Ahuac

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Arwaturo es un sitio arqueológico ubicado en el distrito de Ahuac , en la provincia

de Chupaca (Junín), en el Perú. Arwaturo: proviene de dos palabras quechuas que


significa "hueso quemado".

Su arquitectura atractiva se extiende hasta 3 kilómetros, formado de rústicas


piedras y barro, compuesto por un total de 27 construcciones, llamadas colcas y
eran utilizadas para los depósitos de alimentos, que eran un lugar especial donde
los guardaban como ofrendas para el Inca.

Además según cuentan historiadores reconocidos como Aquilino Castro, los


alimentos que se guardaban en estas colcas tenían que estar orientadas de sur a
norte con el propósito de recibir los rayos del sol para mantener secos y frescos
los alimentos almacenados.

Continuando con la descripción de este impresionante sitio arqueológico


"Arwaturo" son 16 colcas de forma cuadrangular, que además forman parte de las
viviendas de los antiguos pobladores que son circulares distribuidas como si
rodearan algo.

Para conocer Arwaturo, un lugar lleno de historia y cultura se tiene que subir 360
gradas de escalera de piedra, desde donde se puede divisar el hermoso Valle del
Mantaro así como el nevado del Huaytapallana debido a que se encuentra a una
altitud de 3,495 m.s.n.m.

Como un motivo más para conocer este modesto lugar, pero hermoso por su
impresionante paisaje natural llamado así por sus pobladores también se puede
apreciar la Laguna de Ñahuinpuquio, ambos atractivos ubicados en el distrito de
Ahuac, provincia de Chupaca.

Un lugar de paz y armonía para pasar un inolvidable fin de semana en familia.


En esta oportunidad compartiré algunas referencias y recuerdos de mi visita a Ahuac, con tilde o
acento diacrítico en la primera “a”. Es un distrito de la provincia de Chupaca, en el departamento
de Junín. El distrito fue creado mediante Ley del 14 de noviembre de 1905.

Este distrito se encuentra a 16 km aproximadamente de la ciudad de Huancayo, capital del


departamento de Junín. Con la finalidad de llegar hasta nuestro destino Junto a mi hermano Carlos
abordamos un carro de transporte rural que nos trasladara en primer lugar a Chupaca, una
provincia del departamento de Junín

Siempre que realizo estos viajes y traslados prefiero hacerlos tal como lo hace cualquier poblador
común. Aparte de que son económicos me permiten comprender y entender las idiosincrasias de
la gente, algunas costumbres y apreciar lentamente los paisajes de las rutas, cuando se alquila un
auto generalmente el viaje lo hacen raudamente. Entre las desventajas podría mencionar el
tiempo y en algunas oportunidades la incomodidad. Si no hay tiempo nunca se hará un buen viaje.

Después de recorrer 11 km llegamos a Chupaca en donde abordamos inmediatamente un auto


que nos trasladó 5 km más hasta Ahuac, distrito localizado a 3,275 msnm. El clima era estupendo,
con un cielo despejado color azul que permitía el paso directo de los rayos solares sobre mi
cuerpo, de tal manera que no tenía ninguna sensación de frio por la altura.

La plaza principal es de regular tamaño con grandes espacios para caminar o pasear y jardines con
pequeños y medianos arbustos y flores de colores. En la parte central luce una pileta inconclusa.

Como muchas veces lo he visto en varios pueblos del Valle del Mantaro, la gente celebra
acontecimientos bailando en las calles. Por ejemplo era un poco más de media día y un grupo
familiar bailaba en la misma plaza con los novios recién casados. Las primeras veces cuando
viajaba y veía estos festejos me sorprendía, como costeño no entendía bien las costumbres de la
sierra. Hoy con tantos viajes realizados ver esta escena es algo normal.

En una de las calles principales del perímetro de la plaza principal se encuentra la iglesia y el local
municipal. Este último es una moderna construcción de tres pisos con grandes ventanales de
colores que colinda con la modesta construcción de la iglesia. Particularmente en otras
narraciones ya he comentado mi desagrado por este tipo de construcciones, le dicen modernidad,
a mi lo que me parece es copia de construcciones costeñas. Se puede tener modernidad pero sin
perder la esencia ni la estética tradicional de los pueblos de la sierra. Por ejemplo por que no se
hace una construcción moderna, de material noble con sus techos a dos aguas llenas de tejas
rojas, con balcones de madera y con ventanas normales. En la sierra siempre llueve por eso las
construcciones terminan en techos a dos aguas para que el agua de la lluvia pueda discurrir hacía
abajo. Pero bueno, solo es un comentario muy personal y como dice un dicho muy popular: “Sobre
dichos y colores no han escrito los autores”. Lo importante es que los ahuaquinos se sientan
contentos con las obras que desarrollan sus autoridades.

Los objetivos de este viaje eran dos, el primero conocer el Complejo Arqueológico de Arwaturo y
el segundo conocer la Laguna de Ñahuimpuquio. Un auto nos acercó lo más que pudo, unos 2
kilómetros más desde la plaza principal y desde allí comenzamos a caminar siguiendo las
indicaciones del chofer y los pobladores. No hay error a confusión o perderse, pues solo hay que
caminar con dirección al cerro Arwaturo y encontrar el camino de ascenso.

Finalmente encontramos el camino del ascenso e iniciamos la subida conjuntamente con mi


hermano Carlos.

El camino de subida es un empedrado que poco a poco, paso a paso nos permite ir escalando
hacía la cima del cerro. Una vez en el camino lo único que hay que hacer es subir y subir, de
preferencia con paso firme y sin apuros para evitar una fatiga excesiva.

El sendero estaba señalado por pequeños montículos de piedras que en forma ordenada van
delimitando el camino simulando pequeñas paredes, las cuales nos servían para sentarnos y
descansar de la fatiga que significaba subir. Recién en la mañana habíamos llegado a Huancayo y
estábamos en proceso de adaptación, por eso nos cansábamos más rápidamente de lo normal.

Pero el camino era hermoso y valía la pena no solo sentarse para descansar sino para disfrutar de
la belleza del paisaje y de la vista que se tenía desde las alturas. Los flores de color amarillo intenso
de las retamas llenaban de vida y colorido el entorno. Era importante y necesario parar y disfrutar
del momento, gravando en nuestra mente las imágenes y sensaciones que sentía en aquellos
instantes.

Después de aproximadamente 40 minutos de caminata llegamos a la cima del cerro donde se


encuentra estos restos arqueológicos. Allí había un pequeño letrero que explicaba el significado
del nombre Arwaturo. Según el cartel es la unión de dos vocablos quechuas que son: “arwa” que
significa “quemado” y de “turo” que significa “hueso”. Uniendo ambos vocablos sería algo así
como “hueso quemado”.

El complejo está compuesto por restos de edificaciones cuadrangulares llamadas colcas que
utilizaron los antiguos peruanos para guardar sus alimentos, especialmente los granos. En este
lugar se hallan 16 construcciones de este tipo en diferentes estados de conservación.

También se hallan construcciones circulares que según los pocos estudios realizados se cree
fueron las viviendas de los pobladores Huancas que se asentaron en este lugar entre los años
1,200 a 1,450 AC.

La cima prácticamente es una loma con una extensión ligeramente plana en donde se encuentran
las construcciones, a una altura aproximada de 3,460 msnm

Claramente se observa la perpendicularidad casi perfecta de las construcciones con una ligera
inclinación hacia el centro. Las paredes fueron construidas con piedras sobre piedras de regular
tamaño, a modo de los ladrillos actuales, todas ellas unidas con barro.

Pasando por entre los espacios que separan a cada una de las colcas podemos apreciar el otro lado
de la colina.

Y desde aquí hay una vista espectacular de una parte del Valle del Mantaro, con las huellas de las
parcelas de terrenos que esperan la época de lluvias para llenarse de verde. En el horizonte se
aprecia claramente los picos nevados del Huaytapallana, con la blancura de su nieve invitándonos
o retándonos a subir nuevamente
Mientras se va ascendiendo hasta la cima, volteando la mirada se tiene una vista maravillosa de la
Laguna Ñahuimpuquio. El origen del nombre deriva de dos vocablos quechuas, “ñahui” que
significa ojo y “puquio” que significa agua algo así como ojo de agua. A la distancia se ve un espejo
de agua de forma triangular reflejando el azul del cielo en una extensión aproximada de 7
hectáreas.

Después de visitar las ruinas iniciamos el descenso y nos acercamos a la laguna para conocerla de
cerca. Muchos años atrás pude estar en la laguna con mi familia y era un lugar solitario, hoy se ha
convertido en un lugar turístico, con varios recreos donde se expende la rica comida huancaína,
con lugares que ofrecen paseos en botes y pesca deportiva. Y para los que no desean entrar al
agua pueden optar por hacer paseos por los alrededores de la laguna montados sobre caballos.

En sus aguas viven las truchas, peces muy cotizados en el Valle del Mantaro; también se observa
sobre sus aguas gran cantidad de patos silvestres, gaviotas y gallaretas. En las orillas crece de
forma natural la totora y la pulichampa, una mezcla de tierra húmeda y hierba que al pararse
sobre ella parece como si se moviera el pis

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