Capítulo 1 y 2
Capítulo 1 y 2
Capítulo 1 y 2
EN ADICCIONES
1. INTRODUCCIÓN
La historia clínica es el instrumento clínico en el que se
incluyen de forma sistematizada el conjunto de elemen-
tos que conforman una enfermedad o proceso morboso,
en este caso la adicción a las drogas, a partir de los da-
tos recogidos de la entrevista o evaluación clínica global
del paciente en sus dimensiones biológica, psicológica
y social.
La evaluación clínica constituye uno de los momen-
tos más importantes en el abordaje del paciente adicto
ya que supone el primer contacto y en la medida que
este se desarrolle por cauces de empatía, comprensión
y colaboración condicionará el resto de las fases del tra-
tamiento. El primer contacto es el inicio de la relación
interpersonal entre el médico, dispuesto a escuchar y
tratar a partir de los conocimientos técnicos que le acre-
ditan, y el paciente, portador de una enfermedad para la
que busca tratamiento y su resolución. La relación entre
ambos suele establecerse en los primeros minutos de
la entrevista, de ahí la importancia del primer contacto.
21
1.1. Objetivos de la historia clínica
Se realizará en el contexto de la entrevista clínica con los
objetivos siguientes:
2 2 | Historia clínica
de tratamientos previos o de comentarios de otros pa-
cientes sobre la experiencia o los conocimientos del
médico que les atiende y, lo que es más habitual, con
un plan predeterminado de tratamiento: ambulatorio,
unidad de desintoxicación, comunidad terapéutica, psi-
cofármacos, agonistas opiáceos, etc.; mostrándose resis-
tentes o rechazando los pasos previos y más concreta-
mente la evaluación clínica o la realización de pruebas
complementarias al entender que supone una dilación
en la consecución de su objetivo.
23
• La entrevista será tranquila, calmada, sin prisa (siem-
pre optimizando el tiempo), en un clima de acepta-
ción y empatía a la vez que evitamos criticar, morali-
zar, juzgar, ordenar, amenazar, ridiculizar; así como la
confrontación.
• Directivo/no directivo: seremos flexibles en un pri-
mer momento dejando que el paciente se explaye,
cuente su problema para, seguidamente, dirigir la
entrevista. Las preguntas deben ser:
- Directas y específicas.
- Cortas, sencillas y claras, a la vez que se adaptan
al nivel cultural del paciente (es conveniente tener
un conocimiento básico de la jerga de las drogas, lo
que trasmite al entrevistado un nivel de confianza
en la experiencia y conocimientos del profesional).
- Ordenadas cronológicamente.
- Priorizar la identificación de la problemática que
requiera de intervención más urgente.
- Evitar preguntas con segunda intención.
- Respetar los tiempos de respuesta y silencios del
paciente.
• Si fuera necesario, en función de la situación clínica
y/o la motivación del paciente, realizaremos la entre-
vista en varias sesiones.
• Informaremos sobre las diferentes posibilidades te-
rapéuticas del recurso en el que ha solicitado trata-
miento así como de las posibilidades en otros recur-
sos asistenciales.
2 4 | Historia clínica
to. Entre los más importantes destacamos los incluidos
en la TABLA 1 en el subapartado 2.2.3 sobre «Disposición
actual para el cambio».
25
2. APARTADOS DE LA EVALUACIÓN
EN LA HISTORIA CLÍNICA
La evaluación clínica en adicciones debe incluir los si-
guientes apartados:
• Identificación.
• Situación actual.
• Historia toxicológica-clínica:
- Historia adictiva y de salud.
- Historia clínico-psiquiátrica.
• Entrevista a informantes externos.
• Evaluaciones complementarias.
• Diagnóstico clinimétrico.
• Diagnóstico del proceso adictivo.
• Plan de tratamiento.
• Diagnóstico final.
2.1. Identificación
Los programas de historia clínica electrónica vigentes
en la mayor parte de los centros asignan números de
historia a los pacientes y establecen procedimientos de
identificación que garantizan la confidencialidad en el
acceso a la información. Habrán de complementarse en
todos los casos las variables básicas de tipo demográfi-
co: edad, sexo, estado civil, convivencia, nivel académi-
co, residencia, profesión, situación laboral, etc.
2 6 | Historia clínica
con el especialista en adicciones. Tendremos que pres-
tar especial atención ya que, con frecuencia, no existe
correspondencia entre el motivo verbalizado y el real.
Así, observamos que en la mayor parte de los pacien-
tes la demanda es por voluntad propia y deseo de su-
perar la adicción a las drogas. Sin embargo, en cuanto
profundizamos mínimamente encontramos todo tipo de
problemas: económicos, judiciales, familiares, laborales,
etc.; que subyacen en el inicio del tratamiento y pueden
influir en la evolución de este.
> 2.2.2. Estado de intoxicación/abstinencia. Es obliga-
do valorar en los primeros momentos de la entrevista
los signos y síntomas de intoxicación o de abstinencia,
ya que de la gravedad e intensidad de estos dependerá
el que la anamnesis transcurra con normalidad y la in-
formación recogida sea fiable.
> 2.2.3. Disposición actual para el cambio. Nos acerca a
la realidad de la relación del paciente con su enferme-
dad adictiva, la conciencia de enfermedad y, lo que es
más importante, nos orienta en cuanto a los objetivos
terapéuticos futuros. Siguiendo el Modelo Transteórico
del Cambio de Prochaska y DiClemente podremos es-
tablecer el estadio en el que se encuentra el paciente:
precontemplación, contemplación, determinación, paso
a la acción, mantenimiento/recaída [TABLA 1].
Exploraremos la conciencia acerca del consumo de
drogas como una enfermedad o problema, los planes
para abandonar el consumo, las barreras para el trata-
miento y la abstinencia, las expectativas y preferencias
acerca del tratamiento futuro y los intentos previos así
como el resultado en días de abstinencia.
> 2.2.4. Consumo en los 30 días previos a la consulta.
Iniciaremos este apartado preguntando por la droga
principal en la demanda de tratamiento (en caso de con-
sumo múltiple, siempre existe una droga que el paciente
27
TABLA 1. MODELO TRANSTEÓRICO DEL CAMBIO
2 8 | Historia clínica
TABLA 2. DENOMINACIÓN EN LA JERGA
DE LAS PRINCIPALES DROGAS
Ansiolíticos/hipnótico/sedantes
• Alprazolam trankis
• Pregabalina borrachas
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• La frecuencia de consumo (diaria, semanal, fines de
semana, mensual) y la dosis son fundamentales a la
hora de establecer la gravedad de la adicción y muy
especialmente el tratamiento en caso de desintoxi-
cación. En la mayor parte de las ocasiones es difícil
conocer el consumo real y las cantidades son apro-
ximadas: micras, cuartos, gramos. A veces es más fia-
ble preguntar por la cantidad de dinero gastado dia-
riamente en droga para aproximarnos a la realidad.
También es conveniente tener en cuenta que, por lo
general, estamos ante drogas que han sido manipu-
ladas, adulteradas o «cortadas» lo que complica aún
más el conocimiento de la dosis real consumida por
el paciente. Finalmente, la cantidad declarada por el
paciente es superior a la real por miedo al síndrome
de abstinencia y a no recibir las dosis adecuadas de
psicofármacos en la desintoxicación.
• Explorar la vía de administración: oral, esnifada, inha-
lada/fumada, intravenosa, etc.; es fundamental tanto
para conocer las características de la adicción como
de las complicaciones orgánicas posibles. Aprove-
charemos este apartado para investigar la presencia
de prácticas de riesgo: intercambio de material de
consumo (inyectables, pipas, rulos, etc.), asepsia del
material, excipientes, etc.
• El patrón de consumo nos da información sobre las
circunstancias del consumidor y del ambiente en el
momento del consumo de la droga. Si este se produce
en solitario o acompañado (pareja, amigo/s, familiar/
es), si lo hace en su domicilio o en lugares públicos,
si forma parte de una conducta habitual o está rela-
cionado con determinadas actividades o momentos:
fin de semana, ocio, mejora de rendimiento, prácticas
sexuales, etc. También es importante tener en cuenta
la presencia de factores precipitantes del consumo,
3 0 | Historia clínica
entre los que podemos encontrar estados de ánimo
(euforia/depresión), conflictos y problemas de todo
tipo, estados de tensión y estrés, molestias físicas,
presión del grupo de relación habitual, disponibili-
dad económica, etc.
• La forma de obtener el dinero para las drogas (tra-
bajo, familia, mendicidad, tráfico, robos, prostitución,
etc.) nos ayuda a contrastar información sobre las ca-
racterísticas del consumo (cantidad consumida) y las
complicaciones asociadas.
• Tiempo de consumo problemático. Nos acerca a la
opinión del paciente sobre el momento en que el
consumo de droga/s superó la capacidad del sujeto
para hacerlo a voluntad y se convirtió en un problema
«paso de la luna de miel a la luna de hiel», así como
el tiempo transcurrido hasta la búsqueda de ayuda
profesional.
• La presencia de tolerancia y dependencia nos dan
la medida definitiva de la gravedad de la adicción y
del diagnóstico final. Valoraremos la existencia de un
incremento progresivo de las dosis de la droga para
mantener los efectos subjetivos (tolerancia) así como
la presencia de síntomas de abstinencia en ausencia
de consumo (dependencia).
• Concluiremos este apartado explorando la existen-
cia de tratamientos (farmacológicos-psicofarmacoló-
gicos) y de automedicación al margen de la prescrip-
ción médica.
31
atención a la hora de la entrevista y posteriormen-
te completarse con una minuciosa exploración física
apoyada en pruebas complementarias. De especial
relevancia y a tener en cuenta son las enfermedades
infecciosas prevalentes en población consumidora
de drogas: VIH, hepatitis por VHB y VHC, tuberculo-
sis, enfermedades de transmisión sexual, etc. En este
punto se hace trascendental investigar en el pacien-
te la existencia de conductas de riesgo relacionadas
con las enfermedades transmisibles. En el caso de las
mujeres en edad fértil el test de embarazo es siempre
obligado ya que el resultado positivo condicionará el
abordaje y el plan de tratamiento.
2.2.5.2. La posible existencia, también frecuente, de
comorbilidad psiquiátrica (Diagnóstico dual) reque-
rrirá de una exploración psicopatológica, que nos
dará la medida del estado mental del paciente, pu-
diendo ser necesaria la realización de cuestionarios
o escalas complementarias (véase el Capítulo 2: «Ins-
trumentos para la evaluación en adicciones»).
3 2 | Historia clínica
conducir bajo efectos de alcohol y/o drogas así como re-
tiradas del permiso de conducir, etc.
> 2.2.7. Funcionamiento global del paciente. Completa
la evaluación de la situación actual (en el momento de
la primera consulta) valorando el impacto del consumo
de drogas y de las complicaciones asociadas en las acti-
vidades de la vida diaria del sujeto.
33
cumplimiento y de adherencia y de la finalización de los
mismos (alta terapéutica, abandono, expulsión, etc.).
> 2.3.3. Antecedentes personales. La entrevista debe
destinar un espacio a explorar los principales aconte-
cimientos desde la gestación: perinatales, infancia-ado-
lescencia, escolaridad (rendimiento/adaptación esco-
lar), presencia de maltrato físico/psicológico, abusos
sexuales, alteraciones de comportamiento en la infan-
cia/adolescencia, formación/adaptación laboral, servi-
cio militar, siniestrabilidad laboral-tráfico (conducción
bajo los efectos del alcohol, retiradas del permiso de
conducir). Prestaremos atención a las enfermedades
físicas y psicológicas que precisaron tratamiento (am-
bulatorio-hospitalario), a su evolución y posibles secue-
las, tanto si tuvieron o no relación con el consumo de
drogas. Es habitual que el paciente tenga dificultades
para recordar situaciones relacionadas con el pasado
especialmente referidas a la infancia, información que
recogeremos, con autorización del paciente, de fuentes
colaterales (padres, hermanos, otros).
> 2.3.4. Antecedentes familiares. La historia familiar de
problemas relacionados con el consumo de drogas y de
otros trastornos orgánicos y psiquiátricos completarán
el apartado destinado a los antecedentes. Como en el
caso anterior, con frecuencia los pacientes desconocen
o pasan por alto problemas familiares relacionados con
la existencia de patologías psiquiátricas que nos obli-
ga a acudir a fuentes colaterales y a prestar un especial
cuidado para evitar la omisión de esta importante infor-
mación.
3 4 | Historia clínica
siempre con permiso del paciente y con el principio de
confidencialidad como norma, con el objetivo de com-
pletar, confirmar y contrastar los datos aportados por
el paciente en la anamnesis. Los informantes externos
pueden proporcionar información de interés en cuanto
a la personalidad previa del paciente, su visión sobre
el inicio y evolución de la adicción y especialmente de
los antecedentes personales y familiares que el paciente
pueda desconocer. Asimismo nos acerca a la realidad de
los posibles apoyos en el proceso de tratamiento.
35
• Control de tóxicos en orina.
3 6 | Historia clínica
portamiento más utilizados en la actualidad: Clasifica-
ción Internacional de Enfermedades de la Organización
Mundial de la Salud en su Décima Revisión (CIE 10) y Ma-
nual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Menta-
les de la Asociación Psiquiátrica Americana en su Quinta
Revisión (DSM-5).
37
TABLA 3. RESUMEN ENTREVISTA/HISTORIA CLÍNICA
EN ADICCIONES
1. Identificación
Recogida de datos identificativos del paciente
Recogida de variables sociodemográficas
2. Situación actual
Motivo de la consulta/demanda de tratamiento
Valoración de estado: intoxicación vs abstinencia
Disposición actual para el cambio
Consumo en los 30 días previos a la consulta
Problemas de salud (físicos/psíquicos) acompañantes
Problemas socio-familiares
Funcionamiento global del paciente
3. Historia adictiva y de salud
Historia toxicológica-clínica
Tratamientos previos
Antecedentes personales
Antecedentes familiares
5. Pruebas complementarias
Analítica hemática:
· Hemograma, VSG, bioquímica completa, proteinograma coagulación.
· Serología: VHB, VHC, VHD, VIH, VDRL o RPR
Mantoux o PPD
Test de embarazo
Radiología de tórax
Electrocardiograma
Control de tóxicos en orina
3 8 | Historia clínica
6. Instrumentos de evaluación
7. Diagnóstico: presunción/definitivo
8. Plan de tratamiento
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
Asociación Americana de Psiquiatría. Guías
clínicas para el tratamiento de los trastornos
psiquiátricos. Compendio. Ars Médica; 2008.
Asociación Americana de Psiquiatría. Manual diagnóstico
y estadístico de los trastornos mentales. DSM-5. 5ª Ed.
Arlintong, VA: Asociación Americana de Psiquiatría; 2014.
Bobes J., Casas M., Gutiérrez M. Manual de evaluación y
tratamiento de drogodependencias. Ars Médica; 2003.
Escrig G., Fernández J.J., Gutiérrez E., Martínez J.M.
Evaluación clínica en adicciones. En: Fernández J.J.,
Gutiérrez E., Marina P.B. (coord.). Actuaciones clínicas
en trastornos adictivos. Aula Médica Ediciones; 2002.
Greenfield S.F., Hennessy G. Assessment of the Patient.
Textbook of Substance Abuse Treatment. 4ª Ed. Galanter M.,
Kleber H.D. (ed). American Psychiatry Publishing. 2008: 55-78.
Iraurgi I., González F. Instrumentos de evaluación en
drogodependencias. Aula Médica Ediciones; 2002.
Miguel M., Ponce G., Rubio G. Manejo de pacientes
difíciles en drogodependencias. Paciente alcohólico y
pacientes dependientes de otras drogas. Entheos; 2005.
Organización Mundial de la Salud. CIE 10. Décima Revisión
de la Clasificación Internacional de las Enfermedades.
Trastornos Mentales y del Comportamiento. Descripciones
clínicas y pautas para el diagnóstico. Meditor; 1992.
Plan Nacional sobre Drogas. Realidades, mitos, efectos,
tipos, riesgos, consumo, abuso, dependencia de
drogas. Ministerio de Sanidad y Consumo. Secretaría
39
CAP 3 ALCOHOL
1. EPIDEMIOLOGÍA
El consumo de alcohol tiene una alta incidencia en nues-
tro medio, siendo España uno de los países con mayor
consumo per cápita de alcohol, con 11,2 litros por perso-
na y año. Según el último informe mundial de la Orga-
nización Mundial de la Salud (OMS), España se colocaría
ligeramente por encima de la media europea (10,9 litros
al año) y muy por delante de las tasas mundiales, con
6,2 litros por persona y año. Así mismo, la prevalencia
del consumo de alcohol en España es muy elevada. El
estudio EDADES realizado en 2015 por la Delegación del
Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, sitúa el
77
consumo de alcohol en los 12 últimos meses en un 78’3%
de la población activa (entre 15 y los 64 años), muy por
encima de la segunda droga consumida que es el taba-
co, con 40,7% de la población. Todo esto explica que los
trastornos por uso de alcohol sean también muy preva-
lentes en nuestro medio.
Es, además, una enfermedad claramente infradiag-
nosticada e infratratada teniendo en cuenta el daño que
representa para la salud y la sociedad. La OMS estima
que un total de 3,3 millones de muertes en todo el mun-
do cada año están relacionadas con el consumo de al-
cohol. El alcohol se considera un factor clave en más de
200 enfermedades. Es el tercer factor de riesgo para la
salud (tanto para la aparición de enfermedades como
para la muerte prematura) más importante, tras el con-
sumo de tabaco y la hipertensión arterial. Como factor
de riesgo para la salud es 3 veces más importante que la
diabetes y 5 veces más importante que el asma.
El alcohol es una sustancia con complejos y múltiples
efectos sobre el comportamiento. Posee propiedades
tanto estimulantes y euforizantes como sedantes, así
como efectos placenteros o altamente desagradables
que dependen de múltiples factores.
La dosis, el tiempo transcurrido tras la ingesta, el
consumo crónico o intermitente, los estímulos ambien-
tales, las expectativas del individuo, su personalidad y
su predisposición genética, entre otras, serán variables y
condicionantes a tener en cuenta al estudiar la respues-
ta y las consecuencias neurobiológicas del consumo de
alcohol.
En el sistema nervioso central (SNC), el alcohol afec-
ta a múltiples neurotransmisores y a sus receptores, in-
cluyendo dopamina, glutamato, ácido ɣ-aminobutírico
(GABA), ácido aminobutírico, serotonina, norepinefrina y
los péptidos opioides.
7 8 | Alcohol
2. CLÍNICA Y DIAGNÓSTICO
En la última versión del Manual Diagnóstico de la Asocia-
ción Psiquiátrica Americana, el DSM-5, los conceptos de
consumo perjudicial, abuso y dependencia se han unifi-
cado en un único diagnóstico, de trastorno por consumo
de alcohol, que puede ser leve, moderado y grave, con
los siguientes criterios diagnósticos:
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9. Se continúa con el consumo de alcohol a pesar de saber que se
sufre un problema físico o psicológico persistente o recurrente pro-
bablemente causado o exacerbado por el alcohol.
CONSUMO PERJUDICIAL:
Implica una forma de uso que afecta a la salud física (p.ej.: daño
hepático) y/o psíquica (p. ej.: cuadros depresivos secundarios a con-
sumos masivos de alcohol) sin que haya síntomas de dependencia.
SÍNDROME DE DEPENDENCIA:
8 0 | Alcohol
2.1. Complicaciones relacionadas
con el consumo de alcohol
> 2.1.1. Complicaciones físicas. A continuación se pre-
senta una lista de alteraciones físicas relacionadas con
un consumo perjudicial de alcohol (en negrita las más
significativas). Tal y como han demostrado numerosos
estudios epidemiológicos, el riesgo para la mayor parte
de estos trastornos aumenta de forma proporcional al
consumo sin existir un efecto umbral y con diferentes
riesgos en función del sexo y vulnerabilidades individua-
les, como el riesgo cardiovascular y la edad:
TABLA 3. COMPLICACIONES FÍSICAS
RELACIONADAS CON EL CONSUMO DE ALCOHOL
ALTERACIONES DIGESTIVAS
ALTERACIONES MUSCULOESQUELÉTICAS
ALTERACIONES ENDOCRINAS
81
ALTERACIONES CARDIOVASCULARES
ALTERACIONES RESPIRATORIAS
- Neumonía y tuberculosis.
- Elevada comorbilidad entre el consumo de alcohol y el tabaco:
se estima que un 90% de los pacientes con dependencia al al-
cohol fuman tabaco. Tener dependencia a la nicotina multiplica
por 2,7 el riesgo de padecer una dependencia al alcohol. Por esta
codependencia el consumo de alcohol se relaciona en estudios
epidemiológicos con alteraciones respiratorias y, en especial, con
el cáncer de pulmón.
ALTERACIONES METABÓLICAS
Hipoglucemia, cetoacidosis, hiperlipidemia. Con respecto al síndro-
me metabólico (presentar tres o más de las siguientes condiciones:
obesidad abdominal, hipertensión arterial, hipertrigliceridemia, ba-
jos niveles de HDL o hiperglucemia) el consumo moderado de alcohol
parece tener un discreto efecto protector.
ALTERACIONES HEMATOLÓGICAS
ALTERACIONES NEUROLÓGICAS
8 2 | Alcohol
ALTERACIONES CUTÁNEAS
Psoriasis, eczema.
CÁNCERES
TRASTORNOS PSICÓTICOS
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TRASTORNOS COGNITIVOS
SUICIDIO
PROBLEMAS FAMILIARES
PROBLEMAS LABORALES
PROBLEMAS JUDICIALES
Conducción bajo los efectos del alcohol: se estima que una alcoho-
lemia de un 0,5g/l incrementa en un 38% el riesgo de accidentes y
niveles de 1g/l incrementarían el riesgo en un 50%.
85
cohol presentes en las distintas variedades de un mismo
tipo de alcohol (vinos, cervezas, etc.): un vaso de vino de
mesa (100 ml) representa una UBE, una caña de cerveza
(250 ml) representa una UBE, una copa de una bebida
destilada (30 ml) —vodka, ginebra, etc.— representa una
UBE. Una botella de vino convencional (750 ml con un
porcentaje de alcohol en torno al 12%) contiene unas
7-8 UBEs y una botella de una bebida destilada conven-
cional (700 ml con un porcentaje de alcohol en torno al
40%) contiene unas 28 UBEs.
En resumen, la UBE es un sistema rápido pero inexacto
para estandarizar los consumos de alcohol realizados por
una persona (el cálculo de los gramos de etanol es una
medida más exacta, aunque también difícil de obtener
a través de entrevistas con el paciente y sus familiares).
> 2.2.2. Detección a través de la Historia Clínica. La rea-
lización de una historia clínica exhaustiva ante cualquier
caso que acuda a consulta es una herramienta básica a
la hora de detectar una serie de complicaciones —signos
y síntomas— que pueden hacer sospechar al médico de
atención primaria o al especialista de la presencia de un
problema derivado de un consumo excesivo de alcohol.
Existen diversas estrategias para detectar el consu-
mo de alcohol abusivo o de riesgo, y estas técnicas se
pueden combinar. Es necesario recordar que la detec-
ción de pacientes con consumos de riesgo o abusivos no
implica realizar un diagnóstico, una evaluación o un plan
de tratamiento, esos son objetivos posteriores.
A la hora de explorar el consumo de alcohol del pa-
ciente, a través de la información que este y sus acompa-
ñantes proporcionan, se pueden emplear dos métodos:
• Cantidad/Frecuencia: se combinan dos tipos diferen-
tes de preguntas para saber qué cantidades de alco-
hol bebe el paciente y con qué periodicidad consume
esas cantidades de alcohol (bien en periodos fijos, el
último mes, o de forma habitual o «típica»).
8 6 | Alcohol
• Estimación de consumo diario: este método implica
la evaluación retrospectiva de los consumos diarios
de alcohol a través de un periodo específico de tiem-
po (una semana, noventa días o toda la vida).
Para aumentar la capacidad de detección se reco-
miendan las siguientes:
87
BUSCAR FUENTES ALTERNATIVAS DE INFORMACIÓN
A continuación se presentan:
HISTORIA FAMILIAR
HISTORIA PERSONAL
8 8 | Alcohol
3. TRATAMIENTO
En los últimos años estamos asistiendo a un cambio ra-
dical en el planteamiento de los trastornos por uso de
alcohol. La investigación creciente con la aparición de
nuevos fármacos, el cambio en los criterios diagnósticos
introducidos por el DSM-5, las nuevas políticas sanita-
rias globales de la OMS y la comunidad europea y la in-
troducción de nuevas tecnologías explican el momento
de cambio en el que nos encontramos.
A todo esto se suma la evolución en los paradigmas
de tratamiento donde el paciente deja de ser un sujeto
pasivo para pasar a ser un cliente y reclama una toma de
decisiones compartidas.
En el momento actual podemos diferenciar dos tipos
de abordaje:
• Tratamiento orientado a la abstinencia.
• Tratamiento orientado a la reducción del consumo.
El tratamiento del alcoholismo basado en la absti-
nencia consta de dos fases claramente diferenciadas: la
desintoxicación y la deshabituación.
El proceso de desintoxicación suele durar de 1 a 2 se-
manas, mientras que la deshabituación completa com-
prende un periodo de 5 años. Hay que tener en cuenta
que el éxito de ambos procesos dependerá de la buena
planificación del tratamiento y del abordaje multidisci-
plinar del paciente dependiente.
El tratamiento dirigido hacia la reducción del consu-
mo de alcohol combina los tratamientos de reducción
de daños, empleados en otras drogodependencias, y los
tratamientos de consumo controlado. El objetivo de la
reducción del consumo de alcohol es evitar o minimizar
el daño físico o psiquiátrico provocado por el consumo
de alcohol, preparando al paciente para una posible
abstinencia final, pero también contempla la posibilidad
89
de un consumo controlado o de bajo riesgo para pacien-
tes con consumos en forma de dipsomanía o binges que
no quieren o no precisan abstinencia.
Este nuevo paradigma terapéutico estará pues indi-
cado en pacientes que han realizado intentos infruc-
tuosos de abstinencia y que presentan complicaciones
orgánicas importantes, en pacientes poco motivados o
poco interesados en la abstinencia y en pacientes con
un bajo grado de dependencia.
La combinación de estudios poblacionales con el
consumo de alcohol per cápita de países europeos ha
permitido concluir que cualquier reducción de alcohol
a partir de 10 g/día de disminución provoca un decreci-
miento de la mortalidad anual y a largo plazo.
Se han empleado diferentes procedimientos tera-
péuticos, tanto farmacológicos como psicoterapéuticos
para reducir el consumo de alcohol. A nivel psicológico
hay que destacar las intervenciones breves y el aborda-
je motivacional con reducción gradual del consumo de
acuerdo con el paciente y evaluación periódica. A nivel
farmacológico se han utilizado los antagonistas opiáceos
y concretamente el nalmefeno, con buenos resultados.
3.1. Desintoxicación
El síndrome de abstinencia provocado por el cese o la
disminución de bebidas alcohólicas es un cuadro que
puede presentar los siguientes síntomas: desorientación,
alteraciones en la atención, sudoración, insomnio, ansie-
dad, temblor, taquicardia, síntomas gastrointestinales,
agitación, alteraciones en el contacto con los demás, alu-
cinaciones, ideas delirantes y crisis convulsivas. Su du-
ración media es de 48 horas tras el último consumo. La
causa de este cuadro es la regulación a la baja del Neuro-
transmisor GABA y al alta del Neurotransmisor Glutamato
que produce el consumo crónico y habitual de alcohol.
9 0 | Alcohol
La desintoxicación implica ayudar al paciente a supe-
rar el posible síndrome de abstinencia que le provoque
el abandono del consumo de bebidas alcohólicas. Para
muchos pacientes este ha sido un obstáculo insuperable
en aquellas ocasiones en que decidieron intentar aban-
donar el consumo de alcohol sin ayuda sanitaria.
La desintoxicación puede presentarse como una ur-
gencia médica o como un procedimiento programado y
consensuado entre médico y paciente.
La desintoxicación es una emergencia en los siguien-
tes casos: cuando se objetiva la presencia de algún sín-
toma o signo de abstinencia; cuando existe alguna con-
dición médica grave (ascitis, etc.); en el caso de patolo-
gía psiquiátrica o depresión, cuando el riesgo de suicidio
está incrementado; cuando existen trastornos familiares
o sociales importantes (maltratos, violencia, etc.).
La desintoxicación se realiza con cobertura farmaco-
lógica (para prevenir el síndrome de abstinencia), aun-
que en algunos casos basta con aislar al paciente del tó-
xico y esperar su completa eliminación, y no se requiere
tratamiento farmacológico alguno.
Se administra tratamiento farmacológico en la des-
intoxicación: a todos los pacientes que presenten algún
signo/síntoma de abstinencia; a los pacientes que be-
ben en ayunas, refieren temblores u otros signos matu-
tinos de abstinencia; a los pacientes que tienen antece-
dentes de haber presentado con anterioridad cuadros
de abstinencia.
Así mismo, es importante recordar que la aparición
del síndrome de abstinencia no se puede predecir con
exactitud al no existir aún ningún marcador biológico
fiable, por lo que muchos autores recomiendan el uso
de fármacos de forma preventiva en todas las desintoxi-
caciones.
Siempre y cuando el proceso de desintoxicación sea
supervisado de cerca por personal sanitario experimen-
91
tado, la desintoxicación ambulatoria debe ser la opción
para aquellos pacientes que presenten un cuadro de
abstinencia de leve a moderado.
Sin embargo, hay una serie de situaciones en las que
el paciente debe ser derivado a un servicio hospitalario
para realizar la desintoxicación:
9 2 | Alcohol
3.1.1. Tratamientos farmacológicos
para la desintoxicación
Cuando el consumo es inferior a 15 UBEs por día en va-
rones o a 10 UBEs por día en mujeres y el paciente no
informa de síntomas recientes o de consumos recientes
para inhibir el síndrome de abstinencia no suele ser ne-
cesaria la medicación.
En los bebedores que no consumen alcohol a diario
no suele ser necesaria la medicación a no ser que pre-
sentasen consumos superiores a 20 UBEs por día.
En pacientes que no hayan ingerido alcohol en las
últimas 72 horas y no presentan ningún signo o síntoma
de abstinencia (siempre descartando la ingesta de ben-
zodiacepinas o administración de anestésicos que pue-
den retrasar la aparición de la sintomatología) tampoco
suele ser necesario el tratamiento.
93
hólica, por ello la elección de una u otra BZD está
determinada por otros aspectos como:
- El diazepam (dosis recomendada entre 30-80 mg
por día, empezando con tres tomas al día) es
la BZD que más se asocia a consumos con fines
adictivos y a intoxicaciones más severas cuando
se mezcla con alcohol. Es preferible reservar esta
BZD para uso hospitalario, especialmente si hay
riesgo de crisis convulsivas.
- El clordiazepóxido (200-400 mg por día, empezan-
do con cuatro tomas al día) y el ketazolam (60-
90 mg por día, empezando con dos o tres tomas
al día) y el clorazepato dipotásico (15-200 mg por
día, empezando con cuatro tomas al día) alcan-
zan su concentración plasmática sanguínea más
lentamente, lo que retrasa y disminuye su efecto
psicoactivo y por ello el riesgo de abuso es menor.
Dado que las presentaciones del clordiazepóxido
son de baja dosis, se recomienda la utilización del
clorazepato dipotásico o del ketazolam en los tra-
tamientos ambulatorios.
- El lorazepam (3-15 mg por día, empezando por tres
tomas día) presenta una metabolización hepática
más rápida y que genera un metabolito inactivo,
por lo que es de elección en casos de insuficiencia
hepática y en personas de edad avanzada.
9 4 | Alcohol
recomienda en casos de insuficiencia hepática o para
personas de edad avanzada.
• Fármacos anticonvulsivantes.
- Gabapentina-Pregabalina: el mecanismo de ac-
ción exacto de este fármaco no se conoce, pero
se relaciona con un aumento de la acción del neu-
rotransmisor GABA; este efecto es el que, a nivel
teórico, apoya su uso en el síndrome de abstinen-
cia alcohólica. Diversos estudios abiertos (mono-
terapia) y un estudio controlado (combinada con
clometiazol) han demostrado su eficacia, a dosis
de al menos 1200 mg por día en tres tomas dia-
rias. Gabapentina presenta un muy bajo riesgo
de adicción, no produce alteraciones cognitivas,
y puede ser utilizado en pacientes con insuficien-
cia hepática o alteraciones hematológicas. Por su
mecanismo de acción análogo, aunque no hay es-
tudios que demuestren su eficacia, la pregabalina
también podría ser de utilidad. Carbamazepina y
oxcarbamazepina: la carbamazepina ha demostra-
do ser eficaz en el tratamiento de la abstinencia
alcohólica, tal vez a través de su efecto anti-kind-
ling implicado en los fenómenos biológicos que
hacen que cada nuevo episodio de abstinencia
sea más grave. La ausencia de potencial adictivo
y la escasa afectación que para su metabolismo
implica la disfunción hepática la convierte en una
opción terapéutica segura para los tratamientos
ambulatorios. Es necesario tener en cuenta que el
consumo de alcohol a grandes dosis inhibe el me-
tabolismo de la carbamazepina.
La oxcarbamazepina es un análogo de la car-
bamazepina que no presenta los problemas de
interacciones farmacológicas ni algunos de los
efectos secundarios que presenta la primera. Re-
quiere dosis un 50% superiores a la carbamazepi-
95
na para ser eficaz y, aunque no hay estudios que
demuestren su eficacia en el tratamiento del sín-
drome de abstinencia alcohólica, su mecanismo
de acción análogo al de la carbamazepina hace
suponer su eficacia.
- Ácido valproico: el ácido valproico ha demostrado
en varios estudios controlados ser un tratamiento
eficaz, en monoterapia o politerapia, para el tra-
tamiento del síndrome de abstinencia alcohólica,
en especial para casos graves (dosis de 500 mg
tres veces al día). Su efectividad en casos leves o
moderados no está demostrada.
3.2. Deshabituación
Una vez completada la desintoxicación el paciente entra
en la fase de deshabituación. Es el proceso de aprendi-
zaje por el que pasa el paciente cuando se enfrenta a
vivir sin alcohol. En esta fase, que debe ser controlada
por personal especializado, el paciente debe neutralizar
los mecanismos de la adicción para luego concentrarse
en prevenir las recaídas.
Durante las últimas dos décadas, se han hecho es-
fuerzos para desarrollar un menú de medicamentos para
97
dar a los pacientes y a los médicos más opciones tera-
péuticas, en la búsqueda de una terapia que sea eficaz y
que tenga efectos secundarios limitados. Hasta la fecha,
tres medicamentos han sido aprobados por la Food and
Drug Administration (FDA) de EE. UU. para el tratamien-
to de la dependencia del alcohol: el disulfiram, la nal-
trexona y el acamprosato. En la Unión Europea, además
de los mencionados previamente, el nalmefeno ha sido
aprobado para la reducción del consumo de alcohol en
pacientes adultos con dependencia del alcohol que pre-
sentan un nivel de consumo de alcohol de alto riesgo,
sin síntomas de abstinencia físicos y que no requieran
una desintoxicación inmediata. El oxibato sódico ha sido
aprobado para la prevención de recaídas en la depen-
dencia al alcohol.
9 8 | Alcohol
dosis puede elevarse a 100 mg por día. El tratamien-
to se programa para los primeros 3-6 meses, aunque
puede ser necesario prolongarlo hasta los 12 meses.
Antes de iniciar el tratamiento se recomienda un pe-
riodo de abstinencia de 5 a 7 días.
Existe una presentación inyectable de larga du-
ración no disponible en nuestro medio. Esta presen-
tación ha demostrado ser útil a la hora de reducir el
consumo de alcohol.
99
vado de alcohol al mes (de 23 a 10-11 días/mes) y en
la cantidad total de alcohol ingerida (de 102-113 a 43-
44 g/día). Extrapolando estos resultados, esto supo-
ne una reducción de 160 días por años sin consumo
excesivo de alcohol.
En los estudios, el nalmefeno (18 mg por compri-
mido) se tomó a demanda. Se instruyó a los pacientes
a que tomasen como máximo un comprimido cada
día que percibiesen un riesgo de consumir alcohol.
Preferiblemente, debían tomar el comprimido de 1 a
2 horas antes de la hora del consumo previsto.
1 0 0 | Alcohol
para con otros fármacos como las benzodiacepinas o
el clometiazol. Sin embargo, otras revisiones más re-
cientes sí avalan el uso de este tratamiento durante
la fase de desintoxicación en comparación con esos
fármacos, indicando un nivel de eficacia similar.
Cuando se evaluó su utilidad para prevenir recaí-
das o disminuir el craving, 50 mg de oxibato sódico
de forma aleatorizada tuvieron un efecto superior
que el del placebo en la prevención de recaídas en
alcohólicos desintoxicados con anterioridad durante
los primeros 3 meses de seguimiento. De forma glo-
bal se considera que su nivel de eficacia no es infe-
rior al de naltrexona o al de disulfiram en el manteni-
miento de la abstinencia.
La preocupación planteada sobre este tratamien-
to en relación con el riesgo de desarrollar adicción
y mal uso o abuso sugiere que el uso del mismo se
realice bajo estricta supervisión médica y con super-
visión familiar.
101
de pacientes tratados en Francia con acamprosato,
tres mil de ellos controlados en estudios clínicos, y
concluye que se ha podido demostrar con claridad la
eficacia clínica del acamprosato en: a) la prevención
de recaídas alcohólicas a medio y largo plazo; b) un
incremento en la adhesión al tratamiento de los pa-
cientes tratados con acamprosato; y c) una posible
reducción del craving para el alcohol. Se ha realizado
también un estudio multicéntrico en nuestro país, el
estudio ADISA, con resultados igualmente positivos.
Este estudio demostró, con una muestra de 288 pa-
cientes y un seguimiento de 6 meses, que 1998 mg/
día de acamprosato fue más eficaz que placebo para
mantener la abstinencia en pacientes alcoholdepen-
dientes. El análisis de supervivencia basado en la
abstinencia durante todo el estudio obtuvo un por-
centaje de éxito del 35 % en pacientes tratados con
acamprosato comparado con un 26 % en placebo.
No debe ser administrado a personas con insufi-
ciencia renal o fallo hepático grave, o a mujeres em-
barazadas o en lactancia.
1 0 2 | Alcohol
cardiaco, enfermedad coronaria, insuficiencia hepá-
tica o renal, insuficiencia respiratoria, hipertensión,
diabetes o epilepsia.
Cuando al paciente se le receta el fármaco, la de-
cisión de beber o no solo se toma una vez al día (en
el momento en que se decide tomar o no tomar el
fármaco). Si lo toma sabe que experimentará la re-
acción negativa y eso le ayuda a resistir en posibles
situaciones en que desee beber alcohol. Se trata de
un proceso en el que se va produciendo un apren-
dizaje secundario. Dado que el efecto inhibidor del
disulfiram se prolonga durante siete días, es posible
realizar una pauta en la que el fármaco solo se tome
dos veces por semana.
Disulfiram ha demostrado ser eficaz en situacio-
nes en que el fármaco se ha utilizado con pacientes
motivados dentro de un programa terapéutico con
supervisión. En un meta-análisis reciente se confir-
ma la eficacia del disulfiram en programa terapéutico
con supervisión.
Existe otro fármaco, la cianamida cálcica, que
también inhibe la aldehido deshidrogenasa. La dosis
terapéutica es de 50 mg cada 12 horas. La inhibición
es máxima a las 2 horas y desaparece al cabo de 24
horas. Sus efectos secundarios son menores que los
del disulfiram, pero apenas se han realizado estudios
que demuestren su eficacia frente a placebo o frente
a disulfiram.
• Fármacos anticonvulsivantes
- Carbamazepina y oxcarbamazepina: la carba-
mazepina ha demostrado ser eficaz en la fase de
deshabituación en un estudio controlado, aunque
con solo 29 participantes, por lo que no se pue-
den sacar conclusiones. Por otro lado, oxcarbaze-
pina se ha comparado con naltrexona y acampro-
sato indicando que a dosis elevadas (1500-1800
mg/día) es por lo menos tan eficaz en la desha-
bituación como los otros fármacos. Nuevamente
el número de participantes en estos estudios era
demasiado bajo para sacar conclusiones.
- Ácido valproico: el ácido valproico ha demostrado
ser eficaz en la fase de deshabituación en un es-
tudio controlado. También existen otros estudios
que sugieren su eficacia como agente deshabitua-
dor en pacientes bipolares. De nuevo, los partici-
pantes en estos estudios eran pocos para sacar
conclusiones.
1 0 4 | Alcohol
- Topiramato: el topiramato, un agente progabaér-
gico y antiglutamatérgico, es el anticonvulsivan-
te con datos más sólidos sobre su eficacia en la
fase de deshabituación, con dos estudios con-
trolados y varios estudios clínicos. En los ensa-
yos clínicos ha demostrado seguridad y eficacia
en la reducción tanto del craving y los síntomas
de abstinencia como en el aumento de la calidad
de vida entre personas dependientes del alcohol.
Otro estudio apoya su eficacia en la prevención
de la recaída del alcoholismo, donde se obtuvo
una superioridad del topiramato en comparación
con la naltrexona, pero esto debe ser verificado
en futuras investigaciones con muestras de mayor
tamaño.
- Pregabalina-Gabapentina: regabalina ha demos-
trado ser tan eficaz como naltrexona en la des-
habituación alcohólica a dosis de 150-450 mg/día
en un pequeño estudio controlado. Es bien tolera-
da, siendo las quejas cognitivas y la sedación sus
principales efectos secundarios. Por su analogía
en el efecto, es posible que la gabapentina tam-
bién sea eficaz a dosis altas.
- Lamotrigina: en pacientes bipolares con depen-
dencia al alcohol se ha realizado un pequeño
estudio abierto que indica la posible eficacia de
lamotrigina en la deshabituación alcohólica de
pacientes bipolares.
105
aripiprazol, bromocriptina), si bien la evidencia es es-
casa, por lo que su uso rutinario no está indicado.
• Baclofeno. El agonista del receptor GABA B ha demos-
trado ser eficaz para reducir el craving y promover la
abstinencia en pacientes con dependencia al alcohol
a dosis de 30 mg por día en dos estudios controla-
dos. El baclofeno también mostró seguridad y buena
tolerabilidad, incluso en pacientes dependientes del
alcohol con enfermedad hepática avanzada.
El número de estudios controlados con baclofeno
en trastorno por uso de alcohol es todavía bajo, y sus
resultados son divergentes.Por el momento, su admi-
nistración puede ser sugerida, como uso compasivo
al no tener la indicación, en pacientes con múltiples
recaídas que no responden a otros fármacos aproba-
dos o que están afectados por enfermedades hepá-
ticas que impiden la administración de otro tipo de
fármacos.
1 0 6 | Alcohol
- Estos dos hechos unidos a los efectos reforzantes
del consumo de alcohol y a que los pacientes no
suelen atribuir a la medicación ningún papel en
el mantenimiento de la abstinencia complican la
adherencia al tratamiento. Por esto el uso de es-
tos fármacos debe realizarse en el contexto de un
programa psicoterapéutico que garantice la adhe-
rencia.
107
municar cuanto antes los consumos que pueda tener
para evitar el descontrol y encontrar estrategias que
le ayuden a mantener la abstinencia.
Siempre que sea posible se debe aconsejar al pa-
ciente que venga acompañado por un familiar a las
visitas, de esta forma se obtendrá una información
más objetiva de la situación y se podrá empezar a va-
lorar si el soporte familiar es adecuado o si se debe
ofrecer también un espacio donde el familiar pueda
obtener información y apoyo para poder acompa-
ñar al paciente en el proceso de deshabituación. Las
entrevistas familiares pueden hacerse para obtener
más información de la que ofrece el propio paciente
y también para evaluar la dinámica familiar y el es-
tado de «salud» de la familia. Es importante tener
informado siempre al paciente de estas entrevistas y,
en general, es conveniente incluirlo en ellas.
Una actitud colaboradora y optimista suele ani-
mar al paciente a creer en sus propias capacidades
para establecer cambios en sus consumos y elegir las
estrategias más eficaces, que le puedan ser de utili-
dad y a su vez que sean realistas.
Hay que precisar que las revisiones indican que
las modalidades psicoterapéuticas basadas en la En-
trevista Motivacional y en la Terapia Cognitivo Con-
ductual son las que reúnen más evidencia científica
en la actualidad. El tamaño del efecto oscila en los
estudios de leve a moderado, sin que ninguna inter-
vención haya demostrado claramente ser superior a
las demás, en general o para algún subgrupo de pa-
cientes en particular. Es necesario recordar que los
estudios que a continuación se mencionan fueron
realizados en dispositivos que garantizaban la for-
mación y el entrenamiento de sus terapeutas. Este es
un aspecto fundamental en las intervenciones psico-
sociales, se estima que entre un 10% y un 50% de la
1 0 8 | Alcohol
magnitud de la respuesta al tratamiento está media-
do por el terapeuta.
109
- Entrenamiento para enfrentarse a los deseos de beber
y a la presión social pro-consumo de alcohol.
Este modelo ha sido objeto de numerosas in-
vestigaciones controladas en las que ha demostra-
do su eficacia.
1 1 0 | Alcohol
situaciones sociales en las que estímulos concretos
desencadenan el deseo de consumir alcohol. Nume-
rosos estudios controlados y meta-análisis avalan la
efectividad de esta intervención. Además, esta inter-
vención ha demostrado mejorar sus resultados cuan-
do se combina con fármacos como la naltrexona y el
acamprosato, aunque no todos los estudios han sido
capaces de replicar esos hallazgos.
111
ceso de desintoxicación, si esta se hace en medio hos-
pitalario, como en el proceso de deshabituación. Así
mismo va a ser importante incluir a la familia en el
proceso terapéutico ya que esta ha visto alterada la
dinámica familiar y a su vez está también afectada y
con falta de estrategias para ayudar al enfermo.
Son muchos los enfoques terapéuticos que abor-
dan los problemas de las adicciones en terapia de
grupo: cognitivo conductual, motivacional, preven-
ción de recaídas, grupo-analítico, etc. Todos ellos con
un objetivo común, ofrecer un espacio compartido
donde el paciente encuentre las estrategias que me-
jor se adapten a su situación personal.
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
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of baclofen in substance use disorders: a systematic
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