Actividad 3 Perspectiva Analisis
Actividad 3 Perspectiva Analisis
Actividad 3 Perspectiva Analisis
CARACT
ERIZACI
ÓN DE
LA
POBLACI
ÓN CON
IMPEDI
MENTO
S
FÍSICOS
REALIZADO POR:
T.S.U.NOIRALID CAMARILLO
C.I.:17.951.211.
Caracterización de la población con impedimentos físicos,
Tomando en cuenta sus habilidades físicas, cognitivas y sus
Implicaciones.
La Los docentes deben entender la naturaleza cambiante del niño con artritis,
pues al sufrir una noche de dolor y despertarse con la rigidez que este dolor
ocasiona, da lugar a que el niño sea poco sociable y colaborador durante la
actividad escolar. Se debe evitar que permanezca sentado o mantenerse en una
misma posición por tiempo prolongado, para prevenir que sobrevenga la rigidez.
Se le debe estimular a cambiar de posición frecuentemente y a realizar actividades
físicas. En ciertos tipos de artritis, se pueden presentar problemas visuales y el
maestro debe estar alerta a dificultades potenciales. Miller (en Cartwright, 1984)
reporta que la mayoría de los niños bajo elevadas dosis de aspirina tendrán una
pérdida auditiva a los tonos elevados mientras toman la medicación, pero esta
retorna a sus límites normales cuando es descontinuada la ingesta del
medicamento. Por último, es importante mencionar dentro de este grupo la
Escoliosis. Un ejemplo de escoliosis congénita es la formación inadecuada o
segmentación de los huesos de la columna vertebral. La curvatura lateral
(escoliosis) de esta última puede ser causada por condiciones congénitas,
neuromusculares o idiopáticas (causa desconocida). Los niños con
mielomeningocele pueden sufrir de escoliosis congénita. También es común como
impedimento asociado en aquellos niños que padecen de trastornos musculares
como la parálisis cerebral, distrofia muscular o daño en la columna vertebral. El
tipo más común de scoliosis es la idiopática. Ocurre con mayor frecuencia en
niñas adolescentes. La deformidad ocurre en el continuum de leve hasta severa, y
el tratamiento, dependiendo de la severidad, consiste de ejercicios, braces u
operación para fusionar la médula. Los maestros pueden ayudar a evitar que la
escoliosis se convierta en severa, vigilando el posicionamiento adecuado de los
niños y alertando al equipo médico si observa el comienzo de una columna
curvada. Algunas escoliosis se pueden prevenir si aquellos responsables de
trabajar con el niño durante la infancia aseguran un posicionamiento adecuado del
cuerpo todo el tiempo. El niño con impedimento físico puede estar afectado desde
su nacimiento, no obstante, en la mayoría de los casos no se evidencia un
compromiso en su integridad cognitiva, pudiendo desarrollar con eficiencia
cualquier tarea educativa que se le proponga. Independientemente de la
clasificación, las consecuencias que el impedimento físico genera para la persona
en cuanto a su futura integración social, difiere en cada caso. Dado que la
afectación motora cambia de un sujeto a otro, las diferencias individuales vendrán
determinadas más por la problemática concreta de la deficiencia motórica y por las
potencialidades de cada individuo, que por el diagnóstico clínico que se le realice.
Se trata de conocer la problemática de la persona afectada con respecto a sus
posibilidades de aprendizaje y adaptación, independientemente de la causa que la
provocó. Es importante señalar que existen otras condiciones físicas que pueden
limitar el funcionamiento motor de los niños. Entre estos se pueden mencionar los
trastornos crónicos de salud tales como aquellos de naturaleza cardíaca,
respiratoria y renal; así como también las enfermedades asmáticas,
hemofinámicas y los trastornos endocrinos; además de las malformaciones
congénitas, accidentes e impedimentos de salud, todos estos comunes en niños
en edad escolar. Estas enfermedades traen como consecuencia una baja
capacidad vital en la persona, lo cual interfiere con el rendimiento escolar de estos
niños, por cuanto su asistencia a la escuela resulta altamente irregular, afectando
la adquisición de sus aprendizajes. En cuanto a las cardiopatías congénitas, es
importante señalar que existen varios tipos, los cuales se dan aisladamente o en
combinación con otras; al mismo tiempo, pueden estar afectados las distintas
subdivisiones anatómicas del corazón o los grandes vasos que permiten que el
torrente sanguíneo desemboque o salga de él. Algunas son más letales o
incapacitantes que otras; en otros casos las consecuencias son escasas en la
infancia, pero pueden producir graves deficiencias en etapas cronológicas
superiores. El síntoma que suele estar más vinculado con los problemas cardíacos
congénitos es el de la cianosis y de allí la denominación de niños azules, a
aquellos infantes que la padecen. Sin embargo, no todos los problemas cardíacos
presentan estos síntomas y se pueden asociar a unas condiciones o estados
distintos a aquellos de las deficiencias congénitas (Cruickshank, 1973). El origen
de las cardiopatías es desconocido; estudios realizados evidencian que
aproximadamente el 50% de estas dolencias se presentan en niños en edad
escolar (1973). El 85% de estos son susceptibles a una intervención quirúrgica,
pero no todas pueden ser corregidas con éxito. En algunos casos, los niños
pueden alcanzar un nivel de vida normal, pero hay otros cuya actividad física
queda notablemente restringida, generando la necesidad de una convalecencia
larga, al mismo tiempo que se deben considerar mecanismos que permitan
enseñar al niño a vivir dentro de sus propias limitaciones, por cuanto se convierten
en individuos lentos y fatigables, tanto física como intelectualmente, por lo que
requieren de ciertas ayudas para proseguir su escolaridad en la escuela regular;
es indispensable lograr una concertación con el personal directivo y los maestros
de la escuela, la familia y el médico tratante con la finalidad de lograr una
orientación cónsona con la problemática presentada por el educando. Otra
enfermedad que puede generar consecuencias importantes para la asistencia
regular del niño a la escuela es la diabetes mellitus, considerada como un
trastorno metabólico, caracterizado por concentraciones anormales de glucosa en
la sangre (hiperglucemia) y en la orina (glucosuria), además de un metabolismo
inadecuado de las grasas y proteínas, debido a la falta de producción de insulina
por el páncreas. En los casos no tratados se da una marcada pérdida de peso,
desarrollo de cansancio y debilidad, además de la aparición de cetoacidósis
(1973). En aquella diabetes que permanece incontroladas se pueden presentar
estados de sepsis, lesiones del tejido nervioso y vasculopatías. Es una
enfermedad de origen desconocido, aun cuando se sabe que intervienen varios
factores como la herencia, las infecciones, el exceso de alimentación, la disfunción
de las glándulas endocrinas y ciertos factores psicológicos. En el tratamiento del
niño se debe considerar el hecho de permitirle competir con sus compañeros,
física, mental y socialmente. En el programa médico es importante incluir la dieta
específica y la administración de insulina. Por otro lado, hay que controlar el
ejercicio en relación con la necesidad de insulina, porque el ejercicio vigoroso
tiende a disminuir la dosis de glucosa en la sangre. Para ello, el niño debe
aprender a reconocer los primeros síntomas de shock y llevar consigo azúcar para
evitarlo. También se consideran riesgosas las infecciones. Sus necesidades
pedagógicas pueden ser satisfechas en las aulas regulares, lo importante en
enseñar al educando un determinado régimen, pero haciéndolo dentro de una
atmósfera recreativa, de compañerismo y de apoyo moral; se debe prestar
atención psicológica tanto al niño como a sus padres. Otra enfermedad
considerada como un trastorno crónico de salud y que interfiere en la asistencia
regular del niño a la escuela es el asma. Se trata de un trastorno habitual del
sistema respiratorio que afecta a las personas de todas las edades con repetidos
episodios de dificultad en la respiración y que se caracteriza por estornudos,
respiración dificultosa, esputos y catarro. Estos síntomas pueden oscilar desde el
catarro más suave y estornudos a trastornos de la respiración tan graves como
para obstruir el intercambio de gases en los pulmones con una serie de
consecuencias fatales. La causa más usual de esta enfermedad es un trastorno de
origen alérgico caracterizado por ruido silbante, tos y deficiencia para 17 respirar;
las causas son desconocidas pero los factores emocionales pueden ocasionar las
crisis; se ha encontrado que el niño asmático es muy sensible desde el punto de
vista emotivo (Duhamel, 1995). El tratamiento generalmente consiste en
procedimientos para prevenir los episodios y los ataques agudos, reduciendo la
sensibilidad a ciertos alergenos, ejercicios de respiración y drenaje postural de los
pulmones y tratamiento inmediato de las infecciones respiratorias. Se deben evitar
los juegos físicos que requieren de esfuerzo fuerte y prolongado; los ataques de
asma leve pueden ser controlados haciendo que el niño se siente y descanse,
respire calmada y regularmente, con poca o ninguna atención por parte del
maestro y el resto de los alumnos. A estos niños se les debe brindar una ayuda
psicológica, conjuntamente con sus padres (Cartwright, 1984). Otra categoría
importante a considerar son los trastornos convulsivos. Los mismos presentan una
sintomatología de carácter episódico, involuntario, cambios en el estado de
conciencia o en las respuestas al ambiente, actividad motora anormal, cambios en
la conducta, en las sensaciones o en las funciones anatómicas. Una convulsión es
un fenómeno paroxístico de tipo motor, sensitivo, psicosensorial o vegetativo,
acompañado o no de una pérdida transitoria de la conciencia, debido a una
descarga neuronal excesiva. Estas manifestaciones clínicas dependen no solo de
la localización de la descarga, y su diseminación, sino también de los diferentes
factores etiológicos específicos y el grado de maduración cerebral. De este modo,
algunos tipos de convulsiones aparecen exclusivamente en la infancia y dentro de
un rango de edad bien establecido; esto ha dado base al concepto de síndrome
epiléptico. La repetición de estos fenómenos paroxísticos ocasionados por la
disfunción de las neuronas cerebrales, determina el estado patológico crónico,
manifestado por la recurrencia de convulsiones y denominado epilepsia (Peña,
1989. p. 194). Generalmente estos ataques se clasifican en cinco categorías de
acuerdo con sus manifestaciones clínicas (Cartwright, 1984): Grand mal.
Constituye el tipo más severo, caracterizado por la pérdida de la conciencia, caída
y contracciones musculares involuntarias. Los ataques algunas veces están
precedidos por un aura o señal. Durante el mismo, la persona puede arrojar
espuma por la boca y perder el control de la vejiga y esfínter anal. Al despertar
puede estar confundida y desorientada. Los maestros deben seguir ciertos
procedimientos para asegurar la integridad física del niño que experimenta el
ataque, además de preparar a los otros educandos para aceptar la ocurrencia del
mismo. Petit mal. Representa el tipo más común en los niños; aunque pierden la
conciencia, no hay actividad motora; usualmente no hay aura que presida el
ataque y frecuentemente son erróneamente diagnosticados como distraídos y
perezosos. El maestro debe estar alerta a posibles ataques y reportar su
ocurrencia o algún cambio en la frecuencia. Psicomotora. La más compleja de los
cuatro tipos; afecta los procesos cognitivos y motores; algunos resultan en
conductas extrañas e involuntarias, así como también confusión, rabia y conducta
abusiva. El maestro debe saber que el niño no tiene control en el momento del
ataque y esperar que el episodio cese por sí solo. Jacksoniana. Un ataque parcial
que afecta solo una parte del cuerpo, con movimientos rítmicos y espasmódicos.
Mioclónica y akinética. Los ataques mioclónicos se caracterizan por contracciones
breves e involuntarias (rigidez temporal de los músculos). Usualmente un grupo
único de músculos está afectado, causando conductas como repentina caída de la
cabeza hacia delante o hacia atrás y movimientos 18 espasmódicos de los brazos
hacia arriba. En cuanto a los ataques akinéticos, espasmódicos de los brazos
hacia arriba. En cuanto a los ataques akinéticos, algunas veces se les denomina
pequeño mal motor, caracterizado por pérdida del tono y caída repentina. Todo
niño o adolescente epiléptico debe seguir un tratamiento medicamentoso regular y
continuo; esto le permitirá el control de las crisis convulsivas. Generalmente los
tratamientos médicos son bien tolerados; algunas dosis elevadas pueden provocar
somnolencia, lentitud y problemas de comportamiento que dificultan su eficiencia y
éxito en las actividades escolares. Los maestros pueden ser útiles al médico
tratante cuando un niño esté bajo algún tipo de medicación anticonvulsivante, al
vigilar sus efectos secundarios, como por ejemplo, somnolencia y registrando la
frecuencia y duración de los ataques, mientras diferentes dosis medicamentosas
se estén prescribiendo para mejorar la frecuencia de los ataques. También puede
asistir al niño ayudando a los otros alumnos de la clase a entender y aceptar la
enfermedad. El mayor obstáculo es el trauma de rechazo social y emocional de
parte de pares y adultos quienes están desinformados y no aceptan la persona
con esta enfermedad. En cuanto a la hemofilia, puede decirse que es una
enfermedad grave de la sangre, de origen genético y hereditario. Es ocasionada
por la ausencia de una proteína de coagulación, presente habitualmente en el
plasma sanguíneo. Su incidencia es predominante en el sexo masculino. En la
descripción clínica del tipo severo se distinguen dos tipos de hemorragia, las
externas y las internas o hematomas (Duhamel, 1995).