Brue Grant-Cap.2
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Capítulo
LA ESCUELA MERCANTILISTA
2
La doctrina económica conocida como mercantilismo apareció entre la Edad Media
y el periodo del triunfo del laissez-faire (dejar hacer). El mercantilismo data aproxi-
madamente de 1500 a 1776. Sin embargo, estas fechas varían en diferentes países
y regiones.
En este capítulo primero se utilizan “las cinco preguntas más importantes” para
proporcionar un panorama del mercantilismo y después se examina a cuatro indi-
viduos que expresaron ideas mercantilistas: Mun, Malynes, Davenant y Colbert.
También se habla de sir William Petty, un mercantilista que desarrolló algunos
conceptos precursores de la economía clásica.
moneda dura. Incluso cuando estaban en guerra, las naciones exportaban bienes
para el enemigo, siempre y cuando los productos se pagaran en oro.
• Nacionalismo. Todos los países no exportaban simultáneamente más de lo
que importaban. Por consiguiente, el propio país debía promover las expor-
taciones y acumular riquezas a costa de sus vecinos. Sólo una nación poderosa
podía conquistar y conservar colonias, dominar las rutas del comercio, ganar
guerras en contra de sus rivales y competir con éxito en el comercio interna-
cional. Conforme a este concepto estático de la vida económica, había una
cantidad fija de recursos económicos en el mundo; un país podía incrementar
sus recursos sólo a costa de otro. El ensayista francés Michel de Montaigne
escribió en 1580: “La utilidad de un hombre es el daño de otro… No es
posible obtener cualquier utilidad si no es a costa de otro.”
El mercantilismo nacionalista condujo de una manera muy natural al mili-
tarismo. Los poderosos navíos y las flotas mercantes eran un requerimiento.
Debido a que las pesquerías eran “cunas de marinos”, es decir, ya que eran
terrenos de capacitación para el personal naval, los mercantilistas le impusie-
ron una “cuaresma política” a Inglaterra en 1549. Se prohibía por ley que las
personas comieran carne ciertos días de la semana, con el fin de asegurar un
mercado doméstico para el pescado y por tanto una demanda de marineros.
Ese decreto se mantuvo enérgicamente durante alrededor de un siglo y no
desapareció de los libros de estatutos sino hasta el siglo XIX.
• Importación libre de impuestos de materia prima que no se produce doméstica-
mente, protección de bienes fabricados y materia prima que se podían producir
domésticamente y restricción a las exportaciones de materia prima. Este énfasis
en las exportaciones y la renuencia a importar se ha llamado “el temor de los
bienes”. Los intereses del comerciante tenían preeminencia sobre los del con-
sumidor doméstico. Los comerciantes recibían flujos de oro a cambio de sus
exportaciones, mientras que las restricciones sobre las importaciones reducían
la disponibilidad de bienes para el consumo local. En consecuencia, el oro y la
plata se acumulaban, supuestamente mejorando la riqueza y el poder del país.
Las prohibiciones contra el movimiento exterior de materia prima ayudaron
a mantener bajos los precios de las exportaciones de bienes terminados. Por
ejemplo, una ley aprobada en 1565-1566 durante el reinado de la reina Isabel
prohibía la exportación de ovejas vivas. Las penalidades por violar esa ley eran
la confiscación de la propiedad, un año en prisión y la amputación de la mano
izquierda. La pena de muerte se prescribía por una segunda ofensa. La expor-
tación de lana cruda estaba prohibida y se aplicaban las mismas penalidades en
una ley promulgada durante el reinado de Carlos II (1660-1685).
• Colonialismo y monopolio del comercio. Los comerciantes capitalistas favorecían
la colonización y querían mantener a las colonias eternamente dependientes
de la madre patria y subordinadas a ella. Cualquiera de los beneficios que se
extendían hacia las colonias debido al crecimiento y el poder militar de la
madre patria era un subproducto accidental de la política de explotación.
Las Actas de Navegación Inglesas de 1651 y 1660 son buenos ejemplos de
esta política. Los bienes importados hacia Gran Bretaña y las colonias se debían
transportar en barcos ingleses o coloniales, o en barcos del país en donde se
originaban los bienes. Ciertos productos coloniales sólo se debían vender a
Inglaterra y otros se debían desembarcar en Inglaterra antes de enviarlos por
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 15
barco a países extranjeros. Las importaciones extranjeras hacia las colonias esta-
ban restringidas o prohibidas. Las manufacturas coloniales fueron frenadas o en
algunos casos prohibidas, de manera que los territorios dependientes seguían
siendo proveedores de materia prima de bajo costo e importadores de bienes
fabricados en Inglaterra.
• Oposición a peajes, impuestos internos y otras restricciones sobre el movimiento de
bienes. Los teóricos y practicantes mercantilistas reconocían que los derechos
de transporte y los impuestos podían estrangular a las empresas de negocios
e incrementar el precio de las exportaciones de un país. Un ejemplo extremo
de esto es la situación en el río Elba en 1685. ¡Un envío de sesenta tablones
de Sajonia a Hamburgo requirió el pago de cincuenta y cuatro tablones en las
estaciones de peaje a lo largo del camino! En consecuencia, sólo seis tablones
llegaron al punto de destino.
Sin embargo, es importante observar que los mercantilistas no favorecían
el libre comercio interno en el sentido de permitir que las personas se dedi-
caran a cualquier comercio que desearan. Por el contrario, los mercantilistas
preferían el otorgamiento de monopolios y privilegios comerciales exclusivos,
siempre que pudieran adquirirlos.
• Un poderoso gobierno central. Era necesario un poderoso gobierno central para
promover las metas del mercantilismo. El gobierno les otorgaba privilegios
de monopolio a las compañías dedicadas al comercio exterior y restringía el
libre ingreso a los negocios en el propio país, con el fin de limitar la compe-
tencia. La agricultura, la minería y la industria se promovían con subsidios
del gobierno y se protegían de las importaciones por medio de aranceles.
Además, el gobierno regulaba estrechamente los métodos de producción y la
calidad de los bienes, de manera que un país no se ganara una mala reputa-
ción para sus productos en los mercados extranjeros, lo que obstaculizaba las
importaciones. En otras palabras, los mercantilistas confiaban muy poco en
su propio criterio y honestidad, y creían que el interés común de los comer-
ciantes requería que el gobierno prohibiera un trabajo deficiente y materiales
de mala calidad. El resultado fue un desconcertante laberinto de regulaciones
que gobernaba la producción de bienes.
Por consiguiente, se requería un poderoso gobierno nacional para asegu-
rar una regulación nacional uniforme. Los gobiernos centrales también eran
necesarios para lograr las metas expuestas anteriormente: un nacionalismo,
proteccionismo, colonialismo y comercio internacional no obstaculizados por
peajes y excesivos impuestos.
• Importancia de una población grande y que trabajara arduamente. Una conside-
rable población industriosa no sólo proporcionaría una abundancia de soldados
y marinos dispuestos a combatir por la gloria y el poder de la nación, sino que
también mantendría un nivel elevado de ofertas de trabajo, y salarios por con-
siguiente bajos. ¿La ventaja? Esos salarios bajos (1) permitirían bajar los precios
de las exportaciones e incrementar el flujo de entrada del oro, y (2) reducirían
la ociosidad y promoverían una mayor participación en la fuerza laboral.
La ociosidad y la mendicidad entre personas fuertes y sanas era atacada en
forma despiadada, y el hurto se castigaba con severidad. Durante el reinado
de Enrique VIII en Gran Bretaña (1509-1547), 7 200 ladrones fueron ahor-
cados. En 1536 se decretó que a los “vagabundos tenaces” les debían cortar
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1
Bernard de Mandeville, Fable of the Bees, editor F. B. Kay, Londres, Oxford University Press, 1924, pp. 193, 194,
248, 287 y 288.
2
Edgar S. Furniss, The Position of the Laborer in a System of Nationalism, Houghton Mifflin, 1920, pp. 114 y 115.
3
B. Baysinger, R. B. Ekelund y R. D. Tollison, “Mercantilism as a Rent-Seeking Society”, en Towards a Theory of the Rent-
Seeking Society, editor J. M. Buchanan y otros, College Station, TX, Texas A&M University Press, 1980, pp. 235-268.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 17
* Lionel Robbins, “On the Elasticity of Demand for Income in Terms of Effort”, Economica 10 (junio de 1930), pp. 123-129.
† Desde 1945 la duración de la semana de trabajo en Estados Unidos ha permanecido relativamente estable.
18 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA
son intentos de los particulares para incrementar sus utilidades mediante la obtención
de leyes y regulaciones favorables del gobierno.
En este caso, las leyes asumieron la forma de concesiones de monopolio, prohibi-
ciones contra las importaciones y regulaciones que dificultaban que los nuevos produc-
tores y comerciantes compitieran con éxito contra los ya establecidos. Según esta línea
de pensamiento, los funcionarios del gobierno que tenían poder estaban dispuestos
a promulgar esas leyes y regulaciones, a prescindir de la renta económica, como una
forma de asegurar esos beneficios para ellos mismos y para la realeza a la que servían.
En Inglaterra, por ejemplo, el interés de la lana se encargó de que se prohibieran los
algodones estampados importados, sustitutos de los tejidos de lana llamados calicós. En
1721 se prohibió el uso de calicós estampados, pero estaban permitidas la producción y
la exportación. A finales del siglo XVII la ley requería que se sepultara a los muertos con
mortajas de tejido de lana, aun cuando las tradiciones religiosas exigieran lino.
El mercantilismo en Francia tenía un sabor feudal más fuerte y los intereses mono-
polistas arraigados tuvieron todavía más éxito para lograr que el gobierno interviniera
en su favor. Desde 1686 hasta 1759 estuvo prohibida la producción, importación y
utilización de calicós estampados. En los conflictos armados y las ejecuciones origina-
das por la aplicación de esas leyes, se estima que fallecieron 16 000 personas y muchas
más fueron enviadas a trabajar en las galeras de los barcos.
Otro ejemplo más: sólo las reglas publicadas en Francia desde 1666 hasta 1730
sobre textiles requirieron siete grandes tomos. El manual de teñidos, que supuesta-
mente era la mejor serie de instrucciones sobre las técnicas del teñido en esa época,
contenía 317 artículos. Esas regulaciones impedían que se utilizaran métodos infe-
riores, pero también obstruían la experimentación y el desarrollo de nuevas técnicas,
quizá de productores que habrían competido con las empresas existentes.
Un sinnúmero de funcionarios de gobierno, inspectores, jueces y personal encargado
de aplicar la ley también ganaban con las regulaciones mercantilistas. El gobierno francés
(pero no el inglés) recibía un considerable ingreso proveniente de multas, concesiones
y privilegios de monopolio vendidos a los negocios. Los funcionarios conservaban un
porcentaje de las multas impuestas contra los violadores de muchas regulaciones del
gobierno. Además, el flujo de entrada de oro y plata que resultaba de las políticas mer-
cantilistas incrementaba la cobranza de impuestos generales y mejoraba la capacidad de
un país para lograr una ganancia económica por medio de las guerras.
¿En qué forma la escuela mercantilista era válida, útil o correcta en su época?
Los argumentos a favor de la acumulación de lingotes de oro y plata, aun cuando
exagerados, tenían cierto sentido en un periodo de transición entre la economía
autosuficiente de la Edad Media y la economía de dinero y crédito de los tiempos
modernos. El rápido crecimiento del comercio requería más dinero en circulación y
la banca tenía un desarrollo insuficiente para producirlo. En las guerras el combate
era financiado según los gastos iban surgiendo y los lingotes proporcionaban una
reserva que se podía utilizar para contratar y mantener soldados, construir barcos,
comprar aliados y sobornar a los enemigos.
El comercio británico con la región del Báltico y la Indias Orientales requería
liquidez internacional en forma de metales preciosos. Gran Bretaña poco producía
para exportar a esas áreas y estas últimas no aceptaban moneda inglesa debido al
subdesarrollado mercado internacional de dinero. Por consiguiente, las colonias
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 19
THOMAS MUN
Thomas Mun (1571-1641), hijo de un comerciante en textiles inglés, adquirió su
riqueza y su reputación cuando era comerciante en Italia y el Cercano Oriente.
Después de que lo nombraron director de la Compañía de las Indias Orientales,
Mun se involucró en una controversia acerca de la política de la compañía de expor-
tar oro y publicó un artículo en su defensa. En 1621 Mun publicó A Discourse of
Trade from England unto the East Indies, en donde argumentaba que siempre y
cuando las exportaciones totales excedieran a las importaciones totales, el drenado
de metálico de un país en cualquier área del comercio no importaba.
Alrededor de 1630 Mun escribió su famosa exposición de la doctrina mercantilista
en England’s Treasure by Forraign Trade, publicado de forma póstuma por su hijo en
1664. El título del capítulo 2, “The Means to Enrich the Kingdom, and to Encrease
our Treasure”, planteaba un problema clave. ¿Cómo se podía enriquecer el reino?
Según Mun, la respuesta no estaba ni en la producción ni en la acumulación de bienes
de capital, sino más bien en un excedente de exportaciones. Por supuesto, es necesario
producir con el fin de exportar, pero la producción está subordinada a la meta final, la
acumulación de oro. La primera de dos páginas del capítulo sobre este tema dice:
Un reino se puede enriquecer con los obsequios recibidos o mediante compras hechas a
otras naciones, sin embargo estas dos cosas son inciertas y de poca consideración cuando
suceden. De manera que el medio ordinario de incrementar nuestra riqueza y nuestro
tesoro es mediante el Forraign Trade, en donde siempre debemos observar esta regla:
venderles a los extranjeros anualmente más en valor de lo que nosotros consumimos
de lo suyo. Ya que si suponemos que este reino está servido en abundancia con telas,
plomo, estaño, hierro, pescado y otros bienes nativos, exportamos anualmente el exce-
dente a los países extranjeros con un valor de veintidós mil doscientas libras; mediante
eso estamos autorizados allende los mares a comprar y traer mercancías extranjeras para
nuestro uso y consumo, por un valor de veintidós mil doscientas libras; mediante este
orden debidamente respetado en nuestro comercio, podemos estar seguros de que el
reino se enriquecerá anualmente con veintidós mil doscientas libras, que nos deben
traer para el tesoro debido a que esa parte de nuestro abasto que no se nos devuelve en
mercancías necesariamente se debe llevar a casa al tesoro.4
Mun argumentaba que aun cuando Inglaterra era un país rico, podía ser todavía más
rico si utilizaba los eriales para cultivar cáñamo, lino, madera, tabaco y otras cosas “que
ahora buscamos con los extranjeros para nuestro gran empobrecimiento”. Las exporta-
ciones se deben hacer en barcos ingleses para ganar en el seguro y cargos de flete.
4
Thomas Mun, England’s Treasure by Forraign Trade, Macmillan, Nueva York, 1903, pp. 7 y 8.
20 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA
las operaciones como los centros de llamadas a clientes para servicios financieros y apoyo técnico de
computadoras se han reubicado de Estados Unidos a la India. La pérdida de trabajo real y potencial
debido al offshoring ha incitado llamados en busca de protección.
Los estándares ambientales y laborales como un aspecto del comercio también han llegado a
ocupar el primer plano, y las economías avanzadas requieren regulaciones más rigurosas para las
naciones en vías de desarrollo. Afirman que los estándares más flexibles en las naciones en vías
de desarrollo proporcionan una ventaja comercial injusta al mantener precios más bajos a costa
del ambiente y de la explotación de los trabajadores. En las negociaciones más recientes de la
Organización Mundial de Comercio (OMC), las naciones en vías de desarrollo se unieron para
resistir a los intentos de las economías avanzadas de imponer restricciones más rigurosas.
La estrategia de China para el crecimiento económico en la primera década del siglo XXI incluye
el mantenimiento de grandes excedentes comerciales, al hacer que las exportaciones sean econó-
micas y las importaciones costosas, y al mantener en un nivel bajo el valor del yuan chino en los
mercados de bolsa internacionales. El enfoque mercantilista de China ha impulsado un poderoso
crecimiento económico, pero también ha atraído las críticas internacionales y los llamados para erigir
barreras comerciales con el fin de compensar lo que en 2004 John Kerry, el candidato demócrata a
la presidencia de Estados Unidos, llamó “una manipulación predatoria de la moneda”.*
En resumen, las ideas mercantilistas aún sobreviven. Sin embargo, es importante comprender
que las ideas y las políticas sólo reflejan aspectos de la doctrina total del mercantilismo. Además,
hoy en día las naciones aplican esas ideas en circunstancias diferentes, por razones distintas y en el
contexto de políticas sociales diversas a las de la época mercantilista.
* John Kerry, “Kerry Statement on the U. S.- China Economic and Security Review Commissions’ Report”, 15 de junio de 2004
(www.johnkerry.com/pressroom/releases/pr_2002.0615b.html).
5
Mun, England's Treasure by Forraign Trade, op. cit., pp. 46-47.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 23
exportación de oro para pagar por la importación de bienes, lo que a su vez incre-
mentaría el volumen total de los bienes exportados:
Por qué entonces dudar que nuestro dinero enviado en el comercio, no necesaria-
mente regresa de nuevo en tesoro; junto con las grandes ganancias que puede procurar
[…] Si sólo miramos las acciones del esposo en la época de la siembra, cuando arroja
maíz bueno a la tierra, más bien lo llamarían un hombre loco y no un esposo; pero
cuando consideramos su trabajo durante la cosecha, que es el fin de sus esfuerzos,
encontramos el valor y un abundante incremento de sus acciones.6
Pero el énfasis de Mun era en la compra y venta con una utilidad, más que en la
transformación de materia prima importada en bienes fabricados, aun cuando lo
último se mencionó en el caso de los textiles.
Este énfasis en la importación del tesoro condujo a la extraña conclusión de
que el comercio doméstico no podía enriquecer a un país. Mun escribió: “Podemos
intercambiar entre nosotros o con extranjeros; si es con nosotros, por consiguiente
la Commonwealth no se puede enriquecer así; ya que la ganancia de un sujeto es la
pérdida de otro. Y si intercambiamos con extranjeros, entonces nuestras utilidades
son la ganancia de la Commonwealth.”
Al analizar la balanza de pagos total, Mun fue lo bastante astuto para incluir las
partidas invisibles. Al escribir hace más de tres siglos y medio, Mun mencionó las par-
tidas invisibles que se deberían incluir en un balance total si se iba a mostrar si “pros-
peramos o declinamos en este gran e importante negocio”. Incluía en la balanza de
pagos los cargos de fletes por el envío de bienes; los barcos perdidos en el mar; los
seguros; el dinero pagado para apoyar las guerras extranjeras; el pago internacional
de sobornos y fondos para espionaje, “el recibo de los cuales no obstante es una
simple traición”; gastos de los viajeros; obsequios a extranjeros y embajadores; inte-
reses sobre el dinero; contrabando para evadir los aranceles; y contribuciones a las
órdenes religiosas que en secreto envían el dinero al extranjero. Sobre este último
punto Mun añadió: “Si este mal no se puede evitar, sin embargo se debe estimar y
anotar como una pérdida obvia para el reino.”
GERARD MALYNES
Gerard Malynes (fallecido en 1641) nació en Amberes, Bélgica, de padres ingleses.
Regresó a Inglaterra y se convirtió en mercader en comercio extranjero. Al no
tener mucho éxito en su ocupación, cumplió una condena breve en una prisión
para deudores. También prestó sus servicios como comisionado de comercio inglés
en Bélgica, como asesor del gobierno sobre asuntos comerciales, como experto en
aleaciones de la casa de moneda y comisionado de asuntos de la casa de moneda.
En su Lex Mercatoria: or the Ancient Law-Merchant, publicado en 1622 y reim-
preso en 1686, Malynes expresó varias ideas mercantilistas. Por ejemplo, observó
que el comercio antes se consideraba como algo demasiado bajo para la aristocracia,
pero Malynes defendió a los comerciantes:
Puesto que el mantenimiento del tráfico y el comercio es tan agradable, amistoso y
aceptable para todos los príncipes y potentados, los reyes han sido y hoy día son de la
6
Mun, Ibídem, pp. 26 y 27.
24 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA
CHARLES DAVENANT
Charles Davenant (1656-1714), el hijo del poeta y dramaturgo sir William Davenant,
pasó gran parte de su vida en varios puestos del gobierno que se encargaban de
impuestos, importaciones y exportaciones. También fue miembro del Parlamento.
Davenant ha sido llamado un mercantilista esclarecido, un ecléctico que trató
de combinar lo antiguo y lo nuevo, un hombre que contribuyó al argumento del
laissez-faire más que ningún otro mercantilista de influencia. Y eso era. Pero un
examen de sus escritos indica que, en ciertos aspectos, Davenant era un mercanti-
lista ortodoxo. Elaboró el siguiente argumento sobre la acumulación de lingotes en
An Essay on the East-India Trade (1696):
A menudo me he preguntado sobre qué bases procedió el Parlamento en el Acta para
sepultar con lana: de hecho ocasiona un consumo de lana, pero un consumo que no
7
Gerard Malynes, Lex Mercatoria: or The Ancient Law-Merchant, 1622, p. a.
8
Ibídem, p. 43.
9
Ibídem, p. 176.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 25
produce ninguna ventaja para el reino. Porque sería obviamente mejor que esa lana se
convirtiera en telas, se exportara y la pagaran y la usaran seres vivientes en el extranjero
que sepultarla en la tierra aquí en casa. Y no sería mejor que el pueblo común (que
constituye las masas y que son los grandes consumidores) fuera sepultado en una vieja
sábana, no adecuada para nada más, como antes, que en tanta lana nueva, que así se
pierde totalmente. Ya que es en interés de todas las naciones comerciales, cualesquiera
que sean, que su consumo doméstico deba ser poco, de un desarrollo económico y
extranjero y que sus propias manufacturas se vendan en los mercados de precio más
elevado y que gasten en el extranjero; debido a que lo que se consume en casa, uno
pierde sólo lo que otro recibe y la nación en general no es de ninguna manera más
rica; pero todo el consumo extranjero es una utilidad obvia y segura.10
En An Essay on the Probable Means of Making the People Gainers in the Balance of
Trade (1699), Davenant argumentó que un reino puede cosechar el beneficio de
todo el valor de un producto exportado si está hecho con materia prima doméstica.
Si la materia prima se importa y el producto se exporta, entonces la utilidad neta es
la diferencia entre los dos valores.
En su Discourses on the Publick Revenues, and on the Trade of England (1698),
Davenant expresó una preferencia por las guerras que se combaten dentro del país,
más que en el extranjero, y citó a la economía como la razón fundamental:
Una guerra extranjera debe drenar a un reino de su tesoro. Francia, desde la época
de Carlos IX hasta el reinado de Enrique IV, tuvo una continua guerra civil en sus
entrañas, y a menudo fue devastada por los ejércitos de España y Alemania; pero esa
guerra no exportó ningún tesoro, ni empobreció al reino.11
En la misma obra, Davenant demandaba una regulación gubernamental de los
negocios, debido a que no se podía confiar en los comerciantes:
Difícilmente hay una sociedad de comerciantes que no haya pensado que la prosperidad
total del reino depende tan sólo del tráfico. De manera que en cualquier momento,
cuando llegan a consultarlos, sus respuestas son confusas y parciales; y cuando deliberan
durante las asambleas, por lo general lo hacen con un prejuicio y una mirada secreta
hacia su propia ventaja. Y ahora se debe comprender que aquellos que poseen efectivo
a la mano, cuando descubren las necesidades de otras personas, con toda seguridad se
sentirán impulsados por su avaricia, para hacer uso de él en una forma muy destructiva
para sus semejantes y para los asuntos del rey, si no lo impide el cuidado y la sabiduría
del Estado.12
Davenant fue lo bastante instruido como para decir que la riqueza de un país está
en lo que produce, no en su oro o su plata. El comercio gobierna al dinero, en vez
de lo contrario. La riqueza invertida en barcos, construcciones, fabricación, mobi-
liario, prendas de vestir, etcétera, constituye una riqueza tanto como la moneda y
los lingotes. Davenant estaba a favor de un superávit de comercio, porque creía que
cuando se incrementa la cantidad de dinero, las tasas de interés bajan, el valor de
10
Charles Davenant, An Essay on the East-India Trade, 1696, pp. 26 y 30.
11
Charles Davenant, Discourses on the Publick Revenues, and on the Trade of England, 1698, p. 12.
12
Ibídem, pp. 30, 45 y 46.
26 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA
la tierra sube, y los impuestos aumentan. Pero demasiado oro y plata pueden ser
perjudiciales, como sucedió en España, en donde la afluencia causó el descuido de
las artes y la manufactura. Davenant defendía tanto las Actas de Navegación como
el comercio multilateral. En otras palabras, afirmaba que, siempre que fuera posi-
ble, una nación debía imponer el bilateralismo entre ella y sus colonias, excluyendo
del comercio a los extranjeros, pero que el comercio multilateral es deseable entre
iguales.
a las nuevas industrias, en especial a aquellas cuyo establecimiento era difícil y cos-
toso. Pero era posible abusar del sistema y algunos monopolios se otorgaban con el
fin de recabar dinero para el Estado o de ayudar a los cortesanos favoritos. Muchos
negocios fueron declarados “fabricantes reales”, con lo que se aseguró la venta de
sus productos a la realeza.
A pesar de su desprecio hacia los hombres de negocios, Colbert hizo que se
aprobaran leyes que permitían a los aristócratas participar en el comercio sin perder
su posición ni sus privilegios. Un edicto de 1669 declaró: “Deseamos que un caba-
llero tenga el derecho de participar en una compañía y de comprar acciones en los
barcos mercantes, siempre y cuando no venda al menudeo.”
Colbert estaba a favor de una población numerosa, arduamente trabajadora y
mal pagada. Pensaba que ningún niño era demasiado pequeño para ingresar a la
industria y que el Estado debía imponer la mano de obra infantil. Colbert observó
en 1665 que “ciertamente la experiencia ha demostrado que el ocio durante los
primeros años de la vida de un niño es la verdadera fuente de todos los desórdenes
posteriores en su vida”. En un decreto de 1668, ordenó que todos los habitantes
de Auxerre enviaran a sus hijos a la industria del encaje a los seis años de edad, o
que pagaran una penalidad de 30 centavos por niño.
Colbert consideraba que los monjes, las religiosas, los abogados y los funcio-
narios eran holgazanes improductivos y trató de reducir su número. Se hicieron
intentos por frenar los sentimientos religiosos y limitar las instituciones ecleciásti-
cas. Canceló diecisiete días feriados religiosos, y dejó sólo veinticuatro (además de
los domingos) cuando se interrumpía el trabajo.
En un edicto de 1666, se concedió la exención de impuestos durante varios
años a las personas que contrajeran matrimonio a una edad temprana. Cada padre
de diez hijos con vida también estaba exento de impuestos. Es interesante observar
que los hijos que fallecían en las fuerzas armadas se contaban como vivos, pero
no así los sacerdotes, religiosas y monjes. Esta ley se revocó en 1683 debido a un
fraude muy difundido.
Le correspondió a la Revolución Francesa de 1789 abolir los derechos feudales,
los peajes y aranceles internos, los privilegios especiales y el poder local. La práctica
de vender abiertamente los cargos se descontinuó, se igualaron los impuestos y los
sistemas de pesos y medidas se estandarizaron sobre la base del sistema métrico.
Estas medidas abrieron el camino para grandes adelantos en el comercio, la indus-
tria y la agricultura franceses.
Primero conviene atender sus puntos de vista mercantilistas y después sus ideas,
que se adelantaron a las de Adam Smith.
Los puntos de vista mercantilistas de Petty
Los puntos de vista económicos de Petty se establecieron en varias obras: A Treatise
of Taxes and Contributions (1662), Verbum Sapienti (1664), “The Political Anatomy
of Ireland” (escrita en 1672 y publicada en 1691) y Political Arithmetick (escrita
desde 1672 hasta 1676 y publicada por primera vez en 1690). Petty estaba a favor
de un comercio exterior más libre, más que muchos de los mercantilistas, en parte
porque creía que eso evitaría el tan difundido contrabando. Quería que los bienes
importados causaran impuestos, de manera que “serán un poco más apreciados que
las mismas cosas cultivadas o fabricadas en el país, si esos impuestos fueran factibles”.
La importación de materia prima se debería “abordar poco a poco”, es decir, gravarla
ligeramente. Petty se oponía a las leyes que prohibían la exportación de dinero, pero
en Political Arithmetick deploraba el dinero pagado a los extranjeros por los embar-
ques, a los holandeses por su comercio pesquero “practicado en nuestros mares”, y el
dinero gastado en bienes importados que se podían fabricar en Inglaterra.
Lo mismo que otros mercantilistas, Petty favorecía una población numerosa.
Pero Petty basaba su posición en el concepto de crecientes rendimientos para el
gobierno, lo que reduciría los costos unitarios de gobernar a una población nume-
rosa. “Menos personas es una pobreza real, mientras que una nación en donde hay
ocho millones de habitantes es más que el doble de rica que la misma extensión de
tierra en donde sólo hay cuatro; ya que los mismos gobernados que son la carga
más grande, pueden servir tan bien tanto al mayor número como al menor.”13
En A Treatise of Taxes and Contributions, Perry expresó su entusiasmo por la
visión mercantilista del “empleo total”. Su argumento a favor de un impuesto de
capacitación (por persona) era conciso: “Parece que es un estímulo para todos los
hombres establecer a sus hijos en algún empleo rentable según su primera capaci-
dad y del producto de eso, pagarle a cada niño su propio dinero de capacitación.”
Petty también se oponía a que ahorcaran a los ladrones; pero difícilmente por
motivos humanitarios:
¿Por qué no castigar a los ladrones insolventes con la esclavitud y no con la muerte? De
manera que por ser esclavos se vean obligados a trabajar, con alimentos económicos
hasta donde lo soporte la naturaleza y así se conviertan en dos hombres sumados a la
Commenwealth y no sean uno eliminado de ella; ya que si Inglaterra estuviera menos
poblada (supongamos que a la mitad) yo digo que después de traer a tantos más como
los que hay ahora, corresponde a los que están desempeñar el doble de trabajo que
ahora desempeñan; es decir, hacer algunos esclavos.14
Petty pensaba que el Estado debería emplear a los desempleados para trabajar en las
carreteras, drenar los ríos, plantar árboles, construir puentes, extraer minerales y fabricar
diversos bienes. En este sentido fue un predecesor de aquellos economistas contem-
poráneos que abogan por el empleo en el servicio público para reducir el desempleo
estructural y cíclico. Pero como el verdadero mercantilista que era, Petty añadía que
13
Sir William Petty, A Treatise of Taxes and Contributions, en Economic Writings, editor Charles H. Hull, tomo 1,
Cambridge, The University Press, 1899, p. 34.
14
Ibídem, tomo 1, p. 69.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 29
ese empleo debería ser “sin perjuicio de los bienes extranjeros, y entonces no importa
si los emplean para construir una pirámide inútil en Salisbury Plain, llevar las piedras
de Stonehenge a Tower-Hill, o algo parecido”. ¡De manera que Petty fue precursor de
la teoría de Keynes de que tanto en los tiempos antiguos como en los modernos, la
construcción de pirámides, o su equivalente, era un antídoto para el desempleo!
¿Cómo se financiarían esas obras públicas? Para Keynes la respuesta era imprimir
moneda o solicitar préstamos al público, pero para Petty era por medio de impues-
tos. Debido a que las personas se preocupaban por sus ingresos más que por los de
sus vecinos, un impuesto proporcional no importaría, siempre y cuando el dinero
se gastara dentro del país.
Dejen que el impuesto nunca sea tan grande, si es proporcional para todos, entonces
ningún hombre sufrirá la pérdida de cualesquiera riquezas debido a eso. Ya que los hombres
(como antes dijimos), si las propiedades de todos ellos se redujeran a la mitad o se duplica-
ran, en ambos casos seguirían siendo igualmente ricos. Ya que cada hombre tiene su antigua
posición, dignidad y grado; y además, si el dinero recaudado no sale de la nación, la misma
también seguiría siendo igualmente rica en comparación con cualquier otra nación.15
• División del trabajo. Aun cuando no desarrolló esta idea en detalle, Petty reco-
nocía las economías asociadas con la especialización del trabajo y la división de
las tareas. Por ejemplo, declaraba que “la tela debe ser más barata cuando uno
carda, otro hila y otro teje, que cuando la misma mano desempeña torpemente
todas las operaciones anteriores”. Tiempo después, Adam Smith expuso y desa-
rrolló más esta idea.
• Teoría de la renta. Petty llegó a una primitiva teoría de la renta:
Supongamos que un hombre, con sus propias manos y en cierta extensión de tierra,
pudiera sembrar maíz, es decir, pudiera cavar, o arar, escarificar, desyerbar, cosechar,
llevar a casa, desgranar y seleccionar tanto como lo requiera la economía doméstica de
esa tierra; y haya separado semilla con la cual sembrar, yo digo que cuando ese hombre
ha restado su semilla del producto de su cosecha y también lo que él mismo ha comido
o ha dado a otros a cambio de ropa y otras necesidades naturales; que el resto del maíz
es la renta natural y verdadera de la tierra para ese año.17
Este análisis de la renta como el excedente de la tierra fue un avance en el pen-
samiento económico. Pero Petty no separó el rendimiento del capital del rendi-
miento de la tierra, un error que se podía cometer fácilmente en 1600, cuando las
inversiones de capital en herramientas y fertilizante eran insignificantes. Y tampoco
demostró que la renta fuera un rendimiento diferencial originado del extensivo e
intensivo margen de cultivo. Pero Petty sí comprendía que la tierra que está cerca
del mercado producía una renta más elevada, debido a que el costo de transportar
el producto era más bajo.
• Importancia del capital. En “The Political Anatomy of Ireland”, publicada
en 1691, Petty escribió:
Debemos hacer una equivalencia y una ecuación entre el arte y el trabajo simple;
ya que si con ese trabajo simple yo pudiera excavar y prepararme para sembrar cien
acres en mil días; supongamos después que dedico cien días a estudiar una forma más
compendiosa de idear herramientas para el mismo propósito; pero en todos esos cien
días no excavo nada, pero en los novecientos días restantes excavo doscientos acres de
terreno; entonces yo digo que el dicho arte que cuesta sólo cien días de invención vale
el trabajo de un hombre para siempre, debido a que el nuevo arte y un solo hombre
desempeñan tanto como lo habrían podido hacer dos hombres sin ese invento.18
Este énfasis en el capital y la producción se volvería cada vez más apropiado con la
aparición de la Revolución Industrial en el siglo XVIII. ¡La atención de Petty a estos
temas era muy poco mercantilista!
• Teoría del valor del trabajo. Según Petty, el trabajo es el padre y la tierra la
madre de la riqueza. En A Treatise of Taxes and Contributions declaró que
el valor de un bushel de maíz será igual al de una onza de plata si el trabajo
necesario para producir cada uno es el mismo.
El interés de Petty en la producción y su búsqueda de una teoría del valor
que determine el precio inició nuevas líneas de razonamiento. Los economis-
tas que le siguieron ampliarían y mejorarían sus ideas.
17
Petty, A Treatise of Taxes and Contributions, op. cit., p. 43.
18
Petty, “The Political Anatomy of Ireland”, en Economic Writings, tomo 1, p. 182.
30 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA
Lecturas selectas
Libros
Blaug, Mark, editor. The Early Mercantilists. Brookfield, VT, Edward Elgar, 1991.
Cole, Charles W. Colbert and a Century of French Mercantilism. 2 tomos. Nueva
York, Columbia University Press, 1939.
Davenant, Charles. Discourses on Labor on the Publick Revenues, and on the Trade
in England, 1698.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 31
Artículos en revistas
Allen, W. R. “Modern Defenders of Mercantilist Theory.” History of Political
Economy 2 (otoño de 1970), pp. 381-397.
Aspromourgos, Tony. “The Life of William Petty in Relation to His Economics, A
Tercentenary Interpretation.” History of Political Economy 20 (otoño de 1988),
pp. 337-356.
Ekelund, R. B. Jr. y R. D. Tollison. “Economic Regulation in Mercantile England,
Heckscher Revisited.” Economic Inquiry 18 (octubre de 1980), pp. 567-599.
Officer, Lawrence H. “The Purchasing-Power Parity Theory of Gerard de Malynes”.
History of Political Economy 14 (verano de 1982), pp. 256-259.