Ensayo - Experiencia Chilena - Albano Constanza.

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 8

MATERIA: Filosofía de la Educación 2019

TITULO: Experiencia Chilena

AUTOR: Constanza Albano

EMAIL: Albanoconstanza@gmail.com

Antes de comenzar a esbozar algunas ideas acerca de los tópicos que Honneth señala, resulta
pertinente hacer algunas precisiones sobre el contexto histórico en el cual él se posiciona,
señalando los que son a mí entender, puntos de inflexión en la historia de la educación pública
chilena.

En el proceso de constitución del Estado chileno, fue explícita la preocupación y el esfuerzo


por incorporar la educación como un derecho y desarrollarla como institución pública de
carácter nacional. Pero esta responsabilidad del Estado, fue alterada por el golpe militar de
septiembre de 1973, liderado por Pinochet, gobierno de corte neoliberal, concepción que va a
cuestionar la legitimidad y eficiencia de los derechos sociales que este Estado propugnaba y
ejecutaba a través de políticas sociales.

A partir de la Constitución impuesta en 1980, se transforma profundamente el rol del


Estado. En esta Constitución, la educación deja de ser una función primordial del Estado, son
los padres quienes tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos. Corresponde al Estado
otorgar especial protección al ejercicio de este derecho y a la libertad de enseñanza. Entre los
derechos protegidos, no está la educación en esta Constitución -que salvo pequeñas
modificaciones, rige hasta el día de hoy, bajo el concepto de Estado subsidiario-. Se cambian
los principios de organización y de gestión de la educación chilena, iniciándose un proceso de
municipalización y privatización del sistema educativo, que significó tanto el traspaso de la
propiedad y de la administración de los establecimientos que dependían del Ministerio de
Educación a los 345 municipios del país, como la creación de mecanismos administrativos para
facilitar la apertura de escuelas por parte de privados. Una hipótesis para explicar estas
medidas descentralizadoras sería que el Estado, en tiempos de debilidad para imponer
normas, se ve forzado a recurrir al discurso de la “autonomía” para justificar su gobierno de la
educación. Ante los problemas de legitimación de la intervención centralista del Estado en
educación, la descentralización podía desempeñar el papel de un instrumento atractivo tanto
para la gestión de conflictos como para obtener una legitimación compensatoria. La paradoja
fundamental del Estado moderno estaría en que, para mantener el control, adopta estrategias
centralizadas que le hacen perder la legitimidad y, para incrementar o compensar la falta de
legitimidad, tiene que adoptar medidas descentralizadoras que le hacen perder el control
efectivo. La autonomía se emplea como un dispositivo de “compensación” de esa crisis de
legitimidad del Estado moderno.

Continuando con lo que venía planteando, otras medidas empleadas fueron el


establecimiento de un nuevo sistema de financiamiento, vía subvención a la demanda
(vouchers) a través del cual el Estado entrega recursos a los establecimientos según la
capacidad de captar matrícula. La subvención que se proporciona es del mismo monto para el
sector público municipal que para el particular subvencionado, que no está obligado a utilizar
todos los recursos que percibe para el servicio educativo, ni tiene regulación alguna. Este
mecanismo de subsidio a la demanda fomentaría la competencia entre los establecimientos,
ya que al tener la familia libertad para elegir el lugar donde educar a sus hijos, ésta tendería a
controlar el servicio educativo, lo que redundaría en mejor calidad de matrícula. La libre
elección por parte de los padres permitiría liberar a los estudiantes, en especial, a los
provenientes de grupos sociales marginados de lo que es diagnosticado como escuelas
públicas en decadencia. Se produce una ruptura entre las funciones estatales de
financiamiento y provisión, se conocen como experiencias de cuasi mercado, ya que combinan
aspectos de un sistema intervencionista con un sistema de mercado absoluto. “A la escuela se
le asigna una tarea reducida “sólo inculcar al alumnado un “mínimo civil”, se debe dejar en
manos de los padres mediante cheques formativos la elección del carácter de la enseñanza
escolar en lo que respecta a la visión del mundo” sostiene Honneth.

Me pregunto si estas experiencias educativas que se producen en Chile pueden ser


consideradas de educación pública, entendiendo que la concepción de escuela pública que
subyace a estos discursos opera un cambio en el significado de este término respecto a cómo
se lo entendía tradicionalmente en el imaginario acerca de la educación en el país, en el cual lo
público se asociaba a lo estatal en términos del interés común en el marco del proyecto de
conformación del Estado nacional. Tomando una cita del texto de Velasco JC, al momento en
que se refiere al neoliberalismo, sostiene “lo característico de nuestras sociedades es la casi
práctica desaparición de la esfera pública: ha quedado absorbida, por un lado, por el Estado,
hasta el punto de que lo público termina por confundirse con lo estatal, y por otro, por lo
privado, de tal modo que bajo este rotulo se incluye sin más aquello que no encaja en la órbita
público-estatal” (Velasco, 2013, p. 148). Estas experiencias cuestionarían ese planteamiento ya
que plantean la existencia de un espacio púbico no estatal localizado entre el Estado y el
mercado, se abre un espacio- antes inexistente- a la participación de la sociedad civil,
estaríamos frente a organizaciones públicas de carácter no estatal. En ellas lo público estaría
dado por la gratuidad (garantizada por el financiamiento estatal) y la no existencia de
restricciones formales para el acceso, aspectos que estos discursos tienen en común con el
imaginario tradicional de la escuela pública. Sin embargo, los propulsores de estas experiencias
de auto gestión argumentan que representan una mayor expresión de lo público, ya que al
estar estas menos reguladas por el estado, tienen mayor flexibilidad para adaptarse a la
diversidad del alumnado y responder a las demandas de la comunidad, al establecer un vínculo
más fluido con ella.

Volviendo a la contextualización, antes de finalizar su gobierno, Pinochet sanciona una ley


LOCE (Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza), promulgada en el año 1990.

Al término de la dictadura, Chile se encontraba con un sistema educativo mixto, en el que la


educación municipal cubría más del 70% de la matrícula y la educación particular
subvencionada casi el 30% con graves problemas de inequidad y calidad.

Analizando la legislación, la LOCE en su artículo 2°, señala “la educación es un derecho de


todas las personas. Corresponde, preferentemente, a los padres de familia el derecho y el
deber de educar a sus hijos; al Estado, el deber de otorgar especial protección al ejercicio de
este derecho: y, en general, a la comunidad, el deber de contribuir al desarrollo y
perfeccionamiento de la educación”, en continuidad con lo que se establecía en la
Constitución. Esta ley, rige hasta el año 2009, año en el que se sanciona otra, que la deroga y
reemplaza, la LGE (Ley General de Educación), que nace como una respuesta a las masivas
protestas escolares, llevadas a cabo en el marco del gobierno de Michelle Bachelet, a lo largo
de todo el país en abril de 2006. A pesar de la Ley, la estructura del sistema se mantiene
inalterada. Ésta sigue supeditando el derecho a la educación a la libertad de enseñanza y de
empresa y consagra el lucro y la selección, manteniendo un sistema educativo que privilegia a
los administradores privados. Ciertos artículos del documento, me permiten argumentar esta
idea. El artículo 4° señala “El sistema de educación será de naturaleza mixta, incluyendo una de
propiedad y administración del Estado o sus órganos, y otra particular, sea ésta subvencionada
o pagada, asegurándole a los padres y apoderados la libertad de elegir el establecimiento
educativo para sus hijos”. “Es deber del Estado resguardar los derechos de los padres y
alumnos, cualquiera sea la dependencia del establecimiento que elijan”. El artículo 8° señala
“el estado tiene el deber de resguardar la libertad de enseñanza”. “Los padres tienen el
derecho de escoger el establecimiento de enseñanza para sus hijos”. “La libertad de enseñanza
incluye el derecho de abrir, organizar y mantener establecimientos educacionales”. Entiende a
la educación en los mismos términos que su antecesora- ya que en el artículo 4° mantiene lo
expuesto en la LOCE respecto a los derechos y deberes “la educación es un derecho de todas
las personas. Corresponde, preferentemente, a los padres de familia el derecho y el deber de
educar a sus hijos; al Estado, el deber de otorgar especial protección al ejercicio de este
derecho: y, en general, a la comunidad, el deber de contribuir al desarrollo y perfeccionamiento
de la educación”.

La educación debiera ser un derecho pero aquí se ha transformado en una mercancía, están
en juego enormes intereses empresariales. Así se entiende el descontento social, las revueltas
estudiantiles chilenas, producidas en el año 2006. Son entendidas por Honneth como
“expresión de una virtud democrática y de un ethos democrático de las jóvenes generaciones ”,
ya que cómo sostendría Habermas son “precisamente los grupos y movimientos sociales
relativamente marginales, en el sentido de escasamente institucionalizados, los que mejor
pueden ejercer la función de una opinión crítica que actúe como vigilante del desarrollo
efectivo de los principios democráticos”.

Las revueltas consistieron en un estallido social que encabezaron los estudiantes de la


“revolución pinguina”, donde denunciaban el fuerte peligro de comercializar la educación y
dejarla a merced del Estado. Utilizando una expresión de Habermas las entiendo como
experiencias de desobediencia civil, es decir, “la ejecución de actos contrarios a la legalidad
vigente, de carácter no violento, cometidos para influir directamente en la opinión pública-
sobre las que se ejerce una presión moral- y de esta manera lograr que se modifiquen ciertas
leyes o decisiones gubernativas”. Justamente, en aquellas revueltas se exigía la derogación de
la ley LOCE y el reemplazo por una nueva, fin que se logró. La actitud de los actores que
ejecutan una desobediencia civil denota un radical compromiso cívico expresa el autor. “En
una sociedad en donde la opinión se encuentra dirigida (y, con reiterada asiduidad, también
manipulada) por la mass media, la protesta de una conciencia disidente, organizada en
movimiento social, es un importante factor de movilización que puede culminar en la
elaboración o en la reforma de una norma jurídica, así como en el cambio de línea de una
cierta política gubernativa” (Velasco, 2013, p. 164. La desobediencia civil surge y adquiere
especial legitimidad precisamente cuando los canales habituales para conseguir cambios se
encuentran obturados, en este sentido, un dato no menor fue que los medios ocultaban lo que
estaba ocurriendo, no fueron un recurso para visibilizar los reclamos. Sostiene Habermas se
deben “engrasar los canales de comunicación entre una ciudadanía crítica y el sistema político
resulta algo indispensable para poder mejorar la calidad de las respuestas que las instituciones
democráticas puedan dar a los cambios y demandas sociales”, algo que no ocurrió en el año
2007, año en el que el autor Honneth habla, y en el que está en proceso de debate la sanción
de esta nueva Ley. En ese entonces se convoca a los distintos actores educativos (profesores,
estudiantes, etc) se escuchan sus reclamos, pero no se los concibe al momento de redacción
del documento final. A raíz de esto, los actores exclamaban que la nueva Ley era una
continuidad de la sancionada por la dictadura. Entonces, ¿podríamos hablar de emancipación?
Entendiendo que ésta se alcanza por ejemplo cuando se logra modificar la legislación que rige,
cosa que ocurrió, pero no basta con la simple modificación. Esta tiene que dar cuenta de
ampliación de derechos y de horizontes de experiencias formativas y democráticas, ausentes
en esta nueva Ley.

Las medidas que se han implementado responden a lógicas mercantiles -no se ha derribado
el modelo educativo instalado en la dictadura-, continua el modelo neoliberal que elimina la
dimensión pública de la vida social, ya que la privatiza. Esa es la huella neoliberal que aún
persiste ya que hoy en día Chile cuenta con un sistema educativo absolutamente
mercantilizado.

Diría Honneth, “la idea de que una democracia viva debe crear continuamente sus propias
condiciones de existencia, culturales y morales, a través de procesos educativos generales,
entre tanto, se le ha extraviado a la filosofía política”. Dadas estas condiciones, es posible
sostener que el vínculo entre Estado de derecho y educación se haya en suspenso, es decir, se
ha alterado esa relación estrecha que existió al momento de constitución del Estado chileno.
Pero, ¿por qué es tan relevante? Si ahondamos en Kant sostendría lo siguiente: “el pequeño
ser humano, dominado por su naturaleza, debe pasar primero por el proceso de una educación
que persiga la meta de su libertad para poder convertirse más tarde, en miembro de un Estado
regido por el propio pueblo; al igual que, a la inversa, sólo ciudadanas y ciudadanos
autónomos pueden institucionalizar una educación pública que permita recorrer a sus hijos el
camino hacia la emancipación política. Por eso, una buena educación y un orden estatal
republicano se necesitan complementariamente, porque la educación, en forma de enseñanza
general y pública, es la fuente de las capacidades culturales y morales del individuo con cuya
ayuda puede existir y desarrollarse un orden estatal republicano en el que la ciudadanía tome
parte en la emancipación política también del pueblo llano.” (Honneth, 2013, p. 378). Así,
como ya sucedía en el Emilio de Rousseau, en la pedagogía de Kant la noción del “buen
ciudadano” alude al punto de unión entre la teoría educativa y la teoría del gobierno. Sin la
una, la otra no sería factible, ya que para una colectividad democrática, ambas representan
condiciones que no pueden existir de manera independiente. Esta estrecha vinculación estará
presente también en las ideas de Honneth, quien señala que es deber del Estado proveer
condiciones igualitarias de formación para todas las generaciones venideras, de manera de
garantizar el acceso a una educación de óptima calidad a todos los ciudadanos jóvenes, para
que así los estudiantes puedan más tarde ser dueños de las capacidades e intereses necesarios
para tomar parte en aquello que constituye al Estado de Derecho, en la formación de la
voluntad del pueblo que participa y en la determinación de los fundamentos políticos, entre
otras cuestiones. Corresponde al Estado asegurar una educación gratuita que permita y
garantice que ellos hayan desarrollado de forma completa su potencial, indispensable para una
sociedad civil democrática porque ésta tiene como prerrequisito un ciudadano educado e
informado.

BIBLIOGRAFIA:

- Budnik, J. A. (2011) Políticas públicas en educación: el caso de chile, en Elichiry, N. (comp)


Políticas y prácticas frente a la desigualdad educativa. Tensiones entre focalización y
universalización.

- Velasco, JC. (2013) Estado de derecho y democracia, la política deliberativa. En Habermas.

- Bolívar, A. (2009) La autonomía en la gestión como nuevo modo de regulación. En Revista


Espacios en Blanco.

- Feldfeber, M. (2009) Nuevas y viejas formas de regulación de los sistemas educativos. En


Autonomía y gobierno de la educación.

- Feldfeber, M. Saforcada, F. y Jaimovich, A. (2009) Las escuelas Auto gestionadas de San Luis:
los sentidos de la autonomía escolar en una política provincial. En Autonomía y gobierno de la
educación.

- Honneth, A. (2013) La educación y el espacio público democrático. Un capitulo descuidado en


la Filosofía política. En revista de Filosofía Moral y política N°49.

- Honneth, A. (2009) Critica del agravio moral. Patologías de la sociedad contemporánea.


México, Fondo de Cultura Económica. (Cap.: Paradojas del capitalismo).

- Habermas, J. (1991) Problemas de legitimación en el capitalismo tardío. Buenos aires,


Amorrortu.
- Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (N° 18.962) Chile.

- Ley General de Educación (N°20.370) Chile.

También podría gustarte