Caminos Prehispanicos

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CAMBIOS PREHISPÁNICOS EN CRONOLOGÍA, SUBSISTENCIA Y

PATRONES DE ASENTAMIENTOS EN LA PARTE BAJA DE LOS


RÍOS DAGUA, CALIMA Y SAN JUAN

Héctor Salgado López


Instituto de Investigaciones Científicas. INCIVA Apartado Aéreo 5660 Cali,
Colombia.
David M. Stemper
Fondo de Promoción de la Cultura, Banco Popular, Dpto Antropología Universidad
de los Andes e INCIVA.

Este programa de investigación, plantea el estudio de varios temas teóricos


relacionados con las diferentes tradiciones culturales que se desarrollaron, en los
bosques lluviosos del litoral pacífico colombiano, en época prehispánica. Las
proposiciones están dirigidas, específicamente, a obtener información sobre la
pauta de asentamiento, la base económica, las formas de aprovechamiento y de
explotación agrícola de las tierras, el crecimiento demográfico antiguo y las
migraciones o relaciones culturales que se dieron entre las poblaciones de
diferentes ecosistemas (litoral marítimo, llanura aluvial y cordillera), (Salgado y
Stemper 1991 y 1992).

Para obtener información referente a estos complejos temas se diseñó un


programa de investigación, a varios años, que incluye exploraciones y
excavaciones parciales rigurosamente controladas. Además, se ha acudido a la
investigación conjunta con otras disciplinas como la geomorfología, edafología,
palinología, botánica, etnoarqueología y la etnohistoria; las cuales han aportado
valiosa información específica que se ha integrado a los resultados generales,
para fortalecer la evidencia arqueológica.

El objetivo general del programa es el de localizar, identificar y evaluar los


recursos arqueológicos de la zona escogida con el fin de obtener nueva
información, que ayude en la reconstrucción de la relación hombre-medio
ambiente, para tratar de comprender mejor la historia cultural de las sociedades
prehispánicas que se asentaron en los bosques lluviosos del litoral pacífico
colombiano. Específicamente, la información obtenida está dirigida a aumentar y
refinar la secuencia cronológica de esta zona del pacífico y a examinar los
cambios en la complejidad sociopolítica prehispánica.

Entre 1989 y 1993 el proyecto ha realizado varias temporadas de campo


explorando diferentes zonas ecológicas, desde la costa y la llanura aluvial hasta la
vertiente pacífica de la cordillera occidental, en medio de los ríos Anchicayá y
Dagua. al sur y Calima-San Juan, al norte.
El punto de partida de la prospección fue la exploración fluvial de la parte baja del
río Calima, desde el río Aguaclara hasta la desembocadura del Calima al río San
Juan (aproximadamente 46 km. de distancia). El reconocimiento consistió en
examinar los puntos altos de las terrazas aluviales que se encuentran entre 5 y 15
m., por encima de la orilla del río y de algunas quebradas.

Se localizaron sitios con evidencias de haber sido lugares de asentamiento,


algunos de ellos con más de un período de ocupación cultural (prehispánico
temprano - tardío - Colonial y de la época republicana).

Finalizada la exploración en la parte baja del río Calima se escogió la localidad de


Ordóñez, para realizar excavaciones parciales con el fin de identificar depósitos
arqueológicos no perturbados que permitieran contextualizar culturalmente los
materiales obtenidos en los sondeos y recolecciones superficiales. Del mismo
modo, conseguir muestras de carbón bien asociadas para corregir y aumentar la
secuencia cultural y temporal de la región; asimismo, intentar una definición
preliminar de los medios de subsistencia y sus cambios, recuperando sedimentos
para analizar la presencia de plantas (polen - fitolitos) y macro restos (semillas).

El sitio de Ordóñez I se localiza en la desembocadura de la quebrada del mismo


nombre, sobre la margen derecha del río Calima y corresponde a una terraza
aluvial estratégicamente ubicada a unos veinte metros de altura sobre el nivel del
río, desde donde se controla visualmente el entorno y el tráfico fluvial de la
quebrada al río Calima. Las excavaciones comprendieron ocho unidades C de
1m2). ubicadas sobre la cima de la terraza, (de unos 1100 m de superficie) los
sondeos fueron 31 pruebas de garlancha, dos de las cuales se hicieron dentro de
la terraza y las restantes se realizaron alrededor de la misma, sobre el borde
donde comenzaba la pendiente.

Las unidades de excavación descubrieron un área de viviendas con desperdicios


domésticos enterrados entre 0 y 35 a 42 cm. como máximo de profundidad. Bajo
la superficie; los hallazgos consistieron en manos de moler, hachas, y pequeñas
lascas triangulares, posiblemente, colocadas sobre madera para rallar plantas,
cerámica asociada a carbón para datación, barro quemado, moldes de poste y
semillas carbonizadas.

El estudio palinológico de Ordóñez I señala la presencia de elementos indicadores


de humedad (doce granos de algas y tres de spirogyra). Además, el color pardo
del sedimento, su textura franco-arcillosa y su contenido de carbón en la materia
orgánica (1.91%) permiten caracterizar el depósito como un suelo pardo antrópico,
que pudo haberse formado por la adición intencional de materiales, como limos
aluviales para mejorar las condiciones agrícolas del sitio.

Es de esperar que los resultados de C-14 de tres muestras de carbón vegetal,


ayuden a precisar la temporalidad de este sitio y a clarificar semejanzas estilísticas
entre el estilo de cerámica prehispánica de Ordóñez I (período tardío) y los de la
tradición macro-regional Sonsoide de la parte alta de la cordillera y de algunas
zonas del valle medio del río Cauca.

La prospección por el bajo río San Juan se realizó a partir de Palestina, un caserío
localizado al frente de la confluencia del Calima, sobre la orilla derecha del San
Juan en el Departamento del Chocó. Subiendo el río a partir de Palestina la
exploración avanzó hasta la isla de Munguidó y el río del mismo nombre. Río San
Juan, aguas abajo se prospectaron las localidades de Malagita, Cuéllar,
Cabeceras y la quebrada El Tigre, en la zona del delta del San Juan a una
distancia de 50 a 60 km. al oeste del poblado de Palestina.

Resultados arqueológicos significativos, de la prospección por el río San Juan, se


encontraron en los sitios denominados Palestina I, II y III. Recolecciones
superficiales, pozos de sondeo y siete unidades de excavación de 1m. y de 2x1 m.
realizadas en las propias calles y solares de Palestina, indicaron que el poblado
moderno ha sido construido sobre una ocupación con evidencias coloniales y
republicanas, la cual a su vez cubre un asentamiento con materiales prehispánicos
tardíos, abarcando un área de unos 2000 m2.

En el mismo Palestina I y con base en dos excavaciones (de 3x1 m. y de 2x1 m.)
se identificó una ocupación prehispánica temprana; del carbón de flotamiento del
horizonte Ab1 se agrupó una muestra, de este suelo de 5-10 cm. de grosor, de 24
gramos, proveniente del perfil oeste de la unidad II (nivel 68-77 cm. de
profundidad), que proporcionó una fecha de 2190± 60 años a.p.: 180 a 300 años
a.C. (sin calibrar, Beta-45782), este resultado y las características formales y
tecnológicas de la cerámica la relacionan con la alfarería del estilo Catanguero
que fue identificado por Reichel-Dolmatoff (1965:85,100,114; 1986:96,98,152), en
la misma área de Palestina (confluencia del río Calima con el San Juan) y para el
cual hay una fecha de radiocarbono del siglo III a.C. (2200±100 años a.p., M-
1170), similar a la del horizonte del suelo temprano de Palestina I, en la orilla
derecha del río San Juan.

Palestina II, la otra localidad significativa, corresponde a una extensión de terreno


plano ubicada entre los ríos San Juan y Calima, frente al corregimiento de
Palestina; cubre unos 400 m. de largo por unos 20 a 30 m. de ancho, siguiendo un
patrón lineal paralelo a las orillas de ambos ríos. Los trabajos consistieron en la
realización de catorce pruebas de garlancha a lo largo de un eje de 73 m., entre
los dos ríos y dos unidades de excavación de 1m., hacia la orilla del Calima; este
procedimiento permitió tener una aproximación sobre el tamaño y la densidad de
la ocupación del período tardío con la mayor cantidad de basuras arqueológicas
que se encontraron por el bajo río San Juan.

El estudio de polen permite deducir que cuando el sitio fue ocupado se trataba de
una pequeña área abierta dentro del bosque y, a pesar deque no se conservó
polen de cultivos, no se puede descartar el uso de estos suelos en actividades
agrícolas, alrededor de las viviendas, como lo sugieren los análisis de
caracterización de suelos.
Las formas y decoraciones de la alfarería de Palestina II, permiten situar este
asentamiento en el período prehispánico tardío y una muestra de carbón (40
gramos, nivel 22-31 cm., U.E.I), fechará el sitio y su estilo de cerámica.

Palestina III, es una antigua colina terciaria que se levanta unos 30 m. de altura
sobre el nivel del río San Juan (margen izquierda, frente al caserío de Palestina).
La prospección en diferentes partes del cerro descubrió una serie de
asentamientos del período prehispánico tardío; los sondeos y dieciséis unidades
de excavación han permitido examinar restos de unidades domésticas, revelando
la presencia de suelos negros antrópicos creados intencionalmente pues, los
datos de polen fósil señalaron la presencia de elementos de humedad como algas
(spirogyra y diatomeas), o sea, que los antiguos agricultores mejoraron las
condiciones naturales del suelo agregando limos del río, ricos en nutrientes y
desperdicios de las viviendas, para hacer posible una agricultura intensiva.

Estas tierras negras contienen basuras de las viviendas y en las excavaciones se


han encontrado abundantes trozos de carbón de leña, semillas de palma, granos y
tusas carbonizadas de maíz, de 14 a 18 hileras asignables a la raza Chococito, el
cual se cultiva en el Pacífico desde el último período prehispánico; (Patiño, 1956)
artefactos líticos, objetos y fragmentos de metal (oro), un enterramiento y muchos
pedazos de vasijas de barro, especialmente cerámica del tipo repujado
tuberculado identificada en el medio San Juan a comienzos de los años 60 y
datada por C-14 entre los siglos XIII y XVI d.C. (Reichel Dolmatoff, 1962).

Los asentamientos de Palestina III ilustran los primeros suelos antrópicos


conocidos en la costa pacífica colombiana. Es factible combinar la evidencia de
intensificación agrícola, de metalurgia, alfarería y de posibles actividades
ceremoniales para fortalecer interpretaciones relacionadas con la complejidad
política del período prehispánico tardío, una complejidad que puede incluir
ejemplos de cacicazgos sencillos en la zona, antes de la conquista, semejantes a
los descritos por Romoli (1974, 75 y 76) para el alto Chocó y la cordillera
occidental.

La tercera localidad del trabajo de campo corresponde al sitio de la Bocana, un


asentamiento de la tradición cultural Tumaco-Tolita, el cual fue localizado a la
entrada de la Bahía de Buenaventura, atrás de las casas del moderno poblado y a
una distancia de más de 300 m. al norte de la actual playa marina.

Los sondeos (80 en total), la limpieza de los perfiles de dos zanjas de desagüe
moderno, en un tramo de 120 a 150 m. de longitud y la excavación de doce
unidades (20m2) permitió evaluar la densidad de la ocupación, la distancia entre
las unidades domésticas y calcular el tamaño del asentamiento en 15000 m.

Se han documentado áreas de actividad con base en hallazgos tales como: manos
de moler, pesas para red, concentraciones de cerámica rota. de donde se han
reconstruido formas y decoraciones de las vasijas, moldes y fragmentos de
figurinas antropomorfas y zoomorfas. Asimismo, la excavación de partes de
unidades domésticas ha expuesto orificios de poste y huecos rellenos de basuras,
cuyos contenidos (400 litros de sedimentos) fueron procesados por flotación, para
recuperar 4062 gramos de flora carbonizada incluyendo parte de una tusa de maíz
de diez hileras, una variedad distinta a la del maíz Chococito del período tardío y
colonial.

Otros resultados notables han sido proporcionados por el estudio de los perfiles de
excavación. Estos demuestran que los agro-pescadores de La Bocana modificaron
ligeramente la superficie del terreno por medio de cortes y traslados de suelos
para construir una topografía parecida a montículos, lo cual mejoró el drenaje
alrededor de sus viviendas y redujo la inundación causada por las mareas y las
lluvias. Las principales contribuciones de las excavaciones en La Bocana son las
de incluir la recolección de evidencia geomorfológica para reconstruir partes de la
historia de la migración de la línea de costa (un cambio de 300-400 m. en cerca de
2000 años A.P.) y la formulación de un planteamiento teórico para interpretar la
expansión de la frontera Tumaco-Tolita hasta La Bocana, el asentamiento
excavado más septentrional conocido, hasta ahora, de esta(s) unidad(es)
política(s), la cual tuvo su principal centro en La Tolita, unos 350 km. al sur de
Buenaventura.

Por medio de la prospección también se han obtenido evidencias de los siglos XVI
a XIX desde las orillas de los ríos del pacífico, más olvidados por la historia, hasta
las montañas de la vertiente pacífica de la cordillera occidental.

El trabajo de campo en la reserva forestal de San Cipriano localizada entre los ríos
San Cipriano y Escalerete, tributarios del bajo río Dagua, permitió explorar una
antigua trocha, formada por un canalón que seguía el filo de una montaña,
ubicada en medio de los ríos San Cipriano y Zabaletas; medía entre 3 y 6 m. de
ancho y tenía de uno a seis metros de profundidad. Esta trocha fue recorrida en un
tramo de por lo menos 10 km. entre 100 y 1.000 m. de altura s.n.m. En este
trayecto no se identificó ningún sitio con materiales arqueológicos y, dentro del
camino, solamente, se hallaron cuatro tiestos gruesos y burdos que parecen haber
formado parte de “jarras de aceite” usadas en los siglos XVI-XIX.

La trocha trepa por escarpados cerros y en algunas partes es muy estrecha y


bastante profunda, formando tramos muy pendientes; el gran tamaño de los
árboles que crecen dentro y en las orillas sirve para confirmar la antigüedad de la
misma. Es factible que esta ruta sea parte de una de las trochas prehispánicas
que unían la sierra y el mar, la cual descendía por las montañas del San Cipriano
y las estribaciones del Zabaletas hasta un lugar donde la navegación la conectara
con el delta del río Anchicayá y el mar. Este sendero, probablemente, continuó
usándose durante el período colonial-republicano para comunicar la bahía de
Buenaventura con la cordillera y con la vertiente oriental del río Cauca. Es de
esperar que futuros reconocimientos a pie, con fotografías aéreas y cartografía
más detallada confirme las conjeturas planteadas sobre la época que estuvo en
servicio esta trocha.
En las altas y escarpadas lomas del cañón del Dagua, a unos 1500 m. de altura
s.n.m., en cercanías de la confluencia de los ríos Pepitas y Dagua, se hizo un
reconocimiento para recoger información sobre un camino empedrado del período
republicano y su relación con una trocha del período prehispánico tardío o colonial
temprano. La prospección y excavación en partes de este camino empedrado han
generado datos que complementan lo que indican los documentos de la conquista-
colonia y del siglo pasado.

De acuerdo con la crónica de Pascual de Andagoya la expedición, dirigida por él,


entre Buenaventura y Cali, en 1540, penetró por el río Dagua, siguiendo un
camino indígena, hasta alcanzar una zona montañosa llamada Atunceta o
Atuncata (Andagoya, [1540] 1986:39,150). Topónimo de un pueblo indígena
ubicado, tal vez, en las juntas del río Pepitas con el Dagua (Romoli, 1974);
igualmente, nombre muy similar al de una población actual: Atuncela, localizada
cerca del área general del camino empedrado. Posteriormente Cieza de León
confirma la existencia de una ruta de comunicación, hacia el pacífico, por el cañón
del Dagua (Cieza, [1553] 1962).

Se puede considerar que desde los inicios de la colonia se estableció la


orientación general de lo que se denominó camino del Dagua, ante la evidente
necesidad que tenían los habitantes de Cali y el Valle del Cauca de contar con una
vía que comunicara el interior con el pacífico. Durante casi cuatro siglos se
realizaron muchos intentos para mejorar y adecuar la vía como camino de
herradura y para superar por completo la difícil navegación por el río Dagua. Sin
embargo, es sólo hasta mediados del siglo XIX cuando se crea una compañía,
impulsada por el general Tomás Cipriano de Mosquera, la cual construye, entre
1845 y 1866, un camino carreteable (empedrado) para la comunicación y
transporte de productos entre Buenaventura y Cali (Eder, 1959; Gómez, 1979).

Finalmente, el estudio del paisaje producido durante los períodos colonial y


republicano: canalones de minería, trochas y caminos; más un completo análisis
de los vestigios de la vida cotidiana (cerámica Mayólica y loza industrial
Staffordshire) dejados en estos sitios y en los asentamientos del bajo Calima y del
bajo San Juan será la manera como la arqueología histórica pueda contribuir a
una mejor comprensión de los siglos XVI a XIX en la vertiente pacífica y en los
bosques lluviosos de la llanura aluvial.

AGRADECIMIENTOS

El programa de investigación arqueológica en el norte de la Costa Pacífica


vallecaucana ha podido desarrollarse gracias a los aportes financieros del Instituto
Vallecaucano de Investigaciones Científicas (INCIVA), Fondo de Promoción de la
Cultura (Banco Popular), la Fundación de Investigaciones Arqueológicas
Nacionales (FIAN, Banco de la República), la National Geographic Society (Beca
N 4591-91) y la Wenner-Gren Foundation For Anthropological Research Inc. (Beca
N 5291).

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