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-Las leyendas, muchas veces, dan cuenta de explicaciones de fenómenos naturales a partir de una serie de acontecimientos narrativos que sucedieron hace
mucho tiempo. En “La Leyenda del Viento”, por ejemplo, el escritor Oche Califa realiza una versión en la que encontramos distintos animales de nuestra fauna
autóctona que nos narran el origen del viento y sus sonidos. Les pedimos que lean ahora el comienzo de esta leyenda:
“Los guanacos y las vicuñas rieron. Era un grupo no muy numeroso que se había reunido en un llano de San Guillermo, rodeado de montañas
altísimas. No es habitual que las dos especies se junten, pero aquí sí lo es”.
Califa, Oche: La leyenda del viento, Buenos Aires, Ministerio de Educación,
Ciencia y Tecnología, Campaña Nacional de Lectura, 2007
La leyenda del viento 2-Todos volvieron a reír. Sí, la muy hábil lagartija, hostigado y en peligro,
Oche Califa había soltado la cola, que le volvería a
1-Los guanacos y las vicuñas rieron. Era un grupo no muy numeroso que se
había reunido en un llano de San Guillermo, rodeado de montañas altísimas.
No es habitual que las dos especies se junten, pero aquí sí lo es.
La risa hizo acercar a un suri o ñandú cordillerano, que preguntó:
– ¿Se puede saber qué es tan gracioso?
Un guanaco dijo por lo bajo: “Miren los ojos de curioso que tiene el suri”;
pero una vicuña le contestó:
–Ayer un gato andino quiso atrapar una lagartija, pero se quedó con la cola,
nomás.
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3-crecer, y disparó. ¡Bien que hizo! 4–Anduvo a las corridas y los revoloteos un buen rato…
A la reunión se unieron un zorro colorado, siempre dispuesto a burlarse de –siguió el guanaco. El zorro sonrió gustoso y buscó la complicidad, con la
los demás, y un carancho o matamico, que bajó de un cerro. Al rato llegaron mirada, de otros animales chicos que también odiaban, y además temían, al
otros animales. cóndor.
El viento corría fuerte en el llano y en su atropellada sólo se llevaba por –Al fin se subió dando saltitos a unas piedras y de allí logró levantar vuelo.
delante algunas piedras, cactus y la fornida yareta, planta tan dura como una El carancho dijo:
roca. No había hombres a la vista. No los había generalmente, aunque la –Son las desventajas de ser tan grandote. ¡Grandote al cuete!
región fue en otro tiempo dominio de los incas, que atrapaban las vicuñas Varios soltaron la risa por la expresión. Si hubiese sido una ronda de
para hacer con sus pelos finas ropas. También obtenían plomo de la montaña, gauchos, y no de animales, andaría dando vueltas el mate y, tal vez, la
cosa que hoy en día también se hace. De todos modos, siempre hay poca guitarra. Pero los animales no matean ni saben tocar instrumentos.
gente por aquí. Eso sí, algunos cantan muy lindo, como los jilgueros que viven, numerosos,
La reunión seguía animada, porque, como suele suceder, un cuento trae otro. por aquí.
Sobre todo cuando en el grupo hay algunos charlatanes, como el guanaco que Pero regresemos a escuchar qué otras cosas cuentan:
dijo: –Me contó vez pasada
– ¿Saben que los otros días un cóndor bajó al llano y después no podía
remontar? 6–Mal para mí. ¡Me clavé unas espinas que todavía, cuando me acuerdo, me
Los demás escucharon y algunos asintieron, porque sabían que eso le podía duelen!
ocurrir al cóndor. Eso sí fue feliz para varios de los que escuchaban, que sonrieron, satisfechos.
A nadie le gusta escuchar historias donde triunfan los malos, y los pobres que
sufren no obtienen más que dolor e injusticia. Aunque esas historias existen.
La que comenzó a contar una vicuña era una de esas:
–Hace muchos años –dijo– un indio joven se enamoró de una indiecita. Pero
ella era princesa y él no podría convencer a los padres de que lo aceptaran
como novio. Así y todo, la princesa lo quiso en secreto. Entonces se
encontraban al caer la tarde detrás de unas montañas y charlaban y soñaban
con poder un día casarse y tener hijos. El indiecito sabía tocar la quena muy
bien e inventaba melodías muy
5-un jilguero –justamente nombró a este pájaro una vicuña– que junto al
arroyo que baja más allá han crecido las margaritas como nunca…
El comentario no obtuvo mayor respuesta porque a todos les interesaban
historias que tuvieran alguna emoción o una picardía. Para ello, nada mejor
que el zorro, que dijo:
–Un día corrí a un chinchillón por ahí, cerca del arroyo.
El muy ladino me tuvo de acá para allá un rato largo, metiéndose entre las
piedras, volviéndome loco con sus carreritas ligeras.
A muchos no les gustó lo dicho, porque sabían que el ladino, en realidad, era
el zorro y no el pobre chinchillón perseguido. Un guanaco preguntó:
– ¿Y cómo terminó la corrida?
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7-lindas. Lamentablemente, llegó un día en que los padres anunciaron que 8-poncho y tocó una melodía bellísima, para que ella lo escuchara.
casarían a la hija con un príncipe de más al norte para que, de esa manera, Después…
una sola familia fuera dueña y señora de la región. – ¡Qué importa del después! –dijo el suri, con los ojos nublados por la
– ¡No hay felicidad para el pobre! emoción.
–exclamó el carancho. –Cierto. Pero la cosa es que el indiecito subió a las más altas montañas, que
–Exacto. Y el hecho finalmente se produjo. Aunque un día antes de tener que están siempre nevadas, y allí se perdió para siempre. Aunque, eso sí, no ha
partir la princesa a conocer su futuro esposo, se reunió con el indiecito y le muerto.
dijo que ella sólo iba a quererlo a él en su vida, y que no lo olvidaría jamás… – ¿No? –preguntaron varios animales, muy admirados.
– ¡Hubiesen huido juntos! –propuso un guanaco. –No. Ustedes han oído que a veces el viento trae una música, ¿no es cierto?
–Imposible –dijo la vicuña–. Una india vieja le seguía siempre los pasos a la Un lamento triste. Bueno, es música de la quena dolida del indiecito, que
princesa y, aunque la dejaba que se viera con el indio pobre, jamás hubiese ahora es un viejo que se niega a morir, como antes se negó a tener otra
permitido que se escapara, porque si no ella ligaría una tunda de palos. oportunidad de ser feliz en la vida.
– ¿Y qué pasó, entonces? –preguntó el zorro. Todos quedaron impresionados con el relato. Y como era tarde, uno a uno los
–La princesa se fue. Iba custodiada por un grupo de indios armados. Desde lo animales buscaron su refugio para pasar la noche. También se fue el viento…
alto de un cerro, el indiecito la vio partir, sacó la quena que llevaba bajo el como quien llora.
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Jueves 14/05
1-Leer “La leyenda del viento”. Esta vez, vamos a leer otra parte de la leyenda que dice así:
Viernes 15/05
1-Leer la parte final de “La leyenda del viento”, que dice así:
“–¿Y qué pasó, entonces? –preguntó el zorro.
–La princesa se fue. Iba custodiada por un grupo de indios armados. Desde lo alto de un cerro, el indiecito la vio
partir, sacó la quena que llevaba bajo el poncho y tocó una melodía bellísima, para que ella lo escuchara. Después…
–¡Qué importa del después! –dijo el suri, con los ojos nublados por la emoción.
–Cierto. Pero la cosa es que el indiecito subió a las más altas montañas, que están siempre nevadas, y allí se perdió
para siempre. Aunque, eso sí, no ha muerto.
–¿No? –preguntaron varios animales, muy admirados.
–No. Ustedes han oído que a veces el viento trae una música, ¿no es cierto? Un lamento triste. Bueno, es música de
la quena dolida del indiecito, que ahora es un viejo que se niega a morir, como antes se negó a tener otra
oportunidad de ser feliz en la vida.
Todos quedaron impresionados con el relato. Y como era tarde, uno a uno los animales buscaron su refugio para
pasar la noche. También se fue el viento… como quien llora”.
Califa, Oche: La leyenda del viento, Buenos Aires, Ministerio de Educación,
Ciencia y Tecnología, Campaña Nacional de Lectura, 2007.
2-Luego de la lectura del final de la leyenda les pedimos que respondan estas preguntas:
a)-La historia de amor es la leyenda que explica el origen de un elemento de la naturaleza que forma parte, aunque
no se vea.
¿De qué elemento se trata? ¿Cómo surge? ¿A partir de quién y de qué instrumento?
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