2do Trabajo Daño

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Artículo 42- Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de

consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información


adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno. Las
autoridades proveerán a la protección de esos derechos, a la educación para el consumo, a la
defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los mercados, al control de los
monopolios naturales y legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios públicos, y a la
constitución de asociaciones de consumidores y de usuarios. La legislación establecerá
procedimientos eficaces para la prevención y solución de conflictos, y los marcos regulatorios de
los servicios públicos de competencia nacional, previendo la necesaria participación de las
asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias interesadas, en los organismos de
control. Artículo

43- Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista
otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de
particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con
arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un
tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se
funde el acto u omisión lesiva. Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de
discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al
usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado,
el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la
ley, la que determinará los requisitos y formas de su organización. Toda persona podrá interponer
esta acción para tomar conocimiento de los datos a ella referidos y de su finalidad, que consten en
registros o bancos de datos públicos, o los privados destinados a proveer informes, y en caso de
falsedad o discriminación, para exigir la supresión, rectificación, confidencialidad o actualización
de aquellos. No podrá afectarse el secreto de las fuentes de información periodística. Cuando el
derecho lesionado, restringido, alterado o amenazado fuera la libertad física, o en caso de
agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones de detención, o en el de desaparición forzada de
personas, la acción de habeas corpus podrá ser interpuesta por el afectado o por cualquiera en su
favor y el juez resolverá de inmediato aun durante la vigencia del estado de sitio.

Articulo 75 inciso 22. Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las
organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos
tienen jerarquía superior a las leyes.
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de
Derechos Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y su Protocolo Facultativo; la Convención Sobre la Prevención y la Sanción del Delito de
Genocidio; la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación Racial; la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Contra la Mujer; la Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes; la Convención Sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de su vigencia,
tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución
y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos. Sólo
podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo Nacional, previa aprobación de las
dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara. Los demás tratados y
convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el Congreso, requerirán el
voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de la
jerarquía constitucional

ARTÍCULO 17.- Derechos sobre el cuerpo humano. Los derechos sobre el cuerpo humano o sus
partes no tienen un valor comercial, sino afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social y
sólo pueden ser disponibles por su titular siempre que se respete alguno de esos valores y según
lo dispongan las leyes especiales.
1. Introducción

Como nunca antes en nuestra historia, las posibilidades que abre la biotecnología generan un
universo de alternativas y de problemas que requieren alguna forma de regulación, para que
existan reglas claras en un área sensible. Ello, para que la dignidad de las personas no se vea
avasallada por la lógica del mercado, y para que no exista un aprovechamiento de situaciones de
vulnerabilidad, entre otras finalidades relevantes.

Es lógico que esa regulación se efectúe de acuerdo a principios generales que establecen
directrices claras en la materia, porque los mecanismos de producción de normas jurídicas y la
propia dinámica del derecho van siempre a la zaga de los constantes avances científicos y
técnicos en la materia.
En este artículo, el CCyC establece un principio básico relevante, consistente con nuestra
tradición jurídica y bioética, colocando fuera del comercio a todo tipo de acto jurídico relacionado
con derechos sobre el cuerpo humano o sus partes, al que liga a valores extrapatrimoniales
relevantes.

2. Interpretación
Esta norma enuncia una categoría de derechos a los que no se reconoce valor comercial. Su
protección jurídica se asienta en el reconocimiento de otros valores —como el afectivo, el
terapéutico, el científico, el humanitario o el social— o de la concurrencia de ellos, calificación que
puede proyectarse a los bienes involucrados. La disponibilidad de tales bienes se encuentra
condicionada a la satisfacción de alguno de esos valores de naturaleza extrapatrimonial, y debe
ajustarse a lo que dispongan las leyes especiales como, por ejemplo, las normas sobre ablación y
trasplante de órganos. Tanto el cuerpo humano y sus partes como el material genético, pueden
ser aislados,
patentados, trasplantados u objeto de operaciones comerciales. Frente a tal circunstancia es
posible enunciar diversas políticas, que pueden ir desde la admisión de la comercialización de
tales elementos hasta la prohibición absoluta de ello. Lo claro es que no resulta prudente
abstenerse de formular algún tipo de reglas, pues en ausencia

ARTÍCULO 1720.- Consentimiento del damnificado. Sin perjuicio de disposiciones especiales, el


consentimiento libre e informado del damnificado, en la medida en que no constituya una cláusula
abusiva, libera de la responsabilidad por los daños derivados de la lesión de bienes disponibles.

1. Introducción

El CCyC regula los alcances del consentimiento del damnificado como causal de justificación
como pauta general, y sin perjuicio de lo que dispongan al respecto las normas específicas.

2. Interpretación
Cuando la víctima consiente el daño sufrido, ello constituye una causal de justificación, y elimina
toda nota de antijuridicidad, lo que conduce al rechazo de la pretensión indemnizatoria promovida
por el damnificado. Esto es una consecuencia directa del principio de autodeterminación o
autonomía personal, que permite a cada persona adoptar en soledad las decisiones que hacen a
su vida, con excepción de aquellas acciones que
perjudican a terceros (art. 19 CN). En ejercicio de ese derecho, la víctima puede —en principio—
aceptar voluntariamente ser dañada, y esa aceptación excluye —también en principio— la
antijuridicidad del hecho o la omisión dañosa. Si bien el consentimiento de la víctima puede
canalizarse por medio de un contrato —y en tal caso será de aplicación el principio de libertad
contractual consagrado en el art. 958 CCyC—, también es concebible que se preste en materias
no contractuales, por medio de un acto jurídico unilateral (por ejemplo, una persona autoriza a otra
a practicar tiro al blanco contra la pared del fondo de su jardín).
Sin embargo, por tratarse de una excepción a la regla general, no todo consentimiento del
damnificado será suficiente para excluir la responsabilidad del agente. Ello conduce a analizar
sobre qué clases de bienes puede recaer, y cuáles son los recaudos que debe cumplir dicho
consentimiento.
En este sentido, es preciso tener en cuenta que, aun con anterioridad a la elaboración del CCyC,
la doctrina argentina se encontraba conteste en que los derechos personalísimos, por sus
características particulares, solo pueden ser objeto de la voluntad de la víctima en tanto y en
cuanto sean disponibles. Es por ello que la norma en comentario establece que la lesión debe
recaer sobre esta última clase de bienes. En consecuencia, mientras que nada impide que el
damnificado admita que se produzca un daño a sus bienes patrimoniales, no ocurrirá lo mismo
con los bienes personalísimos, que únicamente podrán encuadrar en esta causa de justificación
cuando sean disponibles, de conformidad con lo dispuesto por el art. 55 CCyC.
Para que exista esta causa de justificación, es preciso que el damnificado haya prestado un
consentimiento libre e informado. El hecho de que sea libre se vincula con que debe tratarse de un
acto voluntario, en los términos del art. 260 CCyC, mientras que el carácter de informado hace
referencia a aquellas situaciones en las cuales la ley pone a cargo de la parte fuerte de la relación
contractual el deber de suministrar información cabal a la otra. En el ámbito médico, el art. 59 del
cuerpo legal en estudio establece los extremos que debe cumplir el consentimiento informado
para ser válido, en forma concordante con lo dispuesto en la materia por la Ley de Derechos del
Paciente (26.529).
Finalmente, el art. 1720 CCyC excluye, en forma expresa, las cláusulas que impliquen el
consentimiento de la víctima cuando ellas resulten abusivas, por lo que resultan aplicables las
reglas consagradas en los arts. 988 y 989 para los contratos por adhesión, y las que rigen en el
ámbito específico del derecho del consumo (arts. 1119 a 1122 CCyC, y art. 37 y ss. de la ley
24.240).

ARTÍCULO 1721.- Factores de atribución. La atribución de un daño al responsable puede basarse


en factores objetivos o subjetivos. En ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa.

1. Introducción
Los factores de atribución, entendidos como criterios legales para imputar el daño a uno o más
responsables, se clasifican en subjetivos y objetivos. La culpa es un factor residual para aquellos
casos en que no pueda aplicarse —directamente o por analogía— un factor objetivo.

2. Interpretación
El factor de atribución, presupuesto esencial de la responsabilidad, es el fundamento que la ley
toma en consideración para atribuir jurídicamente la obligación de indemnizar un daño, haciendo
recaer su peso sobre quien en justicia corresponde. Es la razón jurídica por la cual se debe
responder. Mientras que los factores de atribución subjetivos (culpa y dolo) ponen el acento en el
reproche de la conducta del responsable, los factores objetivos prescinden del análisis valorativo
de la conducta, y se centran en elementos objetivos que varían en cada supuesto (la creación de
un riesgo, el análisis de las circunstancias del caso sobre la base de la equidad, el hecho de haber
prometido un resultado, etc.).
Los Códigos decimonónicos —entre los cuales se encuentra el CC—, inspirados por los principios
del liberalismo clásico, únicamente concebían la existencia del deber de resarcir el daño sobre la
base de factores subjetivos de atribución. Ello era así pues el centro de gravitación de la
responsabilidad civil clásica era el reproche de la conducta desarrollada por quien ocasiona el
daño, y no su reparación.

Sin embargo, también en la responsabilidad subjetiva la fractura del nexo causal exonera de
responsabilidad, razón por la cual esa eximente (que en puridad corresponde a otro elemento de
la responsabilidad, la relación causal) no es propia y exclusiva de los factores objetivos. Por el
contrario, cada factor objetivo de atribución tiene su propia “faz negativa”, en el sentido de que el
sindicado como responsable podrá eximirse si demuestra que no se dan las condiciones exigidas
por la ley para que se aplique el factor en cuestión (por ejemplo, que la cosa que causó el daño no
era riesgosa, o fue usada en contra de la voluntad del dueño o guardián; que no había relación de
dependencia, etc.).

ARTÍCULO 59.- Consentimiento informado para actos médicos e inves-


tigaciones en salud. El consentimiento informado para actos médicos e

investigaciones en salud es la declaración de voluntad expresada por el


paciente, emitida luego de recibir información clara, precisa y adecuada,
respecto a:
a. su estado de salud;

b. el procedimiento propuesto, con especificación de los objetivos per-


seguidos;

c. los beneficios esperados del procedimiento;


d. los riesgos, molestias y efectos adversos previsibles;

e. la especificación de los procedimientos alternativos y sus riesgos, be-


neficios y perjuicios en relación con el procedimiento propuesto;

f. las consecuencias previsibles de la no realización del procedimiento


propuesto o de los alternativos especificados;
g. en caso de padecer una enfermedad irreversible, incurable, o cuando

se encuentre en estado terminal, o haya sufrido lesiones que lo colo-


quen en igual situación, el derecho a rechazar procedimientos quirúr-
gicos, de hidratación, alimentación, de reanimación artificial o al retiro

de medidas de soporte vital, cuando sean extraordinarios o despro-


porcionados en relación a las perspectivas de mejoría, o produzcan

sufrimiento desmesurado, o tengan por único efecto la prolongación


en el tiempo de ese estadio terminal irreversible e incurable;
h. el derecho a recibir cuidados paliativos integrales en el proceso de
atención de su enfermedad o padecimiento.
Ninguna persona con discapacidad puede ser sometida a investigaciones
en salud sin su consentimiento libre e informado, para lo cual se le debe
garantizar el acceso a los apoyos que necesite.

Nadie puede ser sometido a exámenes o tratamientos clínicos o quirúr-


gicos sin su consentimiento libre e informado, excepto disposición legal

en contrario.
Si la persona se encuentra absolutamente imposibilitada para expresar su

voluntad al tiempo de la atención médica y no la ha expresado anticipada-


mente, el consentimiento puede ser otorgado por el representante legal,

el apoyo, el cónyuge, el conviviente, el pariente o el allegado que acom-


pañe al paciente, siempre que medie situación de emergencia con riesgo

cierto e inminente de un mal grave para su vida o su salud. En ausencia de


todos ellos, el médico puede prescindir del consentimiento si su actuación
es urgente y tiene por objeto evitar un mal grave al paciente.
Fuentes: art. 5° de ley 26.529, sustituido por ley 26.742.
1. Introducción
El principio sentado en el artículo en análisis es que ningún acto médico o investigación
en salud puede llevarse a cabo sin el previo consentimiento libre e informado del paciente
o la persona competente.
Al igual que la investigación en seres humanos, la regulación del consentimiento informado
en el Capítulo destinado a los derechos personalísimos es una muestra de su relevancia e
importancia dada su íntima relación con la dignidad, integridad y autonomía de la persona.

La regulación del consentimiento informado, en lo que se refiere a la actuación médica,


ya había sido abordada en Capítulo 3 de la Ley 26.529 de Derechos del Paciente en su
Relación con los Profesionales e Instituciones de la Salud, no así en lo referente a la
investigación en seres humanos. Así, la fuente directa de este artículo la constituye el
art. 5° de la ley 26.529 sustituido por la ley 26.742. Tal es así que, en cuanto al contenido
de la información, el CCyC reproduce textualmente lo dicho en esa ley.

Ahora bien, el CCyC no deroga la ley 26.529 y, como se dijo, los Fundamentos que acom-
pañan el Proyecto explican que el CCyC no afecta las leyes que conforman estatutos

cerrados, que permanecen vigentes. El CCyC, a través de los arts. 58, 59 y 60, procura
regular e incorporar el núcleo duro del derecho a la salud. Este núcleo duro significa que
no se puede proteger menos de lo que protege el CCyC. Consecuentemente, en caso de
existir diferencias o incompatibilidades entre ambos textos —el CCyC y la ley— hay que
buscar, pues, la norma más protectoria de los derechos en juego; si es la ley especial, será
la ley especial; si es el Código, será el Código (arts. 963, 1709 y 1094).
2. Interpretación
2.1. El consentimiento informado

Sin perjuicio de las múltiples definiciones existentes, puede afirmarse que el consenti-
miento informado consiste en la aceptación (o rechazo) por parte de una persona com-
petente de un procedimiento diagnóstico o terapéutico, una vez esta ha sido adecua-
damente informada acerca de aquello que se le propone consentir. Su finalidad es que

la persona pueda implicarse de manera suficiente en la relación clínica y pueda tomar


decisiones que le afectan con conocimiento de causa. Los requisitos básicos son, por lo
tanto, libertad, competencia e información suficientes.

La finalidad principal de los documentos de consentimiento informado es entonces, favo-


recer la participación de las personas en el proceso asistencial que les atañe y promover

su corresponsabilidad en la toma de decisiones clínicas.


Ahora bien, el consentir significa también no consentir, de modo que así como un
paciente puede consentir un tratamiento, también puede rechazarlo. Y esto es lo que

expresamente prevé el texto al sostener que, en caso de padecer una enfermedad irre-
versible, incurable, o cuando se encuentre en estado terminal o haya sufrido lesiones

que lo coloquen en igual situación; el paciente tiene derecho a rechazar procedimien-


tos quirúrgicos, de hidratación, de alimentación, de reanimación artificial o al retiro

de medidas de soporte vital, cuando sean extraordinarios o desproporcionados en


relación a las perspectivas de mejoría, produzcan sufrimiento desmesurado, o tengan
por único efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio terminal irreversible e
incurable. Precisamente, al permitir este rechazo, consagra expresamente el derecho
a recibir cuidados paliativos integrales en el proceso de atención de su enfermedad o
padecimiento.
2.2. Tipos de consentimiento informado
El artículo en análisis contempla dos tipos de consentimiento informado: el otorgado para
la atención médica del individuo y el dado para someterse a una investigación en seres
humanos, es decir, para lo regulado en el art. 58, de modo que el consentimiento previsto
en el inc. f) de ese artículo debe, no solo cumplir con lo que específicamente se prevé allí,
sino también reunir los requisitos generales que se contemplan en esta norma.

2.3. La información
El CCyC, al igual que la ley 26.529, exige que la información sea: clara, precisa y adecuada,

siguiendo la línea fijada por las convenciones internacionales, como la DUBDH o el Con-
venio sobre los Derechos del Hombre y la Biomedicina.

La adecuación se proyecta en la esfera subjetiva, objetiva, cuantitativa, cualitativa y tempo-


ral. La información debe ser adecuada a las circunstancias personales del paciente (edad,

estado de ánimo, gravedad, tipo de enfermedad, etc.). Ella debe adecuarse a su finalidad
(dar a conocer el estado de salud, obtener el consentimiento, conseguir la colaboración
activa, etc.). La cantidad de información a suministrar está dada por la finalidad citada y por

lo que demande el paciente. Es imprescindible un análisis personalizado y prudente, es de-


cir, adecuado a cada situación, con el fin de respetar las necesidades de cada persona y las

preferencias de cada una en cada momento. La información no será nunca dirigida a buscar
una decisión determinada del paciente, debiendo evitar cualquier tipo de manipulación.
2.4. El consentimiento por representación
El CCyC regula expresamente el consentimiento por representación. Tanto la ley 26.529
y el decreto 1089/1212, como el CCyC precisan en qué supuestos es posible sustituir la
decisión del paciente. Sin embargo, la regulación no es uniforme. Para la ley 26.529 se
aplica el mecanismo de sustitución de la decisión para los casos de: 1) los pacientes con

incapacidad, y 2) aquellas personas imposibilitadas de brindar el consentimiento informa-


do a causa de su estado físico o psíquico. Según el decreto 1089/2012 tienen que ser sus-
tituidos: 1) los pacientes que no sean capaces de tomar decisiones según criterio del pro-
fesional tratante, o cuando su estado físico o psíquico no le permita hacerse cargo de su

situación; 2) los pacientes incapacitados legalmente; y 3) los pacientes menores de edad.


Por su parte, para el CCyC, la decisión puede ser solo por sustitución si el paciente se
encuentra absolutamente imposibilitado para expresar su voluntad.
Este criterio —la imposibilidad absoluta del paciente para tomar una decisión— respeta las
prescripciones de las convenciones internacionales que obligan a los Estados a suprimir, o
limitar al máximo posible, los sistemas de sustitución en la toma de decisión y además, es
coherente con la idea misma de competencia, cuya finalidad es ampliar la participación del
paciente en la toma de decisiones y no limitarla. La premisa del CCyC es que si el paciente
comprende la información que le brinda el profesional de la salud, tiene habilidades para

tomar una decisión y puede comunicar su voluntad, el paciente es “competente” para con-
sentir por sí mismo un tratamiento médico sin la intervención de un “representante”.(138)

Entonces, solo por excepción, en circunstancias muy acotadas y en exclusivo beneficio


del sujeto, el consentimiento informado puede ser prestado por otra persona que guarda
con aquel una relación de afecto humano/familiar que lo habilita a “decidir por“ el otro.
Atento a su naturaleza, este consentimiento por representación solo es aplicable a la
atención médica y no a las investigaciones en seres humanos, conforme además lo dicho
en el artículo anterior, que exige el consentimiento específico de la persona. Además, y
en consonancia con esto último, el art. 59 prevé que ninguna persona con discapacidad
puede ser sometida a investigaciones en salud sin su consentimiento libre e informado,
para lo cual se le debe garantizar el acceso a los apoyos que necesite.

Respecto a las personas menores de edad, se aplica el art. 26 CCyC. Como regla, para
los niños, prestarán consentimiento los padres o tutores, excepto que sean los actos para
los cuales consideramos que tienen autonomía, conforme el principio de capacidad o
autonomía progresiva.
2.5. Representantes
2.5.1. Consideraciones generales

El art. 59 CCyC estipula que pueden emitir el consentimiento por representación el re-
presentante legal, el apoyo (regulada en el art. 43 que dispone: "Se entiende por apoyo

cualquier medida de carácter judicial o extrajudicial que facilite a la persona que lo nece-
site la toma de decisiones para dirigir su persona, (...) Las medidas de apoyo tienen como

función la de promover la autonomía y facilitar la comunicación, la comprensión y la ma-


nifestación de voluntad de la persona para el ejercicio de sus derechos; en cumplimiento

de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”), el cónyuge, el


conviviente, el pariente (sin limitación de grados) o el allegado que acompañe al paciente.

También se encuentra facultado para decidir por el paciente, el tutor, el curador (desta-
cando que el art. 139 prevé que “La persona capaz puede designar, mediante una directi-
va anticipada, a quien ha de ejercer su curatela”), los progenitores de una persona menor

de edad (art. 26) o la persona designada por el propio paciente antes de encontrarse en
tal situación (mediante un documento de directiva anticipada).
La amplitud de la disposición se adecua a la realidad de las situaciones que la riqueza de
la vida y los cambios en los núcleos familiares y de contención, crean.
2.5.2. Requisitos de procedencia del consentimiento por representación
El CCyC no solo exige que la persona esté absolutamente imposibilitada de consentir, sino
también que medie una situación de emergencia con riesgo cierto e inminente de un mal
grave para su vida o salud. Es decir, debe tratarse de una situación que exige una decisión
que no puede esperar, so pena de ocasionar un mal grave en la vida o salud del paciente.
Finalmente, si no existe persona que pueda brindar el consentimiento por representación,

situación excepcional atento a la amplitud de la norma, y si además el paciente no ha expre-


sado su voluntad anticipadamente, el médico podrá proceder sin que medie consentimien-
to, siemp
re que su actuación sea urgente y tenga por objeto evitar un mal grave al paciente.

El consentimiento informado médico es un proceso a través del cual el profesional médico informa
al paciente sobre el tratamiento que le realizará, así como de los riesgos, beneficios y alternativas.
Este proceso de información y comprensión culmina con la firma del formulario escrito de
consentimiento informado, un documento donde el paciente autoriza la realización de la prestación
médica.

El consentimiento debe de ser firmado de forma consciente y voluntaria por el paciente, que puede
aceptarlo o bien rechazarlo. El objetivo es que éste pueda tomar las decisiones referentes a su salud de
acuerdo con su libre y propia voluntad.

Los tres requisitos necesarios:

Voluntariedad

Información 

Comprensión

Con el escrito del consentimiento informado se verifica que el paciente ha recibido y entendido la
información facilitada por el profesional responsable de su tratamiento.

Dicho consentimiento informado se debe custodiar dentro de la historia clínica del paciente, ya que ostenta
un valor probatorio ante de cualquier discrepancia o futura reclamación.

Pero en ningún caso, la firma del consentimiento informado supone la exoneración del profesional ante
una responsabilidad por mala praxis. Son dos conceptos diferentes.

4. ¿Qué información debe contener el consentimiento informado?


El consentimiento informado, según dispone la Ley 41 / 2002, debe contener como mínimo:

 Las consecuencias relevantes o de importancia que la intervención origina con seguridad.


 Los riesgos relacionados con las circunstancias personales o profesionales del paciente.
 Los riesgos probables en condiciones normales de acuerdo con la experiencia y en el estado de
la ciencia o directamente relacionados con el tipo de intervención.
 Las contraindicaciones.

Esta información debe ser verdadera, y además es obligación del facultativo transmitirla de forma
comprensible al paciente.
Además, se debería especificar en un apartado que el paciente puede retirar el consentimiento por
escrito en cualquier momento sin tener que dar justificación alguna.

Conclusión
Aunque el documento del consentimiento informado no es necesario que sea excesivamente extenso,
debe cumplir unos aspectos básicos para que se pueda afirmar con seguridad que un paciente fue
debidamente informado acerca de un tratamiento o intervención quirúrgica, para prevenir cualquier posible
reclamación profesional.

Se trata del enlace material que existe entre un hecho antecedente y otro consecuente, y que
permite establecer a quien debe ser imputado un hecho determinado y sus consecuencias.

¿Qué elementos componen una negligencia médica?

La negligencia médica es una mala praxis médica que ocasiona una lesión al paciente. De modo
que conjuga tres elementos:

1. Lesión

Esta puede ser inmediata o no, y física o moral. Por ejemplo, un mal diagnóstico que perjudique
las posibilidades de curación del paciente puede considerarse negligencia médica.

Del mismo modo, no es necesario que la lesión cause un menoscabo en la integridad física del
paciente. Así, una marca meramente estética puede suponer responsabilidad del personal
sanitario cuando se deba a su mala praxis.

2. Mala praxis

Se entiende como tal el apartarse del protocolo sanitario o los estándares de la profesión. Así, la
mala praxis puede derivar de un descuido de la diligencia debida. Pero también de una vía de
actuación que no habrían seguido otros facultativos.

3. Nexo causal

Así, la lesión debe ser consecuencia de la mala praxis. A falta de la relación de causalidad (por
ejemplo, si la lesión se hubiera producido incluso aplicando el tratamiento corriente) el paciente
lesionado no tendrá derecho a indemnización.
Los tres elementos deben concurrir para que se pueda hablar de negligencia médica y se
despierte el derecho a una indemnización. Generalmente, para apreciar la mala praxis y el nexo
causal serán necesarios los servicios de un perito médico.

La importancia de la obligación en el otorgamiento del consentimiento informado -regulado por la


Ley 26529 (modif. por Ley 26742)- se encuentra plasmada en la actualidad en el art. 59 del CCC,
en función de su relación con los derechos personalísimos y el principio de autodeterminación y
por ende a la protección que merece la voluntad del paciente, en contraste con la anterior
predominancia del llamado paternalismo o imperialismo médico. Conforme a esa concepción
receptada legalmente y reforzada en el código de fondo, la licitud de cualquier tratamiento,
intervención o práctica médica está supeditada a la necesidad de la voluntad del paciente, y en
resguardo de derechos de índole convencional.
La ausencia en el otorgamiento del consentimiento informado no implica el 25 mero
incumplimiento a una formalidad sin sentido, sino de una exigencia legal obligatoria -art. 6 Ley
26529- que por los derechos que involucra, hace a la legalidad del acto médico e involucra la
responsabilidad profesional. Suma a la obligatoriedad el Decreto reglamentario Nº 1089/2012, en
su art. 7, cuando indica que el consentimiento informado se materializa obligatoriamente por
escrito en los casos contemplados en el artículo 7º de la Ley 26529 (modificada por la Ley 26742).
La obligación de informar al paciente es claramente distinguible de la obligación principal que
asume el profesional en realizar los tratamientos y procedimientos médicos de acuerdo con su
experticia. Podría darse el supuesto de cumplirse una e incumplirse la otra. Tratándose de
obligaciones distintas, también lo son las consecuencias de su posible violación: en el caso del
incumplimiento de la obligación principal, el daño resarcible estará asociado con las
consecuencias derivadas de la culpa médica; mientras que en el caso del deber de información el
daño estará usualmente referido a la materialización de un riesgo previsible no informado
debidamente al paciente.
El consentimiento informado escrito debe consistir en una explicación taxativa y pautada por parte
del profesional del ámbito médico-sanitario de las actividades que se realizarán al paciente y tiene
que estar redactado en forma concreta, clara y precisa, con términos que el paciente o, ante su
incapacidad o imposibilidad, su familiar o representante o persona vinculada habilitada, puedan
comprender, omitiendo metáforas o sinónimos que hagan ambiguo el escrito, resulten equívocos o
puedan ser mal interpretados. Cuando el consentimiento informado pueda otorgarse en forma
verbal, el profesional tratante, deberá asentar en la historia clínica la fecha y alcance de cómo y
sobre qué práctica operó el mismo.
El consentimiento informado aparece como la justificación misma de la legitimidad del acto
médico, fundado en el derecho del paciente a su autonomía y su autodeterminación, cuya omisión
puede originar la responsabilidad civil del galeno cuando se materializan los riesgos típicos sobre
los cuales el paciente no ha sido informado; y el incumplimiento de la obligación de informar, en
tanto y en cuanto está prescripta legalmente, forma parte de la "lex artis ad hoc" y trae aparejada
responsabilidad aun cuando la prestación médica en sí misma se desarrolle correctamente.
OBLIGACIONES DEL MEDICO-CONSENTIMIENTO DEL PACIENTE-CONSENTIMIENTO
INFORMADO-DERECHOS DEL PACIENTE Tanto el Código Civil y Comercial como la Ley 26529
sobre "Derechos del Paciente, Historia Clínica y Consentimiento Informado", brindan un estándar
mínimo de información que el médico debe otorgar a su paciente, a saber: información sobre su
estado de salud (clara, precisa y adecuada respecto de la dolencia del paciente, en un lenguaje
que el paciente pueda entender); el procedimiento propuesto, con especificación de los objetivos
perseguidos (que debe ser de los aceptados por la lex artis para el tratamiento de la dolencia del
paciente); los beneficios esperados del procedimiento; los riesgos, molestias y efectos adversos
previsibles; la descripción de las alternativas existentes y sus riesgos, beneficios y perjuicios en
relación con el procedimiento propuesto; y las consecuencias previsibles de la no realización del
procedimiento propuesto o de los alternativos especificados. Solo con esta información se
considera que el paciente puede tomar adecuada y libremente la decisión sobre su salud y las
practicas a realizarse. A partir de ellas podrá evaluar los riesgos que asume y tomar una decisión
consiente en la práctica a la que será sometido.

Preparen una carta documento para el centro asistencial por daño generado en el paciente como


consecuencia de una mala praxis e incumplimiento en la práctica médica realizada luego de
haberse firmado el llamado consentimiento libre e informado que prescribe en el art. 1720
del Código Civil y Comercial. A continuación, se transcribe a continuación un modelo clásico de
los que se suelen utilizar para estas prácticas:
Asimismo, se detallan algunos datos y aspectos que debe incluir la carta documento: 
 Nombre completo, domicilio y código postal del remitente (paciente). 
 Nombre completo, domicilio y código postal del destinatario (centro
asistencial y director general).  
 Indicar que se envía al centro asistencial a los fines de manifestar la existencia de un
daño generado por la práctica médica realizada y el incumplimiento en los términos del
consentimiento informado suscripto oportunamente y que desembocaron en
la producción del daño reclamado. 
 Solicitar que se proceda a la evaluación de dichas lesiones denunciadas, y su posterior
resarcimiento económico por el deterioro que provocó dicha intervención en la salud de
quien suscribe la misiva. 
 Firma, nombre y documento del remitente (paciente damnificado). 

Por medio de la presente manifiesto que por consecuencia de la intervención


quirúrgica( endoscopia) solicitada por el Dr. PÈREZ OSVALDO y realizada por la Dra. ALMADA
CLAUDIA, el día 20/05/22 a las 08.30 hs. en su nosocomio, he sufrido un daño en mi salud por un
desgarro del tracto digestivo.
Que si bien he firmado el consentimiento informado, el mismo no brindó un estándar mínimo de
información que el médico debía otorgarme, a saber: información sobre mi estado de salud (clara,
precisa y adecuada respecto de mi dolencia, en un lenguaje que pueda entender); el
procedimiento propuesto, con especificación de los objetivos perseguidos (para el tratamiento de
mi dolencia); los beneficios esperados del procedimiento; los riesgos, molestias y efectos
adversos previsibles; la descripción de las alternativas existentes y sus riesgos, beneficios y
perjuicios en relación con el procedimiento propuesto; y las consecuencias previsibles de la no
realización del procedimiento propuesto o de los alternativos especificados.
Solo con esta información hubiese podido evaluar y considerar, tomar adecuada y libremente la
decisión sobre mi salud y las practicas a realizarme.

Es por ello que solicito se proceda a la evaluación médica de las lesiones provocadas y
denunciadas, y a su posterior resarcimiento económico por el deterioro de la salud de quien
suscribe la misiva y por el incumplimiento en los términos del consentimiento informado suscripto
oportunamente y que desembocaron en la producción del daño reclamado según lo determina la
ley 26.529 sobre "derechos del paciente, historia clínica y consentimiento informado”; siendo
amparada además, por los art. 17, 1720, 1721 del Cód. Civil; 42, 43 y art. 75 inc. 22 de la
Constitución Nacional.

ES INSUFICIENTE EN SU EXPLICACION, YA QUE NO ENUMERABA TAXATIVAMENTE LAS


ACTIVIDADES QUE SE ME REALIZARIAN, NI TAMPOCO LAS POSIBLES CONSECUENCIAS
DE SALUD QUE PODRIA ACARREAR.
ESTO IMPLICA QUE, AL NO ESTAR REDACTADA EN FORMA CONCRETA, CLARA Y
PRECISA, CON TERMINOS QUE CUALQUIER PACIENTE PUDIERA COMPRENDER O QUE
RESULTEN EQUIVOCOS O PUEDAN SER MAL INTERPRETADOS, FUERON INSUFICIENTES
PARA QUE PUDIESE COMPRENDER CLARAMENTE SI EXISTIAN RIESGOS TANTO AL
REALIZAR LA INTERVENCIÓN QUIRÚRGICA COMO LOS POSIBLES DAÑOS A MI SALUD
(POSTERIORES A LA PRACTICA REALIZADA).

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