Historia de La Neurops General

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Cie n cia & Fu t u r o V.10 No.

4 diciem bre 2020- m arzo 2021 I SSN 2306- 823X

Ciencia del cerebro y el comportamiento: esbozo


histórico de la neuropsicología

Alejandra Rodríguez Macías

Itzel Graciela Galán López

Gabriela Orozco Calderón

gabrielaorocal@gmail.com

Universidad Nacional Autónoma de México

Re sum e n : Se resum ió la hist oria de la Neuropsicología, abarcando los periodos


preclásico, clásico, m oderno y cont em poráneo aludiendo a algunos de los exponent es
m ás sobresalient es de cada época. Asim ism o, se abordaron las diferent es perspect ivas
t eóricas con las cuales se ha const ruido la hist oria de la Neuropsicología. Para la
revisión se ut ilizaron las bases de dat os de la UNAM: PsycI NFO, PsycArt icles, MEDLI NE,
PUBMED, SCI ENCE DI RECT, SCOPUS, OVI D.

Pa la br a s cla ve : neuropsicología; preclásico; racionalism o; em pirism o;


localizacionism o; holism o; cognición.

Recibido: 30 enero 2020/ Acept ado: 28 noviem bre 2020

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Brain Science and Behavior: Historical Sketch of


Neuropsychology

Abst r a ct : The hist ory of Neuropsychology was sum m arized, covering t he pre- classical,
classical, m odern and cont em porary periods, alluding t o som e of t he m ost out st anding
exponent s of each era. Likewise, t he different t heoret ical perspect ives wit h which t he
hist ory of Neuropsychology has been built were addressed. For t he review, t he UNAM
dat abases were used: PsycI NFO, PsycArt icles, MEDLI NE, PUBMED, SCI ENCE DI RECT,
SCOPUS, OVI D.

Ke y w or ds: neuropsychology; pre- classical; rat ionalism ; em piricism ; localizat ionism ;


holism ; cognit ion

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I n t r odu cción

La Neuropsicología es una disciplina que est udia la relación ent re el cerebro y la


conduct a, t iene una relación dinám ica e int eract iva. Es dinám ica porque es una
relación m odificable, e int eract iva ya que los cam bios en alguna de las variables t ienen
repercusiones en la ot ra. Es decir, los cam bios conduct uales se acom pañan de cam bios
cerebrales y viceversa ( Junque & Jurado, 2009) . Y com o t oda disciplina, la
neuropsicología se ha ido const ruyendo y nut riendo por los hallazgos que diferent es
especialist as han regist rado a lo largo del t iem po.

Pe r iodo Pr e clá sico ( ha st a 1 8 6 1 )

Es en el periodo Preclásico donde se encuent ran los prim eros est udios de la conduct a,
las funciones cognit ivas y el sist em a nervioso cent ral, dichas aproxim aciones fueron
plant eadas principalm ent e por filósofos ( Haag & Mart ins de Alm eida, 2001) , ent re los
cuales dest acan los siguient es:

Diógenes de Apolonia ( siglo I V a.C.) , plant ea la idea de que t odos los elem ent os de la
nat uraleza est aban ordenados de t al form a que necesariam ent e debía exist ir una
“ int eligencia unit aria y originaria” . Dicha sust ancia era el aire, a la cual se refería com o
“ pneum a” para describir el alient o, el vient o y el espírit u. “ Los hom bres y ot ros seres
viven del aire, respirándolo, y ahí est á su alm a e int eligencia…si se les ret ira m ueren y
su int eligencia se ext ingue” ( Minecan, 2020) .

Hipócrat es de Cos ( 460- 355 a.C.) , cont em poráneo de Sócrat es y Plat ón, es
considerado com o el padre de la m edicina debido a que desarrolló t odo un sist em a
diagnóst ico únicam ent e a t ravés de sus sent idos, razonam ient o lógico, observación y
experiencia. Fue uno de los pocos m édicos de la época que rechazaba la idea de que la
enferm edad provenía de hechos sobrenat urales y declaró al cerebro com o el órgano
m ás im port ant e del cuerpo hum ano ya que era la sede de la int eligencia
( Cam poherm oso, Soliz & Zuñiga, 2014) .

Dem ócrit o ( 470- 360 a.C. el rient e) , discípulo de Diógenes y uno de los escrit ores m ás
prolíficos de la ant igüedad, ret om a la idea de que el pensam ient o est á en el cerebro, y

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t am bién señala que la ira se encuent ra en el corazón y el deseo en el hígado ( Arriaga,


2014) .

Arist ócles de At enas ( 428- 347 a.C. apodado Plat ón debido a sus anchas espaldas) ,
ent re sus post ulados considera que el cerebro y la m édula espinal son la fuerza vit al
del ser hum ano pues en ellos residía el alm a ( Fernández, 1999) .

Galeno de Pérgam o ( 200- 129 a.C.) com o la últ im a aport ación del periodo fue
sum am ent e im port ant e ya que fue el prim ero en post ular sus ideas a part ir de t rabaj os
de aut opsia, propone al cerebro com o el origen de la sensación, el m ovim ient o y el
int elect o ( Haag, 2001) . Galeno post ulaba que para que el ánim a pudiera discurrir y
filosofar en el hom bre, era sum am ent e necesario que el cerebro t uviera buena figura,
cant idad de m asa suficient e, el adecuado núm ero de vent rículos y que sus part es
m ant uvieran cont inuidad. Por ese m ot ivo, deducía que las heridas en la cabeza
conllevaban a una pérdida de ent endim ient o, m em oria o im aginación, puest o que
después de la “ división sufrida” el cerebro volvía a “ j unt arse” pero no en la unión
nat ural que t enía ant es. Con respect o a la cant idad de m asa, escribió: “ …la cabeza
pequeña es siem pre viciosa en el hom bre por t ener falt a de sesos: aunque si la grande
nace de haber m ucha m at eria y m al sazonada es m al indicio, com o acont ece en las
naranj as m uy grandes, que abiert as t ienen poca m édula” ( Huart e de San Juan, 1575) .

Ra ciona lism o y e m pir ism o

Es durant e est e m ism o periodo, ( XVI - XVI I ) que se “ desarrollan” dos corrient es de
pensam ient o ( a raíz de post ulados filosóficos ant eriores) que se cuest ionan sobre los
orígenes, alcances y lím it es del conocim ient o; el em pirism o y racionalism o. El
em pirism o es una corrient e filosófica que sost iene que el ser hum ano conoce a t ravés
de la experiencia sensible, es decir, que el aprendizaj e se desarrolla únicam ent e
m ediant e la int eracción sensorial con el am bient e, fundam ent ando la ciencia a part ir de
la observación de hechos. Francis Bacon ( en 1620) , afirm a en su obra que, si el
hom bre se lim it ara a observar a la nat uraleza sin prej uicios, ent onces por sí m ism a ella
revelaría sus m ist erios. En est e m ism o sent ido, John Locke ( en 1644) , m ant iene la
hipót esis de que el hom bre nace sin ideas innat as ( t ábula rasa) y que es su
experiencia lo que form a su caráct er. Con est as preconcepciones, los sim pat izant es de
est a corrient e defienden el m ét odo de la inferencia induct iva, que va de lo part icular a

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lo general con el fin de form ular leyes universales sobre los hechos y com probar su
validez m ediant e com paraciones de t ipo vivencial ( Hernández, 2008) .

Por ot ro lado, el racionalism o afirm a que la razón es capaz de conocer porque posee
principios innat os ( ideas que el hom bre t iene al nacer) , adem ás de proporcionar
conocim ient os lógicos, neut rales y obj et ivos ya que los sent idos son relat ivos y
engañosos. Los racionalist as afirm aban que la razón procede del m ét odo deduct ivo, es
decir, que part e de principios generales que perm it en explicar hechos individuales.
René Descart es es la figura m ás reconocida de est a corrient e, est ableciendo a la duda
com o m ét odo para llegar a la verdad, en 1637 publica “ Discurso del m ét odo. Reglas
para la dirección de la m ent e” , en la cual expone el principio de subj et ividad “ pienso,
luego exist o” , expresando que la razón es la única herram ient a plausible para indagar
y aseverar sobre lo que es verdadero ( Fogar, 2012) . En est e sent ido t am bién plant eó
el problem a m ent e- cuerpo, argum ent ando que eran dos realidades diferent es y
est ableció que la glándula pineal era el cent ro anat óm ico ent re las sust ancias res
ext ensa ( regida por las leyes físicas) y res cogit ans ( a la que se t iene acceso solo a
t ravés de la int rospección) ( González, 2007) . Propuso com o sede dicho punt o debido a
su localización que le perm it ía int egrar la inform ación provenient e del cuerpo, así com o
influir en los m ovim ient os en t odas direcciones ( Cast añeda, 2009) . Es así com o el
est udio de la m ent e, el cerebro y la conduct a hum ana, se apegan a est as reglas para
est ablecerse dent ro del cam po cient ífico, dando paso al segundo periodo de las
neurociencias y la Psicología.

Pe r iodo Clá sico ( 1 8 6 1 - 1 9 4 5 )

Loca liza cion ism o Est a post ura se basa en la prem isa de est ablecer una relación
direct a ent re una función o conduct a del ser hum ano y un lugar específico del cuerpo,
Siguiendo con las ideas del periodo preclásico y con influencia de las nuevas corrient es
epist ém icas, el est udio de la relación ent re conduct a y funcionam ient o cerebral
t am bién se consolidó en est udios m ás rigurosos y es ent re el siglo XVI I I y XI X, cuando
los anat om ist as desarrollaron las t eorías localizacionist as de la act ividad m ent al,
fundam ent ándose en dat os de anat om ía, neurología y pat ología clínica ( Arias, 2018) .

Johann Caspar Lavat er, filósofo y t eólogo suizo, a finales el siglo XVI I I propuso la t esis
de que las expresiones faciales y los rasgos de las personas t enían relación direct a con
su personalidad ( Twine, 2002) . Post eriorm ent e, est a idea fue ret om ada por Franz

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Joseph Gall y Johan Casper Spurzheim ( m édicos alem anes) quienes propusieron la
exist encia de veint isiet e facult ades m ent ales ubicadas en zonas específicas del cerebro,
declarando que era posible observarlas a t ravés de las dist int as hendiduras y
prot uberancias que se desarrollaban en el cráneo, ya que pensaban que el cont orno
craneal era paralelo a la superficie del cerebro ( Cast añeda, 2009) . Las facult ades
fueron cat egorizadas en dom ést icas, lit erarias, egoíst as, m orales, de
aut operfeccionam ient o, int elect uales y reflexivas ( Belt rán, 2009) . Gall fort aleció así la
hipót esis cerebral pero desde un est udio m ás organizado, est ruct urado y preciso ya
que sus invest igaciones t enían bases anat óm icas y pat ológicas ( Arias, 2018) .

Según Buckingham ( 1981) , Gall le daba m ás im port ancia a la función que a la


localización m ism a, est ableciendo que el est udio del cerebro no podría sust it uir al
est udio de la psicología, sin em bargo, el legado que quedó regist rado en la m ayoría de
libros son los m apas frenológicos fig. 1

Figura 1. Cabeza Frenológica de Spurzheim . Tom ado de Port ellano ( 2005) .

En ese m ism o periodo los est udios del m édico est adounidense John Mart in Harlow
t om aron part icular relevancia a part ir del 13 de sept iem bre de 1848, cuando un
pacient e de 25 años sufrió un accident e con una barra de hierro que le at ravesó el
cráneo, dest ruyendo las áreas prefront ales; Phineas Gage ( figura 2) .

‘‘…t he powder exploded, carrying an iron inst rum ent t hrough his head an inch and a
fourt h in circum ference, and t hree feet and eight inches in lengt h, which he was using
at t he t im e. The iron ent ered on t he side of his face, shat t ering t he upper j aw, and
passing back of t he left eye, and out at t he t op of t he head. The m ost singular

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circum st ances connect ed wit h t his m elancholy affair is, t hat he was alive at t wo o’clock
t his aft ernoon, and in full possession of his reason, and free from pain’’ ( García, 2010) .

Figura 2. Fot om ont aj e que m uest ra cuat ro vist as del cráneo de Phineas Gage. Cat álogo
descript ivo del Warren Anat om ical Museum , 1870. ( García, 2010) .

Est a publicación fue la prim era referencia docum ent ada del caso en 1848, y veint e
años después ( 1868) , el doct or Harlow present ó el caso en la reunión anual de la
Massachuset t s Medical Societ y narrando por prim era vez los cam bios conduct uales que
present ó Gage t ras el accident e: “ Él es irregular, irreverent e, ent regándose en
ocasiones a la blasfem ia m ás grosera ( …) , m anifest ando m uy poco respet o por sus
com pañeros, incapaz de cont enerse cuando ent ra en conflict o con sus deseos, en
ocasiones pert inazm ent e obst inado, pero caprichoso y vacilant e, ideando m uchos
planes a fut uro, que son abandonados ant es de ser ej ecut ados por ot ros que parecen
m ás fact ibles” . No se t ienen m ás dat os sobre el caso debido a que Harlow no publicó
nada m ás al respect o, sin em bargo, en ese ent onces no se t enía definido cuál era la
part icipación de los lóbulos front ales en el com port am ient o hum ano, por lo que se llegó
a considerar que las lesiones del córt ex front al no t enían consecuencias t an graves
com o las observadas ant e el daño en ot ras regiones del cerebro ( García, 2010) .

En 1861 ant e la Sociedad Ant ropológica de París, celebrada para debat ir sobre la t eoría
frenológica de Gall, el anat om ist a francés Paul Pierre Broca present ó el caso de
Monsieur Lebourgne, un hom bre de 55 años que había sufrido crisis epilépt icas m uy
graves durant e t oda su vida, por lo que había pasado 21 años hospit alizado. Adem ás
de las crisis, Monsieur Lebourgne present aba dificult ad para expresarse verbalm ent e y

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lo único que podía decir era la sílaba “ Tan” , lo que le im pedía ser independient e
( Herrera, 2019) .

Después de que el pacient e “ Tan” m uriera, Broca realiza su aut opsia y señala que la
facult ad de la expresión del lenguaj e se sit úa en la en la t ercera circunvolución front al
del hem isferio dom inant e. ( Rufo, 2006) . Dicho descubrim ient o fue relevant e debido a
que por prim era vez se había est ablecido una relación ent re un proceso m ent al y una
part e específica del cerebro, adem ás de t ener una fundam ent ación clínica ( figura 3) .

Figura 3. Fot ografía del cerebro de Monsieur Lebour gne. ( Port ellano, 2005)

Hacia 1865, Broca ya había present ado ocho casos de pacient es con “ afem ia” ( com o
llam ó él a la incapacidad de producir lenguaj e art iculado) y que m ost raban alt eraciones
en el hem isferio izquierdo, reforzando su hipót esis ( Mart ínez, 2008) . Sin em bargo,
Broca t am bién sugirió que, de haber lesión cerebral en edades t em pranas, el
hem isferio derecho podía com pensar la función “ el hem isferio derecho sí funciona en la
psicología del lenguaj e pero de m anera m ás general, la cual incluye el est ablecim ient o
de relaciones ent re expresiones y significados; la dom inancia del hem isferio izquierdo
es solam ent e para el habla” ( Herrera, 2019.)

En 1873, el psiquiat ra alem án Carl Wernicke publicó un art ículo en el que proponía un
m odelo de clasificación de síndrom es afásicos, asim ism o, declaró que la part e superior
post erior del lóbulo t em poral izquierdo era la encargada de la com prensión del
lenguaj e y que el fascículo arqueado era el responsable de conect ar los cent ros
expresivos y com prensivos del m ism o ( Mart ínez Sánchez, 2008 y Port ellano, J.A.
2005) . En resum en, Wernicke dist inguió ent re la incapacidad para com prender ( lesión
en la región post erior y superior del lóbulo t em poral izquierdo) , im plicada en aspect os
sem ánt icos de las form as escrit as y habladas del lenguaj e y la capacidad de producirlo
( lesiones en la t ercera circunvolución front al del hem isferio izquierdo) .

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H olism o

El Holism o es una doct rina filosófica que t iene sus principios en el plant eam ient o de “ la
int egridad” , perm it iendo ent ender un fenóm eno desde el punt o de vist a de m últ iples
int eracciones ( Briceño, 2010) . En est e supuest o, se t rabaj ó la hipót esis de que las
funciones m ent ales no est án localizadas en áreas específicas del cerebro, sino que
dependen de su funcionam ient o com o sist em a. Los principales exponent es de est e
enfoque com prendían al cerebro com o una t ot alidad y que sus funciones im plicaban
grandes ext ensiones de cort eza ( Port ellano, 2005) .

Durant e el apogeo de la Frenología, Napoleón I ordena organizar una com isión de


expert os con el obj et ivo era invest igar si la t eoría localizacionist a de Gall era precisa.
En esa com it iva se encont raba Jean Pierre Flourens biólogo y fisiólogo experim ent al
quien propuso una t eoría m ás bien holist a basándose en experim ent os de lesión
cerebral en conej os y palom as. Después de observar cuidadosam ent e los efect os sobre
la m ot ricidad, sensibilidad y com port am ient o encont ró déficit s globales y no punt uales
( com o se plant eaba en la frenología) , por lo que concluyó que la alt eración se asociaba
con la cant idad de t ej ido lesionado y no a un lugar específico ( Murcia, 2008) , adem ás
de que t odas las regiones de la cort eza cerebral part icipaban en las funciones m ent ales
superiores act uando de m anera unit aria ( García, 2010) .

Part iendo de la hipót esis cerebral, en 1870, John Hughlings Jackson ( considerado com o
el padre de la neurología inglesa) propuso un sist em a de organización j erárquica del
sist em a nervioso cent ral, explicando las funciones sensoriales y m ot oras. Tam bién
post uló que los cent ros superiores nerviosos eran m ás com plej os, m ás num erosos y
m ás especializados que los cent ros inferiores ( Covo, 2006) . De est e m odo, su hipót esis
plant ea la división del sist em a nervioso en t res niveles, j erárquicos y de crecient e
com plej idad:

- Nivel espinal ( localizado en la m édula y t ronco espinal)


- Segundo nivel de t ipo sensorial y m ot or ( localizado en ganglios basales y
cort eza m ot ora) .
- Tercer nivel o nivel superior que perm it e el cont rol de los m ovim ient os
volunt arios ( localizado en los lóbulos front ales) .

De est e m odo, cada act ividad en el sist em a nervioso t iene una est ruct ura vert ical y
una lesión no produciría la desaparición de alguna función, sino su desorganización.

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Ot ra de sus aport aciones fue la descripción de asim et rías hem isféricas, proponiendo
que el hem isferio izquierdo cont rola la act ividad volunt aria, en t ant o el derecho las
conduct as aut om at izadas ( Port ellano, 2005) .

En 1921, se funda el Círculo de Viena, que surge a part ir de una necesidad de


est ablecer un concept o de ciencia basada en dos prem isas; que se realizara por un
m ét odo hipot ét ico deduct ivo y cuyos enunciados pudieran ser verificadas no solo
m ediant e procedim ient os em píricos sino t am bién lógicos. Karl Popper principal aut or
del racionalism o crít ico, plant ea que la ciencia debe ser ent endida com o un sist em a de
enunciados absolut os y verdaderos ( t eorías com probadas) , a las cuales solo se puede
acceder por m edio del crit erio de falsacionism o ( 1959) , según el cual, la labor de un
cient ífico es t rat ar de falsar las hipót esis por m edio de la cont rast ación em pírica,
ut ilizando el m ét odo cient ífico ( Hernández Chant o, 2008) . Est a t écnica est á com puest a
por un núm ero de pasos secuenciales que deben llevarse a cabo para abordar
cualquier problem a que se desee verificar; ident ificación del problem a, plant eam ient o
de la hipót esis, análisis e int erpret ación de los dat os, verificación de los result ados y
diseño del nuevo esquem a m ent al ( de Hoyos Benit ez, 2020) .

En 1929 Karl Lashley, psicólogo est adounidense, form uló la ley de acción de m asa y el
principio de la equipot encialidad. De acuerdo con la ley de acción de m asa, la cort eza
cerebral funciona com o un t odo, por lo t ant o, la gravedad de una alt eración se
correlaciona con el t am año de la zona cort ical lesionada ( independient em ent e del lugar
en el que se encuent re. Parecido a lo que había post ulado Flourens t iem po at rás) . En el
principio de equipot encialidad, se exponía que, dado que t odas las part es de la cort eza
cont ribuyen por igual a las conduct as com plej as, cualquier área de la cort eza cerebral
puede asum ir el cont rol de cualquier act ividad conduct ual ( López, 2011) .

En ese m ism o año, en la unión soviét ica, Lev Sem iónovich Vigot sky hace públicos sus
est udios sobre el desarrollo, en los que plant ea dos prem isas im port ant es:

- Exist e una diferencia ent re el desarrollo nat ural y el desarrollo hist órico del
com port am ient o. El prim ero se refiere al cam bio biológico com o especie y el segundo
al desarrollo ont ológico del individuo dent ro de una cult ura y t iem po det erm inados.

- Exist en form as nat urales y form as cult urales del com port am ient o. Las form as
nat urales obedecen a principios de est ím ulo- respuest a m ient ras que las form as
cult urales se caract erizan por la presencia de signos creados por el hom bre, que a su

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vez, fungen com o m ediat izadores en la est ruct ura y el desarrollo de los procesos
psicológicos ( Quint anar, 2002) .

Est a aproxim ación hist órica al est udio de las funciones psicológicas, cont em pla su
est ruct ura, su desarrollo y origen, perm it iendo ( ent re ot ras aport aciones) , abordar el
problem a de las funciones en el cerebro de una m anera dist int a.

En 1930, Pyot r Kuzm ich Anokhin, describió que un sist em a funcional consist e en una
gam a de act os fisiológicos relacionados con det erm inada act ividad ( respirar, deglut ir,
m ovim ient o, et c.) . Así m ism o, t odo sist em a exist e debido a una conexión de órganos
periféricos y con aferent ación perm anent e, por lo t ant o, t odo sist em a era dinám ico,
aut orregulable, con el fin de m ant ener la arm onía que perm it ía generar result ados
exit osos ( Galina, 2007) .

Pe r iodo M ode r n o ( 1 9 4 5 - 1 9 7 5 )

Est e periodo se caract eriza principalm ent e por las aport aciones al área clínica en el
desarrollo de inst rum ent os de m edición para det erm inar la severidad del daño en el
funcionam ient o del sist em a nervioso cent ral y sus im plicaciones en la conduct a, así
com o en la generación de m odelos explicat ivos encam inados a la int ervención.

Después de la Prim era Guerra Mundial, Kurt Goldst ein, filósofo y m édico polaco
( discípulo de Carl Wernicke) realizó sus principales aport aciones al est udiar las
consecuencias de las heridas de guerra en el sist em a nervioso cent ral, sent ando las
bases del t rat am ient o del daño cerebral ( Ost achuk, 2015) . Al igual que Lashley, sus
aport aciones fueron encam inadas a la asim et ría hem isférica, proponiendo que las
lesiones en el hem isferio izquierdo producían reacciones de ansiedad, angust ia,
depresión y m iedo, m ient ras que las alt eraciones en el hem isferio derecho se
caract erizaban por la apat ía o indiferencia ( Port ellano, 2005) . Goldst ein considera que
el est ado de enferm edad es el que perm it e ver con m ayor claridad los procesos del
organism o. Post ula que se deben est udiar m inuciosam ent e los sínt om as t eniendo en
cuent a su relación con el organism o en su t ot alidad y las circunst ancias en las que
aparecen, est o vuelve su m odelo de est udio alt am ent e específico. Goldst ein t am bién
incorpora el concept o de “ desem peño” , refiriéndose a cóm o es que el organism o
realiza cualquier act ividad en un am bient e det erm inado. En caso de que el individuo
sufra un daño, será enfrent ado por su am bient e con t areas que ya no puede realizar
pero buscará diferent es m odos de ret om ar una sit uación ordenada. De est a m anera, el

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pacient e puede experim ent ar una falt a t ot al de percepción de sus defect os, puede
m odificar su am bient e para evit ar las sit uaciones con las que no puede lidiar o puede
desarrollar est rat egias com pensat orias ( Ost achuk, 2015) .

Donald Hebb, discípulo de Lashley, en 1949 sugiere que las células t rabaj an de m anera
conj unt a para represent ar inform ación, a su vez, est as agrupaciones de neuronas se
encuent ran dist ribuidas en grandes áreas de la cort eza cerebral ( López, 2011) . Hebb
est ableció que exist ían diferencias neurofisiológicas ent re la m em oria a cort o y largo
plazo, siendo el prim ero un proceso act ivo de duración lim it ada y el segundo una
m odificación en la est ruct ura del sist em a nervioso ( Port ellano, 2005) . De sus est udios
con pacient es am nésicos t am bién evidenció que al alt erarse la m em oria recient e y
conservarse la m em oria para hechos m ás rem ot os, exist ía una diferencia ent re el
sust rat o anat óm ico ( López, 2011) . Est o se debía a que, ant e una señalización
const ant e ent re dos neuronas, se est ablece un proceso de m odificación m et abólica en
am bas, consolidando el circuit o est ablecido, lo que quiere decir que el aprendizaj e y la
m em oria pueden producir cam bios est ruct urales en el sist em a nervioso ( Port ellano,
2005) .

Roger W. Sperry ( psicólogo del I nst it ut o de Tecnología de California) , enfocó su t rabaj o


en pacient es de epilepsia que habían sido som et idos a callosot om ía. Sperry det erm inó
que al diseccionar el cuerpo calloso, los dos hem isferios quedaban aislados, est o lo
dem ost ró a part ir de una serie de experim ent os en los cuales m ost raba est ím ulos en
uno y ot ro cam po visual. Lo que encont ró fue que, al m ost rar un est ím ulo cuya
señalización se daba en el hem isferio izquierdo, la persona era conscient e de ello y
podía report arlo, sin em bargo, est o no sucedía cuando la señalización se hacía del lado
derecho ( González Hernández, 2007) . Sus est udios fueron m uy aplaudidos ent re la
com unidad m édica, no así ent re la com unidad psicológica donde pasó práct icam ent e
desapercibido en su t iem po ( Puent e, 2007) .

Alexander Rom anovich Luria, m édico ruso ( discípulo de Vigot sky, considerado com o
uno de los principales exponent es de la neuropsicología del periodo m oderno) , ret om a
los post ulados de Gall, Broca, Jackson, Vigot sky, et c y plant ea un m odelo de
organización cerebral basado en t res bloques funcionales; el bloque de act ivación, el
bloque para recibir, analizar y alm acenar inform ación y el bloque para program ar,
regular y verificar la act ividad ( Luria, 1989) .

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En la segunda m it ad del siglo XI X después de evaluar a heridos de la prim era guerra


m undial, Luria plant ea que la función no es el result ado de la act ividad de un área local
del cerebro, sino de un sist em a funcional, de t al m odo que una zona puede est ar
im plicada en el desarrollo de diferent es funciones ( Port ellano, 2005) , adem ás,
ret om ando las t esis de Vigot sky plant ea que para ent ender la com plej idad de las
funciones psicológicas es necesario considerar las condiciones ext ernas de la vida y las
form as hist órico- sociales de la exist encia del hom bre, en lugar de buscar en el cerebro
o en las profundidades del alm a ( Quint anar, 2002) .

Para est e ent onces prevalecen dos escuelas im port ant es en la aproxim ación al est udio
de las alt eraciones conduct uales en relación al funcionam ient o del sist em a nervioso
cent ral: la escuela cognit iva y la escuela hist órico- cult ural.

La n e ur opsicología hist ór ica cult u r a l

La neuropsicología, con el nom bre propiam ent e dicho, com ienza en la Unión Soviét ica
con A. Luria quien cont inúa con los t rabaj os realizados por L.S.Vigot sky acerca del
origen y est ruct ura de las funciones psicológicas com o adquisición del desarrollo
hist órico y ont ológico del ser hum ano. Tam bién ret om a, ent re ot ros, los t rabaj os
realizados por John H. Jackson en cuant o a la organización j erárquica del sist em a
nervioso cent ral, el concept o de sist em as funcionales de Anokhin y la clasificación de
Poliakov sobre la exist encia de zonas prim arias, secundarias y t erciarias.

Siguiendo con est e argum ent o, Luria refiere que ninguna función est á ligada a un solo
cent ro nervioso, sino que represent a la act ividad de diversos cent ros est rict am ent e
diferenciados y j erárquicam ent e vinculados ent re sí, de m anera que form an un sist em a
funcional com plet o y es así com o plant ea su m odelo de t res bloques en los cuales
est ablece una relación fisiológica, anat óm ica y funcional ( Luria, 1989) .

De acuerdo con Luria, el int ent ar localizar las funciones en una zona específica carece
de sent ido, adem ás post ula que los sist em as funcionales van m adurando en el proceso
de com unicación y act ividad obj et al, adquiriendo de m anera gradual el caráct er de
relaciones com plej as. Es por ello que una lesión, inevit ablem ent e llevará a la
desint egración del sist em a dando lugar a m últ iples m anifest aciones clínicas.

De est e m odo, solam ent e m ediant e un análisis sindróm ico det allado perm it e est ablecer
el fact or que subyace a la alt eración, un diagnóst ico t ópico, la ident ificación del

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m ecanism o psicofisiológico de la alt eración y los m ét odos de rehabilit ación ( Quint anar,
2002) .

La desint egración de un sist em a puede ser com pensado ya sea a t ravés de su


reconst rucción int erna, es decir, con la reorganización de los sist em as conservados que
sust it uyan al eslabón falt ant e, o bien, a t ravés de la inclusión de los elem ent os nuevos
de la act ividad del pacient e, est o es, cam biar las operaciones involunt arias
( aut om at izadas) por acciones volunt arias y procesos sucesivos ( Glozm an, 2013) . Es
por ello que el t rabaj o correct ivo debe de ser dirigido hacia el efect o sist ém ico, es
decir, hacia las causas que det erm inaron el cuadro clínico, no hacia funciones aisladas
ni a los sínt om as ( Moreno, 2013) .

La evaluación neuropsicológica se realiza con pruebas sist em át icas pero flexibles ya


que se le da m ayor im port ancia al análisis cualit at ivo del sínt om a observado,
enfocándose en los procesos a t ravés de los cuales los pacient es logran ej ecut ar ( o no)
las t areas propuest as ( Ronquillo, 2013) .

La rehabilit ación neuropsicológica desde est a perspect iva t om a los concept os de


Vigt sky ( en cuant o a la m ediat ización y zona de desarrollo próxim o) y de Galperin
( asim ilación de concept os) , de t al form a que la act ividad se realice con base en un
m ot ivo, m ediant e una cadena de operaciones dirigidas a un obj et ivo, adem ás se
necesit a de una base orient adora que es la inform ación, condiciones y m edios para que
cada acción se realice de m anera correct a ( Molina, 2013) Así, hay algunos principios
para t ener en cuent a durant e la rehabilit ación ( Moreno Agundis, 2013) :

- Trabaj ar los m ecanism os débiles apoyándose de los fuert es


- Mediat ización e int eriorización de las acciones ( plano concret o, percept ivo, verbal y
lógico) .
- Part ir de la zona de desarrollo próxim o.
- Considerar la edad psicológica del pacient e para que las act ividades sean acordes a
ella.
- Tener present e la m ot ivación, la base orient adora, las operaciones y m edios de
ej ecución, el cont rol y verificación.
- El program a de rehabilit ación debe de ser un program a de t areas j erarquizadas en
grados de com plej idad.

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Todo lo ant erior t eniendo present es las necesidades de cada pacient e y t rat ando de
involucrar a la fam ilia en el proceso de plant ear adecuaciones ( Juárez Barrera, 2013) .

La n e ur opsicología cogn it iva

La neuropsicología cognit iva propone una est ruct ura m odular, proponiendo que los
procesos cognit ivos t ienen bases neuronales dist ribuidas en t odo el encéfalo,
t rabaj ando de m anera paralela en lugar de secuencial.

Est a corrient e se fundam ent a en los principios de la psicología experim ent al y en el


supuest o de la m edición com o principal fuent e obj et iva en la evaluación. En est e
sent ido, las punt uaciones se obt ienen a part ir de una serie de pruebas que se aplican
de igual m anera a t odos los individuos ( en el caso cont rario se pueden obt ener
result ados at ípicos) , con el fin de poder est ablecer com paraciones ent re los grupos y e
individuos ( Villa, 2008) . Lo m ás im port ant e es la descripción de la relación observada
ent e un perfil psicom ét rico det erm inado y la presencia de una lesión cerebral.

La neuropsicología cognit iva se cont rapone a la escuela hist órico cult ural debido a que
considera que ést a se const ruyó con base en est udios clínicos de personas con
alt eraciones y no consideró la norm alidad, aunado a lo ant erior, crit ican la falt a de
rigor en sus m ét odos de evaluación, dej ando m argen a la subj et ividad de quien
int erpret a los result ados ( Benedet , 2002) .

El pensam ient o hum ano es est ablecido com o un conj unt o de relaciones de
represent aciones m ent ales, por lo que en la neuropsicología cognit iva se t rabaj a con
m odelos de la m ent e, no con m odelos de cerebro. Así pues, no se est ablecen
represent aciones de conexiones ent re zonas cerebrales sino ent re com ponent es de un
sist em a cognit ivo ( Ward, 2002) .

En est e sent ido, las nuevas t écnicas de neuroim agen no son part e fundam ent al de la
neuropsicología cognit iva ( aunque son valoradas com o inform ación referencial) , ya que
se considera que aport a inform ación sobre la función cerebral ( es decir, la arquit ect ura
del sist em a) y no de la función m ent al ( el cont enido, la inform ación que m anej a el
sist em a) que es lo que realm ent e com pet e a los neuropsicólogos cognit ivos. Ent ones,
el quehacer de un neuropsicólogo consist e en:

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1. Hacer una evaluación con inst rum ent os est andarizados y validados que perm it an
valorar la conduct a del pacient e dist inguiendo ent re el déficit cognit ivo y las
est rat egias com pensat orias.
2. Form ular hipót esis con base en los m odelos explicat ivos de las funciones m ent ales.
3. Explicar los dat os m ediant e un m odelo específico del com ponent e o com ponent es
del subsist em a responsable de los errores del pacient e.
4. Verificar las hipót esis, señalando los com ponent es dent ro del sist em a que est án
int act os y los que no m ediant e la aplicación de t areas pequeñas ( t am bién
est andarizadas para poder com parar con el grupo norm al) .
5. En caso de que el m odelo no perm it a explicar los dat os obt enidos, se debe form ular
uno alt ernat ivo.

El enfoque de la rehabilit ación inicia con la psicoeducación del pacient e a fin de que
t om e conciencia de su alt eración, la asum a y cont em ple sus nuevas posibilidades y
lim it aciones. Post eriorm ent e la rehabilit ación se enfoca en las act ividades de la vida
cot idiana del pacient e, es decir, t rabaj ar con sus deficiencias, no con el det erioro
( Benedet , 2002) .

Pe r iodo con t e m por á n e o ( 1 9 7 5 - Act ua lida d)

A pesar de que la evaluación y análisis cualit at ivo fue una de las principales
caract eríst icas de la neuropsicología, post eriorm ent e se le concedió m ayor im port ancia
al análisis cuant it at ivo, suponiendo que est o le ot orgaba un caráct er “ obj et ivo”
( Quint anar, 2002) . No obst ant e, la aplicación de pruebas no es suficient e en cuant o a
la evaluación de las alt eraciones conduct uales de una persona que ha sufrido algún
t ipo de daño cerebral ya que las est andarizaciones no son aplicables a t odos los
individuos, incluso dent ro de una m ism a población ( Lezak, 2012) .

Est a et apa de la neuropsicología t am bién se caract eriza por la inserción de las t écnicas
para la obt ención de im ágenes cerebrales t ales com o resonancia m agnét ica funcional
( cont rast e dependient e de nivel de oxígeno, ocupación de espacio vascular, m arcado
art erial de espin) , t om ografía por em isión de posit rones ( m arcador para ver el
procesam ient o m et abólico) , SPECT ( radiografía con rayos gam m a) , et c. En est e punt o
ya se ha asent ado una perspect iva de organización dinám ica y el obj et ivo de la
evaluación no es señalar la localización de la función sino hacer una descripción del
perfil cognit ivo, enunciando sus fort alezas y debilidades con el fin de diseñar m ét odos

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de int ervención adecuados ( Villa, 2008) . Asim ism o, el cam po de acción del
neuropsicólogo cada vez se vuelve m ás am plio y reconocido t ant o en la clínica com o en
la invest igación, docencia, prevención y difusión ( Fonseca, 2015 y Port ellano, 2005) .

N e u r opsicología e n M é x ico

La aparición de la Neuropsicología en t oda am érica Lat ina se rem ont a a la década de


1970 ( Villa, 2008) . De acuerdo con Ost rosky y colaboradores ( 2009) , exist ieron ciert os
hechos que fungieron com o pilares ant es de la aparición y disem inación form al de la
disciplina. Ést os son; el crecient e desarrollo de la invest igación dent ro del cam po de las
Neurociencias, el desarrollo de la invest igación lingüíst ica, la necesidad de at ención a
niños con alt eraciones diversas y la creación ( e int erés hacia el área) de inst it ut os
nacionales de salud, t ales com o el I nst it ut o Nacional de Neurología y Neurocirugía
( I NNN) , el I nst it ut o Mexicano de Psiquiat ría ( I MP) , el I nst it ut o Nacional de
Com unicación Hum ana ( I NCH) y el I nst it ut o Nacional de Nut rición.

Baj o la dirección del Dr. Manuel Velasco- Suárez ( 1965- 1979) que se llevaron a cabo en
el I NNN los prim eros sim posios con grandes personalidades int ernacionales de la
neuropsicología ( Ost rosky, 2009) . En 1982 se funda la Sociedad Mexicana de
Neuropsicología t eniendo com o president a a la Dra. Feggy Ost rosky, cuya función es la
difusión y act ualización de conocim ient o referent e al área. Se t rat a de una asociación
civil sin fines de lucro com puest a por profesionales y est udiant es de la disciplina
( Fonseca Aguilar, 2015) .

En 1989 surge en la Universidad Nacional Aut ónom a de México ( UNAM) FES Zaragoza,
el program a de m aest ría en neuropsicología baj o la coordinación de la Dra. Juliet a
Heres Pulido siendo el prim er plan form al de est udios en Lat inoam érica.

Fue de est e m odo que la invest igación y práct ica clínica en la disciplina se fue
desarrollando de m anera gradual, involucrando no solam ent e a psicólogos sino a
profesionales de dist int as disciplinas, com o lingüist as, neurólogos, especialist as en
com unicación hum ana, m édicos, psiquiat ras, licenciados en educación especial, et c. y
con el paso del t iem po el est udio por la neuropsicología se fue ext endiendo hacia
diferent es ciudades de la República Mexicana com o Puebla, Guadalaj ara y Mont errey
donde se fueron est ableciendo ot ros program as de posgrado ( Villa, 2008) .

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En los años novent a se dist inguen t res principales líneas de crecim ient o en el cam po
de la neuropsicología en México ( Ost rosky, 2009) :

1. El desarrollo de program as de invest igación aplicada en los I nst it ut os Nacionales:


I NNN, I MP, I NCH y en el I nst it ut o Nacional de Nut rición.
2. El surgim ient o de los program as de posgrado en neuropsicología en la FES
Zaragoza, la Facult ad de Psicología de la UNAM, la Benem érit a Universidad
Aut ónom a de Puebla, la Universidad de Guadalaj ara, la Universidad Aut ónom a de
Morelos y la Universidad Aut ónom a de Nuevo León.
3. La invest igación realizada en el Laborat orio de Neuropsicología y Psicofisiología de la
División de Est udios de Posgrado en la Facult ad de Psicología de la UNAM, dirigido
por la Dra. Feggy Ost rosky- Solís y el Laborat orio de Neuropsicología y
Neurolingüíst ica en el I nst it ut o de Neurociencias del Cent ro Universit ario de Ciencias
Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalaj ara a cargo de la Dra.
Esm eralda Mat ut e.

En 1998 un grupo de profesionist as de diversas universidades del país ( de Morelos,


Michoacán, Baj a California, Nuevo León y la FES Zaragoza) fundaron la Asociación
Mexicana de Neuropsicología ( Villa 2008) y en el año 2012 se creó el Colegio Mexicano
de Neuropsicología ( CMNP) . Act ualm ent e, la práct ica profesional en el país se reconoce
cada vez m ás, asum iéndole la im port ancia que se m erece en el cam po clínico.

Para arroj ar luz sobre cóm o es act ualm ent e el ej ercicio de la práct ica profesional de la
neuropsicología en México, Fonseca y colaboradores ( 2015) realizaron un est udio en
donde ent revist aron a 171 neuropsicólogos. Lo prim ero que refieren es el hecho de que
únicam ent e se puede t ener ent renam ient o en neuropsicología m ediant e un program a
de posgrado, y dado que la m ayoría de los program as se encuent ran en la Ciudad de
México m uchos de los profesionales int eresados deben m igrar desde sus ciudades para
acceder a est a educación ( Tabla 1) .

En la sit uación laboral, m uchos de los neuropsicólogos encuest ados se encont raban en
t rabaj os de m edio t iem po, argum ent ando que es difícil conseguir una plaza de plant a
en clínicas y hospit ales, por lo que la práct ica privada y la docencia son ot ras de las
act ividades que llevan a cabo. Todos indicaron est ar sat isfechos con las act ividades
realizadas en su ej ercicio profesional pero no así con el salario que recibían a cam bio.
Adem ás, m encionaron que ent re las barreras que deben enfrent ar en el día a día, est á

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el t rabaj o colaborat ivo con ot ros profesionales ya que no siem pre se lleva a cabo en
t érm inos cordiales ( Tabla 1) .

Tabla1. Barreras m ás im port ant es para el desarrollo de la Neuropsicología en México ( Aguilar,


2015) .
Frecuencia Porcent aj e ( % )
Falt a de disposición para colaborar ent re los profesionales 93 54,4
Falt a de program as de form ación clínica 93 54,4
Falt a de program as de form ación académ ica 81 47,4
Falt a de líderes profesionales en el área 44 25,7
Falt a de acceso a pruebas neuropsicologicas 40 23,4
Falt a de ot ros recursos profesionales 24 14,0
Falt a de acceso a la lit erat ura 14 8,2
No exist en barreras 13 7,6
Falt a de t ecnología 2 1,2

Una de las inquiet udes que m ás se m anifest aron est á encam inada hacia los
inst rum ent os de evaluación, ya que en México únicam ent e se cuent an con siet e
m at eriales para evaluación neuropsicológica con norm as para la población ( Ost rosky,
2009) :

- NEUROPSI : para suj et os m onolingües hablant es de español con edades ent re 16 y


85 años con cuat ro niveles educat ivos para cada rango de edad.
- NEUROPSI At ención y Mem oria: para part icipant es ent re seis y 85 años. A part ir de
los 16 años se consideran cuat ro rangos de escolaridad.
- La Bat ería Com put arizada Est andarizada: para personas ent re los 16 y 85 años.
- Bat ería de Funciones Ej ecut ivas: aplicable a suj et os ent re los seis y 85 años.
- Bat ería Neuropsicológica para Preescolares
- Evaluación de Conciencia Fonológica
- Evaluación Neuropsicológica I nfant il

Sin em bargo, m uchos neuropsicólogos ut ilizan ot ros inst rum ent os que no son
propiam ent e neuropsicológicos pero que consideran im port ant es para hacer evaluación
( Tabla 2) .

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Tabla 2. I nst rum ent os m ás ut ilizados por los neuropsicólogos m exicanos ( Aguilar, 2015)
I nst rum ent os neuropsicológicos Frecuencia Porcent aj e ( % )
WI CS( Test de int eligencia de Wechsler para niños) 102 68,0
St roop Test ( Test de palabras y colores de St roop) 101 67,3
Barcelona ( Test de Barcelona) 97 64,7
WAI S ( Escala de int eligencia de Wechsler para adult os) 92 61,3
Token t est 91 60,7
WCST ( Test de clasificación de t arj et as Wisconsin) 84 56,0
ENI ( Evaluación Neurosicológica I nfant il) 82 54,7
ROCFT ( Test de la figura com plej a de Rey) 81 54,0
Test del reloj 77 51,3
WI PPSI ( Escala de int eligencia de Wechsler para preescolares) 73 48,7
NEUROPSI ( Evaluación neurosicológica breve en España) 71 47,3
MMSE ( Mini- Ment al St at e Exam inat ion) 67 44,7
NEUROPSI AyM( Neuropsi at ención & m em oria) 56 37,3
Bender ( Test gest álico visom ot or de Bender) 55 36,7
TAVEC ( Test de aprendizaj e verbal España Com plut ense) 46 30,7
BNT ( Test de denom inación de Bost on) 42 28,0
CVLT ( Test de aprendizaj e verbal de California) 42 28,0
WMS ( Escala de m em oria de Wechsler) 42 28,0
BDAE ( Test para el diagnóst ico de la afasia de Bost on) 39 26,0
SDMT ( Test de sím bolos y dígit os) 38 25,3

Aunado a las com plicaciones en el ej ercicio profesional de la neuropsicología, Fonseca


( 2016) t am bién hizo un est udio concernient e a las diferent es problem át icas ét icas que
se present an en el grem io:

En el cam po clínico, el 63.2% de la m uest ra indicó que conocen a ciert os profesionales


de ot ras áreas que no han t enido una form ación neuropsicológica form al pero que se
consideran y present an com o neuropsicólogos, adem ás de exist ir algunos que no
cuent an con supervisión de casos durant e su ej ercicio.

El 53.5% indicó conocer a profesionales que ej ercen con pacient es de diferent es


cult uras en las cuales no t ienen ent renam ient o, el 37.7% m encionó que not an que sus
colegas ent regan report es de valoración de form a t al que ni los pacient es ni ot ros
profesionales pueden ent ender y el 36.8% dij o t ener colegas que basan sus
diagnóst icos en inform ación recopilada indebidam ent e o bien, que ignoran dat os
im port ant es.

El 33.3% aseguró conocer a neuropsicólogos que ut ilizan t rat am ient os con eficiencia
cuest ionable o que pueden ser perj udiciales para sus pacient es y un t ercio dij o conocer
a profesionales que com ent aban los casos clínicos de sus pacient es con personas que

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no son profesionales de la salud y el 25.4% se negaron a at ender o proporcionaron un


servicio deficient e a pacient es que no podían pagar.

En el cam po de la invest igación, el 48.2% de los part icipant es m encionaron conocer a


profesionales que aparecen com o prim er aut or en publicaciones en las que no t uvieron
part icipación alguna, el 46.5% indicaron saber de docent es que se apropian de los
t rabaj os de sus est udiant es y el 21.9 % m enciona que saben de quien falsifica dat os
con el fin de producir publicaciones.

En el cont ext o de las relaciones ent re neuropsicólogos, el 28.9% report ó conocer a


quienes habían dañado la reput ación de algún colega de m anera int encional y
deliberada, asim ism o, el 36% indicó conocer a docent es en el área que son
irrespet uosos con sus alum nos m ient ras que el 14.9% m encionó conocer a docent es
que m ant enían relaciones sexuales con alum nos.

En la consult a privada, 18.4% dij o saber de quien m ant enía cit as con sus pacient es
fuera del área de t rabaj o, 2.6% aseguró t ener colegas que t enían relaciones sexuales
con sus pacient es y 17.5% saben de profesionales que acept an pagos por sus servicios
en m at eria.

Con clu sione s

Se analizó la Neuropsicología en los periodos preclásico, clásico, m oderno y


cont em poráneo y se abordaron las diferent es perspect ivas t eóricas con las cuales se ha
const ruido la hist oria de la Neuropsicología

La neuropsicología act ual t om a com o pilares los m ét odos experim ent ales y la
observación clínica, ayudándose de las nuevas t écnicas en neuroim agen.

En la act ualidad, la neuropsicología cont inua aport ando en la com prensión de la


relación exist ent e ent re el funcionam ient o cognit ivo, psicológico y del sist em a nervioso
cent ral, at endiendo a ot ros avances cient íficos que pueden cont ribuir a un m ej or
ej ercicio de la disciplina.

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