Mision y Vision Del Abogado

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MISIÓN Y VISIÓN DEL ABOGADO

La abogacía como profesión liberal, cumple una función social al servicio


del Derecho y la Justicia, siendo su objetivo esencial la convivencia social
de los hombres como fuente fecunda de paz, libertad, progreso y bienestar
general y cuya acción no se limita al sólo éxito de la causa que patrocina o
de la función que cumple en el órgano jurisdiccional o en una entidad
pública o privada, sino que busca conseguir que la convivencia social sea
fuente fecunda de paz, libertad, progreso y bienestar general, lo que
implica cumplir deberes con la comunidad, con los colegas y consigo
mismo, que bien interesan a la propia dignidad, pero influyen de manera
directa en el prestigio de esta noble profesión.

En la formación y en el ejercicio se reúnen un conjunto de principios,


normas éticas y códigos deontológicos que los Colegios de Abogados del
Perú estamos obligados a elaborar y difundir.

1. MISIÓN:

 La abogacía tiene como fin la defensa de los derechos de las


personas y la consolidación del Estado de Derecho, la justicia y el
orden social.

 La probidad e integridad de la conducta del abogado, cualquiera


fuere el ámbito en el que se desempeñe, con la excepción de su
vida privada, es esencial para el adecuado funcionamiento del
sistema de justicia, la vigencia del Estado de Derecho y la vida en
sociedad. La transgresión de los principios éticos agravia a la Orden.

 Difundir los valores éticos para el ejercicio de la abogacía y


sancionar las conductas que infrinjan estos valores y que
contravengan los deberes y obligaciones contenidos en nuestro
ordenamiento.
LA MISIÓN DEL ABOGADO EN EL ESTADO CONSTITUCIONAL DE
DERECHO

No es casualidad que la abogacía sea la profesión a la cual la Constitución


se refiere más veces (siendo que además solo menciona al magisterio) y
que, fuera de las funciones asignadas a los colegios profesionales en
general, encargue a los de abogados la de nombrar a autoridades en
entidades trascendentes para el mantenimiento del Estado constitucional
de derecho como son el Consejo Nacional de la Magistratura y el Pleno del
Jurado Nacional de Elecciones.

El TC ha explicado que si bien el abogado no está investido de potestad


pública el libre ejercicio de la abogacía es de vital importancia al contribuir
a garantizar el derecho fundamental de defensa de los justiciables y que el
Estado constitucional requiere de la colaboración de toda la sociedad, pero
particularmente, de los abogados, pues tienen un mayor entendimiento de
la Constitución y las leyes.

El mayor entendimiento que tienen los abogados del ordenamiento jurídico


sumado al hecho de que, en el Perú, el desempeño de diversos cargos y el
ejercicio de actividades trascendentes están reservados a su favor,
convierte a los abogados en verdaderos garantes del ordenamiento jurídico
y, por tanto, se espera que realicen una actuación en favor de la sociedad.

Es en ese contexto en el que habría que entender que en el Perú se haya


definido legalmente la abogacía como un “función social al servicio de la
Justicia y el Derecho” (énfasis agregado) y que el Código de Ética del
Abogado haya reconocido que el objetivo esencial de la abogacía es
“la convivencia social de los hombres como fuente fecunda de paz,
libertad, progreso y bienestar general”.

Todo lo anterior, nos lleva a descartar que la finalidad de la abogacía sea la


mera defensa del cliente, que la misión del abogado consista solo en
defender el interés de este y, por tanto, que el abogado únicamente tenga
deberes para con su cliente y no frente a la sociedad en general. Por ello,
podría decirse, que, en realidad, el abogado “representa al cliente ante el
sistema jurídico, pero también representa al sistema jurídico ante el
cliente”.

Por ello, es acertado que el Código de Ética del Abogado haya adoptado
una posición según la cual la misión de la abogacía no se limita a la
defensa de los derechos de la persona, sino que tiene como fin último “la
consolidación del Estado de Derecho; la justicia y el orden social”.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando los abogados no adecúan su conducta


en forma consistente con la misión de la abogacía? En estos casos, el
impacto de su actividad no solo podría perjudicar el entorno en el cual
ejercen su profesión sino incluso poner en riesgo la vigencia de los
derechos y el propio sistema democrático.

¿Las investigaciones a Odebrecht y demás constructoras brasileñas están


poniendo en evidencia un ejercicio profesional al margen de la misión de la
abogacía? ¿Nos harán ver cuál es el impacto que puede generar en
nuestra sociedad un ejercicio de la abogacía desligado de su finalidad
última? ¿Qué lecciones quedarán para los abogados?

No podemos anticipar una respuesta para esas preguntas, pero si algo nos
queda claro es que, hoy más que nunca, los abogados deben hacer suya la
misión de la abogacía. Para cumplir con su misión, sin embargo, requieren
conocer los deberes que derivan de esta y también los derechos que el
ordenamiento jurídico les reconoce para ejercer su profesión. Estos
aspectos serán objeto de un próximo ensayo que tendremos a bien de
compartir.

2. VISION:
 La existencia de un abogado excelentemente preparado, con altos
valores jurídicos y éticos al prestar sus servicios profesionales como
servidor de la justicia y del desarrollo en general. Satisfacer las
necesidades de asesoría legal de los clientes en sus negocios o
asuntos jurídicos, pensando por y para ellos a un nivel local,
nacional e internacional si fuera el caso. Un abogado que pueda
comunicarse sin esfuerzo con su cliente o representante.

 Desarrollar actividades de Asesoría y consultoría Legal con


eficiencia, lealtad y responsabilidad, aportando conocimientos que
contribuyan al desarrollo del derecho nacional, en torno a un equipo
profesional altamente competitivo y en permanente capacitación.

 Convertir a la Profesión de Abogado en un modelo a nivel nacional


en la difusión de los valores éticos.

 La visión del trabajo se basa en el esfuerzo y la dedicación para


tratar de conseguir siempre los mejores resultados para sus clientes.

REINGIENERIA EN LA ABOGACÍA

Cabe señalar que tiempo atrás bastaba con ser abogado para tener
asegurado el ejercicio de la profesión y un buen pasar económico. Eran
tiempos en el que el acceso a la universidad estaba restringido a muy
pocos.

Y es que el ejercicio de la profesión de abogado también se ha


transformado en un terreno agreste. No sólo para los nuevos, sino también
para aquellos abogados que llevan años de ejercicio y contemplan
asombrados cómo la dogmática legal cambia día a día a pasos
agigantados, sufriendo verdaderas expropiaciones de los conocimientos
que cultivaron desde siempre y que con cada reforma legal se van al tarro
de la basura. En el mismo sentido, la hostilidad del mercado laboral suele
producir abogados mucho más agresivos y competitivos que antaño. Se
trata de un simple mecanismo de defensa destinado a la sobrevivencia del
novato en el ambiente jurídico en el que se inicia.
Al mismo tiempo, estos nuevos abogados, cada vez más, buscan
compensar la aridez de los programas del pregrado y ganarse una ventaja
comparativa respecto de los “viejos”, abrazando estudios de post grado en
universidades nacionales o extrajeras.

La reingeniería debe comenzar en los estudios de pregrado de la


universidad, cuestión nada fácil, porque los abogados tradicionalmente
hemos sido conservadores y la innovación constante no forma parte de la
esencia de la profesión. En consecuencia, a lo evidente deben agregarse
diversas cosas nuevas. Por lo evidente, entiendo la comunicación de los
contenidos curriculares necesarios para que los futuros abogados puedan
comprender y desempeñar este oficio de forma eficiente. Este traspaso de
información debe concretarse a través de técnicas idóneas, tales como:
utilización de TICS en el aula, supresión de las clases dictado,
reemplazándolas por lecturas guiadas y apuntes confeccionados por los
propios docentes; masificación de las clínicas jurídicas y de los talleres de
discusión de casos y jurisprudencia en todas las ramas; consolidación de
los talleres de teatro, debate y simulación de audiencias; implementación
obligatoria de talleres de actualidad nacional e internacional, innovación y
emprendimiento; empleo de diversas técnicas de evaluación de los
alumnos, a fin de incentivar el desarrollo de competencias globales ( orales,
escritas de desarrollo, escritas objetivas, trabajos prácticos, uso de aula
virtual, blogs u otros, desarrollo de videos atingentes a los diferentes ramas
mediante el soporte YouTube, etc.) ¿Parece excesivo? En absoluto, es
perfectamente posible. Esta es la única forma de trasmitir a los alumnos del
pregrado que ser abogado hoy no es sólo recordar información y saber
aplicarla a casos concretos. El germen transmitido en la escuela de
derecho servirá para que los alumnos, más tarde abogados, consideren la
innovación como algo inherente a la profesión.

Ahora bien, una propuesta para la reingeniería de la profesión en el caso


de los abogados, ya en ejercicio, pasa por hacerse cargo de los mismos
ámbitos expuestos, a propósito de la formación del pregrado.

En primer lugar, el proceso de aprendizaje de la dogmática jurídica ha de


ser permanente. Quedaron atrás los tiempos en que a la universidad se
asistía una sola vez en la vida. Esta capacitación debe estar orientada,
preferentemente, a la especialización en una sola área del derecho y habrá
de concretarse a través de estudios de grado, como el magister o
doctorado, o, sencillamente, mediante la recapitulación exprés vía
diplomado. Este ejercicio, en especial el último de los descritos, debiere ser
una práctica más o menos frecuente, según sea necesario. Por lo demás,
dudo que en el futuro existan las universidades presenciales como las
concebimos hoy, cuestión que facilitará aún más el retomar los estudios en
“universidades” ubicadas en diversos lugares del planeta a partir de
plataformas que utilicen internet o la tecnología que reemplace a esta
última.

Por otro lado, es evidente que los avances tecnológicos, la globalización, la


evolución moral y cultural de los países, los cambios laborales, energéticos,
demográficos y climáticos, entre muchas otras más consideraciones, han
creado la necesidad de contar con expertos en la resolución de los
conflictos jurídicos asociados a estas nuevas realidades. Hay aquí un
enorme campo que debe ser explorado y explotado por los nuevos
abogados. Lo que quiero decir es que no imagino a un abogado prestigioso
del futuro dedicado exclusivamente a tramitar cobranzas judiciales y a
redactar minutas de escrituras públicas. Los conflictos de aguas, los
derechos de los inmigrantes, de los pueblos indígenas y de las minorías
sexuales, la regulación antimonopólica del mercado, el derecho minero, la
regulación de las tecnologías de la comunicación a distancia y el respeto a
la individualidad, los derechos vinculados a la ancianidad (el futuro masivo
que nos espera), la contratación internacional y, tantas otras materias, son
ejemplos de las nuevas tierras que deben comenzar a conquistar los
nuevos abogados.

En todo este escenario, tampoco concibo a un abogado desvinculado de la


realidad en la que vive, ya que es precisamente ella la que lo nutre de los
conflictos que probablemente deberá asumir. Esta integración se logra a
través de la prensa, de la participación en foros civiles y políticos, en la
utilización de redes sociales de internet y mediante cualquier otro medio
que lo informe de lo que sucede a su alrededor. Esta “internalización social”
permite, al mismo tiempo, descubrir nuevos ámbitos respecto de los cuales
proyectar la actividad profesional.

Me parece que una reingeniería de la profesión de abogado también exige


de una actualización tecnológica, pues el destino de nuestra sociedad se
verá notablemente determinado por este aspecto. Esta actualización debe
ser funcional a las necesidades laborales del abogado. Es decir, la
tecnología por la tecnología no sirve; se requiere imaginar cómo puede ella
facilitar nuestra profesión y, eventualmente, servir para crear una diferencia
comparativa respecto de otros profesionales. Por ejemplo, podemos
diseñar una página en la web dotada de las herramientas necesarias para
que se transforme en nuestra “oficina virtual”. De este modo, podría
establecerse el contacto con los potenciales clientes, agendar reuniones y
entrevistas, realizar transacciones, etc. sin necesidad de contar con una
oficina física permanente, ahorrando todos los gastos asociados a ésta.

La materia prima existe. Sólo se requiere de la capacidad de innovar y


abandonar la vieja práctica decimonónica de los abogados que esperan
sentados en su oficina a que su secretaria haga pasar al cliente que
aguarda en la sala de espera.

Biografía.

 https://www.monfortybonell.com/mision_vision_valores/
 https://www.uandes.cl/wp-content/uploads/2019/03/Cuaderno-de-
Extension-Juridica-N%C2%B0-24-Etica-profesional-del-abogado.pdf
Sebastián Contreras / Alejandro Miranda
 https://e
archivo.uc3m.es/bitstream/handle/10016/9557/mision_Peces_CPD_
1970.pdf?sequence=1&isAllowed=y Gregorio Peces-Barba Martínez

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