debemos tener los o$os bien abiertos, t % %o, para ver qu'
pretenden hacer .di$o el hombre gordo en vo alta dirigi'ndose a la c!lida, obesa %
pesada presencia que llevaba sobre sus hombros, respecto de la cual había veces
que no sabía si representaba el papel de protegido o de protector.# ?i Ee%ore % %o
conseguimos salir de una manera u otra de 'sta, iremos a tomar una 1epsi.4ola %
unos tallarines en caldo de carne, <eh, Ee%ore .<Ee%ore, est!n buenos la 1epsi.
4ola % los tallarines en caldo de carne .respondi), mu% distendido, el ni0o,
evidentemente satisfecho de que su padre lo llevara en hombros, liberado, por lo
visto, de la experiencia anterior#
9o que corroboraba plenamente el pron)stico maternoF % si esa vo no hubiera sido
para el padre un poderoso estimulante, sin ninguna duda, delante de la puerta de la
sala de visitas, el hombre gordo habría perdido el cora$e % habría dado media
vuelta# El relo$ anunciaba la llegada del mediodía, % una enfermera, con la evidente
intenci)n de no de$ar entrar a nadie m!s en la consulta externa, estaba a punto de
cerrar la puerta % echar el cerro$o# 4uando la $oven enfermera vio al hombre gordo
con su hi$o sobre los hombros, mostr) una expresi)n de repulsi)n e incluso de
horror, como si hubiera visto de nuevo a un fantasma que acabara de exorciar, %
se apresur) a ocultarse al otro lado de la puerta# El hombre gordo, depositando sus
esperanas en una manifestaci)n de respeto que le inspiraba el prestigio de aquel
hospital, di$o con tono solemne % actitud insistente, mostrando la carta del
catedr!tico, especialista en neurología, que había escrito una carta de presentaci)n
para su hi$o: 8Hengo de parte del profesor L, que me ha recomendado a ustedes8#
?eguramente, la enfermera pens) que ella, con sus solas fueras, no estaba en
condiciones de desembaraarse de aquel gigante, erguido cuan alto era, % que no
desmontaba al ni0o de sus hombros# ?in responder nada en concreto, corri),
de$ando la puerta entreabierta, hacia el fondo de la sala, donde se encontraba,
separado por una cortina, una especie de cuarto que estaba a oscuras# Mientras ella
alertaba a alguien, 'l franque) decididamente el umbral % se dirigi) hacia el cuarto
del fondo# 2e detr!s de la cortina sali) la vo excitada de alguien Aue gritaba en un
tono de irreprimible exasperaci)n:
.B>o, no % noD B2igo que noD BIodo el personal del hospital no bastaría para
su$etarle, maldito críoD <4)mo, han vuelto <Au' <Est!n ahí B>o me diga, no
puede serD
2esde luego, el hombre gordo llevaba las de ganar# @ecobrando su presencia de
!nimo, deposit) con cuidado a su hi$o en el suelo, meti) poco a poco su gruesa
cabea tras la cortina, % lo que vieron sus o$os en la semioscuridad fue un m'dico
tan diminuto que se le hubiera podido tomar por un ni0o vestido con una bata
blanca de adulto# Echando hacia atr!s su minscula cabea, que parecía la de una
mantis religiosa con la cara de color pardo, lanaba miradas fulminantes a la
perple$a enfermera# 2espu's de una larga mirada inquisitiva, algo descort's, el
intruso le pregunt) con educaci)n, aunque todo aquello no de$aba de ser una
evidente falta de respeto:
.Hengo recomendado por el profesor % , % me he tomado la libertad de presentarme
a usted, doctor# <>o podría visitar a mi ni0o, por favor 7o tambi'n podría a%udar a
su$etarlo#
/sí comen) la exploraci)n# El m'dico que recordaba a una mantis religiosa parecía
absorto en sus pensamientos, hirviendo de furor: 8usto cuando le esto% chillando a
la enfermera, <c)mo puedo mandar a paseo al gigantesco padre de un paciente, si
se me dirige con toda educaci)n aunque en el fondo sea un maleducado8
Ggnorando sistem!ticamente la presencia del hombre gordo, la mantis religiosa
comen) la exploraci)n pro%ectando el chorro de lu de su l!mpara de bolsillo sobre
la pupila del ni0o, ahora instalado sobre un taburete redondo % giratorio de poca
estabilidad# &curría que, para aumentar la eficacia de la minscula l!mpara, habían
apagado las luces % la consulta estaba transformada en un cuarto oscuro# El padre
se instal) como pudo, agach!ndose inc)modamente, en el peque0o espacio que
quedaba libre detr!s del taburete % abra) firmemente a su hi$o cogi'ndole las
manos por delante# ?e sentía orgulloso al ver que el ni0o, que ligeramente echado
hacia atr!s lograba a duras penas mantener el equilibrio sobre el taburete, se
mostraba tranquilo, a pesar del miedo que le hacía temblar, porque era 'l quien lo
su$etaba, quien se encontraba siempre a su lado en las tinieblas de la noche# 8;ace
media hora, por no haberse dado cuenta de que Ee%ore no soporta el miedo a la
oscuridad si no se orienta por el canal del contacto directo con su padre, mi mu$er,
el m'dico % las enfermeras le han de$ado por imposible, sin m!s, en la misma fase
de la exploraci)n, reduci'ndole a la categoría de un animalito asustado con el que
no se sabe qu' hacer# 1ero ahora mi cabea piensa que las tinieblas que nos rodean
no son amenaadoras, % ese pensamiento mío se transmite fielmente al cuerpo de
mi hi$o, a trav's del apret)n de nuestras manos, % anula todas las se0ales de
alarma inquietantes que aparecen en su mente trastornada8, se di$o el hombre
gordo para su gran satisfacci)n#
4on todo, en tales circunstancias, Ee%ore tenía miedo incluso de la l!mpara de
bolsillo % no dirigía su mirada hacia el lado que quería el m'dico, es decir,
precisamente hacia el delgado chorro de lu# ?acudiendo la cabea de derecha a
iquierda, mirando de sosla%o, intentaba esquivar al minsculo m'dico, que se
movía precipitadamente, con la l!mpara de bolsillo en la mano# /l cabo de un rato,
la misma enfermera de antes, sin duda para reconquistar el terreno perdido %
volver a estar en gracia con su $efe, se les acerc) con adem!n de colaborar de
alguna forma, diciendo:8B4roaD B4roaD8 Ese grito inesperado provoc) que el cuerpo
del ni0o se contra$era de una manera espectacular a causa del miedo# /l levantar la
cabea el hombre gordo con aire de reprobaci)n, vio que la enfermera intentaba
atraer la atenci)n del ni0o haciendo 8B4roaD B4roaD8 % mostr!ndole con la mano una
asquerosa rana de goma fluorescente que se destacaba claramente en la
penumbra# usto cuando el hombre gordo iba a protestar dici'ndole que de$ara de
hacer aquella tontería que había asustado a su hi$o e incluso a 'l, Ee%ore ca%) en
un estado de p!nico totalF se puso a retorcerse sobre sí mismo asiendo por la
articulaci)n el brao de su padre, empe) a patalear e hio caer un mont)n de
cosas: la l!mpara del m'dico, la rana de goma que le mostraba la enfermera e
incluso los diversos ob$etos que había sobre una peque0a mesa auxiliar que estaba
a su lado# 5ru0endo de rabia, secretamente a do con su hi$o, el padre vio que las
patadas de Ee%ore habían hecho caer al suelo, adem!s de unos libros, un gran
cuenco de arro con anguila frita que debía de ser la comida del m'dico# Hista la
velocidad extraordinaria con la que se desarroll) la exploraci)n a partir de ese
momento, no se podía excluir la impresi)n de que el diminuto m'dico trataba con
espíritu guerrero a u desobediente paciente avivando la llama del odio por un
rencor imputable, sin duda, a las patadas del ni0o, pero en parte atiado tambi'n
por el hambre que no había podido saciar# / este respecto, el cuerpo compuesto
que formaba la pare$a padre.hi$o saboreaba el goo del desquite# B1ero era tambi'n
el punto de partida de un aut'ntico terror que no tenía ninguna graciaD 1ues el
m'dico enano, que había pasado la consulta externa toda la ma0ana, estaba
muerto de cansancio % tenía el est)mago en los piesF acababa de presenciar el
destroo de su comida %, a pesar de ello, no tenía cora$e para insultar al adiposo
padre de aquel hi$o retrasado, que enarbolaba una carta de recomendaci)n del
profesor L# <4)mo no temer alguna fechoría desagradable dirigida contra la vista de
su hi$o El hombre gordo, ante esta nueva preocupaci)n, se sinti) arrepentido %
lleno de abatimiento#
El m'dico reclam) exaltado a todo su personal, % tras hacer que el peque0o
paciente se tumbara boca arriba sobre un div!n de cuero negro, les indic) a todos,
con aire de victoria, que mantuvieran bien agarrado aquel cuerpo peque0o# (El
hombre gordo, no sin esfuero, consigui) reservar para sí la tarea de su$etar ambas
me$illas de Ee%ore entre sus dos braos % el pecho ech!ndole todo su peso encima#"
/ pesar de que era obvio que la primera prueba no había terminado
satisfactoriamente, pronto se pas) a la segunda, que debía de ser todavía m!s
comple$a#
/sí que Ee%ore estaba inmoviliado de pies a cabea, con lo que se le impedía hacer
el menor movimiento# ?)lo podía gritar, mostrando el fondo de su cavidad bucal de
color rosa % sus dientes amarillentos# (Era imposible cepillarle los dientesF le
horroriaba la idea de que alguien, fuera quien fuera, le hiciera abrir los labios, % si
se intentaba introducirle a la fuera el cepillo de dientes entre los labios cerrados,
se que$aba, bien porque le hacía da0o, bien porque le hacía cosquillas, % terminaba
por agarrar el cepillo de dientes entre sus mandíbulas#"
na enfermera coloc) en la cabecera del div!n una especie de f)rceps hecho de un
fino tubo de aluminio# El hombre gordo, con s)lo pensar que le iban a introducir
aquel instrumento por deba$o del p!rpado para abrirlo bien, de$ando al desnudo el
globo ocular, %a sentía un fuerte dolor que atravesaba sus propios o$os hasta el e$e
central del enc'falo# 1ero, total mente indiferente a su p!nico, el m'dico verti) dos
clases de gotas en el o$o que Ee%ore se esforaba en mantener cerrado, aunque
derramaba abundantes l!grimas como se0al de su protesta# Ee%ore reanud) sus
gritos, % su padre se puso a temblar# 3ue entonces cuando el m'dico le di$o a título
de informaci)n:
.Es para anestesiarloF con esto no sentir! ningn dolor#
Iras estas palabras, el doloroso hilo de plata que unía los o$os del hombre gordo a
su enc'falo se volatili) de$ando unas huellas sospechosas tras de si# 1ero Ee%ore
seguía gritando m!s % m!s, como si lo estuvieran estrangulando# En medio del
griterío, que iba en aumento, el hombre gordo, en$ug!ndose sus l!grimas con el
dorso de la mano, vio mu% cerca c)mo el m'dico insertaba el instrumento por
deba$o del p!rpado de Ee%ore, % de$aba completamente al descubierto el globo
ocular# Qste era, en verdad, una esfera voluminosa de color de clara de huevo, % te
dio la inmediata impresi)n de estar delante del globo terr!queo que supone el
mundo entero del hombre# El centro estaba marcado por un círculo de color casta0o
levemente difuminado, donde est! abierta, perdida % sin fuera, la pupila con su lu
opaca % melanc)lica# 4on una expresi)n de estupide, de terror % sufrimiento,
intentaba distinguir algo con todas sus fuerasF aunque lo veía todo borroso,
intentaba distinguir aquella salva$ada que imponía sufrimiento# El hombre gordo se
identificaba totalmente con ese o$o# Era cierto que la acci)n del anest'sico le
impedía sentir dolorF pero luchaba interiormente contra un sentimiento mal definido
de discordancia % de temor mientras levantaba su rostro impotente hacia la masa
de rostros desconocidos que le rodeaban# Estuvo a punto de gritar al unísono con
su hi$o:8B/%D B/%D B/aa%D8 1ero no tenía m!s remedio que reconocer que el o$o
casta0o difuminado, lleno de estupide, de terror, de sufrimiento, percibía tambi'n
su cara, sí, su cara, como una m!s del grupo de torturadores desconocidos# na
brecha de vivas aristas se abri) entre 'l % su hi$o# Meti) a la fuera su índice
derecho entre los dientes amarillos de Ee%ore, que gemía % cu%as mandíbulas
rechinaban sin cesar con un ruido seco# (>o fue hasta despu's del incidente al
borde del estanque de los osos blancos cuando admiti) que el hecho de que
hubiera metido el dedo entre los dientes de su hi$o se explicaba por el temor a la
ruptura que sentía % por el miedo de encontrarse, cara a cara, con la decepci)n de
que fuera falsa la f)rmula que había construido en todos sus componentes: Ee%ore
S %o#" Entonces vio brotar, intilmente, una gran cantidad de sangre a borbotones,
la cantidad equivalente a las l!grimas que vertía su hi$o, % percibi) el rechinar de
huesos de sus propios dientesF entonces, indiferente a la presencia de los dem!s,
cerr) los p!rpados % se puso a lanar los mismos gemidos que Ee%ore: 8B/%D B/%D
B/aa%D8
na ve recibidos los primeros cuidados requeridos por su estado en traumatología,
el hombre gordo volvi) a ba$ar a la sala de espera# Ee%ore, todavía agotado pero de
nuevo tranquilo, estaba sentado al lado de su madre# Qsta le comunic) a su marido
el diagn)stico del oftalm)logo: la visi)n de Ee%ore era comparable a la de los
ratonesF cada o$o tenía un campo de visi)n diferenteF tambi'n como los ratones, no
percibía los coloresF adem!s, no podía distinguir con claridad los ob$etos situados a
m!s de un metro, defecto que, tal como estaban las cosas, era imposible de
corregir porque el ni0o no mostraba ningn deseo de ver con claridad las cosas que
tenía a distancia#
.Qsta es seguramente la ra)n por la que Ee%ore mira el televisor tan de cerca,
pegando casi la cara la pantalla, durante los anuncios publicitarios, <verdad
Ella di$o esto con energía, como mu$er decidida a mantener, en todas las
circunstancias, la voluntad en buen estado de funcionamiento, como si, incluso en
el veredicto sin esperana del m'dico, ella hubiera sabido descubrir algn elemento
positivo % beneficioso, % se esforara por sacudir un poco a su marido % sacarle de
su postraci)n# .Iambi'n ha% ni0os con visi)n normal que siempre tienen la nari
pegada a la pantalla .protest) sin gran convicci)n.#Iodo lo que ha hecho ese
m'dico enano ha sido meterle miedo a Ee%ore, hacerle da0o, hacerle llorar % gritar,
% todo salva$emente# B>ada m!sD 2ime, <de qu' parte de la exploraci)n ha podido
sacar todo este desastre, eh .1ienso que es verdad que Ee%ore no puede distinguir
con claridad los ob$etos que est!n le$os de 'l, % que no tiene ningunas ganas de
verlos# .?u vo, refle$aba, francamente, su desilusi)n.# 4uando le llevamos al oo,
'l, que se interesa tanto por los animales de sus libros de cuentos, no manifestaba
la menor emoci)n al verlos en la realidadF se contentaba con mirar las barandillas o
un rinc)n del suelo a sus pies# 4laro que la ma%or parte de las $aulas del oo se
encontraban a m!s de un metro del pblico, <verdad
El hombre gordo decidi) llevar a su hi$o al oo# 4on sus propios o$os % oídos como
antenas, % teniendo como 8bobina8 sus dos manos estrechamente unidas, sus dos
cerebros estarían colocados en la misma longitud de onda % así, a su escala
personal, se constituiría, en beneficio de su hi$o, en 8antena8 del espect!culo real
del oo#
/sí pues, en esa co%untura tan comple$a, el t!ndem formado por los dos obesos,
una ma0ana de invierno de *+###, tom) el camino del oo# 1or temor al efecto del
frío sobre el asma de su fr!gil hi$o, su madre le puso tanta ropa como le fue
posible# 1or su parte, el padre, que intentaba diferenciarse lo menos posible de su
hi$o, su madre le puso tanta ropa como le fue posible# 1or su parte, el padre, que
intentaba diferenciarse lo menos posible de su hi$o, le compr) cuando iban hacia la
estaci)n, en una tienda de deportes, un gorro de esquí de lana negra, el mismo que
'l llevaba, pero de talla peque0aF % Ee%ore parecía, incluso a los o$os de su padre,
un peque0o animal del 1olo >orte# ;asta cierto punto, tambi'n debían parecer los
dos, a los o$os de la gente, dos esquimales, padre e hi$o, gordos pero no
demasiado# /sí subieron al tren, redondos como balones, cogidos estrechamente de
la mano# ?udaban la gota gorda ba$o sus ropasF el sudor corría a lo largo de sus
narices, en tanto que sus caras de luna llena iban enro$eciendo, por lo menos all!
donde se podía percibir algo, entre el gorro de esquí % el cuello levantado del
abrigo: % se de$aban mecer dulcemente al comp!s de la trepidaci)n del tren# /
Ee%ore le encantaba la sensaci)n de moverse en equilibrio inestable, comenando
por la inestabilidad de la bicicleta# ?in embargo, su equilibrio amenaado tenía que
estar respaldado por una sensaci)n de seguridad, de sentirse protegido por alguienF
evidentemente, por su padre# 1ero a pesar del goo que sentía al tomar un taxi, si
su padre se quedaba en el vehículo para pagar % 'l salía fuera con su madre,
terminaba por dar un espect!culo poni'ndose esquiofr'nicoF % es probable que si
se hubiera perdido en un tren, hubiera estado a punto de volverse loco# 1ara el
padre, via$ar en tren en medio de extra0os con su hi$o incapa, que dependía por
completo de 'l, era incontestablemente una fuente de satisfacci)n#
7 como, comparada con las emociones que acumulaba, día a día, en su existencia
cotidiana, esta satisfacci)n era, en su mismo principio, altamente positiva % de una
incomparable purea, su origen con toda seguridad no estaba dentro de 'l, sino en
el bienestar, parecido a una bruma, que se eleva en el espíritu confuso de su hi$o %
llegaba a 'l a trav's de las dos manos unidas, un bienestar que 'l llevaba entonces
hasta la lu de la conciencia# 1or el contrario, a la inversa, su propio contento
llenaba a su ve el alma de su hi$o de un goo nuevo, claramente orientado %
localiado (al menos, así raonaba 'l" por una relaci)n an!loga a aqu'lla que
reposaba, en los intercambios mentales entre ellos durante los regresos en bicicleta
despu's de degustar la 1epsi.4ola % los tallarines en caldo de carne### 4onforme al
diagn)stico del m'dico sobre el defecto de visi)n que impedía a Ee%ore distinguir
los ob$etos le$anos, al ni0o no le fascinaba en absoluto el paisa$e que desfilaba
detr!s de los cristales del tren# En cada estaci)n, era la apertura % el cierre de las
puertas lo que llamaba su atenci)n# 1ero tenía que estar a menos de un metro para
poder ver funcionar el mecanismoF así que, incluso cuando había plaas vacías,
renunciaban a sentarse % permanecían de pie, agarrados a la barra de seguridad
colocada inmediatamente al lado de la puerta#
Ese día, la atenci)n de Ee%ore estaba puesta, esencialmente, en la novedad que
constituía su gorro de esquí# 1ero lo que contaba para 'l no era el aspecto exterior
del ob$eto, sino la sensaci)n al contacto con su piel# /sí, despu's de toda clase de
rea$ustes en la goma de su gorro, hasta ocultar por completo ce$as % ore$as,
encontr) por fin la sensaci)n que le pareci) definitiva# Gnclin!ndose sobre su hi$o, el
hombre gordo tuvo verdaderamente la sensaci)n de confort que abarcaba por
completo toda su cabea# En la estaci)n donde tenían que cambiar de tren, a lo
largo de los pasadios subterr!neos o en las escaleras, percibi) muchas veces
miradas burlonas en la cara de la gente al ver a un padre % a un hi$o tan
exc'ntricosF pero, le$os de sentir la m!s mínima verg6ena, gritaba entusiasmado,
como si estuvieran solos, al refle$arse sus rechonchas figuras en los escaparates de
la galería comercial: .BMira, Ee%oreD B?omos dos gordos esquimalesD Au' guapos,
<verdad
9a manita del ni0o le servia de defensa contra los dem!sF % 'l, que cuando salía
solo tenía que tomar tranquiliantes, se volvía extrovertido# 9e bastaba con apretar
con su mano la de su hi$o para sentirse liberado, incluso en medio de la
muchedumbre, como si estuvieran rodeados por una pantalla de protecci)n#
4aminando despacio, con precauci)n, con la mirada explorando el suelo ba$o sus
pies, febrilmente ocupado en determinar con sus pobres o$os .que no parecían
distinguir bien las superficies ni los volmenes, como si s)lo vieran su perspectiva.
si el mosaico a cuadros era la continuaci)n del suelo plano o el primer pelda0o de
una escalera, Ee%ore hacía cort'smente eco a su padre: .BEe%ore, qu' guaposD
Eran las die % media cuando llegaron al oo# 4omo tenían las manos ligeramente
hmedas, aunque fuera una ma0ana de invierno, la comunicaci)n entre ellos se
estableci) de manera ideal, en la medida en que el contento del hombre gordo se
acompa0aba de una conciencia claraF %, por adelantado, se exaltaba ante la idea de
toda la experiencia prevista en el oo % que iban a saborear# 4uando, por
recomendaci)n expresa de su esposa, penetraron en el recinto reservado a los
ni0os, el oo infantil, donde se podían acercar hasta tocar los corderitos, las
cabritas % los cerditos, así como las ocas % los pavos, que llevaban largos a0os de
buenos servicios, estaba a rebosar a causa de la presencia de grupos de escolares#
7 aunque no había manifiestamente sitio para un ni0o como Ee%ore, cu%os
movimientos eran de una lentitud extrema, no se sinti) especialmente contrariado#
4iertamente, su mu$er deseaba que Ee%ore se acercara a menos de un metro de los
animales % que los pudiera contemplar, ver % tocarF pero 'l tenía otra idea en la
cabea: rechaar el diagn)stico desesperante del m'dico, convertirse en los o$os de
Ee%ore, distinguir con una precisi)n aguda las bestias que se encontraban a
distancia, % transmitir su imagen a su hi$o a trav's del apret)n de sus manos
unidasF así, al responder su visi)n a las se0ales que le llegaran de dentro, el ni0o
comenaría a apreciar las formas# Ial era el procedimiento un poco irreal que había
elaborado el hombre gordo % que era la causa de que hubieran ido al ool)gico#
2espu's de un r!pido vistao a los escolares que llenaban el recinto del oo infantil,
a su aglomeraci)n delante de las pobres bestias peque0as, a sus miradas
iluminadas en tanto que enarbolaban los paquetes de palomitas o los cucuruchos de
pescado frito, renunci) inmediatamente % llev) a su hi$o hacia el lado de las $aulas
de los animales salva$es, los m!s grandes % los m!s feroces#
.Ee%ore, dime qui'n ha venido al oo a ver a las fieras salva$es semidomesticadas,
a los 8amigos del hombre8# <Es que no hemos venido a ver a los osos, los elefantes,
los leones / ver a esos ciudadanos que, si no estuvieran en $aulas, serían, <no es
verdad, los 8peores enemigos del hombre8# /sí, monologando a medias, el hombre
gordo transmitía sus pensamientos a su hi$o# Qste ltimo no manifest), como es
natural, nada que respondiera al entusiasmo de su padre, pero al pasar delante de
las $aulas de los leones dio la impresi)n de ponerse un tanto tenso, como un $oven
animal sin defensa, abandonado en plena $ungla % reducido a sus propios recursos
que notara a su alrededor la presencia inquietante de las fieras peligrosas#
Entonces, el hombre gordo tuvo una sensaci)n exultante de que sus palabras
habían sido entendidas perfectamente#
.BMira, Ee%oreD Bn tigreD <9o ves, all! aba$o, esa cosa con sus ra%as amarillo
oscuro % negro, % tambi'n algunas mechas blancas BEs un tigreD BEe%ore, est!s
viendo un tigreD
.BEe%ore, est!s viendo un tigreD .repiti) el ni0o como un loro mientras que,
intu%endo la presencia de alguna cosa con su sentido del olfato, sin duda mu%
agudo, apretaba con fuera la mano de su padre mientras uno de sus o$os, pues
era bico, le hacía inclinar de lado aquella cara de luna llena carmesí al clavar una
mirada inexpresiva sobre el punto del suelo donde se enterraban los barrotes de
hierro de la $aula#
.BEe%ore, levanta los o$osD ;a% una cosa negruca % redonda, % encima est!
sentado un monstruo negro mu% peludo, <verdad Es un orangut!n, Ee%ore# BEs un
orangut!nD Ee%ore, est!s viendo un orangut!n, <sabes BEe%ore, est!s viendo un
mono mu% grandeD ?in soltar la mano del ni0o, el hombre gordo se coloc) detr!s de
su hi$o % le hio levantar la cabea hacia arriba, manteni'ndola inm)vil contra su
muslo con el brao que tenía libre# 4orrespondiendo d)cilmente a la voluntad de su
padre, Ee%ore dirigi) sus miradas oblicuas hacia el cielo de invierno sin nubesF
cerr) los p!rpados ante el resplandor del cielo invernal e hio unas muecas que
formaron finas arrugas en su piel % le dieron an m!s el aspecto de un ni0o
esquimal# /quello podía interpretarse como la sonrisa que identificaba al orangut!n
acurrucado inquietantemente encima de un vie$o neum!tico sobre el fondo del cielo
aul, pero no podía tener ninguna certea de ello#
.Ee%ore, est!s viendo un mono mu% grandeD .repiti) el ni0o con su vo monocorde,
que transmiti) directamente la d'bil vibraci)n de sus cuerdas vocales a la mano
paterna que sostenía el ment)n del peque0o obeso#
/ la espera de que el orangut!n empeara a hacer sus piruetas, el hombre gordo
mantenía firmemente el ment)n de su hi$o en aquella posici)n, apo%ado contra su
muslo, con la mirada hacia arriba# ;abía llovido hasta el amanecer % en las alturas
soplaba todavía un viento fuerte, por lo que el aul del cielo estaba lleno de un
brillo duro, inhabitual en Iokio# /dem!s, el orangut!n parecía gigantescoF
totalmente negro, su contorno se delimitaba extraordinariamente en el aul del
cielo### El hombre gordo sabía, porque lo había leído en una revista de oología, que
aquel orangut!n padecía hipocondría, hasta tal punto, que tomaba cada día
tranquiliantes, % que su actividad motora estaba reducida en extremo#
Herdaderamente, aquel orangut!n reunía todas las condiciones para ser un ob$eto
que pudiera atraer al o$o de Ee%ore# ?in embargo, por desgracia, parecía que los
síntomas depresivos del orangut!n eran de una gravedad excepcionalF pues,
aunque miraba a menudo con un o$o suspica al padre % el hi$o que aguardaban
quietos, no hio siquiera adem!n de empear sus piruetas# /l fin, la luminosidad del
cielo fatig) tanto la vista del hombre gordo, que acab) por percibir al orangut!n
como una especie de halo negro# 2ecepcionado, el hombre gordo se ale$),
llev!ndose a su hi$o de la $aula del mono hipocondríaco#
El padre comen) a sentirse fatigado % temía que, por el canal de las manos
unidas, su cansancio pasara a su hi$o,. % cuando pens) en la cantidad de
tranquiliantes que debía de tomar el orangut!n, tuvo un disgusto al recordar que
antes de salir de casa aquella ma0ana 'l no había tomado los su%os# / pesar de
todo, sin renunciar a su idea, sigui), con esfuero, tratando de asumir el papel de
8conductor de visi)n8 entre las bestias peligrosas % el cerebro de su hi$o# Aui! se
esforaba tambi'n en conservar el !nimo por temor a comunicarle a su hi$o .que
repetía mec!nicamente las palabras de su padre mientras dirigía una mirada vaga %
mal centrada, m!s que hacia los animales, hacia las malas hierbas tristonas que
crecían en el espacio libre entre la barrera % las $aulas o hacia las gordas palomas
que revolvían con aquel pico que era el símbolo de su ruda torpea los desperdicios
caídos en el suelo. el humor de sumisi)n que había sentido cuando con su bata de
m'dico demasiado grande para 'l % sucia, el oftalm)logo, contra%endo
convulsivamente su cara de mantis religiosa de un color que parecía ahumado,
había realiado toda una serte de crueldades para emitir su desesperante
diagn)stico# 9uchaba tambi'n contra una repulsi)n tan asquerosa como arraigada
que amenaaban con contaminar % ensuciar, al mismo tiempo que su propio
pensamiento, el espíritu nublado de su hi$o#
9a verdad era que, apenas hubo entrado en el oo, el olor de todas estas bestias %
de sus excrementos le había dado n!useas % un inicio de migra0a# Este sentido
olfativo anormalmente agudo era, sin duda alguna, una de las se0ales que
garantiaban los laos de sangre entre el padre % su hi$o# 3uera lo que fuere, % para
destruir todos estos signos de mal augurio, el hombre gordo apretaba todavía m!s
fuerte su mano habl!ndole m!s alegremente que antes mientras continuaban
su recorrido por el oo a la buena de 2ios# .<Me o%es, Ee%ore BHer, eso es captar
un ob$eto haciendo traba$ar solamente la imaginaci)nD BEe%ore, incluso si tus
nervios )pticos fueran como los de todo el mundo, a menos que consientas en
hacer funcionar la imaginaci)n ante las grandes bestias, no verían nada en
absolutoD En general, lo que encontramos aquí no son las cosas que estamos
acostumbrados a ver en la vida cotidiana % que, por tanto, no exigen que utilicemos
la imaginaci)n# <Hes, Ee%ore, all! aba$o, en esa agua amarillenta, esa especie de
planchas de madera, de color pardo oscuro, con una arista eriada de puntas en
medio <4)mo podría alguien que no tuviera imaginaci)n darse cuenta de que son
cocodrilos, eh 7 allí, al fondo, al lado de los mano$os de pa$a % el mont)n de
excrementos cerca del surco de cemento, aquellas dos placas de chapa amarilla que
se balancean tranquilamente, <qui'n podría adivinar que son la cabea % parte de la
espalda de un rinoceronte, dime Ee%ore, lo que acabas de ver hace un instante,
esa especie de enorme toc)n gris, era una pata de elefanteF pero que el verlo no te
ha%a llamado la atenci)n para que te digas: BHeo un elefante8 es totalmente
naturalF pues <por qu' un peque0o nativo de una isla oriental tiene que tener,
desde su nacimiento, la facultad de imaginar elefantes de Tfrica, eh, Ee%ore
/hora, cuando vuelvas a casa, si te preguntan: 8<Ee%ore, has visto el elefante8,
olvida toda esta historia del toc)n gris, grotesco % grandeF no pienses m!s que en
los elefantes, tan f!ciles de reconocer, de los dibu$os de tus libros de cuentos, %
responde: 8BEe%ore ha visto el elefanteD8, aunque es verdad que el toc)n gris es el
elefante realF pero, en definitiva, de todos esos muchachos sanos que llenan el oo,
no ha% ni uno, <me o%es, que, a partir de esa forma gris, de ese toc)n, % s)lo con
su observaci)n, haga traba$ar suficientemente su imaginaci)n natural para llegar a
identificar el elefante real# B9o que se contentan con hacer, es re.dibu$ar la imagen
que tienen en la cabea, el elefante de los dibu$osD B/sí, Ee%ore, si no te has
impresionado demasiado al ver el verdadero elefante, no ha% que desanimarse#
Mientras el hombre gordo parloteaba así, medio monologando, medio dirigi'ndose a
su gordo hi$o, entraron a peque0os pasos a un camino en pendiente que los llev) a
una especie de desfiladero estrecho# 1rosiguiendo constantemente su parloteo, el
padre fluctuaba sin cesar entre dos sentimientos que, en el borde exterior de su
conciencia todavía cerrado sobre sí mismo, mantenían un precario equilibrio: por
una parte, la sensaci)n de liberaci)n de la aglomeraci)nF %, por otra, una especie
de inexplicable angustia que oprimía su cora)n# En ese momento, surgi) del suelo,
como impelido por un resorte, un grupo de gente furiosaF parecían traba$adores %
hasta entonces habían estado sentados formando un corro, en el suelo# El hombre
gordo advirti) que 'l % su hi$o se encontraban cercados# / pesar de su
aturdimiento, se despo$), para dirigirse hacia el mundo exterior, de aquella
conciencia que quería permanecer concentrada sobre su hi$o, cu%a mano tenía
siempre estrechamente cogida con la su%aF % se dio cuenta de que no solamente se
habían ale$ado de la aglomeraci)n, sino de que el sitio donde se encontraban era
una especie de garganta estrecha sin salida# Era la parte posterior del espacio
dedicado a los osos blancosF cuando se de$aba caer la mirada m!s all! de la
muralla de piedras amontonadas para figurar una especie de monte rocoso, se
percibía un plano inclinado de cemento que formaba una pendiente mu% brusca,
imitando un acantilado de hielo, por donde los osos iban % venían, % un estanque
para que pudieran ba0arse# 1ara cualquiera que, encontr!ndose en la parte ba$a en
el lado opuesto, hubiera levantado la vista, el lugar donde se encontraban el
hombre gordo % su hi$o en ese momento debía de parecer la cumbre de una alta
monta0a desconocida, m!s all! del acantilado de hielo % del mar# @esultaba que el
padre % el hi$o estaban perdidos % se hallaban en la parte trasera del iceberg#
2ebía de tratarse de un ata$o por donde se daba de comer a los osos blancos, o por
donde se llegaba a aquel oc'ano /nt!rtico artificial para realiar la limpiea tanto
de la pendiente como del estanque, aunque, eso sí, no parecía que tomaran
demasiado inter's en la tarea# na ve hubo visto lo que los rodeaba, el hombre
gordo se vio envuelto, como por una nube de moscas, de un olor inhumano
proveniente de la parte trasera del ool)gico, de la ona donde estaban las fieras#
1ero <qui'nes podrían ser aquellas gentes <Au' hacían agrupados allí, en corro, al
fondo del ata$o, % por qu' habían cercado, con hostilidad repleta de odio, al hombre
gordo % su hi$o, que llegaron allí simplemente porque se habían extraviado 1ens)
en seguida que era un equipo de $)venes $ornaleros que, no teniendo nada que
hacer ese día, habían ido allí, fuera de la vista, a dedicarse a algn $uego de aar#
2e la c!mara secreta donde 'l se había encerrado con llave para mantener con
Ee%ore aquella conversaci)n que m!s que nada era un mon)logo, su conciencia
había salido lo suficiente al exterior para detectar con prontitud los signos de una
partida interrumpida, aunque, a decir verdad, los $ugadores no tomaban
demasiadas precauciones# Manteniendo aquellos di!logos totalmente personales %
exclusivos de los dos, una conversaci)n que tenía como e$e central sus manos
estrechamente unidas, padre e hi$o se habían adentrado demasiado en el terreno
de los $ugadores, o en su 8territorio8, segn el lengua$e animal, % no podían evitar
un enfrenta.miento#
4ogiendo siempre la mano del ni0o, intent) dar la vuelta, pues no se le ocurría qu'
decirlesF pero uno de los golfos le cort) la retirada apenas intent) moverse % otro
se puso a pegarle una % otra ve# 4omen) entonces un interrogatorio severo
mientras le llovían bofetadas a diestro % siniestro#8<Eres de la poli o eres un
chivato >o parabas de hablar hace un instante, <era para comunicarte con la poli
con un micro port!til8 Mientras recibía pu0etaos % patadas el hombre gordo
intentaba explicarse, pero s)lo conseguía enfurecer an m!s a los maleantes#
.B>o hacías m!s que hablar# % con qu' entusiasmoD <Es así como hablas a un crío
como 'l El hombre gordo replic) en su defensa que su hi$o, adem!s de ser
retrasado mental, veía mu% mal, lo que le obligaba a detallarle todo lo que se
encontraba alrededor de ellos, %a que sin tales explicaciones el ni0o no aprendía
nada# .BEste crío es tontoD <4)mo puede comprender todas tus parrafadas, eh
Uasta con mirarlo, es tonto, no comprende una palabra de lo que decimos, <es
evidente, no
9os granu$as insultaban así a su hi$o, % 'l hubiera querido responder que la
comunicaci)n entre el ni0o % 'l se hacía por medio de sus manos entrelaadas:
pero, presintiendo la inutilidad de sus esfueros, con los labios agarrotados no abri)
la boca: <cu!l era el medio de hacer comprender la relaci)n especial que le unía a
su hi$o Auiso poner al ni0o $unto a sí para defenderlo con su cuerpo, pero en un
segundo le fue arrancada de su mano la manecita c!lida % mo$ada por el sudorF
varios hombres se apoderaron de 'l agarr!ndolo por los tobillos % las mu0ecas# ?in
cesar de proferir amenaas, se pusieron a balancearlo adelante % atr!s, dispuestos
a mandarlo al estanque de los osos# Ql se veía cogido pasivamente en un
movimiento de balanceo que le elevaba a una altura vertiginosa, % captaba en su
campo visual el cielo % la tierra dando vueltas, la ciudad % sus calles a lo le$os, los
!rboles, % $usto deba$o de 'l, al fondo de un abismo vertical, similar a una trampa
infernal, el reducto % el estanque de los osos# En lugar del refle$o esperado de
p!nico % terror, era una desesperaci)n radical, monumental % todavía m!s grotesca
la que le embargaba, % se puso a dar gritos, cu%o timbre era demasiado intenso
incluso para sus propios oídos, gritos que parecía que iban a desencadenar en
respuesta los aullidos de todas las bestias del oo#
En ese momento, balanceado % propulsado por los braos de los golfos hasta lo alto
del estanque de los osos .tenía la impresi)n de que calculaban el impulso necesario
para arro$arlo en pleno charco, donde, esperando su llegada, el sucio oso amarillo
chapoteaba sumergido hasta los hombros., el hombre gordo, que había renunciado
a poner resistencia, tom) conciencia .con la nitide luminosa de quien, sobre un
m!ndalaa, entrev' con toda la fuera de una revelaci)n la confusi)n entre el tiempo
% el espacio. de que en la desesperaci)n que lo invadía, mientras gritaba como un
animal, se combinaban tres cosas diferentes:
a# /n cuando convenciera a estos granu$as de que no he venido a espiarlos,
seguro que, por el puro placer % la excitaci)n de hacerlo, me mandarían al estanque
de los ososF no me cabe duda de que son mu% capaces de hacer una cosa así#
&# ' bien, enloquecido de rabia por haber invadido su territorio, el oso me devora o
bien me herir' % entonces, demasiado d'bil para nadar, perecer' ahogado en esa
agua sucia# ?uponiendo que salga de 'sta, me volver' loco unos segundosF si fue
exactamente la locura lo que condu$o a mi padre a llevar una vida de total reclusi)n
hasta su muerte, <por qu', puesto que su sangre circula por mis venas, me habría
de librar %o de ella
c# @epresento para Ee%ore la nica ventana que se abre al mundo exterior % que le
permite aprehenderlo# 4uando, a causa de la locura, esta ventana no d' m!s que
sobre un laberinto en ruinas, inevitablemente, se replegar! hacia un estado de
demencia an m!s sombrío que ahora, an m!s turbioF no ser! m!s que un
animalito martiriado, % entonces desaparecer! para 'l toda posibilidad de
recuperaci)n# 9o que quiere decir que, ahora, ha% dos seres que pueden ser
aniquilados#
9a comple$idad de sus confusos sentimientos hio que su mente se precipitara en
una noche de rabia % aplastante dolor, un abismo de insondable profundidad hacia
el que empe) a proferir abominables gritos abandon!ndose a la caída# Mientras
caía a toda velocidad aullando, vio sus globos oculares completamente despegados
de sus )rbitas, % en la pupila, en el centro del círculo color casta0o, no se
vislumbraban m!s que el sufrimiento % el terrorF o$os de animal# En medio del
estrepitoso ruido que emiti) el agua al saltar, mo$ado de asquerosas salpicaduras,
el hombre gordo percibi) c)mo a su alrededor acudía la manada de osos blancos,
sus recias pisadas, el rasgar de sus arpaos### 1ero se trataba de un pedrusco que
alguien había lanado desde lo alto, mientras que 'l todavía era balanceado por
aquellos golfos# /hora se convertía en un globo ocular gigantesco agarrado por
aquellos braosF la esfera, de color de c!scara de huevo, era el mundo donde había
vivido en su totalidad su propia persona, % por el sutil casta0o del círculo central
desfilaba el carrusel del sufrimiento, del miedo, de la idiote de los retrasados, que
recordaban las irisaciones de una canica de cristal# El obeso s)lo era un globo
ocularF no estaba en situaci)n de atormentarse por su hi$o: ni siquiera era 'l
mismo, tan s)lo era un o$o, un enorme o$o amarillento, de ochenta kilos de peso###
7a había anochecido en el oo cuando termin) el lento proceso que, del estado de
globo ocular gigantesco, le devolvi) a su condici)n real de fatuo hombre gordo# n
hedor insoportable que, como si fueran dedos sucios, cre%) sentir que hurgaba en
su pecho, le estaba torturando# En un primer momento, el agua f'tida de la que su
cuerpo % sus ropas se habían impregnado le hio creer que en verdad había sido
arro$ado al estanque de los ososF pero al cabo se percat) de que s)lo había sido

a  Especiede cuadro que representa el universo bdico % los estadios sucesivos


impuestos a los diferentes seres# (! de las "!#
salpicado por el lanamiento de un pedrusco#
Entonces empe) a hacerse preguntas sobre su hi$o, que debía de haberse
convertido en un animalito medio loco# <;abría muerto El veterinario .Bel
veterinarioD. que se ocupaba de 'l le di$o qu' había sido de Ee%ore % quiso
aprovechar la ocasi)n para recordarle lo que hubiera podido pasarle# En la versi)n
del funcionario, le habían encontrado despu's de la hora del cierre del parque, al
efectuar la limpiea, soloF estaba llorando en los servicios, m!s o menos en el lado
opuesto al estanque de los osos blancosF durante las horas posteriores estuvo
delirando, profiriendo palabras sueltas acerca de su hi$o# El hombre gordo aleg) que
no recordaba nada en absoluto de lo que había hecho durante sus nueve horas de
extravío# 9uego, agarrando al veterinario bruscamente lo conmin) a encontrar a su
peque0o, que, si an no había muerto desquiciado, no tardaría en hacerlo# Entre
tanto, un empleado entr) en el despacho donde el obeso permanecía echado en
una cama rudimentaria rodeado de animales disecados: venia a informar de que
había de$ado en la comisaría a un ni0o, seguramente extraviado# 1ese a lo pesado
que era, el hombre gordo corri) con el cora)n en la boca hacia la comisaríaF allí
encontr) a Ee%ore# El peque0o obeso acababa de engullir una cena tardía en
compa0ía de $)venes agentes a los que daba las gracias a su manera, uno tras otro,
repitiendo: .<Ee%ore, estaban buenos la 1epsi.4ola % los tallarines en caldo de
carne
1ara probar que tenía la tutela del ni0o, el hombre gordo telefone) a su esposa, a
la que tuvieron que esperar# /sí, por un capricho del aar, le fue otorgada una
libertad cruel exactamente a los cuatro a0os % dos meses del nacimiento del
peque0o retrasado, Mori, su hi$o#
El combate que esta ve libraba mu% conscientemente por exigencia de otra
liberaci)n, no conllev) m!s que una reacci)n por parte de su madre: la difusi)n de
la circular que había mandado a imprimir# En este punto se estabili) la línea del
frente, puesto que no obtuvo ninguna otra respuesta# 9as sucesivas cartas con las
que la hostig), así como las llamadas telef)nicas, fueron como echar agua al mar:
las primeras fueron devueltas % respecto alas segundas, nadie se tomaba la
molestia de responder#
Iras varias semanas de aplicaci)n de esta t!ctica, persistiendo en su determinaci)n,
llam) una ve m!s a su madre, en plena noche# 9a telefonista del pueblo del alto
valle, una ve hubo tomado nota de su conferencia a larga distancia en un $apon's
mec!nico % oficial, le expres) instantes m!s tarde su simpatía, pero esta ve
sirvi'ndose de la lengua local, m!s familiar, llam!ndole, con la me$or intenci)n, por
su apellido (como era la nica persona residente en Iokio que telefoneaba al
pueblo, le bastaba con tomar nota del nmero para saber qui'n llamabaF incluso
sospechaba que escuchaba las llamadas, pero tenía otros problemas para perderse
en vanas investigaciones: no estaba para monsergas", para decirle en vo
desolada: .Esta noche, a pesar de mi insistencia tampoco responde nadie# El caso
es que ella no es mu$er que se ausente de su casa .8ella8 era sin duda su madre,
que vivía sola en su casa del valle.F aunque, por otra parte, estamos en plena
noche# >o coge el tel'fono adrede, Bsiempre la misma canci)nD BExageraD <Auiere
que co$a mi bicicleta % va%a a despertarla
/cept) el favor % no tard) en hablar con ella# Me$or dicho, su madre se content)
con descolgar el auricular sin decir una palabra# 9a complaciente operadora, una
ve terminada su misi)n, había vuelto a ocupar su puesto a toda velocidad .Bel
deber ante todoD., % seguramente estaría escuchando las recriminaciones que el
hombre gordo, en tono un tanto amenaador, le hacía a su madre# .</caso crees
que alguien se tragar! las mentiras de tu circular BEnviar eso a la familia de mi
esposaD 7 suponiendo que una enfermedad de la que me contagi' en el extran$ero
me hubiera desquiciado, % que la enfermedad del peque0o fuera consecuencia de
ello, <c)mo es que mi mu$er no se contagi), eh BIu texto lo sugiere % se lo has
enviado a ella tambi'nD BAuiero creer que t no crees una palabra de todas esas
calumnias, mi enfermedad, mi locura###D </ no ser que ha%as vuelto a la vie$a
escenita de la locura BEs un truco demasiado vie$oF nadie se de$ar! enga0arD
/dmitamos que lo has vuelto a hacer, que tu locura presenta todos los síntomas de
autenticidad, los suficientes para enga0ar a alguien, cr'eme madre, %a no sería una
falsa locuraF es que te habrías vuelto loca de verdad### Madre, madre, <por qu'
sigues callada <1or qu' escondes el manuscrito % mis notas <2e qu' tienes
miedo <2e que si escribo % publico algo sobre mi padre, toda la gente que conoce
a nuestra familia piense que estaba loco % que, puesto que su sangre corre por las
venas de su descendencia, mi hi$o es la prueba clara, concreta e irrefutable de ello
<Es eso### <Miedo de que mis hermanos % hermanas se sientan humillados 1ero
<no te das cuenta de que con su fingida locura, por una parte, % al propagar que es
una enfermedad sucia lo que me ha hecho enloquecer, por otra, el resultado an
puede ser peor >o, %o no creo que mi padre muriera de locuraF tan s)lo quiero
saber qu' fue de 'l#
 En aquella 'poca mis hermanos ma%ores estaban en el e$'rcitoF los peque0os, %
mis hermanas, eran criosF so% el nico que se acuerda de nuestro padre % de su
muerte en el trastero donde se había recluido# Auiero saber qu' sucedi)# <1or qu'
cuando te hablo de ello te escondes tras el silencio <1or qu' finges haber perdido
la ra)n### <Ie preguntas por qu' so% el nico de tus hi$os que se preocupa hasta
la obstinaci)n de los ltimos a0os % de la muerte de padre B1ero es que para mí es
tremendamente necesarioD ?iempre me contestabas con evasivas: 8<1or qu' me
hablas ahora de esto BIus hermanos % hermanas tienen en la cabea cosas m!s
importantesD8 1ero la verdad es que para mí es mu% importante, madre, el conocer
hasta el ltimo detalle de esta historia, de lo contrario, presiento que un día u otro
%o mismo vo% a terminar encerr!ndome a vivir en mi propio trasteroF % luego, un
buen día, soltar' un grito % a la ma0ana siguiente mi esposa le dir! a Ee%ore lo que
t me di$iste aquella ma0ana: 8Iu padre ha muerto# >o quiero que llores, ni que
escupas, ni que hagas tus necesidades, ma%ores o menores, sin una ra)n
poderosa, mirando al oeste###8#
Madre, seguro que te acuerdas muchas cosas sobre mi padre# <>o le has dicho a mi
esposa que si me pierdo en relatos idealiados, tal como hacía mi padre en sus
ltimos a0os, no crea una palabra Iodos esos a0os, 'l los vivi) confinado en su
trastero, sin moverse siquiera, tap!ndose los o$os % los oídosF <no fuiste t quien
di$o que esta historia de encierro voluntario como protesta contra su 'poca, como
rechao absoluto a admitir la realidad de la guerra con 4hina, es decir, contra un
país al que veneraba, era pura % simple invenci)n, % que no se debía m!s que a una
mente enloquecida </caso no te percataste de que en una 'poca en la que el
abastecimiento era escaso, 'l se atiborraba de todo lo que tenia al alcance de su
mano, sin que tuviera que moverse para ello .pues lo nico que podía mover era la
boca.,% que cuando muri) no era m!s que un saco de grasa <>o querr!s insinuar
que si no salía del trastero era porque sentía verg6ena Iodo esto se lo contaste a
mi esposaF entonces, <por qu' negarme a mí la menor confidencia sobre mi padre
<1or qu' escamoteaste las notas que iba tomando cuando me acordaba de algo#
 7 la ma0ana en que una ilusi)n hio creer a mi esposa que estaba apunto de
colgarme, <qu' le di$iste Aue mi padre $am!s hacía nada 8en serio8, que sabías
que, hiciera lo que hiciera, no era m!s que una 8comedia8, %a que 'l siempre se
decía, al emprender algo: 8Esto no va en serio8F que nada le afectabaF que no se
daba cuenta de nada, % que cuando al fin se daba cuenta de algo, %a era demasiado
tarde# Esas cosas que, segn t, no hacía 8en serio8, <qu' cosas eran <Au' quiere
decir eso de 8demasiado tarde8 BMadre, si te empe0as en quedarte callada como
una tumba, te vo% a contar algunas de mis reflexiones: %o tambi'n, como mi
padre, % con tapones en los oídos, engordar' enormemente .%a lo esto% un poco., %
cuando me va%a al otro barrio soltando un grito, <tu intenci)n es la de consolar a
mi viuda repitiendo una % otra ve que el hi$o, al igual que el padre, se daba cuenta
de las cosas cuando %a era demasiado tarde <1retendes una ve m!s gritar: 8BAu'
tonteríaD8 con aire de superioridad 9o he sabido recientemente: Bmi hi$o puede
prescindir de mí para vivir como puede vivir un retrasado mental, lo que significa
que a partir de ahora %a so% libre, que %a no tengo que cuidar de 'lD /hora %a
puedo dedicarme por completo a pensar en mi padreF so% libre de quedarme
sentado hasta la muerte, como 'l, en un sill)n mec!nico de barbero, en la
oscuridad de un trastero# <1or qu', madre, no me respondes m!s que con un
silencio que me hace sentir rechaado #
 7a te lo he dicho, s)lo quiero una cosa: la verdad sobre los ltimos a0os de mi
padre# >o pretendo escribir su biografíaF aunque me lo permitieras, me
comprometo a no publicar nada# Entonces, madre, <an te niegas a hablarme ?i
no me crees cuando te digo que lo nico que quiero es conocer la verdad del
pasado, te dir' que, si se me anto$ara, podría redactar una biografía inventada de
mi padre, con locura % suicidio, % publicarla# 7 si lo hiciera, podrían llegar a
arruinarte comprando papel para tus circulares % en gastos de impresi)n % envíoF
nunca me vencerías, siempre habría gente que me creería a mí antes que a ti# 1or
eso, el recuperar mi manuscrito % mis notas para mí es secundarioF lo importante
es saber la verdad por ti### >o te miento, si no me devuelves el manuscrito, so%
capa de recitarlo de memoria: 8?i mi padre se ha recluido en una existencia de
encierro totalmente voluntario###8
Iranquilamente, pero con firmea, colgaron# 1!lido de frío % de desesperaci)n, el
obeso volvi) a la cama, donde, con el emboo hasta la cabea, se pas) un buen
rato tiritando# /l igual que la noche de la terrible experiencia en el estanque de los
osos, llor) suavemente, a escondidas# ?o0) que hacía una eternidad que no había
oído el sonido de la vo materna# ;abía sido a su esposa a quien su madre había
contado lo de su padre# 1ero <cu!ndo había oído a su madre hablar de su padre
Gmposible de recordar# ?egn su esposa, su madre s)lo evocaba a su marido
llam!ndolo 8/AQ9###8 8/AQ9###8F 8Ihe man###8# /quello le hio recordar un pasa$e
de un poema de guerra de un poeta ingl's en el que 8Man8 empeaba con
ma%sculas# M!s que una reminiscencia del pasado, se trataba de una presencia de
cada instante# 4omo algunos c!nticos de la secta 8Iierra 1ura8 entonados por su
abuela hasta que muri), aquel poema formaba parte de su cuerpo % de su alma,
como una plegaria# /quello se convirti) para 'l en la splica de 8/AQ98 en lo m!s
penoso del conflicto en que su padre vio morir, uno tras otro, a sus amigos
chinos:8Ihe voice of Man: &, teach us to outgrow our madness#8 ?i esta frase
.82inos c)mo sobrevivir a nuestra locura8. fuera la de 8/AQ98, llegaba a la
conclusi)n el hombre gordo, entonces 8nuestra locura8 sería a la ve la su%a % la
mía#
Mientras murmuraba esos versos como una plegaria,8nuestra locura8 era para 'l la
su%a % la de su hi$o Ee%ore# 1ero ahora esas palabras no podían concernir m!s que
a 8/AQ98 % a 'l mismo, nicamente# 8/AQ98, con su pesada masa encastrada en
el sill)n de barbero en el fondo del trastero, había ocultado sus o$os % sus oídos %
repetía infatigablemente esta plegaria: 82inos, por favor, c)mo sobrevivir, 'l % %o, a
nuestra locura#8 El obeso se aferraba, obstinado % apasionadamente, a esta idea:
89a locura de /AQ9 tambi'n es mi locura#8 / partir de ese momento, en su
conciencia, toda preocupaci)n por su hi$o era vana# <4on qu' derecho su madre
cortaba el hilo que comunicaba su locura con la de su padre El hombre gordo %a
no lloraba, temblaba, pero no de frío, sino de rabia, hasta tal punto que incluso las
s!banas llegaron a emitir un ligero ruido de fricci)n# En esta nueva perspectiva,
incluso las emociones que vivi) al borde del estanque de los osos quedaban al
margen de toda interdependencia entre su hi$o Ee%ore % 'l# En la medida en que
esta aventura lo arranc) de la esclavitud que le venía impuesta por la existencia de
su hi$o, le pareci) que el suceso tuvo un efecto positivo# 9o que ahora avivaba su
rabia era su madre, que le había impedido sistem!ticamente descubrir el sentido
real de la invocaci)n: 82inos c)mo sobrevivir a nuestra locura8, proferida por
/AQ9 en un momento en el que qui! estaba punto de obtener una respuesta, %
entonces se veía a un paso de perder la ra)n, como si por segunda ve alguien lo
arro$ara a un charco donde le aguardaba un oso blanco rechinando las mandíbulas#
Holvi) a dormirseF pero en sus sue0os la rabia seguía ardiente# ?u mano febril
estaba s)lidamente presa por la de un gigante grande como un hipop)tamo que le
daba la espalda, sentado en un sill)n de barbero, al fondo de un trastero oscuro# 9a
rabia se transmitía a toda velocidad de uno a otro, como una corriente alterna,
utiliando como 8bobina8 las dos manos enca$adas,. aunque, por mucho que
esperara, el gigante furioso permanecía sin inmutarse mirando hacia la penumbra %
en ningn momento se giraba el peque0o obeso que era 'l# 4uando despert), el
hombre gordo an estaba m!s decidido a enfrentarse a su madre en un asalto
decisivo# ?e $ur) volver a escribir la historia de los ltimos a0os de /AQ9 % de su
locura, que iniciaría investigaciones en torno a ese 8sobrevivir a nuestra locura8, es
decir, la de /AQ9 % la su%a# ?in embargo, una ve m!s, su madre tom) la
iniciativa en el ataque# 2urante la noche perdida entre solloos, rabia % sue0os, ella
fue lo bastante lista para tomar medidas % estudiar un plan, % al amanecer elabor)
el texto de una nueva circular en la cual, rompiendo el silencio que había guardado
durante veinte a0os, habl) de su difunto marido# 2os días despu's de la llamada
telef)nica del hombre gordo, lleg) a su domicilio ('l no estaba en casa" un sobre
certificado: su madre le enviaba sus notas % el manuscrito en el que había querido
plasmar a todo precio la existencia de su padre# 2ías m!s tarde, nicamente con el
retraso de la impresi)n, el cartero entreg) a su esposa .siempre certificada. una
circular claramente redactada durante la noche en la que el hombre gordo telefone)
a su madre#
>o hace mucho le puse al corriente de que mi tercer hi$o había perdido la cordura:
me equivoqu', % le pido que no lo tenga en cuenta# 1uesto que ha llegado el
momento, le contar' lo que recuerdo: mi difunto marido, implicado en la con$ura
del grupo de oficiales###, que termin) en fracaso, lleg) a la escalofriante conclusi)n
de que la nica salida era el asesinato de ?u Ma$estad el Emperador# 3ue la
naturalea de este hecho monstruoso lo que lo condu$o a recluirse en el trastero,
que permaneci) tapiado hasta su muerte# Qsta se debi) a una insuficiencia
cardiacaF el certificado de defunci)n fue extendido % se encuentra en el
a%untamiento# Esto es todo lo que tenía que comunicarle#
3irmado:
L
Gnvierno de *+###
8<?iempre habr! alguien
dispuesto a salvar al pueblo
4ierro los o$os % sue0o
con un mundo sin conspiradores###8
4;&K

9a primera circular, aparentemente, no había impresionado a la mu$er del hombre


gordoF la segunda, en cambio, le conmovi) hasta lo m!s profundo de su ser# ?e
pas) toda una tarde le%'ndola % rele%'ndola, sin decirle una palabra a su marido#
?)lo cuando se vio incapa de sacar ninguna conclusi)n le inform) de su llegada, 'l
le%) el texto en silencio, % como se qued) callado con aire preocupado, ella le
pregunt):
.<@ecuerdas, verdad, lo que tu madre me cont)F que no cre%era una palabra de los
relatos idealiados que me hicieras de los ltimos a0os de tu padre 7 dado que
ella, hasta ahora, no había hablado de ese asunto, <no crees que si se ha decidido a
hacerlo es porque con tus ataques has provocado su odio <>o se trata de la
expresi)n de una voluntad de repudiarte, como cuando decía: 8?i imitas a tu padre
% al final terminas como 'l, %o me lavo las manos8
En realidad, era otro aspecto de la circular lo que sorprendi) al hombre gordoF % si
permanecía en silencio, era para digerir el golpe que había recibido# Ial golpe .se
dio cuenta inmediatamente al leerla., como el que sinti) a trav's de su hi$o Ee%ore,
toc) la fibra m!s sensible de su ser, hasta de$arlo sin habla# 2urante algunos días,
buceando en sus recuerdos de ni0o, en todo lo que pudo ver u oír, intent) discernir
lo que no enca$aba en la imagen de su padre tal % como pretendía plasmarla el
comunicado de su madre# ?in embargo, no encontr) nada en los detalles
recopilados en la biografía de su padre que estuviera en flagrante contradicci)n con
el contenido de la circular# ?u abuela le había contado que su padre, acometido por
un sable por un hombre que quería asesinarlo, no pudo salvarse m!s que
renunciando a defenderse % permaneciendo mucho tiempo sin moverse en la
oscuridad del trastero tapiado# El asesino estaría de acuerdo con el grupo de
 $)venes oficiales del complot inducido por su padre % L# ?e trataba, sin duda, de un
persona$e desprovisto de determinaci)n % osadía, al igual que su padre, tanto si se
trataba de un levantamiento armado como de emprender una acci)n individual#
Ech) una o$eada al interior de la guarida donde se encontraba otro ser tan cobarde
como 'l % le amena) con algunos molinetes, aunque en realidad nunca tuvo la
intenci)n de pasar de ahí# /n quedaba el drama que conmemoraba el alamiento
de L, una de las cosas que enriquecían la imaginaci)n del hombre gordo desde la
adolescencia: las viudas de los $)venes oficiales arrastrados a la rebeli)n, treinta %
cinco a0os m!s tarde no eran m!s que vie$as asiladas en un hospicioF sin embargo,
volviendo a ser las $)venes esposas de anta0o, atacaban pu0al en mano a un
persona$e sentado en un sill)n de barbero % que les daba la espaldaF era la
8?uprema /utoridad8, que fríamente había abandonado a los $)venes oficiales
rebeldes: aunque qui! se tratara de un simple ciudadano que, despu's de
defender el programa político de los con$urados con su dinero % de apo%ar el
movimiento hasta el día del levantamiento, lo hubiera traicionado en el ltimo
momento, neg!ndose a participar en la acci)n, % por eso se hubiera pasado el resto
de su existencia en su pueblo natal, sin salir del trastero tapiado donde se había
confinado###
Qste era el desenlace# Este escenario tenía su le$ano origen en las cosas que
algunas personas del valle cuchichearon a su oído siendo ni0o, qui! para insinuarle
lo que decía la circular de su madre# 2e todas maneras, tenía una vaga idea de que
su padre había tenido que ver con los rebeldesF incluso había hablado de ello con su
esposa: fue cierto tiempo antes, una noche de tormentaF le cont) algo que record)
sobre su padre, algo de lo m!s normal: una noche de tormenta como aqu'lla, su
padre le explic) que la vida de los hombres consistía en salir de las tinieblas %
permanecer algn tiempo alrededor de la lu de una vela, para luego volver cada
uno a sus propias tinieblas % desaparecer en ellas# 2urante una semana le%) %
rele%) la circular de su madre % se sumergi) en las notas % los fragmentos de la
biografía de su padreF luego, una ma0ana, mu% temprano (no es que se levantara
temprano, sino que no se acost) en toda la nocheF de hecho, durante toda aquella
semana no durmi) m!s que cuatro o cinco horas cada día %, excepto para comer
algo, no abandon) su despacho", sali) al $ardín que había detr!s de la casa %
convirti) en cenias el mont)n de papeles que había escrito sobre su padre#
Iambi'n quem) una tar$eta postal que compr) en >ueva 7ork % que había clavado
en su mesa de traba$o con una chinchetaF representaba una figura de %eso, un
ciclista, que le recordaba a su padre tal % como lo guardaba en su imaginaci)n#
2espu's de esto, inform) a su esposa, de pie mientras preparaba el desa%uno, que
había cambiado de idea al respecto de una cuesti)n acerca de la cual no habían
de$ado de discutir: permitir que Ee%ore llevara gafas % meterlo en una instituci)n
para ni0os retrasados# ?abía que, sin decirle nada, su esposa había llevado de
nuevo a Ee%ore al oftalm)logo, % que probablemente se había reba$ado a fin de
obtener la receta de las gafas especiales que clandestinamente hacía llevar al ni0o#
9os laos entre su hi$o % 'l se habían roto: ahora los dos eran independientes el uno
del otro# 7 al mismo tiempo podía asegurar que había puesto distancias entre 'l %
su padre %, como consecuencia, se sentía libre# ?u padre no había perdido el $uicio:
no existía ninguna relaci)n entre la locura de su progenitor % la su%a# 1oco a poco,
de$) de llevar a Ee%ore en bicicleta al restaurante donde servían los tallarines en
caldo de carne# /l acercarse a la edad en la que su padre inici) su reclusi)n
voluntaria, % aunque sus preferencias lo llevaban hacia las comidas fuertes %
grasientas, como pies de cerdo a la coreana, las ganas de comer le fueron
desapareciendo poco a poco#
?e propuso adelgaar e iba a la sauna al menos una ve a la semana# n día de
primavera, hacia el mediodía, mientras se duchaba despu's de la sauna, vio
delante de 'l a un desconocido de piel bronceada que le intrig) profundamente# El
vaho que empa0aba el espe$o sin duda estaba allí por algn motivo: ese
desconocido era 'l# / fuera de observar la imagen que llenaba el espe$o, fue
advirtiendo en ella numerosos síntomas de desequilibrio mental# 1ero, esta ve, %a
no tenía ni hi$o ni padre con quienes compartir la locura que se apoderaba de 'l
cada ve con m!s fuera, amenaando con invadirlo por entero# 9a nica libertad
que le quedaba contra esa locura, era la de hacerle frente en solitario# ;abía
renunciado a escribir la biografía de su padre# En cambio, tan pronto escribía cartas
dirigidas a /AQ9, aunque estaba claro que %a no existía en ninguna parte, unas
cartas en las que repetía incesantemente: 82inos, por favor, c)mo sobrevivir a
nuestra locura8, como se ponía a escribir algunas líneas que siempre comenaban
diciendo: 8?i inicio una existencia de encierro voluntario, es porque###8 7, como si se
tratara de un testamento, guard) en un ca$)n ba$o llave aquellas notas que $am!s
mostr) a nadie#

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