El Amaru
El Amaru
El Amaru
El Amarú Desde el mundo de hoy, y sobre todo desde las grandes ciudades, es difícil entender lo que
significa una sequía. Cuando hay sequía en el campo, en la ciudad algunas frutas son más caras o no
se consiguen. A veces puede haber cortes de luz, porque baja en los diques el nivel del agua que
hace funcionar las centrales hidroeléctricas. Nada más grave que eso. Pero la gente que vive en el
campo, aún hoy, sabe y siente lo difícil que es soportar la falta de lluvia.
Aunque era recién nacido, el pequeño picaflor tenía la memoria del qantu y
sabía lo que estaba pasando. Tenía que conseguir ayuda de alguien que tuviera
más poderes que las plantas, los animales o la gente. Voló y voló haciendo
zumbar el aire con sus alitas. Iba hacia la cordillera, para pedirle ayuda al gran
dios del cerro Huayta-pallana, que desde allí arriba podía ver todo lo que
pasaba sobre la Tierra. En su vuelo, pasó sobre las cuatro lagunas que están
cerca del cerro. Todas estaban casi secas, menos la de Huacra-cocha. El agua
era tan tentadora… Sin embargo, aunque estaba desesperado de sed, el
pajarito no se detuvo para beber. Sabía que tenía una misión que cumplir.
- Gran Huayta-pallana- dijo el colibrí, con una vocecita tan débil que el dios-
montaña casi no lo oía-. Con tanta sequía, todos estamos muriendo allá
abajo… Sin un poco de agua, ya no quedará vida en la Tierra…
Desplegó sus alas, tan grandes que cubrieron el Sol y dieron sombra a la
Tierra. Su gigantesco cuerpo y su cola de pez estaban cubiertos por
escamas de todos los colores. Levantó la cabeza, que parecía despedir
llamas por los ojos de cristal, y de su hocico rojizo salió su aliento, una
niebla espesa que cubrió las montañas. Sacudió la cola y una granizada
feroz golpeó
la tierra.
El Amarú
levantó la cabeza mojada por el agua de la laguna y agitó las
alas empapadas por la nieve de los cerros, que el sol estaba
derritiendo ya. Cuando se sacudió para secarse, una lluvia
inmensa, bienhechora, cayó sobre la tierra durante días
enteros. ¡La vida en la tierra se había salvado! Se llenaron los
canales de riego y reverdecieron los campos. Los árboles que
parecían muertos volvieron a llenarse de hojas. Y seguía
lloviendo y lloviendo.
Cuando los animales y las plantas estaban hartos de ver llover si parar y
temían que a la sequía le siguiera un diluvio, con los reflejos de sus
escamas multicolores el Amarú hizo aparecer el arco iris.
Dicen los quechuas que el Amarú todo lo sabe, porque en sus escamas
están escritos el pasado y el futuro de todas las cosas, los sueños y la
realidad de todos los seres. La gran serpiente mágica duerme por el
momento en su laguna, con la cola sinuosa desparramada por la cordillera,
lista para volver a despertarse cuando sea necesario.
Ana María Shua. Versión de una leyenda quechua. En Guerra de serpientes y otras leyendas americanas (2015),
Loqueleo, Ediciones Santillana