Este poema rinde homenaje a tres hombres del pasado: Jacinto Chiclana, los hermanos Iberra y Don Nicanor Paredes. Describe a cada uno de ellos de forma vívida, resaltando su coraje, habilidad con el cuchillo y liderazgo entre los hombres de su época. Se los recuerda como figuras legendarias de la historia de Buenos Aires.
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Este poema rinde homenaje a tres hombres del pasado: Jacinto Chiclana, los hermanos Iberra y Don Nicanor Paredes. Describe a cada uno de ellos de forma vívida, resaltando su coraje, habilidad con el cuchillo y liderazgo entre los hombres de su época. Se los recuerda como figuras legendarias de la historia de Buenos Aires.
Este poema rinde homenaje a tres hombres del pasado: Jacinto Chiclana, los hermanos Iberra y Don Nicanor Paredes. Describe a cada uno de ellos de forma vívida, resaltando su coraje, habilidad con el cuchillo y liderazgo entre los hombres de su época. Se los recuerda como figuras legendarias de la historia de Buenos Aires.
Este poema rinde homenaje a tres hombres del pasado: Jacinto Chiclana, los hermanos Iberra y Don Nicanor Paredes. Describe a cada uno de ellos de forma vívida, resaltando su coraje, habilidad con el cuchillo y liderazgo entre los hombres de su época. Se los recuerda como figuras legendarias de la historia de Buenos Aires.
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MILONGA DE DOS HERMANOS Quién sabe por qué razón
Me anda buscando ese nombre;
TRAIGA CUENTOS LA guitarra Me gustaría saber De cuando el fierro brillaba, Cómo habrá sido aquel hombre. Cuentos de truco y de taba, De cuadreras y de copas, Alto lo veo y cabal, Cuentos de la Costa Brava Con el alma comedida, Y el Camino de las Tropas. Capaz de no alzar la voz Y de jugarse la vida. Venga una historia de ayer Que apreciarán los más lerdos; Nadie con paso más firme El destino no hace acuerdos Habrá pisado la tierra; Y nadie se lo reproche— Nadie habrá habido como él Ya estoy viendo que esta noche En el amor y en la guerra. Vienen del Sur los recuerdos. Sobre la huerta y el patio Velay, señores, la historia Las torres de Balvanera De los hermanos Iberra, Y aquella muerte casual Hombres de amor y de guerra En una esquina cualquiera. Y en el peligro primeros, La flor de los cuchilleros No veo los rasgos. Veo, Y ahora los tapa la tierra. Bajo el farol amarillo, El choque de hombres o sombras Suelen al hombre perder Y esa víbora, el cuchillo. La soberbia o la codicia; También el coraje envicia Acaso en aquel momento A quien le da noche y día- En que le entraba la herida, El que era menor debía Pensó que a un varón le cuadra Más muertes a la justicia. No demorar la partida.
Cuando Juan Iberra vio Sólo Dios puede saber
Que el menor lo aventajaba, La laya fiel de aquel hombre; La paciencia se le acaba Señores, yo estoy cantando Y le fue tendiendo un lazo. Lo que se cifra en el nombre. Le dio muerte de un balazo, Allá por la Costa Brava. Entre las cosas hay una De la que no se arrepiente Así de manera fiel Nadie en la tierra. Esa cosa Conté la historia hasta el fin; Es haber sido valiente. Es la historia de Caín Que sigue matando a Abel. Siempre el coraje es mejor, La esperanza nunca es vana; Vaya pues esta milonga, MILONGA DE JACINTO CHICLANA Para Jacinto Chiclana.
ME ACUERDO. FUE en Balvanera,
En una noche lejana MILONGA DE DON NICANOR Que alguien dejó caer el nombre PAREDES De un tal Jacinto Chiclana. VENGA UN RASGUEO y ahora, Algo se dijo también Con el permiso de ustedes, De una esquina y de un cuchillo; Le estoy cantando, señores, Los años nos dejan ver A don Nicanor Paredes. El entrevero y el brillo. No lo vi rígido y muerto Ni siquiera lo vi enfermo; Lo veo con paso firme Cuando entre esa gente mala Pisar su feudo, Palermo. Se arma algún entrevero Él lo paraba de golpe, El bigote un poco gris De un grito o con el talero. Pero en los ojos el brillo Y cerca del corazón Varón de ánimo parejo El bultito del cuchillo. En la buena o en la mala; “En casa de jabonero El cuchillo de esa muerte El que no se cae se refala.” De la que no le gustaba Hablar; alguna desgracia Sabía contar sucedidos, De cuadreras o de taba. Al compás de la vihuela, De las casas de Junín De atrio, más bien. Fue caudillo, Y de las carpas de Adela. Si no me marra la cuenta, Allá por los tiempos bravos Ahora está muerto y con él Del ochocientos noventa. Cuánta memoria se apaga De aquel Palermo perdido Lacia y dura la melena Del baldío y de la daga. Y aquel empaque de toro; La chalina sobre el hombro Ahora está muerto y me digo: Y el rumboso anillo de oro. ¿Qué hará usted, don Nicanor, En un cielo sin caballos Entre sus hombres había Ni envido, retruco y flor? Muchos de valor sereno; Juan Muraña y aquel Suárez Apellidado el Chileno. Extraído de: https://www.literatura.us/borges/cuerdas.html