Historia de La Neurops General
Historia de La Neurops General
Historia de La Neurops General
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Abst r a ct : The hist ory of Neuropsychology was sum m arized, covering t he pre- classical,
classical, m odern and cont em porary periods, alluding t o som e of t he m ost out st anding
exponent s of each era. Likewise, t he different t heoret ical perspect ives wit h which t he
hist ory of Neuropsychology has been built were addressed. For t he review, t he UNAM
dat abases were used: PsycI NFO, PsycArt icles, MEDLI NE, PUBMED, SCI ENCE DI RECT,
SCOPUS, OVI D.
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I n t r odu cción
Es en el periodo Preclásico donde se encuent ran los prim eros est udios de la conduct a,
las funciones cognit ivas y el sist em a nervioso cent ral, dichas aproxim aciones fueron
plant eadas principalm ent e por filósofos ( Haag & Mart ins de Alm eida, 2001) , ent re los
cuales dest acan los siguient es:
Diógenes de Apolonia ( siglo I V a.C.) , plant ea la idea de que t odos los elem ent os de la
nat uraleza est aban ordenados de t al form a que necesariam ent e debía exist ir una
“ int eligencia unit aria y originaria” . Dicha sust ancia era el aire, a la cual se refería com o
“ pneum a” para describir el alient o, el vient o y el espírit u. “ Los hom bres y ot ros seres
viven del aire, respirándolo, y ahí est á su alm a e int eligencia…si se les ret ira m ueren y
su int eligencia se ext ingue” ( Minecan, 2020) .
Hipócrat es de Cos ( 460- 355 a.C.) , cont em poráneo de Sócrat es y Plat ón, es
considerado com o el padre de la m edicina debido a que desarrolló t odo un sist em a
diagnóst ico únicam ent e a t ravés de sus sent idos, razonam ient o lógico, observación y
experiencia. Fue uno de los pocos m édicos de la época que rechazaba la idea de que la
enferm edad provenía de hechos sobrenat urales y declaró al cerebro com o el órgano
m ás im port ant e del cuerpo hum ano ya que era la sede de la int eligencia
( Cam poherm oso, Soliz & Zuñiga, 2014) .
Dem ócrit o ( 470- 360 a.C. el rient e) , discípulo de Diógenes y uno de los escrit ores m ás
prolíficos de la ant igüedad, ret om a la idea de que el pensam ient o est á en el cerebro, y
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Arist ócles de At enas ( 428- 347 a.C. apodado Plat ón debido a sus anchas espaldas) ,
ent re sus post ulados considera que el cerebro y la m édula espinal son la fuerza vit al
del ser hum ano pues en ellos residía el alm a ( Fernández, 1999) .
Galeno de Pérgam o ( 200- 129 a.C.) com o la últ im a aport ación del periodo fue
sum am ent e im port ant e ya que fue el prim ero en post ular sus ideas a part ir de t rabaj os
de aut opsia, propone al cerebro com o el origen de la sensación, el m ovim ient o y el
int elect o ( Haag, 2001) . Galeno post ulaba que para que el ánim a pudiera discurrir y
filosofar en el hom bre, era sum am ent e necesario que el cerebro t uviera buena figura,
cant idad de m asa suficient e, el adecuado núm ero de vent rículos y que sus part es
m ant uvieran cont inuidad. Por ese m ot ivo, deducía que las heridas en la cabeza
conllevaban a una pérdida de ent endim ient o, m em oria o im aginación, puest o que
después de la “ división sufrida” el cerebro volvía a “ j unt arse” pero no en la unión
nat ural que t enía ant es. Con respect o a la cant idad de m asa, escribió: “ …la cabeza
pequeña es siem pre viciosa en el hom bre por t ener falt a de sesos: aunque si la grande
nace de haber m ucha m at eria y m al sazonada es m al indicio, com o acont ece en las
naranj as m uy grandes, que abiert as t ienen poca m édula” ( Huart e de San Juan, 1575) .
Es durant e est e m ism o periodo, ( XVI - XVI I ) que se “ desarrollan” dos corrient es de
pensam ient o ( a raíz de post ulados filosóficos ant eriores) que se cuest ionan sobre los
orígenes, alcances y lím it es del conocim ient o; el em pirism o y racionalism o. El
em pirism o es una corrient e filosófica que sost iene que el ser hum ano conoce a t ravés
de la experiencia sensible, es decir, que el aprendizaj e se desarrolla únicam ent e
m ediant e la int eracción sensorial con el am bient e, fundam ent ando la ciencia a part ir de
la observación de hechos. Francis Bacon ( en 1620) , afirm a en su obra que, si el
hom bre se lim it ara a observar a la nat uraleza sin prej uicios, ent onces por sí m ism a ella
revelaría sus m ist erios. En est e m ism o sent ido, John Locke ( en 1644) , m ant iene la
hipót esis de que el hom bre nace sin ideas innat as ( t ábula rasa) y que es su
experiencia lo que form a su caráct er. Con est as preconcepciones, los sim pat izant es de
est a corrient e defienden el m ét odo de la inferencia induct iva, que va de lo part icular a
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lo general con el fin de form ular leyes universales sobre los hechos y com probar su
validez m ediant e com paraciones de t ipo vivencial ( Hernández, 2008) .
Por ot ro lado, el racionalism o afirm a que la razón es capaz de conocer porque posee
principios innat os ( ideas que el hom bre t iene al nacer) , adem ás de proporcionar
conocim ient os lógicos, neut rales y obj et ivos ya que los sent idos son relat ivos y
engañosos. Los racionalist as afirm aban que la razón procede del m ét odo deduct ivo, es
decir, que part e de principios generales que perm it en explicar hechos individuales.
René Descart es es la figura m ás reconocida de est a corrient e, est ableciendo a la duda
com o m ét odo para llegar a la verdad, en 1637 publica “ Discurso del m ét odo. Reglas
para la dirección de la m ent e” , en la cual expone el principio de subj et ividad “ pienso,
luego exist o” , expresando que la razón es la única herram ient a plausible para indagar
y aseverar sobre lo que es verdadero ( Fogar, 2012) . En est e sent ido t am bién plant eó
el problem a m ent e- cuerpo, argum ent ando que eran dos realidades diferent es y
est ableció que la glándula pineal era el cent ro anat óm ico ent re las sust ancias res
ext ensa ( regida por las leyes físicas) y res cogit ans ( a la que se t iene acceso solo a
t ravés de la int rospección) ( González, 2007) . Propuso com o sede dicho punt o debido a
su localización que le perm it ía int egrar la inform ación provenient e del cuerpo, así com o
influir en los m ovim ient os en t odas direcciones ( Cast añeda, 2009) . Es así com o el
est udio de la m ent e, el cerebro y la conduct a hum ana, se apegan a est as reglas para
est ablecerse dent ro del cam po cient ífico, dando paso al segundo periodo de las
neurociencias y la Psicología.
Loca liza cion ism o Est a post ura se basa en la prem isa de est ablecer una relación
direct a ent re una función o conduct a del ser hum ano y un lugar específico del cuerpo,
Siguiendo con las ideas del periodo preclásico y con influencia de las nuevas corrient es
epist ém icas, el est udio de la relación ent re conduct a y funcionam ient o cerebral
t am bién se consolidó en est udios m ás rigurosos y es ent re el siglo XVI I I y XI X, cuando
los anat om ist as desarrollaron las t eorías localizacionist as de la act ividad m ent al,
fundam ent ándose en dat os de anat om ía, neurología y pat ología clínica ( Arias, 2018) .
Johann Caspar Lavat er, filósofo y t eólogo suizo, a finales el siglo XVI I I propuso la t esis
de que las expresiones faciales y los rasgos de las personas t enían relación direct a con
su personalidad ( Twine, 2002) . Post eriorm ent e, est a idea fue ret om ada por Franz
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Joseph Gall y Johan Casper Spurzheim ( m édicos alem anes) quienes propusieron la
exist encia de veint isiet e facult ades m ent ales ubicadas en zonas específicas del cerebro,
declarando que era posible observarlas a t ravés de las dist int as hendiduras y
prot uberancias que se desarrollaban en el cráneo, ya que pensaban que el cont orno
craneal era paralelo a la superficie del cerebro ( Cast añeda, 2009) . Las facult ades
fueron cat egorizadas en dom ést icas, lit erarias, egoíst as, m orales, de
aut operfeccionam ient o, int elect uales y reflexivas ( Belt rán, 2009) . Gall fort aleció así la
hipót esis cerebral pero desde un est udio m ás organizado, est ruct urado y preciso ya
que sus invest igaciones t enían bases anat óm icas y pat ológicas ( Arias, 2018) .
En ese m ism o periodo los est udios del m édico est adounidense John Mart in Harlow
t om aron part icular relevancia a part ir del 13 de sept iem bre de 1848, cuando un
pacient e de 25 años sufrió un accident e con una barra de hierro que le at ravesó el
cráneo, dest ruyendo las áreas prefront ales; Phineas Gage ( figura 2) .
‘‘…t he powder exploded, carrying an iron inst rum ent t hrough his head an inch and a
fourt h in circum ference, and t hree feet and eight inches in lengt h, which he was using
at t he t im e. The iron ent ered on t he side of his face, shat t ering t he upper j aw, and
passing back of t he left eye, and out at t he t op of t he head. The m ost singular
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circum st ances connect ed wit h t his m elancholy affair is, t hat he was alive at t wo o’clock
t his aft ernoon, and in full possession of his reason, and free from pain’’ ( García, 2010) .
Figura 2. Fot om ont aj e que m uest ra cuat ro vist as del cráneo de Phineas Gage. Cat álogo
descript ivo del Warren Anat om ical Museum , 1870. ( García, 2010) .
Est a publicación fue la prim era referencia docum ent ada del caso en 1848, y veint e
años después ( 1868) , el doct or Harlow present ó el caso en la reunión anual de la
Massachuset t s Medical Societ y narrando por prim era vez los cam bios conduct uales que
present ó Gage t ras el accident e: “ Él es irregular, irreverent e, ent regándose en
ocasiones a la blasfem ia m ás grosera ( …) , m anifest ando m uy poco respet o por sus
com pañeros, incapaz de cont enerse cuando ent ra en conflict o con sus deseos, en
ocasiones pert inazm ent e obst inado, pero caprichoso y vacilant e, ideando m uchos
planes a fut uro, que son abandonados ant es de ser ej ecut ados por ot ros que parecen
m ás fact ibles” . No se t ienen m ás dat os sobre el caso debido a que Harlow no publicó
nada m ás al respect o, sin em bargo, en ese ent onces no se t enía definido cuál era la
part icipación de los lóbulos front ales en el com port am ient o hum ano, por lo que se llegó
a considerar que las lesiones del córt ex front al no t enían consecuencias t an graves
com o las observadas ant e el daño en ot ras regiones del cerebro ( García, 2010) .
En 1861 ant e la Sociedad Ant ropológica de París, celebrada para debat ir sobre la t eoría
frenológica de Gall, el anat om ist a francés Paul Pierre Broca present ó el caso de
Monsieur Lebourgne, un hom bre de 55 años que había sufrido crisis epilépt icas m uy
graves durant e t oda su vida, por lo que había pasado 21 años hospit alizado. Adem ás
de las crisis, Monsieur Lebourgne present aba dificult ad para expresarse verbalm ent e y
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lo único que podía decir era la sílaba “ Tan” , lo que le im pedía ser independient e
( Herrera, 2019) .
Después de que el pacient e “ Tan” m uriera, Broca realiza su aut opsia y señala que la
facult ad de la expresión del lenguaj e se sit úa en la en la t ercera circunvolución front al
del hem isferio dom inant e. ( Rufo, 2006) . Dicho descubrim ient o fue relevant e debido a
que por prim era vez se había est ablecido una relación ent re un proceso m ent al y una
part e específica del cerebro, adem ás de t ener una fundam ent ación clínica ( figura 3) .
Figura 3. Fot ografía del cerebro de Monsieur Lebour gne. ( Port ellano, 2005)
Hacia 1865, Broca ya había present ado ocho casos de pacient es con “ afem ia” ( com o
llam ó él a la incapacidad de producir lenguaj e art iculado) y que m ost raban alt eraciones
en el hem isferio izquierdo, reforzando su hipót esis ( Mart ínez, 2008) . Sin em bargo,
Broca t am bién sugirió que, de haber lesión cerebral en edades t em pranas, el
hem isferio derecho podía com pensar la función “ el hem isferio derecho sí funciona en la
psicología del lenguaj e pero de m anera m ás general, la cual incluye el est ablecim ient o
de relaciones ent re expresiones y significados; la dom inancia del hem isferio izquierdo
es solam ent e para el habla” ( Herrera, 2019.)
En 1873, el psiquiat ra alem án Carl Wernicke publicó un art ículo en el que proponía un
m odelo de clasificación de síndrom es afásicos, asim ism o, declaró que la part e superior
post erior del lóbulo t em poral izquierdo era la encargada de la com prensión del
lenguaj e y que el fascículo arqueado era el responsable de conect ar los cent ros
expresivos y com prensivos del m ism o ( Mart ínez Sánchez, 2008 y Port ellano, J.A.
2005) . En resum en, Wernicke dist inguió ent re la incapacidad para com prender ( lesión
en la región post erior y superior del lóbulo t em poral izquierdo) , im plicada en aspect os
sem ánt icos de las form as escrit as y habladas del lenguaj e y la capacidad de producirlo
( lesiones en la t ercera circunvolución front al del hem isferio izquierdo) .
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H olism o
El Holism o es una doct rina filosófica que t iene sus principios en el plant eam ient o de “ la
int egridad” , perm it iendo ent ender un fenóm eno desde el punt o de vist a de m últ iples
int eracciones ( Briceño, 2010) . En est e supuest o, se t rabaj ó la hipót esis de que las
funciones m ent ales no est án localizadas en áreas específicas del cerebro, sino que
dependen de su funcionam ient o com o sist em a. Los principales exponent es de est e
enfoque com prendían al cerebro com o una t ot alidad y que sus funciones im plicaban
grandes ext ensiones de cort eza ( Port ellano, 2005) .
Part iendo de la hipót esis cerebral, en 1870, John Hughlings Jackson ( considerado com o
el padre de la neurología inglesa) propuso un sist em a de organización j erárquica del
sist em a nervioso cent ral, explicando las funciones sensoriales y m ot oras. Tam bién
post uló que los cent ros superiores nerviosos eran m ás com plej os, m ás num erosos y
m ás especializados que los cent ros inferiores ( Covo, 2006) . De est e m odo, su hipót esis
plant ea la división del sist em a nervioso en t res niveles, j erárquicos y de crecient e
com plej idad:
De est e m odo, cada act ividad en el sist em a nervioso t iene una est ruct ura vert ical y
una lesión no produciría la desaparición de alguna función, sino su desorganización.
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Ot ra de sus aport aciones fue la descripción de asim et rías hem isféricas, proponiendo
que el hem isferio izquierdo cont rola la act ividad volunt aria, en t ant o el derecho las
conduct as aut om at izadas ( Port ellano, 2005) .
En 1929 Karl Lashley, psicólogo est adounidense, form uló la ley de acción de m asa y el
principio de la equipot encialidad. De acuerdo con la ley de acción de m asa, la cort eza
cerebral funciona com o un t odo, por lo t ant o, la gravedad de una alt eración se
correlaciona con el t am año de la zona cort ical lesionada ( independient em ent e del lugar
en el que se encuent re. Parecido a lo que había post ulado Flourens t iem po at rás) . En el
principio de equipot encialidad, se exponía que, dado que t odas las part es de la cort eza
cont ribuyen por igual a las conduct as com plej as, cualquier área de la cort eza cerebral
puede asum ir el cont rol de cualquier act ividad conduct ual ( López, 2011) .
En ese m ism o año, en la unión soviét ica, Lev Sem iónovich Vigot sky hace públicos sus
est udios sobre el desarrollo, en los que plant ea dos prem isas im port ant es:
- Exist e una diferencia ent re el desarrollo nat ural y el desarrollo hist órico del
com port am ient o. El prim ero se refiere al cam bio biológico com o especie y el segundo
al desarrollo ont ológico del individuo dent ro de una cult ura y t iem po det erm inados.
- Exist en form as nat urales y form as cult urales del com port am ient o. Las form as
nat urales obedecen a principios de est ím ulo- respuest a m ient ras que las form as
cult urales se caract erizan por la presencia de signos creados por el hom bre, que a su
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vez, fungen com o m ediat izadores en la est ruct ura y el desarrollo de los procesos
psicológicos ( Quint anar, 2002) .
Est a aproxim ación hist órica al est udio de las funciones psicológicas, cont em pla su
est ruct ura, su desarrollo y origen, perm it iendo ( ent re ot ras aport aciones) , abordar el
problem a de las funciones en el cerebro de una m anera dist int a.
En 1930, Pyot r Kuzm ich Anokhin, describió que un sist em a funcional consist e en una
gam a de act os fisiológicos relacionados con det erm inada act ividad ( respirar, deglut ir,
m ovim ient o, et c.) . Así m ism o, t odo sist em a exist e debido a una conexión de órganos
periféricos y con aferent ación perm anent e, por lo t ant o, t odo sist em a era dinám ico,
aut orregulable, con el fin de m ant ener la arm onía que perm it ía generar result ados
exit osos ( Galina, 2007) .
Pe r iodo M ode r n o ( 1 9 4 5 - 1 9 7 5 )
Est e periodo se caract eriza principalm ent e por las aport aciones al área clínica en el
desarrollo de inst rum ent os de m edición para det erm inar la severidad del daño en el
funcionam ient o del sist em a nervioso cent ral y sus im plicaciones en la conduct a, así
com o en la generación de m odelos explicat ivos encam inados a la int ervención.
Después de la Prim era Guerra Mundial, Kurt Goldst ein, filósofo y m édico polaco
( discípulo de Carl Wernicke) realizó sus principales aport aciones al est udiar las
consecuencias de las heridas de guerra en el sist em a nervioso cent ral, sent ando las
bases del t rat am ient o del daño cerebral ( Ost achuk, 2015) . Al igual que Lashley, sus
aport aciones fueron encam inadas a la asim et ría hem isférica, proponiendo que las
lesiones en el hem isferio izquierdo producían reacciones de ansiedad, angust ia,
depresión y m iedo, m ient ras que las alt eraciones en el hem isferio derecho se
caract erizaban por la apat ía o indiferencia ( Port ellano, 2005) . Goldst ein considera que
el est ado de enferm edad es el que perm it e ver con m ayor claridad los procesos del
organism o. Post ula que se deben est udiar m inuciosam ent e los sínt om as t eniendo en
cuent a su relación con el organism o en su t ot alidad y las circunst ancias en las que
aparecen, est o vuelve su m odelo de est udio alt am ent e específico. Goldst ein t am bién
incorpora el concept o de “ desem peño” , refiriéndose a cóm o es que el organism o
realiza cualquier act ividad en un am bient e det erm inado. En caso de que el individuo
sufra un daño, será enfrent ado por su am bient e con t areas que ya no puede realizar
pero buscará diferent es m odos de ret om ar una sit uación ordenada. De est a m anera, el
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pacient e puede experim ent ar una falt a t ot al de percepción de sus defect os, puede
m odificar su am bient e para evit ar las sit uaciones con las que no puede lidiar o puede
desarrollar est rat egias com pensat orias ( Ost achuk, 2015) .
Donald Hebb, discípulo de Lashley, en 1949 sugiere que las células t rabaj an de m anera
conj unt a para represent ar inform ación, a su vez, est as agrupaciones de neuronas se
encuent ran dist ribuidas en grandes áreas de la cort eza cerebral ( López, 2011) . Hebb
est ableció que exist ían diferencias neurofisiológicas ent re la m em oria a cort o y largo
plazo, siendo el prim ero un proceso act ivo de duración lim it ada y el segundo una
m odificación en la est ruct ura del sist em a nervioso ( Port ellano, 2005) . De sus est udios
con pacient es am nésicos t am bién evidenció que al alt erarse la m em oria recient e y
conservarse la m em oria para hechos m ás rem ot os, exist ía una diferencia ent re el
sust rat o anat óm ico ( López, 2011) . Est o se debía a que, ant e una señalización
const ant e ent re dos neuronas, se est ablece un proceso de m odificación m et abólica en
am bas, consolidando el circuit o est ablecido, lo que quiere decir que el aprendizaj e y la
m em oria pueden producir cam bios est ruct urales en el sist em a nervioso ( Port ellano,
2005) .
Alexander Rom anovich Luria, m édico ruso ( discípulo de Vigot sky, considerado com o
uno de los principales exponent es de la neuropsicología del periodo m oderno) , ret om a
los post ulados de Gall, Broca, Jackson, Vigot sky, et c y plant ea un m odelo de
organización cerebral basado en t res bloques funcionales; el bloque de act ivación, el
bloque para recibir, analizar y alm acenar inform ación y el bloque para program ar,
regular y verificar la act ividad ( Luria, 1989) .
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Para est e ent onces prevalecen dos escuelas im port ant es en la aproxim ación al est udio
de las alt eraciones conduct uales en relación al funcionam ient o del sist em a nervioso
cent ral: la escuela cognit iva y la escuela hist órico- cult ural.
La neuropsicología, con el nom bre propiam ent e dicho, com ienza en la Unión Soviét ica
con A. Luria quien cont inúa con los t rabaj os realizados por L.S.Vigot sky acerca del
origen y est ruct ura de las funciones psicológicas com o adquisición del desarrollo
hist órico y ont ológico del ser hum ano. Tam bién ret om a, ent re ot ros, los t rabaj os
realizados por John H. Jackson en cuant o a la organización j erárquica del sist em a
nervioso cent ral, el concept o de sist em as funcionales de Anokhin y la clasificación de
Poliakov sobre la exist encia de zonas prim arias, secundarias y t erciarias.
Siguiendo con est e argum ent o, Luria refiere que ninguna función est á ligada a un solo
cent ro nervioso, sino que represent a la act ividad de diversos cent ros est rict am ent e
diferenciados y j erárquicam ent e vinculados ent re sí, de m anera que form an un sist em a
funcional com plet o y es así com o plant ea su m odelo de t res bloques en los cuales
est ablece una relación fisiológica, anat óm ica y funcional ( Luria, 1989) .
De acuerdo con Luria, el int ent ar localizar las funciones en una zona específica carece
de sent ido, adem ás post ula que los sist em as funcionales van m adurando en el proceso
de com unicación y act ividad obj et al, adquiriendo de m anera gradual el caráct er de
relaciones com plej as. Es por ello que una lesión, inevit ablem ent e llevará a la
desint egración del sist em a dando lugar a m últ iples m anifest aciones clínicas.
De est e m odo, solam ent e m ediant e un análisis sindróm ico det allado perm it e est ablecer
el fact or que subyace a la alt eración, un diagnóst ico t ópico, la ident ificación del
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m ecanism o psicofisiológico de la alt eración y los m ét odos de rehabilit ación ( Quint anar,
2002) .
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Todo lo ant erior t eniendo present es las necesidades de cada pacient e y t rat ando de
involucrar a la fam ilia en el proceso de plant ear adecuaciones ( Juárez Barrera, 2013) .
La neuropsicología cognit iva propone una est ruct ura m odular, proponiendo que los
procesos cognit ivos t ienen bases neuronales dist ribuidas en t odo el encéfalo,
t rabaj ando de m anera paralela en lugar de secuencial.
La neuropsicología cognit iva se cont rapone a la escuela hist órico cult ural debido a que
considera que ést a se const ruyó con base en est udios clínicos de personas con
alt eraciones y no consideró la norm alidad, aunado a lo ant erior, crit ican la falt a de
rigor en sus m ét odos de evaluación, dej ando m argen a la subj et ividad de quien
int erpret a los result ados ( Benedet , 2002) .
El pensam ient o hum ano es est ablecido com o un conj unt o de relaciones de
represent aciones m ent ales, por lo que en la neuropsicología cognit iva se t rabaj a con
m odelos de la m ent e, no con m odelos de cerebro. Así pues, no se est ablecen
represent aciones de conexiones ent re zonas cerebrales sino ent re com ponent es de un
sist em a cognit ivo ( Ward, 2002) .
En est e sent ido, las nuevas t écnicas de neuroim agen no son part e fundam ent al de la
neuropsicología cognit iva ( aunque son valoradas com o inform ación referencial) , ya que
se considera que aport a inform ación sobre la función cerebral ( es decir, la arquit ect ura
del sist em a) y no de la función m ent al ( el cont enido, la inform ación que m anej a el
sist em a) que es lo que realm ent e com pet e a los neuropsicólogos cognit ivos. Ent ones,
el quehacer de un neuropsicólogo consist e en:
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1. Hacer una evaluación con inst rum ent os est andarizados y validados que perm it an
valorar la conduct a del pacient e dist inguiendo ent re el déficit cognit ivo y las
est rat egias com pensat orias.
2. Form ular hipót esis con base en los m odelos explicat ivos de las funciones m ent ales.
3. Explicar los dat os m ediant e un m odelo específico del com ponent e o com ponent es
del subsist em a responsable de los errores del pacient e.
4. Verificar las hipót esis, señalando los com ponent es dent ro del sist em a que est án
int act os y los que no m ediant e la aplicación de t areas pequeñas ( t am bién
est andarizadas para poder com parar con el grupo norm al) .
5. En caso de que el m odelo no perm it a explicar los dat os obt enidos, se debe form ular
uno alt ernat ivo.
El enfoque de la rehabilit ación inicia con la psicoeducación del pacient e a fin de que
t om e conciencia de su alt eración, la asum a y cont em ple sus nuevas posibilidades y
lim it aciones. Post eriorm ent e la rehabilit ación se enfoca en las act ividades de la vida
cot idiana del pacient e, es decir, t rabaj ar con sus deficiencias, no con el det erioro
( Benedet , 2002) .
A pesar de que la evaluación y análisis cualit at ivo fue una de las principales
caract eríst icas de la neuropsicología, post eriorm ent e se le concedió m ayor im port ancia
al análisis cuant it at ivo, suponiendo que est o le ot orgaba un caráct er “ obj et ivo”
( Quint anar, 2002) . No obst ant e, la aplicación de pruebas no es suficient e en cuant o a
la evaluación de las alt eraciones conduct uales de una persona que ha sufrido algún
t ipo de daño cerebral ya que las est andarizaciones no son aplicables a t odos los
individuos, incluso dent ro de una m ism a población ( Lezak, 2012) .
Est a et apa de la neuropsicología t am bién se caract eriza por la inserción de las t écnicas
para la obt ención de im ágenes cerebrales t ales com o resonancia m agnét ica funcional
( cont rast e dependient e de nivel de oxígeno, ocupación de espacio vascular, m arcado
art erial de espin) , t om ografía por em isión de posit rones ( m arcador para ver el
procesam ient o m et abólico) , SPECT ( radiografía con rayos gam m a) , et c. En est e punt o
ya se ha asent ado una perspect iva de organización dinám ica y el obj et ivo de la
evaluación no es señalar la localización de la función sino hacer una descripción del
perfil cognit ivo, enunciando sus fort alezas y debilidades con el fin de diseñar m ét odos
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de int ervención adecuados ( Villa, 2008) . Asim ism o, el cam po de acción del
neuropsicólogo cada vez se vuelve m ás am plio y reconocido t ant o en la clínica com o en
la invest igación, docencia, prevención y difusión ( Fonseca, 2015 y Port ellano, 2005) .
N e u r opsicología e n M é x ico
Baj o la dirección del Dr. Manuel Velasco- Suárez ( 1965- 1979) que se llevaron a cabo en
el I NNN los prim eros sim posios con grandes personalidades int ernacionales de la
neuropsicología ( Ost rosky, 2009) . En 1982 se funda la Sociedad Mexicana de
Neuropsicología t eniendo com o president a a la Dra. Feggy Ost rosky, cuya función es la
difusión y act ualización de conocim ient o referent e al área. Se t rat a de una asociación
civil sin fines de lucro com puest a por profesionales y est udiant es de la disciplina
( Fonseca Aguilar, 2015) .
En 1989 surge en la Universidad Nacional Aut ónom a de México ( UNAM) FES Zaragoza,
el program a de m aest ría en neuropsicología baj o la coordinación de la Dra. Juliet a
Heres Pulido siendo el prim er plan form al de est udios en Lat inoam érica.
Fue de est e m odo que la invest igación y práct ica clínica en la disciplina se fue
desarrollando de m anera gradual, involucrando no solam ent e a psicólogos sino a
profesionales de dist int as disciplinas, com o lingüist as, neurólogos, especialist as en
com unicación hum ana, m édicos, psiquiat ras, licenciados en educación especial, et c. y
con el paso del t iem po el est udio por la neuropsicología se fue ext endiendo hacia
diferent es ciudades de la República Mexicana com o Puebla, Guadalaj ara y Mont errey
donde se fueron est ableciendo ot ros program as de posgrado ( Villa, 2008) .
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En los años novent a se dist inguen t res principales líneas de crecim ient o en el cam po
de la neuropsicología en México ( Ost rosky, 2009) :
Para arroj ar luz sobre cóm o es act ualm ent e el ej ercicio de la práct ica profesional de la
neuropsicología en México, Fonseca y colaboradores ( 2015) realizaron un est udio en
donde ent revist aron a 171 neuropsicólogos. Lo prim ero que refieren es el hecho de que
únicam ent e se puede t ener ent renam ient o en neuropsicología m ediant e un program a
de posgrado, y dado que la m ayoría de los program as se encuent ran en la Ciudad de
México m uchos de los profesionales int eresados deben m igrar desde sus ciudades para
acceder a est a educación ( Tabla 1) .
En la sit uación laboral, m uchos de los neuropsicólogos encuest ados se encont raban en
t rabaj os de m edio t iem po, argum ent ando que es difícil conseguir una plaza de plant a
en clínicas y hospit ales, por lo que la práct ica privada y la docencia son ot ras de las
act ividades que llevan a cabo. Todos indicaron est ar sat isfechos con las act ividades
realizadas en su ej ercicio profesional pero no así con el salario que recibían a cam bio.
Adem ás, m encionaron que ent re las barreras que deben enfrent ar en el día a día, est á
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el t rabaj o colaborat ivo con ot ros profesionales ya que no siem pre se lleva a cabo en
t érm inos cordiales ( Tabla 1) .
Una de las inquiet udes que m ás se m anifest aron est á encam inada hacia los
inst rum ent os de evaluación, ya que en México únicam ent e se cuent an con siet e
m at eriales para evaluación neuropsicológica con norm as para la población ( Ost rosky,
2009) :
Sin em bargo, m uchos neuropsicólogos ut ilizan ot ros inst rum ent os que no son
propiam ent e neuropsicológicos pero que consideran im port ant es para hacer evaluación
( Tabla 2) .
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Tabla 2. I nst rum ent os m ás ut ilizados por los neuropsicólogos m exicanos ( Aguilar, 2015)
I nst rum ent os neuropsicológicos Frecuencia Porcent aj e ( % )
WI CS( Test de int eligencia de Wechsler para niños) 102 68,0
St roop Test ( Test de palabras y colores de St roop) 101 67,3
Barcelona ( Test de Barcelona) 97 64,7
WAI S ( Escala de int eligencia de Wechsler para adult os) 92 61,3
Token t est 91 60,7
WCST ( Test de clasificación de t arj et as Wisconsin) 84 56,0
ENI ( Evaluación Neurosicológica I nfant il) 82 54,7
ROCFT ( Test de la figura com plej a de Rey) 81 54,0
Test del reloj 77 51,3
WI PPSI ( Escala de int eligencia de Wechsler para preescolares) 73 48,7
NEUROPSI ( Evaluación neurosicológica breve en España) 71 47,3
MMSE ( Mini- Ment al St at e Exam inat ion) 67 44,7
NEUROPSI AyM( Neuropsi at ención & m em oria) 56 37,3
Bender ( Test gest álico visom ot or de Bender) 55 36,7
TAVEC ( Test de aprendizaj e verbal España Com plut ense) 46 30,7
BNT ( Test de denom inación de Bost on) 42 28,0
CVLT ( Test de aprendizaj e verbal de California) 42 28,0
WMS ( Escala de m em oria de Wechsler) 42 28,0
BDAE ( Test para el diagnóst ico de la afasia de Bost on) 39 26,0
SDMT ( Test de sím bolos y dígit os) 38 25,3
El 33.3% aseguró conocer a neuropsicólogos que ut ilizan t rat am ient os con eficiencia
cuest ionable o que pueden ser perj udiciales para sus pacient es y un t ercio dij o conocer
a profesionales que com ent aban los casos clínicos de sus pacient es con personas que
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En la consult a privada, 18.4% dij o saber de quien m ant enía cit as con sus pacient es
fuera del área de t rabaj o, 2.6% aseguró t ener colegas que t enían relaciones sexuales
con sus pacient es y 17.5% saben de profesionales que acept an pagos por sus servicios
en m at eria.
La neuropsicología act ual t om a com o pilares los m ét odos experim ent ales y la
observación clínica, ayudándose de las nuevas t écnicas en neuroim agen.
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