La Revolución Gallega de 1846

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LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

22899
francisco Cettamancy Gastón

fl R E V O L U C I Ó N G A L L E G A
DE 1846

1 9 0 8

LIBRERÍA REGIONAL D E CARRÉ


16, RIEGO OE AGUA, 16
O O R U Í Í A
ES P R O P I E D A D

Imprenta y Fotograbado de Ferrer: ü a Coruña


I N T R O D U C C I Ó N <> x

«Un sistema político no es una doctrina» nos decía el pensa-


dor gallego Manuel Ángel Corzo en el proemio de su novela
histórica Las Víctimas de Carral (2), trabajo que no hizo más
que iniciar por que la muerte, con su fallo cruel, se anticipó á
segar su vida.
No es una doctrina, no, un sistema político: si la fuese, no
estaría sujeta á los vaivenes de la condición humana, esto es,
al fomento de las revoluciones de la masa social, ya se produz-
can éstas por procedimientos activos, ya por las vías de pacífica
propaganda. L a inmoralidad política de los hombres ha sido,
es y será eterna consecuencia para provocar esas conmociones;

(1) E l popular y prestigioso periódico El Correo Gallego d e Ferrol publicó un


fragmento de esta Introducción en el mes de Mayo de 1901 con motivo de l a inauguración
del monumento levantado en Carral á l a memoria de las victimas q u e lucharon por las
libertades públicas, y cuya obra de fábrica fué iniciada y llevada á feliz término p o r l a
Liga Gallega na Cruña.
(2) Se publicó solamente l a primera entrega en Santiago, imprenta de José Rodrí-
guez Rubial, 1862.
VI INTRODUCCIÓN

cuyos excesos y sensibles resultados se derivan, según Macau-


lay, de la tiranía soportada antes por el pueblo.
Y he aquí aclarado en ligera exposición, el aforismo de
Corzo.

*
* *

De las diferentes revoluciones políticas que España recuer-


da en el último siglo, ninguna más racional que la realizada
por el pueblo gallego en el mes de Abril de 1846.
Galicia, como perfectamente discurre un acreditado escri-
tor, no solo por razón de su espíritu, sino hasta por su respeta-
ble extensión geográfica fué en otros tiempos un emporio de
la cultura y del comercio de Europa.
De sus puertos salía el poder naval, guerrero y mercantil.
Su idioma, esa lengua dulce y cadenciosa cultivada por los
trovadores de los siglos x n al x i v — y que la ignorancia preten-
de hoy mixtificar ó que espíritus sistemáticos niéganle las
consideraciones y honores á que por su prosapia es acreedora
—era la única culta y literaria de Extremadura, Murcia y Cas-
tilla, que continuó ejerciendo poderosa hegemonía hasta el
último tercio del xiv en que por la fuerza, hubo de imponerse
la influencia castellana Al promulgarse la ley que mandaba
que los instrumentos públicos se redactasen en castellano, Gali-
cia decayó hasta tal punto, expresa un discreto periódico de
Madrid (1) que solo el nombre de gallego, sonó y aún suena
entre la gente ignorante ó baja con dejos y resonancias de
insulto; «algo así como el equívoco sonreir con que en el ex-
tranjero suele acogerse el dictado de español, hoy precisamente,
cuando España es una humilde imitadora de todo lo extran-
jero »
Y ese epíteto de despecho, se contradice manifiestamente
con el carácter heroico de la naturaleza gallega, tan incompara-
ble en la majestad de sus montes, frondosa en sus extensos
valles y apacible en sus mares y ríos, que acreditan al gallego

(1) La Ley, 6 de Marzo de 1905, n ú m . 1.116.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN VII

de consciente de su fuerza, parco en palabras, amante de la


soledad y de la lucha, esto es, humilde y de un vigor inmenso.

*
* *
La revolución de 1846 nació con un fin eminentemente
moralizador: el protoplasma que alimentaba sus células, tendía
á la reconstitución é instauración de aquel prestigio social,
cuyos restos acababa de mermarle una execrable dictadura.
No era la corona, puesta entonces en manos de un ser débil,
la que tiranizaba el país: era la dictadura quien tiranizaba á
éste y á la corona.
España atravesaba por una situación morbosa arrastrándo-
la á un desquiciamiento inmediato: perseguida la prensa y
encarcelados ó extrañados sus campeones más decididos, aque-
llos hombres que ni se rendían ni claudicaban en sus princi-
pios; escarnecidas las libertades públicas y la fuerza material
imperando sobre las conciencias; convertida la justicia en ar-
bitrariedad; y á las regiones arrebatándoseles la migaja que les
quedaba de su fisonomía política por virtud de un absurdo
sistema de tributación, daba todo esto por resultado una con-
glomeración de desórdenes, producto de un gobierno oligárqui-
co que sancionaba todo linaje de atentados contra el derecho
y las leyes.
No podía existir moralidad política en donde privaba el
gobierno de las bayonetas, lo que hoy diríamos el poder del
Mauser.
Por otra parte, empellado litigio se debatía entre los parti-
dos políticos y las potencias europeas con el himeneo de la
niña que por aquellas fechas hallábase al frente de los destinos
de España, y que, aun hace ahora escasamente cuatro años que
en su destierro voluntario de París, bajó al sepulcro perdonan-
do «á todos los que tanto daño le causaran...»
Muchos eran los pretendientes; muchos los que codiciaban
su regia mano: el príncipe napolitano de Trápani; el Conde de
Montemolin; uno de los príncipes de Orleans, y sus primos
D. Francisco y D. Enrique de Borbón.
VIII INTRODUCCIÓN

La candidatura más simpática para el país, y la que quizá


prívase con mayor anhelo en el corazón de la soberana, era la
del último de dichos personajes; pero no convenía así á los
intereses de Narváez, espíritu de voluntad dominadora y deci-
didamente refractario á los principios democráticos.
Importábale anteponer sus concupiscencias á los senti-
mientos de la mayoría del pueblo español, sacrificando de este
modo el corazón de la reina Isabel que como mujer había na-
cido también para amar.
Este casamiento que intentaba verificarse—como luego se
consumó—, contra la voluntad de la soberana y del país; y el
de su hermana María Fernanda con el duque de Montpensier,
á despecho de Inglaterra; la Constitución de 1845 que arrojó
del poder al partido progresista, y que no obedecía á ninguna
necesidad esencial, atendiendo á que la de 1837 comprendía
una legalidad común aceptada por todos y por todos reconocida
como buena para gobernar, incubaran una situación lamenta-
ble de excesos y concusiones, una lucha de ambiciones y egois-
mos producidos por el partido moderado, acaudillado primera-
mente por Narváez y pocos días después por el ex-volteriano Is-
turiz, partido que vino dominando desde el año 1843 al de 1854.
Desde aquellas épocas, podemos fijar que dimana el estado
de retroceso y la paralización del progreso social de España,
naciendo entonces el imponente alzamiento revolucionario
gallego de 1846.
Tuvo este movimiento un brillante prefacio el 2 de Abril
de aquel año en la ciudad de Lugo al grito de ¡Viva la Reina
libre! ¡Viva la Constitución! ¡Fuera extranjeros! ¡Abajo el dic-
tador Narváez! ¡Abajo el sistema tributario!
Tuvo el 26 de dicho mes, un trágico epílogo en el pinto-
resco pueblecito de Carral....!

*
* *

La historia antigua—expresa Pirala —es el extracto de los


hombres de su tiempo; y la contemporánea el espejó donde se
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN IX

ve los del nuestro. E n la una puede haber más ó menos exa-


geración en las formas y en el colorido; en la otra no cabe
más que la reproducción exacta, fotográfica, porque viven los
que han de ser retratados ó los que los han conocido.
Vaciar una página de la historia, extendiéndola en muchos
folios, puede juzgarse de asaz pretensión; y hasta algún espí-
ritu suspicaz conceptúe esa labor de disparatada. Nosotros, al
imponernos en la nuestra, no lo creemos así, considerando
que en los voluminosos tomos de la historia se tratan concisa-
mente hechos ó asuntos que debieran relatarse con más minu-
ciosidad, por la índole ó importancia que los integra.
España, es la nación que con más legítimo orgullo los
contiene, dada su accidentada vida política; y el que nosotros
vamos ahora á reseñar, es de tal trascendencia para la región
gallega, que sintetiza en los tiempos modernos, los jalones de
las libertades patrias; y no exageraríamos, agregando, que los
de las libertades regionales.
Y aquí encaja perfectamente aquel pensamiento del docto
escritor Leandro de Saralegui y Medina que nos dice que en
España y especialmente en Galicia «no se demuestra ni se ha
demostrado nunca por los estudios del pasado, esa predilec-
ción natural entre los hombres que lian contribuido en todas
partes á enriquecer con incesantes y preciadas conquistas el
acervo común de los anales de la civilización y del progreso
humano». (1)
Reconocida la utilidad de la historia contemporánea,—
arguye otro e s c r i t o r - b a s e para levantar después el edificio de
la general de un pueblo, y documentada debidamente, será la
verdad á que todos aspiramos; porque ignorados unos acon-
tecimientos y adulterados otros, no se ha de dejar su esclare-
cimiento á otra generación, pudiendo hoy presentarlos.
E s justo y plausible reconocer los errores que hemos
aplaudido y los hechos que, siendo loables, hemos vituperado,
guiados más por la pasión que por el buen criterio.

(1) • Mscurro leiiio en ln C'oruñu el din SO de Septiembre, en la .solemne inaugura-


ción de la Real Academia fíallc<ja>—Ferrol. Iinp. y Estereotipia de Kl Correo Gallcijo. 1900.
X INTRODUCCIÓN

Washington, indicaba á Lafayette que en un gobierno


libre no se puede hacer callar la voz de la muchedumbre: cada
uno habla como piensa ó, por mejor decir, «habla sin pensar»;
y por consiguiente juzga los resultados sin prever las causas
E s de la naturaleza del hombre irritarse contra todo lo que
destruye una esperanza lisonjera y un proyecto favorito; y es
una locura muy común condenar su examen.
Juan do Porto, fué el primer cronista que narró aquellos
sucesos sin esperar á su solución definitiva: los comentó, ca-
lientes aún los cuerpos de las víctimas de Carral.
Cualquiera, al pasar la vista por las interesantes páginas
del libro de Do Porto (1) tacharíale de parcial observando la
defensa que emprende acerca de los pormenores de aquel for-
midable pronunciamiento, que no tuvo parecido en todos los
de análogo carácter realizados en el pasado siglo, por la justicia
y finalidad que lo informaban.
El número considerable de historiadores y comentaristas
que siguieron á Do Porto y que iremos citando en el decurso
del presente volumen, está de acuerdo en sus juicios; aun
algunos de dudosa imparcialidad como Tomás Chavelí, que
para dividir la opinión, se circunscribió á truncar y sofisticar
el criterio de dicho autor en la parte relativa á defender la
conducta del entonces Capitán general de Galicia D. J u a n de
Villalonga; (2) defensa inútil, porque además de ser Chavelí
secretario de éste y por lo tanto apasionado en el asunto, no

íl) Reseña histórica de los úlíimos acontecimientos políticos de Galicia, p o r D . JUAN


DO PORTO, abogado del Colegio de esta Corte.—.Madrid, 1816. I m p . de la Viuda de Burgos
á cargo de su sobrino D. Manuel. Uu vol. en lt¡", 218 pág. Esta obra fué publicada en el mes
de Junio de lSáti; editándose en dicho establecimiento desde el 1 . " al ' l . pliego; impri-
0

miéndose desde el 5." al fiual en la imprenta de la Viuda é Hijos de Compañel, de San-


tiago. Por cierto que como dice CARRÉ ALDAO en sus Alzamientos de la Coruña, supera en
sumo grado la impresión santiaguesa á la de la Corte.
Atribuyen la paternidad dé la citada obra no al Sr. Do PORTO sino á D. J o s í R Ú A
FIGUKRHA, unos; otros al notable escritor y sociólogo D. VICEXTK MANUKI. COCINA, autor
de varias importantes, entre ellas el Opúsculo filosófico solire la historia del Derecho Roma-
no dividido en tres secciones y precedido de una sucinta idea del patrio.— Imp. de la Viuda é
Hijos de Compañel.—Santiago, 1841.
(2) Refutación de la Reseña histórica de los últimos acontecimientos de Galicia escrita
por D. Juan Do Porto en la parte que se refiere n los actos del Excmo. .Sr. Capitán General
del propio Reino, por D. T. Ch., Capitán de Infantería.—Orense: Imp. de la Viuda de
Compañel é Hijos.—Agosto, 1 8 « . . — U n vol. en ltí.», 32 páginas.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN XI

fué él, el autor de la Befutación sino el propio Villalonga, se-


gún se deduce de antecedentes que nosotros hemos adquirido
y comprobado, y que publicamos en el lugar correspondien-
te—que confirman así las sospechas indicadas ya por algunos
—resultando ser por este concepto un veredicto recusable por
aquello de que nadie puede ser juez en causa propia; y los ac-
tos del general Villalonga en los acontecimientos de referen-
cia, fueron duramente condenados por la masa consciente, y
la posteridad seguirá condenándolos, que de tal magnitud
ellos han sido.

* *

Refiriéndose Luciano á la misión del historiador, dice que


«no debe tener rey, patria, creencias, amigos, ni recibir leyes
más que de sí mismo,» queriendo demostrar con esta propo-
sición, que en el historiador ha de concurrir más indepen-
dencia que sentimientos.
No faltará alguno que otro lector que se proponga hojear el
presente trabajo, que nos tilde también á nosotros de apasiona-
miento; pero habremos de objetarle, por anticipado, que abun-
dando en el aforismo del célebre sofista griego, anteponemos á
las ideas y á las doctrinas, los hechos ocurridos, ratificados por
los documentos que examinamos, contestes todos ellos con el
sentir de los cronistas que nos han precedido, y que explicaron
con serenidad de juicio los incidentes de aquel patriótico cuan-
to infortunado alzamiento que tuvo pendiente por espacio
de varios meses la atención entera de España y Europa.
E l único historiador que discrepa en parte del dictamen de
los demás, aun estando conforme en el fondo con el espíritu
del pronunciamiento gallego, es D. Vicente de la Fuente, autor
d é l a «Historia de las Sociedades Secretas,» quien dominado
por sus convencionalismos de secta, atribuye todo movimiento
contemporáneo surgido en la península, á obra de la Masone-
ría Ibérica, achacando á las logias de Porto y Vigo que en
el año de 1846 dieran el grito de ¡Viva la República Ibérica!
XII INTRODUCCIÓN

sublevando gran parte del ejército y de la marina; y que esa


misma masonería que tenía su asiento é imperio en la Corufia
y Santiago, sobornara á D. Miguel Solís; iniciando en ella al
infante D. Enrique de Borbón que se hallaba en Ferrol, «con
el objeto de tener un rey como dócil instrumento suyo.»
Las apreciaciones de este visionario escritor, coinciden
con las que estampa Villalonga en su famosa Memoria ele-
vada al Ministerio de la Guerra á raiz de la terminación de
los sucesos de Galicia, estando ambos de perfecto acuerdo en
su forma de pensar; porque Villalonga consideraba igual-
mente que «todo cuanto pronunciamiento que, en sentido libe-
ral, se fomentaba en España, obedecía á manejos de las socie-
dades secretas;» argumentos pueriles, en verdad, que no llevan
al convencimiento, atendiendo á que entonces los pronuncia-
mientos reaccionarios no se fraguaban tampoco á la luz meri-
diana, y no eran obra de la masonería.
E n cambio el insigne Balines, con aquella privilegiada
inteligencia y la ingenuidad de su pluma, informaba entonces
en su popular periódico El Pensamiento de la Nación, «que las
multiplicaciones de tanta asonada, procedían del espíritu reac-
cionario de ciertas fracciones del partido moderado, fautores
de las desgracias que depauperaban el país por el exceso de
centralización, restricción de libertad y extremosidad en el
sistema vicioso de gobernar», defectos que podemos afirmar
que actualmente subsisten.
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C A P Í T U L O PRIMERO

El pronunciamiento de Lugo.—Los Batallones, 2.° del Regimiento de


Infantería de Zamora y Provincial de Gijón.—Proclamación del
pronunciamiento por D. Miguel Solís y Cuetos.—Prisiones que se
efectuaron.—Nombramiento de una Junta de Gobierno.— Resolu-
ciones, de la misma.

El día I.P de Abril de 1846, apareció muy claro y alegre:


en el fondo de un cielo diáfano de purísimo azulado, destacá-
base con su peculiar majestad, un sol brillante, sol de prima-
vera, padre fecundador de la Tierra, confortador de los espíritus
tristes y reparador de los organismos débiles que acababan de
sentir las crudezas de la precedente estación invernal.
Sus rayos caían á plomo sobre la capital del antiguo Con-
vento jurídico lucense, ese pueblo, que apesar del tiempo des-
tructor, conserva intacto su soberbio y amurallado cinturón,
huella viva de la preponderancia dominadora del latino; y desde
sus bordes, admíranse las poéticas lejanías de toda una próspera
y exuberante comarca.
En la mañana de ese día, hace su entrada en Lugo el 2 . Ba- 0

tallón del Regimiento de Infantería de Zamora que, procedente


de la Coruña, iba destacado á Valladolid.
LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE ] 8 4 6

La llegada de esta unidad militar no causó mayor curiosidad


al vecindario de la que comummente produce en una población
el arribo de fuerza armada.
Los españoles hemos sido siempre excesivamente impresio-
nables por nuestro ejército: una formación, un paseo militar,
unas maniobras, son elementos sugerentes que cautivan lo mis-
mo al niño que al hombre caduco, signos psicológicos revelado-
res de una raza que ab initio, no supo más que sostener lucha
tras lucha en reivindicación de su independencia ó en aras de
sus libertades.
España fué la nación del constante guerrear sin fruto: al
compás de sucesivos pugilatos, desgastóse su savia, desgastá-
ronse las energías de sus hijos, sin poder conseguir, á través de
los siglos, la realización de la conquista de la libertad y del
derecho.
Y lo más sensible, y hay que confesarlo aunque nos duela,
es que, á la sombra de tantas contiendas, otros pueblos se han
enriquecido á costa de la hidalga España, usurpándole aquel
cuantioso patrimonio que tarde ó nunca podrá recuperar.
Quienes más daño le causaron en la pasada centuria, los que
mayores desgracias le trajeron, han sido aquellas fracciones polí-
ticas denominadas realista y liberal ó isabelinos y carlistas: la
historia nos comenta sus intemperantes cuanto pertinaces peleas
de egoísmo y concupiscencias, principio de nuestro estanca-
miento y malestar social.
Hoy, esas mismas fracciones, aunque subdivididas y con
clasificaciones heterogéneas, prosiguen, dentro del medio predo-
minante, en su campaña perniciosa, siendo de lamentar que la
opinión se haya extraviado hasta el extremo de ir perdiendo el
más hermoso de los sentimientos cual es el del amor á la patria.
El griego y el romano se nos presentan siempre como mo-
delos de civismo por sus singulares afectos hacia la patria, que
para ellos representaba un particularismo dentro de la raza y de
la nación.
Grecia y Roma se hundieron, no por la ley eterna de la
evolución, sino por la falta de calor en ese sentimiento que fué
desapareciendo en el amor de sus hijos. Grande y admirada será
FRANCISCO TETTAMANCT GASTÓN

una nación en donde en sus hombres resalte ante todo ese par-
ticularismo; que patria es la tierra,—como perfectamente discu-
rre nuestro cariñoso amigo Salvador Golpe (i) — cuyo centro y
raiz es el hogar y la familia á los cuales están consubstancial -
mente unidos los hombres por los vínculos de todos los afectos.
Poderosa y respetada fué España en aquellas épocas en que
el proletariado, fraternizando con la burguesía, conquistaban
unidos y al calor del amor á la patria, recíprocos derechos al
frente de las barricadas, muriendo en defensa de la libertad y
de la democracia.
Alejado hoy el obrero de ese sentimiento, apoderada de la
mayoría de la masa social una inercia aterradora, España dirí-
gese por tortuoso sendero, sin que un sol radiante vuelva á
iluminar el poderío y prestigio de otros tiempos. El insigne
Heriberto Spencer, á guisa de testamento, y en una de sus obras
postreras, entona estas sublimes frases: «Solo se salvan los
pueblos en que prepondera el sentimiento por la patria.»

II

Pernoctó el citado batallón en la capital lucense el i.° de


Abril, hasta el siguiente dia en el cual, con el objeto de pro-
seguir su itinerario hacia Valladolid, dióse la orden de marcha
á las tres de la tarde, saliendo formado de su alojamiento
media hora depués.
Al llegar al barrio de San Roque, hizo alto; y en seguida se
mandó á los soldados cargar sus fusiles. Se incorporó entonces
á la fuerza, al propio tiempo que tomaba el mando de la misma,
el coronel comandante de Estado Mayor de la Capitanía gene-
ral del distrito D. Miguel Solís y Cuetos que en dicho día llega-
ra á Lugo, previa licencia que se le concediera para atender al
restablecimiento de su salud. (2)
Con religioso silencio retrocede la mencionada fuerza al
centro de la población, parando en la Plaza Mayor, sin infundir

(1) Patria y Región. 1 8 9 7 . — C o r u ñ a . Imp. de El Noroeste.


(2) Véase nuestro Apéndice niím. i . ° y el siguiente Capítulo.
16 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

al curioso la menor sospecha de los trascendentales aconteci-


mientos que muy luego habían de desarrollarse.
Separóse del batallón, la compañía de Cazadores con su capi-
tán D. Jacinto Daban, dirigiéndose inmediatamente al cuartel don-
de s e hospedaba e\ batallón Provincial de Gijón. Obedeciendo á
una consigna se-
creta, se posesio-
naron aquel y sus
subordinados, de
dicho edificio, con
el objeto de privar
la entrada en él,
á varios oficiales
del citado Cuerpo
que, no siendo ex-
traños al pronun-
ciamiento que se
iba á proclamar,
eludían asociarse
al mismo.
Seguidamente,
y sin promoverse
el menor murmu-
llo de algarada,
sale formado del
cuartel el Provin-
cial de Gijón, man-
dado por el ca-
pitán D. Manuel
Martínez, q u i e n
distribuyó su fuer-
MURAU.A I>E LUGO

za por diversos
puntos de la localidad, extendiendo parte de ella por toda la mu-
ralla, cerrando sus puertas, á excepción de la de San Pedro, (i)

(1) El Conde de Clonare! en su voluminosa obra Historia orgánica de las


armas ile Infantería y Caballería, toin. VIII, pág. 4 4 3 , relata que en uno de los
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN '7

Apodéranse en el acto de los caballos y armamento de la


Guardia civil; y arrestan al comandante general de la plaza
D. Benito Menacho, al comisario de Guerra D José Bahamonde,
al Secretario de la jefatura política y al juez de 1 . instancia. a

Se realizaron otras aprehensiones de varios oficiales de los


Cuerpos de Zamora y Gijón que desistían de hacer causa común
días que estuvo detenido en Lugo el 2 . ° Batallón del Regimiento de Zamora,
se hallaba el día de la marcha para Valladolid, paseando en la plaza y esperán-
dolo para revistarlo, su primer comandante; recibiendo en aquellos momentos
un aviso de que llegara al cuartel un oficial procedente de la Corufia con plie-
gos urgentísimos.
«Como las circunstancias, dice Clonard, iban adquiriendo de día en día un
aspecto alarmante y se creía que de las cenizas calientes aun del úitimo incen-
dio revolucionario (*) brotaría otro nuevo y en mayores proporciones, acudió
aquel jefe apresuradamente al cuartel; pero en vez del oficial procedente de la
Coruña, halló á varios de su batallón los cuales le intimaron en nombre de la
fuerza, la orden de quedar prisionero. .
«Pocos momentos después llegó á la plaza la compañía de Granaderos que
siguiendo ¡a voz de su capitán, se pronunció en rebelión abierta contra el
gobierno. Siguieron los demás este pernicioso ejemplo; y el segundo comandante
que quiso oponerse, fué igualmente reducido á prisión.»
Por este acto, fustiga Clonare! á la fuerza aludida, elogiando en cambio á
los otros dos batallones l . ° y 3 . de dicho regimiento por no haberse pronun-
0

ciado.
Respecto á este juicio, no podemos estar de acuerdo en parte; porque al ha-
cer dicho escritor la apología del brillante Regimiento de Zamora, incurre en
contradiciones manifiestas, como la de señalar que en anteriores pronunciamien-
tos, habían seguido aquellos batallones las inspiraciones de entidades análogas á
las de Narváez atentando contra el gobierno constituido, y que vencieran en la
lucha.
Agrega también, que los batallones t . ° y 3 . «determinaron lavar la man- 0

cha que con su actitud lanzara el 2" sobre el Regimiento;! sin fijarse, de haber
tenido pleno conocimiento de la índole de aquel alzamiento, que todo el Cuerpo
simpatizaba con él y que sus propósitos quedaron defraudados debido á una
pura casualidad.
El entendido escritor militar, no obstante publicar su interesante obra
pocos años después de los sucesos que iremos relatando, incurre en un cúmulo
de anacronismos y equivocaciones que habremos de puntualizar y rectificar con
la oportunidad necesaria,

(*) A l u d e i l a i n s u r r e c c i ó n c e n t r a l i s t a d e 18.1,3 e n l a q u e e l g e n e r a l Narváez fué principal

p r o m o v e d o r ; v e r i f i c á n d o s e el 22 d e J u l i o en los c a m p o s de Torrejón de Ardoz aquella singular

b a t a l l a e n la q u e « n o h u b o v e n c e d o r e s ni v e n c i d o s » e n t r a n d o t o d o s en M a d r i d para p r e p a r a r Nar-

váe2, inmediatamente, sn dictadura.


2
l8 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

con sus compañeros; pero á quienes se les excarceló después


de iniciado el alzamiento, con la condición expresa de no des-
envainar sus espadas contra los pronunciados.
El intendente D. Bartolomé Hermida, se libró de la prisión
apelando á la fuga, por conocer dos horas antes los intentos de
los revolucionarios; y el jefe político D. Juan Ferreira que, desde
Madrid, se dirigía á Lugo para desempeñar su destino, recibió la
noticia del pronunciamiento en Nogales, tres leguas distante de
esta última ciudad, á quien se le reunió el destacamento desarma-
do de la Guardia civil que los revolucionarios dejaron en libertad
por no querer adherirse al acto (1).

III

ínterin se iban adoptando estas precauciones, formaba en la


Plaza de la Constitución, el batallón de Zamora en línea de ba-
talla, mandado por el capitán Daban que había vuelto á incor-
porarse, colocándose al frente de la línea D. Miguel Solís.
Las cornetas dan el toque de atención; y desenvainando
aquél la espada, se dirige á los soldados pronunciándoles senti-
das y~patrióticas frases. Píntales la triste situación porque atra-
vesaba España, ocasionada por «los múltiples abusos y arbitra-
riedades cometidas por el gobierno de D. Ramón María Narváez,
que, afanoso de sostener su abominable dictadura, pretendía la
celebración del casamiento de la reina Isabel con un príncipe
que rechazaba la voluntad nacional.»
«Nunca fué más justa ni más santa,—agregaba—la causa
que vamos á defender: en un lado unos cuantos ambiciosos; en
otro la nación entera; al frente un enemigo débil, raquítico, re-
chazado por la opinión, la honradez y la justicia; y á retaguardia

(1) Desde Nogales participó Ferreira el suceso al ministro de la Goberna-


ción; y desde Villafranca del Vierzo, lo hizo el intendente Hermida al ministro
de Hacienda y á las autoridades de León y Capitán general de Castilla la Vieja-
—El Pensamiento de la Nación dirigido por Jaime Balmes y J. M. Quadrado, de
2 2 (le Abril de 1 8 4 6 , página 2 5 0 , trae inserta esta noticia por su redactor cronista
Benito García de los Santos.
FRANCISCO TETTAMAÑCY GASTÓN 10

está el pueblo, ese pueblo de donde salimos y á donde volvere-


mos; ese pueblo vejado, escarnecido y donde están nuestros
padres, nuestros hermanos y nuestros amigos. ¿Será dudosa la
victoria? ¡No, compañeros! Los tiranos tiemblan ya; la ignominia
y la execración caerán sobre sus cabezas mientras que las vues-
tras, cubiertas de laurel, serán objeto de la admiración y gratitud
de vuestros ciudadanos.»
«¡Soldados! envanecido de conduciros por la senda de la
gloria, contaré por el día más feliz de mi vida el que me pusisteis
á vuestro frente. Llenaré mi deber satisfecho en contribuir á la
reconquista de la libertad española y su trono constitucional.»
«¡Soldados! ¡Viva la libertad! ¡Viva la Reina libre y constitu-
cional! ¡Abajo la camarilla y el dictador Narváez! ¡Abajo el sis-
tema tributario!» ( i ) .
A medida que Solís continuaba en su peroración, la plaza
fué llenándose de curiosos; y al terminar aquélla y contestados
efusivamente los vítores por los soldados y parte del pueblo, la
fuerza formó en columna de honor, desfilando ante su jefe, y
dirigiéndose á su alojamiento.
Una hora más tarde, se constituía una «Junta de Armamen-
to y defensa» que después tomó el nombre de Junta de Gobier-
no, siendo su presidente D. Manuel Becerra Llamas; vocales
D. Juan M. Castañón, D. Domingo A. Pozzi, D. Toribio Batalla,
D. Francisco Riera, D. Joaquín Pando, D. Antonio Romay, don
José M. Capón, D. Antonio Camba, y como secretario D. José
Antonio Vila.
Esta Junta comenzó á funcionar el día 4, dirigiendo una elo-
cuente exhortación á los habitantes de la provincia, sintetizada
en el manifiesto de Solís de que trata nuestro Apéndice 2°
Ella compendiaba toda la historia de las amarguras porque
pasara el pueblo español durante los tres últimos años de la
dominación de Narváez:
«Tres años de desolación y agonías; tres años de fiero des-
potismo debieron haberos enseñado que los hombres que se ti-

(1) Boletín Oficial de la provincia de Lugo de 10 de Abril de 1S46.—

N.o 43-
áo LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

tulaban de orden, de paz y de justicia, son los mayores apasio-


nados de la anarquía y del desorden y no respetan las leyes ni
los derechos más santos del pueblo. Ninguna consideración ha
contenido en su carrera de perdición á esos desatentados liber-
ticidas. Ellos han violado todas las leyes, roto todos los vínculos
sociales y vilipendiado el trono. Han puesto en los labios de
nuestra inocente Reina palabras llenas de veneno que horroriza
repetirlas. Han fusilado sin miramientos de ningún género á los
que más sacrificios hicieron en favor del trono constitucional.
Cada día, cada hora se acrecentaba su furor contra los inermes
liberales».
«Por eso los lugueses unidos á los valientes y patriotas ba-
tallones de infantería de Zamora y Gijón han alzado el día 2
del actual la bandera de libertad; bien persuadidos estaban los
que á tan grande alzamiento han contribuido que la Reina sería
libre, la libertad se salvaría y la camarilla infame se hundiría en
el abismo. Con esta confianza han aceptado el difícil cargo de
vocales de la Junta de armamento y defensa los que suscriben.
Conocieron que era llegada la hora de ser libres ó esclavos;
y han preferido antes que arrastrar cadenas sucumbir peleando
por la libertad ó i r á morar á país extranjero. Ni uno ni otro
caso empero será llegado; porque los esfuerzos de nuestros her-
manos de Santiago, Coruña y demás pueblos de la nación,
aseguran el éxito.»
«¡Habitantes de la provincia de Lugo, nacionales, soldados!
¡decisión, unidad en deseos y pronto veréis que la Constitución
será una verdad. La Reina, libre de influencias irresponsables,
contribuirá á hacernos felices y dejaremos de una vez de estar
supeditados al capricho de extranjeros!»
«¡Lugueses: mientras la Junta medita planes de economía y
organiza y arma fuerzas para contrarrestar, si fuera preciso, las
de los enemigos de la patria, entregaos á vuestros afanes; y vivir
seguros que los individuos que la componen no dejarán perecer
la libertad sin que su sangre riegue el suelo español.—¡Viva la
libertad! ¡Viva la independencia nacional! ¡Abajo el sistema tri-
butario y la camarilla de Narváez!»
Esta proclama la firmaban todos los individuos de la Junta
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 21

antedicha, siendo publicada en hojas sueltas y en el Boletín


Oficial de 10 de Abril.
En la orden militar de la plaza del día 2, se disponía que
todos los cabos y sargentos que se asociaran al alzamiento, que-
daban en posesión del empleo inmediato, autorizándolos para
usar las correspondientes divisas. Los sargentos primeros ascen-
dían á subtenientes, ejerciendo desde aquel momento las funcio-
nes de tales.
A la clase de tropa se le aumentaba real y medio de plus
sobre su haber: y á los jefes y oficiales se les propondría á la
Junta soberana, para las recompensas á que se hiciesen acreedo-
res. Se ordenaba también á los jefes y oficiales de los Cuerpos
que estuviesen dispuestos para marchar al primer aviso.
La Junta lucense, usando de las facultades que se le habían
conferido, adoptó desde el día 4 al 10 las disposiciones siguientes:
Supresión del Consejo provincial con todas sus dependen-
cias, á partir del día 2; y declarar disuelta la Diputación provin-
cial desde la propia fecha.
Suprimir por innecesaria y vejatoria la odiosa institución titu-
lada policía.
Separación de los catedráticos del Instituto D. José Jorge de
la Riva, D. José Antonio Somoza, D. Antonio Plá, D. José Cas-
tro Bolaño y D. Bartolomé Teijeiro; é interesando al Claustro de
profesores propusiese en terna sujetos que atendiesen provisio-
nalmente á la enseñanza.
Nombrando á D. Pedro Pardo Vivero depositario de la Dipu-
tación provincial, y que se encargase interinamente de los fondos
pertenecientes al gobierno político, por separación de D. Fran-
cisco García Armero.
Se nombró interinamente administrador de Bienes Nacionales
á D. Miguel Ramón de Castro en sustitución de D . Julián Domín-
guez que fué separado de dicho cargo.
Con igual calidad se nombró administrador de Rentas á don
Pedro Pardo Vivero.
Suprimiéronse los derechos que con el título de ramo volan-
te se pagaban en el sistema de contribuciones anterior, deno-
minado tributario.
22 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Se redujeron los derechos que por este último se pagaban


en libra de carne de cerdo salada, cuyo artículo «no adeudaría
más que lo que se exigía por el Reglamento del año 1 7 7 5 . »
También acordó la Junta dar una paga á los empleados acti-
vos confirmados en sus destinos desde el día 2 ; otra á las
monjas, (que desempeñaban servicios humanitarios), inválidos,
viudas y huérfanos de funcionarios públicos y retirados existen-
tes en Lugo.
Autorizar á varios patriotas para levantar fuerzas y perse-
guir á los que bajo cualquier concepto perturbasen el orden y
«se opongan á que los pueblos sacudan el yugo que los oprime.»
Nombrar asesor de Rentas á D. José Rancaño de la Vega
en lugar de D. Bernardo Núñez Cañal, por haberse ausentado
este último de la población.
Dirigió una circular determinando que los ayuntamientos de
la provincia que no se hallasen identificados con el alzamiento,
fuesen sustituidos por individuos que desempeñaran cargos con-
cejiles elegidos en el año 1 8 4 1 ; aconsejando á estos últimos se
ajustasen para la gestión municipal, á la ley de 3 de Febrero
de 1 8 2 3 .
Publicó otra circular relevando á las municipalidades de for-
mar relaciones de predios rústicos, urbanos y pecuarios, que se
exigían para la cobranza de la contribución de inmuebles, cultivo
y ganadería.
Publicó también otra disposición excitando á los Ayunta-
mientos para que todos los débitos de contribuciones vencidas
hasta fin de Abril por cualquier concepto que fuese, ingresasen
dentro del improrrogable término de ocho días en la Tesorería
de Hacienda, bajo conminación de adoptarse medidas rigorosas.
Los fundamentos de esta circular se ajustaban á que siendo
«una de las principales bases de la bandera alzada la supresión
del sistema tributario, el excesivo aumento en los presupuestos,
la desigualdad en la exacción y hasta la índole del plan, han
alarmado al país y exigen remedio pronto y eficaz. A conse-
guirlo, una comisión de esta Junta se ocupa asiduamente de re-
coger datos y meditar planes de economía para proponer á la
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 23

Junta Central tan luego se constituya, mejoras capaces de alige-


rar las cargas públicas y satisfacer la necesidad general».
Acordó á la vez la junta organizar un batallón con el título
de Voluntarios patriotas de Lugo, 1° de Galicia; para cuyo
mando designó al capitán comandante graduado D. Roberto
Robles.
Los haberes que disfrutarían las clases de este Cuerpo, eran
los siguientes:
Los oficiales, los sueldos de ordenanza; los soldados 4 reales
diarios; cabo 2° 4 y medio; cabo i.° 5; sargento 2.° 5 y me-
dio; sargento i.° 6; cornetas y tambores, 4 y medio, además de
gozar ración de pan las clases de tropa, ( i )
Observemos que la Junta lucense no fué parca en legislar,
no obstante los pocos días que llevaba funcionando. Dada la
índole de las resoluciones, ya se concretasen á medidas de pre-
vención, seguridad y defensa, ya á aquellas otras de carácter
administrativo, inclinámonos á creer que figuraban al frente de
dicha Corporación personas de sanos principios y claro enten-
dimiento.
Esta Junta, la primera establecida en Galicia al iniciarse el
movimiento gallego, dio muy luego la pauta á las demás de la
región y singularmente á la Central ó Suprema establecida
pocos días después en la ciudad de Santiago, para organizar un
plan más vasto de reformas económico-gubernativas que seña-
laremos más adelante, y que han servido igualmente de modelo
para la formación de aquel programa revolucionario del que,
tiempos andando, se aprovecharon los gobiernos liberales, inclu-

(1) Los anteriores acuerdos están publicados en el referido número del


Boletín Oficial de I O de Abril, así como otra Circular de la Junta constituyén-
dose en Junta de Gobierno con el fin de atender á las necesidades tanto de gue-
rra como de hacienda, hasta que la Central de Galicia no dispusiera otra cosa.
También dicho periódico traía la siguiente noticia:
« Última hora—10 de Abril—Por extraordinario íecibido en este momento,
con referencia á otro llegado á Valladolid, se sabe que Madrid, Zaragoza y Va-
lencia se han pronunciado alzando la bandera proclamada en esta ciudad. Se
anuncia al público para satisfacción de los buenos y confusión de los malos.—
Manuel Becerra, Presidente.—Domingo A. Pozzi, Vocal Secretario.»
24 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE l8'4Ó

yendo algunas de ellas en sus respectivos programas; que tal


era el espíritu elevado en que se hallaban inspiradas.
Entre las medidas de precaución y defensa de la Junta de
Lugo, iban envueltas las de tapiar las puertas de la muralla, á ex-
cepción de la de San Pedro; obtener armamento para reorganizar
la Milicia nacional, suspendida poco antes por la voluntad de
Narváez; concentrar los dos destacamentos del batallón Provin-
cial de Gijón, por hallarse parte de éste distribuido en varios
puntos de la provincia; concentrar algunos carabineros que se
habían sublevado, y por último, brindar á todos los ciudadanos
de la provincia, que estuviesen en condiciones, á empuñar las
armas.
Estos fueron los prolegómenos de aquella memorable revolu-
ción, nacida en una ciudad importante al calor del más viril de
los entusiasmos; y que sin lograr su desarrollo, á pesar de su
imponente aspecto, fué trágicamente ahogada en una humilde
aldea, veinticuatro días después.
cfo(»Cfo<»cfr<»<foc»c83c83c83cfc<»cgD<focfoc»c83C^

CAPÍTULO II

Tentativas del pronunciamiento en la Coruña.— Los generales Puig


Samper y Villalonga.—El Regimiento Infantería de Zamora.—Salida
de Solís para Lugo.— Medidas de precaución adoptadas por las
autoridades coruñesas.

El alzamiento de Lugo tuvo su natural resonancia en toda


la Península, singularmente en la región gallega, cuya capital
era la designada para iniciarlo y producirlo.
Hallábase perfectamente preparado por las Juntas de cons-
piradores progresistas establecidas en Madrid, Lisboa, Londres
y París, radicando en la Coruña la Junta propagandista presidi-
da por D. Vicente Alsina ( i ) , liberal de abolengo y alma mater
de todo cuanto pronunciamiento que, en sentido liberal, se había
desarrollado en Galicia.
Ciertas consideraciones de orden privado, impidieron provo-
car entonces en la ciudad coruñesa aquel formidable movimiento
gallego, como así lo denominaron todos los historiadores y
cronistas que en él se ocuparon.

(i) Historia general de España por D. MODESTO LAFUENTE, continuada


desde Fernando VII por D . JUAN VALERA con la colaboración de D. ANDRÉS

BORREGO y D.^ANTONIO P I R A L A . — T o m o X X I I I , pág. 2 7 . — 1 8 9 0 . Barcelona.


26 LA REVOLUCIÓN GALLEGA D E I846

Si D. Miguel Solis hubiese prescindido de algunas preocir


paciones á que le obligaban el cariño que profesaba y respeto
que tenía á su jefe el Capitán general del distrito, D. Francisco
Puig Samper, que acababa de ser depuesto de dicho cargo por
el gobierno de Narváez, la guarnición entera de Galicia, ( i ) se
hubiese adherido incondicionalmente á la revolución en el mo-
mento de realizarse, dados los solemnes compromisos que había
contraído con el elemento civil; y de esta forma se evitaría el
vicio de origen que consigo llevó al estallar en Lugo. (2)
No aparece por lo tanto en este asunto «un vergonzoso ca-
rácter de deslealtad y de abuso de confianza» de que nos habla
un escritor, (3) sino un acto de lo más social y caballeroso del
que pocas veces se v i o en pronunciamientos de esta índole;
abandonando Solís la Coruña y dando principio, sin lucha ni
efusión de sangre, al acto en Lugo, punto en el cual no peligra-
ba la honorabilidad de su superior; como después viene el
mismo escritor á reconocer.
Al saberse la actitud del pueblo lucense, todas aquellas per-
sonas de significación y prestigio que simpatizaban con la causa
revolucionaria, trataron de reproducirla en sus respectivas loca-
lidades. (4)

( 1 ) Componíase la guarnición de las cuatro provincias gallegas, del regi-


miento infantería de Zamora que constaba de tres batallones de I.ooo plazas
cada uno; los provinciales de Gijón, Oviedo, Segovia, Zamora, Orense, Mondo-
ñedo y Gttadalajara; un escuadrón de Lanceros de Villaviciosa que residía en
la Coruña,—con una sección de 2 5 ginetes en Santiago—•. Un regimiento de
Artillería á pié; una batería de Montaña, y secciones de Ingenieros y Cuerpos
auxiliares.
(2) V I C E N T E B L A S C O I B Á Ñ E Z : Historia de la Revolución Española, tom. I I I ,

pág. loo. 1892.—ANTONIO PIRALA: Historia Contemporánea, tom. I, pág. 4 3 5 .

Madrid, 1 8 7 5 .
(3) L A F U E N T E : Historia General de España, tom. cit., pág. 2 7 .
(4) El cronista D. Benito García de los Santos, en El Pensamiento de la
Nación, de 2 2 de Abril de 1 8 4 6 , escribía:
«Las noticias que hace tiempo se reciben de Galicia, manifestaban los re-
celos de una tentativa revolucionaria que empero se creía imposible por el ca-
rácter pacífico de aquellos naturales y por la lealtad y disciplina del ejército.
Estas esperanzas han sido defraudadas, y la enseña de la insurrección ondea ya
en algunas ciudades de aquel país. >
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 27

No fué solamente la guarnición ni fueron los progresistas


más activos y resueltos, como señala D. Juan Valera, (i) los que
secundaban el pronunciamiento, sino Galicia en pleno, (2) que
deseaba sacudir el yugo de aquella odiosa dictadura, secuela
de un lamentable retroceso en la vida activa y regular de las
regiones. (3)
Las autoridades coruñesas, delegadas del gobierno central,
vieron con el pánico y despecho consiguientes, el acto de Solís
y del pueblo de Lugo; y en el momento de cerciorarse del sesgo
alarmante que tomaba, comenzaron á extremar su vigilancia,
sobre todo en la Coruña, que aprisionada en su entonces amura-
llado recinto, cortábanle todo intento para que en ella pudiese
prosperar el movimiento insurreccional.
No desconocían las intenciones de los conspiradores coru-
ñeses ni el general D. Juan de Villalonga que acababa de pose-
sionarse del mando de Capitán general del distrito, ni el jefe
militar y político de la provincia D. José Martínez Tenaquero,
un reaccionario procedente del Convenio de Vergara, con todos
los pronunciamientos más recalcitrantes en este género. (4)

11

Por Real orden de 3 de Abril de 1 8 4 6 , fué destituido en su


destino de Capitán general del distrito, el Teniente general don

(1) L A F U E N T E : Historia General de España, tom. y pág. cit.


(2) «Toda Galicia tuvo que sucumbir al pronunciamiento, excepto la Coru-
ña, Ferrol, Orense y Mondoñedo> dice F r . MANUEL M. a
DE SANLUCAR DE

B A R R A M K D A , obispo de Cidonia y auxiliar de Santiago, en su obra Recuerdos


Saluda/iles á la España Católica sobre su Apóstol Tutelar Padre y Patrón Santiago
el Mayor, pág. 167.—Santiago 1 8 4 6 . — I m p . de Núñez Espinosa. Un tomo 3 0 9
páginas en 1 6 .
O

(3) En el capítulo X publicamos un facsímile del periódico oficial de los


revolucionarios gallegos titulado La Revolución, en donde se inserta un mani-
fiesto de la Junta Suprema.
(4) Este militar llegó en el ejército español al empleo de Teniente general.
28 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Francisco Puig Samper (i) por sospechar el gobierno marcada


hostilidad á su política, sustituyéndolo con el mariscal de Campo
D. Juan de Villalonga, persona completamente adicta á Narváez.
Semejante nombramiento causó impresión desfavorable en
el país, y más aun entre la guarnición y el vecindario coruñés;
porque Puig Samper, hombre de irreprochables condiciones
sociales había adquirido durante su mando universales simpatías.
De no haber surgido esa destitución, probablemente dicho
militar con su política de atracción y por el respeto que se le
tenía, hubiera evitado el desarrollo de aquel movimiento que
tantos trastornos y tantas lágrimas produjo á Galicia.
Al recibir Puig Samper la orden de relevo, determinó salir
de la Coruña para la Corte, en la silla de Correos, el propio día 3;
pues la Real orden dejándolo de cuartel y acordando su relevo,
á pesar de llevar esta fecha, se le había comunicado con varios
días de anticipación, hallándose ya en la Coruña su sustituto y
tomando éste posesión del cargo el 29 de Marzo anterior.
Antes de emprender el primero su viaje, comentábanse en los
altos círculos coruñeses los sucesos de Lugo; y aun se agregaba
que los sublevados esperaban la llegada de aquel general para
obligarle á firmar un manifiesto que había de dirigirse á la guar-
nición de Galicia, y á que se colocase al frente de las tropas pro-
nunciadas.
Enterado Samper de esta versión, se personó con Villalonga
exponiéndole si en aquellos críticos momentos juzgaba lógica
su marcha; respondiéndole éste que «puesto que oficialmente
nada se conocía, podía hacer lo que gustase.»
Resuelve entonces en la misma tarde del 3 partir para Ma-
drid; y al cruzarse su silla de postas, tres leguas antes de Lugo,

(1) Ministerio de la Guerra.—Excmo. Señor.—El Excino. Sr. Ministro de


la Guerra dice hoy al Capitán general de Castilla la Nueva lo que sigue: La
Reina (q. D . g.) se ha dignado conceder su cuartel para esta Corte, al Teniente
general D. Francisco.Puig Samper,—De Real orden comunicada por dicho señor
Ministro, lo traslado á V. E. para su conocimiento.—Dios guarde á V. E. mu-
chos años.—Madrid 3 de Abril de 1846.—El Subsecretario, Conde de Vista-
hermosa.—Excmo. Sr. Capitán general de Galicia.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 29

con la que venía de Castilla, le participa el postillón de esta última


que dicha ciudad se había pronunciado contra el gobierno.
La noticia, disuadió al general de continuar viaje, retornando
inmediatamente á la Coruña y poniendo el hecho en conoci-
miento de Villalonga, quien sufrió una hondísima impresión,
llegando á decirse en la localidad que «reprendiera duramente á
Puig Samper, achacándole, como principal fautor de los sucesos,
por la negligencia que observara durante el tiempo de mando al
frente de la Capitanía general.» ( i )
Díjose también que Puig Samper al oir recriminación tan
absurda, le contestó con igual dureza; y que, para desvirtuar esa
sospecha y acallar murmuraciones, se ofreció el mismo á sofocar
el levantamiento en su raíz, poniéndose al frente de las fuerzas
leales; ofrecimiento que aceptó gustoso Villalonga, por ciertas
consideraciones que le convenían, como así lo expresa claramente
en su Memoria elevada al Ministerio de la Guerra el 30 de Abril,
desde Lugo, comprensiva de todos los pormenores desarrollados
relativos á la sublevación:
« y la necesidad de hacer ver al país y á las tropas que
»el general Puig Samper que había sido vitoreado en primer lu-
»gar como Capitán general de Galicia por los sublevados, desa-
»provaba la conducta de éstos y se hallaba pronto á combatir-
»los, tuve de común acuerdo por más acertado e yo convine en
«quedarme en la Coruña con la escasa fuerza de Artillería que
»allí existe y poner al general Puig Samper al frente de los dos
«batallones de Zamora, ( i . ° y 3. ) de quienes no solo así podía
0

«esperarse que permaneciesen fieles, siquiera por gratitud á las


«distinciones con que aquel los había favorecido » (2)
No creemos que Villalonga se atreviese, á pesar de todo, á

(1) D o P O R T O . — O b . cit. pág. 4 4 ,


(2) Poseemos una copia literal de este documento firmada por Villalonga.
Está escrito t o d o él con marcada parcialidad, sirviendo de base á D. T O M Á S
C H A V E I . Í , capitán de infantería y secretario de de dicho general, para escribir su
Refutación á la reseña histórica de los últimos acontecimientos de Galicia escrita
por D. Juan Do-Porto en la parte á que se refiere á los actos del Exento. Sr. D. Juan
de Villalonga, actual Capitán general del propio Reino. — Orense, Imp. de la Viuda
de Compañel é Hijos. Agosto, 1 8 4 6 .
30 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

reconvenir á Puig Samper, por exponerse á que en l a Coruña se


suscitase contra él una ostensible explosión de protesta, que
induciría á precipitar los acontecimientos, conociendo como co-
nocía los unánimes afectos y la consideración que se le tenía al
segundo; bastando únicamente los ofrecimientos de éste, tan
nobles y tan espontáneos.
En este sentido se expresaba en la comunicación que le ha-
bía pasado el día 4 , designándole para el mando de la columna
que había de operar contra los rebeldes: « oído el parecer de
personas respetables y consultados mi deber y la utilidad del
servicio he tenido por más acertado y aun conveniente á su re-
putación, que hoy mismo salga V . E. á perseguir á los rebeldes,
al frente de los otros dos batallones del mencionado regimiento
de Zamora, media batería rodada y un obús de á lomo, única
fuerza que hay en este punto » (1)
Puig Samper, contestaba el mismo día 4:
«Excmo. S r : Son las dos y media de la tarde, hora en que
recibo la comunicación de V . E . de este día, relativa á mi salida
con las tropas que ha tenido á bien confiarme para esterminar la
rebelión promovida en Lugo, según tuve el honor de informar
á V . E . esta mañana á mi regreso de la marcha que anoche ha-

Hubo quien dijo que el autor de ese trabajo no era Chavelí sino el mismo
Villalonga; y por los datos que tenemos, viene á corroborar el aserto, una fac-
tura del impresor, que nos informa por de pronto que los gastos de la obra fueron
satisfechos por la Capitanía general de Galicia. He aquí la factura que conserva-
mos original:
t Imprenta y librería de la Viuda de Compañel é Hijos t calle de la Azaba-
chería núm. 1 8 , Santiago:
Cuenta de la tercera entrega de la Refutación de los últimos acontecimientos
de Galicia, por D. T O M A S CHAVELÍ:

Por caja, tiraje y encuademación de quinientos ejemplares


con sus cubiertas 220
Por dos resmas de papel para la obra á treinta y ocho
reales cada una 76

Son reales vellón . . . 296

Santiago, Febrero 6 de 1 8 4 7
Viuda de Compañel
(1) Documento que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 3i

bía emprendido para Madrid: la efusión tan vehemente y afec-


tiva que me domina, hace muda la retórica de mi expresión; y
no me es posible patentizar á V . E . mi decisión de sacrificarme
por S. M. mi Reyna, porque el dolor me agobia y no deja lugar
á ningún otro sentimiento.—Recibo también los bandos, decla-
rando en estado de sitio á este distrito y quedo enterado de lo
demás que V. E . se sirvió ordenarme.—Dios guarde á V. E . mu-
chos años.—Coruña 4 de Abril de 1846 —El Teniente general
Francisco Puig Samper.—Excmo. Sr. Capitán general de Galicia.»
No obstante la nobleza, desinterés, y sacrificios expuestos,
saliendo de operaciones para combatir en los primeros momen-
tos la sublevación, Puig Samper, fué perseguido pocos días des-
pués, preso y encerrado en un buque de guerra, según relatamos
más adelante.
No sacrificaba su vida más que por su Reina: su conciencia
honrada no le impulsaba someterse á las exigencias de Narváez
y sus adeptos. He aquí el secreto de sus persecuciones que Villa-
longa extremó con solapada hipocresía.

ni

El gobierno había dispuesto destacar á Valladolid el regi-


miento infantería de.Zamora, reemplazándolo con el de América;
medida tomada, en consonancia con los rumores que circula-
ban acerca de que aquel cuerpo era enemigo del gobierno cons-
tituido, y no de las instituciones y el trono, como había asegu-
rado el jefe político Martínez Tenaquero en una denuncia
pasada al Capitán general, denuncia en la que iba también en-
vuelta la persona deJPuig Samper.
Constaba dicho regimiento, según hemos manifestado, de
tres batallones en activo mandados por el brigadier Mac-Cro-
hon (i) y procedía de la división del general Zurbano cuando los

(1) Nació Mac-Crohon en el Ferrol el 1 3 de Abril de 1 8 0 3 , llegando al


empleo de Teniente general. Fué Ministro de la Guerra y Marina durante la
campana de África en 1 8 5 9 . Las condiciones de talento y pericia militar, elevá-
ronle al desempeño de estos prestigiosos cargos.—Efemérides: Ferrolanas por don
LEANDRO DE SARALEGUI Y MEDINA. Madrid, 1904.
32 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

anteriores acontecimientos de 1843, conservando el espíritu libe-


ral de este caudillo.
Llevaba tres años, próximamente, domiciliado en la Coruña;
y Villalonga, para ratificarse en las causas de la traslación, de-
cíale al ministro de la Guerra: f D e aquí, como no podía menos
de suceder, siguiese que las clases adquiriesen relaciones y afec-
ciones de las cuales se aprovechaban los conspiradores para ir
minando la disciplina de los Cuerpos. Concretándome al regi-
miento de Zamora, hacía tiempo que el digno brigadier D. José
Martínez, gobernador militar y jefe político de la Coruña, obser-
vaba cierta intimidad de algunos oficiales con sujetos sospecho-
sos, y con el celo que le distingue, había dado de ellos los corres-
pondientes avisos al Capitán general D. Francisco Puig Samper.
Las observaciones continuaron y de día en día se aumentaban
las sospechas de aquel y de cuantas personas se hallaban com-
prometidas por el orden y las instituciones. Cuando por el briga-
dier Martínez comenzó á verse más clara la trama que se urdía,
fué al consumarse la fuga del presidio de la Coruña de don
N. Bartolí (1) ayudante que había sido del ex-general Nogueras,
fuga que se atribuyó á dos oficiales de Zamora, lo cual se cree
no había sido de difícilprueva. Entonces volvió á hacer presen-
tes sus recelos al general Puig Samper y aun al brigadier don
José Mac-Crohon; pero lo que era una realidad y un efecto de
celo por el bien del servicio, túvose por una quimera y una oje-
riza caprichosa». (2)
Con informes de esta índole, se imponía por el gobierno
reaccionario la adopción de coercitivas providencias contra el
ex-Capitán general de Galicia, Puig Samper, quien con sus tem-
peramentos de prudencia procuraba evitar-.al país todo género
de contingencias. El, con muy buen sentido práctico, se mostra-
ba indiferente á las delaciones del jefe político, suponiendo ver
en este esbirro la tendencia de los aduladores para alcanzar mé-
ritos y honores de cualquier forma.

(1) D. José Bartolí, natural de la Coruña, perteneciente á una distinguida


familia. Se le había formado causa por su vocación liberal.
(2) Memoiia citada.
FRANCISCO TETTAMANOY GASTÓN 33

Las denuncias menudeaban por parte de dicho funcionario,


y ya no solamente alcanzaban á la oficialidad de Zamora, sino
que se extendían á otras personas del elemento civil, progresis-
tas significados de la localidad, como D. Vicente Alsina, D. An-
drés Garrido, D. Ramón Peón, ü . Pedro de la Encina, D. Fran-
cisco González, D . Julián Arias Carvajal, D. Andrés Vicente
Nieto, D. Silverio Soto y tantas otras á quienes constantemente
se las vigilaba y perseguía por los subordinados del Martínez, (i)
«El desprecio de estos avisos,—continuaba expresando Vi-
llalonga refiriéndose á Samper y Martínez,—traducido por los
oficiales contra quienes se dirigían, debía producir en ellos el
aliento; y á pesar de la reserva con que se fraguaba el plan de
revolución, dejábanse entrever algunos pasos que implicaban sos-
pecha, como por ejemplo, la frecuente concurrencia de algunos
oficiales á la casa de la Condesa de Mina, que es tenida por to-
dos los hombres pensadores por la impulsora y directora de la
sublevación, así como lo fué según la opinión común de otras
anteriores ocurridas en Galicia.» (2)
Por la desconfianza, pues, que inspiraba á las autoridades
locales el regimiento de Zamora y los temores de que se consu-
mase en la capital gallega un movimiento revolucionario, hicié-
ronse vehementes instancias no solo por el jefe político Martínez,
sino también por algunos diputados á Cortes de la región, ami-
gos de la política imperante, para que fuese definitivamente
trasladado del distrito.
El Gobierno lo había resuelto así; pero la ejecución del tras-
lado tuvo que diferirse por unos días, durante el mando del ge-
neral Samper, Ínterin no viniese el relevo de! susodicho Cuerpo;
disponiéndose preventivamente que anticipase el viaje el 2° Ba-
tallón, el cual salió de la Coruña, por jornadas, para Valladolid,
el 2 9 de Marzo á las dos de la tarde, ó sea á los pocos tnomen-

(1) Por Real orden de 6 de Noviembre de 1 S 4 6 , se les concedió á iodos


estos seilores que se hallaban emigrados en Portugal é Inglaterra por complica-
ción en el movimiento de dicho año, la gracia de regresar al seno de sus respec-
tivas familias.— Archivo del Ayuntamiento de la Coruña.
(2) Memoria citada. De la ilustre y filantiópica dama coruñesa, nos ocu-
pamos en el Capítulo XVII.
34 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

tos de posesionarse de su destino el nuevo Capitán general, don


Juan Villalonga.

IV

El 30 de Marzo, D. Miguel Solís y Cuetos, coronel, coman-


dante de Estado Mayor afecto á la Capitanía General de Galicia,
solicitó licencia de su superior para ausentarse á Santiago de
Compostela con el objeto de atender á la curación de un tumor
que padecía en una pierna. Como Villalonga no tenía del solici-
tante «ningún antecedente desfavorable» (1) le otorgó el permi-
so, firmándole el correspondiente pasaporte que le fué presen-
tado «por el coronel, teniente del Cuerpo de E . M., D. Juan
Manuel Vasco, á consecuencia de hallarse ocupado el brigadier
jefe del propio Instituto, D. Leonardo Bonet, en el embarque del
infante D. Enrique de Borbón á quien por el Gobierno se deste-
rraba á Francia, por considerar su presencia en Galicia, peligro-
sa para las instituciones, dadas las grandes simpatías que tenía
en el seno del partido progresista». (2)
El teniente habilitado del regimiento de Zamora, D. Feliciano
Cubas «uno de los contertulios más asiduos de la casa de la con-
desa de Espoz y Mina», según indica Villalonga en su Memoria,
emprendió el viaje con Solís, en la noche del i.° de Abril, toman-
do ambos la carretera de Castilla y llevándose consigo los fondos
del cuerpo, que ascendían á la cantidad de 43.613 reales, con el
objeto de destinarlos á los primeros gastos de la sublevación. (3)

(1) Memoria citada.


(2) Memoria citada é Historia de la Milicia Nacional, desde su creación hasta
nuestros días por D. JOAQUÍN R U I Z DE MORALES, pág. 5 9 8 . — M a d r i d , Imp. de
Repulías. Un vol. en folio de 8 2 6 pág.
(3) Este subalterno, antes de dejar la Coruña, pretendió depositar en Caja la
suma indicada; pero Solís, invocándole el nombre de la patria y la utilidad que
para la causa podrían reportar esos fondos sirviendo para los primeros gastos del
pronunciamiento, depuso sus escrúpulos, entregando aquéllos á la Junta revolu-
cionaria. Mas adelante fueron reintegrados al 2 . ° batallón de Zamora, según recibo
que al Cubas le extendió el capitán cajero D. Cayetano Cluet. Todos estos porme-
nores fueron acreditados por aquél, después de terminados los sucesos de 1 8 4 6 .
D o P O R T O , en su Reseña, pág. 2 1 9 , transcribe una carta que desde Peniche,
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 35

Comenzada ésta en Lugo, como sabemos, y á fin de impe-


dir las ramificaciones que pudiera tener en toda la extensa re-
gión gallega, el general Villalonga, dictó, como primera provi-
dencia, poner á aquélla en estado de sitio, tomando además para
la capital otras de rigor en evitación de que en ella fuese se-
cundado por sorpresa el alzamiento, ( i ) .
Ordenó al alcalde que apercibie-
EL LICEO, se á los vecinos D. Juan Francisco
PERIÓDICO HE LTIERATURA V AITES. Barrié, D. Martín Torres Adalid,
D. Manuel Noriega, Conde de Prie-
«„„«.„.,„. .-..^-u-^™»^ gue, Conde de San Román, D. José
SSiHS: Posse, D, Vicente Ventura y don
iHiSksír Agustín Caldeiro, para que facilita-
3 U'lJ3Aa3t.
l"¿££ílzz sen un número determinado de mu-
-.1.^^,,.,|g^^¡ p ] arrastre ¿ ] piezas de
a r a e & a s

¿;2?^lÍ£^|~rI-. HtE ífe:';


r :
artillería, á la cual orden se mostra-
^^"¿^"^j^^S^SSi f a c t a r i o s ; por cuya desobe-
r o n re r

¿Míí^íS— S i ¿ i l f s r « diencia se embargaron el 3 de Abril


„..„ *..„.. j g borres, 3; al Sr. Barrié, 2; al
a r

Sr. Ozores, Conde de Priegue, 3; al Sr. Posse, 6; al Conde de San


Román, 1; el día 4 al Sr. Noriega, 3; á D. Antonio Pedrosa, 1

en donde se hallaba emigrado, le dirigiera el D. Feliciano Cubas el 2 0 de Julio


de 1 S 4 6 , en la que se sinceraba de su conducta, al conocer las imputaciones que
se le hacían como defraudador de los fondos de su regimiento.
(1) « Orden general de la plaza del 6 de Abril de 1S4Ú: Articulo i.° En caso
de marchar por la noche ó de necesidad de comunicar alguna orden á los bata-
llones, se avisará tocando á orden general. Si la orden fuese parcial para algún
batallón, se tocará la contra orden que han recibido los comandantes de su bri-
gadier, oida la cual, concurrirán al cuartel general el ayudante del batallón res-
pectivo.=/í>y«7í/0 2.0
En todas las casas se situarán centinelas á las ventanas
estableciendo el servicio necesario para su relevo durante la noche. El jefe del
I . " batallón arreglará el servicio de su cantón con presencia á su localidad, po-
siciones y avenida. — Artículo j>.° Si se emprendiese movimiento durante la noche,
se observará el más profundo silencio así en la formación como durante la mar.
cha.—Artículo 4° Si estando las tropas en sus cantones ocurriese oirse algunos
tiros, ú otra especie de alarma, aquéllas permanecerán en sus respectivos aloja-
mientos sin salir de ellos bajo pretesto alguno. El retén será el único que acudi-
rá en el momento al punto de la alarma para cerciorarse y obrar, según dicten el
honor y la prudencia á su comandante.»—Doc. que poseemos.
36 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

caballo; y el día 6, á D. Vicente Ventura, 8 muías, y al Sr. Cal-


deiro, 6. (1)
Nombró ayudante de campo del General Puig Samper al
capitán de infantería D. José Pardo Montenegro y al teniente de
caballería D. Tomás Gutiérrez de Terán; y para formar parte del
Estado Mayor designó al coronel 1." jefe de milicias, en situación
de reemplazo, D. Andrés^María Saavedra; al 2 . comandante 0

de caballería, capitán del cuerpo de Estado Mayor, D. José Fe-


rrater y al capitán del propio instituto D. Juan Montero.
Pasó diferentes oficios al Intendente militar del distrito para
que suministrase el racionado de la tropa y clases de la columna
de operaciones y raciones de pienso á los caballos del escua-
drón de Villaviciosa y guardia civil, que formaban parte de la
misma.
Ofició igualmente al aludido funcionario para que facilitase á
la expresada columna 65 muías de tiro y carga para conducir
las municiones de la infantería y arrastre de la artillería; y ade-
más, que designase un comisario de guerra y un pagador que
debiera acompañar á la fuerza. (2)
El brigadier Mac-Crohon al enterarse de la actitud de sus
subordinados del 2 . batallón de Zamora, reunió en el jardín de
0

San Carlos á los jefes y oficiales del i.° y 3 . ; y ordenando pre-


0

viamente que se cerrasen las puertas de este paseo público, les


pronunció un enérgico discurso reconviniendo duramente la
conducta de sus compañeros, «que con el acto que acababan de
realizar en Lugo, habían arrojado una mancha sobre el regi-
miento, que incumbía lavarla á la oficialidad de ambos batallo-
nes leales,» Excitó de ésta el espíritu de disciplina exigiéndoles
palabra formal de vengar la afrenta. Algunos oficiales llevados
de su noble delicadeza de compañerismo manifestaron que jamás
se batirían contra sus compañeros. (3)

( 1 ) Archivo del Ayuntamiento de la Coruña. Al examinar nosotros la docu-


mentación relativa á este pronunciamiento, 110 hemos podido encontrar en el
Archivo del municipio coruñés, á pesar del título que ostenta la carpeta de un
legajo, mas datos que los embargos de las caballerías que arriba citamos, y unas
comisiones de bagajes á las fuerzas leales.
(2) Doc. que poseemos.
(3) Do P O R T O , Ob. cit. pág. 48.
FRANCISCO TETTAMANCY BASTÓN 37

Al escuchar semejante respuesta, se les recogieron inmedia-


tamente sus espadas, siendo arrestados en el castillo de San
Diego. ( I )
Ejemplo de hidalguía acusaba dicha contestación. Si esos
oficiales hubiesen callado, quizá, como objeta Do Porto, (2) hu-
biesen servido con grandes ventajas al movimiento revoluciona-
rio. Hablando con aquella sinceridad obedecieron á la voz de la
amistad y de la conciencia.
Este incidente, vino á aumentar más el pánico en las auto-
ridades coruñesas, especialmente en Villalonga, que, al decretar
el estado de sitio, sujetaba no solamente á los revolucionarios
á la acción de la ley de 17 de Abril de 1820, (3) sino que la
ampliaba á todos aquellos que, por algún motivo directo ó indi-
recto, auxiliasen los planes de los rebeldes ó conspirasen contra
el gobierno constituido.
Al efecto ordenó la salida inmediata de la columna de Puig
Samper, en dirección á Lugo, el día 4 á las cinco de la tarde.
Con la ausencia de esta fuerza, no quedaba en la Coruña
para atender á la crítica situación y defensa de esta plaza más
que el 4 . Regimiento de Artillería, algunos carabineros y guar-
0

dias civiles; y de aquí las zozobras del Capitán general que temía
que los conspiradores coruñeses se aprovechasen de las circuns-
tancias para secundar el alzamiento lucense.
El día 5 convocó junta de autoridades, la que resolvió que
la primera operación que debiera abordarse era buscar la fór-
mula de salvar á la Coruña, acoplando todos los elementos de
guerra adictos al gobierno. A este fin, se dirigió Villalonga al
convento de Santo Domingo donde se alojaba la artillería, y
haciendo formar el regimiento le excitó á que defendiese los
actos del gobierno constituido combatiendo con energía la rebe-
lión, cual correspondía á la educación recibida á Cuerpo tan
distinguido de donde él procedía. «Nuestro deber—agregaba—,
es conservar fiel, al gobierno, esta plaza ó morir entre sus es-

(1) C L O N A R D , ob. cit., pág. 4 4 6 , tomo 8 . °

(2) Do P O R T O , ob. cit., pág. 48.

(3) Pena de muerte.


38 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

combros. Moriremos con honor, y la Europa y las generaciones


futuras sabrán que aun hay en nuestro ejército restos de honra-
dez castellana y harán justicia á nuestra conducta», ( i )
Esta alocución, que á fuer de imparciales no dejamos de
aplaudir por el espíritu de disciplina militar que en ella presidía,
fué contestada por los jefes y oficiales del brillante Cuerpo, con
protestas de fidelidad á la Reina y al gobierno que tenía á su
cuidado.
• Después de realizado este acto, pasó dicha autoridad á ins-
peccionar la fortificación exterior de las puertas de la Torre de
Arriba y de Abajo y del Caramanchón, ordenando se colocasen
los puentes levadizos en actitud de girar. (2)
De acuerdo con el jefe político, constituyó una Junta de Se-
guridad y Defensa, compuesta de ambos, asesorados del Presi-
dente de la Audiencia, Intendente del ejército, dos miembros
del Consejo provincial, los generales en activo y de cuartel resi-
dentes en la población y varios particulares, entre ellos, dice Do
Porto en su Reseña, «el representante de la Empresa de sales,
en cuya elección se ha fijado muy considerablemente la atención
pública.» (3)
Esta Junta prosiguió adoptando todo género de medidas mi-
litares para preservar á la ciudad de cualquier tentativa de sedi-
ción, y cohonestar en todo caso la acometida de las tropas de
Solís.

(1) C H A V E L Í , ob. cit., pág. 3 2 .


(2) La actual condición de la Coruña como población moderna ha hecho
desaparecer aquel círculo de granito que la rodeaba. El recinto que ocupaban
las puertas de la Torre de Arriba y de Abajo y del Caramanchón se halla hoy
transformado con la nueva Zona del Ensanche, urbanizada con nuevas calles,
amplias plazas y paseos; magníficas edificaciones como el Instituto y Escuelas
públicas fundadas por el filántropo coruñés D. Eusebio da Guarda; el nuevo
Mercado de Abastos, próximo á terminarse, y la iglesia de los jesuítas. Está en
construcción la parroquia de Santa Lucía. L a punta del Caramanchón se ha
convertido en un magnífico espigón que sirve de recreo á los coruñeses para
admirar toda la extensa playa de liiazor, el Orzan, la Berbiriana y las poéticas
lejanías del horizonte. Esta mejora de urbanización y progreso de ese barrio,
débese al celo de los diferentes ayuntamientos republicanos que desde hace años
vienen administrando el municipio coruñés.
(3) Ob. cit., pág. 4 9 .
CROQUIS DE LA CORUÑA EN EL AÑO DE 1845
40 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE ,,1846

Emplazáronse en la Plaza de la Constitución varias piezas de


artilleria para proteger el palacio de la Capitanía general, lugar
designado para las deliberaciones de la Junta. Esos cañones
fueron distribuidos entre las boca-calles del Príncipe, Santiago,
Travesía de Zapatería y en el ángulo del lado izquierdo del cita-
do edificio y Cárcel pública.
Reforzáronse las guardias de la Cárcel, de la Artillería y
parque de la Maestranza, (1) utilizándose al efecto todo el numero-
so personal de obreros y jornaleros de dicho establecimiento por
carecerse de las fuerzas necesarias para la seguridad de la plaza.
Al amparo de todas estas medidas de precaución cometíase
todo linaje de arbitrariedades; encarcelando al ciudadano pací-
fico por una simple denuncia sin más razones que las que el
concepto público podría señalarles, cual la de comulgar en las
doctrinas opuestas á la política dominante. L o s cuerpos de
guardia y las casas-matas de los castillos de San Antón y San
Diego, abarrotábanse de personas de calidad, sin atender al gé-
nero de miramientos y respeto á que eran acreedoras por su
posición social y conducta irreprochable. (2)
«Se planteó el monstruoso sistema de la lettre de cachet,
invención más diabólica que la del Santo Oficio, puesto en prác-
tica por los reyes absolutos de Franci a, abolido por el pueblo

(1) El personal de este establecimiento fué suprimido hace anos, desde


que la Coruña dejó de ser plaza fuerte.
(2) L a prensa de la Coruña, la constituía entonces El Coruñés y El Liceo,
órgano de la sociedad del mismo nombre. A estos únicos periódicos, quedara re-
ducida, por la restrictiva legislación de aquellos tiempos.
Los sospechosos de liberalismo eran vigiladísimos por la policía secreta.
Los de carácter tibio no se atrevían á subscribirse á periódicos por no incurrir
en las iras del poder dominante. Cuando en los establecimientos públicos ó en
los comercios se reunían varios amigos á leer periódicos ó hacer comentarios
sobre los sucesos políticos, tenían especial cuidado en poner siempre de guardia
persona de confianza para evitar ser espiados y dar aviso al primer síntoma de
alarma.
E n Galicia se publicaban por esta época (la del año 1 8 4 6 ) El Ferrolano,
(continuación de El Águila); La Armenia, El Avisador Sanliagués, y El Avisa-
dor, de Pontevedra.
CARRÉ Y A L D A O : Alzamientos de la Coruña.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 41

de la Bastilla y resucitado en estos tiempos por la fecunda inven-


tiva de un Comité de salvación*, dice Do Porto.
Los celadores de protección y seguridad pública, fueron re-
vestidos de carta blanca, para arrestar de motu propio á todo
sujeto que juzgasen oportuno; y tal era su inmunidad, y tan se-
ñalados sus servicios que, á cuatro de ellos á quienes condenaran
los tribunales ordinarios á consecuencia—según el autor cita-
do—de una vergonzosa defraudación, se les puso en libertad por
el jefe político D . José Martínez y , posesionados inmediatamente
de sus cargos, los utilizaban para satisfacer venganzas y resenti-
mientos personales.
La agitación de los ánimos en la Coruña, aumentábase al
compás de tan injustas providencias, sirviendo de aliciente po-
deroso para que los apáticos se mostrasen fervientes adeptos
del credo revolucionario.
Tal era él estado excepcional de la Coruña al conocerse en
ella el grito de (Libertad! lanzado en la capital lucense.

Oír- ' ' »\s\}


CAPÍTULO III w

Sublevación de la ciudad de Santiago.—El batallón provincial de Za-


mora y el escuadrón de Villaviciosa.—-Nombramiento de la Junta
de gobierno y de un nuevo Ayuntamiento. — Providencias adopta-
das por aquélla.—Nuevas resoluciones de la Junta.—Alistamiento
de los estudiantes de la Universidad en favor de la revolución.

Santiago, que pasó y aun sigue pasando por el baluarte de


las viejas ideas, fué la segunda población gallega que secundó el
movimiento lucense, anticipándose á otras que, como la Coruña
y Ferrol, sustentaban probadamente su abolengo democrático.
Y, aunque en la ciudad tamárica sus soberbios y seculares
edificios denuncien que conserva intacta • la tradición de aque-
llos tiempos medios en que el hombre todavía arrastraba la omi-
nosa cadena de la servidumbre, ella, sin embargo, fué la primera
de las gallegas, como objeta Murguía (2), que hizo más y más
pronto por el hombre del trabajo y por sus primeras libertades.
En un pueblo en donde desde remotísimas épocas se consa-
gra verdadera veneración á las ciencias y á las artes, y á la política
y á la religión, cual la antigua Compostela, tenía y tiene piado-

(1) Parte de este capítulo fué publicado en el periódico santiagués La Ga-


ceta de Galicia, en los meses de Febrero y Marzo de 1 9 0 5 .
(2) España*, sus monumentos y artes—Galicia, pág. 3 5 2 — B a r c e l o n a — E s t a -
blecimiento tipog. Editorial de Daniel Cortezo y C . — 1 8 8 8 .
a
44 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

sámente que resaltar esa facultad inherente al que posee la idea


y la conciencia de un ser superior; porque en donde domina el
arte, la poesía y la ciencia, es donde existe más libertad para
pensar y discurrir.
No puede causar, pues, extrañeza, que la cultísima ciudad
de Santiago, que cobijaba entonces, como hoy, una juventud pic-
tórica de ideas nuevas que prolíficamente íbanse acentuando al
compás de una conjunción de sabios que la educaba y la predis-
ponía á entrar en las corrientes progresivas, alimentase el gran-
dioso principio y lo defendiese con aquel tesón y aquella fogosi-
dad de carácter que le era proverbial. Es más: en esa forma de
pensar y discurrir, extendíase hacia un radicalismo más hondo,
recabando para la patria gallega no solamente la libertad mirada
bajo su aspecto más amplio, sino el afán de redimirla de su con-
dición de ilota á que la condenaba el poder Central.
Y juzguen como quieran algunos que alardean sostener—
aunque no las sientan—teorías de espíritu más humano, militan-
do en partidos políticos que se denominan de acción, y que abo-
minan del sistema que defendieron los santiagueses del año 1846,
habremos de testimoniar que éstos, abogando por la reintegra-
ción de los antiguos privilegios que aquel poder cercenara pocos
años antes á Galicia, fueron más allá en sus ideas de propaganda,
arriando la bandera que encarnaba el génesis de la revolución
proclamada en Lugo, y enarbolando en su lugar, en el frontis
del palacio municipal, el pendón de la emancipación gallega.
Conste que al hablar así, no se crea que divagamos ó que la
hipérbole viene á acariciar nuestra pluma para estampar por
sistemática parcialidad hechos que no fuesen ciertos. Un escri-
tor nada sospechoso, opinando, como opinaron otros cronistas
que en aquellos memorables sucesos se han ocupado, reconoce
que pocas veces logró, como entonces, la revolución gallega, re-
unir tantos elementos de fuerza, tanta razón, tanta justicia para
sus actos y tan grande necesidad de dar satisfacción á justas re-
paraciones y á legítimos intereses, (i)

(O A . FERNÁNDEZ D E L O S R Í O S : Estudio histórico de las luchas políticas


en la España del siglo XIX, 2. a
edición, t. II, pág. 149—1880, Madrid.—English
y Gras, editores.
FRANCISCO TETTAMANCT GASTÓN
45

II

Guarnecía la población compostelana, el batallón provincial


de Zamora, 25 caballos del escuadrón de lanceros de Villavi-
ciosa y unos cuantos guardias civiles, — de estos últimos algunos
hostiles á la revolución, y los únicos encargados de sostener el
orden caso de que fracasase el movimiento iniciado en Lugo—.
Las dos primeras unidades esperaban con impaciencia la confir-
mación del alzamiento, para secundarlo inmediatamente en Com-
postela.
Y era hasta cierto punto natural y lógico que la milicia, como
factor importante, fuese el brazo que indicase y sostuviese el
credo revolucionario; pero no la cabeza que habría de encauzar-
lo á su finalidad, habida consideración de que, en todo cuanto
pronunciamiento que, desde hacía poco tiempo, se venía provo-
cando, jamás se contara, como anteriormente, con la espontánea
voluntad del pueblo. De ahí el retraimiento de éste, harto cansa-
do de presenciar una serie de «pantomimas» en las cuales ningún
beneficio práctico conseguía, y si un gran desgaste de energías,
por la sangre inútilmente derramada; en cambio de que, los pro-
movedores de esos motines, obtenían lucros positivos.
Se hablaba entonces de la necesidad de destruir la prepon-
derancia militar para fortalecer el poder civil; y el célebre Bal-
mes argüía, con su peculiar sindéresis, que mejor debiera pen-
sarse en robustecer el poder civil para destruir la preponderancia
militar: (1)

Para corroborar lo expuesto por este escritor, debemos hacer mención de que
«la juventud generosa de aquella época, de la que fué alma Antolín Faraldo,—
en el que nos ocupamos más adelante,—sintió avivarse el sacro sentimiento de
la patria gallega comenzando la cgrande obrai como la denominó aquel ilustre
patricio, de la reconstitución de nuestra nacionalidad. El primer paso gigantes-
co dado en este camino fué la Asamblea celebrada en Lugo, el año de 1 S 4 3 ,
donde á propuesta de Faraldo, se pretendió poner á discusión si Galicia debía
ó no ser independiente. Por un voto de más no hubo discusión.» CARKÉ AI.DAO:

La literatura gallega en el siglo XIX, pág. 25.—Coruña, 1 9 0 3 .


(i) El Pens amiento ile la Nación, 1 1 . 1 1 1 , miércoles 1 8 de Marzo de 1 8 4 6 .
0

Artículo de fondo titulado La preponderancia militar.


46 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

«No creemos que el poder civil sea flaco porque el militar


sea fuerte, sino que, por el contrario, el poder militar es fuerte
porque el civil es flaco. Estas cosas son muy diferentes: el no
distinguirlas cual conviene, acarrea la confusión de tomar el
efecto por la causa, y la causa por el efecto.
»Las quejas de la preponderancia militar datan ya de mucho
tiempo. Desde la muerte de Fernando VII la preponderancia
militar ha estado en el poder militar: desde que se hicieron re-
presentaciones demasiado célebres y cruelmente espiadas, el
poder civil se puso á discreción de los cuarteles; las Cortes y los
Ministerios no han podido nada contra la fuerza de las armas.
Cuando la fuerza armada estuvo á la obediencia de los generales,
entonces la preponderancia militar se halló en éstos. Rompiéron-
se los lazos de la disciplina, y entonces la preponderancia pasó á
los soldados. Restablecióse por fin la disciplina; y entonces la
preponderancia militar volvió á los generales.
»En la primera época, la influencia de éstos derriba un mi-
nisterio y cambia un sistema político; en la segunda, los gene-
rales son asesinados por la soldadesca amotinada; en la tercera,
los generales vuelven á derribar ministerios y á cambiar sistemas
políticos. Bajo diferentes formas se descubre el mismo hecho: el
imperio de la fuerza sobre el imperio de la ley.»
En ningún país medianamente humanizado, es el poder civil
ni una persona sola, ni una institución sola; sino la resultante de
la fuerza de un conjunto de elementos sociales que concurren en
un punto determinado, como si dijéramos el centro de gravedad.
En algunas naciones de Europa, aunque muy contadas, ejer-
ce todavía soberana influencia el poder militar sobre el poder
civil; más por lo que respecta á otras, incluso á nuestra España,
es necesario reconocer que el poderoso ambiente de las corrien-
tes modernas, ha sabido subordinar el primero al segundo.
El elemento civil, al asociarse á la revolución que nacía con
pujantes auspicios, quiso ser la cabeza directora de la misma. Y
así hemos visto abrazarla con vocación sincera y entusiasta, á
hombres de espíritu sereno y recta conciencia, como Pío Rodrí-
guez Terrazo, abogado y propietario que había figurado en los
pronunciamientos de 1840 y 1 8 4 3 ; Domingo Merelles, ex-secre-
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 47

tario de la Diputación provincial de Orense y afiliado á la fracción


Ayacucho por sus afectos al general Espartero; Antonio Romero
Ortiz, joven de grandes arrestos,—á quien sus talentos lleváronle
más tarde al elevado puesto de consejero de la Corona—que
disfrutaba de singulares prestigios por sus ideas avanzadas
desarrolladas en los periódicos El Huracán y El Porvenir; Juan
Aniceto San Martín y Agustín Juan de Dios, que sobresalieron
por sus importantísimos servicios, en las dos anteriores etapas
constitucionales, á la causa liberal; Ramón Buch y José María
Santos, patriotas de buena fé y personas de gran arraigo que,
igualmente en Vigo y Pontevedra, probaron su liberalismo en
las épocas citadas; Antolín Faraldo, figura simpática y de talento
prodigioso, que lo había patentizado en todos los trabajos que
acometiera en el delicado cargo de secretario general de la Junta
Suprema de Galicia; y tantos otros, unos, jóvenes de excepciona-
les aptitudes y levantados sentimientos; otros, de edad avanzada,
de cultura y de orden que militaban en diversos matices políticos
y que algunos suspicaces pretendían señalar como producto de
una sola fracción liberal, lo que hizo protestar de semejante espe-
cie, á Do Porto (i) y á otros escritores que del asunto trataron,
aclarando que «pronunciados y no pronunciados de 1843 algunos
conservadores, especialmente entre la oficialidad militar, liberales
de índole templada, hombres pacíficos que sentían el azote de un
gobierno impopular, formaban las filas de este nuevo ejército que
se alistaba para combatir la situación de España en la persona
del general Narváez.»

III

Esperábase el día 3 de Abril la noticia del alzamiento de


Lugo, notándose en Santiago desusada agitación entre las gentes
de ideas liberales.
Los oficiales, comenta un escritor de la época (2), lanzábanse

(1) Ob. citada, pág. 3 3 .


(2) Do P O R T O , ob, cit., pág. 29.
48 LA REVOLUCIÓN GALLEGA Í)E 1846

por las calles con apresurado paso, formando grupos y fomen-


tando vivas discusiones, excediéndose los que simpatizaban con
la causa, que animaban á despertar á los indiferentes de su
pasividad.
Las personas pacíficas preguntábanse la razón de aquel es-
tado alarmante en el público; y los que se suponían enterados
de su particularidad, propalaban, aunque fuese recomendando el
sigilo, que «dentro de pocos instantes estallaría una conspiración
que daría al traste con el gobierno de Narváez.»
Conocedoras las autoridades locales del revuelo que tomaban
las manifestaciones populares por la acción revolucionaria, no
adoptaban la más ligera providencia para atajarlas; tal era la
imponencia del oleaje, que se carecía de muro para contenerlo.
La fuerza de que aquéllas podían disponer, reducíase al escaso
número de guardias civiles que dejamos enunciado, ( l )
E l juez de 1 . instancia, en unión del alcalde, determinaron
a

arengar á las tropas, cuyo discurso escuchan éstas con la mayor


indiferencia, incluso el propio coronel del provincial de Zamora,
señor López Denia.
Acuérdase que un capitán estuviese de retén con la fuerza
respectiva, todo la noche, en el cuartel de San Martín (2) y que
se-formasen patrullas con los celadores de protección, guardias
civiles y varias compañías del aludido batallón provincial; pero
todas estas medidas carecieron de ineficacia; porque al conocerse
en Santiago oficialmente el grito de Lugo, un numeroso grupo
de paisanos armados, procedió silenciosa é inmediatamente á
arrestar en el expresado cuartel al referido funcionario judicial,
al comisario de seguridad pública y á los celadores y guardias
civiles;—á estos últimos como medida de prevención—. (3)

(1) P I R A L A , ob. cit., pág. 4 3 8 .


(2) Antiguo monasterio del que tratamos en uno de nuestros capítulos si-
guientes.
(3) Dice Benito García de los Santos en El Pensamiento de la Nación
ique también se arrestó al Sr. Arzobispo,al diputado Várela de Montes, al conde
de San Román y á otras varias personas; saliendo de la ciudad otras muchas
huyendo del servicio de las armas á que se obligaba á todosi.—pág. 2 5 0 , nú-
mero del 2 2 de Abril de 1 8 4 6 .
'FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 4§

Al coronel del provincial de Zamora, se le arrestó en su pro ¿

pió domicilio; y al segundo comandante de este cuerpo, después


de seguirse con él igual procedimiento, se le dejó en libertad sin
consultarle si se asociaba ó no al pronunciamiento.
En continua incertidumbre, estuvo el vecindario santiagués
toda la noche del 4 hasta la madrugada del siguiente día, en que
comenzó á divulgarse la noticia de que el provincial de Zamora
se había sublevado dentro del cuartel, poniéndose al frente del
movimiento su capitán más antiguo D Sebastián Arias; noticia
que tuvo su ratificación á las ocho de la mañana, al ver salir for-
mado de su alojamiento el escuadrón de Villaviciosa mandado
por un subalterno; en razón á que su comandante y dos tenien-
tes se retrajeron de tomar parte en aquel acto.
Dicho escuadrón dirigióse al cuartel de San Martín; y al in-
corporarse al citado batallón provincial, fué saludado por la ban-
da de música del mismo con el Himno de Riego. (1) Al formar

(1) Aunque algunos escritores, que relataron estos acontecimientos, se per-


mitieron consignar que en ellos se cantaran <himnos alusivos» ó compuestos
expresamente para dichos actos, nosotros no hemos podido comprobar la certeza
de semejante versión; porque, preguntando á críticos musicales de renombre y
muy eruditos, cuales son nuestros queridos amigos Ramón de Arana (Pizzicato),
de Ferrol é Indalecio Várela Lenzano (Mordente), coruDés y avecindado en Lugo,
nos han informado que solo recuerdan que en la ciudad de Santiago se cantase
en el mes de Abril de 1 8 4 8 por los estudiantes de la Universidad ante las puer-
tas de los edificios habitados por las autoridades, los llamados Mandamientos, á
los que se adaptaba una cantinela análoga á la de la letanía, particularidad que
consignan dichos apreciables escritores en una nota puesta en su notable Mono-
grafía sobre la música patriótica española, que obtuvo el primer premio en un
Certamen literario celebrado en Lugo en el año de 1 9 0 1 .
Los Mandamientos á que nos referimos alusivos al movimiento de 1 8 4 8 son
los siguientes:
i L o s mandamientos del día, son diez:
El primero: Pobre España y sin dinero.
El segundo: Revolución por todo el mundo.
El tercero: No hay palabra de caballero.
El cuarto: Los menestrales sin trabajo y sin cuartos.
El quinto: Todos meten en el cinto.
El sexto: Todo lo dicho es cierto.
El siete: L a contribución que apriete.
El ocho: Que apriete tanto hasta que salte el cocho (sic).
SO LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

en ala delante de la puerta del edificio, vitorean á la Reina y á


la libertad.
Ambas fuerzas reunidas, salen del cuartel, marchando á su
frente D . Sebastian Arias, dirigiéndose á la Plaza de la Consti-
tución (Hospital). Ya en ésta, hacen alto, forman en línea de
batalla con la bandera desplegada, y dirígeles aquél una entu-
siasta alocución, exponiéndoles el estado anormal porque atrave-
saba España con el despótico gobierno de Narváez «que absor-
vía el poder en detrimento de las libertades públicas y de los
intereses generales del país»; excitando al pueblo y al ejército
para que, unidos en fraternal consorcio, procurasen la extirpación
del cáncer que iba corroyendo el cuerpo social; y concluye
anunciando el nombramiento de una Junta de gobierno idéntica
á la de Lugo. (1)

El nueve: Todos hablan y ninguno se atreve.


El diez: De cualquier paisano se hace un juez.
Estos diez mandamientos se encierran en dos: en hablar poco y sufrir por
Dios.»
Esta letanía política ó Mandamientos, debieron ser muy generalizados en
aquellas épocas; porque como observan Arana y Várela Lenzano, no solamente
los recogieron en nuestro país, sino que en la novela Lucas García, de Fernán
Caballero, tan abundante en apuntaciones folklóricas, encontraron otros Manda-
mientos políticos, análogos á los de Santiago que se cantaban en Andalucía.
Por otra parte, nos objetaba Arana, que suponía que, única y exclusivamen-
te, se hubiese cantado en Santiago como en toda España el llamado Himno de
Riego en aquellas explosiones del más exaltado patriotismo; himno revoluciona-
rio por excelencia, y que aun hace poco se ha coreado con motivo de la repre-
sentación de la famosa Electro, de Galdós. El Trágala, el más mordaz é insul-
tante canto patriótico, se empleaba para fustigar á los realistas; y seguramente
que en Compostela, habrá atronado los oídos en las épocas de liberalismo.
' ( 1 ) Repartióse la alocución impresa, cuyo ejemplar nos ha proporcionado,
como otros documentos de interés para nuestro trabajo, el teniente de la escala
de Reserva D. Fernando Mon, hijo de uno de los guardias nacionales de San-
tiago que más se distinguieron en aquel alzamiento.
D o P O R T O , no hace más que extractarla en su Reseña y nosotros para curio-
sidad del público la reproducimos:
«¡Soldados del batallón provincial de Zamoral De ningún modo hubiese
convenido en vuestro alzamiento, si al lado del deber que nos impone la disci-
plina, no hablasen*mucho más alto los males que de su ciega observancia habían
de seguirse. Dueños del poder los que ayer como diputados escandalizando al
FRANCISCO TETTAMANCT GASTÓN

Constituyóse esta Corporación con los Sres. D. Pío Rodrí-


guez Terrazo, presidente; D. Domingo Antonio Merelles, don
Juan Aniceto San Martín, D. Agustín Juan de Dios, y como se-
cretario, D. Antonio Romero Ortiz, la cual comenzó seguida-
mente á ejercer funciones, dictando sus primeras providencias
que venían á influir de un modo absoluto en k dirección de todo
el alzamiento; y que se concretaban á «suprimir la policía y la
Guardia civil; convocar en el antiguo cuartel á todos los indivi-
duos de la extinguida milicia nacional para su reorganización in-
mediata; declarar soldados á las personas útiles de 18 á 40 años;
que se entregase toda clase de armas por las personas que las
poseyesen; y que los empleados y funcionarios públicos manifes-
tasen explícitamente su adhesión ó no al pronunciamiento.»
Se eligió para comandante militar de la plaza, en sustitución
del brigadier D. Francisco Mugartegui, al comandante en situa-
ción de reemplazo D. Víctor Velasco, el Zurbano de Galicia,
como se le llamaba; y á quien debíase la pacificación de toda la
montaña gallega, que durante la guerra civil de 1833 al 40, es-
tuviera plagada de partidarios del titulado Carlos V dirigidos

país también quisieron apoderarse del parlamento, suspensas por ellos, las sesio-
nes de Cortes; suprimida la libertad de imprenta; expulsados sultánicamente de
los dominios de España los infantes D. Francisco de Asís y D. Enrique M , a
de
Borbón; depuesto de su destino con otros muchos este Capitán general que lleva
á su confinación todas las simpatías de este ejército y del pueblo gallego, ya
podréis conocer por la adopción desemejantes medidas, el golpe fatal que esos
hombres preparaban á esta nación desgraciada; pero ¡Zamoranosl vosotros lo
habéis previsto en tiempo y estad seguros que no lo conseguirán, porque como
vosotros, sienten vuestros compañeros de armas que tienen para con su patria
la misma obligación que cumplir. Salvar el trono de la excelsa Isabel, la inde-
pendencia de la nación y echar abajo el monstruoso sistema tributario es el lema
de nuestra bandera.
No dudéis que en ella caben y han de militar todos los partidos, porque
todos son españoles entusiastas de su dignidad, quedando desde ahora instalada
la Junta provisional popular que se compone de los individuos siguientes:
Licenciado D. Pío Rodríguez Terrazo, presidente; licenciado, D. Domingo
Antonio Merelles; D. Agustín Juan de Dios; D. Juan Aniceto San Martín; licen-
ciado D. Antonio Romero Ortíz, secretario.—|Viva Isabel II libre y constitu-
cional! |Viva la independencia nacional! |Abajo el sistema tributario!—El primer
jefe interino, SEBASTIÁN ARIAS.»
52 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

por un fraile de memorable recordación por sus instintos sangui-


narios, y al que Velasco, con su pericia y condiciones de guerri-
llero había exterminado, ( i )
También se destituyó al Ayuntamiento reaccionario, que lo
formaban D. José Várela Cadabal, D. José Losada de Reza, don
Braulio Martínez, D. Manuel García Pan, D . Jacobo Flórez, don
Andrés Hore García, D. Agustín Várela Sanjurjo, D. Juan Mar-
tínez Gallego, D. José Sánchez Villamarín, D. José Morales, don
Andrés Fariña Martínez, D. Francisco Puig, D. Manuel Vázquez,
D. José Cotón y D. Felipe Montero; nombrando en lugar de
todos estos señores á D. Manuel Rúa Figueroa, Alcalde i . ° ; don
Juan Carballo, 2.°; D. Manuel Santaló, 3 . ; Regidores D. José0

Pou, D. Francisco Suárez Silva, D . Julián Obaya, D. Juan Ta-


bares, D. Manuel Aller, D. Antonio Casares, D. Vicente Alvarez,
D. Pedro Taboada, D. Andrés Nieto, D. Juan Gutiérrez de la
Cruz; Síndico i.° D . Julián Rodríguez del Valle, y 2 . D. Tomás 0

González García.
Tomaron posesión de dichos cargos los referidos señores,
exceptuándolo, por hallarse ausentes de la población, D. Vicente
Alvarez, D. Pedro Taboada, D . Andrés Nieto, D. Juan Gutiérrez
de la Cruz, D . Juan Montero y D. Constantino Llórente. A los
tres últimos se les ofició para que se presentasen al siguiente
día con el indicado objeto, «previniéndoles que en otro caso, se
pondría el hecho en conocimiento de la Juntas. (2)
Don Antonio Casares, químico de universal renombre, había
presentado la renuncia del cargo, fundándose en que restaba

(1) En un trabajo publicado en el mes de Noviembre de 1 9 0 4 en el folletín


del ilustrado periódico La Idea Moderna,-de Lugo, debido á D. MANUEL MATO

V I Z O S O , titulado El partido de Villalba en la guerra civil de los siete años, refirién-


dose en la página 2 6 al valiente cuanto infortunado D. Víctor Velasco, dice:
«El 2 7 de Noviembre, fué atacado por más de 1 0 0 carlistas montados y de
á pie, el bizarro comandante D. Víctor Velasco, jefe del destacamento de Monte
Salgueiro que, con unos 2 5 voluntarios de Galicia, venía conduciendo el correo
para Guitiríz; pero este valiente jefe obligó á los facciosos á huir por los cerros,
después de una obstinada resistencia, dejando en el campo seis muertos y llevan-
do algunos heridos graves. Los voluntarios tuvieron algunos heridos y un cabo
segundo muerto.»
(2) Archivo del Ayuntamiento de Santiago.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 53

ocupado en arreglar el gabinete de Historia Natural, jardín bo-


tánico de la Universidad; y encargado además de la enseñanza
de dos cátedras; y que era extraño enteramente á todo lo que
no tuviese relación con sus estudios», (i)
Apesar de esta renuncia, no pudo sin embargo sustraerse á
las simpatías que el alzamiento le inspiraba, aceptando incondi-
cionalmente el cargo y asistiendo personalmente á las sesiones
celebradas por el ayuntamiento revolucionario, según consta de
los libros de actas que hemos tenido ocasión de examinar, en
los que aparece la firma del S r . Casares. (2)
La enumeración de todas las citadas personas que la Junta
provincial designó para relevar á los propietarios que formaban
el municipio santiagués, nos trae á la memoria un grupo brillante
de sabios, poetas, dramaturgos, artistas, industriales y comer-
ciantes honrados que nos informa de que la junta defensora del
credo revolucionario, era de marcada significación en todas las
esferas de la actividad humana (3).

r v

Para llevar con más facilidad sus trabajos la Junta composte-


lana, se instaló en Fonseca, dividiéndose en dos comisiones, una
que se denominaba de Hacienda y la otra de Armamento y de-
fensa, entrando á formar parte de la primera, los vecinos más
acomodados de la población.

(1) Lleva esta comunicación la fecha del 4 de Abril de 1 8 4 6 , que tuvimos


ocasión de examinar en diferentes ocasiones al visitar el Archivo del Ayunta-
miento de Santiago. También consigna este dato BERNARDO BARREIRO DE VV,

en el tomo I, núm. 4 2 de su escelente Galicia Diplomática, de 2 2 de Abril


de 1883.

(2) Actas que se conservan en el Archivo del Ayuntamiento de Santiago de


los días 5 , 1 4 , 1 5 , 2 0 , 2 1 y 2 3 de Abril de 1 8 4 6 .
(3) Al ser sofocada ó vencida la revolución de 1 8 4 6 , el Capitán general
del distrito, exoneró al Ayuntamiento revolucionario sustituyéndolo con los
señores D. Joaquín Verea y Aguiar, Alcalde; D. Pablo Zamora, primer teniente;
54 • LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

La actividad demostrada por dicho organismo en la difícil


misión que se le encomendara, fué enérgica y sobria, presidien-
do especialmente en él, aquel espíritu de ecuanimidad que las
circunstancias requerían.
Procedió á montar una sección de policía, que dio excelentes
resultados en los primeros instantes, habiendo conseguido apo-
derarse de varios oficios del jefe político de la Coruña D. José
Martínez Tenaquero, que dirigía al depuesto comandante militar
Mugartegui, participándole en uno de ellos la insurrección de
Lugo y dictándole varias medidas de seguridad; y en otro, anun-
ciándole el movimiento de fuerzas de Santiago y Pontevedra.
También detuvieron los agentes de la Junta copia de una
comunicación del Capitán general del distrito, remitida á Martí-
nez Tenaquero y que éste trasladaba á Mugartegui, autorizándole
para que sin consideración de ningún género fusilase á quien
creyese oportuno, dándole solamente parte de la ejecución; y una
orden del Gobierno central, ordenando al Rector de la Universi-
dad que suspendiese la enseñanza y despachase á sus respectivas
casas á todos los estudiantes.
Del examen de todas las comunicaciones interceptadas,'de-
ducíase la desconfianza é ineficacia de las órdenes de los delega-
dos del Gobierno de Madrid, que, al considerar el incremento que
iba tomando la revolución, temían rebasase la frontera gallega y
se ramificase por toda España, acusando de esta forma una grave
responsabilidad para ellos. Desprovistos de la sangre fría que en
esos actos anormales era de necesidad, solamente zozobras, in-
quietud y desacierto, imperaban en su ánimo; invalidándoles
para afrontar las contingencias que se les echaban encima.

D. Jacobo Várela Sanjurjo, segundo; D. Manuel Rosende Cancela, tercero; y


como Regidores, á D. José M . Valle, D. Vicente Fuciíios, D. José Várela Limia,
a

D. Vicente Calderón, D. Mateo Díaz Antoñana, D. Juan López Leyes, D. Fran-


cisco Rodríguez Aballe, D. José Cabello, D. Silverio Moreno, D. Teodoro Pe-
reiro, D. José Ignacio Eleicegui, D. Vicente Várela Luaces, D. Ramón de la
Maza, D. Ramón Otero Porras, D. Felipe Gutiérrez Pifleiro y D. Andrés Mos-
quera Vilariño. Como este último no aceptó el cargo, dicha autoridad militar
nombró en su lugar á D. Manuel Marras que se posesionó el 8 de Junio. Todos
los designados—menos el Marras-tomaron posesión e L 8 de^Mayo.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 55

Presentaba la población de Santiago su aspecto normal,


como si desmintiese las escenas que en lo más hondo de su seno
se estaban desarrollando. Modelo de ejemplaridad y sensatez,
fué la conducta de todas las clases sociales en aquellas horas de
álgido patriotismo, respetando y acatando religiosamente todas'
las resoluciones de las autoridades revolucionarias, sin que pu-
diera denunciarse el más insignificante desmán ni en lo íntimo del
hogar ni en la vía pública, (i) consecuencia, quizá, de aquella
abstracción de espíritu que siempre sobresalió en los pueblos,
cuando éstos pasan por un estado excepcional que afecta á su
dignidad y á su prestigio. (2)
Antes de espirar el día 3, la Junta decretó la libertad de las
personas que fueran arrestadas, entre las que se contaban el
conde de San Román y el ilustre catedrático de Medicina y di-
putado á Cortes D. José Várela de Montes. «Creemos—indica
Do Porto acerca del último—fuese un acto indeliberado esta pri-
sión, máxime, al verlo volver á su casa á las pocas horas».
Se excluyeron de aquella disposición á los guardias civiles y
celadores que fueron trasladados á la cárcel pública, y al coman-
dante y dos subalternos del escuadrón de Villaviciosa que con-
tinuaron arrestados en el cuartel de San Martín, medidas que con-
dena el propio Do Porto, por no existir equidad en la libertad
decretada para tres individuos de significada posición social.
Si el auto de excarcelación dictado por la Junta en favor de

(1) «Los serenos hallábanse ocupados todo el día con la misión de llevar
oficios de la Junta á los Ayuntamientos vecinos, estando por lo tanto relevados
de prestar su servicio ordinario; y jamás se les echó de menos». Do P O R T O , obra
citada, pág. 38.
(2) Ejemplos muy recientes los hemos experimentado en la Cortina en los
diferentes sucesos.de orden público que se suscitaron. Sus Sindicatos y Juntas de
defensa designadas por el pueblo, eran las únicas autoridades encargadas de
mantener el orden. No se verificó en aquellos momentos el acto más insignifi-
cante que pudiese ser objeto de represión.
56 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

algunos interesados, es objeto de la censura de dicho cronista,


nosotros no la vemos justificada: alguna razón habría de concurrir
en el ánimo de aquélla para no decretar la de otros, si existían
sospechas manifiestas de que, al dejarlos en libertad, podrían
originar perturbaciones en la marcha de la difícil misión que al
citado poder fuérale confiada.
Sin mayores novedades, que un sentido y patriótico mani-
fiesto dirigido por la Junta al pueblo de Santiago, ( i ) se pasó el
día 4 hasta la mañana del 5 en que se publicó un bando llaman-
do á empuñar las armas á todos los estudiantes, rogándoles se
presentasen en la Universidad aquella misma tarde á las tres,
para proceder á su alistamiento.
Antes de esa hora, recorría ya los claustros del legendario
establecimiento un numeroso núcleo de estudiantes, animados

(1) « 1 S A N T I A . G U E S E S I — Ya llegó el momento de despertar de vuestro


letargo y lanzarnos á una revolución para derrocar un poder opresor; poder que
desgarraba á cada instante el código fundamental, y que en tres años no cesó de
sacrificar á los pueblos desterrando á unos como buenos patriotas, fusilando á
otros y exigiendo crecidas contribuciones para saciar su ambición y su lujo, sin
reparar en las necesidades de esta desventurada nación. Sí, santiagueses: habéis
visto hasta que punto se nos ha conducido, á que altura hemos llegado y cual
sería nuestro término sino diésemos un grito de alarma contra la tiranía. Nunca
ha sido la revolución inás santificada por su objeto, por su índole y por sus ten-
dencias; porque con ella se librará el pueblo de un pesado yugo y de los brazos
de hierro con que se ve oprimido. Vemos que un puñado de hombres en derre-
dor de la bandera de la arbitrariedad, á la sombra de la inocente Isabel, obran á
su capricho, mandan sin consideración de ningún género, tiranizan á los pueblos,
y por último, hacen trizas la ley del Estado que tanta sangre costó á los españoles
liberales. En 1 8 4 0 una revolución lanzó del regio asiento á una señora ('*) por
haber comprometido su dignidad; y en 1 8 4 6 otra revolución tiene que combatir
la .dictadura de una camarilla feroz y brutal.
Galicia, este suelo clásico de la libertad, no dudó un momento en arrostrar
todos los peligros para combatir á sus tiranos.
Lugo, la invicta Lugo, ha sido la primera que con el benemérito provincial
de Gijón y el segundo de Zamora, tremoló el pendón de la independencia el día
2 del corriente. Santiago, con el distinguido provincial de Zamora, tiene la glo-
ria de secundar aquel movimiento grandioso; y á la vez lo hacen Coruña, Ferrol,
Pontevedra, Vigo, Orense; y por este orden los más pueblos de la monarquía
conformes en iguales principios y sentimientos.

(*) M a r í a Cristina, m a d r e de Isabel I I .


FRANCISCO TETTAMANCT GASTÓN 57

de los mejores sentimientos y decididos á cumplimentar el


acuerdo de la Junta. Uno de sus miembros, D. Antonio Rome-
ro Ortiz, que acababa de cursar en aquellas aulas la carrera de
Derecho, fué el encargado de estimular á aquella juventud entu-
siasta que, como ha dicho un célebre escritor francés, «no hay
corazón que á los 20 años no se sienta liberal»; y el secretario
de dicha Corporación, que apenas los contaba y que formaba
simpática coyunda con sus antiguos condiscípulos, tenía indu-
dablemente que influir en el alma de los mismos para inclinarlos
á defender la causa de la libertad. El que después fué apóstol
revolucionario de los años de 1 8 5 4 y 1868, ocupa el sillón des-
tinado en la sala de autos para los presidentes de las recepciones
académicas, y arenga á aquella pléyade de muchachos en tono

Vecinos honrados de todas clases que alimentáis la patria con el tranquilo


ejercicio de vuestras honrosas profesiones: Nacionales que pasasteis por el rigor
de que os arrebataran vuestras armas: beneméritos liberales que tanto sacrificáis
vuestra existencia por defender las libertades de la nación: soldados españoles
que reflejáis en vuestro valor indomable las glorias inmarcesibles de España, y
sois el primer antemural de su honrosa independencia. A todos vosotros, sin ex"
cepción, á todos como buenos españoles, os recuerda la Junta que existe por
vuestros votos, que representa vuestros deseos y que cuenta con el apoyo que le
ofrecisteis en el día 4 de este mes, siempre memorable para Santiago y Galicia.
I.a sociedad es inexorable con sus verdugos: levantémonos, pues, todos los que
militamos bajo la bandera de la libertad y hagamos guerra á muerte á ese parti-
do frenético y sanguinario que quiere las cadenas y se complace en ver correr la
sangre de los buenos patricios. No más tolerancia, no más generosidad. Caiga
y blindase para siempre ese partido bárbaro, incompatible con la cultura del si-
glo. Caiga y húndase para siempre ese partido que al lado del altar coloca los
cadalsos y al lado de la ley los puñales. UNION Liberales, UNIÓN! E n ella nos
va la vida ó la muerte, la libertad ó el despotismo.
SANTIAGUESES.—La industria, el comercio, la propiedad y seguridad
personal, exigirán de la Junta y de todos los vecinos honrados y militares, cuan-
tos esfuerzos quepan en los recursos con que cuenta para asegurar esa protección
que constituye la vida social. La Junta y todos unidos, arrostraremos el último
riesgo contra los que intenten alterar el orden. Convecinos,j nacionales y sol-
dados: vivid alerta, y al grito de unión, salvemos la Reina libre y constitucional.
Salvemos el país; y salvemos la ciudad. ¡Viva la Reina, libre y constitucional!
IViva la independencia nacional! [Caiga el sistema tributario!,..
Santiago 4 de Abril de 1846. —Pío RODRÍGUEZ TERRAZO, Presidente;
DOMINGO ANTONIO MERELI.ES, AGUSTÍN JUAN DE DIOS, JUAN ANICETO

SAN MARTÍN, ANTONIO ROMERO, secretario.»


58 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

tan balbuciente y conmovido, como enérgico y apasionado, di-


ciéndoles que la juventud ilustrada había formado siempre á la
vanguardia de los ejércitos propagandistas de la libertad; les re-
cuerda los heroicos triunfos de sus hermanos los Mártires de
Rioseco; y les señala el pendón de los Literarios que bajo el
dosel de la cátedra, ostentaba sus girones ensangrentados. Las
palabras del orador y las gloriosas remembranzas de la sagrada
enseña, concluyeron por excitar el patriotismo de los estudian-
tes, jurando todos empuñar las armas y conquistar nuevos lau-
reles para su bandera.
Terminado el acto, se designó una comisión de escolares á
fin de que procediese inmediatamente á clasificar á los que se
hallaban en condiciones de coger el fusil; (i) cuyo trabajo duró
hasta las diez de la noche, efectuándose dicha clasificación con
vista de los libros de matrícula. Fué tal la rapidez con que se
verificó el alistamiento para la formación de la legión literaria,
que á la mañana del siguiente día se dirigían á tomar las armas
en el local que ocupaba la Junta, más de 300 estudiantes, divi-
didos y seccionados en dos compañías, siendo nombrado para
adiestrarlos en la instrucción militar, el teniente de infantería,
hijo de la Coruña, D. José Gómez Rodríguez. (2)
Esta legión, prestó al movimiento revolucionario servicios
muy señalados. Sofocado éste al poco tiempo, muchos estudian-
tes sufrieron vejámenes y serias persecuciones, especialmente
aquellos que se habían filiado de buena fe. Otros, que se alista-
ran espontáneamente, trataron de justificar que su inclusión fuera
forzosa, siendo exentos de pena; y alguno, que no tomara parte
en el pronunciamiento, como el oficial de la Secretaría de la
Universidad, D. Pablo Pérez Ballesteros, (3) sufrió el castigo in-

(1) I,a Junta permanente para el reclutamiento de estudiantes, la forma-


ban D. Antolín Faraldo, D. Ramón Garea, D. José Bermudez Cedrón, D. Jesiís
Taboada y D. J. Pasarin.
(2) En nuestro Apéndice núm. 3. damos una relación detallada de todos
los estudiantes que se alistaron y una biografía de esté benemérito coruñés.
(3) Padre de nuestro querido amigo el publicista D. Pablo P. Costanti Ba-
llesteros y hermano del Director del Instituto de la Coruña, D.José Pérez Balles-
teros, distinguido escritor gallego.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 59

quisitorial de 50 palos sobre un tambor, que le impuso el ge-


neral Villalonga, por negarse á entregar la lista de los escolares
inscriptos.
Tomás Chavelí en la página 13 de su Refutación, trata de
disculpar el acto de salvajismo de su superior, alegando que «el
general dispuso que Ballesteros fuera conducido á la cárcel,
conminándole con un castigo severo si persistía en la inobedien-
cia, pero como esta no continuó, aquel hubo de hacerse innece-
sario»
Era fuerza de desvirtuar el hecho cuando el castigo se con-
sumó en la cárcel pública, en la noche del 4 de Mayo de 1 8 4 6 ,
actuando de verdugos el cabo Ildefonso Pesquera y los soldados
Manuel Díaz y Francisco Pondal.
Exigió Ballesteros á Chavelí, rectificase el juicio por medio
de una carta (i) que le dirigió á raiz de estar imprimiendo aquél
su trabajo; mas el servidor de Villalonga dio la callada por res-
puesta, ocasionando esta conducta que se ocupasen por-aque-
llos días, en tan incalificable proceder, los periódicos El Espec-
tador ( 2 . época de 13 de Mayo de 1847); Los Políticos en Camisa
a

(números 387 al 401); El Clamor Público (22 Mayo); La Opinión


(del 26); La Prensa (núm. 73); El Tiempo (núm. 974), condenan-
do todos ellos duramente el hecho brutal acordado por Villalon-
ga; y el mismo D. Juan Do Porto, en un artículo de El Eco
de 24 de Mayo de 1847, núm. 1 4 2 8 , rebatiendo la falsedad de
Chavelí, termina de este modo:
«Concluiré diciendo que mientras he escrito la Reseña, no
he vacilado un solo momento en hacer enmudecer todas las
consideraciones ante la pura é inflexible verdad; que he cargado
con toda la responsabilidad de los hechos que refiero; que he ad-
mitido y aceptado todas las consecuencias; porque, al escribirla,
tuve á la vista documentos dignos de toda fé y datos debidos á
personas sobre cuya frente no está impresa la asquerosa mancha
de deserción en los momentos de peligro.»

(1) Cuya copia envió á varios periódicos de la Corte y reproducimos en


nuestro Apéndice núm. 4.
C A P Í T U L O I V

Salida á operaciones de la columna del General Puig Samper. — Si-


tuación de la ciudad de Santiago. — Entrada en ésta de las fuer-
zas de Solís.—Recibimiento que tuvieron. —Partida para Slgüeiro
de la columna revolucionaria.— Encuentro en dicho punto entre
la misma y la de Puig Samper. — Armisticio pactado entre ambas
columnas.

S e g ú n h e m o s manifestado en el C a p í t u l o II, el general P u i g


S a m p e r salió d e la capital d e G a l i c i a c o n su p e q u e ñ a c o l u m n a á
las o c h o d e la n o c h e del día 4. ( i ) P e r n o c t ó en el p u e b l e c i t o del
B u r g o — y n o e n el del P o r t a z g o c o m o indica D o Porto en su
Reseña,—estableciendo allí su cuartel general c o m o lo c o m p r o -
b a m o s p o r un oficio q u e en e s e día p a s ó al Capitán general del
distrito participándole q u e en cuanto tuviese noticias seguras d e

(1) C o m p o n í a s e d e 5 jefes, 9 c a p i t a n e s , 25 t e n i e n t e s , 11 s u b t e n i e n t e s , 13
s a r g e n t o s 1. *, 31 2.°*, 52 c a b o s
0
3 8 2.°", 13 c o r n e t a s , 9 t a m b o r e s y 7 3 4 sol-
d a d o s d e los d o s b a t a l l o n e s i . ° y 3 . 0
de Z a m o r a . Además, u n a s e c c i ó n d e arti-
llería d e M o n t a ñ a , á c a r g o d é u n t e n i e n t e , c o n 1 s a r g e n t o 2 . , 2 c a b o s 1.°' y 1 2.°
0

c o n 24 s o l d a d o s ; y 13 g u a r d i a s civiles al m a n d o d e un s u b t e n i e n t e . — D o c u m e n t o
que poseemos.
62 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

la situación de los sublevados, movería su columna con objeto


de batirlos, ( i )
A las cuatro y media de la madrugada del 5 elevó otra
comunicación á la expresada autoridad, anunciándole que por
noticias que tuviera por un sargento de carabineros, se había
sublevado la población de Santiago en igual sentido que la de
Lugo; y que esperaba sus órdenes bien para variar de ruta ó
seguir la de esta última ciudad, puesto que ya no podría contar-
se con la fuerza que guarnecía la primera dada su vocación in-
quebrantable por la insurrección. (2)
A las cinco de la madrugada del 5, levantó Puig Samper su
cuartel general, siguiendo la dirección de Betanzos y llegando á
dicha población á las diez y media de la mañana. Racionó allí
su fuerza por carecer en el Burgo de los recursos necesarios, y
terminada la operación, volvió á oficiar nuevamente al Capitán
general notificándole la sublevación de Santiago y pormenores
que en ella concurrieron en vista de datos que acababa de ad-
quirir, datos que consideraba vagos y contradictorios, porque
«siendo día de fiesta, decía, la apatía natural de estos paisanos
imposibilita servirse de ellos-n. También le advertía que antes

(1) :
'Columna expedicionaria. . E. M. Excmo.Sr.: En este momento, que son
las ocho y media de la noche, acabo de llegar á este punto donde me alojo, con
el fin de adquirir, durante la noche, noticias positivas de la situación de los insu-
rreccionados. = Varias fueron las que me dieron en la marcha; segiín unos, per-
manecieron aquéllos esperando en Lugo; según otros, habían salido ignorándose
su dirección. Lá misma contrariedad de estas nuevas, las hace poco atendibles;
y es la razón porque mé prometo adquirirlas más positivas esperándolas aquí de
lasque he comisionado al efecto. = Ellas decidirán mi movimiento, siempre á
encontrar á los rebeldes hasta conseguir su exterminio; pero sino recibiese
V. E. otro aviso mío, deberá entender que continuo en dirección de Lugo, en
cuyo concepto anticipo aviso para que estén listas las yuntas de bueyes necesa-
rias para subir la pieza la cuesta de la Sal. = Alguno, con referencia á otro paisa-
no, me dijo que en Santiago se habían pronunciado; pero yo, sin despreciar del
todo la noticia, le doy poco asenso.=Nada más se me ofrece decir á V. E . por
ahora, sino que hasta este momento las tropas que me acompañan aparecen ani-
madas del mejor espíritu.—Dios guarde á V. E. muchos añas.—Cuartel general
del Burgo, 4 de Abril de l 8 4 6 . = E x c m o . Sr.=Prancisco Puig Samper». — De
nuestro archivo particular.
(í) De nuestro archivo particular.
FRANCÍSCO TETTAMANCY GASTÓN

de llegar á Betanzos, se le presentaran los capitanes del 2.° de


Zamora, sublevado en Lugo, D. José Baldinge y D. Juan Keller,
con un soldado del mismo batallón y un cabo del Provincial de
Gijón. ( i )
El Capitán general ordenó á Puig Samper variase de itine-
rario siguiendo el camino de Santiago para entrar en esta ciudad
en combinación con las fuerzas del brigadier D. José Zendrera,
comandante general de la provincia de Orense, á quien al efecto
le oficiara; objetándole entonces Samper que seguiría sus indi-
caciones «en cuanto cesase la crecida lluvia que estaba cayendo
y que le devolvería la pieza de artillería si le estorbare; pero —
continuaba—según están los caminos, será tal vez preciso que
la columna dé el rodeo por Vilaboa; y en tal caso me la llevaré.»
Hacía también otras consideraciones atinentes respecto á la va-
riación de la marcha que «sería de buenos resultados siempre
que la tropa permaneciese disciplinada por temor que los insu-
rrectos de Lugo se pasaran á Santiago». (2)

VISTA DE BETANZOS SOBRE EL MANDEO

A su llegada á Betanzos, publicó una alocución impresa di-


rigida «á los gallegos», para desvirtuar las versiones que circu-
laran acerca de su adhesión al alzamiento: «No he vacilado
en ofrecerme como soldado al benemérito Capitán general que
me reemplazó, quien para desmentir las voces absurdas que han

(1) De nuestro archivo particular.


(2) De nuestro archivo particular.
Ó4 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

corrido de que yo era esperado para obligarme á tomar el man-


do de los sediciosos, ha tenido á bien conferirme el de las fuer-
zas que van á operar contra los mismos».
La sinceridad con que se expresaba, indúcenos á ratificar-
nos—aunque ya otros escritores lo habían afirmado antes—en
nuestros juicios respecto á que la concesión de ese mando de
fuerzas, obedecía á un plan preconcebido por Villalonga y el
Gobierno central, haciendo ver á la opinión, que Puig Samper,
si algún compromiso tuviera en el movimiento insurreccional,
al cual era completamente ajeno, se le invalidaba, por de pron-
to, para intervenir en él so pena de comprometer su honor.
No obstante esas francas promesas de adhesión á las institu-
ciones que el veterano militar hacía en dicha alocución, no im-
plicaban para que á él se le expiara y vigilasen á sus soldados, de
tal forma, que de la misma ciudad de Betanzos, se enviaron pre-
sos á la Coruña, por simples sospechas, á cuatro sargentos de su
columna y varios paisanos, encerrando á éstos en la cárcel pú-
blica y á aquéllos en el castillo de San Diego. (1)
Y claramente patentiza esa desconfianza una comunicación
del General Villalonga contestando á otra que desde Baralla le
dirigiera el jefe político de Lugo, dándole cuenta de la insurrec-
ción lucense, en la que dice al último: «Entre las razones que me
han asistido para colocar al General Puig Samper al frente de las
fuerzas que operan contra los sediciosos, milita la de que se su-
ponía por éstos que aquél iba á dirigirlos; y habiéndose puesto á
la cabeza, en Lugo, el comandante de E. M. D. Miguel Solís, que
se había llevado papel timbrado y un sello de la Capitanía gene-
ral, se temía que firmase órdenes á nombre y con fingida autori-
zación del referido señor General, la cual podía sólo desvirtuar-
se por el medio adoptado.» (2)
En este mismo oficio, el Capitán general hacíase más comu-

(1) Según consta de viejos documentos que posee nuestro ilustrado amigo
el coronel de artillería D. Eugenio Vidal Alonso, este fuerte llamóse en otros
tiempos fucrle de San Gaspar. Desde hace arios no pertenece al Estado, siendo
sus propietarios los herederos del finado comerciante coruñés D. José Cervigón,
quien lo había adquirido para destinarlo á una industria que no realizó.
(2) Doc. que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 65

nicativo explicando que «por graves consideraciones militares y


políticas, tuviera el General Puig Samper que retroceder sobre
Santiago, á cuya ciudad debe llegar hoy, (7 de Abril) siempre
que continuasenfieleslos dos batallones de Zamora (i.° y 3.°),
y como se ha dudado hasta aquí de la fidelidad de los mismos,
tan luego reciba la noticia de que se han comprometido contra
los sublevados por medio de algún hecho de armas, haré los es-
fuerzos posibles para sacar del Ferrol al batallón Provincial de
la Coruña y con él marcharé rápidamente á incorporarme á la
columna que manda el referido general y dirigir personalmente
las operaciones. Si consigo comprometer á los dos batallones de
Zamora, tengo esperanzas de poder hacer frente á la rebelión Ín-
terin el Gobierno no destina nuevas fuerzas á este distrito.» (1)
El jefe de la columna expedicionaria dispuso que una com-
pañía de Zamora con el obús de artillería, saliera de Betanzos
hacia el Portazgo, para desde este punto continuar por la carre-
tera de Santiago hasta la aldea de Leira, (2) á la vez que él, con
el resto de la fuerza, emprendía la dirección para' dicho lugar,
atravesando senderos y caminos de carro por las Traviesas al
Puente Abelleira, á donde llegó á las doce del día 6.
En el momento de hacer alto, elevó nueva comunicación al
Capitán general exponiéndole que, debido al estado funesto del
tiempo, la tropa había sufrido gran quebranto, quedando descal-
za, y que tardaría tres horas en verla reunida. Lamentábase de
la falta de subsistencias y medios de recabar auxilios para
el cuidado de los soldados. Y «gracias—decía—á la previsión
de haber traído un rancho de Betanzos, podrá la tropa comer
algo, sino ocupa con preferencia el tiempo en enjugarse de algu-
na manera, porque el temporal continúa cada vez más recio.» (3)
Comunicábale de paso algunas noticias infundadas que reco-
giera en Leira acerca del estado de la sublevación de Santiago y

(1) También Villalonga recomendaba con todo interés al jefe político de


Lugo, residente en Baralla, que oficiase al Capitán general de Castilla la Vieja
para que le enviase con urgencia el regimiento de América, que se hallaba en
Valladolid, á fin de ayudarle á sofocar la rebelión.
(2) Situada en la carretera de la Corufia á Santiago.
(3) Doc. que poseemos.
5
< "
66 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Lugo, relativas á que en la primera de dichas poblaciones, «se


esperaba un batallón de emigrados en Portugal mandados por un
Cerbato, antiguo partidario liberal»,(i)y de que «los santiagueses
irían á quemar á Vigo por no haberse pronunciado».
Villalonga contestó que acelerase el movimiento hacia la po-
blación compostelana por haber sabido que los revolucionarios
se hallaban «muy desanimados y que la fuerza del provincial de
Zamora esperaba únicamente la presentación de los leales para
pasarse á ellos inmediatamente»; (2) á lo que hacíale observar
Puig Samper, en dos comunicaciones del día 6, que no podía
cumplir sus órdenes, en atención á que «por efecto de la lluvia
incesante y la precipitación de las jornadas, sus soldados hallá-
banse totalmente extenuados y muertos de hambre.»
También participábale qne se le había presentado en Leira el
cabo de la guardia civil Cándido Gresar, (Agrasar ?) pintándole
la situación de la ciudad de Santiago, de la cual pudiera escapar
en el momento de sublevarse la misma; detallándole los porme-
nores que concurrieran en el acto, pormenores en su mayor
parte desprovistos de fundamento, como los de asegurar que «el
batallón provincial de Zamora quiso despronunciarse y que lo
apaciguaron á fuerza de vino y aguardiente, encerrándolo en el
cuartel de San Martín»; que «alojaron en el cuartel de Fonseca á
todos los hombres de 18 á 20 años» y que «la Junta la forma-
ban el abogado D. Pío Terrazo, el sastre San Martín, el escribano
Romero y un tal Dios de apodo; y otros que no sabía dar razón;
siendo el gobernador de la plaza un tal Velasco.» (3)
En otras dos comunicaciones del día 7, ponía Samper en
conocimiento de Villalonga, que se le acababa de presentar en
Leira el sargento primero de la guardia civil de los destacamen-

(1) Quiza se refiriese la versión al general D. Martín José de Iriarte, de


quien hablamos más adelante.
(2) Doc. que poseemos.

(3) El CONDE CLONARD, (ob. cit. pág. 444) dice erróneamente, «que ha
liándose Puig Samper, cerca de Lugo, supo que el provincial de Zamora se había
pasado á los insurrectos y que éstos avanzaban hacia Santiago». Dicho batallón
como sabemos no estaba ni estuviera en Lugo, sino de guarnición en Com-
postela.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 6 7

tos de Arzúa y Mellid, Tomás González, con 1 4 guardias, quien


le manifestara que el día anterior había atravesado aquellos lu-
gares la columna sublevada procedente de Lugo, dirigiéndose á
Santiago; y que reunidas todas las fuerzas revolucionarias, ven-
drían enseguida sobre la Coruña.
Informábale igualmente que no obstante sus avanzadas explo-
radoras, no pudo adquirir la menor noticia respecto á la situación
de Santiago. «Estas tropas siguen bien; pero solo han podido
comer tres ranchos desde su salida de la Coruña: hoy no tienen
pan ni hay en toda esta circunferencia nada que poder comprar
por lo cual he dispuesto que en Carral maten carne; pero no
será posible su traslación aquí en todo este día y antes de la
noche: es indispensable su resolución » «Espero las órdenes
de V. E . con la mayor premura, pues que con esta noticia he
creído deber suspender mi movimiento sobre Santiago, porque
estamos en muy distinto caso que ayer; y el temporal que con-
tinúa horroroso inutilizará la tropa y las municiones.» (1)
El portador de ambos oficios fué el jefe de Estado Mayor
don José Ferrater; siendo contestados seguidamente por el ge-
neral Villalonga, asintiendo incondicionajmente á lo expresado
por Puig Samper. Manifestábale de paso, que con el objeto de
vigorizar la fuerza física y moral de la columna, había oficiado
en el acto por medio del vapor Isabel //al comandante general
del departamento de Ferrol «para que de no serle allí preciso el
batallón provincial de la Coruña, lo hiciese embarcar á fin de
incorporarlo á la columna expedicionaria».
También aconsejaba á Samper que en cuanto aminoraran
las lluvias, determinase seguir su movimiento sobre Santiago
para provocar la salida del enemigo de dicha ciudad, «en el
caso de que haya alguna exposición 'para atacarlo en ésta,
pues de todas maneras es sumamente conveniente que los bata-
llones que V. E . lleva, marchen á lo menos con alguna oscuridad
en decisión, confirmando la confianza que de ellos se ha for-
mado». (2)

(1) Documento que poseemos.


(2) Documento que poseemos.
68 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

De todo lo que dejamos transcrito, dedúcese que el general


Puig Samper no había sido muy afortunado en sus primeras
operaciones de campaña, bien por desconfianza en la mayor
parte de la gente que iba á sus órdenes, bien por las inclemencias
del tiempo, aparejadas con la falta de vituallas y otra serie de
accidentes; siendo el principal obstáculo, las simpatías que el
pueblo gallego demostraba por la causa de la revolución, (1)
lo que hacía exclamar á un escritor nada sospechoso, y si par-
cial, como el conde Clonard:
«Los elementos de hora en hora más desencadenados; las
noticias de minuto en minuto más alarmantes; el espíritu del país
en general propicio á los insurrectos; la escabrosidad del terreno
sobre el que imprimían sus pasos, todo parecía oponerse al pen-
samiento de esos batallones (i.° y 3 . de Zamora) y todo contri-
0

buía á entorpecer sus maniobras.» (2)

11

ínterin el general Puig Samper continuaba en Leira estacio-


nado con su columna, la población santiaguesa presentaba sínto-
mas de manifiesta intranquilidad. Su Junta de gobierno hallábase
completamente desorientada por carecer de medios de comunica-
ción, y sin noticias de las resoluciones adoptadas por las demás
Juntas de los distritos de la región en los que se suponía la
proclamación del pronunciamiento. El solo dato oficial conocido,
era el de Lugo. De Orense y Pontevedra nada se sabía, ó al
menos las noticias resultaban inseguras.

(1) El día 8 le participaba á Villalonga que iba á situarse con su fuerza


sobre el río Tambre, aguardando allí con impaciencia las de Orense para operar,
combinadas y caer sobre Santiago. Quejábase de la imposibilidad de establecer
un buen servicio de comunicaciones á consecuencia de la parcialidad del país
por los revolucionarios. Le devolvía dos pliegos cerrados dirigidos uno al co-
mandante general de la 4 . división portuguesa, y otro al gobernador de la plaza
a

de Vigo «por no haber sido posible que llegasen á las manos de dichos funcio-
narios dado el espíritu del país gallego temiendo fuesen interceptados.»—Do-
cumento que poseemos.
(2) Ob. cit., pág. 444, tom. 8.°
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 6 9

La carretera de Pontevedra estaba custodiada por algunos


destacamentos de guardias civiles que desde Caldas y Padrón
interceptaban las comunicaciones y proclamas de los subleva-
dos, circunscribiéndose la jurisdición de éstos, exclusivamente,
al radio de Compostela, porque hasta en los suburbios eran sor-
prendidos y «aun maltratados los emisarios de la Junta por los
jueces de primera instancia y por los celadores». (1)
En aquellos días, que precedieron al del pronunciamiento,
solo dudas, amarguras é indecisiones acibararon la situación de
los revolucionarios; y para mayor desdicha, se les entera, por
un parte falso, de que se encontraban de avanzada en Sigüeiro,
las fuerzas del general Puig Samper con el propósito decidido
de penetrar en la ciudad; cuando como sabemos, éste, aun lle-
gara el mismo día á Leira, y continuaba detenido el 7 en dicho
punto.
La Junta acordó por el momento, abandonar la población en
caso necesario, fundándose en que el batallón provincial de Za-
mora con la sección del escuadrón de Villaviciosa no constituía
un núcleo suficiente de combatientes para cohonestar la columna
del citado general; aparte de que tampoco se contaba con un
jefe de prestigio y era exponer á un fracaso aquella fuerza; por-
que aun fijándose en las condiciones de ilustración, como táctico,
del comandante Velasco, éste, por su cargo de comandante
militar, era imprescindible sostenerlo en su puesto, caso de tener
que proteger la retirada con los milicianos nacionales y la agru-
pación escolar armada.
De adoptarse el pensamiento de la Junta, todas esas tropas
se encaminarían á Lugo uniéndose á las de Solís; para desde
allí hostilizar cualquiera otra fuerza enemiga que á su paso en-
contrasen, consolidando de este modo el pronunciamiento con
más firmeza y energía.
Constituyóse en sesión permanente dicha Junta, tomando
adecuadas y apremiantes resoluciones para buscar los medios
de salvación. Sus Vocales con una serenidad de ánimo plausi-
ble, alentaban el de todos los comprometidos en el alzamien-

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 94.—PIRALA, ob. cit., pág. 442.


7o LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

to, viniendo á surgir en aquellos críticos instantes una nota


discordante, con la desaparición repentina de uno de sus compa-
ñeros quien, dando muestras de pusilanimidad, no se consideró
con los arrestos necesarios para afrontar el peligro.
«¡Este patriota, exclama Do Porto, era otro de tantos tahú-
res de la revolución que no juegan sino al seguro! Hombres que
figuran en todos los planes de trastorno, no para salvar como
leales la pureza de sus creencias, sino para negociar con una
flamante hoja de servicios en las mesas de los ministerios!»
¡Cuántos ejemplos como el expuesto pudiéramos citar en
hechos recientes, que guardan perfecta analogía con el miembro
de la Junta compostelana!
Fijémonos en cualquiera de nuestros partidos políticos ac-
tuales y observaremos la versatilidad de tanto hombre que en
ellos milita: huelga analizar su filiación, aun la de aquellos que
aleguen mayor consecuencia en sus principios; que el que más
y el que menos, ha tenido poca escrupulosidad para claudicar
de sus prístinos ideales
La desaparición del individuo de la Junta santiaguesa fué
objeto de merecida murmuración, produciendo profunda protesta
en las personas adictas al movimiento y causando aterradora
alarma en los débiles de espíritu que ya juzgaban próxima la en-
trada en la ciudad, de la columna adversaria y la inmediata eva-
cuación de los comprometidos; y tanto así se afirmaba, que se
creyó que la vanguardia de Puig Samper rebasara el barrio de
San Cayetano.
Por las deficiencias de policía que dejamos expuestas, igno-
raba la Junta la certeza de las noticias que circularan acerca de
,si era ó no fuerza armada la que iba sobre Santiago, con el ca-
rácter de hostil ó leal. Esta incertidumbre vino á despejarse á
las cuatro de la tarde con la presencia de un oficial de la columna
Solís, en el local donde la Junta celebraba sus sesiones (i) anun-
ciando la llegada de aquélla dentro de pocos momentos. Los
soldados de Puig Samper no traspasaron el puente de Si-
güeiro.

(1) El antiguo Colegio de Fonseca.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 71

Sorpresa gratísima fué para los pronunciados santiagueses


la oportuna llegada del emisario amigo, desvaneciéndose las zo-
zobras y vacilaciones, y aumentando las censuras á que por su
descuido indisculpable era acreedora la Junta.
Uno de los principales motivos á que se atribuyó el aborto
de aquel simpático alzamiento, fué debido precisamente á la
ineficacia de la vigilancia y al abandono que desde los primeros
momentos hubo en alguno de sus organismos. ,
Personas de íntima convivencia con la Junta y cronistas de-
fensores fervientes del credo revolucionario, extremaron sus
censuras, aun después de sofocada la revolución, lanzando furi-
bundos anatemas contra varios de los directores de la misma,
tildándoles de incapaces, negligentes y causantes de la sangre
infructuosamente vertida y del subsiguiente quebrantamiento de
la doctrina liberal.
El propio Solis, á raíz de entrar en Santiago, y más tarde
en sucesivas comunicaciones que oportunamente insertaremos,
reprochaba á la Junta Suprema esos defectos, augurándole que
estos serían factor esencial del malogramiento del pleito que
se litigaba.
La Junta compostelana defendía con entereza sus gestiones,
argumentando que, la escasez de recursos, era la causa primor-
dial de que el movimiento no alcanzase los éxitos inmediatos.
Por la carencia de medios, se 'hallaba la Junta incapacitada para
montar un Cuerpo de Policía que tendiese á vigilar los movi-
mientos de la fuerza enemiga, al menos, por lo que afectaba á
todo el territorio que dependía de su jurisdición. (1)

(1) He aquí una nota exacta tomada de la Reseña de Do P O R T O y de docu-


mentos que comprobamos, acerca del dinero que recaudaba en aquellos momen-
tos la Junta de Santiago en las distintas dependencias del Estado que radicaban
en dicha ciudad, únicos recursos de que dispuso para atender y cubrir las in-
mensas necesidades durante los cortos días de vida -de la revolución gallega:
Reales vón. Mrvs.

En correos 1.474 »
Cruzada 28.746 16
Administración de Bienes Nacionales 2.827 29
Banco 90.000 »
Universidad 1.600 >

Total 124.648 11
72 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

III

Un repique general de campanas, anunció con anticipación


á los santiagueses, que por el camino de Lugo se aproximaban
las tropas de D. Miguel Solís.
Al hacer éstas su entrada en la ciudad, se les dispensó un
recibimiento cariñoso y entusiasta, saliendo á su encuentro el
Provincial de Zamora y una compañía de escolares, la única que
pudo armarse por no contar con recursos para hacerlo con los
demás reclutados.
Se dispararon infinidad de bombas y cohetes, iluminándose
los edificios públicos y la mayoría de los de los vecinos de la
población, reinando en ésta la más franca alegría. Las músicas
ejecutaban el Himno de Riego (1) que era coreado por la multi-
tud entre los vivas que á la libertad prorrumpían los soldados.
Aguantando un furioso temporal, saliera Solís de Lugo el
día 4 de Abril, con el 2° batallón del regimiento infantería de
Zamora y el Provincial de Gijón. Cuarenta y ocho horas había
invertido solamente en salvar las 15 leguas que median desde
aquella capital á Santiago, atravesando montañas y caminos de-
teriorados y pedregosos.
La celeridad de esta marcha, hubo de producir el consiguien-
te desfallecimiento en su gente; y con tal motivo, se le dispuso
en seguida á ésta un alojamiento confortable, siendo agasajada
por los vecinos con fraternal solicitud. (2)
A la oficialidad se la obsequió con un espléndido banquete,
en cuyo acto se pronunciaron patrióticos brindis por la libertad
y por la Reina, llegando el entusiasmo de algunos oficiales á
brindar por el general Espartero.

(1) Himnos patrióticos indica Do Porto; y un escritor poco veraz, en su


novela Pablo Gómez, manifiesta que se cantaban himnos que atacaban á la moral
y á la religión. Nada menos cierto que esto; pues ya dijimos en el anterior capí-
tulo, el gran error en que han incurrido unos y otros escritores llevados de su
apasionamiento de ideas: el canto único que predominó, fue el himno de Riego.
(2) PlRALA, ob. cit., pág. 44.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 73

A los soldados se les dio una comida extraordinaria, conce-


diéndoles un descanso de 24 horas para reponerse de las fatigas
que les ocasionara la penosa y rápida jornada de Lugo á San-
tiago.
Para atender á las primeras necesidades de defensa de la
población lucense, dejó Solís en ella, media compañía del Pro-
vincial de Gijón, los carabineros y milicianos nacionales que
formaban un conjunto de 600 hombres.
El caudillo revolucionario, había estudiado cuidadosamente
todos los movimientos del general Puig Samper; y al abandonar
á Lugo para proteger á Santiago, concibiera un plan de opera-
ciones «sencillísimo y eficaz» á su entender, el cual plan basá-
base en «robustecer su columna con el Provincial de Zamora,
y sin descerrajar un tiro, salir inmediatamente al encuentro de
aquel jefe, suponiendo que éste no tenía más fuerza que los
batallones i.° y 3 . de Zamora; y que de surgir dicho encuentro,
0

habrían de pasarse á las filas pronunciadas la oficialidad y la


tropa». (1)
No iba desacertado en sus propósitos, Solís, como observa-
remos más adelante; pero la fatalidad se opuso á sus deseos:
exceso de sentimientos y exceso de cariño y respeto al jefe ene-
migo que acababa de ser su superior, fué el origen del fracaso
y la causa eficiente del primer golpe que recibió la revolución
gallega. (2)

IV

Para poner en práctica su proyecto, sale Solís de Santiago


con su fuerza el día 8 á las diez de la mañana, tomando la ca-
rretera de la Coruña. Formábase la columna de tres batallones
de infantería, 20 caballos del escuadrón de Villaviciosa, 50 guar-
dias civiles y 40 carabineros.
La fuerza enemiga, estaba posesionada del pueblecito de
Sigüeiro.

(1) De nuestro archivo particular.


(2) Este es el criterio unánime de todos los cronistas é historiadores que
se ocuparon en este asunto.
74 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Hállase este situado á unos 11 kilómetros de Santiago; con-


tando en el año de 1846, con los lugares inmediatos de Velloa y
Alto, de 42 edificios — entre ellos la capilla de Santa Catalina—
casi todos de planta baja pertenecientes á labradores, la mayor
parte; con una población fija de 2 1 3 habitantes; ofreciendo ac-
tualmente, con ligeras variantes, la misma edificación, alguna de
ésta renovada, y casi igual número de vecinos. (1)
Una excelente fábrica de curtidos, propiedad entonces de
don Antonio Santaló —hoy de D . Bernarda Ituarte de S a n t a l ó —
a

vese enclavada en la parte Sur del pueblo y muy próxima á la


carretera. Las casas se encuentran también emplazadas á la ori-
lla de ésta, dividiéndolas por mitad el río Tambre; y unido á
las mismas, atraviesa un puente de estilo entre románico y ojiva!,
de 58'8o metros de longitud. El ancho de sus pretiles, por tér-
mino medio es el de 3,40 metros; y el que existe entre los apar-
taderos consta de 8'3 5. Estos son de forma trapecial y triangu-
lar, que á la vez forman los tajamares del puente. Los triangulares
están aguas arriba y los trapeciales aguas abajo. Consta el
puente de cinco arcos circulares de distinto radio y uno ojival
con sobrecarga circular. (2) Hubo necesidad de repararlo hace
muy pocos años por efecto de los deterioros ocasionados por el
tránsito frecuente de multitud de vehículos que por él circulan.
Desde este puente domínase una extensión considerable de

( r ) De datos proporcionados por D. Augusto Barreiro de dicha vecindad,


constaba Sigüeiro, con los lugares de Velloa y Alto, el
Número Número
Año L U G A R E S d e edificios de habitantes

Sigüeiro. 35 178
1840 Alto. . . . 5 26

Velloa . . . 2 9

Total . . 42 213

Sigüeiro. 37 182
1907 Alto. . . . 4 19
Velloa . . . 3 20

Total . . 44 221

(2) Estos datos, nos fueron facilitados por nuestro amigo el competente
sobrestante de Obras Publicas, D. Francisco Ponte Blanco, encargado de la ci-
tada carretera.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 75

terreno, abundantemente fertilizado por el caudal de agua que


el río le proporciona; constituyendo uno de tantos parajes de
esta naturaleza gallega, tan bellos y tan variados por sus eleva-
dos montes y sus verdes colinas; sus pendientes suaves y sus
valles frondosos. El puente de Sigüeiro es un estereoscopio per-
manente que recrea al espíritu humano brindándole la impresión
de tantos encantos reunidos.
La aproximación de las fuerzas del jefe revolucionario, fué
avistada de antemano por las avanzadas enemigas que las cons-
tituían ocho parejas de la Guardia civil al mando de un sargento.
Dominando las alturas de la carretera y con la intención de
apoderarse del puente, marchaban los sublevados divididos en
cinco fracciones: dos, paralelas, compuestas del 2 ° batallón del
regimiento dé Zamora, el Provincial del mismo nombre y los
ginetes de Villaviciosa, mandados por el comandante D. Sebas-
tián Arias; otra en reserva ocupando el ala derecha de éste que
era el Provincial de Gijón; otra al centro; y sobre la carretera,
las compañías de cazadores de los tres batallones; la restante
ó última, inferior en número que constituía la retaguardia, for-
mada con los carabineros y guardia civiles de infantería, se apo-
yaba en un espeso bosque de pinos.
Al advertir Puig Samper las intenciones de Solís, acuerda
que las compañías de cazadores que componían su vanguardia!
ocupen las primeras posiciones á la entrada del pueblo, con
objeto de atacar al enemigo. Adelanta la artillería por la carretera,
sostenida por la primera mitad del tercer batallón de Zamora;
ordena al primer batallón de dicho Cuerpo que ataque simultá-
neamente el ala derecha del enemigo tomando la altura á la
bayoneta, protegida por las compañías de cazadores que en su
avance ya se habían posesionado de aquella; al propio tiempo
determinó que la primera mitad del 3 . de Zamora realizase
0

igua4 ataque sobre el ala izquierda, manteniéndose la artillería


en su posición para proteger el movimiento más arriesgado; y
comisionando por último á la segunda mitad del aludido batallón
para defender la retaguardia y proteger á su vez la artillería. (1)

( 1 ) Del parte original que obra en nuestro poder, pasado por Puig Samper
al Capitán general de Galicia.
76 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

Dispuestas de este modo ambas fuerzas adversarias, avanza


la de Solís á paso ordinario, ejecutando el Himno de Riego las
bandas de música de los provinciales de Zamora y de Gijón,
interrumpido por los vivas que á la libertad y á la Reina lanza-
ban los revolucionarios.
Penetrado Puig Samper del decidido propósito de su contra-
rio, resuelve que el brigadier Mac-Crohon se adelante con el
primer batallón de Zamora á batir la fracción de D . Sebastián
Arias que ocupaba toda la carretera en su frente.
Al avanzar aquel jefe, muévense con lentitud los soldados
de Arias, quienes en lugar de montar los fusiles para precaver
la embestida, los tercian con estoica impasibilidad.
Continúa avanzando vertiginosamente el valiente brigadier
hasta colocarse á la distancia de seis pasos de los revoluciona-
rios «con igual precisión que si se encontrase en un ejercicio
doctrinal» (1); pero su cortedad de vista (2) hízole confundir el
provincial de Zamora con el 2 . batallón del regimiento del
0

mismo nombre—ó sea el sublevado—y comenzó á arengar á


los soldados para que desistiesen de sus propósitos excitándoles
á que reingresasen en las filas leales.
Los soldados mostraban indiferencia marcada á la alocución
de Mac-Crohon; hasta que cansados de oirlo, tomó la palabra un
oficial enemigo contestándole en alta voz; «Los defensores de la
libertad no abandonarán la bandera desplegada hasta vencer ó
morir.» (3)
En seguida, y por virtud de un rápido movimiento envolven-
te, los ginetes de Villaviciosa ayudados del provincial de Za-
mora encierran dentro de un círculo, al primer batallón de dicho
nombre, separándolo de la línea é inutilizándolo para poder ma-
niobrar ó tomar la ofensiva. (4)

(1) Parte citado.

(2) Parte cit.

(3) Do P O R T O , ob. cit., pág. 62.—PIRALA, ob. cit., pág. 4 4 3 .

(4) C L O N A R D , ob. cit., pág. 4 4 5 . E s inocente afirmar, como lo hace este


distinguido escritor, que al pararse las fuerzas de Puig Samper, creyese éste
que los revolucionarios pretendían adherirse á él. Siendo como eran éstos
superiores en número y dado el estado de ánimo que en ellos imperaba, no es
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN - 77

Durante esta escena, se había aproximado el resto de los


combatientes á la distancia de dos metros, unos de los otros; sa-
ludándose mutuamente oficiales y soldados y llamándose por sus
nombres respectivos; invitando los de Solís á los de Puig Sam-
per para que se les uniesen.
Los del i.° de Zamora, con significativas miradas, demos-
traban deseos de seguir á sus antiguos compañeros solicitando
de los del 2.° «que no hiciesen fuego puesto que todos eran her-
manos»; no faltando muchos que al pretender romper la línea,
fueron detenidos por sus jefes para obligarles á desistir de su
intento.
Y es una verdad incontrovertible, la ocurrencia de este he-
cho, aunque trate de impugnarla algún narrador de aquellos
acontecimientos, apasionado del general Villalonga; (i) porque
en el parte transmitido á éste por Puig Samper á raíz del suceso,
estampa que, al verse rodeado por el enemigo el brigadier Mac-
Crohon y sus soldados del primero de Zamora, «se apresuró á
llamar á un jefe de los sublevados (D. Sebastián Arias) y le gritó
respetase la heroicidad de aquel batallón, repitiendo estas voces
sobre la misma línea el comandante D. Juan Montero, capitán
de Estado Mayor, y efectivamente los mismos contrarios grita-
ron ¡qué se separen! vitoreando al batallón». (2)
«Al brigadier Mac-Crohon—dice Puig Samper—le vi
desesperado y aun dar de golpes á un corneta de los contrarios;
y habiéndoseme presentado el jefe que manda el Provincial de
Zamora, le grité de nuevo respetara á aquel batallón y que se
retirasen,prometiendo no hostilizarlos*. (3)

para dar crédito á tal versión. Además de demostrarlo los hechos, el mismo
general de sobra sabía que los pronunciados no habían de deponer su actitud; y
lo prueba que el propio Clonard se contradice en sus juicios, cuando en la pá-
gina 446 manifiesta que «Mac-Crohon hubiera perecido en el arriesgado em-
peño, si los oficiales de su regimiento no le hubiesen gritado que aquella no era
la bandera del 2 . batallón sino la del provincial de Zamora. Entonces los
0

rebeldes admirando una serenidad tan magnánima, le permitieron volver al


seno de su batallón sin disparar sus fusiles».
(1) TOMXS C H A V E L Í , ob. cit., pág. 56.

(2) Parte cit. Véase nuestro Apéndice núm. 5.


(3) Parte cit.
78 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Don Sebastián Arias que era el jefe á quien Puig Samper


alude en su comunicación, le contestó «que su petición la pon-
dría en conocimiento del Comandante en jefe de las fuerzas, don
Miguel Solís, para que adoptase la resolución más adecuada». ([)
Este envió á decirle por el mismo Arias que «las tropas pro-
nunciadas no se retirarían de los puntos que ocupaban hasta
que se adhiriesen al pronunciamiento las de la columna de Puig
Samper».
Oída por éste la contestación «solicita—dicen D o Porto y
varios historiadores—24 horas de término para decidir á tomar
una resolución que deje en honor las fuerzas de su mando». (2).
Don Sebastián Arias en nombre de Solís concédele 48 ho-
ras; obligándose recíprocamente á no hostilizarse du rante este
tiempo, ambas huestes enemigas; pero anunciándole aquél, que
el día 10, á la misma hora de la tarde, se encontrarían nueva-
mente en el mismo punto.
Realizado tan hidalgo como caballeroso armisticio, exigen
las fuerzas sublevadas que las de Puig Samper sean las primeras
en retirarse á sus cantones, como así sucedió; circulando enton-
ces por toda la línea repetidos gritos de entusiasmo y satis-
facción.

(1) D o P O R T O , ob. cit., pág. 6 3 . — P I R A L A , ob. cit., pág. 443.—FULGOSIO,

ob. cit., pág. 1 0 1 .

(2) Historia general de España; LAFUENTE, ob. cit., pág. 443.—BLASCO

IBAÑEZ, ob. cit., pág. 100.—FERNANDEZ D E LOS R Í O S , ob. cit., pág. 1 5 1 . —

FULGOSIO: Crónica general de España; provincia de la Coruña, pág. 1 0 1 . Madrid

1866.
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CAPÍTULO V

Consideraciones acerca del armisticio y s u s c o n s e c u e n c i a s . — E x p e d i -


c i ó n á P o n t e v e d r a d e la c o l u m n a d e D . S e b a s t i á n A r i a s . — I n q u i e t u -
des del general Villalonga.— Sublevación d e la c i u d a d d e Ponte-
v e d r a . — S a l i d a d e Solís para esta capital y a c u e r d o s t o m a d o s p o r
la J u n t a d e S a n t i a g o . — P r o n u n c i a m i e n t o d e V i g o .

«Conceder amplios poderes á los contrarios en ocasiones


apropiadas — dice Federico Pita Espelosín—(i) es de buen re-
sultado, sabiendo escogerse éstas y no abusar de ellas.»
Si Solís tuviese presente esta última observación, no hubiese
concedido á Puig Samper la tregua de que tratamos en el pre-
cedente capítulo,' abusando de un acto generoso que ocasionó
la causa primordial, como se ha dicho, del malogramiento de
aquella revolución que con tan buenos auspicios comenzara
en Lugo.
Escritores coetáneos llevados de más ó menos parcialidad,
y otros que á estes siguieron en la relación de dichos sucesos

(i) Estudios filosófico-político-militarcs sobre la guerra, pág. 61.—Madrid,


Imp. de Eduardo Arias; 1 9 0 6 . Un folleto en 4 . , de 8 0 páginas. Este capitán de
0

infantería, es uno de los escritores más ilustrados del ejército español.


SO LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

condenaron la conducta del jefe revolucionario; la combatieron


á su manera amigos y enemigos; mas, todos ellos, dentro de una
unidad de miras, opinando que la graciosa concesión, anticipó
la catástrofe del alzamiento. (1)
Y la razón se patentiza en forma tan evidente que no admite
el menor argumento en contra; porque siendo las fuerzas de
Solís duplicadas á las de su adversario; ocupando por otra parte
posiciones más ventajosas que éste, y existiendo en todos sus
soldados un espíritu de perfecta disciplina á que les impulsaba
su propio patriotismo y el compromiso en que se encontrarían
de fracasar la revolución, era de esperar, aunque lo niegue
Chavelí, (2) un triunfo de opimos resultados sobre la columna
del general Puig Samper.
De no haberse pactado ese armisticio, sin duda alguna que
el anciano general eludiese la batalla previendo que en el mo-
mento de romper el fuego quedaría envuelto por el enemigo el
primer batallón de Zamora; y el 3 . , que se hallaba colocado en
0

segunda línea, y el más predispuesto á sumarse con los revolu-


cionarios, veríase amagado por considerable número de éstos y
rendido por fin. Surgiría inmediatamente— comentan otros escri-
tores—(3) la prisión de Puig Samper y la de su lugarteniente
Mac-Crohon, y asimismo la toma de la pieza de artillería de la
que éstos disponían. (4)
Esta derrota acarrearía el enervamiento absoluto de las es-
casas fuerzas de que por entonces disponía el general Villalonga
reducidas, como se sabe, al 4 . Regimiento de Artillería, para
0

(1) F U L G O S I O , ob. cit., pág. 100.—FERNANDEZ D E L O S R Í O S , ob. cit., pá-

gina 149, tom. I I . — P I R A L A , ob. cit., pág. 445.—LAFUENTE: Historia general de


España, ob. y tom. cits., pág. 29. -BLASCO IBAÑEZ, ob. cit., pág. 100.—-PÉREZ

G A L D Ó S , Bodas reales, pág. 2 4 5 .


(2) Ob. cit., pág. 54.

(3) AMADOR FERNANDEZ DE LOS RÍOS, ob. c i t , pág. 149.—PIRALA, obra


citada, pág. 4 4 4 .
(4) Nuestros datos nos informan que Puig Samper no llevaba consigo más
que un obús: así también lo consigna CHAVELÍ en su Refutación—pág. 53—>
indicando que las fuerzas de ambas columnas estaban casi equiparadas, lo cual
no es exacto, por la relación que de ellas hemos dado en el capítulo anterior.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 81

la defensa de la plaza de la Coruña, y «el triunfo moral sería


mayor, que las utilidades materiales de la victoria», (i)
De no batirse las fuerzas de Puig Samper, es lógico conside-
rar que la mayoría de ellas pasarían á confraternizar con las del
ejército revolucionario, dirigiéndose en el acto hacia la Coruña
conforme á los proyectos trazados por Solís.
La escasa guarnición de esta plaza, los elementos de insu-
rreción que en su.seno se alimentaban dispuestos á secundar los
planes de aquél en el instante de acercarse á la misma, y otras
circunstancias más, entre las cuales «señalamos — según Do
Porto y Pirala,—la pusilanimidad-de sus autoridades» inducían
á sospechar que su defensa sería completamente estéril.
El conde Clonard, dice acerca de este caso: «Lo más notable
es que Solís aceptó este singular armisticio sin réplica ni obser-
vación alguna; y que las dos huestes enemigas rompieron simul-
táneamente su marcha para volver á los puestos designados. Así
la firmeza de estos batallones ( i . ° y 3 . de Zamora) fué de gran
0

utilidad para el Gobierno y aun puede decirse que salvó su exis-


tencia; porque si el torrente de la revolución gallega hubiese
podido arrollar aquellos Cuerpos, único dique' que la enfrenaba,
se hubiera derramado por las provincias occidentales y habría
podido llegar hasta las puertas de Madrid*. (2)
Solís no debió dejarse llevar del afecto que profesaba á su
antiguo general, atendiendo exclusivamente á los deberes que le

(1) En nota que D o PORTO inserta en su Reseña pág. 65, manifiesta que
un número considerable de testigos de crédito y respeto que presenciaron la en-
trevista de Sigtieiro entre los ejércitos beligerantes, aseguran que no hubo la.
tregua de las 48 horas, sino únicamente una manifestación por parte de Puig.
Samper «de que no promovería hostilidad alguna ni se movería de dicho punto
hasta el regreso del ayudante que enviara al Capitán general noticiándole lo
ocurrido». Por lo demás, dice este cronista, es unánime el asentimiento «que
por la imponente firmeza, exacto orden de formación, mayor número y situación
ventajosa de las tropas sublevadas, era segura é irremediable la derrota de la
columna de Puig Samper y el aprisionamiento del primer batallón de Zamora.
Los mismos subordinados de este general, se admiraban del modo milagroso
como habían salido ilesos de aquella jornada, atribuyendo el fenómeno á un
conjunto de concausas, especialmente al caballeroso comportamiento de Solís».
(2) Ob. cit., pág. 446.
82 LÁ REVOLUCIÓN GALLEGA DE¡ 1846

imponía su especial papel de jefe del alzamiento. Este hubiese


adquirido entonces bríos más poderosos, porque de la solución de
la entrevista de Sigüeiro dependía el inmediato levantamiento
de las demás provincias gallegas, así como de la inmensa mayo-
ría de las de la Península; que tal era el estado de efervescencia
y de animadversión que reinaba en España contra el Gobierno
de Madrid. Generalizado el pronunciamiento, se contaría en los
primeros momentos con los medios suficientes suministrados
por los parques de la Coruña y Ferrol, para armar y municionar
un ejército de muchos miles de combatientes.
Todas estas inapreciables regalías de las que no quiso ó no
supo aprovecharse el jefe insurrecto, debido á su bondadoso ca-
rácter, no las reconoció más tarde el vencedor, quien le pagó con
entregar su vida á la inexorable ley militar, fusilándolo con sus
compañeros y aplicándoles el epíteto de traidores
«Los sentimientos de D. Miguel Solís como particular—ob-
servan varios historiadores y cronistas—merecen la inmarcesible
aureola que la humanidad debe ceñir á las sienes de la honradez
y de la filantropía; sus sentimientos como jefe revolucionario,
como cabeza de un alzamiento á quien el Poder constituido de-
claraba guerra á muerte, son mezquinos, altamente pobres é in-
calificables: los hombres privados santificarán su conducta, pero
para los partidos, es digna de la más severa reprensión». (1)
El susodicho armisticio produjo, pues, un lamentable retro-
ceso al partido revolucionario, y un beneficio positivo al Capitán
general de Galicia. De ahí que Puig Samper, á los pocos mo-
mentos de pactarlo, dirigió en Sigüeiro una significativa alocución
á sus soldados, admirando su lealtad y desmintiendo los rumores
del pacto, tratando á los pronunciados de «fugitivos y cobar-
des», (2) alarde de valentía, semejante á la del héroe de la fábula,

(1) FERNANDEZ DE LOS R Í O S , DO PORTO, BLASCO IBAÑEZ, PIRALA

y LAFUENTE en sus respectivas obras citadas.


PÉREZ GALDÓS en sus Bodas Reales, ocupándose en esta revolución, dedica
á Solís un simpático recuerdo, lo propio que FERNANDEZ DE CÓRDOVA en sus
Memorias intimas.
(2) Documento que poseemos. Véase nuestro Apéndice núm. 5.—PIRALA,
ob. cit., pág. 445.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN ¿3

que bien pudo ejercitarlo en ocasión más oportuna, ó sea antes


de convenirse la tregua.
En cuanto á la lealtad de sus subordinados, no era tanta ni
tal la confianza que de ellos podría esperarse, cuando el briga-
dier Mac-Crohon por simples sospechas—y por el temor de al-
gunos que tenían parientes en las filas rebeldes—proponía en un
oficio á Puig Samper que varios oficiales pasasen á prestar ser-
vicio en la guarnición de la Coruña, reemplazándolos por otros
de fidelidad probada, ( i )
Al terminar de concertarse el armisticio, salió precipitada-
mente para Santiago un ayudante de Solís para poner el hecho
en conocimiento de la Junta. Marcado disgusto produjo en la
población la noticia. D. Pío Rodríguez Terrazo, reconvino seve-
ramente á Solís por el acto realizado, contestándole éste «que
no quería jugar con la vida de sus soldados, si es que había de
obtenerse sin derramamiento de sangre el objeto que se pre-
tendía».
«¡Cuántos hubo que derramáronla después!—objeta Pirala—
He aquí condensado en estas frases, el sistema político y todo
el sistema de destrucción de-los que defendían en la región galle-
ga las ideas liberales.»

II

A las cinco de la tarde regresaron á Compostela las tropas


revolucionarias envanecidas con el triunfo moral que habían

(i) Documentos que obran en nuestro poder, informan que, entre los sepa-
rados, figuraba el subteniente del regimiento de Zamora D. Carlos Reguera. Se
operaban las sustituciones con el capitán D. José Baldinger; los tenientes D. José
jitan Keller, D. Bernabé Treviño, D. Juan Pedro Soraeta y los subtenientes don
juan Jiménez y D. Federico Pelégri, «siempre que estuviesen restablecidos», reco-
mendando al Capitán general ila pronta incorporación, porque en tales momentos
carecíase de buenos oficiales, y tanto más cuanto que con las separaciones acorda-
das, se encuentran muchas compañías sin el número de oficiales indispensable».
Al D . Carlos Reguera, se le separaba buscando el pretexto de conducir á la
Coruña el obús de la columna.
8
4 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

obtenido; pero apesadumbradas por no haber traído mezclados


en sus filas á sus compañeros de armas.
Formaron en columna cerrada en la plaza de la Constitución,
dirigiéndoles Solís una arenga en la que «les realzaba el ejemplo
de nobleza que acababan de dar al mundo entero, asegurándoles
que dentro de pocos días, todos los soldados de Galicia no cons-
tituirían más que las huestes de un invencible ejército.»
En el acto se retiraron á sus respectivos cuarteles, siendo
obsequiada la tropa con un rancho extraordinario y un cuartillo
de vino por plaza.
Dos horas más tarde, emprendía viaje á Pontevedra una pe-
queña columna al mando de D. Sebastián Arias, formada del
Provincial de Zamora, dos compañías distinguidas del de Gijón,
una de carabineros, 40 literarios y seis ginetes de Villaviciosa.
Entre los proyectos ideados por la Junta Santiaguesa,
destacábase uno relativo á dejar expedito parte del territorio de
dicha provincia para recibir los auxilios que se esperaban de
Inglaterra, y proteger, en caso infortunado, una retirada segura.
Los patriotas pontevedreses, comunicaran á la Junta expresán-
dole que en el acto de avistarse gente pronunciada, verificarían
el alzamiento; y por consecuencia, Ínterin duraba el armisticio
formalizado en Sigüeiro, se dispuso marchase dicha fuerza con
el objeto de satisfacer las aspiraciones concebidas por aquéllos,
regresando oportunamente para incorporarse en este punto antes
de terminar el plazo, para romper las hostilidades.
Era aventurado semejante proyecto, atendiendo á que el
pronunciamiento de Pontevedra dependía de los éxitos alcanza-
dos en Sigüeiro; y con el viaje del comandante Arias á la aludi-
da capital, se desatendía la necesidad apremiante de no distraer
ninguna fuerza de Santiago, lo cual produciría como causa de-
terminante una complicación sensihle al ejército pronunciado,
con el desmembramiento que acarrea un viaje de 22 leguas en
menos de 24 horas, para retornar á Sigüeiro.
Pontevedra y Orense, no daban señales de provocar el alza-
miento, especialmente la primera de dichas ciudades, cuyos
compromisos habían adquirido seriamente, causando las consi-
guientes inquietudes á los adeptos de la sublevación; porque, sin
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN ' 8£

el apoyo de esas dos provincias, veríanse éstos rodeados de tro-


pas enemigas, surgiendo así el caso de forzar una retirada difícil
que produciría pérdidas enormes. Y el temor no carecía de fun-
damento, al conocerse que el día 9, un destacamento de guar?
dias civiles, sorprendiera en la Estrada y llevara prisioneros á
Pontevedra á varios estudiantes y soldados que fueran á dicha
villa con el propósito de promover la insurrección. Temíase,
además, no obstante el carácter excelente del brigadier coman-
dante general de la citada provincia D. Antonio Tojo, que pu-
siese en práctica los bandos del general Villalonga, resolutorios
en fusilar á toda persona que tuviese el menor contacto con los'
pronunciados.
Para contrarrestar los efectos de esa orden arbitraria, la
Junta compostelana, con muy buen sentido práctico, se apresuró
á oficiar al aludido brigadier apercibiéndole se abstuviese de
aplicarla á ningún prisionero; de lo contrario, se adoptarían idén-
ticas represalias en la familia de dicho militar que tenía su resi-
dencia en Santiago.

ni

Si abrigaban desconfianzas la Junta compostelana y Solís


respecto al logro de sus proyectos, no menos las tenía el Capi-
tán general del distrito en cuanto á los suyos, quien no hacía
más que dictar órdenes por triplicado en los días 7, 8, 9, 10 y
11 de Abril á los comandantes generales de Orense, Pontevedra
y al general Puig Samper, creyendo que las fuerzas revolucio-
narias eran poderosas y que la mayoría de las poblaciones ga-
llegas ardían en explosiones de insurrección.
Trasmitió al brigadier Zendrera, por conducto del goberna-
dor militar de Vigo, una comunicación para que se moviese de
Orense á Santiago, pasando por el UUa, á situarse desde la pa-
rroquia de San Mamed de Ferreiros hasta la del Pino, con los
batallones de Guadalajara y Mondoñedo, para venir á incorpo-
rarse luego á la columna de Puig Samper, dejando encargado:
86 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

del mando de la plaza, al coronel jefe de la primera de dichas


unidades, D. Andrés Francisco Cachafeiro.
Recomendaba escrupulosamente á Zendrera que asegurase
la fidelidad del soldado, haciendo un ejemplar castigo en el caso
de que cualquier individuo de los de su mando incurriese des-
graciadamente en aquella falta, por ser de absoluta y urgentísima
necesidad «que la vigilancia y el justo rigorismo se pongan en
práctica á evitar se propague la insurrección y la indisciplina en
la tropa», (i)
También le hacía observar «que de los ocho oficios que
Zendrera le había mandado, no recibiera más que seis» reco-
mendándole la mayor discreción en la forma de enviar la corres-
pondencia.
Zendrera le contestaba el día 10, desde Maside, participán-
dole que acatara sus órdenes, saliendo de Orense con temores
de peligro, en vista de las insignificantes fuerzas que tenía; la-
mentando el abandono en que dejaba la ciudad, sin gente sufi-
ciente para evitar cualquier agresión por el estado de ánimo
revolucionario que en ella reinaba, y sin elementos para cubrir
las necesidades de la plaza de Monterrey y el almacén de pólvo-
ra; contrariándose, por último, de la larga distancia que debía
recorrer sufriendo una jornada de 15 leguas. (2)
Al siguiente día 1 1 , volvía Zendrera á oficiar á Villalonga
desde Soutelo de Montes, indicándole que pasaba á situarse á
los puntos qne se le habían marcado para ponerse á las órdenes
del general Puig Samper. También le decía que en la tarde del
día anterior, á poco más de la mitad del camino de Soutelo de

(1) Doc. que poseemos.


(2) El itinerario que fijaba este jefe al Capitán general, era el siguiente:
Carballino 4 leguas
Soutelo de Montes . 4 »
L a Estrada 3 >
Zasendón 2 >
Santiago 2 >

Total. . . . 15 »

El coronel Cachafeiro, anunciaba también al Capitán general la salida de


Zendrera para Santiago, y que él se había encargado del mando de la provincia.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 87

Montes, «encontrara al teniente del Provincial de Segovia, don


Antonio M. Cid, yerno del jefe político de la provincia, D. Ma-
a

nuel Feijoo, que con dos guardias civiles de caballería venía de


Pontevedra, dándole la desagradable nueva de que el día 9 se
pronunciara su batallón en dicha ciudad». (1)
Cuando Puig Samper comunicó á Villalonga la solución del
encuentro de Sigüeiro, sufrió el último una decepción tan honda
que no contestó al oficio, concretándose á decirle de palabra, en
tono altanero, por el mismo emisario que llevara la noticia: «Diga
usted.á su general, que ataque á los enemigos, ó se reúna con
ellos y venga á atacarme á mí». (2)
A contestación tan estemporánea, replicó dignamente Puig
Samper, haciéndole comprender su comportamiento en aquel
hecho y el de sus tropas; y puesto que dudaba de la lealtad de
éstas, le envió á D. Nicolás García, comandante del 3 . de Za-
0

mora y al de Estado Mayor, Ferrater, en el concepto de nuevos


comisionados, para disuadirle de todo género de suspicacias.
«Yo espero, mi general,—agregaba Puig Samper—todos es-
peramos con ansiedad, la vuelta de estos jefes para recuperar la
tranquilidad que es incompatible con la idea de tan ofensiva
sospecha. Entretanto y de todas veras, yo pido á V. E . se sirva
nombrar una persona, un jefe, cualquiera que sea, que uniéndose
á este cuartel general, acompañe en el momento del peligro á
estas tropas, residencie sus operaciones y sincere su conducta;
y diga con toda independencia, si puede, si debe dudarse de
ellas. ¡Ojalá se hubiese hallado con tal comisión, á nuestro lado
en el día de ayer!» (3)
Al enterarse el Capitán general del precedente oficio y de
los descargos que diera el comisionado D. Nicolás García, reu-
nió Junta de autoridades, la cual resolvió aprobar unánimente la
conducta de Puig Samper, exculpándole de todo cuanto cargo
le formulara en principio, (4) animándolo para que se sostuviese

(1) Doc. que poseemos.


(2) Véase nuestro Apéndice núm. 6 .
(3) Doc. que poseemos.
(4) Véase el citado Apéndice núm. 6.
88 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

en su puesto y ofreciéndole que muy luego recibiría los auxilios


de Zendrera y dos piezas de artillería de á lomo.
Igualmente le encargaba que inquiriese el estado de los rebel-
des en Santiago; que adoptase un sistema de espionaje para la
mejor obtención del éxito en las operaciones, (1) asegurándole
que el batallón Provincial de Málaga al mando del jefe político
de Lugo, Sr. Ferreiro Caamaño, «había puesto sitio y rendido
á dicha plaza» (2) noticia falsa, como veremos luego, que prueba
que, de esta índole, eran todas ó casi todas las que recibía el
Capitán general del distrito.
En otra comunicación que pasó á Puig Samper, le infor-
maba de que el vapor Málaga, á su regreso de Vigo, trajera la
noticia de que el orden era completo en aquella localidad; ha-
biendo adoptado el gobernador de la misma las precauciones
convenientes para sostener la tranquilidad del vecindario, recon-
centrando en ella toda la guarnición, reforzando los castillos y
conservando el batallón provincial de Oviedo en el mayor espí-
ritu de disciplina; (3) y por último le decía: «Los enemigos no
han perdonado medio para infundir la desconfianza propalando
noticias que daban por hecha la insurrección de esta plaza (la de

(1) Doc. que poseemos.


(2) Doc. que poseemos.
(3) Según documento que obra en nuestro poder, resultaba efectivamente
que el gobernador de la plaza de Vigo, había facilitado todos estos datos al Ca-
pitán general del distrito, el día 8 de Abril, y que por orden de éste pusiera dicha
plaza en estado de sitio. Estas disposiciones fueron trasmitidas por el vapor
Málaga á Vigo; y de esta población partían para Orense y Pontevedra. En
estos viajes del buque, se gastaron 1 . 3 0 0 quintales de carbón, importando el
combustible la suma de 16.248 reales y 24 maravedises, que fué anticipada,—
para el viaje redondo de la Coruña á Vigo—por el gobernador militar de esta
plaza, cantidad que se le reintegró por la Intendencia general de Galicia el 1 0
de Abril.
Las órdenes del Capitán general se enviaban siempre por duplicado ó tri-
plicado y por distintos conductos, por temor á la interceptación que sufrían de
los enemigos. Estos demostraban nobleza cuando sorprendían algún pliego de
las autoridades legales: lo abrían, se enteraban, y después lo mandaban á su
destino respectivo. Nos corrobora este rasgo, un oficio del gobernador militar
de Pontevedra, D. Antonio Tojo, participando á su superior que crecibiera
abierto por la Junta de Santiago, un pliego, según así lo espresaba el sobre».
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 8 9

la Coruña), la de Orense, Pontevedra y otras, suponiendo que


V . E. había tomado parte con los sublevados y que el mismo
gobernador estaba en connivencia. Todos estos alarmantes ru-
mores desaparecieron con la llegada á este puerto del vapor
Málaga, y todo aquel país continúa en tranquilidad según dejo
dicho á V. E.»
El pundonoroso Puig Samper, acusó recibo á Villalonga de
sus comunicaciones, celebrando las gratas nuevas que le propor-
cionaba y manifestándole que por los comandantes Ferrater y
García, recibiera la sección de montaña (1), no devolviéndole el
obús porque aun podría prestarle buenos servicios Le signi-
ficaba que los informes adquiridos, respecto á la situación de
Santiago eran pesimistas, por tratarse de la sublevación de la
ciudad de Pontevedra; «aunque no tenía gran confianza en el
emisario que se las facilitara (un tal D. Antonio Pajón), decidién-
dose á no valerse más de éste por ser amigo de Velasco»; que
ignoraba por completo los movimientos de las fuerzas del briga-
dier Zendrera; que únicamente sabía de ciencia cierta, que el
comandante revolucionario D. Sebastián Arias abandonara á
Santiago encaminándose á Pontevedra con algunas fuerzas, que-
dando el resto de las sublevadas en Compostela; que por la es-
casez absoluta de noticias se veía obligado á suspender la mar-
cha sobre Santiago por juzgarla perjudicial á consecuencia de
ignorar la situación de Zendrera, temiendo que el enemigo «pro-
yectase un golpe de mano, pues es indudable que proyecta
alguno». «Veremos,—concluía,—si mañana consigo averiguar
algo por medio del terror, ya que son infructuosas las retribu-
ciones pecuniarias á espías; en tal caso obraré como mejor con-
venga, y de todos modos saldré de esta víala posición en que
padece mi espíritu de un modo indecible.» (2)
En nuevas comunicaciones del día 9, Samper informaba á
Villalonga del movimiento de las fuerzas de Arias hacia Padrón
y Pontevedra; y la salida de 250 estudiantes armados, los que

(1) Ademas de esta sección de Montaña, le enviaba Villalonga 4 0 carabi-


neros para reforzar la columna.—Doc. que poseemos.
(2) Doc. que poseemos.
90 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

tuvieran en la Estrada un encuentro con un destacamento del


Provincial de Zamora, hiriendo á tres de aquellos y llevándoselos
prisioneros á Pontevedra. Que esperaban los revolucionarios
al general Iriarte, lo cual hacía sospechar que éste sería quien
mandase en jefe todas las fuerzas sublevadas, puesto que el
mando de Solís no era más que interino. Le manifestaba, tam-
bién, que se le había presentado el celador de Arzúa D. Pedro
Rial asegurándole que debían pernoctar en Mellid dos batallones
procedentes de Castilla, causándole sorpresa semejante noticia,
porque nada sabía si de aquella región vendrían tropas á refor-
zar á las leales, ( i )

Al saber la Junta de Santiago la actitud pasiva de la pobla-


ción de Pontevedra, mandó á la misma un delegado con comu-

PONTEVEDRA: SAN FRANCISCO

nicaciones especiales para las personas más significadas, con


objeto de mover la opinión y proceder á la realización del alza-
s

(1) Doc. que foseemos.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 91

miento; pero se supo que dicho delegado fuera preso por las
autoridades; y que enteradas éstas de las resoluciones de la
Junta, determinaron contrarrestar la influencia en los ánimos pre-
dispuestos al pronunciamiento, deteniendo en el cuartel de San
Francisco á todos los sospechosos, acuartelando en él las fuer-
zas de la guarnición é instalando las oficinas militares; prepara-
tivos todos, para hacerse fuertes y defenderse en dicho edificio
caso de una invasión de las fuerzas pronunciadas.
Mas no contaban esas autoridades con el compromiso que
de antemano adquiriera el batallón Provincial de Segovia, imi-
tando el ejemplo de sus camaradas de Gijón y Zamora; como
tampoco presumían respecto á los ofrecimientos y auxilios que
á los comprometidos iba á brindarles el comandante Arias con
su columna, procediendo al mismo tiempo al rescate de los estu-
diantes y soldados que en la villa de la Estrada fueran apre-
hendidos.
Enterado de estas intenciones el comandante de la guardia
civil de la provincia D Manuel Buceta, reunió sn destacamento,
que se hallaba en Caldas de Reyes, y marchando á Pontevedra,
proclama el alzamiento en dicha capital. Pocos días antes, este
jefe se entretenía en interceptar la correspondencia de los suble-
vados, (i)

(1) D. Manuel Buceta, andando los tiempos, llegó á entrar en el generalato,


llevándole á éste su entendimiento, su cultura militar y sus arrestos valerosos.
Era natural de Santa María de Portas (Pontevedra), naciendo el 1 5 de Abril de
1 8 0 8 . Ingresó en el ejército como cabo primero de milicias, haciendo tbda la
campaña de la primera guerra civil carlista, de la que salió por sus hechos signi-.
ficados con el empleo de capitán. Liberal por convicción, sufrió multitud de extra-
ñamientos. El año de 1 8 5 4 era ya coronel, desempeñando el gobierno militar
de Melilla; y durante este mando, se dedicó á combatir á los piratas que infesta-
ban las costas africanas. En 1 8 5 6 ascendió al empleo de brigadier, siendo des-
tinado á la Isla de Cuba; y desde ésta pasó á la de Santo Domingo, fundando
en esta lílltima la población titulada Flechas de Colón, contribuyendo eficazmente
á la pacificación de la provincia de Santiago de los Caballeros que se había insu-
rreccionado. Desempeñó, después, el importante cargo de segundo cabo de la
Capitanía general de Santo Domingo. Nuevamente volvió en diferentes épocas
á ejercer ¡guales destinos en Cuba y Melilla; tomando además parte en las diferen-
tes guerras civiles que en la Península se habían fomentado, hasta el año de
1 8 7 9 , que cuando se hallaba de Comandante militar del campo de Gibraltar, fué
92 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Al poner ahora su espada al servicio de la causa revolucio-


naria, no le guiaron otros móviles que su espontánea inclinación
por los principios liberales, Su actitud, fué objeto de admiración
y simpatía por el pueblo y la guarnición de Pontevedra, que en
el acto se adhirieron al pronunciamiento; constituyéndose inme-
diatamente una Junta gubernativa formada por D. José María
Santos, presidente; vocales: D . Benito María Tomé, D . Francis-
co García Barros, D. Manuel Rodríguez, D. Diego del Villar,
D. José María Montoto; y como secretario, D. Manuel Ángel
Couto. (1)
Dicha Junta se ajustó religiosamente á los procedimientos
usados por las de Lugo y Santiago; pasando el presidente, á la
de Compostela, la siguiente comunicación:
«Junta de gobierno de Pontevedra.—exorno. Sr.: Habiendo
secundado esta capital el glorioso alzamiento de la nación, á las
dos de la tarde de este día con todas las tropas de la guarnición
y de la milicia nacional, que conservaba las armas, entró ense-
guida la columna expedicionaria procedente de esa ciudad que
ha sido recibida con las pruebas del más puro entusiasmo.—Se
participa á V. E. para su satisfacción y efectos consiguientes,
con un ejemplar de la alocución (2) de esta Junta.—Dios guarde

destinado á la escala de reserva. Llegó al empleo de general de división, siendo


propuesto en tres ocasiones para el de teniente general, que no logró alcanzar
por la oposición qne le hicieron espíritus envidiosos de las glorias de tan enten-
dido como bizarro soldado. Se atribuye que á estas decepciones, obedeció el
origen "de la enfermedad que luego le llevó al sepulcro. Murió pobre, teniendo
que depender su familia, de la modesta pensión obligada en estos casos. Po-
seía infinidad de condecoraciones todas ellas de singular significación por sus
talentos y méritos de guerra.
(1) Fué D. Manuel Ángel Couto un ilustre gallego, como escritor y como
persona de arraigadas ideas liberales, á las que consagró toda su vida; así como
sus talentos al servicio de la patria gallega.
(2) cAnimado el pueblo de Pontevedra de los más altos sentimientos de
nacionalidad, amor á la libertad y a la Reina D . Isabel II constitucional, acaba
a

de dar el grito patriótico que ha de salvar á tan sacrosantos objetos. Este lema,
apoyado por algunas valientes fuerzas que guarnecen á esta capital, es el ánimo
que resuena en toda la nación; y el pueblo pontevedrés para llevarlo á cabo, juró
perecer, si es preciso, en su defensa.—|Pontevedresesl vuestra empresa es tan
gloriosa, que toda explicación en su apoyo, rebajaría su alto mérito; y la Junta de
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 93

á V . E. muchos años.—Pontevedra 9 de Abril de 1 8 4 6 . — E l


presidente, José María Santos.—Manuel Ángel Couto, Secreta-
rio.—-Excmo Sr. Presidente de la Junta de Gobierno de San-
tiago.»
Al referirse en la precedente comunicación, que la pequeña
columna de Arias entrara en la ciudad del Lérez, huelga adver-
tir que fue objeto de inmensas aclamaciones y afectuosas mues-
tras de cariño y hospitalidad por la población en masa.

VIGO: CASTILLO DEL CASTRO

Este activo militar al ver solucionada satisfactoriamente la


misión que le confiara la Junta de Santiago, y que no ya la po-
blación de Pontevedra sino también la mayoría de los pueblos
de la provincia establecieran el régimen revolucionario, resolvió

gobierno que tuvo la honra de ser elegida por vosotros, promete no separarse un
instante de las tareas que le habéis encomendado y os dirigirá hasta que llegue-
mos todos al término deseado.—iPontevedreses! La Junta de gobierno que cono-
ce vuestra sensatez, tantas veces acreditada, confia en ella para que tranquila-
mente pueda obrar en todo el lleno de sus soberanas facultades. iPontevedreses:
|Viva la libertadl |Viva la Reina libre y constitucional! |Viva la independencia
nacional! jAbajo el sistema tributario!—JOSÉ MARÍA SANTOS, presidente; BENITO

MARÍA TOMÉ, FRANCISCO GARCÍA BARROS, MANUEL RODRÍGUEZ, DIEGO DEL

VILLAR, JOSÉ MARÍA MONTOTO, MANUEL ÁNGEL COUTO, vocal s e c r e t a r i o —


Doc. que poseemos.
94 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

marchar con su fuerza, reforzada con el batallón de Segovia y


dos compañías de carabineros y guardias civiles, hacia Vigo,
para reproducir en esta localidad el pronunciamiento.
Innecesaria ha sido esta marcha; porque á las dos de la tarde
recibió Arias una orden de Solís para que se reconcentrase en
Santiago, atendiendo á que en el Castillo del Castro ondeaba la
bandera revolucionaria, como igualmente la proclamación del
alzamiento en las villas de Bayona, Redondela, ciudad de Tuy
y península de Morrazo á excitación del presidente de la Junta
de Cangas D. Manuel M. Martínez, hombre de grandes presti-
a

gios, genio audaz y de patrióticos desprendimientos, (l)


A los pocos días, en toda la extensa y rica provincia de
Pontevedra, no se enarbolaba otra enseña que la de la revolución
gallega, sin reconocerse más autoridad que la de sus respectivas
Juntas. Con este acontecimiento hacíase ya más desembarazada
y halagüeña la situación de las tropas sublevadas.

"V

Estaba próximo á terminar el plazo del armisticio formali-


zado en Sigüeiro: el general Puig Samper continuaba estacionado
en dicho lugar sin dar la menor señal ó muestra de inclinarse
por el partido revolucionario, como aspiraban sus apóstoles.
Solís no se exponía á ir á buscarlo ante la eventualidad de
que se le echasen encima las tropas de aquél combinadas con las
del brigadier Zendrera que desde Soutelo de Montes había ve-
nado de ruta corriéndose hacia la provincia de la Coruña.
El jefe rebelde no disponía de más gente que la que conser-
vaba en Santiago, pues ya sabemos que por la misión encomen-
dada á Arias en Pontevedra, faltábale el importante contingente
que éste se llevara á dicha provincia; y aun contando con él,
no sumaría fuerzas bastantes para contrarrestar las de Puig y
Samper y Zendrera, si conseguían estas últimas reunirse en
Sigüeiro.

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág 81.—PIRALA, ob. cit., pág. 444.


FRANCISCO TBTTAMANCY GASTÓtf 95

Pero el pronunciamiento de aquella capital vino á despejar


de una manera franca la situación de Solís; defraudando la com-
binación que Villalonga había proyectado; viéndose Zéndrera en
la disyuntiva de, ó volver grupas á Orense, ó exponerse á ser
totalmente copado. Optó por lo primero, participándoselo así á
su superior. Tan provechosa y feliz fué la retirada de Zendrera
que sirvió de causa eficiente para impedir la sublevación de la
ciudad orensana.
No se descuidó Solís en avisar á Arias para que con la ma-
yor rapidez regresase á Santiago, ya que su comisión en Ponte-
vedra había terminado, evitando así el conflicto en caso de que
Puig Samper se decidiese á atacarlo; pero considerando el retraso
de Arias, propuso á la Junta lo racional y conveniente qua sería
retirarse con todas la fuerza á Pontevedra para unirse allí con la
de aquél y regresar nuevamente á Santiago con el propósito de
desalojar á Samper de la población por si acaso éste pretendía
penetrar en ella.
Conformóse la Junta con este parecer; y á las nueve de la
noche salieron todas las fuerzas sublevadas, con una compañía
de milicianos nacionales y gran número de vecinos de los más
significados y comprometidos en la revolución. Se pasó seguida-
mente una comunicación al Alcalde encomendándole que «du-
rante la ausencia de las autoridades sublevadas, se encargase de
sostener el Orden bajo su más estrecha responsabilidad.»
Por no causar más molestias al brigadier D. Benito Menacho,
Comandante general de Lugo, que estaba detenido en Santiago,
resolvió Solís ponerlo en libertad, contentándose solamente con
las garantías que pueden satisfacer á un caballero. Fué después
tan irregular la conducta de aquél, que Do Porto no puede por
menos de exclamar en su Reseña: ( ] ) «Olvidemos el sucesivo
porte del Sr. Menacho, militar respetable por los bizarros hechos
de su carrera política; pero admirémonos, sí, que algunos, des-
pués de haber descendido á ofrecer sus espadas á una revolución
que combatieron y que en sus adentros detestaban, faltaron á la
lealtad de una palabra y á los deberes de humanidad, exigiendo

(i) Ob. cit., pág. 78.


9 6 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

la sangre de una víctima como holocausto del orgullo y del re-


sentimiento.»
El mismo día 1 0 , la Junta de Santiago publicaba el siguiente
decreto:
«Esta Junta de gobierno, como la primera que se ha puesto
al frente de la revolución y en uso de sus facultades soberanas,
ha tenido á bien decretar lo siguiente:
«Artículo único: Se declaran nulos todos los actos del go-
bierno de Madrid desde el día 2 del actual.
«Santiago 10 de Abril de 1846.—Pío Rodríguez Terrazo.—
Por acuerdo de la Junta, Antonio Romero, vocal secretario.»
Do Porto, comenta esta resolución de la Junta, extrañándose
del espíritu que en la misma resaltaba por entender que tampoco
habría de respetar dicha Corporación, dado su poder revolucio-
nario, todas las decisiones emanadas del poder Central anterio-
res á las del 2 de Abril.
Nosotros, aun abundando en parte en el criterio del discreto
escritor, no dejaremos de opinar que la enérgica determinación
de la Junta compostelana, sintetizaba el génesis del principio que
defendía, nacido en la misma fecha en que éste fuera proclama-
do y aceptado por la mayoría del pueblo gallego, que protestaba
con las armas en la mano, de las demasías é incongruencias del
poder del Estado que ya entonces dejaba sentir en las regiones
lo brutal de su funesta absorción.
Estas, con las mismas energías y el mismo espíritu de protes-
ta, aunque sus procedimientos sean más templados, luchan ac-
tualmente por restablecer su existencia real y secular que ayer
le ha sido mermada y ahora totalmente arrebatada por ese des-
aprensivo poder uniformista; y no dudamos que si los gallegos
de 1846 fueron desgraciados en su empresa, los gallegos de hoy
no han de tardar mucho tiempo en ver logradas las naturales
aspiraciones que persiguen.
Es, por demás sabido, dice Heriberto Spencer, (1) que el
Estado desempeña su papel de protector de manera que arruina

(1) Demasiadas leyes, pág. 1 6 . — Barcelona, 1 9 0 4 .


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 97

á unos, desorienta á otros y hace retroceder atemorizados á los


que más necesitan de su ayuda. Como intendente de la nación y
de una parte de nuestro dominio público, saca por todo produc-
to, solo déficit.
Y de aquí, recalca el insigne Salmerón en su actual campaña
solidaria, que el estado solo sirve para degradar, para empobre-
cer para mutilar, para entristecer al país. «La reconstitución de
España, depende de las regiones que son los únicos elementos
vivos que tienen hartos y justificados motivos para odiar al
Estado», ( i )

Vi

El levantamiento de Pontevedra trajo, como consecuencia, al


siguiente día lo, el de la ciudad de Vigo.
Existía en esta población un hombre cultísimo y que profe-
saba amor ardiente á los principios democráticos: llamábase don
Benigno Cid y ejercía la plaza de médico del Lazareto de San
Simón. Cid era el agente más conspicuo que tenían en Vigo los
emigrados liberales.
Los conspiradores vigueses acostumbraban á congregarse
en la casa de D . Juan Nogueira, celebrando en ella sus reuniones
precedentes al pronunciamiento, siendo el Sr. Cid el alma mater
de todo cuanto se actuaba y quien, en sus deseos de laborar con
más independencia en pro de la causa, había cortado todas sus
relaciones de amistad particular y hasta profesionales. (2)
Dispuestos todos los preliminares para reproducir el acto
revolucionario, acordaron los conspiradores designar el 1 0 , día
de Viernes Santo.
En la madrugada de este día, se encaminó el Sr. Cid á la
plaza de la Constitución, comenzando á pasear por los soporta-

(1) Discurso pronunciado en la Plaza de Arines de Betanzos el 6 de O c


tubre de 1 9 0 7 .
(2) J O S É D E S A N T I A G O G Ó M E Z : Historia de Vigo y su Comarca, pág. 5 7 5 .
Un tomo de 5 9 6 páginas.—Madrid, 1 8 9 6 .
98 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

les de la misma, hasta que, pocos momentos después, apareció


el teniente Neira, hijo político del Sr. Nogueira, al frente de varias
compañías del batallón Provincial de Oviedo que bajaban del
cuartel de San Sebastián para ocupar, de común acuerdo, el prin-
cipal y puntos más importantes de las murallas de la ciudad.
S e adelanta la tropa, hace alto en la plaza y forma en batalla.
Entonces D . Benigno Cid se encara con la misma, pronuncián-
doles una corta y patriótica alocución que fué contestada por
los soldados con vivas á la libertad y á la Reina.
Con la velocidad del rayo se extendió la noticia por la po-
blación, propagándose seguidamente el alzamiento, en el cual
confraternizaron los elementos civil y militar, menos el destaca-
mento del 4 . Regimiento de Artillería que se excusó, solicitan-
0

do le dejasen reunirse á su cuerpo que se hallaba en la Coruña.


Nombróse la Junta de Gobierno formada por el consecuente
liberal D . Ramón Buch, como presidente; vocales D . Joaquín
Yáñez, D. Benigno Cid y otros acreditados liberales, y secretario,
á D . Juan R. Nogueira.
Multitud de gentes del campo-—dice Santiago Gómez—(1)
que habían acudido á la ciudad para presenciar la procesión y
ceremonia del Encuentro, que se celebraba de madrugada, aten-
diendo á viejas tradiciones, y los propios vecinos de Vigo, escu-
charon con asombro el repique de campanas en las iglesias, que
no obstante la solemnidad del día, se echaron á vuelo por man-
dato de la Junta; y, desde el pulpito que se colocara en la Plaza
de la Constitución para predicar el sermón de la mañana, pro-
nunció D . Ramón Buch, un fogoso discurso que entusiasmó al
auditorio, ensalzando las excelencias del pronunciamiento y
llamando á las armas á los ciudadanos, que en grandes masas
corrieron al parque de artillería de Lalage para armarse y orga-
nizar la milicia nacional.
Se brindó caballerosamente al teniente coronel D . Luis
Lenmí, primer jefe del batallón Provincial de Segovia, por si
deseaba asociarse al movimiento como lo habían hecho otros
militares; pero dicho jefe pretextó su fidelidad al gobierno cen-

(1) Ob. cit., pág. 190.


ÍRAN0ÍSC0 TETTAMANCY GASTÓN 99

tral, provocando una ruidosa protesta, que dio lugar, con sus
intemperancias é inconveniencias, á que se le arrestase en el Cas-
tillo del Castro. No hubiese adoptado la Junta semejante acuer-
do, si Lenmí se concretase, como otros, á demostrar su impar-
cialidad ó indiferencia al alzamiento ó á pedir le permitiesen
ausentarse de la localidad.
Se presentó á la Junta el brigadier D. Leoncio Rubín de
Celis para que dispusiese de sus incondicionales servicios, que
le fueron aceptados; organizándose con tal motivo una columna
de 900 hombres y dos piezas de artillería rodada, que se extra-
jeron del Parque; saliendo esta fuerza para Santiago, al mando
de aquel jefe, el día 1 1 .
CAPÍTULO VI

Puig Samper ocupa á Santiago: providencias que adoptó.—Movimien-


tos de los revolucionarios: O. Leoncio Rubín de Celis.—Retro-
ceso de Puig Samper á Sigüeiro.—Ataca Solís á Puig Samper:
resultados del encuentro. — Evacuación de Sigüeiro por ambas
fuerzas enemigas.—Después del combate.

A la una y media de la madrugada del I I , supo Puig Sam-


per que las tropas revolucionarias habían abandonado á Santia-
go, noticia que comunicó en el acto al Capitán general, refirién-
dole á la vez que el día anterior, sostuviera en Sigüeiro algunas
escaramuzas con diferentes partidas enemigas; y que, por rio
tener la eonfianza suficiente en los emisarios, le hicieran conce-
bir sospechas de que en Compostela se proyectaba un golpe
atrevido; viéndose en el extremo de tener que arrestar al Alcalde
de Sigüeiro, (i) á los principales paisanos influyentes del distrito

(i) E s t e p u e b l o p e r t e n e c e al A y u n t a m i e n t o d e O r o s o , y es d e s u p o n e r q u e
el A l c a l d e tuviese su r e s i d e n c i a o ñ c i a l y p a r t i c u l a r en S i g ü e i r o . A c t u a l m e n t e la
c a b e z a del distrito m u n i c i p a l , e s t á en la p a r r o q u i a d e O r o s o .
E n n u e s t r o C a p í t u l o I V , n o t a ( i ) , al c i t a r l o s l u g a r e s p r ó x i m o s al d e Si-
g ü e i r o , c o n s i g n a m o s Velloa en l u g a r d e Ulloa, e r r o r p a d e c i d o , q u e n o s a p r e s u r a -
mos á rectificar, por a p a r e c e r de los datos que nos habían facilitado de aquel
punto.
102 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

y hasta al mismo postillón que le facilitara los pormenores de la


salida de los revolucionarios.
«Salgo inmediatamente para Santiago—le comunicaba—
aunque con las debidas precauciones; y si, como es de creer,
entro en aquella ciudad, procuraré averiguar positivamente la
dirección en que marchan los rebeldes para, sea cualquiera, con-
tinuar sin demora en su persecución, dando á V . E . frecuentes
avisos de mis ulteriores operaciones.» Terminaba enterándole
que la Junta revolucionaria y la estudiantina armada, también
se ausentaran; pero «por referencias de haberlo oido», suponien-
do que se dirigirían hacia la frontera portuguesa. (1)
A las siete y media del día 1 1 , entró Puig Samper en Santia-
go, procediendo á adoptar las oportunas providencias para nor-
malizar la situación gubernamental porque, en cuanto al orden,
estaba ya asegurado durante el mando de los revolucionarios.
La primera determinación, fué publicar un bando comuni-
cando al vecindario que aplicaría las disposiciones del Capitán
general de 4 de Abril, referentes á fusilar á toda persona que no
concurriese á entregar las armas que en su poder tuvieran, den-
tro de 24 horas; residenciando á los militares que, sin adherirse
á los revolucionarios, permanecieron en la población durante los
días que éstos se sostuvieron en Santiago. En dicho bando, con-
cluía el General informando á los santiagueses que pronto los
rebeldes serían exterminados por las tropas leales que mandaba
y otras más—aludía á las de Zendrera—que les cortarían la re-
tirada. (2)

(1) Doc. que poseemos.


(2) <D. Francisco Puig Samper, Teniente general de los ejércitos naciona-
les, y Comandante general de las tropas expedicionarias de Galicia, etc., etc.
Ocupada por las tropas de la Reina esta ciudad, en la cual por espacio de
siete días imperó el desorden y la anarquía más completa, estoy en el deber de
llevar á cabo las providencias del Excmo. Sr. Capitán general de Galicia, y con
arreglo á ellas tengo por conveniente prevenir:
l.° Dentro de dos horas quedará constituida la Comisión militar que debe
juzgar á todos los motores ó factores del motín que tuvo lugar el día 4 del co-
rriente, y procederá sin demora á instruir las competentes causas, y así mismo á
los militares que sin adherirse permanecieron ó permanecen en la población, y
cuya conducta está en el caso de ser residenciada.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN I03

¡No fué pequeña la decepción que sufrió Samper á las 24


horas de dictar sus medidas!...
Nombró una comisión militar para juzgar á todos los «pro-
movedores del motín realizado el día 4, é instruir las corres-
pondientes causas», recayendo los nombramientos en el coronel
D. Francisco Sánchez Villamarín, presidente; vocales-, D . Julián
de Bascarán y D. Julián Duque, coroneles; D. Joaquín Rubianes.
D. Alvaro Miranda, D. José Valle, D. Francisco Castillo, D. José
Valenzuela, comandantes; D. Francisco Moncao, primer coman-
dante fiscal; y como asesor el licenciado D. Pedro Ramón Arias.
A las tres horas de tomadas dichas resoluciones, salió Puig
Samper en seguimiento de los sublevados, dejando encargado
del mando al brigadier D. Francisco Mugartegui, quien en unión
del juez de primera instancia, el comisario de Protección y Se-
guridad pública y otras autoridades, se ocupó en cumplir las
disposiciones del bando, reunir á los individuos dispersos y reza-
gados y otros negocios (1) propios dé las circunstancias.

2. 0
Toda persona, sin excepción, procederá á entregar las armas de cual-
quier clase que tenga en su poder. Los que en el preciso término de veinte y cua-
tro horas no lo hubiesen verificado serán juzgados como cómplices de la rebelión.
3. 0
Los fugados ó rezagados de las fuerzas rebeldes, así militares como
paisanos se presentarán en el término de seis horas al Sr. Brigadier Comandante
militar del punto, D. Francisco Mugartegui: los que contravengan esta disposi-
ción y sean habidos serán pasados por las armas.
4. 0
Del cumplimiento de estas disposiciones y las consignadas en el bando
del Excmo. Sr. Capitán general de Galicia fecha en la Coruña á 4 del actual,
queda encargado el indicado Sr. Brigadier comandante militar del punto.
SANTIAGUESES: Los rebeldes huyen por más que hayan querido cohones-
tar su repentina marcha con pronunciamientos que ni han tenido lugar ni po-
drán tenerlo, porque las brillantes y leales tropas de mi mando salen hoy mismo
en su persecución y otras no menos numerosas y disciplinadas les esperan de
frente. Santiagueses: los rebeldes que habéis visto en esta ciudad, son los únicos
que existen en toda España: juzgad, pues, la suerte que les espera, y acrisolad
vuestra conducta con tiempo, cooperando de buena fé á su exterminio. Desgra-
ciado de aquel que siga la opuesta sendal
Santiago 11 de Abril de 1846.—FRANCISCO PUIG S A M P E R . >—"Doc. que po-
seemos.
(1) De una comunicación pasada por Mugartegui al Capitán general, en la
cual le indicaba que pronto le remitiría el expediente instruido al batallón Pro-
vincial de Zamora. — Doc. que poseemos.
104 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Puig Samper al ocupar á Santiago, enteró á Villalonga de


•todos sus actos, incluso del de su marcha en persecución de los
revolucionarios. «Sea cualquiera—decíale—y á pesar de que está
diluviando, seguiré un rápido movimiento sobre ellos después
de descansar solamente el tiempo preciso para los quehaceres
del momento. Se me han presentado un capitán y un teniente
del Provincial de Gijón sublevado, Se me asegura que mucha
parte de los estudiantes en'el desorden de la salida, arrojaron sus
armas y se quedaron en el pueblo. Parece se quedaron también
varios soldados escondidos por no emprender la marcha.» (i)
Antes de saber Villalonga la entrada de Puig Samper en
la citada población, le apremiaba para que acometiese dicha
empresa; en cuyo caso restablecería en sus respectivos cargos á
las autoridades legítimas y empleados del gobierno que no hu-
biesen seguido las inspiraciones de los sublevados; apoderándose
de las personas «que- hayan podido figurar como agentes princi-
pales de la rebelión, conduciéndolos presos á la Coruña.» Reco-
mendábale siguiese con eficacia la pista de los rebeldes «los que
no sería extraño que se propusiesen alguna tentativa sobre Vigo,
cuya plaza es conveniente salvar á toda costa.» Le anunciaba
que recibiera noticias del gobierno relativas á que en toda la
península reinaba el orden más perfecto; y que venían sobre
Galicia, á marchas forzadas, tropas de infantería y caballería
procedentes de Madrid, Valladolid y Burgos. «Descuide
V. E . por esta plaza que en cualquier intento, será sostenida á
todo trance con la escasa fuerza de artillería que en ella existe.»
En otra comunicación decíale Villalonga á Samper que
aprobaba incondicionalmente todas sus operaciones de San-
tiago, advirtiéndole que seguramente el brigadier Tojo al
saber el arribo á Pontevedra de los revolucionarios, marcharía
con sus tropas al Puente Sampayo para hacerse fuerte en dicho
punto ante el peligro de que estos lo persiguiesen; y que de ocu-
rrir lo contrario, entonces seguiría la carretera de Orense á fin
de ganar las orillas del Miño con tiempo preciso para rebasar-
lo y penetrar en esta capital. «De todas maneras—-le objetaba—

(1) Doc. que poseemos.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

convendría que V . E . procure á toda costa adelantar comunica-


ción duplicada por lo menos á aquel comandants general (el bri-
gadier Tojo), avisándome de sus movimientos y haciendo por
adquirir noticias de la dirección de las fuerzas de Orense que á
estas horas deben estar sobre Santiago, y de las cuales el co-
mandante militar de aquella ciudad debe tener conocimiento, y
avisar á V. E . sin pérdida de momento á cursar esta comunica-
ción que le remito apertorias (?) con el fin de que se entere de
mis indicaciones.»
Informábale por último del disgusto que recibiera al ente-
rarse de que la compañía del Provincial de Gijón que estaba de
destacamento en Mondoñedo y á la que diera orden de dirigirse
á la Coruña, le había desobedecido marchándose á Lugo, dejan-
do en Villalba al comandante militar de esta provincia y á
otros dos oficiales del Provincial de Mondoñedo que iban á in-
corporarse á su Cuerpo; y suponiendo que dicha fuerza pretendía
unirse á los suyos, recomendábale á Puig Samper que hiciese
los medios para cortarle sus intentos. También le significaba que
consignase la hora en todos sus oficios ó numerase la corres-
pondencia, para evitar sensibles equivocaciones.
Por todo lo expuesto deducíase que el Capitán general no
se hallaba perfectamente orientado de las ocurrencias de aquellos
días. L o mismo ignoraba los movimientos de los • sublevados
como los de sus parciales, puesto que ni el brigadier Tojo salie-
ra con ninguna fuerza de Pontevedra, ni conocía las intenciones
de Solís así como tampoco las de la Junta compostelana; ni
menos estaba enterado del punto donde se encontraban aquél y
ésta; ignorando también en absoluto, la verdadera situación del
brigadier Zendrera.

I I

A las dos horas de partir de Santiago, la Junta y Solís, se


enteran de que la ciudad de Vigo se había sublevado con toda
su guarnición. Esta buena nueva, llenó de júbilo á todos los re-
volucionarios, cuyos ánimos decayeran notablemente á la salida
106 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

de Compostela, considerando malogrado todo cuanto trabajo


llevaban hecho en pro del credo liberal.
Había acordado la Junta, estacionarse en Padrón atendiendo
á las inmejorables condiciones estratégicas de esta villa, por
tener como elementos eficaces para su defensa, el convento de
Herbón que, colocado sobre una eminencia, ofrecía una fortifica-
ción muy oportuna; y además, el puente de Cesures, cuya ría
no sería fácil al enemigo atravesarla, recogiéndose previamente
la embarcaciones que prestaban el servicio de la misma.
Solís, asintió al acuerdo, comprendido al mismo tiempo que
Padrón era lugar á propósito para esperar á la columna del co-
mandante Arias que debía regresar de Pontevedra de un mo-
mento á otro; evitando así una jornada infructuosa de tres
leguas, harto molesta para sus tropas por el terrible temporal
que reinaba. Sin embargo, opinó después proseguir su jornada
hacia Caldas de Reyes, saliendo de Padrón al amanecer y lle-
gando á Caldas á las diez de la mañana. Y a en esta última villa,
se le incorporaron las fuerzas de aquel jefe, reforzadas con los
valiosos elementos de Pontevedra.
En Caldas tuvo noticias de que el brigadier D. Leoncio
Rubín, figuraba á la cabeza del alzamiento vigués, y que había
circulado una proclama en toda la provincia, subscripta como
Comandante general.
La entrada de este personaje en el partido revolucionario,
no se vio con aquellas simpatías, que se tuvieron para otros pa-
ladines afiliados espontáneamente en condiciones de no causar
el menor motivo de duda; puesto que aun hacía pocos días que,
el periódico madrileño El Tiempo, dijera que el referido militar
se había presentado á las autoridades de Vigo, ofreciendo incon-
dicionalmente sus servicios al Gobierno para combatir á los re-
volucionarios á raíz de iniciarse el pronunciamiento en las ciu-
dades de Lugo y Santiago. (1)

(1) El corresponsal en Vigo de El Tiempo de Madrid, confirmó estos ru-


mores, insertando este periódico en el ndm. 6 2 7 de 1 3 de Abril, lo siguiente:
«Hemos recibido carta de Vigo, del 9 en que se nos dice lo que sigue:
Aquí se ha publicado la ley marcial, y las autoridades han tomado todas las
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 107

Chocara á muchas personas, la arrogación de un título de


autoridad con que el nuevo revolucionario subscribía la procla-
ma, fijándose en que nadie le asignara ningún papel en el alza-
miento; (i) y el propio Solís extrañóse no menos, de semejantes
pretensiones, en razón á no existir ningún fundamento racional
que lo abonase, por concurrir, además, la circunstancia de que
aquél ofreciera sus servicios al gobierno central.
Pero por otra parte se alegó por algunos que el brigadier
Rubín contribuyera de un modo decisivo al pronunciamiento de
Vigo y que su nombre estimulara al Provincial de Oviedo para
sumarse á la insurrección.
«Estos antecedentes y otros más antiguos de la carrera pú-
blica de este militar—dice Do Porto—nada favorables para ci-
mentar los honrosos blasones de una probidad política intacha-
ble, no serían tenidos en cuenta por nosotros al examinar el
papel trascendental que ha desempeñado en el sangriento drama
de Galicia; cerremos los ojos á la luz que puedan arrojar sobre
sus actos posteriores, y solamente con la verdad de los hechos
palmarios, con la autoridad de los documentos irrecusables, ras-
garemos la obscura venda que cubren ciertos acontecimientos
de imposible examen hasta el día, y en cuya averiguación se es-
trellaron las más ingeniosas conjeturas. Cúmplenos, como escri-
tores de conciencia, que hemos dejado á la espalda la venda de
la pasión para tomar el espacioso camino de la justicia y de la
imparcialidad; cúmplenos ser defensores de una tumba, á cuya
losa se ha llamado para asegurar con el silencio de los muertos
la sin razón de los vivos; cúmplenos confundir la calumnia, no
con las aviesas armas de los denuestos, sino con las leales del
decoro y de la razón; cúmplenos, por último, satisfacer la ansie-
dad pública tan celosa de adjudicar su inapelable fallo á los hom-

medidas que dictan la prudencia y lo crítico de las circunstancias. El brigadier


Rubín cuyos antecedentes políticos son ya conocidos (*), se presentó á ofrecer
sus servicios al gobernador.»—Do P O R T O , ob. cit., pág. 83. nota.

(1) PIRALA, ob. cit., pág. 445.

(*) E r a a m i g o del g e n e r a l E s p a r t e r o militando en el p a r t i d o Ayacucho.


io8 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

bres y á las cosas que ocuparon su atención en tan graves como


en solemnes momentos.»
Blasco Ibañez, refiriéndose á Rubín, estampa que con la ad-
hesión de éste, «sufrió nuevo quebranto la sublevación, que poco
después resultó un traidor vendido al gobierno de Madrid.» (i)
Otros escritores de razonado criterio, censuran duramente
la conducta de dicho militar. (2) El papel que desempeñó en
aquellos acontecimientos, fué objeto de crítica acerba hasta por
sus compañeros de armas, sin distinción de bandos. Los hechos
que iremos relatando conforme á datos recogidos, corroboran los
juicios expuestos acerca de la intromisión del citado personaje
en la revolución gallega; quien, sino ha podido obtener una fran-
ca vindicación durante su vida, aunque algunos, como el general
O'Donell, lo hubiesen defendido años después en el Parlamento,
cúlpese á la historia que ha emitido su fallo, sin admitir el me-
nor recurso de apelación.
Nosotros, al rela-
tar una de las más
trascendentales epo-
peyas de la historia
contemporánea de
nuestra Galicia, ha-
bremos de coincidir,
sin que tampoco la
pasión nos ciegue, en
las opiniones de Do
|j¿ Porto y escritores
» que le siguieron, de-
2f fendiendo, aún á tra-
_ vés de los a ñ o s ,
aquellas tumbas
CARRAL: IGLESIA DE abandonadas, á cu-
S. E S T E B A N D E P A L E O
yas losas se ha lla-
mado «para asegurar con el silencio de los muertos la sin razón

(1) Revoluciones españolas, t. III, pá¡¿. 1 0 0 .


( 2 ) Todas las obras que hemos examinado de autores que llevamos citados,
están de acuerdo en recriminar la conducta de D. Leoncio Rubín.
. FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN log

de los vivos»; y para reprochar, aún ahora, á aquellos otros que,


tiempos andando, no quisieron cumplir con un deber de estrecha
conciencia, honrando la memoria de los martirizados en Paleo...
Formando los sublevados una numerosa división con las
fuerzas de Pontevedra, vuelven de nuevo á la población com-
postelana, á donde llegaron á las nueve de la noche. Esta ciudad
fuera abandonada ya por Puig Samper, que regresó á síí cantón
de Sigüeiro, dejando rezagados en ella unos 40 soldados y va-
rios oficiales que Solís se anexionó, por haberlo así solicitado
éstos.

ni

Después de dejar Puig Samper ultimadas en Santiago sus


disposiciones, saliera de esta localidad á las dos de la tarde del
1 1 , picando la retaguardia de Solís y forzando la jornada todo
lo posible para caer sobre éste al siguiente día, ó sea el 12.
Al avanzar sobre Padrón, en donde había determinado per-
noctar, supo la confirmación oficial del pronunciamiento de Pon-
tevedra; y que la guarnición de esta capital, fusionada con las
tropas de Solís, se alojaban todas en aquella villa para retornar
inmediatamente á Santiago.
Desistió, pues, el general en su movimiento de avance, adop-
tando el buen acuerdo, ante el peligro de ser atacado, de volver-
se á Sigüeiro, recordando lo bien librado que saliera en este
punto.
Con tal motivo, le oficiaba á Villalonga:
«Como desde nuestra salida de Santiago no cesó de diluviar
y ventear de una manera horrorosa, tal, que yo no recuerdo
temporal semejante, y como reunidos cinco batallones enemigos,
contando con los paisanos y estudiantes armados y con la guar-
dia civil, componen una fuerza que casi triplica la de mi mando,
conceptué que no podía esperar en Padrón ni en otro sitio al
enemigo; y, en efecto, emprendo mi retirada á este punto (San-
tiago) donde á esta hora, que son las diez de la noche, está en-
trando la tropa en dispersión y destrozado completamente el
Í10 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I84Ó"

calzado, el vestuario, el armamento y municiones, por efecto del


temporal, que, repito, no recuerdo otro semejante.—He tomado
todas las precauciones que tan triste situación me permite, á fin
de que los rezagados entren en la ciudad lo más pronto posible
y mañana veré, con las fuerzas que tenga disponibles, lo más
que pueda hacer.» (1).
Villalonga le contestó que dudaba desde luego de la veraci-
dad de la sublevación de Pontevedra por tener noticias seguras
de que el batallón Provincial de Segovia y la guardia civil esta-
ban decididos, no ya á prescindir de los planes de los revolucio-
narios sino «muy compactos y dispuestos, con las autoridades,
á sostenerse y defenderse de los rebeldes,» que todo podía ser
una estratagema de éstos para retardar y entorpecer los movi-
mientos de Puig Samper, y agregaba: «pero como todo puede
suceder en una época de desmoralización y corrupción como la
que vamos pasando, convendría que V. E . se informase com-
pletamente de lo que sea verdad para no perder momentos en
sus medidas y disposiciones en cualquiera de ambos casos, y, se-
gún las noticias que V. E . tenga de fijo, supuesto que reforzada
la columna con los batallones que se han mandado venir, estaba
ya V . E . en el caso, no sólo de resistir sino también de ofender al
enemigo, bajo todas las precauciones militares convenientes.» (2)
Concluía manifestándole que «quedaba en extrema ansie-
dad» esperando el parte que recibiese del mismo Puig Samper,
al que le encargaba se cerciorase por conductos fidedignos, del
estado de los sublevados. (3)
Mal informado ó desorientado por completo el Capitán gene-
ral del distrito, no daba crédito al supuesto de que, con más pu-
janza, se iba acentuando en el país la idea revolucionaria. Con-
sideraba que la reducida columna de Puig Samper constituía un
factor de valía para apagar aquella hoguera que se iniciara y que
gradualmente íbase alimentando con el combustible del patrio-
tismo.

(1) Doc. que poseemos.


(2) Doc. que poseemos.
(3) Doc. que poseemos.
FRANCÍSCO TETTAMANCY GASTÓN III

Contrariedad sensible experimentó, al enterarse de una co-


municación que le trasmitiera Puig Samper, dándole cuenta de
serle humanamente imposible permanecer por más tiempo en
Santiago, ante el dilema de, ó caer prisionero con sus soldados,
ó dejarse morir sin ningún recurso de defensa, debido al espíritu
revolucionario de la ciudad «que por la gran extensión de ella,
exigía mucha vigilancia».
«La tropa—argumentaba el general—por consecuencia del
temporal, hállase en tal estado de postración, que á las siete de
la mañana apenas pudieron formar de 70 á 80 hombres por estar
imposibilitados los demás. Visto esto, y también que las muni-
ciones estaban inservibles, determiné se encendieran hogueras
á fin de que los soldados pudiesen enjugarse; y así animados un
poco y reunidos, emprender la marcha para este punto (Sigüeiro)
que me convenía ocupar de nuevo, porque habiendo tenido no-
ticia de la dirección que traía el Comandante general de Orense,
(Zendrera), con las fuerzas de su mando, podría desde aquí cu-
brirle su arribo y ponerme en comunicación con él más pronto.»
Interesaba de Villalonga nuevas municiones para 800 plazas
por hallarse inutilizadas las que poseía; remitíale algunas comu-
nicaciones interceptadas de los rebeldes y concluía condolién-
dose por el cuidado en que le tenían las fuerzas del brigadier
Zendrera «porque habiendo crecido las tropas enemigas, es te-
mible se ocupen de ellas puesto que ayer pasaron las primeras
solo á cuatro leguas de las segundas, y no extrañarían lo hubie-
sen sabido. Por esto, aviso al brigadier Zendrera y le prevengo
un rodeo por la montaña». (1)
Comprendiendo Villalonga la comprometida situación de
Samper, le envió las municiones pedidas, recomendándole con
urgencia que á toda costa se reuniese con el aludido brigadier
pasándole los avisos oportunos al Ulla, donde pernoctaría éste
el día 1 2 ; duplicando dichos avisos al ayuntamiento del Pino,
cuyo punto le designara para venir á concentrarse con él; y ve.
rificada la unión, le indicase la posición que habría de ocupar
para facilitarle nuevas instrucciones.

(1) Doc. que poseemos.


112 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

El 12 recibe Zendrera en la Bandeira, la orden de incorpo-


ración; pero obstáculos inesperados se le interponen para cum-
plirla. Eran éstos, el cansancio de sus subordinados por las
marchas y contramarchas forzadas que traían y las inclemencias
de aquel tiempo irregular que hacía imposible la circulación por
los caminos, convertidos en profundos lodazales.
La columna iba dando muestras de insubordinación; y para
alentar á aquélla, se la había enterado de un oficio del Coman-
dante general interino de Orense—al cual nos referimos más
adelante—trasladando otro del mariscal de campo D. José Gu-
tiérrez de la Concha en el que participaba su designación por
el Gobierno, para el cargo de Comandante en jefe, con el objeto
de sofocar la insurrección gallega, detallando—en forma confu-
sa,—el número de tropas que á su mando llevaba para venir
sobre la región.
La casualidad hizo enterar á Zendrera del retroceso de Puig
Samper á Sigüeiro: un estudiante que se encaminaba á su tierra
huyendo de Santiago, se encontró con esta fuerza; é informado
de los propósitos de aquel jefe, le comnnicó la retirada del ge-
neral, y la nueva ocupación por Solís de la población composte-
lana con un respetable contingente de soldados.
Zendrera no desaprovechó los informes del escolar; y te-
miendo caer en las garras del enemigo, decidióse regresar á
Orense.
A Puig Samper, su buen deseo de demostrar lealtad al go-
bierno central, pudo hacerle costar cara su acometividad contra
el pueblo de Santiago; y obró cuerdamente, como hemos dicho,
apresurando su contra marcha á Sigüeiro.
Los oficiales de su columna, al verse ya tranquilos en dicho
lugar y relatar las angustias que experimentaran en la noche an-
terior, comentaban ingenuamente, «que si Santiago distase de
Padrón media legua más, se hubiesen entregado al enemigo por
no poder afrontar huida tan desastrosa», ( i )
Recontáronse en Sigüeiro las fuerzas, habiéndose observado
que faltaban más de 40 hombres entre oficiales, subalternos,

(1) Doc. que poseemos.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN í 13

clases y soldados del i.° y 3 . del regimiento de Zamora; apre-


0

surándose con tal motivo el brigadier Mac-Crohon á pasar un


oficio al jefe de la columna, en el que, además de enterarle de la
desaparición de la gente, le decía que la tropa se hallaba des-
calza y faltosa de municiones útiles, por haber penetrado la llu-
via en las cartucheras, interesándole pusiese remedio á estas
deficiencias, ( i )
Samper trasladó al Capitán general las peticiones de Mac-
Crohon, acompañándole una relación de los individuos desapa-
recidos procedentes de las diversas compañías del referido regi-
miento, explicándole que no extrañaba en manera alguna la falta
notada, «teniendo en cuenta lo terrible que había sido el día an-
terior para la columna». (2)
«Muchos de los soldados que se han quedado y aun uno de
los sargentos, me consta que estaban enfermos; y así es que
acordé con el Alcalde pasasen al Hospital sino había bagajes
para ellos; porque la sublevación se había llevado todas las ca-
ballerías del pueblo y aun carruajes. No así opino con respecto
á los tres oficiales cuya ausencia me hace sospechar con especia-
lidad de dos hermanos apellidados Mariné; (3) el tercero podrá
quizás estar enfermo porque los jefes se admiraron al saber su
falta y elogian su conducta y decisión; pero debo repetir á
V. E . que no creo enfermos á los otros dos. Consiguiente á esta

(1) Doc. que poseemos.


(2) L a relación está formada por Mac-Crohon detallando el numero de
hombres desaparecidos que eran: un capitán, 2 subtenientes, 2 sargentos según
dos, I corneta, 2 tambores, i cabo 2 segundos; 1 2 granaderos y 2 8 solda-
dos. Al final de la relación indica dicho jefe que en el número de soldados van
comprendidos tres individuos que son músicos de plaza.—Doc. que poseemos.
(3) De estos dos hermanos, D. Fermín, capitán, fué uno de los que
fusilaron en Carral el 2 6 de Abril; y el otro ó sea D. Francisco, era alférez en-
tonces, y muy joven. Pudo escapar, después de sofocada la insurrección, al ex-
tranjero, de donde retornó cuando el decreto de amnistía, reconociéndole más
tarde su empleo el gobierno liberal; continuando en la milicia á donde llegó
hasta el empleo de general de brigada. Estuvo postergado en su carrera por sus
convicciones republicanas: y falleció en Villajoyosa (Alicante) muy anciano ya,
el año de 1 9 0 4 , á los pocos meses de inaugurarse en Carral el monumento con-
sagrado á las víctimas.
8
;>
114 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

sospecha, he puesto presos á los sargentos Gregorio García y


José Vázquez que se presentaron mucho después de haberse alo-
jado la columna en este pueblo, porque ambos son de las com-
pañías de los dos oficiales de quienes recelo; y si bien no tengo
dato alguno me temo que su venida tardía tenga algún objeto
ageno á su deber. Por precaución pasan á disposición de V . E . y
de su teniente coronel—que se halla en la Coruña—acompaña-
dos por la fuerza de carabineros que estaba á mis órdenes.
Si alguno de los rezagados se quedó espontáneamente en San-
tiago para unirse á los revolucionarios, es debido á la constante
seducción empleada al efecto en especialidad por los patrones,
los que detuvieron á varios soldados bajo pretexto de calentarles
la ropa y contándoles mil patrañas, hasta que alguno de ellos
exigieron con energía salir.» (1)
Esta última apreciación de Puig Samper puede conceptuarse
gratuita; porque en otras comunicaciones suyas que hemos exa-
minado y que oportunamente citamos, nos informan de la efer-
vescencia popular y las simpatías generales del pueblo santia-
gués por el alzamiento revolucionario.

Con el pronunciamiento de las ciudades de Pontevedra y


Vigo, vino á tomar poderoso incremento y prestigio el ejército
sublevado, llegando á disponer de un considerable núcleo de
combatientes que impulsaba al gobierno central á poner en pie
de guerra para batirlos, otro de mayor importancia, aten-
diendo á que aquél, luchaba en su propio suelo, con pleno cono-
cimiento del terreno que pisaba y protegido por el mismo país;
mientras que el último tropezaría con todas estas dificultades,
tan embarazosas, para producir constantes fracasos y ocasionar
muchas víctimas.
Así reconocíase en las altas mansiones de la Corte, (2) no

(1) Doc. que foseemos.


(2) PÉREZ GALDÓS : Bodas Reales, págs. 242, 243 y 244.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN ' 115

pasando inadvertidas para el gobierno las desventajas que se le


ofrecían y las consecuencias que habrían de acarrearle en las de-
más regiones de la península, en las cuales apuntábase la idea "de
imitar la actitud del pueblo gallego.
La Junta de Santiago deseaba á todo trance poner en prácti-
ca el plan de operaciones concebido por D. Miguel Solís, en
Caldas de Reyes, cual era el de emprender inmediatamente la
ofensiva, sentando, como base estratégica, conseguir la posesión
de las poblaciones de mayor trascendencia militar, para estimu-
lar la insurrección en las mismas, cortando así la retirada de las
tropas enemigas y cargando contra éstas eficazmente. Con este
sistema de hostilidad, provocaríase seguramente al gobierno una
angustiosa situación.
En el teatro de la guerra, no figuraban por entonces como
enemigos, más que las dos columnas de Puig Samper y Zendre-
ra. Fácil seríale á los pronunciados castigar á la segunda salién-
dole al encuentro desde Caldas de Reyes, y rindiéndola por vir-
tud de su estado lastimoso.
De no alcanzar estos propósitos, evitar entonces que se re-
plegase á Orense, á fin dé dejar á esta capital sin otros refuerzos
que los únicos de que disponía el coronel Cachafeiro, incapacita-
do desde luego para defenderla.
Pero, según se ha observado, Zendrera, militar perspicaz, se
anticipó á burlar las intenciones del enemigo, regresando rápida-
mente á Orense; y quedando, por lo tanto, suspendido el plan de
Solís. Si éste, al proyectarlo, lo hubiera aplicado ipso/acto, pro-
bablemente que Zendrera no las contaría seguras; y los hechos
públicos de Galicia hubiesen tomado otro derrotero, destruyendo,
por de pronto, las operaciones del general Concha, que ya co-
menzaba desde Castilla á poner en práctica su acción de enemi-
go temible, batiendo y derrotando en Astorga al general don
Martín José de Iriarte.
Concretóse, pues, Solís, á dedicar sus afanes en su inmediato
enemigo Puig Samper, al que también por su lamentable sitúa,
ción, juzgaba susceptible rendirlo con escasos esfuerzos, abando-
nando el pensamiento en ocuparse por ahora de Zendrera.
i id LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

lError manifiesto, que vino muy luego á provocar lamentables


consecuencias!
Al siguiente día de regresar á Santiago, parte en busca de su
adversario, avanzando por la orilla izquierda del Tambre, y lle-
gando á Sigüeiro á las doce y media.
Al enterarse Puig Samper, por sus avanzadas, de la aproxi-
mación de su adversario, dispone que el primer batallón de Za-
mora se sitúe á la margen derecha del río. Ocupa las principales
avenidas; se posesiona de la fábrica de curtidos"de'[Santaló; y
destaca en guerrillas las compañías de cazadores en los puntos
principales más avanzados. Las dos piezas¡de artilleria, con el
obús, las colocó en batería detrás del puente, desde donde no
sólo podía defenderlo, sino al mismo tiempo hacer certeros dispa-
ros sobre las masas enemigas que ocupaban las alturas. Parte del

PUENTE DE SIGÜEIRO SOBRE EL TAMBRE

tercer batallón de Zamora, en disposición de avanzar en guerrillas


como el primero; y el resto, permaneció en la plazuela del pueblo
(situada á la izquierda del mismo), (i) formando en columna, para
rechazar al enemigo, si confiado éste en su superioridad, pretendía
aventurarse en un ataque formal. La guardia civil de caballería
é infantería y una compañía del 3 . de Zamora, ocupaban los
0

últimos puntos de retaguardia, en previsión de si alguna fuerza

(1) Donde está la capilla de Santa Catalina.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 117

contraria quisiese atravesar alguno de los diferentes puentes que


tiene el Tambre, para acometer á Puig Samper por la espalda.
En esta disposición, y al venir acelerando su avance las gue-
rrillas de Solís, rompen el fuego simultáneamente los del ala
izquierda de Samper y las fuerzas que el mismo tenía apostadas
en las ventanas de la fábrica de Santaló, generalizándose instan-
táneamente aquél por toda la línea. Ambas alas de las guerrillas
revolucionarias amagan un ataque al pueblo; pero son rechaza-
das por el enemigo, distinguiéndose especialmente en la defensa
la 6 . compañía del primer batallón, mandada por el capitán don
a

Laureano Zabarte, que sufrió tres ataques sin perder un palmo


de terreno.
La sorpresa que experimentaron los revolucionarios al verse
recibidos en esta forma, impéleles á contestar con un nutrido
fuego, sobre todo, la compañía de granaderos del Provincial de
Zamora que á todo trance se esforzaba en tomar el edificio de
Santaló. Al acercarse á la puerta de éste el sargento primero,
muerde el suelo mortalmente herido por una bala de cañón.
Los precisos disparos de la artillería evitaron la toma del
edificio por los pronunciados, los que por su parte buscan el des-
quite, inutilizando á cada momento á los soldados que guarne-
cían el puente, (i)
Duró el fuego hasta las cuatro y media de la tarde; asom-
brándose Solís de la resistencia de los dos batallones del regi-
miento de Zamora, á los cuales creía desfallecidos y en mala dis-
posición de defenderse.
Apesadumbrado por la sangre vertida inútilmente, determinó
á las cinco que cesasen las hostilidades, después de una acción
de cuatro horas con pérdidas de consideración por ambas partes.
Solís había ideado vadear el río durante la noche y acampar
á la vista para reanudar las operaciones al siguiente día; pero la
copiosa lluvia que caía y el frío intensísimo que se dejaba sentir,
hízole variar de plan, retrocediendo á Santiago.

(1) A las tres de la tarde participaba Puig Samper al Capitán general que
hacía dos horas que sostenía el fuego, y le reclamaba con toda urgencia municio-
nes para la infantería y artillería, y algunos refuerzos. — Doc. que obra en nuestro
poder.
118 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

No se refugió en esta población «harto mal trecho», como


observa un historiador, (i) pretendiendo desfigurar un hecho
muy natural y hasta táctico; sino que de esta retirada derivábase
aquel lema que llevaba perpetuo en su alma noble, cual era el
«evitar todo derramamiento de sangre», si habrían de triunfar
por otros medios más humanos, los principios que defendía,
contando, como contara siempre, como primer factor, con la
anexión de los propios compañeros de armas del campo enemi-
go, á quienes acababa de combatir.
No hemos visto, pues, que fuese rechazado por Puig Samper,
y lo comprueba más, al considerar que este general, ante la
posibilidad de que su contrario viniese nuevamente á acometerlo,
tuvo singular cuidado, al suspenderse la acción, de mandar á la
fuerza de la guardia civil de caballería que destruyese el puente
de Carollo, poco distante de Sigüeiro, y punto por donde augu-
raba la invasión de los revolucionarios.

"V

Al dar cuenta Puig Samper á Villalonga del resultado de la


acción, le decía:
«Este ataque que sin duda creyeron los rebeldes fácil em-
presa por traer triples fuerzas, les ha costado muy caro, pues
han perdido mucha gente entre muertos y heridos según los de
esta clase que tengo en mi poder, entre ellos un sargento del
Provincial de Zamora. L a pérdida por nuestra parte ha sido bien
costosa, si se atiende á la duración y á lo nutrido del fuego
desde posiciones que dominaban y enfilaban todas las que noso-
tros ocupábamos. Empero, siempre son de lamentar dos muertos,
diez heridos y diez contusos, entre ellos el primer comandante
del tercer batallón del regimiento infantería de Zamora D. Nico-
lás García que fué herido en el brazo derecho aunque me per-
suado que no de gravedad. Difícil es detallar á V . E . la bizarría
y decisión de estos leales: baste decir que todos á porfía rivali-

(1) L A F U E N T E : Historia general de España, {ora. cit., pág. 2 9 .


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN I I 9

zaron en ardor, y yo puedo asegurar á V. E. que si el número


de tropa con que cuento me hubiese permitido tomar la iniciativa
en el ataque, hoy hubiera terminado la insurrección.» (1)
Por las últimas frases de la precedente comunicación, se de-
duce que Puig Samper no se creía seguro en Sigüeiro, supo-
niendo que los pronunciados habrían de volver á tomar la ofen-
siva; y decidiéndose á salvar su columna, (2) emprendió la
retirada hacia la Coruña á las once de la noche del 1 3 , con Ta
intención de dejar el mando, en cuanto sus soldados quedasen
resguardados dentro de los muros de la plaza.
Y con efecto, al llegar el general á la villa de Ordenes, envió
una comunicación á Villalonga, declinando el mando de la fuerza;
siendo sus propósitos «poder descansar una temporada y reti-
rarse á Betanzos, pues así lo exigía su quebrantada salud». (3)
Al llegar á poder de Villalonga dicha comunicación, así
como la que horas antes le dirigiera informándole de la acción
de Sigüeiro, se apresuró á felicitarlo, lo mismo que á la fuerza,
por los excelentes servicios que acababan de prestar, recomen-
dándole que así se lo hiciera saber á ésta en la orden general.
Disuadíale de la idea de replegar la columna en la Coruña, por
tener que proteger la marcha del batallón Provincial de Málaga
que desde Lugo se dirigía á aquella plaza; y «además, porque
sería de muy mal efecto en las presentes circunstancias la en-
trada de la columna en la capital, que se conceptuaría de públi-
co que venía batida, con tanto más fundamento, cuanto que se
verían entrar los heridos en la población». «Así pues,—conti-
nuaba— entiendo que la columna debe ocupar una posición desde
la cual le sea fácil dirigirse sobre la carretera de Betanzos al
mismo tiempo que garantice que su movimiento ha sido estraté-
gico y no por verse obligada á abandonar el terreno como batido
por el enemigo.» (4)
Aconsejábale que podía elegir la situación que mejor le aco-
modase proporcionándose una posición militar más desahogada f

(1) Doc. que poseemos.


(2) F U L G O S I O . Ob. cit., pág. 1 0 1 y Doc. que poseemos.
(3) Doc. que poseemos.
(4) Doc. que poseemos.
120 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

sin necesidad de venir sobre la plaza; ofreciéndole que «le fa-


cilitaría todo lo que él precisase hasta la incorporación del bata-
llón de Málaga que habría de realizarse en todo el siguiente día.»
Decíale también que le enviaba víveres y municiones por
conducto de una galera, así como un furgón de artillería para
conducir los heridos; preguntándole al propio tiempo si había
recibido las dos comunicaciones que le expidiera la noche an-
terior; una de ellas, relativa á entregar el mando de la columna
al brigadier Mac-Crohon; y la otra aceptándole la dimisión para
que restableciese su salud. Concluía Villalonga su extenso es-
crito, en esta forma:
«Hoy á la tardecita, el señor Gobernador de esta plaza, ha
tenido que disolver grandes grupos de personas que según voz
pública decían iban á recibir á la columna que se aseguraba
había sido batida por el enemiga; por estas razones conviene
desimpresionar esta idea, haciendo ver con la permanencia de la
columna fuera de la plaza, que son embustes todo lo que se ha
dicho » (1)
Do Porto y Pirala afirman que el general Villalonga no solo
no se conformó con la disposición de Puig Samper respecto á
concentrar en la Coruña sus tropas, sino que dictó una orden
prohibiendo la entrada de ellas en la ciudad, mandando levantar
los puentes y disparar los cañones de la plaza si pretendían
entrar en ésta sin haber aniquilado á los rebeldes. (2)
Ninguno de los documentos oficiales y particulares que
hemos examinado, nos informan de la veracidad de esa resolu-
ción de Villalonga; pero como lo asegura el primero de dichos
cronistas á quien fueron copiando la mayoría de todos los es-
critores que se ocuparon en estos acontecimientos, sin que por
nadie fuese contradicho, nosotros no haremos más que consignar
esa afirmación por la verdad que en ella pudiera existir.
El Capitán general pasó otra comunicación al brigadier
Mac-Crohon en la noche del 13, encomendándole el mando de
la fuerza en vista de la renuncia de Puig Samper, indicándole al

(1) Doc. que poseemos.


(2) Obs. cits., pág. 93 y pág. 446, respectivamente.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 121

mismo tiempo, que esperase al batallón Provincial de Mondo-


ñedo y dos.compañías del de Guadalajara que se le reunirían con
el brigadier Zendrera.
En otro oficio de igual fecha, le recomendaba que no evolu-
cionase sobre Betanzos por correr el riesgo de encontrarse con
el enemigo; «que convendría esperase la incorporación del bata-
llón de Málaga que estaba tomando la plaza de Lugo; y que para
entonces le daría nuevas instrucciones acerca de lo que había
de hacer», ( i )
Indudablemente, Villalonga, padecía una obsesión manifiesta
al dictar medidas tan encontradas, hallándose totalmente deso-
rientado no ya solamente de los movimientos y situación del
enemigo, sino de los de sus mismos parciales; pues ya vimos
como Zendrera se internó cómodamente en Orense; y en cuanto
al batallón de Málaga, más adelante informamos que no tomó la
plaza de Lugo, y si que por poco sufre un lamentable descalabro
por los revolucionarios de aquella ciudad.
En distintas ocasiones, contestó Mac-Crohon con aquella
sinceridad y pundonor de militar digno, haciendo protestas de
lealtad á las instituciones, aceptando el mando de la columna,
«apesar de que su salud hallábase también quebrantada».
En uno de esos oficios fechado el 14 en Carral, decíale que
tuviera que dejar la posición de Sigüeiro por no serle posible
sostenerla ante el temor de verse al frente de un enemigo que
con sus cinco batallones amenazaba envolverlo, si llegaba á re-
basar los puentes inmediatos de la orilla derecha del Tambre.
«En consideración á ésto—objetaba—y á que el brigadier
Zendrera no solo no se había reunido á esta columna, sino que
se ignoraba su paradero, seguí en un todo las disposiciones del
Excmo. Sr. Teniente general D. Francisco Puig Samper, y con
el mayor orden y sin ser incomodado, dejé dicho punto de Si-
güeiro á las once de la noche en dirección á Betanzos según
V. E. anteriormente me había significado, y que sin duda alguna
es posición de sumo interés para emprender sucesivas operacio-
nes que V. E. se digne dictar.»

(1) Doc. que poseemos.


122 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Continuaba manifestándole que no tomó el camino de aque-


lla ciudad por las Traviesas por estar impracticable para la
tropa, viéndose en el caso de alargar la marcha por el del
Portazgo.
Desde este punto, volvió á oficiar á Villalonga á la una y
cuarto de la tarde, explicándole que acababa de llegar allí, ha-
ciendo alto por encontrarse extremadamente cansados y estro-
peados la mayoría de los soldados, á consecuencia de la marcha
precipitada que trajeran desde las once de la noche del día ante-
rior, viéndose imposibilitado de avanzar á Betanzos; alojando
dos compañías en Alvedro y seis en Vilaboa del primer batallón;
y el tercero y la Artillería, en el Portazgo.
Aprobó Villalonga las disposiciones de Mac-Crohon, vol-
viendo á recomendarle que al dirigirse á Betanzos, procurase
reunirse con el batallón de Málaga.
C A P Í T U L O VII

Constitución de la Junta Suprema de Galicia.—Acuerdos y gestiones


de la misma.—Solis y Rubín, son nombrados por ésta, mariscales
de campo del Ejército libertador gallego.—Formación de dos divi-
siones expedicionarias.—Operaciones que efectuaron.

La revolución gallega había llegado al período culminante


de desarrollo, viéndose tremolar, en casi toda la región, la ban-
dera enarbolada en Lugo el día 2 de Abril. El Gobierno de
Madrid solo disponía de una adhesión superficial en las ciudades
de la Coruña, Orense y ^Ferrol.
Pueblos de la costa tan significados como Muros, Noya,
Puebla del Caramiñal, Ortigueira ( i ) , Riveira, Rianjo, Viliagar-

(i) En un interesante artículo de nuestro amigo Julio Dávila Díaz publicado


en el ilustrado Almanaque Gallego para 1902, que edita en Buenos Aires el entu-
siasta conterráneo y también excelente amigo nuestro Manuel Castro López,
nos relata una anécdota de los revolucionarios ortigueireses, mandados por don
Manuel Poyan, á quien secundaban D. Ramón Díaz, D. Fernando Pita, D. Va-
lentín Camba, D. Jacobo Alvarez, D. Ramón Almoina, D. Vicente Rivadeneira,
D. Francisco Pita, D. Ricardo Cao, D. José Villaamil, D. Vicente Nieto y don
I 2 4
LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

cía, C a n g a s , B a y o n a y o t r o s del interior c o m o P a d r ó n , C a l d a s


de R e y e s , R e d o n d e l a , La Guardia y la ciudad de T u y , habían
p r o c l a m a d o el c r e d o r e v o l u c i o n a r i o y c o n s t i t u i d o sus r e s p e c t i v a s
Juntas de g o b i e r n o que i n d e p e n d i e n t e m e n t e d i c t a b a n sus provi-
d e n c i a s c o n e x c e s i v o c e l o y p a t r i o t i s m o para el mejor d e s e n v o l -

ORTIGUIÍIRA: VISTA GENERAL

v i m i e n t o y p r o s p e r i d a d de la causa, por no ser é s t a , solamente,


como argumenta Fernandez de los R í o s , una s u b l e v a c i ó n mili-
tar; «se engañaría quien tal creyese: era un movimiento revolu-
cionario formidable en sus elementos, justificado en sus motivos
COMO NINGÚN O T R O ; santo en sus fines: necesario para salvar la
honra del país y las conquistas liberales ganadas á costa de mar-
tirios sin cuento», ( l )

Vicente Cuevas, pertenecientes todos á las principales familias de aquella loca-


lidad. Sin embargo de los buenos deseos de estos patriotas para unirse al ejército
revolucionario emprendiendo una penosa odisea desde Ortigueira á Santiago, no
consiguieron lograrlo; porque al acercarse á esta población, cayeron en poder
de las fuerzas del gobierno, teniendo que huir á Portugal, Poyan, Rivadeneira y
Camba; y al querer pretender los demás regresar á Ortigueira, fueron presos y
encarcelado? en la Coruña y sujetos á una sumaria militar, hasta que, promul-
gado el decreto de amnistía, les permitió volver libres al seno de sus respectivas
familias.
(1) Ob. cit., pág. 1 5 1 , tomo I I .
FRANCISCO TÉTTAMANCY GASTÓN

Esas Juntas adoptaban sus resoluciones que á veces, lejos


de surtir las conveniencias deseadas, suscitaban casos de anar-
quía por falta esencial de cohesión para dar unidad al pensa-
miento.
A evitar estas controversias y marchar con la uniformidad que
las circunstancias requerían formalizando un estado de buen go-
bierno, se determinó fundar un Centro directivo, sobre cuyo eje
habrían de girar todas las Juntas constituidas, siendo ese Centro
ó Poder acatado y reconocido por todos; y el cual se encargaría
de vencer los obstáculos que se opusiesen al mejor éxito de la
revolución.
Para constituir ese poder gubernativo, se convocó á las
principales Juntas de Galicia para el día 15 en la ciudad de
Santiago, fijándose esta población como sitio más céntrico y
á propósito para el objeto que se perseguía.
Y con efecto, asistieron á la convocatoria los presidentes de
las de Pontevedra, Vigo y Santiago, Sres. D. José María Santos,
D. Ramón Buch y D. Pío Rodríguez Terrazo; y como represen-
tantes del ejército D. Miguel Solís y D. Leoncio Rubín de Celis
que había llegado el día anterior á Compostela, al frente del
batallón Provincial de Oviedo y dos piezas de artillería rodada.
No concurrió al llamamiento ninguno de los miembros de la
Junta lucense, atribuyéndose esta omisión á un asunto de eti-
queta mal interpretado; pero que hasta cierto punto no carecía
de fundamento.
Alegaba dicha Junta que se cometiera con ella un acto de
desconsideración por no habérsela invitado oportunamente para
la reunión citada; y aunque se consideraba acreedora á que se
contase en primer término con su voto para la organización de la
Junta central, por los reconocidísimos servicios y títulos que la
abonaban, la preterición sería disculpable, atendiendo á la difi-
cultad de las comunicaciones entre Santiago y Lugo.
Sin embargo, la Junta lucense pasó á la de Compostela una
sentida nota en la que, aun dejando entrever los resquemores
del olvido, hacía votos por el triunfo de la causa revolucionaria,
prestando su incondicional adhesión á todos los acuerdos que
126 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

del nuevo organismo emanasen, siempre que éste llegara á cons-


tituirse. (1)
La ausencia de este representante, no fué óbice para la or-
ganización de la Junta superior; y reunidos los delegados, resol-
vieron que dicha Corporación fijase su domicilio en Santiago,
en consideración á sus condiciones topográficas y por presentar
mayores alicientes que cualquiera otra ciudad gallega para la di-
rección del régimen administrativo y eficacia de cualquier siste-
ma de operaciones militares que se tratase de emprender.
. Se le adjudicó el título de Junta Superior de Gobierno de
Galicia con carácter provisional hasta tanto no desapareciesen
los obstáculos que por entonces se oponían para formar defini-
tivamente la Central «único gobierno que había de conservarse
al frente del pueblo gallego, mientras no se consolidasen los
principios proclamados en Lugo». Con estas palabras se redactó
el acta de la fundación del referido organismo, siendo ellas tra-

(1) <yunta lie Gobierno de ¡a provincia de Lugo.—Excmo. Sr: Esta Junta


respondiendo hoy á la patriótica excitación que V. E. se sirve dirigirle con fecha
1 9 del corriente, cree muy oportuno reproducir aquí todo lo que ha dicho á
V. E. el día 1 7 contestando á su atenta comunicación del 1 5 relativa á la nece-
sidad de instalar provisional é inmediatamente una Junta central de las cuatro
provincias de Galicia. Expresóse en estos términos: «Esta Junta se ha enterado
de la comunicación de V. E . fecha 1 5 en la que se sirve manifestarle la necesi-
dad de que se instale inmediatamente una Junta Superior de Gobierno compuesta
de los presidentes de las cuatro provincias de Galicia. L a Junta reconoce como
necesidad indispensable que este pensamiento se realice; pero tiene al propio
tiempo el sentimiento de no poder acceder á que su presidente concurra á for-
mar parte de ella tan pronto como V. E. desea. La posición que ocupa esta
plaza, los amagos sufridos y los que es fácil quieran intentar las tropas no pro-
nunciadas de Galicia y las que bajen de Castilla, exigen que esta Junta no se
desmembre y mucho menos con la ausencia de su presidente. Si tal medida se
adoptase en momentos como los presentes, indudablemente ocurrirían disgustos
que la Junta está en el deber de evitar. La seguridad de la población, la tran-
quilidad y confianza de los ánimos de sus leales habitantes no permiten por
ahora é Ínterin éstos no estén á cubierto de las embestidas del enemigo, satisfa-
cer los justos deseos de V. E., deseos que de paso sea dicho, no tardarán en
cumplirse.» Y a conocerá V. E. por el precedente contesto, que esta Junta lejos
de oponerse á una idea tan patriótica, se ha conformado con ella desde un prin-
cipio ya por convencimiento ya por abnegación; pues por más que en el modo
de realizarla se hubiesen olvidado las prácticas y formalidades que en otras ocasiones
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 127

ducción fiel del programa político de los revolucionarios galle-


gos, y el génesis que sintetizaba todos sus afanes.

11

Constituida las Junta superior que los momentos apremiantes


exigían, augurando un franco derrotero en los asuntes públicos,
así como una evolución más enérgica y activa en las operaciones
militares, vino ella á despertar, más patente, el entusiasmo
entre los adeptos á la revolución; notándose en los primeros
acuerdos de ese nuevo gobierno gallego, los preliminares que
habrían de servir de base para llevar el éxito de los ideales por
todos los ámbitos del suelo español.

se observaron y aunque se considerase con algún Ululo de preferencia, no obstante,


debe prescindir de lodo respetando hechos consumados. Si otra cosa hiciera, sería
criminal, y ninguno de los individuos de esta Junta, intentará nunca ni provocar
escándalos ni oponer el menor obstáculo k L A C O N S E C U C I Ó N D E L G R A N D I O S O
OBJETO Q U E L O S G A L L E G O S SE PROPUSIERON. Sin embargo, todavía existen las
mismas causas que hasta ahora impidieron al presidente de la Junta el presen-
tarse en esa ciudad tan pronto como quisiera. El gran prestigio que goza entre
sus conciudadanos, los que al verlo ausentarse, formarían un juicio equivocado
desalentándose tal vez; y por otra parte siendo como son críticas las circunstan-
cias en que se halla esta plaza cuya guarnición es demasiado corta habiendo que
suplir la falta de la que se necesita con otros recursos, obligan á esta Junta bien
á pesar suyo, á decir á V. E. que mientras esta provincia y especialmente esta
ciudad 110 esté completamente asegurada de los ataques del enemigo no es posi-
ble que el presidente ni ningún otro individuo pase á ocupar en la Central el
puesto que se le tiene reservado. No duda la junta que V. E. se convencerá de
que en ella no hay otras miras que las de asegurar el triunfo de la causa procla-
mada el 2 del corriente.—Patria y Libertad. Lugo 2 1 de Abril de 1 8 4 6 . — E l
Presidente, M A N U E L BECERRA Y LLAMAS; El Vocal secretario DOMINGO
A. Pozzi.—Excma. Junta de Gobierno de Santiago.»
Al transcribir Do P O R T O en su Reseña pág. 95, la precedente comunicación
hace algunas consideraciones atinentes á las suspicacias de la Junta de Lugo>
exculpando á la de Santiago, fundándose á que la falta oportuna de la invitación
para constituir la Superior, obedeció á la larga distancia entre ambas ciudades
fardándose cuatro días en conducir el aviso; y este tiempo era apremiante para
que dejase, desde luego de instalarse, aquel organismo.
12$ LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Y como era lógico presumir, la susodicha Corporación se


dio á conocer en un admirable manifiesto dirigido á los gallegos,
en el cual, levantando el estandarte de Lugo, grabávase en él el
verbo de la revolución de 1 8 4 6 : Isabel II libre y constitucional.
Abajo el sistema tributario. Libertad, independencia nacional.
Cortes constituyentes.
Este notable documento, digno de figurar,—como expresa
un escritor de la época—en primer término en los anales de
nuestra historia contemporánea, fué inspirado por la pluma de
aquel sociólogo y brillante escritor Antolín Faraldo uno de los
más significados paladines de la Revolución. (1)
Por las condiciones de talento del joven Faraldo, sus doctri-
nas marcadamente liberales, sus ideas robustecidas del patrio-
tismo más puro que desarrollara un año antes como director de
el periódico El Porvenir de Santiago,—cuyo facsímil reprodu-
cimos—(2) habíanle granjeado universales simpatías, llevándole
á ocupar el prestigioso cargo de Secretario de la Junta suprema
gallega.

(1) Era natural de Betanzos.


(2) En las columnas de El Porvenir, colaboraban el ilustre Ramón de la
Sagra, Neira de Mosquera, Romero Ortiz, Anón, José M . Posada, José María a

Montes, Víctor Balaguer y otros. Llevaba el subtítulo de Revista de la juventud


gallega. En sus columnas y bajo las apariencias literiarias, se sustentaban los
principios más avanzados que podía sustentar cualquier diario político de Europa;
y que eran recogidos con avidez por la juventud de las cátedras y de los talleres.
«Esa juventud, dice D o P O R T O en su Reseña, formaba al poco tiempo el inmenso
PÚBLICO con que ha contado la revolución de Galicia. La parte que este perió-
dico de provincia pudo haber tenido en aquel acontecimiento, díganlo por no-
sotros las siguientes frases recogidas al acaso de una hoja volante dirigida al
pueblo por la redacción: «El brigadier D. José Martínez ha suprimido la publi-
cación de la Revista de la juventud gallega Nuestro silencio ha de ser transi-
torio, breve y momentáneo Tenemos la seguridad de que el virtuoso partido
progresista va á recobrar muy pronto el Poder, y entonces nos presentaremos
organizados, ricos de ciencia y resueltos á pelear hasta ver los colores de nuestra
bandera sobre las ruinas de todo lo que debe destruirse.» Esto se escribía á
mediados de Septiembre: seis meses después se publicaba en la misma ciudad,
en igual imprenta y por los mismos redactores, La Revolución, periódico oficial
de la Junta Superior de Galicia.»
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 129

El manifiesto de que se trata, según el lector verá más ade-


lante, (1) era eminentemente humano: en él excitábanse los sen-
timientos apasionados de la multitud prescindiendo de toda
alharaca patriotera: se despertaba el poderoso espíritu de provin-
cialismo, ó sea nuestro regionalismo actual, tan censurado por
algunos que desconocen ó no quieren reconocer sus saludables
beneficios; pero en cambio tan elogiado por sus bondades por
otros que, como el insigne P i y Margall, han testimoniado que el
regionalismo, llevaba al federalismo la ventaja de haber tenido el
acierto de encontrar una palabra que por sí sola contenía un
sistema político social. (2)
Si bien es cierto que por la nueva división política de Galicia
que pocos años antes, de siete provincias que tenía, la redujeron
á cuatro como actualmente está, no obstante, por antonomasia,
seguía entonces llamándose PROVINCIA á la regiorTentera; y de
aquí que se emplease la voz provincialismo para determinar una
peculiaridad ó aspiración regional.
Pero, como alega Salvador Golpe en su obra Patria y Región,
al nacer la voz regionalismo parece que se unificaron las ansias
de todos los diferentes particularismos, y «fué aceptada como
la palabra por excelencia, como el legítimo verbo de la doc-
trina; fué el cuño que puso el sello á los anhelos de la libertad
de las regiones; fué el fiat de un sistema»....
Esa voz pronto se apoderó del periódico, brilló en los cer-
támenes literarios; se propagó en el libro; resonó en el pulpito
y en la cátedra, y halló eco en el Parlamento, siendo defendida
en los Ateneos y en las Academias ¡Cuánta es la eficacia de
una palabra que encarna una doctrina!...
Europa, no vive toda ella bajo el régimen centralista: des-
cartemos á Francia, Italia, Rusia y España, que son las que ex-
perimentan los sensibles efectos del centralismo, y fijémonos en
cambio, en aquellas naciones europeas más cultas y más pode-

(1) Véase el facsímile de La Revolución que reproducimos en el Capítulo X .


(2) Manifestación hecha por este hombre público en su visita á Santiago
de Compostela en el mes de Octubre de 1 8 9 2 , ante el que fué distinguido cate-
drático de la Universidad, D. Alfredo Braflas Menéndez. .
9
130 L A EVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

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Aun no ha llegado el momento de reve- todo al escuchar una sola palabra, pero
lar todo lo que pensamos sobre el pueblo mas armoniosa que un himno, i que es-
gallego, mostrando la senda que tiene cita emociones tan elevadas como los can-
abierta para llegar al alto destino que los tos de Foseólo?—l bien! se nos acusará
siglos prepararon.... su situación ¡ á me- de visionarios ó inteligencias sombrías;
diados del siglo x i x ' ! la desconocen lo- también en 1 8 1 2 el pensamiento de e-
dos nuestros hombres de estado;.porque mancipacion literaria no fué escuchado,
es tan original, tan estraña, tan miste- i hoy su eco se lia dilatado mas alia
riosa que creemos imposible el caracte- de lo que podíamos esperar.
rizarla sin salir de !a esfera de los libros Atended.
¡listóneos i económicos.—Cuando la li- Inclinados, un dia, sobre la carta
bertad de emitir el pensamiento escrito topográfica de Dufour ( I ) i contemplan-
no esté reglamentada.... entonces pre- do el vasto país que los suevos hicieron
sentaremos en rasgos inteligibles, en ca- independiente... nos preguntábamos por-
racteres vulgares, la fórmula que ense- qué este cuerpo robusto i vigoroso veía
ña i los gallegos TODO 1.0 QÜB. NECESI- pasar los años tendido en un lecho de
TAN CONOCED; porque las palabras que llores, sin probar nunca á poner en
la espresan señan fatales, en el día. acción sus fuertes brazos sin dar sali-
para el que tuviese el temerario-arrojo da i la energia de su espíritu. Inter-
de anunciarlas. ¡Hay frases que son una rogábamos al mapa que parecía esten-
sentencia de muerte para sus autores!! derse bajo nuestras miradas 1 tomar la
Empeio ¿no podremos delinear los forma real de lo que solo era un im-
rasgos que forman este gcroglilico ? . . . perfecto trasunto, para que nos dijese
arrojemos la paleta de los colores, i to- porqué una sociedad tan numerosa co-
mando el buril grabemos una palabra... mo la gallega, rica por el suelo que
¿quien duda que sometida al yunque de pisa, grande por glorias i tradiciones,
la meditación por los que estudian pa-
ra Galicia, será el núcleo de nuevas (I) P u de
indo c onsul
tar con t an t
o p r
o v e
cho
ideas que sucesivamente i como por ca- el p rec i
oso m a
p a, de G ali
cia, d ebi
d o i n u e
s-
pas se agrupen i amontonen, formando tro s ab i
o p ai
sano D. DOMINGO FONTAI» ¿ no t-s
h asta d e
shonroso el que pof l a l
ta de p roie
c
un sistema completó, ó un vasto plan c i
o n t enda mos <u|e a cudi
r ¿ las c art
a s tan me-
de guerra contra esa impúdica Babilonia s ae t
a s de los c s
tr.
l
n ge
ros?
que nos niega hasta los despojos de sus I tal ve? la p o nerac
i
ori a ct
u al b aj
ará al
festines? ¿Faltarán pensadores, mejor or- s ep u l
cro - sin a dm r
iar <l mas ^ l
a ndnt
so p rc-
sriilc (pie el s. ro.NTA* p
r
ud o h a c
er a su p ro-
ganizados que nosotros, que lo adivinen
v i
n cia!1
FRANCISCO TETTAMANCT GASTÓN 131

— I
poderosa por una de las condiciones de Galicia so tiene PDBBLOS: su in-
su organización, no se asociaba á los mensa población está distribuida en infi-
esfuerzos de los demás pueblos i mira- nitos lutjarcs-;—como si dijésemos gér-
ba indiferente las grandes luchas de la menes de ciudades. Helo aquí lodo.
humanidad. Todas las observaciones que Para conocer la evidencia de esta
atesoramos sobre Galicia se rcunian en verdad, es preciso elevarse sobre los so-
(orno de nuestra imaginación cuando nos fismas de los llamados economistas, aun-
levantamos vivamente impresionados, lle- que no son necesarias detenidas medita-
no el corazón de orgullo, tan delirantes ciones una ver. enunciada; porque po-
<ie gozo como Newton alzando la man- niendo frente á frente, dos cifras, una
zana que le revelara el secreto del u- que represente el total de los habitan-
niverso; porque al reconocer un hecho, tes i otra espresiva del número de es-
descubriéramos el fenómeno que nos lo tos que viven en las ciudades, villas i
esplicaba todo, acabábamos de leer la poblaciones de menos consideración, bro-
verdad de la situación en que se en- ta tic tan sencillo paralelo un hecho tras-
cuentra el pueblo gallego, i que con- cendental, fecundo en deducciones lu-
signamos en el papel per medio de la minosas; se sienten sin esfuerzo, se ven,
siguieute palabra: se palpan las causas del abatimiento i
nulidad que pesan sobre la infortunada
ESCENTRAL1ZACIOH. Galicia, i que convirtieron á sus habi-
1 es cierto. Los elementos que la tantes en una nueva raza de ilotas;—
naturaleza derramó en Galicia, los gér- la Irlanda de la Península 1
menes de poder que cada generación i En apoyo de estas palabras pudiéra-
cada siglo fueron depositando en ella, mos desdoblar á la vista do nuestros lec-
i los benéficos sacudimientos de la épo- tores muchos cuadros estadísticos 1 pre-
ca, todo se pierde en el insondable a- sentar numerosos detalles. Mas una tarea
bismo del AISLAMIENTO: i la razón clara semejante, que seria muy árida en ana
i la egcmplar laboriosidad de nuestros publicación de la índole del Porvenir, está
compatriotas, i los esfuerzos de algunos al alcance de todo el que la emprenda,
Coiazoues ardientes 1 generosos se estre- i nosotros solo nos proponemos llamar
llan contra- su situación estadística: — la atención de la juventud estudiosa ha-
lo desparramado de la población, la cs- cia el fenómeno mas importante que pre-
centralizaciou de las familias que cubren senta el pais para quien escribimos.
ese vasto territorio de mil denlo treinta Si: Galicia no tiene, pueblus. Y esta
Itijuas cuadradas. proposición que sorprenderá al público

ESPAÑA, TRISTEMENTE DIVIDIDA,


NO ANHELA I-ETIA^CR CONQUISTADORA,
SABE QUE EN SIGLOSFIGURÓTEMIDA
DE DOS INTTUDOS ESPLENDIDOS SEÑORA.
DEL ÁRTICO AL ANTARTICO APLAUDIDA,
ESPAÑA. AL MISMO SOL, QUE SUS RELIQUIAS DORA,
NEGÓ, POR BLASONAR DE INDEPEUDIENLE,
EN SUS VASTOS DOMINIOS OCCIDENTE

K IBERIA CONCRETÁNDOME HOVERO HOY, MATRONA DECREPITA INSEGURA


EN UN BOSQUEJO RÁPIDO I ABSTRACTO, CUAL DONCELLA QUE VIO SETENTA ABRILES,
TOCAR SUS LASOS DIFERENTES QUIERO, ARRASTRA, COMO RESTOS DE HERMOSURA.
NO CON LENTA INDUCCIÓN, ACTO POR ACTO. DESPOJOS CADAVÉRICOS SENILES.
1 CNLICMLASE LA JUZGO I CONSIDERO SOBRE SU TRENTE PÁLIDA FULGURA
DE SU ADMINISTRACIÓN CU CADA ESTRADO, ANREITLA DE RECUERDOS JUVENILES
CÓMO A UN ENTE MORAL, QUE NUNCA ESPIRA, Á LENICIOS, ROMANOS, YODOS, MOROS. .
SI BIEN CON UNOS, ó CON OTROS GIRA á CIEN INTRUSOS PRODIGÓ TESOROS.
132 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

rosas como Alemania, Austria-Hungría, Suiza y aun la misma


Inglaterra.
En el Reino Unido no hay más que una Cámara popular;
pero,—como atinadamente arguye el Dr. Robert—(l) ¡qué dife-
rencia entre ésta que se penetra de las condiciones intrínsecas
de todos los pequeños Estados que constituyen la nación in-
glesa, y nuestras Cámaras españolas con su régimen unifor-
mista! Aquella Cámara no legisla uniformemente dictando idén-
ticas leyes para todos los condados y. para todas las distintas
regiones que componen el imperio británico, sino que legisla
amoldándose á las condiciones de Irlanda, Escocia y de todas
las demás que forman la nación citada; no precisando tener una
multiplicidad de Cámaras; porque aquella Cámara única, está
admirablemente impuesta de la obligación de adaptar las leyes
á las condiciones de las diferentes nacionalidades inglesas, reco-
nociendo la autonomía municipal, autonomía en los condados y
autonomía en las Universidades, sin necesidad, por esta especial
circunstancia, de que Irlanda y Escocia tengan Cámaras; y si las
sostengan, por la absoluta autonomía que gozan, el Canadá, el
Cabo de Buena Esperanza y otras colonias que contienen go-
biernos perfectamente establecidos como ahora la ex-república
del Transvaal

Vemos también que el Imperio germánico, no es más que


una vastísima Confederación de 26 Estados, entre los cuales
figuran cuatro reinos ligados al Centro unificador de la Casa de
Prusia con su emperador Guillermo. Y hay que fijarse, que alu-
dimos á una nación inmensamente poderosa.
Lo propio sucede en Austria-Hungría y en Suiza; y á mayor
abundamiento explicaremos que el mismo ducado de Luxem-
burgo tiene un régimen por todos conceptos autónomo, con el
aditamento de que tanto en todas las referidas regiones como
en Austria-Hungría y en Bélgica, respétanse todos sus idiomas

(1) Discursos pronunciados en el Parlamento español en la legislatura dé


1901, pág. 7 8 . — B a r c e l o n a , 1 9 0 2 . Un folleto de 9 6 páginas.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 133

reconociéndoles carácter de oficialidad que en España se niega


á los de Cataluña, las Vascongadas y Galicia. (1)
El manifiesto de los revolucionarios gallegos, encaminaba á
un solo objeto todos los talentos y todos los esfuerzos de los
hijos de Galicia para que esta región llegase á reconquistar las
influencias particularistas que le correspondían, «colocándola en
el alto lugar á que estaba llamado el antiguo reino de los sue-
vos» «El pueblo conquistará en esta revolución lo que le han
arrebatado los cómicos de los pronunciamientos: ¡pan y dere-
chos! ¡Qué la espada de Galicia haga inclinar una sola vez la
balanza en que pesan los destinos de España!....»
Del análisis de este documento que aparece inserto en el
periódico La Revolución, y de otros que venimos publicando,
podrá apreciar el lector que el movimiento gallego del año 1 8 4 6 ,
no se sujetó estrictamente á defender los principios liberales, (2)
sino que los hombres puestos al frente del mismo, aspiraban á
recabar para la región aquellos antiguos privilegios, libertades y
-particularismos que el absorvente poder centralizador le había
cercenado en mal hora, decretando una unificación arbitraria y
caprichosa, paralizando la vida interna de las regiones y matán-
doles su verdadero espíritu de progreso, con manifiesta lesión
del desenvolvimiento y progreso del Estado mismo.

(1) No es solamente en los Centros gubernamentales donde se quieren


proscribir las lenguas regionales españolas, sino !o más lamentable es, que en
la misma Galicia, se haya llegado al extremo de abundar en esta absurda idea
expuesta en un mitin republicano celebrado en L a Coruña en el ultimo mes de
Noviembre; y eso que quienes abogaron por esa proscripción no solo bajo el
aspecto oficial sino hasta en el particular, son gallegos, y que por ende repre-
sentan un nuevo partido republicano que se denomina autónomo de Galicia
ó de L a Coruña
|Y precisamente los Estados más prósperos y en donde el patriotismo no
es una ficción, son los constituidos bajo el régimen federativo!....
(2) «En el Programa los Pronunciados dallan vivas á nuestra Reyna Doña
Isabel 11. ; peyó personas de alta influencia
a
t por motivos fundados aseguran que
proyectaban REPÚBLICA y CONVENCIÓN COMO LA F R A N C E S A . » — F R . MANUEL

M A R Í A D E S A N L U C A K D E B A R R A M E D A , Obispo de Cidonia y auxiliar de Composlela,


autor de Recuerdos Saludables d la España Católica sobre su Apóstol Tutelar Padre
y Pailón Santiago el Mayor.—Santiago 1 8 4 6 ; pág, 1 6 7 .
134 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

De aquí, que en toda cuanta época de renovación social se


ha presentado, surgen hombres y doctrinas, como creados los
unos é inspirados los otros por genios excepcionales, sin que
haya Sibila, cual argumenta nuestro citado amigo Golpe, que
los anuncie ni previsión que los detenga; que la Providencia,
suprema ley histórica que rige los seres, está por encima de la
previsión de los sabios y de los filósofos

ni

Reconociendo la Junta Suprema de Santiago los importantes


servicios prestados por D. Miguel Solís y Cuetos; y compren-
diendo su desprendimiento, patriotismo y decisión sin preceden-
tes, por cuanto había sido el primer soldado que desenvainara su
espada en aras de las libertades gallegas, acordó en sesión del
día 7 de Abril, conferirle él empleo de mariscal de campo, y el
ascenso inmediato á sus compañeros de armas; pero uno y otros
se negaron decididamente á aceptar ninguna clase de honores, ( i )
«Nada pudo obligar á Solís, á admitir esta gerarquía que
seguramente no estaba en consonancia con su carácter despren-
dido y generoso, ya que para algunos, podría ser motivo de jui-
cios temerarios é incisivas recriminaciones.» (2)
Verse honrado con el título de «Libertador de Galicia», lle-
gar á la cumbre de sus deseos sin tener que enjugar una lágrima
ni derramar una gota de sangre, era el único galardón á que
aspiraba. A esto reducíanse todos sus ascensos.
«Cumplir con los mandatos de la conciencia, era un deber
no un servicio que se aplaudía con el agradecimiento, y no se
satisfacía con la vanidad de un entorchado.» (3)
Pero exigencias de las circunstancias obligaron al modesto
y bravo Solís—indican Blasco Ibañez (4) y Pirala (5)—á aceptar

(1) PIRALA, ob. cit., pág. 446.

(2) Do PORTO ob. citada, pág. 102.

(3) Do P O R T O , ob. cit., pág. 102.

(4) Ob. cit., pág. 1 0 1 , . tomo III.


(5; Ob. cit., pág. 449.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

el nombramiento con la condición expresa de volver á quedarse


con su eriipleo de coronel, comandante de Estado Mayor, des-
pués de logrado el pronunciamiento.
L a Junta aguantó las amargas reconvenciones que el noble
caudillo le había hecho, por la lógica que en ellas concurría, sin
dejar al mismo tiempo de apreciar sus derechos á mayor con-
sideración militar, en atención á hallarse al frente de algunos
batallones.
Pero dábase el caso de que en el alzamiento gallego entrara
un personage más y de graduación superior á la de Solís, cual
era D. Leoncio Rubín: aquél, en el ejército de la nación, no
poseía mayor categoría que la de comandante graduado de co-
ronel; y el último, la de brigadier, equivalente en la actualidad á
la de general de brigada. Esta circunstancia llevaría á crear dua-
lismos lamentables sino se trataba de evitarlos por medios con-
ciliatorios, sin lastimar susceptibilidades que pudieran herir la
del nuevo paladín que con buenos oficios, al parecer,"abrazaba
el credo revolucionario.
Conforme á los preceptos de la ordenanza, le correspondía
á Rubín tomar el mando en jefe del ejército gallego; mas de
observarse en el caso de que se trata, quebrantaríanse, como ar-
guye Do Porto, «los dictados de la conveniencia, de la justicia
y de la necesidad».
Por íntimo sentido jurídico, pertenecíale á D. Miguel Solís
dirigir las tropas que al brillar el fulgor de su espada, respondie-
ran á su llamamiento; pero formularía su protesta el brigadier
Rubín, si se le obligaba á servir á las órdenes de un coronel
graduado.
Lejos de halagarle al primero el nombramiento que la Junta
superior le había otorgado, deseaba mejor la presentación de un
general de categoría, pericia y facultades técnicas que se encar-
gase de la dirección del movimiento, relevándole del peso que
implicaban las múltiples y trascendentales obligaciones que impo-
nía cargo tan peligroso. Bastábale á Solís el nombre que adqui-
riera el día 2 en la capital lucense. Todos sus anhelos, según lle-
vamos manifestado, tendían á la salvación de aquel alzamiento
que comenzara con tan buenos auspicios. «El nombre de Rubín
136 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

—explica Do Porto—no era el invocado por sus sacerdotes


para proteger aquella deidad» (i)
Previendo la Junta todos estos inconvenientes y en el afán
de asegurar los éxitos de la revolución, acordó el día 1 3 ascen-
der á mariscales de campo á ambos jefes.
Con esta medida hasta cierto punto acertada, se disiparon
las nebulosidades que parecían presentarse por parte de Rubín,
aunque algunos escritores como Valera la condenan. (2) Solís,
sin la menor objección se conformó con el acuerdo por impo-
nérselo su decoro y la necesidad ineludible de las circunstancias.
Designada la ciudad de Santiago como cuartel general de las
fuerzas revolucionarias, se señaló el día 15 para pasar revista á
las mismas, dándoles á conocer á los dos generales ascendidos.
A las dos de la tarde se dio la orden general de la plaza; y
á las cinco, se verificó la formación, en orden de parada, en el
campo de Santa Susana.
A la cabeza de la línea se colocó el 2° batallón del regi-
miento de Zamora, siguiéndole por este orden los Provinciales
de Gijón, Segovia, Zamora y Oviedo. A continuación estaban
los Literarios, los guardias civiles, carabineros y milicianos
nacionales, terminando toda la extensa línea, con las dos piezas
de artillería rodada y los 25 lanceros de Villaviciosa.
Mandaba la parada D. Leoncio Rubín; y al desfilar las fuer-
zas en columna de honor por ante la Junta Suprema, el general
en jefe D. Miguel Solís, con el sombrero debajo del brazo y
ademán airoso, les pronunció la siguiente alocución:
«¡Soldados! tres años han pasado por vosotros del más inicuo
despotismo; y en estos tres años, un poder bastardo, quiso nive-
laros con los genízaros de Constantinopla; quiso aislaros del

(1) Ob. cit., pág. 103.


(2) LAFUENTE: Historia General de España, tom. cit., pág. 2 9 . — E s t e his-
toriador dice que «Rubín pidió.el mando en jefe del ejército revolucionario, y
la Junta cometió la torpeza de dividir el mando entre los dos, (Rubín y Solís), lo
cual hubiera sido perjudicialísimo para los pronunciados, aun estando Rubín de
buena fe entre ellos, y no como sostenían algunos en inteligencia con el gobierno.
Como quiera que sea, ya por la torpeza ya por la traición, Rubín solo sirvió de
estorbo al buen éxito del pronunciamiento».
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 137

pueblo de que sois hijos; quiso aún más, pues intentó rasgar las
entrañas de la querida patria con vuestras bayonetas, afiladas
ahora para defender la nación y sus sagrados derechos Solo
para guiaros á la victoria, he aceptado el nombramiento de ma-
riscal de campo con que se ha dignado honrarme la benemérita
Junta de Santiago Solo para defender el pueblo y las leyes
me he puesto á vuestra cabeza Solo para mandar soldados
como vosotros, he jurado á la faz de Europa entera restaurar
la nacionalidad de España y la independencia de sus hijos. ¿No
es verdad que en vuestros labios no hay más que un solo grito?
¡Sí! el de libertad ó muerte, compañeros!!...» (1)
Los repetidos vítores y aclamaciones, no dejaron continuar
la patriótica arenga de Solís; confundiéndnse con los acordes de
los marciales himnos que ejecutaban las cuatro bandas de músi-
ca de los batallones provinciales. El entusiasmo, escribe Pirala,
fué grande, inmenso. (2)
Seguidamente maniobraron las tropas delante de ambos ge-
nerales, y de la Junta -Suprema, dividiéndose en dos columnas
al mando cada una de sus respectivos segundos jefes, demos-
trando en los distintos movimientos tanto en la instrucción de
guerrilla como en la de batallón, una organización envidiable y
pericia en la táctica. (3)
Terminado el ejercicio, se retiró la fuerza á los cuarteles;
dirigiéndose Solís y Rubín al local de la Junta de gobierno para
tomar, en unión de la misma, las resoluciones conducentes res-
pecto al sistema de operaciones que debían abordarse.

I " V

La revolución estaba amenazada en algunos puntos de los,


de más importancia, cuales eran la provincia de Orense, de la
que se hallaban posesionados los batallones de Guadalajara y
Provincial de Mondoñedo; la carretera de la Coruña y pueblo del

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 104.

(2) Ob. cit., pág. 4 4 7 .


(3) En un oficio de los contados documentos que existen de la Junta Su-
prema, se consigna este dato.
I38 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Portazgo.en donde continuaba estacionado el brjgadier Mac-


Crohon con los batallones i.° y 3 . de Zamora; el Provincial de
0

Málaga que había dejado á Castilla y amagaba la plaza de Lugo;


y por otra parte la falta de apoyo de las ciudades de Ferrol, la
Coruña y Orense,—que sin cumplir sus empeñados compromisos,
persistían leales al gobierno central, —guarneciendo la segunda
de dichas poblaciones el 4 . regimiento de artillería de plaza; y
0

la primera, las fuerzas de Marina y del batallón Provincial de' la


Coruña; creando por estos motivos á los sublevados, aunque sus
elementos guerreros fuesen superiores, una complicación natural
para acometer una empresa fácil, teniendo en cuenta la disemi-
nación de los puntos en donde se sostenían los contrarios.
Por otra parte, las autoridades leales veíanse á su vez forza-
das á cuidar de la defensa de los pueblos no pronunciados con
objeto de sostener la tranquilidad y el orden, evitando la propa-
gación del contagio revolucionario, que ya tenía sólido asiento
en Lugo, Santiago, Vigo, Pontevedra y Tuy.
Bien hubiera deseado el «Ejército libertador de Galicia» me-
dir sus fuerzas en campo abierto con las del general Villalonga;
pero computando éste el poder de su enemigo, trataba de sus-
traer el encuentro, resguardado por los formidables muros de la
ciudad coruñesa y recluido en su palacio de la plaza de la Cons-
titución, en el que celebraba sesión permanente con la Junta de
autoridades; y desde el cual palacio, dictaba órdenes ineficaces
á sus subordinados, quienes se concretaban á esperar como él,
la marcha y duración de los sucesos, y la llegada del nuevo
Mesías que habría de sacarlo del atolladero en que le colocara
aquella conjunción de almas patrióticas que defendían con ver-
dadera fé los principios democráticos.
Y ese nuevo enviado ó ungido, era el mariscal de campo don
José Gutiérrez de la Concha, días antes enemigo irreconciliable
del general Narváez y nada indiferente á los propósitos de los
revolucionarios gallegos; (1) pero que aparecía ahora por la

(i) «La clave de esta sublevación está en la conducta del general D. José
de la Concha. Dícese por los sublevados que contaban con el apoyo de éste y
que Rubín obraba de acuerdo cou él. ¡Son tantos los que lo dicenl»— V I C E N T E
D E L A F U E N T E , ob. cit., tomo II, pág. 3 4 1 . — L u g o , 1881.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 139

frontera castellana amenazando confundirlos al frente de nume-


rosa hueste.
Era, pues, de urgente necesidad atajarle el paso guardando
las inexpugnables gargantas gallegas para impedirle su entrada
en el territorio.
Para la mejor coronación de este plan, se precisaba ante
todo, recabar con urgencia la sublevación de las tres indicadas
ciudades con todos sus elementos de guerra; idea iniciada en el
momento por la Junta Suprema, y factible de realización, si
había de darse asenso á los avisos confidenciales que diaria-
mente se recibían de las aludidas poblaciones.
De consumarse dicho plan, podría, con seguridades de éxito,
dar la batalla á Concha «con doce batallones, dejando á reta-
guardia un pueblo de dos millones de almas, batiendo llamada
para engrosar con tercios de licenciados del ejército, la frontera
gallega». (1)
Acariciado el proyecto, se dispuso ponerlo en práctica inme-
diatamente, seccionando las fuerzas que se hallaban en Santia-
go, en dos divisiones; la una, para seguir la dirección á Lugo,
considerando la primera puerta de Castilla; y la otra para mar-
char camino de Orense, segundo punto por el cual podrían ve-
rificar su entrada las tropas de aquel general.
Encargado Rubín de ejecutar esta última maniobra, estable-
cería su cuartel general en Orense, cuya ocupación conceptuaba
firme; y la primera división, mandada por Solís, retrocedería
desde Lugo á La Coruña y Ferrol para auxiliar á sus respectivos
habitantes y guarniciones, estimulándolos á disociarse del go-
bierno central.
Ya en Lugo, Solís, y de acuerdo con Rubín, fijarían ambos
las ciudades de Orense y Lugo como lugares avanzados para
observar los movimieutos de Concha y como eje para desarro-
llar toda cuanta combinación demandasen aquellos críticos mo-
mentos. Las dos fronteras gallegas estarían perfectamente de-
fendidas con gente sobrada para rechazar el número de enemi-

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 107.


I40 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

gos; y pronunciado todo el territorio sin la menor oposición,


haríase potente y formidable la revolución gallega—que así ya
lo reconocían en la Corte—no bastando para contenerla todo el
poder del gobierno de Madrid. (1)
Antes de realizar su marcha, Solís, hizo un llamamiento, por
medio de una proclama, á los licenciados del ejército, excitán-
dolos «á empuñar las armas para defender la libertad y el país
gallego de las concupiscencias del centralismo»; ofreciéndoles
cuatro reales diarios y una ración de pan por plaza.
No descuidó tampoco visitar á los soldados heridos en la
acción de Sigüeiro que se hallaban en el Hospital Real de San-
tiago, (2) hablándoles con aquella dulzura y amabilidad con que
sabía captarse el entusiasmo de sus subordinados; y al despe-
dirse de ellos, les entregó de su bolsillo 40 reales á cada uno. (3)
A las diez de la mañana del día 16 salió Solís para la Coruña
al frente de la primera división del Ejército Libertador de Gali-
cia: formábase del 2° batallón del regimiento infantería de Za-
mora, los Provinciales de Gijón y Segovia, una compañía de
Guías de la Libertad; 120 carabineros, 20 caballos del escuadrón
de Villaviciosa y dos piezas de artillería rodada con un oficial
de este Cuerpo y la dotación necesaria para el servicio de las
mismas. Como jefe de Estado Mayor iba el valiente y entendido
D. Manuel Buceta.
A la propia hora, partía con dirección á Orense, la segunda
división al mando del general Rubín, componiéndose de los ba-
tallones Provinciales de Oviedo y Zamora; 90 guardias civiles,
50 carabineros y 8 caballos de Villaviciosa. El jefe de Estado
Mayor era el no menos bravo y prestigioso militar D. Sebastián
Arias.

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 108.-—PIRALA, ob. cit., pág. 447.—BLASCO

I B A Ñ E Z , ob. cit., pág. I O I . — P É R E Z G A L D Ó S , ob. cit., pág. 242.

(2) Hoy Gran Hospital. Debemos consignar que el entonces joven médico
de Santiago, D. Pedro Francisco Javier Cervino, ha prestado en dicho estable-
cimiento excelentes servicios á los heridos, con su pericia é inteligencia.
(3) Do P O R T O , ob, cit., pág. 109.—PIRALA, ob. cit., pág. 447.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN I4Í

¿Han desempeñado ambos jefes con fidelidad y discreción la


misión sagrada que Galicia les había confiado?
¿Incurrieron en defectos que motivaron la acerba censura
que los hombres y la historia les dedican?
En el desarrollo de los acontecimientos que iremos rela-
tando, podrá apreciarse con la serenidad de juicio y sin ceguera
de apasionamiento, á cual de dichos personajes, débese el fra-
caso de aquella pujante revolución popular «tan justificada y tan
necesaria en sus fines», como sustenta Amador Fernandez de
los Ríos en su maravilloso volumen Luchas políticas.
CAPÍTULO VIII

Don Ramón María Narváez.—El general D. José Gutiérrez de la


Concha.—Inaugura éste sus operaciones contra los sublevados.—
Derrota en Astorga al general revolucionario D. Martín José de
Iriarte. — Continúa Concha sus operaciones en Galicia.'—Causa
instruida al general" Puig Samper. — Movimientos de la 1. división a

del «Ejército Libertador de Galicia».—Amaga Solís á la Coruña.—


Temores del general Villalonga.—-Entrada de Solís y su división en
Betanzos.—Sitio del Ferrol.—Situación de esta ciudad.

La figura política del general D. Ramón María Narváez, que


por la época en que comenzaron los sucesos que venimos na-
rrando, gobernaba los destinos de España en nombre de Isa-
bel II, acababa de caer de su autocrático solio, desterrándosele
al extranjero con el pretexto de enviarlo de embajador extraor-
dinario á la Corte de Ñ a p ó l e s .
En armonía con su soberbio carácter y «con aquel ten con
ten de su fiereza y gracias andaluzas», (i) Narváez, renunció
graciosamente dicho destino; y en el momento de partir para

(i) P É R E Z G A L D Ó S : Narváez, pág. 121.—Madrid, 1902.


144 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DÉ I84Ó

el destierro el 6 de Abril de 1846, mandó decir al monarca,


por conducto del brigadier Armero:
—Agradezco la distinción con que S. M. me honra; pero me
es completamente imposible complacerla en esta ocasión.
Y poniendo, el pie en el estribo de su carruaje, se acercó á
la oreja de Armero y añadió:
— Y o no digo las cosas más que una sola vez. Y a sabe el
Sr. Isturiz lo que hablé; y extraño que conociéndome, dé marti-
llazos en hierro frío. Dele V- memorias. Adiós. (1)
Días antes de su caída, hallábase Narváez en el apogeo de
su poderío, con el favor de Palacio, con el apoyo de las Cortes,,
con la adhesión del ejército, con fuerza pujante para tomar por
si la providencia de desterrar escritores públicos y con excesiva
osadía é imperio para emplear en nombre de la reina un len-
guaje destemplado contra un tío y un primo de la augusta
soberana.
Apesar de aquellos desplantes suyos, tan comunes, de pro-
clamar en alta voz que «España y la libertad eran él», juzgamos
que por entonces, los motivos inmediatos que provocaron su
inutilización en el Poder, obedecieron según sentaba Balmes, á
la carencia de ideas políticas. (2)
Había sido más militar que político; y de esta divergencia
de profesiones, derivábanse sus grandes yerros, con la agravante
de su carácter concupiscente y dominante para quien no estu-
vies incondicionalmente á su lado.
Merced á sus errores, nos decía el ilustre filósofo, (3) había
llegado á estar solo, enteramente solo en el campo de la política;
y en situación semejante, no alcanzamos que ningún hombre sea
capaz de gobernar.
Espartero, en sus postrimerías de gobernante, y á pesar de
su dudosa popularidad, contaba con el concurso de una porción

(1) ILDEFONSO A N T O N I O BERMEJO: La Estáfela de Palacio, tomo II, pá-


gina 644.—Madrid, 1 8 7 2 .
(2) El Pensamiento déla Nación, niírn. 1 1 5 , de 1 5 Abril 1 8 4 6 . Este perió-
dico defendía la candidatura del conde de Montemolín para esposo de la reina
Isabel II.
(3) Periód. cit., p'ág. 226.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 145

considerable del partido progresista; á su lado tenía hombres


notables, y en su defensa luchaban la Milicia Nacional de Madrid
y Zaragoza; pero Narváez no disponía de nadie, «no tenía en su
favor las simpatías de nadie: era obedecido porque mandaba en
nombre de la Reina: contaba con el ejército porque era ministro
de la Reina; tan pronto como perdió la gracia de la Corte, se
halló constituido en un simple particular, enteramente solo».
En su arbitrario manifiesto de 18 de Marzo de 1 8 4 6 , decla-
raba rebeldes á todos los partidos legítimos de España, y barre-
naba por medio de un decreto la ley de imprenta; deportaba
hombres eminentemente sanos en las lides políticas; perseguía
inhumanamente lo mismo á seres inocentes que á seres indife-
rentes que no estaban sujetos á su funesta política de absorción.
Durante su poder, no regía en España ninguna de las formas
de gobierno conocidas en los hechos y en los libros. No había
monarquía obsoluta ni sistema representativo, ni previa censura
ni libertad de imprenta. No estaba abolida la votación de los
presupuestos; pero los presupuestos no se votaban. Regía la
Constitución de 1 8 4 5 ; pero se la tenía sin observancia. Estaban
todos los grandes problemas sin resolver, incluso el matrimonio
de Isabel II que se presentaba muy indeciso y complicado; y
por ende, los partidos políticos más enconados que nunca. En
fin, era una verdadera situación anárquica que produjera el hom-
bre que pocos años antes, con su proceder temerario, se signi-
ficara en la Mancha, se sublevara en Sevilla y provocara los
sucesos de Torrejón de Ardoz; que declaraba la nación en
estado de sitio cuando se le antojaba; que desterraba á los que le
atacaban en la prensa; que se ponía á la cabeza de los Parlamen-
tos; que luchaba, usando procedimientos maquiavélicos con los
progresistas y los absolutistas; reducido á la extremidad lamen-
table de pretender glorias de orador parlamentario.
«Esto,—escribía Balmes—era un contrasentido tan evidente,
tan palpable, que no alcanzamos á concebir como sobre los pe-
queños conceptos de la cabeza, no prevalecieron una y mil veces
los instintos del corazón.» (1)

(1) Periód. cit., pág. 2 2 8 .


10
I46 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Se explica, pues, porque al marcharse entonces al extranjero


el general Narváez, no llevaba consigo las simpatías de ningún
partido ni fracción política. Contra él estaban los progresistas,
los absolutistas, la mayoría y minoría.del Congreso y todas las
fracciones del partido moderado en las muchas divisiones y
subdivisiones en que se hallaba distribuido. Le quedarían amigos
personales, «pero no se trata de afecciones privadas sino de ad-
hesión de ideas políticas», ( i ) «El general Narváez que quiso un
día considerarse mártir de la libertad, fué él quien la ha
matado.» (2)

11

Por todas estas razones que dejamos expuestas, tuvo su jus-


tificación la revolución nacida en Galicia el año de 1 8 4 6 . Los
mismos gobernantes que sustituyeron á Narváez y después ter-
minaron con ella á balazos, la hicieron justicia en los momentos
de agonía y terror.
¡Abajo Narváez! exclamaban los revolucionarios gallegos.
¡Fuera Narváez! repetían aquellos otros á quienes se acudía en
forma suplicante para salvar la anómala situación de España
nacida al calor de los trastornos de 1843.
Cayó el dictador, aunque momentáneamente, para resurgir
más tarde y continuar su campaña de sangre y lágrimas; para
reafirmar su hegemonía á la sombra de un trono débil; pero al
caer el año de 1846, no fué como víctima sacrificada á los ren-
cores de la personalidad y de la intriga de una camarilla que
escudaba ese trono, sino al desagravio de la patria que escarne-
ciera y á los principios que su soberbia ultrajara.
Todos esquivaban recoger de sus manos el poder que llevaba
como mancha una revolución que.en sus comienzos, hacia pre-
sagiar un desenlace fatal para las instituciones y un cambio ra-
dical en el estado social español.

(1) B A L M E S , periód. cit., pág. 2 2 8 .


(2) Periód. cit., pág. 2 2 6 .
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

Mas á pesar de esto, no faltaron hombres, como Isturiz, de


conciencia desaprensiva,—defecto capital en la absoluta mayoría
del elenco de nuestros políticos de oficio,—que se inclinasen á
recoger la herencia de ese Poder.
Los conservadores—refiere Do Porto—habían cumplido ya
con el principal objetivo de sus afanes. El más fuerte obstáculo
á sus pretensiones fuera por tierra: á ellos tocábales sofocar un
incendio para el cual no habían sido los menos en hacinar nu-
meroso combustible. Contaban con su prestigio,-aun no desauto-
rizado, y con las fuerzas que da el instinto de la propia existencia;
porque en las cenizas de aquella conflagración, vislumbraban
también su ruina.
Uno de los militares que con más inquina combatiera el sis-
tema político de Narváez y de todo su gabinete; que viera no
solamente con marcadas muestras de simpatía la actitud levan-
tada del pueblo gallego sino que hasta se prestaría á secun-
darla ( i ) si Narváez prosiguiera algún tiempo en el poder, fué
designado por el gobierno de Isturiz para batir y apagar el alza-
miento de Galicia.
Este personaje era el mariscal de campo D. José Gutiérrez
de la Concha «más verdugo que militar», según Blasco Ibañez,
(2) de naturales aspiraciones como consecuencia de un egoísmo
lógico (3) que hay que reconocer en un joven que ya ostentaba
en las boca-mangas de su casaca el entorchado de general de
división; de regulares condiciones tácticas; pero que no obstante
haber ocupado andando los años, elevados puestos en la política
y en la milicia, cállase la historia en cuanto á considerarle dotes
excepcionales en ambas facultades. (4)
No se equivocó al aceptar el papel que se le había señalado,
porque la diosa Fortuna colmóle de gracias; y puede decirse que
el general Concha fué un ser verdaderamente afortunado.

(1) V I C E N T E DE LA FUENTE, ob. cit., pág. 341, tomo II.

(2) Ob. cit., pág. 1 0 4 , tomo I I I .


(3) P É R E Z G A L D Ó S : Bodas Reales, pág. 2 4 6 .

(4) Fué Marqués de la Habana, Ministro de la Guerra, Capitán general de


los ejércitos de la Nación y Presidente del Senado. Naciera en Tucumán (Repú-
blica Argentina), cuando este estado era todavía colonia española.
14$ LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

A nadie mejor que á éste pudo Isturiz encomendar misión tan


complicada, precisamente por ser enemigo de Narváez; y era
de necesidad premiar tal antagonismo; que toda parcialidad in-
justificada, odiosa siempre, suele ser objeto de larga remune-
ración.
Al participar el 7 de Abril el Ministro de la Guerra al gene-
ral Concha, la orden de ponerse á la cabeza de las tropas expe-
dicionarias que debían operar en Galicia, no se conocían más
detalles del movimiento gallego que las ocurrencias del día 2 ,
en Lugo; y resuelto á ahogarlo en su raíz, imprimió con toda
velocidad sus energías, saliendo con dirección á Galicia en el
mismo día 7, dejando en su tránsito las oportunas instrucciones
para la movilización y concentración de las fuerzas que había de
mandar.
Así lo estampaba un periódico adicto de la Corte, titulado
El Español, que en un artículo encomiástico con el epígrafe de
Campaña de 17 días, aludiendo al tiempo que dicho militar in-
virtiera para finalizar la revolución gallega, salía á la defensa de
éste empuñando el incensario de la adulación; artículo que fué
combatido digna y enérgicamente por los periódicos gallegos
en el momento de terminarse la campaña, y especialmente por
Do Porto en una nota de su Reseña; (1) aunque este juicioso es-

(1) «Parte de estas noticias, están extractadas literalmente de una relación


que con el epígrafe de Campaña de 17 días, ha publicado el periódico El Espa-
ñol. La persona que la ha redactado, en nuestro entender muy allegada al perso-
naje en cuyo encomio se dio á luz, trata de probar en ella que el aniquilamiento
de la insurrección militar del distrito de Galicia fué resultado de una complicada
estrategia y de un cálculo certero confeccionados por el saber y la meditación.
A esta estrategia y á estos cálculos son á los que no asentimos porque no pudie-
ron existir sino después que las felices combinaciones del acaso y algo más die-
ron lugar á producir esas bellas teorías á que atribuye el rápido y feliz éxito de
la campaña. ¿Cómo el general Concha pudo de antemano establecer un sistema
de operaciones cuya ejecución había de llevar á cabo en un país completamente
desconocido para él? ¿Cómo había de formular con anterioridad un plan de ata-
que contra un enemigo cuyas fuerzas, situación y medios de defensa le fueron
desconocidos hasta el mismo momento en que pisó el teatro de la guerra? Que
el general Concha ignoraba absolutamente la topografía de Galicia, lo demuestra
los errores profundos de que adolece la narración que motiva estas líneas; el
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 149

critor, en obsequio á su imparcialidad, expresase en las últimas


páginas de su trabajo algunas de las buenas condiciones mili-
tares de Concha; (1) la discreta conducta que el mismo usó du-
rante el combate verificado el 24 en las calles de Santiago y las
consideraciones que tuviera con los prisioneros.

III

En el citado día 7, dictara el ministro de la Guerra una real


orden circular enterando á los Capitanes generales de los dis-
tritos respectivos, del alzamiento que en Lugo acababa de pro-
vocarse; y al trasmitir dicha disposición al de las Vasconga-
das, le recomendaba que para terminarlo por los medios más
rápidos, pusiera al servicio del de Galicia tres batallones de
los ocho que tenía en su región, cuidando de conservar el orden,
y fijándoles el itinerario más corto. Le indicaba también que
recomendase al jefe que habría de mandar esas unidades, que si
durante la marcha se encontraba con el general Cancha, nom-
brado para la jefatura de todas las fuerzas que debían operar
contra los insurrectos, se pusiese á sus órdenes, dando conoci-
miento del hecho al Capitán general de Galicia. Transcribía á
éste, igualmente el ministro, las resoluciones enunciadas. (2)

afán del Sr. Concha en llegar á Orense para examinar el mapa de D. Domingo
Fontán, el único más exacto y extenso que existe de aquel territorio y finalmente
el no haber nunca recorrido esta montuosa y quebrada parte de España que de
otro modo es imposible llegue nadie á conocer. Que sus rápidas victorias fueron
debidas después de su indisputable actividad á las propicias y maravillosas cir-
cunstancias que le sonrieron y al apoyo voluntario ó involuntario prestado por don
Leoncio de Rubín, uno de los actores del alzamiento, lo demostramos en el contexto
de esta narración histórica. Incapaces nosotros de manejar el incensario de la
lisonja y obligados á colocar los hombres y las cosas en el verdadero puesto que
deben ocupar, reconociendo como reconocemos el talento, valor é ingenio del
-Sr. Concha, y circunscribiéndonos á su enaltecida Campaña de 17 días, haremos
ver que lejos de merecer el título de capitán consumado, con que trata de revestirlo
la Memoria que produce esta nota, solo es digno de aquella calificación de SOLDADO

DE FORTUNA que con no menos motivos aplicó Chateaubriand al emperador


Aureliano.>—Ob. cit., nota, págs. 1 1 2 y 1 1 3 .
(1) Ob. cit., pág. 2 5 1 , Observaciones 4 . y última.
A

(2) Recibida el 1 6 por Villalonga,—Doc. que poseemos.


150 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Concha, por su parte, al llegar á Benavente el 9, partici-


paba al siguiente día, al general Villalonga, su nombramiento de
general en jefe de las tropas expedicionarias, expresándole que
se le uniera un batallón del regimiento infantería de la Reina,
otro del de América y el regimiento de caballería de la Reina.
«Oi (1) salgo con los dos batallones y cien caballos en Di-
rección de la puebla de Sanabria la misma que tomará otro Ba-
tallón de América que debe salir sobre el 12 de Valladolid y
una batería de á lomo que debe haberlo verificado ya desde
Segovia. Un ayudante de campo mío marchó ayer en Posta para
prebenir al Batallón de Málaga que se halla en Villafranca marche
desde allí á la puebla para incorporarse á las fuerzas que mar-
chan vajo mis inmediatas órdenes.—He creído mas combeniente
tomarla Dirección de la puebla para marchar seguidamente sobre
Orense porque creo que los sublevados después de haberse diri-
gido sobre Santiago lo verificaran sobre aquel punto o sobre la
costa y por lo tanto podré acudir mas pronto en socorro de la
Provincia de Pontevedra que supongo mas amenazada o bien
operar sobre Vigo y en todo caso interceptaré la comunicación
de los sublevados con Portugal.—Mi marcha en la citada Direc-
ción tiene ademas la bentaja de que sobre ello podré operar
contra el Ex-general Iriarte que con 200 ó 300 reveldes entre
emigrados y de Villar de Ciervos entraron ayer en Monbui
(Mombuy) si la columna que debe salir de Zamora coopera como
espero me prometo batirlo ú obligarlo á refugiarse en Portugal
sin apenas detener mi marcha sobre este distrito.—He dado las
ordenes y prevenciones convenientes para que las fuerzas que
deben haber salido de Burgos se Reconcentren en Villafranca á
cuio punto marchará otro Batallón de América cuando sea rele-
vado del Canal donde se halla y ademas los caballos de la
Reina.—V. E . recibirá aviso de la llegada de esta fuerza á Villa-
franca y puede ordenar sobre ella lo que estime más conveniente
asi como también procuraré ponerme en comunicación con
V. E . desde mi entrada en Galicia para que pueda darme sus
instrucciones ó las ordenes que estime mas acertadas.»

(1) Respetamos la ortografía y el estilo de este general, cuya comunicación


está puesta de su puño y pulso y con letra medianamente clara.
FRANCISCO TBTTAMANOY GASTÓN I5I

Villalonga recibió con notable retraso el precedente escrito,


dándose únicamente por enterado; (i) puesto que todas las noti-
cias ó comunicaciones que procedían de Concha, sino eran in-
terceptadas por el enemigo, se las facilitaban las autoridades de
la frontera castellana por conducto del Comandante general in-
terino de Orense. Este último, le transcribía el día 10 el susodi-
cho oficio; y el 1 2 , Villalonga lo trasladaba á Puig Samper para
su «inteligencia y gobierno» previniéndole que con mayor mo-
tivo, cumpliera sus disposiciones anteriores. «Espero que V . E .
—le decía—y los dignos jefes que le acompañan, reunida ya
como lo creo, toda la fuerza de Orense, contribuirán con sus es-
fuerzos á terminar prontamente una rebelión que tanto debe
manchar el honor del Ejército Español sino se laba con el valor,
decisión y lealtad de los que se conserban fieles y sumisos al Go-
bierno de S. M.» (2)
Como si el valor del ejército estuviese divorciado para Villa-
longa, de los sentimientos del patriotismo; á no ser que para él,
y los que con él opinasen, se relegase al soldado á la condición
de autómata, sin ideas ni sentimientos. El valor debe entenderse
y practicarse en defensa de la patria, no en aquella lucha en que
unos defendían un principio, y los otros, intereses particulares
de un Gobierno que conculcaba ese mismo principio. Villalonga,
como Concha, como Narváez, como tantos otros generales,
¡cuántas veces se habían rebelado en aquellos tiempos de béli-
cas asonadas (y en otros de fechas posteriores) cpntra los
gobernantes que á su juicio no guardaban las consideraciones
del deber y del respeto á las leyes!, y si por canallas tenía Villa-
longa á los soldados de la revolución gallega, idéntico epíteto
merecía él y los que con él produjeran sublevaciones, sin el
motivo lógico que á éstos asistía.
Contestando con fecha 11 al ministro de la Guerra, decíale
el irascible Capitán general de Galicia, aludiendo á los subleva -

(1) En este documento existe un decreto marginal que dice: «Recibido


este parte el 1 7 de Abril con el retraso consiguiente; nada hay que hacer sobre
el particular.—Rubricado.»—Doc. que poseemos,
(2) Doc.j¡ue poseemos.
152 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

dos «que no perdonaba medios ni fatigas para conseguir la


completa destrucción y aniquilamiento de S E M E J A N T E C A N A L L A
(1) y que al efecto había corrido las oportunas órdenes á las au-
toridades regionales, anunciándoles la llegada del general
Concha»; pero al propio tiempo suplicaba al ministro le enviase
en seguida las fuerzas ofrecidas porque de haberlas mandado
embarcadas desde Cádiz ó Bilbao para desembarcar en Vigo ó
en la Coruña, las operaciones hubiesen sido más rápidas.
«De todas maneras,—expresaba—si la desgracia del conta-
gio de sedición no cunde en el resto de los batallones Provincia-
les que aun permanecen fieles, espero que los rebeldes no tarden
en sufrir su exterminio ó fuga á Portugal según el movimiento
que han emprendido y de que dejo hecho mérito.» (2)
También en el mismo día le oficiaba al Capitán general de
Castilla la Vieja interesándole la concentración inmediata en
Galicia, de las tropas de que pudiese disponer de las distintas
armas de caballería, infantería y artillería, significándole que
para cubrir esta necesidad apremiante en su distrito, las reca-
base del Capitán general de Burgos; puesto que él tuviera que
desprenderse de las suyas para formar una pequeña columna
encomendada á Puig Samper con el fin de batir á los sublevados,
los cuales abandonaran á Santiago dirigiéndose á Pontevedra. (3)

IV

Como hemos expuesto, el general Concha entró en Bena-


vente el día 9 en una silla de postas, acompañado solamente
de cuatro carabineros. El día 1 0 pasó la comunicación que de-
jamos inserta, al Capitán general de Galicia; y en este mismo
día se le incorporaron las fuerzas que indicaba, para poner en
ejecución el plan de operaciones que había ideado.

(1) Doc. que poseemos.


(2) Se refería á los batallones de Provinciales, antes de tener lugar el
combate de Sigüeiro.
(3) Doc. que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 153

Al saberse en Valencia de Don Juan el alzamiento de Lugo,


se pronunció en dicha villa una compañía del 2 . Batallón de 0

Zamora (1)—que procedente de la Coruña, conducía un cordón


de presos destinados á extinguir condena en el correccional de
Valladolid, secundando esta actitud, otra compañía del Provin-
cial de Pontevedra que se hallaba de destacamento en aquel
punto, y 20 carabineros.
El general D. Martín José de Iriarte que por su probada sig-
nificación liberal estaba emigrado en Portugal, al informarse de
que la casi totalidad de la guarnición gallega y personas presti-
giosas del elemento civil habían protestado contra el gobierno
presidido por Narváez, abandona su destierro inmediatamente;
y acompañado de algunos amigos que sufrían igual extraña-
miento, entra por Mombuy internándose en Villar de Ciervos (2)
excitando el espíritu patriótico de los cervatos para que se aso-
ciaran á los protestas del pueblo gallego. (3)

(1) Del mismo Cuerpo que estaba con los sublevados.


(2) P I R A L A , ob. cit., pág. 4 5 1 .
(3) «Don Martín de Iriarte, no era un militar vulgar, sino de brillante histo-
ria. Su amor persistente por las ideas liberales, hiciérale sufrir en su carrera no-
toria postergación é innumerables extrañamientos. Cuando D. José de la Concha
disfrutaba en la milicia el empleo de teniente coronel, Iriarte estaba cansado de
llevar en las boca-mangas el entorchado de plata. En el pronunciamiento liberal
verificado en L a Coruña el 1 1 de Septiembre de 1 8 4 0 contra el ministerio re-
gencia de María Cristina, tomó Iriarte una parte activísima, nombrándole la
Junta gubernativa de Galicia, Capitán general de la región. Negándose á secun-
dar aquel alzamiento el que entonces desempeñaba dicho cargo, D. Laureano
Sanz (*) que á la sazón se retirara á Santiago, Iriarte, vióse en el-caso de perse-
guirlo con una columna de I . o o o soldados. Sanz firme en sus propósitos, huye
con algunas fuerzas á Sobrado, haciéndose fuerte eu aquel monasterio; pero
Iriarte lo acosa y procura desalojarlo de su posición, teniendo Sanz, entonces
que huir, internándose en las montañas de Asturias. Cuando regresó Iriarte á
Santiago, el pueblo lo recibió aclamándole y vitoreándole con frenético delirio.i
—TETTAMANCY G A S T Ó N : Historia Comercial de la Coiuña, pág. 460.—1900—Im-
prenta de El Noroeste, Coruña.
No menos importante y de no menor trascendencia fué el papel que desem-
peñó el desinteresado y valiente patriota, tres años más tarde en la ciudad de
Vigo por consecuencia del pronunciamiento de 1 8 4 3 .

(*) D. Laureano Sanz, era Ministro de la Guerra, en el Gabinete Isturiz.


154 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Con las dos compañías de Zamora y Pontevedra y unos 300


paisanos, proclama la Junta Central, dirigiendo una alocución
á los soldados recomendándoles coadyuvasen al derrocamiento
de Narváez y su Gabinete. (1)
Titulándose Capitán general de Castilla la Vieja, dejó á Vi-
llar de Ciervos, dirigiéndose á León y Zamora, en cuyas pobla-
ciones le habían prometido repetir el grito, en el momento de
acercarse á ellas.

Desembarcando en esta bahía con fusiles y dinero procedente de Inglaterra


en donde eslaba emigrado, fué objeto de una entusiasta recepción. Púsose al
frente entonces de un total de fuerzas de 1 . 5 0 0 hombres. «Sitiada la ciudad en
27 de Octubre por más de 2.000 soldados al mando del brigadier Cotoner, que
saliera de la Coruña para sofocar la sublevación, el general Iriarte, con su bra-
vura y talento, derrotó al sitiador que tuvo que retirarse rápidamente á Ponte-
vedra. Este, con fuerzas duples, vuelve á sitiar á Vigo; é Iriarte para propagar
el espíritu revolucionario, se dirigió con una pequeña columna de 2 0 0 hombres
á Orense, á fin de recabar de esta población auxilios positivos; pero fué recha-
zado, regresando á Vigo y reintegrándose nuevamente á su destierro con la
Junta viguesa, al ver comprometida su situación, porque aquel alzamiento liberal
no tuviera eco entonces en Galicia.»—JOSÉ DE SANTIAGO GÓMEZ: Historia de
Vigo y su Comarca pág. 5 7 2 . — M a d r i d , 1 8 9 6 . — P I R A L A ; Historia contemporánea,
pág. 100, 101, 102 y 103.

(1) i|Soldadosl: En los campos de Navarra y Cataluña, peleé á vuestro


lado para defender la Constitución de 1 8 3 7 y con ella el trono de Isabel II. En
ellos juré como vosotros jurasteis, morir antes que sucumbir á la tiranía. El mo-
mento ha llegado ya de que cumpláis vuestros juramentos. Dos años ha que un
puñado de malvados españoles trabajan sin cesar para destruir el fruto de vues-
tra sangre derramada en siete años de desesperada lucha y el fruto de vuestras
victorias en cien combates. Reformada la Constitución de 1 8 3 7 , destruidas todas
las garantías sociales, nada queda ya para el pueblo más que proscripciones y
calabozos, estados excepcionales y cadalsos. Con el apoyo de vuestras mismas
bayonetas, olvidando que sois hijos del pueblo y que servís al pueblo, quieren
levantar de nuevo el estandarte de la esclavitud.—|Soldadosl dos banderas se os
presentan para servir en ellas: del despotismo la una y de la libertad de vuestra
Patria la otra. La elección no debe ser dudosa. Unios, pues, á mí: juntos com-
batiremos á cuantos enemigos que nos combatan; y salvando las instituciones y
la Patria, probaremos á la Europa entera que los soldados españoles son solda-
dos de la libertad.—(Viva la Junta Centrall |Viva la Reina constitucionall |Abajo
los tiranosl—Cuartel general libertador en Villar de Ciervos á 8 de Abril de
1846.—El Teniente general MARTÍN DE IRIARTE.»—Doc. que poseemos, facilita-
do por nuestro querido amigo D. Andrés Martínez Salazar, ilustrado jefe del
Archivo genral de Galicia.
FRANCISCO TETTAMANOY GASTÓN 155

Proyectaba Concha, conforme, hemos visto, emprender sus


movimientos desde Benavente á la Puebla de Sanabria; pero
tuvo que desistir de su proyecto y largarse directamente á As-
torga al informarle el administrador de Correos de la Bañeza,
que Iriarte se encaminaba á dicha ciudad, hallándose ya en
Santiago de Millas, pueblo cercano á la misma, para entrar en
ella con las fuerzas que dejamos expresadas.
El 10, pernoctó en Pozuelos; prosiguiendo su marcha hacia la
Bañeza al alborear el siguiente día, en donde supo que Iriarte
estaba atacando á Astorga.
Púsose entonces á la cabeza del regimiento caballería de la
Reina, ordenando á la infantería le siguiese á paso largo; y pre-
cipítase á galope por la carretera de Astorga.
A las puertas de esta población, encontrábase Iriarte con su
gente esperando que aquella le fuese entregada. Estaba ésta de-
fendida por 200 soldados, unos cuantos guardias civiles y algu-
nos paisanos armados.
Iriarte amenazaba con tomarla á toda costa, pronosticando
que el general Nogueras y otros militares de fama, vendrían
luego á ayudarle con tropas pronunciadas.
Los sitiados no ignoraban el grandioso incremento que to-
mara la revolución en la región gallega, así como los conatos
que se presagiaban en Aragón, Andalucía y Madrid; y ante la
perspectiva de un derramamiento de sangre que podría ocasio-
narse á la ciudad, resolvieron entrar en los preliminares de la
capitulación.
A la una y media de la tarde, se efectuó la avenencia, y se
mandó buscar al llavero para que franquease la puerta.
En este interregno de tiempo, descúbrese por la carretera de
Castilla la caballería de Concha envuelta en una inmensa nube
de polvo que provocaban los cascos de los caballos. Al divisarla
los sitiados, rompen el fuego sobre Iriarte y los suyos, quienes
advirtiendo la traición de aquellos y la brusca acometida del
enemigo, se retiran aceleradamente al lado opuesto de éste.
Dispone el general que una mitad de su gente rodee por re-
taguardia á la de Iriarte, cargándole de frente con el resto.
En vano aquél, dada la insignificancia de la suya, trata de
T 56 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

hacer una pequeña evolución: la superioridad de la caballería


de Concha lo arrolla; y á los pocos minutos, caía prisionera toda
su infantería y perseguidos activamente sus escasos ginetes y
los cervatos armados; cuya mayoría fué quedando en poder de
Concha, excepto el temerario caudillo que con 28 caballos pudo
burlar la persecución de su contrario, escapando hacia Ponfe-
rrada y Valdeorras.
De resultas de este encuentro, hizo el vencedor 165 prisio-
neros, entre éstos, las dos compañías de Pontevedra y Zamora
(menos el capitán de esta última), los 20 carabineros, 48 caba-
llos y muías; todo el armamento con cajones que contenían 40
lanzas bien trabajadas, cajas de guerra, municiones, varias pren-
das militares y el equipaje, incluso el del general Iriarte, en el
cual se hallaron su correspondencia y proclamas.
Concha resultó con una pequeña contusión en la cara. (1)
Las consecuencias de semejante fracaso, deriváronse de la
despreocupación y confianza del propio Iriarte, que fundándose
en la palabra de los pueblos que recorría, alardeando secundar
la insurrección sin disparar un tiro; y confiado en que la gente
de su adversario era inferior á la suya, dispusiera emprender la
campaña en la frontera castellana, suponiendo que «á sus solda-
dos les bastaba un cartucho en el cañón». (2)
En el supremo instante que León, Zamora, Astorga y
Oviedo se decidían á apoyar las aspiraciones y actitud de los
gallegos, queda destruida la columna propagandista que había
de llevarles el santo y seña; y con ésta, los elementos insurrec-
cionales de toda Castilla la Vieja. (3)
Debido á este contratiempo, quedó la región gallega huérfana
de todo apoyo exterior y concretada ella sola á rechazar la ava-
lancha de enemigos que el gobierno central se encargaba de
lanzarle, sin disponer de un centinela avanzado que le diese la
voz de alerta para prepararla á la defensa.

(1) De la comunicación que Villalonga pasó á Puig Samper, dándole


cuenta de este incidente.—Doc. que poseemos.
(2) Do P O R T O , ob. cit., pág. 117.—PIRALA, ob. cit., pág. 452.

(3) Do P O R T O , ob. cit., pág. 117.—PIRALA, ob. cit., pág. 452.


FRANCISCO TETTAMAÑCY GASTÓN 15;

•v

El general Concha dio inmediatamente cuenta de su victoria


al Gobierno, al Capitán general de Galicia y á otras autoridades
de la región, solicitando del primero conmiseración para los
prisioneros, por alegar éstos que fueran «engañados al filiárseles
en el levantamiento», (i)
Desde Villafranca, le enteraba también al segundo de su
plan estratégico; advirtiéndole que como tuviera que distraer
parte de su fuerza para custodiar á los prisioneros, quedábale la
misma mermada, esperando le cediese el batallón de Málaga,
dándole orden para que contramarchase á Sarria con el fin de
que se le incorporara, para proceder á la ejecución de su pro-
yecto en Galicia y fusionarse á la columna del general Puig
Samper.
Villalonga le contestó que se veía imposibilitado de acceder
á s us deseos tocante á enviarle el batallón de Málaga por preci-
sarlo él para mejorar su situación. «Tiene V. E . lo suficiente—
le decía—para cualquier movimiento que juzgue conveniente
emprender sobre los rebeldes y al cual no podría yo cooperar
con solo dos batallones del regimiento infantería de Zamora,
cuya posición he dicho á V . E . oportunamente. En ese caso
reiteiro mis prevenciones al primer jefe del batallón de Málaga
para que si no ha contramarenado á Sarria (o aunque lo haya
echo) emprenda un movimiento á esta capital á no ser que
V . E . se decida á seguir su marcha sobre la carretera porque

(1) «Séame permitido, Excmo. Señor, significar á V. E. que todos recono-


cen su delito y esperan solo la salvación de su vida, de la clemencia de S. M.»
A lo cual contestó el ministro de la Guerra interino (Amero): «Respecto á
los prisioneros, se dice lo conveniente al Capitán general de Castilla la Vieja
para que proceda con arreglo al bando que tenía publicado desde el día 7 del
actual, siendo la voluntad de S. M. que en ese caso obre también V. E . con su-
jección á las leyes y ordenes vigentes, evitando consultas que exija del gobierno
la repetición de aquéllas, cuando están claras y terminantes para todos los casos.»
—PIRALA, ob. cit., p á g . 452.
158 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 184Ó

hay también otra cosa que debo llamar su atención y es la elec-


ción del camino que V. E . adopta desde esa á pasar por Sarria
á Porto Marín (Puerto Marín) ó Chantada para llegar á Orense,
porque en este tiempo y en todos poco menos es de los más
malos de Galicia por algunos puntos casi intransitables, y es
muy posible que al salir á Porto Marín ó Chantada se encuentre
V. E . sin caballería por lo que debe sufrir un herraje sin el cual
se quedará á cada momento y no sería extraño que con respecto
al todo de su fuerza sufriese V. E. una derrota sin ver al ene-
migo. Tal es la pintura que me han hecho de estos caminos los
conocedores del país.» (1)
Terminaba aconsejándole que se dirigiese á Lugo dejando
expeditas las comunicaciones de sillas-correos para Castilla y
Madrid, «sin las cuales estamos á ciegas»; para que reconcen-
trase en dicha ciudad todas las fuerzas al objeto de operar de
lleno contra los pronunciados; y le solicitaba le enviase con ur-
gencia 50 caballos de los que tenía en su poder. (2)
Siguiendo Concha los consejos de Villalonga, llegó á Manza-
nar en el correo, á las nueve y media de la noche en cuyo punto
mudó el vehículo de tiro. Allí le informaron que Iriarte había
pasado á las seis de la tarde por dicho lugar acompañado de
35 caballos.
Sorprendido con esta noticia entró en la casa de postas,
disponiendo como vía de precaución, que un peón caminero se
colocase de escucha en sitio á propósito para advertirle de
cualquiera aproximación de gente, Ínterin el postillón y el zagal
trataban de informarse por otra parte del itinerario que llevaba
el jefe revolucionario. A Concha acompañábanle solamente dos
ayudantes de campo.
Adoptadas esas precauciones—expresa Do Porto—y fiando
en su buena estrella que jamás le abandonaba, pasó la noche en
la casa de postas, no sin los sobresaltos consiguientes de si
Iriarte pensase, por medio de una sorpresa, vengar su derrota
de Astorga. (3)

(1) Doc. que poseemos.


(2) Doc. que poseemos.
(3) Ob. cit., pág. 119.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 159

A las seis y media de la mañana del 1 2 , regresaron de su


exploración el postillón y el zagal participándole que Iriarte
seguía camino de Ponferrada con los citados 35 ginetes; respi-
rando entonces Concha por haber salido bien de la aventura.
Esperó entonces á las tropas que en dicho día salieran de
Astorga, que eran el batallón de América, dos compañías del
regimiento infantería de la Reina y 100 caballos del Cuerpo del
mismo nombre; quedando en Benavente dos compañías y un
escuadrón custodiando á los prisioneros de las fuerzas de Iriarte.
Suponía que el batallón de Málaga saliera de Becerrea ha-
ciendo su entrada en Lugo, rindiendo á esta plaza sin el menor
estorbo, por ignorar, hasta cierto punto, el desarrollo que tomara
en Galicia la revolución; pero al informarse de este último deta-
lle por el Comandante general de Orense, así como del pronun-
ciamiento de los dos batallones de Segovia y Oviedo, y los de
las ciudades de Pontevedra y Vigo, y creyendo que los subleva-
dos entraran en Orense, se propuso sin pérdida de tiempo,
marchar á Monforte, adoptando esta villa como centro de opera-
ciones.
Dictó órdenes para que la infantería y caballería, cuyo mando
interino ejercía el coronel del regimiento de la Reina, se le reu-
niesen en dicho pueblo lo más brevemente posible, así como
igualmente los batallones que á marchas forzadas venían camino
de Valladolid y Burgos; ordenando á su jefe de Estado Mayor
D. Francisco Carballo, que aun estaba en Becerrea con el bata-
llón de Málaga, se le incorporase en Sarria.
Ofició también al Comandante general de Orense para que
con sus fuerzas se replegase en Monforte, caso de estar invalidado
para mantener el orden en aquella ciudad «por el mal espíritu
en que ésta se encontraba» (1); y ultimado de esta forma su
proyecto, avanzó hasta Tría-Castela y Sarria para ponerse en
contacto son la columna de Puig Samper, á quien creía próximo

(1) E l Comandante general interino de Orense, Cachafeiro, publicó esta


comunicación en un suplemento extraordinario del Boletín Oficial, de 1 4 de Abril,
cuyo ejemplar poseemos.
l6o LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I84Ó

á Santiago, y concertar con éste los movimientos que ambos


acordasen ejecutar, considerando de todo rigor y urgencia, ma-
niobrar cuanto antes sobre Orense.

VI

Al salir el día 1 6 Solís de Santiago con su división explora-


dora, hacia la Coruña, Betanzos y Ferrol, tuvo conocimiento de
que la columna batida en Sigüeiro mandada por Puig Samper,
había acampado en Carral, quedando encomendada al brigadier
Mac-Crohon, toda vez aquél se había retirado enfermo á
Betanzos.
Samper, que había puesto espontáneamente su espada al
servicio del Gobierno para evitar suspicacias que tendiesen á
perjudicar su prestigio y su buen nombre de militar pundono-
roso, vióse frustado en sus laudables propósitos de fidelidad y
consecuencia, por virtud de su breve cuan infortunada campaña.
Aunque hubiese patentizado en ella un celo por todos con-
ceptos digno de aplauso, fué sin embargo objeto de vejámenes
incalificables por parte del gobierno que defendiera, quien dis-
puso se le formase la correspondiente sumaria por real orden de
30 de Abril; á fin, «de velar por la conducta, y que el buen
nombre de la ilustre clase de generales no quedase nunca empa-
ñado por motivo alguno». (1)
Al renunciar Puig Samper el mando de la columna, fundá-
rase, como se ha dicho, en motivos justificados de salud; y en
sus deseos de descansar de la corta pero ruda brega que acababa

(1) «Queriendo la reina (q. D. g.) que el buen nombre de la ilustre clase
de generales no quede nunca empañado por motivo alguno, y deseando que la
conducta del teniente general D. Francisco Puig Samper sea legalmente justifi-
cada, se ha servido resolver que se le forme la correspondiente sumaria, y que
S. E. se presente en la plaza de la Coruña á fin de que responda á los cargos
que puedan hacerle con arreglo á la ordenanza.)—Doc. que poseemos.
Fué nombrado juez instuctor de dicha sumaria, el brigadier D. José Valcár-
cel Arias.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN IfJl

de sostener con los pronunciados; mas al entrar ya en campaña


el general Concha, se le relevaba del mando por otra Real orden
de 14 del citado mes, disponiendo que hiciese entrega de las
fuerzas.
Es natural, que molestado en su dignidad el anciano gene-
ral, se expresase al gobierno en forma respetuosa, pero al mismo
tiempo enérgica, diciéndole al ministro de la Guerra:
«Cumplimentando por lo tanto aquella real orden, y dis-
puesto yo á trasladarme á esa Corte para donde tengo solicitado
mi cuartel, réstame solo suplicar á V . E . encarecidamente, que
al dar cuenta á S . M. se sirva inclinar su Real ánimo á fin de
que por los medios que tenga á bien, se justifique mi conducta
de todo el tiempo que fui Capitán general de Galicia, y la que
observé en los acontecimientos posteriores. Esta justificación
que exigen á la vez mi doble carácter de Senador y General y la
circunstancia de que la revolución adoptó, según dicen, por pre-
texto mi separación de aquel mando, pondrá en claro hechos
quizás desconocidos ó desfigurados; harán ver los motivos de mis
simpatías en el país, que no han vacilado alguttos en interpretar
ó calificar á su manera; y por último, Excmo. Señor, haré res-
plandecer mi.honor tan puro como ha sido en toda mi larga ca-
rrera militar. Ruego, pues, de nuevo á V . E. se digne solicitar
aquella justificación, para el momento en que lejos yo de este
país, no pueda en manera alguna achacarse el resultado á in-
fluencias que ni mi carácter ni la tranquilidad de mi conciencia
me permitirían sin embargo emplear.» (1)
Esta razonada exposición la había dirigido Puig Samper el
27 de Abril, hallándose en la bahía de Ferrol en calidad de de-
tenido, á bordo del vapor de guerra Isabel II.
Al resignar el mando de la columna el 1 6 de Abril para tras-
ladarse á Betanzos con sus ayudantes de campo, (2) se vio en la
necesidad, por temor de caer en poder de los sublevados que á
marchas forzadas venían sobre la Coruña, de dirigirse á Ferrol,

(1) Doc. que foseemos.


(2) D. Juan Montero, capitán de Estado Mayor; D. José Pardo, capitán de
infantería; y D. Tomás Gutiérrez de Terán, teniente de Caballería.
11
162 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 184Ó

haciendo el viaje por tierra, embarcándose en el vapor Isabel II,


con el objeto de reembarcarse después en la capital en un pa-
quete inglés que lo condujese á Cádiz y desde esta población á
la Corte.
Pero ya en el puerto coruñés, coincidieron diferentes circuns-
tancias que lo imposibilitaron para realizar sus deseos, ante las
órdenes del Gobierno, disponiendo la instrucción de la sumaria.
El mismo Puig Samper se presentó para constituirse preso,
en el castillo de San Antón el día 20, á fin de depurar con toda
exactitud, según los dictados de su conciencia, los hechos que

CORUÑA: CASTILLO DE SAN ANTÓN

se le imputaban. En este sentido se lo comunicó al Capitán ge-


neral por medio de oficio entregado al gobernador del castillo
y que éste envió á su destino acompañado de otra comuni-
cación. (1)

(1) < Castillo de San Antón de la plaza de la Coruña.—Excmo. Sr: En este


momento acaba de aproximarse al muelle de este fuerte el Excmo. Sr. Teniente
general D. Francisco Puig Samper, quien me ha entregado el oficio que tengo el
honor de incluir á V. E. Le acompañan sus dos ayudantes de campo y el capi-
tán de Estado Mayor, D. Juan Montero; no habiendo querido S. E. desembarcar
de la falda á pesar de habérselo rogado.—Dios guarde á V. E. muchos años,
Castillo de San Antón, 20 de Abril de 1846.— Excmo. Sr: El Gobernador, JOSÉ

MARÍA DE A R R Ó S P I D E . — E x c m o . Sr. Capitán General de este Ejército y Reyno.»


—Doc. que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 163

Puig Samper, mientras tanto, esperó la respuesta sin desem-


barcar de la falúa que lo conducía, contestándole Villalonga lo
siguiente:
«No pudiendo permitir que V. E . á quien respeto y aprecio,
esté ni por momentos dentro del castillo de San Antón por el
concepto que se formaría de público con respecto á esta circuns-
tancia; y no pudiendo en manera alguna convenir á V. E . su.
permanencia en esta plaza por las razones que no pueden ser
desconocidas á su penetración, entiendo que habiendo pasado
ya en esta mañana el paquete inglés con destino á Cádiz, está
V. E . en el caso imprescindible de regresar al Ferrol en donde
V. E . podrá desembarcar y permanecer hasta que tenga propor-
ción de efectuar su marcha á Madrid llevando en su compañía
á su ayudante D. Tomás Terán, previniendo al otro D. José
Pardo se me presente y al capitán de E . M. D. Juan Montero se
quede en el castillo de San Antón hasta que elija punto fuera
del distrito en donde espere las órdenes del Gobierno. En este
momento se está formalizando el recibo de las pagas que he
mandado se faciliten á V. E . y á los que le acompañan que in-
mediatamente se entregarán á V. E . ó remitirán al Departa-
mento.—Es cuanto puedo contestar á V . E . consiguiente á la
comunicación de esta fecha.» ( i )
El veterano general tuvo necesariamente que acatar la dis-
posición antedicha, trasladándose á Ferrol; pero insistiendo en
realizar su viaje á Madrid, obtuvo del Comandante general del
Departamento la concesión de una falúa para regresar de nuevo
á la Coruña, al objeto de que en este puerto pudiese esperar la
llegada de otro paquete que lo condujese á Cádiz ó á Santander.
Como le estaba terminantemente prohibido desembarcar
ante la contingencia de que al enterarse el vecindario, se produ-
jera una ruidosa cuestión de orden público por las simpatías que
tenía el general en la Coruña, envió el 27 de Abril la siguiente
comunicación al Jefe político de la provincia:
«En la triste proscripción en que me hallo, la menor circuns-
tancia influye sobre manera en mi situación y varía ó destruye

(1) Doc. que poseemos.


164 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE Io^Ó

los proyectos de mi viaje al punto de mi cuartel. Me encontraba


á bordo de este vapor (Isabel II) en la bahía de Ferrol esperando
la proposición que se me ofreciera de trasladarme á Santander;
pero con la venida del buque á estas aguas en las que se dice no
parará, no me queda otro recurso que trasbordarme, como lo
verifico, con los dos oficiales que me acompañan, á la fragata
mercante que tiene en bahía el Sr. Menéndez (i) en la cual espe-
raré el próximo paquete inglés, donde verificaremos nuestra
marcha.—Lo digo á V. S. para su conocimiento, en el supuesto
de que puede estar seguro que no recibiré á nadie en este puer-
to al que no me ha sido posible prescindir de venir.» (2)
El Jefe político se circunscribió á contestar: «Excmo. Señor:
Me es muy sensible la posición en que V. E . se sirve decirme
se encuentra en la actualidad; pero no pudiendo yo en manera
alguna separarme de lo preceptuado por el Excmo. Sr. Capitán
general (3) de este Reyno, encuentro no puede ni debe pasar
V . E . ni menos permanecer en la fragata mercante anclada en
esta Bahía de la propiedad de D. Juan Menéndez, debiendo por
consiguiente verificar su traslación á la plaza de Ferrol, según y
así le está prebenido, á cuyo efecto y para que V. E . marche con
el decoro debido á su alta y respetada clase, doy en este mo-
mento las órdenes oportunas á la Falúa del resguardo que esté
pronta y á las ordenes de V . E . con lo que contesto á su citada
comunicación que recibo ahora que son las tres de la tarde.—
Dios guarde á V. E . muchos años.—Coruña 27 Abril de 1846.
— J O S É MARTÍNEZ.» (4)

( 1 ) D. Juan Menéndez uno de los armadores y navieros más caracterizados


del puerto de la Coruña, primer esposo de D . Modesta Goucuria; siendo el se-
a

gundo, el filántropo coruñés D. Eusebio Da Guarda, antiguo dependiente enton-


ces del Sr. Menéndez.
(2) Doc. que poseemos,
(3) El general Villalonga se hallaba en aquellos días en viaje hacia
Lugo con el objeto de rendir á esta plaza; habiendo ocurrido en el día anterior
ó sea el 2 6 , el fusilamiento en Carral, de D. Miguel Solís y demás compañeros,
según damos cuenta en el Capítulo XIV.
Al ausentarse, dejara encargado del despacho y mando de la plaza de la
Coruña al Jefe político D. José Martínez, á quien se dirigió Puig Samper en su
pretensión.
(4) De nuestro archivo particular.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

Vuelto á marchar nuevamente á Ferrol, permaneció Puig


Samper dos días en aquella bahía á bordo del vapor Isabel II,
hasta el 29, en que este buque lo condujo á la Coruña, en cuyo
puerto embarcó, por fin, para Cádiz y trasladarse á la Corte;
sin perjuicio de seguir las actuaciones y tener que regresar á la
capital gallega para responder de los cargos que se le imputaban
según lo informan los documentos que hemos comprobado. (1)

(i) t Capitanía General de Galicia, Estado Mayor: Excmo. Sr.: Habiendo


dado las ordenes convenientes en virtud del juicio que debe abrirse para oir al
Excmo. Señor Teniente general D. Francisco Puig Samper, se me manifiesta
por el Comandante general de la provincia de la Coruña, haberse embarcado
para Cádiz con destino á esa Corte. Y sin embargo de que dispongo lo conve-
niente para que se instaure el juicio en la plaza de la Coruña, espero que V. E.,
en vista de este antecedente se sirva manifestarme si ha de continuarse usando
de los interrogatorios á dicho general, ó si ha de regresar á esta para la más
expedita substanciación de la causa.—Dios guarde á V E. muchos años.—Cuar-
tel general de Santiago, 6 de Mayo de 1 8 4 6 . — E x c m o . S r . — J U A M DE VILLA-

L O N G A . — E x c m o . Sr. Ministro de la Guerra.»


El Ministro de la Guerra en consonancia con el precedente oficio, dirigió
el día 1 0 de Mayo otra Real orden á Puig Samper participándole: ( E n conse-
cuencia de dicha Real orden que fué trasladada á V. E. con la misma fecha (*)
S . M. quiere que V. E. se presente en la plaza de la Coruña, á fin de que res-
ponda á los cargos que puedan hacérsele con arreglo á ordenanza. Y de la propia
Real orden le digo á V . E . para su cumplimiento y en contestación á su citado
escrito.—Dios guarde á V, E. muchos años.—Madrid, 10 de Mayo de 1846.—

S A N Z . » Esta disposición fué trasladada en el mismo día al Capitán general de


Galicia {Doc. que poseemos) á la vez que el Ministro le decía á dicha autoridad
lo siguiente:
^Ministerio de la Guerra: Excmo. Sr.: He dado cuenta á la Reina (q. D. g.)
de la comunicación de V . E. fechada en Santiago el 9 del actual á que acompaña
un impreso relativo al encuentro que tuvieron en Sigüeiro los dos batallones del
regimiento infantería de Zamora con las fuerzas sublevadas el 8 de Abril último.
Enterada S. M. se ha servido resolver que para los efectos de justicia que corres-
pondan devuelva á V. E. el citado impreso en razón á que por Real orden de
3 0 de dicho mes está mandado se forme la competente sumaria al Teniente ge-
neral D. Francisco Puig Samper á cuyo fin se le previene con fecha de ayer se
presente en la plaza de la Coruña.—De Real orden lo digo á V . E. para su in-
teligencia y en contestación.—Dios guarde á V . E. muchos años, Madrid 1 1 de
Mayo de 1846.—SANZ.J

(•) Alude á la Real orden de 3 0 de Abril por la que se ordenaba instruir la sumaria
acordada.
l66 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Pudo por fin, el general, ver logrados sus deseos, elevando


una nueva exposición á la Reina, fundándola en que por su de-
licado estado de salud, los facultativos le prohibían emprender
viaje de ningún género; resolviéndose por Real orden de 20 de
Mayo, que sufriese por escrito todo cuanto interrogatorio sur-
giese en el proceso que se le seguía.
Este fué sobreseído más tarde, en atención á no resultar
ningún cargo; quedando así burlados los autores de la iniciación
de la sumaria y vindicada en absoluto la conducta del veterano
Puig Samper.

Til

Para subsanar la torpe falta que Solís cometiera en Sigüeiro


concediendo primeramente el armisticio y cinco días después
derramando sangre inútil en el mismo terreno, resolvió perse-
guir la columna de la cual acabada de encargarse Mac-Crohon,
hasta ver logrados los medios de destruirla.
Deseos vanos, porque este jefe, anticipándose á las intencio-
nes de su perseguidor, se retiró desde Sigüeiro á Carral, como
hemos observado en el Capítulo VI; y desde este pueblo conti-
nuó retrocediendo hasta el del Portazgo, corriéndose á Palavea.
En este punto, ofició al Capitán general advirtiéndole que por
un traunseunte supiera que Solís seguía la dirección de la Co-
ruña, deduciéndose acampase momentáneamente en Carral para
seguir su avance hacia dicha plaza. Le indicaba que por la
carencia de espionaje, la diseminación de sus avanzadas y posi-
ciones desventajosas de su columna, «temía un serio disgusto,
siendo conveniente examinase desde el vigía de San Pedro, la
Torre de Hércules, ó cualquier otro punto de vista adecuado,
el camino de Carballo (i) por si podría irle encima el enemigo

(1) E l camino de Carballo á que alude Mac-Crohon, debía referirse á un


lugarjpróxirno á Carral entre este'pueblo y Puente Lago.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 167

desde Carral, quien en todo caso envolvería fácilmente los can-


tones del Portazgo», (i)
Le contestó Villalonga que desde la Coruña tenía situados
exploradores sobre el camino de Santiago, los cuales ningún
aviso le dieran que confirmase la noticia de la situación del ene-
migo acerca de su avance. «Sin embargo,—agregaba—para
evitar á esa columna una sorpresa, emprenderá V . S. desde
luego su marcha pasando
á acantonarse en Oza, Ba-
rrio de Vioño y Molinos
de Santa Margarita, cuya
última posición está pro-
tegida por los fuegos de
esta plaza y aun por los
del vapor Isabel II fon-
deado en esta bahía. L a
fuerza de Oza procurará
V. S. replegarla sobre Mo-
nelos y Santa Margarita.
El Comisario de esa co-
lumna debe tener dinero
para espionaje que debie-
ron serle entregados por
el general Puig Samper
8.000 reales que le fueron
remitidos con aquel ob-
jeto.» (2)
CORUÑA: TORRE DE HÉRCULES
Al recibir Mac-Crohon
el antecedente oficio, con-
testó que acataría las órdenes; mas sabiendo por varios cami-
nantes que no existía ninguna fuerza enemiga por el camino de
Santiago, prorrogaba el cumplimiento de las mismas, según así
se lo explicaría el comandante de Estado Mayor D. José
Ferrater. (3)

(1) Doc. que poseemos.


(2) Doc. que poseemos.
(3) Doc. que poseemos.
l68 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Tanto Mac-Crohon como Villalonga, se equivocaban lamen-


tablemente al afirmar que el enemigo no se moviera de Santia-
go; puesto que no bien el primero indica al segundo que el
camino se veía libre de contrarios, el jefe revolucionario acam-
paba ya con su división en el Portazgo para proseguir exten-
diéndose sobre la capital; viéndose Mac-Crohon en el trance de
abandonar vertiginosamente su posición y retirarse á los puntos
que le indicara su superior, desplegando en guerrillas el grueso
de su fuerza por los montes de Santa Margarita, colocando su
retaguardia en el barrio de Santa Lucía.
A las ocho de ía mañana sitúa Solís sus avanzadas en Mo-
ndos y el núcleo más importante de su ejército en el barrio de
Eiris de Arriba, desplegando también sus guerrillas frente á las
de Mac-Crohon. Este fué retirándose paulatinamente con el resto
de su gente hacia Santa Lucía. (1)
Desde aquella hora, hasta las seis de la tarde, estuvieron los
revolucionarios esperando que la capital de Galicia diese señales
de secundar la insurrección para proteger la entrada de los mis-
mos en ella; sin que ningún movimiento favorable se inclinase
á verificarlo.
Cansados de aguardar, optaron por seguir su itinerario á
Ferrol, dando Solís entonces las órdenes oportunas para la mar-
cha; efectuándose ésta á la indicada hora, llegando á Betanzos
á las doce de la noche. (2)
Las autoridades de la Coruña, al enterarse de que los revolu-

(1) Doc. que poseemos.


(2) «Esta misma estancia de las fuerzas de Solís á las puertas de la CoruBa,
demostró la impotencia de las autoridades del Gobierno evidenciando más y
más el craso error de Solís de no comenzar el pronunciamiento en la Coruña y
Ferrol como muchos pretendieron; y no dejó de importar que al ofrecerle la
intendencia militar de las tropas que debían sublevarse en Galicia á D. Manuel
Somoza Cambero, después de enterarle del plan concertado, manifestó que no
tomaría parte en él, sino se iniciaba el movimiento simultáneamente en la Co-
ruña y Ferrol, puesto que había elementos para triunfar. Aun después de desa-
tendido su consejo y fuera de la primera plaza, la guarnición pidió autorización
á la Junta para apoderarse de los puestos que estaban cubiertos por escasa fuerza;
y por la dificultad de reunirse los individuos de la Junta que estaban ocultos, nada
se h i z o . » — P I R A L A , ob. cit., pág. 454.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 169

cionarios alentaban la idea de sitiar y tomar la plaza, se habían


prevenido de antemano para la defensa, no cesando de funcionar
activamente adoptando las naturales medidas de precaución;
pero en sus gestiones predominaba una lógica timidez presin-
tiendo el crítico momento en que los pronunciados forzarían la
entrada en la población con la ayuda del sinnúmero de conjura-
dos que en ésta se hallaban. (1)
Se había ordenado la concentración de toda la fuerza de ca-
rabineros que estaba distribuida en el distrito y que no se filiara
en la insurrección; dictándose también órdenes á los alcaldes de
Santa María de Oza, Arteijo, Oleiros y Alvedro, (2) únicos que
se conocían bajo la jurisdición de Villalonga, para que se pre-
sentasen en la plaza todos los licenciados del ejército con el
objeto de organizar un batallón provisional, con oficiales proce-
dentes de la situación de reemplazo, que eran el capitán don
Cayetano Martínez; tenientes D. Pedro Rajal, D. Lorenzo Alva-
rez, D. Joaquín Sanjurjo, D. Rafael Tamasco,—éste como ayu-
dante— y los subtenientes D. Pedro Angelí y D. Pascual
Reguera.
En esas órdenes se autorizaba á aquellos funcionarios para
que dispusiesen de los fondos que obraban en su poder, produc-
to de las contribuciones, con el fin de satisfacer á dichos licen-
ciados el haber de 4 reales diarios que se les asignaba como
natural estímulo para conseguir adeptos que apoyasen á las refe-
ridas autoridades.
Eran tan autoritarias las medidas y tal el lenguaje inculto
que en aquéllas se empleaba, que rebasaba los límites de la pru-
dencia y de la buena educación inclinando el ánimo de toda
cuanta persona de mediano sentido que se encontraba bajo su

(1) Entre los conjurados, se significaba como uno de los más temerarios, al
arquitecto municipal D. José Noya, (tío del ilustre historiador gallego D. Manuel
Murguía), encargado, con otros, de violentar la puerta de la plaza para facilitar
en ésta la entrada á los sublevados.
(2) Entonces, Alvedro, era la cabeza del distrito municipal, y que por mo-
dificaciones posteriores de los municipios, vino á fijarse, en su lugar, el ayunta-
miento de Culleredo,
170 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

acción, para censurarlas y desear el inmediato triunfo de los


revolucionarios.
A las autoridades subalternas «se les r e c a p i t u l a b a el cate-
c i s m o de sus atribuciones con las siguientes frases: sobre todo

obre usted con imicha energía, y tenga usted presente que el que

da primero da dos veces». (1)

L a Junta de «Seguridad y Defensa d é l a C o r u ñ a » , dispuso


también, c o m o medida preventiva, por si los p r o n u n c i a d o s se
a p o d e r a b a n de la plaza, la inutilización de 13.000 fusiles que
había en el Parque de la Maestranza; e n c a r g a n d o á sus o b r e r o s
quitasen las llaves á aquellos trasladándolos en esta forma, in-
servibles, al castillo de S a n A n t ó n . En este fuerte se había
h e c h o gran a c o p i o de víveres.
E n los demás fuertes de la ciudad, así c o m o en el jardín de
S a n C a r l o s — a n t i g u o baluarte del m i s m o n o m b r e — s e formó la

CORUÑA: JARDÍN DE SAN CARLOS

línea correspondiente c o m p u e s t a de los g e n e r a l e s en a c t i v o y los


de cuartel, figurando entre estos últimos los mariscales de c a m p o
D . Rafael S a m p e r e , y D . A n t o n i o L o r i g a , y los brigadieres
C o n d e de Priegue y D . José V a l c a r c e l .

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 125.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 171

La mayoría de los licenciados del ejército reconcentrados,


mostrábanse refractarios para apoyar á las autoridades delegadas
del Gobierno, pretextando que, cumplido ya su servicio en filas,
«solamente tomarían las armas en defensa de la libertad y de la
Reina»; por cuyo motivo hubo necesidad de dictar nuevas pro-
videncias antes de dotarlos de armamento y municiones; despi-
diéndolos para sus respectivas vecindades á evitar que el con-
flicto se hiciera más radical. Para atemorizarlos, se les previno
que todos dormirían aquella noche fuera del recinto de la pobla-
ción, perfectamente custodiados.
Cundía la desconfianza en el Capitán general de tal modo,
que apenas conocíase su existencia nada más que por las firmas
que estampaba en sus bandos y proclamas; coincidiendo en el
mismo temor sus compañeros de Junta, que por todas partes
creían ver los insurrectos á centenares.
A raíz del combate de Sigüeiro, ya ocurriera, con motivo de
la concentración del batallón provincial de la Coruña—que venía
del Ferrol en el vapor Isabel II,—que no se le dejó desembarcar
en el puerto coruñés, teniendo que verificarlo en la rampa de
Santa Lucía, esto es, fuera de murallas, ante la desconfianza de
que formase causa común con los conjurados de la capital, orde-
nando que dicha unidad regresase nuevamente á Ferrol, por
tierra.
Cuando Puig Samper resistía en Sigüeiro á balazos la aco-
metida de Solís, era excesivamente extraordinaria-la afluencia de
gentes en las calles de la Coruña y mayor aglomeración en el
entonces paseo público, Alameda Vieja. (1) La excitación de
ánimos y simpatías del vecindario por el feliz éxito de la revolu-
ción, manifestábanse ostensiblemente: lo cual hacía augurar á
las autoridades que el pronunciamiento, en la Coruña, no se haría
esperar.
El Jefe político, Martínez, patrullaba sin descanso con un
grueso pelotón de guardias civiles de caballería por todos los
barrios de la ciudad, amenazando á los habitantes, incluso hasta á

(1) Hoy calle de Juana de Vega, á la que por aquellas fechas rodeaba la
muralla de la población.
172 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

los más indiferentes á los acontecimientos Seguíale detrás una


turba de muchachos burlándose de su belicosa actitud: de cuando
en cuando, volvíase cargando sobre ellos á latigazos y arran-
cándoles las gorras de sus respectivas cabezas.
Un pobre jornalero que venía de su trabajo por la calle de
San Agustín, sufrió las genialidades del ex-jefe carlista, quien
ordenó fuese apaleado sin consideración. ( 1 )
Al siguiente día, publicó un bando previniendo que todo
grupo de más de tres personas que se encontrase en las calles y
no se disolviese á la primera intimación, sería desecho á bala-
zos. (2) Con este género de intemperanzas estuvo propenso el jefe
político, á ser. descuartizado por el populacho, si Solís llega á
permanecer algunas horas más al frente de las murallas de la
Coruña.
El día que los revolucionarios se acercaron á las puertas de
la misma, habíale aconsejado Martínez á Villalonga, que diese
orden para que las calderas del Isabel II estuvieran constante-
mente encendidas con el objeto de refugiarse en dicho buque,
caso probable de que estallase el alzamiento en la capital. (3)
El gobernador militar de Ferrol, D. Antonio Comas, escri
biera una carta confidencial á Villalonga (4) participándole que
por indicios del coronel Bedoya, sabía que los subtenientes gra-
duados, sargentos primeros, D. Andrés López Carballeira y don
Ángel Menéndez; y los sargentos segundos Francisco Landeira,
José Frieiro, Teodoro Prieto, José María García y Antonio Lo-
renzo, trataban de promover la insurrección en dicha ciudad; y
con el pretexto de formar parte del batallón provisional de licen-
ciados, «se los remitía (á Villalonga), para que dispusiese lo con-
veniente», Ínterin el Comas no «adquiriese noticias ciertas y po-
sitivas acerca del comportamiento de los referidos interesados,

(1) Fué testigo presencial de estas escenas D. Antonio Martínez, capitán


retirado de la marina mercante, quien nos las ha referido. Por aquella época tenía
la edad de 1 2 años.
(2) Bando publicado en los sitios públicos y en el Boletín oficial, del 1 6
de Abril de 1 8 4 6 .
(3) D o P O R T O , ob. cit., pág. 1 2 6 .
(4) Doc. que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 1?$

para que llegado el caso fuesen castigados.» «Repito—agregaba,


aquel funcionario—que hemos conceptuado prudente dar este
paso del modo que lo hacemos; y así es que en la comunicación
oficial que por conducto de ellos dirijo á usted, supongo orden
de usted para el expresado objeto, y he dispuesto escribir y man-
dar esta carta en bote separado y con anticipación.» (i)
Al llegar los citados sujetos á la Coruña y entregar la comu-
nicación de que eran portadores, se les desarmó inmediatamente,
conduciéndolos á la cárcel, en cuyo establecimiento se presentó
al poco tiempo el Jefe político Martínez, obligándolos á escribir
una carta despidiéndose de sus compañeros, «porque estaban
en rehenes y serían fusilados en el acto de que hiciesen muestras
de simpatía por la revolución».
«Estos actos de la más incalificable cobardía, señala Pirala,
(2) á los que no apelaba el más simple gañán, eran muy frecuen-
tes en aquellas épocas en que los enemigos de la libertad desea-
ban imponer su arbitraria opinión.»
Para atender á la defensa de la Coruña, pretendía Villalonga
extraer algunas fuerzas de Ferrol por conceptuar débiles las que
en la capital había. Las autoridades del departamento se opu-
sieron á la exigente demanda, alegando lógicamente que también
eran escasas las que ellas tenían.
Esta negativa produjo marcada contrariedad á Villalonga,
dando lugar á cruzarse varias comunicaciones á cada cual más
dura entre ambas autoridades; acentuándose la excisión en éste,
al notar la oposición seria de que no se le enviaría el batallón de
Málaga, que acababa de entrar en Ferrol y en el que luego nos
ocuparemos.
«He extrañado mucho que V. S.—decía Villalonga—no
haya permitido la venida del batallón de Málaga faltando á las
órdenes que á la mía le han sido comunicadas por el ayudante
D . Lucas Rodríguez. Si V. S. recorre la ordenanza, no encon-
trará seguramente artículo alguno en que se disculpe semejante
desacato á las disposiciones de un superior, desacato que en

(1) Doc. que poseemos.


(2) Ob. cit., pág. 454.
I?4 L
A REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

V . S . es mucho menos disculpable por su elevada categoría y


por sus muchos años de carrera. Por esta vez me limito á ma-
nifestar á V . S. que la conducta que ha observado en esta
ocasión ha sido de todo mi desagrado; y no aprobando por
consiguiente la disposición de V . S . , le prevengo disponga
que el batallón referido se halle pronto para embarcarse ma-
ñana en el vapor Isabel II que pasará á ese puerto con el
objeto de transportarlo á esta plaza.—No espero que usía
vuelva á desobedecer mis órdenes porque en tal caso me vería
obligado con disgusto á relevarle del mando de esa plaza desti-
nándolo á un castillo para responder á los cargos que no podría
menos de hacerle, pero que á más de las órdenes verbales del
ayudante Rodríguez, supongo á V . S . orientado también de las
que por escrito tengo comunicadas al jefe de Málaga. Tengo
ofrecido á V. S. que en caso de que los enemigos marchasen
sobre ese puerto, procuraré socorrerle con un batallón como lo
haría si llegaba el caso; pero hasta tanto V. S. no tiene motivo
de queja, porque habiendo ahí armados cerca de mil hombres
de marina, el Provincial de la Coruña y las lanchas cañoneras,
reúne más fuerza que la que hay en esta plaza y sus inmedia-
ciones, para guarnecerla y operar según convenga.— Mandará
V . S. también los guardias civiles de infantería de Betanzos,
quedándose con l^s cinco de caballería procedentes del propio
punto.» (1)
A esta despectiva comunicación de Villalonga, contestó el
gobernador militar de Ferrol con otra muy respetuosa, pero que
en el fondo encerraba dura protesta, explicándole que «con los
batallones de Málaga y la Coruña, la exhorbitante fuerza de
marina y demás elementos de guerra, eran insignificantes para
el sostenimiento de una plaza de tanta importancia y trascen-
dencia; y en la cual marinos, militares y paisanos no eran indi-
ferentes á los actos revolucionarios; y en tal supuesto, declino mi
responsabilidad recayendo ésta en la persona de V . E . » . (2)

(1) Doc. que foseemos.


(2) Doc. que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 175

V I I I

Continuó Solís su odisea por el camino de Betanzos llegando


á esta antigua é histórica ciudad á las ocho de la noche.
Al saber su llegada el alcalde D. Fernando Vázquez Carril
y la mayoría de los concejales, abandonaron el pueblo, ponién-
dose á cubierto de los sublevados, (i)
Se dirigió Solís á la Casa Consistorial, hallando reunidos en
ella al Comandante militar interino, tres concejales y al secreta-
rio del Ayuntamiento, requiriéndoles para que facilitaran á sus
tropas alojamiento, cinco mil raciones de pan, otras tantas de
carne y vino, cien de cebada y 6o caballerías.
Asesoradas aquellas personas por nueve vecinos de los de
más arraigo, y ante la eventualidad de cualquier disgusto que
podrían ocasionarle los pronunciados, se apresuraron á evacuar
las órdenes, quedando, no obstante, esta exigencia, altamente
agradecidos á los mismos, por su comportamiento disciplinario
que no DIO lugar á que el vecindario sufriese el más leve tras-
torno. (2)
A las nveve de la noche se tiene noticia de que el batallón,
de Málaga se encontraba á dos leguas.de Betanzos con el pro-
pósito de introducirse precipitadamente en Ferrol. Compren-
diendo Solís la importancia de apoderarse de dicha fuerza, sus-
pende su marcha, disponiendo que el jefe de E . M. D i Manuel
Buceta, salga á las once de la noche con el 2 . batallón de Za-
0

mora y dos compañías de Cazadores, á instalarse en la «Ponte


do Porco», punto por donde había de pasar el citado cuerpo.
Enterados los de Málaga de la aproximación del enemigo,
se apresuraron á violentar la marcha, logrando pasar el puente
antes de la llegada de Buceta.

(1) De una comunicación de dicha autoridad local dirigida al Jefe político,


que poseemos.
(2) Comunicación citada.
IJ6 LA ÉÉVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

No desistió éste de cumplir las órdenes de su superior, con-


tinuando en persecución del enemigo durante la noche, hasta
conseguir darle alcance; suscitándose, al efecto, una empeñada
lucha en la cual salió vencedor, haciendo 108 prisioneros de la
clase de tropa, 2 oficiales, y copando además varios caballos y
equipajes.
A las doce del día 17, se incorporó al resto de su división,
destinándose los prisioneros al batallón de Gijón, por haberlo
solicitado éstos, deseando al propio tiempo adherirse al alza-
miento, deseos, defraudados hasta entonces, por la excesiva vi-
gilancia de sus jefes, (i)
Solís acordó nombrar en Betanzos un Ayuntamiento adicto
de individuos que lo habían constituido el año 1 8 4 3 , designando
para alcalde en nombre de la Junta Suprema de Santiago, al
letrado D. Francisco Espiñeira en sustitución de D. Celestino
Martínez del Río por estar el último ausente de la ciudad en
aquellos momentos.
Posesionada la nueva Corporación, publicó dos bandos el
día 18, insertando las comunicaciones del jefe de la división re-
volucionaria, relativas á entregar dentro del término de dos
horas todas las armas que existían en la ciudad, é invitando á
los jóvenes solteros y licenciados del ejército, á ingresar en las
filas sublevadas.
Los efectos de la publicación de esas disposiciones, dieron
por resultado la entrega de una cantidad regular de escopetas
de caza y varias carabinas de los dependientes de la Empresa
de Sales, así como se recabaron de la casa del Comisario de
Protección y Seguridad, una porción de armas, aunque su in-
mensa mayoría estaban inservibles. (2)
Exceptuando el comandante graduado D. Manuel Naveira,
toda la oficialidad de reemplazo residente en Betanzos (3) y un
sinnúmero de jóvenes y licenciados del ejército, se incorporaron

(1) Comunicación citada,


(2) De una comunicación pasada al Jefe político, por el alcalde reaccio-
nario, al hacerse nuevamente cargo de este cometido, después de evacuar á
Betanzos las fuerzas sublevadas, cuyo documento poseemos.
(3) Comunicación citada.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

espontáneamente, á la división expedicionaria, prescindiendo


del estímulo de los bandos antedichos.
Aumentada la guarnición de Ferrol con el resto de las fuer-
zas del batallón de Málaga que salvaran del encuentro tenido
con Buceta, parecíale á Solís, no sin fundamento, que aquella
plaza habría de resistirse á secundar los planes del alzamiento,
augurando que su marcha á la misma, produciría idénticos re-
sultados que los que acababa de experimentar en la Coruña;
gastando por lo tanto un tiempo admirable que serviría sola-
mente para retardar de un modo sensible su llegada á Lugo,
que era el punto donde hacía más falta para contener la incur-
sión de las tropas del general Concha.
Dispuesto desde luego á desistir de amagar á Ferrol, y deci-
dido á marchar á Lugo, fué detenido por una comisión de ferro-
lanos distinguidos, que expresamente vinieran á Betanzos, para
advertirle que entre los días 18 al 1 9 se proclamaría en aquella
plaza el alzamiento; rogándole, en su consecuencia, que se diri-
giese con sus fuerzas sobre la aludida población para proteger
el acto.
L a ocupación de un puerto marítimo de tanta utilidad en
cuya bahía fondeaban entonces la corbeta de guerra Villa de
Bilbao que acababa de llegar de Inglaterra, y algunas barcas ar-
madas que con el bergantín Nervión y la Astuto pronunciadas ya
en Vigo (1) suponían recursos envidiables para hostilizar y blo-
quear á la Coruña, añadiéndose á éstos, los elementos pecunia-
rios que podrían recabarse, extrayendo algunos millones de cobre
amonedado de la fábrica de Jubia, que se trasladaran á Ferrol
con el objeto de embarcarlos para Filipinas, (2) y por otra parte el

(1) Véanse los Capítulos I X y X .


(2) Véase nuestro Apéndice núm. 7, informando que el general Villalonga
se dirigió el día 2 0 al Ministro de la Guerra, participándole que diera orden
al gobernador militar de Ferrol para que extrajese de la fábrica de Jubia toda la
moneda acuñada consistente en 1.086.235 reales y 10 maravedises, trasladándola
á los almacenes de la Aduana para seguridad mayor, por si los insurrectos se
apoderaban de ella, y satisficiese, de paso, una mensualidad á todas las clases de
la Marina y el Ejército que guarnecían y existían en el Departamento.—Doc. que
foseemos.
178 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

aumento de fuerzas que llevaría la primera división del ejército


libertador con los dos batallones que se encontraban en la capi-
tal de dicho departamento, todas estas incalculables ventajas
pasaron por la mente del jefe revolucionario, al indicárselas los
emisarios de Ferol; no dudando un instante en asentir al pensa-
miento de éstos, prorrogando la expedición á Lugo.
Con sus idiosincráticos optimismos, juzgó Solís ver realizada
una de sus más halagüeñas esperanzas que entraban de lleno en
la concepción de sus proyectos; y fundado en ellas, se apresuró
á satisfacer los deseos de los ferrolanos, formando sus tropas en
la amplia Plaza del Campo (1) para realizar su marcha.
Al determinar ejecutarla, recibe confidencias de los labrado-
res de las parroquias de Leira, Cañas, Sergude y Carral que
se dirigían á la feria de Betanzos, asegurando que un crecido
número de tropas se encaminaban á esta ciudad por la carretera
de Santiago. Creyóse fuese gente enemiga; y á evitar el con-
flicto, suspende su viaje hasta conocer la certeza de la noticia; la
cual, desvirtuada luego por Buceta—que pasara con este fin al
lugar de la Angustia—vino á saberse que el movimiento de fuer-
zas circuladas por aquel punto, consistían en una partida de la
división expedicionaria que custodiaba municiones, y cuyos sol-
dados facilitaban á los labradores datos exagerados de las tro-
pas que los seguían. Unido esto á la considerable demanda y
apremio de bagajes que á las autoridades locales exigían los
últimos para constituirlos en depósito á fin de cubrir rápida-
mente el servicio de tránsito, hizo desconfiar á las sencillas gen-
tes que pasarían en breve por los citados lugares numerosas
fuerzas del ejército leal.
Resolvió Solís, marchar con su fuerza para Ferrol dirigién-
dose á Puentedeume, embarcando previamente en el Mandeo
toda su artillería para recogerla en esta villa, en vista de la im-
posibilidad de conducirla por tierra.
Efectivamente, en Ferrol, se habían realizado insistentes
trabajos de propaganda por la revolución, según nos informan
varios documentos, entre ellos alguno que debemos á la amabi-

(i) Hoy Plaza de Arines.


l8o LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

lidad de nuestro respetable amigo el ilustrado publicista, Inten-


dente general de Marina, D. Leandro de Saralegui y Medina. (1)
El 18 de Abril, á las nueve de la noche, se dio aviso al
Comandante general del Departamento, de que la guardia del
principal del Dique, situada en su puerta, se habia pronunciado.
Inmediatamente se trasladó dicha autoridad al lugar expre-
sado, hallando al comandante del puesto que tenía ya supedi-
tada á la tropa, formada en ala. y sin armas. Este dióle parte,
de que el cabo del retén con que se había reforzado, como de
costumbre dicho punto, se le presentara al anochecer manifes-
tándole que la guardia tomara las armas para pronunciarse.
El oficial amonestó á la fuerza de su mando, ordenándole
que seguidamente depusiese las armas; amonestación que fué
obedecida sin dificultad.
Sin embargo, el Comandante general, acordó en el acto la
averiguación del hecho y sus pormenores, dando por resultado
que cinco soldados fueran los primeros en pretender lanzar el
grito. Interrogados por su superior, contestó uno de ellos «que
no sabían lo que era pronunciamiento ni su objeto; y que sus
impulsos á verificarlo, obedecía á haberles asegurado diferentes
sujetos del pueblo, la rebaja de dos años de servicio». (2)
En su consecuencia, dispuso la citada autoridad, el relevo
de la guardia y que se instruyese la oportuna sumaria.
Terminado este incidente, 'y ya más entrada la noche, sin-
tióse en la ciudad la detonación de algunos cohetes que fué
correspondida por otra igual desde punto lejano.
Ambas detonaciones indicaban la señal del avance de las
tropas revolucionarias, como realmente así ocurrió; percatán-
dose entonces del asunto las autoridades ferrolanas, especial-
mente el Comandante general de Marina, quien en previsión de
ulteriores sucesos, y con independencia de las medidas dictadas
por el gobernador militar, destinó «cinco lanchas armadas con
cañones de 24 y 1 2 , y cinco botes con obuses y carroñadas,

(1) Copia de las comunicaciones del Comandante general del Departa-


mento. Nlíms. 1 5 9 y 1 6 0 de 2 0 de Abril de 1 8 4 6 .
(2) Comunicaciones citadas.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 181

armando también á las tripulaciones con arma blanca y de


chispa» (i) para cubrir las dos partes flacas de la plaza, cuales
eran la que da frente á la ensenada de Caranza, la de la Malata,
y la de la Cabana, que asimismo tenía cubierta con el vapor
Isabel II en disposición de cruzar los fuegos sobre la playa de
de la plaza que por aquel lado, y á marea baja, podía franquearse
muy fácilmente. (2)

FERROL: VISTA DE L A CABANA

A las tres de la tarde del 19, continuó Solís su expedición


desde Puentedeume, llegando confiadamente á las puertas de
Ferrol. (3)

(1) Comunicaciones citadas.


(2) Comunicaciones citadas.
(3) En este día, D. Anselmo Liñeira, alcalde de Bergondo, pasó una co-
municación al Jefe político participándole que al anochecer del día anterior,
saliera de Betanzos para Puentedeume la división de Solís compuesta de 2 . 5 0 0
hombres y 2 piezas de artillería que condujeron á Puentedeume.—Doc. que
poseemos.
182 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Observóse entonces que sus murallas, estaban ocupadas por


los Provinciales de la Coruña y Málaga (1) y considerable número
de curiosos, hecho que obliga al jefe de E. M. Buceta á adelan-
tarse con cuatro caballos para reconocer la puerta; pero al acer-
carse á la misma, suenan tres "disparos de cañón. (2)
«Su eco desgarrador, manifiesta Do Porto, suena también,
pero de un modo lúgubre en el corazón del confiado Solís.»
Aun esperaba, sin embargo, el caudillo, que los amigos de
Ferrol pondrían todos los medios posibles para pronunciar la
plaza; permaneciendo con tal motivo al frente de ésta, desde las
ocho de la mañana hasta las siete de la tarde.
En todo este tiempo, no recibió de los comisionados que le
estimularan á emprender la fracasada expedición, ni un solo
aviso, ni una sola disculpa que le enterase del desistimiento del
pueblo ferrolano para secundar la acción revolucionaria. (3)
Esta nueva decepción, contrarióle hondamente, no ya por la
informalidad demostrada por los ferrolanos, sino que con el
tiempo perdido en su viaje, vino á causar perjuicios notorios á
los sublevados lucenses que tanto precisaban de sus auxilios
para evitar la invasión del general Concha.
Aquella misma tarde, recibió un oficio del presidente.de la
Junta de Lugo participándole que el general estuviera al frente
de las murallas de la ciudad; pero que se había ausentado preci-
pitadamente hacia Orense, para seguir á Pontevedra y operar
sobre Santiago. (4)
Cree que el movimiento de su enemigo podría combinarse
con la columna Mac-Crohon acampada en los suburbios de la
Coruña, considerando en este caso inactiva, la continuación de su

(1) J O S É M O N T E R O Y A R Ó S T E G U I : Historia y descripción de la ciudad y


y Departamento naval de Ferrol, pág. 2 0 6 . Un tomo de 7 1 8 págs. en 4 , — 1 8 5 9 .
0

(2) Así consta de la comunicación citada núm. 1 6 0 del Comandante ge-


neral del Departamento, y no dos disparos como expresan Do Porto y otros
autores.
(3) Por Real orden de 3 0 de Abril de 1 8 4 6 se significó al Comandante
general de Marina de Ferrol la satisfacción del Gobierno por las medidas adop-
tadas durante aquel acontecimiento.
(4) Véase el Capítulo X I ,
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 183

viaje á Lugo, y si más racional, socorrer la división Rubín por


si Concha trataba de atacarla en Orense.
En el mismo día, le fué entregada una comunicación de la
Junta Suprerqa de Santiago trasladando otra de la de Lugo, en
la que solicitaba se aumentase su guarnición y se le mandase
alguna artillería por si Concha pretendía de nuevo amagar la
plaza.
Como esta petición era justa y apremiante, contestó Solís á
la Suprema que puesto que desistía de su viaje á la población
lucense por conceptuarlo inútil, enviaba á dicha ciudad 160 in-
fantes y las dos piezas de artillería que hasta entonces veníanle
acompañando; comunicándole al propio tiempo el éxito desgra-
ciado de su excursión á Ferrol. ( 1 )
En la noche del 20, regresó la división revolucionaria desde
las puertas de Ferrol á Betanzos, enviándose á los lugueses en las
primeras horas de la mañana del 2 1 , los elementos de guerra
solicitados, regresando el grueso de la fuerza á Santiago, paran-
do en Sigüeiro toda la infantería, á excepción de una compañía
de cazadores y la caballería que se adelantaran .con el Cuartel
general para hacerlo en aquella localidad.
Al retirarse de Betanzos los sublevados, volvieron á encar-
garse del Ayuntamiento los concejales reaccionarios con su
alcalde D. Fernando Vázquez Carril. Este, según anteriormente
manifestamos, enteró al Jefe político de la provincia, de todos

(1) íEjérciio libertador.—División expedicionaria de Galicia.—E. M. G.—


Con esta fecha oficio á la Excma. Junta de Gobierno de Lugo, participándole
que desde Betanzos le- remitiré no tan solo artillería sino también fuerzas sufi-
cientes para la defensa de la santa causa que tan heroicamente proclamaron el
2 del actnal.—Al mismo tiempo pongo en conocimiento de V. E. como ayer
dirigí todos mis esfuerzos á conquistar la plaza del Ferrol, teniendo, no tan solo
esperanzas, sino probabilidades casi ciertas de que en todo el día tremolase en
sus muros el pendón de independencia nacional. Todas mis ilusiones y esperanzas
fueron frustadas por la (indolencia?) de sus habitantes. A su frente estuve
todo el día sin que diesen la menor señal de vida; y á las siete de la noche me
retiré á este punto para seguir la marcha á Betanzos.—|Patria y libertadl—
Puentedeume 2 0 de Abril de 1 8 4 6 . — E l general en jefe, MIGUEL SOLÍS Y
C U E T O S . — S r . Presidente de la Junta de Santiago.»—Po P O R T O , ob. c i t ,
Pág. 1 3 5 -
I84 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

los particulares que ocurrieran en la ciudad durante la estancia


de aquellos en la misma.
En la comunicación que le había pasado, decía: «Por ahora
ningún antecedente absolutamente existe que tienda en lo más
mínimo á perturbar la tranquilidad de que felizmente se goza,
debiendo añadir que la columna expresada (la sublevada) no
obligó al vecindario á insurreccionarse ni menos causó perjuicio
personal alguno.—-Y me apresuro á elevarlo todo á la superiori-
dad de V . S . para su debido conocimiento y á fines que crea
oportunos, pudiendo asegurar á V . S . que el ayuntamiento de
Betanzos siempre dispuesto á cumplimentar sus superiores reso-
luciones, no perdonará medio alguno para sostener en el distrito
el mejor orden y la obediencia á las leyes y á las autoridades
legítimamente constituidas, á excepción de los casos de rigorosa
fuerza como el que queda expresado.» ( i )
El 20, aun estaba estacionado en el barrio de Santa L u c í a —
fuera de las puertas de L a Coruña—el brigadier Mac-Crohon
con su columna. Ni éste se atrevía á separarse de su puesto, ni
el Capitán general tampoco se decidía á introducirla en la plaza
«por evitar que una desafección la pusiera en poder de los re-
beldes y en atención á que la rebelión contaba con grandes
prosélitos en el vecindario y en la misma guarnición, habiéndose
visto en la necesidad de prender por sospechas á varios indivi-
duos, aunque legalmente nada pudo probarse». (2)
Cruzábanse oficios repetidos entre Mac-Crohon y Villalonga,
facilitándole el primero noticias de los sublevados que iba reco-
giendo de los distintos transeúntes que llegaban de Betanzos y
comarcas limítrofes, ó por confidentes que expresamente comi-
sionaba para adquirirlas. Uno de aquellos que procedía de San-
tiago, le manifestó que todo el país estaba muy obediente á las
disposiciones del Comandante gobernador militar Velasco, quien
había establecido avanzadas de paisanos armados en las inme-
diaciones de la ciudad, y que para el 25 se congregarían todos

(1) Doc. que poseemos.


(2) Comunicación pasada por Villalonga al general Concha el día 20,
cuyo documento poseemos,
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN I8 5

aquellos dependientes de su jurisdición en la parroquia de Santa


María de Naveira. con objeto de organizarse militarmente. (1)
Otros manifestáronle que ignoraban la situación de los pronun-
ciados en su excursión á Ferrol, y nada más que por conjeturas
ó por datos que recababan de segunda mano, conocían algunas,
aunque en parte, confusas versiones.
Villalonga, advirtió á Mac-Crohon que hiciese un falso mo-
vimiento trasladándose al Burgo, desde cuyo lugar podría ob-
servar mejor ó tener noticias más exactas de las intenciones del
enemigo al objeto de engañar á éste para precipitarlo en su
marcha á Ferrol; previniéndole que adelantase algunas compa-
ñías sin separarse á grandes distancias, cubriendo su flanco de-
recho con una de aquellas sobre la carretera de Carral, figurando

FERROL: VISTA GENERAL EN 1 8 4 6

en este movimiento la idea de salirle al encuentro para ver si


se le obligaba á evolucionar desde Betanzos á Lugo ó Santiago,
por si el general Concha había empezado sus operaciones. (2)
Mac Crohon acató dichas instrucciones, llegando al Burgo á
la una de la tarde, adelantando dos compañías en dirección á

(1) Doc. que poseemos. Según el Nomenclátor de P L A T A S F R E I R É , no existe


la parroquia de este nombre,
(2) Doc. que poseemos.
186 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Betanáos á las que precedió una descubierta de caballería para


indagar el estado de los sublevados.
Las averiguaciones resultaron en parte infructuosas, sabien-
do únicamente que éstos estaban acampados á la altura de
Puentedeume para regresar a Betanzos. Los mismos comisiona-
dos que destinara para la adquisición de noticias, se las trasmi-
tían contestándole que al día siguiente debían llegar á la alu-
dida población «dos batallones y algunos caballos de la parte de
Mondoñedo»; pero sin explicar si pertenecían á las tropas que el
Gobierno enviaba desde Castilla, ó si eran los dos batallones
rebeldes que operaban separados, ó los que se presentaran frente
á Ferrol, (i)
Como le fuese imposible inquirir ningún dato más, acordó
regresar á sus primitivas posiciones de Santa Lucía. Estando ya
en marcha, recibe en el Portazgo otro oficio del Capitán general
dándole noticias fijas de la situación del enemigo y su retirada
á Santiago; ordenándole que en su consecuencia se trasladase á
las siete de la mañana del siguiente día al acantonamiento de
Vilaboa y Alvedro, tomando las necesarias precauciones para
tener cubiertos su frente y flancos del punto que fijase; y obrar
en caso oportuno á la defensiva, mientras no se consiguiesen
mayores elementos.
Y a en estos lugares, interesó Mac-Crohon, del alcalde de
Alvedro que lo era á la sazón D. José del Villar Riosoto, caballe-
rías y bagajes para su columna, respondiéndole éste, la imposibi-
dad material de cumplimentar el servicio, en atención á evadirse
de hacerlo los alcaldes de barrio, á los que había conminado
con 4 ducados de multa; y los dueños de las caballerías, que
tampoco presentaron ninguna, á pesar de apercibirlos con la
multa de 3 ducados á cada uno, disculpándose conque aquéllas
«estaban preñadas ó paridas». (2)

(1) Doc. que foseemos.


(2) Doc. que poseemos. También fué nombrado por el general en jefe del
ejército revolucionario para desempeñar igual comisión de adquirir caballerías
armas y municiones de los alcaldes de Alvedro y Cambre, D. Benito Lembeye
y Lartaud que tomó parte muy activa en aquellos acontecimientos; informándo-
nos de dicho particular, el siguiente documento que obra en nuestro poder;
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 187

El 20 recibió Villalonga un volante que desde Orense le


dirigía Concha, acusándole recibo de un oficio de aquél, respec-
to á la sorpresa que había tenido, por los rebeldes, el batallón
Provincial de Málaga. En ese volante le manifestaba que saliera
de dicha capital rápidamente, dirigiéndose á Santiago, llevando
consigo 6 batallones, 400 caballos y una batería de Montaña,
dejando en Orense 200 carabineros; y anunciándole que breve-
mente llegarían 3 batallones y un escuadrón que pondría á dis-
posición del brigadier D. Anselmo Blesser para operar contra
Pontevedra y Vigo; y que en Villafranca se concentrarían otros
tres batallones y una batería de artillería rodada que haría obrar
con arreglo á las circunstancias. (1)
Celebró Villalonga la noticia, indicándole de paso todas las
relacionadas con los movimientos de los sublevados, é intere-
sándole que procurase se le reuniesen las tropas que procedían
de Villafranca para emprender él, con éstas, la rendición de la
plaza de Lugo. (2)
En igual sentido se dirigiera al Ministro de la Guerra pin-
tándole la aflictiva situación que atravesaba por carecer de fuer-
zas para contener la insurrección: «Estos últimos días, Excelentí-
simo Señor, han sido de pruebas; y sin mi firme resolución y la

cEjército libertador.—División expedicionaria de Galicia.—E. M. G.—Ha-


biemdo tenido á bien encargar á D. Benito Lembeye para que recoja las armas
municiones y caballerías que halle en este distrito y crea útiles; prevengo á us-
tedes le presten cuantos auxilios pueda necesitar de cualquiera clase que sean,
en la inteligencia que haré pesar sobre ustedes la mayor responsabilidad sino
cumplen con ello á la presentación de esta orden.—Dios y libertad.—Palabea
1 6 de Abril de 1 8 4 6 . — E l general en jefe, M I G U E L S O L Í S C U E T O S . — S r e s . Alcal-
des de Cambre y Alvedro.»
El Sr. Lembeye sufrió muchas persecuciones, llegando á estar preso cuatro
meses en la Cárcel pública de la Coruña, por consecuencia de aquellos sucesos.
Fué condecorado con la Cruz de Valor y Constancia creada para premiar á todos
los que intervinieran en la revolución de 1 8 4 6 .
Todavía vive dicho señor. Es oficial retirado de la Armada, teniendo su
domicilio en La Coruña.
(1) Doc. que poseemos. También el brigadier Zendrera participaba desde
Orense á Villalonga, la salida del general Concha y las fuerzas que éste le dejaba
para la defensa de la plaza.
(2) Doc. que poseemos.
1-88 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

d e la de la fuerza m u y reducida de artillería y g u a r d i a civil q u e


t e n g o á mi inmediación, de perecer en esta p l a z a antes q u e ren-
dirnos á los esfuerzos de los e n e m i g o s e x t e r i o r e s é interiores,
tal v e z tremolaría y a en ella y la del Ferrol el e s t a n d a r t e de la
rebelión.»
E l 21 y 22 de A b r i l c o n t e s t á b a l e el ministro a p r o b a n d o e n
n o m b r e de la R e i n a t o d a s las m e d i d a s a d o p t a d a s , d a n d o las
g r a c i a s p o r su fidelidad al R e g i m i e n t o de A r t i l l e r í a ; é informán-
dole que el g e n e r a l C o n c h a dispondría e n el distrito, p o r d e
pronto para batir la insurrección g a l l e g a , de 9 batallones, 4 7 0
caballos y d o s baterías de artillería, sin perjuicio de las d e m á s
tropas que p r o n t o habría de enviarle para la total pacificación
del país g a l l e g o ; a c o m e t i e n d o s i m u l t á n e a m e n t e el b l o q u e o d e
V i g o p o r mar.

•7^—' »—^5"
»
CAPÍTULO IX

Orense y sus intentos de rebelión.— Movimientos de la 2 . división a

del Ejército libertador.— Bloqueo de Orense por los revoluciona-


rios.—Consecuencias que surgieron.

V i é n e l e d e a b o l e n g o á la provincia de O r e n s e y especial-
m e n t e á su capital, nutrirse del sano a l i m e n t o d e ideas liberales
y democráticas.
Q u i e n c o n o z c a su historia, quien se h a y a identificado x:on la
h e r m o s a A u r i a , e s a c i u d a d que cual a l e g r e ninfa se asienta en
las orillas del M i ñ o y s e levanta, c o m o señala nuestro M u r g u í a
en m e d i o de un a m p l i o anfiteatro de m o n t a ñ a s casi c a l c i n a d a s ,
c u y o s flancos llevan la v i ñ a y sus p r e c i a d o s frutos, tendrá q u e
c o n v e n i r en que O r e n s e e s una de las primeras d e Galicia en
que la c o d i c i a del e x t r a ñ o ha p u e s t o e n otros t i e m p o s sus mira-
d a s p a r a a p r o v e c h a r s e d e tanta belleza reunida.
D o m i n a d a uu día p o r la sed insaciable del latino q u e la con-
sideró c o m o uno de sus m á s inestimables botines d e conquista;
s o m e t i d a d e s p u é s á la a m b i c i ó n del g e r m a n o y m á s tarde á Ja
I9Ó LA REVOLUCIÓN GALLEGA Í)E 1S46

hegemonía de la tribu samaritana que le inculcara su espíritu


civilizador y liberal y con la cual tanto se hubo encariñado;
perseguida y maltratada en los siglos medioevales por el sober-
bio feudalismo, y aun en los tiempos modernos por los enemi-
gos del progreso humano, Orense ha patentizado siempre ser
un pueblo heroico, que se sacrificó por su libertad y las liberta-
des públicas; y como atinadamente observa uno de sus más
ilustrados hijos, todo lo pospuso tratándose de su indepen-
dencia. (1)
Cuna es Orense y su provincia, de un número respetable de
sabios, filósofos, artistas, historiadores, poetas ¿Quién los
ignora, si tan populares han sido y siguen siéndolo y tal su
fama, que constituyen legítimo orgullo de Galicia y de España
enterar (2)

(1) BENITO FERNANDEZ A L O N S O : El Pontificado gallego, crónica de los


Obispos de Orense, 1 8 9 7 . Este excelente amigo es autor de multitud de tra-
bajos históricos.
(2) El Cronista Idacio, San Rosendo, Benito Baños, Gil Soutelo, Rodrigo
de Villandrando, Fernando Boan, Fr. Tomás de Lemus, F r . Francisco Fidalgo
y Araujo, F r . Felipe de la Gándara, F r . Benito Jerónimo Feijóo, Antonio Ace-
bedo, Fernando Ojea, Baltasar de Ziíñiga, Manuel de Zúñiga y Acebedo, Luís
Acebedo, Antonio del Remesal, Benito Novoa Salgado, Francisco de Sanabria,
Ambrosio Alonso, Veremundo Arias Teijeiro, Pedro Ventura de Puga, Ramón
Brau Losada, Manuel Ochagaría, José García Mosquera, Eduardo Chao, Tomás
María Mosquera, Valentín de Novoa, Juan Sieiro González, Modesto Fernandez
y González, Juan Manuel Paz Nóvoa, Vicente Cid Osorio, Urbano Ferreiroa,
Camilo Placer Bouza, Juan Antonio Saco y Arce, Alberto García Ferreiro, Va-
lentín Lamas Carbajal, Manuel Curros Enríquez, Arturo Vzquez Núñez, Benito
Fernandez Alonso, Manuel Núñez González, José Ogea, Telesforo Ogea, Eladio
Rodríguez González, L . Cid, A. Rey Soto y tantos otros que no recordamos. (*)
De la mayoría de éstos escribió D. Benito Fernandez Alonso una intere-
sante colección de biografías, que le fué premiada en el Certamen literario ce-
lebrado en Orense en 1 9 0 0 , y que muy pronto verá la luz pública.

(*) N o o l v i d a r e m o s á M a r c e l o M a c í a s , eruditísimo e s c r i t o r y n o t a b l e o r a d o r s a g r a d o , a u t o r
d e v a r i a s o b r a s d e e x c e p c i o n a l i m p o r t a n c i a , q u e a u n q u e natural d e A s t o r g a , c o n v i v e en O r e n s e
h a l a r g o s años, c o m o D . A n d r é s M a r t í n e z S a l a z a r lo h a c e en la C o r u ñ a y A n t o l í n L ó p e z P é l a e z ,
a c t u a l obispo d e J a c a , l o . h i z o a n t e s en L u g o . E s t o s tres b e n e m é r i t o s a s t o r g a n o s y q u e r i d o s
a m i g o s nuestros, se h a n o c u p a d o y o c u p a n c o n s t a n t e m e n t e en las c o s a s d e n u e s t r a tierra g a l l l e g a .
T a m p o c o h a b r e m o s d e o m i t i r al ¡ l u s t r a d o e s c r i t o r é i n g e n i e r o d e c a m i n o s , D . M a n u e l D i e z
S a n j u r j o , que d e s d e q u e se halla r e s i d i e n d o en G a l i c i a , e s p e c i a l m e n t e en O r e n s e , p r e s t a i m p o r t a n -
tísimos s e r v i c i o s c o m o m i e m b r o d e la C o m i s i ó n d e M o n u m e n t o s d e d i c h a c i u d a d , y es u n o d e los
r e d a c t o r e s m á s s i g n i f i c a d o s d e l Boletín d e esta Corporación.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN ífjí

Es axiomático que el hombre que estudia, tiene necesaria-


mente que educar su espíritu inclinándolo á esa palingenesia de
ideas que lo purifica, para servirlas como pan substancioso á
los demás de su especie; y la poética ciudad de las Burgas, con
todos sus elementos de cultura, la acreditan de ser una de las
que marchan á la vanguardia de los pueblos gallegos; que va
caminando á la cabeza del progreso de los siglos, dándonos un
ejemplo fehaciente, su peritísima «Comisión Provincial de Mo-
numentos», á cuyo frente hállanse hombres de vastísima ilustra-
ción que con amor innegable nos dan á conocer á cada instante
por medio de su inapreciable Boletín, los secretos del pasado
de nuestra Galicia, tan exuberante en hechos gloriosos y tan
grande en abnegaciones sublimes, ( i )

(i) Habiendo nosotros verificado en el mes de Agosto de 1 9 0 4 una excur-


sión por Galicia, tuvimos singular empeño'en visitar el Museo y Biblioteca patro-
cinado por la Diputación provincial de Orense, y que están al cuidado escrupu-
loso de los Sres. D. Marcelo Macías, D. Benito Fernandez Alonso, D. Manuel
Diez Sanjurjo, D. Manuel Martín Sueiro, (actual juez de 1 . instancia de Corcu-
a

bión) y D. Eugenio Marquina, figurando también entonces como uno de los más
conspicuos, D. Arturo Vázquez Núñez, erudito escritor y docto epigrafista, falle-
cido hace escasamente un año.
Nos han servido de cicerones, el Sr. Fernandez Alonso y el distinguido
escritor y amigo D. Nicolás Fort Roldan que desempeñaba por aquellas fechas
el destino de Comisario de guerra de la expresada plaza.
Ocupaba en dicho año el Museo, un gabinete compuesio de tres departa-
mentos en la planta baja del Gobierno civil. Hoy se halla instalado en la parte
Norte del soberbio edificio del «Centro Provincial de Instrucción» comprendien-
do tres amplios salones destinados todos ellos á guardar la multitud de objetos
de importante valor histórico y artístico, recogidos, unos por individuos de
la propia Comisión Arqueológica; y donados otros por personas amantes y celo-
sas de estas particularidades, tan útiles y esenciales para el exclarecimiento de
las civilizaciones de otros tiempos, y que hoy la ignorancia no suele concederles
el mérito y la significación que representan.

He aquí la forma de la distribución actual:

S A. L -A. 1.»

Colocadas sobre artísticos zócalos que rodean esta sala, se admiran catorce
lápidas romanas y quince cristianas, hermosos ejemplares de teja y ladrillo ro-
manos y un gran trozo de mosaico procedente de las excavaciones practicadas
por la Comisión, en el «Forum Gigurrorum» ( L a Ligarrosa). Entre las lápidas
ígi LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Sería, pues, irracional dejar de reconocer las múltiples bon-


dades que recaen en los orensanos; y por esta circunstancia, no
es de extrañar que con esas condiciones esencialmente liberales,
quisiesen abrazar y defender el credo revolucionario en conso-
nancia con sus finalidades y sentimientos.

romanas merecen citarse, la dedicada á las ninfas de las aguas que se hallaba
sobre las famosas Burgas,- tres ex-votos á las diosas Navia y Diana, un miliario,
cuatro conmemorativas, todas ellas publicadas en el Boletín de la Comisión por
el celebrado epigrafista, D . Arturo Vázquez Núñez, y las dos lápidas geográficas
que sirvieron al Sr. Maclas para esclarecer su interesantísimo trabajo Civitas
Limicorum. Llaman la atención entre las cristianas, un sepulcro aparente del
siglo V con esta inscripción: AVITVS (in) - f X X U I I M O R T W S F V E T , y la
curiosa lápida sepulcral de! siglo X I V procedente del Monasterio de Celanova
citada por Ambrosio de Morales, en la que se lee esta inscripción gallega en
clarísima letra gótica

Aqui '• jaz '• jan \ Feyjoo \ escudeiro


ion jidalgo '• é v¿rdadeyro
gran cazador • e monleyro

Es también notable, la variada colección de canecillos, columnas y capite-


les romano-bizantinos y ojivales.
En una vitrina dispuesta en el centro, y admirablemente clasificados, hay
muchos útiles de la edad de piedra y de bronce, como hachas de serpentina,
piedra, lidia, tremolita, novaculita, etc., picos y martillos de piedra, cuchillitos
de pedernal, puntas de flecha y gubias, muchos de ellos encontrados en mámoas
de la provincia de Orense, registradas por el Sr. Diez Sanjurjo. Una hoja de
espada preromana, variados tipos de hachas de bronce, glandes de plomo para
honda; un anillo de oro del Sil con caracteres ibéricos, y un Onelnti egipcio.
Entre los objetos romanos, figuran: un crinaledos, lucernas de barro saguntino,
varios Urceolos, estilos y fíbulas, dos alas de águila legionaria de bronce, cuatro
ánforas, pesas de telar, una cruz de bronce hallada en un sepulcro de la época
romana, ejemplares de mosaicos de variadísimos dibujos y una rica colección
de azulejos bizantinos.
Adornan las paredes de esta sala veintidós cuadros de pintura al óleo en
lienzos y cobres de distintas épocas, alguno de ellos, de la pintura española del
siglo X V , muchas tablas talladas del estilo ojival y del renacimiento. Tres pano-
plias con interesantes ejemplares de espadas, cascos y bacinetes. Un bien con-
servado tapiz de cuero de Córdoba.

S A L A 2.»
A los dos lados de la entrada, continúan los zócalos de la primera, desti-
nados á molinos romanos de piedra, y en los dos ángulos, se hallan: á la derecha
un falconete, y á la izquierda una armadura de hierro con su casco. En otro
FRANCISCO TETTAMANOY GASTÓN 193

La mayor parte de la provincia de Orense, por su posición


topográfica, su extensa línea fronteriza con Portugal, su terreno
quebradizo y sierras inexpugnables, hacíanla punto estratégico
para propulsar el alzamiento, y energía creadora, ya para la
eficacia de los movimientos, ya para la introducción de armas y

zócalo se ven tres imágenes de escultura bizantina en madera, una de ellas pro-
cedente del castillo de los templarios de Ponferrada.
En la estantería destinada á objetos del culto, hay un curioso cáliz del
siglo X I V y otro del X V , ambos de plata; un hermosísimo díptico de marfil,
varios Cristos bizantinos esmaltados, cruces procesionales, incensarios y campa-
nillas ojivales y del renacimiento, mitras, (entre ellas una conciliar) portapaces
y un sombrero del Cardenal Quevedo.
En una vitrina lateral, lucen variadas colecciones de exvotos de plata, es-
maltes, camafeos, peinetas del siglo XVIII, adornos de maragato, sellos de dis-
tintas casas señoriales gallegas, medallas conmemorativas, etc.
En cuatro grandes tablas colocadas en una de las paredes, existe una nume-
rosa colección de improntas de monedas y medallas.
El rico Monetario de la Comisión, se halla dividido en cuatro series de la
manera siguiente: 1 . Autónomas. 2 . Consulares é imperiales romanas. 3 . His-
A A a

pano-cristianas; y 4 . Extranjeras.
A

En este departamento, se guardan también muchos tarros de las boticas de


los conventos de la provincia, de muy variadas formas y dibujos y con los escu-
dos correspondientes; ejemplares de cerámica de la Moncloa y otros.
En una panoplia destinada á los «instrumentos músicos de Galicia» se ven
la gaita, la zanfona y una flauta de Pan.
Hay también en este departamento una curiosísima vitrina central destinada
para documentos é incunables. Merecen especial mención varios privilegios de
Alfonso VII el Emperador y los otorgados en Orense por Fernando III el Santo
y Alfonso I X de León.
En una mesa pupitre, se guarda la colección de la Cartografía nacional y
el celebrado álbum de la Comisión de Monumentos, que contiene más de setenta
fotografías de la provincia de Orense.

S -A. T-i -A. 3_*

Está destinada á despacho y Biblioteca de la Comisión. Adornan sus pare-


des el mapa de Galicia de Fontán y el geológico de España de Fernandez de
Castro; varios retratos de orensanos ilustres, dos de tamaño natural, de los que
fueron meritísimos individuos de la Comisión, D. Manuel Pereiro Rey y D. Ar-
turo Vázquez Núñez. L a Biblioteca particular de la Comisión, es muy escogida:
cuenta aproximadamente 2.000 volúmenes. Además de las ediciones curiosas de
elzevirianos, etc., tiene las mejores obras de Historia y Arte.
- • • 13
194 I"A REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

municiones ó para en cualquier caso fortuito y desgraciado,


poder internarse en el vecino reino con aquellas seguridades de
que sería nula toda persecución.
Dábase como un hecho la sublevación de la capital en cuanto
le tocase su turno; esperándose, al efecto, que la división man-
dada por Rubín, se acercase á las puertas^de la ciudad.
Constaba la guarnición de Orense^de los*batalíones de Mon-
dofiedo y Guadalajara y dos secciones de los institutos de Cara-
bineros y Guardia civil.

El interesante Boletín que publica la Comisión, sostiene cambio con las me-
jores revistas de España y del extranjero que se hallan coleccionadas y encua-
dernadas elegantemente.
Además tiene el Museo, otras dependencias como un excelente gabinete
fotográfico y un Archivo para la documentación de la Secretaría.
Componen actualmente la Comisión los señores siguientes:
Don Marcelo Macías y García, Vicepresidente.
» Benito Fernandez Alonso.
» Eduardo Moreno López.
> Manuel Diez Sanjurjo.
> Juan Neira Cancela.
> Manuel Martínez Sueiro.
» Eugenio Marquina y Alvarez, Secretario.
A esta entusiasta Comisión, se debe el sostenimiento del susodicho MUSEO
y del Boletín, que con esfuerzos verdaderamente plausibles, no ceja un instante
en la patriótica labor que se impuso. No importa á sus individuos que no se les
reconozca el mérito que les corresponde: ellos, para el incesante trabajo que
tienen á su cargo, solo cuentan con una módica retribución (1.000 pesetas anua-
les) que les concede la Diputación provincial; mas, sí, en cambio, disponen de
una hermosa renta en desprendimiento y cultura; y una alma muy grande que á
todos ellos les domina.

* **
Y antes de cerrar la anterior nota, habremos de consagrar otro recuerdo
cariñoso á la meritísima Sociedad Arqueológica de Pontevedra, de la que es uno
de sus más fervientes y caracterizados miembros, su ilustrado Director D. Casto
Sampedro.
Dicha Corporación, que es igualmente legítimo orgullo de la región gallega,
trabaja constantemente y en análogo sentido que la Comisión de Monumentos de
Orense, sosteniendo un magnífico MUSEO, difundiendo la cultura pública y dando
á conocer códices de importancia que revelan lo que en otros tiempos fué aque-
lla provincia; y que se corrobora por los tres voluminosos tomos que lleva ya
publicados con el título de Documentos, Inscripciones y Monumentos para la His-
toria de Pontevedra.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 195

Los sargentos de aquellos Cuerpos, comprometidos en la


revolución, estaban por de pronto inutilizados para lanzarse al
campo con sus compañías, debido á la celosa vigilancia que se
ejercía con ellos y con muchos de los oficiales del Provincial de
Mondoñedo, igualmente comprometidos, que habían determina-
do decididamente sublevarse en cuanto fuesen un hecho positivo
los alzamientos de Lugo y Santiago. Designado, al efecto, el día
de Jueves Santo para provocar el acto, quedaron incumplidos
semejantes propósitos, porque las autoridades orensanas, al en-
terarse de la decisión de aquellas ciudades, tomaron inmediata-
mente radicales medidas para contener la conjuración. Simultá-
neamente, ocurre la entrada en operaciones de la columna
Zendrera para auxiliar á la de Puig Samper; y con este motivo
tuvieron que marchar, por pertenecer á ella, los principales
conjurados.
Al perder los orensanos ocasión tan propicia, fracasó también
la oportunidad de preparar nuevos intentos de sublevarse, de-
bido, como hemos dicho, á la extremada fiscalización de las
autoridades, á la ausencia de los oficiales comprometidos, á la
falta de armas, y otros recursos indispensables con los que no
contaba la población; contrariedades todas, que sirvieron de estí-
mulo para sostener en ella el acatamiento al Gobierno de Madrid,
y que fueron al propio tiempo causa esencial de que los demás
pueblos de la provincia no se aventurasen á secundar la acción
revolucionaria, Ínterin la capital permaneciese inactiva.
El día 1 5 , apremiaba el Capitán general del distrito al Co-
mandante general interino de Orense—puesto que según indica-
mos, el propietario, Zendrera, saliera de operaciones—para que
le facilitase noticias de la situación de este Jefe, del estado de
ánimo de la ciudad, á la vez que le inturmaba del de la Coruña
y Ferrol; y alentándole para que sostuviese el espíritu público
con la noticia de la próxima llegada del general Concha qne ya
se encontraba en Lugo, (i)
El coronel Cachafeiro contestó el mismo día, manifestándole
que Zendrera se hallaba en Cea, ignorando las causas por las

(1) Doc. que poseemos.


I96 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

que, en lugar de avanzar á Santiago retrocediese nuevamente á


Orense en cuya capital estaría el 1 7 . Le anunciaba que el general
Concha debería estar en Monforte conforme éste se lo comuni-
cara desde Benavente, habiendo hecho pública la noticia por
medio de un extraordinario. (1)
«Si hemos de cubrirlas avenidas de esta provincia—decíale
— y paralizar los progresos de los sublevados, conviene mucho,
en mi concepto, el que dicho señor general Concha se sitúe
por de pronto en Ribadavia y Carballino, desde donde pueden
partir sus operaciones de acuerdo con V . E . al paso que vayan
llegando las tropas que bajan de Castilla á marchas forzadas.»
«Me consta que los insurrectos intentan hacer una operación
sobre Orense. Yo tengo fortificado el puente y lo defenderé á
toda costa; pero como ellos tienen artillería, bien conoce V. E . ,
que esta clase de fortificaciones no puede resistir á dicha arma.»
«En esta población, hay por desgracia bastantes elementos
de desorden; pero como los enemigos no traigan artillería, me
prometo conservar la tranquilidad en ella y estorbar su paso por
el puente; por eso me parece bien situada la columna del Co-
mandante general (Zendrera) sobre el flanco izquierdo de la ruta
que ellos deben traer en tal caso.»
«Se me figura que por la Puebla de Sanabria, bajan dos ba-
tallones y 100 caballos que podrán llegar aquí dentro de tres
días; mas como el camino es malísimo, quizá tengan que variar
á su derecha para entrar por Villafranca, rodeando muchas le-
guas. De todo lo que sepa y vaya ocurriendo daré á V . E. par-
tes continuados.» (2)

11

Solís y la Junta de Santiago, recibían constantemenre comu-


nicaciones entusiastas de los revolucionarios orensanos en las
cuales hacían protestas de fraternal adhesión, asegurando como

(1) Doc. que poseemos.


(2) Doc. que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANOY GASTÓN 197

los de la Coruña y Ferrol, que en euanto llegasen las fuerzas


del ejército libertador, se izaría en el histórico puente sobre el
Miño el pendón revolucionario bajo cuyos pliegues habrían de
cobijarse gentes desde lo más indiferente hasta las de espíritu
más apocado. (1)
De estas apreciaciones tan naturales en aquellos momentos
en que se trataba de la reconquista de la independencia regio-
nal, (2) naciera el pensamiento de organizar la 2 . división del a

Ejército libertador, destinándola á la capital orensana, como se


organizara en igual sentido la primera, para auxiliar á los pronun-
ciamientos de la Coruña y Ferrol.
Salió aquella de Santiago para Orense, como hemos mani-
festado, el 15 de Abril, haciendo su primera jornada hasta el
pueblo de Chapa (Lalín) en donde pernoctó. La segunda terminó
el 16, alojándose en Carballino; y á las cuatro de la tarde del 1 7
llegó á la aldea de Caldas en las cercanías de la ciudad de Orense,
orilla derecha del Miño.
Sin embargo, de la corta jornada de 4 leguas que dista Car-
ballino de Orense, la división Rubín no llegó á las inmediaciones
de esta capital hasta esa hora de la tarde del 1 7 ; produciendo la
inconcebible demora, inapreciables ventajas á Zendrera, quien
teniendo conocimiento de las intenciones de los sublevados, forzó
al efecto, su marcha, consiguiendo anticiparse á éstos, y entran-
do en dicha población á las diez de la mañana del referido día.
El transcurso de tiempo de esas seis horas, lo invirtió el
aludido jefe en fortificar con mayor solidez el Puente Mayor,
Puente Pedriña y Alameda del Crucero, en cuyos puntos se fue-
ron levantando trincheras, empleando sacos de arena y acumu-
lando troncos de árbol, piedras y otros materiales.
Destinó dos compañías del Provincial de Mondoñedo en las
trincheras; otras dos en el Puente Pedriña y cuatro en las alturas
de la Cruz de Montealegre. Otras tantas del de Guadalajara en
la Plaza de la Constitución; y el resto de las fuerzas permane-
Ci) Do P O R T O y P I R A L A , ob. cit., pág. 131 y 4 5 6 respectivamente.

(2) BENITO FERNANDEZ A L O N S O . Artículo publicado sobre estos sucesos


en el extinguido semanario coruñés Revista Gallega, los días 21 y 2 $ de Sep-
tiembre y 5 de Octubre de 1902.
198 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

cieron en el cuartel de San Francisco como punto dominante de


la población y para responder en los momentos más culminan-
tes del ataque.
Los vecinos de la ciudad, candadas las puertas de sus vi-
viendas, se fueron unos á las trincheras y otros á Montealegre,
cuando no á los puntos más sobresalientes de seguridad ó de
defensa, ( i )

ORENSE: PUENTE MAYOR

En la Alameda del Crucero se situó la Guardia Civil y Cara-


bineros. Las mujeres, previendo un triste desenlace, abandonaron
sus hogares, marchando á Piñor y á las alturas de Santa
Ladeíña. (2)
Zendrera se hizo fuerte, ocupando las casas que dan acceso
á la ciudad, aunque no sin vencer algunas dificultades para la
colocación de su gente, pues el vecindario, que más que con las
tropas del Gobierno, fraternizaba con los partidarios de la Cons-
titución, oponía resistencia. (3)

(1) B E N I T O F . A L O N S O , artículo citado.


(2) B E N I T O F . A L O N S O , artículo citado.
(3) B E N I T O F . A L O N S O , artículo citado,
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 199

Así dispuesta la defensa, no se esperaba sino que el primer


disparo fuese de un momento á otro la señal de entrar en
combate.
La división Rubín se detuvo en el punto que hemos indicado.
«Soldados decididos y valientes, dice Fernandez Alonso, (1)
formaban parapetados en las casas, en las huertas y en las viñas:
pues si bien las compañías enemigas que se hallaban en las
trincheras del puente manifestábanse en actitud hostil, como
ignoraba Rubín cuanto en el interior sucedía confiado en las
cartas de los capitanes de la guarnición ofreciéndole pronun-
ciarse con la gente que mandaban así que dieran vista á las
fuerzas del ejército libertador, aparecía relativamente tranquilo;
pero aquellos, por los inconvenientes ya referidos, manteníanse
obedeciendo al gobierno central.»
Rubín ordenó á sus avanzadas se colocasen á un tiro de fusil
del puente. Un oficial pide parlamento, pasando á la plaza; y
entregando una comunicación al Comandante general, intima la
rendición de la misma, excitándole se adhiriese^ la causa revo-
lucionaria. (2)
Zendrera, por toda contestación, despidió al parlamentario,
ordenando que otra compañía de Guadalajara pasase á robuste-
cer las fuerzas de Puente Pedriña para defender la ciudad, caso
de ser embestida por el lado izquierdo del Miño.
Adelantóse la vanguardia de la división sublevada, entrando
en el puente principal; y se acerca el segundo jefe de la misma
D. Sebastián Arias con una compañía"de Cazadores.
Preguntan entonces los de la plaza ¿quién vive?, respondiendo
el infatigable Arias: (Zamora y Oviedo!
A esta contestación sigue una descarga cerrada de fusilería.
No presumían los sitiadores recibimiento tan hostil, sirviendo
para impulsar á Rubín á tomar posiciones, mandando á su cor-
neta de órdenes hiciese nueva señal de parlamento y que las
bandas de música ejecutasen el Himno de Riego.

(1) Artículo citado.


(2) Comunicación pasada por Rubín á la Junta de Santiago, dándole
cuenta de sus gestiones.—Doc. que poseemos.
200 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

Si la música, como opina nuestro querido é ilustrado amigo


Antonio Garrido Villazán (1) «es la más arrebatadora de las
artes, la única que acompaña á los ejércitos y entra en acción
decidiendo á veces la victoria», esta, fué una de las ocasiones
en que no excitó los sentimientos del íntegro Zendrera, los
acordes del patriótico himo que desde el año de 1820 hasta des-
pués de la revolución de 1868, fué símbolo sublime de los prin-
cipios liberales!...
El Himno de Riego, ha sido un tiempo grito de guerra y de
venganza en las múltiples y pavorosas contiendas civiles libradas
en España entre la libertad y el absolutismo; como lo fué la
Marsellesa en Francia en las épocas del terror y de la revolu-
ción triunfante; pero con la diferencia de que, las notas del canto
de Rouget de Lisie, al ser lanzadas al espacio para estimular los
arrestos del soldado francés llevándole victorioso por todo el
mundo, son y siguen siendo el himno de paz de un pueblo libre...,
El agente parlamentario, bajo un aluvión de balas, encami-
nóse impasible hacia la fortificación del puente; mas observando
que los enemigos arreciaban sus descargas, saludó marcial y ca-
riñosamente á los amigos que entre aquellos se. encontraban
reconviniéndoles con amarga decepción:
—¡Gracias, compañeros, gracias! (2)
regresando después al lado de sus camaradas, quienes, sin
hacer el menor disparo, dejaban oir, entre las detonaciones de
fusilería de los sitiados y los acordes del canto liberal, entusias-
tas vivas á la libertad y á la Reina.
Las autoridades de la plaza, acompañadas de la Guardia
civil y de innumerables curiosos, permanecían en la Alameda
del Crucero, á unos 400 pasos del puente que dominaban, es-

(1) E s un coruñés muy distinguido, teniente coronel del arma de Caballe-


ría, académico de número de la Real de Bellas Artes de San Fernando y corres-
pondiente de la Gallega; redactor jefe de la Ilustración Española y Americana
autor dramático, notable crítico de arte y prestigioso periodista.
Su discurso de recepción en aquella docta Corporación sobre la Influencia
de la música como elemento social, es un estudio muy interesante.
(2) D o P O R T O , ob, cit., pág. 1 4 0 . — P I R A L A , ob. cit., pág, 4 5 7 . — F E R N A N -
DEZ A L O N S O , art. cit.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 20I

perando con impaciencia el d e s e n l a c e de este sensible en-


cuentro, (i)
U n p e l o t ó n de s o l d a d o s d e la división revolucionaria, se
a p o d e r ó , c o n inusitado arrojo d e una taberna p r ó x i m a e n c l a v a d a
en la jurisdicción sitiada; y parte d e la fuerza se reunió con al-
g u n o s c o m p a ñ e r o s q u e e s t a b a n p o s e s i o n a d o s de las huertas y
v i ñ e d o s inmediatos; p e r m a n e c i e n d o e n actitud p a s i v a hasta las
o c h o de la n o c h e del 1 7 , en la que R u b í n resolvió levantar el
sitio y retirarse á Quíntela, de d o n d e salió para R i b a d a v i a á las
d o c e de la n o c h e , llegando á esta villa á las siete de la m a ñ a n a
del 18. (2)
S e m e j a n t e retirada produjo no p e q u e ñ o a s o m b r o á la po-
blación o r e n s a n a , que entendía, c o m o era natural, que R u b í n
violentase la e n t r a d a introduciéndose en aquella, a s e g u r a n d o c o n
sus tropas la p r o c l a m a c i ó n inmediata del a l z a m i e n t o en la m i s m a ;
viniendo e n t o n c e s á contar la revolución c o n otra plaza m á s adic-
ta y de la importancia q u e O r e n s e revestía.
E s t e r e t r o c e s o , originó los c o n s i g u i e n t e s c o m e n t a r i o s entre
los parciales á la causa, e s p e c i a l m e n t e p o r el é x i t o inesperado
que c o n s i g u i e r o n los propios e n e m i g o s ; c e l e b r á n d o l o , c o m o era
l ó g i c o , Z e n d r e r a y C a c h a f e i r o , q u e e n v a l e n t o n a d o s c o n la reso-
lución de R u b í n , e x t r e m a r o n m á s sus m e d i d a s en la ciudad, ha-
c i e n d o alarde d e una fidelidad al G o b i e r n o d e Madrid, que h o r a s
antes h u b i e s e s i d o p r o b l e m á t i c a , si el jefe revolucionario desple-
g a s e m a y o r pericia y celo en su jornada de Carballino á
Orense.
A e s o s c o m e n t a r i o s envueltos en duras recriminaciones, n o
p u d o sustraerse, R u b í n , p o r m u c h o que tratara de justificar su
c o n d u c t a ante la Junta S u p r e m a de S a n t i a g o y ante sus propios
c o m p a ñ e r o s de a r m a s . (3)

(1) D o PORTO, o b . cit., p á g . 1 4 0 . — P I R A L A , o b . c i t . , p á g . 4 5 7 . — F E R N Á N -


DEZ ALONSO, a r t . c i t .
(2) PIRALA, o b . c i t . , p á g . 4 5 7 . — D o PORTO, o b . c i t . , p á g . 140. — F E R N A N -
DEZ A L O N S O , a r t . c i t .
(3) PIRALA, o b . c i t . p á g . 457, Do PORTO, ob.- c i t . p á g . 140.—FERNÁN- .
DEZ A L O N S O , a r t . c i t . / •
202 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

I I I

En la disyuntiva de si debiera Rubín sujetarse á las indica-


ciones del elemento civil de Orense, que le había manifestado
con oportuna antelación al acercarse con sus tropas á la plaza
que entrase en ésta por cualquiera de las barcas del Miño (1)
guardadas solamente por unos cuantos carabineros, puesto que

ORENSE: VISTA GENERAL

la fuerza que defendía el puente no era de confianza absoluta; ó


acceder á las insinuaciones que recibiera de varios capitanes de
la guarnición ofreciéndose y comprometiéndose á pronunciarse

(2) Desde Ribadavia, dio conocimiento á la Junta Superior de .Santiago


del fracaso de su expedición, en estos términos:
% Ejército de la Constitución.—2 a
División.—Excmo. Sr: En consecuencia
de lo que hemos acordado en esa, antes de mi salida, me he presentado en el
día de ayer á las cuatro de la tarde al frente de la ciudad de Orense con la di-
visión de mi mando. El enemigo, envalentonado con los parapetos que habíu
formado con anticipación en el puente, me ha recibido con una descarga, sin
que de ella experimentase el menor resultado como tampoco mis ayudantes ni la
tropa que me acompañaba. En esta situación permanecimos sufriendo el fuego
á quemaropa sin que por mi parte hubiera consentido disparar ni un solo tiro,
pues reconocía no adelantaba nada sino perder hombres y gastar municiones.
Además, para probar el pensamiento del enemigo, he mandado tocar á parla-
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 203

con sus compañías tan luego se adelantasen algunas fuerzas


sublevadas, es lo cierto que Rubín, adoptando las opiniones de
los últimos, lleváronle al fracaso que hemos visto. (1)
«No sabemos, razona Do Porto, como un militar bizarro al
frente de sus soldados tan decididos como valientes, no se ha
resuelto á admitir el reto que desde unas débliles fortificaciones
le hacían hombres sin más entusiasmo que el que les inspira los
deberes de la disciplina. Esta conducta no merece censura sino
acusación: no es falta sino delito que no debía quedar sin co-
rrectivo. »
Y realmente, los procedimientos del general en jefe de la
segunda división revolucionaria, no han sido todo lo comedidos
que demandaba su prestigio militar, que exigía el apremio de
las circunstancias y la nobleza de aquel pronunciamiento en que
se jugaba la honra y bienestar de la región galaica.
En Ribadavia pudo conocerse con más ahinco la predisposi-
ción del espíritu público por la cuestión revolucionaria, no en-
contrando las tropas de Rubín más que gente amiga que les fa-
cilitase todo género de recursos y confidencias, informándoles
de todas cuantas resoluciones emanaban de las autoridades

mentó; y el oficial designado para este efecto, no solamente no se le ha querido


recibir, sino que la contestación fué á balazos. En medio de todo, Excmo. Señor,
tengo la indecible satisfacción de manifestarle que á pesar del fuego á tiro de
pistola no ha habido ninguna desgracia, circunstancia que en parte me indem-
niza del sentimiento que me ha causado la falta de cumplimiento en las palabras
que se habían ofrecido.— De este modo se continuó estableciendo las compañías
de Cazadores en los puntos avanzados, hasta que después de anochecido me he
retirado sobre Quíntela; mas habiendo recibido noticias fidedignas de que el ge-
neral Concha debía llegar en el día de hoy á Orense, he determinado retirarme
á este pueblo cuya posición militar es más importante y en la que obraré según
se presenten las circunstancias. De todo avisaré á V. E . oportunamente, debiendo
participar al Señor Comandante general en jefe de todas las fuerzas lo que dejo
arriba mencionado.- Dios guarde á V. E. muchos años.—Cuartel general de
Ribadavia á 1 8 de Abril de 1 8 4 6 . — E l Comandante general, L E O N C I O D E R U B Í N .
Excmo. Sr. Presidente de la Junta de Santiago.»
(1) Otro general más experto, hubiese aprovechado las barcas para pasar
el Miño, como se efectuó durante nuestra guerra con Portugal; y parte de las
fuerzas traerlas á Orense por la izquierda del r í o . — B E N I T O FERNÁNDEZ A L O N S O ,
Artículo citado.
204 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

orensanas, que acusaban las mismas inquietudes de tibieza que


las de la Coruña.
¿Pesaríale á Rubín,^cuando sufrió luego las amarguras de un
largo destierro, la debilidad que demostró en el ataque á la ciu-
dad de Orense, consecuencia del inmediato fracaso de los ideales
revolucionarios, y con él, la sangre derramada pocos días des-
pués en Cacheiras, Santiago y Carral?
El día que entró en Ribadavia, supo por informes que le
trasmitieron de Orense, que el general Concha se encontraba á
siete leguas de distancia de dicha villa.
Reunió Consejo de jefes y oficiales para acordar lo que pro-
cedía en aquellos momentos supremos, ya que se había desistido
de la ocupación de la ciudad orensana.
Opinó la mayoría permanecer en Ribadavia, por tener esta
villa condiciones estratégicas inmejorables y de seguridad para
observar los movimientos de aquel general; y en caso necesario,
marchar directamente á Santiago para proteger la división de
Solís; ó en último extremo, continuar la retirada á Vigo y Ponte-
vedra para recaer después á Compostela; y desde esta pobla-
ción, operar las dos divisiones fusionadas, arrollando así al ene-
migo principal, cual lo era Concha.
No penetraron en el ánimo de Rubín, observaciones y
consejos tan racionales; y contra el dictamen de sus subordina-
dos, sin exponer el menor fundamento favorable, dispone el viaje
á Puenteareas; esto es, que en lugar de avanzar hacia Santiago,
se aleja más de esta ciudad, dejando huérfana de todo auxilio á
la división de Solís y el camino expedito para que Concha per-
siguiese á aquél.
Tampoco quiso aprovechar los utilitarios servicios que le
ofrecieron en Ribadavia y Carballino algunos oficiales de reem-
plazo, poniéndose incondicionalmente á sus órdenes; y á quienes
en vez de aplaudir su espontánea decisión, les aseguró «que no
tenía fé en el .pronunciamiento; pero que el que quisiera seguirle
lo hiciera voluntariamente»; dando lugar con estas confusas mar
nifestaciones, á que muchos se retrajesen de acompañarle. (1)

(1) Do PORTO, ob. cit., pág. 1 4 7 . — P I R A L A , ob. cit., págs. 4 5 8 y 459.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 2oS

A una persona de crédito en la provincia de Orense, le rati-


ficó lo mismo, y aun añadió «que había tomado parte en la
revolución por compromiso; que le habían puesto en las manos
el mando de aquella fuerza; y que una vez comprometido no
quería que á su sombra se comprometiese nadie».
«Desleales y falsas eran tales aseveraciones, en un intruso de
la revolución gallega, cuya espada es inexacto que nadie mendi-
gase, porque la del último alférez valía tanto como la suya» ( l )
Uno de los que más se resistían para que no se abandonase
á Ribadavia, era el segundo jefe de la división. D. Sebastián
Arias, quien aconsejó á Rubín desistiera de sus propósitos; pero
éste le contestó, que si él y otros jefes deseaban quedarse en la
villa, los dejaba en completa libertad hasta que terminasen la
venta de la sal decretada por la Junta Superior de Santiago; (2)
porque él, indefectiblemente se marchaba en la mañana del si-
guiente día.
Dispuesto á poner en práctica su retirada á Puenteareas,
adoptó sus medidas para el espionaje y correspondencia, sa-
liendo de Ribadavia para dicho punto á las ocho de la mañana
del 1 9 . D. Sebastián Arias, después de haber ultimado la ope-
ración de la venta de la sal, lo hizo á la una de la tarde.
Desde Puenteareas pasó á Merens, metiéndose en la Cañiza
el día 21.
Ya en este pueblo, recibe una comunicación entusiasta de la
Junta revolucionaria de Vigo participándole que una represen-
tación de la Marina de guerra se había asociado al pronuncia-
miento.
Rubín la trasladó inmediatamente al brigadier Zendrera:
«Ejército libertador.—E. M.—La Junta auxiliar de la supre-
ma de Galicia en Vigo, me comunica por extraordinario posta
salido de aquel punto á las cinco y media de la tarde de hoy
lo que se copia:

(1) D o PORTO, ob. cit., pág. 1 4 7 .


(2) Por virtud de un decreto de la Junta de Santiago, se había resuelto la
venta de la sal, fijando el precio de 2 5 reales la fanega en vez de 5 0 á que venía
vendiéndose dicho artículo.
206 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

«A las tres y media de esta tarde se ha observado que el


bergantín de güera Nervión y la barca Astuto procedentes del
Ferrol y fondeados dentro de la isla del Norte de la ría desde las
diez de la mañana se dirigían en conserva á este punto: á la dis-
tancia de dos millas del fondeadero hicieron sobre la marcha el
saludo de ordenanza de veintiún cañonazos, á pesar do cuya señal
de amistad y de hallarse engalanado con banderas en los topes y
seguido hasta ponerse bajo los fuegos de los castillos, se tomaron
las precauciones convenientes en la plaza y se les contestó al sa-
ludo desde" la batería de La Lage. (1) Al momento de haberse
concluido, se dirigieron uno y otro buque al fondeadero; y no
pudiendo ya dudarse de que los comandantes y tripulaciones de
ambos se habían pronunciado por la bandera levantada en Lugo
y secundada por la mayor parte de Galicia, se dirigió á ellos una
comisión de esta Junta con el caballero Comandante interino de
Marina y otros empleados públicos que fueron recibidos con el
mayor júbilo entre mutuos vivas á la Reina libre y constitucio-
nal, á la independencia y á la marina liberal.—La Junta al reci-
bir en su seno á los referidos comandantes, que son del bergan-
tín D. Luís Jorganes, y de la barca Astuto D. José de la Rigada,
se apresura á participar á V . S. este suceso tan inspirado como
ventajoso por los inmensos resultados que ofrece para el buen
éxito de la noble causa que defiende esa denodada división, en
cuyo conocimiento ruega á V . S. la Junta tenga á bien ponerlo
inmediatamente. — Nota: el lugre guardacostas Vidasoa que
pertenece á la mencionada escuadrilla, acaba de fondear también
bajo baterías y de manifestar su comandante D . Francisco Que-
sada se adhería al pronunciamiento.»
«Lo que transcribo á V. S. para su satisfacción, si es que le
cabe en el glorioso y sagrado alzamiento dirigido á vindicar el
honor español incapaz de ser empañado por la oscuridad. Al
mismo tiempo tengo el placer de hacerle esta manifestación
para que, consultando su carrera ya que no movido por otros
principios de filosofía militar, darle un nuevo testimonio del mu-
cho aprecio que conservo á todos los del hábito militar en circuns-

(i) L a actual batería de Lalage.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 207

tancias espinosas de la guerra independientes de la armonía,


buen porte y bizarría de que me precio, no, en competencia,
de la falta que se ha cometido en esa plaza á la aproximación
de las fuerzas de mi mando el día 18 del actual. Todas las po-
blaciones de primer orden tremolan el pendón del alzamiento,
y sentiría infinito se estrellasen sus servicios en tan fuerte ba-
luarte imposible de penetrar.—Dios*^ guarde á V. S. muchos
años.—Cuartel general de la Cañiza.—Patria y libertad.—Abril
21 á las doce de la noche de 1846.—Leoncio de Rubín.—Señor
Brigadier, Comandante general de la provincia de Orense.» (1)
Zendrera no contestó á la precedente comunicación; apresu-
rándose en cambio á trasladarla al Capitán general, agregándole
que los pronunciados, en número de 2.500 hombres, habían eva-
cuado La Cañiza, disponiendo replegarse á Vigo «como punto
más acertado para intentar hacerse firmes todo el tiempo posible
y cubrir á Pontevedra.» (2)
Le participaba también la llegada y salida de Orense del
General Concha para La Coruña, y le explicaba la muerte ines-
perada de Manuel María Jiménez, guardia civil de primera clase
de caballería, por consecuencia de un disparo casual de su cara-
bina, al salir del cuartel con su sección para hacer la descubierta.
No dejaba Zendrera de abrigar sus temores suponiendo que
al partir Concha de Orense volviera Rubín á acometer la plaza;
y en este sentido oficiaba á su superior diciéndole «que había
tomado sus medidas y disposiciones militares convenientes para
hacer con la escasa fuerza que tenía la más vigorosa defensa.»
También publicó el siguiente:
«Bando.—D. José María Zendrera, Brigadier de infantería y
Comandante general de esta provincia de Orense, etc., etc.
Por el presente hago saber: Que en todo caso de alarma se
observarán los artículos siguientes:
Artículo l.° Todos los vecinos se mantendrán en sus casas,
sin que puedan transitar por las calles otras personas que las en-
cargadas de velar por la conservación del orden y tranquilidad

(1) Doc. que poseemos.


(2) Doc. que poseemos.
208 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 184Ó

interior y los e m p l e a d o s p ú b l i c o s q u e se retiren á sus r e s p e c t i v a s


oficinas: las patrullas d e caballería quedarán e n c a r g a d a s de h a c e r
cumplir este artículo en t o d a s sus partes.
A r t . 2.° L o s cafés, tabernas y d e m á s c a s a s d e b e b i d a s , s e
cerrarán al m o m e n t o , b a j o la p e n a d e cien reales vellón d e multa
y d e m á s q u e p o r su d e s o b e d i e n c i a se h a g a n m e r e c e d o r e s .
Art. 3. 0
Por la n o c h e t o d o s los v e c i n o s estarán o b l i g a d o s á
iluminar sus c a s a s , bajo la pena, al que no lo hiciese, de dos
d u c a d o s de multa.
Y para q u e nadie p u e d a alegar ignorancia, lo h a g o publicar
por b a n d o en O r e n s e á veintiuno de A b r i l d e 1846.—José María
Zendrera.»
C o b c ^ c S D c ^ c g D c ^ C o b c ^ c ^ c S j c ^ c ^ c S D c S b c g í <#> cgTcgj cgj cga c§> cgD Cg3 c¿>

CAPÍTULO X (I)

Reformas económico-gubernativas adoptadas por la Junta Superior


de Galicia.—El periódico " L a Revolución".—Medidas de precau-
ción para combatir al ejército del general Concha.—Sospechas de
traición atribuidas á Rubín. —Quejas producidas por Solís á la
Junta Suprema.—Contestación de ésta. — Plan de operaciones de
campaña. — Sublevación de los buques de guerra " N e r v i ó n " y
"Astuto": el infante D. Enrique de Borbón: incidentes que sur-
gieron.

Salvar el credo revolucionario del inmediato peligro que lo


amenazaba; expulsar de Galicia el exceso de centralización fo-
mentado por el gobierno de Madrid, fueron las aspiraciones ve-
hementes que alentaba la Junta Suprema de Santiago.
Al efecto, concibieron sus miembros un proyecto de refor-
mas económico-gubernativas, amoldándose á la conducta de
aquellos hombres que en circunstancias análogas y transformados
en saludables espíritus reformistas, adjudicaron eficaces remedios
á Inglaterra y Francia, cuando estos Estados, experimentando

(i) Parte de este capítulo fué publicado en varios números del periódico
El Correo Gallego, de Ferrol, del mes de Febrero de 1904.
14
2IÓ LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

las contingencias de una abominable tiranía, se revolvían en


horrorosas convulsiones de honda crisis; siendo esos remedios
tan radicales, que les ha servido para verlos flotar muy luego en
la superficie de los pueblos de mayor libertad y sobresaliente
cultura.
Del seno de la Junta compostelana, surgieron los Cromwell
y los Mirabeau; los Vergniaud y los Barére, esto es, el talento y
la entereza, como surgieron siempre en los momentos en que los
pueblos se levantan y protestan para desprenderse del yugo que
los depaupera y exclaviza.
Precedentes sobrados nos lo atestigua la historia de un modo
indubitable; y como pueblo de tradicional hidalguía, no habrían
de faltar también á la familia gallega, al iniciar su formidable re-
volución, cerebros equilibrados que, como los de aquellos gran-
des patriotas, le suministrasen su poderosa inteligencia, legándole
leyes para que en el porvenir sirviesen de ejemplo y de aquella
conveniencia social de que tan precisada se hallaba.
Pero las laudables iniciativas del gobierno superior gallego,
estrelláronse, no como indica Do Porto en su admirable Reseña—
y en este punto no estamos de acuerdo—en la escasez de recur-
sos pecuniarios y en la falta de hombres y armamento; por cuanto
los primeros se conseguían por si sólo con la recaudación que
religiosamente venía practicándose en la casi totalidad del país,
es decir, en las localidades y comarcas sublevadas, á parte de
los que se recibían del extranjero, especialmente de Inglaterra; y
respecto á la segunda alegación, hombres sobrados contaba
Galicia, que constituían un plantel de soldados aguerridos para
defender el ruidoso pleito que se había entablado.
Y la prueba la tenemos en que sumadas las fuerzas de las di-
visiones de Solís y Rubín, arrojaban un conjunto que excedía de
5.000 soldados, mientras que las de su enemigo el general Con-
cha, no alcanzaban á la mitad de dicha cifra, al menos al dar
éste comienzo á sus operaciones de campaña.
Francia, para conjurar las angustiosas situaciones de 1 7 9 3 y
de 1870 que la empujaban á un inevitable decadentismo, no
contó solamente con la bizarría de sus guerreros ni con la limi-
tación de recursos pecuniarios: al patriotismo de sus hijos iban
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 211

armonizados los talentos de las cabezas directoras de aquellas


memorables catástrofes políticas, que han sido el génesis que
completó la obra de regeneración del pueblo francés.
Otros motivos ó causas produjeron el fracaso de la jornada
gallega, que en principio no deja de precisar el aludido cronista,
y de los cuales tendrá ocasión de enterarse el piadoso lector, si
se toma la molestia de continuar pasando la vista" por este hu-
milde trabajo.
He aquí las reformas gubernativas implantadas por la Junta
de Santiago, que era indispensable abordar, en consonancia con
las aflictivas circunstancias porque pasaba la región gallega:

REFORMAS ECONÓMICO-GUBERNATIVAS

Derogación de los aranceles judiciales de 1 8 4 5 .


Reforma del plan de estudios,
ídem de pasaportes.
Modificación del impuesto de consumos y puertas.
Supresión del sistema tributario,
ídem, de la policía.
Rebaja de la sal.
Arreglo del culto y clero.
Sustitución de los ayuntamientos actuales (l) por los de 1 8 4 3 .
Declarar auxiliares á todas las Juntas de Galicia. {2)

M E D I D A S DE G UERRA

Formar con los licenciados del ejército residentes en Galicia,


batallones con la denominación de Defensores del pueblo.
Designar á los guardias civiles con el título de Guías de la
libertad.
Dejar á los carabineros con la misma organización.

(1) Del año 1846.

(2) L a Junta de Lugo había manifestado á la Superior, que atendidas las


circustancias especiales de aquella capital, era indispensable que continuase con
el carácter y atribuciones de gubernativa, con el objeto de evitar el conflicto en
•aso de interceptaciones. Fué, pues, la ánica, que por estas razones, no se de-
Claró auxiliar de gobierno.—Do PORTO, ob. cit., pág. 1 5 0 .
2V2- LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 184Ó

Crear un escuadrón de caballería en cada provincia gallega,


declarando requisitados todos los caballos y yeguas que tuvie-
sen la alzada de 7 cuartas con la rebaja de 4 pulgadas.
Conceder 2 años de rebaja á los soldados que se adhiriesen
en un término dado al alzamiento.

Este era el proyecto primordial de los actos verificados por


la Junta, unos, para identificar á las comarcas gallegas en el
nuevo orden de cosas, y otros, singularmente acerca de las me-
didas que afectaban á la defensa del territorio como las de
guerra, por ser de tal perentoriedad, que no admitían dilación.
No queremos con esto defender en absoluto los actos de que
se trata; pero si hubo ligereza y hasta ofuscación en legislar
como objetan algunos comentaristas de aquellos acontecimien-
tos (1) acháquese el defecto al estado de ánimo del país; y con-
vengamos que si los hombres de la Junta compostelana se die-
ron prisa para llevar á la práctica sus reformas, observemos que
entre ellas, dos, desde luego, por la importancia que revestían,
merecieron las simpatías generales del país, como por ejemplo,
las que se referían á la abolición del sistema tributario y á la de
la rebaja de la exacción de la sal, que del escandaloso precio de
56 reales que se exigía por la fanega, redujérase al de 2 5 . (2)
Estos dos decretos sirvieron de poderoso aliciente para que
aquellas personas que con estoica impasibilidad miraban la
marcha de los sucesos, se despojasen de su apatía y abrazasen
con entusiasmo la bandera revolucionaria, haciendo votos por
su próximo triunfo, y acudiendo á prestar espontáneamente los
servicios que se le pedían.

(1) Do P O R T O , P I R A L A , F E R N A N D E Z DE L O S R Í O S , V A L E R A , y otros en
sus respectivas obras citadas.
(2) Poseemos varios documentos que nos facilitó nuestro competente
amigo, tan conocedor de las cosas de Galicia, Antonio Abelardo Rey Escariz
sobre reclamaciones formuladas al gobierno central por D. José Salamanca,
contratista general de la Empresa de Sales, los cuales documentos nos informan
que por entonces se habían posesionado de todos los alfolís las Juntas revolu-
cionarias y fuerzas sublevadas, siendo aquellas las encargadas de la venta de
dicho artículo al precio de 2 5 reales fanega, precio al que aproximadamente se
está vendiendo en la actualidad.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN : 313

Los licenciados del ejército é innumerables paisanos, se alis-


taban sin la menor excitación en la recluta decretada para em-
puñar las armas, figurando entre los primeros, veteranos aveza-
dos en la milicia que acababan de luchar en la anterior guerra
civil carlista.
Si bien es cierto que en Santiago no alcanzaron á armarse
mas que unos 150 hombres, en cambio en Pontevedra y Vigo,
salieron 800 para reforzar la división de Rubín, provistándosela
de uniformes, armas y municiones.
Fueron tantos los miles de hombres que solicitaron su alista-
miento en el Ejército libertador, que esperaban con viva ansie-
dad—dice Do Porto—la llegada de diez mil fusiles procedentes
de Londres, que de un momento á otro desembarcarían en el
puerto de Vigo. (Y el número de 10.000 aun era reducido para
tantos conscriptos!.... (i)

11

Como El Amigo del Pueblo, órgano semi-oficial de la fracción


jacobina de la memorable Convención francesa, inspirado por
el excéptico Marat para identificar á la populachería parisién en
aquel exclusivismo de ideas que concebía su exaltada imagina-
ción, así funda la Junta Suprema de Galicia su periódico oficial
con el título La Revolución, dirigido por espíritus de condición
más humana que la del alucinado convencionalista, y de un al-
truismo más en armonía con los sentimientos de la familia
gallega.
La prensa tenía entonces una misión más elevada, más pa-
triótica, más independiente: hasta el período de la Restauración,
su doctrina, su credo único y exclusivo, cifrábanse en luchar por
los ideales y por la conquista del poder. Era el periódico órgano
de un partido vigoroso, con su carácter esencialmente político,
sin ningún género de eufemismos ni de criterios particularistas.

(1) Ob. cit., pág. 153.


214 LA RRVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Constituido hoy en empresa industrial, hace de la informa-


ción verdadera mercadería perdiendo aquella independencia po-
lítica tan ensalzada en otras épocas por la opinión.
Al doctrinarismo muerto, como expresa un ilustrado perió-
dico de la Corte (í) sucedió el fulanismo: antes representaban
credos políticos; encarnan hoy criterios particulares naturalmen-
te tornadizos y volubles. Los ideales de este modo, en vez de
ensancharse, se han estrechado y personalizado totalmente.
Otro periódico coruñés, con buen juicio y discernimiento (2)
nos decía que actualmente en España no se conoce el periódico
completo y popular.
«Los periódicos españoles nacieron en la época de las gran-
des luchas del siglo pasado, cuando las gentes tenían en sus
ideales una fe verdaderamente admirable. Entonces el periódico
se consagraba por completo á la pelea por convicciones arrai-
gadas, fervientes, mantenidas con entusiasmo delirante; la publi-
cidad reflejaba ese estado de ánimo y solo para la política del
partido tenía espacio. Desde entonces, los periódicos han con-
servado el resabio de dedicar casi toda su atención á la chismo-
grafía de salones y pasillos oficiales, al comadreo de personajes
y bandos. Con eso, los crímenes y los toros, se cubren de gran-
des planas, dejando para cosas amenas, cultas, artísticas y diver-
tidas los espacios sobrantes cuando los haya.» (3)
Pero estos defectos que señala el periódico aludido, no deben
achacarse exclusivamente á España En las naciones más serias
y más adelantadas, que se enorgullecen en substentar principios
de refinada cultura, adolece su prensa de los mismos vicios y
de los mismos criterios particularistas.
El periodismo,—decía Antolín Faraldo el año de 1 8 4 5 — ( 4 )
es una especie de sacerdocio que exige pureza, abnegación y
valentía para ejercerlo: los que no tienen bastante civismo, para

(1) Nuevo Mundo, n ú m . 5 9 6 d e 8 d e J u n i o 1 9 0 5 .


(2) El Noroeste d e 7 d e A b r i l d e 1 9 0 6 , n ú m . 3.991.
(3) El Noroeste, n ú m . c i t .
(4) El Porvenir, «Revista de la juventud gallega», núm. 3 Febrero
de 1845.—Santiago.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 215

sacrificarlo todo al bien del país, esos «no son dignos de aso-
ciarse á nuestras tareas».
En diferentes páginas de su grandiosa Historia Contemporá-
nea, (1) César Cantó, fustiga duramente- á la prensa:
«Las gacetas (los periódicos), han acabado por ser el único
pasto intelectual, la única inspiración de una época que no sabe
ó no quiere pensar y resolver por si misma y en que una pluma
de urraca ó de loro, hace las veces de pluma de águila ó de
cisne «Buscando y conquistando de este modo un imperio
ilimitado sobre el hombre llamado por antítesis animal razona-
ble, el periódico perdió su dignidad (2) y se redujo á no ser más
que el intérprete de un individuo ó de los parroquianos de un
café No es por cierto escaso el mérito de aquellos que pue-
den vanagloriarse de no haber hecho nunca burla de una buena
acción ni haber desalentado jamás la virtud.;.. »
«No son malos los periódicos sino los periodistas—dice ati-
nadamente nuestro docto amigo Antolín López Peláez, actual
obispo de Jaca, en su novísima y admirable obra La importancia
de la prensa (3) —como no son malos los explosivos sino quie-
nes los colocan en la vía pública: el periódico es lo que se quiere
que sea; y no tiene Ja culpa de lo que allí se escribe. Se abusa
de él, pero ¿qué habrá tan inocente y tan santo de que la huma-
na malicia no abuse? Nada más humano, social y progresivo
que la palabra; y no embargante, es para muchos lo qué para
Talleyrand, un medio de ocultar y disfrazar el pensamiento.»

(1) Cap. 2 0 y 2 1 , págs. 2 4 9 , 2 8 1 . — B a r c e l o n a , 1 8 9 2 .


(2) Es por todos conceptos lamentable y por ende crimen de lesa cultura,
lo que viene ocurriendo en estos tiempos con determinados periódicos.
Puestos en manos de gentes inexpertas é ignorantes, pretenden pasar por
publicaciones serias y que de todo entienden, insertando con una desaprensión
propia de la ineptitud, trabajos de redacción ó todos cuantos que de colabora-
ción les envían que atentan contra el buen sentido y la cultura pública; dando
así pruebas fehacientes de la verdadera capacidad mental de sus autores; quienes,
llevados de su vanidad y soberbia, créense en estado de enseñar, cuando tan
necesitados están de aprender para librarse y librar al *periódico en que escriben
:

del ridículo más espantoso.


(3) Barcelona, 1 9 0 7 . Pág. 9 4 .
2l6 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

Observaciones y juicios tan sensatos como los que dejamos


expuestos, que son fiel reflejo del general sentir, muévennos á
producir esta digresión al referirnos al órgano que fundaran los
revolucionarios gallegos para cimentar con mayor solidez aque-
llos ideales que con señalada ingenuidad defendían; y con tanta
ó más razón,, cuanto que, en aquella etapa de verdadero terror,
la prensa enemiga de la política de Isturiz, había suspendido su
publicación, ( i )
Antolín Faraldo, práctico en la influencia que ejercía la
palabra impresa, fué el iniciador, y director del periódico La
Revolución, por juzgarlo altamente laudable para encauzar las
opiniones y dar al propio tiempo publicidad á todos los actos
de la Junta Superior del gobierno de Galicia.
Salía en días indeterminados, editándose en los talleres de ba
Viuda é Hijos de Compañel de Santiago, según facsímile que
del original proporcionado por nuestro amigo D . Fernando Mon
nos complacemos en publicar, y que responde al núm. i.° del
17 de Abril de 1846. (2)
En dicho número, se insertaban: en la primera plana el mani-
fiesto de la Junta que abrazaba parte de la segunda; y en ésta y
la tercera, las disposiciones gubernativas. Toda la cuarta plana
dedicábase á reseñar la revista de las tropas sublevadas verifi-
cada el día 15 en Santiago, á dar noticias del movimiento revo-
lucionario en diferentes pueblos de Galicia y á participar que
dentro de breves días desembarcarían en Vigo, procedente de
Londres, 20.000 fusiles destinados al ejército sublevado.
En otros números,—de ser exacto el testimonio de Do
Porto,—se daba cuenta de varias comunicaciones de la Junta

(1) En la Corufia ordenaron las autoridades la suspensión de los periódi-


cos, excepto el que llevaba el título de El Liceo, cuyo facsímile insertamos en el
Capítulo I I I .
(2) D o PORTO explica que se publicaron tres números; PAULO P. C O S -
T A N T I B A L L E S T E R O S en su interesante Historia del periodismo santiagués (notas
compostelanas), manifiesta que el periódico Lá Revolución limitó su vida á un
sólo número.
F U L G O S I O en su ob. cit. y P I R A L A en la suya, indican que dicho periódico
se publicó tres veces; noticia, tomada quizá de la Reseña de D o PORTO.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 217

auxiliar de Vigo, informando acerca de las sublevaciones de


Cádiz, Ciudad Real, Zaragoza Y Pamplona, datos tomados de
la prensa portuguesa, Y que por su dudosa procedencia, se hizo
caso omiso de ellos, abstraída como estaba con su cuestión la
región gallega Y entregada á sus propios esfuerzos.
También publicaba La Revolución como noticia de trascen-
dencia, la conjura llevada á efecto en varios pueblos del vecino
reino portugués—entre ellos el de Braga—contra el ministerio
Costa Cabral Y el irracional sistema de tributación que en dicha
nación regía, esencialmente análogo al de España.
Se insertaban igualmente en el susodicho órgano, todos los
movimientos de las fuerzas divisionarias.

ni

La Junta Superior ultimó seguidamente sus aprestos de gue-


rra: en Santiago no se conservaba más guarnición que loo na-
cionales Y los I 50 voluntarios que hemos mencionado; parte de
los que se seccionaron para habilitar diferentes destacamentos
que se habían establecido en el extra-radio de la ciudad, que como
sabemos, ésta era la órbita donde giraba la Convención gallega
para sus deliberaciones Y la adopción de acuerdos gubernativos.
Hubo días en que las tropas revolucionarias se encontraban
á 15 leguas de distancia de la población, Y los enemigos á la de
10 solamente; Y sin embargo, el vecindario se entregaba pacífico
á sus habituales faenas Y la Junta á sus trabajos sin el temor
más leve, fundados únicamente en la confianza de su fuerza Y
en el desaliento de sus enemigos; (i) circunscribiéndose la últi-
ma á enterarse de los movimientos Y combinaciones de las dos
divisiones liberales Y estudiando la manera de cohonestar con
su proverbial celo, la invasión del ejército de Concha.
Los datos oficiales recibidos de Puentedeume Y Ribadavia,
aquéllos enviados pur Solís Y éstos por Rubín, así como los que

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 1 5 3 . — P I R A L A ob. cit., pág. 459.


218 LA R E V O L U C I Ó N GALLEGA D E 1846

Wdñi. 1 . «¡ornes I » d e Abril Arto I8-MJ,

L A D E V O L U C I Ó N ,
PERIÓDICO OFICIAL DE LA JUNTA SUPERIOR DE GALICIA.

MM * IX% klf DÍAS I5ItiTr.HMUilD0S.--St! SUSCRIBE EN TOO»S LAS iDM!NTiTlUCIOrfKj DE COMlOS A Bf Al CAD* 50*1*0.

£>AE1E OFICIAS.» denan los que blasooan de sus mas leales d e -


fensores, servia de escudo para esa horrible
traición urdida en una corte estrangera.
Pocos DÍAS de vida quedaban 'á la liber-
ÍA JUNTA SUPERIOR PROVISIONAL tad. Sobre l a s ruinas d e la obra nacional d e
DE GOBIERNO D E GALICIA trece años; edificada con las virtudes, los t e -
soros I la sangre d e l o s españoles iba i l e -
A BUS hablianccis.
vantarse un horrible sistema d e tiranía política
I religiosa. E l terror I las tinieblas, la censura
Había llegado el dfs de mayor peligro p a - i las descargas, noche perpetua en el e n t e n -
ra la patria, i c o a él ta ocasión d e cumplir los dimiento, silencio en los labios, muerte en l o s
juramentos hechos ante el ara do nuestra con- coraaones, h e ahí el porvenir q u e preparaban
ciencia: salvar las instituciones ó morir con ellas. al país los perjuros que pusieron Á los pies do
Habla sonado la hora de romper' el cetro d e D, Carlos el trono d e nuestra reina.
esa dlctadgra brutal q u e escarneció todos los En tan críticos momentos para la libertad,
principios Í holló todos los ñieros populares. en horas- d e tan inminente riesgo para la PA-
La LEY fundamental, conquistada en las calles I tria , 1 faltando la imprenta i la tribuna q u e
EN LOS CAINNOS d s batalla por el heroísmo d e l pudiesen llamar la nación á l a defensa d o s u s
EJÉRCITO I ríe loe ciudadanos, servía de alfom- derechos, solamente un generoso í grande e s -
bra A LOS LACAYOS DE ESE menguado Cisoeroa QUE fuerzo d e l o s buenos españoles podía salvar l a s
dictaba ordenes al trono. C o n la infame i n - instituciones i el t r o n o : oponer la revolución
VENCIÓN DE ESE monstruoso sistema apellidado 5 ta dictadura.
tributario, LA inmunda camarilla saqueaba van-
A la inmortal Luco cupo l a gloria d e ser
DÁLICAMENTE LOS p u e b l o s , disipando los produc-
la primera que dio ese grito santo que es el
tos DE catofee millones d e españoles e n escan-
eco de todos los corazones, I en la bandera
DALOSAS BSCANALES QTFE eran un sarcasmo de ta enarholnda el DIA 2 DE abril sobre los muros
HÜSERIA publica I envilecían nuestra nación á
de aquella ciudad están escritos los pensamien-
loe ojos d s toda Em'ópa. LA sangre de los
tos i DESEOS DE TODA la nación. P o r esto el
patriotas que HAN sido LAS columnas mas fir-
país respondió al instante á la mágica palabra
MES d e LA libertad, LA sangre de nuestros v a -
que resonó EN L u g o , i Santiago, Pontevedra,
LIENTES DE ARLABAN I LUCHANA habla sido der- Vigo, T n y , Bayona, I los demás pueblos del
ramada cobardemente, llegando hasta castigar
antiguo reino do Galicia se reúnen en torno
como UN c t i n w i las lágrimas que SE derra-
de lá tínica bandera que puede salvarnos d e l a
maban sobre sus t u m b a s , I. privándonos el con-
ignominia i opresión, d e las tinieblas i miseria.
SUELO d e LEVANTAR UN monumento á su gloriosa
Los ciudadanos que suscriben I los que lle-
memoria. L o s fueros municipales, respetados d u -
garán muy pronto a esta ciudad, at constituir-
rante i a n l o s siglos, LA milicia nacional, Ta in-
se EN JwUa Superior prooitiimal de Gobierno
dependencia d e loa tribunales, el jurado , la im-
de las cuatro provincias d e G a l i c i a , por e l voto
prenta . el parlamento, TODO h a b i i muerto á m a -
unánime DEL puehlo i del ejército, levantan en
n o s d o TA camarilla. Solo restaba á los trai-
alto la bandera d e L u g o porque e s patriótica,
dores poner en venia el honor español i la
grandiosa, SANTA, i graban EN ELLA CON mano
corona DE nuestra reina EN las antesalas d e los
(irme el pensamiento de la revolución d e 1846,
monarcas de E u r o p a ; y este proyecto, ó pue-
seguros DE QUE cumplen la voluntad del pais
BLOS de G a l i c i a , había llegado i su completo
poniendo como lema— ISABEL II U B R E I
desarrollo. El nombre de Doña Isabel II. reina
CONSTLTUCIOINAL. ABAJO EL SISTEMA
CONSTITUCIONAL DE E s p a ñ a , caja VOLUNTAD enca-
TRIBUTARIO. LIBERTAD. INDEPENDEN-

(KACSÍMILE'DCL NÚM. i.° TLEL PERIÓDICO La Revolución)


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 219

CIA NACIONAL. C O R T E * C O N S T O C O T . Patria i libertad. Santiago 15 ¿e abril de 184*.


TES. —Pío Rodriguen Terrazo, presidenta.—Jos*
Al tomar sobre sus hombros una misión 4an María Santos.—Ramo» Buch.—Por «cuerdo
honrosa como delicada ^solo les e s . d a d o .apira- da la Juata ; Aniotin, de Faralda, secretario.
ciar que la cumplirán •con r e s o r c i ó n í leaftatf,
dejando al tiempo el encargo de justificar sus
a c t o s , aunque la vida de sus individuos es bico JUNTA SUPERIOR PROVISIONAL &J2
publica para que punía inspirar desconfianza-
G0BIE8NO t>E GA1ICM.
Armonizar iodos los deseos i todas las volun-
tades , dirigir á un solo fin los esfuerzos d e
los pueblos i tropas, centralizando la acción
ANSIOSA d e demostrar con hechos palpable*
Revolucionaría, i creaodo uri directorio aclíyo <¿
la lealtad d e sus intenciones i el grandioso
inteligente que ponga á las cualro provincias
objeto de sus pensamientos en favor de la
de Galicia en estado d e desplegar todo su for-
siempre humillada i abatida Galicia* esta J u n -
midable poder para propagar este alzamiento,
ta se apresura á dictar l a s disposiciones s i -
íau puro i legitimo por s u origen como subli-
guientes, encaminadas todas i hacer faerte la
me é inmenso por su fin , serán las principa-
revolución, i á destruir instituciones opresoras
les tareas de la Janín Superior. Ningún obs-
i absurdas que desmienten la bondad de las
táculo la hará retroceder en su marcha, i desde
doctrinas liberales i la civilización moderna.
la altura donde la colocan los sucesos llamará
Todas están en armonía con los principios
los pueblos á romper sus cadenas c o la frente
proclamados en L u g o el dia 2 de a b r i l , i
d e los tiranos.
nace mucho tiempo q u e recibieron la aproba-
C r e e , también, dentro de su conciencia que ción del pais entero, porque son el e c o d e
tiene otro deber que cumplir respecto á Gali- sus necesidades i el cumplimiento de sus d e -
cia. Hasta ahora la revolución ha sido una hor- seos. Estas medidas, precursoras de otras mu-
rible nieutira, una faifa impía . . . w tiempo chas, grandes i benéficas, infundirán al pue-
d? que s e realizen las encantadoras promesas blo gallego la seguridad de que con la r e v o -
que repitieron los falsos sacerdotes de la p o - lución de 4 6 se inaugura la segunda época
lítica, recogiendo los frutos de lauta abnega- de su historia. L a Junia Superior de Galicia
ción i de >ari(0 sacrificio. Kl pueblo conquis- no perderá un solo instante de vista que á
tará en esta Involución lo que le han Arreba- mucho pueden aspirar dos millones de ciuda-
t a d o , los cóipicos de los pronunciamientos: danos laboriosos i honrados-, unidos por el
i DERECHOS, (¡alíela, arrastrando hasta aquí una laza del interés c o m ú n ; i siendo tan preciosos
existencia oprobiosa, convertida cu tina verda- estos momentos n o s e detiene e n esponer l a s
dera colouía de la c o r t e , va á levantarse d e numerosas razones q u e la mueven á decretar
su humillación i abatimiento. Esta Junta, ami- lo siguiente:
ga sincera del p a i s , se consagrará constante-
mente á engrandecer el antiguo reino de G a - »
licia, dando provechosa dirección H los nume- ARTÍCULO i."
rosos elementos que atesora en su s e n o , le-
Se declaran nulos todos los actos del G o -
vantando los cimientos de un porvenir de g l o -
bierno de Madrid desde el dia 2 det actual.
ria. Para conseguirlo se esforzará sin descan-
so en fomentar intereses materiales, crear cos-
tumbres públicas, abrir las fuentes naturales
ART. 2. ft

de su riqueza, la agricultura i el comercio,


Todas las JUSTAS cesistentes en Galicia 6
i poner en nrmonia con la época los hábitos
las que sucesivamente vayan constituyéndose
i las ideas que dejó una sociedad decrepita fun-
quedan declaradas aumtiares de esta Superior,
dada sobre la ignorancia. Despertando el p o -
deroso sentimiento d e provincialismo, i en-
caminando i un solo objeto todos los talentos i
ART. 3.»
todos los esfuerzos, llegará á conquistar Gali-
cia la influencia de que es merecedora, colo- Todos los Ayuntamientos cesan definitiva-*

cándose en el alto lugar á que está llamado mente cu sus funciones: serán reemplazados

el antiguo reino do los Sitevos. Q u e la espada por los que resistían en el año de I8A3 :

de Galicia haga inclinar una sota TCZ la lia- si alguuo de estos no mereciese ta confianza

lanza en que s e fiesan ios destinos de España. pública, uombrará otro la Junta del distrito.

GALLEGOS : U Junta Supera»' Provisional ART. 4."


DO tacila en aseguraros q u e , contando con vues-
tro franco apoyo, logrará que nuestra provin- La Junta S u p e r i o r , como Intérprete Reí de
cia sea temida, i respetada por uacionalca i c s - los sentimientos de) partido liberal, considera
trangeros

(2.3pág. del facsímile del periódieoTí-rf


l,
Revolución)
220 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

referían minuciosamente la salida del general Concha de Orense


hacia Monforte, preocuparon á la Junta Superior para dar con
urgencia un nuevo giro á las operaciones. A evitar daños sensi-
bles que se avecinaban, era prudente convertir con toda rapidez
las columnas expedicionarias en ejército agresor, que hasta en-
tonces estaban reducidas al sistema de propaganda.
Basábase el proyecto en reunir las dos divisiones de Solís y
Rubín consistentes en. 5 - 5 ° ° hombres y atacar á los 3.000 de
Concha. Batido éste con fortuna sin darle tiempo á que se le
incorporasen mayores fuerzas, inutilizaríase su plan de campaña.
El éxito de esta victoria, habría de influir grandemente para que,
muchos de los que militaban en las filas de aquel general y
comprometidos en la revolución, siguiesen indefectiblemente á
los vencedores.
Ideado dicho proyecto á raíz de conocerse los repetidos fra-
casos de Rubín y Solís en las ciudades de Orense, Coruña y
Ferrol, se puso en conocimiento de ambos jefes, sujetándolo,
por de pronto á la sanción del segundo. Este ya abundaba en
el mismo parecer por ser su objeto observarlo al retirarse de las
inmediaciones de la población ferrolana. En el camino y á su
regreso de ésta, cuando iba hacia Santiago, se encontró con la
comunicación de la Junta. (1)

(1) c Junta Superior provincial del Gobierno de Galicia,—Excmo. Señor: —


Muy sensible ha sido para esta Junta que el movimiento emprendido sobre
Ferrol, no obtuviese el brillante resultado que. se esperaba, no viendo en el día
otro proyecto más ventajoso que dirigirse hacia Orense con todas las fuerzas
reunidas y á marchas forzadas para caer sobre Concha; haciendo el misino mo-
vimiento con objeto de aislarle, la segunda división expedicionaria que se halla
en Ribadavia ó Puente Áreas, provistándose de municiones y calzado. De este
modo cortando á los enemigos la retaguardia por el lado de Lugo y estrechando
el campo de sus operaciones, se le pudiera combatir con buen éxito, pues esta
Junta se halla ya bien persuadida que la contienda en Galicia solo puede decidirse
á bayonetazos. De cualquier modo, no debe perderse un momento, pues solo la
actividad y resolución pueden hacer triunfar pronto la bandera liberal. Concha
solo tiene á su disposición 2.700 hombres y 300 caballos de los que nopuedeobte-
ner grandes ventajas por lo quebrado del terreno. Tal es la opinión de esta Junta
que V. E. puede adoptar, si la cree realizable, comunicando su pensamiento al
señor Rubín, y sin emplear fuerza alguna en la ciudad de Lugo, pues este punto
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

También se le trasladó á Rubín el parte de Solís en el cual


se le notificaban las infructuosas tentativas sobre la plaza de
Ferrol, advirtiéndole la conveniencia y necesidad de que avan-
zase á Santiago para incorporarse'á la primera división y operar
acto seguido contra Concha, sin dejar por ello de escudriñar los
movimientos de éste, cuyo pensamiento se le había comunicado
al general en jefe para su inteligencia debida.
Se le envió este oficio en la mañana del 2 1 ; «y es fuera de
toda duda que ha llegado á sus manos por no existir ningún
obstáculo para impedirlo, puesto que el tránsito se hallaba com-
pletamente libre de enemigos por la carretera de Vigo á
Puenteareas». (1)
Rubín, ni acusó recibo ni participó á la Junta el estado de
sus operaciones militares desde su amago á Orense, concretán-
dose solamente á mandar el parte que fechó en Ribadavia el 18.
Desde este día, obró independientemente; debiéndose á confi-
dencias particulares, las únicas noticias que la Junta recibía
de él.
Viendo ésta que el prestigio de su autoridad era completa-
mente desatendido, no obstante los requerimientos constantes
que al referido jefe se le hacían, dando lugar á sospechar, no sin
fundamento, de su deslealtad, acordó la Corporación mandar á
D. Ramón Buch como delegado de la misma, para fiscalizar é
inspeccionar la conducta de su subordinado, autorizándolo por
medio de una comunicación especial, para la adopción de las
providencias que juzgase necesarias y aun hasta de aquellas que
tendiesen á la separación de los jefes que no le inspirasen una
completa confianza.
Aludiendo, aunque de un modo indirecto en esta última
parte.á la persona de D. Leoncio de Rubín, «la Junta, observa
Do Porto, hubiese caminado con más acierto dando pruebas de

puede socorrerse fácilmente si se pone en planta este proyecto. Patria y libertad


Santiago, Abril 2 1 de 1846.—Pío RODRÍGUEZ T E R R A Z O , Presidente.—Por
acuerdo de la J u n t a . — A N T O L Í N DE F A R A L D O , Secretario.—Excmo. Sr. General
en Jefe del Ejército libertador.»
(1) D o PORTO, ob. cit., pág. 1 5 6 .
222 LA REVOLUCIÓN- GALLEGA DE 1 8 4 6

mayor energía, si la autorización fuese más elástica y la pena


correspondiese al delito».
Acerca de este pormenor se atribuyó á la Junta el defecto
de lenidad: si se sospechaba de la adhesión del general Rubín,
la resolución que como más benigna debiera aplicársele, era su
destitución inmediata; y su cargo hubiera recaído dignamente
en su segundo D. Sebastián Arias, aunque no fuera más que con
el carácter de interino, ó en otro militar del prestigio del gene-
ral D . Martín José de Iriarte, consecuente liberal, que en anterio-
res luchas, diera pruebas evidentísimas contra los enemigos de
los principios democráticos, según comprobamos en otro lugar y
á quien por aquellos días le escatimara la Junta un batallón de
soldados para volver á fomentar la insurrección en Castilla la
Vieja, vengar el descalabro de Astorga y ayudar decisivamente
á la solución del alzamiento gallego. (1)

(1) D. Martín de Iriarte se presentó a la Junta Superior ofreciéndole sus


servicios y demandándole un solo batallón para regresar á Castilla con el seguro
propósito de que los Cuerpos de Salamanca, Pontevedra y Tarragona que guarne-
cían las ciudades de Oviedo, León y Zamora se pronunciarían inmediatamente;
y con 9 . 0 0 0 fusiles que existían en esta última población, formaría una fueret
expedición sobre la provincia de Orense para destruir en combinación con Solís
y Rubín las fuerzas del general Concha. Esta proposición, hija del celo de este
ilustre cuanto desgraciado proscripto, no pudo ser complacida fundándose la
Junta en que las tropas se hallaban incorporadas á las dos divisiones de los
citados jefes actuando en operaciones; pero prometiósele que, en cuanto llegasen
armas y se organizasen los cuerpos francos, tendría á su disposición los soldados
que quisiese «sintiendo en extremo no hallarse con tropas para ponerlas á las
órdenes de un general .tan aventajado.»
Y añadía el oficio: «Las dos divisiones expedicionarias que se han dirigido
á Orense y Lugo no pueden desmembrarse sin esterilizar el resultado de sus
operaciones combinadas y sin haber antes destruido los obstáculos que se opo-
nen á generalizar el alzamiento en toda Galicia. V. E. en su penetración no
podrá desconocer esto mismo.— Esta Junta, no obstante, cree que, organizados
los batallones de licenciados, tendrá la grata complacencia de ofrecer á V. E.,
medios suficientes para servir á la causa popular proclamada en Lugo, con la
decisión y acierto que ha desplegado V. E . en los campos de Navarra, Aragón
y Cataluña.—Patria y Libertad.—Santiago Abril 1 7 de 1 8 4 6 . — P í o RODRÍGUEZ
T E R R A Z O , Presidente.—Por acuerdo de la J u n t a : A N T O L Í N D E F A R A L D O , Secre-
tario;—Excmo. Sr. D. Martín José de Iriarte.» — Copia original.—PIRALA, obra
citada, pág. 4 5 3 .
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 223

I T

Habíase malgastado un tiempo admirable con los procedi-


mientos pacíficos usados hasta entonces por D. Miguel Solís,
causando al movimiento revolucionario una vida lánguida y de-
sesperada que tendía á malograr su triunfo. Era dé rápida solu-
ción cambiar esos procedimientos en medidas de acción: el pro-
nunciamiento gallego no podía conquistar ya más terreno sino
por medio de la lucha con las armas. De su suerte dependían
los éxitos; así es que en el momento de regresar con su división
á Santiago el general en jefe, púsose á deliberar en unión de la
Junta asesorando á D. Víctor Velasco (á quien se le encomen-
dara el cargo de Comandante general de la provincia de la
Coruña), para tomar las oportunas resoluciones, subsanar los
errores padecidos y remediar las decepciones experimentadas
por las dos divisiones expedicionarias en sus operaciones res-
pectivas de la Coruña, Ferrol y Orense.
Un bando de Solís, como Jefe del Ejército libertador, fechado
el 21 de Abril, sintetizaba los acuerdos tomados por el Gobierno
superior; pero aquél no se hallaba al parecer conforme con la
actitud de éste, al dirigir al mismo una comunicación que entre-
gó en propia mano del Presidente Rodríguez Terrazo, queján-
dose severamente de la parsimonia usada durante los siete días
de su constitución sin llevar á la práctica con la premura que
exigían las circunstancias, las reformas gubernativas que se
habían decretado. (1)

Viéndose Iriarte defraudado en sus aspiraciones y con la pena de eliminár-


sele de la parte activa que en el alzamiento gallego deseaba tomar, partió á
Vigo; y enterado á los pocos días de su fatal desenlace, emigró por tercera vez
á Portugal, arrojado de su patria por defender aquellas ideas que con tanta
energía sostuvo hasta su muerte.
( 1 ) c Ejército libertador.—División expedicionaria de Galicia.—E. M.—Exce-
lentísimo Señor: La experiencia de 1 9 días transcurridos desde que este Ejército
enarboló la bandera de la libertad, y V. E . se halla al frente del gobierno de las
cuatro provincias de Galicia, ha demostrado de un modo indudable que marchan
con mucha lentitud las reformas gubernativas que son indispensables para que
la autoridad de V. E. sea por toda clase de personas obedecida en toda la exten
224 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DÉ 1846

Herida profundamente la Junta en su amor propio, con se-


mejantes cargos, que consideraba injustificados, contestó inme-
diatamente al general en jefe, haciéndole comprender la obsesión
en que estaba. El oficio fué redactado por Antolín Faraldo; y
de tal índole y naturaleza eran los razonamientos que en el
mismo aparecían, que Solís tuvo á bien aceptarlos, dando por
ultimado el asunto. (1)

sión de este antiguo reino. Sensible me es decirlo, Excmo. Señor; pero la salva-
ción d é la Patria exige de mí el sacrificio de ser tal vez el primero que mani-
fieste á V. E. que sus soberanas disposiciones no son obedecidas sino en el corto
número de poblaciones que, imitando á esta ciudad, sacudieron el yugo del tira-
no Gobierno de Madrid V. E. conocerá muy bien que con estos elementos
no es posible que las operaciones sean con la rapidez que requiere el sagrado
interés de su propia conservación, por carecer de líneas de comunicación que faci-
liten frecuentes y positivas noticias de los movimientos de los enemigos y hasta
del corto número de bagajes que necesitan y como las vastas ocupaciones que
me ocasionan la organización de un ejército nuevo y otras de mucha consideración
anexas al destino que desempeño, no me permiten dedicarme á remover por mí
estos obstáculos, considero de una imperiosa necesidad, y hasta exijo por el bien
de la causa de la libertad, que con un individuo de cada una de las Juntas de
provincia se forme otra auxiliar que siga constantemente los movimientos de este
cuartel general, para que con sus trabajos pueda auxiliarme en lo gubernativo;
que presencie las operaciones militares; y por último, que á la mayor brevedad
posible y sin consideración á los gastos que ocasione, y utilizando cuantos fusiles
y escopetas se encuentren, se forme una guardia municipal compuesta de un jefe
superior en cada provincia, que se entienda con su Junta respectiva y con el del
E. M. de este ejército, un subalterno en cada partido judicial y un sargento ó
cabo con seis guardias en cada Ayuntamiento para vigilar el cumplimiento de
las órdenes de V. E., estar al alcance de cuanto sucede en lo interior, intercep-
tar las comunicaciones al enemigo, aprehender sus enfermos y rezagados, impo-
sibilitarle la reunión de raciones, dar á V. E. parte de las novedades que ocurran
cada 2 4 horas,, ó antes si fuesen importantes, y á mi autoridad cuando concep-
tuase conveniente ordenarlo; y de no verificarse así, salvo mi responsabilidad
desde ahora, y recaerá sobre V. E . la de los males que pueden resultar á la glo-
ria de la causa que unidos defendemos. —Dios y libertad.— Santiago 2 2 de Abril
de 1 8 4 6 . — E x c m o . Señor.—El general en jefe, M I G U E L S O L Í S Y C U E T O S . — E x -
celentísima Junta Suprema de Gobierno.»
(1) « Junta Superior provisional de Gobierno de Galicia.—Excmo. Señor:
Con gran sorpresa se ha enterado esta Junta de la manifestación que V. E. le
ha dirigido en el día de hoy. La dureza de su lenguaje y la injusticia de sus
cargos, pondrían á este Cuerpo en la necssidad de dimitir sus poderes, si su
abnegación en favor de la libertad no fuese tan completa como merece la más
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 225

Siendo, pues, de perentoria necesidad presentar combate al


enemigo apelando á los medios ofensivos, en consideración á la
fuerza numérica de hombres que sobre éste tenían los revolucio-
narios, se resolvió á poner en práctica el pensamiento, ó recurrir,
en último extremo, á los defensivos, siempre y cuando se supiese
con certeza que los contrarios habían aumentado su contingente
de guerra.

noble y santa de las causas. Comprendiendo todo lo grandioso de su misión,


esta Junta no ha cesado un momento en desplegar todos los medios de que dis-
pone para facilitar noticias á su ejército de los movimientos y operaciones de
los enemigos, ha dictado medidas económicas y administrativas, las más podero-
sas para recoger las simpatías del país; ha decretado la organización de los licen-
ciados y la requisición de todos los caballos; ha dispuesto la centralización de
todos los fondos en Lugo, Santiago y Pontevedra; ha mantenido con las Juntas
la correspondencia más activa y ha sostenido, en fin, el espíritu público. Para
ello dictó las órdenes más terminantes á las personas encargadas de cumplir sus
disposiciones, para la exacta y rápida ejecución. Los números del periódico ofi-
cial La Revolución, son el más elocuente testimonio de su conducta, y con los
que responderá al país del modo como ha cumplido su alto encargo. Si V . E . no
obtuvo el resultado que debía prometerse de una división tan bizarra y entusiasta,
á esta Junta bajo ningún concepto corresponde hacerle cargos por ello. Atribu-
yase á la desgracia ó á la cobardía de algunos malos caballeros, y no se culpe á
esta Junta que, distante 1 5 leguas de ambas divisiones, ha tenido el civismo ó la
temeridad de permanecer en este pueblo sin más apoyo que su prestigio. L a
Junta calla el sentimiento que produjeron en ella algunas frases de su exposición;
ahoga las quejas á que pudiera entregarse al ver la injusticia con que V. E, cali,
fica su conducta; mas faltaría á su decoro y dignidad, si se olvidara de que repre-
senta dos millones de ciudadanos; sino manifestase á V . E. que si tuviese el sen-
timiento de leer otra comunicación como la de hoy, abandonaría su puesto,
dirigiendo al país la más clara y explícita manifestación de las causas que á ello
le movían. El pensamiento de que acompañen á su ejército representantes de las
Juntas, esta Superior lo halla tan justo y razonable, que ya se anticipó á reali-
zarlo enviando á sus vocales D. Ramón Buch y D. José María Santos, cerca de
la segunda división expedicionaria; y para ello podría ponerse V . E . de acuerdo
con esta Junta.—Patria y libertad. Santiago y Abril 2 2 de 1 8 4 6 . — P Í O RODRÍ-
GUEZ T E R R A Z O , Presidente.—Por acuerdo de la Junta, A N T O L Í N DE FARALDO,
Secretario.—Excmo. Sr. General en Jefe del Ejército libertador.»
15
22Ó LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Dadas las situaciones ventajosas que ocupaban las divisiones


de Solís y Rubín, podrían anxiliarse mutuamente, á pesar del
inmotivado desvío del último, de su círculo de acción espedíante.
Colocado Concha, como razona Do Porto, en el vértice de
un triángulo formado por las tres ciudades de Orense, Ponteve-
dra y Santiago, amagaría á una de las últimas. Si marchaba
hacia la primera, por el movimiento unánime de las fuerzas ex-
pedicionarias en dirección convergente por la carretera general,
se llegaría á coparlo entre dos fuegos y á la vez atacarlo por dos
puntos. Si lo verificaba hacia la segunda población, se hallaba
Rubín en ocasión oportuna de venir observándolo á retaguardia,
llegando á tiempo de proteger la división de Solís. (1)
Como consecuencia de este plan, le sería humanamente
imposible á Concha moverse de Orense al tratar de evolucio-
nar sobre los principales puntos sublevados, sin prever que
picaba siempre su retaguardia un enemigo de observación; y en
caso de provocar sus hostilidades, tenía que decidirlo con tropas
rnás numerosas que la totalidad de las columnas sublevadas.
Por otra parte, el jefe de las tropas del gobierno central,
luchaba con otros inconvenientes muy poderosos, que ya hemos
expuesto, cuales eran, el pleno desconocimiento del terreno
que pisaba, accidentado de suyo y de suyo abrupto y monta-
ñoso, propicio en cambio 'para los revolucionarios que con un
sistema activo de guerrillas, podrían traer en jaque á un ejército
considerable, sin la menor esperanza de conseguir éste una vic-
toria completa, y si un gran enervamiento en la totalidad de sus
unidades.
Y un ejemplo bien fehaciente lo tuvimos en la guerra de la
Independencia: á Galicia, por el patriotismo y bizarría de sus
hijos, débese, con su combinación de guerrillas, la liberación de
la Península, rechazando al poderoso ejército del famoso duque
de Dalmacia.
Contaba también el Ejército libertador con la no vulgar in-
teligencia y arrojo de D. Víctor Velasco, guerrillero de renombre,
como acababa de probarlo en la anterior campaña carlista y
precisamente en la región gallega.-

(1) Ob. cit., pág. 163.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 227

VI

Después de pernoctar el 21 en Sigüeiro el resto de la divi-


sión de Solís, hizo su entrada en Santiago á las ocho de la ma-
ñana del 2 2 .
A la misma hora, aproximadamente, se recibió un correo de
Pontevedra, con la noticia de haberse pronunciado en la bahía
de Vigo, el bergantín de guerra Nervión y la barca Astuto,
mandadas el primero por D. Luís Jorganes Pardo de Andrade y
la segunda por D. José de la Rigada y Leal, ambos tenientes de
navio é hijos de Ferrol. (1)
Ambos buques, con el bergantín Manzanares, que mandaba
el infante D. Enrique de Borbón, encontrábanse en el Departa-
mento marítimo cuando se inició el día 2, en Lugo, el pronun-
ciamiento gallego. (2)

(1) Véase el Capítulo I X .


(2) Con el el título Un episodio de nuestras luchas civiles, publicó el discreto
periódico La Correspondencia Gallega de Pontevedra del 2 2 de Agosto de 1 9 0 4 ,
un interesante artículo de D. Ramón Alvarez de la Braña, recientemente fallecido,
é ilustrado funcionario que fué del Cuerpo de Archiveros Bibliotecarios.
Este trabajo nos informa entre otros particulares, que á principios de la pri-
mavera de 1 8 4 6 , el bergantín Manzanares que procedía de Ferrol, fondeaba pró-
ximo á la isla de Tambo, desembarcando el infante D. Enrique M . de Borbón,
a

quien después de disfrazarse de paisano en una casa del barrio de los Placeres,
se dirigió en cempañía de D. Jo?é M . Santos (que luego fué Presidente de la
a

Junta revolucionaria de Pontevedra y miembro de la Suprema de Santiago), para


presidir una junta de doce conspiradores entre los que figuraban el comandante
de la Guardia civil D. Manuel Buceta y el brigadier D. Leoncio de Rubín.
L a reunión tuviera lugar en la Capilla de Santa Margarita, enclavada en
uno de los barrios más desviados de Ponlevedia (Mourente), inaugurándola
Buceta con el santo y seña de Santa Margarita y Hermandad.
En aquel acto se sentaron las bases de la conjura, después de examinar el
mapa de las cuatro piovincias gallegas y la lectura de documentos y cartas de
adhesión que cpoilunsmente se presentaron; terminando la reunión con entu-
siastas vivas á la libertad, á la Constitución, fuera extranjeros, abajo el sistema
t ributario y el dictador Narváez.
22o* LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

La complicidad atribuida al infante en aquellos sucesos, que


había prometido solemnemente pronunciarse en Vigo; pero que
le faltó ocasión oportuna para cumplir la promesa, indujo al
Gobierno á separarlo del mando del Manzanares, interrumpirle
el complemento de sus estudios en la Armada y desterrarlo á
Francia, al propio tiempo que ordenó saliesen para la ría de Vigo
con el objeto de bloquear esta plaza, el Nervión, la Astuto, y el
lugre Bidasoa. (1)
Don Enrique de Borbón partió de la Coruña para su destie-
rro, el 30 de Marzo de 1 8 4 6 , habiendo encomendado el asunto
Narváez, entonces jefe del gobierno, al general Villalonga que
acababa de posesionarse del mando de la Capitanía general de
Galicia, entendiendo en el embarque según decimos en otro
lugar, el brigadier jefe de Estado Mayor, D. Leonardo Bonet. (2)
Explica Pirala que el Infante encontrábase en la Coruña
mandando el Manzanares cuando ocurrieron los preliminares
de la sublevación gallega. (3)
Señaladas simpatías tenía D. Enrique en Galicia, por haber
estudiado largo tiempo en Ferrol las ciencias que la carrera exi-

Al diseminarse los conjurados, regresó el infante á bordo de su buque,


zarpando después con rumbo á Ferrol, no sin ocurrir antes una anécdota que
reseBa el Sr. Alvarez de la Braña entre aquel personaje y un labrador que tenía
su vivienda próxima á la Capilla. Solicitóle el infante un vaso de agua; y el
paisano le brindó con una jarra de vino del país que aquél aprovechó, gratifi-
cándole con una moneda de cinco duros, propina que el labrador no quiso
aceptar.
Recuerda también el citado escritor, entonces niño de nueve años, el pro-
nunciamiento de Pontevedra; y comentando el desastre de Cacheiras ocurrido
el 23 de Abril y aludiendo á Buceta y Rubín, dice:
«Únicamente el bravo comandante Buceta acudió á la lucha con sns vete-
ranos guardias civiles. E l general Concha alcanzó la victoria SOLO POR L A T R A I .
CIÓN Y L A ENVIDIA de quien no supo ser fiel al juramento prestado en Santa
Margarita, algunos días antes de consumarse el hecho.»
(1) JOSÉ M O N T E R O Y A R Ó S T E G U I : Historia y descripción de la ciudad y
Departamento naval del Ferrol, pág. 2 0 5 . — M a d r i d , 1 8 5 9 . Un tomo en 4 . de
0

7 1 8 páginas.
(2) Dato tomado de la Memoria del general Villalonga que llevamos citadat
(3) Ob. cit., tomo i . ° , pág. 4 3 5 . P É R E Z G A L D Ó S en sus Bodas Reales tam-
bién h> indica en la pág. 2 4 6 .
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 229

gía y haber recorrido en los meses de Enero y Febrero de aquel


año las ciudades de la Coruña, Santiago, Pontevedra y la villa
de Redondela, en las cuales se había captado por su franqueza
y finos modales, el entusiasmo de los gallegos; siendo efectiva-
mente parte interesada en el pronunciamiento.

PONTEVEDRA: (MOURENTE) CAPILLA DE SANTA MARGARITA

Súpolo el Gobierno; y el 20 de Marzo le manifestó el minis-


tro de Marina D. Juan de la Pezuela, que «de orden de la reina
eligiese en el vecino reino francés, un punto donde residir hasta
nueva resolución de S. M., prohibiéndole severamente ausen-
tarse, bajo la inteligencia que si lo que S. M. no espera, llegase
el caso de verificarlo, sería privado de todos los honores y con-
sideraciones que como Infante de España le correspondían, so-
230 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

metiéndolo además á la acción de los tribunales del reino si


quebrantase la soberana voluntad de S. M. y llegase á pisar el
territorio español».
Comunicáronse las órdenes oportunas al Capitán general de
Galicia para el cumplimiento forzoso é indispensable de lo deter-
minado, facilitándole los medios que S . A . demandaría, así como
el pueblo que en Francia eligiese.
Le notificó Villalonga la Real orden; y aunque el Infante
ofreciera dar comienzo en Vigo al alzamiento concertado, se
decidió por fin á obedecer la resolución de la Reina, marchando
desde la Coruña á Francia; desembarcando el 2 de Abril en
Socca y estableciéndose por de pronto en Bayona, á donde
llegó también pocos días después el general Narváez autor de
su destierro, que pasó á visitarle á raiz de ser éste igualmente
desterrado.
¿Qué no hablarían ambos personajes de los promotores de
sus respectivos extrañamientos?....
Gran contrariedad ocasionó la falta de cooperación del ber-
gantín Manzanares para el pronunciamiento gallego. El Cuerpo
general de la Armada no vio con buenos ojos la determinación
gubernamental; y ya por espíritu de compañerismo, ya por su
amor á los ideales democráticos, congénito en esta gloriosa
institución qué pruebas de no escaso civismo tiene dado en
muchas ocasiones y en casos recientes que sería ocioso recor-
darlos, lo cierto es que, comprometidos Jorganes y L a Rigada,
abrazaron efusivamente la causa de su patria gallega.
Se hizo cargo el primero del mando de la escuadrilla; y con
el pretexto de cumplimentar las órdenes del bloqueo de Vigo,
zarpó de Ferrol en la noche del 18 de Abril (1) fondeando en
breve en aquel puerto.
El comandante del Bidasoa, teniente de navio D. Francisco
García Quesada, se excusó de imitar el ejemplo de sus compa-
ñeros, separándose de su conserva y regresando á Ferrol, dando
inmediatamente cuenta del suceso al Capitán general del Depar-
tamento.

(1) MONTERO y A R Ó S T E G U I , ob. cit., pág. 205.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 231

La^actitud de Jorganes y L a Rigada, sirvióles para que un


Consejo de guerra de oficiales generales celebrado en Cádiz, los
condenase á muerte, ( i )
L a noticia de la'sublevación'de la escuadrilla, se solemnizó
con excesiva y delirante fruición" en todo ~eL territorio gallego;
porque este acontecimiento auguraba que^el vapor esperado en

(1) El entendido marino, L a Rigada, llegó, andando el tiempo, á disfru-


tar del empleo de contralmirante de la Armada, deseinpeñando'durante su vida
militar, destinos de importancia. Publicó una.'^ Memoria eljaño" de] 1 8 7 8 en jus-
tificación de sus actos durante'el cargo del mando del Apostadero y escuadra
de la Habana (Imp. de Fontanet, Madrid).
De su hoja~de~servicios que nos]facilitó"nuestro"exceIente amigo el erudito
escritor D. Nicolás Fort Roldan, copiamos lo siguiente:
« 1 8 4 6 . — T o m ó parte [hallándose en la ría~de/Vigo, en el pronunciamiento
político ocurrido en la provincia de Galicia'que]fué]sofocado por tropas del
ejército al mando del general D. José Gutiérrez de la Concha; y en su conse-
cuencia, emigró este oficial y fué]dado_de baja]en el Cuerpo por Real orden de
4 de Mayo, sin perjuicio de lo demás á que hubiere lugar contra él en virtud del
resultado de la causa que sobre dichoacontecimiento'se le mandó instruir por
otra Real orden de I I del mismo mes de Mayo. Por otra del 1 0 de este, consta
haber llegado á Gibraltar la noche del 3 , habiendo'quedado al abrigo del pabe-
llón británico. Terminó la expresada causa, siendo sentenciado este oficial en
Consejo de guerra de oficiales^generales celebrado en el Departamento de Cádiz,
á ser pasado por las armas. »

« 1 8 4 7 . — P o r Real orden de 2 3 d e Abril, se]dignó S. M. concederle la'reva-


;

lidación de su empleo de teniente de n a v i o


«Fracasado el movimiento gallego, tuvo que huir el distinguido marino
D. Luís Jorganes con el Nervión á Gibraltar, en cuyo puerto fondeó el 3 de
Mayo, entregando su barco á una Comisión'de'Algeciras, acogiéndose él con los
oficiales y una buena parte de*la dotación, al pabellón inglés.—El decreto de
amnistía de 1 7 de Octubre de 1 8 4 6 , le devolvióá su patria, aunque no á la ca-
rrera, hasta que el tiempo y el favoritismo]"se encargaron de realizar este deseo,
recobrando entonces su perdida antigüedad y aun sus condiciones de embarque.
«Desde Gibraltar se trasladó Jorganes á Argel, hasta que, por consecuencia
de los matrimonios reales verificados el 1 0 de Octubre, y por el citado decreto
de amnistía del 1 7 , al regresar al suelo patrio el año 1 8 4 7 , se afilió.francamente
al partido progresista.» — F O R T Y R O L D A N : Ferrolanos que fueron.
Entre los compañeros de Jorganes y L a Rigada, iba el maestro del Arsenal
de Ferrol, hoy retirado, D. Juan Patino, que fué condecorado más tarde con la
cruz pensionada de María Luisa y la de Valor y Constancia, por los servicios
que prestó en el Nervión, pronunciándose en Vigo.
232 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Vigo cargado de armamento y municiones que venía de Lon-


dres, no hallaría el menor obstáculo en el alijo.
Fletaran dicha nave los progresistas emigrados en París y
en la metrópoli inglesa; y aguardábanse en el puerto vigués, á
los significados adictos á la revolución y enemigos irreconcilia-
bles del Gabinete Isturiz señores Lemerí, Joaquín de la Gándara
é Ignacio Gurrea. ( i )
Asegurábase así mismo que acompañaría á éstos un militar
de alta graduación y concepto, encarnado en un alto personaje
de esclarecidos hechos y en quien solo el nombre bastaba para
que todos viesen en él, la mayor salvaguardia y el indiscutible
triunfo del levantamiento.
Algunos indicaban que el tal personaje era el infante E . En-
rique que de Francia se había trasladado á Inglaterra, señalando
otros al famoso general Espartero; mas la noticia careció de
fundamento, porque ni el primero había abandonado su destie-
rro de Francia, ni el segundo tampoco quebrantara el suyo de
Inglaterra, aunque si, el ex-regente del reino, no fuese indiferente
al pronunciamiento en atención á iniciarlo sus correligionarios
los progresistas. Además, dada la tendencia, doctrina, y alcance
provincialista—hoy diríamos regionalista-—que había tomado
dicho movimiento, perniciosa sería la vuelta de aquel general,
recordándose, como asienta Benito García de los Santos, los
tiempos de su dominación, lo cual ocasionaría gran desaliento
en los sublevados. (2)
No se presentaron en Vigo más que Lemerí, Gándara y
Gurrea, que con los elementos de guerra antedichos, llegaron á
dicho puerto el 2 3 , ó sea el mismo día de la catástrofe ocurrida

(1) .Historia general de España: L A F U E N T E , pág. 2 8 , tomo X X I I I .


(2) «Se ha divulgado la noticia de que Espartero había desembarcado en
Vigo para ponerse á la cabeza de la insurrección gallega: unos creen que este
paso, daría grande impulso al movimiento y facilitaría su triunfo; pero otros
piensan que la vuelta del ex-regente recordaría los tiempos de su dominación y oca-
sionaría el desaliento de los pronunciados. Como quiera que fuese, es lo cierto que
hasta ahora no se sabe que Espartero haya abandonado la capital de Inglaterra.»
B E N I T O G A R C Í A DE L O S S A N T O S : Crónica. El Pensamiento de la Nación, 2 9 de
Abril de 1 8 4 6 , pág, 2 6 7 ,
EL I N F A N T E D. E N R I Q U E M . DE B O R B Ú N
A
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 233

en Cacheiras, á las fuerzas de la primera división; (1) tarde y a ,


cuando la revolución había recibido la primera herida de muerte.
Al saber Villalonga el 24 el acto realizado por Jorganes y
La Rigada, se apresuró á manifestarlo al general Concha, acon-
sejándole se previniese de los rebeldes vigueses que pensaban
atacarlo en dicho día, «para cuyo efecto se habían tripulado y ar-
mado varias lanchas que debían situarse en el Puente Sampayo».
«Lo aviso á V . E . por extraordinario para su conocimiento y fines
consiguientes, debiendo advertirle que se ha pedido ya al Exce-
lentísimo Sr. Comandante general del Departamento de Ferrol
haga marchar en persecución del bergantín Nervión y barca
Astuto, al vapor Isabel II y corbeta Villa de Bilbao, si es que
se hallan en disposición de salir á la mar lo que dudo mucho,
porque el primero tenía ayer estropeada una caldera y la se-
gunda acaba de llegar de Inglaterra sin que haya hecho aún
otro viaje. Y o continuaré mañana sobre Lugo, y cuando haya
concluido allí la operación que me propongo, marcharé á refor-
zar á V . E . sino debiese ocuparme de atenciones más importan-
tes que al parecer van á presentarse, » (2)
Concha le contestó: «Excmo. Señor: Quedo enterado por la
comunicación de V . E . de ayer á las nueve y media de la noche,
del pronunciamiento del bergantín Nervión y la barca Astuto, y
seguramente al disponerme impedir con las tropas de mi mando
el paso del Puente Sampayo, no tenía conocimiento de la com-
pleta derrota de Solís. Si en Pontevedra pudiera temer trata-
sen de realizar aquel proyecto á causa de no haber podido salir
del Ferrol el «vapor Isabel II y la corbeta Villa de Bilbao, me
dirigiré por la izquierda hasta ocupar á Redondela, desde cuyo
punto dispondré el bloqueo de aquella plaza.» (3)

(1) P I R A L A , ob. cit., pág. 448. Véase el Capítulo X I I .


(2) Doc. que poseemos.
(3) Doc. que poseemos.
<8><^><g><8><8><^.<g><$»<^><^»<^.<8><$»<8><^.<^><8><^><^.<^.<^,<$.<$»

CAPÍTULO X I <«>

Operaciones del general Concha.—Amaga éste á Lugo, intimando la


rendición de la plaza: negativa de los sitiados.—Continúa Concha
en sus movimientos, entrando en Orense. — Recelos del general
Villalonga.—Movimientos de la división de Solis.

Siendo requerido el general Concha por las autoridades de


Lugo, (2) para que se acercase á esta población, asegurándole que
su sola presencia imprimiría tal fuerza moral sobre los sublevados
que habría de inclinarlos á deponer su actitud hostil, entregándola
plaza, determinó salir el 1 4 de Abril de Villafranca, dirigiéndose
á Sarria, en cuya villa debía de incorporársele el batallón Provin-
cial de Málaga para efectuar desde ella sus movimientos y pre-
parar el plan de campaña que había concebido; pero al llegar á

(1) Este Capítulo fué publicado en el semanario coruñés A Nosa Terra


de 4 , 1 2 , 1 8 y 2 6 de Enero, y 4 , y 1 2 de Febrero de 1 9 0 8 .
(2) D. Juan Ferreira Caamaño, jefe político, y D. Bartolomé Hermida,
intendente de la provincia, residían fuera de la ciudad, con motivo d e hallarse
ésta en poder de los revolucionarios.
236 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Ruitelán, se informa de que aquella unidad se había aproximado


dos días antes á la capital lucense, haciendo alto en el barrio de
San Roque, anticipándose su jefe el teniente coronel D. Ber-
nardo Magenis á intimar la rendición, contestándole la Junta re-
volucionaria que oportunamente resolvería; y que «Ínterin tanto
permaneciese dicho jefe con las fuerzas de su mando en el punto
que ocupaba».(1)
Esta negativa inesperada que hacía retrasar la ejecución de
los proyectos de Concha, no fué obstáculo, sin embargo, para
persistir en sus propósitos, continuando la marcha á Becerrea. (2)

(1) «Junta de Gobierno de la provincia de Lugo.—En este momento, que


son las seis de la tarde, acaba esta Junta de recibir la comunicación de usía
fecha de este mismo día, y por contestación á ella ha acordado transcribir la
que hace una hora pasó al Sr. D . Juan Ferreira Caamaflo y es la siguiente: «.En
este momento, que son las cinco de la tarde, acaba esta Junta de recibir la co-
municación de V . S. fecha de hoy, y después de haberse enterado de su conte-
nido con la detención que el caso requiere, acordó decir á V . S., por de pronto,
que en todo el día de mañana dará terminante contestación, esperando que usía
entretanto, permanezca en el punto que ocupa con las fuerzas que le acompa-
ñan.1—Por consiguiente, la preinserta comunicación se entiende también con
V. S.—Dios guarde á V . S. muchos años.—Lugo 1 2 de Abril de 1 8 4 6 . — E l Pre-
sidente, M A N U E L BECERRA LLAMAS.—El Secretario, DOMINGO A. POZZI.—
Sr. Jefe del Provincial de Málaga».—Esta comunicación contiene al margen el
decreto siguiente: «Dentro de inedia hora se entregará la ciudad por asalto con
todos los rigores de la guerra, MAGENIS».—Documento que poscenios. También
fué publicado dicho documento en el Boletín Oficial de Lugo de 2 4 de Abril
de 1846.

El Jefe político, primeramente desde Nádela y después desde los arrabales


de San Roque, aconsejaba el día 1 2 á la Junta, la rendición de la plaza, negán-
dose aquélla á la pretensión, invocando deberes de patriotismo.—Boletín Oficial
de la provincia de Lugo de 2 4 de Abril de 1 8 4 6 .

(2) iDivisión expedicionaria de Galicia—Excmo. S r . : Por la comunicación


que dirigí á V. E. desde Villafranca, se habrá enterado de cuales eran las opera-
ciones que me proponía ejecutar; pues habiendo sabido en Ruitelan que el Bata-
llón de Malaga no podía concurrir al punto que le designaba, porque se había
aproximado, y tomado este arrabal, y estaba en contestaciones con los subleba-
dos, que según me manifestaban el Gefe político é Intendente, se entregarían, si
yo me presentase en este punto, tomé la posta, y á las cinco de la tarde ligué á
él, é inmediatamente intimé la rendición, proponiendo condiciones, que pudie-
ran ser un tanto aceptables, considerando la posición comprometida en que se
fRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN ¿37

I I

Acompañado de uno de sus ayudantes, toma en este punto


la silla de posta; y desafiando el crudo temporal que reinaba,
recorre el trayecto de Ruitelan á Lugo, con el objeto de respon-
der á las excitaciones de las autoridades antedichas. Al llegar á
las inmediaciones de la población, pónese al frente del Provin-
cial de Málaga y reitera la rendición en condiciones ventajosas
para los sitiados. No debieron ser éstas tan beneficiosas, cuando
la Junta revolucionaria las rechazó con dignidad como se des-
prende del contenido del oficio que dirigió el día 1 4 al sitiador:
« atendiendo á que el alzamiento verificado en esta capital
perdiera ya su principal objeto por haber salido del Ministerio y
aun de España el general Narváez, y porque el sistema tributa-
rio iba á ser modificado por el nuevo gobierno de S. M.; y por

encontraba este Batallón falto de municiones, y sin tenerse noticia alguna de


los Batallones sublebados.
>Como por otra parte V. E. había dado la orden terminante para que este
Batallón marchase á esa plaza, y creo que lo más urgente es tomar la ofensiva
sobre las fuerzas reveldes, me decido, no habiendo producido resultado alguno
definitivo mis intimaciones á poner en marcha este Batallón, que sale esta misma
noche por la Ruta de Luanzo, Castro y Betanzos, que V. E . ha marcado, por
que la creo más segura careciendo como se carece absolutamente de noticias de
los Batallones sublevados.
>Yo regreso á reñirme en Nogales con la fuerza que traía á mis ordenes, y
esperaré allí mañana para que se me pueda reunir el resto del Batallón de la
Reina y los 2 0 0 Caballos, que deben llegar oi á Villafranca. Con esta fuerza
me dirigiré sobre Sarria, para pasar á la derecha del Miño por Porto Marin, ó
Belesar segiín lo juzgue más conveniente, por las noticias que tenga, para poner-
me en comunicación con las tropas del Excmo. Sr. General Puig Samper, ó con
las de la columna de Orense.
»E1 1 8 debían llegar á Villafranca dos Batallones de América, y una batería
de á lomo que haré se me reúnan.
>Dios guarde á V. E. muchos anos.—Barrio de San Roque en Lugo Abril
1 4 de 1 8 4 6 . — E l General Comandante general, Jostí DE L A CONCHA.—Excelen-
tísimo Sr. Capitán general del Egército, y Reino de Galicia.»
238 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

otra parte, deseando no prolongar por más tiempo una situación


tan triste, estaba pronta—la Junta—á abrir las puertas de la
plaza á las fuerzas sitiadoras, bajo garantía; de no ser así y
aceptar las bases de la capitulación que se proponen, esta Junta
persistirá en sus propósitos de no acceder á las condiciones pro-
puestas por V . E » (1)
Concha se hizo el desentendido á esta contestación, dirigién-
dose entonces por medio de oficio al Alcalde, prometiéndole que

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LUGO: LÁPIDAS ROMANAS EXISTENTES EN L A MURALLA

«no perseguiría á ninguna persona por sus hechos posteriores


al 2 de Abril, entendiéndose sin perjuicio de tercero, á excepción
de los jefes de la sublevación que se les daría pasaporte para el
extranjero; que los oficiales del ejército recibirían sus licencias
absolutas, y los soldados se incorporarían á sus cuerpos. Estas
garantías,—concluía diciendo el general—-serán por mi parte

(1) Doc. que poseemos.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 239

cumplidas, siempre que mi entrada con el batallón de Málaga,


tenga lugar esta misma tarde, bastando á responder del cumpli-
miento de ella, mi palabra de general y de caballero». (1)
El presidente de la Junta, volvió á contestar al general, que
no residiendo dentro de las murallas de Lugo el alcalde nom-
brado por la Reina, y estando interceptada toda comunicación
con los que viven fuera de puertas, no era posible entregar el
oficio que aquél mandaba.
«Por separado—le decía Becerra—la autoridad reconocida
en este pueblo, es la Junta de Gobierno, á la que daré parte de
todo cuanto V . E . se sirva decirme Mientras tanto, confío en
el valor de V. E . que no dará lugar á que inútilmente se derra-
me sangre preciosa de españoles que defienden una misma
causa.* (2)
Concha replicó que él no reconocía otra Junta ni otro Ayun-
tamiento que el nombrado con arreglo á las leyes: «Mi comuni-
cación no ha podido ser dirigida á V . sino al Alcalde que el
Gobierno de S . M. nombró. Por consiguiente, él debe contestar-
me; y si no lo hace dentro de una hora, queda sin efecto mi an-
terior comunicación, no pesando sobre mí ni las consecuencias
que á esa población y á los comprometidos en ella puedan so-
brevenir, decidido como estoy en ese caso á atacarla y tomarla
á viva fuerza.—Barrio de San Roque 1 4 de Abril de 1846, á las
siete y media de la tarde.—El general, Comandante general,
JOSÉ D E LA C O N C H A . — S r . D . Manuel Becerra Llamas.» (3)
El Presidente de la Junta respondió:
«En este momento recibo la comunicación que V . E . se
sirve dirigirme con fecha de esta misma tarde; y en respuesta á
ella, debo manifestar á V . E . que no me es posible entrar en
ninguna clase de tratos ó capitulaciones respecto de esta plaza;
porque en el día, sólo en la Junta gubernativa residen facultades
y á la misma por consiguiente, corresponde el entenderse con
V. E.—Dios guarde á V . E . muchos años; Lugo 1 4 de Abril

(1) De nuestro archivo particular.


(2) De nuestro archivo particular.
(3) De nuestro archivo particular.
240 LA REVOLUCIÓN GALLEGA B E 1846

de 1 8 4 6 . — E l Alcalde constitucional, M A N U E L B E C E R R A Y L L A -
MAS.—Señor general D. José de la Concha.» (1)
Esta categórica contestación, desalentó bastante al general,
quien comprendiendo que los sublevados que guarnecían á Lugo,
contaban en aquel trance con más elementos de combate que él;
y en previsión de que aquéllos efectuasen una salida, acome-
tiendo y arrollando al batallón de Málaga que, escaso de muni-
ciones, no podría sostener la lucha, cayendo quizá prisionero,
dispone que este Cuerpo saliese seguidamente para la Coruña por
el camino de Luanco, Castro y Betanzos, á fin de no tropezar con
las fuerzas de Solís, que marchaban con dirección á Ferrol; re-
gresando él á Nogales para reunirse á las fuerzas que allí le es-
peraban, y proceder á poner en práctica su plan de opera-
ciones. (2)
Así se lo participaba el mismo día 1 4 desde el barrio de San
Roque, al Capitán general del distrito:
«Con estas fuerzas me dirigí sobre Sarria para pasar á la
derecha del Miño por Porto Marín (Puertomarín) á Belesar, según
lo juzgue mas conveniente por las noticias que tenga, para po-
nerme en comunicación con las tropas del E x c m o . Sr. General
Puig Samper, ó con las de la columna de Orense. El 18 deberán
llegar á Villafranca dos batallones de América y una batería de
á lomo que haré se-me reúnan.» (3)

(1) Boletín Oficial de la provincia de Lugo de 2 4 de Abril de 1 8 4 6 .


(2) «División expedicionaria de Galicia.—E. M . — E x c m o . Señor: Tengo el
honor de remitir á manos de V. E. la adjunta comunicación de que he sido
portador hasta esta ciudad: por ella se servirá V. E. enterarse del objeto que se
propone el General de la División y de la necesidad de que esta fuerza se le
reúna cuanto antes para emprender las operaciones, y para poder presentarse
con una fuerza capaz de batir á las sublebadas. En este concepto creo que
V . E. aprobará la permanencia de este Batallón en este punto para reunirse á
dicha fuerza dándole con ello acción para poder obrar, pues que de otro modo
aislado una y otra se la espone, Ínterin no lleguen las fuerzas y refuerzos que están
en marcha para esta división.—Dios guarde á V. E. muchos años.—Varrio de
San roque, 14 Abril 1 8 4 6 . — E c s m o . Señor.—El Gefe de E. M . , FRANCISCO

G O R V O Y O . — E c s m o . Señor Capitán General de Galicia.»—Doc. que poseemos.

(3) Doc. que poseemos.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 2/\.í

El 17 trasladóse Concha á Monforte dictando diferentes ór


denes para la fusión definitiva de fuerzas y solucionar otros
asuntos inherentes á su aludido proyecto de campaña.
En esta villa, le participan que regresara á Orense la columna
del brigadier Zendrera, por haberse malogrado el éxito de la
expedición de este jefe á Santiago y la Coruña; contratiempo
que vino á ser causa determinante para que igualmente se malo-
grase la entrada en la capital orensana, de la división revolucio-
naria del general Rubín; porque, como se ha dicho, de no anti-
ciparse Zendrera á contramarchar para volver á ocupar la referida
capital, ó Rubín demostrase mayor celo en el cumplimiento de
su misión, se hubiese introducido éste fácilmente en aquélla,
careciendo, como carecía la misma, de tropas que la defendiesen;
no dándose el lamentable espectáculo que relatamos en el capí-
tulo anterior, permitiendo que Zendrera llegase oportunamente
para contener las intenciones del jefe revolucionario.
En ese sentido participábale el primero á Concha que «sus
fuerzas y las de la ciudad, rompieran el fuego contra los suble-
vados que la atacaban por los dos lados opuestos del puente,
después de vadear el Miño por la parte de Ribadavia».
Al recibir esta noticia el 1 8 , dedujo que las tropas de Solís
y Rubín, unidas, eran las que acometían á Orense, persuadién-
dole su error, el pleno desconocimiento de la situación del pri-
mero y la mala interpretación que dio al parte de Zendrera,
puesto que, según hemos informado, Rubín fué el único á quien
encargara la Junta Suprema de Santiago para apoderarse de la
susodicha capital.
Concha, sin embargo, propúsose continuar avanzando hacia
la plaza amenazada, con 10 compañías y 100 caballos, empresa
bien sorprendente—objeta Do Porto—por rebasar los límites de
la temeridad, habida consideración de que el país estaba ocu-
pado por un enemigo que disponía de recursos dobles á los
suyos, y por ende, alentados de decisión heroica.
«¿Qué cálculos le indujeron á realizar un movimiento tan
arriesgado y á ejecutar una operación de azar, de esas que las
ordenanzas militares sujetan á los Consejos de guerra? Nosotros
lo diremos ya que lo han callado en su Campaña de diecisiete
16
24 2
LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

días: la convicción en que estaba de concluir dentro de muy


poco con el pronunciamiento de Galicia, cual lo había mani-
festado á varias personas de Chantada y Orense; y tenemos la
creencia de que al hablar así, era menos aventurado su lenguaje
que el del César al pronunciar sus inmortales palabras conque
saludó al suelo africano», (i)
Indudablemente el jefe de las tropas del Gobierno central,
al pisar el territorio gallego, creyó viable su conquista, ignorando
los elementos de valía que auxiliaban la insurrección, el fecun-
dante desarrollo de la misma y el espíritu de moralidad y pa-
triotismo que concurría en todos sus partidarios.
Cuando se compenetró de ello, sus desplantes de Chantada
trocáronse en debilidades y recelos, apresurándose á exponerlos
al Ministro de la Guerra, solicitándole refuerzos de importan-
cia, «pues de otra forma marcharía á un seguro é inmediato
fracaso». (2)
En el propio día 1 8 , lale de Monforte, yendo á pernoctar al
puente de Belesar, próximo á Chantada, en cuyo punto le espe-
raba la Corporación municipal con bagajes y alojamientos, sin
atreverse á avanzar á dicha villa, por juzgar más eficaz la situa-
ción del puente sobre el Miño, y por haberle manifestado tam-
bién que la ciudad de Orense, se pronunciara ya con toda la
guarnición; causándole el consiguiente temor de que las dos co-
lumnas de Rubín y Solís reunidas, le proporcionasen un serio
percance.

ni

Estando en Belesar, se entera por confidentes que las únicas


fuerzas sublevadas que sitiaran á Orense fueran las de Rubín; y
que por haberse malogrado los deseos de éste, retirárase sin
otras consecuencias, hacia Vigo por el puente de Ribadavia.
Entonces el general resolvió marchar á Chantada saliendo al

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 1 7 1 .


(2) Doc. que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 243

amanecer del 19 para Orense, llegando á esta población á las


cuatro de la tarde.
En el acto ofició al Capitán general informándole de su lle-
gada y expresándole que al saber que los sublevados se aproxi-
maban á la citada ciudad, decidiera ponerse en marcha desde
Monforte, para auxiliarla. (1)
En esto faltaba á la verdad, puesto que, como demostra-
mos, tal era su desorientación y estado de ánimo, que ignoraba
que clase de elementos enemigos pretendían tomar la capital
orensana suponiendo, por las noticias que le habían facilitado,
que las divisiones de Solís y Rubín se hicieran ya dueños de ella.
He aquí la comunicación del general Concha:
«División expedicionaria de Galicia. — E. M.—Excmo. Se-
ñor: Los batallones sublevados de Oviedo y Zamora al mando
del brigadier Rubín, se presentaron delante de esta ciudad y
como con intento de atacar su puente, aunque seguramente su
objeto no era otro que ver si se les unían los batallones de
Mondoñedo y Guadalajara que la guarnecían; pero al ver la de-
cisión de éstos, la de los Carabineros y Guardia civil de man-
tenerse fieles á sus juramentos y de defender este puesto, se
retiraron en dirección á Vigo.
»Yo me halllaba en Monforte sólo con con diez compañías
y un escuadrón; y al saber la aproximación de aquellas fuerzas

(1) Al recibir el Capitán general esta comunicación, dirigió la siguiente


al jefe de las fuerzas que venían camino de Villafranca hacia Galicia:
t Capitanía General de Galicia.—E. M.—El Excmo. Sr. General D. José de
la Concha con fecha 1 9 me participa desde Orense su llegada á aquella capital
con seis batallones, cinco escuadrones*)» una batería de montana, con cuyas
fuerzas y otras que espera, va á emprender sus operaciones contra los rebeldes
de este distrito,—También me avisa dicho señor General la próxima llegada de
usía á Villafranca y que le ha ordenado que desde este punto marche sobre
Lugo, cuya prevención cumplirá V . S. con las precauciones debidas para no
comprometer un hecho con desventaja, cuidando de darme parte diariamente de
sus movimientos en el concepto de que yo con las fuerzas que aquí pueda reunir,
saldré sobre la referida ciudad de Lugo el 2 4 ó 2 5 , haciendo por la carretera
mi marcha de cuyos accidentes procuraré dar á V . S. diariamente noticia.—Dios
guarde á V. S. muchos años.—Coruña, 22 de Abril de 1846.—JUAN DE VILLA-

L O N G A . — S r . Jefe de las fuerzas procedentes de Villafranca.1—Doc. que poseemos.


á44 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I 8 4 6

sublevadas me puse en marcha, habiendo llegado en el día


de hoy. ( i )
»Aunque sobre la marcha supe la retirada de los enemigos,
creí conveniente avanzar sobre este punto, tanto para poner bajo
mis órdenes toda la fuerza aquí existente, como para dar tiempo
á que la que debe llegar hoy de Monforte avance mañana á
Chantada y pueda reunirse en Cea al día siguiente.
»A mi llegada he recibido la comunicación de V . E., fecha
1 6 por extraordinario, participándome el movimiento de los su-
blevados sobre esa capital recelando V . E . se dirijan sobre
Orense. Y o espero que si el batallón de Málaga ha logrado reu-
nirse á las fuerzas del brigadier Mac-Crohon, podía éste opo-
nerse con fuerzas suficientes á las de los sublevados que operan
en este momento, por lo visto, divididos.
»De todos modos, como las circunstancias deben haber
cambiado desde el 1 6 en que V . E . fecha su última comunica-
ción, creo lo más preciso dar á V . E . conocimiento de la situa-
ción que en este momento tienen las fuerzas que se hallan á
mis órdenes y de lo que me propongo ejecutar con ellas, para
que en su vista pueda disponer lo que crea más conveniente.
»En este punto se hallan hoy un batallón de América, los
Provinciales de Guadalajara y Mondoñedo y un escuadrón. Ma-
ñana llegarán un batallón de la Reina, tres escuadrones y seis
piezas de Montaña. Con todas estas fuerzas saldré el 21 y mar-
charé rápidamente sobre los enemigos, que inmediatamente que
sepan este movimiento, creo no avanzarán en la dirección de
esta capital.
»Del 23 al 25 llegarán también á este punto dos batallones
de Borbón y una batería rodada, cuya fuerza deberá continuar
su marcha por el camino de Lugo hasta cerca de aquella ciudad,
esperando las órdenes de V . E .
»Por lo demás V . E . sabrá que en el resto del Reino se con-
serva la mayor tranquilidad, y yo me prometo que si V. E . con-
sigue mantener con energía esa plaza y la de Ferrol con las

(1) Doc. que poseemos.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 245

fuerzas que en estas provincias se reúnen, la insurrección será


pronto sofocada.
»Yo por mi parte nada dejaré de hacer para conseguirlo, y
entretanto no perdonaré medio para hacer conocer á V . E . todos
mis movimientos y cuanto sea necesario llegue á su noticia, no
habiéndolo podido hacer hasta ahora desde que dejé la carretera
de Lugo por no saber como verificarlo. Dios guarde á V . E . mu-
chos años.—Orense, 1 9 de Abril de 1 8 4 6 . — E l general Coman-
dante general, J O S É D E L A C O N C H A . » ( i )
Posesionado ya, Concha, de Orense, entérase de otro oficio
del general Villalonga que le remitieran desde Chantada, parti-
cipándole que el batallón Provincial de Málaga fuera sorprendido
por la división de Solís cerca de Betanzos, haciéndole l í o pri-
sioneros, cogiéndole algunos bagajes y bastantes municiones; y
que dicho jefe revolucionario, estaba amagando á la Coruña
con un núcleo importante de fuerzas, temiéndose que consi-
guiese, de un momento á otro, la entrada en la plaza.
Le aconsejaba, en su virtud, que se dirigiese á marchas for-
zadas sobre la misma, al objeto de evitar el conflicto inminente
que se presentaba.
Estas impresiones alarmantes, también se las transmitía el
Capitán general el día 1 9 , al Ministro de la Guerra:
»En esta capital se conserva el orden y tranquilidad á toda
costa, según vengo manifestando á V . E . en mis anteriores ofi-
cios, cuya situación habría desaparecido ya, si afortunadamente
el Gobierno hubiera dirigido fuerzas embarcadas en vapores
desde el Mediodía ó en otros buques desde la costa de Canta-
bria; pero continuará aflictiva y yo sujeto á sostenerme en esta
plaza con apuros, mientras no se me auxilie por mar ó eFgene-
ral Concha no venga á ponerse en comunicación conmigo, para
lo cual espero se sirva V . E . ordenarle lo conveniente.» (2)
Concha le contestó, noticiándole que al siguiente día 2 0 ,
esperaba se le reuniesen en Orense seis batallones, cinco escua-
drones y una batería de Montaña, saliendo con este contingente

(1) De nuestro archivo particular.


(2) Doc. que poseemos •
246 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

el 21 «para perseguir acerbamente á los enemigos, según los


informes que reciba de sus movimientos», agregándole que «del
23 al 25 llegarían á Villafranca, otros tres batallones y una ba-
tería rodada: además de verificarlo también en la última de
dichas fechas á la Coruña, tres batallones más». (1)

IV

Apreciando el general en jefe de las fuerzas expedicionarias,


las fundadas sospechas de la autoridad superior militar del dis-
trito en cuánto á las convicciones del país gallego, tan inclinado
á repudiar los desmanes del poder central, determinó salir de
la capital orensana el 21 de Abril, encaminándose con todas sus
tropas á Santiago para ir en auxilio de la Coruña, conociendo
como conocía la propensión de la mayoría del vecindario de
esta localidad, dispuesto según indicamos en el Capítulo VIII, á
abrir las puertas de la misma á la división revolucionaria y pro-
clamar en aquella el pronunciamiento.
Dio orden previa al coronel Chinchilla para que con su co-
lumna anticipase la marcha, tomando desde Orense el camino
de Lalín.
Temeraria era la empresa del general Concha, al considerar
que abandonando sus posiciones de avance, dejaba á su costado
un enemigo por todos conceptos temible. Cifraba su objeto en
interponerse entre las dos divisiones de Solís y Rubín, obligando
á la primera á dejar las inmediaciones de la Coruña, suponién-
dola que se encontraba en esta población, por los informes que
le diera Villalonga, dando por supuesto también que la segunda
se hallaba en Vigo.
Mas no era así; porque los dos ejércitos revolucionarios ha-
llábanse á la distancia de 82 kilómetros uno del otro, con tiempo
necesario para fusionarse antes de que el comandante general
de las fuerzas del Gobierno llegase á Santiago, y con recursos
sobrados para batirlo y rechazar ventajosamente su agresión.

(1) Doc. que postemos.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 247

El arma de Caballería, única superioridad que sobre los pro-


nunciados llevaba Concha, figuraba, como tenemos expuesto en
otro lugar, de un modo ridículo en las operaciones por él inven-
tadas, si se tiene en cuenta lo accidentado del terreno gallego.
De estas cortas reflexiones cabe deducir—como arguyen
algunos comentaristas—que el general Concha «no podría legi-
timar ante los peritos en la ciencia de la guerra, su salida de
Orense el día 21 para Santiago, sino teniendo la seguridad de
que la división de su enemigo Rubín, permanecería inactiva du-
rante su marcha».
Y estos juicios se confirman por las manifestaciones que el
jefe revolucionario hiciera en Ribadavia y Carballino, á sus ami-
gos, acerca de que «en aquella campaña no pensaba descargar
un fusil.» ( i )
Salió, pues, el general de Orense, el 2 1 , llegando á San
Pedro de Gesta en el propio día; y ya en este punto, dicta una
orden á Chinchilla para que en la mañana del siguiente, prosi-
guiese su marcha con todas las fuerzas acantonadas en Lalín,
continuándola hacia el puente Ledesma sobre el Ulla, recomen-
dándole que con cuatro baterías de Montaña, tomase el camino
de Lage por la carretera de Santiago, en cuyo lugar debía en-
contrarse con las tropas que le precedían de Orense.
Extendió otra orden para que el brigadier Rodríguez Soler
se incorporase con las suyas á las de Chinchilla, haciéndose
cargo del mando de todas ellas, las cuales componíanse del ter-
cer batallón del regimiento de América, el Provincial de Guada-
lajara, seis compañías del regimiento de la Reina, 200 caballos
y dos piezas de Montaña.
El general llevaba consigo tres batallones de infantería, que
eran el Provincial de Mondoñedo, el segundo del regimiento de

(1) Dicen que Concha, durante su estancia en Orense, afirmó que Rubín
no lo batiría ni haría por ser batido por él.—Aseglírase también que en aquella
campafia no pensaba descargar un fusil. El mismo Concha, en el parte que envió
al Gobierno, desde Orense, expresa lo siguiente: Creo que mientras ejecute yo este
movimiento sobre Santiago, no se separarán mucho de Vigo las fuerzas pronuncia-
das en aquella plaza. Estas fuerzas eran las de Rubín».—Do P O R T O , ob. cit.,
nota, pág. 1 7 4 .
248 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

América y el segundo también del de la Reina, dos escuadrones


del mismo nombre y cuatro piezas de Montaña.
Todo este conjunto de fuerzas formaban una importante
división; y convencido del provecho que habría de reportarle,
comprendiendo que el único enemigo que tenía que combatir
era Solís,—pues á Rubín teníalo ya descartado,—resolvió anti-
ciparse al movimiento de aquél, sobre Santiago para cortarle la
vanguardia, y de ser posible envolverlo y derrotarlo.
Al efecto, continúa su marcha en la madrugada del 2 2 , de-
jando á Gesta, proponiéndose llegar á Compostela durante el
día, á pesar de las nueve leguas de distancia que tenía que
recorrer.
Antes de la mitad d é esta jornada, le participan que Solís
entrara en aquella ciudad la noche anterior; viéndose entonces
en la necesidad de variar de itinerario, inclinándose hacia la iz-
quierda del Ulla, y ocupando á hora avanzada de la noche, á
Santa María de Vaamonde (distrito municipal de T e o ) , en cuya
rectoral descansaron él y sus ayudantes de campo.

•v

En la relación oficial de la expedición de Galicia, ó sea la


Campaña de diecisiete días, se expresa que «el plan de esta
operación, fué el fruto de una de aquellas inspiraciones á las
cuales se debe frecuentemente en la guerra el éxito de los movi-
mientos más difíciles; que el general Concha había formado el
concepto de que las tropas revolucionarias tomaran el camino
de Padrón con el intento de penetrar en Vigo al saber la apro-
ximación de las fuerzas leales; que á las cinco de la madrugada
del 23, se informó de que aquellas salieran de Santiago y que se
encontraban en la aldea de Cacheiras, cuya dirección era, en efec-
to la de Padrón; que conociendo ésto, formó el general sus tropas
y las encaminó con toda celeridad hacia el puente Vea para in-
terponerse sobre este paso preciso y cortar completamente la
línea de marcha de los enemigos; pero que no tropezando con
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 249

ellos ni viéndolos aparecer por esta parte, retrocedió á Santiago;


y que á los cortos momentos, observó que se ocupaban en po-
sesionarse de las alturas de Cacheiras, disposición á que los
obligó, el comprender allí el último movimiento de Concha sobre
el Vea, incapacitándolos, por este motivo, para proseguir su
marcha».
Desmentir una no pequeña parte de tales aseveraciones, es
obligación nuestra—dice Do Porto—aunque por ello no quede
bien librada esa apetitosa gloria que tanto buscan los hombres,
citando como golpes de la inspiración del g e n i o , los que no son
más que favores de la caprichosa fortuna. «El fatal error que
indujo á Solís á tomar el camino de Cacheiras para atacar á las
tropas del Gobierno de Madrid que por este punto se dirigían
abandonando para ello el resto y desembarazado de la retirada
que se había adoptado antes, con el fin de defenderse en Padrón,
se desvanecerá como leve humo esa tela de combinaciones tan
ingeniosamente elaborada en la Campaña de diecisiete días. En
estos hechos no se ve otra mano sabia que los dirija, más, que
el fatal sino de la revolución gallega, arrastrada desde que nació,
por un torrente de calamidades; y que en su última hora, fué á
entregar su cuello mal cubierto, á la segur enemiga.»
A estas racionales consideraciones del discreto narrador,
habremos de agregar, que la buena causa de la revolución ga-
llega con toda su virtualidad y pureza de sentimientos; con todos
sus calamidades y multiplicidad de desaciertos de sus cabezas
directoras, no abortó por impotente, ni su fracaso se derivó de
la feliz inspiración del guerrero encargado de vencerla y
ahogarla.
La Campaña de diecisiete días, especie de epitalamio de las
bodas del general Concha con el Gobierno de Isturiz, tenía que
justificar ante el país, la razón de la sin razón que alegaba ese
mismo Gobierno, más concupiscente y despótico que el que
acababa de ser depuesto y presidido por D . Ramón María
Narváez.
Solís, según luego explicaremos en el siguiente Capítulo,
partió de Santiago para buscar á sus enemigos: no fueron éstos
hacia él, como se trató de demostrar en la hiperbólica relación
250 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

oficial. Es inexacto, pues, que el caudillo revolucionario, al pre-


tender escaparse victima de una estrategia militar, hubiese caidó
en las manos de sus contrarios.
Pudo retirarse á Padrón, como eran los deseos de la Junta
Suprema de Santiago, por el camino real; y aun creyendo que
éste estuviese interceptado, se inclinaría á la derecha en lugar
de hacerlo á la izquierda, por cuyo punto no era dudoso que se
hallaba el enemigo.
Entonces es falso—arguye do Porto—el hecho consignado
en el referido documento oficial, que Solís tomase la dirección
de Cacheiras, la más lejana y prolongada, y la más expuesta de
todas para dirigirse á Padrón. «Si tal fuese su pensamiento,
tuvo lugar para practicarlo fácilmente después de la acción de
Cacheiras.»
El general en jefe del Ejército libertador gallego, confiado
en que habría de recibir con oportunidad los auxilios necesarios,
juzgó segura, como Napoleón en Waterloo, la victoria sobre su
rival; y en esta confianza, fué á buscarlo y reñir combate; pero
ya en el terreno, vino á palpar la decepción más espantosa,
cuando, como el capitán del siglo X I X , vio encima el desastre
Y aquella alma nobilísima, en la que sólo se refundía un
amor ingénito por la causa de la libertad, sufrió las consecuen-
cias de un desaprensivo y tornadizo soldado, arrastrando consigo
en la desgracia á otras almas hermanas, tan difíciles de encon-
trar en estos tiempos dominantes de amorfía social.
CAPÍTULO X I I (o

Movimientos de la división de O. Miguel Solís, y avance de las fuer-


zas del general Concha.—San Simón de Cacheiras y Montouto.—
Preparativos estratégicos de ambos ejércitos.— Batalla de Mon-
touto conocida por la de Cacheiras.

E l día 22, r e c i b e n s i m u l t á n e a m e n t e l o s j e f e s r e v o l u c i o n a r i o s
S o l í s y R u b í n , confidencias oficiales de q u e el g e n e r a l C o n c h a
saliera de Orense emprendiendo un movimiento estratégico
sobre Santiago.
S u p o n i e n d o el p r i m e r o de aquéllos que su c o m p a ñ e r o estaría
d e s d e l u e g o e n t e r a d o del particular, c o m o era i n d u d a b l e , apre-
suróse á c o m u n i c a r l e q u e se p u s i e s e i n m e d i a t a m e n t e en m a r c h a ,
t o m a n d o la dirección de C o m p o s t e l a , p a s a n d o p o r S o u t e l o de
M o n t e s é inclinándose hacia el U l l a á fin de o b s e r v a r minucio-

(i) P u b l i c a d o p a r t e d e este C a p í t u l o en la r e v i s t a Galicia, d e l a H a b a n a ,


los días 3, 18 y 23 de Octubre de 1904, y r e p r o d u c i d o en l a Revista Gallega
d e la C o r u ñ a en los del 20, 26 d e N o v i e m b r e , 3, 10, 17 de Diciembre de 1904
y 7 y 21 E n e r o d e 1905.
252 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

sámente los pasos del enemigo, y facilitarle cuantas noticias


considerase de interés para tratar de inutilizarlo.
Juzgaba Solís hallar dispuesto á Rubín para venir vigilando
la retaguardia de Concha, según se había acordado, con el obje-
to de castigarlo antes que intentase meterse en Santiago; mas
como éste realizaba su marcha aceleradamente, cuando suponía
que sus combinaciones darían el resultado que se esperaba,
supo á las tres de la tarde que entrara en San Ciprián de Chapa
con fuerzas numerosas; y dedujo, ante el lamentable retraso
de Rubín, que su proyecto sufriría un completo fracaso. (1)
Noticia tan inesperada, impulsó á Solís á replegar sus avan«
zadas, que se habían posesionado del puente Ulla, optando por
esperar al enemigo en Santiago, ocupando los puntos más es-
tratégicos y las avenidas por donde éste pensaba forzar la
entrada.
L a Junta Suprema desaprueba esta resolución, sustentando
con muy buen sentido, que debía evitarse el menor daño posible
al vecindario; y sobre todo, por desconocerse la actual situación
que ocupaba la segunda división revolucionaria, de la cual no
se tenía la menor noticia.
En virtud de esta oposición que Solís no dejó de reconocer
en principio, procura entonces variar de estrategia, retirando su
vanguardia del puente Ulla dirigiéndola á Padrón, por estimar
como más ventajosas las posiciones de esta villa, para hacer
frente al enemigo y esperar allí la llegada de las fuerzas de
Rubín; aprovechándose al propio tiempo de una pieza de artille-
ría y algunos carros de municiones recibidas de Vigo y llegados
el día anterior á Padrón, para el caso probable de tener que
abandonar á Santiago.
Al efecto, extendiéronse las órdenes de marcha para las doce
de la noche; formando previamente á las diez de la mañana en
la plaza de la Constitución (2) todo el contingente de la primera
división, agregándose á ésta, los guardias civiles y los naciona-
les, así como los licenciados del ejército que ya se hallaban mu-

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 1 1 7 . — P I R A L A , ob. cit., pág. 4 6 3 .


(2) Conocida por la del Hospital, y hoy de Alfonso X I I .
FRANCISCO ÍEÍTAMAÑOÍ GASTÓN 253

nicionados y uniformados; colocándose las avanzadas en el


Puente de la Rocha hacia el camino de Padrón, punto por
donde se acordara la retirada, ( i )
A las cuatro de la tarde del propio día, sorpréndese en los
suburbios de Compostela una comunicación dirigida al general
Concha por el Capitán general del distrito, manifestándole que
sabiendo que las fuerzas revolucionarias doblaban en número á
las leales; y por tener el convencimiento de que entre éstas
existían individuos sospechosos, cuyos deseos llevaríales en el
primer momento á engrosar las filas de las primeras, aconsejá-
bale que sin comprometerse en ninguna acción, se incorporase
inmediatamente á las tropas que se encontraban en la Coruña,
á fin de no exponerse á una sensible contingencia que redunda-
ría en perjuicio de las instituciones «por las que en primer
término debía velarse; puesto que, de no seguir esta indicación
se perdería todo irremisiblemente». (2)

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 1 7 8 .

(2) «Era el portador de este oficio un tal D. Manuel Alban, de muy dudo-
sa conducta, condenado en Octubre de 1 8 3 6 por la Audiencia de la Coruña á
ocho años de presidio por delitos de infidencia contra la reina Isabel II y la
libertad.—El general Villalonga recompensó sus servicios especiales prestados
á la causa del gobierno de Madrid durante la revolución de Galicia, nombrán-
dole Secretario del Ayuntamiento Conslituciotial de Santiago formado por su
autoridad después de la catástrofe de Cacheiras del 2 3 de Abril. Este Ayunta,
miento, estúpidamente reaccionario, ('*) dispuso en sus primeras providencias
picar la lápida de la plaza de la Independencia (**) á la que se había dado este
nombre porque en su recinto juraron los literarios de 1 8 0 8 salvar al pueblo es-
pañol de la agresión francesa. ¿Qué otra cosa puede marcar mejor el sistema de
exterminio seguido en Galicia contra todos los recuerdos heroicos desde la in.
fausta época de Abril, que esta horrible proscripción, que ha hecho polvo un
padrón de gloria, patrimonio de todos los partidos, honor de todo un pueblo y
recuerdo de una nacionalidad que ya casi existe en la historia, y eso, porque es
imposible despedazar sus páginas. Los instintos de ciertas reacciones son aún
más salvajes que la espada del feroz Atila >—Do PORTO, ob. cit., pág. 1 7 7 . —
P I R A L A , ob. cit., pág. 459.

(*) V é a s e la nota d e nuestro Capítulo I I I .


(••) D e la Quintana, después d e los Literarios; siempre se la c o n o c i ó p o r el primero d e
d i c h o s nombres.
254 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Por otra parte, infórmase Solís de otras comunicaciones de


personas de crédito y delegados que la Junta Superior tenía en
Lalín, confirmatorias, todos ellas, en que las fuerzas de Concha
que por el Ulla marchaban hacia Santiogo, se reducían sola-
mente á dos batallones y un escuadrón escaso; y que abandona-
ran aquel itinerario para seguir el de Padrón, marchando en
completo desorden y racionándose por si mismas por las aldeas
inmediatas, apelando para ello á medidas violentas, ( i )
Por estos datos que Solís, creía ciertos, juzga sus fuerzas
superiores a l a s de Concha: supone á éste camino de Lugo; que
las tropas de que trataban las noticias eran las de la columna
Chinchilla, compuestas nada más que de las dos indicadas uni-
dades y algunos caballos, con cuyo contingente, aquel general,
pensaba ocupar á Puente Cesures y Padrón, Ínterin las del bri-
gadier Mac-Crohon, que se hallaban apostadas en Palavea, cerca
de la Coruña, operarían sobre Santiago para después, reunidas
ambas columnas, hacerlo sobre Pontevedra. En este concepto
de apreciación, concibe la idea de caer encima de las primeras
y derrotarlas; y sin perder momento, echarse sobre las últimas;
destruyendo, al batirlas en detalle, las combin'aciones del gene-
ral en jefe de las fuerzas del Gobierno central.
No iría descaminado Solís en sus cálculos, si afortunada-
mente fueran veraces los informes que le facilitaran respecto á
las evoluciones de Concha y de sus fuerzas; y tan equivocadas
eran las tales informaciones, cuanto que, como expresamos en el
precedente Capítulo, constituíanse aquellas de un número supe-
rior á las de Solís, (2) á pesar de manifestar lo contrario en su

(1) Benito García de los Santos en El Pensamiento de la Nación, de 6 de


Mayo de 1 8 4 6 , pág. 2 7 8 , dice que Concha pensara tomar á Santiago el 2 2 antes
que llegara Solís; pero al saber que éste entrara ya en la ciudad y como él no
podía llegar sino á una hora avanzada de la noche y sus tropas tenían aquel día
andadas nueve leguas, mandó hacer alto pernoctando en Vaamonde para luego
tomar el camino de Vigo. Al siguiente día supo que estaban en el pueblo de
Cacheiras y conoció el número de fuerzas que los pronunciados tenían. Entonces
se detuvo á esperar la incorporación del resto de las suyas
(2) 4.000 hombres, expresa Benito García de los Santos; pág. 266 de El
Pensamiento de la Nación, de 2 9 de Abril de 1 8 4 6 .
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 255

oficio, el Capitán general de la región. Confiado, pues, en seme-


jantes informes, decídese á poner en práctica su pensamiento,
circulando á sus avanzadas la orden para que se retirasen del
puente de la Rocha y tomasen el de la Pedriña por el camino
del Castiñeiriño.
La Junta, ajena al principio á este movimiento, no quiso
oponerse por esta vez al mismo; pero no dejó de consignar, sin
embargo, su protesta, por juzgar aventurado el procedimiento
de ir á buscar al enemigo, desconociéndose como se desconocía
la situación fija de la división de Rubín.
A las doce y media de la noche, sale de Santiago la columna
de Solís con éste á la cabeza, acompañada también de la Junta
Suprema, cuyos individuos se separaron de las fuerzas, á su
salida de la ciudad, siguiendo la carretera de Padrón.
Hízose la marcha muy lentamente por consecuencia del de-
terioro en que se hallaba el último puente que no dejaba más
tránsito que para un hombre solo; llegándose con tal motivo, y
con extraordinario retraso, al despuntar la aurora, á la aldea de
Cacheiras (Teo), en cuyo punto dióse la orden de descanso, (i)

(i) Hemos recabado del Secretario del Ayuntamiento de Teo, nuestro


amigo D. José Rodríguez López, todos cuantos datos existieran en el Archivo
municipal y de especial interés para nuestro trabajo; y lo único que aparece del
libro de actas de aquel año, es el acuerdo siguiente:
«Hay un sello en seco que dice: Isab. 2 . P. L. G. D. y la Const. Reina de
a

las Españas. Oficio 4 ms. año 1 8 4 6 . — E n la Casa de sesiones de Lucí á siete de


mayo de mil ochocientos cuarenta y seis. Reunidos los Sres. de ayuntamiento
que abajo firman se les hizo presente por el Presidente de la Corporación de las
continuas quejas que recibe sobre el ruinoso estado del puente Cacheiras (*) en
tanto grado que no han podido pasar las tropas del Excmo. Sr. General Concha
en la última revolución teniendo que echarse por las heredades inmediatas. La
Corporación acordó que el Sr. Presidente se valga de un cantero de confianza y
más á propósito para que componga el dicho Puente inmediatamente, cargando
el importe de la composición al artículo imprevisto. Con lo cual se dio por con.
cluída esta sesión después que así lo acordaron los individuos del ayuntamiento
que firman de que yo vocal secretario certifico:—Ramón Blanco, Mateo Carba-
11o, Pedro Nieto, Manuel Crespo, Manuel Tejo, Manuel Rodríguez y Manuel
Cadeira. P. S. Pedro Antonio do Eyo.»—Archivo Municipal del ayuntamiento
de Teo.

(*) Pontillón da Riveira.


256* LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

I I

San Simón de Cacheiras es una parroquia que cuenta 1.092


habitantes de hecho y 1.220 de derecho. (1) Pertenece al distrito
municipal de Teo, distando de Padrón, cabeza del partido judi-
cial, diez kilómetros, y cinco próximamente, de la ciudad de
Santiago. Su. capital que es una aldeita muy alegre y animada,
consta de 1 1 7 almas y fórmanla un conjunto de 2 4 casas, todas
ellas de labradores. Está situada en un llano ó planicie resguar-
dada en su parte Norte por una cordillera denominada Mon-
touto, en cuya falda tuvo lugar la memorable acción que vamos
á relatar. Montouto dista de Cacheiras un kilómetro escaso, sir-
viendo de pantalla á dicha aldea, para poder divisar desde ella
la monumental Compostela.
Por el lado Sur y Sureste, ó sea el lugar llano en que Ca-
cheiras hállase desembarazado de obstáculos montañosos, pasa
la carretera provincial que parte de Santiago á Cuntís por el
Castiñeiriño, donde en aquella época no había más que un ca-
mino de carro; al Este y á unos seis kilómetros, culebrea la de
Santiago á Orense, y por el Oeste y á igual distancia, la del
Estado de Santiago á Padrón.
Desde Montouto, abstráese el espectador al admirar el poé-
tico panorama que á su vista se presenta, destacándose en pri-
mer término los pintorescos y exuberantes valles de Cacheiras
y Recesende, con sus agrupaciones escalonadas de blancas casi-
tas, que se asientan en los lugares de Constenla, do Sixto, Re-
cesende, Cacheiras, San Simón, Riveira, Sebe, Feros y Rejo,
hasta dominar todas aquellas extensas y risueñas lejanías que
completan la cuenca de la Ramallosa, Luci, Raris, Sales, Illobre,
Oza, Reyes al Puente Vea, con su profusión de grisáceas mon-
tañas, sobresaliendo la del famoso Pico Sagro, ese monte de

(1) 1 . 1 1 8 almas consigna Platas Freiré en su Nomenclátor de las provincias


de Coruña, Lugo, Orense y Pontevedra, arlo de 1 8 7 3 . El afio de 1 8 4 6 Cacheiras
sumaba aproximadamente una población de 8 9 5 habitantes.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

gran importancia legendaria por su riqueza en leyendas, tradi


diciones y recuerdos históricos.
Otros pueblecitos divísanse igualmente hacia la floreciente
vega del Ulla, como el valle de Santa Lucía, que presenta,

como el de Cacheiras, múltiples variantes de esmeraldina alfom-


bra, festonándolo espesas robledas, castañares y los esbeltos y
aromáticos pinos, tan cantados por la lira del ilustre poeta
Eduardo Pondal.
Completa todo este polícromo paisaje, uno de esos cuadros
17
2$8 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

tan peculiares y sugestivos que reprodujo la inimitable paleta de


nuestro malogrado Ovidio Murguía.
No parece sino que el destino había reservado á la noble re-
volución gallega, la belleza de esa pequeña porción de tierra
para las primeras pruebas de su sacrificio: tan en consonancia
estaban las ideas de la una con la's bondades de la otra!....

I I I

Indícale en Cacheiras un aldeano á Solís, que se divisaba


gente armada en una eminencia de los montes cercanos, esto es,
por la parte de Vilariño y Vaamonde. (1)
Efectivamente, eran las fuerzas de Concha, que ya conven-
cido de que Rubín no se movería con su división de Ribadavia,
podría con toda seguridad avanzar sin el menor obstáculo hacia
Santiago para sorprender y dar el primer golpe de muerte á la
revolución gallega.
Por eso la Junta compostelana, más perspicaz y más descon-
fiada que Solís, no iba desacertada en sus juicios; y por algo, y

(1) L a víspera de la batalla de Montouto—conocida por la de Cacheiras—


pernoctó el general Concha en la rectoral de Santa María de Vaamonde. Plácida
estaba la noche, aunque su cielo estuviese cubierto de densos nubarrones. De
cuando en cuando rasgábalos la luna, lanzando á la tierra sus melancólicos des-
tellos, para iluminar la esplendidez del paisaje. El general, después de cenar,
asomóse al elevado balcón de la rectoral; y al apoyarse en el antepecho de éste,
quiebra la madera por hallarse lalsa ó podrida. En nada estuvo que su cuerpo se
estrellase en el pavimento, si á tiempo no lo sujetara uno de sus ayudantes de
campo, exclamando soltó voce:—Los diosee son propicios al general.—-Y no se
había equivocado en su profecía.
Esta anécdota se la debemos al ilustre Abad de la Colegiata de la CoruSa,
nuestro bondadoso amigo D. Ramón Bernárdez, que desempeñó el curato de
Santa Eulalia de Oza (Teo), limítrofe de la parroquial de Vaamonde, y que la
recogiera á su vez del anciano cura de esta feligresía, testigo presencial del
suceso.
Al comentarlo el párroco de Vaamonde, daba gracias á la Providencia por-
que el general Concha no sufriese la menor lesión; que de ocurrir lo contrario
hubiera peligrado la vida de aquél, atribuyéndose el incidente á un plan fra-
guado de antemano por los partidarios de la revolución.
FRANCISCO TETTAMANOY GASTÓN 259

para salvar sus prestigios y los de la causa gallega, determinara


separarse de la columna santiaguesa, abandonando la ciudad y
encaminándose á Padrón, como lugar más seguro en caso* de
malograrse los propósitos de aquél.
En cambio, debe ser también objeto de alguna disculpa, la
conducta de Solís. Este, por las noticias que recibiera, juzgaba
débil al enemigo; y en este supuesto, aprovechando un golpe
seguro, salvaría él á su vez los fueros de la libertad, y del prin-
cipio revolucionario que con tanto ardor defendía.
Y la prueba evidente de sus arrestos y de la convicción que
tenía en la victoria es, la de que al ver aparecer á su contrario,
y observar que se ocultaba en seguida tras de una loma, figurá-
base que Rubín venía picándole la retaguardia. De ahí que se
adelante á su encuentro, y tome previamente, á la izquierda de
la aldea, algunas insignificantes posiciones.
Vuelve nuevamente á divisarse el enemigo en dirección á
Santiago; el que, al distinguir igualmente la columna revolucio-
naria, continúa por su flanco izquierdo en movimiento de avance,
hasta oscurecerse de nuevo por entre una cañada.
Continúan Solís y los suyos forjándose la ilusión de que el
general Concha pretendiendo unirse á su compañero Villalonga,
rehuía el combate, ocupando el camino de Compostela por la
parte opuesta á las posiciones que aquellos traían, esto es, por
el lado de Oza é Illobre; pero al verle reaparecer rápidamente
en sentido contrario, Solís, que, para perseguirlo abandonara las
suyas, advierte la nueva evolución de éste, y acto seguido, con-
centrando sus fuerzas entre el lugar del Monte y la falda de
Montouto, se apresta á la lucha, desplegándolas en batalla.
Considera que la llave de aquellas posiciones, que con ma-
yor garantía podía oponerse al avance de su enemigo que franca
y resueltamente demostraba la intención de forzar el paso para
dirigirse á Santiago, la constituía el flanco derecho de la cordi-
llera, por su elevación y absoluto dominio del camino; y allí
sitúa, bajo su inmediato mando, el segundo batallón del regi-
miento de Zamora, los Provinciales de Gijón y Segovia, los
guardias civiles y la sección de lanceros de Villaviciosa, ó sea
$6a L A REVOLUCIÓN GALLEGA Í)E 1846

lps 20 ginetes de que únicamente disponía, extendiendo así su


línea en dirección á la ciudad compostelana.
- El otro extremo de dicha cordillera, que en declive suave y
á propósito para maniobrar la caballería podría considerarse más
asequible para el ataque y peligroso por lo tanto para temer un
movimiento de flanco, fué ocupado por el comandante D. Víctor
Velasco con dos compañías escasas de milicias, 60 licenciados
del ejército al mando de D. Vicente Cobián y 25 nacionales á
las órdenes de D. Pedro Fernández Taboada, ayudante de Solís.
A vanguardia de esta línea de batalla, sobre unos 200 me-
tros, se halla el pueblecito de Cacheiras, y á otros 1.500 el lugar
del Monte siguiendo á éste el de la Pobóa que ya se enclava en
la falda de Montouto, cuyas casas ocupaban los guardias civiles
como punto más avanzado y practicable para el ataque.
Acelera Concha su avance, entrando por el Pontillón da Ri-
veira situado á la salida del pueblo de Cacheiras, actual camino
viejo de Montouto á Santiago, haciendo alto en este punto; y
alarga su línea formando una diagonal, cuya ala derecha, toca
uno de los extremos de la falda de Montouto, y la izquierda
extiéndela hasta la mitad del hermoso valle de Cacheiras. (1)
Las fuerzas del general, componíanse de dos batallones del
regimiento de América, el segundo batallón del de la Reina, el
Provincial de Mondoñedo, 200 caballos y cuatro piezas de Mon-
taña, sin contar con los poderosos elementos que á corta distan-
cía le seguían, mandados por el brigadier Rodríguez Soler.

(1) El 1 3 de Noviembre de 1 9 0 4 , estuvimos examinando todo el terreno


que llevamos descrito, acompañados de los buenos amigos de Santiago D. Pablo
P. Costanti Ballesteros, D. Cayetano García Cairo, D. Ángel Rey y D. Vicente
Nayeira, tomando al efecto varias fotografías de aquellos pintorescos parajes,
para ilustrar nuestro libro.
El Secretario del Ayuntamiento de Teo D. José Rodríguez López y el Al-
calde D. Ignacio Blanco, que nos honran altamente con su amistad, prodigáro-
nos todo género de atenciones lo mismo en la indicada visita como en otras
posteriores que hemos vuelto á hacer á aquel lugar en Junio y Diciembre de
1 9 0 6 para rectificar algunos errores; acompañándonos varios de los susodichos
amigos, entre éstos, los inteligentes aficionados D. Román López y D. Casimiro
Marra, á quienes, como al Sr. Naveira, debemos las cuatro fotografías que pre-
sentamos en el presente Capítulo.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

Apoya su vanguardia en el ala izquierda—ó sea frente á la¿


derecha de Solís—con los dos batallones de América y el de la
Reina. En el centro colocó la artillería, á la derecha el Provin-:
cial de Mondoñedo, y la retaguardia formada exclusivamente '
por los dos escuadrones. ; . '

IV

Colocados en esta disposición ambos ejércitos, suena por el


de Solís el toque de avance.
Muévese rápidamente el ala izquierda de Concha al grito de
¡viva la Reina! ¡mueran los traidores! que es interrumpido con
otro ¡viva la Reina libre! ¡abajo la dictadura!
•Inmediatamente los guardias civiles apostados en la agrupa-
ción de casas que hemos citado mandados por D. Eduardo Ruiz
Pons, ( l ) oficial práctico de artillería, ordena romper el fuego,
causando algunas bajas á las avanzadas enemigas, que formadas
de las dos compañías de cazadores de América y de la Reina,
iban adelantándose á paso de ataque protegidas por la Artille-
ría, esforzándose en romper la línea central del ejército revolu-
cionario. Diferentes veces fueron rechazadas por el plomo de
éste, especialmente por los guardias civiles que no cejaban de
oponerse á dicho intento; mas cañoneados por fin los edificios
con las repetidas descargas que se les hacía, caen en poder del
enemigo tras de una obstinada resistencia, no sin dar tiempo á
los defensores para concentrarse á los suyos.
Solís y Velasco operaban bien; (2) pero comprendiendo el
primero que las intenciones de Concha eran dividir la columna

(1) Fadre del consecuente demócrata D. Ángel Ruiz Pons.—Hallándose


el D. Eduardo en la Coruña, se unió al movimiento gallego.—Había perdido *
anteriormente en la defensa de dicha plaza el año 1 8 2 3 contra los franceses, los
dos brazos, por virtud de la explosión de un cañón. En Cacheiras se batió con
valor heroico dando prueba de una serenidad y un estoicismo que causaba el
asombro de sus compañeros.

. (2) P I R A L A , ob. cit., pág. 464.


262 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

y envolver sus flancos, procura cohonestar la a g r e s i ó n , dispo-


niendo que las dos c o m p a ñ í a s de milicias c a r g a s e n contra las
a v a n z a d a s e n e m i g a s , quedándole á V e l a s c o c o m o v a n g u a r d i a , los
licenciados del ejército, y c o m o retaguardia los 25 n a c i o n a l e s y
los guardias civiles que se le reunieran después de la defensa de

las casas s u s o d i c h a s . D e esta forma haría ver á C o n c h a que"'en


aquel punto existía m a y o r n ú m e r o de fuerzas para resistir la
acometida.
A s í debió entenderlo el general, c u a n d o se vio que los fuegos
de su artillería, lanzados con puntería certera, hacia el g r u p o de
FRANCISCO TETTAMANOY GASTÓN 2$3

las gentes de Velasco, impidieron á éste el avance, aunque no


el abandono de sus posiciones.
Resultando infructuoso por aquella parte el rompimiento de
la línea central de los sublevados, no obstante el fuego cada vez
más vivo que despedían los contrarios, varía Concha de táctica;
y sin dejar de cañonear á las fuerzas de Velasco, ordena, que
flanqueándole dos batallones, se sitúen en la falda opuesta de
Montouto, amagando su retaguardia. Los revolucionarios se ha-
llaban invalidados de dominar esta posición, porque posesiona-,
dos de la meseta de esta montaña, tenían que atender al propio
tiempo á la acometida de la vanguardia enemiga, que era la que
se empeñaba en romper su línea intermedia ó del centro, para
dividir sus alas, con el propósito, según llevamos expuesto, de
hacer prisionero uno de sus flancos.
Por virtud de esta sagaz operación de Concha, pudo enton-
ces hacerse cargo Solís, con abrumadora pesadumbre, de las
ventajas que iba tomando su rival, y de la superioridad de fuer-
zas que le combatían, singularmente las del avance de la caba-
llería de éste, con quien no ¡ D o d í a luchar, máxime, teniendo en
cuenta la bondad del terreno que á la misma se le presentaba
en aquellos momentos para maniobrar.
De pronto concibe la idea de emprender la retirada, reple-
gándose á Santiago.
— A Padrón debemos dirigirnos, objétale Buceta, defendidos
por esta línea de montañas que á nuestra derecha se destacan,
y cuyas erizadas crestas nos servirán de admirable resguardo.
Le contesta Solís que no había motivo para tanto aleja-
miento, fundándose en que, aun en la imposibilidad de poder
desalojar al enemigo de las posiciones tomadas, contaba con
que la división de Rubín habría de socorrerlos de un momento
á otro para tomar la revancha.
Aun esperaba los refuerzos del amigo y compañero; aun
confiaba en que su plan coronaría los éxitos de la revolución;
¡error lamentable que le arrastró desde aquellos instantes al fatal
desenlace desarrollado tres días más tarde en Paleo!
Dio orden para qne inmediatamente retrocediese el ala iz-
quierda á fin de evitar que no sufriese aislada el empuje del.:
264 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

e n e m i g o ; mas era tarde: al llegar la vanguardia revolucionaria á


la c u m b r e del cerro, vésela pronunciar en retirada p o r la a v a -
lancha de combatientes que se le echara encima.
Corre á protegerla el s e g u n d o batallón de Z a m o r a , batién-
dose v i g o r o s a m e n t e con diferentes suertes y á q u e m a r o p a , y

disputando el terreno palmo á palmo. (1) Por c o n s e c u e n c i a de


este inesperado m o v i m i e n t o , d e s o r g a n í z a s e la retaguardia que

(¡) Benito García de os Santos en Ei Pensamiento \dc la Nación, de 6 de


Mayo de 1 8 4 6 , pág. 2 7 8 .
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 265

marchaba á larga distancia siguiendo y amparando la van-


guardia.
En esta confusión—dice Do Porto—son bárbaramente lan-
ceados varios licenciados y nacionales, quedando en poder del
enemigo casi todos los bagajes de los revolucionarios, (i)
El batallón de Zamora continuaba combatiendo con un ardor
y heroísmo espartanos á las fuerzas duplicadas del Gobierno de
Madrid, haciéndoles bajas considerables, Ínterin tanto varias
compañías de los provinciales de Segovia y Gijón custodiando
unas cargas de municiones, declarábanse en retirada por el
puente Pedriña á Santiago.
Próximas ya al puente dichas compañías, quiebra la cuerda
que sujetaba las municiones, desparramándose éstas por el suelo;
y al pretender recogerlas los soldados, interrúmpeles la operación
la caballería contraria, echándose impetuosamente encima. De
pronto, ábrense en dos flancos los infantes de Gijón y Segovia
ocupando ambos taludes del camino disponiéndose á hacer
fuego sobre los ginetes; pero temiendo herirse recíprocamente
los dejan pasar. Al continuar éstos su carrera, disparan, enton-
ces contra ellos los granaderos de Segovia una certera descarga,
causando la muerte de algunos entre éstos la del oficial que
loS"mandaba.

(1) En la acción de las casas, cayó gravemente herido, atravesado el


pecho de un balazo el veterano capitán graduado D. José Ignacio Gómez
Rodríguez, hijo de la Coruña, que había abrazado la causa revolucionaria como
uno de sus más fervientes apóstoles. Tendido en el campo de batalla fué tras-
ladado después de la acción al hospital de Santiago, ocupando una de las
camas de la sala de San Cosme. Luchando entre la vida y la muerte, estuvo en
aquel establecimiento desde el día 2 3 de Abril hasta el 1 1 de Noviembre de
1 8 4 6 . Curado por fin de su grave herida y acogiéndose al decreto de amnistía,
fué dado de baja en el ejército, hasta que reintegrados los principios liberales
volvió al servicio activo con el empleo de capitán. Este bizarro militar encon-
tróse en distintos pronunciamientos, todos ellos en defensa de la libertad.
También había luchado valientemente en la primera guerra civil carlista y en
la campaña de África, siendo herido de consideración. Obtuvo en dicha campa-
ña dos cruces de San Fernando habiendo solicitado al poco tiempo, su retiro d e .
comandante. La hoja biográfica de este militar, es por todos conceptos un do-
cumento muy honroso.
266 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

«Esta c a r g a — o b s e r v a D o Porto, — es sin duda la que nos


cita la aludida Expedición de Galicia y que s u p o n e haber sido
contra el s e g u n d o de Z a m o r a . L e j o s de dejar sin rectificar tal
inexactitud, nos toca añadir aún, que lejos de ser desbaratado
c o m o allí se dice, aquel puñado de g i g a n t e s en el d e n u e d o , hacía

morder el p o l v o á los que o s a d o s intentaban r o m p e r sus filas.»


«Un valor inmenso tuvo, si, esta c a r g a de que nos o c u p a , y
á la cual d a m o s tanta importancia para sus efectos, que s e g ú n
nuestro entender, en ella ha sido donde C o n c h a consiguió el
el laurel de la victoria. N a d a ha valido que con ella se d i s p e r s a -
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 267

sen algunas compañías; nada tampoco que la caballería pasase


á situarse á la entrada de Santiago: valióles, sí, que cargados de
cerca los soldados tuviesen que abandonar al enemigo las únicas
municiones de que disponía la columna de Solís. A pesar de los
ataques continuados de una numerosa caballería contra soldados
bisónos, como son en esta época todos los del ejército español;
á pesar de las repetidas granadas dirigidas sobre las masas, á
pesar de ir desorganizadas la mayor parte de las fuerzas del ejér-
cito revolucionario, más de una una vez hicieron retroceder á
sus enemigos; y no bien llegaron á apoderarse de las primeras
casas de Santiago, fué tanto el coraje que se encendió en sus
atrevidos pechos, que Concha tuvo que detener el empuje de
sus avances; y sino esperase por el pronto refuerzo del briga-
dier Rodríguez, indudablemente desistiera del vano empeño de
rendir aquellos leones.»
Ninguna exageración existe en lo manifestado por el autor
de la Reseña histórica de los últimos acontecimientos de Galicia.
Hemos leído detenidamente su admirable trabajo, y examinado,
también, con escrupulosidad, todo cuanto documento oficial
nos fué facilitado, y que vamos citando, estractando ó copiando
literalmente en nuestra obra.
A la vista tenemos original, el parte oficial del general Con-
cha acerca de la acción de Cacheiras y su entrada en Compos-
tela,—fechado en esta ciudad el 24 de Abril de 1846—dirigido
al Ministro de la Guerra, así como el traslado de aquel al Capi-
tán general del distrito; y para que el lector juzgue de la impar-
cialidad de Do Porto, y de la que debe presidir en nosotros
evitando todo género de suspicacias y haciendo resaltar la ver-
dad de lo que ocurrió en dicho combate, reproducimos literal,
uno de los párrafos más salientes de ese documento que paten-
tiza á la vez los juicios del general en jefe de las fuerzas del go-
bierno central:
«Tan pronto como tuve reunidas estas fuerzas emprendí
sobre las diez de la mañana el ataque de aquellas posiciones
que traté de envolver por la izquierda para cortarles la retirada
á esta ciudad. Al observar mi movimiento por la izquierda, los
sublevados no se empeñaron eu la defensa de aquellas posicio-
268 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE IS46

nes y se pronunciaron en retirada, que sostuvieron c o n orden y


tesón, sin e m b a r g o de que aquellos batallones no se detenían por
el vivo fuego que sufrían. El terreno 110 era favorable para la
caballería. Sin embargo, tratando de interponerse entre la p o b l a -
ción y los sublevados me puse á la c a b e z a de la caballería y
cargué parte del batallón de Z a m o r a que se salvó á m e r c e d de

SANTIAGO: IIOSI-ITAI. KEAI.

unas casas y huertos de los cuales h/rso un fuego que nos causó
algunas perdidas (1) pudiendo librar aquel batallón que por m o -
mentos estuvo prisionero. E n esta c a r g a llegué á c o l o c a r m e á
retaguardia de todas mis fuerzas q u e d á n d o m e con t o d o s sus

(1) De curtas particulares que poseemos 'le 1). José Gómez Rodríguez, Se
calculó entre ambos bandos 6 0 muertos y 1 S 0 heridos, sufriendo la mayor parte
las fuerzas de Concha..
FRANCISCO TÉTTAMANCY GASTÓN 269

equipajes y cajas, sin que hubiera obtenido, mayores resultados


por causa del terreno »
Vemos, pues, como el general Concha, no con escasas fuer-
zas como indica Fernandez de los Ríos (1) sino que disponiendo
de mayores recursos que su contrario, y con medios de tanta
importancia como la caballería y la artillería, no obtuvo por de
pronto en la acción, el menor resultado y sí algunas pérdidas,
que más tarde hemos podido comprobar al efectuar su entrada
en Santiago (2) con la nueva gente de refresco del brigadier
Rodríguez Soler.
Es más: el jefe de la división expedicionaria, no ocultaba el
valor y la abnegación de los sublevados, ni tampoco su singular
disposición en el combate.
Si Solís recibiese entonces los anhelados refuerzos de Rubín.
Concha probablemente hubiese vuelto grupas á Villafranca, ó
pereciese quizá en la falda de Montouto dando ejemplo de sol-
dado leal.
De todas suertes, que el mariscal de campo D. José de la
Concha perdiese ó ganase la acción de Cacheiras, el segundo
entorchado teníalo asegurado.
Había vencido sin peligro; pero como dijo el celebre gue-
rrero Eugenio de Saboya, «.vencer sin peligro es triunfar sin
gloria»

(1) Estudios históricos de los sucesos políticos en la España del siglo XIX,—
2 . edición, un tomo,- pág. 154.—Madrid,
A
1 8 7 7 . — E n g l i s h y Gras, editor.
(2) Cuando penetró Concha en Santiago dictó una orden al Alcalde de
dicha ciudad para que se dirigiese á los Alcaldes de Teo y Conjo con el fin de
que ilos muertos que hubiese en sus respectivos distritos por el resultado de la
acción de ayer, se entierren previo reconocimiento y recuento: y los heridos
sean remitidos al Hospital Nacional de Santiago (hoy Gran Hospital).—Archivo
del Ayuntamiento de Santiago.
CAPÍTULO XIII

Continúa la acción en las calles de Santiago.—El Convento de San


Martin.—Los sublevados se refugian en dicho edificio.—Toma del
mismo por las fuerzas de Concha.—Rendición de la división de
Solis.

Suspendida la acción durante unos momentos, los aprove-


charon los revolucionarios para internarse en la población com-
postelana, apresurándose á posesionar de los barrios del Sar,
Hórreo y Camino Nuevo. Y a en éstos, esperaban tos refuerzos
de la división de Rubín, comprendiendo que sin ellos, sería
aventurado continuar la lucha.
Si desesperanzados estaban por la falta de auxilios, con
idénticos recelos se hallaba la columna ofensora, inutilizada para
proseguir el combate siempre que no llegase á tiempo la fuerza
del brigadier Rodríguez Soler que con tanta ansiedad aguardaba
el general Concha; quien ya previa una sensible decepción, te-
miendo lo burlase Rubín, abandonando á Ribadavia y lo cogiese
quebrantado de ánimo por la ruda pelea que acababa de soste-
ner en Montouto.
272 LA REVOLUCIÓN GALLEGA t>E I846

Pero Rodríguez Soler no faltó viniendo á tiempo para reu-


nirse á los suyos; coyuntura que aprovechó inmediatamente el
general para acometer á los sublevados, disponiendo el ataque
contra la ciudad. Formó tres columnas, la de la izquierda c o n
el primero y segundo batallón de América, el Provincial de
Guadalajara, dos escuadrones y una batería de Montaña al
mando del coronel D . Francisco Lersundi, la de la derecha, á
las órdenes del brigadier Rodríguez Soler con un batallón de la
Reina, el tercero de América, el Provincial de Mondoñedo y
otro escuadrón; y la del centro, mandada por el propio Concha
que disponía de otro batallón de la Reina, 100 caballos y el
resto de la artillería.
A una señal dada por la descarga de una batería, lánzanse
las tres columnas á paso de ataque intentando desembarazar la
entrada que en los consabidos barrios obstruía el enemigo.
En este movimiento de avance, los sublevados iban retirán-
dose paulatinamente haciendo fuego hasta apoderarse de algu-
nas casas del arrabal de Conjo, con el objeto de intentar un úl-
timo esfuerzo de resistencia. El nutrido fuego con que fueron
recibidas las primeras compañías del segundo batallón de Amé-
rica, produjo en ellas un instante de indecisión y aun las más
avanzadas tuvieron necesidad de retroceder. (1)
«Apercibido Lersundi de este movimiento que podía un ins-
tante destruir las inmesas ventajas que obtuviera en dos horas
de constante combate, y no dudando que con un poco de ánimo
podría dar por resultado una completa victoria, lánzase en medio
de la fuerza dispersa, exhorta con calor á sus soldados, reanima
con el ejemplo su vacilante espíritu y á la cabeza de las dos
compañías de granaderos, se arroja sobre el enemigo, toma á
viva fuerza algunos edificios por él ocupados y concluye desalo-
jándole del arrabal. Atraviesa seguidamente el puente de San-
tiago (2) cuyo paso estaba defendido por un batallón, y con un
arrojo casi temerario y una serenidad digna de un valiente, pone

(1) F R A N C I S C O V A R G A S M A C H U C A : Vida militar y pública del Excmo. Señor


Don Francisco Lersundi, actual ministro de la Guerra.—Madrid, 1 8 5 1 . Pág. 2 3 6 .
(2) E s el puente de la Rocha.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 273

al enemigo en derrota; pero no sin haber tenido que lamentar


en las primeras descargas la pérdida de más de cincuenta hom-

bres fuera de combate. Un tanto parecía vacilar la victoria, á la


vista también de unos enemigos tenaces en su empeño, y cuya

18
274 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

causa que defendían, porque era la causa de la revolución, con-


tribuía no poco á su resistencia obstinada.» (i)
La resistencia á que alude Vargas Machuca encomiando el
heroísmo de Lersundi, la producía una media compañía escasa
de revolucionarios que al mando de un sargento y sin mas ba-
luarte que sus pechos, defendían el puente de la Rocha, haciendo
morder el polvo á muchos soldados de América—que aquel
escritor indica pasaban de cincuenta,—hasta que terminadas las
municiones, se vieron en la necesidad de retirarse. En esta
acción perdió la vida el capitán de granaderos del tercero de
América, Sr. Gelabert.
«No paró aquí su ardimiento—dice Do Porto —(2) pues al
llegar al Campo de Santa Susana, tropezaron con un oficial que
llevaba en un pañuelo algunos paquetes de cartuchos; y así que
los hubieron repartido, se detienen, vitorean á la revolución y
comienzan de nuevo á rechazar al enemigo que traía á sus es-
paldas. Por dos horas largas dieron cuenta de 500 hombres; y
era tanta la serenidad con que luchaban aquellos nuevos Cami-
los, que alternativamente salían de las filas uno á uno á refrescar
en una casa allí inmediata. Concluidas las municiones, echaron
armas al hombro y continuaron su retirada.»
El arriesgado D. Víctor Velasco, convertíase en héroe de
leyenda. Convencido de la imprudencia involuntaria cometida
por Solís, cuando en Cacheiras le aconsejaran él y Buceta la re-
tirada á Padrón, hacía esfuerzos sobrehumanos en aquellos críti-
cos momentos, lanzándose á la pelea con otra media compañía
del segundo batallón de Zamora, penetrando á la bayoneta por
entre las filas de los de la Reina y llegando por poco á arrebatar
la bandera de este Cuerpo. Lucha infructuosa, pues por la falta
de cartuchos, vióse igualmente en el caso de retirarse.
El batallón de Guadalajara que avanzaba por- la calle de las
Trompas, tuvo que variar de dirección retrocediendo por la
inmediata, á consecuencia de hostilizarlo un vivo tiroteo que le

(1) VARGAS MACHUCA, ob. cit., pág. 237. En esta acción fué recompen-
sado Lersundi con el empleo de brigadier.-—Ob. cit., pág. 2 4 0 .
(2) Ob. cit., pág. 191.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 275

hacían seis granaderos, desde lo más elevado del Torreón de la


Enseñanza. (1)
El combate proseguía cada vez con más encarnizamiento; y
con más ahinco aun por los pronunciados, que seguían resistién-
dose tenazmente.
El segundo batallón de América, algo aislado de su columna
y enervada su gente por efecto de las peripecias de la noche
anterior, se había guarecido en el convento de Belvis, presentán-
dosele una situación deplorable,—por tener que defenderse de
amigos y adversarios—en consideración á que el Cuartel general
que se había establecido en el barrio de Vista Alegre, lo tomaba
por gente sublevada, rompiendo sobre dicha unidad un horrible
cañoneo que le causó muchas bajas. No cesó este crítico trance,
hasta que el teniente ayudante de la misma, D. Lázaro Alcalá,
con un valor temerario, cruzó á'galope el fuego de ambas líneas
para deshacer la equivocación ante el general Concha, regre-
sando enseguida con la orden de éste, de que avanzase, y que
previamente, se quitasen los soldados las fundas de los morrio-
nes para distinguirse de los contrarios. Advertidos éstos de la
consigna, se apresuraron á imitarla para causar más confusión.
En el barrio del Hórreo y á la entrada de la puerta de la
Mámoa, otros grupos distintos de sublevados, sin oficiales que
los mandasen, se batían con el mejor orden y regularidad, vién-
dose á Concha infundir aliento á los suyos,—que iban dando
muestras de amilanamiento; — colocándose á la cabeza de la
columna y atravesando ileso por medio de una lluvia de balas.
«¡Estaba escrito, exclama Do Porto, que había de ser estéril la
cosecha de tanta heroicidad!....» (2)

(1) Hoy transformado su terreno en plaza de Abastos. Antes de haber de-


saparecido este Torreón, se llamaba comunmente Torreón del Picho de la Cerca
ó de San Agustín. Era un terraplén ó promontorio, resto ó vestigio de la muralla
de la ciudad. Desapareció el año 1 8 5 3 , cuando la construcción del cobertizo
para la venta del pescado y de las carnicerías que allí existieron, hasta el año
de 1 8 7 2 que se edificó la actual Plaza de Abastos; la cual, además del indicado
sitio, ocupa la huerta y palacio del Conde de Altamira.
(2) Ob. cit., pág. 1 9 2 . — - L a s detonaciones de cañón y fusilería oíanse cerca
de Sigüeiro: tal era el fuego repetido que se producía por ambas fuerzas belige-
'276 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

«Los soldados del general Concha, observa García de los


Santos, no penetraban en una calle ni daban un paso, sin haber
sido objeto de una terrible lucha. L a ciudad se tomó casa por
casa; y cada una de ellas quedó regada con la sangre de algún
soldado.» (1)
A medida que al ejército revolucionario se le disminuían las
municiones, iba evacuando al enemigo los puntos que ocupaba,
única forma, dable á éste, para conquistar terreno. (2)
Se tiene noticia de que en el Convento de San Martín se
había hallado una pequeña cantidad de cartuchos. Solís, enton-
ces, ordena que todos los suyos se replegasen en aquel punto.
Al saber Buceta esta extemporánea resolución, se encara con
el caudillo y le ruega que le cediese el mando de las fuerzas,
comprometiéndose á salvarlas totalmente, tomando, al efecto,
la retirada á Monte Pedroso. Hacíale la consideración de que en
este lugar estaba la salvación de todos, dando cuenta de escar-
mentar al enemigo que no se atrevería á seguirlos atendiendo á
su estado lamentable debido al cansancio de largas jornadas,
hambriento por la escasez de raciones y mermado por la brega
laboriosa que traía.

rantes. Uua comunicación que el alcalde de Ordenes pasaba al brigadier Mac-


Crohon apostado en el Portazgo (Coruña), corrobora el aserto:
^Alcaldía constitucional del Ayuntamiento de Ordenes.—En este momento que
son las tres y media de la tarde, acaba de dárseme parte por uno de los vigilan-
tes que con anticipación tenía situados en las alturas más inmediatas al río
Tambre de que hacia á las inmediaciones de Santiago se hola fuego como de
batidas sin que se sepa alguna ntra cosa de que pueda dar conocimiento.—Dios
guarde á V. S . muchos años.—Ordenes, Abril 2 3 de 1 8 4 6 . — D O M I N G O M O A R
M É N D E Z . — S r . Comandante general de la columna de operaciones.!—De nues-
tro archivo particular.

(1) El Pensamiento de la A ación;


7
6 de Mayo de 1 8 4 6 , pág. 2 7 8 . Igual
aseveración hace F R . M A N U E L M. A
DE S A N L U C A R D E B A R R A M E D A en su obra
cit., pág. 170.

(2) E l capitán retirado D. Juan Martínez Ruibal padre del actual oficial
mayor de la Secretaría del Ayuntamiento de Santiago, D. Enrique Martínez
González, se batió heroicamente al frente de un pelotón de paisanos y militares,
favoreciendo la retirada de las tropas pronunciadas. Terminada la acción logró
escapar, hasta que por el decreto de amnistía, fué absuelto y desterrado por
algún tiempo á la parroquia de Sobrado (Arzúa).
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 277

L e contestó Solís que «Rubín no tardaría, y que con éste se


obtendría la victoria».
—Rubín no tiene trazas de aparecer, replica Buceta; y estas
escaleras, mi general,—señalando las del pórtico del Monaste-
rio—son las del patíbulo. ¿Para qué subirlas si aun tenemos
campo abierto para morir con gloria? Nada perdemos, puesto
que si aquí hay vencidos, nosotros por ahora no lo somos. Lle-
vamos diezmado las filas enemigas avergonzando su número
con nuestra pequenez; hicimos retroceder sus batallones con
nuestras guerrillas; y también hemos hecho ver á los soldados
del gobierno central que el valor se encuentra en donde está la
justicia y en las filas de los libres, lección que no será perdida
ni para ellos ni para nosotros. (1)
Desechando Solís estas naturales observaciones y pensando
solamente en su honra de militar y en sus convicciones de pa-
triota, responde al entendido jefe de su Estado Mayor:
—Nuestra vida pertenece á la Patria; y hoy la habremos de
salvar aquí ó pereceremos todos por ella. Los cobardes tienen
espacio libre para marchar donde quieran. (2)
Al oir Buceta reconvención tan fuera de lugar, blandió su
espada y corrió á comunicar las órdenes para ocupar los edifi-
cios inmediatos al Convento.
El aspecto que en aquellos momentos presentaba la culta
Compostela, era aterrador: antes, confundíanse con los ecos de
la más expansiva alegría, los burras á la libertad y los ardimien-
tos patrióticos de los amigos de la causa, figurándose ver ya
derrocado el poder del tirano y emancipada Galicia de la tutela
del poder central. Después, sucede el amargo contraste de verse
las calles sembradas de cadáveres, su pavimento entintado de
sangre, las paredes de los edificios acribilladas de balas; y al
compás-del sonido retumbante del cañón, y como formando
inarmónico y disonante ritmo, mezclarse el galopar de los caba-

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 1 9 4 . — - P I R A L A , ob. cit., pág. 465.—BLASCO


IISAÑEZ, ob. cit., pág. 1 0 0 . — F E R N Á N D E Z DE LOS RÍOS, ob. cit.—BERNARDO
B A K R E I R O DE W . , artículo publicado en el periódico La Voz de Galicia de la
Coruña de 26 de Abril de 1885, núm. 1.045.

(2) Do P O R T O , ob. cit., pág. 1 9 4 . — B A R R E I R O DE W . , art. citado,


278 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

líos con los gritos de los combatientes, llevando el espanto y la


desolación á lo más íntimo del hogar.
Una casa convertida en fuerte de empeñada defensa, una
plazuela en campo de batalla; un portal en hospital de sangre ( i )
y un soldado, observa Do Porto, llamando á sus camaradas para
dar otra carga al enemigo. «Y en lo más escondido de las habi-
taciones, la hermana pedía al cielo por la salvación de su her-
mano; la hija por la de su padre; la amante esposa por la de su
marido; y todos, todos haciendo votos por la victoria de la
revolución.» (2)
Nuestro célebre historiador D. Manuel Murguía, en un her-
moso artículo publicado en el popular periódico La Voz de
Galicia de 23 de Abril de 1 8 8 5 , núm. 1.042, recordando esta
tristísima cuanto gloriosa efemérides, de la que ha sido testigo
presencial, nos decía:
«Las cornetas tocaban paso de ataque y vimos que asoma-
ban las tropas por la estrecha calle de San Benito á ocupar la
plaza y desalojar de las casas de la Azabachería á los que desde
ellas hicieron después un fuego mortífero. Sonaron entonces las
primeras dascargas: las balas acribillaron las paredes de mi casa
y los que avanzaban retrocedieron. En aquel punto, el cielo que
acababa de encapotarse, descargó con tal fuerza y en tal canti-
dad la lluvia, que hubo de cesar el fuego; y los que no temían
las balas ó tal vez porque como prudentes las huían, trataron
de guarecerse allí donde les era posible. Pequeña tregua y mí-
sero descanso, porque llovió con tanta fuerza y abundancia como
rapidez; y el sol, un sol de tormenta, un sol abrasador de com-
bate como he visto y sentido después otros, volvió á brillar en
el cielo permitiendo renovar la lucha interrumpida »
Desde las ventanas de una casa de la plaza de la Quintana (3)
hacían fuego desesperadamente, unos cuantos soldados del Pro-
vincial de Gijón mandados por un cabo. Desembocan en el acto

(1) L a casa de nuestro historiador D. Manuel Murguía, cuyo padre tenía


establecida una farmacia, (Plaza del Pan Vieja, niím. I ) estaba destinada á
hospital de sangre.
(2) Do P O R T O , ob. cit., pág. 1 9 4 .
(3) Actual Plaza de los Literarios.
FRANCISCO TETTAMANOY GASTÓN

por uno de sus á n g u l o s , 50 soldados de c a z a d o r e s de A m é r i c a ,


llevando á su frente á un j o v e n subteniente.
— ¡ A d e l a n t e y á ellos! e x c l a m a éste.
— ¡ D u r o y á la cabeza! responde el c a b o revolucionario.
Y en el acto suena una d e s c a r g a rodando por tierra aquel
s i m p á t i c o m u c h a c h o , quien q u i z á . a l acatar la disciplina y pen-
sando en la g l o r i a , intentaba conseguir una recompensa de

SANTIACO: I'I.AZUELA mi I.AS PLATERÍAS

aquella luctuosa j o r n a d a . ¡La disciplina y la gloria, cortáronle


para siempre sus naturales ilusiones: fué uno de tantos valientes
á los que la fortuna suele volver las espaldas en la m a y o r í a de
los casos!....
« A l m i s m o t i e m p o — e s c r i b e Murguía refiriéndose á esta san-
grienta e s c e n a — ( 1 ) unos cuantos soldados llamaron á nuestra
puerta: bajó mi padre, b a j a m o s mi hermano y y o , a b r i m o s , y en-
s e g u i d a entraron en el portal con el muerto, sus a c o m p a ñ a n t e s .

(1) Artículo citado.


280 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Han pasado cerca de 40 años y todavía lo recuerdo, tanto me im-


presionó la vista de aquel pobre mancebo, arrojado de golpe en
la eternidad en lo mejor de su vida y de sus sueños de gloria; de
gloria sí, porque el muerto no era lo que se dice verdadera carne
de cañón, sino un joven y gallardo teniente de Cazadores, cuyo
bozo acusaba lo breve de su existencia y en cuyos ojos cerrados
ya para siempre, habría dejado tal vez en el momento de la
partida, su último beso la madre sin ventura ó la mujer amada
que ya no debía verle más en el mundo de los vivos. Yo sentía,
sin comprenderla, toda la desolación de aquella escena, al pare-
cer, solo para mi alma interesante ¿Quién era? ¿de dónde era?
¿Qué se había dicho á sí mismo al tiempo de caer sorprendido
de golpe por la muerte? ¿Hacia que misteriosos lugares dirigiera
su última mirada y el postrer pensamiento? Todo esto me pre-
guntaba, mientras el asistente de no mucha más edad que el
muerto, recogía silencioso cuanto de algún valor llevaba consigo
su pobre amo. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Quizás
había sido bueno para él—que al fin los 20 años siempre son
compasivos y generosos;—quizás al contacto de aquellas carnes
que se enfriaban, le ganó el temor de un fin cercano, y tembló
pensando en cuanto había en la tierra de querido <-para su
corazón....»
Aquellos soldados hijos de la revolución que el día anterior
y á la misma hora, recorrían con férvido entusiasmo las calles
de Santiago para cruzar unas cuantas balas con los partidarios
del uniformismo y de la tiranía, demandaban ahora el asilo de
una ventana para aprovechar el único paquete de cartuchos que
les restaba, defendiendo á todo trance la santa idea que germinaba
en sus almas; y al dar por conclusa su labor espartana, cedían
las posiciones sin obtener otra remuneración que las lágrimas y
los abrazos de los santiagueses.
En cambio, los que proclamaban con manifiesto abuso el
orden y la seguridad personal, traducido en la defensa de un
principio odioso, asaltaban el hogar doméstico llevando el van-
dalismo y el terror en grado inconcebible, (i)

(1) P I R A L A , ob. cit., pág/466.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 28l

ínterin los vecinos de Compostela salvaban á los rezagados


y recogían los heridos de uno y otro bando, atendiéndolos con
fraternal solicitud, los soldados del general Concha entregá-
banse á todo género de excesos, saqueando impunemente los
domicilios, maltratando despiadadamente á los moradores y de-
rribando á fuerza de balazos las puertas que encontraban cerra-
das y que se oponían á su rapacidad, (l)
Concha dio órdenes para que se tomasen á viva fuerza los
puestos avanzados de defensa que mantenían los sublevados,
cuales eran el palacio arzobispal, encomendado á los soldados
de Velasco, y las casas de la calle de Azabachería hasta la Plaza
de Cervantes. (2)
Una de las columnas se apoderó del convento de San Pelayo
y el palacio Consistorial, para proteger una invasión que inten-
tase desembocar frente al Monasterio de San Martín; en tanto
que por la Quintana, fuerzas que cuadruplicaban en número, se
apostaban en la Catedral tratando de desalojar las casas, pene-

(1) Fué voz común y algunos soldados de Concha lo decían públicamente,


que éste, para estimularlos á la lucha, les ofreciera el saqueo de Santiago si en-
traban en la población. Sin que creamos en una promesa tan monstruosa, cita-
remos algunos de los edificios saqueados y de los de donde robaron cantidades
muy considerables:
En el Campo, el del Dr. Pedralves.
En el Hórreo, el de D. Manuel Vieites y el arquitecto Lareu.
Azabachería: Comercio de Stoll.
ídem Id. de D. Miguel García.
ídem Casa del Sr. Molina.
Franco: Id. de D. Juan A. Carretero.
La cátedra de Química fué despojada de los aparatos é instrumentos de más
valor. (*) L a puerta de la casa del capitalista Rodríguez Abella, fue echada al
suelo á fuerza de balazos. Al ir á entrar en ella, divisaron los soldados á un ofi-
cial; y al verlo aproximarse, echaron á correr, salvándose por esta casualidad los
intereses de una de las más respetables casas del pueblo.—Do P O R T O , ob. cit.,
pág. 196.—Nota.
(2) Tuvo tres denominaciones: Plaza del Pan, Plaza de San Benito y Plaza
del Campo.

(*) P o r K c a l o r d e n d e 2 0 d e J u l i o d e 1846 s e disponía q u e se a e t í v a s e la b u s c a d e los e f e c t o s


sustraídos d e l l a b o r a t o r i o , g a b i n e t e y c á t e d r a d e Q u í m i c a y M e c á n i c a a p l i c a d a á las a r t e s , ínstala,
d o s en el e x - C o l e g i o d e F o n s e c a . — E n este edificio f u é d o n d e el 24 d e A b r i l , d í a del c o m b a t e , ins-
taló su artillería el g e n e r a l C o n c h a . —Archivo del Ayuntamiento de Santiago.
282 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

trando por los tejados y c l a r a b o y a s á costa de pérdidas sen-


sibles. (1)
L o s defensores del Palacio A r z o b i s p a l , se vieron en la nece-
sidad de a b a n d o n a r l o d e s p u é s de una resistencia inútil por a g o -

SANTIAGO: C O U - X U O DI: F O N S E C A

társeles las m u n i c i o n e s , llevándose c o n s i g o en la retirada y


guardándole t o d o g e n e r o de c o n s i d e r a c i o n e s , al prelado señor

(1) -¡Pero el Sr. general Concluí, (inspirado tin duda por el Santo Apóstol
á quien invocaba á voces en tuda la batalla), rompió las puertas de la Catedral y
por el larí;"ii trecho de la tribuna, rompiendo oirás puertas se entró en I'alacio,
desalojando los P><iiiiti¡c¡iult<x; en cuyo caso debió el Palacio llenarse de cadáve-
res y ílesgífíái's; pero el Sanio Apóstol hizo 110 hubiera ni una sola librándonos
así de la pena y adición cpie nos era consiguiente.>—Fu. MANUEL MARÍA DE

SANLUCAR D E I S A K K A M E I I A , ob. cit., pág. 171.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 283

Vélez á fin de proporcionarle asilo de mayor seguridad en el


ex-monasterio de San Martín, último baluarte de los subleva-
dos y en el cual se iban concentrando á medida que evacuaban
sus anteriores posiciones. (1)

1 1

La inmensa mole de granito que constituye el monasterio


de San Martín Pinado, hace de este edificio uno de los más nota-
bles é imponentes de la vieja Compostela.
Solo podrá darse idea de su extensión, describe un escritor
eminente, (2) sabiendo que la fachada principal mide de largo
más de cien metros; que el edificio todo ocupa el espacio de dos
hectáreas incluso Ja pequeña huerta; que da frente á dos plazas
y tres calles; y que el lienzo occidental es de la superficie y
altura que deja suponer el que en el se abran cinco órdenes de
ventanas, los tres superiores, de 32 huecos cada una. Flanquean
su fachada dos torres cuadradas 3' la adornan una portada, hasta
cierto punto apreciable, de orden dórico y del tiempo en que se
construyó esta parte del edificio, (3) portada á la cual hubo de
añadirse en 1 7 3 8 un segundo cuerpo coronado con la estatua
ecuestre del Santo tutelar.

(1) «San Martín, edificio tortísimo y muy grande fué el punto céntrico y
último de los pronunciados, y todas las c a s a s de sus inmediaciones eran un Vesu-
bio de fuego, singularmente el Palacio Arzobispal que hacía frente á varios costa-
dos con numerosas bocas de fuego y balas. Al Excmo. Sr. Arzobispo se lo lleva-
ron en rehenes á San Martín, donde estuvo esperando la muerte seis horas y
media, cuyo tiempo yo quedé entre miles de balas.»—FK. MANUEL M A R Í A D E
S A N L U C A R DE B A R R A M E D A , ob. cit., pág. 1 7 0 .

(2) M. M U R Ü U Í A : Galicia; España y SUS monumentos; su naturaleza é his-


toria. Un tomo, pág. 5 5 4 — B a r c e l o n a , Est. tip. Editores D. Daniel Cortezo. 1 8 8 8 .
(3) Inicióse la construcción de este monasterio en tiempos del Obispo
Sisnando II. En el año 1 0 4 7 , el abad Ataúlfo, conociendo la estrechez en que
vivían los monjes, determinó construir otro edificio más amplio con la iglesia
cuyas obras duraron hasta el 1.094. A mediados del siglo X V I se procedió á su
284 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

P o r el fuerte e s p e s o r de las p a r e d e s de esta h e r m o s a o b r a de


fábrica, podría c o n s i d e r á r s e l e una fortaleza inexpugnable, que
para rendirla, se p r e c i s a b a ó a c o s a r por hambre á los s i t i a d o s ó

completa reedificación trasladándose la iglesia al lugar que actualmente ocupa


dando principio las obras en 1590 l ' a j " 'a dirección del arquitecto Mateo López.
L a ornamentación de este templo, sobrio en riqueza artística, denuncia las
manos de nuestros primeros genios gallegos. Ganibino y su yerno Ferreiro, pre-
sentan hermosas imágenes salidas de su priyilegiado cincel; y la relación de sus
abades, en su mayoría compuesta de ilustres gallegos desde 1 5 0 5 á 1 8 0 5 , es
harto numerosa. Como Seminario conciliar, hoy Universidad pontificia, San
FRANCISCO TÉTTAMANCÍ GASTÓN 285

valerse de artillería gruesa de batir, elemento con el que no


contaba el sitiador en aquellos momentos. Este teníala ya com-
pletamente bloqueada.
Los refugiados no daban muestras de debilidad Ínterin les
restasen unos cuantos cartuchos. A las sucesivas descargas de
fusilería que disparaban los sitiadores, contestaban los del Mo-
nasterio con un fuego lento, implicando que las municiones se
iban agotando y que era de rigor aprovecharlas con éxito.
Cuando ya no les quedaba ningún cartucho se pensó nueva-
mente en Rubín. Este, no tenía trazas de aparecer.
No le intimidaba á Solís su deplorable situación. «La sangre
de los héroes, dice Do Porto, corría en aquellos instantes por
sus venas; y el corazón de los mártires palpitaba bajo su enne-
grecido uniforme.»
Reunió Consejo de jefes y oficiales, proponiéndoles, apro-
vechando las obscuridades de la noche, que pronto se echaba
encima, la idea de practicar una salida, rompiendo con la
punta de las bayonetas la línea de circunvalación del enemigo,
poniéndose así á salvo, para reunirse á la segunda división de
Rubín «que no debía de estar lejos».
Todos asintieron á esta proposición, disponiéndose á poner
en práctica el pensamiento; pero desgraciadamente no opinaba
de esta manera la casi totalidad de la clase de sargentos que

Martín Pinado, tuvo rectores, hijos de Galicia de verdadera fama, pudiendo


citarse, entre otros á D. José López Crespo, Obispo que fué de Santander, don
José Lozano que lo ha sido de Palencia y el actual Chantre de la Basílica com-
postelana D. José M.^ Portal, notable orador sagrado, persona de un entendi-
miento vastísimo, y amante de las glorias de su tierra. Como alumnos que han
sido de dicho Seminario y que hoy también ocupan puestos preferentes en la
Iglesia por su saber é ilustración, habremos de citar al docto historiador don
Antonio López Ferreiro, Canónigo Tesorero de la aludida Basílica; D. Manuel
Gómez Adanza, Dean de la Sufragánea de Santander; D. Javier Vales Failde,
Vicario general de la de Madrid-Alcalá; D. Eladio Oviedo Arce, profesor del
susodicho Seminario; D. Severo Araujo, Obispo auxiliar de Compostela; don
Emilio A. Villelga Rodríguez, catedrático de aquel establecimiento; D. Cesáreo
Otero Fernández, distinguido orador sagrado; D. Ángel Amor Ruibal, filólogo
de universal renombre; D. Manuel Amor Neveiro, acreditado publicista, y tantos
otros que no recordamos.
286 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

d e s e a b a capitular, s u g e r i d o s por los h a l a g o s y p r o m e s a s de al-


g u n o s oficiales de las fuerzas sitiadoras, que en n o m b r e del ge-
neral C o n c h a les habían indicado, entre otras c o n c e s i o n e s , el de
absolverlos de t o d o c a s t i g o .
E n v a n o S o l í s tratara de persuadirlos i n v o c á n d o l e s el n o m -
bre de la Patria, garantizándoles el é x i t o de la o p e r a c i ó n y a s e -
gurándoles un porvenir lisonjero que no encontrarían en las filas

(FACHADA DKI. O U R A D O I R O )

del G o b i e r n o de Istúriz, haciéndoles c o m p r e n d e r que. los ofreci-


mientos del general C o n c h a trocaríansc en funestas c o n s e c u e n -
cias que directamente habrían de e x p e r i m e n t a r sus respectivas
familias.
L o s s a r g e n t o s contestaron que «cumplido y a su deber c o m o
militares y sin n i n g ú n recurso para resistir al e n e m i g o , insistían
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

e n e n t a b l a r la c a p i t u l a c i ó n c o n la cláusula principal d e que se


respetarían sus p e r s o n a s ; p a l a b r a que y a p r e v i a m e n t e empeñara
el g e n e r a l C o n c h a por c o n d u c t o de un oficial de su E s t a d o Ma-
y o r al p r e s e n t a r s e al frente de S a n Martín y q u e a c a b a b a de ser
ratificada», (i)
A n t e la t e n a z n e g a t i v a de sus s u b o r d i n a d o s que días antes
v i t o r e á b a n l e c o n v e r d a d e r o frenesí t o m a n d o p a r t e en sus triunfos
y s i g u i é n d o l e en t o d o s sus p e l i g r o s , S o l í s vino á hacerse cargo
de su aflictiva s i t u a c i ó n y de la de sus c o m p a ñ e r o s de a r m a s los
jefes y oficiales. Comprendiendo que para é s t o s no habría de
concurrir la m i s m a c o n m i s e r a c i ó n que para la clase de tropa,
b u s c ó una fórmula de c o n c o r d i a ; y s e g u i d o de su jefe de E . M . ,
B u c e t a , p e n e t r ó en las h a b i t a c i o n e s interiores del c o n v e n t o en
las que se hallaba recluido el. A r z o b i s p o Sr. Vélez y le ruega
i n t e r v e n g a c o n el g e n e r a l C o n c h a para r e c a b a r p a r a t o d o s idén-
ticos derechos de perdón y beneficios, sin el m e n o r desdoro

(i) ¿División expedicionaria deGalicia.—E. M. —Ecsmo-^Señor: Es un deber


en mí hacer presente á V. E., las circunstancias particulares ocurridas en el acto
de la rendición de los sublebados en Santiago, que me obligan á hacer á Vue-
cencia una reclamación en favor de la clase de Sargentos, hechos allí prisioneros.
sDespués de haber tomado casa por casa, y cuando los sublebados se iban
reduciendo á la ocupación del Cuartel y las casas mas inmediatas tocaron llama-
da para Capitular. Inmediatamente mandé cesar el fuego, y envié al oficial de
mi E . M. D. José Eulate, á prevenirles que no admitía sino una entrega á
discreción.
»M¡ ánimo decidido era que así fuese, no creyendo que después de la defensa
ostinada qne habían hecho, y de la sangre que habían hecho derramar podia
conceder el indulto de la vida sino á los soldados, á quienes era imposible apli-
car la última pena por su número y por las circunstancias mismas de la
sublebacion.
«Resuelto á aquello, me adelanté á la Plaza del Cuartel desde la esquina en
que me hallaba y dije repetidas en alta voz, de modo que pudieran oírlo los su-
blebados «á los soldados, cuartel; los demás á discreción».
i S i n embargo de esto el citado oficial de E . M. D. José Enlate que entendió
que el cuartel se extendía á la clase de tropa, al llebar mi contestación negatiba
á la suplica que hacían los oficiales, aseguró á los Sargentos que con ellos esta-
ban, que yo les garantizaba la vida.
nApesar de todo no se resolvían los sublebados á entregarse, y viendo que
se acercaba la noche, me adelanté de nuevo á la Plaza, y en alta voz dije por
dos veces, se les hiciera entender que si en el termino de cinco minutos no se
2S8 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

para ellos, facilitándoseles el oportuno pasaporte para el ex-


tranjero,
Mostróse solícito el venerable prelado para desempeñar la
misión; y al efecto dirigió al Jefe sitiador un expresivo mensaje,
que por toda contestación «lo arrojó con desprecio» (i) indicán-
dole verbalmente por el oficial de E . M. D. José Eulate, que no
admitía ninguna clase de condiciones más que las ofrecidas á la
clase de tropa; agregando que «sino se hacía dentro del término
de cinco minutos la entrega á discreción de jefes y oficiales,
haría romper de nuevo el fuego sin dar cuartel á nadie». (2)
Concha al expresarse de esta forma, tenía asegurado el
triunfo de su empresa.

ni

Bien pronto los sitiados se acordaron del triste fin que les
esperaba. En aquellos momentos de confusión é incertidumbre,

entregaban haria romper de nuevo el fuego y no daria á nadie Cuartel. A esta


intimación, unos sargentos que se hallaban reunidos en una de las bentanas del
Cuartel manifestaron al comandante del 3 . " Batallón de America D . Ramón
Solano, que si se les perdonaba la vida obligarían á que se entregasen los ofi-
ciales. El Comandante Solano está seguro que yo le contesté que sí, y que asi lo
manifestó á los Sargentos, los.cuales seguidamente abrieron la puerta y bajaron
á entregarse.
>Esta relación detallada de cuanto ocurrió para rendición de los sublebados,
probará á V . E . que tengo el deber de reclamar por la vida de aquellos sargen-
tos. Estoy persuadido que V . E. que sabe hasta que punto es sagrado el cumpli-
miento de la palabra de un General dada en tales momentos, se decidirá á con-
servarles la vida, aun cuando sean condenados á la pena capital por el Consejo
de Guerra que los á de juzgar.
>Si V . E. no se cree autorizado para esto espero al menos que suspenderá la
ejecución de aquella sentencia, caso que fuese necesario, hasta que recaiga la
resolución de S. M. á la suplica que con tal objeto la dirijo por conducto del
Ecsmo. Sr. Ministro de la Guerra.
JDÍOS guarde á V . E . muchos años.—Pontebedra 26 de Abril de 1846.—

El General Comandante General, JOSÉ DE L A C O N C H A . — E c s m o . Sr. Capitán


General de Galicia.»—Doc. inédito que foseemos.
(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 2 0 1 . — P I R A L A , ob. cit., pág. 469.
(2) Comunicación del general Concha pasada al Capitán general de Gali-
cia á los pocos momentos de realizarse la rendición.—Doc. que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 2S9

trataban de burlar á sus perseguidores, buscando los m e d i o s de


fugarse: a l g u n o s oficiales, con Huceta á la c a b e z a , se acercan á
Solís rogándole que ni saliese ni se entregase por contener el

v a s t o edificio lugares a propósito en donde ocultarse y proceder


después á la fuga sin que se pudiese alegar «que se e n t r e g a b a n
i m p u n e m e n t e sin vender caras sus vidas».
19
290 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

Negóse el caudillo á seguir el consejo, objetándoles que ha-


biendo sido el primer jefe que se lanzara á la revolución, prefe-
ría el patíbulo á la deshonra: «Al menos moriré en holocausto á
sus principios».
ínterin los soldados se abalanzaban atropelladamente á las
puertas de salida del Monasterio para entregarse á los sitiadores,
vuelven de nuevo algunos jefes á reiterar á Solís la proposi-
ción de la fuga.
—No, señores; sálvense ustedes y todos los demás que pue-
dan: yo debo seguir á mis compañeros en su infortunio.
—¿Qué logrará usted con ser prisionero?, argúyele uno de
sus ayudantes.
— L o s he comprometido; ellos me obedecieron; van prisio-
neros quizá á la muerte. |Debo darles ejemplo! ( i )
Y con la frente serena y altiva la mirada, destácase su ga-
llarda figura en el pórtico del Convento. Estrecha afectuosa-
mente las manos de los suyos y con paso tranquilo que acusaba
despectiva indiferencia, baja la corta escalinata á cuyo pie le
esperaba el hacha del verdugo.
Suenan entonces las siete y media de la tarde en la campana
del reloj de la soberbia Basílica.

IV

Media hora después el vencedor pasaba al Gobierno' el


siguiente oficio:
«Replegados los enemigos á la ciudad, hice que por la iz-
quierda los batallones de América y de la Reina al mando del
coronel D . Francisco Lersundi se apoderaran de algunas casas
de los arrabales, dando tiempo para el ataque de la población á
la llegada del brigadier Rodríguez Soler á quien cuando la veri-
ficó previne que con dos batallones debía de atacar por la dere-
cha, mientras que yo con igual fuerza lo ejecutaría por el centro.

(1) Continuación de la Historia de España de M A R I A N A por D . E D U A R D O


C H A O , tomo V, pág. 7 5 5 . — E d i c i ó n de Gaspar y Roig.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 291

»A la señal dada por una descarga de la batería, las colum-


nas al paso de ataque entraron en la población y consiguieron
hacer replegar á los sublevados al cuartel de San Martín; edificio

SANTIAGO: L A CATEDRAL (TORRE DEL R E L O J )

sumamente fuerte ocupando al mismo tiempo una porción de


casas contiguas.
«Desde aquel momento el combate se hizo sumamente reñido
y empeñado, siendo necesario tomar casa por casa, hasta que á
292 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

las seis y media de la tarde, reducidos los sublevados al cuartel


de San Martín pidieron capitular.
»En la posición que tenían mis tropas y después de la san-
gre derramada, no podía admitir ninguna otra condición que la
de una entrega á discreción. Les contesté á sus proposiciones y
convencidos de mi resolución de tomar á viva fuerza el cuartel,
se entregaron todos á discreción quedando prisioneros sobre
1.400 hombres que componían la fuerza de los dos batallones
del regimiento infantería de Zamora, (i) Batallón de Segovia y
Gijón, el Batallón de Zamora (2) y 70 guardias civiles con vein-
ticinco caballos de Villaviciosa.
»E1 número de oficiales prisioneros excede de 54 entre los
cuales se encuentra el comandante Solís. (3)

( 1 ) En esta comunicación que conservamos original, existe un error no-


torio que estamos en el deber de subsanar. Hízole incurrir en él, al general
Concha, por el celo natural que tenía para comunicar su triunfo, con toda bre-
vedad al Gobierno.
Dos de los batallones de Zamora, el l . ° y el 3 . no estaban con los revo-
0

lucionarios, sino con las tropas leales: precisamente en aquellos momentos del
suceso, se encontraban en el pueblo del Portazgo, muy próximo á la Coruña, for-
mando parte de la columna del brigadier Mac-Crohon. El que compartía con
los sublevados era el segundo batallón del citado regimiento, que como hemos
dicho, fué el que inició la campaña el 2 de Abril, en Lugo.
(2) Al incluir entre los prisioneros á esta unidad, refiriéndose Concha al
Provincial de Zamora, también se equivocaba en el parte dirigido al Gobierno,
puesto que el aludido Provincial hallábase en Ribadavia anexionado á la divi-
sión que mandaba Rubín.
Hacemos, pues, estas naturales aclaraciones, á evitar cualquier confusión
del lector.
(3) No han sido 5 4 , sino sobre 7 0 la cifra alcanzada; salvándose T4 entre
jefes y oficiales, entre ellos el comandante D. Manuel Buceta. Varios de éstos,
burlaron la vigilancia de los enemigos escondiéndose en el Monasterio, y otros
apelaron á la fuga delante de la misma guardia de prevención que los custo-
diaba. Muchos se valieron del ingenio de volver del revés la galleta del morrión
á fin de ocultar el numero del Cuerpo á que pertenecían, atendiendo á la igual-
dad de uniformes de ambos combatientes; y otros desnudaban las fundas acha-
roladas de los schacós para semejarse á los vencedores. Quedó por lo tanto
reducido á 6 1 el niímero fijo de jefes y oficiales prisioneros á quienes en Carral
se les puso en capilla para ser fusilados y de los que trataremos en el siguiente
Capítulo.
Además, de los 1 . 4 0 0 prisioneros, salváronse 3 5 0 , que no lucharon en el
convento de San Martín, y que en varias partidas se dirigieran á Vigo para in-
corporarse á la división de Rubín en el instante que supieron el desastre de
sus compañeros.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 293

»Las tropas de mi mando se han conducido con el mayor


valor desplegándolo particularmente en el ataque de la Población
en que sufrió la mayor parte que será de unos sesenta muertos
y cien heridos, ( i )
»Me reservo designar á V. E . los jefes y oficiales é indivi-
duos de la tropa que más ocasión han tenido de distinguirse
para cuando pueda hacerlo con toda la rígida justicia que se
debe para dispensar esta distinguida recompensa.
»La falta de municiones que he pedido con urgencia al E x -
celentísimo Sr. Capitán general de este distrito, me detendrá en
este pueblo uno ó dos días; pero tan pronto como las reciba
marcharé sobre Vigo y Pontevedra.
»A los jefes y oficiales prisioneros los hago salir mañana á la
Coruña á disposición del Excmo. Sr. Capitán general para que
sean juzgados con arreglo á la ley de 17 de Abril de 1821 (2)
según se previene en su bando, esperando su resolución respecto
á la clase de tropa.
»Ruego á V. E . se sirva elevar á conocimiento de S . M.,
esta nueva prueba de la decisión y valor de las tropas de mi
mando.» (3)
Por lo que dejamos transcrito, cabe deducir que el general
Concha debió la mayor parte de su éxito, no al prestigio de las
armas ni á la pericia ó condiciones de táctico, sino á la debilidad
de carácter del sargento de aquellos tiempos que hasta el año

(1) En otra comunicación que conservamos y que Concha había pasado


al Capitán general del distrito, dice: « las tropas de mi mando se han con-
ducido con el mayor valor acreditándolo en la toma de esta ciudad que me ha
costado más de 200 hombres entre muertos y heridos.*—Véase el Apéndice 8 . °
Y D. Benito García de los Santos en El Pensamiento de la Nación de 6 de
Mayo de 1 8 4 6 , pág. 2 8 0 , expresa: «y principalmente la jornada del 2 4 dada pot
Concha en Santiago donde se dice llegan á quinientos los muertos y heridos de
una y otra parte, forman un espectáculo horroroso que aterra y conmueve: de
esta última acción se cuentan sucesos lastimosos, pues el tesón con que comba-
tían, ha causado desgracias en personas que ninguna parte tomaban en la lucha».
(2) Juicio sumarísimo y pena de muerte.
(3) Este parte fué impreso en hojas volantes, y en los periódicos oficiales
de la región. Nosotros lo conservamos original.
294 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

de 1885 vino siendo el jefe inmediato del soldado del que dis-
ponía á su arbitrio y voluntad.
Aun sin valerse del suspirado auxilio de Rubín, 1.400 hom-
bres con el fusil armado á la bayoneta, bien podrían cohonestar
el poder del adversario, aunque éste fuese superior en número y
no le escaseasen las municiones.
Si el sargento sublevado, después de adquirido el compro-
miso, atendiese más á la voz del patriotismo que á las conve-
niencias propuestas por el sitiador, la rendición del convento de
San Martín no se hubiese escrito en las páginas de la historia
gallega; y los propósitos de Solís tuvieran probablemente digna
coronación, salvándose por de pronto en aquel heroico lance, el
honor de la milicia revolucionaria y los prestigios del principio
que se debatía; pues es de presumir que los que de él libraran
con vida, que hubiera sido una mayoría inmensa, pasarían á re-
forzar la segunda división del Ejército libertador, para continuar
la lucha con más arrestos y energías.
Otra consideración de indudable dialéctica que varios escri-
tores también formulan, surge á nuestra mente en este opor-
tuno momento, para condenar la negligencia demostrada por los
revolucionarios, que fué la causa eficiente de su fracaso, al aban-
donar las municiones en Puente Pedriña; porque la pérdida de
ese importantísimo factor, sirvióle á Concha para aprovecharse
precisamente de él en lo más crítico de la jornada, como se co-
rrobora en la comunicación que queda reproducida.
Esta contingencia hizo que aquel general alcanzase el triunfo
con los cartuchos de sus enemigos, invalidando á éstos para
cargar sus fusiles. «Y aun así—argumenta Do Porto—tuvo el
sitiador, para rendirlos, que agotar los cartuchos de uno y otro.
No sin razón dijimos, que la deplorable pérdida del Puente
Pedriña dio la victoria al general Concha; no sin razón asenta-
mos que las combinaciones del acaso, le hicieron el vencedor de
Galicia.»
Pero prescindamos del juicio de Do Porto, por si pudiera
invocarse alguna suspicacia ó parcialidad, así como de los de
Pirala, Blasco Ibañez, Fernandez de los Ríos y tantos otros que
han tratado de estos sucesos fijándose singularmente en la me-
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 295

m o r a b l e j o r n a d a de 2 4 de A b r i l ; y a t e n d a m o s al de un cronista
nada s o s p e c h o s o c o m o B e n i t o García de los S a n t o s , q u e se a n -
ticipó á comentarlos á raíz de su d e s a r r o l l o : (i)
«listos h o m b r e s — l o s r e v o l u c i o n a r i o s — q u e desde las n u e v e
de la mañana hasta las seis y media de la tarde sostuvieron de
aquella manera un ataque tan continuado y q u e no perdieron un
palmo de terreno sin dejarle sellado con la sangre de sus con-
trarios, se hallaban en la desesperada posición de tener que morir
sin pelear. Kn situación tan terrible, viéndose vencidos y sin
medios de obrar, pidieron c a p i t u l a c i ó n . — G r a n d e s tenían que

SANTIAGO: VISTA GENERAL

ser los resultados de tan gloriosa c o m o triste j o r n a d a . Perdida


la ciudad en que estaba la Junta S u p e r i o r de G o b i e r n o ; estando
en poder de las tropas de la R e i n a el Jefe militar de la insurrec-
ción; prisioneros un número considerable de s o l d a d o s , los p r o -
nunciados veíanse disminuir en número, d e c a e r su prestigio
moral y las Juntas y los otros jefes tenían que cuidar de sus
vidas y a q u e t o d o s los esfuerzos nada podían contribuir á mejo-
rar su s u e r t e ; de modo que al triunfo del general Concha, se le
dio desde luego una gran importancia, c o n s i d e r á n d o l o c o m o un
g o l p e decisivo.»
A las o c h o de la n o c h e habían e n t r e g a d o y a las a r m a s los
soldados que c o m p o n í a n la primera división del Ejército líber -

(1) El Pensamiento de la Nación, pág. 2 8 0 , 6 Mayo 1 8 4 6 ,


296 LA REVOLUCIÓN GALLEHA DE 1846

tador de Galicia y sus jefes y oficiales, á excepción de unos


cuantos que, escondiéndose dentro del laberinto de habitaciones
del Monasterio, lograron burlar los propósitos del sitiador.
«¡Trescientos veinte y cuatro años había,—manifiesta Do
Porto—que á la misma hora y al misterioso claro-obscuro del
crepúsculo, se veían las armas de los Comuneros de Castilla
tintas en sangre y rotas en mil pedazos por el suelo, vencidos
y prisioneros sus valientes tercios y próxima á caer la cuchilla
del tirano sobre las nobles cabezas de Juan de Padilla, Juan
Bravo y Francisco Maldonado!
«¡Coincidencia providencial digna de la meditación del filó-
sofo! Aquel día era el aniversario de la batalla de Villalar!....
»E1 23 de Abril de 1 5 2 1 , fué despedazada á arcabuzazos y
enterrada en sangre, la más heroica manifestación de sus dere-
chos é independencia que haya podido hacer jamás ningún pueblo
de la tierra. Contribuyeron por un lado áesta inaudita injusticia,
la traición de los malos españoles; y por otro la imprevisión,
la ligereza, la innata confianza de los jefes del alzamiento.
»E1 23 de Abril de L846, fué igualmente despedazado á
metrallazos, el trias justo y grandioso arranque de dignidad y
patriotismo de que presenta ejemplo la historia de nuestros
últimos tiempos, exuberante en sublevaciones tramadas por la
ambición de propios y extraños, contribuyendo á este desastre
inicuo, la mala fé, la cobarde traición de los unos y la negligen-
cia, la bondad y la precipitación de los otros. ¿Cual sería hoy el
estado de España si este sangriento aniversario fuese una vindi-
cación de la derrota de Villalar?....»
A pesar de esta dolorosa catástrofe, la revolución gallega no
hubiese perecido aún aquí, teniendo como todavía tenía, fuerzas
numerosas, algunos buques de guerra, dos provincias enteras y
rehenes de sobra para evitar los fusilamientos de Carral que
subsiguieron á la rendición del convento de San Martín de
Santiago. En uno de los Capítulos siguientes, explanaremos las
causas'que en definitiva la malograron.

Car' ' ' Ȅ5\)


C A P Í T U L O XIVW

Preliminares.—Sentencia pronunciada contra D. Miguel Solís y Cue-


tos, y sus compañeros.—Los fusilamientos.—Comentarios

Allí cayeron con tranquila frente


Entregando sus vidas una á una,
| Los habían vendido torpemente I
No les faltó valor, sino fortuna.

I Llorad, gallegos, esa es vuestra suerte I


Mas yo entretanto, sin temor mezquino,
Cobarde llamo al que ordenó su muerte,
Al que vendió sus vidas, | A S E S I N O I...
ALFREDO VICENTI.

(ODA A las victimas del año 1846.—Santiago,


2 de Mayo de 1870.)

G u s t o s o s s u p r i m i r í a m o s e s t a s p á g i n a s en nuestros
a n a l e s . — P I R A L A : Historia contemporánea, pág. 470,
t o m o I.

La primavera de 1 8 4 6 fué, con cortas excepciones, abun-


dante en borrascas, singularmente el mes de Abril, en el que
no hubo día que no se experimentasen los efectos desagradables
de aquel tiempo irregular; contribuyendo éste á restar las ener-
gías de los espíritus más animosos que contendían en aquella em-

(1) Parte de este Capítulo fué publicado en La Voz de Galicia de 2 2 de


Mayo de 1 9 0 4 y reproducido en la revista Galicia, de la Habana, en los míme-
los de 1 9 y 2 6 de Junio de dicho año.
298 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

peñada lucha, cuyos preliminares comenzaran protestando contra


la dictadura de Narváez, y terminara inclinándose por la auto-
nomía de la región gallega.
Durante los 2 1 días que duró esa encarnizada campaña,
jamás pudieron maniobrar con relativo desahogo, debido á las
crudezas del temporal, las columnas expedicionarias; malográn-
doseles, en muchas ocasiones, el éxito de sus principales movi-
mientos.
No bien disminuía el viento huracanado, resolviéndose en
copiosos chubascos, tornaba nuevamente la atmósfera á cargarse
de densas nieblas para volver á engendrar la lluvia y proseguir
así uno y otro día; transformando en crudo invernal la estación
más bella y saludable del año.
Amanece el 2 6 de Abril con un cielo brumoso, de color
pizarra obscuro, exhausto de luz, sin esa luz y esa tonalidad azul
y alegre, característica del cielo gallego.
Los rayos del sol eclípsanse por la espesa neblina que, tro-
cándose en lluvia muy menuda y compacta, caía paulatinamente
sobre la tierra, cuyos poros iban absorbiéndola, formando su
superficie de glutinosa masa.
Por falta de calor, hallábase la vegetación interrumpida,
presentando los sembrados marcado raquitismo, especialmente
los tallos verdosos del centeno y el trigo.
Carral presentaba en aquellos momentos un aspecto lúgubre:
sus habituales moradores huían á la capital de la'provincia y á
las aldeas inmediatas, (1) dejando abandonados sus hogares para
librarse de la soldadesca, que, posesionada del pueblo y abu-
sando de la inmunidad del poder que le confiriera el general
Villalonga, entregábase á todo género de inconveniencias, alar-
deando de botín de guerra la odiosa misión que iba á de-
sempeñar.

(1) Es tal la superstición que con motivo de aquellos fusilamientos tienen


aún en la actualidad, los carraleses, que creen que los manes de Solís y de sus
desgraciados compañeros habrán de llevarles algún día la venganza. Carral con-
tinúa en el mismo estado de urbanización. No se construyeron desde entonces
más que unos cuantos edificios, reparándose muy pocos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 299

Las autoridades locales también habían desaparecido; y so-


lamente aguantárase de grado ó por fuerza, según no ha mucho
nos manifestaron testigos presenciales de aquellos lamentables
sucesos, (1) un tal D. Fernando Insua, que ejercía las funciones
de teniente de alcalde del Municipio, para dar fe de la consu-
mación de un espectáculo que reprobaba la conciencia humana.
Sin la presencia de ese funcionario, probable fuera que aquel
no se verificase; porque, así como ocurriera en la villa de Orde-
nes, que no encontraron autoridades que se prestaran á auto-
rizarlo, seguirían los prisioneros del convento de San Martín de
Santiago su itinerario hasta La Coruña; y en esta ciudad no se
haría esperar, por diferentes motivos, la gracia de indulto, rele-
vándolos de sufrir la última pena; ya porque la población en
masa se opondría á tan brutal rigor, ya porque el general Villa-
longa, distraído en aquellos momentos con la conquista de Lugo,
olvidaríase de la situación de los presos, no anticipándose á
nombrar aquella Comisión militar (2) que los juzgase tan rápida
y despiadadamente, entre cuyos miembros ofreciéranse á formar
parte de la misma, dos significados vecinos de la Coruña, quie-.
nes durante su larga existencia llevaron consigo el anatema de
la opinión.
Formaban este tribunal, su presidente el brigadier D. Fran-
cisco Javier Ituarte, el coronel D. Francisco Cachafeiro, el abo-
gado del Colegio de La Coruña, D. José Saavedra Codesido, en

(1) Don Francisco Botana, Síndico que fué del Municipio, fallecido hace
próximamente cuatro años, Francisco Gómez Castro (a) Chumbirí y Jacinto
Castelo.
(2) « Los prisioneros que debían ser juzgados en la Coruña marcharon
muy conformes por el camino de Santiago: sus declaraciones habían de com-
prometer á muchos y elevados personajes; y en este sentido, sino confiaban en
una amnistía, parecían asegurados de la atenuación de la penalidad; pero al
llegar el 2 5 á Carral fué instalada casi á la fuerza una Comisión miltar. Jefes y
oficiales hubo que repugnaron la intempestiva solución; no faltaron otros que
aceptaron aquella medida para congraciarse con el Gobierno aunque deshonra-
ran el uniforme que vestían; y mucho más, cuando apenas fueron oídos los
culpables.»—FORT Y R O L D A N : Apuntes.
300 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

el concepto de asesor, y D. Juan Antonio de Castro Cedeira,


en él de fiscal, (i)
Los instintos humanitarios de Cachafeiro, delegado del ge-
neral Villalonga, estaban en analogía con los encargados de
facilitar albergue á
los 6 2 prisioneros.
C o m o h o s p e d aj e
proporcionóseles, en
la noche del 2 5 , la
reducida capilla del
Socorro, (2) sagrado
lugar enclavado en
el centro de la parte
Norte d e la plaza,
de una cabida que
no rebasa de 45 me-
tros c u a d r a d o s ; y
üg.
por lecho, como des-
canso á la jornada
de siete leguas, efec-
tuada á p i e desde
Santiago y maniata-
CARRAL: CAPILLA DEL SOCORRO dos como criminales
empedernidos, unos
cuantos haces de paja esparcidos por el húmedo pavimento, su-
ministrados, quizá, por alguna alma caritativa.

( 1 ) El ex-coronel I ) . Andrés Saavedra emigrado por los acontecimientos


de Octubre de 1 8 4 1 , en los cuales se había significado, era enemigo personal
de D. Miguel Solís por resentimientos particulares. Su hermano D. José que no
ignoraba esto, obró con poca delicadeza al aceptar el cargo de asesor de la
Comisión que debía juzgar al último, sancionando un fallo que por justo que
fuese, podía presumir la opinión que influían aquellos odios. — Do P O R T O , obra
citada, pág. 2 3 1 , nota.
Según nuestras noticias, parece que el D. José Saavedra trató de renunciar
más tarde el cargo de asesor; obligándole entonces á desempeñarlo el general
Villalonga, bajo apercibimiento de imponerle un duro castigo. En la Coruña,
fué objeto de graves censuras la debilidad del Sr. Saavedra.
(2) Hoy propiedad de los herederos del finado notario de Ordenes, don
Florencio Pol y Ramos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 30I

Apiñada diciía masa humana dentro de aquel estrecho


recinto, sin aspirar más a m b i e n t e que el que recibía de un pe-
q u e ñ o tragaluz ó hendidura abierta en su pared d e r e c h a , h u b o
necesidad para reparar el o x í g e n o y evitar la asfixia, de abrir,
con el objeto de que respirasen, un agujero en el tejado.

1 1

L a C o m i s i ó n miiitar había establecido su sala de autos en


un mesón, c u y o edificio presenta h o y , c o m o entonces, con lige-
ras diferencias, la m i s m a construcción, y que está situado en la
parte O e s t e de la plaza. E s de una sola planta, sobresaliendo de

CARRAL: EL MIÍSÓN

su fachada un amplio soportal ó cobertizo, sostenido en su ex-


tremo por una columna de madera de c a s t a ñ o , y en su p r o m e d i o
por una pilastra de cantería.
302 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

A las diez de la mañana sale esposado de la capilla don


Miguel Solís para comparecer ante el Consejo de guerra.
Comienza el fiscal el interrogatorio. Contesta Solís dando su
nombre, grados, empleo y condecoraciones, afirmando que al
ponerse al frente de las tropas pronunciadas, lo hizo guiándose
por los impulsos de su alma; que sus principios eran de firme
adhesión á la Reina, y sólo la gestión perniciosa del Gobierno,
era lo que trataba de combatir, «por infracción de las leyes,
vejámenes de los pueblos y más atropellos que se desprendían
de la historia de los dos últimos años.»
—No soy traidor á mis juramentos ni jamás claudiqué de
ellos, antes al contrario, los acato con aquel respeto en que se
cimenta el honor del caballero; por eso no quise pronunciarme
en 1 8 4 3 , valiéndome esta actitud sufrir tal cúmulo de persecu-
ciones, que hasta se me postergó en mi carrera. Si á pesar de
todo, se me reputa traidor, con doble carácter lo son «todos los
militares de España, desde el primer general hasta el último
c'orneta, pues muy pocos de ellos podrán contarse que no hubie-
sen servido á todos los Gobiernos, defendiendo todas las bande-
ras y quebrantando todos sus compromisos.»
Estas imputaciones que en su descargo formulaba el reo,
iban dirigidas contra sus verdugos: no podían librarse de ellas
ni Isturiz, ni Villalonga, ni el mismo Cachafeiro, que actuaba de
juez en aquel acto.
Al preguntarle el Presidente si tenía cómplices, contestó
— impulsado por aquellos sentimientos de su corazón pundono-
roso—negativamente, agregando con valentía:
— «Sé la suerte que me espera; mas moriré como un caba-
llero y militar leal, llevando al sepulcro la consoladora idea de
perecer por la causa de los pueblos, víctima del encono y des-
encadenamiento de un poder feroz y reaccionario.»
El Presidente del Consejo dispone se retire el reo, ordenando
á la vez la comparecencia inmediata del comandante efectivo
D. Víctor Velasco, de los comandantes graduados D. Fermín
Mariné y D. Juan SáncKez, y de los capitanes efectivos D Ma-
nuel Ferrer, D. Jacinto Daban, D. Francisco Márquez, D. José
Martínez, D. Felipe Valero, D. Ramón José Llorens, D. Ignacio
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 303

de la Infanta y D. Santiago Lallave, quienes después de mani-


festar, como Solís, sus nombres respectivos, grados, empleos y
condecoraciones, así como los Cuerpos del Ejército de donde
procedían, expusieron las causas que les impelieran á formar
parte en las filas revolucionarias, «abrazando con verdadera
vocación el alzamiento por considerarlo saludable para el bie-
nestar de la Patria en general y de las provincias en particular».

n i

Al enterarse Villalonga de que las tropas sublevadas se ha-


bían rendido en el convento de San Martín de Santiago, y que
fueran aprehendidos sus principales actores, se apresuró á felici-
tar al general Concha, (1) siendo su primer pensamiento fusi-

(1) «Reservado.—Excmo. Sr. Comandante General de la División Espedi-


cionaria de Galicia.—Coruña 2 4 Abril.—E. S.—Felicito á V. E. y me felicito
á mi mismo por la brillante jornada dada en el día de ayer por las tropas de su
digno mando, á las cuales ruego á V. E se sirva tributar en mi nombre las gra-
cias por su heroico comportamiento.
jPara que los oficiales prisioneros sean juzgados con sugeción á mi bando
de 4 del actual, dispongo que salga para Carral la Comisión Militar y doy orden
al Gefe que manda la escolta que los conduce para que espere en aquel punto,
si es que á su llegada no encontrase ya allí la Comisión Militar.
>E1 comandante de armas de esa Ciudad brigadier D. Francisco Mugartegui
sale á hacerse cargo de su destino y en el quedarán los prisioneros de la clase
de tropa encerrados en los edificios mas A propósito para el obgeto, debiendo
Vuecencia dejar á la disposición del Brigadier Mugartegui la fuerza, que crea
indispensable para custodiarlos.
>En esa Ciudad se establecerá también otra Comisión Militar para que
juzgue á los Sargentos y demás personas que hayan figurado como principales
agentes de la rebelión, con arreglo á mi bando precitado.
»Hay una necesidad de que se empleen para la custodia de oficiales y clases
de tropa prisioneros, fuerzas de las que van á la inmediación de V. E., que se
positivamente que las que aquí existen, tienen afecciones con los rebeldes, á
quienes indudablemente se habrían unido hace mucho tiempo, si no hubiese sido
un obstáculo para ello mi esquisita vigilancia, las precauciones tomadas, las noti-
cias que yo esparcía con frecuencia de la pronta llegada de V. E., y sobre todo
304 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

lar á todos ellos sin distinción de clase ni categorías; y segu-


ramente, como observa Do Porto, se hubiese llevado á efecto la
reproducción de las ejecuciones de Nantes, sino interviniesen
con verdadero interés, comisiones de los Ayuntamientos de la
Coruña y Santiago, del regimiento de Artillería, y tomando
también una parte activísima el Arzobispo Vélez, quien adujo
consideraciones tan atinentes, que predispusieron el ánimo del
Capitán general del distrito para aminorar su decreto, reducién-
dolo á aplicar la pena capital á los jefes y clases desde capitán
efectivo, arriba. (1)
Dicha autoridad militar lo sintetizaba así en su Memoria
elevada en 30 de Abril al Ministerio de la Guerra:
«Las clases de jefes y capitanes sufrieron ya la pena capital
con arreglo á las leyes. Respecto á la de subalternos, fué sus-
pendida la ejecución por razones que tuve la honra de emitir en
escrito del 2 J ; y continuar con la mayor actividad las informa-
ciones necesarias para poder hacer con claridad, exactitud y
justicia la clasificación que ofrecí en mi escrito referido, á fin de
que, con presencia de ella, se digne S. M. resolver lo que sea
de su soberano agrado »
Dado el fondo de esta resolución draconiana, bastaba sola-
mente la formación de un proceso verbal, en el qué, identifica-
das las personas comprendidas en ella, por declaración suya
propia, para que se les condenara á muerte, teniendo cumpli-
miento la sentencia á las dos horas de notificada. A este proce-
dimiento ciñóse la Comisión militar de Carral. ( 2 )
Fueron, pues, sentenciados á ser pasados por las armas, en
primer término, D. Miguel Solís y D. Víctor Velasco; y con
respecto á los demás complicados, suspendió su juicio la misma

mi firme resolución, que espresé, de cañonearlas desde esta plaza, para cuya
seguridad tuve que dejarlas acantonadas estramuros.
»Voy á montar á caballo en dirección de Lugo. El Brigadier D. José Mar-
tínez Gobernador de esta plaza y Comandante General de su Provincia queda
encargado de remitir á V . E. con brevedad el numero dé cartuchos que pide.—
J U A N D E V I I . L A I . O N G A . — E s copia.—Doc. que poseemos.

(1) Véase nuestro Apéndice núm. 8 .


(2) Do P O R T O , ob. cit., pág. 233.—PIRALA, ob. cit., pág. 4 7 1 ,472 y473.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 305

en la creencia de que, satisfecha la vindicta pública con el cas-


tigo de los dos jefes de mayor graduación, modificaría Villa-
longa su anterior acuerdo. En este concepto, dicha Comisión re-
solvió enviar un propio en consulta al citado general, que se ha-
llaba por entonces en Betanzos para continuar viaje á Lugo, (i)
Su contestación circunscribióse á prevenir al Consejo «que
si inmediatamente no se le avisaba de haberse consumado el
fusilamiento de los prisioneros comprendidos en su providencia,
serían también fusilados los miembros de la Comisión militar»,
haciendo igual advertencia á su delegado el coronel Cachafeiro,
autorizándole para fusilar al presidente y vocales del aludido
Consejo, si no daban exacto cumplimiento á su decreto; conmi-
nando al mismo Cachafeiro «con que le cupiese igual suerte por
su apatía». (2)
El general Villalonga, tan celoso en aquel acto por la reli-
giosa observancia de las Ordenanzas militares, olvidábase de la
conducta que usara en idénticos casos. Las faltas que él impu-

(1) ¡.Capitanía general de Galicia.—Sección 2. —Negociado n.° 3 . — H a -


A

biendo resuelto consultar á S. M. á cerca de la suerte de los Subalternos que se


hallan comprendidos entre los prisioneros hechos en la acción del día de ayer
sobre Santiago, dispondrá V. S. se aplique únicamente la pena capital á los
Gefes y Capitanes efectivos que disfrutaban este empleo antes de la Sublevación,
llebando á devido efecto la ejecución de esta pena en el día de mañana sin la
menor dilación ni consulta dándome parte de haberlo efectuado.
>Dios guarde á V . S. muchos años. Cuartel general de Betanzos Abril 2 4
de 1 8 4 6 á las diez de la noche.—JUAN D E V I L L A L O N G A . — S r . Presidente de la
Comisión Militar de la Coruña.» — Doc. que poseemos.
^Capitanía general de Galicia.—E. M.— Consiguiente á lo que V. S. me con
sulta sobre el punto, á donde deban situarse los Subalternos, cuya ejecución
queda suspensa hasta la resolución de S. M. he determinado que sean conduci-
dos á Betanzos y escoltados por la misma fuerza, que los ha traído á esa, mien-
tras el Sr. Gobernador de la Coruña no determina otra cosa, y á cuyo fin le digo
lo conveniente para su custodia y subsistencia.
iHe pasará V. S. Lista nominal de los Gefes y Capitanes que sean ejecuta-
dos, y de los Subalternos que pasan á Betanzos.
»Dios guarde á V . S. muchos años. Cuartel general de Guitiriz á 2 5 de
Abril de 1 8 4 6 . — J U A N DE V I L L A L O N G A . — Sr. Presidente de la Comisión Militar
de la Coruña.»—Doc. que poseemos.
(2) Do P O R T O , ob. cit., pág. 234. ,
20
30Ó LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

taba á los prisioneros de Carral, tenían en el concepto público su


justificación, por los fines altruistas que perseguían, mientras
que Villalonga, al pronunciarse, como Narváez y otros en algu-
na ocasión contra los Gobiernos constituidos, no merecieron ni
las simpatías ni las consideraciones que la opinión imparcial y
sensata tuvo para los fusilados en Paleo (1)
A las once y media de la mañana notifícasele á Solís el te-
rrible fallo del Consejo de guerra: escúchalo con la conformidad
del mártir. Sus compañeros se asombran de su estoicismo, espe-
cialmente al observar el aplomo con que solicita recado de es-
cribir. Con pulso firme como si en su espíritu no pesase el bár-

(1) A pesar de toda cuanta gestión hemos practicado para recabar una
copia de la sumaria de esta causa y sentencia subsiguiente, nos fué de todo im-
posible satisfacer nuestros deseos.
Recurriendo al ilustre general Arteche, nos decía en carta de 1 0 de No-
viembre de 1 9 0 3 .

Mi distinguido amigo:
«Remito á V. la adjunta nota que me han enviado de Segovia (*) respecto
á los fusilados de Carral el año 1 8 4 6 . Creo también que los pocos papeles que
deben existir procedentes de la Comisión militar que juzgó á aquellos desgra-
ciados, deben estar en esa Capitanía general—y digo pocos, porque ni la Comi-
sión ni el general Villalonga gastaron muchos—. Supongo que V. al ir á escribir
aquellos sucesos, conocerá además del librito á que hice referencia en mi ante-
rior carta (el de Tomás Chavelí), el que publicó en 1 8 4 6 el abogado de Madrid
D. Juan Do Porto, librito donde se explica detalladamente cuanto ejecutó aque-
lla Comisión militar é hizo el Capitán general.—Y mande V. otra cosa á su
afmo. amigo y s. s. q, b. s. m . — J O S É G. DE ARTECHE.»

Y como Do Porto se atuvo á datos por nadie contradichos, á él nos atene-


mos citándolo como documento de fé.

(*) « L a causa instrnida en 1 8 4 6 p o r los s u c e s o s de Carral (Galicia), no aparece en este


Archivo general militar y tal vez se e n c u e n t r e a r c h i v a d a e n la C a p i t a n í a general de Galicia.
A q u í s o l o e x i s t e t o d o el e x p e d i e n t e d e l n e g o c i a d o d e c a m p a ñ a del Ministerio d e la G u e r r a , refe-
r e n t e á d i c h o s s u c e s o s y los a n t e c e d e n t e s q u e r e m i t i ó a q u í el G o b i e r n o militar d e la C o r u ñ a ; y
s e g ú n m e i n f o r m a n e n la s e c c i ó n c o r r e s p o n d i e n t e , p o r ellos t a m p o c o se v i e n e e n c o n o c i m i e u t o en
d o n d e p u e d a r a d i c a r la c a u s a . »
N o h a c e m u c h o t i e m p o , nos m a n i f e s t ó un amigo n u e s t r o , q u e e n t r e los p a p e l e s q u e d e la
C a p i t a n í a g e n e r a l de G a l i c i a a d q u i r i e r a , p o r c o m p r a — h a c e p r ó x i m a m e n t e d o s a ñ o s — u n ropavejero-
q u e tiene s u p u e s t o en e l C a m p o d e la L e ñ a , d e la C o r u ñ a , se h a l l a b a la c a u s a d e los fusilados e n
C a r r a l p i d i e n d o p o r el d o c u m e n t o ¡ 1 . 5 0 0 p e s e t a s !
P r o c u r a m o s g e s t i o n a r 1 o c o n v e n i e n t e p a r a confirmar la n o t i c i a , y n o n o s fué posible, p o r q u e
el m e r c a d e r se n e g ó á f a c i l i t a r n o s el e x a m e n d e los papeles a d q u i r i d o s .
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 307

baro castigo, redacta varias cartas para sus amigos íntimos, y


una muy cariñosa para su familia, en la cual la recomendaba
completa resignación.
Abstraída toda su alma en una sola idea, pensaba quizá con
el cristiano y dulcísimo Chateaubriand:—«Noto los reflejos de
una aurora cuyo sol no veré aparecer: sólo me resta sentarme
al borde de mi tumba para bajar resueltamente á la eternidad
con el crucifijo en la mano » (1)
Extendió su testamento que autorizó un notario, dejando
por herederos del dinero y alhajas que tenía en la capilla, á sus
hermanas residentes en Madrid. Dispuestas sus últimas volunta-
des terrenales, apresuróse á hacerlo de las disposiciones divinas,
auxiliado por el párroco de San Esteban de Paleo, D. Mateo
Pereira.
A las dos de la tarde sale Solís de la capilla entre los la-
mentos y clamores de sus compañeros. D. Jacinto Daban y don
Fermín Mariné arrójanse en sus brazos cubriendo su rostro de
lágrimas. Ellos ignoraban el propio fin que les reservaba el des-
tino: dentro de breves instantes, aquellos nobles pechos cubier-
tos de cicatrices por defender un régimen harto ingrato, serían
despedazados por las balas de los seides que ese veleidoso régi-
men amparaba y que en otras ocasiones fuéranle tan hostiles.
Varios soldados, abusando de la autoridad de la fuerza, des-
prenden bruscamente los brazos de D a b a n y Mariné de los de
Solís. D. Víctor Velasco protesta. (2)

(1) Refutando CHAVELÍ á Do PORTO refiriéndose á los últimos momentos


de los reos, dice: « lo que á nosotros se nos ha manifestado por testigos respe-
tables, es, que Solís y sus compañeros de infortunio dijeron en los últimos mo-
mentos de su vida: perdonamos á todos incluso al general Villalonga, que no lia
hecho más que cumplir con su deber: solo dejamos de perdonar á una persona y esta
es no cumple a nuestro propósito expresar nombres propios».—Refutación de
la Reseña histórica, etc., pág. 1 1 9 . CHAVELÍ no aclara la persona á quienes los
reos en su última hora no perdonaron, pero bien se comprende á la que aludían,
(2) El anciano Jacinto Castelo Rodríguez, vecino de Carral con quien
hemos hablado acerca de este asunto en dicho pueblo en el mes de Abril de
1 9 0 5 , nos relató como testigo presencial de aquella tristísima escena, que se puso
á disposición de D. Miguel Solís una montura para conducirlo al lugar de la eje-
308 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I84Ó

R o d e a d o aquél de una nutrida e s c o l t a , e m p r e n d e el camino


del calvario, s i g u i e n d o un t o r t u o s o sendero que, partiendo de
la calle de Carral, h a c i a el N o r t e , p r o l ó n g a s e c e r c a de dos kiló-

A. d,-/ Cslilh, „/,/,<.

CARRAL: «PUNA DA MAZAKACIJA» m EL MONTE «DO X A LO»

cución, esto es á la iglesia de Paleo; ofrecimiento <¡ne rechazó, marchando á pié.


A los 1 1 compañeros restantes, se les fusiló en el bosque á que nos referimos en
el texto, siendo llevados después sus cadáveres en canos, al cementerio de Paleo.
Tenía entonces el Cautelo 1 2 años de edad, y ejercía la profesión de pana-
dero. Al venir con su mercancía para Canal, se encontró en la fuente del Pu-
mariño, á la entrada del pueblo, con el «Correo de Madrid; que conducía unos
pliegos urgentes desde Betanzos, participándole el conductor que aeran las ór-
denes del fusilamiento».
Deducimos de la relación del anciano, que los pliegos de que se trata, serían
la confirmación de la sentencia adoptada por el Tribunal militar, para que se
cumpliese sin demora.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 3°9

metros de distancia de pendiente muy acentuada, yendo á morir


en la Iglesia parroquial de Paleo. Hállase este templo escudado
por la extensa cordillera que comienza en el famoso monte do
Xalo y continúa circunvalando aquella parte de la carretera de
la Corufla á Santiago, cuya ladera prosigue alargándose y bor-
deando el extenso y poético valle de Barcia.
Llegan Solís y su fúnebre escolta al atrio de la iglesia: el
viento y la lluvia sacuden con violencia los rostros del reo y sus
verdugos. Páranse todos al pie de dos corpulentos castaños que
sombrean el ángulo izquierdo de la fachada del templo. Los sol-
dados preparan las armas; y antes de que el jefe pronunciase la
voz fatal, gira la víctima rápidamente sobre sus talones, encá-
rase con aquéllos, y reconviniéndolos enérgicamente, como si
se encontrase delante de la conciencia de Villalonga, exclama:
— ¡Solís jamás fué traidor, y no morirá como tal, sino como
muere un militar honrado y caballero!
E inmediatamente el mismo da la voz de ¡fuego!
Al desvanecerse el denso humo de la descarga, vióse su
cadáver mutilado y tendido sobre un charco de sangre y lodo.
Aquella cabeza rubia, tan valiente y tan generosa, fué á
salpicar en pequeños fragmentos los muros de la Iglesia de San
Esteban de Paleo (l)
Si faltas tuvo el general en jefe del Ejército libertador de
Galicia—que no habremos de disculparlas;—si durante el tiem-
po de su efímero mando incurrió en errores, que los hombres,
por ese espíritu idiosiucrático de su humana condición, le han
señalado, no son éstos, no, los llamados á extremar la censura.
Esta sólo incumbe á la Historia; y la Historia, con su fallo ina-
pelable, reverencia la memoria de Solís y de sus compañeros de
infortunio con el significativo título de ¡ M Á R T I R E S D E C A R R A L !

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 236.


«El comandante Solís ha muerto sereno y tranquilo; no así Velasco en quien
los recuerdos de su antigua conducta con los prisioneros parece ha acibarado en
estremo sus últimos momentos causándole abatimiento p r o f u n d o . » — B E N I T O
G A R C Í A D E L O S S A N T O S , periód. cit., pág. 2 7 9 , 6 Mayo de 1 8 4 6 .
Benito García de los Santos, como buen absolutista, se acordaba del escar-
miento que Velasco hiciera un tiempo con los prisioneros en la anterior guerra
civil carlista. No es de extrañar, pues, que hablase así.
310 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

A las cuatro de la tarde penetra de nuevo en la capilla el


el fiscal militar Castro Cedeira, notificando la funesta sentencia
á D. Víctor Velasco y á todos los capitanes que dejamos trans-
critos. Si bien es verdad que éstos no esperaban castigo tan
cruel, oyeron serenamente la declaración y preparáronse á morir,
haciendo sus últimas disposiciones testamentarias, escribiendo
á sus respectivas familias y á aquellos seres más queridos de su
alma, (i)
«El esposo despedíase de la esposa, recomendándola el
tierno cuidado y maternal solicitud de sus inocentes hijos; el
hijo hacíalo á su anciano padre, exhortándole á recibir con re-
signación el golpe fatal; el hermano, á sus hermanos, estimulán-

(1) «.Carral 2 5 de Abril de 1 8 4 6 .


En Capilla.

ttt
Mis queridas hermanas: os remito 6 onzas para que las distribuyáis entre
mis compañeros: mi ropa y maleta la entregaréis á mi prima; también os remito
un poco pelo y el relox, y un pedazo de Gabán con el que voy á morir, para que
lo entreguéis á mi querida Matilde.
Nos pudimos escapar todos, pero nuestro honor nos lo prohibió.
111A Dios III El Eterno nos llama á su presencia, y aquí se concluye el
nombre de
JACINTO DABAN.»
(Archivo particular de D . J o s é G ó m e z y Gómez.)

«Carral 2 5 de Abril de 1 8 4 6 .
En Capilla

t tt
Amada esposa: incluyo esta esquela con la que podrás recoger mi equipage,
y por el dador que es el Eclesiástico (*) que me ha auxiliado, te remito 2 8 duros
y 3 pesetas que es lo que me queda.
Vive para mis hijos y cuida de su educación y de recordarles constante-
mente el amor que hoy llevo al sepulcro, y que su padre aunque sentenciado no
ha sido por ningún delito infame.
. A Dios, amada mía, vive segura de que jamás te ha faltado el entrañable
cariño de tu amado esposo
MANUEL FERRER.»
(Archivo particular de D . J o s é Gómez y Gómez.)

(*) £1 p á r r o c o D A Mateo Pereira,


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 311

dolos á odiar la tiranía y á morir, como él, en defensa de la


santa causa de los pueblos; el amante, de su amada, dando
rienda suelta á los tiernos sentimientos que su corazón alimen-
taba en aquellos terribles momentos de agonía.» (1)
Se había convocado á nueve sacerdotes para auxilar á los
pacientes; pero no concurrió para desempeñar tan tristísima
misión más que el dignísimo y virtuoso párroco de Paleo, quien
recogió el dinero y alhajas de todos ellos para dar cumplimiento
á los postreros encargos.
A las seis y media se les obliga á salir de la capilla, escolta-
dos por dos compañías del Provincial de Mondoñedo, siguiendo
el mismo itinerario que llevara Solís. La lluvia continuaba arre-
ciando con violencia y la noche echábase encima. El coronel
Cachafeiro, en el afán de terminar pronto su inicuo cometido,
resuelve hacer alto en el promedio del camino que se dirige á
la iglesia de Paleo, lugar entonces convertido en frondoso ro-
bledo, y que actualmente conserva escasos vestigios de él por
hallarse transformado su terreno en pradería y labradío.
Ordena Cachafeiro arrodillar á Velasco, D a b a n , Mariné y
Ferrer.
D a b a n , se encara con Cachafeiro, y con sardónica sonrisa,
dícele:
—¿Es aquí el lugar que se destina para el sacrificio....? pues
como capitán que soy de Cazadores, quiero que éstos sean los
que lo ejecuten.
Accédese á su petición, é inmediatamente pronuncia una sen-
tida arenga á los soldados, concluyendo por perdonarles la mi-
sión que iban á ejercitar. Prorumpe en vivas á la Reina y eleva
una plegaria á Dios por la suerte de la Patria. Da, como Solís,
la voz de ¡fuego....! y de las bocas de los fusiles del Provincial
de Mondoñedo, ensáñase la muerte en aquellos valientes.
Las siete víctimas restantes presencian este aterrador cuadro
á corta distancia: adelántase otra escolta haciendo pasar cuatro

(1) Véase nuestro Apéndice niím. '9.


312 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

por e n c i m a de los c a d á v e r e s de sus c o m p a ñ e r o s , y a c t o s e g u i d o


se las fusila; y , por último, con los tres infelices que sufrieran el
doble martirio de presenciar las anteriores ejecuciones, se repite
la inhumana e s c e n a .

El capitán L a l l a v e c a y e r a a t r a v e s a d o el vientre d e un bala-


zo. L e v á n t a s e implorando misericordia; y al dar a l g u n o s p a s o s ,
los ejecutores se abalanzan sobre el para cruzarlo á b a y o n e t a z o s .
L a s o l d a d e s c a , ebria por los v a p o r e s de sangre humana, em-
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 313

biste desenfrenadamente contra el montón de cadáveres, despo-


jándolos de sus ropas, ( l )
Protesta de esta brutal profanación el párroco D . Mateo
Pereira, que no se separara un instante de los reos. Argúyele
Cachafeiro que «los vestidos eran gajes reservados á los solda-
dos que se encargaran de la ejecución».
Contestándole el sacerdote:
—Los cadáveres no pertenecen ya á la justicia humana;
después de cumplido su fallo, entran en el dominio del poder es-
piritual. ¡En nombre de la justicia divina, yo los reclamo....! (2)
Ante la viril actitud del ministro de Dios, retírase el ejecutor
de los decretos de Villalonga.

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 2 3 8 .

El periódico de Madrid Ejército y Armada publicó en los días 4 , 2 0 y 2 6 de


Abril próximo pasado de 1 9 0 7 , tres artículos firmados por José García Suárez
con los títulos ¡Aun hay Patria, Veremundo! Así se escribe la historia, pretendien-
do rectificar como «testigo veraz de aquellos acontecimientos» algunos extremos
que en ellos concurrieron, especialmente los que se refieren al acto de rapacidad
de la escolta mandada por Cachafeiro acerca del despojo de los cadáveres de
las víctimas y á la intervención enérgica del párroco de Paleo, oponiéndose al he-
cho salvaje; hecho consignado por todos los historiadores y en la actualidad por
otro, que al decir del Sr. García Suárez, es uno de nuestros más sabios jurisconsultos
tan profundo en legislación como hábil político; aludiendo, quizá, á D. José Cana-
lejas Méndez, que al parecer está escribiendo algo relacionado con la historia
contemporánea española.
Con tan mala fortuna rebate el articulista dicho particular, como otros que
entonces surgieron, y tal es el cúmulo de anacronismos en que cae, que á pesar
de su veracidad de testigo, confunde lamentablemente los conceptos, nombres de
lugares y pueblos, sin llegar á marcar el punto exacto de los fusilamientos; y
hasta afirma que no conoció al coronel Cachafeiro (! I ) ; induciéndonos á sospechar
que, ó el Sr. García Suárez no fué testigo de semejantes ocurrencias, ó que por
efecto de su ancianidad, se le extravióla memoria.
En nuestro Apéndice número 1 0 , que es un documento indubitado, explica
claramente el aludido párroco, ocho años después del suceso, su decidida inter-
vención en el mismo, exclamando que tíos doce reos, con su jefe Solís á la cabeza
FUERON SACRIFICADOS INHUMANAMENTE A LA VOLUNTAD SANGRIENTA DEL

CORONEL CACHAFEIRO QUIEN más INHUMANIDADES HUBIERA COMETIDO DES-

PUÉS D E M U E R T O S A NO P R E S E N T A R M E Y O MISMO R E P R E S E N T A N D O LA JUSTICIA

DIVINA >

(2) Do PORTO, ob. cit., pág. 2 3 8 . — V é a s e nuestro Apéndice núm. 1 0 .


314 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 31 5

«Cachafeiro, el esparterista de 1840, el octubrista de 1 8 4 1 ,


el sublevado de 1843, fué el cómplice principal del verdugo de
los revolucionarios gallegos de 1846 » (i)
A los cadáveres de las once víctimas se les condujo en
carros al Cementerio de Paleo.
Hállase éste emplazado en la parte Norte de la iglesia, com-
prendiendo un diámetro amurallado de loo metros cuadrados.
El muro, en su mayor parte, se encuentra hoy en estado
ruinoso.
Al siguiente día, 2 7 , muy de mañana, procedióse á la inhu-
mación de aquéllos, lo propio que al cadáver de Solís, que que-
dara abandonado en el atrio del templo desde la hora que tuvie-
ra efecto su ejecución.
Colocóseles á todos en- hilera y en distintas sepulturas,
debido al celo del venerable párroco.
L a de Solís, cúbrela una losa deteriorada en parte, por el
tiempo, pero que deja leer con toda claridad la siguiente ins-
cripción :

D. E . P.
AQUÍ YACE EL SR. D. MIGUEL

SOLÍS Y CUETOS, CORONEL, COMANDANTE

DE E. M. MUERTO EL DÍA 26

DE ABRIL DEL AÑO 1846

Á LOS 31 AÑOS DE EDAD. RO-

GAD Á Dios POR SU DESCANSO ETERNO

Esta tumba está adherida al suelo, en el ángulo derecho


que da entrada á la pequeña necrópolis. En el centro de la
misma, existen otras dos losas que cubren las sepulturas de don
Jacinto Daban y D . Fermín Mariné: la carcoma, aunque destru-
yó sus inscripciones, especialmente la del último, no por eso
dejan de informarnos que responden á las de ambas víctimas.

(1) D o P O R T O , ob. c i t , pág. 238.


316 LA REVOLUCIÓN GALLEO A DE 1846

E l resto de sus c o m p a ñ e r o s n o tienen lápidas. L a de D . Jacinto


Daban dice:
AQUÍ YACK D. JACINTO

D/VliÁN V TUDÓ, CAPITÁN


DE CAZADORES DEL REGIMIENTO

INFANTERÍA DE ZAMORA.

R. I. P.

CARRAL: CEMENTERIO DE PALEO: TUMKAS I>E D A B A N Y FICRRKR

D e s d e que se verificaron estos enterramientos no v o l v i ó á


sepultarse á nadie en dicho C e m e n t e r i o , h a c i é n d o s e las inhuma-
ciones en el atrio de la iglesia.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 317

De horroroso asesinato, estampa, como epígrafe bien signifi-


cativo, el cura de Paleo, al extender en los libros parroquiales
las partidas de defunción de los doce fusilados, cuyas copias re-
producimos en nuestro apéndice núm. 11 y que debemos á don
Francisco Domínguez Vieites, hoy fallecido, y que fué párroco,
hasta hace poco, de dicha feligresía.
Este gráfico cuanto duro calificativo, consignado en docu-
mento oficial por la propia mano de testigo tan veraz de los do-
lorosos acontecimientos, es una perpetua recriminación contra
los autores y consentidores de los mismos.
La comisión militar de Carral, en sus deliberaciones—dice
Do Porto—guardó perfecta analogía con aquella Comisión de
.Salud Pública: como ésta juzgó ligeramente á los reos, sin oírles,
enviándolos al cadalso y hacinando sus cadáveres sobre las mis-
mas carretas que los conducía.
Una sola diferencia disculpa, en nuestro entender, los actos
de salvajismo del último de esos tribunales: éste, al sacrificar á
sus víctimas, creía que su sangre habría de servir para salvar la
salud de Francia; mientras que el primero, al consumar su inicua
sentencia, no hizo más que aplicar una ley brutal que sólo tenía
relación con los rebeldes vencidos; mas nunca con los rebeldes
vencedores; ley, como exclama Pérez Galdos, que carecía de toda
virtud y de toda majestad; que no era más que un convenciona-
lismo hipócrita, espantajo que figuraba el rostro y vestidura de la
Justicia.
«Con esas leyes, fusilaban hoy los fusilables de ayer, y ma-
taban los moralmente muertos. La fortuna y el éxito eran la
razón única de que entre tantos criminales, unos fueran asesinos
justicieros y otros víctimas culpables.» ( 1 )
¡Así fueron las exequias de los fusilados en r846!

En Paleo están sus tumbas olvidadas por los que tenían ine-
ludible obligación de cuidarlas y honrarlas; porque, á la sombra
de los Mártires de Carral, alcanzaron fortuna y honores, esca-
lando los puestos más elevados de la política española....

(i) Bodas Reales^ pág. 2 4 7 .


3i8 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Que es deber de todo partido, como dice Pirala, ( i ) rendir el


debido tributo á sus mártires, no para suscitar venganzas, sino
para enseñar que el heroísmo que se emplea para sacrificar-
se por un parti-
do, se debe desti-
nar por la patria,
para la que no
son estériles los
sacrificios y enal-
tecen más.
La Naturaleza,
más amorosa que
el hombre, encár-
g a s e de reparar
tan imperdonable
olvido, orlando los
sepulcros de las
víctimas el gerá-
neo y la manzani-
lla, y oreándolos
el perfume de la
madreselva y del
alelí, que espon-
táneamente ger-
minan en la de-
CARRAI.: VISTA EXTERIOR DEL CEMENTERIO DE PALEO fruida necrópolis
de Paleo.
¡Cuantas veces, desde la galería de nuestra modesta casa de
Sergude, ( 2 ) al extender nuestra vista hacia aquel punto y fijarla
en la blanca iglesia que se asienta en el promedio del majestuo-
so monte, hemos suspendido este trabajo, abstrayéndose nuestro
espíritu en aquella escena tan trágica como inaudita, y pensando
á donde llega el cinismo y la maldad del hombre, que ni aun

(1) Historia Contemporánea, t. I, pág., 474.


(2) San Julián de Sergude, dista sobre unos 500 metros del pueblo de
Carral.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 319

s u p o respetar la m o r a d a d e D i o s para c o n s u m a r su criminal


atentado!...
L a revolución p o r t u g u e s a , simultánea á la revolución galle-
g a , nacida entre humildes c h o z a s del M i ñ o para sacudir el y u g o
del ministerio C o s t a - C a b r a l , fué llevada pujante e n h o m b r o s d e
mujeres y rústicos p a i s a n o s , l l e g a n d o á internarse en el palacio
d e las N e c e s i d a d e s
E l a l z a m i e n t o de Galicia, i n c u b a d o en p o p u l o s a s ciudades y
e s c o l t a d o por más de seis mil b a y o n e t a s para sacudir la dic-
tadura d e los ministerios Narváez-Istúriz, fué á perecer entre los
fríos muros de un c o n v e n t o y s o b r e el f a n g o de una p o b r e a l d e a .
¿Tendría a c a s o la primera mejor d e r e c h o q u e la última á la
victoria?
P r o b a b l e m e n t e ¡si! p o r q u e conforme c o n aquel p r e c e p t o q u e
el discreto D o P o r t o t a m b i é n indica, tanto h o y , c o m o en los
t i e m p o s d e los juicios de Dios, la razón se encuentra siempre
acariciando la m a n o del q u e vence!....
<&> <g> <&> <£> <$> <$> <$> O <8><8>^<8><í><&-<<><8><8><<><8> 8 < >

CAPÍTULO XVw

Bloqueo de Lugo por el General Villalonga. — Condiciones de capi-


tulación propuestas por la Junta lucense.—Negativas del sitiador
y bombardeo de la plaza.—Rendición de ésta.

Vuelve la antigua Lucus á sufrir las contingencias de un


nuevo bloqueo: ella, que fué metrópoli de aquella heroica dinas-
tía sueva, vese ahora huérfana de todo auxilio y sin ningún ele-
mento de defensa para guarnecer sus legendarias murallas, ese
círculo de densa argamasa que aun conserva, como dice nuestro
gran Murguía, huellas de otros tiempos mejores y el recuerdo de
otros hombres y otras grandezas desconocidas que pasaron...
El estandarte enarbolado en aras de las libertades, públicas
el 2 de Abril de 1 8 4 6 , en breve será arriado por las huestes
acaudilladas por el capitán general del distrito.
Presentábasele á éste propicia ocasión para ganarse el se-
gundo entorchado y granjearse á la vez las voluntades de aquel

(1) Parte de este Capítulo fué publicado en el prestigioso periódico La


Idea Moderna, de Lugo, el 2 2 de Marzo de 1904.
322 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Istúriz, tan tornadizo en consecuencia política y tan dispuesto


siempre á ayudar á cualquier partido, con tal de que éste hala-
gase y excitase su vanidad.
Villalonga, en su famosa Memoria dirigida desde Lugo el
3 0 de Abril al ministro de la Guerra, que tantas veces llevamos
mencionada en nuestros capítulos anteriores, nos informa recor-
dándonos su ambición y servilismo. Y estos defectos, casi nos
atrevemos á disculparlos, dado el paralelismo que existia entre
las condiciones psíquicas del general, y las de su superior y
jefe del Gobierno de Madrid que por aquella época se hallaba
al frente de la administración española.
Después del malogrado combate de Cacheiras y la rendición
del convento de San Martín de Santiago, último baluarte tomado
á los sublevados; después de decretar la hecatombe de San Este-
ban de Paleo, acuérdase el capitán general de Galicia, cual
digno émulo del héroe de los molinos de viento, de embestir á
la indefensa ciudad que tanto honrara el romano.
Para satisfacer su proverbial ambición, aprovechaba una
oportunidad que los azares de la suerte le deparaban:
« y reconociendo por mi parte—escribe Villalonga—que
con las tropas que llevaba á sus órdenes, (alude á Concha, en
sus movimientos sobre Santiago) tenía fuerzas sobrantes para
batir á los rebeldes, y por otra la necesidad de ocupar esta ciu-
dad (Lugo,) para dejar expedita la comunicación con esa corte
y provincias del centro, según me estaba recomendado por real
orden del 1 4 , opté por esta última operación, que habiéndoseme
incorporado el Provincial de la Coruña el 2 3 , emprendí el 2^
precisamente en el momento que recibí el parte en que me anun-
ciaba el general Concha, la derrota sufrida por los rebeldes en
Santiago. Continué mi marcha llegando el 26 al frente de esta
ciudad (Lugo) que ocupé el 27 del modo que tuve la honra de
significar á V . E . en-mi parte del último día expresado »
Del análisis del párrafo transcrito y de los documentos que
examinamos, resulta una contradicción manifiesta la marcha
precipitada á Lugo por el general Villalonga, el día 24; contraste
singular en el que ni se fijaron los historiadores coetáneos, ni el
ingenuo Do Porto en su interesante Reseña.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 323

Mal p o d í a argüir á su g o b i e r n o e x a c t i t u d tan m a t e m á t i c a en


el c u m p l i m i e n t o de sus d e b e r e s , c u a n d o en ese día 2 4 , precisa-
mente, ( 1 ) hallábase en la C o r u ñ a , saliendo en la m a ñ a n a del

(1) E l 23 oficiaba desde la Coruíia'al general Concha enterándole de que


los sublevados se retiraran de las inmediaciones de la misma marchando hacia
.Santiago. Que al siguiente día se dirigiría A Uctanzos pernoctando en dicha
población, para dirigirse á I.ugo, reuniéndose con las fuerzas que esperaba de
Villafranca; y de apoderarse de aquella capital, trataría de ponerse A retaguardia
del enemigo con el fin de cogerlo en medio contando con que las fuerzas de
Concha se pondrían A vanguardia dejándole al efecto libre la carretera.—Docu-
mento que foseemos.
3^4 1A REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

mismo para Betanzos, pasando desde esta ciudad dos comunica-


ciones al brigadier D. Anselmo Blaser, dándole conocimiento
en una de ellas del triunfo obtenido por el general Concha; y en
la otra, ordenábale que con las fuerzas de su mando «marchase
hacia la plaza de Lugo, estrechando todo lo posible, en el con-
cepto de que yo me encuentro con una división en esta ciudad—
Betanzos—y lo verificaré sin detención»; (i) y en la aludida
fecha, estando en la propia población de Betanzos, dirigía aque-
lla resolución dictatorial á la Comisión militar de Carral, para
que procediese á la ejecución inmediata de D. Miguel Solís y
sus compañeros.
Aun concediendo á D. Juan de Villalonga un celo extremado
en el desempeño de su cometido, que no habremos de negarle,
podría perfectamente determinar su excursión á Lugo, desde la
Coruña, en la mañana del 24 de Abril y salir para la primera de
dichas poblaciones en la tarde de ese día, para llegar á ella mo-
mentos antes del anochecer del 26, aun á costa de marchas
muy forzadas si se tiene en cuenta la distancia, y especialmente
la dificultad de que por aquellos tiempos no existían, como hoy,

(1) «Según parte que he recibido en la mañana de este día del E . S. don
José de la Concha Comandante General de las tropas expedicionarias que vinie-
ron de Castilla, ayer tarde entró dicho Sr. General en la ciudad de Santiago,
que después de hecho replegar á los sublevados que en número de tres batallo-
nes lo esperaron en posición ventajosa en las inmediaciones de aquella ciudad,
habiendo tenido la gloria de batirlos en sus posiciones y dentro de la población
donde se hicieron fuertes, les hizo prisioneros 1 . 4 0 0 hombres y 5 4 oficiales,
entre ellos á su jefe Solís, quedando por lo tanto destruida la principal fuerza
con que contaban los revolucionarios.—Se servirá V . S. disponer que otro pliego
que conduce el peatón de estas líneas continúe sin dilación á su destino.—Dios
guarde á V . S. muchos años.—Betanzos 24 de Abril de 1 8 4 6 . — J U A N DE VILLA-

L O N G A . — S r . Jefe de la fuerzas que se hallan en este distrito por el camino real


de Castilla.»
«Se dirige V . S. con las fuerzas que marchan á sus órdenes sobre la plaza
de Lugo, procurando estrecharse todo lo posible en el concepto de que yo me
«ncuentro con una División en esta ciudad y lo verificaré sin detención.—Al
mismo tiempo me comunica V . S. sus movimientos con toda la frecuencia y ra-
pidez que esté á su alcance.—Dios guarde á V . S. muchos años.—Betanzos 2 4
de Abril de 1 8 4 6 . — J U A N DE VILLALONGA.—Sr. Jefe de las fuerzas que marchan
por este distrito por el camino real de Lugo.»—Documentos que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 325

medios de locomoción tan rápidos; y decimos para llegar el 26


porque, todavía el 2 5 , al frente de sus tropas, hiciera noche en
Guitiriz, desde donde reiterara á Blaser la última de las enun-
ciadas comunicaciones, advirtiéndole «que pernoctando hoy en
este punto, es mi ánimo emvestir la plaza de Lugo en el día de
mañana, según las circunstancias se presenten-», (i)
Es decir, que Villalonga tenía poca seguridad en la empresa
que iba á acometer.
Llegó efectivamente el Capitán general de Galicia á Betan-
zos á las nueve y media de la mañana; y en el acto dictó la orden
general siguiente:
« A R T . I.° El Excmo. Sr. Capitán general ha dispuesto que
además de la compañía de retén que deberá dar el batallón á
quien le corresponda este servicio, las que se encuentran aleja-
das en las principales avenidas del pueblo, mantendrán un vigi-
lante que observe cuanto ocurra por los caminos respectivos y
que en caso de cualquier alarma permanezca la tropa en las
casas con las precauciones debidas.
» A R T . 2.
0
Las bandas y músicas de los Cuerpos que com-
ponen la División, se atendrán para los toques al corneta de
órdenes del Cuartel general que se halla en casa de S. E . Al
romper éste la diana lo efectuarán aquellas y será la señal para
cargar y formar las compañías en frente de los alojamientos de
sus correspondientes comandantes. Para el toque de llamada y
tropa, saldrán á formar al campo de la feria (2) donde con anti-
cipación se hallará un oficial de E . M. para señalarles el orden
de formación y lugar que deben ocupar los Cuerpos.
»ART. 3. Los bagajes se irán relevando sucesivamente
0

según el número de los que se entreguen, procurando hacerlo


con los más endebles y aquellos que tengan más tiempo de
embargo.
»ART. 4. 0
Se recuerda lo prevenido en la orden general de
ayer sobre el número de bagajes que corresponden á cada com-
pañía en la cual no se tolerará ningún abuso.

(1) Documento citado.


(2) Hoy Plaza del Campo ó de Arirtes.
326 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

»ART. 5. Los diferentes Cuerpos que componen esta Di-


0

visión enviarán diariamente un ordenanza á la casa del señor


Brigadier jefe de E . M Asimismo remitirán un estado de fuerza
clasificado y otro diario, de las alteraciones que experimente
ésta, los Sres. Ayudantes acudirán al toque de orden general á
casa del referido Sr. Brigadier jefe de E . M., verificándolo igual-
mente el Comisario y Aposentador del Cuartel general, el cual
formará una relación en lo sucesivo de los alojamientos de los
jefes principales de la División al sacar éstos para que obre en
el Estado Mayor.
»Todo lo que por disposición del Excmo. S r . Capitán gene-
ral se hace saber en la orden de este día para cononocimiento
de las tropas de esta División.—Cuartel general de Betanzos á
24 Abril de 1 8 4 6 . — E l Brigadier jefe de E . M., LEONARDO
BONET.» (i)

Dirigió otra orden general en el propio día al conocer la de-


rrota de Solís y su prisión, y la de sus fuerzas en esta forma:
« Orden general de 24. de Abril de 184.6, en el Cuartel gene-
ral de Betanzos: ¡Soldados!: por parte del Excmo. Sr. D. José
de la Concha, Comandante general de la División Expediciona-
ria de Galicia que se acaba de leer, podréis venir en conoci-
miento del fruto que los Cuerpos é individuos de este Ejército
que se rebelaron contra el Gobierno han sacado de su criminal
comportamiento. Han sufrido y os han hecho sufrir los trabajos
de una campaña, breve pero penosa, y por un instinto casi común
á todos los que proceden mal, ellos mismos escogieron el punto
donde más expuestos se hallaban á encontrar el fin que les está
destinado.
»¡Soldados! que vuestra situación se fije en los castigos que
van á tener lugar para vivir prevenidos contra sugestiones igua-
les á las de que son víctimas los rebeldes que fueron un día
vuestros compañeros, es lo único que desea y os encarga vues-
tro Capitán general.—VILLALONGA.» (2)

(1) Doc. que poseemos.


(2) Doc. que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 327

En la' propia ciudad de Betanzos interceptó Villalonga una


carta que venía dirigida desde Barcelona para D. Miguel Solís de
su hermano D. Manuel, oficial del ejército que prestaba sus ser-
vicios en aquella capital, carta quizá llena de sanos consejos
para su hermano, en la cual, probablemente, le alentaría á per-
sistir en la noble lucha que sostenía, ó quizá le disuadiese de
continuaren ella, atendiendo á las consecuencias que podrían
acarrearle el triste destino.
Esa epístola no hemos podido conocerla; y seguramente
sino fué objeto de extravío, debe obrar en alguna dependencia
oficial. La noticia de ella, nos la proporcionaron dos documen-
tos que han llegado á nuestras manos, del propio Capitán gene-
ral de Galicia, informándonos que fué remitida al Ministerio de
la Guerra por hacerse sospechoso el ante-penidtimo párrafo de la
misma. (1)

11

El día 22 llegaron á Lugo las dos piezas de artillería y algún


refuerzo de tropas que de Betanzos le enviara la Junta central
revolucionaria de Santiago con el fin de evitar cualquier agre-
sión del enemigo. Carecíase en Lugo, desde aquella fecha, de no-
ticias de los demás pueblos sublevados y de los movimientos de
las divisiones de Solís y Rubín.

(1) ••Capitanía general de Galicia.—E. M.—Excmo. Sr.: Para los efectos


que se crean convenientes, tengo el honor de remitir á V. E. adjunta, una carta
estraída del correo para D. Miguel Solís y Cuetos, que figuraba al frente de la
rebelión de este distrito, de su hermano D. Manuel que sirve en uno de los
Cuerpos de la guarnición de Barcelona, según se infiere de la carta espresada,
cuyo ante-penúltimo párrafo se me ha hecho sospechoso. Dios guarde á Vuecen-
cia muchos años.—Betanzos 24 de Abril de 1846.—JUAN DE VILLALONGA.—

Excmo. Sr. Ministro de la Guerra.»


«Sírvase V. despachar sin detención alguna un extraordinario para la Corte
que conduzca el pliego adjunto para el Gobierno y entregue el otro al jefe de
las fuerzas que encontrará en la Carretera procedentes de Castilla.—Dios guarde
á usted muchos años.—Betanzos 24 Abril de 1 8 4 6 . — V I L L A L O N G A . — S r . Admi-
nistrador de Correos de estji ciudad.»—Documentos que poseemos.
3 28 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

La Guardia civil de la provincia, no guardando las conside-


raciones que con ella tuvieran los pronunciados, (1) se encargaba
de hostilizar la revolución, interceptando toda cuanta comuni-
cación pudiera llegar á poder de la Junta lucense que la infor-
mase del particular indicado.
Corrían por la población en la tarde del 2 5 , noticias vagas
de la derrota de Solís, que luego confirmáronse por algunos sol-
dados rezagados que se presentaron á la Junta, asegurándola al
propio tiempo, la salida de Villalonga de la Coruña para Lugo,
con tropas numerosas.
«Efectivamente,—indica Do Porto—había llegado la hora
de que esta autoridad recogiese algún laurel en el campo de
batalla.»
Ño se anticipara á conquistarlo, cuando el anterior bloqueo
de dicha plaza (2) ordenado por el Gobierno central el día 1 4 y
de que el mismo trata en su Memoria. Villalonga no contaba
como ahora con los elementos necesarios, ni con la fácil ocasión
que el azar le deparaba; porque Lugo, para rechazar entonces
la incursión de los enemigos, alimentaba dentro de sus muros un
núcleo respetable de soldados é innumerables y decididos pa-
triotas; y por otra parte demostraba su Junta, una virilidad y
civismo espartanos. Entonces, la revolución gallega estaba en
el período de su apogeo; ahora la revolución entrara en el pe-
ríodo agónico. De ahí los arrestos del Capitán general de la
región y los éxitos seguros de su victoria.

(1) «La Guardia civil que se hallaba en Lugo, no quiso adherirse al pro-
nunciamiento, y cogida prisionera, salió el día 4 con los batallones, á fin de que
el pueblo no presenciase su desarme. Verificado éste, se le permitió al coman-
dante de la fuerza marchase con ella á un pueblo de la montaña, después de
haber ofrecido solemnemente permanecer neutral y sin interceptar ninguna co-
municación que fuese dirigida á los pronunciados. Aun llegó á más la hidalguía
de Solís, pues les concedió llevasen seis carabinas para defenderse si en el
camino eran insultados,^ les dio una mensualidad á todas las clases. El Sr. San
Martín, jefe de la mencionada fuerza, á penas se separó de los batallones, em-
pezó á hostilizar á Lugo y á sorprender todas las comunicaciones, faltando á la
palabra que los caballeros nunca emplean sin cumplirla.»—Do P O R T O , ob. cit.,
pág. 2 2 6 .
(2) Véase el Capítulo X I ,
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 329

I I I

D e c í a m o s que el día 2 4 saliera de la Coruña para B e t a n z o s


el general V i l l a l o n g a , al que a c o m p a ñ a b a su E s t a d o M a y o r , for-
m a d o del general subinspector de A r t i l l e r í a con su ayudante,

un brigadier jefe del E s t a d o M a y o r y tres oficiales del mismo


C u e r p o ; otro brigadier, tres c o r o n e l e s , un c o m a n d a n t e de inge-
nieros, un comisario y un p a g a d o r , los batallones primero y
33° LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

tercero del regimiento infantería de Zamora, el Provincial de la


Coruña, 30 caballos de la Guardia civil y cuatro piezas de artille-
ría rodada; llegando en el propio día á la última de dichas ciu-
dades. El 25 á mediodía continúa su marcha á Lugo, pernoc-
tando en Guitiriz, según manifestamos anteriormente; y el 26
á las seis y media de la tarde próximamente, llega al frente de la
histórica muralla.
Simultáneamente aparece con sus tropas el brigadier Blaser,
que se componían de un batallón del regimiento de América,
los Provinciales de León y Laredo, dos compañías del regi-
miento de la Reina, 50, ginetes del segundo de Ligeros y 60
guardias civiles de la provincia. Estas fuerzas procedían de Villa-
franca viniendo por la carretera de Castilla hasta llegar á los
arrabales de San Roque en donde hicieron alto, distribuyéndose
parte de ellas en circunvalar la puerta de San Pedro y sus cos-
tados, en tanto que las de Villalonga sitiaron las puertas Falsa,
Miño y del Postigo.
El Capitán general se había anticipado á pasar una comuni-
cación á Blaser en el propio día 26 informándole que se hallaba
al frente de la plaza no queriendo admitir ninguna <^f las condi-
ciones que los sitiados le propusieran por medio de una comi-
sión de vecinos; y le advertía: «Tengo entendido que han en-
viado á encontrar á V. S. otros comisionados y estoy en el caso
de advertirle que no admita proposiciones de especie alguna
previniéndoles se entiendan conmigo.» (1)
Al observar los de la plaza (2) el número extraordinario de
invasores, toman enseguida las precauciones necesarias á fin de
prepararse para la defensa, no sin intentar antes el pacto de una
capitulación honrosa, conociendo como ya desgraciadamente
conocían, la destrucción de las fuerzas de Solís.

(1) Doc. que poseemos.


(2) «.Eran tan pocos en número los sitiados, que los artilleros procedentes
de Vigo que estaban arrestados en Lugo, ante la negativa de incorporarse á los
rebeldes, determinaron abandonar la plaza, descolgándose de las antiguas mura-
llas por medio de los tirantes de sus piezas de artillería, al ver bloqueada la
misma por Villalonga.»—FORT ROLDAN: Apuntes.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 331

Intima en el a c t o , V i l l a l o n g a , la rendición de la c i u d a d ; y la
Junta de L u g o que había sido modelo ejemplar de moralidad
con su sana y honrada administración, y de un tacto e x q u i s i t o
de g o b e r n a n t e s durante el corto período de su m a n d o — recono-
cido hasta por los hostiles a la causa revolucionaria, c o m o vere-

mos más adelante,-—propone amistosa transacción e x p o n i é n d o l e


al sitiador que no tendría inconveniente en abrir las puertas de
la ciudad «siempre que se respetasen las personas, vidas y ha-
ciendas de t o d o s los que se han c o m p r o m e t i d o , tanto militares
332 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

como paisanos, sin que se les moleste por sus actos políticos
posteriores al 2 del actual, facilitando pasaporte al extranjero al
que quiera solicitarlo.
»La Junta, no duda que V . E . como español, como valiente
y como caballero, animado de sentimientos humanitarios, se
dignará acoger ésta proposición, evitando las desgracias y con-
flictos que puedan ocurrir en esta ciudad.»
Fechábase este documento el 26 de Abril de 1 8 4 6 , y lo fir-
maban M. Becerra y Llamas, Presidente; y Domingo A . Pozzi,
Secretario. ( 1 )
La contestación dada por Villalonga, fué, que «si dentro de
un cuarto de hora no se entregaba incondicionalmente la plaza,
dejando las armas en pabellones delante del Ayuntamiento,
bombardearía la misma, tomándola por asalto». (2)
Al saberse esta imperiosa resolución que pugnaba contra las
reglas de la caballerosidad, aun reconociéndose que los sitiados
estaban fuera de las vías legales, varias personalidades de Lugo
en el concepto de vecinos, y otros como entidades de prestigio,
indiferentes al movimiento revolucionario, se apresuraron á ele-
var al general Villalonga una exposición, impetrándole revocase
medida tan irracional en atención á que «los que posteriormente
se habían comprometido en el pronunciamiento han sido enga-
ñados: en esto habrá habido un error; pero la conducta de su
administración durante la cual ninguna persofta se ka molestado,
les escusa tanto cuanto V. E. comprende muy bien: en el día,
reconocen su equivocación y están dispuestos á someterse bajo
unas garantías por las cuales se interesan la piedad y política
bien entendída i> (3)
Firmaban la precedente exposición, el citado día 26, don
Vicente Neira y Gallardo, D. José Saavedra Pando, concejal;
D . Francisco Gómez Cadórniga, concejal; D. José Antonio
Martínez, concejal; D. Pedro López Rivera, gobernador eclesiás-

(0 De nuestro archivo particular.

(2) Doc. que poseemos.

(3) De nuestro archivo particular.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

t i c o ; D . Manuel G a r c í a de la V e g a , g o b e r n a d o r e c l e s i á s t i c o ; ( l )
D . B e n i t o G o n z á l e z H e r m i d a , c a n ó n i g o , por el c a b i l d o eclesiás-
t i c o ; D . A n t o n i o María M i r a n d a , I). S i m ó n P u g a , cura párroco;

(i) Antes de celebrarse el (.'oncovdato ile IS5 i, algunas iglesias podían


nombrar dos gobernadores eclesiástico*, uno para lo* asuntos de gracia y otro
para los de justicia; pero con arreglo al art. 20 de aquel tratado, se abolió, entre
otros particulares ttodn privilegio, uso ó costumbre de administrar en Cuerpo,
de novii'nir i/uís tic: un l ian¡o ó cualquier otrn t|ue ''ajo cualquier concepto sea
contrario á lo dispuesto por los Sagrados ('anones-. -(Jol.M.wo: liisli.'iicioncs
del Derecho Canónico.- - T o m o 1.", pág. 20S.--Madrid, 1S74.
334 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

D. Cipriano Sánchez Guardamino, D. José Pardo y Luaces y


D. Juan García Armero.
También los concejales del Ayuntamiento, anterior al 2 de
Abril, al enterárseles por la Junta de la orden de Villalonga, di-
rigiéronle á éste la comunicación siguiente:
«Ayuntamiento Constitucional de Lugo.—Excmo. Sr.: Los
individuos que sucriben como concejales del Ayuntamiento
creado en Enero último, han sido llamados para enterarse de la
comunicación de V. E., fecha de hoy; y en su cumplimiento,
abundando en los sentimientos filantrópicos de V. E . le ruegan
nuevamente se sirva acceder á la súplica que como vecinos
entre otros le han dirigido por una comisión.—V. E . no desco-
noce como militar los compromisos de algunos oficiales y otros
vecinos que han tomado parte en el alzamiento, y que gente
extraña ha traído á esta Capital. En consecuencia, pues, roga-
mos á V. E. se digne respetar las vidas de unos y otros sin dis-
tinción de clases y graduaciones que solicitan, y autorizar al
Ayuntamiento si es de su agrado para facilitarles los pasapor-
tes si los pidiesen, tanto más justo esto, cuanto que la población
no ha sufrido ningún agravio por consecuencia del alzamiento, y
por lo mismo los consideramos acreedores todos á las considera-
ciones del Pueblo, el que se promete de la. benevolencia de Vue-
cencia su aprobación.—La justificación de V. E . no desoirá los
votos del Ayuntamiento, que son los de todos los habitantes de
esta Ciudad, con lo que segura está esta Corporación se entre-
garán las armas y Lugo hará votos por la salud de V. E.—Dios
guarde á V. E. muchos años, Lugo Abril 26 de 1 8 4 6 . — E x c e -
lentísimo Señor: Francisco Gómez Cadórniga.—José Saavedra
y Pando.—Domingo Antonio Martínez.—Rafael Iglesia.—Exce-
lentísimo Señor Capitán General de Galicia.»
A pesar de estos reiterados ruegos que acusaban por parte
de los sitiados la mejor disposición de ánimo para una transac-
ción por la que no sufría el menor desprestigio la honorabilidad
de Villalonga, éste, por toda respuesta dio orden de romper el
fuego sobre la plaza al cual contestaron inmediatamente los na-
cionales que custodiaban la puerta Falsa, y que fueron exten-
diéndose rápidamente por toda la línea.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 335

Duró aquel por ambas partes escasamente una hora, hasta


que, observando Villalonga que la noche, al cubrir con las negru-
ras de su manto la histórica ciudad romana, invalidaba la punte-
ría de sus cañones, mandó que cesasen las hostilidades.
Por otra parte el brigadier Blaser atacaba simultáneamente
por el barrio de San Roque disponiendo que «el capitán de Esta-
do Mayor D. José Riquelme se apoderase con tres compañías,
del arrabal», (i)
«Al acercarse éstas á dicho punto—dice Blaser á Villalon-
ga—rompió la plaza un vivo fuego; y así mismo la línea que
Vuecencia estaba estableciendo ó tenía establecida. Al poco
tiempo se hallaba ocupado el punto á pesar de no distar sus pri-
meras casas seis varas de la muralla, sin tener más desgracias
que lamentar que la de haber sido heridos el cabo segundo de
Cazadores del Provincial de León, Victoriano Liébana y el sol-
dado Antonio Fernández, de la misma compañía.» (2)
En este corto intervalo, los sitiadores lanzaran á la plaza
cuarenta granadas y algunas balas rasas (3) ocasionando desper-
fectos de relativa consideración en sus murallas que por su du-
reza y solidez, evitaron á la población daños mayores.
Velaba ésta, en aquella aciaga noche, en medio de las in-
quietudes y zozobras que le producían las exigencias de un
Macbet, sin la esperanza de que un Malcom viniera á desvane-
cerlas para llevarle la tranquilidad deseada.
En vano acudiera la vieja Lucus en demanda de una gracia
que envolvía la fuerza del derecho y los preceptos de la razón.
El ególatra por excelencia, no atendía más que al derecho de la
fuerza: aspiraba á una conquista fácil para ceñir en sus sienes la
corona de los héroes y obtener la servil adulación de sus
amigos. (4)

(1) Doc. que foseemos.


(2) Doc. que poseemos.
(3) Do P O R T O , ob. cit., pág. 2 2 7 .
(4) c Capitanía general de Galicia.—E. M—Excmo. Sr.: Al llegar á la in-
mediación de esta plaza con las fuerzas de mi mando, me encontré sobre el ca-
mino con una Comisión del Pueblo proponiéndome condiciones para entrar en
la Plaza bajo capitulaciones á que contesté no ser decoroso ni honorífico acceder
pues que yo no podía prescindir de que la Plaza y los sublevados se entregasen
3 36 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1S46

Al disiparse las sombras de la noche del día 26, entran, en


la madrugada del 27, por una casa tapiada contigua á la puerta
de San Pedro, dos compañías del regimiento de Zamora y varios
guardias civiles mandados por D. Benito Menacho, comandante
general que había sido de la provincia al iniciarse los sucesos
el día 2, quien faltando á su palabra de caballero con los pro-
nunciados, se prestara espontáneamente en este acto al escalo de
la plaza. ¡Si la revolución hubiese triunfado sería uno de tantos
para llamarse parte en el botín!....
Nadie había que guardase aquel trayecto de la muralla, que
fué tomado por asalto, sin la menor dificultad, así como de las
dos piezas de artillería, que también estaban abandonadas. En
el acto pasaron pasaron á ocupar'la plaza, en cuyo tránsito tam-
poco encontraron alma viviente: Lugo, presentaba en aquel mo-
mento el aspecto de una necrópolis. ( 1 ) •
Tras de esa fuerza, entró toda la restante que fué distribu-
yéndose por la población, encaminándose parte de la misma al

á discrepción: sin embargo de esto habiéndome tenido entretenido 'hasta cerca


del anochecer no pude prescindir en sostenimiento de las armas que conduzco
bajo mi mando de mandar romper el fuego de fusilería contra los insurgentes
que ocupaban el recinto de la Plaza hasta después de haber anochecido que he
mandado suspender las hostilidades.—En el momento en que estábamos en
fuego llegó el brigadier I ) . Anselmo Blaser á quien había avisado de mi movi-
viento habiendo llegado con tal oportunidad como si hubiese mediado una
exacta combinación Sus fuerzas ocupan parte de la circumlalación de la Plaza
y cuento con el auxilio para el completo éxito de las operaciones de mañana, si
los individuos insisten en la defensa dentro de la población de cuyo resultado
daré parte á V. E. sin pérdida de momento.—Dios guarde á V. E . muchos años.
Cuartel general al frente de Lugo á las diez de la noche del 2 6 de Abril de
1846.—JUAN DE VILLALONGA.—Excmo. Sr. Ministro de la Guerra >

(1) El Jefe político y gobernador militar de la Coruña D. José Martínez,


tan significado por su especial, comportamiento con los coruñeses durante la época
revolucionaria, dirigía al general Villalonga la siguiente comunicación:
«Gobierno militar y comandancia general de la provincia, Coruña.—Ex celen-
tísimo Señor: Me es muy satisfactoria la noticia que V: E. se sirve comunicarme
acerca de la toma de esa ciudad sin ninguna pérdida de nuestra parte congratu-
lándome en tributar á V. E. el más cumplido parabién por tan fausto aconteci-
miento, que hago publicar en este momento para noticia de los fieles habitantes
y confusión de ¡os malos.—Dios guarde á V. E. muchos años.—Coruña 2 7 de
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 337

cuartel de San Fernando en donde hallaron únicamente 1 2 1 sol-


dados y 1 4 paisanos (1) quienes entregaron las armas sin la me-
nor resistencia. (2)
Todos los miembros de la Junta y demás comprometidos en
el movimiento regionalista, entre éstos algunos nacionales, pro-
curaron ponerse á salvo, burlando las iras del general Villa-
longa. (3)
Sometida la plaza al sitiador, éste dictó, como primera medida,
un bando amonestando al vecindario para que dentro del térmi-

Abril de 1 8 4 6 . — E x c m o . S r . — J O S É M A R T Í N E Z . - — E x c m o . Sr. Capitán General


de Galicia.»
A continuación de este laudatorio oficio, consígnase por vía de nota: «Exce-
lentísimo SeHor: En este momento recivo comunicación de Santiago en que me
dicen les oficia,el general Concha participándoles: Que Vigo se halla ocupado
por nuestras tropas y que la Junta rebelde con algunos que le acompañan se
huyó á Portugal lo que con satisfacción participo á V. E . — E x c m o . S r . — J O S É
M A R T Í N E Z . — - L a letra de esta nota, es de puño y pulso del D. José Martínez.—
Doc. que poseemos.

(1) D o P O R T O , ob. cit., pág. 2 2 8 .

(2) Al recabar nosotros del Ministerio de la Guerra en el mes de Febrero


de 1 9 0 3 varios antecedentes relacionados con este alzamiento que existen en el
Archivo General Militar, y que nos indicara el recientemente finado é ilustre es-
critor y veterano general D. José Gómez de Arteche, por conducto de nuestro
querido amigo D. Andrés Martínez Salazar, nos fué negada la petición por Real
orden de 6 de dicho mes, fundándose «en que el personal empleado en aquel
Archivo, no puede dedicarse sin perjuicio del servicio, á otro trabajo que el que le
está encomendado.»
Nosotros, creemos, que las funciones de los empleados de los Archivos, no
se concretan solamente á la custodia de papeles, sino que se extienden á facilitar
al público todo cuanto dato éste precise, y especialmente, si redundan en bene-
ficio de la cultura pública. Si el solicitante fuese un extranjero, seguramente que
se le darían todo género de facilidades.
Es tan inocente el argumento de la negativa, que parte de la prensa regional
lo censuró como merecía.
(3) « Gobierno político de la provincia de Lugo.—Ayer tuve noticia de que
un Capitán llamado D.Jerónimo Lence había salido de Lugo con 2 0 Naciona-
les acia Castroverde 3 leguas de aquella Capital, y creí deber ponerme en Camino
para allí con la Columna que me dejó el general Concha al Mando del Coman,
dante D . Francisco San Martín, y habiéndonos divisado antes de llegar, huyeron,
abandonando otro Capitán su Caballo, estoque y morrión, de suerte por lo que-

22
338 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

no de seis horas entregase las armas que tuviese en su poder


sin omitir aquellas personas que disfrutasen de licencia legal
para conservarlas; requiriendo al propio tiempo la presentación
inmediata de los paisanos y militares que tomaron parte en la

LUGO: VISTA GENERAL

sublevación, debiendo verificarse aquella en la guardia del prin-


cipa!, apercibiendo con fusilar á todo individuo que ocultase en
su domicilio algún revolucionario. (1)

bracio del terreno no pudo cogerse más cjue un prisionero y unas 8 armas de
fuego.—El Secretario Comandante y Oficiales tanto de la Guardia Civil como
de la 3 . Compañía del 3 . " Batallón de América, se han portado brillantemente
A

y creo (pie esta lección servirá para cpie no buelban los rebeldes á incomodar
Pueblo alguno.—Dios guarde á V. E. muchos años, Nogales 28 de Abril de
1 S 4 6 . — J U A N F E R R E V R A CAAMAÑO.—Excmo. Sr. Capitán General de Galicia.»
De nuestro archivo particular.
(1) «Don Juan de Villalonga, Mariscal de Campo de los Ejércitos Nacio-
nales y Capitán general de Galicia, etc. etc.
«Habiendo entrado en esta capital con las fuerzas de mi mando para aca-
bar de destruir la revolución que cobardemente se instauró en ella, y conviniendo
á este fin que se recojan todas las armas de cualquiera clase que existan en poder
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 335

A la vez que comunicaba al Ministerio de la Guerra la ren-


dición, le interesaba la aprobación de las medidas adoptadas;
oficiando también al general Concha en el sentido de que
«puesto que desaparecieran los enemigos que se combatían,
cesaban los pluses de campaña para aquellos Cuerpos que debían
quedar de guarnición, disfrutando únicamente del beneficio las
fuerzas que siguiesen el resto de las operaciones», ( i )
Al restablecerse en Lugo los principios absolutistas del Go-
bierno de Madrid, dicho general, enviaba al brigadier Mac-Cro-

de los vecinos de la misma, así como también imponer el digno castigo á que
se han hecho acreedores las personas que directa ó indirectamente hayan con-
tribuido á la sublevación é insurrección militar, he tenido por conveniente de-
cretar lo siguiente:
«Artículo i.° Dentro del término de seis horas se presentarán en la Guar-
dia del Principal todas las armas de los individuos que las han tomado durante
la insurrección y de todas las demás personas que las tengan ya sea con licencia
ó sin ella con sola la tliferiencia de que las que pertenezcan á individuos que
tienen licencia serán presentadas en la Jefatura política con la que se les hubiese
concedido para que cuando parezca conveniente á dicha autoridad se les
devuelva.
>Art. 2 . ° Toda persona que haya compuesto parte de la Junta revolucio-
naria, jefes li oficiales que hayan mandado los cuerpos ó partidas revolucionarias
ó en cualquiera forma hayan coadyuvado á la revolución, se presentarán en pri-
sión en la guardia del principal dentro del mismo término de seis horas; y todo
individuo que tuviese oculto en su casa cualquiera de aquéllos, lo presentará en
la misma forma so pena de ser fusilado si no lo verificase, para lo cual y pata
averiguar la existencia de armas se practicarán visitas domiciliarias.
>Art. 3 . " Queda prohibido el uso del gorro de cuartel á toda persona que
no sea militar ó goce fuero de tal.
I Y á fin de que nadie alegue ignorancia he mandado que se publique el
presente Bando fijándolo en los parajes de costumbre. Dado en el cuartel gene-
ral de Lugo á 27 de abril de 1 8 4 6 . — E l Capitán General, JUAN D E V I L L A L O N G A . »

(I) «Suplemento al Boletín Oficial, nitm. 4 5 , del martes 2 8 de Abril de


1 8 4 6 . — H a b i t a n t e s de la provincia de Lugo: Hoy á las cinco de la mañana ocu-
paron esta capital las tropas leales del ejército mandadas por el Excmo. Sr, capi-
tán general de Galicia, y se halla restablecido el orden y el imperio de las leyes
que la sublevación ocurrida el día 2 del corriente habia trastornado. Siento al
anunciároslo la mas viva satisfacción, aunque me duelen las desgracias y el
desconsuelo de algunas familias que son consecuencia indispensable de los tras-
tornos á que estuvo entregada esta población. Sirva esto á lo menos de lección
á los ilusos, que en lo sucesivo puedan juzgar fácil empresa hacer armas contra
340 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846*

hón, coronel del regimiento infantería de Zamora, el siguiente


oficio:
«Con la brevedad posible, pasará V . S. á mis manos una
relación de los individuos del cuerpo de su mando que más se
hubiesen distinguido en la toma de esta plaza.—Dios guarde
á V . S. muchos años.—Lugo 29 de Abril de 1 8 4 6 . — J U A N D E
V I L L A L O N G A . — S r . Brigadier Coronel del Regimiento Infantería
de Zamora.» (1)
Y concluiremos esta página de triste recordación para la
historia del pueblo lucense, exclamando con Do Porto:

el gobierno legítimo y atentar contra las prerogativas del trono y la ley funda-
mental del estado.
> Habitantes de esta provincia: estoy muy satisfecho de vuestra cordura y
sensatez, pues habéis dejado aislada la rebelión en el recinto de esta capital,
permaneciendo fieles al gobierno y obedientes á mi autoridad. Restablecida la
paz, solo me resta cicatrizar las llagas que ha dejado abiertas la anarquía: repa-
rar cuanto ser pueda los considerables daños que se han hecho en los edificios
inmediatos á la muralla so pretesto de una loca y temeraria defensa: agotar todos
mis esfuerzos para que la clemencia de S. M. se dispense á los culpables, sin
embargo de que repetidas veces fueron despreciadas por ellos mis paternales
invitaciones; y en seguida dedicarme á promover los negocios de utilidad pública
para mejorar el estado del pais que es el objeto constante de mis afanes. Lugo
2 7 de abril de 1 8 4 6 . — E l gefe político, J U A N F E R R E I R A C A A M A Ñ O . >

«Circular declarando nulas todas las disposiciones dictadas por la Junta


revolucionaria: Sin embargo de que las disposiciones de la junta revolucionaria
que acaba de desaparecer solo eran acatadas dentro de los muros de esta ciudad,
he dispuesto hacer entender que quedan declaradas nulas y de ningún efecto
cuantas haya dictado; y de consiguiente tanto en esta ciudad como en el resto
de la provincia continuarán observándose las órdenes vigentes en 2 del actual,
así como cuantas se hayan dictado por el gobierno de S. M . y autoridades legí-
timas. Lugo 2 7 de abril de 1 8 4 6 . — J U A N F E R R E I R A C A A M A Ñ O . — P o r el Secre-
tario, A L E J A N D R O C A S T R O G Ó M E Z . — Imp. de la Viuda de Riesgo é Hijos.>
(i) «Aisiguiente día de recibir esta comunicación el brigadier Mac-Crohon
elevó una instancia á la Reina insistiendo en pedir su. cuartel y solicitando se
le comprendiese en el sumario de aquellos sucesos. El Gobierno se guardó muy
bien de hacerlo, antes al contrario, fué propuesto este ilustre ferrolano por la
acción de Sigüeiro para la Cruz de San Fernando que no tardó en concedérsele;
otorgándosele también el empleo de mariscal de campo con fecha 1 0 de Octu-
bre de 1 8 4 6 . — F O R T ROLDAN: Ferrolanos que fueron.t
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 341

«|Así fué á tierra el primer b a l u a r t e q u e la revolución d e


A b r i l h a b í a l e v a n t a d o para fijar el asta de su e s p l e n d e n t e b a n -
dera! ¡ U l t i m o asilo t u m b i n o , en d o n d e resonaron los santos
a c e n t o s de la e m a n c i p a c i ó n g a l l e g a ! N o ha sido n o , el desaliento
d e sus bizarros g u a r d i a n e s ni el arrojo d e s u s a g r e s o r e s el q u e
los h a derribado E l g o l p e traidor de un m a l s o l d a d o , a c a b a b a
d e reducir á e s c o m b r o s la o b r a de veintiún días, los esfuerzos
de tantos patriotas y las e s p e r a n z a s de tantos españoles La
defensa de L u g o era inútil y sólo servía para a u m e n t a r el catá-
l o g o d e las víctimas.»
CAPÍTULO XVI

Operaciones de la 2 . a
División del Ejército libertador. — Dispersión
de la misma.—Prosigue Concha en sus movimientos. — Fuga de
las Juntas revolucionarias.— Desarme de los batallones sublevados.

Dejamos á D. Sebastián Arias, segundo jefe de la división


del Ejército libertador, atareado en Ribadavia con la venta de
la sal, quien, cumplida su misión, trató de incorporarse acto
seguido á la misma en Puenteareas, exponiéndole á Rubín el
disgusto que produjo en la primera de dichas villas y pueblos
comarcanos, la ausencia de la fuerza revolucionaria, dando lugar
la medida á producir profundos desalientos entre los partidarios
y especialmente entre la milicia nacional que estaba ya movili-
zada en todos aquellos lugares.
Rubín no hizo caso á estas objeciones, concretándose, como
descargo á su conducta, á ausentarse aquella misma tarde (la
del día 2 0 ) hacia Vigo, con el pretexto de visitar á su esposa;
dejando encomendada á Arias la dirección de las fuerzas hasta
su regreso.
344 L A
REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Este distribuyó la columna en la siguiente forma: el Provin-


cial de Oviedo, en la Cañiza; la milicia nacional en Melón y los
carabineros en Ribadavia, concediendo un descanso al Provincial
de Zamora con el fin de esperar el regreso de Rubín en la
Cañiza, el cual regreso tuvo lugar á las cuatro de la tarde
del día siguiente.
Esta ausencia de veintisiete horas desperdiciadas por satis-
facer un gusto laudable en la vida privada; pero punible en los
hombres públicos que por él abandonaban sus deberes, se veri-
ficó cuando ya sabía la llegada de Concha á Orense y el número
de hombres y caballos que le acompañaban. A su vuelta supo
la salida de éste para Santiago, las fuerzas que llevaba y carabi-
neros que dejaba en la provincia. También se le enterara de
las conversaciones que tuviera con las autoridades, y el pensa-
miento que tenía de sorprender á Solís batiendo las columnas en
detalle; por cuya circunstancia, si Rubín no marchaba en su so-
corro, se perdería la causa de la revolución. (1)
Formábase Rubín distinta idea de lo que realmente ocurría
con la actitud de Concha: en vez de reconcentrar todas sus
fuerzas y volar en socorro de su compañero que tanto de él pre-
cisaba, como hemos notado en los precedentes capítulos, se pro-
puso seguir en la subdivisión de su gente empleándola en mo-
vimientos forzados, como por ejemplo, de Puenteareas á la
Cañiza y Ribadavia; y desde esta última villa á la de la Cañiza,
puente de San Clodio y Puente Pazos, haciendo en todos estos
sitios operaciones de fortificación.
Para pasar el río, cuando se creía que iba á seguir un itine-
rario recto á Santiago, se tomaban las barcas é inmediatamente
se abandonaban pretextando si el enemigo en vez de llevar la
dirección á Compostela la efectuaba á Pontevedra ó Vigo. Eran
de tal magnitud los desaciertos que se padecían, que provocaban
acre censura, no solamente de sus subordinados sino de las per-
sonas civiles agregadas á la división sublevada; y de los mismos
vecinos de los pueblos por donde transitaba la misma.

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 206.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 345

El día 2 2 , determinó Rubín salir para Ribadavia con el Pro-


vincial de Zamora, advirtiendo á Arias que siguiese igual ruta,
al objeto de reunir allí toda la fuerza y marchar en el acto á
buscar á Concha. Llega Arias á Ribadavia sin lograr encontrar
en este pueblo á su superior.

Sorpresa grande causóle este contratiempo; y preguntando


á los oficiales á que obedecía semejante negligencia, contestá-
ronle que no tenían la menor confianza en su Jefe atendiendo al
género de conducta que venía observando, inconcebible en un
general que sabía positivamente todos los movimientos y accio-
346 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

nes del enemigo y no procuraba burlarlos, ni se decidía, á pesar


de los consejos que se le daban, á marchar en auxilio de s u
camarada Solís.
Entre todas las fuerzas de la división, desde el oficial al sol-
dado, concurrían notorios resentimientos contra su jefe princi-
pal: dirigiéndole duros calificativos por la irregular conducta
que venía demostrando.
En Ribadavia se celebró una reunión de jefes y oficiales,
opinando la mayoría absoluta, no prestarle el menor acatamiento
y reconocer en cambio como jefe superior al laborioso D. Sebas-
tián Arias. Entre los protestantes autores de esta proposición,
sobresalía la del coronel D. Manuel Pardo, comandante de los
movilizados, quien desde los comienzos de la salida de Santiago
con la segunda división, auguró á ésta resultados siniestros
en las operaciones.
Desde Ribadavia, envió Arias á Rubín una significativa co-
municación lamentándose del asombro que experimentara al
encontrarse allí sin su presencia y sin ningún género de instruc-
ciones, especialmente en aquellos supremos instantes en que el
enemigo velaba sobre Santiago y al que era de rigor cortarle
sus deseos. Como no obtuviese contestación, volvió á dirigirle
otro oficio en términos duros y decisivos por exigirlo así el es-
tado del asunto, requiriéndole, para «que en aquella misma
noche quedase definitivamente fijado el dilema de, ó picar la
retaguardia á Concha ó atacar á Orense, teniendo en cuenta que
este general había abandonado dicha ciudad».
Adoptó Arias esta resolución en vista de la apatía de su
superior; y para subsanar los grandes errores de éste y manio-
brar al frente de la fuerza reunida, salió sin pérdida de mo-
mento hacia Santiago, oficiando previamente á D. Alejo Trelles,
comandante del Provincial de Oviedo, para que con su batallón
que estaba en la Cañiza, se le incorporase acto seguido.
Pero este jefe no respondió á la excitación, por contener ór-
denes de Rubín que no se moviese de aquel lugar; viéndose de-
fraudados los deseos del patriota Arias.
El día 22, llega el comisionado de la Junta Suprema don
Ramón Buch, al Cuartel general de la Cañiza, requiriendo á
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 347

Rubín, en nombre de la misma, con la orden de que saliese ense-


guida para Compostela con toda su división.

Como las fuerzas se hallaban esparcidas en una línea defi-


ciente, ocupando una extesión próximamente de siete leguas, se
entretuvo un día entero en verificar la concentración, que no
348 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

pudo realizarse de todo su conjunto. Este retraso fué el prin-


cipio del desastroso fracaso de Cacheiras.
El 23 llegó á la Cañiza con su fuerza D. Sebastián Arias.
El delegado Buch en presencia de aquél, de Rubín y de todos
los jefes y oficiales, les dijo que aun se estaba en condiciones y
á tiempo de enmendar los yerros cometidos con motivo de las
infructuosas evoluciones de la división, siempre que ahora se
desplegase rápida actividad en el nuevo movimiento que encar-
gaba la Junta Suprema, en consideración á que el general Con-
cha no traspasara todavía el Ulla; llegándose con tiempo sufi-
ciente para socorrer á la primera división y evitando de esta
forma la entrada de. éste en Santiago.
Asintióse á las razones del delegado, y se esperaron unas
cuantas horas más para ultimar la incorporación de todo el
contingente de la fuerza, disponiéndose entonces la salida para
la madrugada del 24.
Realizada aquella, se seccionó la división en tres columnas:
la primera con los Provinciales de Zamora y Oviedo; la segunda
con un batallón de licenciados y nacionales voluntarios y la
última formada por 150 carabineros, encomendándose á ésta la
vanguardia para ir vigilando á Concha que llevaba dos marchas
anticipadas. Al coronel comandante de los licenciados, se le
ordenó que se sujetase á formar la retaguardia de los carabine-
ros, quedándose Rubín detrás de éstos con [.200 hombres á que
ascendían los soldados de línea.
La marcha se efectuó á las ocho de la mañana, entrando en
Soutelo de Montes á las tres de la tarde, punto distante ocho
leguas de Santiago, esto es, un día después de la derrota de
Solís.
En Soutelo de Montes, se conoció el desgraciado accidente
de Cacheiras y el encarnizado combate trabado á las puertas
de Santiago entre Solís y Concha.
Rubín, en lugar de forzar la marcha por si resultaba incierta
la noticia y evitar por de pronto la rendición del primero, des-
cansó tranquilo en el susodicho punto hasta las diez de la ma-
ñana del 25; pero ya se suponía, que desde el día anterior, no
era él ageno á esta noticia por habérsela facilitado el sargento
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 349

primero del escuadrón de Villaviciosa. «Lo cierto es—dice Do


Porto—que después de haber hablado á solas con él, lo envió
arrestado á la prevención, sin duda para corroborar la opinión
de los soldados que le juzgaban desertor.» (i)
De Soutelo de Montes, siguió la columna con dirección á la
Estrada, unida ya á las fuerzas del coronel Pardo que se le in-
corporaran en la tarde anterior, componiendo un núcleo de
2.500 hombres.
Cinco kilómetros antes de la Estrada, tomaron las fuerzas
de Pardo hacia la izquierda encaminándose á los baños de Cun-
tís; y el resto de la división, siguió su marcha al punto deter-
minado, esto es, hacia Santiago.

11

Al entrar Rubín en la Estrada, se apeó del caballo; y sin


conceder el menor descanso á sus tropas, vuelve á montar nue.
vamente ordenando que á paso forzado le siguiesen á Cúntis.
Como él iba al frente de la columna y la marcha era tan preci-
pitada, no podían seguirle todos los soldados sino con extre-
mada violencia, dando lugar á que se le acercase D. Sebastián
Arias interrogándole el origen de semejante precipitación. Enca-
rándose entonces Rubín con dicho jefe y con los que habían
podido seguirle, les manifestó en alta voz que «Santiago había
sucumbido; que los fuerzas de la primera división estaban todas
prisioneras incluso Solís; y que para salvarse todos, era preciso
forzar la jornada á fin de llegar al Puente Sampayo».
«No obstante estas palabras tan alarmantes como impru-
dentes—observa Do Porto—(2) impropias en un Jefe, cuyo deber,
lejos de esparcir el desaliento y el espanto entre sus subordina-
dos, consiste en tenerlos, sea cualquiera la situación en que se
hallen, animados del mejor espíritu y reunidos con el mayor

(1) Ob. cit., pág. 211.

(2) Ob. cit., pág. 212.


35o LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

orden para disponer de ellos convenientemente, contestáronle


todos los que le rodeaban que le seguirían hasta morir. Y lan-
zándose repetidos vivas á la libertad, por toda la columna, con-
tinuaron al paso apresurado de la vanguardia.»

A las dos y media de la tarde llegó la división á Cúntis,


significando nuevamente Arias á Rubín que si los soldados des-
pués de hacer una jornada de seis leguas sin alimentarse ni
beber, y á un paso tan acelerado como el que traían, no se les
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 351

daba lo necesario para atender á sus naturales necesidades, no


podrían marchar ni con orden ni con perfecta unidad.
Atendió superficialmente, el general, estas observaciones,
echando pié á tierra; y mientras se reponía la tropa á la ligera,
monta nuevamente á caballo prosiguiendo en su marcha preci-
pitada, que la columna seguía jadeante á distancias y en inco-
rrecta formación. (1)
A las dos leguas de viaje, facilitó á la fuerza otro pequeño
descanso para reuniría, aumentada con la del coronel Pardo;
siguiendo su ruta hasta San Jorge de Sacos, distante 11 leguas
de Soutelo de Montes.
Vuelve otra vez observar Arias á Rubín, que la tropa preci-
saba un nuevo reposo para continuar la marcha con mayores
alientos; pero el último y su ayudante D. Juan Luís Romero
adviértenle que harían únicamente en dicho punto una corta
parada, porque el enemigo ocupaba ya á Pontevedra, Puente
Sampayo y Vigo, no quedándoles otro recurso que pasar de
noche el Puente Caldelas; observación que también hizo á la
oficialidad, anunciándole que la partida se haría por uno ó dos
toques de corneta.
Parece, efectivamente, que á las dos horas se oyó un toque
de llamada; pero imperceptible para la mayor parte de la fuerza,
que por el cansancio y el hambre que había sufrido, se quedara
profundamente dormida.
En medio de la obscuridad de la noche—indica Do P o r t o —
y seguido Rubín por una gran mayoría del Provincial de Zamora,
prosigue sn viaje á cada paso más precipitado. A corta distan-
cia, y casi á quemaropa, suena desde la vanguardia una descar-
ga como de ocho tiros
Don Leoncio de Rubín, su ayudante y un guía, acababan
de huir á todo escape; y algunos soldados, viendo en esto la
última página de su irregular conducta, se habían adelantado
para castigarlo. (2) Silbaron las balas alrededor de su cabeza;
el temblor de su ligereza bañó sus sienes; pero al fin se vio á

(1) Do PORTO, ob. cit., pág. 213.

(2) Do P O R T O , ob. cit., pág. 214.


3S" 2
LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

salvo de la venganza, siguiendo la dirección á Vigo, en cuya


bahía se embarcó en la mañana del 26 para el extranjero, «pre-
cisamente en los momentos en que el cuerpo de Solís caía acri-
billado á balazos!....»
Con el repentino abandono del general en jefe de !a segunda
división del Ejército libertador gallego, la situación de su se-
gundo D. Sebastián Arias no podía ser más crítica. Desconocía
completamente ¡as condiciones topográficas del terreno que pi-
saba sin poder valerse de la cooperación de un práctico que le
señalase los medios seguros para ponerse á cubierto él y los
suyos.
Esperó á que se reuniesen algunos soldados, y les habló en
la siguiente forma:
— «Nuestro general y su ayudante acaban de abandonarnos:
merced á sus desacertadas resoluciones, la división hállase sec-
cionada y dispersa, quedando el grueso de la misma tendido en
los caminos y rendido por el cansancio, el hambre y la sed.
Con número tan exiguo como el que aquí estamos, es humana-
mente imposible dirigirnos á ninguna parte sin caer en manos
del enemigo. Poco antes de fugarse el general, nos había parti-
cipado que aquél ocupaba ya á Pontevedra, Puente Sampayo y
Vigo: así lo habéis oído muchos de vosotros. Nuestra posición,
no puede ser, por esta circunstancia, más comprometida, porque
carecemos de todo elemento de defensa. Os aconsejo, pues, que
os presentéis mañana en Pontevedra, porque habiendo prome-
tido el general Concha respetar á los desgraciados que sucum-
bieron en Santiago, vosotros lo seréis igualmente por el jefe á
quien os presentéis. Esto, no obstante, mi deber, el cariño
que os profeso y lo muy reconocidp que estoy á vuestra lealtad
y comportamiento, exigen os manifieste que me dirijo á tomar
asilo en el vecino reino portugués, á donde el que quiera, puede
acompañarme, en la convicción de que nunca más que en la
desgracia le probaré mi cariño partiendo con él un pedazo de
pan que tenga. ¡Adiós compañeros, adiós paisanos! Sed conse-
cuentes en vuestros principios, sabed sobrellevar con resigna-
ción las adversidades de la vida que más tarde ó más temprano,
triunfará indefectiblemente la justa causa porque habéis comba-
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 353

tido. Entonces, volveré á abrazar á los valientes y victoriosos


soldados que quedan en esta desventurada patria gallega.» ( i )
Al oir los del Provincial de Zamora, frases tan enternecedo-
ras saturadas del consuelo que les prodigaba alma tan bella
como la del segundo jefe y comandante á quien idolatraban,
despidiéronse de él bañados los ojos en lágrimas. (2) Desespera-
ción inmensa sentían en su espíritu al comprender que fueran
vencidos sin pelear; que no pudieran socorrer en los últimos
momentos á los compañeros de la primera división.
Cuatro jefes, 28 oficiales, 8 sargentos y 7 6 soldados, ante la
perspectiva de tener que sufrir las iras de la reacción, decidié-
ronse á emigrar de España siguiendo á Arias en el destierro, y
entrando al poco tiempo en la hospitalaria y hermana tierra
portuguesa.
En ella, encontró asilo seguro el cuadro completo de aquel
batallón Provincial que, como manifiesta Do Porto, tantos días
de satisfacción diera á la nación hispana contribuyendo con su
sangre á consolidar el trono de Isabel II.
El resto de la división revolucionaria que aun permanecía
detenida en San Jorge de Sacos por no haber percibido el toque
de llamada, al disponerse á salir para, continuar la marcha, enté-
rase del proceder de Rubín, causando extraordinaria confusión
y desorden la noticia. Juzgando la tropa que el general Concha
se aproximaba, comenzó á dispersarse, corriendo á la desban-
dada sin saber el rumbo fijo que había de tomar.
Subdivididos en grupos más ó menos numerosos, iban pre-
sentándose periódicamente al general Concha. En Pontevedra
lo hicieron 400 hombres con cuatro oficiales, dando pruebas
todos éstos de esa nota simpática de honradez y caballerosidad
que sobresale en el ejército español, al entregar al general en
jefe LA CAJA D E C A U D A L E S con bastante moneda, de la división
sublevada. (3)

(1) Do P O R T O , ob. cit., pág. 2 1 5 .


(2) P I R A L A , ob. cit., pág. 4 6 9 .
(3) Comunicación del general Concha al Ministro de la Guerra fechada
en Pontevedra el 2 6 y publicada en el Alcance de la Gaceta de 3 0 Abril de 1 8 4 6 .
En su Memoria, consigna también Villalonga este particular; así como en
23
354 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Pocas horas después, presentáronse nuevamente al Jefe polí-


tico de dicha provincia D. Claudio González, 500 hombres más
procedentes de la Guardia civil, carabineros y de los Provincia-
les de Oviedo, Segovia y Zamora.
En Orense lo hicieron también 200 rezagados á las autori-
dades, según así se lo comunicaba al Ministro de la Gobernación
el Jefe político D. Manuel Feijóo Río; ( 1 ) en Vigo, lo verificó
igualmente un contingente respetable de los que no pudieran
internarse en Portugal; y por este orden fueron segregándose
los sensibles restos de la numerosa división revolucionaria que
le fuera encomendada á D. Leoncio Rubín de Celis.
«¡Qué diferencia,—exclama Do Porto—entre las dos divisio-
nes del Ejército revolucionario gallego! L a primera, pereció con
la bandera acribillada á balazos con una mano sobre el honor y
la otra sobre la espada! La segunda acababa de ser vendida en
la almoneda del deshonor ó de la cobardía! ¡Qué escoja entre
estas dos deshonras el hombre que ha huido, atando su reputa-
ción á los pies de su caballo! Este era el papel que le tocaba
desempeñar á D. Leoncio Rubín en la revolución gallega.» ( 2 )
Y Pirala, á quien tampoco ha de tildársele de parcial, expone
las consideraciones siguientes:

dicho documento se ensaña ferozmente contra Solís y todas aquellas personas ó


entidades que tomaron una parte activa en ln revolución. En cambio, respecto á
Rubín, no lo cita más que una vez para manifestar que «éste con algunos jefes y
oficíales abandonaron sus fuerzas emigrando á Portugal». Es de suponer que
Villalonga no estaría ignorante del comportamiento de Rubín y de las relacio-
nes entre éste y Concha de que trata Blasco Ibañez, Do Porto, Fernandez de
los Ríos, Pirala, Vicente de la Fuente y otros escritores.
(1) Doc. que poseemos.
(2) El día 2 3 salió de Santiago con'la siguiente carta anónima el criado
de D. Juan Crespo, uno de los confidentes de Rubín:
«Santiago 2 3 . — M i querido Rubín: he conseguido la victoria mas com-
pleta sobre Solís, objeto exclusivo de todos mis desvelos: haga V. lo posible por
dispersar su fuerza y cuente en todo con su atento Q. B. S. M.—J. C.»
Tributando su fuero á la justicia, diremos que este papel no llegó á manos
de la persona á quien iba dirigido, porque el conductor que se encargara de
entregárselo no pudo conseguirlo por haberse ya aquél embarcado, y tratando
de verificarlo en Portugal se le negó la entrada en su habitación.— Do PORTO,

obra citada, página 2 1 7 , nota.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 355

«¡Qué distinto fué el comportamiento de los jefes de ambas


divisiones! Los hechos comparan el proceder de uno y otro, y
ellos son más elocuentes que cuantas observaciones pudiéramos
hacer. Solo diremos que aun después de la catástrofe que expe-
rimentó la revolución en Santiago, Rubín contaba con fuerzas y
probabilidades para salvarla, aún solo prolongando su defensa,
á la que grandes y excelentes llamamientos la brindaban.» ( i )
Todos los cargos que á aquel jefe se le imputan, derívanse
en primer término de sus inverosímiles movimientos, pudiendo
haber entrado en Orense, sin hacerlo; vigilar los de su adversa-
rio, sin evitarlos; tener concentradas sus tropas y realizando lo
contrario; pudiendo ir en auxilio de su compañero y evadiéndose;
ponerse en comunicación constante con la Junta Suprema de
Santiago, y demostrando en cambio un silencio inconcebible;
abandonando aquellos puntos estratégicos de mayor significa-
ción, para coger siempre el camino más próximo á Santiago,
y separarse de él, desatendiendo los consejos de sus compañe-
ros y subordinados; realizando marchas y contramarchas in-
fructuosas que ocasionaban el enervamiento de sus soldados;
y por último, aun contra su explícito criterio, sale el 2 4 de la
Cañiza en donde recibe la noticia de la hecatombe de Santiago
y dos correos de la Junta de Pontevedra encareciéndole que se
replegase á dicha capital para deliberar acerca de lo que en ló
futuro debiera de hacerse y adoptar la forma de asegurar la vida
de los prisioneros, y lejos de acceder á orden tan racional, lejos
de resolverse á fijar un punto de su defensa como su deber le

Esta carta la comenta sardónicamente D. Vicente de l a Fuente en su Histo-


ria de las sociedades secretas, pág. 3 4 2 , tomo II : «Mucha familiaridad gastaba
ese señor cuyas iniciales corresponden á las de D. fosé de la Concha con su apa-
rente enemigo Rubín. Este billete significa mucho á poco que se estudie. Sin
recibir la carta Rubín, había hecho ¡o que deseaba Concha.*
BLASCO IBAÑEZ en su Revolución Española, tomo I I I , pág. 102, apostrofa á
Rubín varias veces «de traidor», afirmando que «obraba de perfecto acuerdo
con el general Concha», I.os demás historiadores están todos conformes en atri-
buir á Rubín los defectos de inconsecuente, ligero y venal.
Nosotros no hacemos más que reproducir, como es nuestro deber, las mani
festaciones de dichos escritores.
(1) Historia Contemporánea, tomo I , pág. 4 7 0 .
35Ó LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

prescribía, hace pública la desgracia de Solís para debilitar


el espíritu de sus tropas incitándolas á una deserción ó á provo-
car un desorden; las fatiga y las destruye con una rápida retirada
sin dejarlas descansar ni darles alimento.
«Y viendo que aun con ésto—recalca Do Porto—no apaga
su corazón la hoguera del entusiasmo ni las retrae del sacrificio
á que se ofrecen de morir con su bandera, da la última mano á
su obra de iniquidad dejando decir que Concha ocupaba ya á
Pontevedra y Vigo, abandonando en medio de la noche, en un
país desconocido, á sus soldados tan leales como decididos, á
los 2.500 hombres que componían la segunda división del Ejér-
cito libertador de Galicia »
Todas esas aparatosas operaciones que desplegara Rubín,
sirvieron para producir enormes daños al alzamiento gallego,
como ha podido juzgar el lector; siendo causa determinante de
que la crítica, desnuda de todo linage de apasionamientos, extre.
mase contra aquél su afilado escalpelo; sin excluir la de los mis-
mos amigos del Gobierno de Isturiz que fueron los primeros en
condenar la inconsecuencia ó versatilidad del jefe mencionado.
Jamás, éste, procuró imprimir en el territorio brensano la
propaganda revolucionaria, concretándose únicamente á dirigir
desde la Cañiza, al brigadier Zendrera, la carta de que dimos
cuenta en el Capítulo X I ; y otras dos más, el día 22, excitándo-
les al pronunciamiento, una al Intendente de la provincia don
Alejandro de Castro—que recibiera el 2 4 ; — y la otra al coronel
Milans (l) encargado por el general Concha, de la defensa de
Orense con su columna de carabineros; cuyos personajes, como

(1) «Cañiza, 2 2 de Abril de 1 8 4 6 : Mi amigo Milans: Se que contrajo


usted compromisos á que no puede faltar; y en en este concepto los reclamo á
fin de (pie cuanto antes se pronuncie en ese punto con la fuerza de su mando.
En el día ya no hay oposición en hacerlo y aun cuando la hubiere, se que sabe
usted arrostrarlo todo por salvar la libertad y los amigos. Adiós. Que resuene
en esa el grito de libertad y podrá abrazar á V. su afectísimo amigo L. D E R U B Í N . »
La carta dirigida al Intendente se redujo á pedirle una entrevista con él y
el comandante militar; participándole, entre otras cosas, que ¡os hombres hablando
se entienden. Tomaba por mediador de esta entrevista al cónsul .portugués en
Vigo D. F. Ortega.—Do P O R T O , ob. cit., pág. 2 1 9 , nota
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 357

Zendrera, se abstuvieron de contestar, no obstante los compro-


misos que contrajeran, en atención á los vientos favorables que
corrían para las fuerzas del Gobierno central.
Rubín,—como arguye Pirala—tenía indudablemente en su
mano, la salvación del alzamiento gallego: bastábale demostrar
voluntad y valor para contener el orgullo de los vencedores:
Don Martín José de Iriarte, en su caso, no hubiese consentido
que el general Concha traspasase la frontera gallega. Ha sido
un gran error de la Junta Suprema no confiarle al veterano sol-
dado de la libertad, el batallón que éste le había solicitado á raíz
de ser derrotado en Astorga.
La pérdida de Santiago, no suponían por ningún concepto
el desfallecimiento de la revolución: contábase con 4 5 0 hombres
que se salvaran de aquel desastre, á cuya cabeza figuraban gen-
tes de la significación y pericia de D. Manuel Buceta y otros
que se dirigieran á Vigo, y á los que se les incorporaran los mi-
licianos nacionales comprometidos de Padrón, Puebla del Cara-
miñal, Riveira, Noya, Muros, Rianjo, Villagarcía,_ Carril y de-
más villas de aquellas rías, que se habían replegado también
en la ciudad viguesa, considerándola ya el único punto de acción
y defensa que habría de adoptarse por el Comandante general
de la segunda división sublevada.
Se disponían también para el sostenimiento de la revolución
con las siguientes fuerzas:
Dos compañías de Provinciales en la plaza de Vigo.
Dos id. id. en la de Pontevedra.
Cuatrocientos licenciados del ejército organizados por la
Junta de Gobierno de Tuy.
Setecientos hombres de que constaba la guarnición de Lugo
antes de entregarse esta plaza al general Villalonga.
Una partida de 80 guerrilleros que operaba en dicha provin-
cia á las órdenes del comandante graduado don Roberto
Robles. (1)

(1) El general Concha le pidiera á Villalonga más fuerzas para proseguir


sus operaciones por la provincia de Pontevedra, contestándole el último lo
siguiente:
«Capitanía general de Galicia,—Estado Mayor.—Excmo. Sr: Habiendo te-
358 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Otra de 57 en la de Orense mandada por el capitán D . Basi-


lio Matens y el oficial D. José Chicarro,

nido que enviar al brigadier Blaser un batallón á Asturias y parte de la Caba-


llería según pedido del Capitán general de Castilla la Vieja, ha sido preciso que
los veinte hombres que debían reunirse á V. E. de aquella arma permanezcan en
esta división como necesarios no marchando á reunirse á V. lí. la compañía de
América que V. E. dejó, por precisarla para la persecución del insurrecto Robles.
Dios guarde á V. E. muchos años.—Cuartel general de Lugo 2 8 de Abril de
1 8 4 6 . — J . DE V I L L A L O N G A . — Excmo. Sr. Comandante general de la División
Expedicionaria de Galicia.»—Doc, que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 359

Y en conclusión, contábanse con los 2.500 hombres de la


división de Rubín.
Todas estas fuerzas ascendían á unas 4.500 plazas que re-
concentradas en la población de V i g o , componían un numeroso
contingente para considerarla en estado de sólida defensa; cu-
briendo, por otra parte, de guerrillas, el resto de la provincia de
Pontevedra.
Con muy pocas fuerzas, podría disputarse con indudable
ventaja, el paso del Puente Sampayo, contra otras de número
superior; auxiliando Vigo su defensa con algunas barcas caño-
neras, cuyos fuegos no dejarían de causar gravísimo daño á los
enemigos. Los que se sostuvieran en ese histórico cuanto me-
morable puente, remembrarían como ejemplaridad de imitación,
la famosa victoria obtenida años antes por un puñado de senci-
llos labradores, sobre las aguerridas tropas del valiente maris-
cal Ney.
«Entonces la lucha,—objeta Do Porto—(1) no haría más que
comenzarse. Las tropas que entraban en Galicia no venían, ni
muy decididas á pelear contra sus camaradas, ni muy dispuestas
á sostener un Gobierno repudiado por todos. Hablamos en su
totalidad. El ejemplo de hechos posteriores son las pruebas en
que estriba esta aseveración, que de atrevida tacharían algunos.
Vióse, calientes aun las cenizas de los sucesos de Abril, diezmar
sus filas el contagio de la emigración; trocar los soldados su se-
guridad y bienestar por las penalidades de los proscriptos; ex-
ponerse en su huida á caer bajo los bandos de Villalonga y
ofrecerse con fervor para una invasión liberal que hiciese recon-
quistar la causa acabada de perder. Corrieron á Portugal solda-
dos que habían atacado las casas de Santiago, y oficiales que
mandaran los piquetes de Carral: todos se abrazaban porque en
todos reinaba el mismo pensamiento.
«Los soldados de la primera división que Concha incorporó
á sus batallones para cubrir las bajas que habían padecido, esta-

(1) Ob. cit., pág. 222.


36O LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

mos seguros que jamás hubieran hecho fuego contra sus compa-
ñeros porque aun no habían desertado de sus banderas.
«Todos conocían que la revolución vencedora en Portugal,
ejercería un poderoso protectorado sobre los sublevados* galle-
gos: armas, hombres y municiones sería un auxilio que no tar-
daría en proporcionárseles del vecino reino.
»Aunque Rubín, que lo es dudoso, no se hallase en el caso
con tales elementos, de emprender una ofensiva audaz y repen-
tina, la plaza de Vigo y el sistema de guerrillas, les presentaba
fértiles medios para una defensiva prolongada, tenaz, ventajosa:
echando mano de rehenes, medio justificable y legítimo, evitaría
las matanzas de Carral; y sosteniendo vivo el fuego de la guerra
y de la revolución en Galicia, daría lugar á los sacudimientos de
otras provincias (regiones), amagadas con síntomas diversos y
que indudablemente se pronunciarían por poco más que conti-
nuase aquella insurrección. No solo es nuestro este dictamen:
otro presentaremos más autorizado, y es el párrafo final de la
Campaña de los 17 días, último puñado de incienso que el pa-
negirista quema en el pomo de la espada de D. José de la Con-
c h a , / ^ haber contenido y desbaratado un movimiento revolucio
nario que contaba, SIN DUDA ALGUNA con hondas y multiplicadas
ramificaciones en toda la Península. Estas son sus palabras que
confirman y aseguran lo que á nosotros no nos es dado sino
sentar como una opinión.
»En último término, el más calamitoso pero el más lejano,
una honrosa capitulación hubiese asegurado el reposo de tantas
familias perseguidas, conservando una patria para tantos hom-
bres proscriptos, salvando la vida de doce víctimas y vuelto
D. Leoncio Rubín de Celis su nombre inmaculado con la corona
de la lealtad y de la constancia.»
Estas reflexiones de Do Porto que trascribimos íntegras por
la gran verdad que encierran, nos imponen también á nosotros
en el caso de reafirmar que en las manos del brigadier Rubín
estaba la honra y salvación de aquel pronunciamiento, digno
de que prosperase por el espíritu de sana doctrina que lo
informaba
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 361

I I I

Con el objeto de continuar sus operaciones por la provincia


de Pontevedra, salió Concha de Santiago el 25 á medio día,
haciendo noche en Padrón,

<

<

Llevaba consigo los regimientos de infantería de América y


de la Reina, el batallón Provincial de Guadalajara, dos escua-
362 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

drones de caballería y las brigadas de artillería de montaña y


rodada.
A las tres de la tarde del 26 entró en aquella capital en
donde se le enteró de la dispersión de las fuerzas de Rubín y la
evacuación de todos los puntos sublevados. En dicho día dio
conocimiento al Ministro de la Guerra y al Capitán general, del
enunciado particular y de su entrada en Pontevedra; así como
de los sublevados que se le iban presentando. Les anunciaba su
salida para Vigo, reintegrando previamente en el mando de la
provincia al brigadier Tojo, y de la organización de un depósito
para alojamiento de los presentados. (1)
El Capitán general, le contestó el 28 desde Lugo, demos-
trándole la satisfacción con que había recibido la noticia de la
diseminación de los pronunciados, aprobando todas las disposi-
ciones que adoptara en Pontevedra, interesándole para que for-
malizase las oportunas listas de los presentados y encargándole
que se pusiese en relaciones con los comandantes portugueses
de las línea fronteriza para que se recogiesen el armamento y
municiones y demás efectos que los dispersos llevasen consigo
al introducirse en Portugal. «Acaso esta operación sería más
exacta—decíale—si V. E. se sirviese comisionar un jefe ó un
oficial de su confianza que pasando por Valenga do Minho se
pusiera de acuerdo con las autoridades portuguesas para dicho
objeto y demás disposiciones que á V. E . parezcan oportunas.»
Objetábale también que diese el mando de la plaza de Vigo al
coronel D. Jerónimo Delgado, por juzgar que fuera forzado y
engañado traidoramente por los enemigos; y dejando á su arbi-.
trio la forma de inventariar en Vigo todas las provisiones, re-
puestos y almacenes que se hubieran encontrado al abandonar
la ciudad los insurrectos. (2)
No obstante hallarse restablecida la tranquilidad pública en
toda la provincia, partió Concha de Pontevedra para Vigo en la

(1) Doc. que poseemos.


(2) Doc. que poseemos.—También oficiara el Jefe político de Orense al
Ministro de la Gobernación dándole idénticas noticias de la dispersión de la
división Rubín y participándole que la mayor parte de la gente de los Provin-
J

ciales de Zamora y Oviedo se presentara al general Concha.


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 363

mañana del siguiente día «con el afán de robustecer la buena


opinión del país y observar el movimiento insurreccional que
había estallado hacia la parte de Monzón en el vecino reino
portugués», (l)
Hizo su entrada en la aludida ciudad el 27, siendo saludado
con una salva de artillería, que con su ronco sonido anunciaba
el rápido fin de su campaña y la completa sumisión de Galicia
al Gobierno de Madrid.

I " V .

El día anterior á las once y media de la mañana, poníanse


en franquía en la espaciosa ría viguesa, el Nervión y la Astuto.
Hinchado todo su aparejo, dan una majestuosa virada colo-
cando sus proas frente á las Cíes y la popa hacia la plaza.
Sobre la obra muerta del gallardo bergantín, notábase un
conjunto de cuerpos humanos que agitando blancos pañuelos,
daban el adiós de despedida á la ciudad gallega; la última que
con el tesón de la consecuencia, había sucumbido al egoísmo
reaccionario.
Eran las Juntas de Gobierno de las respectivas ciudades de
Pontevedra, Santiago y Vigo (2) que huían á otra tierra á reca-

(1) Comunicación pasada por el Jefe político de Pontevedra al Ministro


de la Gobernación, publicada en el Alcance de la Gacela de Madrid del 3 0 de
Abril de 1846.
(2) L a de Tuy había marchado á Portugal; y la mayoría de las fuerzas, se
había presentado al general Concha en Pontevedra.
El Ayuntamiento reaccionario encargado nuevamente de la administración
municipal, pasó al Jefe político de Pontevedra la siguiente comunicación:
«Ayuntamiento de la muy noble y leal ciudad de Vigo.—Son las once y media
de la mañana, hora en que la Junta rebelde y su fuerza desalojó la plaza. El
ayudante nombrado por ella hizo dimisión en el momento en que yo y demás
concejales tratábamos de apoderarnos ya del pueblo para contener todo desorden;
y efectivamente lo hemos conseguido. Encargóse del mando de la plaza como
gobernador el Mayor que era de la misma el día 1 0 del actual y fué depuesto,
364 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

bar tranquilidad para su espíritu y saturarse de ideas más puras


que en la suya no encontraban.
Al levar anclas el Nervión, dispara quince cañonazos, cuyos
estampidos simbolizaban las exequias postreras de aquel admi-
rable pronunciamiento tan popular, tan justificado y necesario
que acababa de ahogarlo la lenidad, tibieza, falta completa de
calor y de entusiasmo en muchos de sus directores y jefes; y la
opugnación, la osadía y el furor de los servidores de un Gobier-
no incompatible con el espíritu y sentimientos de un pueblo que
trataba de romper el yugo de la servidumbre y de las cadenas.
De aquel humano pronunciamiento que, como afirma Va-
lera, (1) si en algunos puntos donde se habían apercibido para

VISTA DE V H ; O EN EL A N O 1846

don Juan Felipe Correa; y de la fuerza que pueda reunirse, el señor Coronel de
Segovia que estalla preso en el Castro por los rebeldes D. Luís I.enmi. Los ca-
rabineros que habían quedado, á las órdenes del capitán D. José Cortés que
también estaba arrestado. L a tranquilidad y el orden están asegurados en el
pueblo. Sin perjuicio de las demás medidas que quedamos lomando, tengo la
satisfacción de poner en conocimiento de V. S. esta fausta noticia para los efec-
tos que V. S. crea oportunos.—Dios guarde á V. S. muchos años.—Vigo 2 6 de
Abril de 1 8 4 6 . — F R A N C I S C O RODRÍGUEZ A R I A S . — S r . Jefe político de esta pro-
vincia.»— Doc. que foseemos.
(1) Historia general de Esfaña por M O D E S T O L A I ' U E N T K , continuada desde
Fernando VII por D . Juan Valera, etc., etc. Tomo X X I I I , pág. 2 8 .
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 365

secundarle, lo efectuaran con vigor y en tiempo oportuno,


hubiera salido triunfante para modificar la condición social de
España y de sus oprimidas regiones.
Tanto el comandante del Nervión como las Juntas revolucio-
narias, habían obrado muy cuerdamente lanzándose de prisa á
la mar; porque habiéndose reparado las averías del vapor
Isabel II y dispuesta la corbeta Villa de Bilbao, saliera con
ambos buques y el transporte Vulcano, el 25, de Ferrol en perse-
cución de los sublevados, el brigadier de la Armada D. José
Fermín Pareja, llegando á la bahía de Vigo en la tarde del 26,
cuando el Nervión y la Astuto caminaban ya con algunas horas
de antelación con rumbo á Gibraltar. En este puerto y sin el
menor obstáculo, entró la escuadrilla, acogiéndose,—como indi-
camos en nota del Capítulo X—al pabellón inglés los jefes, ofi-
ciales y algunos tripulantes, entregando los buques el esforzado
D. Luís Jorganes (1) á un oficial español del apostadero de Al-
geciras que con sus propias tripulaciones se les repatrió á aguas
españolas.
El estado de ánimo é intranquilidad por que pasó la ciudad
viguesa, desde la noche del 2 5 de Abril hasta las once de la
mañana del 26, horas en que no se disponía de ninguna autori-
dad para el sostenimiento del orden y la seguridad pública, no
es para describirlo; y sin embargo, no se registró la menor nota
ni señales de haberse provocado el más insignificante tumulto.

(1) «Mientras escribíamos los anteriores renglones, anunciaban los perió-


dicos la muerte del Sr. D. Luís Jorganes y Pardo de Andrade, Jefe de escuadra.
El Sr. Jorganes mandaba el bergantín Nervión cuando los sucesos que vamos
refiriendo. En ellos mostró la misma serenidad y valentía que en todo el resto
de su vida, cosa que sus mayores enemigos políticos no osaron negarle jamás.
No parece sino que el nombre del Nervión debía de ser para él fatal y honroso
al propio tiempo. Cabalmente, en la ría de este nombre (Bilbao) y durante la
guerra civil llevó á cabo una acción en verdad gloriosa, por la cual á penas se le
creyó digno de un ridículo premio; mientras que por otra semejante, pero de nin-
gún modo mayor, mereció años después el general Armero el título de marqués
de Nervión y la grandeza de España. Bastaba que el Sr. Jorganes fuera próximo
allegado de quien esto escribe para que la desventura se ensañase con él toda la
v i d a . » — F E R N A N D O F U I . G O S I O : Crónica de ta Provincia de la Coruña.—Madrid,
1 8 6 6 Pág. 1 0 0 , nota.
366 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Las fuerzas que había en la plaza, al verse sin jefe, se pusie-


ron, según indica un historiador (1) á disposición del teniente
coronel D . Luís Lenmí, primer jefe del Provincial de Segovia,
que, como dijimos anteriormente, estaba preso en el castillo del
Castro por los sublevados,—excarcelándole varios de sus anti-
guos subordinados, al deponer su mando la Junta;—haciéndose
cargo enseguida de la guarnición. (2)
Igualmente se encargara de nuevo de la administración mu-
nicipal, el ayuntamiento reaccionario presidido por D. Francisco
Rodríguez Arias.

El día 28, oficiaba el general Concha desde Vigo al Capitán


general anunciándole que se dirigía á Tuy con los dos batallones
de América, cuatro compañías de la Reina, una batería de arti-
llería y el escuadrón de Almansa para prevenir cualquier even-
tualidad, dados los caracteres que revestía la sublevación de
Portugal que ya se iba extendiendo hacia Óporto; asegurando
de esta forma, solucionar la ultimación de la rebelión gallega
así como para imprimir desde Tuy «mayor fuerza moral á las
autoridades del Gobierno de S. M. Fidelísima.» (3)

(1) S A N T I A G O G Ó M E Z , ob. cit., pág. 578


(2) l.enini oficiara á Villalonga en igual sentido, exajerando que «después
de pasar algunos trabajos y aflicciones y después de haber estado encapilla, había
conseguido ganar las tropas de los fuertes del Castro, San Sebastián y el Alaje»
que posesionado de la ciudad, la ponía «á disposición de V. E . al servicio de la
Reina nuestra señora pues la fuerza que la guarnecía me ha prometido fidelidad
al Gobierno de S. M. y se acaba en este momento de instalar el Ayuntamiento
leal al Gobierno de S. M.» Pedíale al mismo tiempo alguna fuerza para «al me-
nos conservar el orden y la tranquilidad del pueblo».—Doc. que poseemos.
El afán de hacer méritos hacía exagerar á Lenmi la nota. L a Junta viguesa
se había concretado nada más que á arrestarlo por oponerse á la sublevación ó
á salir de la ciudad: ni lo habían puesto en capilla ni pasó esos trabajos y afliccio-
nes que indicaba. Es más, á las cuarenta y ocho horas de reducirlo á prisión se
le brindó á abandonar ésta, oponiéndose el mismo á ello, quizá para alegar
más tarde lo que á Villalonga decía ahora, en la comunicación que extractamos.
(3) Doc. que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 367

Permaneció en Tuy con las enunciadas fuerzas hasta el 1 . ° de


Mayo que, siendo informado por el gobernador de Valenca do
Minho de que la revolución portuguesa fuera sofocada en

Braga ( i ) abandonó dicho punto, dejando, sin embargo en é l —


por resolución del mismo Villalonga—, el segundo batallón del
regimiento de la Reina para dar destacamentos á Salvatierra y
La Guardia con la orden de vigilar toda aquellla parte de la

(1) A los pocos días de facilitarle esta noticia, triunfaba la revolución en


Portugal, derrocando el Gobierno de Costa Cabial.
368 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

frontera portuguesa, disponiéndose con el m i s m o objeto de t o d o


el regimiento de B o r b ó n que guarnecía á O r e n s e . ( 1 )
A la v e z el e x p r e s a d o g e n e r a l en jefe indicaba á la autoridad
superior militar gallega, que estaba e s p e r a n d o de las autoridades
portuguesas «una relación de los oficiales e m i g r a d o s que debían
ser internados para adoptar con ellos la resolución oportu-
n a » , ( 2 ) contestándole V i l l a l o n g a que le c o n c e d í a a m p l i a s facul-
tades para fijar la situación q u e se había de dar á los mismos
en el acto de entrar en Galicia; r e c o m e n d á n d o l e al propio t i e m p o
el desarme y concentración en S a n t i a g o de t o d o s los individuos
procedentes de los batallones s u b l e v a d o s .

P O N T E V E D R A : VLSTA G E N E R A L

S i g u i e n d o C o n c h a estas instrucciones le ofició desde Vigo


el 3 de M a y o , en este s e n t i d o :
« S a l g o m a ñ a n a de esta plaza para Pontevedra c o n los d o s
batallones de A m é r i c a , la batería y un e s c u a d r ó n . E n aquel punto
procederé inmediatamente al desarme de los batallones Provin-
ciales de O v i e d o y Z a m o r a , y al siguiente día continuaré con

(1) Doc. que poscenios.


(2) Doc. que poseemos.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 369

aquellas fuerzas conduciendo á los batallones desarmados en di-


rección á Santiago pernoctando en Padrón.—La fuerza que pro-
cedente del batallón de Gijón, se halla agregada al regimiento de
América, marchará armada hasta Santiago. Resta solo por lo
tanto conducir la del segundo batallón de Zamora que está agre-
gado al de la Reina.—He dado orden para que se reúna mañana
en esta plaza la que se halla en el segundo batallón entre los pun-
tos de Tuy, Salvatierra y Bayona y he dado las instrucciones
convenientes al brigadier Rodríguez Soler para su desarme.—
Las fuerzas correspondientes al segundo batallón de Zamora,
serán como de unos 400 hombres. Tal vez pudiera convenir á las
miras ulteriores de V . E . que aquella fuerza se trasladase á la
Coruña en cuyo caso se presentaría en este momento una gran
facilidad para conducirlos á aquella plaza disponiendo de los
buques que se hallan en esta bahía según así me lo ha manifes-
tado su jefe el brigadier Pavía.—Yo desearía que V. E . se sir-
viese manifestarme si cree esto conveniente para en el caso
contrario dar las órdenes para que pasado mañana emprendan
su marcha por Pontevedra escoltados por un batallón de la
Reina.» (1)
Contestóle Villalonga el 5 que aprobaba todo lo hecho; y
efectivamente, el general Concha no demoró un instante poner
en práctica su pensamiento.
Al medio día llegó á Santiago con su expedición; y sin con-
ceder la menor tregua al descanso, formó en la Plaza de la
Constitución á toda la fuerza en doble cuadro. Le pronunció
una violenta arenga; y en el acto de terminarla, ordenó que los

(1) nEl mismo día 1 9 en que Solís retrocediera por Neda y Betanzos hacia
la antigua Compostela, abandonó Rubín la plaza de Orense ante la llegada del
general Concha: la voz popular señalaba á Concha como uno de los generales
comprometidos y fué de todas maneras segán la frase consignada en la Memoria
del general Mac-Crohon, uno de los elevados personajes de cuyo nombre se abu-
saba por lo menos; pero preciso es convenir que fué más recriminado Rubín de
Celis, quien ni defendió la excelente posición de Ribadavia ni acudió á reforzar
las tropas de Solís, abandonando el 2 5 la columna de su mando en las montañas
de San Jorge de Sacos y embarcándose cobardemente en Vigo durante la mañana
del 2 6 . — F O R T Y R O L D A N : Aflintes.
21
370. LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

soldados de los batallones sublevados saliesen al frente y for-


maran en pabellones las armas. Verificado el mandato, les hi-
cieron despojarse del correaje, capote y morrión colgándolo de
las bayonetas, haciéndolos prisioneros; y conduciéndolos en
mangas de camisa con las cabezas descubiertas, fueron encerra-
dos en el cuartel de Santa Isabel.
Para ninguno de los sublevados desde oficial a m o l d a d o hubo
perdón.
A purgar su delito fueron por término ilimitado á los presi-
dios de África; hasta que por la celebración del casamiento de
Isabel II con su primo D . Francisco de Borbón, se dictó una
amnistía general que restituyó al seno del hogar á aquellos que
han podido soportar los rigores de un clima criminal y las pe-
nalidades que les deparara la deportación.
CAPÍTULO X V I I <')

Después del descuajo.—-Persecuciones: la Condesa de Espozy Mina.—


Insistencias del general Villalonga sobre expatriaciones. Juicios
de Balmes. — Se les concede á los pronunciados las cruces de
"Valor y Constancia" y de "Beneméritos de la Patria".—Son con-
1

decorados con la laureada de San Fernando, los 25 nacionales


que pelearon en Cacheiras.— El monumento á los "Mártires de
de Carral".—Inauguración del mismo.—Fin.

Desvanecióse por fin la oleada que contenía en su imponente


hinchazón la molicie y la muerte, arrollando, con su tumbo trá-
gico, aquellas nobilísimas figuras que privaban en esa edad, en
la cual, como proclama Lamartine, es permitido confundir los
sueños con las realidades.
Ellas no cometieran mayor pecado que defender con todos
los ardores de su juventud, las libertades publicas, (2) y comba-

(1) Fragmentos de este Capítulo, se publicaron en la revista decenal


El Eco de Galicia de Buenos Aires de 3 0 de Octubre de 1 9 0 3 y en El Eco de
Santiago de 6 y 8 de Abril de 1 9 0 4 .
(2) P É R E Z G A L D Ó S : Bodas Reales, pág. 2 4 6 .
372 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

tir, con todos los arrestos de su alma grande, á los enemigos de


los fueros y derechos de la amada tierra gallega, aunque lo nie-
gue la osada ignorancia, ( i )
Para formar exacto juicio del alcance que tuvo aquel alza-
miento, no basta solamente lo que en las páginas de este volu-
men llevamos dicho y testificado; es preciso compenetrarse
como testigo de mayor calidad, de la Memoria escrita por el
general Villalonga que tantas veces llevamos citada y se verá,
que para vencerlo, ha tenido éste que apelar á elementos que
la ciencia no aconseja y á medios que la hidalguía rechaza.
No fué el poder de las armas quien lo rindió en Cacheiras,
sino los ardides y las mentiras por una parte, y las concusiones
y la traición por la otra.
Aquella autoridad lo confirma en el mencionado documento:
«Los hechos han acreditado que, á excepción de la Artillería
estaban ganadas por la revolución todas las fuerzas de este ejér-
cito—el gallego—y la tranquilidad de Galicia reclama que sal-
gan inmediatamente para otros distritos, sin perjuicio de las
providencias que sus respectivos inspectores tengan por conve-
niente adoptar para mejorar el espíritu de los cuerpos, en el
concepto de que me asiste la convicción moral, así como á otras
personas que cuentan muchos años de permanencia en este país,
de que tarde ó temprano habrían secundado todos el grito de re-
belión á no ser por la vigilancia de las autoridades, medidas
tomadas y noticiasfingidasunas, y otras verdaderas de la apro
ximación de las tropas que mandaba el Gobierno.»
«Hice cuantas prevenciones sugería mi celo, conociendo la
imposibilidad de realizar el pronto auxilio que requería mi crí-
tica situación, procurando animar á los buenos con noticias satis-

(1) «Con el infortunado D. Miguel Solís, personaje simpático y bueno


que en los pocos actos de su vida que pertenecen á la historia dejó ver que le
guiaban más que la ambición, el amor y la fé en sus ideales, perecieron allí,
desastradamente, por haber hecho lo que con fortuna hicieron antes los mismos que
ahora los mataban, doce capitanes valerosos, jóvenes todavía y hasta poco antes
de morir, llenos de esperanzas y de ilusiones > — - L A F U E N T E : Historia general
de España, continuada por V A L E R A , P I R A L A , B O R R E G O , etc., tomo X X I I I , pági-
nas 3 0 y 31.—Barcelona, 1 8 9 0 .
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 373

factorías que aunquefingidasno dejaban de tener algo de inve-


rosímiles, usando también de otros ardides para esparcir la
alarma entre los rebeldes, como se verificó más de tina vez, según
aviso de los confidentes que pude introducir en los puntos por
aquéllos ocupados.»

Al desencadenado ciclón sucédele tétrico sosiego, encar-


nado en un tribunal militar formado en su mayoría por junteras
y pseudo conspiradores que solo pelean después de la batalla
para recoger el botín. Este tribunal era el encargado de juzgar
por orden del Capitán general de Galicia, á los patriotas com-
prometidos en el alzamiento.
No dejaba de molestarse ni al ciudadano pacífico que en
aquel demostró marcada pasividad, ni á la indefensa mujer y
virtuosa y respetable dama, como aconteció con D . Juana de a

la Vega, condesa de Espoz y Mina,—más tarde elevada por su


alma generosa al rango de Duquesa de la Caridad,—que tam-
bién vino á sufrir las contingencias de una persecución bochor-
nosa, ( i ) Y aun cuando se abrigasen, en cuanto á ella, sospechas
de una ingerencia no extraña á los actos de los conspiradores
en colaboración con personajes adictos á la causa revoluciona-
ria, especialmente con los cónsules extranjeros residentes en

(i) «Conociendo que la rebelión sofocada, ha sido fruto de los manejos de


las sociedades secretas para cuyos trabajos presentaba gran oportunidad el sis-
tema de guarniciones y acantonamientos que se siguió durante el mando de mi
antecesor; y conociendo que dichas sociedades pueden componerse en este dis-
trito de las personas de oposición más marcada al actual orden de cosas, estimo
conveniente que sean extrañadas por algún tiempo las que, á juicio de las auto-
ridades, inspiren más desconfianza, siendo principalmente necesario que salga
de la Coruña la Condesa de Mina á la cual no podría darse destino más acertado
que una larga licencia para el e x t r a n j e r o . — V I L L A L O N G A . » — M e m o r i a citada, (*)

(*) A c e r c a d e esta ilustre d a m a c o r u ñ e s a , n u e s t r o q u e r i d o a m i g o el d i s t i n g u i d o publicista


D . N a r c i s o C o r r e a l y F r e i r é d e A n d r a d e , tiene e s c r i t a u n a interesante Moiwgrafiti que pronto
d a r á á la i m p r e n t a ; y o t r o t r a b a j o a n á l o g o , t a m b i é n c u r i o s í s i m o , el ilustre político D . J o s é C a n a l e -
jas Méndez.
374 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

la Coruña ( 1 ) no ha podido probarse de modo indubitable, si


dicha intervención era ó no justificada por mucho que Villalon-
ga se esforzase en informar á su Gobierno la certeza de la mis-
ma, aconsejando «el extrañamiento de la Condesa de Mina á

1
" . V

VISTA DE L A C O R U Ñ A EN EL AÑO 1846

quien no podía dársele destino más acertado que una larga li-
cencia para el extranjero».
Villalonga y su cohorte de turiferarios, pretendían á todo
trance alcanzar méritos para adular al Gobierno de Isturiz, y

(1) «Excmo. Señor: Si mis esfuerzos para llevar á efecto lo que V. E . se


sirve indicarme en Real Orden de 9 del corriente hubiesen bastado al descubri-
miento legal de lo que tengo manifestado á V. E . sobre la casa de la Condesa
Viuda de Mina, es bien seguro que no hubiese cansado la atención del Gobierno
de S. M. para obtener la única medida que he conceptuado necesaria á destruir
el foco de conspiración que allí existe á salvo de todas las pesquisas é indaga-
ciones para obtener datos legales con que proceder sobre este punto, supuesto
que siendo los principales agentes de confidencia los cónsules extranjeros, no
es posible dirigir acción alguna contra sus personas y sus casas, ahora cuando
se adquieran avisos fidedignos de la existencia de documentos y de individuos
que atentan al orden reconocido.—En esta inteligencia yo dejo salva mi respon-
sabilidad sobre este punto, supuesto que el Gobierno de S. M. no encuentra
conveniente acceder A mi propuesta sobre este particular.—Dios guarde á
Vuecencia muchos años.—Santiago 1 5 Junio 1 8 4 6 , — J U A N DE V I L L A L O N G A . —
Reservado.*—Correspondencia de Villalonga,— De\nuesiro archivo paiticular.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 375

recoger honores y [recompensas, valiéndose al efecto, de todo


género de vilezas, y de esa adulación, tan arraigada en la ma-
yoría de nuestros políticos.
A pesar del decreto de amnistía publicado á la terminación
de los acontecimientos que reseñamos, proseguían una gran parte
de los pronunciados y muchas personas ajenas al movimiento,
arrastrando amarga existencia en las prisiones de Fernando Poo,
Chafarinas, Ceuta y Ultramar, (i)
Las cárceles del territorio gallego hallábanse abarrotadas de
gente por simples sospechas y en vano era que acreditasen
su inocencia: el Capitán general del distrito y su famosa Comi-
sión militar, continuaban instruyendo procedimientos é impo-
niendo penas severas, temiendo que la revolución resurgiese con
mayor intensidad, si daba razón de sí la avalancha de emigrados
que se encontraban en Francia, Inglaterra, y singularmente en
el vecino reino de Portugal. (2)
Don Juan de Villalonga, lo hacía entender así al poder cen-
tral en su Memoria: ' •
«Explicados los diferentes casos en que cada clase se en-
cuentra, y sin perjuicio de que se lleve á cabo la disposición
que S. M. tenga á bien adoptar en vista de cuanto le está

(1) «Muchos de los presos fueron encerrados, en número superior á 2 . 0 0 0 ,


en los cuarteles de batallones pertenecientes á la Infantería de Marina y de San
José, de Ferrol, que correspondía al Ejército.—A los detenidos se les puso en
libertad por providencia del Jefe político, del siguiente 6 de Mayo, con objeto
de recoger en Ferrol á todos los individuos de tropa que se hicieran prisioneros
de guerra y que fueron condenados á servir en América. Las expatriaciones em-
pezaron con la salida del bergantín goleta Ebro, antes Mahonesa, escoltando á
1 0 3 prisioneros que conducía el místico San Pablo; y como el número era creci-
do y el hacinamiento produjo la privación y la miseria, se aceptó el socorro del
vecindario para cubrir las más perentorias necesidades.»
Datos tomados por N I C O L A S F O R T Y R O L D A N de los archivos municipal y
militar de Ferrol.
(2) El 2 9 de Abril, D. Juan Flórez, Alcalde de L a Corufia, dirigió una
carta circular á los de la provincia para organizar subscripciones y socorrer con
ellas, á las familias de los que hubiesen perecido en las jornadas del 2 3 en Ca-
cheiras, 2 4 en Santiago y en las demás libradas durante la revolución. Enco-
mendaba se enviasen los donativos al domicilio del primer teniente de alcalde
Don Agapito Ugarte, San Nicolás ntím. 3 9 . — A r c h i v o municipal de Santiago,
376 LA REVOLUCIÓN GALLEO A DE 1846

consultado, si cumpliese á su soberana voluntad indultar de la


pena capital á los que resulten menos culpables, entiendo que
todos desde la clase de teniente hasta la de soldado, deberían ser
destinados á servir en los Cuerpos de las distintas posesiones
de Ultramar por diez años como simples soldados determinándolo
así en una Real orden que fuera publicada en la general de todos
los distritos militares. Este castigo creo que se haría para los
penados, más temible que otro cualquiera y servirá de escar-
miento por lo menos, siendo en mi concepto el antidoto más
eficaz contra las ofertas que hacen en primer lugar todas las
juntas revolucionarias de rebaja de dos ó más años de servicio
»La marina real, debe llamar también la atención del Go-
bierno, como lo atestigua la conducta del bergantín Nervión y
la barca Astuto. Entre ella tiene un gran partido S . A. R. el
Infante Don Enrique que goza igualmente de muchas afecciones
en la Coruña y el Ferrol. La seguridad de estas dos plazas y
especialmente de la última, queda comprometida, mientras para
el mando de buques y destino de mar, no se emplee á los oficia-
les de más confianza. Convendría mucho que el Batallón de Ar-
tillería de Marina que existe en el Ferrol fuese relevado por uno
de otro Departamento, y en el caso de no ser esto posible, aquél
nunca es prudente que quede en la referida última plaza, pues
debe hallarse sobremanera unido al vecindario, siendo muy na-
tural que participe el primero de los mismos principios que en
política profesa el segundo.—En alguna de las dependencias de
los otros Ministerios me consta que hay funcionarios de opinio-
nes contrarias al actual orden de cosas y que tal vez inviertan
parte de los sueldos que perciben del Gobierno en fraguar
planes para derrocarlo. Si como yo lo creo, no es conveniente
que continúen sirviendo en destinos que debieran solo egercer
personas honradas de capacidad, de mérito y leales, las autorida-
des respectivas propondrán los que á su juicio puedan ser sepa
radas.—Nunca, Señor Excmo, se conoce mejor á los sugetos que
en circunstancias difíciles. Mi corta permanencia al frente de
este Reyno podrá no haberse dado con conocimiento exacto de
sus necesidades, pero la esperiencia de los terribles días que he
atravesado, y los acontecimientos que han tenido lugar, me han
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 377

facilitado la inteligencia de sus males y de los míos que conviene


atajarlos con las medidas espresadas. Hijas del amor al Trono
y al Gobierno, y de mi celo por el bien del servicio, domina en
ellas el sentimiento de la más estricta imparcialidad y justicia. Al
superior criterio de V . E. someto su examen para que, aprecián-
dolas en su justo valor, tenga á bien recomendarlas á la conside-
ración de S. M. con el interés que le inspire el objeto que me ha
movido á proponerlas.—Dios guarde á V . E . muchos años.—
Cuartel general de Lugo 30 Abril de 1 8 4 6 . — E x c m o . Señor.—
JUAN D E V I L L A L O N G A . — E x c m o . Señor Ministro de la Guerra.»

ni

El Gobierno no dejó de comprender lo hiperbólico de este


informe, y sobre todo los fines que perseguía el informante al
extremar su saña con los pronunciados. Limitóse por de pronto
á tomar nota de los buenos servicios del Capitán general de
Galicia; y en cuanto á la Condesa de Espoz y Mina no se atre-
vió á resolver de plano su extrañamiento por mucho que aquella
autoridad insistiese en el castigo, dirigiendo más tarde, desde
Pontevedra nueva comunicación al ministro. El Gobierno se
circunscribió á dictar una resolución para que «se la vigilase y
si diera motivo legal para proceder contra ella, se la juzgase
conforme á las leyes». (1)

(i) ¡.Ministerio de la Guerra.—Excmo. Señor: La Reina (q. D. g.) se ha


enterado de la comunicación de V. E. fecha 1 4 en Pontevedra, haciendo sus
observaciones sobre la Real orden de 3 0 de Abril próximo pasado relativa á
confinamientos; y S. M., en su vista se ha servido ordenarme diga á V. E. ser
su voluntad que á la Condesa viuda de Mina se la vigile según convenga, y que
si diese motivo legal para proceder contra ella, se la juzgue con arreglo á las
leyes.—De Real orden lo digo á V. E. para los efectos expresados y en contes-
tación á su ya citado escrito.—Dios guarde á V. E. muchos años.—Madrid, 2 1
de Mayo de 1 8 4 6 . — S A N Z . — S e ñ o r Capitán general de Galicia.»—De nuestro
archivo particular.
< Capitanía general de Galicia.—E. M.—Excmo. Señor: V. E . por Real orden
de 2 1 del mes último se sirvió prevenirme que á la Condesa Viuda de Mina se
378 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

«Terminada la rebelión—escribe Benito García de los San-


tos (1)—el Gobierno á la par que promete premios á los que
más se han distinguido en esta expedición y concede el grado
de teniente general al mariscal de campo D. José de la Concha,
dicta providencias de castigo. Ha disuelto el segundo batallón
de Zamora y los batallones Provinciales de Oviedo, Zamora y
Gijón; ha dispuesto que los jefes y oficiales de estos Cuerpos
sean juzgados con arreglo á la ordenanza, leyes y bandos vigen-
tes y que los soldados sirvan diez años á contar desde el día
que se pronunciaron; y por último ha mandado que las banderas

la vigilase, según convenga, y que si diese motivo legal para proceder contra
ella se la juzgue con arreglo á las Leyes: pero como sea imposible que pueda
llegar esta caso, por la salva proporción que tiene esta interesada de conspirar
sin que corra el menor peligro, debo manifestar á V. E . que continuará siempre
del mismo modo, y tendremos dentro de la capital de Galicia la mansión de la
Dirección de las conspiraciones, sino se toma la providencia de hacerla confinar
á país lejano en el extrangero. Hallándose en relaciones con los cónsules fran-
cés é inglés, y en particular con el Vice cónsul de esta última Nación, que por
desgracia es Español, (*) y de muy malos antecedentes en sus opiniones, me
consta que las comunicaciones de los conspiradores son dirijidas por aquel con-
ducto sin que sea posible que persona alguna del Gobierno pueda evitarlo, ni
descubrirlo dentro de los trámites legales; por consiguiente la casa de la Viuda
de Mina puede considerarse amparada bajo el pabellón inglés enarbolado en el
balcón de la misma, hasta que los que dan dirección á los negocios rebolucio-
narios consigan ver realizados sus intentos.
>Si parece á V. E . que con estos datos, que de modo alguno me presentan
el motivo legal de proceder contra la Viuda, puedo yo dar cumplimiento á las
órdenes del Gobierno en este particular, y evitar que los revolucionarios man-
tengan la confidencia segura de sus maquinaciones, desearía que V. E. tuviese
á bien designarme la manera y forma á que arreglar los procedimientos dentro de
un orden normal; porque de otra manera yo no veo otro remedio para este mal
canceroso, que el que tengo propuesto al Gobierno de S. M.: quedando así tran-
quilo sobre mi responsabilidad en cualquiera caso que ocurra en lo sucesivo re-
pitiendo á V. E. estar sin embargo dispuesto á acudir con todos mis esfuerzos
á sofocar y perseguir la rebolucion en cualquiera punto en que se presente.—
Dios guarde á V. E. muchos años.—La Coruña 5 de Junio 1 8 4 6 — E x c m o . Señor
Ministro de la Guerra.—JUAN DE V I L L A L O N G A . » — M i n u t a original que poseemos.

(1) El Pensamiento ite la Nación, 6 Mayo 1 8 4 6 , pág. 2 7 9 .

(*J A l u d í a á D. E d u a r d o S a n t o s p e r s o n a prestigiosa y h o n o r a b i l í s i m a , tan popular en


la C o r u ñ a .
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 379

de dichos batallones se conduzcan á la iglesia de Atocha y se


coloquen en ella arrolladas y cubiertas con un velo negro para
memoria del crimen cometido y baldón de los que osaron man-
char su lustre, haciéndolas servir de enseña para la rebelión.—
Un personaje de la Coruña ( i ) en unión con los diputados de
Galicia y otras personas respetables, han intercedido con el
Gobierno para que no se cumpliese el rigor de la ley con el resto
de los prisioneros. Estas súplicas fueron escuchadas; y por de-
creto de 30 de Abril (2) se indultó de la pena capital que pudo
imponérseles, á excepción de los que aparecían como jefes.» (3)
En el mismo número de dicho periódico (4) Balmes, en su
editorial La Unión y el 2 de Mayo, refiriéndose á los aconteci-
mientos gallegos, á la unión de los partidos y á la pacificación
de la Península, escribía:
«Poco resultado debieron producir las exhortaciones de
unión y de paz que hemos leído en algunos periódicos: coincide
con ellas la sangrienta batalla de Santiago en qú*e centenares de
españoles han quedado tendidos en el campo; coinciden con el
estampido del cañón del Parque, las descargas en que son arca-
buceados doce militares españoles; coinciden los larnentos de

(1) Aludía al Arzobispo Vélez.


(2) En este decreto no se perdonaba á los que figuraron como cabezas del
alzamiento auque fueran civiles. Se libraron del horrible castigo por haber esca
pado al extranjero.
(3) «En Peniche se habían refugiado muchos, entre los que señalaremos á
D. Antonio Romero Ortiz, D. Francisco Mariné y D. Perfecto y D. Hermóge"
nes Villanueva Montenegro, este último jefe principal del movimiento en las
Rías Bajas y fallecido hace pocos años. El D. Perfecto murió en aquel punto á
los seis meses de destierro por consecuencia de las heridas que recibiera en los
combates de Cacheiras y calles de Santiago. Era muy joven y tenía el empleo
de comandante de infantería.
>A1 huir de Santiago las cuatro citadas personas—después de la rendición
del convento de San Martín—tomaron la dirección de Carril, haciendo desde
este punto una travesía penosa en un galeón que las condujo á Vigo, corriendo
el peligro de naufragar. Ya en esta ciudad, se refugiaron en el domicilio de'
barón de Ortega donde estaban reunidos los demás conspiradores que se aco-
gieran al pabellón lusitano, escapando seguidamente á Portugal.»—Artículo pu-
blicado el 2 2 de Mayo de 1 9 0 4 , en La Voz de Galicia, siendo su autora doña
María Villanueva, hija del D. Hermógenes.
(4) El Pensamiento de la Nación, 6 Mayo 1 8 4 6 , núm. 2 7 9 .
380 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

muchas familias cuyos hijos irán á espiar en tierras lejanas el


delito de rebelión; coinciden las sentidas quejas de los que por
sospechas ó precaución han sido presos ó desterrados; coincide
la exasperación con que los partidos se abandonan á violentas
recriminaciones; coincide la inminente resolución de un proble-
ma de que podrá resultar el que se haga más propaganda que
nunca para la desunión de los españoles y el que sean privados
de toda influencia en los negocios públicos los que no pertenecen
á la pequeñísima fracción que se atreva á prescindir del senti-
miento y la nacionalidad y á olvidar el porvenir de quince mi-
llones de españoles.
»¿Se harán ilusión los gobernantes con la victoria obtenida
sobre los rebeldes? Creerán que les basta la política y la fuerza
armada para impedir las sublevaciones ó sofocarlas si llegan á
estallar? Lección terrible se ha recibido en los últimos sucesos:
por espacio de tres años se nos ha estado ponderando la subor-
dinación y disciplina del ejército repitiéndose hasta el fastidio
que por este lado nada había que temer; y no obstante, Cuer-
pos de ejército son los que se han levantado contra el Gobierno;
jefes del Ejército son los que han sufrido pena capital (en espia-
ción de su delito); banderas del Ejército son las que se cubrirán
con un velo negro en la iglesia de Atocha. Ni la Guardia Civil á
pesar de las condiciones particulares de su instituto, ha podido
libertarse de la seducción; y para que nada faltase al cuadro, se
unieron á los rebeldes en las aguas de Vigo dos guardacostas y
el bergantín Nervión.
»Si los discursos, si los decretos, si las leyes, si los mani-
fiestos, si las promesas y las amenazas, si los premios y los
castigos bastaran á restablecer el orden moral, calmando los
ánimos, templando los partidos, obligando á las opiniones á en-
cerrarse en el terreno de la discusión, ¿dónde habría más orden
moral que en España, que cuenta por centenares las medidas
para conservar el orden público y las leyes represivas y los
programas halagüeños y los manifiestos estrepitosos y la profu-
sión de cruces, grados y empleos de todas ¿lases y donde se
envían más hombres al patíbulo por delitos políticos que en
todas las naciones de Europa juntas....?»
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 3 8l

No parece sino que el insigne filósofo, al contraerse á aque-


llas épocas de accidentada vida política que él ha visto, comba-
tiendo con la sinceridad y el vigor de su pluma independiente
el régimen tiránico que brutalmente dominaba á la familia espa-
ñola, leía en los tiempos que fueron sustituyéndose hasta los
actuales, en los que, si á torrentes no corre la sangre derramada
y los centelleos del rayo de la guerra no producen terror al áni-
mo, síntomas idénticos de malestar social déjanse sentir, sin que
las luchas y los ejemplos del pasado, sirviesen de enmienda ni á
los que empuñan el gobernalle del Estado, ni á las generaciones
nuevas, para que midiendo la exudación de las fatigas y esfuer-
zos que han tenido que afrontar sus ascendientes, pudiesen dis-
frutar de la obra de paz y libertad que éstos defendieron con
tanta virilidad y gallardía.

Diez años próximante duró el cautiverio de aquellos abnega-


dos patriotas; hasta que, instaurados los principios liberales por
consecuencia del pronunciamiento de 1 8 5 4 , surge también la
reintegración de los emigrados á la Patria amada; y la reivindi-
cación de D. Miguel Solís y la de sus doce compañeros de cal-
vario entre los que comprendíase el sargento primero D. Anto-
nio Samitier fusilado en la ciudad de Betanzos el 4 de M a y o —
no obstante el indulto concedido el 30 de Abril anterior, que
sin duda no debió llegar á tiempo. — Se les declaró á todos ellos
por ley de 12 de Diciembre de 1855—artículos i.° 2 . y 3 . —
0 0

B E N E M É R I T O S D E L A PATRIA y que sus cenizas se colocaran


con los honores debidos á su clase en un monumento por
CUENTA D E L E S T A D O que se erigiría á su memoria en la ciudad
de Santiago, abriéndose por el Ministerio de Fomento un crédito
de 120.000 reales, para que en el término de un año se levan-
tase dicho monumento «.cujas obras se empezarían á la mayor
brevedad».
L a calificación de traidores lanzada por los que sustentaban
382 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

años antes el régimen reaccionario, tornóse en la honrosa de


Beneméritos de la Patria á que eran acreedores aquellos que
defendieron los principios inmanentes de la justicia, del derecho
y de la democracia.
De igual distinción disfrutaron muchos de los que tuvieron
la fortuna de salvar de las garras del tirano. (1)
Creóse también la Cruz de Valor y Constancia (2) para pre-
miar los servicios de los que voluntariamente se señalaron en el
pronunciamiento; y otorgóse asimismo la Cruz de San Fernando
á los 25 nacionales que lucharon en la acción de Cacheiras de
23 de Abril. (3)

(1) Véase el Apéndice núm. 1 2 .


(2) Consistían las insignias de esta encomienda en una Cruz-espada de
esmalte negro con vivos blancos y con los brazos desiguales. Los tres que for-
man la Cruz distan del centro 7 0 milímetros, y el cuarto ó espada, de 1 0 2 mili-
milímetros con centro de 4 4 milímetros de diámetro y un cerquillo de oro. En
el centro, de esmalte azul, aparece un pergamino medio enrollado con la fecha
Abril 1846; y á cada lado .una columna con dos pedazos de cadena y encima
una cinta con el lema Valor y Constancia. Entrelazada con los brazos de la Cruz,
una corona de laurel, y la parte inferior de ésta, de palma, que equidista del
centro 3 2 milímetros, teniendo un grueso de 1 0 . Forman juego con los brazos
de la cruz por detrás de la corona de laurel y palma, cuatro ráfagas de plata que
distan del centro 7 O
milímetros por 4 0 de ancho en su extremidad.
L a cinta que se usaba y de la que pendía esta condecoración era de moiré
negro formando aguas, y de 2 0 milímetros de ancho con lista verde de dos mi-
límetros en su centro.
(3) Al formarse el proyecto de esta ley recurrieron oportunamente á las
Cortes el 1 0 de Julio de 1 8 5 5 , con una razonada exposición, los guardias nació
nales de Lugo, firmada á nombre de éstos por D. Juan Martínez de Castro, soli-
citando se les concediese igual condecoración que á los de Santiago, fundándose
en haber sido no solo los primeros que inauguraran el alzamiento de 1 8 4 6 , sino
el haber sostenido y defendido los dos sitios puestos á la plaza y pelear brava-
mente contra las fuerzas reaccionarias, siendo además los últimos que sucumbie-
ron al glorioso pronunciamiento. No obstante la justicia que asistía á los solici-
tantes, las Cortes se concretaron en su ley de 1 2 de Diciembre, á conceder la
Cruz de San Fernando nada más que á los 2 5 nacionales que pelearon en Ca-
cheiras. L a copia de dicha exposición, que es un documento que rebosa amor
acendrado á los principios liberales, nos fué facilitada por nuestro amigo D. José
Vega Blanco y procede del archivo del Sr. Castro Soto, nieto del firmante é hijo
de D. José Castro Freiré, Alcalde de grata memoria en la capital lucense.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 383

Todos estos honores y recompensas vuelven á quedar en


suspenso por una Real Orden de 27 de Enero de 1 8 5 6 . La ley
de 12 de Diciembre de 1855 queda sin cumplimiento, porque
los enemigos de la Libertad vuelven á imperar en España.
Triunfante la revolución de 1868, con su espíritu amplia-
mente democrático y liberal, se imponía la reparación inmediata
á los damnificados dada la injusticia que resaltaba en la Real
Orden de 27 de Enero de 1856; y con efecto, siendo Ministro
de la Gobernación D. Práxedes Mateo Sagasta, publicóse un
decreto del Poder eje-
cutivo en 21 de Mayo
de 1869, derogando la
disposición antedicha, y
declarando en toda su
fuerza y vigor la ley de
12 de Diciembre 1855-
Por este decreto man-
dábase constituir en las
capitales de las provin-
cias gallegas, Juntas que
entendiesen en la ins-
trucción y calificación
de expedientes de todos
los i n t e r e s a d o s que,
comprendidos en la alu-
dida ley, solicitasen las
recompensas que ésta
M. Chicharro, fot. les confería.
CRUZ DE VALOR Y Instalóse la Junta en
CONSTANCIA

la Coruña el 7 de Junio
de dicho año de 1869,
formándola D. Mariano Castillo, Gobernador Presidente; en el
concepto de Vocales, D. José M . Patino, D. Hipólito Otero,
a

diputados provinciales; D. Pedro de la Encina y D. Manuel Puga,


concejales; y D. Ramón Pérez Costales, comandante de los
voluntarios de la Libertad; y como Secretario, el entonces oficial
segundo de la Diputación provincial D. Nicolás Miguez Suárez.
384 IiA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Constituían la de Pontevedra, D. Eugenio Alau, Gobernador


Presidente; y como Vocales, D . José Cuevas del Valle, D. Inda-
lecio Armesto, diputados provinciales; D. Martín Rial y don
Júaquín Buceta Solía, concejales, ( i )
Nos fué imposible poder recabar, á pesar de haberlos solici-
tado con verdadera insistencia, los datos de las Juntas de Lugo
y Orense.
Amigos nuestros á quienes interesamos este servicio, vié-
ronse invalidados de complacernos, por razones que no son del
momento manifestar.

• V

Entre los expedientes del sinnúmero de aspirantes que he-


mos tenido ocasión de examinar, notamos hasta donde alcanza-
ba la osadía y desaprensión de alguno que, fingiéndose «mártir
de la revolución» pretendía nada menos que las tres recompen-
sas decretadas; cuando pudo acreditrase por las protestas for-
muladas oportunamente, que fueran de los más indiferentes ú
hostiles á la misma. (2)
Las Juntas calificadoras, adolecieron en varios casos del
defecto de favoritismo; proponiendo para la Cruz de Valor y
Constancia á muchos aspirantes que, á juicio de los protestantes,
«habían sido revolucionarios platónicos».
Promovieron también una reclamación colectiva contra algu-
nos intrusos,—que fué estimada,—los nacionales de Santiago; y
produjo igualmente con idéntico fin otra enérgica protesta el
comandante D. José Ignacio Gómez Rodríguez, aquel militar

(1) En el mes de Agosto de dicho año, por haber cesado en el cargo de


diputados provinciales, fueron reemplazados en la Junta—por D . José Quiroga
y D. José Vila,—los señores D. Indalecio Armesto y D. Martín Rial.—Datos
facilitados por el que fué nuestro buen amigo el oñcial primero del Ayuntamiento
de Pontevedra y escritor distinguido D. Rogelio Lois, fallecido repentinamente
en dicha ciudad en el mes de Septiembre de 1 9 0 5 .
(2) Archivo de la Diputación provincial de la Coruña.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 385

bravo y pundonoroso en quien nos ocupamos en diferentes lu-


gares de este volumen y que tomara parte activísima en toda la
campaña revolucionaria.
Probado enjuicio contradictorio el derecho de los 25 nacio-
nales de Compostela, se les otorgó la Cruz laureada de San
Fernando. Fueron éstos: D . Nicolás Garea Ciro, D. Roque
Hermida, D. Antonio Albor, D. Antonio Rincón, D. Alejandro
Garea, D. José Soler, D. Ángel Roel, D . José Jorje, D. José
Moar, D. Antonio Bernardino Rey, D. Ignacio González Várela,
D. Juan Carballo Otero, D. Ricardo Casal, D . Antonio Samper,
D. Francisco Honor, D. José Hermida, D. Antonio Pérez, don
José Marras, D. Antonio Tarrío, D . Pedro Fernández Taboada,
D. Ramón Garea, D . José Peiteado, D. Luís Villadamigo, don
Francisco Nache y D. Francisco Sanchera.
Como de estos 25 valientes, fallecieran doce al tiempo de la
concesión, no pudieron disfrutar de la preciada gracia más que
los trece primeros.
Entre los condecorados con la Cruz de Valor y Constancia,
figuraba el festivo poeta gallego, autor de Soaces a" un Vello,
D. Benito Losada Astray, habiéndosele denegado la de San
Fernando, por no reunir los requisitos establecidos en la ley de
12 de Diciembre de 1 8 5 5 . (1)
En uno de nuestros Apéndices damos relación detallada de
muchos de los agraciados con las tres recompensas que determi-
naba dicha legislación y que tanto se distinguieron en los aconte-
cimientos de 1846, precursores de la gloriosa revolución de 1868.
No pocos de estos ciudadanos han ocupado puestos preemi-
nentes en la política, la milicia, las letras, las ciencias y las artes.

vi

Ni el Gobierno que decretó la erección del monumento á los


Mártires de Carral, ni los que fueron sucediéndose en la admi-

(1) También fué propuesto para dicha condecoración el inspirado poeta


gallego Francisco Anón.
25
386 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

nistración española, han cumplido tan solemne promesa: los


políticos sólo levantan estatuas á la adulación y al servilismo.
Pero la falta fué reparada, aunque tarde, por el pueblo, que
agradecido, no olvidó la gran abnegación y heroísmo de los
que, abogando por los derechos del pueblo, sacrificaran su
existencia.
A las iniciativas y perseverancias de la Asociación Liga
Gallega na Cruña ( i ) secundada por la filantropía de entusistas
gallegos, entre los que se cuentan, muchos residentes en las re-
públicas Argentina, Cuba y el Brasil, cuyas subscripciones pro-
movieran con verdadero cariño los caracterizados conterráneos
D. Manuel Castro López, D. Manuel Salgado Rosende y don
Matías Fernández Murias, débese á que los Mártires de Carral
tengan su monumento.

(1) Para la propaganda de esta benemérita obra, esta Sociedad designó


una Comisión compuesta de su Presidente D. Salvador Golpe; Vocales, D. Ma-
nuel Lugrís Freiré, D. Marcial Iglesias Vázquez, D. Daniel Couceiro, D. Galo
Salinas, D. Florencio Vaamonde, D. Eugenio Carré Aldao y el autor de este
libro, quienes para estimular la subscripción, se dirigieron no solamente á los
gallegos, sino que la extendieron á parientes próximos de los fusilados.
Causa dolorosa impresión, recordar todavía, las contestaciones recibidas
de algunos de aquellos (cuyos nombres callamos por no ofender su memoria,
pues ya fallecieron) á raíz de fomentada dicha subscripción. Uno que ocupaba
elevada gerarquía en la milicia, respondió á la Comisión que cno se asociaba
al acto por considerar que aquellos militares estuvieron perfectamente fusi-
lados*
Otro, que aun figura en lugar preferente en la política liberal, se concretó
á preguntar sollo voce «que clase de gentes eran los autores de la idea del monu-
mento» (?) para, naturalmente, no cooperar con una triste pesetal....
Un ex-ministro de la propia fracción liberal, se extrañaba como las autorida-
des consentían propaganda tan perturbadora (¡!)
Y á este tenor, sufrió la Liga Gallega sendas decepciones, que no por eso,
amortiguaron el entusiasmo de sus asociados; consiguiendo llevar felizmente á la
práctica el pensamiento concebido; pese, y habremos de consignarlo, á las chi-
rigotas de unos cuantos ignorantones, vivanderos y desavenidos que, sin ideas
determinadas, y abusando del anónimo ó de la impunidad de las columnas de
un periódico, órgano de un partido avanzado de L a Coruña, pretendían restarle
á la Liga aquella gloria que en absoluto le corresponde, por la obra laudatoria
que acababa de realizar.
A los tres días de inaugurado el monumento, fuimos honrados con la si-
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 387

Esta hermosa, cuanto sencilla obra de fábrica, de la que es


autor nuestro peritísimo amigo D. Juan Alvarez Mendoza—en-
tonces arquitecto municipal de Lugo y hoy profesor de la E s -
cuela de Artes é Industrias de Madrid—ha sido francamente elo-
giada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

guíente expresiva carta, del general D. Francisco M. H


de Borbón, hijo segundo
del infortunado infante D. Enrique, en la que rebosa un patriotismo noble y
arraigado, y un reconocimiento profundo hacia la Liga Gallega, por su meritoria
labor:
«Madrid 2 5 de Mayo 1 9 0 4
Rosales 1 4 , Hotel.

Sr. D. Francisco Tettamancy, miembro de la Liga Gallega

«Distinguido amigo: Al regresar del extranjero á donde fui á buscar salud


para el cuerpo y tranquilidad para mi alma, al ver que para mi la justicia no es
hada bienhechora en la Patria que tan lealmente sirvo he leído la inaugura-
ción del monumento á los Mártires de Carral
• Grande, muy grande ha sido la emoción que he sentido al ver que nobles
españoles y dignísimos patriotas gallegos, se han acordado al fin, de aquellos
mártires de Carral, de aquellas gloriosas víctimas de la Libertad, de aquellos
esforzados corazones que supieron protestar contra las demasías de los hombres
que abusaron cruelmente del Poder.
>¿Cómo no había de estar emocionado y como las lágrimas no habían de
amontonarse al pensar en aquellos tristes recuerdos, si el alma, el todo de aque-
lla expansión nacional, fué mi desgraciado padre el Infante D. Enrique de Bor-
bón, ese popular Infante que tanto amor sintió por España y por esa hidalga tie-
rra gallega?..,.
j|Sólo una cosa he sentido y me ha llegado á lo más profundo de mi cora-
zón y es que usted, el iniciador principal de esa deuda sagrada, que los demás
miembros de la Comisión y que el Ayuntamiento de Carral se hayan olvidado
que vivían los hijos de aquel Infante y que generales, sirven hoy en las filas
del ejército de la Nación!
>Como obedeciendo á un deber imperioso para mí, como hijo y como
hombre agradecido, hubiese asistido CON VENERACIÓN á la inauguración de ese
monumento y aunque pobre y sufriendo las mismas injusticias que persiguie-
ron á mi padre hasta su muerte, hubiera depositado mi modesta corona sobre
ese monumento á la memoria de los Mártires de Carral; y el bastón de mando
que usó D. Miguel Solís en aquellas jornadas, me hubiera acompañado para orar
sobre su tumba.
»lCuántas veces en sus cartas públicas.,... esa otra víctima, que se llamó en
vida el Infante D. Enrique, citó con cariño sumo, el nombre de los Mártires de
Carrall....
388 LÁ REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

al prestarle su aprobación; por los inteligentes y por toda per-


sona aficionada y amante del arte y del buen gusto, (l)
Pertenece al estilo denominado de Calvarios, limitándose á
representar el santo emblema de la Redención en una forma
inspirada. Compónese de piedra granítica de las canteras del
Illó (Pontevedra) midiendo 8*50 metros de altura; y por su base,
6 de frente por 4 de fondo.
É s sobrio en la decoración; y sus detalles se revelan en al-
mohadillados con algún elemento medioeval, constando de cua-
tro cuerpos que arrojan un total de noventa y ocho piezas de
sillería.
Fórmase su basamento de una escalinata al frente; y por los
lados y fachada posterior, parten las bases de arranque de los
contrafuertes.
El primer cuerpo lo constituye también otro grupo de con-
trafuertes tanto en la fachada posterior como en los lados, com-
poniendo su conjunto, un castillete que simboliza el hecho he-
roico realizado por Solís y sus infortunados compañeros; y al
frente de este cuerpo y en su fachada principal, osténtase cince-
lado con exquisita delicadeza, el escudo de Galicia; arrancando
ya de aquel, la Cruz hasta el coronamiento del edificio.
Desde lá parte posterior de éste, abarcando todo el mástil y

>Ruego á V. que en mi nombre diga á los demás miembros de la Comisión,


al señor coronel Velasco y al Ayuntamiento de Carral, que me asocio con toda
mi alma á ese recuerdo histórico, que está grabado en mi pecho, y que las mis-
nias Cortes de la Nación enaltecieron.
«Reciban todos ustedes, un abrazo del hijo segundo del alma que inspiró á
los Mártires de Carral.
FRANCISCO MARÍA DE B O R B Ó N . »

Recibió igualmente la Liga, muchas significativas manifestaciones de gra-


titud de varios parientes de las víctimas residentes en Madrid y otras partes de
España, así como de importantes y valiosas personalidades de la Península y de
América, que forman singular contraste con el estólido proceder usado por aque-
llos que anteriormente mencionamos.
(1) Acompañándonos al pueblo de Carral días antes de la inauguración
del monumento, nuestro amigo el laborioso é ilustrado redactor de Lá Voz de
Galicia, D. Alejandro Barreiro, dedicó una interesante crónica á dicha obra
pública y á los Mártires, en el número de aquel periódico de 1 4 Abril de 1 9 0 4 .
(
A nv
ers
o ) (
R e
vul
so)

jMonurriento erigido á los jVíártires de C a r r a l por iniciativas de la L i g a G a l l e g a na Cruña


F. Fiol. a'ido.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 389

brazos hasta descender al nacimiento de la última escalera del


basamento, resalta la siguiente inscripción:

AOS

MÁRTIRES DA LIBERTADE
MORTOS

26
DE
ABRIL

DE

• 1846

LIGA G A L L E G A

NA CRUÑA(i)

El Sr. Alvarez Mendoza, con un desprendimiento y un al-


truismo que lo eleva en alto grado, hizo desinteresadamente el
proyecto (2) siendo el encargado de la ejecución de las obras el

( 1 ) L a redacción de esta inscripción, ha sido combatida sistemáticamente


por algunos, apoyándose en argumentos que carecen, en nuestro humilde en-
tender, de toda lógica, como los de confundir lamentablemente el léxico ga-
llego adaptándolo al castellano, y trastrocando hasta sus mismos vocablos; sin
fijarse en la extraordinaria diferencia que existe entre ambos idiomas, cuales son
sus giros, fonética, desinencias, declinaciones, conjugaciones y otras caracterís-
ticas que no habremos de señalar ahora por no ser nuestro objeto herir suscep-
tibilidades, ni menos volver á suscitar una cuestión que tuvo ya sanción firme
desde el momento en que el monumento fué proyectado y levantado. Amigos
y compañeros nuestros, refutaron oportunamente con las razones que la filología
y la práctica aconsejan, y basándose en autoridades indiscutibles, las apreciacio-
nes y juicios sugeridos á varios impugnadores de la referida inscripción, juz-
gando á ésta modelo entre las de su índole.
No interrumpamos más,Jcon estériles polémicas, la paz de las tumbas de
aquellas V Í C T I M A S , que para defender sus nobles ideales, no descendieron á rui-
nes miserias; que miserias y ruindades se reflejaron en algunos ignorantes que
intervinieron en la discusión inoportuna de la inscripción del monumento ere-
gido á los Mártires de Carral.
(2) Un tío del Sr. Alvarez Mendoza, tomara también parte en alzamiento
habiendo estado en capilla á punto de ser fusilado; logrando salvar de esta
pena por su graduación de subalterno. Falleció mucho después en Valladlid des-
empeñando el destino de Gobernador militar de aquella plaza.
39° LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

hábil artífice D. José Escudero, de la Coruña, demostrando igual-


mente un desprendimiento notorio, ( i )

VII

La inauguración de esta artística obra, tuvo lugar á las doce


de la mañana del día 22 de Mayo de 1904 en el pueblo de
Carral, (2) revistiendo el acto extraordinaria solemnidad por la
numerosa concurrencia y la calidad de Corporaciones oficiales,
políticas y particulares que al mismo asistieron, figurando entre
las primeras las más caracterizadas municipalidades gallegas con
sus respectivos alcaldes, como Santiago, Ferrol, Coruña, Betan-
zos y Lugo; designando representantes los de Orense, Vigo,

(1) Al hacerse efectivas las cuotas de subscripción levantada para las obras
del monumento, muchos de los inscriptos faltaron á su compromiso, entre ellos
alguna Corporación oficial gallega que se anotara con una cantidad importante.
(2) El acto de colocación de la primera piedra se verificó á las tres de la
tarde del 2 3 Abril de 1 8 9 9 habiendo concurrido el coronel D. Ramón Velasco
Ibarra y su hijo Ramón; el Presidente honorario de la Liga Gallega D. Manuel
Murguía, el efectivo D. Waldo Alvarez Insua; el Vicepresidente D. Salvador
Golpe; Vocales D. Daniel Couceiro, D. Manuel Lugrís, D' Eladio Rodríguez
González, D. Galo Salinas, D. Marcial M. de la Iglesia y el Secretario D. Euge-
nio Carré; el Presidenre y Secretario de la Liga Gallega en Carral D. Andrés
Tarrrío y D. Joaquín Alejos Bissi; el cronista de la Coruña D. Andrés Martínez
Salazar; el abogado D. Eduardo Montenegro Salazar, si médico D. Vicente
Otero; D. Alberto Alvarez Escobar; el cura párroco de Santa María de Oza don
Manuel Fariña Vilarelle; el de Paleo D. Francisco Domínguez Vieites; el coadju-.
tor D. Manuel Couceiro; el presbítero D. José Cortés; los curas párrocos de
Cañas, Castelo y Sueiro; y el autor del presente libro en calidad de Secretario de
la Comisión del Monumento.
Por la mañana (á las doce), se dijo una misa cantada por el alma de las
VÍCTIMAS en la parroquial de Paleo; y por la tarde segiín indicamos, se procedió,
ante una numerosísima concurrencia compuesta del pueblo de Carral en masa y
comarcas contiguas, á la ceremonia de la colocación, pronunciando patrióticos
discursos los Sres. Velasco, Alvarez Insua, Lugrís y el párroco de Paleo, que
echó sobre la piedra la primera paletada de tierra. Los discursos fueron extra-
ordinariamente aplaudidos. El del Sr, Lugrís fué dicho en lengua regional. .
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 391

Tuy y otras delegaciones de los Ayuntamientos limítrofes al de


Carral, como Abegondo, Cambre, Cerceda, Culleredo, Ordenes
y Oroso.
Asistieron igualmente, nutridas representaciones del partido
republicano de la Coruña, del Comité liberal democrático de
Santiago y de la Liga Gallega con sus presidentes respectivos;
la prensa regional y delegaciones de la de Madrid. También
prestó su asistencia el hoy finado coronel D. Ramón Velasco
Ibarra—hijo del heroico militar que sucumbió en la luctuosa
jornada —con sus hijos D. V í c t o r y D. Ramón.
A las doce en punto dio comienzo la solemnidad con la ce-
lebración de una misa rezada, al aire libre, por las almas de
las VÍCTIMAS; levantándose el altar, adosado á la fachada de la
histórica Capilla del Socorro, el cual se hallaba adornado con
gusto y sencillez, flanqueándolo mástiles pintados de blanco que
tenían cada uno como remate, una corona de mirto y laurel; y
en el centro de ésta, una cartela blanca en la que se leían los
nombres de los fusilados en Carral, sin olvidarse, en otra, del
sargento primero D. Antonio Samitier que sufrió igual pena en
Betanzos.
Esta ceremonia religiosa, fué amenizada por una sección de
la extinguida banda de música de la Liga de Amigos de la
Coruña, que con afinación irreprochable, ejecutó dos sentidas
melodías.
Terminada la Misa, se procedió al acto inaugural, subiendo
al primer peldaño del Monumento el Presidente de la Liga Ga-
llega D. Salvador Golpe quien pronunció un enérgico y brillante
discurso exponiendo que el objeto del acto que se realizaba era
una reivindicación y un culto á la LIBERTAD.
«A la libertad—decía—que no es dogma de ningún partido
sino aspiración sublime de todas las gentes; que es el ambiente
necesario en donde se agita el espíritu, que es la vida del pro-
greso y la finalidad de la historia, puesto que todas las luchas
que ha sostenido la humanidad en el transcurso de los siglos y
las que tendrá que sostener todavía, no han sido ni serán nunca
otra cosa que anhelos de libertad
392 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

»Hoy es un día de júbilo en el cielo, porque realizamos un


acto de justicia. ¡Gloria á los Mártires de Carral!....»
La banda tocó el Himno de Riego.
Seguidamente el Sr Golpe, el coronel Velasco, el arquitecto
Sr. Alvarez Mendoza y el ejecutor del monumento Sr. Escudero,
descorrieron las banderas española y gallega que lo envolvían,
disparándose entonces veinticuatro bombas de palenque.
El momento fué solemne é interesante: aplausos y vivas á la
libertad se mezclaron con los ecos de los acordes del Himno de
Riego que ejecutaba la música,
Habló inmediatamente el Secretario del Ayuntamiento de
Carral D . Manuel Novoa López en nombre del Alcalde, elo-
giando el heroísmo de los fusilados y haciendo atinadas consi-
deraciones acerca del memorable suceso, Después leyó un bien
escrito trabajo remitido desde Padrón, por D . Antonio Tras-
monte Velasco, nieto del fusilado D. Víctor.
El teniente de Alcalde del municipio de Santiago D . Caye-
tano García Carro, pronunció breves y elocuentes frases recor-
dando la parte principal que el pueblo de Compostela tomara
en la sangrienta jornada del 24 de Abril de 1846 luchando por
la libertad al lado de los Mártires á quienes se conmemoraba; y
acto seguido dio lectura á un expresivo mensaje que la munici-
palidad santiaguesa dirigia á la de Carral, siendo autor del tra-
bajo, el concejal de aquel municipio y notable literato D . Juan
Barcia Caballero, de cuyos párrafos, todos ellos consagrados á
cantar á la libertad, copiamos el final:
«En nombre de la verdadera libertad, de la libertad que
tiene por lema el bien, la verdad y la justicia soberana, atributos
del supremo Ser que todo lo puede y todo lo gobierna, el Ayun-
tamiento de Santiago se asocia con entusiasmo á la fiesta pa-
triótica que estamos celebrando en honor y memoria de los que
dieron sus vidas por defender esa libertad.»
Subió después al pedestal el coronel Velasco, acompañado
de su hijo Víctor, con el objeto de leer una sentida arenga que
llevaba escrita; pero dominado por hondísima emoción tuvo que
sustituirle en la lectura D . Jesús Barreiro Costoya:
«Ahí están Solís, Mariné, D a b a n , Ferrer, L a Llave, Márquez,
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 393

La Infanta, Martínez, Valero todos, valientes todos y leales á


la causa que defendían
»Ahí estará por último Velasco ¡Padre querido! ¿Qué voy
á decir en vuestra memoria? Estas lágrimas que silenciosas
bañan mi rostro, sean para tí la expresión más elocuente de mis
sentimientos »
Al evocar Velasco la memoria del autor de sus días, las lá-
grimas se acentuaron con mayor intensidad. Muchos de sus
amigos le rodearon abrazándolo efusivamente.
El ¡viva á la Libertad! con que finalizaba el discurso, fué
contestado por la multitud.
Siguió al Sr. Velasco el primer teniente de alcalde de la
Coruña D. Antonio Lens, depositando antes de usar de la pala-
bra, una artística corona fundida en bronce que los republicanos
coruñeses dedicaban á los MÁRTIRES. El discurso de este carac-
terizado republicano se concretó á ensalzar la heroica actitud de
los fusilados, á recriminar duramente á los causantes de su eje-
cución y á los que «significándose antes y después de los hechos
de 1846 en muchas sublevaciones ó actos análogos, lograron ocu-
par altos puestos en la política».
Dirigiéndose al Alcalde de Carral, le dijo:
«—Si vos representáis al poder real, yo represento al pueblo
soberano. Separados hoy, nos uniremos mañana en el campo
de la Libertad regado por la sangre de tantos mártires que se
han sacrificado por la salvación de la Patria. Salvémosla si aun
es tiempo. Hoy estrechemos aquí nuestras manos: mañana ya
nos veremos en el campo de la Libertad »
Terminó el acto inaugural con vivas y aplausos, volviendo
á tocar la banda el Himno de Riego y regresando toda la nume-
rosa comitiva á la Casa Consistorial precedida de la música y
gaitas que fueron.ejecutando alegres Muiñeiras. En aquélla se
redactó el acta de la solemnidad que firmaron todos los que te-
nían carácter oficial, incluso los representantes de la prensa. (1)
A las tres de la tarde, se congregaron todos los invitados en
un pintoresco paraje circundado de gallardos pinos, próximo

(1) Véase nuestro Apéndice núm. 1 3 .


394 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

á la salida del pueblo, sirviéndoseles un espléndido banquete,


obsequio del Ayuntamiento de Carral, acto que amenizó la banda
de la Liga de Amigos.
Todos los gastos ocasionados en los aludidos festejos, los
costeó dicha Corporación municipal.
«Llega un poco tarde el tributo de reconocimiento que hoy
se rinde á los esforzados y generosos combatientes del movi-
miento del 4 6 » , escribía en La Voz de Galicia del mismo día
de la inauguración, el que fué en vida peritísimo periodista y
consecuente amigo Lino Pórtela Calderón.
«Lo extraño es que á esta resurrección simpática de las ideas
y los sentimientos regionales y patrióticos de los principios
avanzados que han informado un largo y tormentoso período de
nuestra historia contemporánea, haya concurrido con-»su inicia-
tiva, su propaganda y su perseverancia, un núcleo de fervorosos
adeptos del regionalismo literario, corrigiendo un olvido inex-
plicable de los hombres del progresismo y la democracia que
dejaron pasar en la indisputada dirección de la vida política
local, las épocas propicias para esta clase de exaltaciones entu-
siastas.
»Y es que el movimiento gallego del 4 6 , si por su iniciación
y su programa se quedó rezagado de la mayor parte de los que
le siguieron en serie indeclinable hasta acabar en la revolución
de 1868, por el predominio de los elementos regionales que en
él intervinieron, la participación de los precursores de la propa-
ganda que va en busca de la exaltación de la pequeña Patria,
pudo concluir con la proclamación solemne de los derechos y
fueros de Galicia »
Y vamos á terminar este trabajo, patentizando ante todo,
nuestra gratitud eterna á los artistas é inteligentes aficionados
que se brindaron espontáneamente á ilustrar el presente volumen
con sus dibujos y fotografías, (1) á los amigos que nos propor-

( 1 ) D. Fernando Cortés, D. José Gil Alvarez, D. Antonio Pórtela, D. José


Avrillón, D. Manuel Chicharro Bissí, I ) . Ángel del Castillo, D. Francisco Fiol,
D. Vicente Naveira y D. Román López. *
Agradecemos también á la Redacción y Administración de La Voz de Galicia
el favor que nos dispensó facilitándonos algunos clichés que hemos utilizado; y
al Sr. D. Pedro Ferrer que nos prestó idéntico servicio.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 395

cionaron documentos para la mayor originalidad del mismo; y


á las Corporaciones oficiales, particulares y á todas aquellas per-
sonas que nos honraron con las subscripciones que aparecen en
el Apéndice final.
Mas, antes de que nuestra pluma trace la última palabra, ha-
bremos de exponer que nuestra labor ha sido hecha con la pia-
dosa intención que resalta en sus páginas, é inspirada en el amor
que nos sugiere nuestra amada tierra de Galicia, afecto que
nadie pondrá en duda
Quizás acarree un poco de envidia; y quizás, también como
secuela de este capital defecto, se ensañe la crítica burda, tan
común .en estos tiempos de humanas miserias en que los sabios
son insufribles; y más insufribles aun, los ignorantes que quieren
pasar por doctos; tiempos de concupiscencias mayores, que las
que se manifestaban en los de la odiosa política de los Narváez,
los Isturiz y los Villalonga
Ha sido siempre y persistirá siendo defecto ineluctable de la
humanidad—hoy más arraigado—aplaudir al necio que prodiga
su dinero, y rebajar al que sacrifica su inteligencia en aras de la
Patria y de la cultnra pública.
Mas es cierto también que la verdad se impone, destruyendo
con su fulguraciones radiantes los falsos ídolos levantados por
el artificio de la adulación que Vincit omnia veritas

F I N
cgj cgD c£> dfcTdfr cgDc^cgpcgpcgpcgjcOpcgjcgpc^DcOjcOpcOpcgDÍgi ¿gp c£> c g p " ^

NÚMERO I

A P U N T E S BIOGRÁFICOS D E D . M I G U E L S O L Í S Y C U E T O S

Don Miguel Solís y Cuetos, nació en San Fernando (Cádiz)


el 27 de Marzo de 1 8 1 6 . Hijo de una distinguida familia (1), se
educó en el Colegio que en dicha ciudad dirigía el presbítero
D. Narciso Feliu, en donde adquirió los vastos conocimientos
que le adornaban y los sanos principios liberales á que rindió
sagrado culto durante su corta vida. Era tan completa la ense-
ñanza que se recibía bajo la inspección del Sr. Feliu, que el suspi-
caz Gobierno de Fernando V I I en la década ominosa, creyó
oportuno cerrar el expresado Colegio, temiendo la falange de los
jóvenes que en su recinto se adiestraban para combatir en lo
venidero el reinado de las tinieblas y de la ignorancia. De estas
filas habia salido el joven Solís; y eran tan sorprendentes sus
conocimientos en las ciencias físicas y estudio de las lenguas á
la edad de 13 años, que por R O. de 22 de Agosto de 1829 le
fué concedida Ja plaza de guardia marina. Verificó su examen
de estudios elementales con una brillantez sin igual, y al instante
se embarcó en el bergantín Guadalete, haciendo sus navegacio-

(1) Era sobrino del célebre general y escritor D. Evaristo San Miguel.
398 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

nes sucesivamente en la fragata Perla y navio Soberano por el


Mediterráneo, costa de Cantabria y Antillas. En 20 de Enero
de 1836 ascendió á alférez de navio; y en Mayo del mismo año
fué nombrado capitán de la quinta compañía del quinto batallón
de Artillería de marina, uno de los Cuerpos destinados durante
la campaña carlista de los siete años á compartir con los demás
del ejército los azares y peligros de aquella desastrosa guerra de
la Península. Solís veía atacar los derechos de su Reina por un
bando que ostentaba en su negro pendón la servidumbre de sus
semejantes; y le era imposible prestar un servicio pasivo, sino
lanzarse en lo más peligroso de la refriega. Toma el mando de
una columna de 100 infantes.y 30 caballos en las inmediaciones
de Molina de Aragón; y sin descanso persigue las innumerables
partidas de facciosos que desolaban aquel país, batiéndolas y
haciéndoles huir en desorden y confusión. En algunos encuen-
tros dejó sobre el campo de batalla á varios cabecillas, y logró
con su bizarría y acertadas disposiciones tenerlos encerrados
en las sierras sin dejarlos acercar á los pueblos, hasta que al fin,
su activa persecución los redujo á la nulidad. Ocupó en esta
campaña los cruentos meses de Octubre, Noviembre y Diciem-
bre, pasando en seguida, con su batallón, á la provincia de
Cuenca. Cuando Forcadell intentó invadirla, y fué rechazado
por D. Narciso López, se hallaba incorporado á la columna de
este general. Sucesivamente prestó grandes y señalados servi-
cios á la causa de la libertad y del trono de Isabel II, llamando
la atención de sus jefes por su ejemplar conducta, disciplina y
por lo sólido de su instrucción. El 13 de Febrero de 1840, se le
confirió el grado de teniente coronel, á que era tan acreedor por
su sobresaliente comportamiento.
A nadie extrañará de los que lean esta Reseña, que en Sep-
tiembre del citado año de 1840, se pronunciase contra un Minis-
terio que en su entender y en el del gran partido progresista,
nos llevaba á pasos agigantados hacia la reacción más espan-
tosa: el tiempo dijo después si eran fundados • estos temores.
Hallándose en las inmediaciones de Madrid, entró con su bata-
llón á ofrecer sus servicios á la Junta de Gobierno. Cuando du-
rante los acontecimientos de Octubre de 1841 marchó el Regente
del Reino para las Provincias Vascongadas, se encontraba Solís
en la capital; y salió para ellas bajo las inmediatas órdenes del
Ministro de la Guerra. A su regreso se le otorgó el empleo de
segundo comandante de iníantería; y en 31 de Mayo de 1 8 4 2 ,
tuvo ingreso en el Cuerpo de Estado Mayor, en su clase de
jefe.
En el pronunciamiento de 1 8 4 3 , se hallaba con destino en el
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 399

Estado Mayor de la plaza de San Sebastián; y por no querer


sublevarse con su guarnición contra el Gobierno de Espartero,
pidió pasaporte para Madrid, á donde llegó al día siguiente de
estar sitiada esta capital por las tropas del general Aspiróz.
Presentóse á D. Evaristo San Miguel, entonces Capitán general
de Madrid, quien le nombró Jefe de Estado Mayor de la plaza,
desempeñando su destino hasta la entrada en el Poder del ge-
neral Narváez.
Por uno de los últimos decretos del Regente del Reino,
obtuvo el grado de coronel; mas como los Ministerios que le
siguieron no reconocieran su validez, quedó sin efecto aquella
graduación. Durante el Gobierno provisional, fué destinado al
Estado Mayor de la plaza de la Coruña; y correspondiéndole
por antigüedad ascender á primer comandante de su Cuerpo,
fué promovido á esta clase por Real orden de 28 de Septiembre
de 1 8 4 5 .
Dotado Solís, como hemos dicho, de una instrucción poco
común, y de un personal bastante agraciado, se captaba al ins-
tante el aprecio y las simpatías de los que tenían la fortuna de
tratarle. Liberal sin palabrería, y exaltado sin intolerancia, toma-
ba con calor la defensa de los principios constitucionales, fuese
cualquiera la reunión en que se suscitasen cuestiones políticas,
aunque procurase evitar estas polémicas, como cosa que le afec-
taba en sumo grado. De índole pacífica, de corazón magnáni-
mo, manifestaba sin rebozo á todos sus compañeros y amigos
serle odiosa la senda de la arbitrariedad y de persecución, segui-
da por todos los Gobiernos, desde la caída de Espartero. Su
conducta, como militar era intachable, pundonorosa; y su porte
como particular, amable y caballeroso. Dócil, generoso y con-
fiado, midiendo los sentimientos de los demás hombres por la
escala de los suyos propios, no concebía la existencia del per-
juro, jamás creyera que un hombre pudiese hollar con mala fe
sus compromisos. Prendas laudables, sí; pero que son un semi-
llero de calamidades para el que las posee en una sociedad tan
mal organizada como la nuestra. Aunque pareciese que la for-
tuna sonreía al joven Solís con una posición social decorosa, en
edad temprana, sin embargo, se notaba en su semblante el páli-
do tinte de una continua melancolía. Al tratar sus amigos ínti-
mos de inquirir las causas de ese padecimiento, cuyo origen no
concebían, mil veces escuchaban de sus labios estas solemnes
y espantosas palabras que eran como el epílogo de su triste
historia:
—¡Desengañaos! yo no puedo ser feliz porque mi fin está
cercano, y será desastroso.
400 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Y este terrible y exacto presagio, no era pronunciado en los


días que por hallarse confabulado en ocultos planes, fuese fácil
su descubrimiento y cumplidero el vaticinio. Mucho antes de
este tiempo había grabado en su cerebro el siniestro pensa-
miento de su porvenir. A los compañeros que se burlaban de
sus augurios funestos, les enseñaba la obra de los Oráculos de
Napoleón en que se le predecía la desastrosa muerte que sus
mismos instintos pintaban con los colores de una inminente rea-
lidad. Y ¡cosa notable de cuya autenticidad respondemos! Una
vez hallándose entre una numerosa concurrencia, se presentó,
como por distracción, un juego francés que consistía en una
rueda que se hacía girar, y que paraba un capuchino dorado,
marcando al mismo tiempo la suerte ó destino de la persona que
la moviera. Llega á Solís el turno de buscar su sino, impulsa la
fatal rueda, y el inflexible dedo de la figura le anuncia que pere-
cerá en una revolución. D e nuevo vuelvo á girar la rueda, y de
nuevo insiste el capuchino en augurarle su suerte cpn caracteres
más terribles. ¡Coincidencia pueril, tal vez; pero que de estas
condiciones no deja de presentarnos la historia numerosos ejem-
plos! Este hombre, cuya hoja de méritos, cuyo carácter sombrío
y bondadoso delineamos con la posible ligereza; este hombre
que veía constantemente sobre su cabeza, como otra espada de
Damocles, un destino terrible, inevitable, es el que se ofreciera
con la más notable abnegación, con la mayor buena fe á poner-
se al frente de los Cuerpos insurreccionados. Sus dotes persona-
les, su patriotismo ardiente y desinteresado, la viveza de sus
afecciones, sus compromisos acaso, le habían llevado á esa po-
sición, no el interés de los ascensos, no el afán de los trastornos,
no la ambición de conquistar un nombre

(JUAN DO P O R T O : Reseña histórica de los últimos acontecimientos de Galicia.)

NÚM. I I

«Españoles: El honor, la gloria, la salvación de una reina


inocente, el afianzamiento de las instituciones, la paz y ventura
del país os llaman. Los momentos son preciosos, la menor dila-
ción os sume en el oprobio.
«Treinta y ocho años há que disteis á la Europa el ejemplo
de vuestra heroicidad. Continuamente habéis derramado la san-
gre de tantos hijos por conservar los laureles del Dos de Mayo;
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 401

pero todo sería perdido si hoy no corréis presurosos á salvar


aquellos mismos objetos.
»La Reina y la Patria esperan su libertad de vosotros. Unidos
bajo una bandera, huyan para siempre los hijos espúreos que
con mengua de la nación os humillan y venden á vuestros
enemigos.
•»¡Viva la Rema libre! — Esclava de un poder que atrinche-
rado en el mismo alcázar dicta por ella leyes á la sombra de una
pandilla tan cobarde como ominosa, llevando con la adulación,
la hipocresía y la vileza tan pérfidos amaños al punto de dispo-
ner de la mano de su Reina como de su voluntad. Salvarla, y
se arrojará en vuestros brazos.
»¡Fuera extranjeros!—El tálamo regio no debe consentirse
sea profanado. Hable la Reina libre y su elección será tan digna
como á su decoro y orgullo español conviene.
«Rodeado el trono de españoles puros no sujetarán su cerviz;
y para labrar su estabilidad y asegurar la felicidad de la Patria,
sus talentos y abundantes medios de buen gobierno harán ver
á la Europa que, sin despreciar las buenas relaciones con los
demás Estados, no sufrirá ya la España por más tiempo la polí-
tica trazada hasta en lo más interior por Gabinetes extraños.
»/Juera dictaduras!—El trono y la Patria, los Poderes úni-
cos marcados en la Constitución de la monarquía, bastan para
salvarlos; entre el trono y la Patria no cabe poder alguno extra-
ño que amenace ora ésta, luego á aquel.
»La observancia fiel de la Constitución de la monarquía, el
cumplimiento exacto de la ley, su aplicación con dignidad, la
responsabilidad más severa, os darán la garantía necesaria y se
conseguirá la paz.
«¡Españoles todos! Bajo tan noble enseña conseguiréis el
fruto de tantos sacrificios: haced este último esfuerzo, y basta.
»No haya banderías, no haya división, ábranse las puertas
de la Patria á tantos hijos que como vosotros derramaron su
sangre en defensa de su Reina y de las Instituciones, y fuera
hoy de ella lloran su emigración. Acójanse á esta bandera, con-
curran á la grande obra de nuestra salvación para siempre. Ol-
vido de lo pasado. Entusiasmo en el alzamiento tan digno como
grande que se presenta, esperanza de reconciliación, paz, felici-
dad y ventura.
Para llevar á cabo cumplidamente tan noble objeto, oid su-
misos los consejos de la Junta Central, que en tanto pueda veri-
ficarse la reunión de Cortes constituyentes, os dirigirá su voz en
nombre de Isabel II Constitucional, hasta que tan luego llegue
el día, que no está lejos, en que S, M. libre pueda, en unión con
; 26
402 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DÉ 1846

las mismas Cortes, consolidar de una vez su trono y los derechos


é independencia de la Nación.
Gallegos: españoles todos: ¡Viva la Reina libre!, ¡Viva la
Constitución!, ¡Fuera extranjeros!, ¡Abajo el dictador Narváez!,
¡Abajo el sistema tributario!
»Lu'go 2 de Abril de 1 8 4 6 . — E l Comandante general inte-
rino, M I G U E L SOLÍS Y C U E T O S . »

NÚM. III

Lista nominal de los escolares de esta Universidad que se pre-


sentaron al alistamiento en la tarde del jf del mes próximo
pasado, cuyo alistamiento se verificó en la cátedra de autos
por una Junta nombrada al efecto por el comisionado de la
Jimia revoluciojiaria.

Jndi
Y i
d uos que c
ompo
n í
an la junta permanente revolucionaria

D. Antolín Faraldo, D. Ramón Garea, D. José Bermúdez


Cedrón, D. Jesús Taboada, D. N. Pasarín

ALISTADOS

Sabino Besada, Juan Fernández, Antonio Alvarez, José


Bentín, Ángel Couto, Ignacio Cuervo, Manuel Fernandez, Sil-
vestre Guerra, Manuel González, Diego Latórre, José Moreda,
Ramón Mosquera, Manuel Fernández Ulloa, Manuel Vila Fra-
goso, Francisco Taboada Villar, Roque Pimentel, Sebastián
Pais, Ramón Pérez Feijóo, Antonio Miguez, Antono María Vá-
rela Rodríguez, Antonio Arias Armesto, Antonio Carballo
Otero, Antonio Cadabal, Manuel Feijóo Santalla, Manuel Gómez
Blanco, Ruperto Lafuente Pórtela, Agustín Paz, Pascasio Pasa-
rín, Francisco Rodríguez Sánchez, Enrique Santaló, Manuel
Vilas Brañas, Vicente Acosta, Benito Alvarez Lago, Modesto
Bolaño Peñamaría, Eugenio Cuervo, Ramón Guerra Neira, Ma-
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 403

nuel Gil Araujo, Félix Gómez Moure, Eugenio Martínez Lavan-


deira, Posé Pasarín Andrés Pérez Camino, Manuel Rodríguez
Várela, José Rodríguez Míguez, Manuel Rodríguez Rilo, Fran-
cisco Vázquez Quiroga, Dámaso Arines Barros, Francisco An-
drade Gesteiro, Pedro Alvarez López, Andrés Bouza, Andrés
Caamaño y Malvarez, Felicísimo Domínguez, José González
Blanco, Manuel García González, Manuel Antonio Gallego, José
María Jinenez, José García Barros, Ramón Gayoso, Jacobo
Iglesias Moscoso, Roberto López Santalla, José Losada Fernán-
dez, Antonio Losada, José Méndez Quiroga, Félix Munin, Juan
Mosquera Pedrosa, José Benito Meleiro, Tomás Ozores Abeleira,
Antonio Pardo, Joaquín Porto, Luís Prado, José Prego, Ramón
Pose Canosa, Esteban Porto Aguirre, Ramón Rodríguez, José
Barreiro, José María Canosa, Ignacio Joaquín Castro, Benito
Cordero, Manuel Cora, Rafael Díaz Teijeiro, José Iglesias, Ra-
fael López Lago, Manuel López Reigada, José Montenegro,
Bernardo Pérez, Jacobo Puente, Manuel Peñamaría, Antonio
Pérez Feijóo, José Rodríguez, Jacinto Taboada, Antonio
Várela, Antonio Villaamil, Manuel Alvarez, José Caneda, Javier
Caamaño, José Castro, Juan Fernández, Tomás González
Gil, Santiago Mosquera, Hermógenes Macía, José Macía, Juan
María Pazos, José Padín, Manuel Rodríguez Cobián, Jacobo Re-
carey, Casimiro Rodríguez, Pedro Sagastizabal, José Suárez,
Benito Sánchez, Eduardo Trillo, Jesús Taboada, José Tovía.
Manuel Valcarcel, José Acuña, Benito Antoñana, Fernando Al-
varez, Manuel Blanco Piñeiro, José Benito Carballo, Venancio
Caamaño, Tomás Dacal, José González, José Gándara, José Lo-
renzana, Domingo Mesías, Pedro Martínez Sánchez, Jacobo
Queimaliños, Jesús Taboada Terrazo, Jesús Suárez García,
N . Pimentel, Ángel Torres Morgado, Francisco Nicolás Taboa-
dr, Ángel Martínez Sotelo, Antonio Pimentel, Dámaso Queima-
liños, Camilo Quiroga, José Quiroga, Ángel Rosón, José Sal-
gueiro, Manuel Trasancos, José Vieites Puga, José Vázquez
Bello, Domingo Blanco Piñeiro, José Ponte, Manuel Aliste, Luís
Aguilar, Manuel Rodríguez, Diego Madirolas, Juan Quiroga
(licenciado).
No recuerda mi memoria por el estado en que me hallo,
nombrar más individuos.
Cárcel de Santiago, 5 de Mayo de 1846.—Pablo Pérez.

N O T A . — Pertenecen á esta clase además de los expresados


los siguientes: José Sánchez Illa, Manuel Rodríguez Cobián,
Manuel AUer, Juan Losada Astray, Murcelino Caneda, José San-
tos, José Rodríguez Móndelo.—Santiago 5 de Mayo de 1 8 4 6 . —
404 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Está rubricado.—Es copia de la que obra por cabeza del proce-


dimiento judicial.—Santiago, Mayo 9 de 1846.—Alvarez.
(Esta lista la formó exclusivamente el Secretario, como mejor lo comprueba
esta copia escrita por el mismo D. Francisco Otero Porras.—Datos facilitados
por D. Pablo Pérez Costanti Ballesteros.)

* **

Organización del batallón, de iliterarios de Santiago, según documento de 6 de )\bril


de 1846, /acuitado por p, José Gómez

Un teniente de infantería, con la denominación de primer


comandante y sueldo líquido de 5 1 7 reales.
Un subteniente de Ultramar con la denominación de segundo
comandante y sueldo de América, 600 reales.
Un subteniente de infantería, con la denominación de Ayu-
dante y sueldo líquido de 423 reales.
Ciento dieciséis literarios incluso abanderado, 2 tenientes
2 subtenientes de ía primera compañía, á 1 50 reales líquidos.
Un corneta con 84 reales líquidos mensuales, como del
Ejército.
Plus: Tres oficiales á 100 reales mensuales; un corneta, real
y medio diario.

T^eYista pasada el 6 de j\bril de 1846 al Jatallón ¿Literario de Santiago

Primer Comandante: D. José Gómez.


Segundo id. D. Pedro Aguirre.
Ayudante D. Pedro Fuciños.
Abanderado D. Pascasio Pasarin.

PRIMERA COMPAÑÍA

Clases: Capitán, (Vacante).


Teniente, D. Ramón Garea.
Id. D. José Pasarin.
Subteniente D. José Ponte.
Id. D. Eugenio Cuervo.
Sargento primero: D. Juan Guitier Fernández.—Segundos:
Amador VHlanueva, Manuel Cobián, José Rúa Figueroa, Flo-
rentino Villaamil.—Cabos primeros: Sres. D.: Diego Madirolas,
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 405

Vicente Luís Ferrer, Bernando Pereira, Jesús Taboada, Fran-


cisco Meruéndano, José Arrezes.—Cabos segundos: Sres. don
Román Santos, Francisco Zabala, Marcelino Caneda, Joaquín
Penedo, Ramón Benot, Pío Gabilanes.
Soldados: Sres. D. Francisco Bolaño Miranda, José Monte-
negro López, José Alvarez Rivadeneira, José Suárez, Manuel
Ariste, Onofre Rubín, José Benito Carballo, Manuel García Gu-
tiérrez, Antolín Faraldo, Manuel García González, Ignacio
Cuervo, Pedro Martínez, Serafín Villar, José Castro y Portas,
Benito Losada Astray, Pedro Sagastizabal, Camilo Carretero,
José Yáñez Pérez, Nicolás Rivera, Vicente Cobián, Andrés Pérez
Camino, David Suárez, Francisco Vázquez Quiroga, Manuel
Antonio Carballo, Joaquín Formoso, Javier Meruéndano, Luís
Maya, Juan Pimentel, Camilo Penedo, Antonio Pernas, Antonio
Rodríguez Várela, Perfecto Rodríguez Quiroga, Enrique Santa-
ló, Joaquín Pimentel, Benito Baleaza Ledo, Renato Rodríguez,
Román Novoa, Pedro Lastra, Manuel Peñamaría, José Sierra,
Remigio Caula, Rodrigo González, Leopoldo Fornos, Isidro
Quiroga Losada, Prudehoio Millan, Camilo Montero, Antonio
Pimentel, José Segade, Manuel Gómez de la Peña, Ramón Mar-
tínez, Rafael Lestache, Manuel Feijóo, Serafín Paz, Fernando
Belmonte, José Bertín, Tomás Alvarez, Brindis Villegas, Manuel
de Acosta, Claudio Fernandez Ulloa, José Calvete, Pascual Sil-
veira, Cándido Failde, Antonio González y Fernández, Fernando
Gómez Seara, Felicísimo Domínguez, José Villamarín, José Cas-
tro Teijeiro, Rufo Periáñez, Sebastián García Carreira, Serafín
Mourenza, José Villar y Lorenzo, Ramón Silva Alvarez, Anto-
nio Aguiar, José González Várela, Antonio Cotón, Balbino Lla-
mas, Luís Pardo Belmonte, Gerardo Campos, José Casal Castro
Manuel Otamulo, Casimiro Ibañez, Pedro Fernández, Romualdo
Conde, Francisco Díaz, Pedro Failde, Juan Carrera, Antonio
Carretero, Julián Cepeda, Dionisio Sánchez, Santiago Fernández,
Ignacio Conjo, Lorenzo García, Joaquín Esteban Díaz, y Salus-
tiano Carvajal. — Corneta, Manuel Várela.
( 1 1 1 l i t e r a r i o s y un c o r n e t a , 6 de Abril d e 1 8 4 6 )

NÚM. IV

«Señor Redactor de La Opinión


Santiago 22 de Mayo de 1847,
Muy Señor mío: En 11 del actual remití á D. Tomás Cha-
velí, redactor de la «Refutación á la reseña histórica de los úU
406 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

timos acontecimientos militares de Galicia» para su inserción


en la misma, la carta cuya copia á continuación se expresa, y
espero se seavirá usted hacerlo en su apreciable periódico por
si no lo hiciese el Sr. Chavelí en otra refutación.
Ofreciéndome de usted s. s. q. b. s. m.

PABLO PÉREZ BALLESTEROS.»

«Sr. D. Tomás Chavelí


Muy señor mío: Deseando que los hechos de barbarismo
ejecutados en mi persona el 4 de Mayo de 1846, quedasen se-
pultados en el olvido, y no se abriese y agravase más una llaga
que está lejos de cicatrizarse, veo con sorpresa que usted sienta
en la «Refutación á la Reseña histórica de los últimos aconteci-
mientos de Galicia», que está dando á luz, ser casi indudable que
la noticia del castigo impuesto de cincuenta palos, dada por
D. Juan do Porto en la Reseña histórica, no reconozca otro ori-
gen que rumores, y que el castigo se hizo innecesario: mi deber
y mi conciencia me obligan á manifestar á usted que no solo se
llevó á debido efecto el tormento de los palos, sino que además
se han puesto en juego otras medidas violentas que horroriza el
recordarlas. Por lo mismo suplicó á usted se sirva mandar in-
sertar esta carta al final de su obra, y de este modo quedarán
corregidas en parte, la inexactitudes que se notan en dicha Refu-
tación al hablar de la entrevista con el general Villalonga y cas-
tigo impuesto por el mismo al que suscribe; y se ofrece de
usted s. s. q. b. s. m.—Pablo Pérez Ballesteros.
Es copia,

PABLO P É R E Z BALLESTEROS*.»

NÚM. V
«Columna de operaciones.—E. M.—Excmo. Señor: Hoy ha
sucedido una de esas escenas que la historia narrará como ex-
traordinaria y sorprendente porque ella no tiene egemplo en sus
fastos.
»A las doce del día llegué á este punto donde había deter-
minado pernoctar, para hacer mañana una tentativa sobre San-
tiago. Empero, antes de alojarse las Tropas, creí conveniente
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 407

hacer un reconocimiento a b a n z a d o y c o n tanta más razón cuanto


que nuestra descubierta de Caballería de la Guardia Civil había
a v i s t a d o a l g u n a que otra pareja de la Caballería e n e m i g a s o b r e
las alturas que dominan la carretera. E n este c o n c e p t o las C o m -
pañías de C a z a d o r e s que formaban la b a n g u a r d i a se situaron en
las primeras posiciones d e s p u é s del pueblo y con el aviso que
reciví de que los s u b l e b a d o s estaban cerca, dispuse atacarlos
inmediatamente. E n efecto aparecieron s o b r e el pueblo y a en
posición porque benian á apoderarse de él y tomar el puente,
divididos en cinco masas de las cuales dos paralelas con el es-
cuadrón de Caballería en s e g u n d a linea y otra masa en reserva
o c u p a b a n el ala derecha de su línea; otra el centro s o b r e la ca-
rretera, y la restante m u y inferior en número á la izquierda,
a p o y a d a en un bosque. E n el instante que de una ojeada me
enteré de sus posiciones y situación, mandé abanzar la A r t i l l e r í a
a p o y a d a en medio 3 . " B a t a l l ó n de Z a m o r a , sobre la carretera, y
que s i m u l t á n e a m e n t e el I . Batallón a t a c a s e el ala d e r e c h a t o -
el

m a d o la altura á la b a y o n e t a a p o y a d o por las C o m p a ñ í a s de


C a z a d o r e s que subieron á una altura enfrente de dichas m a s a s ,
y que el primer medio 3 . " Batallón verificase igual a t a q u e sobre
el ala izquierda, q u e d a n d o la pieza en batería para p r o t e g e r el
m o v i m i e n t o más a r r i e s g a d o y el otro m e d i o Batallón c o m o en
reserba y para p r o t e g e r á su vez á la Artillería. C a r e z c o de es-
presiones para encarecer el d e n u e d o , la vizarria, el á n i m o , la
decisión, el orden en fin con que el R e g i m i e n t o Infantería de
Z a m o r a llebó á c a b o las disposiciones enunciadas y s o b r e t o d o
el i . Batallón que con su d e n o d a d o Brigadier al frente y con
e r

igual precisión que si se encontrase en un e g e r c i c i o doctrinal


a b a n z ó hasta p o n e r s e á seis p a s o s del Batallón Provincial de
Z a m o r a y allí hizo alto mientras el esforzado B r i g a d i e r M a c
C r o h o n c r e y e n d o era su 2° Batallón el que al frente tenía, e m -
p e z ó á a r e n g a r l e con la fuerza de e x p r e s i ó n que le distingue,
llegando á tocar su bandera que e q u i v o c a b a t a m b i é n por su
c o r t e d a d de vista. E n tal situación y sin hacer fuego unas ni
otras fuerzas que vitoreaban á la R e y n a por c o n t e s t a c i ó n única
del e n u n c i a d o Brigadier, la Caballería indicada que o c u p a b a en
esta posición la 2 . linea se corrió por su c o s t a d o d e r e c h o em-
a

v o l b i e n d o en c o n s e c u e n c i a por el izquierdo al I . B a t a l l ó n de
c r

Z a m o r a que firme en el puesto á que le c o n d u g e r a su i m p a v i d e z ,


d e s p r e c i a b a el p e l i g r o inminente en que se e n c o n t r a b a y amena-
zaba con las b a y o n e t a s al p e c h o de sus contrarios quien tam-
bién se mantenían firmes, á pesar de ser el B a t a l l ó n Provincial
de Z a m o r a que aseguraron á V . E. se pasarían al m o m e n t o de
ver T r o p a s leales. Mientras esto sucedía á nuestra izquierda, el
408 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

medio Batallón que atacaba por la derecha tomó la posición re-


tirándose sus contrarios al bosque sin tirarse un tiro por una ni
otra parte.
»Empero yo que bi embuelto el brillante I . Batallón de
ER

Zamora con su Brigadier á la caveza y que lo conceptué perdido


sin equivocarme llamé á un Gefe de los sublebados y le grité
respetara la eroicidad de aquel Batallón, repitiendo estas voces
sobre la misma linea el Comandante D. Juan Montero Capitán
de E . M. y efectivamente los mismos contrarios gritaron que se
separen victoreando al Batallón. Al Brigadier lo vi desesperado
y aun dar golpes á un Corneta de los contrarios, y habiéndose-
me presentado el Gefe que manda el Provincial de Zamora le
grité de nuebo respetaran aquel Batallón y que se retirasen pro-
metiendo no hostilizarles. El respeto que me manifestaron en
aquel acto y el sufrimiento que tuvieron de las recombenciones
que á voces les djeron los oficiales del l . Batallón de Zamora
or

me proporcionó la satisfacción de salvar á aquel I . Batallón


E R

embuelto por su entusiasmo y que se retirasen los contrarios


camino Real y quedándome yo en este punto donde pernocto.
i A la buelta del Ayudante de campo dador de esta comuni-
cación obraré enérgicamente según la situación en que ellos
estén y con arreglo á las instrucciones que V. E. tenga por con-
veniente darme además de las que ya tengo.
«Esta ocurrencia será la única de su especie que puede haber
tenido lugar en un encuentro de fuerzas enemigas, y todo se
debe á que los mismos contrarios se entusiasmaron de ver al
1 . Batallón del Regimiento Infantería de Zamora y al grito de
er

Viva Isabel 2 . que unos y otros se esforzaban en repetir á quien


a

con más ahinco pero secundándolo aquellos con los que adopta-
ron por lema en su pronunciamiento y los nuestros con los de
Viva nuestro General, Viva el Brigadier Mac Crohon y Viva
el Regimiento Infantería de Zamora.
»La posición del Batallón, y esta confusión de vivas dados
por una y otra parte en formación perfecta, puede reputarse con
propiedad como un acto esencialmente español que mi Ayu-
dante tal vez explique mejor.
»Yo solo puedo decir á V. E., que á la docilidad de los su-
blebados en retirarse á mi voz á pesar de su ventajosa posición
se debe la salvación de un Batallón muy brillante comprome-
tido por el entusiasmo; y que las fuerzas que me acompañan pue-
den emplearse con toda seguridad contra los insurreccionados,
y con tanta seguridad, que en otra ocasión me veré precisado á
prescindir de la bayoneta y romper el fuego desde el primer
momento.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

»Dios guarde á V . E . muchos años—Cuartel general de


Sigüeiro 8 de Abril de 1846.—Escmo. S r . — F R A N C I S C O PUIG
SAMPER.—Escmo. Sr. Capitán General de Galicia.»

NÚM. VI

«En la ciudad de la Coruña á los nueve dias del mes de Abril


de mil ochocientos cuarenta y seis el Exmo. Sr. D. Juan de Vi-
llalonga, Capitán General del Egército y Reyno de Galicia en
consideración á las circunstancias en que se encuentra el Distri-
to de su mando que con motivo de un parte dado por el Exce-
celentísimo Señor Teniente General D. Francisco Puig Samper
Gefe de la columna salida de esta Capital contra los sublevados
de Santiago de un encuentro que en el dia de ayer tuvo con
éstos, reunió en Junta á los Excmos. Señores Mariscales de
Campo Don Rafael Sampere, de Cuartel en esta Plaza y á Don
Antonio Loriga, Subinspector de Artillería; y á los Señores Bri-
gadieres Conde de Priegue, de Cuartel; D. Luis Sagasti Gefe de
Escuela del 4 . Departamento de Artillería, Don Tomás Aguirre
0

Subinspector de Ingenieros; Don José Martínez Gobernador de


la Plaza y Comandante general de su Provincia; Don José Val-
cárcel, de Cuartel; Don José de Villalobos Subinspector de la
Guardia Civil y Don Leonardo Bonet Gefe de Estado Mayor
del Distrito, á quienes S. E , creyó conveniente consultar y pro-
poner la resolución de los puntos siguientes:
«PRIMERO.—Para que los Señores de la Junta se impongan
del encuentro de que va hecho mención, el Escmo. Señor Presi-
dente dispuso, que se leyera el parte, que se copia á continua-
ción. (El parte del general Puig Samper). Concluida la lectura
del anterior escrito, el Excmo. Señor Capitán General Presidente
de la Junta, precedidas algunas observaciones sobre el contenido
de un documento tan extraño y original, así como sobre el
hecho de que en él se trataba, y estendiendose después á otras
referentes al arte de la guerra y á la conducta, que en todos
tiempos y casos deba observar un militar, manifestó que guiado
por sus sentimientos de honor y lealtad había dado al Ayudante
del Excmo. Señor General Puig Samper, portador del parte, la
contestación siguiente: Diga V. á su general que ataque á los
enemigos, ó se reúna con ellos y venga á atacarme á mi. Su Ex-
celencia espuso que deseando el acierto de su conducta ulterior
con dicho Señor General Puig Samper, quería oir la opinión de
LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

los Señores de la Junta sobre el particular; en vista de lo cual y


en atención á lo manifestado por los Sres. General Sampere y
Brigadieres Villalobos y Bonet, se acordó por unanimidad, que,
una vez que ya se había dado al Ayudante la contestación que
queda espresada, se esperase el primer parte de aquel General
para que en su vista procediera el Excmo. Sr. Capitán General
á lo que fuera mas justo y militar.
«SEGUNDO.—Suponiendo que se trabe acción entre los re-
beldes y la Columna del General Puig Samper, y ,que este parti-
cipase que se hallaba ya apoderado de Santiago para que pueda
ir, cuando guste, el Excmo. Señor Capitán General ó el General
que comisione, hace presente el Excmo. Señor Presidente á la
Junta, que seria prudente, antes de verificarlo, tomar todas las
precauciones convenientes, tales como pedir las relaciones de
muertos y heridos, de personas presas y otras que convenga
traer en reenes, y en fin cuantas noticias puedan adquirirse por
medio de un oficial de confianza, que pase á cerciorarse, antes
de salir de la Capital; supuesto que con el antecedente del simu-
lacro de que se ha recibido el parte leído, no seria imposible,
que convenidos rebeldes y los tenidos ahora por fieles en otro
en Santiago, se buscase este ardid para apoderarse de la perso-
na de S. E; y la Junta uniformemente convino en que era muy
prudente esta previsión.
«TERCERO.—S. E. el Capitán General manifestó á la Junta,
que en el caso de que los rebeldes se refuercen y dirijan á esta
Capital, es del deber militar defenderla hasta el morir, á lo cual
se halla resuelto S. E., y la Junta lo aprobó por unanimidad y
se comprometió á verificarlo.
»CUARTO.—Después de todo lo acordado, el Excmo. Señor
Presidente manifestó que asi como se sepa el resultado de las
operaciones en este día ó el de mañana debía buscarse medio
de dar parte al Gobierno de todo lo ocurrido y de la celebración
de la Junta para el debido conocimiento de S. M., y lo mismo
quedó aprobada por unanimidad, asi como la presente acta que
firmaron todos los espresados señores en los referidos dias, mes
y año.»—(Siguen las firmas.)—Es copia.

NÚM. VII '

«•Capitanía General de Galicia.—E. M.—Escmo Señor: Al


saver que los rebeldes indicaban pronunciar su movimiento
desde Betanzos al Ferrol, previne lo conveniente al Gobernador
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 411

de la Plaza del Ferrol para que inmediatamente se trasladase


toda la Calderilla que hubiese acuñada en la Fabrica de Jubia á
los almacenes de la Administración de Rentas dentro de dicha
Plaza para libertarlos de caer en poder del enemigo: haviendose
verificado así y siendo sumamente críticas las circunstancias en
que se encuentra aquel Departamento, por carecer de fondos y
recursos para las infinitas atenciones que pesan sobre el Minis-
terio de Marina según me ha hecho presente el Comandante
General del Departamento: manifestando también el Intendente
de Rentas de esta Provincia según comunicación del Adminis-
trador de Aduanas de aquel puerto que la existencia de aque-
lla calderilla allí podía servir de cebo á las masas del Pueblo
puestas en fermentación hace dias para secundar el pronuncia-
miento de las Tropas sublebadas que se hallaban al frente de la
Plaza: pareciéndome también que seria sumamente conveniente
y politico halagar á todas las clases militares que se encuentran
en ella proporcionándolas un ausilio en las presentes necesida-
des y sobresaltos; y haciendo uso de las omnímodas facultades
que S . M. me tiene concedidas en las presentes circunstancias
he dado la orden al Gobernador del Ferrol para que de la can-
tidad de un millón ochenta y seis mil doscientos treinta y cinco
reales y diez maravedises que se recogieron de la Fábrica de
Jubia y depositaron en los almacenes de la Aduana del Ferrol
se satisfaga una mensualidad á todas las clases de Marina y
Egército que guarnecen y existen en aquel Departamento, for-
malizando los correspondientes presupuestos con conocimiento
é intervención de las oficinas respectibas de que dependen, ha-
v endo hecho saver esta resolución al Comandante General del
Departamento al Superintende de la Fábrica de Jubia y á los
Intendentes militar y de Rentas de este Distrito y Provincia
para que cada uno por su parte y en uso de sus atribuciones
pecuniarias dicten las disposiciones convenientes para el recivo
y distrivucion de las Cantidades que por dichas clases les com-
petan; elebándolo todo á conocimiento de S . M. por medio de
Vuecencia por real aprobación.
»Dios guarde á V. E . , muchos años.—La Coruña 20 de
Abril de 1 8 4 6 . — J U A N , D E V I L L A L O N G A . — E s c m o . Sr. Ministro
de la Guerra.»
4! 2 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

NÚM. VIII

«División Espedicionaria de Galicia—E. M. — Escmo Señor:


Tengo la satisfacción de anunciar á V. E. que después de un
combate empeñado desde las alturas de Cacheira y de forzar á
viva fuerza esta Ciudad á pesar de la viva defensa que han hecho
los sublebados al mando de Solís, se han visto á las siete de la
noche obligados á entregarse á discreción todas las fuerzas aquí
reunidas.
»E1 número de prisioneros será sobre 1.400 que se compo-
nen de los batallones de Zamora, Jijón y Segobia, de unos 70
hombres de la Guardia Civil y diferentes- destacamentos de
Gijon y Obiedo, con 25 caballos de Villaviciosa. El numero de
oficiales llega á 54 contando entre ellos al Comandante Solís.
»No puedo dar á V. E. mas detalles por la premura del
tiempo, debiendo sin embargo manifestarle que las tropas de
mi mando se han conducido con el mayor valor acreditándolo
en la toma de esta Ciudad, que me ha costado mas de 200 hom-
bres entre muertos y peridos.
«Hago marchar mañana los oficiales prisioneros en dirección
de la Coruña escoltados por cuatro Compañías de Mondoñedo
y dos mitades de Caballería, y desearía que V. E. se sirbiese
prebenirme que debo hacer respecto á los individuos de la clase
de tropa.
»Yo descansaré mañana en este punto, y tal vez me veré
obligado á detenerme el dia siguiente por si como creo, no
tengo absolutamente cartuchos. Ruego por lo tanto á V. E. se
sirva dar las ordenes para que se me remitan con toda urgencia
al menos 20.000 cartuchos. Tan pronto como los reciba, mar-
charé para Pontebedra á Vigo, quedando enterado del movi-
miento que V. E. debe hacer sobre Lugo, no habiendo como
tengo manifestado á V. E. dispuesto de los batallones de León
y Santander que hice dirijir sobre Villafranca con el objeto que
Vuecencia indica.
«Dios guarde á V. E. muchos años.—Santiago 23 de Abril
de 1846.—El General Comandante General, JOSÉ D E LA CON-
C H A . — Escmo. Señor Capitán General de Galicia.»

* *
A pesar de nuestras averiguaciones, no nos fué posible saber
con exactitud el número y nombres de los muertos en la lucha;
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 413

pero si podemos hacer relación de los heridos que ingresaron


en el Hospital, según los datos que obran en el archivo del
dicho establecimiento, (i)
Hela aquí por Cuerpos:
j.,°Tercio de la Guardia Civil de infantería: Teniente don
Andrés Taside, natural de Ferrol; guardias, Domingo Grancedo,
Benito Rodríguez, Melchor Caballero, José Núñez, Matías Re-
boeiro, Benito Blanco, Antonio Cabeiros y Vicente Avila.
Regimiento Infantería de Zamora. — Sargentos, Antonio
Collado, Benito Sánchez y Mariano Castro; cabos, Juan Pablo
Martínez, Andrés Martín, Juan Pérez, Rafael de Loyo, Antonio
Díaz é Ildefonso González; soldados, Francisco López, Manuel
Alonso, Francisco Benito Seijo, Antonio Laredo, José Baños,
José Rodríguez, José Benito Soto, Bernardino Pérez, José López,
José Expósito, Francisco García, Antonio Pérez, Rosendo Ro-
dríguez, Venancio Morales, Francisco Doval, José de Lago, Vi-
cente González, Blas Zueras, Antonio Domínguez, Cayetano
Rodríguez, Melitón Alcalde, Pablo Zarza, Antonio da Pena, Ma-
nuel Gaos, Antonio Martí, Manuel Qninteiro, Antonio Díaz, José
de Nóvoa, Pedro Penabade, Juan Cabanas, Antonio Iglesias,
Pedro Casas, Francisco Núñez, Manuel Rodríguez, Nemesio Cas-
tillo, Julián González, Francisco Pedros, Vicente del Pozo, Gre-
gorio Eiras, José Benito García, Severino Vidal y Juan Manuel
Avia.
Regimiento Infatitería de América.—Sargentos, Juan Salas
y José Ballester; cabos, Jnan Miranda y José Bailando; y solda-
dos, Miguel Sarracina (fallecido en el Hospital el 11 de Mayo),
Francisco Chapí, Julián Regueiro, José Fernández, Juan Gonzá-
lez, Manuel Barral, Juan B. Orozco, Juan Manuel Vilariño, Juan
Infanzón, Cipriano Fernández, Manuel Fernández Filgueras,
Ramón Vázquez, Antonio Borrallo, Juan Caballero, José Pispis,
Agustín Ortiz, Gaspar Valenciano, Ildefonso Reyes, Juan Fer-
nández, Clemente Rosado, Ramón Porro, José Alonso Marino,
Jorge Molinos, Alejo Montero, Juan Rodríguez, Juan Cid Cor-
dero, Antonio Díaz, Ruperto Martínez, Manuel Calero, ToYibio
Fernandez.
Provincial de Segovia.—Tenientes D. José Prada y D. Pedro
Díaz; sargentos, Manuel Villa, Basilio Pascual; cabos, Francisco
Alvaro, Isidoro Cristóbal, Modesto López, Fermín Gil, Mariano
Poza, Agapito Madrigal, Fulgencio Pascual, Juan Amo, Doroteo
Martín; soldados, Frutos Jubero, Manuel Saturnino, Francisco

( i ) Débese esta relación quo publicó el periódico El Eco de Santiago de


2 3 de Abril de 1 9 0 2 , á los señores D. Vicente Naveira y D. Domingo Buceta.
4i 4 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Gómez, Antonio Sanz, Dámaso Casasola, Mariano Bayón, An-


tonio Gutiérrez, Diego Martín, Facundo Primitivo, Juan de Fru-
tos, Vicente Pascual, Miguel García, Fermín Pérez, Manuel Ve-
lasco, Bonifacio Rodríguez y Juan Duran.
Provincial de Gijón. — Sargentos, Alejandro Menéndez,
Modesto Fernández; cabos, Ramón Suárez Prieto, Nicanor Fer-
nández, José Menéndez, Ángel de San Pedro, Manuel Blanco,
Manuel Díaz, José Casalleja; soldados, Estanislao Villar, Esteban
Huergo, Ramón Cosío, Bernardo Cienfuegos, Juan Vega, Tomás
Castañón, Manuel Somoza, José Infiesta, José González, Vicente
Infiesta, Manuel Barbado, Trifón Gutiérrez, Antonio Trujillo,
Andrés Villablanco, Francisco Alonso (falleció en el Hospital
el 2 3 de Agosto), Pantaleón González, José Lagar, Antonio
Pérez y Jacinto Carabia.
Provincial de Mondoñedo.—Cabo, José Fernández; soldados,
Antoni Valcárcel, José de Vigo, José Rodríguez y Ramón
Martínez.
Infantería de la Reina.—Cabo, Pedro Mirigil; soldados, Va-
lerio Cortés, Juan Pascual, Félix Sierra, Juan Más, Vicente
Cerda, Severino Calvo, Antonio Ramos, Juan Toubes (falleció
en el Hospital el 29 de Abril), Vicente Calvete, Vicente Mora,
Lorenzo Andrés, Benito Bouza, Francisco Gulpí, Antonio
Ramos.
Lanceros de la Reina.—Alférez, D. Pedro del Val (herido en
Cacheiras, falleció en el Hospital el 25 de Abril).
Provincial de Guadalajara.—Soldado, Mariano Abad (falle-
cido en dicho establecimiento el 27 de Julio).
Carabineros.—Joaquín Díaz y Antonio Roquez.
Oficiales de reemplazo.—D. José Gómez Rodríguez, natural
de la Coruña, y D. Vicente Cobián; sargento segundo con grado
de teniente, retirado, D. Vicente Martínez.
Heridos en la acción de Sigüeiro:
Provi?icial de Zamora.—Sargentos, Manuel Rodríguez; ca-
bos, Bernardo Montoya, Deogracias Candan, Francisco Chillón,
(herido en Sigüeiro el 1 3 de Abril, falleció al ser trasladado al
Hospital); soldados, Rafael Cortés, Ángel Fresno, José Rodrí-
guez, Manuel Alvarez, Antonio Sagrado, Francisco Mora, Joa-
quín Manchón, Mariano Rubio, Manuel Alonso, Prancisco Al-
méida, Andrés Martínez, Pedro Fernández, Ramón Marcos,
Ramón González (fallecido en el Hospital el i.° de Mayo).
Paisanos prisioneros y heridos que ingresaron en el Hospital.
Agustín Pereira, de 6 4 años, labrador, de San Martín de Ari-
nes (murió á consecuencia de la herida de un balazo) y Antonio
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 415

Tarrío de 36 años, maestro de obra prima y vecino de Crucero


del Gayo (herido de un balazo, se fugó del del Hospital el 1 4
de Mayo).

Vecinos de la ciudad de Santiago que tomaron parte en la sublevación

Don Pedro Taboada, médico hijo del químico (a) Pedrita,


don Juan Quiroga, licenciado hijo del Doctor D. Rodrigo; don
José Soler: D. Francisco Samper, dependiente de comercio; don
José Marras, carpintero; D . Pedro Olio, natural de Ferrol, pei-
nero; D. José Garea, maestro de primera enseñanza, y sus dos
hijos Nicolás y Evaristo; D. Justo Fraga, linternero; D. José
Moar, sastre; D. Roque Hermida, carpintero; D. Ángel Roel,
alguacil que fué del Ayuntamiento; D. Antonio Pérez, veedor;
D. Antonio Rey, sillero; D. Ignacio González Várela, (a) Mala-
brange, celador que fué de Protección y Seguridad Pública; don
Manuel Carballido y D. Francisco Nache, sillero.
Otras muchas personas de Santiago tomaron parte de ma-
nera más ó menos directa, en el pronunciamiento del 4 de Abril.
Entre los paisanos muertos el 23, citaremos al joven escolar
D. Manuel Aliste Recio, natural de la. feligresía de Osmo en
Orense, quien vivía con sus padres en la casa núm. 15 antiguo
y 31 moderno de la calle del Preguntoiro.

SUCESOS D E GALICIA D E 1 8 4 6 FUSILAMIENTOS D E CARRAL

Copias de los documentos referentes á dichos fusilamientos


Núm. i.° — Hay un membrete que dice: «Capitanía general
de Galicia. — Estado Mayor.—Sección 2 . —Negociado 5 . —
a 0

Excmo. Señor: Habiendo determinado el General Concha en-


viar á mi disposición los Gefes y oficiales prisioneros de resul-
tas de la acción del 23, sobre Santiago, me pareció conveniente
hacerlos detener en el Pueblo de Carral para que pasando allí
Comisión militar que tenía establecida ya en la Coruña, proce-
diese á identificar las personas de los Gefes y Capitanes, después
de cuyo acto fuesen puestos en Capilla, y fusilados, con arreglo
al delito en que habían incurrido de rebelión militar. En efecto,
así se ha verificado en el día de ayer á las siete y cuarto de la
tarde, siendo fusilados los Gefes y Capitanes, cuya lista acom-
4i6 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

paño á V . E . para el debido conocimiento de S. M.—Habiéndo-


me parecido conveniente suspender la egecucion de los demás
subalternos hasta hacer una clasificación de los hechos mas
marcados por algunos contra los Gefes respectivos al tiempo
del pronunciamiento, y otros desacatos de este jaez, dispuse
pasasen en calidad de presos á un local seguro á Betanzos se-
gún así se ha verificado en el día de ayer, continuando la comi-
sión militar en la misma forma, de cuyo resultado daré parte
á V . E . para que si lo conceptúa conveniente se sirva elevarlo
á conocimiento de S. M. por si gustase hacer alguna gracia en
uso de sus Reales prerrogativas.—Dios guarde á V . E . muchos
años.—Cuartel general de Lugo 27 de Abril de 1 8 4 6 . — E x c e -
lentísimo S e ñ o r . — J U A N D E V I L L A L O N G A . — E x c m o . Sr. Minis-
tro de la Guerra.»

Núm. 2. —Hay un membrete que dice: «Capitanía general


0

de Galicia,—astado Mayor.—Relación nominal de los Gefes y


Capitanes que han sido pasados por las armas en la tarde de
hoy por efecto de la insurrección militar que tubo lugar en la
Plaza de Lugo:
Coronel comandante, D. Miguel Solís y Cuetos, de Estado
Mayor.
Comandante, D. Víctor Velasco, de Reemplazo.
Capitán, D. Manuel Ferrer, del Regimiento Infantería de
Zamora núm. 8.
Capitán, D. Jacinto Daban, id., id.
Comandante-capitán, D. Fermín Mariné, id., id.
Capitán, D. Ramón José Llorens, id., id.
Comandante-capitán, D. Juan Sánchez, del Provincial de Se-
govia.
Capitán, D. Ignacio de la Infanta, id.
Id. D. Santiago Lallave, id.
Id. D. Francisco Márquez, id.
Id. D. José Martínez, del Provincial de Gijón.
Id. D. Felipe Valero, id.

Carral 26 de Abril de 1846. —El Presidente, FRANCISCO


JAVIER DE I T U A R T E . — E S copia.—VILLALONGA.»
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 4'7

NÚM. IX

RECUERDO Á UN A M I G O M

Todo respira tristeza


Por doquiera me dirija,
Alzo y vuelvo la cabeza,
Me distraigo con presteza
Y veo tu imagen fija.
No se borra de mi mente
Tu inocencia y juventud,
La tendré siempre presente,
Derramaré eternamente
Lágrimas en tu ataúd.
¡Vos altísimo Señor
Que habéis visto su alma pura,
Recibidlo en vuestro amor,
Y escuchad hoy mi clamor
Desde vuestra excelsa altura!
Mas ya gozas en los cielos
Con los ángeles de Dios,
De verdad te tengo celos,
Mas se cifran mis desvelos
Solo en pedir por los dos.
Esta súplica te implora
Mi afligido corazón,
Y tu, recuerda que llora
La que iba á ser tu señora
Y apreciabas con razón.
¡Qué será de tu adorada
Si se pone á recordar
Que algún día, desposada,
Podría ser envidiada
Al mismo pie del Altar!

( i ) Estas quintillas fueron dedicadas á Mariné, por una distinguida seño-


rita de la alta sociedad coruñesa.
27
418 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Has muerto, si, ¡desgraciado!


Mas desde que falleciste,
Mi corazón agraviado
Está maldiciendo al Hado,
Porque, tu, víctima fuiste.
Adiós restos de mi amigo
Que yacen bajo esa losa;
Pongo al cielo por testigo
Que deseo á tu enemigo
Una muerte deshonrosa.
Un epitafio que diga,
Quiero en tu tumba grabar:
«La suerte te fué enemiga,
La desgracia fué tu amiga,
Caminante: ¡ponte á orar»!....

* *

(CONTESTACIÓN)

Amadora, cuando vi
Que á la amistad dedicaste
Un recuerdo, tu espresaste
Cuanto hay de sensible en tí,
Mi corazón desgarraste.
Porque al infeliz que lloras,
Lo vi perecer ¡oh, sí!
Y si alguna vez imploras,
Por él al Cielo, cien horas
De gloria te dará á tí.
Su juventud y hermosura
A la piedad conmovían;
Pero la ley, harto dura,
Su disciplina exigían
Tan amarga desventura.
Y si en su muerte deseas
Dispensarle algún favor,
Cuando á su querida veas
Díla, si agradarla creas,
Que murió lleno de amor.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 419

Que á un amigo y compañero


Al expirar dijo así:
«Mi pensamiento postrero
En trance tan lastimero
Es de mi querida, ¡sí!....
Aqueste encargo le hizo
Para ella Mariné;
Si lo cumplió no lo sé,
Solo se que se deshizo
Su cabeza, y que lloré!....

(Archivo particular de D. José Gómez y Gómez.)

NÚM. X

«Don Manuel de la Rosa, Notario del Colegio Territorial de esta


capital de la que soy vecino:

»DOY F É : Que por D. Fernando Sanjurjo, residente en esta


Ciudad, se me exhibió la certificación que literalmente dice así:
«D. Mateo Pereira, Cura párroco de San Pedro de Quembre
y San Estevan de Paleo, en Carral, Arzobispado de Santiago,
Provincia de la Coruña, para los usos que cabida tengan.—•
Certifico: que entre los cincuenta y nueve gefes y oficiales, que
han sido hechos prisioneros en Santiago en el pronunciamiento
de mil ochocientos cuarenta y seis y conducidos como tales á
este punto de Carral comprensivo de mi parroquia, lo fué tam-
bién D. Fernando Sanjurjo, Teniente, mi feligrés, el que estando
de reemplazo al paso de los Pronunciados por Betanzos espon-
táneamente se unió á ellos en cuyas filas se incorporó, y se
batió en Santiago, y desgraciándose la acción binieron todos á
ser depositados en.esta Capilla de Carral para ser afusilados de
orden del General Villalonga, que á no ser la caridad y ruegos
del Ayuntamiento y Artillería de la Coruña, todos hubieran sido
atrozmente afusilados como de su orden lo fueron los doce con
su Gefe Solís á la cabeza, sacrificados inhumanamente á la vo-
luntad sangrienta del Coronel Cachafeiro, quien mas inhumani-
dades hubiera cometido después de muertos á no presentarme yo
mismo representando la justicia divma,. igualmente hubiera ca-
420 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I 8 4 6

bido al contenido en la presente, á vista de su anciana madre,


cuya casa estaba á la frente de dicha Capilla, cuyos hechos le
abreviaron los restos de sus días, y para los fines que le conven-
gan firmo la presente en Paleo á veintiocho de Agosto de mil
ochocientos cincuenta y cuatro.—MATEO PEREIRA.—Legaliza-
ción.—-Damos fé los infraescritos Escribanos de S. M., del Nú-
mero y Colegio de esta Ciudad y su partido que D. Mateo Perei-
ra por quien se halla espedida la certificación antecedente, es
gun se titula C ura párroco de San Pedro de Quembre y San
Esteban de Paleo, y la letra y rúbrica con que la autoriza imi-
tantes y parecidas á las de que usa y á sus semejantes, siempre
se les ha dado y da entera fé y crédito en ambos juicios sin
cosa en contrario.—Y para que conste á petición de parte espe-
dimos la presente que signamos y firmamos con el sello de dicho
Colegio.—Coruña Agoslo treinta de mil ochocientos cincuenta
y cuatro.—Está signado.—JOSÉ M. F A R I Ñ A . — E s t á signado.—
a

Licenciado, R U P E R T O S U Á R E Z . — E s t á signado.—JOSÉ ROSENDO


C A R B A L L O . — H a y un sello del Colegio de Escribanos de esta
Ciudad.»

«Es copia fiel del certificado exhibido por el D. Ramón San-


jurjo, que volvió á recoger á su poder, quedando levantada la
oportuna acta, á que me remito. En fé de lo cual y de pedimento
del mismo Sr. Sanjurjo espido y signo y firmo la presente.—-
Coruña Junio veintisiete de mil ochocientos sesenta nueve.—
MANUEL DE LA ROSA.»

(Hay un sello que dice: Notaría y Escribanía de Manuel de la Rosa.—


Coruña.)

NÚM. XI

«•Don Francisco Domínguez Vieites, Cura párroco de San Esteban


de Paleo, y unido Sa?i Pedro de Quembre en el distrito muni-
cipal de Carral:

» C E R T I F I C O : Que al folio cuarenta y tres y siguientes hasta


el cuarenta y seis inclusive del correspondiente libro de Defun-
ciones de la espresada de Paleo se halla escrito lo que dice así:
E S P E C T Á C U L O H O R R O R O S O . — T R I S T E MEMORIA . —Partidas de
los afusilados de resultas del Pronunciamiento de Abril de mil
ochocientos cuarenta y seis en Carral.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 421

» D O N M I G U E L S O L Í S Y C U E T O S , soltero.

»En el Cementerio cerrado de la Iglesia parroquial de San


Esteban de Paleo, Arzobispado de Santiago, provincia de la
Coruña, y en el día veintiséis de Abril de mil ochocientos
cuarenta y seis, se dio sepultura al cadáver de D. Miguel Solís
y Cuetos, Coronel graduado, comandante de Estado Mayor,
afusilado que ha sido en el Atrio de dicha iglesia como actor de
la rebelión. Hizo testamento, uno en la Coruña en Octnbre de
mil ochocientos cuarenta y cinco, y otro á la hora de su falleci-
miento, dejando por sus universales y únicos herederos á sus
cinco hermanos que tenía en compañía de su Tío en Madrid
D. José del Solar á quienes se le remitieron copias quedando los
originales en poder de D . Francisca Roldan de Agár en la Co-
a

ruña con todo lo mas que tenía. Se confesó y nada mas y para
que conste lo firmo como cura párroco de la misma y de San
Pedro de Quembre.—MATEO P E R E I R A . »

« D O N SANTIAGO L A L L A V E , Comandante, casado con doña


Ignés Sies, Sepultura núm. 2.
»En el cementerio cerrado de la Iglesia parroquial de San
Esteban de Paleo, arzobispado de Santiago, provincia de la Co-
ruña, y en el día veintiséis de Abril de 1846, y en la segunda
supultura de la derecha al entrar se dio sepultura al cadáver de
D. Santiago Lallave, de estado casado con D . Ignes Sies fuéa

afusilado en Carral de resultas por cómplice en la Rebelión y


pronunciamiento de Abril de mil ochocientos cuarenta y seis.
Dejó sus intereses y carta escrita á su Esposa, los que de su
orden recogió el Capellán del Provincial de Zamora D. Juan
José Aparicio. Se confesó sin mas Sacramentos y para que
conste como cura párroco de la espresada, firmo la presente.—
MATEO PEREIRA.»

«DON VÍCTOR B E L A S C O , comandante en reemplazo, casado,


número 3.
sEn el Cementerio cerrado de la Iglesia parroquial de San
Esteban de Paleo, provincia de la Coruña, y el día veintiséis de
Abril de mil ochocientos cuarenta y seis, en la tercera sepultura
á la entrada, á la derecha se dio sepultura al cadáver de D. Víc-
tor Belasco, Comandante en reemplazo, casado en la ciudad de
Santiago con D . María Ibarra, fué afusilado por cómplice en la,
a
422 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Rebelión y pronunciamiento de Abril de mil ochocientos cua-


renta y seis. Dejó carta escriia á su Esposa é intereses. Se con-
fesó sin más, y para que conste como Cura párroco firmo la
presente.—MATEO P E R E I R A . »

« D O N MANUEL F E R R E R , casado con D . María Tadó, Capi-


a

tán de Zamora, Sepultura 10.

»En el Cementerio de la Iglesia parroquial de San Esteban


de Paleo, Arzobispado de Santiago, provincia de la Coruña, y
en el día veintiséis de Abril de mil ochocientos cuarenta y seis.
Yo, D . Mateo Pereira, Cura párroco de la misma y de San Pedro
de Quembre asistí á dar sepultura al cadáver de D . Manuel Fe-
rrer, Capitán efectivo del segundo Batallón del Regimiento
Infantería de Zamora, núm. 8 , casado con D . María Tadó, afu-
a

silado que ha sido en dicha de Carral de resultas del pronun-


ciamiento hecho en el mes de Abril del mismo año, y según
manifestación que me ha hecho, comprometido inocentemente.
Se confesó, y no recibió los mas Sacramentos por no haber
lugar ni tiempo. No hizo testamento ni otra alguna disposición,
y solo si una carta escrita á su esposa con el poco haber que
en su poder tenía, lo que todo jeligiosamente en persona le fué
entregado, de que dio recibo. Fué sepultado en la décima se-
pultura. Y para que á todo tiempo haiga luz y claridad firmo la
presente en Paleo en el mismo día mes y a ñ o . — S u p r a . — M A T E O
PEREIRA. »

«Hay una rúbrica en cada una de las cuatro partidas que


anteceden y son copia fiel de sus originales que en mi poder
quedan archivados en el de estas parroquias al que me remito.
Y para que conste lo sello y firmo en Paleo á treinta de Se-
tiembre de mil nuevecientos dos.—FRANCISCO DOMÍNGUEZ
VlElTES.»

(Hay un sello que dice: San Esteban de Paleo.)

* *

« D O N JACINTO D A B A N , soltero, Capitán Comandante de


Zamora, Sepultura núm. 4 .

»En el Cementerio de la Iglesia parroquial de San Esteban


de Paleo, Arzobispado de Santiago, provincia de la Coruña, y
en el día veintiséis de Abril de mil ochocientos cuarenta y seis,
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 423

se dio sepultura al cadáver de D. Jacinto Daban en la del núme-


ro cuatro, Capitán Comandante del Regimiento Infantería de
Zamora núm. 8, que entre otros Jefes y Capitanes ha sido afusi-
do de resultas del Pronunciamiento hecho en el mes de Abril
del mismo año. Se confesó y no hizo disposición alguna, sin
mas Sacramentos por no dar lugar ni tiempo. Y para que conste
firmo la presente como actual Cura párroco de la mencionada
Iglesia y de San Pedro de Quembre en Carral en el mismo día
mes y a ñ o . — M A T E O P E R E I R A . »

«DON F E R M Í N MARINÉ, Capitán comandante, soltero.

»En el Cementerio de la Iglesia parroquial de San Esteban


de Paleo, Arzobispado de Santiago, provincia de la Coruña, y
en el día veintiséis de Abril de mil ochocientos cuarenta y seis
Yo, D . Mateo Pereira, Cura párroco de dicha Iglesia, y la de
San Pedro de Quembre en Carral, asistí á dar sepultura al
cadáver de D. Fermín Mariné, Capitán comandante del Regi-
miento Infantería de Zamora núm. 8, que entre otros Jefes y
Capitanes ha sido afusilado en ésta de Carral de resultas del
Pronunciamiento hecho en el mismo mes. Se confesó y nada
más por no haber dado lugar ni tiempo. Y para que conste
firmo la presente.—MATEO P E R E I R A . »

« D O N RAMÓN J O S É L L O R E N S , Capitán Comandante, núm. 6.

»En el Cementerio de la Iglesia parroquial de San Esteban


de Paleo, Arzobispado de Santiago, provincia de la Cornña, y
en el día veintiséis de Abril de mil ochocientos cuarenta y seis
se dio sepultura en la del número sexto al cadáver de D. Ramón
José Llorens, soltero, Capitán comandante del Regimiento In-
fantería de Zamora, núm. 8, que entre otros Gefes y Capitanes
ha sido aíusílado en Carral de resultas del Pronunciamiento ha-
bido en el mismo mes. Se confesó sin más Sacramentos por uo
haber lugar ni tiempo. Y para que conste firmo la presente
como actual Cura párroco de la misma y de San Pedro <¡le
Quembre.—MATEO PEREIRA.»
{BH »

«DON TUAN S Á N C H E Z , Capitán comandante, casada,'Sepuí-


J
' r
.oDtívirLriB hiTbíijp
tura núm. 7. uoíJiiiq aonñ ¡nsq Y

»En el Cementerio de la Iglesia p'a'írrjrJÍríaí afe ^¿ÍP É ^ t r á j i


de Paleo, Arzobispado de Santiago, pro^ifiriía^é lFSBí UM£ y 7 ! C

en el dia veintiséis de AbíiWg^jl^ch^cjigr^gspCoiMeáií^Ejijseis,


424 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1 8 4 6

Yo, D . Mateo Pereira, Cura párroco de la misma y de San Pe-


dro de Quembre en Carral, asistí á dar sepultura al cadáver de
D . Juan Sánchez, Comandandante del Provincial de Segovia,
afusilado en la espresada de Carral de resultas del Pronuncia-
miento de Rebelión erf el mismo mes, de estado casado. S e con-
fesó y no recibió mas Sacramentos por no permitirlo el tiempo
ni dar lugar á ello. Y para que conste firmo la presente.—
MATEO PEREIRA.»

» D O N IGNACIO D E LA INFANTA, Comandante, Sepultura nú-


mero 8 . Resultó ser casado con D . Catalina González.
A

»En el Cementerio de la Iglesia parroquial de San Esteban


de Paleo, Arzobispado de Santiago, provincia de la Coruña, en
Carral, y en el día veintiséis de Abril de mil ochocientos cua-
renta y seis. Y o , D . Mateo Pereira, Cura párroco da la expresa-
da y de San Pedro de Quembre, asistí á dar sepultura al cada-
ver de D . Ignacio de la Infanta, Comandante del Provincial de
Segovia, núm. 32; afusilado que ha sido de resultas del pronun-
ciamiento de Rebelión hecho en el mismo mes. S e confesó y
no recibió mas Sacramentos por no dar tiempo ni lugar. Y para
que conste firmo la presente.—MATEO P E R E I R A . »

« D O N FRANCISCO M A R T Í N E Z , Capitán Comandante del Pro-


vincial de Segovia, núm. 32. Sepultura núm. 9.

»En el Cementerio de la Iglesia parroquial de San Esteban


de Paleo en Carral, Arzobispado de Santiago, provincia de la
Coruña y en una de número nuebe. Y o , D . Mateo Pereira, Cura
párroco de la misma y de San Pedro de Quembre, asistí á dar
sepultura al cadáver de D . Francisco Martínez, Capitán coman-
dante del Provincial de Segovia, qne ha sido afusilado en Carral
de resultas de cómplice en el pronunciamiento de Rebelión he-
cho en el mismo mes. S e confesó sin más Sacramentos por no
dar tiempo ni lugar. Ignoro su estado y para que conste firmo
la p r e s e n t e . — M A T E O P E R E I R A . »

«Hay una rúbrica en cada una de las seis partidas que ante-
ceden, y son copias fieles de sus originales que en mi poder
quedan archivados en el de estas parroquias al que me /emito.
Y para fines particulares doy el presente qne sello y firmo en
•Paleo á ocho de Octubre de mil nuevecientos dos.—FRANCISCO
DOMÍNGUEZ V I E I T E S . »

(Hay un sello que diee: San Esteban de Paleo.)


FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 425

«DON J O S É M A R T Í N E Z , Capitán Comandante del Provincial


de Gijon. Sepultura núm. 1 1 .

»En el Cementerio de la Iglesia parroquial de San Esteban


de Paleo, en Carral, Arzobispado de Santiago, provincia de la
Coruña, en una del numero once, y en el día veintiséis de Abril
de mil ochocientos cuarenta y seis se dio sepultura al cadáver
de D . José Martínez, Capitán comandante del Provincial, de
Gijon afusilado en Carral de resultas del pronunciamiento hecho
en el mismo mes. Ignoro su estado. No recibió Sacramento al-
guno por no estar en su sano juicio, ni mas supe de otra alguna
disposición. Y para que conste, como actual Cura párroco firmo
la p r e s e n t e . — M A T E O P E R E I R A . »

Seguidamente se lee lo que dice así:


« D O N F E L I P E V A L E R O , Capitán Comandante del Provincial
de Gijón, sepultura núm. 1 2 .

»En el Cementerio de la Iglesia parroquial de San Esteban


de Paleo, Arzobispado de Santiago, provincia de la Coruña en
Carral y en el día veintiséis de Abril de mil ochocientos cua-
renta y seis, y en una del número doce. Y o , D . Mateo Pereira,
Cura párroco de dicha Iglesia y la de San Pedro de Quembre
asistí á dar sepultura al cadáver de D . Felipe Valero, Capitán
comandante del Provincial de Gijon, que ha sido afusilado de
resultas del pronunciamiento hecho en el mes. Ignoro su estado.
Se confesó sin mas Sacramentos por no dar lugar ni tiempo, ni
menos supe que hubiese hecho otra alguna disposición. Y para
que conste firmo la presente.—MATEO P E R E I R A . »

«Hay una rúbrica en cada una de las dos partidas que ante-
ceden, y son copias fieles de sus originales que en mi poder
quedan archivados en el de estas parroquias al que me remito.
Y para que conste, á fines particulares doy el presente que sello
y firmo en Paleo á nueve de Octubre de mil nuevecientos dos.
FRANCISCO DOMÍNGUEZ V I E I T E S . »

(Hay un sello que dice: San Esteban de Paleo.)


426 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

NÚM. XIII

LEY DE 12 DE DICIEMBRE DE 1855

Doña Isabel II por la Gracia de Dios y la Constitución, Reina


de las Españas á todos los que presente la vieren y entendie-
ren, sabed, que las Cortes Constituyentes han decretado y Nos
sancionado lo siguiente:
Artículo 1° Se declara B E N E M É R I T O S D E LA P A T R I A al
Coronel Comandante de Estado Mayor D. Miguel Solís y Cue-
tos; al Comandante D. Víctor Velasco; á los Capitanes D. Ma-
nuel Ferrer, D. Jacinto Daban, D. Fermín Mariné, D. Ramón
José Llorens, D. Juan Sánchez, D. Ignacio de la Infanta, don
Santiago la Llave, D. Francisco Márquez, D. José Martínez, y
D. Felipe Valero, fusilados en 26 de Abril de 1846 en el pueblo
de Carral; al sargento primero D. Antonio Samitier, que lo fué
en la ciudad de Betanzos el día 4 de Mayo de 1846; á los Jefes
de los diferentes Cuerpos que se hallaron en la acción del día
23 de Abril del citado año á las órdenes del Coronel D. Miguel
Solís y Cuetos y á los individuos de las Juntas que acompaña-
ron hasta dicho día.
Art. 2. 0
Las cenizas de estos militares se colocarán con los
honores debidos á su clase en un Monumento, que por.cuenta
del Estado se erigirá á su memoria en la ciudad de Santiago.
Art. j.° Se concede al Ministro de Fomento un crédito de
120.000 reales para que en el término de un año se erija el ex-
presado Monumento, cuyas obras se empezarán á la mayor
brevedad.
Art. 4° El Gobierno concederá la Cruz de Valor y Cons-
tancia á todos los que voluntariamente tomaron las armas en
pro del aludido alzamiento, y además la de San Fernando á los
25 nacionales de Santiago que se hallaron en la acción del 23
de Abril de 1846 á las órdenes del referido Coronel Solís.
Por tanto mandamos á todos los Tribunales, Justicias, Jefes,
Gobernadores y demás autoridades así civiles como militares y
eclesiásticas de cualquier clase y dignidad, que guarden y hagan
guardar, cumplir y ejecutar la presente ley en todas sus partes.
Dado en Palacio á 12 de Diciembre de 1 8 5 5 .
YO LA REINA.
El Ministro de la Gobernación,

JULIÁN DE H U E L B E S
(Publicada en la Gaceta de Madrid.)
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 427

Relación de los individuos que fueron condecorados con las cruces de Valor y Cons-
tancia, íteneméritos de la patria y de San feriando.

Sres. Don:

Miguel D a b a n , Madrid, Benemérito de la Patria y Cruz de


de Valor y Constancia; Juan del Muro, Betanzos, id. id.; Manuel
Antonio Fernández, Betanzos, Cruz de Valor y Constancia; An-
tonio Rincón, Madrid, Cruz de Valor y Constancia y de San
Fernando; Nicolás Miguez, Coruña, Cruz de Valor y Constancia;
Hermógenes Villanueva, Cée, id.; Juan Delgado de Andrés, Ma-
drid, id ; Santiago Barbero, Torre Caballeros, id.; Antonio Coci-
n a , Puente Cesures, id.; Andrés Arribe, Betanzos, id.; Antonio
Cabiedes y Camba, Betanzos, id.; Vicente Castro, Betanzos, id.;
José María Quiroga, Betanzos, Benemérito de la Patria y Cruz
de Valor y Constancia; Manuel Costoya Valladares, Betanzos,
id., id.; Antonio Parada, Betanzos, id., id.; Antonio Rúa Figue-
roa, Madrid, Cruz de Valor y Constancia y de San Fernando;
José Santalla Díaz, Betanzos, Cruz de Valor y Constancia; An-
drés Vicente Nieto, Santiago, id ; Manuel Servino Ballesteros,
Padrón, id.; José Várela, Padrón, id.; Plácido Troncoso, Betan-
zos, id.; Fernando Quiroga, Betanzos, id.; Benigno Núñez, Be-
tanzos, id.; José Pimentel, Betanzos, Benemérito de la Patria y
Cruz de Valor y Constancia; Francisco Alvarez Santullano,
Oviedo, Cruz de Valor y Constancia; José María García, Betan-
zos, Cruz de Valor y Constancia y de San Fernando; José
Alvarez, Oviedo, Cruz de Valor y Constancia; Juan Fernán-
dez Greda, Oviedo, idem; Joaquín Palacios, Oviedo, idem;
Gregorio Esteban, Oviedo, idem; Francisco Secades, Oviedo,
idem; Gregorio Campa, Oviedo, id.; Juan Allongo, Oviedo, id.;
Francisco Alonso, Oviedo, id.; Ramón Gueata, Oviedo, id.; Ga-
bino Luna, Oviedo, id.; Juan de Llanes, Carrandi, Oviedo, id.;
Jovita Romay, Betanzos, id.; José Alvarez, San Pedro de Arcos,
idem; Agustín Secades, Mercado, Oviedo, id; Alonso Rodríguez,
San Tirso, Oviedo, id.; Antonio Romero Ortiz, Santiago, Bene-
mérito de la Patria y Cruz de Valor y Constancia; Camilo Gar-
cía Failde, Betanzos, id., id.; Manuel Fernández López, Oviedo,
Cruz de Valor y Constancia; Manuel Seoane del Río, Santiago,
idem; Manuel Caamaño, Noya, id.; Agustín de Dios, Santiago,
idem; José Pereira Nieto, Santiago, id ; Rafael Ageitos, A m i a ,
idem; José Mallada, Pola de Lena, id.; Francisco Alonso de Nora,
Oviedo, id.; José Fernández Alúa, Trubia, id.; Felipe López,
428 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Betanzos, id.; Andrés Pedreira, Betanzos, id.; Antonio Ares,


Betanzos, id.; Manuel Valdés, Oviedo, id.; José González, Ovie-
do, id.; Juan María Devesa Rey, Santiago, id.; Cristino Piñeiro
Fernández, Santiago, id.; Francisco Villaamil, Oviedo, id.; José
Ramón Cueto, Oviedo, id.; Ramón Juego, Oviedo, id.; José
Valdés, Oviedo, id ; Manuel González, Trubia, id.; José Alvarez
Rivadeneira, Santiago, id.; Remigio Martínez, Santiago, id.;
Bartolomé Carlos Muñíz, Madrid, id.; Vicente Cobián y Otero,
Santiago, Benemérito de la Patria y Cruz de Valor y Constan-
cia; Manuel Puga Iglesias, Coruña, Cruz de Valor y Constancia;
Isidro López, Coruña, id.; Manuel Pombo, Santiago, Cruz de
Valor y Constancia y de San Fernando; Ignacio González Vare-
la, Ames, Cruz de Valor y Constancia; Antonio Samper, San-
tiago, id.; José Soler, Santiago, id.; Antonio Bernardino Rey,
Santiago, id.; Antonio Pérez, Santiago; Roque Hermida, Santia-
go, id; Justo Fraga, Padrón, id.; José Hermida, Santiago, Cruz de
Valor y Constancia y de San Fernando; José Marras, .Santiago,
Cruz de Valor y Constancia y de San Fernando; Manuel Jiménez,
Padrón, Cruz de Valor y Constancia; José Jorge, Santiago, id.;
Jacobo Pego, Santiago, id; José Moar, Santiago, id; Pío Gavilanes,
Aranjuez, id.; Agustín Vicente Malvido, Noya, id.; Ángel Bello,
Santiago, id.; Manuel Mayer, Santiago, id¿; Gerardo Gavilanes,
Columbrianos, id.; Ramón Mendivil, Oviedo, id.; Juan Bailongo,
Oviedo, id.; Manuel Pardo Osoria, Coruña, id ; Joaquín Aller
Presas, Santiago, id.; Ángel Fernández, Oviedo, id.; Antonio
Costoya, Santiago, id.; Fernando Macías, Valladolid, Benemé-
rito de la Patria y Cruz de Valor y Constancia; Francisco Abe-
11a, Betanzos, Cruz de Valor y Constancia; Benito Romay, Be-
tanzos, id.; Evaristo Martínez, Tuy, id.; Añgel Barbería, Coruña,
idem; José Ramón Couceiro, Riveira, Coruña, id.; José Vázquez,
Santiago, Cruz de Valor y Constancia y de San Fernando; José
Arias Uría, Madrid, Benemérito de la Patria y Cruz de Valor y
Constancia; Emilio Gómez Tasende, Santiago, Cruz de Valor y
Constancia; Silverio Soto y Vilas, Santiago, id.; Miguel Tamar-
go, Oviedo, id.; José María Cepeda, Padrón, id ; Ángel Baltar
Várela, Padrón, id.; Ramón Peón, Coruña, Benemérito de la
Patria y Cruz de Valor y Constancia; José María Patino, Coruña,
idem, idem; Juan López Carrera, Coruña, Cruz de Valor y Cons-
tancia; Waldo Chicharro, Coruña, Benemérito de la Patria y
Cruz de Valor y Constancia; Juan Aniceto San Martín, Santia-
go, id., id.; Juan Nepomuceno Quiroga, Lugo, Cruz de Valor y
Constancia; José González de Lena, Oviedo, id.; Nicolás Vilari-
ño, Betanzos, id.; José Hebia, Oviedo, id.; Sebastián Arias Ba-
llesteros, Madrid, id.; Antonio Túnez, Lena, Oviedo, id.; Sabino
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 429

G o n z á l e z L o n g o r i a , G r a d o , O v i e d o , id.; P e d r o R o d r í g u e z , C a s -
tiella, O v i e d o , id.; José Iglesias, S i g ü e i r o , id.; L u í s D í a z , Mieres,
O v i e d o , id.; D . Á n g e l María R o e l , S a n t i a g o , Cruz de V a l o r y
C o n s t a n c i a y de San F e r n a n d o ; Alejandro G a r e a , Coruña, id.,
idem; N i c o l á s A n t o n i o G a r e a , C o r u ñ a , id., id.; A n t o n i o A l b o r ,
S a n t i a g o , id., id.; F r a n c i s c o H o n o r , L u g o , id., id.; E d u a r d o R u i z
P o n s , Madrid, id., id.; C e s a r C a b a n n a , Coruña, B e n e m é r i t o de la
Patria y Cruz de V a l o r y C o n s t a n c i a ; Isidro B e r r e c o , S a n t i a g o ,
Cruz de V a l o r y Constancia; N i c e t o S á n c h e z , L u g o , id.; F e r n a n -
do Sanjurjo B e c e r r a , Coruña, id.; José A l o n s o , O v i e d o , id.; Ma-
nuel C a s t r o Teijeira, S a n t i a g o , id.; José B e r m ú d e z C e d r ó n ,
Becerrea, id.; Manuel R o d r í g u e z , O v i e d o , id.; José G o n z á l e z
V a l d é s , O v i e d o , id.; José B e n i g n o Iglesias, O r d e n e s , id.; Pablo
F e r n á n d e z A l o n s o , O v i e d o , id.; R a m ó n M . C o b i á n , Padrón, id;
a

Marcelino A s t r a y C a n e d a , Ferrol, id.; L a u r e a n o C o u c e i r o , C o -


ruña, id.; Juan Litio, Madrid, id.; F r a n c i s c o R o d r í g u e z , S a n t i a g o ,
idem; Manuel Castro S a l c e d o , N o y a , id.; José V i l l a v e r d e , N o y a ,
idem; Juan T o r e a , N o y a , id.; Juan F r a n c i s c o Méndez, O v i e d o ,
i d e m ; F r a n c i s c o G a r c í a Prida, C o r u ñ a , id.; F r a n c i s c o R a n d i n ,
N o y a , id.; C á n d i d o F a i l d e , N o y a , id.; Pedro Pérez D í a z , Santia-
g o , id.; Juan Marino, N o y a , id.; José V e n t u r a García, N o y a , id.;
José M . G r o b a s , P o n t e v e d r a , id.; F e r n a n d o Pita F e r n á n d e z , T e -
a

nerife, id.; A n t o n i o Badía Martínez, C o r u ñ a , id.; E d u a r d o Herre-


ros, N o y a , id.; A n t o n i o F u c i ñ o s , Lalín, B e n e m é r i t o de la Patria
y C r u z de V a l o r y Constancia; R a m ó n Pereiro, N o y a , Cruz de
V a l o r y Constancia; José de R o b í s , O v i e d o , Cruz de V a l o r y
C o n s t a n c i a ; Patricio M o r e n o , S a n t i a g o , C r u z de i d e m ; B a l t a s a r
R e y n o y Ben, N o y a , id.; José Maquieira, N o y a , id.; A n t o n i o
García C a m p o m a n e s , O v i e d o , id.; I g n a c i o Jacinto V a l d é s , Ovie-
do, id.; A n t o n i o Pérez, N o y a , id.; I g n a c i o C a s t c l o , N o y a , id.;
José A n t o n i o V á r e l a , N o y a , id.; Celestino Martínez, S a n t i a g o ,
B e n e m é r i t o de la Patria y Cruz de V a l o r y Constancia; S e n é n
Pardo, Puenteareas, Cruz de V a l o r y C o n s t a n c i a ; A n t o n i o Gil
T a b o a d a , B e t a n z o s , id.; Juan Carballo O t e r o , S a n t i a g o , id.; Pe-
dro F e r n á n d e z T a b o a d a , S a n t i a g o , Cruz de V a l o r y C o n n s t a n c i a
y de S a n F e r n a n d o ; Á n g e l Ruiz Pons, S a n t i a g o , Cruz de V a l o r
y Constancia; R a m ó n G a r e a , S a l a m a n c a , Cruz de V a l o r y C o n s -
tancia y de S a n F e r n a n d o ; A n t o n i o Pimentel, B e t a n z o s , C r u z
de V a l o r y C o n s t a n c i a ; Pedro de la E n c i n a , Coruña, id.; V i c e n -
te Pita, C o r u ñ a , id.; F r a n c i s c o L a n d e i r a , V i c h , id.; Mariano C a s -
tro, G r a n a d a , id.; A n d r é s M . B a r b e i t o , Coruña, id.; Manuel de
a

T o r r e , O v i e d o , id.; Matías V i ñ a s , Coruña, id.; A n t o n i o L a m a s


S o t o m a y o r , N o y a , id.; F r a n c i s c o García Barros, S a n t i a g o , id.,
A n d r é s T a s o y C a s t r o , T u y , id.; B a r t o l o m é D í a z , O v i e d o , id.;
José L a g o y Z i b u r ó , C o r u ñ a , id.; Manuel S u á r e z , O v i e d o , i d e m ;
43° LA REVOLUCIÓN GALLEOA DE 1846

Ramón Suárez Prieto, Gijón, id.; Juan Vega, Gíijón, id.; Francis-
co Rodríguez, Gijón, id.; José de la Rosa, Gijón, id.; Fernando
Vicente Santos, Santiago, id.; Feliciano Domínguez Herbella,
Madrid, id.; Pedro Olio, Santiago, id.; Manuel M. Rodríguez, a

Santiago, id.; Juan Sotelo del Valle, Palencia, id.; Pedro Gonzá-
lez, Gijón, id., Agapito García, Gijón, id.; José Meana, Gijón, id;
Laureano Gutiérrez, Gijón, id.; Vicente Coperi, Caldas de Reyes,
idem; Agapito Solar, Gijón, id.; José M. Bertín, Redondela,
a

idem; Bernardo Vergara, Gijón, id.; Ramón M. Almoyna, Orti- a

gueira, id.; Vicente Rivadeneira, Ortigueira, id.; Francisco Pita,


Ortigueira, id.; Ramón Díaz, Ortigueira, id.; Valentín Camba,
Ortigueira, id.; Victoriano López, Coruña, id.; Laureano Muñoz,
Coruña, id.; Joaquín Duque, Muros, id.; Joaquín de Ponte, San-
tiago, id.; Lorenzo Pérez Anido, Santiago, id.; José García, San-
tiago, id.; Lorenzo Fuentes, Ponferrada, Benemérito de la Patria
y Cruz de Valor y Constancia; Bartolomé Solís Galán, Coruña,
Cruz de Valor y Constancia; Antonio Várela Arellano, Zarago-
za, id.; Manuel Balín, Coruña, id.; Juan Otero Alvarez, Ames,
idem; Onofre Rubín, Vigo, id.; Rafael Vázquez Viqueira, Ma-
drid, id.; José Lavandera, Gijón, id., Ramón Moran, Gijón, id.;
León Pérez Bobadilla, Madrid, id.; José del Valle, Madrid, id.;
José Andrés Iglesias, Santiago, id.; Eugenio García Gutiérrez,
La Bañeza, id.; Manuel Seco Tarrío, Rianjo, id.; Antonio Orieta
Aguilar, Zamora, id.; Ruperto Martín, Madrid, id.; Manuel Otero
Pontevedra, id.; Ricardo Cao, Ortigueira, id.; José de Castro,
Ortigueira, id.; José María Santos, Pontevedra, Benemérito de
la Patria y Cruz de Valor y Constancia; Juan Echevarría Fuen-
terrabía, Cruz de Valor y Constancia; Manuel Estrada, Oviedo,
idem; Vicente Moscoso, Ferrol, id.; Juan Antonio Lacaci, Fe-
rrol, id.; José Montero Aróstegui, Ferrol, id.; Evaristo Arnal,
Coruña, id.; José Otero González, Lugo, id.; Esteban Barrantes,
Coruña, id.; Modesto Fernández, Coruña, id.; Pedro Várela Are-
llano, Zaragoza, id.; Juan Antonio Rodríguez, Lousame, id.;
Cándido Terrero, Coruña, id.; Juan Bautista Burguero, Santiago,
idem y Manuel Rodríguez, Gijón, idem.

€xpedientes tramitados por la junta Calificadora de la Coruña ( )


J

Sres. Don:
Jacinto Salva, Cruz de Valor y Constancia; Félix Piñeiro Luen-
go, id.; Ramón Doggío y León, id.; Lorenzo Bentureira y Bellón,

( 1 ) Nos fué imposible conseguir los expedientes tramitados por las Juntas
calificadoras de Pontevedra, Lugo y Orense, no obstante las gestiones que he-
mos hecho.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 431

idem; Manuel Carballido, id ; Julián Víctor Tettamanci, id.; José


Servino Ballesteros, id.; Juan Enero Coto, id.; Pedro Giménez
López, id.; Benigno Martínez, id.; Francisco Santiso Barbastro,
idem; Mariano Poza y García, id.; Pedro Toribio García, idem;
José M . Lemos, id; Antonio Cabeiras Gutiérrez, id; Cesáreo Ver-
a

jano, id.; Félix Soto Alcalde, id.; Benito Lembeye y Lartaud,


idem; Francisco González Pérez, id.; Victoriano Fernández, id.;
Pablo Pérez Ballesteros, id.; José Ramón Queiruga, id.; Juan Ri-
vera Bandín, id.; Ramón Rariz Chacón, id.; Santos Fernández
Artaza, id.; Antonio Várela, id.; Plácido Rabiña y Soto, id.;
Eugenio Cuervo, id.; Agustín González Miguéz, id.; Benito Lo-
sada Astray, id.; José Benigno Várela, id.; Ildefonso Fernández
Ulloa, id.; Pío Rodríguez Terrazo, id.; Pedro Díaz Fernández,
idem; Ignacio M . Villaoz, id.; Santos Blanco, id.; Pascual Re-
a

guera Viñas, id.; Francisco Mariné y Blázquez, id.; Eugenio


Rodríguez, id.; Juan Nicolás Abeijón Rodríguez, id.; Prudencio
Millán Fajardo, id.; Pablo Moreira Ugarte, id.; Antonio Luque
Carrasco, id.; Miguel Dean Echevarría, id.; Pascual Fernandez
Cuevas y Olay, id.; José M . Lenzano Navarro, id.; Juan Cuvei-
a

ro Pinol, id.; Lorenzo Fuentes (Capitán Secretario de Solís), id.;


Juan Patino, id., Manuel Buceta, id.; Andrés Pérez, id.; Antonio
Ángel Rey, id.; Cándido Failde, id.; Francisco Tasa, id.; Her-
menegildo Ribadas, id.; José Benito Zepeda, id.; Cayetano Ga-
rrido, id.; José Figueiras, id.; Diego Madirolas, id.; Vicente Rey,
idem; Eugenio Rodríguez Torrago, id.; Antonio Pacheco Vare-
la, idem.

NÚM. XIII

COPIA D E L A C T A D E LA INAUGURACIÓN D E L MONUMENTO

ERIGIDO Á LOS « M Á R T I R E S D E C A R R A L »

En el salón de sesiones de la Casa Consistorial del Ayunta-


miento de Carral y á las doce de la mañana del día veintidós de
Mayo de mil novecientos cuatro. S e reunieron el señor Presi-
dente y Vocales de la Liga Gallega na Cruña, el señor Alcalde
Presidente y Concejales de este pueblo; una delegación del
Ayuntamiento de Santiago en representación del mismo, el Al-
calde y Secretario del de L a Coruña; el Alcalde y primer te-
niente de Alcalde del de Ferrol; dos tenientes de Alcalde del de
432 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Lugo, dos Concejales del de Betanzos, un representante del de


Vigo; y varios de los Municipios de Abegondo, Culleredo, Cam-
bre, Ordenes, Cerceda, Oroso y otros; redactores y corresponsa-
les de la prensa periódica; delegados de diferentes Sociedades
recreativas y políticas de distintas poblaciones de la región y
demás personas invitadas á la celebración del acto de inaugu-
ración del Monumento que por iniciativa y suscripción patro-
cinada por la Liga Gallega, se levantó en la plaza de este pueblo
á la memoria de los Mártires de las libertades regionales sacri-
ficados en el mismo por una odiosa tiranía el día 26 de Abril
de 1 8 4 6 .
Formando una brillante comitiva, se dirigieron todos los
congregados al lugar donde se emplazó dicho Monumento; y
después de haberse celebrado el Santo Sacrificio de la Misa en
un altar instalado en la fachada de la histórica Capilla del Soco-
rro, se procedió inmediatamente á la inauguración de aquel, so-
lemnidad que fué presenciada por una numerosísima concurren-
cia pronunciando el señor Presidente de la Liga D. Salvador
Golpe, un elocuente discurso haciendo historia del hecho que se
conmemoraba y terminando en nombre de dicha Asociación
por ceder y entregar á perpetuidad el referido Monumento al
Ayuntamiento de Carral para que, como genuino administrador
del pueblo, se encargase de su conservación y custodia á fin de
que sea en el transcurso de los tiempos recuerdo que dé ejemplo
á las sucesivas generaciones de amor á la libertad y estímulo
para su defensa.
El señor Alcalde de Carral en nombre de la Corporación y
el pueblo que representa, contestó agradeciendo la patriótica
generosidad de la Liga Gallega, comprometiéndose á velar fiel-
mente por la conservación de la obra que se cedía y asegurando
que el pueblo habría también de saber respetarla como sagrada
reliquia que simboliza uno de los hechos más nobles y más he-
roicos realizados en pro de la libertad regional.
Acto seguido, por el señor Presidente de la Liga, el Alcalde
de Carral y D. Ramón Velasco Ibarra, Coronel de infantería é
hijo de una de las víctimas, descorrióse la cortina que cubría el
Monumento, dándose lectura por el teniente de Alcalde del Mu-
nicipio de Santiago, D . Cayetano García Carro á un sentido
mensaje que dirigía dicha Corporación á la solemnidad de que
se trata, y en el que sintetiza el verdadero concepto de. la
libertad.
Leyéronse igualmente otros dos expresivos discursos de don
Ramón Velasco y su sobrino Sr. Salmonte Velasco, de recorda-
ción para las víctimas, y de gratitud para los iniciadores del
ERANOÍSCO TETTAMANCY GASTÓN 433

Monumento, para el arquitecto D. Juan Alvarez Mendoza, autor


del proyecto, y para los constructores Sres. Escudero é Hijos.
A continuación y representando al Casino Republicano de
la Coruña, su Presidente D. Antonio Lens Viera pronunció otro
patriótico discurso, entregando á la vez una artística corona de
bronce dedicada á los Mártires de Carral y que fué depositada
al pie del Monumento que se inauguraba; contestándole el Se-
cretario del Municipio en nombre del Alcalde y de la Corpora-
ción, con otro breve discurso agradeciendo profundamente tan
apreciable obsequio.
Terminada á la una y media de la tarde la precedente cere-
monia, regresó la comitiva á la Casa Consistorial en la que los
representantes de los Ayuntamientos y demás invitados firma-
ron la presente con el señor Alcalde de dicho término y de que
yo como Secretario del mismo certifico. Se halla firmado por
Antonio Veiras, Antonio Lens Viera, Ramón Velasco Ibarra,
Víctor Velasco García, José M. Moar Fandiño, Francisco Fer-
íl

nández González, Abelardo Taboada, Pedro Concheiro Rodrí-


guez, Manuel Iglesias, Joaquín Martínez, Francisco Marino, Au-
gusto Vila, César Cid, Vicente Doval, Manuel Pereiro, Cayetano
García Carro, Jesús Landeira Iglesias, Jesús Barreiro Costoya,
Jesús R. Montero, M. Lugrís Freiré, Marcial Miguel de la Igle-
sia, Casimiro Torre, Miguel González Amor; Eduardo Méndez
Brandón (por el Ayuntamiento de Vigo); Hugo Orge, Alejandro
Barreiro, W . Fernández Flórez, Antonio Pedreira, Baltasar Suá-
rez Andrade, José Vega Blanco, Galo Salinas Rodríguez, Roque
Espiñeira, Francisco Tettamancy, Manuel Sánchez Cordero
Eladio Rodríguez González,Vicente Fernández López, Eugenio
Carré, Ignacio Marzoa, Manuel Marás, Francisco Bermúdez,
Joaquín Insua, José Cañas, José Queijeiro, Rosendo Muiños,
Vicente Brandariz, Vicente Mantiñán, Manuel Novoa, Se-
cretario.

UN P E N S A M I E N T O D E C U R R O S ENRÍQUEZ

Gloria á los hijos de mi Patria que han sentido indignación


ante el olvido criminal en que yacía la memoria de los Mártires
de la libertad gallega, y han sabido honrarlos levantando á sus
cenizas digno é imperecedero Monumento.
Los que mueren por la Patria resucitan para la posteridad;
pero estos milagros solo los hace el amor, cuando se siente con
la intensidad de Jesús con Lázaro, y de la Liga Gallega na
434 Í<A REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Cruña con Solís, Velasco y sus generosos compañeros; porque


el amor es el único arquitecto que puede transformar, sin derro-
char materiales, la tumba en altar y el sacrificio en triunfo.—
Firmado, M. CURROS E N R Í Q U E Z . — 2 0 Octubre 1 9 0 4 .

*
* *.
OTRO DE CASTRO CHAÑÉ

Una lágrima y un recuerdo de profunda admiración y res-


peto á los Mártires de Carral. — Firmado, J O S É CASTRO
CHAÑÉ.—Carral, Septiembre 2 de 1 9 0 7 .

LISTA DE S U B S C R I P T O R E S

t
CORPORACIONES OFICIALES

Excma. Diputación Provincial de Orense.


Id. id. id. de Pontevedra,
limo. Ayuntamiento de Betanzos.
Excmo. id. de Ferrol.
Id. id. de Lugo.
Id. id. de Mondoñedo.
Id. id. de Orense.
Id. id. de Pontevedra.
Id. id. de Santiago.
Id. id. de Vigo.
Ayuntamiento de Arteijo.
Id. de Ames.
Id. de Baña.
Id. de Bergondo.
Id. de Boimorto.
Id. de Boiro.
Id. de Boqueijón.
Id. de Buján.
Id. de Brión.
Id. de Caldas de Reyes.
Id. de Carballo.
Id. de Camarinas.
Id. de Carral.
Id. de Cée.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 435

Ayuntamiento de Cambre.
Id. de Cápela.
Id. de Castro.
Id. de Cerceda.
Id. de Cesuras.
Id. de Coirós.
Id. de Coristanco.
Id. de Cotovad.
Id. de Curtis.
Id. de Dumbría. *
Id. de Finisterre.
Id. de Laracha.
Id. de La Guardia.
Id. de Mazaricos.
Id. de Malpica.
Id. de Marín.
Id. de Monfero.
Id. de Morana.
Id. de Mugía.
Id. de Neda.
Id. de Noya.
Id. de Ordenes.
Id. de Oroso.
Id. de Ortigueira.
Id. de Outes.
Id. de Oza (Sta. María).
Id. de Oza (San Pedro).
Id. de Paderne.
Id. de Pino.
Id. de Puentes.
Id. de Puebla del Caramiñal.
Id. de Puenteceso.
Id. de Puente Caldelas.
Id. de Puente Sampayo.
Id. de Puerto del Son.
Id. de Rianjo.
Id. de Riveira.
Id. de Sada.
Id. de Santa Comba.
Id. de San Saturnino.
Id. de Serantes.
Id. de Sobrado.
Id. de Teo.
Id. de Tordoya.
43^ LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Ayuntamiento de Trazo.
Id. de Vedra.
Id. de Villarmayor.
Id. de Vimianzo.
Id. de Zas.

Colegio de Abogados de La Coruña.


Cámara de Comercio de Lugo.
Biblioteca de la Excma. Diputación Provincial de Lugo.
Biblioteca del Consulado de La Coruña.
Instituto General y Técnico de L a Coruña.
Id. id. id. de Lugo.
Comisión Provincial de Monumentos de Orense.
Sociedad Arqueológica de Pontevedra.

SOCIEDADES Y CENTROS DE RECREO Y ENSEÑANZA

Centro Gallego, de la Habana.


Casino de Lugo.
Id. Ortegano, de Ortigueira.
Id. de Artesanos, de Mugía.
Id. Republicano, de La Coruña.
Id. de Muros.
Centro Solidario, de La Coruña.
Círculo de las Artes, de Lugo.
Id. de Recreo, de Cée.
Cooperativa Militar y Civil de La Coruña.
Colegio Escuelas Blanco, de Cée.
Escuela completa de niños, de Corme (Puenteceso).
Liceo Casino, de Pontevedra.
Id. Gimnasio, de Pontevedra.
Id. Recreo Orensano, de Orense.
Reunión Recreativa é Instructiva de Artesanos, de La Coruña.
Recreo Artístico é Industrial, de Santiago.
Sociedad Recreo de Artesanos, de Pontevedra.
Redacción y Administración de La Voz de Galicia.

Sres. Don:

Ramón Armada Teijeiro, Escritor, Ortigueira.


Ramón de Arana, id., Ferrol.
Waldo Alvarez Insua, Publicista y Abogado, Madrid.
Francisco Allegue, Secretario de Ayuntamiento, Villarmayor.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 437

Sres. Don:

Excmo. Sr. D. Ezequiel Abente Lago, General de Sanidad


Militar, Madrid.
limo. Sr. D. Saturnino Aller Rodríguez, Abogado y ex-Di-
putado á Cortes, La Coruña.
Antonio Alvarez San Germán, del Comercio, La Coruña.
José Avrillón Bofill, Fotógrafo, La Coruña.
Victorino Abente Lago, Escritor, Mugía.
Alejandro Alvariño Lámela, Secretario del Ayuntamiento
de Cée.
Ramón de Artaza Malvares, Escritor, Muros.
Remigio Astray, Secretario del Ayuntamiento de Laracha.
Manuel Abeledo, id. del de Ferrol.
Celestino Amigo Oreiro, JAbogado y Diputado Provincial,
Ordenes.
Blas Agrá Mancebo, Periodista, Vigo.
Joaquín Arias Miranda, id., id.
Mateo Abella Fernández, Práctico del puerto de Vigo.
Eduardo Alvarez Carballido, Médico, Escritor y Juez Muni-
cipal de Mellid.
Bernardino Alvarez Otero, Comandante Infantería, Coruña.
Juan Alvarez Mendoza, Arquitecto, Madrid.
Daniel Alvarez Romero, Escritor, Consignatario de vapores
y Concejal del Ayuntamiento, Coruña.
Santiago Ameneiro, Industrial, Santiago.

Excmo. Sr. D. Francisco M. de Borbón, General de Divi-


a

sión, Madrid.
Ramón Bernárdez González, Publicista y Abad de la Cole-
giata de La Coruña.
Avelino Barbeito, Escritor, La Coruña.
Francisco M. Balboa Lagoa, Propietario, Mugía.
Víctor Balboa, id., id.
Augusto Barreiro Campos, Propietario, Sigüeiro.
Marcial Baraja, Teniente Coronel de Sanidad Militar, Vigo.
Alejandro Barreiro Noya, Periodista, La Coruña.
Manuel Banet Fontenla, Abogado y Notario, .Monforte.
Jesús Barreiro Costoya, Escritor, La Coruña.
Jesús M. Bello, Periodista, La Coruña.
Juan Beltrán, del Comercio, id.
Celestino Buján, Profesor Normal, Santiago.
Indalecio Barrenechea, Teniente Coronel de Infantería, La
Coruña.
438 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Sres. Don:

Antonio Beis Cadreche, Relojero, Coruña.


Juan Bugeiro, Abogado, Cée.
Salvador Blanco, Procurador, Corcubión.
Eugenio Bañobre, Secretario del Ayuntamiento de San
Saturnino.

R. P. Jesús Carballo, Director del Colegio de Salesianos,


Santander.
Dámaso Calvo Moreiras, Abogado y Diputado Provincial,
Ortigueira.
Fernando Cortés, Pintor, La Coruña.
Federico Cuadrado Pascual, Comandante de Infantería, id.
Ángel Castillo López, Profesor Mercantil y Escritor, id.
Vicente Camota Pérez, Periodista, id.
Eugenio Carré Aldao, Escritor, id.
Eduardo Castillo López, Propietario, id.
Rafael Castillo Pérez Mon, Oficial de Correos, id.
Camilo Castillo Basoa, Teniente de Navio, id.
José Cabrineti, Administrador de Aduanas, Corcubión.
Eduardo Cervino, Secretario del Ayuntamiento, Mazaricos.
Eugenio Carré Alvarellos, Profesor Mercantil, La Coruña.
Gerardo Virgilio Crespo, Abogado del Estado y Escritor,
La Coruña.
Emilio Caamaño Veirp, Muros.
José Cornide, id.
Eduardo Castañón Cruzada, id.
Juan Camino García, Empleado, La Coruña.
Pío Casáis, Notario, Rábade.
Francisco Cubilót Grandal, Oficial del Ayuntamiento, Ferrol.
Julio A . Cuevillas, Abogado, Orense.
•Cándido Calvo Cambón, Abogado y Notario, Maceda.
Vicente Canoura, Periodista, Lugo.
José Cubeiro, Secretario del Ayuntamiento de Padrón.
Ramón Cervino Vázquez, Abogado, La Coruña.
Manuel Chicharro Bissi, Fotógrafo, Santiago.
Santiago Casares Paz, Propietario y Concejal del Ayunta-
miento, Coruña.
Manuel Correal y Freiré de Andrade, Abogado y Propieta-
rio, Coruña.
Manuel C a s a s Fernández, Abogado y Escritor, Coruña.
Juan Casal Gómez, Profesor Mercantil, Coruña.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 429

Sres. D o n :

Andrés Domínguez, Notario, Ordenes.


Enrique Díaz Teijeiro, Secretario del Ayuntamiento de Ber-
gondo.
Ricardo Duran Urpí, Abogado, La Coruña.
Antonio Duro Cotón, Párroco de Sta. Cruz de Montaos.
Antonio Duyos Lorenzo, Oficial de la Secretaría de la Uni-
versidad de Santiago.
Antonio Deibe, Tallista, La Coruña.

Juan M. Espada, Médico y Escritor, (Villaza) Verín.


José Escudero Monteagudo, Marmolista, Coruña.

. Excmo. Sr. D . Juan Fernández Latorre, Diputado á Cortes,


La Coruña.
Benito Fernandez Alonso, Diputado Provincial y Cronista
de Orense.
Abelardo Fernández, del Comercio, Ferrol.
Celso Fernández, Profesor Mercantil, Orense.
Juan Fonte Rodríguez, Secretario del Ayuntamiento de
Puentedeume..
Robustiano Faginas Alvarez, Periodista, La Coruña.
Daniel Fernández Diéguez, Escritor, id.
Fernando F é , Librero, Madrid.
Bernardo Faginas Alvarez, Periodista, La Coruña.
Pedro Ferrer y Sans, del Comercio, La Coruña.
Eugenio Fernandez Leis, Oficial del Ayuntamiento, Vigo.
Cándido Fernández Leis, Secretario del Ayuntamiento de
Riveira.
Rafael Fuembuena, Escritor, Vigo.
Luís Fernández Mouriño, Oficial de Telégrafos, La Coruña.
Francisco Fontaíña, La Rúa.
Manuel Frieiro Aboy, Secretario del Ayuntamiento de
Cerceda.
Francisco de la Fuente, Administrador de Correos, Coruña.
Francisco Fiol, Delineante, Coruña.
Ramón Faginas Arcuaz, Periodista y Secretario del Ayunta-
miento de Sta. María de Oza.
Nicolás Fort Roldan, Publicista y Comisario de Guerra de
primera clase, Cartagena.
Manuel Fernández López, Coruña.
Eduardo Fernández Gándara, Industrial, Santiago,
44° . LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Sres. Don:

limo. Sr. D. Manuel Gómez Adanza, Publicista y Dean de


la Catedral, Santander.
Salvador Golpe Várela, Abogado, Publicista y Juez Munici-
pal de La Coruña.
Ventura García Rivera, Médico y Escritor, Cerdido.
José Gil Alvarez, Médico y Pintor, La Coruña.
José García Fernández, Médico, La Coruña.
Alfredo García Ramos, Abogado y Escritor, id.,
Modesto Garrido Carballo, Oficial del Ayuntamiento de La
Coruña.
José García Fernández, Administrador de La Voz de Galicia,
Coruña.
Joaquín González Núñez, Secretario del Ayuntamiento de
Finisterre.
Gregorio Gil, Tenedor de Libros, (Canarias) Arucas.
Joseph Gallifa de Rosell, Barcelona.
Federico García Ansed, Empleado, La Coruña.
Julián García Larrú, Vigo.
Ulpiano González Andreu, Oficial de Correos, id.
José Gómez y Gómez, Licenciado en Derecho, La Coruña.
Juan García San Millán,' Escritor y Depositario del Ayunta-
miento de Santiago.
José García Barros, Escritor y Abogado, Santiago.
Manuel García Rey, del Comercio, id.
Maximino González, Secretario del Ayuntamiento de
Paderne.
Jerónimo Guillemette, Depositario del Ayuntamiento de
Santa María de Oza.

Agustín Herbella, La Coruña.


José Herraiz Ruibal, Abogado y Registrador de la Propie-
dad, Tuy.
Feliciano Haz, Abogado, Finisterre.

Excmo. Sr. D. Antolín López Peláez, Obispo de Jaca.


Excmo. Sr. D. José Labarta Aguín, General de Sanidad
Militar, La Coruña.
Excmo. Sr. D. Maximiliano Linares Rivas, Abogado y ex-
Senador del Reino, Coruña.
Excmo. Sr. D. Adriano López Morillo, General de Brigada,
La Coruña.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 44I

Sres. Don:

Antonio Lens Viera, Farmacéutico y primer Teniente de


Alcalde del Ayuntamiento de La Coruña.
Manuel Lastres García, Abogado, Mugía.
Gonzalo López Abente, Abogado y Escritor, Mugía.
Manuel Lugrís Freiré, Escritor y Tenedor de Libros, La
Coruña.
Manuel Lámela Ameijenda, Secretario del Ayuntamiento
de Vimianzo.
Manuel Leiras Pulpeiro, Médico y Escritor, Mondoñedo.
Augusto Lorenzo, Tenedor de Libros, L a Coruña.
Paulino Lago, Abogado, Muros.
José López Otero, La Coruña.
Antonio Laviña Durricart, Médico y Escritor, Puerto de
Cariño..
Darío Lenzano Fuentes, Empleado, La Coruña.
Isidoro Lemos Aguiar, Vigo.
Alfredo Leiro López, Mugía.
Bernardo Lezcano, Empleado en Ferrocarriles, Vigo.
Manuel Leis, Abogado, Dumbría.
Francisco Leis Pose, Abogado, Cée.
Jesús Longueira Díaz, Escritor, Coruña.
Dionisio López Noya, del Comercio, Vigo.
Manuel Lezón Fernández, Escritor y Registrador de la Pro-
piedad, Celanova.
Antonio López López, del Comercio, Santiago.
Román López López, Maestro Superior, id.
Manuel Ladrón de Guevara, Teniente Coronel de Infantería,
Santiago.
Ramón Lousa González, Alcalde del Ayuntamiento de San-
ta María de Oza.
Ángel López Rouco, Industrial, Coruña.

Manuel Murguía, Cronista de Galicia, La Coruña.


limo. Sr. D. Marcelo Macías García, Historiador y Catedrá-
tico del Instituto, Orense.
Federico Maciñeira Pardo, Cronista de Ortigueira.
Andrés Martínez Salazar, Cronista de La Coruña.
Eduardo Méndez Brandón, Decano del Colegio de Aboga-
dos, Coi uña.
Fernando Mon Vázquez, Escritor y 2 . Teniente de Infante-
0

ría, Coruña.
Amador Montenegro Saavedra, Abogado y Publicista, Vigo.
44 2
LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE I846

Sres. D o n :

Enrique Martínez González, Oficial mayor del Ayuntamiento


de Santiago.
Pedro Morodo Gómez, del Comercio, La Coruña.
Antonio Menéndez, Escritor, Lugo.
José Mareque Sinde, Abogado y Depositario de la Diputa-
ción de La Coruña.
Jenaro Marinas González, Escritor y Empleado, La Coruña.
Luciano Marchesi Buhigas, Banquero, Jefe de Fomento de
La Coruña.
José Marchesi Buhigas, Banquero, id.
Miguel Mateos, Vigo
Camilo Molins Carrera, Oficial de la Armada, id.
Heriberto Martínez Esparís, Abogado y Secretario de la
Audiencia Territorial de la Coruña.
Raimundo Montes, Secretario del Ayuntamiento de Cesuras.
Esteban Marino Caldelas, Oficial de la Contaduría del Ayun-
tamiento de Santiago.
Laureano Martínez Brañas, Profesor Mercantil, L a Coruña.
Manuel Miñones Barros, Banquero, Corcubión.
José Millán, Diputado Provincial y Director de La Corres-
pondencia Gallega, Pontevedra.
Vicente Martínez Cabaleiro, Secretario del Ayuntamiento
de Ares.
Manuel Martínez Toba, Alcalde de Mugía.
José Moscoso Carro, Cura Párroco de Albijoy.
Luís Malvarez Romero, Muros.
Ramón Malvarez Dubert, id.
Rogelio Moreda Alvariño, Doctor en Medicina y Contador
del Ayuntamiento de Santiago.
José María Marras, Profesor de Latín, id.
Casimiro Marras Pereiro, Profesor de Segunda Enseñanza,
Santiago.
Lino Molina Couceiro, del Comercio y Concejal del Ayunta-
miento de L a Coruña.

Mauuel Núñez González, Escritor y Registrador de la Pro-


piedad, Verín.
Mauro Núñez González, Alcalde de Villardebós.
Ezequiel Núñez Núñez, Capitán de Infantería, Valladolid.
Vicente Naveira Veiga, Industrial, Santiago.
José Ignacio Novo, Profesor de Primera Enseñanza, Muros.
Norberto Noya Mira, Mugía.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 443

Sres. Don:

Ricardo Ñores, Ferrol.


Julio Núñez González, Escritor, Lugo.
José Novo Paz, Secretario Judicial, Mugía.
Román Navarro, Pintor y Director de la Escuela de Artes
é Industrias de La Coruña.
Manuel Novoa -López, Secretario del Ayuntamiento de
Carral.

Luís Otero Pimentel, Escritor y Coronel de Infantería, Cádiz.


Cesáreo Otero Fernández, Cura Párroco de San Julián de
Soñeiro.
César Otero Pardo, Propietario, Carral.
Emilio Osende Lira Zaetón, Secretario del Ayuntamiento
de Zas.

Eduardo Pondal Abente, Publicista y Médico, Puenteceso.


José Antonio Parga Sanjurjo, Magistrado y Escritor, Vivero.
José Pérez Ballesteros, Escritor y Director del Instituto de
La Coruña.
José R. Pulleiro Moredo, Coronel de Infantería, La Coruña.
José Porras Menéndez, Abogado, Escritor y Vicepresidente
de la Diputación Provincial de Orense.
Pío de Pazos y Vela Hidalgo, Coronel de Infantería, Burgos.
José de Pazos y Vela Hidalgo, Publicista y Teniente Coronel
de Infantería, Valladolid,
Alfredo Plasencia Cassina, Teniente Coronel de Infantería,
La Coruña.
Francisco Ponte y Blanco, Escritor y Sobrestante primero
de Obras Públicas, id.
Federico Pita Espelosín, Publicista y Capitán de Infantería, id.
José Arturo Paz, Abogado y Secretario del Ayuntamiento
de Vedra.
José Pérez Neu, Abogado y Diputado Provincial, Noya.
Federico Pérez Linares, Licenciado en Derecho, La Coruña.
Francisco Pórtela Pérez, Escritor, Pontevedra.
Luís Pita da Veiga, Licenciado en Derecho, La Coruña.
Enrique Peinador Lines, Escritor, Mondariz.
José M. Paredes, Impresor, Santiago.
Augusto Pozzi, Profesor Mercantil y Fabricante, Lugo.
. Leandro Pita y Sánchez Boado, Abogado, Ortigueira.
Carlos Pedrosa Pérez, Lugo.
Antonio Pena, Recaudador de Contribuciones, Mazaricos.
444 LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 1846

Sres. Don:

Vicente Pérez Martínez, Propietario, Camarinas.


Antonio Pórtela, Fotógrafo, La Coruña.
Emilio Piñeiro, Secretario del Ayuntamiento de Castro.
Pablo Pérez Costanti Ballesteros, Publicista, Archivero del
Ayuntamiento de Santiago.
José Panisse Serrano, Periodista, La Coruña.
Baldomero Posse, Abogado y Actuario del Juzgado de Pri-
mera Instancia de Ordenes.
Ángel Pérez Remesar, Empleado en el Instituto de Santiago.

Excmo. Sr. D. Felipe Romero Donallo, Diputado á Cortes,


Santiago.
Aurelio Ribalta, Escritor y Abogado, Madrid.
Antonio Rodríguez Rouco, Médico y Escritor, La Coruña.
Enrique Real Magdaleno, Escritor y Catedrático de la Es-
cuela Superior de Comercio de Valladolid.
Enrique Rodríguez Garrido, Escritor y Farmacéutico, Lugo.
Santiago Rivero y Rivero, Propietario, Jubia.
Francisco Rodríguez Besteiro, Escritor, Lugo.
Antonio Abelardo Rey Escariz, Escritor, La Coruña.
Daniel de la Rosa Rodríguez, Presbítero, La Coruña.
Jesús Rodríguez Montero, Abogado y Secretario del Ayun-
tamiento de Santiago.
Eduardo Rosón López, Abogado y Diputado Provincial,
Becerrea.
Felipe Romero Louro, Presbírero, Muros.
Germán Romero López, Mugía.
Jesús Rivera Marcóte, Oficial del Ayuntamiento, Finisterre.
José Rodríguez López, Secretario del Ayuntamiento de Teo.
Ramón Rodríguez Sanjurjo, La Coruña.
Ángel Rey Lorenzo, Oficial primero del Ayuntamiento de
Santiago.
José Rodríguez, Administrador de Correos de Santiago.
Eladio Rodríguez González, Periodista, La Coruña.
Nicolás Roberes González, Empleado, id.

Rodrigo Soriano, Diputado á Cortes, Madrid.


Pedro Sanjurjo Florez, Abogado y Propietario, Granja de
Amados, Valdeorras.
Justo Sancho Miñano, Coronel de Infantería, Tuy.
Víctor de Silva Posada, Escritor, Mondoñedo.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 445

Sres. Don:

Casto Sampedro, Abogado, Publicista y Director de la So-


ciedad Arqueológica de Pontevedra.
Manuel Serapio Casal, Escritor y Cura Párroco de San Vi-
cente de Elviña.
Rodrigo Sanz, Publicista y Abogado, Coruña.
Ricardo Seijo Pita, Sobrestante primero de Obras Públicas,
La Coruña.
Manuel Salgado Rosende, Escritor y Fabricante, id.
Jaime Sola Mestre, Director de El Noticiero de Vigo, Vigo.
Carlos Sola Mestre, Escritor, id.
Antonio Santiago Tañí, Secretario Judicial, L a Coruña.
Luís Suárez Gutiérrez, Director de La Lucha, Vigo.
José M. Signo Neda, id.
a

Antonio Seoane Pampín, Maestro Compositor de Música,


Ferrol.
José Souto-Iglesias, Cura Párroco de Muros.
Germán Seijo Pita, Empleado, La Coruña.
Abelardo de Santiago Gadea, del Comercio, id.
Pedro Sendón, Propietario, Dumbría.
Francisco Suárez Salgado, Escritor y Presbítero, Santiago.

Francisco Taboada Dieguez, Diputado Provincial, Santa


Comba.
Antonio Trasmonte Velasco, Maestro Superior de Primera
Enseñanza, Padrón.
Federico Tordo Orosa, Farmacéutico, Cée.
José Teijeiro Martínez, Oficial primero del Ayuntamiento de
Ortigueira.
Clemente Trápaga y Errazú, Empleado en Ferrocarriles,
Vigo.
Juan Tejada Velasco, Periodista, La Coruña.
Ricardo Tenreiro, Oficial primero del Ayuntamiento de
Betanzos.

José Luís Ubieta Echevest, Licenciado en Derecho, L a


Coruña.

Eugenio Vidal Alonso, Coronel de Artillería, L a Coruña.


Fernando Vales Brieba, Comandante de Infantería, id.
Antonio Viñes Gilmet, Abogado y Notario, id.
José Vega Blanco, Periodista, Lugo.
44Ó LA REVOLUCIÓN GALLEGA DE 184Ó

Sres. D o n :

Indalecio Várela Lenzano, Publicista, Lugo.


Florencio Vaamonde Lores, Publicista, La Coruña.
Manuel Viturro Posse, Abogado, Secretario de la Diputa-
ción Provincial de la Coruña.
Heraclio Vergne Núñez, Industrial, id.
Cesar Vaamonde Lores, Escritor, L a Coruña
Emilio.Vergne Ortega, Industrial, id.
Domingo Villar Grangel, Publicista y Abogado, Madrid.
Enrique Villardefrancos Cólmelo, Escritor, Ordenes.
Ricardo Vázquez Núñez, Médico, Boimorto.
Tomás Villar Altesor, Oficial segundo del Ayuntamiento de
Ortigueira.
Andrés Várela, Abogado, Sigüeiro.
Alfonso Vázquez Martínez, Industrial, La'Coruña.
Ismael Vidal Ojén, Farmacéutico, id.
Daniel Vázquez Paz, Mugía.

Antonio Wais Facorro, Propietario, La Coruña.

Marcial Miguel de la Iglesia Vázquez, Escritor, Maestro de


Instrucción Primaria y de la Escuela completa de niños de Corme
Puenteceso.
Manuel Iglesias Rápela, Médico, Oroso.
Serafín Insua Miñones, Médico, Mugía.
Ramón Iglesias Taboada, Empleado, L a Coruña.

Ramón Zinck Zas, del Comercio, La Coruña.

REPÚBLICA DEL BRASIL

Sres. Don:

Matías Fernández Murías, Río Janeiro.


Enrique Fernández, El P a r a .
José San Miguel, id.
Gumersindo San Miguel, id.
José Rodríguez Fernández, id.
Ángel Cardama Castro, id.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN 447'

Sres. Don:
José Alfaro Sotelino, El Para
Maximino Mirón Ramos, id.
Joaquín Montes Ucha, id.
Manuel Garrido Cabadas, id.
José Amoedo, id.
Manuel Cabadas Garrido, id.
Heliodoro Fraiz, id.
Manuel Claro Cal, id.
José Esteve del Río, id.
José Riveiro Freiré, id.

REPÚBLICA DE CUBA

Sres. Don:

Revista Galicia Habana.


Dr. Constantino Fíorta, id.
José B. Cerdeira, id.
Alfredo Nan de Allariz, id.
Vicente López Veiga, id.
Severino T . Solloso, id.
Elíseo García, id.
José Antonio Villamil, id.
Peregrino Miguez Mirazo, id.
Francisco García, id.
Manuel Sánchez Martínez, id.
Manuel Reigosa Sieiro, id.
José M. Méndez Bouzas,
a
id.
Manuel Garrido Paz, id.
Eusebio Marino Polo, id.
Isidro García, id.
José Otero, id.
Santiago Nuevo, id.
José García Martínez, id.
Antonio Lagoa, id.
Manuel Vidal Boullón, id.
Claudio Rivero Louzán, id.
Abelardo Anca, id.
Antonio André, id.
Delfín Vaamonde, id.
448 LA REVOLUCIÓN GALLEGA Í)E 1846

Sres. Don:

David Alvarado Casares, Habana


Hipólito Trigo Ribadavia, id.
Francisco Carracedo, id.
Robustiano Anca, id.
Ricardo Monteagudo, id.
Francisco López Vargas, Guantánamo.
Arturo N. Armesto, id.
José Vico Mosquera, id.
Emilio Eireos Conde, id.
José González Juncal, id.
José Garrote Lagares, id.
Domingo Riveira, id.
Pedro Vázquez, id.
Marcial Gómez, id.
Manuel Peña, id.
Manuel Lamas, id.
Manuel Mayo, id.
Manuel Prieres, id.
Jesús Torviso, id.
José Fuentes, id.
Ramón Vila, id.
Manuel Teijeiro López, id.
Joaquín Vales, Santiago de Cuba.
Arturo García Ron, id.
Manuel Várela, Cienfuegos.
Enrique Giménez, Rodas.
Amadeo Fernández, id.
Benito González, Santa Clara.
Modesto Ada Barral, Comerciante, Camagüey.
José Castro Chañé, Maestro Compositor de Música, Habana.
Dr. José López Pérez, Abogado y Presidente del Centro
Gallego de la Habana.
Doctor Secundino Baños, Abogado y Escritor, Habana.
Plácido Lugrís Freiré, Tenedor de Libros y Escritor, id.
Ángel Barros Freiré, Tenedor de Libros y Escritor, id.

F R A N C I A

Mr. Laurent de Rillé, Abogado, Publicista y Maestro Com-


positor de Música, París.
FRANCISCO TETTAMANCY GASTQN 449

II* -A. Xj X A.

Sr. Antonio Padula, Publicista, Ñapóles.

PORTUGAL

Dr. José Leite de Vasconcellos, Arqueólogo, Conservador de


la Biblioteca Nacional, Lisboa.
D . Carolina Michaeles de Vasconcellos, Escritora, Porto.
a

SUECIA

Dr. Góran Bjórkman, Publicista, Profesor del Instituto Nobel,


Stockholm.

N o t a . —Las Corporaciones, Sociedades y particulares que figuran en la pre-


cedente lista, se han subscripto por ejemplares cuyo número varía de uno á
treinta.

r
\sO

> -29
FRANCISCO TETTAMANCY GASTÓN

ADICIÓN Á LA L I S T A D E SUBSCRIPTORES

Señores Don:

Francisco Allegue, Secretario del Ayuntamiento de Villar-


mayor.
Luis Alvarez Estrada, Oficial del Banco de España, Coruña.
Ramiro Blanco, del comercio, Vigo.
José Badía Alvarez, Abogado, Coruña.
Víctor Cardalda, Médico, Finisterre.
Alfredo de la Fuente, del comercio y escritor, Coruña.
José García Portáis, Muros.
Antonio García Fernández, de Valdoviño.
Ángel López Pérez, Abogado y primer Teniente de Alcalde
del Ayuntamiento de Lugo.
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ÍNDICE DE LOS CAPÍTULOS

PÁGINAS

INTRODUCCIÓN

C A P Í T U L O I.—El pronunciamiento de Lugo.—Los batallones segundo


del Regimiento Infantería de Zamora y Provincial de G i j ó n . —
Proclamación del pronunciamiento por D. Miguel Solís y Cue-
tos.—Prisiones que se efectuaron.—Nombramiento de una Junta
de Gobierno.—Resoluciones de la misma. . . . . . . 13

C A P Í T U L O II.—Tentativas del pronunciamiento en L a Coruña.—Los


generales Puig Samper y Villalonga.—El Regimiento Infantería
de Zamora.—Salida de Solís para Lugo.—Medidas de precau-
ción adoptadas por las autoridades coruñesas 25

C A P Í T U L O III.—Sublev»ción de la ciudad de Santiago.—El batallón


Provincial de Zamora y el escuadrón de Villaviciosa.—Nombra-
mientos de la Junta de Gobierno y de un nuevo Ayuntamiento.—
Providencias adoptadas por aquélla.— Nuevas resoluciones de
la Junta.—Alistamiento de los estudiantes de la Universidad en
favor de la Revolución • 43

C A P Í T U L O IV.—Sale á operaciones J a columna de Puig Samper.—


Situación de la ciudad de Santiago.— Entrada en ésta de las
fuerzas de Solís.—Recibimiento que tuvieron. — Partida para
Sigüeiro de la columna revolucionaria.—Encuentro en dicho
punto entre ésta y la del general Puig Samper.—Armisticio pac-
• tado entre ambas columnas . . . , , , , •, , . , 61
452 ÍNDICE DE LOS CAPÍTULOS

PÁGINAS

C A P Í T U L O V.—Consideraciones acerca del armisticio.—Expedición á


Pontevedra de la columna de D. Sebastián Arias—Inquietudes
del general Villalonga.—Sublevación de la ciudad de Ponteve-
dra.—Salida de Solís para esta capital y acuerdos de la Junta de
Santiago.—Pronunciamiento de Vigo . 79

C A P Í T U L O VI.—Ocupa Puig Samper á Santiago: providencias que


adoptó.—Movimientos de los revolucionarios: D. Leoncio Rubín
de Celís.—Retrocede Puig Samper á Sigüeiro. —Ataca Solís á
Puig Samper: resultados del encuentro.—-Evacuación de Sigüei-
ro por ambas fuerzas enemigas.—Después del combate . . . 101

C A P Í T U L O V I I . — Constitución de la Junta Suprema de Galicia.—


Acuerdos y gestiones de la misma.—Solís y Rubín son nombra-
. dos por ella, Mariscales de campo del Ejército libertador galle
go—Formación de dos divisiones expedicionarias.—Operaciones
que efectuaron 123

C A P Í T U L O V I I I . — D . Ramón M . a
Narváez.—El general C o n c h a . —
Inaugura éste su campaña contra los sublevados.—Derrota en
Astorga al general revolucionario D. José Martín de Iriarte.—
Continúa Concha sus operaciones por Galicia.—Causa formada
al general Puig Samper.—Movimientos de la primera división
d e l « Ejército Libertador de Galicia».—Amaga Solís á L a Co-
ruña.—Temores del general Villalonga—Entrada de Solís y de
su división en Betanzos.—Sitio del Ferrol.—Situación de esta
ciudad 143

C A P Í T U L O IX.—Orense y sus intentos de rebelión.—Museo de la Co-


misión provincial de Monumentos de Orense. — Movimientos de
la segunda división del Ejército libertador.—Bloqueo de la ciu-
dad de Orense por los revolucionarios. — Consecuencias que
surgieron 189

C A P Í T U L O X.—Reformas económico-gubernativas adoptadas por la


Junta Superior de Galicia.—El periódico La Revolución.—Medi-
das de precaución para combatir al ejército del general Con-
cha.—Sospechas de traición atribuidas á Rubín.—Quejas produ-
cidas por Solís á la Junta Suprema.—Contestación de é s t a . —
Plan de operaciones de campaña.— Sublevación de los buques
de guerra Nervión y Astuto.—El Infante D. Enrique María de
Borbón: Incidentes que ocurrieron . • , . . . . , . 209
ÍNDICE DE LOS CAPÍTULOS 453

PAGINAS

C A P Í T U L O XI.—Operaciones del general Concha.—Amaga éste á


Lugo intimando la rendición de la plaza: Negativa de los sitia-
dos.—Continúa Concha en sus movimientos, entrando en la ciu-
dad de Orense.—Recelos del general Villalonga 235

C A P Í T U L O XII.—Movimientos de la División de Solís y avance de


las fuerzas de Concha.—San Simón de Cacheiras y Montouto.—
Preparativos estratégicos de ambos ejércitos.—Batalla de Mon-
touto conocida por la de Cacheiras 251

C A P Í T U L O XIII.—Continúa la acción en las calles de Santiago.—


El Convento de San Martín.—Los sublevados se refugian en
este edificio.—Toma del mismo por las fuerzas de C o n c h a . —
Rendición de la División de Solís 271

CAPÍTULO XIV.—Preliminares.—Sentencia pronunciada contra don


Miguel Solís y Cuetos y sus compañeros.—Los fusilamientos.—
Comentarios. . . . . . . 297

C A P Í T U L O XV.—Bloqueo de Lugo por el general Villalonga.—Con-


diciones de capitulación propuestas por la Junta lucense.—
Negativas del sitiador y bombardeo de la plaza.—Rendición de
ésta 321

C A P Í T U L O XVI.—Operaciones de la segunda División del Ejército


libertador.—Dispersión de la misma.—Prosigue Concha en sus
movimientos. — Fuga de las Juntas revolucionarias. — Desarme
de los batallones sublevados - . 343

C A P Í T U L O X V I I . — Después del descuajo.—Persecuciones: L a Con-


desa de Espoz y Mina.—Insistencias del general Villalonga sobre
expatriaciones.—Juicios de Balines.—Se les concede á los pro-
nunciados las cruces de Valor y Constancia y de Beneméritos de
la Patria.—Son condecorados con la laureada de San Fernando
los 2 5 nacionales que lucharon en Cacheiras.—El Monumento
á los Mártires de Carral.—Inauguración del mismo.—Fin . . 371

APÉNDICES . . . . , 397

Relación de subscripciones 434


ÍNDICE DE FOTOGRABADOS

o-»ci e

P Á G I N AS

Retrato del autor 3


Muralla de Lugo . |6
Retrato de D. Miguel Solís y Cuetos 18
El Liceo, periódico coruñés 35
Croquis de la Coruña en el año 1 8 4 5 39
Vista de Betanzos sobre el Mandeo 63
Convento de San Francisco de Pontevedra 90
Vigo: Castillo del Castro 93
Carral: Iglesia de San Esteban de Paleo 108
Puente de Sigüeiro sobre el Tambre 116
Vista general de Ortigueira 124
Facsímiles del periódico El Porvenir !3oyi3i
Castillo de San Antón de La Coruña 162
Torre de Hércules 167
Jardín de San Carlos de L a Coruña 170
Vista general de Puentedeume 179
Ferrol: Vista de la Cabana 181
Vista general del Ferrol en el año 1 8 4 6 . 185
Orense: Puente Mayor 198
Vista general de Orense 202
Facsímiles del periódico La Revolución 2i8y2i9
Retrato de D. Pío Rodríguez Terrazo 223
Pontevedra: Capilla de Santa Margarita (Mourente). 229
Retrato del Infante D. Enrique María de Borbón . . . . 232
Lápidas romanas incrustadas en las murallas de Lugo . . . 238
Valle de Cacheiras (Teo) 257
ÍNDICE DE LOS FOTOGRABADOS 455

PAGINAS

Pontillón da Riveira (Teo) • 262


Lugar de Montouto (id) 264
Vista de Montouto (id) 266
Hospital Real de Santiago 268
Santiago: Puente de la Rocha 273
Id. Plazuela de las Platerías 279
Id. Colegio de Fonseca 282
Id. Convento de San Martín Pinario 284
Id. Fachada del Obradoiro de la Catedral 286
Id. Claustro de la Catedral 289
Id. Torre del reloj de la Catedral 291
Vista general de Santiago 295
Carral: Capilla del Socorro 3 ° °
Id. Mesón en donde se constituyó el Tribunal Militar . . 301
Id. Monte do Xalo 3°8
Id. A Fraga do Rey 3 "
Id. Tumba de Solís 314
Id. Tumbas de Daban y Ferrer . 3*6
Id. Vista exterior del Cementerio de Paleo 318
Lugo: Las Murallas 3 3
2

Id. Paseo de la Muralla y Palacio de la Diputación Pro-


vincial ' 3 9
2

Id. Plaza de la Constitución 33'


Id. Ábsides exteriores de la Catedral y de la Capilla de
Nuestra Sefiora de los Ojos Grandes 333
Vista general de Lugo 338
Id. id. de Verín 345
Id. id. de Ribadavia . 347
Id. id. de Cuntis 35°
Id. de la playa de Noy a 35&
Id. parcial de Padrón 361
Id. general de Vigo en el afio 1846 3<>4

Id. parcial de Tuy 3*>7

Id. general de Pontevedra 3*>8

Id. id. de la Coruña en el año 1 8 4 6 374


Cruz de Valor y Constancia 3^3
Monumento erigido á los Mártires de Carral 389
DE EEEATAS

GINA LÍNEA D 1 C E' DEBE DECIR

VII 13 rendían vendían


XII 14 á que entonces los á que los

74 2 (nota) de Velloa de UHoa


6 » Velloa Ulloa
> 10 » Velloa Ulloa
121 21 < apesar < á pesar

138 > encuentto encuentro


l8l 5 de de la plaza de la plaza
192 8 (nota) siglo XIV siglo xv
» 12 / verdadeyro e verdadeyro

> 23 (nota) crinaledos, lucernas crínale, dos lucernas


> 24 > Urceolos urceolos
> 27 » azulejos bizantinos azulejos estilo bizantino

32 » tapiz de cuero tapiz y un cuero


194 24 > Director Presidente
257 1 tradi tra-

3i5 29 D. Fermín Mariné • D . Manuel Ferrer

+*»>
OBRAS D E L AUTOR

Historia Comercial de la Coruña, agotada.


Enredadas, poesías en gallego (fuera de venta), agotada.
O Castro de Cañas, poemeto en gallego, agotada.
Diego de Samboulo, leyenda histórica, verso y prosa
gallegos, agotada.
L a Revolución Gallega de 1846.

PRÓXIMAS Á PUBLICARSE

Elviña, Britanos y Galos, batalla librada el 16 de Enero


de 1809.
Zapicadas, versos gallegos.
Lope de Vilouzás, estudio histórico (siglo xiv).
El Monasterio de Cánduas, estudio histórico (siglo xiv).
Los pedidos á la Librería de E. Carré, Riego de
Agua, 16, ó á su autor, Barrera, 34, pral. L a
Coruña.

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