Inocuidad y Calidad
Inocuidad y Calidad
Inocuidad y Calidad
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Licenciado en Biología (Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias); Ph. D. en
Ciencia y Tecnología de los Alimentos (Universidad de Maryland, EE.UU.). Profesor Titular e
investigador del Instituto de Ciencias y Tecnología de Alimentos (ICTA), Facultad de
Ciencias, Universidad Central de Venezuela, adscrito al grupo de Biotecnología y Control
Microbiano. Dirección Postal: ICTA, Calle Suapure, Colinas de Bello Monte, Caracas.
Venezuela. Teléfonos: +58-212-7534743/ 753.5684; Fax: +58-212-7533871; e-mail:
ivelio_arispe@ciens.ucv.ve
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Licenciada en Biología (Universidad Central de Venezuela); Master of Science, Food
Science (Michigan State University). Profesora titular e investigadora del Instituto de Ciencia
y Tecnología de Alimentos, Facultad de Ciencias, Universidad Central de Venezuela.
Dirección Postal: Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos, Apdo. Postal 47097,
Caracas 1050, Venezuela. Teléfonos +58-212-7534743/5684/4403; Fax: +58-212-
7533871; e-mail: mtapia@ciens.ucv.ve
Resumen
Abstract
Food innocuity is a fundamental aspect of public health and an essential element to manage
of total quality, for which it is a subject of the highest priority for all countries and
governments. In Venezuela, this subject requires the greatest attention due to the health
implications, which reach all levels of the population. Also, due to the economic implications
that imply the fulfillment of the obligatory and voluntary normative framework related to
quality and the food safety for national businesses. Finally, due to the commercial
implications of fulfilling the framework that affects business competition and establishes
distinctions in terms of quality and innocuity management and integrated management. The
present work gives a referential framework to the discussion of these aspects that are of
great importance to the agriculture industry and the Venezuelan consumer.
Key Words: innocuity, quality, food industry, food, standards, Venezuela
Résumé
Recibido: 12-12-2006, Revisado: 10-02-2007, Aceptado: 22-05-2007
1. Introducción
2. Factores que inciden sobre la inocuidad y que explican su inclusión entre los
temas de salud pública
En los pasados decenios se han documentado en todos los continentes graves brotes de
enfermedades trasmitidas por consumo de alimentos contaminados (Enfermedades
Transmitidas por los Alimentos, ETA) mediante los diferentes agentes (patógenos
microbianos, biotoxinas y/o contaminantes químicos o físicos). En los países desarrollados
más del 30% de las personas sufre cada año de enfermedades causadas por alimentos. Se
estima que cerca del 70% de los casos de diarrea en el mundo son causados por
contaminación biológica de los alimentos (FAO, 2002).
En América Latina las ETA figuran entre las primeras causas de muerte en niños menores de
5 años y, en general, el número de brotes fue considerable para el quinquenio 1997-2002,
tal como se expresa en el Cuadro Nº 1. En Venezuela la situación de la inocuidad no escapa
a esa realidad; de hecho, en el quinquenio 1997-2002 se registraron 193 casos con 9
fallecimientos, y sólo en el año 2002 se notificaron 34 brotes con 902 casos
(FAO/SENCAMER, 2003), mientras que en el año 2003 se reportaron 37 brotes con 950
casos y 3 defunciones, y hasta agosto del 2004 se habían presentado 27 brotes con 30
personas afectadas y 2 defunciones (FAO/OMS, 2005). La ocurrencia de los mismos ha sido
principalmente en hogares, escuelas y restaurantes; el alimento más involucrado ha sido el
queso blanco llanero, y los agentes causales principales son Staphylococus aureus, la
histamina y Clostridium perfringens (FAO/SENCAMER, 2003).
Entre los diversos factores que explican la inclusión de la inocuidad de los alimentos en los
temas de salud pública se destacan los siguientes (FAO, 2003):
Los peligros químicos son una fuente importante de enfermedades trasmitidas a través de
los alimentos, aunque sus efectos pueden producirse mucho tiempo después del consumo
de los mismos. La utilización inadecuada de plaguicidas cuyo resultado es la presencia de
residuos no deseables, los contaminantes de metales pesados introducidos a través del
suelo, agua o equipos durante su elaboración, los contaminantes ambiéntales como los
bifenilos policlorados y la contaminación con dioxinas presentes en los piensos, son algunos
de los agentes químicos importantes generadores de enfermedades.
Los peligros físicos asociados con la presencia en los alimentos de materiales contaminantes
tales como vidrios, madera, aislantes, huesos, plásticos y especialmente piedras y restos de
metales, que son frecuentes en cereales y se derivan de procedimientos inadecuados de
elaboración, deben ser considerados también como factores importantes de daños para los
consumidores.
La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos recomendó en 1985 que las plantas
elaboradoras de alimentos adoptaran la metodología del HACCP con el fin de garantizar su
inocuidad. La Comisión del Codex Alimentarius (CCA) aprobó la incorporación del concepto
en las Directrices para la Aplicación del Sistema de Análisis de Peligros y de Puntos Críticos
de Control (CCA, 1993) y posteriormente en los Principios Generales de Higiene de los
Alimentos (CCA, 1997), recomendando la aplicación del HACCP en todos los casos posibles.
El HACCP ha sido reconocido internacionalmente como una herramienta esencial para
garantizar la inocuidad de los alimentos para el consumo humano y para el comercio
internacional (FAO, 2002).
Un gran número de empresas en muchos países de Europa y América usa el sistema HACCP
en sus procesos, ya que ha sido reconocido por organizaciones internacionales como el
Codex Alimentarius, la Comisión Internacional de Normas Microbiológicas de Alimentos
(ICMSF), la International Association of Milk, Food and Environmental Sanitarians (IAMFES),
la Comisión de la Unión Europea, así como también por organismos académicos, normativos
y de salud de los países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC), quienes
han recomendado la aplicación extensiva del HACCP para la gestión de la inocuidad de los
alimentos (FAO, 2002; COVENIN, 2002). El HACCP es obligatorio en muchos países
latinoamericanos, entre otros, Argentina y Perú. En Venezuela, por ejemplo, tiene carácter
obligatorio para los productos pesqueros, ya que los países a donde se exportan requieren
que las plantas tengan implementado el HACCP.
Las organizaciones que están directamente vinculadas incluyen, entre otras, a productores
de alimentos para animales, cosechadores, agricultores, productores de ingredientes,
fabricantes de alimentos, vendedores minoristas, servicios de preparación y de
restauración, organizaciones que proporcionan servicios de limpieza y desinfección,
transporte, almacenamiento y distribución, aerolíneas, cruceros de turismo. Otras
organizaciones que están indirectamente involucradas incluyen, entre otras, proveedores de
equipamientos, agentes de limpieza y desinfección, material de embalaje, y materiales en
contacto con los alimentos (FONDONORMA, 2005).
La seguridad alimentaria es la situación en que todas las personas tienen en todo momento
acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus
necesidades nutricionales y preferencias alimentarias, a fin de llevar una vida activa y sana
(ONU/FAO, 1996). Para obtener esta seguridad no basta con incrementar la disponibilidad
de los alimentos. Para minimizar los riesgos que indudablemente se puedan producir como
consecuencia de esta necesidad y del incremento del comercio internacional, es necesario
entonces que la producción, el abastecimiento, la comercialización, manipulación y consumo
se realicen en condiciones suficientes de higiene, para que los productos resultantes sean
inocuos y de calidad; todo ello a fin de garantizar la salud de los consumidores y propiciar y
facilitar su comercio.
Ambos acuerdos son de gran importancia para entender los requisitos de las medidas de
protección de los alimentos en cada país, así como las normas y acuerdos con las cuales se
realizará el comercio internacional de alimentos. En el Acuerdo MSF se reconocen tres
organizaciones para el establecimiento de normas internacionales: la Organización Mundial
de Sanidad Animal (OIE), la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria y la
Comisión FAO/OMS del Codex Alimentarius. Esta última fue creada para ejecutar el
Programa Conjunto FAO/OMS sobre Normas Alimentarias, mediante la elaboración de
medidas internacionales de calidad e inocuidad de los alimentos y textos afines como
directrices, códigos de prácticas, entre otras.
El acuerdo MSF rige el derecho de los países miembros de la OMC a aplicar medidas para
proteger la vida y la salud humana y vegetal y comprende leyes, decretos, y reglamentos
pertinentes, procedimientos de comprobación, inspección, certificación y envasado y
etiquetado directamente relacionados con la inocuidad de los alimentos.
La Comisión del Codex Alimentarius se compone de 173 países miembros más la Unión
Europea. Las medidas del Códex abarcan los principales alimentos, ya sean elaborados,
semielaborados o sin elaborar; niveles de residuos de plaguicidas y medicamentos
veterinarios, aditivos y contaminantes, incluidos los contaminantes ambientales y las
sustancias tóxicas naturales presentes en alimentos y piensos; las Buenas Prácticas de
Higiene y de Fabricación, incluidas las disposiciones sobre manipulación y envasado del
Sistema de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HACCP); los requisitos de
nutrición y etiquetado, los sistemas oficiales de inspección y certificación de importaciones y
exportaciones de alimentos, incluidas las directrices para el establecimiento de acuerdos de
equivalencia, así como protocolos para la evaluación de la inocuidad de los alimentos
obtenidos por medios biotecnológicos, entre otros (FAO, 2006). Se puntualiza que estas
Normas del Códex no son de obligatorio cumplimiento, pero pueden servir de referencia
para la comparación de las Medidas Sanitarias y Fitosanitarias nacionales y, aún más
importante, servir para su armonización.
El actual entorno mundial del comercio de alimentos obliga tanto a los países importadores
como a los exportadores a reforzar sus sistemas de control de los alimentos, así como a
adoptar y hacer observar estrategias de control de los alimentos basadas en el Análisis de
Riesgo. La aplicación de medidas y normas en materia de inocuidad de los alimentos y de
sanidad animal y vegetal puede tener repercusiones económicas muy importantes,
derivadas de los costos de cumplimiento y de la falta de acceso a los mercados. Cabe
destacar que algunos sistemas privados de normas y de certificación voluntaria podrían
crear una diferenciación en el mercado y crear barreras para-arancelarias. Las medidas
obligatorias en materia de inocuidad de los alimentos exigen a las empresas asumir los
costos de su cumplimiento, superando así una posible deficiencia de éstos en el mercado.
Los resultados finales de este estudio permitirán más adelante caracterizar e identificar
empresas, así como evaluar su nivel de desempeño en relación con los controles de calidad
e inocuidad, proveyendo así información valiosa para las políticas públicas y estrategias
empresariales. Es el caso, por ejemplo, de la preparación de recursos humanos, las
actividades regulatorias e intervenciones por diferentes organismos del Estado.
6. Conclusiones
1. La inocuidad de los alimentos es una cuestión fundamental de la salud pública para todos
los países y uno de los asuntos de mayor prioridad para los consumidores, productores y
gobiernos; así mismo, cada persona tiene el derecho a acceder a alimentos
nutricionalmente adecuados e inocuos. Para obtener esta seguridad no basta con
incrementar la disponibilidad de alimentos; es necesario que su producción, abastecimiento,
comercialización, manipulación y consumo se realice en condiciones suficientes de higiene,
para que los productos resultantes sean inocuos y de alta calidad, a fin de garantizar la
salud de los consumidores. La inocuidad está asociada a todos los riesgos, ya sea crónicos o
agudos, debidos a la contaminación o presencia de peligros biológicos, químicos y físicos en
los alimentos. De allí que su obtención y garantía, a diferencia de otros factores de calidad
como los nutricionales, los sensoriales o los funcionales, es y deberá ser un objetivo no
negociable.
4. La norma ISO 22000-2005, publicada en septiembre del 2005, constituye una norma
internacional de gestión de la inocuidad. A diferencia de la 15161 que trata aspectos de la
calidad, la 22000 trata sólo aspectos de inocuidad; todos sus requisitos son genéricos;
integra los principios de HACCP y combina el plan HACCP con los programas de
prerrequisitos; además pretende ser aplicable a todos los organismos de la cadena
alimentaria, independientemente de su complejidad y tamaño. Esta norma ha creado
muchas expectativas y se espera que su aplicación sea, en manos de los fabricantes, una
herramienta efectiva para producir alimentos inocuos.
6. A pesar de la difusión del marco normativo obligatorio y voluntario por parte de los
organismos responsables y sus diferentes niveles de cumplimiento por las empresas
nacionales, el país confronta serios problemas con el manejo de la inocuidad. Las
investigaciones han identificado los principales problemas que se confrontan en el ámbito de
la inocuidad, la gestión empresarial y la salud, que incluyen la inexistencia de un sistema de
reporte y registro epidemiológico idóneo y ajustado a la realidad. Para dar solución a estos
problemas se hace necesaria la adopción de políticas que fortalezcan la estructura
normativa, su promoción, divulgación y formación de recursos humanos, de manera de
facilitar su cumplimiento, seguimiento e implementación.
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