Gradiva 2022 (ICHPA)

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

GRADIVA

X
Número 2 - 2021
Revista de la Sociedad Chilena de Psicoanálisis
ICHPA

1
Temáticas

Indice

Editorial
4
Temáticas
6
“La liberación de las locas”
La dignidad por la palabra en Freud
Valeria Ávila Castillo y Christian Ovalle Valdés
7
La noción de contrato psicoanalítico I
Horacio Foladori
13
Virtualidad, inmersión digital
y porvenir del sufrimiento psíquico
Lucio Gutiérrez
30
Moria
Sobre una experiencia en los campamentos
Daniela Orfali Hott
40
Textos póstumos de Pilar Soza
Andrés Albornoz
46
Grupo de padres (2004)
Pilar Soza Bulnes
47

¿Padres? ¿Pareja? Sexualidad, Deseo (2007)


Pilar Soza Bulnes
53
¿Qué nos convoca cuando lo hace el grupo?
Pilar Soza Bulnes
57
El “aparato” transferencial en
F. Davoine y J.M. Gaudellière.
Pilar Soza Bulnes
61

2
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

De Libros
66
Un-lenguaje del inconsciente: comentarios sobre teoría,
psicopatología y práctica en 11 movimientos
Valeria Ortiz
67
Institución
69
Información sobre plan piloto
de formación para regiones ICHPA
70
Consultorio Profesor Jaime Coloma
75
Actividades de Extensión
77
Seminarios de Extensión
79

Jornadas de Trabajo
82
Autores
87
Difusión
89

3
Temáticas

Editorial

Tenemos el agrado de presentarles la segunda edición de Gradiva


del 2021, momento que nos encuentra cerrando varios ciclos, tanto
en lo social como institucional, nuestro país ha entrado en un proceso
constituyente con la esperanza de tener una constitución más justa e
igualitaria en todos los aspectos, también es el comienzo de un nuevo
gobierno, uno de los primeros que se refiere a la salud mental, como
objeto de preocupación, lo que esperamos que se concrete abriendo la
posibilidad de atención de calidad a todos los pacientes sin distinción
de clase, etnia o nacionalidad.

Como Ichpa nos hemos abierto al trabajo con regiones, una forma tam-
bién de democratizar nuestro saber, y a la modalidad de enseñanza
híbrida, con todos los desafíos que ello implica. También hemos podido
tener algunos encuentros presenciales entre los socios, instancias para
compartir y reflexionar que no fueron posibles de manera presencial,
en 2020.

Este 2022 trae nuevos desafíos, como haber asumido la directiva de


Flappsip por dos años, con la respectiva organización del congreso en
2023.

Este número recoge algunas de estas experiencias, a modo de síntesis


de un arduo trabajo por parte de la actual directiva, que permitió no
perder la continuidad en nuestra formación, extensión y vida societaria.

También en Temáticas, les presentamos trabajos muy interesantes que


dan cuenta del quehacer psicoanalítico en los tiempos que corren. “La
rebelión de las locas”, nos habla de una revisión histórica que alude la
dignificación de la palabra en la histeria.

Horacio Foladori en cambio, nos trae un trabajo netamente técnico, con


una propuesta personal en ciertos temas, que a ninguno de nosotros,
son ajenos. Asimismo Lucio Gutiérrez nos invita a reflexionar sobre los

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

procesos de “inmersión digital” y la gran relevancia que cobran para la


comprensión de la clínica actual.

Moria, nos propone una mirada a los campamentos de refugiados y el


trauma vivido allí, como una experiencia transgeneracional.

En esta ocasión, tenemos el honor de presentar en estas páginas una


recopilación de artículos de Pilar Soza, que no habían sido publicados,
cuya introducción hace Andrés Albornoz y que aluden a diferentes te-
máticas de su quehacer clínico y su reflexión teórica.

En la sección De Libros, queremos compartir con uds. una primicia de


un libro que próximamente será lanzado por Ediciones Ichpa, cuyo autor
es Franz Díaz, el libro es comentado por Valeria Ortiz.

Por último, termina mi ciclo como Directora, en pos de otros proyectos


institucionales, ha sido un grato trabajo en conjunto con el Comité Edi-
torial, a quienes agradezco su colaboración entusiasta, como también
a los que han participado, colaborado y sobre todo, hecho una lectura
atenta y crítica de nuestras entregas.

Myriam Sabah Telias


Directora Revista Gradiva

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Temáticas

TEMÁTICAS

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

“La liberación de las locas”


La dignidad por la palabra en Freud
Valeria Ávila Castillo y Christian Ovalle Valdés

Resumen
Proponemos un recorrido, desde los orígenes del tratamiento de las enfermedades nerviosas
hacia el surgimiento del método psicoanalítico, tomando como centro de nuestra reflexión la
experiencia de reconocimiento y dignificación de la palabra en la histeria. Esta última, consi-
derando su contexto social-histórico-político.

Palabras clave: Histeria – Liberación – Palabra – Tratamiento Psíquico.

“Ella ofrece a examen un cuerpo tan deseado como mal comprendido por
quien lo maneja. Un médico siempre cree saber más que su paciente, y
un hombre, saber más que una mujer: es esa intuición lo que en esos
momentos angustia a las jóvenes que esperan a que las examinen”1
(Mas, 2021)

Introducción

E
l interés que motiva este escrito
tiene su fundamento en la cons-
trucción de un espacio de re-
flexión en torno al proceso de valoración
y dignificación de la palabra, producido
con los orígenes del tratamiento de las
enfermedades nerviosas. Iniciaremos este
recorrido con los estudios desarrollados
por Charcot en la Salpêtrière, sentando
las bases históricas que nos permitirán
pensar el valor y lugar que concede a la
palabra la observación médica; posterior-
mente, abordaremos la temática desde el
lugar concedido por la sugestión hipnó-
tica, para así llegar a la abreacción. Esta
última, como consolidación de un trata-
miento para las enfermedades nerviosas,
en especial de la histeria, y que dará pie
a la aparición del tratamiento psicoanalítico propiamente tal, que releva la
palabra naciente del malestar de las pacientes, como medio para la curación.

Buscamos complejizar y profundizar la temática, trabajando en torno a


un abordaje que sitúa la experiencia de la mujer, figura que se constituye

1 Mas, V. 2021. El baile de las locas. p. 120. Barcelona, España.

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Temáticas

como representante del tratamiento de la histeria, en el contexto social-


histórico-político en que surge el tratamiento psicoanalítico. Es por ello que
la presentación de los antecedentes que realizaremos, están entrelazados
con experiencias históricas, iconografía de la histeria, así como antecedentes
críticos en su abordaje.

Les femmes incurables

La Salpêtrière como lugar de reclusión de la locura, fue nombrada también


como la ciudad de las mujeres incurables. En palabras de Didi-Huberman
(2007) “éste fue el hospital general de las mujeres, o más bien, de todos los
desechos femeninos; «se había prohibido incluso a los médicos del hospital
principal de París, que las acogiesen y ofreciesen sus cuidados», pues era
únicamente en la Salpêtrière donde se «recogía», entre otras, a las aqueja-
das de enfermedades venéreas; nada más llegar se las azotaba, luego se les
cumplimentaba el «Certificado de castigo» y, por último, eran internadas”
(Foucault, 1961, como se citó en Didi-Huberman en 2007, p. 27).

En sus inicios, previo a la aparición de los tratamientos asociados a las


enfermedades nerviosas -bajo la comprensión Charcotiana de la histeria y
luego la Freudiana-, el hospital de la Salpêtrière como institución, ya alo-
jaba a mujeres en tratamiento por otras diversas causas. Con la llegada de
Charcot, se produce la liberación de las locas de la Salpêtrière, no dejando
así de funcionar del modo asilar, pero ofreciendo la posibilidad de coexis-
tencia a las mismas, dada por el trabajo y modificando el sometimiento en el
que se basaba su organización (Didi-Huberman, 2007). Aun así, la imagen
de la histeria perpetuada en “las fotografías del Hospital psiquiátrico de la
Salpêtrière, junto a Charcot y sus colaboradores Désire-Magloire Bourne-
ville, Albert Londe y Paul Regnard perpetuaron actitudes corporales de las
pacientes (y sólo de mujeres), todas ellas desnudas o semidesnudas que
pretenden resaltar el erotismo y el mal (...); las enfermedades epidémicas del
espíritu: brujería, magnetismo, morfismo, Delirios de grandeza (Regnard),
Actitudes pasionales (Londe); Posesión demoníaca (Bourneville)” (Errázuriz,
2009, p. 209).

En palabras de Pilar Errazuriz (2012) “por más que Jean-Martin Charcot


(1825-1893) haya tenido mérito de liberar a las histéricas de la sospecha
de simulación y haya acercado la enfermedad al estudio de la neurosis y, a
pesar de haber constatado también la histeria en varones, sus espectáculos
de los martes en el hospital psiquiátrico de París, La Salpêtrière, consistían en
exhibir mujeres en crisis inducidas por administración de barbitúricos” (p. 29).

Los tratos que el Hospital de la Salpêtrière ejercía sobre “las enfermas”, “las
locas”, inicia junto a Charcot una transformación que denota un interés
por el padecer, pero que conduce a una aproximación paternalista a causa

8
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

del abordaje asilar. Se exhibe, con la medicina como medio, a las histéricas
como objeto para la mirada y admiración del otro, así como para la catego-
rización de los fenómenos, que a través de las manifestaciones corporales
surgían tanto para la medicina, como para la sociedad como espectáculo.

Hasta aquí, podemos hablar de una palabra como medio para el nombra-
miento y categorización de los fenómenos al servicio de la medicina. Una
palabra que brota de la observación detallada realizada por los médicos a
propósito de los cuerpos y sus manifestaciones, siendo relevante para el
saber y registro posterior de la enfermedad.

La bête noire

Mediante esta reflexión, buscamos ubicar la enfermedad nerviosa, su trata-


miento a través de la palabra y la transformación de ésta como instrumento
para la cura. “La histeria fue, a lo largo de toda su historia, un dolor que
se vio forzado a ser inventado como espectáculo y como imagen” (Didi-
Huberman, 2007, p. 11). Su comprensión fue un desafío, su abordaje y
tratamiento un camino pedregoso; “la bête noire” de la medicina generó
tantas reflexiones como problemáticas.

A propósito de lo anterior, Bernheim (1888-1889) plantearía que “los prin-


cipales puntos de la sintomatología histérica, ya no son sospechables de
provenir de la sugestión médica; informes de épocas pasadas y de países
remotos, compilados por Charcot y sus discípulos, no dejan de subsistir
ninguna duda: las particularidades de los ataques histéricos, zonas his-
terógenas, anestesias, parálisis y contracturas se han mostrado, en todo
tiempo y lugar, tal como lo hicieron en la Salpêtrière en la época en que
Charcot realizó sus memorables indagaciones sobre la gran neurosis y por
lo que toca la transferencia, que parece particularmente idónea para com-
probar el origen sugestivo de los síntomas histéricos, es sin ninguna duda
un proceso genuino” (Falret, 1866).

Con Freud, se revelan las características que darán cuenta de la naturaleza


de la histeria, esencia que se quedará en el tiempo y adquirirá así, un ca-
rácter atemporal. Las abundantes manifestaciones de la histeria, parecen
organizarse cuando éstas son analizadas desde su representación y mani-
festación corporal reprimida2.

La palabra como ensalmo en el tratamiento psíquico

El surgimiento de la palabra en el tratamiento de las enfermedades ner-


viosas, brota desde el lugar de saber que el médico posee respecto de la

2 Presentación de la histeria antes de Freud, en libro “La histeria antes de Freud” (pp. IX-XXII).

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Temáticas

enfermedad. Es allí donde se sitúa su origen y nacimiento como medio para


la cura.

De acuerdo con lo planteado por Freud (1890) “Psiche es una palabra griega
que en alemán se traduce seele (“alma”). Según esto, “tratamiento psíquico”
es lo mismo que “tratamiento del alma”. Podría creerse, entonces, que por
tal se entiende el tratamiento de los fenómenos patológicos de la vida aní-
mica” (p.115). Con lo anterior, Freud se interrogará respecto del influjo e
importancia que la palabra tendría sobre el cuerpo, a propósito de su lugar
como instrumento fundamental para llevar a cabo el tratamiento aními-
co. Por esta razón, el tratamiento desde el alma, tendría como finalidad el
tratamiento de las perturbaciones anímicas o corporales, utilizando como
herramienta la palabra, que fue definida como “los principales mediadores
del influjo que un hombre pretende ejercer sobre los otros; las palabras son
buenos medios para provocar alteraciones anímicas a quien van dirigidas
y por eso ya no suena enigmático aseverar que el ensalmo de la palabra
puede eliminar fenómenos patológicos, tanto más aquellos que, a su vez,
tienen su raíz en estados anímicos” (p. 124).

En este punto, podríamos pensar que la relación entre hipnotizador-hip-


notizado funciona por sugestión, donde es fundamental la autoridad del
médico. Para ejemplificar esta idea, evocamos un fragmento de la novela
“El baile de las locas” de Victoria Mas (2021) donde la experiencia de las
histéricas, “las locas”, nos traslada al lugar médico-paciente como sigue:
“las dos personas que coinciden en una sala de examen no son dos iguales:
una evalúa el destino de la otra; la segunda cree las palabras de la prime-
ra; una se juega su reputación; la otra, la vida. La brecha es aún mayor
cuando quien cruza la puerta de la sala es una mujer. Ella ofrece a examen
un cuerpo tan deseado como mal comprendido por quien lo maneja. Un
médico siempre cree saber más que su paciente, y un hombre, saber más
que una mujer: es esa intuición lo que en esos momentos angustia a las
jóvenes que esperan a que las examinen” (p. 120).

El saber del médico, manifiesto a través de su palabra, y el lugar que ésta


toma para su paciente -en términos del tratamiento hipnótico-, en Freud
(1890) fue mencionado como “sugestión” al dicho del hipnotizador, que
ejerce los ya descritos efectos ensalmadores; y se suele aplicar ese nombre
aún donde, en principio, sólo existe el propósito de producir un efecto pare-
cido. Al igual que el movimiento y la sensación, todas las otras actividades
anímicas del hipnotizado obedecen a esta sugestión, mientras que por su
propia impulsión él no suele entender nada” (p. 127-128).
En este punto, la palabra como ensalmo y producto de la intervención del
médico sobre el cuerpo de la histeria, tendrá un carácter sugestivo. Estamos
hablando entonces, de una palabra que impacta en términos unidireccio-
nales, y que conlleva a la base, el poder del médico.

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

La cura por la palabra

El valor de la palabra en tanto ensalmo conlleva un proceso de transfor-


mación que conduce a una modificación sobre lo planteado como caracte-
rístico en el tratamiento del alma, hacia la cura por la palabra. ¿Cuál es la
modificación que aquí se integra?, la palabra va a adquirir un nuevo esta-
tuto, el lugar y potencia de ésta, estará en la/el paciente, y será la única
herramienta con la que contará el analista. En “Estudios sobre la histeria”
(1893-1895), y a propósito del tratamiento de Anna O realizado por Breuer,
Freud incluirá la abreacción como precursora de la asociación libre y parte
fundamental del tratamiento psicoanalítico propiamente tal.

“Sólo a los treinta años, cuando llegó a la clínica de Charcot en París, pudo
Freud comprobar que la sugestión hipnótica era allí admitida y empleada
cotidianamente” (Freud, p. 70-71). En el tratamiento hipnótico, se busca-
ba inducir un estado capaz de favorecer la sugestión de las/los pacientes
-aunque no en todas/os fuese posible-; en este sentido, la palabra del mé-
dico tenía un carácter sugestivo frente al padecer. Con la emergencia de
la abreacción junto al método de asociación libre, la importancia está en
que la palabra se desarrolle en un estado de consciencia. De esta manera,
las/los pacientes desarrollarán junto al relato de sus vivencias la descarga
emotiva asociada a las mismas. En palabras de Freud (1893) “Ahora se
entiende el modo en que produce efectos curativos el método de psicotera-
pia por nosotros expuesto. Cancela la acción eficiente de la representación
originariamente no abreaccionada, porque permite a su efecto estrangulado
el decurso a través del decir, y la lleva hasta su rectificación asociativa al
introducirla en la conciencia normal” (p. 42).

De esta manera, la palabra encuentra un lugar activo, de acción compleja


y profunda, que Freud (1893) relatará en torno a la importancia que cobra
el lenguaje en el ser humano “un sustituto de la acción; con su auxilio el
afecto puede ser “abreaccionado” (p. 34), casi de la misma forma que haría
la acción concreta.

La dignificación de la palabra implicó un proceso histórico. Desde la expre-


sión y manifestación corporal de la palabra enquistada como dolor, obser-
vable en tanto fenómeno médico, hasta la incorporación y validación de la
palabra como medio de acceso y curación de las manifestaciones femeninas,
que en ese momento se situaban en el cuadro de la histeria.

El paso del lugar del médico como preponderante, hacia el lugar de las pa-
cientes, nos permite pensar las implicancias éticas, políticas e históricas a
la base, y cómo éstas con el paso de los años, van potenciando la posibilidad
de re-situar a la figura femenina en la histeria, como capaz de aportar una
palabra en la historia del psicoanálisis. Un lugar de dignidad a la expresión,

11
Temáticas

y con ello al padecer que, tanto en el pasado como en el presente, podemos


re-pensar y reflexionar en torno al abordaje del malestar.

Para cerrar, quisiéramos recordar la frase inscrita por movimiento femi-


nista en Plaza Dignidad durante el período de estallido social: “no somos
histéricas, somos históricas”. La histeria, así como la dignificación de la
palabra guarda en su profundidad una historia, que, a la fecha, ha de ser
fundamental considerar en la escucha, que acompaña el malestar y los
orígenes del psicoanálisis.

Referencias

Borosa, J. (2001) Ideas en psicoanálisis. La histeria. Ed. Longseller, Buenos Aires,


Argentina.

Didi-Huberman, G. (2007) La invención de la histeria. Charcot y la iconografía


fotográfica de la Salpêtrière. Ediciones Cátedra, Madrid, España.

Errázuriz, P. (2012) Misoginia romántica, psicoanálisis y subjetividad femenina.


Prensas Universitarias de Zaragoza, España.

Freud, S. (1890). Tratamiento psíquico, tratamiento del alma. En J. L. Etcheverry


(traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. I, pp. 111-132). Buenos Aires:
Amorrortu, 2017

- (1888-92). Trabajos sobre hipnosis y sugestión. En J. L. Etcheverry (traduc.),


Obras completas: Sigmund Freud (Vol. I pp. 69-75 p. 70-71). Buenos Aires: Amo-
rrortu, 2017

- (1893) Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: comunicación


preliminar (Breuer y Freud). En J. L. Etcheverry (traduc.), Obras completas: Sig-
mund Freud (Vol. II, pp. 27-43). Buenos Aires. Amorrortu, 2017

Gilles de la Tourette, G., Briquet, P., Charcot, J., Lasègue, C., Falret, J., Colin,
H., Kraepelin, E., Bernheim, H., y Grasset, J. (2010). La histeria antes de Freud
(pp. 81-91). Biblioteca de los alienistas del Pisuerga. Madrid, España.

Mas, V. (2021). El baile de las locas. Penguin Random House Grupo Editorial,
S.A.U. Barcelona, España.

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

La noción de contrato
psicoanalítico I
Horacio Foladori

Resumen
Este artículo discute la noción de contrato psicoanalítico así como las variables que lo definen,
esto es los diversos registros que hacen a los tiempos del análisis, al espacio de análisis, a
los honorarios y a ciertos aspectos de la relación analítica y sus roles, así como el asunto de
la derivación, tratando de justificar teórica, metodológica y clínicamente las razones en que
sostienen dichos ejes del análisis.

Palabras clave: contrato psicoanalítico - encuadre - supervisión.

A modo de presentación

L
a razón de este escrito tiene que ver con las demandas que emergen en
la práctica de la supervisión que he desarrollado desde hace algunos
años con analistas en formación y con estudiantes de diversas maes-
trías en clínica psicoanalítica. También están presentes las inquietudes
producto de mi propia actividad clínica realizada en calidad de psicoanalista
durante varios años. He observado una amplia gama de dificultades que
van apareciendo en el ejercicio de la clínica por lo que pretendo abordar
algunas de ellas. En rigor, estas prácticas sobretodo en los supervisandos,
tienen efectos en su clínica y se constituyen en motivo de angustia. Debe
agregarse además, que estas preocupaciones se potencian cuando se com-
binan con ciertas ausencias temáticas en los seminarios de formación que
aporten fundamentos. A esto se unen los efectos derivados de la incipiente
trayectoria en el psicoanálisis personal, así como de una particular noción
de transferencia, o ambas cosas a la vez. Se me hizo presente la necesidad
de sistematizar de algún modo mi forma de pensar acerca de las diversas
coordenadas que serán desarrolladas en este escrito, siempre en el inten-
to de justificar los procedimientos analíticos según una cierta teoría, en
el entendido de que el psicoanalista como cualquier otro científico, ha de
poder sostener su práctica con rigurosidad teórica más que con rigidez, o
por costumbre o en razón del sentido común.

El problema, como decimos habitualmente, es que en psicoanálisis puede


estar claro aquello que no hay que hacer. Muchísimo más complejo es de-
terminar lo que sí hay que hacer, pues se abre allí un abanico más amplio
de lo que se quisiera de opciones posibles, dejando un campo extenso
para ser intervenido. Y como no se pueden transitar todos los caminos
hay que estar atento a su vez a cómo el paciente va reaccionando a las
intervenciones analíticas, a sus efectos.

13
Temáticas

El lugar del supervisor, digámoslo claramente, es extremadamente cómodo,


ya que no está en la situación analítica, por lo que no se ve afectado direc-
tamente por la transferencia y las urgencias de la demanda. Además, y no
es menor, cuenta con tiempo suficiente para pensar y decantar el material
presentado y mostrar algunas ideas sobre el discurso del supervisando que
pueden hacer parecer que el material es mucho más sencillo de comprender
que lo que el supervisando experimenta frente al paciente. Soy un convencido
que la supervisión es simplemente un asunto de distancia afectiva con el
material (Ramírez 1977), más que de alguna cualidad particular atribuida
al supervisor.

El espacio de supervisión se constituye como un espacio de trabajo en torno


al discurso del paciente que debe ser analizado, pensado, interrogado desde
varias ópticas. No es un lugar donde el supervisando viene a constatar si
cometió o no errores (que no existen como tales, ya que en la situación cada
quien hace lo que puede, más que lo que quiere). En el fondo, las preguntas
que abre la supervisión tienen que ver con las interrogantes que sostienen el
asunto de por qué el supervisando tiene dificultades para escuchar aquello
que está allí en el material, según lo que lee el supervisor. Y este no es un
asunto de errores sino tal vez de análisis personal…y de metodología de la
escucha analítica.

Las ideas que el espacio de la supervisión va generando son tan sólo líneas
posibles de análisis, hipotéticas, las que a su vez el analista supervisado
podrá ir poniendo en juego en las sesiones con el paciente, en la medida
en que algo del material aportado por el paciente vaya haciendo sentido,
según el desarrollo del proceso analítico.

Siempre se ha debatido en torno a qué es la supervisión clínica y cómo


hacerla1, discusión en la que no entraré ya que me desviaría de los obje-
tivos de este trabajo; tampoco estoy seguro de ello. Menos voy a meterme
con el complejo problema de las modalidades que adopta la transferencia
en el espacio de supervisión. Hay poco material acerca de ello, en rigor no
he podido encontrar reflexiones sobre el punto. Trataré de centrarme en
algo más esquemático, para comenzar, y central a mi juicio, que dice de
las variables que intervienen en la constitución del contrato psicoanalítico
y básicamente, porque la primera demanda que aparece en la supervisión
tiene que ver con la permanencia del paciente en tanto que tal. Todo su-
pervisando concurre a la supervisión para obtener herramientas que le
garanticen un cierto manejo inicial, a veces iniciático, para que el paciente
no abandone el tratamiento. Diría que esta urgencia determina la necesidad
de supervisión y con fuerza, ya que afecta directamente la fuente de trabajo

1 Ver por ejemplo los debates en la Asociación Psicoanalítica Argentina que llevan incluso
a realizar supervisiones de los supervisores (Grinberg 1975).

14
Valeria Ávila Castillo, Christian OvalleFoladori
Horacio Valdés

del supervisando y sobretodo, su narcisismo.

Bases del contrato psicoanalítico.

El contrato psicoanalítico alude al paquete normativo que rige una presta-


ción de servicios, servicios profesionales en el marco de la realidad jurídica
de la sociedad en que vivimos. En tal sentido se asienta en aquellas regu-
laciones explícitas y/o tácitas que fijan un intercambio de esta naturaleza.
El contrato es en rigor un acuerdo que se establece entre aquellos que pa-
san a ocupar – como en todo contrato – lugares específicos en función de
sus roles y funciones y que fija también, derechos y responsabilidades. El
contrato se vale de ciertas herramientas para hacer que dicha prestación
de servicios sea posible, en particular para el caso del psicoanálisis tiene
que ver con el establecimiento del llamado encuadre o setting, vehículo por
medio del cual se produce aquello que se desea producir y que constituye el
resultado del acuerdo entre los participantes. Demás está decir que ambos
concurren al contrato con la libertad de decidir establecerlo o no, según las
circunstancias y particularidades de cada una de las partes, en principio.
Esto no significa que ambas partes están en igualdad de condiciones como
se podrá apreciar en desarrollos ulteriores que se anotarán.

Si bien este contrato en el caso de la práctica psicoanalítica no se firma ya


que ello supondría algún tipo de duda sobre su cumplimiento y desarrollo
(sería deseable que el analista no contribuyera instalando la ansiedad pa-
ranoide). No por ello deja de tener peso y valor de compromiso, esperando
que ambas partes se ajusten a su cumplimiento. Es un asunto de palabra
por lo que ésta adquiere un estatus particular en la situación analítica. De
hecho, el no cumplimento por cualquiera de las partes, da cuenta siem-
pre de la presencia de un síntoma que se constituye con toda urgencia en
material de análisis, más que de reproche. Dicho de otro modo, sus fallas
en cualquiera de los temas que lo constituyen, se ofrecen como un lugar
privilegiado del discurso para leer allí lo inconsciente. El contrato se funda,
no como un recurso de la prohibición sino que por el contrario, para poten-
ciar procesos que abran a la investigación del inconsciente, al pensamiento,
a la comprensión y a la creatividad, en suma, para posibilitar un trabajo.

El contrato en tanto acuerdo entre personas, no es parte del trabajo analíti-


co, sino la base sobre la cual se pueden asentar las condiciones para reali-
zar dicho trabajo. Así, ciertas normas tácitas como el contrato narcisístico
(Aulagnier 1988) de reconocimiento del otro, o las alianzas inconscientes
(Kaës 1995) dan fuerza al substrato base donde se apoyará el encuadre
como herramienta fundamental del trabajo analítico, en la medida en que
el fenómeno de la transferencia puede hacerse visible y en consecuencia
considerarlo. El encuadre es la parte fija de la situación analítica diferen-
ciándose del proceso analítico como aquello que es cambiante. Es la parte

15
Temáticas

constante y debe permanecer así, señala Bleger (1967), en tanto se va a


constituir en soporte de la parte psicótica de la personalidad.
Por tanto, la instalación del dispositivo (Deleuze 1990, Foladori 2000) y
sobre todo su concepción, son los ejes que harán posible realizar o no, el
trabajo acordado.

El encuadre como dispositivo de trabajo es responsabilidad del psicoanalista,


si bien éste no sabe sobre el paciente, sí debe saber sobre las condiciones
que hacen posible que se pueda trabajar sobre lo inconsciente, para eso
estudia muchos años. Por tanto, para no dejar nada al azar en el encuadre
de trabajo. Tampoco las asociaciones del paciente resultan de la casualidad,
sino de la determinación psíquica. Rastros que han de ser seguidos en aras
de lograr el esclarecimiento de sus articulaciones. Por tanto, el encuadre
en la mayoría de sus variables no es negociable, ya que su razón de ser
responde a toda una concepción de lo inconsciente y de la naturaleza de las
herramientas técnicas para su abordaje. Por otro lado, el establecimiento
preciso de éste, transmite la impresión al paciente que el analista sabe lo
que está haciendo, lo cual es relevante sobretodo inicialmente, para que la
transferencia positiva pueda instalarse.

Tradicionalmente se dice que el encuadre se constituye en la medida en que


se definen lugar, tiempo, roles y honorarios. Cada una de estas variables
requiere una rigurosa consideración y, se puede adelantar que cualquier
omisión, imprecisión o ambigüedad en su delimitación, en el momento
inicial, traerá aparejado un abanico amplio de problemas que el analista
sufrirá a futuro. Veamos en detalle:

El lugar

El lugar supone acordar cuál es el espacio destinado al trabajo psicoanalí-


tico. Cuando se trabaja en consulta privada o en consultorio institucional
queda tácitamente claro que es allí el lugar de trabajo. Sin embargo la
historia del psicoanálisis da cuenta de otros espacios posibles, a saber: El
primer caso interesante a considerar es el del propio Freud (1956) donde la
redacción de la carta sustituye el modelo posterior de la sesión (Buxbaum
1951). Acá hay un cambio también en el vehículo de comunicación, ya que
la palabra hablada deja lugar a la escritura, técnica que fue utilizada con
posterioridad por varios analistas. Tal vez uno de los casos más llamativos
es el de las audiciones radiales de F. Doltó (1981)2 que pide a los padres
que le escriban para relatar sus problemas y no que le hablen por teléfono.
El 2 de febrero de 1915, Ferenczi (1999) le cuenta a Freud que analizó a
un coronel durante la cabalgata que realizaron hacia el frente de batalla,

2“Formular por escrito las dificultades experimentadas ya es un medio de ayudarse a sí


mismo”(pag. 14)

16
Valeria Ávila Castillo, Christian OvalleFoladori
Horacio Valdés

señalando que realizó el primer análisis hípico de la historia. A su vez Freud


analiza a Ferenczi caminando alrededor de la plaza de Viena. Rodrigué
(2020) utiliza un dispositivo de Terapia de una sola sesión (TUS) recorrien-
do la casa de un paciente durante un tiempo prefijado. Cuando se hacen
intervenciones institucionales en general es el equipo interventor el que
asiste a la institución donde se delimitan cubículos o salones destinados al
trabajo acordado. Hay casos de postración que pudieran exigir la presencia
del analista tanto en el domicilio del paciente como en el hospital según el
caso. Durante las dictaduras en el Cono Sur se utilizó tanto el café de la
esquina como lugar para el análisis como un viaje en ómnibus, para evitar
“quemar” consultas o escondites de militantes. El equipo de psicoanalis-
tas mexicanos que intervinieron con los guerrilleros en Guatemala cuando
ocurrieron los acuerdos de paz, concurrieron a diversos lugares remotos de
la selva del Petén para hacer allí sus talleres de despedida (Margolis 1981).

En todo caso, por un lado es evidente que casi cualquier espacio puede
servir para escuchar lo inconsciente; por otro, que es un asunto que debe
ser considerado, acordado y establecido como parte esencial del encuadre.
No es una cuestión obvia que pueda soslayarse, más aún por cuanto es el
analista el que tendrá que decidir sobre sus condiciones necesarias, que
garanticen para la relación analítica el grado de intimidad imprescindible
para poder realizar el trabajo.

Hoy por hoy, y a partir de la pandemia desatada en el mundo, mucho del


trabajo psicoanalítico se realiza online. Ha de recordarse que la terapia a
suicidas nace con el ofrecimiento de un número telefónico para hablar, en
aquellos casos en los que la persona lo pudiera requerir. Así, la tecnología
viene a ayudar en muchos casos a hacer posible un trabajo analítico donde
antes no existía alternativa. Cuando se utilizan hoy en día estos programas
a distancia (Skype, Meet, WhatsApp, etc.), se observa que el paciente se
hace cargo de buscar un nicho psíquicamente cerrado que le provea de su
espacio de intimidad para poder tener su sesión, es interesante porque el
analista ya no es más garante de la intimidad del espacio. Así, el analista
nota que a veces el paciente está en su escritorio, en su dormitorio, incluso
en el baño o tiene que buscar un espacio fuera de su casa (la terraza, el
jardín o también su vehículo), así está tranquilo de poder hablar libremente.
También se observa que a veces los pacientes demandan a sus analistas
“retornar” al consultorio del analista para poder garantizar este recorte entre
el adentro y el afuera (físico pero también psíquico), ya que por la dinámica
familiar o producto del hacinamiento, sienten que no están seguros de no
ser escuchados en esos otros lugares o que no se pueden desconectar su-
ficientemente del cotidiano familiar para tener la sesión. Estas solicitudes
son muchas veces inductoras de actings en los analistas, que rápidamente
acceden a la demanda sin analizarla.

17
Temáticas

Los tiempos

La variable tiempo resulta ser más compleja de considerar, ya que incluye


las siguientes coordenadas:
La duración de la sesión
La duración del tratamiento. Los criterios de finalización y de interrupción
Las vacaciones
Las ausencias (faltas a sesión)

Vayamos por partes. La determinación de la duración de la sesión es algo


sobre lo cual el analista ha de informar al paciente, ya que se trata del tiem-
po de trabajo en conjunto. Queda a responsabilidad del analista el aplicarlo
in situ (controlar el reloj) y sobretodo porque para algunos pacientes el fin
de la sesión va a ser vivido como un corte que marca la separación con el
analista, desencadenando tanto recuerdos como experiencias que pueden
resultar ansiógenas. También ocurre esto con los fines de semana, sobre
todo cuando los análisis son de 3 o 4 veces a la semana. El fin de la sesión
es una interrupción arbitraria del desarrollo de la sesión, aunque pudiera
no serlo, si se utiliza la escansión. Hay pacientes que ante la inminencia
del fin de la sesión prefieren terminar ellos primero, lo que se puede hacer
efectivo hasta por medio de actuaciones. Lo habitual son 45-50 minutos,
sin embargo también pudieran ser 30 minutos o incluso menos ( Balint y
Norell 1979) , o también realizar sesiones prolongadas de 1 hora 30 minutos
según el caso. Es conveniente que la duración pueda quedar establecida
desde un inicio.

La duración del tratamiento es otra variable importante, ya que hace sobre


todo a la expectativa del paciente. Para el caso de las terapias breves se
fijan inicialmente un número finito de sesiones o de meses o puede dejarse
abierto como en el psicoanálisis habitual. Muchos pacientes formulan la
pregunta ¿Cuánto dura el tratamiento? Santiago Ramírez, uno de los fun-
dadores del psicoanálisis en México respondía: “El psicoanálisis es como
aprender a tocar la guitarra. Si Ud. desea tocar unas rancheras en unos
pocos meses puede aprender los acordes principales. Ahora bien, si Ud.
desea tocar como el Trio los Panchos… le va a llevar bastante mas tiempo.
Y si Ud. pretende ser concertista tal vez le lleve toda la vida… y ¡hay que
ver si le da la madera!”. En todo caso es algo que es imposible de prever,
ya que se desconoce la velocidad3 con que el paciente va a poder trabajar
y los obstáculos con los que se va a topar. Y sobre todo porque se trata de
revisar toda la vida. ¿Cuántos años tiene el paciente?

3Los psicoanalistas que analizaron militantes en épocas de dictadura o de gran revuelta


social informan que en esos procesos y estando en juego la vida, ya que nunca se estaba
seguro de que pudiesen tener otra sesión (podían caer presos en cualquier momento), los
análisis adoptaban una dinámica más acelerada que en tiempos normales.

18
Valeria Ávila Castillo, Christian OvalleFoladori
Horacio Valdés

La duración del tratamiento ha de considerar también el asunto de la fina-


lización, tema sobre el cual tan sólo enunciaremos una cuestión mínima ya
que ha sido una temática muy discutida en simposios y congresos analíticos,
y hay bibliografía abundante sobre el tema. En todo caso, la finalización
puede encubrir la interrupción de éste, tema que abre a una problemática
compleja de deslinde. Ha de recordarse además que el mismo Freud reco-
noce que la terminación del análisis es una decisión arbitraria, ya que su
esencia lo hace interminable. Sin embargo, para Freud en la terminación se
juega todo el análisis (véase el caso del Hombre de los lobos), por lo que se
constituye en la etapa más singular. Distintas corrientes psicoanalíticas han
adoptado diversas posturas sobre ello. La interrupción plantea también la
pregunta sobre el surgimiento de resistencias frente a temáticas angustio-
sas intuidas por el paciente y tal vez no conscientes aún. Eventualmente,
también la interrupción puede tener que ver con una actuación determinada
por el analista y que el paciente operativiza. En todo caso no es lo mismo
interrumpir que terminar; lo primero deja abierta la posibilidad de una
continuación a futuro, para realizar otro tramo de análisis.

Las vacaciones (anuales o semestrales) han de ser también en lo general


anunciadas cuando el establecimiento del encuadre de trabajo. Se entien-
de que se habla de las vacaciones del psicoanalista. Las del paciente son
sencillamente faltas.4 En la práctica, varias semanas antes de que estas
se hagan efectivas el psicoanalista ha de avisar con precisión el periodo de
interrupción y desde allí en adelante abocarse a trabajar todos los ma-
tices que implica una separación tan larga. Un mes de vacaciones puede
ser mucho tiempo para ciertos pacientes que no tendrán oportunidad de
contactarse con su analista durante dicho lapso. Algunos lo viven como
período de prueba de independencia o cura y reflexionan sobre su grado
de dependencia del analista. Están allí presentes las fantasías de pérdida
de sesiones que las vacaciones implican, remitiendo a otras perdidas más
arcaicas.

Al igual que con las faltas a sesión, el tiempo que se pierde, perdido está.
Sesiones perdidas no se pueden reponer ya que lo que allí pudo haber
sucedido no es lo mismo a aquello que sucede en una supuesta sesión
“recuperativa”. No hay recuperación posible, la sesión “recuperativa” es
una sesión diferente, en rigor no se recupera nada. Esta distinción creo
que es importante porque en el fondo es trabajar la fantasía omnipotente
de control del tiempo.

Las faltas constituyen todo un tema de dificultades que afectan sobre todo
a los recién iniciados. La formulación que se realiza cuando se establece el
4Solamente haría una salvedad en el caso de un paciente que anuncia en el momento del
contrato que él ya ha fijado vacaciones y que tiene reservas establecidas. En tal caso con-
sideraría que la ausencia a sesión en dicho período no constituye falta.

19
Temáticas

encuadre de trabajo en el sentido de “las faltas, por el motivo que sean, yo


se las voy a cobrar igual”, tiene enorme trascendencia. Implica desde un
inicio que no hay negociación posible y que toda ausencia es, a la luz del
psicoanálisis, una falta y que el compromiso del paciente con el tratamiento
se hace en ese instante efectivo. Así, si bien el analista se compromete a
reservar una cierta hora para atender al paciente, éste a su vez como sujeto
adulto (responsable) también ha de hacerse cargo de su parte del compro-
miso. Enfatizo: Toda falta, da igual que sea un viaje, la muerte de la abuela
o la operación de apendicitis. Esto no puede dejarse a la ambigüedad, ya
que de haber fisuras (Freud alertaba sobre los espacios de exclusión con la
metáfora de los delincuentes), el psicoanalista terminaría aliándose con la
enfermedad y ¡pagando por ella! En el contrato se establece que la sesión
tiene un costo: o el costo lo asume el paciente o debe pagarlo el analista,
no hay subsidios en este marco. No es posible eliminar una sesión sin que
traiga consecuencias.

Pero además hay una cuestión ética, ya que el analista se ha comprometido


a trabajar por la salud del paciente. Hacer excepciones sería renunciar a
su función, ya que en tal caso “autoriza y patrocina” las enfermedades del
paciente.

Un último argumento. Mientras el paciente paga, aunque falte, está en


análisis, por lo que el proceso analítico continúa en marcha. Si no paga no
está en análisis. Subjetivamente, el paciente sigue trabajando aunque no
concurra a la sesión, por lo que debe pagar por ello.5

Acá se juega además el sentido del lenguaje y la importancia de éste como


vehículo de cura. Cada quien ha de hacerse cargo de sus palabras y de
las consecuencias que ello trae aparejado. Sin privilegiar el lenguaje el
psicoanálisis no tiene sentido, las palabras importan. Vuelvo a recordar a
Santiago Ramírez quien decía: “Mis gripes me las pago yo (no le cobro), sus
gripes las paga Ud. (me paga), ya que Ud. es el que me contrata para que
lo cure. Es un trato justo”.

Hay otro asunto que tiene que ver con el tiempo y que no ha sido tema de
consideración suficiente por parte de los colegas. Es el lapso que transcurre
entre el momento en cual se solicita la entrevista y aquel en que el paciente
concurre a la cita y se encuentra por primera vez con el analista. Porque
allí insiste una cierta urgencia, aquella que se hace cargo de determinar el
grado de angustia que el paciente puede presentar y que de diversas formas
transmite al analista ya sea por medio del llamado telefónico ya por el correo
que envía solicitando hora. La pregunta que algunos colegas se formulan,

5Por supuesto no está en discusión que puedan exisitir psicoanálisis gratuitos, pero ello
supone un contrato distinto.

20
Valeria Ávila Castillo, Christian OvalleFoladori
Horacio Valdés

es si como psicoanalistas “atendemos urgencias”, interrogante psiquiátrica


ya que se está pensando en una suerte de medicina que pueda bloquear
la ansiedad, o alguna intervención verbal precisa que tenga impacto de
inmediato. Tiene que ver con la manera de pensar dicha angustia, si como
un síntoma que ha de ser suprimido o efecto de una conflictiva que ha de
ser resuelta, con el tiempo. No dudo que en algunos casos el analista puede
ser eficaz con su intervención y disminuir sensiblemente el estado angus-
tioso, pero Freud advierte que no es conveniente eliminarle al paciente la
angustia demasiado pronto, ya que solucionada la razón manifiesta para
tratarse, desertaría del tratamiento.

Creo que por el contrario, un enfoque analítico debe considerar que si el


paciente no está en condiciones de esperar diez, quince o más días para
tener su entrevista, es claro que no va a poder resistir la ansiedad persis-
tente que pudiera sostenerse entre una sesión y otra y soportar su angus-
tia hasta que el proceso analítico vaya pudiendo dar cuenta de la misma.
Quiero decir que el tiempo de espera es diagnóstico de las posibilidades
de sostener un tratamiento y que acceder a la demanda de la urgencia del
paciente, puede muy bien ser una actuación del analista, que desembocará
tal vez demasiado tempranamente en la deserción del tratamiento. Conozco
analistas que por principio nunca dan una entrevista antes de seis meses
para así contar con la seguridad de un paciente comprometido con el pro-
ceso y con el cual no van a perder el tiempo y la energía en una aventura
que no rendirá sus frutos.

Lo que se acaba de señalar es aún mas agudo en el caso de terapias de pa-


reja, por cuanto muchas veces la misma está ya rota cuando concurre por
primera vez, lo que se pone de manifiesto en la entrevista inicial. Si la pareja
puede esperar algunas semanas, eso significa que cuenta con vínculos que
le permiten procesar los infortunios y por tanto, hay elementos positivos
para poder realizar un trabajo en torno a la angustia de separación (entre
otras), que sin duda se hace allí presente.

Acerca de los roles

En este contrato analista-paciente creo necesario especificar y precisar qué


va a hacer cada quien para que el trabajo pueda realizarse adecuadamen-
te, evitando así malos entendidos. El paciente no tiene por qué saber de
antemano qué se espera de él y menos a qué se compromete el analista,
aunque sólo pueda comprometerse a escuchar, pero no sólo eso.

Corresponde, por tanto dejar claro qué es lo que el profesional espera que
el paciente haga – tanto como que no haga – al igual que aquello que el
paciente puede esperar que el psiconalista haga, aunque todo esto transite
por un camino nebuloso durante algún tiempo, hasta que se pueda apre-
hender internamente el sentido del acuerdo.

21
Temáticas

Freud formula entonces la regla fundamental, esto es aplicable al paciente,


la de comunicar aquellas ideas que concurren a su mente, vale decir que el
analista espera que el paciente hable (y no que se mueva, camine, dibuje,
salte o lo que se quiera pensar al respecto). Por supuesto, que hable puede
significar también que no hable, sin embargo ello no está al margen del
procedimiento sino en su centro mismo, esto es la traza de la transferencia.
Hablar también pone el acento en que es el paciente el que indica el camino,
cosa que marca ya la diferencia con cierta actitud dependiente “¿por qué
no me hace preguntas, doctor?”

Es decir, el analista pone el énfasis en que la palabra debe preceder a la


acción en el espacio de la consulta, en lo manifiesto. El espacio analítico no
es para tomar decisiones, es para pensar. La propuesta de la regla funda-
mental no es algo fácil de acatar, en todo caso si así fuese, el paciente ha de
ser dado de alta de inmediato. Porque es una tarea difícil de cumplir es que
sirve casualmente para ver que la palabra reviste una singular particularidad
en el desarrollo del proceso. Me remito al célebre artículo de Leví-Strauss
(1949) en que se da cuenta de cómo la palabra opera el acceso a la cura.

Que hable y no que cuente (hay analistas que inician diciendo “¿que me va
a contar hoy?”), importante diferencia ya que se cuentan cuentos lo que le
da al trabajo analítico una marca de irrealidad que no se condice con el
asunto de que como dice el dicho popular “cada quien habla por su herida”.
El paciente habla porque sufre y ese es el punto del análisis: no es cuestión
de suponer que se puede hablar de cualquier cosa.

Del psicoanalista, el paciente puede esperar que lo escuche6 y que cuando


crea que algo puede aportar para comprender lo que le ocurre se lo va a
comunicar. O sea, el analista se compromete a escuchar y también a ha-
blar, poner en palabras ideas que se relacionan con las producidas por el
paciente en tanto enigma. Y también agregaría en la consigna desde el lugar
del analista, que “espero que podamos pensar juntos sobre ello”.

Así, la consigna se sitúa en el terreno del trabajo y en la esperanza de


que la relación analítica sea productiva. Cualquier desviación de la tarea
tendrá que ser interpelada y puesta en cuestión. La relación de trabajo se
desmarca entonces de otras relaciones posibles incluso hasta el punto de
sostener que ésta no es una conversación (relación social), tampoco es un
espacio para venir a buscar consejos, recomendaciones y sugerencia para
tomar decisiones en el cotidiano. No se contestan preguntas, tan sólo se
trabaja. Y es importante situar la relación en la materialidad misma del
trabajo porque como todo trabajo, ha de ser pagado.
6Es importante instalar a la escucha como parte del trabajo que el analista va a realizar,
porque ello no es obvio y menos aún por cuanto no aparece la escucha valorizada para el
común de las personas.

22
Horacio
Valeria Ávila Castillo, Christian OvalleFoladori
Valdés

El asunto del pago de los honorarios.

Este es un punto extremadamente importante y sin embargo poco tratado


por la bibliografía especializada.

Tal vez lo primero a destacar es que el contrato psicoanalítico se sitúa en


el marco de la prestación de servicios que cualquier sociedad regula por
medio de normativas estrictas.
En Chile es obligatorio dar boletas de honorarios profesionales. Muchos ana-
listas lo hacen sobre todo por el temor a que en algún caso de transferencia
negativa sean denunciados al Servicio de Impuestos Internos, porque desde
el punto de vista estrictamente analítico, la regla de abstinencia hace que
el analista sólo pueda darle al paciente aquello con lo que se comprometió,
es decir palabras, ni certificados, ni constancias, ni informes, ni tampoco
recibos.7

Conviene hacer la distinción entre pagar los honorarios al analista o que


el analista cobre sus honorarios. El segundo caso es una transgresión del
analista ya que aparecería allí la demanda del analista invirtiéndose la
situación contratada. El analista no puede cobrar, lo que sí debe hacer es
analizar porque el paciente no le quiere pagar. Conozco analistas que a
fin de mes le envían la boleta de honorarios al paciente, como una “invi-
tación” para que éste a su vez pague. Estoy en completo desacuerdo con
este proceder que distorsiona el proceso dando cuenta, ya sea de una pa-
ternalismo inútil (el paciente es tan infantil que hay que recordarle lo que
debe hacer, incluso sacando la cuenta por él ), ya de una ansiedad que se
manifiesta en el analista por temor a que el paciente no le pague, o no le
pague en fecha. El analista no debiese cobrar, pero sí contribuir a esclarecer
la transferencia negativa que hace que el paciente no pague de la forma y
en la fecha acordada.

Tampoco el analista puede cobrar por adelantado, porque ello significaría


adelantarse a los acontecimientos y suponer que el paciente no le va a
pagar, exhibiendo su propia ansiedad paranoide. Freud aceptó de Smiley
Blanton (1974), que había venido a analizarse con él desde EE.UU., que le
dejara un monto importante de dólares en depósito a cuenta, de donde se
iba deduciendo mes a mes los honorarios de Freud. Este le pidió que si se
llegaba a morir antes de finalizar el tratamiento, le pidiera a su hija Ana el
saldo restante.

7 En Europa, con el asunto de que el psicoanálisis se incluyó como terapia por parte del
sistema de salud, si bien el paciente puede disponer de un paquete importante de horas
anuales para analizarse, el psicoanalista a su vez periódicamente debe emitir detallados
informes acerca del avance de los procesos. Esto ha sido tema de discusión abundante por
las diversas implicancias.

23
Temáticas

Es interesante recorrer cómo ha sido la forma de pago en la historia del


psicoanálisis. En los primeros tiempos, el pago era en efectivo, los analistas
argumentaban que el pago era el trabajo realizado en las sesiones y por
ningún otro trabajo más. Cuando aparecieron entonces los cheques, muchos
analistas rehusaban recibirlos. Solicitaban que fuese el propio paciente a
cobrar el cheque al banco, para llevarle al analista el monto estipulado en
efectivo ya que ir al banco era un trabajo adicional que no figuraba en el
contrato. En esta lógica se incluyen las propuestas de trueque, por ejemplo,
pacientes que son artistas y que consultan porque tienen dificultad para
vender sus obras. Le proponen al analista intercambiar algunas de estas
obras por cierta cantidad de sesiones. Flaco favor le hace el analista si acepta
esta propuesta: le soluciona el problema al paciente en vez de analizarlo y
luego tiene que buscar cómo vender las obras.

Los cheques se hicieron muy populares por lo que los analistas comenzaron
a aceptarlos. Luego vino internet y con ello los pagos electrónicos cosa que
ha facilitado las transacciones incluso para el analista por lo que han sido
aceptados por casi todo el mundo. Pero el punto no es tanto la forma del
pago sino dónde se realiza el pago. Dicho de otro modo, cuando se pagaba
en efectivo o incluso cuando se extendían cheques, esto significaba realizar
el pago en el espacio de la consulta por lo que el pago pertenecía al espacio
analítico. Hoy por hoy, cuando se realiza una transacción online, el pago
se realiza fuera del espacio de sesión, es un trámite más para el paciente,
y no debiera serlo.

Este aspecto no es banal porque cuando el pago se realiza en sesión se


objetiva de inmediato lo que puede ser un pago “erróneo”, por qué se paga
de más o de menos o incluso cuando el paciente paga una parte tan sólo
de lo que corresponde (en este caso habría que rechazar el pago, sino viene
completo)8. El pago electrónico al realizarse fuera del espacio de consulta
obliga al analista - en caso de “errores”- a traer el tema en la sesión siguien-
te, y ya es tarde para analizar el fallo.

En todo caso la fórmula que se le indica al paciente en el momento del


contrato es que “la última sesión del mes se abonan todas las sesiones
que hubieron. Si a alguna Ud. falta, yo se la voy a cobrar igual ya que ese
espacio lo reservo para Ud.”

Ya se abundó en las vicisitudes que implican las faltas a sesión, tema


complejo de manejar por los jóvenes analistas. Muchas veces al paciente
le cuesta reflexionar que un análisis es lo mas importante que está ha-
ciendo en su vida, ya que en dicho espacio se revisa toda su vida. Que el

8 Sise acuerda por ejemplo el pago por mes y el paciente paga solo una parte del total, ¿qué
es lo que está escindiendo del tratamiento?

24
Horacio
Valeria Ávila Castillo, Christian OvalleFoladori
Valdés

paciente no lo haya pensado así, no significa que el analista no se haga


cargo de mostrárselo en alguna oportunidad de ser necesario. El paciente
está acostumbrado a un sistema médico-dental en el cual si falta no paga
y a un sistema de salud que le recuerda por teléfono la cita acordada para
evitar que falte. Obviamente, ninguna de estas medidas paternalistas da
resultado ni contribuye a la cura.

Para el caso de lo adolescentes (aún menores de edad), el contrato reviste


un grado de complejidad mayor ya que por sus características al paciente
le pagan el tratamiento terceras personas. Por ejemplo, cuando los padres
cubren los honorarios, el contrato ha de ser realizado con la presencia de
este tercero. La fórmula que me ha resultado mejor tiene que ver con hacer
responsable del pago al adolescente, de calcular las sesiones a ser abona-
das, solicitar el dinero al padre o tutor que se haga cargo del mismo, el cual
extenderá un cheque a nombre del analista, por el monto que el adolescente
le indique. Así el adolescente portará el cheque sin poder comercializarlo,
y tanto el padre como el analista tendrán la seguridad de que el pago se
realice. Esto no evita que el padre pudiera postergar la confección del che-
que, pero esto puede ser trabajado desde las sesiones con el adolescente,
si se lo está tratando como adulto, por tanto responsable. En las épocas
de la hiper inflación los honorarios se deterioraban día a día. Esto hacía
que el tema económico estuviese presente en mucha sesiones y en algunos
periodos de manera permanente. Esto planteaba el asunto del ajuste de los
honorarios. Ajuste y no aumento ya que se trataba solamente de mantener
el poder adquisitivo. Por tanto el ajuste se acuerda en función de índice
oficiales que se toman como parámetro.

Independientemente del ajuste, el analista puede plantear un aumento de


los honorarios, asunto que pone sobre el tapete el valor de la sesión y sobre
todo el valor simbólico de la sesión. Para fijar el aumento hay tradicional-
mente dos modalidades. La primera dice de que el analista fija un nuevo
honorario por sesión a partir de una fecha mas o menos próxima y a partir
de allí se analizan las resistencias que el paciente puede presentar para
aceptar dicho monto. La segunda formula consiste en poner a trabajar al
paciente para que realice una propuesta, analizando también todas las
dificultades que tal proceso genera. ¿Cuánto vale una sesión? Hecha la
propuesta el analista puede aceptarla o puede a su vez plantear la propia,
que es esperable esté cerca de lo planteado por el paciente.

Problemas de encuadre: Punto de urgencia.

Para Bleger (1967) el encuadre reviste singular importancia porque se


constituye en aquello que sostiene la parte psicótica de la personalidad,
lo indiferenciado, lo sincrético que anuncia el rastro simbiótico originario
del psiquismo. El autor sostiene que cada paciente concurre al análisis

25
Temáticas

con su propio encuadre y quiere imponerlo a aquel que fija el analista en


el momento del contrato. Por ello es que el encuadre psicoanalítico ha de
mantenerse fijo, constante, ya que de este modo autoriza a que se produzcan
ciertos procesos de cambio, en el llamado el proceso analítico. El encuadre
(lo constante) autoriza el análisis (el proceso analítico). Tal es así que cuan-
do surgen diferencias con el encuadre se constituye un punto de urgencia
porque el conflicto adopta formas radicales, vale decir, está en cuestión la
permanencia del paciente en el tratamiento. Esta situación tan singular ha
de ser de inmediato abordada, ya que se está en un punto de quiebre y se
corre el riesgo de interrupción del análisis. Pero más aun, Bleger sostiene
que si durante el tratamiento el paciente no llega a presentar “problemas
de encuadre”, hay algo de su locura que no está llegando al análisis, el
paciente se ha mantenido en una área segura.
Reconoce Bleger que el encuadre es una institución, ya que se trata de un
paquete de normativas que se mantienen constantes. E.Jacques (1951) ha-
bía mostrado que las instituciones funcionan como mecanismos defensivos
(adicionales al yo) contra la locura. Bleger sostiene que es mejor pensarlas
como depositarias de la parte psicótica de la personalidad.

Acerca del espinoso asunto de la derivación

La derivación de un paciente ya sea por un analista o por una institución


reviste un sinnúmero de aristas que no será posible abordar en este mo-
mento.9 Tan sólo nos interesa recorrer algunos de los caminos que sigue
este proceso buscando las razones psicoanalíticas de cada operar, así como
los inconvenientes. Se podría decir que sintéticamente hay dos fórmulas
que son utilizadas por los psicoanalistas para derivar un paciente.

Algunos analistas entregan al paciente a ser derivado una breve lista que
contiene el nombre de tres o cuatro colegas que eventualmente podrían estar
en disposición de atenderlo, bajo el presupuesto de que el paciente así esta
en mejores condiciones de elegir su futuro analista. Nótese que la pregunta
por la transferencia está ausente. Es entonces desde la ilusión de libertad
del paciente que el analista opera, cuando en rigor coloca al paciente en
un complicado lugar porque tácitamente le está indicando que el paciente
es el que decide con quien se analiza. Esto abre a un complejo problema
porque si bien nadie puede analizarse con quien no le cae bien, tampoco
decide unilateralmente sobre el futuro de una relación de trabajo. Esto es-
timula las fantasías omnipotentes del paciente o lo coloca en una compleja
disyuntiva: ¿Tendrá que entrevistar él a todos los analistas de la lista para
poder decidir cuál es el “mejor”? Es decir, en lugar de ser él el entrevistado
por su futuro analista se invierte la relación y ¡él termina entrevistando
9 Como analistas hemos de poder interrogarnos acerca de los motivos inconscientes de nues-
tro operar. Un tema no trabajado por los grupos analíticos son las razones inconscientes que
un analista podría tener para derivar un paciente a otro colega.

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Valeria Ávila Castillo, Christian OvalleFoladori
Horacio Valdés

analistas! Es probable y deseable que el primer analista “entrevistado” le


haga saber que no se presta para ese “juego”.

Otra manera de realizar la derivación plantea la necesidad de sostener al


paciente a ser derivado, indicando un solo analista. En esta forma se le
dice que si por alguna razón no puede llegar a acuerdo con dicho especia-
lista puede retornar con el analista que realiza la derivación en busca de
las referencias de un nuevo especialista. De esta manera, la transferencia
positiva presente sobre el analista que deriva es cuidada y sostenida hasta
que el paciente puede lograr un acuerdo con un especialista para analizar-
se, transfiriendo la transferencia. Al mismo tiempo, se le está señalando
implícitamente que el analista sobre el que se hace la derivación va a ser
quien lo entreviste, así como que no está en forma alguna obligado a to-
marlo como paciente.

Esto hace que la actitud con la que el paciente llega a la entrevista sea
diferente, ya que cierto esfuerzo del paciente ha de estar presente, deseo
de analizarse, para que el analista que lo entreviste entienda que pueden
realizar un trabajo juntos.

A modo de conclusión.

Las distintas discusiones desarrolladas en el presente trabajo no pretenden


en forma alguna normar algunos aspectos de la práctica analítica. Freud es
muy cuidadoso en reconocer que a pesar de que las “aperturas” son finitas
y limitadas, la posibilidad de los desarrollos es infinita. En rigor el énfasis
ha de ser puesto en la producción de lo inconsciente y el trabajo de escla-
recimiento que ello implica, y en este punto las situaciones psicoanalítica
son singulares, por lo que todo lo que se pueda decir acerca del encuadre o
sobre la forma de trabajo no puede abandonar su carácter general. Por tanto,
siempre será necesario el difícil tránsito de lo general a lo particular y en este
caso, la rigurosidad en el trabajo se va a regir por el plano de inmanencia
( Deleuze y Guattari 1993), esto es, la manera de poder dar cuenta en lo
particular del proceso analítico y de sus avatares, sus determinaciones y su
coherencia. En la jerga analítica esto ha de entenderse como lo que ocurre
en el “aquí y ahora conmigo”, más que en determinaciones trascendentes.

Entonces, en cada situación particular hay algo no generalizable ya que


depende de las coordenadas y de su lógica y que dice acerca de cómo se
da cuenta de lo que ocurre en el momento particular de la sesión. Porque
no se trata de seguir las recomendaciones simplemente por seguirlas, sino
enfrentarse a la situación analítica siempre como nueva, esto es como un
simulacro.

27
Temáticas

El esfuerzo de sistematización es obviamente válido por cuanto es la manera


de como se aspira a avanzar en una clínica cada vez más rigurosa. Pero
ello no puede obstaculizar la escucha del paciente y aquella que realiza el
analista, donde puede descubrirse el movimiento transferencial que implica
a ambas partes. Si el psicoanálisis como disciplina ha avanzado es porque
pudo comenzar a escucharse aquello para lo cual no había aún palabra.

28
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés
Bibliografía:

Aulagnier, P. (1988) La violencia de la interpretación. Buenos Aires: Amorrortu Ed.

Balint, E. y Norell, J.S. (1979) Seis minutos para el paciente. Buenos Aires: Paidós

Blanton, S. (1974) Diario de mi análisis con Freud. Buenos Aires: Ed. Corregidor

Bleger, J. (1967) Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico. En Simbiosis y ambi-


güedad. Buenos Aires: Paidós.

Buxbaum, E. (1951) Freud’s Dream Interpretation in the Light of his Letters to


Fliess. Bull. Menninger Clin., Vol 15 Nº 6

Deleuze, G. (1990) ¿Qué es un dispositivo? En Michel Foucault, filósofo. Barce-


lona: Gedisa

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29
Temáticas

Virtualidad, inmersión digital y


porvenir del sufrimiento psíquico1
Lucio Gutiérrez

Resumen
Se presenta una reflexión sobre los procesos de virtualización del contacto humano, los fenó-
menos de inmersión digital y sus consecuencias para lo televinculativo, de relevancia para
pensar el porvenir del sufrimiento psíquico y la emergencia de nuevas formas psicopatológicas
en la sociedad contemporánea.

Palabras clave: virtualidad - inmersión - televinculación - sufrimiento psíquico

C
ada cierto tiempo se vuelve importante revisar los supuestos que
articulan nuestras lecturas sobre el sujeto, ante todo como un su-
jeto situado en una sociedad con modos de producción y formas de
intercambio determinadas.

El campo psicopatológico, de forma privilegiada, nos entrega indicios sobre


lo que está en juego. Las formas de padecimiento humano que se vuelven
salientes, incluso predominantes, en un momento y cultura específicos,
hablan a través de sus particularidades de aquello que no ha podido ser
tramitado por el sujeto, en ocasiones incluso aquello que no ha podido
ser simbolizado. Allí donde el malestar no ha pasado a ser un sufrimiento
susceptible de ser escuchado, se organizan defensas y con ellas las nuevas
“enfermedades del alma” epocales, por usar el término popularizado por
Julia Kristeva (1995).

Hay un largo debate sobre si la histeria aún persiste, hoy por hoy. Si por
ejemplo las llamadas fibromialgias, las fatigas crónicas y algunas formas
depresivas inespecíficas en el quehacer contemporáneo son formas transfor-
madas de las neurosis histéricas, nuevas neurastenias, o si remiten a otras
expresiones no subsumibles en las viejas categorizaciones. No entraremos
en ese debate hoy. Lo que sí cabe decir es que las neurosis histéricas, así
como se describían en la Viena de Freud, esas del “arco de Charcot”, las de
anosmias y las de cegueras, son relativamente escasas. Y ciertamente ello
no se debe al influjo del psicoanálisis en la sociedad. Cabe pensar, como se
ha referido muchas veces, que las formas de intercambio social propias de
esa época movilizaban procesos especialmente proclives al desarrollo de las
represiones, en plural y en el sentido tradicional del término, formas que
podemos constatar que, en la medida en que se dan hoy en ciertas subcul-

1 Texto basado en la conferencia online “Virtualidad y Sufrimiento Psíquico” del 25 de Oc-


tubre de 2021 para la comunidad del Magister en Psicoanálisis de la Universidad Adolfo
Ibáñez y la Sociedad Chilena de Psicoanálisis ICHPA, Santiago de Chile.

30
Valeria Ávila Castillo, ChristianLucio
Ovalle Valdés
Gutiérrez

turas (la rural y ciertos círculos ultraconservadores en Chile por ejemplo)


siguen asociándose a la presentación de defensas histéricas -digámoslo
así- tradicionales.

Este preámbulo abre a la coyuntura que deseo tratar hoy: la relación entre
las formas de intercambio social mediatizado digitalmente, lo televinculativo
y nuevas consideraciones al sufrimiento humano.

Todo un tema se nos abre al intentar dar cuenta de lo que Manuel Castells
(1996) en “La era de la información” llamó la cultura de la virtualidad real2.
En la mayoría de estos acercamientos se presenta, a mi parecer, una radi-
calización de la sentencia clásica de Marshall McLuhan (1964) respecto a
que “el medio es el mensaje”. Cuando el habitar en un mundo de medios
digitales compromete a lo social -bajo sus mantos de discursos amorosos,
del trabajo, la política y la educación- y llega a tal punto de masificación
y naturalización, observamos una transformación de la relación con la al-
teridad misma3. Pienso que han hecho falta un par de generaciones para
observar con claridad estos fenómenos, adelantados por estos intelectuales,
sobretodo mirando el hábitat en naciones fuertemente industrializadas.

Al respecto, un paréntesis. Tengo la impresión de que esta pandemia quedará


como un momento históricamente relevante en un sentido muy particular.
Para no ir tan lejos como la peste negra, con la gripe española, la más de-
vastadora a nivel mundial hasta ahora, no había vacunas ni mucho alcance
comunicativo. Los medios de comunicación masiva fueron agentes de cen-
sura homogénea respecto de los estragos de la pandemia. Los tratamien-
tos, espurios, paliativos principalmente, no parecen haber surtido mayor
efecto. Medidas de higiene comunitaria, la idea del distanciamiento social
y el aislamiento del enfermo eran centrales, como lo son hoy. Pero entre las
múltiples diferencias, una sobresale a efectos de lo que queremos pensar
hoy: esta pandemia se encontró con una sociedad global con suficiente
maduración tecnológica y naturalización del uso de dispositivos de mediación
tecnológica, como para que el aislamiento social no se acompañase de una
paralización de la gran mayoría de las esferas de encuentro entre los seres
humanos, incluyendo el trabajo, la educación, la vida política, la vida social
y la vida sexual. Los espacios de teleterapia, que acompañan todas estas
esferas, dan fe de ello.

Entonces, aquel proceso de mediación virtual de las interacciones que venía


desarrollándose en una tendencia creciente-lineal adquirió, en este par de
2 También, desde otros esfuerzos sintéticos, la cultura de la interfaz (Johnson, 1997), cultu-
ra visual digital (Darley, 2000), cultura de la convergencia (Jenkins, 2006), y más reciente-
mente modernidad, sociedad y vida líquida (Bauman, 2003,2005), sociedad del cansancio,
de la transparencia y la hiperculturalidad (Han, 2012, 2013, 2014).
3 Es un asunto de transformaciones en lo intermedio y de procesos histórico-sociales en
tanto “magmas” (Castoriadis, 1975).

31
Temáticas

años, una forma de crecimiento exponencial. Y con ella se han vuelto más
manifiestos algunos procesos que ya venían observándose (ej. Caparrota,
2013; Turkle, 1995, 2009), pero que estaban otrora relegados a asuntos de
población específica, de nicho de interés o de saber de especialista.

Por ejemplo, la adicción a los videojuegos, en la caricatura, como tantas


otras, se había identificado como un asunto de gamer, propio a individuos
con un perfil muy específico: varones regordetes, sedentarios, intelectual-
mente dotados, de pobre habilidad social, inhibidos, distantes o hiperreac-
tivos al contacto corpóreo, alérgico-asmáticos, entusiastas de las compu-
tadoras en general. Con la masificación se rompe la asociación con este
perfil del clásico nerd de los 80, o el geek de los 90, y el videojugar pasa a
ser asunto de toda la población y generaciones. A ser pensado ya no sólo
respecto de los juegos masivos multijugador en línea, sino para todo tipo
de videojuegos, ingresando el videojuego casual, el juego de celular del tipo
“gacha” (loot boxes, expendedora de juguetes), entre muchos otros.

Así, nos vemos enfrentados hoy y estamos en condiciones de abordar la


tarea de pensar nuevos padecimientos del alma desde coordenadas que no
queden atrapadas en los asuntos de la personalidad y que, de ser posible,
adquieran lecturas metapsicológicas que permitan mirar el asunto desde la
perspectiva del sujeto. Un sujeto “sujetado”, como es menester considerarlo,
desde las inscripciones en relación con alteridad fundante, las alteridades
sobredeterminantes y las alteridades que cotidianamente se implican en
su vivenciar.

Todavía sin nativos digitales

Quisiera proponer un conjunto de ideas que me parece relevante y que


quizás resulte, hasta cierto punto, novedoso. En cierto sentido me animo
a decir que el asunto no ha llegado a su completa radicalización. Aún no
existen los “nativos digitales”, como le ha gustado decir a los estudios en
comunicación. Si bien desde una forma de comunicación secundaria po-
demos decir que hay generaciones que han nacido en una era digital y que
desde pequeños han interactuado con aparatos de diverso tipo, en el pleno
sentido, el radical sentido que Meltzer (1986) daba a las formas primarias de
comunicación, esas resultantes de la díada madre-bebé, somos todos, viejos
y jóvenes, aún – si se me permite decirlo- inmigrantes digitales. Unos más
duchos y otros más torpes, algunos más tempranamente otros tardíamente,
pero todos inmigrantes, todos adoptamos la tecnología y la condición de
mediación tecnológica del vínculo, de modo secundario.

Esto no es una siutiquería retórica: tiene las más hondas consecuencias


suponer un desarrollo emocional primitivo4 organizado a partir de relacio-
4 Al modo como Winnicott (1945) le teoriza.

32
Lucio
Valeria Ávila Castillo, Christian Gutiérrez
Ovalle Valdés

nes madre-bebé corpóreas y tangibles, que suponerle a partir de relaciones


madre-bebé, mediatizadas tecnológicamente. Algo de evidencia podemos
tener al respecto, en relación a los procesos de personalización, al observar
a chicos intervenidos por máquinas de diverso tipo. Un trabajo de conci-
liación y de investidura especial es requerido para hacer frente a lo que
queda allí marcado. Por ahora, insisto, no tenemos generaciones criadas en
el marco de interacciones madre-bebé mediatizadas digitalmente y habría
que pensar (hoy tema de un futurismo psicoanalítico) cómo marcharía un
proceso de constitución psíquica en esos términos.

Lo que sí tenemos, son niños y jóvenes que han incorporado las tecnologías
como parte de sus vidas, con las concomitantes expectativas que se insta-
lan en relación con ellas. Tenemos familias que expresan su vida amorosa
utilizando medios de televinculación. Individuos que tramitan su sexuali-
dad utilizando plataformas digitales en relación con alteridades humanas
y sintéticas. Y mucho más.

Sobre lo inmersivo: ideas directrices para pensar lo televinculativo

Planteo entonces algunas ideas para pensar lo televinculativo.

La primera que me parece fundamental, es entender que nuestras interac-


ciones digitales, en lo que a la relación con una alteridad refieren, son un
complejo que considera muchísimos vértices.

El punto central que los reúne es el fenómeno de la inmersión, que refiere a


la ilusión perceptual de que no nos encontramos en un ambiente mediado
(Brown, E. & Cairns, P., 2004; Jennet et al., 2008). Es lo que acontece en
la vivencia del “estar ahí” en un ambiente de videojuego, un “estar juntos”
en una teleconferencia, y también un “en la nada” de una serie de imágenes
movilizada por el zapping del dedo en Instagram. Todo eso refiere al fenó-
meno de inmersión.

Entender las particularidades de la inmersión es central para la escucha


del sufrimiento psíquico en relación con la virtualidad. Es clave, a mi pa-
recer, para un analista o un terapeuta contemporáneo. Tanto como lo fue,
en la época de Freud, entender los elementos centrales de la doctrina de
la represión, aún vigente y sobre la cual este es un asunto, me parece,
suplementario.

La inmersión, como la concibo, involucra diversas variantes de lo que André


Green (1995/1993) llama un “trabajo de lo negativo”, en relación con lo
perceptivo y lo representativo de la realidad. Un movimiento psíquico que
“negativiza” algunos índices perceptuales, de atribución de la realidad o de

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Temáticas

relevancia representativa, en un momento dado5.

Algunos ejemplos:
Un niño juega un videojuego y cree que han pasado dos minutos, cuando ha
pasado una hora. Esto le pone en problemas ante sus padres.
Un padre hace zapping en su smartphone en una plaza de juegos y descuida
al crío, no se da cuenta que se ha puesto en peligro: “pero si hace un instante
estaba bien”.
Una persona deja de escuchar a quien le habla a su lado, mientras hace correr
las imágenes de Instagram. Se queda con la sensación de “tiempo muerto”.
Un joven choca con otro peatón caminando en la calle, mientras revisa su
smartphone. Pensaba que estaba atento. Varios transeúntes han tenido que
eludirlo.
Otro no se percata, al videojugar, de su cansancio y deseos de micción. Al
finalizar el juego se percata de su agotamiento y de que ha estado, todo ese
tiempo, a punto de orinarse. Se le presenta a modo de una urgeincontinencia.

La inmersión es clave para pensar las “psicopatologías de la vida virtual


cotidiana”, parafraseando el clásico de Freud. Pero así también, es central
para comprender formas psicopatológicas veras como las llamadas adiccio-
nes a Internet, el despliegue de tramitaciones identificatorias en el desarro-
llo infantojuvenil, tramitaciones de la fantasía sexual, nuevas expresiones
de perversión, terrenos para los cumplimientos de deseo neurótico, entre
otras tantas.

Retratemos una escena:


Un joven desea alejarse de su situación personal. Se relaciona con una madre
intrusiva y una exigencia narcisística que amenaza continuamente el senti-
miento de sí. Ponerse en contacto con lo que le aqueja le resulta en extremo
angustioso y no desea enfrentar la realidad de un fracaso universitario. Lo
reconoce pero no quiere pensar en ello, en sus consecuencias, y se paraliza.
En lugar de pedir ayuda se vuelca sobre Fortnite, su videojuego favorito, día y
noche, sintiendo una gratificación momentánea pero vacía, que con el tiempo
llega a asociar con lo que antes fueron prácticas de masturbación compul-
siva. Queda cansado, habiendo atravesado el momento, y cae rendido tras
un centenar de batallas de Fortnite. Esto le permite escamotear la realidad,
entre lo alucinótico y el dormir.

5Respecto al trabajo de lo negativo en lo inmersivo digital, puedo precisar hoy con mayor
claridad la idea presentada desde hace casi una década (Gutiérrez, 2012, 2017). Habría
que ubicar a la inmersión como un fenómeno en el terreno de las relaciones Yo/realidad,
apuntalado desde las mociones de deseo y donde se aprecia la puesta en juego de dos me-
canismos principales: la Verleugnung Freudiana (1927) (actitud de bi-escisión, desmentida,
desautorización) y la alucinación negativa propiamente dicha (Green,1995/1993).

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Valeria Ávila Castillo, ChristianLucio Gutiérrez
Ovalle Valdés

La inmersión es un fenómeno hipnoide. No olvidemos que Freud nos alertó


de lo hipnoide como un estado de desvalimiento, que nos deja especial-
mente vulnerables al trauma. Nada indica que aquí debamos instalar una
excepción. Es curioso, sí, pensar que aquello que, en ocasiones, como en
la ilustración que se acaba de dar, sirva las veces de un refugio y pone en
mayor riesgo del advenimiento traumático.

Es llamativo también entender a la inmersión de este modo porque aquello


propio al estado de trance hipnótico es, de pleno derecho, un fenómeno
de transferencia. Entregarse al designio del otro. ¿Y qué otro? He aquí lo
que me parece fascinante de este nuevo campo. El otro no es ese de las
ensoñaciones histéricas, tampoco el hipnotista en su presencia tangible y
misteriosa. El otro es aquí una alteridad-plataforma, una alteridad sintética,
una alteridad mediatizada, una alteridad-social, todas formas de alteridad
que coexisten en relación con deseos que quedan comprometidos de for-
mas peculiares. Encontrarnos con las huellas del otro en la escucha de las
vinculaciones de una persona con sus mundos virtuales, es sumamente
interesante. Dice mucho. Si escuchamos lo suficiente, dice más de lo que
podría pensarse en primera instancia.

La inmersión digital, en tanto estado hipnoide, depende del deseo y lo acerca


a una experiencia alucinótica como pocas existen en nuestras vivencias co-
tidianas6. No hay inmersión sin deseo, así como no hay hipnosis sin deseo
(sea tácito o explícito) de ser hipnotizado. El interés queda manifestado de
diversas formas: desde la pérdida de la participación social – en una red o
juego- pasando por el esfuerzo por encontrarse con un querido o desarrollar
un trabajo, una publicación a la expectativa de ser leída o contemplada, etc.

Pero también la inmersión depende de las condiciones y competencias


tecnológicas. Si no hay conexión suficiente, flujo de plataforma o competen-
cias tecnológicas (de cualquiera de las partes), entre otros condicionantes,
no tendremos inmersión. Y es que la inmersión, en ese sentido, se “cuelga”
también de una cara exterior. Puede ser muy intensa cuando se da, pero
depende de una multiplicidad de factores y cualquiera de ellos puede fa-
llar. Es muy intensa en los videojuegos, por ejemplo, en la medida que los
videojuegos apelan a narrativas (inmersión diegética; McMahan, 2003) se-
ductoras, a dinámicas de recompensa-castigo o llevan a estados primarios
de ataque-fuga (no diegética; McMahan, 2003). En las redes sociales puede
ser igual de intensa en base a la explotación de la seducción del otro y, más
aún, apelando a conectar con las huellas de la experiencia más primitiva
posible: la autocreación alucinatoria del otro. El mundo en mis manos, en
mis dedos, en mis controles.

6En el sentido de estados intermedios de transformaciones en alucinosis al modo como ha


sido planteado por Citivarese (2015).

35
Temáticas

Sentimiento de omnipotencia que hace guiños y seduce desde la


recomposición narcisística de la autocreación de mundo, es aquello que
hace de las redes sociales y de las plataformas actuales espacios tan se-
ductores. Piensen Uds. en el largo rodeo que hemos llegado a hacer, como
humanos, desde las experiencias primitivas de contacto humano en la díada
madre bebé y donde lo alucinatorio tiene lugar, hasta el abandono de lo
alucinatorio, aún presente en el proceso primario, para intentar un mundo
civilizado con acciones acordes a fines, con predominio de lo secundario
y, con ello, el esfuerzo hacia un pacto social. ¡Qué goce infinito retornar a
crear el mundo con un dedo! Cual canto de sirenas, las plataformas digita-
les en sus distintas expresiones, llevan a una experiencia alucinótica que
contacta con un sentimiento de omnipotencia, reconstitución secundaria
del narcisismo perdido e ilusión de reencuentro con el yo ideal.

Por cierto, quizás argumentará alguien, no todo es negativo. Y por cierto


que no. Habría que decir que mantenerse en contacto con la realidad es un
asunto duro, que requiere hasta un poco de disciplina. Pero lo que intento
decir es que, además de sendos instrumentos de trabajo al servicio de lo
propiamente vital, hay aspectos de la participación en los mundos digitales
que pueden aprovecharse hacia la inercia de un narcisismo de muerte. Y,
más aún, que en su forma inmersiva, esos procesos pueden encontrar un
mecanismo especialmente eficaz para expresarse.

Quizás es esto lo más relevante que quiero transmitir hoy: la necesidad de
romper con cualquier pretensión de tratar las plataformas digitales como
instrumentos de comunicación e información neutros y comprender que se
trata de medios de intercambio social de fuerza política, en el pleno sentido
del término, de formas de intercambio con la realidad muy particulares al
servicio de tramitación de lo pulsional, de ambientes-hábitat, de campos
privilegiados al despliegue de lo representativo-personal y ante todo, de
encuentro con diversas formas de alteridad. Algunas de ellas -las alterida-
des sintéticas- nunca antes consideradas en la historia de la humanidad.

El modo como todo esto se pone en juego puede resultar obscurecido por la
transparencia de la interfaz y por las naturalizaciones que se han instalado
respecto a estos intercambios. Por ejemplo, damos por sentado el hecho de
la coexistencia de alteridades sintéticas y alteridades mediatizadas en las
plataformas virtuales. Nadie se inquieta hoy al escuchar al asistente virtual
de un Smartphone (ej. Siri, Alexa). No hay gran escándalo por encontrar
“hablando” en series de comentarios a humanos y “bots” por igual. O si
videojuega encontrándose con avatares manejados por humanos y otros
manejados por bots o formas de inteligencia artificial. Por ahí, en esos
ambientes, unos humanos se encuentran y se enamoran también. Otros
tramitan tímidamente sus urgencias pulsionales haciendo juegos agonales
o explotando ciertos “bailes” de los avatares, no mentados para ello, repro-

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Valeria Ávila Castillo, ChristianLucio Gutiérrez
Ovalle Valdés

duciendo un coito. Explotan o “metaexplotan” el protocolo del juego. Es


parte del juego, los jugadores lo aceptan.

Pero el asunto se vuelve quizás más inquietante cuando trasladamos el


mismo escenario a las plataformas de pornografía y cibersexo, donde hu-
manos y simulaciones de cuerpos masculinos y femeninos se hacen presen-
tes, más aún cuando ello conecta con dispositivos de estimulación física a
ambos lados de la pantalla, cuando las transformaciones incluyen cuerpos
híbridos, mitológicos o pueriles7. ¿Cómo entenderemos la alteridad allí?
¿Podemos subsumir el asunto al campo del fetichismo? ¿A una lectura
desde lo masturbatorio?

Me parece que el asunto requiere ser pensado seria y detenidamente, por


cuanto la problemática de la inmersión complejiza bastante la cuestión. He
allí la psicopatología por venir.

Abordar la virtualidad en relación con las expresiones y producciones de


sufrimiento psíquico es una tarea que se nos viene por delante, y a la que
el psicoanálisis espero, como en otros momentos, podrá aportar con su
visión tan particular sobre los avatares del sujeto. Es también fundamental
si, más allá de las necesidades asociadas a la continuación de un trabajo
terapéutico en esta pandemia, el terapeuta desea continuar teletrabajando.
Teleanalizando incluso. La necesidad de pensar el trabajo psíquico necesa-
rio para que ello ocurra, de un modo productivo, se ha vuelto perentoria.

7Habría que decir que el meta-verso hace bastante tiempo, desde la perspectiva háptica,
ha comenzado.

37
Temáticas
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39
Temáticas

Moria
Sobre una experiencia en los campamentos
Daniela Orfali Hott

Resumen
Este escrito se refiere a la perpetuación del trauma que suscita la vida como refugiado árabe en
los campamentos de Lesbos. Recurre a una breve revisión freudiana del concepto “trauma”, en
el intento de recoger algunos rastros sobre aquello que constituiría un hecho ineludiblemente tal.

Palabras clave: trauma – refugiados árabes – Moria - Lesbos.

My black feelings, where do they come from? I know they come from my
mother. Not because of her illness, but because of the war she went
through. She transmitted her depression to me, her sad face was always
before me, the feeling of unhappiness, the quiet despair (Kogan).

oria -así sin tilde, vocablo griego-, era el nombre de uno de los cam-
pamentos de refugiados de Lesbos (Grecia). El más grande de Euro-
pa; el de condiciones más nefastas también. No es una palabra en
español y sin embargo conocer dicho lugar hacía pensar que el significante
no era pura coincidencia. Los residentes lo llamaban el infierno de Moria.

La isla de Lesbos ha sido uno de los principales puntos de entrada para


quienes han podido huir de la guerra en Siria. Atraviesan el Mediterráneo
(mar Egeo) desde la costa de Turquía. En el ferry es un viaje de una hora
y media; pero para quienes vienen escapando se trata de balsas o peque-
ños botes en los que demoran 6 o 7 horas, con el miedo de hundirse por el
exceso de pasajeros (los contrabandistas sobrevenden) o por los motores
que dejan de funcionar. La mayoría de las veces deben hacer el trayecto de
noche en el intento de no ser vistos (riesgo de ser deportados), lo que vuelve
muy difícil hallar el lugar para arribar, momento en que algunos sufren la
rotura de la embarcación y mueren ahogados. Quienes logran llegar, son
trasladados al campamento de refugiados llamado Moria, ex recinto militar
con capacidad para 2.800 personas. Al 2016 albergaba ya más de 9.000
refugiados; en el 2020 superaba los 12.5001.

1 La población de refugiados pertenecía a distintas naciones de Medio Oriente y África,


quienes huían de guerras, persecuciones o situaciones político-sociales de amenaza. El
mayor porcentaje lo ocupaban sirios, seguidos de afganos.

40
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle
Daniela Valdés
Orfali Hott

Este lugar en exceso sobrepoblado, supuesto lugar de paso, se convertía en


residencia obligada para la mayoría durante tres, cuatro, cinco años. Los
plazos eran muchas veces de 9 a 12 meses para recién tener una primera
entrevista e iniciar la postulación a asilo. Lo usual era conocer a refugiados
que llevaban años atrapados en Moria. Dada la sobreocupación, muchos
de ellos vivían en carpas, de ésas que algunos podemos usar para ir de
vacaciones. Carpas, en medio de la nieve. Carpas, en medio de los suelos
inundados. Carpas en los veranos de 38 grados. Los containers eran pocos
y se priorizaban para familias con niños o casos que se consideraran más
vulnerables (muchos de los cuales también quedaban fuera). Las familias
que tenían “suerte”, podían ser trasladas después de meses a Kara Tepe,
el segundo campamento del sector, de mejores condiciones a propósito de
tener un número acotado de residentes (alrededor de 900), sólo recibir fa-
milias, contar con mejores carpas -tipo mediaguas- y otra administración.
Kara Tepe generaba cierta posibilidad de comunidad.

No puedo extenderme más en las condiciones, pero creo relevante para


este escrito mencionar una escena. Era típico ver grupos de niños de dis-
tintas edades deambulando o corriendo -a veces, ojalá, jugando- a todas
horas (más en Kara Tepe, que contaba con el espacio y cierta sensación de
protección). Pero dicha imagen, que aparentemente pudiera ser una linda
imagen, al mismo tiempo era el negativo de una realidad. ¿Dónde estaban
los papás? No es una pregunta moral.

Muchos de ellos pasaban el día aislados en sus carpas. No se trataba de


negligencia; no podían estar. Era el silencio del trauma de lo vivido (de los
años de guerra, de haber visto a hermanos, amigos e hijos morir, de haber
sido perseguidos) y de la desesperanza de la espera. “Pacientes en guerra
casi permanente, atormentados, por momentos descarnadamente cons-
cientes, aunque en otros, parecen vivir anestesiados” (Kuras y Resnizky,
2005, p. 36). Porque como si no hubiese sido ya demasiado horroroso lo
vivido, cuando pensaban que habían logrado huir se encontraban con este
otro horror, de sobrevivir indefinidamente -siempre años- sin derechos ni
papeles, sin poder trabajar o estudiar y despojados de su propio nombre
–“los refugiados”. Están a la espera, pero esta espera está siendo su vida.
Dejaron la guerra de Siria para encontrar otra, sin tiempos y demasiado
larga.

Qué es trauma

La pregunta respecto a qué es trauma me es aún difícil. Qué hace que un


hecho horroroso pueda no serlo. ¿Puede no serlo?2 Intentaré recoger algunos

2Esto, además, sólo supondría desplazar el problema de la noción de trauma a la de lo


horroroso.

41
Temáticas

puntos sobre el concepto de trauma desde Freud (período de 1919-1920)


con el propósito de precisar aquello que determina que un suceso se cons-
tituya como tal.

Ya es de antigua data la descripción de un estado que sobreviene tras


conmociones mecánicas, choques ferroviarios y otros accidentes que
aparejaron riesgo de muerte, por lo cual le ha quedado el nombre de
«neurosis traumática». […] el mismo cuadro sobrevenía en ocasiones sin la
cooperación de una violencia mecánica cruda; en la neurosis traumática
se destacan dos rasgos que podrían tomarse como punto de partida de la
reflexión: que el centro de gravedad de la causación parece situarse en
el factor sorpresa, en el terror y que un simultáneo daño físico o herida
contrarresta en la mayoría de los casos la producción de la neurosis
(1920, p. 12).

En primer lugar, Freud destaca para un efecto traumático, el que no haya


habido espacio a una preparación psíquica, es decir, que el sujeto no es-
tuviera en conocimiento de que algo iba a suceder (aun cuando no supiera
la especificidad de qué). De haberlo estado, esto le hubiese permitido al
aparato angustiarse. Y es intencional hablar de permitido, en tanto define
la angustia justamente como una expectativa de peligro que posibilita al
aparato no padecer el hecho de modo por completo intempestivo. Podría
mencionarse tal vez como analogía, la vivencia de la muerte de un cercano
y la diferencia que suscita el que éste estuviera enfermo -como un anun-
cio- en contraste con que aquél haya tenido un accidente3. No cambiará el
dolor de sus cercanos, pero abre la posibilidad de una diferencia en cómo
éstos lo significan y, desde allí, en su experiencia de duelo.

En la cita el autor señala, por otro lado, que no es necesario un componente


de impacto o daño físico como se postulaba. Manifiesta sin embargo que,
de haberlo, disminuye el carácter traumático4. Se verá, pues, que lo que
especifica más adelante cambia de ubicación el impacto: ya no refiere a
una violencia mecánica en la anatomía, pero sí a nivel del aparato psíquico.
Hasta ahora entonces el trauma se definiría por: a) factor sorpresa (no po-
sibilidad de angustia como preparación), b) carácter de impacto (mecánico
psíquico). Revisando un trabajo previo (1919), se añade: c) peligro, riesgo
mortal y amenaza d) desde fuera, es decir, requiere de un suceso. Además,
se deduce un carácter de e) posición de pasividad: el individuo queda so-
metido a un evento, más allá de que pueda o no actuar frente a éste, un
hecho sucede y le sucede. Es este carácter lo que destaca a propósito del

3 No pretende plantear que la muerte abrupta de un cercano conlleve necesariamente un


trauma, sino que el tener algún tipo de impronta de la posibilidad de muerte, implique una
diferencia al vivirlo.
4 Puesto que dicha herida o daño genera un requerimiento de energía que disminuye el
monto libre de la misma.

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle
Daniela Valdés
Orfali Hott

fort-da (1920). Finalmente, y con la introducción de la hipótesis de la barrera


antiestímulo, releva el factor eminentemente económico que alude a un f)
exceso de energía. En tanto exceso, implica un monto del que el aparato no
es capaz de hacerse cargo (ligar), exceso que además generó una rotura en
la membrana, desde lo que se deduce un g) daño y una h) marca y efecto
que, en consecuencia, permanece.

De los factores recogidos, la idea de exceso es fundamental y perdura en


teorizaciones posteriores, aun cuando después no se ponga necesariamente
el énfasis en el factor energético, o bien, se acentúe el papel de un otro en
dicho exceso. Creo que aquí se vuelve importante la introducción de otro
concepto que, aunque no fue consignado de dicho modo por Freud, me
parece que mínimamente subsume los factores de impacto, peligro y ame-
naza externa. Me refiero a la noción de violencia. Aulagnier (1975) aborda la
cuestión de la constitución psíquica diciendo: “Los elementos que no fuesen
aptos para sufrir esta metabolización no pueden tener un representante
en el espacio psíquico y, por lo tanto, carecen de existencia para la psique”
(p.27). Podríamos pensar que esto es lo que sucede en el trauma, que si
bien se situaría en un momento segundo -a propósito del lugar constitutivo
de la violencia primaria-, implica este exceso irrepresentable. Ahora, tal vez
con la única acotación, de que no cabría asegurar que carece de existencia
del todo para la psique. La existencia representacional no está, pero hay
sin duda una existencia ahí.

Esta imagen de la violencia (exceso desde fuera) que fractura la membrana


es resaltada también por Anzieu (en Houzel, 1990), cuando en su concep-
tualización del yo-piel refiere: “Una función de contenedor: Así como la
piel envuelve todo el cuerpo, el yo-piel tiende a envolver todo el aparato
psíquico, pretensión que después demuestra ser abusiva, pero al comienzo
es necesaria” (p. 65). Aquí cabría pensar en un cruce con lo planteado por
Aulagnier, en cuanto puntúa esta doble faz de la protección, que implica o
puede implicar a la vez intrusión, toda vez que dicha pretendida protección
se extiende de más. Sigue siendo enigmático, a mi juicio, conceptualizar de
qué modo lo cualitativo de dicha vivencia se figura en un monto particular
de energía.

Otro punto a relevar de lo anterior es que se resalta el lugar de los otros,


incluso a nivel de la constitución de la membrana. “La supervivencia depende
del reconocimiento del otro, sólo en él puede reconocerse al sujeto” (Calvi,
2005, p. 40). Esto, por un lado, considerando a Aulagnier y su planteamiento
del encuentro como inaugural para la posibilidad de un psiquismo/sujeto
y, por otro, en el daño que implica que el entorno le sustraiga a un sujeto
su nombre. Pienso en cómo el señalamiento de refugiado, tan naturalizado,
conlleva una denegación de la subjetividad del otro. Quienes eran se reducía
abruptamente a ser llamados con ese término. La condición sociopolítica

43
Temáticas

de repente abarcaba toda su identidad, de un modo que era una no iden-


tidad de hecho, en cuanto signo universal y común para todo aquel que
llegara. En ellos, muchas veces no se registraba ya enojo; casi ni tristeza. La
desesperanza quedaba como única certidumbre. En Moria, el sujeto moría.

Desenlaces: trauma histórico, transgeneracional y locura



Creo que es inevitable la pregunta respecto al impacto transgeneracional
que tendrán, no sólo la guerra, sino estos años de sobrevivencia en los
campamentos. “Lo traumático de una historia resulta así asociado ya no
solamente a la violencia devastadora de la catástrofe […], sino que se vin-
cula al silencio -o más bien al silenciamiento- que ha rodeado esa violencia
o destrucción” (Aceituno, 2006, p. 81). Pienso en la depresión y el silencio
de los padres en Kara Tepe. “De modo que lo que se transmite, se repite o
se actúa es más ese silencio, ese no-lugar, que lo ocurrido o lo recordado
como un pasado funesto” (p. 81). Eso era Moria; un no-lugar (2010). Des-
de esta experiencia, no me parece que pueda aventurar certezas de cómo
se traducirá en concreto y transgeneracionalmente la vida de estos niños
refugiados. Se trata, sin embargo, de relevar que es un aspecto a tener en
consideración: la historia de estos infantes, de no ser hablada, se transmi-
tirá hacia su descendencia de un modo otro, casi ineludiblemente. Porque,
como recuerda Tisseron (1996), aquello que no se supo, hallará una manera
de hacerse presente.

Al leer un caso clínico de trauma histórico relatado por Ulriksen-Viñar


(1991), éste me pareció muy ilustrativo de la realidad de los adultos de los
campamentos. Lo que de fuera pudiere tener un semblante de indiferencia
debe entenderse como el modo de sobrevivir a lo vivido y a lo que seguían
y siguen viviendo. Hay un fragmento de esta autora que es preciso:

Ausencia de palabra, ausencia de memoria, de placeres en el maternaje


de esta madre sobreviviente, huérfana de guerra. Se tiene la impresión de
que contempló en silencio las lágrimas y las letanías de su madre, cuyas
palabras fueron olvidadas. Testigo silencioso, jamás pudo formular para
ella, en esos momentos de desamparo y de miedo, una demanda (p. 135).

Espero equivocarme cuando digo que de esa ausencia corrían los niños
refugiados. Y luego, estarán también los hijos de estos niños.

Para finalizar, mencionaré un punto que quizás parezca un tanto alejado.


Se trata de la locura. Y es que pienso en la locura como una posible sali-
da al trauma, una reivindicación. Moria fue destruido en un incendio en
septiembre del año pasado. Se sospecha que éste habría sido provocado
intencionalmente por un grupo de residentes, el último de varios incendios
en los años previos -accidentales o no-. Lo que algunos tildaron de locura

44
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle
Daniela Valdés
Orfali Hott

-quemar el lugar donde se vive-, lo es, si recordamos que la locura es un


acto de defensa del sujeto, un acto de rebeldía ante la imposición de un
no lugar. A veces, la única posibilidad restante de tomar un lugar, propio.

Finalmente, algo a nunca olvidar en el oficio clínico: “(…) el problema epis-


temológico de la «realidad psíquica» no debe excluir la realidad material de
los hechos. Hay una responsabilidad ética en ello. La realidad no es inocua
ni transparente: se inscribe remodelada como fantasma en el que la parte
del otro y también del Otro es decisiva. Es la dimensión “imaginaria” que
no se puede descalificar porque tiene existencia real en la subjetividad y
efectos en la realidad: el lazo social se nutre de ella” (Calvi, 2005, p. 42).
No todo es interpretable. En ello también hay un riesgo de exceso y de de-
negación del sujeto

Referencias

Aceituno, R. (2006). Trauma, memoria, transmisión. Los retornos de Freud. San-


tiago, Chile: Palinodia.

Aceituno, R. (2010). Tener lugar. Clínica de lo traumático y procesos de simboliza-


ción. Santiago, Chile: Universidad de Chile.

Aulagnier, P. (1975). La violencia de la Interpretación. Buenos Aires, Argentina:


Amorrortu, 2001.

Calvi, B. (2005). Abuso sexual en la infancia. Efectos psíquicos. Buenos Aires,


Argentina: Lugar Editorial S.A.

Freud, S. (1919). Introducción a la neurosis de guerra. En J. Strachey, Obras


Completas de Sigmund Freud vol XVII. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu, 1994.

- (1920). Más allá del principio de placer. En J. Strachey, Obras Completas de


Sigmund Freud vol XVIII. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu, 1994.

Houzel, D. (1990). El concepto de envoltura psíquica. Las envolturas psíquicas.


Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

Kogan, I. (1995). A Journey through the Ice Castle. The Cry of Mute Children. In-
glaterra: Free Association Books.

Kuras, S. & Resnizky, S. (2005). Territorios del acompañamiento terapéutico. Buenos


Aires, Argentina: Letra Viva.

Tisseron, S. (1996). El psicoanálisis ante la prueba de las generaciones. El psi-


quismo ante la prueba de las generaciones. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

Ulriksen-Viñar, M. (1991). La historia, una historia, a propósito de un análisis.


En J. Puget & R. Kaës, comp., Violencia de estado y psicoanálisis. Buenos Aires,
Argentina: Lumen.

45
Temáticas

Textos póstumos de Pilar Soza

Introducción
Escribir sobre los textos póstumos y rescatados de los archivos de alguien
que ya no está, es muchas veces encontrarse con el dolor y el extrañamiento
de la ausencia de su autor. Los escritos son retazos de un pensamiento, de
un discurso e investigación que muchas veces circula durante años en la
vida y en la mente del investigador y que reflejan parte de sus ideas, pen-
samientos, temas de interés e inquietudes que lo implican.

Aquí se exponen algunos textos de Pilar que fueron entregados solidaria-


mente por su pareja, Horacio Foladori, para nuestra institución. Dicen que
sólo muere aquel que es olvidado. Bueno, aquí estamos leyéndola, recor-
dándola... con tristeza, gratitud, extrañamiento y difícil aceptación ante su
sorpresiva partida. Leerla es re-encontrarse con su pensamiento, su trabajo
institucional, sus inquietudes e interrogantes. Circular por momentos de su
vida en Casa del Parque, incluidos sus colegas, amigas, pacientes y disposi-
tivos con grupos. Transitar por sus reflexiones en su clínica de la psicosis, la
violencia y su trabajo incansable con las instituciones. Siempre preocupada
de llevar el psicoanálisis infantil y su escucha a los bordes, más allá de los
muros de la privada y privilegiada consulta particular.

Al leer estos cuatro textos nos hacemos testigos de retazos de su experiencia


de hace más de quince años, utilizando el grupo como dispositivo de traba-
jo. Allí, ya se pregunta y reconoce un desafío (“nos atrevimos”), al intentar
trabajar con los padres, su lugar y el imaginario encarnado, siempre acom-
pañada por la lectura y enseñanzas de Piera Aulagnier. Autora a la que
estudió profundamente, velando por transmitir su pensamiento en nuestra
institución.

Así también accedemos a su clínica y pensamiento incansable en el traba-


jo con las instituciones, su transferencia y los efectos del poder desde la
enseñanza de Kaës, Bleger, Foucault y Deleuze. Reconocemos a esa Pilar
siempre crítica y pensante de los límites e implicaciones de tales teorías.
Finalmente nos encontramos con su última publicación del año 2020 que se
apoya en las enseñanzas actuales de Davoine y Gaudellière donde se pre-
gunta y preocupa por el trabajo con la locura, los efectos de la realidad y la
violencia en el psiquismo.

Finalmente, agradecemos a Horacio permitirnos conocer otros frutos de su


trabajo, sus hijos simbólicos, su fecundidad clínica, su escucha y pensa-
miento.

Allí donde esté su escritura, Pilar prevalecerá.

Andrés Albornoz B.

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

Grupo de padres
(2004)
Pilar Soza Bulnes

¿Grupo o taller?

C
uando los diccionarios definen “taller”, rondan la idea de “lugar para
la realización de trabajos manuales”. Tal vez con la palabra taller se
quiso metaforizar la convocatoria a un trabajo.

Ciertamente los padres vienen a trabajar. Para hacerlo, se les propone agru-
parse en un determinado horario y lugar. Pero, la propuesta de trabajar en
grupo no es inocua. El modo de pensarlo tampoco. El grupo es un dispositivo
en el que se generan fenómenos particulares. Es un dispositivo, que con
particular intensidad, pone en juego las identificaciones que constituyen
el eje narcisista y su modo de mostrarse en la relación con los otros y en
el ámbito socio-cultural. En la medida en que el proceso del grupo avanza,
cada vez más, se va transformando en un escenario en el que, por decirlo
así, se despliegan escenas relativas a este eje. Son escenas que los partici-
pantes “montan”, mediante sus intentos por poner en palabras para otro
que los escucha. Los participantes van conformando un grupo, un nuevo
cuerpo que se expone para demandar escucha.

Como en cualquier espacio dispuesto para reconocer lo transferencial, son


los fantasmas organizadores de esas posibilidades de decir, pensar y sentir.
Es decir, estas sucesivas escenas convocan a los fantasmas, organizadores,
de cada historia. Entonces, es el proyecto identificatorio, esa especie de
pacto entre el narcisismo y el ámbito de la cultura y la alteridad, quien es
aludido de modo particular por este dispositivo.

La escena contiene ese cuerpo que se confirma, así se muestra el grupo.


Es ese cuerpo lo central de lo actuado y construido en cada presente. Ese
cuerpo y sus acciones resuena en cada fantasma pues, de algún modo, está
determinado y realizando algo de él.
Ésta es una propuesta. Propongo hablar de grupo.

En relación a un grupo de madres y padre por separado.-


La historia de Casa del Parque determinó que se convocara, primero, a
trabajar a las madres. Sólo posteriormente a los padres y en un espacio
diferente que incluso he imaginado espacialmente, los más en superficie,
o afuera posible del cuerpo de Casa del Parque. Su fundación se remite a
una propuesta, muy investida, por una terapeuta. En resumen, el hecho de

47
Temáticas

conformar un grupo de madres no parece haber sido demasiado pensado-


teorizado. También “se” cuenta que fueron ambos espacios bastantes ajenos
a los momentos en que “Casa del Parque” hacía síntesis.

Actualmente no es así. En todo caso, tengo la impresión de que la inclusión


del grupo de madres en los momentos de síntesis, ha instalado la posibilidad
de concretar la inquietud por pensar en torno a los padres y también en
los padres en su calidad de pareja y lo que el dispositivo “Casa del Parque”
dispone para ellos. Ha hecho presente, la necesidad de pensar esta dificul-
tad, en lo que se hace presente a través de ella.

El espacio físico para el grupo de madres sigue estando afuera, o en el borde


de Casa del Parque. Adentro están los niños y sus terapeutas. ¿Los niños?,
¿los hijos?. No suena mal decir que los padres, su discurso, su historia po-
dría hacer borde para o en la constitución psíquica de esos niños, sus hijos.

El proceso del grupo de madres

Quiero transcribir lo que anoté cuando pensé en como instalar este grupo y
cuando me resultaba “incómodo” un grupo que convocaba a madres cuando
podría convocar a los padres (padre y madre).

Grupo madres:
Curiosa la complicidad con la ideología y lo pensado como “normal” en esta
cultura: las mujeres se hacen cargo de los hijos y de la casa.
¿Imaginariamente se excluye la sexualidad?
¿Imaginariamente se trabaja con la igual y se deja a lo otro afuera? ¿espacio
para el perseguidor afuera? Es la alteridad.
¿No es demasiado especular?
Edípicamente hablando madre-hija juega en la indiferenciación, sea recha-
zo, sea encantamiento.

Grupo padres:
¿Imaginariamente son los perseguidores perseguidos?
¿Qué con la homosexualidad?
Edípicamente hablando padre-hijo juega en la muerte o en la homosexua-
lidad. Padre-hijo encarna como escena una de las prohibiciones. No así
madre-hija. Entre ellas es la especularidad más o menos indiferenciada.

Descripción del grupo de madres.


Consigna: “Hablar en torno a las inquietudes que tienen sobre sus hijos”.
Participantes: A., E., J. y ML. Durante algunas de las primeras sesiones
asiste O.
Duración de las sesiones: una hora y media.
Frecuencia: una vez a la semana.

48
Valeria Ávila Castillo, Christian
PilarOvalle Valdés
Soza Bulnes

Número de sesiones: 17 (del 30 de agosto al 21 de diciembre del 2004 y 04


de enero del 2005).

Tiempos de trabajo del grupo.-

Las primeras sesiones del grupo giran, a nivel de lo manifiesto, en torno a


dos temáticas que se alternan: la culpa acompañada por sobre exigencia
y sensación de soledad que causa rabia u odio y el cuerpo, un cuerpo en
peligro, por ejemplo, de quemarse o de cáncer, finalmente es el riesgo de
morir o matar. De hecho, O. tuvo cáncer, J. está con cáncer, E. ha sufrido
diversos accidentes. (A y ML se mantienen como ajenas, sorprendidas).

Cuando hablan de culpa, exigencia, soledad, el objeto que la causa es el


hijo. La culpa es puesta en ese padre que se ausenta, en ese “Algo” que fi-
nalmente no aporta nada. Respecto de ellos, es posible expresarse con rabia
y son los que exigen. Entonces aparece más justificada en una “novelación
de lo vivido” y menos teñida por el odio y se acompaña de más tristeza.
Es decir, esta puesta en circunstancias de la propia vida. Hay relatos de
retazos de la propia infancia, las familias de origen y el nacimiento del hijo
que las ocupa.

Ellas sospechan de sí mismas como madres: debieron ser de otro modo.

Se podría entender la culpa más articulada con lo social por cuanto im-
plica una alusión a un determinado “deber ser” de madre, que permanece
latente y se da por sobreentendido. Hay también protesta respecto de un
otro, padre, médico, los propios padres (los abuelos), la sociedad. Pero esta
articulación que daría mejor cuenta de la inclusión de sí mismas en tanto
madres en la cultura (funcionamiento de la represión en relación al Edipo),
se sostiene muy poco. Es como un conocimiento de clichés, de formatos
sociales, de instituidos que les dicen poco de su vivido. El sufrimiento de
ellas parece, finalmente, no estar allí.

Pero, la culpa también alude al ámbito narcisístico (Freud, “Duelo y melan-


colía”), a conflictos posibles de ser leídos al interior del eje narcisista: el yo
soportando en esa tensión entre el yo ideal y el ideal del yo.

Es como si se hiciera una secuencia (que no es consciente), desde este


tema al cuerpo propio enfermo y al de sus hijos. Sus cuerpos aparecen
en relación a enfermedades (cáncer, colon, presión) o accidentes graves
(quemaduras, autos) de posible alcance mortal. Un cuerpo envuelto por lo
mortífero, lo disruptivo y tan alejado de lo placentero y lo erótico. Hablan
de sucesos actuales o recuerdos conscientes de accidentes, enfermedades
y, fundamentalmente, el cáncer de O. y J. y los procedimientos y cursos
del tratamiento que sigue.

49
Temáticas

Es un hablar en que aún no se escuchan. El cuerpo y su enfermedad, es


tomado en un nivel totalmente concreto y como un hecho de la cotidia-
neidad. Hay algo del horror y lo siniestro, de la muerte, que ronda y más
puesto en E. y ML. que son las que no saben en el propio cuerpo. Aparece
inconmovible.

El cuerpo del hijo (a nivel de lo manifiesto), aparece a través de preguntas


en relación a su crecimiento y las posibilidades de sobrevivencia y auto-
nomía que le atribuyen. Se acompaña esto de la afirmación, manifiesta
también, de la “necesidad” de abandonar toda actividad que trascienda el
ámbito doméstico que incluye a los hijos y la casa. La pareja, siempre el
padre del hijo, aparece en relación a los trabajos domésticos: ¿ayuda?, ¿es
una carga más?. Concretamente J. abandonó el ejercicio de su profesión,
cuando nace JM y la ha dejado su marido. Es abandonada y abandona el
mundo. Siente esto como “una pérdida más”, ¿la otra es el nacimiento de
JM puesto en el lugar del abandono previo del marido?. La pérdida se pa-
rece más a una alusión a ser enajenada de algo valioso de sí (¿castración?
despojada de todo acercamiento a un ideal que la soporte como mujer?).
JM como significante del “abandono y la pérdida”. Esto aparece a través de
lo dicho por J., ella habla de su imposibilidad de hacer cariño y de querer
cuando él nace. ¿Es la dificultad de investir a ese hijo de R.? ¿Es objeto
para la venganza por verse ella desposeída del mundo?. Ella cumplía con
mantenerlo vivo. Pero esto, ¿cómo toca a las otras en su organización psí-
quica, en su fantasmática?.

Va apareciendo en la escena de lo grupal el desfase entre lo que lo social


“manda” en relación al niño y su crecimiento y el cuidado de su cuerpo y
lo que ellas hacen. Es esta una aparición que resultaría en siniestra si no
estuviese escondida tras “la diferencia” del niño, que le aporta un matiz
más cultural. Porque es “distinto”, porque es ”diferente” es que teniendo 14
años se le continúa bañando, que se le limpia cuando va al baño, que no
se sale con él más que al colegio o sus “tratamientos”, que no va al colegio,
etc. En resumen que no hay (ni habrá) más mundo para él que ese espacio
de rutinas entre esa “cuidadora” y ese cuerpo, ese “no persona” - “no seme-
jante” - “productor de trabajo”. Casi es un espacio de un eterno presente.
La cuidadora-madre es quien lo sostiene así. Las variaciones de la rutina,
que podrían instalar la idea de un transcurrir menos mecánico, son vistas
como “alteraciones”, como algo que ha de ser evitado o cuya presencia es
aceptada porque está determinada por una necesidad. A. parece más ajena a
esto, pero de hecho ella relata su vivir como una cruzada por demostrar que
los médicos, al momento de nacer P, se equivocaron, él no será como ellos
dijeron. Pero ¿cómo será? ¿cómo es?. No es claro que ve ella allí, si lo ve a él.

Es como si esa escena que se va desarrollando relatara de un hijo necesitado


(no deseado), como soporte de la pulsión de muerte, de ese displacer que

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Valeria Ávila Castillo, Christian
PilarOvalle Valdés
Soza Bulnes

amenaza con el desinvestimiento. Este “fantasma” tan mortífero debe reso-


nar de algún modo en cada una de ellas. Si ese hijo distinto no estuviera,
el conflicto que se desataría sería mortífero, sería destrucción, sería furia,
sería dejar a la vista el desmantelamiento de la sexualidad, el imperio de la
arbitrariedad. Si el mundo entra podría dejar todo esto a la vista.

En este tiempo escuchaban los señalamientos en relación al hijo y su auto-


nomía o la separación de su cuerpo o de su pensamiento del de ellas, como
críticas formuladas por quien “no ha vivido esto”. Dicen cosas como: “son
palabras instituidas”, “me cargan que me digan que yo la cagué”.

El odio junto a frases “¡Por qué a mí!” ronda el nacimiento del hijo y al
padre. Padre inútil, incapaz, abandonador (No es claro como lo califica E.)
Dicen cosas como: “rabia de verse embarazada, con tanta rabia dentro”,
“terror tocarlo y era tan frágil, miedo de tomarlo y que se me cayera”, “con
uno vas a todas partes, con dos ya es mucho… algo sobra y con tres ya es
multitud…” (el hijo en cuestión es un cuarto). Es un hijo instalado en vez
de (como por desplazamiento o metonimia), un momento de la vida en el
que se hizo presente tal vez esa sexualidad tan rechazada, ese desear que
devela una castración insoportable. P. Aulagnier dice de estas madres, en
su artículo sobre la estructura psicótica, que no son fálicas.

En lo manifiesto, la escena grupal va siendo ocupada por unas madres-


cuidadoras (madres aculturales, es un decir de Maritza Quevedo). Son como
mujeres para quienes la sexualidad no existe, está negada por la necesidad,
lo relativo a la conservación. La necesidad es usada para acallar, avasallar
todo asomo de deseo, de erotización. Parecen hacer esto transformando el
ser madre en un oficio que invade la vida de ellas y los otros y del que el
hijo en cuestión no puede huír: es él el soporte de esta posibilidad de exis-
tencia que ellas encontraron donde no son mujer en tanto ser deseante de
un hombre portador y dador del falo que les falta, no son madres de un hijo
representante del falo, del hijo demandado al padre y antes a la madre, no
son madres que puedan donar al hijo, la cualidad de niño, de ser de esta
cultura.

Creo que estas mujeres tienen en común que al nacer el hijo en cuestión,
renuncian a su concebirse “mujer” (o queda al descubierto la precariedad
de esta línea identificatoria). Esta renuncia conlleva el desconocer, el re-
negar, no sé, de un lugar tercero. La consecuencia es que se quedan con
el hijo, en las dos acepciones de la frase. La que tiene efecto es el sentido
implícito: se quedan al hijo, lo reincorporan. J. renunció a ser arsenalera,
M.L. dejó de trabajar, A. “trabaja” sobre todo en el hijo, lo hace su obra
con la que se opone al designio médico, E. no trabaja, a ella le horrorizó el
hijo, era como tener en los brazos “el propio corazón”, frase siniestra si se

51
Temáticas

le resta el nivel metafórico. Ellas estuvieron solas, no hubo alguien que las
rescatara de este movimiento mortífero. Solo hubo quienes las continuaron
empujando, por ejemplo, el padre de J. que le dice que si tiene dos hijos -y
está sin pareja- corresponde, debe dejar de trabajar.

Fue muy poco a poco que el grupo fue haciéndose un lugar para la escucha
(fue poco a poco que algo de la transferencia con Casa del Parque que algo
comenzó a jugarse allí).

Aún no comienzan a escuchar sobre la posibilidad de que el hijo sea di-


ferente de ellas o de sus suposiciones o atribuciones y no sólo diferente,
en el sentido de minusválido. Esto se ha dado, en lo manifiesto, en breves
escaramuzas entre ellas, por ejemplo, mostrarle a ML que ella nunca quiso
que fuera R. al colegio. O decirle que es propio de todo niño, el ir al colegio.

Aunque no se alejan un poco de la necesidad para preguntarse por el deseo,


al menos si empieza a aparecer el cuerpo, los accidentes y las enfermedades,
más articulado con posibles significaciones. Acuden a un registro muy propio
de la cultura ambiente: estrés, etc. En este sentido, una frase llamativa de
J. fue cuando dijo, con sentimiento, de haber tenido que tener cáncer para
dejar que JM haga algunas cosas, sea más autónomo. Hasta aquí, ella no
quería saber de las capacidades de él.

En la antepenúltima sesión aviso de los horarios de fin de año. También


anuncio sobre la posibilidad de incluir a padres y tal vez cambiar el horario.
Frente a lo de los padres dicen “los padres” y obvian el tema. En relación
al horario pueden hablar y muestran que cualquier otro horario sería muy
difícil. Que este está tan bien pues “los niños están cuidados”.

Las dos últimas sesiones fueron pobres, defensivas.

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

¿Padres? ¿Pareja? Sexualidad, Deseo1


(2007)
Pilar Soza Bulnes

E
l grupo de padres ha transitado desde estar conformado por las ma-
más, a funcionar en paralelo con un grupo formado por “mamás” y
otro por “papás”, hasta y después de un tiempo que no sé precisar,
volver al de “mamás”.

Actualmente, y tras el trabajo durante el 2004 y 2005 con un grupo de ma-


dres nos “atrevimos” -lo digo intencionalmente así- a convocar a un grupo
integrado por padres y madres: es decir, un grupo de parejas de padres, que
no es lo mismo que un grupo de parejas, pues se reúnen por sus conflictos
en tanto son padres, no pareja.

Ha sucedido durante este año que nunca vino un padre y una madre que
tuvieran un hijo en común, es decir, a ninguna sesión de grupo asistió una
pareja. Desde lo manifiesto tiene que ver con el horario y el compromiso la-
boral del miembro de la pareja que trabaja o con la “necesidad” de quedarse
cuidando a los demás niños. Por otra parte, las madres que conformaron
el grupo durante 2004 y 2005 no asistieron sino a esporádicas sesiones (A,
J, E) y bastante instaladas en un cumplir y satisfacer, una demanda de la
institución. Al parecer, en este grupo en el que hubo siempre un hombre
al menos, no estuvieron dispuestas a participar.

Por tanto, el grupo de padres durante el 2006 estuvo conformado por:


Un padre que asistió siempre y no trabajaba fuera de casa,
El padre o la madre de una misma pareja, en que ninguno de los dos tra-
baja fuera de casa,
Casi nunca más de una madre del grupo antiguo.

Es decir, de hecho, la convocatoria que formuló la institución fue transfor-


mada por los padres en un trabajo a realizar por el miembro de la pareja
que se encarga del niño que asiste a la institución y que, junto con él, se
margina de los espacios productivos de la sociedad. Es decir, los participan-
tes que conformaron el grupo de padres, fueron los miembros de la pareja
que no pertenecen a otra institución más que la de pareja y familia y que
no intercambian con otros espacios institucionales que los que asisten al
niño “psicótico” o “autista”. La única madre que asistió a algunas sesiones
(al inicio) y que trabaja fuera del espacio doméstico, lo hizo tres veces y lle-
gando tarde. Es una madre que se encarga con mucha dificultad de su hija.
1 Este informe corresponde al periodo de Casa del Parque.

53
Temáticas

Tal parece que al interpelar a los padres con la propuesta de un grupo de


padres (sin ser plenamente consciente de ello), los llevamos a responder
mediante la presentificación escenificada en el espacio grupal, de la impo-
sibilidad de la pareja que funda una subjetividad que deviene en psicótica
o autista, de proponer una escena primaria de amor entre un hombre y
una mujer y de reconocer, por tanto, que un hijo es demandado a otro que
esté dispuesto a darlo. No había novela que contar.

Asistieron al grupo aquellos que logran sostenerse en ese espacio doméstico


que responde escasamente a referentes instituidos que sostienen y mode-
lan lo que el discurso llama la realidad. El padre que sale al espacio de la
realidad compartida, a la “sociedad”, no vino. Es decir, aquel que en la pa-
reja sostiene algún contacto y representación de los otros, no podía venir.
Si pudiera venir ¿se rompería el huevo acultural? Tendría que aparecer la
casualidad e historización. Tal vez el grupo es escenario para trabajar en
relación a estos niveles del conflicto.

¡Venga pareja! ¡Vengan aquellos que desearon este hijo!

¿Desearon? ¿Desearon un hijo? ¿Cómo lo desearon? Parece que cualquier


consigna con la que se abriese un grupo de padres, interroga en la latencia
por su deseo respecto de serlo, su deseo por este hijo concreto. Por el pla-
cer y displacer encontrado. ¿Más que un grupo de madres? ¿Más que un
grupo sólo de papás? En la práctica de Casa del Parque parece ser así. Da
la impresión de que el grupo de madres no interpelara a la sexualidad de
la pareja, sino como un eco relativamente fácil de obviar.

Es de acotar que, en el grupo de madres, la sexualidad aparecía más in-


cluida en el terreno de lo ominoso que en aquel que alberga a la angustia
de castración. Por tanto, era un tema evocado en relación a violaciones,
perversiones, mutilaciones y nunca de lo placentero, vital, erótico. La se-
xualidad era re-negada en el discurso y si aparecía era, como decía, en
relación a escenas posibles, escenas destructivas y muy displacientes.
Nunca aparecía deseada-deseable, la hablaban más como una condena,
una amenaza, algo a evitar y cortar. Una necesidad fisiológica o social. Tal
vez la única excepción era un pololo “puertas afuera”.

Se podría pensar que se logra una mejor escaramuza respecto de la sexuali-


dad y el deseo, cuando se es interpelada como madre que como mujer. ¿Es
más posible intentar sostener los encuentros con los objetos en el registro
de la necesidad, puesto que la madre se presentó en un primer momento
reuniendo la satisfacción de la necesidad del cuerpo con la “satisfacción” de
la “necesidad” libidinal? ¿Guardará relación con los instituidos que nuestra
cultura propone para responder desde este lugar? En cambio, quien es in-
terpelado como padre, no cuenta con este subterfugio que provee el tiempo

54
Pilar
Valeria Ávila Castillo, Christian Soza Valdés
Ovalle Bulnes

fundante de lo psíquico pues al ser nominado como tal, ingresa a la escena


psíquica cuestionando la colusión entre el registro de la necesidad y del
deseo. Pero ¿qué pasó con los padres en grupo? Según entiendo, resultó
muy persecutorio.

Saberse haciendo parte de un grupo en tanto miembro de una pareja que ha


procreado un hijo y hablar desde ese lugar, hace muy difícil la renegación
de la propia sexualidad.

El 2006 el grupo se inicia con los participantes comentando en torno al


cansancio causado por llevar a sus hijos a tantas instituciones. También
comentan en torno al pasado del grupo “cuando ésta coordinadora no es-
taba”. Obvian la presencia de hombres, casi radicalmente. Ellos mismos
hablan como una mamá más. Evitan hablar de la pareja. Para las madres
que aún se sienten dueñas del grupo, los padres están recibiendo la autori-
zación para hablar de sus hijos. ¿Fue herida la omnipotencia de esa madre
que lo sabía todo? ¿Qué incluso podía erigirse en causa del destino de su
hijo? ¿Por qué estos hombres no están trabajando? Se habla de dificulta-
des escolares, del futuro de los hijos y de que será de ellos si procrean un
hijo. Será algo de ellos diferente de lo que es ser padre y madre. Se habla
de disgustos en la casa. Hay relatos de anécdotas de desencuentros de la
pareja. Hacia medio año, hay una pareja que casi se separa. Hacia final
de año hay dos. Dos parejas están divorciadas o en proceso de. Se relatan
como pareja casi sin vida sexual. Los relatos respecto de la historia de la
pareja y del nacimiento de hijos, es notablemente pobre. En general, se
trata de hechos no historizados.

No quiero ahora centrarme en los contenidos que el grupo aportó para su


análisis.

Para el psicoanálisis “tener un hijo” es el objeto del deseo edípico. Esta fór-
mula opera en relación al deseo cuando se instala en la estructura edípica.
Aulagnier propone que antes se trata de “ser el hijo”, refiriendo esta fórmula
a la escena primaria como la estructura que estructura la producción de
fantasía. En el Edipo lo que circula es el Deseo, el desear. Por lo tanto,
tener un hijo es un anhelo que se dona al hijo: desear que pueda, llegar
a ser un padre o una madre… Ni él es ni uno fue el hijo mítico… solo se
lo representa… El niño es, por tanto, el soporte, el tapón de la realización
del deseo edípico, contribuye a la represión de las mociones edípicas. Es la
comprobación de que ni el incesto ni el asesinato tuvieron efecto.

Antes de la estructuración edípica, el hijo se le demanda a la madre: que


de el hijo que se es. Ser y tener reunidos. La causalidad se reduce al auto-
gendramiento. La entrada de la otra causalidad se da por la irrupción del
padre en la escena. El padre irrumpe para dar a la madre la posibilidad de
engendrar.

55
Temáticas

¿Una escucha que obvie al discurso de la pareja para dar cuenta del hijo,
por ejemplo, encargándoselo a la madre, induce a hacerse cómplice de la
renegación del otro, por tanto de la sexualidad y el deseo en la historia que
constituye a un sujeto?

La clínica de la psicosis infantil, es la que tal vez con más intensidad ha


interrogado por los lugares de la estructura edípica. Por la necesidad de
pensar que es un padre, una madre, la función materna y paterna. Es decir,
la necesidad de incluir en su escucha, a las instituciones que anteceden
al niño-hijo y que, al definirlo, lo incluyen en la realidad socio histórica en
que ha nacido. Creo que es notable la dificultad de la teoría por sostener a
una pareja como el objeto e institución, frente al que el niño se constituye.
De hecho, en la clínica de la psicosis y el autismo infantil, la inclusión en
ella de los padres y sobre todo de las madres, en los hechos, aunque no en
las propuestas teóricas, ha bordeado, peligrosamente, la ideologización y
estigmatización principalmente de la madre, donde tiende a aparecer como
causa más que como otra determinación a considerar en el entramado que
ha advenido en esa particular modalidad de subjetivar del hijo. Aún cuando
los soportes metapsicológicos sean sólidos, ha resultado complicado sostener
la escucha descentrada de cierta captura en lo fenoménico y descriptivo de
una mamá actuando sobre su niño.

56
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

¿Qué nos convoca


cuando lo hace el grupo?
Pilar Soza Bulnes

N
udo y masa redondeada, círculo, fueron las palabras que antecedie-
ron al término grupo. Son sus referentes etimológicos.

La palabra grupo nace tarde en la historia de la humanidad: en tiempos


del renacimiento y para denominar a los conjuntos de figuras pintadas. “El
término francés groupe es reciente. Proviene del italiano groppo o gruppo,
término técnico de las bellas artes que designa a varios individuos, pintado
o esculpidos que componen un tema. Fueron los artistas franceses, como
Mansard, quienes lo importaron hacia la mitad del S. XVII, después de sus
viajes por Italia. La primera aparición escrita de groupe se encuentra en la
traducción (1668) que hizo R. de Piles, del De arte graphica de Du Fresnoy:
es un vocablo del taller. La primera aparición literaria del término se debe
a Molière, en un texto poco conocido, el Poeme du Val-de Grace (1669).(…)
Sólo hacia mediados del S. XVIII, grupo designa en francés, una reunión de
personas.(…) Simultáneamente, se imponen en alemán y en ingles vocablos
análogos: grupp, group. Debe señalarse que las lenguas antiguas no dispo-
nen de ningún término para designar una asociación de pocas personas,
que persiguen objetivos comunes. Los hombres piensan naturalmente en
función de la oposición individuo-sociedad: no piensan naturalmente en
la función de grupo, aunque su vida y sus actividades se desarrollan casi
siempre en el seno de conglomerados restringidos”. (Anzieu y Martín, 1971,
ps. 9 y 10).

Hoy, el diccionario de la Real Academia Española sigue reconociéndole


esta acepción pero, además, la define como “una pluralidad de seres que
forman un conjunto material o mentalmente considerado”. Llama la aten-
ción la demora para nombrar e instalar un significante para dar cuenta
de un nivel del vivenciar que nos ha atravesado desde siempre y a lo largo
de toda la vida. Grupo como la concreción, la objetivación, de la primera
persona del plural: nosotros y no otros… que están excluidos… diferencia-
dos. Grupo ubicando a cada yo en la encrucijada entre el desconocimiento
(nosotros) y el reconocimiento (no otros) de la alteridad. El grupo convoca,
invita, seduce, pero también es resistido. Incluirse a sí mismo o a otro en
un grupo es aceptar la convocatoria a la producción de un “adentro” de
una “realidad” que trasciende y transita a la realidad y espacios psíquicos
singulares (individuales). Es un adentro forzado. El grupo, en el nivel que
interesa al psicoanálisis, es un lugar de producción de fenómenos relativos
al encuentro entre espacios psíquicos, entre otros el de los juegos identi-

57
Temáticas

ficatorios, pero y sobre todo, de aquellos que proponen pensar como lo no


elaborado a las huellas de tiempos en los que el yo instancia y el principio
de realidad, dominaban la escena psíquica.

La idea de grupo, la representación consciente de un grupo particular no


deja de evocar al lugar que Freud adscribe a las ideas latentes de un sue-
ño: aquellas que hipotéticamente han sido sometidas al trabajo del sueño
dando surgimiento al contenido manifiesto y, siendo a su vez, el trabajo
deconstructivo de éste, el que las develará como su producto. Al interior del
grupo se despliega siempre una escena que en su condición de latente opera
determinando las producciones y los límites o fronteras del yo instancia de
cada participante. Indiferenciarse en una masa, confundirse y anudarse
con otros, es de lo que se defiende cada sujeto convocado a reconocerse
haciendo parte de él. A las estructuras latentes del grupo que determinan la,
trama manifiesta, se las nombra con el término grupalidad y grupo interno.

De la grupalidad no puede dar cuenta cada yo consciente, sólo puede cons-


tatar sus efectos. La grupalidad para ser develada necesita de un trabajo de
escucha. Kaës la compara con el fantasma donde su estructura determina
lugares e intercambios: grupalidad determinando una realidad psíquica no
reductible, a la posible de ser producida individualmente por los aparatos
psíquicos particulares en los que, por otra parte, se apuntala.

El chiste es otra formación del inconsciente que alude directamente tanto


al dispositivo grupal como a los fenómenos que se producen en su interior.

Freud (1905) propone al chiste como una formación dependiente de la ar-


ticulación de tres psiquismos.

Respecto de esto dice: “El chiste tendencioso necesita en general de tres


personas; además de la que hace el chiste, una segunda que es tomada
como objeto de la agresión hostil o sexual, y una tercera en la que se cumple
el propósito del chiste, que es el de producir placer” (p.94). “… el proceso
psíquico incitado por el chiste es copia en el oyente del que sobreviene en el
creador” (p.128). A Freud no le interesa tanto la masa de representaciones
para la identificación que haría al contenido de lo reprimido y develado, como
a la superación del obstáculo interno al psiquismo, es decir, la represión.

Es así como tanto el chiste como el grupo se ubican en la línea de ser ac-
tivos en su intención de “burlar la censura”. Son dispositivos que tienen el
propósito de promover que se piense “eso” prohibido.

Freud dice algo así como que el chiste quiere vencer la vergüenza, el decoro
y, sobre todo, las resistencias al odio y al desprecio.

58
PilarOvalle
Valeria Ávila Castillo, Christian Soza Bulnes
Valdés

El sueño, pero sobre todo el chiste en su mecanismo, incluyen a los efec-


tos de la ley y la inclusión de un tercero, los contemplan, pero a su vez,
transgreden. Obviamente, para transgredir hay que saber de la posibilidad
de someterse.

Algo de lo reprimido se puede desplegar en el afuera, en el encuentro con


el otro. Otro portador de lo semejante y sobre todo de la radical alteridad,
representante del “mundo” ancho y ajena que se ofrece como “causa” del
propio displacer haciéndolo elaborable y obligando a acogerse a la ley y a
hacerse parte de lo social. No hay que olvidar que Freud siempre puso en
relación a la represión intrapsíquica con la social. Tal vez el lugar del padre
en el Edipo es un articulador entre estos dos conceptos.

Freud afirma que el chiste -quiero aprovecharme y pensar también que el


grupo- “desbarata el respeto por instituciones y verdades en que el oyente
ha creído” (p. 128).

El chiste juega con la palabra. En “El chiste y su relación con lo inconciente”,


Freud afirma que el placer originario en relación a la palabra es jugar con
ella como cosa y que por lo mismo lo es “guerrear” (p.132) contra el poder
del juicio crítico que prohíbe ésta “libertad”. En buena parte, la represión
opera, se ejerce, cuando el sentido (el instituido) se ve amenazado.

El grupo es un dispositivo que promueve estos juegos y que, por tanto, se-
duce e invita, pero también angustia y pone en acto grandes resistencias.
El grupo es un lugar donde la palabra circula. Muchas veces, las palabras
dichas transgreden los límites puestos por las propias represiones. Por
tanto llevan más allá el pensamiento posible propio. En alguna medida,
se autonomizan del enunciante y se incluyen en un dar cuenta y pensar
que trasciende las singularidades. Desde allí interpela a los yos instancia
mostrando como ilusorio a sus dominio y sus verdades.

Por otra parte -y por lo mismo- el grupo es el lugar por el que el conflicto
que contiene la institución habla, es dentro del grupo donde aparecen los
síntomas de las instituciones que atraviesan a cada quien. Es también de
esto que se escucha en un grupo. Esta es la idea de analizador. Bleger decía
que el contrato es institucional pero el dispositivo es grupal.

Las instituciones son dispositivos: disponen. Tanto Deleuze como Foucault


dicen que son máquinas para hacer, ver y hablar.

Por tanto, el grupo es una máquina para analizar instituidos y también, en


cierto sentido, un dispositivo instituyente.

En buena medida, lo que importa de lo instituido es su aporte en signi-

59
Temáticas

ficantes que abran a sentidos que hagan posible la historización de los


encuentros vividos. Por medio de ellos, la institución se hace soporte de la
posibilidad de seguir instituyendo otros.

Nosotros trabajamos con psicosis, por tanto, no es la represión y las pro-


testas sintomáticas por hacerse parte del mundo compartido lo que nos
convoca. En este campo como en los grupos, no prima la represión produ-
ciendo enigmas para el yo. Tal vez, cuando lo que convoca es la psicosis o
la grupalidad, la “escena latente”, la fantasmática que concreta a las posibi-
lidades de metabolizar los encuentros con el otro hasta alcanzar la palabra
y aceptar la invitación al intercambio, no es efecto del primado de la fuerza
del deseo, en el que la pulsión de vida se ha historizado. Tal vez cuando
es la psicosis o la grupalidad lo que convoca, se trata de la propuesta y la
atracción generada por una escena mucho más cargada por el trabajo de
la pulsión de muerte.

La teoría sobre grupos afirma que sólo son pensables desde la psicosis.
Para estos teóricos, la grupalidad es en esencia no-yo, presentificación del
magma en que las certezas yoicas se hunden, fragmentan y diluyen.

Referencias

Anzieu, D. y Martin, J.I. (1971) La dinámica de los grupos pequeños. Buenos


Aires: Ed. Kapelusz.

Freud, S. (1905) El chiste y su relación con lo inconciente. Obras Completas T.


VIII. Buenos Aires: Amorrortu.

60
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

El “aparato” transferencial en
F. Davoine y J.M. Gaudellière.1
Pilar Soza Bulnes

E
l “aparato transferencial tradicional”, el que trabaja en el campo de
la neurosis, requiere de suponerse inserto en la realidad que los su-
jetos de un momento histórico dado, conciben como tal. Esto porque
la escucha analítica espera que ésta sea compartida y se sostenga silente.
Es ella la que provee de causas, de lo cierto y lo falso, etc., que son com-
partidas por “todos” los miembros de una cultura, un grupo, etc. Ella es el
soporte del imperio del principio de realidad sobre el del placer. Desde ella
se organizan, represión psíquica mediante, los discursos parentales que
incluyen al recién nacido en una genealogía.
Colabora entonces con la organización de la pulsión en la trama edípica.
Cuando el Edipo “cae en las profundidades”, cuando el sujeto reconoce al
otro en su otredad, la sexualidad, el deseo, pueden esperar encontrar en “el
mundo externo”, en el campo social, objetos sucedáneos de los primordiales.

Quien es escuchado ha de asociar libremente y la atención flotante del ana-


lista se dirige a las formaciones del inconsciente reprimido que aparecen
en el discurso del paciente.
El aparato transferencial que trabaja en el campo de la neurosis, impli-
ca producir un campo de memorias donde recuerdos “olvidados” puedan
aparecer. El analista ocupa su lugar esperando que sobre él se actualice lo
reprimido: la sexualidad infantil, las fijaciones y regresiones, con el objeto de
que la relación con la realidad y sus inevitables frustraciones no provoque
un sufrir de más. La esperanza es que el sujeto logre abrir, en ella, vías al
desear, amar, trabajar. Que el sujeto no considere a los objetos, sucedáneos
de los primarios o, demasiado evocativos de estos últimos o demasiado
frustrantes por no serlo.

En resumen, que no aparezcan afectos que determinan acciones y síntomas


asociados a afectos, efecto del retorno de lo reprimido invasivos de los do-
minios yoicos. Que el hacer del sujeto no se vea determinado por la culpa,
los celos, rabias y acciones agresivas centralmente organizadas por las
frustraciones que “el infantil sujeto”, en su tiempo de constitución psíquica,
debió soportar y que sobreviven en fantasías. Entre ellas son centrales las
preguntas que se generaron frente a la excitación que los objetos primor-
diales provocaron y se negaron a satisfacer. Reproches y autorreproches,
miedos, dominan el paisaje.

1 Este trabajo se presentó el 6 de junio de 2020 en una reunión del grupo de investigación
sobre Trauma, en la Universidad de Chile. Fue la última presentación pública de la autora.

61
Temáticas

Inicio con este intento de recordatorio, porque una de las preguntas que
Davoine y Gaudillière ponen en juego en su obra es si “el psicoanálisis” que
se ha llevado tan bien con la neurosis y su expectativa de una realidad pareja
y compartida, es posible cuando se adentra “en las Zonas Catastróficas”
que hacen evidente vivencias asociadas a que lo “parejo” de la realidad ha
sufrido derrumbes a lo largo de la historia de los seres humanos. Es, en
estas Zonas Catastróficas donde se combinan “locura y trauma”.

Locura es una forma de lazo social en una situación extrema, “nunca…


la estructura de un individuo”. Es una forma de relación con la Historia,
con la posibilidades del linaje que el sujeto integra, de incluir su historia
singular en ella, porque ahí encuentra una fuente de significaciones que
permiten decirla y pensarla con otros, integrando las vivencias asociadas
a las catástrofes reconocidas.
Siempre se trata de situaciones extremas: catástrofes políticas, sociales,
económicas e incluso naturales. Estas son para ellos la fuente del trauma.
Son “líneas de fallas sociopolíticas donde el self explotó” (Davoine y Gau-
dillière, 2011: 35)
Explicitan que lo traumático del trauma, (Davoine y Gaudillière, 2010: 27)
“trata menos del horror, de lo terrible del acontecimiento en sí que en un
segundo momento de la traición de los suyos”, de la pérdida de confianza en
la palabra dada. No hay en el otro, en su discurso, palabras que signifiquen
la catástrofe y los afectos que acompañaron el vivenciarla. Por el contrario,
hay un discurso que desmiente lo ominoso, lo horroroso, lo deshumanizante.
Que solo podría aparecer en la medida en que los sujetos que las padecieron
pudieran encontrar otros sujetos que, desde sus propias vivencias pudiesen
dar cuenta de lo que el discurso sobre la Historia Oficial excluye.

“La locura es una interferencia y no una cualidad” o una propiedad de un


sujeto. El sujeto cual un grano de arena que atasca una máquina perver-
sa, intenta dar cuenta de los “borrones” de memoria en la “relación” con
las catástrofes que los antepasados del signado como loco han vivenciado
y padecido. “Borrones” que impiden que lo vivenciado por estos haya po-
dido ser dicho he incluido en el pensamiento y la palabra como parte de
las verdades de la Historia. La locura, ese grano de arena, implica la no
renuncia al lugar de testigo. El loco detiene el tiempo, no da paso al olvido
fácil, fundado en la desmentida a la que los otros se prestan. Requerirá de
un testigo de su condición de testigo para confiar en que ha encontrado a
otro que no lo traiciona, que no se hace cómplice de ese “dejar atrás”, no
significar, no interpretar lo que las desmentidas quieren borrar.

La Máquina perversa se organiza en función de la desmentida; se activa


cuando este mecanismo impera en un espacio sociopolítico imponiendo que
los sujetos que lo pueblan, a pesar de percibir/saber, no significan como
abusivos (violentos) a los actos que arrasan la condición de otro, la dignidad

62
Valeria Ávila Castillo, Christian
PilarOvalle Valdés
Soza Bulnes

de la alteridad del otro. Tal vez sea esta una manera de pensar las fallas
socio políticas que hacen explotar el self.

En tanto, el sujeto no encuentra a otro que pueda tolerar oír de esas viven-
cias de caída de la realidad, queda desamparado de otro que lo acompañe
en la condición de testigo del reconocimiento de lo siniestro de la realidad
de los humanos. Davoine y Gaudellière dicen que el loco, tomando el lugar
del testigo que no se hace cómplice de la dificultad de saber del Mal en la
historia de la humanidad, detiene el tiempo en ese tiempo de lo silenciado
y borrado, buscando modos de inscribirlo, buscando a otro en condiciones
de oír. Es por este fallar de lo socio-político y por las complicidades con
las desmentidas del Mal al que se ha sometido a otros, que el self de quien
insiste en inscribir que la realidad incluye este mal y deja huellas en las
realidades históricas singulares, “explota”. Las garantías que organizan la
realidad han sido rotas porque existe el Mal.

Obviamente, Davoine y Gaudillière (2011: 36) son autores que consideran


que “la realidad psíquica no es a-histórica y universal”.

Y que, de la verdad histórica, lo que nos interesa como analistas es el afecto


que despertó lo vivenciado.
Cuando se trata del campo de la locura (no de la neurosis), la escucha del
psicoanalista está expuesta a afectos de soledad, de desamparo, a viven-
cias asociadas a estar sumergido en un mundo ominoso, de horror, pero
sobre todo de traición, de humillación. Es un mundo vaciado de otro que
de garantías y permita la confianza.

“Toda catástrofe del orden social, doméstico u orgánico, corresponde a una


pérdida de confianza, puntual o radical, en la seguridad de las leyes que
rigen a los hombres, el universo o el cuerpo. Así, la alteridad cambia bru-
talmente de estatus. De garante de la buena fe, del que emanan la palabra
y la permanencia de las leyes físicas, el otro se convierte en una superficie
de signos y formas que hay que descifrar, sobre un fondo de palabras de-
valuadas”. (Davoine y Gaudillière, 2011: 127)

La explosión, sin metáfora, de las garantías de la palabra y la deconstrucción


de todas las referencias, dejan al sujeto que se ve confrontado con ellas “en
un estado de extrañamiento y de soledad absoluta respecto de todo el resto
de los lazos con otro, que hasta entonces le eran familiares.”

Tal vez es desde aquí que una de las hipótesis de Davoine y Gaudillière
(2011: 331), es que los traumas y la locura ponen en jaque al psicoanalista
porque “…la locura puede definirse como la ausencia de otro para respon-
der . Efectivamente, ¿qué otro podría velar por la forclusión, la negación, la
traición, el desvanecimiento, la erosión de huellas y límites? .... si el otro es

63
Temáticas

un traidor de la alteridad y el valor de la palabra. Sólo se puede tratar de


un otro totalitario, para quien la alteridad se reduce a la esclavitud. Dicho
de otra manera, otro sin una alteridad digna de ese nombre.” ¿Cómo se las
arregla el psicoanalista con esta transferencia?

Cuando de la locura se trata, el aparato transferencial que habilita la es-


cucha analítica está convocada a “preocuparse de las fallas del lazo social.
Hay una explícita preocupación por cómo “se articulan lo socio-histórico,
lo político y lo psíquico” (Davoine y Gaudillière, 2010: 21). Es también en
la memoria del psicoanalista donde esto tiene que tener lugar.

La psicoterapia del trauma es como una guerra contra la perversión; ronda


espacios de muerte y de fantasmas que resisten al borramiento al que las
desmentidas los invitan.
El aparato transferencial necesita de que ciertos lugares – Davoine y Gau-
dillière dicen instancias - sobrevivan al derrumbe.

Una de ellas puede ser figurable como Dulcinea: la dama inaccesible (no la
mujer). ¿Es una sólida figura? ¿imagen? ¿Idea? en la que toma forma un
ideal, en el sentido de un modelo para ser en el mundo, que da dirección al
pensar. Frente a lo impensable, ella permite pensar. “Dulcinea” (Davoine,
2012) tiene que existir, porque mantiene una apertura para “pensar”, para
no morir psíquicamente. Es, sujetado a esa “instancia”, que el sujeto puede
ir a explorar el tiempo de la catástrofe del lazo, tiempo de traición que deja
vivencias asociadas al avasallamiento por el otro. Esas vivencias aparecen
en “imágenes sobrevivientes”: fantasmas de muertos que no terminan de
morir. Es porque esta instancia instala la “expectancy” (Davoine y Gaudi-
llière, 2011) que los fantasmas pueden considerarse intentos de inscripción.

Pero, a pesar de la existencia de Dulcinea, los encuentros en el aparataje


transferencial, buscan un Sancho Panza dispuesto a escuchar, a exponer su
memoria, a acompañar desde la proximidad a la catástrofe, a reconocerla. Y
también desde su inmediatez , reconociendo los vestigios de lo desmentido:
muertos que aún viven y de los que los “vivos” no quieren saber.

El relato que alude a esos vestigios necesita ser simple. ¿Tal vez como dando
cuenta de una vida vivida que puede figurar, nombrar, hacer relato de los
vestigios como parte de ella? ¿De su realidad histórica?

La integración de lo trágico con la vida que renace a partir de la muerte,


implica a lo que en la cultura representa a lo cómico, a la risa.
“…uno de los elementos que pone en juego la perversión para someter a la
gente e impedirle pensar es la fascinación del horror, y de una cierta manera
el mórbido, cataclísmico, a partir del cual no se puede retroceder y en el

64
Valeria Ávila Castillo, Christian
PilarOvalle Valdés
Soza Bulnes

cual no se puede pensar más, donde la psique en lugar de ser tomada en


una dinámica, está inmovilizada, objetivada como la presa de estas áreas
de muerte.” (Davoine y Gaudellière, 2010)

Creo que es sólo si el psicoanalista no se resiste a explorar, sosteniéndose


en los vectores que marcan los personajes del Quijote, que hipotéticamen-
te, podría funcionar el aparataje transferencial para restituir la posibilidad
del encuentro con otro, que reconoce la alteridad y el valor de la palabra.

Julio 2020.

Referencias

Davoine, F. (2012) Don Quijote, para combatir la melancolía. Buenos Aires: Fondo
de cultura económica.

Davoine, F. y Gaudillière, J.M. (2011) Historia de trauma. México: Fondo de


cultura económica.

- (2010) El acta de nacimiento de los fantasmas. Córdoba: Fundación Mannoni

65
Temáticas

DE LIBROS

66
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

Un-lenguaje del inconsciente:


comentarios sobre teoría, psicopato-
logía y práctica en 11 movimientos
Valeria Ortiz

E
l libro de Franz Díaz es realmente
un libro de autor. No sólo porque
constituye una propuesta de lec-
tura particular sobre la teoría Lacaniana,
con sus énfasis y relaciones, sino porque
articula al modo de una escritura propia
los distintos grandes postulados de Jaques
Lacan. El libro tiene sus propios movimien-
tos, que como en la música nos van des-
plegando distintas notas que van comple-
tando una melodía particular, melodía que
Franz ha ido desarrollando por su cuenta
sin pertenecer a ninguna escuela específica
de transmisión de la enseñanza lacaniana.

Su lectura a la obra Lacaniana, como ex-


plicita el autor en el preludio del libro, está haciendo un énfasis particular:
la vuelta a Freud. En ese sentido el autor plantea: “En estas páginas, tomo
la decisión de no renunciar a lo que justificó el empuje de la enseñanza de
Lacan, a saber, volver a ubicar el deseo inconsciente en el centro del psi-
coanálisis, es decir, su retorno a Freud.” Para ello, se centrará en lo que él
llama el primer bucle de la teoría Lacaniana, que comprende desde el pri-
mer seminario (1953) hasta el seminario 11 (1964), sin dejar de mencionar
algunos conceptos de seminarios posteriores, pero avocado a completar su
cometido principal sobre el primer tiempo de Lacan, es decir el inconsciente
y el sujeto en la estructura del lenguaje.

Notable resultan las asociaciones y reflexiones que hace Franz, de los pos-
tulados lacanianos en relación con otros autores fundamentales del psicoa-
nálisis como Matte Blanco, Bion, Klein, Winnicott, siendo especialmente
aportadoras las alusiones a las clases de su profesor en la escuela de psico-
logía Jaime Coloma. A través de estas interesantes asociaciones es posible
acercarse a conceptos clásicamente muy complejos y a veces enigmáticos
de la teoría Lacaniana, que conforman sus escritos.

Por otra parte, este libro favorece algo que no es fácil encontrar en otros
autores que comentan la teoría Lacaniana que dice relación con la clínica.

67
De Libros
Temáticas

Diferencias entre lo funcional y lo estructural, el sujeto y lo subjetivo, el


esquema L1, el grafo del deseo y el Edipo son concepciones claves de la obra
lacaniana que el autor logra abordar de manera clara, sencilla y didáctica,
aportando con sus propias perspectivas, a pesar de sostener la complejidad
de los conceptos. Pero, por sobre todo, lo anterior resulta interesante ya
que colabora a generar preguntas al lector sobre nuestro oficio.

En resumen, el autor nos lleva a asociar y pensar a Lacan en relación al


psicoanalisis y sus otras escuelas con un estilo coloquial, musical y no
exento de anécdotas y humor… estilo muy propio, que se pone en juego
fielmente en sus seminarios de formación de analistas y de Magister en
ICHPA, los cuales imparte desde el año 2014 y desde donde se inspira para
la elaboración de este libro. Franz nos advierte ventajas y desventajas de
la estructura del libro, en capítulos y subcapítulos que intentan ir profun-
dizando ciertos contenidos y conceptos desde distintos vértices pudiendo
exponer sus matices y vueltas dentro de la enseñanza Lacaniana. Ello,
a veces, puede complicar la lectura de un concepto particular, ya que se
necesita leer varios movimientos, capítulos y subcapítulos para entender
lo que el autor desea transmitir sobre ese concepto particular. Me parece
que donde mejor se aprecia el valor de este orden es en los subcapítulos
clínicos que cierran varios de los movimientos, donde es posible dar una
vuelta más de análisis para la reflexión.

Me parece que este libro resulta un aporte para quienes se encuentren en


la búsqueda de una comprensión inicial de los conceptos fundamentales
de Lacan en el tiempo mencionado, desde sus inicios hasta 1964. Como sa-
bemos, las ideas lacanianas dieron origen a todo un movimiento dentro del
psicoanálisis, que además representan otros movimientos y pensamientos de
su época (filosóficos, antropológicos, lingúísticos, matemáticos, entre otros),
y en ese sentido es posible encontrar infinitas lecturas a esos escritos. Sin
embargo, toda escritura organizada y pensada a lo largo de varios años,
como lo es este libro, resulta un aporte para la reflexión psicoanalítica, más
allá de una teoría o escuela en particular.

Franz Díaz Brousse es Psicólogo UC, Psicoanalista ICHPA, Magister


UAI-ICHPA, miembro titular ICHPA, Supervisor y docente ICHPA y UAI.

Este libro será publicado en los próximos meses por Ediciones Ichpa

68
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

INSTITUCIÓN

69
Temáticas

Información sobre plan piloto


de formación para regiones ICHPA

Con mucha alegría les invitamos a formar parte de un proyecto largamente


anhelado por nuestra comunidad ICHPA, que es la apertura de la Forma-
ción Psicoanalítica para personas de regiones. Este proyecto busca impartir
la formación en regiones conservando las características lo más similares
posibles a la formación tradicional en Santiago, basada en 3 ejes funda-
mentales: formación teórica, supervisión y análisis personal.

Para hacerlo posible, contamos con la virtualidad como herramienta técnica


disponible, que constituye uno de los medios para incluir a las regiones,
dada la distancia. Esto se combinará con un trabajo presencial, que impli-
cará viajar con cierta periodicidad, pues pensamos que el encuentro físico
es fundamental en psicoanálisis. De este modo, la modalidad del trabajo
será híbrida, en el entendido de que habrá exigencias de presencialidad,
para el análisis personal, la asistencia a seminarios, y las supervisiones
grupales e individuales.

Introducción

La Sociedad Chilena de Psicoanálisis ICHPA a través de su Instituto de


Formación, ofrece un programa de especialización para psicólogos y mé-
dicos1 en teoría y práctica del psicoanálisis. El programa se fundamenta a
partir del trabajo personal, clínico y teórico, desarrollándose desde los tres
pilares clásicos de formación psicoanalítica: análisis personal, seminarios
teórico - clínicos y supervisiones clínicas.

El programa es reconocido internacionalmente por la Federación Latinoa-


mericana de Asociaciones de Psicoterapia Psicoanalítica y Psicoanálisis
FLAPPSIP y por la International Federation of Psychoanalytic Societies IFPS.

Análisis personal

Para su análisis personal, es necesario que trabaje con un(a) analista de


ICHPA2. La frecuencia de análisis es de 3 veces por semana en diván y/o
su equivalente técnico telemático. Se exigirá un mínimo de 12 sesiones
presenciales, a convenir con el analista. El análisis personal debe durar al
menos lo que dure la formación3.

1La legalidad vigente en Chile no permite postulaciones desde otras profesiones.


2En situaciones excepcionales se admite un(a) analista reconocido por ICHPA
3En el caso que ingrese al Programa de Formación ICHPA convalidando seminarios del
Magister UAI-ICHPA, y su período en el programa de formación sea menor a cuatros años,
se solicitará como mínimo una permanencia en análisis de cuatro años (o hasta la finali-
zación de éste).

70
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

Seminarios

La formación cuenta con 20 seminarios fundamentales. Incluye también 8


seminarios optativos, donde se revisan aspectos del más diverso interés de
estudio y profundización.
Los seminarios fundamentales a los que Ud. asistirá son los que se imparten
para la formación en Santiago. De forma regular Ud. se integrará a ellos por
la sala Zoom, como un participante del seminario grupal. Será necesario
que asista presencialmente a la primera o segunda clase, y al menos una
clase más durante el semestre, cuya fecha será de su elección, de acuerdo
con sus posibilidades de viaje4.

Se espera que algunos de los seminarios optativos, incluyan la posibilidad


de hacer un trabajo presencial en algunas sesiones donde las(os) docentes
viajen a regiones, en módulos horarios más largos, pero que permitan ha-
cerlos 100% presencial.

4Es necesario considerar las restricciones excepcionales y requisitos para el libre despla-
zamiento (pase de movilidad) producto de la pandemia

71
Temáticas
Institución

Convalidaciones con Magister en Psicología Clínica UAI-ICHPA

El Programa de Formación ICHPA tiene una serie de seminarios que son


dictados a los analistas en formación, en paralelo o en conjunto con los
estudiantes del Magíster en Psicología Clínica mención psicoanálisis de la
Universidad Adolfo Ibáñez.

Si un titulado de este programa de Magíster ingresa a la Formación, hasta


12 de sus seminarios aprobados serán considerados en continuidad de es-
tudios como seminarios fundamentales u optativos (según la malla ICHPA).
El estudiante ingresará como analista en formación con más de seis se-
minarios aprobados y podrá comenzar de inmediato con las supervisiones
grupales. Por sus características diferenciales, las supervisiones realizadas
en el contexto del programa de Magíster no son convalidables.

Supervisiones

Grupales. Una vez que se han aprobado 6 seminarios de la formación, es


posible comenzar las supervisiones grupales. Usted debe participar de 3
supervisiones grupales (en grupos reducidos de 3-4 analistas en formación),
cuya duración es de un semestre cada una.

Individuales. Cuando haya aprobado 10 seminarios, puede comenzar a


participar de las supervisiones individuales, cuya duración es de 2 años
cada una (pueden realizarse de forma paralela). Las dos supervisiones tie-
nen requisitos distintos, centradas en el proceso analítico y la formación
técnica. En ambas supervisiones se exigirá también asistencia presencial al
menos a la primera supervisión, y una más durante el semestre, a convenir
con su supervisor(a).

Consultorio

ICHPA cuenta con un consultorio orientado a dar oportunidad a que per-


sonas de menor ingreso económico puedan tener acceso a un tratamiento
analítico. Al comenzar con sus supervisiones, usted debe comprometer al
menos 2 cupos para pacientes de consultorio.
Es de nuestro interés que, si es posible, trabaje con personas que vivan en
su región.

En casos excepcionales, para personas que postulen a la formación con


mucha experiencia clínica, podrán adelantarse las supervisiones y el trabajo
con personas de consultorio. Si es su caso, deberá elevar una solicitud al
Directorio de ICHPA.

72
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

Aranceles Generales
Proceso de postulación: 2,5 UF

Matrícula: 8,5 UF (sólo al inicio de programa) Valor total de cada seminario


semestral: 11 UF

Valor total de cada supervisión grupal semestral: 11 UF Valor Supervisión


individual: 37.500 pesos por sesión

La Formación en Psicoanálisis ICHPA tiene costos asociados a una matricula


única para ingresar al programa, y valores estándar para los seminarios
inscritos y las supervisiones grupales. Asimismo, los valores de las super-
visiones individuales se encuentran preestablecidos por ICHPA. El Instituto
regula el valor fijado para los análisis personales. Al ser considerada como
una especialización profesional, la Formación no es elegible para concursos
de beca postgrado.

Becas: a partir del año 2013 la Sociedad Chilena de Psicoanálisis ICHPA


ofrece la beca “Jorge Olagaray” para profesionales con limitaciones finan-
cieras que deseen cursar la Formación en Psicoanálisis y que a su vez,
mantengan un compromiso con el quehacer social expresado a través de
su trabajo en instituciones públicas dependientes del Ministerio de Salud
y otras afines. La beca consiste en el financiamiento del 50% del arancel de
un tope de seis seminarios o supervisiones grupales, readjudicable.

Postulaciones

Para postular por favor considere los siguientes pasos:

1 2
Certificados o copia Curriculum Vitae
notarizada de Título completo
Profesional de psicólogo
o médico

5
Reunión con Director

3 4
del Instituto y
Entrevistas Clínicas
Envío de ficha de Pago de proceso de
postulación a Formación postulación en Secretaría
ICHPA a info@ichpa.cl con (directamente o vía
copia a instituto@ichpa.cl transferencia).

73
Institución
Temáticas

La postulación incluye la presentación de los antecedentes arriba señala-


dos, una reunión con el Director del instituto con el objetivo de conocer al
postulante y aclarar dudas, y dos o tres procesos de entrevistas clínicas
con miembros de ICHPA. Estos evaluadores recomendarán o no, el ingreso
del postulante al Programa de Formación.

Dado el carácter clínico de las entrevistas, se consideran material reservado


y el postulante puede solicitar retroalimentación, si así lo requiere.

Plazos para la postulación: las postulaciones se aceptan todo el año con


ingreso en el primer y segundo semestre indistintamente. Plazo límite para
iniciar una postulación para el semestre siguiente son la última semana
de Mayo y Diciembre, respectivamente. Puede solicitar más información
sobre las características de la Formación y el formulario de postulación a
la misma, directamente en Secretaría de la sede (Holanda 255, Providencia)
o mediante un correo electrónico a info@ichpa.cl.

Consideraciones especiales

Este plan piloto contará con un reglamento interno sujeto a revisión o ratifi-
cación durante el período 2022-2023. En todo lo no contenido en el mismo,
deberá regirse por el reglamento docente y el reglamento del analista en
formación del programa tradicional.

Especialmente durante el período 2022-2023, nos encontraremos en un


proceso de evaluación y reflexión conjunta de la experiencia formativa.5

Si desea más información por favor visite nuestra página web, sección Pre-
guntas Frecuentes: https://ichpa.cl/preguntas-frecuentes/ .

Contacto

Directora Instituto de Formación ICHPA: Psicoanalista Ximena Venegas (ins-


tituto@ichpa.cl)
Secretaría ICHPA: Sra. Luz Romero (info@ichpa.cl)(+56 23353339)

5 Última versión: 7 de Diciembre de 2021.

74
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

Consultorio Profesor Jaime Coloma

El grupo Consultorio, se ha reunido todas las semanas para reflexionar


y proponer algunos lineamientos que lo ubiquen dentro del entramado
institucional y re-definir su lugar social. De esas conversaciones, surgió
la necesidad de hacer circular dentro de la institución algunas preguntas
y reflexiones, con el fin de recoger otras miradas, opiniones e ir dibujando
su espacio entre todos. Buscamos recuperar el espíritu colaborativo y de
conjunto que tenía en sus inicios, como nos contó Gilda Muñoz en una
reunión que tuvimos con ella para conocer la historia del CONSULTORIO
y poder vislumbrar sus transformaciones.

Si algo podemos decir es que el consultorio ha cambiado. Hoy en día nos


enfrentamos a un escenario distinto, donde la revuelta social y la pandemia
han dejado al descubierto una sociedad removida, doliente y necesitada.
La demanda de tratamiento ha aumentado vertiginosamente, enfrentán-
donos con preguntas que antes eran inexistentes, llevándonos a pensar en
nuestras limitaciones y definiciones para ofrecer algo propio, que entregue
valor desde su especificidad.

Éstos cambios han suscitado interés entre algunos socios, que se han reu-
nido para trabajar en propuestas inéditas dentro de la institución. Una de
éstas tiene que ver con la instalación de un dispositivo grupal, que acoja
un tipo de demanda diferente al que ha estado instalado históricamente.
En este proyecto están trabajando Raquel Cerda, Horacio Foladori, Marcela
Ramírez, Claudia Sánchez y Livia Sepúlveda. 

Está idea ha tenido muy buena acogida dentro de la comunidad y ha des-


pertado gran curiosidad en los consultantes. Actualmente el grupo se en-
cuentra en estado de conformación. 
Otra arista en la que se ha estado trabajando es establecer vínculos entre
el consultorio y la red de salud pública, profundizando en el rol social de
éste. Para ese fin se está elaborando un convenio entre el Consultorio Prof.
Jaime Coloma y el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak, que tiene
como objetivo establecer un programa de pasantía para los analistas en
formación, estableciendo un vínculo nutricio para ambas instituciones.

Los analistas en formación tendrían la oportunidad de participar de las


actividades realizadas en un sector del hospital, ofreciendo a cambio, trata-
miento de tiempo limitado para un funcionario de éste. Para éste fin hemos
contado con el trabajo de Catalina Court y Karla Espinoza, quienes han
impulsado esta gran iniciativa que aún está en vías de ser una realidad.

En paralelo se han sostenido reuniones mensuales con los analistas en


formación, abordando temáticas en torno a la historia, identidad e indica-

75
Temáticas
Institución

ción de tratamiento. Intentando descubrir si acaso existe algo así como una
identidad ICHPIANA, que nos sostiene como pertenecientes a una institución
particular con sus leyes y formas, junto a la diversidad que la compone.
Como propone Castoriadis, se trata de transitar entre lo instituido y lo
instituyente. 

Hemos leído textos de Gilda Muñoz, Jaime Coloma, Jorge Olagaray y Horacio
Etchegoyen, estableciendo cierto recorrido que permita mirar las marcas
identitarias y desde ahí compartir nuestro quehacer. En la próxima reu-
nión discutiremos en relación a las primeras entrevistas y la indicación
de tratamiento a la luz del material clínico, de un paciente de consultorio.
Para terminar quisiera esbozar las nuevas preguntas que van surgiendo a
partir de la demanda de consultorio:

Actualmente hay 20 personas en lista de espera, sin certeza de cuándo serán


atendidos. Es desde esa realidad, que pensamos en la posibilidad de abrir
cupos en períodos estipulados y específicos a lo largo del año, adecuando
nuestra oferta a nuestras posibilidades y mirada, donde el tiempo tiene
un lugar central en nuestro quehacer, que no se rige por las normas del
mercado y, desde ahí, pensamos nuestra identidad atravesada por la lógica
inconsciente, marcando una diferencia radical con otro tipo de ofertas.

Trinidad Coloma · Catalina Court · Liliana Messina · Marcela Ramírez

76
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

Actividades de Extensión

Reuniones de Reflexión Psicoanalítica

Como es tradición, el primer miércoles de cada mes realizamos la Reunión


de Reflexión Psicoanalítica. Desde inicios del 2020, dado el confinamiento
por la pandemia, estas reuniones se están realizando vía ZOOM y en si-
multáneo en Facebook, lo que permite que los expositores interactúen con
colegas en tiempo real. Además, este formato permite que los videos queden
guardados para que otras personas puedan verlos más tarde. Las reuniones
están teniendo un público aproximado de entre 70 y 150 personas, entre
las inscritas en Zoom y las que se conectan a Facebook Live.
Los videos se encuentran disponibles en nuestro muro de Facebook.

- Abuso Sexual en Confinamiento

Para la reunión de abril, el Consultorio de la Sociedad Chilena de Psi-


coanálisis ICHPA invitó a la Fundación Para la Confianza a compartir
experiencias y reflexiones.

De la Fundación para la Confianza, presentaron:


José Andrés Murillo, Filósofo y Director Ejecutivo
Diego Riveros, Psicólogo y Coordinador Área de Atención Remota
Arturo Greene, Abogado
Paula Vergara, Psicóloga y Coordinadora Área de Atención y Orientación

De ICHPA, presentó:
Felipe Matamala, Psicoanalista ICHPA, Secretario

- Formas y Orígenes del Malestar en la Experiencia Teleanalítica

En esta ocasión, presentó el Dr. Lucio Gutiérrez.


La jornada contó con numerosos participantes y se dio un interesan-
te intercambio de ideas, reflexiones y opiniones, tanto entre quienes
estaban en la reunión de Zoom como con quienes presenciaban vía
Facebook LIVE.

- Preguntas de un Analista en Pandemia: Comentarios sobre la técnica


y la atención a distancia
La reunión se realizó el miércoles 2 de mayo, a las 20.00 hrs.,que estará
a cargo del Dr. Marco Antonio De la Parra.

- Y la Culpa no era Mía: Aportes del concepto de seducción originaria


para un diálogo con los feminismos
Se realizó el miércoles 7 de julio. En esta ocasión presentaron:

77
Institución
Temáticas

M. José de la Maza: Psicóloga Clínica PUC, Magíster en Psicoanálisis


UAI, Analista en Formación ICHPA, Supervisora Clínica UAH. Ejerce
como clínica con adultos y adolescentes. 
Francisca Daiber: Psicóloga clínica de la Universidad Central, Magíster
en Psicología Clínica UAI/ICHPA, Psicoanalista en formación ICHPA.
Miembro del grupo de Cultura y Psicoanálisis ICHPA. Ejerce como psi-
cóloga clínica con adultos y adolescentes. 

- Criptografía Psicosomática: Lo que el Miedo Deja en el Cuerpo

Se realizó el miércoles 4 de agosto.


Presentó el Grupo de Investigación y Estudio en Psicosomática.
Liliana Messina: Psicoanalista, socia titular ICHPA, Dra. en Psicología
de la Universidad de Chile y Docente Medicina Occidente U. de Chile
Víctor Narvaez: Psicólogo de la UC, Analista en Formación egresado
ICHPA.

- Poder, Género y Psicoanálisis: una Escucha de los Malestares


Invisibilizados
Se realizó el 1 de septiembre.
Presentó el Grupo de Estudio e Investigación: Género y Psicoanálisis
Integran el grupo: Cristóbal Carvajal, María Teresa Casté, Vanessa East,
Martha Elva López, Marcela Ramírez, Myriam Sabah.

- “Algunas Notas para Pensar el Análisis de Simone”: sobre el caso


de Danielle Quinodoz, una paciente transexual en análisis”
Presentó el Grupo Clínica Interinstituciones, integrado por Lorena Bia-
son, María Teresa Casté, Trinidad Coloma, Martha Elba López, Liliana
Messina, Lorena Pumarino, Marcela Ramírez y Saúl Zúñiga. La reunión
se realizó el miércoles de 6 Octubre.

- “Develación Adulta del Abuso Sexual Infantil”


El miércoles 3 de noviembre fue el turno de Mariano Ruperthuz Honorato.
Él es Psicoanalista, Sociedad Chilena de Psicoanálisis (ICHPA), Asocia-
ción Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) y Asociación Psicoanalítica
Internacional (IPA). Doctor en Psicología (Universidad de Chile) y Doctor
en Historia (Universidad de Santiago de Chile). Académico, Universidad
Andrés Bello (Santiago, Chile).

- “El Sufrimiento de los Analistas en Formación”


El 1 de diciembre presentó Gabriela Andrade Arias, médico Cirujano
actualmente pasante en psiquiatría, Universidad de Antofagasta, Chile;
Magíster en Psicología Clínica mención psicoanálisis, Sociedad Chilena
de Psicoanálisis (ICHPA) – Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), Cantante y
Analista en formación independiente.

78
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

Seminarios de Extensión

Durante el 2021 nuestra Sociedad impartió seminarios de extensión acerca


de temas diversos, que se abren a la comunidad buscando aportar en la
difusión del psicoanálisis en nuestra sociedad. Se realizaron los siguientes
seminarios.

- El Trabajo Psicoanalítico con el Trauma Transgeneracional

El seminario realizó un abordaje de las diversas teorías psicoanalíticas en


torno a la transgeneracionalidad del trauma en la clínica psicoanalítica.
Buscó distinguir las formas de transmisión de lo traumático desde la teoría
Freudiana en adelante, con el fin de comprender la función del analista en
los diversos momentos del trabajo con lo traumático. En ese sentido, este
seminario se orientó principalmente al trabajo teórico clínico con la trans-
ferencia ante el encuentro con lo traumático.
Curso se impartió en 4 sesiones, entre el 8 mayo al 25 de junio de 2021
Docente: Felipe Matamala Sandoval

- El Lugar del Niño, Niña y Adolescente en los Tribunales de Familia

Este seminario se trató de una invitación a pensar respecto a cómo se está


abordando la subjetividad en el ámbito jurídico, que desde la lógica del de-
recho y -en ciertos casos- también de los profesionales de la salud, muchas
veces queda invisibilizada.

Desde una perspectiva psicoanalítica, se introjujeron los conceptos necesa-


rios para la comprensión de las variables socioculturales que posibilitaron
la introducción de los niños, niñas y adolescentes en el contexto jurídico,
así como las herramientas para analizar los efectos del abordaje de la sub-
jetividad y los elementos para reflexionar en torno al lugar del psicoanalista
en las instituciones jurídicas o clínico-jurídicas.

Su sello: un seminario dirigido a Psicólogos, estudiantes de Psicología,


profesionales de la Salud que trabajen en Psicología Jurídica, Abogados de
Familia. El curso se impartió en 6 sesiones, entre el 25 de mayo y el 1 de
julio de 2021
Docentes: Cecilia Artigas C., Mónica Gabler C.

- Los Desarrollos Kleinanos a partir de Klein, Bion y Meltzer:


Permanencias y Transformaciones

Docente: Dra. Clara Nemas. Psicoanalista didacta y supervisora de la Aso-


ciación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA). Psicoanalista de niños y

79
Institución
Temáticas

adolescentes. Docente de la Cátedra de Meltzer del IUSAM. Directora del


Área de Desarrollos Kleinianos de APdeBA. Forma parte del Comité Editor
del International Journal of Psychoanalysis.
Coordina: Javier Caro

Impartido por la Dra. Clara Nemas. A partir de conferencias y seminarios


hasta hace poco inéditos de Klein, Bion y Meltzer, el seminario tuvo como
propósito explorar los cambios conceptuales que han incidido en nuestro
modo de concebir la actitud analítica y comprender la clínica contemporánea
¿Qué perduró, qué se perdió y qué se transformó de los aportes de Melanie
Klein hasta la actualidad?

En el camino que parte del énfasis en la relación de objeto en Melanie Klein,


pasando por la centralidad de los vínculos emocionales entre los objetos en
Bion, hasta el modelo ético-estético de la mente en Meltzer, hay un recorrido
de continuidades y quiebres conceptuales que inciden en la técnica y sobre
todo, en la concepción del psicoanálisis como lo practicamos. Se discutieron
también trabajos y materiales clínicos publicados por autores contemporá-
neos, que han hecho aportes transformadores dentro de esta línea.

- La Dimensión Cultural de la Locura

Este seminario exploró la dimensión cultural de lo que entendemos por


locura. Se examinó el rol de la cultura en la experiencia social, temporal y
espacial de las personas, entendiendo al contexto cultural como un sistema
relevante con potencial para promover tanto el desarrollo y la perpetuación
de la locura, como el cambio sistémico y la reincorporación de aquellas
personas que han sido estigmatizados y marginados.

Finalmente, se exploraron los aportes y limitaciones del psicoanálisis en la


cultura, así como las implicancias clínicas de incluir la dimensión cultural
y sociopolítica en el quehacer psicoanalítico.

Docentes:
Cecilia Artigas C: Psicóloga UDP, Psicoanalista; Magíster Psicología Clínica
UAI-ICHPA.
Andrea Recarte: PhD Psicología Clínica The City College of New York; MA
Arte Terapia New York University; Licenciada en Psicología PUC; Licenciada
en Artes PUC.

80
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

- Curso Introductorio de Psicoanalísis y Género:


una Articulación Clínica

Organizado e impartido por el Grupo de género y psicoanálisis, este semi-


nario buscó revisitar la teoría y práctica psicoanalítica a partir de reflexiones
en torno al género, subjetividades y diversidades sexuales.

Objetivos

• Revisar la intersección conceptual entre feminismo y psicoanálisis,


repensando algunos conceptos psicoanalíticos

• Favorecer un acercamiento crítico a textos psicoanalíticos, desde la


perspectiva vincular y las teorías de género.

• Revisar algunos aportes del psicoanálisis a la teoría Queer, diversidades


sexuales y los procesos de construcción de las masculinidades

Equipo docente: Cristóbal Carvajal · María Teresa Casté Crovetto · Vanessa


East · Martha Elva López · Marcela Ramírez · Myriam Sabah.

81
Institución
Temáticas

Jornadas de trabajo

Distintos miembros de la comunidad ICHPA, en coordinación con Extensión


ICHPA organizaron diversas Jornadas de reflexión, que se realizaron de
manera telemática y se abrieron a la comunidad. Estas actividades también
buscan complementar nuestro compromiso con la difusión del psicoanálisis
en la sociedad, generando instancias de diálogo e intercambio. Destacamos
tres Jornadas que se realizaron durante el 2021:

Jornada Psicosomática en las Trincheras

La Jornada Psicosomática en las Trincheras, organizada por el Grupo de


Investigación y estudio en Psicosomática, resultó todo un éxito, por lo que
quedamos muy contento/as. Escuchamos trabajos notables de cada uno
de nuestros invitados, lo cual se vio reflejado en un público de casi 100
personas que se mantuvo conectado sostenidamente de 9:00 a 14:00 hrs.
la mañana del sábado 4 de septiembre.

La Jornada se inició, como es habitual, con unas palabras de bienvenida


de Liliana Messina, coordinadora del grupo, en las que se relató el periplo
accidentado de sucesivos cambios de fecha por los que pasó la organización
de este encuentro: desde el 26 de octubre del 2019, primera fecha suspen-
dida por el estallido social y marzo del 2020 suspendido nuevamente por
pandemia; motivos que cruzaron también los trabajos expuestos.

Tuvimos como invitados a los psicoanalistas:

Eduardo Jaar, quien nos expuso sobre la falla en la continuidad de ex-


periencias satisfactorias de afecto y sus consecuencias de vaciamiento,
confusión y evitación relacional en niños institucionalizados.
Cinthia Cassan, nos propone que la verdadera pandemia es la falta de
contacto social y se pregunta ¿cuál es el lugar del psicoanálisis en la era
digital y cuál es el lugar del cuerpo en la pantalla?
Lilian Tuane reflexionó sobre lo performativo en la construcción del género,
especialmente como esto se hace presente en las personas trans.
Vanessa Yankovic expuso el trabajo de nuestro equipo sobre el dolor como
representante de lo que excede al aparato psíquico; su título “¿Qué duele
cuando duele? Los diálogos entre el dolor psíquico y físico”.

La segunda mesa compuesta por:


Matías Marchant, quien nos relató el desamparo psíquico y ausencia de
inscripción e imagen del cuerpo en niña/os con profundo sufrimiento a
partir del rompimiento del pacto social por abandono parental.
Alberto Arntz, quien es parte también de nuestro equipo, desarrolló una
propuesta inédita comprensiva de los fenómenos psicosomáticos, ob-

82
Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

servando desde la angustia más arcaica, casi enteramente somática, a


distintas y progresivas posibilidades de traducción psíquica. Daniela Ca-
rrasco que nos recuerda la importancia de lo singular del síntoma, en el
modelo psicoanalítico, que lo diferencia del modelo médico y reflexiona si
será posible acceder a una salud pública con esta mirada.

Finalmente cerró nuestra jornada el destacado psicoanalista argentino


Jorge Ulnik, con su trabajo “Percepción, marca y representación: tres
puntos cardinales para orientar el psicoanálisis del cuerpo”, exponiendo
la puesta en concreto de la elaboración psicoanalítica en torno a la sim-
bolización del síntoma somático que posibilita el camino hacia la cura.

9ª Jornada Clínica entre Instituciones Psicoanalíticas “Similitu-


des y Diferencias en el modo de pensar la Clínica” Simon/Simone,
grupo clínica interinstituciones

El grupo lo integran Lorena Biason, María Teresa Casté, Trinidad Coloma,


Martha Elba López, Liliana Messina, Lorena Pumarino y Saúl Zúñiga, coor-
dinados por Marcela Ramírez.

El sábado 4 de Septiembre se realizó via Zoom, la 9ª Jornada Clínica entre


Instituciones Psicoanalíticas “Similitudes Y Diferencias en el modo de pensar
la Clínica” Simon/Simone

En esta oportunidad, la organización de la Jornada le correspondió a Apde-


ba, y participaron en ella 16 instituciones, 14 de Argentina, una de Uruguay
e ICHPA de Chile.

Cada institución elabora un texto en base a un caso clínico compartido


que en este caso fue sobre el análisis de Danielle Quinodoz a una paciente
transexual, trabajo que fue publicado en el libro de la Jornada con ante-
rioridad a ésta.

El trabajo en la Jornada es en tres tiempos, en base a grupos pequeños.


El primer tiempo  es un intercambio de ideas a partir de la lectura del ma-
terial clínico y los trabajos publicados en el libro virtual de la Jornada y
cada grupo genera una pregunta vinculada con la producción colectiva. El
segundo tiempo se trabaja en torno a las preguntas generadas. En el ter-
cer tiempo los grupos se organizan con la presencia de los autores de los
trabajos de 2 instituciones psicoanalíticas, de las 16 participantes.

En este tercer tiempo, ICHPA presentó el trabajo “Algunas notas para pensar
el análisis de Simone” y compartió espacio con la Asociación Argentina de
Psicología y Psicoterapia de Grupo (AAPPG) que presentó el trabajo “Tran-
sexualidad. Una perspectiva vincular en psicoanálisis”.

83
Institución
Temáticas

La Novena Jornada fue un valioso espacio de encuentro e intercambio cien-


tífico y clínico que se realizó en un clima receptivo y en el cual que permitió
discutir y analizar las similitudes y diferencias en el modo de pensar la
clínica.

El trabajo realizado por el grupo fue presentado en la reunión de reflexión


de octubre 2021.

Primera jornada interna Ichpa: pensando la clínica online

El 29 de mayo se realizó la Primera Jornada Interna ICHPA, una instancia


pensada para hacer circular nuestras experiencias y comenzar a reflexionar
en conjunto. La Jornada contó con la participación de 50 Socios, Analistas
en Formación y estudiantes de Magíster y abrió un espacio para intercambiar
ideas y comenzar a co-construir los lineamientos de los nuevos dispositivos
analíticos y la clínica online que la pandemia y el confinamiento nos han
impuesto.

Las Mesas de Trabajo fueron las siguientes:

Mesa 1. Moderada por Pablo Olmedo

Unidad infancia y psicoanálisis: “Conversatorio: Escucha y contención en


tiempos de pandemia”
Horacio Foladori: “Condiciones de la Clínica Virtual”
Mauricio Schwarze, Jonathan Kaufman: “¿Me escuchas bien?”
Lucio Gutiérrez: “¿De qué (tele)malestar se trata?”

MESA 2. Moderada por Nancy Caldarella

Grupo consultorio: “El uso del gramófono de W. Bion y uso del computador
en el trabajo clínico online”
Gilda Muñoz: “Hibris bordeando al dispositivo”
M. Jsesús Aguayo, Giselle Lepera: “Reflexiones técnicas en tiempos de CO-
VID-19”

MESA 3. Moderada por Vicente Valjalo.

Lin Wang, Javiera Klapp, Cristóbal Carvajal: “La Olla Común. Una expe-
riencia de trabajo grupal en pandemia”
Ignacio Fuentes: “Notas sobre lo que las pantallas permiten escuchar en
sesiones de teleanálisis con niños/as y jóvenes”
Rodrigo Aguilera: “Psicoanálisis, pandemia y encuadres remotos”

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

MESA 4. Moderada por María José Valcárcel


Francisca Daiber, Claudia Peña, Cecilia Artigas, José Ignacio Schilling: “La
temporalidad como objeto de malestar subjetivo en pandemia”
Ximena Venegas: “El convivio y su potencialidad”
Andrés Beytía: “Sobre la representación y el afecto en el teleanálisis”

Actividades Instituto de Formación

Taller de escucha analítica · Instituto de Formación


La instalación de dispositivos que permitieron la docencia híbrida, abrió
las puertas para comenzar a dar curso a un anhelo largamente esperado:
la posibilidad de acercar la experiencia de los seminarios ICHPA a regio-
nes. Tomándonos de esta oportunidad es que se impartió el primer Taller
Propedéutico sobre Escucha Analítica, en el que participaron estudiantes
de Coquimbo a Magallanes.

El taller es guiado por Gonzalo López, Valeria Ortiz, Franz Díaz y lo ha


coordinado Ximena Venegas. Consta de 2 módulos teóricos: el primero so-
bre la técnica analítica en Freud y el segundo acerca de las entrevistas
preliminares en psicoanálisis. Luego contempla 2 módulos prácticos, con
supervisiones clínicas.

Actualmente, estamos trabajando para abrir un segundo taller propedéu-


tico para regiones. Nuestro objetivo es que, a medida que vayamos como
institución definiendo los lineamientos fundamentales para la formación
a distancia, vayamos dado mayor forma y continuidad a un programa de
Formación en Psicoanálisis para regiones.

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Institución
Temáticas

A partir de Noviembre 2021 se ha constituido la nueva Comisión Directiva


de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Psicoterapia Psicoa-
nalítica y Psicoanálisis, Flappsip. En esta ocasión la responsabilidad recae
en la Sociedad Chilena de Psicoanálisis – ICHPA.

La nueva Comisión Directiva 2021 -2023 está conformada por

Marcela Ramírez Machuca, Presidenta, ICHPA Chile


Liliana Messina Schwartz, Secretaria General, ICHPA Chile
Myriam Sabah Telias, Tesorera ICHPA Chile
Juana Luisa Lloret, Secretaria Científica, ADPP Perú
Marta De Giusti, Directora de Investigación AEAPG Argentina
Débora Slonimski, Vocal AEAPG, Argentina

Flappsip fue fundada en el año 1998 siendo su proyecto central el intercam-


bio teórico clínico entre distintas instituciones psicoanalíticas de Latinoamé-
rica el que se materializa cada dos años en el Congreso Flappsip; el último
realizado en forma virtual en Noviembre 2021 y el próximo en Santiago de
Chile el año 2023. Estos encuentros han hecho posible compartir nuestras
distintas visiones y realidades latinoamericanas, enriqueciéndonos con la
diversidad y ampliando las fronteras de nuestro pensamiento. Pero también
la realidad social y los cambios en la subjetividades nos interpelan como
psicoanalistas y nos exigen repensar nuestra teorías.

Esta es la segunda oportunidad en que la Comisión Directiva de Flappsip


está conformada sólo por mujeres, situación que representa una oportuni-
dad de volcar anhelos, sororidad y fortalezas en nuestro quehacer. Nos une
nuestra pasión por el psicoanálisis y seguiremos promoviendo un intercam-
bio de conocimientos teóricos y experiencias clínicas cada vez más fructífero
entre nuestros miembros, profundizando los nexos entre la clínica y la reali-
dad social de nuestra América Latina, manteniendo el sello de amistad que
ha caracterizado a esta Federación.

Marcela Ramírez M.
Presidenta Flappsip
Enero 2022

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

AUTORES

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Temáticas

Valeria Ávila Castillo


Psicóloga, Universidad Diego Portales. Magíster en Psicología Clínica Infanto-
Juvenil, Universidad de Chile. Analista en formación ICHPA. Formación en
Metodología de Observación de bebés Bick, SEPIA y AIDOBB.

Christian Ovalle Valdés


Psicólogo y supervisor clínico, acreditado como especialista en psicoterapia
en adultos y jóvenes. Post-título en psicoterapia psicoanalítica adultos de
la Unidad de Psicoterapia Dinámica UPD. Instituto Psiquiátrico Dr. José
Horwitz Barak. Analista en formación ICHPA.

Horacio Foladori
Ex. Académico de la Universidad de Chile. Miembro honorario de la Sociedad
Chilena de Psicoanálisis. Académico del Instituto de Formación del ICHPA.

Lucio Gutiérrez
Psicólogo, Doctor en Psicoterapia de la Pontificia Universidad Católica de
Chile. Psicoanalista, miembro titular y actual presidente del directorio de la
Sociedad Chilena de Psicoanálisis ICHPA. Miembro co-fundador del Grupo
Winnicott Chile (AWCh).

Daniela Orfali Hott


Psicóloga P. Universidad Católica de Chile. Magíster en Psicología clínica
mención Psicoanálisis UAI-ICHPA. Analista en formación ICHPA.

Valeria A. Ortiz Ramírez


Psicóloga. Psicoanalista ICHPA. Magister Psicoanálisis UAI. Diplomada Psi-
coanálisis UAB. Co autora libro “Terremoto después del terremoto” Upbar,
2010.

Andrés Alejandro Albornoz Bustos


Magister Psicología Clínica. Analista en Formación. ICHPA. Académico
Universitario y Supervisor Clínico en la Universidad de Santiago.

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

DIFUSIÓN

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Temáticas Alberto Eiguer

Formación de Psiconálisis 2022


Especialización en Adultos e Infanto-Juvenil

La Sociedad chilena de psicoanálisis-Ichpa a través de su Instituto de For-


mación ofrece un programa de especialización para psicólogos y médicos
en teoría y práctica del psicoanálisis. Este programa se fundamenta y de-
sarrolla a partir de los tres pilares básicos de la formación psicoanalítica:
análisis personal, seminarios teórico-clínicos y supervisiones clínicas. Una
vez cumplidos estos requisitos se solicita un trabajo clínico final, el cual
una vez aprobado permite acceder a la Certificación de Formación en
Psicoanálisis.

El programa descrito se encuentra acreditado por la Comisión Nacional de


Psicólogos Clínicos y es reconocido por la federación Latinoamericana de
Asociaciones de Psicoterapia psicoanalítica y Psicoanálisis ( FLAPPSIP) y
por la International Federation of Psychoanalytic Societies (IFPS)

Antecedentes requeridos:
- Certificado o copia notarial del Título Profesional.
- Curriculum Vitae completo.

Malla de la Formación en Psicoanálisis

El plan de estudios presenta una malla semi-flexible de 28 seminarios


semestrales, consistente en 20 seminarios fundamentales y 8 seminarios
optativos.

1. Fundamentos freudianos del psicoanálisis


Freud: Orígenes del psicoanálisis
Freud: Formaciones del inconsciente
Freud: Pulsión y sexualidad
Freud: Metapsicología
Freud: Edipo y castración
Freud: Los textos culturales
Freud: Concepciones psicopatológicas I
Freud: Concepciones psicopatológicas II

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Temáticas Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

2. Teoría de la técnica clásica


Teoría de la técnica: Freud, teoría clásica de la técnica psicoanalítica
Teoría de la técnica: Transferencia e interpretación
Teoría de la técnica: Dirección y sentido de la cura

3. Escuelas de pensamiento posfreudiana


Escuela inglesa: Pensamiento kleiniano
Escuela inglesa: Desarrollos poskleinianos
Grupo independiente: Winnicott fundamentos metapsicológicos
Escuela lacaniana: El Inconsciente estructurado como lenguaje
Introducción a la Escuela Francesa

4. Campos del trabajo analítico


Constitución psíquica
Introducción al psicoanálisis de niños
Introducción al psicoanálisis grupal

5. Filosofía y epistemología
Hermenéutica y Psicoanálisis.

6. Seminarios optativos
Estos permiten profundizar en diversas temáticas específicas, lecturas au-
torales, ámbitos de especialización y campos emergentes.

* Para mayor información referir a Sociedad Chilena de Psicoanálisis-


Ichpa.
Holanda 255. Providencia
Fono: 2 22335339.
Web: info@ichpa.cl

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Temáticas

Modalidad Híbrida (Presencial y/o online)

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

Magíster en Psicología Clínica Mención Psicoanálisis


Especialización: Adultos /Infanto-Juvenil

Este magister nace de la colaboración entre la Universidad Adolfo Ibáñez y la


Sociedad Chilena de Psicoanálisis – ICHPA. y está dirigido a psicólogos y psiquiatras.

CONSEJO ACADÉMICO

Jorge Sanhueza : Decano de Psicología.


Juan Flores : Director del Magíster
Lucio gutiérrez : Representante del Directorio ICHPA
Claudia Cruzat : Representante Dirección de Escuela
Paula Morandi : Representante Dirección de Escuela

REQUISITOS:

- Licenciado en Psicología
- Médico, especializado en Psiquiatría
- Licenciado en Psicología y/o Medicina de Universidades chilenas o extranjeras,
previa convalidación por parte de los organismos pertinentes.
- La admisión de otros profesionales es una facultad del Consejo Académico del
Programa y se resolverá caso a caso.

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Temáticas

MALLA CURRICULAR

PRIMER AÑO SEGUNDO AÑO

1ºSEMESTRE 2ºSEMESTRE 1ºSEMESTRE 2ºSEMESTRE

OPCIÓN A Introducción Supervisión de niños


Infanto - Juvenil al Psicoanálisis de niños y Adolescentes II

Clínica Psicopatológica Supervisión de niños


Infantil y Adolescentes II

Supervisión de niños
y Adolescentes I
ELECTIVO I ELECTIVO II

Formaciones Pensamiento Kleiniano


del Inconsciente Clínica Winnicottiana TESIS DE GRADO

Concepciones
Edipo y Castración Psicopatológicas en PROYECTO DE TESIS
Freud I

Hermenéutica y Transferencia e
Psicoanálisis Interpretación

Constitución Psíquica

OPCIÓN B
Adultos

Supervisión Adultos II Dirección y Sentido


de la Cura

Clínica Lacaniana Supervisión Adultos III

Supervisión Adultos I

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

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Temáticas

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Valeria Ávila Castillo, Christian Ovalle Valdés

En el asunto debe decir “Envío de trabajo para posible publicación en Revista Gradiva”.

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Temáticas

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