20 - Arocena & Sansone

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20 Sociedad y Pensamiento Sociológico UY

OBLIGATORIO - 20 copias

El uruguay desde
la sociología XV
15ª Reunión Anual de Investigadores del
Departamento de Sociología

1. Ciudadanía, desigualdad social, pobreza


2. Grupos vulnerables
y prácticas institucionales
3. Gubernamentalidad y su ejercicio
en el Uruguay contemporáneo
4. Estudios aplicados a sectores
y organizaciones

Facultad de Ciencias Sociales


Universidad de la República

Constituyente 1502 - Piso 5


C.P.: 11200 Montevideo
Tel.: 2410 3855 - 2410 3857 / Fax: 2410 3859
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Ciencias Sociales
Universidad de la República
U ru g u a y
Universidad de la República (Uruguay) Facultad de Ciencias Sociales.
Departamento de Sociología.
El Uruguay desde la sociología XV / Francisco Pucci, coordinador.
Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Sociología. Montevideo: UdelaR. FCS - DS, 2017.
328 p.
Incluye bibliografía.
15ª. Reunión Anual de Investigadores del Departamento de Sociología.
ISBN Vol. XV: 978-9974-0-1520-3 (decimoquinta edición).
ISBN O.C.: 978-9974-0-0397-2 (obra completa).
ISSN:1688-9932.
1. Sociología. 2. Desigualdad social. 3. Inclusión social. 4. Ciudadanía.
5. Vulnerabilidad social. 6. Gubernamentalidad. 7. Autogestión.
8. Movimientos cooperativos. 9. Análisis organizacional. 10. Uruguay.
I. Título. II. Francisco Pucci, coord.
CDD: 301.020 2
Ficha catalográfica elaborada por la Sección Procesos Técnicos de la Biblioteca de Facultad de Ciencias Sociales (UdelaR).

Decimoquinta edición, 2017.

ISBN: 978-9974-0-0397-2 Obra completa.


ISBN: 978-9974-0-1520-3 Decimoquinta edición.
ISSN: 1688-9932

Coordinación editorial: Helvecia Pérez

Edición gráfica: Doble clic

Impresión y encuadernación:
Mastergraf S.R.L.
Gral. Pagola 1823 CP 11800 - Tel.: 2203 4760*
Montevideo - Uruguay.
Depósito legal: 363.005
Edición amparada al Decreto 218/96.

DERECHOS RESERVADOS
Queda prohibida cualquier forma de reproducción, transmisión o archivo en
sistemas recuperables, sea para uso privado o público por medios mecá-
nicos, electrónicos, fotocopiadoras, grabaciones o cualquier otro, total o
parcial, del presente ejemplar con o sin finalidad de lucro, sin la autoriza-
ción expresa del editor.
Contenido

Presentación........................................................................... 9

1. Ciudadanía,
desigualdad social, pobreza

Una nueva ciudadanía:


¿hija del retorno del Estado?..................................................... 13
Susana Mallo

Prestigio ocupacional y desigualdad social:


una escala para Uruguay......................................................... 29
Marcelo Boado - Rafael Rey

Notas para el estudio de los determinantes


de la pobreza.......................................................................... 47
Tabaré Fernández - Víctor Borrás

El trabajo remunerado de las mujeres madres


a lo largo de tres generaciones
¿Un camino hacia la igualdad de género?............................................ 67
Karina Batthyány - Valentina Perrotta - Sol Scavino

Desafíos para el estudio de las desigualdades digitales


Uso, habilidades y resultados tangibles.............................................. 81
Susana Lamschtein - Ana Laura Rivoir

¿Quiénes usan Internet?


Características y perfiles de usuarios en Uruguay.................................. 95
Natalia Moreira - Santiago Escuder
2. Grupos vulnerables
y prácticas institucionales

Paradojas de las “brechas de género”


Sexualidad adolescente y prácticas académicas................................... 117
Verónica Filardo

Violencia policial sobre adolescentes


y jóvenes en Montevideo.......................................................... 133
Rafael Paternain

Educación en cárceles en Uruguay


Desafíos de las nuevas políticas de seguridad...................................... 151
Nilia Viscardi

Los nuevos migrantes dominicanos


en Montevideo........................................................................ 177
Felipe Arocena - Sebastián Sansone

Identificación y caracterización de factores


asociados al suicidio en Uruguay.............................................. 193
Víctor Hugo González

3. Gubernamentalidad y su ejercicio
en el Uruguay contemporáneo

Gubernamentalidad y producción colectiva


en el Uruguay contemporáneo.................................................. 211
Anabel Rieiro

Criterios para la evaluación de los emprendimientos


cooperativos y autogestionarios
Una aproximación metodológica....................................................... 229
Marcos Supervielle
El nuevo sentido común emprendedor
y las batallas por las subjetividades colectivas........................... 243
Alfredo Falero

Autonomía gestionada por la empresa


¿Un oxímoron?......................................................................... 261
Mariela Quiñones - María Julia Acosta

4. Estudios aplicados a sectores


y organizaciones

La construcción social del riesgo


en la producción de soja.......................................................... 277
Soledad Nión Celio

El empleo rural en la caña de azúcar en Uruguay....................... 295


Alberto Riella - Mauricio Tubío - Paola Mascheroni

El nuevo Plan de Salud Mental


Desafíos para el análisis organizacional..................................... 313
Pablo Hein - Francisco Pucci - Pablo Ezquerra
Los nuevos migrantes dominicanos
en Montevideo
Felipe Arocena1 - Sebastián Sansone2

Uruguay recibió recientemente inmigrantes con características muy diferentes en rela-


ción a la inmigración del siglo xix que forjó su identidad. Si bien han venido en pocas
cantidades, fue significativo el arribo de peruanos, cubanos, venezolanos, indios y do-
minicanos. Esta investigación se enfoca en la inmigración dominicana: ¿quiénes son?,
¿cómo viven?, ¿mantienen los vínculos con su país de origen?, ¿es Uruguay un lugar de
paso para ellos?, ¿por qué vienen a Uruguay?, ¿se adaptan al país?, ¿el país se adapta a
ellos? Algunos de los resultados encontrados son que los dominicanos ocupan los em-
pleos típicos de la inmigración, los llamados “triple p” porque son precarios, penosos y
peligrosos, como la seguridad y la limpieza; no logran adaptarse fácilmente al país que
no conocían de antemano; les resulta muy caro, frío y no les permite enviar remesas a
sus familias, que es uno de los principales objetivos de la partida; muchos han padecido,
además, actitudes discriminatorias por ser inmigrantes y negros. Por estas y otras razo-
nes que se explicarán a lo largo del trabajo, la mayoría de estos inmigrantes recientes está
pensando en volver a su país o viajar a otro destino.

El mundo del siglo xxi se ha caracterizado por una altísima movilidad de perso-
nas. Estimaciones afirman que más de 250 millones de personas viven fuera de sus
países de nacimiento, el máximo histórico hasta el presente, y que esta cifra tiende
a crecer (Banco Mundial, 2015; Collier, 2013). Los latinoamericanos confirman este
patrón de movilidad. España recibió cerca de cuatro millones de inmigrantes latinoame-
ricanos, casi todos sudamericanos, solamente en la primera década del siglo y Estados
Unidos continúa captando inmigrantes latinos, en su mayoría de México y Centroamé-
rica. Además de esta movilidad hacia fuera de la región ha ocurrido una importante
migración intraregional, con Argentina como ejemplo paradigmático puesto que a ese
país llegaron a lo largo de los últimos veinte años grupos numerosos de peruanos,

1 Sociólogo, profesor titular en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República e


investigador Nivel ii del Sistema Nacional de Investigadores de Uruguay. felipe.arocena@cienciasso-
ciales.edu.uy
2 Licenciado en Sociología por la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República. Seba.
Sansone@hotmail.com
178 Felipe Arocena - Sebastián Sansone

bolivianos y paraguayos, que en conjunto alcanzan los cuatro millones de personas


(Arocena, 2012 y 2011).
No ha ocurrido lo mismo en Uruguay. El último dato censal de 2011 registró
apenas 2% de extranjeros, el porcentaje más bajo de la historia del país. Este dato
acompaña la disminución sistemática de extranjeros que viene ocurriendo desde la
primera medición en el censo de 1908. Según aquel censo del año 1908, el 17% de la
población era inmigrante y comprendía un total de 180.000 personas. Cien años des-
pués, el censo de 2011 estimó apenas en 70 mil los extranjeros en una población total
de algo más de tres millones de personas (ine, 2013; Nahúm, 2007; Pellegrino, 2009).
En trabajos previos hemos analizado algunas de las causas por las que Uru-
guay se mantuvo al margen de esta movilidad explosiva de personas (Arocena, 2016
y 2011): el país atravesó la peor crisis económica de su historia en 2002, era casi
invisible a nivel internacional y en vez de atraer inmigrantes expulsaba población. Las
condiciones, no obstante, cambiaron significativamente durante la última década 2005-
2015: la economía creció progresivamente a ritmos pocas veces alcanzados con un
promedio del 6% y el desempleo fue el menor de la historia; además la selección de
fútbol obtuvo el cuarto puesto en el mundial de Sudáfrica en 2010 adquiriendo una gran
visibilidad que se vio multiplicada por el magnetismo del presidente José Mujica, al que
le hicieron notas en la principal prensa mundial. El crecimiento económico, los logros
deportivos, el primer gobierno de izquierda, Mujica, la regulación de la marihuana, la
aprobación del matrimonio igualitario, y la estabilidad democrática, han dotado a Uru-
guay de la mayor visibilidad internacional en su historia.
En parte por esto, en los últimos cinco años años, han arribado distintos gru-
pos de inmigrantes, entre los que se pueden destacar españoles, cubanos, indios,
venezolanos y dominicanos, por mencionar los más significativos. Habrá que esperar
al próximo censo de 2020 para tener un registro comparable y saber si finalmente
hay más o menos extranjeros que ese magro 2% del censo de 2011. Por el momento
sabemos a través de otras fuentes que son algunos miles, aún muy pocos en el con-
texto de alta movilidad del siglo, pero suficientes para llamar la atención y justificar
esta investigación.
Los dominicanos han ganado espacio en los medios de comunicación (prensa
escrita, radio, televisión) y su presencia ya es reconocida ampliamente por la pobla-
ción local. Los medios de comunicación magnifican el número y las acciones de los
dominicanos, generando, con o sin intención, una mayor visibilidad de este grupo de
inmigrantes. Voceros de la propia comunidad dominicana organizada, en base a auto-
censos no oficiales que realizaron ellos mismos, manejan la cifra de 7.000 inmigrantes
hasta 2014, cantidad que baja a la mitad de residentes, entre 3 y 4.000, para el año
20163. Tal aproximación se ve confirmada por los datos (difusos) de la Dirección Na-

3 Entrevista con Floribel López, vocero de la comunidad dominicana.


Los nuevos migrantes dominicanos en Montevideo 179

cional de Migración de Uruguay4. Según estimaciones del diario El Día de la República


Dominicana5, y de El Observador de Uruguay6, en el 2013 arribaron 1870 dominicanos,
y desde enero hasta junio de 2014 arribaron alrededor de otros 2.500, totalizando
más de 4.000 personas, cifra acompañada por otras investigaciones periodísticas7. En
suma, no hay una cifra precisa de cuántos dominicanos residen hoy en Uruguay, pero
la mejor estimación que podemos hacer en este trabajo es de aproximadamente 3.000
personas en 2017 y disminuyendo.
Los inmigrantes dominicanos son, en su mayoría, afrodescendientes, lo que les
da mayor visibilidad en un país que a lo largo de su historia ha recibido un número consi-
derable de flujo inmigratorio desde Europa, en particular de España e Italia, que son los
que fundamentalmente le dieron la configuración étnica y cultural actual. Además de ser
uno de los grupos de inmigrantes de mayor volumen y de ser afrodescendientes, son
de Centroamérica, lo cual en sí mismo es una novedad y podría acrecentar las actitudes
de racismo hacia ellos. Ser de Centroamérica implica tener diferencias lingüísticas, cli-
máticas y culturales de todo tipo, por ejemplo en las comidas, en la vestimenta, en las
costumbres. Llama la atención también que siendo de Centroamérica escojan Uruguay
y no Estados Unidos, puesto que allí la presencia norteamericana es muy grande pro-
ducto de años de movimientos bélicos, acuerdos políticos, intercambios comerciales e
inversiones directas en la región.
Hemos seleccionado cuatro puntos a desarrollar para comprender mejor la inmi-
gración dominicana: i) ¿cuáles son los motivos del viaje, y cómo se procesa su llegada
y los primeros pasos en Uruguay?, ii) ¿cómo se insertan laboralmente?, iii) ¿qué tipo de
relaciones sociales mantienen entre sí y con los uruguayos? y iv) ¿existe discriminación
por parte de la población uruguaya hacia los dominicanos? En suma, cómo se adaptan
los dominicanos al Uruguay y cómo se adapta la población uruguaya a su presencia8.

Caracterizando la llegada a Uruguay


Como la mayoría de los migrantes, los dominicanos que vienen a Uruguay tam-
bién apuntan fundamentalmente a mejorar el estilo de vida en términos económicos,

4 Las cifras de la Dirección Nacional de Migración de Uruguay confirman la entrada de 2889 personas
de nacionalidad dominicana (aún sin que se pueda saber si se quedaron residiendo): https://mi-
gracion.minterior.gub.uy/images/anuario14/Pasajeros%20ingresados%20por%20Nacionalidad%20
2014.pdf (última visita: 21/02/2016).
5 http://eldia.com.do/masiva-migracion-de-dominicanos-a-uruguay/ (setiembre, 2014, 3:44 pm) (última
visita: 21/02/2016).
6 http://www.elobservador.com.uy/noticia/286734/dominicanos-en-uruguay-hacer-la-america-en-el-
sur/ (01.09.2014, 05:00 hs – actualizado: 12:38), (última visita: 21/02/2016).
7 http://ladiaria.com.uy/articulo/2015/12/merengue-de-corazon/
8 Para esta investigación se entrevistaron en total trece dominicanos durante el período de abril a
noviembre del año 2015. Casi todas las entrevistas se realizaron en el barrio La Aguada, cerca de las
pensiones donde residen, yendo a lugares donde se reúnen, como una plaza o un almacén barrial.
Se cuidó la distribución por sexos, buscando que hayan mitad hombres y mitad mujeres. Las edades
estaban comprendidas dentro de una franja de 24 a 40 años.
180 Felipe Arocena - Sebastián Sansone

buscando incrementar su nivel de consumo de bienes y productos, a los que no podrían


acceder en su país de origen. Ese objetivo precisa de un trabajo: “Trabajo, plata, me-
joras. Eso queremos, (…) lo primero, el trabajo, trae todo lo demás. Por eso se deja a
la familia”. (Entrevista Héctor).
¿Por qué Uruguay y no otro país para trabajar? En primer lugar, por los bajos
requisitos de exigencias de entrada, en particular la ausencia de visa, lo que facilitó
la llegada de los primeros dominicanos. Sin embargo, distintos motivos incitaron al
gobierno a implantar la visa a partir del 1º de julio de 2014. Es bastante claro que la
llegada de cientos de dominicanos alertó al gobierno a implementar un filtro y hacerles
la llegada más complicada. Las consecuencias fueron inmediatas y el flujo disminuyó
sensiblemente luego de ese año. En segundo lugar, los dominicanos eligieron Uruguay
por las mayores probabilidades de conseguir un trabajo formal: “[en Argentina] es muy
difícil conseguir trabajo formal como acá. Acá te dan un recibo de sueldo” (entrevista
Juan Carlos). La formalidad laboral conlleva la posibilidad de denunciar ante los orga-
nismos oficiales en materia de trabajo posibles infracciones, potencia el interés en
trabajar sabiendo de los beneficios sociales (atención en hospitales públicos, seguro
de desempleo, etcétera) adquiridos por el acto mismo de trabajar y ofrece cierta esta-
bilidad laboral, algo muy valorado cuando se viene a un país desconocido con incerti-
dumbres e inseguridades. Por último, hay que destacar que a diferencia de los “viejos”
inmigrantes, los dominicanos se asimilan menos. Si se entiende la asimilación como
“un proceso de interpenetración y fusión en el que unos individuos y grupos van adqui-
riendo los recuerdos, sentimientos y actitudes de otros individuos y grupos, y a base
de compartir su experiencia y su historia se incorporan con ellos a una vida cultural
común” (Park, Burgess y McKenzic, 1925: 735), entonces los dominicanos se asimilan
menos. Aunque es muy pronto para sacar conclusiones definitivas sobre este aspecto,
más bien lo que se observa es lo contrario, una tendencia a permanecer con su propia
cultura conservando sus relaciones sociales con su país de origen, manteniendo sus
valores, sus costumbres y sus formas de vivir.
Siguiendo una de las leyes de la migración, el flujo de personas se construye con
un grupo pequeño de pioneros que hacen de “cabeza de puente” y luego se materializa
el tránsito más numeroso ya con una ruta trazada. Se denomina también como “factor
contagio” al fenómeno de emigración en el que primero va un grupo de personas y
luego, con el tiempo, comienzan a llegar conocidos, amigos y/o familiares de ese
grupo, persiguiendo, en la mayoría de los casos, los mismos objetivos que estos. Por
supuesto, esto tiene como consecuencia que cuando llegan los que vienen en segunda
instancia ya tienen un espacio y una red a la cual acudir y ya no llegan ni necesariamen-
te solos ni tan desinformados. Entonces, la “presencia de familiares o amigos que emi-
graron antes permite a los nuevos migrantes integrarse a redes sociales que favorecen
la incorporación al nuevo país en mejores condiciones” (Arocena, 2011: 95).
Una vez llegado el nuevo inmigrante dominicano siempre hay alguien que lo espe-
ra y lo acompaña rumbo a su lugar de residencia. Denominamos a esta persona como
el receptor, persona que guía y aclimata en Uruguay al recién llegado. Los receptores
Los nuevos migrantes dominicanos en Montevideo 181

por lo general son dominicanos que se han asentado en Uruguay de manera satisfac-
toria, esto quiere decir, tienen cédula de identidad, trabajo, un lugar para vivir, más allá
de la precariedad, y pueden ser familiares o no. Esta estabilidad fue conseguida por
su permanencia en el país desde hacía un año. Se configura así un tipo de solidaridad
empática dada por el hecho de ponerse en el lugar del otro.
La importancia de la figura del receptor, un inmigrante de la misma nacionalidad
que ya está instalado, estriba en su conocimiento sobre las dinámicas sociales nece-
sarias para insertar al recién llegado, a saber, la localización de viviendas, los lugares
para consumir productos de primera necesidad, el conocimiento sobre los medios de
transporte, los trámites necesarios y la forma de encontrar trabajo. De esta forma se
logra que el recién llegado enfrente los primeros problemas y dificultades por el hecho
de su venida, siendo así que “Las redes de inmigrantes proporcionan refugio, trabajo y
ayuda para enfrentar la burocracia, de manera tal que los desterrados del mismo país
suelen concentrarse en los lugares donde ya se han establecido otros” (pnud, 2004:
87). La función del receptor, en suma, es la de ser el nexo entre el recién llegado y el
país destino, orientando, informando, traduciendo, decodificando la realidad social para
hacerla inteligible al recién llegado:
–Una de mis compañeras me fue a buscar al aeropuerto y vinimos en un bus, lo toma-
mos ni bien salimos del aeropuerto. Ella me mostró algunos lugares de interés, ¡lugares
que no volvería a ver en meses! El Portones Shopping, por ejemplo (risas). Bueno, más
allá de eso nos bajamos en Ejido y fuimos derechito a la pensión, me mostró autoser-
vicios próximos y en todo el camino me fue diciendo más o menos cómo era la vida.
(Entrevista Daniela).
En suma, el migrante llega al seno de una red de contención y de orientación
sobre los primeros movimientos a realizar en el país destino, orientado por el receptor,
de ahí que es importante entender al receptor como figura clave de la inmigración. Por
último pero no menos importante es comprender de qué forma se realizan los contac-
tos entre el recién llegado y el receptor. De hecho, que el movimiento migratorio actual
sea del tipo “factor de contagio” es posible gracias al avance de las telecomunicacio-
nes. Efectivamente, “el aumento de las comunicaciones y los transportes han permitido
mantener vínculos intensos y espacios de circulación entre los migrantes y sus lugares
de origen, sustentando sentimientos de pertenencia a una diversidad de ámbitos al
mismo tiempo” (Pellegrino y Koolhaas, 2008: 125). El progreso de las telecomunica-
ciones ha acortado las distancias entre individuos y es así que los contactos entre el
migrante y el receptor se realizan desde antes de la salida, programando el encuentro
un día dado: “Bueno, a mi me llamaron unas personas que conocía de allá y está bien,
yo les puedo dar una mano” (entrevista Marisol); “[a la persona que la iba a recibir] le
había preguntado cómo era antes de venir, qué iba a necesitar y todo eso acerca de
los preparativos del viaje” (entrevista Cristal).
Aun siendo orientado en sus primeros pasos por el receptor, el inmigrante domi-
nicano no está exento de dificultades al momento de desembarcar. A su llegada, por
182 Felipe Arocena - Sebastián Sansone

más que casi siempre tienen a alguien radicado en Uruguay, deben conformarse con
vivir en una pensión, dado que los apartamentos y las casas que se alquilan requieren
una garantía de alquiler. La dificultad en este punto se da en que los requisitos para
acceder a la garantía se tornan excesivos para las condiciones de vida de los recién
llegados y también de los que tienen cierto tiempo: “Mira, me fijé los requisitos en el
internet y para Contaduría [General de la Nación] tienes que tener dos años viviendo
acá, dos años en un trabajo estable” (entrevista Marisol). Por el contrario, recurren a
las pensiones que son alojamientos donde se paga durante el tiempo que vive allí. A la
pensión “es más fácil de acceder, uno paga la mensualidad y ya” (entrevista Marisol).
La pensión es la residencia de la mayoría de los dominicanos que no encuentran otra
forma de mantenerse viviendo en el país, dado el costo económico y las restricciones
burocráticas para acceder a una vivienda. Aunque algunas tienen ciertas comodida-
des como internet, presentan otras dificultades a los recién llegados, desde tener que
compartir baño y cocina hasta compartir habitación con desconocidos. Y al problema
de hacinamiento y de falta de privacidad se le suma que las pensiones que tienen más
comodidades rondan entre los 300 y los 500 dólares mensuales.
En segundo lugar se encuentra la dificultad de acceder a un empleo. Los domi-
nicanos no tienen problemas para encontrar empleo una vez instalados y transcurrido
cierto tiempo y adquiridas ciertas formalidades cívicas, como la cédula de identidad.
Sin embargo, al momento de arribar y en los primeros momentos en el país, conseguir
un empelo sí resulta dificultoso. En un principio el alojamiento es más fácil de conseguir
puesto que tienen algún conocido que les brinda apoyo, como se ha visto, no obstante
lo más engorroso en los primeros días es el conseguir un trabajo que les dé para sos-
tenerse en el país cuando el dinero que trajeron empieza a mermar:
–No se consigue trabajo enseguida. Yo mismo tuve suerte de que salió una oportunidad la-
boral y luego empezaron a venir las otras, todavía no sé cómo fue todo pero en fin, se dio.
Yo creo que los que venimos tenemos problemas para encontrar trabajo. (Entrevista Fran).
En tercer lugar, se les presenta la dificultad de la desarticulación de las expec-
tativas que traían con respecto al trabajo y el sueldo. Por un lado, los dominicanos
esperan tener una amplia variedad de ofertas laborales para insertarse en algo que
no les disguste, pero aunque consiguen un trabajo bastante rápido una vez instalados
y transcurrido cierto tiempo, a veces no es de lo que estudiaron y el sueldo percibido
es inferior al esperado. El sueldo es importante para los inmigrantes dominicanos
dado que viajan para mejorar su nivel económico. Al no ser el esperado, influye de
forma negativa en su percepción de la realidad y en las intenciones de quedarse
residiendo en Uruguay, dado que apuntaban a tener un poco más de sueldo para
poder enviar lo suficiente a Dominicana en forma de remesas y también poder vivir
cómodamente en Uruguay.
Otra dificultad se suma y es que, de no conseguir trabajo, empieza la cuenta
regresiva. A veces la falta de trabajo genera impotencia y ansiedad, dado que el dinero
que se trae se agota en la vida diaria del primer mes de estadía y no se consiguen los
Los nuevos migrantes dominicanos en Montevideo 183

medios para la consecución de los objetivos planteados. Esto deriva, en algunos casos,
en que los sujetos se ven necesitados de salir al mercado informal de trabajo a conse-
guir medios de subsistencia, por ejemplo, la prostitución y el narcotráfico.
Se detectó también que los dominicanos sufren la falta de solidaridad por parte
de la población local. La indiferencia hacia el migrante por desconfianza de la población
local quizás sea producto de la distancia cultural:
–La indiferencia del uruguayo. Uno diría “¡qué bueno que pasa desapercibido!”, pero en
realidad es una indiferencia negativa, mala. Como dicen ustedes, “dejan tirado”. A ver,
para explicarme, quiero decir que son desconfiados, son indiferentes porque no quieren
confiar. Entonces tú te paras en la calle a preguntar una dirección por ejemplo, porque
uno es nuevecito y no sabe, entonces el uruguayo sigue caminando. (Entrevista Cristal).
Las vicisitudes iniciales del arribo, como para todo inmigrante en cualquier parte
del mundo, alternan entre expectativas exageradas, realidades más duras a las espe-
radas, informaciones parciales, miedos, sueños por cumplir, tiempos cortos para con-
seguir ingresos. Si bien esto es casi una ley del migrante, no deja de llamar la atención
la poca información con que se lanzaron a la aventura los dominicanos que arribaron.
Es que a pesar de la comunicación previa con quienes ya se encontraban en el país,
prácticamente no saben nada del contexto cuando llegan y la sorpresa es fuerte.

El viajero trabajador
Los inmigrantes dominicanos se insertaron en el rubro de servicios. En líneas
generales trabajan en servicios de seguridad contratados por empresas privadas, o
en la limpieza contratados por agencias, y en algunos casos en ocupaciones manua-
les como soldadores o mecánicos. El mercado de seguridad privada ha ido creciendo
con celeridad en Uruguay respondiendo a las nuevas lógicas de control y prevención
globales. Por ejemplo “para 2008 se estimaban unos 14.000 empleados en 290
empresas y unas 320 armas registradas para tales fines. (…) Cuatro años después,
las estimaciones son otras: 21.000 empleados habilitados en 456 empresas, 13.000
de ellos armados” (Paternain, 2012: 104). Este dato tiene como fin mostrar que la
demanda de empleados por parte de las empresas de seguridad es alta. De ahí es
posible deducir por qué los dominicanos intentan integrar esa plantilla de trabajado-
res y por qué estas empresas, a su vez, los contratan. Si bien en el rubro seguridad
se podrían encontrar muchos más inmigrantes hombres, es también cierto que hay
mujeres insertas en estas empresas.
La forma de acceder a un trabajo varía. En la mayoría de los casos es un domi-
nicano que recomienda a otro en la empresa en la cual se desempeña, alzándose la
figura del ya explicado receptor como clave en la inserción del recién llegado. En otros
casos, es por medio de una agencia de contratación, lugares donde las personas que
buscan empleo se suscriben a diferentes bolsas de trabajo y si su perfil encaja con
las demandas de la empresa son llamados, todo esto a través de un intermediario
perteneciente a la agencia, quien se lleva su parte del dinero. Por último, una tercera
184 Felipe Arocena - Sebastián Sansone

forma de contactar con las empresas es de manera más directa, sin intermediarios,
recurriendo a los anuncios clasificados, al estilo del suplemento “El Gallito”, lugar donde
basta contactarse con el anunciante para lograr una entrevista, si el perfil encuadra
dentro de lo exigido.
Pero encontrado el trabajo, sea por la vía que fuere, surgen nuevos aspectos
problemáticos. El primero es el sueldo que, a consideración de los dominicanos, es
muy inferior al de sus expectativas, o mejor dicho, el sueldo asociado al precio de los
artículos que pretenden comprar es bajo: “Esperaba encontrar un buen trabajo, un
buen sueldo, un buen lugar para vivir” (entrevista Lizet). La expectativa por encontrar
un trabajo bien remunerado era alta, ya que obedece a “mitos” que circulaban en Repú-
blica Dominicana sobre la facilidad de acceder a un trabajo y a lo bien remunerado del
mismo, no obstante, tienen trabajo pero no perciben el sueldo que esperaban:
–Allá en Dominicana se hablaba que aquí conseguías trabajo fácil y bien pago. Bueno, en
parte sí es así pero debes resignarte a ganar poca plata (…) entonces, tú tienes trabajo,
claro que tienes. Pero no tienes buena plata por eso. (Entrevista John).
El problema radica en que, si bien obtienen trabajo bastante rápido, sienten ma-
lestar por los bajos salarios, frustración que se ve aumentada por las altas expectati-
vas con que se lanzaron a la aventura, consecuencia de la información evidentemente
idealizada que recibieron antes de partir. En un segundo término se puede apreciar
otro malestar vinculado con la percepción de sobrecalificación para los puestos que
ocupan. La sensación es que los dominicanos vienen con estudios, con al menos bachi-
llerato terminado, no obstante, los trabajos que encuentran no se corresponden con la
expectativa laboral: “Y te voy a ser franco, tampoco tienes oportunidades, ¿entiendes?
Ve a buscar si hay algún oficinista dominicano” (entrevista John). Y esto nos remite a un
tercer problema vinculado con el trabajo que es la escasa posibilidad para elegir, salvo
que dominen oficios como técnico industrial, soldador o mecánico. De ahí por ejemplo
que surja la percepción del “ahogo laboral”, por tener que ocuparse en tareas no que-
ridas: “aquí el dominicano trabaja de seguridad o limpieza, hasta los hombres van a la
limpieza” (entrevista John y Lizet).
La necesidad de encontrar un ingreso de forma inmediata los conduce a tener
trabajos “triple p”:
(…) puestos de trabajo más penosos, más peligrosos y más precarios (equivalente a las
“3d” en inglés: dirty, dangerous, demanding o las “3k” en japonés: kitanai, kiken, kitsui).
Y si señalamos estas variantes lingüísticas es para destacar la similar “ley de hierro” a
que están sometidos los inmigrantes en los diferentes países y circunstancias. (Cachón,
2009: 17).
Es decir, trabajos que la población del lugar de destino no quiere porque sienten
que están sobrecalificados, y son precisamente puestos de trabajo con buena oferta
laboral, de allí la rápida inserción de los inmigrantes en tales ocupaciones.
Los nuevos migrantes dominicanos en Montevideo 185

Por otra parte, en algunos casos los dominicanos trabajan en el sector do-
méstico, en el narcotráfico o en la prostitución. Una de las entrevistadas que ejercía
la prostitución, antes había trabajado como empleada doméstica y, según ella, fue
explotada por su empleadora, quien además la tenía sin aportes jubilatorios. A su
vez, también trabajó en un supermercado de limpiadora. Que algunas mujeres do-
minicanas opten por trabajar en la prostitución puede explicarse por la búsqueda de
sueldos rápidos que satisfagan las necesidades de la vida cotidiana, desde comer
hasta pagar las cuentas:
–Yo no lo juzgo, tú tienes que comer y pagar tus cuentas, eso es algo que sí o sí. Y si tú
mientras te llaman de algún trabajo no tienes para comer, ¿cómo vas a vivir? Y si encima
ese trabajo es tuyo, es tu dinero y te pagan más que en la limpieza, ¿qué harías?, ¿me
entiendes? (Entrevista Marisol).
Entrevistador: –¿Por qué piensan que terminan allí? ¿Será porque no consiguen trabajo o
porque ya es su profesión?
–Las dos, sin dudas. Pero yo he visto gente que allá trabajaban muy bien y acá la frustra-
ción les hizo mal y salieron a changar. Esos casos existen sí. (Entrevista Fran).
No son todos, ni son la mayoría, pero algunos pocos encuentran en la ilegalidad
/ informalidad, sea en el narcotráfico como en la prostitución salidas rápidas ante una
situación económica adversa; ven allí una forma de responder al estancamiento que
sufren en Uruguay en términos laborales y económicos.

Las relaciones sociales de los dominicanos


Las relaciones a distancia entre los inmigrantes del siglo xxi y su familia marcan
una diferencia central con respecto a los inmigrantes de comienzos del siglo xx, puesto
que las telecomunicaciones permiten mantener los vínculos con sus países de origen
(Bauman, 2013: 35). Por un lado, la utilización del celular y sus aplicaciones permiten
una rápida y efectiva comunicación, además que se puede realizar en cualquier momen-
to del día: “Yo lo uso [al celular] en el trabajo y le digo cosas a mi niña [su pareja], que la
extraño y eso” (entrevista John). Las aplicaciones más usadas son WhatsApp y Skype,
dado que son fáciles, gratis y permiten hacer videollamadas, puesto que ya no basta
con hacer la llamada de larga distancia sino que es importante visualizar a las personas
con las que se habla. En segundo término, la vinculación con la República Dominicana
también puede observarse en el envío de remesas. Los dominicanos procuran guardar
parte de su sueldo para enviar a los familiares que quedaron allá. Y es tan importante
el envío del dinero que, de hecho, es uno de los aspectos que les genera más dudas a
estos inmigrantes sobre si permanecer o no en Uruguay. En algunos casos otra forma
de mantener el vínculo es por medio de viajes. No todos pueden efectuarlo, producto
del valor del pasaje aéreo, y otros no viajarían directamente porque creen que no vol-
verían a Uruguay. El tema de los vínculos debería ser cuestionado y revisado porque,
según la Ley 18.250 uruguaya, aprobada en 2008: “El Estado velará por el respeto
de la identidad cultural de las personas migrantes y de sus familiares y fomentará que
186 Felipe Arocena - Sebastián Sansone

estas mantengan vínculos con sus Estados de origen” (Artículo 14). De acuerdo a la
Ley debería haber un esfuerzo visible del Estado por propiciar los vínculos entre el
inmigrante y su país de origen.
Si bien es cierto que los dominicanos se han consolidado como un grupo más
o menos cerrado y mantienen contactos intensos con su país de origen, también de-
sarrollaron vínculos con otros inmigrantes asentados en Uruguay. Por un lado con los
cubanos, con los que tienen una cercanía identitaria influenciada por la proximidad geo-
gráfica de los dos países, y a los que consideran gente culta, con quienes comparten
el motivo económico de la partida de su país, buscando mejorar el nivel de consumo.
Pero por otro lado expresan cierta distancia con los peruanos. El problema con los pe-
ruanos puede apreciarse en cómo usan el tiempo libre y de qué forma consumen en el
tiempo libre. Desde la óptica de los dominicanos, los peruanos beben desde temprano
y eso deriva en peleas en las cuales estos participan en grupo, aún cuando fuese una
riña que comenzó individualmente, lo que permite a los dominicanos llamarlos “malos”
(entrevista Héctor). El espacio de encuentro con otros inmigrantes suele ser en los
bailes o en las plazas, lo que puede indicar que los lugares de ocio y consumo que
frecuentan son similares. De aquí que tal vez una buena política de acercamiento podría
vincularse al ocio - consumo, por ejemplo realizándose jornadas de exhibición de platos
típicos, bailes, etcétera.
Los vínculos con la población local, en cambio, suceden en su mayoría en la es-
fera laboral. Es en el trabajo donde profundizan las relaciones sociales los uruguayos y
dominicanos puesto que: “En general en los trabajos estamos todos para la misma. En-
tonces como ellos [los uruguayos] ven que estás igual que ellos te recomiendan cosas
para hacer” (entrevista Héctor). Los uruguayos que se acercan a los dominicanos son
aquellos que los sienten como pares, y si se quiere, a los que no ven como competen-
cia. Al no ser rivales para los uruguayos, entonces entablan vínculos armoniosos que
redundan, en algunos casos, en amistad. Y las relaciones amistosas a veces derivan
en relaciones amorosas, pero no es lo más corriente. No obstante, otros dominicanos
permanecen indiferentes con la población local, pero son los mismos que también per-
manecen en la indiferencia con otros grupos de inmigrantes. Esto puede entenderse
desde una perspectiva en la que el endogrupo es casi autónomo y suficiente, sin que
sus integrantes necesiten de interacción con extraños a su cultura. Naturalmente, esto
no es lo más deseable, puesto que termina constituyendo guetos poco integrados al
resto de la sociedad.

Discriminación
Una de las dificultades recurrentes que caracteriza la llegada de inmigrantes
en cualquier contexto es la aparición de manifestaciones de rechazo por parte de la
población local. Estas suelen alcanzar niveles de discriminación preocupantes. Es
lo que se está viviendo en Europa ante el arribo constante de inmigrantes del Medio
Oriente y de África y poco antes desde Latinoamérica; es lo que también se percibe
Los nuevos migrantes dominicanos en Montevideo 187

en Estados Unidos en relación a los latinos y el endurecimiento del discurso racista y


xenófobo del presidente Donald Trump. Muchos pueden ser los motivos de la discri-
minación hacia un grupo de inmigrantes dado, pero generalmente se condensan en
tres creencias centrales: i) que llegan para quitar el trabajo, ii) que tienen otra cultura
y están cambiando la identidad nacional, y iii) que provocan desorden, delincuencia y
vagancia. Naturalmente, en la mayoría de los casos estas creencias son consecuen-
cias de la estigmatización del otro diferente que desembarca y del rechazo al cambio
que indefectiblemente viene asociado con la inmigración del siglo xxi. En el caso de
los dominicanos en Uruguay ¿cómo suele expresarse esta discriminación?, ¿se dan
estas manifestaciones de rechazo también aquí?
Los dominicanos asignan el problema de la discriminación a la falta de costumbre
de la población local ante los inmigrantes en general y a los inmigrantes afrodescen-
dientes en particular: “Lo que pasa que [los uruguayos] no están acostumbrados y ¿qué
pasa? En vez de venir uno y hablar con nosotros llaman a la policía” (entrevistado Anó-
nimo). Los dominicanos, a diferencia de la inmigración de Europa de principios de siglo
xx, son afrodescendientes, vienen de un país caribeño, tienen otro acento y otras cos-
tumbres. Todo esto podría repercutir en la sensación de extrañeza y la falta de empatía
por parte de algunos uruguayos: “A mí me pasó que iba caminando por la calle y se
pararon y me miraron, y a una persona que es de aquí no le hacen eso. El color, nuestra
piel, es por eso” (entrevista Juan Carlos). Pero los hechos discriminatorios contra los
dominicanos no se dan en un contexto de intolerancia absoluta y de confrontación ma-
terial manifiesta, sino que se dan en un plano de aparente armonía y tolerancia donde
sin un motivo aparente brota la intolerancia, la xenofobia y la discriminación:
–Estábamos en la plaza en una reunión y un taxista nos gritó “¡Vuelvan para sus casa
negros de mierda!”. (Entrevista José).
–[La discriminación se ve] en todos lados. Se ve en la calle, cuando la gente mira con mie-
do, con asco o con cautela. Lo vemos en la calle cuando la gente nos grita cosas, como
“negro de la mierda” o “vuelvan a su país”. (Entrevista Fran).
La falta de costumbre a la apropiación del espacio público, sumada a las dife-
rencias lingüísticas, de vestimenta, de costumbres, de color de piel parecen actuar
como detonadores del racismo, anclado en un cierto temor a la diferencia radicado
en la tradición monocultural. De hecho, pudo haberse construido y consolidado un
discurso racista, donde:
(…) generalmente el eje está puesto en algún aspecto del cuerpo, convertido en cosa (…).
Un rasgo corporal –real o imaginario– es asociado, a priori, con aspectos intelectuales,
éticos o psicológicos, considerados negativos, maléficos y por tanto estigmatizados y
rechazados. (…) El racismo es la reificación aplicada al plano de lo biológico, las perso-
nas son reducidas a cosas, y deja de percibirse la diversidad, la diferencia. Considerados
cosa, negada su humanidad. (Margulis, 2009: 71-72).
188 Felipe Arocena - Sebastián Sansone

A esta tradición monocultural de Uruguay, es importante agregarle el pasado


reciente y la actualidad económica que vive el país como explicativos del racismo y
la discriminación. La salida de una crisis cercana pudo haber producido cierto miedo
en parte de la población de Uruguay a perder el trabajo, mirando con recelo a estos
inmigrantes que llegan y se insertan en los trabajos que, se supone, deben ser primero
para los uruguayos. Muchas veces puede suceder que el motivo del encono hacia los
dominicanos derive en frases que visibilizan el racismo subyacente y el miedo a la pér-
dida del trabajo, frases que se hacen sentir como quejas “de que veníamos a quitarles
el trabajo” (entrevista Héctor).
Según los dominicanos, ellos no les están quitando el trabajo a los uruguayos,
dado que estos últimos, no tienen la disciplina ni el objetivo del trabajo como los domi-
nicanos, que es el motivo por el cual emigraron de su país:
–Nosotros no queremos causar problemas, venimos a trabajar y entonces hay otros uru-
guayos que dicen “nos vienen a robar el trabajo”. Y ya, uno dice pero por qué si venimos
nosotros se molestan si no tienen esa cultura de trabajar, son perezosos. Nosotros tra-
bajamos de cosas que ellos no quieren, por eso hay trabajo. Entonces nos ven como
competencia. (Entrevista Juan Carlos).
Los dominicanos señalan que el motivo de la discriminación es producto de
que la población local los ve como competencia, aun cuando estén involucrados en
sectores que en la actualidad típicamente les son encomendados a los inmigrantes;
sectores que, por cierto, la población local no quiere ocupar como en la seguridad
privada y en la limpieza.
A su vez, es de orden señalar que la discriminación se traduce en criminalización.
La policía en este sentido realiza ciertos operativos con el fin de tener bajo control a
los dominicanos, a pesar de que, según estos, no han hecho nada por lo que la policía
deba detenerlos, y la excusa, si la hay, es vaga y superflua:
–Yo no he sufrido cosa fuerte con la gente, con la policía sí. Por ejemplo, una vez salía
del trabajo y me pararon y me pidieron documentos. Ya cuando les dije que no tenía me
dijeron “¿cómo que no tenés? Acá se sale con documentos negro. Ahora nos vas a tener
que acompañar”. Y yo les dije: “pero mira que no hice nada”. En ese momento justo salía
mi patrón y dice: “che che che, ¿qué está pasando?” Y ahí la policía fue amable y dijo: “Este
señor no tiene documentos y no puede andar sin ellos y lo estamos deteniendo”. Ahí mi
patrón dijo: “él trabaja conmigo, salió a hacer un mandado, no se puede detener arbitra-
riamente a nadie acá; es democracia”. Y ahí me dejaron ir pero dijeron amablemente otra
vez, porque estaba mi patrón, claro: “no salgas sin documentos, te puede pasar cualquier
cosa. La calle está brava”. (Entrevista Héctor).
Además se puede apreciar una nueva forma de tratamiento de los dominicanos
por parte de la policía, ya que desde su perspectiva: “(…) los milicos ahora se están
poniendo complicados, no importa si sos mujer u hombre y te tratan mal, te irrespetan.
Pero eso es ahora, antes no era así” (entrevista Juan Carlos). Según la legislación es-
Los nuevos migrantes dominicanos en Montevideo 189

pecífica para la migración: “El Estado implementará acciones para favorecer la integra-
ción sociocultural de las personas migrantes en el territorio nacional y su participación
en las decisiones de la vida pública” (Ley 18.250; Artículo 13). Esto quiere decir que
el Estado debe promover la integración de los dominicanos para que no se los vea
negativamente. Por ejemplo, como ya se mencionó, se podrían realizar con apoyo del
Estado jornadas de comidas típicas dominicanas, muestra de la música y su cultura u
otras actividades pertinentes que promuevan la integración en el país.

Reflexiones finales
Uruguay es un país demográficamente vacío en una región geográfica fértil de
pasturas, irrigada por una red hídrica exhuberante; presenta además un clima templa-
do y extremadamente benévolo, sin sequías recurrentes ni duraderas, terremotos, o
inundaciones extremas. La tasa de reproducción de la población es negativa puesto
que la natalidad no alcanza para reponer la población actual a corto o mediano plazo.
Es la democracia más estable del continente y el país menos corrupto, según diversos
índices internacionales. Y la economía creció a ritmos impactantes entre 2005 y 2015,
siendo las perspectivas más cautas para el próximo lustro.
En este contexto social, económico, político y ambiental han llegado nuevos inmi-
grantes en los últimos años, después del último censo del año 2011. Desembarcaron
venezolanos huyendo de la crisis de su país, cubanos con la esperanza de alcanzar
un mejor nivel de vida que en la isla caribeña, indios que ya vienen con contratos labo-
rales temporarios para la empresa Tata; han llegado jóvenes españoles cansados de
la crisis que se desató en 2008, agobiados del desempleo que afecta un tercio de la
población más joven y han llegado jubilados europeos y estadounidenses con recursos
económicos suficientes para tener una vida tranquila. También vinieron varios miles de
dominicanos en poco más de dos años.
La llegada de estos nuevos extranjeros es muy visible en Montevideo, ellos sirven
en los restaurantes, atienden en los supermercados, se ven caminando por la calle, se
escuchan sus acentos en el transporte público, trabajan en los hogares como servicio
doméstico, asisten a la universidad pública, y a los retirados se los ve en la zona del
este del país. Súmesele a esto la explosión del turismo de los últimos años que alcanzó
la misma cantidad que la población nacional, esto es, llegaron en 2016 tres millones
de turistas; pocos países en el mundo tienen paridad entre turistas y locales. Efectiva-
mente, esto representa una novedad importante para el paisaje cultural del país, que
durante décadas no supo atraer extranjeros y expulsó uruguayos.
No hay datos sobre la cantidad de extranjeros residentes salvo el último censo
del 2011, que confirmó su descenso constante durante más de cien años. Si el núme-
ro de estos nuevos migrantes fuera suficiente para aumentar ese 2% de extranjeros
de hace cinco años atrás estaríamos ante un cambio de magnitudes históricas que
no ocurre desde el siglo xix.
190 Felipe Arocena - Sebastián Sansone

No obstante, lo que muestra este estudio acerca de los dominicanos (y de otras


investigaciones que realizáramos sobre los indios y los peruanos, por ejemplo) es que
el grueso de ellos no está pensando quedarse por diversas razones: es un país caro
que no les permite ahorrar, el clima es muy frío para ellos, su adaptación cultural es pro-
blemática y sufren indiferencia o cierta discriminación por parte de la población local.
¿Será que nuestro destino como país es conservar un territorio vacío? ¿Sería
posible esto ante el récord de movilidad internacional con 250 millones de personas
residiendo fuera de sus países de nacimiento, y aumentando? ¿Sería deseable que,
como estiman todas las proyecciones demográficas, sigamos en tres millones y medio
de uruguayos para el 2050?

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