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12 Capítulo 1 INTRODUCCIÓN PARA UNA VISIÓN DE CONJUNTO

Capítulo
LA ESCUELA MERCANTILISTA
2
La doctrina económica conocida como mercantilismo apareció entre la Edad Media
y el periodo del triunfo del laissez-faire (dejar hacer). El mercantilismo data aproxi-
madamente de 1500 a 1776. Sin embargo, estas fechas varían en diferentes países
y regiones.
En este capítulo primero se utilizan “las cinco preguntas más importantes” para
proporcionar un panorama del mercantilismo y después se examina a cuatro indi-
viduos que expresaron ideas mercantilistas: Mun, Malynes, Davenant y Colbert.
También se habla de sir William Petty, un mercantilista que desarrolló algunos
conceptos precursores de la economía clásica.

PERSPECTIVA DEL MERCANTILISMO


¿Cuáles son los antecedentes históricos de la escuela mercantilista?
La autosuficiencia de la comunidad feudal lentamente le cedió el paso al nuevo sistema
del capitalismo mercantil. Las ciudades, que tenían un crecimiento gradual durante
la Edad Media, aumentaron en importancia. El comercio floreció tanto al interior de
cada país como entre los países y se expandió la utilización del dinero. El descubri-
miento del oro en el hemisferio occidental facilitó el creciente volumen del comercio
y estimuló las teorías acerca de los metales preciosos. Los grandes descubrimientos
geográficos, basados en parte en el desarrollo de la navegación, ampliaron la esfera del
comercio. La producción era en pequeña escala, pero el comerciante mediaba cada
vez más entre el productor y el consumidor. Aun cuando a los ojos de la “aristocracia
de terratenientes” seguían siendo “comerciantes despreciables”, los comerciantes
capitalistas se convertían en figuras clave en el mundo de los negocios.
Comenzaron a surgir los Estados nacionales y los más poderosos de ellos adquirían
colonias y esferas de influencia. Las rivalidades económicas entre las naciones se intensi-
ficaron. De manera que no sorprende que evolucionara un conjunto de doctrinas que
reemplazaron a los conceptos feudales, promovieron el nacionalismo, le dieron nueva
dignidad e importancia al comerciante y justificaron una política de expansión econó-
mica y militar. Este conjunto de doctrinas se convirtió en la escuela mercantilista.
¿Cuáles son los principios fundamentales de la escuela mercantilista?
Entre los postulados más importantes de esta escuela están los siguientes:
• El oro y la plata son la forma más deseable de riqueza. Los mercantilistas tendían
a igualar la riqueza de una nación con la cantidad de lingotes de oro y plata que
poseía. Algunos de los primeros mercantilistas creían que esos metales preciosos
eran el único tipo de riqueza al que se podía aspirar. Todos valoraban los lin-
gotes como la única forma de alcanzar el poder y la riqueza. Por consiguiente,
era necesario un excedente de exportaciones de un país para generar pagos en
14 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA

moneda dura. Incluso cuando estaban en guerra, las naciones exportaban bienes
para el enemigo, siempre y cuando los productos se pagaran en oro.
• Nacionalismo. Todos los países no exportaban simultáneamente más de lo
que importaban. Por consiguiente, el propio país debía promover las expor-
taciones y acumular riquezas a costa de sus vecinos. Sólo una nación poderosa
podía conquistar y conservar colonias, dominar las rutas del comercio, ganar
guerras en contra de sus rivales y competir con éxito en el comercio interna-
cional. Conforme a este concepto estático de la vida económica, había una
cantidad fija de recursos económicos en el mundo; un país podía incrementar
sus recursos sólo a costa de otro. El ensayista francés Michel de Montaigne
escribió en 1580: “La utilidad de un hombre es el daño de otro… No es
posible obtener cualquier utilidad si no es a costa de otro.”
El mercantilismo nacionalista condujo de una manera muy natural al mili-
tarismo. Los poderosos navíos y las flotas mercantes eran un requerimiento.
Debido a que las pesquerías eran “cunas de marinos”, es decir, ya que eran
terrenos de capacitación para el personal naval, los mercantilistas le impusie-
ron una “cuaresma política” a Inglaterra en 1549. Se prohibía por ley que las
personas comieran carne ciertos días de la semana, con el fin de asegurar un
mercado doméstico para el pescado y por tanto una demanda de marineros.
Ese decreto se mantuvo enérgicamente durante alrededor de un siglo y no
desapareció de los libros de estatutos sino hasta el siglo XIX.
• Importación libre de impuestos de materia prima que no se produce doméstica-
mente, protección de bienes fabricados y materia prima que se podían producir
domésticamente y restricción a las exportaciones de materia prima. Este énfasis
en las exportaciones y la renuencia a importar se ha llamado “el temor de los
bienes”. Los intereses del comerciante tenían preeminencia sobre los del con-
sumidor doméstico. Los comerciantes recibían flujos de oro a cambio de sus
exportaciones, mientras que las restricciones sobre las importaciones reducían
la disponibilidad de bienes para el consumo local. En consecuencia, el oro y la
plata se acumulaban, supuestamente mejorando la riqueza y el poder del país.
Las prohibiciones contra el movimiento exterior de materia prima ayudaron
a mantener bajos los precios de las exportaciones de bienes terminados. Por
ejemplo, una ley aprobada en 1565-1566 durante el reinado de la reina Isabel
prohibía la exportación de ovejas vivas. Las penalidades por violar esa ley eran
la confiscación de la propiedad, un año en prisión y la amputación de la mano
izquierda. La pena de muerte se prescribía por una segunda ofensa. La expor-
tación de lana cruda estaba prohibida y se aplicaban las mismas penalidades en
una ley promulgada durante el reinado de Carlos II (1660-1685).
• Colonialismo y monopolio del comercio. Los comerciantes capitalistas favorecían
la colonización y querían mantener a las colonias eternamente dependientes
de la madre patria y subordinadas a ella. Cualquiera de los beneficios que se
extendían hacia las colonias debido al crecimiento y el poder militar de la
madre patria era un subproducto accidental de la política de explotación.
Las Actas de Navegación Inglesas de 1651 y 1660 son buenos ejemplos de
esta política. Los bienes importados hacia Gran Bretaña y las colonias se debían
transportar en barcos ingleses o coloniales, o en barcos del país en donde se
originaban los bienes. Ciertos productos coloniales sólo se debían vender a
Inglaterra y otros se debían desembarcar en Inglaterra antes de enviarlos por
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 15

barco a países extranjeros. Las importaciones extranjeras hacia las colonias esta-
ban restringidas o prohibidas. Las manufacturas coloniales fueron frenadas o en
algunos casos prohibidas, de manera que los territorios dependientes seguían
siendo proveedores de materia prima de bajo costo e importadores de bienes
fabricados en Inglaterra.
• Oposición a peajes, impuestos internos y otras restricciones sobre el movimiento de
bienes. Los teóricos y practicantes mercantilistas reconocían que los derechos
de transporte y los impuestos podían estrangular a las empresas de negocios
e incrementar el precio de las exportaciones de un país. Un ejemplo extremo
de esto es la situación en el río Elba en 1685. ¡Un envío de sesenta tablones
de Sajonia a Hamburgo requirió el pago de cincuenta y cuatro tablones en las
estaciones de peaje a lo largo del camino! En consecuencia, sólo seis tablones
llegaron al punto de destino.
Sin embargo, es importante observar que los mercantilistas no favorecían
el libre comercio interno en el sentido de permitir que las personas se dedi-
caran a cualquier comercio que desearan. Por el contrario, los mercantilistas
preferían el otorgamiento de monopolios y privilegios comerciales exclusivos,
siempre que pudieran adquirirlos.
• Un poderoso gobierno central. Era necesario un poderoso gobierno central para
promover las metas del mercantilismo. El gobierno les otorgaba privilegios
de monopolio a las compañías dedicadas al comercio exterior y restringía el
libre ingreso a los negocios en el propio país, con el fin de limitar la compe-
tencia. La agricultura, la minería y la industria se promovían con subsidios
del gobierno y se protegían de las importaciones por medio de aranceles.
Además, el gobierno regulaba estrechamente los métodos de producción y la
calidad de los bienes, de manera que un país no se ganara una mala reputa-
ción para sus productos en los mercados extranjeros, lo que obstaculizaba las
importaciones. En otras palabras, los mercantilistas confiaban muy poco en
su propio criterio y honestidad, y creían que el interés común de los comer-
ciantes requería que el gobierno prohibiera un trabajo deficiente y materiales
de mala calidad. El resultado fue un desconcertante laberinto de regulaciones
que gobernaba la producción de bienes.
Por consiguiente, se requería un poderoso gobierno nacional para asegu-
rar una regulación nacional uniforme. Los gobiernos centrales también eran
necesarios para lograr las metas expuestas anteriormente: un nacionalismo,
proteccionismo, colonialismo y comercio internacional no obstaculizados por
peajes y excesivos impuestos.
• Importancia de una población grande y que trabajara arduamente. Una conside-
rable población industriosa no sólo proporcionaría una abundancia de soldados
y marinos dispuestos a combatir por la gloria y el poder de la nación, sino que
también mantendría un nivel elevado de ofertas de trabajo, y salarios por con-
siguiente bajos. ¿La ventaja? Esos salarios bajos (1) permitirían bajar los precios
de las exportaciones e incrementar el flujo de entrada del oro, y (2) reducirían
la ociosidad y promoverían una mayor participación en la fuerza laboral.
La ociosidad y la mendicidad entre personas fuertes y sanas era atacada en
forma despiadada, y el hurto se castigaba con severidad. Durante el reinado
de Enrique VIII en Gran Bretaña (1509-1547), 7 200 ladrones fueron ahor-
cados. En 1536 se decretó que a los “vagabundos tenaces” les debían cortar
16 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA

las orejas, y la penalidad por la tercera ofensa de vagabundo era la pena de


muerte. En 1547, quienes se negaban a trabajar eran condenados a ser escla-
vos de quienquiera que los denunciara. Durante el reinado de la reina Isabel,
en 1547 se aprobó una ley que autorizaba el azote y marcaje de los mendigos
sin licencia de 14 años de edad o mayores, a menos que alguien estuviera
dispuesto a emplearlos; por una segunda ofensa se les debía ejecutar, a menos
que alguien los aceptara para su servicio; por una tercera ofensa los conside-
rarían felones y los ejecutarían sin misericordia.
Bernard de Mandeville (¿1670?-1733), el filósofo, satírico y médico holan-
dés que se había establecido en Londres, escribió:
En una nación libre en donde no están permitidos los esclavos, la riqueza más
segura consiste en una multitud de pobres laboriosos [...] Así como es necesario
evitar que mueran de inanición, tampoco deben recibir nada que valga la pena
ahorrar [...] En interés de todas las naciones ricas, la mayoría de los pobres casi
nunca deben permanecer ociosos y sin embargo deben gastar continuamente lo
que reciben. Se debe mantener a los pobres estrictamente trabajando y es prudente
satisfacer sus necesidades, pero sería una locura remediarlas. Para hacer que la
sociedad sea feliz y las personas manejables bajo las circunstancias más miserables,
es un requisito que el mayor número de ellas sean ignorantes, así como pobres.1
William Temple, en su Essay on Trade and Commerce, publicado en 1770,
consideró a fondo el empleo total para los niños:
Cuando esos niños tengan cuatro años de edad, serán enviados a talleres en el
campo y allí les enseñarán a leer dos horas al día y los mantendrán totalmente
ocupados el resto de su tiempo en cualquiera de las manufacturas que se ajuste
mejor a su edad, fortaleza y capacidad. Si se objeta que a esa edad no es posible
hacer de ellos seres útiles, yo replico que a los cuatro años de edad hay empleos en
Remítase a los cuales los niños se pueden ganar la vida; pero además, hay un uso considerable
2-1
en su ser, de alguna forma u otra, si están empleados por lo menos doce horas al
EL PASADO
COMO UN día, no importa si se ganan o no la vida; ya que por estos medios esperamos que
PRÓLOGO la generación actual estará tan habituada al empleo constante que sin duda les
resultará ameno y divertido.2

¿A quiénes beneficiaba o trataba de beneficiar la escuela mercantilista?


Esta doctrina beneficiaba a los comerciantes capitalistas, a los reyes y funcionarios
del gobierno. En específico, favorecía a quienes eran más poderosos y tenían los
monopolios y privilegios mejores. Algunos historiadores del pensamiento econó-
mico sugieren que el mercantilismo se puede comprender mejor como un ejemplo
extremo de la conducta de búsqueda de renta.3 Según aplica aquí, la renta económica
se define como la utilidad más allá de la necesaria para mantener a los comercian-
tes capitalistas dedicados a sus actividades actuales, es decir, apenas suficiente para
compensarlos por sus costos de oportunidad. Las actividades de búsqueda de renta

1
Bernard de Mandeville, Fable of the Bees, editor F. B. Kay, Londres, Oxford University Press, 1924, pp. 193, 194,
248, 287 y 288.
2
Edgar S. Furniss, The Position of the Laborer in a System of Nationalism, Houghton Mifflin, 1920, pp. 114 y 115.
3
B. Baysinger, R. B. Ekelund y R. D. Tollison, “Mercantilism as a Rent-Seeking Society”, en Towards a Theory of the Rent-
Seeking Society, editor J. M. Buchanan y otros, College Station, TX, Texas A&M University Press, 1980, pp. 235-268.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 17

2-1 EL PASADO COMO UN PRÓLOGO


El mercantilismo y el suministro de trabajo
Algunos mercantilistas argumentaban que los salarios bajos eran necesarios para reducir la ociosidad y
promover la participación de la fuerza laboral. Creían que los incrementos en el índice de salarios, al
favorecer que los trabajadores ganaran más ingresos por hora, les permitirían reducir sus horas de tra-
bajo. Algunos trabajadores secundarios, incluyendo los niños, podrían incluso salir de la fuerza laboral
si sus padres pudieran ganar más ingresos por hora.
En la terminología moderna, los mercantilistas hacían hincapié en el efecto del ingreso de un incre-
mento en el índice de ingresos. Debido a que los índices de salario más elevados incrementan el ingreso
por hora, los trabajadores se pueden permitir la “compra” de ratos de ocio adicionales. Si compran más
tiempo de ocio reducen el número de horas que trabajan.
Pero los mercantilistas pasaban por alto un efecto de sustitución potencialmente compensatorio
de un incremento en el índice de salarios. En un artículo clásico de 1930, el economista británico
Lionel Robbins (1898-1984) explica que un índice de salarios más elevado reduce el “precio del
ingreso”. Se requiere menos tiempo de trabajo para obtener bienes con un valor de $1. Por ejem-
plo, el “precio” de $1 de ingreso es la mitad de una hora de trabajo cuando el índice de salarios es
de $2 por hora. Pero cuando el índice de salarios se incrementa a $3 por hora, el “precio” de $1 de
ingreso baja a la tercera parte de una hora de trabajo. Debido a que el ingreso es más económico en
términos de horas de trabajo, los obreros comprarán más ingreso. Compran ese ingreso al trabajar
más tiempo y tomar menos tiempo de ocio.*
El efecto de sustitución de Robbins se puede explicar de una manera diferente. Un incremento
en el índice de salarios significa que los trabajadores deben renunciar a más ingresos (bienes) por cada
hora de ocio consumida, lo que implica que el precio o costo de oportunidad del tiempo de ocio se
incrementa. Cuando aumenta el precio de un bien, las personas compran menos de ese bien. Aquí,
los trabajadores comprarán menos tiempo de ocio y trabajarán más horas; sustituyen el trabajo con el
nuevo tiempo de ocio más costoso.
Debido a que el ingreso y los efectos de sustitución de un incremento en el índice de salarios
operan en direcciones opuestas, no está muy claro en qué forma responderán los trabajadores. Si el
efecto del ingreso domina al efecto de sustitución, las horas de trabajo y la participación en la fuerza
laboral disminuirán; la curva total de la oferta de trabajo tendrá una pendiente descendente. Si el efecto
de sustitución domina al efecto del ingreso, un aumento en los salarios incrementará las horas de tra-
bajo y la participación; la curva del suministro de mano de obra tendrá una pendiente ascendente.
¿Qué evidencia se ha recopilado sobre este aspecto? Los estudios contemporáneos en Estados
Unidos indican que el ingreso y el efecto de sustitución se compensan el uno al otro. Sin embargo,
históricamente los salarios más elevados han resultado en semanas de trabajo más cortas.† Desde
la época de los mercantilistas, los efectos del ingreso de los incrementos del índice de salarios han
excedido a los efectos de sustitución.
¿Las semanas de trabajo más cortas son desfavorables, como creían los mercantilistas? Los eco-
nomistas contemporáneos estarían en desacuerdo. El propósito de la economía es maximizar el
bienestar de los participantes, no maximizar la cantidad de oro y plata en la tesorería del gobierno.
Si la sociedad valora una hora de ocio adicional más que el valor de una hora de ingreso adicional
(bienes), entonces el hecho de trabajar menos horas mejora el bienestar de la sociedad.

* Lionel Robbins, “On the Elasticity of Demand for Income in Terms of Effort”, Economica 10 (junio de 1930), pp. 123-129.
† Desde 1945 la duración de la semana de trabajo en Estados Unidos ha permanecido relativamente estable.
18 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA

son intentos de los particulares para incrementar sus utilidades mediante la obtención
de leyes y regulaciones favorables del gobierno.
En este caso, las leyes asumieron la forma de concesiones de monopolio, prohibi-
ciones contra las importaciones y regulaciones que dificultaban que los nuevos produc-
tores y comerciantes compitieran con éxito contra los ya establecidos. Según esta línea
de pensamiento, los funcionarios del gobierno que tenían poder estaban dispuestos
a promulgar esas leyes y regulaciones, a prescindir de la renta económica, como una
forma de asegurar esos beneficios para ellos mismos y para la realeza a la que servían.
En Inglaterra, por ejemplo, el interés de la lana se encargó de que se prohibieran los
algodones estampados importados, sustitutos de los tejidos de lana llamados calicós. En
1721 se prohibió el uso de calicós estampados, pero estaban permitidas la producción y
la exportación. A finales del siglo XVII la ley requería que se sepultara a los muertos con
mortajas de tejido de lana, aun cuando las tradiciones religiosas exigieran lino.
El mercantilismo en Francia tenía un sabor feudal más fuerte y los intereses mono-
polistas arraigados tuvieron todavía más éxito para lograr que el gobierno interviniera
en su favor. Desde 1686 hasta 1759 estuvo prohibida la producción, importación y
utilización de calicós estampados. En los conflictos armados y las ejecuciones origina-
das por la aplicación de esas leyes, se estima que fallecieron 16 000 personas y muchas
más fueron enviadas a trabajar en las galeras de los barcos.
Otro ejemplo más: sólo las reglas publicadas en Francia desde 1666 hasta 1730
sobre textiles requirieron siete grandes tomos. El manual de teñidos, que supuesta-
mente era la mejor serie de instrucciones sobre las técnicas del teñido en esa época,
contenía 317 artículos. Esas regulaciones impedían que se utilizaran métodos infe-
riores, pero también obstruían la experimentación y el desarrollo de nuevas técnicas,
quizá de productores que habrían competido con las empresas existentes.
Un sinnúmero de funcionarios de gobierno, inspectores, jueces y personal encargado
de aplicar la ley también ganaban con las regulaciones mercantilistas. El gobierno francés
(pero no el inglés) recibía un considerable ingreso proveniente de multas, concesiones
y privilegios de monopolio vendidos a los negocios. Los funcionarios conservaban un
porcentaje de las multas impuestas contra los violadores de muchas regulaciones del
gobierno. Además, el flujo de entrada de oro y plata que resultaba de las políticas mer-
cantilistas incrementaba la cobranza de impuestos generales y mejoraba la capacidad de
un país para lograr una ganancia económica por medio de las guerras.
¿En qué forma la escuela mercantilista era válida, útil o correcta en su época?
Los argumentos a favor de la acumulación de lingotes de oro y plata, aun cuando
exagerados, tenían cierto sentido en un periodo de transición entre la economía
autosuficiente de la Edad Media y la economía de dinero y crédito de los tiempos
modernos. El rápido crecimiento del comercio requería más dinero en circulación y
la banca tenía un desarrollo insuficiente para producirlo. En las guerras el combate
era financiado según los gastos iban surgiendo y los lingotes proporcionaban una
reserva que se podía utilizar para contratar y mantener soldados, construir barcos,
comprar aliados y sobornar a los enemigos.
El comercio británico con la región del Báltico y la Indias Orientales requería
liquidez internacional en forma de metales preciosos. Gran Bretaña poco producía
para exportar a esas áreas y estas últimas no aceptaban moneda inglesa debido al
subdesarrollado mercado internacional de dinero. Por consiguiente, las colonias
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 19

británicas estaban obligadas a entregar la plata y el oro que se utilizaban como


pago por las mercancías del Báltico y de las Indias Orientales. Antes del desarrollo
de las finanzas internacionales y del comercio multilateral, los lingotes tenían una
importancia considerable para hacer pagos internacionales.
Los mercantilistas también estaban conscientes de que un flujo de entrada de meta-
les preciosos facilitaba la cobranza de impuestos. Sabían que los precios aumentarían, o
que por lo menos no bajarían, si la cantidad de dinero se incrementaba a medida que se
expandiera el comercio. El volumen de producción no sólo se expandía, sino que también
el hogar autosuficiente se sentía atraído hacia la economía de mercado. Por consiguiente,
se necesitaba más dinero para comprar y vender el mismo volumen de producción.
Algunos mercantilistas también estaban conscientes de que los incrementos en la cantidad
de oro y plata en circulación reducían las tasas de interés y promovían los negocios.
¿Qué principios de la escuela mercantilista
se convirtieron en contribuciones perdurables?
Los mercantilistas hicieron una última contribución a la economía al hacer hincapié
en la importancia del comercio internacional. En ese contexto, también desarrolla-
ron la noción económica y contable de lo que hoy día se conoce como la balanza
de pagos entre una nación y el resto del mundo. Pero fuera de esas contribuciones,
los mercantilistas (excepto Petty y tal vez Mun) contribuyeron con muy poco a la
teoría económica como se conoce hoy en día. La mayoría de ellos no logró captar
que un país se volvía más rico no sólo al empobrecer a sus vecinos, sino también al
descubrir una mayor cantidad de recursos naturales, producir más bienes de capital
y utilizar la mano de obra en una forma más eficiente. Tampoco comprendieron
que todas las naciones se enriquecen simultáneamente a partir de la especialización
y el comercio y que los salarios más elevados para los trabajadores no conducen al
ocio y a una reducción de la participación de la fuerza laboral.
Pero aun cuando los mercantilistas hicieron muy pocas contribuciones directas a
la teoría económica, sí contribuyeron indirectamente a la economía y al desarrollo
económico. En primer lugar, influyeron permanentemente en las actitudes hacia el
comerciante. La aristocracia medieval había clasificado a las personas dedicadas a los
negocios como ciudadanos despreciables de segunda clase, sumergidos en el estiércol
del comercio y el intercambio de dinero. Los mercantilistas les dieron respetabilidad
e importancia a los comerciantes, con el argumento de que, cuando sus actividades
están canalizadas en la forma apropiada por el gobierno, no sólo se enriquecen ellos
mismos, sino también el rey y el reino. La aristocracia de terratenientes con el tiempo
empezó a participar en empresas de negocios sin perder su posición ni su dignidad.
Por último, entregaron a sus hijos en matrimonio a los descendientes de familias de
negocios, uniendo así a los linajes aristocráticos con las fortunas comerciales.
En segundo término, el mercantilismo tuvo un impacto indirecto sobre la econo-
mía al promover el nacionalismo, una fuerza que hoy día aún existe. Las regulaciones
del gobierno central se requieren cuando se necesitan pesos, medidas y acuñación
uniformes; cuando la producción y el comercio todavía no se han desarrollado lo
suficiente para permitir la confianza en que la competencia les proporcione a los
consumidores una amplia elección de bienes; y cuando los riesgos financieros del
comercio son tan elevados que son necesarios privilegios de monopolio para inducir
una disposición a correr más riesgos de la que ocurriría de otra manera.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 21

En tercer lugar, las privilegiadas compañías comerciales constituidas, ancestros


de la corporación moderna, ayudaron a transformar la organización económica de
Europa al introducir nuevos productos, abrir mercados para los bienes fabricados y
Remítase a proporcionar incentivos para el crecimiento de la inversión de capital. Por último, el
2-2 mercantilismo hizo una contribución permanente al desarrollo económico al expan-
EL PASADO dir el mercado interno, promover el libre movimiento de bienes sin las trabas de los
COMO UN
peajes, establecer leyes e impuestos uniformes y proteger a las personas y los bienes
PRÓLOGO
en tránsito dentro y entre los países.

THOMAS MUN
Thomas Mun (1571-1641), hijo de un comerciante en textiles inglés, adquirió su
riqueza y su reputación cuando era comerciante en Italia y el Cercano Oriente.
Después de que lo nombraron director de la Compañía de las Indias Orientales,
Mun se involucró en una controversia acerca de la política de la compañía de expor-
tar oro y publicó un artículo en su defensa. En 1621 Mun publicó A Discourse of
Trade from England unto the East Indies, en donde argumentaba que siempre y
cuando las exportaciones totales excedieran a las importaciones totales, el drenado
de metálico de un país en cualquier área del comercio no importaba.
Alrededor de 1630 Mun escribió su famosa exposición de la doctrina mercantilista
en England’s Treasure by Forraign Trade, publicado de forma póstuma por su hijo en
1664. El título del capítulo 2, “The Means to Enrich the Kingdom, and to Encrease
our Treasure”, planteaba un problema clave. ¿Cómo se podía enriquecer el reino?
Según Mun, la respuesta no estaba ni en la producción ni en la acumulación de bienes
de capital, sino más bien en un excedente de exportaciones. Por supuesto, es necesario
producir con el fin de exportar, pero la producción está subordinada a la meta final, la
acumulación de oro. La primera de dos páginas del capítulo sobre este tema dice:
Un reino se puede enriquecer con los obsequios recibidos o mediante compras hechas a
otras naciones, sin embargo estas dos cosas son inciertas y de poca consideración cuando
suceden. De manera que el medio ordinario de incrementar nuestra riqueza y nuestro
tesoro es mediante el Forraign Trade, en donde siempre debemos observar esta regla:
venderles a los extranjeros anualmente más en valor de lo que nosotros consumimos
de lo suyo. Ya que si suponemos que este reino está servido en abundancia con telas,
plomo, estaño, hierro, pescado y otros bienes nativos, exportamos anualmente el exce-
dente a los países extranjeros con un valor de veintidós mil doscientas libras; mediante
eso estamos autorizados allende los mares a comprar y traer mercancías extranjeras para
nuestro uso y consumo, por un valor de veintidós mil doscientas libras; mediante este
orden debidamente respetado en nuestro comercio, podemos estar seguros de que el
reino se enriquecerá anualmente con veintidós mil doscientas libras, que nos deben
traer para el tesoro debido a que esa parte de nuestro abasto que no se nos devuelve en
mercancías necesariamente se debe llevar a casa al tesoro.4
Mun argumentaba que aun cuando Inglaterra era un país rico, podía ser todavía más
rico si utilizaba los eriales para cultivar cáñamo, lino, madera, tabaco y otras cosas “que
ahora buscamos con los extranjeros para nuestro gran empobrecimiento”. Las exporta-
ciones se deben hacer en barcos ingleses para ganar en el seguro y cargos de flete.

4
Thomas Mun, England’s Treasure by Forraign Trade, Macmillan, Nueva York, 1903, pp. 7 y 8.
20 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA

2-2 EL PASADO COMO UN PRÓLOGO


El mercantilismo persistente
Algunas de las doctrinas del mercantilismo no han desaparecido por completo; ciertas ideas y
políticas presentes en los siglos XX y XXI se asemejan a las ideas de hace 200 o 300 años.
Por ejemplo, durante la Gran Depresión mundial de la década de 1930, las naciones aproba-
ron aranceles elevados y devaluaron sus monedas para restringir las importaciones y promover las
exportaciones. Esos aranceles estaban diseñados para reducir las importaciones, de manera que
la mano de obra doméstica ociosa y los recursos de capital se pudieran emplear para satisfacer la
demanda de los bienes que previamente se importaban. Desde un punto de vista ideal, expandirían
la producción doméstica y el ingreso. También se pensaba que la devaluación de la moneda redu-
ciría las importaciones de una nación al hacer que éstas resultaran más costosas en términos de la
moneda nacional. Además, la devaluación de la moneda de un país supuestamente incrementaría
sus exportaciones, debido a que los extranjeros necesitarían menos unidades de su propia moneda
para comprar bienes producidos en el extranjero.
Por desgracia, esas políticas mercantilistas no funcionan como están diseñadas si los socios comer-
ciales ejercen represalias con incrementos en los aranceles y con la devaluación de su propia moneda.
Esas represalias fueron las que se presentaron en la Gran Depresión. Una nación tras otra aprobó
aranceles más elevados y devaluó su moneda. El resultado total fue la pérdida de las ganancias de la
especialización y del comercio internacional y el colapso del sistema monetario internacional.
A finales de los años 1980 y principios de los años 1990, muchos estadounidenses expresaron
una gran preocupación por los considerables déficit en la balanza comercial de Estados Unidos. Este
“temor de los bienes” era legítimo hasta el grado de que esos considerables déficit reflejaban con-
diciones domésticas e internacionales que tarde o temprano necesitarían corregirse. Sin embargo,
este temor produjo propuestas para aprobar los aranceles, imponer cuotas de importación, otorgar
subsidios a los exportadores, requerir un “contenido doméstico” en algunos productos importados
y permitir las exenciones de monopolio para las empresas estadounidenses dedicadas a las expor-
taciones. Los economistas señalaron que esa serie de políticas, si se aprobaban, constituirían un
regreso a los preceptos pasados de moda del mercantilismo.
También se ha acusado a Japón de adherirse a una política de promoción de las exportaciones
y restricción de las importaciones. Sus continuos y considerables superávit comerciales a todo lo
largo de las décadas de los años 1980 y 1990 reflejaban en parte un “temor de los bienes” en el
extranjero. También reflejaban un deseo de “capturar” mercados internacionales rentables. Al tener
superávit comerciales tan grandes, se negaban a los consumidores japoneses algunos de los benefi-
cios potenciales del consumo, derivados de la especialización y el comercio internacionales.
Algunas naciones en vías de desarrollo todavía promueven el nacionalismo como una forma
de superar el tribalismo y las lealtades locales que obstaculizan el desarrollo económico. Con fre-
cuencia también ofrecen concesiones de monopolio para fomentar las nuevas inversiones y erigir
barreras comerciales con el fin de proteger a las industrias domésticas en su inicio.
El mercantilismo persiste hasta muy avanzada la primera década del siglo XXI. En Estados Unidos
el offshoring, la práctica de trasladar las operaciones de empresas domésticas a naciones con una mano
de obra más barata, ha atraído una considerable atención. Ahora, al “temor de los bienes” se suma un
“temor de los servicios”. Puesto que los trabajos fabriles se trasladan al extranjero, los trabajadores de
las industrias de servicio en Estados Unidos gozan de una razonable seguridad. Sin embargo, debido
a los adelantos tecnológicos que reducen significativamente el costo de las comunicaciones globales,
22 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA

2-2 EL PASADO COMO UN PRÓLOGO (CONTINUACIÓN)

las operaciones como los centros de llamadas a clientes para servicios financieros y apoyo técnico de
computadoras se han reubicado de Estados Unidos a la India. La pérdida de trabajo real y potencial
debido al offshoring ha incitado llamados en busca de protección.
Los estándares ambientales y laborales como un aspecto del comercio también han llegado a
ocupar el primer plano, y las economías avanzadas requieren regulaciones más rigurosas para las
naciones en vías de desarrollo. Afirman que los estándares más flexibles en las naciones en vías
de desarrollo proporcionan una ventaja comercial injusta al mantener precios más bajos a costa
del ambiente y de la explotación de los trabajadores. En las negociaciones más recientes de la
Organización Mundial de Comercio (OMC), las naciones en vías de desarrollo se unieron para
resistir a los intentos de las economías avanzadas de imponer restricciones más rigurosas.
La estrategia de China para el crecimiento económico en la primera década del siglo XXI incluye
el mantenimiento de grandes excedentes comerciales, al hacer que las exportaciones sean econó-
micas y las importaciones costosas, y al mantener en un nivel bajo el valor del yuan chino en los
mercados de bolsa internacionales. El enfoque mercantilista de China ha impulsado un poderoso
crecimiento económico, pero también ha atraído las críticas internacionales y los llamados para erigir
barreras comerciales con el fin de compensar lo que en 2004 John Kerry, el candidato demócrata a
la presidencia de Estados Unidos, llamó “una manipulación predatoria de la moneda”.*
En resumen, las ideas mercantilistas aún sobreviven. Sin embargo, es importante comprender
que las ideas y las políticas sólo reflejan aspectos de la doctrina total del mercantilismo. Además,
hoy en día las naciones aplican esas ideas en circunstancias diferentes, por razones distintas y en el
contexto de políticas sociales diversas a las de la época mercantilista.
* John Kerry, “Kerry Statement on the U. S.- China Economic and Security Review Commissions’ Report”, 15 de junio de 2004
(www.johnkerry.com/pressroom/releases/pr_2002.0615b.html).

Al defender la exportación de oro de la Compañía de las Indias Orientales para


pagar bienes, Mun argumentaba a favor de un comercio multilateral, más que
bilateral:
En algunos países vendemos nuestros bienes y traemos a cambio sus mercancías, o
parte en dinero; en otros países vendemos nuestros bienes y aceptamos su dinero,
debido a que tienen muy pocas o ningunas mercancías que se ajusten a nuestras necesi-
dades; una vez más, en algunos lugares hemos necesitado sus bienes, pero tienen muy
poco uso para los nuestros; de manera que aceptan nuestro dinero, que obtenemos
en otros países: y de esta manera, mediante el curso del tráfico (que cambia según las
corrientes de la época), los miembros particulares se adaptan unos a otros y todos
logran la comunidad total del comercio.5
Mun analizó la balanza comercial total de Inglaterra, en vez de su cuenta separada
con cada país extranjero. Pensaba que el incremento de las importaciones incre-
mentaría el capital en oro de Inglaterra si las mercancías se exportaban a algún otro
país con una utilidad. Por consiguiente, Mun razonaba que se debía permitir la

5
Mun, England's Treasure by Forraign Trade, op. cit., pp. 46-47.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 23

exportación de oro para pagar por la importación de bienes, lo que a su vez incre-
mentaría el volumen total de los bienes exportados:
Por qué entonces dudar que nuestro dinero enviado en el comercio, no necesaria-
mente regresa de nuevo en tesoro; junto con las grandes ganancias que puede procurar
[…] Si sólo miramos las acciones del esposo en la época de la siembra, cuando arroja
maíz bueno a la tierra, más bien lo llamarían un hombre loco y no un esposo; pero
cuando consideramos su trabajo durante la cosecha, que es el fin de sus esfuerzos,
encontramos el valor y un abundante incremento de sus acciones.6
Pero el énfasis de Mun era en la compra y venta con una utilidad, más que en la
transformación de materia prima importada en bienes fabricados, aun cuando lo
último se mencionó en el caso de los textiles.
Este énfasis en la importación del tesoro condujo a la extraña conclusión de
que el comercio doméstico no podía enriquecer a un país. Mun escribió: “Podemos
intercambiar entre nosotros o con extranjeros; si es con nosotros, por consiguiente
la Commonwealth no se puede enriquecer así; ya que la ganancia de un sujeto es la
pérdida de otro. Y si intercambiamos con extranjeros, entonces nuestras utilidades
son la ganancia de la Commonwealth.”
Al analizar la balanza de pagos total, Mun fue lo bastante astuto para incluir las
partidas invisibles. Al escribir hace más de tres siglos y medio, Mun mencionó las par-
tidas invisibles que se deberían incluir en un balance total si se iba a mostrar si “pros-
peramos o declinamos en este gran e importante negocio”. Incluía en la balanza de
pagos los cargos de fletes por el envío de bienes; los barcos perdidos en el mar; los
seguros; el dinero pagado para apoyar las guerras extranjeras; el pago internacional
de sobornos y fondos para espionaje, “el recibo de los cuales no obstante es una
simple traición”; gastos de los viajeros; obsequios a extranjeros y embajadores; inte-
reses sobre el dinero; contrabando para evadir los aranceles; y contribuciones a las
órdenes religiosas que en secreto envían el dinero al extranjero. Sobre este último
punto Mun añadió: “Si este mal no se puede evitar, sin embargo se debe estimar y
anotar como una pérdida obvia para el reino.”

GERARD MALYNES
Gerard Malynes (fallecido en 1641) nació en Amberes, Bélgica, de padres ingleses.
Regresó a Inglaterra y se convirtió en mercader en comercio extranjero. Al no
tener mucho éxito en su ocupación, cumplió una condena breve en una prisión
para deudores. También prestó sus servicios como comisionado de comercio inglés
en Bélgica, como asesor del gobierno sobre asuntos comerciales, como experto en
aleaciones de la casa de moneda y comisionado de asuntos de la casa de moneda.
En su Lex Mercatoria: or the Ancient Law-Merchant, publicado en 1622 y reim-
preso en 1686, Malynes expresó varias ideas mercantilistas. Por ejemplo, observó
que el comercio antes se consideraba como algo demasiado bajo para la aristocracia,
pero Malynes defendió a los comerciantes:
Puesto que el mantenimiento del tráfico y el comercio es tan agradable, amistoso y
aceptable para todos los príncipes y potentados, los reyes han sido y hoy día son de la

6
Mun, Ibídem, pp. 26 y 27.
24 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA

sociedad de comerciantes. Y muchas veces, no obstante sus diferencias y disputas par-


ticulares, sin embargo convienen en este curso de comercio, debido a que la riqueza es
la estrella brillante, cuyo elevado tráfico ella misma dirige, mediante la cual los reinos
y las comunidades florecen; los comerciantes son los medios y los instrumentos para
desempeñar el mismo, para gloria, ilustración y beneficio de sus monarquías y Estados.
Es indudable por consiguiente que el estado de comerciante es de gran dignidad y
algo que se debe apreciar; ya que por ellos se descubren países, se logra la familiaridad
entre las naciones y se obtiene una experiencia política.7
Malynes también promovió la idea de que la regulación de bienes por el gobierno
era necesaria para asegurar exportaciones de elevada calidad. Declaró:
Las telas que en verdad se hacen, serán más vendibles allende los mares, en donde
diariamente se presentan muchas quejas por la falsa hechura de las mismas; por este
medio el tráfico se incrementará para el fin general del reino y su majestad la aduana
será debidamente pagada, conforme a dicho estatuto y todo tenderá a la gloria de
Dios, será en honor del rey y se observará con toda equidad y justicia en todas las
comunidades bien gobernadas.8
La noción mercantilista de que más dinero en un país aumentaría los precios y esti-
mularía los negocios fue desarrollada por Malynes como sigue:
Una abundancia de dinero por lo general hace que todas las cosas sean apreciadas y
la escasez de dinero hace que en general todas las cosas sean baratas. Mientras que
los bienes en particular también son apreciados o económicos, según la abundancia
o escasez de los bienes mismos y el uso de ellos. De manera que el dinero (como la
sangre en el cuerpo) restringe al alma en la que se ha infundido la vida: ya que si el
dinero escasea, el tráfico disminuye aun cuando los bienes sean abundantes y econó-
micos: y por el contrario, si el dinero es abundante el comercio se incrementa, aun
cuando los bienes sean escasos y el precio de los mismos sea más elevado.9

CHARLES DAVENANT
Charles Davenant (1656-1714), el hijo del poeta y dramaturgo sir William Davenant,
pasó gran parte de su vida en varios puestos del gobierno que se encargaban de
impuestos, importaciones y exportaciones. También fue miembro del Parlamento.
Davenant ha sido llamado un mercantilista esclarecido, un ecléctico que trató
de combinar lo antiguo y lo nuevo, un hombre que contribuyó al argumento del
laissez-faire más que ningún otro mercantilista de influencia. Y eso era. Pero un
examen de sus escritos indica que, en ciertos aspectos, Davenant era un mercanti-
lista ortodoxo. Elaboró el siguiente argumento sobre la acumulación de lingotes en
An Essay on the East-India Trade (1696):
A menudo me he preguntado sobre qué bases procedió el Parlamento en el Acta para
sepultar con lana: de hecho ocasiona un consumo de lana, pero un consumo que no

7
Gerard Malynes, Lex Mercatoria: or The Ancient Law-Merchant, 1622, p. a.
8
Ibídem, p. 43.
9
Ibídem, p. 176.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 25

produce ninguna ventaja para el reino. Porque sería obviamente mejor que esa lana se
convirtiera en telas, se exportara y la pagaran y la usaran seres vivientes en el extranjero
que sepultarla en la tierra aquí en casa. Y no sería mejor que el pueblo común (que
constituye las masas y que son los grandes consumidores) fuera sepultado en una vieja
sábana, no adecuada para nada más, como antes, que en tanta lana nueva, que así se
pierde totalmente. Ya que es en interés de todas las naciones comerciales, cualesquiera
que sean, que su consumo doméstico deba ser poco, de un desarrollo económico y
extranjero y que sus propias manufacturas se vendan en los mercados de precio más
elevado y que gasten en el extranjero; debido a que lo que se consume en casa, uno
pierde sólo lo que otro recibe y la nación en general no es de ninguna manera más
rica; pero todo el consumo extranjero es una utilidad obvia y segura.10

En An Essay on the Probable Means of Making the People Gainers in the Balance of
Trade (1699), Davenant argumentó que un reino puede cosechar el beneficio de
todo el valor de un producto exportado si está hecho con materia prima doméstica.
Si la materia prima se importa y el producto se exporta, entonces la utilidad neta es
la diferencia entre los dos valores.
En su Discourses on the Publick Revenues, and on the Trade of England (1698),
Davenant expresó una preferencia por las guerras que se combaten dentro del país,
más que en el extranjero, y citó a la economía como la razón fundamental:
Una guerra extranjera debe drenar a un reino de su tesoro. Francia, desde la época
de Carlos IX hasta el reinado de Enrique IV, tuvo una continua guerra civil en sus
entrañas, y a menudo fue devastada por los ejércitos de España y Alemania; pero esa
guerra no exportó ningún tesoro, ni empobreció al reino.11
En la misma obra, Davenant demandaba una regulación gubernamental de los
negocios, debido a que no se podía confiar en los comerciantes:
Difícilmente hay una sociedad de comerciantes que no haya pensado que la prosperidad
total del reino depende tan sólo del tráfico. De manera que en cualquier momento,
cuando llegan a consultarlos, sus respuestas son confusas y parciales; y cuando deliberan
durante las asambleas, por lo general lo hacen con un prejuicio y una mirada secreta
hacia su propia ventaja. Y ahora se debe comprender que aquellos que poseen efectivo
a la mano, cuando descubren las necesidades de otras personas, con toda seguridad se
sentirán impulsados por su avaricia, para hacer uso de él en una forma muy destructiva
para sus semejantes y para los asuntos del rey, si no lo impide el cuidado y la sabiduría
del Estado.12

Davenant fue lo bastante instruido como para decir que la riqueza de un país está
en lo que produce, no en su oro o su plata. El comercio gobierna al dinero, en vez
de lo contrario. La riqueza invertida en barcos, construcciones, fabricación, mobi-
liario, prendas de vestir, etcétera, constituye una riqueza tanto como la moneda y
los lingotes. Davenant estaba a favor de un superávit de comercio, porque creía que
cuando se incrementa la cantidad de dinero, las tasas de interés bajan, el valor de

10
Charles Davenant, An Essay on the East-India Trade, 1696, pp. 26 y 30.
11
Charles Davenant, Discourses on the Publick Revenues, and on the Trade of England, 1698, p. 12.
12
Ibídem, pp. 30, 45 y 46.
26 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA

la tierra sube, y los impuestos aumentan. Pero demasiado oro y plata pueden ser
perjudiciales, como sucedió en España, en donde la afluencia causó el descuido de
las artes y la manufactura. Davenant defendía tanto las Actas de Navegación como
el comercio multilateral. En otras palabras, afirmaba que, siempre que fuera posi-
ble, una nación debía imponer el bilateralismo entre ella y sus colonias, excluyendo
del comercio a los extranjeros, pero que el comercio multilateral es deseable entre
iguales.

JEAN BAPTISTE COLBERT


Jean Baptiste Colbert (1619-1683) representa el cuerpo y alma del mercantilismo,
lo que en Francia se llamó colbertismo. Fue el ministro de finanzas francés desde
1661 hasta 1683 bajo el reinado de Luis XIV. A pesar de su origen modesto (pro-
venía de una familia de comerciantes de mercería) se elevó a una posición de gran
poder, a menudo por medios nada escrupulosos. Igual a su ilimitada ambición,
tenía una tremenda capacidad para el trabajo y una atención hacia los más mínimos
detalles de su puesto.
Colbert era un defensor de la acumulación de lingotes, creía que la fuerza de un
Estado depende de sus finanzas, las cuales se basan en su cobranza de impuestos, y
que, a su vez, la recolección de impuestos es mayor si abunda el dinero. Favorecía
la expansión de las exportaciones, la reducción de las importaciones y las leyes que
impedían la salida de lingotes del país.
Como un archinacionalista y militarista, Colbert afirmaba que hay cuatro profe-
siones útiles para los grandes propósitos. Citaba esas profesiones como “agricultura,
comercio, guerras en tierra y en el mar”. Creía que las colonias eran deseables como
mercados para los bienes franceses y como fuente de materia prima, también que eran
esenciales una gran armada y una marina mercante. Colbert creía que una nación
sólo se podía enriquecer a costa de otra, debido a que el volumen del comercio, el
número de barcos dedicados al comercio y la producción de bienes manufacturados
eran todos relativamente fijos. Por consiguiente, el comercio significaba una guerra
continua y amarga entre las naciones que buscaban una ventaja económica.
Colbert hizo todo lo posible para facilitar el comercio interno. Trató de darle a
Francia un sistema uniforme de pesos y medidas, pero fue rechazado por el provin-
cialismo feudal, la tradición y por los intereses creados de la Iglesia y la nobleza. Se
opuso sin éxito a los impuestos sobre el movimiento de bienes, a las barreras adua-
nales internas y a los excesivos impuestos locales. Colbert subsidió la construcción
del Canal de Languedoc, que unía al Atlántico y al Mediterráneo. Al imponer el
sistema feudal del trabajo obligatorio de los campesinos en las carreteras (llamado
corvée), se hizo odiar de todos; pero surgieron 13 000 millas de carreteras.
La regulación gubernamental de los negocios, que tuvo un poderoso efecto en
Francia, fue una característica importante de las políticas de Colbert. Al reflexionar
sobre el prevaleciente desprecio feudal hacia los hombres de negocios, Colbert los
consideró como un grupo falto de perspicacia, egoísta y codicioso que sacrificaba
los intereses nacionales a su propia utilidad. De manera que hizo una rígida regula-
ción en cuanto a la calidad de los bienes y métodos de producción para lograr una
uniformidad, proteger al consumidor y ganar una buena reputación para los bienes
franceses en mercados extranjeros. Se ofrecían privilegios de monopolio y subsidios
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 27

a las nuevas industrias, en especial a aquellas cuyo establecimiento era difícil y cos-
toso. Pero era posible abusar del sistema y algunos monopolios se otorgaban con el
fin de recabar dinero para el Estado o de ayudar a los cortesanos favoritos. Muchos
negocios fueron declarados “fabricantes reales”, con lo que se aseguró la venta de
sus productos a la realeza.
A pesar de su desprecio hacia los hombres de negocios, Colbert hizo que se
aprobaran leyes que permitían a los aristócratas participar en el comercio sin perder
su posición ni sus privilegios. Un edicto de 1669 declaró: “Deseamos que un caba-
llero tenga el derecho de participar en una compañía y de comprar acciones en los
barcos mercantes, siempre y cuando no venda al menudeo.”
Colbert estaba a favor de una población numerosa, arduamente trabajadora y
mal pagada. Pensaba que ningún niño era demasiado pequeño para ingresar a la
industria y que el Estado debía imponer la mano de obra infantil. Colbert observó
en 1665 que “ciertamente la experiencia ha demostrado que el ocio durante los
primeros años de la vida de un niño es la verdadera fuente de todos los desórdenes
posteriores en su vida”. En un decreto de 1668, ordenó que todos los habitantes
de Auxerre enviaran a sus hijos a la industria del encaje a los seis años de edad, o
que pagaran una penalidad de 30 centavos por niño.
Colbert consideraba que los monjes, las religiosas, los abogados y los funcio-
narios eran holgazanes improductivos y trató de reducir su número. Se hicieron
intentos por frenar los sentimientos religiosos y limitar las instituciones ecleciásti-
cas. Canceló diecisiete días feriados religiosos, y dejó sólo veinticuatro (además de
los domingos) cuando se interrumpía el trabajo.
En un edicto de 1666, se concedió la exención de impuestos durante varios
años a las personas que contrajeran matrimonio a una edad temprana. Cada padre
de diez hijos con vida también estaba exento de impuestos. Es interesante observar
que los hijos que fallecían en las fuerzas armadas se contaban como vivos, pero
no así los sacerdotes, religiosas y monjes. Esta ley se revocó en 1683 debido a un
fraude muy difundido.
Le correspondió a la Revolución Francesa de 1789 abolir los derechos feudales,
los peajes y aranceles internos, los privilegios especiales y el poder local. La práctica
de vender abiertamente los cargos se descontinuó, se igualaron los impuestos y los
sistemas de pesos y medidas se estandarizaron sobre la base del sistema métrico.
Estas medidas abrieron el camino para grandes adelantos en el comercio, la indus-
tria y la agricultura franceses.

SIR WILLIAM PETTY


Sir William Petty (1623-1687) fue un mercantilista que ofreció algunas nuevas ideas
precursoras de la economía clásica.
Antes de llegar a los dieciséis años, Petty había dominado el latín, el griego, el
francés, las matemáticas, la astronomía y la navegación. Hijo de un pobre pañero,
llegó a disfrutar de grandes riquezas, fama y honor. Es un ejemplo de la movilidad
ascendente que lentamente se estaba haciendo posible en la Gran Bretaña del siglo
XVII. Durante su activa vida, Perry fue marino, físico, profesor de anatomía, inven-
tor, supervisor, miembro del Parlamento, promotor de trabajos en hierro y cobre,
constructor naval experimental, autor, estadista y un importante terrateniente.
28 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA

Primero conviene atender sus puntos de vista mercantilistas y después sus ideas,
que se adelantaron a las de Adam Smith.
Los puntos de vista mercantilistas de Petty
Los puntos de vista económicos de Petty se establecieron en varias obras: A Treatise
of Taxes and Contributions (1662), Verbum Sapienti (1664), “The Political Anatomy
of Ireland” (escrita en 1672 y publicada en 1691) y Political Arithmetick (escrita
desde 1672 hasta 1676 y publicada por primera vez en 1690). Petty estaba a favor
de un comercio exterior más libre, más que muchos de los mercantilistas, en parte
porque creía que eso evitaría el tan difundido contrabando. Quería que los bienes
importados causaran impuestos, de manera que “serán un poco más apreciados que
las mismas cosas cultivadas o fabricadas en el país, si esos impuestos fueran factibles”.
La importación de materia prima se debería “abordar poco a poco”, es decir, gravarla
ligeramente. Petty se oponía a las leyes que prohibían la exportación de dinero, pero
en Political Arithmetick deploraba el dinero pagado a los extranjeros por los embar-
ques, a los holandeses por su comercio pesquero “practicado en nuestros mares”, y el
dinero gastado en bienes importados que se podían fabricar en Inglaterra.
Lo mismo que otros mercantilistas, Petty favorecía una población numerosa.
Pero Petty basaba su posición en el concepto de crecientes rendimientos para el
gobierno, lo que reduciría los costos unitarios de gobernar a una población nume-
rosa. “Menos personas es una pobreza real, mientras que una nación en donde hay
ocho millones de habitantes es más que el doble de rica que la misma extensión de
tierra en donde sólo hay cuatro; ya que los mismos gobernados que son la carga
más grande, pueden servir tan bien tanto al mayor número como al menor.”13
En A Treatise of Taxes and Contributions, Perry expresó su entusiasmo por la
visión mercantilista del “empleo total”. Su argumento a favor de un impuesto de
capacitación (por persona) era conciso: “Parece que es un estímulo para todos los
hombres establecer a sus hijos en algún empleo rentable según su primera capaci-
dad y del producto de eso, pagarle a cada niño su propio dinero de capacitación.”
Petty también se oponía a que ahorcaran a los ladrones; pero difícilmente por
motivos humanitarios:
¿Por qué no castigar a los ladrones insolventes con la esclavitud y no con la muerte? De
manera que por ser esclavos se vean obligados a trabajar, con alimentos económicos
hasta donde lo soporte la naturaleza y así se conviertan en dos hombres sumados a la
Commenwealth y no sean uno eliminado de ella; ya que si Inglaterra estuviera menos
poblada (supongamos que a la mitad) yo digo que después de traer a tantos más como
los que hay ahora, corresponde a los que están desempeñar el doble de trabajo que
ahora desempeñan; es decir, hacer algunos esclavos.14
Petty pensaba que el Estado debería emplear a los desempleados para trabajar en las
carreteras, drenar los ríos, plantar árboles, construir puentes, extraer minerales y fabricar
diversos bienes. En este sentido fue un predecesor de aquellos economistas contem-
poráneos que abogan por el empleo en el servicio público para reducir el desempleo
estructural y cíclico. Pero como el verdadero mercantilista que era, Petty añadía que
13
Sir William Petty, A Treatise of Taxes and Contributions, en Economic Writings, editor Charles H. Hull, tomo 1,
Cambridge, The University Press, 1899, p. 34.
14
Ibídem, tomo 1, p. 69.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 29

ese empleo debería ser “sin perjuicio de los bienes extranjeros, y entonces no importa
si los emplean para construir una pirámide inútil en Salisbury Plain, llevar las piedras
de Stonehenge a Tower-Hill, o algo parecido”. ¡De manera que Petty fue precursor de
la teoría de Keynes de que tanto en los tiempos antiguos como en los modernos, la
construcción de pirámides, o su equivalente, era un antídoto para el desempleo!
¿Cómo se financiarían esas obras públicas? Para Keynes la respuesta era imprimir
moneda o solicitar préstamos al público, pero para Petty era por medio de impues-
tos. Debido a que las personas se preocupaban por sus ingresos más que por los de
sus vecinos, un impuesto proporcional no importaría, siempre y cuando el dinero
se gastara dentro del país.
Dejen que el impuesto nunca sea tan grande, si es proporcional para todos, entonces
ningún hombre sufrirá la pérdida de cualesquiera riquezas debido a eso. Ya que los hombres
(como antes dijimos), si las propiedades de todos ellos se redujeran a la mitad o se duplica-
ran, en ambos casos seguirían siendo igualmente ricos. Ya que cada hombre tiene su antigua
posición, dignidad y grado; y además, si el dinero recaudado no sale de la nación, la misma
también seguiría siendo igualmente rica en comparación con cualquier otra nación.15

Petty como precursor de la economía clásica


Petty fue un estadista pionero. En el prefacio de Political Arithmetick declaró: “En
vez de utilizar sólo palabras superlativas y comparativas y argumentos intelectuales,
yo he seguido el curso de expresarme en términos de número, peso o medida; de
utilizar únicamente argumentos que tengan sentido y de considerar sólo tales causas,
que tengan cimientos visibles en la naturaleza”, dejando “aquellos que dependen de
las mentes, opiniones, apetitos y pasiones mutantes de los hombres particulares a la
consideración de otros”.16 Muchos de sus cálculos eran imperfectos y algunos se
basaban en suposiciones débiles. Por ejemplo, Petty concluyó que, debido a que en
1664 se había exportado de Inglaterra una tercera parte más de bueyes, ovejas, man-
tequilla y carne de res que en 1641, ¡también había una tercera parte más de personas
que en 1664! Pero lapsus como éste no desmerecen el hecho de que Petty fue uno de
los fundadores de la ciencia de las estadísticas. Hoy día, el análisis estadístico es parte
significativa de la disciplina de la economía.
Petty expresó en forma fragmentada varias otras ideas que los economistas clásicos
desarrollaron después con más detalle. Esas ideas incluían la noción de la velocidad,
la división del trabajo, la renta como el excedente de la tierra, la importancia de los
bienes de capital y la teoría del valor del trabajo. Hay que examinar, aunque con
brevedad, cada una de ellas.
• Velocidad. En Verbum Sapienti, Petty reconoció que la velocidad de la circula-
ción, el índice con el que el dinero cambia de manos, puede ser tan importante
como la cantidad de dinero. Si los pagos se hacen a la semana en vez de al tri-
mestre, menos dinero hará el mismo trabajo. Incluso sugirió que podría haber
demasiado dinero, así como demasiado poco. “Ya que el dinero sólo es la grasa
del cuerpo de la política, debido a eso demasiado a menudo obstaculiza su agi-
lidad y demasiado poco lo enferma.” Recomendaba la venta del excedente de
oro en el extranjero para impedir que causara daño en el país.
15
Ibídem, p. 32
16
Petty, Political Arithmetick, en Economic Writings, tomo 1, p. 244.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 31

• División del trabajo. Aun cuando no desarrolló esta idea en detalle, Petty reco-
nocía las economías asociadas con la especialización del trabajo y la división de
las tareas. Por ejemplo, declaraba que “la tela debe ser más barata cuando uno
carda, otro hila y otro teje, que cuando la misma mano desempeña torpemente
todas las operaciones anteriores”. Tiempo después, Adam Smith expuso y desa-
rrolló más esta idea.
• Teoría de la renta. Petty llegó a una primitiva teoría de la renta:
Supongamos que un hombre, con sus propias manos y en cierta extensión de tierra,
pudiera sembrar maíz, es decir, pudiera cavar, o arar, escarificar, desyerbar, cosechar,
llevar a casa, desgranar y seleccionar tanto como lo requiera la economía doméstica de
esa tierra; y haya separado semilla con la cual sembrar, yo digo que cuando ese hombre
ha restado su semilla del producto de su cosecha y también lo que él mismo ha comido
o ha dado a otros a cambio de ropa y otras necesidades naturales; que el resto del maíz
es la renta natural y verdadera de la tierra para ese año.17
Este análisis de la renta como el excedente de la tierra fue un avance en el pen-
samiento económico. Pero Petty no separó el rendimiento del capital del rendi-
miento de la tierra, un error que se podía cometer fácilmente en 1600, cuando las
inversiones de capital en herramientas y fertilizante eran insignificantes. Y tampoco
demostró que la renta fuera un rendimiento diferencial originado del extensivo e
intensivo margen de cultivo. Pero Petty sí comprendía que la tierra que está cerca
del mercado producía una renta más elevada, debido a que el costo de transportar
el producto era más bajo.
• Importancia del capital. En “The Political Anatomy of Ireland”, publicada
en 1691, Petty escribió:
Debemos hacer una equivalencia y una ecuación entre el arte y el trabajo simple;
ya que si con ese trabajo simple yo pudiera excavar y prepararme para sembrar cien
acres en mil días; supongamos después que dedico cien días a estudiar una forma más
compendiosa de idear herramientas para el mismo propósito; pero en todos esos cien
días no excavo nada, pero en los novecientos días restantes excavo doscientos acres de
terreno; entonces yo digo que el dicho arte que cuesta sólo cien días de invención vale
el trabajo de un hombre para siempre, debido a que el nuevo arte y un solo hombre
desempeñan tanto como lo habrían podido hacer dos hombres sin ese invento.18
Este énfasis en el capital y la producción se volvería cada vez más apropiado con la
aparición de la Revolución Industrial en el siglo XVIII. ¡La atención de Petty a estos
temas era muy poco mercantilista!
• Teoría del valor del trabajo. Según Petty, el trabajo es el padre y la tierra la
madre de la riqueza. En A Treatise of Taxes and Contributions declaró que
el valor de un bushel de maíz será igual al de una onza de plata si el trabajo
necesario para producir cada uno es el mismo.
El interés de Petty en la producción y su búsqueda de una teoría del valor
que determine el precio inició nuevas líneas de razonamiento. Los economis-
tas que le siguieron ampliarían y mejorarían sus ideas.

17
Petty, A Treatise of Taxes and Contributions, op. cit., p. 43.
18
Petty, “The Political Anatomy of Ireland”, en Economic Writings, tomo 1, p. 182.
30 Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA

Preguntas para estudio y análisis


1. Identifique y exprese brevemente la importancia de cada uno de los siguientes
autores y obras para la historia del pensamiento económico: Thomas Mun,
England’s Treasure by Forraign Trade, Gerard Malynes, Charles Davenant,
Jean Baptiste Colbert, sir William Petty y Political Arithmetick.
2. Comente acerca de la siguiente declaración: el mercantilismo es tanto una serie
de políticas observadas como una doctrina verdaderamente unificada estable-
cida por importantes eruditos.
3. ¿Por qué en ocasiones se hace referencia a los mercantilistas como acumuladores
de lingotes? Incluya cada uno de los siguientes términos en su respuesta: exporta-
ciones, importaciones, colonias, guerras, aranceles, monopolios proyectados por
el gobierno, colonialismo, grandes poblaciones, libre comercio internacional.
4. ¿Por qué los mercantilistas estaban a favor de las grandes poblaciones y los
salarios bajos? ¿En qué forma la posición mercantilista sobre este aspecto se
relaciona con el ingreso y los efectos de sustitución de un incremento en el
índice de salarios? ¿Qué ventajas les atribuía Petty a las grandes poblaciones?
5. ¿Qué quiere decir el término temor de los bienes cuando se relaciona con el comer-
cio internacional? ¿Es consecuente al favorecer el intercambio de bienes dentro
de una nación, pero al apoyar las restricciones comerciales sobre los productos
importados? ¿Quiénes se benefician con esas restricciones? ¿Quiénes pierden?
6. Compare y contraste los argumentos modernos a favor del proteccionismo (El
Pasado como un Prólogo 2.2) con los de la época mercantilista.
7. Los mercantilistas comprendían que (a) un excedente de exportaciones hacía
que el oro y la plata fluyeran hacia el país desde otros países y (b) los incremen-
tos en los precios de las existencias de dinero pueden aumentar los precios de
una nación. ¿Estos resultados son compatibles uno con el otro a largo plazo?
8. ¿Sobre qué bases defendió el mercantilista Thomas Mun la práctica de enviar
algo del oro al extranjero?
9. Haga coincidir a las siguientes personas con sus ideas o contribuciones. Explique
cada relación.
Malynes a. Las guerras que se combaten dentro del país son mejores
que las guerras que se combaten en el extranjero.
Davenant b. Trabajo obligatorio en las carreteras.
Petty c. Poderosa defensa de los comerciantes.
Colbert d. Political Arithmetick.
10. ¿En qué aspectos el análisis económico de Petty se extiende más allá de los típicos
puntos de vista mercantilistas?

Lecturas selectas

Libros
Blaug, Mark, editor. The Early Mercantilists. Brookfield, VT, Edward Elgar, 1991.
Cole, Charles W. Colbert and a Century of French Mercantilism. 2 tomos. Nueva
York, Columbia University Press, 1939.
Davenant, Charles. Discourses on Labor on the Publick Revenues, and on the Trade
in England, 1698.
Capítulo 2 LA ESCUELA MERCANTILISTA 31

Furniss, Edgar S. The Position of Labor in a System of Nationalism. Boston, Houghton


Mifflin, 1920.
Heckscher, Eli F. Mercantilism. Segunda edición. 2 tomos. Londres, Allen and Unwin,
1955.
Johnson, E. A. J. Predecessors of Adam Smith. Nueva York, Prentice-Hall, 1937.
Magnusson, Lars. Mercantilism: The Shaping of an Economic Language. Londres,
Routledge, 1994.
Malynes, Gerard. Lex Mercatoria: or The Ancient Law-Merchant, 1686. Escrito en
1622.
Mun, Thomas. England’s Treasure by Forraign Trade. Nueva York, Macmillan, 1903.
Escrito en 1630.
Petty, William. Economic Writings. Editado por Charles H. Hull. 2 tomos. Cambridge,
The University Press, 1899.
Roncaglia, Alessandro. Petty: The Origin of Political Economy. Armonk, NY, M. E.
Sharpe, 1985.
Viner, Jacob. Studies in the Theory of International Trade. Nueva York, Harper,
1937.

Artículos en revistas
Allen, W. R. “Modern Defenders of Mercantilist Theory.” History of Political
Economy 2 (otoño de 1970), pp. 381-397.
Aspromourgos, Tony. “The Life of William Petty in Relation to His Economics, A
Tercentenary Interpretation.” History of Political Economy 20 (otoño de 1988),
pp. 337-356.
Ekelund, R. B. Jr. y R. D. Tollison. “Economic Regulation in Mercantile England,
Heckscher Revisited.” Economic Inquiry 18 (octubre de 1980), pp. 567-599.
Officer, Lawrence H. “The Purchasing-Power Parity Theory of Gerard de Malynes”.
History of Political Economy 14 (verano de 1982), pp. 256-259.

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