Guia S.O.S Contra El Grooming (Para Docentes y Padres)
Guia S.O.S Contra El Grooming (Para Docentes y Padres)
Guia S.O.S Contra El Grooming (Para Docentes y Padres)
contra el
Grooming
Padres y educadores
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN 4
2. DEFINICIÓN 5
3. CÓMO SE MANIFIESTA 6
4. QUÉ HACER 8
Las nuevas tecnologías han supuesto un paso adelante gigantesco en la mejora del acceso
a la información, en el aumento de las relaciones interpersonales, en la multiplicación de
canales para disfrutar de productos y servicios, etc. Así, en los últimos años se pueden
hacer con más facilidad compras a través de la Red, se puede recuperar el contacto con
antiguos amigos del colegio o se puede jugar una partida de póker con una persona que
está en Canadá.
Pero al igual que ocurre en otros ámbitos de la vida, Internet hay que saber cómo utilizarlo
porque su mal uso puede provocar situaciones de riesgo tanto para adultos como para
menores. En este último caso, de forma más dolorosa por tratarse de personas que, en la
mayoría de las ocasiones, aún no tienen las armas psicológicas, los conocimientos
suficientes o los recursos necesarios para defenderse y actuar ante una situación
comprometida.
En el caso del acoso sexual a menores por parte de adultos, o grooming, la llegada de los
menores a Internet y su presencia en programas de mensajería instantánea, redes sociales,
juegos online, etc. ha trasladado el acoso presencial también a la vida virtual. Por esta razón
hay que multiplicar las precauciones no sólo para que el menor haga un buen uso de la red,
sino también para que aprende a determinar con qué personas tiene que relacionarse a
través de estos medios y cómo no llevar a cabo acciones como concertar citas con extraños
en la vida real o al menos no hacerlo sin la presencia de un adulto.
Así, se hace necesaria la publicación de una guía de primeros auxilios que ayude a los
padres y educadores a conocer qué es el grooming, cómo detectarlo, cuáles son los pasos
para denunciarlo y todos los agentes que están dispuestos a colaborar para ello. Además es
de gran importancia que también conozcan las formas de prevención y de educación que es
imprescindible poner en marcha en el momento en el que los menores entran en contacto
con la tecnología.
Esperamos que esta guía les sea de ayuda, pero, sobre todo, que no necesiten ponerla en
práctica.
El grooming se define como el acoso o acercamiento a un menor ejercido por un adulto con
fines sexuales. Concretamente, se refiere a acciones realizadas deliberadamente para
establecer una relación y un control emocional sobre un niño o niña con el fin de preparar el
terreno para el abuso sexual del menor, incluyéndose en este desde el contacto físico hasta
las relaciones virtuales y la obtención de pornografía infantil.
Se caracteriza por:
- Inicio de una relación. Hace referencia a la toma de contacto con el menor de edad
para conocer sus gustos, preferencias y crear una relación con el objeto de alcanzar
la confianza del posible afectado.
- Inicio de una supuesta amistad. La fase de formación de una amistad incluye con
frecuencia confesiones personales e íntimas entre el menor y el acosador. De esta
forma se consolida la confianza obtenida del menor y se profundiza en información
sobre su vida, sus gustos y sus costumbres.
En el grooming se determinan, además, una serie de fases por las que el adulto consigue
hacerse con la confianza del menor y consumar el abuso:
- Sexo virtual: con la amistad conseguida, el acosador puede llegar a conseguir, que el
menor le envíe alguna fotografía comprometida, logrando que encienda la webcam o
que pose desnudo, total o parcialmente.
- Abuso y agresiones sexuales: ante las amenazas del acosador el menor accede a
sus exigencias, pudiendo llegar a contactar físicamente y mantener relaciones.
En la mayoría de los casos, el menor no informa a sus padres o educadores de que está
sufriendo una situación de estas características. Por ello, se hace necesario conocer la
forma en que este problema puede ponerse de manifiesto en el menor, destacando
diferentes aspectos.
o Cambios de humor.
En los casos de grooming los especialistas recomiendan la denuncia de los hechos de forma
inmediata, ya que en este tipo de delitos no cabe valoración alguna de los intereses en
juego, dada la posición de superioridad mental del agresor sobre la víctima y la potencial
capacidad del agresor para atentar a su vez contra otros menores.
A pesar de ello, en estos casos, ante la “vergüenza” que pueda sentir el menor por los
hechos que le han sucedido, puede haber acciones intermedias o menos contundentes y
que pueden suponer resultados satisfactorios para la víctima, como puede ser la aportación
anónima de datos y alertas a través de las páginas web de la Policía Nacional, la Guardia
Civil o las policías autonómicas. En estos canales el trámite se limita a rellenar unos
formularios de contacto anónimos, si bien se procura que se facilite al menos una dirección
de correo electrónico para que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad se pongan en contacto,
en el caso de que el afectado lo permita.
Una tercera vía de actuación es acudir a las asociaciones, entidades y ONG’s que tienen
como objetivo la protección de los menores o la lucha contra el ciberacoso. Estas dos
últimas vías consisten en facilitar información, no son mecanismos de denuncia formal.
En el caso de los menores, la denuncia formal la tienen que interponer en su nombre las
personas legitimadas para ello, que son los padres, los representantes legales del menor o
el Ministerio Fiscal en caso de ser alertado por otras personas (incluido el menor). Así, en el
caso de que un profesor u otra persona llegase a detectar una situación de estas
características debería ponerse en contacto con los padres o responsables del menor para
que actúen en consecuencia, o en caso de ser necesario informar a las autoridades.
En todo caso hay que evitar que el menor se sienta culpable por la situación y se debe
mostrar la plena disposición de los adultos a ayudarle a resolver el problema.
Es necesario remarcar que en determinados casos las pruebas que puedan aportar las
víctimas y los demás implicados no necesariamente cuentan con validez judicial, ya que no
existe evidencia de su veracidad o de su procedencia. Entre estos casos se puede señalar
por ejemplo las capturas de pantalla o la recepción de mensajes. En estos casos las
pruebas con validez judicial son aquellas que puedan facilitar las empresas proveedoras de
servicios, como por ejemplo los operadores telefónicos o las empresas que gestionan las
redes sociales.
A pesar de ello, las evidencias aportadas por los implicados son de especial relevancia para
fundar las sospechas que lleven a la intervención y concretar las comunicaciones mediante
las que se ha podido incurrir en un delito, de modo que los investigadores puedan realizar su
trabajo con mayor precisión y en menor tiempo.