Ralania, Serruto (Observaciones Del Editorm)
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Economic and social development in Peru in the context of the COVID-19 health crisis and in
the framework of the bicentennial of the Republic
Cómo citar
Serruto Castillo, A., Rivera Flores, V. A., Sana Chalco, F. L. y Zanabria Cabrera, L. C. (2022). Desarrollo económico y social en el Perú
en el contexto de la crisis sanitaria del COVID-19 y en el marco del bicentenario de la República. Socialium, 6(1), e1054.
https://doi.org/10.26490/uncp.sl.2022.6.1.1054
RESUMEN
1 Doctora en Ciencias Sociales, El Perú se ubica entre los países que peor ha manejado la pandemia a nivel mundial, demostrando
Socióloga, Universidad su alta vulnerabilidad, así como las profundas contradicciones socioeconómicas acentuadas por
Católica de Santa María, el modelo económico neoliberal aplicado desde los años noventa hasta la actualidad. En tanto,
Arequipa, Perú. para el presente artículo se tiene como objetivo analizar el desarrollo económico y social en el
aserruto@ucsm.edu.pe Perú en el contexto de la crisis sanitaria del COVID-19 y en el marco del bicentenario de la
República. Para lo cual se utilizó como metodología la revisión documental de artículos científicos
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Doctor en Ciencias Sociales, y revisión estadística de las principales plataformas públicas virtuales: INEI, ENAHO, MEF,
Doctor en Derecho, Magister MINEDU, MINSA y otros. Entre los resultados se tiene que el Perú ha tenido un crecimiento
en Ciencias: Educación económico positivo ininterrumpido desde 2005 al 2015, la pobreza fue disminuyendo un -1.8%
Superior, Licenciado en en promedio desde el 2009 al 2016, el 2017 aumento un 1%, los siguientes años antes de la
Educación, Abogado, pandemia solo disminuyo en - 0.8%, aumentado en 9.9 % el año 2020. En cuanto al empleo se
Universidad Católica de Santa destaca que el 67.7% es informal, y en educación el -4.4% de estudiantes entre 3 a 16 años no
María, Arequipa, Perú. pudieron acceder a las clases escolares, este mismo año solo se ejecutó el 69.1% del presupuesto
vriveraf@ucsm.edu.pe destinado a salud. Se concluye que el crecimiento económico no tuvo resultados sostenibles en
los indicadores sociales y económicos del presente estudio, puesto que en todos se observa
3 Licenciada en Sociología,
debilidades y son más notorios en esta crisis sanitaria.
Universidad Nacional de San
Agustín de Arequipa, Palabras clave: modelo económico neoliberal; desarrollo socioeconómico; bicentenario.
Arequipa, Perú.
fsanac@unsa.edu.pe ABSTRACT
Peru is among the countries that have handled the pandemic the worst worldwide, demonstrating
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Magister en Ciencias: Con its high vulnerability, as well as the deep socioeconomic contradictions accentuated by the
Mención en Gerencia Social y neoliberal economic model applied from the 1990s to the present. Meanwhile, this article aims
de Recursos Humanos, to analyze the economic and social development in Peru in the context of the COVID-19 health
Antropólogo, Universidad crisis and in the framework of the bicentennial of the Republic. For which the documentary review
Nacional de San Agustín de of scientific articles and statistical review of the main virtual public platforms were used as
Arequipa, Arequipa, Perú. methodology: INEI, ENAHO, MEF, MINEDU, MINSA and others. Among the results, Peru has had
lzanabriaca@unsa.edu.pe uninterrupted positive economic growth from 2005 to 2015, poverty decreased by -1.8% on
average from 2009 to 2016, in 2017 it increased by 1%, the following years before the pandemic
It only decreased by -0.8%, increased by 9.9% in 2020. Regarding employment, it stands out that
67.7% is informal, and in education -4.4% of students between 3 and 16 years old could not access
school classes, this same year only 69.1% of the budget allocated to health was executed. It is
concluded that economic growth did not have sustainable results in the social and economic
Arbitrado por pares ciegos indicators of this study, since weaknesses are observed in all of them and they are more
Recibido: 30/05/2021 noticeable in this health crisis.
Aceptado: 19/12/2021 Keywords: neoliberal economic model; socioeconomic development; bicentennial.
Artículo Open Acces bajo SOCIALIUM revista científica de Ciencias Sociales, Vol. 6 - No. 1, enero – junio, 2022, pág.
licencia Creative Commons DOI: https://doi.org/10.26490/uncp.sl.2022.6.1.938
Alison Serruto Castillo, Víctor Alfonso Rivera Flores, Fiorela Luz Sana Chalco y
Luis Carlo Zanabria Cabrera
Introducción
El primer trimestre del año 2020 es una fecha clave para entender el panorama peruano de cara a
enfrentar la pandemia por coronavirus que lentamente se expandía por todo el planeta, si bien la
crisis de salud pública a nivel mundial había tomado peligrosos matices en diciembre del 2019
convirtiendo a Wuhan en el primer epicentro de uno de los momentos más críticos de la actualidad,
el Perú para aquel momento continuaba aun recuperándose de una extendida lucha surgida entre
los poderes ejecutivo y legislativo que se había transformado en una verdadera crisis de la política
institucional y que se proyectaba como el final del gran periodo de estabilidad que desde el año 2000
se había gestado en los procesos democráticos del estado.
Los indicadores económicos en el Perú dejaron de mostrar las proyecciones positivas que hasta antes
de la crisis sanitaria todavía estaban presentes. Para entender mejor, ubiquémonos en el contexto
de las reformas estructurales, iniciadas en la década de los noventa, las cuales con el pasar de los
años se reflejaron en la estabilización de los indicadores macroeconómicos, como por ejemplo el
incremento del PBI de 5.9% entre los años 2005-2015; así como el registro de una tasa de inflación
de 2,9% una de las más bajas de América Latina (Barrutia et al., 2021).
El Perú que por varios años demostró un crecimiento sostenido aparente, con la actual crisis sanitaria
ha revelado sus profundas desigualdades sociales, dado que el modelo económico no tuvo resultados
homogéneos, situación que se refleja en ser uno de los países que más está sufriendo los estragos de
la pandemia (país con más muertes por millón de habitantes), se estima que a la fecha son más de
190 000 muertos a raíz del virus, cifra que revelaría la peor crisis de la historia de la república.
Al respecto, se puede aseverar que el país gozó por varios años de una estabilidad económica, incluso
admirada en el escenario internacional, hasta en algún momento fue llamado el milagro peruano, no
obstante, tal situación no se ha reflejado en lo que respecta al desarrollo económico- social, situación
que en el contexto de la crisis sanitaria se complejizo, reflejándose en los indicadores de educación,
salud, pobreza y empleo principalmente (Ganoza y Stiglich, 2015).
Hasta el 28 de julio del 2016, cuatro gobiernos sucesivos habían continuado progresivamente con los
logros que se traducían en el crecimiento económico peruano y que auguraban un futuro prometedor
(Chirinos, 2008), sin embargo el país enfrentaba problemas más profundos dentro de sus estructuras
sociales, un claro ejemplo de ello se hizo presente precisamente en el primer trimestre del 2020,
tiempo en el cual aún no se declaraba el estado de emergencia y donde aún no se vislumbraba el
escenario de una cuarentena nacional que pronto alcanzaría el país, en aquel momento el INEI
presentaba un cuadro bastante sombrío de la situación, 357 mil 900 personas habían perdido sus
empleos, lo que les llevaba a afrontar una crisis sin el respaldo necesario, a esto se le agrega que el
69.4% apenas lograba equilibrar sus ingresos y gastos, solo el 12.9% logró ahorrar dinero, el 9.7% se
vio obligado a endeudarse y el 8.0 % tuvo que gastar sus ahorros (INEI, 2020). Esto significa, que
estábamos ingresando a una crisis sin precedentes en un escenario de catástrofe en términos de
salubridad mundial agravando las deficiencias no cubiertas por las políticas públicas desde el estado.
A partir del segundo trimestre del 2020, en plena cuarentena, la población ocupada ascendía a 10
millones 272 mil personas de un total de 11 millones 266 mil personas, consideradas como la
Población Económicamente Activa (PEA). Además, se debe considerar que del total de ocupados solo
1 millón 866 mil personas tenían un empleo adecuado y 8 millones 405 mil personas estaban
subempleadas (INEI, 2020).
Una de las explicaciones para entender con mayor claridad la economía peruana es identificar su alta
informalidad que alcanza a un 75% aproximadamente; así como la pobreza que no ha sido disminuida
sustancialmente en los últimos años, la cual ha ascendido de manera drástica con la actual crisis
sanitaria, llegando al 30.1%, es decir, se incrementó en 9.9 % entre los años 2019 y 2020, lo que
equivale a 3 millones 330 mil personas pobres. Cifras que seguirán creciendo el presente año por las
condiciones sociales, económicas y políticas que atraviesa nuestro país (INEI, 2021).
A raíz de todas las fragilidades que ha desnudado la pandemia, el Perú tiene muchos retos que
superar y al mismo tiempo aspectos negativos institucionalizados que cambiar, el más amplio y
grande es la corrupción que ha calado severamente el aparato del estado, así como la capacidad de
gasto del presupuesto nacional, que casi todos los años se queda sin una ejecución al 100%.
Por lo presentado, podemos concluir que a pesar de un buen crecimiento económico el desarrollo
social y económico sostenido en el Perú es muy débil, casi inexistente y sensible a los cambios
externos; no se tienen bases sólidas en el sistema productivo, y las coyunturas políticas debilitan más
el desarrollo, dicho de otra forma si bien ya no somos tan dependientes de los mercados
internacionales, aún tenemos como estado mucho que aprender tanto en la administración y
redistribución de los recursos como en el manejo de las políticas públicas. Se reafirma lo anterior con
lo dicho por Hunt (2011):
Método
Tipo de estudio. El presente artículo utiliza como metodología la revisión documental de artículos
científicos a través de una ficha de recolección de datos y una revisión estadística de base de datos e
informes consignados en plataformas virtuales de instituciones públicas: INEI, ENAHO, MEF,
MINEDU, MINSA y otras instituciones oficiales del gobierno peruano - latinoamericano.
Población y muestra. En primer lugar, se realizó una búsqueda bibliográfica de las investigaciones
relacionadas con la temática en la plataforma sciencedirect, por ser una de las más importantes y
prestigiosas en la publicación de revistas electrónicas, para la búsqueda se utilizó la opción búsquedas
avanzadas. Criterios de Inclusión: Fueron tomados los artículos publicados en el año 2021 y que
pertenecen a estudios realizados en el Perú. Se tomó en cuenta las palabras clave: pobreza, empleo,
salud y educación en el Perú durante la pandemia. Criterios de exclusión: No se tomaron en cuenta
los artículos publicados en el año 2020 y sus anteriores publicaciones, y además que pertenecen a
otros países latinoamericanos que no sean el Perú. No se tomaron en cuenta los artículos que no
tenían las siguientes palabras claves: pobreza, empleo, salud y educación en el Perú durante la
pandemia.
Aspectos éticos. La presente investigación no requirió autorización ética dado que el trabajo es de
creación inédita, basándose en los debidos procesos de revisión documental virtual de la plataforma
sciencedirect de acceso a las cuentas institucionales con las que contamos, guiándonos de las normas
y el respeto a los derechos de autor.
Resultado
Tabla 1
Nota. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo 2018 (Diario El Peruano, 2018)
Hablar en términos de desarrollo económico no es lo mismo que hablar de desarrollo humano, ambos
conceptos si bien parecen apuntar a un mismo objetivo (El bienestar social masivo y sostenible de la
ciudadanía) son diferentes por los indicadores que utilizan (MEF, 2020). Si pretendemos hablar de
desarrollo humano se debe considerar la esperanza de vida promedio, esto es tomado como un
indicador claro de la situación del sector salud en el país, esta se encuentra resumida básicamente
en el esfuerzo administrativo del sector público que a través del ministerio de Salud se ocupa de la
Salud del 60% de la población peruana, organizaciones también del sector público, como las fuerzas
armadas, la policía nacional y ESSALUD representan un 30% de la atención que se presta en el país y
solamente el 10% de la atención brindada se da por parte del sector privado (Alliance, 2020). Este
primer indicador nos habla de una gran concentración del sector público en el sistema de salud
peruano, a esto se le suma los espacios geográficos, quienes ayudan a aumentar las desigualdades
en la cantidad y calidad de servicios, a pesar del paso de los años estas deficiencias no han podido
ser suplidas de forma adecuada.
Otro de los indicadores es la alfabetización de la población que de la mano con la educación busca
identificar cuáles son los progresos que los gobiernos han tenido alrededor del tema, en este campo
hasta el 2017, el Perú contaba con cerca de 1 millón 375 mil 521 personas en estado de analfabetismo
(MINEDU , 2017) esta creciente y constante disminución contrasta en realidad con la lucha por la
calidad educativa del país, solo en 2016, se aprobó la Ley 30220 que buscaba promover una mejora
continua en el proceso de enseñanza aprendizaje, tras muchos años con el sector educación en crisis
se había propuesto una serie de reformas para potenciar la educación superior en el país, sin
embargo este panorama está sujeto completamente a la voluntad política, por tanto los procesos
dentro del sistema educativo bajo las actuales reglas de juego se encuentran a la constante deriva de
la voluntad de los gobernantes y de las decisiones del poder legislativo.
El ultimo indicador señala el nivel de vida medido a través del PBI, hasta la actualidad la desigualdad
reinante entre ricos y pobres ha continuado ampliándose y generando que las brechas entre las
distintas clases sociales vuelvan al país sumamente disperso y diverso en cuanto a las distintas
realidades que la mayoría de la población enfrenta en su cotidianidad (Cotler, 2011).
A partir del segundo trimestre del 2020, en los inicios de la cuarentena nacional, la población ocupada
ascendía a 10 millones 272 mil personas de un total de 11 millones 266 mil personas, consideradas
como la Población Económicamente Activa (PEA). Además, se debe considerar que del total de
ocupados solo 1 millón 866 mil personas tenían un empleo adecuado y 8 millones 405 mil personas
estaban subempleadas (INEI, 2020). Si comparamos esta situación con el primer trimestre del año
2021, podemos notar un aumento en la PEA de 6 millones 322 mil personas (17 588), de las cuales
estaban ocupadas 16 millones 264 mil personas, entre ellas con un empleo adecuado 7 millones 600
mil personas y como subempleados 8 millones 663 mil personas. A partir de los datos anteriores se
da cuenta de la mejora entre la población ocupada, sin embargo, las condiciones negativas se
mantienen entre los desocupados, quienes ascienden a 1 millón 324 personas, dentro de ellos el
número de aspirantes a algún empleo se ha incrementado de 36 mil en 2020 a 231 mil personas en
2021 (INEI, 2021).
Tal como lo señalan Jimenez y Iguiñez (2010) el empleo precario en el Perú es resultado de la
estructura productiva, la cual está basada principalmente en las exportaciones que en mayoría
provienen del sector minero (70%) y su mercado interno no compite internacionalmente debido a su
baja productividad y al poco desarrollo tecnológico de sus manufacturas.
Con respecto al empleo informal en el Perú, para el 2020 este ascendía al 67.7%, esto afectó a
alrededor de 11 millones 226 mil 806 personas, lo que significa que peruanos y peruanas trabajaron
en una unidad productiva no registrada en la administración tributaria (SUNAT), en un puesto
asalariado sin seguro social o como Trabajador Familiar No Remunerado, a esto se le suma los bajos
ingresos que se siguen percibiendo dentro de este sector, un trabajador informal recibe en promedio
815 soles mensuales, mientras que un trabajador formal recibe 2 366 soles mensuales (MTPE, 2021).
Al segundo trimestre del 2020, la tasa de empleo informal fue mayor en las mujeres (71.4%) que en
los hombres (64.7%), afecto más a la población joven menor de 25 años (83.4%), el 90.9% tuvo
educación primaria o menor nivel, se concentraron más en las empresas entre 1 a 10 trabajadores (7
millones 35 mil 900 personas) y el 87.0% de los trabajadores no tenían seguridad social. Si se analiza
por ramas de actividad, el 86.8% de los empleos en la Agricultura, Pesca y Minería fueron informales,
seguido de Construcción con 78.2%, Comercio con 72.7%, Manufactura con 62.2% y Servicios con
59.3% (INEI, 2021).
En base a los datos mostrados se resalta que la alta incidencia de la informalidad y la debilidad
institucional del Estado (Diaz-Casso, Deza, & Moreno, 2020) son las fuentes que generan situaciones
económicas críticas entre los peruanos y peruanas. La pandemia obligo a reducir el personal en las
empresas formales y a trasladar los empleos presenciales a un contexto virtual, donde ser freelance
o independiente se intensifico, antes de la pandemia los jóvenes buscaban trabajo de manera
presencial y en el contexto actual paso a ser 100% digital (Aymar, 2021).
Respecto a la pobreza, el Perú utiliza el enfoque monetario para medirla, por ello, considera como
pobres a las personas que residen en hogares cuyo gasto per cápita es insuficiente para adquirir una
canasta básica de alimentos y no alimentos (vivienda, vestido, educación, salud, transporte, etc.) y
como pobres extremos a aquellas personas que integran hogares cuyos gastos per cápita están por
debajo del costo de la canasta básica de alimentos (MEF, s.f.).
La pobreza monetaria fue disminuyendo un -1.8% en promedio desde el 2009 al 2016, el 2017
aumento un 1%, los siguientes años antes de la pandemia solo disminuyo en - 0.8% aumentado en
9.9 % el año 2020, el 2019 la tasa de pobreza monetaria del país se ubicó en 20.2%. Para el año 2020
el 30.1% de la población del país, que equivale en cifras absolutas a 9 millones 820 mil personas, se
encontraban en situación de pobreza y el 5.1% estaba en extrema pobreza (1 millón 664 mil
personas), esta población tendría un nivel de gasto per cápita inferior al costo de la canasta básica
de alimentos que se ubicaba en 191 soles. Al comparar estos resultados con el nivel obtenido en el
año 2019, se observa que los niveles de pobreza han sufrido un fuerte incremento de 9.9 puntos
porcentuales, que equivale a 3 millones 330 mil personas pobres, más que en el año 2019. Además,
la pobreza tuvo su mayor incremento en el área urbana con 11.4 puntos porcentuales, mientras que
en el área rural creció en 4.9 puntos porcentuales. Asimismo, el 92.4% de la población pobre de 14
años y de más edad, trabajaba de manera informal (de cada 100 personas pobres 92 pertenecían al
sector informal), solo el 8 % tenía un trabajo formal, el 70 % tenía seguro SIS y solo el 6.3% trabajaba
en grandes empresas (de 51 a más trabajadores) tomado de (INEI, 2021).
Salud.
Delgado (2020) argumenta que el sistema de salud peruano es uno de los más débiles y desiguales
de la región. Si bien la tasa de personas cubiertas es alta, el sistema público es extremadamente
precario y en sus manos está el manejo de la mayoría de los pacientes. El gasto público en salud en
Perú es del 5.0% del PBI, mientras que en países vecinos como Chile es del 8.9%, y en Uruguay del
9.3% (Banco Mundial, Junio 2020). Si comparamos el gasto en salud por habitante, en Perú se
invierten 681 dólares per cápita al año, mientras que en Uruguay 2 102 dólares, y en Chile de 2 229
dólares per cápita. Como consecuencia de la falta de inversión, la cobertura de servicios es deficiente,
y el personal sanitario trabaja en malas condiciones laborales y de bioseguridad. A esto se aúna una
crónica burocracia disfuncional del sector (Gutierrez, 2020).
Según el MINSA (2020) para el año 2016, el gasto público en salud fue del 2.1% del PBI, con un gasto
del 10% del presupuesto público y 70% en ejecución de funciones, con ello puede apreciarse de forma
clara que los respectivos gobiernos no habían tomado plena consciencia de la importancia de invertir
en un sistema de salud eficiente que pudiera dar un mayor soporte en situaciones extremas como
las vividas hoy por el Covid-19, si bien los países que más invertían su gasto en el sector Salud con
relación al PBI en el año 2016 eran Estados Unidos (17.2%) y Suiza (12.4%), el Perú aún se encontraba
atrás de otros países de la región que si mostraban un mayor interés en la inversión del sector salud
como son Colombia (7.2%) y Chile (8.5%). Al año 2020, la situación no varía mucho, solo se destinó el
3.2% del PBI (2.4% sin gasto covid-19), con un gasto del 12% del presupuesto (11% sin gasto covid-
19) y un 66% de ejecución de inversiones (63% sin gasto covid-19).
Los cambios en el gobierno peruano del año 2016 mostraron que la administración Kuczynski
aparentemente no había tenido el tiempo suficiente para hacer una propuesta profunda de reformas
tanto presupuestales como de compras en dicho sector; siendo su heredero el gobierno de Martin
Vizcarra para el 2018, el país no se encontraba en mejor situación en el escenario que se gestaba
antes de la pandemia por COVID-19. En 2021 el país apenas había invertido 51 dólares por habitante
para enfrentar la pandemia, esto se traduce en 13.6 médicos por cada diez mil habitantes, 0.4 camas
de cuidados intensivos (UCI) por cada cien mil habitantes, las deficiencias y escasez del sistema hacían
que para los momentos que enfrentó la pandemia apenas se contara con 5 ventiladores mecánicos
para cien mil habitantes (Bejar y Castro, 2021), la falta de logística y la burocracia habían ralentizado
el sistema de compras y entregas en toda la estructura del ministerio de salud.
La cuarentena estricta y focalizada en todo el país dada el 16 de marzo y extendida hasta el 1 de Julio,
si bien se buscaba minimizar la exposición innecesaria al virus y reducir los focos de contagio, agravo
de manera excesiva la situación de salud de muchos peruanos en todo el país, pues gran parte de las
personas de la tercera edad dependían de controles periódicos, aprovisionamiento de medicinas y
exámenes que gratuitamente el sector público debía proveerles, y con las normas de bioseguridad y
distanciamiento social además de un constante miedo sobre exagerado al virus por parte de los
funcionarios públicos de edad avanzada, dificultaría las acciones y/o operaciones necesarias para
poder cubrir las necesidades sanitarias de cientos de miles de afiliados en todo el país, una situación
que agravo de manera sustancial las victimas que esta pandemia le representa al país. Las lecciones
dejadas por la pandemia no solamente se han traducido a críticas hacia el sistema político peruano
en términos económicos y sociales, en este caso han costado hasta mayo del 2021 la cifra aproximada
de 70 mil fallecidos por COVID-19, que en la actualidad muestran a un sistema de Salud duramente
golpeado por la pandemia y que requiere una reorganización estructural tanto en recursos como en
organización administrativa (CSP, 2020).
Las sociedades con mayor esperanza de vida y donde prevalecen personas con mayores tasas de
obesidad y enfermedades pulmonares crónicas tuvieron un riesgo de mortalidad significativamente
mayor al inicio de la pandemia con respecto a países donde predominan las enfermedades
transmisibles, esto muestra que a pesar de que un país cuente con abundantes recursos económicos,
existen elementos que inevitablemente conllevan a desenlaces fatales (Ferrándiz & Cieza, 2021).
En el Perú, tomando como base el año 2007 vemos que el presupuesto en soles por habitantes se
aproximaba a los 400 millones, diez años más tarde de la mano con el crecimiento económico la
inversión en el sector salud en el país casi se había duplicado, pues para el 2017 el gasto público
estaba cerca de 900 millones de soles por habitante, sin embargo estas inversiones se han traducido
El tema de ejecución de los presupuestos públicos es otro de los problemas que insatisface a los
usuarios de los sistemas estatales dentro del estado peruano y en este caso el sector Salud no es la
excepción para el año 2020 en medio de la pandemia entre los meses de marzo y octubre solo se
ejecutó el 69.1% del total asignado para enfrentar la grave crisis sanitaria en el país y el año 2021 se
ejecutó solo el 42.9% del presupuesto, a inicios de este año, el PIA destinado a la función Salud fue
S/ 20,991 millones, un 11.5% del total del presupuesto público y un 13.5% más que en 2020. Hacia
fines del segundo trimestre, el presupuesto modificado fue de S/ 24 633 millones, En la primera mitad
del año, la inversión pública en salud fue de S/ 1,160 millones, un 223% más que en similar periodo
de 2020 y 62% más que de 2019. Esto es debido a la adquisición de camas UCI y demás equipos para
diagnóstico de la COVID-19 así como en las mejoras de los servicios de salud (ComexPerú, 2021).
Un estudio realizado en establecimientos de salud de Piura por (Espinoza y Gonzales, 2021) muestra
que la prevalencia global de depresión en personal de salud que atendió a personas con covid-19 y
otros pacientes fue del 8.8% y resalta que el Perú ocupó el tercer lugar en médicos fallecidos por
COVID-19, con un total de 544 al 18 de octubre de 2021. La pandemia, la limitación en recursos y los
dilemas éticos que surgen para salvar vidas pusieron a prueba el trabajo del personal de salud en el
Perú y en el mundo (Rosario y Medina,2021), que en algunos casos se tradujeron en mejoras
organizativas, tales como la vigilancia epidemiológica a fin de detectar casos futuros de covid-19
(Ypanaqué, Gamboa y Moyano, 2021).
Asimismo, otros principales afectados por problemas como el miedo y la depresión fueron los adultos
mayores, en la ciudad de Lima se encontró que el 13,5% de ellos presentaban coronafobia (Caicho,
2021), y los niños con diagnóstico de enfermedad psiquiátrica (Salas y Peréz, 2021). Esto muestra que
Por otro lado, (Accinelli y León, 2021) argumenta que las mujeres tuvieron una frecuencia de covid-
19 menor a los varones, junto a una letalidad del 54.6% menor, además afirmo que tanto la tasa de
casos como la de fallecidos por regiones iba disminuyendo a medida que aumentaba la altura por
encima de los 2.869 m sobre el nivel del mar. Finalmente, ante todo lo descrito anteriormente, lo
fundamental es que los gobiernos puedan garantizar el apoyo adecuado y brindar protección a todos
los ciudadanos, pero con mayor prioridad a los afectados por la covid-19 (Regalado y Medina, 2021).
Educación.
A inicios del 2020, las universidades, institutos y escuelas de todo el mundo suspendieron la
enseñanza presencial para iniciar un proceso gradual de adaptación rápida a la modalidad virtual,
donde se tuvo que capacitar al personal docente, gestionar plataformas virtuales entre otros.
Muchos estudiantes tanto de educación básica regular como educación superior abandonaron sus
estudios por las dificultades económicas (Rosario y Medina,2021). Otro de los efectos de esta
pandemia en la educación fue la sobrecarga laboral o académica en docentes y estudiantes, además
del miedo al contagio y las restricciones de la cuarentena, esto hizo que se tenga presente dolencias
como la depresión, la ansiedad y el estrés. En la universidad peruana de Ayacucho se encontró que
la mayor frecuencia de ansiedad estaba asociada con los primeros años de estudio, el catolicismo y
las enfermedades crónicas, mientras que la mayor frecuencia de estrés estaba asociada con una edad
menor (Sandoval et al., 2021). Otro de los problemas fue el síndrome visual informático, un estudio
comprobó que 3 de 5 estudiantes de postgrado lo padecen (Fernández-Villacorta & et al., 2021). Otro
de los efectos de la covid-19 fue que 110 000 estudiantes se trasladaron de escuelas privadas a
públicas (ComexPerú, 2021) y la variación porcentual entre el último trimestre del año 2019 con el
2020 sobre la tasa de asistencia escolar en niños de 3 a 16 años fue de -4.4% , esto por las limitaciones
en el acceso a internet, pues para el año 2020 solo el 40% de los hogares peruanos tenía acceso a
internet, mientras que en las zonas rurales este porcentaje fue de 5.9%, la cobertura en dichos
lugares aún continúa siendo bastante limitada y este factor es uno de los obstáculos que la
virtualización de la enseñanza debe enfrentar para poder eliminar las desigualdades del modelo
económico peruano dentro del sistema educativo (INEI, 2020)
Por su parte (Romero y Pacherres, 2021) dieron alternativas para adaptarse en la educación a
distancia como aprendiendo a aprender, haciendo uso de diferentes plataformas didácticas,
Antes de la pandemia, el informe sobre gasto público en educación en el Perú entre los años 2007 y
2017 muestra que se pasó de invertir cerca de 6 mil millones de dólares entre los sectores público y
privado a invertirse más de 140 mil millones de dólares en diez años, pero al igual que en el sector
salud el problema del presupuesto se traduce en su ejecución, pues el sector educativo es también
considerado uno de los que menos ejecuta su presupuesto para las mejoras que requiere su sistema,
en el periodo de marzo a octubre 2020 el sector educativo tuvo una ejecución del 56.1% y para el
año 2021 tuvo una ejecución del 35.7%.
Este mismo año el Presupuesto Inicial de Apertura (PIA) destinado a la función Educación ascendió a
S/ 33,132 millones, un 18.1% del total del presupuesto público y un 5.8% más que en 2020, asimismo,
la inversión pública en proyectos de educación durante el primer semestre fue de S/ 2 416 millones,
un valor 209% más que lo invertido durante similar periodo de 2020 y 75% más que en 2019, al cierre
del segundo trimestre, el Presupuesto Institucional Modificado (PIM) fue S/ 34,341 millones. Este
resultado se debe a la adquisición de equipos para la continuidad de la enseñanza, así como en el
mejoramiento de servicios educativos (ComexPerú, 2021).
La pandemia ha puesto en el límite de sus capacidades a todo el sector educación pues no solo es
necesario llevar tecnología a los estudiantes y maestros para que continúe el proceso de enseñanza-
aprendizaje a todos los niveles educativos, sino que también es importante mejoras sustanciales en
todo este sector tanto para capacitar a los maestros como para mejorar sus condiciones laborales y
remunerativas a fin de que los índices educativos de todo el país puedan mejorar en beneficio de
todos los usuarios de este sistema.
Discusión
Nuestro estudio durante la pandemia de Covid-19 reporta que el Perú no se encontraba preparado
para enfrentar una crisis de tal magnitud, mostrando grandes debilidades en el sector educativo, de
salud, empleo y pobreza. Los resultados indican que durante el primer trimestre del 2021 se tenía un
total de 1 millón 324 personas desocupadas, dentro de ellos el número de aspirantes a algún empleo
se incrementó de 36 mil en 2020 a 231 mil personas en 2021. Estos datos se complementan con lo
presentado por el Instituto Peruano de Economía (2020) quien menciona la pérdida de 6 millones de
empleos, la reducción en 30.6% de la población ocupada, la reducción en 30.2% del Producto Bruto
Interno (PBI) y el paso de cifras positivas de entre 2% y 3% a inicios del año a una contracción de
niveles cercanos al 14% en cuanto a las expectativas de crecimiento (IPE , 2020).
Los resultados del estudio en cuanto a salud arrojan que el Perú es uno de los países con las tasas de
inversión más bajas en este sector, en 2021 el país apenas había invertido 51 dólares por habitante
para enfrentar la pandemia; lo que significaba tener 13.6 médicos por cada diez mil habitantes, 0.4
camas de cuidados intensivos (UCI) por cada cien mil habitantes, las deficiencias y escasez del sistema
hacían que para los momentos que enfrentó la pandemia apenas se contara con 5 ventiladores
mecánicos para cien mil habitantes. A esto se le agrega la incapacidad de gasto dentro del sector,
pues para el año 2021 se ejecutó el 42.9% del presupuesto, esto equivale a s/ 24 633 millones. Lo
mencionado anteriormente se reafirma con un estudio realizado por (Córdova y Rossani, 2020)
donde se menciona que el principal problema sanitario del Perú es la deficiente infraestructura
y escasez de recursos humanos capacitados.
Para el año 2021 el sector educativo ejecuto el 35.7% de su presupuesto, esto equivale a S/ 33 132
millones, además la tasa de asistencia escolar en niños de 3 a 16 años fue de -4.4%, (Goméz y Escobar,
2021) aluden que durante la emergencia sanitaria las desigualdades se han incrementado,
provocando que muchos estudiantes tengan que abandonar el sistema, reduciéndose la cobertura
educativa y, más aún, su calidad. Según nuestro estudio una de las razones para la deserción
académica fue las limitaciones en el acceso a internet, pues para el año 2020 solo el 40% de los
hogares peruanos tenía acceso a internet, mientras que en las zonas rurales este porcentaje fue de
5.9%. En la misma línea (Omar et al., 2021) argumentan el rol protagónico que asumieron las redes
sociales en la educación durante la emergencia sanitaria y para lograr la sostenibilidad sugieren que
es necesario superar las brechas y desigualdades de conectividad a Internet existente entre las
poblaciones rurales y urbanas. Finalmente (Astete, 2014) en su estudio explica que el Estado peruano
no ha logrado normar, aplicar y gestionar adecuadamente, políticas educativas pertinentes con las
necesidades de una sociedad compleja, diversa y con un bajo nivel de desarrollo científico
tecnológico.
Conclusión
El desarrollo económico y social peruano a estado dominado durante los últimos treinta años por
políticas estatales de liberalización del mercado, producto de esta estructuración del sistema, el país
ha logrado mostrar un saludable crecimiento económico hasta el año 2015, sin embargo, dicho
crecimiento no ha significado una línea firme para resolver las enormes desigualdades
socioeconómicas que atraviesa el país, pues el acceso al tema de derechos en cuanto a salud, empleo
y/o educación era todavía un gran pendiente antes de la crisis sanitaria mundial producto de la
pandemia; desde el 2017 se ha tenido un estancamiento en la reducción de la pobreza y para el 2020
el 67,7 % de los empleos provenían del sector informal, situación que no ha variado hasta la
actualidad, y que indican que la insuficiencia del sistema político-administrativo desde el estado no
se ha consolidado como un aparato de efectivo control y organización, por ello es dable afirmar que
tras treinta años de liberalización económica del país, los grandes problemas sociales continúan
desarrollándose y agudizándose debido a los problemas y dificultades inherentes de esta pandemia.
Doscientos años de una República peruana que exige reformas administrativas eficaces para
enfrentar tanto las desigualdades como la informalidad del sistema, un problema que actualmente
no vislumbra un claro final.
En lo que respecta a los avances en salud y educación, los datos demuestran la baja calidad de ambos,
si bien durante el 2020 y 2021 hubo mejoras notorias en el sector salud, llegando a destinarse
mayores presupuestos que años anteriores, esto no soluciona las brechas existentes en el acceso de
la población pobre y no pobre, a diciembre del 2020 solo el 76.9 % tenía algún seguro de salud, es
decir el 23.1% no puede acceder en caso de enfermedad a una atención inmediata, a menos que
disponga de los recursos económicos que se requieren, lo mismo sucede en el sector educativo,
donde la crisis sanitaria con impactos económicos directos en la población hizo que haya traslados
masivos del sector privado al sector público, pero la principal motivación fue la no disponibilidad del
dinero más que la calidad de la enseñanza, además se tuvo una variación del -4.4% de la asistencia
escolar, es decir que miles de estudiantes no pudieron llevar sus estudios con normalidad, esto
debido a las deficiencias en el abastecimiento de Internet y cobertura telefónica, pues solo el 40.1%
de hogares disponían de este servicio.
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Fuentes de financiamiento
Los recursos para viabilizar la presente investigación fueron proporcionados en su integridad por los
investigadores responsables de la presente publicación.
Conflictos de interés
Para la elaboración del trabajo no se presentaron conflictos de interés en ninguno de los autores.
Correspondencia
aserruto@ucsm.edu.pe