La Encarnación de Cristo
La Encarnación de Cristo
La Encarnación de Cristo
La encarnación es un término usado por los teólogos para indicar que Jesús, el Hijo de Dios, tomó
forma humana. Esto es similar a la unión hipostática. La diferencia es que la unión hipostática
explica cómo las dos naturalezas de Jesús se unen, y la encarnación afirma de manera más
específica Su humanidad.
La palabra encarnación significa "el acto de hacerse carne". Viene de la versión latina de Juan
1:14, que en español dice: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros". Debido al uso
prácticamente exclusivo de la Vulgata Latina en la iglesia durante la Edad Media, el término latino
se volvió habitual.
Jesucristo era completamente Dios y completamente hombre en una sola persona, y lo será para
siempre.
1. Profecías sobre la encarnación de Cristo (Isaías 7:1)
✓ Estas declaraciones se refieren a las naturalezas humana y divina respectivamente
✓ Miqueas 5:2. Aquí se ve, de igual manera que Uno ha de venir a una localidad geográfica
en la tierra -Belén- lo cual constituye su identificación humana; sin embargo, sus salidas
son desde los días de la eternidad.
✓ Aquí la declaración es que el eterno Dios, el Logos, se hizo carne, para poder vivir entre los
hombres.
✓ De acuerdo con lo que revela el contexto en que se encuentra este pasaje, El fue el que
creó todas las cosas, y de El procede toda la vida, especialmente la vida eterna que
poseen los que creen en El y lo reciben ( 12)
Con relación a esta unión queremos dejar bien en claro cuatro observaciones finales:
1. La adquisición de la naturaleza humana no Ie resto a su naturaleza divina (In. 10:30; Col. 1:19).
2. Al hacerse hombre no perdió atributos divinos, sino que gano atributos humanos.
3. Al encarnarse acepto limitaciones en sus atributos divinos, limitaciones que podía eliminar con
solo proponérselo. Ej.: En Mateo 14:22-27, Jesús camino sobre las aguas, pero no siempre hizo
esto.
Respuesta: En realidad no hay tal cosa como el gnosticismo cristiano, porque son dos sistemas de
creencias mutuamente excluyentes. Los principios del gnosticismo contradicen lo que significa ser
cristiano. Por lo tanto, aunque algunas formas de gnosticismo pueden pretender ser cristianas, de
hecho, son decididamente no cristianas.
El gnosticismo fue tal vez la herejía más peligrosa que amenazó a la iglesia primitiva durante los
tres primeros siglos. Influenciada por filósofos tales como Platón, el gnosticismo está basado en
dos falsas premisas. Primero, adopta un dualismo en cuanto al espíritu y la materia. Los gnósticos
aseguran que la materia es inherentemente mala y el espíritu es bueno. Como resultado de esta
presuposición, los gnósticos creen que cualquier cosa que se haga en el cuerpo, incluso el pecado
más grande, no tiene sentido, porque la vida real existe solamente en el reino de los espíritus.
Segundo, los gnósticos afirman poseer un elevado conocimiento, una “verdad superior” dada a
conocer solamente a unos pocos. El gnosticismo viene de la palabra griega gnosis que significa
“conocer”. Los gnósticos sostienen poseer un conocimiento superior, adquirido no en la Biblia, sino
en algún plano místico superior de la existencia. Los gnósticos se ven a sí mismos como una clase
privilegiada, elevada sobre todas las demás por su conocimiento más elevado y profundo de Dios.
Para desacreditar la idea de cualquier compatibilidad entre el cristianismo y el gnosticismo, uno sólo
tiene que comparar las enseñanzas de las principales doctrinas de la fe. En cuanto a la salvación,
el gnosticismo enseña que la salvación se gana a través de la adquisición del conocimiento divino
el cual lo libera a uno de las ilusiones de las tinieblas. Aunque ellos afirman seguir a Jesucristo en
Sus enseñanzas originales, ellos lo contradicen en todo momento. Jesús no dijo nada acerca de la
salvación a través del conocimiento, sino por la fe en Él como Salvador del pecado. “Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para
que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). Es más, la salvación que ofrece Cristo es gratuita y disponible
para todos (Juan 3:16), no solo para un selecto grupo que haya alcanzado una revelación especial.
El cristianismo afirma que hay una fuente de la Verdad y que esa es la Biblia, la inspirada e inerrante
Palabra del Dios viviente, la única norma infalible de fe y práctica (Juan 17:17; 2 Timoteo 3:15-17;
Hebreos 4:12). Es la revelación escrita de Dios para la humanidad y nunca es sustituida por
pensamientos, ideas, escritos o visiones humanas. Los gnósticos, por otra parte, usan una variedad
de escritos heréticos conocidos como los evangelios gnósticos, una colección de falsificaciones que
aseguran ser los “libros perdidos de la Biblia”. Afortunadamente, los padres de la iglesia primitiva
fueron casi unánimes en reconocer estos pergaminos gnósticos como fraudulentas falsificaciones
que exponen falsas doctrinas acerca de Jesucristo, la salvación, Dios y cada una de las demás
verdades cruciales del cristianismo. Hay incontables contradicciones entre los “evangelios”
gnósticos y la Biblia. Aun cuando los llamados gnósticos cristianos citan de la Biblia, ellos reescriben
versículos para que armonicen con su filosofía, una práctica que está estrictamente prohibida y
contra la cual advierte la Escritura (Deuteronomio 4:2, 12:32; Proverbios 30:6; Apocalipsis 22:18-
19).
“Encarnación” proviene del latín in carne, que literalmente significa “en carne”. La Biblia dice en
varias ocasiones que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino en la carne como ser humano. Veamos por
ejemplo el principio del Evangelio de Juan, que se remonta a la prehistoria y pone en contexto el
trabajo de nuestro Dios y Salvador Jesucristo:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Todas las cosas por él
fueron hechas… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:1, 3, 14, énfasis añadido).
Por medio de un milagro más allá de nuestro entendimiento, el Verbo vino en la carne para vivir
entre sus criaturas. Jesucristo fue enteramente divino, y enteramente humano a la vez.Por medio
de un milagro más allá de nuestro entendimiento, el Verbo vino en la carne para vivir entre sus
criaturas. Jesucristo fue enteramente divino, y enteramente humano a la vez. Pero la Biblia no dice
que los apóstoles hayan pasado mucho tiempo pensando en las cuestiones metafísicas que
después abrumaron a los teólogos. Tal parece que ellos simplemente aceptaron por fe la revelación
de que Jesús era Dios —y hombre. (Consulte nuestro artículo “¿Qué creían los apóstoles acerca
de Dios?”.)
Dios no ordena en ninguna parte celebrar la encarnación de Jesús. Pero lo que sí nos pide es
conmemorar su muerte (1 Corintios 11:23-26). Obviamente el Hijo de Dios no podría haber muerto
si no hubiera venido en la carne. Pero el enfoque bíblico no está en su concepción (la cual muchas
iglesias celebran el 25 de marzo) o su nacimiento (celebrado generalmente el 25 de diciembre).
Descubra por qué estas fechas son incorrectas y por qué Dios no estableció estas celebraciones
en nuestro artículo “El nacimiento de Jesús”.
La Iglesia del Nuevo Testamento siguió celebrando las fiestas que Dios sí estableció en la Biblia.
Conozca más en nuestro folleto gratuito Las fiestas santas de Dios: Él tiene un plan para usted.
La Biblia dice mucho acerca de la vida de Jesucristo y cuál debería ser su impacto en nosotros.
Éstas son algunas de esas enseñanzas:
Al convertirse en ser humano, Cristo pudo llevar a cabo el plan de Dios de reconciliarnos (a una
humanidad pecadora) con ÉlAl convertirse en ser humano, Cristo pudo llevar a cabo el plan de Dios
de reconciliarnos (a una humanidad pecadora) con Él. Sin embargo, esto requirió de su sufrimiento
y muerte, con la cual pagó la pena de nuestros pecados.
El libro de Hebreos describe lo que Jesús tuvo que pasar para convertirse en nuestro Sumo
Sacerdote:
“Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le
podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que
padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación
para todos los que le obedecen” (Hebreos 5:7-9).
A finales del primer siglo, el apóstol Juan vio cómo algunas herejías comenzaban a introducirse en
la Iglesia y luchó con vehemencia contra una falsa doctrina que negaba la humanidad de Jesucristo.
“En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne,
es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este
es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”
(1 Juan 4:2-3).
Pero a pesar de los esfuerzos de Juan, esta creencia falsa creció hasta convertirse en una filosofía
conocida como gnosticismo. Conozca más en nuestro artículo acerca de “1 Juan”.
Juan incluso dijo que negar la encarnación de Cristo era lo mismo que oponerse a Él —ser
“anticristo”.
“Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido
en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo” (2 Juan 1:7).
El apóstol aquí estaba usando este término para referirse a cualquiera que se opusiera a Jesús.
Hoy en día, sin embargo, la gente usa “anticristo” de una forma más limitada, para describir a un
hombre malvado que aparecerá en el tiempo del fin, al cual la Biblia llama falso profeta y hombre
de pecado. Lea más sobre esto en nuestro artículo “¿Reconocería usted al Anticristo?”.
La encarnación y usted
La encarnación de Jesucristo —su disposición a vivir como un ser físico, conocer y sentir empatía
con nuestros sufrimientos, y dar su vida por nosotros— es algo maravilloso y animador. Algo que
debería inspirarnos a la acción.
¿Qué espera Cristo de nosotros? No un día de paganismo comercializado, sino una vida de cambio
y conversión.
Sólo unos pocos mostrarán interés verdadero y tomarán el tiempo para estudiar nuestro folleto
gratuito ¡Cambie su vida! para conocer los pasos que Dios espera que demos.
Las ideas primordiales que Juan estaba contrarrestando estaban arraigadas en la filosofía griega.
Estas falsas enseñanzas incluían lo siguiente:
• El concepto fundamental era que el espíritu era bueno y la materia esencialmente mala, por
ende, el espíritu humano es bueno pero está atrapado en un cuerpo maligno.
• Como resultado, el espíritu perfecto de Dios no podía morar en el cuerpo físico y humano de
Cristo. Esta percepción falsa conlleva a creer que el hijo de Dios no vino a la Tierra como un
hombre físico para morir por los pecados de la humanidad. Esta creencia era una negación
de que Jesús es el Cristo, y Juan cataloga esta negación como una mentira (1 Juan 2:22).
• Una rama del gnosticismo, que era conocida como docetismo, del verbo
griego dokein (parecer), y afirmaba que Jesús sólo parecía tener un cuerpo físico. “Los
docetistas enseñaban que Jesús sólo parecía tener un cuerpo. Insistían que era un ser
puramente espiritual que no tenía nada más que una apariencia de tener un cuerpo… la
forma mas simple del docetismo es la negación completa de que Jesús tuvo alguna vez un
cuerpo físico” (William Barclay, The Daily Study Bible Series: The Letters of John and
Jude [Series del estudio bíblico diario: Las cartas de Juan y Judas]). Por supuesto, esto es
una negación del fundamento de la fe cristiana.
• Los gnósticos creen que son superiores a los demàs seres humanos, piensan que han
alcanzado un estado de perfección espiritual, incapaz de pecar. Juan contrarrestaba esta
creencia diciendo: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos,
y la verdad no está en nosotros… Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él
mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Juan 1:8,10).
Los gnósticos crearon una aristocracia espiritual que miraba con desprecio e incluso con odio a las
personas inferiores… seres terrenales que jamás iban a saber lo que era la religión” (Barclay).